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PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LOS CUIDADOS DE ENFERMERIA* VIRGINIA HENDERSON, R.N. Departamento de Sociologia, Universidad de Yale, New Hauen, Connecticut, E. U. A. INTRODUCCION Al establecer las normas de las ramas es- peciales de enfermería, se supone que, además de los cuidados especiales que requiere el trastorno o enfermedad que le aqueja, el paciente recibe los cuidados básicos de enfermería. Se suele afirmar que las normas de una especialidad clínica “no se refieren a los principios de enfermería aceptados, con los cuales estará familiari- zado el lector.” En este trabajo se trata de una manera general de los cuidados funda- mentales de enfermería y se indican las actividades propias de esta profesión, sin entrar en detalles de método que se pueden encontrar en los textos de enfermería de cualquier pafs. Se ha tratado de precisar los cuidados que necesitan todos los pacientes, independientemente del diagnóstico de la enfermedad o de la terapéutica prescrita por el médico, aunque ambos pueden modi- ficar el modo de aplicación de los cuidados fundamentales de enfermería que se pro- porcionen. ORIGEN DE LOS PRINCIPIOS FUXDAMENTALES DE LOS CUIDADOS DE ENFERMERIA El análisis de la labor de la enfermera cerca del paciente ha de basarse en el concepto que el investigador tenga de la función de aquélla. Un grupo de personas que trate de llegar a un acuerdo sobre lo que constituye los cuidados fundamentales de enfermería, debe encontrar una defini- ción de la función de la enfermera aceptable para todo el grupo. Se dice con frecuencia que el papel y funciones de la enfermera han sido y siguen siendo variables; que siempre que se encuen- * Trabajo preliminar presentado al “Interna- tional Council of Nurses, Nursing Service Com- mittee,” Londres, Inglaterra. Manuscrito recibido en julio de 1957. tra sola para atender a un paciente, debe prestarle los cuidados que necesite, lo que la obliga a asumir el papel de médico, de trabajadora social, de fisioterapeuta, o de cualquier otro especialista ausente en el momento. A veces tiene que desempeñar hasta la función de cocinera o de plomero. Se ha dicho que la enfermera es la “madre profesional” que, como la verdadera, atiende a las necesidades del niño en momentos críticos realizando tareas que pueden ser muy ajenas a su papel habitual. Este concepto de una función general, no específica, hace difícil responder a la pregunta : “¿Cuáles son los principios fun- damentales de la enfermería?“. En cualquier edad, bajo cualquier sistema de prestación de cuidados médicos, cada trabajador del “equipo médico” desea tener a su cargo una función especial o propia, aparte de todas las que pueda tener en común con los demás. Por lo tanto, todo grupo que trate de concretar las necesidades de en- fermería sentidas en todas partes del mundo, tiene que habérselas con el problema de decidir cuál es la función esencial o propia de la enfermera. A falta de una definición de validez internacional se ofrece, con carácter pro- visional, para presentarlo a la consideración de un comité internacional, un concepto de lo que son la enfermería y la función propia de la enfermera. “La enfermería consiste fundamental- mente en ayudar al individuo (enfermo o sano) a realizar aquello que conduce a man- tener su salud, o a recuperarla (o a morir de una manera tranquila), y que llevaría a cabo por sí solo si tuviera la fortaleza, la voluntad o el conocimiento que ello requiere. De igual modo, representa una contribución única de la enfermería contribuir a que el individuo se independice de dicha ayuda lo antes posible. 217

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PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DE LOS CUIDADOS DE ENFERMERIA*

VIRGINIA HENDERSON, R.N.

Departamento de Sociologia, Universidad de Yale, New Hauen, Connecticut, E. U. A.

INTRODUCCION

Al establecer las normas de las ramas es- peciales de enfermería, se supone que, además de los cuidados especiales que requiere el trastorno o enfermedad que le aqueja, el paciente recibe los cuidados básicos de enfermería. Se suele afirmar que las normas de una especialidad clínica “no se refieren a los principios de enfermería aceptados, con los cuales estará familiari- zado el lector.” En este trabajo se trata de una manera general de los cuidados funda- mentales de enfermería y se indican las actividades propias de esta profesión, sin entrar en detalles de método que se pueden encontrar en los textos de enfermería de cualquier pafs. Se ha tratado de precisar los cuidados que necesitan todos los pacientes, independientemente del diagnóstico de la enfermedad o de la terapéutica prescrita por el médico, aunque ambos pueden modi- ficar el modo de aplicación de los cuidados fundamentales de enfermería que se pro- porcionen.

ORIGEN DE LOS PRINCIPIOS FUXDAMENTALES

DE LOS CUIDADOS DE ENFERMERIA

El análisis de la labor de la enfermera cerca del paciente ha de basarse en el concepto que el investigador tenga de la función de aquélla. Un grupo de personas que trate de llegar a un acuerdo sobre lo que constituye los cuidados fundamentales de enfermería, debe encontrar una defini- ción de la función de la enfermera aceptable para todo el grupo.

Se dice con frecuencia que el papel y funciones de la enfermera han sido y siguen siendo variables; que siempre que se encuen-

* Trabajo preliminar presentado al “Interna- tional Council of Nurses, Nursing Service Com- mittee,” Londres, Inglaterra. Manuscrito recibido en julio de 1957.

tra sola para atender a un paciente, debe prestarle los cuidados que necesite, lo que la obliga a asumir el papel de médico, de trabajadora social, de fisioterapeuta, o de cualquier otro especialista ausente en el momento. A veces tiene que desempeñar hasta la función de cocinera o de plomero. Se ha dicho que la enfermera es la “madre profesional” que, como la verdadera, atiende a las necesidades del niño en momentos críticos realizando tareas que pueden ser muy ajenas a su papel habitual.

Este concepto de una función general, no específica, hace difícil responder a la pregunta : “¿Cuáles son los principios fun- damentales de la enfermería?“. En cualquier edad, bajo cualquier sistema de prestación de cuidados médicos, cada trabajador del “equipo médico” desea tener a su cargo una función especial o propia, aparte de todas las que pueda tener en común con los demás. Por lo tanto, todo grupo que trate de concretar las necesidades de en- fermería sentidas en todas partes del mundo, tiene que habérselas con el problema de decidir cuál es la función esencial o propia de la enfermera.

A falta de una definición de validez internacional se ofrece, con carácter pro- visional, para presentarlo a la consideración de un comité internacional, un concepto de lo que son la enfermería y la función propia de la enfermera.

“La enfermería consiste fundamental- mente en ayudar al individuo (enfermo o sano) a realizar aquello que conduce a man- tener su salud, o a recuperarla (o a morir de una manera tranquila), y que llevaría a cabo por sí solo si tuviera la fortaleza, la voluntad o el conocimiento que ello requiere. De igual modo, representa una contribución única de la enfermería contribuir a que el individuo se independice de dicha ayuda lo antes posible.

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218 BOLETIN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

“La enfermería participa en otras activi- dades que contribuyen al logro de lo que Goodrich denomina ‘ciudadanos sanos’, del mismo modo que la medicina, cuya función propia es el diagnóstico y la terapéutica, puede participar en todas las actividades relacionadas con la salud en su más amplia acepción. De la precedente definición de la enfermería se deriva la de la función propia de la enfermera: Ayudar al individuo, en- fermo o sano, a hacer aquello que conduce a conservar su salud, o a recuperarla (o a morir tranquilo), y que él haría de por sí si tuviera la fortaleza, la voluntad o el conocimiento que ello requiere. De igual modo, su función consiste en ayudar al individuo a valerse por sí mismo lo antes posible.

“Este aspecto de su trabajo, esta parte de su función, la inicia y rige la enfermera. Además (o como parte de esta función definida, si se interpreta en sentido amplio) ayuda al enfermo a cumplir el plan tera- péutico establecido por el médico. En su carácter de miembro de un equipo médico, ayuda a los otros miembros, del mismo modo que ellos la ayudan a ella, a planear y ejecutar todo el programa de asistencia. Ningún miembro del equipo debe solicitar de otro una colaboración tal que le impida el desempeño de su función especial o propia, ni que se encargue de actividades no médicas, tales como la limpieza, trabajos de oficina o archivo, si ello le obliga a descuidar su función específica. Todos los miembros del equipo han de considerar a la persona a quien sirven (el enfermo) como la figura central y comprender que su deber primordial es ‘atenderlo’. Cuando el enfermo no entiende ni acepta el programa de asistencia ni participa en el mismo, el esfuerzo del equipo médico resulta en gran parte inútil. Cuanto antes el enfermo pueda valerse por si mismo, incluso para la aplicación de su propio tratamiento, tanto mejor para su recuperación.

“Quizás a algún lector le parezca limitado este concepto de la enfermera como un sustituto de todo aquello que le falta al

enfermo para ser [completo’, ‘integro’, 0 ‘independiente’, ya sea fortaleza física, voluntad o conocimiento. Sin embargo cuanto más se piensa en el problema, más compleja parece ser la función así definida de la enfermera. iRecuérdese cuán raro es ver independencia, unidad o integridad de espíritu y cuerpo! Hasta qué punto la salud es hereditaria o adquirida es tema de contro- versia, pero lo que sí se admite es que la inteligencia y la educación, en general, tienden a ser paralelas al estado de salud. Si, pues, es difícil para el hombre lograr una ‘buena salud’, icuánto más difícil no será para la enfermera ayudarlo a conseguirla! En cierto sentido, tiene que ‘meterse en la piel’ de cada paciente para saber qu6 clase de ayuda necesita de ella. Alternativamente es la conciencia del inconsciente, el amor a la vida del suicida, la pierna del amputado, los ojos del ciego, un medio de locomoción del recién nacido, el conocimiento y la confianza para la joven madre, la voz de los que, por débiles, no pueden hablar, y así sucesivamente.

“Es esta necesidad de estimar los cuidados, el estímulo y el adiestramiento que necesita el individuo hora a hora, lo que hace de la enfermería un servicio de primer orden. Muchas de las actividades que se requieren en esta profesión son sencillas, pero su adaptación a las necesidades especiales de cada paciente es una tarea compleja. La respiración no requiere esfuerzo alguno de una persona sana, pero la enfermera que coloca a un paciente en posición adecuada para la expansión del pecho tras una resec- ción de las costillas, o que manipula un respirador, realiza una función compleja. Cuando el enfermo tiene apetito, el comer no representa esfuerzo alguno, sino todo lo contrario, pero cuando no lo tiene, el hacer que coma se convierte en un problema para la enfermera. El cepillarse los dientes parece fácil a la mayoría de las personas (en realidad, son pocas las que saben lo bastante sobre la higiene de la boca), pero el limpiar perfectamente la boca de un paciente inconsciente es tan difícil y peligroso que

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son muy pocas las enfermeras con experiencia que lo logran con eficacia y seguridad.

“Quizás se ha repetido ya bastante que la principal responsabilidad de la enfermera consiste en ayudar al paciente a realizar sus funciones cotidianas ordinarias, o ayudarlo en aquello que habitualmente realiza sin ayuda alguna: respirar, comer, eliminar, descansar, dormir y moverse, asearse y mantener el cuerpo caliente y apropiada- mente vestido. Contribuye también la enfermera a brindar aquellas actividades que hacen de la vida algo más que un proceso vegetativo: por ejemplo, trato social, ins- trucción, ocupaciones recreativas y otras que, en cierto modo, son lucrativas. En otras palabras, la enfermera ayuda al enfermo a alcanzar 0 conservar un régimen higiénico que él seguiría sin ayuda alguna, si se sientiera fuerte, si tuviera conocimientos bastantes, y estuviera lleno de amor a la vida. Es este servicio íntimo, exigente, y a la vez altamente compensador, en el que la enfermera está. mejor preparada para pres- tar.“r

Todo el mundo reconoce que la enferme- ría tiene sus raíces en las necesidades humanas fundamentales. Tanto si se trata de una persona sana como de una enferma, la enfermera debe tener presente el ine- ludible deseo humano de alimento, de techo, vestidos, de amor y comprensión, de un sentido de utilidad y dependencia mutua en las relaciones sociales. Esas necesidades elementales se exponen aquf de modo simplificado, pero se pueden dividir y subdividir repetidas veces. Cada cultura las expresa en forma diferente y cada persona de manera propia. No se deben considerar como una fórmula que explique la conducta humana, la cual sigue siendo un misterio, a pesar de todo lo que se ha aprendido sobre ella. Según se ha dicho, tales necesidades no abarcan específicamente el anhelo común de una

* Harmer, Bertha y Henderson, Virginia: Tert- book of the Principies and Practice of Nursing, 5a. ed. The Macmillan Company, Nueva York, 1955, págs. 4-5.

fe confortadora en un Poder Superior que sirve al hombre de punto de referencia, de guía de su conducta. Ni expresan tampoco su deseo de vivir de acuerdo con esa fe, para sentir que se camina “bajo el gesto tutelar del Señor”. En toda exposición sobre las necesidades humanas se debe subrayar el hecho de que un mismo motivo puede ser más fuerte en una persona que en otra y que las necesidades aumentan y disminuyen en una misma vida. En algunas personas, el anhelo de aprecio y compren- sión, inextricablemente unidos al impulso procreador (el medio que emplea la na- turaleza para perpetuar la especie), ha resultado ser, en determinadas épocas de su vida, más fuerte que el deseo de sobre- vivir. Otro ejemplo de lo dominante que puede ser una necesidad, es el hecho de que, en todo momento se ven seres hu- manos en todas partes que arriesgan la ‘(seguridad” del hogar y del alimento en osadas empresas que los privan de ambas cosas; y hay artistas que trabajan durante años para satisfacer el imperativo íntimo de su sentido de la verdad o de la belleza, en aparente desafío de la aprobación de los demás.

Si bien es importante saber que todos los individuos tienen necesidades comunes, es igualmente importante tener en cuenta que hay infinitas maneras de satisfacerlas; en otras palabras, que no hay dos seres humanos iguales. Esto quiere decir que, a pesar de su inteligencia y sus esfuerzos, la enfermera nunca puede interpretar ple- namente lo que otra persona necesita para tener la sensación de bienestar, o proporcio- nárselo. Solo puede secundarle en aquellas actividades que contribuyan a lograr ese estado que, para la persona en cuestión, significa buena salud, recuperarse de una enfermedad, o tener una muerte tranquila.

Desde este punto de vista, los cuidados fundamentales de enfermería son universal- mente los mismos, puesto que todos los seres humanos tienen necesidades comunes, y al mismo tiempo son universahnente distintos, porque cada persona interpreta

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sus necesidades a su manera. Dicho de otro modo, la enfermería fundamental se compone de los mismos elementos identificables, pero éstos deben ser modificados y aplicados en mayor o menor grado, de conformidad con las necesidades de cada persona.

Existen cuidados fundamentales de enfer- mería independientes del diagnóstico, aunque pueden ser modificados por él. Dichos cuidados son afectados aún en mayor grado por ciertos síntomas o síndromes, tales como el coma, el delirio, la depresión mental, la deshidratación, el choque, la hemorragia, los trastornos motores, las alteraciones acentuadas de los fluidos orgánicos o la falta aguda de oxígeno. De manera especial, esas necesidades de- penden también de la edad del individuo, de su cultura, su equilibrio anímico y su capacidad física e intelectual. Todos estos datos se deben tener en cuenta al evaluar los cuidados fundamentales de enfermería que necesita cada persona. Aun en el caso de que dos personas estén sufriendo del mismo estado patológico general (como, por ejemplo, un estado febril agudo) y se haga el mismo diagnóstico (por ejemplo, neumonía bronquial), los cuidados de enfer- mería de una criatura son por completo distintos de los que requiere una persona de 80 años; los cuidados prestados a un muchacho de 16 años al que se le va a amputar un brazo varían notablemente según se trate de una persona muy retar- dada o muy inteligente; o, para poner otro ejemplo, la enfermera puede en- contrar relativamente fácil proporcionar cuidados básicos de enfermería a una joven parturienta que es el centro de interés de una familia muy compenetrada y encontrar el caso muy diffcil si se trata de una mujer desamparada, especialmente de cultura dis- tinta de la suya.

El esquema de la pág. 221 muestra en la columna 1 los componentes 0 aspectos de la enfermería básica; en la columna 2, los factores, siempre presentes, que modi- fican esas necesidades básicas de cuidados de enfermería (edad, estado emocional,

inteligencia, cultura, estado social, estado de nutrición o estado físico general); y en la columna 3, algunos estados o condiciones patológicos comunes (a diferencia de las enfermedades específicas) que afectan las necesidades básicas de cuidados de en- fermería.

Al preparar el plan de estudios, la facultad de enfermería debe llegar a un acuerdo respecto a cuándo, dónde y cómo deben las estudiantes aprender esos ele- mentos de enfermería; cómo adaptarlos a las necesidades de cada enfermo y cómo modificarlos de conformidad con los estados o condiciones patológicos que se encuentran corrientemente en todos los servicios clínicos, a fin de evitar la repetición innecesaria de su enseñanza, o su posible exclusión, puesto que el profesor de cada especialidad clínica puede suponer que otros profesores se ocuparon de hacerlo.

Un comité encargado de establecer el nivel de los cuidados de enfermería básica, debe determinar qué elementos integran ésta y decidir hasta dónde debe llegar en la tarea de detallar las modificaciones de sus procedimientos de acuerdo con la edad, con el estado afectivo, la capacidad intelectual y física y el estado social, cultural y económico del enfermo. Si el nivel de los cuidados se expresan en horas de atención, es evidente que, en igualdad de condiciones, la persona de noventa años necesita más “cuidados de enfermería básica” que el joven adulto ; el retrasado, más que el normal; el ciego, más que el que ve ; el deprimido, más que el satisfecho, y así sucesivamente. Dicho comité debe decidir también si las modificaciones esenciales han de adaptarse a los estados patológicos comunes, tales como subida de la tempera- tura, pérdida del conocimiento, o dolor refractario, todo lo cual influye en la cuantía de los cuidados necesarios de enfermería básica.

Si bien el nivel de la enfermería más común y sencillo puede medirse por el número de horas que se dedican al cuidado diario de los pacientes, la preparación y

Marzo 19581 CUIDADOS DE ENFERMERIA 221

ESQUEMA DE LAS NECESIDADES DE LOS CUIDADOS DE ENFERMERIA DE TODOS LOS

PACIENTES CON INDICACION DE LOS FACTORES Y ESTADOS PATOLOGICOS

QUE LAS MODIFICAN

Actividades de enfermería básica

Ayudar al paciente a: 1. Respirar normalmente 2. Comer y beber lo que con-

venga 3. Eliminar por todas las vías

naturales - 4. Moverse y mantener una pos-

tura conveniente (al cami- nar, sentarse, acostarse, y al cambiar de una a otra pos- tura)

5. Dormir y descansar 6. Escoger ropas adecuadas;

vestirse y desnudarse 7. Mantener la temperatura

del cuerpo dentro de los lí- mites normales mediante el uso de ropa apropiada y la adaptación del medio

8. Mantenerse limpio y esme- rado y proteger la piel

9. Evitar los peligros y evitar hacer daño a otros

10. Comunicarse con los demás, expresando sus emociones, necesidades, temores, etc.

ll. Practicar sus deberes reli- giosos

12. Trabajar en algo aue forta- lezca su autoesitimá

13. Jugar o tomar parte en varial formas de recreo

14. Aprender, descubrir algo, o satisfacer la curiosidad que conduce a un “normal” de- senvolvimiento y a la salud

1

S

Factores permanentes que influyen en los cuidados fundamentales de enfermería

1. Edad-recién nacido, in- fante, joven, adulto, edad provecta, anciano y agoni- zante

2. Temperamento, emotividad o disposición de ánimo pasajera a) “Normal”, o b) eufórico e hiperactivo c) ansioso, temeroso, agi-

tado o histérico d) deprimido e hipoactivo

3. Estado social o cultural Miembro de una familia que cuenta con amigos y posi- ción, 0 relativamente solo 0 inadaptado, o ambas cosas, desamparado

1. Capacidad física e intelectual a) peso normal b) falta de peso c) exceso de peso d) inteligencia normal e) inteligencia deficiente f) bien dotada intelectual-

mente g) Audición, vista, equili-

brio y tacto normales h) Pérdida de algún sentido

especial i) capacidad motora normal j) ;t&tida de capacidad mo-

-

Estado patológico (a diferencia de Las en- fermedades específicas) que modifica las necesidades de cuidados de enfermería

1. Trastornos acentuados del equilibrio de los fluidos y electrólitos, incluso estados de inanición, vómito perni- cioso y diarrea

2. Falta aguda de oxígeno 3. Choque (incluso “colapso”

y hemorragia) 4. Trastornos de la conciencia

-desmayos, coma,, delirio 5. Exposiciones al fno y al ca-

lor que provocan tempera- turas notablemente anorma- les del cuerpo

6. Estados febriles agudos (to- das las causas) -

7. Lesión local, herida o in- fección, o ambas

8. Un estado patológico trans- misible

9. Estado preoperatorio 10. Estado postoperatorio ll. Inmovilización por enferme-

dad o prescrita como trata- miento

12. Dolor persistente o refrac- tario

habilidad natural del personal de enfermería influye notablemente en la calidad de este cuidado. Por lo tanto, un comité sobre estándares de “enfermería básica” debe proporcionar, por lo menos, cierta orienta- ción sobre la atención que requieren ciertos estados patológicos de parte de enfermeras altamente calificadas.

La exposición precedente sugiere algunas

de las razones por las cuales el escribir

sobre los cuidados de enfermería básica ofrece tantas dificultades. A continuación se dice qué es la enfermería básica en términos generales, sin entrar en las modificaciones impuestas por la edad, estado, cultura, et,c., ni por los estados patológicos comunes. De esas modificaciones se tratará posterior-

mente, si el Comité sobre Estándares de Cuidados de Enfermería decide que deben incluirse.

. UN PLAN DE CUIDADOS BASICOS

DE ENFERMERIA

Todo trabajo eficaz de enfermería re- quiere cierta preparación. Un plan escrito obliga a quienes lo redactan a estudiar las necesidades del individuo, a menos que, simplemente, ajusten el régimen de la persona al de la institución donde se trata. Esto, naturalmente, podría ser causa de que se estereotipara el procedimiento. Un plan escrito indica a los que atienden al enfermo en qué forma deben proceder. Sin embargo, en cualquier momento, el

222 BOLETIN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA

bienestar del enfermo puede exigir una el tiempo que la enfermera emplea en sus modificación temporal o permanente del notas o cuadros.2 plan. Este debe redactarse de nuevo, si Los cuidados de enfermería se basan hay que efectuar varios cambios. Es posible que hasta se necesite hacer una revisión

siempre en el plan terapéutico del médico

diaria, como sucede, por ejemplo, antes y o se ajustan a él. El mejor procedimiento

después de una importante operación consiste en tener en cuenta el régimen

quirúrgica; mientras que si se trata de cardía- normal del paciente a fin de que las horas

cos crónicos, tal vez proceda una revisión establecidas para comer, eliminar, dormir,

semanal. Si en el formulario utilizado para etc., no se cambien más de lo necesario.

el plan se dispone de espacio para anotar En el plan hipotético que se presenta, se han

las actividades diarias del enfermo, durante tenido en cuenta todas las actividades de

las cuales la enfermera le observa o ayuda (o le presta cuidados sin su participación),

2 Para esos sistemas de registro, véase Harmer

dicho formulario se puede usar también y Henderson: op. cit., págs. 85 y 509, y el formu- 1

como registro. Esto puede abreviar mucho ario que aparece en el presente estudio, titulado

“Un plan de cuidados h&icos de en fermerfa.”

UN PLAN DE CUIDADOS BASICOS DE ENFERMERIA Enfermo (un joven adulto confinado en la cama durante la mayor parte del día)

7:30

8:00

io:3a

Abril de 1957

---- Medio

día

- 5

-

-

-

Cuidados de enfermería

El paciente puede ir al retrete para defecar. Para micción otras veces, debe usar el orinal en la cama.

El paciente se lava la cara y las manos y se cepilla los dientes an- tes del desayuno. Proporcionarle agua fresca para beber.

(Dieta general) Desayuno

(Rico en vitaminas)

Baño en la cama y afeitado diario. El paciente puede ayudar, pero no hasta el punto de fatigarse.

(Anotar y comunicar toda alte- ración importante de la apa- riencia de la piel.)

Visitantes, lectura, radio, correo, crucigramas.

Alimento líquido, si lo desea.

ll ’ Fuera de la cama durante una hora, sentado en una silla.

-

._

-

-

Indicaciones hechas a las personas que proporcionen los cuidados

Procurar que el auxiliar ayude al pa- ciente a ir al retrete, y que el paciente toque el timbre siempre que necesite que le lleven 0 le retiren el orinal.

Explica al paciente la importancia de los líquidos.

Estimular al paciente a que beba unos t.zi CC. y a que anote la cantidad que

Estimular al paciente a que explique cómo se siente y a que exprese sus necesidades.

Pedir al bibliotecario y al ergoterapeuta que visiten al enfermo con regularidad.

La familia, los amigos y el sacerdote visi- tan al enfermo. Procurar que no tenga más de dos visitantes a la vez.

Procurar que elija jugo de ciruelas, si lo necesita, contra el estreñimiento.

Colocar al paciente en una silla ajustable.

Estimularle a que mantenga una buena postura mientras est8 sentado. (Por debili- dad o hábito, el paciente tiende a la pos- tración .)

El paciente debe ponerse una bata de lana. Procurar que, durante el almuerzo, se man- tenga caliente.

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12:30

1:30 2:oo 2:30

3:oo

3:30 5:oo

5:30

6:00

6:30

UN PLAN DE CUIDADOS BASICOS DE ENFERMERIA (Cont.) Enfermo (un joven adulto confinado en la cama durante la mayor parte del día)

Abril de 195:

-

.-

.-

_

-

3

Indicaciones hechas a las personas que proporcionen los cuidados

Almuerzo Al enfermo le agrada tomar el almuerzo con el amigo de la habitación contigua, si nin- guno de los dos tiene visita.

Descanso y siesta. Mantener el cuarto a obscuras y las venta- nas abiertas, y colocar en la puerta el letrero “Durmiendo”. Estimular al en- fermo a que se mantenga en la cama de manera que respire bien y con la co- lumna vertebral recta, y a que cambie con frecuencia de posición.

Visitantes y recreo, como se in- Indicar a los miembros de la familia o ami- dica más arriba y en la forma de- gos que al enfermo le gusta que le lean, así seada. como resolver rompecabezas con otros.

Proporcionar al enfermo agua fresca para beber y alimento Ií- quido si lo desea.

Procurar que escoja jugo de ciruelas, si lo necesita contra el estreñimiento.

Fuera de la cama durante una hora, sentado en una silla.

Comida. Observar si el paciente tiene buen apetito. Anotar lo que come y bebe y dar cuenta de cualquier comida insatisfactoria.

Preparar diariamente un informe resumido sobre el enfermo, bajo el título “Notas de la enfermera”.

Se prepara un plan semejante para las horas compren las entre las 7:00 de la tarde y las 6:30 de la mañana.

Cuidados de enfermería

enfermería básica indicadas en la página 221, dentro de los límites del descanso en cama prescrito.

NORMAS PARA SATISFACER LAS NECESIDADES

BASICAS DE CUIDADOS

DE ENFERMERIA

1. Ayudar al paciente CL que respire bien

Es bien sabido que la vida depende del adecuado intercambio de gases, pero pocas personas conocen su verdadera importan- cia para la salud. Por lo tanto, es importante que la enfermera observe cuidadosamente la manera de respirar del paciente. Debe enseñarle la mejor postura de pie, sentado o acostado para obtener la máxima dila- tación del pecho y el libre juego de todos los músculos relacionados con la respira- ción, y explicarle los efectos de todo esto en la salud. Cuando hay que ayudar al

enfermo a colocarse en una de esas posturas, la enfermera debe escoegr la cama y las sillas más comodas, y usar almohadas, coji- nes y almohadillas de forma cilíndrica, a fin de mantenerlo en las actitudes que facilitan la respiración normal.

El intercambio defectuoso de gases ocurre por muchas otras causas, aparte de la postura incorrecta, que es la más corriente. La enfermera debe mantenerse alerta para descubrir cualquier signo de obstrucción de las vías respiratorias y en ciertas circunstan- cias estar preparada para recurrir a vías respiratorias artificiales, 0 aplicar la succión y el drenaje postural. Puesto que nada hay tan peligroso como una obstrucción respiratoria, el paciente amenazado por ella debe saber cual es su causa, la manera de prevenirla-si es posible-y cómo aliviarla. En esas circunstancias, la enfermera pre-

para, con la colaboración del médico, la nutrición. Si bien el médico prescribe la un plan de enseñanza para cada enfermo, dieta de un paciente hospitalizado, la y asume una responsabilidad mayor o enfermera, en la escuela, en la industria y menor de dicha enseñanza de conformi- en el hogar, influye diariamente en las dad con la que asuma el médico. personas que recurren poco o nada a los

Es conveniente que el personal médico médicos para que las asesoren sobre nutri- y los enfermos expuestos a estas dificultades ción. Aun en los hospitales donde se pres- tengan ciertos conocimientos sobre la cribe la dieta, es la enfermera, que está con administración de oxígeno y otros gases, el paciente las 24 horas del día, la que más puesto que su uso implica ciertos peligros. puede animarlo a comer y beber; ella es la

Todos los hospitales deben emplear ex- que se halla en mejor situación de conocer pertos, que pueden ser o no enfermeras, sus gustos y observar cualquier ingestión para supervisar la administración de inadecuada e informar respecto a ella. oxígeno. Esos expertos han de estar dispo- La enfermera debe saber aconsejar sobre nibles noche y día. Lo ideal es que toda requerimientos de estatura y peso, sobre enfermera diplomada pueda manipular el requisitos de nutrición y sobre la selección y equipo de uso corriente y comprobar la preparación de alimentos. eficacia del tratamiento mediante el examen Se reconoce en general que la educación de una muestra de la mezcla aspirada por sanitaria sólo tiene éxito si tiene en cuenta el enfermo. A menos que el paciente se la cultura y posición social de la familia. encuentre bajo supervisión directa, es esen- Para realizar una labor eficaz, la enfermera cial que comprenda los principios de la debe conocer los hábitos culinarios, los operación. Al darle de alta, quizás se le gustos y “tabús” de las personas con quienes mande a casa, por ejemplo, con una máscara trabaja. Ha de poseer también cierto tino, de oxígeno, y por lo general la enfermera intuitivo o adquirido, de la psicologfa de es la encargada de enseñarle a él y n su familia la alimentación y comprender su importancia la manera de usarla. Toda enfermera debe en el desarrollo individual. En algunos saber aplicar la respiración artificial y lugares se permite a la familia suministrar manejar los respiradores. Como parte de los alimentos al paciente 0 prepararlos en el esta función ha de poder enseñar a los hospital debido a que el personal de éste, pacientes los principios de su manejo y por tener una extracción cultural distinta, la manera de adaptarse a ellos. no puede aprender con la rapidez necesaria

Si bien la modificación del aire de la la manera de satisfacer las necesidades habitación no se considera ahora tan impor- dietéticas del enfermo. tante como en el pasado, cada vez se extiende La alimentación por vía intravenosa y más el uso del aire acondicionado para por intubación nasal ha salvado millares mayor comodidad y como factor funda- de vidas, pero ambos procedimientos son mental en el tratamiento de alergias. La dolorosos, además de peligrosos, mientras enfermera debe prestar atención a la tem- que, normalmente, el comer constituye peratura y a la humedad relativa, así como un placer. Si se dispone de un número a la presencia de elementos irritantes en el adecuado de enfermeras capacitadas, y aire, incluso olores desagradables, Si no se siempre que se cuente con alimentos bien dispone de equipo de aire acondicionado, en preparados que ofrecer a los pacientes, se la mayorfa de los casos es posible pro- puede reducir en gran medida la alimenta- porcionar aire puro y agradable mediante ción extrabucal habitualmente prescrita. la ventilación natural y la limpieza. La enfermera que atiende a los enfermos

2. Ayudar al paciente a comer y beber es la encargada de transmitir al personal competente del servicio de dietética las

No hay materia más importante en la 6rdenes del médico relativas a la dieta. Si preparación de enfermeras que la relativa a la persona encargada de preparar los ali-

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mentos carece del adiestramiento necesario, la enfermera debe explicarle los requeri- mientos de la alimentación y ayudarla a preparar los alimentos, 0 cocinar ella misma las comidas del enfermo.

Dado que la enfermera es la persona que pasa más tiempo al lado del enfermo, puede saber mejor que nadie lo que éste desea comer y beber, y sacar el mayor provecho de sus buenos hábitos, y desechar los que resulten perjudiciales. Esta responsa- bilidad de la enfermera es compartida por los dietistas, si éstos visitan al enfermo y le proporcionan un variado menú del cual pueda escoger.

Si el paciente se halla en condiciones de comer en su forma usual, si está físicamente cómodo y la comida tiene buena presen- tación-según sus costumbres-, comerá mejor que si faltan algunas de estas condi- ciones. La misión de facilitarlas forma parte de los cuidados básicos de enfermería.

Con frecuencia, los pacientes muy en- fermos o incapacitados no pueden ali- mentarse por sí mismos. En esos casos, la enfermera los alimenta 0 conviene con la familia, amigos o trabajadores voluntarios, para que lo hagan. Sin embargo, se debe tener presente que esto resulta psicoló- gicamente difícil para la persona a la cual se alimenta, así como para la que administra los alimentos. Es evidente que, en esas circunstancias, no todas las personas pueden hacer agradable al paciente la hora de la comida ; y a menos que le resulte grata, a menos que el enfermo considere que la persona encargada de darle el alimento lo hace gustosamente, es posible que engulla la comida para acabar pronto, o que coma menos de lo que en realidad necesita y desea. Tanto el que da los alimentos como el que los recibe deben sentirse cómodos, el primero ha de estar sentado, de ser posible, y la bandeja o mesa con los ali- mentos debe hallarse a la vista de ambos. Otro punto que se debe tener presente al alimentar a un paciente es que se le ha de estimular a valerse por sí mismo lo más posible, a fin de que pueda recobrar cuanto antes su independencia. Para conseguir esto

y que, al mismo tiempo, el paciente sienta que a la persona le agrada la tarea de atenderlo, se necesita tener tacto y un verdadero interés en el paciente. Cuando la alimentación de un enfermo está siempre a cargo de las mismas personas, se logra mayor continuidad en su rehabili- tación.

La importancia que se da al tratamiento ambulatorio y a “los peligros del encama- miento”, está modificando el servicio de alimentación de los enfermos y de los inca- pacitados. Cuando una persona puede dirigirse al comedor, aun cuando sea con muletas, en si11611 de ruedas o hasta en camilla, es preferible en general que coma acompañada. Si bien no se debe forzar a ir al comedor a los enfermos que prefieren comer en privado y esperan este servicio del hospital, es posible que, en un futuro cercano, un número cada vez mayor de hospitales proporcione servicio de comedor. En este mismo sentido, se puede estimular a muchos enfermos a que coman en las cafeterías de los hospitales, donde pueden sentirse parte de la “corriente” y hallar una mayor diversidad de alimentos. Esa libertad con- tribuye a que no se sientan “encarcelados” o separados de las personas sanas. Por lo menos, ofrece la ventaja de la variedad y las ocasiones de disfrutar de compañía.

En cualquier forma que se administren los alimentos al paciente, la enfermera está encargada de evaluar su apetito y lo ade- cuado de su ración, de manera que pueda reforzarla, complementarla 0, sencillamente, informar al médico. De lo exacto que sea esta observación y este informe depende que se modifique la dieta, ya sea pres- cribiendo alimentación extrabucal o supri- miéndola.

En ciertas circunstancias, el médico puede intubar a los pacientes para pro- porcionarles alimentación extrabucal, pero todas las enfermeras profesionales deben saber pasar los tubos al estómago por la boca y por la nariz, para fines de alimenta- ción. También deben estar familiarizadas con la preparación de fórmulas para la alimentación por medio de tubos, que

proporcionen dietas completas para todas amplitud “normal” de la periodicidad de la las edades. desocupación de la vejiga y la defecación; lo

Es discutible todavía la cuestión de si la que es “normal” en relación con la transpira- enfermera profesional debe iniciar la ad- ción y la sudación; lo que es “normal” en ministración de una dieta prescrita por la eliminación por los pulmones, y lo que vía intravenosa, si bien en algunos países es constituye menstruación “normal”. Es im- práctica cada vez más comtin. A todo el portante que pueda juzgar la función de personal de enfermería, y hasta a algunos la eliminación por el aspecto de las excretas. pacientes, se les enseñan ciertos principios de Igualmente, el saber lo que es una excre- la terapéutica por vía intravenosa, de ción la capacitará para interpretar debi- modo que puedan cerrar los tubos antes de damente los informes de laboratorio y, por que se vacíen completamente 0 en el caso lo tanto, darse cuenta de las necesidades de que ocurra algo imprevisto. del paciente. Por ejemplo, una orina de color

Es posible que los cuidados de enfermería amarillo obscuro y un informe de labora- básica hayan incluido alguna vez la ad- torio según el cual la excreci6n es muy ministración de alimentos por vía rectal. La concentrada, significa que la ingestión de capacidad del colon de absorber nutrientes fluidos no es suficiente, a menos que esté y hasta cantidades apreciables de agua perdiendo fluidos del cuerpo por otros inyectada, es objeto de tanta controversia conductos. La labor de enfermería básica que rara vez se le pide a la enfermera que comprende la recogida de materias excre- aplique este tratamiento. Sin embargo, menticias de todas las cavidades del cuerpo, ésta ha de comprender los principios de en la forma prescrita por el médico, para dicho tratamiento y ser capaz de modificar fmes de diagnóstico. La enfermera también adecuadamente el método utilizado en una debe ser capaz de juzgar cuándo las excre- enema de retención, que la mayor parte de ciones son manifiestamente anormales y, las enfermeras han aprendido a aplicar, por lo tanto, cuándo deben conservarse si el médico prescribe la alimentación rectal. para que el médico las inspeccione.

La enfermera debe comprender que el Al igual de lo que sucede con la comida, paciente puede tener la impresión de que la eliminación se relaciona estrechamente durante la enfermedad se le priva de una con las emociones. Los estados de tensión de las libertades fundamentales: la de psicológica provocan frecuentemente la eva- comer cuando tiene hambre. Los hospitales cuación, diarrea o estreñimiento. El personal que sirven la comida de la tarde a las 5 y médico debe tener en cuenta los tabús el desayuno a las 8, imponen una incomodi- sociales, pues la eliminación se complica dad a las personas acostumbradas a un debido a la proximidad anatómica entre horario más espaciado. La enfermera tra- los órganos de eliminación y los de la función tará de cambiar los procedimientos genera- sexual. En parte debido a que la eliminación les que innecesariamente resulten desagra- de la orina, las heces y la menstruación no dables al enfermo, y si esto no es posible, son temas agradables de conversación, la tratar de reducir a un mínimo sus efectos gente no suele estar bien informada acerca sobre éste. de ellos, y muchas veces le resulta difícil

Por supuesto, cuando una nutricionista tratar estos temas con el personal médico atiende también al paciente, la enfermera del sexo opuesto. Por lo tanto, las enfermeras debe colaborar con ella en la tarea de ali- deben procurar que las enfermas les comu- mentarlo. niquen los problemas que no se atrever-san a

3. Ayudar al paciente en los problemas de tratar con los médicos, y, viceversa, cuando

el2m2nación se trata de enfermeros y mujeres médicos. En todos los casos, las observaciones de la

La enfermera debe conocer el funciona- enfermera deben servirle de guía para los miento de las vías de eliminación y la cuidados que ha de proporcionar, y en sus

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informes debe comunicar a los médicos y demás personal médico si la eliminación es manifiestamente “normal” 0 anormal.

De conformidad con las necesidades de la edad y la costumbre, se debe proporcionar aislamiento y comodidad física durante la defecación y la micción. Hasta donde sea posible, se tratará de que el enfermo adopte una postura que facilite la eliminación natural. La silla de ruedas convertida en inodoro puede reemplazar a la bacinilla de cama si el paciente se puede levantar, y sería aún mejor llevarlo al inodoro en silla de ruedas. En la casa, los sillones ordinarios se pueden adaptar para que sirvan de ino- doros. Aun para la persona gravemente enferma, el esfuerzo de evacuar el recto en una posición semirreclinada puede ser mayor que el necesario para salir de la cama y sentarse en el inodoro. Ahora que son pocos los pacientes a los que se les aconseja que estén constantemente acosta- dos, y que a la mayoría se les autoriza a levantarse para ir al retrete durante la hospitalización, el hospital corriente dispone de instalaciones inadecuadas en este aspecto. La enfermera ha de hacer el mejor uso de los recursos disponibles, pero también debe darse cuenta de las necesidades variables de los enfermos y hacer todo lo posible por mejorar el medio en que se hallan; en este caso, proporcionar mayor número de servi- cios higiénicos para uso de las personas débiles e impedidas.

En el cuidado de las criaturas y del niño y el adulto que sufren de incontinencia, es necesario protegerles la piel contra la irri- tación y cuidar de que no ensucien los vestidos ni la ropa de cama. El tipo de adiestramiento en hábitos higiénicos que se dé a la criatura y la eficacia de la re- habilitación del niño y el adulto en relación con la eliminación, permiten juzgar la calidad de los cuidados básicos de enfer- mería. Los cuidados de la piel, las comodi- dades, el control de los olores y la pre- vención del enfriamiento son problemas en los que el paciente necesita ayuda siempre que tiene sudor excesivo. Esto y la piel demasiado seca son condiciones de las que

usualmente se ocupa la enfermera, si bien el médico puede prescribir el tratamiento necesario al respecto.

Puesto que las excreciones del cuerpo tienen olores característicos y fuertes, la persona que no puede evacuar en privado y eliminar inmediatamente las excreciones, se siente turbada y al mismo tiempo causa molestias a los demás. La enfermera debe tratar de reducir esas molestias al mínimo, si no puede facilitar al paciente la manera de evitarlas por completo.

La enfermera tiene también la función de ayudar al paciente a proteger a los demás del contacto con las excreciones orgánicas y proporcionar los medios y equipo para ello.

4. Ayudar al paciente a mantener una postura conveniente al caminar, al sentarse y al acostarse, asf como a cambiar de posición

En los últimos años se ha puesto de relieve de muchas maneras la importancia de la mecánica del organismo en los cuidados de enfermería básica. Los especialistas en en- fermería, ortopédicos y fisioterapeutas, han hecho hincapié en la protección que debe proporcionar la enfermera por medio de movimientos adecuados al mover o alzar a un enfermo, e igualmente en la pre- vención de cualquier deformidad o disfunción del enfermo durante la enfermedad, me- diante la práctica de buenos ejercicios. Incluso cabría esperar que el paciente medio, tras la atención de una enfermera compe- tente, supiera más en cuanto a postura al caminar, al estar de pie, sentado o dur- miendo, que antes de recibir los cuidados de aquélla.

Si por medio de los cuidados básicos de enfermería el paciente ha de adquirir una mejor comprensión de lo que constituye la buena postura, se le debe proporcionar la clase de cama, almohadas, silla, etc., que le permitan mantenerla. La enfermera ha de conocer los principios del equilibrio, alineación y sostenimiento. Debe estar capacitada para colocar a una persona en buena alineación y conocer la manera de

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conservarla en todas las posiciones en cama (lateral, supina, prona, sentada) y en silla. Debe enseñar a los demás la manera de ayudarla a cambiar de posición al pa- ciente y al mismo tiempo ayudar a éste a adquirir cierta independencia neuromotora.

Es conveniente que esté familiarizada con el uso de la sábana para voltear o levantar al enfermo y con los dispositivos mecánicos que facilitan la manera de mover el cuerpo humano. En cada colectividad, la enfermera debe conocer los recursos de que se dispone para el transporte de enfermos y la mejor manera de utilizarlos, bien sea si tiene que viajar con éstos 0 para aconse- jarlos con respecto a viajes.

La enfermera se encarga de que un pa- ciente no esté en la misma posición durante mucho tiempo. Una persona sana se mueve con frecuencia durante el sueño normal y, cuando está despierta, rara vez se mantiene completamente inmóvil por mucho tiempo. Sin embargo, el paciente inválido, incons- ciente o bajo los efectos de drogas, no puede moverse. En ese caso, el personal de en- fermería debe cambiarlo de posición de hora en hora.

5. Ayudar al paciente a descansar y a dormir Puesto que el descanso y el sueño de-

penden en parte de la relajación muscular, la enfermera que conoce el mecanismo del cuerpo que acabamos de describir, tiene una ventaja para ayudar al paciente a conseguir ambas cosas. Sin embargo, esto no es más que una ventaja inicial.

La prevención de las úlceras por decúbito en los enfermos encamados mediante el frecuente cambio de posición y la limpieza constituye una prueba de la competencia profesional de la enfermera. Son pocos los pacientes que no pueden ser trasladados a una silla o a los que no se les puede ayudar a dar unos pasos diariamente o aliviarlos en alguna otra forma en su vida de inválidos. La enfermera, conociendo el valor que tienen, debe hacer todo lo posible por proporcionar camas oscilantes o estructuras de Stryker u otros dispositivos mecánicos a los pa- cientes enfermos a su cargo a los que la enfermedad hace propensos al decúbito.

La labor de la enfermera resulta más fácil si cuenta con la colaboración de una fisioterapeuta que le ayude a resolver los problemas más difíciles de la mecánica del cuerpo. En ese caso la especialista puede

El sueño es uno de los misterios de la vida. Por lo general, el individuo lo da por supuesto hasta que se ve privado de él por el dolor, por la desdicha con su compañera, la tensión psicológica, o la necesidad de permanecer despierto. La falta de descanso y sueño es una de las causas y también uno de los acompañantes de la enfermedad. Los psiquíatras, el médico de medicina general, las enfermeras y otros trabajadores sanitarios, y los no profesionales, están estudiando los efectos de la tensión mental. En los simposios sobre estos problemas se ha repetido que la tensión es un estado normal y va acompañado de actividad creadora. Constituye un estado patológico cuando no se puede controlar o atenuar por medio de adecuados períodos de rela- jación o de descanso y sueño. La actual e indebida sujeción a los soporff eros es prueba de la incapacidad de muchas perso- nas para controlar la tensión psicológica. Parecería presunción el indicar que la enfermera puede ayudar a los enfermos a resolver este problema, que pone a prueba a todos los especialistas en ciencias médicas y sociales. Sin embargo, puede estudiar la manera de atenuar esa tensión y, al pre- sentarse la ocasión, emplear los métodos conocidos para facilitar el descanso y el sueño antes de recurrir a las medicinas. Todo lo que contribuya a hacer el dia más agradable al enfermo, todo lo que intensi- fique su sensación de bienestar, todo lo que al terminar el día le haga sentir que ha sido una jornada bien empleada, aumenta la posibilidad de un sueño natural. El evitar todo estímulo irritante o excitante, como los ruidos, olores o espectáculos desa-

iniciar un programa y la enfermera ayuda gradables, inducirá al sueño; lo mismo sucede al paciente a cumplirlo. cuando se alivia el hambre. El masaje, así

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como los sonidos rítmicos suaves y el movimiento de balanceo, son soporíferos. El contacto con otro ser humano, o su presencia, infunde ánimo, aunque el pa- ciente adulto rara vez admitirá que se siente solo o nostálgico. El deseo de estar “en casa”, con la familia y amigos, cuando llega la noche, es una de las razones de que algunos hospitales atiendan durante el día a enfermos que pueden ir a dormir por la noche en su casa, en su propia cama. Espe- cialmente cuando se trata de gente joven y de pacientes que se sienten solos, la enfer- mera debe tratar de vencer la natural ten- dencia a echar de menos su hogar a la hora de dormir. Los preparativos para dormir, como el lavar la cara y las manos, el cepillar los dientes, peinarse y arreglar la cama de modo que esté cómoda y con ropa suficiente, deben hacerse a la hora de acostarse el enfermo, más bien que a media tarde, como se acostumbra en muchas instituciones. La presencia de la enfermera en la habitación a la hora de acostarse el enfermo y el con- tacto humano contribuyen mucho a vencer la tensión mental que se crea al irse los visitantes y quedar el paciente a solas con sus pensamientos.

6. Ayudar al paciente a escoger ropas ade- cuadas y a vestirse y desnudarse

Se han hecho minuciosos estudios rela- tivos a la ropa. Los sociólogos han estudiado su importancia psicológica para el paciente; los fisiólogos, las características de las ropas que protegen contra el frío, así como contra el calor. Las enfermeras deben tener ciertos conocimientos sobre los resultados de esos estudios en relación con la selección de ropas.

Una buena madre procura que sus hijos estén limpios y bien vestidos con ropa que les guste. Trata, también, de protegerlos del frío y ataviarlos de manera que no sientan el calor en el verano. La enfermera, “madre profesional”, asume mucha menos responsa- bilidad en la selección de la ropa de sus pacientes, aunque en los puestos adminis-

trativos puede estar en situación de escoger la ropa proporcionada por el hospital. Sin embargo, los cuidados básicos de enfermería incluyen el ayudar al paciente a escoger ropa adecuada y a utilizar los recursos disponibles de la mejor manera posible. Cuando se trata de criaturas y de desvalidos, incons- cientes o incapacitados, la enfermera está obligada a escoger la ropa de los pacientes y supervisar su conservación.

En psiquiatría se le da enorme impor- tancia al interés que muestre el paciente en su presentación o aspecto como signo de recuperación, o, al contrario, como demostra- ción de su enfermedad. La vestimenta estrafalaria y el fetichismo en la manera de vestir o adornarse tienen gran importancia para el personal psiquiátrico. Las enfermeras de servicios generales pueden aprender de la enfermera psiquiátrica a considerar la ropa de los pacientes como una prolongación o parte de la personalidad del enfermo. Lo que usa, si es elegido por él, es una expresión de su individualidad; por otra parte, su vestimenta altera hasta cierto punto su estado de ánimo. La ropa puede aumentar en el que la usa, el respeto de sí mismo, si considera que mejora su presencia o pro- clama un estado de prosperidad; lo contrario es igualmente cierto. El verse privado de la ropa representa una pérdida de libertad, como lo es la necesidad de usar ropa no escogida por la persona que la usa. Ambos procedimientos se han empleado para intimidar o castigar.

Considerada en esta forma, la vestimenta adquiere mayor importancia. La enfermera debe tratar de que no se restrinja innecesa- riamente la libertad del paciente en cuanto a su vestimenta; puede reducir a un mínimo el tiempo de privación de sus vestidos o de imposición de ropa que no es de su agrado.

La enfermera debe prestar al enfermo y al incapacitado la ayuda necesaria para vestirse y desnudarse. El enseñar a una persona a recuperar su independencia en este sentido es parte de la labor de rehabili- tación. En el niño, es parte de su preparación para la vida social.

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7. Ayudar al paciente a mantener la tem- peratura del cuerpo dentro de los Emites normales

La temperatura del cuerpo se mantiene dentro de los límites normales mediante el aire acondicionado (en su sentido más amplio) y la ropa. Por lo general, la persona sana puede trasladarse de una habitación demasiado fría o demasiado calurosa a otra habitación o al aire libre. La enfermedad limita esta posibilidad. La persona enferma se encuentra a merced de los encargados de acondicionar el medio en que vive y, por lo tanto, puede sufrir psicológica y físicamente, porque en una habitación se establece una corriente de aire, porque está fría, húmeda o tiene excesiva calefacción.

Los cuidados básicos de enfermería incluyen, siempre que sea posible, el man- tener la temperatura del enfermo a un nivel normal, de acuerdo con el termómetro, pero procurando siempre que las condiciones del medio sean confortables. Esto resulta relativamente fácil con tal que el paciente pueda y esté dispuesto a expresar sus necesidades, y cuando sea posible controlar las condiciones del medio. Cuando se trata de criaturas y de pacientes inconscientes, en climas muy frfos, muy cálidos o muy hú- medos, se ponen a prueba el buen criterio y la capacidad de la enfermera. La selección de la ropa adecuada no se puede considerar independientemente de este problema, aunque tampoco constituye la soluci6n única.

La enfermera debe conocer el principio fisiológico tanto de la producción como de la pérdida de calor y estar capacitada para acelerar cualquiera de ellas regulando la temperatura, la humedad o el movimiento de aire; o aconsejando al paciente que disminuya o aumente su actividad, modi- fique la dieta, o cambie la ropa. La enfermera debe estar capacitada para sugerir y ad- ministrar baños adecuados, compresas u otras aplicaciones, con el fin de que aumente o disminuya la temperatura del cuerpo.

La prolongada exposiciónal aire libre puede ser peligrosa. La enfermera debe conocer las

medidas necesarias para proteger los ojos y la piel de los efectos del sol, así como para evitar el enfriamiento de las extremidades. El médico puede prescribir la helioterapia en dosis cuidadosamente reguladas, mas la enfermera debe estar al tanto de cualquier reacción desfavorable.

8. Ayudar al paciente a mantener el cuerpo limpio y bien cuida.do y a proteger la piel

La limpieza, como la ropa, se puede considerar desde dos puntos de vista: el de su valor psicológico y el de su valor fisioló- gico. Ahora bien, es un error suponer que no hay relación alguna entre esos dos valores. La pulcritud de una persona constituye un signo exterior de su estado de ánimo.

Cuando la mayoría de los pacientes de un hospital general estaban confinados en la cama desde el dfa de su ingreso hasta el día del alta, se consideraba que el baño en la cama era la actividad más importante de los cuidados de enfermería. Para muchos pacientes y para muchas enfermeras todavía ocupa ese lugar. La persona exigente no ~610 contaba con el baño en la cama para su comodidad física, sino que durante este tiempo tenía toda la atención de la en- ferma. Esta oportunidad de hablar, de contarle a la enfermera sus problemas le servía de consuelo, y la comprensión que le demostraba la enfermera en el desempeño de su tarea le resultaba también confortadora.

Al dejar al paciente bañado, con los dientes cepillados, peinado y con las uñas limpias y cortadas, la enfermera se sentía tan complacida con la apariencia del enfermo y el alivio de las pequeñas molestias, como el mismo paciente. Tal vez la enfermera se hiciese a veces la reflexión de si no estaría fomentando cierta indebida dependencia en el paciente, de si, después de todo, el paciente no se hallaba ffsicamente capacitado para bañarse por sí mismo y de si no podía darse muy bien una ducha-en caso de que la hubiera. Pero si alguna vez puso en duda “el sistema”, es cosa que no expresó en alta voz.

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Ahora el péndulo se mueve en la dirección opuesta. Este cambio obedece a la creencia de que se debe evitar la dependencia tan- to física como afectiva durante la enferme- dad, y a la convicción de que la actividad es esencial para el normal funcionamiento del organismo. Aparte de esas considera- ciones beneficiosas para el enfermo, está la dificultad de proporcionar las horas de cuidados de enfermería que son esenciales para llevar a cabo los actuales programas intensivos de tratamiento prescritos por el médico, además de los cuidados necesarios para la buena asistencia y comodidad del enfermo confinado al lecho. En las condi- ciones actuales, en que los hospitales están atestados de enfermos, el hecho de que el paciente tenga que depender de la ayuda ajena es algo que más bien se teme que se desea.

Durante los últimos 25 años ha sido enorme el aumento de personal de enfer- mería adiestrado, pero no aumentó al ritmo de la creciente demanda de cuidados médicos. Por esta razón y porque en muchos países la proporción de médicos no ha crecido al tenor de la población, muchos de los aspectos de los cuidados básicos de enfermería han pasado de manos de la “enfermera profesional” a las de personas con muy poco o ningún adiestramiento. Esto es especialmente cierto en lo que se refiere a los cuidados de limpieza y aseo, así como en los relativos a la eliminación. En muchos casos, los servicios de enfer- mería profesional se reservan para la su- pervisión y para la aplicación de trata- mientos que se considera que requieren un alto grado de habilidad y buen juicio, así como para el cuidado de los enfermos graves.

Si bien esos cambios pueden ser conse- cuencia necesaria de la ampliación de los cuidados médicos, la enfermera profesional debe darse cuenta de que, con ello, corre el riesgo de perder la confianza que inspira al paciente por el desempeño de su función con- soladora. Este la puede asociar inextricable- mente con el tratamiento doloroso y con el poco grato papel de jefe que dirige a otros,

más bien que considerarla como la persona que le presta un servicio.

Lo que resulta más importante en función de pérdida para la enfermera “profesional” es que se ve privada de la hora que pasa con el paciente al bañarlo, durante la cual puede escuchar, observar, explicar y tran- quilizar. Debe hallar alguna otra ocasión diaria de sostener una conversación natural, espontánea, con aquellos a quienes sirve.

Cabe esperar que los interesados en la profesión de enfermería seguirán estudiando este problema en los lugares en que se plantee. Desde luego, el paciente ha ganado al haberle estimulado a abandonar la cama y a conservar la mayor independencia po- sible, pero al mismo tiempo va desapare- ciendo la forma tradicional en que la en- fermera expresaba su interés por él. A muchos enfermos que no pueden valerse por sí mismos tanto como se espera de ellos, el hospital les tiene que parecer un lugar frío y desagradable. Tal vez sea nece- sario reconstruir y reorganizar las institu- ciones a fin de que el personal de enfermería pueda elaborar un sistema de cuidados higiénicos que tenga las ventajas de los procedimientos anteriores y que al mismo tiempo se adapte al concepto de rehabilita- ción y permita utilizar al personal existente en la forma más conveniente.

Una vez hechas estas observaciones pre- liminares, vamos a enumerar las normas que, en nuestra opinión, deben fijarse para la limpieza y arreglo personal de los enfermos. Son las siguientes:

Se deben proporcionar a todo enfermo los medios, equipo y asistencia que necesite para el aseo de la piel, cabello, uñas, boca y dientes. Aun cuando el concepto de limpieza varía, hay que confiar en que el nivel de aseo habitual del enfermo no tenga que descender por el hecho de hallarse hospitali- zado. Por el contrario, cabe esperar que dicho nivel mejore cuando es bajo. En los casos en que existan circunstancias forza- das, como cuando se trata de psicóticos, los buenos cuidados de enfermería básica han de contribuir a atenuarlas o controlarlas.

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Es difícil establecer requerimientos rígi- dos. Incluso cuando el paciente cuente con enfermeras asignadas especialmente a él, tal vez no sea conveniente darle diarin- mente un baño completo, aunque para la mayoría de los pacientes de todas las clases sociales resultaría agradable y beneficioso. Es conveniente determinar el número de baños completos de acuerdo con las necesi- dades físicas del paciente y con sus propios deseos. Deben ser lo suficientemente fre- cuentes para darle un aspecto de limpieza, controlar los malos olores del cuerpo y pro- teger la piel de la maceración y otras formas de irritación.

Toda enfermera debe ser capaz de mante- ner limpio al enfermo, cualesquiera que sean su talla, posición y estado físico o emocional.

Naturalmente, el baño o la ducha limpian mejor que el baño en la cama. La mayoría de los enfermos pueden tomar un baño sumergidos parcialmente, o bien una ducha, si se dispone de baños y duchas en número suficiente, diseñados para atender a las necesidades de los pacientes y, a la vez, para facilitar la labor de la enfermera. Por su- puesto, esto requiere que se provean baños privados o se apliquen procedimientos hi- giénicos para la limpieza de los baños y duchas destinadas a uso general, tal como se hace en los departamentos de fisioterapia bien administrados. Al bañar a un enfermo en la cama, hay que procurar que sumerja las manos y los pies y luego eliminar cuida- dosamente el jabón o el detergente.

Se debe cepillar bien el cabello por lo menos una vez al día y mantenerlo bien arre- glado según la forma habitual del paciente. Si la enfermedad, la inexperiencia o el re- traso mental han sido causa de cierto aban- dono por parte del paciente, éste necesita más ayuda y estímulo de la enfermera. No se puede establecer una regla sobre el nú- mero de champús que son necesarios; deben ser lo suficientemente frecuentes para evitar los olores desagradables y mantener limpios el cabello y el cuero cabelludo. La enfermera experta en los cuidados básicos de enfermería puede aplicar un champú a la mayoría de los

enfermos encamados sin cansarlos dema- siado, sea cual fuere la posici6n que tengan en la cama. Tratándose de un enfermo ambu- latorio, esta tarea resulta relativamente menos difícil.

A la mayoría de los hombres les conviene afeitarse diariamente, y por lo general pre- fieren hacerlo, si pueden, por sí mismos. Si no se dispone de una persona que pueda afeitarlos con la pericia de un barbero, la enfermera ha de ser capaz de hacerlo de manera bastante aceptable. Debe también ayudar al paciente a mantener las uñas bien arregladas.

En la enseñanza de la mayoría de las enfermeras no se ha explicado de manera muy científica el cuidado de la boca y los dientes. Los dientes y las encías necesitan mayor cuidado durante la enfermedad, de- biendo cepillarse los dientes por lo menos dos veces al día y, si es posible, con mayor frecuencia. La enfermera debe saber lim- piarle al paciente la boca y los dientes, cuando él no puede hacerlo por sí mismo, incluso cuando se encuentra inconsciente. Se debe poner gran cuidado en no insuflarle los materiales de limpieza. La cabeza ha de estar en posición que ayude a expulsar el agua, y a veces conviene efectuar la succión mecánica o manual por medio de una jeringa.

La enfermera debe estar en condiciones de proporcionar información exacta al pa- ciente en relación con los cosméticos que le conviene escoger, o con el método, por ejem- plo, que debe usar para eliminar el vello superfluo. El personal médico, aun cuando reconoce la importancia de que el enfermo establezca buenas relaciones con otras personas, frecuentemente no le presta pe- queños servicios que física 0 estéticamente harían de él un compañero mucho más aceptable. Posiblemente, la enfermera psi- quiátrica bien preparada es la que aprecia en mayor grado la importancia que en los cuidados básicos de enfermería tiene la pulcritud del paciente.

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9. Ayudar al paciente a evitar los peligros del medio y proteger a otras personas contra los daños que aquél puede causar

El individuo sano tiene la libertad de controlar el medio en que se desenvuelve o modificarlo cuando considera que encierra peligro para él; la enfermedad puede privarlo de ella. La ignorancia puede también im- poner temores innecesarios, tanto en el in- dividuo sano como en el enfermo. Es posible que el paciente tenga tabús que le causen gran sufrimiento sin que el personal médico llegue a saberlo. Los que están acostum- brados a vivir rodeados de halagos en un ambiente bien seguro quizás no puedan adaptarse a vivir en colectividad. La cate- goría social, las costumbres y las creencias religiosas pueden ser causa de que objetos utilizados por otras personas resulten inade- cuados a los ojos del paciente para su propio uso.

Cuando mejor conozca la enfermera los peligros, verdaderos o supuestos, de los usos sociales y las prácticas religiosas, tanto más probable será que logre eliminarlos o contro- larlos y dar explicaciones tranquilizadoras. Si se trata de enfermos delirantes o franca- mente de psicóticos, su protección puede representar un grave problema. La autopro- tección contra la tendencia al suicidio y la protección de los demás contra las tenden- cias homicidas de ciertos enfermos, repre- sentan ejemplos notables de situaciones en que la protección ocupa un lugar principal en los cuidados de enfermería básica. Cuando el paciente tiene una enfermedad alta- mente transmisible, la protección de otras personas, incluso la propia protección de la enfermera, consume una gran parte del tiempo dedicado al enfermo.

Forma parte de los cuidados de enfermería básica la ayuda al paciente a protegerse contra traumatismos, como caídas, contra peligros físicos, como el fuego, contra subs- tancias químicas tóxicas, contra animales e insectos, y contra los microorganismos pató- genos siempre presentes.

La enseñanza de las medidas de seguridad debiera ser parte de la preparación de toda

enfermera. Tanto si presta servicios a domi- cilio, como en escuelas, industrias o puestos de sanidad, es su obligación ayudar a pre- venir accidentes.

Una administración competente de los hospitales reduce considerablemente los peligros del medio. Sin embargo, aun con los mejores servicios generales y de ingeniería y servicios caseros, mucho ha de depender forzosamente del personal de enfermería. Es éste el que está en relación más estrecha y constante con el paciente; en su observa- ción y criterio basa el médico, en gran parte, sus prescripciones para el uso de dispositi- vos protectores (restrictivos) 0 para la vigilancia constante, como en el caso de en- fermos con tendencias suicidas. Cuanto mejor sea el cuidado de enfermería que se preste al paciente, tanto menos probable será que se necesite imponerle restricciones siempre perjudiciales.

Las enfermeras están en situación de fomentar la construcción de edificios, la compra de equipo y la adopción de las dis- posiciones necesarias para reducir al mínimo la posibilidad de daños mecánicos y físicos. Las enfermeras tienen bajo su custodia potentes drogas y cooperan con el personal de los servicios de conservación en el control de insectos nocivos. En muchos países, las enfermeras inician, cuando no los elaboran, procedimientos de saneamiento y esteriliza- ción que proporcionan mayor seguridad en el uso colectivo de muebles, equipo y suministros.

Hay pruebas concluyentes de la superiori- dad de los métodos físicos de higiene y es- terilización, sobre los métodos químicos, y por ello las personas bien enteradas esperan que los platos, artículos de limpieza y ropas de cama que se les suministran hayan sido sometidas a altas temperaturas o a irradia- ción. Pueden exigir también que, salvo en circunstancias excepcionales, cualquier ar- tículo que entre en contacto con una herida se esterilice por medio de vapor a presión o por exposición prolongada a intenso calor seco o a radiaciones apropiadas.

Se considera ahora que el personal ajeno a

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la enfermería puede, y debe, adiestrarse para proporcionar esos servicios de sanea- miento y esterilización a fin de conservar el equipo e instrumentos de enfermería, pero no resulta práctico ni conveniente relevar completamente de esta función a las enferme- ras. Estas deben conocer tanto los principios como los métodos de controlar la infección.

Cuando se hace vida en común, cada in- dividuo representa un posible peligro para los demás puesto que puede sufrir una tu- berculosis no diagnosticada, una enferme- dad venérea no identificada, una faringitis estreptocócica, o ser portador de enferme- dades intestinales. Los cuidados de enfer- mería básica deben proporcionar al paciente la máxima protección. Entre los diversos aspectos de ésta figuran el lavado de manos por la enfermera, el uso de caretas, batas y guantes, cuando esté indicado, así como la necesidad de contar con equipo y suminis- tros que se puedan eliminar, o bien sanear o esterilizar.

10. Ayudar al paciente a comunicarse con los demás y a expresar sus necesidades, intere- ses y emociones

Con la importancia que actualmente se da a la medicina psicosomática y a los cuidados de psiquiatria, parece innecesario aclarar el criterio generalmente aceptado de que la psique (mente) y el soma (cuerpo) son in- terdependientes e inseparables. Las en- fermedades denominadas “mentales” afec- tan al cuerpo y las llamadas enfermedades “físicas” afectan a la mente. En estado de salud, toda emoción tiene su expresión física; o bien se interpreta ésta como emoción física. La aceleración del corazón y de la respiración, el sonrojo, etc., se interpretan como resultado de una emoción. Sin esos cambios físicos no sentimos “excitaci6n”. La depresión “mental” se expresa en la postura, en la faz inmóvil y en la hipoactivi- dad general.

Si la enfermera considera que las emo- ciones van inevitablemente unidas a las alteraciones fisiológicas, no es difícil aceptar el concepto de que esos cambios pueden ser

constructivos, 0 sea, convenientes al pa- ciente, o bien destructivos. Todos los seres humanos persiguen, con diversos grados de éxito, dar expresión física a sus pensamien- tos, emociones y deseos que producen satis- facción personal; y, en la medida en que hayan sobrepasado este egocentrismo, felici- dad a los demás.

Tal vez parezca presuntuoso decir que la enfermera ayuda, a las personas que sirve, en una funci6n tan compleja, tan individual e inextricablemente ligada a la personalidad total.

Sin embargo, si concebimos a la enfermera como la “madre profesional”, no resulta presuntuoso. La madre habla por la criatura o el niño enfermo incapaz de expresar sus necesidades y lo anima a que se las exponga en la forma que pueda. Y suele tener tanto éxito que, con toda confianza, dice que el niño “está cansado”, o “tiene hambre”, o “tiene miedo”, cuando otra persona no puede comprender lo que le pasa. La madre dice al niño quienes son las demás personas y le explica la relación que tienen con él. Una buena madre trata de que su hijo sea igual que los demás niños y ayuda a los otros a comprenderlo, de modo que aprecien, como ella, sus buenas cualidades. Con el tiempo, trata de fomentar en el niño el sentido de independencia y de librarlo del temor en sus relaciones con los demás.

Si bien algunas personas pueden alegar que éste es un concepto romántico 0 senti- mental de la enfermera, indiscutiblemente ella sirve de intérprete y, en la medida en que fomenta buenas relaciones del enfermo con otras personas, contribuye a su bienestar general.

No cabe duda de que la separación de la familia y de los amigos y el temor a alterar sus relaciones contribuyen mucho a los sufrimientos del enfermo. Del mismo modo, la familia y los amigos sufren cuando, ante el peligro de muerte, el enfermo concentra toda su energía en recuperarse, pues esto puede hacerlo aparecer indiferente hacia ellos.

Mientras más comprensiva sea la enfer- mera, mayor confianza inspirará al paciente

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y a su familia, lo que le permitirá fomentar relaciones constructivas. Si la enfermera considera esto como parte de los cuidados básicos de enfermería, tratará de aprove- char las oportunidades de estar con el pa- ,ciente y de conocer a las personas relaciona- das con él. En caso necesario, puede lograr que un familiar, un amigo o un sacerdote visite al paciente. Ese concepto la lleva a fomentar 0 a tomar parte gustosamente en reuniones relacionadas con el paciente y en las que las personas encargadas de su cuidado aportan sus conocimientos y opiniones en beneficio del enfermo. (En estas reuniones participa a menudo el propio paciente, que, después de todo, es el más interesado.)

Los hospitales de psiquiatría tratan de desarrollar lo que un escritor ha denominado “comunidad terapéutica”, de la que son parte importante las relaciones constructivas entre personas. En la enfermería general, una “comunidad terapéutica” no es menos importante, salvo que el enfermo corriente forma parte de ella durante un período más breve. Sea cual sea el medio, la enfermera tiene la obligación ineludible de ayudar al paciente a mantener y fomentar formas satisfactorias de expresar sus necesidades, intereses y deseos.

Tradicionalmente, el médico, para juzgar el estado del paciente, depende de lo que la enfermera observa, escucha, siente y huele al atenderle. Pero debido a que los informes de la enfermera reemplazan la referencia del paciente, el médico se comunica directa- mente con él siempre que es posible y desea conocer lo que el paciente expone con sus propias palabras. Esta ayuda a que el pa- ciente se comunique con el médico, a quien sólo ve por breves momentos, es uno de los aspectos más importantes de los cuidados de enfermería básica.

11. Ayudar al paciente a practicar su religión, o adaptarse a sus conceptos del bien y el mal

Es parte de la ética del personal médico cuidar al paciente cualquiera que sea su raza o religión. Este concepto ha existido

por siglos. No es extraño, pues, que se creara la Cruz Roja Internacional antes que la Sociedad de las Naciones o las Naciones Unidas.

Ni los médicos ni las enfermeras, en su carácter profesional, tratan de convencer al paciente de que acepte sus valores espiri- tuales. Se han obligado a cumplir el princi- pio de servir por igual al santo que al peca- dor. Llegan hasta a negarse a juzgar, in- teresándose más, por ejemplo, en descubrir la causa que hace mentir que en censurar la mentira. En muchas partes del mundo el personal médico goza de la misma inmunidad legal que el clero, con el fin de que se encuen- tre en libertad de recibir las confidencias de sus pacientes y tratar a aquéllos que la sociedad denomina “delincuentes”, sin verse obligado a denunciar el delito.

En general, se considera que esta objeti- vidad es beneficiosa para todos. Sin embargo, algunas personas estiman que en esta con- veniente separación entre la religión y la medicina puede descuidarse el derecho del enfermo bajo tratamiento a observar los principios de su fe. En algunos países existe un extenso movimiento encaminado a lograr una mayor colaboración entre el personal médico y el clero. Ciertas fundaciones han financiado simposios y han publicado los textos taquigráficos de los mismos para que pueda beneficiarse de ellas el mayor número posible de personas, y recientemente se han escrito numerosos libros en que han cola- borado sacerdotes y médicos. Los sacerdotes están recibiendo preparación especial para atender al enfermo, preparación en la que colaboran los médicos para facilitar el estu- dio del proceso de curación. Los grandes hospitales cuentan con capellanes residentes, pertenecientes a las religiones que prepon- deran entre los pacientes. En esas institu- ciones, los sacerdotes y el personal médico pueden trabajar más estrechamente unidos en favor del enfermo que cuando es necesario llamar a un consejero espiritual ajeno al hospital.

Uno de los requisitos de los cuidados básicos de enfermería consiste en respetar

las necesidades espirituales del paciente y ser así, sufre la reprobación de la sociedad. ayudarlo a practicar su religión. Si esta Pocas personas analizan su satisfacción en práctica es necesaria para el bienestar del el trabajo (o actividad productora) en hombre que goza de salud, es aún más esen- t&minos sociológicos. Sin embargo, en to- cial para el enfermo. Este concepto de facili- dos los idiomas existen máximas que indican tar al enfermo la práctica de su religión la aceptación general del principio según el supone numerosas actividades específicas que cual la satisfacción de la mayoría de las no es posible enumerar aquí. Algunas de las personas depende de la aprobación pública y más destacadas son: ayudar al paciente a de su correspondiente productividad. asistir al lugar del culto o hacer que lo visite La enfermedad pierde gran parte del temor un sacerdote de su religión; proporcionar la que inspira si el individuo puede seguir traba- coyuntura de que el sacerdote pueda hablar jando. El hecho de que hoy se proscriba la en privado al enfermo y de que este reciba permanencia prolongada del enfermo en el los sacramentos de su religión. Para la mayo- lecho se debe, parcialmente, al creciente ría de las enfermeras esto no resulta difícil si sentido de esterilidad que en la mayoría de conocen algo acerca de la religión del pa- los casos produce. Si mentalmente es pro- ciente. Algunos preceptos religiosos se re- ductiva y si, dentro de ciertos límites, lo es fieren a muchos aspectos de la vida diaria. también físicamente, la persona puede pasar Por ejemplo, prohiben ciertos alimentos, años sin casi abandonar el lecho y vivir ciertas formas de recreo consideradas ino- hasta una edad avanzada. Florence Nightin- fensivas o beneficiosas por quienes no per- gale vivió la mitad de su vida confinada en tenecen a la religión de que se trata, o pres- su habitación y generalmente en su cama, criben días de ayuno o de asueto. No es pero se dice que su producción epistolar es fácil para las instituciones satisfacer los la más cuantiosa conocida. La labor que deseos religiosos de todos sus pacientes. El realizó como “inválida” fue tan notable personal de enfermería, debido a que está como la que llevó a cabo durante sus años con el paciente día y noche, tiene más “activos”. posibilidades de conocer sus necesidades La enfermera que ayuda al paciente a espirituales y la forma de atenderlas. Cuanta planear la jornada puede estimular el interés mayor cultura religiosa posea la enfermera, que aquél tenga por cualquier “trabajo”, cuanto mayor sea su fe en el poder curativo facilitando la manera de que ejerza alguna de la religión, más elevado será su desarrollo ocupación productiva. espiritual y más amplia su tolerancia para Como en todos los aspectos de la enfer- todas las religiones, tanto mayor será la efi- mería básica, es esencial tener un criterio cacia de su labor al servicio de los pacientes. acertado en la interpretación de las necesi-

12. Ayudar al paciente en su trabajo u ocupa- dades del paciente. La Naturaleza dota a

ción productiva todos los organismos de la voluntad de sobre- vivir, y cuando la supervivencia se ve

Para la mayoría de las personas, una amenazada, todas las energías se concentran jornada normal implica el hacer algo que en recuperarse de la lesión o de la enferme- resulte productivo. En realidad, es difícil dad. Esperar que una persona gravemente concebir un día en que no se haya hecho enferma se interese en alguna otra cosa es algo, a menos que la persona se encuentre desconocer una de las leyes más fundamenta- en estado de coma. El producto de la activi- les de la vida. No cabe duda, sin embargo, dad puede ser un objeto material confec- de que el interés de un enfermo en lo que cionado manualmente o un conocimiento todavía esperaba realizar ha producido adquirido por medio de varios sentidos. muchas veces verdaderos “milagros”. La

En la mayor parte de las culturas se su- enfermera debe estar al tanto de cualquier pone que el adulto produzca, pues, de no manifestación de interés en el paciente por

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un trabajo y, si tiene suficientes conocimien- tos, experiencia y habilidad, puede ofrecerle la ocasión de que se ocupe en algo que le dé la sensación de alcanzar algún fin. Quizás se preste demasiada importancia a trabajos de artesanía, que no tienen interés estético o no son de utilidad al paciente. Se debe facili- tar a éste la manera de que pueda dedicarse a las más variadas actividades, puesto que es más importante que le agrade el trabajo durante su enfermedad que cuando goza de salud.

La fase final de la rehabilitación implica que el individuo se reincorpore al trabajo productivo. Cuanto más breve sea el período de inactividad, tanto más fácil será el éxito en esta etapa final.

La colaboración con el ergoterapeuta y los especialistas en rehabilitación tiene suma importancia en los cuidados de enfermería básica. Sin embargo, los servicios de estos especialistas ~610 pueden proporcionarse a relativamente pocos enfermos. Esto quiere decir que, en muchos casos, el médico y la enfermera (que son las constantes del equipo médico) tienen que reemplazar de la mejor manera posible a estos expertos.

13. Ayudar al paciente a participar en activi- das recreativas

Las actividades recreativas o el juego, a diferencia del trabajo, se emprenden simple- mente como entretenimiento, aunque 8 veces el juego puede producir alguna utilidad. Es posible que esta diferenciación parezca arti- ficial a la persona que disfruta con su trabajo. Sin embargo, la mayoría de los individuos que recapitulen las actividades de un día co- rriente observarán que han dedicado parte de él a oir música, a leer por placer más que por instruirse, a jugar, ver un programa de televisión, 0 una película, ir al teatro, a un museo o una fiesta, a paseara caballo, nadar, pasear, conducir un automóvil, bailar o hacer ejercicio en forma agradable. La búsqueda y adquisición de objetos que a uno le gustan, grandes o pequeños, son también formas agradables de distracción.

Con demasiada frecuencia la enfermedad

priva a su víctima de ocasiones de variar de ambiente y de disfrutar de esparcimiento, descanso o recreo. Esta privación suele ser inevitable y muchas veces se debe a que las personas sanas que rodean al enfermo no logran crear un ambiente que le distraiga. El paciente puede estar confinado, por des- cuido e innecesariamente, en una habita- ción; y además, tiene a menudo que vestir ropa que asocia al sueño o la inactividad, y se ve privado de todo lo que podría pro- porcionarle satisfacción.

Al establecer un plan de cuidados básicos de enfermería, la enfermera puede muy bien preguntarse qué horas del día se deben dedi- car al recreo del enfermo, qué distracciones le interesan y de qué medios de recreo se dispone en aquella coyuntura.

La selección de las actividades dependerá del sexo, edad, inteligencia, experiencia y gustos del enfermo; de su estado o de la gravedad de su padecimiento y, natural- mente, de los medios disponibles para que pueda disfrutar de juegos, de compañía, de ejercicios y de creaciones artísticas. Sin em- bargo, sus distracciones dependen mucho más de la imaginación y de las aptitudes del paciente y de quienes le rodean que de los recursos materiales.

En primer lugar, pocos pacientes necesi- tan estar confinados en una habitación. En algunos hospitales, se lleva a los enfermos encamados en sillón de ruedas, una o dos veces al dia, a los cuartos de recreo y a tomar el aire libre. En las casas particulares, raras veces es necesario recluir al enfermo en una habitación, pero incluso en ese caso se puede variar de vez en cuando la disposición de los muebles, de modo que la habitación ofrezca un aspecto diferente.

Casi siempre se cuenta con material de lectura. Los periódicos diarios y las revistas semanales pueden contribuir a que el en- fermo tenga la sensación de que forma parte “de la corriente de la vida”. Las bibliotecas ambulantes y los salones de lectura de las instituciones hospitalarias pueden proporcio- nar una amplia variedad de entretenimiento, lo mismo que las obras instructivas, los

folletos y las publicaciones periódicas. La drían ayudar a los pacientes a pasar persona que, por estar demasiado enferma o parte del día en alguna ocupación entre- incapacitada, no puede leer por sí misma, tenida. Las enfermeras pueden trabajar en disfruta con que le lean o bien escuchando estrecha colaboración con los terapeutas grabaciones de lecturas de libros. profesionales especializados en actividades

La música y el teatro resultan cada vez recreativas, empleados a tiempo completo, en más asequibles al enfermo y al incapacitado, las instituciones que cuenten con ellos, y debido a la gran difusión de la radio y la conseguir asimismo la colaboración de indi- televisión. Mucho más importante es que viduos voluntarios para esta labor. Si está los pacientes participen directamente en adecuadamente preparada y tiene suficiente programas musicales cuando cuenten con tacto e iniciativa, la enfermera puede ayudar una persona que las dirija. Muchos de ellos muchas veces a los miembros de la familia poseen esas aptitudes dirigentes pero no del paciente y a sus amigos a proporcionarle las condiciones en que poder ejercerlas. las distracciones necesarias.

Se pueden llevar a los pacientes en unos carritos objetos diversos que tal vez deseen 14. Ayudar al enfermo a adquirir conocimien-

comprar, o bien acompañarlos a las tiendas, tos

dentro o fuera del hospital, para que hagan La enfermedad o incapacidad puede de- sus compras. Cuando nada de esto sea berse a un defecto congénito; con mayor posible, los artículos se pueden encargar por frecuencia resulta de un régimen insalubre, correo. Es inmensa la satisfacción, con el el cual puede ser impuesto al individuo por consiguiente beneficio, que representa para circunstancias económicas o de otro orden; un enfermo el hacer un obsequio a su esposa quizás le falte estímulo para vivir de acuerdo el día de su cumpleaños, o la que siente una con los preceptos de la salud; pero con fre- anciana al observar la alegría de su nieto al cuencia está enfermo porque no sabe ccimo recibir su regalo. prevenir o controlar su enfermedad. En

El enfermo puede llevar a cabo, casi tales casos, su recuperación o la detención siempre, alguna actividad física. El sencillo de la enfermedad dependen de la reeduca- acto de caminar representa una satisfacción ción. Esto tal vez parezca archisabido, pero para muchos, pero cuando se camina con no estaría demás destacar que pocos traba- algún propósito resulta aún más agradable. jadores médicos pretenden conocer exacta- Dada la importancia que actualmente se da mente los preceptos de la salud. No debe a la ambulación, la enfermera debe estimular deducirse de ello que el médico y sus cola- al enfermo a que haga ejercicio, mejorando boradores han de dar una fórmula mágica al mismo tiempo los medios para ello. En la al enfermo. Desde luego, el régimen debe mayoría de los hospitales se podrían instalar adaptarse a las necesidades del individuo, muchas más barandillas y rampas, más bien pero, en muchos casos no se logra que el que escalones, a fin de que las personas in- enfermo recupere por completo su salud. La capacitadas pudieran moverse más fácil- reeducación o readaptaci6n pone a prueba mente de un lado a otro. Los salones de la capacidad de los expertos, y el mejor pro- recreo tienen atractivo porque permiten dis- grama que se elabore no logra a veces el frutar de compañía, y oir música, bailar, objetivo de prevenir la incapacidad o detener jugar y tomar parte en actividades crea- su proceso. doras de todas clases. Aceptadas estas limitaciones, es probable

Es evidente que son pocas las enfermeras que la mayorfa de los lectores convendrán debidamente preparadas para organizar en que la “orientación”, el “adiestramiento” programas de recreo. Sin embargo, muchas o la “educaci6n” forman parte del cuidado de ellas practican también algunas de las fundamental de la mayoría de los que se actividades recreativas antes citadas y po- presentan para recibir tratamiento si no de

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todos ellos. Si bien hay personas que están conformes con este criterio, se ponen a la defensiva en cuanto la enfermera recaba su participación en la tarea de orientar, adiestrar o educar en relación con la salud. Tal vez los que objetan a ello temen que la enfermera va a asumir iniciativas en el pro- grama de adiestramiento que competen a la terapéutica, es decir, que son de la incum- bencia del médico.

Hay que aclarar que la función de la enfermera al ayudar al paciente a aprender, específicamente en lo que se refiere al fo- mento y recuperación de la salud, se inter- preta en este caso en el sentido de reforzar y seguir el plan terapéutico establecido por el médico. En tiempos pasados, las enfer- meras temían invadir las prerrogativas del médico y hay que reconocer que estaban tan poco preparadas para dar una buena orientación sanitaria que, con frecuencia, ni siquiera complementaban y ampliaban las enseñanzas del médico. Esto se aplica menos a la llamada enfermería de salud pública que a otras ramas de la profesión.

La responsabilidad de la enfermera en la orientación sanitaria no se puede soslayar. Enseña con el ejemplo y con las respuestas que da a las preguntas que constantemente se le hacen. Está obligada a enseñar y puede hacerlo consciente o inconscientemente, planeándolo o al acaso, de manera creadora 0 rutinaria.

Pocos pacientes, sin excluir a los que más lo necesitan, reciben la atención del médico por más de unos minutos al día. En la práctica privada, en especial en psiquiatría, el médico puede dedicar una o dos horas al paciente en una visita; pero es lo más frecuente que, incluso en el hospital, la visita sea breve y rápida. El tiempo que pasan los pacientes con el personal de enfermería contrasta mucho con esto. El paciente que cuenta con los servicios de una enfermera privada, tiene todas las horas de vigilia para aprender de ella. En la sala del hospital general, el pa- ciente está en presencia de la enfermera de una a dos horas diarias por término medio mientras que los enfermos que reciben a do-

micilio la atención de una enfermera visita- dora, se hallan con ella de media hora a dos horas diarias, semanales o mensuales.

Aunque no sea por otra razón que la de estar al cuidado de mayor número de pa- cientes durante más tiempo que los restan- tes empleados del hospital, la enfermera debe darse cuenta de la importancia de la enseñanza. Al mismo tiempo, debe hacerse cargo de la diferencia que existe entre sus funciones de enseñanza y las del médico. Por ejemplo, ha de transmitir al médico las preguntas de los pacientes sobre el diagnós- tico, el pronóstico y el tratamiento; 0 intensi- ficar, de acuerdo con los deseos del médico, la enseñanza que él inicie en estos aspectos. Por otra parte, la enfermera debe estar de- bidamente preparada para contestar como se debe las preguntas del enfermo relativas a los cuidados básicos de higiene, y a aquellas actividades que él emprenderia por sí mismo si estuviera sano. A menudo el médico reco- noce la preparación especial de la enfermera para esta clase de enseñanza. Tal vez diga a una futura madre: “La enfermera le ayu- dará a escoger la ropa” o “a cuidar sus pe- zones”; confía en que la enfermera enseñe a la madre la manera de mantener la piel del niño en buen estado, o ayude a una mu- jer a evitar las escaras por decúbito si un familiar anciano está enfermo en su casa. Los médicos prescriben que el enfermo se cuide por sí mismo y suponen que la en- fermera del hospital, de la oficina o de la industria le enseñará la manera de aplicar los tratamientos necesarios. A veces, el mismo médico se encontraría en un apuro para mostrar la aplicación de algunos de esos procedimientos, si el paciente se lo pidiera.

En un estudio tan breve es difícil hacer justicia a la función de la enfermera en la orientación sanitaria. En resumen, cabe decir que la enseñanza es inherente a todo lo que hace la enfermera, aunque esto no significa que se debe dejar al azar o suponer que se dará adecuadamente. Ella, más que ningún otro elemento de personal médico, puede hacer que la experiencia adquirida

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durante la enfermedad le sirva al paciente para vivir mejor en adelante. Cada vez que preste un servicio al paciente, ha de pre- guntarse si debe enseñar, a él o a un miem- bro de la familia, la manera de llevar a cabo dicha tarea o algún aspecto de ella. Debe tener siempre presente su objetivo: facili- tar al enfermo la recuperación de su inde- pendencia, si es posible; ayudarlo a vivir de la mejor manera que pueda, con sus con- siguientes limitaciones, 0 5 que se resigne 5 su fin inevitable, de modo que se pueda decir que “murió en paz”.

RESUMEN

En este trabajo se compara a la enfermera con una “madre profesional” que, al prestar cuidados básicos de enfermería, ayuda a su paciente (que se compara con el niño) a realizar aquellas funciones que el adulto sano efectúa sin ayuda de nadie. La enfermera, como la madre, ayuda al paciente (el niño) a recobrar su independencia física a la mayor brevedad. Si esto no es posible, por tratarse de una enfermedad incurable, le propor- ciona la ayuda necesaria hasta que la muerte lo libere de ella.

Las enfermeras realizan en todo el mundo

esta función básica, a veces sin analizarla. La razon de ser de la enfermería es universal y nace del deseo de servir al que lo necesita. Tal vez sea un error, en cualquier época, pensar que existe algo realmente “nuevo” que decir sobre funciones tan primarias como las de la madre o de la enfermera. Compren- diendo esto, los sociólogos aconsejan tanto a las madres, como a las enfermeras que re- chacen, de las enseñanzas de los que se de- nominan a sí mismos expertos, todo lo que inhiba la expresión de sus funciones primi- genias. Un famoso doctor, dirigiéndose a estudiantes de medicina, manifestó que para atender bien a sus pacientes era necesario interesarse en ellos. Esto puede aplicarse también a las enfermeras. Al mismo tiempo, la enfermera, aun más que la madre, debe estar segura de poder utilizar todos los co- nocimientos y habilidades que haya adqui- rido. Mientras la madre trata de atender las necesidades de una sola familia, la enfermera sirve a una “familia” diferente-sus pa- cientes-cada pocas semanas o meses. Esta adaptación perpetua de los servicios de en- fermería al individuo hace de los cuidados básicos de esta profesión una tarea de gran complejidad.