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REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANA Año XXXIII, No. 66. Lima-Hanover, 2º Semestre de 2007, pp. 313-322 UNA VERSIÓN DESCONOCIDA DEL POEMA “EL BUEN SENTIDO” DE CÉSAR VALLEJO Jorge Prado Chirinos Universidad Mayor de San Marcos El 16 de octubre de 1938, esto es, seis meses después de la muerte de César Vallejo y ocho antes de la edición príncipe de Poe- mas Humanos (15 de julio 1939), el diario La Crónica de Lima, en su página “La vida literaria y artística”, publica por primera vez el texto completo del poema en prosa “El buen sentido”, precedida por una nota breve anónima con ilustración alusiva de Arístides Vallejo. Es un texto de indudable valor para completar la secuencia cronológica sobre la difusión de los poemas póstumos de Vallejo así como para el establecimiento de sus variantes. Hasta la fecha esta publicación, lamentablemente, ha permanecido ignorada en el campo de los es- tudios vallejianos en nuestro medio y en el mundo. En las más im- portantes biobibliografías del periodo 1950-1961, preparadas por destacados estudiosos del poeta universal como Luis Monguio 1 , An- dré Coyné 2 , Luis Foti 3 , no existen referencias acerca de dicha publi- cación; ocurre casi igual en los posteriores repertorios bibliográficos. En el ámbito de las ediciones críticas de la obra poética del vate uni- versal, la situación es casi similar a la que presentan las bibliografías vallejianas. Juan Larrea, español, amigo del poeta, polémico estu- dioso de la obra de Vallejo por más de 35 años, en su denominada “edición crítica y exegética” de la Poesía Completa del vate santia- guino (1978), que objetivamente no es tal, se concreta a ofrecer una ordenación de los poemas póstumos fundamentalmente con un cri- terio cronológico. A “El buen sentido” lo ubica en la sección “Nómina de huesos” de Poemas Póstumos, en el segundo lugar, inmediata- mente después de la composición “La violencia de las horas”. Según él es su correcta ubicación cronológica. No añade una mayor fun- damentación a lo que él había expresado anteriormente en su escrito “Un doloroso caso de insanía” (1974), publicado con motivo de su polémica con la viuda de Vallejo. Creemos pertinente transcribir, a

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REVISTA DE CRÍTICA LITERARIA LATINOAMERICANA Año XXXIII, No. 66. Lima-Hanover, 2º Semestre de 2007, pp. 313-322

UNA VERSIÓN DESCONOCIDA DEL POEMA “EL BUEN SENTIDO” DE CÉSAR VALLEJO

Jorge Prado Chirinos Universidad Mayor de San Marcos

El 16 de octubre de 1938, esto es, seis meses después de la muerte de César Vallejo y ocho antes de la edición príncipe de Poe-mas Humanos (15 de julio 1939), el diario La Crónica de Lima, en su página “La vida literaria y artística”, publica por primera vez el texto completo del poema en prosa “El buen sentido”, precedida por una nota breve anónima con ilustración alusiva de Arístides Vallejo. Es un texto de indudable valor para completar la secuencia cronológica sobre la difusión de los poemas póstumos de Vallejo así como para el establecimiento de sus variantes. Hasta la fecha esta publicación, lamentablemente, ha permanecido ignorada en el campo de los es-tudios vallejianos en nuestro medio y en el mundo. En las más im-portantes biobibliografías del periodo 1950-1961, preparadas por destacados estudiosos del poeta universal como Luis Monguio1, An-dré Coyné2, Luis Foti3, no existen referencias acerca de dicha publi-cación; ocurre casi igual en los posteriores repertorios bibliográficos. En el ámbito de las ediciones críticas de la obra poética del vate uni-versal, la situación es casi similar a la que presentan las bibliografías vallejianas. Juan Larrea, español, amigo del poeta, polémico estu-dioso de la obra de Vallejo por más de 35 años, en su denominada “edición crítica y exegética” de la Poesía Completa del vate santia-guino (1978), que objetivamente no es tal, se concreta a ofrecer una ordenación de los poemas póstumos fundamentalmente con un cri-terio cronológico. A “El buen sentido” lo ubica en la sección “Nómina de huesos” de Poemas Póstumos, en el segundo lugar, inmediata-mente después de la composición “La violencia de las horas”. Según él es su correcta ubicación cronológica. No añade una mayor fun-damentación a lo que él había expresado anteriormente en su escrito “Un doloroso caso de insanía” (1974), publicado con motivo de su polémica con la viuda de Vallejo. Creemos pertinente transcribir, a

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continuación, parte de dicha explicación para la confrontación con los demás puntos de vista al respecto:

(…) el estilo imaginante de este texto, leído hasta el fin, no manifiesta rela-ción alguna con los que Vallejo compuso en Perú. Entre éste y aquellos media un corte abismal que delata una profunda transformación en la mente del sujeto con el lapso de tiempo para ello requerido. La referencia a París -que parece ser el porque VV asigna a este poema el primer lugar entre los posteriores a Trilce- se explica mucho mejor suponiendo que se escribiera en un momento de grave angustia, en esta gran ciudad extranje-ra donde se sentía perdido y en tal desvalimiento como para dirigirse a su madre en pleno desvarío, un tanto al modo como en los días de su encie-rro carcelario. Sobre todo que en París es muy posible que Vallejo viera nevar por vez primera, y no en meses caniculares de su llegada. Ni tampo-co en los días eufóricos de junio y julio de su travesía tropical del Atlántico, ¿No confiesa en él haber “viajado mucho”? Dice además en ese poema que su madre empieza a llorar por él porque “se halla envejecido, en la hoja de espada, en la desembocadura de mi rostro” ¿Cómo surgiría en su sentimiento esa imagen tan insólita? ¿No se-rá reflejo de la empuñadura de espada que aquel escultor José Decreff la-bró con el perfil de su rostro no antes de 1924? Diríase que sí.4

Larrea, aparte de esta explicación, en ninguno de sus estudios acerca de los poemas póstumos, hace referencia a la publicación que hizo La Crónica de “El buen sentido”, antes de la edición de Pa-rís. Por su parte Américo Ferrari, otro reconocido estudioso de Valle-jo desde su tesis universitaria Ontología y poesía en César Vallejo (Universidad de San Marcos, 1971), suscribiendo en gran parte la hipótesis cronológica propuesta por Larrea para el poema “El buen sentido”, sitúa a éste entre las composiciones poéticas más antiguas en la sección “Poemas póstumos I” de la edición crítica de la poesía de Vallejo que él coordinó. En sus “Notas a Poemas Póstumos I”, que figuran en dicha edición, no añade nuevos elementos de preci-sión cronológica sobre el poema en cuestión. Se limita, pues, a con-firmar que fue escrito con la misma máquina en “que L designa co-mo 1, la misma en que se escribieron (…) ‘Las ventanas se han es-tremecido’ y otros poemas que se atribuyen generalmente a los pri-meros años del poeta en París”5. Como se advierte resulta también una conjetura que no aporta mayores luces. Por lo demás, Ferrari tampoco proporciona referencias acerca de la publicación limeña de “El buen sentido”. En la edición crítica de Ricardo González Vigil, que es la última de la Obra Poética de Vallejo (1991), centrándose en el examen mismo del texto de dicho poema y el análisis de sus inter-relaciones con el corpus de la escritura vallejiana, ubica a “El buen sentido” cronológicamente en al sección “I: Poemas en prosa y ám-bito de contra el secreto profesional”, después de la composición “Nómina de Huesos”. En el comentario correspondiente ofrece una

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explicación de por qué dicha ubicación. Estimamos que es la más satisfactoria hasta el momento. A continuación citamos textualmen-te:

(…) hemos tenido en cuenta, para no ubicarlo como el primero de esta se-rie de composiciones (en prosa), la naturaleza lírico-narrativo de “El buen sentido”. Expliquémonos: esa condición lírico-narrativo emparenta con las de Contra el secreto profesional, sobre todo con “Tendríamos ya una edad misericordiosa (titulado con vacilaciones, “Lánguidamente su licor”), pero también con “Ruido de pasos de un criminal” y “Conflicto entre los ojos y la mirada”. Viene a ser un paso más en la línea lírico-narrativa de Escalas: de hecho “El buen sentido” trae a la memoria el diálogo en clima de delirio erótico como tanático(sic) entre madre e hijo en “Más allá de la vida y de la muerte, así como (…)6

Para contribuir, por nuestra parte, a esta fundamentación, trans-cribimos a continuación, algunos fragmentos de la carta que el poeta dirigiera desde París a su hermano Víctor Clemente, el 14 de julio de 1923, pues contienen algunos gérmenes iniciales que se difuminarán creativamente, más tarde, en el cuerpo orgánico de “El buen senti-do”:

El Altísimo ya me hizo llegar sin contratiempo alguno, a esta gran capital que según opinión universal es lo más bello que Dios ha hecho sobre la tierra. Aquí estoy ya y me parece todo un sueño. Un sueño! Quiero llorar ahora, viéndome aquí tan lejos de ustedes. Uf! Muy lejos! Quiero llorar mu-cho, a torrentes porque mi dolor y mi tristeza asoma a mis ojos y no dejan escribir… París! París! ¡Oh qué grandeza! ¡Qué maravilla! He realizado el anhelo más grande que todo hombre culto siente (…) Dedico este momento a la sagrada memoria de mi padre y de todos uste-des, que, a esta hora, estarán en mi Santiago, y en casita, quizás conver-sando juntos, riendo o acaso llorando. Pienso en ustedes y la melancolía me ahoga y no puedo más.7

En suma, todos los puntos de vista sobre el establecimiento de la cronología de los poemas en prosa y, en particular sobre “El buen sentido” que hemos revisado a grandes rasgos, constituyen sólo conjeturas con diversos grados de aproximación a la verdad. Toda-vía no sabemos hasta el momento con exactitud y objetividad qué fecha o año fue escrito dicho poema por Vallejo; sin embargo, tales conjeturas son perfectibles. En el futuro tendremos nuevos elemen-tos para el establecimiento de una verdadera cronología integral, en especial de toda la producción poética del vate universal en Europa. Por nuestra parte, en base a los aportes precedentes, las innegables interrelaciones textuales que con frecuencia se dan en el corpus de la producción literaria de Vallejo y la sensibilidad creativa y muy

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humana que se refleja en el cuerpo orgánico del mismo poema, po-demos establecer, provisionalmente, que “El buen sentido” fue escri-to indudablemente a fines de 1925 pero no antes.

En los próximos años, cuando se logren recuperar y luego siste-matizar: a) los originales dejados por el poeta con sus propias co-rrecciones, sus ordenamientos inconclusos; b) las copias mecano-grafiadas hechas por Georgette Philippart, su viuda; c) los textos lite-rarios del poeta, dispersos en diarios, revistas, boletines, en museos nacionales y particulares; y d) los inéditos en archivos estatales y personales de América y Europa, entonces sólo con esta documen-tación se podrá lograr una cronología definitiva de la producción lite-raria de Vallejo en Europa y luego cumplir con el anhelo de editar la totalidad de los hallazgos vallejianos obtenidos a lo largo de la se-gunda mitad del siglo XX y del presente. De ello estamos seguro. Ya entre los años 2003 y 2006 se han producido nuevos hallazgos, los que se suman a muchos del s. XX. Hugo Arias Hidalgo en el 2003 descubrió primero un soneto de Vallejo en la revista El Nuevo Ilustra-do, Nº 782, de 1911 (Cerro de Pasco), y después, en esta misma re-vista (Nº 798 del 27 de marzo de 1912), otro poema titulado “Vida e Ideal”. Ambos textos publicados inmediatamente por el Fondo Edito-rial de la Universidad Ricardo Palma. En el 2006, Carlos Fernández, investigador de Estudios Hispánicos en University College, London, halla en El Comercio, edición de la tarde del 4 de marzo de 1918, otro escrito vallejiano que lleva por título “La intelectualidad de Truji-llo” y además una réplica del poeta a un crítico(a) de iniciales C.R.R, que se publicó en La Crónica el 7 de marzo del mismo año. Ambos textos ya reproducidos en el suplemento El Dominical de fecha 19 de noviembre de dicho año. Estos descubrimientos y el nuestro, cu-yo texto ofrecemos en las siguientes páginas, alientan la esperanza de reunir todos los escritos originales inéditos y éditos desconocidos así como los supuestamente perdidos o ignorados después de la muerte del gran poeta.

Ahora bien, en relación con el texto mismo del poema de nuestro descubrimiento, que reproducimos íntegramente en las siguientes páginas, incluyendo la nota que acompaña y la ilustración, debemos destacar que presenta una serie de variantes, especialmente en el uso de los signos de puntuación. Para que ellas se visualicen fácil-mente, en conjunto, se muestran también las variantes que figuran en las ediciones hechas después de 1938, esto es, en la de Georget-te (en Poemas Humanos, 1939) y en la facsimilar de 1968, preparada también por la misma viuda de Vallejo.

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CUADRO DE VARIANTES ED. LA CRONICA, 1938 ED. PRINCIPE, 1939 ED. FACSIMILAR, 1968

Mi madre me ajusta el cuello

a mi muerte. [pto. y aparte] por el regreso. [punto y aparte] me dieron tanto sus ojos ¿Cómo no da tan viejo ya que las ¡Parece hermano menor ¡Fuere por que yo he via-

jado mucho! [punto y aparte] ¡Fuere porque yo he vivido

más! Pero, más se pone -Hijo, ¿como estás viejo? el color amarillo a llorar

porque ¿Por qué las madres se ¿Y por qué, si los punto de su ser, más Allí reside el candor [en otra línea] en el mundo, un sitio que

Mi madre me ajustaba el cuello

a mi muerte. Que soy por el regreso. La cierro me dieron tánto sus ojos Cómo no da tan viejo ya, que las Parece hermano menor Fuere por que yo he viajado mucho! Fuere por que yo he vivido más! Pero mas se pone -Hijo, cómo estás viejo! el color amarillo a llorar,

porque Por qué las madres se Y por qué, si los punto de su sér, más mi madre. Allí reside el en el mundo un sitio que

Mi madre me ajusta el cue-llo

a mi muerte. Que soy por el regreso. La cierro me dieron tánto sus ojos ¿Cómo no da tan viejo ya, que las ¡Parece hermano menor ¡Fuere por que yo he viajado mucho! Fuere por

que yo he vivido más! Pero, más se pone Hijo, ¡cómo estás viejo! el color amarillo a llorar,

porque ¿Por qué las madres se ¿Y por qué, si los punto de su sér, más mi madre. Allí reside el en el mundo un sitio que

Preferimos que la labor de una explicación detallada de las indi-

cadas variantes la hagan los especialistas. Nosotros mas bien que-remos esbozar, a continuación, algunas apuntaciones en torno a: la fuente primaria del cual procede el texto publicado de “El buen sen-tido”; la persona que trajo o que envió el texto desde París a Lima para su publicación en La Crónica; y, además, dar una respuesta a la pregunta de ¿cómo fue posible ello cuando en París, entre julio de 1938 y fines de junio de 1939, Georgette Vallejo, el Dr. Raúl Porras, con la cooperación de Juan Ríos, se encontraban preparando la edi-ción de los poemas póstumos de Vallejo con el título Poemas huma-nos, creado por ellos?

1. En cuanto a la procedencia del texto: Confrontando las varian-tes que muestra la publicación de 1938 con las de la edición de 1939 y las de la facsimilar, debemos inferir que la publicación de La Cróni-ca procede de esta última, pero con ciertas precisiones en la pun-tuación y la separación de algunos fragmentos, seguramente para presentar un texto más claro según el criterio del responsable o los responsables de su edición.

2. Para conocer a la persona que trajo o envió desde París el tex-to de “El buen sentido” es indispensable tomar en cuenta lo que di-

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cen los testimonios más importantes sobre los originales de los poemas de París, esto es, los ofrecidos por Georgette, la viuda del poeta, y los dados por los amigos más íntimos de Vallejo como Juan Larrea, Franklin Arteaga y Juan Ríos. En primer término, Georgette, en sus tan citados Apuntes biográficos sobre Poemas en prosa y Poemas en prosa8, manifiesta que fue Juan Larrea quien se “apode-ró de varios poemas de Poemas en prosa” y los reprodujo, casi ínte-gramente, en su conferencia “César Vallejo o Hispanoamérica en la cruz de su razón”; además, se sabe también que ella proporcionó los originales que Larrea utilizó para el homenaje de la revista Nuestra España (de junio de 1938). En los mismos “Apuntes” refiere que Gonzalo More, otro de los íntimos amigos del poeta, le pidió los ori-ginales de los versos inéditos en nombre de “Paz y democracia” con el propósito de publicarlos, pero después de un tiempo los devolvió al fracasar su proyecto de edición por falta de fondos económicos. Se deduce de estos testimonios que Gonzalo More conoció los ori-ginales de los poemas póstumos y los recibió después que Juan La-rrea, quien se enteró de ellos y los tuvo en sus manos unas semanas antes. Larrea por su parte nos revela que Georgette, después de la muerte de Vallejo, alquiló “un cuarto amueblado” cerca de la plaza Delambre y afirma que fue en este lugar, al que concurrió repetidas veces, donde conoció los versos póstumos. Añade que también en ese sitio es donde recibió de VV “los materiales” que utilizó en el Homenaje de Nuestra España (1938) y el original para la edición es-pañola de España AC, “lo cual están documentados mediante es-quelas de la misma VV (…)”. Más adelante agrega que Gonzalo (Mo-re) concibió el propósito de crear el Comité de Amigos de César Va-llejo “precisamente para rescatar los originales de propiedad de VV por temor de que ésta cometiese un desatino. Se quería, a su juicio asegurar la custodia de esa documentación”9. Por su parte Franklin Arteaga en su carta de mayo de 1945, publicada en El Callao el 16 de mayo de ese año, asegura que él también conoció los originales de Vallejo10. Y, Juan Ríos en su misiva del 16 de mayo, publicado con su artículo “Rebatiendo una infamia” (Trinchera Aliada. Año II-Nº 25. Lima, 19 de junio de 1945, p. 3.), declara que él trabajó con Va-llejo y conserva “las obras inéditas del Poeta para devolverlas a la viuda”. Ahora bien, de las cuatro personas que dan su testimonio sobre los originales de la poesía vallejiana, fue solamente Juan Ríos quien regresó a Lima en el segundo semestre de 1938, los demás se quedaron en Europa y retornaron a América únicamente después de 1939. En consecuencia, la única persona que pudo haber traído el original o copia de “El buen sentido” a Lima habría sido Juan Ríos. O también cabe otra posibilidad: que Gonzalo More lo haya remitido de

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París a Lima, pues en la nota que acompaña a la publicación de La Crónica se indica, además de otras revelaciones, que se haría una edición popular de la poesía póstuma de Vallejo, lo cual coincide con el pensamiento marxista que More abrazó. Esperamos que nuevas investigaciones den mayores luces al respecto.

3. Sobre la pregunta que formulamos, debemos responder en los términos siguientes: después de la muerte de Vallejo se produjo, como es natural, un gran interés por conocer y difundir la obra poéti-ca inédita de Vallejo. Aparte de la viuda del poeta, que mostró inme-diatamente gran preocupación por ello, los amigos del poeta con quienes éste intimó por largos años tuvieron también un gran interés por apresurar la publicación de tales versos. Se sabe, pues, que hubo una serie de disputas entre ellos para hacerse cargo de la edi-ción póstuma. Seguramente esta situación es la que animó para que Juan Ríos o Gonzalo More se apresuren en hacer publicar “El buen sentido” en Lima antes de que saliera la edición parisiense. Por otra parte, como se sabe, desde antes de 1938, Europa vivía bajo la sombra de crecientes agresiones bélicas, cada vez más bárbaras: por un lado la Guerra Civil Española, que aún proseguía con feroci-dad y, por otro, la pólvora sanguinaria nazi matando miles de seres humanos en las invasiones a países vecinos. Tal situación obligó también, como es natural, a que las obras de creación como las de Vallejo se pusieran a buen recaudo, con grandes riesgos. Y en el ca-so del autor de España, aparta de mí este cáliz era más imperiosa tal precaución, puesto que él había sido desde 1928 un activísimo mili-tante marxista. Por esta militancia, seguramente, muchos intelectua-les peruanos de la generación del 900 callaron sobre la obra poética de Vallejo producida en París, lo cual ocurrió igualmente con varios escritores de la siguiente generación, a excepción de Luis Alberto Sánchez, Jorge Basadre, Raúl Porras, José Jiménez Borja y Estuar-do Núñez, quienes sí escribieron algunos artículos y comentarios en torno a la poesía póstuma de Vallejo. Pero entre 1938 y 1948 no se logró hacer un estudio crítico integral sobre la poesía de Vallejo, o al menos de la gran penetración crítica de los de José Carlos Mariáte-gui y de Antenor Orrego. Pocos jóvenes universitarios se atrevieron a preparar sus tesis de grado sobre el poeta universal, como Alfonso Mendoza (en 1941), Enrique Azálgara Ballón (1945), Antenor Sama-niego (1947) y el Elsa Villanueva Teixeira (1948).

El texto poético de nuestro hallazgo, que ahora se publica, resul-ta sólo una pequeña muestra del corpus literario vallejiano, pero muy valiosa, como hemos señalado, para los posteriores estudios de la obra del poeta y el establecimiento de una verdadera cronología –completa, precisa e irrefutable– de los “poemas póstumos”. La nota

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que lo acompaña y la ilustración con la leyenda “Libro inédito (Poe-mas en Prosa)”, con revelaciones pocos conocidas, servirán asimis-mo para ir completando la historia de “El buen sentido”.

[Lima, 2007]

Incluimos en seguida una de las más bellas composiciones inédi-

tas del gran poeta fallecido en París en abril último. Vallejo ha dejado sin publicar un acervo valioso. Parte de él está haciendo editar su viuda en París y en Lima, a lo que se sabe, haráse una edición popu-lar de sus más hermosa [sic] composiciones antes no conocidas.

La no bien lamentada muerte de lírida peruano ha sido motivo en América para exaltar su fecunda y genial obra literaria, ya ungida, felizmente, por la fama que acompañó desde el primer momento al hondo y humano autor de “Los Heraldos Negros”.

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LIBRO INEDITO (POEMAS EN PROSA)

-Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama París. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande. Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a nevar, sino para que empiece a nevar. La mujer de mi padre esta enamorada de mí, viniendo y avanzando de es-paldas a mi nacimiento y de pecho a mi muerte. Que soy dos veces suyo: por el adiós y por el regreso. La cierro, al retornar. Por eso me dieron tanto sus ojos, justa de mi, infra-ganti de mi, aconteciéndose por obras terminadas, por pactos consuma-dos. Mi madre está confesa de mí, nombrada de mí. ¡Cómo no da otro tanto a mis otros hermanos! A Víctor, por ejemplo el mayor, que es tan viejo ya que las gentes dicen: ¡Parece hermano menor de su madre! ¡Fuere por que yo he viajado mucho! ¡Fuere porque yo he vivido más! Mi madre acuerda carta de principio colorante a mis relatos de regreso. Ante mi vida de regreso, recordando que viajé durante dos corazones por su vientre, se ruboriza, y se queda mortalmente lívida, cuando digo, en el tratado del alma: Aquella noche fui dichoso. Pero, más se pone triste; más se pusiera triste. -Hijo, ¿cómo estas viejo? Y desfila por el color amarillo a llorar porque me haya envejecido, en la hoja de espada, en la desembocadura de mi rostro. Llora de mí, se entris-tece de mí. Qué falta hará mi mocedad, si siempre seré su hijo? ¿Por qué las madres se duelen de hallar envejecidos a sus hijos si jamás la edad de ellos alcanzará a la de ellas? ¿Y por qué, si los hijos, cuanto más se aca-ban, más se aproximan a los padres? Mi madre llora porque estoy viejo de mi tiempo, y porque nunca llegaré a envejecer del suyo? Mi adiós partió de un punto de su ser, mas externo que el punto de su ser al que retorno. Soy, a causa del excesivo plazo de mi vuelta, más el hom-bre ante mi madre que el hijo ante mi madre. Allí reside el candor que hoy nos alumbra con tres llamas. Le digo enton-ces hasta que me callo: -Hay, madre, en el mundo, un sitio que se llama París. Un sitio muy grande y muy lejano y otra vez grande. La mujer de mi padre, al oírme, almuerza y sus ojos mortales descienden suavemente por mis brazos.11 CÉSAR VALLEJO

NOTAS:

1. “César Vallejo: Bibliografía”. En: Revista Hispánica Moderna. Año XV. New York, 1950.

2. “Nota bibliográfica sobre Vallejo”. En Mar del Sur. Año II, Nº 11, p. 69. Lima, Mayo-Junio de 1950..

3. “Bibliografía Vallejiana”. En: Aula Vallejo, 1, pp. (137)-143. Córdoba, 1er se-mestre de 1961. La segunda parte de esta bibliografía se publica en los Nos. 5, 6, 7 de la misma revista, en 1967.

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4. Larrea, Juan: “Un doloroso caso de insanía”. En Aula Vallejo, 11, 12, 13, Cór-doba, 1974, pp. 251-252.

5. En: Vallejo, César. Obra poética. Edición crítica. París-Madrid, Archivos ALL-CA, 1988, p. 441.

6. Vallejo, César. Obras completas. Tomo I: Obra poética. Edición crítica (…). Lima, 1991, p. 451.

7. Vallejo, César. Correspondencia completa. Edición, estudio preliminar y notas de Jesús Cabel. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2002, pp. 57 y 58.

8. En Homenaje Internacional a César Vallejo. (Visión del Perú), Nº 4, PP. 177 Y 187. Lima, julio de 1969)

9. Larrea, Juan. “Un doloroso caso de insanía”, En: Aula Vallejo, 11-12-13. Córdoba, 1974, pp. 376-377

10. Puntualiza: “Tiempo después, cuando tratábamos de recopilar algunos traba-jos de Vallejo para su publicación (Poemas Humanos), nos sorprendió que el joven Juan Ríos, en compañía de Juan Pareja y Raúl Porras, se abrogaron (sic) el derecho de imprimir versos póstumos de César Vallejo (…)”

11. La Crónica. Domingo 16 de Octubre 1938, p. 8.

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1 “César Vallejo: Bibliografía”. En: Revista Hispánica Moderna. Año XV. New York, 1950. 2 “Nota bibliográfica sobre Vallejo”. En Mar del Sur. Año II, Nº 11, p. 69. Lima, Mayo-Junio de 1950.. 3 “Bibliografía Vallejiana”. En: Aula Vallejo , 1 , pp. (137)-143. Córdoba, 1er semestre de 1961. La segunda parte de esta bibliografía se publica en los Nos. 5, 6, 7 de la misma revista, en 1967. 4 Larrea, Juan: “Un doloroso caso de insanía”. En Aula Vallejo , 11, 12, 13, Córdoba, 1974, pp. 251-252. 5 En: Vallejo, César. Obra poética. Edición crítica. París-Madrid, Archivos ALLCA, 1988, p. 441. 6 Vallejo, César. Obras completas . Tomo I: Obra poética. Edición crítica (…). Lima, 1991, p. 451. 7 Vallejo, César. Correspondencia completa. Edición, estudio preliminar y notas de Jesús Cabel. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2002, pp. 57 y 58. 8 En Homenaje Internacional a César Vallejo. (Visión del Perú), Nº 4 , PP. 177 Y 187. Lima, julio de 1969) 9 Larrea, Juan. “Un doloroso caso de insanía”, En: Aula Vallejo , 11-12-13. Córdoba, 1974, pp. 376-377 10 Puntualiza: “Tiempo después, cuando tratábamos de recopilar algunos trabajos de Vallejo para su publicación (Poemas Humanos), nos sorprendió que el joven Juan Ríos, en compañía de Juan Pareja y Raúl Porras, se abrogaron (sic) el derecho de imprimir versos

póstumos de César Vallejo (…)” 11 La Crónica. Domingo 16 de Octubre 1938, p. 8 .