Reporte de Lectura VIII 28-Abril-2015

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Seminario de investigación: Acción colectiva, procesos de subjetivación política y democracia en América Latina. Alumna: Miriam Nazario Cruz.Reporte de lectura: sesión 28 de abril 2015.

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UNAM. FFyL. Maestra en Estudios Latinoamericanos.Seminario de investigacin: Accin colectiva, procesos de subjetivacin poltica y democracia en Amrica Latina. Alumna: Miriam Nazario Cruz.Reporte de lectura: sesin 28 de abril 2015.

Los textos de Isabel Rauber (2006)[footnoteRef:1], Marisa Revilla (2010) y Cristina Bloj (2004), concentran su anlisis en las formas y la actualidad de la accin colectiva organizada que se opone al ordenamiento poltico vigente. Las tres autoras parten de principios comunes como, por ejemplo, entender a la poltica y lo poltico en un sentido ms amplio que el permitido por las teoras polticas clsicas. Mientras stas explican las formas estatales e institucionales de incidencia en el campo poltico, Rauber, Revilla y Bloj, en cambio, parten del protagonismo que la sociedad civil tiene en la transformacin de dicho campo. [1: Tomo del libro Sujetos polticos. Rumbos estratgicos y tareas actuales de los movimientos sociales y polticos el captulo 5 y no el 4 que originalmente se asign para la sesin, dado que su tema Nuevo tipo de representacin y organizacin polticas redunda directamente en mi lnea de investigacin (Rauber, 2006, 131-145).]

Los tres textos proponen una categorizacin de la accin colectiva, cada uno desde distintas dimensiones. Bloj, por ejemplo, concentrada en la experiencia de las asambleas de barrio en Argentina[footnoteRef:2], tipifica a los participantes de esta experiencia en tres modos generales de ser actor en las asambleas (Bloj, 2004, 143). Revilla, por su parte, enumera seis premisas con las cules todas las teoras sobre la accin colectiva parecen estar de acuerdo y las estudia en tres niveles distintos de concrecin de la accin colectiva (Revilla, 2010, 56). Last but not least, Isabel Rauber identifica cinco aspectos bsicos de la organizacin poltica popular y dimensiona tres sentidos del ser sujeto; el histrico, el social y el poltico (2006, 141). [2: A partir del 2001 y luego de la protesta multitudinaria conocida como El Cacerolazo (Bloj, 2004, 134).]

Vemos es, entonces, diferentes esfuerzos intelectuales por hacer inteligible la presencia en las calles de mltiples actores sociales que buscan incidir en la esfera poltica y social, en algunos casos con probada eficacia. Lo que me llama la atencin de las tres lecturas es el acercamiento terico que sus estudios tienen con el anlisis discursivo de la poltica. En las siguientes lneas intentar mostrar en qu partes de los textos se expresa est influencia que, como se ver, algunas veces es declarada, otras es explcita pero no enunciada y en otras es solo implcita.

En primer lugar habra que comenzar con una precisin. Por acercamiento discursivo de la poltica a lo que me refiero es al reconocimiento de que las prcticas, procesos, actores y sujetos no existen slo como mecanismos racionales, afectivos, culturales, etc., en los cuales operan ciertas lgicas, normas, funciones o dems, sino tambin son produccin de significaciones, es decir que en sus operaciones configuran un cierto discurso y es en este marco, en estos lmites de sentido, que la realidad se vuelve aprehensible, y esto aplica tanto para quienes hacen la historia como para quienes buscan interpretarla[footnoteRef:3]. Esta dimensin discursiva es el horizonte en donde los significados de los fenmenos se construyen, por tanto no es una dimensin menor, sin embargo, la teora no siempre la ha reconocido. [3: Una definicin clara y sucinta de lo que significa un abordaje discursivo se puede consultar en Ernesto Laclau, (2007) Discourse. En Goodin, R., Pettit, P. & Pogge, T. (ed.) A Companion to Contemporary Political Philoshy (2a ed. pp. 541-547) Australia: Blackwell Publishing.]

El texto de Bloj presenta la influencia ms clara del anlisis discursivo de la poltica. La autora comienza por dejar claro que las configuraciones polticas y sociales no estn dadas de una vez y para siempre, sino que se construyen y se mantienen gracias a la repeticin, pero en esta cadena repetitiva siempre habr lugar para la innovacin, es decir, la re-construccin de lo ya dado por aquello que est por darse. La tesis de la contingencia y no inmanencia de los fenmenos, que Bloj retoma de Ernesto Laclau (Bloj, 2004, 133), es elemental para interpretar a las asambleas barriales de Argentina como formas indisciplinadas[footnoteRef:4] de ciudadana. [4: Revertidas o desvadas desde el discurso clsico o tradicional moderno de la poltica. Pero legtimamente polticas desde el lado de los actores sociales hoy en da (cf Revilla, 2010, 54-55). ]

Marisa Revilla, por su parte, identifica dos puntos elementales para el anlisis poltico del discurso. El primero es la necesaria produccin de significantes flotantes y el segundo la hegemona con sentido de clausura que cierto sector de la poblacin puede llegar a tener sobre esos significantes. La autora menciona que los movimientos sociales suelen asociarse a grandes palabras: rebelda, lucha, resistencia, desobediencia, insurreccin, protesta. En general explica Revilla el lenguaje de los movimientos est plagado de antis: anticapitalismo, antiestatal, pero sus producciones concretas no son negativas (nihilistas) sino lo contrario, positivas e innovadoras (2010, 54).

Se entiende entonces que los significantes que los movimientos sociales generan no estn necesariamente unidos a uno de solo de sus significados, sino que su sentido flucta. Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, llamaron a estas palabras significantes flotantes. Se trata de significaciones que, dada su esencial polisemia, no poden ser estabilizadas en la semiosis social (1987, 193). No son ambigedades punto que reconoce Revilla pero no enuncia sino sobredeterminaciones de un concepto.

En el anlisis de Laclau estos significantes son elementos cuando no estn unidos a una cadena discursiva, es decir, cuando su significado no est fijo en un horizonte de sentido, pero se vuelven momentos cuando la distincin entre ideas por ellos generada se normaliza en el terreno definido de un discurso, es decir, cuando se privilegia su referencia a uno solo de sus posibles significados en detrimento de los otros (Laclau & Mouffe, 1987, 120). Revilla puede explicar as que cuando las palabras rebelda, lucha, protesta se pronuncien desde el poder el discurso oficial, diramos estos significantes deslegitimen a los movimientos llegando al grado de criminalizarlos, lo que sera la consecuencia de creer clausurado el sentido de un trmino por uno solo de sus momentos del proceso de significacin.

Deseo ahora pasar al anlisis del texto de Rauber y sus herencias tericas con la interpretacin discursiva de la poltica. Considero que esta influencia radica en la nocin de articulacin que la autora utiliza con frecuencia en su trabajo. Por articulacin, Rauber entiende un modo de relacin en el que lo uno se hace mltiple. Se trata de un proceso de integracin entre las distintas identidades de los sujetos polticos donde las diferencias sirven de puente para la unidad. La autora defiende la posibilidad de construir nuevas formas polticas representativas, por ejemplo sobre la base de una red horizontal que por principio de articulacin tenga la frmula unidad-diferencia-identidad (Rauber, 2006, 137).

Hay que decir que esta tesis, aleja a la autora del antagonismo como principio de identificacin y subjetivacin poltica, por considerar, explica Rauber, que el antagonismo solo puede conducir a los movimientos a la ruptura. Dos puntos son importantes para ligar la posicin de Rauber con la de la teora del discurso de Ernesto Laclau. En primer lugar Laclau y Mouffe definen a la articulacin tambin como una relacin entre dos o ms identidades, pero con la precisin de que la prctica relacional necesariamente transforma las identidades en cuestin (1987, 120).

As, aun aceptando con Rauber que el sujeto poltico es irreductible a la organizacin (el partido o la representacin), debemos reconocer que por el hecho de que el sujeto articula su identidad su voluntad no solo se integra en una simple sumatoria dice Rauber sino que por ese mismo acto se constituye y transforma como sujeto. El esquema de articulacin horizontal (redes) que la autora expone en la pgina 141 de su estudio carece de esta dimensin constituyente de voluntades propia de la integracin-articulacin, pues al exponer a los distintos sectores de la sociedad como mbitos separados parece proponer que stos no se modifican recprocamente en la prctica articulatoria. Es decir que las diferencias pueden ser vasos comunicantes pero no lgicas que puestas en relacin se vuelvan estructuras que constituyan identidades.

El segundo punto a tomar en cuenta, es justamente que el antagonismo poltico opera en esta dimensin de la articulacin-constitucin de identidades polticas. La construccin-articulacin del sujeto popular, explica Rauber, exige una nueva relacin poltica entre los partidos y los movimientos, con participacin protagnica de los actores sociales y sin subordinaciones jerrquicas (2006, 141).

Pero la articulacin horizontal de demandas polticas y sociales que busca la autora, solo puede realizarse a travs del elemento general que las reivindicaciones particulares contienen. Este elemento general, sin embargo, no est dado en la dimensin diferencial de las demandas, es decir, las distintas identidades no crean puentes comunicativos con base en algo que les sea inherente, sino que necesitan de un elemento externo que active la lgica equivalencial capaz de integrarlas en un uno-mltiple. Ese elemento externo es el antagonismo poltico.

El antagonismo expresa el proceso por el cual la heterogeneidad se unifica en virtud a lo nico que tiene en comn las demandas diferenciales y eso es su oposicin al sistema, a un otro que los constituye precisamente como demandas (necesidades no satisfechas). La imposibilidad, explican Laclau y Mouffe, de que los sujetos se reconozcan como identidades plenas en un sistema poltico produce una relacin de oposicin (un anti, dira Revilla) pero tambin de equivalencia (no de plena igualdad en el sentido de uniformidad) entre los sujetos cuya identificacin est siendo sistemticamente fracturada (1987, 146).

Si entendemos el proyecto, necesario para la transformacin poltica, como producto de una operacin hegemona, es decir, como articulacin entre demandas diferenciales, entonces necesitamos de una nocin de antagonismo poltico, pero no como contradiccin, ni eliminacin total de las diferencias sino como un elemento exterior a la unificacin popular sin el cual sta no puede presentarse. En mi opinin, este aspecto no est reconocido en el estudio de Rauber, razn por lo cual su nocin de articulacin, aunque coincide en algunos puntos con la definicin del anlisis poltico del discurso es, sin embargo, demasiado optimista respecto de las posibilidades de entendimiento entre los distintos actores. Quiz el ejemplo ms claro de cmo funciona la articulacin por medio del antagonismo es la de la demanda que se vayan todos que Bloj analiza en el caso argentino desde la perspectiva de distintos autores.

A pesar de la polisemia de la demandan que se vayan todos, puede haber acuerdo en entorno a ella se configur un antagonismo que articul la heterogeneidad de la sociedad argentina, llevndolos no slo a las calles sino tambin a la constitucin de asambleas de barrio. Cuando este elemento externo desapareci del campo discursivo (el marco de sentido), la articulacin no pudo sostenerse por la sola fuerza de las identidades diferenciales.

En sntesis, los puntos aqu mencionados exponen el acercamiento de las tres autoras a algunas de las tesis del anlisis discursivo de la poltica, ya sea para estar de acuerdo o para discrepar, lo que deja ver que la teora de la hegemona y el antagonismo, as como la dimensin simblica (discursiva) de la produccin social de significados, sigue siendo relevante para el estudio de la accin colectiva y las configuraciones polticas que de sta derivan, por lo cual me parece pertinente profundizar en su estudio.

ReferenciasLaclau, E. y Mouffe C. (1987) Hegemona y estrategia socialista, Madrid: Siglo XXI.

Revilla, B., M. (2010) Amrica Latina y los movimientos sociales: el presente de la rebelin del coro, Nueva Sociedad, nm. 227, pp. 51-67.

Bloj, C. ( 2004) Presunciones acerca de una ciudadana indisciplinada: asambleas barriales en Argentina, en Daniel Mato, Polticas de ciudadana y sociedad civil en tiempos de globalizacin, Caracas, FACES, Universidad Central de Venezuela, pp. 133-150.

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