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1 índice Internet créditos 2 : Manifiesto 3 : El caracol: Marcos Ilustración: Raquel 4 : Cómics enrevesados A propósito de Crumb #1: Rubén 8 : Sellando el pan: Laura 10 : Rêvearth 12 : El lugar de todos: Marcos Ilustaciones: Rocio 18 : Cómics enrevesados Mujeres y cómic #1 Rubén 20 : Espacio en blanco: pobreartista www.fanzinereves.com E=mail: [email protected] Maquetación: pobreartista Redacción: Rubén Varillas, Raquel Velasco y Laura Folgado

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índiceInternet

créditos

2 : Manifiesto

3 : El caracol: Marcos Ilustración: Raquel

4 : Cómics enrevesados A propósito de Crumb #1: Rubén

8 : Sellando el pan: Laura

10 : Rêvearth

12 : El lugar de todos: Marcos Ilustaciones: Rocio

18 : Cómics enrevesados Mujeres y cómic #1 Rubén

20 : Espacio en blanco: pobreartista

www.fanzinereves.comE=mail: [email protected]

Maquetación: pobreartista

Redacción: Rubén Varillas, Raquel Velasco y Laura Folgado

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REVES revesreves REVESREVES revesreves REVESREVES reves

Ni revés, ni golpe de efecto. No a la ambición pretenciosa de mundos al revés. Negamos el juego de pala-bras sensacionalista, el revestimien-to de humo.

Sólo la imagen y la palabra re-

flexivas cuentan, el anverso y el re-verso de la imaginación, la mirada inteligente. Quizás el relativismo haya dejado de ser esa regla con la que medir el mundo, pero nunca, ja-más, debemos perder de vista el re-vés, la cara oculta, la cruz que crece debajo de cada obstinada evidencia. Cada imagen esconde una interpre-tación: el significado y la descodifi-

cación de la forma. Cada texto exige una visualización: la concreción del signo convencional al dictado de la evocación.

Somos el revés. Conminamos al desenmascaramiento de la obviedad oficial. Proponemos una partida cul-tural sin más reglas que la libertad creativa, la exigencia interpretativa y el entusiasmo sin condiciones. Les damos por informados. Ya pueden hacer juego.

maniFiesto

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Su velocidad es la más ínfima de los moluscos pero él sabe que en distancias cortas las cosas se ven más grandes y que la paciencia es el arma perfecta para descubrir la realidad,quince centímetros a la hora pueden ser la mitad del mundo. Los ojos del caracol se erigen como vigías de su húmedo cuerpo y divi-san a la altura de la hierba la pro-fundidad de la tierra, el mundo que ha de absorber en su senda indecisa por el campo.

Tan simple y tan complejo el ca-racol representa al buscador, lleva consigo su hogar como el investiga-dor lleva su saber, una pequeña es-piral orientada al inefable universo, una casa en forma de interrogación que se llena y crece poco a poco a medida que se arrastra a tientas por un vasto territorio de misterios.

Texto: Marcos YáñezIlustración: Raquel Velasco

El caracoL

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Entre 1968 (Zap) y 1981 (Weir-do), Robert Crumb no dejó de pu-blicar comix-books (oséase, comic-books de 32 páginas en un papel de baja calidad, concebidos con una temática-estilo-filosofía under-ground). En esos años de vértigo editorial, prolífica creatividad y éxi-to creciente, el señor Crumb publi-caba comix como churros, incluso en series de solamente uno o dos números. Curiosamente (no tanto, en realidad), algunos de ellos son los tebeos underground más solici-tados en el mercado de venta y su-basta internáuticos. Encontramos títulos como Bijou Funnies, Snatch

Comics, Jiz Comics, Mr. Natural o Best Buy Comics. Todo esto viene a cuento porque precisamente el últi-mo de los tebeos de Crumb que ha pasado por nuestras manos es Best Buy Comics (nota para observado-res perspicaces y completistas: la tercera edición -la de ahí al lado- vi-vió un cambió de portada).

Las historietas de Crumb evolu-cionan desde esas obras “buenrollis-tas” enfundadas en el habitual tono desenfadado del surrealismo psico-délico (“Keep on Trucking”), hasta aquellas otras de tono autobiográfi-co, que hurgaban en los complejos

y prejuicios del propio autor (Self-loathing Comics). En el camino, en-contramos otros trabajos también habituales dentro del panorama y la temática underground: los comix de denuncia; páginas al servicio de una crítica socio-política con tintes transgresores. Una serie de cómics que abundan en reivindicaciones acordes con los tiempos que las con-ciben: la exaltación del individuo li-bre (en todos los sentidos -estamos en la era hippy, no se olviden), el sentimiento de conexión con el me-dio ambiente, la crítica descarnada contra los poderes fácticos y reales, etc. Causas, en su mayoría, que po-

Cómics enrEvesados a porpósito dE Crumb 1

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drían ser plenamente reivindicadas por la progresía contemporanea en diferentes grados (dependiendo, por supuesto, del escoramiento político de cada uno). Esta última línea te-mática es la que prevalece en Best Buy Comics.

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en bloque) y de sus promotores: el gobierno de US y las grandes corpo-raciones aeronáuticas que buscaban réditos económicos con la opera-ción, en concreto.

Curiosamente, algunos de los tó-picos y reivindicaciones que Crumb agitaba por bandera, observados desde nuestros días, lejos de resul-tar transgresores o ácidos, se nos revelan un tanto rancios y bastante carcas (antes de seguir, qué conste aquí y ahora que estamos hablan-do de uno de nuestros tres o cua-tro autores de cómics favoritos). Aunque hay más ejemplos en Best Buy Comics, tenemos ahora mismo en mente “Space Day Symposium”, una crítica despiadada del maestro contra la carrera espacial (que en los 70 estaba acompañada de algu-na que otra ración fría de belicismo

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células madre? ¿en boca de quién pondríamos los correspondientes globos? No me tiren de la lengua..., que Crumb es mi ídolo.

Ruben Varillas.

Es conocida la devoción del norte-americano por algunos elementos culturales de la tradición estadouni-dense (el jazz de los años 30) y su nostalgia dolosa ante ciertos valores que ya peligraban allá por los años 70 (acuérdense de esa maravillosa oda a la naturaleza arrasada por la civilización, que es “A Short History of America”). No obstante, y vol-viendo al tema de “Space Day Sym-posium” ¿cómo se interpretarían hoy en día las invectivas crumbia-nas de sus última viñetas (“Yes, the space hype is dangerous”) aplicadas a campos de progreso como la fecun-dación in vitro o la investigación con

En cuatro páginas, Crumb narra como, durante su periodo de máxi-ma popularidad, es invitado como visitante de prestigio al Space Day Symposium, celebrado en California el 11 de agosto de 1977. Allí, sufre progresivamente varios síntomas de rechazo que van desde el descon-cierto y aburrimiento inicial, hasta el arrepentimiento y la crítica airada contra el simposio, sus organizado-res, la carrera espacial y, en última instancia (por contagiosa inercia de repudio), hacia cualquier tipo de progreso. Es en este punto (página 4) donde a Crumb le aparece su vena más retrograda y recalcitrante.

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al interior de la casa. Y en muchas otras, los hornos eran comunales para todos los vecinos del pueblo.

Las mujeres solían ser las artífi-ces de tan preciado manjar, que no solo requería un largo proceso de elaboración, sino que además venía acompañado de numerosos rituales antes de meterlo en el horno.

Sin duda, lo más artístico de esta, en apariencia, sencilla labor, era la creación de los panes con diferentes formas, y adornados como auténti-cas obras de arte, que tomaban su máxima expresión en las fiestas, en las que eran bendecidos por el pá-rroco del lugar.

El pan ha sido el alimento más importante de España hasta hace no mucho tiempo, especialmente en el mundo rural. Formaba parte de las sopas más simples, como las de ajo o las de pan con azúcar, acom-pañaba a los guisos más suculentos, y, por supuesto, daba toda la energía necesaria para afrontar un duro día de trabajo, si se complementaba con un buen trozo de tocino.

Por lo general, todas las casas contaban con un horno situado en algún lugar de la vivienda, general-mente junto a la cocina. En otras lo-calidades los hornos se encontraban en la calle, aunque su boca solía dar

Sellando el pan

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Laura Folgado Galache

los pastores solían ser los creadores de estas maravillas, aunque algunos sellos eran forjados en hierro por los herreros del pueblo.

Podría decirse que nuestros ma-yores se alimentaban de arte en cada bocado. Y qué mejor alimento para la jornada que una buena ho-gaza de pan.

Sin embargo, hay un detalle del que los hombres solían ser artistas y que por suerte se puede visitar en algunos museos etnográficos: los sellos del pan. Si bien eran el deta-lle que personalizaba los panes de cada familia, podían considerarse un símbolo de distinción. Pero no sólo la estampa que dejaban sobre la masa, sino la compleja elaboración del mango. Desde sellos con forma de campana, a sellos dobles unidos por un eslabón sin junta, pasando por auténticas obras de arte como la que puede observarse en la imagen, expuesta en el Museo Etnográfico de Castilla y León. Los carpinteros y

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un gran nivel de conocimiento para poder entablar una sola conversa-ción o para que comprendiesen sus palabras. Vayamos a un ejemplo histórico. En la academia de Platón había una inscripción en la puerta que prohibía la entrada a los que no supiesen geometría. En este caso la inscripción era normal porque las enseñanzas que ahí se profesaban estaban en un nivel mucho más ele-vado que el de los principios básicos de esta ciencia, a la que, por otra parte, ninguno ha menospreciado nunca. Pero Platón nunca salió a la calle a enseñar geometría, por eso su academia quedó para minorías

la consciencia de que el poder está en la mente y en el uso de ésta, siem-pre les ha interesado construir una sociedad ignorante que no haga uso de la facultad de pensar inherente a todo hombre, si bien nos han que-rido hacer creer lo contrario. Casi se podrían contar con los dedos los monarcas o gobernantes que que-rían crear una sociedad culta y sa-bia.

La segunda fuente del tópico han sido, muchas veces, las pro-pias personas que se dedicaban a esta disciplina. Unos lo han hecho porque exigían a sus interlocutores

Muchas veces el tópico común hace pensar a la gente que la filoso-fía es un tipo de actitud vital propia de señores de largas barbas que se escapan del mundo a pensar en co-sas abstractas y lejanas a la vida coti-diana bajo un denso telón de humo. Nada tan cercano y, al mismo tiem-po, lejano a la realidad.

Me explico: Este tópico nace de dos fuentes que son independien-tes pero complementarias ya que una puede alimentar a la otra y vi-ceversa. La primera fuente son las instancias de poder existentes a lo largo de la historia, a las cuales, bajo

el lugaR dE todos

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forma todo se quedará como estaba al principio aparte de que tú vuelvas a casa con un acre sabor a nada en la garganta. Tú no habrás aprendi-do nada y él conservará su puesto ya que, al ser incomprensible, nadie le podrá discutir. Y así conservará su cátedra y su sueldo.

Por estos motivos el tópico del hombre abstracto de barba y humo es adecuado. Pero vayamos ahora a los motivos que hacen que este tópi-co, en realidad, no sea cierto.

La palabra filosofía es una pala-bra griega, según dicen inventada por Pitágoras1, filósofo, político, mé-

uno hacia donde quiere dirigir sus miras. El problema es que muchas de estas personas se empeñan en hablar un lenguaje incomprensible para mantener el puesto privilegia-do en que viven. Es sencillo, vaya-mos a una situación cotidiana: si tú, que estás leyendo este texto, vas a hablar con una persona que ha-bla un lenguaje totalmente diverso e incomprensible para tí la conver-sación que tendrás será totalmente infructuosa ya que no enriquecerá a ninguno de los interlocutores. Como no comprendes las palabras del otro nunca podrás rebatir lo que dice o discutir sus argumentos. De esta

selectas. A medida que, en la histo-ria, el pensamiento se fue desarro-llando y complejizando y la pobla-ción media no consiguió un acceso a la educación se fue aumentando la distancia entre ambas cosas. De este modo la filosofía se quedó como un asunto de academia a la que muy poca gente podía acceder.

Ya en nuestros días muchas de las personas que a ella se dedican son incomprensibles para el público medio aunque éste haya avanzado mucho en su nivel de conocimien-to en los últimos siglos. El problema no es éste, hoy es elección de cada

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Etimológicamente la palabra fi-losofía cuenta con dos raíces: filos: amor o amistad; y sofía: sabiduría. De esta forma la filosofía queda como el amor a la sabiduría. ¿Sabiduría para qué? Sabiduría para intentar dar respuesta a ciertas preguntas. ¿Qué preguntas? Los lugares co-munes (¿quién? ¿qué? ¿cuándo? ¿cómo? ¿por qué?...), las pregun-tas que tarde o temprano se hacen todos los hombres desde lo más profundo de su interior, preguntas cuya respuesta otorgan un sentido y un por qué a la vida de cada uno. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez o nunca se preguntará por qué

ductos con gente venida de muchos lugares distintos; y los filósofos, que iban allí a contemplar, a contemplar como unos cambiaban mercancías y culturas, a contemplar la belleza de los cuerpos mostrando sus habilida-des y a comprender como cada cosa formaba parte de un todo armónico donde cada elemento contribuía al equilibro universal, a la armonía del universo que nos lleva a escuchar “la música de las esferas.” La elec-ción no era exclusiva, tanto el atleta como el comerciante podían ser filó-sofos.

dico, matemático y músico del s. VI a. c. Este curioso personaje decía que a los juegos olímpicos iban tres clases de personas: los deportistas, que iban a ejercitar sus capacidades físicas y a competir; los comercian-tes, que iban a intercambiar sus pro-

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está en este mundo, por qué exis-te el mundo mismo, por qué puede sufrir y reír casi al mismo tiempo, qué es el tiempo, qué es la belleza, qué es el amor ...?

Éste es el lugar de la filosofía, el lugar de las preguntas más impor-tantes y de la necesidad de encon-trar respuestas, el lugar de todos los hombres. Es inherente a todos los hombres la capacidad y la necesidad de preguntarse sobre la vida y de in-tentar hallar la respuesta. Y la res-puesta no tiene por qué ser un dis-curso enrevesado e incomprensible. Las grandes respuestas, las que de

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olor de la sal, el viento y el balanceo de nuestro barco sobre el mar.

Estamos preparados. ¿Queréis subir a nuestro barco?

Marcos Yáñez - texto.Rocío - ilustraciones.

aquellas donde se tiene que esfor-zar y dar lo mejor de sí mismo. Lo más importante es no tener miedo y ser firmes para evitar que nuestros compañeros lo tengan.

Aquí tenemos el barco preparado para zarpar hacia el lugar de todos. La entrada es gratuita, sólo se pide a los marineros cabeza y corazón (no tienen por qué ser contradictorios). Nuestro alimento son las preguntas, nuestro puerto final son las respues-tas. Es posible que no lleguemos al destino final pero todo marinero sabe que lo importante no es llegar, lo importante es navegar, sentir el

verdad hacen aprender y crecer, son aquellas comprensibles por todos. ¿Filósofo como hombre abstracto y huraño? No, el filósofo está dentro de todos nosotros, aunque muchas veces no queramos verlo. ¿Filosofía como academia de minorías selec-tas? No, filosofía como amor a la sabiduría, filosofía como el lugar de todos.

Nadie ha dicho que el camino sea fácil. La facilidad y la comodidad nunca hicieron mejores a los hom-bres y nunca les hizo conocerse. Ge-neralmente el hombre se descubre a sí mismo en las situaciones difíciles,

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Diógenes Laercio: Vida de los más ilustres filósofos.

1 Podemos leer esta historia en una de las mayores fuentes de las que hoy disponemos sobre el mundo de los filósofos antiguos. Es la obra de Diógenes Laercio, historiador del siglo III d. c. Fue él quien atribuyó a Pitágoras el primer uso de la palabra filosofía al contar esta historia.

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historieta, reflejando la situación de la mujer en cada época. En un prin-cipio, representaban la esencia de la feminidad más pura. La vulnerabili-dad lacrimógena de Annie la Huer-fanita, los mohines aniñados junto al nada inocente portaligas de Betty Boop, los tacos aguja de Barbarella y la cintura de avispa de la Mujer Ma-ravilla plasmaron en papel lo que los hombres querían ver en las mujeres de cada época, sin descuidar el ojo atento de las lectoras que buscaban en las tiras cuál era el último grito de la moda.

Las mismas palabras de Von Re-

De un tiempo a esta parte, cada vez son más frecuentes los intentos revisionistas del papel de la mujer en el cómic desde la óptica de un feminismo retroactivo, digamos, no del todo certera. La ilustradora, di-bujante y periodista argentina, Ana Von Rebeur, en su artículo “Las mu-jeres que están dibujadas”, comenta:

Aunque en la vida real a las mu-jeres se les dificulte alcanzar algún tipo de protagonismo, ellas siem-pre fueron las estrellas en variadas aventuras de papel. Las mujeres dibujadas llenaron kilómetros de papel en la historia del cómic y la

cómiCs enrEvesadoS, mujeres en el papel 1

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ble una revisitación imaginativa de la historia del cómic desde dichos preceptos. Los hechos (la participa-ción de la mujer en los orígenes de la narración gráfica, como autora y protagonista) fueron de por sí bas-tante crudos como para resistir una argumentación optimista. No hubo autoras de cómics destacables y los personajes femeninos estaban ges-tados desde una sensibilidad mascu-lina y satisfacían, por consiguiente, inquietudes y anhelos tópicos de hombres. En una siguiente entrega nos acercaremos someramente a al-gunas de estas celebradas heroínas. No se vayan muy lejos.

ornamental, como personaje com-parsa del protagonista masculino. Maria Antonia Diéz Balda lo ve con claridad en “La imagen de la mujer en el cómic: Cómic feminista, cómic futurista y de ciencia-ficción”: “El mundo del cómic para adultos es-taba hasta los años setenta bastante dominado por los hombres y tanto los lectores como los autores eran fundamentalmente hombres”.

Como vemos en este último ejem-plo, el acercamiento a los primeros cómics desde una óptica feminista es, por tanto, factible e interesan-te, pero no nos parece recomenda-

beur desaconsejan cualquier tipo de euforia a la hora de enjuiciar el rol femenino en aquellos primeros cómics; en todo caso, en muy conta-das ocasiones “fueron las estrellas” que comenta la autora argentina y, cuando su aparición merece la pena ser destacada, lo es, lamentablemen-te, en los términos que se deducen de la cita: a) “plasmaron en papel lo que los hombres querían ver en las mujeres de cada época”; b) “sin descuidar el ojo atento de las lecto-ras que buscaban en las tiras cuál era el último grito de la moda”; es decir, fue la suya una aparición testimonial, cuando no puramente

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TafrAoutE

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pobreARTISTA