QueVivaLaMusica Manrique

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Que viva la msica!QueVivaLaMusica_202.indd 3 23/02/2012 22:11Andrs CaicedoQue viva la msica!QueVivaLaMusica_202.indd 5 23/02/2012 22:11, Herederos de Andrs Caicedo c/o Indent Literary Agency www.indentagency.comDe Cogindole el paso a la Siempreviva: Bernard Cohen De Mis das y noches con Andrs: Jaime Manrique De Caicedo y yo, destinitos fatales: Marco Cassini De Planeta Caicedo: Alberto FuguetDe esta edicin: , Distribuidora y Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A. CarreraN -, ocinaTelfono () Bogot - Colombia Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.Av. Leandro N. Alem(), Buenos Aires Santillana Ediciones Generales, S. A. de C. V.Avda. Universidad, , Col. del Valle, Mxico, D.F.C. P. . MxicoSantillana Ediciones Generales, S. L.Torrelaguna, .MadridISBN: ----Impreso en Colombia - Printed in ColombiaPrimera edicin en Colombia, marzo de Diseo:Proyecto de Enric SatuFotografa de cubierta: Santiago Mosquera MejaDiseo de cubierta: Ana Carulla y Santiago Mosquera MejaTodos los derechos reservados.Esta publicacin no puede serreproducida, ni en todo ni en parte,ni registrada en o transmitida porun sistema de recuperacinde informacin, en ninguna formani por ningn medio, sea mecnico,fotoqumico, electrnico, magntico,electroptico, por fotocopia,o cualquier otro, sin el permiso previopor escrito de la editorial.QueVivaLaMusica_202.indd 6 23/02/2012 22:11ContenidoCogindole el paso a la SiemprevivaBernard CohenMis das y noches con AndrsJaime ManriqueCaicedo y yo, destinitos fatalesMarco CassiniPlaneta CaicedoAlberto FuguetQue viva la msica!1 QueVivaLaMusica_202.indd 7 23/02/2012 22:11Mis das y noches con Andrs Jaime Manrique*.Te pareces a James Wong Howe, fueron las pri-meras palabras que Andrs Caicedo me dijo cuando nos present el director de cine Luis Ospina en el Festival de Cine de Cartagena. Corra el ao de . Andrs era un joven alto, esbelto, desgarbado como si no le inte-resase el cuerpo que habitaba, trigueo claro, con la-bios carnosos y ondulantes como los bustos egipcios, de luengos cabellos castaos. Usaba unas gafas enormes de- trs de las cuales vibraban ojos expresivos, curiosos, tris-tes y de color de miel ahumada. Y era tartamudo. Su apariencia de intelectual no bastaba para ocultar su belle-za. Su calidez calea desarmaba a cualquiera. Inmediata-mente comprend que las palabras de Andrs encubran un propsito ulterior: si yo no saba quin era James Wong Howe, no poda ser un crtico serio del sptimo arte. Le respond El director de fotografa estadouni-dense?. Andrs sonri; yo acababa de pasar la prueba y desde ese instante comenz un dilogo apasionado que slo se interrumpi dos aos despus, con su muerte. A lo largo de los electrizantes aos sesenta y has-ta finales de los setenta, el cine ms que la literatura * Naci en Barranquilla. Ha escrito novelas, libros de ensayos y poe-marios en ingls y en espaol. Su novela ms reciente es El callejn de Cervantes. Reside en Nueva York.QueVivaLaMusica_202.indd 17 23/02/2012 22:11

cautivlaimaginacindelosintelectualesylajuven-tud de vanguardia alrededor del mundo. Muchos de los grandes escritores latinoamericanos del Boom Borges, Garca Mrquez, Puig, Cabrera Infante, Fuentes- eran cinfilos. En los Estados Unidos Susan Sontag, Truman Capote, Gore Vidal, Norman Mailer y Joan Didion, en-tre otros, haban dirigido pelculas experimentales o es-crito para Hollywood guiones que eran verdaderas obras de arte. Lo mismo suceda con muchos de los escrito-res ms significativos en Francia, Italia, Inglaterra y Ja-pn. Con regocijo inmenso descubr que Andrs y yo tenamos una fiebre de cine que nos consuma y asu-mamos su crtica con la misma seriedad y pasin con que escribamos nuestras obras de ficcin. Ambos so-bamos con publicar pronto nuestro primer libro; ad-mirbamos y saborebamos la cultura anglosajona su cine, literatura y msica con ms intensidad que la anquilosada cultura colombiana. Tenamos varias otras cosas en comn: ramos conscientes de representar una nueva corriente en la vida cultural nacional, odibamos nuestro cine oficial, que, segn nosotros, contaba con el espaldarazo de los generales. ramos demasiado re-beldes e inestables para entablar vnculos perma-nentes con el poder. Nos considerbamos de izquierda, pero detestbamos a los mamertos estalinistas. Nues-tro hroe revolucionario era Jean Luc Godard y no Fi -del Castro. Y haba algo ms de suprema importancia, la parte ms espinosa de nuestra amistad: vivamos una sexualidad atormentada. Yo todava tena un pie meti-do en el armario (le ocultaba mi homosexualidad a mi familia y a muchos amigos). Andrs le coqueteaba a la bisexualidad y actuaba como un adolescente andrgino y asexual. Durante esos das agitados en Cartagena, de-QueVivaLaMusica_202.indd 18 23/02/2012 22:11

gustando un banquete de pelculas en su mayora malas, nuestro dilogo fue constante y fervoroso. Cada una de las veces que nos encontramos a solas le expres abier-tamente la atraccin sexual que senta por l. Para mi frustracin, Andrs no estaba interesado, aunque tam- poco me rechazaba. En otros aspectos, ramos polos opuestos: a m me encantaban las crticas de cine de la norteamericana Pauline Kael, que escriba en The New Yorker para miles de lectores sofisticados. Andrs veneraba a los crticos de la revista francesa Cahiers du Cinma, al espaol Miguel Maras y a varios crticos latinoamericanos que escriban para revistas semiacadmicas especializadas en cine. A m me gustaba, aunque no me apasionaba, la obra de Cha-brol; un film como El padrino me pareci un clsico ins-tantneo; sin embargo, para Andrs era un producto sin inters del cine comercial de Hollywood. Sam Peckinpah era un punto lgido: ambos admirbamos sus primeras pelculas y La pandilla salvaje, pero Andrs era un de-fensor fantico de Triganme la cabeza de Alfredo Garca, que a m me pareca una pelcula repulsiva. Mis hroes musicales eran los Beatles, Andrs prefera a los Rolling Stones. En cuanto a nuestros gustos literarios, yo no com-parta, por ejemplo, el de Andrs por H. P. Lovecraft. Andrs era un admirador de Marito Vargas Llosa; yo prefera la obra de Garca Mrquez. Ms que hablar, discutamos, pues ninguno de los dos estaba dispuesto a capitular en lo relativo a nuestros gustos o a aceptar el punto de vista del otro. Sin embargo nuestras diferencias, en vez de alejarnos, sirvieron ya que el sexo no era una opcin para cimentar un lazo emotivo pasional. La ltima noche del Festival dormimos en la misma cama en una pensin de Bocagrande. Por QueVivaLaMusica_202.indd 19 23/02/2012 22:11

horas, medio borracho, intent en vano hacer el amor con l. Andrs se resisti todo el tiempo, sin perder su sentido del humor. Finalmente me venci el cansancio. Al da siguiente Andrs viaj a Cali y yo a Bogot. .Lo que he escrito hasta aqu corresponde a los vestigios de mis recuerdos de esos das. En los treinta y cinco aos que han transcurrido, la verdad desde mi punto de vista es la principal vctima. Al releer la primera carta que Andrs me escribi, fechada en Cali el de marzo de , la versin que l pinta de nuestro encuentro es muy diferente a la que han creado las tram-pas de mi memoria. Te quera conocer, escribe, saber que estabas escribiendo seguido me produjo como una estabilidad: ya haba ms gente con la que pudiera traba-jar, un crtico ms. Te imaginaba distinto. Por lo visto no me pareca en nada al Jaime que l haba construido en su imaginacin. Acept sin decepcin tu presencia. Meangustienunprincipiolatimidezmutuapor eso acced a la chaborrera en la alcalda. He aqu su ver-sin de cmo le expres mi atraccin: Cuando vino lo otro, cuando por primera vez (si no lo crees me da un culito)acced/acced/accedaseracariciado,crecaal mismo tiempo el temor: este nuevo vnculo correr el inters cinematogrfico?, ya no habr mutuo estmulo sino bsqueda y: cul ser el buscado? Quin llevar la iniciativa? La leve competencia intelectual masculi-na se transmut (o no?), y para mi caso (o no?, estoy muy confundido) en la normal pasividad femenina. Es decir, aunque tampoco lo explique claro: pasar a ser tu QueVivaLaMusica_202.indd 20 23/02/2012 22:11

objeto amado, no me convertira en espectador de tu trabajo y nada ms que eso?. Al releer, treinta y pico aos ms tarde, la prime-ra carta que me envi, tres pginas sin espacio, he descu-bierto con una especie de pavor que durante esos das en Cartagena, Andrs me entreg una copia de Que viva la msica! y me pidi mi opinin. Haba enterrado ese dato en los recovecos ms profundos de mi memoria. En la primera pgina de la carta menciona, al tiempo que hace referencia a sus artculos en Ojo al cine, que por cierto yo haba ledo con admiracin, el manuscrito de la novela (que no he debido mostrarte). Sin entrar en detalles al respecto pasa a mi asedio sexual de aquellos das: Pero la verdad fue que me causaste problemas en mi ya des-organizadsimopensamiento. Tuvequesalircorriendo de Presagio Al otro da, es cierto, me preocup no haberme despedido. En la pgina dos de la carta vuelve al tema de su pera prima: Que viva la msica! ya sabes, eso que est tan lejano de ti, que no tiene nada que ver con tu experiencia, ese mundo tan cerrado, eso que no te toca ni te emociona un tris porque bueno, t lees a Platn antes de dormir. En la tercera pgina de la carta, Andrs regresa a la carga: Ya sabes cmo fue la cosa: Yo vena hablando mucho, la pura verdad, acerca de carre-tascomopuntosdevista,perspectiva(Scope),faltade psicologa, y me interrumpiste muy feo, no por malos modales tuyos sino por demasiada charla ma, fue esa la P que casi me arruina un crepsculo tan bello: Enton-cesPublqueloydespushablamosodespuslehago una resea!!. En fin. Todava no lo est.Sus comentarios son evidencia de que mis pala-bras lo haban herido. De una cosa estoy seguro: lo ms probableesqueduranteesosdasfebrilesdelFestival QueVivaLaMusica_202.indd 21 23/02/2012 22:11

slo hubiese ledo a la carrera los primeros captu-los de la novela. Con la claridad y serenidad que a veces dan los aos transcurridos, slo puedo atribuir mi reac-cin a la competencia intelectual que lata entre noso-tros. Es muy posible que haya sentido envidia de que l tena terminada su primera novela y yo ni siquiera haba comenzado la ma. Tambin es muy posible que, inconscientemente, quisiera castigarlo y herirlo por su rechazo a mis avances romnticos y sexuales. Pero eso no excusa en lo ms mnimo mi crueldad, mi ceguera y mi falta de visin. Ahora me asombra que mi imperdo-nable insulto no hubiera puesto punto final a nuestra incipiente amistad. Por el contrario, antes de marcharnos de Cartagena, Andrs haba aceptado hacer una adap- tacin cinematogrfica de Un hombre bueno es difcil de encontrar, un cuento de Flannery OConnor que yo soaba con dirigir. Mi relacin con Que viva la msica! contino sien-do complicada despus de la muerte de Andrs. Cuando se suicid, les anunci a mis amigos en Nueva York (adon-de me haba trasladado), mi inminente suicidio. El drama era genuino: el dolor que sent cuando se quit la vida era el dolor ms intenso que haba sufrido hasta ese mo-mento. (Ahora veo con toda claridad que Andrs fue mi primergranamor;elprimerhombreaquienamde todocorazn.)Duranteaosmeresultabademasiado doloroso abrir el libro. Cada vez que me encontraba sin unproyectodeescritura,micompaerosentimental, Bill Sullivan quien no conoci a Andrs me con-minaba a escribir los recuerdos de nuestra relacin, pero el momento propicio no haba llegado. Andrs se haba convertido en un personaje mtico y su obra haba pasa-do a ser intocable. Adems me faltaba valor para escribir QueVivaLaMusica_202.indd 22 23/02/2012 22:11

acerca de asuntos que, a pesar de los aos transcurridos, todava me turbaban; tambin tema ofender a su fami-lia, a nuestros amigos en comn, y a su vasto nmero de lectores. Aun as, no perda la esperanza de que llegara un da en el cual pudiera leer la novela de principio a fin, sin interrupciones de meses y aos.Finalmente, treinta y cinco aos despus, me sen-t listo para releer Que viva la msica! La novela es un manuscrito de las memorias que ha terminado Mara del Carmen Huerta, una adolescente burguesa, miembro de la juventud perdida de Cali, acerca del verano violento de . Casi toda la accin transcurre mientras ella ca-mina con desesperacin por las calles y parques de Cali y sus alrededores campestres. Su monlogo, que tiene el ritmo vertiginoso de una catarata desbordada, es cmico, triste, delirante y tiene una fiebre degrados. Mara del Carmen ha vivido con tal intensidad que su pelo rubsi-mo, color de mango maduro, se ha tornado cenicien-to. Vive acomplejada porque no sabe ingls y no puede cantar las letras de la msica rock que le gusta; vive slo para bailar salsa, para escuchar msica, para la rumba, y pasa sus das y sus noches en un estado de exaltacin e intoxicacin perpetuas. Que viva la msica! es una novela armada con la habilidad y pulcritud de un novelista en plena ma-durez artstica. Lo que la hace memorable y nica, a mi juicio, es la inspirada voz de la protagonista, algo que no tena antecedentes en las letras latinoamericanas. El idioma vernculo en que se expresa Mara del Carmen la inscribe en la tradicin de narradores desparpajados que comienza con Huckleberry Finn, otro adolescen-te desadaptado; y la tristeza, desesperacin y desprecio que la joven siente por el mundo de los mayores la em-QueVivaLaMusica_202.indd 23 23/02/2012 22:11

parentan a Holden Caulfield, el narrador de un clsico de la literatura norteamericana del siglo , El guardin entre el centeno. Otra cosa que hace sui gneris la novela de Cai-cedo en la narrativa latinoamericana del siglo , es la sexualidad rapaz de Mara del Carmen Huerta. Su se-duccin de Rubn Paces, uno de sus amantes, no tiene paralelo en la ficcin escrita en castellano hasta ese en-tonces: se le puso como viga, y yo quise bajar por todo su medio, por toda la costura que yo podra separar para dejar dos pedazos de carne doliente; y sin cerrar la boca fuiamarrandolostalonesensunuca,yconlamano abajo,trabajndole,ay,lacaraquehizocuandomele ensart todaQue viva la msica! ha sido descrita por algunos crticos como la mejor novela sobre la salsa, lo cual no me parece un verdadero elogio. Es como decir que Cien aos de soledad es la mejor novela sobre la zona bananera. Esta nica novela de Caicedo es un libro revolucionario en muchos aspectos. A Mara del Carmen no le gustan las cosas que la aten con grilletes a esta dura realidad; una pandilla la viola, y ella permanece impvida. La no-vela es al mismo tiempo un ataque demoledor y feroz de lo que Caicedo llama el sonido paisa de la aburguesa-da y mediocre cultura colombiana de esa poca. La for-ma en la que sus jovencitos caleos drogadictos abrazan la salsa y los ritmos afrolatinos de la msica innovadora y vibrante de Puerto Rico y Nueva York una msica moderna que competa en su originalidad, fuerza y ra-dicalismo con lo mejor del rock de los aos sesenta es QueVivaLaMusica_202.indd 24 23/02/2012 22:11

un repudio a la hipocresa, corrupcin y mediocridad de las instituciones colombianas. Fragmentos extensos de la novela se leen como un mal viaje de , un viaje de espantosas visiones apo-calpticas. Incluso el canibalismo aparece en la novela, y los nios hongfagos, que deambulan alucinados por los valles y las montaas que rodean a Cali, son tan ate-rradores como los zombis antropfagos que dominan la imaginacin contempornea. El humor negro, los to-ques gticos y la desenfrenada violencia sdica que Cai-cedo describe (todo ello contrapuesto a hermosos pasa-jes lricos y descripciones poticas de la naturaleza), lo emparentan con escritores diablicos y nihilistas como Rimbaud otro escritor que siempre apasionar a los jvenes- y Genet -en su apologa del crimen-, y con un autor drogadicto y asesino como William Burroughs. Entre los consejos que Mara del Carmen le da al lector hacia el final de la novela se destacan: Para el odio que te ha infectado el censor, no hay remedio mejor que el asesinato y Si te tienta la maldad, sucumbe. No-vela confesional, carta de adis de un suicida, Caicedo nos dej un testamento de la visin desolada de un dro-gadictodestruidoysinesperanza.Lanicaredencin posible para Mara del Carmen Huerta y tal vez un poco para Caicedo la ofrece la msica: Msicaquemeconoces,msicaquemealientas, que me abanicas o me cobijas, el pacto est sellado. Yo soy tu difusin, la que abre las puertas e instala el paso, la que transmite por los valles la noticia de tu unin y tuanormalalegra,lamensajeradelospiesligeros,la que no descansa, la de la misin terrible, recgeme en tus brazos cuando me llegue la hora de las debilidades, QueVivaLaMusica_202.indd 25 23/02/2012 22:11

escndeme, encuntrame refugio hasta que yo me recu-pere, treme ritmos nuevos para mi convalecencia, pre-sntame a la calle con fuerzas renovadas en una tarde de un collar de coloresAl suicidarse a los veinticinco aos Andrs Cai-cedo consigui lo que ms quera: al igual que Peter Pan, no envejecer. Una generacin ms tarde, parece que su novela tambin ha encontrado el secreto de la eterna ju-ventud. Que viva la msica! se conserva tan fresca como si hubiese sido escrita en nuestros das. Tengo la corazo-nada de que ese ser su destino en la posteridad. QueVivaLaMusica_202.indd 26 23/02/2012 22:11