Reseñas - Biblioteca Central Pedro...

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209 L ETRAS , A ÑO LXXVI, 109-110, 2005 Reseñas eseñas eseñas eseñas eseñas Laprofesióndehistoriador giraen tornoalainvestigacióndelosprocesos históricos, pero también se ocupa de reflexionarsobrelaepistemología,los métodos, técnicas y enfoques de la profesión. Sin embargo, este último aspecto es poco cultivado en nuestro medio.Existeunaescasaytímidacrítica historiográficaysibuscamosreflexiones desdelaorilladelafilosofíadelahistoria, elvacíoesmayor.Poresocreoqueuna publicación queenfocaestosaspectos debesersaludadaconánimo,puesrompe el silencio. Al respecto hay algunos balances publicados en revistas. El problemaesquesonparciales,marcados por lastendenciasdesusautores;otros sonsimplesdestilacionesemotivas.Los extremosvandesdelosqueintentanser registroseruditoshastalospecadoresde silenciosnotables 1 . El profesor Manuel Burga vuelve a la escritura marcando una diferencia, pues ofrece sus reflexiones maduras sobre el oficio, los historiadores peruanos, el proceso historiográfico peruanoyelsentidodelahistoriaenel Perú.Eltextoesunconjuntodeartículos Manuel Burga LahistoriayloshistoriadoresenelPerú Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y Fondo Editorial de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Lima, 2005; 237 pp. y ensayos publicados anteriormente y se divide en la clásica tripartición francesa: «Para qué aprender historia enelPerú»,«Historiaehistoriadores»e «Historiaehisto-riografía».Apesarde ser secciones separadas, en todo el textoseleentresobjetivosdefinidos: 1. Justificareloficiodehistoriarenel PerúafinesdelsigloXX,unaépoca de crisis, cuando parecía que todo eracaóticoylascienciassociales, especialmentelahistoria, perdían surazóndeser. 2. Observar y entender el complejo proceso de la historia en el Perú dejando de lado la categoría «generación» por la de discursos históricos, que permite una visión delargaduración. 3. Analizar las orientaciones histo- riográficas en el tema andino, insistiendoenlahistoriaabierta, en lasmutuasprestacionesentrehistoria, arqueología y antropología que conllevanbuenosresultados,comoes elcasodelaetnohistoriaperuana. Pasemosa analizarcadaseccióndel texto. La primera parte «Para qué

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La profesión de historiador gira entorno a la investigación de los procesoshistóricos, pero también se ocupa dereflexionar sobre la epistemología, losmétodos, técnicas y enfoques de laprofesión. Sin embargo, este últimoaspecto es poco cultivado en nuestromedio. Existe una escasa y tímida críticahistoriográfica y si buscamos reflexionesdesde la orilla de la filosofía de la historia,el vacío es mayor. Por eso creo que unapublicación que enfoca estos aspectosdebe ser saludada con ánimo, pues rompeel silencio. Al respecto hay algunosbalances publicados en revistas. Elproblema es que son parciales, marcadospor las tendencias de sus autores; otrosson simples destilaciones emotivas. Losextremos van desde los que intentan serregistros eruditos hasta los pecadores desilencios notables1.

El profesor Manuel Burga vuelve ala escritura marcando una diferencia,pues ofrece sus reflexiones madurassobre el oficio, los historiadoresperuanos, el proceso historiográficoperuano y el sentido de la historia en elPerú. El texto es un conjunto de artículos

Manuel BurgaLa historia y los historiadores en el PerúFondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de SanMarcos y Fondo Editorial de la Universidad Inca Garcilaso dela Vega. Lima, 2005; 237 pp.

y ensayos publicados anteriormente yse divide en la clásica triparticiónfrancesa: «Para qué aprender historiaen el Perú», «Historia e historiadores» e«Historia e histo-riografía». A pesar deser secciones separadas, en todo eltexto se leen tres objetivos definidos:1. Justificar el oficio de historiar en el

Perú a fines del siglo XX, una épocade crisis, cuando parecía que todoera caótico y las ciencias sociales,especialmente la historia, perdíansu razón de ser.

2. Observar y entender el complejoproceso de la historia en el Perúdejando de lado la categoría«generación» por la de discursoshistóricos, que permite una visiónde larga duración.

3. Analizar las orientaciones histo-riográficas en el tema andino,insistiendo en la historia abierta, enlas mutuas prestaciones entre historia,arqueología y antropología queconllevan buenos resultados, como esel caso de la etnohistoria peruana.Pasemos a analizar cada sección del

texto. La primera parte «Para qué

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aprender historia en el Perú» es unensayo escrito en 1992 y publicado alaño siguiente. El escepticismo y elpesimismo están presentes en variaspáginas, como cuando el autor afirma:«El Perú, en lugar de caminar, con todoslos peligros que implican los caminosnuevos, ha patinado en los últimos 450años». Frase entendible por los momentostan críticos en la que fue escrita.

Para dar respuesta a la pregunta quees a la vez el título de esta primera parte,el profesor Burga primero analizacuatro intentos de modernización:multimodernización con conquista (s.XVI), modernización burocrática (s.XVIII), política (s. XIX) y finalmentecomercial (s. XX). Las primeras aplicadasdurante la colonia y las siguientesdurante la República. Luego, reflexionaacertadamente sobre el fracaso de estasmodernizaciones afirmando que «losprocesos de modernización, cuando seimponen o se importan, sin la existenciaprevia de un proyecto propio, onacional o de una elite social esclarecida,dan como resultado la arcaización, eldeterioro de las economías, ladescomposición del Estado y de lasociedad civil y, frecuentemente, lafrustración colectiva». (p. 51)

Finalmente, ensaya unas primerasrespuestas a la pregunta central paraqué aprender historia en el Perú.Después de trece años, la preguntaplanteada y las respuestas ofrecidas enmedio de la crisis económica y la

incertidumbre nacional siguen vigentes.No pienso transcribir todas lasrespuestas, pero me parece pertinenteresaltar una conclusión que es urgentellevar a las aulas, incorporarla a lahistoria que se enseña en los colegios yacademias: «necesitamos librarnos, casicon urgencia, de una pesada cargahistórica y construir una memoria sanaque nos permita repensar nuestropasado…Tenemos que aprender amirar a nuestros ancestros prehispá-nicos como los europeos miran a losgriegos y romanos; no les podemospedir el hierro, la rueda, las mate-máticas, la filosofía y la escritura, sinolos sistemas que construyeron y lastecnologías que descubrieron paraestablecer un adecuado control ymanejo de sus ecologías». (p. 52)

La segunda parte titulada «Historiae historiadores» es un conjunto de ochoensayos dirigidos al análisis de diversosinvestigadores conocidos como AlbertoFlores Galindo, Ruggiero Romano, JohnRowe y Tom Zuidema pero tambiénalgunas tesis que tuvieron circulaciónrestringida como las de Recaredo PérezPalma y Pastor Ordóñez. Quizá laintención es partir de estos investiga-dores para reflexionar sobre sugeneración llamada del 68, el oficiode historiar y, sobre todo, el temaandino.

Quiero referirme al primer punto.Generalmente la reflexión sobre eloficio, influencias y deudas académicas,

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es un ejercicio casi espiritual, se reservapara el otoño y el retiro, cuando elreposo atenúa las emociones. Sinembargo, el profesor Burga traza susmeditaciones lúcidas y perspicacescuando apenas está pasando la mitaddel siglo.

Algunas frases contenidas en estaspáginas suenan como un murmullo deconfesiones sosegadas, como cuandoreflexiona: «¿Qué somos? La confusiónideológica ha sido unos de los rasgoscaracterísticos de la generación del 50.Confusión para distinguir lo que eraderecha, Apra, socialdemocracia oizquierda…La revolución cubana(1959) y las guerrillas peruanas de 1965moldearon nuestra identidad. Todoséramos emotiva o coactivamentemarxistas». ( p. 109) Luego continúa:«¿Qué hemos hecho o cómo hemosvivido? Nuestra generación, a diferenciade la anterior, tenía más ganas de vivir,menos pesimismo y se comprometía máscon la vida que con la muerte. Nosentusiasmaba el futuro, nos interesabael pasado -frase tantas veces usada- entanto nos permitía avizorar, prever omanejar el futuro». (p. 110)

Sus reflexiones continúan en elartículo «Alberto Flores Galindo:historiador e intelectual» cuando afirma:«Vivimos, muy probablemente, unaépoca de liquidación de la universidadnacional. Nuestra generación llega a sufin. Los que trabajamos en estauniversidad no tenemos casi nada qué

ofrecer. Dejamos una universidad enruinas, no solamente física y material-mente, sino –lo que considero másgrave- sin la generación de recambio,la misma que sí existe de maneravigorosa en la universidad privada». (p.111)

Esta frase fue escrita hace mucho,cuando efectivamente, nuestrauniversidad languidecía con lapresencia permanente de Sendero,profesores ausentes, bibliotecasdeprimentes, infraestructura deficiente.Pero ahora la universidad ha cambiadototalmente y esto, en buena medida, esproducto de los mismos sanmarquinos.Los que fuimos estudiantes en los 70 y80 observamos esos cambios desde laentrada, no son imperceptibles.

Estas reflexiones sobre los discursoshistóricos del siglo XX son reiteradasen una entrevista publicada en ElComercio, cuando el autor acertada-mente asevera: «No miramos la historiadel siglo XX en términos de desarrollo,sino en términos de explotación. Lareflexión de la intelectualidad peruanafue buscar las causas de la explotación,de la marginación, de nuestro atraso,mirar atrás.»2 Quisiera destacar que esteproceso de análisis implica tambiénrozar los terrenos peligrosos ysubjetivos del autoexamen, el profesorBurga forma parte de la llamadaGeneración del 68, sin embargo, asumelos costos, los logros y limitaciones desu generación. Ese es un buen punto de

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partida pues, como sugiere AntoineProst, los historiadores somos elementosinherentes a la historia, escribimos conla experiencia de lo vivido, pensado yreflexionado3.

La tercera parte «Historia ehistoriografía» consta de cinco artículospublicados en las dos últimas décadasdel siglo XX. Nuevamente se reiteran lostemas que preocupan al profesor Burga:los discursos históricos en el Perú,nación y nacionalismos excluyentes ycontradictorios, la multidiscipli-nariedad, entre otros. Destaca muchoel artículo «Los Annales y la historiografíaperuana (1950-1990): Mitos yrealidades» donde explora lasinfluencias europeas en los histo-riadores peruanos como los primerosantropólogos, los Annales, el marxismoy el estructuralismo.

Finalmente quisiera llamar laatención sobre las fotografías queacompañan el texto pues constituyenotra forma de ver la historiografíaperuana y peruanista. El análisisiconográfico resulta sugerente puescoincide con las opiniones vertidas porel autor.

La galería iconográfica se inicia condos grabados: el evangelista Juancomiendo un libro y una inmensabiblioteca medieval. Ambas imágenesdestacan el terreno sobre el cual loshistoriadores se expresan: la palabraescrita. Resulta interesante la selección–¿consciente o inconsciente?– de las

1 Uno de los mejores balanceshistoriográficos es de Flores Galindo, «Laimagen y el espejo: la historiografíaperuana entre 1910-1986» Márgenes, 4,1988. Es muy conocida la discusiónprovocada por «El nuevo perfil de lahistoria del Perú» de Bonilla, puesaparecieron las réplicas de Burga, Pease y

fotografías. La mayoría está en actividad:Porras y Basadre de pie sonríensatisfechos, Nathan Wachtel dando unaconferencia, Ella Dunbar Temple, PaulRivet y Marcel Bataillon escuchandoconferencias, Valcárcel leyendo, RivaAgüero rodeado de textos, Jacques LeGoff y Ruggiero Romano reflexivos y conenormes pipas, Alberto Flores Galindohablando, Zuidema y Burga caminandoentre las estribaciones andinas4. Soninvestigadores que reflexionan, hablan,escuchan, escriben, se comunican. Soninvestigadores en acción.

Estas imágenes refuerzan una de lasreflexiones del profesor Burga: lahistoriografía peruana y peruanista seconstruye en un proceso de diálogo,con prestaciones de la antropología,sociología y arqueología. Tal vez, esepersonaje mencionado en la página 83,con enormes lentes que arrastra unapesada máquina de escribir y buscainfructuosamente comunicarse con lossujetos históricos sea la encarnación dela misma historiografía peruana: conlimitaciones y trabas, pero conpreguntas y curiosidad por entender ysobretodo, dialogar con la sociedadmisma. (Maribel Arrelucea)

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Luis Millones siempre nos dasorpresas agradables y tiene unaenvidiable capacidad editorial. Unasveces por lo novedoso de suscontribuciones y, en esta ocasión, porconvocar autores acerca de temas deimportancia. Ensayos de historia andina,editado por la cuatricentenaria SanMarcos, presenta un conjunto deensayos que reinterpreta aspectos de lavida colonial.

En su ensayo «De las siete ciudadesde Cíbola a la urbe indiana: apuntes parauna historia de los santos patrones»,Millones desmitifica la historiatradicional, que señala la sed del orocomo la única causa trascendente de lallegada de allende los mares. Dirá que aésta acompañaba una aureola mítica detanta fuerza que explica la crueldad desus entradas como sus forzadasmarchas. La Ciudad Perdida, la fuente

Luis Millones (editor)Ensayos de historia andinaFondo Editorial de la Facultad de Ciencias Sociales UNMSM,2005; 183 pp.

de la eterna juventud, la TierraPrometida, eran utopías que se habíanacuñado en el inconsciente colectivo dequienes a fuerza de cruz y espadallegaban a tierras nuevas. Entonces erafácil «encontrar» ciudades de brillo yresplandor llenas de oro.

A estas causas habría que agregarque el XVI era el de la universalidad,gestada no sólo por la búsqueda de lasespecias, sino porque la península y sucristiandad querían escabullirse delestrangulamiento a que eran sometidaspor el poderoso manto musulmán. Selanzaron a la mar, después de un siglo enque los chinos habían demostrado sermejores navegantes que Colón. ZhengHe, entre 1405 y 1433, expedicionó conbarcos de cien tripulantes, mientras lasnaos de Colón sólo llevaban treinta: Habíallegado a la India, Indonesia y, en lascostas africanas, Mozambique. Sin

Flores Galindo en la misma revista. En laotra orilla, Henrique Urbano se convirtióen el crítico implacable, y a veces injusto,de cuanto texto se publicaba.

2 El Comercio, lunes 1 de agosto de 20053 Antoine Prost, Doce lecciones de historia.

Madrid, Ediciones Cátedra, 2001, p. 172.Deberíamos recordar el consejo que dieraFebvre a sus alumnos de vivir plenamente,en el sentido que los historiadores

comprendemos a través de nuestrasprácticas sociales.

4 Me llama poderosamente la atención lafoto de Pablo Macera incluida en el libro.Es el único en actitud campechana,comiendo un choclo con la mano. Poresa misma razón me parece la máshumana, pues al fin y al cabo loshistoriadores somos parte de la sociedadque estudiamos.

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embargo, esas aventuras respondían auna cultura endogámica, de intros-pección, mientras la hispana era deextrospección. La sed de oro, norespondía a los individuos echados a lamar, sino a otros intereses, como el grancapitalismo genovés o el clan de losSpínola, prestamistas de Isabel. Sólo asíse puede entender esta primera etapa,de objetivo concreto –como diceMillones–, del oro de las Indias. Entoncesson comprensibles las inimaginablesmarchas forzadas de Soto desde Floridahasta el río Mississippi. Sólo así es posiblela búsqueda de la Ciudad Perdida, quehabía llevado al portugués Aleixo Garcíaa perderse entre los chiriguanos; o cómoLope de Aguirre, se hacía llamar «La irade Dios, Príncipe de la Libertad y del Reinode Tierra Firme y provincias de Chile,Fuerte Caudillo de los marañones», paraperseguir y matar a Pedro de Ursúa,quien buscaba el Dorado a raíz de unaperegrina información de unos indiosbrasileños. Las amazonas, aquel mitogriego de bellas mujeres que vivían solas,en cuyo honor le pusieron el nombre anuestro gran río, completan la fuerzamítica.

En el segundo acápite, Millonessostiene que el verdadero sentido de lasurbes no estaban en los territorios ni ensus demarcaciones, sino en lalegitimidad de sus gentes (esta nociónse suma al interés que mostrarían por ladiversidad ecológica, tema presentadoel siglo pasado por Jhon Murra). Lo hace

a propósito de explicar el proceso defundación de las nuevas ciudades bajola influencia española, íntimamenteligada al de la cristianización. Nuestroautor sostiene que la legitimidad deestas poblaciones no estaban dadas porel espacio cerrado, sino por laintegración de sus miembros, las llaqtas,sobre la que se erigieron las nuevasestructuras.

Desarrolla las diversas circunstanciasy los ejes sobre los que descansó lafundación de las ciudades. Distingue lasrealizadas, a la entrada, por las tropas deconquistadores, hasta las que se hacían porrazones formales de legalidad, tantas vecesfueran necesarias. Señala que en esteproceso, no sólo habrían cambiado denombre, sino de santo patrón al que seadvocaban. A tal situación se sumaba elfiltro que le ponían los curacas indígenas,que para entonces se habían convertidoen un tamiz importante. En este procesotambién intervienen las Ordenanzas deToledo, quien los obligó al traslado yconsolidación en pueblos de indios ypueblos de españoles en las partes bajas.Se dice que este desarraigo probablementefue doloroso en muchos lugares.

Otro de los intereses de Millones, alque dedica un subtítulo, radica en laevangelización y organización de laIglesia a la llegada de los españoles.Sostiene que fue una constante elinmediato reemplazo de los adoratoriosindígenas por las iglesias cristianas o ensu defecto por la cruz. Este método no

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duraría mucho, pues se habíaconvertido en obstáculo. Se abandonael contorno geográfico que por milenioshabía cobijado un complejo sistema decreencias y, en consecuencia, tambiénlos ritos. Si bien la cruz cumplía, segúnMillones, el objetivo de la afirmación,también sacralizaba los espacios,limpiaba de viejas creencias idólatras.

Nos ayuda a comprender esteproceso religioso el hecho que deEspaña las divinidades nos vienen comofiguras humanas, las que se imponensobre un panteón religioso naturalista,donde los dioses responden a otrasformas y otras concepciones. Esta visiónse introduce en algunas crónicas quedescriben el incario bajo el parámetrode dioses humanizados por el deseo delcronista de encontrar un análogocristiano.

Resalta nuestro autor, que aquelsiglo XVI estaba inundada de imágenesde la Contrarreforma y del Barroco, losque debían llegar a la conciencia de losindios, y para hacerlo debían reforzarsecon el calendario festivo de los pueblosandinos. La dramatización fue una delas armas que combinó iluminadospersonajes de la creencia cristiana conlegendarios míticos prehispánicos.Entonces es imaginable el drama de laSemana Santa o el Corpus Christi, desdesus orígenes de sentido alegórico,donde no era fácil adivinar que losgigantes con pelucas y espadas y susbellas compañeras con sombreros y

enaguas simbolizaban los siete pecadoscapitales, al lado de incas, bufones ysaltimbanquis. Las cofradías eran otrode los centros donde desfilaban diversosmétodos para infundir la evange-lización, centros de convergencia decantos quechuas, con latinajos, melodíamedieval en instrumentación nativa. Laadmiración del indio por lo extrañotambién le infundió a cantos e imágenesel soplo de su alma. Todavía hoy, conocasión de las fiestas religiosas de Todoslos Santos, se puede apreciar, como enel valle de Yanamarca, en Jauja, cómo lafiesta religiosa es pretexto pararepresentar pasajes históricos o nativosde héroes míticos.

Los pueblos, centros urbanos decarácter rural fundados bajo la traza ytécnica de las ciudades y villas, eranexclusivamente para indígenas. Paralograr su legitimidad estaban loscabildos. A decir de Porras Barrenechea,el Cabildo era el alma y nervio delvecindario indiano. Allí coexistíanpersonajes que también contribuían conla formación de la imagen religiosa.Estaban entre ellos, el carcelero, unverdugo, un pregonero, el hampi-camayoc, al lado del campanero,párroco o sacristán.

Otro de los subtítulos de sumointerés que aborda Millones es el de losSantos Patronos del área andina. Iniciaesta parte indicando que toda reducciónindígena debía tener su templo católico.Sin embargo este mandato se cumple a

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medias, por lo que resultó como él lollama «hostia sin consagrar». Esaaseveración se ratifica con lo que señalael padre Bartolomé Alvarez, en sumemorial a Felipe II, al que titula De lascostumbres y conversión de los indios del Piru..., donde exige la inquisición para losnaturales, a casi cincuenta años deevangelización, por «(...) lo que veopasar en el Piru, en la vida, tratos,conversación, cristiandad [y] poca oninguna conversión de los indios».

Las primeras iglesias fueron modestas.Poco a poco, por factores como la laborde los curacas, cuya legitimación proveníade su catolicismo, fueron embellecidas alpaso que la institución eclesiástica seconvertía en poderosa.

Millones sostiene que gran parte delpoder emana de la propia iglesia y de laimagen que se encuentra en el retablo.Sin embargo los santos patrones notuvieron una duración asegurada.Sufrieron encuentros y desencuentros,por muchos motivos, desde el papel decuracas, que para legitimarse aparecíancomo más cristianos, o la suma yorientación de los miembros de lascofradías, el recuerdo idílico de algúnmilagro de un nuevo santo, la exigenciade nuevos paradigmas religiosos, labúsqueda de poder al interior de lasiglesias, o nuevos mitos coyunturales.La hagiografia andina es entonces elcúmulo de etapas, circunstancias,momentos, frustraciones, aspiraciones eidealizaciones, donde el nombre del

pueblo y del santo patrón han sufridoaquellos vaivenes. Las demandas dehistoricidad, que son el retorno a lostiempos fundantes, y por ende positivos,según el autor, hace que abandone eldogma católico para el que fue previsto.Así, entendemos el papel de muchasdanzas en su honor, donde se combinanlos personajes monstruosos y fieros enhonor a indefensas vírgenes, las que sehumanizaron y pueden ser representadasen dramas de amor o como madresgestantes al lado de mazorcas de maíz,como ocurre con las vírgenes María eIsabel en Huaylas, Ancash. Qué decir deotras danzas asociadas a viejos sistemasde creencias andinas, como la de lugarde aparición, siempre en la fuentes ocaídas de aguas. Lo interesante del temaes que se asume que éstos no hanmantenido una rigidez ni una líneahorizontal, sino ascendente y cambianteen el sistema de creencias. Así concebido,el Santo Patrono abandonó –como diceMillones– la historia para la que fueprovisto del dogma católico.

Estos patrones, de otro lado, no hanoscurecido el comportamientotradicional de los fieles, como el respetoa las montañas. Por ello, hoy todavía, esposible encontrar muchos templosandinos asociados a los viejos santuariosprehispánicos, sean éstos por la historiade la aparición de la imagen o laconstrucción «siempre mirando a lasruinas». Entonces es lícito que en la iglesiade Corculla, antigua doctrina de

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Parinacochas, el Cristo de Yampura(nombre que hace referencia al centrode culto prehispánico) esté cubierto contejidos de la «momia de sus antepasados»,y tenga un hermano mayor que es elúnico que sale a las procesiones.

Si éste es el proceso que ha ocurridocon los santos patrones, de seguro,como fue preocupación del PrimerConcilio Límense, también algo similardebe haber ocurrido en la concepciónsobre el infierno, morada de seresmalignos, de demonios, a donde ibanlos que no estaban bautizados o los queno respetan los mandamientos. Y la ideadel Supay, probablemente merecerá laaguda atención de Millones.

El segundo ensayo está firmado porCarlos Alberto Gonzáles Sánchez,profesor de Historia Moderna de laUniversidad de Sevilla y lleva el título de«Comercio colonial y cultura gráficaeuropea en el Perú del siglo XVIII». Sibien analiza la cultura gráfica europeaen el Perú del siglo XVIII, centra suatención con vasta erudición –a la quese accede en bibliotecas europeas-, enlos libros que llegaban a América,básicamente en el siglo XVIII. Buscainterpretar la vida de sus gentes. Elcontexto en que se enviaba, producía,vendía, controlaba y secuestraba, estápresente en la primera parte.

Un asunto saltante viene a ser elhecho que las mismas dificultades delcomercio editorial de hoy parecierareproducirse en aquel entonces: copias,

prohibiciones, ilegalidades, permisos,corrupción, censuras. El Poder de CarlosV controlaba el comercio de los libros,al estilo de las modernas censuras, paraoponerse a la difusión de las ideasprotestantes o heréticas. Hasta el SantoOficio de la Inquisición manejaba poderen los embarques hacia indias. Lascorruptelas de los funcionarios «selimitaban casi en exclusiva a evaluarmemorias que les presentaban loscargadores, o sea sin verificar, en lospuertos su contenido, donde muchasveces tenían portadas falsas.» Estosaprovechaban las visitas a los navíos,para a hacerse de la vista gorda, acambio de comprar géneros a bajoprecio, recibir regalos, agasajos ybanquetes y lances eróticos.

Reseña que entre las materiasenviadas a América sobresalían, en laprimera mitad del XVIII, el derecho, lateología y la liturgia; dirigidosbásicamente a libreros, mercaderes,clérigos, funcionarios, profesionales,órdenes religiosas, uno de susprincipales clientes. Estos ocuparon los13 601 cajones de libros.

En el primer siglo de gobierno delos Borbones, se prohíbe laintroducción de biblias a América, loque dice de su orientación. Sinembargo, también es relevante que sonellos los que en 1729 editan libros queestaban prohibidos hasta aquella fecha.

Es Carlos III el que reforma lahistoriografía tradicional, gracias a sus

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ministros entre los cuales se cuenta aPablo de Olavide, el peruano olvidadopese a sus grandes contribuciones. Sinembargo, como contraparte, más tardeapremia a los virreyes de Buenos Aires yLima a secuestrar algunos libros que asus ojos aparecían como de malaenseñanza para los naturales. Dentro deellos estaba el de nuestro querido IncaGarcilaso. Y en México se prohíbe todala Enciclopedia. Un año antes, se habíaajusticiado a Túpac Amaru II.

La segunda parte del ensayo estáreferida al apasionante mundo de loslibros, de aquella primera mitad del XVIII.Se dice que suman 2500, de los cuales el65% son de carácter religioso. El enfoqueradica en que se busca una interrelaciónentre lo que se envía, entre lo que seoferta y la demanda, y cómo dicha ofertapuede moldear la demanda o viceversa,lo que implica determinada orientaciónen los envíos a América. Nuestro autorconcluye que en esta etapa sobresale unaliteratura religiosa, que en nada se puedecomparar a la circulación tipográficaencontrada un siglo antes, dondesobresalían grandes títulos de laespiritualidad renacentista. Dirá más bienque la producción era mediocre, con unclaro sesgo pedagógico.

Se da cuenta que, dentro de loreligioso, la temática litúrgica es la queocupa el primer lugar: están presentesbreviarios, misales y la predicación de losmandatos de Trento. Todos ellosmerecerán la atención de doctrineros que

más adelante los llevarán al quechua. (nootra cosa encontramos en documentosdel mismo siglo en la antigua doctrina dePausa, en Parinacochas. Las partidas dematrimonio y de defunción, hacenmención a dicho Concilio). Se señala laestilística del Barroco y la influencia en lasIndias.

Otro tema, a todas luces digno dedestacar, es el de la muerte. Venían aAmérica libros como El arte de bien morir,de Roberto Belarmino, de masivadifusión, entre otros. Situación que nosdice a las claras de la concepciónritualizada de la muerte. A la vez, losritos fúnebres probablemente fueron ungran escollo para la evangelización. Sóloasí se entiende que desde el Concilio de1551, hubiera preocupación para sucristianización.

Se da cuenta del liderazgo del Quijotey el Guzmán de Alfarache. Cervantes erasobradamente conocido en las Indias.Es de imaginar la difusión del Quijotepara entonces, pues recordemos que alaño de editado, cinco ejemplares fuerondestinados al Perú y registrados por donPedro Gonzáles Rafolio el 25 de febrerode 1606. Llegaron a Lima a fines de abrily fueron recibidos por Miguel Méndez,quien tenía su negocio en la calle de lasMantas. Méndez distribuyó a otros, comoMelchor Pacheco, que enviaba libros alas provincias. Así se entiende cómo enPausa, entonces capital de Parinacochas,se realizó en octubre de 1607, poriniciativa del corregidor Pedro de

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Salamanca, la dramatización del Quijotede la Mancha, «A esta hora asomó por laplaza el Caballero de la Triste Figura...tan al natural y propio de como le pintanen su libro, que dio grandísimo gustoverlo (...)»

También el teatro tiene su cuotaelevada. Nuestro autor sostiene que elindio era muy dado a la representacióny a la dramatización, por razones detipo religioso como políticas.

Una rica bibliografía nos conduce adatos inéditos para esta etapa. Lástima queno se haga este tipo de estudios para elsiglo XVI, que es la fuente sobre la quemás adelante se erigió la sociedad colonial.

Alejandro Reyes, destacado profesorsanmarquino, nos presenta su ensayo«Propiedades rurales de San Marcos: Lahacienda-estancia Utcuyacu (Recuay,Áncash). Siglos XVIII-XIX». En ésta secontextualiza el área y se describe lospormenores del siglo XVIII. Con agudezareconstruye la historia y propiedad de estahacienda, a la vez que sigue el hiloconductor de la familia Villalta. Reyes haencontrado documentos de importanciapara reconstruir el sistema de propiedadfamiliar, desentrañar la formaciónuniversitaria e iluminar la sociedad peruanadel siglo XVIII y principios del XIX.

Uno de los principales propietarios,José Antonio de Villalta y Núñez, no sólotuvo bienes materiales, sino fue un altofuncionario colonial, miembro delConsejo de Su Majestad, oidor de laAudiencia de La Plata, alcalde del Crimen

de Lima y Catedrático de la Universidadde San Marcos; hombre de especializadabiblioteca, con aproximadamente 2000volúmenes. A continuación presenta uninteresante cuadro de la clasificación desus libros. Más adelante lejos de hacerun árbol genealógico realiza un trabajode descendencia de este personaje,hasta llegar a José Miguel de Villalta yConcha, quien fuera rector de laUniversidad de San Marcos entre losaños 1783-1784 y 1799 y 1802.

Alejandro Reyes, a quien lecaracteriza el contraste de datos, da unsalto para analizar la demografía de lazona donde se encontraba la hacienda.La relación de servidumbre es una delas características. Allí donde los mitayosno sólo se enfrentaron a los propietarios,sino también a los representantes de lospueblos campesinos, reproduciendo losviejos desencuentros que demuestranlas reciprocidades asimétricas.

Con datos puntuales critica la tesisde que las propiedades rurales yurbanas en el Perú colonial, estuvierangravadas con censos y capellanías; queestuvieran fuertemente endeudadas.Demuestra que Utcuyacu estaba ensalud económica, con cantidad depréstamos, pero con capacidad depagar sus responsabilidades, incluidosus intereses.

El ensayo hace un recorrido legalsobre la suerte que ha seguido talhacienda, que en 1876 formó parte delpatrimonio inmobiliario de la

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Universidad de San Marcos hasta laguerra con Chile; conflicto que frustrótal dependencia, pues su futuro rectorFrancisco García Calderón, entoncespresidente, lo concedió al Colegio LaLibertad de Huaraz. Da cuenta que laguerra con el país sureño habíaacarreado una serie de conflictos.Archivos, libros y documentos fueronarrasados por estas huestes invasoras.

El artículo de Claudia Rosas Lauro,de amplio conocimiento sobre losmateriales impresos, a través de loscuales reconstruye una visión de laépoca, es otro aporte importante. Alescribir «La reinversión de la memoria.Los incas en los periódicos de Lima yCusco. De la colonia a la República»,sostiene que en los discursos quepodían sostener los más variadosdebates del enciclopedismo, estabapresente la imagen ordenadora,redentora del Inca. Una forma de utopíaarcaica. La novedad radica en quecompara a la prensa como soporte dememoria colectiva al lado de lasprocesiones o pinturas que refuerzanesa visión. Los que dedicamos atencióna las dramatizaciones sobre incas, desdela discutible Potosí en 1555, nohabíamos atendido este rubro.

En su artículo se empeña endemostrar que la construcción delEstado-nación y la legitimación deposturas independentistas criollas,buscó un asidero para la difusión dedichas ideas en la imagen idealizada del

Inca, de glorioso pasado, ícono decontraste a una realidad adversa, en elque el indio, directo descendiente, pesea tales posturas, no contaba para nada.El indigenismo de entonces pendulabaentre el desprecio y el paternalismo.Para este cometido sostiene que elperiódico fue el soporte de la memoriacolectiva. Hace un trabajo comparativoentre los que encuentra en Lima yCusco, a fines del período colonial einicios de la República.

Este aporte es una novedosa entradametodológica. Más cuando señala quela lectura de estas fuentes no ha de sercomo si se tratara del dato frío sino deldiscurso mítico, pues debajo de laapreciación puede estar subyacente elhéroe funcional y ordenador. Mejorcuando se sabe que la lectura de losperiódicos fue pública y en voz alta, paraacceso de los analfabetos. En adelantelos rumores serán otra forma deproyección de noticias.

La autora nos señala que en elcamino de la restauración utópica delpasado, que se asociaba al discursogarcilasista, se manifiesta unapreocupación por la arqueología.Hipólito Unanue es quien desde elMercurio Peruano se interesa por estosestudios, a los que titula losmonumentos del Antiguo Perú. Lo quees notorio, es que a la par que se vaasentando el liberalismo, hay unanecesidad y búsqueda de raíces en elpasado prehispánico. Probablemente

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una parte de éstas sea lo que másadelante hemos llamado utopía andina.Por ello Claudia Rosas terminaseñalando que la imagen idílica delimperio incaico, que constrasta con unaimagen negativa del indígena, «seconsolidó en las últimas décadas delsiglo XVII y se manifestó en el curso dela siguiente centuria» (141). Culmina esteestudio con una frondosa relación delos periódicos publicados en Lima y enel Cusco, además de una bibliografíaespecializada sobre el tema.

El quinto ensayo, de SabieDedenbach-Salazar Sáez, bajo el títulode «Relaciones complejas: estrategias delhacendado mestizo, del hacendadoindígena y de los campesinos indígenasen un pleito sobre amparo de posesiónpor despojo de tierras (Puno, fines delsiglo XIX)», parte de una consideraciónmetodológica. Señala que si bien lashaciendas del Altiplano han sidoestudiadas por antropólogos ehistoriadores, estos enfoqueseconomicistas, han descuidado lasentradas de los microprocesos. Con estecriterio estudia un juicio: la causa civilsobre amparo de posesión a causa dedespojo de tierras.

El valor del artículo radica en llamarla atención sobre la posibilidad de quelos archivos judiciales puedan

convertirse en documentos de análisis,para lo cual debe despojarse de unatácita suposición de que todo lo escritoes verdadero. Este reto de análisis nosrecuerda lo que ocurre con la crónica,en que se distingue: el hecho delinformante, éste del cronista, luego delrecopilador, historiador y estudioso. Laverdad pasa por muchos tamices.

El ensayo analiza las partes litigantes:tanto a los demandados como a losdemandantes; luego el objeto de laacción. El proceso mismo del juicio,donde se esgrimen los argumentosformales, los testigos y el interrogatorio,también es analizado. Gracias a estainteracción de fuentes, llega a laconclusión, respecto a los indígenas, queéstos no son parte de un bloquehomogéneo y más bien están separadosy en competencia. Entonces se ratificaaquello que las reciprocidades andinasson asimétricas, litigiosas y compe-titivas. Tener otra concepción es partedel discurso justicialista cristiano ymuestra algo de arcaísmo utopistapasadista. Así la autora llega a laconclusión de que el proceso judicial creahechos para luego darlos como legítimos.

En suma, el libro es un aporte alconocimiento de aspectos oscuros dela historia colonial. (José CarlosVilcapoma)

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Los profesores de nuestra Facultadsiempre han mostrado interés por lostemas epistemológicos. Así, tres denuestros más ilustres maestrosmarcaron en la década del 80brillantemente el camino: FernandoBobbio explicó la teoría delconocimiento, Julio Sanz escribió unabreve introducción a la teoría de laciencia, y Luis Piscoya reflexionó sobrela naturaleza lógica de la investigacióncientífica. El primero enseñó areconocer los diversos tipos deconocimiento; el segundo, puso énfasisen las ciencias naturales y el último delos nombrados atendió primordial-mente el campo educativo y algunostópicos especializados de las cienciasformales.

En los últimos años, José CarlosBallón publicó su tesis de maestría sobreun cambio en nuestro paradigma deciencia y Carlos Alvarado ha redactadoun breve manual sobre epistemología.Si analizamos las ponencias en losdiversos congresos de filosofía,constataremos que los temasepistemológicos son muy atendidos,inclusive por los profesores másjóvenes. Posiblemente, en el Perú,nuestra universidad sea la única que,en el currículo de filosofía, contempletantos cursos de orientación

Raymundo Casas Navarro y Carlos Matta RojasEl método científicoEditorial Mantaro. Lima, 2006; 231 pp.

epistemológica: Lógica (I, II y III),Historia del pensamiento matemático,Introducción a la teoría de la ciencia,Epistemología, Historia de la ciencia yla técnica, etc. Además, nuestra almamáter es la única que en el país tieneuna Maestría de Epistemología.

En esta tradición se inscribe el librode dos reconocidos profesores denuestra casa de estudios, Carlos MattaRojas (Departamento Académico deFilosofía) y Raymundo Casas Navarro(Departamento Académico deLingüística). Carlos Matta, desde hacedécadas, enseña los cursos sobre teoríade la ciencia y Raymundo Casas destacapor haber sido el discípulo predilectodel doctor Julio Sanz Elguera. En estaobra, ellos nos dan una aproximaciónal tema del método científico, tratandode demostrar que la empresa científicase nutre de la crítica racional, sobretodas las cosas. Se trata de unaepistemología internalista porqueestudia la dinámica propia de las teoríascientíficas y prescinde deliberadamentede los componentes ideológicos ysociales de la ciencia.

El trabajo tiene tres partesestructurales. En la primera (Método ylógica de la ciencia) se analiza conbastante cuidado los aspectos formalesde la investigación científica. En el

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primer capítulo (La cuestión del método)se estudia la manera como se hace lacontrastación científica, sin dejar delado el tema de la generación dehipótesis. Un rasgo interesante de laciencia tiene que ver con el modo comola intuición, cuando es controladaracionalmente, puede ser unaherramienta fértil para el descu-brimiento científico. En el segundocapítulo se explican los procesosinferenciales de deducción e inducción,tales como se dan en la prácticacientífica real. Destaca la visiónponderada que tienen acerca de lainducción, con lo que se alejan de laconocida censura de Popper. El últimocapítulo es el más denso y con profundaclaridad aborda el tópico de laestructuración de teorías. Con el fin demostrar la adecuación de su enfoque,discuten ejemplos de teorías científicasprotagónicas y hacen una detalladaaproximación al debate entre loslamarckianos y los neodarwinistas.

La segunda parte es la aplicación delmétodo en la historia de la ciencia. Enocho capítulos los autores presentan,como diría Isaac Asimov, los momentosestelares de la ciencia. Esta parte no esuna historia de la ciencia sinconsideraciones filosóficas. Por elcontrario, la discusión de los casossiempre saca a luz un aspectointeresante de la metodología científica.En «Sobre la innovación copernicana»examinan la teoría heliocéntrica con el

fin de aclarar en qué consiste unaverdadera revolución científica. Laconclusión de los autores es que nohubo una verdadera revolucióncopernicana porque el copernicanismono significó una ruptura radical con laastronomía antigua. Es una conclusiónsorprendente, pero se apoya en buenosrazonamientos y en una sólida evidenciahistórica. En «Galileo y la historia deltelescopio» se muestra un punto dignode resaltar: los nexos entre la ciencia yla técnica. No es verdad, como sostieneKuhn, que el telescopio haya sido sóloun instrumento de propaganda. El sextocapítulo explica de manera inmejorablelo que I. B. Cohen ha denominado elestilo newtoniano en la ciencia. ConNewton empieza la aceptación de laimportancia de la idealización en lametodología de la ciencia. Es cierto queNewton dijo que se había basado en lainducción, pero no siempre el científicoes conciente de sus geniales aportes. Elestilo newtoniano llega a la cima con laformulación de la teoría de la gravitaciónuniversal. Los autores explican elcontexto científico en que se inscribe ellogro de Newton y ello sirve para guardarmás admiración para con el autor de losPrincipia. También explican la estructuralógica del descubrimiento de Neptuno,hecho por Adams y Leverrier, y ello lespermite exponer claramente el caminocientífico al descubrimiento.

En la segunda parte, también sedestacan los logros científicos de

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Pasteur, Boyle y Prusiner. El primero semenciona por su indudable protago-nismo en la refutación de la doctrina dela generación espontánea. En seguida,se estudia la manera como se establecióla famosa ley de Boyle y se trata deexplicar la necesidad del controlexperimental en el desarrollo de laciencia. El último es analizado en virtudde su descubrimiento de los priones, loque fue suficiente para que se hicieramerecedor del Premio Nobel en 1997.Inicialmente, se pensó que la hipótesisde los priones iba a causar unarevolución radical en el campo de labiología molecular, pero la últimaversión de la hipótesis no es tanherética. Destaca en la presentación deCasas y Matta la forma rigurosa delprocedimiento científico y se hace unaadvertencia contra la precipitación comocausa de falacias en la ciencia. La segundaparte termina con la presentación de untexto clásico de la historia de la ciencia:«Experimentos de hibridación enplantas» de Gregor Mendel.

La tercera parte lleva por títuloMétodo y ciencias humanas. Con esta parte,los autores hacen algo digno de elogio:reflexionar sobre la epistemología de lasciencias humanas o sociales con el rigorque se aplica al campo de las cienciasnaturales. De ese modo quiebran unamala costumbre de hacer un divorciotajante entre las ciencias naturales y lasciencias. En primer lugar, abordan eltema de la teoría sociológica en toda su

complejidad y, en calidad de ejemplo,estudian la teoría de Durkheim sobre elsuicidio. En segundo lugar, efectúanuna fuerte crítica a la teoría de JeanPiaget. Muestran que las reflexionespiagetianas se basan en una metodo-logía poco rigurosa.

El libro comienza con dos epígrafes,uno de Karl Popper y otro de Galois.Ambas citas ponen de relieve el espíritude indagación que es esencial para laciencia. Ello quiere decir que la cienciase basa en una actitud intelectual deapertura a nuevas posibilidades y esanticientífica la actitud de cerrazónpropia de los dogmáticos. El prólogoempieza con un revelador pasaje sobrela biografía de Galois. Carlos Matta yRaymundo Casas nos entregan, pues,una obra fundamental para com-prender la ciencia. Sus intuiciones sobrela lógica de la ciencia se apoyan en unmanejo inteligente de los análisishistóricos. Recordemos que la episte-mología es un metalenguaje y como talpresupone un entendimiento dellenguaje que intenta aclarar (esto es, lasteorías científicas). Para lograr estacomprensión, los autores se inclinanpor una perspectiva histórica que loslleva a estudiar seriamente ciertoscapítulos del desarrollo del cono-cimiento científico.

Aunque este no es el lugar para hacerun análisis crítico del libro, creo que losautores siguen todavía la tradicióndemarcacionista y hacen una distinción

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De modo semejante a como iniciémi intervención en la presentación dellibro del Dr. Alvarado de Piérola, nopuedo dejar de enunciar también aquíuna pregunta que sigue siendo básica:¿por qué leer este libro?

Aquella vez sugerí que, además dela natural expectativa que recae casisiempre sobre toda publicación nueva,el despertar de nuestra curiosidad sobre

Carlos Alvarado de PiérolaEpistemología.Lima, Editorial Mantaro, 2005; 172 pp.

tajante entre ciencia y pseudociencia. Mipunto de vista es que se debe adoptaruna posición más moderada. Bunge diceque la ciencia tiene investigadores y lapseudociencia tiene creyentes, y pareceque los autores están de acuerdo con elcriterio de Bunge. Sin embargo, muchoscientíficos son creyentes y se aferran confuerza a sus teorías, y algunos astrólogosinvestigan riguro-samente para formularsus pronósticos. La distinción, pues, nopuede ser tan tajante.

No es bueno criticar un libro por loque no contiene, pero lamentorealmente que en el trabajo de Matta yCasas no haya dos capítulos quehubiesen sido importantes: uno sobreel tema de la verdad, otro específicosobre Einstein. Con su rigor y su

capacidad para el razonamiento, losautores nos deben una explicaciónacerca de la verdad en la ciencia porqueda la impresión de que manejan unanoción ecléctica de verdad: en unoscasos, se inclinan por la teoría de lacorrespondencia; en otros, se adhierena la teoría de la coherencia. Finalmente,creo que su excelente manejo de lahistoria de la ciencia los capacita parareferirse a la teoría de Einstein.Recordemos que el trabajo de Einsteinpone de relieve la intuición (lo que Peircedenomina abducción) y le da muchaimportancia al método de pensamientoque los lógicos medievales llamabansecundum imaginationem. Espero queestas deudas se cancelen en una próximaedición. (Lilia Pizarro Pacheco).

la obra se ve las más de las veces unidoa la información inmediata que tenemospara saber quién es el autor. Esa es miforma de interpretar esa pregunta.

A la sazón, el profesor Alvarado dePiérola, hasta donde la memoria mealcanza, ha enseñado en la E.A.P. defilosofía desde hace más de 10 años loscursos de historia de la ciencia, primero,y más tarde, los seminarios de epistemo-

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logía. Los que hemos sido sus alumnos,podemos atestiguar que algunos pasajesde su texto no son sino la maduraciónde sus escritos en clase, o como lollaman los educadores, la sistematiza-ción de su experiencia como docente.

Dicho esto, quisiera enfatizar que ellibro Epistemología es lo que se llama unlibro de texto, o lo que solemos llamarun manual, el mismo que a mi juicio seconvierte en una de las introduccionesmás sugerentes al estudio tanto de laciencia como de la epistemología ennuestro medio.

Entre otras virtudes, el libro invita ala investigación, pues va acompañado delas referencias bibliográficas pertinentesútiles al lector novel. Asimismo, reseñacon imparcialidad los debates epistemo-lógicos más relevantes, al mismo tiempoque orienta la lectura de los problemasen epistemología. No obstante, Alvaradode Piérola se detiene no pocas veces acomentar las tesis y los argumentos delas discusiones entre teóricos. Pero lomás interesante, es que deja entrever unaposición personal como epistemólogo.

El lector, iniciada la lectura, tiene lasensación de haber encontrado un hiloconductor en el texto, y este es elproblema epistemológico de la verdad,asunto que trata en capítulo VI tituladoAcerca de la verdad. En este capítuloAlvarado de Piérola toca el problemadesde los antecedentes griegos,discutiendo la teoría de la verdad porcorrespondencia, la concepción

semántica de la verdad, la teoríapragmatista de W. James y finalmente laconcepción dialéctica (101-110). A mientender, el debate epistemológico entorno a la verdad es algo que Alvaradode Piérola mantiene como preocupacióndesde las primeras páginas vinculado altema del progreso científico, al plantear,junto al lector, preguntas como ¿qué esla verdad científica? ¿Acaso la física sedesarrolla por acumulación progresivade conocimientos, en virtud de la cuallas teorías «verdaderas» van sepultandoa las teorías «falsas»? ¿O se trata de lasustitución de modelos o paradigmasinconmensurables entre sí, en uncontexto donde la noción de verdad setorna irrelevante? (20, 23 y 25).

Frente a esta problemática clave enel campo epistemológico, el profesorAlvarado de Piérola asume abiertamenteuna postura dialéctica, con referenciasexplícitas a Engels y Lenin, postura que,como queda claro en su texto, presu-pone la creencia en el progreso delconocimiento. Así, el autor dice: «Encada descubrimiento, en cada avancehay un grano de verdad que queda comoadquisición permanente. Es ésta, pues,la dialéctica de la verdad (...) Tesis querecogemos por considerarla altamenterelevante para el tema en discusión»(p. 110).

Por ello, su libro no es sólo unasíntesis de posiciones enfrentadas en undebate epistemológico, sino que tomapartido en ellas, como en el caso

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anterior. Aunque, ciertamente, esto noes lo más sino la excepción.

De otro lado, hay dos cosas que noencuentro en el libro: un problema y unautor. Al menos de modo directo ocomo problema central en algúncapítulo, no es posible encontrar algunareferencia a la epistemología de lasciencias sociales, con lo que se dejanextrañar probables reflexiones episte-mológicas sobre la complejidad de losfenómenos sociales, teniendo en cuentaque no serían replicables la aparentefragilidad de sus leyes o la dificultad deefectuarse experimentos bajo control,cuando no las críticas a la predicciónen las ciencias sociales. Más bien, laperspectiva dominante en el libro deAlvarado de Piérola es regida por lasciencias naturales, lo que se nota en sudefinición de ciencia. (p. 55-78).

Tampoco hallé un tratamientodetenido de los aportes críticos a laepistemología proporcionados por I.Lakatos, lo que me pareció curioso todavez que se le dedica un capítulo enteroa las ideas de Thomas Kuhn, y que sonmuchas las referencias a Karl Popper enel libro. Quizá esta sea parte de una tareaulterior, que podríamos ubicar entre lascosas que el libro promete.

Lo que el libro promete, a miparecer, es abrir o continuar la aperturade discusiones epistemológicas desde unplano formativo, pues va dirigidoprincipalmente al gran público, a losestudiantes que recién se inician, y en los

que puede despertar un mayor interéspor el estudio de la epistemología.

Pero la mayor promesa recaedefinitivamente en el autor, al punto deser casi un compromiso, ya que con estapublicación produce la expectativa denuevos trabajos inmediatos en los quese anime a debatir problemas episte-mológicos especializados con un mayornivel técnico de discusión.

Este libro es la mejor prueba de queesa promesa es realizable, pues vamejorando al final, conforme se intro-duce en problemas más complejos.

Uno de ellos, señalado en el capítulodedicado a Kuhn, es el de la inconmen-surabilidad de paradigmas rivales, tesisfrente a la cual el profesor Alvarado dePiérola termina diciendo que ésta «noimpide –como podría parecerles aalgunos– un progreso real del cono-cimiento. Más aun: es la inconmen-surabilidad la que, de hecho, provoca elprogreso cognoscitivo, puesto que esteprogreso no es meramente cuantitativosino que implica una reorganización afondo de lo ya conocido». (p. 161).

No me queda sino felicitar al Dr.Alvarado de Piérola por el empeño vertidoen su publicación y por las virtudesconcedidas a la misma. Por último,recordarle que tanto su libro como él nosdeben una promesa, y que, como hombreinteresado en la precisión de las palabrasy la exactitud de las ideas, estoy seguro,sabrá cumplirla. (Álvaro RevolledoNovoa)

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La primera edición de Escrito en elagua, la colección de obras de críticaliteraria del poeta Ricardo Silva-Santisteban se publicó en 1989. En estasegunda edición, que tenemos antenosotros, se han agregado trabajosescritos en el curso del lapso posterior.Como dice el autor, se trata depublicaciones que no han sido plani-ficadas. Su característica principal es serescritos espontáneos, que expresan suspreferencias y la frecuen-tación dealgunos autores. Esto último puedeverse principalmente en las notas sobreEguren y Vallejo, autores a los que Silva-Santisteban ha dedicado trabajos endiferentes épocas, hasta que se hanconstituido en sendos libros sobre estosautores. Aparte de lo anterior, los dosvolúmenes, que juntos tienen más demil páginas y abarcan más de un cuartode siglo, son un testimonio de laocupación permanente de Silva-Santisteban con la literatura, especial-mente la poesía. Si tenemos en cuentaque el autor no sólo es crítico literariosino también poeta y editor de obrasliterarias, entonces podemos decir, sintemor a equivocarnos, que Silva-Santisteban vive una vida dedicada a lapoesía, en concordancia con el segundo

Ricardo Silva-SantistebanEscrito en el aguaPontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 2004; Tomo I,500 pp. y Tomo II 597 pp.

de los textos que le sirven de lema. Unadedicación que, sin embargo, no le haevitado tener que ocuparse de cosasmás prosaicas. Un sino de poetaperuano.

La frase «Escrito en el agua» tieneen Silva-Santisteban doble sentido. Porun lado, según una de las citas queanteceden a su libro, lo que está escritoen el agua es el nombre de alguien. Dealguien que probablemente ha realizadoun trabajo que pasará al olvido, dealguien que probablemente pasará alolvido él mismo. Por otro lado, al finalde su advertencia de 1989, dice el autorque probablemente escribir en el aguasea una de las tareas más desinteresadasdel poeta. Escribir en el agua es comoarar en el mar, dice el mismo Silva-Santisteban. Y sin embargo, dos líneasmás arriba o más abajo, dice tambiénque el agua «ha sido considerada comofuente de vida, símil del alma, el lugardonde habitan los sueños, el símbolode la maternidad, etc.» (I, 86). Es decir,el agua como origen de la vida. Y si lospoetas escriben en el agua, quiere decirque escriben en la vida misma. Así, elhacer poesía no es una profesión comolas otras, sino un destino. Silva-Santisteban vive este destino como

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poeta, pero también lo reflexiona, allíestán sus trabajos como crítico, comotraductor, como editor y comentador.Cierto, estos trabajos no sonnecesariamente un destino, sonperecederos, y consecuentemente sonescritos en el agua, tienen comodestinatarios a quienes sepan bucear;cuando ellos reciben el mensaje se hacumplido su ciclo comunicativo. Perosalgamos de las honduras de interpre-tación del agua y de la escritura en elagua, porque corremos peligro de noencontrar fondo en corto tiempo. Detodos modos estos trabajos contribuyena caracterizar al poeta, a redondear sufigura, a dejarnos ver su anhelo en la vida.Sobre este punto Silva-Santisteban esmuy claro: sus notas han sido escritaspor necesidad íntima, incluso cuandomediaba un pedido o compromiso, «sucomposición ya estaba determinada enla mente del autor» (I, 11).

En Escrito en el agua se han reunidocuarenta y nueve textos, que han sidoagrupados en siete secciones. Podemosnotar que los escritos de Silva-Santisteban correspondientes a los añosanteriores a la primera edición de estelibro sólo alcanzan un poco más de lamitad de su producción crítica de losaños posteriores, es decir de 1989,aunque para decir la verdad, como notengo a la mano la primera edición, heincluido en esta segunda parte todo loescrito en 1989 mismo. Las secciones I,II y V están dedicadas a poetas no

peruanos; las secciones III y VI a poetasperuanos; y la sección VII al pintor MaxErnst. Aquí podemos distinguir no sólola sensibilidad de Silva-Santisteban, sinotambién sus extensos conocimientos dela literatura peruana y de la no peruana.Aunque diga el autor que sus escritosrevelan sólo sus preferencias, no puededejar de notarse el conocimientoprofundo de lo poético que los informa.Esto lo podemos probar con un ejemplomuy pequeño (La súplica amorosa deAndrew Marvell, I, 347-352), en el quehace acopio de conocimientos literarioscon las comparaciones que estableceentre el poema, que él mismo hatraducido, y otros ejemplos de laliteratura mundial. Otro ejemplo, en elque igualmente se nota la capacidadinterpretadora de Silva-Santisteban essu Lectura simbólica de un cuento realista(II, 565-574), donde el «cuento realista»es Los gallinazos sin plumas de JulioRamón Ribeyro, cuento que aparente-mente no necesita explicación alguna.Pero estos modos no son únicos; Silva-Santisteban tiene una gama de entradasen la poeticidad de los poetas quecomenta. Así, en I, 197, al comentar elpoema Grodek de G. Trakl (Georg Trakl:muerte y poesía), nuestro autor entradirectamente al comentario y expli-cación del texto, pero tanto en Grodekcomo en el poema A su esquiva amada deA. Marvell, el resultado al que llega Silva-Santisteban parece ser el mismo osimilar: abraza cariñosamente al poema

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y lo levanta para que el lector lo veamejor, lo contempla en sus diferentesaspectos, algo que Silva-Santistebandice expresamente en su texto sobreEguren (II, 9). Pero aquí podría ponersede nuevo sobre el tapete el eterno temade si el crítico o comentador esnecesario y en caso afirmativo hasta quépunto lo es. Lo que aplicado a Silva-Santisteban llevaría a preguntarse si laobra crítica de Silva-Santisteban es obranecesaria. Creo que esta discusión tiene(y ha tenido) lugar, porque hasta hacemuy poco no se ha tomado enconsideración que toda lectura esrelativa, me explico: que la comprensiónde lo leído es relativa no sólo al autor oal texto (cosa que de uno u otro modosiempre se tomó en cuenta), sinotambién al lector. No por nada dijoGoethe que había leído al Quijote en tresocasiones, en diferentes épocas de suvida, y que en cada una de ellas habíaentendido y sentido al clásico españolde manera diferente, con lasconsiguientes distintas reacciones de suparte: una vez se rió, otra reflexionó yotra lloró. Con Silva-Sabtistebantenemos un comentador exquisito queconduce a los lectores de poesía (megustaría decir: un guía). Y él siempre vealgún aspecto más que nosotros. Estaexperiencia de lector de la crítica deSilva-Santisteban se repite página traspágina. El mismo Silva-Santisteban sehace cargo del asunto a la entrada desu trabajo sobre Eguren: «Si bien la

poesía de José María Eguren [...] puedesubyugarnos fácilmente por su música ysu plasticidad, es también cierto que estapoesía «clara y sencilla», principalmentepor aquellos atributos, puede entrañarescollos difíciles de superar que estándados por la extrema sutileza de suejecución, por su trasfondo simbólicoparalelo y su mera apariencia exterior,por su vocabulario riquísimo e insólito,por su apretada condensaciónsemántica, por su sintaxis a menudotorturada. Eguren, como Góngora,Mallarmé o Vallejo, es poeta propicio alcomentario y a la elucidación pues, aveces, sólo gracias a ellos es posiblealcanzar a penetrar el sentido a menudolatente en sus poemas» (El universo poéticode José María Eguren, II, 9). Pero como paramuestra basta un botón, con lo queacabamos de dar ya hemos sobrepasadola muestra, no sólo sobre el cómo sinotambién sobre el por qué. Agreguemossolamente que por el procedimiento deimbricar la literatura peruana con laliteratura de otras partes del mundo, laprimera se inscribe con derecho propioen la literatura mundial. Ya no esliteratura peruana y literatura mundial,sino que todo es uno; lo que nosotrosvemos y leemos no son más que ejemplosde un solo fenómeno del espírituhumano. Igualmente podríamos decirque en estos textos se nota que lasensibilidad, la preferencia de nuestroautor no es la única que campea, sinotambién su saber filológico y este,

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estructurado, conducido por lasensibilidad. Un significado especialtienen el primer texto (El filósofo quedesterró a los poetas (I, 15-20)) que es unode sus primeros escritos y que parecetener un valor –diría yo– programático.También su último texto, El espacio interiorde Max Ernst (II, 577-585), difiere de losotros porque se refiere a un pintor y noa un escritor, aunque Ernst tambiénincursionó en la poesía. Por la fecha enque fue escrito podemos tener laesperanza de que Silva-Santisteban nosólo comente poesía, sino tambiénpintura. A propósito de esto podemosdecir que sólo ahora se estáreconociendo todo el valor de Max Ernsten Alemania, al punto de que en la ciudaddonde nació (Brühl) se ha hecho unmuseo dedicado a él. En cierta manerase trata de recuperar a Ernst paraAlemania, pues incluso en la enciclopediaalemana más grande, la Brockhaus, se lecita como pintor francés de origenalemán.

A lo largo de los años o de su obracomo crítico literario Silva-Santistebanno sólo interpreta o comenta obraspoéticas aisladas, en verso o en prosa,como las que hemos citado, sino epocasenteras de la producción o la obracompleta de los autores que trata eincluso épocas enteras de la historialiteraria, como por ejemplo en Poesíabrasileña colonial (I, 281-346), de 1985. Alcomienzo de este artículo plantea Silva-Santisteban un problema que puede ser

crucial para las literaturas coloniales: laoriginalidad, una originalidad que confrecuencia se les ha negado por unprejuicio que no puede menos quecalificarse de imperialista o de servil,según quienes sean los que lo afirmen odesde la perspectiva desde la que se lemire. Dos años más tarde, en 1987, trataSilva-Santisteban el mismo tema enrelación con un poema de Vallejo (Dosposibles reminiscencias en un poema deVallejo; II, 295-301), en un marco muchomenor. Con estos dos artículos, en losque tematiza la imitación, el autor quecomentamos está de lleno en la literaturacomparada. Sin embargo, lascomparaciones de unos poetas con otrosson abundantes a lo largo de los dostomos, entre otras cosas porque asumeel fenómeno literario como un fenómenoúnico con diferentes manifestaciones.Pero es claro que Silva-Santistebansobrepasa en sus artículos la críticaliteraria o la literatura comparada comoespecialidad para poner en evidencia larelatividad de la valoración de lasliteraturas coloniales, valoración quemás bien revela tener causas sociales, enparte por falta de un instrumentarioconceptual adecuado. Quede estoseñalado aquí.

Para terminar diremos que losescritos de Ricardo Silva-Santisteban sonricos en connotaciones, que sus líneasestán preñadas de ideas que nos llevantambién a la reflexión histórica y social.(Julio Aramayo Perla)

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La sombra interior, de JorgeValenzuela, es una compilación de laproducción cuentística de estedestacado autor de la generación denarradores de los ochenta. El volumenagrupa sus tres libros de relatos: Horascontadas (1988), libro que lo dio aconocer en nuestro mundo literario; Lasoledad de los magos (1994) y el que datítulo al conjunto, que reúne cuentosque recién se publican en libro.

Después de leer con atención loscuentos que conforman el volumen, eltítulo La sombra interior resulta en ciertosentido paradójico, pues una de laselecciones formales más consistentes enestos relatos es una visión desde fuera,lo que la narratología de Genettedenominaría precisamente focalizaciónexterna.

Es verdad que Valenzuela recurre anarradores de diverso tipo (diez relatospresentan un narrador en tercerapersona y catorce en primera,incluyendo dos discursivisados desdeuna voz femenina), pero casi siempreprevalece un distanciamiento delnarrador, una mirada externa. Estosnarradores se caracterizan por un afánde objetividad, de neutralidad: manejanconocimientos limitados y transmiteninformación al lector con cierta dosisde avaricia. Por ello, en general, no

Jorge Valenzuela GarcésLa sombra interiorEditorial Laberintos S. A. C., Lima, 2006; 232 pp.

percibimos la interioridad de lospersonajes: apreciamos su accionar,pero no conocemos los móviles que losimpulsan.

Esta parsimoniosa dosificación de lainformación exige la intervención de unlector activo: estos relatos se configurancomo obras abiertas y el rol del lectores completar esos sentidos apenasesbozados en los textos. Al lector lecorresponde sacar sus propiasconclusiones.

El título del volumen La sombrainterior parece pues orientar nuestrasexpectativas hacia relatos psicológicos,hacia el análisis de intimidades, yasistimos en cambio a la presentaciónde exterioridades. Sin embargo, dándoleotra vuelta de tuerca al sentido generalde la propuesta de Jorge Valenzuela, eltítulo recobra pertinencia: le cabe allector descubrir esa sombra interior, esaenergía misteriosa que impulsa y explicala conducta de los personajes.

A esta visión exterior, objetiva ydistanciada, corresponde un estilosobrio y despojado, pero fruto de untrabajo paciente de escritura yreescritura. Para un discurso quevehicula dosis mínimas de información,resulta conveniente lo que Barthesllamaría una escritura en grado cero,caracterizada por la parquedad y la

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RESEÑAS

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concisión. La semiótica no dejaría desubrayar este fenómeno de isomorfismoentre el plano de la expresión y el planodel contenido: En un lenguaje máscoloquial, existe una relación denecesidad entre la forma y el contenido;en un lenguaje más técnico, consta-tamos una eficiente solidaridad entre lafocalización externa y la escritura engrado cero.

Estas reflexiones llevan a su vez aformular una pregunta: ¿El volumentitulado La sombra interior funciona comoun macrotexto? Es decir, ¿se trata de unvolumen orgánico y no de una merasumatoria de relatos independientesagrupados por un azar editorial? Meatrevería a contestar que sí, que se tratade un volumen orgánico. Ya hemosevidenciado algunas constantes como esavisión exterior y esa escritura parca yconcisa. Pero además se pueden detectarciertas recurrencias semánticas.

De los veinticuatro cuentos queconforman el volumen, dieciséispresentan un final violento o trágico,en tanto en otros seis el desenlace estámarcado por el fracaso y la soledad. Sólodos relatos resultan atípicos: en uno,«Amanecer en Madrid», que narra elinicio de una relación amorosa entreuna pareja de peruanos que se conocenen un bar de la capital española, sepodría hablar de un final feliz o positivo;en tanto en el otro «Viejos perros», querelata un reencuentro de Mario VargasLlosa con sus ex compañeros del

Leoncio Prado durante la campañaelectoral del 90, destaca el componentehumorístico (dicho sea de paso, elhumor es un elemento prácticamenteausente en el resto de los relatos).

Por ello, el conjunto de estos relatosbien podría merecer un títuloribeyriano: La tentación del fracaso. Si hayque insertar estos cuentos en latradición peruana, habría que hacerloen la línea abierta por Ribeyro: losrelatos de Valenzuela nos presentan apersonajes marginales, solitarios yfracasados. Aunque habría que anotar,como un evidente rasgo diferenciador,una dosis de violencia y de cierto cínicodistanciamiento del narrador conrespecto a sus personajes, no tanfrecuente en Ribeyro ni en los narra-dores del cincuenta.

La soledad y la marginalidad sonconstantes de estos relatos. Ellos nospresentan exilios interiores y exteriores.Los espacios representados nos sitúanen el Perú o en el vasto mundo, perosiempre los personajes son entidadesensimismadas, desarticuladas de suentorno.

De especial interés resultan losrelatos que tematizan el exilio exterior:ellos nos presentan una sugerentevisión de la diáspora peruana en estostiempos de globalización, de esearchipiélago peruano distribuido porcomarcas de Europa o de EstadosUnidos: separados por la distancia,aislados por la otredad cultural, pero

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misteriosamente vinculados por esasombra interior que los religa con estatierra al mismo tiempo añorada yrepudiada.

Para terminar, habría que plantearuna última pregunta: ¿Es JorgeValenzuela un escritor posmoderno? Sintransitar demasiado en honduras, meatrevo a responder que sí. Primero, porla ausencia de ese afán totalizador y esavoluntad de experimentación queidentificamos con los narradores delllamado «boom». Es evidente advertiren los cuentos motivo de este análisis loque suele identificarse con la llamadaestética minimalista. Pero hay un rasgoque me interesaría destacar: la ausenciade utopías. Valenzuela pertenece a unageneración a la que califico como detransición. Los que se iniciaron en laactividad intelectual entre fines de los

70 y la década del 80, estuvieron aún muyimpactados por las grandes utopías delsiglo XX, a diferencia, probablemente, degeneraciones posteriores, para quienes lacancelación de las utopías parece unarealidad dada y «natural». La ausencia dela dimensión utópica en un escritorrepresentativo de la generación de losochenta como Valenzuela, no resulta pues«natural», sino que obedece a una decisióndeliberada. Esa decisión es una de lasrazones que me lleva a adscribir sunarrativa al ámbito de la posmodernidad.Finalmente, creo que debemos destacarla riqueza de la narrativa de JorgeValenzuela y la importancia de su obra,ahora reunida en este volumen. Laaparición de este libro lo consolida comouno de los más notables narradores de sugeneración. (Carlos García-BedoyaMaguiña).