Revista de Santander (2a Epoca) No.1 (Mar., 2006) [.PDF]

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E D I C I N 1 s200667REV I ST A D ESA N TA N D ERpr e se n t a c i nurante el mes de junio de 1945 sali a la luz pblica la primeraentrega de la Revista de Santander, cuyos dos mil ejemplares fue-ron publicados por la Secretara de Instruccin Pblica de esteDepar tamento. El artculo de apertura fue escrito por el gober-nador Alejandro Galvis Galvis bajo el ttulo de Funcin social de nuestra Uni-versidad,unaindicacinsobreelproyectoculturalmsimportantequefuegestionado durante el decenio de los aos cuarenta del siglo XX en Bucaraman-ga. Gustavo Serrano Gmez, director de Instruccin Pblica, actu como direc-tordeestarevistaenlastresentregasquefueronpublicadasduranteelao.Integraban el Consejo de Redaccin los doctores Abdn Espinosa Valderrama,Jaime Ardila Casamitjana y Manuel Serrano Blanco.Lacalidaddelasprimerasentregasdeestarevistafuegarantizadaporelnutrido grupo de brillantes escritores que cedieron sus textos para ella. Entre loslocales se destacan los nombres de Pedro Gmez Valderrama, Jess Zrate Mo-reno,ManuelSerranoBlanco,GustavoSerranoGmez,MarioGalnGmez,Juan de Dios Arias, Christian Clausen, Rafael Flrez Camacho y Gustavo Wilches.Entre los escritores nacionales brillaron las plumas de Luis Lpez de Mesa, An-tonio Garca, Baldomero Sann Cano, J. A. Osorio Lizarazo, Aurelio Arturo, Her-nando Tllez y Fernando de la Vega. Y entre los escritores extranjeros, los nombresde James Joyce, Salvador de Madariaga, Wallace Fowlle y Gabriela Mistral. Fueaqu donde Miguel Such Martin y Jos Mara Ots Capdequ publicaron los re-sultados de sus investigaciones arqueolgicas e histricas.Don Jaime Ardila Casamitjana, el escritor local que brillaba en esa dcadapor su novela Babel, publicada en Buenos Aires, se encarg de la direccin de larevista durante el ao 1946. Los doctores Augusto Espinosa Valderrama y Ale-jandro Galvis Galvis se integraron entonces al Consejo de redaccin. Vinierondespus otros directores de notable figuracin: el doctor Alberto Duarte French,tanligadoaalnacimientodelaUniversidadIndustrial,aligualqueeldoctorJorge Snchez Camacho, quien fue seguido por Henr y Serrano Uribe, directorde la dcima entrega en junio de 1950. Fue en este ao cuando se suspendi supublicacin.Present acinDE D I C I N 1 s20068Don Roberto Harker Valdivieso, actuando como director de Extensin Cul-tural, reanud la publicacin en diciembre de 1957 y la mantuvo hasta mayo de1959. Don Rafael Prada Ardila, cuyo nombre bautiza hoy la sala de exposicionesdel Auditorio Luis A. Calvo de la UIS, public la dcima quinta entrega en abrilde 1960. Tras una nueva suspensin, en enero de 1963 la Secretara de ExtensinCultural de Santander reanud la publicacin con la entrega 16, encargndosedel siguiente nmero la seora Isabel Sorzano de Ibarnegaray, la directora de esedespacho. Tras una nueva suspensin, durante el mes de marzo de 1967 la dis-tinguida poetisa Carmen Ortiz de Gmez Meja public la entrega 18, ltima delas conocidas.Pese a su falta de periodicidad, esta revista fue la tribuna crtica de la gene-racin intelectual de la Repblica Liberal, y, a despecho de su particular filia-cin partidista, escribieron en ella todos los hombres de letras que vivieron enSantander durante esos dos decenios, proyectando al pas la capacidad creativaen las letras, las artes plsticas y la msica de los hombres de Santander. No hayque olvidar que el maestro Luis Mara Carvajal hizo conocer al pas desde estarevista las par tituras de Viva la fiesta, Risuea juventud, Yo no canto palomera y elPasillodeconcierto. Por su par te, Temstocles Carreo divulg aqu su marchaPalonegro.Eneltiempoenqueestarevistaanunciabasuocaso,donJuanRamrezMuoz organiz, con el apoyo de su padre, la imprenta universitaria. Fue aqudonde se imprimi la primera Revista de la Universidad Industrial de Santander,seguida de inmediato por el Boletn de Geologa, la Revista de Ingeniera Indus-t rial y la Revista In, todas ellas con vocacin de especializacin en una discipli-na cientfica o en una profesin. Hoy en da la Universidad cuenta con ms deuna docena de revistas especializadas que se distribuyen entre las comunidadesdisciplinarias.AunquelaRevistaHumanidadesofreci,durantesusprimerasdcadas de existencia, una tribuna para todos los hombres de letras, el procesode especializacin experimentado en la antigua Divisin de Humanidades quela transform en un conjunto de escuelas disciplinarias, la mayora de ellas conrevista propia, hizo que esta publicacin languideciera, impotente ante las nue-vas exigencias nacionales de indexacin para las revistas cientficas.Durante el ao 1988 el doctor Rafael Gutirrez Girardot visit BucaramangaparaofrecerunciclodeconferenciasenlaBiblioteca GabrielTurbay,cuyodirector de ese entonces Luis lvaro Meja lo invit a dirigir una revista cultu-ral de alto nivel para llenar el vaco de este gnero que para entonces ya se expe-rimentabaenlaciudadporladesapar icindelaRevistadeSantanderylaespecializacin de las revistas universitarias. Fue en ese entonces cuando el doc-9REV I ST A D ESA N TA N D ERpr e se n t a c i ntorGutirrezpresentel Prospectodeunarevistadepensamientoycrtica(Bonn, 24 de abril de 1988) y acept dirigirla bajo el patrocinio de la Biblioteca.No obstante, los cambios acaecidos en la Administracin Municipal archivaroneste proyecto.LacarenciadeunarevistaculturaldeampliacirculacinsemantieneenSantander, pese a los esfuerzos empeados para mantener la inquietud culturalentre los lectores por parte del suplemento Vanguardia Dominical (actualmenteVanguardia & Cultura, suplemento sabatino) del peridico bumangus Vanguar-dia Liberal. En la nueva circunstancia de creacin de una editorial universitariase ha abierto la posibilidad de institucionalizar una revista cultural de la Univer-sidad Industrial de Santander, siempre y cuando logre llenar la ausencia de unatribuna de pensamiento y crtica, como propuso el fallecido Gutirrez Girar-dot, y que aspire a ser la revista inst itucional de la inteligencia de Santander.Tal es la apuesta de la actual administracin de la Universidad, que espera elapoyo de todos los escr itores del pas y la comprensin de los ciudadanos deSantander.BajolaadvocacindellemadeGabrielGarcaMrquezCulturaeselaprovechamiento social de la inteligencia humana, esta segunda poca de laRevistadeSantandersepresentadesdeesteaoantelasociedadilustradadelDepartamento y del pas como un medio institucional para promover la digni-dad, la autonoma y la solidaridad de la inteligencia humana en esta orgullosaregin del pas. Ing. lvaro BELTRN PINZNRector UISE D I C I N 1 s20061011REV I ST A D ESA N TA N D ERpr o s p e c t oEl 24 de abr il de 1988, el recientemente fallecido autor de este texto lo firm ensu casa de Bonn y lo envi al entonces director de la Biblioteca Pblica Munici-pal Gabriel Tur bay, Luis lvaro Meja, ilusionado con el proyecto de codir igirla revista cultural cuya ausencia ya se regist raba en Bucaramanga. Por razonesque aqu no tiene utilidad mencionar, esa revista nunca pudo ver la luz pblica.Noobstante,estetextoinditoanconser vasuvalorcomotestimoniodelalucha intelectual que libr su autor durante su fecunda vida universitaria, y sepublicaaqucomounhomenajeasumemoriaycomoreconocimientoasufuncin de precursor de esta revista cultural de Santander.El largo proceso de desintegracin de las sociedades latinoamericanas y la deses-peranza que despierta la aparente impotencia de detener su tempo acelerado nodeben encerrar a la inteligencia en el crculo inmediato del miedo y de esa formadepasividadqueconsisteenlalamentacinyenlabuscaespeculativadesuscausas. Es cierto que el conocimiento de las causas puede satisfacer, en parte, laansiedad que producen la oscuridad del horizonte y la propia desorientacin.Pero las sociedades latinoamericanas en particular tienen la experiencia histri-ca de que ni el conocimiento histrico-social ni la crtica de la inteligencia a esascausaslogranmoverunasolapiedradeledificioenelqueseatrincheran,enmediodelahecatombe,losinteresesdelamayoradequienesgobiernan.Lainteligencia latinoamericana paga su libertad cuando no opera bajo dictadurasmilitares con la indiferencia que le deparan los gobernantes y gran parte de lasociedad.Empero, si la accin de la inteligencia en el presente es reducida, tieneabiertas las puertas para la configuracin del futuro, y esto tanto ms en pasescomo los hispanos en donde el futuro es un pasado maana que, a veces, ya estpor convertirse en ayer.Las lagunas que ha dejado en este siglo la poltica educativa y univer-sitaria de los gobiernos y que no son justificables por carencia de medios econ-micossonyamares,ysutamaonoesmenorporelhechodequealgunasindividualidades universitarias hayan logrado sobresalir. Ese consuelo que ge-Prospecto de una revista de pensamiento y crticar a f a el GUTI RREZGI RARDOT(Sogamoso, 05.05.1928Bonn, 27.05.2005)E D I C I N 1 s200612neralmentesueleargirsecontratodacrticaalavidaculturalcolombianaesms bien una coartada para mantener en pasiva autosuficiencia el estado me-diocre que es responsable de que slo muy pocos y en contra de ese estado pue-dan sobresalir.Llenartrechoatrechoyamuylargoplazoalgunasdeesaslagunasdebe ser la misin de una revista de crtica y de pensamiento. Pero de qu lagu-nas se trata? La carencia de una universidad que no sea slo una institucin deformacin profesional ha dejado la ms honda laguna en la vida cultural colom-biana. Es laguna y muro a la vez, porque al no ser conocida y aceptada como talse ha convertido en un hbito incuestionable que cierra las puertas a toda laborde creacin en todos los mbitos, an en los que, como las ciencias econmicas,parecen ser ms creativos. Esa honda laguna y ese muro ptreo y casi impenetra-ble es el pensamiento dogmtico. El pensamiento dogmtico no se refiere a undogma solo, cualquiera que sea. Es un hbito o modorro, como dira Quevedo,que convierte todo pensamiento diferenciado en dogma elemental y, con ello, lopriva de su dinmica y, por tanto, de su poder de suscitacin. Cualquier corrien-te de pensamiento que llega a los pases de lengua espaola, y que generalmentellega tarde, se transforma all en un dogma que es sucedido por otro, y as suce-sivamente. Este hbito es naturalmente producto de una sociedad estructuradadogmticamente,demodoqueeldogmatismomentaldetodosmantienein-consciente e involuntariamente la dureza de los lmites entre las clases. El mar-xismo- len in ismolat in oamer ican o,por slocit ar aun avct imadeesedogmatismo, no logr con la crtica de las armas debilitar el poder de la oligar-quadejandodeladoloquelentendiporarmas,porqueinteriormenteestaba desarmado, es decir, careca de las armas de la crtica, para decirlo con lafrase conocida de Marx. Y precisamente esas armas de la crtica que fueronlas armas que Marx manej con maestra le hubieran permitido ser una fuerzapoltica creativa en Latinoamrica, y no un dogmatismo reproductivo ms y a lapostre tan estril como el panamericanismo liberaloide de quienes vean en lademocracia norteamericana la salvacin de la libertad. Pero quin amenaza lalibertad de Nuestra Amrica?Las teoras de la dependencia son tan frgiles y engaosas porque con-sideran parcialmente un factor propio del mundo moderno, esto es, la interde-pendencia econmica del mundo. Es decir, no tienen en cuenta la condicin deque esa interdependencia se convierta en una dependencia. Esta no es estructu-ral, porque esa dependencia depende considerablemente de la voluntad de de-pendencia de la llamadas clases dirigentes de los pases de lengua espaola. Yesa voluntad de dependencia se sostiene, se nutre, se reproduce y se degrada amendicidad bancaria en el dogmatismo. Ese dogmatismo es el precio que pagaron las repblicas latinoameri-canas por su ascendencia peninsular, esto es, por su pertenencia y por el cuoque le dio esa pertenencia a un Imperio que identific la sustancia de la nacin13REV I ST A D ESA N TA N D ERpr o s p e c t ocon el catolicismo. La teologa de la liberacin puede ser un intento de arre-pentimiento del corpus clerecial de las consecuencias de esa identificacin. Esaes,empero,unacuestinintraeclesial,queenltimainstanciaconduceaunasalvacin del poder de la Iglesia en una sociedad de masas o en sociedades en lasque la Iglesia ha sido cmplice de las ms bajas degradaciones humanas. Peroesos arrepentimientos y esos intentos cosmticos de corregir y poner al da loque se delinqui, no borran naturalmente la profunda huella, sangrienta, deni-grante, humillante, que dej el catolicismo en los pases de lengua espaola, estoes, el dogmatismo.Con todo, sera falso pretender liquidar el problema de esta herencia ala manera del indigenismo, esto es, reprochando a la historia pasada que siguiun curso diferente al que l considera verdadero post festum. Resucitar los mitosindgenas y querer incorporarlos al presente o considerados como sustancia dela nacin equivale a seguir el ejemplo espaol e, invirtiendo sus trminos, fo-mentar un folclore ir racional y pasatista que distrae de las exigencias y los desa-fos de la historia presente alpas. Cambiar un dogma porotronoesloquevaainte-graralasociedaddestroza-da por las consecuencias deldogmat ismo.Cont r ibuye,msbien,adesintegr ar loque se ha salvado del naufra-gio, esto es, lo que con pala-br anodeltodoadecuadacabe llamar la identidad na-cional .Lasuperacindeldogmatismo permitir que todas las fuerzas estancadas se despierten y tomen lapalabra dando a la creatividad nacional su tono colombiano.Los decenios pasados han sumido a Latinoamrica no solamente enuna profunda y alarmante crisis, sino que han frenado violentamente su decur-sohistrico.Aeseretrasosedebeelquelospasesllamadospobres,comoelnuestro,sevuelvancadavezmspobresylosricoscadavezmsricos.Esuncrculo vicioso del que slo se puede salir partiendo de una justificada confianzaenlasfuerzasdelpas,especialmenteenlajuventud,yconelnimoquehizodecir al Libertador: Si la Naturaleza se opone, venceremos a la Naturaleza. Ciertoes que la Naturaleza contra la que hay que luchar en el presente es un dragnacompaado de pulpos. Pero cuando en nuestro pas se difundan el pensamien-to que honradamente busca la verdad y la crtica que impulsa y pone a prueba alpensamiento, cuando, pues, se nacionalice la tolerancia y se le tuerza el cuelloa la envidia, entonces ese ejrcito de monstruos propios se ir desvaneciendo.C u an d o e n n u e st r o p asse d i f u n d an e l p e n sam i e n t o q u eh o n r ad am e n t e b u scal ave r d ad yl acr t i caq u e i m p u l sayp o n e ap r u e b aal p e n sam i e n t o ,cu an d o ,p u e s,se n aci o n al i ce l at o l e r an ci ayse l e t u e r zae l cu e l l o al ae n v i d i a,e n t o n ce se see j r ci t o d e m o n st r u o sp r o p i o sse i r d e sv an e ci e n d o .E D I C I N 1 s200614Es eso una utopa? Evidentemente. Pero todo pensamiento creador es utpico,ysinexigenciasutpicasnohaycrtica.ParaelmaestrodeAmr ica,PedroHenrquez Urea, la utopa es ansia de perfeccin. Esa ansia de perfeccin es laquehanutridolaobradenuestrosgrandesantepasadosintelectuales,desdeAndrs Bello, pasando por Eugenio Mara de Hostos, Jos Mart, Juan Montalvo,RufinoJosCuervoyMiguelAntonioCaro,CarlosArturoTorresyManuelGonzlez Prada, Alfonso Reyes y Jos Luis Romero, hasta una figura que, reco-giendo buena par te de esta tradicin, sucumbi ejemplar y noblemente comosi estuviera repitiendo el destino de los hroes jvenes de nuestra Independen-cia a la cizaa del dogmatismo, como lo fue Ernesto Guevara. El ejemplo de suvoluntad de construccin y emancipacin de un mundo que responda a las es-peranzas que despert cuando surgi a la historia, es no solamente el ms clarotestimonio de nuestra conciencia continental, sino tambin de la fuerza latentey poderosa de Nuestra Amrica, que hasta ahora ha impedido su destruccin.Revivir ese ejemplo es tanto como fortalecer y renovar la confianza en nosotrosmismos, sin la cual no ser posible romper el crculo vicioso en que nos encon-tramos.La crtica y el pensamiento no conocen lmites nacionales. Eso quieredecir que su ejercicio en nuestro pas es la condicin para discutir y asimilar lacultura europea y norteamericana con serenidad y soberana. Pero eso exige na-turalmente un conocimiento directo de los productos de esa cultura. La educa-cinsecundariaylauniversidadt ienenlaobligacindeproporcionaraloscolombianos esos medios. Pero hasta llegar a ese estado normal en otras partes eideal en nuestro pas, ser preciso recorrer un largo trecho y comenzar con bre-ves pero seguros pasos. El primero es, sin duda, y aunque hoy parezca arcaico, ladifusin del hbito de leer y del contacto con los libros. Sin un horizonte socialamplioquesepavaloraresoshbitos,queporladinmicalalecturaexijaelcumplimiento de las obligaciones de la educacin secundaria y de la universi-dad, todo proyecto de reforma cultural resultar abstracto. Pero este primer pasodebe darse en todos los departamentos, y no es hablar pro domo cuando aseguroquelaBiblioteca GabrielTurbay,quepatrocinarestarevista,constituyeunmodelo de ese primer paso indispensable.Por el hecho de que en su direccin la revista tiene un pie en Europa,larevistapresentarar tculossobreproblemasactualesdecisivosque,onoseconocen o llegan demasiado tarde a Colombia. No menos importante es el an-lisis y la crtica de t rabajos europeos sobre Latinoamrica y Colombia, especial-menteparadespejarlaimageninteresadaysimplificadaque,conintencinfrecuentemente mesinica, se ha trazado desde hace siglos en Europa. Esa ima-gen europea de Nuestra Amrica ha sido trazada muchas veces con conocimien-tostomadosdeloslatinoamericanos,aquienesporserconsideradoscomo15REV I ST A D ESA N TA N D ERpr o s p e c t oproveedores de materias primas se calla, y sin el grado de comprensin que exi-gen lascien ciashist r icas.Lain flu en ciadeesaimagen sobr en u est r aautocomprensinhacontribuidosutilmenteafomentarnuestraalienacin,aolvidar a quienes con mejor conocimiento de causa y autntica pasin han abiertonuevos caminos para la comprensin histrica de Nuestra Amrica y que mu-chosdeceniosdespussonpresentadosporeuropeoscomonuevoscaminos.Cuanto debi, por ejemplo, Andr Gunder Frank realmente a Sergio Bag ensu libro Capitalism and Underdevelopment in Latin America (1967), a quien citatres veces solamente, pese a que sin la perspectiva abierta por Bag, Frank nohubiera sabido plantear el problema? Los ejemplos podrn multiplicarse.Latinoamrica es un mundo que los europeos comprenden ms dif-cilmente que frica y Asia. Razones de poltica exterior imperial han hecho queel inters de la Comunidad Econmica Europea se centre en Centroamrica, lareginquepuedeamenazarlos llamados intereses nacio-nales de los Estados Unidos.Estehechohapuestoense-gundo plano al resto de Lati-n oamr ica.Per oest o,queparalaeconomapuedeserevidentemente un problema,tiene un aspecto positivo. Li-br adosanosot rosmismos,con un frente menos que so-portar,podemosaprovecharese desinters como desafo y espacio libre para atender al frente ms impositivoeinsolenteydesplegarnuestrasfuerzas.Todoestoescuestindemuylargoplazo. Pero hay que aprovechar ya los breves claros que se abren en el horizonte.Teniendo en cuenta que estas circunstancias inciden en el ejercicio del pensa-miento y de la crtica, la revista tendr un acento poltico, pues, al cabo, al fin,por ltimo (Csar Vallejo), la Biblioteca, el pensamiento y la crtica, tienen sureferencia fundamental en nuestra nueva polis... la de nuestro pas como partede la Magna Patria que es de manera nica y latente el Nuevo Mundo.La empresa es utpica y sus fines parecern, para los miopes y los c-modos, los vanidosos y los envidiosos, exagerados e irrealizables. A palabras ne-cias, no odos sordos, sino hechos y trabajo. Que hubiera sido de Nuestra Amricasi el Libertador y Jos Mart, si Andrs Bello y Juan Montalvo, si Manuel GonzlezPrada y Ernesto Guevara hubieran atendido las voces y se hubieran dejado ven-cer por las intrigas de los soolientos egostas que los persiguieron? Pero la em-presa es necesaria. L at i n o am r i c ae su n m u n d o q u e l o se u r o p e o sc o m p r e n d e n m sd i f c i l m e n t e q u e f r i c ay A si a.Razo n e sd e p o l t i c ae x t e r i o r i m p e r i alh an h e c h o q u e e l i n t e r sd e l aC o m u n i d ad Ec o n m i c aEu r o p e asec e n t r e e n C e n t r o am r i c a,l ar e gi n q u e p u e d e am e n azar l o sl l am ad o s i n t e r e se sn ac i o n al e s d e l o sEst ad o sU n i d o s.D o s s i e r R e g i o n a lM O N U M E N T O S D E L ASantandereanidadDOSSIER REGIONAL MONUMENTOS DE LA SANTENDEREANIDAD DOSSIER REGIONAL MONUMENTOS DE LA SANTENDEREANIDADUn monumento es un testimonio visible cuya finalidad esprovocar un recuerdo en la mente de quien lomira. Ms all de sus peculiares formas artsticasun tema de las charlas de los crticos de arte, lamonumentalidad de una representacin artsticaradica en su capacidad para hacer recordar. Re-cordar qu? Recordar el relato de un aconteci-miento, narrado segn una estrategia de algunode los modos de la representacin humana.Cada vez que miramos un monu-mento cuando efectivamente lo vemos ten-dramos que recordar un relato. Ese recursofsico de la memoria supone que previamente al-guien nos ha relatado, de algn modo, algnacontecimiento ya acaecido. Un monumento his-trico (Monumenta rerum gestarum) es entoncesun hito dispuesto en el espacio pblico por unartista que expres su voluntad de hacer que re-cordramos un relato. Pero: qu sucede cuandoel relato original ha dejado de ser verosmil? Peoran: qu sucede cuando el relato original ya nopuede ser odo por los ciudadanos del mundoactual?Pero se trata de relatos sobre he-chos que realmente sucedieron!, nos dir la opi-E D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d18nin positivista. Slo que ya no es posible seguirignorando la escandalosa tesis acuada porNietzsche hace ms de ciento diez y seis aos:Contra el positivismo que se detiene ante el fe-nmeno slo hay hechos, yo dira: no, justamenteno hay hechos, slo interpretaciones.1 En efecto,el artista no plasma un hecho histrico en unmonumento, apenas su interpretacin. Lo queaconteci alguna vez es una seleccin de fenme-nos que fueron reunidos por un intrprete: nohay acontecimiento en s alguno porque todoacontecer es de naturaleza interpretativa.Resulta entonces que los monumen-tos histricos dispuestos en los lugares pblicosno solamente nos conminan a recordar un relatode hechos pasados. Adems, nos obligan a to-mar par t ido por una inter pret acin acerca delo que aconteci. Y entonces: qu sucede cuan-1 Fr iedr ich NIETZSCHE, Smt liche Werke,Krit ische St udienausgabe, Berln, 1980.Citado por Car los B. Gutirrez en No hayhechos, solo int erpret aciones: la universalidadde la int erpret acin, U. de los Andes, Bogot,2004, p. 93.DOSSIER REGIONAL MONUMENTOS DE LA SANTENDEREANIDAD DOSSIER REGIONAL MONUMENTOS DE LA SANTENDEREANIDAD19REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rdo la interpretacin que inspir al artista respon-sable del monumento ya ha dejado de ser veros-mil? Ms an: qu sucede cuando lainterpretacin original ya no tiene ninguna ven-taja para el mundo actual?Los historiadores de hoy no ignoranque el llamado hecho histrico es una construc-cin imaginaria proveniente de un juicio de losdatos reunidos, y por ello Jacques Le Goff acusa los documentos de ser autnticos monumentosdirigidos a manipular la interpretacin de las ge-neraciones posteriores con sus silencios e insis-tencias. Cada vez ms percibimos al historiadorcomo un intrprete preso de sus documentos-monumento, con lo cual se ha esfumado la pol-mica por la absoluta verdad histrica. De lahistoria de lo acontecido como interpretacin sesigue el monumento pblico comoreinterpretacin del artista. Resulta entonces queambos, historiador y artista, imponen no sola-mente una memoria, sino adems cierta inter-pretacin.Y entonces: quin podr defenderal espectador de los monumentos del espacio p-blico? Quin le llamar la atencin sobre su cul-pable inocencia? Solamente los crticos puedensuspender los prejuicios de los recuerdos al con-vocar a un juicio de segunda instancia que reviselas interpretaciones que subyacen a los monu-mentos. Este dossier abre sus pginas a la crticade los monumentos pblicos, es decir, a la revi-sin de las interpretaciones y de los recuerdos.E D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d20l 17 de agosto de 1989, un daantes del asesinato de LuisCarlos Galn en la plaza deSoacha, el historiador Ger-mn Arciniegas le expuso alescultor Luis Guillermo Vallejo su sueo delevantar en Bogot un monumento conme-morativo del movimiento de los Comunerosdel Socorro. Desde ese momento, y guiadopor el relato historiogrfico del propio Arci-niegas, este ar tista comenz a bosquejar laforma que podra tener ese monumento. Msde una dcada despus, conoci por casuali-dad a los hermanos Carlos y Leonidas G-mez, quienes con otras personas integrabanla asociacin llamada Socorranos en Ac-cin. De las conversaciones que sostuvieronfue resurgiendo la idea de levantar el proyec-to en el municipio del Socorro, sitio de ori-gen de ese movimiento social de 1781. Unaronda de consultas con funcionarios pblicosy empresarios, clculos de presupuestos y ladeterminacin del sitio adecuado entre So-corro y Oiba obligaron al escultor a visitarpor casi tres aos esa poblacin.Estando en campaa electoral, elcoronel Hugo Heliodoro Aguilar Naranjooy sobre el proyecto y se interes por suejecucin. Ya posesionado en su empleo deeleccin popular, este gobernador viaj aManizales para conocer el Monumento a losColonizadores que en el cerro de Chipre habaerigido el maestro Vallejo. En Bucaramanga,este escultor hizo una presentacin del pro-yecto ante el Gabinete Departamental. Mien-tras tanto, el gobernador seleccion el sitiodel emplazamiento del monumento: el mira-dor del can del Chicamocha llamado Ven-tanas, en jurisdiccin del municipio deL o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a dAratoca, junto a la carretera nacional queune a Bucaramanga con El Socorro. Aceptadala propuesta artstica, fueron perfeccionadoslos presupuestos y legalizada la inversinpblica que asumi la forma de un ParqueNatural del Chicamocha, en el que fueronproyectados otros usos comerciales yrecreacionales. El clculo del conjunto monu-mental ascendi en ese momento a dos milmillones de pesos, que apenas cubran losderechos del autor, el moldeado y la fundi-cin de todas las figuras. Tendran queagregarse otros mil quinientos millones quevaldra el emplazamiento de la hoja de taba-co en concreto armado pretensado que so-por ta, como un paraboloide de 55 metros delargo por 22 de ancho, todas las figuras mo-numentales. La hoja de tabaco es, adems dela base del monumento, una cubier ta delsendero de las hormigas que correr pordebajo del monumento para permitir a quie-nes crucen por l una vista del paisaje delcan. Al mirar hacia arriba, los caminantesvern el envs de la hoja, con sus venas, expe-rimentando la sensacin de las hormigas quecruzan por debajo de las hojas. Esta cubier tasolamente estar apoyada en sus dos ladosextremos a lo ancho, dejando la vena princi-pal a la vista.Las figuras del conjunto monu-mental que tienen como base la hoja de taba-co giran alrededor de una seccin de esferacon base circular de unos ocho metros queestar situada en el medio sur de la hoja yrepresentativa de el estallido de la insurrec-cin. Con estructura de acero y recubier ta depiedra, de su superficie salen en contorno 30astas a manera de rayos de estallido, elabo-ARMAN D O M A RT N EZ G A R N I C AE21REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rrados en acero inoxidable al carbn, con lon-gitudes variables de 15, 10 y 5 metros linea-les, con base circular mxima de 40centmetros y 10 centmetros en la punta.Anclados a su estructura, los rayos portarnpiedras inser tadas para producir un efecto deestallido.En el centro del estallido estarsituada la figura en bronce de ManuelaBeltrn rompiendo los edictos, cuya escala1:1,7 la hace la ms grande del monumento.En el crculo de la misma esfera la acompa-an la figura en bronce de Delgadillo, el niotamborilero, en escala 1:1,5. Del centro de laesfera de piedra y en forma radial brotanhacia los extremos las nueve figuras en bron-ce de los principales lderes del movimientocomunero, en escala 1:1,5. Ellos pueden serMateo Ardila, Isidro Molina, LorenzoAlcantuz, Salvador Plata, Ambrosio Pisco,Francisco Rosillo, Jos Antonio Monsalve,Pedro Alejandro de la Prada y Manuel Or tiz.Hacia uno de los extremos de lahoja se representan siete figuras masculinas yfemeninas que organizan, en crculo, unaescena de mercado campesino con sus distin-tos productos de la tierra. Frente a ellos, ysentado en una silla, la figura de fray Ciriacode Archila entrega el Manifiesto del Comn.Hacia el otro ext remo se organiza la fila delas figuras que marcharon hacia Santaf, enescala 1:1,5. Son dos grandes bueyes que sos-tienen una parihuela que sostiene una copaguane, una mula cargada, una pareja de pe-rros y una de cabras, dos hombres, dos muje-res, un nio y una nia. Encabeza estamarcha la figura alegrica de Jos AntonioGaln, a caballo, que vuela sobre otro equinoen procura de su gloria.Frente a ellos, y enfrentado conaltivez la marcha, se erigen dos figuras debronce en escala 1:1,5. Una es la del arzobis-po Antonio Caballero y Gngora, armado desu bculo que se transforma en hacha de laLa hoj a de t a ba c oe s, a de m sdel a ba se de lmonume nt o, unac ubi e r t a de l se nde r ode l a shor mi ga s quec or r e r por de ba -j ode l monume nt opa r a pe r mi t i r aqui e ne sc r uc e npor l una vi st ade l pa i sa j e de lc a n.E D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d22muer te, sobre el bal de su legendario tesoroacumulado. La otra es la de Juan FranciscoBerbeo, quien sentado en el piso llora su trai-cin al movimiento, apenas cubier ta su des-nudez por un poncho. El remate delmonumento es el marco de siete metros dealtura por tres de ancho, con dintel circular,representativo de la puerta de la gloria, por elque entran solamente las almas de los mr-tires de la gesta comunera hacia la gloria,despus de haber sido liberados para ella porel patbulo. Estas 36 figuras, sin la puer ta dela gloria, tendrn un peso superior a las cin-cuenta toneladas.L ar e p r e se n t ac i n m an i q u e aq u e o p o n eal p r fi d o ar zo b i sp o y asu c m p l i c e ,e l t r ai d o r Be r b e o ,c o n t r aG al n e lc o m u n e r o y l o sm r t i r e s,e se l c e n t r o d e lr e l at o q u e b r o t ar d e l m o n u m e n t o al asan t an d e r e an i d ad q u e e st e n c i e r n e s.Q u c l ase d e m e m o r i ae s st a?cada una de las figuras, para que la urdimbrede luces y sombras produzca el efecto de unamultitud.El escultor ha querido transmitirun relato de un movimiento social percibidocomo orgullosa cuna de nuestra liber tad yfuente de los valores de la santandereani-dad. Est en su derecho como artista que es,y nadie puede pedirle que cambie la hoja detabaco por una de cacao, o que cambie lasactitudes de las figuras. No sera ya su perso-nal representacin artstica. Pero su nicafuente es la peculiar interpretacinhistoriogrfica de Germn Arciniegas1. Nosabe que contra esta interpretacin se alzaronPablo E. Crdenas Acosta2 y John L. Phelan3.Piedra de toque de esta disputahistoriogrfica4 es la calificacin de la con-ducta de Juan Francisco Berbeo, el capitngeneral de los comuneros. Para Arciniegas, seEste monumento a la santanderea-nidad ser iluminado por un sistema instala-do en las bases de las rocas que expulsan laexplosin liber taria, sostenido en unas basesde acero triangular. Las caras del asta trian-gular en punta producen una superficie pla-na que se abre desde la punta en lo ms alto,a la base esfera de piedra. Cada uno de loslados de estas lanzas piramidales sern espa-cios de reflejo de chorros de luz que se insta-larn en cada una de las rocas para producirel efecto de rayo y velocidad hacia arriba o elimpulso de las piedras en la explosin. Tam-bin sern instalados reflectores de luz con-centrada en las bases de cada roca empotradaen las astas, con el fin de producir desde mu-chos puntos diferentes iluminacin directa aSe r ni nst a l a dosr e f l e c t or e sde l uzc onc e nt r a da e nl a sba se sde c a dar oc a e mpot r a dae nl a sa st a s, c one l f i nde pr oduc i rde sde muc hospunt osdi f e r e nt e si l umi na c i ndi r e c -t a a c a da una del a sf i gur a s, pa r aque l a ur di mbr ede l uc e sysom-br a spr oduz c a e le f e c t ode unamul t i t ud.23REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rtrata de un traidor al movimiento, quien acambio del empleo de corregidor del Socorroorden su desmovilizacin y la captura deGaln por el capitn Nieto. Para Phelan, setrata del autntico lder del movimiento queobtuvo del arzobispo las concesiones queprotegieron las tradiciones tributarias delNuevo Reino contra el ataque fiscal que pro-vino de la modernizacin estatal ideada porlos ministros del rey Carlos III. La figura delarzobispo Caballero y Gngora tambin estema de controversia. Para Arciniegas es elprfido calculador que anul las capitulacio-nes que haba jurado solemnemente respetar.Para Phelan, fue quien proporcion a loscriollos las herramientas intelectuales que lespermitieron socavar los cimientos del anti-guo rgimen, abriendo la puerta a quienesposteriormente encabezaran la independen-cia nacional.La representacin maniquea queopone al prfido arzobispo y a su cmplice,el traidor Berbeo, contra Galn el comune-ro y los mrtires, es el centro del relato quebrotar del monumento a la santandereani-dad que est en ciernes. Qu clase de memo-ria es sta? No es una memoria crtica quecondene a todos los personajes del pasadopara abrirle el paso a las acciones de la nuevageneracin del presente. Es ms bien unamemoria anticuaria que quiere preser var yvenerar el mundo de los comuneros, que en-sea la piedad por el mar tirizado Galn y quecultiva una simpata por la explosin de uncampesinado pobre que se amotin en laplaza de un pueblo contra una injusticia esta-tal. La veneracin por el movimiento comu-nero, la experiencia de sentirse tan pequeocomo una hormiga, pueden infundir en lanueva generacin un sentimiento de confor-El si t i ode l e mpl a -z a mi e nt ode lmonume nt o: e lmi r a dor de l c a nde l Chi c a moc hal l a ma doVe nt a na s,e nj ur i sdi c c i nde l muni c i pi odeAr a t oc a , j unt oa l ac a r r e t e r a na c i ona lque une a Buc a r a -ma nga c onElSoc or r o.El c l c ul ode lc onj unt omonu-me nt a l a sc e ndi e ne se mome nt oadosmi l mi l l one sde pe sos, quea pe na sc ubr a nl osde r e c hosde la ut or, e l mol de a -doyl a f undi c i nde t oda sl a sf i gur a s.E D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d24midad con la realidad modesta, esforzada ydura que vive el pueblo santandereano. Elgusto por la tierra nativa, por los valores fru-gales de los comuneros libres, por la aridezdel paisaje del can del Chicamocha, por larplica contestataria contra las innovacionesestatales, provee una estabilidad espiritualque disuade a los ms atrevidos a no despla-zarse a tierras ext ranjeras en busca de mejo-res condiciones por las que habra que lucharcon coraje.La memoria anticuaria ayuda a losindividuos a aferrarse a unas montaaserosionadas y de escasa fertilidad, a unos h-bitos campesinos, a un ambiente social muylimitado, resistiendo en cambio la acometidade las novedades procedentes del extranjero.La fe que procura el afirmarse sobre viejasraces, proclamando la lealtad a unas t radi-ciones heredadas, requiere una memoriavenerante y anticuaria. Esa tradicin de ex-plotar contra la injusticia para participarcon otros a riesgo del martirio en movi-mientos de protesta contra las innovacionesde la modernidad poltica y social es presen-tada aqu como el camino hacia la puerta dela gloria, hacia la vida eterna. Los valores dela santandereanidad transmitidos por esterelato pueden ser incluidos en la coleccin delos esfuerzos que opone la resistencia social alos cambios de la modernidad. Esta memoria anticuaria es com-plementada por el nuevo monumento aNuestra Seora del Socorro, inaugurado el 3de julio de 2005 al lado de la carretera nacio-nal que entra al municipio del Socorro pro-cedente de San Gil, un proyecto gestionadopor la misma asociacin cvica que puso enmarcha el monumento anterior, ahora llama-da Comuneros en accin. Se t rata de la reno-vacin de una antigua devocin a estaadvocacin mariana, protectora tradicionalde los socorranos de todos los tiempos. Elrelato original proviene del sitio del Tern,donde el Demonio se le apareci a una cam-pesina que lo haba invocado para que sellevara a su hija desobediente. Arrepentida, lamadre invoc en su auxilio a la Virgen Mara,quien se present en el acto armada de unmazo con el que redujo al diablo para luegoencadenarlo a sus faldas. Esta advocacinmariana, originalmente situada en la capillade la doct rina de los indios del pueblo deChanchn, fue adoptada por la parroquiaque en su vecindad fue erigida a finales de1683 con tal nombre.El da de la inauguracin de estenuevo monumento del Tern fue repartidoentre la concurrencia un Romance de Nuest raSeora del Socorro, que en unos de sus versosrecuerda el modo comoen estas tierras en la Coloniaal Malo apartas, lo encadenasy al punto salvas,a una muchacha desobediente,a quien cambiaste su proceder.Desde entonces, esta Virgen Mara se convir-ti en faro y gua de la fundacin de unpueblo para la historia que ofrend a la Pa-tria gentes de gran vala y cualidades paraadmirar. Los socorranos fueron definidos eneste romance como raza procera y ejemploiberoamericano de lucha por la libertad:Altar de mrtires y en la Repblicasemillero de grandes obras,que a la Nacin agregan valor.La renovacin de aquella estirpe que edifi-c una monumental catedral a esta advoca-25REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rcin mariana se dirige ahora a la meta delevantar su nuevo monumento en bronce.Slo que los gestores de nuestros das no hanpodido reunir los dineros necesarios paraque el maestro Vallejo funda este monumen-to en este noble metal. Lo que hoy podemosver no es ms que la propuesta provisional:los moldes en fibra de vidrio. Han pasado yalos tiempos en que el feligresado socorranoera capaz de dirigir su ahorro colect ivo haciagrandes monumentos, como el del templomencionado que hoy preside su parque prin-cipal, o como las dos figuras de bronce que lamiran desde los pedestales que acogieron laobra del maestro scar Rodrguez Naranjo.Esta madre querida ya no tiene a su dispo-sicin aquella estirpe que coloniz los lla-nos orientales y que codirigi los primerostiempos de la Repblica.La idea original que puso en mar-cha este proyecto provino del movimientossmico que descabez la escultura antiguadel Tern y liber al Diablo. Como ste co-menz a hacer de las suyas entre lossocorranos, los Comuneros en accin se pro-pusieron la ereccin del nuevo monumentocon el propsito de encadenarlo de nuevo, esdecir, de reconst ruir el consenso comn quese haba ext raviado en el seno de lossocorranos nostlgicos por su pueblito vie-jo. Pero como pudo comprobar por s mis-mo Leonidas Gmez, amarrar al Diablo esuna empresa ms difcil de lo que se cree,sobre todo cuando no se cuenta con ayudadivina. Unir para una causa a los orgullosossocorranos, desconfiados y pagados de suindividualidad, es ms difcil que encadenarlas fuerzas del Maligno arrojado de los Cie-los. Fue justamente cuando la Virgen del So-corro pudo encadenarlo cuando pudieronunirse veinte mil de ellos para marchar hastaZipaquir en 1781 con el fin de reclamar eldesagravio contra el impuesto de la Armadade Barlovento. Dado que fue liberado por elsismo que descabez a su ama, el Diablo hamovido todas las fuerzas disponibles paraimpedir que los Comuneros en accin se sal-gan con la suya. El Demonio nunca descansa,y con su sabidura antediluviana sabe bienque impidiendo la unidad de los socorranospodr liberarse en tres aos de los frgilesmoldes de fibra de vidrio con que pudo vol-ver a encadenarlo el maestro Vallejo. Pero lacadena de las nostalgias por la tierra nativa esdbil, y puede romperse si no se refuerza coneste propsito monumental que ha concitadola Madre del Cielo. Slo las cadenas debronce pueden amarrar bien al Maligno. As,el desenlace de esta propuesta monumentalse mantiene hasta hoy en la incertidumbre. Otra propuesta monumental ha sido formu-lada recientemente por Jaime Guevara, unpintor bumangus que reside en Espaa,quien se ha propuesto esculpir un monu-E D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d26mento colectivo a los padres de Latinoam-rica en una escarpa del Can delChicamocha. Este proyecto es un conjuntoescultrico integrado por siete cabezas queseran seleccionadas de una lista en la queaparecen registrados Jos Antonio Galn,Tpac Amaru, el cacique Guanent, Crist-bal Coln, Bolvar, Jos de San Mar tn, Ale-jandro Petin, Jos Mart, el Che Guevara,Eloy Alfaro, Benito Jurez y Emiliano Zapata.La dimensin de este proyecto es inmensa, sise considera que la escarpa elegida puedetener 70 metros de alto por 50 metros de an-cho. Para el efecto de este proyecto, este ar tis-ta constituy la Fundacin Monumento aLatinoamrica, la cual afirma haber adquiri-do ya el terreno donde sera ejecutada estaobra monumental.Aunque este proyecto an no pare-ce haber comprometido funcionarios pbli-cos ni empresarios, el sentido de este relato esel de la memoria monumental. Se trata deejemplificar con las acciones de los hombresde accin ms grandes de Latinoamrica:liber tadores, descubridores y revolucionarios.La grandeza de unos hombres cuyas carassern vistas desde la distancia, como ocur recon el monumento erigido a cuatro presi-dentes de los Estados Unidos (G. Washing-ton, T. Jefferson, T. Roosevelt y A. Lincoln) enel Monte Rushmore (South Dakota), puedeser una experiencia impactante. Pero stasfueron esculpidas en una montaa de grani-to, y el t rabajo que realiz Gutzon Borglumtard catorce aos (1927-1941), teniendo suhijo que terminarlo. Este ejemplo podra des-animar al maestro Guevara, dado que laescarpa del can del Chicamocha est for-mada por rocas de origen sedimentar io, enbuena medida esquistos metamrficos, y sutrabajo de esculpido podra tener grandesdificultades tcnicas. Adicionalmente, losprocesos erosivos, por las lluvias y el viento,son muy acelerados en este can, lo cualagregara problemas relativos a la conserva-cin del monumento proyectado. Unc onj unt oe sc ul t r i c oi nt e gr a dopor si e t e c a be z a squese r a nse l e c c i ona da sde una l i st a e nl a quea pa r e c e nr e gi st r a dosJos Ant oni oGa l n,Tpa c Ama r u, e l c a c i -que Gua ne nt ,Cr i st ba l Col n,Bol va r, Jos de Sa nM a r t n, Al e j a ndr oPe t i n, Jos M a r t ,e l Che Gue va r a , El oyAl f a r o, Be ni t oJu r e zyEmi l i a noZa pa t aD ad o q u e l ae scar p ad e l ca n d e lC h i cam o ch ae st fo r m ad ap o r r o casd eo r i ge n se d i m e n t ar i o ,e l t r ab aj o d e e scu l p i d op o d r at e n e r gr an d e sd i fi cu l t ad e st cn i cas.A d i ci o n al m e n t e ,l o sp r o ce so se r o si vo s,p o rl asl l u v i asye l v i e n t o ,so n m u yace l e r ad o se n e st e ca n ,l o cu al agr e gar ap r o b l e m asr e l at i vo sal aco n se r v aci n d e l m o n u m e n t op r o ye ct ad o .27REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rEstos nuevos monumentos a lasantandereanidad relatan, como cualquiermonumento, una historia. Esa historia quieremantenerse viva en la memoria colectiva dela sociedad que cotidianamente mira ese mo-numento. Pero la comunicacin de ese men-saje impone unas conductas sociales. Estasmemorias anticuarias que emanan de estosnuevos monumentos portan la voluntad deimponerle a la nueva generacin unas con-ductas, unos valores y unas actitudes polti-cas y sociales. Pero, se trata de una novedad?Acaso no pretendieron lo mismo los ante-riores monumentos? Procedamos a recordaralgo de nuestra propia experiencia monu-mental acumulada.Vistiendo levita y capa, tal comofue representado por un escultor francs,Francisco de Paula Santander se yergue,como monumento, en el parque que lleva suComoM oi s s, l a f i gur a monume nt a l deSa nt a nde r sost i e ne , c onsuma noi z qui e r da ,l a t a bl a de l a sl e ye sr e publ i c a na s.El hombr e que a l c a nz e nvi da l a di gni da dpr e si de nc i a l de l Est a dode l a Nue va Gr a na da se r e c ue r da e ne l pa spor ha be r si dounodel osf unda dor e sde l r gi me nr e publ i c a no.E D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d28nombre. Este bello objeto de noble broncerecuerda a los bumangueses un relato quetermina en un deber de gratitud. La inscrip-cin que puede leerse en su pedestal expresaeste sentimiento original: Bucaramanga, algeneral Francisco de Paula Santander. Elhombre que alcanz en vida la dignidad pre-sidencial del Estado de la Nueva Granada serecuerda en el pas por haber sido uno de losfundadores del rgimen republicano. El ot rofundador, tambin en un parque de su nom-bre, dista de ste tres cuadras en la traza ur-bana de Bucaramanga.Qu era lo que le agradecan aeste personaje los bumangueses5 de comien-zos de 1926, cuando acompaaron al presi-dente Pedro Nel Ospina durante el actooficial de inauguracin de este monumento?Seguramente, el papel destacado que habajugado en la construccin de la nacin co-lombiana. Por eso, este monumento se empa-reja con el del Libertador presidente.Agradecidos, los bumangueses recuerdan elrelato sobre las acciones de los dos padres dela patria al visitar sus monumentos, algunasveces por tando coronas de laureles. Aunquevecinos, entre estos dos monumentos semantiene una jerarqua: primero en el tiem-po de ereccin y en estatus social, el de San-tander. Detrs, el monumento del Libertador,cuyo terreno para su parque fue adquirido,por donacin, ese mismo ao.Por varias razones, esta jerarquaera de esperar. La ms antigua proviene delideario liberal colombiano que ha exaltado alhombre de las leyes, defensor de de laConstitucin de Ccuta contra las escanda-losas novedades introducidas por la Car tade Bolivia, desterrado por la oposicin de susamigos a la Dictadura de 1828. La ms re-ciente, este ilustre muerto fue quien dio suapellido al estado soberano que alguna veztuvo jurisdiccin sobre esta villa, y al depar-tamento poltico-administrativo de la Rep-blica de Colombia que le sucedi desde 1886.Al presidir una de las principales plazas deBucaramanga, este monumento nos recuerdaque este municipio es la cabecera poltica delDepartamento de Santander. Como Moiss,la figura monumental de Santander sostiene,con su mano izquierda, la tabla de las leyesrepublicanas.Pero estos dos monumentos veci-nos de los padres de la Patria fueron antece-didos en el tiempo y en estatus por el que nosrecuerda la gesta trgica de Custodio GarcaRovira (1780-1816), el primer colegial deesta parroquia en el Colegio Mayor del Rosa-rio. El grito Firmes Cachir! que aparece ensu pedestal no fue de victoria, sino el anun-cio de su huida hacia las montaas delCauca, donde finalmente fue capturado porel ejrcito espaol y enviado al cadalso. Laespada baja que empua en su mano derechaindica que es su mar tirio el que concita elagradecimiento de los bumangueses. El relatode estudiante-mrtir ha puesto en primerlugar el orgullo de haber sido consideradopor los cronistas locales como el primero deAgr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne l r e l a t osobr e l a sa c c i o-ne sde l osdos pa dr e sde l a pa t r i a a l vi si t a rsusmonume nt os, a l guna sve c e spor t a ndoc or ona sde l a ur e l e s.La ge st a t r gi c a deCust odi oGa r c a Rovi r a( 1 7 8 0 - 1 8 1 6 ) , e l pr i me rc ol e gi a l de e st apa r r oqui a e ne l Col e gi oM a yor de l Rosa r i o.29REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rE D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d30quienes marcharon a Santaf para ilustrarse,pero olvida su mejor servicio a la patria: ha-ber presidido en un momento decisivo eldestino del Congreso de las Provincias Uni-das de la Nueva Granada. La espuria repre-sentacin de la patria boba ha per vertido elmejor de los relatos posibles. Antes que estu-diante, es al mrt ir de la defensa militar delgobierno de la Primera Repblica contra elejrcito espaol. Hay que insistir en el uni-forme militar que viste esta figura monu-mental6.Garca Rovira, Santander, Bolvar :este fue el orden de la historia monumentalen la vida parroquial de Bucaramanga hastabien avanzado el siglo veinte7. En trminosgenerales, fue una historia ejemplarizantepara los hombres que condujeron las accio-Agr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne lr e l a t osobr e l a sa c c i one sde l osdos pa dr e sde l apa t r i a a l vi si t a rsusmonume nt os,a l guna sve c e spor t a ndoc or ona sde l a ur e l e s.31REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rnes de mejoramiento del amoblamiento ur-bano del municipio, aquellos que vieron enesos tres monumentos un llamado a servir asu terruo, sin esperar ms recompensa quela gratitud de sus descendientes, un lugar dehonor en el templo de la historia local.Cumplido este deber que aconsejala gratitud social, el relato monumental sedesplaza hacia los prrocos benemritos.Desde el ao de 1910 se yergue en el Parquede Francisco Romero un obelisco a la memo-ria de ste cura que, dice el cronista, fuehombre progresista y emprendedor. Estemonumento tambin nos recuerda las accio-nes progresistas del prroco Juan EloyValenzuela (1756-1834), quien tuvo siempreel corazn en Dios y las manos en el trabajoque dignifica. Si agregamos la pequea placaconmemorativa a Jos Mara Estvez (1780-1834), el eclesistico bumangus que presidila Convencin Constituyente del Estado de laNueva Granada en 1832, y el nombre demonseor Jos de Jess Trillos, iniciador dela Sociedad del Acueducto municipal, tene-mos los mejores ejemplos para ilustrar losdos atributos que los bumanguesesrememoran en los relatos sobre sus pastores:emprendedores y progresistas.El sentido de los relatos que ema-nan de los monumentos a los padres de lapatria y a los pastores locales es el mismo:vidas ejemplares de una historia monumen-tal que es apropiada por hombres deseososde contribuir al progreso de la vida munici-pal con sus acciones altruistas. La gloria delos hombres monumentales es una inspira-cin para quienes quieren repetir, agradeci-dos, sus acciones emprendedoras en favor delprogreso de la vida local y del engrandeci-miento de la pat ria. Por su lado, los edificiosque rodean estos monumentos contribuyen adefinir los espacios de su monumentalidad.As, a las espaldas del monumentoa Santander puede verse el edificio neoclsicodel Club del Comercio que recuerda a losbumangueses, como gran monumento de laidentidad local, quines han sido los tradi-cionales mandarines de ella. Frente a la ma-jestuosa entrada, con frecuencia pueden ver-se las camionetas 4x4 y los camperos demarca, rodeados de escoltas que esperan lasalida de los gobernantes de turno. El relatode las gentes del Comercio y de la buenasociedad es mantenido con devocin por loscronistas de este Club, quienes desde su por-tal pueden ver, cruzando el parque con lamirada, el edificio de la Cmara de Comer-cio. A la izquierda, la Catedral de la SagradaFamilia nos muestra la dignidad obispal quealcanz, durante la dcada de los aos cin-cuenta del siglo XX, un humilde lugar deindios que en 1779 escogi la advocacin deun gran obispo, San Laureano, para erigir alluna parroquia. De altares neoclsicos y con lahuella del mismo pintor que hizo los muralesdel mencionado Club, este monumentomantiene vivo el relato del clero que siempreparece haber estado comprometido con elAgr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne lr e l a t osobr e l a sa c c i one sde l osdos pa dr e sde l apa t r i a a l vi si t a rsusmonume nt os,a l guna sve c e spor t a ndoc or ona sde l a ur e l e s.E D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d32desarrollo local. Su cpula, de franjas de vi-vos colores, es uno de los hitos distintivos deesta ciudad, tal como nos lo recuerdan lasserigrafas de scar Martnez.El monumento de Santander mirahacia el extinguido Hotel Bucarica, hoy unade las sedes de la Universidad. Aunque losuniversitarios no lo saben, porque desde quellegaron al sitio han ignorado el monumentoal prcer, la atenta mirada del personaje mo-numental mantiene el recuerdo de su decisi-va accin educativa. Si en su tiempoconvirti los conventos menores de frailes encolegios provinciales, por qu no habra deser vir un orgulloso hostal para sede de unauniversidad? Los universitarios tampoco hantomado conciencia del significado de habitarun edificio monumental, pese a que han con-ser vado en su sitio el escudo que ide donEnrique Otero DCosta para reforzar su rela-to de la historia de la localidad. Escudo y edi-ficio, dos monumentos asociados, expresan elgran relato de la saga local a unos moradoresque ya no escuchan las entusiastas esperanzasde la Generacin de los Quintos JuegosOlmpicos Nacionales, la que en 1941 habaterminando tambin la construccin de lanueva Gobernacin de Santander, del Palaciode Justicia y del Estadio Alfonso Lpez. A suderecha, el monumento del prcer registra elproceso que convirti la Calle del Comercioen la Calle de los Bancos. Hoy, el Banco de laRepblica ocupa una de las esquinas del Par-que. En la otra se yergue otro banco oficial.En medio de los dos, la sede de un nuevogrupo local de comerciantes, constructores yprofesionales.Rodeado de relatos de comercian-tes y de curas emprendedores, con unos veci-nos universitarios que todava se sienten encuerpo ajeno y que le dan la espalda, el relatoagradecido que por ta el monumento del granhombre de las leyes es ignorado por la huma-nidad que se ha apoderado de su Parque.Lustrabotas, freidores de empanadas,escanciadores de avena y crispeteros, jubila-dos y desempleados, policas y taxistas, men-digos y gamines que se lavan en la fuente,Agr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne lr e l a t osobr e l a sa c c i one sde l osdos pa dr e sde l apa t r i a a l vi si t a rsusmonume nt os,a l guna sve c e spor t a ndoc or ona sde l a ur e l e s.33REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rvendedores ambulantes de toda clase de pa-cotillas y loteros, si bien relatan en mil vocesla crnica popular de una ciudad, tambindepauperizan la nobleza del relato local.El conjunto monumental que ro-dea el monumento a Custodio Garca Roviracomienza con el primer templo parroquial,reformado por sus principales prrocos entodos los tiempos. Se t rata del primer edificiolocal de impor tancia que fue const ruido en latraza parroquial originalmente hecha, a cor-del, por Nicols de Rojas. Despus de presidirpor ms de un siglo la plaza del mercado,desde finales del siglo XIX se alza sobre elparque que alberga al mrt ir, quien mira ha-cia el Palacio de Justicia con la mano izquier-da levantada en puo. Quizs no sea estegesto un producto del azar. A su derecha, elPalacio de la Gobernacin de Santander y, asu izquierda, el edificio no terminado de laAlcalda municipal. Vinculando al Palacio deJusticia que el monumento mira un pocoms al fondo, respaldada por sus doscaritides que el azar trajo de los destrozosdel Bogotazo, el conjunto monumental narrala historia del engrandecimiento de la parro-quia que ascendi al rango de villa en 1824,dotada de cabildo propio, y a capital tempo-ral del Estado a finales de 1857. Como sededel tribunal superior del Distrito Judicial delNor te y actual capital del Departamento deSantander, el conjunto es el testimonio de unasentamiento humano que ascendi poltica-mente por sus propios esfuerzos, pese a suhumilde origen.Este relato de emprendimiento yprogreso ascendente es interrumpido por unmonumento anmalo. ste permanece hoyen la esquina noroeste del Parque, en la or-fandad, con el edificio de la Alcalda comoespectral fondo. Se trata del monumento aunos supuestos fundadores de la ciudad.Este humilde bronce ha perdido el hablafrente a ese miserable teln de latas de zinc. Yes mejor que no hable, porque su relato esinverosmil para los odos ilustrados de hoy.Un pueblo de indios no tiene fundadores,porque su derecho se reduce a un derecho deamparo: el de unas tierras inalienables parasu proteccin. Y este derecho fue una mercedde la poltica proteccionista de la Monarquahispana, pero la justicia local derivaba deunas ordenanzas del real de minas que fueEl co n j u n t o m o n u m e n t al q u e r o d e ae l m o n u m e n t oaC u st o d i o G ar caRo v i r aco m i e n zaco n e l p r i m e rt e m p l o p ar r o q u i al ,r e fo r m ad o p o r su sp r i n ci p al e sp r r o co se n t o d o sl o st i e m p o s.Se t r at ad e l p r i m e re d i fi ci o l o cal d e i m p o r t an ci aq u e f u e co n st r u i d o e nl at r azap ar r o q u i al o r i gi n al m e n t e h e ch a,aco r d e l ,p o r N i co l sd e Ro j as.Agr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne lr e l a t osobr e l a sa c c i one sde l osdos pa dr e sde l apa t r i a .E D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d34diferenciado de la jurisdiccin del cabildo dePamplona. Pasados ms de ocho decenios dela fundacin del derecho de la ciudad dePamplona, ste s fundado en un acto de con-quista militar que agreg su provincia a laCorona de Castilla, la congregacin del pue-blo de indios de Bucaramanga a finales de1622 tuvo como actor principal a un oidor dela Real Audiencia de Santaf.Pero un acto justiciero de desagra-vio estatal no es lo mismo que la fundacinde un derecho de conquista que pudiera en-carnarse en el cabildo de una ciudad. El con-quistador con yelmo y lanza era por eseentonces una figura anacrnica. Y la evange-lizacin del cura doctrinero se diriga ya a lacuarta generacin de indios nacida despusde la conquista, es decir, a campesinos ind-genas despojados de sus lanzas de macanaque combinaban sus labranzas de pancogercon el lavado de las arenas aurferas.Este monumento fue un desprop-sito en el tiempo de su ereccin, y por esohoy ha enmudecido. Nadie se alegra por ello,pues los pueblos necesitan relatos fundado-res, mitos que den sentido a los empeos delas nuevas generaciones. La historiografatiene entonces esta deuda con ellas, pues elrelato del Cronicn Solariego ya no se sostienecomo acta de fundacin de una supuestaciudad. En vez de solares de hijos dalgos, he-redades fict icias en esta meseta, habra quefundar la saga en las labores silenciosas yesforzadas de los aborgenes, as como de losesclavos y estancieros venidos de ultramar.Una vez que fue demolido el pueblo de in-dios por otro visitador, fueron los estancieroslos que pusieron en marcha el comercio delas har inas y el cacao, o de las cargazones dealgodn y tabacos, y quienes enviaron sushijos a los colegios mayores de Santaf paraformar al primer grupo de ilustrados confor-mado por el prroco Juan Eloy Valenzuela ylos abogados Eusebio Garca Salgar y MiguelValenzuela.Pero este monumento a los fun-dadores tuvo alguna vez un relato que con-tar a quienes detienen su paso para interro-garlo. Ese relato no era monumental sinoanticuario, un deseo de preservacin de unpatrimonio ancestral. Ese relato habla de unmsero y pequeo pueblo de indios, decrpi-to y anticuado, que es dignificado y veneradopor la memoria histrica de los ms antiguosancestros. Este monumento habla de sigloslejanos y oscuros de un antiguo grupo abori-gen que ha sido llamado raz gloriosa delpueblo de Santander. A diferencia del relatomonumental, que convoca las energas alemprendimiento y al progreso, el reverencialrelato anticuar io no se inspira en la agitadavida social del presente sino en una curiosi-dad por lo rancio, impotente para proponernuevas empresas colectivas.A diferencia de este peculiar mo-numento anmalo, Bucaramanga cuenta conotro monumento del antiguo rgimen queAgr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne lr e l a t osobr e l a sa c c i one sde l osdos pa dr e sde l apa t r i a a l vi si t a rsusmonume nt os,a l guna sve c e spor t a ndoc or ona sde l a ur e l e s.35REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rcuenta un relato monumental. Se trata deJos Antonio Galn, el comunero, cuyocuerpo desmembrado fue originalmentedeclarado monumento de infidelidad por lavoluntad del arzobispo virrey, y que du-rante la conmemoracin centenaria de lasublevacin comunera fue transformadoen chispa de la libertad nacional. En tan-to monumento de libertad, bajo la impron-ta artstica de Carlos Gmez Castro, Galnel comunero fue fundido en Lima y erigi-do en su primer pedestal del Parque de losNios el 12 de octubre de 1949. La antor-cha que porta en su brazo derecho, el torsodesnudo y el grito que lanza relatan unatemprana historia de liber tad contra eldominio de la Monarqua Hispana. Esta-mos ante un relato monumental de unprecursor de la independencia nacional.A este escultor tambin la ciudad le debe elmonumento a Bolvar, inaugurado el 24 dejulio del ao siguiente, escoltado por laPatria que empua una larga espada. Eltranquilo reposo del Libertador en su si-lln nos trasmite la imagen paternal que lecorresponde en esta representacin monu-mental.Agr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne l r e l a t osobr e l a sa c c i one sde l osdos pa dr e sdel a pa t r i a a l vi si t a r susmonu-me nt os, a l guna sve c e spor t a ndoc or ona sde l a ur e l e s.Agr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne lr e l a t osobr e l a sa c c i one sde l osdos pa dr e sde l apa t r i a a l vi si t a rsusmonume nt os,a l guna sve c e spor t a ndoc or ona sde l a ur e l e s.E D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d36A gruesas pinceladas, este es el an-tecedente de nuestra experiencia monumen-tal en Bucaramanga, como patritico yprogresista en el relato que cuenta la memo-ria local, con la excepcin anticuaria anotadaen el caso de los fundadores. Aunque lageneracin ms reciente que se est levantan-do ya no escucha el relato que estos monu-mentos mantienen, porque sus docentesabandonaron las filas de la historia para se-guir las banderas de esa seudociencia llamadaciencias sociales, ah estn. Como est en laciudad el caballo de Bolvar, frente a la uni-versidad pblica por obra y gracia de la vo-luntad de la hermana Repblica Bolivar ianade Venezuela, una muestra de la per versinde la memoria popular cuando el relato queemana de un monumento deja de ser recor-dado. En vez del magnfico Bolvar ecuestre,monumento a la grandeza de un libertadorque fue inaugurado el 14 de abril de 1961, elpueblo y las rutas de buses solamente recuer-dan un caballo. En el caso de la ciudad deMxico, el caballito que sustituy en la me-moria popular a la estatua ecuestre de CarlosIII al menos tena un motivo patritico. Pero,en nuestro caso, se trata de una simple per-versin de la memoria. Por definicin, un monumento es un objetodispuesto en un sitio pblico para convocarel recuerdo. El relato que se recuerda no sola-mente comunica algo a la memoria: imponeuna conducta a quien lo recibe. La naturalezade la memoria transmitida por un monu-mento puede imponer conductas apropiadaso inapropiadas. Hemos visto que las memo-rias que los monumentos examinados trans-miten son monumentales o anticuarias, yambas imponen conductas a los ciudadanosque las reciben. Cules efectos tienen esasmemorias en la vida social de los ciudadanosde Santander? Qu significa el cultivo delsentimiento de amor por la tierra nativa, esaveneracin por las reliquias de Galn el co-munero, esa admiracin por las vidas ejem-plares de los padres de la pat ria, esa condenadel desgraciado Berbeo?Las graves dificultades de los mo-numentos empiezan cuando enmudecen,cuando ya no concitan un recuerdo. Por si-glos, las pirmides de las candentes arenas deEgipto enmudecieron. Slo con el trabajo delos arquelogos europeos volvieron a hablardesde el siglo XIX. La biblioteca de Alejandracall por muchos siglos, pero hoy ha vuelto ahablar. El grito Firmes Cachir! no parece lle-Agr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne lr e l a t osobr e l a sa c c i one sde l osdos pa dr e sde l apa t r i a a l vi si t a rsusmonume nt os,a l guna sve c e spor t a ndoc or ona sde l a ur e l e s.37REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rE D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d38var mensaje alguno a la memoria de nuestrosdas. Ninguna conducta es formada por lacontemplacin del monumento a un GarcaRovira vestido como militar. En su abandonoy soledad, el monumento a los fundadores deBucaramanga ha enmudecido en su escenariodepauperado. Ante cientos de transentes quecruzan por su parque, la estatua del generalSantander es ignorada. Nadie se acuerda ya dela sombra protectora de la Patria sobre la sillaen la que reposa el Libertador.Frente a nuestra actual experienciamonumental, caracterizada por la amnesia yel silencio, el conjunto escultrico a lasantandereanidad se alista para hablar en suQ u h ab r aq u e h ace r p ar aq u e t o d o sl o sm o n u m e n t o svo l v i e r an ah ab l ar ?Q u e sl o q u ed e b e r an d e ci r n o sh o yp ar aq u e su sr e sp e ct i vo sr e l at o ssi r v an al av i d a?Po r l o p r o n t o ,h e m o sd er e si gn ar n o sad ar l e l ab i e n ve n i d aal ao b r ad e lm ae st r oVal l e j o .lugar del can del Chicamocha. Ya muchosno quieren or lo que intenta decirnos, atrin-cherados en la cueva del rencor. Algunos o-dos ilustrados recelan de lo que quieredecirnos, escandalizados por la vergenzapblica que le espera al capitn general de1781. Pero, al menos, hay que reconocer queeste monumento est dispuesto a contar unrelato. Qu habra que hacer para que todoslos monumentos volvieran a hablar? Qu eslo que deberan decirnos hoy para que susrespectivos relatos sir van a la vida? Por lopronto, hemos de resignarnos a darle la bien-venida a la obra del maestro Vallejo. Quecuente su relato contra el olvido39REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rNOTAS1 Germn ARCINIEGAS, Los comuneros, Bogot, 1960.2 Pablo E. CRDENAS ACOSTA, El movimiento co-munalde1781enelNuevoReinodeGranada(2vols.), Kelly, Bogot, 1960.3 JohnLeddyPHELAN,ThePeopleandt heKing:TheComuneroRevolutioninColombia,1781,TheUniversit y of Wisconsin Press, Madison, 1978. La t ra-duccin castellana de Hernando Valencia Goelkel fuepublicada en 1980 por Carlos Valencia, bajo el ttulode El pueblo y el rey: la revolucin comunera en Co-lombia, 1781.4 Cuando sali al mercado la edicin castellana del li-bro de Phelan ya su autor haba muer to. No obstante,Arciniegas rese este libro en las Lecturas Domini-cales de El Tiempo (1981) con una andanada que ti-tulDe Berbeo a Mr. Phelan: la estatua de papel, enla que acus al profesor de Wisconsin de haber escritosus ligerezas bajo la influencia de la obra de Pablo E.CrdenasAcosta,aquiencalificde apologistadeBer beo, que acumul torcidas diatribas para menguadeGaln,elcaudillo.Enrealidad,comoadvir t iPhelanensuprefacio,sut r abajohabasidomsinfluenciado por don Horacio Rodrguez Plata, anti-guo presidente de la Academia e hijo ilust re del Soco-r ro,[ aquien] leadeudoprofundagr at it udpor laliberalidady el compaerismo con que comparti con-migo sus dilatados y profundos conocimientos de lahistoria de su patria. Y la fuente que ley fueron pre-cisamente los 18 volmenes de manuscritos tituladosLosComuneros,del ArchivoNacional,quefueronencuadernados pororden de Germn Arciniegas cuan-doejercaelcargodeMinistrodeEducacinenlaadminist racin de Eduardo Santos.5 Cuando se acercaba la conmemoracin del 20 de juliode 1912, el Cabildo de Bucaramanga autoriz la com-pra de la plaza de Beln al pr roco de la Sagrada Fa-milia,convir tindolaenPlazaSant anderdosaosdespus.La AsambleaDepar tamentalde1920desti-nlosprimerosfondosparalaereccindelmonu-mento,quefuecont ratadoconRaoul Vernetel2deagosto de 1922. Una junta integrada desde 1924 porAlfonso Silva Silva, Alejandro Galvis Galvis, EnriqueLleras, Rodolfo Azuero, Alber to Mantilla y otras per-sonas gestion todas las tareas de arreglo del parque ytransportedelmonumentodesdeelroMagdalena.Cfr. Jos del Carmen RIVERA, Bucaramanga: parques,estatuas,smbolos.Cont raloraGeneraldelaRep-blica, Bucaramanga, 1984.6 EstemonumentofuefundidoenMnichporeles-cultor Xavier Arnold cuando comenzaba el siglo XX,por orden del gobernador Aurelio Mutis, dest inado ahonr ar la memoria de uno de los ms prestigiosos hi-jos de Santander. Fue inaugurado el 20 de enero de1907. RIVERA, op. cit.7 Elpr imer monumentodemr moler igidoenBu-caramanga fue la lpida recordatoria del doctor MiguelValenzuela, trada de Europa en 1851 por su hijo JuanJos y puesta en su tumba. Cfr. Jos Joaqun GARCA:Crnicas de Bucaramanga, Captulo XVII, 1851.Agr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne lr e l a t osobr e l a sa c c i one sde l osdos pa dr e sde l apa t r i a a l vi si t a rsusmonume nt os,a l guna sve c e spor t a ndoc or ona sde l a ur e l e s.E D I C I N 1 s2006L o s n u e v o s mo n u me n t o s d e l a s a n t a n d e r e a n i d a d40a Historia tambin puedeentenderse como los diversosusos de la memoria, y la me-moria dispone de uncaleidoscopio de medios paraexpresarla, entre ellos los monumentos o lamonumentalizacin, es decir, los testimonios,pruebas o registros materiales visibles al ojocomn, para recordar algo o a alguien. Losmonumentos son, tambin, para hacer pen-sar, para decir algo al que piensa, pero tam-bin para recordar y olvidar, para sacralizar obanalizar la Historia. Los monumentos sonuna especie de culto a la memoria, y habraque indagar las razones por las que alguienpersona o institucin quieren recordar uolvidar algo. Toda memoria se mueve entredos escollos, la sacralizacin y la banalizacindice Tzvetan Todorov: la sacralizacin, aisla-miento radical del recuerdo, y labanalizacin, o asimilacin abusiva del pre-sente en el pasado1. La sacralizacin tieneque ver con la creencia de que un aconteci-miento, por lo general atroz, es singular oespecfico slo para un grupo particular, sinimportar que otros grupos, pueblos, et nias onaciones tambin lo hayan padecido. Porejemplo, el Holocausto nazi, olvidando o mi-nimizando los mltiples holocaustos que hanpadecido otros pueblos o etnias, como losarmenios, los indios de India y de Amrica,los rusos o los chinos. La dig-nidad humana y el derechofundamental a la vida, porsupuesto, no pueden pertene-cer solo a unos en detrimentode la memoria de los ot ros.Esta ritualizacin tiene elinconveniente grave de hacerA p r o p s i t o d e mo n u me n t o s e h i s t o r i aE RN E ST O R U E D A S U R E ZLcreer que basta con recordarun hecho singular para anu-lar la realidad presente, quepuede ser tan cruel e impacomo la que nos quiere mos-trar un monumento o unmuseo de atrocidades de losnazis. Y con el culto monu-mental a los hroes pasa lo mismo: sir ve pararecordar ciertos acontecimientos que intere-san a alguien, pero ocultan y hacen olvidartodos los crmenes y genocidios que puedenestar detrs de ese herosmo.Pero la banalizacin tiene efectoscontrarios a la sacralizacin, pues se pierdetoda especificidad y temporalidad de losacontecimient os,embut indolost odosenel mismo costal. Es comn al estilo de etique-tar el comportamiento humano, las ideolo-gas, sin ninguna precisin, y diluyendo otergiversando su sentido histrico. Por ejem-plo, sucede cuando de manera genrica usa-mos la expresin nazi o fascista o terroristapara referirnos al ot ro, cuando lo ms proba-ble es que dicha caracterizacin correspondaa quien la dice, con lo cual pretendeencubrirse, o pretende banalizar, trivializarun crimen de lesa humanidad, como la solu-cin final de Hitler. A veces dice Todorovla sacralizacin y la banalizacin van de con-cierto, como cuando los responsables delMuseo del Holocausto en Washington prohi-bieron la visita de Yasser Arafat con el pretex-to de que este era un Hitler reencarnado2.Por paradjico que parezca, la His-toria, la memoria, la monumentalizacin nocumplen slo la funcin de recordar, de ha-cer pensar a quien obser va el testimonio, elmonumento, sino que tambin hacen olvidar41REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rE D I C I N 1 s2006 p r o p s i t o d e mo n u me n t o s e h i s t o r i a42o ignorar. O incluso sir ve a una florecienteindustria del reality del recuerdo o indust riadel legado, no slo de los acontecimientosatroces o heroicos, sino de efemrides o hitosculturales o cientficos. Por ejemplo, la cele-bracin del IV Centenario de la edicin delQuijote, o ahora los 250 aos del nacimientode Mozar t, que se nos vino encima como unverdadero tsunami de toda clase de recuer-dos, es decir, de mercancas, slo comparablecon el pato Donald. La monumentalizacintiene un poderoso significado poltico y pue-de justificar toda clase de mitos, que en smismos no son ni buenos ni malos, todo de-pender del sentido y del contexto en que seexpresen. El monumento a una pretendidasantandereanidad, que se const ruye comoatractivo o adorno de un proyecto tursticoen el Can del Chicamocha, es tambin unbuen ejemplo de la industria delmemorialismo y del opor tunismo poltico.Para algunos comentaristas la industria dela memorializacin, sobre todo en el contex-to del Holocausto, as como lacomerciabilidad del holocausto y su explota-cin en la cultura popular, pueden ser unatendencia peligrosa que reduzca el Holocaus-to a una atractiva metfora de lo que fue unhorror. Para los visitantes, la cultura y el en-tretenimiento se han mezcladopeligrosamente, dice Joana Bourke3. Paraella, recordar y celebrar un acontecimientoimplica olvidar o ignorar otros, en los que nose est interesado por resultar demasiadoincmodos. Por ejemplo, no reconocer elcarcter civil de la Segunda Guerra Mundial;o que no existe ningn monumento del sol-dado desconocido a sus vctimas, o de queFrancia fue una gran exportadora de judos judos inmigrantes, alegaron despus a loscampos de exterminio nazis. Por supuesto,las cosas no sucedieron en Francia, sino en elRgimen de Vichy. Y los Das del recuerdo sonsiempre para olvidar algo inconveniente a unsupuesto honor o dignidad nacional. Laeleccin entre el olvido y la memoria sigue43REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rUn tmido monumentoC u an d o co n cl u ael a o d e1 9 7 4 yl a A sam b l ead eSan t an d er er ap r esi d i -d ap o r el f al l eci d o d i p u t ad o Ro d o l f o G o n zl ezG ar ca,f u eap r o b ad al ao r d en an za1 9 p o r l acu al seh o n r al am em o r i ad el i l u st r esan t an d er ean o ,d o ct o r Fl o r en t i n o G o n zl ez,yseco n m em o r ael cen t en ar i o d esu m u er -t e .Est ao r d en an zar eco r d ab ac m o est eb r i l l an t ep u b l i ci st al i b er al ,n aci -d o en C i n cel ad a( 1 8 0 5 ) yf al l eci d o en Bu en o s A i r esel 1 2 d een er o d e1 8 7 5 ,h ab ad ej ad o u n ap r o f u n d ah u el l aenl ah i st o r i an aci o n al co m o est ad i st a,d i p l o -m t i co yt r at ad i st ad eD er ech o P b l i co .Po r el l o ,seo r d en er i gi r en el cam p u sd el aU n i ver si d ad I n d u st r i al d eSan t an d eru n b u st o en b r o n ced el b en em r i t o san -t an d er ean o en l af ech ad el cen t en ar i o d esu m u er t e .Ef ect i vam en t e ,el escu l t o r C ar l o sG m ezf u n d i en b r o n ceel b u st o o r d e-n ad o yp agad o co n l asr en t asd ep ar t a-m en t al es.Per o en vezd ed o m i n ar elcam p u sf u ep u est o ,so b r eu n p ed est al d em ad er a,en u n o scu r o r i n c n d el asal ad el C o n sej o d el aFacu l t ad d eC i en ci asH u m an as.U n cu ar t o d esi gl o d esp u s,u nd ecan o ap r o vech u n ar ef o r m al o cat i vap ar asacar l o d esu r i n c n yex p o n er l o al al u zen l aen t r ad ad el ed i f i ci o d ed i ch aFacu l t ad .N o o b st an t e ,a n est et m i d o m o n u m en t o n o seat r eveao cu p ar su l u gar p b l i co en el cam p u s,co m o f u eo r d en ad o p o r l a A sam b l eaD ep ar t am en t al ,p ar am an t en er vi val am em o r i a d el egr egi o ex p o n en t ed el ar aza,l acu l t u r ayl at i er r asan -t an d er ean a,q u i en al o l ar go d esu d i l at ad avi d ap b l i cad i o h o n o r al aco m ar can at i vayal aRep b l i ca .H al l egad o yal ah o r aen q u eest et m i d o m o n u m en t o p u ed eo cu p arsu l u gar en el cam p u sd el aU I S?Q u i n p u ed eh acer l o h ab l ar d esu sac-ci o n esm em o r ab l esal o so d o sd el asnu evasgen er aci o n es?E D I C I N 1 s2006 p r o p s i t o d e mo n u me n t o s e h i s t o r i a44siendo cosa nuestra, sentencia Bourke al fi-nal de su libro, escrito desde una perspectivade las vctimas.Sacralizacin, banalizacin, olvido,industria de la memorializacin, no son pro-cesos que ocur ran slo en la esfera de losacontecimientos histrico universales, comolas guerras o las grandes catstrofes sociales,con un significado global. Tambin a escalaregional o local, con mayor o menor gradode parroquianismo, pero con efectos anlo-gos, funcionan. En fin de cuentas los sereshumanos vivimos nuestra cotidianidad en lolocal y no en lo global, pero en nuestro ima-ginario consciente o inconsciente tejemosuna realidad que combina lo uno con lo otro,es decir, una realidad glocalizante. As quelevantamos monumentos como testimonio oprueba de que tenemos historia digna de serrecordada, pensada, perpetuada. Algunaspreguntas pert inentes seran: Qu historia?Una historia fuer te o dbil? Qu queremosrecordar y qu olvidar? Cunto de ficcin ode farsa o simulacin? El pueblo ms misera-ble tiene al menos un monumento a la ban-dera o a algn hijo ilustre que ya nadie sabequin es o por qu lo fue, pese al monumen-to. Toda institucin ms si es estatal quiereestar adornada de monumentos a la pat ria, ala nacionalidad o al culto a la personalidad.No escapan a esta costumbre lasinstituciones universitarias, tanto pblicascomo privadas, casi siempre exaltado el pen-samiento o gestas picas de conquista de laliber tad o glorificando valores y dignidadesabstractos. O bien como lugar pblico porexcelencia para albergar obras de ar te monu-mental, de ar tistas nacionales de reconocidaprestancia internacional. No puede decirseque en s mismo est bien o mal; como ya heprecisado, todo depende del sentido y delcontexto, y tambin, claro est, de la t radi-cin acumulada en las instituciones, y delinters por convertir el campus en un am-biente de placidez esttica, como correspon-de a un recinto que reclama para s la cunade la racionalidad moderna. Las universida-des que han sido morada natural de los gran-des creadores de ciencia, filosofa ytecnologa estn llenas de unamonumentalidad del pensamiento y de arte.Y un lugar importante es ocupado por losmecenas y filntropos que han practicadogran generosidad con el desarrollo patrimo-nial universitario. En todo caso no es unacaracterstica colombiana de las elites empre-sariales y financieras, o tal vez con muy con-tadas excepciones.Agr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne lr e l a t osobr e l a sa c c i one sde l osdos pa dr e sde l apa t r i a a l vi si t a rsusmonume nt os,a l guna sve c e spor t a ndoc or ona sde l a ur e l e s.45REV I ST A D ESA N TA N D ERd o ssi e rUna Universidad como la UIS, conun historial de apenas 58 aos, no cuenta conuna monumentalidad propia; pero en lasms antiguas universidades colombianas estambin muy exigua. No tenemos verdaderahistoria? No quiere decir que tengamos quellenarnos de estatuas de prceres o de perso-najes ilustres, pues nos pueden llegar pormontones. Ha habido un cierto desdn y has-ta un desprecio por const ruir una memoriamonumental que nos haga pensar o recordaralgo o a alguien. Pareciera como si no quisi-ramos recordar ni olvidar nada. Algn iconorevolucionario, como la imagen del padreCamilo Torres, persiste por inercia, en el edi-ficio que lleva su nombre; algunos muralesescondidos de artistas reconocidos comoSonia Gutirrez o Spinoza, alguna efigie delms impor tante de los fundadores a mimodo de ver, Julio lvarez Cern,en el pa-tio de la Casona La Perla, sede nacional de losegresados, pero sin que nadie sepa qu haceese seor ah, o por qu una calzada de laUniversidad tambin ostenta su nombre;algunos edificios evocan el nombre de viejosy mticos profesores, que slo recuerdan losegresados mayores de 60 aos; y por supues-to, existe un nmero indeterminado de pla-cas de bronce o mrmol, dando cuenta de lainauguracin y por quines de todo lo queha podido ser inaugurado en 58 aos. Unacopia de una fuente colonial adorn en losltimos aos la por tera principal de la Uni-versidad, en un ambiente paisajstico pocopropicio, y que en buena hora serreinstalada en un mbito ms favorable. Lasreformas urbansticas actuales prometen in-novar el entorno y dar esplendor al por talprincipal creando una gran plazoleta, queincluye por primera vez una obra de ar temonumental, tanto por el tamao como porel art ista donante, el finado Eduardo RamrezVillamizar, [] un ar tista construct ivo. Unode los primeros en Colombia, uno de los msimportantes de Amrica Latina. Por la osadade muchas de sus proporciones, as como porla notable coherencia interna de su obra, esuna figura destacada de la escultura interna-cional. As lo define uno de sus crticos msimportantes, Federico Morais, en su espln-dido ensayo Utopa y forma. Sin duda unaprxima reforma urbanstica debe incluir eneste conjunto excepcional, no solo de la Uni-versidad, sino de la ciudad, al Bolvar ecuest re,que por falta de memoria es llamado por laciudadana El caballo de Bolvar. Este ensayode crear monumentalidad ar tstica puede serun buen comienzo para convertir el campusen hbitat o morada de una coleccinescultrica como existe en muchas universi-dades del mundo, a cielo abier to y ojalacompaada de un magnfico jardn botni-co. Y claro, algn da tal vez pueda habitar elbusto de algn Premio Nobel made in UIS. Ode algn poltico estadista santandereano quehaya logrado contribuir a la reivindicacinde la dignidad de la vida civil colombiana, oal menos de la regin que quiere tenersantandereanidad, no como sacralizacin nibanalizacin. Merecemos otra suerte y otrodestino.1 Tzvetan TODOROV. Memoria del mal, tentacin delbien. Barcelona, Pennsula, 2002, p. 195.2 Ibdem, p.198.3 Joana BOURKE. La Segunda Guerra Mundial. Barce-lona, Paids, 2002, p.191.Agr a de c i dos, l osbuma ngue se sr e c ue r da ne lr e l a t osobr e l a sa c c i one sde l osdos pa dr e sde l apa t r i a a l vi si t a rsusmonume nt os,a l guna sve c e spor t a ndoc or ona sde l a ur e l e s.E D I C I N 1 s200646e l d e s p r e c i o d e l a s ma s a sEl d e s p r e c i o d e l a s ma s a sP E T E RS L O T E R D I JKEst e ensayo sobr e l as l uchas cul t ur al es de l a soci edad moderna surgi deuna conferencia pronunciada por su autor el primero de julio de 1999, ante la Academia Bvarade las Bellas Artes (Mnich). Traducido al castellano por Germn Cano y publicado por pri-meravezenestalenguaporlaEditorialPre-textosdeValencia(2002),seofreceaqualoslectores la par te final (V) del texto original. El profesor Sloterdijk (Karlsruhe, 1947) procedede una familia juda que emigr de Alemania a Venezuela cuando se produjo el ascenso nazi,retornando posteriormente para adelantar sus estudios universitar ios. Actualmente es rectordelaHochschulefrGestaltung.BienconocidoenEspaa,dondepar ticipenelseminariosobre La deshumanizacin del mundo, organizado por la Universidad Internacional de An-dalucaduranteelmesdemayode2003,fueactorprincipaldeunaruidosapolmicaquesostuvo durante los meses de septiembre y octubre de 1999 con Jrgen Habermas y ErnestTughendal en defensa de su provocadora conferencia titulada Normas para el parque huma-no, pronunciada en las Jornadas del castillo de Elmau sobre el pensamiento de Heidegger yLvinas(juliode1999).SuslibrosmsconocidosporloslectoreslatinoamericanossonlaCrtica de la razn cnica (1983) y Esferas (1998). En septiembre de 2005 fue regist rado por lasrevistasTheProspectyForeignPolicycomounodeloscienintelectualespblicosdemayorinfluencia en la opinin mundial de nuest ros das.s una venganza de la historiaen nosotros, los igualitaristas,que tambin tengamos quevrnoslas con la obligacin dedistinguir. Un aprendizajeobligado que no puede mantenerse al margende la leccin poltico-antropolgica de loshombres modernos; esto es, la de vivir su des-igualdad de un modo diferente. Tras la revolu-cin constructivista, todas las distinciones queeran objeto de descubrimiento han de sertransformadas en distinciones fabricadas. Lasviejas distinciones, a las que uno antes se so-meta, retroceden ante el avance de las nuevasque uno mismo produce, y que revisan a lasprimeras con tanta frecuencia como esposible.El proyecto de desarrollar la masacomo sujeto alcanza su estadio crtico tanpronto como sus reglas ponen de manifiestoque todas las distinciones han de ser ejecuta-das como distinciones de la masa. Resulta evi-dente que la masa no va a realizar o dar comovlidas distinciones que puedan hacerla caeren desventaja. Una vez que se arroga la com-pleta potestad de hacer diferencias, las hacesiempre y sin ambages a su favor. De ah queexcluya todo vocabulario o criterio cuyo usodeje traslucir sus posibles limitaciones;deslegitima as todos los juegos lingsticos enlos que no obtiene alguna ventaja. Rompe enpedazos todos los espejos que no aseguren queella es la ms bella del reino. Su situacin nor-mal es la de un continuo plebiscito encamina-do a prolongar la huelga general contra todaarrogacin superior. En este sentido puedeafirmarse que el proyecto de la cultura de ma-sas es de un modo radicalmenteEPe t e r Sl ot e r di j k47REV I ST A D ESA N TA N D ERn u e v a sc o r r i e n t e si n t e l e c t u a l e sE D I C I N 1 s200648e l d e s p r e c i o d e l a s ma s a santinietzscheano nietzscheano: su mximano es otra que la transmutacin de todos losvalores como transformacin de toda diferen-cia vertical en diferencia horizontal.Ahora bien, dado que todas las dis-tinciones son concebidas sobre la base de laigualdad, a la luz, por tanto, de un estado deindistincin determinado de antemano, sobretodas las distinciones modernas se cierne, enmayor o menor medida, la acuciante amenazade la indiferencia. El culto a la diferencia,imperante en la sociedad moderna actual, talcomo se ha extendido del marco de la moda ala filosofa, tiene su razn de ser en que perci-bimos que todas las diferencias horizontalestienen derecho en tanto constituyen diferen-cias dbiles, provisionales y construidas. Lla-mando poderosamente la atencin, ellas salena la luz haciendo ruido, como si ahora tam-bin para las distinciones rigiera la ley de su-pervivencia de los ms aptos. Pero todas estasmaniobras no tienen en realidad ninguna con-secuencia: todos estos magnficos diseadoresy pensadores de la diferencia en ningn mo-mento se arriesgan a hacer una distincin,abogan ms bien por una pattica indistin-cin; dicho de otro modo, por ese axiomaigualitario que pretende que toda distincinprocede de la masa, la cual, por su parte en lamedida en que ella est compuesta de partcu-las homogneas que supuestamente se tomanel mismo esfuerzo a la hora de nacer, consti-tuye per definitionem una masa indistinta.Desde este ngulo de visin, el principio deidentidad sobre el que se asentaba toda la filo-sofa clsica sigue existiendo de manera indis-cutible, incluso consiguiendo ms autoridadque toda instancia de validez: tan slo ha cam-biado su nombre y toma partido por una di-mensin ms secundaria, ms negativa yreflexiva. Donde antes haba identidad, ahoradebe existir indiferencia y se expresa en reali-dad la indiferencia diferente. La diferencia queno hace distinciones, he aqu el ttulo lgicoque define a la masa. A partir de ahora identi-dad e indiferencia se entienden necesariamen-te como sinnimos.De nuevo, a la luz de las premisasaqu analizadas, ser masa significa distinguir-se sin hacer distincin alguna. La indiferenciadiferenciada es, as pues, el misterio formalde la masa y de su cultura, la cual organizauna zona media de alcance total. De ah quesu jerga no pueda ser otra que la propia deun individualismo aplanado. Cuando esta-mos seguros de que todo lo que hacemospara ser diferentes en realidad carece de sen-tido, podemos hacer lo que se nos antoja.Hoy en da, la cultura marca todo con elsigno de la semejanza1. Slo por esto en eltranscurso del pasado medio siglo hemospasado de ser una masa densa o molar a unaabigarrada y molecular. La masa abigarradaes la que sabe hasta dnde se puede llegar...hasta el umbral de la distincin vertical.Puesto que al encontrarnos en un marcoigualitario no estamos provocndonos unosa otros en trminos objetivos, somos especta-dores recprocos de nuestras tentativas dehacernos interesantes, ms o menos diverti-dos o despreciables. La cultura de masas pre-supone el fracaso de todo intento de hacer deuno alguien interesante, lo que significa ha-cer mejor que los otros. Y esto lo hace de ma-nera legtima, habida cuenta de que sudogma determina que slo nos podemosdistinguir de los dems bajo la condicin deque nuestros modos de distinguirnos no su-pongan ninguna distincin real. Masa obliga.Un simple recuerdo pone de mani-fiesto por qu la Modernidad aboga por laindiferencia: si la fuente de nuestras dife-rencias remitiera a una dimensintranscendente, nos veramos por tanto dis-tinguidos de un modo objetivo y normativogracias a la mediacin de un Dios o Natura-leza; entonces, nuest ras diferencias seraninstauradas delante nuestro, de modo queslo las pudiramos encontrar, respetar, ela-borar y ensalzar. Slo los satanistas se hanrebelado desde siempre contra el orden obje-tivo de la esencia y de la jerarquacosmolgica. Esta manera de pensar impera-ba en la Edad Media y sigui dominando de49REV I ST A D ESA N TA N D ERn u e v a sc o r r i e n t e si n t e l e c t u a l e smanera casi evidente en la poca del clasicis-mo burgus. La sociedad estamental precisa-ba de ventajas ontolgicas para sus jerarquasy delimitaciones. Hoy, sin embargo, despusde la gran marcha hacia la igualdad y de lanueva plasticidad inherente a todas las cosas,pretendemos y debemos estar ah presentes,delante de nuestras diferencias, en la medidaen que stas por regla general se hacen, ya nose encuentran. Esa prioridad de nuestra exis-tencia respecto a nuestros atributos y obraspone en marcha la indiferencia como pri