Revista Didajé v. 2 (1) 2013

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REVISTA BÍBLICO-TEOLÓGICA ISSN: 2308-0582 VOLUMEN 2 NÚMERO 1 2013 DIDAJÉ es una revista bíblico-teológica de tirada se- mestral publicada en formato PDF por el Ministerio de Investigación Adventista (MIADV). Cuenta con referato anónimo internacional que provee un foro académico, de acuerdo al contexto bíblico, promo- viendo la publicación de investigaciones relaciona- dos con: • Teología bíblica • Teología histórica • Teología sistemática • Estudios adventistas DIDAJÉ está dirigida a teólogos, pastores, líderes eclesíasticos y líderes de la iglesia. Los puntos expresados en cada uno de los artículos y recensiones, relejan el pensamiento de sus res- pectivos autores y no necesariamente del comité editorial de DIDAJÉ ni del MIADV. Para cualquier asunto relacionado con la revista (suscripción o contribución), puede dirigirse a: Teléfono: (0051) 974-612-397 E-mail: [email protected] Website: http://investigacionadventista.org Copyright® 2012-2013 Ministerio de Investigación Adventista “Y nosotros nos entregaremos a la oración y al ministerio de la palabra” (Hch 6:4) MINISTERIO DE INVESTIGACIÓN ADVENTISTA Director: Oscar Mendoza Orbegoso Secretario: Daniel Mora Castañeda Consejeros: Joel Iparraguirre Maguiña Rafael Montesinos Martínez Gerson Bejarano Cajachagua ___________________________________ COMITÉ EDITORIAL Director: Joel Iparraguirre Maguiña Editor: Oscar Mendoza Orbegoso Jefe de redacción: Johanns Curisinche Cánez Traductores: Joel Iparraguirre Maguiña Azenilto G. Brito Consejo editorial: Merling Alomía Bartra Raúl A. Quiroga ___________________________________ COMITÉ ASESOR INTERNACIONAL Fernando L. Canale, Andrews University, EE. UU. Teóilo Correa Calva, Universidad Advenista de Bolivia, Bolivia. Efraín Velázquez, Seminario Teológico Interamericano, Puerto Rico. Glúder Quispe Huanca, Universidad Perua- na Unión, Perú. Marcos G. Blanco, Adventist Internatio- nal Institute of Advanced Studies, Filipinas. Felipe Este- ban Silva, Universidad Peruana Unión, Perú. Cristhian Álvarez Zaldúa, Instituto Tecnológico Superior Adventis- ta del Ecuador, Ecuador. Héctor Urrutia Fernández, Uni- versidad Adventista del Plata, Argentina. Pedro Nunura Figueroa, Institución Educativa Adventista “Pimentel”, Chichayo, Perú.

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DIDAJÉ es una revista bíblico-teológica de tirada semestral publicada en formato PDF por el Ministerio de Investigación Adventista (MIADV). Cuenta con referato anónimo internacional que provee un foro académico, de acuerdo al contexto bíblico, promoviendo la publicación de investigaciones relacionados con: • Teología bíblica • Teología histórica • Teología sistemática • Estudios adventistas. En este número se destaca el artículo: La paternidad literaria del libro de Daniel: Breve análisis comparativo entre los siglos II AC y VI AC.

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REVISTA BÍBLICO-TEOLÓGICA

ISSN: 2308-0582

VOLUMEN 2

NÚMERO 1

2013

DIDAJÉ es una revista bíblico-teológica de tirada se-mestral publicada en formato PDF por el Ministerio de Investigación Adventista (MIADV). Cuenta con referato anónimo internacional que provee un foro académico, de acuerdo al contexto bíblico, promo-viendo la publicación de investigaciones relaciona-dos con:

• Teología bíblica• Teología histórica• Teología sistemática• Estudios adventistas

DIDAJÉ está dirigida a teólogos, pastores, líderes eclesíasticos y líderes de la iglesia.

Los puntos expresados en cada uno de los artículos y recensiones, relejan el pensamiento de sus res-pectivos autores y no necesariamente del comité editorial de DIDAJÉ ni del MIADV.

Para cualquier asunto relacionado con la revista (suscripción o contribución), puede dirigirse a:

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“Y nosotros nos entregaremosa la oración y al ministerio de la palabra”

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COMITÉ ASESOR INTERNACIONAL

Fernando L. Canale, Andrews University, EE. UU. Teóilo Correa Calva, Universidad Advenista de Bolivia, Bolivia. Efraín Velázquez, Seminario Teológico Interamericano, Puerto Rico. Glúder Quispe Huanca, Universidad Perua-na Unión, Perú. Marcos G. Blanco, Adventist Internatio-nal Institute of Advanced Studies, Filipinas. Felipe Este-ban Silva, Universidad Peruana Unión, Perú. Cristhian Álvarez Zaldúa, Instituto Tecnológico Superior Adventis-ta del Ecuador, Ecuador. Héctor Urrutia Fernández, Uni-versidad Adventista del Plata, Argentina. Pedro Nunura Figueroa, Institución Educativa Adventista “Pimentel”, Chichayo, Perú.

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ContenIDo

La paternidad literaria del libro de Daniel:Breve análisis comparativo entre los siglosII AC y VI AC – Parte I

Joel Iparraguirre ...............................................................4-21

¿Cuándo comenzaron las setenta semanas deDaniel 9:24?

William H. Shea .............................................................. 22-40

Daniel 10: Una interpretación teológica desdeuna perspectiva apocalíptica

Raúl Quiroga .................................................................. 41-54

Restaurando la verdadera adoraciónHeyssen Cordero ...........................................................55-60

Problemas en la interpretación de las sietetrompetas de Apocalipsis

Ángel M. Rodríguez ....................................................... 61-68

La visión de la gran ramera: La sentenciacontra Babilonia – Parte I

Héctor A. Delgado .........................................................69-82

La relevancia de la apocalíptica bíblica en la educaciónadventista: Una relexión

Oscar Mendoza ..............................................................83-90

RECENSIONES ......................................................................... 91-94

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RESUMEN

“La paternidad literaria del libro de Daniel: Breve análisis comparativo entre

los siglos II AC y VI AC – Parte I”— Este es el primer artículo de dos en el que el autor discute sobre la paternidad literaria del libro de Daniel a través de un análi-sis comparativo entre la crítica moderna (siglo II AC) y la tradición judeo-cristiana (siglo VI AC). En este artículo, el autor se centra en tres puntos principales: (1) as-pectos cronológicos e históricos; (2) aspectos lingüísticos; y (3) la angelología que, a menudo, son citados por los críticos como “errores” para alegar que el libro de Daniel es un mero panleto apocalíptico sin valor alguno. El autor, desde la pers-pectiva judeo-cristiana, busca demostrar si las evidencias que usan los críticos son correctas, o si la tradición judeo-cristiana ha logrado responder sin vacilación los argumentos en que los críticos se apoyan.

Palabras clave: Paternidad literaria, libro de Daniel, Qumrán, angelología, tesis macabea.

ABSTRACT

“The literary parternity of the book of Daniel: Short comparative analysis

between the 2nd and 6th centuries BC – Part I”— This is the irst article from two in which the author discusses about the authorship of the book of Daniel through a comparative analysis of modern criticism (second century BC) and the Judeo-Christian tradition (VI century BC). In this article, the author focuses on three principal points: (1) chronological and historical aspects; (2) linguistic as-pects; and (3) the angelology, often cited by critics as “errors”, to argue that the book of Daniel is a mere apocalyptic and worthless pamphlet. The author seeks to demonstrate, from the Judeo-Christian perspective, whether the evidence used by the critics is correct, or whether the Judeo-Christian tradition has confronted without hesitation the arguments are supported by critics.

Keywords: Literary paternity, book of Daniel, Qumran, angelology, maccabean thesis.

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LA pAternIDAD LIterArIA DeL LIbro De DAnIeL: breve AnáLIsIs CompArAtIvo

entre Los sIgLos II AC y vI ACpArte I

JoeL IpArrAguIrre

Centro de Investigación White - PerúUniversidad Peruana Unión, Lima, Perú

Didajé 2:1 (2013): 4-22_______________________________________________________

Introducción

El libro de Daniel se destaca entre todos los libros del Antiguo Testamento1 por su (1) contenido histórico y eminentemente profético,2 (2) su relevancia cristológico-mesiánica3 y (3) por su estrecha relación con el último libro de

la Biblia, el Apocalipsis;4 sin embargo, en lo que conscierne al contexto histórico,

1En adelante AT. Para el Nuevo Testamento será NT. A no ser que se muestre lo contrario, todas las citas bíblicas fueron tomadas de la versión Reina-Valera de 1960, versión revisada.

2Para un comentario histórico, teológico y exegético a todo el libro de Daniel, puede verse Merling Alomía, Daniel: El varón muy amado por Dios, vol. 1, 2da ed. (Lima: Universidad Peruana Unión – Ediciones Theologika, 2010); ídem, Daniel: El profeta mesiánico, vol. 2, 3ra ed. (Lima: Universidad Peruana Unión – Ediciones Theologika, 2010); Zdravko Stefanovic, Daniel, Widson to the Wise: Commentary on the Book of Daniel (Nampa, ID: Paciic Press, 2007); William H. Shea, Daniel 1-7: Prophecy as History, en The Abundant Life Bible Ampliier (Nampa, ID: Paciic Press, 1996); ídem, Daniel 7-12: Prophecies of the End Time, en The Abundant Life Bible Ampliier (Nampa, ID: Paciic Press, 1996).

3Alomía recalca siete puntos: (1) El Mesías libertador de la Babilonia mística; (2) el reino mesíanico de Cristo; (3) El Mesías frente a Babilonia la usurpadora de la verdadera adoración; (4) el Mesías en el juicio de Dios; (5) el Mesías en su Santuario; (6) el Mesías atacado por la “abominación desoladora”; y (7) el Mesías triunfante como el Señor de la resurrección y la vida (“Realidades cristológicas en el libro de Daniel”, Theologika 23:1 [2008]: 2-29), en adelante Theo; ídem, “El Cristo de Daniel”, en VII Simposio Bíblico Teológico Sudamericano “Cristología”, ed. Heber Pinheiro ét al. (Cochabamba, Bolivia: Universidad Adventista de Bolivia, 2007), 3-18; Hans K. LaRondelle, “Christ or Antichrist: The Mysterious Gap in Daniel 9”, Ministry 55:5 (1982): 14-17, en edalente Min; Elbio Pereyra, “Jesus: God’s Supreme Revelation” Min 56:9 (1983): 18-19, 28.

4Por ejemplo, “la adoración a la imagen de oro en Daniel 3 y la imagen de la bestia en Apocalipsis 13, la visión de Cristo en Daniel 10 y en Apocalipsis 1, la caída de Babilonia en Daniel 5 y en Apocalipsis 14, la

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existen dos tesis principales que diirieren diametralmente con respecto al contexto en que este libro fue escrito.

[1] Tesis macabea. Basándose el método histórico-crítico,5 conocido también como “crítica moderna”, se apoyan parcialmente en la posición de Poririo.6 Estos creen que el libro de Daniel fue escrito en el siglo II AC (167-165

bestia de Daniel 7 y la bestia de Apocalipsis 13 y 17, los tiempos de Daniel 7 y Apocalipsis 11 y 12, etc” (Richard Lehmann, “Relaciones entre Daniel y Apocalipsis”, en Simposio sobre Apocalipsis – I, ed. Frank B. Holbrook, trad. Cantábriga, SC., 1ra ed. [Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2010], 6:157-172). Por otro lado, Smith airmó que “Los libros de Daniel y Apocalipsis son homólogos entre sí. Ellos, naturalmente, están de lado a lado y deben estudiarse en conjunto”. Ver Urías Smith, Daniel and the Revelation: The Response of History to the Voice of Prophecy A Verse by Verse Study of These Important Books of the Bible (Battle Creek, MI: Review and Herald, 1897), 3. También, puede consultarse, W. W. Prescott, “The Gospel Message in the Books of Daniel and the Revelation”, Min 2:3 (1929): 15-20; ídem, “The Gospel Message in the Book of Daniel — No. 2”, Min 2:4 (1929): 15-19; ídem, “The Gospel Message in the Book of Daniel — (Continued)”, Min 2:5 (1929): 15-20, 31; ídem, “The Gospel Message in the Book of Revelation”, Min 2:6 (1929): 15-18 ; ídem, “The Gospel Message in the Book of Revelation”, Min 2:7 (1929): 15-19; ídem, “The Gospel Message in the Book of Revelation — No. 3”, Min 2:8 (1929): 15-19; ídem, “The Gospel Message in the Book of Revelation — No. 4”, Min 2:9 (1929): 15-17; Robert F. Correia, “Panoramic Display of Majors Beasts of Prophecy”, Min 17:11 (1944): 16-18, 30; ídem, “Prophetic Illustration (Concluded)”, Min 17:12 (1944): 8-9; Desmond Ford, “Unfolding the Mysteries of Daniel the Prophet”, Min 47:1 (1974): 8-11; ídem, “Tragedy & Triumph”, Min 47:8 (1974): 19-21; Ministry’s Staf, “Applying the Apocalyptic”, Min 49:11 (1979): 3-10; John F. Duge, “The judgment: An Adventist perspective”, Min 82:2 (2010): 23-26; Robert Surridge, “The Beast From the Earth”, Min 64:6 (1991): 17-19; Hans K. LaRondelle, “The End-Time Message in Historical Perspective”, Min 69:12 (1996): 10-13; ídem, “Understanding the book of Revelation: Three Interpretative Keys (Part I)”, Min 75:1 (2003): 14-17; ídem, “The Apostolic Gospel: The Master Key to Revelation’s Code (Part II)”, Min 75:3 (2003): 21-23, 29; ídem, “The Word of God and the Testimony of Jesus”, Min 75:5 (2003): 13-16; ídem, Las profecías del in, trad. David P. Gullón (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), 65-496; Joel Iparraguirre Maguiña, “La importancia de estudiar los libros de Daniel y Apocalipsis” (Monografía, Centro de Investigación White – Perú, 2013); Norman Gulley, ¡Cristo viene! Un enfoque cristocéntrico de los eventos de los últimos días, trad. David P. Gullón, 1ra ed. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2003), 66-70.

5Al método histórico-crítico también se le conoce como “alta crítica, crítica liberal, crítica moderna” (Raoul Dederen, ed., Teología: Fundamentos bíblicos de nuestra fe, trads. Tulio N. Peverini y Miguel A. Valdivia [Miami, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2005], 1:27, 28). Para un análisis de las bases y postulados del método histórico-crítico, véase Archie Nations, “Historical Criticism and the Current Methodological Crisis”, Scottish Journal of Theology 36 (1983): 60; Gerhard F. Hasel, Understanding the Living Word of God (Mountain View, CA: Paciic Press, 1980), 92-95, 146-178; ídem, Biblical Interpretation Today: An Analysis of Modern Methods of Biblical Interpretation and Proposals for the Interpretation of the Bible as the Word of God (Lincoln, NB: College View Printers/Biblical Research Institute, 1985); Ángel Manuel Rodríguez, “El uso de la versión modiicada del método histórico-crítico por parte de los eruditos adventistas”, en Entender las Sagradas Escrituras: El enfoque adventista, trad. Cantábriga, SC., ed. George W. Reid, 1ra ed. (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2009), 4:415-430; Richard M. Davidson, “Interpretación bíblica” en Tratado de Teología Adventista, trads. Tulio N. Peverini, Miguel A. Valdivia, Silvia González y David P. Gullón (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), 9:109-110; Raúl Kerbs, “El método histórico-crítico en teología: En busca de su estructura básica y de las interpretaciones subyacentes – Parte I”, DavarLogos 1:2 (2002): 105-123; y la Parte II en DavarLogos 2:1 (2003):1-27. Kerbs señala que “no existe el método histórico-crítico sino una pluralidad de métodos históricos (crítica literaria o de las fuentes, crítica de las formas, de la tradición, de la redacción) y que en el concepto de ‘método histórico-crítico’ se reúnen ciertos requisitos como el compromiso de investigar sin presuposiciones dogmáticas, mantener un alto grado de objetividad, evitar controles eclesiásticos y aceptar las nociones históricas seculares de homogeneidad histórica, causa y efecto y crítica de las fuentes” (Kerbs, “El método histórico-crítico en teología – Parte I”, 105-106).

6P. M. Casey, “Porphyry and the Origin of the Book of Daniel”, Journal of Theological Studies 27:1 (1976): 15-33; en adelante JTS. Además, este propugnó un marco macabeo para el libro de Daniel y elaboró un cumplimiento de la mayor parte de sus profecías en la persona de Antíoco Epífanes. No solo airmó que Antíoco era el cuerno pequeño de Daniel 8, sino que fue el primero en expresar el punto de vista de que

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AC aprox.)7 ya sea un autor anónimo, seudónimo8 o por varios autores,9 lo cual tomaría lugar durante la persecución religiosa desatada por Antíoco IV Epífanes10. Dicho en otras palabras, este enfoque entiende que el libro de Daniel es un mero panleto apocalíptico que buscaba dar ánimo al pueblo hebreo en “tiempos difíciles” de la persecución helenística que sufrían.11 Dado este contexto, los críticos modernos presuponen la no inspiración del libro de Daniel de forma categórica por supuestos “errores” que este presenta, concluyendo que su contenido no puede tomarse como “historia estricta”.12

[2] Tesis exílica. Apoyándose en la tradición judeo-cristiana,13 creen que el libro de Daniel fue escrito por el mismo Daniel que fue llevado cautivo a Babilonia en el siglo VI AC.14 Basándose en las Escrituras y en la evidencia extrabíblica, señalan que todos los “errores” que presentan los críticos ya han sido solucionados a través de la historia. Si el Dios de Daniel tenía la capacidad de predecir el futuro, entonces no hay razón para mostrarnos indiferentes ante su soberanía a través

Antíoco estaba representado también por el cuerno pequeño de Daniel 7. Asimismo, defendió que Antíoco cumplía una parte de Daniel 11 mayor que la propuesta por Hipólito, y extendió la presencia de Antíoco hasta el capítulo 12. Para ver una ampliación de la interpretación de Poririo y de los primeros autores cristianos, véase Arthur J. Ferch, “Porphyry, An Heir to Christian Exegesis?”, Zeitschrift für die Neutestamentliche Wissenschaft 73 (1982): 141-147; Brian Croke, “Porphyry’s anti-Christian Chronology”, JTS 34:1 (1983): 168-185; George A. Barton, “The Composition of the Book of Daniel”, Journal of Biblical Literature 17:1 (1898): 62-86; en adelante JBL. Mary Reaburn, “St Jerome and Porphyry Interpret the Book of Daniel”, Australian Biblical Review 52 (2004): 1–18; Aryeh Kofsky, Eusebius Caesarea Against Paganism (Danvers, MA: Brill Academic, 2002), 17-36, 71-73; R. J. Hofmann, ed., Porphyry’s “Against the Christians”: The Literary Remains (Amherst, NY: Prometheus Books, 1994).

7Helmer Ringgren, Israelite Religion, trad. David E. Green (Philadelphia, PA: Fortress Press, 1966), 333.

8H. H. Rowley, “The Meaning of Daniel for Today”, Interpretation 15 (1961): 388. En adelante Int.

9Martin Noth, The Laws of the Pentateuch and Other Studies (Philadelphia, PA: Fortress Press, 1967), 207-213.

10Emil Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús 175 a.C. – 135 d.C. (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1985), 2:643; W. Lee Humpreys, “A Life Style for Diaspora: A Studie of the Tales of Esther and Daniel”, JBL 92 (1973): 218. En adelante solo será llamado “Antíoco Epífanes”.

11André Lacocque, The Book of Daniel (Atlanta, GA: John Knox, 1976), 1-16; Alexander A. Di Lella, Daniel: A Book for Troubling Times (Hyde Park, NH: New City, 1997); Paul L. Redditt, Daniel: New Century Bible Commentary (Sheield: Sheield Academic, 1999); C. L. Seow, Daniel: Westminster Bible Corporation (Louisville, KY: Westminster John Knox, 2003), 6, 12; John F. Walvoord, Roy B. Zuck, The Book of Daniel: A New Translation with Notes and Commentary on Chapters 1-9. CD-ROM, Biblioteca Digital Libronix 3.0g (London: Yale University, 2008), 23:9-17; W. L. Humpreys, “A Life Style for Diaspora: A Study of the Tales of Esther and Daniel”, JBL 92 (1973): 218; Jesús Asurmendi, “El libro de Daniel en la investigación reciente”, Estudios Bíblicos 55 (1997): 509-540.

12Louis F. Hartman, “Daniel”, en Comentario bíblico San Jerónimo, trad. Alonso de la fuente Adanez y Jesús Valiente Maya (Madrid: Ediciones Cristiandad, 1971), 2:292; Bernhard W. Anderson, “Daniel”, en Understanding the Old Testament, 4ta ed. (Englewood Clifs, NJ: Prentice - Hall, 1986), 618; Samuel R. Driver, The Book of Daniel (Cambrigde: Cambrigde University, 1900).

13Siegfried J. Schwantes, “La fecha del libro de Daniel”, Theo 8:2 (1993): 90.

14Charles F. Pfeifer, “Daniel”, en El comentario bíblico Moody: Antiguo Testamento (El Paso, TX: Mundo Hispano, 2004), 756; Paul N. Benware, “Daniel”, en Panorama del Antiguo Testamento, 5ta ed. (Grand Rapids, MI: Portavoz, 1994), 226; Mario Riveros, “Relevancia histórica y vigencia del libro de Daniel”, en Profecías del libro de Daniel, eds. Mario Riveros y Álvaro Rodríguez, 1ra ed. (Lima: Centro de Investigación White, 2011), 13.

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de la historia;15 pero, si las predicciones son fraudalentas, deberíamos mantener cierta postura agnóstica en cuanto al Dios de Daniel.16

Dado que la postura que uno asuma con respecto al contexto histórico tiene una relación directa con la interpretación del libro, es importante preguntar: Los argumentos que presenta la crítica moderna para desacreditar la autenticidad de Daniel, ¿corresponde con las evidencias internas y externas del libro acerca de su autoría y su contexto histórico?, ¿son todavía válidas sus propuestas?

El propósito de este trabajo —mediante la evidencia escriturística y extrabíblica— es comparar los argumentos que presenta la crítica moderna para desacreditar la autenticidad de Daniel, con los argumentos y evidencias que presenta la tradición judeo-cristiana para creer que Daniel fue quien escribió el libro.

En base a esto, el presente trabajo estará dividido en cinco secciones principales: (1) Aspectos cronológicas e históricas; (2) supuestos problemas lingüísticos; (3) la angelología en Daniel; (4) Daniel 11, la historia de Antíoco Epífanes y el cuerno pequeño; y (5) las Escrituras y la autoría de Daniel.

En esta primera parte, el objetivo es desarrollar los tres primeros puntos, dejando los dos últimos para la segunda parte.

1. Aspectos cronológicos e históricos

Entre los cientos de investigadores y reconocidos comentarios del libro de Daniel que sostienen el método histórico-crítico, se ha alegado que este libro presenta discrepancias y “errores” abrumadores lo que lo hacen poco iable y cronológica e históricamente incorrecto. En esta parte analizaremos (1) Daniel 1:1 cf. Jeremías 25:1; 46:2; (2) Nabucodonosor, ¿constructor de Babilonia?; y (3) Belsasar, “rey” de Babilonia e “hijo” de Nabucodonosor.

Daniel 1:1 y Jeremías 25:1; 46:2

Al momento de revisar y comparar el libro de Daniel con el libro de Jeremías, según los críticos; es notorio que Daniel empezaría con una aparente contradicción cronológica,17 aunque no exista un estudio concienzudo del tema.

15Paul Z. Gregor, “Daniel´s Message to a Modern Man”, Journal of the Adventist Theological Society 21:1-2 (2010): 99-113; en adelante JATS; Luis Santa Cruz, “El mensaje de las profecías de Daniel”, Theo 17:2 (2002): 210-222; Merling Alomía, “El mensaje de Daniel”, Didajé 1:2 (2013): 15-43; G. Arthur Keough, El mensaje de Daniel (Buenos Aires: Asociación Casa Publicadora Interamericana, 1987); Joel N. Musvosvi, “God’s in control: Daniel’s Message of Hope”, Min 78:2 (2006): 23-26.

16B. K. Waltke, “The Date of the Book of Daniel”, Bibliotheca Sacra 133 (1976): 320. En adelante BSac.

17Lacocque, The Book of Daniel, 24.

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DANIEL 1:1 JEREMÍAS 25:1

“En el año tercero del reinado del rey Joacim de Judá, el rey Nabucodonosor de Babilonia vino a Jerusalén y la sitió”.

“. . . La recibió en el año cuarto del reinado de Joacim hijo de Josías, rey

de Judá. . .”.

Tabla 1: Comparación entre Daniel y Jeremías

Pareciera que ambos textos se contradicen. Por un lado, Jeremías señala que en el tercer año del reinado de Joacim, Nabucodonosor invadió Judá. Por otro lado, Daniel indica que esta invasión ocurrió en el año cuarto. Teniendo en cuenta que Nabucodonosor conquistó Judá en el año 605 AC,18 ¿cuál fue, en realidad, el año del rey Joacim?, ¿será posible que haya sido el tercero y cuarto año al mismo tiempo o son completamente distintos? Felizmente, existe argumento para responder a todas estas preguntas. Deinitivamente, los críticos no tuvieron en cuenta los distintos sistemas de cómputo empleados en los años de reinado en Babilonia y en Judá. El argumento a favor es la existencia del “el año ascensional y no ascensional”,19 o el también llamado año 0.20

Esta opinión la refuerza el erudito E. R. Thiele,21 en su libro The Mysterious Numbers of the Hebrew King, donde airma que se empleaba dos sistemas de cómputo para los reyes: el cómputo ascensional (postdatación) y el cómputo sin año ascensional (antedatación), como se muestra en la siguienta tabla:

MÉTODO CON AÑO ASCENSIONALBABILONIA

MÉTODO SIN AÑO ASCENSIONALJUDÁ

Año ascensional 1° año

1° año 2° año

2° año 3° año

3° año 4° año

Daniel 1:1 Jeremías 25:1 cf. 46:2Tabla 2. Comparación entre los sistemas de cómputo de Babilonia y Judá

Claramente podemos ver la diferencia de los dos sistemas de cómputo empleados. Según el libro Crónica babilónica de los reyes caldeos publicado en

18Véase Antolín Diestre Gil, El sentido de la historia y la palabra profética (Barcelona: Clie, 1995), 2:709-713.

19J. Dwight Pentecost, “Daniel”, en The Bible Knowledge Commentary: An Exposition of the Scriptures, eds. John F. Walvoord y Roy B. Zuck (Wheaton, IL: Victor Books, 1985), 1:1328; Stefanovic, Daniel, 45-46.

20William H. Shea, Daniel: Una guía para el estudioso, trad. Raúl Lozano Rivera (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2010), 23.

21E. R. Thiele, The Mysterious Numbers of the Hebrew King, ed. rev. (Grand Rapids, MI: Kregel Publications, 1994), 43-44; Stefanovic, Daniel, 46.

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1956, en Babilonia se empleaba el método con año ascensional,22 mientras que en Judá se usó el método sin año ascensional, que era una costumbre en Canaán y de los judíos.23

Por consiguiente, dado al trasfondo cronológico que es evidente, “es bueno concluir que esta discusión resulta estar sin valor”,24 ya que no hay ningún “error” cronológico como sostiene la crítica moderna.

Nabucodonosor, ¿constructor de Babilonia?

La crítica moderna, basándose principalmente en Heródoto,25 se niega en reconocer a Nabucodonosor como constructor de Babilonia debido a que él no lo menciona directamente como su arquitecto en sus escritos.

Empero, la evidencia bíblica muestra algo distinto: ¿No es esta la gran Babilonia que yo ediiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? (Dn 4:30).26 Además, hay evidencia extrabíblica que se encarga de corroborar dicha airmación, como lo es el cilindro de Grotefend;27 y también otros documentos y hallazgos arqueológicos importantes que llevan la inscripción de Nabucodonosor.28 El famoso historiador R. H. Pfeifer, de Harvard University, admitió que “Presumiblemente, jamás sabremos cómo supo nuestro autor que la nueva Babilonia era creación Nabucodonosor. . . como lo han demostrado las

22D. J. Wiseman, Chronicles of the Chaldaean King (626-556 B.C.) in the British Museum (London: British Museum, 1956), 25, 46-47, 65-69.

23Ibíd., “Some Historical Problems in the Book of Daniel”, en Notes on some Problems in the Book of Daniel (London: Tyndale Press, 1965), 17.

24Gleason L. Archer, Jr., “Daniel”, en The Expositor Bible Commentary: Daniel and the Minor Prophets, ed. Frank E. Gaebelein (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1985), 7:13.

25Para saber su vida y obra de este historiador griego, véase Heródoto, Historias: Libros I-IV, ed. Antonio González Caballo (Fuenlabrada, Madrid: Ediciones Akal, 1994); Jaume Aurell, Catalina Balmaceda, Peter Burke y Felipe Soza, Comprender el pasado: Una historia de la escritura y el pensamiento histórico (Madird: Ediciones Akal, 2013), 31. Por otro lado, Montero Fenollós menciona que Heródoto ”fue el primer historiador griego que nos dejó un relato de interés sobre Babilonia, casi cien años después de ser tomada por el rey Ciro. . .” (Juan Luis Montero Fenollós, Breve historia de Babilonia, [Madrid: Ediciones Nowtilus, 2012], 63-66). Véase también la obra completa de John Burrow, Historia de las historias: De Heródoto al siglo XX (Barcelona, Crítica, S.L., 2009). Para una descripción rápida, véase las páginas19-28.

26Énfasis añadido.

27En el cilindro de Grotefend, KB iii, 2, 39; se encontró la siguiente inscripción: “Entonces, yo [Nabucodonosor] construí el palacio y sitio de mi realeza, vínculo de la raza humana, morada de alegría y regocijo”. Citado en J. A. Montgomery, The Book of Daniel: The International Critical Commentary (Edinburg: T & T Clark, 1927), 242.

28En 1899, Roberto Koldewey inició las excavaciones arqueológicas en Babilonia encontrando desde murallas de la ciudad, palacios, templos, hasta documentos cuneiformes que veriican que Nabucodonosor fue constructor de Babilonia (Hasel,“El establecimiento”, 5:104). Para ver otros documentos, véase G. Rawlinson, The Seven Great Monarchies of the Ancient Eastern World (New York: J. W. Lovell, 1875), 2:261, 607, n.110; W. H. Lane, Babylon Problems (London: John Murray, 1923), 179.

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excavaciones”.29 Creer que Nabucodonosor no construyó la ciudad de Babilonia, es ser indiferente no solo a los registros extrabíblicos, sino también al registro inspirando, la Biblia.

Con esto, no habría problema para creer que Nabucodonosor30 es reconocido como rey y constructor del imperio babilónico, cuya ciudad principal era Babilonia,31 ubicada a orillas del río Éufrates en la región conocida como Mesopotamia, actualmente Irak. Este fue el rey que llevó a Babilonia a su máxima expresión militar y arquitectónica.32

Belsasar, “rey” de Babilonia e “hijo” de Nabucodonosor

Mucho se ha discutido sobre el tema. Desde la perspectiva de la crítica moderna, “se ha airmado que no hay prueba histórica que apoye el punto de vista de que Belsasar fuese ‘rey’. En consecuencia, se ha dicho que el libro de Daniel (5:1-30; 7:1; 8:1) contiene un ‘grave error histórico’”.33 Hartman menciona que “si bien este [Belsasar] era hijo del último monarca babilónico, Nabonid, [sic] y en calidad de príncipe heredero asistió en el gobierno del país a su padre, nunca llegó a ostentar el título de rey”.34 Una observación más, es el hecho de que a Belsasar se le llame “hijo de Nabucodonosor”,35 por lo tanto; aquí se habría cometido un error múltiple. Los documentos cuneiformes, no obstante, se han encargado de corregir la imprecisión griega “presentando a Belsasar como hijo de Nabonido desde

29R. H. Pfeifer, Introduction to the Old Testament (New York: Harper and Brothers, 1948), 758-759.

30Para ver un comentario más detallado sobre la vida e historia de este rey, véase D. J. Wiseman, Nebuchadrezzar and Babylon (Oxford: Oxford University, 1985); J. Philip Hyatt, “New Light on Nebuchadrezzar and Judean History”, JBL 75 (1956): 277-284; Gerhard F. Hasel, “The Book of Daniel: Evidences Relating to Persons and Chronology”, Andrews University Seminary Studies 19 (1981): 37-42. En adelante AUSS. Alomía, Daniel: El varón muy amado por Dios, 1:43-68.

31Charles F. Pfeifer, ed., “Babylon”, en The Biblical World: A Dictionary of Biblical Archaeology (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1966), 124-133; Siegfried J. Schwantes, “The Neo-Babylon Empire”, en A Short History of the Ancient Near East (Grand Rapids, MI: Baker Books, 1965), 134-139; J. Paul Tanner, “Ancient Babylon: From Gradual Demise to Archaeological Rediscovery”, Near East Archaeological Society Bulletin 47 (2002): 11-20.

32Georges Roux, “The Splendour of Babylon”, en Ancient Iraq (New York: World Publishing, 1964), 325-338.

33H. H. Rowley, “The Historicity of the Fifth Chapter of Daniel”, JTS 32 (1930): 32.

34Hartman, “Daniel”, 307-308. La cursiva es para énfasis.

35Redditt, Daniel: New Century Bible Commentary, 2.

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1861”,36 y como rey desde 1882,37 a través de cuatro argumentos. En primer lugar, se reconoce que Belsasar fue hijo primogénito de Nabonido, y como prueba más que suiciente es el hallazgo del cilindro n° 91125 en las ruinas del zigurat de Ur, que relata cómo Nabonido —a través de una oración— menciona a Belsasar como su hijo a quien amaba mucho.38 Así, este cilindro establece con claridad la relación:

Padre-hijo entre Nabonido y Belsasar, los cuales, al igual que en las Crónicas Babilónicas, certiican la veracidad de lo registrado por Daniel al mencionar que la noche de la toma de Babilonia por los persas, Belsasar era el último rey que estaba en Babilonia.39

En segundo lugar, la noche en que cayó Babilonia, el 12 de octubre del 539 AC,40 Belsasar fue quien reinaba en Babilonia como “corregente” con su padre Nabonido, y que a su vez fue muerto en la misma noche (Dn 5:30).41 Shea42 menciona que dentro de la política familiar, la práctica de la corregencia era el sentido de otorgar el título de rey, a pesar de la existencia del padre como rey también; así, esta era una costumbre que Daniel aplicaría a Belsasar, “a sabiendas de que Nabonido le había ofrecido el reinado de Babilonia”.43 En tercer lugar, la mención de Belsasar como hijo de Nabucodonosor, no tiene nada de extraño.44 Wiseman menciona que:

El nombrar a Nabucodonosor como “padre” en realidad “no contradice los textos babilónicos que mencionan a Belsasar como hijo de Nabonido, puesto que este último era un descendiente

36W. H. Talbot, “Translation of Some Assyrian Inscriptions”, Journal of the Royal Asiactic Society 18 (1861): 195.

37Alomía, Daniel: El varón, 1:174.

38Paul Alain Beaulieu, “Nabonidus’ Rebuilding of E-Lugal-galga-sisa, the Ziggurat of Ur”, en The Context of Scripture, eds. William W. Hallo y R. Lawson (Leiden: E. J. Brill, 1992-2002), 2:123, 314.

39Alomía, Daniel: El varón, 1:176.

40Ibíd.

41James B. Pritchard, ed., Ancient Near Eastern Texts Relating to the Old Testament (Pricenton: Pricenton University Press, 1955), 313. En adelante ANET.

42Shea, además, señala que el título de rey pudo ser aplicado en el texto de Daniel 5 como consecuencia de la asunción al trono y al título de rey por Belsasar, cuando se enterara de la batalla librada en Opis, con victoria de Ciro sobre Nabonido (William Shea, “Nabonidus, Belshazzar, and the Book of Daniel: An Update”, AUSS 20:2 (1982): 133-149).

43Diestre, El sentido de la historia, 2:723.

44El registro veterotestamentario muestra que esta denominación era legímita y común en los días de Daniel pues de manera repetida se llama a un rey importante padre de todos sus descendientes tal como consigna el linaje de David. Así, David es llamado padre no solo de Salomón sino de Abia (1 R 15:3); de Josafat (22:15), de Jotam (2 R 15:38), de Acaz (16:2), de Ezequías (18:3 y 20:5), y de Josías (22:3). Esta costumbre no es exclusiva al linaje real sino también a la descendencia reconocida de un determinado linaje. Tal es el caso de Jonadab con los recabitas a los cuales Jeremías los reconoce en sus días (Jer 35:6, 8, 10).

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en la línea de Nabucodonosor y podría muy bien haber estado emparentado con él mediante su esposa”.45

Esta era una práctica común en la literatura cuneiforme.46 La mención o reconocimiento de iliación a algún antepasado lejano era una costumbre muy aceptada y común en el ámbito semítico del Antiguo Cercano Oriente,47 registrando esta práctica en los anales asirios.48

En cuarto lugar, el hecho de que Belsasar le ofrezca a Daniel ser el “tercer señor en el reino” (Dn 5:7), tiene una connotación tremenda porque con esto entendemos que, además de la persona que descifre la escritura en la pared (Dn 5:25) —el tercero—, y Belsasar

siendo el segundo, existe otro, que sin duda alguna, no puede ser más que Nabonido —el primero.49 Millard lo expresa de la siguiente manera:

Si Belsasar era el rey, ¿por qué Daniel no podía convertirse en segundo después de él, tal como aconteció en el caso de José con el Faraón en Egipto (Gn 41:40,44)? La respuesta podría ser que Belsasar mismo era el segundo gobernante en el reino. Si el padre de Belsasar, Nabonido, era en realidad el rey, entonces Belsasar era el segundo a él. Resulta pues obvi| o que Belsasar podía ofrecer únicamente el tercer lugar a Daniel.50

De este modo, Daniel consignó correctamente los datos de acuerdo a la situación política de sus días. Él conoció de cerca a la familia real caldea y,

45J. D. Wiseman, “Belshazzar”, en The Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Biblie, ed. Merril C. Tenney (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1975), 1:151. Adicionalmente, Hasel señala que “la clave de la situación está en que la palabra ‘padre’ en las lenguas semíticas puede signiicar también ‘abuelo’, o un antepasado físico más remoto, o incluso un predecesor en el cargo. . . Nabucodonosor fue padre de Belsasar, y Belsasar fue hijo de Nabucodonosor en su relación de abuelo y nieto” (Hasel, “El establecimiento”, 5:113).

46Alomía, Daniel: El varón, 1:177.

47En adelante ACO.

48Por ejemplo, Tiglat-pileser I (1114-1074 AC) aduce en una tableta de fundación del templo de Anu-Adad que es “hijo de Ashur-reshi, rey de Asiria, hijo de Mutakil-Nushur, también rey de Asiria” (A. Scharf y A. Moortgat, Ägypten und Vorderasien im Alertum [1950], 152), y también Salmanasar III (859-824 AC) en la denominada “inscripción del trono”, se autoproclama “hijo de Ashurbanipal, rey del mundo, rey de Asiria, hijo de Tukulti-Ninurta I, igualmente rey del mundo, rey de Asiria (ANET, 275).

49Diestre, 2:722.

50A. R. Millard, “Daniel and Belshazzar in History”, Biblical Archaeology Review 11 (1985): 78.

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como ministro, estaba al tanto de la corregencia entre Nabonido y Belsasar, como también de nombrar a los “reyes” como descendientes del linaje real. Además, le fue natural mencionar a Belsasar como hijo de Nabucodonosor, tal como el mismo rey incluso acostumbraba llamarse (Dn 5:13).51

2. Aspectos lingüísticos

En esta parte analizaremos: (1) el hebreo de Daniel, (2) el arameo de Daniel, (3) El término “caldeo” en Daniel, y (4) las palabras “persas” y “griegas” en Daniel.

El hebreo de Daniel

La parte hebrea de Daniel corresponde a 1:1–2:4a y 8:1–12:13. Según los críticos, como Driver, el hebreo de Daniel “no se parece al hebreo de Ezequiel, ni

siquiera al de Hageo y Zacarías, si no al subsiguiente a Nehemías”.52 Montgomery señaló que el hebreo de Daniel podría “señalar

una fecha tardía en comparación con la literatura bíblica conocida. . . asignándose a este el siglo II AC”.53 Del mismo modo, Davies, que para su desgracia había airmado que

el arameo de Daniel es un arameo imperial, esencia de un dialecto oriental, reconocido generalmente como

el dialecto del arameo bíblico de Daniel,54 certiicaba negativamente que el hebreo de Daniel “no es el hebreo de un exiliado del siglo VI AC”.55

Esta postura, no obstante, ha sido rechazada incluso por eruditos histórico-críticos por falta de un estudio concienzudo y falta de evidencia.56 Si Daniel tiene un origen en Israel del siglo II AC, “cabría esperar algunos rasgos en común con el hebreo de esa época. La carencia de tales rasgos comunes parece apoyar una fecha distinta al siglo II AC; concretamente, un

51Lester L. Grabbe, “The Belshazzar of Daniel and the Belshazzar of History”, AUSS 26:1 (1988): 59-66; W. W. Prescott, “The Historicity of Belshazzar”, Min 5:9 (1932): 15-18.

52S. R. Driver, An Introduction to the Literature of the Old Testament (New York: Oxford University Press, 1965), 473, 476. Driver, además, señaló que “desde luego, el hebreo de Daniel no es el hebreo de un exiliado judío del siglo VI AC” (Ibíd., 476).

53J. A. Montgomery, A Critical and Exegetical Commentary on the Book of Daniel, en International Critical Commentary (Edinburgh: T.& T. Clark, 1927), 15.

54P. R. Davies, Daniel (Sheield: JSOT Press,1985), 38.

55Ibíd., 38.

56Véase los trabajos de O. Ploger, D. S. Russell, A. Lacocque, J. J. Collins y W. S. Towner citados en este artículo.

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periodo anterior a ese siglo”.57 El hebreo de Ezequiel comprueba esta airmación. Ezequiel y Daniel comparten una similitud de lenguaje (aunque no de estilo),58 reforzando el argumento de que estos escribieron en el mismo periodo “por el uso común de términos y vocablos idiomáticos peculiares de aquel tiempo”.59

Además, si se hace una comparación del hebreo de Daniel con el hebreo empleado en los rollos del Mar Muerto del siglo II AC, estos revelan que “ninguno de los documentos sectarios compuestos en hebreo [. . .] muestran ninguna característica en común con los capítulos hebreos de Daniel”.60 Con certeza, podemos decir que no hay nada en el hebreo de Daniel que sugiera darle una datación en el siglo II AC. W. J. Martin lo expresa de la siguiente manera: “no hay nada en el hebreo que Daniel pudiera considerarse extraordinario para un hablante bilingüe o, quizás en este caso, trilingüe del idioma en el siglo VI AC”.61

El arameo de Daniel

Daniel no es el único que tiene una porción escrita en hebreo y arameo62 al mismo tiempo. Aunque el AT está escrito en la lengua de los antiguos israelitas (hebreo), este también presenta porciones que están escritos en arameo (Esd 4:8– 6:18; 7:12-26; Dn 2:4b-7:28; y Jer 10:11).63 Los críticos alegan que el arameo presente en Daniel es un “arameo medio”, usado a inales de los siglos “de la era precristiana y los primeros de la era cristiana”.64 A saber, el arameo empleado en Daniel indica que él podría haber

57Hasel, “El establecimiento”, 5:143.

58Diestre, 2:744.

59Ibíd. Véase, también, Erwin Jenkins, “The Authorship of Daniel” (Tesis doctoral, Talbot Theological Seminary, 1995), 81.

60F. F. Bruce, “The Book of Daniel and the Qumran Community”, en Neotestamentica et Semitica: Studies in Honour of Matthew Black, eds. E. Earle Ellis y Max Wilcox (Edinburgh: T. & T. Clark, 1969), 221-235. Véase, también, Hasel, Understanding, 86-90; ídem, “The Book of Daniel Conirmed by the Dead Sea Scrolls”, JATS 1 (1990): 37-49; ídem, “New Light on the Book of Daniel From the Dead Sea Scrolls”, Min 65 (1992): 10-13; Randall Price, Secrets of the Dead Sea Scrolls (Eugene, OR: Harvest House, 1996), 151-153; ídem, “When Was Daniel Written”, en Secrets of the Dead Sea Scrolls, 157-163; John C. Trever, “The Book of Daniel and the Origin of the Qumran Community”, Biblical Archaeologist 48 (1985): 89-102; Merling Alomía, “Daniel y los descubrimientos de Qumrán”, Didajé 1:1 (2012): 13-26.

61W. J. Martin, “The Hebrew of Daniel”, en Notes on Some Problems in the Book of Daniel, 30.

62Es la lengua de los antiguos arameos, que son mencionados por primera vez en textos cuneiformes en el siglo XII AC. “Con el tiempo, el arameo suplantó las diversas lenguas de las tierras conquistadas. A partir del siglo VIII AC, el arameo se convirtió en una lengua internacional, la lengua franca, del Próximo Oriente” (Hasel, “El establecimiento”, 5:132).

63La Escritura registra que el pueblo de Israel tuvo contactos arameos temprano (Gn 31:24), adoptando el hebreo como su lengua propia. Sin embargo, durante el exilio, el arameo casi desplazó al hebreo.

64Los máximos defensores de esta postura fueron S. R. Driver, C. Torrey y H. H. Rowley. Parece ser que en 1897, Driver abrió el debate presentando información sobre la fecha y la naturaleza del arameo de Daniel, concluyendo que el arameo “‘permite’ una fecha ‘posterior’ a la conquista de Palestina por Alejandro Magno

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escrito su libro en el siglo II AC, en los días de los macabeos y no antes. Tras los descubrimientos de los papiros de Elefantina,65 sin embargo, Rosenthal, tras un importante estudio realizado en 1939, concluyó que la antigua evidencia lingüística —para una fecha tardía de Daniel— tenía que ser olvidarla.66

En 1965, Kitchen, uno de los eruditos más reconocidos en este campo, al estudiar cuidadosamente el vocabulario, la ortografía y la fonética juntamente con la morfología y la sintaxis del arameo de Daniel, concluyó que:

El arameo de Daniel (y de Esdras) es, sencillamente, parte del arameo imperial (oicial) —por sí mismo, no susceptible de datación convincente dentro del lapso que va de ca. 600 a 300 AC. Siendo ello así, no hay base en el arameo para imponer una datación para el libro de Daniel en el periodo macabeo. En lo que al arameo se reiere, una fecha en los siglo VI/V AC es perfectamente posible.67

Aunque Rowley criticó los descubrimientos de Kitchen,68 sus críticas fueron sometidas a un escrutinio por Kutscher, donde señaló que el arameo de Daniel indicaba un origen oriental y no un occidental, como requería si este fuese del siglo II AC.69 Por otro lado, Teixidor, haciendo un estudio epigráico literario de Daniel y Esdras, concluyó que la parte aramea “data de la época persa y no macabaica”.70 Finalmente, Coxon fue quien dio la estocada inal, cuando, en 1977, presentó el resultado de sus investigaciones sobre la frase “ellos bebieron (Dn 5:3)”, concluyendo que “la lengua de Daniel corresponde a una morfología del arameo imperial del este (oriental), y por lo tanto muy anterior al siglo II

(332 AC). S. R. Driver, An Introduction, 502-504, 508. La cursiva es del original. Luego, fue Torrey quien dató el arameo de Daniel entre los siglos III/II AC (C. C. Torrey, “Notes on the Aramaic Part of Daniel”, Transactions of the Connecticut Academy of Arts and Sciences 15 [1909]: 239-282; ídem., “Stray Notes on the Aramaic of Daniel an Ezra”, Journal of American Oriental Society 43 [1923]: 229-238) y inalmente en 1929, Rowley publicó un estudio sobre el arameo bíblico en el cuál llegó a la conclusión de que el arameo de Daniel se “posicionaba en algún punto entre el arameo de los papiros nabateanos y las inscripciones de Palmira, es decir, en el siglo II AC” (H. H. Rowley, The Aramaic of the Old Testament [London: Oxford University, 1929]), 11).

65Descubiertos en el Alto Egipto, escritos en arameo y aceptados como provenientes del siglo V AC. Estos papiros coinciden con el arameo de Daniel. Ver P. W. Coxon, “The Syntax of the Aramaic of Daniel: A Dialectical Study”, Hebrew Union College Anual 47 (1977): 107-122.

66F. Rosenthal, Die Aramäistische Forschung (Leiden: E. J. Brill, 1964), 60-71; ídem, “Aramaic Studies During the Past Thirty Years”, Journal of Near Eastern Studies 37 (1978): 81-91. Énfasis añadido.

67K. A. Kitchen, “The Aramaic of Daniel”, en Notes on Some Problems in the Book of Daniel, ed. D. J. Wiseman, ét al. (London: Tyndale Press, 1965), 31, 37, 75-79.

68H. H. Rowley, “Review of D. J. Wiseman, ét al., Notes on Some Problems in the Book of Daniel”, Journal of Semitic Studies 11 (1966): 112-116.

69E. Y. Kutscher, “HaAmarait HaMiqrait-Amarit Mizrahit hi o Maoravit?”, First World Congress of Jewish Studies 1 (1952): 123-127.

70Javier Teixidor, “Contexto epígrafo y literario de Esdras y Daniel”, en Simposio Bíblico Español, eds. N. Fernández Marcos, J. Trebolle Barrera y J. Fernández Vallina (Madrid: Universidad Complutense, 1984), 139.

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AC”.71 Al igual lo hace Stefanovic, a través de un estudio comparativo entre las inscripciones arameas del siglo IX-VII AC y el arameo de Daniel, llegando a la conclusión de que el arameo de Daniel corrobora su antigüedad, es decir, el siglo VI AC.72

El término “caldeo” en Daniel

Según los críticos, el término “caldeo”, para la época de Nabucodonosor, fue empleado en los periodos persas y posteriores, pero no antes.73 Además, en la primera parte del reinado de Nabucodonosor, la palabra “caldeo” solo tenía una connotación racial, mientras que el escritor de Daniel le asigna el signiicado de “casta religiosa u hombres sabios”,74 algo que no se hizo sino mucho más tarde del reinado de Nabucodonosor. Por lo tanto, estos concluyen en que el autor del libro de Daniel tuvo que haber escrito su libro muchos años, tal vez siglos, después del colapso del imperio neo-babilónico, y a eso de debe su error.75

El término “caldeo”76 [heb. םידשכ], sin embargo, ha sido comprobado arqueológicamente —en sentido étnico—77 y también como una referencia profesional “vigente incluso en los días previos al imperio neo-caldeo”,78 como lo demuestra una tableta fechada proveniente del décimo cuarto año de Shamash-shum-ukin de Babilonia (668-648 AC).79 La actividad de estos ”caldeos” estaba vinculada con los demás dignatarios en las “artes mágicas” de la corte de Nabucodonosor —especialmente los asipu cuya actividad tenía que ver con la magia, la hechicería

71P. W. Coxon, “A Philological Note on Daniel 5:3f”, Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft 89:2 (1977): 275.

72Zdravko Stefanovic, The Aramaic of Daniel in the Light of Old Aramaic – JSOTS 192 (Sheield: Sheield Academic Press, 1992). Véase, también, J. Linder, “Das Aramäische im Buche Daniel”, Zeitschrift für Katholische Theologie 59 (1935): 503-545. Linder concluye que la fecha del siglo III al II AC para el libro de Daniel ya no puede sostenerse. De esta forma, no habría fundamento lingüístico contra una fecha temprana para Daniel (Ibíd., 544-545).

73Hasel, “El establecimiento”, 5:126-127.

74Evis. L. Carballosa, Daniel y el reino mesiánico, 3ra ed. rev. (Grand Rapids, MI: Portavoz, 1999), 21.

75Ibíd.

76Daniel 2:2, 4, 5, 10; 4:7; 5:7-11; fuera del signiicado étnico que tiene 1:4; 3:8; 9:1.

77E. M. Yamauchi, “The Archaeology Background of Daniel”, Evangelical Quarterly 137 (1980): 5-6. En adelante EvQ. A. R. Millard, “Daniel 1-6 and History”, EvQ 49 (1979): 69-71; J. G. Baldwin, “Some Literary Ainities of the Book of Daniel”, Tyndale Bulletin 30 (1979): 29; J. McDowell, Daniel in the Critics’ Den. Historical Evidence for the Authenticity of the Book of Daniel (San Bernardino, CA: Here’s Life Publishers, 1979), 55-59.

78Alomía, Daniel: el varón, 1:187.

79G. L. Archer, “Daniel”, en Encyclopedia of Bible Diiculties (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1982), 282-293.

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y la recitación de literatura exorcista.80 Además, esto no es nada nuevo. En la época de Nabunasir (747 AC) se presenta una tradición caldea en la que se hacen observaciones a astros muy exactas, reconociendo a los caldeos como hombres de ciencia (sabios), y por esto, es razonable pensar que esta tradición fue muy bien conocida por Daniel, ya que para la época en la cual él vivía, era el momento más loreciente de los caldeos.81

Las palabras persas y griegas en Daniel

Existen aproximadamente diecinueve palabras de origen persa en la parte aramea del libro de Daniel. Rowley “defendió que ello es indicación de que el arameo bíblico de Daniel es mucho más cercano al arameo de los targúmes de los siglos II y I AC que a los papiros arameos del siglo V AC”.82

Asimismo, con las tres palabras griegas, que son instrumentos musicales: el arpa’ [conocido antiguamente como cítara], ‘el salterio’ y ‘la zampoña’ (3:5 cf. vv. 7, 10, 15),83 no habría excusa para no ijar la fecha en el siglo II AC. Tal como lo menciona Driver, “las palabras persas presuponen un periodo después de que el imperio persa estaba bien establecido, las palabras griegas demandan [. . .] una fecha posterior a la conquista de Palestina por Alejandro Magno (332 AC)”.84

Coxon, sin embargo, haciendo un estudio más detallado sobre las palabras griegas en su contexto histórico, lingüístico y cultural, llegó a la conclusión de que estas palabras no son obstáculo para una fecha prehelenística para la composición del libro de Daniel, —como también lo hace Yamauchi—85 porque: (1) el primer instrumento fue adoptado en el arameo en el periodo prehelenístico;86 (2) el segundo instrumento, basándose en un estudio realizado por A. Sendry,87 es un instrumento musical importado del Oriente a Grecia, con la única diferencia de que los griegos mejoraban los instrumentos, y nuevamente eran exportados al Oriente;88 y (3) aunque, antiguamente el término griego para el tercer instrumento signiicaba “melodía en conjunto”, más tarde, posiblemente, puede haber llegado a tener el signiicado de un solo

80Ida Fröhlich, “Les enseignements des Veilleurs dans la tradition de Qumrân”, Revue de Qumran 49-52 (1988), 181-183.

81Diestre, 2:721.

82H. H. Rowley, The Aramaic of the Old Testament (London: Oxford University, 1929), 139.

83Hasel, “El establecimiento”, 5:130.

84Driver, An Introduction, 508.

85Yamauchi, “Archaeological Background of Daniel”, 13.

86P. W. Coxon, “Greek Loan-Words and Alleged Greek Loan Translations in the Book of Daniel”, Glasgow University Oriental Society Transactions 25 (1976): 24.

87A. Sendrey, Music in Ancient Israel (New York: Philosophical Library, 1969), 297.

88Coxon, 32-36.

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instrumento musical.89

Finalmente, con los trabajos que presentaron Montgomery,90 Albright91 y Yamauchi,92 se demostró la debilidad de los argumento de Driver, señalando con evidencia abrumadora la inluencia de la cultura griega en el ACO, y sobretodo; en Babilonia.

3. La angelología en Daniel

Una razón más que la crítica moderna presenta contra el libro de Daniel, es la creencia de una angelología93 demasiada avanzada para su época.94 Si bien es cierto que en el AT los ángeles actúan como portadores de mensajes,95 ya en la parte del Pentateuco los ángeles (1) protegen al pueblo de Dios, (2) destruyen a sus enemigos, y (3) revelan la voluntad de Dios.96 La evidencia textual presenta la existencia de profetas que pertenecen “a la misma época, a saber el periodo del exilio”97 que hicieron uso del estilo apocalíptico,98 aunque en distintas proporciones. Por ejemplo, en el libro de Ezequiel hay “seres vivientes” (1:22, [heb. ־לע dotados de alas que sostienen el trono de Dios, identiicados como los ([יאר“querubines”99 (10:20; 11-22-25, [heb. םיברכ]). En el capítulo 9, el profeta hace

89Ibíd.

90Montgomery, A Critical and Exegetical Commentary on the Book of Daniel, 22.

91W. F. Albright, From the Stone Age to Christianity (Garden City, NY: Doubleday, 1957), 337.

92E. M. Yamauchi, Greece and Babylon (Grand Rapids, MI: Baker, 1967), 94.

93La angelología es la ciencia que estudia a los ángeles. En Teología, es la rama que intenta explicar el origen y cualidades de los seres espirituales llamados ángeles.

94F. Dexinger, Das Buch Daniel und seïne Probleme (Stuttgart, Katholischee Bibelwerk, 1969), 16; W. Baugartnet, Das Buch Daniel (Giessen: Topelmann, 1926), 70, 136-137.

95Un estudio detallado sobre el papel de los ángeles en el contexto bíblico veterotestamentario y extrabíblico, lo hace Merling Alomía en su tesis doctoral publicado en español en siete partes por la revista Theologika de la Facultad de Teología de la Universidad Peruana Unión. Véase Merling Alomía, “Los ángeles en el contexto extrabíblico veterotestamentario: Un estudio exegético comparativo – Parte I”, Theo 3:2 (1988): 166-183; ídem, “Parte II”, Theo 4:1 (1989): 44-99; ídem, “Parte III”, Theo 4:2 (1989): 118-205; ídem, “Parte IV”, Theo 5:1 (1990): 2-91; ídem, “Parte V”, Theo 5:2 (1990): 168-227; ídem, “Parte VI”, Theo 6:1 (1991): 2-75; ídem, “Parte VII”, Theo 6:2 (1991): 208-269.

96Hasel, “El establecimiento”, 5:156.

97Schwantes, “La fecha”, 98.

98Véase Johnsson, “Apocalíptica bíblica”, en Tratado de Teología, 9:884-917.

99La primera mención de los “querubines” está registrada en Génesis 3:24, donde se les encomendó cuidar el árbol de la vida del huerto del Edén (J. D. Douglas, “Querubines”, en Nuevo diccionario bíblico Certeza, 1ra ed. CD-ROM, Biblioteca Digital Libronix 3.0g [s.l: Sociedades Bíblicas Unidas, 2000]). Los arqueólogos han descubierto varios artefactos que pueden tener semejanza con los querubines, pues en el ACO, las representaciones de seres alados eran comunes. Para más información, véase Merling Alomía “Lesser Gods of the Ancient Near East and Some Comparisons with Heavenly Beings of the Old Testament (Tesis doctoral, Andrews University, 1987).

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referencia a un “varón vestido de lino”,100 junto a otros cinco más, quienes son ejecutores de los juicios divinos.101 En la última visión de Ezequiel (40-48), se hace referencia a un hombre de apariencia “como de bronce” (40:3), el cual actúa como mediador entre la divinidad y el profeta.

Por otro lado, las visiones del libro de Zacarías se asemejan también a las de Daniel. En ambos libros un ángel intérprete es quien desempeña un papel de suma importancia. Este ángel mencionado en Daniel (caps. 7, 8, 9, 10-12) —al que se le da el nombre de Gabriel en 8:16; 9:21—, “es cercano, si no idéntico al papel interpretativo de los ángeles de Zacarías (1:9, 14, 19; 2:1-3; 4:4-6, 11-14; 5:5-11; 6:4-8)”.102

Es preciso admitir que, aún en el dominio de la angelología, el libro de Daniel tiene más ainidad con los libros de Ezequiel y de Zacarías, que con los libros apocalípticos que surgieron a partir del siglo II AC,103 siendo la diferencia que en el libro de Daniel el ángel es identiicado por su nombre.

Además, si uno hace una comparación con la evidencia arqueológica hallada en Qumrán, en relación a los ángeles de Daniel y al siglo II AC, se dará cuenta que hay indicadores de que Daniel es más antiguo que las “invocaciones” de Qumrán,104 y es más signiicativo que los que “lo ligan con la literatura apocalíptica que intentó imitarlo”.105

100El hombre vestido de lino (vestido de los sacerdotes [cf. Éx 28:29-42] y de los ángeles [cf. Dn 10:5; 12:6-7]) mencionado aquí, es sin lugar a dudas el mismo ser que aparece en Daniel 10:5 y 12:6-7. Se dice que este es un “increíble ser celestial” (cf. Ap 1:13-16; el mismo ser que se le apareció a Juan), que apareció en “forma humana” y vino para auxiliar a Daniel, como también lo había hecho Gabriel anteriormente (Dn 9:20-27). Véase “‘man clothed in linen’[Dn 10:5]”, en Andrews Study Bible, ed. Jon L. Dybdahl (Berrien Spring, MI: Andrews University Press, 2010), 1131. Por su parte, Schawantes señala que “La semejanza con el ser celestial de Daniel 10:[5]6 es evidente. Es este ser celestial que le servirá de guía, que le mostrará el templo y la nueva Jerusalén, que medirá lo que deberá ser y que anunciaría las leyes que deben regular el nuevo ritual en el servicio del templo. El desempeña la función de ángel intérprete” (Schawantes, “La fecha”, 99). Véase, también, “Daniel 10: Una interpretación teológica desde una perspectiva apocalíptica”, en este número. Para una identiicación de quién es este ser celestial, véase Gerhard Pfandl, “¿Quién es Miguel es Daniel 12:1?”, en Interpretación de las Escrituras: Preguntas y respuestas bíblicas, ed. Gerhard Pfandl, trad. Aecio Cairus y Néstor Alberro, 1ra ed. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2012), 250-254.

101Para Eichrodt, estos son llamados como “ángeles de venganza” (W. Eichrodt, Der Prophet Ezechiel [Gottingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1959], 1:382) mientras que Cooke los denomina “seres celestiales en forma humana” (G. A. Cooke, Ezekiel, en International Critical Commentary [Edinburg: T. & T. Clark, 1936], 104).

102Hasel, “El establecimiento”, 5:157.

103Schwantes, “La fecha”, 101.

104A. Mertens, Das Buch Daniel im Lichte der Texte vom Toten Meer (Stuttgart: Würzburg, 1971), 112-113.

105Schwantes, “La fecha”, 101. Por otro lado, A. C. Welch airma que “el libro de Daniel es mejor comprendido desde el punto de vista de aquellos que le precedieron que de aquellos que lo siguieron, indicando así que él tiene más ainidad con Ezequiel 38 y 39; Zacarías 1-8 e Isaías 24, que con Enoc, Oráculos Sibilinos, etc” (Vision of the End: A Study in Daniel and Revelation [London: James Clarke, 1958], 129).

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Conclusión

En esta primera parte de nuestro estudio, hemos visto el empeño de los críticos para desacreditar la autenticidad del libro de Daniel en tres secciones principales que tienen que ver con (1) aspectos cronológicos e históricos: la existancia de dos sistemas de cómputo para calcular los años de reinado de los reyes, la presentación de Nabucodonosor como constructor de Babilonia y de Belsasar como hijo de Nabucodonosor y rey de Babilonia; (2) aspectos lingüísticos: el hebreo, arameo y las palabras persas y griegas; y (3) la existencia de una angelología avanzada en el libro de Daniel. Sin embargo, la evidencia escriturística y extrabíblica, como los descubrimientos arqueológicos, han demostrado que los argumentos expuestos por los críticos tienen que ser abandonados deinitivamente. Por ende, es imposible creer que el libro de Daniel haya sido escrito en el siglo II AC, quedando como alternativa lo que propone la tradición judeo-cristiana, que el libro de Daniel realmente fue escrito en el siglo VI AC, época en que Daniel fue llevado en cautiverio. En la segunda parte de este trabajo se analizará el punto cuatro desde una perspectiva histórico-bíblica para ver quién es el que realmente cumple con los requisitos proféticos para ser el "poder" o "individuo" mencionado en Daniel 11, y el punto cinco será analizado a través de la Sola Scriptura, es decir, qué dice la Biblia en cuanto a la autoría de Daniel.