Revista el perro n°3 dic

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Año 1 Número 3 Diciembre 2014 Año 1 Número 3 Diciembre 2014 Año 1 Número 3 Diciembre 2014 Revista El Perro

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Tercer número de la revista de arte y culta El Perro.

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Año 1 Número 3 • Diciembre 2014Año 1 Número 3 • Diciembre 2014Año 1 Número 3 • Diciembre 2014

Revista El Perro

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Suena la chicharra. Dar besitos en la panza. Respirar. Pegar chicle en perro. Cambiar de tra-bajo. Insultar al gato. Contar tus ahorros. Pedir parada al camión rojo. Brindar. Correr hacia atrás. Traducir un bebé. Tener fans. Saborear la tierra. Imaginar desnudos. ¡Vacaciones! Solilo-quear. Proteger al ganso. Seguir a las hormigas. Vivir a primera vista. Creerse muy chingón. Explorar en los desechos. Pedir la bajada por ade-lante. Usar la mano izquierda. Hacer méritos con los infiernos. Pensar en la electrónica de microcomponentes. Escuchar la construcción más cercana. Resolver la mente. Crear un nuevo dios. ¡Recreo! Converger con todo. Hacer reír a los puercos. Generar un paisaje atonal. Dar nal-gaditas. Celebrar el advenimiento del último juglar. Gol. Caricaturizar tus genitales. Llamar-te José 8A. Sonreír a las normas felices. Quemar-lo todo. Usar feisbuc para no usar feisbuc. Medi-tar en los ángeles negros. Inventar un lenguaje multiorgásmico. Saber que hay más películas que vida. Hablarle a la cortesana. Perder un dien-te. Punto. Sugerir por más vacaciones. ¡Liber-tad! Leer un tratado de memorias. Proxenetiar. Abrazar a tus tocayos. Vestir una máscara de ropa interior. Comerte mis pantalones. Que te embarguen las penas. Pedir ayuda. Vomitar can-ciones. Pensar aleatoriamente. Conviértete en el rey del pandero y las maracas. Píntate bonita. Vuélvete agua. Es quizá la práctica de la liber-tad. Estudia lo más difícil del mundo. Imagina Marsuf. Reposa el perfil. Róbale una sonrisa al budita mamá. Sé esa batería imaginaria. Asalta un café de chinos 5 pesos. Carcajéate de samsa-ra. Baila con tu jaina. Sé el jolgorio de tu vida. La que nos motiva. Mándalos a la verga. Encuén-trate rebotando. Patrocina al perro de la esquina.

Edi-torial

Adquiere una idea pendeja. Fluye. Pierde el tiem-po. Siéntate en un pito dibujado. Juega chichi-lengua. Da rait. Sólo permanece. O se nos aca-baron las ideas Engaña tus sentidos. Siempre cumplir años. Rájate la raja. Ocasiónate dos hemorragias. Consagra tus pies. Agradezco el tiempo. Sé vacuo. Suena bonito. Genera sismos. Usa globos como condones. Campeona a alguien. Atrapa al gallo. O Nada. Que le hallen el ritmo. Actuá natural. Huele sobacos. Juega las sonrisas. Abúrrete. Pide tiempo en lugar de suel-do. Cántale al atlas. Describe tus hormonas. Vive la anarquía. Salte de la ciclo vía. Suena la chi-charra. Trata el corazón. Deséale provecho a todo. Reprime al representante. Regálale flores a tu tortuga. Desobedece civilmente. Regala dine-ro. Toca congas. Saca las cagüas. Informadrogas. En cada gozo. El recreo no termina. Reclama luz. Silabea. Hazte de un compita vagabundo. Poesía cosquillas. Ahora soy punk. Sé tu pro-pio maestro…

Consejo Editorial (Los Perros)

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EstePerroNo tiene

Correa

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Directorio

ColaboradoresMaría Fernanda CentenoVíctor Osuna PalominoAndrea GuzmánJorge SilvadorayDesly Solorio BalmoriDaniel Gómez JáureguiKetzal Muñiz LucioEckmon Ulises Avalos AtencoMaría José ToscanoJessica Flores MartínezAlberto Romo MartínezDaniel Zavala

Consejo DirectivoJesús Beniel Velasco ReyesBruno Maximiliano García CortésPedro Miguel Guillen D.Domingo Valtierra RoblesVíctor Manuel Elizondo Santos

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Contenido

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Convo-catoriaE n e r o2 0 1 5

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Lıteratura

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Preocupados más colocarle los istas,los atas y los anos a las palabras(los socialistas, los marxistas,los anarquistas, los capitalistas,los demócratas, y los anos)que simplemente ser libres,o libresistas, libreatas o líbranos.

Somos lo que aprendemos,somos el éxito o la derrota y lo que le sigue,somos la caída y lo que le sigue;y lo que sigue es el aprendizaje,o el aprendizajismo.

Preocupados más por tener que por ser;sólo somos lo que tenemosy ya no somos lo que semos.

Encantados por poseer,se nos olvida que somos de la tierra,no que la tierra es nuestra.

La escarcha en mente fría se abulta,en mente tibia se convierte en agua pura para beber.

Si te vas ahora no habrá sueño que te arrulle,

mi sombra te abrazará fría y queda,

vaciará tu pecho y sentirás la soledad,

No hay rincón de tu cuarto que no tenga mi aroma,

ni silencio donde no anheles mi voz.

No hay brazos que te deseen como los míos,

ni boca que te inspire besar.

Caminarás entre la gente buscando mi rostro,

y a la vez no querrás encontrarme.

Tu mirada se nublará de recuerdo.

Mi nombre cortará tu garganta,

y se enredará en tu lengua.

Despertaremos en este mar revuelto,

naufragando.

Si te vas ahora, olvidarás.

Si te vas ahora, nos olvidaremos.

Poema

Si te vas...

eco-�olítico

bVittorio Valente

Linette

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Se encuentra subiendo los últimos escalones

para llegar a la cima de la colina y por fin llega al

bosque. Ha sido un largo camino, no recuerda

cuándo empezó todo, pero por alguna extraña

razón solo cree saber que cuando empezó a subir

(si es que una vez hubo algún comienzo) sus ojos

no paraban de cerrarse. Y que mientras se

acercaba a la cima, se sentía cada vez mejor, cada

vez más libre.

Voltea a ver de dónde viene, hacia e l

interminable vacío. Tiene la extraña sensación

de que algo muy importante se le ha olvidado,

pero por más que se esfuerza no logra recordarlo.

Deja atrás el dolor de su frío y roto corazón para

volver su mirada al bosque. Justo en ese

momento se da cuenta de que aunque lleva toda

una vida caminando, nunca se ha puesto a

disfrutar de su entorno. Se encuentra en un lugar

donde las montañas rodean al bosque y los

árboles son inmensamente altos, llenos de flores

que brillan. Junto a ella hay un pequeño río que

avanza a su ritmo. Camina lentamente

adentrándose al bosque mientras la noche le

muestra el camino a través de las ramas de los

árboles que se mueven indicando su destino.

Una brisa de aire frío la consuela.

Eran lugares extraños. Donde los cantos de las

aves crean perfectas armonías. Se escuchan

entre las ramas los distintos animales que aúllan

reafirmando su presencia, cada uno destacando

a su modo. Las sombras de las hojas cambian de

diferentes formas, algunas parecen rostros de

La la cuidabaluna

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personas que conoció en alguna ocasión,

mientras otras, toman formas de los momentos

claves de su vida.

Camina hasta llegar al corazón del bosque.

Encuentra un pequeño lago rodeado de flores, se

arrodilla junto a él, pues nunca había sentido

tanta sed como entonces. Con sus manos toma

un poco de agua y observa detenidamente su

reflejo. Se puede ver a ella misma en primer

plano y al fondo al cielo, donde se encuentran las

estrellas más coloridas que se puedan imaginar,

sobresaliendo la inspirada luna.

Su rostro lo cubre parte de su cabello, con su

mano lo acomoda de tal forma que no le moleste,

y por fin logra verse por primera vez en años.

Recuerda que nunca le gusto ver su reflejo, ahora

aprecia cada pequeño detalle, se ve más joven de

como se recuerda. Comienza a sentirse bastante

agotada y se aleja del lago donde deja toda su

inseguridad.

Y en medio de las flores cae, donde los pétalos

brillan y la cubren con su fragancia dándole un

cálido abrazo. La esperanza que le ha hecho falta

desde siempre y con un último esfuerzo se

levanta débilmente, dirige su mirada al cielo

mientras, con su mano intenta tocar las estrellas

para después desvanecerse. No muestra miedo,

la luna la cuidaba invitándola a descansar.

Raúl Duarte

Nací en Hermosillo, Sonora, México, el 14 de septiembre, actualmente vivo en Guadalajara. Estudio la carrera técnica en música en la Universidad de Guadalajara (U de G). He escrito desde que tengo memoria, siempre me han gustado las historias, mas hace un año comencé a tomarme más en serio todo esto de escribir. Escribo todos los días desde entonces. El arte de crear “vida” a través de las letras. Este mismo año gané el primer lugar un concurso de cuento corto, organizado por los alumnos del Centro Universitario de Tonalá (U de G), con una historia de terror llamada “Y volveremos a vivir”. Espero en el año 2015 publicar mi primera novela.

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Nuestro amor es como una gota en el océano

Y sin esa gota el océano no sería el mismo

Oh gota lejana, ahora en el aire te encuentras

Te unes a una nube viajera

Hasta que te decidas por volver

¿Qué no ves que el agua ahora es distinta

Y que ya no refleja lo que debe de verse?

Vuelve pues amor a tu lugar de origen que el agua sabe distinta

Mas tengo esperanzas

Pues el agua de mar regresa del cielo sin estar salada

Ve pues a volar y viajar que ahí tu sal no ha de estar

Y cuando regreses aquí estaré

Para devolverle contigo al mar su auténtica hermosura.

ota viajeraMaría José

Anchustegui

Icaza

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Hoy he visto morir a mis sueños. Eran masacra-

dos por un cuchillo de veinte centímetros de

largo y ellos no ponían reparo. Yo dormía. Ellos

morían. El sueño tan confortable y envidiable,

lleno de luces brillantes y elementos armonio-

sos, se tornaron grises en un abrir y cerrar de...

¿Ojos? Al tener mis ojos cerrados durante el pro-

ceso de sueño no sabía si en realidad los tenía o

sólo eran mis delgados parpados que tapaban

dos cuencas grotescas sin fondo. Las luces se apa-

garon de repente, todo se volvió triste, lúgubre,

decadente. Y yo estaba ahí sin protección algu-

na. Una débil estela de luz caía al fondo, alum-

brando una enorme piedra, y sobre la piedra una

caja. Me acerqué a ellas con paso lento, mal que-

riendo tropezar con la hierba rebelde que danza-

ba al son del aire pesado, moviéndose de un lado

a otro. Cajita de madera seguramente (no lo

sabía, podría ser cualquier cosa) pequeña y deli-

cada, la desharía de un golpe contra el suelo des-

cuidado. La abrí lo más lento que pude, como

queriendo no destruirla o estropearla y ahí esta-

ban dentro. Mis sueños. Juntos, unidos, casi abra-

zados unos con otros, pequeños en esa cajita

café. Se veían tan desprotegidos, me causaban

repulsión, no por ellos, sino porque las pesadi-

llas los cubrían alrededor de ellos. Yo quería sal-

varlos, deshacerme de los malos sueños y que-

darme con los buenos, los que todos esperan

tener todas las noches. Tomé un cuchillo de vein-

te centímetros de largo y apunté sin margen de

error a las pesadillas para acabar con ellas. No

contaba con que éstas se desvanecerían y deja-

rían al paso libre de la afilada navaja del cuchillo

a los sueños. De pronto ya no pude detenerme y

acabé con ellos, tristemente se esfumaron...

¿Y ahora?

Ahora tengo miedo de dormir. Sé que ya

no habrá sueños, sueños buenos y placenteros.

Los había matado. Ahora ese mundo mágico

está invadido por las pesadillas que se burlan de

mí y de mi infortunio, y estoy totalmente seguro

de que no dormiré en un buen rato...

Men�uar

Christian Anguiano

(Guadalajara, Jal. 1993). Cuentista por amor al arte y por compromiso con las letras. El sinsentido y el humor negro son temas predominantes en sus historias. Actualmente es estudiante de la licenciatura en letras hispánicas de la Universidad de Guadalajara. Fue publicado por la revista El Perro (“La muerte”, noviembre 2014, número 2, año1).

sueños

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GuerraSoldados

en las sombras bajo un follajede muerte, sangre en tu tronco,

por savia, codiciosos ramales de hojasdemagogas, desquebrajándose

en heridosla corteza.Enraizado

a los hijos caídosmutilados, masacrados, sacrificados

y a lavana gloria que

te abona.

Tadeo Itzcuintli

Oriundo de Colima, llegué a Guadalajara muy joven. Cuando alcancé la edad suficiente, intenté estudiar una profesión, terminé prefiriendo la vida, como escuela, el día a día, como compañero y la experiencia, como maestra. He sido muchas cosas: desde carpintero, hasta carnicero, pasando por mensajero y comerciante, pero las letras han sido siempre mi gran vocación, anhelo hacerles honor o intentarlo en lo que muero. Fui publicado por la revista El Perro (“La muerte”, noviembre 2014, número 2, año1).

Ya antes hilvané notasy dibujé sonetos con tu recuerdoprobé tu mirada y lozanoencadenó el sabor aúnde una verde fraganciatirita su aroma en deseo.

En lunas pasadas le he cantado...a tus manos de brisa de mayo a la nostalgia celeste en tus ojosal resonar enervantede tu nombre, privilegio de aves.

Landa preciosa que gorgotea ante mis ojos,égloga contoneo que se prende y manifiesta;tonadilla, casi un murmullo, tu brillante cabello;ignoto suspirar de una piel de exquisito donaire,cánticos, cuan estrellas invocaría a tu prosa,inconquistables para colmarte sonrisa de Venus, adorna el regazo de tu cielo con mi beso de gorrión.

Me has convertido tú, luna encarnada,de placible arroyo al tibio sonsonete,en torrente impetuoso sin más fortuna por destino reclamadoque verterse en tu mar de labios,naufragio seguro, añorado, entre sueños y el adiós de la mañana, no te esfumes anhelo, sin antes de ahogarme entre tus brazos sirenos.

Ya antes he hablado de ti,landa preciosa, sonrisa de Venus,déjame ahogarme en tu alientoy renacer en tus bembos al fuego,mar exquisito de resonar excitante.Soy el gorrión, sé tú el canto.

Irene Rivas

El canto yel �orrión

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Me negaste todo cuanto tenías,cuanto deseaba, cuanto olfateaba,sin miramientos, premeditado,en carácter de causa perdida,con la ternura del soplo vampiro de aquel mosquito contrabandista.

Te hiciste con las horas muertasen mi cama, me arropaste en sueños,me hacías trillar y anhelar tu olor…puedo creer que lo hiciste sin querer,qué culpa tienes, ninfa, de ser tan miely yo tan hambrienta mosca, zumbando.

De lo que no te absuelvo, ni en broma,ni por misericordia auténtica,es que no me soltases. Corrías ycorrías, yo, papalote, volaba.La lluvia nunca ha sido linda conquienes tenemos papel por estola,

con fuego, jamás ha ido bien aquellode besar un corazón de madera,ni eso de inspirar con nieve la brasa.Pero, eres calvario, en éxtasis,ya ignoras, ya absorbes, eres todo ytambién caos, me tengo por mártir y tú.

Me negaste todo cuanto pudiste,lo único que, de veras me distefue tolerar lo robado, eso, y ¿qué esperabas, si tú eres agua,yo cuenca, viento y polvo sediento?Me negaste tus manos nerviosas,

me negaste la piel bajo tu cuello,me negaste mirar tras tus ventanas,me negaste esculpirte un besopor día, me negaste tu bellezaimperfecta, pero lo que más duele:que me negaste la indiferencia.

En carácter de causa perdida con la ternura del soplo vampirote hiciste con las horas muertas,de lo que no te absuelvo, ni en broma.Con fuego, jamás ha ido bien aquellode besar un corazón de madera.

Sin títulonec�ario

Domingo Valtierra Robles

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Años después, cuando Martina girara la vista

para ver por última vez el pueblo que la vio nacer,

recordaría el día que Julián la volvió a llevar al

bosque, y de nuevo el olor a copal y begonias mar-

chitas le inundaría las entrañas justo como lo

hizo aquel fatídico día que ahora la obligaba a

marcharse...

Comenzaba el mundo. El día más caluroso de la

canícula y la tarde oliendo a una camisa tiesa de

tanto planchar. Un olor que te ponía triste, como

el mar. Los pies descalzos siguiendo torpemente

el sendero que otros pies más hábiles habían

abierto y un punzar que bajaba por sus muslos

como si pudiera sentir cómo la sangre le comen-

zaba a hervir a un fuego muy lento.

Conocía aquel lugar. Ya había estado ahí en algu-

na ocasión perdida en el subconsciente. Años

después recordaría con un ligero escozor en el

corazón las tardes violáceas bajo las copas de los

árboles que apenas dejaban filtrar una luz lán-

guida y perezosa sobre sus tobillos desnudos y

una voz que recordaría como la de su padre can-

tándole en un idioma que jamás entendió. Aquel

hombre habría cruzado ya aquel hilo rojo que

separaba los dos mundos incluso antes de que

Martina hubiera estado segura de que alguna vez

existió.

Fue hasta que Julián la llevó de nuevo al bosque

que se dio cuenta de quién era. Y sintió. Un tapón

botado de la parte insensible del alma. Sintió un

nuevo alumbramiento a los pies de su segunda

madre y a los pies de Julián. Y Julián, que había

llegado al mundo con su nube de copal y silencio

contándole de la omnipresencia de los árboles.

Sus ojos brillaban cuando hablaba de esa exten-

sión del corazón que pasaba a ser parte de ellos,

aquellos seres divinos existiendo en los tres mun-

dos, con sus raíces enterradas en el inframundo,

Jizem

Principal exponente del acicalamiento de gatos y amante de los xoloitzcuintles, ha dedicado su vida a explorar el arte y ciencia de la escritura. Conocedora del nombre del viento y talentosa malabarista, Jizem actualmente se dedica a estudiar: defensa contra las artes oscuras, esperando aprobar el curso en la brevedad. Sus numerosas publicaciones incluyen los éxitos “como te voy a olvidar” “de políticos y otros demonios” y “el político mexicano honesto y otras fabulas infantiles” esta última acreedora del premio “lentes de oro” en la noche de publicaciones libres del café “la cafeterería”. Sin duda una vida llena de logros y galardones le ha abierto el paso a este el próximo paso en su exitosa carrera literaria.

Cicatrices

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alimentándose del aliento dulce de la muerte,

sus troncos clavados a la tierra, aferrados a este

mundo, compartiendo su vida con los humanos

y sus ramas alzadas al cielo, como plegarias enre-

dadas y perdidas en su encuentro con Dios.

Un día que el silencio era insoportable lo dijo:

«¿Hacia dónde vamos?» se escuchó decir a sí mis-

ma. Las palabras confundiéndose con el vaivén

de las hojas, temblando como criaturas recién

nacidas. Julián no contestó. Con la mirada fija en

la nada sacó un puñal y grabó una «M» con líneas

burdas en la parte alta de su árbol gemelo, aquel

que compartía la mitad de su corazón. La miró

una última vez con sus ojos milenarios y se mar-

chó. Jamás regresó…

Martina abrió los ojos al evocar una vez más la

mirada desazonada con la que Julián se despidió.

Un escalofrío blandiéndole los huesos fríos de la

espalda al intentar regresar el instante donde

aquellos ojos negros dejaron de existir. Partien-

do como estaba, desde donde el pueblo sólo era

un manchón perdido entre la selva, volteó una

vez más al rincón de su memoria y ahí estaba.

Los árboles. El eco de vidas anteriores intentan-

do romper las cadenas que alguna vez les impuso

la muerte. Y era su padre cantando canciones

autóctonas, meciéndola en sus brazos antes de

dormir. Y era el recuerdo y sus silencios contem-

plando la magnificencia de la nada. El viento y

miles de voces pasadas persiguiéndola todas las

tardes. Era Julián. La idea absurda de que regre-

saría. En un año. Un mes. Mañana. O al día

siguiente. Ya casi ¿O no? Sí, ya casi. Un rato más,

sólo un rato más…

Algunas veces, cuando la luz le permitía vagar

por las calles sin ser vista, intentaba recordar el

camino a tientas por los senderos olvidados.

Apenas se volvía a internar en la selva, volvía.

Una regresión suficientemente dolorosa para no

intentarlo de nuevo. Así, hasta que semanas des-

pués se volvía a ver con sus huaraches desgasta-

dos y las mismas ojeras de siempre, decidida a

encontrar al ser que la había abandonado.

¿Por qué ésta vez podía ver el camino con clari-

dad? Un mensaje que le decía que antes de dejar

el lugar en donde nació tenía que despedirse del

lugar donde la oscuridad y la luz un día formaron

el camino donde alguna vez un fantasma escri-

bió su nombre sobre su propio corazón ausente.

Mensaje o no, Martina regresó una vez más a

aquel árbol. Después de 30 años y cientos de

noches creando un muro en contra de su memo-

ria consumida, el dolor sólo se había reducido a

una costra ocre que palpitaba cada madrugada

cuando intentaba pronunciar su nombre entre

soplos. Ahora que había regresado para despe-

dirse de su propio árbol gemelo que jamás volvió

a ver después de aquel último día, pudo sentir la

barrera que había impuesto contra su recuerdo

desmoronándose como azúcar. Un dolor agri-

dulce clavándosele en la parte carnosa del cora-

zón cuando en el lugar donde Julián había escri-

to su nombre alguna vez no había nada. Un

borde grisáceo y burdo ocupaba su lugar. Las raí-

ces apagadas y muertas. Martina pasó sus níveos

dedos por la corteza reseca y, por un instante, fue

casi como si hubiera tocado las huellas dactila-

res de aquel ser que había tocado su alma y que

ahora comprendía, tanto llegó a amar.

El árbol había muerto y, por un momento, le pare-

ció ver a Julián, alimentando con su aliento las

raíces de algún otro árbol cercano. Dijo su nom-

bre una última vez. La boca vacilante temerosa

de pronunciarlo después de tantos años. Regre-

sando a su propio cuerpo, finalmente se mar-

chó. Jamás regresó.

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El tejedor

Metatextual

de tortugas–Así, por debajo de la tela –le expliqué a mi

pequeña amiga de caparazón rosado–. Después

pasas el hilo por encima de esta manera. Nunca

olvides ponerle los ojos, recuerda que deben ser

botones diminutos como los tuyos. El relleno es

importante, algodón de primera, siempre lo he

dicho, si no es algodón, ¿de qué otra cosa puedes

rellenar tu tortuga? De arena quizá. Ya es hora –le

dije a mi pequeña amiga–, se nos hará tarde y tú

sabes que no me gusta llegar tarde. Mira que no

se nos olvide nada.

El tejedor se levantó de su puesto y caminó

en dirección a la playa. Al sentir el agua en sus

pies sacó de una bolsa las tortugas tejidas que lle-

vaba, las colocó con cuidado sobre la arena. Quin-

ce tortugas hechas a mano. Esperó a que la marea

viniera a reclamar la orilla que tanto le pertene-

cía.

–Vas muy bien –le dije a mi pequeña amiga

cuando por fin decidió entrar al agua–. Observa

a las demás. Mueve tus patas. Que la ola no te dé

una sorpresa –le aclaré mientras yo tomaba el

hilo y me cosía el corazón y la imaginación al

pecho.

Y Heideggerear un ratito; para Álvarocampearte un

escrito en el que pueda decirte que aunque parezca

que tengo un amor bukowskiano contigo, me gusta

imaginar que tus ojos bonitos me entregan algo más

Lavineante. Que un saborcito Beneditezco nos

envuelva el alma. ArturoAcciarme un cigarrillo

mientras me pongo a pensar que mientras tu

Rosenvingéas queriendo mantener “la distancia

adecuada” entre mis “flores raras” y tu corazón

“cerrado”, yo estoy acá Loringeando un cachito.

Deseando no ser el “hombre que inventó Manhattan”,

porque tarde que temprano terminaría apodándote

tokio [por no decir el estado del que tú eres] pasando

el miedo de un día decirle a mis conocidos que “Tokio

ya no nos quiere” y que por más que trato ahora «ya

sólo hablo de amor».Pedro Miguel Guillén Mejía

Sin nadie que hiciera preguntas sólo quedaban algunos puntos suspensivos…Me describieron por primera vez el 6 de marzo de 1992. Hasta la fecha soy un personaje de las letras que lo que busca va más allá de las páginas en blanco. Soy un personaje, que como muchos otros, juega a escribir, soy un personaje al que le pusieron por nombre Pedro Miguel Guillén Mejía.

Alejo Amargo

Bebe cejas guapas y se enamora de cervezas; en ocasiones pasa al revés. Hace poco, Amargo era adolescente, y no le dieron permiso de dispararse en la sien con un revólver que le vendieron en la central vieja. Creció molesto y se enseñó a escribir con la pistola. Para sobrellevar el alcoholismo mezcla el cine grindhouse con la literatura. Piensa que la creación literaria es un mustang del 65 rojo que viaja por el desierto de Texas con Jenny Lewis amordazada en la cajuela y Cotton Fields de los Creedence escapando por el radiador. He colaborado en los dos primeros números de la revista El Perro.

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Cada error, cada caídaCada acierto, cada retrospecciónCada beso, cada cariciaTodo en la vida que compartimos los dos

Cada sueño, siempre dormidosCada respiro, cada canciónCada noche, cada alivioTodo en la vida que compartimos tú y yo

Cada tristeza, cada alegría;Cada sonrisa, cada decepciónCada café de las tardes fríasTodo en la vida que compartimos los dos

Cada suspiro, cada mirada;Cada enojo, cada intromisiónEl mismo cielo de cada mañanaTodo en la vida que compartimos tú y yo

Cada horario al ser impuntualesCada comida, cada imprevisiónCada llegada, cada partidaTodo en la vida que compartimos los dos

Cada encuentro, cada visiónCada reencuentro, cada separaciónCada faceta de cada reacciónTodo en la vida que compartimos tú y yo

Cada ocasión vividaHizo verdad la ilusión,La distancia nos separó aquel díaEn que se unieron el espacio, el tiempo y el dolor…

Tiempo

El asaltoLuigui

Nací en la ciudad de Guadalajara en noviembre de 1988. Actualmente curso el 5° semestre la Licenciatura en Educación Primaria, en la Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Jalisco.Comencé a escribir en el otoño del 2005 y desde ese entonces, mis creaciones son en su mayoría poesías, aunque de vez en cuando también lo son pequeños relatos bastante breves. Este año inicié a compilar dichos escritos para formar una obra de mayor extensión. Hoy en día trabajo en ese proyecto, sin mencionar que, obviamente, sigo escribiendo, sigo creando.He colaborado en los dos primeros números de la revista El Perro.

Ilse Mezo

Ilse A. Mezo, nacida en Torreón Coahuila, criada bajo las constantes tolvaneras laguneras. Estudiando Letras Españolas intenta convertir los granos de arena en algo poético, sublimar la tierra que gira bajo las piernas. Escribe cuento y poesía, amante del arte plástico aspira crear imágenes fuertes con elementos desérticos.

Era el 2014, fue en ese año, cuando las moscas nos

invadieron. Una primavera nacieron y durante todo

el varano y parte del otoño las malditas no se morían

o es que tal vez son sus hijas e hijas de sus hijas. A

Mapimí lo conquisto una familia de moscas. Somos

famosos por muchas cosas, como los minerales que

las empresas sacan de nuestros cerros (bellos cerros

machos, pelones y secos), los fósiles que murieron

bajo nuestros pies y el asado rojo.

Aquel verano, le quité al tío Segundo de la herida en

su pierna una tonelada de moscas, estas parecían

querer vivir dentro de mi tío, y mi tío tan pobre y

acabado, no hacía ya nada para espantarlas, el

médico seguía diciendo cosas sobre tenerlo muy

limpio pero tampoco tan limpio, cubierto con gasa

pero no tan cubierto. Y entonces mi tío Segundo

falleció. Cuando por la mañana le llevé su café con

leche y su cigarrillo que cada día consumía sin falta,

de manera religiosa, me llevé el susto de mi vida.

Espantosa mi visión, mi tío era ahora color de carbón,

la boca abierta de donde salían y entraban moscas; y

el zumbido era tan fuerte y hacía que mi pecho se

moviera de manera que no podía respirar; zumbaban

a un ritmo inalcanzable. Corriendo sin parar, llegué a

la iglesia y recé.

—Pinche virgencita ahora sí, lo juro, dejo de tener

malos pensamiento con la hija del herrero y con la

dueña de la marroquinería, lo juro, lo juro chingado,

pero... (Y, tomando aire, puse una monedita en la

urna de donaciones) por favor quítale todas las

moscas a mi tío Segundo.

A Mapimí lo olvidaron todos, a mi tío Segundo lo

olvidaron todos, menos las moscas.

de lasmoscas18

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Bajé los párpados; y mientras le contemplaba echada en la cama de mi cuarto, el cuarto de mi mente, des-nuda bajo la sábana y ofreciéndome su espalda mientras dormía… le escribí. Le escribí callada, hablando sólo conmigo misma, en mi pensamiento; no quería despertarla. Recordaba todo de ella; sus años, sus medidas, sus gemidos, sus pesares, sus gozos, su historia; todo, excep-to su nombre. De su nombre sólo me quedaba la primera letra en el borde de la lengua, atorada casi entre los dientes… ¿el resto?… el resto resbaló entre mis comisuras justo después del primer beso.

Buen día y con mesura… y entre mis sábanas blancas,bienvenida sea la vida hoy entre tus brazos y

bienvenido el placer entre tus piernas y sobre tu regazo.Busca siempre… y que sea en mí dónde de vez en cuando encuentres.

Quiéreme en silencio, ódiame a gritos... Dame de más… dame de menos… enloquéceme y obséquiame cordura.

Que de tus besos siempre esté necesitaday que sea tu boca siempre fuente de colmarme.

Déjame beberte… ruega por beberme… bebámonos mutuamente.Regálame un sonido, regálame una sonrisa, una lágrima… un berrido.

Quiero que me dediques una prosa… que me maldigas y luego me bendigas.

Y si un día me faltaras… si un día te alejaras o me marchara,que quede en tu cuerpo el sello de mi piel y en mi piel la huella de tus manos.Que mi mano siga paseando en tu cabello, pero sólo en medio de las sombras,

por la noche… en tinieblas.Entonces que a oscuras me sigas pensando… y al menos una vez más deseando.Que cuando te quedes en la penumbra el recuerdo de mis exhalaciones te cubra

y mi muslo extraviado se enrede en las fantasías de tu vientre y de tu abrazo.Que tus labios pronuncien mi nombre…

con agrado, con enfado… pero sin olvidarle nunca.

Quiero ser recuerdo indestructible de tu mente… ¡Qué más da si soy un recuerdo extraviado… incluso uno indeseado!

Deja cabalgar a mi voz cerca de tu oído… aun cuando mi rostro te sea ya desconocido.Cierra los ojos y jamás a menudo, pero sí “casi nunca”, permite que mi aroma se pierda entre tu olfato, y

que mi imagen difuminada se entregue a tu atención y arrebato.Vuelve a tomarme… vuelve a hacerme tuya;

imagíname, recuérdame, ámame… entonces vuelve a dejarme,a rezagarme en un confín de tus “me acuerdo cuando…”

y ahí, perdida en tus ideas, deja que me marche,que huya… sólo para volver más tarde.

La primera letrade su nombre

19

Page 20: Revista el perro n°3 dic

Bien amada… BellaBuena amiga, Bestia amante.

Barca sin puerto, pero siempre con rumbo.Bohemia existencia.

Burdo entorno que hiere, que lastima… que te blasfemay después de blasfemarte te besuquea.

Bostezo que se disfruta en silencio.Bosquejo que se dibuja en verso.

Beneficio y Burla,Burla y Beso.

Y entre tanto brote escrito, que sea la primera letra de tu nombre la que bien o mal permanezca en mi camino.

MarisolEntonces abrió los ojos; bostezó. Yo seguía escribiendo, pero ella se paró, me tomó por el rostro y justo como la noche anterior, me besó. La letra que pendía aun de mis labios se pegó a los suyos; intenté res-catarla en un balbuceo que resultó absurdo y en medio de las bocas y caricias, se bamboleó un instante y luego se deslizó hasta extraviarse. ¡Basta! me dijo cuando intenté bogar hacia ella y volvió a Besarme.

María del Sol

Nací en Guadalajara; aunque por mi familia, me considero mitad zacatecana. Pasé la primera parte de mi infancia en un pequeño pueblo jalisciense, para después mudarme a una pequeña ciudad y posteriormente a Zapopan; donde a la edad de 12 años comencé a escribir poesía. Desde pequeña sentía una fuerte inclinación hacia la pintura, así que estudié Artes Visuales. Sin embargo con el tiempo y de manera más instintiva que consiente, descubrí mi gusto enorme por las letras y me di cuenta de que desde mi adolescencia no había dejado de escribir, pasando por diversos temas plasmados básicamente en poesías y cuentos. Actualmente resido en Quintana Roo y mi encanto por las palabras continúa creciendo. He colaborado en los dos primeros números de la revista El Perro.

20

Page 21: Revista el perro n°3 dic

Cuando el señor Octavio Muñiz despertó con una

extraña erupción en la frente, no dudó dos veces en ir

al doctor. El doctor Ramírez le pidió que le explicara

cómo se lo había hecho.

—Simplemente desperté y ya tenía la roncha en la

frente.

—Podría darme más detalles, por.

—La noche anterior estaba imaginando como sería la

escultura de un mosquito que

debía hacer para una exposición de insectos que

habrá en el museo la ciudad. Ya lo tenía muy claro en

mi mente, sólo me faltaba hacer el boceto en mi cua-

derno. Así que me levanté rápidamente por mis lápi-

ces. En ése momento fue cuando me golpié muy fuer-

te la cabeza en el foco que colgaba del techo. Sólo se

escuchó un trash y todo se volvió tinieblas. El golpe

me provocó un terrible mareo, sólo quería acostar-

me. Además del golpe en la lámpara, sentía la sensa-

ción de que algo había salido de mi cabeza.

—Interesante. Pero no podré hacer mucho. Mire, en

este papel está el teléfono y

la dirección del Doctor Fifi Gabels: un especialista

que sabrá tratar muy bien su caso.

—¿Qué tipo de doctor es?

—Él le explicará y aclarará todas sus dudas.

Octavio se trasladó rápidamente al consultorio del

doctor Gabels. Al llegar le

explicó su problema. Después de que el doctor anali-

zara la zona afectada con instrumentos extraños que

Octavio nunca había visto, llamó a su enfermera para

que anotara el nombre de la enfermedad y el trata-

miento. Luego que la enfermera salió del consultorio

Octavio preguntó al doctor qué era lo que tenía.

—Debo decirle —el doctor contestó con seriedad—

que su caso es uno de los más

raros. Pero no se preocupe, aún estamos a tiempo de

revertir su mal. Le voy a explicar, lo que a usted le suce-

dió es que no pudo encadenar su mosquito imagina-

do al papel y de allí a la escultura debido al golpe que

sufrió en la cabeza, cosa que aprovechó el escurridizo

insecto para fugarse de su mente y ser liberado en esta

realidad. Lo mejor sería que siguiese en su habita-

ción.

—Discúlpeme, doctor, pero eso no es posible ¿Cómo

puede algo, que es producto

de mi imaginación, saltar a la realidad, materializar-

se?

—Bueno, si no me cree a mí, tal vez pueda creer en lo

que dicen los estudios

científicos.

El doctor abrió un cajón de su escritorio e hizo una

pantomima, como si sacara algo

grande y pesado y lo colocó sobre el escritorio. Miro a

Octavio a los ojos y le dijo:

—Ahí lo tiene, puede echarle un vistazo, si quiere.

—Yo no veo nada.

—¿Cómo que no ve nada? —El doctor hizo el ademán

de levantar algo de la mesa—

este libro le explicará perfectamente de lo que hablo.

Es una edición especial, pasta dura y contraportada

invisib… ay, cómo pude olvidarlo, perdón, error mío

—El doctor hizo como que le daba la vuelta al supues-

to libro y de repente, como por arte de magia apareció

frente a Octavio un libro. El doctor lo abrió en una

página y le señalo un renglón con el dedo.

—Mire, lo que usted tiene se llama erupción micro-

portalica en primera fase. Pero debemos actuar de

inmediato, antes de que llegue a la tercera fase.

—Bueno, ya he escuchado suficiente. No tengo tiem-

po para tantas mentiras.

Nunca pensé que el doctor Ramírez fuera tan poco

profesional para mandarme con un timador como

usted.

—Señor Muñís, no lo entiende. Usted está en un pro-

(Ciencia que estudia a la imaginación y sus distintas aplicaciones)

21

Page 22: Revista el perro n°3 dic

d�cumen�

blema grave. No puede irse,

debe estar en examinación constante. Su imagina-

ción… no, su vida corre peligro. Esa erupción no es

normal, aproveche que aún queda tiempo, después

puede ser muy tarde.

—No moleste, y ni crea que le pagaré por la consulta

—. Octavio salió del

Consultorio, azotó la puerta con mucho coraje, cruzó

por el pasillo en dónde estaba la secretaria, a la cual

también le dijo que no pagaría un solo peso; salió a la

calle, tomó su auto y se dirigió a casa.

Al llegar, llamó inmediatamente al doctor Ramírez

para reclamarle por haberlo

enviado con un charlatán.

—... Pero ya verá, mañana mismo lo denuncio a usted

y su cómplice… no, no es amenaza, valla preparando a

sus abogados. Tranza, miserable, cabrón.

Colgó el teléfono y fue a su cuarto. El enfurecimiento

le había agotado todas sus

Energías. Así que se desvistió y se tiró en la cama, toda-

vía con el ceño fruncido. Soñó que el mosquito, su

mosquito, volvía a posarse en su frente para chuparle

la sangre, pero no era un sueño, realmente el mosqui-

to se paró en su frente para volver a picar exactamente

en el mismo sitio, desencadenando, de este modo, la

fase dos. Un par de horas más tarde inició la fase tres:

la imaginación de Octavio salía de su mente en cien-

tos de miles de formas a través del piquete de mosqui-

to, que en realidad era una especie de portal que iba

directamente de la mente de Octavio a la realidad.

¿Qué era lo que salía de la cabeza de Octavio? Eso se

lo dejo de tarea a usted,

querido lector. Salía todo lo que usted quiera, lo que

usted se imagine, cualquier cosa: plantas, animales,

personas, monstruos, objetos inanimados o lo que

usted quiera (si es capaz de imaginarse todo un uni-

verso saliendo le cabeza de Octavio, adelante, ¡imagi-

ne!

Tres días después lo encontraron, muerto y con la

cabeza parecida a un globo

desinflado.

Esta cosa del tema libre no me gusta… Es demasiado

complicado encontrarse enfrente a esa inmensa

libertad que nos da ese tema, que no es un tema, por-

que no define ningún límite. Todos ya hemos experi-

mentado este vértigo de no saber qué escribir, la

angustia de la página blanca… Sentir todas las pala-

bras pegadas en tus manos, justo en los dedos, sentir-

las mover, adelantarse un poco del teclado de la com-

pu, para por fin regresar en los dedos, y con ese va y

viene, darte una impresión de mareo que casi te

mata. Pero sí que las tienes, estas ganas de escribir,

como siempre. Estas ganas de aliviarte de tus pensa-

mientos, dejando todo sobre el papel, sobre la panta-

lla. Pero tus dedos no te dejan. Tienes todo dentro de

tu mente, pero hacer pasar las palabras de la inmate-

rialidad de tu cerebro a la materialidad (toda relativa

que sea) de la pantalla es la etapa clave de la escritura.

Este momento en el cual apuntas las palabras, tanto

para ti, como para los otros. Para ti, porque es la única

manera de aliviarte. Si sólo te quedas con las palabras

en la cabeza, te vuelves loco. Y eso lo sabes. Necesitas

vomitar las ideas que tienes, para poder tener otras, y

otras, y otras, y seguir vivo. Pero también escribes

para compartir, para poder sentirte entendido. Sí

nadie te lee, nadie podrá entenderte. Porque cuando

escribes, sale todo lo que no conoces de ti mismo, sale

todo lo que te compone, aún sin que lo sepas tú.

Escribes, escribes, escribes… Y te quedas un poco más

libre. Ya puedes pensar en otras cosas, y volver a escri-

bir. Siempre estarás en este círculo infernal, prisione-

ro de tus pensamientos, y al mismo tiempo el creador

de todo eso. Así que te encuentras en la posición del

verdugo y de víctima. Pero debes ser un poco maso-

quista, porque siempre sigues. Y te gusta hacer todo

eso. Te gusta esta locura a la cual te lleva la escritura,

saber también que sí no escribes por un tiempo dema-

Daniel Jáuregui

Untitled

22

Page 23: Revista el perro n°3 dic

siado largo, vas a agobiarte en tus pensamientos, y

escribir. El mar dentro de tu cabeza tiene varios

humores, pero nunca se queda tranquilo. Y puedes

alegrarte de eso, porque así vives, y siempre tendrás la

libertad de pensar.

Libertad. ¿Es difícil, no crees? Ser libre. He tenido

que luchar contra la libertad que me ha dado este

tema para escribir sobre sólo una cosa. Es que siem-

pre tenemos ideas, y que elegir ciertas siempre signi-

fica renunciar a todas las otras. Y como no pudo elegir

entre todas las ideas que tenía… He escrito sobre

nada, y todo. Porque, ¿quién quiere leer una vez más

un texto a la Sartre (pero menos bien que Sartre, por-

que sólo hay un sólo Sartre) diciendo como compli-

cado ser libre es, pero que también es una tremenda

suerte etc., etc? Yo no. Porque la libertad, la tenemos,

pero aún así, es complicado vivir, y elegir, y renunciar.

Y que sólo pensando en todo eso, siento la tormenta

del mar despertándose en mi cabeza. Tormenta que

viene, a eliminar algunas ideas parasitas, para que

pueda enfocarme sobre las ideas importantes, como

todo lo que está pasando en México.

Desde Europa, tenemos a la vez muchas y pocas noti-

cias de México. Sabemos que pasan cosas, pero no

sabemos exactamente lo que está pasando, y en qué

medidas. Pero leí un artículo hace ya varias semanas,

que me ha movido más que los otros. Trataba de otro

pueblo en el cual jóvenes habían desparecido, roba-

dos por milicias a la salida de la universidad o del ins-

tituto, bajo los ojos de sus padres. Habían tomado

también al padre de una chica, quien trataba de

defender a su hija, y le habían mandado a casa des-

pués de haberle cortado el dedo, diciéndole de huir y

que nunca iba a volver a ver a su hija. Leer eso me ha

destrozado. Saber que este padre tenía que abando-

nar, que renunciar al amor que tenía por su hija...

Luchar contra su deseo de ir por ella, porque de todos

modos, no tenía el poder de hacer nada para salvarla.

Es como empezar una película de Hollywood, en la

cual el padre sería el superhéroe, pero sin que haya

ninguna película, porque no estamos en Hollywood,

sino en México, y siempre se puede esperar por el

Happy-ending. Me duele tanto saber y ver que en este

país del cual tengo memorias mágicas e increíbles,

pueden pasar cosas tan feas e inhumanas: ¿cómo lle-

var las cosas hasta impedirle su rol de padre a un

padre? En eso, estos eventos están destruyendo las

instituciones más antiguas y tradicionales de todas, y

eso no debería ser. Todos deberían poder tener la elec-

ción de sus ideas. Todos deberían tener opiniones, y

luchar por ellas. Eso debería ser normal. Un país en el

cual no se puede tener una opinión propia por la cual

luchar no solo es una dictadura, sino que es también

un caos total, un vacío. Si no hay ni ideas, ni opinio-

nes, se muere todo. Se muere la cultura del país, su

personalidad, su gente. Y eso no debería pasar en nin-

gún país, pero aun menos en México. No hace falta

que diga nada más, ya han entendido mi punto de

vista, el punto de vista de una Francesa revoluciona-

ria, hasta siempre.

Céline Guillemot

Soy francesa, de París, estudiante de 20 años. Viví en México, los 6 primeros meses de 2014, y ahora estoy en Madrid, por lo que resta del año. Me gustan los artes, el cine, la foto, la música, y el teatro, un poco de todo. Me encantan los viajes y el descubrimiento de nuevas culturas y personas. He sido publicada en los dos primeros números de El Perro.

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Page 24: Revista el perro n°3 dic

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La verdadera pesa-dilla antes de navi-dadPor Víctor Osuna

Generaciones recientes conside-rarían The Nightmare Before Christmas (1993) como una cin-ta, entre muchas cosas, original por jugar con el concepto de entrelazar algo tan macabro como el día de brujas con algo regular-mente cargado de felicidad y bue-nas intenciones como la época navideña.

Tan equivocados de ello como del pensar que esa cinta fue dirigida, en lugar de producida, por Tim Burton, pues es el fantástico ani-mador Henry Selick, quien estuvo al frente de dicho bizarro cuento de navidad.

Existe en la extensa y amplia his-toria del cine, una cinta conside-rada de culto que muchos años antes jugo no solo con la idea de un día festivo convertido en trage-dia, sino que también marco una pauta en muchos aspectos cine-matográficos e incluso ostenta el honor de ser la primera en su géne-ro.

Estamos hablando de Black Christmas (1974) de Bob Clark.

Este filme es considerado dentro de la historia del horror y el sus-penso cinematográfico, como el primer “slasher” (cintas con maniacos que asesinaban de maneras brutales) que se filmó, irónicamente unos cuantos años antes del que regularmente suele brincar a la mente entre muchos fanáticos como el precursor y pio-nero del género, en este caso, Halloween (1978) de John Carpen-ter.

Black Christmas cuenta la histo-ria de una fra-ternidad de mujeres quie-nes tienen una fi e s t a p o r motivos de las épocas navi-deñas y que reciben la visi-ta de un hom-bre que entra a hurtadillas a su casa y no es precisamente

Santa Clos, mucho menos viene cargado de regalos o villancicos, sino con la clara intención de ani-quilar a todas y cada una de ellas por considerarlas unas “sucias cerdas”.

Utilizando el recurso de la cámara como el punto de vista del asesino al q u e n u n c a vemos comple-t a m e n t e , e l director logra de manera per-fecta generar

una angustia en el espectador que se refuerza aún más con la cons-tante presencia de las llamadas telefónicas que se realizan a la casa de las chicas, plagadas de palabras obscenas, sonidos y fra-ses que a cualquiera le pondrían los pelos de punta y un fantástico score cortesía de Carl Zittrer, que captura y presenta de manera per-fecta la tétrica atmosfera y psique que rodea a todo el filme.

El detonador de la historia es la desaparición de una de las chicas, quien un día antes acuerda con su padre que está de visita, el verse temprano en el centro del pueblo.

El personaje del Teniente Fuller, encarnado por quien después de esta cinta se convertiría en un emblema de las cintas de horror, John Saxon (10 años después encarno al padre de Nancy en Pesadilla en la calle del Infier-no y también formo parte de Tene-bre del gran Dario Argento) se da a la tarea no solo de encontrar de nuevo a la desaparecida, sino de resolver el misterio de las obsce-nas y constantes llamadas telefó-nicas que han perturbado la paz de dicha fraternidad durante un buen tiempo.

Otro punto a favor en la película recae en su montaje, pues enlaza de manera inteligente algunas

Page 25: Revista el perro n°3 dic

25

escenas que sirven tanto de puen-te narrativo como de herramienta para el sobresalto y el horror.

Irónicamente, el director de esta legendaria cinta, Bob Clark, no solo se volvió famoso unos años después con la soez saga denomi-nada Porky´s sino que también es el autor de uno de los más grandes filmes navideños en la historia del cine, Una Historia de Navidad de 1983.

Además de la vaga pero claramen-te intencional referencia a Santa Clos con el misterioso asesino, la cinta juega con otros elementos, como la chica embarazada que debate con el novio sobre el desti-no del niño que viene en camino, la envoltura de regalos y la prince-sa de hielo, dándoles igualmente un giro bizarro y perturbador al incluir un posible aborto, una novedosa manera de asfixiar y una memorable escena que incluye un unicornio de cristal.

Una película ideal para quienes prefieren pasar las frías noches decembrinas con la novia férrea-mente abrazada u ocultos bajo varias cobijas en la sala de televi-sión en vez de hacerlo con pon-che, villancicos y cintas llenas de duendes, juguetes y felicidad.

Esta no solo es una película de culto, una precursora del género y un fantástico ejercicio audiovi-sual que serviría de catálogo y guía infalible a tantos realizadores novatos que piensan que copiar el mal y más barato cine de clichés gringo es la fórmula perfecta (Y para prueba solo bastaría ver el espantoso remake del 2006)

Esta además es una joya de la cine-

matografía mundial y es precisa-mente, una joya poco exhibida, por lo oscuro de su temática y su clara referencia antagónica a la época navideña desde su mismo título.

Amantes del terror, del cine de suspenso, de cintas con temática navideña con un giro perverso y aquellos auto proclamados cinéfi-los empedernidos no pueden dejar pasar la oportunidad de ver-la.Calificación:

(Clásico instantáneo)

Page 26: Revista el perro n°3 dic

�er�oS�ne�o

¿Crees que

la música te

necesita?Por Beni

Hace poco caí en las

garras de esa pregunta y

no sé a dónde me llevará

todo esto. Para esto

hemos de encerrarnos

en la jaula del lenguaje,

de las palabras, de algu-

na forma tenemos que

darnos a entender como

seres humanos. La músi-

ca trata un fenómeno

sonoro, vaya usted a

saber si existía antes del

h u m a n o o n o , e s o

dependerá de las per-

cepciones de cada indi-

viduo. Para esto mismo

el homo sapiens se

inventó un palabra para

definirlo, la mayoría y el

autor del presente estu-

vo de acuerdo sin que le

preguntaran que ésta

palabra sería “Música”.

Una barrera más de per-

cepción es esta palabra

que deriva de las musas

griegas, las cuales no

queremos analizar en

este momento, al pare-

cer quien no sabe nada

de griego y Grecia ya se

perdió de la música. El

punto es que sintetizar

todo ese fenómeno audi-

tivo en una palabra y

creérselo ya es mucho

esfuerzo para un ser.

Hemos de ser diestros

para detectar las con-

venciones que nos han

impuesto los barrotes

del lenguaje, conven-

cionalmente se le consi-

dera a la música como

una organización, tanto

de sonidos como de

silencios cuyo paráme-

tro es el ritmo o mejor

especificado, el tiempo

(otro mundote). Ha de

ser bien organizada,

encajonada en la pala-

bra “armónica” otro

ladrillo en la barda de

adobe.

No tengo la más mínima

idea desde cuándo data

o es vigente la palabra

música, pero el fenóme-

no supone algo tan anti-

guo como lo es la con-

ciencia auditiva y quién

sabe si hasta antes de

ésta. El tiempo en la

música como en el fenó-

meno parecieran com-

patibles e irse acompa-

ñando de alguna forma,

si es para usted el sonido

de las olas, el viento, los

días y las noches, etcéte-

ra, un ejemplo de músi-

ca, favor de imaginar e

intentar moldear ese

ente. ¿Cuánto no se ha

tocado ni se ha cantado

ya? ¿Parece explotado

p o r co m p l e to p a ra

usted?

La música a través del

26

Page 27: Revista el perro n°3 dic

tiempo ha adquirido

tantas formas, colores,

adjetívese si lo desea.

Que se presenta hasta

nuestros días, quizás

hasta escuches música

mientras lees, cuando

una mente le dio un

orden también le dio

una intención, hay soni-

d o s y m ú s i c a s q u e

siguen en nuestro top 5

de favoritas e inclusive

hay algunas que han

sido interpretadas por

siglos, otras que no han

sufrido cambios y otras

que han cambiado bas-

tante. La música duran-

te el tiempo puede ser-

virnos de testigo de

cómo era el oído huma-

no en determinada épo-

ca, qué le gustaba o de

qué se alimentaba el

oído medieval, cuán

sagrado puede ser el

oído y su capacidad, y si

hay oído quisquilloso,

que degustaba y que

depuraba el oído, y nos

ofrece una escucha mile-

naria al escuchar la sono-

ridad del fuego, el aire,

el agua que ha fluido...

¿Cuánto tiempo se ha

escuchado Monteverdi?

¿Por cuánto tiempo se

escucha Mozart? ¿La

cumbia lunera? ¿Piaz-

zolla y los Bitols? Pre-

gúnteselo a usted mis-

mo. El fenómeno es

maravilla, que al mismo

tiempo y ampliando

nuestra perspectiva de

la foto panorámica, la

música organizada por

el hombre se encuentra

aún en pañales. Y está la

música tan pensada por

el hombre que pareciera

que se necesita más de

una vida para desarro-

llar esa habilidad o el

genio es para algunos

cigotos privilegiados

nada más. Aún nos

queda el enigma del

tiempo en la música…

“Nuestra única manera

de escuchar el caudal y

el rumor del tiempo.”

Mozart: Quinteto para

clarinete y cuerdas en La

mayor, K.58.

–José Emilio Pacheco

“Nuestra única

manera de escu-

char el caudal y

el rumor del

tiempo.”Mozart: Quinteto para

clarinete y cuerdas en La

mayor, K.58.

–José Emilio Pacheco

27

Page 28: Revista el perro n°3 dic

28

Hace varios días al estar

en reunión con varios

colegas, uno de ellos

menciono que se cam-

biaría de religión, su

forma de vestir, de comu-

nicación e incluso sus

amistades. La mire y

después de contar sus

motivos del porque

tomo esa decisión. En

síntesis, es una

mujer enamora-

da la cual está

c a m b i a n d o s u

forma de vivir, de

creer y sentir con

tal de estar al lado

del hombre que

ama.

La frase que se quedó

taladrando mi cerebro

fue cuando dijo que se

había sentido culpable

porque la idea no le agra-

da en lo más mínimo, y

su pareja se dio cuenta.

Shock e iluminación.

Pensé inmediatamente

en todas las cosas que

hacemos para que nos

quieran. Creo que al

final, hasta el más este-

pario de los lobos, quie-

re que alguien lo quiera.

Que alguien le regale

una mirada que lo haga

sentir diferente y espe-

cial. O sea que para que

nos quieran, somos capa-

ces de decir si aún cam-

bio de religión o a una

práctica desagradable

para nosotros con tal de

"no hacer sentir mal al

otro" (léase como yo lo

veo, con tal de que no

me deje de querer)

Somos capaces de no

exigir respeto, que nos

amen tal cual somos.

Podemos cambiar tanto

con tal de que no vayan a

pensar que somos inúti-

les y preferimos jugar

ruleta rusa con nuestra

vida y todo para que nos

quieran.

Estar en una relación

ridícula que no es amo-

rosa, pero que tampoco

es amistosa, pero que no

se puede dar por termi-

nada. Digo ridícula no

porque no entienda lo

que duele o porque

nunca me haya pasado,

sino porque quienes se

han visto envueltos en

un melodrama de éstos,

se sienten débiles, sin

fuerza de voluntad y

poco queribles. Todo

para tener migajitas que

nos digan que alguien

nos quiere aunque sea a

ratos o aunque sea un

poquito. ” Explíquenme

porque existen personas

que aguantan de todo

menos el ser felices con-

sigo mismo”

Regalamos cosas para

que nos quieran. Una

mujer que conozco (no

diré su nombre por res-

peto) se gastaba la

mitad de su sueldo en

comidas, cenas, regalos

de cumpleaños y tragos

para sus amigos. Nunca

le faltó dinero pero un

buen día se dio cuenta

de que nadie la invitaba

nunca a ella, nadie le

regalaba nada en su cum-

pleaños y cuando no era

tan espléndida, muchos

amigos se desaparecían.

Todo para que nos quie-

ran. Además los adultos

muy adultos parecen

niños saltando la cuerda

frente a sus padres, tra-

tando de ser vistos y

aplaudidos por encanta-

dores. Sólo que en la

adultez lo hacen lucien-

do sus cualidades y

logros f rente a lo s

padres, que si no supie-

ron cargar positivamen-

te el narcisismo infantil,

tampoco lo harán con

sus hijos adultos.

Es nuestra vida y “El lími-

te somos nosotros mis-

mos y nuestro deber de

amarnos”. Si tengo que

convertirme en quien

no soy, dejarme humi-

llar, gastarme el dinero

que no tengo, aparentar

vidas perfectas, poner

en riesgo mi salud física

o mental, con tal de que

me quieran, es probable

que esté en un intento

fallido de reparación de

una grave herida narci-

sista infantil, que me

empuja a actuar sin pen-

sar en mí, a "darlo todo"

creyendo que eso es algo

bueno para mí y para los

demás.

Yo pienso que todos,

t e n e m o s q u e

aprender el valor

de la reciprocidad. Ojalá dejáramos de

hacer tantas cosas para

que nos quieran y fuéra-

mos más select ivos

sobre cuánto y a quién

darle nuestro amor.

María Fernanda Centeno

@GrafocafeGrafóloga con grafocafemariafernandacenteno.com

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33

A todos los que profesan la lengua escrita, a participar con el tema:

MONSTRUOS

• La presente convocatoria está vigente desde el día de

su publicación hasta el 15 de Enero de 2015.

• Una persona puede participar en las tres categorías,

pero sólo un trabajo por categoría.

• Los seleccionados serán notificados el día 15 de Enero,

vía correo electrónico.

Convocatoria con apertura alos siguientes géneros:• Poesía• Narrativa (cuento, minificción, crónica)• Ensayo.

Requisitos:Enviar un archivo

en word, con un máximode 900 palabras, a:

[email protected]

Convoca:

Los trabajos ganadores serán publicados en la "Revista El Perro"en su 4ta. edición el 31 de Enero.

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Conectando al mundo

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3135-5120

Cel. 33 13 20 11 02

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