Relato de San Valentín

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    Rendición

    Relato de San Valentín

    Los Angeles, enero de 2014

    Una vez más la mansión de Gary Reynolds derrochaba glamour, sehabía vestido de gala para celebrar las diez nominaciones que habíarecibido Rendición a las categorías principales de los premios de laacademia, la cinta estuvo a punto de no lograr postularse para ese año,ya que fue una de las últimas en estrenarse, pero el empeño del dueñode la productora y de todo el equipo que trabajó en la misma,lograron convertirla en una de las que cerrara el año. Así fue como eldiez de diciembre la adaptación de la obra de Samantha, inundó lassalas de cines en un estreno que se realizó de manera simultánea enmillones de salas a nivel mundial.

     A los esposos Bonanzierri no solo la felicidad les había sonreídoen el plano amoroso, sino también en el profesional, ambos habíanlogrado las mejores críticas por sus trabajos y a consecuencia de eso,

    también los premios en reconocimiento, convirtiéndose de esamanera en la pareja del momento. Su luna de miel apenas habíadurado veintitrés días, que transcurrieron entre Varese, Venecia y lashermosas cálidas playas de Centroamérica, a donde escaparon del

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    implacable frío que se apoderaba de Europa a finales de año; pero suscompromisos con The Planet los obligaron a regresar a Los Angelespara participar en la postproducción y el estreno de la cinta.

    En medio de todo el bullicio que reinaba en el salón principal, yapasada la medianoche Alessandro y Samantha lograron escaparse,pero no para abandonar la fiesta, sino para revivir un momento quehabía sido muy especial para ambos. Samantha le pidió que laacompañara a la terraza donde se reencontraron hacía menos de unaño, en una fiesta igual, parecía que había pasado mucho tiempodesde que estuvieron en ese lugar que vio caer las primeras murallas,cuando se fundieron en ese beso que les dejó claro lo que seguían

    sintiendo el uno por el otro. — Espera aquí  — esbozó Samantha, deteniéndose frente a la

    puerta de cristal y madera lacada. — ¿Qué sucede?  — preguntó Alessandro desconcertado,

    imaginando que quizás ella había escuchado algo o había visto que losseguían.

     — No es nada  — contestó sonriendo para aliviar su tensión y leacarició el rostro — . Solo deseo que sea idéntico a la última vez queestuvimos aquí… entraré yo primero y después lo haces tú — indicómirándolo a los ojos, tenía planes y ella siempre seguía sus planes.

     — Ok — contestó él asintiendo mientras sonreía e intentó besarla. — No hagas trampa  — mencionó apoyando su mano en el pecho

    de Alessandro para evitar que la besara y elevó una ceja advirtiéndoleque le siguiera la corriente.

    Él negó con la cabeza mientras sonreía y elevó sus manos en un

    gesto que le dejaba claro a Samantha que ella tenía el control, la vioentrar a la terraza y cerrar la puerta, miró su reloj de pulsera paracalcular un minuto, después de eso entró y la encontró justo comomeses atrás. Aunque en ese momento ella no llevaba un vestidoblanco, sino uno negro, con un escote más discreto, pero la caída dela tela se amoldaba perfectamente a sus sensuales curvas.

     Alessandro quiso llegar esta vez como había imaginado en aquelentonces, acercándose a ella para abrazarla por la espalda y pegarla asu cuerpo, sentir su calidez, la suavidad de sus formas, deseaba hacertodo eso, pero su instinto le decía que Samantha planeaba algo más yse propuso complacerla. No esbozó las mismas palabras que aquella

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     vez, solo adoptó la postura, quedando de espaldas al jardín mientras lamiraba con la misma intensidad, como si hubiera pasado años sinhacerlo, justo como en aquel entonces.

    Samantha se deleitó en la imagen de su esposo que siempre lucíaapuesto, pero esa noche en especial la felicidad lo hacía ver radiante,sabía que estaba feliz por todo lo conseguido hasta ese momento, porfin había logrado lo que muchas veces deseó y ella se sentía tanorgullosa de él, que le era imposible disimular su propia dicha. Seacercó a Alessandro mientras le sonreía y cuando vio que estaba apunto de hablar para llenar el silencio, lo calló posando sus labiossobre los de él y de inmediato sus deseos se desataron.

     Alessandro se sorprendió ante ese gesto de Samantha, la verdadera que con tanto misterio, no se esperaba que ella reaccionara de esamanera, aunque gustoso se dejó envolver por el mismo, llevó unamano al cuello de su mujer y con la otra acarició la estrecha cintura,gimiendo al sentir el suave roce de sus labios y ese exquisito masajeque le daba con su lengua.

     —Esto… fue lo que deseé hacer en aquel momento  — susurróSamantha, abriendo sus ojos para clavar su mirada en la azul intensade Alessandro, mientras sus labios se seguían rozando.

    Él dejó ver una hermosa sonrisa y cerró los ojos mientras negabacon la cabeza mordiéndose el labio inferior al recordar ese instante, elmismo deseo de meses atrás lo recorrió y sin tener que verla, atrajo aSamantha de nuevo hacia él y comenzó a besarla con toda la pasiónque ella despertaba dentro de su ser.

     —Cómo te gustaba hacernos sufrir Samantha… yo me estaba

    muriendo por hacerlo también, me estaba muriendo por hacer muchomás que eso — murmuró acariciando la curva de su trasero.

     —Teníamos que hablar… — intentó excusarse. — Siempre se nos han dado mejor las caricias que las palabras  — 

    esbozó él sonriendo y la pegó a su cuerpo.Ella asintió en silencio mientras sonreía acariciándole la espalda, él

    la miraba con tal intensidad que Samantha sentía que se derretía pordentro, se aproximó para besarlo de nuevo cuando recordó algo.

     — ¿Qué te morías por hacer? — preguntó llena de curiosidad y él lamiró extrañado, así que se explicó mejor — . Me acabas de decir que te

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    morías por hacer mucho más que besarme… — decía y Alessandro ladetuvo para responderle.

     — ¿En serio tengo que responder esa pregunta?  — inquirió

    mostrando una sonrisa ladeada, deleitándose con el sonrojo quecubrió las mejillas de su esposa, aún a esas alturas él la intimidaba. — Bésame — le pidió Samantha acercándole los labios mientras su

    mirada se posaba en los de su esposo que la tentaba como nada másen el mundo, sintiendo que podía pasar su vida besándolos.

     Alessandro sentía que el deseo lo dominaba, hasta el punto detenerlo delirando y anhelando a Samantha con tanta intensidad que losorprendía, apenas esa madrugada habían hecho el amor con la misma

    pasión de siempre, pero solo bastaba que ella lo besara de esa manerapara que la necesidad se despertara dentro de él, siempre tenía sed desus besos, urgencia de sentirse dentro de ella.

     — ¿Qué me das Samantha? ¿Qué tienes para ponerme de estamanera, para ponerme a tus pies? — preguntaba sin dejar de besarla yacariciarla — . Mujer me has hecho adicto a ti, cada vez te deseomás… cada vez te amo más — susurraba contra la delicada piel delcuello femenino y bajó hasta los senos, hundiendo su rostro en elescote, para embriagarse con el perfume que brotaba de su piel.

     —  Tú me has hecho necesitarte de igual manera… Alessandro me vuelves loca… — expresó con los ojos cerrados mientras temblaba, élla pegó más a su cuerpo y ella pudo sentir la prueba de su deseo,jadeó aferrándose a la espalda de su esposo —. Alessandro… mírame 

     — él lo hizo y ella le dedicó una sonrisa —. Hazme el amor… temorías por hacerlo en aquel entonces ¿no?  — preguntó con una

    seductora sonrisa al ver la sorpresa en la mirada azul. —  Tanto como me estoy muriendo por hacerlo en este momento

     — contestó dándole toques de labios —. Vámonos… salgamos de aquíSamantha — indicó tomándola de las manos.

     —Espera… yo cumplí mi fantasía de hacer lo que deseaba  — pronunció acercando sus labios al oído de él, mientras deslizaba sumano por el elegante pantalón, sintiendo bajo la tela la tensa erección.

     —Samantha…  — esbozó él cerrando los ojos al sentir la caricia,consciente que no tenía la fuerza de voluntad para detenerse.

     —Hazme el amor aquí Alessandro… yo también lo deseaba, yotambién me moría por sentirte — dijo mirándolo a los ojos.

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     — Dame un segundo  — señaló él y casi corrió hasta la puerta, laaseguró con el pestillo para después regresar a ella — . No quieroningún entrometido esta vez — agregó con una gran sonrisa.

    Samantha también dejó ver una y liberó un jadeo cuando lo viorecoger la suave tela de su vestido con rapidez, amontonándola en sucintura, a la vez que la elevó para dejarla sentada en el balaustre.

    Ella disfrutó de la expresión en el rostro de Alessandro cuando viola prenda de lencería que llevaba, una exquisita pieza diseñada en satíny encajes, que era más lo que revela que lo que escondía, se apoyó enlos hombros de él para que pudiera quitársela.

     —Voy a demandar a estos diseñadores… harán que me dé un

    infarto un día de estos — comentó extendiéndola ante sus ojos. — Es una lástima, porque tenía pensado comprarme varios

    conjuntos de su nueva colección para San Valentín  — acotó con untono inocente mientras batía sus pestañas.

     — Me retracto en este preciso instante  — mencionó con una gransonrisa y se acercó para besarla, gimiendo al sentir como la mano deSamantha liberaba su erección y la llevaba hasta su entrada húmeda ycálida, él empujó hundiéndose en ella — . Eres perfecta Samantha.

    Ella tembló al sentir la lenta y profunda invasión, mientras suspropias caderas salían al encuentro de Alessandro, se sujetó a él porlos hombros para mantener el equilibrio. Ese lugar no era el máscómodo pero poco le importaba, lo único que quería era sentirlo deesa manera porque el placer que le daba era tan inmenso que loabarcaba todo y no le interesaba el lugar donde estaba, ni la posición,ni la dureza o lo frío del concreto.

     —Alessandro… mi vida… Aless — susurraba con la voz trémula,mientras sentía que el torbellino de emociones en su interior cada vezgiraba más rápido y comenzaba a elevarla.

     — Mi preciosa Samantha…  mía… — decía él con esfuerzo, cada vez que empujaba dentro de ella y buscó la mirada de su mujer,pegando sus frentes — . Mírame… mírame — dijo tomándole el labioinferior que temblaba entre los dientes y lo mordió con suavidad.

    Samantha sintió que una corriente de placer la atravesaba entera ydesembocaba directa en su intimidad, que se contrajo entorno almiembro erecto de Alessandro, le jaló el cabello para soportar el

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    orgasmo que amenazaba con desbordarla y liberó una secuencia dejadeos cuando lo sintió apurar el ritmo de sus caderas.

     Alessandro no le permitió que abandonara su mirada un solo

    instante, sujetándola por la nuca mantuvo la frente de Samanthaapoyada en la suya, mientras sus alientos tibios se mezclaban entreroces de labios y toques de lenguas.

     —Me voy… Alessandro… ¡Dios que maravilloso!  — exclamó sinpoder contenerse, cuando sintió el primer azote del orgasmo muyprofundo dentro de ella, todo su cuerpo tembló y su centro se llenóde una húmeda calidez allí donde su marido se hundía con poderío.

    Él dejó que fuera su cuerpo quien le respondiera cuando se

    descargó en su interior, después de una secuencia rápida depenetraciones se quedó quieto dentro de ella, mientras gemidosguturales escapaban de su garganta acompañando cada contracciónque expulsaba su simiente dentro de esposa.

    La encerró entre sus brazos para sostenerla, al notar que suhermoso cuerpo había quedado flojo y al mismo tiempo buscó unsoporte, porque sus rodillas seguían temblando después de eseexquisito orgasmo que lo barrió de pies a cabeza. Entre miradas ysonrisas cómplices se fueron recuperando, manteniendo aún la uniónde sus cuerpos y de pronto se sobresaltaron, al sentir un fuerteestruendo que dio paso a una lluvia de luces blancas que estalló en elfirmamento sobre ellos.

    Samantha comenzó a reír llena de felicidad y alivio, al comprobarque eran los fuegos artificiales y no alguien que había tumbado lapuerta, acarició el hermoso rostro de su esposo, mientras veía como

    las luces que colmaban el cielo se reflejaban en la mirada azul quetanto adoraba, le dio un beso en la mejilla y se movió para bajar de labarandilla al ser consciente de lo entumecida que tenía las nalgas y lascaderas, por haber permanecido allí tanto tiempo.

     — Déjame ayudarte  — esbozó él, tomando su pañuelo del bolsillopara secarla y evitar que su pantalón se humedeciera, dejándolos enevidencia cuando regresaran a la fiesta.

    La confianza que tenían como marido y mujer los hacíadesenvolverse con naturalidad, ella lo dejó ayudarla pues no era laprimera vez que lo hacía, cuando hicieron el amor en el Maserati éltambién actuó de esa manera. Le dedicó una sonrisa agradeciéndole y

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    se encargó ella de su pañuelo, guardándolo en su cartera estilo sobre,mientras Alessandro le colocaba el panty de nuevo, mostrando unasonrisa cargada de malicia y cuando sus ojos se encontraron, la

    sorprendió dejándole caer dos sonoros besos en cada seno. — Señor Bonanzierri, compórtese  — le reprochó, pero no podíadejar de sonreír, arregló su vestido y después lo ayudó a él.

    Minutos después se encontraban de nuevo en la fiesta junto a losdemás invitados, que si bien habían notado su ausencia, solo selimitaron a entregarles sonrisas y miradas que decían más que milpalabras. Eso no les afectaron en nada, a fin de cuentas podían hacerlo que quisieran porque eran esposos, ante los hombres y ante Dios,

    así que disfrutar de su amor no era algo que debía avergonzarlos. — Se perdieron los fuegos artificiales — esbozó Jaqueline, mientras

    miraba a su amiga mostrando una sonrisa radiante. —En realidad… estábamos disfrutando de otros fuegos artificiales

     — respondió con naturalidad, emulando el gesto de ella. — ¡Descarada!  — exclamó por lo bajo, para que los demás en la

    mesa no se enteraran, al tiempo que la veía con fingido asombro. — Bueno, una vez una gran amiga me dijo, que habían deseos en la

     vida que debíamos satisfacer o de lo contrario, viviríamoslamentándonos por no haberlos cumplidos… así que solo estoysiguiendo sus consejos  — esbozó de manera casual mirando a

     Jaqueline y su mano acariciaba la pierna a su esposo. — Bueno… en ese caso hiciste bien, tu  amiga es una mujer muy

    inteligente — acotó con una sonrisa que iluminaba sus ojos verdes.Samantha asintió con la cabeza, sonreía sintiéndose tan feliz,

    porque aún seguía pareciéndole un sueño que tuviera una vida junto a Alessandro y que ésta fuera para siempre, buscó esa mirada azul quela hechizaba, encontrándola de inmediato, se acercó a él y le dio unsuave beso en los labios al cual su esposo respondió enseguida.

    Dos horas después abandonaron la elegante mansión de GaryReynolds, para dirigirse hasta su casa en esa ciudad. La limosina quehabía puesto a su disposición la productora, los dejó frente a lahermosa construcción, ubicada en una de las mejores zonas de lascolinas de Hollywood.

    Samantha era muy exigente cuando se trataba de encontrar unespacio para vivir y aunque fuera por temporadas, deseaba que su casa

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    en Los Angeles fuera perfecta, así que pasó dos semanas junto a suapuesto esposo recorriendo propiedades en venta, cuando llegó hastaésta quedó completamente fascinada, era un sueño y no desistió hasta

    que tuvo en sus manos la propiedad que acreditaba al matrimonioBonanzierri como los nuevos dueños. Alessandro marcó el código de seguridad girando después la llave,

    de inmediato toda la casa se iluminó gracias al sistema que teníainstalado, abrió la puerta e invitó a entrar a Samantha con una sonrisa.

     —Estoy tan cansada…  creo que voy a dormir dos días seguidos — comentó, quitándose los zapatos y doblándose para recogerlos.

     — Señora Bonanzierri, no debería adoptar esa posición… casi me

    hace caer  — mencionó Alessandro en un tono que desbordabainocencia, después de hacer que su cuerpo chocara contra el deSamantha en un acto aparentemente espontáneo, pero la manera en lacual la sujetó por las caderas decía todo lo contrario — . Le puedencolocar una multa por esto, debería tener más cuidado.

     — Señor Bonanzierri, no crea que no me doy cuenta que lo hizocon toda la intensión del mundo  — respondió mirándolo por encimadel hombro y se irguió de inmediato — . Lo conozco demasiado bienpara no adivinar lo que desea y será mejor que lo olvide, porque yoapenas puedo mantenerme en pie — agregó liberando un bostezo.

     — ¡Perfecto! No necesito que estés de pie para hacer lo que deseo — contestó con una sonrisa pícara, mientras le rodeaba la cintura conlos brazos pegándola a él y le daba un beso en el hombro.

     —Alessandro… — susurró ella, dejando caer su cabeza en elhombro de su esposo, le acarició los brazos admirando la piscina con

    borde infinito y las luces de la ciudad, a través de la pared de cristalque la dividía de la sala de estar.

    Le encantaba esa casa, era tan elegante y sencilla a la vez, aunqueen realidad era un inmenso cajón dividido en varios espacios, cadauno adecuado para cumplir las diferentes funciones que les asignaran.

     Aún no la habían decorado por falta de tiempo y tan solo tenían dossemanas allí, así que estaba vacía en su mayoría. Dejó ver una sonrisaal imaginarla con muebles, pinturas y alfombras. Quería que fuese unlugar especial, pues a pesar de no estar equipada, ya habían estrenadoalgunos de sus espacios, como por ejemplo la piscina y la cocina.

     — Estoy comenzando a sentir celos de esta casa — esbozó él.

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    Los Angeles, 14 de febrero de 2014.

     Alessandro había hecho una y mil cosas para mantener en secreto la

    sorpresa que deseaba darle a Samantha, sobre todo para hacerlarealidad, no había sido sencillo conseguirlo, pero desde que la idea sele metió en la cabeza movió cielo y tierra para lograrlo, incluso tuvoque recurrir a una conversación con su muy “estimada” suegra, paraque ella le ayudara, y aunque le hubiera gustado que fuera en un lugarcomo el que Samantha merecía, no le quedó más remedio que trabajarcon lo que tenía.

    Mientras preparaba la sorpresa, sus pensamientos volaron a ese día

    tres meses atrás, cuando tuvo que dejar de lado el resentimiento queaún sentía por Susan Steinberg y acudió a ella, comprendiendo quenadie más podía ayudarlo, al menos no, con la prontitud que deseaba.

    Había viajado hasta Chicago junto a Samantha para estar presentesen el nacimiento de la hija de Linda y Walter, que estaba programadomediante cesárea para el primero de diciembre, solo estarían en laciudad por un fin de semana porque su presencia en Los Angeles eraindispensable, y aunque su esposa le dijo en aquel momento que noera necesario que la acompañara, él insistió, pues sabía que no podíaperder la oportunidad de recuperar algo que era de los dos.

     Actuando con absoluta discreción, acordó tener una reunión consu suegra, sabía que quizás no estaba haciendo bien en ocultarle loque sucedía a Samantha, pero no quería arruinar su felicidad por algoque él podía manejar sin tener que preocuparla a ella. Llegó hasta la

    mansión en Glencoe a la hora señalada y la mujer lo recibió en sudespacho, se le veía más sorprendida que curiosa.

     — Buenas tardes señora Steinberg — la saludó de manera formal. — Buenas tardes Alessandro, creo que ya debería comenzar a

    llamarme Susan, después de todo, ahora es el esposo de mi hija  — comentó ella abriendo una brecha en el muro que la rodeaba, pero su

     voz debía dejarle claro al actor que era solo un pequeño avance. — Bien, gracias por recibirme Susan  — esbozó tomando asiento

    como ella le indicaba, pero sin confiarse del todo, era evidente queella aún mantenía ciertas reservas para con él.

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     —No hay problema… y bien  ¿dime qué es eso que te tiene tanpreocupado y te hizo acudir a mí? — inquirió intentando ser amable.

     — Seré directo porque no deseo hacerle perder mucho de su

    tiempo  — dijo tanteando el terreno y la vio asentir con la cabeza,indicándole que continuara — . Necesito un gran favor de usted,necesito que me asesore como abogada Susan  — pronunció con sumirada fija en ella, quien no pudo ocultar su sorpresa.

    Susan se quedó en silencio analizando las palabras del italiano, la verdad era que no esperaba que él acudiera a ella con ese motivo,mientras lo observaba intentaba descubrir lo que podía haber detrásde esa petición, y dio inicio a su interrogatorio.

     —  Antes que continuemos quisiera preguntarle ¿Por qué vino a verme a mí en lugar de pedirle asesoría a su padre? Hasta donde sé, esun excelente abogado — indicó manteniéndole la mirada.

     — Porque tan solo hace dos días me enteré del asunto en el cualdeseo que me ayude, y porque el mismo tendría como jurisprudenciaeste país… mi padre es uno de los mejores abogados de Italia, pero

    yo necesito a una de las mejores de América  — respondió consinceridad, no hablaba por hablar, aunque le pesase reconocerlo.

     — ¿Me considera una de las mejores abogadas de América? Es untanto extraño cuando apenas me conoce Alessandro — pronunció condesconfianza mientras su mirada analizaba al actor.

     — Samantha siempre me dijo que usted era una gran abogada, delas mejores de este país y yo creo en las palabras de mi esposa  — contestó sin titubear para que ella viera que no mentía.

    De nuevo el silencio se apoderó del lugar, mientras Susan

    procesaba las palabras de su yerno, sabía de la admiración que su hijasentía por ella, pero no pensaba que podía llegar al grado de decir queera la mejor, eso la llenó de orgullo y felicidad sin poder evitarlo.

     — De acuerdo, pero antes de entrar en el tema respóndame otrapregunta… ¿Por qué me pidió que no le dijera nada a Samantha sobreesta reunión? ¿Qué pretende ocultarle?  — inquirió y esta vez nodisimuló su desconfianza, por el contrario la expuso abiertamente.

     — Cuando me casé con su hija, prometí amarla y respetarla, asícomo cuidar de ella y es lo que pretendo, no quiero tener quepreocuparla por un asunto que yo puedo manejar perfectamente  — respondió con su mirada anclada en la gris de su suegra.

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     — Entiendo… bueno, soy toda oídos  — esbozó para que él dierainicio a su explicación.

     — Necesito recuperar un vídeo que grabó el asistente de Gary

    Reynolds… — decía, pero la mujer no lo dejó continuar. — ¿Qué tipo de vídeo?  — lo interrogó Susan palideciendo, altiempo que sentía como los latidos de su corazón se desbocaban.

    El pánico estuvo a punto de adueñarse de ella, al imaginar aSamantha involucrada en un escándalo de tal magnitud, mientras senegaba a dejar siquiera que sus pensamientos esbozaran esa palabra,eso sería algo que estaba segura no lograría soportar, su familiaquedaría arruinada para siempre.

     Alessandro vio la turbación en el semblante de la madre deSamantha y no tardó en llegar a la conclusión de lo que ella estabapensando, él también se sintió aterrado ante la sola suposición quealgo como eso hubiera ocurrido, siempre se había cuidado de elloporque sabía lo que significaría para su carrera, pero tratándose deSamantha un temor era mucho mayor porque ella no era una aventuracasual, era la mujer que amaba y solo imaginar que su intimidadpudiera quedar expuesta de esa manera, le helaba la sangre.

     —No es… no es un vídeo de esos — se apresuró a respondercuando encontró su voz y mantenía el ceño fruncido, vio que la mujersuspiraba aliviada y continuó — . Susan… Samantha y yo mantuvimosnuestra antigua relación oculta de la mayor parte del equipo con elcual trabajamos, no queríamos suscitar comentarios que pudieranperjudicarnos de algún modo, así que llegamos al acuerdo que lesharíamos creer a todos que nuestra relación se iría dando durante las

    grabaciones  — explicaba y notando que tenía toda la atención de lamujer se decidió a proseguir.

    Le hizo un resumen de lo que fue la relación de los dos, porquenecesitaba que la mujer estuviera de su lado y terminara decomprender de una vez por todas que él en verdad amaba a Samanthay estaba dispuesto a todo por ella.

    El rostro impasible de Susan no dejaba ver los sentimientos que semovían dentro de ella, pero debía admitir que lo que expresaban laspalabras y los gestos de Alessandro Bonanzierri cada vez la hacíaconsiderarlo mejor persona y el hombre adecuado para Samantha, noes que los demás no lo fueran, pero su hija lo había escogido a él y le

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    alegraba saber que a pesar de todo no se había equivocado, aunque loprimero que la impresionó fue la casa que le compró en Italia para

     vivir junto a ella, eso fue algo que en verdad no se esperaba.

     Alessandro continuó relatando a su suegra como su hermanoLisandro lo había puesto al tanto sobre la existencia del vídeo y enmanos de quién estaba, también de que él se había acercado hasta elasistente de Gary Reynolds, pero el hombre negó todo y cuando él loamedrentó por la fuerza, le dijo que ese vídeo en realidad sí existíapero que lo tenía su jefe, eso no lo cohibió y fue a ver al mismo dueñode la productora.

     — Me dijo que hoy en día la privacidad no existía y que así como

    su asistente lo había hecho cualquier pudo haberlo hecho, enresumen, me dijo que no me daría nada y que le agradeciera que lohabía mantenido en secreto a la espera de las reacciones del público yla crítica por la película, pero que si algo salía mal él tomaría eso comoun seguro y quizás hasta le daría las ganancias que esperaba por haberinvertido tanto en el proyecto — dijo mirándola a los ojos.

     — ¿Todo eso te dijo? — inquirió Susan realmente molesta. — Lo he citado textualmente, tengo buena memoria — contestó él,

    sintiendo que había conseguido atrapar la atención de su suegra. — ¿Cuándo deben regresar a L.A? — Debemos estar el martes a primera hora en las instalaciones de

     The Planet, la premier de la película es el próximo viernes y debemosasistir a varias entrevistas y eventos sociales antes — respondió.

     —Perfecto, yo iré con ustedes… después de todo, la familia deSamantha debería estar presente en un evento tan importante para

    ella, le pediré a Joseph que nos acompañe sé que estará encantado dehablar también con el señor Reynolds y su asistente  — esbozódejando ver una sonrisa de satisfacción.

    La misma que mostraba cuando sabía que tenía todas las armaspara ganar un caso, desde hacía mucho no ejercía como tal, perosiempre asistía a juicios, así que práctica no había perdido y las leyeseran una pasión para ella, su más grande pasión, por lo que jamásolvidaría como poner contra la pared a alguien.

     —Susan… de verdad le agradezco todo esto, en ese vídeo no haynada que nos avergüence a Samantha y a mí, pero temo que vaya a serutilizado para montar un circo, nadie tiene derecho a ello porque es

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    nuestra vida, sin importar que ambos seamos unos personajesreconocidos. Un hombre como Gary Reynolds debe entender queexisten límites y que no todo es un negocio del cual pueda lucrarse — 

    expuso con seriedad mientras la miraba a los ojos. — No tiene nada que agradecer, no hemos conseguido recuperar el vídeo todavía Alessandro, pero le puedo asegurar que lo haremos…además, recuerde que Samantha también es mi hija y yo impediré acualquier precio que alguien la lastime… así que puede contar

    conmigo — indicó poniéndose de pie frente a él. — Le doy las gracias por escucharme y brindarme su ayuda, eso es

    muy importante para mí… Susan, yo en verdad amo a Samantha y

    estoy dispuesto a hacer lo que sea para que ella sea feliz — le confirmócon la voz ronca por las emociones que sentía dentro del pecho, quela madre de Samantha lo aceptara era un avance muy importante.

     — Eso espero Alessandro, mi hija es una joven maravillosa… — esbozó con sinceridad, siempre había sentido que Samantha era unachica especial, pero desde que comenzó a acercarse más a ella, habíadescubierto a una mujer extraordinaria, se aclaró la garganta y retomósu postura, después de todo seguía siendo una mujer práctica — . Porlo pronto, necesito que me haga llegar el contrato que le hicieronfirmar cuando aceptó el papel en la película, allí debe existir unacláusula que les impide al personal de la productora filmar con susaparatos móviles o algo por el estilo… tome este es mi correo, envíeloallí  — agregó extendiéndole una de sus elegantes tarjetas depresentación, las mismas que había dejado de usar hacía muchotiempo, pero que aún conservaba.

     — En cuanto llegue al departamento de Samantha, se lo enviaré — decía cuando la mujer lo interrumpió.

     — ¿Al departamento de Samantha? ¿No debería decir a mi casa onuestra casa? Hasta donde sé, ustedes lo comparten todo, no hicieronningún acuerdo de separación de bienes y las propiedades que ustedtiene en Italia, como las que ella tiene aquí, son de los dos ¿acasoestoy equivocada? — preguntó mirándolo fijamente.

     —No señora, no se equivoca… quizás es la costumbre, pero tal

    como mencionó, ambos decidimos compartir nuestros bienes  — respondió un tanto incómodo, pues aún le costaba hacerse a la idea

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    de que el lujoso pent-house, había pasado a ser su hogar en esaciudad.

     —Comprendo, bueno ya se acostumbrará…  fue grato verlo de

    nuevo Alessandro, quedo a la espera de su respuesta  — pronuncióextendiéndole la mano para despedirlo. —Para mí también fue un placer verla Susan, cuente con ello…

    que tenga buenas tardes  — mencionó recibiendo la mano con unasonrisa, en verdad estaba agradecido, pero sobre todo sorprendido.

     — Igual para usted — dijo y lo vio caminar hasta la puerta, peroantes de que saliera lo detuvo para decirle algo más — . Alessandro,otra cosa. En un matrimonio no deben existir secretos, mi hija no es

    de las mujeres que perdona las traiciones o que le oculten cosas… asíque le aconsejo que una vez resolvamos todo este asunto, hable conella y le cuente lo que sucedió o tendrá graves problemas  — indicómirándolo con mesura, para que supiera que hablaba en serio.

     —  Así lo haré Susan, gracias por el consejo — mencionó y salió dellugar sintiéndose verdaderamente feliz.

    No solo había conseguido que su suegra lo ayudara, sino quetambién estuviera junto al coronel Steinberg en la premier de lapelícula, sabía que Samantha no esperaba que algo como esosucediera, así que disfrutaría de su sorpresa cuando se enterase,lamentablemente no podía decirle nada porque eso significaría decirleel motivo de esa reunión, y hasta que no estuviera solucionado elproblema no lo haría, ella debía estar libre de tensiones para disfrutarde su momento.

    El sonido del microondas anunciando que las palomitas de maízestaban listas lo regresó de sus recuerdos, las sacó del aparato y concuidado de no quemarse abrió el empaque para depositarlo en un grantazón, silbaba la melodía que había usado para musicalizar el final dela cinta, había estado ensayando en las madrugadas con su nuevosaxofón, mientras ella dormía, la verdad era que estaba muyemocionado y lleno de expectativas ante la reacción que tendría suesposa cuando viera la sorpresa que le había preparado.

     —Alessandro… ¿Qué estás tramando?   — preguntó Samanthallegando hasta la cocina y sonrió cuando él se sobresaltó.

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     — Nada, solo hago palomitas para ver la película  — contestódándole un toque de labios y caminó hasta la nevera.

     — ¿Qué es todo esto?  — inquirió de nuevo viendo las palomitas y

    también que vaciaba dos latas de refresco en vasos con hielo. — Me estoy preparando para nuestra velada de San Valentín  — respondió con una sonrisa, colocándole las tapas a los vasosdesechables que había comprado.

     — Cómo que va muy en serio esto de la película que deseas que veamos hoy — dijo dándole un sorbo a la bebida helada, no era muyfanática de las gaseosas, pero en ocasiones como esa tomaba una.

     —  Tú fuiste la que compró una casa con sala de cine, yo solo me

    preparo para ver una buena película — indicó sin darle más detalles.Podía ver que Samantha se moría de la curiosidad, pero se estaba

    cohibiendo, consciente que no lograría sonsacarle nada, él le habíapropuesto pasar ese día en casa, evitar las largas colas en las salas decines o los restaurantes a reventar; Samantha aceptó encantada puesno era muy dada a pasar ese día como la mayoría de las parejas, asíque se quedaron a disfrutar de una velada que aparentemente seríacomún y corriente, sin mucha preparación.

     —  Trae las bebidas por favor, mientras yo llevo esto… ya el salónestá listo — mencionó dedicándole una sonrisa.

    Bajaron las escaleras que los llevaron hasta la sala de cine, ése erael único espacio que estaba a desnivel de la casa, Alessandro tomó losportavasos para colocar las bebidas y evitar que mojaran la alfombra olos sillones. Ya tenía todo listo, incluso su saxofón se hallabaescondido detrás de los últimos asientos, donde lo había guardado

    siempre que practicaba en ese lugar para evitar que ella lo escuchara. — Sentémonos en éstos… se ven más cómodos  — dijo Samantha

    señalando los de la segunda fila.Sería la primera vez que verían una película en ese lugar, hasta el

    momento no había logrado disfrutar de un tiempo para compartir deesa manera, siempre estaban cumpliendo con compromisos detrabajo, su fama se había multiplicado no solo por el estreno de lacinta sino también por su repentino matrimonio, nadie se esperabaque fueran a casarse tan pronto y en las entrevistas no perdían laoportunidad para intentar saber un poco más de su vida privada.

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     — Como desees, está noche tú eres mi invitada de honor — esbozómostrando una gran sonrisa y deslizó su mano por la espalda de suesposa para acompañarla los sillones en terciopelo gris humo.

     — Me encantas cuando te muestras tan caballeroso  — susurró elladándole un suave beso en los labios. — Siempre soy un caballero señora mía  — indicó con esa frase del

    siglo XVIII, la vio sonreír — . Ahora ponte cómoda y disfruta de lafunción — agregó haciendo su sonrisa más efusiva.

     — Gracias, pero a todas estas aún no me has dicho lo que vamos a ver  — dijo mirándolo antes de llevarse un pequeño puñado depalomitas a la boca — . Están deliciosas — acotó tomando más.

     —  Todo lo que yo hago es delicioso Samantha  — pronunció conpicardía y dejó libre una carcajada cuando ella rodó los ojos.

     — ¡Ya! Dime lo que vamos a ver Alessandro que me has estadotorturando toda la semana, no creas que no he notado que estás muymisterioso — señaló arqueando una ceja mientras lo miraba fijamente.

     — Bueno, es que también soy un hombre misterioso…  — decía yse detuvo al ver que ella resoplaba — . Se cree muy graciosa señoraBonanzierri — esbozó alejándole el tazón de palomitas.

     — ¡Alessandro! — le reprochó y se puso de rodillas sobre el mueblepara alcanzarlo — . No seas infantil... ¡Está bien! Eres misterioso, eresun caballero, eres apuesto… ¿Tengo que seguir? — preguntó con tonosarcástico mientras lo miraba.

     — Por supuesto me encantaría  — contestó con una gran sonrisa,pero al ver que ellas se cruzaba de brazos y fruncía los labiosmostrándose molesta decidió ceder —. Ok, lo haré yo… tú eres una

    mujer hermosa, eres valiente, misteriosa… sensual y me vuelves lococon solo mirarme  — mencionó disfrutando de la reacción deSamantha, su hermosa mirada miel se había iluminado, se acercó ycomenzó a besarla para borrar ese gracioso gesto de sus labios.

     —Estás intentando distraerme… — esbozó queriendo mostrarseseria, pero respondió de igual manera a sus besos.

     —  Tienes razón, la película — indicó alejándose de ella y al ver quese quedaba dando besos en el aire dejó ver una sonrisa.

     — ¿Cuál veremos?  — preguntó recomponiéndose, era increíblecomo él podía dominarla y que olvidara todo, eso la hizo sonreír.

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     —El estreno más esperado por muchos… — decía Alessandrocuando ella lo interrumpió.

     — ¿Veremos Rendición? — inquirió desconcertada.

     — Sí, pero no la versión que tú conoces, veremos la verdadera.Samantha quiso decir algo más pero su curiosidad la rebasó yprefirió guardar silencio para que él colocara la película de una vezpor todas, sentía que la ansiedad la torturaba mientras veía a

     Alessandro tomar con toda la calma del mundo el control de mando.Él estaba intentando mostrarse relajado ante Samantha, pero la

     verdad era que su expectativa se había convertido en nervios, suponíaque a ella le gustaría porque él se sintió feliz cuando la vio terminada y

    aunque no era nada del otro mundo, más que un vídeo editado conimágenes, vídeos y música como los millones que se podían encontraren YouTube, para ambos tenía un significado especial.

     — ¿Lista señora Bonanzierri? — preguntó mostrándole una sonrisa. — Sí, ponla ya por favor — pidió mirándolo a los ojos.La sonrisa de Alessandro se hizo más amplia, se acercó para darle

    un beso en la mejilla y después manejó el control para encender elsistema de cine, subió el volumen para que ella pudiera escuchar laprimera canción. Sabía que Samantha había estudiado español y eramuy buena en ello, la escuchó hablar con los medios mexicanos en suidioma cuando visitaron la capital azteca, así que supo que entendería.

    Samantha vio la pantalla iluminarse acompañada por una suavemelodía y las palabras escrita en la misma la hicieron sonreía, sintiócomo Alessandro buscaba su mano para entrelazar sus dedos, ella se

     volvió a mirarlo un instante y le dedicó una sonrisa, pero enseguida

    regresó a la pantalla no quería perderse nada. Se sorprendió al ver varias fotografías de ella, justo como lucía antes de conocerlo.

     — ¿De dónde la sacaste?  — se giró para preguntarle sintiéndoseintrigada, la sonrisa y el brillo en la mirada de su esposo le dieron larespuesta de inmediato — . Diana — señaló riendo.

     — Es una maravillosa cómplice  — contestó apartando apenas lamirada de la pantalla y esa vez fue su turno de ver imágenes delantiguo Alessandro, ese del cual no se sentía muy orgulloso, pero queya había superado por completo.

    Ella suspiró al verlo tan guapo en esas imágenes, recordandocomo la había dejado sin habla cuando lo vio la primera vez, después

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    siguieron algunas imágenes de Chicago, Roma y al final los hermosospaisajes de la Toscana, pero no cualquiera, era un vídeo de la villa. Lasnotas de un pino llenaron el espacio y ella sintió que conocía esa

    melodía, la había escuchado no hacía mucho, así que se concentró enella, su corazón se estremeció cuando la voz de Pablo Alborán  llenó elespacio y aún más por el significado que tenían esas palabras.

     —  Alessandro — susurró con la voz ronca por las lágrimas que seagolparon en su garganta en cuestión de segundos.

    Él acarició con su pulgar el dorso de la mano de Samanthamientras le dedicaba una sonrisa, sintiéndose feliz al ver la mirada deella iluminarse como si tuviera millones de estrellas, como los cielos

    de Varese, los dos suspiraron después de un roce de labios y miraronde nuevo la pantalla mientras la música continuaba.

    Por fin lo puedo sentir

    Te conozco y te reconozco que por fin

    Sé lo que es vivir

    Con un suspiro en el pecho

    Con cosquillas por dentro

    Y por fin sé por qué estoy así

    Tú me has hecho mejor, mejor de lo que era.

    Una secuencia de imágenes de los dos en Varese y la Toscana sedejó ver, teniendo de fondo la hermosa melodía Por fin .

    Y entregaría mi voz a cambio de una vida entera

    Tú me has hecho entender

    Que aquí nada es eterno

    Pero tu piel y mi piel

    Pueden detener el tiempo.La letra de la canción era tan hermosa y se parecía tanto a ese

    amor que vivieron tiempo atrás que sus corazones latían desbocados ysus ojos apenas podían contener las lágrimas que los inundaban, lafelicidad que sentía dentro del pecho era tan grande que no les cabía,sus cuerpos eran pequeños para contenerla.

    Llegaron las imágenes del casting, de la fiesta donde anunciaron a Alessandro como el protagonista de Rendición y después de ellomuchas más de los set de grabación, algunas se veían tan enamoradosque Samantha se sonrojó al imaginar lo que pensaría el resto delequipo, era como Diana, Jaqueline y Kimberly le decían, el amor no se

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    puede disimular y menos uno tan hermoso como ese que elloscompartían, apoyó su cabeza en el hombro de Alessandro al tiempoque suspiraba sintiéndose demasiado feliz.

     — ¿Tan aburrida está que te quedarás dormida?  — preguntó élsonriendo al sentir el gesto de ella, su voz estaba más ronca que decostumbre por ese torbellino de emociones que lo rebasaban.

     —Es usted un hombre muy romántico señor Bonanzierri… la

     verdad es que me tienes fascinada  — contestó sonriendo y le dio unsuave beso en la mejilla mientras en la pantalla seguían mostrándoseimágenes de los dos, acompañadas por la maravillosa melodía deDifendimi per sempre .

    Difendimi per sempre, amore mio, almeno tuin questi angoli del mondo agonizzante di bugie

    E rimane la ferita

    E rimane la mia vita.

    Samantha pensaba que no podía existir una canción más adecuadapara ese momento que se plasmaba en el vídeo, era fotografías de su

     viaje a Puglia, cuando ellos comenzaron a mostrarse con mayorlibertad sin importarles la presencia del equipo de producción, o delos periodistas que siempre los seguían para capturar alguna imagenque fuera la portada de los diarios de espectáculos.

    Difendimi per sempre in questo mondo in tempesta

    in cui l'amore è il solo grido di protesta di noi uomini

    Riesco a non arrendermi

    Se ci sei tu a difendermi.

    La pantalla se quedó en negro y Samantha pensó que el vídeo

    había terminado, aunque se sintió un tanto decepcionada puesesperaban que hubiera fotografías de su matrimonio, pero de prontotodo cambio y ya no eran imágenes, sino un vídeo que estaba un pocomovido pero se podía apreciar perfectamente.

     —Alessandro… eso… ¿Ese vídeo es? — ella apenas podía ordenarsus palabras mientras veía y escuchaba a Alessandro confesarle lo quedecía la nota que le escribiera la primera vez que dejó la Toscana.

     —Es nuestro final… y debo decir que me gustó más que el queescribiste para el libro  — contestó él que al igual que ella no pudocontener sus lágrimas y bajaron por sus mejillas.

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     —Es… hermoso, Alessandro es hermoso — dijo en medio desollozos al ver como él la montaba sobre Misterio para escapar de eselugar hacia su refugio en el campo de girasoles.

    Se movió para sentarse sobre las piernas de su esposo y comenzóa besarlo con emoción, agradeciéndole con gestos en lugar depalabras, por ese regalo maravilloso que le había entregado y que ni ensueños se hubiera esperado, era demasiado extraordinario.

     Alessandro respondió a los besos de Samantha con la mismaemoción, sentía que el pecho le iba estallar de tanta felicidad y aunqueesperaba sorprenderla, nunca pensó que fuera a tal grado, ni que ellase emocionaran hasta llorar y temblar de esa manera.

     — ¿Te gustó?  — consiguió preguntar en medio de los toques delabios que le daba su mujer, al tiempo que la acariciaba la cintura.

     —Me encantó, es tan hermosa… es mucho más hermosa que la

    que yo escribí… gracias por hacerla realidad Alessandro  — expresómientras le acariciaba el rostro con ternura.

     —Pero aún no termina… nuestra historia no tuvo un final ese día

    Samantha, por el contrario fue el principio de todo… mira — 

    pronunció y señaló hacía la pantalla invitándola a que siguieran viendoel vídeo, mientras la mantuvo sentada en sus piernas.

    Samantha veía la locura que fue preparar su boda en tiemporecord, algunos titulares de prensa que aseguraban que esperaban unhijo y por eso la rapidez del matrimonio, de nuevo un vídeo de ellaentrando a la iglesia y después cuando cada uno entregó sus votos.

    La fiesta de matrimonio la resumieron en imágenes de ellos juntos,con sus familiares, amigos e incluso una donde Samantha salía junto a

    Dylan que la sorprendió mucho a ella, pero entendió que esa era lamanera en que Alessandro le decía que confiaba en ella, lo besó enagradecimiento y después continuó viendo las fotos de su luna demiel, las de la premier de la película, hasta llegar a una que se habíantomado tres días atrás con el teléfono móvil de él mientras la llevabacargada sobre su espalda y ambos reían llenos de felicidad,acompañada por la palabra: “Continuará”

     —Gracias… gracias… gracias — esbozaba Samantha dándolesuaves y húmedos besos, mientras le acariciaba la espalda.

     —  Aún no hemos terminado… — mencionó tomándola por lacintura para sentarla a su lado y se puso de pie.

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    Había seleccionado una lista de vídeos para bailar con su esposaesa noche y la primera de todas sería la que interpretaría con susaxofón, espero a que las primeras notas se dejaran escuchar y caminó

    para sacarlo de su escondite, lo puso a un lado ante la miradasorprendida de Samantha y le dedicó una sonrisa mientras le extendíala mano para invitarla a bailar.

    I can only give you country walks in springtime

     And a hand to hold when leaves begin to fall

     And a love whose burning light

    Will warm the winter's night

    That's all

    That's allSus cuerpos se movían con cadencia al ritmo de la hermosa

    melodía de Michael Buble, mientras sus miradas brillantes se fundíanla una en la otra y los latidos de su corazón parecían ir acompasados,brindándose suaves caricias llegaron hasta el momento en el cual

     Alessandro tomó su instrumento y comenzó a entonar ese solo desaxo que mostraba la canción, siguiendo las mismas notas con unaperfección que lo hizo sentirse orgulloso.

    Samantha lo observaba embelesada al tiempo que dejaba libre unasecuencia de suspiros que acompañaban la dulce y sensual melodía delsaxofón, le entregó una de sus mejores sonrisas demostrándole cuancautivada se sentía por ese gesto tan hermoso. Lo vio dejar elinstrumento de lado y regresar a ella para seguir bailando, mientras leacariciaba la espalda dejando caer suaves besos tibios en su cuello y suhombro desnudo que la hacían suspirar.

     A esa canción siguieron muchas otras, hermosas melodías queSamantha también se animó a cantar para él, deseando hacerle sentir através de ellas cuanto lo amaba.

    Los besos y las caricias iban avivando esa llama que latíaperpetuamente dentro de ellos y los invitaba a entregarse al placer.Ella sentía que se elevaba ante cada roce de las manos de él en sucuerpo y cada uno de esos besos profundos que la dejaban sin alientopero deseando más, pensó en lo maravillosa que era su vida y en loquería desde ese instante junto a él y supo que lo próximo quedeseaba tener junto a Alessandro era un bebé, ese sería su regalo deSan Valentín para él, le pediría que tuvieran un hijo.

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