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temas REVOLUCIONARIOS FEBRERO 2015 Cuadernos para el debate político-ideológico del PRML -Primer edición 1987- Re-edición especial 50° aniversario Las enseñanzas de Semana Santa caliente $15

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    Cuadernos para el debate poltico-ideolgico del PRML

    -Primer edicin 1987-

    Re-edicin especial 50 aniversario

    Las enseanzas de Semana Santa caliente

    $15

  • Introduccin edicin especial a 50 aos de la fundacin de VC:

    A 50 aos de la fundacin de Vanguardia Comunista, el PRML reivindica el recorrido histrico de nuestra organizacin y sobre todo reafirma la sntesis que ha alcanzado de la estrategia revolucio-naria para la Argentina tras la intrpida y constante intervencin del partido en la lucha de clases durante este medio siglo.Es por eso que definimos reeditar una pequea seleccin de la produccin terico-poltica de nues-tra organizacin la cual explica y fundamenta el camino para la toma del poder en la Argentina (El partido marxista-leninista y el guerrillerismo, Resolucin poltica aprobada por el XI Con-greso del PRML, Una historia, un compromiso con el marxismo-leninismo), detalla el recor-rido insurreccional del pueblo (Las enseanzas de General Mosconi, que recuerda la tradicin de levantamientos de nuestro pueblo), y, finalmente, contrasta con otras corrientes polticas la propia lnea, para afirmarla a la luz de la historia argentina y del mundo (Una polmica con el PCR, Derrotemos al revisionismo y Tesis al XVI congreso del PC) Reeditamos estos valiosos textos como aporte a la construccin de la revolucin en nuestro pas y para que las nuevas camadas de activistas y militantes puedan usarlos como herramientas en la lucha diaria, convencidos en las enseanzas de Lenin de que sin teora revolucionaria, no hay movimiento revolucionario.

    Comisin 50 aniversario VC-PRML - Abril 2015

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    Enseanzas de la semana santa caliente- 1987

    Enseanzas de la Semana Santa caliente

    Introduccin

    Los sucesos de la Semana Santa pasada son de enorme significacin. Durante cuatro das hubo en la Argentina dos poderes y tres contendientes.Un contendiente, el sector fascista de las FFA que emergi como predominante en su interior. Con l, el poder de sus armas. Otro contendiente, la burguesa democrtica complaciente y capituladora, expresada en lo fundamental por la dupla UCR-PJ. Con ella, el poder de las instituciones republicanas (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) y un escaso y desarticulado poder militar. El otro contendiente son las masas populares, expresada en la ms colosal movilizacin antigolpista y antifascista que se conoce desde 1955, tironeada entre la opcin de aceptar el lenguaje de la burguesa y sus propuestas de accin (quedarse alrededor del poder confiando que ste solucione la crisis) y la otra opcin, la de abrir un curso independiente, revolucionario, cuyo ensayo elemental, comenz a esbozarse en los sectores populares que marcharon a rodear Campo de Mayo. Para el movimiento revolucionario es decisivo analizar el conflicto, el alineamiento y la conducta de las clases y los partidos. Por qu? Por dos razones fundamentales:

    1) Porque las Pascuas calientes han producido un brusco acercamiento de la estrategia con la tctica, una sbita militarizacin de la poltica; un acortamiento de los plazo histricos, en los que opera el movimiento revolucionario; un en-sanchamiento de la brecha para su acumulacin de fuerzas; y porque se ha dibujado de manera ms precisa, menos confusa, la posicin de los distintos actores que intervendrn en el escenario de las futuras batallas decisivas.

    2) Porque los revolucionarios tenemos planteado un problema que requiere solucin: de qu manera, con qu tareas, el tercer contendiente genera en las prximas fases de la lucha su propio poder.

    Quin gano y quin perdi?Reacumulacin de fuerzas fascistasEl espejismo de las FFAA domesticas por la democracia se han esfumado. El rostro fingido, esa caricatura profesionalista que el reformismo dibuj a propsito para alimentar falsas ilusiones y combatir contra el pensamiento revolucionario, se ha desplomado para dar paso a la verdadera cara de las FFAA, a su cara y a su alma criminal y fascista. La carapintada de los rambos nativos, expresan fielmente la naturaleza asesina de los sublevados. Si no han ido ms lejos, si se han limitado a exigir la cabeza del Jefe del Ejrcito Ros Ereu- y una virtual amnista para los oficiales en actividad, es porque todava no tienen un programa totalmente definido, ni un caudillo indiscutido y, sobre todo, porque no cuentan an con el apoyo masivo de la oligarqua y el imperialismo, salvo algunos sectores por ahora minoritarios ms proclives al terrorismo de estado. La masiva protesta popular tambin les achico sus mrgenes de maniobra. En estos lmites radican todava los puntos dbiles de los oficiales sublevados. Pero la rebelin militar ha creado nuevas condiciones para la construccin de un liderazgo ultraderechista en el interior de las FFAA. Coloca a los fascistas en posicin ms favorable para intervenir y presionar en el poder poltico. Y sobre todo, los fortalece en la constante mesa de negociaciones con distintos crculos del imperialismo y la oligarqua para concretar una nueva sociedad, nunca rota del todo.El fracaso del democratismo-burgus capituladorLos hechos han revelado cun peligroso e infrectuoso result ser el pacto tejido por el gobierno y la oposicin peronista con las FFAA durante estos ltimos 4 aos. Ese tejido se ha desflecado por todos lados. Era inevitable. El pueblo se los haba advertido en la consigna los milicos impunes no deben quedar porque si no otro golpe van a dar. Pero el gobierno, firme en su lnea de construir una democracia dependiente y explotadora, estableci el pacto militar-radical.Ahora acaba de suscribir otro pacto an ms grave, porque si el primero lo hizo con reaccionarios dispuestos, temporalmente, a no sacar los pies del plato, el de ahora lo suscribi con los carapintadas, los fascistas alzados en armas. El precio lo est pagando: la libertad de Astiz y otros oficiales en actividad se est preparando febrilmente. Los hechos han probado cun dbil es el poder militar del gobierno y, sobre todo, su ausencia de voluntad poltica para reprimir y escarmentar a los rebeldes. Esa voluntad no le falt cuando rode, con 2000 policas, a los obreros que en 1985 ocuparon la planta de FORD.No hay que subestimar que el bipartidismo aprovecha la circunstancia para lanzarse a un viejo anhelo: concretar un pacto social que mantenga hambreados a los trabajadores y maniatados para la lucha. Cuentan con la colaboracin de la burocracia sindical, esa que se neg a disponer el paro activo durante el da jueves 16 y el martes 22. Este peligro debe ser enfrentado. Hay dos aspectos para romper: el pacto radical-militar y el pacto social del radicalismo-peronismo-burcratas-monopolios. La comedia que present a Alfonsn como el mago valiente que arregl en una entrevista un conflicto militar, en que el mismo Alfonsn durante tres das no haba podido mover efectivamente ninguna tropa (los oficiales del Gral. Alais terminaron abrazados con el Tte. Cnel. Rico y sus

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    seguidores), podr engaar a ciertos sectores populares durante un tiempo. Pero la mentira tiene patas cortas y la farsa se descalabrar, como ya se vinieron abajo la estafa del Plan Austral y otras macanas por el estilo. Lo cierto, la conclusin de fondo sobre la conducta radical-peronista es que el pueblo no puede confiar ni en uno ni en otro para defenderse de los fascistas. Un democratismo conciliador y encima militarmente dbil es un escudo de papel que se deshace en cualquier tormenta. El tercer contendiente: las masas popularesLas masas populares han obtenido una gran victoria: la de su propia movilizacin. En pocas horas aprendieron lo que no se puede aprender ni con miles de volantes ni cientos de conferencias: que se puede y se debe enfrentar a los golpistas. Dos teoras errneas se han desmoronado. La primera, elaborada por crculos del democratismo burgus sostenan que la lucha popular, incluyendo la librada por los derechos humanos, desestabilizaba la democracia. Los hechos mostraron claramente que slo la gimnasia de cuatro aos de lucha contra la amnista y por el castigo a todos los criminales gener la conciencia antifascista que ahora desborda por todos lados. La segunda teora errnea, frecuentemente sostenida en crculos de la propia izquierda, es que el movimiento de masas est en reflujo, que no da para ms, que el pueblo est paralizado, etc. La magnitud de la movilizacin atigolpista de Semana Santa no es otra cosa que la continuacin, en una nueva altura y en otras circunstancias, del largo perodo de auge de luchas obreras y populares que vive nuestro pueblo desde mediados de 1982.Los revolucionarios debemos estudiar cuidadosamente el accionar de las masas, las manifestaciones de su conciencia, y las propuestas que estuvieron planteadas, porque esta leccin maestra se perfilan caminos estratgicos. Dos fueron las maneras principales de actuar de las masas. Una, la de rodear los centros de poder (casas de gobierno, legislaturas) con masivas manifestaciones en una actitud que combin la necesidad de expresar su voluntad antigolpista con el esbozo de una defensa pacfica del poder constitucional ante la agresin rebelde. La otra manera se expres manifestando y/o rodeando los cuarteles (en Ushuaia y en Campo de Mayo) en actitud desafiante. En este caso se combinaron diversas formas de intervencin que iban desde la agitacin antigolpista (consignas, actos) hasta formas ms activas (como la de quienes ingresaron el viernes 17 en el interior de Campo de Mayo o el domingo 20 se enfrentaron con la polica de la Pcia. de Bs. As.)Una y otra fueron maneras de la movilizacin antifascista, pero sin dudas que mientras la primera era ms favorable para el control de la burguesa, la segunda presentaba aristas de confrontacin ms avanzadas. De all que mientras nuestro Partido enfilaba su poltica y sus tareas en direccin a Campo de Mayo, la burguesa se desesperaba por mantener anclado al pueblo entre Plaza de Mayo y Plaza Congreso (nos referimos a los hechos en Bs. As.)Simultaneamente, la situacin objetiva comenz a plantear desde el mismo jueves un problema cardinal: cmo enfrentar a los fascistas?La cuestin era muy precisa y se acentuaba con el correr

    de las horas. Consista en que objetivamente se tornaba cada vez ms evidente que los milicos sublevados tenan las armas y el pueblo no, y que la movilizacin, elemento imprescindible, es a su vez insuficiente por s sola. Se impona concretamente encarar un problema crucial: la cuestin de las armas, la necesidad de armarse para enfrentar a los fascistas. La necesidad objetiva no poda demorar demasiado en introducirse en la conciencia de crecientes sectores de las masas. El tema del armamento popular comenz a debatirse en ciertas franjas del pueblo. Es cierto que no en la mayora y que no haba una respuesta nica. Pero la cuestin emergi de una manera como no haba aparecido en nuestra sociedad desde el Cordobazo de 1969.Los partidos burgueses, advertidos de la situacin no dejaban de insistir en la necesidad de que la movilizacin se mantuviera en los canales pacficos, condicin que ellos necesitaban para controlar al pueblo y negociar con los sublevados. Era evidente que una nueva situacin se haba abierto: doble poder, cientos y despus algunos miles operando alrededor de Campo de Mayo, el gobierno sin iniciativa militar. Los limites de esta movilizacin, tales como el predominio de conducciones reformistas y la ausencia de columnas obreras organizadas, deben tomarse en cuenta seriamente. Pero esos inconvenientes - qu lucha no presenta inconvenientes! slo podan encontrar solucin favorable empujando hacia adelante, hacia un curso revolucionario, y no hacia atrs. En sntesis: la cuestin de dar respuesta revolucionaria a la crisis estaba planteada. La poltica de nuestro Partido y la polmica en el interior del frentismo El da jueves 16, los oficiales sublevados estaban con la iniciativa. A la tarde ya se estn desarrollando o estn en curso las primeras movilizaciones. A esa altura la direccin de nuestro Partido plantea la necesidad de converger y diferenciarse de la burguesa democrtica promoviendo manifestaciones conjuntas por un lado y, simultneamente, desarrollar no slo programas diferentes (p. e. derogacin de la ley de punto final) sino propuestas de accin que den respuesta cabal a los fascistas.En la reunin de las fuerzas frentistas de izquierda y el peronismo antiburocrtico, nuestro Partido plantea dos cuestiones: incluir un llamamiento a resistir al golpe por todos los medios y que las direcciones nacionales se pongan de acuerdo en impulsar marchar hacia el regimiento XIV de Infantera de Crdoba, que por entonces era la unidad rebelde. Lo primero es aceptado y lo segundo, de hecho, es rechazado. Posteriormente, en la concentracin en el Congreso, nuestro Partido plantea y difunde la consigna de unirse y armarse contra el golpismo.El viernes 17, el Partido resuelve proponer abiertamente tres medidas suplementarias a las ya decididas (entre las ya decididas estaba exigir a la CGT la convocatoria a un paro activo): 1)Convocar a marchar hacia los cuarteles y rodearlos; 2) constituir comits de lucha antifascista; 3) hacer un llamamiento general a armarse contra el golpismo.El anlisis del Partido se apoyaba en lo siguiente. Hay una crisis en el interior de las clases dominantes, existe un doble poder, no se puede confiar en la burguesa,

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    debemos promover la involucracin poltica y militar de las masas en el conflicto. Poniendo el centro en la accin de las masas populares, nuestro Partido plate un llamamiento a las tropas de soldados y policas a rebelarse contra los golpistas y pasar con sus armas al campo popular. Mientras nuestro Partido comenz a operar claramente con esta poltica, llevamos la cuestin a la reunin frentista que se inici ese mismo viernes 17 a las 15hs. Nuestra posicin no prosper. Ni el Partido Comunista ni el MAS estuvieron de acuerdo. Junto a otras fuerzas la consideraron inapropiada. Algunos partidos la calificaron de exagerada y la ridicularizaron como infantil. En tanto se discuta esta cuestin, ya haba sectores de masas que comenzaban a manifestar alrededor de Campo de Mayo. En otras palabras, mientras destacamentos de avanzada del pueblo se colocaban a la vanguardia de la resistencia, el frentismo se ubicaba en una posicin de retranca.Por eso, el sbado 18, nuestro Partido vuelve a la carga en la tercera reunin frentista desde el inicio de la crisis. Insiste en su posicin, critica la prdida de tiempo, demuestra que, a esa altura, sectores de las masas ya se haban adelantado y que era hora de abandonar vacilaciones e inconsecuencias. Insistimos en que las condiciones eran favorables para abrir un curso revolucionario de resistencia a los fascistas, que deba rectificarse la resolucin y declaracin del da anterior y colocar al frentismo en la punta de los acontecimientos. En esta reunin (sbado 18), la situacin en el interior del frentismo se modifica y las posiciones de nuestro Partido son formalmente aceptadas. La declaracin del frentismo convoca abiertamente por primera vez a rodear los cuarteles y apela al derecho del pueblo a armarse, aludiendo al art. 21 de la Constitucin Nacional. En horas de la noche se acuerda movilizarse el domingo sobre Plaza de Mayo y arrancar desde all con todas las fuerzas disponibles hacia Campo de Mayo. En la maana del domingo se ratifica esa resolucin. Sin embargo, a la hora de los bifes y cuando ya las primeras columnas empiezan a avanzar desde la Plaza hacia Campo de Mayo, el PC acompaado por la casi totalidad del frentismo, decide un cambio de orientacin y retorna a la Plaza de Mayo. El MAS tambin se arrepiente y ordena la desconcentracin de sus columnas. Slo nuestro Partido y el Movimiento de Liberacin 17 de Octubre avanzan resueltamente hacia Campo de Mayo.ConclusionesPor razones de espacio conviene dejar de lado otros detalles de este debate poltico y confrontacin prctica entre dos lneas en el interior del frentismo. Sintticamente, es una confrontacin entre una lnea reformista y otra revolucionaria. La polmica de la tarde del domingo acerca de si marchar sobre Campo de Mayo por un lado y, por otro, la posicin de quedarse en la Plaza sostenida por el PC (que no tiene diferencia de fondo con el irse a casa del MAS) refleja mucho ms que un debate tcnico. Lo que se proyect all es un debate estratgico, sostenido durante todos los das de la crisis. Este choque de ideas y de prcticas demuestra varias cosas.

    1) Demuestra que si bien el movimiento de masas tiene diversas vallas y obstculos que traban su avance revolucionario (direcciones polticas y sin-

    dicales burguesas),el problema ms grave resi-de en la falta de iniciativa, audacia y proyecto revolucionario que an enferma a las fuerzas antimperialistas y antioligrquicas.

    La posicin de nuestro Partido llego a ser calificada de alejada de la realidad, de no considerar objetivamente la situacin. Sin embargo, los hechos demostraron que lo que no vieron la mayora de las fuerzas frentistas fue la propia realidad. Uno de los periodistas ms lucidos de la burguesa sostena el domingo 26, una semana despus de la crisis: Solamente los ciegos no han visto el espectro de un enfrentamiento armado entre civiles y militares (Clarn, J. Morales Sol)2) Plantea al rojo vivo un problema terico-poltico clave: si el Frente de Liberacin Nacional y Social se construye uniendo diversas fuerzas, an las inconsecuentes, detrs de una poltica, una prctica y una vanguardia revolucionaria, o el frente se desarrolla por el camino de la inconsecuencia y vacilacin que le imprimen sus sectores ms reformistas. Por eso, o el frentismo hace un balance correcto, reconoce y rectifica sus vicios, o est condenado en nuevas circunstancias de crisis a renunciar al rol de vanguardia. 3) La nueva situacin plantea tareas de enorme importancia. Hay que salirle al cruce a la poltica de apaciguamiento del bipartidismo, promoviendo acciones de masas por aumentos de salarios y contra el pacto social. Hay que ir a formas superiores de lucha, rebalsar a la burocracia sindical y forjar conducciones clasistas. Hay que mantener la iniciativa popular antifascista, hostigar a los criminales del Proceso, y a los sublevados y cmplices de hoy. Se deben crear los Tribunales Pblicos de enjuiciamiento a los fascistas, ya aprobados por la Coordinadora de lucha contra el Punto Final. Hay que organizar a las fuerzas antigolpistas en Comits de Lucha Antifascista.4) Hay que preparar velozmente a las fuerzas para encarar las batallas decisivas. Esta vez, los fachos no han salido de los cuarteles, pero lo harn en el futuro. Lo harn contra el gobierno o con el gobierno, segn evolucione la conducta de la burguesa gobernante. Pero en uno y otro caso el blanco principal sern las masas populares y su vanguardia revolucionaria. Ah estn de vuelta los zurdos se quejaba con amargura y odio un oficial sublevado mientras sealaba en Ruta 8, frente a Campo de Mayo. Contar o no con sectores de la burguesa del lado del pueblo no es indiferente. La tesis trotskista que son todo lo mismo, hay absoluta complicidad, no tienen casi contradicciones, se verific, una vez ms, bsicamente errnea. Pero ninguna estrategia puede colocar el centro de gravedad de su poltica en esta cuestin. La batalla decisiva ser entre e pueblo y las FFAA reaccionarias. Urge entonces, operar en dos direcciones. Una, que garantice la ms amplia movilizacin popular. Otra que, actuando en el interior de la movilizacin y organizacin popular, abra la perspectiva de ejercer contra el fascismo la defensa y contrataque en el terreno militar. Una labor que permita convertir la accin de masas en una autntica rebelin antifascista.Los Rambos son peligrosos. No pueden ser subestimados. Pero tampoco creer que son invencibles. Ellos tambin son vulnerables. Ya perdieron en Vietnam, en Cuba, estn perdiendo en Nicaragua, tarde o temprano, perdern en

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    Edicin 50 aniversario VC-PRML

    nuestra patria. Las opiniones crticas que nos merece la actitud del frentismo no empaan la actitud fraterna, unitaria y solidaria de nuestro Partido con esas fuerzas. Pero supone plantear la necesidad imperiosa de desarrollar y fortalecer la vanguardia revolucionaria que se coloque en la punta de la accin de masas.Este es el objetivo y la misin que se ha impuesto nuestro Partido. Por eso convocamos a los revolucionarios a integrarse a nuestras filas para consolidar la poltica, la va y la organizacin enfilada hacia la construccin de un poder popular revolucionario, dirigido por la clase obrera, que derrote a los Rambos y al proyecto de la II Republica bipartidista y dependiente, que aplaste a la oligarqua y el imperialismo, y que establezca un rgimen independiente, democrtico y popular, que abra camino al socialismo. Buenos Aires, 26 de abril de 1987

  • Presentamos la primera de una serie de reediciones de materiales publicados en Temas Revolucionarios, revista terica del Partido Revolucionario Marxista Le-ninista (continuidad histrica de Vanguardia Comuni-sta) cuyos primeros nmeros datan de los aos 70. Lo hacemos con el propsito de formar a las nue-vas camadas de luchadores sindicales, estudiantiles, barriales, ambientalistas, etc., en pos de invitarlos a recorrer juntos el camino de la revolucin y de avanzar en la construccin de la herramienta imprescindible a tal fin, el partido de la clase trabajadora. En esta edicin reproducimos aquellos trabajos que plantean lo central del programa y la estrategia de la revolucin en nuestro pas. Los artculos que com-

    ponen esta entrega son El partido marxista - lenin-ista y el guerrillerismo (1964), Una historia, un compromiso con el marxismo-leninismo (1999), Resolucin poltica aprobada por el XI Congre-so del PRML (2009) y Una polmica con el PCR (2011). Acompaa a cada uno de ellos una introduccin y ref-erencias que permiten comprender mejor el contexto de produccin de los mismos as como algunos datos histricos de relevancia. Ms all de estos agregados, reproducimos los textos tal cual su versin original.

    Comit editor de Temas RevolucionariosBuenos Aires, febrero de 2015

  • -Re-edicin especial 50 aniversario-

    temasREVOLUCIONARIOS

  • TEMAS REVOLUCIONARIOS 3: Derrotemos el revisionismo Nuestras races Este material de EDICIONES NO TRANSAR, de octubre de 1964, y que hoy reproducimos en Temas Revolucionarios, es un documento que a nuestro entender tiene un alto valor histrico.

    Su relectura nos permite hurgar en nuestras propias races, es decir, en una de las vertientes de la llamada generacin del 70: el marxismo-leninismo.

    Elas Semn, primer secretario general de Vanguardia Comunista (VC), inicia su historia poltica en las filas del viejo Partido Socialista (PS). En 1960 viaja a Cuba a tomar conocimiento directo y solidarizarse con la primera revolucin popular en Amrica Latina. Uno de los frutos de ese viaje es la edicin del libro Cuba miliciana, en 1961.

    Por esos aos rompe con el reformismo del P.S. para formar el Partido Socialista Argentino de Vanguardia (PSAV). Ese es el momento en que se produce este documento, del que ser uno de sus principales redactores. Elas Semn hoy integra la lista de nuestros compaeros detenidos desaparecidos junto con Roberto Cristina, segundo secretario general de VC. Ambos desaparecieron con otros camaradas, en1978, del campo El Vesubio en la provincia de Bs. As..

    En la bsqueda por sentar las bases para la construccin del Partido marxista-leninista en Argentina, est uno de los mritos mayores de este documento. Para eso, y dividiendo aguas con el populismo, abre un debate frontal con las posiciones del revisionismo, encarnado en la direccin del Partido Comunista Argentino.

    Han pasado muchos aos y como fruto de un mayor conocimiento terico y de una ms extensa experiencia revolucionaria, podramos hoy discrepar con tal o cual valoracin puntual pero, en lo esencial, ellas siguen siendo correctas y merecen nuestra ratificacin.

    Ms an, nos sentimos orgullosos de ser, hoy como PARTIDO REVOLUCIONARIO DE LIBERACION, continuadores histricos de aquel embrin del marxismo leninismo que fue VANGUARDIA COMUNISTA.

    Introduccin: Herramienta militante Hace aproximadamente un ao, el viejo PSAV estallaba en varios pedazos.

    Despus de las elecciones del 7 de julio, vastos sectores de la militancia organizada de Capital Federal y Provincia de Buenos Aires buscaron promover, a travs de sus crticas al trabajo desarrollado por el partido en el proceso preelectoral, y a los supuestos polticos del mismo, una autocrtica de todo el Partido.

    El proceso preelectoral haba vuelto a mostrar tanto el carcter contrarrevolucionario, proburgus y proimperialista de la direccin peronista, como la incapacidad de la clase obrera de superar, a travs de su accin espontnea, la ideologa del movimiento. La poltica del PSAV, que se basaba en la posibilidad de que algn sector interno del peronismo cortara las cabezas de los dirigentes vendidos prolongando la tradicin revolucionaria del movimiento, se vino abajo, y en su cada arrastr las consignas del Partido que se apoyaban en ese principio: Defender el peronismo con Pern, Organizar el peronismo, Hacer astillas las urnas.

    En un primer momento, no comprendamos que cuestionar ese principio supona cuestionar un elemento esencial de la estrategia del viejo PSAV. A lo largo de la crisis y de nuestras discusiones sobre las causas de la misma, fuimos descubriendo que aos de sacrificada militancia cotidiana, de honesta y desinteresada dedicacin a lo que creamos era la causa del pueblo, no se fundaban sino en un cmulo de errores de principio. Las buenas intenciones no son ninguna garanta para el desarrollo de una accin revolucionaria.

  • Pero al mismo tiempo comprendamos lo estril de nuestro trabajo anterior, empezbamos a conocer el bagaje terico-prctico del marxismo, negado objetivamente por los idelogos mistificadores del viejo PSAV.

    A medida que integramos a nuestro pensamiento y accin la capacidad analtica y transformadora de la realidad del marxismo, comprendimos que los principales errores de principio que condicionaban las desviaciones polticas del PSAV eran: el desprecio objetivo por la ideologa y por el papel del partido de la clase obrera. A partir de estos errores, pasbamos por una variada gama de desviaciones que recorran el camino que va desde el seguidismo al peronismo hasta el entendimiento con el Partido Comunista; desde el guerrillerismo infantil al electoralismo reformista y burgus; desde el apoyo y toma de ejemplo mecnico de la Revolucin Cubana hasta la incapacidad de llevar a un nivel de principio las discrepancias con el Partido Comunista; desde la declamacin sobre el papel conductor de la clase obrera hasta la actitud mesinica pequeoburguesa de considerarnos los conductores elegidos de la Revolucin Argentina.

    Esta tarea, est presidida por un trabajo ideolgico-poltico de construccin de las bases de una estrategia revolucionaria para la Argentina; un trabajo de formacin terico-prctica de cuadros revolucionarios; una estrecha ligazn con los sectores ms combativos de la clase obrera, y una lucha ideolgica tendiente a reagrupar a los militantes marxistas-leninistas.

    Es innecesario aclarar, que partimos de la inexistencia en la Argentina del destacamento de vanguardia de la clase obrera y de la imposibilidad del Partido Comunista para cumplir ese papel.

    Los primeros meses de este ao transcurrido desde la crisis del viejo PSAV, fueron dedicados por los militantes que hoy constituimos el PSAV, a la rectificacin autocrtica de los errores cometidos y a sentar las bases para la construccin del Partido marxista-leninista de la Argentina.

    El Partido Comunista Argentino, que hace mucho tiempo -ms all de la actual polmica en el movimiento comunista internacional- sigue una lnea errnea desvinculada de los intereses de la clase obrera para intentar subordinarlos a los de la burguesa, ha abandonado definitivamente el nico instrumento capaz de posibilitar una rectificacin. En efecto, la direccin del PCA, al adherir al revisionismo contemporneo y renunciar a las enseanzas de la historia del movimiento comunista internacional conducido por Marx, Lenin y Stalin, negados hoy por el revisionismo, renuncia a la herramienta terica que le permitira rectificar sus errores para sealar el rumbo a la clase obrera y se integra a una poltica contrarrevolucionaria a nivel nacional e internacional.

    Al incorporarnos a la lucha mundial contra el revisionismo ubicando el papel conductor del Partido Comunista Chino, refirmamos la necesidad de constituir el destacamento organizado de la clase obrera, su vanguardia, su Partido.

    A destacar nuestra posicin dentro de la principal contradiccin actual del movimiento comunista internacional -el marxismo leninismo consecuente frente al revisionismo- dedicamos este folleto.

    La presencia del revisionismo dentro de las filas obreras es un peligro paralizador de la capacidad revolucionaria del pueblo. Por lo tanto los revisionistas, con los actuales dirigentes del PCUS a la cabeza, son los principales enemigos infiltrados en las filas del proletariado mundial.

    Sin embargo, no toda declaracin antirrevisionista constituye una justa posicin revolucionaria. En nuestro pas han surgido diversas corrientes que luchan contra el revisionismo. En el antirrevisionismo coexisten tendencias como el guerrillerismo y el trotskismo, incapaces de construir una negacin superadora del revisionismo, con tendencias cuyo entronque concreto con la historia del movimiento comunista internacional las capacita para desarrollar una lucha consecuente.

  • La construccin del Partido marxista leninista, que reconoce como antecedente las experiencias fruto de la prctica del proletariado mundial organizado en el movimiento comunista internacional, enriquecer a su vez esas experiencias.

    Este folleto no es un ensayo de marxismo acadmico. Es la herramienta militante de un grupo de revolucionarios, empeados en la tarea de la construccin del Partido marxista leninista, que nuestra gloriosa clase obrera necesita para despojarse del yugo de la explotacin imperialista y capitalista. Su objeto es arrancar del pantano revisionista a cientos de honestos camaradas arrastrados a l por la direccin del PC, como tambin difundir en el seno del antirrevisionismo lo que entendemos son las bases de una crtica terica consecuente de la poltica seguida por los modernos discpulos de Bernstein y Kautsky.

    Que este trabajo al mismo tiempo que un aporte a la polmica ms importante de la historia del movimiento comunista internacional, sea un llamado a la militancia conciente y organizada alrededor de sus principios. Si es as, en la dura tarea que nos impone la etapa actual de la Revolucin Argentina, nos encontraremos compartiendo el esfuerzo y la esperanza de la militancia.

    El marxismo y la clase obrera La sociedad capitalista que genera a la clase obrera como vctima de la

    explotacin del sistema, crea tambin las bases materiales y espirituales de que se valdrn los trabajadores para la subversin del orden constituido. La corporizacin del marxismo que revela las leyes del desarrollo social, en la lucha de la clase obrera capaz de transformar la sociedad capitalista en la sociedad socialista, determina la inevitable victoria del proletariado y de su ideologa. Slo el proletariado es el motor de la historia, y slo el marxismo es la conciencia del proceso histrico.

    El capitalismo no se limita a crear el mbito material de la explotacin, sino que tambin trata de imponer sus ideas a los trabajadores para resignarlos a su situacin de explotados. Cuando la clase obrera enfrenta al rgimen de sus patrones, la influencia de las ideas burguesas se traduce en una visin equivocada de la realidad, que impide a los obreros modificar una sociedad cuyos secretos todava no han penetrado. En el curso de la historia del movimiento obrero y del marxismo, esta influencia tom las formas del desviacionismo de izquierda y de derecha, los que al desconocer la realidad de la lucha de clases y la base material en que se asienta, -desconocimiento que se manifiesta en la subestimacin del poder de la burguesa o en la sobrestimacin de este poder- se oponen, en los hechos, a la subversin de la sociedad.

    As fue como el pensamiento que desnuda la iniquidad del capitalismo y anuncia su destruccin, no se impuso sin desenmascarar los errores introducidos en las filas obreras. El marxismo se desarroll como ideologa de la clase obrera durante el transcurso del siglo XIX, en la lucha contra el anarquismo que a pesar del eco que transitoriamente encontr entre los obreros, no suministraba los elementos tericos y las herramientas prcticas capaces de conducir la lucha del proletariado.

    Marxismo y antimarxismo Cuando el movimiento obrero y la ideologa marxista se funden en una idea

    indestructible, la influencia de las ideas burguesas adquirir el disfraz ms sutil de la revisin del marxismo. El revisionismo de Kautsky, que domin los partidos socialdemcratas europeos, neg los principios esenciales del marxismo. Ante la nueva forma que asuma el desarrollo capitalista, los revisionistas negaron la presencia en la sociedad creada por el imperialismo, de contradicciones que llevaban

  • a la guerra entre grandes potencias por el reparto del mundo. Y negaron tambin que el Estado era el representante armado de las clases dominantes, encargado de mantener por la fuerza el respeto de la propiedad privada de los medios de produccin. En consecuencia el revisionismo sostuvo la posibilidad de evitar la guerra apelando a la buena voluntad de las potencias imperialistas, y la posibilidad de modificar la sociedad mediante la realizacin de reformas que lentamente permitiran el triunfo de los explotados con el beneplcito de los explotadores. De estas formulaciones tericas que convertiran al imperialismo en un modelo de sensatez capaz de estimar la excelencia de la paz para entre los pueblos, y hacan del Estado un funcionario bondadoso y predispuesto a permitir la emancipacin de los trabajadores, los revisionistas pasaron en la prctica a sacrificar a los obreros europeos al servicio de la burguesa imperialista de cada pas en la primera guerra mundial, y a condenar a la clase obrera inerme a la violencia del Estado capitalista.

    Frente a esta falsificacin del marxismo, Lenin y el Partido Bolchevique desarrollaron, consecuentemente, el carcter del imperialismo fundado en la explotacin y la violencia sobre los pueblos, y el carcter del Estado determinado por su papel de preservar mediante la fuerza armada los intereses de la burguesa. Estos atributos del imperialismo y del Estado expuestos en la concepcin leninista, en tanto no respondan a un elemento casual sino que eran determinados por su naturaleza esencial, acompaaran al imperialismo y al Estado hasta su muerte. Fue en virtud de este anlisis objetivo de la realidad que el leninismo pudo formular la estrategia y la tctica de la revolucin obrera, derrotar al imperialismo, sealar el nico camino justo a los trabajadores del mundo con la victoria de la revolucin rusa de 1917, y demostrar en la prctica el significado contrarrevolucionario del revisionismo.

    Leninismo y antileninismo Cuando el marxismo leninismo se encarn en la URSS, la lucha enconada y

    persistente contra los oportunismos de derecha y de izquierda -representados por Bujarin y Trotsky, que atentaron contra el poder del proletariado- consolid el primer Estado Socialista. Bajo la firme direccin de Stalin el Partido Comunista de la Unin Sovitica seal una lnea justa, enfilada a la edificacin del socialismo en la URSS y al apoyo a la lucha del proletariado mundial. Durante este perodo se logr la derrota del fascismo en la segunda guerra mundial, la constitucin del campo socialista que sucedi a la victoria del Ejrcito Rojo, y el triunfo de la revolucin china. Como consecuencia de la lucha de clases librada en esta etapa histrica, result debilitada la fuerza del imperialismo, y registr un desarrollo gigantesco el podero del socialismo.

    La tendencia que constituye el revisionismo contemporneo, tuvo su primera manifestacin en la Liga de los Comunistas Yugoslavos. El triunfo de esta corriente llev a Yugoslavia a quebrar la unidad del campo socialista, inclinarse hacia el imperialismo norteamericano, y retroceder en las conquistas logradas por la clase obrera.

    Unidad en el marxismo leninismo Con las resoluciones aprobadas en el XX Congreso del PCUS celebrado en

    1956, que se continan con las decisiones adoptadas en el XXII Congreso realizado en 1961, el grupo de Kruschev abon el terreno para imprimir decididamente al PCUS el rumbo revisionista iniciado por el titosmo. La profesin de fe revisionista ha llevado a la actual direccin del PCUS, a renegar de la propia historia de la URSS que es patrimonio del movimiento comunista internacional, a sustituir el marxismo leninismo por el revisionismo contemporneo, a quebrar la unidad del campo socialista, y a

  • desarrollar una poltica que se opone a los intereses del proletariado mundial, y favorece al imperialismo norteamericano.

    El revisionismo contemporneo reemplaza las tesis leninistas sobre el imperialismo y la guerra, por las tesis que el revisionismo de Kautsky acu para traicionar a la clase obrera. Y esto no es una imputacin caprichosa de los acusadores ni tampoco una coincidencia casual y desafortunada de los acusados, sino que para llevar adelante la poltica de acuerdo con el imperialismo y renuncia a la revolucin, no existe otro arsenal terico que el acumulado por los revisionistas que combatieron a Lenin. Al quehacer similar de una y otra forma de revisionismo, se aade necesariamente la comn inspiracin del pensamiento. Y es por eso que la actual direccin del PCUS -mal que le pese- no tiene otro remedio que exhibirse al desnudo, portadora de un viejo vino y nefasto, en un recipiente nuevo.

    La poltica del revisionismo contemporneo tiene sus races en la existencia del campo imperialista, y se vincula a la vigencia de resabios de la vieja sociedad en un momento particular de la construccin socialista. La poltica de los Estados Unidos tiende a promover el desarrollo del revisionismo, como instrumento adecuado para preservar la vida del imperialismo corrompiendo los Estados Socialistas, y frenando la lucha de los pueblos oprimidos y de la clase trabajadora, en dos procesos simultneos y paralelos. Esta victoria de la poltica imperialista en las propias filas obreras, demanda de las fuerzas marxistas leninistas la visin autocrtica de la historia del movimiento comunista internacional, para reconocer y corregir los errores que han permitido la transformacin cualitativa de la direccin proletaria del PCUS, en la actual direccin revisionista que reniega del rol histrico de los obreros soviticos. Y en particular los errores cometidos durante la poca de Stalin, en la relacin con los partidos hermanos de la internacional comunista. Si en la clase obrera primero, en el marxismo despus, en el Estado Socialista ms tarde, y en el campo socialista hoy, la influencia de las ideas burguesas puede detener transitoriamente el curso de la lucha de clases, lo nico perdurable es sin embargo, el marxismo y el proletariado. Y esto, porque las desviaciones son apenas aliadas de la burguesa, mientras que slo el marxismo y el proletariado son aliados de la historia.

    Si el revisionismo contemporneo pretende quebrar la unidad de la lucha contra el imperialismo negando la ideologa que es el fundamento de esa unidad, el propio campo socialista ha generado las fuerzas capaces de restablecer esa unidad sobre la base del marxismo leninismo, superando la realidad que permiti la aparicin del revisionismo. El Partido Comunista Chino ha asumido la dura y honrosa tarea de conducir el proceso que forjar la nueva realidad, en la lucha contra imperialismo norteamericano y la capitulacin revisionista. Esta nueva etapa histrica slo puede concluir con el fortalecimiento y la extensin del campo socialista, y la vigorizacin de las fuerzas obreras del mundo.

    El imperialismo y la paz en Lenin La renuncia a la concepcin leninista sobre el imperialismo y la paz, sobre el

    Estado y la revolucin proletaria, definen los aspectos esenciales del revisionismo contemporneo, como fundamentos de una poltica contrarrevolucionaria introducida en el movimiento comunista internacional. Veamos, en primer lugar, la teora y la conducta antileninistas del revisionismo, frente al problema del imperialismo y la paz.

    Lenin formul las leyes que rigen el desarrollo del capitalismo en la etapa imperialista, y adecu a estas leyes la estrategia de la clase obrera para modificar, mediante su accin revolucionaria, la sociedad creada por el imperialismo. As fue como del conocimiento de la realidad objetiva, extrajo la teora de la revolucin proletaria que, transformada en accin, fue capaz de subvertir la realidad.

  • Lenin defini al imperialismo como la etapa del capitalismo agonizante y en descomposicin que, al mismo tiempo que llevaba a su grado ms alto la explotacin del proletariado y de los pueblos oprimidos, creaba las premisas materiales de la revolucin socialista. Y seal que la explotacin de que el imperialismo haca vctimas a los pases dependientes, era una caracterstica esencial al sistema imperialista y, que la guerra de las potencias imperialistas entre s por la disputa de los pases atrasados, y la guerra contra las colonias y pases dependientes, eran provocadas por la naturaleza agresiva del imperialismo. En virtud de esta caracterizacin del imperialismo, el objetivo de la lucha de la clase obrera consista en defender la paz atacando al sistema que generaba la guerra. Y en consecuencia toda poltica pacifista que no postulara como objetivo principal la lucha para derrocar la dominacin imperialista, favoreca el carcter belicista del imperialismo. Es decir, toda poltica que preconizaba la defensa de la paz mundial en base a un acuerdo de los gobiernos imperialistas, era una poltica que fomentando falsas ilusiones en las masas y frenando la lucha contra el imperialismo, favoreca la causa de la guerra. Por el contrario, slo la poltica leninista que sostena que la lucha por la paz era inseparable de la lucha contra el imperialismo, contribuy a quebrar el poder de los enemigos de la clase obrera.

    Desde la constitucin del primer Estado Socialista, el leninismo sostuvo, simultneamente, la necesidad de edificar el socialismo en el pas en que haba triunfado el proletariado y de apoyar, despertar y desarrollar la lucha de la clase obrera y el pueblo de cada pas contra el dominio capitalista. Esto importaba realizar la poltica de coexistencia pacfica entre Estados con regmenes sociales antagnicos, y proseguir la lucha para derrocar el imperialismo en cada pas hasta su aniquilamiento definitivo.

    La deformacin revisionista El revisionismo contemporneo introduce cambios sustanciales en la

    caracterizacin leninista frente al imperialismo. Estos cambios importan, por parte del revisionismo contemporneo, el abandono del leninismo y la adopcin -adaptada a nuevas condiciones histricas- de la poltica que caracteriz a los partidos socialdemcratas europeos durante la primera guerra mundial.

    Para el revisionismo contemporneo las caractersticas que Lenin seal como integrantes del imperialismo han dejado de ser tales. La calidad agresiva como un elemento que dominaba al imperialismo y no poda ser dominado por l, que gobernaba la voluntad de los hombres y que no dependa de la voluntad de los gobernantes, y que impona la insensatez del sistema al margen de la sensatez de los gobiernos, ha dejado de ser una consecuencia necesaria del imperialismo. Los revisionistas contemporneos, al igual que sus antecesores, subordinan la lucha por el socialismo a la lucha por la paz, desconociendo que el objetivo principal de la lucha del proletariado mundial consiste en socavar, debilitar y derrumbar el poder del imperialismo. Y desconociendo, tambin, que slo la lucha consecuente por este objetivo principal, permitir al movimiento comunista internacional el cumplimiento de la totalidad de sus objetivos.

    As es como los modernos revisionistas fundan su poltica de paz en un acuerdo con el campo capitalista, y en la renuncia al apoyo de la lucha de los pueblos contra el imperialismo. El leninismo no rechaza los compromisos, pero rechaza s todo compromiso que importe desconocer principios rectores de la lucha por el socialismo. Y ste es el caso del compromiso que pretenden los revisionistas cuando, para salvaguardar la causa de la paz -en realidad para debilitarla-, pintan de bellos colores el pacifismo de los imperialistas. As desarman polticamente a las masas en la lucha contra el principal generador de la guerra y enemigo de la paz, para obtener, a cambio de esto, la coexistencia pacfica entre Estados al precio de la coexistencia de los

  • pueblos oprimidos con la dominacin imperialista, y del proletariado europeo con la esclavitud asalariada.

    Se trata de un precio demasiado oneroso, y a cambio de un objetivo -la paz mundial- cuya conquista no reside en la conversin de los imperialistas sometidos a la ley de la ganancia en defensores de la paz, sino en el poder del campo socialista y en la lucha de los pueblos oprimidos contra el imperialismo. Camp David y el Congo

    La concepcin revisionista sobre el imperialismo y la paz, se traduce en la

    poltica exterior de la Unin Sovitica, y en la lnea que la direccin del PCUS pretende imprimir al movimiento comunista internacional.

    En setiembre de 1959, Kruschev y Eisenhower celebraban la conferencia de Camp David. Dicha conferencia marc un jaln en la poltica exterior del revisionismo, que reemplaza la justa poltica leninista de la coexistencia pacfica entre Estados con regmenes sociales antagnicos, por lo que lisa y llanamente es el respeto por las zonas de influencia del imperialismo norteamericano. En virtud de la poltica revisionista que imprimi su sello a la conferencia de Camp David, la paz mundial no era concebida como el resultado de la accin convergente del campo socialista, el movimiento de liberacin nacional, y la clase obrera internacional, sino como producto del acuerdo del revisionismo con el imperialismo. Es ste el significado de las palabras con que los revisionistas se referan a la conferencia de Camp David: Ya hemos dicho ms de una vez, que solamente los jefes de gobierno investidos de grandes poderes, son capaces de resolver los problemas internacionales ms complicados.

    En 1961 la Unin Sovitica pretendi imponer su poltica de acuerdo con el imperialismo, al plano de las relaciones entre una nacin oprimida y el imperialismo yanqui. As es como la poltica de coexistencia pacfica dejaba de ser una poltica de paz que se impona al imperialismo, para convertirse en una poltica de sometimiento que se impona al pueblo del Congo en sus relaciones con el imperialismo. Este fue precisamente el significado del voto conjunto de los Estados Unidos y la Unin Sovitica, resolviendo el envo de tropas de las Naciones Unidas para pacificar el Congo, que acababa de asistir al asesinato de su lder nacional Patricio Lumumba. Obviamente las tropas de la UN -controladas por el imperialismo yanqui- no cumplieron otro papel que facilitar el pasaje de la nacin africana, del dominio del antiguo colonialismo belga al neocolonialismo yanqui. Ms all de esta capitulacin del revisionismo ante la poltica imperialista en la cuestin el Congo, la lucha armada del pueblo congoleo, la constitucin del Comit de Liberacin Nacional, y la formacin del gobierno de la Repblica Popular del Congo en los territorios liberados, sealan cul es el verdadero camino en la lucha por la paz, la independencia nacional y el socialismo.

    Los modernos renegados Del mismo modo que el grupo Kruschev revela su ideologa revisionista en la poltica exterior de la Unin Sovitica, pretende conducir la capitulacin del movimiento comunista internacional ante el imperialismo. En oportunidad del viaje del general Eisenhower a Europa con posterioridad a la conferencia de Camp David, el Partido Comunista Italiano public en su rgano oficial esta bienvenida al presidente de los Estados Unidos: Los comunistas de Roma saludan a Eisenhower, y en nombre de doscientos cincuenta mil electores de la capital de la Repblica Italiana, expresan su confianza y determinacin de que no se disuelva la gran esperanza de paz que ha

  • inspirado en los corazones de todos los pueblos, la entrevista entre el Presidente de los EE.UU. de Amrica y el Primer Ministro de la Unin Sovitica".

    A su vez el Partido Comunista Francs criticaba el incumplimiento de la directiva

    de asistir a la recepcin en honor de Eisenhower, con estas palabras pronunciadas por Maurice Thorez en una sesin plenaria del Comit Central: Es necesario decir que hemos considerado como una falta, no haber asistido todos a la recepcin de Eisenhower en el Ayuntamiento, a pesar de la decisin del Bur Poltico que haba deseado que todos los electos de la regin parisiense, concejales municipales y concejales generales, estuviesen presentes. Cuando el presidente Eisenhower realiz su viaje por Amrica Latina, el Partido Comunista Argentino salud al representante yanqui, con la misma cordialidad que en 1945, tuvo con Mister Braden. La declaracin mencionada, expresaba su beneplcito "siempre que Eisenhower llegara a nuestro pas, animado del espritu de Camp David y no en defensa de los intereses monopolistas, como si Eisenhower pudiera llegar a nuestro pas o permanecer en el suyo, asistir a Camp David o viajar por Europa, de otro modo que como jefe del imperialismo, que constituye el mayor enemigo de nuestro pueblo, y de todos los pueblos del mundo.

    Esta lnea que el grupo Kruschev respalda en el movimiento comunista internacional, constituye la prueba ms evidente de su traicin al marxismo leninismo, y de su renuncia a luchar contra el imperialismo mundial: No hay derrocamiento de la dominacin imperialista sin revolucin, y no hay revolucin sin partidos revolucionarios. Estos partidos revisionistas que llevan a las masas a la conciliacin con sus enemigos, son la mejor garanta que el revisionismo otorga al imperialismo yanqui, para asegurar la permanencia de su dominio en las reas del mundo que todava controla.

    El ejemplo ms acabado del destino que reserva el revisionismo a sus adeptos, est dado por la actitud del Partido Comunista de la India, ante el conflicto fronterizo existente entre ese pas y China Comunista. En ocasin de agudizarse este conflicto, el Partido Comunista Hind -fiel a la poltica del grupo Kruschev- se puso al servicio del gobierno de la burguesa y los terratenientes, y del neocolonialismo yanqui que ha sucedido en la India al colonialismo ingls, renunciando al internacionalismo proletario. En noviembre de 1962, el presidente del Partido Comunista Hind, formulaba estas declaraciones en el Consejo del Congreso Sindical de la India: No participo de la opinin de que en una situacin como la nuestra, debemos decidir nuestra conducta preguntando, si el pas es nuestro o de la burguesa nacional. Apoyamos incondicionalmente el esfuerzo de guerra. Nosotros, como la clase obrera, decimos que por el momento suspendemos la cuestin de las luchas huelgusticas, y de la proteccin de nuestros intereses de clase por ese mtodo.

    Mientras la direccin revisionista lanzaba estas declaraciones, el gobierno de Nehr encarcelaba a ms de ochocientos militantes y dirigentes comunistas, fieles al marxismo leninismo y al internacionalismo proletario. Indudablemente, la teora y la conducta de la direccin revisionista de la India, no se inspiran en la teora y la conducta de Lenin. Slo en el ejemplo de los revisionistas, que en el curso de la primera guerra mundial fueron responsables del asesinato de Carlos Liebknecht y Rosa Luxemburgo, los revisionistas contemporneos pueden extraer enseanzas de su moderna traicin al socialismo.

    Reforma o revolucin La poltica revisionista en el plano internacional se traduce en el mbito de cada

    pas en la poltica de los partidos revisionistas. La conducta nacional antileninista descansa en el desconocimiento de la naturaleza de clase del Estado, del mismo modo que la conducta internacional antileninista se liga al desconocimiento de la naturaleza agresiva del imperialismo. De este modo el revisionismo pasa de la

  • colaboracin de clases internacional a la colaboracin de clases nacional; del acuerdo con el imperialismo al acuerdo con las clases que representan al imperialismo; de la mistificacin de la agresividad imperialista transformada en presunto pacifismo, al poder represivo del Estado, convertido en el supuesto respeto de las vas legales que facilitaran el acceso al poder del proletariado.

    Al igual que la poltica revisionista internacional y nacional son complementarias, tambin se integran los hallazgos tericos que en ambos terrenos han efectuado los revisionistas contemporneos. Si se omite la consideracin de la guerra como producto del imperialismo, es posible concebir un mundo sin guerras sin que esta paz universal y eterna sea la consecuencia de la destruccin del capitalismo. Y si se omite el anlisis de la violencia determinada por el carcter de clase del Estado, resulta posible concebir que el Estado burgus renuncie a sus atributos que sirven a una clase.

    El revisionismo hace de la violencia en que se funda el Estado, un accidente histrico y, en consecuencia, transforma tambin la violencia de la revolucin proletaria de necesidad histrica en mera casualidad. Estas conclusiones que los revisionistas contemporneos denominan caprichosamente marxismo leninismo creador, fortalecen el dominio de la burguesa, en tanto fomentan la ilusin que el Estado pueda prescindir de la violencia para mantener al proletariado en la situacin de clase sometida.

    Estado burgus y gobierno democrtico Indudablemente la concepcin del poder que sostenga el partido obrero

    determina la estrategia con la que pretende conducir la lucha del proletariado. Es decir, que la concepcin del carcter del Estado signar definitivamente a una estrategia con un contenido proletario o no proletario. Cuando un partido obrero acepta que el Estado rene las caractersticas que las clases por l representadas le atribuyen, y as acepta que el poder descansa en la aritmtica del sufragio universal, adeca a esta concepcin las formas de lucha para alterar el poder del Estado.

    As, si el sufragio universal, el parlamento y la va legal no son aspectos secundarios del dominio de la burguesa, sino que son las formas a las que est sujeto de un modo absoluto ese dominio, alterar las formas, modificando la aritmtica del sufragio universal, conquistando la mayora en el parlamento y utilizando las vas legales, son las formas de lucha que ejercer el proletariado para conquistar el poder. Cuando los revisionistas proclaman las formas de lucha pacficas como las adecuadas para la toma del poder por el proletariado, estn realizando una prctica que coincide con la idea burguesa del Estado y que, por lo tanto, es una prctica burguesa.

    En consecuencia, de una u otra concepcin del Estado, de una u otra forma de lucha para la conquista del poder, que lleva implcita una determinada concepcin del Estado, surgir si la estrategia del partido obrero es una estrategia proletaria o burguesa. Es decir, si es una estrategia que sirve al proletariado para la toma del poder o sirve a la burguesa para mantenerse en el poder.

    Los revisionistas contemporneos desconocen un problema sobre el cual la historia del proletariado proporciona ilustracin abundante. Los revisionistas no distinguen entre la forma democrtica del Estado y el contenido burgus del Estado, y se niegan a ver la verdad transparente de que en la medida en que la contradiccin entre la forma y el contenido del Estado se agudiza, jams se ha resuelto por la resignacin de las clases dominantes, que en homenaje a las formas democrticas sacrificarn sus intereses de clase, sino que por el contrario el contenido burgus del Estado suprimi la forma democrtica de gobierno. Por lo tanto el acceso al poder del proletariado no se resuelve a travs de la lucha pacfica en la democracia, sino afirmando el poder de la clase obrera con el ejercicio de todas las formas de lucha, que en su desarrollo superior asumen la calidad de lucha armada. As, la clase obrera

  • llega a la conquista del poder negando el contenido burgus del Estado, para restablecer con un contenido proletario la forma democrtica del gobierno.

    Las dos vas El revisionismo ha proclamado la existencia de dos formas del acceso al poder

    del proletariado, las que consistiran en las vas pacfica y no pacfica. Este problema se haya directamente ligado al problema vital de la lucha de clases, por cuanto la definicin de las vas de acceso al poder implica una definicin del Estado de la revolucin y la dictadura del proletariado. No es posible sostener la concepcin leninista del Estado y deducir las formas de lucha de la clase obrera contradictoriamente con esta concepcin, ni tampoco es posible defender la tesis del trnsito pacfico al socialismo y mantener en pie una caracterizacin del Estado que denuncia su esencia en la violencia de las clases explotadoras sobre las clases explotadas. En consecuencia el problema de las vas de trnsito al socialismo no es un problema a resolver empricamente, sino una cuestin sobre la cual el marxismo, en base a la experiencia del proletariado mundial, ha formulado principios que se enriquecen y desarrollan con su aplicacin a cada situacin particular. Efectivamente, conforme al principio que establece el carcter violento de la revolucin proletaria, existen adecuaciones a cada circunstancia concreta que imponen la correcta combinacin de las formas de lucha pacficas y no pacficas, pero entendiendo siempre que la conduccin del proletariado hacia las formas armadas de la lucha de clases es el aspecto principal y determinante de la toma del poder.

    Cuando el revisionismo postula que en cada pas la posibilidad real del modo pacfico o no pacfico del paso al socialismo se determina por las condiciones histricas concretas como afirma el informe Suslov, confunde deliberadamente condiciones que varan en el curso de la lucha de clases con aquellas que, como el carcter del Estado fundado en la violencia sobre las clases explotadas, son esenciales a toda sociedad dividida en clases y al dominio de la clase de la burguesa. En consecuencia el principio leninista que establece el carcter violento de la revolucin proletaria no puede ser alterado por ninguna condicin histrica concreta, ya que todas estas condiciones se subordinan a la que definimos como principal, que es, precisamente, la que permite extraer la conclusin de que la va pacfica no es la forma de trnsito del capitalismo al socialismo.

    El cambio de la correlacin de fuerzas en el mundo en favor del campo socialista invocado para justificar la tesis del camino pacfico, resulta inadmisible. El cambio de la correlacin de fuerzas en favor del campo socialista, si bien favorece el desarrollo de la lucha revolucionaria en el mundo, no altera la naturaleza de las contradicciones con el campo imperialista y en cada pas capitalista. El cambio de correlacin de fuerzas no hace que el Estado burgus deje de ser tal y que la revolucin proletaria no tenga como condicin la destruccin violenta de ese Estado.

    El carcter excepcional de la toma del poder mediante el triunfo pacfico slo puede plantearse en condiciones tales que, el poder del campo socialista en el mundo y la superioridad ideolgica poltica y militar conquistada por la clase obrera a travs de la lucha en el pas en que se libra el proceso revolucionario, impongan la capitulacin de la burguesa y el imperialismo ante el proletariado. Pero la tesis del camino pacfico, en cuanto comienza privando a la clase obrera de su superioridad ideolgica sobre los enemigos, slo conduce, por el contrario, a la capitulacin del proletariado ante la burguesa y el imperialismo.

    Leninismo de palabra Todas estas desviaciones fueron propuestas hace mucho tiempo al movimiento

    obrero internacional. Rechazarlas ideolgicamente signific un avance prodigioso para

  • las fuerzas obreras del mundo. Todo el desarrollo del proletariado despus de la primera guerra mundial tiene, como antecedente necesario, la derrota ideolgica de las corrientes revisionistas que preparaban al movimiento obrero para la parlisis y la derrota. su vez, el futuro del movimiento revolucionario requiere desenmascarar y destruir al revisionismo en la clase obrera y gestar su anttesis leninista. Si de aquellos revisionistas se dijo que eran marxistas de palabra y servidores del imperialismo en los hechos, de estos revisionistas hay que decir que son leninistas de palabra y servidores del imperialismo en los hechos. De qu vala sostener la concepcin de Marx sobre la dictadura del proletariado para despojar a esta concepcin de la prctica revolucionaria que impona?. De qu vale adherir de palabra a la concepcin leninista del Estado para realizar una prctica divorciada de esta concepcin?.

    Lenin tuvo oportunidad de referirse a esta prestidigitacin, que en su hora no escap a la conciencia de clase del proletariado, como no escapar tampoco esta nueva prestidigitacin que el grupo Kruschev ensaya en las filas del movimiento comunista internacional: Con manifiestos sofismas se vaca al marxismo de su alma revolucionaria viva, se reconoce en l todo menos los medios revolucionarios de lucha, la propaganda y la preparacin de estos medios, la educacin de las masas en ese sentido

    Y sealando la oposicin entre el marxismo y el revisionismo ante el problema de la revolucin, Lenin lleg al fondo de la cuestin cuidadosamente ocultado por los revisionistas de ayer y de hoy: Y ahora se ha impuesto la verdad: se trata de la oposicin entre revolucin pacfica y revolucin violenta. Ah est el asunto. Todos los subterfugios, los sofismas, las viles falsificaciones de que Kautsky se vale, le hacen falta para rehuir la revolucin violenta, para ocultar que reniega de ellas, que se pasa al lado de la poltica obrera liberal, es decir, al lado de la burguesa. Ah est el asunto. Y el asunto ha sido puesto nuevamente all por el revisionismo contemporneo, que sustituye el mtodo leninista que expone las contradicciones de la realidad y la lucha destinada a resolverlas, por un anlisis formal y un lenguaje gelatinoso que no permite apreciar donde termina el poder de la burguesa y donde comienza el poder del proletariado.

    La definicin de Jos Stalin sobre la dictadura del proletariado, demuestra claramente cmo las tesis del trnsito pacfico al socialismo importa necesariamente el abandono del leninismo: La dictadura del proletariado no puede brotar como resultado del desarrollo pacfico de la sociedad burguesa y de la democracia burguesa; slo puede brotar como resultado de la destruccin de la mquina del Estado burgus, del ejrcito burgus, del aparato burocrtico burgus, de la polica burguesa.

    Por otra parte esta desercin del leninismo en los hechos ha sido acompaada por alteraciones expresas de la tesis leninista sobre el carcter del Estado, efectuadas por distintos partidos revisionistas. Lenin defini al Estado como el aparato burocrtico militar al servicio de una clase, y estableci, como requisitos de la revolucin, la destruccin de la maquinaria del Estado burgus, al mismo tiempo que su reemplazo por la maquinaria del Estado proletario.

    Si esto es as y si los revisionistas no se han atrevido a negarlo preocupados por mantener su leninismo de palabra y su complicidad con el imperialismo de hecho, cmo es posible que el Partido Comunista de los Estados Unidos afirme, cuestionando el leninismo incluso en el terreno terico, que la violencia no constituye un elemento esencial del Estado y que ste es otra cosa que el poder de los monopolios imperialistas lanzados a la violencia contra los pueblos y ejerciendo la violencia contra su propia clase obrera asalariada?. Cmo pueden sostener, si estn de acuerdo con la definicin leninista del Estado, que existen dos centros de poder en Washington: uno en la Casa Blanca, el otro en el Pentgono?.Cmo pueden reducir en consecuencia, la lucha del proletariado a combatir slo una forma del poder del Estado expresaba por el Pentgono, negndose a luchar contra el contenido de clase del poder del Estado, presente tanto en la Casa Blanca como en el Pentgono?.

  • A su vez el Partido Comunista Italiano ha sido el ms audaz en pretender reemplazar la anticuada teora leninista del Estado, por la moderna teora revisionista del Estado. La tesis de las reformas estructurales sostenidas por el Partido Comunista Italiano, establece que sin conquistar el poder la clase obrera puede lograr modificaciones fundamentales en el rgimen capitalista. Asimismo entienden los revisionistas italianos que es posible realizar el trnsito al socialismo sin apartarse de la va legal, mediante el desarrollo de las formas de lucha pacfica que garantiza la Constitucin Italiana. Seguramente la Constitucin Italiana debe contener un artculo que prohibe a la burguesa monopolista llamar en su auxilio al ejrcito para obligar a la clase trabajadora a respetar la propiedad privada!. Tambin afirman los revisionistas italianos que la planificacin econmica, lejos de tener un claro contenido de clase y servir a los intereses de la burguesa monopolista, acerca la transformacin de la sociedad capitalista en sociedad socialista. Resulta as que los revisionistas italianos no slo adjudican a la burguesa monopolista la misin de preparar las condiciones objetivas para el socialismo; si no que tambin la burguesa monopolista preparar el trnsito al socialismo llenando seguramente el vaco histrico dejado por ellos.

    Capitulacin ante el imperialismo En Amrica Latina asistimos a una ofensiva general del imperialismo yanqui, que

    luego de proclamar la doctrina de Mann, se ha lanzado a consolidar su poder poltico y econmico en el rea continental en la que Cuba ha iniciado la revolucin socialista. La capitulacin revisionista, que ha paralizado la capacidad y la voluntad de lucha de la clase obrera y el pueblo, ha resultado un excelente aliado del imperialismo. Los dos ejemplos ms aleccionadores del significado contrarrevolucionario de la tesis de la va pacfica, han sido avalados por la derrota de la clase obrera en Brasil y Chile, conducida por la direccin revisionista.

    El revisionismo, que pretende ocultar con su crtica al aventurerismo su poltica capitulacionista, ha demostrado en Brasil y Chile, cmo la tesis de las dos vas no significa combinar las formas de lucha pacficas y no pacficas, sino condenar a la clase obrera a ser derrotada pacficamente por el imperialismo. Mientras el imperialismo ha decidido transitoriamente la situacin en Brasil y Chile, utilizando en el primer caso la va violenta y en el segundo la va pacfica, el revisionismo ha sido incapaz de preparar a las masas para enfrentar la violencia del imperialismo desarrollando la lucha armada, y ha sido incapaz de preparar a las masas para comprender el carcter de un proceso electoral controlado por el imperialismo. Por el contrario, ha sembrado ilusiones acerca de la posibilidad de tomar el poder pacficamente, respetando los supuestos bsicos del Estado y siendo respetados por ste. El proletariado y el pueblo de Brasil y Chile, pagan hoy el precio de estas ilusiones sembradas por el revisionismo.

    Si el revisionismo en general es la poltica que favorece al imperialismo en las filas obreras, el caso del Partido Comunista de la Argentina es la ms grosera de las caricaturas de la poltica revisionista. Este Partido divorciado de las masas y de la clase obrera, realizando ingentes esfuerzos para ser aceptado a la cola de la ltima manifestacin de progresismo de la burguesa, que su espejismo le permite vislumbrar, es la manifestacin ms consecuente del revisionismo y la traicin a la clase obrera.

    La renuncia total y absoluta a la va armada para la toma del poder, el reemplazo de la teora del Estado de Lenin por las conocidas acusaciones a los servicios represivos que impediran a los sucesivos gobiernos realizar su destino democrtico, la absurda oposicin entre el SIDE y el Parlamento que libraran una enconada lucha en la que se empecina en participar el Partido de Codovilla, el reemplazo de una poltica independiente y de clase por una poltica de presiones enfilada a obtener que el Estado se despoje voluntariamente de su carcter de aparato represivo al servicio

  • del imperialismo, imprimen su sello a una poltica contrarrevolucionaria, cuya destruccin y superacin constituyen una verdadera condicin de la revolucin argentina.

    Para los marxistas leninistas de Argentina queda planteado el deber de contribuir a la lucha internacional del proletariado, derrotando y superando la direccin revisionista del Partido Comunista. Para los marxistas leninistas que todava pertenecen al Partido de Codovilla, y para los que no pertenecen a l, la misin es derrotar y superar la poltica del revisionismo.

    La direccin del Partido Comunista que ya hace tiempo se desvincul de los intereses de nuestro proletariado, que con su adhesin al revisionismo se opone tambin a los intereses del proletariado mundial, ser derrotada y superada por el Partido marxista leninista de Argentina que se ligue a los objetivos de los trabajadores y de los pueblos oprimidos del mundo, y encabece a la par la lucha de los obreros argentinos contra el imperialismo norteamericano y sus aliados de clase.

  • ESBOZO SOBRE LA HISTORIA DEL PARTIDO

    A MANERA DE PROLOGO

    En abril de 1998, se cumpli el "33 aniversario" de la fundacin de nuestro Partido,

    nacido el 5 de abril de 1965, bajo el nombre de Vanguardia Comunista (VC). En agosto

    de este mismo ao, se cumpli el "20 aniversario" de la detencin y desaparicin de

    nuestros camaradas, entre ellos nuestro Sec. Gral. -Roberto Luis Cristina- durante el

    rgimen del terrorismo de estado.

    En ambos aniversarios, el Partido Revolucionario de Liberacin, (PRL), que hunde

    sus races en ese pasado y es por tanto continuidad de VC, luego PC m-l y ms tarde PL,

    prometi entregar este "esbozo" de historia partidaria.

    Lo hacemos, con un doble propsito.

    En primer lugar, para consolidar a nuestra militancia y llamar a los nuevos piqueteros

    y fogoneros de la lucha de clases, a incorporarse a este esfuerzo por dotar a la rebelin

    de los oprimidos, de una verdadera direccin clasista y revolucionaria. En segundo

    trmino, para contribuir a la unidad de los m-l en nuestro pas, con el objetivo de confluir

    bajo una lnea de principios pero sin falsos hegemonismos, detrs de un slido partido

    revolucionario de la clase trabajadora.

    De la misma manera que Lenin, debi sintetizar la experiencia de 1905 en direccin a

    consolidar un estado mayor -el Partido de los Bolcheviques- capaz de conducir a la

    victoria la Revolucin de 1917, hoy se impone a los m-l de la Argentina, la obligacin de

    sacar lecciones de su pasado -en particular- sobre la situacin revolucionaria abierta por

    la era de los "Cordobazos" y la llamada generacin del 70, que constituy una de las

    experiencias ms elevadas en la disputa por el poder poltico.

    Nuestro Partido naci en los aos previos a aquel gran ensayo insurreccional, en

    medio del cual se forjaron y educaron sus mejores hombres, expresando a esa vertiente

    del marxismo revolucionario que, adems de haber hecho los ms altos aportes a ese

    proceso, se arraig y consolid de tal manera que ni el terrorismo de estado, ni los

    regmenes anteriores o posteriores de democracia burguesa, pudieron quebrarlo y mucho

    menos "aniquilarlo", como dijeron proponerse.

    Por el contrario, apoyados en ese slido cimiento del pasado, balanceando

    correctamente nuestros aciertos pero tambin los errores cometidos, y templados por el

    ejemplo ideolgico que nos legaron nuestros mrtires, podemos afirmar hoy, que se han

    dado las mejores condiciones para avanzar hacia la construccin de un partido

    revolucionario marxista leninista, ms experto y fogueado en los avatares de la lucha de

    clases, capaz de organizar y orientar a la clase trabajadora detrs de su misin histrica

    de conducir al resto de las clases oprimidas, hacia una Argentina liberada camino al

    socialismo.

    En esa direccin, hemos echado races profundas, fuertemente arraigadas en la

    historia de la lucha de clases en nuestro pas, y nutridas por la experiencia

    internacionalista del movimiento obrero en el resto del mundo.

    Nos consideramos herederos de aquellos pioneros del comunismo que, desde los

    orgenes del movimiento obrero hacia principios de siglo, buscaron construir un

    destacamento poltico independiente de clase , e intentamos continuar la obra, de

    aquellos marxistas leninistas que -entre la dcada del 60 al 70- advirtiendo la

    degeneracin de ese primer intento, apostaron a la refundacin del destacamento de

    vanguardia de la clase obrera argentina.

    DE LA FUNDACION A LA REFUNDACION DEL PARTIDO

  • Sin desmerecer los aportes iniciales realizados por las corrientes anarquistas y

    socialistas de fines del siglo pasado y principios de este, pero teniendo en cuenta tambin

    sus propias limitaciones, en particular, las concepciones anarco-sindicaleristas de unos y

    social-reformistas de otros, recin se puede hablar de partido de clase, a partir de la

    fundacin en 1918 del Partido Socialista Obrero Internacional, quien desde 1921 y bajo

    las "21 condiciones" establecidas por Lenin en la III Internacional, adoptara el nombre de

    Partido Comunista Argentino.

    Hay dos elementos fundamentales que dieron origen a este proceso.

    Por un lado, el tremendo prestigio de la revolucin bolchevique de 1917 y la

    construccin del primer estado socialista en el mundo, que signific la materializacin

    prctica de la teora cientfica expuesta por Marx y Engels en el siglo pasado, ms los

    aportes de Lenin en la etapa del imperialismo y la revolucin proletaria, as como su

    concepcin sobre el estado, la necesidad de la revolucin y el rol del partido como estado

    mayor dirigente del proletariado. Por el otro, est la maduracin de condiciones objetivas

    internas que, producto del desarrollo de un proyecto de capitalismo agroexportador -

    aunque maniatado al imperialismo ingls-, haba generado un proletariado que desde los

    levantamientos de 1905 y 1912, hasta llegar a la Semana Trgica en 1919 y la Patagonia

    Rebelde de 1921, haba empezado a asumir el papel protagnico de vanguardia de

    nuestro pueblo.

    En ese marco, el "Grito de Alcorta" de 1912, que expresara el surgimiento de una

    naciente burguesa nacional agraria, y la explosin estudiantil que da pie a la "Reforma de

    1918", abren paso al yrigoyenismo y a un conjunto de conquistas democrtico burguesas.

    Yrigoyen personific esa poltica dual y vacilante del nacionalismo burgus reformista,

    tpica de los pases capitalistas dependientes, en la cual se entremezclan ciertos aspectos

    progresistas que lo llevaron a disputas con sectores de la vieja clase terrateniente y el

    imperialismo britnico y que, al mismo tiempo, desarroll una poltica explotadora y

    represiva contra el movimiento obrero y las masas oprimidas.

    Por supuesto, dado el carcter no revolucionario de esta burguesa nacional, el

    alvearismo, apoyado en sectores oligrquicos, terminar por hacer de esta fuerza uno de

    los tantos instrumentos polticos al servicio de la gran burguesa y el imperialismo.

    No caben dudas que durante esta poca el Partido Comunista interpreta los intereses

    del proletariado y quien, adems de orientarlo en sus luchas por demandas inmediatas,

    construye una poderosa corriente clasista como la ms elevada expresin poltico sindical

    de los trabajadores.

    Ms all de ciertos errores tcticos por "izquierda" cometidos frente a Yrigoyen , o

    cierta autocrtica tarda de aquellos vicios que lo llevaron a errores por "derecha" ante

    Alvear, los comunistas eran la ms fiel expresin del clasismo revolucionario. Aunque con

    signos de dogmatismo, su estrategia insurreccional de "todo el poder a los soviets de

    obreros y campesinos", era la brjula orientadora de su accionar tctico.

    Seguramente, su mayor aporte a la lucha de clases lo hizo durante este perodo, el de

    la "Dcada Infame".

    A partir de la crisis mundial de 1929, en medio de una dura disputa entre ingleses y

    yanquis por el reparto del mercado, la gran burguesa terrateniente asociada al

    imperialismo, se lanza a aprovechar la renta agraria para convertirse en gran burguesa

    comercial, industrial y financiera, de inversiones mltiples y bajo formas monoplicas de

    produccin. (1).

    Por supuesto que se trat de un proceso forzado y maniatado de desarrollo capitalista

    , al servicio del cual las clases dominantes necesitaban superexplotar a los trabajadores,

    cercenar los derechos democrticos del pueblo, acudir a formas dictatoriales y violentas

    de gobierno.

  • Es a partir de all que, sobre la base de haber ganado la direccin de los principales

    sindicatos y federaciones obreras del pas -como la de la carne, textiles, construccin,

    ferroviarios, etc.-, el PCA se convierte en el organizador de la "Gran Huelga de 1936" y

    de la rebelda que posteriormente se desatar hasta enterrar a aquella clebre dictadura

    oligrquica.

    Adems de esto, en una clara muestra del internacionalismo proletario, el PCA,

    tambin apoy y aport contingentes de combatientes al movimiento revolucionario y

    antifascista, en defensa de la Repblica, durante la guerra civil en Espaa.

    Estos hechos tienen una gran importancia porque, con posterioridad a la dcada del

    40 y hasta nuestros das, surgir una interpretacin atada a la ideologa del nacionalismo

    burgus y enfrentada al m-l sobre los orgenes del movimiento obrero y sus esfuerzos por

    construir su propia expresin poltica.

    Ayer Montoneros, hoy la CPL y otras fuerzas nacional populistas, constituyen parte de

    esas corrientes segn la cual, tales orgenes y su ms alta expresin de protagonismo

    poltico, estn dados por los hechos del "17 de Octubre del 45" bajo la conduccin del

    peronismo.

    Por supuesto que estas teoras, en alguna medida todava podan justificarse o

    encontrar un cierto espacio de desarrollo en lo que va del 45 al 55, as como en el

    perodo de la resistencia encabezada por J. W. Cooke despus del golpe gorila, incluso

    se podra extender hasta el gobierno de Cmpora en el 73. Pero no hay dudas que

    quedaran desmentidas por los hechos posteriores al retorno de Pern, el abrazo con

    Rucci y la Masacre de Ezeiza, la expulsin de la JP de la Plaza durante el acto del 1ro. de

    Mayo de 1974, ms el engendro fascistoide de Isabel, Lpez Rega y las "Tres A" y,

    finalmente, con el menemismo.

    De todas maneras la raz de esta verdadera encrucijada histrica por la cual el

    movimiento obrero, despus de sus orgenes clasistas, qued durante muchos aos bajo

    la influencia y a merced de la direccin nacional burguesa del peronismo, tienen como

    base o fuente principal algunas desviaciones iniciales, as como la posterior claudicacin

    de la cpula dirigente del PCA y su conversin bajo la direccin de Codovilla en una

    fuerza revisora del m-l, que por momentos furgone detrs de ciertos proyectos

    oligrquicos, y en otros lo hizo detrs del democratismo burgus.

    Uno de los temas que no logr superar esa dirigencia del PCA, es su concepcin

    respecto a la caracterizacin de la sociedad argentina, teora que hered del viejo Partido

    Socialista. Su definicin durante dcadas de que ste era un pas "semifeudal" -ver obras

    de su historiador Leonardo Paso- no slo lo llev a una visin sarmientina y liberal del

    pasado sino cre las condiciones para ciertos alineamientos por derecha. (2)

    Sin embargo, lo que ms dao hizo a ese partido fue el abandono paulatino de una

    estrategia de poder revolucionaria que, como ya dijramos, tena vicios de mecanicismo y

    dogmatismo respecto a la experiencia de los bolcheviques, pero era la anttesis de las

    concepciones de conciliacin de clases a las que fuera adhiriendo Codovilla, bajo la

    influencia de la corriente socialdemcrata de Eral Browder, del PC norteamericano.

    Sobre esta base es comprensible entender que la cpula del PCA haya interpretado la

    correcta tctica de "Frente Unico Antifascista", aplicada por el Estado Sovitico en tiempo

    de Stalin durante la II Guerra Mundial, como una lnea estratgica que alteraba la

    naturaleza reaccionaria del imperialismo y sus aliados locales.

    El nacimiento del peronismo, ms all de las simpatas de Pern hacia el "Eje",

    interpretaba los intereses de una naciente burguesa nacional industrial, con esa poltica

    dual y vacilante que sealramos en el caso de Yrigoyen. Frente a ello el PCA, junto al

    PS y la UCR, distintas alas del conservadorismo y Spruille Braden -embajador de los

    EEUU- levantaron la reaccionaria Unin Democrtica.

  • Tal posicin, como la asumida frente al golpe reaccionario del 55, terminaron por

    sepultar la vieja historia del PCA. De all en ms, como en el caso de su apoyo al

    gobierno de Frondizi, slo les caba el papel de furgn de cola de la burguesa que todos

    conocemos.

    Otra hubiera sido la historia de la lucha de clases en nuestro pas si, con

    independencia y autonoma frente a Pern, el PCA se hubiera colocado en la vereda de

    enfrente de esa "Santa Alianza" oligrquico imperialista de la Unin Democrtica y, a

    partir de all, desarrollaba una tctica de unidad y lucha con el peronismo, en particular en

    su primer perodo de gobierno.

    De esa manera, el PCA hubiera seguido siendo la expresin del clasismo obrero y, al

    mismo tiempo, habra estado en condiciones de disputarle la direccin del movimiento de

    masas a la burguesa, cuando sta inici su proceso de claudicacin desde 1951 en

    adelante, para terminar de colocarse a la cabeza de ese movimiento obrero y de masas

    que, en el 55, hasta lleg a pedir las armas para enfrentar al golpe reaccionario y

    proimperialista.

    Claro, que para eso se necesitaba un partido revolucionario, capaz de definir

    correctamente los blancos, dotarse de una tctica antioligrquica y antimperialista, y

    prepararse para convocar a la insurreccin de masas, tarea para la cual el PCA ya estaba

    inhabilitado.

    Por eso y tal como se haban dado los acontecimientos, a las nuevas generaciones

    m-l, no les quedaba otra opcin que la de refundar el partido de la clase obrera.

    SOBRE LOS ORIGENES DE V.C. Y LA REFUNDACION DEL PARTIDO.

    Como muchas veces ocurre, inicialmente el grupo fundacional de Vanguardia

    Comunista no era ms que unas decenas de cuadros y militantes, compuesto

    mayoritariamente por intelectuales que provenan de las filas juveniles del Partido

    Socialista Argentino de Vanguardia (PSAV).

    Sin embargo, adems de sus cualidades revolucionarias, estaban convencidos de

    esa tesis leninista segn la cual la intelectualidad puede, y debe, servir de puente entre el

    socialismo cientfico y la praxis de la lucha de clases, fusionando la teora revolucionaria

    del marxismo con la prctica concreta del movimiento obrero.

    Por supuesto que, tal intento, se enmarcaba dentro de una situacin nacional e

    internacional favorable y que dara sustento objetivo al desafo planteado.

    Entre sus cuadros ms destacados por aquel entonces se encontraban Elas Semn,

    Roberto Cristina, Rubn Kriscautski y Sal Micflic, siendo ste uno de los primeros

    intentos de refundacin de un partido m-l, en la dcada del 60. (3)

    En lo interno, la situacin estaba caracterizada por una crisis de poder en el seno de

    las clases dominantes, que alternaban cortos perodos de golpes militares, con

    fracasados y hasta a veces ilegtimos regmenes de democracia burguesa.

    As por ejemplo, despus del golpe del 55, sobrevendra en 1958 el gobierno de

    Frondizi surgido sobre la base del apoyo del peronismo y que, apenas se alej de sus

    proclamas iniciales de corte antimperialistas, girando en direccin a una poltica que

    expresaba a la gran burguesa local asociada al capital norteamericano, debi aplicar el

    reaccionario "Plan Conintes" para intentar frenar -va represin- la rebelin desatada por

    la clase trabajadora.

    Despus de otro corto interregno golpista, surgira -entre 1963 y 1966- el gobierno de

    Arturo U. Illia. Gobierno que a pesar de no expresar a los sectores ms retrgrados de la

    UCR como el balbinismo, haba surgido de la proscripcin al peronismo y con slo el 25%

    de los votos, que le otorgaba una gran cuota de ilegitimidad.

  • Aunque Illia intent reflotar algunas medidas reformistas, siguiendo la lnea de

    Yrigoyen y Pern, su base de sustentacin ya no era la misma. Y si a eso se agrega su

    faceta represiva, que entre otras consecuencias trajo como secuela el asesinato de los

    obreros Mussi, Retamar y Mndez, su suerte estaba echada.

    Esa crisis de gobernabilidad, en medio de confrontaciones en el propio seno de las

    FFAA entre "azules y colorados" y la incapacidad de los partidos burgueses para

    resolverla, es lo que dar pie al golpe militar de Ongana del 28 de junio de 1966. Golpe

    reaccionario que, mientras Pern le daba un apoyo inicial con aquel "desensillar hasta

    que aclare", enviando a su representante -Augusto Timoteo Vandor - al acto de asuncin

    en el teatro Coln, nuestro partido, lo definira desde el vamos como un "golpe militar pro-

    yanqui". (4)

    Los hechos posteriores, la intervencin a las universidades, la represin desatada a

    partir de la llamada "noche de los bastones largos" y el asesinato del estudiante Santiago

    Pampilln en ese mismo ao, nos daran la razn. Razn, que se vera nuevamente

    reafirmada a partir del "Plan" Krieger Vasena, y la resistencia desatada por el movimiento

    obrero y la CGT de los Argentinos. Si sumamos a esto, que la lucha estudiantil tom una

    nueva envergadura a partir del "correntinazo" y el repudio al asesinato del estudiante

    Cabral, podremos entender aquel perodo de convulsin pre-Cordobazos.

    Si esta era la situacin nacional, el marco internacional tambin favoreca el

    surgimiento de una nueva izquierda revolucionaria.

    La decisiva influencia de la Revolucin Cubana como primer territorio libre de Amrica

    Latina y su rpido viraje en una direccin socialista, as como la consolidacin y el

    prestigio de la construccin del socialismo en Vietnam y China, y los avances del

    movimiento revolucionario en Asia, Africa y Amrica Latina, pasando por el "Mayo

    Francs" que sacudi a Europa y las luchas que se extendieron hasta el seno de los

    EEUU, daran pie a la aparicin de lo que, tiempo despus, conoceramos con el nombre

    de "Generacin del '70".

    Por otro lado, si bien es cierto que Kruschev ya haba iniciado ese lento pero

    irreversible proceso de retorno al capitalismo en la URSS , adems del prestigio que an

    gozaba la vieja patria de los bolcheviques, la defensa del m-l y del internacionalismo

    proletario por parte de Mao y el PC de China(PCCH), quienes se ubicaron a la vanguardia

    de la lucha contra el revisionismo, ayudaran al reagrupamiento del nuevo movimiento

    comunista internacional.

    Este contexto es el que crea bases objetivas para el surgimiento de VC.

    An siendo un joven militante socialista, Elas Semn -quien luego fuera nuestro

    primer secretario general, desde 1965 a 1968-, viaja a Cuba hacia fines de l960. A su

    vuelta, impresionado por esa revolucin y su trnsito al socialismo, edita en el verano del

    61 un libro titulado "Cuba Miliciana". Tal vez, sta sea una de las primeras sntesis de

    reivindicacin revolucionaria en nuestro pas, de aquel movimiento de guerra de guerrillas