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EL DÍA, domingo, 1 de febrero de 2015 p1 revista semanal de EL DÍA del domingo C orría el año 1950 cuando, al amanecer del 23 de enero, se dejaba ver allá a lo lejos, por los macizos de Anaga, un gran barco de casco negro, el cual según se iba acer- cando a puerto mostraba su fealdad, colaborando a este aspecto desfavo- rable su corta y achatada chimenea. Ya en la bocana, destacaban sus dos grandes banderas, la española en popa y la contraseña azul del disco blan- co de Trasatlántica en lo más alto del mástil de proa. Era el vapor “Habana”, que procedía de Nueva York, con un cargamento completo de maíz para Canarias, cuyos habitantes seguían pa- deciendo las penurias y dificultades de la época. El buque venía al mando del prestigioso capitán Jesús Marro- quín Valladares y estuvo descargan- do durante cinco días en el muelle Sur de Santa Cruz de Tenerife parte del citado cargamento, continuando el 28 para Las Palmas a dejar el resto de la partida. Posteriormente se dirigió a Cádiz, donde efectuó reparaciones en los astilleros de Matagorda durante una semana. Tal vez influiría el gran calado que traía para evidenciar lo antiestético y realmente feo que era el barco; posi- blemente, también, las secuelas de su navegación por la mar bravía del Atlán- tico Norte los siguientes días a la salida de Nueva York, especialmente en esta época de invierno en la que este océano salvaje, con sus fuertes vientos, a veces de más de cien kilómetros por hora, y sus gigantescas olas, azota sin pie- dad los costados y estructuras de la nave. Seguro que influyó, porque el óxido chorreaba por ambas bandas y la consecuencia de todo ello hacía que, mirado desde el exterior, resultara muy poco atrayente. Sin embargo, su interior era seño- rial y acogedor; había cierto lujo en su ornamentación y mucha limpieza y clase en sus escasos salones y su come- dor. Se respiraba un ambiente noble y las maderas finas aparecían en pa- redes y mobiliario, complementándose con un servicio de fonda excelente, siendo la categoría de todos los cama- rotes de primera clase, aunque, a pesar de ello, en nada se asemejaba al so- berbio trasatlántico “Alfonso XIII”, que se vio obligado a cambiar su nombre por el de “HabanA” al llegar el nuevo régimen en 1931 y proclamarse la II República española, que llevó al exi- lio al rey Alfonso XIII, suprimiéndose todos aquellos nombres que corres- pondían a miembros de la familia real. Evidentemente, tampoco quedaba rasgo alguno que recordara la frase de Rafael González Echegaray citada en su libro “Alfonso XIII, un rey y sus barcos”, cuando dice, junto a su her- mano el vapor “Cristóbal Colón”, que “eran una pareja de buques esté- ticamente preciosos, técnicamente perfectos, de una solidez y unos mate- riales inmejorables y de un éxito comercial y político sin precedentes”. Pero estaba claro que el trasatlán- tico “Alfonso XIII” era un buque de muy mala suerte, ya que casi siempre tu- vo como aliado este tipo de circuns- tancias adversas. Desde que la quilla fue puesta el 27 de abril de 1916 hasta su toma de contacto con el mar para su finalización transcurrieron cuatro años, excesivo tiempo, debido a la esca- sez de suministros como conse- cuencia de la Primera Guerra Mundial. Tras su botadura, en 1920, sufrió un voraz incendio que demoró su entrega otros tres años más, hasta agosto de 1923 en que fue entregado a sus ar- madores la Compañía Trasatlántica. Con su nuevo nombre de “Habana”, la guerra civil española le obligó a sopor- tar las más cruentas vicisitudes, per- maneciendo durante toda la contien- da en el bando republicano. Una vez finalizada la guerra, fue recuperado el 5 de abril de 1939 junto con otros 70 buques mercantes españoles que estaban amarrados en puertos fran- ceses. El “Habanasirvió de buque insig- nia de esta gran “flota de los derro- tados” y en él se izó solemnemente la bandera española. Regresó a Bilbao y tres meses más tarde, mientras se efectuaban trabajos en los astilleros de la Naval de Sestao, con objeto de incorporarlo inmediatamente al ser- vicio, se desató otro devastador in- cendio, con toda seguridad provocado como el anterior en su construcción, que destruyó totalmente la aco- modación del pasaje. Posteriormente fue convertido en buque de carga y unos años más tarde en mixto, con camarotes para 116 pasajeros y 84 tri- pulantes; el resto lo componían gran- des bodegas de carga, tal como lo está- bamos contemplando en esos instantes, amarrado al muelle Sur de Santa Cruz de Tenerife. Pero continuaba con algo que no lo- graron arrebatarle: su orgullo. Fue un hermoso trasatlántico ala que le tocó vivir una de las peores épocas para los de su especie, y en las cuales –las gue- rras civil española y segunda mundial– no pudieron borrarlo de la mar, aun- que sí sus consecuencias, que lo fue- ron convirtiendo en una especie de ade- fesio. A pesar de todo, seguía conservando sus aires de grandeza mostrando su enorme casco, su amplia capacidad de carga y sus fuertes, indemnes y eter- nas turbinas. Ni siquiera en 1960, cuando tenía 40 años sobre sus cua- dernas, el resultado de explotación era muy deficitario y Trasatlántica tuvo que amarrarlo definitivamente en la ensenada de Rande, en la Ría de Vigo, con la idea de mandarlo al desguace, el arrogante vapor “Habana” permi- tió que esto sucediera y se resistió una vez más a dejar de existir. Dos años más tarde cambió de armador y tam- Texto: Manuel Marrero Álvarez (Exdelegado de la Compañía Trasatlántica Española en Canarias.- Miembro de la Academia Canaria de Ciencias de la Navegación) LA FIEBRE MIGRATORIA A VENEZUELA POLIZONES Vapor “Habana” (1950). Archivo Manuel Marrero TACORONTE EN EL SIGLO XVIII. Cuarta entrega de esta serie basada en el testimonio de documentos de la época. 6/7 RECUERDOS DEL PASADO

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EL DÍA, domingo, 1 de febrero de 2015 p1

revista semanal de EL DÍAdel domingo

Corría el año 1950 cuando,al amanecer del 23 deenero, se dejaba ver allá alo lejos, por los macizos deAnaga, un gran barco de

casco negro, el cual según se iba acer-cando a puerto mostraba su fealdad,colaborando a este aspecto desfavo-rable su corta y achatada chimenea.Ya en la bocana, destacaban sus dosgrandes banderas, la española enpopa y la contraseña azul del disco blan-co de Trasatlántica en lo más alto delmástil de proa. Era el vapor “Habana”,que procedía de Nueva York, con uncargamento completo de maíz paraCanarias, cuyos habitantes seguían pa-deciendo las penurias y dificultadesde la época. El buque venía al mandodel prestigioso capitán Jesús Marro-quín Valladares y estuvo descargan-do durante cinco días en el muelle Surde Santa Cruz de Tenerife parte delcitado cargamento, continuando el 28para Las Palmas a dejar el resto de lapartida. Posteriormente se dirigió aCádiz, donde efectuó reparaciones enlos astilleros de Matagorda durante unasemana.

Tal vez influiría el gran calado quetraía para evidenciar lo antiestético yrealmente feo que era el barco; posi-blemente, también, las secuelas de sunavegación por la mar bravía del Atlán-tico Norte los siguientes días a la salidade Nueva York, especialmente en estaépoca de invierno en la que este océanosalvaje, con sus fuertes vientos, a vecesde más de cien kilómetros por hora,y sus gigantescas olas, azota sin pie-dad los costados y estructuras de lanave. Seguro que influyó, porque elóxido chorreaba por ambas bandas yla consecuencia de todo ello hacía que,mirado desde el exterior, resultara muypoco atrayente.

Sin embargo, su interior era seño-rial y acogedor; había cierto lujo ensu ornamentación y mucha limpiezay clase en sus escasos salones y su come-dor. Se respiraba un ambiente nobley las maderas finas aparecían en pa-redes y mobiliario, complementándosecon un servicio de fonda excelente,siendo la categoría de todos los cama-

rotes de primera clase, aunque, a pesarde ello, en nada se asemejaba al so-berbio trasatlántico “Alfonso XIII”, quese vio obligado a cambiar su nombrepor el de “HabanA” al llegar el nuevorégimen en 1931 y proclamarse la IIRepública española, que llevó al exi-lio al rey Alfonso XIII, suprimiéndosetodos aquellos nombres que corres-pondían a miembros de la familia real.Evidentemente, tampoco quedabarasgo alguno que recordara la frase deRafael González Echegaray citadaen su libro “Alfonso XIII, un rey y susbarcos”, cuando dice, junto a su her-mano el vapor “Cristóbal Colón”,que “eran una pareja de buques esté-ticamente preciosos, técnicamenteperfectos, de una solidez y unos mate-riales inmejorables y de un éxitocomercial y político sin precedentes”.

Pero estaba claro que el trasatlán-tico “Alfonso XIII” era un buque de muymala suerte, ya que casi siempre tu-vo como aliado este tipo de circuns-tancias adversas. Desde que la quillafue puesta el 27 de abril de 1916 hastasu toma de contacto con el mar parasu finalización transcurrieron cuatroaños, excesivo tiempo, debido a la esca-sez de suministros como conse-

cuencia de la Primera Guerra Mundial.Tras su botadura, en 1920, sufrió unvoraz incendio que demoró su entregaotros tres años más, hasta agosto de1923 en que fue entregado a sus ar-madores la Compañía Trasatlántica.

Con su nuevo nombre de “Habana”,la guerra civil española le obligó a sopor-tar las más cruentas vicisitudes, per-maneciendo durante toda la contien-da en el bando republicano. Una vezfinalizada la guerra, fue recuperadoel 5 de abril de 1939 junto con otros70 buques mercantes españoles queestaban amarrados en puertos fran-ceses.

El “Habana” sirvió de buque insig-nia de esta gran “flota de los derro-tados” y en él se izó solemnementela bandera española. Regresó a Bilbaoy tres meses más tarde, mientras seefectuaban trabajos en los astillerosde la Naval de Sestao, con objeto deincorporarlo inmediatamente al ser-vicio, se desató otro devastador in-cendio, con toda seguridad provocadocomo el anterior en su construcción,que destruyó totalmente la aco-modación del pasaje. Posteriormentefue convertido en buque de carga yunos años más tarde en mixto, con

camarotes para 116 pasajeros y 84 tri-pulantes; el resto lo componían gran-des bodegas de carga, tal como lo está-bamos contemplando en esos instantes,amarrado al muelle Sur de SantaCruz de Tenerife.

Pero continuaba con algo que no lo-graron arrebatarle: su orgullo. Fue unhermoso trasatlántico ala que le tocóvivir una de las peores épocas para losde su especie, y en las cuales –las gue-rras civil española y segunda mundial–no pudieron borrarlo de la mar, aun-que sí sus consecuencias, que lo fue-ron convirtiendo en una especie de ade-fesio.

A pesar de todo, seguía conservandosus aires de grandeza mostrando suenorme casco, su amplia capacidad decarga y sus fuertes, indemnes y eter-nas turbinas. Ni siquiera en 1960,cuando tenía 40 años sobre sus cua-dernas, el resultado de explotación eramuy deficitario y Trasatlántica tuvoque amarrarlo definitivamente en laensenada de Rande, en la Ría de Vigo,con la idea de mandarlo al desguace,el arrogante vapor “Habana” permi-tió que esto sucediera y se resistió unavez más a dejar de existir. Dos añosmás tarde cambió de armador y tam-

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Texto: Manuel Marrero Álvarez(Exdelegado de la Compañía Trasatlántica Española en Canarias.- Miembro de la Academia Canaria de Ciencias de la Navegación)

LA FIEBRE MIGRATORIA A VENEZUELA

POLIZONES

Vapor “Habana”(1950). ArchivoManuel Marrero

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TACORONTE EN ELSIGLO XVIII. Cuarta entrega deesta serie basada en el testimonio dedocumentos de la época.�6/7

RECUERDOS DEL PASADO

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bién de nombre, ahora “Gali-cia”, pasando a sus nuevos pro-pietarios, la sociedad Pescano-va, que lo convertiría en bu-que factoría para la pesca dealtura, volviendo a la navega-ción, esta vez por los maresde África del Sur, permane-ciendo en ellos hasta 1978 enque, ahora sí, cansado y muyviejo, le llegó la hora de su jubi-lación definitiva, que no seríaotra que el desguace en Vigo.Y es que sesenta años de vidaera mucho tiempo para estebarco, que tenía a su enemigocorrosivo en el mar y ademássolo daba disgustos y pérdi-das a sus armadores.

Siguiendo con el viaje quenos ocupa, en la mañana del12 de febrero de 1950, una vezfinalizado su recorrido en lafactoría de Matagorda, el“Habana” inicia su nuevoitinerario zarpando de Cádizcon destino a Santa Cruz deTenerife, para realizar opera-ciones de toma de combus-tible, agua, víveres y embar-car 60 pasajeros para el puertovenezolano de La Guaira.Durante la travesía, el capitánMarroquín Valladares recibeun radio de la dirección de losastilleros gaditanos, infor-mando de que les faltan tresoperarios y que se sospechapudieran estar a bordo de subarco como polizones.

Dado que el buque tenía queser desratizado en Tenerife an-tes de partir para América, pororden de la autoridad sanitariay como consecuencia delcargamento de maíz traído enel viaje anterior, se extremóla búsqueda durante los dosdías que duró la travesía, in-terviniendo en ello la mayorparte de los miembros de latripulación, dirigida por el pri-mer oficial Victoriano BarbaríasAmézaga, avisando mediante megá-fono del peligro que corrían, caso deencontrarse a bordo. No hubo respuestaalguna, resultando infructuoso todointento de localización de los posiblespolizones.

El 14 de febrero, a las 6 de la mañana,el buque quedó atracado en la secciónsexta del muelle Sur de Santa Cruz ydos horas más tarde se personaron enel barco los funcionarios del serviciode Sanidad Exterior para preparar lonecesario y proceder a la desratizaciónexigida. El barco fue evacuado y lasbodegas precintadas.

A las seis de la tarde, cumplido eltiempo reglamentario para la total rea-lización de este tipo de operacionessanitarias, se abrieron nuevamente lasbodegas, apareciendo allá, en el so-llado de las mismas, muertos, los tresinfelices, quienes tal vez al sentir losefectos del gas venenoso que acaba-ría con sus vidas salieron del ilocali-zable escondrijo elegido, que no eraotro que un difícil hueco en la sentina,

habilitado por ellos mismos durantela reparación del buque en los astillerosgaditanos.

El veterano capitán Jesús Marroquín,con lágrimas en los ojos, sollozó: “Diosmío, que esta desgracia me hayaocurrido a mí, en el último viaje demi vida”. Efectivamente, al regreso deAmérica se jubiló y pasaría el resto desu vida en su domicilio de Cádiz, sinpoder olvidar jamás la macabra ima-gen de aquellos tres desgraciados poli-zones, tres jóvenes que iban en buscade una vida mejor, y la permanentepesadumbre, porque pensaba que posi-blemente se pudo haber hecho algomás para evitar sus muertes.

El buque se hace a la mar el 15 defebrero del citado año de 1950 a las16.00 horas con destino a La Guaira,después de embarcar los ya mencio-nados 60 pasajeros para Venezuela,cuyo despacho fue efectuado por elcónsul de dicha República en esta isla,Roberto Vivas Salvador, persona de gratorecuerdo en Tenerife, que unía a sujuventud un trato exquisito y alta pre-

paración para el cargo. En los años queestuvo al frente del Consulado, faci-litó la salida de miles de canarios haciasu país. Personas que huían de la mise-ria y el paro, como consecuencia dela tremenda crisis por la que atrave-saba el archipiélago. Era un hombreculto; muy educado y conversador; leíamucho y sentía gran afición por la pescade caña, además de poseer el mayory más espectacular “carro” americanoque circulaba por Santa Cruz enaquellos días.

El barco llevaba de sobrecargo a Joa-quín Ríos Valldeperas y de amanuen-se a José Seoane Gao, que años mástarde llegaría a primer sobrecargo dela compañía.

Era la época de la fiebre migratoriaa Venezuela, durante la cual los espa-ñoles se lanzaron en masa haciaaquellas tierras americanas para con-seguir mejorar la penosa situación quese vivía en Europa y porque la naciónvenezolana, que era excepcionalmen-te rica y lo tenía todo, sin embargo care-cía de mano de obra, que era lo único

que sobraba en España. Por ello,cuando se abrieron las puertas de laemigración, los peninsulares y los cana-rios fueron los primeros en cruzarla,comenzando así el gran éxodo de losisleños a tierras venezolanas, dondelos buques salen de Tenerife, últimopuerto español, abarrotados de emi-grantes, por lo cual los billetes de pasajedeben reservarse con varios meses deantelación.

Los polizones en esta época de losaños 50 eran, en su mayoría, jóvenesque rehuían el servicio militar y tam-bién aquellos que carecían de medioseconómicos para sufragar el billete delpasaje. Normalmente, los primeros,con recursos, pagaban a bordo y se que-daban en destino legalizando poste-riormente su situación en el país; entanto que los segundos, que se metíanen buques de línea regular, regresa-ban casi siempre en el mismo barcoy eran entregados a las autoridades deMarina del primer puerto español deescala, que en el caso de la Compa-ñía Trasatlántica Española era el deSanta Cruz de Tenerife. Más tarde seles veía bajar del barco esposados yconducidos por un contramaestrehasta las dependencias de la Coman-dancia de Marina.

La ley penal de la marina mercantetipifica claramente el polizonaje y dis-pone que se comete dicho delito porel hecho de penetrar clandestinamentea bordo de un buque mercante con elpropósito de viajar sin abonar el pre-cio del pasaje, y prevé la pena dispuestaen la ley común para el delito de estafa.Por ello, el juez de Marina, una vez queel polizón había prestado declaracióny las diligencias instruidas, pasaba es-crito a la naviera preguntando elprecio del pasaje y si el armador renun-ciaba al importe del mismo. Estos solíancontestar siempre, con similar modelode redacción, que no renunciaban “ala indemnización que pudiera corres-ponderles, advirtiendo que esta deci-sión no se hacía con ánimo de lucro,sino de colaborar en el intento de aca-bar con este tipo de irregularidades”.

Otra manera de salir como clan-destino era embarcar de polizón enalguno de los muchos petroleros quezarpaban de Tenerife con destino aMaracaibo y Puerto La Cruz, en Vene-zuela, a cargar petróleo crudo para larefinería de CEPSA en la capital tiner-feña, o también en otros buquesmercantes, especialmente carguerosy de bandera no española con rumboal continente americano. Pero en lamayoría de estos casos embarcabanen connivencia con el capitán o algúnotro miembro de la tripulación, ymuchas de las veces hasta con permisodel armador. A bordo abonaban unacantidad previamente pactada y, al lle-gar a destino, esperaban el momentooportuno para abandonar el barco.

El emigrante clandestino solo que-ría llegar a América, preferentementea Venezuela, aunque en ocasiones loscargueros elegidos no tocaban puertovenezolano alguno y desembarcabanen lugares muy alejados de su deseadodestino, como Canadá o Estados Uni-

Salon fumador del“Habana” (arriba) ycomedor de claseturista del“Monserrat. ArchivoManuel Marrero

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EN PORTADA

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dos; pero para él lo importante era quehabía llegado a América, la tierra depromisión y esperanza. Allí, si teníapasaporte y dinero, el problema estabaresuelto. Si por el contrario carecía dedocumentos, aunque con dinero, sustribulaciones continuaban hasta quefinalmente influían las circunstanciaspolíticas de la época, para que las auto-ridades de aquellos países les facili-taran la salida.

Para unos, el viaje era una aventura,para otros una odisea, pero, sin la menorduda, la mayoría de las veces, bastantemejor que la arriesgada y larga travesíadel Atlántico en aquellos pequeños bar-cos de la clandestinidad que partíande cualquier lugar de las Islas Cana-rias, cuya navegación se convertía enauténtica epopeya, en los que sabíascuando partías, pero nunca cómo nicuándo llegabas.

Otro viaje espectacular sobre poli-zones, aunque no dramático como eldel vapor “Habana”, ocurrió a bordode la turbonave “Montserrat”, que zarpóde Santa Cruz de Tenerife el 25 de juliode 1960 a medianoche con destino alpuerto venezolano de La Guaira. El bu-que iba al mando del capitán-inspectorde Trasatlántica Víctor Pérez Vizcaínoy al día siguiente de la salida leinforman de que se habían localizadocuatro polizones. Más tarde, que ha-bían aparecido seis más, y así hastala friolera de 27, entre hombres, mu-jeres y dos niños de corta edad, todosembarcados en el puerto de Tenerifey pertenecientes a los pueblos de SantaÚrsula y La Matanza de Acentejo. ¿Cómosubieron a bordo? Dijeron que por laescala real, o lo que es igual entraron“como Pedro por su casa”. Extraño,porque siempre había dos oficiales yotros tantos marineros en el portalóncon severas órdenes de no dejarpasar visitante alguno, además de laexhaustiva inspección a todos los depar-tamentos del buque que tradicional-mente se hace antes de largar cabospara hacerse a la mar. Alguien de a bordotuvo que colaborar con ellos, pero nofue posible que lo denunciaran.

En el puerto de La Guaira coincidióel “Montserrat” con el “Virginia de Chu-rruca”, de la misma compañía, queregresaba directo a Santa Cruz de Tene-rife al mando de otro gran capitán yamigo de nuestra isla, como era Car-los Peña Alvear. Para evitar el viaje largodel primero de los buques, que debíacompletar su itinerario con escalas enPuerto España (Trinidad), Kingston(Jamaica), etc., todos los polizones fue-ron trasbordados al “Churruca”, sien-do alojados la mayoría de ellos en laenfermería, por carecer de camaroteslibres. Su corta aventura finalizó, co-mo no podía ser de otra manera, peropudieron decir que habían pisado tie-rra venezolana porque pasaron de unbarco a otro andando por el muelle,aunque custodiados por la policía local.

Al llegar a Tenerife, el 12 de agostode 1960, dado el elevado número depersonas que componían el grupo depolizones que debían ser transporta-dos hasta la Comandancia de Marina,donde prestarían la consabida decla-

ración, se solicitó el servicio de dosfurgones de la Policía Municipal delAyuntamiento de Santa Cruz, que enaquella época se les conocía popu-larmente como “la chivata”. Una vezinstruidas las correspondientes dili-gencias por parte del juez de Marina,en esta ocasión, por lo especial y huma-nitario del caso, ya que muchos de ellosformaban grupos familiares, la Com-pañía Trasatlántica Española, a pesarde los perjuicios económicos a que fuesometida, no hizo uso de sus derechosa reclamación alguna, pasando todosa sus domicilios respectivos y dandoasí por finalizada la ilusionante y mul-titudinaria aventura por mar y tierrasamericanas de estas pobres y deses-peradas familias.

Para finalizar este “Recuerdo delPasado”, permítannos que exponga-mos un caso más de este tipo de ano-malías en la forma de viajar y, con ello,resaltar la sinceridad, lealtad y sim-patía de un marinero gallego, que bienpodría traducirse en un homenaje aestos hombres de mar, pertenecien-tes a esa región marinera por excelencia,y que son reconocidos como los me-jores del mundo por su disciplina, hon-radez y fidelidad a sus capitanes, ofi-ciales y, consecuentemente, a la na-viera para la que trabajan. Ocurrió abordo de la motonave “Coromoto”,buque de carga de la Compañía Tra-satlántica en uno de sus viajes Vera-cruz, Nueva Orleans y regreso alpuerto español de El Ferrol, allá porenero del año 1978

El buque lo mandaba el capitán JoséÁngel González Guisande, tambiénoriundo y residente en tierras galle-gas. A la salida de Veracruz, el mari-nero timonel le comunica que habíaencontrado en el Oficio a un indivi-duo ajeno a la tripulación, preparán-dose un bocadillo, y que muy tranquilole manifestó que era un polizón. In-mediatamente se pone en funciona-miento el protocolo establecido paraestos casos, que vamos a obviar porlo prolijo del mismo y solo decir que,según los documentos en su poder,se trataba de un ciudadano españolde edad militar, con constancia de haber

viajado por toda América del Sur y conmúltiples certificados de matrimonio.En fin, una joya.

Por supuesto y de acuerdo con lamencionada ley penal de la marina mer-cante, los polizones no pueden desem-peñar trabajo alguno a bordo, aunqueeste fuera su deseo. Se le asigna uncamarote, siendo los servicios deaseo y baño los mismos que utilizanlos miembros de la tripulación subal-ternos y maestranza. Así, su vida a bordotranscurre de forma placentera, conbuena comida y descanso, hasta lle-gar el buque a Nueva Orleans, dondeel cónsul de España recomendó quela repatriación a nuestro país se hicieseen el mismo barco, ya que el siguientepuerto de escala era El Ferrol, en laprovincia gallega de La Coruña.

Y fue uno de estos días de sus sin-gladuras finales cuando el timonel deguardia, gallego hasta sus últimas raí-ces, le dice al capitán en el puente: “Sabeque o polisón anda falando mal de vos-tede e dos oficiais desindo que elesteñen o cuarto de baño os camarotese as cámaras mellores que as nosas eque deberiamos facer algo para queiso non fose así”. El capitán, sorpren-dido, le pregunta: “¿Y usted que di-jo?”. Y el marinero, muy respetuosoy serio, contesta: “Que lle dixe?, eu poislevo trinta anos na compañía e quenunca se me ocurriu iso. E tamben lledixe: ¿Sabes una cousa?: como che cai-gas a o mar eu vou a mirar a outro lado”.

¡Qué ocurrencia la de este honestoy fiel marinero! Pero la realidad es quea partir de ese momento el polizón,como por arte de magia, dejó de hacerapología en contra del capitán y ofi-ciales, transcurriendo el viaje con todanormalidad hasta El Ferrol, donde leesperaba la sorpresa de la Policía NavalMilitar, Policía Nacional, Guardia Ci-vil y un desfile de coches militares,ya que, aparte de los delitos de poli-zonaje, poligamia, etc., estaba per-seguido por desertor del serviciomilitar, que en aquellos tiempos eranpalabras mayores.

El capitán González Guisande, quenos relató recientemente este singu-lar episodio ocurrido aquel año de 1978,

dice que mostró gran alivio cuando elpolizón abandonó su barco, al tiem-po que reconocía “la gracia, la since-ridad y la lealtad de aquellos buenosmarineros, verdaderos lobos de marque no andaban con chiquitas cuandono le cuadraba lo que escuchaban”.

Nosotros, que estuvimos unidos ala Trasatlántica Española durante to-da nuestra vida laboral, traducida encerca de medio siglo de trabajo, con-tribuyendo a mantener vivas las co-municaciones entre Canarias y Amé-rica, nos unimos a este homenaje por-que pensamos que jamás podremosllegar a agradecer lo mucho que es-tos marineros trabajaron y colabora-ron para hacer grande a la centena-ria y más importante compañía de nave-gación española, que tantas páginasgloriosas escribió a través de su his-toria.

Cualquier lugar de Galicia podría serelegido para encontrar a estos noblesy muy responsables profesionalesde la mar, pero esta vez permítannosque optemos por Moaña, ese hermosorincón de la comarca del Morrazo, enPontevedra, que fue cuna de la mayorparte de las tripulaciones, especialmentede los dos últimos barcos españolesde la emigración a Venezuela “Begoña”y “Montserrat”.

En nuestra memoria están los nom-bres de los marineros Antonio Bernár-dez, José Chapela, Justo Iglesias,Sánchez del Río, los engrasadores JoséRivas, Eugenio Boubeta, AntonioRiobo, los cocineros Manuel Cance-las, José Nogueira y Jesús Pazo, loscamareros Julio Pazo y Cándido Jalda,el amanuense Manuel Juncal, el en-fermero Palmás Portela, etc. etc.,que son algunos de los pertene-cientes a este mencionado bello mu-nicipio, y que estuvieron enrolados enlos citados buques, dejando constanciaen todo momento de su profesiona-lidad y honradez. Para ellos y para todoslos marineros de esa maravillosaGalicia que tanto han dado, incluso suspropias vidas por el amor a la mar ylos barcos, nuestro homenaje de res-peto y simpatía, con el mejor de losrecuerdos.

EN PORTADA

Furgonesmunicipales,popularmenteconocidos como “lachivata” (1960).Archivo Policía Localde Santa Cruz.

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INVESTIGACIÓNEN PORTADATURISMO

Serie “Pintores Canarios”, cuadro Nº 3”(técnica mixta sobre papel de acuarela)

ManuelLópez Ruiz��� Nació en Cádiz el 29 de mar-zo de 1869, realizó sus estudios artísticosen la Academia de Bellas Artes de suciudad natal y participó como vo-luntario en la guerra de Melilla, des-de donde envió ya apuntes de cam-paña al Heraldo de Madrid, ciudad adonde se trasladó luego por unos añospara completar su formación artísti-ca.

Llegó pensionado por su ciudad na-tal a Santa Cruz de Tenerife en 1895,y decidió radicarse en la isla por elresto de su vida. Lo que más cauti-vó a su mirada de pintor fue el mar,el océano Atlántico que baña las Is-las y adopta, según los momentos deldía y la actividad de las mareas, unsinfín de formas y tonalidades. Se con-virtió así López Ruiz en Tenerife enun gran pintor de marinas, las del marde Canarias, concepto al que aludeel título de su magna exposición ce-lebrada en Madrid en 1946 (“Maresy costas de Canarias”), y que cons-tituyó un sonado éxito.

En el momento de la organizaciónen Santa Cruz del Museo Municipalde Bellas Artes, abierto desde 1900bajo la dirección de Pedro Tarquis So-ria, éste solicitó a los artistas la do-nación de obras para nutrir las co-lecciones. López Ruiz aportó ya en-tonces una soberbia marina, la llamada“Lancha volcada”, que se exhibe enel Museo y que fue la primera pin-tura de esta temática que entró en elmismo. Al margen de esa preferen-cia suya, realizó también varios re-tratos e incursionó con placer en elpaisaje isleño. Realizó algunos encargospara edificios públicos. Uno de los masdestacados es el gran mural al fres-co del techo del patio de butacas delteatro Leal de La Laguna.

Al margen de esta actividad artís-tica mayor, López Ruiz hizo gala deimprovisado poeta humorístico, y fuetambién autor de numerosas cari-caturas y dibujos de humor que fir-maba con el seudónimo de “El Afi-lador”.

López Ruiz también fue profesorde la Escuela de Artes y Oficios de San-ta Cruz de Tenerife. En 1917 ingresócomo numerario en la RACBA, y el23 de noviembre de 1925 fue nombradotambién, mediante concurso, se-cretario del Museo Municipal deBellas Artes.

Manuel López Ruiz fue siempre unestrecho colaborador de las iniciati-vas artísticas en Tenerife, y se con-sideró toda su vida un canario más.En 1954 fue nombrado Caballero dela Orden Civil de Alfonso X el Sabio.Estuvo casado con Rogelia TogoresHernández, con la que tuvo hijas. Fa-lleció el 3 de junio de 1960.

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domingo, 1 de febrero de 2015, EL DÍAp6

En 1726, la parroquia deSanta Catalina recibe la vi-sita del obispo Félix Ber-nui Zapata y Mendoza,permaneciendo varios

días en el lugar. En la carta de visitafiguran algunos mandatos, entreellos el siguiente:

“Y que en atenzon [atención] à averreconocido lo mal tratada, y desa-dornada que se halla la Capilla,Colateral del lado del Evangelio de nrâSrª dela Concepon [Concepción], deque parese es Patrono Dn SebastianMachado Espinola, vecino de la Villadela Ôrotava y necesitar de promptoreparo porla ruina que esta amena-zando, a cuio fin el Cura deesta Ygle-sia tiene hecho embargos en los bie-nes obligados ala manutenzon [man-tenimiento] de dha Capilla, en virtudde la facultad que para ello le dio elfundador [del patronato]; Ôrdenamosy mandamos a dho Cura prosiga endhos embargos, y proceda con los fru-tos y rentas que sufragaren dhosbienes alaobra, reparo, y adornoque necesitare dha Capilla abriendo,y en sanchando la bentana quetieneaproporcion de la delaotra Capilla Cola-teral frontera, que es de nrâ Srª delRossario; y desde luego por la gran diso-nancia que hace y el ser contra todoestilo el que aya retratos profanos enlas Yglªs sus Capillas, y Altares,desde luego mandamos ael expresadoParrocho quite los dos de cuerpoentero, que estan en dha Capilladando aviso asu dueño para que losrecoja, y dexara solamente el escudode Armas que basta para señal de Patro-nato. Felix obpo de Canars [obispo deCanarias]”.

El patronato de la capilla de la Con-cepción había sido fundado por elsacerdote Felipe Machado Espínolay Lugo hacia la mitad del siglo XVII,instituyendo un vínculo a favor desu sobrino Sebastián Machado Espí-nola. Enfadó mucho a su ilustrísimaque aquellos cuadros de personajesde la familia Machado que colgabanen la capilla llegaran a ser objeto dereverencia y veneración por feligre-ses que los tomaban por imágenes desantos, por cuyo motivo ordenóque se quitaran.

Estamos en 1730. La caída de la ex-portación del vino malvasía reduceel cultivo de esta variedad al mínimo.La alternativa de los vinateros tiendeal vidueño, un caldo blanco menosdemandado y menos cotizado. En estatierra insular toda crisis desembocaen emigración, y la de este tiempoes notoria en los pueblos del norte,aunque no tanto en Tacoronte, don-de la viña ocupa un lugar secunda-rio, más bien de consumo local, encontraposición al trigo y determinadoscultivos que se van consolidando, co-mo la papa, el maíz y las legumbres.

La emigración propicia el des-censo demográfico en varios pueblos,si bien Tacoronte mantiene unapoblación importante dentro del

contexto insular: el sínodo de Dávila(prelado Pedro Manuel Dávila y Cár-denas) señala 872 vecinos (3.421almas) en el año 1735.

Otras referencias del sínodo hablande iglesia decente, convento agustinocon 12 religiosos donde se venera ladevota imagen del Cristo de losDolores, cinco ermitas: San Juan, SanJerónimo, La Caridad, San José el Viejoy San José el Nuevo, lugares estos deculto en cuyo entorno se asientannúcleos vecinales, germen de futu-ros barrios del pueblo de abajo. Enlas tierras altas cercanas al monte noexiste ningún recinto de culto, la pobla-ción es escasa y el acceso bastantedificultoso.

En agosto de 1731 la iglesia de SantaCatalina recibe la visita de DomingoPantaleón Álvarez de Abreu, canó-nigo de la Santa Iglesia Catedral delas islas, juez apostólico del tribunalde las Cruzadas, examinador sinodaly visitador general del partido dio-cesano de esta zona de la isla. Acom-pañado del párroco, capellanes,sochantre y otros ministros de la parro-quia y personas importantes dellugar, pasa revista a todos los alta-res del templo. El altar mayor cuenta

con un retablo dorado de tres nichosy en ellos, el Niño Jesús, a su dere-cha Nuestra Señora de la Encarnacióny a su izquierda la imagen de la patronade Tacoronte, Santa Catalina mártirde Alejandría.

En la carta del visitador se ordenaque todos los libros de cuentas y decofradías no permanezcan en poderde los mayordomos debido al riesgode los accidentes del tiempo y paramayor seguridad. Manda que seguarden en el archivo y cuando se re-quiera alguno recurrir al párroco, quelo pondrá de manifiesto para cual-quier apunte o noticia. Pueden estarfuera del archivo los libros de bau-tismo, casamientos y entierros.

Según los cuadrantes de misas, lafiesta de San Sebastián tiene lugar el20 de enero de cada año, con misacantada, vestuario, procesión y vís-peras. Había mucha veneración ha-cia el mártir asaeteado, y consta quesu celebración se hizo con regulari-dad hasta mediados del siglo XIX.

Del año 1735 existen datos de unrecorrido procesional. Fray DomingoLorenzo Nuño, prior del convento deSan Agustín, saca la procesión desdeel santuario y la conduce al Calvario

por uno de los callejones y la retornapor otro, “por haber testificadoalgunos hombres de edad que en añospasados salía esta procesión poreste mismo círculo”. Los callejonescitados eran los de Amargura y de An-gustias, que hoy se corresponden conlas calles de Sebastián Machado y deJosé Izquierdo.

Noticias de 1739 señalan que la fa-nega de trigo se tasa a 18 reales deplata, y la de millo a 10; los produc-tores pagan diezmos y primicias a laIglesia, y en el monte el corte de ma-dera está puntualmente reglamentado.

Es muy usual la fundación decapellanías, práctica que se mantienedesde antiguo como arraigada cos-tumbre de la feligresía el cuidar sualma para el después de los últimosdías. Por lo general son los vecinosmás acomodados y familias pudien-tes las que instituyen capellanías altiempo de hacer testamento, haciendoconstar el número de misas y oficiosque han de decirse en determinadasfechas, por las que el ministro oficiante(capellán) cobra lo estipulado, unafuente de ingresos para ellos y parala parroquia. En garantía del pago losinstituyentes señalan propiedades y

TACORONTENOTICIAS DEL SIGLO XVIII (IV)

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Texto: Nicolás Pérez García

Ermita de LaCaridad, una de lascitadas en el sínodode 1735 sobre lapoblación deTacoronte.

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HISTORIA

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EL DÍA, domingo, 1 de febrero de 2015 p7

principal tiene que ver con los en-tierros, a los que asiste con el cajón,cojines, paño, cargadores, etc., co-brando por cada uno de estos ele-mentos. Sus cofrades procuran li-mosnas y donativos recorriendo

eras y bodegas, pidiendo en las ca-sas y en la iglesia por Semana Santa.Por esta época construyen un osariode piedra y madera en alguna parteexterior del templo para suprimir eldel interior, colmado de restos mor-

tuorios.En 1750 toca fondo la crisis viní-

cola, la cual se viene arrastrando desdeel último tercio del siglo XVII. Se llegaa extinguir totalmente la producciónde vino malvasía; El Sauzal acusa lasconsecuencias perdiendo población,al igual que La Orotava, que incre-menta cultivos de subsistencia comola papa y el millo, pues el trigo se damal en su demarcación.

José Antonio Fernández de Ocampoy Lugo, abogado de los Reales Con-sejos, toma posesión como párrocode Santa Catalina el 18 de marzo de1750, “en virtud que […] le dio Su Majdel Sor Ferndº el Sexto que Dios gde.En doce de henero de dho año por laConsulta que hiso el Yltmº Sor Dn JuanFrancº Guillen, Dignmº obpô destasYslas mi Señor”.

En 1751, el rey expide una instru-cción para perseguir y recoger a todoslos vagabundos y mal entreteni-dos, según se dice con el fin de esta-blecer la quietud en los pueblos y se-guridad en los caminos. En Tacoronteno existe problema de este tipo.

Otros cambios afectan a la admi-nistración de los pueblos, como queel alcalde que hasta ahora ha sido nom-brado por el gobernador de la isla pasaa ser elegido entre una terna propuestapor el corregidor a la AudienciaReal, según cédula real de 13 de junio1752. El primer mandatario local hade ser un vecino de la localidad quereúna condiciones adecuadas, comoeran posesión de bienes raíces y lapersonalidad idónea para el cargo. Endefinitiva, el alcalde viene a ser desig-nado entre las familias principales,que son las que detentan el poder polí-tico y económico, con frecuenciahaciendo y deshaciendo según susintereses.

frutos que en caso de incumplimientopodrían ser objeto de secuestro,embargo y remate. Algunos detalles:

“Amaro Hdez. Martinez, Comisariodel Stº. oficio, funda Capª. 50 misasrezadas cada año en Stª. Catª., 25 enel altar mor. [mayor] a nrâ Srª.Encarnacion y 25 en la capilla de NrâSrª. Rosario. Testamento 17 mayo de1741. Señala unos pedacillos de tierra”.

“Lucas Rodriguez Leonardo, presbº.y Mrô [ministro] del Stº. ofº. de laYnquisicion, testamento ante testigos15 enero 1741, y solemne 17 diciembre1743, funda Capellania 40 misas”.

Los capellanes cobran por las mi-sas rezadas y los curas por otras misasy aniversarios. También cobran elsacristán, el organista y los mona-guillos. Cada sermón cuesta 30 rea-les. Las misas son controladas por uncolector que hace las anotaciones enun libro, y sobre los impagos de losfundadores secuestrar frutos y ren-tas. Los visitadores del obispado revi-san tales libros.

El emigrante tacorontero Diego An-tonio Marrero amasó una importantefortuna en las Américas y fue presi-dente de la Compañía de La Habana,creada por la Corona en 1740 con elobjetivo de impulsar el comercio entrela Perla de las Antillas y la metrópoli.En su reglamento se obligaba atransportar 50 familias canarias de5 personas a la Florida, aunque talcosa no era tarea fácil debido a con-flictos bélicos y alto coste de los fle-tes, si bien en tiempo adelante fue-ron muchas las familias isleñas quese asentaron en Cuba formando im-portantes comunidades.

El 31 de diciembre de 1746 visitala parroquia el obispo don JuanFrancisco Guillén. Es mayordomo dela fábrica parroquial el presbítero Cris-tóbal de la Torre, y párroco Juan deSosa de la Trinidad. Por la torre delcampanario se filtra el agua de llu-via, por ello este mandato episcopal:

“Y porque por estar descubierta, ysin chapitel la torre se mojan yhechan a perder los tablados y esca-lera de ella, y tambien el Baptisterio,y aun la Yglesia, y paredes, mando suYltmª que si luego no hubiere caudalpara hacer Chapitel a lo menos se leponga luego tejado ala Torre que arrojefuera las aguas sin que ofenda las pare-des, y porque pasan por el Baptiste-rio para subir a la Torre mando suYltmª que la Pila bautismal se cierreluego con llabe poniendole abrazaderasde yerro para que los muchachos nohagan alguna indecencia en ella.Assi lo proveyo y firmo Su Yltmª doyfé”.

Corre el año 1747 cuando la procla-mación del rey Fernando VI. Para cele-brarlo se juntan los tres tercios de mili-cia de Tenerife, que son los de La La-guna, Güímar y Tacoronte. Tras laspalabras de rigor, cada agrupación rea-liza disparos de ordenanza y la jor-nada festiva concluye con un refrescoa las autoridades.

En este tiempo hay en Tacoronte15 sacerdotes. La cofradía de Ánimases la más activa, cuya finalidad

HISTORIA

Santa Catalina. En1726 visita la iglesia elobispo Félix BernuiZapata, que mandóretirar los cuadros depersonajes ilustres.

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El cultivo de laviña no era de losprincipales en el sigloXVIII, más bien erapara consumo local.

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Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 965

do menos intensas al irte familiarizandocon todo el proceso oncológico, los tra-tamientos, el hospital, etc.

“Atrapada” en reacciones o etapasemocionales

Cuando una reacción emocional, cual-quiera, no ayuda a afrontar la enfer-medad, empeora el estado de ánimoy no contribuye al desarrollo de futu-ras conductas saludables, hablamosde reacciones emocionales desadap-tativas o negativas. Entre las que cabendestacar:

Incredulidad: de entrada positiva,“no me puede estar pasando a mí”, perocuando se prolonga puede generar gran-des dificultades para asimilar malasnoticias.

Culpabilidad: es una emoción diri-gida hacia uno mismo con autoacu-sación, pena y remordimiento.

Furia prolongada: cierto grado deenfado es normal. Sin embargo, expe-

rimentar demasiado enfado contra todoo todos y durante mucho tiempo esnegativo. Se trata de una furia agresi-va que lleva a amenazar, agredir o tra-tar a otros con hostilidad.

Colapso: se produce cuando la per-sona afectada no reacciona, se para-liza y necesita de los demás para afron-tar cualquier situación. Por ejemplo,no va a las visitas o a los tratamien-tos si no es acompañada.

Shock: es un estado de sobrecargaemocional, que incapacita momen-táneamente a la persona para actuaro decidir. Manifestaciones muy inten-sas y fuera de lo común, como silen-cios muy prolongados, gestos o gri-tos.

La búsqueda de lo imposible: inten-tar encontrar alguna solución milagrosa.Generalmente, la información es ade-cuada y personalizada. Suele impli-car también entrar en tratamientos com-plementarios con poco rigor científico,y que pueden interferir con los tra-tamientos convencionales.

Desesperación: considerar y expre-sar abiertamente que no hay nada quehacer, aunque sea irreal. Es unplanteamiento que lleva a la personaafectada a sentarse y esperar sumuerte. La esperanza se anula y escausa de depresión.

Hiperdependencia: de la familia ydel equipo médico. El paciente nece-sita a los demás para realizar cualquieractividad. Pierde su capacidad de actuar,no participa en la toma de decisiones,delegando en los demás absolutamentetodo.

Rabia dirigida a alguien y acusación:generalmente dirigida al médico.Quienes reaccionan con empatía y apor-tando soluciones podrán minimizaresta respuesta.

Preguntarse “por qué a mí”: sueleser una expresión de rabia, desespera-ción, frustración y sentimiento de injus-ticia.

Amenazas: actuar bajo una absolutasensación de pérdida de control.Para recuperarlo, el paciente podríaamenazar a su médico con una denun-cia, o a sí mismo con hacerse daño.

Seducción: elogiar excesivamenteal médico y/o hacerle regalos, con laintensión de mantener una relaciónespecial, para conseguir tenerlo másaccesible, o incluso, como una “garan-tía de curación”.

Empezaba contándote que un cán-cer interrumpe, que entorpece, te frena,pero te hará crecer y mejorar. Rodéatede gente que te aporte cariño,comprensión y te ayude en el día adía, delega en los demás, comunícaloa los tuyos con naturalidad, permí-tete emocionarte y procesar todo elmalestar y confusión que, aunque nor-males, son difíciles de gestionar. Siel malestar es demasiado intenso ose prolonga demasiado en el tiempo,es el momento de consulta con unapsicooncóloga/o. Gestionar adecua-damente todas estas situaciones te per-mite adaptarte mejor para vivir el pro-ceso sin tanto dolor, ver lo positivoque esconde la enfermedad y crecer.Déjate mimar.

“En ese momento lo primero que bus-qué fue algo cierto a lo que aferrarme.Y lamentablemente, al principio, sólorecibí cachetadas en el alma” (Marcos,29 años, afectado de cáncer de pán-creas).

Un cáncer interrumpe, un cán-cer entorpece, un cáncer generadolor, genera alivio, genera rena-

cer, genera aprender, genera amigosy también los ahuyenta. Un cáncer tehará crecer de una forma muy pecu-liar. Un cáncer es contradicción, es incer-tidumbre, es aprendizaje. Te hará reen-contrarte contigo mismo, te hará verlo peor y lo mejor de ti. Resurgirás paraver el mundo con un color diferente.Aprenderás que diferente no es peor.

Las cifras son difíciles de encajar,la realidad que ahora llega tambiénlo es, pero no es imposible. Tumédico te habla de cáncer y de tra-tamientos, pero lo que realmente teestá poniendo sobre la mesa es lo queHolland y Roland llamaron en 1989las “5 D”, por su nomenclatura eninglés: 1) miedo a la muerte (death)y a las posibles recaídas; 2) dependenciaa los médicos y familiares (dependence)para las revisiones, citas, tratamien-tos, el día a día, el trabajo, etc. ; 3) cam-bios en la autoimagen y funcionali-dad corporal por las cirugías (disfi-gurement); 4) ruptura y cambios delas relaciones sociales (disruption):algunos amigos “desaparecerán”,otros serán pilares fundamentales queno te dejarán ni a sol ni a sobra; 5) inca-pacidad o dificultad para alcanzar metaspropias a tu momento evolutivo,nivel profesional o personal, pues laenfermedad interrumpe, genera unparéntesis en tu vida que podría retra-sar una ascenso, un nuevo proyecto,el crecimiento de la familia… (disa-billity).

Se trata de un etapa de tu vida, unaetapa más, que sacará lo mejor de tia base de esfuerzo, de cuidarte, de mi-marte mucho, de entenderte y dejarteayudar, de darte tiempos, de descar-gar lo que sientes, de compartirlo y dele-gar.

Durante este tiempo podrás sentirtevulnerable muchas veces. El miedo alas posibles recaídas y muerte te po-drán acompañar casi todo el caminoen mayor o menor medida. Estos cam-bios que vienen y que sentirás comobruscos te podrán generar mucha ansie-dad, sentimientos de abatimiento, dedaño físico. Estos cambios podrán estarmás presentes en algunas fases del pro-ceso sobre tu cuerpo, tu pelo o tu cara.Te podrá preocupar lo que los demásdigan o piensen sobre tu imagennueva en la que no te reconoces. Perolo importante no es lo que ellosvean, lo importante es lo que ves tú.Cuídate mucho. Déjate abatir cuandosea necesario y descarga todas esas emo-ciones que te invaden. No tengas miedoal rechazo, el cáncer atrae a verdaderosamigos y compañeros de batalla quete van a ayudar a reír hasta cuandocreías que era imposible.

Recibir un diagnóstico de cáncer ge-nera un fuerte impacto social, personal

y emocional que de entrada podríadejarte con una sensación de bloqueo.Es posible que necesites comprobarque lo que te han dicho es verdad. Qui-zás consultes con otros médicos y note deje de rondar la idea de “sedeben de estar equivocando”. Cuandose confirme el diagnóstico te enfadarás,pensarás “no es justo, no lo merezco”.Llegará el primero de muchos bajo-nes. La tristeza se podrá hacer presenteen tu día a día y necesitarás llorar. Pocoa poco, conseguirás entender mejorqué está pasando, y empezarás a acep-tarlo. No son etapas que debandesarrollarse necesariamente en esteorden, pero sí es común que se expe-rimenten ante un diagnóstico de estecalibre.

Son reacciones normales y adapta-tivas que tu familia y amigos cerca-nos podrían vivir también. Es buenoy necesario que aparezcan para unacorrecta adaptación. Cada vez irán sien-

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Texto: Ariadna González(Psicooncóloga y psicóloga sanitaria habilitada.

Miembro de la Sociedad Española de Psicooncología,SEPO. Nº Col: T2255)

CUANDO EL CÁNCERLO INTERRUMPE TODO

Dentro de unos días, el miércoles 4 de febrero, el mundo celebra el día internacional contra elcáncer. Una enfermedad que mató en 2012 a 8,2 millones de personas y que está suponiendo

en los últimos 10 años la pérdida de 84 millones en todo el mundo según la OrganizaciónMundial de la Salud (OMS).