Respuesta 25 d Abril 2013
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7/30/2019 Respuesta 25 d Abril 2013
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Sr. Gustavo Araoz
Presidente de ICOMOS Internacional
Presente.
Sr. Gustavo Araoz, el que suscribe la presente, historiador Felipe
I. Echenique March, profesor Investigador de la Direccin de
Estudios Histricos titular C del Instituto Nacional de
Antropologa e Historia (INAH) y Secretario General del Sindicato
de Acadmicos de INAH; le manifiesto a nombre propio y de mis
representados, un sentido extraamiento por el Informe
Opinin del ICOMOS signado por el Dr. Daniel Schvelzon, en
relacin a la denuncia de hechos presentada a nombre propio
por mandato de la Asamblea General de la delegacin sindical
que represento, ante la Procuradura General de la Republica
(PGR), el 22 de agosto del 2012, por la destruccin y alteracin
de vestigios arqueolgicos; as como la alteracin fsica, visual y
volumtrica de la zona arqueolgica de Tzintzuntzan, Michoacn,
al construir un museo y rea de servicios sobre una plataformaprehispnica localizada al oriente del rea de las Ycatas.
A ms de seis meses de emitido el informeopinin de
ICOMOS suscrito por el Dr. Schvelzon, el organismo que usted
preside, no se ha pronunciado sobre dicho documento, por lo
cual, debemos entender que usted y los miembros de ICOMOS
avalan en todas y cada una de sus partes.
Caracterizo el escrito del Dr. Schvelzon como un
documento lleno de ira, odio y desprecio, tanto para quien esto
escribe, como para el Dr. Arturo Oliveros y para toda la
comunidad de profesores investigadores del INAH, que en la
Asamblea general del 1 de agosto del 2012, acord la realizacin
de dicha denuncia de hechos, a la cual se sumaron losprofesores emritos de nuestra institucin, as como otras
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instituciones y ms de setenta mil mexicanos que firmaron
oponindose a la construccin del museo en la zona
arqueolgica de Tzintzuntzan. El odio y desprecio del Dr.
Schvelzon alcanza a los integrantes de la Procuradura General
de la Repblica (PGR), quienes aceptaron la denuncia de
hechos en comento, para iniciar una averiguacin previa que
aclare y permita deslindar responsabilidades en la construccin
del museo en cuestin.
Las palabras antes escritas suenan duras, pero estn
sustentadas en las apreciaciones, juicios y recomendaciones que
formul a lo largo de su InformeOpinin, el Dr. Schvelzon en
contra de los hechos que denunciamos como constitutivos de
varios delitos, segn la normatividad vigente de nuestro pas.
Las apreciaciones, juicios y recomendaciones del Dr.
Schvelzon, las cuales, para m y la comunidad que represento,
son afrentosas e insistimos, llenas de una ira personal o
institucional que slo tienen una explicacin, como veremos al
final de este texto.
Para que se comprenda las razones de nuestro
extraamiento, nos preguntamos Por qu el Dr. Schvelzon se
propuso evaluar la denuncia de hechos presentada ante la PGR
el 20 de agosto del 2012, sobre la destruccin fsica, visual y
volumtrica de los vestigios arqueolgicos en la zona
arqueolgica de Tzintzuntzan, en especifico en la parte
denominada La Tira, como consecuencia de la construccin
de un museo y no de los hechos denunciados?
Tarea que se visualizara como muy fcil, porque
simplemente habra que desvirtuar no los dichos, sino los hechos
denunciados. Esto es, que el proyecto especial Tzintzuntzan
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2012, no destruy material arqueolgico, ni alter las visuales y
volumetras con la construccin del que, ahora sabemos,
solamente fue un museo en el conjunto arqueolgico de
Tzintzuntzan.
Esa fcil o elemental tarea que considero digna de un
dictaminador profesional, no fue la que escogi el Dr.
Schvelzon; se subi al cuadriltero, para decirlo de alguna
manera coloquial, intentando golpear y aniquilar a quienes
considera sus adversarios muy personales: el demandante, el
Dr. Arturo Oliveros, los profesores investigadores emritos del
INAH (quienes enviaron una carta a la Presidencia de la
Repblica para solicitar la reubicacin del museo en cuestin),
dejando los hechos en el ltimo lugar, como algo accesorio,
casual o inclusive anecdtico.
En esa subida al cuadriltero, el Dr. Schvelzon asumi
distintas facetas como contrincante ni siquiera mencionado o
invocado por el demandante, ya que se ignoraba que tuviera
algn inters y participacin en el asunto. As que su aparicin,
para el demandante, es totalmente gratuita o ser que lo
llamaron de refresco! Cunto le pagaron y quin le pago por su
presencia inesperada e inexplicable en los terrenos
michoacanos?
Las interrogantes se abren cuando no existe evidencia de
que sea especialista o conocedor destacado en arqueologa
prehispnica purpecha (de hecho sus grados acadmicos
demuestran que no es arquelogo sino arquitecto), pero s,
amigo muy personal de la Dra. Nelly Robles, la principal
causantes de la destruccin que denunciamos, as como de la
alteracin de visuales y volumetras de la zona arqueolgica de
Tzintzuntzan, al haberle impuesto un nuevo museo, en una de lasplataformas prehispnicas.
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La parcialidad, en estos tiempos, ya no escandaliza a nadie,
es algo normal, a pesar de lo que se siga diciendo entre los
creyentes de las ciencias positivas puras y que no intentan msque engaar a ingenuos. La toma de partidos en las disputas es
algo normal y hasta recomendable, sirve para definir posiciones
ante la ruda realidad; pero me pregunto ello tambin es
aplicable para las instituciones, cmo voz comn consensuada?
Tampoco me alarmara, si ello fuera as, pero sera bueno una
declaracin pblica de ICOMOS para saber hacia donde marchan
los destinos de este organismo que, segn mi leal saber y
entender, predica algo muy distinto a la ira y encono emitido en
su InformeOpinin el Dr. Schvelzon?
De la anterior percepcin, provienen algunas preguntas que
esperemos tengan alguna respuesta por parte del organismo que
usted preside La afiliacin que presume el Dr. Schvelzon como
miembro de ICOMOS, conlleva el que dicho organismos avale sus
dichos, sean cuales fueran ellos? ICOMOS lo envi como su
representante para revisar y dilucidar la denuncia de hechos
sobre destruccin de vestigios prehispnicos interpuesta ante
una instancia judicial mexicana? un miembro de ICOMOS puede
hacer evaluaciones a pedimento de particulares, en este caso,
del exdirector general del INAH, el Lic. Alfonso de Maria y
Campos Castello, o de la Dra. Nelly Robles, entonces
coordinadora nacional de Arqueologa del INAH, sin serespecialista en arqueologa de dichos vestigios? Los miembros
de ICOMOS, pueden involucrarse a nombre de dicha institucin
en cuantos casos le soliciten los particulares y fallar a favor de
quien o quienes les pagan la elaboracin del InformeOpinin,
o mejor diramos, la elaboracin de la apologa del contratante?
Ante qu situacin estamos Sr. Araoz?
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Desde mi particular punto de vista, ICOMOS debera dar
respuesta a los cuestionamientos antes sealados, no tanto para
satisfacer mis inquietudes, sino para dejar claro sus compromisos
y sus acciones en Mxico, frente a los acadmicos del INAH y de
otras instituciones superiores de nuestro pas.
Mientras estas respuestas llegan, tratar algunos puntos
del InformeOpinin escrito por el Dr. Schvelzon, contra la
destruccin de vestigios arqueolgicos y alteracin de visuales y
volumetras en la zona arqueolgica de Tzintzuntzan o mejor
sera decir, de la apologtica defensa de un museo en la zonaarqueolgica de Tzintzuntzan.
Comenzare diciendo que ignoro el domicilio del Dr.
Schvelzon, pues en ninguna parte de su muy extenso curriculum
seala la localizacin concreta de lugar donde vive, as que
podra ser en cualquier parte del continente americano o,
inclusive, cualquier lugar que tuviera la nomenclatura de Calle
Cuba 45, sin especificar nunca en que ciudad y a que pas
pertenece Descuido o deliberada omisin?
Ante esta incapacidad para localizar a dicho especialista, le
solicito de la manera ms atenta, le haga llegar el otro juego que
acompaa a ste, para que tenga conocimiento de mi posicin
frente a su informeopinin, como elemental muestra de
civilidad para quien realiza cuestionamientos sobre otros
pareceres. En este sentido, no entiendo, por qu l no da el
mismo trato a sus adversarios o contrincantes?
Siguiendo a pie juntillas lo escrito por el Dr. Schvelzon en
su InformeOpinin, lo nico que se encuentra es una posicin
hostil un tanto distorsionada porque busco evaluar los dichos y
no los hechos quedenuncia del C. Felipe Echenique March
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sobre posibles alteraciones, destrucciones o mala praxis
profesional.(Esto ltimo es una deduccin del Dr. Schvelzon y
no ma)
La anterior prevencin del Dr. Schvelzon, indica que su
anlisis sigui la parte discursiva del documento y no los hechos,
una metodologa un tanto extraa, ya que es normal para
analizar un texto acadmico, pero completamente ajena para
evaluar los argumentos de un documento estrictamente judicial:
una denuncia de hechos, cuya naturaleza es distinta, inclusive,
para los dictmenes forenses en situacin judicial.
El Dr. Schvelzon es conciente del carcter del texto que
impugna, ya que hace alusin a esta circunstancia en distintas
partes de su InformeOpinin y al dirigirse al que suscribe la
presente, como el demandante. As pues, asume que el texto
en cuestin, es una denuncia judicial y no acadmica, lo cual
debera ser suficiente para saber que a un texto de esa
naturaleza no se le pueden exigir criterios acadmicos.
No obstante lo anterior, escribi:
Que el documento suscrito por el Sr. Lic. Echenique no estpresentando en la forma habitual al del mundo cientfico yacadmico.
Que no hay uso alguno de expresiones de carctercientfico, y que el documento no posee soporteacadmico.
Que el documento se presenta en un tono imprecativo,imperativo y dramtico, pero sin citas, referencias y
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bibliografa como se acostumbra en el mundo acadmicodel que l es parte integrante.
una descripcin casi infantil del sitio, su historia, suubicacin y la lista de quienes trabajaron all (incompleta).
La confusin de la redaccin del texto y la falta de uso delsistema acadmico universal
Una vez cuestionado inverosmilmente, el carcter acadmico dela denuncia de hechos y con lo cual, supone, ya le asest un
duro golpe para descalificarla, toma otro camino, en el cual, por
desgracia, no demuestra sus desacreditaciones:
utiliza terminologa de carcter sensacionalista, lo quequita toda posibilidad de comprender su texto ya que son
giros retricos vacos de contenido.
lamentable la redaccin.
lo que hace casi imposible la lectura lgica de la Denuncia.
Sin insistir en la redaccin confusa.
Resulta casi infantil suponer que esta frase pueda sercomprendida sin una gran dosis de buena voluntad.
suena al menos ampuloso y exagerado.
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todo ello con nimo de hacer una presentacin ampulosaen su terminologa aunque sin valor demostrativo alguno.
Ahora bien, si las expresiones antes referidas del Dr.
Schvelzon fueran verdaderas, no habra materia de discusin,
pues segn l mismo afirma, el texto es ininteligible y no habra
contenidos y si esto fuera as qu debate o impugnacin podra
haber? Es muy claro que dicha afirmacin es un recurso retrico
que lo nico que busca es desacreditar tanto al texto como al
que supone lo escribi. Pero dicha afirmacin y su proyeccin, nose sostienen, ya que el Dr. Schvelzon discutir y se opondr, no
slo a los dichos sino a los hechos denunciados, lo cual, quiere
decir, que en la denuncia si existen contenidos y que adems,
comprendi el texto y el contexto del mismo.
Pero, si los supuestos intentos de descalificar el texto por la
falta de criterios acadmicos, redaccin, gramtica, lgica, etc.,que por cierto, nunca ilustr, aunque fuese con algunos
ejemplos para que su revisin no quedar a nivel de dogma y que
pudiera ser constatado por sus lectores a partir de sus glosas o
ejemplo ilustrativos de lo que vilipendia el ilustrado acadmico
doctor en arquitectura, no fueran suficientes, el Dr.
Schvelzon va todava por ms, al intentar descalificar
totalmente al que supone, el nico autor de la denuncia de
hechos.
tiene graves problemas de sintaxis, gramtica yredaccin, lo que hace posiblemente necesario un estudiosobre la veracidad de sus antecedentes acadmicos desdeel nivel primario.
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los evidentes desrdenes de presentacin de un discursolgico, requisito mnimo para un empleado Federal,
parecen necesitar de un estudio psicolgico.
Hasta dnde lleg el Dr. Schvelzon!
Despus de tantos adjetivos calificativos, sin ninguna sea de
demostracin para hacerlos valederos y cientficamente
comprobables, como deba esperarse de un acadmico de los
vuelos del Dr. Schvelzon; queda al descubierto por lo tanto, una
actitud patgena de descalificacin, una ansia persecutoria yanhelos de represin y castigo; a todo lo cual, hay que decirle: la
denuncia de hechos sin ser un texto acadmico, porque por
su naturaleza no lo puede ser, est soportada en el lxico de la
arqueologa mexicana; en sus prcticas, usos y costumbres, en el
conocimiento del caso y de la zona arqueolgica en cuestin, en
la historia purpecha y colonial de la provincia de Michoacn; en
la normatividad que regula la actividad arqueolgica en nuestro
pas para investigar y conservar fsica, simblica y jurdicamente
los bienes nacionales arqueolgicos. Todo lo anterior, es
justamente lo que acusamos que fue violentado, desvirtuado y
puesto en entredicho con las acciones y la obra constructiva de
un museo en la zona arqueolgica de Tzintzuntzan, as como en
los trabajos previos de salvamento arqueolgico.
Esta es la litis Denuntiatio, quiralo o no reconocerabiertamente el Dr. Schvelzon. No obstante, a l no le
corresponde contestarla, porque nunca fue sealado como
responsable en la denuncia de hechos. Por lo que resulta
incomprensible, entre otras tantas frases que expresa, la
siguiente: Lamentamos que la inexplicable estructura lgica ygramatical del texto haga imposible responder con claridad.
Quines lamentan, a parte del Dr. Schvelzon, quin o quienesles solicitaron que contestara?
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Un gran misterio queda en ese sealamiento, como en otros
tantos que lanza a lo largo de la exposicin de su Informe
Opinin. Por otra parte, resulta sorprendente, para decir lomenos, que el Dr. Schvelzon afirme en las conclusiones de su
informeopinin que:
Ninguna de las acusaciones hechas por el Demandantepueden sostenerse ni desde lo legal, ni desde loacadmico, ni del patrimonio, ni de la racionalidad.
El demandante es un acadmico, de quien se debe esperary exigir una cierta racionalidad en la presentacin de sus
pensamientos a la vez que mnimos conocimientos deredaccin escrita (sic.), al menos para firmar unaacusacin de esta gravedad.
Pero, a qu acusaciones se esta refiriendo el Dr. Schvelzon en
tan docta conclusin, si lo primero que hizo en su Informe
Opinin fue destacar:
Que en lugar de acusaciones utiliza ttulos de carcterlegal para enumerar descripciones histricas y geogrficasmezcladas con ampulosas expresiones sobre el
patrimonio, de carcter valorativo y personal.
Para, paginas ms adelante y en una oracin intermedia
introducir las siguientes palabras:
nuevamente su anlisis nos mueve a entenderlo como
una enumeracin hecha para llamar la atencin del lector
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y no como una acusacin seria. Si bien el Demandantetiene derecho a elegir en la Ley lo que considera que hasido infringido, parecera, si no fuese por la seriedad de loscargos, una enumeracin con el slo objeto de incluir
palabras que de otra manera seran tomadas comoagraviantes.
Y si lo anterior no fuese suficiente en otra parte exclama:
Hubiese sido interesante que en lugar de acusar sin
conocimientos reales
Dada la poca consistencia conceptual de la Demanda, lafalta de pruebas de cualquier tipo, las confusiones lgicasdel discurso, los graves errores gramaticales, lascontradicciones que llevan a negar lo que se afirma, loconfuso y a la vez abstruso de los prrafos que deberanser acusatorios y slo son enunciativos, es que concluyo:
Tras la lectura de estas frases y consignas, a muchos
lectores les podr queda claro que no hay claridad en lo que el
Dr. Schvelzon afirma y que adems, intent varios trucos
retricos para buscar, por una parte, minimizar los hechos que se
denuncian y son exhibidos como violatorios de la leyes lo que
constituiran la materia de la acusacin y, maximizar lo dicho
por el demandante, descontextualizando de los hechos, paraintentar ocultarlos o inhibir su clara y manifiesta existencia, hasta
llegar al galimatas de sealar lo grave de la acusacin y su no
cabida dentro de los parmetros del derecho, en lo acadmico y
hasta en lo racional, cuando en realidad, desde su perspectiva
inicial, tales acusaciones no existen porque lo nico que l hizo,
fue escribir material enunciativo.
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El intento lo hizo, mantiene la coherencia de su propuesta
de relativizar al mximo los hechos de la denuncia para
consignarlos como verdaderamente anecdticos, lo cual, se
puede ver en la siguiente escritura que de suyo comienza
relativizando la destruccin de bienes arqueolgicos con la
construccin de un museo modernsimo sobre un basamento
prehispnico al indicar que:
Se trata de una tautologa lgica, absurda por s misma,que se inicia afirmando La notoria destruccin yalteracin de vestigios, cosa que es lo que deberdemostrar el demandante y por ende no puede partir delhecho asumindolo como demostrado. El uso de juiciosde valor no tiene significacin legal sin una escalavalorativa, y sin pruebas fehacientes (palabras comonotoria, por ejemplo). El texto es una afirmacin endonde no hay intencin de demostrar algo, si no que selo determina como ya probado, que los hechos son
ciertos a priori.
Hay que explicarle al Dr. Schvelzon que, las tautologas, o
son falsas o son verdaderas, por lo cual, de ninguna manera
pueden ser absurdas; absurdo y hasta falto de tica es, el cortar
frases para intentar mostrar algo que es contrario a lo que est
escrito y descrito.
La denuncia de hechos es clara al presentar la presuncin
de destruccin y alteracin de vestigios arqueolgicos, as como
la alteracin de visuales y volumetras, como resultado de la
construccin del museo que se construy en el lugar
denominado La Tira, la cual forma parte del rea protegida con
maya ciclnica por el INAH, en la zona arqueolgica de
Tzintzuntzan, en razn de que se presume la existencia devestigios arqueolgicos en el subsuelo. Naturalmente, esta
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apreciacin puede discutirse, pero ms que platicarlo, debe ser
estudiado arqueolgicamente para explicar si esta estructura
tiene o no relacin con los monumentos conocidos como
Ycatas.
Desde mi punto de vista y de muchos investigadores del
INAH, es inadecuado y fuera de la ley, plantear un salvamento
dentro de una zona arqueolgica, pues no hay ni la urgencia, ni
las posibilidades de destruccin inminente por obras pblicas en
terrenos no protegidos especficamente por una declaratoria o
una custodia asegurada por el propio INAH. Por lo tanto, en
ninguna zona arqueolgica se deben hacer salvamentos, lo que
en ellas debe prevalecer son los proyectos de investigacin que
busquen ampliar el conocimiento de las sociedades que
construyeron aquellos asentamientos.
Estos argumentos fueron planteados en la denuncia de
hechos, los cuales intenta combatir el Dr. Schvelzon, a partir
de relativizar y vulgarizar los hechos, por ello es que escribe:
[que el Demandante] comete un grave error al considerarque est restringida toda construccin moderna dentrodel polgono, ya que la Ley Federal sobre Monumentos y
Zonas Arqueolgicas, en su artculo 43 dice: En las zonasde monumentos, los Institutos competentes autorizarn
previamente la realizacin de obras. mientras que en elartculo anterior indica entre ellas anuncios, avisos,carteles, las cocheras, sitios de vehculos, expendios degasolina o lubricantes, los postes e hilos telegrficos ytelefnicos, transformadores y conductores de energaelctrica, e instalaciones de alumbrados; as como loskioscos, templetes, puestos o cualesquiera otras
construcciones permanentes o provisionales. Creo que laLey es ms que clara al indicar que el INAH puede
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autorizar las obras del Museo y Servicios, que de hecho yaexistan.
Finalmente, aunque dice que es un error, ya entr enmateria, al reconocer que estamos demandando, cuestionando e
impugnando, la construccin de un museo dentro del rea de
proteccin de la zona arqueolgica de Tzintzuntzan, en la
porcin denominada La Tira. Sin embargo, el doctor no comete
un error de apreciacin en las deducciones que hace de los
artculos que cita, sino un acto de mala fe, de imprecisin
sorprendente y de descuido inusitado, ya que omiti la
trascripcin literal del artculo 43 y con ello, el complemento
lgico de la parte que refiri y que especifica: aplicando en lo
conducente las disposiciones del captulo I.
Adicional a lo anterior y por otra extraa razn, despus de
dicha omisin menciona que: en el artculo anterior indica entre
ellas referente a la regulacin de instalaciones dentro y fuera
de las zonas de Monumentos, donde no existe la mencin de
museos, infiera de manera misteriosa, que el INAH puede
construir museos en las zonas arqueolgicas; lo cual es absurdo,
ya que esa mencin regulatoria es aplicable a terceros.
A lo largo de su informe, el Dr. Schvelzon se mantiene en
ese camino de trampas y mentiras, como lo hizo en lo
concerniente al terreno donde se edific el nuevo museo, al
escribir:
el rea en discusin es parte adosada pero no integrantedel basamento prehispnico, lo que se explica por lacronologa probada (ver Anexo II).
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Tampoco es, de ninguna forma, el lugar en que sedesplantan las Ycatas ni otra construccin prehispnicaalguna, ya que por eso mismo tiene nombre propio por laceptado: La Tira.
se trata de la definicin de una situacin posible noverificada y menos probada como el que haya sido partecentral de una extensa ciudad. Y aunque s lo hubiesesido, la plataforma de las Ycatas no estaba en el centro,eso no cabe duda alguna ya que la montaa lo haceimposible. Asimismo, si los lmites demarcados por elINAH, en su opinin no se ajustan a la realidad (no citanada para comprobarlo), resulta extrao que no hayasolicitado modificarlo como es su obligacin comomiembro del INAH. Es evidente que desconoce que se esttramitando la ampliacin de la zona.
afirmacin vaca de sentido de que el Museo es notorioy rompe con la concepcin original del espacio, raya enmi parecer con el delirio.
sino que el problema del pequeo Museo lo haextrapolado a la escala de todo el sitio, y el paisajeinclusive, gracias al manejo de las palabras.
No hay dudas que un proceso histricocultural y sucomprensin no se puede alterar por la obra de unaconstruccin de 420.95 metros cuadrados, es decir el 0.4% de la zona ya consolidada, menos cuando las Ycatas alas que ni se les ve, tienen una dimensin promedio de 40a 65 metros por 30 a 40 metros, en una plataforma dems de 420 por 250 metros (105.000 metros cuadrados),
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sin incluir las terrazas inferiores y la escalinatamonumental.
Si para un pequeo Museo de Sitio se infringi tamaacantidad de leyes.
..se asevera sin demostrar que se ha procedido a destruirmonumentos arqueolgicos. Respondo que no ha habidodestruccin de monumento arqueolgico alguno en laconstruccin del Museo. Para usar los trminos del
Demandante, el Museo ha sido puesto en La Tira dondejams nadie haba demostrado o supuesto la existencia demonumento prehispnico alguno, y por eso se lo hizosiguiendo las instrucciones del Arqlgo. Oliveros en su planohecho junto con el Lic. Camacho en el Informe de 1998como vimos en el plano correspondiente. Es ms, lostrabajos preventivos realizados por Salvamento
Arqueolgico han demostrado que se trata de un sitiocolonial temprano, el que fue debidamente estudiado y
protegido para su exhibicin futura. No hay monumentoprehispnico alguno en el lugar, menos pudo haber sidodestruido. La presencia de dicha Tira fue definida en 1985
por el arquelogo Rubn Cabrera como una Plataformasin construccin alguna, antes ni siquiera tena nombre.Recordemos que el proyecto original del Arqlgo. Oliveros
era ampliar el viejo museo con el mismo sistemapreexistente de cimentacin, tal como lo solicita en suInforme.
Tampoco la plataforma denominada La Tira ha sidoalterada ya que el sistema de cimentacin del Museo,modelo en el pas y en el continente, no tiene cimientos,
por lo que no perfora el subsuelo. En cambio la propuestade Oliveros, como todo lo hecho con anterioridad, desde el
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campamento de Romn Pina Chan hasta el rea deServicios preexistente, al igual que la ampliacin
propuesta por el mismo Oliveros, s eran con cimentaciny por ende destructivas. En aras de la buena voluntadconsidero que el Demandante no entendi el complejosistema de cimientos usado por primera vez en elcontinente y su importancia. De otra forma debe tratarsede ignorancia, mala voluntad o intencionalidad en suinterpretacin.
Vale la pena tener en mente que en el presente ao y antela posibilidad de construir el Museo le fue solicitada por elConsejo de Arqueologa por documento escrito, lacolaboracin y participacin al Arqlgo. Oliveros, quienhaba tenido la idea quien rechaz la invitacin.(totalmente falso)
La solucin de enterrar la escalinata antigua, cubrirla conuna nueva removible, y hacer otra para el museo, no sloson idneas si no tambin actos de preservacin. Nadie
puede confundirlas por su forma y coloracin.
No hay ms paisaje para los ojos que el que no se quiera
ver A qu trabajos de Salvamento Arqueolgico se refiere el Dr.
Schvelzon? Pues no da fechas de temporadas con el nombre del
o de los responsables; datos necesarios para saber que se trata
de un trabajo efectuado bajo los lineamientos institucionales y
los cuales se pueden consultar para verificar la existencia de los
informes, as como los resultados de las temporadas. Pero, para
el Dr. Schvelzon, quien se la pasa reclamando formulas
acadmicas en un texto que no es acadmico, le resulta normal
obviar lo que con tanto afn reclama para otros, pues l es, el Dr.
Schvelzon y por lo mismo, no utiliza ni despliega las citas yreferencias que avalen sus palabras.
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Pero si ello no fuera suficientemente grave en las
referencias antes transcritas, podemos observar en la primera
que referimos de esta parte, que el Dr. Schvelzon miente conuna facilidad casi pueril, pues en su anexo II, no est consignada
ninguna cronologa.
A la segunda referencia que hicimos habra que recordarle
al Dr. Schvelzon, que la designacin actual de una porcin de
tierra no es bice, para que en ella se localicen vestigios
arqueolgicos y mucho menos, que no pueda ser una plataformaprehispnica.
A la tercera y cuarta referencia de este apartado, se le
podra decir que ni Cantinflas hubiese dicho algo semejante,
porque no slo evade la discusin, sino que se va por las ramas,
como se dice coloquialmente en Mxico, para despus formular
elucubraciones que ni vienen al caso y solo le sirven a l paraintentar descalificar al demandante y al documento
presentado ante la PGR, sin haber entrado en materia, esto es,
en la aportacin de hechos que desvirten los hechos y dichos
del demandante.
A la quinta referencia que estamos comentando, hay que
reiterarle, que los daos que reclamamos son producto de unsalvamento inadecuado y de un proyecto constructivo
innecesario; intil para la arqueologa e historia del pueblo
purpecha, aunque si muy indispensables para quienes se
embolsaron los 17 millones de pesos que cost el pequeo pero
muy caro museo Qu hay debajo de l? Podemos confiarnos
en un informe para justificar su construccin ya que no podr
explorarse lo que qued debajo del mismo? Sera bueno saber
cuntos de esos millones llegaron a los hogares de los
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trabajadores que construyeron el museo. Lucrar con las
necesidades de empleo de un pueblo donde no lo hay, por falta
de polticas pblicas, no slo es mezquino sino muy poco tico
para quien se dice practicante de las ciencias sociales.
En fin, las siguientes citas y frases del Dr. Schvelzon,
muestran que su lgica es sumamente especial, pues para l,
las leyes que pudieron haberse infringido son pocas o
inexistentes, segn el tamao de la obra, pues para el Dr.
Schvelzon, las dimensiones del museo no pueden daar en nada
el espacio y construcciones prehispnicas. A este respecto hay
que decir, que por extrao que parezca, a los acadmicos del
INAH no se nos dio la oportunidad de estudiar los informes del
salvamento que se efectu para construir el museo, ya que los
funcionarios del INAH, han alegado la reserva del mismo por dos
aos, segn dicen, porque as lo marca la normatividad vigente.
Por supuesto, al Dr. Schvelzon si se los proporcionaron, habra
que ver en calidad de qu y porqu, es decir, de qu privilegios
goza y que lo hace diferentes a los profesores investigadores delpropio INAH.
La informacin que nosotros tuvimos sobre dicho
salvamento fueron fotografas que nos promocionaron los
trabajadores. De ellas sacamos nuestras conclusiones, las cuales
estn exhibidas en la denuncia de hechos y donde adems, se
aprecian los yerros cometidos por personal no calificado pararealizar investigacin arqueolgica. Esta es la materia que tendr
que dilucidar la PGR segn los distintos dictmenes acadmicos y
jurdicos que se presenten, as como la inspeccin ocular y
valoraciones correspondientes. Pero las fotografas exhibidas
dan clara cuenta de nuestro dicho.
Y son precisamente nuestros argumentos los que se venreforzados por las acciones que el mismo Dr. Schvelzon destaca
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como portentosas; una construccin sin cimientos, para no
excavar y proteger lo que hay debajo del subsuelo; una
escalinata que se tap y otra que se dej exhibida De qu
tiempo eran estas escalinatas, prehispnicas o coloniales? El Dr.
Schvelzon se cuida de no datarlas, como seguramente no lo
hicieron los que dicen que efectuaron el salvamento, omite esa
indispensable mencin.
Esa extraa omisin contrasta con la sobreproteccin de un
rea en la que, a decir del Dr. Schvelzon, no haba ningn tipo
de vestigios prehispnicos, lo cual es de suyo inexplicable, ya que
a menos de 200 metros de las Ycatas se encuentra un espacio
arquitectnico que posiblemente tuvo alguna funcin social en
de la arquitectura prehispnica y que corresponde al rea que
reclamamos que qued alterada visual y volumtricamente con
la construccin del museo.
Intentar relativizar las dimensiones del museo es un ardid,
tal y cual lo es el hecho de haberlo construido sin cimientos, pues
qu es lo que se protegi si no haba nada y la escalinata, a qu
poca pertenece? Qu otros estudios se realizaron en La Tira
para aseverar que no hay presencia de vestigios prehispnicos, si
slo se trabajo el rea de la planta de lo que sera el museo?
Pero el Dr. Schvelzon no slo intent ardides, sino que
tambin minti con una facilidad pasmosa al sealar como el
responsable de que se plantara el museo de marras, al Dr. Arturo
Oliveros. Una cosa es proponer una ampliacin del museo ya
existente y otra muy distinta, es hacer un nuevo museo en un
lugar distinto a donde se localizara la ampliacin. Tratar de
hacer responsable al Dr. Oliveros no solamente es una gran
falacia, sino una falta de tica verdaderamente alarmante.
Veamos como lo plantea el Dr. Schvelzon:
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y que la ubicacin del nuevo museo fue propuesta por elArquelogo Arturo Oliveros en el ao 2008 [a pie de
pgina seala: Autorizacin al Dr. Oliveros por el Consejode Arqueologa para las temporadas 2008 para realizar la
ampliacin del museo, rehabilitacin del campamento,
sanitarios e iluminacin. En 2009 se le volvi a autorizar
la ampliacin del museo].
Como lo acabamos de sealar, la ampliacin de un museo
ya existente es una cosa y otra muy distinta es hacer otro en unrea diferente al lugar donde se localiza el actual, pero el Dr.
Schvelzon no entendi esta simple lgica o la dedujo a su
conveniencia, ms bien, parece provenir de alguien que no
conoce la zona arqueolgica y ni siquiera molest en visitarla
para corroborar sus deducciones. Cualquiera sea el caso, el Dr.
Schvelzon mantuvo este absurdo en otros tanto pasajes de su
InformeOpinin.
se lo hizo siguiendo las instrucciones del Arqlgo. Oliverosen su plano hecho junto con el Lic. Camacho en elInforme de 1998 como vimos en el planocorrespondiente.
el Arqlgo. Oliveros, promotor de las obras del Museo enel sitio indicado.
No existe ni siquiera correspondencia con la
documentacin que refiere y tampoco consistencia en su
supuesta propuesta de que hubiese un nuevo museo, menos aun
que se localizara en el rea de La Tira.
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Todas esas palabras usadas con maa para intentar desviar
la atencin de los verdaderos responsables de ubicar el museo
en el rea conocida como La Tira, slo revelan que el Dr.
Schvelzon entendi a la perfeccin el carcter y sentido de la
denuncia de hechos y ante la imposibilidad de demostrar por la
va de los hechos, atenuantes o realidades distintas, ensay con
muy poco tino y menor xito, desmentir el documento que
impugna.
Muy probablemente de esta circunstancia deriv su clera,
su ira y su desenfreno, que coagulan en toda su dimensin en
una presentacin inconexa, incompleta y tramposa de los
trabajos del Dr. Oliveros en la zona arqueolgica de Tzintzuntzan
en las temporadas 2008 y 2009; totalmente alejados del caso
que debera ocuparlo, pero vinculados por l, maosamente,
para inculpar al Dr. Oliveros, primero de ser el que propuso la
localizacin del nuevo museo y luego, de los trabajos
arqueolgicos que realiz en las temporadas antes referidas y as
llegar a una recomendacin extraa a los hechos denunciados:
que se haga una investigacin de los hechos, que setomen las determinaciones penales que correspondan
por Destruccin del Patrimonio Arqueolgico eincumplimiento del deber pblico, que se tomen lasmedidas adecuadas por el no cumplimiento del
Reglamento al no entregar el Informe correspondiente yque se estudie si existen los informes del ejercicio deldinero entregado para las temporadas 2008 y 2009, quese acercan a los $ 2 millones, dinero del pueblo deMxico usado a mi entender de manera equvoca.
Aqu el Dr. Schvelzon dej de ser un dictaminador para
convertirse en atacante de uno de los arquelogos que abierta ypblicamente se opuso a las obras constructivas del nuevo
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museo en la La Tira, extendiendo sus acusaciones hacia los
profesores emritos del INAH, quienes dirigieron una carta al
Presidente de la Repblica para solicitar la cancelacin de la
construccin del museo y en su caso su reubicacin fuera del
rea protegida por el INAH:
aseveraciones tan absurdas como la carta dirigida al C.Presidente del 6 de agosto, en que se indica que seagrede los monumentos arqueolgicos al construirse
por capricho un museo en la misma plataforma quesoporta las ycatas, cuando toda la presentacin hechase basa en que NO fue hecha en dicha plataforma, si noen La Tira, da una imagen de pena y vergenza por los
firmantes. Nuevamente pongo en duda el estadopsicolgico de quien o quienes hicieron estos escritos.
El Dr. Schvelzon, vuelve a mentir al poner en la mesa hechos
que nunca fueron consignados por los profesores emritos; su
entrecomillado es falso, pues lo que indicaron los emritos fue
construir un museo justo sobre una de las plataformas
prehispnicas que soportan al sitio arqueolgico de Tzintzuntzan,
Michoacn.
Qu calidad acadmica, tica y moral puede tener un
sujeto que desvirta, miente, falsea, tergiversa los dichos y
hechos planteados por otros para slo intentar beneficiar a sus
amigos?
Las denuncias y apreciaciones sobre los hechos
cuestionados deben ser rebatidas por los hechos, ms que por el
supuesto estado psicolgico dudosos de los denunciantes o
peticionarios. Esa permanente actitud del Dr. Schvelzon de
descalificacin del denunciante, del Dr. Oliveros y de los
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Profesores Emritos del INAH a lo largo de su escrito, al que se le
agrega el tono intolerante, autoritario y prepotente hace
recordar las lecturas ms crudas sobre el actuar de la Tripe A en
Argentina (Alianza, Anticomunista, Argentina), pues al no poder
desvirtuar los anlisis y posiciones que combate, intenta su
descalificacin permanente hasta llegar a lo que l supone, su
aniquilamiento.
El lenguaje del Dr. Schvelzon es temerario, provocador y
autoritario, lleno de dislates, diatribas y una buena dosis de
insultos que, por la manera en que son expuestos, rebasan por
mucho el estilo censor llevado a cabo en un juicio inquisitorial,
ms bien, parecieran la actitud psicoptica de un personaje
intolrate y autoritario.
Lamento sealar, por ltimo, que el Dr. Schvelzon
comience su InformeOpinin con un locucin preposicional
incorrecta Fundu BBVA en pgina en Internet seala: Las
academias censuran la expresin en base a, en la que las
preposiciones estn mal utilizadas, y admiten, en cambio, con
base en, aunque consideran ms propias del uso culto otras
locuciones de sentido similar, como sobre la base de, en
funcin de, basndose en, a partir de, de acuerdo con,
segn...
Sr. Gustavo Araoz, de nueva cuenta, a nombre propio y de
mis representados, los profesores investigadores del INAH, le
solicito nos de a conocer la postura del organismo que usted
preside con respecto al InformeOpinin realizado en la zona
arqueolgica de Tzintzuntzan, en el estado de Michoacn,
fechado el 7 de octubre de 2012, firmado a nombre del ICOMOS
por el Dr. Daniel Schvelzon.
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Le agradezco mucho su atencin, sin otro particular.
Atentamente,
Hist. Felipe I. Echenique March
Secretario General del Sindicato de Acadmicos del INAH
Mxico D. F., a 25 de abril de 2013