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JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES Pueblos indígenas y derechos étnicos VII Jornadas Lascasianas UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Coordinador

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JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES

Pueblos indígenasy derechos étnicosVII Jornadas Lascasianas

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Coordinador

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PUEBLOS INDÍGENAS Y DERECHOS ÉTNICOSVII Jornadas Lascasianas

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INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICASSerie DOCTRINA JURÍDICA, Núm. 5

Formación en computadora: José Antonio Bautista SánchezDiseño de portada: Departamento de Publicaciones de la ENAP

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PUEBLOS INDÍGENASY

DERECHOS ÉTNICOSVII Jornadas Lascasianas

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICOMÉXICO, 1999

JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES

Coordinador

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Primera edición: 1999

DR © 1999. Universidad Nacional Autónoma de México

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES JURÍDICAS

Circuito Maestro Mario de la Cueva s/nCiudad Universitaria, México, D. F., C. P. 04510

Impreso y hecho en México

ISBN 968-36-7538-7

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ÍNDICE

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Los derechos de los pueblos indígenas . . . . . . . . . . . . . . . 9

Rigoberta MENCHÚ TUM

Los derechos humanos, una forma de la dialéctica . . . . . . . . . 17

Claudio ESTEVA FABREGAT

Visión contemporánea acerca de los derechos humanos de lospueblos indios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

Miguel Jesús MEDINA ESCALANTE

Del Estado homogéneo al Estado plural (el aspecto político: lacrisis del Estado-nación) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69

Luis VILLORO

La constitución del Estado-nación guatemalteco: el ascenso etno-crático ladino y la configuración del colonialismo interno . . . 83

José Emilio Rolando ORDÓÑEZ CIFUENTES

Renovación de ayuntamientos en los municipios de elección porusos y costumbres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107

Carmen CORDERO AVENDAÑO

Etnicidad y etnodesarrollo. La experiencia en México . . . . . . . 115

Enrique VALENCIA

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Tradición y modernidad. Encuentros y desencuentros de los pueblosindios frente al indigenismo y los procesos de globalización . . . 135

Carlos Salvador ORDÓÑEZ MAZARIEGOS

Derechos indígenas y protección del ambiente ¿dos estrategias encontradicción? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173

René KUPPE

El nuevo indigenismo iberoamericano ejemplificado por la expe-riencia brasileña . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195

Guillermo F. MARGADANT S.

La asociación CDRO como modelo de desarrollo en el área occi-dental de Guatemala . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229

Juan Alfredo YAX MORALES

Arnulfo ZACARÍAS VÁSQUEZ

Adecuación de los pueblos indios en la nueva legislación ambien-tal mexicana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241

Carlos DURAND ALCÁNTARA

256 ÍNDICE

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Pueblos indígenas y derechos étnicos. VII Jor-nadas Lascasianas, editado por el Instituto deInvestigaciones Jurídicas de la UNAM, se terminóde imprimir el 17 de marzo de 1999 en los talle-res de Cruz Editores. En esta edición se empleópapel cultural 70 x 95 de 50 kgs. para los inte-riores y cartulina couché de 162 kgs. para los fo-rros; consta de 500 ejemplares.

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PRESENTACIÓN

Nuevamente, con el apoyo de nuestro Instituto ponemos a la considera-ción de los lectores un conjunto de trabajos que hemos titulado Doce pro-puestas a partir de las VII Jornadas Lascasianas.

La celebración de las VII Jornadas fue posible gracias al apoyo delInstituto de Investigaciones Jurídicas y de la Universidad Juárez del Esta-do de Durango, México.

La coordinación general estuvo a cargo del suscrito, pero, sin duda,los méritos en cuanto a su éxito se deben al licenciado Rubén OntiverosRentería, director del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Univer-sidad Benito Juárez de Durango, anfitrión, quien con el apoyo de los co-legas Velia Patricia Barragán Cisneros, Claudia Rodríguez Mendiola, Ra-món Reyes Estrada, Néstor Naranjo Jiménez y Miguel Palacios Moncayoy del personal administrativo de dicho Instituto, fue posible realizarlas.

Las Jornadas se celebraron del 21 al 24 de mayo de 1997, con éxito ypor primera vez fuera de nuestro Instituto; como aporte significativo fue-ron llevadas en su celebración directamente a las comunidades indígenas:a los municipios de Nuevo Ideal y El Mezquital y también convivimoscon el pueblo menonita de la comunidad Tierra Linda. Tuvimos un reci-bimiento cálido, difícil de olvidar y aprendimos mucho. Agradecemos alos señores Gustavo Nevárez Montelongo y José M. Flores Ontiveros,presidentes municipales de Nuevo Ideal y El Mezquital, sus atenciones.

Finalmente, permítaseme hacer, a nombre de los ponentes y asisten-tes de México y otros lugares de nuestra madre Tierra, de organismos in-ternacionales y de la UNAM, un sentido reconocimiento al Instituto deInvestigaciones Jurídicas de la Universidad Juárez del Estado de Durangoy particularmente a nuestro querido colega, fino amigo y difusor de nues-tras Jornadas, licenciado Rubén Ontiveros Rentería.

Las próximas Jornadas se celebrarán en la ciudad de Guatemala, enmayo de 1998, con la temática “Balance y perspectivas del derecho so-cial y los pueblos indios de Mesoamérica” con el patrocinio del Consejo

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de Investigaciones para el Desarrollo de Centroamérica (CIDECA), la tri-centenaria Universidad de San Carlos de Guatemala, la Cooperación parael Desarrollo Rural de Occidente (Guatemala).

México, D.F., Durango, abril de 1998José Emilio Rolando Ordóñez Cifuentes

8 PRESENTACIÓN

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LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS

Rigoberta MENCHÚ TUM

Poco a poco, en los últimos decenios ha venido apareciendo un nuevo su-jeto social en las luchas reivindicativas de los pueblos: me refiero a losindígenas. No significa ello que los pueblos indígenas hayan estado au-sentes del proceso de construcción de nuestra historia.

No voy a referirme aquí a algo que es sobradamente conocido y que,junto a otros hermanos indígenas de varios países del continente america-no y del mundo, he señalado en muchas ocasiones: la conculcación, lanegación permanente de nuestros derechos como pueblos; la margina-ción, discriminación y explotación a las que hemos estado sometidos du-rante siglos.

Prefiero hacerlo sobre algunos de los logros que hemos obtenido en lasúltimas décadas como resultado de nuestra lucha porque nuestros derechossean reconocidos y respetados, y por lograr un mundo más humanizado en elque todos, sin importar las diferencias culturales, sino respetándolas y enor-gulleciéndonos de ellas por la enorme riqueza que representan, tengamoslas mismas oportunidades y posibilidades de lograr nuestro desarrollo in-dividual en el contexto del desarrollo integral de nuestros pueblos.

Dentro de las estrategias para ir resolviendo nuestra problemática his-tórica, creo que de alguna forma hemos venido trabajando. Hemos impul-sado acciones para ir ganándole terreno a la discriminación, marginacióny racismo, a la intolerancia. Los resultados poco a poco se han ido dando,no como nosotros quisiéramos, pero sí hemos tenido logros.

El solo hecho de haber permeado la conciencia de ciertos sectores dela población no indígena es un paso importante. Hablar de los derechosde los pueblos indígenas ha empezado a dejar de ser tabú.

Los indígenas de muchos países desde hace varios años hemos inicia-do contactos, tenido encuentros y discusiones que nos han permitidoidentificar problemas comunes sobre los cuales debemos trabajar, y a par-

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tir de ahí hemos elaborado planes de acción para luchar por nuestros dere-chos. En el marco del Año Internacional de los Pueblos Indígenas, decla-rado por la ONU en 1993 a petición nuestra, sostuvimos dos encuentrosde pueblos indígenas: uno en mayo de ese año (Chimaltenango, Guatema-la) y el otro en octubre (Oaxtepec, México), donde definimos una plata-forma de lucha.

Creamos también la Iniciativa Indígena por la Paz, en mayo de 1994;ésta es una instancia internacional e independiente integrada por indíge-nas que busca contribuir a la protección de los derechos de los pueblosindígenas en todas partes del mundo; contribuir al establecimiento de ins-trumentos jurídicos, normas y mecanismos eficientes para la protección yreconocimiento de estos derechos, y coadyuvar a la resolución pacífica decontroversias y que afectan a los pueblos indígenas. Al asumir este papel,Iniciativa Indígena por la Paz no pretende suplir el rol específico de lasorganizaciones a nivel local, nacional, regional o internacional, sino cola-borar con éstas en los esfuerzos comunes.

La lucha que hemos emprendido porque nuestros derechos sean reco-nocidos y respetados, ha trascendido las fronteras de nuestros propios paí-ses para ir directamente al campo internacional. Hemos hecho trabajo deparlamento, trabajo diplomático. Hemos ido a los propios salones de laONU para exigir a este organismo que nos acompañe en nuestra lucha ydemandas.

Al principio, teníamos que esperar que un diplomático saliera del sa-lón de sesiones para correr detrás de él y pedirle cinco minutos de sutiempo. Hoy las cosas empiezan a cambiar; ya acudimos directamente adistintos organismos de la ONU; hablamos en distintas tribunas de laONU. Se nos empieza a escuchar.

Sin embargo, esto no quiere decir que la situación de los pueblos in-dígenas haya cambiado sustancialmente. Persisten la marginación, la dis-criminación, la explotación, el racismo, la intolerancia. Las condicioneseconómicas, políticas y sociales siguen siendo las mismas o se han agrava-do. No hay correspondencia entre los logros obtenidos a nivel internacio-nal y lo que ocurre al interior de nuestros países. Por el contrario, pareceexistir un divorcio entre lo internacional y lo nacional.

Debido al trabajo que los pueblos indígenas han realizado, es posibleque en la actualidad la comunidad internacional nos escuche, sobre todola ONU, que declaró 1993 Año Internacional de los Pueblos Indígenas, yque tan sólo un año después aprobó el Decenio Internacional.

10 RIGOBERTA MENCHÚ TUM

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Lamentablemente, el Año Internacional no recibió la atención quemerecía por parte de los Estados. Se desperdició muchas veces en actossimbólicos insuficientes para las demandas de los pueblos indígenas, cuyosderechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales no puedenseguir esperando más tiempo para ser atendidos. Entendemos profunda-mente que un año no es suficiente para resolver los problemas históricosde los pueblos indígenas. Sin embargo, el Año Internacional nos ha brin-dado un importante espacio y la oportunidad de reafirmar nuestro derechoa la diversidad y el derecho de los pueblos a la diferencia.

Por eso luchamos porque la ONU declarara el Decenio Internacional delos Pueblos Indígenas del Mundo. Habiendo sido aprobado, el Decenio nospermitirá consolidar los avances significativos logrados en el campo de lasNaciones Unidas, así como los esfuerzos nacionales que han emprendido uncamino de nuevas relaciones. Nos permitirá encontrar soluciones profundasy pacíficas a los problemas con raíces históricas que viven nuestros pueblos.Deberá constituirse como un reto al reconocimiento en las respectivas Cons-tituciones de todos los Estados en los que viven los pueblos indígenas.

El Decenio también deberá representar para los indígenas un reto ha-cia la existencia, hacia el autodescubrimiento y a una reafirmación denuestros derechos inalienables. Asegurar verdaderas garantías para elfuncionamiento efectivo de nuestras instituciones políticas, sociales, eco-nómicas y culturales.

Se observa, en el campo internacional, la tendencia a ir construyendoy adoptando instrumentos jurídicos relacionados con el respeto y vigenciade los derechos de los pueblos indígenas. En este sentido, debe mencio-narse el Convenio 169 de la OIT sobre Pueblos Indígenas y Tribales enPaíses Independientes, que en el caso de Guatemala suscitó una fuerte po-lémica antes de ser ratificado por el Congreso en los primeros meses de1996, y que ha sido ratificado por alrededor de una decena de países. Aello se suma el hecho que, actualmente, en el seno de la Comisión de De-rechos Humanos de la ONU, se discute el proyecto de Declaración de Na-ciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

En este último caso se ha observado la participación activa de lospueblos indígenas y organizaciones no gubernamentales, así como el im-portante apoyo de varios países que simpatizan con las demandas y rei-vindicaciones de aquéllos.

Creo que esta tendencia implica que se ha roto el tradicional silencioque en torno a la problemática de los pueblos originarios ha existido, gra-

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cias a nuestra fe y decisión inquebrantable de lucha. Eso no quiere decirque los indígenas vean abiertas ante sí las puertas para la solución absolu-ta a su problemática histórica y que sus derechos económicos, políticos,sociales y culturales vayan a pasar a una situación de reconocimiento yrespeto plenos.

Entre los avances que se han registrado a nivel internacional y la situa-ción nacional que se sigue viviendo en muchos países, especialmente deAmérica Latina, existe un gran abismo que se caracteriza por la violaciónconstante, el desconocimiento y la falta de respeto a nuestros derechos.

Eso debe verse con detenimiento porque de su evolución depende engran medida que se pueda o no establecer un diálogo constructivo y detipo cooperativo entre poblaciones indígenas y poblaciones no indígenas.

En la medida que los gobiernos de los países miembros de la ONU,en cuyo territorio se asientan poblaciones indígenas y no indígenas, asu-man un compromiso serio en la aplicación de los instrumentos internacio-nales, introduzcan reformas constitucionales fundamentales e impulsenpolíticas, campañas, acciones, etcétera, en busca de la integración de susrespectivas sociedades partiendo del reconocimiento y respeto de los de-rechos de cada no de los pueblos que las conforman, será posible que sevayan construyendo nuevos espacios de relaciones interculturales basadasen el diálogo constructivo y en la cooperación, en el reconocimiento yejercicio pleno de los derechos de todos los pueblos y culturas.

En Latinoamérica, para los dirigentes políticos ha sido más importan-te y se han preocupado por la constitución de sociedades integradas almercado mundial o regional, pero no por la construcción de sociedadesinternamente integradas. Esto no quiere decir que deba tenderse a la ho-mogeneización, dinámica destructora que los pueblos indígenas america-nos conocemos muy bien, por medio de las campañas de aculturación oasimilación. Me refiero a la necesaria unidad de las sociedades nacionalesque ponga fin en su seno a las exclusiones de orden étnico, cultural, polí-tico y económico que han caracterizado la historia pasada y contemporá-nea de lo que hoy se denomina Iberoamérica. Me refiero a la construcciónde la unidad en la diversidad.

Los pueblos indígenas no rechazamos el mundo moderno, ni queremosfragmentar a los países donde vivimos. Queremos gozar de las ventajasdel desarrollo y encontrar nuestro lugar en naciones multiétnicas, pluri-culturales y multilingües de nuevo tipo, que es necesario construir. Esto

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significa que es necesario obtener la igualdad entre los pueblos que inte-gran las naciones.

Es decir, el acceso a una igualdad de derechos políticos, económicos,sociales y culturales al interior de los Estados o Estados-naciones en quevivimos. Esta igualdad debe centrarse en la búsqueda y realización de losderechos de los pueblos que integran un Estado, entre ellos el de hacerseoír y a tener un lugar en la construcción y conducción del mismo. Enotras palabras, que todos los individuos que lo componen partan de unaigualdad de oportunidades en las condiciones de existencia material, en elejercicio de los derechos políticos y en la conducción de los asuntos estatalese internacionales, pero a condición de preservar su cultura e identidad.

Aspirar al desarrollo y a contrarrestar el subdesarrollo en todas susformas, pasa necesariamente por la apertura a nuevos conceptos, otra for-ma de pensar y de actuar de parte de todos, que permita el reconocimien-to de la sabiduría y experiencia de la inmensa población afectada, entreella la de los pueblos indígenas.

A mi juicio, los derechos de los pueblos deben ser considerados porla comunidad internacional entre el conjunto de pilares de la organizaciónpolítica mundial, pues la igualdad entre los pueblos es inseparable del fu-turo de la humanidad. Sin éstos, el paradigma de la democracia jamásserá alcanzado.

Las tensiones entre el interés del Estado y los derechos de los pue-blos, entre los derechos de los pueblos y el orden mundial, están volvien-do extremadamente difícil el ejercicio del poder, de la diplomacia, de laintegración económica, de la acción de los organismos internacionales, ala par que está haciendo cada vez más cotidianas las soluciones bélicas alinterior de los Estados y entre Estados.

Tenemos que avanzar del individuo a la colectividad en materia dederechos. Y esto merece una mayor reflexión, tanto en el seno de las or-ganizaciones internacionales, como de los gobiernos. Parafraseando aLuis Cardoza y Aragón, uno de los más grandes escritores que han dadoGuatemala y nuestra América: “¿cómo se puede ser solidarios con pue-blos que no comprendemos y, lo que es peor, frente a los cuales el ordenmundial no está dispuesto a asumir sus luchas por el derecho a una exis-tencia con dignidad?”

Si es así, el espectro de las guerras étnicas y de las luchas de libera-ción en la historia seguirán atormentando a la humanidad para siempre agolpe de etnocidios, intervenciones militares y dictaduras.

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Esto está en el fondo de la urgente necesidad de la construcción denaciones multiétnicas, pluriculturales y multilingües, en las que el reco-nocimiento y respeto de los derechos de los pueblos que las integran seanel pilar fundamental que dé sustento a la democracia.

Finalmente, sólo quiero mencionar que durante el Decenio Interna-cional de los Pueblos Indígenas del Mundo, tenemos grandes retos yenormes posibilidades de avanzar hacia el establecimiento de sociedadesmás justas, igualitarias y democráticas. Me parece que durante este Dece-nio los indígenas debemos luchar por la adopción, ratificación y cumpli-miento de instrumentos internacionales que se refieren a los derechos delos pueblos indígenas.

Debemos dirigir nuestros esfuerzos hacia el establecimiento de rela-ciones interculturales que, partiendo del reconocimiento y respeto de ladiversidad cultural y el derecho a la diferencia, promuevan la compren-sión e interacción cultural que sean capaces de generar el enriquecimientocontinuo de la cultura propia y el enriquecimiento espiritual y material delos pueblos, propicien la convivencia y complementariedad cultural ysean el sustento de la unidad nacional.

Nos esforzaremos por hacer realidad la educación intercultural, fun-damental en las relaciones interculturales. Esta educación intercultural nose reduce a la educación institucional, formal; debe entenderse como esemundo de relaciones cotidianas, de experiencias de la vida diaria, de in-tercambio e interacción permanente y continuo sometido a las transfor-maciones profundas que emanan de la acción del ser humano; nace y senutre en los complejos tejidos sociales que moldean y dan forma a lassociedades. La educación intercultural debe estar reflejada y ser el susten-to de la educación oficial e institucional.

Nos empeñaremos también en propugnar, fomentar y hacer realidadel intercambio de ciencia y tecnología entre las distintas culturas y pue-blos, entre indígenas y no indígenas, tomando en cuenta que debe haberuna apropiación equitativa que promueva el desarrollo sostenible. Este in-tercambio y su aplicación deben sustentarse en las necesidades y aspira-ciones de los pueblos; deben tomar en cuenta su medio económico, políti-co, social y cultural.

Igualmente, lucharemos por la paz contribuyendo a tener los hilos de laigualdad, la justicia, la democracia participativa y el establecimiento derelaciones interculturales que hagan posible la convivencia armónica ypacífica en el marco de la pluralidad cultural.

14 RIGOBERTA MENCHÚ TUM

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Para ello, haremos de la proposición el mecanismo fundamental denuestra participación en tanto sujetos sociales y agentes de cambio. Debe-mos pasar de la denuncia y la etapa contestataria, a la proposición. Lospueblos indígenas no pueden esperar que la solución a su problemáticahistórica provenga de propuestas ajenas a ellos. La proposición, comomecanismo fundamental de nuestra participación, nos permitirá ir remon-tando la grave situación en la que vivimos y nos desenvolvemos.

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LOS DERECHOS HUMANOS,UNA FORMA DE LA DIALÉCTICA

Claudio ESTEVA FABREGAT

SUMARIO: I. Derechos humanos. Individuales y colectivos.II. Diferendos políticos en los derechos indígenas. III. Comu-nidad indígena y terminal estructural. IV. Derechos de situa-

ción. V. Poder político y desetnización. Bibliografía.

I. DERECHOS HUMANOS. INDIVIDUALES Y COLECTIVOS

A guisa de exploración de esta problemática de los derechos humanos en laspoblaciones indígenas americanas, podemos advertir que los principiosético-filosóficos en los que se afirman son los mismos en todas partes, entodos los países. Las únicas variaciones que observamos conciernen a lassituaciones y aplicaciones históricas de estos derechos.

Una primera individualización del problema nos permite advertir laexistencia de lo que podemos considerar ya una tradición negativa en la his-toria de las poblaciones indígenas. Nos referimos a la amenaza de disolu-ción permanente de su identidad, a la extinción en muchos casos, o a lacontracción en otros, y a los riesgos que enfrentan todos los días las per-sonas y los grupos indígenas cuando se trata de consolidar su continuidady reproducción como pueblos con historias específicas, con marcas legíti-mas de diferenciación y con formas de ser realizadas desde el ejercicio desu voluntad política.

En este supuesto, se parte de la idea de que los indígenas son colecti-vos étnicos culturalmente atrasados respecto de la sociedad nacional, y seconsidera que las ayudas que se les pueden proporcionar deben estimularla incorporación de sus personas a la cultura urbana en la identificacióncon los símbolos de su estilo peculiar: formas de vida, modos de vestir,

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lengua, identidad y conciencia política nacional. Todo cuanto no se ajustaa estas expectativas se asume como fuente de problemas políticos caren-tes de sentido cuando, desde la perspectiva de la cultura nacional, se pien-sa que el Estado ofrece a los indígenas la oportunidad de alcanzar un pro-greso que siendo indígenas no podrán conseguir por ellos mismos. Dehecho, los Estados nacionales americanos exhiben ante los indígenas elreclamo de un lema de progreso material y de civilización cuyos benefi-cios incluyen la adquisición de otra identidad, la propiamente nacional.Este objetivo nacional tiende a transformar lo étnico, entendido como unadiferencia cultural representada por la identidad indígena, en una identi-dad de prestigio y capacidad social superior, la del sistema nacional.

La resistencia indígena, sin embargo, no hay que entenderla en elsentido de ser una oposición a otras formas de cultura, en este caso una decarácter nacional, sino que es, en realidad, una resistencia contraria a laidea de cambiar por medio de esta adquisición su propia identidad étnica.De hecho, una resistencia de tal especie es equivalente a la misma quepodemos encontrar en cualquier parte del mundo cuando un grupo étnicoo nacional resiste activamente la idea de ser absorbido por otro más pode-roso. En el caso de las comunidades indígenas ubicadas en territorios delos diferentes Estados americanos, su lucha principal no la vemos relacio-nada con ideas de resistencia a la cultura objetiva de las sociedades naciona-les, sino que, en realidad, el núcleo de su actividad de resistencia lo cons-tituye la defensa de su identidad étnica. El problema es, básicamente,político en el sentido de proyectarse en forma de una defensa territorialde grupo étnico dirigida a preservar dos privilegios: el de autogobierno yel de identidad, más que cultural, pues en este último caso las adquisicio-nes y préstamos culturales suelen ser bienvenidos cuando se ajustan a lasnecesidades prácticas y de progreso material de los indígenas.

Aquí la cuestión de los derechos humanos que defienden para sí y,por ende, para los demás los indígenas, se plantea según el principio polí-tico definido por el presidente de México, Benito Juárez, cuando afirmabaque el “ respeto al derecho ajeno es la paz”. En esta forma de historia, y des-de la perspectiva indígena, es obvio que esta ajenidad hay que entenderlacomo una definición que reconoce, primero, la existencia de identidadesétnicas diferentes, y segundo, concierne a una relación entre éstas que su-giere diferencias de localización territorial en el inicio y desarrollos desus respectivas identidades. Éstos son principios, básicamente, políticos, ysu observancia se define en función de formas de autogobierno legitima-

18 CLAUDIO ESTEVA FABREGAT

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das por la voluntad de organización institucional de cada grupo étnico sinque éste sea necesariamente como tradición cultural diferente a otro vecino.

Se puede establecer, en este terreno de la extensión de los derechoshumanos individuales a la inclusión en ellos de los colectivos étnicos, elreconocimiento de que dos o más de estos grupos pueden pertenecer auna misma tradición cultural sin ser necesariamente iguales en identidadétnica, lingüística u organización política, pongamos por caso. En elejemplo, una gran tradición cultural en México pueden serlo la mayanse yla nahua, y, sin embargo de ello, las diferentes naciones y grupos étnicosque han surgido y se han desarrollado en el tiempo en territorios concre-tos del actual Estado mexicano, no son simétricas entre sí, ni en formasecológicas, ni en lenguas, ni en identidades, y ni siquiera sintiéndose indí-genas se sienten iguales entre sí. En común pueden autoconsiderarse dife-rentes a los mexicanos, pero entre ellos también se sienten diferentes. Ytodos entre sí asumen la diferenciación étnica, el sentimiento de poseeruna identidad íntima particular, una tradición de raíces genealógicas quefundan por sí mismas ideas de territorialidad.

En estas condiciones, el ejercicio de los derechos humanos se nosofrece en forma de una referencia más bien colectiva que individual. Yentendemos, asimismo, que también en el interior de los pueblos indíge-nas pueden darse problemas de derechos humanos cuando pensamos entérminos de asimetrías individuales y de violencias ejecutadas en formaarbitraria por una autoridad despótica. Todo eso puede ocurrir, y de hechoocurre, de manera que, incluso a pesar de que como colectivo político losderechos indígenas tienden a ser despreciados por las fuerzas políticasmás poderosas de los Estados nacionales, empero de ello, también en laescala de los derechos individuales en el interior de dichos colectivospueden darse situaciones sistemáticas de violencia ejercida contra perso-nas de la misma identidad por individuos de ésta. Así, esta es una cues-tión que, pensamos, está relacionada con derechos que son universales yque afectan al individuo, cualquiera que sea la cultura o la identidad enla que aparezca inscrito.

Dentro de este razonamiento, las culturas indígenas situadas en posi-ciones de escala diferente, de progreso material específico y de adaptaciónterritorial también peculiar, se encuentran presionadas como colectivos arenunciar a sus derechos de autogobierno y disposición política sobre suspropios recursos. Esto ocurre con cierta frecuencia y forma parte de lasexpectativas individuales que conciernen al estatus, primero, de los indí-

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genas en tanto comunidades, y de éstos en tanto individuos. En amboscasos, ser indígena conlleva una pérdida de estimación, una en la que ser-lo concluye en una discriminación y en una inferioridad social, económi-ca y política de hecho. Las fuerzas activas del indígena suelen ser siempreinferiores en capacidades sociales a las no-indígenas.

En términos de derechos humanos, reconocidos como derechos decolectivos étnicos o nacionales diferentes a los que representa el Estado,podemos advertir que en situaciones de confrontación éste tiende a supri-mir los colectivos de este carácter. En lugar de éstos, y en régimenes de-mocráticos se inclinan por la proclamación de la igualdad de las personasen los derechos individuales, pero no en los derechos de los nacionalis-mos internos resistentes a la unidad nacional única. Así, mientras el Esta-do procura asimilar las diferencias étnicas y reconoce las individuales, almismo tiempo, resiste el principio de que las diferencias étnicas y nacionalesque se dan en su interior tengan que corresponderse con reconocimientospolíticos de poder territorial. Así, el derecho al autogobierno es, en mu-chos casos, una de las principales asunciones de oposición a la diferencia.

En este supuesto, los derechos humanos individuales siempre son másfáciles de conceder y manipular por el Estado que lo son los colectivosétnicos y nacionales. En este sentido, mientras los derechos humanos en-tendidos como derechos colectivos propios de grupos étnicos o nacionalesfiguran, a menudo, como reivindicaciones no admitidas por los Estados, encambio, en esta reacción es frecuente que las políticas oficiales que nieganeste ejercicio y lo convierten en ilegal, acaban conduciéndolas a una acti-vidad clandestina. Mientras tanto, en las sociedades democráticas centra-listas o jacobinas, suelen asumirse sin dificultad los derechos individuales.

Como se ha señalado en otro lugar,1 y en este contexto, si es frecuenteconvertir en rivales políticos a los individuos de otros Estados, también po-demos añadir que esta consideración se extiende a personas del mismo Esta-do diferenciadas por sus adscripciones étnicas, y en este caso se encuentranlos miembros de las comunidades indígenas que pretenden adjudicarse dere-chos de autonomía, de autogobierno en su propia territorialidad. En estas cir-cunstancias, los líderes de cada parte no sólo se enfrentan por el hecho derepresentar diferencias de lealtad étnica, sino también porque los de una par-te suelen significar dominación mientras la otra procura escapar a la subordi-nación.

20 CLAUDIO ESTEVA FABREGAT

1 Cfr. Downing & Kushner 1988, p. 6.

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Este supuesto de rivalización del Estado en relación con sus gruposétnicos o nacionales se convierte fácilmente en una negación de aquellosderechos políticos que puedan significar derechos de control territorial yde autogestión de los recursos propios. De hecho, lo que esto determinaes que el Estado en su forma actual no tolera la existencia de resistenciasculturales y étnicas que tengan por base el derecho político adscrito a unaterritorialidad negada y que, por lo mismo, supongan el derecho políticode cada grupo étnico a gobernarse conforme a su propia voluntad en supropio territorio.

En este punto, el problema sugiere una cierta incapacidad del Estadopara administrar las diferencias de sus colectivos étnicos o nacionales conla misma flexibilidad que demuestra tener cuando se trata de sus ciudada-nos tratados como individuos en sus derechos. Dentro de esta perspectiva,un aspecto del problema es el de hasta qué punto las libertades individua-les no pueden ser libertades colectivas. Y aquí, a la pregunta que se haformulado en otro lugar,2 respecto al hasta qué punto la fuerza de una na-ción no puede ser medida por su diversidad interna y por los grados deautonomía que concede a sus grupos locales, y podemos agregar otra: lade hasta qué punto las escalas de la flexibilidad política, de la libertad, ensuma, pueden alcanzar a los individuos en tanto ciudadanos y no alcan-zar, en cambio, a los colectivos étnicos reconocidos por sus diferenciacio-nes de identidad, culturales y lingüísticas. De hecho, podemos añadir queel incremento de la libertad individual jurídicamente establecida no se de-tiene en este punto, sino que pasa por los incrementos de la libertad deautogobierno de los grupos territoriales étnicamente diferenciados.

Conforme a lo que mencionamos, es obvio que el problema de losderechos humanos es uno de instituciones políticas, por una parte, y dediferenciación entre individuos y entre grupos, por otra. Esta perspectivanos conduce a considerar otra cuestión, una que concierne al reconoci-miento de la relatividad de los juicios políticos. Según eso, lo que es bue-no para la continuidad del Estado, difícilmente lo es para la continuidadde sus grupos étnicos o naciones internas definidas por su voluntad deautonomía o de independencia política. En las circunstancias políticashabituales, los ciudadanos que suscriben la unidad de la cultura políticadel Estado suelen discrepar de aquellos que asumen la diversidad y el de-recho a significarla en forma de derechos políticos de autodeterminación.

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2 Cfr. id., p. 7.

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Y cuando se trata de grupos étnicos cuyo número local es siempre menoral del número unitario estatal, entonces, los minoritarios que discrepan esfrecuente que sean conducidos a la clandestinidad o sometidos a la per-secución.

De hecho, estas representaciones ocurren con frecuencia en forma detratamientos formales diferenciados de la etnicidad y de la identidad na-cional, hasta el punto de que la conversión en ilegales de unos individuospermite conducirlos a la supresión de sus derechos humanos o como per-sonas. El planteamiento de Weaver3 a este respecto es ilustrativo de unasituación peculiar: la de los mexicanos que se internan en los EstadosUnidos por motivos económicos y que son convertidos en ilegales y per-seguidos como tales por los funcionarios de migración. A este respecto, yrefiriéndose Weaver al ejercicio de derechos civiles, nos encontramos conel hecho de que la ilegalidad de dichos mexicanos se convierte en causade que éstos carezcan de los derechos que se reconocen a las personaslegales. En este sentido, mientras uno es legal, disfruta de derechos, ydeja de tenerlos cuando pasa la frontera sin el visado expedido por autori-dades consulares. El resultado de esta situación consiste en estimular lareunión de los ilegales en forma de submundos y de subsociedades conactividad formalmente clandestina. El efecto que acompaña a esta reali-dad subsocial podemos definirlo como el de personas que carecen de losllamados derechos humanos, pues una primera negación de inmigradoslos convierte en una función del concepto de criminalidad.

Éstas son situaciones de los derechos, individuales y colectivos, rela-cionadas con la posición política de los seres humanos en un determinadocontexto, de manera que si, como en el caso de estos mexicanos, no tenerun visado es equivalente a perder derechos de plenitud económica y so-cial, también carecer de reconocimientos políticos de la etnicidad puedeser equivalente a carecer de los derechos humanos que se adjudican alreconocimiento político de la etnicidad. El factor político es, por lo mis-mo, un determinante objetivo de esta carencia de derechos, en este casociviles y, por ende, privando a los ciudadanos de una nación de derechosindividuales que se tienen por nacimiento o por naturalización y que, porañadidura, aparecen adscritos a la nacionalidad. En este sentido, al mismotiempo que la nacionalidad es un factor positivo para el disfrute de dere-

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3 Cfr. 1988, pp. 73 y ss.

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chos humanos, es también negativo cuando se trata de hacerlos extensi-vos a gentes que no participan de una nacionalidad.

De hecho, es también cierto que cada nación utiliza su derecho nacio-nal para favorecer a sus ciudadanos, y es evidente que quienes no lo sondisminuyen la capacidad de sus derechos en el seno de otra nación. Estasson realidades políticas en las que la diferenciación nacional introducefactores de alteridad de los derechos individuales, hasta el punto de hacerque éstos adopten la forma de identificaciones basadas en la negación delotro humano. Por esta razón, incluso los países que han adoptado la De-claración Universal de los Derechos Humanos se abstienen de aplicarlosplenamente cuando éstos se realizan dentro de la asunción de que los ciu-dadanos propios tienen acceso a más derechos que tienen los ajenos alpaís. Así, el derecho universal se convierte fácilmente en un derecho ex-cluyente por la vía política.

Por otra parte, aquí podemos reconocer que la cuestión dialéctica sue-le resolverse en favor de las mayorías políticamente unitarias, y así locierto es que los derechos humanos, en este caso, se convierten en unafunción de los derechos políticos de los grupos funcionarios que adminis-tran la política del Estado. En este sentido, si el hecho de la ciudadanía esun carácter adscrito a la nacionalidad, también es un factor adscrito a losderechos humanos el ser miembro de una nación. De este modo, aunqueexiste una conciencia universal de que los derechos humanos no debenser específicos de un grupo nacional, sino de todos los seres humanos conindependencia de dicha adscripción, lo cierto es que la relatividad prácti-ca de dichos derechos se nos aparece como un universal, hasta el punto deque la supresión de los derechos de grupos o de colectivos territoriales queno concuerdan políticamente con el diseño legal de un Estado se ha con-vertido en una normalidad histórica a partir de la pluriculturalidad y de laresistencia de dichos colectivos a identificarse con la identidad políticaunitaria representada por el Estado.

Downing ha subrayado4 el carácter dinámico o situacional de los de-rechos humanos en sus aplicaciones, o sea, ha precisado que éstos partende los mismos principios, pero dependen en cuanto a su expresión y reco-nocimiento de la intervención de factores jerárquicos. Es obvio, en estepunto, que toda estratificación funcional incluye diferencias de status yde capacidad de poder por parte de los actores sociales, y si las diferen-

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4 Cfr. 1988, p. 13.

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cias individuales en este sentido incluyen situaciones dialécticas dedominación/subordinación, también es cierto que las diferencias que sedan en forma de colectivos étnicos conducen a diferenciaciones de poderque incluyen diferencias en los tratamientos políticos de los derechos co-lectivos.

II. DIFERENDOS POLÍTICOS EN LOS DERECHOS INDÍGENAS

Uno piensa en este momento en los grupos indígenas de los diferen-tes países americanos. Y en esta localización del problema de los dere-chos humanos se advierte en seguida que dichos indígenas están coloca-dos en una posición subordinada o de subcontexto cultural dentro delsistema político representado por un más vasto proceso nacional o del Es-tado. El control de los recursos naturales del territorio propio o indígena,por una parte, o la privación de dicho control a causa de la presenciacompetitiva de otros grupos, generalmente de origen nacional, confiereun carácter especial a los derechos humanos, por lo menos en el sentidode que a éstos los indígenas acceden de manera diferente en función decómo son sus relaciones con los miembros de la cultura nacional. Segúneso, los individuos y los grupos indígenas tienen formalmente reconoci-dos por las leyes nacionales los llamados derechos humanos. Sin embar-go, en el caso de los grupos étnicos que viven en reservas protegidas porel Estado, los derechos humanos suelen ser atropellados con cierta fre-cuencia por la entrada ilegal en sus territorios de individuos y de empre-sas que explotan los recursos naturales de estas poblaciones con el pretex-to de que son importantes para el desarrollo de los intereses de los gruposnacionales. Este es el caso de los garimpeiros o buscadores de oro en Bra-sil y de las empresas madereras; los primeros se establecen junto a losindígenas y los segundos devastan el bosque virgen. Ambos, garimpeirosy empresarios, coinciden en realizar una profunda penetración hacia las al-deas indias y, en lo fundamental, sus individuos aparecen violando a lasmujeres y agrediendo a los hombres indígenas que resisten la violencia deestas incursiones. En este contexto, también muchos jóvenes indígenas sonreclutados para el trabajo en dichas empresas, y mientras esta penetraciónsignifica la experiencia de un proceso de aculturación socialmente disol-vente, al mismo tiempo, impone el desorden moral y una especie de con-fusión espontánea en el comedio de las relaciones interétnicas.

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En estos términos, mientras formalmente las leyes nacionales dispo-nen el empleo de recursos políticos de protección a los indígenas, laatracción económica de estos territorios se convierte en enemiga de losderechos humanos de las poblaciones indígenas cuando desarrollan reac-ciones espontáneas abiertas constituidas por la ley del más fuerte, del másagresivo y del que tiene los medios y la capacidad tecnológica de saquearsin tregua los bienes naturales que constituyen el potencial de reproduc-ción de la identidad indígena. Esta es una realidad que podemos distin-guir en las regiones selváticas, tanto porque en éstas están abiertas lasoportunidades económicas para una agresiva población expansiva, comoporque la misma confusión de los controles ecológicos facilita el desarro-llo de estrategias devastadoras de recursos y de formas de desorden moralque afectan a los grupos indígenas de estos territorios. En estas situacio-nes, es frecuente la neutralización de las leyes protectoras del Estado y eldejar hacer espontáneo de los grupos extraños a los indígenas. Esta es unaperspectiva en la que el desorden moral y social, incluido el deterioro delos derechos humanos individuales, se incrementa, especialmente cuandoes común entre los indígenas la ignorancia de cómo hacerlos respetar y es,en cambio, maliciosa la interpretación que de ellos hacen los no indíge-nas. Si añadimos a estas circunstancias el hecho de que por sí mismos losgrupos indígenas tienden a evitar el enfrentamiento directo con los no in-dígenas, por ser su experiencia histórica grandemente negativa en este as-pecto, entonces, no hay duda de que la retracción indígena oculta con fre-cuencia una incapacidad de ésta para dirimir por sus propios medios elconflicto histórico que los separa de los no indígenas.

Junto a esta situación, marcada por el principio de la separación terri-torial entre indígenas y no indígenas, nos encontramos con otra de carácterdiferente. Nos referimos a los países americanos en los que a los indíge-nas se les reconoce esta identidad sin reconocerles, al mismo tiempo, elcontrol político exclusivo de su territorio étnico de identidad. Esta expe-riencia se produce específicamente en la mayoría de los Estados hispa-noamericanos. Se parte en ellos del principio de que los grupos indígenasson ciudadanos de derecho de la sociedad nacional, y en razón de sus di-ferencias lingüísticas y culturales, de su tendencia a organizarse étnica-mente y por separado de como lo hacen los miembros de la cultura nacio-nal, se reconoce en ellos el derecho a vivir según sus costumbres y a serrespetados en éstas conforme, incluso, con fórmulas de reproducción con-venidas entre los Estados y configuradas, asimismo, por medio de institu-

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tos indigenistas oficiales que tienen la obligación de proteger la identidadde estas poblaciones. No hay duda, por lo tanto, de que en estas condicio-nes los derechos humanos de los indígenas reciben atenciones oficiales yse incluyen en el contexto de la protección que pueda proporcionarles elEstado. Sin embargo, en el transcurso de los siglos, y desde la implanta-ción de las poblaciones españolas y africanas, y de las correspondientesmezclas y criollismos coloniales, así como de los diferentes liberalismos,el surgido del triunfo de las luchas por la independencia y el presente dela economía de mercado, estas poblaciones indígenas han conocido la entra-da de aquellos grupos que han estado conquistado sus espacios. Éstos lo hanhecho en forma de implantaciones de carácter rural, de pueblos con merca-dos regionales de influencia interétnica y de avances de la administracióncentral imponiendo el derecho del Estado sobre el derecho indígena. Así,funcionarios, hacendados, comerciantes y oficios diversos, instalados junto alas comunidades indígenas, han estado avanzando sobre los territorios in-dígenas hasta convertirse, primero, en vecinos y después en sociedad aparte,pero contigua dentro de un mismo territorio que antes fuera indígena.

Uno de los resultados de este proceso ha consistido, básicamente, enla contracción del tamaño de los territorios indígenas, en el deterioro de lascapacidades productivas de éstos y en la incorporación progresiva de losindígenas a la suerte económica de los no indígenas. En este sentido, los in-dígenas han acentuado sus estados de dependencia, y a consecuencia deello han perdido la mayor parte de sus capacidades tradicionales de con-trol sobre sus propios recursos, materiales, sociales y, desde luego, políti-cos. A medida que se han convertido en parte de la estructura social delos no indígenas establecidos dentro y fuera de sus comunidades, en dichamedida se han transformado en una función económica, política y socialdependiente de los no indígenas. Respecto de éstos, los indígenas ocupan,por lo tanto, una posición subordinada. Y así, cuanto más bajo están si-tuados en la escala política y económica de la estratificación social, másbajo es su acceso a los derechos humanos. El efecto de dicha estratifica-ción es conflictivo, por lo menos en el sentido de que en las relacionesinterétnicas el indígena se encuentra sometido a la dialéctica que sigue alprejuicio de un estigma negativo operando en forma de discriminación.En sus fases sociales, ésta incluye ideas de superioridad y de inferioridad,de supresión por coacción constante del acceso como individuo a los dere-chos humanos, en este caso, manipulados por quienes controlan el podersobre los diferentes recursos: técnicos, económicos, sociales y políticos.

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En realidad, estas diferencias de status dependen de la posición libe-ral o abierta del Estado nacional. Esto es: cada individuo tiene libertad demovimiento dentro del territorio estatal, y mientras se rechaza la idea de re-servación para los indígenas por ser ésta contraria al concepto de ciudada-nía igualitaria, al mismo tiempo la libertad de movimiento y de instala-ción se habría convertido en enemiga de la estabilidad o reproducción delos grupos indígenas. Esta última, siendo una función del grado en que seha podido retener el control de un territorio étnico y de sus recursos mate-riales, es obvio que tiene el carácter de una deficiencia política: expresauna incapacidad política por parte del Estado, y define que la protecciónde los derechos indígenas sobre su propio territorio no está asegurada.

Esta perspectiva conduce a entender que mientras los grupos indíge-nas se consideran identidades diferentes o específicas, al mismo tiempocarecen de control político territorial sobre sus propios recursos. Mientrastanto, sus territorios de reproducción étnica están cruzados en todos sentidospor carreteras y medios de información, por escuelas del gobierno nacio-nal, por instituciones representativas del Estado, por grupos y por perso-nas no indígenas realizando negocios y estableciendo raíces e intereses,incluidas otras tradiciones y costumbres. El resultado es una pérdida dehomogeneidad, de cohesión étnica y de cultura política por parte de losgrupos indígenas. Conducidos a un desorden y a una cierta confusión enla reproducción de un estilo existencial, los derechos humanos por partede los indígenas dejan de tener capacidad de sustentación, pues todos losdías de intercambio interétnico se convierten en experiencias de negaciónpara sus individuos y para sus colectivos. Esta es una experiencia culturalcaracterizada por el hecho de que la separación de los grupos indígenasrespecto de los que no lo son influye en el deterioro dinámico de la reali-zación del derecho civil a que acceden mientras, paradójicamente, recibenayudas oficiales destinadas a protegerlos de dicha negación.

En el mejor de los casos, los grupos indígenas reciben la proteccióndel Estado por medio de leyes que mientras aseguran la legitimidad de ladiferencia, al mismo tiempo, fortalecen la mediación permanente del Es-tado y la sujeción de la soberanía local a esta clase de soberanía. Unoadvierte fácilmente, además, que cada nivel, respectivamente el indígenay el nacional, es equivalente a un sistema cultural de límites geográficosasimétricos, en el que destaca la capacidad política decisiva del segundo acosta de las frustraciones que impone al primero cuando éste intenta go-

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bernar sobre sus propios recursos, cuando para hacerlo insiste en ofrecerresistencia política a la configuración del Estado.

El problema de los derechos humanos indígenas reside, de todos mo-dos, en el hecho de que si esta identidad no es capaz de igualarse cualita-tivmente en sus conocimientos con las identidades de los que son étnica onacionalmente distintos, la tendencia más probable se produce en el senti-do de que, en la comparación, la desigualdad existente en recursos com-petitivos entre indígenas y no indígenas, aumenta las asimetrías y en lamisma distancia que separa a unos de otros, también se introducen factoresdinámicos propensos a disminuir la capacidad de resistencia de la identi-dad indígena con resultados importantes en forma de fragilidades políti-cas y de pérdidas corporativas. En esta conclusión entenderíamos que losderechos humanos carecerán de posibilidades de prevalecer como dere-chos estables. En estos términos, el destino de los derechos humanos es,históricamente considerado, un fenómeno coyuntural porque tiene que vercon los accidentes políticos y con la permanencia relativa de las situacio-nes democráticas que permiten negociar el acceso de los individuos y delos colectivos étnicos diferentes al disfrute de los mismos bienes morales.

En tanto son coyunturales, estos derechos son también una funcióndel modo como el individuo con su grupo étnico de referencia es capaz demantenerse como un igual social a otro étnico distinto en relaciones tantoseparadas como de convivencia. Por lo mismo, el punto de partida quereconocemos, el de los conocimientos, no supone necesariamente que losgrupos diferentes sean culturalmente simétricos. Más bien, supone quelos grupos indígenas posean una base cultural de información semejante ala de los no indígenas, como ocurre con los campesinos europeos, porejemplo, que siendo étnica y nacionalmente distintos, sin embargo, am-bos son homologables en su discurso evolutivo y no se sienten entre sísuperiores o inferiores unos a otros. Las diferencias en este caso concier-nen a historias políticas distintas dentro de una gran tradición compartiday son, asimismo, identidades diferentes en lo étnico y en lo nacional queno necesariamente los hace rechazarse entre sí. Cuando ocurren rechazos,éstos son cuestión básicamente política. Y cuando como campesinos pa-san a la sociedad urbana, en ésta comienzan su proceso adaptativo tenien-do como punto de partida una misma sociedad nacional en la que no sonfactores exógenos.

Por esta razón, cuando hablamos de una igualación cualitativa, nosreferimos a culturas indígenas homologables con las nacionales, por lo

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menos en un sentido: en el de ser equivalentes más que en las connotacio-nes étnicas, en aquellas dimensiones del conocimiento que se relacionancon las cualidades de sus generaciones para ser diferentes en la identidad,por ejemplo, lingüística y local o regional, mientras no lo son en la basede su preparación para ser en lo anónimo iguales que los anónimos deotras identidades sociales concurrentes.

Uno piensa aquí en ciertas maneras universales que no eliminan, sinembargo, la identidad étnica diferente. Ocurre así, por ejemplo, en los in-dividuos que siendo nacionalmente diferentes participan y conviven en eldiscurso social de una sociedad urbana. Uno piensa a este respecto quecomo ciudadano mexicano se es diferente a otro peruano, y ambos lo son enrelación con un argentino o con un español, y todos en conjunto lo son res-pecto de un canadiense, de un francés o de un italiano, pero en común sonurbanitas que comparten una educación formal, leen periódicos que lesinforman de problemas comunes o que son de su interés habitual, visten yviven consumos parecidos, usan de transportes semejantes, de sistemas ban-carios y de economías públicas y privadas, acuden a los mismos ocios,son estimulados por intereses personales semejantes y son, por lo tanto,intercambiables porque, en lo cualitativo son urbanitas, cualquiera que seala diferencia de status: obreros, empleados, artesanos, funcionarios, maes-tros, intelectuales, empresarios y demás formas de actividad económicaprovistas por el sistema de organización económica de su sociedad.

La idea es que mientras sean tratados como grupos indígenas desde laperspectiva de los grupos no indígenas, y mientras, por otra parte, seanmás que diferentes étnicos, diferentes culturales, en la relación competiti-va por el acceso y control de los recursos, dicha diferencia cultural tieneun carácter dramático porque supone la contraposición dialéctica entredos clases de orientación y metas de finalidad, incluidos los estímulosque separan a ambos grupos unos de otros. De hecho, en este tipo de rela-ciones interétnicas, culturalmente no homologables, desaparecen las si-metrías de trato porque todo el contexto es asimétrico, y en este punto lohabitual es que quienes carecen de las técnicas de realización competitivase convierten en los más perjudicados. Los indígenas entran en este últi-mo nivel, de manera que a partir de estas situaciones su proceso de subor-dinación incluye pérdidas sustanciales de realización práctica de los dere-chos humanos. De este modo, si la diferencia étnica no es en sí mismacausa de pérdida de los derechos humanos, sí acostumbra serlo la diferen-cia técnica, pues en los casos que comentamos al desuso progresivo de

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los medios de libertad acompañan las situaciones de inferioridad. Estadialéctica es, por lo tanto, derogatoria y tiende a expresarse en forma denegación de unos derechos humanos que empiezan siendo individuales yacaban siendo colectivos.

III. COMUNIDAD INDÍGENA Y TERMINAL ESTRUCTURAL

En el entretanto, el sistema jurídico del Estado, tanto como la culturamoderna y metropolitana que éste representa, convierten a los grupos in-dígenas en una terminal estructural, o sea sin focos decisivos de determi-nación desde sí mismos. Esta condición de terminal estructural, que atri-buimos a los grupos indígenas en su posición respecto del Estado, essemejante, en un símil, a la que tiene el usuario de un programa informá-tico cuando usa sólo una parte mínima de sus posibilidades de expresióncuando, comparativamente con la riqueza estructural del sistema disponi-ble, es muy simple la estructura de relaciones combinatorias que utilizadel programa.

Cabalmente, y en esta dirección de lo que representa una terminal es-tructural, podemos entender, primero, que los códigos culturales del mun-do indígena son los propios de un rezago actualizado de cultura colonialdepreciada por el mismo carácter residual de su adaptación a la culturanacional contemporánea de sus países. En todo caso, el diseño cultural delos grupos indígenas actuales, a medio camino entre una cultura colonialdesgastada que incluye la continuidad de elementos prehispánicos, la len-gua entre otros, y retazos de una cultura nacional, cuyo uso es incomple-to, influye decisivamente en la capacidad de uso de los derechos humanosentendidos como valores prácticos, que para ejercerse necesitan ser con-validados por el derecho de la sociedad nacional. Este último sólo sabenutilizarlo, aunque en escalas políticas de clase, los individuos de dichasociedad nacional.

En esta diferencia observamos que mientras como colectivos étnicoslos indígenas son usuarios mínimos de un programa de cultura y de siste-ma nacional, en contrapartida, los individuos identificados con este últi-mo son, comparativamente, usuarios máximos de dicho programa. En tér-minos funcionales, el diseño y uso del programa está más en concordiacon las necesidades y supuestos de la sociedad nacional, que con los delas sociedades indígenas. En este sentido, uno puede advertir en esta me-

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táfora que las comunidades indígenas son, dentro del concepto de termi-nal estructural, un equivalente en funcionalidad a los flecos de una telamuy compleja en la que los flecos expresan delgadez de continente y bre-vedad de contenido respecto del tejido y de las densidades específicas desus tramas interiores.

Si, en este caso, atendemos a ver en cada fleco el simbolismo equiva-lente a una comunidad indígena, y si pensamos que cada fleco es un col-gante del tejido, equiparable a una forma o elemento débil de la tela, y sipensamos, además, en el hecho estructural de que el fleco es equivalentea una distancia terminal de contenido empobrecido, el símil nos permiteentender que, en relación con el conjunto a que pertenece, el fleco repre-senta un estrecho subsistema incapaz por sí mismo de reproducirse. Entérminos estrictamente dialécticos, y en la metáfora, por sí mismo cadafleco es el símbolo de una identidad étnica culturalmente subsidiada cuyocarácter más importante reside en el hecho de que los indígenas carecende poder para determinar por ellos mismos la forma de su tejido.

Reconocemos, por lo tanto, que los indígenas son una función del te-jido nacional, y observamos que reaccionan a dicho tejido más como unafuerza moral que como una fuerza material. Pero como terminal estructu-ral sus reacciones y resistencias sólo son efectivas cuando están concerta-das con otras que se determinan desde el sistema nacional. Las reaccionesy resistencias políticas de los pueblos indígenas trascienden, por lo tanto,a sus propios territorios sólo cuando coinciden con movimientos políticosde ámbito nacional, y son todavía más trascendentes cuando comparten laforma de conciencia de la sociedad nacional. Entonces, el fleco del tejidose integra en la trama de la tela y consigue por este medio recuperar tam-bién la conciencia del valor político de los derechos humanos. Mientrastanto, si observamos que una terminal estructural es congénere de un fle-co, y si como tal éste apenas se reconoce en la totalidad de la trama, tam-bién reconocemos que las reacciones del fleco hacia la trama ponen encuestión la calidad política del producto jurídico.

Conviene significar, sin embargo, que si entendemos que los actos deconciencia del yo son manifestaciones internas de cada sujeto y constitu-yen el efecto de una formación cultural realizada en éste por una cultura,al mismo tiempo, también reconocemos que el yo indígena es diferentedel nacional, no sólo porque este último representa ser una modernidadmetropolitana inserta en el concepto de globalidad de la economía políti-ca de mercado, sino porque mientras el yo nacional es expansivo el yo

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indígena es retraído. Esta es una clase de razón que nos permite entenderque mientras el indígena no se reconoce como idéntico con lo nacional,tampoco lo nacional se identifica como idéntico con lo indígena. Las con-frontaciones entre ambas formas de conciencia se reflejan precisamenteen el hecho de sentirse los indígenas una alteridad en la identidad respec-to de los no indígenas, y las constelaciones proyectivas son asimismo elo-cuentes en los casos donde la diferenciación del discurso lingüístico es unmodo de manifestar cada grupo derechos que son nacionales, en un caso,y derechos que son indígenas, en otros. En este sentido, es obvio que laconciencia de la sociedad nacional no es necesariamente la conciencia delos indígenas. Paradójicamente, sólo en los aspectos de la relación de de-pendencia y de dominación que se produce entre indígenas y no indígenases donde se manifiesta la vinculación estructural del fleco con el tejido, yen este caso es cuando la terminal del sistema, los indígenas, es tambiénun subsistema caracterizado por el hecho de que su derecho tradicionalcarece de funcionalidad cuando intenta discurrir dentro del derecho na-cional. Es este último, en todo caso, el que determina el modo como debecomportarse el derecho indígena, por lo cual la dependencia política con-vierte en derecho sojuzgado el de los indígenas, y eso alcanza negativa-mente en sus consecuencias al comportamiento de los derechos humanos,en las personas de estos últimos y en sus colectivos étnicos. En este pun-to, la diversidad interpretativa del derecho nacional interviniendo en lascomunidades indígenas, constituye una clase de fenomenología social ca-racterizada por el hecho de ser los individuos y grupos no indígenas lacausa de transgresiones activas que tienen como víctimas a las personasde los primeros.

Éstos son modos indirectos de confluir en la explicación del carácterespecífico que adoptan las conductas, diversas, que observamos como re-lacionadas con la aplicación de los derechos humanos. Por eso, el concep-to de terminal estructural nos conduce a la idea de que las matrices socia-les de sustentación del diseño cultural del Estado que usan los indígenas,corresponden a desarrollos mínimos del sistema nacional entre ellos. Así,mientras esta última influencia alcanza en forma de flecos terminales alos grupos indígenas, al mismo tiempo, éstos desarrollan sus capacidadespolíticas en direcciones reducidas, locales y con interferencias del sistemanacional representado por funcionarios y por grupos civiles no indígenas.Esta capacidad es, por lo tanto, equivalente a la proporción de energíacultural que puede utilizar a partir del hecho de ocupar una posición polí-

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tica de diseño terminal, o sea constituido por una estructura basada en latradición y compitiendo con la modernidad más expansiva: la del Estado.

Así, cada fleco de la forma de cultura nacional entre los indígenas esequivalente a un subsistema de representación del tejido nacional en elseno de una comunidad indígena, y en este sentido se manifiesta como unresiduo estructural del entramado más denso: el del Estado. Su actuacióncomo subsistema constituye, pues, una variable del sistema nacional, perodentro de éste es la expresión de capacidades materiales que podemos re-conocer como propias de un sistema fundado en el bien limitado.5 En estesentido, las fuerzas que limitan el crecimiento de la identidad étnica indí-gena son sus propias realizaciones como subsistema cultural, y en estecontexto acaban convirtiéndose en factores dinámicos de la asimetría cul-tural por la que se expresa el Estado nacional. En este desarrollo limitado,el discurso indígena incluye la disminución de su capacidad política y elincremento de su dependencia resolutiva.

Estas diferencias se transmiten a los indígenas en forma de desventa-jas funcionales. Ocurre así, sobre todo, cuando aquéllos compiten con losno indígenas, no sólo en los terrenos políticos y de la economia, sino tam-bién en los ámbitos jurídicos cuando utilizan leyes, las nacionales, que seajustan más a los intereses, globales e individuales, de los grupos de cul-tura nacional, que a los propiamente indígenas. En este sentido, mientraslas leyes del sistema nacional no constituyen derecho consuetudinario ocostumbre cotidiana del modo político indígena, la discordancia es inevi-table y se hace patente en el curso de las frecuentes confrontaciones quese dan entre indígenas y no indígenas.

IV. DERECHOS DE SITUACIÓN

En la realidad de este contexto interétnico, los derechos humanos sedemuestran como derechos de situación. Básicamente, se observa quecuanto mayor es la distancia cultural que separa a unos de otros conside-rados en términos de recursos técnicos, la diferencia consiste en que losindígenas saben cómo son los suyos propios entre sí, pero tienden a sen-

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5 Este concepto ha sido expuesto por G. M. Foster, en el sentido de que las comunidades basa-das en recursos limitados resienten grandemente los despegues económicos de un individuo o de ungrupo en ellas, hasta el punto de afectar la continuidad relativa de los equilibrios sociales y económi-cos tradicionales que definen la igualdad entre sus miembros. Cf. Foster, 1967.

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tirse indefensos ante las actuaciones de confrontación a que están expues-tos. En estas condiciones, si uno se detiene a observar las incidencias queresultan de los contactos e intercambios que se dan entre los grupos indí-genas y los no indígenas, advierte fácilmente que el poder de los interesesen pugna se inclina del lado de estos últimos, de manera que el discursoempírico nacional aventaja al discurso local o comunitario indígena.

Así, una autoridad funcionaria representando al Estado es en sí un mo-delo de derecho superior al consuetudinario indígena, y un ciudadano o unempresario, hacendado o comerciante nacionales, avanzan en el territorio in-dígena y ocupan suelo de éste en forma oportunista o basándose en el princi-pio de que los hechos consumados son el mejor medio de ganarle poder a losindígenas. En los hechos que siguen a estos incidentes, cabe entender que elEstado constituye el derecho institucional básico al que acuden los no indí-genas. En cambio, los indígenas tienen como punto de referencia en suspleitos con los no indígenas la presión de su derecho tradicional.

Esta diferencia es importante porque, habitualmente, los reclamos in-dígenas conciernen a violaciones de sus derechos en sus personas y bie-nes por parte de individuos y de grupos no indígenas, e incluyen en lasreclamaciones, alternativamente, a funcionarios y a civiles que, o bientransgreden el derecho legal indígena a la posesión de unas tierras comu-nales, a unos territorios más o menos políticos, y a la misma integridadfísica de sus personas, o bien se corresponden con agravios ejecutadospor miembros de la sociedad nacional interfiriendo en el discurso de lavida y de las costumbres indígenas.

En todo caso, la interpretación del derecho nacional por individuos ygrupos no indígenas tiende a realizarse en forma diferente a como losconjuntos indígenas desenvuelven su discurso tradicional. Por añadidura,y en este contexto, la realización del derecho nacional en el marco de losterritorios indígenas acostumbra ser una función de los grados de influen-cia política que tienen las personas y los grupos en relación con la in-fluencia y captación política que consiguen tener en sus tratos con losfuncionarios del Estado. En este sentido, y excepto en los casos de con-flictos políticos que obtienen resonancias nacionales e internacionales, laactividad jurídica del derecho nacional acostumbra ser más decisiva quela del derecho consuetudinario indígena, y más todavía que la fuerza deactuación expresada por la movilización de los recursos no indígenas.

De este modo, mientras es obvia la existencia de leyes que protegen alos indígenas contra la depredación de que son objeto sus territorios y los

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bienes de sus personas, es también cierto que la depredación en sí mismaes una praxis histórica y tradicional incluida en el egoísmo de los no indí-genas. Conforme a eso, si los derechos humanos conciernen a los beneficiosque uno espera obtener de las leyes que los reconocen en las personas ylos grupos, cualesquiera que sean sus diferencias sociales, de raza, de et-nia, de sexo y edad, es indudable que en sus aplicaciones individuales losvacíos de actuación son considerables y afectan más a los indígenas que alos no indígenas. Esto es significativamente más cierto cuando pensamosen términos de recursos políticos.

En esta dialéctica, los del Estado son siempre los más poderosos ydecisivos. Asimismo, en esta razón su capacidad de conceder derechos esprácticamente absoluta sobre los ciudadanos, y lo es todavía más cuandoéstos son económicamente débiles y sus recursos jurídicos son tambiénmás frágiles. Los grupos indígenas sólo consiguen mantener su integridaden la medida que viven en la marginalidad, esto es, cuando se mantienenterritorialmente alejados de los grupos no indígenas y cuando sus regionesde refugio no son suficientemente atractivas para blancos y mestizos. Enel parangón que utilizamos, esta historia nos dice que los derechos huma-nos acompañan a los recursos ecológicos. Éstos son simultáneamente tandecisivos como lo son los políticos, los económicos y los demográficos.Y así, es obvio que todos estos recursos entre los indígenas son una canti-dad pequeña en comparación con las cantidades que ponen en juego losblancos y los mestizos de cada cultura nacional.

A estas representaciones objetivas de capacidad dialéctica diferencia-da, cabe añadir el hecho de que en las diferentes etapas por las que hanpasado las culturas indígenas, desde las primeras entradas de Colón y suscompañías armadas hasta los actuales estadios nacionales o estatales delas repúblicas americanas, los derechos humanos que han podido utilizar losindígenas han sido aquellos que les han sido concedidos o permitidos porel poder político dominante en sus regiones de localización. Desde enton-ces, siempre el mundo indígena ha sido tratado como un espacio de inter-vención y de conquista, uno que mientras no se ha completado permanececomo un final de ocupación inconcluso para los objetivos de asimilaciónúltima o definitiva intentados desde las instancias políticas nacionales.

En este sentido, las regiones de refugio han seguido teniendo un ca-rácter marginal mientras la demanda de más recursos materiales por partede los grupos económicos nacionales podía satisfacerse fuera de los terri-torios indígenas. Pero cuando estos recursos han comenzado a escasear,

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entonces, las regiones de refugio se han convertido en ecologías de ex-pansión para las economías transnacionales. Uno de los resultados de estasituación, en la que las fronteras indígenas se repliegan cada vez más aterritorios más profundos, es el de que cada vez más también son menoslas capacidades optativas de los grupos indígenas para adaptarse a lasnuevas condiciones que les imponen dichas expansiones económicas.

Los derechos humanos de que pueden disponer los indígenas son, porlo tanto, aquellos que les permiten utilizar los sectores económicos de laexpansión internacional destruyendo sin tregua los recursos y el hábitatindígena. En este supuesto, si un derecho natural es el de disponer de unespacio donde vivir, y si este espacio es el que históricamente han hereda-do los indígenas, es obvio que cada retroceso territorial equivale a unacontracción demográfica, a una debilidad de reproducción y a una expul-sión o emigración, en el mejor de los casos, de gentes convertidas en so-brantes de población. Cuando no ocurre esto último, el rompimiento delos equilibrios ecológicos se convierte en causa de limitación de los re-cursos alimentarios disponibles, y en agresión más o menos directa a losderechos indígenas por sobrevivir como tales o con su propia identidad,reproduciéndose.

Mientras acudimos a explicar dialécticamente los derechos humanosde los indígenas en la perspectiva de las situaciones ecológicas, y porende del avance permanente de los derechos de ocupación por parte delos no indígenas, en contraste con la debilidad de la defensa de estos de-rechos por parte de los indígenas, entendemos también que el plantea-miento de las nociones de refugio, de marginalidad y del objetivo últimode asimilar las sociedades nacionales a sus grupos indígenas, conduce ne-cesariamente a sugerir que los derechos humanos son más que una forma-lidad jurídica, un problema de situación que afecta a la estabilidad de losgrupos diferentes que son desiguales en su situación dentro del espacioque los reúne.

Por eso, en la medida que estas relaciones conciernen a choques inte-rétnicos y a soluciones de unos en detrimento de las soluciones de otros,en dicha medida ésta es una situación dialéctica en la que la fuerza de ungrupo es una función de la debilidad del otro. Así, siendo iguales los ac-cesos a los recursos territoriales, la diferente conciencia y capacidad cul-tural de los indígenas, en comparación con los no indígenas, convierte eltriunfo de estos últimos en fracaso de aquéllos. De este modo, se entiendeque la movilización de los recursos morales incorporados a las soluciones

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políticas es la única forma de dialéctica que puede conducir el conceptode situación de los derechos humanos a contextos donde la protección deéstos, trasladada a los indígenas en forma política, equivale a desarrollartambién esta última capacidad en forma de representación vicaria del de-recho nacional ejercido en forma de realización indígena, atribuyendo alos indígenas, en este caso, derechos de control y de determinación sobresus propios territorios.

La realidad conocida es dinámicamente contraria a este desarrollo po-lítico de los derechos humanos, pues mientras la praxis jurídica sigue alas praxis económicas y sociales, es, en el entretanto, una realidad formalcausada por una experiencia dinámica cargada de energía dialéctica, al mis-mo tiempo, los derechos que aquélla desarrolla tienden a proteger, poruna parte, a los que por derecho natural de antigüedad, los indígenas, nodeben ser perjudicados mientras, por el contrario, dicha protección esenemiga del desarrollo material objetivo de la comunidad. En las situa-ciones concretas, el desarrollo material es tratado como un factor de pro-greso, mientras que el desarrollo moral es considerado como un valorsubjetivo y secundario que, por lo mismo, es un valor de maniobra poste-rior a la realización del objetivo material.

En las circunstancias de situación, el problema indígena es una cues-tión moral históricamente culpabilizadora del apriorismo material. Eneste punto es donde nosotros podemos observar que las dialécticas impli-cadas en la situación de los derechos humanos indígenas favorecen ma-yormente las dinámicas objetivas del desarrollo material, de las ocupacio-nes territoriales de que éste se acompaña mientras, en cambio, sólo lequeda la opción moral de sustituir los criterios objetivos de la transforma-ción de los recursos territoriales indígenas en bienes políticos, inicialmen-te enemigos, o si se quiere pasivos ante el desarrollismo económico.

Esta disyuntiva moral de los derechos humanos entendidos comoprioritarios frente a la dialéctica de la razón imbricada en el progreso, tancara al liberalismo económico, se convierte en una forma del conflictoque opone a indígenas frente a no indígenas. Y es también una forma derepresentación proyectiva del modo y capacidad, social y política, de losderechos humanos vistos en situaciones dialécticas de oposición entre sis-temas de valores.

A este respecto, uno puede tener en cuenta el hecho de que los dere-chos humanos son equivalentes a situaciones e incidencias de las funcio-nes económicas, del progreso material y del progreso jurídico, pero uno,

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asimismo, también encuentra que las prioridades dadas al objetivo delprogreso material actúan como agentes del discurso de precarización delos derechos humanos. Así, las legitimidades jurídicas suelen ser, desdeluego, universales para todos los ciudadanos, pero las comensalidadesque se advierten en el disfrute de estos beneficios son desiguales. En estecarácter empírico de las situaciones, el Estado tiende a reaccionar confrialdad compulsiva sobre las actuaciones indígenas cuando éstos se atri-buyen derechos que afectan a las expansiones, políticas y materiales, delsistema nacional y a los equilibrios jurídicos en los que se basa el concep-to unitarista por el que se rigen las fórmulas asimilacionistas que son pro-pias a toda cultura nacional.

Al incidir en los problemas de situación de las comunidades indíge-nas enfrentadas a las consecuencias del desarrollismo material, tambiénreconocemos que mientras no son necesariamente iguales, dichas situa-ciones nos advierten acerca de otros hechos políticos, no menos significa-tivos en lo que tienen de relación con los derechos humanos en sus dosvertientes (individual y colectiva). Los países son diferentes en este sentido,y varían unos de otros en lo que concierne a reprimir, indistintamente, loindividual y lo colectivo en su organización y disputa de poder político,en comparación con otros que sólo reprimen las eclosiones turbulentas orupturistas de sus identidades étnicas o nacionales, según los casos, perocoincidiendo en la reivindicación de derechos de autodeterminación.

Es indudable, en esta referencia del problema, que difícilmente en-contramos países democráticos que repriman derechos individuales. Encambio, es improbable que no restrinjan o que no persigan a las organiza-ciones, étnicas o nacionalistas, que asumen principios activos de autode-terminación y que, como consecuencia, aspiran a ejercer control y domi-nio político sobre sus propios territorios en detrimento de la autoridadsuprema de los Estados que los incluyen.

En esta perspectiva, los Estados nacionales suelen mantener el princi-pio de no intervención cuando coinciden sus respectivas estrategias inter-nacionales, y cuando, asimismo, todos ellos tienen problemas políticos deeste tipo. Este es el el caso de los países occidentales con grupos naciona-les interiores diferentes al representado por el Estado/nación. En Europa,esta situación se conoce como una represión del Estado/nación contra na-ciones sin Estado. Y así, la historia europea es la historia de la supresióno represión de unas naciones en beneficio de la existencia de otras. Es lahistoria de la creación de unos Estados que luego las guerras se encargan

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de sustituir por otros. En estas condiciones, las personas, como ciudada-nos reconocidos de un Estado, no son perseguidas en sus derechos indivi-duales, pero sí lo son cuando reivindican otra nacionalidad, diferente a ladel Estado, y cuando asumen, por lo mismo, la idea de organizarse políti-camente como grupos nacionales diferentes.

En los países americanos estas situaciones han sido sustituidas por etniasmás que por naciones. Para el caso, los grupos étnicos a que nos referimosson los indígenas, y se caracterizan por el hecho de ser los descendientes depoblaciones actuales de las poblaciones prehispánicas, preeuropeas y preafri-canas. En general, a los miembros de estas poblaciones no se les discutenderechos de ciudadanía. Sin embargo, y como ya hemos destacado, debido asu diversidad cultural, tamaño demográfico y pobre desarrollo político,no se manifiestan como organizaciones políticas nacionalistas, sino comoorganizaciones étnicas. En términos de derechos, en su mayoría han recibidoreconocimientos políticos del Estado como grupos étnicos localizados, perolas frecuentes situaciones de conflicto que han vivido y viven en sus rela-ciones con el Estado, nos revelan que su inferioridad técnica y escaso con-trol político sobre su propio territorio es causa de preocupación en lo queconcierne al grado en que sus derechos políticos equivalen a diferencias cor-porativas en términos de control territorial.

También en este ámbito del problema de los derechos humanos en-tendidos como derechos de colectivos étnicos, los Estados están concertadosentre sí en sus políticas por medio de los institutos indigenistas naciona-les, y en el plano interamericano lo están a través del Instituto IndigenistaInteramericano. Hasta aquí, en el mismo reconocimiento de la realidadcultural y étnica de los pueblos indígenas, el planteamiento jurídico es co-rrecto: existen grupos étnicos de indígenas y existen instituciones oficia-les para protegerles su existencia e identidad.

El problema aparece cuando estos grupos étnicos describen su identidadcomo un derecho de control político único, el propio, sobre sus territorioslocales. Aquí en este punto los derechos políticos se limitan en función dela proclamación como superiores los del Estado. En la medida que losderechos individuales acreditados como positivos e igualitarios se con-vierten en reivindicaciones de derecho étnico que implican prioridad sobrelos del Estado, entones, en dicha medida el derecho colectivo se convierteen asunto delictivo, y lo que es tratamiento democrático a nivel de perso-nas, se transforma en tratamiento autoritario y represivo a nivel de unadiferenciación etnopolítica.

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En este punto aparece acreditada la dinámica de aquella dualidad, larelacionada con la dialéctica que se proyecta en forma de la dicotomíadominación/subordinación, con sus correspondientes expresiones de po-der diferenciado, unas en las que los grupos indígenas son políticamenteconducidos a la conciencia de que si en los niveles de la acción individualsus derechos prácticos son inoperantes, en los niveles colectivos el poderdel Estado es una forma de conciencia absoluta.

Esta dialéctica nos advierte acerca de que la actividad de las organi-zaciones no gubernamentales (ONG) se ha convertido en una opción dedenuncia, y en muchos casos es la representación de un derecho natural acuyo ejercicio renuncian por antonomasia los mismos Estados por estarinvolucrados en proyectos unitarios y asimilacionistas, donde los movi-mientos interiores de carácter nacionalista y étnico figuran en la cuentade la represión. Así, del mismo modo que los Estados son funciones depoder objetivo sobre las personas, también lo son en el sentido de impedirel derecho al poder de los colectivos étnicos localizados.

Acerca de estos particulares, el Estado/nación aparece involucrado enel mantenimiento del statu quo, y en este carácter adquiere sentido de ins-titucionalización toda política internacional que suponga la no interven-ción en los asuntos internos de los Estados asociados. La ONU es unejemplo de este tipo. Especialmente significativo es, en este caso, el hechode que la mayoría de los Estados miembros de la ONU están implicadosen problemas de atención a los derechos humanos, no sólo de los indivi-duales, sino también de los colectivos o referidos a derechos étnicos rei-vindicados por poblaciones que, además de afirmar su identidad, confir-man su voluntad de autodeterminación en relación de diferencia nacionalrespecto del Estado/nación. Aunque en el caso de los grupos indígenas, lasituación de éstos no concierne a demandas de carácter nacionalista; sinembargo, sí tiene que ver con derechos políticos de autogobierno y conreclamaciones de control territorial de sus bienes y recursos tradicionales.

Si uno repasa la agenda de los asuntos de la ONU, puede observarque entre Estados la susceptibilidad política es muy aguda a este respecto,y en este caso los Estados exhiben entre sí razones de no injerencia en susasuntos internos cuando se trata, por lo tanto, de defender sus respectivosmodos de realizar su independencia política y de tratar la cuestión de los de-rechos humanos conforme a sus estrategias nacionales. Los grupos etno-territoriales que reclaman derechos colectivos son los más afectados ensituaciones de Estados democráticos, y se agrega el problema de los dere-

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chos individuales cuando se trata de Estados autoritarios o antidemocráti-cos. En todo caso, entre Estados, y en ausencia de conflictos militares di-rectos, las inhibiciones sobre derechos humanos individuales y colectivosprecarios son muy frecuentes y tienden a relativizar la importancia delproblema. En la mayoría de los casos, estos asuntos se particularizancomo una situación que debe ser resuelta dentro del ámbito interior decada Estado, de manera que la presión política del problema pasa a seruna cuestión definida por el derecho del Estado. El diseño de los derechoshumanos es, por lo tanto, más crítico en el orden político de los colectivosétnicos que en el orden de las personas individuales. Y se infiere, asimis-mo, que los procesos de resistencia política son más turbulentos y ruptu-ristas cuando se originan desde el corporativismo local y amenazan la co-hesión del Estado, que cuando lo hacen desde situaciones parciales, comopueden ser las de un grupo económico o de un grupo social significandouna parcialidad del sistema total. En este aspecto, si consideramos los de-rechos humanos desde la perspectiva de una totalidad territorialmente lo-calizada y corporativa, como es la propia de un grupo étnico indígena re-sistiendo la intervención del Estado, el problema es más decisivo paraéste que cuando la resistencia de que puede ser objeto se origina en unsector social o económico de su propia población nacional, pues en estecaso no se discute la unidad del Estado, sino una incidencia de clase, unahuelga, por ejemplo, que puede resolverse sin merma de la cohesión polí-tica que tiene como punto de referencia el concepto de Estado/nación.

El resultado de estas actuaciones es siempre el mismo: depende de cuánactiva sea la estrategia política internacional en relación con la fuerza delas estrategias nacionales aplicadas a los derechos humanos. Así, puede afir-marse que las dictaduras anulan indistintamente los derechos individualesy los etnocolectivos, mientras las democracias confirman los primeros y,en el mejor de los casos, negocian los segundos.

Entendiéndolo así, es difícil encontrar un Estado democrático moder-no que no incluya entre sus problemas la cuestión política de grupos na-cionales internos, territorialmente localizados y específicos, y también esun asunto corriente que los Estados americanos tengan pendiente de reso-lución el problema de sus grupos indígenas en la dirección de reconocer aéstos el derecho político de autodeterminarse, más que en función de re-conocimiento de nacionalidad diferente o separada de la que representa elEstado, en función de derechos políticos corporativos relacionados con laadministración y control de sus territorios y derechos políticos de repre-

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sentación en el discurso político de los asuntos del Estado. Dentro de unadimensión política ciertamente ecuánime, la solución dada a este proble-ma de los indígenas localizados parece ser la de Panamá.

En cualquier caso, el disfrute de los derechos individuales en los Es-tados democráticos es más universal que lo son los derechos colectivosentendidos como derechos de autogobierno étnico o nacional cuando setrata de minorías localizadas, con territorio y lengua propios. La presiónpolítica de estas últimas adquiere fácilmente grados de peligrosidad paralos equilibrios del Estado, suficientes como para producir reacciones porparte de éste con carácter normalmente represivo, en unos casos, o de im-plantación de cuñas culturales propias que en cada caso sirven para dismi-nuir la presión interna. El incremento de los sistemas de comunicación, elaumento de poblaciones nacionales en los territorios de los grupos étni-cos, la escolarización de las poblaciones infantiles conforme a modelosnacionales, el fomento de políticas de alianza con individuos y gruposdescontentos de la comunidad indígena, el enraizamiento de funcionariosy de iglesias, de comerciantes y de formas de control representadas por lainformación, son parte de la respuesta disuasoria del Estado cuando enlugar de la presión militar y policiaca prefiere acudir a procedimientos deinducción indirecta.

V. PODER POLÍTICO Y DESETNIZACIÓN

Aunque se denuncian a menudo situaciones de genocidio o extermi-nio físico de grupos étnicos indígenas en América, lo más cierto es queactualmente esta situación no es representativa de ninguna política oficialo de gobierno por parte de los países americanos. Más bien es el resultadode la presión que ejercen los grupos designados como nacionales sobrelos grupos indígenas por medio de dos clases de actuación: 1) por el em-plazamiento de agentes e instituciones gubernamentales en territorios in-dígenas, y 2) por la instalación de personas y negocios privados en dichosterritorios, asimismo, procedentes de grupos de cultura nacional urbana.En cada caso, el aposentamiento de instituciones oficiales y de negociosprivados implica el alojamiento de personas y familias, de funcionarios yactividades cuyas respectivas connotaciones e intereses son distintos a losde los nativos.

En el entretanto de estas actividades se implantan agencias guberna-mentales o delegaciones representativas del poder político central, así

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como oficinas de correos y teléfonos, escuelas, comisarías de policía, yhasta soldados del ejército regular, además de corriente de agua y eléctri-ca, y medios de locomoción y transporte que comunican a los pueblosindígenas con otras poblaciones, pero especialmente a los que no sonmiembros de dichos pueblos, con los centros urbanos, ciudades y metró-polis de la sociedad nacional.

Mientras tanto, se ejecutan proyectos oficiales, como construcción deedificios públicos, carreteras, caminos, presas e instalaciones diversas.De igual modo, el conjunto de esta actividad incluye la presencia de gen-tes inicialmente extrañas a las comunidades indígenas. Asimismo, estaspresencias van acompañadas de la cultura material que les es propia; porejemplo, locomoción mecánica como bicicletas, y de motor, tales comomotos, automóviles, camiones y vehículos de toda especie empleados, so-bre todo, en obras públicas. Y en el orden de los enseres domésticos, laspersonas diferentes a las indígenas traen consigo aparatos electrodomésti-cos diversos, mobiliarios y formas decorativas representativas de otrosestilos estéticos, incluyendo el vestido, la vivienda y aficiones lúdicas di-ferentes a las que usan habitualmente los grupos indígenas. Y, desde lue-go, en estas diferencias que les convierten en extraños por parte de losindígenas, aquellos contenidos van acompañados de ideologías políticas,de organizaciones sociales y de creencias espirituales distintas a las de losindígenas. Como remate, los extraños hablan lenguas diferentes, de ma-nera que la extrañeidad es mutua.

Al mismo tiempo que esto ocurre, la realidad social se habrá construidoen forma de dos comunidades étnicas diferenciadas, y una de ellas, la quellamamos nacional o de cultura criolla o mestiza occidentalizadas, se ha-brá instalado en territorio indígena sin protocolos previos de hospitalidadconvenida, una en la que el grupo indígena, actuando como anfitrión, aco-ge territorialmente a unos huéspedes y les concede el derecho a permane-cer y crecer socialmente junto a la sociedad indígena.

En general, esta convención no suele darse, pues el derecho político adeterminar el modo como deben ser las relaciones entre indígenas y na-cionales se lo adjudica previamente el Estado nacional, y es éste el queconcede los privilegios y las atribuciones relativas a instalación de pobla-ciones dentro del espacio nacional. En este sentido, y excepto cuando lospueblos indígenas están protegidos por sistemas de reserva territorial, susterritorios aparecen normalmente abiertos por entender que son propieda-des de soberanía nacional y sujetos, por lo tanto, a derechos individuales

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más que a derechos colectivos. Esta situación convierte a las comunida-des indígenas en territorios abiertos a toda clase de tráfico, de gentes, decosas y de suelos. Así, todo es cuestión de contrato y de mercado.

A partir de este supuesto, el del derecho colectivo de la comunidadindígena a disponer de su territorio frente al derecho colectivo del Estadoa decidir el modo como deben ser administrados y determinados sus terri-torios de individuos, se convierte en un conflicto de índole latente, cuan-do no abierta. Es en estas condiciones cuando comienza el proceso de de-setnización, históricamente inevitable en las comunidades indígenas. Yen estas condiciones, siempre hay un poder político superior: el del Esta-do, que decide el destino político inferior, el de los indígenas. Y siempreestá presente en este contexto una dialéctica de carácter sutil, la que re-presentan las diferencias de identidad y de capacidad política que se danentre la comunidad indígena y los grupos nacionales instalados en sus te-rritorios. Inicialmente, estos asentamientos de grupos nacionales en terri-torios indígenas suelen comenzar siendo aledaños, o sea, no se fijan en elcorazón de las comunidades locales de éstos, pero a lo largo del procesode afirmación residencial obtienen mejores posiciones ecológicas y usan,asimismo, estrategias de comunicación por carretera, por teléfono y co-rreos más dinámicas, incluidas sus relaciones con centros regionales yciudades.

La dialéctica de la desetnización no consiste necesariamente en seruna agresión física directa ejercida contra los indígenas. En términos derelaciones sociales, se define como una de relaciones interétnicas en lasque los miembros de la comunidad indígena permanecen separados de losmiembros de los grupos nacionales. Básicamente, eso ocurre en relacióncon los modos de vivir y de organizarse. Habitualmente, por otra parte, laspersonas indígenas suelen regirse por un principio de endogamia local,esto es, se casan sólo con miembros de la misma comunidad étnica, aun-que no del mismo parentesco consanguíneo. Y los individuos pertenecientesal grupo nacional suelen gobernarse por la exogamia más amplia, en elsentido de que no se rigen por límites locales.

A pesar de que las relaciones interétnicas pueden tener un carácterpacífico estable y ser, en lo fundamental, simples separaciones étnicas, nohay duda de que se dan influencias de unos sobre otros en diferentes di-recciones. Por una parte, es evidente que los recursos territoriales indíge-nas son utilizados con ventaja por los grupos nacionales residentes, yconstituyen para éstos y sus familias, incluidos sus negocios, una identi-

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dad ecológica definida que se refuerza por medio de las reproduccionesgeneracionales, hasta legitimarse políticamente como derecho de grupo,en este caso como derecho nacional. Y es también obvio que en el trans-curso del tiempo los indígenas más jóvenes acaban siendo convertidos enuna fuerza de trabajo al servicio de las personas que dirigen o están a car-go de los negocios del grupo nacional residente.

Nuestras observaciones de campo al respecto de esta problemática dela desetnización nos han conducido a la conclusión de que se trata de unproceso que incluye la integración, primero, y la asimilación, después, delos grupos indígenas. Esta es una cuestión de dinámica interétnica. Sudialéctica principal está relacionada con pérdidas de capacidad corporati-va, especialmente en cuestiones de administración y resolución de asun-tos locales, territorialmente definidos y afectados por la presencia de gru-pos extraños, asimismo, asentados en los pueblos indígenas. En estostérminos, la desetnización es un asunto de pérdida de identidad por desu-so de una tradicional y adquisición de otra. No es, sin embargo, el productode una preferencia entre opciones espontáneas; más bien es el producto deuna situación identificable como adversa para la continuidad de la culturalocal, una en la que los individuos por separado adquieren por necesidaduna forma de vida diferente a la propia. A menudo, eso ocurre sin violen-cias físicas y es, por lo tanto, el resultado de una desmembración progresivadel grupo étnico local por escasez o falta de los recursos que le permitíanreproducir su identidad.6

Lo significativo, en este ángulo de la realidad indígena, lo constituyeel hecho de que la desetnización la vemos como el producto de una debi-lidad política que tiene su origen en una debilidad económica y culturalcausada, asimismo, por la expansión de los grupos nacionales instaladosen territorios indígenas. Según eso, el proceso de desetnización tiene uncarácter sutil en la medida que no se define necesariamente como un con-flicto que incluya el exterminio físico directo de los indígenas. Más bienaparece que se da en forma de una contracción progresiva de recursos desubsistencia, de los territorios al mismo tiempo que se da, en contraparti-da, un incremento de los recursos puestos a disposición de los grupos noindígenas o nacionales.

Dentro de este particular, es frecuente que algunos miembros del gru-po indígena obtengan recursos económicos de los miembros del grupo

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6 Cfr. Esteva, 1986.

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nacional a través de las agencias oficiales instaladas en el territorio de lacomunidad, o bien mediante la realización de alianzas políticas en las quese incluyen negocios y desarrollo de formaciones religiosas, sobre todo laiglesia católica, y en los últimos años grupos de las diferentes iglesiasprotestantes. Adicionalmente, una cierta proporción de los indígenas ad-quiere elementos culturales de los grupos nacionales, y con éstos inter-cambian información, aportan trabajo y recursos de acción diferentes.

De hecho, los indígenas no son enemigos del progreso, pues lo asu-men en la medida que pueden utilizarlo sin costo negativo para sus adap-taciones, en la medida, sobre todo, que pueden adquirirlo sin pérdidas deintegración. En este sentido, lo desean más todavía cuando lo pueden ad-ministrar ellos mismos, sin que eso suponga renuncias políticas de identi-dad. En estas condiciones, el problema indígena es uno de derecho políti-co, de colectivo étnico instalado en un territorio que, asimismo, es desoberanía nacional o definido como propio del Estado.

Especialmente significativo es, por lo tanto, el hecho que apuntába-mos de la desetnización vista como causa de debilidad política a partir dela misma expansión de los grupos nacionales que se instalan en territoriosindígenas. Para nosotros no hay duda, entonces, de que los derechos hu-manos pueden estar garantizados individualmente y pueden no serlo, encambio, colectivamente entendidos como derechos étnicos al autogobier-no, a la autodeterminación y a la soberanía territorial de estos grupos encontraste con los derechos asumidos por el Estado sobre la totalidad deun espacio social que incluye individuos y grupos étnicos.

Pensamos, por ejemplo, en los grupos indígenas, desprovistos de po-der político sobre sus propios territorios tradicionales. Y pensamos, asi-mismo, en el hecho de que sus pérdidas de control sobre los recursos desus territorios es causa de conflicto radicalmente interétnico, entre indíge-nas y no indígenas. Y es evidente, por otra parte, que la presencia estableo alojamiento de poblaciones no indígenas en los territorios de estos últi-mos es causa dinámica de reducción de sus recursos tradicionales, conresultados inevitables dados en forma de contracciones demográficas y deincrementos de la presión demográfica que efectúan los grupos no indíge-nas al disputarles los recursos naturales y adjudicárselos con ventaja apartir de su mayor capacidad competitiva.

Por esta razón, reducir los espacios de recursos de subsistencia de losindígenas es equivalente a estrechar los volúmenes territoriales y demo-gráficos de éstos. Supone incrementar, en cambio, los volúmenes corres-

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pondientes de los grupos nacionales. Por eso, en la medida que los so-brantes indígenas que van resultando de estas contracciones del territoriode recursos se van incorporando como fuerza de trabajo a las organizacio-nes públicas o privadas no indígenas, en dicha medida comienzan a darselos procesos de desetnización. Así, no sólo la competición interétnica, po-lítica, económica y social entre indígenas y nacionales se proyecta en for-ma de energías tecnológicas y de organización diferentes, sino que mien-tras los indígenas no disputan con los nacionales según ideologíascompetitivas, estos últimos sí actúan en esta intencionalidad y ambicio-nes. De hecho, el equipamiento competitivo de los nacionales no es obje-tivamente igual al de los indígenas, pues mientras éstos conservan losequilibrios, aquéllos los transforman.

De este modo, la desetnización incluye un proceso de aculturaciónprogresiva consistente en integrar económicamente, por una parte, perso-nas individuales indígenas, básicamente proletarizando e incorporando alos más jóvenes, mientras, por otra, son poco a poco destruidas en suenergía reproductiva las organizaciones, sobre todo familia y poder local,que tradicionalmente han constituido el sistema de reproducción de lascomunidades y del medio territorial indígena.

En estas circunstancias, mientras los procesos de aculturación no sonen sí mismos causa directa de contracción demográfica, ni tampoco dedesorganización social, y si bien ambos fenómenos son efectos o influen-cias de civilización, la primera, y de recursos reducidos la segunda, y en-tendiendo, asimismo, que la debilidad política que resulta de la disminu-ción demográfica y de los recursos territoriales se convierte fácilmente enun factor de deterioro de los equilibrios dinámicos, al mismo tiempo, ad-vertimos que dicho deterioro está muy presente en las situaciones internasde las comunidades indígenas a partir de sus diferentes procesos de resis-tencia, incorporación y asimilación observables en sus relaciones con lossistemas coloniales europeos y con los Estados nacionales surgidos delos movimientos de independencia.

En este extremo, la desetnización ocurre en los procesos que siguen alos enfrentamientos, masivos y marginales, según los casos, de las socie-dades indígenas con las potencias europeas y con los Estados nacionalesque resultaron de la desmembración del poder de aquéllas. Y podemosadvertir, además, que cuanto más directos y resueltos han sido dichos en-frentamientos, mayores han sido los grados de desetnización y hasta degenocidio que se han dado en esta historia. Cabalmente, en este discurso

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dialéctico, lo que parece prevalecer es la dimensión política de los siste-mas culturales, especialmente en la ocasión de las pérdidas de poder quese producen en materias de autogobierno, tanto como en las sustitucionesprogresivas que se dan en los usos sociales de las lenguas propias indíge-nas por las lenguas de las sociedades nacionales.

Esta sustitución podemos entenderla como una medida de cambio ét-nico, no siempre consolidado, pero describiendo, sin embargo, la reitera-ción de una influencia que puede ser decisiva en lo cultural, especialmen-te en sus efectos políticos. Así, y en cierto modo, en la alternativa deperder un territorio, la pérdida lingüística es, a veces, dinámicamente mássignificativa para la identidad de una cultura que lo es la pérdida de unterritorio. Mientras este último se puede recuperar en situaciones históri-cas favorables, en cambio, es más difícil restablecer la continuidad de unalengua que socialmente haya dejado de ser funcional en los usos y con-vicciones de una población.

La desetnización, en los supuestos a que nos referimos describe el ca-rácter vulnerable de las etnicidades indígenas cuando la penetración cul-tural va seguida de la pérdida de autonomía política y cuando esta últimaes más una función del Estado activamente instalado entre los indígenaspor medio de personas y grupos sometiendo a sus decisiones el curso deactuación política de las organizaciones sociales estratégicas indígenas.La reproducción de la lengua propia es un recurso defensivo y, a la vez, esun sistema de creación cultural permanente. En este sentido, la desetniza-ción se reconoce en esta pérdida, tanto como se manifiesta en procesos deaculturación acompañados de una masiva incorporación social de losmiembros más activos de la población indígena a los grupos de la socie-dad nacional. De hecho, en estos casos se trata de preferir la opción na-cional/occidental frente a la opción indígena.

VI. BIBLIOGRAFÍA

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LOS DERECHOS HUMANOS, UNA FORMA DE LA DIALÉCTICA 49

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VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOSHUMANOS DE LOS PUEBLOS INDIOS

Miguel Jesús MEDINA ESCALANTE

Desde hace muchos años las organizaciones indígenas han venido traba-jando dentro de cada país para lograr el reconocimiento y el respeto de susderechos fundamentales. A partir de ese trabajo nacional, las reivindica-ciones y reclamos indígenas se han proyectado a nivel internacional, lo-grando con ello poner las bases de un movimiento indio que ha avanzadocon éxito en el planteamiento de sus demandas en foros internacionales.

Actualmente, se viene discutiendo en el seno de la Organización delas Naciones Unidas el Proyecto de Declaración Universal sobre los De-rechos de los Pueblos Indígenas. Esta Declaración es el resultado de nu-merosos foros, encuentros, seminarios, talleres y reuniones que han veni-do realizando en el curso de los últimos veinte años tanto organizacionesindígenas como organismos nacionales e internacionales.

Las demandas y reclamos que los indígenas han planteado en estosforos van desde la preocupación por las condiciones de vida de sus comu-nidades, hasta el planteamiento de sus problemas en términos resuelta-mente políticos de “ liberalización” y “descolonización” , que sitúa la lu-cha ideológica en el enfrentamiento entre indianismo y occidentalismo.1

Un breve recuento de los principales foros, realizados en los últimosveinte años, ilustran de manera significativa sobre cuáles han sido lasprincipales demandas y reclamos que las organizaciones indígenas hanvenido planteando, y que de una manera u otra han servido de base parala elaboración del Proyecto de Declaración Universal de los Derechos delos Pueblos Indígenas.

La primera reunión en este sentido se llevó a efecto en San Bernardino,Paraguay, del 8 al 14 de octubre de 1974, en lo que se denominó Primer

51

1 Cfr. Barre, Marie-Chantal, Ideologías indigenistas y movimientos indios, México, EditorialSiglo XXI, 1983, p. 161.

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Parlamento Indio Americano del Cono Sur. Participaron en esta reunióndelegados indígenas de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Venezuela.Este foro es importante porque marca una toma de conciencia india conti-nental, y pone de relieve los problemas planteados por los indígenas encuanto a la posesión de las tierras cultivables, la discriminación en la edu-cación, las malas condiciones de salud de la población, el trabajo sin se-guridad social y la falta de organización de los indígenas.

En octubre de 1975, y con la participación de delegados de Argentina,Australia, Bolivia, Canadá, Colombia, Ecuador, Finlandia, Groenlandia,Guatemala, México, Nueva Zelanda, Nicaragua, Noruega, Panamá, Para-guay, Perú, Suecia, Estados Unidos y Venezuela, se creó en Port Alberni,Canadá, el Consejo Mundial de los Pueblos Indígenas (CMPI) que emitióresolutivos referentes a derechos económicos, culturales y políticos; a laconservación de las tierras y de los recursos naturales.

El I Congreso Internacional Indígena de América Central se celebróen la ciudad de Panamá del 24 al 28 de enero de 1977, con la representa-ción de México, Guatemala, Panamá, Honduras, Nicaragua, El Salvadory Costa Rica. Los delegados examinaron la realidad india en los distintospaíses, su situación económica y cultural y, en particular, los problemasreligiosos, educativos y de tradición. Del mismo modo, se formó el Con-sejo Regional de los Pueblos Indígenas de América Central (CORPI),donde se hallan representados los países mencionados, y que cambió sudenominación por la de Coordinadora Regional de Pueblos Indios (tam-bién CORPI) durante la Reunión de las Organizaciones Indígenas de Mé-xico, América Central y el Caribe, que tuvo lugar en la comunidad puré-pecha de Cherán Asticurín, Michoacán, México, del 3 al 8 de marzo de1981.

Por otra parte, la I Declaración de Barbados, firmada en 1971 por ungrupo de antropólogos, insistía en la responsabilidad del Estado, de lasmisiones religiosas y de la antropología por la agresión que sufren los in-dígenas, y reafirmaba que éstos tienen el derecho de experimentar sus pro-pios esquemas de autogobierno, desarrollo y defensa. Esta I Declaraciónsirvió de base para la II Declaración de Barbados, firmada conjuntamentepor indios y antropólogos no indios, en julio de 1977; en ella se insistíaen el derecho que tienen las poblaciones indígenas de experimentar suspropios esquemas de autogobierno, desarrollo y defensa, y se interesóigualmente en el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenasy en los nuevos mecanismos represivos de las sociedades nacionales.

52 MIGUEL JESÚS MEDINA ESCALANTE

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Ese mismo año de 1977, del 20 al 23 de septiembre, los pueblos indiosde las Américas dejaron oír su voz en el Palacio de las Naciones de Ginebra,Suiza. Esta conferencia, organizada por el Comité de Derechos Humanos delas Organizaciones no Gubernamentales (ONG) y por el Subcomité sobre elRacismo, la Discriminación Racial, el Apartheid y la Descolonización, reco-noce a las naciones indígenas que se sometan al derecho internacional, acondición de que esos pueblos deseen ser reconocidos como naciones. Tam-bién en esta conferencia se reconoció el derecho de los pueblos a la autode-terminación; el derecho a la posesión de la tierra y al control de los recur-sos naturales, así como el derecho de los pueblos indígenas a gobernarsus territorios de acuerdo con sus propias tradiciones y su cultura.

En el I Congreso de Movimientos Indios de América del Sur, cele-brado en Ollantaytambo, Cuzco, Perú, del 27 de febrero al 23 de marzode 1980, los delegados indígenas resolvieron que cada pueblo indio debeadoptar las tácticas y estrategias más acordes con los imperativos socia-les, económicos y políticos de cada país, teniendo en cuenta dos posibili-dades: a) cuando el pueblo indio es mayoritario, su finalidad inmediataserá la toma del poder; b) cuando el pueblo indio es minoría, podrá deci-dir su acción inmediata a la cabeza de sectores populares, pero sin com-prometer su autonomía política y su identidad étnico-cultural.

Ahora bien, desde estas primeras reuniones, hasta la actualidad, sehan realizado en el terreno internacional muchos eventos indígenas de ca-rácter amplio, que han continuado trabajando en la defensa de los dere-chos de los indígenas; sin embargo, la década de los ochenta constituye elescenario donde por fin se plantea abiertamente la cuestión de los dere-chos de los pueblos indios en el plano internacional.

El IV Tribunal Russell sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas delas Américas realizado en Rotterdam, Holanda, del 24 al 30 de noviembrede 1980, fue el escenario donde se presentaron testimonios sumamente gra-ves de violaciones a los derechos humanos de los indígenas.

El Tribunal fue un severo enjuiciamiento público a los Estados nacionales, asus legislaciones, al incumplimiento de esos Estados a sus propias leyes y alderecho internacional, a la discriminación profundamente enquistada en las es-tructuras sociales, a los modelos civilizarios; en suma, a los despojos, al geno-cidio y etnocidio cometidos en contra de millones de indios del mundo.2

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2 Burguete Cal y Mayor, Aracely y Margarito Ruiz Hernández, “Hacia una Carta Universal deDerechos de los Pueblos Indígenas” , Derechos indígenas en la actualidad, México, UNAM, Institutode Investigaciones Jurídicas, 1994, p. 124.

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En el IV Tribunal Russell las organizaciones indígenas declararon,como principios, el derecho a su existencia como pueblos distintos, y elderecho de poseer sus propios territorios y autodeterminación soberana.De igual forma, consideraron que la indefensión jurídica de los pueblosindígenas en el derecho internacional contribuía a crear condiciones paraque impunemente fueran permanentemente conculcados sus derechos hu-manos individuales y sus derechos fundamentales como entidades colec-tivas. Solicitaron, también, acciones concretas por parte de la Organiza-ción de las Naciones Unidas para lograr que el genocidio, el etnocidio3 yla expropiación de los pueblos indígenas fueran tema de preocupación de lacomunidad mundial.

Este congreso internacional sirvió de base para que, nuevamente enGinebra, Suiza, se celebrara del 15 al 18 de septiembre de 1981, la Con-ferencia Internacional de Organizaciones no Gubernamentales sobre losPueblos Autóctonos y la Tierra. A ella asistieron unos 130 delegados in-dígenas de todo el mundo, siendo las delegaciones más numerosas las delas tres Américas. En esta reunión se analizó el derecho de la propiedaden los pueblos indígenas, acuerdos y tratados internacionales, reformaagraria y régimen de tenencia de la tierra; la filosofía autóctona y la tie-rra; las sociedades transnacionales y sus efectos sobre los recursos y lastierras de los pueblos indígenas, y el impacto del incremento del arsenalnuclear sobre la tierra y la vida de los pueblos indígenas. El tema de laautodeterminación de los pueblos indígenas fue una constante de estaConferencia; en ella se concluye que estos pueblos tienen el derecho aescoger libremente el desarrollo y la utilización de sus tierras y de susrecursos, y de vivir de acuerdo con sus valores y su filosofía.

Más recientemente, y tomando como marco de referencia la Declara-ción de los Derechos de los Pueblos Indios que se discute actualmente enNaciones Unidas, las organizaciones indígenas y diversos organismos na-cionales e internacionales han organizado importantes foros para discutirlos derechos de los indígenas.

El primero de ellos se celebró en Matías Romero, municipio del dis-trito de Juchitán, Oaxaca, en el istmo de Tehuantepec, México, del 30 deseptiembre al 2 de octubre de 1989. Este foro concretó una labor de orga-nización que años atrás habían venido realizando algunos grupos de dere-

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3 Para más información consultar a Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando, “Derecho penalinternacional y victimología, delitos de lesa humanidad, genocidio, etnocidio y democidio” , RevistaMexicana de Justicia, México, vol. IV, núm. 1, enero-marzo de 1989, pp. 175-189.

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chos humanos y, fundamentalmente, comunidades y organizaciones in-dias. Congregó a indígenas de 23 etnias, de las 56 existentes en nuestropaís, así como a delegados de Estados Unidos, Centroamérica, Panamá,Colombia, Bolivia y Perú. Este Congreso sirvió como antecedente inme-diato de la Declaración de Bogotá, suscrita en el Encuentro Latinoamericanode Organizaciones Campesino-Indígenas, realizado en Bogotá, Colombia,del 7 al 12 de octubre de 1989, que lanzó la campaña de los 500 años deResistencia Indígena y Popular para levantar la voz ante la ignominia de laopresión colonial, neocolonial e imperialista.

Tanto en Matías Romero como en Bogotá, los grupos indígenas y losorganismos dedicados a la defensa de los derechos humanos denunciaronel genocidio y el saqueo que han sufrido sus comunidades; la implemen-tación del terror y la muerte, la persecución y las torturas, las desaparicionesforzadas y la guerra sucia; también denunciaron en estos foros la intromi-sión de sectas religiosas y organismos nacionales e internacionales queavasallan sus valores culturales y creencias en un abierto esfuerzo etnocida.

Con base en las experiencias logradas, tanto en Matías Romero, Mé-xico, como en Bogotá, Colombia, se llevó a efecto un II Foro celebradoen Xochimilco, Distrito Federal, México, del 9 al 11 de marzo de 1990. Aeste evento asistieron representantes de diversas organizaciones indiasque abordaron nuevamente la problemática planteada en las reuniones an-teriores. Destacan, por su importancia, los resolutivos acerca de la tierra,la mujer india y la educación y cultura de los pueblos indios.

En síntesis, los resolutivos de este foro fueron:

LA TIERRA

Los pueblos indios enfrentan dos grandes desafíos, respecto a sus tie-rras: el deterioro ecológico y las “expropiaciones” . En relación a estospuntos se señalaron diferentes aspectos, entre ellos están:

Los problemas ecológicos no se resuelven con paliativos, sino atacandoa fondo sus causas, entre las cuales destacan la sobre-explotación y la con-taminación de los recursos naturales (agua, tierra y aire). Las medidas to-madas hasta ahora no resuelven el problema; por el contrario, lo agudizanal producir la pérdida progresiva de la capacidad productiva de los recursosnaturales.

Los proyectos gubernamentales de urbanización e industrialización,realizados sin planificación y de manera irresponsable, han provocado di-chos problemas.

VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS 55

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Deben respetarse los proyectos alternativos propuestos por los propiospueblos para mejorar el equilibrio ecológico en sus territorios. Estas pro-puestas pueden ampliarse con el apoyo solidario de otros sectores de la so-ciedad.

El control y la administración de las aguas en los territorios indios,debe plantearse como un derecho de estos pueblos y no como exclusividaddel gobierno.

Rechazo total a la imposición vertical de los proyectos ecológicos gu-bernamentales, elaborados sin el consenso de la población afectada, que noresuelven los problemas reales y que, además, son utilizados para justificarlas expropiaciones territoriales a las comunidades. Tal es el caso del PlanMaestro de Rescate Ecológico de Xochimilco y Tláhuac.

Crear mecanismos para la defensa de las tierras comunales y ejidales,así como se exigió la restitución de los ejidos y comunidades expropiados anivel nacional, en la cantidad y calidad del terreno que haya sido expropia-do y en áreas donde la comunidad convenga.

Constituir coordinadoras indias y campesinas independientes a nivelejidal, municipal, regional y estatal, garantizando su autodeterminación y auto-nomía frente a las instituciones gubernamentales, a fin de preservar y forta-lecer los objetivos de este Foro y otros eventos de igual naturaleza.

Pasar a una denuncia más amplia de los asesinatos, desapariciones, en-carcelamientos y despojos de que son víctimas los pueblos indios. Atrope-llo que no se puede seguir enfrentando aisladamente y, por lo mismo hasurgido la necesidad de “crear vínculos más estrechos entre los pueblos in-dios con base en el respeto y la solidaridad” .

Otro acuerdo fue dar amplia difusión al conocimiento de los derechoshumanos de los pueblos indios.

LA MUJER INDIA

La mesa 3 discutió el tema de la “Situación y derechos de la mujerindia y campesina” . En una de las ponencias presentadas se decía que “ lalucha de los pueblos indios es la lucha por la humanidad justa; con todos ypara todos los seres humanos que habitan el mundo” . Que se requiere demujeres y hombres que formen un solo frente, sin discriminación de sexosy especialmente sin discriminación de ninguna mujer.

La problemática de la mujer india es grave dada la violencia que se lle-va a cabo contra ella y la marginación a que se le quiere someter.

En relación con ello, en el Foro se demandó detener las agresiones con-tra las mujeres indígenas y campesinas y se precisaron una serie de medi-das tendentes a lograr una participación igualitaria y para romper la menta-lidad que niega un papel activo de la mujer en las organizaciones y luchas.

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EDUCACIÓN Y CULTURA DE LOS PUEBLOS INDIOS

“La reivindicación de la cultura y de la educación india, como un dere-cho, se basa en la relación que debe existir de manera respetuosa entre elconocimiento tradicional indio y el conocimiento en general.” De esta ma-nera se planteó la concepción sobre uno de los problemas que enfrentan lascomunidades indias del país.

Una educación fundamentada en los valores heredados y enriquecidospor las comunidades indias, acorde a las características, necesidades y aspi-raciones de las mismas, son exigencias planteadas en la mesa que abordóeste tema.

La imposición de una cultura y una educación ajena, intentando susti-tuir o destruir la cultura propia, ha sido una violación permanente a los de-rechos indios. Por ello tomaron resoluciones encaminadas a fortalecer lalabor de educación y el crecimiento de la cultura indígena, que deberían seruna inviolable regla en un país pluriétnico y pluricultural.4

Por otra parte, a partir de los Convenios y Recomendaciones de laOrganización Internacional del Trabajo y las declaraciones Americana yUniversal de Derechos Humanos en 1948, se presentó el fenómeno de la in-ternacionalización de los derechos humanos, que se llevó a cabo con laConvención Europea de Derechos Humanos en 1950; los pactos de Dere-chos Civiles y Políticos y de Derechos Económicos, Sociales y Culturalesde Naciones Unidas en 1966; la Convención Americana de Derechos Hu-manos de 1969 y los numerosos instrumentos y declaraciones que se hanreferido a los derechos humanos.5

Sin embargo, es específicamente en el año de 1938 cuando encontra-mos que en la Octava Conferencia Internacional Americana de Lima seaprobó una declaración a favor de los derechos de la mujer y otras sobreprotección de los indígenas.

Este proceso de internacionalización de los derechos humanos, auna-do a la presión que las organizaciones indias habían estado planteando entodos y en cada uno de los foros internacionales mencionados en párrafosanteriores, hizo que por primera vez se tratara, a nivel de organismos in-

VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS 57

4 Estas síntesis fueron elaboradas por Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando, en Reclamosjurídicos de los pueblos indios, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1993, pp. 22-25, quien participó como delegado fraterno al I Foro como investigador adscrito a la UniversidadAutónoma de Puebla y al II Foro, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

5 Cfr. Ordóñez Cifuentes, José Emilio Rolando, “Constitución y derechos étnicos en México” ,Derechos indígenas en la actualidad, México, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas, 1994,pp. 15-17.

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teramericanos, la cuestión de los derechos humanos de los indígenas en elIX Congreso Indigenista Interamericano, celebrado en Santa Fe, NuevoMéxico, Estados Unidos, del 28 de octubre al 2 de noviembre de 1985.

Los resolutivos dictados en este sentido por el Congreso fueron:

Resolutivo No. 15:

1. Hacer un llamado a la Asamblea General de la Organización de Esta-dos Americanos a fin de que solicite a la Comisión de Derechos Humanosque informe anualmente a la Asamblea General del mismo organismo acer-ca de la situación de los pueblos indígenas del continente americano en lorelacionado a los derechos humanos.

2. Recomendar a la Organización de los Estados Americanos colaboraren la traducción de las Declaraciones sobre Derechos y Deberes del Hom-bre y la Convención Americana sobre Derechos Humanos a las principaleslenguas indígenas del continente, a fin de promover un mayor conocimien-to del sistema interamericano por los indígenas.

3. Solicitar al Instituto Indigenista Interamericano que proporcioneapoyo técnico a esas medidas.

Resolutivo No. 16:

1. Recomendar a los Estados miembros que adopten medidas urgentesen consulta con los representantes de los pueblos indígenas, a fin de reco-nocer y aplicar los derechos que corresponden.

2. Exhortar a los Estados miembros a adaptar sus legislaciones y prácti-cas internas al derecho internacional en lo referente a los derechos de lospueblos indígenas.

3. Exhortar a la Organización de los Estados Americanos a considerarseriamente la cuestión de los derechos de los indígenas en la elaboracióndel protocolo adicional a la Convención Americana sobre Derechos Huma-nos en materia de derechos económicos, sociales y culturales.

Resolutivo No. 17:

1. Que se inste a los Estados miembros a reconocer el principio de nonrefoulment (no devolución) y velar por su observancia, a fin de que se apli-que con especial celo en el caso de los indígenas.

2. Ratificar la Convención y el Protocolo de las Naciones Unidas relati-vos a la condición de refugiados.

3. Instar a los Estados miembros a adoptar en sus legislaciones internasnormas de procedimiento relacionadas con los refugiados y el asilo a fin dedarle soluciones prácticas y humanitarias.

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Resolutivo No. 18:

1. Hacer un llamamiento especial a la Comisión Interamericana de De-rechos Humanos a fin de que se expida una serie de informes especialesacerca de la situación en que se encuentran los pueblos indígenas en cadauno de los países miembros en materia de derechos humanos.

2. Solicitar que estos informes sean publicados oportunamente culmi-nando con un estudio comprensivo y completo sobre la situación de losderechos humanos en cada Estado miembro para su presentación a laAsamblea General de la Organización de Estados Americanos en 1992.

Resolutivo No. 20:

1. El reconocimiento, en la medida adecuada, de las normas de derechoconsuetudinario de los pueblos indios de los países miembros.

2. Que los Estados miembros de la Convención Internacional de Pátz-cuaro (1940) estudien la posibilidad de adecuar los sistemas penales y civi-les vigentes a la especificidad sociocultural de los pueblos indios, tomandoen cuenta las normas consuetudinarias de estos pueblos.

3. Que el Instituto Indigenista Interamericano preste la ayuda necesariaa los gobiernos de los Estado miembros.6

En 1989 la Organización de Estados Americanos tomó medidas enca-minadas a la adopción de un instrumento regional para la protección delos pueblos indígenas. La Asamblea General de la misma decidió enco-mendar a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y al Institu-to Indigenista Interamericano la preparación de un instrumento jurídicosobre derechos de los pueblos indígenas. La Comisión aprobó en 1992una metodología para la preparación de este nuevo instrumento y se espe-ra que pronto pueda ser presentado un proyecto preliminar del mismo.

Por otra parte, también hay que señalar que desde hace ya algunosaños, varios organismos nacionales e internacionales dedicados a la de-fensa de los derechos humanos han estado informando al mundo de in-contables violaciones a los derechos de los indígenas. Así por ejemplo,Amnistía Internacional dedicó en el año de 1992, una atención especial alos problemas de derechos fundamentales que afectan a los pueblos indí-genas de América. Dentro del contexto de un programa denominado “500años después”, este organismo internacional publicó7 un informe que contie-

VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS 59

6 Idem, pp. 16-17.7 Véase la publicación especial que Amnistía Internacional publicó bajo el título: Los pueblos

indígenas de América siguen sufriendo, Madrid, Amnistía Internacional, 1992.

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ne graves violaciones a los derechos humanos de los indígenas del conti-nente americano.

Preocupados por estos informes, algunos organismos internacionalesgubernamentales, como el Parlamento Europeo, han encargado a su Uni-dad de Derechos Humanos el nombramiento de un ponente para anali-zar los derechos humanos, territoriales y culturales de los indígenas deAmérica.

Más recientemente, los organismos internacionales han reforzado suatención hacia los indígenas y sus problemas.

En 1992 fue otorgado el Premio Nobel de la Paz a Rigoberta MenchúTum, indígena quiché guatemalteca. Al recibir este premio, la señoraMenchú estableció cinco principios generales para su actuación que refle-jan, entre otras cosas, la preocupación de los indígenas por resolver susproblemas.

El primer principio es su compromiso de lucha por la paz que esta-blece, entre otras cosas, que la paz debe incluir el respeto a las diferenciasculturales, igualdad de pueblos y culturas, y que el respeto de la diversi-dad está en la base de una convivencia armónica. El segundo principio esel compromiso por una nueva ética. Esta nueva propuesta ética está con-tra toda forma de corrupción y contra toda manifestación de racismo.

En el tercero establece un compromiso de lucha por la Década Inter-nacional de los Pueblos Indígenas y por una Declaración Universal sobrelos Pueblos Indígenas y Pueblos Originarios.

Su cuarto principio establece la reafirmación del apoyo a la lucha delos pobres y pueblos oprimidos por su liberación y las transformacionessociales necesarias para construir un futuro de justicia social.

Por último, en su quinto principio, la ganadora del Premio Nobel es-tablece que los principios antes mencionados están recorridos por la luchapor la libertad, la igualdad, la fraternidad; el respeto a la diversidad cultu-ral, los derechos humanos, la soberanía y autodeterminación.8

En ese mismo año de 1992, pero en el mes de junio, las Naciones Uni-das celebraron en Río de Janeiro, Brasil, la Conferencia de las NacionesUnidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo. El principal objetivo de laConferencia fue el análisis de los proyectos de desarrollo y las directriceseconómicas y políticas de cada país desde el punto de vista de su impacto

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8 Cfr. Principios Generales para la Actuación del Premio Nobel de la Paz 1992, México, Fun-dación “Vicente Menchú” , 1992, pp. 1-2.

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en el medio ambiente. Colaboraron con los grupos de trabajo y comitéspreparatorios de la Conferencia un gran número de grupos ecologistas eindígenas, quienes paralelamente a las reuniones de la Conferencia, tam-bién se reunieron independientemente para analizar los vínculos entre lascuestiones relativas al desarrollo, al medio ambiente, a los indígenas y alos derechos humanos.

Por otra parte, y con el objetivo de reforzar la cooperación internacio-nal para resolver los problemas que aquejan a las comunidades indígenasen cuestiones como los derechos humanos, el medio ambiente, desarrollo,educación y salud, el año de 1993 fue declarado por la Organizaciónde las Naciones Unidas como el “Año Internacional de los Pueblos In-dígenas” .

Consecuentemente a este hecho, el 10 de diciembre de 1992 el secre-tario general de la Organización de las Naciones Unidas nombró a Rigo-berta Menchú Tum “Embajadora de Buena Voluntad para el Año Interna-cional de los Pueblos Indígenas” .

Durante 1993, y bajo la dirección de Rigoberta Menchú Tum, PremioNobel de la Paz y “Embajadora de Buena Voluntad para el Año Interna-cional de los Pueblos Indígenas” , se llevaron a efecto dos reuniones indí-genas importantes: la I Cumbre Mundial de Pueblos Indígenas, y la IICumbre Mundial de Pueblos Indígenas.

La Primera Cumbre se llevó a efecto del 24 al 28 de mayo de 1993 enChimaltenango, Guatemala, con la presencia de delegaciones indígenas detodo el mundo. Durante esta I Cumbre que se realizó como parte de lasconferencias satélites de la Conferencia Mundial de Derechos Humanosque tuvo lugar en Viena del 14 al 25 de junio de 1993, las organizacionesindígenas analizaron la sistemática violación de los derechos de sus pue-blos, el incremento de la violencia contra mujeres y niños indígenas, lasexclusiones en la toma de decisiones políticas, la discriminación y las dis-tintas formas de explotación de que son objeto los indígenas.

En esta I Cumbre se acordó también, declarar la Década de los Pue-blos Indígenas, misma que tendría, entre otros objetivos, los de “consoli-dar y ampliar los instrumentos internacionales adoptados por NacionesUnidas, así como la presencia en la toma de decisiones de éste y demásorganismos nacionales y multilaterales; establecer un cuerpo permanentepara el seguimiento y vigilancia del respeto y promoción de los derechosde los pueblos indígenas; combatir las nuevas y viejas expresiones del ra-cismo, y alentar el fortalecimiento y el intercambio entre los pueblos indí-

VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS 61

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genas, propiciando el establecimiento de sistemas más efectivos de comu-nicación e información entre los pueblos indígenas” .9

Al término de esta I Cumbre se emitieron cinco resolutivos. De ellossobresalen los que van dirigidos a la Organización de Estados Americanos ya la Organización de las Naciones Unidas; su contenido es el siguiente:

RESOLUCIÓN SOBRE PARTICIPACIÓN DE LOS PUEBLOS Y NACIONES INDÍGENAS EN LA OEA

1. Exhortar a la Organización de los Estados Americanos, en particular a laComisión Interamericana de Derechos Humanos, a avanzar significativamenteen su trabajo de formulación de normas, relativas a los derechos históricos yespecíficos de los Pueblos y Naciones Indígenas de Abya Yala, América.

2. Demandar la cancelación del Instituto Indigenista Interamericanopara dar paso a la constitución de una Comisión integrada por repre-sentantes elegidos y seleccionados por los Pueblos y Naciones Indígenasconforme a sus propias normas, a fin de que, conjuntamente con los go-biernos, implemente los instrumentos internacionales relativos a los dere-chos de los pueblos indígenas.

3. Solicitar la participación de las organizaciones representativas de losPueblos Indígenas en todas las fases de las Propuestas de la Comisión delos Derechos Humanos de la OEA, relacionadas con los instrumentos jurí-dicos que se refieran a los Pueblos Indígenas.

4. Revisar la estructura y el proceso de toma de decisiones del FondoIndígena para los Pueblos de Abya Yala, América, a fin de que sea reelabo-rado con el objeto de asegurar que los Pueblos y Naciones Indígenas y susorganizaciones representativas definan sus propias autoridades así como latoma de decisiones. Que un máximo del 10 por ciento de sus fondos seanusados para su administración.

5. Exhortar a la OEA a que convoque a representantes y autoridades delos Pueblos y Naciones Indígenas para participar en el proceso de toma de de-cisiones en la elaboración de instrumentos regionales sobre sus derechosindividuales y colectivos.

PRIMERA RESOLUCIÓN DE LA CUMBRE DE LOS PUEBLOSINDÍGENAS PARA LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS

1. Demandar a la ONU el debate final y la respectiva aprobación deldocumento de la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos In-dígenas, conforme al texto original, por ser plenamente aceptado por los

62 MIGUEL JESÚS MEDINA ESCALANTE

9 Memoria de la primera cumbre de pueblos indígenas, México, Fundación “Vicente Men-chú” , 1993, p. 46.

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Pueblos Indígenas, haciendo énfasis en que los términos que deben ser uti-lizados en ella son los de: PUEBLOS INDÍGENAS, AUTODETERMINA-CIÓN, TERRITORIOS Y PROPIEDAD INTELECTUAL.

2. Demandar a la ONU la Declaración de la Década de los Pueblos In-dígenas a partir de 1994, en el marco de la construcción de nuevas relacio-nes entre cada pueblo indígena y el resto de la sociedad.

3. Demandar a la ONU el establecimiento de un Alto Comisionado per-manente formado por indígenas e integrado en su estructura. Asimismo,solicitamos prever la configuración de una Asamblea permanente de pue-blos indígenas como parte de su incipiente proceso de reestructuración.

4. Exigir a la ONU que incluya en el estudio sobre tratados y otrosacuerdos firmados entre los pueblos y naciones indígenas y los Estados-Nacionales, mecanismos idóneos para la implementación de estos acuerdosy la asignación de recursos humanos y económicos necesarios para el mismo.

5. Demandar a la ONU la creación de una Corte Internacional del me-dio ambiente y desarrollo sostenible, como instrumento apropiado paravigilar aspectos relativos al ecosistema natural, principalmente la contami-nación que afecta territorios tradicionalmente habitados por pueblos indí-genas.

6. Declarar el 10 de diciembre de cada año DÍA INTERNACIONALDE LOS PUEBLOS INDÍGENAS.

SEGUNDA RESOLUCIÓN PARA LA ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS

LA PRIMERA CUMBRE INDÍGENA avanzado ya un tercio del AñoInternacional de los Pueblos Indígenas del Mundo:

PIDE a la Organización de Naciones Unidas que continúe y fortalezcapor todos los medios, su trabajo por el reconocimiento, promoción y laefectividad de los derechos individuales y colectivos, fundamentales de losPueblos Indígenas y sus miembros, con énfasis en los derechos históricos yespecíficos como Pueblos.

INSTA al Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas de la ONU aterminar cuanto antes la redacción del Proyecto de Declaración Universalde los Derechos de los Pueblos Indígenas para que puedan actuar sobre elmismo la subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección delas Minorías, la Comisión de la Asamblea General y la misma AsambleaGeneral de las Naciones Unidas, dando así forma definitiva al primer pasoformal de acción normativa en relación con los derechos individuales y co-lectivos de los Pueblos Indígenas y de sus miembros.

PIDE a los Estados y a sus autoridades dar pleno apoyo a los órganos yorganismos de derechos humanos de la ONU, en particular al Grupo de

VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS 63

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Trabajo sobre Poblaciones Indígenas en sus actividades de procesamientode la información relativa a los derechos humanos y libertades fundamen-tales, de formulación de las normas internacionales que los contengan, es-pecialmente los relativos a derechos históricos y específicos de los PueblosIndígenas, y se comprometan a cumplir cabalmente sus compromisos eneste ámbito.

EXHORTA INSISTENTEMENTE a los Estados que aún no lo han he-cho, a ratificar lo antes posible el Convenio 169 de la OIT (1989) sobrePueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes.10

Por su parte, la II Cumbre de los Pueblos Indígenas que se llevó aefecto en Oaxtepec, Morelos, México, del 4 al 8 de octubre de 1993, reto-mó las reflexiones y las propuestas presentadas en la I Cumbre. En esta IICumbre se prestó atención especial a la recomendación que hizo la Con-ferencia Mundial de Derechos Humanos (Viena, junio de 1993), a laAsamblea General de las Naciones Unidas, a fin de que ésta proclame un“Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo” . Las dele-gaciones indígenas de todo el mundo reiteraron en esta Cumbre la necesi-dad de apelar a la conciencia de las Naciones Unidas para que, con ungesto solidario, aprobaran esta propuesta, y establecieron

que no es por el camino de la confrontación como habremos de construirlas nuevas relaciones entre nuestros pueblos y los Estados nacionales. Se-rán el diálogo, respeto mutuo y el trato digno en el concierto de las nacio-nes y al interior de los países, lo que nos permitirá alcanzar una nueva rela-ción con los pueblos no indígenas y avanzar en la construcción de unnuevo futuro para nuestros pueblos y para la humanidad entera.11

Estas dos Cumbres Internacionales de Pueblos Indígenas, convocadaspor Rigoberta Menchú Tum, han sido sumamente importantes en el planointernacional. Mediante ellas, los indígenas han manifestado la necesidadde crear nuevos espacios a nivel internacional para llamar la atención ha-cia las experiencias y reivindicaciones de los indígenas, y para establecerformas de conscientización de la población no indígena y de los gobier-nos acerca de sus condiciones, perspectivas y derechos.

Los resolutivos de estas dos cumbres indígenas se vieron concretadosmediante dos iniciativas: “El Decenio Internacional de las PoblacionesIndígenas” y la “ Iniciativa Indígena por la Paz” .

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10 Idem, pp. 40-45.11 Declaración de Oaxtepec, México, 1993, p. 2.

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El “Decenio Internacional de las Naciones Unidas para las Poblacio-nes Indígenas del Mundo” fue aprobado por la Asamblea General de lasNaciones Unidas, mediante resolución 48/163 del 21 de diciembre de1993. El Decenio se ha propuesto como objetivo fundamental: “Alcanzarla autodeterminación, autonomía y autogobierno de los pueblos indígenasexpresada por cada pueblo” .12

El amplio programa de acción del Decenio Internacional de las Po-blaciones Indígenas del Mundo que comienza a partir del año de 1994,como año preparatorio, y concluye hasta el año 2003 del próximo milenio“abre una posibilidad histórica para continuar avanzando en la lucha porel reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y dar inicio anuevas relaciones entre los Pueblos Indígenas y gobiernos”.13 Los objetivosespecíficos que el Decenio se ha propuesto cumplir son los siguientes:

1. Desarrollar una campaña masiva de educación e información sobre larealidad que viven los Pueblos Indígenas.

2. Consolidar los logros obtenidos por las luchas de nuestros antepasa-dos. Llevar estos logros a nivel real de cumplimiento.

3. Desarrollar instrumentos y mecanismos para afirmar los derechos delos Pueblos indígenas a nivel local, nacional, regional e internacional y lo-grar su respeto.

4. Garantizar que los Pueblos Indígenas puedan influir en las decisionesque les afecten. Para ello debe haber representantes indígenas en los dife-rentes órganos y organismos de la ONU y en los diferentes gobiernos.

5. Propiciar la unificación de criterios, y la ejecución de planes, progra-mas y proyectos en áreas tales como desarrollo, autonomía, educación, res-cate de medicina natural, tecnología alternativa, ciencia y sabiduría.

6. Revisar, modificar y actualizar los marcos de los Estados a fin de asegu-rar el reconocimiento jurídico de los derechos de los Pueblos Indígenas.

7. Revisar los contenidos de los instrumentos internacionales relativosa los derechos de los Pueblos Indígenas para hacerlos más idóneos, asegu-rar su ratificación y cumplimiento por los gobiernos.

8. Lograr el rescate de la identidad de los millares de indígenas que hanrenunciado a la suya por la presión antagónica que han recibido a lo largode varios siglos.

9. Lograr en el sistema de la ONU la representación de mujeres indígenas.10. Deberá consolidarse una Asamblea de Pueblos Indígenas en la

ONU.

VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS 65

12 Iniciativa Indígena por la paz, México, 1994, p. 9.13 Idem, p. 1.

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11. Garantizar la comunicación entre Pueblos Indígenas en todas partesdel mundo.

12. Lograr que los Estados aporten fondos para el desarrollo de losPueblos Indígenas.

13. Coordinar las actividades del Decenio Internacional de Pueblos In-dígenas con las del Decenio contra el Racismo, Educación Pública sobrederechos humanos y el Decenio sobre Derecho Internacional.14

Por su parte, la Iniciativa Indígena por la Paz tiene como antecedenteuno de los resolutivos de la I Cumbre Mundial de Pueblos Indígenas, queplanteó la necesidad de establecer un mecanismo internacional efectivode monitoreo y vigilancia para la protección del ejercicio de los derechos delos indígenas. Ya para la II Cumbre Mundial, los delegados indígenasparticipantes decidieron crear una instancia indígena permanente parapromover y proteger los derechos humanos y la paz, en la justicia, el de-sarrollo y el respeto a la diversidad, así como en la libertad de vivir sinconflictos que amenazan la vida.

La iniciativa Indígena por la Paz

es una entidad indígena, internacional, independiente y permanente, com-prometida a trabajar y contribuir en la vigilancia y protección de los dere-chos de los Pueblos Indígenas; contribuir al establecimiento de instrumen-tos jurídicos, normas y mecanismos eficientes para la protección yreconocimiento de estos derechos; a monitorear las violaciones de los de-rechos de los Pueblos Indígenas, y a promover la resolución pacífica decontroversias que afectan a los mismos.15

La iniciativa Indígena por la Paz quedó formalmente constituida conveintiún miembros fundadores de distintas partes del mundo y con cincoasesores de distintos países, que se reunieron en la ciudad de México del9 al 10 de mayo de 1994. Son miembros fundadores de este organismo:Rigoberta Menchú Tum, por Guatemala; Bill Means, por Estados Unidos;Ted Moses, por Canadá; Natalio Hernández, por México; Mike Dodson,por Australia, entre otras personalidades.

La iniciativa Indígena por la Paz se ha trazado metas que le permitanapoyar los logros de los indígenas, potenciando su solidaridad, honrandosus culturas y valores tradicionales; monitorear violaciones a los derechosde los indígenas promoviendo soluciones pacíficas a los conflictos que

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14 Idem, p. 9.15 Idem, p. 2.

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los afectan; y trabajar para el reconocimiento y protección de los dere-chos de los indígenas, tanto en el plano nacional como internacional.

De los resolutivos acordados por Iniciativa Indígena por la Paz en suprimera asamblea celebrada el 10 de mayo de 1994, sobresale el relativo a la“Creación de un Mecanismo para la Prevención de Conflictos y la Media-ción y resolución de Disputas entre los Pueblos Indígenas y los Estados”.

Mediante este mecanismo los miembros de la Iniciativa resuelven:

1. Promover la creación de un mecanismo y un foro internacionales perma-nentes, dentro del sistema de las Naciones Unidas y los Estados mismos,para la prevención y solución de conflictos y disputas entre los Pueblos In-dígenas y los Estados.

2. Brindar asistencia a los Estados y los Pueblos Indígenas, para que enel caso de conflicto, se comience un diálogo acerca de los asuntos en dispu-ta y se propongan soluciones pacíficas a los conflictos, incluyendo los con-flictos armados.

3. Intervenir en cualquier conflicto entre los pueblos indígenas y losEstados, con el propósito de lograr una tregua del conflicto y proponer so-luciones pacíficas a las controversias.

4. Buscar asistencia de individuos y organizaciones que tengan expe-riencia en mediación, arbitraje, negociación y solución de conflictos, a finde lograr el ideal de crear un proceso de aplicación global en cualquier lugarque se presentan las disputas entre los Pueblos Indígenas y los Estados.16

Como puede notarse, a medida que las organizaciones indígenas hancontinuado su lucha por el reconocimiento y el fortalecimiento de sus de-rechos al interior del sistema de las Naciones Unidas, se ha avanzado enel Proyecto de Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.No hay duda, también, que a medida que se avanza en este sentido, lasdemandas y los reclamos de las organizaciones indígenas se tornan másconciliadores y razonables.

La reciente proclamación de las Naciones Unidas del Decenio Interna-cional de los Pueblos Indígenas y las propuestas específicas que en la actua-lidad están haciendo las diferentes organizaciones indígenas en defensa desus derechos fundamentales, hacen prever que pronto estará lista para suaprobación por la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas laDeclaración Universal sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.

VISIÓN CONTEMPORÁNEA ACERCA DE LOS DERECHOS HUMANOS 67

16 Iniciativa indígena por la paz, p. 10.

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DEL ESTADO HOMOGÉNEO AL ESTADO PLURAL(EL ASPECTO POLÍTICO: LA CRISIS DEL ESTADO-NACIÓN)

Luis VILLORO

En la época colonial, en México ya se hacía referencia al término nación—la nación tlaxcalteca, la nación otomí—; en las monarquías absolutaseuropeas empieza a identificarse a la nación como el conjunto de pueblossometidos a un mismo poder soberano. Sin embargo, las revoluciones definales del siglo XVIII y principios del XIX fueron las que dieron lugar auna nueva idea: “Estado-nación” .

El Estado-nación es concebido como una asociación de individuosque se unen libremente por contrato; en este sentido, la sociedad no esvista ya como la compleja red de grupos disímbolos, asociaciones, cultu-ras diversas, estamentos que se han ido desarrollando a lo largo de la his-toria, sino como una suma de individuos que acuerdan hacer suya una vo-luntad general. Solamente así se pasaría de una asociación impuesta poruna necesidad histórica a una asociación basada en la libertad de los aso-ciados.

La expresión de la voluntad general es la ley que rige a todos sin dis-tinciones; ante la ley, todos los individuos se uniforman, nadie tiene dere-cho a ser diferente frente al Estado. El nuevo Estado establece la homoge-niedad en una sociedad realmente heterogénea. Descansa, en efecto, endos principios: está conformado por individuos iguales entre sí y todosellos están sometidos a una regulación homogénea.

El Estado-nación consagrado por las revoluciones modernas no reco-noce comunidades históricas previamente existentes, parte desde cero, delque los filósofos contractualistas llaman el estado de naturaleza, y consti-tuye una nueva realidad política de sobre este Estado.

El pacto federal entre los estados de Nueva Inglaterra constituye a lanación estadounidense; en Francia, el nuevo concepto de nación se utilizapor primera vez en la fiesta de la Federación de 1791, en que los repre-

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sentantes de todas las provincias francesas formalizan el contrato socialque habría de convertirla en una sola patria unificada. En Latinoamérica,los Congresos de Chilpancingo y Angostura proclaman el nacimiento denuevos Estados nacionales que libremente se constituyen a partir de unacto voluntario.

El Estado-nación moderno impone un orden sobre la compleja diver-sidad de las sociedades que la componen. En la heterogeneidad de la so-ciedad debe establecerse la uniformidad de una legislación general, de unaadministración central, de una cultura nacional válida para todos y de unpoder único. De ahí que el Estado debe borrar la multiplicidad de las so-ciedades sobre las que se impone y establecer sobre ellas un solo orden.La ideología del Estado-nación moderno es el nacionalismo, el cual sepuede caracterizar por dos ideas centrales:

1a. A todo Estado debe corresponder una nación, a toda nación debecorresponder un Estado; por lo tanto, su fin es lograr una unidad nacionalen un territorio determinado, donde domina un poder estatal.

2a. El Estado nacional no obedece a ningún otro poder por encima deél; es absolutamente soberano.

Los dos rasgos del nacionalismo son: unidad, uniformidad, homoge-neidad en lo interior, y exclusión en lo externo.

Toda nuestra historia nacional puede verse desde la Independenciacomo el intento por construir el Estado-nación moderno, ese proyecto seempieza a realizar, en realidad, después de muchos años de lucha civil, enla República restaurada; es la primera expresión cabal de un programa demodernización del país; comprende en lo jurídico la vigencia de un Esta-do de derecho bajo una ley uniforme. En lo social, la homogeneidad detodos los ciudadanos frente al Estado, considerándose todos como ciuda-danos iguales independientemente de su raza, procedencia, etcétera. En lopolítico, la democracia representativa y en lo económico el desarrollo ca-pitalista. Su ideal es el de una patria unida de ciudadanos iguales.

El federalismo es una variante de este proyecto. El federalismo que seinstala no corresponde, en efecto, a la diversidad real de los pueblos queintegraban a la nación; muy a menudo, las fronteras de los estados federa-les son el producto de intereses políticos locales o intentan dar solución aconflictos de poder circunstanciales.

Territorios ancestrales de los pueblos indios con raíces culturales co-munes son divididos arbitrariamente entre varios estados; otros quedanincluidos como una parte de un estado con mayoría mestiza o criolla.

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El federalismo es una expresión más del ideal de una patria unida,constituida no por culturas diversas, no por pueblos diferentes, sino porindividuos uniformes, iguales entre sí. Por eso, la República federal ter-mina con los cuerpos constituidos; por la misma razón, asesta un golpemortal a las comunidades.

Durante el periodo colonial, las comunidades habían subsistido en sudiversidad; la Corona española las protegió siempre contra los encomen-deros, porque ellas eran la base de su sistema impositivo. Los liberales,en cambio, eran fanáticos de la propiedad privada en la que veían, al igualque los neoliberales (sus herederos actuales) la fuente de todo progreso eco-nómico. En consecuencia, la Ley Lerdo de 1856 declaraba el fin del ejido, ydecretaba la apropiación individual y familiar de las tierras comunales.

En la Revolución de 1910 acaba triunfando, de nuevo, el mismo pro-yecto moderno del mismo Estado-nación. Es cierto que, desde 1913, allado de la corriente constitucionalista liberal, aparece una tendencia dis-tinta agraria y popular.

La revolución triunfante se verá obligada a incorporar en el nuevoproyecto de Estado, ideas fundamentales de esa tendencia, como el ejido,la propiedad comunal y, en su corriente indigenista, el respeto por las cul-turas indias. Sin embargo, se conservó en lo esencial la concepción delEstado-nación como una unidad homogénea. Manuel Gamio fue el quemejor sintetizó ese proyecto: la sociedad mexicana, pensaba, estaba es-cindida entre culturas y formas de vidas distintas; la patria, en cambio, esalgo que hay que construir, edificar; es algo que hay que forjar.

El fin de la política posrevolucionaria es el de crear una patria inte-grada en una unidad sobre el modelo de una nación que se quiere moder-na; y ¿no es éste el modelo de proyecto que, matiz más, matiz menos,subsiste actualmente? Pues bien, abundan los signos de que la idea mo-derna del Estado-nación se encuentra actualmente en crisis, no sólo enMéxico, sino en todo el mundo.

A fines del siglo XX, resulta demasiado pequeño el Estado-nación parahacer frente a los problemas planetarios y demasiado grande para solucio-nar las reivindicaciones de los grupos internos. Las últimas décadas hanasistido a una radical transformación en las relaciones entre naciones.

Debido a la globalización, como se le llama, de la economía, de lascomunicaciones, de la ciencia y de la tecnología, e incluso de las decisio-nes políticas, y ante los grandes desafíos de conciencia en todo el planeta,las naciones no pueden restringirse a medidas aisladas, y tienen que to-

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mar en cuenta, en mucha mayor medida, decisiones compartidas. Paraque ese concierto de voluntades fuera libre y equitativo debería resultarde la decisión soberana de Estados nacionales, en una situación de igual-dad; por desgracia, las tendencias actuales de la globalización apuntan enotro sentido. No son el resultado de la libre elección de las naciones, sinode la imposición sobre ellas de nuevos poderes mundiales.

El principal poder es el financiero; existe un nuevo culto, el del mer-cado, en este culto oficia un capital sin patria que no está sujeto a las le-yes de ningún Estado, y que a todos impone de hecho, sus propias reglas.

Las bolsas de valores están ligadas a través del mundo y funcionantransfiriendo en un momento, de un punto a otro del globo, enormes can-tidades; esos desplazamientos pueden desestabilizar en un instante la eco-nomía de cualquier país. México sufrió en carne propia la visión de esepoder brutal; ante el desastre económico de fines de 1995, se accedió aaceptar un préstamo que nos colocó en una situación en que podíamosperder gran parte de nuestra autonomía en nuestras principales decisioneseconómicas, pero esto era inevitable para salvarlo de la crisis. Como sesabe, el préstamo que aceptó México entonces ascendió a cincuenta mi-llones de dólares. Esta cifra no tenía paralelo en los préstamos internacio-nales, y sin embargo, es insignificante frente a las que maneja el capitalinternacional movible, ya que se calcula el monto del capital móvil entodo el globo y no sujeto a reglas en un billón doscientos mil millones dedólares, es decir: en uno y un dos seguidos de once ceros.

Los capitales móviles que pasan de una a otra parte del globo sin nin-gún control por los Estados-nación son veinticuatro veces el equivalentedel préstamo mayor internacional que se haya concedido a México. Esta-mos ante un nuevo poder mundial del que depende la suerte de una granparte del mundo, un poder sin fronteras, sin contrato social, sin leyes, y sinsanciones; es lo que constataba Butros Gali, secretario general de la ONU,antes de abandonar su cargo; decía: “La realidad del poder mundial escapaen gran medida a los Estados, la globalización implica la emergencia de nue-vos poderes que trascienden las estructuras estatales”; junto a ese enormepoder están otros que dan a la globalización un signo perverso, el control dela tecnología de punta y los grandes grupos de comunicaciones de infor-mática, que empiezan a controlar las comunicaciones mundiales. Según unaencuesta reciente, del modelo Observater, Billy Gates, patrón del microsoft,es el hombre más influyente del mundo, por encima de la influencia quepueda tener cualquier jefe de Estado, incluyendo a Bill Clinton.

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Otros poderes mundiales son: las cadenas internacionales de televi-sión que dominan la comunicación por satélite, los centros de innovacióntecnológica concentrados en unos cuantos países desarrollados y los cen-tros de investigación de punta que sólo pueden desarrollarse en las nacio-nes más ricas. Todos ellos constituyen un nuevo poder mundial, un con-junto de empresas trasnacionales —subdirectivos y técnicos— ligadas alos países industrializados que deciden la suerte de la mayoría de las na-ciones. Son los nuevos amos en una estructura de dominación hasta ahorainédita.

Este poder mundial mantiene una situación de desigualdad en el pla-neta; un conjunto pequeño de países industrializados dominan el capital,las comunicaciones y la tecnología, o bien son dominados por ella, segúnse vea la situación. El 20% de la población mundial correspondiente deesos países posee el 87% de los recursos mundiales; en cambio, el 13%restante de los recursos mundiales se reparte entre naciones que cuentanel 80% de la población mundial, entre ellas la nuestra. En ellas la pobre-za extrema aumenta, y según cálculos del Banco Mundial serán quincemil millones de individuos en la situación de pobreza extrema en el añodos mil.

Si por la globalización de los Estados nacionales ven sus poderesconsiderablemente reducidos, la renovación de las reivindicaciones de lasnacionalidades y etnias que lo componen pone en jaque su capacidad paramantener un orden homogéneo en la sociedad. Al mismo tiempo que elmundo se unifica, asistimos al despertar de la conciencia de la identidadrenovada de los pueblos reales, que siempre han constituido los Estados-nación y que vivían bajo el disfraz de una uniformidad inventada por elgrupo dominante.

Al debilitarse los Estados nacionales, los individuos buscan reviviruna pertenencia a comunidades cercanas, capaces ellas de ser vividas yno sólo pensadas, que puedan dar un nuevo sentido a sus vidas. La nostal-gia del individuo aislado por una comunidad perdida no se satisface ya enel Estado nacional. Busca, en cambio, revivir formas de pertenencia a lasque pueda integrarse cotidianamente en su vida personal.

Asistimos, así, al desmembramiento de países y a la formación de pe-queñas naciones nuevas, como ocurre en el este de Europa; a la construc-ción de un federalismo radical que otorga grandes poderes a las regiones,como en Alemania; al establecimiento de territorios autónomos, como enEspaña, o bien, a la reivindicación de autonomías dentro de un Estado

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plural, como es el caso de los pueblos indígenas de América, desde Cana-dá hasta Bolivia.

Así, tanto más allá de sus fronteras como en su interior, el Estadosoberano y homogéneo de la modernidad empieza a estar en entredicho.Tal vez, dentro de un par de siglos, algún historiador lo verá como unaforma histórica totalmente superada; prevalecerá entonces una nueva es-tructura política, un gobierno mundial con facultades restringidas se ele-varía sobre las decisiones de una multiplicidad enorme, de naciones di-versas agrupadas en confederaciones regionales; tal vez hacia eso va lahumanidad, pero si eso es un fin que podemos prever para un historiadorfuturo dentro de algunos siglos, no es esa aún la situación; por muchosaños no habrá todavía un poder político que reemplace a un Estado-na-ción, su desaparición actual dejaría un vacío que sólo el desorden podríallenar. En efecto, el orden internacional no está dominado por una instan-cia de poder que pudiera responder a la voluntad de todos los pueblos,sino por un grupo reducido de empresas y capitales financieros y por susconexiones con los países industrializados.

Los Estados-nacionales son, por lo tanto, los únicos que están en po-sición de limitar ese poder, de recuperarlos para sus pueblos; la disminu-ción de su soberanía no conduciría, el día de hoy, a un orden internacio-nal equitativo sino al predominio sin control de un capital sin fronteras, yal mantenimiento de la hegemonía de las naciones favorecidas por privi-legios: las naciones imperiales.

Por otra parte, mientras las reivindicaciones de los pueblos interioresal Estado no se encuadren en una nueva estructura política, la desapari-ción del Estado-nación no podría sino dar lugar al caos y a la lucha intes-tina. El Estado nacional cumple aún una función indispensable: en el ex-terior, la defensa de los intereses de las naciones que lo componen, y enel interior, el mantenimiento de la paz y el orden.

La solución de la crisis, a mi juicio, no es la desaparición del Estado-nación, el regreso al pasado no es un camino transitable, la solución esta-ría en la reforma del Estado-nación moderno. Sólo con un cambio en laconcepción del Estado podría hacer frente a los retos y cumplir, así, conla función que aún le corresponde antes de desaparecer.

Yo no soy capaz de trazar con detalle la figura del nuevo Estado quereemplazaría al Estado homogéneo en crisis; ella se irá dibujando paulati-namente en la media en que se vaya construyendo; sólo me arriesgaré a

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proponer algunas de las ideas que orientarían su construcción para unareflexión colectiva, y las podría resumir en cuatro rubros:

Primero. Una soberanía parcialmente compartida. Acabo de subra-yar la necesidad de mantener la soberanía del Estado nacional para defen-derse contra el poder anónimo de las fuerzas económicas transnacionalesy la dominación de los Estados hegemónicos en la palestra mundial. Peroesa soberanía ya no puede ser equivalente a la exclusión y el aislamiento,debe ser compartible con la interdependencia. No podemos volver a en-cerrarnos en un nacionalismo que se querría autosuficiente, no podemosrecogernos en nosotros mismos, y reivindicar un aislacionismo que sopretexto de protegernos nos haría más vulnerables.

La situación actual nos plantea un reto: reemplazar la desintegracióndel mundo en un conjunto de naciones soberanas con intereses excluyen-tes, reemplazarlas por un concierto internacional equitativo; para ello, esnecesario admitir que cada nación debe compartir con otras parcialmenteciertos atributos que tradicionalmente les estaban destinados.

Hoy rige una paradoja. Para defendernos de la imposición del nuevopoder mundial no basta con nuestra soberanía ilimitada y excluyente,necesitamos de la unión entre naciones, en organizaciones capaces deemprender acciones comunes; hace falta que cada Estado reivindique suderecho a controlar su propia política económica y el manejo de sus re-cursos.

Su derecho a establecer regulaciones sobre las inversiones peregrinasdel capital, su obligación a proteger su propio aparato productivo frente ala competencia desigual de las grandes empresas transnacionales: todoeso es soberanía.

Sin embargo, esta soberanía no se logrará si no puede, en conciertocon otras naciones, establecer reglas en el nuevo Estado del mercadomundial, sujetas a decisiones políticas que compartan varias naciones;para ello, son menester acciones concertadas en un espacio internacional,por ejemplo: el restablecimiento del control supranacional sobre los flu-jos de capital, la eliminación de los paraísos bancarios no sujetos al fisco,el establecimiento de impuestos sobre los movimientos de dinero; ensuma, hacen falta controles políticos internacionales sobre las transferen-cias de capital, y eso implica soberanía, pero soberanía compartida.

La globalización impone también otras necesidades a los Estados, lacompetencia en el mercado mundial empuja a todos los países a ligar sueconomía con sistemas económicos regionales; es lo que está sucediendo

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en Europa, en América del Norte, en Centroamérica, en Sudamérica, y enel este asiático.

La integración económica en regiones supranacionales tiene repercu-siones inevitables en el poder de decisión en los Estados, ejemplo de elloes, en Europa, la integración económica de los Estados europeos; enAmérica del Norte, el Tratado de Libre Comercio. Dichos tratados tienenincidencia sobre la política económica en general de los Estados.

No es deseable que pierda poderes de decisión un Estado nacional,pero tampoco se debe obstaculizar la integración en comunidades econó-micas más eficientes, dado el mercado mundial; el problema es encontrarel equilibrio entre ambas necesidades, de modo que no se pierda la capa-cidad de autodeterminación, pero sí establecer límites precisos en quepuedan compartirse decisiones para obtener beneficios recíprocos.

La globalización nos ha hecho sensibles a los grandes problemas pla-netarios, que los Estados nacionales no están en posibilidad de resolver;ante todo, el peligro de extinción de la vida misma en la Tierra, la conta-minación de la biósfera, la destrucción de la capa protectora de ozono, elcrecimiento demográfico a niveles que pronto harán imposible la subsis-tencia de todos; el agotamiento de los recursos naturales que mañana im-pedirán el tránsito de muchos países a la era industrial; la exploración deespacios interplanetarios, posible lugar de exilio en el futuro para la hu-manidad; para no mencionar otros problemas más inmediatos que amena-zan la paz mundial tales como la proliferación de armamentos nucleares,el genocidio organizado o el agravamiento de la marginación de la mitadde los habitantes del planeta.

Hemos sido testigos de la incapacidad del concierto de las nacionespara llegar a las decisiones importantes sobre todos esos problemas y po-ner en obra acciones concertadas. Cada vez es más urgente la aceptaciónpor las naciones soberanas de un poder político mundial con facultadescoercitivas, restringidas a asuntos específicos de interés general y encar-gado de tomar decisiones y emprender acciones en esos asuntos que afec-tan la vida de todos. Pronto se presentará esa exigencia como un tema devida o muerte para todo el planeta.

El reto no consiste en la supresión de la soberanía de los Estados,sino en la disposición a ceder ciertas facultades soberanas en campos es-pecíficos, perfectamente delimitados.

Segunda. El Estado múltiple. Muchos Estados nacionales, que comoel nuestro comprenden etnias, culturas y regiones distintas, se constituye-

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ron bajo el dominio de un solo grupo cultural; en nuestro caso fue un gru-po criollo o mestizo que en la Independencia constituyó un Estado nacio-nal y pretendió que ésta era la decisión de todos los pueblos.

Intentar uniformar la diversidad en un solo patrón dio lugar, durantetodo el siglo XIX, a la escisión entre el proyecto político y la sociedadreal. Tiempo es de reconocer la diversidad y adecuar nuestras divisionesgeopolíticas a esa realidad. El proceso iría en el sentido de otorgar el má-ximo poder de decisión compatible con la unidad del país a los distintospueblos que lo componen.

Cada uno tendría el derecho de determinar todo lo referente a sus formasde vida, su cultura, sus instituciones y costumbres, al uso de su territorio,estatutos de autonomía negociados con el poder central establecerían elalcance de sus competencias.

El Estado pasaría entonces de ser una unidad homogénea a una aso-ciación plural, en que las diferentes comunidades reales participarían enel poder. No se trata de romper la unidad del Estado, autonomía no esigual que soberanía. En todos los países de América, tanto del norte comodel sur, las reivindicaciones de autonomía de los pueblos indígenas seacompañan de la decisión colectiva de seguir perteneciendo a la mismanación.

En México, por ejemplo, las comunidades indígenas no luchan porsepararse de la nación, sino que ésta les reconozca su derecho a su propiaidentidad. Y es que la Constitución de un Estado no puede expresar elresultado de un convenio asumido libremente por todos si no respeta lasdecisiones autónomas de todos los pueblos que la componen. La ley su-prema del Estado debe pasar de ser una norma impuesta por una parte, aser un acuerdo libre entre pueblos.

Para ello debe partir del reconocimiento del derecho de autodetermi-nación de dichos pueblos, y erigir sobre él acuerdos de autonomía que deter-minen sus competencias y consagren adhesión libre al Estado-nacional.

Forjar la patria no sería tratar de uniformar a todos los componentesdel país en un solo molde, sino desarrollar en un acuerdo superior la ri-queza de una multiplicidad de expresiones y de formas de vida.

Tercero. Democracia participativa. El reconocimiento de las autono-mías de los pueblos diversos que componen el Estado no es más que unelemento de un movimiento mucho más general que favorece la creaciónde espacios sociales en que todos los grupos y comunidades puedan defi-nir sus formas de vida en el interior del espacio unitario del Estado; esto

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lo ha visto en México el movimiento zapatista al proclamar que su reivin-dicación de autonomía para los indígenas, “puede igualmente aplicarse alos pueblos, sindicatos, a los grupos sociales, a los grupos campesinos, a losgobiernos de los Estados que son nominalmente libres y soberanos dentrode la Federación” .

La lucha por la autonomía es una forma de lucha por una democraciaparticipativa en todos los ámbitos sociales. El movimiento de difusión delpoder hacia la base de la sociedad puede aprovechar las estructuras de lasinstituciones democráticas de los Estados ya existentes.

En muchas naciones, el federalismo radical que corrigiera las divisio-nes geopolíticas del federalismo existente que no corresponde a comuni-dades reales, podría ir en un sentido semejante, a la descentralización derecursos y poderes, la disminución del control de la burocracia federal, yacercar las decisiones colectivas a los lugares en que pueda ejercerse unaparticipación real del pueblo.

Pero, sobre todo, son los municipios, la estructura política encargadade convertirse en el correo de transmisión del Estado hacia las comunidades—las comunidades es donde tiene lugar la vida real de las personas—;una política democrática tendería a propugnar el acercamiento de los re-cursos al ámbito municipal.

En los países de lengua castellana, tanto en América como en la pe-nínsula ibérica, los cabildos tienen una importante tradición históricacomo sede de un poder popular; fueron vistos siempre como el centro delas libertades ciudadanas.

El absolutismo nace en España de la derrota del movimiento comune-ro; en América, los movimientos de independencia tienen su sede en loscabildos de las ciudades coloniales, y en todas partes la tradición del mu-nicipio libre siempre se opuso a un Estado autoritario.

El municipio podría ser, así, la estructura política del Estado para latransferencia del poder a las comunidades locales.

Este movimiento corresponde a una corriente importante de nuestrahistoria. Mientras la construcción del Estado-nación homogéneo fue elproyecto de las clases medias urbanas occidentalizadas, otra corriente ex-presó anhelos de las masas rurales, de las comunidades locales, de losdesheredados.

Las turbas que seguían a Hidalgo y a Morelos estaban compuestas porindios del campo, negros de las haciendas del sur, trabajadores mineros,plebe de las ciudades, poco sabían de la instauración de una república, y

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en nada les concernía los congresos inventados por los letrados criollos,tampoco tenían un proyecto de nación. Sus intereses eran locales, estabanligados a sus territorios, a sus pueblos, a sus comunidades de trabajo; suconcepción de la sociedad no era individualista sino que estaba impregna-da de valores comunitarios.

Hidalgo y Morelos los entendían y restituyeron a los pueblos la pro-piedad comunal de las tierras, medida que, por cierto, los congresos cons-tituyentes, siguiendo la ideología liberal-individualista, no se cuidaron derefrendar.

Pero ese movimiento popular es aplastado en sus orígenes frente altriunfo, en el siglo XIX, de la concepción liberal de Estado homogéneo eindividualista, propio de las clases medias. Esta idea se impone a los pue-blos indígenas su consentimiento expreso.

La corriente localista y popular, ahogada en el siglo XIX, vuelve asurgir en la Revolución en su línea agraria: la de Villa y Zapata, que noera compatible con la línea restauradora del Estado liberal de Madero yde Carranza.

A la inversa de ésta, sus intereses eran más concretos, estaban ligadosa contextos locales, a la tierra, a las comunidades, a los municipios; notenían un proyecto claro de Estado-nación y fueron incapaces de oponeral carrancismo una alternativa de gobierno nacional, porque su preocupa-ción era la tierra, y por eso sus exigencias eran las autonomías locales,que no el gobierno nacional.

Las exigencias locales, señala Arnaldo Córdova, se combinan nacional-mente con el único tipo de gobierno que no sólo podía convivir con ellas,sino además promoverlas y garantizarlas; un gobierno que se debiera a lasautonomías locales y sólo con base en ellas pudiera subsistir. Este es unode los juicios que da Córdova con respecto al movimiento zapatista.

Si su idea de nación no coincide con el Estado homogeneizante, tam-poco coincide con su individualismo; en la base de su proyecto no estánciudadanos aislados, sino estructuras comunitarias, los pueblos indios ymestizos en el sur; las colonias agrarias militares en el norte. Los valoresfundamentales que reivindica no son la libertad individual frente al Es-tado ni la igualdad formal ante la ley, sino la justicia y la colaboraciónfraterna.

Todo esto apunta a una idea de nación sentida más que formulada,pero en todo caso distinta a la liberal. Con referencia al zapatismo, yahabía apuntado Octavio Paz:

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El movimiento zapatista tiende a rectificar la historia de México, y el senti-do mismo de la nación que ya no será el proyecto histórico del liberalismo,al hacer del calpulli el elemento básico de nuestra organización económicay social, el zapatismo no sólo rescataba la parte válida de la tradición colo-nial, sino que afirmaba que toda construcción política de veras fecunda, de-bería partir de la porción más antigua, estable y duradera de nuestra nación,la sabiduría.

Esta corriente revolucionaria, al igual que antes la de Hidalgo y Mo-relos, fue derrotada. Si algo nos han revelado estos años es una crisis pro-funda del modelo de Estado-nación de nuestra tradición liberal.

La política neoliberal es la última versión del proyecto modernizador;llevada a su extremo, ha acrecentado más que nunca la distancia entre elMéxico occidentalizado y el México profundo. El proyecto liberal res-pondía al reto de unificar a la nación; en su versión actual, conduce dehecho a aumentar la escisión entre varios Méxicos.

El Estado plural supone, al lado del derecho a la igualdad, el derechoa la diferencia; igualdad de derecho en todos los individuos y comunidades aelegir y realizar su plan de vida que puede ser diferente en todos ellos.

En lugar de la uniformidad de una forma de vida, de una cultura ho-mogénea para todos, de un orden legal central, el respeto a la equidadentre todas las formas de vida. Este es el supuesto real de una verdaderatolerancia.

El fin de una democracia participativa sería el tránsito del Estado ho-mogéneo a una nueva forma de Estado múltiple, respetuoso de su diversi-dad interna. El Estado plural no nacería de una repentina destrucción delEstado actual, sino de un lento proceso de reforma de las institucionesexistentes.

La democracia participativa no es una sociedad nueva que brotará delas ruinas de la actual; es una idea regulativa, destinada a servir de guíapara la acción gradual de una nueva distribución del poder. Todo el perio-do de transición el Estado-nación, destinado en último término a disolver-se, tendrá que mantenerse en ese periodo, y deberá aplicar su poder en lasfuerzas sociales que tienen por fin acceder a una democracia participativa.

Cuarto. El Estado equitativo. Para mantener la unidad en un Estadoplural se requiere más que la tolerancia. Porque la tolerancia puede ser unrespeto a todas las opiniones divergentes. Pero un respeto que admite di-cha diversidad sin ponerlas en relación las unas con las otras.

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Por encima de la tolerancia es necesaria la cooperación, la aceptaciónde las diferencias puede variar desde una simple condescendencia hastaun reconocimiento activo del valor de la posición ajena. La persona o cul-tura tolerante no se siente concernida por las posiciones del otro. Un mo-delo equitativo de sociedad iría más allá de la tolerancia, no sólo seríacondescendiente con la existencia del punto de vista del otro, sino inten-taría comprender su valor y combatirlo; lo cual abriría para cada quien laposibilidad de verse a sí mismo y a la sociedad, con ojos ajenos e identifi-car parcialmente su posición con la del otro; sólo así se puede pasar a laaceptación de la existencia del otro, al diálogo y a la colaboración activacon él en un propósito común.

De una nación basada en la tolerancia se pasaría a una nación basadaen la cooperación, en la obtención de un bien común. El Estado tendríaque disminuir y eliminar la marginación o discriminación que impida al-canzar la igualdad de oportunidades. Igualdad de oportunidades y consen-so entre todas las comunidades e individuos que componen la nación. Esaes la equidad, otro nombre de la justicia.

Sólo el diálogo racional podrá avanzar en el proyecto de una nuevaforma de Estado, porque a nosotros, a todos los mexicanos, nos competela figura de una nueva nación.

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LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN GUATEMALTECO:EL ASCENSO ETNOCRÁTICO LADINO Y LA CONFIGURACIÓN

DEL COLONIALISMO INTERNO

José Emilio Rolando ORDÓÑEZ CIFUENTES

...podemos ser oprimidos, pero no vencidos.

Reto del inca Yupanquí a las Cortes Españolas en 1810

Realizada la denominada independencia política de Centroamérica en1821 y en términos de la conformación de su discurso jurídico, en l824,se dicta la Constitución de la República Federal de Centroamérica, que ensu artículo 13 declara abolida la esclavitud. Los constituyentes tambiénpiden un idioma nacional y que se extingan las lenguas indígenas. Esta-blecen que los cargos y empleos sólo se proveen a gente alfabetizada yque, además, se les exima de pagar tributos. Se fija como desideratum quelos indios calcen y vistan como ladinos.

Las disposiciones criollas-conservadoras dominantes de la primeraexperiencia constitucional centroamericana son evidentemente etnocidas,como puede verse, y en ellas se recogen todos los prejuicios colonialessobre el indio.1

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1 “Tres son los prejuicios que con energía, insistencia y maña, se repiten a lo largo de todoslos escritos elaborados por los grupos terratenientes en el conflicto de 1663. Uno es afirmar que losindios son haraganes, que no trabajan si no se les obliga. Otro consiste en decir que son inclinados alvicio, especialmente a la embriaguez, y que aumentan entre ellos las borracheras y los escándalos sino se les tiene ocupados con el trabajo obligatorio. Y el tercero consiste en expresar, en las másdiversas y capciosas formas, que los indios no padecen pobreza, que viven conformes y tranquilos...”“Junto a los grandes prejuicios —riqueza en la miseria, haraganería, índole viciosa—, el criollismoechó a rodar para largos siglos un puñado de prejuicios menores, llamémosles así, que vienen a ser, sise los examina con algún detenimiento, apéndices complementarios de los mayores: el indio es des-confiado y malicioso, rechaza los beneficios de la ‘civilización’, es abusivo cuando se le da tratoamistoso” . Ver: Martínez Peláez, Severo, La patria del criollo, Costa Rica, Educa, 1973, pp. 197-253. Consultar también: Saint Lu, André, Condición colonial y conciencia criolla en Guatemala(1524-1821), Guatemala, USAC, 1978; Stanley J. y Bárbara Stein, La herencia colonial de AméricaLatina, México, Siglo XXI, 1975.

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A nuestro entender, con esta visión se inaugura en Centroamérica, yparticularmente para el caso guatemalteco, el colonialismo interno y laconstitución del Estado etnocrático.

José Cecilio del Valle, el ideólogo más sobresaliente de los criollos yquien redactara el acta de independencia centroamericana, recupera losplanteamientos de la Sociedad Económica de Amigos del País y de Ma-tías de Córdova, que propusieron la distribución de los terrenos baldíos yla castellanización, a la par, de otras medidas “civilizadoras” .2

Pero es con Mariano Galvéz3 que se da el primer proyecto liberal enGuatemala, el cual se ve frustrado por el golpe del general Rafael Carre-ra, quien toma el poder en 1848 con el apoyo de los conservadores y laayuda de los ingleses.

La influencia inglesa en este periodo es notable, y su fortalecimiento,auge y expansión como nueva potencia imperial dominante, no es el simplereemplazo de una metrópoli por otra, ya que su significado es más profundo:es la superación del mercantilismo por el liberalismo, que se consolida con elapogeo de la Gran Bretaña. Ya en esa época (1776), Adam Smith publica sufamosa obra, la cual constituye un recio ataque al pensamiento mercantilista,y la más influyente expresión sistemática y coherente del nuevo pensamientode la economía liberal y de la sociedad individualista y unitaria.4 Recuérdeseque cuando el liberalismo se establece efímeramente después de la inde-pendencia, aspirará a apoyarse no sólo en los principios políticos rousseau-nianos, sino también en los principios del liberalismo capitalista.

En la mentalidad de los denominados próceres de la independencia semanejan ya las premisas de la Riqueza de las naciones, de Adam Smith, y

84 JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES

2 Sobre José Cecilio del Valle un trabajo que recoge valiosa información y los escritos sobresu personalidad, en García Laguardia, Jorge Mario, EL pensamiento de José Cecilio del Valle, Tegu-cigalpa, Editorial de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, 1982. Sobre la independenciade Centroamérica: Chinchilla Aguilar, Ernesto, La independencia de Guatemala, México, El Colegio deMéxico, 1948; Contreras, Daniel, Una rebelión indígena en el Partido de Totonicapán en 1820, Gua-temala, USAC, 1951; Luján Muñoz, Luis, La independencia y la anexión de Centroamérica a Méxi-co, Guatemala, Serviprensa, 1982; Martínez Peláez, Severo, “Centroamérica en los años de la inde-pendencia. El país y sus habitantes” , Economía, núm. 30, Guatemala, 1975; Ordóñez Cifuentes, José,“La insurrección de 1820 en el Partido de Totonicapán” , ponencia al Congreso de Derecho Indiano,Instituto de Investigaciones Jurídicas, Veracruz, México, 1992; Pinto Soria, Julio César, Guatemalaen la década de la independencia, Guatemala, USAC, 1978.

3 Sobre Mariano Gálvez es interesante el trabajo de Arriola Ligorria, Jorge Luis, Gálvez en laencrucijada, México, Costa Amic, 1961.

4 Ver: Furtado, Celso, La economía latinoamericana desde la conquista ibérica hasta la Revo-lución cubana, México, Siglo XXI, 1969; Sunkel, Oswaldo Pedro, y Paz, El subdesarrollo latinoame-ricano y la teoría del desarrollo, México, Siglo XXI, 1976.

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los Principios de economía política de David Ricardo. La figura más im-portante de este periodo es José Cecilio de Valle; por supuesto, no existíaaún un desarrollo maduro sobre estos planteamientos.

De tal suerte, tenemos la presencia política, militar y económica de In-glaterra en Centroamérica y el Caribe, a lo largo del siglo XIX, y la de suspretensiones de una ruta canalera a través del territorio de Nicaragua. Estoshechos determinan, por otro lado, las diferencias de Inglaterra con el enton-ces naciente imperialismo estadounidense. Estas diferencias motivan, en1850, el tratado Clayton-Buwler, para arreglar sus diferencias sobre la costacentroamericana de la Mosquita, en Nicaragua, que fue sustituido despuéspor el Tratado Hay-Pauncefote. Lo anterior incide también en la cuestiónde las reclamaciones guatemaltecas sobre Belice frente a Inglaterra.

El medio siglo que sucede a la emancipación ha sido considerado pormuchos historiadores como el “periodo de la anarquía” , en razón no sólode las pugnas y conflictos entre grupos sociales, y más a menudo de fac-ciones armadas que distribuían y dilapidaban los recursos materiales ydispersaban las poblaciones de diferentes países, sino sobre todo por ladesintegración social, geográfica y política en que se debatían.5 TorresRivas caracteriza precisamente como “ la anarquía” al caso Centroameri-cano, en el periodo comprendido entre la independencia y la revoluciónliberal (1821-1871).6

Estos antecedentes históricos nos llevan a estimar como válidas lasobservaciones de Agustín Cueva, en su estudio sobre el desarrollo del ca-pitalismo en América Latina, que revisó también el caso guatemalteco:

El Estado débil e inestable de la fase denominada de “anarquía” corres-ponde, como ya vimos, a una situación de atomización y dispersión del po-der político propio de un contexto esencialmente precapitalista. El Estadoliberal-oligárquico de la fase siguiente es, a su vez, la expresión superes-tructural del proceso de implementación del capitalismo como modo de

LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN GUATEMALTECO 85

5 Ver: Halperin Donghi, Tulio, Hispanoamérica después de la independencia, Buenos Aires,Paidós, 1972; Hernández Sanchez-Barba, Mario, Los Estados americanos en el siglo XIX y XX, tomoV de la Historia social y económica de España y América, Barcelona, Teide, 1959; Formación de lasnaciones iberoaméricanas (siglo XIX) Madrid, Biblioteca Iberoamericana, 1988; Ianni, Octavio, Laformación populista en América Latina, México, Era, 1975. Sobre Centroamérica: Marure, Alejan-dro, Bosquejo histórico de las revoluciones centroamericanas, desde 1811 hasta 1834, Guatemala,Ministerio de Educación, 1960; Montúfar, Lorenzo, Reseña histórica de Centroamérica, 7 vols.,Guatemala, tip. el Progreso, s.f., y Rodríguez, Mario, América central, México, Editorial Diana,1967.

6 Ver Torres Rivas, “Síntesis histórica del proceso político” , Centroamérica hoy, México, Si-glo XXI, 1975, pp. 9-118.

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producción dominante en las entidades sociales latinoamericanas. En Gua-temala, tal modalidad cristaliza en el régimen de Justo Rufino Barrios(1873-1885), para adquirir su expresión más omnímoda con la prologadatiranía de Estrada Cabrera (1898-1920).7 De esa suerte encontramos que,paralelamente al desarrollo del capitalismo agrario, surge y se consolida elEstado nacional. Se integran de modo definitivo las distintas porcionesgeográficas del país, se constituye una estructura política centralista y sehace fuerte el poder de los caudillos o dictadores liberales.

Pero se trata de un liberalismo de cuño americano, como lo denominaJesús García Añoveros, en el cual se conjuga la libertad económica y laintervención del Estado en la economía; proclamación teórica de los dere-chos humanos, al mismo tiempo que se dan las dictaduras más sangrientasde la historia del país; la libertad de cultos es una solapada persecución delclero. Para hacerse una idea del poder absoluto de la clase dominante, essuficiente leer el decreto promulgado por la Asamblea Legislativa el 27 deabril de 1944, por el que se autorizaba a los dueños de las fincas que mata-ran impunemente a los que penetraran ilegalmente en ellas: “estarán exen-tos de responsabilidad criminal los propietarios de fincas rústicas cercadaso sus legítimos representantes, por los delitos que comentan contra los in-dividuos que, habiendo penetrado sin autorización al interior de aquéllas,fueren hallados infraganti, cogiendo o llevándose animales, frutos, produc-tos forestales o instrumentos de labranza pertenecientes a ellos” .8

En este contexto, la gesta liberal encabezada por Justo Rufino Ba-rrios9 y Miguel García Granados,10 en 1871, constituyó sin lugar a dudasun movimiento político-revolucionario, en tanto que rompió con el bloquede poder feudal terrateniente y clerical heredado de la Colonia. Este pro-ceso condujo a un reordenamiento superestructural (el derecho, la educa-ción, etcétera) para adecuar a las transformaciones de la base económica,

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7 Cueva, Agustín, El desarrollo del capitalismo en América Latina, México, Siglo XXI, 1977,p. 127.

8 García Añoveros, Jesús, La reforma agraria de Arbenz en Guatemala, Madrid, Ediciones deCultura Hispánica, 1992, p. 41.

9 Ver: Burguess, Paul, Justo Rufino Barrios, una bibliografía, Guatemala, trad. de FrancisGall, 1971; Carranza, Jesús, Algunos datos o referencias para la biografía del benemérito generalJusto Rufino Barrios, reformador de Guatemala y caudillo de la unión Centroamericana, Guatemala,Imprenta Popular, 1930; Díaz, Víctor Miguel, Bronces patrios, Barrios ante la posterioridad, Guate-mala, 1935; Rubio, Casimiro, Biografía de Justo Rufino Barrios. Barrios através de la historia, Gua-temala, 1935.

10 Un análisis de las personalidades de Barrios y García Granados en García Laguardia, JorgeMario, La reforma liberal en Guatemala, México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM,1980.

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caracterizadas por un movimiento de acumulación originaria de capital,con las especificidades propias de la sociedad guatemalteca; este es el fe-nómeno que sienta las bases del desarrollo capitalista en Guatemala.11

Torres Rivas, citando el interesante trabajo de Solís, afirma:

El régimen de tenencia de la tierra que enfrenta la reforma liberal era, sinmás ni menos, el mismo que venía de la Colonia y la que el gobierno con-servador mantuvo intactos: terrenos baldíos de extensión determinada ypropiedad particular, adquiridos con títulos legítimos; terrenos titulados adcorpus; terrenos ocupados por personas desprovistas de documentos lega-les, pueblos poseedores de ejidos y terrenos comunales; grandes extensio-nes de tierras en manos de comunidades religiosas; terrenos en poder decofradías y otras corporaciones análogas.12

En cuanto a los bienes eclesiásticos, recuérdese que la Iglesia poseíala mitad de la tierra y edificios en la ciudad de Guatemala y vastas pro-piedades rurales.13

Pero si la economía conservadora se basó en los colorantes, la liberalse basó en el café, a raíz del descenso de la demanda de los primeros en elmercado internacional, dado el descubrimiento de los colorantes quími-cos en plena marcha de la revolución industrial.14

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11 Ver: Marx, Carlos, El capital, México, FCE, 1975, pp. 607-649.12 Solís, Ignacio, Memorias de la Casa de la Moneda de Guatemala y el desarrollo económico

del país, citado por Torres Rivas, Edelberto y tomado a su vez de R. Díaz Castillo, “En torno a lapolítica económica de la reforma liberal en Guatemala” , Estudios, núm. 4, Guatemala, 1971.

13 Ver: Herrick, Thomas R., Desarrollo económico y político de Guatemala, 1871-1885, Guate-mala, ed. Universitaria, USAC, 1974; Mata Gavidia, José, Anotaciones de la historia patria centroa-mericana, Guatemala, Cultural Centroamericana, 1953; Mosk, Sanfford, A., “La economía cafetalerade Guatemala durante el período 1850-1918: su desarrollo y signos de estabilidad” , Economía deGuatemala, Guatemala, Seminario de Integración Social, 1958.

14 El café fue introducido en Guatemala por los jesuitas en el siglo XVII como planta decorati-va y se había producido en baja escala durante las primeras décadas del siglo XIX. García Laguardia,Jorge Mario, “La reforma liberal, un ensayo de interpretación” , ponencia al Primer Congreso Cen-troamericano de Historia y Geografía, Guatemala, enero de 1972. “La planta del café crecía en formasilvestre en África y se menciona concretamente a Kenya y Abisinia como la región de su origen.Lentamente se propagó este arbusto por el mundo árabe. Con sus frutos se elaboraba una bebida quela Europa medieval llamó “vino de arabia” , Uribe, Andrés, Brown gold, amazing story of coffe, NewYork, Ramdom House Inc. 1954. Análisis socioeconómicos sobre el cultivo del café consultar: Cam-branes, J. C., Café y campesinos en Guatemala 1853-1857, Guatemala, USAC, 1985; Cardoso, Ciro,“Historia económica del café en Guatemala” , Estudios sociales Centroamericanos, Costa Rica, núm.10, 1975; Cazali Ávila, Augusto, El desarrollo del cultivo del café y su influencia en el régimen detrabajo agrícola: época de la reforma liberal, Guatemala, USAC, 1968; Montenegro Ríos, Carlos,La explotación cafetalera en Guatemala de 1930-1940, tesis Historia, USAC, Guatemala, 1976; Ra-mírez, Sergio, “Cultura y caficultura” , Alero, Guatemala, núm. 4, 1974.

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En Guatemala, la región cafetalera más antigua, y hasta hoy la másimportante, es la región suroccidental, situada entre el océano Pacífico yla cadena de montañas que descienden de México. Los cafetales cubrentierras situadas de 300 a 1,400 metros de altitud, en una zona subtropicalmuy húmeda: es la región de la costa y de la bocacosta. Los suelos utili-zados son volcánicos o bien arcillo-humíferos. Los tipos comerciales decafé se escalonan según la altitud en un orden ascendente de calidad.También en el siglo pasado se iniciaron los cultivos en la zona oriental,que comprende una región seca y cálida y otra húmeda y subtropical; lasplantaciones ocupan terrenos desde 500 a 1,300 metros de altitud.15

Cardozo y Pérez Brignoli advierten que

la reforma liberal intentó evitar el monocultivo cafetalero, impulsandootros cultivos: trigo, hule, cacao, azúcar, etcétera; la ganadería y la explota-ción forestal, y como señala Herrick, a la par de las 13 leyes sobre el café,el gobierno de Barrios promulgó 59 leyes sobre otras ramas agropecuarias.En vano: también en Guatemala se instaló, en muchas zonas, el monoculti-vo cafetalero, lo cual provocó crisis de subsistencia. Los artículos agrícolasde primera necesidad eran cultivados sobre todo por indios o ladinos po-bres parcelarios, y sólo una parte de esta producción llegaba al mercado.16

De esa suerte tenemos que la base del poder criollo fue la agriculturade los colorantes (añil-grana), y la de los liberales, el cultivo del café. Esconveniente recordar que ya en 1831 este cultivo fue estimulado cuandoestuvo en el poder Mariano Gálvez. En 1834, en su ley protectora de va-rios ramos de riqueza, incluye el café, ofrecía $200 al primero que cose-chara en el estado cien quintales y $100 a cada uno de los siguientes.17

En opinión de analistas guatemaltecos, que han trabajado el periodoliberal y que me permito citar en apoyo a mi interpretación, entre losefectos del cultivo del café y la política agraria liberal, encontramos:

El rompimiento de la estructura colonial de los pueblos de indios fue elcambio más importante introducido por la reforma en la estructura de lasociedad guatemalteca y lleva asociados fenómenos como la supresión delas tierras comunales, la aceleración violenta del proceso de multiplicación

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15 Cardoso F. S., Ciro y Héctor Pérez Brignoli, Centro América y la economía occidental(1520-1930), San José, Universidad de Costa Rica, 1977, p. 209.

16 Op. cit., p. 272.17 Ver: García Laguardia, Jorge Mario, El pensamiento liberal en Guatemala (antología), Costa

Rica, EDUCA, 1977, p. 177.

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del minifundio; la supresión del poder local de las camarillas de indios no-bles; el control del gobierno municipal de los pueblos por los núcleos ladi-nos; el desplazamiento definitivo y estacional de masas de indios a las re-giones de desarrollo cafetalero.18

Para Valentín Solórzano:

sobresalen entre las transformaciones vitales llevadas a cabo por la refor-ma, la modificación en el régimen de la propiedad de la tierra, que medu-larmente consistió en la creación de condiciones favorables para la apropia-ción privada de grandes extensiones de tierras incultas, que constituyerondurante la colonia los terrenos baldíos o realengos.19

Para Torres Rivas:

la república liberal así corresponde a un modelo de desarrollo de una socie-dad agroexportadora dirigida por la burguesía cafetalera de claro perfil oli-gárquico. La revolución liberal de 1871, políticamente señaló la declina-ción del sector criollo de los latifundistas y comerciantes (cuyos interesesestaban estrechamente ligados a los de la Iglesia); vale decir, la única viejaaristocracia terrateniente de Centroamérica y en el nivel de la estructuraeconómica se proyectó como un movimiento reorganizador de la tenenciade la tierra, creando las condiciones sociales y políticas para la apropiaciónprivada de grandes extensiones de terrenos baldíos o realengos.20

La política de reparto y venta de baldíos y ejidos, realizadas por JustoRufino Barrios para reducir a propiedad privada las tierras agrícolas delpaís, fue continuada por los gobiernos de Reyna Barrios y Estrada Cabre-ra hasta 1918. A este fenómeno se le ha denominado el ensanchamientode la clase terrateniente latifundista, la cual logra consolidar grandes lati-fundios, no sólo por la compra de tierras del Estado a bajos precios y laocupación ilegal de baldíos —que pasando cierto tiempo se denunciabancomo excesos—, sino también por los siguientes procedimientos analiza-dos por Rafael Piedra-Santa Arandi:

1) Compra a campesinos pobres de sus parcelas cercanas o colindan-tes con fincas grandes; en muchos casos, esos campesinos deben haber

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18 Martínez Peláez, Severo, op. cit. p. 590.19 Solórzano, Valentín, Evolución económica de Guatemala, Guatemala, Seminario de Integra-

ción Social, 1970, pp. 351-352.20 Torres Rivas, Edelberto, “Síntesis histórica del proceso político” , Centroamérica hoy, Méxi-

co, Siglo XXI, 1975, pp. 46-50.

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adquirido otras tierras, pero alejándose de los centros de población y delos caminos (lo anterior seguramente tiene que ver con el fenómeno de larenta de la tierra).

2) Remate, por parte de finqueros grandes, de tierras de pequeñosagricultores imposibilitados para pagar sus deudas. No debe olvidarse queen el campo es muy frecuente que los pequeños campesinos reciban fon-dos de subsistencia (a pagarse con futuras cosechas) de los terratenientes,usureros o comerciantes.

3) Ocupación por parte de terratenientes poderosos, de parcelas depequeños productores indígenas, incapaces de defenderse.21

Las observaciones precedentes dan margen para entender que la Re-volución liberal (1871-1944) marca el inicio del desarrollo capitalista enGuatemala. Conlleva un proceso de acumulación originaria de capital concaracterísticas propias que se diferencia del modelo clásico analizado porMarx para el caso inglés, entre otras razones por el hecho de que estemodo de producción se implementó tardíamente en nuestro continente yque, paradójicamente, reprodujo formas serviles de trabajo que veremosmás adelante y que todavía subsisten al frustrarse la experiencia de la Re-volución de octubre de 1944-1954. Así, a primera vista y en torno a laacumulación originaria, como señala Octavio Iani, parece una paradoja elhecho de que en la misma época en que en Europa se implementaba el traba-jo libre, en el Nuevo Mundo se crearon distintas formas de trabajo forza-do. De esa suerte, es comprensible entender la propuesta de Iani, de queen la base de las formaciones sociales latinoamericanas hay dos elemen-tos fundamentales: el trabajo forzado y el vínculo con el capital comercialeuropeo,22 en el crudo proceso de la acumulación originaria de capital enuna sociedad que mayoritariamente es indígena (a propósito consúltensemás adelante los datos estadísticos oficiales que maneja, por ejemplo, Ba-tres Jáuregui).

En Guatemala, los liberales arremetieron contra la gran terratenientede la época —la Iglesia católica— y contra la propiedad comunal indígena,y para el efecto prepararon una legislación adecuada a tales fines. En efecto,recuperando el contexto histórico, veamos: se emite el decreto 104 (1873)que nacionaliza la propiedad de la Iglesia; el decreto 170 (1877) abolien-do el censo enfitéutico, mediante el cual se concedían derechos ad-perpe-

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21 Piedra-Santa Arandi, Rafael, Introducción a los problemas económicos de Guatemala, Gua-temala, USAC, 197l, pp. 33-47.

22 Iani, Octavio, Esclavitud y capitalismo, México, Siglo XXI, 1973, p. 111 y ss.

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tuam de ocupación al arrendatario, casos en los que entraba la propiedadcomunal; el Código Civil promulgado en marzo de 1887, y con él el re-gistro de la propiedad inmueble para garantizar la propiedad de los bienesraíces y para mayor control del tráfico jurídico, siguiendo los lineamien-tos clásicos “el primero en registro es primero en derecho” y que los de-rechos reales23 operan frente y contra todos los hombres.24

El presidente Manuel Lisandro Barillas (1885-1892) tuvo tiempopara exigir que todas las tierras fueran registradas oficialmente con títulode propiedad privada, lo cual era una buena manera de quitarle a los ma-yas sus tierras comunales. Durante su administración, el gobierno expro-pió grandes extensiones de tierra que pertenecían a los mayas alegado queeran tierras incultas, sin tomar en cuenta el hecho de que la agricultura demilpa obliga a dejar los campos en reposo durante un cierto tiempo paraque puedan recuperar su fuerza. Estas tierras fueron entregadas a los ladi-nos.25 Naturalmente, como bien apuntan los Melville cuando registran eldato precedente, los mayas fueron expulsados de sus tierras por dos razones:“para que sus tierras estuvieran disponibles para los ladinos y para hacerque los mayas estuvieran disponibles como fuente de trabajo mal pagado” .

Este fenómeno de apropiación de las tierras indias y de la constanteamenaza de expropiación, incluso por la vía judicial por deudas contraí-

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23 “De acuerdo con la clásica definición de Demolombe (derecho real es el que crea entre lapersona y la cosa una relación directa e inmediata). La relación nace del poder moral inherente a la con-dición humana. El derecho real es, con las limitacionaes que veremos luego, inviolable, absoluto,universal. No puede ser violado por la fuerza, porque no debe serlo; y un imperativo de justicia querige para la sociedad entera ordena respetarlo porque la libertad de cada uno termina donde empiezala del vecino. Este es, quizás, el sustrato filosófico de la cronométrica definición del gran escritorfrancés” . Enciclopedia Jurídica OMEBA, Buenos Aires, t. VIII, 1958, pp. 367 y ss.

24 (Erga Homnes). “La expresión erga omnes se emplea con cierta frecuencia en la filosofía yciencias jurídicas para designar, conforme con su etimología (del latín, con doble significado: contratodo, respecto de todo), el valor que determinados actos tienen para el derecho. No se trata, desdeluego, de un uso determinable unívocamente; en los distintos casos, su significado fundamental es elde absoluto, opuesto por consiguiente a relativo; pero la aplicación de esta idea fundamental difieresegún la materia a que se aplique. Interesa diferenciar, sobre todo, el sentido científico del filosóficojurídico; en cuanto al primero, mencionemos, como ejemplo, el carácter que se atribuye a la declara-ción judicial de insconstitucionalidad de las leyes (en los sistemas que los han establecido, comoArgentina, Brasil, etc.), de ser limitada sólo al caso concreto planteado en el litigio, limitación queniega expresamente el carácter de erga omnes de aquella declaración. Las distintas ramas del derechoemplean la expresión que analizamos, más bien, como en el ejemplo citado, a la manera de un expe-diente técnico para designar el alcance que tienen ciertos actos para el orden jurídico positivo” . Enci-clopedia Jurídica OMEBA, Buenos Aires, t. X, Buenos Aires, 1958. pp. 471 y ss.

25 Melville, Thomas y Majorte, Tierra y poder en Guatemala, Costa Rica, EDUCA, 1975, p.42; Osborne, Lilly de Hongh, Four Keys to Guatemala (Cuatro claves para entender Guatemala),Nueva York, Funk and Wagnalls, 1952, p. 58.

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das con intereses leoninos, intentó resolverlo la Revolución de Octubre de1944. En su contexto se legisló sobre la denominada titulación supletoria,o sea respecto de la inscripción de la propiedad rural y urbana en el regis-tro de la propiedad bajo determinados requisitos, próximos a lo que en elderecho romano se denomina usucapión. Es particularmente interesanteestudiar, en este caso, el decreto 70 de la Junta Revolucionaria de Gobier-no y el decreto 232 del Congreso de la República, de 14 de mayo de1946. Un registro de la legislación de la Revolución de Octubre, en dondese aborda su política laboral, agraria y educativa, se encuentra en la publi-cación oficial que se denominó: 333 Decretos del Congreso de la Repú-blica.

Las leyes en contra del censo y la política de baldíos fueron, lógica-mente, los principales factores para desencadenar un movimiento de blo-que que expulsó a los indios de sus tierras y los sometió a un régimen detrabajo diseñado para seguir el desarrollo del sistema de plantación, parti-cularmente en la zona cafetalera. Esto es lo que algunos historiadores hanllamado la “ reforma agraria liberal” , y que algunos prefieren denominar“ reforma agraria prusiana” , precisamente por la similitud con el crudoproceso del “camino vía junker” .26

Se decretó también la expulsión de los jesuitas, y como era indispen-sable desarrollar la infraestructura necesaria para poder llevar el café alos mercados internacionales, toda una serie de disposiciones se refirierona la construcción de caminos, vías férreas, puertos, telégrafo, etcétera.

Valentín Solórzano pormenoriza detalles acerca de la creación de losprimeros bancos, los impuestos que gravaban la exportación del café, lasdisposiciones relativas a la industria textil, en especial a la fábrica deCantel en 1881, las comunicaciones, la creación de la Dirección Generalde Estadística y sobre el primer censo levantado en el país.27

El hecho de expropiar a los indios de sus tierras, además de rompercon su cosmovisión (tierra, maíz, hombre), trigología que implica, a decirde sus inmemoriales demandas y de acuerdo con quienes ha realizado in-vestigaciones profundas sobre el pueblo maya, un punto central del man-tenimiento de su identidad étnica provocó un proceso de proletarización ysemiproletarización y dio origen a procesos migratorios forzados para tra-bajar en el cultivo del café, tanto en el país como en el exterior, en la

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26 Ver Cueva, op. cit. y Menjivar Larín, Rafael, “Los problemas del mundo rural” , Centroamé-rica hoy, México, Siglo XXI, 1975, pp. 236-278.

27 Solórzano, Valentín, op. cit.

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zona del Soconusco en México. Dada la demanda de fuerza de trabajonumerosa para el nuevo cultivo (caso contrario al de los colorantes), seprocuró mano de obra servil y se coaccionó a los indígenas a prestar ser-vicio sin condiciones, creándose el conocido Reglamento de Jornaleros,que establecía que los finqueros podían pedirles a los jefes políticos (lavieja versión de los gobernadores departamentales) el envío de indioscuando los necesitaran y lógicamente una de las más importantes atribu-ciones de aquellos jefes fue mantener activo el sistema de envíos forzadosde indígenas a las fincas, por lo que fueron llamados mandamientos. Para1893 se creó la compañía de “zarpadores” , y en febrero del mismo añola Ley de Trabajadores, que siguió la misma tónica que las anteriores, con laúnica diferencia de que fueron suprimidas las disposiciones relativas a losmandamientos. Lo mismo ocurrió 40 años más tarde, en tiempos del dic-tador Jorge Ubico. El 7 de mayo de 1934 fue emitido el decreto que anu-laba la deuda de los mozos de las fincas y las prohibía con el pretexto de losanticipos. Cinco días más tarde salió un nuevo decreto, que ponía de ma-nifiesto la intención verdadera del anterior, y se emitió la Ley contra laVagancia, que obligaba también a los indios a trabajar en las fincas me-diante el pretexto de una serie de artificios legales que tipificaban el deli-to de vagancia debiendo trabajar en forma servil a los oligarcas cafetale-ros en cumplimiento de su responsabilidad. Igualmente, se obligó a losindios, mediante el boleto de vialidad, a construir gratuitamentente carre-teras y mantenerlas en buen estado y prestar trabajo en beneficio de lasobras públicas. Durante el último gobierno liberal (la dictadura de Ubico)los conflictos laborales se ventilaban en el Departamento de Trabajo, ads-crito a la Dirección General de la Policía Nacional, e incluso se suprimióen toda la legislación el término “obrero” por el de “empleado” . Es pordemás conocida la anécdota de que una escuela confesional llamada “Je-sús Obrero” , le fue sustituida el nombre por el de “Jesús Empleado” yesto hasta 1944.28

En términos jurídicos se consagran en la Constitución las garantíasindividuales, se consagran los llamados derechos de la primera genera-

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28 Sobre disposiciones legales durante el periodo liberal consúltese: Bauer Paiz, Alfonso, Cata-logación de leyes y disposiciones de trabajo en Guatemala del periodo de 1872 a 1932, Guatemala,USAC, octubre de 1965; Díaz Castillo, Roberto, Legislación económica de Guatemala durante lareforma liberal, Guatemala, USAC, 1973; Méndez Montenegro, Julio César, 444 años de legislaciónagraria, 1537-1957, Guatemala, Revista de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, USAC,1960; Skiner Klée, Legislación indigenista de Guatemala, México, Instituto Indigenista Interamerica-no, 1954.

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ción (civiles y políticos), pero de su goce queda excluida la mayoría de lapoblación guatemalteca, que son los indios. Baste recordar el Reglamentode Jornaleros y el denominado boleto de vialidad. La consagración delsufragio universal es incumplido, quedando como una obligación de votarpor quien señalen los señores cafetaleros, en un país que experimentó lasdictaduras de más duración: Manuel Estrada Cabrera, 22 años y JorgeUbico, 14 años. Uno de los pilares básicos de la Constitución liberal fuela defensa de la propiedad privada y se admitió la división de poderes,que en la práctica se redujo a un ejecutivo con poderes muy amplios, en-cabezados por el dictador de turno.29

En cuanto a la inversión extranjera, durante el ejercicio de los gobier-nos liberales trajo la presencia del capital alemán que para 1913, en plenogobierno dictatorial de Estrada Cabrera, el sector nacional alemán de laburguesía rural era propietario de 170 haciendas de café, cuyas altas pro-ductividades le permitió tener ese año, por ejemplo, una cosecha exportablede 16.4 millones de kilos, en tanto que el sector de finqueros nacionalescontrolaban 1,657 haciendas y sólo produjo 24.l millones de kilos.30

La inversión norteamericana se consolidó en los años veinte del pre-sente siglo con el gobierno de Estrada Cabrera (1898-1920). Tres monopo-lios norteamericanos: IRCA, URCO y EBASO que controlan el transpor-te marítimo y ferrocarrilero; puertos, comunicaciones por cable, energíaeléctrica y la producción bananera. El principal inversionista fue la Uni-ted Fruit Company, que adquirió en 1906, a nombre de Minor Keith, elderecho de terminar la construcción del ferrocarril que debía cruzar Gua-temala y al cual le faltaban por tender una tercera parte del total. Al ter-minar este ferrocarril la United Fruit Company recibió de Estrada Cabrerala propiedad sobre toda la línea férrea, además de ciento setenta mil acresde la mejor tierra agrícola del país, la que sería escogida por el propiomister Keith. En cuanto a la política ferrocarrilera del Estado, entre 1873y 1889, es interesante observar, como advierte Piedra-Santa Arandi, concuánta claridad veía el gobierno de Justo Rufino Barrios los ferrocarrilescomo factor de progreso, en tanto que era evidente que en la séptima dé-cada el café representaba el futuro inmediato de Guatemala, a la par que

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29 Un análisis sobre la Constitución liberal en García Laguardia, Jorge Mario, La reforma libe-ral en Guatemala, pp.149-159; García Laguardia y Edmundo Vásquez Martínez, Constitución y or-den democrático, Guatemala, USAC, 1984. Consultar: Skiner Klée, op. cit., p. 48.

30 Cambranes, J. C, El imperialismo alemán en Guatemala, Guatemala, Universidad de SanCarlos, 1977, p. 197.

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las exportaciones de grana iban en mengua. Este nuevo producto era másvoluminoso y exigía más extensiones de tierra, un sistema de transportesadecuado y puntos de embarque que el país no tenía.

La inversión estadounidense consolidó el subdesarrollo y la transfor-mación de la economía y la estructura social de Centroamérica y, al igualque en el resto de Latinoamérica, se inicia a finales del siglo XIX. Lareforma liberal implementó políticas que permitieron la concentración dela tierra y la liberación de la mano de obra, y crearon las condiciones ade-cuadas para la influencia de tal inversión. En este periodo, el capital ex-tranjero vino a convertirse en el medio por excelencia para la extraccióndel excedente económico. La reforma liberal implementó políticas quepermitieron la concentración de la tierra y la liberación de la mano deobra; se habían creado las condiciones adecuadas para la afluencia de talinversión.

En Guatemala, como vimos, el ciclo se abrió con los beneficios otor-gados en 1880 para construir la primera línea ferrocarrilera. Es conve-niente insistir en que esta compañía recibió del Estado fondos estimadosen un 33% del valor de la inversión, todos los terrenos para la construc-ción de edificios y vías y, además, la exoneración de impuestos, amén de1,500 caballerías en Izábal, que después se convertirían en el casco de lasplantaciones bananeras de la UFCO. Por los conocidos sistemas de con-solidación de la propiedad, todas las líneas ferroviarias de Guatemala lle-garon a pertenecer en 1904 a la IRCA, incluyendo el puerto del Atlántico,al que viene a sumarse, en 1918, el principal del Pacífico.

A lo anterior siguió la intensificación de la producción bananera de laUFCO31 que controló enormes cantidades de tierra y que extendió susoperaciones al transporte marítimo y, desde luego, a la vida política delpaís.32

En términos ideológicos, el liberalismo guatemalteco se inspiró en lasconceptuaciones de la época, basadas en el positivismo comtiano y en elevolucionismo clásico, al igual que México. Como afirma Del Val Blanco:

se negaban a los indios solución de continuidad en el marco de su cultura.Solamente a partir de la negación de ella se daría paso a la constitución deciudadano. Esta negación implicó un rechazo sistemático a las aspiraciones

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31 Menjivar Larin, Rafael, “Prólogo” , La inversión extranjera en Centromérica, Costa Rica,EDUCA, 1975. Ver el trabajo de Piedra-Santa Arandi, citado ut supra.

32 Cambranes, op. cit., p. 197.

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propias de los indios... Éstos tendrán cabida en la sociedad bajo la condi-ción de abandonar su indianidad. Sus conocimientos, sus tradiciones, susformas de relación social, se identificaron erróneamente como las fuentesde la miseria y el atraso de la sociedad, y su erradicación se consideró ne-cesaria y saludable para el país.33

Por supuesto que tal postura rebasa el ideario del “mestizaje” y seinclina más a una actitud francamente etnocida.

Para el caso guatemalteco, la ideología liberal fue el resultado de lasinterpretaciones personales de los caudillos y sus camarillas. Es un libera-lismo cafetalero sui generis que, para lograr sus propósitos, no vaciló enolvidarse de los lineamientos del liberalismo clásico, tal como había sidodefinido en Europa y América del Norte como se puede advertir del desa-rrollo de su política económica.

Las dictaduras “ constitucionales” y el trabajo forzado fueron dosaberraciones de ese liberalismo espurio.34

El decreto de Barrios, declarando ladinos a los indígenas de San Pe-dro Sacatepequez, Departamento de San Marcos, constituye una muestradel grado de autocracia de los regímenes liberales. Para Guzmán Böckery Jean Loup Herbert, este decreto resulta del todo folklórico en el ordenlegal y una aberración social.35 Veamos:

Decreto Gubernativo 165, de 13 de octubre de 1876, declarando ladinos alos indígenas de San Pedro Sacatepequez, Departamento de San Marcos(Derogado).

J. Rufino Barrios, General de División y Presidente de la República deGuatemala (se conserva la grafía del decreto).

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33 Val Blanco, José Manuel del, “El indigenismo en México” , Antropología breve en México,México, Academia de la Investigación Científica, 1993.

34 Barillas, Edgar, “El problema del indio en la época liberal en Centro América. El caso deGuatemala” , Folklore Americano, núm. 45, enero-junio de 1988, pp. 74-97. El régimen de Justo Rufino Barrios a partir de 1876 fue llamado “dictadura democrática” envirtud que los constituyentes de la época en vez de dictar la respectiva carta magna decidieron aceptarlo que denominaron “dictadura transitoria” y dejar así que rigiera los destinos del país por cuatroaños más con el objeto de llevar adelante el programa de la reforma liberal. García Laguardia, JorgeMario, La reforma liberal en Guatemala, pp. 154 y ss. El autor, en ponencia presentada en el IICongreso de Derecho Romano, celebrado en Jalapa-Veracruz, México, en julio de 1978, advierte:“La fuente ideológica de la decisión política la encontramos en la Roma republicana, la dictadura esuna institución por la cual se concentran poderes absolutos en forma transitoria en una persona pararealizar transformaciones” .

35 Skiner Klée, op. cit., pp. 33 y 117; Guzmán Böcker, Carlos y Jean Loup Herbert, Guatemala:una interpretación histórico-social, México, Siglo XXI, 1970, p. 147.

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Considerando que es conveniente poner en práctica medidas que tien-dan á mejorar la condición de la clase indígena.

Que varios aborígenes principales de San Pedro Sacatepéquez (Depar-tamento de San Marcos) han manifestado deseo de que se prevenga queaquella parcialidad use el traje como el acostumbrado por los ladinos;

DECRETA

Artículo único.- Para los efectos legales, se declaran ladinos á los indí-genas de ambos sexos del mencionado pueblo de San Pedro Sacatepequez,quienes usarán desde el año próximo entrante el traje que corresponde a laclase ladina.

Dado en Guatemala, en el Palacio Nacional, á trece de octubre del añode mil ochocientos setenta y seis. J Rufino Barrios. El Ministro de Gober-nación y Justicia y Negocios Eclesiásticos. J. Barberena.

Años más tarde:

Jorge Ubico, Presidente de la República

CONSIDERANDO

Que han cesado los motivos que dieron origen a la emisión del Decretogubernativo Número 165, de fecha 13 de octubre de 1876, que declara ladi-nos a los indígenas de ambos sexos de San Pedro Sacatepequez, del Depar-tamento de San Marcos.

POR TANTO DECRETA

Art. 1. Queda derogado el Decreto gubernativo Numero 165, de fecha13 de octubre de 1876.

Art. 2. El presente Decreto entrará en vigor desde la fecha de su publi-cación en el Diario Oficial.36

En la clasificación legislativa que presenta Skiner Klée se hace men-ción a las cuestiones políticas durante los gobiernos liberales y llama laatención sobre los decretos legislativos encaminados a la incorporaciónde los indios no civilizados. Por medio del decreto gubernativo del 10 deoctubre de 1892, se convoca a un concurso sobre la mejor manera de civi-lizar a los indígenas. Este concurso fue patrocinado por el presidente JoséMaría Reyna Barrios y resultando ganador del premio el licenciado Anto-nio Batres Jáuregui.

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36 Skiner Klée, op. cit.

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La propuesta de Batres Jáuregui afirma que de todos modos, para po-der establecer cuáles son los medios más eficaces a fin de lograr el mayoravance en la civilización de los indios, se hace necesario inquirir qué cau-sas son las que se han opuesto a que se desarrollen y progresen, y advierteque de la misma historia de esa desgraciada raza resultan las siguientes:

1. La falta de estímulos que han tenido y la abyección en que de anta-ño han estado. Desde el primer día de la conquista fueron reputados, orapor irracionales; ora por hombres nacidos como siervos a natura; ora porinstrumentos de hacer riqueza; ora por personas miserables, en tutela per-petua; ora por seres inferiores, en todo y por todo, al español. El indio, asu vez, al cabo de tres siglos de opresión y abusos, volvióse suspicaz, ta-citurno y triste. Hoy mismo decirle indio a uno es una injuria o expresióndespectiva, que significa rudo, montaraz, bestia de carga. Se agrega quela separación de la gente de otra raza mantiene a los indios en los hábitosque heredaron de sus mayores; no conoce la civilización sino sus defectosy vicios, y las violencias e injusticias que se les hace sufrir, y por eso sereconcentran en sí mismos y se asocian únicamente con sus compañeros...Propone: “si queremos pues, reformar á los indios, debemos comenzarpor reformar nuestra conducta hacia ellos; nada importa que en la Constitu-ción se les declare iguales á los demás guatemaltecos, si en la práctica seles considera poco menos que brutos. Debe emitirse una Ley Protectorade Aborígenes” .

2. La segunda causa que ha opuesto una barrera a la cultura indianason los idiomas primitivos, que mantienen a gran parte de los indioscomo sordomudos respecto a la porción civilizada de la sociedad. Esaslenguas de los aborígenes impiden el contacto de la gente ladina conaquellas masas inertes y estacionarias que se concentran en pueblosorientales; que ven con miedo y odio a los de otras razas que tantos malesles han hecho. Sin hablar castellano los indios no comprenden los benefi-cios de la civilización, y sí miran recelosos a los que consideran sus ene-migos natos.

3. La tercera causa del estancamiento en que se encuentran los indioses que no tienen necesidad que los impulsen a progresar ni a salir de esavida de atonía, semiprimitiva y semibárbara.

4. La ignorancia en que perpetuamente ha estado sumida la pobreraza indiana, es la cuarta causa de ese estado de salvajes en que vegeta.Retomando los postulados positivistas, se estima que si la civilizaciónsignifica adelanto, luz, progreso; ¿qué progreso, ni qué luz ni qué adelan-

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to caben en esos pueblos estacionarios, que nada comprenden de su pasa-do ni se preocupa por su porvenir?...

5. El vicio más dominante entre la raza indígena es el de la embria-guez. Este vicio enbrutecedor es la quinta causa que influye muy particu-larmente en el abandono y estulticia en que se hallan los descendientes delos primitivos pobladores del suelo americano.

6. Es visto, por lo dicho larga y prolijamente (es un tema recurrentede su libro), que la propiedad común de las tierras que los indios han teni-do, constituye una rémora grandísima a su riqueza, desarrollo y cultura.Recordemos a propósito que la reforma liberal guatemalteca procediócomo se ha anotado a la amortización de los bienes de la Iglesia y de lascomunidades indígenas.

7. Los malos tratos dados a los indios por los ladinos que se han creí-do superiores a ellos desde los primeros tiempos de la conquista; el ha-berlos considerado como bestias de carga; el haberlos visto con desprecioy crueldad, como si no fuesen hombres; el no haber hallado esos pariasningún amparo en las autoridades; el haberlos obligado a trabajar como sifueran siervos, llevándolos a remotas distancias, cuando acaso su mujer osus hijos quedaban moribundos en el infeliz rancho; todo ello ha contri-buido a apagar en esa raza, digna de mejor suerte, hasta la esperanza delevantarse a nivel de la dignidad y de la civilización...

8. Se pronuncia por la supresión de los mandamientos.9. Considera que la indolencia y pereza del indio, que son vicios in-

herentes a la manera en que han vivido, forman también un poderoso mo-tivo, un obstáculo fuerte, que estima que hay que tener en cuenta al plan-tear el problema de su redención y mejoramiento.

10. Como décima causa que influye, según su parecer y de maneradirecta, es el estancamiento de los pueblos de indios y que, muchos deellos forman colectividades numerosas concentradas en sí mismas, sin ex-pansión ni roce con los demás pueblos.

11. Para el cambio se estima que si en las escuelas de indígenas, y ade-más, por medio de los alcaldes, gobernadores, jefes políticos, curas, socieda-des protectoras de los indios, y autoridades superiores, se procurara, valién-dose de procedimientos suaves, que fueran los aborígenes cambiando demanera de vivir, en el sentido de usar camas y algunos otros muebles indis-pensables, aun a gente ruda; se habría logrado mucho, ya que nunca fue lafuerza el medio más conveniente para dulcificar las costumbres, ni paraintroducir en el hogar los elementos de la cultura y de la dicha.

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12. Propone finalmente un código rural al que le dedica un capítuloespecial en su libro punto nodal: salvar las 11 dificultades apuntadas ante-riormente y procurar la inmigración extranjera.

Para determinar la presencia indígena en Guatemala, según los datosoficiales de la época, Batres Jáuregui, maneja la siguiente información:1,042,851 indios y 467,475 ladinos. Total: 1.510,326 habitantes.37

Resulta interesante una comparación de los planteamientos de BatresJáuregui con los prejuicios coloniales en contra del indio que citamos enla parte introductoria de nuestro ensayo recogidos por Severo MartínezPeláez en La patria del criollo.

No obstante el carácter autocrático38 de las dictaduras liberales, es in-dudable la influencia del pensamiento comtiano y el darwinismo social, yal igual que en México se da un periodo que Leopoldo Zea ha llamadoprepositivista que Ernesto Chinchilla Aguilar analiza en su trabajo sobrelas corrientes filosóficas anteriores a la implementación del positivismoen Guatemala.39

En cuanto al desarrollo del positivismo en Guatemala tenemos intere-santes aportes.40

Sergio Ramírez, por ejemplo, insiste en que uno de los más socorri-dos parapetos reformistas fue el de la educación que se anuncia gratuita yobligatoria en la Constitución liberal y puede ofrecer, además, un ejemploen torno al ideario liberal guatemalteco con respecto a los indios. El Pri-mer Congreso Pedagógico Centroamericano, celebrado en la ciudad deGuatemala, en enero de 1894 y convocado por el gobierno de Reyna Ba-rrios, a pesar de que en él se discuten las más modernas teorías educati-vas, pues se cita a pedagogos suecos —los métodos de Froebel y de

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37 Batres Jáuregui, La América central ante la historia, 1821-1921. Memorias de un siglo, Gua-temala, tipografía Nacional, 1949. Las propuestas fueron formuladas en el año de 1893.

38 Recuérdese de la novela de Asturias, Miguel Ángel, El señor presidente, varias ediciones.39 Valle Matheu, Jorge del, Sociología guatemalteca, Guatemala, USAC, 1950; Chinchilla,

Aguilar, “Corrientes filosóficas en Guatemala anteriores a la implementación del positivismo”, His-toria y sociedad en el mundo de habla española. Homenaje a José Miranda, México, El Colegio deMéxico, 1970, pp. 307-318. Ver también Meléndez Chaverri, La ilustración en el Antiguo Reynode Guatemala, Costa Rica, EDUCA, 1970.

40 Sobre el particular: Goubaud Carrera, Antonio, “ Indigenismo en Guatemala” , Indigenismoen Guatemala, Guatemala, Seminario de Integración Social Guatemalteca, Ministerio de Educación,1964; García Granados, Jorge, Evolución sociológica de Guatemala, Guatemala, Sánchez y de Guise,1927; González, Amurrio, El positivismo en Guatemala, USAC, Guatemala, 1970; Hernández Sifon-tes, Julio, Realidad jurídica del indígena guatemalteco, Guatemala, Ministerio de Educación, 1965;Luján Muñoz, Luis, “Historia de la arqueología en Guatemala” , América Indígena, México, vol.XXXII, núm. 2, abril-junio de 1972.

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Slöjd, Garten y Bougaerts, entre otros— se estudia como punto primerodel temario: “¿Cuál será el medio más eficaz de civilizar a la raza indíge-na, en el sentido de inculcarles sentido de progreso y hábitos de puebloculto?”41

Esta “preocupación liberal” tiene su antecedente en la convocatoriadel concurso de 1892, citado anteriormente, el cual prescribía que: “des-pués de contener la historia de los aborígenes y los procedimientos lleva-dos a cabo para mejorar su condición y que se expresen los medios másadecuados y económicos para civilizarlos” . Los considerandos de la con-vocatoria señalaban:

Que la clase indígena constituye la gran mayoría de la población delpaís... Que por su modo de ser actual, no ha podido participar de los bene-ficios de la civilización, sin la cual todo progreso es imposible y toda felici-dad ilusoria... Que la instrucción de los indios no puede llevarse a cabo porlos medios comunes, por no permitirlo sus circunstancias peculiares, y quela presente Administración está interesada en quitar de raíz todos los obstá-culos que se oponen a la marcha del país por la vía del adelantamiento,para lo cual debe buscar los medios más eficaces y menos costosos...

A partir del Congreso, y para anunciar lo que Sergio Ramírez deno-mina “ ...una profesión folklórica...” que se habla de establecer en cadarepública centroamericana “una sociedad protectora de indígenas” , en losresolutivos del Congreso se incluye un apartado sobre la “protección delos indios” , que dice: “Se emitirá un Código rural, que al mismo tiempoque contenga todas las disposiciones de la materia, promoviendo los intere-ses de la agricultura, esté calcado en el respeto a la garantía de los indios ypersiga la vagancia, la embriaguez y las defraudaciones en las condicionesde trabajo” .42

No en balde la legislación liberal había restituido, bajo otros nombresy ordenamientos, las leyes coloniales que forzaban el trabajo para la reco-lección de frutos, y cualquier aproximación pedagógica al indígena notendrá otro objetivo que el de garantizar aquel trabajo, indispensable en laideología dominante del progreso.43

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41 “Balcanes y volcanes (aproximaciones al proceso cultural contemporáneo de Centroméri-ca)” , Centroamérica hoy, México, Siglo XXI, 1975, pp. 279 y ss.

42 Ibid.43 Idem, p. 301.

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Así, las resoluciones del Congreso Pedagógico cobran valor para:

explicar las constantes ideológicas de este período se dictan en la década deoro del café, no sólo porque son aprobadas por representantes gubernamen-tales liberales, sino además porque fuera del caso de Guatemala y en elsegundo término el Salvador, no había ya población indígena importanteen los restantes países de Centroamérica y por lo tanto la denominaciónindígena alcanza a toda una masa de población rural mestiza, lo que descu-bre un concepto social y no racial, con el cual se identificará a todos losgrupos marginados rurales, denominador de incultura, ignorancia, grosería,concepto que tan presente estará después en la literatura criollista.44

A propósito de esa preocupación “civilizatoria” José Carlos Mariáte-gui formula en los años treinta, la primera crítica seria en torno lo que seva a denominar el problema del indio:

Insurgimos primeramente contra la tendencia instintiva y defensiva delcriollo o “misti” , a reducirlo exclusivamente a un problema administrati-vo, pedagógico, ético o moral, para escapar a toda costa del plano de laeconomía. Por eso, el más absurdo reproche que nos pueden dirigir es el delirismo o literaturismo. Colocando en primer plano el problema económi-co-social, asumimos la actitud menos lírica y menos literaria posible. Nonos contentamos con reivindicar el derecho del indio a la educación, a lacultura, al progreso, al amor y al cielo. Comenzamos por reivindicar, cate-góricamente, su derecho a la tierra.45

La preocupación liberal sobre el indio, como problema en términosdel orden, progreso y civilización, fue planteada también por Ramón A.Salazar y para algunos en los planteamiento de Miguel Ángel Asturias ensu tesis de licenciatura en derecho.46

102 JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES

44 Op. cit., p. 302.45 Mariátegui, José Carlos, Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana, cit. por Ca-

rrión, Benjamín, José Carlos Mariátegui. El precursor, el anticipador, el suscitador, México, SepSe-tentas, 1976, p. 87. En torno al pensamiento comtiano, la edición guatemalteca de los Principios de filosofía posi-tiva, de 1895, contiene un prólogo de José Montoya, en donde hace una defensa apasionada en favorde la personalidad del autor, ante las condenas de haber terminado sus ideas estando “ loco” y de susescritos finales a favor de la monarquía absoluta. Ver: García Laguardia, Jorge Mario, El pensamien-to liberal en Guatemala (antología), p. 228.

46 Batres Jáuregui, Los indios, su historia y su civilización, Guatemala, s.e., 1893; Salazar, Ra-món, Historia del desenvolvimiento intelectual de Guatemala, Guatemala, Biblioteca de Cultura Po-pular, 1951.

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Salvo opinión en contrario, en Guatemala resultan también válidaslas proposiciones que sobre el positivismo hace para México LeopoldoZea.47 Se trata de una doctrina importada, que sirvió directamente a ungrupo político. Su principal enemigo político, el clero católico y los plan-teamientos de orden, progreso y civilización encaminados a mantener elstatus quo. De esa manera el papel de las ideas revolucionarias era sólotransitorio, y tales ideas tenían como finalidad destruir un orden, el ordenteológico, que ya no estaba a la altura del progreso según los plantea-mientos liberales.48

Los liberales guatemaltecos vieron al indio como un ser envilecido ydegradado. Su visión corresponde a un planteamiento colonial etnocéntri-co, que no admite la diversidad. Los prejuicios coloniales se vuelven arepetir: salvajismo, barbarie y civilización formaron parte de la visión li-beral guatemalteca, por un lado los indios primitivos, salvajes y bárbarosy, por otro lado, la parte “culta y civilizada” el mundo de los ladinos. Elindio también forma parte de lo que se denomina la antología de la ani-malidad.49 Recuérdese el dicho ladino: “Aparte torito aparte Guacax” . Eldesprecio por el indio por sus luchas de liberación actualmente se ponen demanifiesto con la cantidad de chistes racistas divulgados en ocasión delotorgamiento del Premio Nobel a Rigoberta Menchú Tum.

El decreto de Barrios para “convertir” ladinos a los indios de San PedroSacatepequez al igual que la política del ecuatoriano Gabriel García Moreno(nombrado presidente por la Convención de 1860, y que ejerció una férreadictadura con el apoyo del clero y de la oligarquía), quien llegó a establecerel principio obligatorio de la condición de ser “católico, apostólico y roma-no” para ser ciudadano ecuatoriano. García Moreno proclamó para Ecuadoruna nueva Constitución, llamada la “carta negra” por los liberales, quelimitaba las libertades populares; constituyen el desiderátum de la concep-ción que aborrece la existencia y vigencia de los derechos humanos.50 Losdictados de Barrios y García Moreno no son “ inocentes”; recordemos lapropuesta de Lukács, en Asalto a la razón,51 no hay ideología inocente.

LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN GUATEMALTECO 103

47 Ver: Zea, Leopoldo, El positivismo y la circunstancia mexicana, México, FCE, 1985, pp.46-55.

48 A propósito téngase presente las observaciones de Jorge Mario García Laguardia sobre la“dictadura democrática” de Justo Rufino Barrios.

49 Barillas, Edgar, op. cit., p.96.50 Ansaldi, Waldo y Fernando Calderón, “Las heridas que tenemos son las libertades que nos

faltan, derechos humanos y derechos de los pueblos en América” , David y Goliat, Buenos, Aires,CLACSO, núm. 52, septiembre de 1981, pp. 65-69.

51 Lukács, George, El asalto a la razón, México, FCE, 1972.

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Los indios guatemaltecos no fueron aniquilados directamente, comosucedió en otros países americanos vía el genocidio, digamos en EstadosUnidos, y Argentina. Para ellos subiste aún la explotación en las fincascafetaleras, y fueron necesarios como mano de obra, lo que algunos auto-res han calificado como ese “desconocido genocidio” .52

Para concluir, es conveniente tomar el parecer de las “voces nega-das” de los propios indios, en torno a su percepción sobre “ los liberales” .

Para los mayas, que con su trabajo hicieron posible el auge cafetalerode los latifundios de Chiapas y Guatemala, la experiencia quedó firme-mente grabada en su memoria colectiva y la recuerdan como una épocamala, como un largo periodo de esclavitud, del cual debieron librarse.Este es un elemento muy vivo en su narrativa. Mario Humberto Ruzapunta en sus observaciones en el interesante libro colectivo: Del Katúnal siglo. Los tiempos del colonialismo y resistencia entre los mayas. En éladvierte que el estudio de la etnorresistencia

no debe limitarse a enumerar los enfrentamientos armados, a la larga mili-tarmente catastróficos, que trataron de frenar el avance del conquistador; esrío más profundo —y a veces subterráneo— que sabe de las oposicionescotidianas, aquella que rumiaba y alimentaba al pueblo en torno al fogón, ocuando ofrecía copal a las deidades de la montaña; la que perpetuaba eva-diendo el tributo o defendiendo sus tierras comunales con las propias leyesdel dominador; la que llevó a bordar el pasado sobre los ropajes colonialesy a esconder bajo el manto de los santos a los antiguos dioses. Diversas,cambiantes, e incluso contrapuestas a lo largo de tres siglos, no hay en ellaingenuidad o falta de sentimiento crítico.53

104 JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES

52 Es sugerente la lectura del trabajo periodístico de Velázquez Rivera, Luis, El café, ese desco-nocido genocidio, México, Editorial Oasis, 1985. Para el análisis del positivismo latinoamericano ver: Bagú, Sergio, Vida ejemplar de José Inge-nieros, juventud y plenitud, Buenos Aires, Ed. Claridad, 1936; Levene, Ricardo, Historia de las ideassociales argentinas, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1947; Henríquez Ureña, Pedro, Historia de la cul-tura en la América hispánica, México, FCE, 1949; Soler, Ricaurte, El positivismo argentino, México,UNAM, 1979; Zea, Leopoldo, Precursores del pensamiento latinoamericano contemporáneo, Méxi-co, Septetentas, 1979; sobre el denominado positivismo jurídico: Bobbio, Norberto, Giusnaturalismoe positivismo guiuridico, Milano, Edizioni di Comunità, 1965; García Máynez, Eduardo, Positivismojurídico, realismo sociológico y iusnaturalismo, México, UNAM, 1968; Tréves, Renato, Introduc-ción a la sociología del derecho, Madrid, Taurus, 1978; Zeitlin, Irving, Ideología y teoría sociológi-ca, Buenos Aires, Amorrortu Editores, Argentina, 1979.

53 Ruz, Mario, et al., Del Katún al siglo, México, Consejo Nacional para Cultura y las Artes,1992.

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Para la Academia de las Lenguas Mayas, el colonialismo puede divi-dirse, a grandes rasgos, en tres etapas, que contemplan las reformas libe-rales, así:

1) 1524-1821 = Colonialismo español (se inicia desde la llegada delos españoles a tierras mayas hasta la independencia de España).

2) 1821-1871 = Colonialismo criollo (desde la independencia de Es-paña hasta el gobierno del general Justo Rufino Barrios).

3) 1871-1993 = Colonialismo ladino (del gobierno de Justo RufinoBarrios hasta el presente).

En cada una de esas etapas, sostienen, se le ha negado al pueblo mayael derecho a conducir su propio desarrollo, según sus necesidades econó-micas, políticas, sociales, culturales, lingüísticas y religiosas. Esta situa-ción, acumulada, trae consecuencias deningrantes para el pueblo maya:en el nivel cultural consideran que la cultura maya ha sido desvalorizada,inferiorizada (en relación con la cultura dominante) e instrumentalizada(folklorizada).54

El Consejo de Organizaciones Mayas de Guatemala (COMG) es delparecer que

Después del desligamiento formal de Guatemala de España en 1821, laopresión y sometimiento esclavista siguió. A pesar de que se habló de la liber-tad jurídica para todos los guatemaltecos, los mayas continuamos bajo elyugo de nuestros opresores... En 187l, llega Justo Rufino Barrios Auyón agobernar Guatemala, y este gobierno arranca de las manos de nuestros an-tepasados las tierras comunales que aún mantenían en su poder; además,este mismo gobierno quería que los mayas se convirtieran en ladinos, me-diante decreto emitido el 13 de octubre de 1876, ya que para ese gobiernoera el prototipo ideal de grupo social. Sin embargo, muy a pesar de las dis-posiciones discriminatorias y etnocidas del gobierno de Barrios Auyón, losmayas se atrincheraron aún más adentro de su propia cultura, dentro de supropio ser, resguardando así ese propio ser con identidad específica.55

A propósito del colonialismo interno que sufren los pueblos indios,Enrique Florescano, en interesante artículo referido a México, asienta:

LA CONSTITUCIÓN DEL ESTADO-NACIÓN GUATEMALTECO 105

54 Academia de las Lenguas Mayas. Documento presentado a la Asamblea del Diálogo Nacio-nal, en Ordóñez Cifuentes, Jose Emilio R., Reclamos jurídicos de los pueblos indios, México,UNAM, 1992, pp. 127-137.

55 Rajpop’ri Mayab Amaq (Consejo de Organizaciones Mayas de Guatemala), Rujunamil rimayab’amaq’ (Derechos específicos del Pueblo Maya), pp. 10 y 11.

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“El etnocentrismo español primero y luego el mexicano, son los respon-sables de que por siglos el rescate y el estudio de la memoria histórica sehaya concertado en el grupo dominante, ignorando o declarando inexis-tente la memoria de los vencidos”, y agrega: “no obstante, los indios adop-taron a la situación de la conquista diversos procedimientos para conservar ytrasmitir su pasado” . Con sugestivos títulos, analistas sociales presentanun cuadro en torno a la misma preocupación en Guatemala: “ las vocesnegadas toman la palabra” y “ la voz de los que no tienen voz” .56

Los planteamientos antes enunciados también se han vertido para lasregiones indias de América del Sur. Por ejemplo, en un trabajo colectivosobre Paraguay, Roa Bastos concreta:

Los intentos de civilizar al indio han terminado por exterminarlo; el etnoci-dio no es, pues, sino la fatal consecuencia de esta ideología del privilegio yde la pretendida superioridad racial, herencia del conquistador invasor, esuna de las formas del genocidio generalizado en la actualidad, tanto ennuestro continente como en otras partes del mundo donde las “ razas infe-riores” padecen los desvelos de las razas superiores para civilizarlas, es de-cir, para someterlas a sus inflexibles y cruentos dictados de predominio yopresión.57

Por lo anterior, es legítimo plantear que un programa de reivindica-ciones étnicas tiene que partir aceptando el carácter multiétnico y multi-nacional de nuestros Estados y de una práctica política que deje a las pro-pias etnias afectadas pronunciarse y resolver sus propios asuntos, ylegitimar su participación frente a la problemática global del país.

106 JOSÉ EMILIO ROLANDO ORDÓÑEZ CIFUENTES

56 Florescano, Enrique, “Destrucción y recuperación de la memoria indígena” , en Sábado, su-plemento dominical de Uno más uno, México, septiembre de 1982.

57 Guzmán Böckler, Carlos, “Las voces negadas toman la palabra” , Cuaderno de la Casa Cha-ta, México, núm. 84, CIESAS, 1983; Quan, Estela, “La voz de los que no tienen voz” , CuadernosMarcha, México, núm. 10, segunda época, diciembre, 1980. Ver también: Galeano, Eduardo, “Laconquista continúa. Crimen y resurrección de los indios americanos” , Nicaraguac, Nicaragua, núm.14, enero-marzo, 1987; Maxwell, Claire, “La nueva conquista etnocida en Guatemala” , La JornadaSemanal, México, 28 de octubre de 1984.

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RENOVACIÓN DE AYUNTAMIENTOS EN LOS MUNICIPIOSDE ELECCIÓN POR USOS Y COSTUMBRES

Carmen CORDERO AVENDAÑO

El libro cuarto, título único del Código de Instituciones Políticas y Elec-torales de Oaxaca fue reformado por el decreto núm. 328, aprobado en laSala de Sesiones del Congreso del estado el 30 de agosto de 1995 y publi-cado en el Periódico Oficial el 14 de septiembre de 1995.

Las modificaciones de este libro cuarto constan de un título único“De la renovación de ayuntamientos en los municipios de elección porusos y costumbres” , formado por cinco artículos que no llenan las reivin-dicaciones de los pueblos indígenas de respetar sus formas de elección desus autoridades observando su derecho consuetudinario.

El primer artículo de este libro cuarto, o sea el artículo 109, nos seña-la: “Las normas del presente libro rigen el procedimiento para la renova-ción de ayuntamientos en los municipios con comunidades que observanel régimen de usos y costumbres” .

Este artículo define y se entiende que únicamente las normas que ri-gen este procedimiento serán aplicadas a las comunidades que observanel régimen de usos y costumbres. Se interpreta que aplican su derechoconsuetudinario; derecho que el gobierno reconoce y acepta su vigencia,hasta ahora únicamente en materia electoral.

También hay que tomar en cuenta que instaladas estas autoridades,tanto constitucionales como tradicionales que fueron elegidas según sususos y costumbres, es decir, observando su derecho consuetudinario, puedenen la vida cotidiana de la comunidad aplicar su derecho tradicional, desdeel punto de vista social, religioso y judicial. Como ya lo he expresado,este derecho consuetudinario no ha dejado de estar en parte vigente y nila Independencia impidió que continuara existiendo en paralelo con el de-recho positivo.

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En el estado de Oaxaca las comunidades indígenas, muchas de ellasestán imbricadas entre sí con población mestiza que va en aumento; lascomunidades con población únicamente indígena y las que tienen un nú-mero muy limitado de no indígenas tienden a disminuir, perdiendo la ho-mogeneidad en su población.

Es obvio que no se puede constituir una limitación, ni se puede deter-minar un derecho con base en el número de pobladores indígenas;1 peroesto puede causar ciertos abusos en algunas comunidades en donde lamayoría son mestizos, y declarar la observación de la tradición jurídicaindígena para formar comunidades que establecerán “ciertos usos y cos-tumbres” bajo el nombre de costumbre jurídica indígena, para fines per-sonales y políticos y no para beneficio de esas comunidades.

En los municipios indígenas en donde la población mestiza empieza atomar importancia, ésta trata de transformar la forma de elección tradicio-nal y optar por el sistema de partidos.2 Como ha sucedido desde hace yatiempo en muchos municipios, en donde sólo podían ser autoridades losindígenas que habían escalado el sistema de cargos, dando como resulta-do que ahora estos ayuntamientos están compuestos de indígenas y ave-cindados y poco a poco vemos cómo el indígena pierde su supremacía enfavor de estos nuevos avecindados o diríamos de los mestizos, que llega-ron a tomar las riendas del gobierno y transformar el sistema de organiza-ción de éstos y por lo que se refiere al sistema electoral pudieron másfácilmente transformar estos municipios con elecciones por partidos, queva más de acuerdo con sus intereses propios que con los de la comunidad.

Artículo 110: Para los efectos de este libro, se entiende por comunidades de unmunicipio que observa el régimen de usos y costumbres, aquellas que desdetiempo inmemorial o cuando menos hace tres años, eligen a sus autoridadesmediante mecanismos establecidos por su derecho consuetudinario.

Este artículo 110 del libro cuarto, diremos que es contradictorio: por-que primero expresa que se entiende por comunidades de un municipio queobserva el régimen de usos y costumbres, aquellas “que desde tiempo in-memorial” y luego dice que “cuando menos hace tres años” .

108 CARMEN CORDERO AVENDAÑO

1 Esto también lo ha expresado el doctor Jorge Alberto González Galván, del Instituto de In-vestigaciones Jurídicas de la UNAM.

2 Como es el caso de Santa María Zacatepec (región Tacuate), Cordero Avendaño de Durand,Carmen, El combate de las luces “Los Tacuates” , Oaxaca, México, Museo de Arte Prehispánico deMéxico “Rufino Tamayo”, Biblioteca Pública de Oaxaca, 1992, pp. 157 a 187.

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Por lo que respecta al primer párrafo “aquellas que desde tiempo inme-morial” se podría precisar más lo del tiempo inmemorial, ya que la elecciónde estas autoridades en los municipios la encontramos establecida en estaforma desde principios de la Colonia con la influencia de su costumbre jurí-dica prehispánica, naturalmente con los cambios que ha tenido, ya que hayque tomar en cuenta la época de la Independencia hasta nuestros días.

En este artículo 110 se está aceptando por ley que estos ayuntamien-tos serán renovados en los municipios que han continuado a elegir a susautoridades observando su derecho consuetudinario y que no ha habidoruptura en su costumbre jurídica, o como los legisladores expresan: ob-servando sus usos y costumbres desde tiempo inmemorial.

Lo más contradictorio es la frase: “o cuando menos hace tres años” .Porque con esto puede abrirse la puerta a comunidades no indígenas “quecuando menos hace tres años” eligen a sus autoridades observando sususos y costumbres ¿de quién? ¿“de las gentes de razón”?3 Si es para quelas comunidades puedan elegir a sus autoridades según sus usos y cos-tumbres aceptando que lo hacen desde hace tres años ¿para qué hablar detiempo inmemorial y de un derecho consuetudinario?

Artículo 111. “Se reconocen los usos y costumbres de las comunidadesa que se refiere el artículo anterior, en la elección de sus ayuntamientos” .

Este artículo no nos da muchas luces en lo que respecta a la forma enque estas comunidades eligen a sus autoridades, es decir, la elección mis-ma y, el procedimiento para este acto que observan respetando su cos-tumbre jurídica; ya que se está reconociendo su derecho consuetudinarioen la forma de elegir a sus autoridades y no siguiendo el procedimientodel derecho positivo.

Aquí se desconoce que las comunidades indígenas tienen un conjuntode ceremonias y rituales que realizan antes de depositar el destino de lacomunidad o sea entregar la vara de mando en manos de su autoridad. Asícomo también el desconocimiento de los rituales para despedir a las auto-ridades salientes y que han cumplido con su servicio, o las sanciones quehacen en caso de incumplimiento, y después el largo proceso para la elec-ción, para que ésta sea efectiva, en la cual los ancianos4 y los demás nota-

RENOVACIÓN DE AYUNTAMIENTOS EN LOS MUNICIPIOS 109

3 Las “gentes de razón” es el término empleado por los indígenas para referirse a los mestizoso no indígenas. En el tiempo de la Colonia, el conquistador al hablar del indígena se expresaba en unaforma despectiva, el índigena era el inculto, el salvaje; el español era el de razón, el culto, el que tienela razón.

4 Actualmente a los ancianos los están denominando “ los caracterizados, los distinguidos” ,estos son términos no empleados por los indígenas.

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bles se reúnen para elegir a las futuras autoridades, por sus méritos, habi-lidad, sabiduría, su experiencia en los asuntos de la comunidad, por loscargos que han ocupado y su honestidad en el desempeño de éstos.

Todo esto lo valoran los ancianos en largas discusiones, en asambleaspara tomar las decisiones finales, es decir, nombrar a las nuevas autorida-des. Esta forma de elección tradicional parece ser la más antigua. En otrascomunidades la forma de elección se realiza cuando el Consejo de Ancia-nos elige a las autoridades, a través de la Asamblea General en votacióndirecta que los ratifica o rechaza. Y en otras, por votación abierta, se eli-gen a los miembros del grupo que ocuparán los cargos constitucionales ytradicionales.

También hay que señalar que en muchas comunidades indígenas, es-tos rituales empezaban a perder su importancia, debido a la pérdida delpoder y del respeto que se tenía al Consejo de Ancianos y a las autorida-des tradicionales en beneficio de las autoridades constitucionales. Mu-chas de estas autoridades constitucionales, desde hace cierto tiempo, sonelegidas aunque no hayan escalado todos los cargos obligatorios en el es-calafón de la jerarquía. Y, reitero, una de las causas es la llegada de lospartidos políticos a estas comunidades que han propiciado el cambio eneste sistema y el incremento de la importancia de los cargos constitucio-nales que están en contacto más frecuente con las diversas instancias gu-bernamentales. Con lo anterior se valora la capacidad política de estas au-toridades, su éxito con el exterior y con las dependencias del gobierno, ynaturalmente éstas ganan prestigio e importancia con respecto a sus go-bernados en menoscabo de los cargos tradicionales, ocasionando esa pér-dida de poder de estas autoridades tradicionales que acabo de enunciar,que da por resultado el detrimento de sus costumbres y tradiciones, y enel caso a que me refiero a ciertos rituales entre los que destaca la eleccióny la entrega de la vara de mando.

También hay que señalar que estos rituales y ceremonias en algunascomunidades empezaban, si bien no a olvidarse, sí a suprimir un poco sufasto e importancia; actualmente, con las reivindicaciones de los pueblosindígenas ha tomado un nuevo interés y se puede constatar cierto resurgi-miento de éstos en algunas comunidades.

“Artículo 112. Las comunidades a que se refiere este libro respe-tando sus usos y costumbres, registraran a sus candidatos directamente,sin intervención de partido político alguno, o bien a través de alguno deéstos” .

110 CARMEN CORDERO AVENDAÑO

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Hay que recordar que la intromisión de los partidos políticos ha sidopoco favorable a la organización social y religiosa de los pueblos indíge-nas; ha causado una transformación destructora a ésta, debilitándola ypropiciando el casi abandono de su sistema jerárquico, del cual ya habléen este estudio.

Anteriormente, todavía hace unos cuarenta y cinco años en algunos pue-blos y en otros más conservadores y marginados hace diez a quince, las per-sonas que formaban parte de la autoridad en una comunidad indígena ha-bían, como ya se ha anotado, escalado los puestos tanto cívicos comoreligiosos, iban poco a poco aprendiendo a gobernar, y cuando ya eran aptos,sólo entonces podían aspirar a sostener en sus manos la vara de mando.

Aquí también hay una contradicción entre los derechos de las comu-nidades indígenas y los derechos de los partidos para postular candidatos.Es obvio que si se respeta su derecho consuetudinario “sus usos y cos-tumbres” , se deben elegir sus autoridades por los miembros de las comu-nidades, de acuerdo con su costumbre jurídica, es decir, sin la intervenciónde los partidos. Es cierto también que existen actualmente proposicionespara ser autoridad, hechas por algunos miembros de las comunidades quepertenecen a un partido, pero también es cierto que estos están supeditados alas órdenes de los dirigentes de tales partidos, que viven en la ciudad y noson originarios de esas comunidades, no conocen, ni observan, ni respe-tan el derecho consuetudinario y tampoco conocen las costumbres, tradi-ciones y creencias del lugar, sino sólo tienen intereses propios muy ajenosa los de las comunidades indígenas.

Presentarse como candidato a la elección de autoridades con inter-vención de un partido (cuando se está eligiendo por usos y costumbres)significa no respetar la costumbre jurídica de estos pueblos, y continuarcon la intervención de los partidos en la elección de estas autoridades, talcomo se viene haciendo en algunas comunidades desde hace aproximada-mente cuarenta y cinco años. Me pregunto entonces ¿dónde está la refor-ma al CIPPEO? No existe, porque permite que los partidos políticos con-tinúen en la imposición del derecho positivo, ahora con la bandera de losusos y costumbres. Esto no es admisible, ya que el derecho positivo esexcluyente del derecho consuetudinario o viceversa.

Las diferentes formas que existen para elegir a las autoridades muni-cipales en las comunidades fue un argumento básico para que la regla-mentación se hiciera en una forma “genérica” . Sí es cierto que existendiferentes formas para elegir a sus autoridades en las comunidades indí-

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genas, como ya lo señalé, pero estas diferencias son en la forma y no enel fondo, en este sistema de elección todos tienen una base común: el deelegir como autoridades a las personas que han prestado “servicio” , en-trando en el sistema jerarquizado de los cargos, respetando el escalafón ysi se les considera aptos para ser elegidos como autoridad.

Como vemos, los artículos 110 y 112 se vuelven contradictorios: enel primero se reconocen los usos y costumbres de las comunidades por loque se refiere a la elección de sus ayuntamientos, y en el 112, también,porque al decir “que podrán registrar a sus candidatos directamente sinintervención de partido político alguno o a través de alguno de éstos”; con-tradicción que resalta cuando se enfatiza “autoridades y candidatos” . Y sise están reconociendo los usos y costumbres en la elección de sus autori-dades, se tiene que respetar la tradición jurídica, ya que las comunidadesno postulan candidatos, sino en sus asambleas eligen a sus autoridades.

El proceso de elección por ternas crea confusiones que hay que acla-rar porque la terna que se presenta, se integra con personas que han de-sempeñado cargos de autoridad y que son elegidos por el consejo de an-cianos y representantes de la comunidad. Ya no son candidatos, sinoautoridades que solamente hay que ratificar. Los tres se presentan comolas autoridades constitucionales más importantes, presidente, síndico y al-calde, y es el pueblo que por votación directa elegirá por el número demayor a menor de votos el que será presidente, síndico y alcalde, respec-tivamente. Se tiene otra opción que consiste en la aclamación conjunta dela asamblea cuando de manera unánime están de acuerdo en la personaque corresponde al puesto al que fueron nombrados, manifestándolo le-vantando su mano y diciendo: “Así está bien” .

Es importante transcribir los siguientes testimonios de tres ancianosal preguntarles ¿Por qué rehúsan el voto libre y secreto? Y es más impor-tante su respuesta porque representa el sentir de la mayoría de los pueblosindígenas.

Mira, cuando nosotros tenemos que votar en una Asamblea, tiene que serde frente, porque, según la costumbre, nuestros ancianos, nuestras cabezas,ya designaron quienes van a tomar la vara de mando, porque ya es digno dellevarla, ya cumplió con todos los cargos, ya puede llegar a tener el mando,y nosotros tenemos que darle la cara al elegirlo, de frente levantando nues-tra mano; lo aceptamos como jefe, estamos de acuerdo: no nos tenemosque esconder para hacerlo y así también será, si no cumple para decirle defrente, que se le retira la vara de mando.

112 CARMEN CORDERO AVENDAÑO

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Como respuesta a mi pregunta que si no es coerción esa forma devotar, me responden: “Puede ser, pero así es nuestra costumbre. Tal vezlo cambie el tiempo” .5

“Artículo 113. Para ser miembro de un ayuntamiento según el siste-ma de usos y costumbres, únicamente se requerirá ser reconocido y acep-tado por la comunidad” .

En un principio, son las comunidades indígenas que se rigen por elsistema de usos y costumbres y son naturalmente los indígenas, quienesreconocen y aceptan este sistema de organización. Este artículo regla-menta que en estas comunidades, para ser miembro del ayuntamiento,sólo se requiere ser reconocido y aceptado por ellas. Visto así parece muyfácil, muy sencillo o simple, ser admitido como autoridad en un munici-pio, cuando realmente es muy difícil y muy complicado desde ser miem-bro de una comunidad por ser personas no indígenas, o que no pertenecena ella desde hace varias generaciones y que han prestado, sus ascendien-tes y ellos mismos, el servicio a la comunidad. Y aunque sea así, todavíaen muchas comunidades, seguirá siendo considerado como el extraño, elvenido de fuera como se expresan los ancianos y los demás miembros dela comunidad: “No es un nativo, vino de fuera, aunque haya prestado ser-vicio su gente no es nativa, no habla nuestra lengua y ni sus pasados tam-poco, vinieron de fuera, son gente extraña.”

El libro cuarto, en sus modificaciones, toma en cuenta el derechoconsuetudinario de estas comunidades únicamente sobre el punto de laelección “de candidatos” y no solamente lo reduce, sino que no respeta elprocedimiento de estas elecciones observando su costumbre jurídica yademás olvida el resto del proceso electoral de este derecho. Y qué pode-mos decir del ahorro que se puede hacer del dinero gastado por el gobier-no del estado en estas elecciones, ya que en los pueblos no existe este“gasto” .

En las reformas del CIPPEO hay un avance al reconocer que un de-recho consuetudinario está vigente y que existe una costumbre jurídicaindígena. Pero no se puede admitir esta ley electoral tal como fue aproba-da, ya que no respeta la forma tradicional de elección de las autoridadesmunicipales; es necesaria una revisión en la que se supriman las contra-dicciones mencionadas, y tener presente que estas comunidades eligenautoridades y no candidatos. La supresión de los partidos políticos en las

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5 Testimonio de ancianos mixtecas, febrero de 1997.

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comunidades que hacen sus elecciones por “usos y costumbres” respe-tando su derecho consuetudinario, tienen una base común que les permitemantener su diferencia en su forma de elección, como se ha señalado eneste libro. En los artículos contradictorios, particularmente en el 110, en-fatizo que debe dejarse la parte referente a “que se ejerce desde tiempoinmemorial” y suprimir la otra que se refiere “o cuando menos hace tresaños” . También estas comunidades tendrán que seguir la evolución denuestra época haciendo cambios en sus tradiciones, por lo que respecta ala marginación de la mujer, aludo el derecho al voto y de acceder a ocu-par cargos en su sistema de organización.

114 CARMEN CORDERO AVENDAÑO

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ETNICIDAD Y ETNODESARROLLO.LA EXPERIENCIA EN MÉXICO

Enrique VALENCIA

SUMARIO: I. Algunos antecedentes. II. Tres experiencias de etno-desarrollo. III. Etnicidad y etnodesarrollo. IV. Referencias bi-

bliográficas. Anexos

I. ALGUNOS ANTECEDENTES

La sobrevivencia de los pueblos indios de América constituye el hechomás significativo de la historia de las relaciones interétnicas en esta partedel mundo. En esencia esa sobrevivencia expresa la singular historia delas relaciones establecidas por la conquista y la colonización entre el Es-tado y la sociedad nacionales y los descendientes de los pueblos étnicosque, por lo menos en los casos de Mesoamérica y los Andes centrales,alcanzaron notables niveles comparativos de desarrollo.

El costo de la destrucción casi total de esos aportes civilizatorios y desu negación en la práctica social de los nuevos Estados nacionales, harepresentado el mayor desafío histórico que debieron enfrentar los pue-blos indios, pues destrucción y negación forman parte de un amplio pro-yecto etnocida, que en la práctica ha sido un fenómeno esencial de laconstrucción de esos Estados, se lo propusieran o no.

No obstante, los pueblos indios han sobrevivido y podido preservarbuena parte de su identidad étnica e incorporar y asimilar los cambios ge-nerados por el impacto de las transformaciones del Estado y la sociedadnacionales, en un contexto de relaciones interétnicas de diverso signo yniveles conflictivos, que constituyen la esencia de su actual desarrollohistórico.

En el transcurso del tiempo estas relaciones fueron definidas desdeperspectivas diferentes, respresentativas de dos procesos sociopolíticos

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principales: de una parte la evolución política, social y económica del Es-tado y la sociedad nacionales, principalmente en relación con tres hechosvinculados con la formación del Estado nacional: la concentración econó-mica, la centralidad política y la unificación étnica (Sami Amin: 1973,34); de otra parte la misma evolución política y social de los pueblos in-dios que, políticamente, han ido desarrollando una visión crítica de su si-tuación, ya no tanto en razón de sus distinciones culturales y de sus ca-rencias sociales, cuanto de una autoidentidad activa, puesta en situación,a partir de la cual han resignificado políticamente la relación con el Estado yla sociedad nacionales, que críticamente va más allá del formalismo posi-tivista representado por la “ teoría” del proceso de aculturación y del“aprendizaje administrativo” de la práctica indigenista.

La antropología (social y aplicada) y el indigenismo, fueron el espa-cio ideológico en que mejor se evidenciaron las tensiones originadas porestos procesos formales.

La realización de la política indigenista en México ha sido, en el lar-go plazo, divergente y contradictoria, a tono con los cambios experimen-tados por las relaciones entre el Estado y los pueblos indios. Pero sobretodo ha sido contradictoria en el contexto de los fines de la política socialdel Estado, en el proceso de control político de los pueblos indios.

Con ello el gobierno y las instituciones indigenistas trataron de adap-tar esta política a los reclamos del movimiento indio en sus avances haciaun estatuto de ciudadanización, o sea de una asunción activa de sus lu-chas por la preservación de sus identidades culturales, de reclamo por losderechos inherentes a esas diferencias y, sobre todo, por su participaciónautónoma en las decisiones de política social que les conciernen.

La antropología crítica alimentó e impulsó, desde su quehacer inte-lectual e independiente, estas perspectivas de las organizaciones indias yles proporcionó argumentos para radicalizar sus posiciones. La propuestadel etnodesarrollo estuvo entre ellas. La antropología, en este sentido,rompió con la tradicional sobredeterminación del indigenismo oficial.Esta ruptura contribuyó significativamente a ampliar y enriquecer el cam-po de la investigación antropológica (etnológica y social) en México, almismo tiempo que condicionó fuertemente el análisis de las políticas in-digenistas (Oehmichen: 1997, 11).

La política indigenista en México ha transcurrido por tres principalesfases, que podemos caracterizar como una sucesión de cambios adaptati-vos a la orientación general de la política social del Estado, pero particu-

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larmente a los planteamientos políticos de las organizaciones indias, so-bre todo en términos de una mayor participación en el diseño y aplicaciónde esa política.

En sus inicios la política indigenista tuvo como objetivo principal la in-corporación e integración de los indios a la sociedad mayor, o sea, a lasociedad mestiza que se asumía como modelo absoluto, representativo delas metas de modernización del país.

Después de un largo periodo de integracionismo, el progresivo rechazoa esta política por parte de las organizaciones indias (que empezaban a orga-nizarse en grupos profesionales) y la impugnación de la antropología crí-tica, se planteó una política indigenista de participación, concebida comouna posición intermedia que buscaba una mayor intervención de los indí-genas en la práctica indigenista. En esta fase los indígenas fueron asimiladosa los vagamente definidos miembros de las comunidades marginales. Yen consecuencia la preocupación mayor del indigenismo de participaciónfue establecer los mínimos de bienestar de las condiciones de vida de ta-les comunidades, pero manteniendo el control de la aplicación de la polí-tica indigenista en manos de las agencias del Estado involucradas en lalucha contra la marginalidad.

Un intento por comprometerse en la participación y autogestión indí-genas se produjo durante esta secuencia adaptativa, con la implantaciónde un proyecto general de etnodesarrollo. Se buscaba revertir no sólo lafalta de participación de las comunidades indias en la política indigenistasino, sobre todo, dinamizarlas de tal manera que, a partir del control autó-nomo de sus recursos culturales, propios y apropiados, pudieran diseñar eimplementar sus programas de desarrollo. Este control de sus recursosculturales buscaba también liberar las fuerzas de la comunidad indígenapara presionar y controlar al personal del Instituto Indigenista, que en elcampo mal actuaba como agente de cambio.

En la actualidad asistimos a la práctica desaparición de la política in-digenista y de su institución rectora, después de cuarenta y pico de añosde su fundación, veinte más del lapso de vida que le pronosticó su funda-dor, el doctor Alfonso Caso.

A lo largo de esta sucesión de adaptaciones evolutivas, queda clarocomo línea general, una mayor demanda de autonomía de los pueblos in-dios a partir de sus distinciones socioculturales y de lucha por el derechoa las diferencias, pero sobre todo de hacer estas diferencias una estructurade identidad puesta en valor como posición política. El reconocimiento

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del gobierno mexicano a la naturaleza histórica multiétnica y pluricultural dela nación —en el mismo año en que se intentaba aplicar la propuesta deletnodesarrollo— planteaba una pregunta crucial que hasta ahora no hasido respondida y que los acontecimientos de Chiapas han complicado es-pinosamente: ¿Cómo hacer práctico y por lo tanto vigente el reconoci-miento a ese carácter multiétnico y pluricultural de México? ¿Cómo con-vertir ese carácter en una orientación creativa de la acción histórica, paranosotros en términos de la concepción de “historicidad” debida a AlaineTouraine? (Touraine: 1973).

En 1970 Guillermo Bonfil señalaba que el problema para fundar unanacionalidad común no residía tanto en el carácter multiétnico y pluricul-tural de su sociedad, sino en el sojuzgamiento y explotación de sus enti-dades sociales. Y argumentaba textualmente: “La diversidad cultural, ensí misma, no es incompatible con la idea de nación” (Bonfil: 1970, 57).

En las líneas de Bonfil no se formulaba todavía la idea del etnodesa-rrollo, pero se cuestionaba ya el elemental reconocimiento a la simple na-turaleza plural de la nación. Sería hasta la primera y segunda declaraciónde Barbados en 1970 y 1977, y especialmente en la Declaración de SanJosé (Costa Rica) en 1981, cuando la noción y la propuesta del etnodesa-rrollo cobraron entidad teórica y política, empezándose a abrir el campocomo nueva orientación del indigenismo latinoamericano.

Los años setenta y ocho no eran ya los años en que la teoría del desa-rrollo representaba la visión hegemónica del cambio social y la moder-nización de América Latina. La avasalladora trasnacionalización del capi-tal había derrumbado la ilusión de un capitalismo nacional y con ello laredefinición de nuevas formas de la dependencia interna y externa. Nue-vos tipos de movimientos sociales y políticos desafiaron las nuevas for-mas de la dominación provocando golpes de Estado y dictaduras militaresque reeditaron la vieja dicotomía de “entre la libertad y el miedo” . A ellose agregó, en la década de los ochenta, una “década pérdida” , cuandonuestros países tuvieron que pagar con enormes sacrificios apenas unaparte de los réditos de la descomunal deuda externa.

Fue sobre la política social de los gobiernos latinoamericanos, el as-pecto sobre el que recayeron las costas principales de esta crisis, conside-rada desde ya una crisis estructural y generalizada.

La crisis así configurada estimuló un vasto y diverso fenómeno socialde participación, cuyo significado más profundo fue la ciudadanización de lasociedad civil, proceso que se prolonga hasta hoy asociado a los cambios

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en la estructura del Estado y se expresa como una acción colectiva de na-turaleza “asociativista” (Ayritzer: 1996)

Las condiciones inherentes a la aparición de este asociativismo se re-lacionaron con: 1) la acumulación de reclamos y recursos; 2) la connota-ción del Estado como un antagonista conspicuo, y 3) la influencia en estasituación de patrones culturales y prácticas políticas subyacentes en lacultura política tradicional, puestos a la orden del día por los intensos yacelerados procesos de cambios que acaecían (ibidem, 1996).

El movimiento de los pueblos indios en varios países de América La-tina, en medio de estas circunstancias, había desarrollado con crecientefuerza una perspectiva sociopolítica antagónica que rebasaba las tradicio-nales demandas inmediatas y ponía el foco de atención en la misma na-ción. Cada vez más el centro de los planteamientos indios proclamaban lanecesidad de una nueva relación entre el Estado y los pueblos étnicos, notanto por el respeto a la multietnicidad y pluriculturalidad recién admiti-das, sino en tanto al derecho histórico a la nación como pueblos origina-rios. La idea de la autonomía étnica constituiría, de ahora en adelante, lacuestión clave de la relación entre los pueblos indios y el Estado y fuela idea motor con que los indios americanos recordaron el encuentro dedos mundos. La tesis de la autonomía, más que un reclamo cultural, sepresentó como la necesidad de un marco jurídico-político que debía rede-finir el sentido y la práctica política de la nación, dentro de un marco másamplio de los derechos de los pueblos indios.

Dos hechos corresponden a esta revaloración revisionista del carácterpluricultural y multiétnico de las sociedades latinoamericanas, llevada acabo por los indios del continente: en primer lugar el carácter esencial-mente político de las principales demandas indias, fundadas en la visiónde un orden sociojurídico que parte de la aspiración a la autonomía terri-torial y gubernativa y, en segundo lugar, la participación sociopolíticaapoyada no tanto en la diferencia cultural como en el carácter ciudadanode los pueblos étnicos. La forma confederada de organización políticaque están asumiendo los pueblos étnicos y la articulación de sus deman-das a horizontes universales de acción sociopolítica nos parecen suficien-temente indicativos de esta tendencia de revisionismo revalorativo.

Dos visiones contradictorias sobre el papel y el destino de los pueblosindios se fueron configurando en estos años de cambios y de crisis. Y denacientes antagonismos. Una de esas visiones sostenía la situación nebu-losa, confusa e indefinida, en que se hallaban situados los pueblos étnicos,

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no incorporados a la modernidad ni al desarrollo, manteniendo aun raícesétnicas poco “propicias” a la modernización instrumental difundida porla sociedad mayor. Esta “puerilidad” histórica de los indios justificaba laacción paternalista del indigenismo tradicional prevaleciente hasta ahora.

De otra parte, una nueva visión contradictoria de la anterior, sosteníael potencial de cambio y desarrollo como sustancial de la etnicidad, en lamedida en que ésta pudiera contar con la capacidad autónoma para deci-dir el uso de sus recursos culturales, tanto propios como apropiados. Enotras palabras, esta posición proponía y auspiciaba el etnodesarrollocomo la estrategia más adecuada para replantear las relaciones entre lospueblos étnicos y el Estado, en un contexto creciente de dificultades deéste para desarrollar una política indigenista congruente con su políticasocial y de aquellos para mantener una adscripción semipasiva a la prácti-ca benefactora del Estado.

Es en el despliegue de esta época de crisis y cambio que la estrategiadel etnodesarrollo se plantea como la más adecuada para dar respuesta ala creciente conflictividad que se planteaba entre las acciones de las insti-tuciones indigenistas y de los pueblos indios. Conceptual y paralelamentese había producido al interior de la antropología una crisis de moderni-zación que lúcidamente señala Levi-Strauss. La creciente culturizacióndel mundo occidental sobre los pueblos étnicos del mundo, en situación derelativa sencillez tecnoeconómica, había revalorado para estos pueblos supropia imagen de “primitivos” , basada en el grado de desarrollo relativode sus culturas. Un nuevo elemento de revaloración apareció cuando lacultura dejó de verse como configuración exótica, objeto de estudio parael investigador extranjero, sino como valor político referencial que reva-luaba lo étnico como ideología afirmativa y antagónica frente a los “otros” ,o sea la autopercepción del sujeto social y cultural en situación de contac-to interétnico. Nociones como etnia, étnico, etnicidad, etnodesarrollo yetnocidio, se constituyeron en elementos definitorios en el nuevo paradig-ma de la antropología social, a tiempo que se abría el estudio o se refle-xionaba sobre las “sociedades complejas” surgidas de este proceso deculturización o interrelacionadas a él como agentes decisivos.

II. TRES EXPERIENCIAS DE ETNODESARROLLO

Al iniciarse en 1982 la administración del presidente De la Madrid, einaugurarse en el Instituto Nacional Indigenista una nueva administra-

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ción, la propuesta del etnodesarrollo fue acogida como base de la políticaindigenista que pensaba aplicarse. Las circunstancias inmediatas que ca-racterizaron las relaciones del Instituto con algunas comunidades étnicas,hicieron de esa aplicación un recurso asimismo inmediato, que impidie-ron una mayor maduración de los proyectos. Los presentamos ahora sinintención ejemplarizante y más bien como ilustración de los problemasque plantea la práctica del etnodesarrollo en un momento de transición,cuando el indigenismo institucional sigue siendo una expresión de la polí-tica social del Estado y por tanto sujeta a sus estrategias de captación ymanipulación.

Los tres grupos étnicos en los que se aplicó la propuesta del etnodesa-rrollo fueron: las comunidades yaquis de Sonora; las de los Altos deChiapas y las otomíes de Querétaro. Los tres casos representan situaciones yproblemáticas etnosociales bien diferentes y por lo tanto con alcancesilustrativos muy puntuales. Además, como participante directo de los dosprimeros proyectos, puedo testimoniar un conjunto de hechos que el antro-pólogo en un gabinete y con sus libros y papeles está lejos de imaginar.

Los yaquis, históricamente, han tenido una relación muy conflictivacon el Estado mexicano y por supuesto con el indigenismo; la naturalezade esta relación tiene que ver con la participación de los yaquis en losconflictos nacionales, específicamente en la Revolución. De esa experien-cia derivaron una especie de status etnopolítico especial, que los hacía in-terlocutores preferentes del gobierno y del Instituto. En los momentosque esta historia comienza, sus exigencias de mayor autonomía y capaci-dad de decisión eran muy fuertes y demandaban respuesta inmediata. Lo-calizados en un valle fértil de regadío y productores importantes de trigo,por lo tanto involucrados en relaciones plenamente capitalistas de agri-cultura comercial, los yaquis demandaban perentoriamente dos acciones:la entrega de varios cientos de miles de hectáreas con que el gobierno delgeneral Cárdenas los había dotado, y una relación más transparente yequitativa con el Banco de Crédito Rural, que intermediaba sus operacio-nes financieras basadas en la economía de trigo. Fue, por estas razones, elprimer ensayo de etnodesarrollo, cuando el INI aun no estaba plenamentepreparado para ponerlo en marcha.

El proyecto de etnodesarrollo entre las comunidades de los Altos deChiapas tuvo una motivación diferente. La aplicación de esta estrategiaen la región tuvo como motivación central el conflicto entre los miem-bros del Centro Coordinador Indigenista que operaba allí y las comunida-

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des étnicas que caían bajo su radio de influencia. La aplicación de un pro-yecto de etnodesarrollo tenía como objetivo principal romper este con-flicto, otorgándole a las comunidades una capacidad de decisión que obli-gara al personal técnico del Centro a radicar en las mismas comunidadesy atender de manera inmediata y directa los servicios que las comunida-des demandaban. Se trataba, en otras palabras, de hacer de las comuni-dades grupos de presión capaces de incidir sobre los compromisos de lainstitución.

Las comunidades étnicas de los Altos de Chiapas son las más repre-sentativas del mundo indígena de México, y los recientes acontecimientosallí lo demuestran. Chiapas es y ha sido el ejemplo más significativo defricciones interétnicas en México, y tal vez el lugar en donde la etnicidadha sido puesta a prueba de manera más crucial. La historia reciente essólo expresión de un proceso de afirmación étnica, que está influyendoprofundamente sobre los pueblos indios del país y fuera de él.

La tercera experiencia, la de los otomíes de Querétaro, se da en unaplena reinstitucionalización desarrollista de la política indigenista, y hayque entenderla como una iniciativa propia del gobierno del estado y delgrupo de trabajadores indigenistas imbuidos de la ideología del etnode-sarrollo.

Los otomíes de Querétaro es uno de los grupos más pobres y débilesdel país. Localizados en un hábitat semidesértico, su aislamiento y margi-nalidad han sido una referencia histórica, a pesar del importante papelcultural que jugaron en la época prehispánica. Localizados en un territo-rio en el que confluyeron varios grupos étnicos de menor desarrollo (pa-mes, chichimecas, guachichies, etcétera), que les disputaron el territorio,hoy la presencia otomí ha quedado reducida a unos cuantos manchonesterritoriales dispersos en el mapa. La veloz industrialización de Querétarotrajo aparejada una nueva relación entre el campo y las ciudades y modi-ficó el tradicional aislamiento de los pueblos indios (Programa Estatal deEtnodesarrollo: 1988, 22).

Tal vez parezca excesivamente puntual la descripción hecha anterior-mente. No obstante creímos necesario puntualizar los tres casos, porqueson representativos de niveles diferentes de desarrollo. Una de las críticasque hemos hecho a la política indigenista radica en la casi nula atención quedio a esta variable, por lo cual su política se constituyó como una políticay un destino únicos, en que la naturaleza puramente cultural fue decisiva.Tal vez a ello se deba que la visión étnica (relaciones interétnicas, etnici-

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dad, etnocidio) estuviera ausente de este indigenismo. La propuesta deletnodesarrollo buscaba remediar esta ausencia.

La falta de una metodología que hiciera viable poner en práctica unproyecto de etnodesarrollo fue la consideración inicial más importante.En las circunstancias institucionales descritas hubo que implementar unacon base en dos ideas que nos parecían claves: la primera, que el proyectotenía que fundamentarse en una toma de conciencia étnica (una activa et-nicidad) y, la segunda, que debía surgir de la propia comunidad por me-dio de una acción de autodiagnóstico de sus problemas. Nuestro problemaera cómo entender estas dos condiciones y cómo revertirlas en forma deuna autoconciencia capaz de potenciar la cultura propia.

La realización concreta de estas dos tareas consistió, en primer lugar,en realizar un ensayo que recogiera la memoria étnica de los grupos, conbase en sus propios registros del conocimiento simbólico y los documen-tos relativos a la historia de la etnia. Intencionalmente se hacía resaltar enesta memoria lo que habían sido las relaciones interétnicas y los proble-mas y demandas que en tal contexto habían formulado y las respuestas ysoluciones que se les habían dado. En el caso del autodiagnóstico, másque una simple lista de demandas, el trabajo consistió en el cruzamientointegrativo de los problemas prioritarios y su articulación en espacios co-herentes en que debían recaer y converger las acciones interinstituciona-les y las iniciativas comunitarias.

Para nosotros era importante la estrategia en cuanto podía contribuira conformar una conciencia valorativa de la situación desde una afirma-ción ideológica étnica, y en cuanto definía articulaciones e interrelacionesglobales de las carencias y limitaciones del grupo, dentro de un contextofactual e histórico evidenciado. Esta visión debería contribuir a superar elsimple “aprendizaje administrativo” que los indios habían obtenido en surelación con las instituciones indigenistas, para asumir de manera críticay global la autogestión de sus problemas.

En cuanto al autodiagnóstico, se trataba de que funcionarios indige-nistas e indios realizaran en el campo un levantamiento crítico del Estadode los servicios, de la acción indigenista concreta y de las fricciones inte-rétnicas presentes en el grupo. El autodiagnóstico se organizaba inicial-mente como “mesas de gestión” , en que las comunidades, a través de susmiembros, construían el primer cuadro de sus problemas. Ese cuadro erapuesto a discusión con los funcionarios indigenistas, en términos de pre-cisarlos y correleacionarlo entre sí para darles un sentido de plan integral

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de desarrollo, en donde, además, quedaban destacados sus nexos progra-máticos y prácticos, las instituciones de referencia, la participación de lacomunidad y los recursos propios y ajenos que era necesario obtener yemplear para resolver la problemática puesta a discusión.

El autodiagnóstico así construido y después de su reelaboración do-cumental, en la que se incorporaban nuevos datos e información que ledieran precisión factual y dimensión, era reconsiderado por el grupo étni-co y aprobado por él si era el caso.

Una encuesta realizada paralelamente al autodiagnóstico trataba de en-contrar aquellas particularidades culturales que podrían incidir mayormenteen la configuración étnica del grupo. En esta encuesta se dejaba constanciade la organización sociopolítica del grupo, de la organización y función reli-giosa, del carácter de los conflictos interétnicos, de la existencia y uso derecursos, y limitaciones para ello, del papel de las instituciones indias, espe-cialmente del papel de la familia y del gobierno tradicional. De esta manerase esperaba obtener un cuadro actual de la situación y posición étnica delgrupo frente a otros grupos —indígenas o no—, frente a la institución in-digenista y frente a las autoridades e instituciones nacionales.

El autodiagnóstico y la encuesta étnica arrojaron sorpresas, por lomenos, desde el punto de vista con que habíamos pensado el proyecto.

En relación con el autodiagnóstico, la sorpresa consistió en que lasdemandas formuladas por las comunidades tenían todas un carácter mate-rial, e instrumental cuya resolución se adscribía exclusivamente al gobier-no. En el caso de la encuesta étnica fue impactante la actitud negativa conque se enfocaron ciertas instituciones culturales, que a los ojos de las au-toridades indias aparecían como sobrevivencias desactualizadas que novalía la pena ni registrar.

Para un antropólogo formado en la idea de una presencia de la culturaobjetivada, empírica, ambas reacciones chocan fuertemente con ciertashipótesis del paradigma antropológico. En especial chocaban con la ideade que el indio debía mostrar, en todo caso, su naturaleza étnica comoconciencia manifiesta de su ser. Creíamos superar así las demandas sobrelos derechos y las reivindicaciones étnicas, cuando en realidad el conjun-to de esas demandas se refería a la resolución de problemas y necesidadesinmediatas, materiales, de las comunidades, inscritas desde siempre en elcatálogo de servicios y ayudas proporcionadas por la institución indige-nista. Más duro era enfrentar el rechazo que los líderes indígenas (los pre-sidentes municipales) hacían de sus propias costumbres y tradiciones.

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¿Cómo comprender estas situaciones desde las perspectivas del an-tropólogo? De la antropología aprendimos que los miembros de una cul-tura son portadores de la misma. Estamos por ello dispuestos a encontraren cada portador de la cultura manifestaciones inmediatas y directas, em-píricas, de su cultura, así fueran expresiones idiosincrásicas de la misma.La conclusión parece ser contraria: los portadores de una cultura la vivencomo un referente cognitivo que no necesitan hacerlo evidente para símismos y menos reflexionarlo contrastativamente salvo en casos de fric-ción interétnica que estaba desechada por lo menos institucionalmente.Era por lo tanto erróneo esperar que las manifestaciones de identidad ylas ideologías étnicas fueran a manifestarse espontáneamente y muchomenos como elementos de toma de posición frente a la institución indige-nista, que además no las había valorado ni aprehendido en su esencial et-nicidad. El “aprendizaje administrativo” que se había derivado de la rela-ción indigenista, había consistido esencialmente en una relación depatrón-cliente, además paternalista, difícilmente coadyuvante en el desa-rrollo de una identidad étnica puesta en situación.

Por otra parte, las actitudes de las autoridades no tradicionales indíge-nas, en su quehacer oficial, se han manejado en un ambiente regimentadoy codificado, en que la etnicidad cultural queda excluida o por lo menossobrentendida. El “aprendizaje administrativo” no se basa en un intercam-bio cultural, aun cuando se trata de una situación intercultural. La eficaciade la relación diádica no se sustenta tanto en las diferencias culturales,cuanto en la eficacia de los argumentos y posiciones políticas institucio-nales, en las que la etnicidad —o sea la cultura convertida en argumenta-ción y legitimación ideológicas— adquiere su pleno significado.

En cualquiera de estos casos la cultura no ha Estado ausente, sólo seha transformado en una situación transaccional en que la cultura cobraotro significado: un significado que más que definir posiciones interétni-cas establece una negociación asimétrica. Se trata, pues, de contextos his-tóricos de diferente significado.

III. ETNICIDAD Y ETNODESARROLLO

En la teoría del etnodesarrollo, o sea de la capacidad de un grupo ét-nico para gestionar autónoma y autosugestivamente su proyecto de desa-rrollo, el factor cultural constituyó, en un primer momento, la explicaciónprincipal. Según esta explicación, la experiencia cultural objetiva e histó-

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ricamente acumulada, además de la libre apropiación de otros elementosculturales, constituían el potencial capaz de generar ese proyecto y de le-gitimarlo como un acto de autodeterminación.

Guillermo Bonfil (1996:11-54) elaboró las nociones de control cultu-ral y cultura propia para codificar teóricamente el fenómeno de las rela-ciones interétnicas. Según Bonfil, la cultura propia era el resultado de lacapacidad para decidir el uso autónomo de los recursos de una tradicióncultural e incorporar libremente a ella nuevos recursos provenientes deotras tradiciones: cultura propia y apropiada.

Pero los estudios más sistemáticos sobre la incorporación de minoríassociales en sociedades más amplias y complejas que las envuelven, impu-sieron la noción de etnia, más que la de cultura, para explicar el destinode estos grupos de procedencia cultural y/o social diferente a la de la so-ciedad receptora. Desde esta perspectiva, los procesos de cambio cultural,aculturación y actualidad cultural dejaron de tener la relevancia decisivaque tuvieron, para enfocar la atención sobre el contexto o sustrato socialen que se marcan las relaciones entre grupos minoritarios y sociedadesnacionales mayores. Congruentemente la noción de entnicidad vino a sus-tituir con mayor fortuna dialéctica la idea del contacto cultural y del inter-cambio de elementos e instituciones culturales, que fue predominante enla antropología funcionalista (Cardozo de Oliveira, 1992:85-86).

Una pista inicial sobre este planteamiento lo había dado ya FredrikBarth (1969:25) en sus estudios sobre los límites de las comunidades ét-nicas, en especial en los realizados en Chiapas. Barth observa que entrelos grupos étnicos de Chiapas existía una convivencia teñida de rasgos ypatrones culturales, y que no eran ellos los que marcaban esos límites.Los límites más bien eran definidos cuando los elementos culturales estabanpuestos en situación, o sea, cuando jugaban un papel cognitivo de rela-ción entre el “nosotros” y los “otros” ; en otras palabras, cuando actua-ban como factores de identificación, e identidad que definían las situacio-nes etnosociales de pertenencia y referencia. La identidad, más bien quelos rasgos culturales, era el verdadero elemento dinámico en la diferen-ciación étnica propia de las situaciones interculturales, en cuanto la iden-tidad expresaba la naturaleza distintiva de la organización social basadaen las diferencias culturales.

Cardozo de Oliveira (1992:19) es muy claro al respecto. En el estudiode la identidad social de expresión étnica, la comprensión de los mecanis-mos de identificación parecen ser de mayor importancia en la medida en

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que esos mecanismos reflejan la identidad en proceso, o sea en situacio-nes concretas. Y agrega: “La identidad étnica es una autopercepción delyo en situación: ¿Cuál?: la relación interétnica. Identidad y valor, o iden-tidad e ideología, son aspectos de un mismo proceso” .

El término que mejor sintetiza esta situación, en especial cuando elgrupo étnico se involucra en el proceso de construir su propio proyecto dedesarrollo, es el de etnicidad. La noción de etnicidad es entonces, una no-ción plenamente relacional, no meramente diferencial. Expresa la tomade posiciones en una relación intergrupal que es valorizada de manera di-ferente, según un contexto específico o situación particular, que en con-junto y generalmente podemos denominar la situación cultural interétni-ca. Ese contexto o situación específicos se refieren, fundamentalmente, alcarácter de la estructura social dentro de la cual se realiza la situacióninterétnica (Cardozo: ibidem).

La estrategia del etnodesarrollo es, respecto del proceso de desarro-llo, un tipo específico de la situación cultural interétnica, en que podemosdistinguir dos dimensiones fundamentales: la autoidentidad basada enelementos culturales distintivos y originales puestos en situación y con-trolados en su uso sociocultural y la definción de una interrelación socio-política que supera la simple autoidentidad cultural y hace de ella unacorrelación de fuerzas, que en el caso de los pueblos indios ha sido histó-ricamente asimétrica.

En la relación interétnica no cuentan tanto las diferencias culturalescomo su esencia valorativa, ideológica. En este sentido, lo étnico, en rela-ción con la sociedad mayor, tiende a representar una conciencia indivi-dual y colectiva, que como un todo relacional y situacional se legitima enel conocimiento simbólico de la cosmovisión, que define la relación conlos “otros” y la identidad del “nosotros” , o sea la fuerza ideológico-polí-tica de la etnicidad.

Sin lugar a dudas, como lo ha señalado Luis Villoro, la relación entreel Estado nacional y los pueblos indios tiene un carácter ético desde elmismo momento del contacto. Por lo mismo las posiblidades de transfor-mación y desarrollo de esos pueblos no consiste solamente en el mejora-miento de sus niveles de vida, sino también y principalmente en la posibi-lidad de expresar libremente el potencial de cambio inherente a suestructura étnica. Por lo tanto, también, a la validez de los planteamientosy argumentos que se derivan desde la perspectiva de la etnicidad comoargumentación liberadora.

ETNICIDAD Y ETNODESARROLLO 127

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En su libro La democracia en México (1968:12), Pablo González Ca-sanova sustenta la idea de que el desarrollo no es sólo crecimiento econó-mico, sino también un problema de orden moral y político: de moral igua-litaria que desde el siglo XVIII está en el fondo de toda ética social y enla base de toda actividad política. Desde esta perspectiva, puntualiza queel desarrollo no es crecimiento y distribución del producto, o mejora-miento y elevación de los niveles de vida sino, sobre todo, “una respuestapolítica a la moral igualitaria de las grandes masas...” .

El planteamiento de González Casanova nos remite claramente a lacuestión del poder, cuestión que desborda el confinamiento del problema ét-nico al ámbito de la sola comunidad cultural (“comunidad corporativa ce-rrrada” o “regiones de refugio”) para inscribirla en el ámbito mayor de la“cuestión nacional” , o sea de las relaciones entre los ciudadanos y el poder.

La identidad social así concebida, percibida y usada es una estrategia deacción social definida en sus tres dimensiones: 1) como factor de integra-ción; 2) como factor de acción histórica estratégica; 3) como compromiso omilitancia en el centro de la cultura y de las relaciones sociales, que en suconjunto son representativas de la identidad social, de una ideología étnicaexpresada como “discurso social total” , y racionalidad de una historia pro-pia diferente a la historia de los “otros” (Molina Ludy: 1993-6-25).

Siguiendo a Alaine Touraine podemos considerar la etnicidad comoun “sistema de acción histórica” que produce a la sociedad india y

que permite tomar distancia del sistema productivo, de las formas inmedia-tas de funcionamiento y la inscribe en el terreno de un modelo cultural ymodelo ético que historiza a la sociedad, la hace tomar conciencia de símisma, actuar sobre sí misma, productora no sólo de individuos sino tam-bién de actores y sujetos, de individuos-actores-sujetos.

Una etnicidad que no sea meramente etnohistoria aunque se apoyeen ella.

El etnodesarrollo entendido solamente como produción y reproduc-ción material del grupo social es insuficiente, en especial si tomamos encuenta la desventaja histórica impuesta por el desarrollo desigual. Desdeesta perspectiva, la mayor tarea del etnodesarrollo consiste en alentar yalimentar el proceso de “historización” de los pueblos étnicos, haciéndo-los conscientes de sus potencialidades mediante la decisión de controlarsus recursos culturales propios y apropiados.

128 ENRIQUE VALENCIA

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Los movimientos étnicos contemporáneos de América Latina, des-pués de largas décadas de indigenismo etnocida, empiezan a comprendery asimilar perfectamente esta cuestión. Prueba de ello son el tipo de susdemandas actuales, que trascienden el contexto inmediato de sus reclamosancestrales para inscribirlas en una visión amplia y de conjunto expresadaen la tendencia a formas de organización sociopolítica (la confederación)más adecuadas al movimiento de “ciudadanización” desarrollado en la ac-tualidad. El movimiento indio está superando el contexto paternalista tra-dicional de su relación con el Estado, así como la actuación política frag-mentaria y dispersa en la búsqueda de un destino histórico que trasciendael asistencialismo indigenista y la subalternidad política partidaria.

IV. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

AMIR, Samin, Categorías y leyes fundamentales del capitalismo, México,Ed. Nuestro Tiempo, 1973.

AYRITZER, Conferencia en el Seminario sobre Sociedad Civil y Movi-mientos Sociales, México, El Colegio de México, 1996.

BONFIL, Guillermo, “La teoría del control cultural en el estudio de losprocesos étnicos” , Papeles de la Casa Chata, México, núm. 3, 1987.Reproducido recientemente en Acta Sociológica, México, núm. 18,sep.-dic., 1996, pp. 11-54.

CARDOZO DE OLIVEIRA , Roberto, Etnicidad y estructura social, México,Eds. de la Casa Chata, CIESAS, 1992.

TOURAINE, Alan, Producción de la sociedad, México, UNAM-IFAL,1995.

MOLINA LUDY, Virginia, La ideología étnica a través de la historia, tesisdoctoral, México, CIESAS, 1997.

GONZÁLEZ CASANOVA, Pablo, La democracia en México, México, Era,1968.

OEHMICHEN BAZÁN, María Cristina, Reforma del Estado, política sociale indigenismo en México (1988-1996), tesis, México, ENAH, 1997.

BARTH, Frederick, Ethnic groups and Boundaries, The Social Organiza-tion of Cultural Difference, Boston, Little Brown & Cia. 1969, Intro-duction. Hay edición en español, México, FCE, 1976.

VALENCIA, Enrique, “Etnodesarrollo y perspectivas étnicas” , Cuadernos,México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1996, pp. 11-22.

ETNICIDAD Y ETNODESARROLLO 129

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ANEXOS

ANEXO IPASOS DEL PROCESO PARA LA FORMULACIÓN

DEL PLAN DE ETNODESARROLLO

A. Reuniones municipales para recibir demandas y proposiciones.(Debe levantarse un acta relativa a la reunión.)

B. Revisión, ordenamiento, integración de demandas y monografíapor municipio, por parte del grupo de trabajo del INI.

C. Revisión con las autoridades constitucionales y tradicionales delos documentos por muncipio, de acuerdo con el siguiente procedimiento:

— Obtención de datos de informantes claves sobre los documentosanteriores, con el fin de cualificar y jerarquizar las demandas.

— Constitución de una comisión indígena, por municipio, para reali-zar la versión final de sus propuestas y demandas. Esta comisión debeincluir a las autoridades tradicionales y debe ser designada por las comu-nidades o autoridades indígenas.

D. Nombramiento de los representantes de la comisión, para entrar encontacto y relación de trabajo con las autoridades y técnicos del C.C.I.,con el fin de elaborar la versión final del plan municipal o comunitario deacción indigenista y enviarlo a oficinas generales.

E. Integración de información y elaboración del diagnóstico regionaly del Plan, por parte de oficinas centrales. (Las diversas subdireccionesformularán el diagnóstico y la parte del plan que específicamente les co-rresponde.)

F. Reunión con las autoridades indígenas y con los funcionarios delINI, para la revisión del diagnóstico y del Plan General. Hecha la revi-sión, se procederá a nombrar un Comité representativo de todas las comu-nidades, a fin de hacer entrega al gobierno del estado del diagnóstico re-gional y del plan.

G. Presentación del diagnóstico y del plan al COPLADES y repre-sentantes institucionales, que se relacionan con los programas y proyectosconstitutivos del plan.

H. Constitución de los subcomités de etnodesarrollo por parte de las au-toridades indígenas, autoridades gubernamentales y autoridades del INI.

130 ENRIQUE VALENCIA

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ANEXO IISECTORES ESTRATÉGICOS PARA LA CONFORMACIÓN

DEL PLAN DE ETNODESARROLLO

1. Identidad cultural y memoria histórica.2. Sistema ecológico y asentamientos humanos. Recursos sustentables.3. Infraestructura básica4. Tenencia y posesión de la tierra5. Producción, consumo y comercio6. Organización social y política. Liderazgo7. Capacitación y apoyo técnico8. Salud y bienestar social9. Educación

10. Derecho y justicia

ANEXO IIIDATOS BÁSICOS PARA LA MONOGRAFÍA

1. Características generales1.1. Localización1.2. Fisiografía1.3. Geografía1.4. Demografía1.5. Grupo étnico1.6. Lengua

2. Infraestructura y servicios básicos2.1. Comunicaciones y transportes2.2. Electrificación2.3. Drenaje2.4. Agua potable2.5. Salud y seguridad social2.6. Educación2.7. Equipamiento comunitario

3. Actividades económicas3.1. Primarias3.2. Secundarias

ETNICIDAD Y ETNODESARROLLO 131

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3.3. Terciarias3.4. Consumo y mercadeo3.5. Crédito

4. Organización y estructura social. Liderazgo

4.1. Familia y parentesco4.2. Comunidad o paraje4.3. Centros ceremoniales4.4. Organizaciones tradicionales4.5. Sistema municipal4.6. Organizaciones económicas4.7. Otras organizaciones

5. Formas de articulación

5.1. Al nivel económico5.2. Al nivel social5.3. Al nivel político5.4. Al nivel cultural5.5. Sistemas de articulación (caciquismo, clientelismo, etcétera)5.6. Organizaciones de articulación5.7. Liderazgo5.8. Formas y mecanismos de consenso

6. Identidad e ideología étnicas

6.1. Ciclo de vida6.2. Memoria histórica6.3. Patrimonio cultural6.4. Expresiones artísticas6.5. Centros de interacción6.6. Festividades6.7. Culto y ceremonial6.8. Cosmovisión6.9. Cronología y periodización

7. Presencia institucional

Instituciones estatales (federales y provinciales), paraestatales, ex-tranjeras y privadas que laboran en la región y programas que realizan.

132 ENRIQUE VALENCIA

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ANEXO IVGUÍA PARA LA PRESENTACIÓN DEL PLAN

Introducción: La política nacional en relación con la problemática in-dígena.

Capítulo I. Breve historia social de los grupos étnicos de los Altos deChiapas (con énfasis en sus reivindicaciones culturales)

a) Los grupos tzeltal y tzotzil en la época prehispánicab) La región durante la Colonia e independencia (siglos XVI, XVII,

XVIII y XIX)c) Reivindicaciones étnicas y agrarias a partir de la Revoluciónd) Presencia del Instituto Nacional Indigenista

d.1) Antecedentes: La Procuraduría de Asuntos Indígenas y otrasinstancias indigenistas

d.2) Planteamientos y estrategias del INId.3) Acciones indigenistas más significativas (1951-1964, 1965-

1972, 1973-1977, 1978-1983)d.4) Perspectivas para 1984-1988

Capítulo 2. Propuestas de los grupos tzeltal y tzotzil de los Altos de Chiapasa) La presencia y presión de los grupos étnicos en la planeación de su

propio desarrollo (antecedentes de demandas étnicas del CCI de San Cristóbal)

b) Demandas reales por municipioc) Análisis de las demandas por sectores (conforme al anexo II)

Capítulo 3. Diagnóstico regional (análisis de los factores en que se sus-tentan tales demandas étnicas)

A. Los Altos de Chiapas en la regionalización del Estadoa) La regionalización del CIIES y la del INIb) Características ecológicas de los Altos recursos naturales sustentablesc) Demografía, densidad, asentamientosd) División territorial y administrativa

B. Situación económica, sociocultural y política1. Comunicaciones y transportes2. Tenencia, distribución, características y uso de la tierra3. Actividades productivas

— Cultivos agrícolas y su destino

ETNICIDAD Y ETNODESARROLLO 133

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C. Presencia institucional — Organismos federales, estatales y privados — Acciones, inversiones y su ubicación — Repercusiones y adecuación de los programas — Participación de la población y gestión comunitaria

Capítulo 4. Plan de desarrollo integralPropuestas, modalidades y observaciones a seguir conforme a los sectoresestratégicos para el desarrollo quinquenal de los grupos tzeltal y tzotzil delos Altos.

1. Programas para fomento de la identidad cultural y rescate de la me- moria histórica.

2. Programas de ecología, demográficos y relacionados con los asen- tamientos humanos.3. Programas de infraestructura básica.4. Programas sobre tenencia y distribución de la tierra.5. Programas sobre producción, consumo y comercio.6. Programas sobre organización social y política.7. Programas sobre capacitación y apoyo técnico.8. Programas sobre salud y bienestar social.9. Programas sobre educación.

10. Programas sobre derecho y justicia.11. Metodología para seguimiento y evaluación de acciones.

Capítulo 5. Reestructuración del INIa) Función del INI en la región.b) El centro de San Cristóbal y sus sucursales.c) Asignación y distribución del personal.d) Orientación de las acciones indigenistas en la región.e) Definición de las relaciones del Instituto dentro del aparato guberna- mental y en relación con los grupos étnicos.

Capítulo 6. Conclusionesa) Coordinación y adecuación institucionalb) Obstáculos internos y estratificación social étnica.c) Obstáculos externos: represión, intervención religiosa, historia de fal- sas expectativas, discontinuidad de programas.d) Recomendaciones sobre la orientación normativa que deben seguir

las agencias oficiales que realizan programas y proyectos en el área indí-gena, incluyendo al INI.

134 ENRIQUE VALENCIA

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TRADICIÓN Y MODERNIDAD.ENCUENTROS Y DESENCUENTROS DE LOS PUEBLOS INDIOS

FRENTE AL INDIGENISMO Y LOS PROCESOSDE GLOBALIZACIÓN

Carlos Salvador ORDÓÑEZ MAZARIEGOS

“ in the process of creating that science of manthat will underwrite the new world culture andits new possibilities, anthropology will alsochange itself, and change itself beyond recogni-tion. Some of these changes are already underway. To make them possible, in a world of ne-cessity, is our obligation” .

Eric WOLF

SUMARIO: I. Introducción. II. Las políticas indigenistas. III. Elindigenismo integracionista. IV. La antropología crítica. V. Re-

flexión final.

I. INTRODUCCIÓN

El presente ensayo es una reflexión personal, más que una discusión so-bre los “grandes momentos” de la historia de la etnología y la antropolo-gía social en México, y particularmente el surgimiento de una corrientede pensamiento que se ha venido denominando en autores como RobertUlin, entre otros, antropología crítica. El ensayo consta de dos partes: enla primera se da cuenta de las denominadas políticas indigenistas instru-mentadas en México; en la segunda, de uno de los “grandes momentos”de la antropología en México: el surgimiento del pensamiento crítico,particularmente la antropología crítica y los aportes bonfilianos pero sinel objeto de encontrar un precursor sobresaliente o por la “precursitis”

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que caracteriza nuestra antropología, sino por sus aportes en relación conla cuestión étnico-nacional y el desarrollo de un proyecto nacional quetome en cuenta las diferencias y especificidades culturales del México ac-tual; finalmente retomando los elementos esbozados en el ensayo, hagouna reflexión final sobre la problemática de los pueblos indios ante el in-digenismo y los procesos de globalización.

Me ha parecido importante señalar que el foco de mi investigación(entendido en los términos de José Llobera) o posición teórica respecto ala historia de la ciencia en general y de la antropología social y la etnolo-gía en particular, es más bien externalista, esto es, que sitúo la cienciadentro de la sociedad y no fuera de ella como lo hace el internalismo.Asimismo, ubico el origen de la ciencia moderna occidental con el desa-rrollo del capitalismo. Es por esta razón, y no por otra, que para explicarel desarrollo científico de nuestra disciplina no me concentro exclusiva-mente en las obras científicas (problemas teóricos y experimentales tal ycomo vienen definidos por la comunidad científica), sino que considerotambién otras influencias, como las tecnológicas, socioeconómicas, insti-tucionales, políticas e ideológicas (Llobera: 1980).

Por otra parte, considero que la discusión entre el continuismo y eldiscontinuismo en la historia y la filosofía de la ciencia, es una temáticamuy discutible y suscita por lo demás una gran polémica. En lo particularabrazo más la posición discontinuista, esto es, el creer que el progresocientífico se produce en súbitos y abruptos saltos hacia delante, es decir,revoluciones, cuyos efectos dislocan el orden establecido (Llobera:1980).

Si esto no fuera así, no habría tenido ningún sentido escribir estas pá-ginas sobre el desarrollo de la antropología crítica mexicana. Pero aladoptar esta posición me quedan serias dudas sobre el origen de la cienciamisma, siempre me ha parecido ver el origen de la ciencia con el de lahumanidad misma, sobre todo con el inicio del pensamiento abstracto.Me parece a pesar de adoptar esta posición, que los científicos contempo-ráneos, o quienes pretendemos serlo, estamos en deuda con nuestros ante-pasados.

Pienso que aunque la ciencia no se haya desarrollado gradualmente,paso a paso, sino mediante, o antes bien, al través de grandes revolucio-nes, tal y como la historia de la humanidad misma lo demuestra, nosotrosmismos, independientemente de nuestra posición ideológica y política,siempre hemos intentado (y sobre todo en un periodo de formación profe-

136 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS

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sional) nutrirnos de lo mejor del pensamiento anterior. El marxismo, aldecir de Roger Garaudy, se nutrió de lo mejor del pensamiento anterior, yfue por esa razón y no por otra que se haya ubicado como una de las grandescorrientes de las ciencias sociales. Su acto de creación no pudo estar másque en las mentes geniales de Marx, Engels, Lenin y Gramsci, entre otros.

A propósito de la pugna continuistas vs. discontinuistas, Stocking haintroducido una interesante discusión sobre los dos tipos de hacer histo-ria: la presentista y la historicista. La primera es aquella donde las teoríasdel pasado se clasifican en correctas o incorrectas según se ajusten o no,respectivamente, a la práctica actual de la ciencia. H. Butterfield ha califi-cado esta actitud como la “ interpretación whig de la historia” y ha sidoadoptada por científicos-historiadores, inductivistas y positivistas. Su úni-ca preocupación es demostrar el progreso triunfante de la ciencia desdesus orígenes hasta hoy, valorando los logros del pasado según las actitu-des científicas contemporáneas (Llobera: 1980).

La segunda, intenta comprender en un todo integrado y compacto laobra del científico, sin la carga valorativa de si sus teorías y conceptoseran científicos o no, o si eran correctos o incorrectos, verdaderos o fal-sos. Es, como lo dice Stocking, entender el pasado “for its own sake”(Stocking: 1968). En lo particular me adhiero al historicismo esbozadopor Stocking, por cuanto permite partir de un análisis más completo e in-tegrado sobre la historia de la ciencia.

En este ensayo intentaré, por lo demás, ubicar la problemática de lospueblos indios a partir de su enfrentamiento histórico frente al indigenis-mo y procesos de globalización. Puesto que parece claro que el Méxicode ayer y hoy ha apostado su futuro a ambiciosos proyectos de moderni-zación que han profesado ayer una lógica liberal, padecida y vivida desdefines del siglo pasado y parte del presente con el liberalismo y el porfiria-to, y hoy neoliberal, la que propugna la trilogía del libre mercado, el adel-gazamiento de Estado y, sobre todo, apertura comercial, todo esto con elfin de participar en los procesos de globalización y la mundialización dela economía.1

Sin embargo, estas políticas, derivadas e impuestas por los centros depoder internacionales, padecen de una ceguera ontológica, es decir, de unesfuerzo deliberado por esconder una parte de la realidad: el México plu-

TRADICIÓN Y MODERNIDAD 137

1 Ver: Giménez, Gilberto, Comunidades primordiales y modernización en México, manuscrito,IIS-UNAM, p. 1.

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riétnico y pluricultural, el México profundo de Bonfil, el México dondelas costumbres y tradiciones se viven cotidianamente. Y esto es así por-que las etnias de México no fueron invitadas al banquete de la moderni-zación, como dirá Renato Rosaldo, y porque la lógica neoliberal, al travésde los procesos de globalización, intenta imponer la homogeneizacióncultural a nivel mundial. Es por estas razones que no nos debe extrañar ellevantamiento zapatista del 1 de enero de 1994 (día en que entró en vigorel TLC), movimiento indígena reivindicador y contestatario, contrapuestoa las políticas neoliberales del Estado mexicano.

Rafael Pérez Taylor nos dice que la tradición no es más que la prácti-ca que recupera el pasado para el presente, es el elemento unificador de lacohesión social, y sólo mediante un conjunto de tradiciones comunes ungrupo de sujetos sociales sabrán que tienen una historia semejante que losconjunta en la lucha por el presente.2 La tradición —según Pérez Tay-lor— está inscrita directamente en el entendimiento que se tiene del tiem-po, como factor sagrado o histórico, que desborda su conceptuación aca-démica para convertirse en una entidad con vida; la tradición representala visión y la vida del hombre.3 La modernidad surge como algo nuevo,un nuovum, y la modernidad así concebida es un proceso de disolución demuchas cosas, pero también de la construcción de muchas otras, la mo-dernidad generalmente se le asocia con el progreso.

Sin embargo, para los historiadores son fundamentalmente cuatro losprocesos históricos mediante los cuales surge la modernidad:

En primer lugar, el renacimiento o cuatrochento italiano, el cual fue,en principio, un fenómeno intelectual y cultural, y luego vivido por suscontemporáneos como una verdadera revolución destinada a liquidar milaños de barbarie medieval y a reanudar los esplendores de la antigüedadclásica, fue ante todo un movimiento renovador y humanista de las cien-cias y las artes, y cuya dinámica se desarrolló en el norte italiano, los paí-ses bajos y los castillos del Loire.

En segundo lugar, con el denominado “descubrimiento de América”o lo que otros autores han definido como el proceso de invasión y coloni-zación europea; el así denominado “descubrimiento de América” y lasposteriores expediciones por Asia, Oceanía y África permitió a Occidenteextender su conocimiento geográfico a todo el orbe.

138 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS

2 Pérez Taylor, Rafael, Entre la tradición y la modernidad, México, Instituto de Investigacio-nes Antropológicas, UNAM, 1996, p. 32.

3 Idem, p. 237.

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En tercer lugar encontramos a la reforma, o guerras de reforma, elcual es un proceso histórico que culmina con la unidad religiosa en Occi-dente: sus principales líderes fueron Lutero y Calvino.

Por último, encontramos al iluminismo o Ilustración, es decir, el pen-samiento de los enciclopedistas franceses; la palabra clave de este pensa-miento era la razón.

Tradición y modernidad es un poco lo que Geertz caracterizó como latensión entre el impulso esencialista (“el estilo indígena de vida”) y elempuje epocalista (“el espíritu de la época” ), uno jalando hacia la heren-cia del pasado y otro hacia la oleada del presente. Las metas del esencia-lismo —preconizado por ciertas corrientes de antropología latinoamerica-na— pueden ser “psicológicamente aptas pero socialmente aislantes” ;mientras que las propuestas del epocalismo —tan caro a tantos sociólogosmodernos y posmodernos— tienden a ser “socialmente desprovincian-tes” , pero psicológicamente forzadas.

Pero es de advertir que tradición y modernidad no se oponen comotipos ideales polares, totalmente incompatibles ni excluyentes, puesto queno sólo se pueden entremezclar y coexistir, sino también reforzarse recí-procamente. Al decir de Balandier: “ toda modernidad pone de manifiestoconfiguraciones que asocian entre sí rasgos modernos y tradicionales; larelación entre ambos no es dicotómica sino dialéctica” .4

Para el caso de Mexico, las políticas oficiales siempre han sido las demodernizar la tradición, de borrar el mosaico pluriétnico de México, el ros-tro indio, simplemente por ser lo no-moderno, lo arcaico, la causa delatraso del país. Es por ello imprescindible dar cuenta de cómo se han im-plementado estas políticas y con qué fines, es decir, lo que Aída Hernán-dez ha denominado los encuentros y desencuentros de los pueblos indiosy sus comunidades con el indigenismo mexicano.5

II. LAS POLÍTICAS INDIGENISTAS

El denominado “ tropezón” de Colón6 con islas y tierra firme ameri-cana, en 1492, marcó el inicio, por un lado, de la resistencia de los pue-

TRADICIÓN Y MODERNIDAD 139

4 Idem, p. 9.5 Hernández Castillo, Rosalba Aída, “ Invención de tradiciones: Encuentros y desencuentros de

la población mame con el indigenismo mexicano” (MS), México, 1994.6 En 1992 se suscitó una polémica entre Miguel León Portilla y edmundo O’Gorman en torno

al 12 de octubre, el primero señalaba que esta fecha marcaba el momento histórico del “encuentro de

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blos originarios frente al invasor y al orden colonial que se les impusoposteriormente, el cual tenía como fin la explotación y opresión de la po-blación nativa a la par de su destrucción cultural vía genocidio y etnoci-dio y la invención de su ser; pero también, por el otro, el inicio de lasdenominadas “políticas indigenistas” en el siglo XVI, esto es, de políti-cas explícitamente encaminadas a negar los derechos específicos de co-lectividades consideradas inferiores e incapaces de manejar sus propiosasuntos, por el solo hecho de ser socioculturalmente diferentes de los gru-pos dominantes.7

Respecto de las políticas indigenistas, Díaz Polanco8 nos dice que, alo largo de la historia, las políticas indigenistas son el reflejo, y en variossentidos la causa, de la heterogeneidad étnica no resuelta. Además, enfati-za que los indigenismos implican políticas concebidas y diseñadas por losno indios, para ser aplicadas a los otros; no suponen una consideracióndel punto de vista y los intereses de esos otros, sino una negación rotundade que éstos tengan algo que opinar sobre sus propios asuntos. Los indi-genismos reúnen, así, la doble cualidad de ser inorgánicos (respecto a losgrupos étnicos) y extremadamente homogeneizadores.

En el indigenismo pueden discernirse, según su opinión, tres fasesimportantes:

a) La que corresponde a las más de tres centurias de régimen colonial;b) La que se aplica, luego de la independencia, durante el siglo XIX y

parte del actual (preconizada y llevada a la práctica especialmente por losliberales);

c) La que desarrollan los modernos Estados latinoamericanos, en par-ticular a partir de mediados del siglo XX.

Gonzalo Aguirre Beltrán —citado por Díaz Polanco— señaló que laspolíticas que corresponden a estas fases se pueden denominar con los tér-

140 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS

dos mundos” , la cual fue también la postura oficial del gobierno mexicano; en cambio O’Gorman lodenominaba irónicamente como un “ tropezón” , puesto que, según Colón, en su trayecto hacia lasIndias Orientales se “ tropezó” con un nuevo continente. Ver: O’Gorman, Edmundo, La invención deAmérica, México, Fondo de Cultura Económica, 1984, y León Portilla, Miguel, Visión de los venci-dos, México, UNAM, 1987.

7 Díaz Polanco, Héctor, “Derechos indígenas y autonomía” , Crítica Jurídica, México, núm.11, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1992, p. 43.

8 Díaz Polanco, Héctor, Autonomía regional. La autodeterminación de los pueblos indios, Mé-xico, Siglo XXI, 1991, p. 42.

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minos de segregación, incorporación e integración, respectivamente.9 Lasprácticas de genocidio, etnocidio y etnofagia predominan también en es-tas tres fases respectivamente.10

Ahora bien, para los fines prácticos de este capítulo vamos a darcuenta del indigenismo contemporáneo, esto es, las “políticas integracio-nistas” del siglo XX y su crisis, pero previamente en forma de síntesis,haré referencia a las políticas indigenistas en su fase segregacionista e in-corporativista.

Breves antecedentes sobre las políticas indigenistas en su fasesegregacionista e incorporativista

Las políticas indigenistas se instauraron en México tras la implanta-ción del régimen colonial español en la Nueva España, a partir de la terceradécada del siglo XVI. Bonfil dirá que es entonces cuando se conformauna sociedad escindida, cuya línea divisoria corresponde a la subordina-ción de un conjunto de pueblos de cultura mesoamericana bajo el dominiode un grupo invasor que porta una cultura diferente de matriz occidental.Se crea así una situación colonial en la que la sociedad colonizadora afir-ma ideológicamente su superioridad, en todos los campos posibles decomparación, frente a los pueblos colonizados.11 Es por esta razón que las

TRADICIÓN Y MODERNIDAD 141

9 P. 92 y ss. Aguirre Beltrán definió la integración como “el proceso de cambio que emerge dela conjunción de grupos que participan de estructuras sociales distintas. Se caracteriza por el desarro-llo continuado de un conflicto de fuerzas, entre sistemas de relaciones posicionales de sentido opues-to, que tienden a organizarse en un plano de igualdad y se manifiesta objetivamente en su existencia,a niveles variables de contraposición” , El proceso de aculturación y el cambio sociocultural en Mé-xico, México, Universidad Iberoamericana, 1970, p. 40. Según Alejandro Marroquín, “ la incorpora-ción era la política que tendía a hacer que los grupos considerados como atrasados pasaran a formarparte de las sociedades ‘civilizadas’ mediante procedimientos persuasivos y compulsivos. La asimila-ción tenía un contenido biológico y se refería a fenómenos acaecidos en los individuos pertenecientesa distintos grupos étnicos en estrecho contacto y en los cuales algunos individuos perdían sus caracte-rísticas étnicas y adquirían la de los otros con quienes estaban en contacto” . Balance del indigenismo,México, Instituto Indigenista Interamericano, 1977, pp. 18-19.

10 Etnofagia: expresa el proceso global mediante el cual la cultura de la dominación busca en-gullir o devorar a las múltiples culturas populares, principalmente en virtud de la fuerza de gravita-ción que los patrones “nacionales” ejercen sobre las comunidades étnicas. No se busca la destrucciónmediante la negación absoluta o el ataque violento de las otras identidades, sino su disolución gra-dual mediante la atracción, la seducción, y la transformación.

11 Bonfil Batalla, Guillermo, México profundo. Una civilización negada, México, Consejo Na-cional para la Cultura y la Artes (CONACULTA) y Grijalbo, 1990, p. 113. A propósito uno de esoscampos referidos fue el militar, en que los españoles demostraron en todo momento su superioridadtécnica, y que ideológicamente se reprodujo como racial no sólo frente a los pueblos americanos sinotambién europeos. Apuntes del Curso sobre la Colonia, de Severo Martínez Peláez.

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políticas indigenistas operadas durante el régimen colonial son segrega-cionistas respecto al indio.

El imperio español y más concretamente los colonizadores españolesy sus descendientes segregaron tanto social como políticamente al indio.Instauraron dos repúblicas: la de los españoles y la de los indios. La socie-dad colonial se escinde en dos grupos humanos españoles (colonizadores)e indios (colonizados), realidad que también se transforma hacia una mul-titud de grupos humanos diferentes como consecuencia lógica de la im-portación de negros y el “mestizaje” . Es imprescindible, por tanto, subra-yar el carácter opresivo y explotador del régimen colonial, que reflejabaindudablemente la ideología racista y la práctica indigenista implementa-da: la destrucción física y cultural de los pueblos indios, es decir, del ge-nocidio y el etnocidio.12 El genocidio fue el que predominó durante el ré-gimen colonial, y para demostrarlo veamos nuestro siguiente cuadro quetrata sobre la reducción de la población indígena.13 Regis Debray señalóya que “en materia de hecatombe, rara vez se ha hecho mejor y tan rá-pidamente” .14

Las políticas indigenistas operadas en su fase segregacionista se ca-racterizan consecuentemente por su carácter racista y su ferocidad geno-cida que desde la perspectiva de Bonfil Batalla desmontaron las formasde organización social y política que unían orgánicamente a la población devastos territorios; se reordenó la ocupación y explotación del espacio,desplazando, concentrando, dispersando o expulsando a la población in-dia en función de los intereses económicos y estratégicos de la empresacolonizadora; se puso en marcha un intenso programa etnocida, estructu-rado en torno a la evangelización; la guerra de ocupación, las enfermeda-des traídas por los españoles, los trabajos forzados y la desorganizacióninicial de la cultura y la forma de vida precolonial, produjeron una de lascatástrofes demográficas más terribles en la historia de la humanidad.15

Pero ante esta situación se alzaron las voces de los defensores de in-dios como el obispo Zumárraga, los teólogos Sahagún, Francisco de Vito-ria, Montesinos y, sobre todo, el dominico Bartolomé de las Casas, quie-

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12 Ver: Martínez Peláez, Severo, Centroamérica en los años de la independencia: el país y loshabitantes, Guatemala, Serie Investigación para la Docencia, núm. 7, Facultad de Ciencias Económi-cas, Universidad de San Carlos, pp. 19 y ss.

13 Semo, Enrique, op. cit., pp. 29 y 30.14 Debray, Régis, Christophe Colomb, le visiteur de l’aube, París, La Diffénce, 1991.15 Bonfil Batalla, Guillermo, “Notas sobre civilización y proyecto nacional” , Cuadernos Políti-

cos, núm. 52, México, oct.-dic. de 1987.

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nes se enfrentaron a esta ideología racista y etnocéntrica dominante, queconcebía a los indios como bestias, y en el mejor de los casos de “su ca-pacidad intelectual y religiosa” .16 Por mérito propio, el representante másacabado de esta última posición fue el maestro de la Universidad de Sala-manca, Juan Ginés de Sepúlveda, quien además, sostuvo un histórico de-bate público con Bartolomé de las Casas. Para Las Casas la fe cristiana esincompatible con la injusticia y la opresión; por ello, en una sociedad quese construye sobre el despojo y la injusticia es necesario anunciar el evan-gelio de los pobres. Lo que simple y llanamente nos dice Las Casas, esque por ignorado y aislado que haya existido el indio durante siglos; porajeno que haya permanecido a la difusión de la palabra evangélica; por dis-tinta que pudiera ser su morfología, y por extrañas y aun bárbaras e inhu-manas que se juzguen su religión, sus costumbres, sus instituciones, y engeneral su modo de vida, el hombre español —sobre todo el cristiano—no está sino en presencia de su prójimo, es decir, de un ser tal como élmismo, tal como se concibe a sí mismo.17

El México independiente no benefició en nada a las poblaciones indí-genas. El proyecto nacional quedó en manos de las elites criolla y mesti-za, la primera consideró a lo indio y lo mestizo como biológica y cul-turalmente degradantes, por lo que se trata de excluir a estos grupos delquehacer nacional, y los segundos inspirados por las ideas liberales del sigloXIX, proponían incorporar a los indios a la nueva nación mexicana, al“progreso” y la “civilización” . La disputa del poder político entre las eli-tes liberales y conservadoras no fue más que la lucha por imponer unproyecto de nación que estuviera de acuerdo con sus intereses políticos eideología, y por supuesto, al margen y en contra de la civilización mesoa-mericana.18

De esa suerte encontramos que para liberales y conservadores “elproblema del indio” o antes bien la existencia del indio, era un problemaa resolver. En efecto, la ideología dominante rechazaba la especificidad yaun la existencia misma de los pueblos indios. El concepto de nación quefue surgiendo en América Latina después de la Independencia, y sobretodo a partir de la segunda mitad del siglo XIX, excluía la participación

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16 Cheneaux, Jean, “Triunfalismo europeo, desgarramiento planetario” , La Jornada Semanal,México, nueva época, núm. 143, 8 de marzo de 1992, p. 17.

17 Ponencia presentada por Enrique Valencia en las I Jornadas Lascasianas, septiembre de1990. Sobre Las Casas ver Brading, David, Los orígenes del nacionalismo mexicano, México, Era,1980, p. 17.

18 Bonfil Batalla, op. cit., p. 24.

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de las etnias y culturas indígenas en el conjunto nacional.19 Las recetasinstrumentadas entonces

iban desde la importación de inmigrantes rubios que con su sangre y suejemplo “mejorarían la raza” , hasta el aniquilamiento físico indiscrimina-do de los nómadas del norte; desde la escuela redentora (y la letra con san-gre entra) que llevaría luz a sus tinieblas hasta la imposición de la propie-dad privada en vez de la comunal, con lo que se pretendía dar a los indiosla suprema razón del ser humano: ser propietarios.20

Este parece ser el porqué de los 10 mil inmigrantes entre italianos,cubanos, canarios, chinos y mormones. Existen datos que demuestran quefueron tres mil inmigrantes italianos los que llegaron a México entre1881 y 1882 en cuatro viajes, para establecer siete colonias, durante elgobierno de Manuel González. La guerra contra los yaquis quizás sea lahistoria más abrumadora de la segunda receta señalada anteriormente.

Como apuntara Blanca Suárez Cortés, la explotación de los indiosdurante el porfiriato se justificó ideológicamente en términos pretendida-mente científicos; las investigaciones etnológicas, sustentadas en las teo-rías y los métodos europeos y estadounidenses, consideraban al indiocomo una anomalía que se mantenía al margen del progreso y explicandosus particularidades como restos del pasado prehispánico.21

Aguirre Beltrán describió la versión mexicana del “darwinismo so-cial” , que produjo una idealización del mestizo recordando que, para Mo-lina Enríquez, el mestizo era una armoniosa mezcla de la supervivenciade los más aptos, una combinación de la capacidad de acción del blancocon la capacidad de resistencia del indio. La fusión de las característicasde ambos en el mestizo lo habían hecho superior a sus antecesores. Deese modo, el mestizo se había convertido en el símbolo étnico de la iden-tidad nacional, desplazando rotundamente al blanco. Y el mismo AguirreBeltrán recuerda también que, catorce años más tarde, José Vasconcelosexpuso una vez más la teoría racial del mestizo y la difundió por todo elcontinente americano. Basando su filosofía biológica en Méndel —enmanifiesta oposición a Darwin— Vasconcelos había creado la raza cós-

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19 Stavenhagen, Rodolfo, “La legislación indigenista y los derechos humanos de las poblacio-nes indígenas en América latina” , ponencia presentada en el Curso Interamericano en Derechos Hu-manos, San José, Costa Rica, 1985, p. 3.

20 Bonfil Batalla, op. cit., p. 25.21 Suárez Cortés, Blanca Estela, “Las interpretaciones positivistas del pasado y el presente” , La

antropología en México. Panorama histórico, García Mora, Carlos (coord.), p. 52.

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mica en el mestizo. Recordemos la frase célebre “Por mi raza hablará elespíritu” . No cabe duda de que éstos fueron puntos de vista racistas.

Quizás uno de los autores rescatables es Ignacio Ramírez. Al decir deTania Carrasco Vargas, la singularidad de la propuesta de Ignacio Ramí-rez y de su modo de tratar la realidad multiétnica del país, no consistió enel objetivo de conformar una conciencia nacional unificada, sino en lamanera en que se propuso lograrlo: a través del reconocimiento de la di-versidad étnica y de su expresión unificada; en un sentimiento nacional,como expresión de la mutua interacción entre los diversos componentesde la sociedad mexicana.22

III. EL INDIGENISMO INTEGRACIONISTA

La Revolución mexicana de 1910 puso de manifiesto esta diversidadcultural del pueblo mexicano y su descontento ante su condición socioe-conómica. De 1910 a 1917, la política del liberalismo desconoce estas di-ferencias étnicas y su descontento, y establece una línea de acción dirigida ala destrucción de los pueblos indios. Quien se encarga de esta aniquila-ción es el ejército federal, y Zapata encabeza la resistencia india.

El indigenismo nace, pues, con el movimiento agrario revolucionario,esto es, cuando el campesinado y particularmente el indio de huarache,calzón de manta y jorongo aparece en las plazas de las principales ciuda-des y pueblos del centro del país al grito de “ tierra y libertad” . Algún“apóstol del indigenismo” advirtió que “con Zapata el indio —por pri-mera vez en la historia— llega a imponer sus reivindicaciones propias” .23

El programa del Partido Liberal Mexicano, el Manifiesto del 23 de sep-tiembre de 1911 del magonismo, el Plan de Ayala, y diversas leyes y do-cumentos de los zapatistas y la ley agraria villista resumían el ideario po-lítico de un pueblo en armas y sus reivindicaciones agrarias y étnicas.

La reforma agraria y el indigenismo “ integracionista” fueron la res-puesta de las clases dirigentes de México ante el movimiento agrario y el“problema indígena” respectivamente. La Constitución de 1917 y el nue-vo “derecho social” fueron una conquista histórica importante; el artículo

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22 Carrasco Vargas, Tania, “Hacia la formación de la antropología científica” , La antropologíaen México. Panorama histórico, p. 403.

23 Se trata de Othón de Mendizábal, citado por Luis Villoro, Los grandes momentos del indige-nismo mexicano, México, CIESAS, SEP, 1987, p. 208.

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27 expresaba evidentemente el objetivo reivindicatorio de los campesinosy el 127, el del proletariado mexicano.24

La tarea indigenista se encontraba aún en gestación, ya que para crearuna nueva política indigenista era necesario romper con la visión positi-vista de la política anterior (incorporativista) y del eurocentrismo que lahabían acompañado. No es por ello extraño que esta tarea quedara en manosde una generación con un gran espíritu progresista, lidereadas por ManuelGamio, antropólogo de profesión, alumno de Boas y del relativismo cul-tural en Estados Unidos,25 y a quien se le reconoce como el introductororiginal de la fórmula indigenista y por justo mérito “el padre del indige-nismo interamericano”. La convivencia durante dos años con indios nahuasde la región de Zongolica, Veracruz, le hizo reflexionar sobre la condi-ción del indio mexicano. Al cabo del tiempo, su entrega y preocupaciónconstante le inspiró para escribir Forjando patria, libro en el que incitabaa crear una nueva nación en la que fuera tomada en cuenta la raza indígena.26

Al lado de otros científicos sociales muy notables, como Othón deMendizábal, Andrés Molina Enríquez, Moisés Sáenz, Narciso Bassols, yVicente Lombardo Toledano, se comenzó en aquellos años a “concebir laidea de nación” , esto es, de pensar cómo se debería construir una nuevanación, la tarea era pues “ forjar patria” .

Gamio, en 1917 planteó en su libro Forjando patria, la necesidad de ho-mogeneizar culturalmente al país para poder construir una verdadera naciónmoderna. Las culturas indígenas eran vistas por Gamio como aberracionesde las culturas prehispánicas que si no eran integradas a la cultura nacio-nal Mestiza, quedarían condenadas a la marginación y pobreza extrema.27

Gamio partió de la idea básica que la nacionalidad mexicana era unaunidad a construir, para lo cual, era necesaria la “ fusión de razas” , la debronce (indígena) y la de hierro (española): “Toca hoy a los revoluciona-

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24 Sobre el constitucionalismo social ver: Ordóñez Cifuentes, José, “La cuestión agraria y losderechos humanos. Aproximación” , Crítica Jurídica, México, UAP, 1988.

25 El relativismo cultural tenía dos principios claves: el primero era la igualdad de culturas y elsegundo, la validez de todas las culturas. Gamio toma en préstamo del maestro algunos conceptosbásicos como el de la integralidad en los estudios sociales; la noción de la antropología como cienciade amplio espectro que contiene como disciplinas correlacionadas a la arqueología, la etnografía, lalingüística y la historia; ciertas técnicas, como la estratigrafía en la exploración arqueológica y algomás; pero también conserva una posición discrepante en aspectos importantes de la teoría y prácticadel gran maestro judío alemán. Aguirre Beltrán, Gonzalo, “Derrumbe de paradigmas” , México Indí-gena, México, núm. 9, junio de 1990, p. 8.

26 Ver: Gamio, Manuel, Forjando patria, México, Porrúa, 1916; “ INI. 30 años después. Revisióncrítica” , México Indígena, número especial de aniversario, México, diciembre de 1978, p. 27.

27 Hernández Castillo, Rosalba Aída, op. cit., p. 4.

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rios de México empuñar el mazo y ceñir el mandil del forjador para hacerque surja del junque milagroso la nueva patria hecha de hierro y de bronceconfundidos”.28 Hay que respetar su personalidad étnica —decía—, pero ala vez acercarlo al progreso, esto era, incorporarlo a la nación. Para Othón deMendizábal era imprescindible “ la incorporación del indio a la vida econó-mica del país”, o “ la transformación económica del aborígen, aunque tuvie-ra como resultado ocasionar la pérdida de lo meramente folklórico” de ma-nera funcional y no violenta, no de imposición puesto que en el terrenocultural “ también tenemos que aprender mucho de los indígenas”.29

En 1909, Andrés Molina Enríquez publicó Los grandes momentosnacionales, obra que según Bonfil Batalla se puede resumir en uno de suspárrafos “La base fundamental e indeclinable de todo trabajo encaminadoen lo futuro al bien del país, tiene que ser la continuación de los mestizoscomo elemento étnico preponderante y como clase política directora de lapoblación” . Es de advertirse que en este movimiento nacionalista noexiste una distinción entre lo indio y lo campesino, ambos son manejadoscomo sinónimos, se sabe que el mismo Molina Enríquez y un grupo dediputados fue quien redactó el proyecto del artículo 27 constitucional en1917, en el cual no se encuentra una sola mención de la palabra indio oindígena, sino de comunidades agrarias.

Para 1917, Gamio había organizado la Dirección de Antropología yPoblación Regionales en la Secretaría de Agricultura y Fomento, pioneraen estudios regionales, misma que funcionó hasta 1925. Se le atribuyetambién la investigación integral del gran proyecto de Teotihuacán(1918-1922).

En el quehacer de Moisés Sáenz, Rafael Ramírez y José Vasconcelos,encontramos el utensilio privilegiado del proceso de integración: el siste-ma educativo. Este fue, por decirlo de alguna manera, el primer ejerciciode la acción indigenista. Su meta: la destrucción de las lenguas indias.Así, de 1921 a 1933, la Secretaría de Educación Pública crea el Departa-mento de Educación y Cultura para la Raza Indígena (1921), las “Casasdel Pueblo” (1923), el internado indígena “Casa del Estudiante Indígena”(1923), el Departamento de Escuelas Rurales de Incorporación CulturalIndígena y los misioneros culturales de Vasconcelos (1925), el Departa-mento de Misiones Culturales (1927), y la Estación Experimental de In-corporación de Carapan, Michoacán, y los internados indígenas (1933).

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28 Villoro, op. cit., p. 210.29 Idem, p. 201.

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Sin embargo, es hasta el inicio del proceso de institucionalización delEstado mexicano, esto es, el periodo cardenista, cuando la antropologíamexicana y el indigenismo cobran un auge insospechado, y al decir deBonfil Batalla, se resumen todos los esfuerzos anteriores. Es precisamen-te el Departamento Autónomo de Asuntos Indígenas (1936) la primerainstitución de carácter nacional creada con fines indigenistas.

Andrés Medina ha señalado que:

es con el gobierno de Lázaro Cárdenas cuando comienzan a aparecer losindios de carne y hueso. La reforma agraria reconstituye a las comunida-des indias: la política indigenista sienta las bases de la educación indígena;se organiza la formación profesional de antropólogos para apoyar los pro-gramas gubernamentales de desarrollo, e incluso se alienta su organización;es así como nace el Consejo Supremo de la Raza Tarahumara, fundado porla iniciativa de un grupo de maestros rurales de ese origen.30

Leonel Durán31 se refiere a este periodo cardenista como en el que sedesarrolla no sólo una comprometida política indigenista, también es laépoca en que se inicia el auge de las investigaciones históricas, antropoló-gicas y lingüísticas: en 1937 la Universidad Nacional establece sus sec-ciones de arqueología y lingüística, se funda la Sociedad Mexicana deArqueología; en 1938, con el establecimiento del Instituto PolitécnicoNacional; se establece la carrera de antropología; en 1939 Alfonso CasoOrganiza el Instituto Nacional de Antropología e Historia, al que se inte-gran el Museo Nacional, las direcciones de Monumentos Prehispánicos yColoniales, y el 1940 se lleva a cabo en Pátzcuaro, Michoacán, el PrimerCongreso Indigenista Interamericano (a partir del cual se decide la crea-ción del Instituto Indigenista Interamericano con Manuel Gamio como di-rector, y de los Institutos Indigenistas Nacionales). También en 1942 secrea la Escuela Nacional de Antropología en el seno del INAH.32

La realización del aludido I Congreso Indigenista Interamericano en1940, en el que participaron delegados de casi toda América y los másdestacados indigenistas mexicanos, es el momento cúspide del indigenis-mo continental, y también cuando es bautizado y formalizado. En la De-claración LXII del acta final del Congreso se reconocía este alcance con-tinental del problema indígena y se declaraba que “el problema de los

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30 Gaceta UNAM, octubre 31 de 1991, núm. 2604.31 Durán, Leonel, “El etnodesarrollo y la problemática cultural en México” , América Latina:

etnodesarrollo y etnocidio, Costa Rica, Flacso, 1982, p. 265.32 Idem, p. 266.

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grupos indígenas de América... (era)... de interés público, de carácter con-tinental y relacionado con los propósitos afirmados de solidaridad entretodos los pueblos y gobiernos del Nuevo Mundo” .33

El objetivo fundamental de la política indigenista, según palabras deLázaro Cárdenas, principal promotor del Congreso y fiel en la causa indí-gena, no era “conservar indio al indio, ni en indigenizar a México, sinoen mexicanizar al indio...” y con este ideal se dieron a la tarea de impul-sar el indigenismo continental.

Para estos fines crearon el Instituto Indigenista Interamericano, afiliadoa la Organización de los Estados Americanos, del cual tomaría la direcciónGamio en 1942 hasta su muerte, y de los Institutos Indigenistas Nacionales(en México en 1948), así como la continuidad de los congresos indigenistas.En resumen, este Congreso sentó las bases y principios del indigenismocontinental con el objeto de desarrollar una política nacional integrada,tendiente a mejorar las condiciones de vida de las poblaciones indígenas eincorporarlas a la vida nacional y al desarrollo económico.34

Para 1947, ya terminado el periodo cardenista, desaparece el Departa-mento Autónomo de Asuntos Indígenas y se crea en su lugar la DirecciónGeneral de Asuntos Indígenas en la Secretaría de Educación Pública. Unaño más tarde (10 de noviembre de 1948) se funda el Instituto NacionalIndigenista, y Alfonso Caso es su primer director.

Caso resume en unas cuantas líneas su labor indigenista:

El Instituto Nacional Indigenista considera que la verdadera actitud es la deuna acción gubernamental que tiende a capacitar la comunidad indígenadándole los medios técnicos indispensables para su vida y su propia defen-sa; uno de estos medios, quizá el más eficaz, es la enseñanza del idiomanacional en que están redactadas nuestras leyes, en que se redactan las ges-tiones ante los poderes públicos. Otro medio es la construcción de caminosque permitan la rápida conexión con otras comunidades y las ciudades denuestro país. La acción del estado debe ser, en consecuencia, una acciónde protección y fomento, una acción que tienda al cambio cultural, pero sinque se provoquen desajustes y tensiones que disuelvan la vida orgánica dela familia o de la comunidad.35

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33 Marroquín, Alejandro, Balance del indigenismo, México, Instituto Indigenista Interamerica-no, 1977, pp. 2 y 3.

34 Stavenhagen, Rodolfo, “Los movimientos étnicos indígenas del Estado nacional en AméricaLatina” , Civilización: configuraciones de la diversidad, México, UAM-1, 1984, p. 193.

35 Caso, Alfonso, “Los fines de la acción indigenista en México” , Revista Internacional delTrabajo, México, vol. 41, núm. 6, diciembre de 1955.

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Caso en el INI y Gamio en el III se convierten en los exponentes delindigenismo nacional y continental, respectivamente. La acción indige-nista desarrollada se orientaba al ideal de “ integración” . El proceso, des-de luego, debería llevarse a cabo sin violencia, las comunidades indígenasno deberían ser traumatizadas; sólo sus aspectos “negativos” deberían sertransformados, los aspectos “positivos” de su cultura (como el arte popu-lar, por ejemplo) deberían ser preservados. Se les debía convencer paraque cambiaran voluntariamente sus modos de vida, para “civilizarse” y“desarrollarse” . La culpa de su atraso la tenían las propias comunidadesindígenas y su cultura.36

La “problemática indígena” así entendida era un problema cultural yno socioeconómico, eso explica que el ideal de redención del indio se tra-duce, como en Gamio, en la negación del indio.37

En este periodo de institucionalización del indigenismo y de la antro-pología mexicana en general, se ha señalado atinadamente que si bien Al-fonso Caso concibe los lineamientos de la acción indigenista, GonzaloAguirre las hace operantes a partir de sus concepciones de la integraciónde las regiones interculturales y redefine al sujeto de la acción indigenistay pasa de la definición individual, basado en criterios lingüísticos y etno-gráficos, a la definición social, desarrolla los conceptos de la región inter-cultural con sus ciudades rectoras y elabora la teoría de los centros coor-dinadores que tiene como antecedente el primer proyecto regional dedesarrollo integral para los tzeltales y tzotziles de los Altos de Chiapas.38

En 1950, Luis Villoro publica Los grandes momentos del indigenis-mo en México, en él recupera la trascendencia de los grandes momentosdel indigenismo, y de la historia dilatada de la formación de la concienciaindigenista desde Cortés hasta pensadores como Gamio, Othón de Mendi-zábal, Moisés Sáenz y Peréz Martínez. Como análisis de la formación delindigenismo y de su desarrollo hasta la posguerra, su contribución se con-vierte en valiosa y singular al conocimiento antropológico, como diríaAguirre Beltrán.

Aguirre Beltrán llevó a su forma más acabada aquella percepción dela unidad u homogeneización nacional, en la medida en que procedió a un

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36 Idem, p. 192.37 Bonfil, Guillermo, “Del indigenismo de la revolución a la antropología crítica” , De eso que

llaman antropología mexicana, México, Editorial Nuestro Tiempo, p. 43.38 Durán, op. cit., pp. 266-267. Por otro lado, varias de las obras de Aguirre Beltrán resultan

claves para afirmar lo anterior, entre ellas podemos citar Formas de gobierno indígena (1953), Elproceso de aculturación y el cambio sociocultural en México (1957) y Regiones de refugio (1967).

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acortamiento de los ámbitos de la pluralidad.39 Su perspectiva parte deque el indigenismo, o sea, “ la ideología del mestizo, método y técnicade unificación nacional” es en esencia “un proceso vivo, dinámico, que,como el mestizaje mismo, toma su origen en el cruzamiento e interacciónde dos fuerzas de signo opuesto: el indianismo y el occidentalismo”.40 Estainteracción o “contacto de culturas”, y el proceso de cambio que emerge deéste definen el proceso de aculturación, y tiene como principio fundamentalel conflicto entre elementos opuestos de las culturas antagónicas.

La solución del problema del contacto cultural, así planteado, se re-suelve, según A. Beltrán, con la integración intercultural, o sea “el pro-ceso de cambio que emerge de la conjunción de grupos que participan deestructuras sociales distintas” y que se “caracteriza por el desarrollo con-tinuado de un conflicto de fuerzas, entre sistemas de relaciones posiciona-les de sentido opuesto, que tienden a organizarse en un plano de igualdady se manifiesta objetivamente en su existencia, a niveles variables de con-traposición” .41 El proceso dominial, o sea, el “ juego de fuerzas que haceposible la dominación” de la sociedad nacional “y los mecanismos quese ponen en obra para sustentarla” se encargarían de la evolución de estassociedades indígenas “menos complejas” o “supervivencias” hacia la“civilización” .

La integración en las regiones interculturales (regiones de refugio)estaría compuesta por tres niveles básicos: la conversión paralela, la con-versión alternativa y, por último, la conversión polar. En este último nivella polarización intercultural o de castas se transforma evolutivamente enuna polarización de tipo clasista, en este sentido lo “étnico” evolucionaen lo clasista.

Así entendidas las cosas, el proceso de aculturación se traduce a nivelde los indios por una “desculturalización” en su relación con su propiacultura, ya que los indios han de integrarse sin más a la nación, convertir-se en proletarios para que ahora sí, dentro de un nuevo conflicto —estavez clasista— se liberen definitivamente. Se asume, por tanto, un reduc-cionismo restringido, pues sujeta la condición de clase a la condición deproletario. Más aún, su posición es culturalista puesto que ve al “proble-

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39 Díaz Polanco, Héctor, “Lo nacional y lo étnico en México. El misterio de los proyectos” ,Cuadernos Políticos, 1987, p. 34.

40 Aguirre Beltrán, Gonzalo, El proceso de aculturación y el cambio sociocultural en México,México, Editorial Comunidad Instituto de Ciencias Sociales, Universidad Iberoamericana, 1970,p. 119.

41 Idem, p. 40.

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ma indígena” como un problema cultural, al mismo tiempo que evolucio-nista unilineal, ya que parte de que la denominada cultura “ tradicional” ,“menos compleja” e “ indígena” debe evolucionar hacia lo “moderno” ,lo “más complejo” o lo “nacional” .

El indigenismo en su fase “ integracionista” oscila, pues, entre el cul-turalismo y el evolucionismo. Es importante, por tanto, recordar que elculturalismo partía del relativismo cultural y de un rechazo explícito aletnocentrismo y a la concepción evolucionista. Así, el relativismo cultu-ral boasiano proponía un pluralismo cultural que tenía dos principios cla-ves, el primero era la igualdad de culturas y el segundo, la validez de to-das las culturas. El evolucionismo positivo planteaba contrariamentecomo elemento central la idea de progreso, de desarrollo de la humanidadpor etapas, proceso en el cual se pasaría de sociedades simples, salvajes,primitivas, a sociedades más complejas, avanzadas y civilizadas, y portanto del etnocentrismo.

Es quizás por esta razón que Stavenhagen ha señalado que la ideolo-gía dominante no difiere de la filosofía nacional decimonómica sino enmatices. Se sigue pensando que el Estado nacional debe ser culturalmentehomogéneo y las políticas de “mejoramiento” y desarrollo de las pobla-ciones indias responden a una estrategia de “ integración” y de “asimila-ción” , en otras palabras, de “desindigenización” .

La visión oficial del futuro de nuestras sociedades es de naciones sinindios: los museos serán mudos testimonios de la grandeza india del pasa-do, y se conservarán o se recrearán para gozo de turistas, las artesanías yel folklore, pero “ lo indio” y particularmente los grupos indígenas con-cretos, con sus culturas, sus idiomas, sus expresiones artísticas, su cosmo-visión, en fin, con su identidad y personalidad propias, tendrán necesaria-mente que desaparecer, víctimas del progreso, de la modernización, deldesarrollo económico y de la integración nacional.42

Para el caso del indigenismo mexicano, encontramos que Boas ubica-ba al indio y lo indio en los peldaños más bajos del progreso, unos pasosarriba sitúa al mestizo y a la cultura de mezcla y en la cúspide al hombrey la civilización europeos. A diferencia de Boas, Gamio concibe a la an-tropología como una ciencia aplicada al servicio del Estado.43 Sin embar-go, incorporó muchos de los elementos culturalistas en sus investigacio-

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42 Stavenhagen, Rodolfo, op. cit., p. 4.43 Aguirre Beltrán, Gonzalo, “Derrumbe de paradigmas” , México Indígena, México, núm. 9,

junio de 1990, p. 8.

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nes. Asimismo, junto con otros ideólogos indigenistas, percibieron elconflicto entre el postulado relativista del respeto incondicional a las et-nias indígenas y la necesidad de integrarlas a la sociedad nacional. Lo quecomienza como una dificultad, irá convirtiéndose en contradicción abier-ta, hasta plantearse un rechazo del culturalismo y un rompimiento de hechocon sus principales presupuestos.44 Esta contradicción nunca la resolvióen el indigenismo, ni en los escritos de sus continuadores.

Díaz Polanco sugiere que el indigenismo puede ser caracterizado,teórica y metodológicamente, como un “eclecticismo pragmático” quetoma “ lo que le conviene de las más diversas y dispares teorías, sin entraren minuciosidades sobre la especificidad de los enfoques adoptados” .Veamos en síntesis su opinión:

...el integracionismo convirtió su original contenido relativista en discursoideológico (en la fachada ideológica más ostentosa del sistema indigenistainteramericano), mientras fundó en la práctica en una concepción evolucio-nista que imputaba la superioridad en todos los planos de la llamada cultu-ra nacional. Para reforzar esa práctica, el integracionismo acudió al arsenaltecnocientífico (estudio de comunidad, análisis sistémico, técnicas de cam-po, etc.) que le proporcionaba la corriente estructural-funcionalista.

Y agrega:

Considerando esta alquimia, el indigenismo no se conformó como una teo-ría antropológica propiamente dicha, sino como una síntesis ecléctica, aun-que con un perfil peculiar, de elementos tomados del evolucionismo, el re-lativismo cultural y el estructural-funcionalismo, con todo lo cual intentaproponer una solución a la “ indeseable” heterogeneidad étnica de numero-sos países latinoamericanos.45

La crisis del indigenismo no se hizo esperar, tras el surgimiento delos movimientos indios y de la respuesta de la antropología crítica de losaños 70 frente a las políticas indigenistas. Entre las causas que motivaronesta crisis podemos señalar dos fundamentales: a) que el indigenismo ensu fase integracionista fue incapaz de mejorar las condiciones de vida delos pueblos y comunidades indígenas, b) que la esperada integración na-cional no se pudo concretar nunca.

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44 Díaz Polanco, Héctor, Autonomía regional..., op. cit., p. 93.45 Idem, pp. 95-96.

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Al respecto, Alejandro Marroquín señaló que los aspectos positivosdel indigenismo se fundamentan en la preocupación científica y mejor co-nocimiento de la realidad del indio, en contra de la discriminación y enpro de sus derechos. Los efectos negativos serían el desarrollo del buro-cratismo indigenista, el paternalismo, la distorsión cultural provocada porlos agentes indigenistas, el sometimiento a las necesidades expansivas dela sociedad global, la alteración de la personalidad del indígena, y el con-tagio de las tensiones de la sociedad global.46

Bonfil Batalla en un párrafo del México profundo resume conveniente-mente el aspecto fundamental y criticable del indigenismo integracionista:

En síntesis, el proyecto nacional en que desembocó la Revolución Mexica-na niega también la civilización mesoamericana. Es un proyecto sustitutivoque no se propone el desarrollo de la cultura real de las mayorías, sino sudesaparición, como único camino para que se generalice la cultura del Mé-xico imaginario. Es un proyecto en el que se afirma ideológicamente elmestizaje, pero que en realidad se afilia totalmente a una sola de las ver-tientes de civilización: la occidental. Lo indio queda como un pasado ex-propiado a los indios, que se asume como patrimonio común de todos losmexicanos, aunque esa adopción no tenga ningún contenido profundo y seconvierta sólo en un vago orgullo ideológico por lo que hicieron “nues-tros” antepasados. De las culturas indias de hoy, pasado el fervor naciona-lista de las primeras décadas, queda una visión folklórica y una sensaciónmultiforme de malestar por cuanto significa de atraso y pobreza y, sobretodo, por la percepción no admitida de que ahí, en el México profundo, seniega cotidianamente al México imaginario.47

IV. LA ANTROPOLOGÍA CRÍTICA

La década de los sesenta marca una ruptura epistemológica y políticaen el campo de la sociología y de la antropología mexicana y latinoameri-cana, el antropólogo intenta romper con el coloniaje teórico que devienede los centros de poder internacionales, o valga decir, de la visión de laantropología cultural estadounidense, la estructural-funcionalista y delmarxismo ortodoxo; busca un compromiso social con los actores motivode estudio, es decir, para el caso de los pueblos indios, convertirlos en

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46 Marroquín, Alejandro, Balance del indigenismo, op. cit., pp. 286 y ss.47 México profundo. Una civilización negada, México, CONACULTA y Grijalbo, 1990, p. 186.

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sujetos y no en objetos en los procesos de investigación y en la búsquedade alternativas sociopolíticas y antropológicas, frente a su panorama deexplotación y marginación social, esto es, del colonialismo interno.

El estudio del desarrollo de la antropología crítica en México y susmúltiples implicaciones de orden teórico-metodológico y sus particulari-dades, reviste en varios sentidos una gran relevancia para la historia de laantropología mexicana.

El primero de éstos es que la antropología crítica se inscribe en el marcode las discusiones suscitadas por el pensamiento antropológico posclásico(posterior a 1960, según la división de la historia de la antropología deStocking); esto es, un periodo en donde existe un “equilibrio poliparadig-mático” (equilibrio bajo el cual conviven como sistemas segregados di-versas teorías otrora vistas como históricamente secuenciales) (Stocking:1982). Es muy evidente que la antropología mexicana rompe con la visióncolonizadora de las grandes corrientes tradicionales de la denominada“antropología clásica” .

El segundo de éstos se relaciona con la particularidad espacial y tem-poral de la antropología mexicana. El pensamiento antropológico posclá-sico y el pensamiento crítico desarrollado en los años 60 tienen eco hastala publicación, en 1968 del opúsculo intitulado De eso que llaman antro-pología mexicana (Bonfil, et al. : 1970), el cual tuvo un impacto definiti-vo sobre la antropología mexicana, en general, y el indigenismo, en parti-cular, y en donde no sólo florecieron las discusiones sobre el desarrollocientífico de la disciplina (recordemos la crítica severa a la forma de ha-cer y enseñar antropología en México, esto es, la limitación temática de laantropología en el indigenismo), sino que además significó la fractura delas instituciones antropológicas del país (Del Val: 1993).

El desarrollo de una visión del mundo y de América Latina propia,alternativa a la visión eurocéntrica, propio del pensamiento crítico lati-noamericano, es el tercero de éstos. La antropología crítica rescata parasí, los aportes llamados tercermundistas, de autores como Fanon, Memmiy Kenyatta, y los subraya como contribuciones importantes.

El último es el significado de la crítica, desde adentro, al enfoque dela antropología mexicana, es decir, al indigenismo integracionista, quepretendía simplemente asimilar al indio al “estado nacional mexicano” ;en otros términos, aculturarlos. La antropología crítica formula una de lasprimeras denuncias serias sobre lo que más tarde se denominara etnoci-dio. Criticándolos seriamente, pero rescatando su contribución, revisa los

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aportes de los indigenistas mexicanos más notables, desde Manuel Gamiohasta Gonzalo Aguirre Beltrán.

Esta respuesta de la antropología al indigenismo encontró sus repre-sentantes en Pablo González Casanova, Rodolfo Stavenhagen, RicardoPozas, Guillermo Bonfil Batalla, Arturo Warman, Margarita Nolasco, En-rique Valencia, Mercedes Olivera, y Salomón Nahmad, por citar unosejemplos.48

Pioneros son los trabajos del sociólogo e historiador Pablo GonzálezCasanova, La democracia en México y sociología de la explotación, y delantropólogo y sociólogo Rodolfo Stavenhagen, Las clases sociales en lassociedades agrarias, en donde se propone la teoría del “colonialismo in-terno” . Según esta concepción, el “problema indígena” es esencialmenteun problema de colonialismo interno, esto es, originado en la estructurade relaciones sociales de dominio y explotación entre grupos culturalesheterogéneos, distintos. Rompiendo lanzas de esta manera, contra la con-cepción culturalista y evolucionista del indigenismo integracionista queubicaba el “problema” en el terreno cultural, y no en las condiciones eco-nómicas y sociales del indio. “Las comunidades indígenas son nuestrascolonias internas. La comunidad indígena es una colonia en el interior delos límites nacionales. La comunidad indígena tiene las características de lasociedad colonizada” .49 El “colonialismo interno” —planteado por Gon-zález Casanova— se presenta en nuestras sociedades ya no como relacio-nes sociales de dominio y explotación entre la metrópoli y la Colonia, en-tre países, sino entre “grupos culturales heterogéneos, distintos” , lo quesignifica entre “ ladinos” e “ indios” o “mestizos” e “ indios” . Es por elloque esta interpretación parte de la existencia en nuestra sociedad de una“estructura dual” , la mestiza constituida por el sector capitalista y la in-dia por el sector precapitalista autóctono. La discriminación racial y ladeshumanización son factores claves para la reproducción ideológica deeste colonialismo interno.

Desde su perspectiva, la situación actual de los pueblos indios tienesu origen en dos movimientos históricos: el primero fue a nivel político ycultural, esto es, su exclusión del concepto de Estado-nación dominante,como “ resultado histórico del proceso de conquista y coloniaje” , el cualles denotó su condición de colonizados al interior del país, y en conse-

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48 Entre éstos encontramos a cinco de los siete maestros denominados “ los magníficos” (War-man, Bonfil, Olivera, Valencia Nolasco, Cazés y Palerm).

49 González Casanova, Pablo, La democracia en México, México, Serie Popular Era, p. 104.

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cuencia de la nacionalidad mexicana, debido al modelo sociocultural do-minante inspirado en Occidente que rezaba “se es mexicano si se adoptanlas costumbres, la cultura, etcétera, de los grupos dominantes que ocupanel país”; y el segundo, en el nivel propiamente económico, en tanto que fue-ron excluidos del desarrollo económico capitalista, ya que “el capital noha necesitado de sus recursos” . En suma: la persistencia de las comunida-des indígenas asociada a la supervivencia de un modo de producción pre-capitalista, ambos subordinados al modo de producción capitalista y a lacultura nacional dominantes se conocen como colonialismo interno.50

Ahora bien, Stavenhagen es pionero también en la construcción delas denominadas “políticas de etnodesarrollo” , es decir, políticas guber-namentales encaminadas a desarrollar los pueblos indios tomando en con-sideración su cosmovisión y prácticas culturales. Tal y como lo advierteen los siguientes incisos:

a) Aumentar la capacidad de cada comunidad indígena para satisfa-cer, en la medida de lo posible, el mayor número de necesidades básicasde su población con sus propios recursos;

b) Redimir al mínimo la extracción de riqueza de la comunidad haciaotros sectores de la sociedad que ocurre a través del intercambio desigualy de la transferencia de recursos productivos fuera de la comunidad;

c) Procurar la satisfacción de las demandas de los grupos indígenasen cuanto miembros de distintas clases sociales, en lo agrario, en lo eco-nómico, en lo laboral;

d) Pugnar por la autodeterminación política de las comunidades indíge-nas en cuanto a las medidas y tomas de decisión que afectan su propio por-venir, y su activa participación democrática en otros niveles decisorios;

e) Lograr el máximo desarrollo de las culturas indígenas a través depolíticas educativas y culturales diseñadas no para destruirlas sino parafortalecerlas.51

Más tarde, los trabajos de Ricardo Pozas e Isabel H. de Pozas, siste-matizados hasta 1971 en la obra clásica Los indios en las clases socialesde México, refrendaron y ampliaron las razones en pro de la teoría delcolonialismo interno, pero con algunas reservas y críticas.

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50 Stavenhagen, Rodolfo, “Clase, etnia y comunidad” , México Indigena, INI 30 años después,Revisión Crítica, México, diciembre de 1978, p. 99.

51 Ibidem.

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Los Pozas proponen que dentro de los núcleos indígenas ha sobrevi-vido una estructura interna de relaciones que conforma una organizaciónsocial particular, con normas propias y en fase transitoria hacia las rela-ciones de producción capitalista y a la organización social consecuente.“La intraestructura debe entenderse como el conjunto de institucionesprimarias, modificadas por las relaciones del mundo capitalista prevale-cientes en México, de entre las que destacan como determinantes las delos nexos con el parentesco” , la cual se diferencia de la estructura social—capitalista— de la sociedad global en la que el indio vive y en la que,de acuerdo con los mismos autores, es objeto de una permanente explota-ción. Así pues, “a diferencia de la concepción dual, o de la plural, se con-sidera que los núcleos indígenas forman parte del todo, en el cual se ha-llan comprendidos como una intraestructura” .52

El trabajo colectivo de Margarita Nolasco, Mercedes Olivera, BonfilBatalla, Enrique Valencia y Arturo Warman publicado en 1970 e intitula-do De eso que llaman antropología mexicana,53 elaborado con el fin dehacer un revisión crítica de la antropología mexicana y de su enfoque in-digenista, es considerado por los especialistas como el opúsculo que causaun impacto definitivo en los medios antropológicos y es considerado, asi-mismo, como la señal de ruptura de la antropología mexicana con la pers-pectiva diferente del dependentismo inserto en el linaje teórico de la eco-logía cultural y el neoevolucionismo multilineal.54

Como se advierte en su presentación, se encuentra “un resumido pa-norama crítico de la antropología en México, que va desde los aspectosparticulares de la investigación, la enseñanza y la aplicación de las cien-cias antropológicas hasta las tendencias ideológicas predominantes y susimplicaciones políticas” . Este grupo de maestros de la Escuela Nacionalde Antropología e Historia habían apoyado al grupo de estudiantes queparticiparon en el movimiento del 1968, y estaban inconformes con lamanera en que se les enseñó la antropología, en especial con su fin colo-nialista y su limitación temática (el indigenismo).

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52 Idem, p. 58.53 Ver: Bonfil Batalla, Guillermo, et al., De eso que llaman antropología mexicana, México,

Ed. Fontamara, 1970.54 Del Val, José Manuel, “Balance y perspectivas de la antropología mexicana, 1970-1990. De

la integración a la autonomía. Atrapados sin salida” , Balance de la antropología en América Latina yel Caribe, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Antro-pológicas, Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, 1993, p. 535.

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“Todos santos y todos difuntos. Crítica histórica de la antropologíamexicana” es el titulo del primer ensayo. En éste, Arturo Warman realizauna primera revisión del pensamiento social mexicano desde la Coloniahasta 1970, y en donde denuncia el contenido y fin colonialista de la an-tropología: “ la antropología, o mejor, la tradición antropológica es una delas necesidades derivadas del carácter expansionista de Occidente” .55

El ensayo de Guillermo Bonfil, “Del indigenismo de la revolución ala antropología crítica” , constituye una primera revisión, un autodiagnós-tico del desarrollo de la antropología mexicana y de su equivalente: elindigenismo. Reconoció que el indigenismo y su consecuente desarrollotiene en la revolución de 1910 su punto de partida, el inicio de forja.

La intención, las ideas fundamentales y las modalidades de la práctica indi-genista se comprenden mejor si se las contempla al lado de su reformaagraria, educación rural y el movimiento intelectual nacionalista, que al-canzaron su expresión más cabal durante el período cardenista. No fue alazar que el Primer Congreso Indigenista Interamericano se reuniera enPátzcuaro en 1940.56

Reconociendo ese mérito, advierte que las políticas indigenistas tu-vieron también características negativas: “ ...el etnocentrismo de la políti-ca indigenista encubre hoy los intereses de la sociedad nacional, al mar-gen de los intereses de la población india” ; y agrega: “Cabría distinguirentre los intereses objetivos y los subjetivos... Entre los primeros se en-contrarían los que dimanan de su problemática económica... (y en los se-gundos) los que tienen que ver con la estructura política y los mecanis-mos de poder” .57 Asimismo su paternalismo y su accionar místico escuestionable. En este trabajo precursor, considera importante partir deuna evaluación de las políticas indigenistas y al igual que los otros hace-dores del libro, de la premisa, que una construcción alternativa tiene quedarse de una reflexión crítica constante sobre el estado que guarda la an-tropología y las líneas directrices que la informan.

Margarita Nolasco señaló cómo la antropología mexicana puede ha-cerse equivalente del indigenismo, en el artículo “La antropología social enMéxico y su destino final: el indigenismo”. Asimismo, da cuenta de cómo

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55 Warman, Arturo, “Todos santos y todos difuntos. Crítica histórica de la antropología mexi-cana” , De eso que llaman..., op. cit., p. 11.

56 Bonfil Batalla, op. cit., p. 41.57 Idem, p. 44.

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la antropología mexicana se restringió espacial y temáticamente, comoconsecuencia del indigenismo, al límite que no es más que “una cienciasocial colonialista, útil únicamente en función de conocer al domina-do” .58 Realiza por lo demás una crítica constructiva a las investigacionesrealizadas en México, desde los estudios pioneros hasta Aguirre Beltrán,y a la acción indigenista, que preocupada por la integración nacional oregional, termina postulando la “homogeneización cultural u occidentali-zación” . Sobre el indigenismo “ intergracionista” precisa que:

La idea de integración termina siempre con el supuesto de una total asimila-ción de la población indígena por la nacional, lo que significa simplemente elmomento último del colonialismo: se realiza un etnocidio para terminar con lasituación colonial. Afortunadamente la creación del dominado, “ lo indígena”,se ha opuesto una y otra vez a este verdadero genocidio.59

Sin embargo, concluye proponiendo una reorientación del indigenis-mo, y la creación de un indigenismo de liberación o “buen indigenismo”en oposición al indigenismo concebido como “mecanismo colonial” , sinreparar a nuestro juicio que la solución de la problemática étnica no radi-ca en encontrar el modelo del “buen indigenismo”, por contraposición aun indigenismo “negativo” , sino en colocarse fuera de la lógica mismade cualquier indigenismo. El indigenismo no es la solución a los proble-mas; es parte de los problemas a encarar.60

Ahora bien, la relación que guarda este primer escrito con lo que de-nominamos teoría antropológica y derechos étnicos, a nuestro juicio tienevarias connotaciones:

a) Rompe con una visión antropológica colonizadora.b) Hace una crítica, desde adentro, al enfoque de la antropología me-

xicana, es decir, al indigenismo integracionista que pretendía simplemen-te asimilar al indio al “estado nacional mexicano” , en otros términos,aculturarlos.

c) Formula una de las primeras denuncias serias sobre lo que más tar-de se denominará etnocidio.

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58 Nolasco, Margarita, “La antropología aplicada en México y su destino final: el indigenis-mo”, De eso que llaman..., op. cit., p. 74.

59 Idem, p. 86.60 Díaz Polanco, Héctor, “Derechos indígenas y autonomía” , Crítica Jurídica, México, núm. 11,

Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, CONACYT, 1992, p. 45.

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d) Rescata para la antropología los aportes llamados tercermundistas,de autores como Fanon, Memmi y Kenyatta, que subraya como contribu-ciones importantes.

e) Criticándolos seriamente, pero rescatando su contribución, revisalos aportes de los indigenistas mexicanos más notables, desde ManuelGamio hasta Gonzalo Aguirre Beltrán.

El aspecto teórico fundamental que no compartimos con los autoreses su ofuscación en el indigenismo, o antes bien, su desasosiego por en-contrar la solución a la cuestión étnica dentro de una lógica indigenista.Otro aspecto criticable, en relación con algunos autores de esta antropologíacrítica, es el divorcio entre la teoría y la práctica, puesto que en la praxissu teoría se convirtió en retórica. En la práctica, estos autores no supierony/o no procedieron igual, en ese sentido podemos argumentar que su pro-ceder práctico no estuvo a la altura de su elaboración teórica o simplementeno fue consecuente. Arturo Warman es un caso evidente, otrora defensor delcampesinado y comunidades indígenas (campesinista) labora activamentedentro del actual proyecto neoliberal, en la consecución de la “reforma inte-gral del campo”, que tantas críticas ha recibido por parte de los campesinosindígenas por su carácter “descampesinizador” del agro mexicano.

Empero un hecho cierto, es que la creación de este enfoque crítico yparticularmente de una nueva antropología o antropología crítica, provo-có que el indigenismo entrara en una crisis de la cual no ha podido salir, apesar de los esfuerzos de los que propusieron el “ indigenismo de partici-pación” (Félix Báez y Salomón Nahmad) y de quienes contribuyeron enél, como Natalio Hernández y nada menos que Ricardo Pozas (quien otro-ra había realizado un intenso trabajo crítico frente al indigenismo), y desus continuadores, hasta el punto que ciertos autores auguran “el fin delindigenismo” , o “posindigenismo”.

Enrique Valencia61 señaló acertadamente que el corazón del problemadel “ indigenismo de participación”, y, en general, del indigenismo era, porun lado, la limitada disponibilidad de recursos para adelantar una política so-cial en favor de las poblaciones indias, en la medida de las desigualdadesque las aquejan y por otro, la elevación de la conciencia social indígena y eldesarrollo de sus movimientos de reivindicación y defensa a nivel nacional ycontinental. Sin embargo, sobre el primer punto consideramos pertinente

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61 Valencia y Valencia, Enrique, “ Indigenismo y etnodesarrollo” , Anuario Indigenista, Méxi-co, vol. XLIV, 1984, pp. 34-35.

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aclarar que aunque a raíz de la ruptura epistemológica del paradigma in-digenista el Estado brindó mayores recursos al INI y, sobre todo, a loscentros coordinadores, nunca pudieron ser suficientes para sustentar estenuevo intento de indigenismo retrógrado. El indigenismo —al decir deJosé del Val— estaba tocado de muerte y en ese sentido podemos decirque la historia fue irónica, puesto que las víctimas de las políticas indigenis-tas —los pueblos indios— ahora son sus propios verdugos.

El movimiento indio y la participación de los antropólogos en losaños 70 se aglutinaron en torno a la demanda del etnodesarrollo. Guiller-mo Bonfil Batalla fue, de nueva cuenta, dentro de este nuevo grupo deantropólogos el más combativo, sobre todo después de la reuniones Barba-dos; de la reunión de Flacso-Unesco, sobre etnocidio; su participación en elIX Congreso Indigenista; así como la de su extensa obra bibliográfica.

1. Breve semblanza de Guillermo Bonfil Batalla

Nació en la ciudad de México en 1935: etnólogo por la Escuela Na-cional de Antropología e Historia y doctor en antropología por la Univer-sidad Nacional Autónoma de México. Fue catedrático universitario en laUniversidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la Escuela Nacio-nal de Antropología y la Universidad Iberoamericana.

Desempeñó importantes cargos en la administración pública vincula-dos con su profesión.

Condujo el Instituto Nacional de Antropología e Historia (1972-1976), el Centro de Investigaciones Superiores del mismo Instituto(1977-1980), fue director del Museo de Culturas Populares (1981-1985),y al momento de su muerte, de Culturas Populares.

Realizó los documentales Los amuzgos (1962) y Él es Dios (1965).Sus obras principales: Cholula: la ciudad sagrada en la era indus-

trial (1973), Utopía y revolución (1987) y México profundo, una civiliza-ción negada (1988).

Coautor de importantes obras: De eso que llaman antropología mexi-cana (1970), México hoy (1979), El desafío de México (1982).

Falleció en trágico accidente automovilístico en la ciudad de Méxicoen 1991.

Dedicó su vida a la defensa de los derechos humanos de los pueblosindios y contribuyó con una importante interpretación acerca de la cues-tión indígena que abordaré adelante.

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2. Los aportes bonfilianos en materia de derechos humanos.Las reuniones de Barbados: antropólogos críticos y pueblos indios

Un grupo importante de antropólogos y científicos sociales, incluidoel equipo de Bonfil, participaron en la denominada Reunión de BarbadosI realizada en 1971, su resultado fue la Declaración de Barbados I, la cualfue una contribución continental a la causa de los derechos humanos denuestras culturas oprimidas (la amerindia y afroamericana), puesto queeran pronunciamientos expresos contra el genocidio y el etnocidio. Se in-sistía en la responsabilidad del Estado, de las misiones religiosas y de laantropología en la agresión que sufren los indígenas, y reafirmaba “el de-recho que tienen las poblaciones indígenas de experimentar sus propiosesquemas de autogobierno, desarrollo y defensa” . Apoyaba con firmezael desarrollo de la organización india.62

Esta primera reunión tuvo un carácter académico limitante, razón porla cual, en la segunda reunión (junio 1977), estuvieron representantes dediversas organizaciones indias de once países, incluyendo México; si enla primera reunión se realizó un diagnóstico sobre la problemática indíge-na, en la segunda se va más allá del diagnóstico, se intercambiaron expe-riencias y se discutieron estrategias orientadas hacia la coordinacióndel movimiento indio, cuya presencia resulta ya inocultable en todo elcontinente.

Al decir de Marie-Chantal Barre, esta participación india permite darun salto cualitativo porque mientras que en Barbados I se declaraba quelos indígenas eran los únicos que debían hacerse cargo de su liberación,en Barbados II testimonia que los indios están realizando ahora sus pro-pios proyectos de liberalización.63 Se plantea que los indios de Américaestán sujetos a una dominación que tiene dos caras: la dominación físicay la dominación cultural. Que la dominación física se expresa, en primertérmino, en el despojo a la tierra. Este despojo se inicia desde el momentomismo de la invasión europea y aún continúa. La dominación física esuna dominación económica. Se explota cuando se trabaja para el no indio,quien paga menos de lo que produce el trabajo. Se explota también en elcomercio porque se compra barato lo que se produce (las cosechas, lasartesanías) y se les vende caro.

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62 Barre, Marie-Chantal, Ideologías indigenistas y movimientos indios, México, Siglo XXI,1988, p. 156.

63 Loc. cit.

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En cuanto a la dominación cultural se realiza por medio de las políti-cas indigenistas en las que se incluyen procesos de integración y acultura-ción; el sistema educativo formal que básicamente enseña la superioridaddel blanco y la pretendida inferioridad del indio y por los medios de co-municación masiva, que sirven como instrumentos de las más importantesformas de desinterpretar la resistencia que oponen los pueblos indígenas asu dominación cultural.

El problema de población indígena se resume de esta manera en eldocumento original:

1. Una situación de dominación cultural y física cuyas formas de ser vandesde el sojuzgamiento por una minoría blanca o criolla hasta el peligro deextinción en países en que constituyen bajo porcentaje de la población.

2. Los pueblos indoamericanos están divididos internamente o entresí por la acción de las políticas de integración, educativas, de desarrollo,los sistemas religiosos occidentales, las categorías económicas y las fron-teras de los Estados nacionales.

Su objetivo era conseguir la unidad de la población india, consideran-do que para alcanzar esta unidad el elemento básico es la ubicación histó-rica y territorial en relación con las estructuras sociales y el régimen delos Estados nacionales, en tanto se está participando total o parcialmenteen estas estructuras. A través de esta unidad, retomar el proceso históricoy tratar de dar culminación al capítulo de colonización.

Estas declaraciones formuladas por un colectivo de intelectualescomprometidos en su primera manifestación, y por dirigentes indígenas,en la segunda, resulta una contribución importante en el campo desarrollode la lucha política en pro de los derechos humanos de los indígenas. BonfilBatalla, es uno de sus hacedores y su contribución resulta importante.64

3. Utopía y revolución

Después de su participación en Barbados I y II y en la reunión de SanJosé, Costa Rica, nuestro personaje se encamina a sistematizar, medianteuna investigación comprometida, las demandas del pensamiento políticocontemporáneo de los indios de América, para lo cual prepara un libro-

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64 Ver: Bonfil Batalla, Guillermo, Indianidad y descolonización en América Latina, México,Nueva Imagen, l979; “Sobre la liberación del indio” , Nueva Antropología, México, núm. 8, abril del977, pp. 95-l02.

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documento que intitula Utopía y revolución,65 volumen que recoge los prin-cipales documentos políticos producidos por las organizaciones, los intelec-tuales y los dirigentes indios en los últimos años y presenta el panorama-tes-tinomio de un movimiento social capaz de influir profundamente en losdestinos latinoamericanos; en la obra, en opinión de su propio compilador(Bonfil), se reúnen un conjunto de textos producidos por las propias organi-zaciones y escritos de intelectuales indios comprometidos con la causa de laidentidad, a través de los cuales resulta posible entrever la reformulación ac-tual del pensamiento político indio. Para él, estas organizaciones hablan yactúan en nombre de un sector de la población que se distingue globalmentedel resto aunque en lo interno presenta contrastes y diferencias muy marca-das. En la esfera ideológica, las organizaciones políticas indias tienden a fo-mentar una identificación panindia, opuesta a Occidente que se expresa a tra-vés de la indianidad.

Como fruto de esa investigación participativa, encontramos una exce-lente síntesis de las demandas indias que:

a. La defensa y recuperación de sus tierras. El vínculo con la tierra esun tema recurrente en el pensamiento indio.

b. El reconocimiento y aceptación por la sociedad nacional de las len-guas indias y su uso, así como de la especificidad étnica indígena.

c. La adaptación del sistema educativo a las necesidades culturalesdel grupo étnico indígena y control de la comunidad de las escuelas.

d. Los derechos y tratamiento igual por parte del Estado y cese a losabusos, la discriminación y el racismo.

e. Protección contra la violencia y los abusos practicados contra losindígenas por lo no indígenas.

f. El rechazo de la actividad misionera (aunque algunos grupos indí-genas reconocen la ayuda que han recibido de los sectores progresistas delas iglesias).

g. El rechazo de los programas indigenistas gubernamentales tecno-cráticos y paternalistas que les han sido impuestos contra su voluntad ysus intereses y sin su participación efectiva.

h. La mayor participación política indígena en el manejo de sus pro-pios asuntos y, en general, rechazo del sistema partidista tradicional.

i. Como demanda extrema de algunos, está la autodeterminación polí-tica de las “naciones indias” .

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65 Bonfil Batalla, G., Utopía y revolución, México, Nueva Imagen, 1981.

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4. Reunión de Flacso/Unesco. Etnodesarrollo y Etnocidio

Por demás conocida la reunión de Flacso-Unesco, sobre Etnocidio,celebrada en San José, Costa Rica, del 7 al 11 de diciembre de 1981, quecongregó además a dirigentes de organizaciones indígenas, académicos yfuncionarios internacionales preocupados por la materia del etnodesarro-llo y el etnocidio.

En la reunión se presentaron once trabajos escritos e intervinieroncinco representantes de organizaciones indias de Costa Rica, Coordinado-ra Regional de Pueblos Indios de América Central, el Consejo Indio deSudamérica, Consejo Mundial de Pueblos Indios y la Unión de NacionesIndígenas del Brasil.

En la reunión se acordaron una serie de recomendaciones y resolucio-nes contenidas en la Declaración de San José sobre Etnodesarrollo y Et-nocidio.66

Como resultado de las reflexiones, los participantes hicieron un lla-mado a las Naciones Unidas, la OIT, la OMS y la FAO, así como a laOrganización de Estados Americanos y al Instituto Indigenista Interame-ricano, para que tomaran las medidas necesarias en pro de la vigencia delos principios declarados en aquella oportunidad.

Se planteó que todo proyecto étnico tiene un carácter integral, un pro-yecto étnico se concibe y desarrolla a través de una quíntuple recupera-ción cultural:

1. Recuperación de la palabra (el lenguaje)2. Recuperación de la memoria (la conciencia histórica)3. Recuperación del conocimiento (el saber)4. Recuperación del espacio (territorio)5. Recuperación de su identidad cultural (la posibilidad de desarrollar

un proyecto cultural, social y político).67

Las aportaciones de Guillermo Bonfil quedaron plasmadas en su po-nencia intitulada: “El etnodesarrollo: sus premisas jurídicas, políticas yde organización” .

Sus planteamientos podemos sintetizarlos en el siguiente cuadro ex-positivo:

166 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS

66 FLACSO Y UNESCO, América Latina: etnodesarrollo y etnocidio, Costa Rica, 1982.67 Durán, Leonel, idem, p. 274.

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El etnodesarrollo puede entenderse como la capacidad autónoma de unasociedad culturalmente diferenciada para guiar su propio desarrollo. Esacapacidad autónoma, en macro sociedades complejas y plurales como lasque integra la América Latina de hoy, sólo puede alcanzarse si esas socie-dades constituyen unidades políticas con posibilidad real de autodetermina-ción, es decir, de gobernarse a sí mismos de tomar sus propias decisiones,en una serie de asuntos que constituyen el ámbito de su etnodesarrollo o, enotras palabras, la ampliación de su cultura propia, tanto en su modalidadautónoma como en la apropiada.68

5. La Reunión de Santa Fe: del indigenismo de participación al discursode los derechos humanos

En la ciudad de Santa Fe, Nuevo México, Estados Unidos, del 28 deoctubre al l de noviembre de l985, se celebró el IX Congreso IndigenistaInteramericano.69

Por primera vez se abordó la cuestión de los derechos humanos de lospueblos indios y se contó también con la participación paralela de organi-zaciones indígenas no gubernamentales.

En el campo específico de los derechos humanos, el Congreso aprobóvarias resoluciones, entre ellas, la referente a que la Comisión Interameri-cana de Derechos Humanos de la OEA informe anualmente a la Asam-blea General sobre la situación de los pueblos indígenas del hemisferio yque la Declaración de Derechos y Deberes del Hombre sea traducida a lasprincipales lenguas indígenas.

Asimismo, se pidió a la OEA que hiciera un llamado a los gobiernospara que respeten el derecho de asilo, con especial consideración en elcaso de los indios; que los gobiernos consideren “ la posibilidad” deadaptar a sus códigos civiles y penales a las características socioculturalesde los pueblos indios, teniendo en consideración las normas tradicionales decontacto de éstos, vale decir, su derecho consuetudinario.

Revisando los documentos presentados en el Congreso, se advierte laimportancia que para aquella ocasión tuvieron los trabajos de GuillermoBonfil Batalla: “Los pueblos indios, sus culturas y las políticas cultura-les” y el de Augusto Willemsen: “Algunos aspectos de las medidas toma-

TRADICIÓN Y MODERNIDAD 167

68 Bonfil Batalla, idem, G., p. 142.69 Mayor información sobre el Congreso: Instituto Indigenista Interamericano, Anuario Indige-

nista, México, vol. XLV, l985.

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das y actividades realizadas por la ONU en materia de derechos humanosy libertades fundamentales, y su relación con los pueblos indígenas” .

El trabajo de Bonfil analiza las tesis integracionistas y considera quelas mismas han quedado sepultadas. En la dimensión cultural y el desa-rrollo de los pueblos indios ha llegado el momento de un réquiem por eldesarrollo integrador.

El indigenismo integracionista, en su opinión, fue la expresión conse-cuente de los proyectos desarrollistas y modernizadores en el área de laeconomía y la política en los que se embarcaron los gobiernos de Améri-ca Latina con la idea de acortar la distancia que los separaba cada día másde los países del llamado “primer mundo” .

Para Bonfil, las tesis integracionistas no estuvieron ausentes de ideasracistas, que atribuía la “ inferioridad del indio a factores biológicos con-génitos; pues muchos pensaban, en realidad, que los pueblos indios notenían cultura: su lengua era un dialecto, no un verdadero idioma; su reli-gión era paganismo; tenían costumbres, pero no cultura” .

En conclusión, la meta y justificación de esas políticas “ la de lograrque los indios dejaran de ser indios mediante el sencillo expediente decambiar su cultura por una cultura dominante” .

Sin embargo, Bonfil es de la opinión de que se hace camino al andar,y destaca algunos puntos sobre el particular:

1. El primer gran logro de esa lucha política ha sido el que variosgobiernos reconozcan y acepten la legitimidad del pluralismo étnico en elseno de las sociedades nacionales;

2. Que una de las modalidades que ha adoptado el nuevo indigenismoes la política de participación o de indigenismo participativo;

3. Un paso hacia adelante ha sido la formulación del concepto de et-nodesarrollo como se planteó en San José de Costa Rica, en el encuentrosobre etnocidio y etnodesarrollo;

4. Que se han construido nuevos conceptos interpretativos, talescomo el de cultura propia, unidad política administrativa y sociedad cul-turalmente diferenciada; ya que no se plantea solamente tomar en cuentala opinión y las aspiraciones de los pueblos indios y admitir su participa-ción, sino se afirma que son ellos mismos quienes deben tomar en susmanos las riendas de su propio destino histórico;

5. Un paso más adelante lo constituyó, a su juicio, el Proyecto de Au-tonomía de la Costa Atlántica en Nicaragua.

168 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS

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6. México profundo

Sin duda, la principal obra de Guillermo Bonfil Batalla, en dondeaborda la problemática de la civilización y el proyecto nacional, es Méxi-co profundo70 y puede considerarse también vinculada a los derechos hu-manos y la antropología.

Para Bonfil, el problema fundamental que atraviesa el México de hoyes la formulación de un nuevo proyecto nacional en torno al cual sea po-sible articular un consenso también nuevo en el que participen los diver-sos grupos, clases y sectores que componen la sociedad mexicana.

En sus palabras:

el México de la modernización, el del desarrollo estabilizador y el que debía deadministrar la abundancia que nos aseguraba el petróleo por tiempo indefinido,ese México no se concibe hoy ni con la imaginación más febril. El escenarioopuesto es el que parece surgir de todas partes: empobrecimiento brutal de lasclases medias para abajo (es decir, de casi todos); desempleo en aumento; difi-cultades cada día mayores para que el Estado preste los servicios que solíaadmitir y reclamar como de su responsabilidad y competencia...71

Una autorreseña de su obra podemos encontrarla, cuando nos dice:

en un libro reciente, México profundo. Una civilización negada, he intenta-do probar algo que debería ser obvio: que la civilización mesoamericana,pese a casi 500 años de negación y opresión, continúa viva en la sociedadmexicana y sus principios norman la orientación cultural profunda de mu-chos millones de mexicanos, muchos más de los que son reconocidos y sereconocen como “ indios” . La civilización mesoamericana se concreta hoyen múltiples perfiles culturales: en los pueblos indios por supuesto, perotambién en las comunidades rurales tradicionales que se definen como“mestizas” y en amplias capas populares urbanas; no hay ninguna exagera-ción en afirmar que en México el pueblo-pueblo vive fundamentalmente enel horizonte de la civilización mesoamericana.72

Esta obra es considerada como la más polémica de Bonfil Batalla;para algunos es considerada como una especie de biblia de las posturas

TRADICIÓN Y MODERNIDAD 169

70 Bonfil Batalla, G., México profundo: una civilización negada, México, Colección Foro, CIE-SAS, SEP, 1987.

71 Bonfil Batalla, G., “Notas sobre civilización y proyecto nacional” , Cuadernos Políticos,México, núm. 52, octubre y diciembre de 1987, p 23.

72 Ibidem.

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denominadas “ indianistas” . León Ferrer, Jesús Jáuregui y Sergio Perez,en un manuscrito intitulado “El imaginario México profundo” realizanuna severa crítica a la propuesta de Bonfil del México profundo. El puntocentral de la discusión en dicho artículo es la inexistencia de un Méxicoprofundo y del proyecto de la civilización mesoamericana. Los autorescritican el hecho que Bonfil nunca señala cuál es “el plan general devida” , “el marco mayor en que se encuadran diversas culturas...” , queserían característicos de la civilización mesoamericana contemporánea.73

En el capítulo “Un perfil de la cultura india” del México profundo, losautores no encontraron más que una enumeración de rasgos culturales, apesar que Bonfil habría caracterizado a la civilización mesoamericanacomo algo más que un “simple agregado, más o menos abundante, derasgos culturales aislados...” .

En el apartado “Cuestiones de oficio y de teoría” , León Ferrer ycompañía señalan la inconsistencia teórica de Bonfil y sus equívocos, enrelación al tema de la identidad social y la cultura en base a dos puntos.El primero lo fundamentan cuando habla Bonfil que en “Guatemala elladino es un ser ficticio...” , lo que según su apinión es un sin sentido,puesto que rompe con la lógica misma de la identidad, en el sentido queun grupo humano se define a partir del contraste con otro. El segundoconsiste —en sus propias palabras— en considerar que el tránsito de unaidentidad a otra se logra mediante la separación de la condición étnicaobjetiva y de la conciencia que de ella se tiene.74 Los autores se refierenespecíficamente al concepto de desindianización en Bonfil, el cual, “secumple cuando la población deja de considerarse india, aun cuando suforma de vida lo siga siendo” , y concluyen: “Pero no hay que engañarse.Si se posee una forma de vida india, si la memoria étnica que determina elmodo de ser es india, no puede caber duda de que se sigue siendo indio” .

Sobre el particular, considero que su crítica es inadecuada por cuantoellos mismos no hacen una distinción conceptual entre clase y etnia, ra-zón por la cual dejan de lado varios elementos a considerar. Bonfil lespodría decir, por ejemplo ¿Qué pasa con el fenómeno étnico en las ciuda-des, existen grupos étnicos organizados y que mantienen su identidad enciudades como el Distrito Federal, Los Ángeles, Oaxaca, etcétera, a pesarque ya no vivan en su comunidad y que su estilo de vida sea otro? Es porello imprescindible diferenciar conceptos fundamentales como etnia y

170 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS

73 León Ferrer, et al., “El imaginario México profundo” , manuscrito, p. 8.74 Idem, p. 16.

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clase, porque pueden dar lugar a equívocos. Lo que hace Bonfil es dimen-sionar lo étnico a lo clasista y León Ferrer y compañía lo inverso; esto es,dimensionar lo clasista a la étnico. Por separado le dan más importancia auna u otra dimensión sin reparar, a nuestro juicio, que clase y etnia sondos conceptos relacionados dialécticamente, pero que hacen referencia adimensiones diferentes. Esta concepción nos permite entender fenómenoscomo la elite indígena guatemalteca, que es por un lado una incipienteburguesía, pero que mantiene aún su identidad étnica; procesos como losseñalados anteriormente en las ciudades latinoamericanas también po-dríamos verlo en la denominada “purepechización del indio mexicano” .Para concluir con esto último me permitiré hacer una reflexión, a propósi-to del proyecto nacional organizado a partir del pluralismo cultural, dibu-jado por Bonfil y en el que estarían de acuerdo también León Ferrer ycompañía.

V. REFLEXIÓN FINAL

LOS PUEBLOS INDÍGENAS ANTE LOS PROCESOS DE GLOBALIZACIÓN

En las páginas anteriores hemos visto cómo los pueblos indígenas enel decurso de lo que podemos denominar su historia vital, han podido so-brevivir y resistir a las políticas indigenistas. Pero todavía queda por pre-guntarnos ¿existía o no realmente la capacidad por parte de la sociedadnacional para integrar o devorar a los indios más allá de que si ésta eraprecisamente la meta del indigenismo en su fase integracionista? Piensoque si bien el capitalismo mundial, en su fase imperialista, tiende a la ho-mogeneización, ya sea tanto económica, social, como culturalmente, losprocesos de globalización e integración de las economías de los paísesdesarrollados y subdesarrollados, metrópolis y colonias adquiere caracte-rísticas muy especiales, puesto que en el momento actual, el capitalismo im-perialista no ha necesitado extender su dominio sobre muchas de las comu-nidades indígenas que existen. Por otro lado, el movimiento indígenacontinental ha demostrado una y otra vez que el indio no es un sujeto pa-sivo, sino que es capaz de pensar sobre sí mismo y su futuro, por lo cualconsideramos que las reacciones y su resistencia de más de 500 años esun elemento importante a considerar.

Para resolver la cuestión étnico-nacional hacen falta además las con-diciones propicias para que se desarrolle un diálogo intercultural y jurídi-co-político; esto es, parafraseando a José Jorge de Carvalho, una conver-

TRADICIÓN Y MODERNIDAD 171

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sación de la humanidad, que no por postergado menos necesario. Peroeste diálogo es apenas “un horizonte y nuestra actividad más común estodavía participar en una gran lucha por alcanzarlo” . El levantamientozapatista y el EZLN han logrado establecer este diálogo, el cual debe am-pliarse para que toda la sociedad civil participe en él.

Mas, pensando en voz alta, ¿no será que aun el diálogo interculturalno sea suficiente para resolver la cuestión étnico-nacional? Pienso que elesfuerzo por resolver la diversidad étnica y cultural debe ser dialógico enun primer momento, en el sentido de darle la palabra a las otras lógicas,al rostro negado, a las voces negadas. Pero para darle solución y para quesea plenamente comparativo, éste debe ser polilogo, en el sentido que leda el filósofo austriaco Franz Martín Wimmer cuando habla que “ las pre-guntas filosóficas, preguntas referentes a las estructuras fundamentales dela realidad, a la cognoscibilidad, a la validez de normas y valores, debenser discutidas de modo que ninguna solución sea difundida antes que searealizado el polilogo entre tantas tradiciones sea posible” .

El tránsito hacia la democracia debe ser uno de los primeros pasospara lograr este polilogo. Sin una sociedad más justa e igualitaria y endonde no exista una ética de valores en donde la ciencia y la tecnologíaestén al servicio del hombre no será posible avanzar. Por ello, es menes-ter que los científicos sociales críticos demos una respuesta a este aluci-nante proceso de globalización mediante una nueva filosofía moral quedesmonte la identidad que se trata de establecer entre trasnacionalización,globalización y uniformidad con universalidad. Globalidad no es univer-salidad; lo homogéneo no es universal, si la homogeneidad se logra res-tringiendo o anulando las posibilidades de otras expresiones culturales: esdecir, si lo homogéneo no es la síntesis de diferentes manifestaciones sinoimposición unilateral. En este caso, lo homogéneo y lo global encubren elmensaje de anulación de lo diferente, de lo otro, de culturas luminosas yalgunas veces milenarias, cuyos herederos representan las dos terceraspartes de la humanidad, situados, sin embargo, en la periferia de los cen-tros de poder.75

172 CARLOS SALVADOR ORDÓÑEZ MAZARIEGOS

75 Serrano, Alejandro, El doble rostro de la postmodernidad, Costa Rica, CSUCA, 1994, p.193. Ver: Olive, León (comp.), Ética y diversidad cultural, México, UNAM-FCE, 1993.

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DERECHOS INDÍGENAS Y PROTECCIÓN DEL AMBIENTE¿DOS ESTRATEGIAS EN CONTRADICCIÓN?

René KUPPE

SUMARIO: I. Punto de partida: la naturaleza purificada. II. Lanaturaleza sin sus habitantes. III. La negación de las sociedadesindígenas por los conceptos occidentales. IV. Venezuela: con-servacionismo a espaldas de los guardianes de la tierra. V. Lainternacionalización del ambiente venezolano. VI. Resumen,conclusiones: ¿cuál será el futuro? VII. Discusión final. VIII. Bi-

bliografía.

I. PUNTO DE PARTIDA: LA NATURALEZA PURIFICADA

La primera área bajo protección ambiental en el sentido moderno de lapalabra se fundó en el noroeste de Estados Unidos de América, en unaregión, por aquel entonces, poco frecuentada por gente blanca. Se trata deun famoso paraje, que había llamado la atención de los recién llegadoseuroamericanos debido a sus bellezas naturales específicas: fuentes ter-males en suelos volcánicos, al lado de bosques y montañas. Esta área bajoprotección, llamada Parque Nacional Yellowstone, fue creada por una leyfederal en 1872.

La región, sin embargo, tenía, en la época de la creación del parquenacional, habitantes humanos: los indios crow y shoshone. A consecuen-cia de ello, muchos de ellos abandonaron voluntariamente la región, y elresto fue expulsado del parque por el ejército, el cual por cierto adminis-tró el Parque hasta el momento de la creación del Servicio para Vida Sil-vestre (US Wildlife Service) en 1917.

En lo sucesivo, el parque nacional Yellowstone no fue la única áreade protección ambiental creada en suelo estadounidense.

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El parque y parecidas zonas protectoras correspondieron al conceptode un movimento ambientalista del siglo XIX en Estados Unidos, el cualpartía de la llamada así ‘ética de la vida silvestre’.

Este movimiento se apoyó en la tesis moral de no considerar a toda lanaturaleza existente en el mundo solamente como una fuente de energía yun recurso económico para el ser humano. John Muir —el primer presi-dente del famoso Sierra Club, fundado en 1892 (Hassler/O’Connor, 1986:492)— popularizó la idea de que extensas regiones naturales debían man-tenerse libres de urbanización, de desarrollos industriales y de producciónagrícola; más aún: la humanidad debería, según Muir, reconocer su pro-pia pequeñez frente a los milagros de la naturaleza (WWF-Canada, 1993:3). Los seres humanos deberían sentir el milagro de la creación divina atraves de la preservación de naturaleza virgen.

Con esto, los espacios naturales debían servir para la recreación con-templativa de un ser humano viviendo generalmente en un mundo muyalejado de la naturaleza.

La ‘ética de la vida silvestre’ considera al ser humano como invasor enla naturaleza, y no como parte integrante de la misma. Una posible relaciónpositiva del ser humano con la naturaleza es vista como romántica en suesencia. Conservar la naturaleza significa entonces, de acuerdo con esta pre-misa, preservarla en un estado auténtico, en otras palabras: sin impactos delser humano, y así, solo para ser disfrutada por los ojos humanos. Al mismotiempo, este punto de vista acepta que en las otras regiones, allí donde lanaturaleza no está preservada en su estado entendido como virgen, las rique-zas de la tierra sean explotadas para satisfacer el interés del ser humano.

Esto se conecta con una ética cristiana que pone de manifiesto dosposiciones frente a la naturaleza: por una parte la sumisión de la naturale-za para el aprovechamiento utilitarista humano. Así, la misión culturalderivada del Viejo Testamento manda a ‘someter la tierra’ y ‘dominar a lanaturaleza’ (Eser et al. 1989: 1215). Por otro lado, se puede encontrar la dis-posición de corresponder al orden divino respetando la creación de mane-ra contemplativa (id.).

Estos puntos de partida de la ‘ética de la vida silvestre’, que se mani-festaron en el establecimiento de las áreas de protección ambiental, reper-cuten aún hoy en día en el establecimiento de áreas de protección. Actual-mente el concepto de áreas bajo protección como tal es más popular quenunca. Hasta el final de 1980, fueron mundialmente creadas más de 2,000áreas, designadas como parques nacionales. (Aalliance for nature 1990: 3).

174 RENÉ KUPPE

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Para asegurar que tales zonas cumplan las mismas metas de protec-ción y tengan los mismos contenidos de protección, han habido repetidosesfuerzos por delinear a nivel internacional una definición de la categoría‘parque nacional’.

Así, según el artículo 2, párrafo 1 del ‘Convenio Relativo a la Preser-vación de Fauna y Flora en su Estado Natural’, hecho en Londres el 8 denoviembre de 1933, la expresión ‘parque nacional’ debe denotar una área:‘a) puesta bajo control público, sus fronteras no pueden ser alteradas,ninguna parte puede ser alienada, excepto por la autoridad legislativacompetente; b) puesta aparte para la propagación, protección y preserva-ción de objetos de un interés estético o científico, bien sea geológico, prehis-tórico, histórico, arqueológico u otro, para beneficio, ventaja y disfrute delpúblico en general; c) en la cual la caza, matanza o captura de fauna y ladestrucción o recolección de flora es prohibida, a excepción de/o bajola dirección o control de las autoridades del parque. De acuerdo con lasprevisiones anteriores, deben proporcionársele al público general hastadonde sea posible, instalaciones para observar la fauna y flora en parquesnacionales.’

Para la situación actual, es relevante mencionar que en 1959, el secre-tario general de las Naciones Unidas fue requerido a través del ConsejoEconómico y Social a establecer una lista internacional de parques nacio-nales y reservas equivalentes. En esta labor se previó la asistencia de la orga-nización internacional ambientalista UICN, ‘Unión Mundial para la Na-turaleza’ (Consejo Económico y Social 1959). Para el año 1962, en ladecimosexta Asamblea General, pudo ser aceptada tal lista.

Cabe aquí mencionar que, a pesar de que para ese tiempo ya sehabían desarrollado otras categorías de áreas de protección, el parquenacional siguió siendo la figura más importante en materia de protecciónregional.

La responsabilidad para la actualización y el mejoramiento de la listainternacional de parques quedó entonces en manos de la UICN. En estatarea se aumentó la necesidad de disponer de una conceptuación adecuadade parques nacionales. Tal definición fue finalmente elaborada por la Comi-sión sobre Parques Nacionales y Áreas Protegidas (CNPPA) de la UICNy fue aceptada en el 1969 en la 10a. Asamblea General de UICN en Nue-va Delhi, India.

Ahora bien, ¿cuáles son los contenidos de la definición?

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Ésta dice en su parte relevante:

Un parque nacional es un área relativamente extensa, en la cual1. Uno o más ecosistemas no son materialmente alterados por explota-

ción y ocupación humana, en la cual especies de plantas y animales, sitiosgeomorfológicos y biotopos tienen relevancia especial científica, educativay recreativa o la cual incluye un paisaje natural de gran belleza;

2. La autoridad superior competente del país ha tomado medidas paraprevenir o eliminar lo más pronto posible la explotación (económica) uocupación (humana) en toda el área, y para implementar efectivamente laintocabilidad de las cualidades ecológicas, geológicas, morfológicas o esté-ticas que han llevado a su establecimiento; y

3. Está permitida la entrada a visitantes bajo condiciones especiales,para propósitos inspirativos, educativos, culturales y recreativos. (IUCN,1971: 13).

También se recomienda explícitamente a los gobiernos no designarcomo parques nacionales aquellas reservas naturales que son manejadaspor instituciones privadas o agencias estatales inferiores, sin ningún tipode reconocimiento y control por la autoridad superior competente del país(id.: 14).

Esta delimitación de parques nacionales estuvo vigente hasta hacepoco con ligeras modificaciones (compárese, p. e. IUCN 1978: 14/15).Bajo la aplicación de tales definiciones la UICN ha estado actualizandoconstantemente la lista de parques nacionales, incluyendo elementos talescomo: extensión y factores biológicos, así como también los lineamientosbásicos para el manejo y las metas de protección.

Esta definición derivada del organismo internacional más importanteen tal materia, influyó en muchos estados en la forma de administraciónde las áreas bajo protección ya existentes, y jugó un rol decisivo en lacreación de nuevas.

Resumiendo, podemos afirmar que el catálogo de criterios para par-ques nacionales se inscribe directamente en la tradición de la ‘ética de lavida silvestre’, postulada hace un siglo por John Muir, la cual, como antesmencioné, parte de la concepción de la existencia de ciertos ecosistemas,que se encuentran en un estado natural independiente de la existencia hu-mana y sin ser alterados por ésta; y que al mismo tiempo muestran rasgosestéticos tan importantes o únicos que deben ser preservados en este estadonatural. Precisamente por sus rasgos estéticos o singulares, la preserva-ción de estos paisajes naturales debe realizarse con metas contemplativas

176 RENÉ KUPPE

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o científicas, y no para el uso económico del ser humano. El planteamien-to de esta meta está basado en la distinción entre el comportamiento hu-mano reflexivo, sin ningún impacto en el ambiente y por tal permitido, yel comportamiento humano activo, con impacto ambiental y por tantoprohibido.

Debido a que la conservación de estas riquezas naturales correspondeal interés de un público general, la responsabilidad debe estar en las ma-nos del poder estatal superior, visto como la única instancia clave y com-petente para garantizar el bien común.

II. LA NATURALEZA SIN SUS HABITANTES

Sin embargo, considerando el origen de la idea del parque nacional apartir del parque Yellowstone, encontramos las condiciones contextualesde una sociedad agresiva en expansión de colonizadores europeos en ul-tramar. Su establecimiento tuvo lugar por primera vez, en suelo estadou-nidense, el cual fue visto por los emigrantes y colonistas anglosajones (yde otros orígenes norteeuropeos) como una tierra adjudicada a ellos por laprovidencia divina. Es parte del mito nacional euroamericano que el con-tinente americano es la tierra prometida para este nuevo pueblo (Gordon1985: 1463m nota 75). Este mito encontró su expresión en innumerablesdocumentos político-jurídicos acompañando el desarrollo histórico de la na-ción estadounidense (compárese la Declaración de Independencia, laConstitución e incluso la retórica de sucesivos presidentes estadouniden-ses de nuestra época). Así como los invasores europeos se apoderaron delsuelo para la ganadería y la agricultura, valiéndose del enceguecimientode los nativos, de igual forma se realizó el establecimiento de los parquesnacionales en Estados Unidos a partir de la ausencia de los primigenioshabitantes (Brechin et al., 1991: 17). Suponiendo que Dios hubiera rega-lado a los miembros de la nación estadounidense en el continente, faltósolamente un pequeño paso para afirmar que los milagros naturales eneste continente debían mostrar a los ojos de los americanos la grandeza divi-na. Los ya de por sí, solo marginalmente percibidos nativos, de todos mo-dos únicamente podrían ser un obstáculo en la formación de tales emocio-nes contemplativas.

Si seguimos analizando el origen de la idea de parques nacionales ve-mos cómo ésta va claramente mano a mano con la práctica y la ideología

DERECHOS INDÍGENAS Y PROTECCIÓN DEL AMBIENTE 177

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colonialista. La idea de que los milagros de la naturaleza fueron creadospara el disfrute espiritual de los invasores tiene como consecuencia la di-recta expulsión de los pueblos colonizados.

Ahora bien, así como en muchas otras cosas, la idea estadounidensedel parque nacional hizo furor; los parques nacionales fueron distribuidosa lo largo y ancho en todo el mundo, sobre todo en otros contientes colo-nizados, y con consecuencias bastante contradictorias:

El establecimiento de extensos parques de caza en África y en otras partespara el placer de la élite, usualmente paralelo a la exclusión de los otros,todavía deja su marca. La conservación, expresada particularmente en par-ques, para la mayoría pobre representa el poder y los privilegios de los po-derosos y de los forasteros. Esto ha contribuido a separar los parques y laconservación de las actividades diarias y los intereses de la mayoría pobre,haciéndoles muchas veces un objeto de desprecio (id.).

De esta forma, se establecieron tales áreas de protección bajo la égidade organizaciones ambientales, para proteger notables regiones naturales dela industrialización, de la agrotecnología agresiva o de un expansivo po-blamiento humano. Pero muchas de estas regiones a proteger no fueron,en verdad, espacios sin habitantes: sino que, por el contrario, estaban si-tuadas en territorios de sociedades humanas, las cuales no representabanuna amenaza para la estabilidad de los fenómenos naturales. Fueron másbien las relaciones de estas sociedades humanas con su ambiente las quemantenían particularidades de estos espacios vitales e incluso contribuye-ron al desarrollo de las composiciones ecobiológicas allí existentes.

Aún más, precisamente en los ecosistemas frágiles de la tierra conalta biodiversidad o con condiciones climáticas extremas se han formadosociedades humanas que se caracterizan por tener economías de subsis-tencia en estrecha relación con los recursos renovables existentes en susterritorios tradicionales (Breckenridge 1992: 746).

La estabilidad y supervivencia de estas sociedades —en su gran partesociedades de pueblos indígenas— se basan precisamente en una econo-mía que estimula la renovación permanente de los recursos naturales enlos espacios bajo su control; es por esto que las culturas de estos puebloshan participado de manera activa en la conservación del ambiente en ge-neral y de la biodiversidad en específico.

La interacción de los pueblos indígenas con sus espacios vitales seexpresa a varios niveles:

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a) Conocimientos y prácticas: los pueblos indígenas poseen un cono-cimiento detallado y sofisticado sobre las especificidades de sus espaciosvitales. Este conocimiento sobre el inventario de biodiversidad, sobre laspeculiaridades geológicas (por ejemplo tipos de suelo, condiciones dedrenaje), los rasgos topográficos y las peculiaridades climáticas son trans-mitidos en estas culturas en una forma compleja, ordenado en un conjun-to lógico y sometido a continuas revisiones prácticas de generación a ge-neración. Tal conocimiento está incrustado dentro de las estrategiaseconómicas que se aplican en el aprovechamiento del propio medio exter-no. Solamente a través de este saber sofisticado se transforma el ambienteen un mundo aprehensible, aprovechable y, con esto, habitable. Al mismotiempo se practican funciones conservacionistas en favor del medio am-biente. Ya desde hace tiempo es reconocido que los sistemas de agricultu-ra tropical, practicados por pueblos indígenas, aportan contribuciones po-sitivas para el mantenimiento de la calidad de los suelos selváticos (Poseyet al., 1984: 101). Pueblos indígenas poseen un inventario amplio deplantas cultivadas. Por medio del cruce con las formas silvestres de lamisma especie existentes en su ecosistema se aumenta la diversidad gené-tica de las respectivas especies. También se sabe que técnicas de cultivoutilizadas por pueblos indígenas reducen el ataque de plagas, y algunosinvestigadores han encontrado que los “sitios de parcelas cultivadas dis-persas estimulan el aumento de poblaciones de fauna silvestre, en contra-posición a lo que ocurre en terrenos o bien intensamente cultivados o bienen selva húmeda tropical virgen” (Clay, 1988: 27). Mientras los científi-cos hasta ahora, sostenían la tesis de que la biodiversidad existente en losterritorios de los pueblos indígenas era el resultado de la evolución natu-ral y de las mutaciones casuales, hoy en día se va descubriendo que estavariedad de especies es más bien producida o, por lo menos, estimuladapor las técnicas de las sociedades indígenas (Roht-Arriaza, 1996: 933).

Las prácticas técnicas aplicadas por los pueblos indígenas juegan conesto un rol en el mentenimiento y en la diversificación de la naturalezasus espacios vitales.

b) Estuctura social: al lado del conocimiento técnico la estructura so-ciopolítica de los pueblos indígenas tiene su asiento en el manejo de losrecursos naturales. Lo más notable es que sus culturas no manejan el am-biente en una forma de administración centralizada y con estructuras je-rarquizadas “desde arriba hacia abajo” . Muchas sociedades indígenas delmundo desconocen las autoridades políticas centrales (Thomas, 1982).

DERECHOS INDÍGENAS Y PROTECCIÓN DEL AMBIENTE 179

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Sus patrones de subsistencia, sus estructuras políticas y sociales impreg-nan su relación con el ambiente natural. Sus comunidades se caracterizanpor ser frágiles e inestables. Sus poblados están en un proceso continuode escisión y reubicación. Es así como se evita que un grupo de sereshumanos concentrados en un solo lugar ejerza demasiada presión ecológi-ca sobre ciertos lugares en la naturaleza. Al mismo tiempo, hacen uso deun sistema de rotación temporal y local de las actividades de agricultura yde otras actividades de subsistencia, lo cual contribuye a que la presión dela explotación económica se traslade con regularidad a distintos lugaresdentro del espacio vital que habitan. De esta forma se mantiene la capaci-dad ecológica del territorio en general.

Así, los distintos aspectos inherentes al funcionamiento de las cultu-ras indígenas tienen una función conservacionista indirecta.

c) Visión mundial y valores culturales: finalmente, hay rasgos sustan-ciales en las cosmovisiones de los pueblos indígenas que les posibilitan ano sobreexigir los recursos de su medio ambiente.

La cosmovisión de muchos pueblos indígenas se basa en la idea deuna afinidad de los seres humanos con todos los seres existentes en laTierra. Basándose en esta relación de parentesco, los miembros de unacultura indígena están conscientes del delicado equilibrio que existe entrelos distintos seres.

Para apoyar este hecho basta un solo ejemplo: como en muchos pue-blos aborígenes de América, los ojibway del oriente estadounidense seperciben no como dueños, sino más bien como los guardianes de las dis-tintas partes de la creación, de la cual ellos mismos son miembros. Deacuerdo con su tradición mítica, la interacción de los seres humanos conlas otras formas de vida, así como también con los minerales y todos lostesoros de madre tierra debe realizarse de tal manera que se asegure lasupervivencia para las correspondientes ‘siete generaciones siguientes’(IISD, 1992: 4). Según esta visión, cada planta o cada animal participó enla tarea de transmitir a los demás seres algo de esta responsabilidad. Elratón, por ejemplo, enseña a observar el mundo tranquilo con todos susdetalles. El oso enseña a marchar serenamente sobre el suelo. Las estacio-nes del año simbolizan el propio tránsito por la vida: origen y final. Porsupuesto, todas estas cosas tuvieron que ser transmitidas, y esto ocurrió através de los ancianos; fueron ellos los encargados de entregar estas sabi-durías a las generaciones jóvenes.

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Muchas cosmovisiones indígenas de América parten de las relacionesde parentesco de los seres humanos con mamíferos, reptiles, aves y plan-tas, y tal posición les permite ver las cosas mucho mas allá de una pers-pectiva utilitarista en función del humano.

Todos los seres tienen tareas específicas, en cuyo intercambio se basael equilibrio y sentido del cosmos (compárese con Deloria, 1987: 89).

Así, las distintas características de las culturas indígenas originan ellazo intenso que tienen estos pueblos con sus espacios vitales tradiciona-les. La base de este lazo es la relación recíproca de los seres humanos conlos recursos naturales. Si bien existe una utilización de las riquezas de latierra, esta utilización tiene su límite externo y nunca está sobreexigiendoa éstas. Sin embargo, estos límites nunca fueron categorías jurídicas.“Todas las formas de vida tenían acceso razonable al uso de la tierra y asus dones. Por supuesto, el razonamiento se origina de la realidad de quela explotación de la tierra llevada a extremos significa finalmente la ex-tinción de uno mismo” (IISD, 1992: 10). La consecuencia de esta visiónes un trato respetuoso frente a la tierra y sus dones. La responsabilidadque los miembros de un pueblo indígena ejercen sobre los otros seres ensu espacio vital les llevan a renunciar a las ventajas a corto plazo en bene-ficio de la conservación del ambiente a largo plazo.

Por supuesto que existen tesis que afirman lo contrario y a esto sedebe alegar que allí donde se produjo la ruptura de los lazos armónicostradicionales debido a la imposición de otras culturas, es donde se obser-van tales contradicciones (IISD, 1992: 17-37). Ese es un punto más enfavor de la posición de respeto frente a las culturas indígenas.

III. L A NEGACIÓN DE LAS SOCIEDADES INDÍGENAS

POR LOS CONCEPTOS OCCIDENTALES

A pesar del hecho de que existe una utilización de los recursos y exis-te la conciencia en los seres humanos de su interdependencia con su espa-cio vital, los pueblos indígenas no conocen ningún concepto de naturalezaen el sentido de una área silvestre primitiva. Sus espacios vitales o ecozo-nas no son territorios sin habitantes. Fueron y siguen siendo cuidados porla población humana sobre la base de un conocimiento bien detallado, ycuidados de manera sostenible en el verdadero sentido de la palabra.

Lo paradójico es que exactamente por esto los invasores europeoscreyeron encontrarse con territorios vírgenes y silvestres. Los conquista-

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dores históricos y actuales, al invadir por ejemplo las zonas de selvas hú-medas tropicales, no han estado conscientes de las realidades y de las re-laciones de correspondencia ecológica características de estos biotopos.En consecuencia desconocían y desconocen el carácter sofisticado de lospatrones de relación con su medio de los seres humanos autóctonos. In-cluso allí donde los habitantes de estas zonas “exóticas” fueron percibi-dos como tales, sus conocimientos y técnicas fueron consideradas por losintrusos solamente como adaptación pasiva a la naturaleza (compárese enalemán el término “pueblos naturales”). Y se niega el carácter organizado ydinámico de tal conocimiento y de tales relaciones (RAFI, 1994: vii).

No fue solamente la subestimación del conocimiento indígena lo quellevó al sistema colonial a ver el territorio invadido como “naturaleza vir-gen” y, en consecuencia, a justificar la apropiación de éste. He esbozadoque la dinámica y flexibilidad del patrón de asentamiento y de las activi-dades económicas contribuyen exactamente a la función conservacionistade estas culturas. El sistema tradicional asegura que los agricultores pue-dan rotar cíclicamente sus parcelas de cultivo; lo mismo vale para los te-rritorios usados para la caza, la pesca y la recolección.

A pesar de que hubo distintas fronteras conocidas de territorios, marcadopor ríos, montes y valles, estas fronteras, en general, representaron algúnaspecto de la capacidad del territorio para sustentar a la gente. Lo que quie-re decir que se pudo esperar que la gente utilizaría distintos territorios du-rante el paso de las estaciones del año. La migración estacional fue unatécnica basada en la capacidad de la tierra de sustentar la vida. La gente nofue dueña de la tierra, simplemente la usaba y se movía permitiendo así a latierra, a la flora y a la fauna regenerarse (IISD, 1992: 10).

Un sistema tan dinámico y variable de coordinación en el manejo delos recursos es incompatible con categorías jurídicas rígidas de propie-dad, que adscriben ciertas parcelas de tierra a determinados individuos.Por el contrario, este sistema de rotación de las actividades de subsisten-cia necesita el libre acceso a los recursos naturales, de acuerdo con lasexigencias ecológicas.

Sin embargo, este sistema dinámico es frágil hacia afuera, porque alno estar al alcance de la vista, adolece de protección formal cuando setrata de resistir frente a la apropiación del territorio indígena por parte deextraños. La falta de claras coordinaciones excluyentes entre tierra e indi-viduos se presta a ser mal interpretada por parte de las sociedades colo-

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niales expansivas y por su derecho oficial. En consecuencia fueron decla-radas terrae nullius o baldías, y esto permitió y sigue permitiendo el justi-ficar el despojo de los territorios indígenas, lo cual ni siquiera es vistocomo negación de derechos a alguien.

Así, vemos cómo la concepción de los espacios vitales de pueblos in-dígenas como naturaleza “sin dueño” por parte de la sociedad colonialtuvo como consecuencia la apropiación de esta naturaleza y la marginali-zación de sus habitantes. Esto no vale solamente allí donde los coloniza-dores quieren explotar los recursos de estos espacios con fines económi-cos, sino también allí donde los mismos desean conservar una naturalezaconcebida por ellos como auténtica y virgen.

Sin embargo, como ya antes mencionado, estudios científicos mues-tran que es absurdo y contraproducente considerar al ambiente naturalcomo un medio completamente aislado y no influido por los impactos delas culturas humanas locales.

Afortunadamente, la contribución activa y positiva de las sociedadeslocales, y especialmente indígenas, ya encuentra su correspondiente insti-tucional en algunos instrumentos jurídicos internacionales. Así, por ejem-plo, dice el artículo 8j de la Convención sobre la Biodiversidad Biológicaque cada parte contratante:

con arreglo a su legislación nacional promoverá el respeto, el cuidado ymantenimiento,.... de los conocimientos, innovaciones y costumbres de lascomunidades indígenas y locales con formas de vida tradicionales, perti-nentes para la preservación y el uso sostenible de la diversidad biológica.De la misma forma deberá promover su aplicación con el consentimiento yparticipación de los poseedores de estos conocimientos, innovaciones ycostumbres; así como una justa participación en los beneficios originariosen el uso de esos conocimientos, innovaciones y costumbres.

En esta norma se expresa de forma clara el reconocimiento de lasciencias y tecnologías tradicionales de los grupos indígenas y locales, yademás expresa la nueva estimación que ha ganado la diversidad culturala través de la discusión ecológica internacional. No obstante, este cambioparadigmático no ha recibido la atención que merece por parte de impor-tantes instituciones internacionales financieras y de desarrollo (compáre-se con Zerner, 1996: 69). A través del ejemplo de un proyecto que ofreceproteger y mantener ambiente y biodiversidad en un país tropical, señala-ré y discutiré cómo tales intervenciones todavía niegan la relevancia del

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conocimiento indígena (y de otros grupos locales) y cómo incluso se des-truyen al mismo tiempo, las posibilidades de control de estos grupos hu-manos sobre sus propios espacios vitales tradicionales.

IV. VENEZUELA: CONSERVACIONISMO A ESPALDAS

DE LOS GUARDIANES DE LA TIERRA

Venezuela es uno de los países con la más rica biodiversidad delmundo, y por ello fue identificado por el Fondo Mundial para la Naturale-za (WWF) como uno de los seis países latinoamericanos poseedores de‘megadiversidad’. Como en otras partes del mundo, los pueblos indígenasvenozolanos desarrollaron culturas que por funcionar armoniosamentedentro de sus medios, protegen y mantienen esa biodiversidad.

Así, mediante los patrones de asentamientos y los sistemas de subsistenciaelaborados por los indígenas, ellos lograron mantener una relación equili-brada con los recursos de su habitat que les garantiza su cosecha sosteniday, por consiguiente, permite la reproducción de su ecosistema (Lizarralde,1992).

A pesar de eso, el Estado venezolano no ha recurrido nunca a la expe-riencia cultural de tales pueblos para proteger de una forma real la biodi-versidad dentro de sus fronteras.

Para someter esta diversidad de recursos a sus propios intereses, elEstado venezolano ha creado un gran y variado número de áreas de pro-tección ambiental en extensas partes de sus territorios (MARNR 1992).Desde el establecimiento del parque nacional Henri Pittier, en 1937, sehan creado en el país hasta 1992, un total de 39 parques nacionales, 17monumentos naturales (de los cuales uno solamente consiste de 25 dis-persos tepuis, las mesetas en el macizo guayanés), 47 zonas protectoras,10 reservas forestales y dos reservas de biósfera. Solamente los parquesnacionales comprenden el 15% del territorio nacional.

Las áreas de protección tienen distinta importancia para la economíanacional en general, como por ejemplo: para la economía forestal comer-cial, como fuente de energía para las represas hidroeléctricas, y más re-cientemente como zonas estratégicas del ecoturismo. Por otra parte, delos parques nacionales de Venezuela proviene el 30% del agua que es su-ministrada a las grandes ciudades (World Bank, 1992: 5).

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La importancia económica general de las áreas de protección es unaspecto cardinal para la evaluación de los recientes desarrollos en materiade política ambiental que afecta a esas regiones. Y debido al hecho deque en estas regiones vive un importante número de la población indíge-na, son ellos especialmente los afectados por esos desarrollos. Los másextensos parques nacionales del país se encuentran en aquellas regionesdel interior, que al mismo tiempo son territorios ancestrales indígenas.Los parques nacionales Canaima (establecido en 1962), Perijá (1978),Yapacana (1978), Serranía la Neblina (1978), Cinaruco-Capanaparo(1988), Parima-Tapirapeco (1991), y Mariusa (1991) fueron fundados so-bre territorios indígenas. Como mínimo, el 13% de la población indígenadel país vive dentro de parques nacionales. La existencia de grupos indí-genas dentro de estas zonas protectoras ha transcurrido durante muchotiempo dentro de un marco jurídico impreciso: por una parte, los indíge-nas tienen la posibilidad de recibir títulos colectivos a la tierra bajo la Leyde Reforma Agraria, del año 1960 (Kuppe 1997: 247). Sin embargo, elartículo 28 de la misma Ley de Reforma Agraria expresa explícitamenteque no son afectables a los fines de la reforma agraria los parques nacio-nales, reservas forestales, zonas protectoras y monumentos naturales. Deesto se desprende que los indígenas que habitan en áreas bajo protecciónno tienen derecho a aspirar títulos de propiedad.

Y ¿cómo entonces pueden practicar los indígenas sus culturas dentrode estas áreas?

De acuerdo con la Ley Forestal venezolana, por ejemplo, se utilizaránparques nacionales solamente para solaz y educación del público, para tu-rismo o investigaciones científicas, en las condiciones que determinan losrespectivos decretos y resoluciones del ministerio competente. La caza ola captura de especímenes de la fauna, o la recolección de ejemplares de laflora, dentro de los parques nacionales, por ejemplo, son solamente per-mitidas cuando son realizadas por las mismas autoridades del parque, pororden de ellas o bajo su vigilancia (Ley Forestal de Suelos y Aguas, de1966, artículo 12).

A consecuencia de esto, los grupos indígenas habitantes de esas zo-nas se enfrentan con todo tipo de restricciones en el uso de la tierra y enel aprovechamiento de otros recursos naturales. En estas zonas se desco-noce el derecho a la posesión de las tierras ancestrales de los indígenas yse les limita o impide todo tipo de actividades de subsistencia, como loexpresaba la organización de derechos humanos PROVEA (PROVEA,

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1990: 104). Debido a la parcialidad de las autoridades estatales y al in-cumplimiento de las normas legales que hemos esbozado arriba, se da elhecho de que empresas mineras y turísticas, al mismo tiempo, realizansus actividades dentro de las áreas de protección, en algunos casos com-pletamente ilegales, y en otros casos sobre la base de concesiones o per-misos ilegalmente concedidas.

De acuerdo con la Ley Orgánica para la Ordenación del Territorio, de1983, y otras fuentes jurídicas, el manejo de una área bajo protección debe-ría basarse en un “plan de ordenamiento” y en un “ reglamento de uso” .Sin embargo, para la gran mayoría de las áreas bajo protección en Vene-zuela, no se han decretado hasta la fecha estos reglamentos, por lo cual sedictó en 1989 el decreto 276, “Reglamento parcial de la ley Orgánicapara la Ordenación del Territorio sobre Administración y Manejo de par-ques nacionales y Monumentos Naturales” , el cual dicta las directrices deadministración para los parques que carecen de una propia normativa.Este decreto 276 es el primer instrumento legal en el cual se hace refe-rencia a la permanencia de pueblos indígenas dentro de los parques nacio-nales, dictaminando que sus áreas de expansión se demarcarán y se zoni-ficarán como “uso poblacional autóctono” . Al mismo tiempo, el decretoexpresa la aspiración del Estado venezolano de controlar extensas partesdel país, que hasta entonces no habían sido tomadas en cuenta por unanormativa específica estatal, y que de hecho eran territorios indígenas an-cestrales libres del dominio estatal.

V. LA INTERNACIONALIZACIÓN DEL AMBIENTE VENEZOLANO

Una nueva e importante fase de la política ambiental comienza con laintervención del Banco Mundial la década de los noventa. En 1991, estainstitución publicó un “ documento de asuntos ambientales” (WorldBank, 1991), en el cual describe detalladamente la política ambiental delpaís y sus logros. Como puntos débiles de esta política se subraya la limi-tada capacidad del país para implementar los estándares ambientales ypara manejar sus recursos naturales en forma sostenible.

En lo sucesivo se iniciaron negociaciones entre el Banco Mundial yel gobierno de Venezuela sobre posibles proyectos, con la finalidad defortalecer el manejo de las áreas de protección en el país. En estas nego-ciaciones jugó un rol importante la institución venezolana INPARQUES,la cual había sido fundada ya en 1978 con la finalidad de administrar tanto

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parques nacionales como monumentos naturales y también las zonas derecreación urbanas en el país. En esto no se hizo ningún intento por con-sultar a las poblaciones que serían afectadas, tanto a las no-indígenascomo a las indígenas.

Varias delegaciones del Banco Mundial que visitaron al país, entrelos finales de 1991 y abril 1992, llegaron a la conclusión de que la centra-lización de las funciones administrativas y técnicas de INPARQUES ensu oficina central en Caracas, era la principal razón de la debilidad en elmanejo de los recursos naturales situados en los parques nacionales. Tam-bién se afirmó que existía una gigantesca oficina central en Caracas fren-te a un gran número de oficinas regionales de INPARQUES, las cualesno contaban con personal adecuadamente preparado ni con la infraestruc-tura necesaria, así como también adolecían de las autoridades competen-tes para cumplir con las funciones técnicas y administrativas en los pro-pios parques nacionales venezolanos (World Bank, 1992: 40).

En el mismo año 1992 se elaboró el proyecto del Banco Mundial“Manejo de Parques Nacionales-Venezuela” , que abarca un préstamo in-ternacional correspondiente a 55 millones de dólares. El proyecto comen-zó a instituirse en el año 1993 y tiene una duración prevista de cincoaños. El componente más importante consiste en el refortalecimiento delmanejo de 16 parques nacionales en la parte norte de Venezuela y de cua-tro parques nacionales en la Amazonia venezolana. En relación con estosparques amazónicos, el Proyecto se propone facilitar el financiamiento depuestos de control en áreas estratégicas (aeropistas, accesos fluviales,etcétera), dotación técnica de los órganos de control (equipo de comuni-cación, transporte), y el empleo de guardaparques.

Otros componentes del proyecto son:

— Desarrollo institucional. Éste se supone va a promover, sobretodo, la descentralización de las funciones administrativas y técni-cas de INPARQUES. Aquí vale la pena mencionar que en estecontexto también se efectúa un refortalecimiento de varias unida-des del cuerpo militar FAC (“Fuerzas Armadas de Cooperación” ,“Guardia Nacional” ), las cuales tienen funciones en el estableci-miento del derecho ambiental: tareas de inspección y control. Enesto, ellos actuarán bajo el comando de INPARQUES.

— Investigación ambiental. El proyecto aspira la sistematización dedatos ambientales bajo la dirección de INPARQUES y de otrasinstituciones estatales (PROFAUNA, SADAMAZONAS). A tra-

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vés de esto, se espera posibilitar el manejo de los parques bajo unabase “científica segura” . Además, deben ser desarrolladas medi-das que aseguren los derechos de Venezuela sobre el uso comer-cial de los resultados de investigaciónes científicas, los cuales sederiven de la biodiversidad existente en los parques nacionales.

— Educación conservacionista. Este componente del proyecto se supo-ne va a producir un cambio en la opinión pública hacia una visiónfavorable frente a la conservación de los recursos naturales. Elprograma de educación —a ejecutarse básicamente por INPAR-QUES— contempla la totalidad de los ‘usuarios’ de los parquesnacionales, entre ellos también a las comunidades locales ‘dentroy alrededor’ de éstos (como se expresa en un documento internodel Banco Mundial, World Bank, 1992: 14); por consiguientetambién los grupos indígenas serán sujetos de esta educación (!).

El Banco Munidal define como meta de su proyecto la preservaciónde la biodiversidad y la protección de riquezas naturales, a través de loscuales podrán asegurarse para el país importantes ventajas económicas.Para alcanzar estas metas, el proyecto persigue al mismo tiempo atraerinversiones del sector privado.

En muchos aspectos, todo el diseño del proyecto “Manejo de ParquesNacionales-Venezuela” es un proyecto típico del Banco Mundial. Se as-pira lograr tales metas mediante la valorización comercial de los recursosexistentes en los parques nacionales (explotación de energía, reserva ma-derera y de agua, turismo, etcétera) en el marco de la economía del mer-cado venezolano y mundial. El proyecto es, en otras palabras, de corteneoliberal.

Ya en 1991 el Banco había comentado en su “documento de asuntosambientales” sobre Venezuela, que el país tenía la necesidad de incluirsistemáticamente metas ambientales en la toma de decisiones económi-cas. Hoy en día, esos fines deberían ser alcanzados a través de medidas,las cuales se entienden como refortalecimiento en el manejo.

En otras palabras, se buscan soluciones tecnocráticas para las eviden-tes amenazas al medio ambiente venezolano. Se supone que los resulta-dos de la “ investigación científica aplicada” deben facilitar el uso soste-nible y la explotación comercial racional de las riquezas naturales. Elproyecto está en realidad en continuidad con la política ambiental vene-zolana existente hasta el momento, cuya orientación ha sido la de consi-

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derar al medio ambiente como un factor productivo en el marco de losintereses de la economía de mercado. Lo que el proyecto aspira modificarson las deficiencias en la aplicación de una política ambiental, la cual elmismo Banco considera en principio como ‘bien concebida’.

Lo que no es contemplado de ninguna manera en el punto de partidadel Proyecto, es el hecho de que en seis de los parques nacionales, queson apoyados por él, existen grupos indígenas. Y todo esto a pesar delhecho innegable de que tales grupos se caracterizan por poseer un patrónde vida, el cual no agota su medio ambiente, sino que, por el contrario,hace un uso racional y sostenible de sus recursos.

Los distintos aspectos inherentes de las culturas indígenas venezola-nas tienen un efecto conservacionista, e incluso contribuyen en forma ac-tiva al funcionamiento del ambiente. Como en otros países, los indígenasvenezolanos son los guardianes de la tierra.

Por eso, la supervivencia y el refortalecimiento de las culturas indíge-nas estarían de acuerdo con las metas perseguidas por el establecimientode áreas de protección ambiental. No obstante, el proyecto del Banco Mun-dial no toma en cuenta a estas culturas para lograr un manejo mejor y másefectivo de los parques nacionales. El “ refortalecimiento institucional”aspirado se supone logrado única y exclusivamente con el mejor funcio-namiento de unas agencias estatales: sobre todo como INPARQUES.

De acuerdo con los criterios del proyecto, serán entonces las institu-ciones estatales, las llamadas a emitir las normativas para el manejo y usode las áreas protegidas. Tendrán que ser las mismas instituciones estataleslas que acumulen el conocimiento sistemático para poder administrar ra-cionalmente las mencionadas áreas, y de tales instituciones tendrá que sa-lir la educación conservacionista hacia todos los sectores de la población.Y para culminar, como protección contra amenazas al ambiente serán re-fortalecidas también las instituciones estatales; entre ellas justamente lasFAC, las cuales son conocidas por sus repetidas violaciones de los dere-chos humanos indígenas (“ Informe especial” , 1995: xiii; véanse tambiénnumerosas referencias en los capítulos “derechos de los pueblos indios”en los Informes Anuales sobre la Situación de los Derechos Humanos enVenezuela, editados desde 1989 por la organización PROVEA, Caracas).

El proyecto no prevé ningunas funciones activas para las “poblacio-nes locales” , las cuales son en realidad, las poblaciones directamenteafectadas por la existencia de un parque nacional. A los pueblos indíge-nas no se les concede ningún rol particular en el diseño del proyecto,

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puesto que ni siquiera se les distingue de otros tipos de las así llamadas“poblaciones locales” (World Bank 1992: 18). En el mejor de los casos,se prevé tomar en cuenta opciones para la participación de las menciona-das “poblaciones locales” en la implementación del proyecto, y esto so-lamente para evitar supuestas pérdidas por fricciones y disturbios.

VI. RESUMEN, CONCLUSIONES: ¿CUÁL SERÁ EL FUTURO?

La política indigenista venezolana se ha movido siempre en la fronte-ra entre la negación de la existencia de los pueblos indígenas, por unaparte, y las aspiraciones del Estado de hacer efectiva su presencia y domi-nio en los territorios habitados por ellos, por la otra. Esta política ha en-contrado su fiel expresión en las pocas normas específicas decretadashasta ahora en asuntos indígenas.

A toda esta situación, ya de por sí precaria, se unen nuevas amenazaspara las culturas indígenas. Estas amenazas tienen su origen en el interés in-ternacional por los recursos naturales que abundan en los territorios ancestra-les que aún conservan esos pueblos. Lo paradójico de esta situación es ellenguaje conservacionista con el cual se recubren los verdaderos interesesque en el fondo existen. El Proyecto del Banco Mundial “Manejo de parquesnacionales-Venezuela” va evidentemente a producir una debilitación de lassocidades indígenas en el control de grandes partes de sus territorios. Al mis-mo tiempo se producirá un refortalecimiento de la presencia del Estado (yde los intereses económicos que él representa) en estos territorios.

De todo lo que se puede prever, para los parques que abarcan los te-rritorios ancestrales indígenas van a decretarse planes de ordenamiento yreglamentos de uso, que reafirmarán la soberanía del Estado en estas zo-nas. Estos decretos parten de la consideración de ver la protección inte-gral de los parques y la conservación de sus recursos naturales como ob-jetivos del más alto interés nacional. Solamente áreas mínimas dentro delterritorio de los parques van a ser definidas como “zonas de uso pobla-cional autóctono” . Como pude examinar en distintos borradores y pro-yectos de normativas cursados entre varias instituciones venezolanas, vaa decretarse en breve que las actividades ‘necesarias para el sustento físi-co y la supervivencia de las culturas indígenas’ podrán realizarse en elfuturo única y exclusivamente bajo la supervisión y asesoría de INPAR-QUES. En la idea sobre los parques nacionales, derivada del siglo XIX,está previsto el control estatal sobre los visitantes, que vienen a disfrutar

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de la “naturaleza pura” . Lo paradójico es que se traslada este control aestos grupos humanos que han existido desde tiempo immemorial (y mu-cho antes de originarse la misma idea del control estatal) en estas zonas aprotegerse.

Naturalmente, también los visitantes a los parques serán controladosexclusivamente por el mismo INPARQUES. Las actividades recreaciona-les y turísticas estarán bajo el control único de esta institución, y esta mis-ma, se supone, va a entregar las necesarias concesiones para los operado-res turísticos privados en los parques nacionales.

Las actividades de investigación científica en los parques necesitaránuna autorización de INPARQUES y otra del Consejo Nacional de Investi-gaciones Científicas y Tecnológicas (CONICIT), y sólo podrán realizarsede acuerdo con las prioridades definidas por los decretos estatales. Una deestas prioridades se supone va a ser el inventario de recursos naturales ysocioculturales (!!!) existentes en estas regiones. Los resultados de cual-quier proyecto de investigación deberán ser incorporados a los bancos dedatos de las autoridades venezolanas, y por ningún lado se hace mencióna posibles violaciones de derechos intelectuales indígenas que puedan re-sultar de ese arreglo.

De ninguna manera se prevén formas concretas en las cuales las po-blaciones indígenas puedan controlar los futuros desarrollos y sucesosdentro de sus mismos territorios ancestrales (léase parques nacionales).Como corresponde a una experiencia hecha en otros países también deAmérica Latina (Rummenhöller 1996: 187), se muestra toda la contradic-ción entre la existencia de pueblos indígenas y el concepto convencionalparques nacionales. Este concepto se construye sobre una estructura deadministración estatal-centralizada (véase también arriba). Cualquier par-ticipación local ocurre solamente en este contexto. La llamada así ‘parti-cipación’ de miembros de las poblaciones locales es, en el mejor de loscasos, limitada a la función como guardaparques o guías turísticos. Enesta función, los indígenas se integran al nivel más bajo en la jerárquíaadministrativa, y por consecuencia, sin ninguna oportunidad de tomar de-cisiones sustanciales. Al mismo tiempo, se puede prever que su estructurasociopolítica, con sus funciones conservacionistas, se verá sustituida porlas estructuras jerárquicas y burocráticas características de las institucio-nes estatales.

Otro punto importante de mencionar es que está previsto obligar a losvisitantes y pobladores de los parques a denunciar ante las autoridades

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estatales cualquier actividad no autorizada. De manera que los indígenashabitantes de las áreas de parques nacionales no tendrán derecho a recibirvisitantes personales sin un previo permiso del Estado venezolano.

Sólo resta por decir, en resumen, que los desarrollos actuales en Ve-nezuela no van ni a contribuir ni a garantizar la superviviencia de las cul-turas indígenas, sino que van, más bien, a transformarlos en artículos ac-cesorios de los recursos naturales administrados por el Estado, con todaslas consecuencias negativas que esto implica.

VII. DISCUSIÓN FINAL

En relación con los derechos de los pueblos indígenas observamospor momentos, a nivel mundial y especialmente en el contexto latinoame-ricano, el desarrollo de una situación contradictoria: por un lado, el desa-rrollo de nuevos estándares de derechos fundamentales que ya han encon-trado su expresión en varios instrumentos internacionales, por ejemplo, elConvenio 169 de la OIT o el Proyecto de la Declaración sobre los Dere-chos de los Pueblos Indígenas (discutido por el momento en la Comisiónde Derechos Humanos de la ONU), con sus ya conocidas garantías.

Por otro lado, encontramos un interés creciente de la opinión mundialpor la preservación de las zonas ecológicas frágiles del planeta: selvastropicales, zonas naturales de montañas, así como también las zonas fríasboreales. La mayoría de estas zonas son los espacios vitales de los pue-blos indígenas.

Se reconoce hoy en día que los peligros para estas zonas son tambienuna amenaza para estos grupos humanos, y partiendo de este reconoci-miento, muchas instituciones internacionales se ven obligadas a reaccio-nar (Benda-Beckmann, 1997). Como solución a esta problemática, sinembargo, se busca la imposición de la legislación estatal ambiental y ensentido general el refortalecimiento de los mecanismos de control estatal.En general, los proyectos internacionales sientan su prioridad en el esta-blecimiento y apoyo de tales estructuras, y los países beneficiarios de es-tos proyectos ven en esto la expresión de su legítimo y soberano poder.Cuando el Estado define los derechos y modos de uso de los recursos na-turales, provoca conflictos con las concepciones de los pueblos indígenassobre sus recursos y sus derechos en éstos.

Paradójicamente, los proyectos que pretenden asegurar el manteni-miento sostenible de las riquezas naturales subvierten exactamente aque-

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llas relaciones humanas con la naturaleza que hasta ahora han sido exito-sas en el mantenimiento de ellas. De esta práctica se desprende una nega-ción de los ya reconocidos derechos fundamentales de los pueblos indíge-nas. Queda abierta la pregunta de cómo armonizar la práctica de estosderechos sin que entren en contradicción con la idea básica de proteger elmedio ambiente.

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194 RENÉ KUPPE

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EL NUEVO INDIGENISMO IBEROAMERICANOEJEMPLIFICADO POR LA EXPERIENCIA BRASILEÑA1

Guillermo F. MARGADANT S.

SUMARIO: I. Observaciones introductorias. II. Panorama an-tropológico de los indios de Brasil. III. Importancia cuantitati-va actual de los indios dentro de la nación brasileña. IV. Bre-ve historia del problema de los indios brasileños a través decasi medio milenio. V. No todo es color de rosa. VI. Considera-

ciones finales.

I. OBSERVACIONES INTRODUCTORIAS

En este ensayo quiero esbozar la muy especial posición que grupos indí-genas cuantitativamente casi insignificantes, pero expuestos a una enor-me publicidad mundial, han conquistado y están defendiendo, con altas ybajas, frente a toda clase de individuos y agrupaciones particulares y amenudo frente al Estado brasileño mismo.

Primero quise llamar este estudio “ los indios del Amazonas” , peroya pronto me di cuenta de que este título hubiera sido demasiado amplio,y demasiado estrecho. Demasiado amplio, ya que nueve Estados iberoa-mericanos2 participan en el complejo y neurálgico mundo del Amazonas,no sólo Brasil (aunque la región brasileña de Amazonas ocupa dos quin-tas partes de aquel innmenso país); y demasiado estrecho, ya que selvasbrasileñas ajenas a la cuenca del Amazonas hospedan algunos grupos deindígenas que por sus problemas recientes han llamado poderosamente laatención de la opinión mundial, como son los yanomami.

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1 Muchos de los datos en que se funda el presente ensayo proceden de Web-Browser Altavista,Indians in Brazil.

2 Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, la Guyana francesa, Guyana (antes “Guyana inglesa” ),Perú, Surinam y Venezuela (por orden alfabético).

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He escogido este tema, a pesar de la orientación méxico-céntrico deestas jornadas, y también pese a la relativa insignificancia numérica de losindios brasileños (unos 250,000 de los millones de indios que se encuen-tran en Iberoamérica), porque la lucha de estos indios ilustra con eminen-te claridad diversos aspectos de la moderna problemática indigenista engeneral, de manera que nos ayuda, en México, a colocar nuestros propiosproblemas en una perspectiva realista y transnacional.

II. PANORAMA ANTROPOLÓGICO DE LOS INDIOS DE BRASIL3

Antes de lanzarnos a los problemas jurídicos que circundan ahora alos indígenas brasileños, quisiera presentar un resumen de lo que la antro-pología nos enseña sobre estos indios.

Los aborígenes brasileños se encuentran sobre todo en la cuenca delAmazonas, con su amenazada selva tropical, pero también hacia la fron-tera de las Guyanas y de Venezuela. Alrededor de ellos existe general-mente un grupo de mestizos (caucasiano-indígenas), los “mamelucos” .

El conjunto de estos indios comprende unas 215 etnias, identificadascon unos l70 idiomas, y viven en unos 526 territorios reconocidos comoindígenas, en grupos que varían de unos 20,000 (los ticuna) hasta alrede-dor de l0 individuos; además, algo así como 50 etnias hasta la fecha hanevitado con éxito todo contacto con el mundo occidental.

Algunas de las etnias ya identificadas han alcanzado cierta fama in-ternacional (generalmente por sus particulares sufrimientos, pero a vecestambién a causa de alguna llamativa victoria sobre “el progreso” o sobrebien-financiadas injusticias), como los yanomami (repartidos entre Vene-zuela y el Brasil), los kayapo o los guarani.

196 GUILLERMO F. MARGADANT S.

3 La gran atención que a menudo el periodismo internacional dedica al indio brasileño, todavíano va acompañada por una equivalente abundancia de estudios antropológicos. En este campo, losestudios sobre África occidental, por ejemplo, parecen superar en cuantía y calidad la actual produc-ción académica sobre los indios del Brasil. El Handbook of Middle American Indians, de ahora l6 volúmenes y 4 suplementos, editadodesde la mitad del presente siglo, puso una base de índole más bien materialista, estudiando sobretodo la adaptación de los grupos humanos a su medio ambiente. Sobre esta base, Levi Strauss agregóvisiones e investigaciones, cuya inspiración ha sido caracterizada como más bien “ idealista” , y quese fija especialmente en la impresión que la mente humana se haya formado de la naturaleza cir-cundante. En esta segunda etapa, sobre todo los antropólogos franceses, ingleses, portugueses y jóvenesbrasileños están continuando la labor de investigación, en cuanto a los indios del Amazonas.

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Algunas de estas tribus son nómadas, pero los modernos antropólo-gos han estudiado sobre todo diversas etnias sedentarias, encontrando en-tre ellos a menudo interesantes estructuras sociales (en que los shamanesy ligas de parentesco pueden jugar un papel preponderante, más bien queuna diferenciación en términos de propiedad). Se trata de organizacionespor aldeas: las etnias brasileñas no han formado reinos territoriales convarios asentamientos jerarquizados, aunque sí encontramos tribus a lasque constitucionalmente corresponden enormes extensiones de terrenosilvestre (a los indios de Brasil, representando dos por mil de la poblacióntotal, les corresponde un 11% del territorio nacional).

Como ya dijimos, de algunos grupos nos consta la existencia sólo porrelatos de otros indios, o por observaciones aéreas: todavía han logradoevitar todo contacto con la cultura occidental.4 Varios otros grupos vivenahora en su primera fase de este contacto. Pero la mayoría de estos indiosya han tenido una larga —y a menudo dolorosa— convivencia con Brasiloccidentalizado.

En la fase anterior al contacto entre “ los dos mundos” hubo una con-siderable variedad entre las diversas culturas indígenas, probablementemayor a la que existe en la actualidad entre las etnias que estén ya encontacto con el mundo “blanco” ; y como el impacto europeo ha sido dediferente intensidad en las diversas ramas del mundo indígena brasileño,sólo un detallado análisis histórico podría explicar el panorama actual delas diversas culturas étnicas que, a veces con notable tenacidad, han lo-grado sobrevivir (a pesar de las epidemias, la destrucción de parte de suhábitat y los efectos negativos del mundo blanco sobre su estructura so-cial y sus religiones).

Ahora, en un mejor ambiente nacional y mundial para ser escuchadas,muchas de estas etnias están ahora reclamando un lugar propio, con res-peto de su idiosincrasia, dentro del Brasil del siglo XXI.

Parece que debemos distinguir entre dos categorías de grupos de in-dios, los “ ribereños” , con sociedades más estructuradas a la luz de pro-piedad o posesión, y donde el poder político parece seguir los patronesdel poder económico, y los “marginales” , en territorios alejados de losgrandes ríos. Es precisamente en la observación de esta segunda categoría

EL NUEVO INDIGENISMO IBEROAMERICANO 197

4 Por ej., en el territorio indígena Uru-Eu-Wau-Wau, ya invadido por varios grupos blancos,hay etnias que sólo desde hace l5 años tienen contacto con el mundo occidental, y tres etnias que hanescapado a este contacto. Uno comprende qué difícil es ahora la defensa eficaz de estas tierras antelas autoridades “blancas” .

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de etnias que el observador típico, perteneciente al mundo académico oc-cidental, encuentra obstáculos para la comprensión del mundo indígenabrasileño, pues no se trata de sociedades estratificadas de acuerdo conprincipios materiales. La tenencia de la tierra es colectiva, no existen re-baños de animales domesticados, no utilizan dinero o algo parecido al di-nero y existe una obligación social de compartir; muchos objetos acumu-lados, relativamente valiosos, de uso personal, son enterrados con sudueño. No hay mercados, no observamos sistemas de sucesión patrimo-nial, o costumbres acerca de la dote, pago por la novia, etcétera.

Como las zonas ocupadas por la primera categoría de asentamientos,de los grupos ribereños, a menudo han sido importantes para el colonooccidental, muchas de estas etnias han sido desplazadas, y la compara-ción entre, por ejemplo, los achuares todavía ribereños y los achuares quese vieron obligados a volverse interfluviales, ofrecen interesantes posibi-lidades de juzgar si el impacto del medio ambiente sobre la estructura so-cial ha sido realmente tan determinante como antes afirmaba la EscuelaMaterialista.5

Los indios brasileños viven en sus propios asentamientos, que nocomparten con otros elementos de la población. Se encuentran fundamen-talmente dedicados a actividades de cacería (a veces todavía con arco yflecha, o con cerbatana), pesca y recolección, o a una agricultura de sub-sistencia; pero en muchas ocasiones también trabajan para empresas delos “blancos” , en algunos casos precisamente en las empresas que estánperjudicando a su hábitat, de manera que hay casos en que la FUNDAI,organización estatal que debe vigilar los intereses de los indios y que re-presenta las comunidades indígenas en relación con muchos de sus intere-ses, toma medidas contra ciertas empresas nocivas, y luego recibe quejasde parte de los indios que perdieron sus empleos por la retirada de suspatronos.

III. I MPORTANCIA CUANTITATIVA ACTUAL DE LOS INDIOS

DENTRO DE LA NACIÓN BRASILEÑA

Cuando llegaron los portugueses a Brasil había unos cinco millonesde indios, que en la actualidad se han reducido a una vigésima parte de la

198 GUILLERMO F. MARGADANT S.

5 A este respecto el libro de Descola, es importante.

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cantidad original: unas 230,000 o 250,000 almas, menos del uno por cien-to de la totalidad de los indios de Iberoamérica, y a causa de la enormeinmigración hacia Brasil, algo como 0.l5% de la población brasileña total,de unos l58 millones.

Esta reducción se debe en parte a diversas epidemias, normales cuan-do dos ramas distintas de la humanidad que desde siempre o desde hacemucho tiempo vivieron en forma separada, y de pronto entran en contac-to. Todavía en la actualidad, la expectativa de vida entre los indígenasbrasileños (45.6 años, y en algunas etnias cerca de 38 años) se comparamuy desfavorablemente con la del brasileño promedio (66.7 años).

Otro factor ha sido la existencia de múltiples luchas interétnicas,agravadas por la introducción de armas europeas, aunque también influyóla cacería humana por los bandeiranes, mercaderes de esclavos en tiem-pos coloniales, que contribuyeron al mestizaje: una vez vendidos comoesclavos a las grandes plantaciones, los indios allí se mezclaron general-mente con los esclavos de origen africano.6

La moderna investigación histórica muestra que hasta mediados delsiglo XVII todavía hubo importantes sociedades indígenas ribereñas en laregión de Amazonas, pero que fueron destrozados por europeos cazado-res de esclavos, ya que la protección de los indios contra la esclavitudnunca fue eficaz en Lusoamérica.

Muchos indios emigraron en los siglos pasados hacia las nuevas ciu-dades, para incorporarse allí en el escalón proletario más modesto. Paralos fines estadísticos, con esto dejaron de ser “ indios” , y cuando (a pesarde la ficción de la igualdad) el legislador comenzaba a ofrecer al indiobrasileño ciertas formas de protección, de tutela, e inclusive algunos pri-vilegios en materia penal, los indios que vivieron dentro del proletariadourbano ya no pudieron aprovecharlos.

Pero los indios, oficialmente considerados como tales, llegaron a seruna minoría apenas perceptible dento de aquel enorme país, cuando co-menzó la tremenda inmigración hacia el Brasil durante el siglo pasado.7

Los que viven en comunidades indígenas, participando en sus costum-

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6 Desde l538 hubo en el Brasil una fuerte inmigración forzada de africanos (en total unos cincomillones de individuos, que han dejado huella muy notable en un 20% de la población brasileña,sobre todo en la costa, contribuyendo a su frecuente belleza y su optimismo (y también al éxito de loscarnavales brasileños).

7 En la actualidad, la población brasileña de unos 158 millones, es 60% de origen caucásico(portugueses, italianos, alemanes, sirios y libaneses, sobre todo), y por un 30% de mestizos y mulatos.

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bres, probablemente no llegan a un 0.2 por ciento de la población total;sin embargo, después de un descenso inquietante, en estas últimas déca-das su población ha estado creciendo, de nuevo.8

IV. BREVE HISTORIA DEL PROBLEMA DE LOS INDIOS BRASILEÑOS

A TRAVÉS DE CASI MEDIO MILENIO

En la actitud del Brasil oficial hacia sus indios se observan varias fa-ses, que no coinciden con la periodización tradicional de la historia brasi-leña, como veremos.

A. Antiindigenismo de colonos vs. filoindismo de ciertos sectores de laintelectualidad en tiempos coloniales

Durante la fase colonial hubo elementos favorables al indio —sobretodo clericales— alrededor del gran centro formal del poder, el trono;pero las distancias enormes en combinación con la deficiente técnica delas comunicaciones, a menudo derrotaron la buena voluntad de la Corona.

Nocivo para el indio, un frecuente pretexto usado por el colonizadorpara maltratar y esclavizar9 a los indios, fue la alusión a la antropofagia,“ idolotría”, sodomía y otros rasgos encontrados en ciertas tribus indígenas,además de la crueldad con que a menudo reaccionaron ante los intentos occi-dentales de interferir con su vida: era el “noble deber moral” de los blancos“salvar” de la perdición a esos malvados primitivos (en fin, los cristianostenemos nuestro corazoncito y nos duele pensar en lo que Dios hará con esoscriminales después de la muerte, si no intervenimos); y las frecuentes gue-rras internas —a menudo muy crueles— dentro del mundo indígena no ayu-daron a mejorar la opinión que el colonizador tuvo de los aborígenes.

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8 Dentro del incremento general, de todos modos sigue inquietante el alto nivel del suicidio envarias comunidades étnicas, precisamente en grupos expuestos a maltrato de parte de los blancos ysus autoridades.

9 Si utilizo el término de “esclavizar” , me refiero más bien a situaciones de facto que de iure.Formalmente hablando, el indio estuvo amparado contra la esclavitud, como en Lusoamérica comoen Hispanoamérica, pero el control respectivo en la América portuguesa (“Lusoamérica”) era muchomás deficiente que en Hispanoamérica (en general, la administración española de las posesiones deultramar estuvo más seria y eficaz que la portuguesa). Se calcula que en la actualidad la región delAmazonas cuenta todavía con unos 9,000 casos de facto-esclavitud (Comisión Pastoral de Tierras,Internet l.c....nl/9205/0047.html del 31.III.l992).

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En Hispanoamérica, fray Bartolomé de las Casas y su grupo tuvieronun relativo éxito en la defensa del indio contra esta conspiración de des-precio, de nobles propósitos de “salvarlo” , y de intereses materiales. EnLusoamérica no hubo fraile con el poder de De las Casas, pero a través dela elite peninsular, el lascasianismo de todos modos influyó también en laAmérica portuguesa (no olvidemos que de l580 a l640 España y Portugalvivieron inclusive bajo una misma Corona; es verdad que esta “uniónpersonal” no unificó los sistemas jurídicos, pero entre ellos existió unevidente aire de familia). Así, además de una defensa formal contra laesclavitud, el reconocimiento de parte de la Corona (l609) de que los in-dios no debían ser privados de las tierras que tradicionalmente usaron, esuna clara indicación de existencia de una corriente filoindígena en la cús-pide peninsular del poder. A esta línea ya se había agregado la famosadeclaración papal de l537, de que los indios tenían alma, y este campofiloindista recibió también apoyo del lado de aquel antihispanismo quedesde el siglo XVI predominaba en Europa no católica (Inglaterra, Ho-landa, Europa central y septentrional) y —por razones geopolíticas—también en Francia, hizo florecer allí la famosa “ leyenda negra” respectode la colonización ibérica en América,10 con terribles exageraciones (bienilustradas mediante excelentes —y sádicos— grabados como los de DeBye); “negra” respecto de España y Portugal, pero “blanca” respecto delos indígenas. Sobre esta base, algunas generaciones después, comenzó apopularizarse en Europa la leyenda del “bon sauvage” , que (en unión conel retorno a la naturaleza, preconizado por Rousseau) contribuyó a unmarcado filoindismo en ciertos grupos de intelectuales.11

Así, con la actitud polémica de De las Casas, y luego esta sentimenta-lización del “ indígena, todavía no afectado por la corrompida civiliza-ción” , comenzó una corriente liberal-intelectual que en la actualidad si-gue siendo de gran importancia para la conservación e inclusive para elfortalecimiento de la idiosincrasia de los indios: la simpatía de parte deinfluyentes grupos de intelectuales liberales, que muchas veces sin tenerideas muy concretas sobre los problemas en cuestión, avalan —desdedentro de la nación-huésped de los indígenas, pero sobre todo desde afue-ra—, las actuales peticiones de los indios; una corriente que por el modernoauge de las ONGs y su impacto sobre los gobernantes recibe una incre-mentada importancia. A este respecto hubo cierto retroceso a mediados

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10 “África comienza por los Pirineos” .11 La noveleta de Voltaire, L’Ingénu, es un buen ejemplo al respecto.

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del siglo pasado, por la creciente popularidad del darwinismo, que permi-tía al elemento no-indígena de las naciones-huésped (un sector cada vezmás interesado en las tierras de los indígenas) interpretar al indio comoun ser intermedio entre los simios y la “corona de la creación” ; un ser,por lo tanto, que merece ayuda para su asimilación (con la desapariciónconcomitante de su cultura), y que mientras dure su asimilación merecetutela.

Sin embargo, la nueva actitud del indigenismo, de reclamar respeto asu idiosincrasia y rechazar todo intento de forzar la asimilación del indio,encuentra de nuevo un gran apoyo en la influente y numerosa ala intelec-tual-inconformista del liberalismo moderno, que es más aprovechable queantes a través del complejo mundo actual de las ONGs y —desde hacealgunos años— del Internet, factores a los que la actual causa indigenistadebe mucho.

B. El enciclopedismo del siglo XVIII: la igualdad, arma de dos filos

El fetiche de la “ igualdad” , que vino con el impacto general de laRevolución francesa, probablemente ha sido más bien nocivo para el in-dio: impedía aquella protección global de las tierras de los indios, que elrégimen portugués antes había ofrecido (aunque no en forma muy eficaz)en una Carta Regia del 30 de junio de l609. En l888, la esclavitud (deindios y de afrobrasileños) fue abolida,12 con lo cual todos los indios —losesclavizados y los que habían preservado su libertad— finalmente alcan-zaron el dudoso puerto de la ficción de que todos los ciudadanos soniguales ante la diosa justicia.

C.El burguesismo: el fetiche liberal de la propiedad privada, nocivopara los indígenas

Además, dentro de las ideologías típicas de la burguesía del siglo pa-sado encontramos la glorificación de la propiedad privada, tan diferentede la propiedad colectiva, en boga en muchas comunidades de indios, y laocasional privatización de tierras de indios abrió el mundo indígena para

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12 De todos modos, parece que existe todavía una situación muy parecida a la esclavitud, acausa del atamiento de los peones a las haciendas, mediante deudas impagables, transmitidas de ge-neración a generación.

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una infiltración de parte de nuevos propietarios desde “afuera” : outsi-ders, incompatibles con el ambiente de intimidad, de encontrarse entrenous, que es necesario para la sicología de una comunidad indígena.

D.Próximo fetiche burgués, peligroso para el indio: la tecnología y el“progreso”

La paciente observación de la naturaleza (más bien que una entrega ala curiosidad metafísico-teológica respecto de temas que quedan parasiempre vedados al análisis cerebral), dentro de la tradición cultural in-glesa, había dado lugar a la Revolución industrial (con los triunfos de lamecánica, a fines del siglo XVIII, en Inglaterra), la que durante el siglopasado se divulgó en todo el mundo noratlántico, acompañada de una in-vestigación audaz y profunda en las ciencias exactas, que en el siglo ac-tual llevó a grandes alturas la aplicabilidad de la electricidad, electrónicay energía nuclear, además de la íntima unión entre física y química. Lahistoria social desde esta invasión de modernidad material ha sido básica-mente la absorción de estas innovaciones por la vida de las comunidadestradicionales y su discusión de los dogmas espirituales, a menudo oscu-rantistas, de la tradición. Sobre todo desde la Primera Guerra Mundial ob-servamos frecuentemente, en las actitudes de la burguesía occidental (einclusive a nivel proletario), una ciega fe en la tecnología moderna, unasentimentalización del progreso material, y la creencia de que la técnicaresolvería el problema de la pobreza de los pueblos, típica de tantas ramasde la humanidad. Es sólo en estas últimas décadas que está ganando terre-no la conciencia de que el progreso tecnológico tiene que hacerse en for-ma “sostenible” , respetando el abecedario de la naturaleza que nadiepuede violar impunemente (desgraciadamente, este abecedario está prote-gido por sanciones que no recaen sobre los pecadores, sino sobre las pró-ximas generaciones de éstos, e inclusive sobre las futuras generaciones delos vecinos de los pecadores mismos).

Así, durante muchas décadas de este siglo, y todavía para muchospensadores y políticos, el progreso material, aun en perjuicio de la natura-leza, es la gran solución para los problemas sociales, y oponerse al pro-greso, a nombre de ideas románticas, como la idiosincrasia de indios“primitivos” , o de “madrecita naturaleza” , es simplemente inmoral: espostergar la miseria de los marginados a ciertos valores sentimentales he-redados de un pasado romántico.

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Desde los años sesenta, con el Silent Spring, de Carson, las obras po-pulares del matrimonio Ehrlich y de los pioneros, una corriente con as-pectos popular, académico y oficial, cada año más poderosa, está opo-niéndose a todo progreso que no tome en cuenta los requisitos de laracionalidad ecológica, entre ellos, el de la biodiversidad; con esto, unacorriente de ciego “progresismo”, que a través de la destrucción de suhábitat ya había comenzado a causar grandes daños al indígena en gene-ral, y muy visiblemente al indio brasileño, ya cada año más criticada a laluz del ecologismo moderno. Un buen ejemplo de esta tendencia favora-ble es el viraje del Banco Mundial y de otros grandes grupos financieros,hacia una actitud ecológicamente más responsable en su política de apo-yar o de no apoyar.

E. La intelectualidad liberal ayuda al indio brasileño: el SPIy la FUNAI

La situación comenzó a cambiar a favor del indígena brasileño, cuan-do dentro de la intelectualidad blanca, al comienzo del siglo, comenzabaa crecer una corriente filoindigenista brasileña, que, a pesar de la ficciónde la igualdad frente al derecho, consideraba que el indio se encontrabaen tal situación de inferioridad sociopolítica que necesitaba medidas pro-tectoras especiales, y el coronel Rodón logró, en l910, la fundación de unservicio, cuyo nombre (a partir de l9l8) fue Servicio de Protección delIndio (SPI), una rama del gobierno federal. Entre las ideas de esta co-rriente encontramos todavía la idea de que convenía ayudar al indio a asi-milarse a la civilización occidental; la moderna tendencia de proteger lapropia idiosincrasia del indio contra la absorción (o sea asimilación) toda-vía no estaba visible en el ambiente del SPI.

No todos vieron esta innovación con buenos ojos, y hubo inclusiveuna corriente antiindigenista, que consideraba a los indios como enemigointerno, obstáculo de los modelos nacionales modernizantes. Se podíaaprovechar para la decoración de la casa lo folclórico-indígena, perosiempre viéndolo como pintoresco eco de un primitivo pasado, afortuna-damente derrotado; pero, de todos modos, algo que compaginaba biencon una reproducción de un cuadro de Miró o de una estatua de Brancusi.

La corriente filoindigenista incrementó su impacto, y la Constituciónde l934 ya declaró las tierras indígenas “ inenajenables” ; luego, de Cons-titución a Constitución la posición del indígena ha mejorado, y la de l988

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reconoce expresamene el derecho de los indios a los recursos naturalesdentro (o por debajo) de sus tierras.13

Pero, por otra parte, los indios, aunque sean nacionales del Brasil, nogozan de una plena ciudadanía: son equiparados a personas de entre l6 y21 años y su capacidad jurídica es restringida en varios aspectos.14

En la actualidad, la Constitución brasileña de l988 contiene unos 12artículos sobre los indígenas,15 pero no todos corresponden a lo que losobservadores filoindígenas considerarían como acertadas formulacionesdel verdadero interés del indígena; por ejemplo, los terrenos en que vivenlos indios de la selva son declarados patrimonio de la Unión, poseídos yusufructuados por los indios, sin pertener a ellos.

Al lado de las normas constitucionales sobre nuestro tema encontra-mos la Ley 6,001, del l9 de diciembre de 1973, que desde la fase constitu-cional anterior ha sido trasladada hacia el Brasil actual; es un producto dela fase inmediatamente posterior al encargo, aceptado por la FUNAI de “pa-cificar” el mundo indígena; aunque se nota en esta ley claramente unabuena voluntad hacia los indios, sigue bloqueando la eficacia procesal delas organizaciones indígenas formadas desde la base autóctona misma, yrespira más bien un ambiente de asimilación que de respeto a la idiosin-crasia indígena.

Al lado de todo lo anterior, encontramos en el Código Civil16 variasdisposiciones sobre los indios en relación con las ya mencionadas limita-ciones a su capacidad jurídica.

En cuanto al SPI, desgraciadamente la ineficacia —aquella plaga ge-neral de toda burocracia—, pero también la corrupción y con ella la infil-tración en esta bienintencionada institución, de intereses de chicleros,rancheros y taladores, hicieron que dejara de responder a las expectativas.Como consecuencia de su fracaso, la población indígena seguía bajando,

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13 Sin embargo, la situación no es muy clara, y el Congreso, mediante una ley especial, puedeconceder la explotación de tales recursos a terceros, previa consulta con los indígenas en cuestión. Esimportante al respecto que la propietaria de estos terrenos no son las comunidades de indios, que alrespecto no tienen personalidad: sólo la Unión figura como titular de los terrenos cuyo uso correspon-de a los indios.

14 Además (pero esto es normal) la Constitución en su art. l69, l.3, aunque reconozca ciertaautonomía interna de comunidades indígenas, les bloquea el camino hacia la pretensión de ser “sobe-ranas” .

15 Art. 20-XI, 22.XIV ?, 49.XVI, l09-XI, l29-V, l76-1, 210-2, 215-1 & 2, 231 y 232, ademásdel art. 67.

16 A pesar de ser una verdadera federación y de mostrar gran variación regional en la economía,los panoramas sociológicos y la cultura, el Brasil cuenta con un solo Código Civil para todo suterritorio.

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y alcanzó en l957 un nivel inquietantemente bajo de unas 99,700 almas;17

afortunadamente, desde entonces la población de indios ha vuelto a au-mentar, y el censo de l987 menciona al respecto la cifra de 213.3352.Ahora parece estar de nuevo entre los 230,000 y los 250,000 individuos.

A pesar del SPI, hubo casos de esclavitud de indios, y de genocidio(por medios biológicos o por vías más tradicionales), y el creciente des-contento, en círculos responsables nacionales e internacionales, sobre lacondición del indio brasileño dio lugar a dos consecuencias:

a) La liquidación del SPI, en l967, y su sustitución por la FundaciónNacional Indígena (FUNAI), que ofrece mejores garantías de rectitud yeficacia (aunque también se encuentra sitiada por quejas y críticas), y

b) El muy detallado Reporte Figueiredo, de l968, de unos veinte vo-lúmenes (más de 5,000 páginas) sobre las deplorables condiciones en quevivieron los indios brasileños, que causó un fuerte impacto en el Brasil yen el extranjero.

F. La voz del “progreso” llega en forma más oficial, concretay amenazadora: el Plan de Integración Nacional

Desafortunadamente, en la misma época en que comenzaba a trabajaresta Fundación surgió un nuevo peligro para el indio brasileño (cuandomenos, el de la región del Amazonas): el Plan de Integración Nacional,empujado por el gobierno militar de aquel entonces, que quiso abrir aque-lla enorme región selvática del Brasil para la economía moderna. Variasinstituciones importantes, como el Banco Mundial y el Banco Interameri-cano de Desarrollo, apoyaron este Plan, y pronto comenzó su parcial eje-cución: la construcción de la carretera transamazónica, con fajas lateralesde “ reserva federal” de 100 kilómetros de las cuales los indios fueronexpulsados.

Inmediatamente después, en l970, la FUNAI celebró con el gobier-no18 un convenio en el cual se obligaba a “pacificar” unas treinta tribusindígenas, en bien de la construcción de las nuevas carreteras, y las noticiasacerca del involucramiento de la FUNAI en proyectos que perjudicaban alos intereses indígenas recibieron impulso cuando Antonio Costrín, unode los oficiales prominentes de la FUNAI, renunció ruidosamente, advir-

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17 Entre l900 y l957 se calcula que 87 etnias desaparecieron, con lo cual se empobreció la so-ciodiversidad, concepto en la actualidad tan importante como la biodiversidad.

18 O sea con la SUDAM, la Superintendencia para el Desarrollo de la Región de Amazonas.

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tiendo que esta “pacificación” daría lugar a casos de etnocidio, y epide-mias, además de diversas formas de injusticia y crueldad.19

Lo que hace peor esta posición dudosa de la FUNAI, es el hecho deque los indios no tienen, en forma directa, un locus standi en los tribuna-les brasileños, para la defensa de sus derechos; todo tiene que tramitar-se a través de la FUNAI, de manera que si ésta realmente se convierteen un instrumento del “progreso” , bajo cuya bandera debe “pacificar” alos indios, uno recuerda la antigua expresión de la “ Iglesia en manos deLutero” .

Inclusive, si cuando menos formalmente la FUNAI estuviera total-mente dedicada al interés del indígena, de todos modos se encontraría ex-puesta a la fuerza corruptora sobre otras autoridades que ejercen las enor-mes cantidades de dinero que apoyan una política antiindigenista; líderesresponsables de la FUNAI han protestado varias veces ya contra la faltade colaboración que esta institución encuentra de parte de otras depen-dencias oficiales, e inclusive contra la desviación de fondos concedidos ala FUNAI hacia otros destinos, por el ministro de Justicia,20 y contra cla-ros actos de sabotaje gubernamental.

No olvidemos que la corrupción en el Brasil es notable: la Universi-dad de Gotinga cuenta con un departamento especial que estudia las altasy bajas del nivel de la corrupción en los 54 países de mayor importanciaeconómica, y para l996 el Brasil figura allí, desde el extremo de (siemprerelativa) honestidad en el lugar número 40, o sea en un lugar ligeramentepeor que el de México.21

De todos modos, en estos últimos años lo negativo dentro de la FU-NAI no parece ser su aspecto predominante, y encuentran en la literaturamoderna una gran cantidad de casos en que la FUNAI parece estar cons-ciente de su deber moral hacia el indígena; pero el año pasado el enérgicopresidente de la FUNAI, Marcio Santilli, tuvo que renunciar bajo presión

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19 Fue sustituido en la dirección de la FUNAI por A. Ribeiro da Silva, cuya política de comba-tir a los latifundistas en sus actitudes ilegales, crueles y arbitrarias hacia los indios afectó demasiadosintereses inconfesables, de manera que fue sustituido por Nobre da Veiga, en l979, animado por ideasde desarrollo y progreso que son precisamente conceptos peligrosos desde el punto de vista del nuevoindigenismo. En l996, la renuncia de Marcio Santilli, por la presión de las mafias antiindigenistas,causó de nuevo una ola de indignación nacional e internacional contra la FUNAI.

20 Internet, l.c. ...nl/9603/0230.html del 27.III.l996.21 Estos datos pueden consultarse constantemente en el Internet: http://www.sgwdg.de/~

uwvw/rank-96. htm. Davis Price, en Before the Bulldozer, l989, presenta en forma detallada y apasio-nada sus experiencias, a menudo amargas, con la FUNAI, y en la p. 22 encontramos un clásico casode corrupción, en el seno de esta institución.

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de las mafias antiindigenistas,22 siendo sustituido por Julio Gaiger, que nogoza precisamente de la confianza de las organizaciones autónomas delos indígenas. Parece que la solidaridad entre grupos masónicos dentrode la FUNAI y dentro de la policía federal obstaculizan importantes in-vestigaciones, tales como de la ocupación de la oficina de FUNAI y delsecuestro temporal de su presidente, Santilli, por indios xavante.23 Otroproblema es la existencia de varios subgrupos dentro de la FUNAI, que amenudo se combaten, y el hecho de que altos funcionarios o ex funcio-narios de ella parecen manipular grupos indígenas para sus fines perso-nales.24

Al lado de la FUNAI encontramos ahora una división especial de laProcuraduría de la Unión, que debe proteger al indígena, y que a veces secensura a la FUNAI cuando ésta descuida sus deberes hacia el indio.

G.Un nuevo factor muy importante, visible desde hace unas pocasdécadas: la nueva conciencia étnica dentro del mundo indígenabrasileño: respeto a la idiosincrasia indígena en vez de “asimilación”

Actualmente, el indio ya no quiere que lo organicen desde afuera, conelementos occidentales (a menudo animados de la mejor intención); bus-ca organizarse desde dentro, autónomamente; por ello algunas organiza-ciones indigenistas quieren colaborar con la FUNAI (cuyos múltiples de-fectos no siempre emanan sólo de su estructura formal, sino que sederivan, además, de la tan discutible naturaleza humana, más difícil decambiar que las instituciones impuestas por legisladores)25 y ayudarpara que dentro de ella los buenos elementos triunfen sobre los corrup-tos, pero otras ya no quieren depender de la tutela de institucionesblancas, semejantes.

Así surgieron varias organizaciones autónomas de los indios, entrelas cuales las más eficaces parecen ser: UNI, COIAB, CUNPIR, COMIN, laCAPOIB y la Alianza de Pueblos de la Floresta. Sus conferencias deprensa y otras manifestaciones alcanzan regularmente el Internet, y quie-ro llamar la atención, inter alia, sobre el Center for World Indigenous

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22 Internet, l.c. ../nl/9603/0079.html del l2.III.l996.23 Internet, ibidem (ver nota anterior).24 Internet, l.c. .../nl/9603/0230.html, del 27.III.l996.25 “The main problem with humanity is that people are just not very nice...” , como afirma (con

un toque de antiguo victorianismo) la fina autora Anne Fremantle.

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Studies, de creciente prestigio, creado en l984 y administrado por intelec-tuales indígenas.26

El amor del nuevo movimiento indígena a su cultura llega al extremode reclamar protección de los derechos intelectuales del indio en caso deque personas ajenas al mundo indígena comiencen a hacer dinero conimágenes e ideas (inclusive la medicina naturista) pertenecientes a lasculturas indígenas.27

Otras organizaciones parecen surgir de buenos elementos del mundoextraindígena, pero colaboran tan íntimamente con los indios y tienen atal punto su confianza, que pueden colocarse en la misma categoría de lasagrupaciones autónomamente indígenas. Un ejemplo es el activo CIMI(Consejo Indianista de Misioneros).

Desde luego, en la actitud de estas organizaciones sentimos clara-mente el deseo de los indios de ser dejados solos para cultivar sus propiascostumbres, inclusive religiosas, un deseo considerado por muchos —in-clusive por respetables e idealistas pensadores modernos— como contra-rio al Zeitgeist. “Vivir es construir puentes” , dice el poeta-intelectualGottfried Benn, y el aislamiento es considerado por muchos como unaforma de egoísmo antisocial, casi inmoral, y no puede echarse a sacoroto, sin más ni más, el argumento de que una fracción de la poblaciónque alcanza apenas el uno por mil de la población nacional, pero que tie-ne preferencia sobre un 11% del territorio, peca de egoísmo si bloquea asíel camino al “progreso” (carreteras, presas, incremento de la ganadería, ex-plotación mineral y forestal), en perjuicio de una nación con tantos gruposque en las fabelas y regiones inhóspitas arrastran una existencia miserable.

Efectivamente: gobernar es equilibrar intereses, cuya compatibilidadtotal sería imposible de alcanzar.

H.La inserción de la lucha indigenista brasileña en el movimiento indi-genista transnacional

Además de este despertar del indio brasileño mismo, observamosactualmente toda una corriente mundial emocional, favorable al in-

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26 P.O.Box l064, Occidental, CA 95465, USA, tel. (707) 869-31377; E-mail [email protected]> Para laparte de la humanidad ahora estudiada y defendida por esta oleada de organizaciones indigenistasformadas desde la base, no desde el mundo blanco, el término del “Cuarto Mundo” está actualmenteponiéndose de moda.

27 Internet, l.c. ...nl/9604/0200.html del 30.IV.l996.

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dio,28 y relacionada con una creciente autocrítica de la cultura occiden-tal, que nosotros mismos generalmente ya no consideramos como “ la”cultura, reconocemos cada vez más francamente que las sociedades“ primitivas” no son tan primitivas desde todos los ángulos (cuandomenos no padecen la enajenación individual, tan común dentro denuestros lonely crowds,29 “ ni de la frecuente autoidiotización de nues-tra juventud urbana, o de la ostentativa y ruidosa vacuidad materialistade muchos que se consideran como parte de nuestras elites).30

La lucha de los indios del Brasil por preservar su identidad tribal hasido alabada inclusive por la Corona española, que entregó en abril del996 el premio oficial Bartolomé de las Casas a la valiente etnia tapirap,asistida por misioneros católicos.31 El indio brasileño ya no lucha solita-riamente: cada año recibe más apoyo moral y material de organizacionesemanadas del moderno indigenismo-desde-la-base.

Sus victorias son celebradas internacionalmente inclusive por Inter-net, y sus crisis dan inmediatamente lugar a avalanchas de cartas y tele-gramas de agrupaciones indigenistas extranjeras o transnacionales, y gruposhumanitarios dirigidas a las autoridades brasileñas.

I. Otro factor reciente, favorable: la reanimación de la curva demográficaindígena en el Brasil

Arriba ya hemos dado algunos datos sobre esto, y el incremento de lapoblación indígena es demasiado visible y relevante como para atribuirloa una de esas fluctuaciones casuales, o a un defecto de la observación es-tadística: se trata de una verdadera tendencia cuya permanencia, por otraparte, no queda asegurada.

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28 Síntomas de esta corriente son el otorgamiento del Premio Nobel a Rigoberta Menchú, y ladecisión de la ONU de celebrar cada 4 de agosto el “Día del Indígena” (desde l994, los indios propo-nen ahora, burlonamente, la creación de un “Día del hombre blanco”). Mencionemos también laanual “Semana del Amazonas” , N. York, en septiembre, organizada por líderes indígenas. Evidente-mente, a esta corriente pertenecen también los inmaduros intentos de nuestra juventud, estilo NewAge, de imitar el shamanismo indígena, sus ceremonias con “pipas sagradas” y otras modas juveni-les, que uno puede considerar como enternecedoras, como idiotizadas o como vergonzantes trivializa-ciones, según el humor del observador.

29 Aunque en parte superado por nuevas investigaciones y visiones, el libro de Davis Riessman,The Lonely Crowd, se mantiene en el rinconcito de mi biblioteca donde sólo admito los tops.

30 Cf. la sonante última frase de la novela de Susan Sontag, The Vulcan Lover, dice: “Theyconsidered themselves civilized; they were merely despicable. Damn them all!” . Algo semejante nose diría tan fácilmente de las elites de las etnias.

31 Internet, l.c. ...nl/9604/0139.html del 21.IV.l996.

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Siempre es delicado interpretar un fenómeno semejante. ¿Se trata deun reflejo de nuevas esperanzas que ahora tienen estos grupos, ya no tanabandonados a su triste suerte como antes? ¿Se trata del efecto de unamejora económica y dietética, quizás en parte debida a la infiltración del“progreso” antiétnico? ¿Sería la consecuencia de ciertas medidas de salu-bridad, que por fin llegan a la base indígena?

J. Importantes convenciones internacionales en pro del indígena

Varias convenciones internacionales, importantes y de relativa efica-cia, reflejan la nueva sensibilidad mundial, tales como las propuestas porla OIT, aceptadas por muchas naciones. Me refiero sobre todo a la Con-vención l07 (l957) y más aún a la l69;32 sin embargo, se percibe en estosdocumentos cierta presión para la asimilación: no parecen ser muy respe-tuosos de la idiosincrasia indígena; pero esto comenzó a cambiar con laDeclaración de San José, de l981, detrás de la cual se encuentra la UNES-CO, que subraya el derecho de las etnias a ser diferentes (algo que po-dría conectarse con la autodeterminación de los pueblos, reconocidaen la Carta de la ONU, artículo 12). Ahora, la sociodiversidad y etnodi-versidad ya casi han alcanzado el prestigiado rango dogmático de la bio-diversidad.

La preparación por parte de la OEA de una declaración sobre pueblosindígenas, en marcha desde hace algunos años, es también un signo favo-rable para la causa indígena.33 Favoreciendo a los pueblos que ofrecencontinuidad histórica con sociedades que existieron anteriormente al “En-cuentro entre los Dos Mundos”34 y permitiendo a los grupos de indígenassu autoidentificación, el proyecto en cuestión contiene amplias peticionesen cuanto a derechos humanos, desarrollo cultural autónomo, materia po-lítica, aplicabilidad de sus costumbres jurídicas, derechos de propiedadétnica e inclusive derechos intelectuales.

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32 Datos recientes de Internet me hacen sospechar que esta importante Convención no ha sidoratificada aún por el Brasil, aunque la Cámara de Diputados ya la ha aprobado.

33 Internet l.c. ..nl/9603/0020.html, l6.II.l996. La preparación de la respectiva Declaración Uni-versal, de la ONU, sólo adelanta muy lentamente (véase mi ensayo respectivo en Crítica Jurídica,Conacyt-IIJ/UNAM)).

34 Término más o menos neutro, que permite evitar la discusión que en l992 hemos visto, acer-ca de la etiquetita que conviene pegar al año de l492 (“Año del descubrimiento” , “de la conquista” ,“de la masacre” , “del etnocidio” , “del genocidio” , “de la humillación indígena” , etc.).

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K. Otro nuevo aliado: la creciente corriente mundial a favor de los dere-chos humanos

Otra poderosa corriente que vino a apoyar la causa indígena en gene-ral, es la de los derechos humanos.

Es difícil exagerar la fuerza de esta corriente (como el poder de laotra corriente mundial, de la ecología), que en las últimas décadas ya haalcanzado una fuerza emocional y, a menudo, dogmática que, desde elpunto de vista de la sicología, la hace comparable a una religión.35

Varias son sus plataformas comunes con el nuevo indigenismo. Porejemplo, en la actualidad se considera en forma cada vez más general quelos derechos humanos implican el derecho a un medio ambiente favorablea la salud, de manera tal que la destrucción del hábitat del indio por desfores-tación o envenenamiento del ambiente con mercurio, se encuentra ahoracombatida por estas dos poderosas corrientes de la opinión mundial.

L. Otro nuevo aliado de los indios: la creciente sensibilidad ecológica

Como ya hemos apuntado al final de nuestro párrafo sobre los peli-gros de un ciego “progreso” material, muy importante para la causa indí-gena brasileña, ha sido su reciente unión con los grupos nacionales e in-ternacionales, preocupados por la evolución ecológica del Brasil, y surepercusión en la ecología continental y planetaria. Como la progresivadestrucción del hábitat indígena tiene una vertiente indigenista, pero otraecológica, gran parte de la fuerza emocional y de la enorme capacidadpropagandista del movimiento ecológico brasileño y mundial, con todassus ramificaciones, se encuentra ahora a la disposición de los líderes delindigenismo brasileño.

Así, el actual programa oficial para la ecología brasileña, “NuestraNaturaleza” , elaborado por seis grupos intersecretariales, aunque más di-rectamente enfocado hacia lo ecológico, respira un ambiente filoindige-nista muy adelantado (más progresivo que lo que hallamos en la mencio-nada Ley 6001),36 y poderosas ONGs ecológicas mueven ahora sus

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35 Lo mismo puede decirse de la corriente ecológica, a favor de una conviviencia del hombrecon la naturaleza que garantice la sostenibilidad de una diversificada vida de flora y fauna, en esteplaneta.

36 Lo mismo vale del Tratado de Cooperación en Amazonas, celebrado en l978 entre los paísesque participan en la región del Amazonas.

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poderosas palancas para llamar la atención mundial sobre los esfuerzosdel indio brasileño de preservar su ambiente natural. Pensemos en Green-peace, Sierra Club, International Rivers Network, National Wildlife Fe-deration, Rainforest Foundation International y sus suborganizaciones, ymuchas otras organizaciones activas, ricas y populares en el primer mundo.

Desde luego, los intereses de los indigenistas no siempre coincidencon los de los ecologistas. Especialmente en cuanto a la fauna, éstos amenudo reprochan a los indios su falta de colaboración con la protecciónde especies amenazadas; pero en el Brasil se suele reconocer que los te-rrenos indígenas quedan mejor protegidos contra la degradación ecológi-ca que los terrenos administrados por el IBAMA, el instituto ecológico deBrasil, con su personal totalmente insuficiente para su enorme tarea.

M. Otro factor favorable más: la actitud más sensible a intereses ecológicos e indígenas de parte del Banco Mundial

Hace unos diez años, el líder indígena Paiakan, como contaremosabajo con más detalle, obtuvo por razones de genocidio/etnocidio/ecoci-dio, la anulación de un megapréstamo, ya casi concedido por el BancoMundial a Brasil, para la construcción de una enorma presa en el territoriode la etnia de los kayapo. Desde entonces, el Banco, antes de decidir so-bre tales solicitudes de préstamos, analiza responsablemente el efectoecológico, y los efectos étnicos (repercusiones sobre vidas humanas) quetendrán tales obras públicas.37

N. Otro factor reciente, favorable: la proliferación de ONG, nacionales y transnacionales

Esta corriente ecologista y la de insistir en los derechos humanos,ambos han recibido más eficacia del lado de los actuales ONG, cada añomás importantes para la determinación de la política.

En Iberoamérica en general, la tendencia global apunta hacia una ma-yor democratización, que implica una mayor libertad de opinión y unamayor facilidad para crear organizaciones que ayuden para que la “opi-nión pública” se formule nítidamente, y con conocimiento de causa; eneste nuevo ambiente político en nuestros países occidentales y el Japón

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37 Internet, l.c. ...nl/9307/0161.html, 26.VII.l993.

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surgieron múltiples, eficaces ONGs,38 varias de las cuales se ocupan delproblema indígena a veces, a través de sus preocupaciones ecológicas (pen-semos en Amnistía Internacional, Greenpeace, America’s Watch, SierraClub, International Rivers Network, National Wildlife Federation, Rainfo-rest Action Network, y varias ONGs humanitarias, a veces ligadas a la vidareligiosa), y a veces a través del tema de los “derechos humanos” (Am-nistía Internacional, .....), pero a veces también apuntando directamentehacia el problema indigenista mismo (como la Gesellschaft für BedrohteVölker e.V).39

Afortunadamente, el gobierno de Brasil (como los de tantos otros paí-ses del Tercer Mundo) es muy sensible a la opinión pública extranjera,sobre todo de Estados Unidos y de Europa (en parte por su repercusión enla corriente de las inversiones, y el tratamiento benévolo de parte de im-portantes instituciones, como el Banco Mundial),40 y aunque las supremasautoridades a veces afirmen que no les importa lo que en el extranjeropiensan sobre los asuntos brasileños, y que recuerdan a sus críticos el“sagrado” concepto de la “soberanía” ,41 en realidad Brasil se deja influirclaramente por la crítica extranjera, de gobiernos, de organizaciones in-ternacionales (ONU, OEA), de partidos políticos (como el “Partido Ver-de” de Alemania) y de las grandes (y ruidosas) ONGs.42

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38 Se trata de una novedad que comienza a dar origen a un nuevo capítulo en el desarrollo de lademocracia. Un reciente análisis de la importancia de las ONG para nuestras democracias es, delfamoso Fukiyama, Trust, l996. Me parece totalmente indebido que el Estado trate de vigilar y regla-mentar a las ONG, estableciendo requisitos para su reconocimiento (o una Junta con facultades decrear, modificar y eliminar ONG, idea anticonstitucional que encontramos en la reciente Ley de Fo-mento a las Actividades de Bienestar y Desarrollo Social de Oaxaca). Un amigo mío, priísta de huesocolorado y miembro de una familia presidencial, cuando yo le hablé entusiastamente de los ONGs,como un nuevo aspecto de la democracia viva, me interrumpió bruscamente con la exclamación: “Esun desarrollo horrendo: ¡así ya no se puede gobernar...!” .

39 Gotinga, Alemania, Postfach 20 24, D-37010.40 Así, vimos el año pasado, en relación con la tormenta contra el decreto 1775, que el ministro

Jobim procuraba visitar los siete países más fuertes del mundo, la ONU y la OEA, además de tenerun encuentro con ONG, en Londres, antes de que los líderes indígenas, siempre con menos posibili-dades de organizar rápidamente grandes viajes tuvieran una oportunidad de hacer tales visitas (Inter-net, l.c.nl/9602/0002.html, 31.1.1996.)

41 ¡Cuánta hipocresía de parte de oligarquías cínicas, inmorales e irresponsables suele encubrir-se mediante las referencias retóricas a la “soberanía” ! A menudo significa sólo: “ ¡No vayamos apermitir que grupos razonables e idealistas fuera de nuestro país, comiencen a detectar nuestras tram-pitas! Que se concentren en los defectos de su propia comunidad....” . La reciente fase militar de lahistoria brasileña (aunque ni de lejos tan dramática como el militarismo de Argentina, Chile o Uru-guay) es muy ilustrativa al respecto.

42 En l996, cuando grupos filoindios e indigenistas de Brasil se prepararon para dirigirse a di-versos gobiernos, la ONU, la OEA e importantes ONG, en relación con el delicado asunto del decreto

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O. La nueva prensa libre e investigadora y otras formas modernas de los medios de comunicación

Además del auge de las ONG es importante señalar que la prensa enIberoamérica es ahora más variada y libre que antes; cuando calla la pren-sa nacional discretamente, a menudo la prensa extranjera pone en movi-miento una corriente de inquietud sobre ciertos aspectos infamantes de larealidad, y el Internet ofrece más y más sites que permiten a cualquierainformarse acerca de los más recientes problemas; por ejemplo, las quejasde los indígenas brasileños. Algunas recientes películas, documentales(Vincent Carelli de CTI, Marcelo Santos, de FUNAI) y comerciales, tam-bién ayudan a sensibilizar la opinión mundial, y comenzamos a ver, enestos años, la enorme importancia que para oprimidos grupos minorita-rios tiene un hábil manejo de sus contactos con el Internet.43

P. Un viraje favorable dentro del sector progresista del clero brasileño

En teoría, la Iglesia católica tiene más unidad de lo que observamosen la práctica, y en Iberoamérica, el último baluarte importante del catoli-cismo en el mundo moderno; muchos elementos del clero, sobre todo losque están en contacto más directo con las capas marginadas de la pobla-ción (entre las que se cuentan los indios), tienen una sensibilidad especialhacia temas como la teología de la liberación,44 el control de la natalidaden el sector urbano o las reclamaciones indigenistas. Entre las organiza-ciones brasileñas que, sin surgir del mundo indígena mismo, beneficianmás al indio, está la CIMI, y por primera vez vemos que el Vaticano apo-ya moralmente una agrupación clerical progresista, promoviendo recien-temente al presidente de la CIMI al rango de obispo.

En relación con el indio brasileño, encontramos la franca renuncia deciertas organizaciones del clero al deseo de sustituir las religiones origi-nales del indígena por el catolicismo oficial, y la declaración que en vez

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l775, el ministro de Justicia, Nelson Jobim, inició rapidamente una amplia gira internacional, paraadelantarse al respecto. Internet, L.c. nl/9602/0002.html.

43 Consúltese, por ej., NativeNet home page, http://www,fdl.cc.mn.us/natnet/44 Sobre esta corriente, el importante autor inglés, católico (aunque bajo sus propias condicio-

nes) Graham Greene, afirmó que personalmente estaba en contra de la violencia, pero que en casosextremos “prefiero ver sangre en mis manos, más bien que el agua de Poncio Pilato...” .

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de ello, se buscarán similitudes entre las religiones étnicas y la predomi-nante religión del portugués colonizador. Y, efectivamente, cualquier otraactitud sería etnocidio, concepto ya explicado.45

V. NO TODO ES COLOR DE ROSA

Al lado de tantos factores más bien favorables al indigenismo brasile-ño subsisten en la actualidad importantes factores negativos.

A. Don dinero: la corrupción y los mecanismos normales de la democraciaparlamentaria (que necesita financiamiento para las campañaselectorales)

En tiempos recientes, los graves problemas que padecieron los indiosdel Brasil han sido causados por el impacto de don dinero, especial aun-que no exclusivamente en forma de corrupción: no debemos olvidar elefecto natural y legal46 que tiene el factor financiero en la moderna demo-cracia parlamentaria.

El año pasado, inclusive, el gobernador de Acre, Oleir Cameli, fueacusado por la Procuraduría de su propia entidad, por robo de madera enperjuicio de las etnias y esclavización, y constantemente encontramos quela frecuentemente buena voluntad de la Federación choca contra el arcai-co egoísmo de las oligarquías locales.

Las presiones financieras sobre el gobierno y sobre los niveles ínfi-mos de las autoridades han hecho más difícil para los indios la lucha depreservar sus terrenos originales y las riquezas del subsuelo, y de defen-derlos contra explotación de terceros, clandestina o ilegal, pero ampa-rada de facto por ciertas autoridades, o grupos dentro del mismo mundoindígena.47

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45 Un ejemplo de esta actitud liberal de parte del clero reglar, es la de hermana Genevieve Boy,premiada por la Corona española, y la organización católica “Clasped Hands” (Internet l.c....nl/9604/0139.html).

46 Quizás deberíamos decir en vez de “ legal” , “no-ilegal” , o, más optimistamente, “ todavía-no-ilegal” .

47 En la actualidad brasileña, la influencia financiera de grandes empresas taladoras asiáticas,que en sus patrias ya han causado enormes daños ecológicos (WTK, Samling Org, Fortune Timber),resulta inquietante.

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B. “ Y codiciaron sus tierras...” 48

A la luz de lo que acabo de decir, es difícil que los indios obtenganuna victoria total en su lucha contra los intentos de los “blancos” de ocu-par sus terrenos, o de explotar las riquezas dentro de estos terrenos sin lospermisos necesarios o mediante permisos ilegalmente obtenidos.49

Los terrenos que la Constitución reserva para su uso por los indígenascorresponden a un 11 % del territorio brasileño (a pesar de que los indiosforman sólo 0.15 % de la población total), pero a menudo se trata de tie-rras todavía no oficialmente deslindadas y registradas a favor de los in-dios, debido a un grave retraso en las actividades de deslinde de parte delgobierno.

Inclusive terrenos claramente deslindados y registrados, como vere-mos, no quedan siempre eficazmente protegidos contra el “progreso” : laConstitución prevé que:

a) Mediante un acto del Congreso para el caso especial, yb) Después de consultar el caso con las etnias afectadas, los terrenos

que en principio quedan reservados para los indios, podrán ser usadospara importantes obras públicas.50 En algunos casos, las obras en cuestiónse realizan luego de un arreglo conciliatorio con las etnias, por ejemplocuando, después de l4 años de conflicto, los ava-guarani del estado de Pa-raná se arreglaron en forma favorable (siempre que la parte contrariacumpla) con la planta binacional de producción eléctrica de Itaipu.51

Además, constitucionalmente hablando, con fines (o pretendidos fi-nes) de defensa nacional, los militares tienen influencia en lo relativo aterrenos reservados para los indios en zonas fronterizas.

Pasando al nivel de lo que sucede de facto, la voracidad de los “blan-cos” a menudo triunfa sobre el derecho, sobre todo cuando empresas

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48 Aquí se cita el título de una magnífica (y deprimente) obrita de mi amigo licenciado AbelHüizar sobre el problema de las tierras indígenas en Nayarit y Jalisco, publicación de la UniversidadAutónoma de Zacatecas. Lo hago para tener un pretexto para mencionar aquí este librito, que merecemucho más circulación de la que tiene.

49 Para combatir este último peligro es muy activo la ONG “Minewatch” . Internet l.c. ....nl/9605/0007.html del 2.V.l996.

50 Por ej., el enorme proyecto “progresista” Paraguay/Parana/Hidrovía, de convertir los actua-les nexos acuáticos (atravesando un enorme pantano) entre Santa Fe (Argentina) y Corumba (Brasil)en 2,100 millas de un canal moderno de gran capacidad, tendrá graves discutibles consecuencias étni-cas y ecológicas, y es actualmente materia de viva discusión entre grupos indígenas, ONG, el BancoInteramericano y la ONU. El antiguo argumento del progreso material ya no es la última palabra, entales casos. Internet, l.c. ...nl/9604/0116.html del l7.IV.l996, o ...9605/0058.html del 8.V.l996.

51 Internet, l.c. ...nl/9604/0113.html del l6.IV.l996.

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“occidentales” quieren explotar en tierras oficialmente indígenas ciertasmaderas valiosas (la caoba, sobre todo) mediante técnicas incompatiblescon la idea de una ecología “sustentable” ,52 o quieren explotar recursosminerales, o cuando, bajo la presión de las malas costumbres dietéticas dela burguesía occidental (la dieta del t-bone, etcétera), rancheros advenedi-zos convierten la selva tropical del indígena en terrenos de pastoreo. Entales casos, existen no sólo casos de robo, sino también de destrucciónecológica del hábitat del indio; destrucción que, una vez iniciada, tiende aformar círculos viciosos. La resistencia indígena, en vista de la frecuentepasividad de las autoridades, a menudo toma formas violentas (confisca-ción de maquinaria, toma de rehenes, etcétera), violencia engendra vio-lencia, y así surgen aquellos casos de “masacre” , de “cacería de indios” :verdaderos ejemplos de “genocidio” , que con cierta regularidad notificanla prensa nacional, la prensa internacional y el mundo de las ONG.

Un caso interesante al respecto, desde hace varios años, pero que al-canzó una crisis el año pasado, es la lucha de los tupinikim y guarani con-tra Aracruz Celulose S.A., enorme empresa de accionistas mayoritaria-mente noruegos, favorecida por el gobierno federal y el local, que ademásde la invasión de terrenos indígenas, está sustituyendo la flora originalpor eucaliptos, incompatibles con la forma de vida de los indígenas, y quecausa la muerte de la fauna y la disminución del caudal de los ríos. Através de ONG, los indios han iniciado recientemente una campaña inter-nacional contra la empresa.53

C.La manzanota de discordia durante el año pasado: el decreto 1775

Un golpe potencialmente fuerte contra los intereses indígenas ha sidola promulgación del decreto l775, del 8 de enero de l996, firmado por elpresidente Cardoso (llamado el “Decreto del genocidio” por los activis-tas que propugnan los derechos humanos y la causa indigenista).

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52 Por la dispersión de los árboles individuales de caoba, se calcula que las máquinas que usanlos taladores tienen que sacrificar un promedio de 28 árboles para alcanzar un solo árbol de caoba.Internet, l.c. ....nl/9205/0061.html de ll.V.l992. La campaña internacional indigenista contra la talaexcesiva de caoba (“Tus muebles; nuestras vidas” ; “Mahagoni is murder” ) parece haber mejoradoligeramente la situación, y el poder judicial federal también ayudó (Juez Selene María de Almeida,enero l993), pero el internacionalmente admirado ministro de Ecología, José Lutzemburger, fue desti-tuido por la presión de los taladores, quienes impusieron dinero en vez de argumentos.

53 Internet, l.c. ... nl/9606/0057.html, l0.VI.l976.

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Este decreto, apoyado por la orden ministerial l4/96, permitió a ran-cheros, taladores, mineros y gobiernos locales (inclusive municipales) du-rante 90 días formular reclamaciones respecto de tierras dentro de 344zonas (a menudo enormes), in abstracto, ya reconocidamente indígenaspor el artículo 231 de la Constitución, para obtener derechos sobre estosterrenos, todavía no deslindados oficialmente e inscritos en el catastro na-cional.54 El reconocimiento de reclamaciones formuladas anteriormente ala fecha del decreto dependería del ministro de Justicia, Nelso Jobim, y allado de éstas, rancheros, taladores, mineros y gobiernos locales recibieronel mencionado plazo para presentar sus peticiones.55

Bona fide detentadores de tierras que finalmente tendrían que resti-tuirse a los indios, recibirán eventualmente indemnizaciones por mejorasaportadas a la tierra.

Esta medida puso en peligro algo así como un 35%56 de las tierrasdisfrutadas por etnias:57 344 extensiones de tierra poseída por los indíge-nas, sobre 554 reservaciones respectivas.58

Este decreto fue muy criticado por la FUNAI, agrupaciones indíge-nas,59 por ONG nacionales60 y extranjeras de diversas orientaciones, pororganizaciones eclesiásticas, por el Banco Mundial, e inclusive por parti-dos políticos61 y autoridades estatales extranjeros. Así, una resolución delParlamento europeo, el l5 de febrero de l996, critica fuertemente dichodecreto, a lo cual el ministro responsable, Jobim, opuso el débil argumen-

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54 En el momento del decreto, sólo 210 casos de los 554 reconocimientos in abstracto habíansido concretamente deslindados e inscritos. El gobierno se ha quedado retrasado respecto de su pro-pio programa de deslinde, que preveía la terminación de esta tarea para el 5 de mayo de 1993. Esteretraso, no imputable a los indios, se convirtió ahora en una grave amenaza para enormes territoriosindígenas, al respecto la FUNAI ha acusado el gobierno federal varias veces de tortuguismo.

55 Interesantes casos de duda se presentaron en que “blancos” formularon una petición respectode terrenos abandonados por una etnia bajo presión violenta de otra etnia, sin que esta última los hayaluego ocupado. Por ej., terrenos originalmente disfrutados por los enawee-nawe: Internet, l.c.nl/9602/0083.html, 25.I.l996.

56 Internet, l.c. nl/9604/0110.html, l5.IV.l996.57 Para una buena cronología de la agitación alrededor de este decreto, véase Internet l.c.

..nl/9604/0020.html. del 2.IV.l996.58 Entre los terrenos amenazados se encontraba el territorio de los indios uru-eu-wauwau, de

gran belleza natural y dotado de una alta biodiversidad, habitado por grupos sólo recientemente con-tactados por la civilización blanca (o todavía sin contacto), pero ya invadido ilegalmente por ranche-ros, taladores y otros, protegidos por el gobierno local de Rondonia.

59 Como CAPOIBIP, cúpula de un centenar de agrupaciones de indígenas brasileños.60 Por ej., la Comisión Ecológica de la Barra Brasileña en Sao Paulo, y la Asociación Brasileña

de Antropología.61 El influyente Partido Verde alemán se ha destacado en la lucha contra este decreto.

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to de que Europa debería primero resolver el problema de Bosnia, antesde criticar al gobierno brasileño.62

De las 1,145 reclamaciones sobre terrenos indígenas que fueron pre-sentadas en aquellos 90 días otorgados por el decreto, que afectaban 55territorios de etnias,63 531 correspondieron a los requisitos formales, yFUNAI aprovechó los 60 días que tuvo a su disposición para refutar conargumentos sólidos, todas aquéllas. Luego, el ministro de Justicia tuvo 30días para decidir (y en algunos casos un plazo de 120 días, cuando FU-NAI tiene que proporcionar más datos al ministro).

El ministro rechazó luego casi todas las reclamaciones contra los te-rrenos indígenas. En sólo ocho casos pidió datos adicionales, y respectodel más importante, relativo al territorio más extenso, Raposa Serra doSol, tengo la impresión de que la causa indígena, sin haber sido derrotada,ha tenido que dejar algunas plumas.64

En líneas generales parece que el decreto l775 ha pasado sin afectarmayormente los intereses de los indígenas, y es materia de especulaciónsaber cuál sería la parte del mérito que corresponda a la FUNAI, al senti-do de equidad del ministro de Justicia, a las ONG nacionales o a la pre-sión internacional.

D.El sucio monstruo petrolero amenaza al indio, pero también Hidrovía

El petróleo de Sarayacu, Ecuador, es un ejemplo típico de lo que su-cede con el petróleo en tierras indígenas; primero, unas compañías —ge-neralmente norteamericanas o europeas— descubren el petróleo; luego elInstituto Lingüística de Verano entra en la región para socavar la culturaautóctona. Y finalmente comienza, a la brava, la explotación petrolera, ya pesar de un arreglo formal entre el gobierno de Ecuador y OPIP (Orga-nización de Pueblos Indígenas de Pastaza), de l990, en el sentido de queen las tierras indias de la región de Sarayacu terminaría esta indebida ex-plotación por compañías petroleras, esta actividad ha continuado bajofuerte protección militar.

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62 Internet, l.c. ..nl/9602/0119.html del 26.II.l996.63 Curiosamente, 19 reclamaciones fueron formuladas por IBAMA, el instituto oficial para de-

fender la ecología, lo cual indica que no siempre la tendencia del indigenismo y la de los ecologistasse den la mano. Ninguna de estas 19 reclamaciones prosperó.

64 Unas 200.000 HA sobre un total de casi l.900.000 HA: Internet, l.c. ....nl/9701/0031html del6.I.l997.

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Aunque todo esto sucede en Ecuador (donde en la actualidad Maxus,de dudosa reputación ambiental y humanitaria, simboliza los peligros pe-troleros), la ecología no sabe de fronteras, y el daño causado a la regiónbrasileña del Amazonas por las compañías petroleras concesionadas fueradel territorio nacional, o sea fuera de Ecuador, es bien conocido.

Y en cuanto a Brasil mismo, no debemos olvidar cómo la compañíafrancesa petrolera Elf Aquitane, en l981, invadió terrenos indígenas ybombardeó a los indios satere mawe y munduruku.

A veces, la lucha de los indios por preservar sus tierras y defenderlascontra explotación no autorizada, parece tener un resultado aceptable,como el reciente convenio entre los Ava-Guarani y la compañía de Luz yFuerza de Itaipu. Es verdad que a menudo tales convenios quedan luegoincumplidos, pero ahora se encuentran bajo los ojos vigilantes de muchasONGs: la situación tiende a mejorar.65

También en el caso reciente de la primera fase del enorme proyectode Hidrovía, los gobiernos de Brasil y de Paraguay ofrecen garantías parauna exhaustiva discusión con autoridades ecológicas internacionales,ONG y grupos indígenas, y los ojos de muchos observadores nacionales einternacionales parecen asegurarnos que se considerarán los intereses in-dígenas afectados.

E. El insuficiente acceso del indio a las autoridades “blancas”, inclusivea justicia oficial

No es fácil para las agrupaciones de indios ser escuchadas, en un am-biente de buena fe, por las autoridades “blancas” , e inclusive encontra-mos de parte de tales autoridades a veces un claro sabotaje hacia justifica-das reclamaciones indígenas, y en relación con los delitos cometidos enperjuicio de los indios por personas ajenas a sus comunidades.

Cuando los indios ya no aguantan tales injusticias y se oponen enér-gicamente y a veces en forma violenta al impacto de la otra civilización,los empresarios blancos reaccionan a menudo mediante atentados que vande matanzas aterrorizantes a asesinatos individuales, y la actitud de apoyo delas autoridades para la aclaración de tales crímenes es de complicidad y

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65 Internet, l.c. ...nl/9604/0113.html, del l6.IV.l996.

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eventual; a menudo se considera que el indio tiene la culpa por su actitudirrespetuosa, y rebelde.66

Abundan los ejemplos, pero “bastará un botón como muestra” : melimitaré a las recientes tribulaciones de un héroe de la resistencia indíge-na, Paulinho Paiakan, defensor de los kayapo. Trabajando primero en laconstrucción de carreteras para los blancos, Paiakan se dio cuenta de lasinjusticias infligidas a los indios en relación con este aspecto del “progre-so” , y decidió cambiar de vida, para dedicarse a la defensa de la causaindígena, especialmente la de su propia etnia, los kayapo. Desde una ini-cial estrategia de violencia y amenaza, pasó gradualmente hacia una polí-tica semejante a la de Ghandi, de resistencia pasiva, elocuencia y presiónmoral, y tuvo así notables éxitos. Evitó que las tierras de los kayapo fue-ran usadas como basurero para desperdicios nucleares, liberó aquellas tie-rras de unos 5,000 buscadores de oro (garimpeiros), y viajó al BancoMundial, en Washington, presentándose allí en su indumentaria indígenaante el Consejo para explicar el sufrimiento que el financiamiento de unaenorme presa en terrenos de los kayapo significaría para su tribu. Hizoesto en una forma tan elocuente y dramática, que nos recuerda el discursode Lutero ante la Dieta de Worms, y obtuvo la revocación del préstamo(de más de diez mil millones de dólares ¡excusez du peu!). Sin embargo,de regreso a Brasil, en la fase más gloriosa de su vida, fue amenazado conencarcelarlo por haber cometido el delito de “denigración del Brasil” (undelito que en realidad sólo puede imputarse a extranjeros). Lo que lo sal-vó fue la concentración de indios brasileños más grande que jamás se ha-bía visto, hecha en su apoyo (en Alta Mira, en l989): las autoridades reti-raron su denuncia, pero en l992 fue acusado de haber violado a una mujerblanca. La defensa vino con el argumento de que se trataba, no precisa-mente de una virgen, que se había prestado a jugar el papel de seductoraen una conspiración contra este líder indígena (ebrio en el momento delos hechos). Mis incursiones en Internet no me han dado el desarrollo ul-terior de esta historia, que parece ilustrar el refrán japonés de que “el cla-vo que destaca, recibe el martillazo...” .

La autoridad que debe ayudar a los indios, la FUNAI, ha hecho mu-chas cosas positivas, pero también sufre de corrupción y no siempre es deconfiar; el Ministerio Público federal a menudo ayuda, inclusive corri-

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66 Recuerden el popular versículo francés: Cet’ animal et tres méchant: quand on l’attaque, il se defend.

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giendo actos de la FUNAI, y el poder judicial a veces aplica las normasobjetivamente, y a veces sufre de prejuicios raciales; pero por lo demás elindio se enfrenta a un mundo burocrático-político en el que muchos ele-mentos se entusiasman de buena fe por el “progreso” (a menudo incom-patible con las exigencias indígenas), y otros se oponen al indio por razo-nes electorales, razones que incluyen la necesidad de financiamiento delas campañas políticas, mientras que otros elementos se han adherido a latan penetrante corrupción brasileña, obedeciendo simplemente al jalón fi-nanciero del más fuerte.67

Repito: en cuanto al acceso del indio a la justicia brasileña, hay noti-cias buenas y malas. Es verdad que la justicia parece estar arrastrando lospies en el ataque de taladores blancos a los indios atithaurlu, del 16 denoviembre de 1996, pero no se debe generalizar en esta materia: a finesde l991, la justicia federal salvó el territorio Nambiquara (“ la Biafra bra-sileña” ) de sus invasores, en la persecución del asesino de Maral Tapa,un importante líder indígena, una injusta sentencia absolutoria fue revo-cada por la correspondiente Corte de Apelación, el l7 de junio de l996, ylas cortes federales recientemente han obligado a la FUNAI a proporcio-nar más información a las agrupaciones de la base indigenista.68

Not everything is rotten in the State of Danemark....A la luz de lo anterior, se comprende la enorme importancia que tie-

nen para la política indigenista las ONG nacionales, y quizás de más im-portancia, las ONG transnacionales, con su dinero, su acceso a los me-dios, y su impacto sobre la reputación internacional de Brasil.

F. La frecuente falta de apoyo financiero-administrativo que sienten lasetnias brasileñas

Siempre escasea el dinero necesario para poder viajar a reuniones delos diversos movimientos indigenistas, y para defender sus intereses fren-te a diversas organizaciones internacionales, inclusive el Banco Mundial,el Grupo de Trabajo en Ginebra que elabora la Declaración Universal deDerechos de Minorías Étnicas, etcétera. Recordemos qué efecto ha tenido

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67 Un reciente síntoma inquietante fue la suspensión de la “operación jungla” , la vigilancia queejercía el gobierno sobre los desarrollos en la selva, mediante helicópteros, pero la aprobación delambicioso sistema SIVAM para el control de lo que sucede en toda la región del Amazonas indicaque se trataba sólo de un bache temporal.

68 Internet, l.c. nl/9608/0020.html del 8.VIII.l996.

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un viaje como el que acabo de mencionar, el de Paiakan como defensorde los kayapo, y los muy publicados y pintorescos viajes de un líder ya-nomami a Nueva York, en bien de su sufrida etnia, ahora conocida enamplios círculos (y con algo de exageración) como típico ejemplo de lasatribulaciones de los grupos étnicos brasileños.

G. Esas molestas fronteras nacionales

Merece más reconocimiento la necesidad de los grupos indígenas nó-madas o seminómadas, de recibir inmunidad frente a fronteras nacionales,que a menudo cortan arbitrariamente a través de regiones tribales, o queimpiden su modus vivendi nómada.

H. La débil barrera inmunológica

Es evidente la necesidad de las comunidades indígenas de recibirayuda sanitaria especial para construir una barrera inmunológica haciaenfermedades corrientes del extranjero, a menudo fatales para los indíge-nas. Se trata de enfermedades contagiosas (como sarampión o padecimie-tos venéreos) o causadas por la contaminación (como sucede con los bus-cadores de polvo de oro, los famosos y fatales garimpeiros, que afectancon mercurio el agua de los ríos).

En la historia del indio brasileño fue terrible la epidemia de l562 al564 (desde l650 hubo cierta recuperación de la población indígena debi-do a la adquisición de anticuerpos contra las más evidentes efermedadesoccidentales). Pero entre l988 y l990 perecieron de malaria un l5% de losyanomami, y el “milagro brasileño económico” de los años setenta, porsu mayor penetración en las selvas, tuvo como parte de su precio el surgi-miento de varias epidemias graves (aunque esta vez más bien gradualesque “de choque” ). Arriba ya hemos proporcionado unos datos inquietan-tes sobre la actual expectativa de vida del indio, en comparación con laexpectativa de vida del brasileño promedio.

I. Perjuicios sociales en las comunidades indígenas

El contacto con el mundo de afuera a menudo da lugar a prostituciónen la forma más primitiva y antihumana que se presenta en esta activi-

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dad,69 acompañada de enfermedades venéreas, y alcoholismo, o mediantela distorsión de estructuras comunales tradicionales, ahora desquiciadascuando ciertos indios se convierten en aliados de los “blancos” , lo cualda lugar a escisiones y violencia dentro del mundo indígena.70

J. Un nuevo peligro

Uno de los temas nacionales candentes de Brasil, es la necesidad deuna reforma agraria, pospuesta desde hace demasiado tiempo. La crecien-te agitación de los peones sin tierra, unidos ya en varias organizaciones,ha alcanzado la prensa internacional, y aunque enfrentan algunos adver-sarios comunes con las organizaciones indígenas, a la larga no podrán vercon buenos ojos que los indios, con 0.l5 por ciento de la población total,tengan preferencia sobre el 11 por ciento del territorio nacional.

K. ¿The fire next time?

Ahora que se ha extinguido la atención nacional e internacional sobreel decreto l775, posiblemente el próximo tema de que merezca su aten-ción sea el proyecto de celebrar, el 22 de abril del 2000, el descubrimien-to de Brasil con una enorme propaganda turística y el proyecto de organi-zar un “ museo del descubrimiento” , que se construirá en una zonahabitada por los pataxo. Este proyecto, tildado de “colonialista” y antiin-digenista, puede desencadenar en el medio brasileño una discusión seme-jante a la que en l992 envenenó en muchas partes de Latinoamérica el“Año de Colón” .

Otro candidato para ser la próxima manzana de la discordia es el pro-yecto de Hidrovía entre Paraguay y Brasil, ya mencionado arriba.71

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69 Las modernas actitudes —también organizativas— frente a la prostitución ya comienzan adisminuir la antigua reacción pavlovianamente-negativa respecto de las sexiservidoras, pero las for-mas que toma la prostitución en relación con nuestro tema parecen ser una muestra de los aspectosnegativos que acompañan esta profesión, que en el medio occidental lucha ahora por ser aceptada ypor racionalizarse.

70 Un caso tragicómico ha sido el de los xikrin, cuya elite firmó contratos perjudiciales contaladores, en vista de la promesa de un pequeño avión. Luego no tuvieron, ni conocimientos parausarlo, ni tampoco dinero para refacciones o para contratar a un piloto.

71 Véase la reciente “Declaración del Río Paraguay” , Internet, l.c. ...nl/9608/0008.html,5.VIII.l996.

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VI. CONSIDERACIONES FINALES

Muchos piensan que la situación del indígena brasileño, a la luz delmestizaje, la destrucción del hábitat (efecto indirecto de la búsqueda deoro y de una indebida explotación petrolera, en gran parte fuera del Bra-sil, pero con repercusiones en él), el hambre y las enfermedades, es tandesesperada, que hubo serias propuestas72 de parte de especialistas de laUniversidad de California, de Stanford y otras autoridades, para organizarinternacionalmente la recolección y preservación de materiales genéticosde estos grupos en peligro de extinción, como los yanomami.73 Pareceque la Human Genome Organization (HUGO) tiene actualmente este pro-yecto en estudio.

Efectivamente, a pesar del reciente incremento de la población indí-gena de Brasil, con la aceleración de historia y la globalización general deeste planeta —esta nave espacial—, a la larga todas las etnias se diluirány el “progreso” producirá una futura cultura mundial, como una red desubculturas coordinadas, cuyo perfil concreto, desde luego, se escapa anuestra fantasía, pero respecto de la cual no soy pesimista, a pesar de lasdesviaciones temporales y patéticas de parte de nuestra juventud: la líneade Voltaire y Bertrand Russell hacia el neohumanismo actual parece indi-car una convergencia hacia algo racional, pero sin limitarse a lo “estricta-mente” racional: algo grandioso.

Pero no debemos adelantar vísperas, el gradualismo es esencial enmaterias como ésta, y debemos dosificar el progreso material, de talmodo que los grupos humanos que se sienten a su gusto en el mundo so-cial-espiritual que han estructurado, no vean repentinamente estropeadopor fuerzas respecto de las cuales no tienen empatía alguna.

La felicidad no es un artículo tan abundante en nuestro mundo actual,y deberíamos ampararlo, cuidadosa y cariñosamente, en los lugares dondese nos presente. El “progreso” tiene sus derechos, y a la larga de todosmodos triunfará, pero también sería importante que aquellas personas quehan nacido dentro de un ambiente espiritual en que se sienten contentos,puedan morir sin zozobra dentro del ambiente en que se hayan formado ydentro del cual vivan en armonía (algo que es más de lo que generalmentepuede decirse de los grupos humanos que se preparan para destrozar lo

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72 Véase: http://bioc09.uthscsa.ed/natnet/archive/nl/91b/0109.html; del 24.VII.’91.73 El proyecto no se limita a los indios de América, sino que habla también, por ej., de los

kurdis del oriente de Turquía, que en la actualidad pugnan por reconocimiento de su forma de ser.

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que no entienden y que se opone a sus propios esfuerzos de alcanzar pormedios materiales, “ la felicidad” .

También, el nuevo humanismo y el neoliberalismo admiten que cadauno obedece a aquella quimera que como un látigo anima los actos de lamayoría de nosotros, en su “busca de la imposible felicidad” (como diceAnatole France), pero siempre dentro de limitaciones que impone la pru-dencia ecológica y un filantrópico respeto a otras formas de cultura.

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LA ASOCIACIÓN CDRO COMO MODELO DE DESARROLLOEN EL ÁREA OCCIDENTAL DE GUATEMALA

Juan Alfredo YAX MORALES

Arnulfo ZACARÍAS VÁSQUEZ

SUMARIO: I. Introducción. II. Proceso histórico de la CDRO.III. Naturaleza de la CDRO. IV. El sistema organizativo“POP” . V. Programas de la CDRO. VI. El sistema financiero(Banco POP). VII. La capacidad de negociación. VIII. Para con-

cluir.

I. INTRODUCCIÓN

En los últimos 30 años de vida de la nación guatemalteca se han desarro-llado una serie de acontecimientos sociales y políticos que de una u otramanera han afectado el proceso de desarrollo del país. El enfrentamientoarmado interno ha generado que las condiciones sociales y económicas dela mayoría de la población del área rural estén marcadas por una severacrisis que ha detenido su crecimiento cuantitativo y cualitativo.

A principios de la década de los 80, en la región suroccidental, espe-cialmente en el departamento de Totonicapán, se observa una fuerte des-coordinación del trabajo institucional, tanto del Estado como de la inicia-tiva privada, quienes desde sus oficinas, la mayoría ubicadas en la capital,diseñaban las políticas y estrategias de desarrollo para las comunidadesrurales. En ese ambiente, un grupo de dirigentes comunitarios, conscien-tes de la problemática existente y por la poca respuesta del Estado y susinstituciones para resolverla, se unen e inician un proceso organizativocon vistas a facilitar a las comunidades su acceso a la organización, latoma de decisiones sobre los aspectos de su propio desarrollo y una parti-cipación más activa en la vida de su comunidad.

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II. PROCESO HISTÓRICO DE LA CDRO

El proceso general organizativo se inició en el año de 1981, a iniciati-va de varios dirigentes comunitarios, especialmente de las comunidadesde Xolsacmaljá y Nimasac del municipio de Totonicapán, a través de ac-tividades voluntarias y con el objetivo de crear una metodología de traba-jo, tratando de desarrollar un nuevo esquema de trabajo con la participa-ción total de la comunidad.

En 1984 se funda y se inicia el proceso de legalización de la institu-ción, y logra su personería jurídica en julio de 1986, y en mayo de esemismo año se da paso al proceso de institucionalización con la aperturade la primera oficina en la ciudad de Totonicapán. Al mismo tiempo seinicia el proceso de organización horizontal: “Ri pop wocoj” o el sistemaorganizativo “Pop” .

III. NATURALEZA DE LA CDRO

1. Concepto general

La CDRO es un tejido organizativo horizontal integrado por unos505 grupos de base, agrupados en 45 consejos comunales, tres sistemasmicro-regionales, ocho sub-sistemas sectoriales, y apoyan la formaciónde otras 12 asociaciones más, que con similares características se han es-tablecido en la región sur occidental de Guatemala. Su propósito funda-mental es apoyar el desarrollo apropiado de las comunidades asociadas através de la metodología de la participación de la comunidad, que se basaen la cultura propia y en el uso de la ciencia y de la tecnología disponibles.Su esquema organizativo se llama “Pop” y se distingue de otros porquetiende a la unidad global, horizontalidad, integralidad y versatilidad.

La CDRO es una organización comunal sustentada filosófica y meto-dológicamente por la cosmovisión maya k’iché, con enfoque de totalidaden relación a la problemática económica, social y cultural del área rural,y en la toma de decisión de las comunidades asociadas en la prioridad,definición y administración de los programas de desarrollo. Constituyeuna teoría del desarrollo coherente, global, no destructiva, de convivenciay conservación de la vida humana y de la naturaleza.

230 JUAN ALFREDO YAX MORALES - ARNULFO ZACARÍAS VÁSQUEZ

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2. Filosofía de CDRO

El trabajo que la asociación CDRO realiza se basa en principios quehan sido recopilados, tanto de la historia del pueblo k’iché, como de susdocumentos principales y de los hábitos y costumbres que a diario enmar-can la vida de las comunidades asociadas, para que sus habitantes tenganuna participación total dentro de los procesos de desarrollo de sus comu-nidades, y una actitud de respeto hacia el hombre y la naturaleza, por con-siderar que ambos forman un ecosistema que tiene la posibilidad de so-brevivir a través de una interacción no destructiva. Asimismo, la valiosaparticipación de la mujer, a quien no se le considera inferior ni superior,sino parte activa de la comunidad. La relación entre los hombres enten-diéndose que debe haber apoyo, organización y solidaridad, así comoadecuados sistemas sociales para el mejoramiento del trabajo común. Esimportante resaltar algunos principios como lo son:

3. Participación de la comunidad

Este principio plantea de que no puede haber un proyecto o programa dedesarrollo que no tome en cuenta a la comunidad o que no esté bajo el con-trol local tanto en lo administrativo, como en lo técnico y cultural, sino quela participación de la misma debe ser total, para poder garantizar el éxito.Las comunidades que no están debidamente organizadas y que reciben laayuda de instituciones paternalistas, en general practican una forma de parti-cipación reconocida en la CDRO como asistencialista. Aquellas que tienenya cierto grado de organización y colaboran con las instituciones que lesayudan, posiblemente como guías de los técnicos, traductores de la capacita-ción, facilitadores de reuniones, etcétera, practican un nivel de participaciónde apoyo, que es como una segunda categoría. Ante esto, CDRO plantea quela organización comunitaria debe asumir un nuevo papel. Esto significaque debe no solamente traducir el discurso sino hacerlo, no sólo colaborarcon la metodología institucional sino diseñarla, no sólo recibir el apoyo deinstituciones sino constituir las suyas propias.

4. La unidad de la comunidad

Mediante un autodiagnóstico comunal, las comunidades establecensus necesidades y a la vez sus potencialidades; por medio del estableci-

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miento de una planificación a cinco años plazo y la existencia de un pro-grama único, son la garantía de que la comunidad no es objeto de mani-pulación de parte de las instituciones o dirigentes elitistas, y a su vez es labase de la coordinación efectiva al interior de la comunidad.

5. El enfoque global

Planteamiento filosófico que pretende no perder de vista la relaciónentre causa y efecto que tienen los distintos problemas, señala la necesi-dad de establecer soluciones integrales a la problemática social y econó-mica de la comunidad, y es la cosmovisión maya k’iché, convertida en unproyecto de desarrollo.

La cultura maya k’iché se constituye en el marco ideológico queorienta el proceso de trabajo y una teoría del desarrollo coherente, global,no destructiva, de convivencia y conservación de la vida y la naturaleza.

6. El enfoque microrregional

La CDRO se planteó como un esfuerzo de un conjunto de comunida-des vecinas, con similares características y participantes de casi los mis-mos problemas. Cuando comunidades de otros departamentos se acerca-ron a CDRO para tratar de involucrarse, la respuesta fue y es que se lespuede ayudar a hacer lo mismo en su propia microrregión.

IV. EL SISTEMA ORGANIZATIVO “POP”

Como primer objetivo estratégico para garantizar la participación dela comunidad, favorecer la toma de decisiones y eliminar la posibilidadde manipulación de parte de las instituciones ya existentes, la CDRO ini-ció su trabajo con el establecimiento del sistema organizativo, que tienelos siguientes elementos:

1. El grupo de base

Es el primer grado de la organización conformado por personas indi-viduales con ciertas características sociales, físicas y psicológicas que sereúnen para ponerse de acuerdo atendiendo a sus intereses personales o

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intereses de la comunidad, asimismo también establecen un sistema de rela-ciones entre sí y ejecutan algunas actividades o algún programa de trabajo yasea para beneficio de sus integrantes o para beneficio de su comunidad.

2. Consejo comunal

Es el segundo grado de la organización. Se conforma por la repre-sentación de los grupos y comités existentes en la comunidad, que consti-tuyen una junta directiva, cuya responsabilidad es la representación de lacomunidad ante la asociación CDRO, al mismo tiempo vela por la unifi-cación de los grupos existentes, favoreciendo así la constitución de la uni-dad orgánica y programática.

3. La asamblea general

Es el tercer grado de la organización que representa la unificación delos consejos comunales, y constituye la máxima autoridad de la asocia-ción. Ésta se integra con los delegados de los consejos comunales que de-pendiendo del tipo de agenda varían en número y composición.

4. Subsistema

Es la unificación de los grupos de una misma actividad, que se encar-ga de ejecutar el programa respectivo para darle soluciones a sus interesessociales o de producción. En la asociación existen ocho programas o sub-sistemas de trabajo que representan a los diferentes grupos, tales comoartesanos, agricultores, consumidores, de servicio social, grupos de edu-cación, comités de infraestructura, de mujeres, y de salud.

Cada programa o subsistema cuenta con una asamblea general, unajunta directiva y una planta administrativa para ejecutar un programaanual de trabajo.

5. Junta directiva y el tribunal de honor

Éstos constituyen la representación de la totalidad de los socios, queson elegidos por la asamblea general, para asumir la responsabilidad de labuena marcha de las diversas actividades, toma de decisiones respecto alos temas de interés para la organización y las comunidades asociadas.

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V. PROGRAMAS DE CDRO

1. Infraestructura

Dado las características del contexto en donde surge la asociaciónCDRO en la década de los años 80, las primeras necesidades que las co-munidades plantearon se referían a la construcción de obras de infraes-tructura, debido principalmente a la mentalidad de las instituciones de desa-rrollo, tanto nacionales como privadas, y su influencia en la organizaciónde los comités.

Es por ello que el primer programa que surge es el de infraestructuraque en esas primeras fases del desarrollo de CDRO, constituía una estra-tegia casi obligada a tomar para iniciar el proceso de organización que sedio posteriormente.

2. Programa artesanal

Seguidamente surge el programa artesanal, el cual también respondea la política general de CDRO de buscar el desarrollo, tanto cuantitativocomo cualitativo, de las comunidades rurales. Es de tomar en cuenta queen Totonicapán, la mayoría de sus habitantes se dedican a actividades ar-tesanales y agrícolas, por lo que podríamos decir que estas dos activida-des constituyen las principales fuentes de ingresos de las familias; el pro-grama artesanal se dedica principalmente a apoyar a los pequeñosartesanos, proporcionándoles créditos para aumentar su capacidad pro-ductiva, capacitándolos para mejorar la calidad de sus productos y apo-yándolos en la búsqueda de nuevos mercados.

3. Programa agrícola

El programa agrícola se constituye en una fuente de apoyo técnico, asícomo crediticio de los pequeños agricultores para desarrollar una agriculturaque responda a las necesidades de la comunidad. Es importante resaltar queen Totonicapán es donde se observa el acelerado aumento del minifundismo,por lo que el reto de este programa es establecer nuevos sistemas de agricul-tura sostenible, desarrollando otros cultivos o apoyando a las comunidades adesarrollar empresas agroindustriales, ya que la región es productora de va-riedades de frutas aptas para su industrialización.

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4. Programa de salud y medicina natural

El programa de salud y medicina natural tiene como objetivo princi-pal establecer un sistema alternativo de salud con la participación plena yactiva de la comunidad, utilizando los recursos disponibles y potenciandoel uso de la medicina natural como elemento fundamental de los recursosterapéuticos.

5. Programa de educación

El programa de educación tiene como objetivo contribuir con el for-talecimiento de la organización comunal, mediante la ejecución de pro-yectos educativos que favorezcan la participación de la población tradi-cionalmente desatendida por el sistema educativo estatal, desarrollandoun sistema apropiado y apegado a la realidad socioeconómica y culturalde las comunidades rurales.

Este programa atiende a la población con programas de alfabetiza-ción y post-alfabetización, educación primaria, educación secundaria, to-dos bajo la administración de las organizaciones comunales.

6. Programa de consumo

Surge ante la necesidad de la población rural de contar con un medioque les facilite la información necesaria para establecer un mayor conoci-miento sobre los productos a consumir, pero principalmente el programase dedique a proveer a las comunidades mediante tiendas colectivas, cen-tros de distribución de productos indispensables, con lo cual se logre te-ner precios favorables poniendo a su disposición productos de consumobásico.

7. Programa de la mujer

Es la respuesta de la organización ante la desvalorización de la mujercomo agente del desarrollo y poseedora de los elementos culturales fun-damentales para formar a las futuras generaciones. Con las mujeres al ini-cio se llevaron, y se siguen llevando a cabo, procesos de capacitaciónpara motivar su participación en el proceso de desarrollo, además facili-tarles los mecanismos para que, con base en sus capacidades innatas, pro-

LA ASOCIACIÓN CDRO COMO MODELO DE DESARROLLO 235

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yectaran acciones tendientes a mejorar la calidad de vida de los miembrosde su familia y, poco a poco, lograran acceso a los niveles de decisiónpara definir y dirigir el desarrollo de su comunidad, conjuntamente con elhombre. Es importante manifestar que el programa toma en cuenta con-ceptos tales como la complementariedad, rescatados de la cultura maya.

8. Programa de servicio y promoción social

En el año de 1991 surge el programa de servicio y promoción social,el cual tiene como objetivo apoyar a las personas de las comunidades ru-rales con incapacidad física y de otra índole, desarrollando con ellos pro-cesos de capacitación con el objetivo de que puedan llevar a cabo algunaactividad productiva que les permita mejorar su condición de vida.

Además, hay dos programas institucionales: el de capacitación, quesurge a la par de la asociación y tiene como objetivo entregar a los miembrosde la comunidad los instrumentos necesarios para dirigir adecuadamentesu proceso de desarrollo; para ello se les capacita sobre la elaboración dediagnósticos, planes, gestión, ejecución, administración y evaluación de pro-yectos, etcétera, temas para los cuales se recurre a metodologías partici-pativas y grupales, con lo cual se logra la socialización de las distintasexperiencias de las comunidades asociadas.

El otro programa es el de organización, que tiene como objetivo fun-damental extender la organización hacia el interior de las comunidades dela microrregión de Totonicapán, consolidar la organización ya existente yacompañarlos en su proceso de crecimiento. Hay que agregar a este obje-tivo el de compartir la experiencia con otras comunidades, a las cuales,aun cuando poseen teniendo sus propias características, se les informa delmodelo desarrollado por la CDRO y que les servirá para reflexionar y lle-var a cabo su propio proceso.

VI. EL SISTEMA FINANCIERO (BANCO POP)

Constituye la creación del soporte financiero al proceso social paraanular la dependencia de fondos externos, y crear así para la propia perso-nalidad de la organización comunitaria, tomando en cuenta que las comu-nidades han venido diseñando un modelo de trabajo conocido como elBanco Pop. Se menciona en forma resumida el proceso de trabajo del sis-tema financiero de la asociación:

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1. Surgimiento del Banco Pop

En 1988 se inicia la creación y manejo de un fondo revolvente, comouna alternativa para las comunidades, pero pensando en la autonomíapara poder mantenerse y no dejar que se convirtiera en una organizaciónfantasma.

Por la iniciativa de los proyectos de infraestructura por medio de loscomités Pro-mejoramiento, en 1989 se inició la recaudación de fondos yse establecieron las primeras cuentas de ahorro de las comunidades, quedespués se fueron ampliando a los grupos productivos y las personas enlo individual.

En 1992, de acuerdo con la experiencia de trabajo del sistema finan-ciero Banco Pop, se piensa en no depender siempre de las subvenciones,que de una u otra manera se terminarán, se considera conformar un fondode respaldo con una visión de autonomía para dar inicio a las primerasinversiones altamente rentables.

Desde 1994, de acuerdo al crecimiento de la CDRO, se inicia el pro-ceso de descentralización del sistema financiero de la asociación, y con élla creación de sucursales del Banco Pop en las primeras ocho comunida-des asociadas. En ella se ha incorporado la administración directa de losrecursos financieros, lo que ha permitido establecer nuevas políticas fi-nancieras, específicamente en las tasas de intereses, y en la administración ydecisión sobre los recursos financieros, como también en la capacitaciónque sobre administración financiera se ha dirigido a la comunidad.

2. Misión del Banco Pop

Construir, proponer y ejecutar una metodología socioeconómica deapoyo y acompañamiento, con los recursos financieros necesarios al pro-ceso de desarrollo participativo y gradual de las comunidades rurales deTotonicapán ha sido la labor del Banco.

3. Objetivos

Apoyar el proceso de desarrollo de las comunidades que integran laasociación CDRO, llevar el manejo financiero y desarrollar las políticasde autosostenibilidad de las comunidades y de la CDRO.

LA ASOCIACIÓN CDRO COMO MODELO DE DESARROLLO 237

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4. Componentes

Es importante resaltar la labor del Banco Pop por desarrollar varioscomponentes, en la cual se basa el sistema financiero para conjugar unaserie de esfuerzos de las comunidades, que se resume de la siguiente ma-nera: el componente organizativo, el componente de capacitación y asis-tencia técnica, componente administrativo, componente de apoyo mutuoy el componente financiero.

5. Expectativas del Banco Pop

— Consolidar la capacidad financiera y administrativa de las ochosucursales del Banco Pop, así como también la incorporación demás comunidades al estatus de sucursal y agencias en la región.

— Contar con el equipo humano de trabajo que se requiere, para cu-brir satisfactoriamente las áreas de trabajo establecidas, así comocon los recursos financieros y materiales necesarios.

— Consolidar el Banco Pop a nivel institucional, a través de la des-centralización administrativa y financiera, y a nivel comunal, através de las sucursales.

— Obtener la capacidad legal para realizar operaciones eminente-mente financieras, en calidad de agente financiero y accionista delNuevo Banco de Desarrollo Rural, S. A.

— Obtener un buen capital de créditos del Banco Pop para apoyarlos fondos de proyectos que actualmente tienen los programas yasí satisfacer la demanda de éstos.

— Lograr el fondo de garantía que se requiere para respaldar el fon-do general de proyectos y así contar con capital suficiente pararealizar inversiones altamente rentables.

— Establecer nuevas políticas y estrategias financieras en pro de unaverdadera autonomía.

— Reglamentar todas las operaciones financieras que se realizan enla organización en general.

— Contar con un completo estudio de impacto e indicadores econó-micos y financieros a nivel general.

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VII. L A CAPACIDAD DE NEGOCIACIÓN

El modelo de desarrollo planteado por la CDRO tiene otro compo-nente importante, que junto con la institucionalización de la organizacióncomunitaria hiciera factible el desarrollo de la misma. Este se refiere a lacapacidad de negociación, la teoría del equilibrio o la relación institucio-nal. La evolución de este componente inicia con la relación de la CDROcon organizaciones tales como las Brigadas de Paz, Amnistía Internacio-nal, la Comisión de Derechos Humanos, y otras semejantes que se consti-tuyeron en amigas de la organización, en la etapa en que ésta tenía comoobjetivo sobrevivir, dado la situación social y política al momento de susurgimiento. Posteriormente, la cooperación con agencias privadas, espe-cialmente internacionales, se constituyó en apoyo para la ejecución de losproyectos dirigidos a resolver la problemática de la comunidad; la mismase dio en un marco de respeto por la evolución de la organización, cui-dando de esa manera que la organización no fuera manipulada. Más tarde,se iniciaron actividades de coordinación con entidades locales del gobiernoque, con el paso del tiempo y atendiendo al avance del proceso sociopolí-tico nacional, se fueron convirtiendo en contratos y compromisos de tra-bajar juntos.

Después vinieron los contratos o convenios con entidades nacionaleso regionales, ministerios, fondos sociales, proyectos a nivel nacional delgobierno. Esto hizo que la organización iniciara la ubicación de sus dele-gados en algunos órganos importantes del gobierno, especialmente enaquellos en donde se discuten políticas agrarias, políticas educativas parael pueblo maya, políticas financieras, y en donde se estudian políticas aimplementarse dentro del cumplimiento de los acuerdos de paz.

Finalmente, el año anterior y éste, dentro del marco de los acuerdosde paz, se ha propuesto a la Presidencia de la República de Guatemala, lasuscripción de una carta de entendimiento, la cual, de firmarse, estaríadando acceso a una acción conjunta de todas las entidades del gobiernoque funcionan en el área y la organización.

VIII. PARA CONCLUIR

La apertura de las estructuras tradicionales del Estado a cambios quepermitan una mayor y mejor atención de las necesidades de la comundi-dad, ofrecen la oportunidad para que la organización comunitaria partici-

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pe activamente, desarrollando iniciativas concretas para hacer que la mis-ma no se constituya en otro cambio que en lugar de beneficiar, aumentenel deterioro de las posibilidades de sobrevivencia de la población. En estecontexto, el poder local, la descentralización y desconcentración, tendránque contar con la participación propositiva de las comunidades para quelas mismas se constituyan; para que, aun viviendo en las peores condicio-nes de vida, sean capaces de producir nuevos sistemas como una últimaesperanza para cambiar su nivel de vida.

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ADECUACIÓN DE LOS PUEBLOS INDIOS EN LA NUEVALEGISLACIÓN AMBIENTAL MEXICANA

Carlos DURAND ALCÁNTARA

SUMARIO: I. Marco referencial. II. La reforma del 13 de di-ciembre de 1996 a la Ley General del Equilibrio Ecológico yla Protección al Ambiente. III. La relación pueblos indios-na-turaleza en México. IV. Las reformas y adiciones a la ley generaldel equilibrio ecológico y la protección al ambiente y los pue-

blos indios . V. Conclusiones.

I. MARCO REFERENCIAL

El objeto de estudio del presente ensayo se ubica en establecer el carácterque guardan las normas jurídicas con las que por primera ocasión la legis-lación ambiental mexicana reconoce —si bien limitadamente— la presen-cia de los pueblos indios. De manera particular, se pretende delimitar lasproyecciones socioeconómicas que las reformas, adiciones y derogacio-nes efectuadas a la Ley General del Equilibrio Ecológico1 guardan paralos pueblos indios y en qué medida estos cambios a la legislación resultanalternativos al desarrollo autonómico de estos pueblos, así como al mejo-ramiento de la ecología nacional.

Partimos de la hipótesis de afirmar que en la legislación ambientalmexicana los indígenas no se encontraban tipificados en su especificidadcultural y mucho menos en su adecuación política de pueblos, ello no poruna simple omisión, sino como resultado de la hegemonía que ejerce elEstado nacional sobre el conjunto de etnias y que la nueva adecuaciónsociojurídica de los indios, corresponde en lo fundamental, a la influenciaque ha tenido el levantamiento armado de Chiapas.

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1 Reformas y adiciones que realizó Ernesto Zedillo a la Ley General del Equilibrio Ecológicoy Protección al Ambiente, que fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación el 13 de di-ciembre de 1996.

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II. LA REFORMA DEL 13 DE DICIEMBRE DE 1996 A LA LEY GENERAL

DEL EQUILIBRIO ECOLÓGICO Y LA PROTECCIÓN AL AMBIENTE

Si bien en el presente trabajo nos referiremos a las reformas y adicionesque de manera específica conciernen a los pueblos indios, advertiremosde manera general los cambios generados a la ley ecológica federal.

Sin lugar a dudas, las reformas, adiciones y derogaciones a la ley am-biental denotan que la otrora ley del año de 1988 fue realizada con apresura-miento y falta de técnica jurídica, tanto en la forma como en el contenidode la ley.

Aparentemente, las reformas podrían explicarse en el marco de laglobalización, así como de las nuevas circunstancias que crea la aplica-ción del Tratado Trilateral de Libre Comercio (TTLC) y de la crisis cíclica,no tan sólo de México sino de todo el mundo,2 y que en el caso particularde nuestro país se pretende que la ley ecológica sea más perfectible alembate de los nuevos polos de desarrollo y sus consecuentes secuelas deimpacto ambiental a los ecosistemas regionales.

Paradójicamente, la ley ecológica fue reformada en 107 de sus artícu-los, adicionada con 65 artículos, derogados en 13 de sus preceptos y fue-ron, de igual manera, transformadas veinticuatro de las denominacionesrelativas a los apartados de dicha ley; argumentos todos ellos que advier-ten la fragilidad en que se encontraba esta legislación. Dados los profun-dos cambios elaborados a la Ley, habría que preguntarse si no hubiesesido más congruente para la nación la promulgación de una nueva ley ge-neral del equilibrio ecológico.

La multicitada reforma a la ley ecológica define con mayor exactitud ladistribución de competencias y coordinación en materia de preservación yrestauración del equilibrio ecológico y la protección al ambiente, en lo quecorresponde a la federación, los estados, el distrito federal y los municipios.

De igual manera, el Estado, vía la SEMARNAP, readecua su políticaambiental, así como sus instrumentos de política ambiental y normas ofi-ciales mexicanas en materia ambiental, las que en su conjunto puedenconcebirse como las adecuaciones legales ambientales acordes con la re-

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2 En la cumbre de desarrollo sustentable que se desarrolló en abril de 1997 en Nueva York, seplanteó que, a pesar de los avances de los convenios internacionales y las agendas nacionales en ma-teria de protección ambiental, las tendencias de deterioro continúan —ahora de forma más profun-da— y los procesos de pobreza se están incrementando. Cf. Carabias, Julia, La Jornada, México,sábado 12 de abril de 1997, p. 28.

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producción ampliada del capital, con las que el impacto ecológico —apa-rentemente— será el menor.

En el título segundo de la Ley del Equilibrio Ecológico, el Estadomexicano readecuó la tipología y caracteres de las ANAPRO (áreas natu-rales protegidas), incorporando como posibles administradores a los pue-blos indios, ello sin perder de vista el carácter estratégico que guardan lasANAPRO para el país.

Finalmente las reformas a la Ley aluden a la protección ecológica es-tableciendo los ilícitos en que incurren los particulares que impacten elambiente.

III. L A RELACIÓN PUEBLOS INDIOS-NATURALEZA EN MÉXICO

La debida comprensión de las recientes reformas a la Ley General delEquilibrio Ecológico y su incidencia en los pueblos indios es viable en lamedida en que adecuemos la relación etnia-territorio-naturaleza.

Al respecto encontramos los siguientes datos:Puede afirmarse que el 28% de los municipios del país son indígenas,

y que en el resto, la población de estos núcleos representa menos del 30%del total.

De estos municipios, el 70% son rurales. En términos absolutos, en-contramos que la población indígena de México ha registrado, durante elpresente siglo, una tendencia al crecimiento (de aproximadamente 2 mi-llones en 1900 a casi 12 millones en 1997).

Los pueblos indios de México ocupan zonas agroecológicas vulnera-bles. Es el caso de las áreas tropicales húmedas, donde habitan más de unmillón de indígenas y de las áreas tropicales subhúmedas, caracterizadaspor pendientes pronunciadas que albergan a cerca de medio millón.

En la zona templada húmeda, una de las menos deterioradas, habitanalrededor de 150,000 (30.8% de la población total de la zona); en la tem-plada subhúmeda, más de un millón; en las áridas y semidesérticas, unosciento cincuenta mil; el resto de los indígenas en municipios rurales seubican en áreas que incluyen dos o más zonas ecológicas. Por ello, esospueblos son de importancia estratégica en la preservación de los recursosnaturales de la nación.3

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3 INI, “Programa Nacional de Desarrollo de los Pueblos Indígenas 1991-1994” , Comercio Ex-terior, México, vol. 41, núm. 3, marzo 1991, p. 306.

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1. La socioeconomía indígena

En términos generales podemos considerar que la economía indígenaes diversificada, pues cuenta con un conjunto de actividades y de estrate-gias. Se calcula que cuando menos un 70% de esta población desarrollasu subsistencia en actividades de tipo primario, en relación con sus áreasgeográficas en las que se encuentran limitados sus recursos. Es frecuenteque ligado a la tradición agrícola efectúen producción de otras materiasprimas, como así sucede con el cultivo del café en diversas comunidadesdel país.

Otras actividades complementarias, relacionadas con la tierra, son larecolección de material combustible, obtención de productos silvestres,plantas medicinales, fibras de tipo textil, barbasco, palma, etcétera, pro-ductos algunos de ellos que intercambian o incluso llegan a vender en al-gún mercado. Algunas de estas materias primas son transformadas en ar-tesanías, como así sucede, por ejemplo, con los mixtecos de Puebla yOaxaca que, producen sombreros, tanates, cestos, petates, etcétera. Den-tro de la estructura socioeconómica de la familia indígena han sido la mu-jer, los ancianos y los niños quienes fundamentalmente desarrollan las ar-tesanías.

La inserción del capital, que se ha venido desarrollando en las últi-mas décadas, en los pueblos indios, vía expansión de la frontera ganaderay agrícola, ha determinado que los indios se constituyan en la fuerza detrabajo de diversas unidades agrícolas y ganaderas.

En zonas como la seri de Sonora, maya de Yucatán, o huave de Oa-xaca, la pesca en los litorales constituye una actividad importante de laeconomía india. En algunos otros casos, la existencia de recursos lacus-tres ha determinado que la pesca sea un elemento aleatorio de la produc-ción india (purépechas de Michoacán).

Conforme a los datos del censo de 1990, encontramos que todos losindígenas de los municipios rurales son pobres y el 75% de los registra-dos en dicho censo habita en ellos. Una cantidad muy elevada de este uni-verso (96.5%) radica en municipios con altísimo grado de marginalidad.

Según el Consejo Nacional de Población (CONAPO), de todos losmexicanos que viven en municipios con muy alto grado de marginación,41% es indio, proporción casi tres veces superior a la de las etnias quehabitan en municipios rurales.

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Hoy, el propio Estado reconoce las condiciones de pobreza extremaen que se ubican los pueblos indios.4 Al respecto, el Consejo Consultivodel Programa Nacional de Solidaridad señalaba en 1991:

Son las zonas rurales indígenas las que concentran el grueso de la pobla-ción en condiciones de extrema pobreza. Éstas se ubican en las zonas mon-tañosas de difícil acceso que parten de Chiapas y pasan por Oaxaca, Vera-cruz, Puebla, Guerrero, parte del Estado de México, Hidalgo y Tlaxcala, ycontinúan por Michoacán y zonas de Nayarit, Durango y Chihuahua, porun lado, y por el otro lado las huastecas y la zona desértica del país. Este“espinazo de pobreza” coincide ampliamente con las zonas de mayor den-sidad indígena.

Dadas las condiciones de pobreza en que se ubican los pueblos indiosse ha venido generando, por lo menos en los últimos 40 años, un fuerteproceso migratorio. Según el censo de 1980, encontramos que las ciuda-des que han sido las principales receptoras de población india han sidoMéxico (306,000 habitantes de 40 lenguas indígenas), Guadalajara(28,000), Monterrey5 (24,000) y las ciudades fronterizas del norte conaproximadamente 47,000 indios. Estos procesos migratorios no significande ninguna manera que en las urbes los indios hayan resuelto sus necesi-dades más imperiosas, por el contrario, se han agravado. Quienes se hanasentado en las ciudades se encuentran en condiciones de pobreza extre-ma y más bien han dado lugar al surgimiento de las llamadas ciudadesperdidas.

En el ámbito de la salud que prevalece en las zonas indígenas se cal-cula que conforme a estudios del IMSS-Solidaridad, más del 53.7% de lapoblación étnica carece de este servicio, con lo que la presencia de médicoso cuerpo paramédico es insuficiente y en algunas regiones, prácticamentenulo. Relacionado con el problema del servicio de la salud se encuentra elproblema de la desnutrición, el cual subsiste en aproximadamente un 80%del total de la población india. Conforme a datos del IMSS-Solidaridad,los casos detectados de desnutrición en niños menores de cuatro años, en lasentidades con mayor concentración de población india en el país, oscilanentre 29% en San Luis Potosí y Quintana Roo y hasta 53% en Oaxaca.

ADECUACIÓN DE LOS PUEBLOS INDIOS EN LA NUEVA LEGISLACIÓN 245

4 Consejo Consultivo del PRONASOL, México, 1991, p. 73.5 Cf. Censo General de Población año de 1980, “ rubros de población indígena” , resumen ge-

neral, pp. 60-95.

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Por otro lado, tenemos que la mayor parte de los pueblos indios care-cen de los servicios de agua potable intradomiciliaria y drenaje. De apro-ximadamente 17,500 localidades con presencia indígena, el 70% de lasviviendas no disponen de agua entubada; el 5% no tiene luz eléctrica y el95% carece de drenaje.6

En cuanto al analfabetismo y educación, el problema también es ma-yúsculo: al respecto, el Programa de Modernización Educativa (1989)asentaba que alrededor de 300,000 niños en edad escolar, de origen indí-gena, no tenían oportunidades de cursar el primer grado. Asimismo, el46% de la población mayor de 15 años es analfabeta y de los niños enedad escolar, el 28% no asiste a la escuela.7

En cuanto a infraestructura física, una proporción muy significativade los pueblos indios carece de medios de comunicación, teléfono, co-rreo, radiocomunicación, pero fundamentalmente de caminos. Contraria-mente a lo que se piensa, en la gran mayoría de los casos la obra públicaha sido más bien lesiva que benéfica a los intereses de las comunidades,la extracción de recursos de las comunidades, concesiones forestales omineras, la construcción de obras (presas, carreteras, pistas de aterrizaje,campos petroleros, etcétera), han representado un deterioro de sus estruc-turas socioeconómicas y ecosistémicas.

La situación social de las poblaciones étnicas puede desencadenarreacciones sociales de resultados imprevisibles. Valga mencionar losacontecimientos recientes de Chiapas, cuya base social es fundamental-mente india.

IV. LAS REFORMAS Y ADICIONES A LA LEY GENERAL DEL EQUILIBRIO

ECOLÓGICO Y LA PROTECCIÓN AL AMBIENTE Y LOS PUEBLOS INDIOS

Contraria a la tradición positivista que permeó a nuestra legislación yque se caracterizó por desconocer la personalidad jurídica a los pueblosindios, las reformas del 13 de diciembre de 1996 sustentaron el reconoci-miento —dijéramos aún limitado— de éstos.

Si bien, la ley federal ecológica referida concierne a todos los mexi-canos y a sus instituciones, partimos del presupuesto de que las reformasestablecidas reconocen a sujetos específicos que se diferencian del con-

246 CARLOS DURAND ALCÁNTARA

6 Consejo Consultivo PRONASOL, op. cit., p. 92.7 Ibidem.

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junto de la población mexicana que son los pueblos indios, con lo cual,como así lo asienta el artículo 4º constitucional, México es un país plu-riétnico y multicultural.

Los preceptos jurídicos que vinculan a los pueblos indios con la nue-va juridicidad ambiental y ecológica del país son los estipulados en losartículos 44, 45, fracción VII, 46, 47, 54, 56, 56 bis, 59, 60, fracciones IV,V y VI, 63, 64, 64 bis, 64 bis 1, 67, 78, 78 bis, artículos que se refieren aun aspecto estratégico del Estado mexicano que es la definición de lasáreas naturales protegidas; más adelante el artículo 79, en sus fraccionesIX y X, se refiere a la fauna silvestre, y por último, el artículo 158 que serefiere a la participación social e información ambiental.

Si bien es cierto que las reformas y adiciones citadas reconocen encierto sentido la incorporación de los pueblos indios en la legislación am-biental, se hace pertinente precisar las dimensiones reales en que conside-ramos se enmarcaran las poblaciones de referencia.

Este análisis se puede dimensionar en dos ámbitos, uno que competea relacionar la norma ambiental con el orden jurídico global mexicano yla segunda, que corresponde a situar a los pueblos indios en el marco de laglobalidad (por cuanto hecho real socioeconómico).

1. Derecho nacional vs. pueblos indios

La estructura del régimen jurídico ambiental y ecológico de Méxicose finca en los preceptos del artículo 27 constitucional, el cual en su pá-rrafo I alude a la propiedad originaria.

La dimensión desde la cual el legislador definió a la propiedad origi-naria alude al poder público a través del concepto de nación; sin embargo,al ser éste un concepto sociopolítico, presenta ambigüedades, con las quese oculta el verdadero carácter de quien detenta el control territorial.

Al tiempo que el texto constitucional pretende presentar a la propiedad,como una propiedad “nacionalizada”, encubre a la instancia política que de-tenta, formal y factualmente dicha propiedad, es decir, al Estado, por cuantoentidad propietaria que hegemoniza el conjunto de relaciones de propiedad.

Es pues el Estado, como propietario original, quien despliega su acti-vidad no sólo como titular de los recursos estratégicos, sino de igual for-ma se coloca como árbitro definidor de las relaciones de propiedad.

En otro contexto, el modelo de Constitución mexicana dio cabida aun proyecto nacional que validó sólo al paradigma hegemónico, descono-

ADECUACIÓN DE LOS PUEBLOS INDIOS EN LA NUEVA LEGISLACIÓN 247

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ciendo, entre otros, a los proyectos de otros segmentos de la sociedad ci-vil, como lo son las 64 poblaciones indias, cuyas relaciones de propiedadfueron incorporadas al contexto capitalista, restándoles viabilidad, cuan-do en gran parte el problema de la propiedad territorial encuentra sus raí-ces en el desconocimiento a estos pueblos de sus territorios y a quienes enbuena parte acude la razón histórica de reconocerles como propietariosoriginarios de sus espacios territoriales, incluyendo el conjunto de recur-sos naturales existentes en ellos.

De esta manera, es el Estado quien se mantiene como propietario ori-ginario de las tierras comunales, mientras que las etnias aparecen sola-mente como usufructuarias de las mismas. Así, cuando el Estado diseñaplanes, éstos fluyen desde la óptica estatal, y juegan un papel importantetanto las concesiones como las expropiaciones, actos jurídicos unilatera-les del gobierno a través de los cuales dispone del conjunto de recursosnaturales existentes en los territorios indios (incluyendo la tierra).

En realidad, los pueblos indios y sus organizaciones actúan de mane-ra marginal, tanto en el diseño de políticas, como en la utilización de losrecursos existentes en sus territorios.

2. Expropiación y pueblos indios

La expropiación forma parte esencial del régimen de propiedad defi-nido en el artículo 27. En su aplicación, las expropiaciones sólo podránrealizarse por causa de utilidad pública y mediante indemnización.

Para los pueblos indios, la expropiación se ha traducido, en la mayo-ría de los casos, en la violación de derechos humanos fundamentales. Sibien encontramos que la ley reglamentaria sobre la materia —Ley Gene-ral de Expropiación de 1936— señala en su artículo 1º un amplio listadode los casos en que se justifica la utilidad pública y, consecuentemente,cuándo procede la ejecución de la expropiación. En el caso de los pueblosindios han prevalecido criterios políticos y básicamente económicos, enlos que, “en aras del desarrollo” , han sido afectados diversos territorios yrecursos de las etnias; al respecto, valga mencionar la edificación deobras como presas, carreteras, campos petroleros, etcétera.

Así, el Estado ha sostenido el fundamento de la causa de utilidad públi-ca, sobrepuesto al interés social de las comunidades. Casos como el de lapresa “Cerro de Oro” en la cuenca del río Papaloapan, en el que fueron re-movidas decenas de poblaciones chinantecas, mixtecas y mixes, demuestranla confrontación de intereses, en la aplicación de la expropiación.

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Para los pueblos indios, la expropiación representa un acto jurídicoarbitrario, en el que la utilidad pública se ha plegado más bien hacia losfines económicos que pretenden desarrollar el Estado y las empresastransnacionales.

3. Concesión y pueblos indios

La concesión es otra de las instituciones jurídicas establecidas en elartículo 27 constitucional que afecta a los pueblos indios. Desde su redac-ción original, la concesión se estableció como un derecho del Estado parabrindar a los particulares y sociedades civiles y comerciales la explota-ción y aprovechamiento de los recursos naturales (salvo los estratégicos).

Para dar vida y cuerpo a este mandato constitucional las leyes regla-mentarias de minas, petróleo, aguas, bosques, pesca, fauna silvestre y,desde luego, la Ley de Bienes Nacionales, consolidaron el régimen deconcesiones como un instrumento para fomentar la inversión privada.Asumiendo, de esta manera el Estado, el papel de vigía —no muy eficaz,por cierto— de la explotación de dichos recursos.

Conforme a la normatividad jurídica que reglamenta a las concesio-nes, los pueblos indios podrían obtener la explotación de diversos recur-sos en sus propios territorios; sin embargo, las circunstancias socioeconó-micas en que se desenvuelven les imposibilita, al no contar con losrecursos, para que viabilicen posibles proyectos. En otras palabras, norepresentan una garantía económica a los fines del Estado, de ahí quesean más bien las grandes corporaciones las que obtengan importantesconcesiones en los territorios en que habitan las etnias.

En la aplicación de la concesión existe una grave contradicción histó-rica, no obstante tratarse de recursos naturales que, en los hechos, se ubi-can en los márgenes de la territorialidad india, y son aprovechadas porintereses extraños a las etnias, dejando incluso sus respectivas secuelas dedegradación de los ecosistemas rurales.

4. ¿Adecuación democrática de las poblaciones indígenas conformeal artículo 27 o adecuación al sistema?

El reconocimiento limitado8 de sus derechos agrarios a las comunida-des no representó en absoluto, una afirmación democrática del significa-

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8 Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, México, Porrúa, 1997, p. 34.

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do real que concernía a las 64 etnias indígenas del país. Este reconoci-miento más bien guardó tintes de tipo estructural, cuyos fines fueron losdel Estado.

Con el artículo 27 constitucional se efectuó un reacomodo de lasfuerzas productivas a nivel rural. Las comunidades, que en el pasado ha-bían actuado marginalmente en la socioeconomía nacional, adquirieronuna nueva connotación dentro del proyecto estatal. Al respecto, el propioartículo 26 acota, en su fracción XX:

El Estado promoverá las condiciones para el desarrollo rural integral, conel propósito de generar empleo y garantizar a la población campesina elbienestar y su participación e incorporación en el desarrollo nacional, y fo-mentará la actividad agropecuaria y forestal para el óptimo uso de la tierra,con obras de infraestructura, insumos, créditos, servicios de capacitación yasistencia técnica. Asimismo expedirá la legislación reglamentaria paraplanear y organizar la producción agropecuaria, su industrialización y co-mercialización, considerándose de interés público.9

El problema del modelo de crecimiento económico de México es elde su perfil antidemocrático en el que sólo un reducido grupo viene obte-niendo los beneficios del mismo; es por ello que al tiempo que critico,por incongruente a un Estado de derecho que no reconoce personalidadjurídica plena a las poblaciones indígenas, cuestiono también la formainequitativa en que se distribuye la riqueza. Para los pueblos indios estáclaro que el problema no lo constituye la modernización o el desarrollo,sino el estilo injusto de la racionalidad capitalista.

5. Las proyecciones de la nueva legislación ambiental

Como referíamos, las reformas a la Ley del Equilibrio Ecológico y laProtección al Ambiente que se relacionan con los pueblos indios, se ubi-can en lo fundamental, a la definición de las áreas naturales protegidas.Según la ley, la adecuación de dichos espacios será función del EjecutivoFederal a través de la SEMARNAP, Secretaría del Medio Ambiente, Re-cursos Naturales y de Pesca.

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9 El problema agrario de los pueblos indios se mantiene latente, según datos de la Secretaría dela Reforma Agraria, de una población de doce millones de indios solamente se le han reconocidoderechos agrarios a 364,109 campesinos-indígenas. Cf. Botey, Carlota, “Reformas al Art. 27 Consti-tucional” , ponencia en Memoria del Foro Nacional Agrario, México, UACH, 1992, p. 29.

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Al respecto, el artículo 44 señala:

Las zonas del territorio nacional y aquéllas sobre las que la nación ejercesoberanía y jurisdicción, en las que los ambientes originales no han sidosignificativamente alterados por la actividad del ser humano, o que se re-quieren ser preservadas y restauradas, quedarán sujetas al régimen previstoen esta Ley y los demás ordenamientos aplicables.

Los propietarios, poseedores o titulares de otros derechos sobre tierras,aguas y bosques comprendidos dentro de áreas naturales protegidas, debe-rán sujetarse a las modalidades que de conformidad con la presente Leyestablezcan los decretos por los que se constituyen dichas áreas.10

Este precepto advierte el carácter vertical con el que el Estado inter-viene en los territorios indios. Indudablemente que existe la imperiosa ne-cesidad de establecer áreas territoriales que por cuyas características re-quieren de ser protegidas; sin embargo, la adecuación de este tipo depolíticas debe ser con la concurrencia de los pueblos indios. A quién me-jor que a las etnias de México compete el desarrollo de una cultura eco-lógica.

El artículo 45, fracción VII, reformado, de la multicitada ley ecológi-ca, considera que el establecimiento de las áreas naturales protegidas tie-ne por objeto: “Proteger los entornos naturales de zonas, monumentos yvestigios arqueológicos, históricos y artísticos, así como zonas turísticasy otras áreas de importancia para la recreación, la cultura e identidad na-cional y de los pueblos indígenas” .11

Habría que preguntarnos en qué medida se pretende “proteger”12 —en-tre otros aspectos—, la identidad de los pueblos indígenas cuando la propiaLey faculta a los organismos de Estado a brindar concesiones13 de los recur-sos existentes en dichas ANAPRO, además de autorizar diversos actos jurí-dicos, como por ejemplo licencias de explotación forestal, o incluso llegar alcaso extremo de expropiar las ANAPRO en las que se asienten los pue-blos indios por causa de utilidad pública.

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10 Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, México, Depalma, 1997,p. 30.

11 Idem, p. 31.12 Sin lugar a dudas en este tipo de preceptos subyace un discurso indigenista, en el que en el

mejor de los casos, los indios aparecen como incapaces de forjar su propia historia. Cf. Durand Al-cántara, Carlos, Derechos indios en México... derechos pendientes, México, UACH, 1992.

13 Ley General de Equilibrio, op. cit., art. 64, bis 1.

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Por otro lado, la reforma al artículo 67 de la Ley del Equilibrio Eco-lógico considera “graciosamente” que —entre otros—, los pueblos in-dios podrán constituirse en “administradores de sus propios recursos” ,fundamento legal que evidentemente contradice la historia de México y elpapel que realmente corresponde a los pueblos de referencia.

Finalmente, en lo que corresponde al uso de los recursos, como losbosques, fauna y flora silvestre y las aguas, con las reformas a la Ley14

a los indios se les coloca como “delincuentes potenciales” , ya sea por-que se desconoce la relación cultural que guardan las etnias con su me-dio (actividades de caza-pesca y de apropiación del entorno), o porqueno se acaba de reconocer que, al paso de décadas, las transnacionales ygrupos poderosos han devastado muchos de los recursos existentes enlos pueblos indios, lo que obligará a un evidente impacto de los ecosis-temas.15

Sin lugar a dudas que las reformas y adiciones a la ley ecológicaestán dadas en el marco de la política modernizadora, la que contrariosensu a su espíritu, amenaza seriamente la supervivencia de los pue-blos indios.16 Al respecto, encontramos que según datos elaborados por laCEPAL,17 se calcula que el número de pobres en América Latina habíaaumentado de 133 millones en 1980 a 210 millones para 1997, estable-ciéndose el adjetivo de pobreza extrema, concepto que se adecuó a laspoblaciones indias y a las áreas marginadas suburbanas del continente.

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14 Cf. artículos 79, fraccs. IX y X; 103, 105, 169 y 170 de la Ley General del Equilibrio, op. cit.15 Donde el impacto de la crisis ha sido mayor, con la secuela de hambre, frustración y muerte,

es en las regiones indias del país. Al respecto, Pablo Muench Navarro nos señala las siguientes conse-cuencias para las zonas campesinas del sur del país: marginación social, pérdida de especies animalesy vegetales; introducción de praderas contra zonas forestales; generación de problemas fitosanitarios;alteración ecológica, en algunos lugares irreversible; pérdida por las comunidades campesinas de laautosuficiencia alimentaria en granos, por más de seis meses; estancamiento y retroceso de los nive-les económicos y de bienestar, migración y pérdida de la cultura agrícola; coerción cada vez mayorde los grupos de poder y del gobierno sobre las comunidades; modernización, que aumenta estosproblemas; pérdida de la cultura autóctona; etc. Las causas de esto se encuentran fuera de la realidadrural y los problemas gubernamentales se hallan por debajo de los niveles de capacidad financiera. Elproblema está fuera de las manos del gobierno y nos acercamos, si no es que ya se produjo, al mo-mento que no se podrá revertir el proceso. Cf. Muench Navarro, Pablo, El ingeniero agrónomo nece-sario en el Trópico, México, UACH, 1989, p. 23.

16 Stavenhagen señala que el cambio en las comunidades —hasta integrarse al capitalismo— seproduce en un escenario de impacto permanente. Cf. Gaceta UNAM, México, 15 de julio de 1992, p.18.

17 CEPAL: Informe Anual, México, 1993, p. 63.

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V. CONCLUSIONES

1. Si bien es cierto que las reformas y adiciones a la ley ecológicaemergen en el contexto de lucha social desarrollada por el EZLN, tam-bién es cierto que su planteamiento es meramente enunciativo y no cons-tituye de ninguna manera un elemento alternativo al crecimiento autonó-mico de los pueblos indios.

2. Toda reforma ecológica y ambiental que se sustente debe incorpo-rar a quienes desde épocas inmemoriables han vivido en las selvas, de-siertos y bosques de México, inclusión no tan sólo formal sino protagóni-ca en la que los pueblos indios tengan acceso real al conjunto de recursosque por derecho les corresponde.

3. La eficacia de una auténtica reforma ecológica y ambiental seráviable en la medida en que los reclamos de autonomía, autogobierno, y laaplicación del derecho consuetudinario indígena se hagan realidad, advir-tiendo los derechos originarios que competen a los pueblos indios sobrelos recursos naturales existentes en sus territorios.

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