Revista Izquierda N° 34 junio de 2013

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    Rgimen poltico y discurso Superar la Constitucin de 1991

    Neoliberalismo rampanteEl campesinado colombiano en

    la geopoltica del hambre Los ejes de la acumulacin de capital

    en Colombia Subversiones intelectualesImplicaciones

    geopolticas del ingreso de Colombia a la OTAN Aquel Cristo

    latinoamericano Nuestra Amrica La Alianza Pacfco y Estados

    Unidos La coyuntura argentina a los 10 aos del kirchnerismoOtra independencia Internacionalismo e Independencia

    EditorialEl rgimen se despoja de su mscara

    N 34 juNio / 2013 Bogot, ColomBia issN- 2215-8332

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    Jairo Estrada lvarez DirectorJess Gualdrn Sandova lJefe de redaccin

    lvaro Vsquez del Real, Daniel Libreros Caicedo, Csar Giraldo Giraldo,Frank Molano Camargo, Jorge Gantiva Silva, Mara Teresa Cifuentes Traslavia,Nelson Fajardo Marulanda, Patricia Ariza, Ricardo Snchez ngel,Sergio De Zubira Samper, Vctor Manuel Moncayo Cruz Consejo editorial

    Beatriz Stolowicz (Mxico), Julio Gambina (Argentina), Ricardo Antunes (Brasil),Antonio Elas (Uruguay) Consejo asesor internacional

    Las opiniones emitidas por los autores no comprometen

    al Consejo Editorial de la Revista.

    Tatianna Castillo Reyes Diseo y diagramacin

    Espacio Crtico EdicionesPublicacin auspiciada por Espacio Crtico Centro de Estudios

    www.espaciocrit ico.com

    ISSN-2215-8332N 34, Junio de 2013. Bogot, Colombia

    Todo el contenido deesta publicacin puede

    reproducirse libremente,conservando sus crditos.

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    Rgimen poltico y discurso

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    Superar la Constitucin de 1991. Notas

    preliminares para el debateJairo Estrada lvarez

    Neoliberalismo rampante

    10

    El campesinado colombiano en la

    geopoltica del hambreJos Honorio Martnez

    16

    Los ejes de la acumulacin de capital en

    ColombiaEdwin Andrs Martnez Casas

    Subversiones intelectuales

    24

    Implicaciones geopolticas del ingreso de

    Colombia a la OTANAtilio Boron

    28

    Aquel Cristo latinoamericano. La experiencia

    de la teologa de la liberacin 50 aos

    despus del Concilio Vaticano IIMarcello Musto

    Nuestra Amrica

    34La Alianza Pacfco y Estados UnidosGermn Gorriz Lpez

    40

    La coyuntura argentina a los 10 aos del

    kirchnerismoJulio C. Gambina

    Internacionalismo e Independencia

    46Internacionalismo e IndependenciaRicardo Snchez ngel

    Editorial

    54El rgimen se despoja de su mscaraJess Gualdrn

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    Rgimenpolticoy

    discurso

    Superar la Constitucin de 1991Notas preliminares para el debate

    Jairo Estrada lvarez

    Proesor del Departamento de Ciencia PolticaUniversidad Nacional de Colombia

    Desde su propia expedicin, la Constitucin de 1991 hasido objeto de mltiples caracterizaciones, controversias einterpretaciones, empezando por las lecturas del bloque dominante enel poder que la denan como parte de la gran transormacin impul-

    sada por llamada la Revolucin Pacca del gobierno de Csar Gaviria(1990-1994). No es propsito de este texto recrear los debates tericosy polticos que se generaron hace dos dcadas y que ueron vertidos ennumerosas publicaciones. Sea suciente recordar que en el contorno deesos debates se encontraban, por una parte, quienes inspirados en lasposturas del liberalismo social y de la socialdemocracia considerabanque la nueva Carta poltica posea alcances emancipadores, debido alcatlogo de derechos que se haba logrado introducir en ella, especial-mente en lo reerido a los derechos econmicos, sociales, culturales yambientales hasta entonces ausentes en el ordenamiento jurdico, a laincorporacin del amparo constitucional de los derechos, a la inclusinde un concepto de democracia participativa diseado para superar elrgimen de democracia representativa restringida heredado del FrenteNacional, a los diseos que auguraban el impulso al proceso de descen-tralizacin y la democracia local, al reconocimiento de los derechos y delos territorios de las comunidades indgenas y arodescendientes. Estasy otras elaboraciones ueron ledas como parte de un amplio proceso dedemocratizacin poltica y social en curso, desatada justamente por elproceso constituyente de 1991.

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    Rgimen poltico y discurso

    Por otra parte, estaban las posturas que, unda-mentadas en el anlisis marxista y el pensamientocrtico, vean los diseos constitucionales como parte

    de un proceso general de reestructuracin capitalistay de estabilizacin y remozamiento del rgimen dedominacin de clase, comprometido a ondo con elimpulso del proceso de neoliberalizacin y las reor-mas del Consenso de Washington. Aunque se reco-nocan los avances de los diseos constitucionales enmateria de derechos y en otros campos ya sealados,se era muy escptico rente a ellos, teniendo en cuentaque en la Carta poltica se haba producido un diseo

    del rgimen econmico y de hacienda pblica queortaleca las posibilidades de despliegue de la polticaneoliberal, en especial en relacin con la planeacin,el presupuesto y la ocalizacin del gasto pblico,los servicios pblicos, las privatizaciones, la bancacentral, entre otros, al tiempo que se reorzaba elrgimen presidencial, se debilitaba el papel del poderlegislativo y se incorporaba un concepto de participa-cin subordinada sin capacidad decisoria.

    A ms de dos dcadas de promulgada la Carta de1991, las valoraciones acerca de sus realizaciones, ascomo de su papel en la historia reciente de nuestropas, seran con toda probabilidad tan variadas comoaquellas que se hicieron en los aos inmediatos a suexpedicin. Entre tanto, la prolca jurisprudenciaconstitucional, los desarrollos legales y reglamenta-rios, los mandatos constitucionales no realizados, ascomo las treinta y ocho reormas constitucionalesimponen anlisis de mayor complejidad. Ya no setrata solamente de interpretar el valor del texto cons-titucional en trminos de las legtimas aspiracionesprogramticas de las uerzas polticas y sociales, sinode examinar las condiciones que ste puede brindaren la actualidad para que las contradicciones y losconictos sociales y de clase puedan se tramitados yregulados mediante el ejercicio pleno de la poltica.

    La Constitucin de 1991 naci con una alla deorigen. Se trat de un acuerdo de paz incompleto,

    Homenaje a Camilo (ragmento),Alejandro Obregn. 1968http://www.colarte.com/gracas/pintores/

    ObregonAlejandro/1966a1970/ObrAav11.jpg

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    que no logr producir el desistimiento del alzamiento armado contra elEstado por parte de las principales organizaciones insurgentes de nues-tra historia, las FARC-EP y el ELN, as como de reductos del EPL, al

    incluir solamente a uerzas guerrilleras minoritarias, entonces derrotadasmilitarmente. Hoy sabemos que los intentos de ese momento racasaronen medio de la accin militar del Estado, a la que le sigui la respuestaguerrillera que condujo a los racasados dilogos de laxcala y de ahen adelante a otras dos dcadasde conicto social y armado. Esaalla de origen es razn sucientepara considerar que la Constitu-cin de 1991 representa una aspi-

    racin inconclusa en trminos desu propio mandato: La paz es underecho y un deber de obligatoriocumplimiento (Art. 22).

    A ello se adiciona que a lo largode estas ltimas dos dcadas noue posible consolidar un balancedemocrtico y progresista de uer-zas, como para que los desarrollos

    constitucionales hubiesen podidoavanzar eectivamente hacia unamayor democratizacin poltica ysocial. Con la excepcin de algunajurisprudencia constitucional queha cumplido la uncin de con-trapeso y de lmite a exabruptosjurdicos y polticos, el marcojurdico-institucional que se hadesarrollado desde 1991 ha sido en trminos generales ms bien decierre autoritario de las posibilidades democrticas de la Constitucin yde reorzamiento del proyecto poltico-econmico neoliberal en los msvariados mbitos. odo ello sin perjuicio del despliegue y la consolida-cin de un rgimen parainstitucional (criminal, maoso, paramilitar)permitido y promovido por el propio Estado y por las clases dominantesa travs del ejercicio de la violencia, con nes de desestructuracin de losde abajo, de liquidacin de las resistencias, de disciplinamiento social y

    El luto por el estudiante,

    Alejandro Obregn. 1968http://www.colarte.com/gracas/pintores/

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    Rgimen poltico y discurso

    de sometimiento a los diseos del modelo econmico neoliberal, es decir, de la construc-cin de un orden ilegal contrainsurgente en el sentido amplio del concepto.

    Sin temor a exagerar se podra sealar que buena parte de lo que el progresismo liberal

    social y socialdemcrata deni en trminos de alcances emancipadores de la Constitucinde 1991 ha quedado sepultado por eecto de las numerosas reormas constitucionales ode mltiples desarrollos legales. Desde luego que no se puede desconocer el papel des-empeado por la movilizacin social para enrentar esas pretensiones. En medio de las

    mayores adversidades y de la marcada tendencia a la criminalizacin dela protesta social son innumerables los ejemplos de acciones contra losintentos de imponer a plenitud el proyecto de hegemona de las clasesdominantes, eso s, con resultados desiguales y dierenciados. Las luchasy las resistencias han sido con el derecho, contra el derecho y por un nue-

    vo derecho; hoy es vlido armar que se advierten, en orma creciente,rasgos constituyentes en el movimiento poltico y social.

    La oensiva de las clases dominantes ha sido tan marcada en estasdos dcadas que la deensa de la Constitucin de 1991 hace parte de laagenda de sectores democrticos y progresistas. En ellos existe el temorde mayores retrocesos, lo cual es, a mi juicio, el resultado de una so-brevaloracin actual de las posibilidades de la derecha y de las uerzasmilitaristas y de ultraderecha y, al mismo tiempo, de una subvaloracinde las opciones del campo popular. ambin impuesto del orden con-

    trainsurgente. Esa postura se expresa en el debate en curso a propsitode la conveniencia de una Asamblea Nacional Constituyente. Se tratade una lectura relativamente pesimista del momento poltico y de lascondiciones polticas nuevas que se estn desatando debido al inicio delos dilogos entre el Gobierno de Santos y la guerrilla de las FARC-EP.

    Adems de las razones polticas y jurdicas ya existentes acerca de loslmites actuales del ordenamiento de 1991, que hacen de la Constitucinun proyecto cuyos alcances ya ueron superados por la historia, si stos

    se piensan desde una perspectiva de simple agregacin democrtica pol-tica, econmica, social y cultural es evidente que existen razones uertes para pensar en laopcin constituyente y en la necesidad de expedir un nuevo ordenamiento constitucional atravs de una Asamblea Nacional Constituyente.

    En primer lugar, se trata de la oportunidad sin igual de avanzar hacia la solucin po-ltica del conicto social y armado y, con ello, de sentar las bases para un acuerdo de pazestable y duradera con las principales uerzas guerrilleras de nuestra historia. Adems de lasFARC-EP, no es descartable y debe esperarse que se generen condiciones para el iniciode dilogos y negociaciones con el ELN. En ese contexto, la perspectiva de una AsambleaNacional Constituyente adquiere todo sentido, especialmente en lo relacionado con la re-rendacin de eventuales acuerdos. El proceso constituyente debera entenderse como parte

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    de la construccin misma de un eventual acuerdo,considerando lo que l podra representar en trminosde la activa participacin del conjunto de la sociedad

    y de los sectores sociales y populares, en particular;dotando al proceso, adems, de mayor legitimidad.

    En segundo lugar, se abre la posibilidad de unnuevo tipo de contienda, exclusivamente poltica, enla que todas las uerzas polticas, econmicas y socia-les, incluida la insurgencia armada, disputaran susproyectos polticos y de sociedad con el compromisode atender sus resultados y diseos. El texto consti-tucional acordado sera expresivo de la voluntad de

    sometimiento de todas las uerzas intervinientes a lavoluntad del pueblo soberano, y constituira tambinuna maniestacin de la voluntad colectiva para sen-tar las bases constructoras de la paz con democraciay justicia social.

    En tercer lugar, se despliega la opcin de recondu-cir los diseos de 1991, severamente aectados, de in-corporar demandas sociales y populares aplazadas oacumuladas, de recoger e incluir nuevas aspiraciones

    hacia la democratizacin poltica, econmica, social,cultural y ambiental del pas.

    La perspectiva constituyente presume igualmenteasumir el riesgo poltico de no lograr los resultadosesperados. Ella representa un momento de las luchassociales y de clase. oda constitucin siempre es ex-presiva del balance poltico y de poder del momentoen el que ella se pacta. El balance de una AsambleaNacional Constituyente es un pulso de uerzas. Sieste se dirime o no a avor del campo popular de-pender de la capacidad que se tenga para conormarun gran movimiento, un nuevo bloque histrico, conposibilidad realmente transormadora. Lo contrario,ser asistir a la redenicin del proyecto de domina-cin de clase y al despliegue de nuevas posibilidadespara la acumulacin capitalista.

    La opcin constituyente, por otra parte, no debecomprenderse como una ilusin constitucional. Unnuevo texto constitucional no conlleva a cambios

    El procesoconstituyente

    debera entenderse

    como parte dela construccin

    misma de uneventual acuerdo,

    considerandolo que l podra

    representar entrminos de la

    activa participacindel conjunto de lasociedad y de lossectores socialesy populares, en

    particular; dotandoal proceso,

    adems, de mayorlegitimidad.

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    Rgimen poltico y discurso

    Estudiante muerto (ragmento), Alejandro Obregn. 1956http://www.colarte.com/gracas/pintores/ObregonAlejandro

    estructurales en s mismos. Para que tales cambios se produzcan se requiere un balance deuerzas que los haga posibles. Aqu sostengo que los dilogos de La Habana han desatadoun impulso excepcional para aportar a producir una nueva correlacin de uerzas en el

    pas. Por lo pronto debe reconocrseles que han contribuido a poner el dedo en la llaga: LaConstitucin de 1991 requiere ser superada.

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    Ne

    oliberalismoRa

    mpante

    El campesinado

    colombiano en lageopoltica del hambre

    Jos Honorio Martnez

    Proesor Departamento de Ciencia PolticaUniversidad Nacional de Colombia

    En los aos reciente ha emergido un nuevo campesinismo quees promovido por organismos como la FAO, el FMI, el BancoMundial y la CEPAL1. Cul es el papel del campesinado en el rgimenagroalimentario promovido por estos organismos? Cabe la posibilidadde que las reivindicaciones histricas del campesinado colombiano (de-recho a poseer tierra, a producirla autogestionariamente y a disponersobre sus asuntos colectivos) sean resueltas en el marco del rgimenagroalimentario que estas instituciones promueven?

    Crisis alimentaria y revueltas de hambreEntre 2008 y 2009, el encarecimiento de los alimentos engros en

    100 millones de personas el nmero de hambrientos a nivel global: esta

    1 En el transcurso de 2008, los cuatro organismos maniestaron esta perspectiva ensus reuniones (FMI), reportes (BM) e inormes (FAO, CEPAL).

    No abandones la tierra compaero que la historia telo agradecer. Tu machete y tu dignidad bajo el yugonunca estar, si tu lucha es por pan, trabajo y tierra.

    Compaeros (Grupo Madera)

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    Nuestra Amrica

    es una de las consecuencias ms notables del alzade precios de los alimentos2. Las inusitadas alzas noobedecieron a la disminucin de la produccin la

    cual creci 28% en soya, tuvo un supervit de unmilln de toneladas en el caso del arroz y cuentacon sucientes reservas de maz, sino a la crecienteincorporacin de los bienes alimentarios a la especu-lacin nanciera3.

    Estados Unidos, con el control de 30% de lasexportaciones mundiales de cereales, ha sido el granbeneciado de la commoditizacin alimentaria4.As, el hambre entr a hacer parte de la geopoltica

    mundial; basta con que el gobierno norteamericanorestrinja las importaciones de alimentos para poner atemblar a cualquier gobierno de la perieria.

    Junto con la especulacin nanciera hay otrosactores5 que hacen presagiar que la crisis alimentariano es episdica, sino que constituye en una tendenciaestructural de la actual crisis del capitalismo.

    2 Desde 2005 y 2006 hubo un incremento sustancial de losprecios de alimentos bsicos como el arroz, el maz, el trigo,la cebada, la soya y el sorgo. Entre 2003 y 2008 el precio delmaz subi 125%, la soya se increment de 300 a 500 dlaresla tonelada y el arroz, en el ciclo 2007/2008, pas de 200 a499 dlares la tonelada.

    3 A partir de abril de 2007 el volumen de capitales inverti-dos en los mercados agrcolas se quintuplic en la UninEuropea y aument siete veces en Estados Unidos. BlancaRubio, La crisis alimentaria y el nuevo orden agroalimen-

    tario fnanciero energtico mundial, Mundo siglo XXI, No.24de 2011.

    4 Los principales benefcios de la crisis alimentaria entre2007 y 2008 ueron para las empresas norteamericanas:Cargill increment sus ganancias 69%, Monsanto 120%,John Deere 17% y Mosaic 430%.

    5 Entre ellos, los rendimientos decrecientes de la agroin-dustria (que han cado 50% desde 1990) y la disminucinde las tierras para la produccin de alimentos como resul-tado de la desertifcacin de los suelos agravada por ladisposicin del agua para otros usos y la orientacin deuna parte considerable de las cosechas a la produccin deagrocarburantes.

    Los que entran y los que salen,

    ragmento. Dbora Arango. 1944http://www.elmamm.org/wp-content/uploads/2010/12/Los-que-entran-y-los-que-salen1.jpg

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    La crisis alimentaria ha propiciado las condicio-nes para el resurgimiento de las revueltas de hambre6que parecan sepultadas por el n de la historia. En

    enero de 2011 la caresta de la comida ue el deto-nante de las protestas que derrocaron al gobierno deBen Ali, un mes despus, la inconormidad generadapor el alza del pan contribuy a la cada del gobiernode Hosni Mubarak en Egipto. Este pas pas de serautosuciente en la produccin de alimentos durantela era de la revolucin nacionalista a importar 60%de la comida que consume.

    rayendo a colacin la relacin entre hambre y re-

    volucin social, James recuerda que las revolucionesrancesa, rusa y china tuvieron entre sus detonantesla escasez de alimentos. El pnico sobre el pan quearrop Francia en 1789, y la incapacidad del gobiernopara garantizar suministros, destruyeron el antiguorgimen. Luis XIV ue llamado desdeosamente leboulanger, el panadero. La inacin en tiempo deguerra destruy la estabilidad en el imperio ruso en1917, cuando los agricultores, preocupados por el de-

    clinante valor de su moneda, acapararon su produc-cin y dejaron que las ciudades se murieran de hambre. Los bolcheviquesllegaron al poder con la promesa de pan (y paz). China tambin estuvoparalizada por la inacin despus de la Segunda Guerra Mundial, de-jndola vulnerable a los pnicos alimentarios7.

    La crisis alimentaria, proyectada sobre la Primavera rabe, muestraque la intensicacin del hambre tiende a sacar la gente a las calles.

    La apropiacin de tierras y eljuegodel gobierno de Santos

    En aras de garantizar el orden nanciero mundial y conservar lasrentas especulativas de los commodities, las grandes corporaciones,gobiernos y organismos internacionales vienen impulsando la consoli-dacin de un nuevo rgimen agroalimentario que pasa por la ampliacin

    6 Las sublevaciones populares ocurridas durante el 2008 en Sudrica, Kenia, Ca-mern, Nigeria, Senegal, Marruecos Lbano, Tailandia, Indonesia, Burkina Faso yHait estuvieron precedidas de alzas en los alimentos. Similar situacin acaeci en

    Jordania, Yemen, Bahrein y Libia tres aos despus.7 Harold James, Comida por revolucin, El Nuevo da, Junio 6 de 2011.

    Junta militar, ragmento. Debora Arangohttp://www.elmamm.org/debora-arango/

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    Nuestra Amrica

    de la rontera agrcola global con las tierras disponibles en los pasesdel Sur, la disposicin prioritaria del agua para los monocultivos, elincremento de la productividad agropecuaria mediante la manipulacin

    biotecnolgica, la subordinacin de la agricultura campesina mediantelas patentes y la tercerizacin permanente del campesinado a la cadenade produccin agroalimentaria.

    Segn la FAO, para solventar la crisis alimentaria en los prximoscuarenta aos habr que incorporar al cultivo 120 millones de hect-reas en Asia, rica y Amrica Latina. al escenario ha intensicado lacompetencia entre corporaciones, especuladores y gobiernos por la apro-piacin y titularizacin de tierras8. En Colombia, dadas las prcticas cri-minales que han acompaado el proceso de acumulacin de capital, no

    existen ciras ociales consolidadas sobre la apropiacin y titularizacinde tierras; sin embargo, dicha dinmica ha avanzado considerablemente9.

    El an por sostener el Consenso de los Commodities implica unacolosal expansin del capital sobre las tierras que no sehan integrado a los circuitos globales de la produccinespeculativa. En el caso colombiano, el latiundismoarmado, el terrorismo de Estado, la suscripcin delos LC, la orientacin de las locomotoras del plande gobierno de Santos, la legislacin de vctimas y la

    poltica de tierras dirigidas a promover la seguridadjurdica que exigen los inversionistas y garantizarlos derechos del capital, han preparado el caminopara la consolidacin de los intereses corporativos.

    En Colombia, el despliegue del capital trasnacio-nal ha encontrado ciertas crticas del latiundismo(Fedegn) y la agroindustria local (arroceros, leche-ros), sin embargo, avanza a paso seguro para conver-tirlos en empleados o socios menores. El autnticoescollo que enrenta el capital para consolidar susproyectos est constituido por la pervivencia de lasluchas guerrilleras en el campo. La proundizacindel hambre y el despojo de tierras slo conllevarn el

    8 Ver: Documento de GRAIN: Se aduean de la tierra! El proceso de acaparamientoagrario por seguridad alimentaria y de negocios en 2008.

    9 Paola lvarez Roa, en el texto: Mercado de tierras en Colombia: acaparamiento osoberana alimentaria?, realiza un interesante inventario de la concesin, apropiaciny disposicin de tierras para proyectos energticos, agroindustriales y orestales enla Orinoqua.

    La danza, ragmento. Debora Arango. 1944http://www.elmamm.org/debora-arango/

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    aumento de la inconormidad y la oposicin popularal Estado, por ello el gobierno de Santos juega hoylas cartas del bloque agrario de poder (terratenientes,

    agroindustriales locales y corporaciones) en pos desometer a la insurgencia a las reglas de la democracia.

    La titularidad de la tierra como cuotade la estrategia corporativa

    El control de las tierras, los recursos naturales, lospaquetes agrotecnolgicos, el crdito bancario, laproduccin agraria, los circuitos de comercializaciny los mercados de consumo, as como lacommoditi-

    zacin de los alimentos, aseguran a las corporacionesel dominio total del sector alimentario a escala global.Cul es entonces el papel del campesinado en este r-gimen agroalimentario? Lo que vislumbran los planescorporativos es una estrategia combinada que contem-pla la integracin subordinada del campesinado a los planes corporativos,pero tambin la quiebra crnica y la descomposicin e, igualmente, suconversin en una especie extica del paisaje. En el libreto del capital, elcampesinado puede representar cualquiera de estos tres papeles.

    En la actual ase de la estrategia corporativa no parece existir incon-veniente para que los campesinos sean titulares de parcelas de tierra,que puedan establecer alianzas productivas con el agronegocio, quesean trabajadores tercerizados de las empresas en las pocas de siembray cosecha, que cultiven yuca y pltano y cren marranos para su propioconsumo, que bajo el paradigma de la nueva ruralidad alojen turis-tas en ciertas temporadas, sean vigilantes de los monocultivos, cooperencomo guardabosques del medio ambiente y habiten tierras yermasllevando una reproduccin vegetativa. Plantear, como lo hacen Martinsde Carvalho y los chayanovistas, la existencia de modos de produccincampesina en el marco del capitalismo es un gran sinsentido.

    En sntesis, histricas reivindicaciones campesinas, como tener tierray cultivarla, pueden ser satisechas, al menos ormalmente (en el papel),bajo el rgimen agroalimentario en curso; el asunto que causa malestaral bloque agrario de poder es la exigencia de empoderamiento poltico.La idea de que el campesinado constituya entidades territoriales conautonoma poltica y administrativa resulta sediciosa para un gobiernoperseguido por el antasma de las repblicas independientes. Esto uelo que demostr en el tendencioso rechazo gremial y gubernamental a

    El vagn, ragmento. Debora Arangohttp://www.elmamm.org/debora-arango/

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    la constitucin de Zonas de Reserva Cam-pesina.

    ConclusinSe encuentra en curso una geopoltica

    del hambre conducida por el gobiernonorteamericano, siete monopolios agroali-mentarios y el selecto club de especuladoresde las bolsas de Chicago, Kansas City yMinneapolis, que acrecientan sus gananciassobre la desnutricin y la muerte cotidianade millones de personas en el mundo. La

    creciente bursatilizacin de los alimentos esuna orma de quitarle a la gente la ya depor s escasa comida del plato. Para que nohaya protestas, capaces de mandar al diabloa los gobiernos mandaderos, el capital tienenecesidad de aplicar polticas de contencinque le pongan rostro humano a la barbarie10.

    El neocampesinismo corporativo queagencian la FAO, el FMI, el Banco Mun-

    dial, la CEPAL o el IICA, tambin la nue-va ruralidad acadmica, est undamen-talmente dirigido a neutralizar la potencia

    impugnadora del campesinado. En la medida que los planes del capital(los LC, por ejemplo) hacen del campesinado una clase peligrosa, sehace necesario para los gobiernos instrumentalizar polticas asistencialesque amainen la inconormidad.

    Al neocampesinismo corporativo es necesario oponerle un campesi-nismo emancipador, articulador de las luchas populares y movilizadordel conjunto los condenados de la tierra, adverso a la mercantilizacinde los bienes colectivos (tierras, agua, biodiversidad, saberes y cultura),cultivador de la soberana alimentaria y creador de un rumbo distintodel impuesto por quienes manejan el tren del sistema mundial desdehace siglos.

    10 Con ciertos matices, el asistencialismo promovido por los gobiernos progresistaslatinoamericanos hace parte de esta estrategia.

    Al neocampesinismocorporativo es necesario

    oponerle un campesinismoemancipador, articuladorde las luchas populares ymovilizador del conjunto

    los condenados de latierra, adverso a la

    mercantilizacin de losbienes colectivos (tierras,

    agua, biodiversidad,saberes y cultura),

    cultivador de la soberanaalimentaria y creador

    de un rumbo distinto delimpuesto por quienes

    manejan el tren del sistemamundial desde hace siglos.

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    mpante

    Los ejes de la

    acumulacin de capitalen Colombia

    Edwin Andrs Martnez Casas

    Economista. ProesorUniversidad La Gran Colombia

    El estudio sobre el desarrollo del capitalismo en Amrica La-tina ha sido abordado desde diversas perspectivas del pensa-miento latinoamericano. En especial, existe diversidad de anlisis sobrelo que ha signicado la globalizacin neoliberal y sus implicaciones en la

    regin, desde las corrientes ms ortodoxas del campo de la economa y laciencia poltica hasta los neoestructuralistas, la teora de la dependenciay el marxismo.

    Frente a otras categoras de anlisis utilizadas para la comprensin deldesarrollo capitalista en la regin latinoamericana, el concepto patrnde acumulacin opatrn de reproduccin permite comprender la asehistrica por la que ha atravesado la acumulacin de capital en AmricaLatina en los ltimos veinte aos, en consonancia con el desarrollo delcapitalismo dependiente, el papel de la regin en la divisin internacio-nal y territorial del trabajo, los cambios en la espacialidad capitalista quese corresponden con el cambio en los ejes de la acumulacin de capital,las transormaciones recientes en el mercado de trabajo y en la explota-cin de la uerza de trabajo, as como el cambio en el papel del Estado.

    No existen muchos trabajos sobre Colombia en los cuales se utilice lacategora mencionada, lo cual permite justicar la necesidad de utilizaresta perspectiva terica para determinar si ste ha seguido las pautasgenerales que se muestran en los estudios sobre el conjunto de AmricaLatina o si, por el contrario, presenta algunas especicidades que debenser explicitadas.

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    Neoliberalismo Rampante

    La categorapatrn de reproduccin o patrn deacumulacin parte de analizar los ciclos del capitalproductivo y sus transormaciones para atender la

    valoracin del capital. al como anota Valenzuela(1990, p. 16): un patrn de acumulacin no puedesino ser una modalidad de la acumulacin capitalista

    histricamente determinada.

    Desde una perspectiva analtica, un patrn deacumulacin pasa por el estudio del ciclo del capitalen su proceso de valorizacin, el cual se divide en tresases: el ciclo del capital-dinero, el ciclo del capitalproductivo y el ciclo capital-mercancas.

    Siguiendo la lnea argumentativa de Valenzuelapero realizando importantes avances desde la teorade la dependencia, Osorio dene el patrn de acu-mulacin opatrn de reproduccin del capital comola orma mediante el capital organiza la produccin yla circulacin, determina el destino de las inversiones,esclarece el patrn de consumo correspondiente yorienta la poltica econmica (Osorio, 2000, p. 326).En este sentido, analizar un patrn de reproduccin

    implica estudiar undamentalmente los ejes de laacumulacin en un espacio y tiempo determinado.

    Este rasgo reviste especial importancia para com-prender el desarrollo econmico y poltico de Co-lombia entre 1990 y 2010, lo cual implica interpretary explicar los cambios que se presentaron en esteperiodo en cuanto a los ejes de la acumulacin quese perlaban a comienzos de la dcada del noventa,cuando apenas se esbozaban las primeras reormasaperturistas que conguraban el periodo neoliberal,y los rasgos del patrn que se acentan despus dela crisis de nales de los aos noventa, cuando se dauna serie de transormaciones en la estructura de laeconoma nacional, en el mercado de trabajo y en laconguracin del espacio.

    En cuanto a la caracterizacin del patrn de acu-mulacin vigente en Amrica Latina en las ltimasdos o tres dcadas existe un intenso debate en tor-no a los rasgos que asume, el rtulo ms adecuado

    El eco de un grito. David Alaro Siqueiroshttp://www.wu.edu/history/StudentWork/ysprojects/kmason/scream.htm

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    que debe ponerse al desarrollo reciente de la regin,as como sobre los pases que mejor representanlas transormaciones ms importantes. Valenzuela

    (1990) seala que el patrn actual, inaugurado desdemediados de los aos setenta, puede denominarsecomosecundario exportador, con el n de sintetizarlos rasgos que a su juicio determinan los ejes de laacumulacin, el tipo de valores de uso que se produ-cen y los mercados a los cuales ellos van dirigidos. Deacuerdo con su estudio, los rasgos centrales de estepatrn son: i) Avance a una ase de industrializacinms pesada y compleja; ii) nasis en las exportacio-

    nes industriales; iii) drstica elevacin de la tasa deplusvala; iv) aumento del grado de monopolio; v)mayor apertura externa; vi) desnacionalizacin eco-nmica acentuada; vii) tendencias al autoritarismopoltico (Valenzuela, 1990, p. 144)

    Osorio (2000 y 2004) problematiza el anlisis delpatrn realizado por Valenzuela estudiando el caso dedos economas muy representativas: Chile y Mxico.Lo dene comopatrn exportador con especializacinproductiva, en que se ponen de maniesto dos ten-dencias: en primer lugar, los mercados de los sectoresms dinmicos de la reproduccin se encuentran enel exterior gracias a los bajos costos en la mano deobra de las economas dependientes cuando el capitalproviene de las economas ms desarrolladas; es de-cir, los mercados dinmicos son desarrollados por lasinversiones de capital extranjero. En segundo lugarel aumento de las exportaciones como porcentaje delPIB (2004, p. 3). En sntesis, las caractersticas delpatrn inaugurado en Chile desde mediados de lossetenta son: i) Volcamiento econmico hacia el exte-rior; ii) reduccin del consumo interno conormadopor el consumo de los asalariados; iii) incremento dela polarizacin social, iv) incremento de la pobreza ydel empleo precario; iv) apertura al capital especula-tivo, y v) enorme vulnerabilidad ante los vaivenes delos mercados externos (Osorio, 2000).

    El patrn deacumulacin

    de capital enColombia puede

    caracterizarsecomo un patrn

    reprimarizador yfnanciarizador.

    Por esta va, lejosse encuentra

    la economacolombiana de

    entrar en la sendadel desarrollo.

    Por el contrario,asistimos a una

    nueva etapadel capitalismo

    dependiente.

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    Neoliberalismo Rampante

    El peso del capital exterior en la regin durantela conormacin del nuevo patrn se evidencia en elaumento de la IED desde los noventa, cuyos espacios

    de inversin estn ligados a la venta de las empresaspblicas a compradores extranjeras y el aumento de lainversin en cadenas productivas, hecho que se reejaespecialmente en las economas ms importantes dela regin, Mxico y Brasil (2004, p. 5).

    Este nuevo patrn descansa sobre unos ejes de laproduccin que parecen ser privilegiados, como laagricultura, el sector minero, industrial y de servi-cios, que da ventajas comparativas a algunos pases de

    la regin en la produccin y comercio internacional.Jaime Osorio aclara que, a pesar de que haya produc-tos de exportacin del sector secundario, los bienesque pertenecen al sector primario tienen un mayorpeso, por lo cual debe hablarse de un patrn exporta-dor de especializacin productiva y no de un patrnsecundario exportador, a dierencia de lo expuestopor Valenzuela.

    No obstante, como lo muestra Osorio con la in-

    ormacin estadstica de la cual dispone, el peso delsector primario (produccin agrcola para agrocom-bustibles y explotacin de petrleo y dems produc-tos mineros) en la composicin del PIB sobre tododesde el ao 2003 es signicativo. Por el contrario,el periodo reciente muestra una proundizacin de ladesindustrializacin de buena parte de las economaslatinoamericanas. Sin embargo, Osorio tambin evi-ta caracterizar el patrn como primario-exportador,pues en las economas ms importantes de la reginse ha asistido a un desarrollo relativamente impor-tante del sector secundario-industrial en ramas muyespeccas. Aunque parece exagerado no caracterizarel patrn latinoamericano actual como primario-ex-portador slo por el caso de Mxico y Brasil. Adems,parece que en el estudio de Osorio no se otorga su-ciente relevancia al escenario de nanciarizacin delas economas latinoamericanas, el cual se encuentra La Marcha de la Humanidad,

    ragmento. David Alaro Siqueiroshttp://es.wikipedia.org/wiki/David_Alaro_Siqueiros

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    articulado al auge minero-energtico que vive la regin en especial enlos ltimos diez aos.

    El caso colombiano podra inscribirse dentro del anlisis general

    elaborado por Osorio, pues claramente lo que se inaugur a comienzosde los aos noventa en Colombia es un patrn exportador de especiali-zacin productiva.

    En las grcas 1 y 2, se muestra que este patrn exportador no haconducido a un incremento signicativo de las exportaciones respecto alPIB; por el contrario, existe una tendencia endmica hacia el deteriorode la balanza comercial por la dinmica de las importaciones que hanmostrado una tendencia creciente.

    Grfica 1. Exportaciones de bienes y servicios como porcentaje del PIB

    Fuente: Elaboracin propia con base en datos del Banco Mundial

    Grfica 2. Importaciones de bienes y servicios como porcentaje del PIBFuente: Elaboracin propia con base en datos del Banco Mundial

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    Neoliberalismo Rampante

    Adems de lo anterior, el peso que ha venido adquiriendo el sectorminero-energtico, en especial en la ltima dcada, permite sealar queeste patrn exportador es claramente reprimarizador y no basado en

    una nueva industrializacin, como en el caso mexicano o brasilero. Laevolucin del sector minero-energtico ha estado explicada por el augede la Inversin extranjera Directa (IED) y el cambio en su composicin:a comienzos de la dcada del noventa, un poco ms del 40% se desti-naba al sector de la industria manuacturera, mientras que desde el ao2002 ms del 60% se destina a hidrocarburos y minera. Lo anteriorortalecido por las polticas de conanza inversionista, que permiten larepatriacin de las ganancias a las casas matrices de las compaas trans-nacionales que poseen el negocio de la explotacin de hidrocarburos y

    productos mineros.Este enmeno ha implicado una uga permanente de excedentes

    hacia el exterior, pues en los ltimos aos se ha agudizado la tendenciahacia el crecimiento del rubro de utilidades y dividendos que empiezaa superar los montos de IED en el pas. Es decir, el patrn exportadorbasado en la IED dirigida al sector primario de la economa se ha con-vertido en la uente principal de la extraccin de rentas en el capitalismodependiente en Colombia (Ver grca 3).

    Lo anterior explica la tendencia hacia el dcit en cuenta corriente

    que caracteriza al patrn exportador colombiano.

    Grfica 3. IED en Colombia vs. utilidades y dividendos (1990-2010)

    Fuente: Elaboracin propia con base en datos del Banco de la Repblica

    Pero resulta insuciente sealar que el patrn de acumulacin enColombia se basa nicamente en la reprimarizacin de su economa.La otra cara de la reprimarizacin es la nanciarizacin de la economa

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    colombiana. Existe una estrecha relacin entre la explotacin de recur-sos naturales, hidrocarburos y metales preciosos y la especulacin conpapeles nancieros cuyo respaldo son los commodities o el mercado de

    productos como el azcar.La crisis de los aos noventa signic en el mbito nanciero la con-

    solidacin de un oligopolio en el sector nanciero que, sumado al augepetrolero, ha conducido a la concentracin y centralizacin de capitales.As lo muestra la evolucin de la capitalizacin de las compaas quecotizan en la bolsa colombiana: mientras que el nmero de compaasse redujo, el valor de capitalizacin se ha incrementado ostensiblemente.

    Grfica 4. Capitalizacin de las compaas que cotizan en Bolsa (Porcentaje del PIB)

    Fuente: Elaboracin propia con base en datos del Banco Mundial

    Si a esto se adiciona el nuevo papel del Estado a travs del gastopblico destinado a la educacin, la salud y el sistema pensional, peroque resulta administrado por el sector privado, la lgica de la nancia-rizacin adquiere grandes dimensiones para la acumulacin de capital.En especial, llama la atencin cmo el sector nanciero acapara tanto elahorro pblico, por la va del endeudamiento gubernamental que deberealizarse en el mercado1, como el ahorro de la clase trabajadora por la vadel ortalecimiento de los ondos privados de pensiones y cesantas, loscuales utilizan estos recursos para alimentar la especulacin nanciera.

    En sntesis, el patrn de acumulacin de capital en Colombia puedecaracterizarse como un patrn reprimarizador y nanciarizador. Por esta

    1 En la actualidad, los principales tenedores de la deuda pblica colombiana son losondos de pensiones, las aseguradoras y las grandes corporaciones fnancieras.

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    Neoliberalismo Rampante

    va, lejos se encuentra la economa colombiana de entrar en la senda deldesarrollotal como intentan insinuar de orma reiterada el gobiernode Santos y muchos analistas. Por el contrario, asistimos a una nuevaetapa del capitalismo dependiente, en la que los ejes de la acumulacintienen como propsito alimentar la acumulacin de capital a escalamundial, ortalecer el papel de la perieria como proveedora de recursosnaturales y materias primas y ser receptor de los capitales excedentariosque no encuentran nichos de inversin en las metrpolis en el contextode crisis de sobreacumulacin que padecen las economas de EstadosUnidos y la Unin Europea.

    La nueva democracia, ragmento. David Alaro Siqueiros. 1944http://es.wikipedia.org/wiki/David_Alaro_Siqueiros

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    Subversionesintelectuales

    Implicaciones

    geopolticas del ingresode Colombia a la OTAN

    Atilio BoronPh.D. Director del Programa Latinoamericano de

    Educacin a Distancia en Ciencias Sociales (PLED)Buenos Aires, Argentina

    El anuncio del presidente de Colombia Juan Manuel Santosde que durante este mes de junio suscribir un acuerdo decooperacin con la Organizacin del ratado Atlntico Norte (OAN)para mostrar su disposicin de ingresar a ella ha causado una previsible

    conmocin en Nuestra Amrica. Lo pronunci en un acto de ascensos amiembros de la Armada realizado en Bogot, ocasin en la cual Santosseal que Colombia tiene derecho a "pensar en grande", y que l va abuscar ser de los mejores "ya no de la regin, sino del mundo entero".Continu luego diciendo que "si logramos esa paz rerindose a lasconversaciones de paz que estn en curso en Cuba, con el aval de losantriones, Noruega y Venezuela, nuestro Ejrcito est en la mejorposicin para poder distinguirse tambin a nivel internacional. Ya loestamos haciendo en muchos rentes", asegur Santos. Y piensa hacerlonada menos que asocindose a la OAN, una organizacin sobre lacual pesan innumerables crmenes de todo tipo perpetrados en la propiaEuropa (recordar el bombardeo a la ex Yugoslavia), a Libia y ahora sucolaboracin con los terroristas que han tomado a Siria por asalto.

    Jacobo David Blinder, ensayista y periodista brasileo, ue uno de losprimeros en alarmarse ante esta decisin del colombiano. Hasta ahorael nico pas de Amrica Latina aliado extra OAN era la Argentina,que obtuvo ese deshonroso estatus durante los neastos aos de Menem,y ms especcamente en 1998, luego de participar en la Primera Guerradel Golo (1991-1992) y aceptar todas las imposiciones impuestas por

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    Subversiones intelectuales

    Washington en muchas reas de la poltica pblica,como, por ejemplo, desmantelar el proyecto del misilCndor y congelar el programa nuclear que durante

    dcadas vena desarrollndose en la Argentina. Dosgravsimos atentados que suman poco ms de uncentenar de muertos a la Embajada de Israel y a laAMIA ue el saldo que dej en la Argentina la repre-salia por haberse sumado a la organizacin terroristanoratlntica.

    El estatus de aliado extra OAN ue creado en1989 por el Congreso de los Estados Unidos no porla organizacin como un mecanismo para reorzar

    los lazos militares con pases situados uera del readel Atlntico Norte, pero que podran ser de algunaayuda en las numerosas guerras y procesos de des-estabilizacin poltica que Estados Unidos despliegaen los ms apartados rincones del planeta. Australia,Egipto, Israel, Japn y Corea del Sur ueron los pri-meros en ingresar, y poco despus lo hizo la Argenti-na, y ahora aspira a lograrlo Colombia. El sentido deesta iniciativa del Congreso norteamericano salta a la

    vista: se trata de legitimar y robustecer sus incesantesaventuras militares inevitables durante los prximostreinta aos, si leemos los documentos del Pentgonosobre uturos escenarios internacionales con un aurade consenso multilateral que en realidad no tienen.Esta incorporacin de los aliados extraregionales de laOAN, que est siendo promovida en los dems con-tinentes, reeja la exigencia impuesta por la transor-macin de las uerzas armadas de los Estados Unidosen su trnsito desde un ejrcito preparado para librarguerras en territorios acotados a una legin imperialque, con sus bases militares de distinto tipo (msde mil en todo el planeta), sus uerzas regulares, susunidades de despliegue rpido y el creciente ejrcitode contratistas (vulgo: mercenarios), quiere estarpreparada para intervenir en pocas horas con el ndeender los intereses estadounidenses en cualquierpunto caliente del planeta. Con su decisin Santos sepone al servicio de tan unesto proyecto.

    Historia de Mxico (ragmento

    mural), Diego Riverahttp://es.wikipedia.org/wiki/Diego_Rivera

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    A dierencia de la Argentina (que por supuestodebera renunciar sin ms demora a su estatus enuna organizacin criminal como la OAN), el

    caso colombiano es muy especial porque desde hacedcadas recibe, en el marco del Plan Colombia,un muy importante apoyo econmico y militar deEstados Unidos de lejos el mayor de los pases delrea y slo superado por los desembolsos realizadosen avor de Israel, Egipto, Irak y Corea del Sur yde uno que otro aliado estratgico de Washington.Cuando Santos declara su vocacin de proyectarsesobre el mundo entero lo que esto signica es su

    disposicin para convertirse en cmplice de Wash-ington, para movilizar sus bien pertrechadas uerzasms all del territorio colombiano y para interveniren los pases que el imperio procura desestabilizar,en primer lugar, Venezuela. Es poco probable que suanuncio signique que est dispuesto a enviar tropasa Aganistn u a otros teatros de guerra. La preten-sin de la derecha colombiana, en el poder desdesiempre, ha sido convertirse, especialmente a partir

    de la presidencia del narcopoltico lvaro Uribe V-lez, en la Israel de Amrica Latina erigindose, conel respaldo de la OAN, en el gendarme regional delrea para agredir a vecinos como Venezuela, Ecuadory otros Bolivia, Nicaragua, Cuba? que tengan laosada de oponerse a los designios imperiales. Eso,y no otra cosa, es lo que signica su declaracin.Pero hay algo ms: con su decisin Santos tambinpone irresponsablemente en entredicho la marcha delas conversaciones de paz con las FARC en La Haba-na (uno de cuyos avales es precisamente Venezuela),asestando un duro golpe a las expectativas de colom-bianas y colombianos que desde hace dcadas quie-ren poner n al conicto armado que tan indeciblessurimientos depar para su pueblo. Cmo podranconar los guerrilleros colombianos en un gobiernoque no cesa de proclamar su vocacin injerencistay militarista, ahora potenciada por su pretendida

    El estatus dealiado extra

    OTAN fuecreado en 1989por el Congresode los EstadosUnidos no porla organizacincomo un mecanismopara reforzar los

    lazos militares conpases situadosfuera del rea delAtlntico Norte,pero que podranser de algunaayuda en lasnumerosas guerrasy procesos dedesestabilizacinpoltica que EstadosUnidos despliegaen los msapartados rinconesdel planeta.

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    Subversiones intelectuales

    alianza con una organizacin de tintes tandelictivos como la OAN?

    Por otra parte, esta decisin no puedesino debilitar premeditadamente, por su-puesto los procesos de integracin y uni-cacin supranacional en curso en AmricaLatina y el Caribe. La tesis de los caballosde roya del imperio, que repetidamentehemos planteado en nuestros escritos sobreel tema, asumen renovada actualidad con ladecisin del mandatario colombiano. Quhar ahora la UNASUR y cmo podr ac-tuar el Consejo de Deensa Suramericano,cuyo mandato conerido por los jees y jeasde Estado de nuestros pases ha sido consoli-dar a nuestra regin como una zona de paz,como un rea libre de la presencia de armasnucleares o de destruccin masiva, como

    una contribucin a la paz mundial para locual se requiere construir una poltica dedeensa comn y ortalecer la cooperacin

    regional en ese campo?Es indiscutible que detrs de esta deci-

    sin del presidente colombiano se encuentrala mano de Washington, que paulatinamen-te convirti a la OAN en una organizacindelictiva de alcance mundial, rebalsando concreces el permetro del Atlntico Norte, queera su lmite original. ambin se adverta lamano de Obama al impulsar, poco despus

    de lanzada la Alianza del Pacco (tentativade resucitar el ALCA con otro nombre), laprovocadora recepcin por parte de Santosdel lder golpista venezolano Henrique Ca-priles. Lo mismo puede percibirse ahora,con todas las implicaciones geopolticas quetiene esa iniciativa al tensar la cuerda de lasrelaciones colombo-venezolanas: amenazar asus vecinos y precipitar el aumento del gasto

    militar entre ellos, debilitar a la UNASURy la CELAC, alinearse con Gran Bretaaen el dierendo con la Argentina por LasMalvinas, dado que esa es la postura ocialde la OAN. Y quien menciona esta orga-nizacin no puede sino recordar que, comodicen los especialistas en el tema, el nervioy msculo de la OAN los aporta EstadosUnidos y no los otros estados miembros,reducidos al triste papel de simples peonesdel mandams imperial. En suma: unanueva vuelta de tuerca de la contraoensivaimperialista en Nuestra Amrica, que slopodr ser rechazada por la masiva movili-zacin de los pueblos y la enrgica respuestade los gobiernos genuinamente democrti-cos de la regin. Esa ser una de las pruebasde uego que tendrn que sobrellevar en lasprximas semanas.

    Gloriosa victoria, Diego Rivera. 1954http://www.nunet.com.mx/nunet/articulo/mostrar_articulo_t/

    pinturas-de-la-revolucion-de-diego-rivera/3449/

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    Aquel CristolatinoamericanoLa experiencia de la teologa dela liberacin 50 aos despus

    del Concilio Vaticano II

    Marcello MustoProesor de teora polticaYork University, Toronto

    La maana del 11 de octubre de 1962, 2.540 cardenales, obis-pos y patriarcas provenientes de todas las partes del mundo sedisponan en una solemne la de hbitos blancos y sotanas rojo prpurapara entrar en la Baslica de San Pedro y dar inicio a uno de los principa-les acontecimientos religiosos del siglo XX, destinado a cambiar la carade la iglesia catlica: el Concilio Vaticano II (CV II).

    El vigsimo primero concilio ecumnico se desarroll entre octubrede 1962 y diciembre de 1965, bajo los ponticados de Juan XXIII y PabloVI. Su asamblea deliberativa, la ms numerosa de la historia de la iglesia,reorm la liturgia eclesistica, introduciendo las lenguas nacionales enel rito de la misa, e inici el dilogo con las religiones no cristianas,mediante la declaracin del principio de libertad religiosa. A dieren-cia de los concilios precedentes, el de rento en 1545-63 y el CV I en1869-70, surgidos de la exigencia de responder a dos eventos que habansacudido la iglesia, las heridas que siguieron a la reorma protestante y el

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    Subversiones intelectuales

    proceso de secularizacin generado por la RevolucinFrancesa, el CV II surgi, en cambio, de la necesidadde expresar una nueva ase pastoral con el objetivo

    de revitalizar las instituciones catlicas y adaptarlasmejor a las exigencias de los nuevos tiempos en curso.

    La opcin preferencial por los pobresNo obstante, como observan la mayora de co-

    mentaristas, a partir de los aos setenta se interrum-pieron las reormas iniciadas. Otra cosa sucedi enSudamrica, donde las transormaciones del CV IIencontraron un terreno ms rtil para germinar.

    En aquellos aos, eectivamente, mientras en lospases capitalistas ms avanzados tuvo lugar una me-jora de las condiciones de vida hasta para las clasestrabajadoras, en Amrica Latina las desigualdades so-ciales aumentaron y los ndices de pobreza crecierontodava ms. Guiados por la ilusoria concepcin deun tiempo histrico unilineal, que debera reproducirlos mismos estadios de desarrollo en todas las socie-dades, expertos de diversos organismos internaciona-

    les elaboraron planes de desarrollo para el Cono Sur.En 1961, por ejemplo, la administracin Kennedypromovi la Alianza para el Progreso (AP), proyectoal que ueron destinados 20 mil millones de dlaresa n de eliminar las bases de comunismo, peligroque se antoj an ms concreto despus de la revo-lucin castrista en Cuba. Sin embargo, la operacinue un sonado racaso, contestada no slo por loslatiundistas locales, sino tambin por las compaasnorteamericanas, y el periodo de la AP se caracterizpor los golpes de Estado, casi todos avalados por losUSA, que sumieron todo el continente en una espiralde violencia y muerte.

    En este contexto, tomaron cuerpo, con distintasormas, alianzas entre los sectores ms progresistasdel mundo cristiano y del marxismo. Desde Camiloorres, el amoso sacerdote desaparecido en 1966tras haberse unido al Ejrcito de Liberacin Nacio-nal de Colombia, a los Cristianos por el socialismo,

    Hidalgo (ragmento mural), Jos Clemente Orozcohttp://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Clemente_Orozco

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    movimiento nacido en Chile en 1972 du-rante el gobierno de Salvador Allende. Dela Patagonia a Mxico surgieron grupos

    de eles, a menudo comprometidos polti-camente con la izquierda, que reclamabanuna iglesia dierente, alejada del poder ysolidaria con los ms dbiles.

    Estas exigencias se maniestaron en elinterior de la Conerencia Episcopal Lati-noamericana (CELAM), organismo surgi-do en 1955 y que celebr en Medelln, en1968, su segundo congreso, para reorgani-

    zarse en base a las decisiones tomadas en elCV II. Este encuentro supuso un verdaderocambio para la iglesia del continente. Auncuando el trmino eologa de la Libera-cin (dL) no ue nunca utilizado en susdocumentos nales (haba sido acuadoslo pocas semanas antes por el sacerdoteperuano Gustavo Gutirrez), en Medellnnaci una nueva orma de hacer teologa.

    Una iglesia popular al servicio de los pobresbasada en el protagonismo de la Comuni-dades Eclesisticas de Base (CEB), gruposde personas que se reunan regularmentepara leer el evangelio a la luz de la propiarealidad social.

    En los aos siguientes se sucedieron ini-ciativas y reuniones para delinear mejor elcarcter de este cambio. El texto principal,traducido ms tarde a 20 idiomas e impresoen numerosas ediciones, que puso de ma-niesto los preceptos centrales de la dLse public en 1971 y ue obra del mismoGutirrez: Teologa de la liberacin. Pers-pectivas. Segn el autor, el nudo central dela dL resida en la opcin preerencial porlos pobres, quienes irrumpan por primeravez en la Iglesia erigindose en interlocuto-res privilegiados y en sujeto protagonista de

    La tentativa de refundarglobalmente la religin

    catlica desde laperiferia y por parte

    de los condenados hasido rechazada. Pero la

    crisis actual ha reabiertoviejas heridas y nuevas

    contradicciones, y elmensaje de emancipacin

    de la teologa militanteque lucha por hacer

    bajar a los pobresde la cruz interroganuevamente todas las

    conciencias crticas.

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    Subversiones intelectuales

    una posible transormacin social. Con la dL los pobres adquiran elderecho a pensar y no solo a experimentar y practicar su e de manerapasiva. Mediante un proceso de concienciacin, segn la clebre expre-

    sin del pedagogo brasileo Paulo Freire, se transormaban en artcesde su propia liberacin, que dejaba de conarse al ms all para devenirobjetivo concreto a perseguir en la vida terrenal. Otra innovacin dela dL consista en servirse de los instrumentos crticos de las cien-cias sociales. Se le concedi unaespecial importancia a la "eorade la dependencia, desarrollada,entre otros, por Andr GunderFrank, Fernando Henrique Car-

    doso y Teotonio Dos Santos,que resaltaba la relacin directaentre el subdesarrollo latinoame-ricano y la expansin capitalistade los pases industrializados.Por ltimo, segn Gutirrez, elotro elemento decisivo de la dLconsista en concebir la teologacomo un segundo acto, que

    deba siempre presuponer la parti-cipacin del hombre en el procesode liberacin (primer acto). Deeste modo, el compromiso juntoal hombre pas a ser unaconditio sine qua non. Si Karl Marx habaescrito: cada paso del movimiento real es ms importante que unadocena de programas, Gutirrez sostena que todas las teologas pol-ticas, de la esperanza, de la liberacin, de la revolucin, no valen lo queun gesto de solidaridad autntica con las clases oprimidas.

    La inuencia de la dL en las CEB, que prolieraron sobre todo enBrasil, creci en importancia. Al magisterio tradicional impartido enlas parroquias, se le aadi una diusa catequesis popular en las areasurbanas y rurales ms marginales. El centralismo eclesistico tradi-cional denido por la rmula uera de la Iglesia no hay salvacinse transmut en uera del mundo (o sea lejos de los pobres) no haysalvacin. Leonardo Bof habl de una nueva gnesis eclesistica, unrenacer de la iglesia a partir de la reapropiacin de la Biblia medianteministerios laicos.

    Dive Bomber, Jos Clemente Orozcohttp://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Clemente_Orozco

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    Las reacciones ueron dursimas. La tercera reunin de la CELAM (Puebla, 1979), dela que ueron excluidos todos los principales exponentes de la dL, sancion el cambiode tendencia. Juan Pablo II, ascendido a Papa en 1978, introdujo el evento exhortando avigilar la pureza de la doctrina contra la excesiva politizacin del evangelio y las jerarquaseclesisticas se precipitaron sobre las CEB, consideradas un intolerable ministerio paralelo,mientras sus relecturas de la biblia ueron denidas como cristologa de la guerrilla.

    A la reaccin interna de la iglesia se aadi la de los USA. El Documento de Santa Fe,la plataorma poltica de Ronald Reagan, contena un explicita reerencia a la dL, consi-derada una peligrosa doctrina poltica, desviada de la creencia religiosa, con un signicadoantipapal y antiliberal. La administracin Reagan se caracteriz por invertir millones dedlares, en orma de intelligence ymass media, para avorecer la diusin de sectas un-damentalistas, cargadas de anatismo religioso, en todos los pases latinoamericanos conriesgo comunista.

    El desencuentro con Roma

    A principios de los aos ochenta se agudiz la polarizacin en el seno de la iglesia,pero la dL, gracias al incesante trabajo de divulgacin de textos y reexiones iniciadoen el decenio anterior, logr mantener una presencia signicativa en todo el continentelatinoamericano. Adems, el asesinato de Oscar Romero, arzobispo de San Salvador, y laparticipacin de algunos sacerdotes en el gobierno revolucionario sandinista de Nicaraguaconstituyeron dos episodios, de extrema crueldad el primero y de enorme esperanza elsegundo, que dieron lugar a maniestaciones de solidaridad en todo el mundo.

    A pesar de todo, los equilibrios internos del Vaticano haban cambiado. El clima derestauracin se hizo evidente con la eleccin del conservador Lpez rujillo para la presi-dencia de la CELAM. A nivel general, Wojtyla avoreci el ascenso a las altas eseras del

    Catarsis, Jos Clemente Orozcohttp://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Clemente_Orozco

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    Subversiones intelectuales

    Vaticano de los ultrarreaccionarios del OpusDei, organizacin transormada en preladopersonal en 1982, es decir, una institucinespecial que puede evadir la autoridad de lasdicesis territoriales, y las determinacioneseclesisticas golpearon cada vez ms los

    elementos desaectos.De este modo, surgi un clima de exco-

    munin. En 1984, el preecto de la SagradaCongregacin para la Doctrina de la Fe(SCDF) y entonces cardenal Joseph Ra-tzinger public laInstruccin sobre algunosaspectos de la teologa de la liberacin. Eneste documento armaba que la dL debaser criticada, bajo pena de graves desvia-ciones ideolgicas, no por sus armacionesparticulares, sino por el punto de vista declase que adoptaa priori y que acta comoprincipio hermenutico determinante. Ladierencia entre las dos concepciones eraabismal. Para Ratzinger, sirva como ejem-plo un tema undamental, las mltiplesesclavitudes de orden cultural, econmico,social y poltico derivan, en denitiva, delpecado. Para Gutirrez, por el contrario:

    el pecado nace de la explotacin del hom-bre por el hombre, hunde sus races en unasituacin de injusticia y explotacin y es im-

    posible entender el primero sin lo segundo".La SCDF invit al episcopado peruano

    a aislar Gutirrez, acusado de admitir laconcepcin marxista de la historia, y alepiscopado brasileo a criticar a Bof, con-denado a un ao de silencio por sus tesiseclesisticas declaradas insostenibles ypeligrosas para la e. De nada sirvieron lasaclaraciones orecidas por los telogos de la

    liberacin para demostrar que Marx no erael padrino de la dL (pantomima que ridi-culizaba tanto las teoras de uno como de laotra) y que, por el contrario, el marxismo sehaba tomado crticamente para compren-der el mundo, ya que, so pena de misticarla realidad, despus de Marx, la teologa nopoda permitirse inravalorar el peso de lascondiciones materiales en la existencia de

    los individuos.En los ltimos veinte aos, el capitalis-

    mo ha desplegado su incontestable hege-mona en todas las eseras de la vida socialy tambin la religin se ha plegado a lasexigencias del mercado. La desaparicin ynormalizacin de muchas CEB y el debili-tamiento de la dL han ido de la mano de laprolieracin de enmenos de televenta dela e made in USA. La tentativa de reundarglobalmente la religin catlica desde la pe-rieria y por parte de los condenados ha sidorechazada. Pero la crisis actual ha reabiertoviejas heridas y nuevas contradicciones, yel mensaje de emancipacin de la teologamilitante que lucha por hacer bajar a los po-bres de la cruz interroga nuevamente todaslas conciencias crticas.

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    estraAmrica

    La Alianza del Pacfcoy Estados Unidos

    Germn Gorriz LpezAnalista econmico y geopoltico

    Los cuatro pases que constituyen la llamada Alianza del Pac-co (junto a ms de 400 empresarios a nivel mundial) se reu-nieron en Santiago de Cali con el propsito de estimular el intercambiocomercial entre las naciones, promover la regin conormando una zona

    de libre circulacin de personas, bienes, servicios y capitales a n deque puedan y tengan capacidad de negociar en bloque con los pases

    asiticos. Dicha Alianza (Lima, 2011),promovido por Estados Unidos ysecundado por Mxico, Colombia, Chile y Per tendra como objetivos amedio plazo aglutinar el Arco del Pacco para integrar adems a CostaRica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Pana-m e incorporar por ltimo al Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay yUruguay), siguiendo la doctrina Monroe Amrica para los americanos.

    Su importancia ue destacada por el analista y economista JorgeGonzlez Izquierdo, quien dijo a la AFP que este bloque en lo polticoes un contrapeso al grupo que quiso ormar el presidente Hugo Chvezde Venezuela, en alusin a laAlianza Bolivariana para las Amricas(ALBA), integrada por Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Dominica,Ecuador, San Vicente y Las Granadinas y Antigua y Barbuda. As, segnexplica Patricio Carvajal Aravena en dossiergeopolitico.com, Amricapara los americanos debe constituir la base de una geopoltica genuina-

    mente americana, lo que implica la presencia inequvoca de EE.UU. en

    dicha Alianza del Pacco, con lo que, tras una achada neoliberal, seescondera un renado proyecto de ingeniera geopoltica cuya nalidad

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    ltimasera dinamitar el proyecto inte-gracionista representado por la UNASUR

    e intensicar la poltica de aislamiento de

    los gobiernos progresista-populistas de laregin, en especial de Venezuela tras quedarhurana del alma mater de la RevolucinBolivariana (Chvez).

    Estrategia kentiana de EE.UU.Para entender la nalidad ltima de

    este proyecto econmico y geopoltico deEE.UU., debemos acudir a Sherman Kent,

    quien en su libro Inteligencia Estratgicapara la Poltica Mundial Norteamericana,publicado en 1949, expres: La guerra nosiempre es convencional: en eecto, una gran

    parte de la guerra, de las remotas y las ms

    prximas, ha sido siempre realizada con

    armas no convencionales: [...] armas [...]

    polticas y econmicas. La clase de guerra en

    que se emplean [...] (son la) guerra poltica y

    la guerra econmica.Los nes de estos tipos de guerra ue-

    ron descritos por este autor de la siguientemanera: en estas guerras no convenciona-les se trata de hacer dos cosas: debilitar la

    voluntad y la capacidad de resistencia del

    enemigo y ortalecer la propia voluntad y

    capacidad para vencer, y ms adelanteaade que los instrumentos de la guerraeconmica consisten en la zanahoria y elgarrote: el bloqueo, la congelacin de ondos,

    el boicot, el embargo y la lista negra por

    un lado; los subsidios, los emprstitos, los tra-

    tados bilaterales, el trueque y los convenios

    comerciales, por otro. As, EE.UU. podraestrechar lazos comerciales y militares conel presidente dominicano, Danilo Medina,ante el peligro de contagio mimtico de losideales revolucionarios chavistas al depender Capitalismo, Marcelo Pogolottihttp://www.krachtvancultuur.nl/les/images/oto11.jpg

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    el pas dominicano de la venezolana Petro-caribe para su abastecimiento energtico.

    Campaa desestabilizadoraen Venezuela

    ras las reidas elecciones presidencialesen Venezuela, en las que Maduro se habraimpuesto a Capriles por el estrecho margende 200.000 votos, la oposicin proyect lasombra de la duda sobre la legitimidad dedicha victoria presentando ante la Sala Elec-toral del ribunal Supremo de Justicia (SJ)

    en Caracas un recurso de impugnacin delas elecciones presidenciales con la esperanzade llegar a las ms altas instancias jurdicasinternacionales. En lo reerente a la situacineconmica, segn el proesor del Institutode Estudios Superiores de Administracin

    (IESA), Pedro de Palma, la economa vene-zolana sure graves desajustes que requieren

    medidas correctivas y que al nal tendrn

    su refejo en la elevada infacin, PIB, em-pleo y calidad de vida, desajustes que crean

    severos problemas de desabastecimiento en

    la industria petrolera y en la economa real

    debido a las limitaciones del aparato pro-

    ductivo interno para satisacer la demanda,

    lo cual implica un aumento desmedido delas importaciones y del dcit exterior.

    Asistiramos, pues, a una divisin casisimtrica de la sociedad venezolana, lo queaunado con la explosiva situacin econmicade Venezuelaser aprovechado por EE.UU.para escenicar una sistemtica e intensacampaa desestabilizadora que incluir eldesabastecimiento selectivo de artculos deprimera necesidad, la amplicacin en losmedios de la creciente inseguridad ciudada-na y de la legitimidad democrtica de Ma-duro y con la inestimable ayuda logstica

    Estaramos en vsperas dela irrupcin en el escenario

    geopoltico de AmricaLatina de una nueva oladesestabilizadora, cuyos

    primeros bocetos yaestn perflados, y queterminar de dibujarse

    en esta dcada, teniendoa Honduras, Paraguay,

    Nicaragua, Ecuador,Bolivia, Brasil, Granada y

    Panam como paradigmasde los llamados golpes

    virtuales o postmodernosque protagonizar

    EE.UU. en este periodoen el nuevo escenario

    panamericano quesurgir tras el retorno al

    proteccionismo econmicoy consiguiente fniquitode la economa global.

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    de Colombia (convertida en el portaavionescontinental de EE.UU.) podran llegar adesestabilizar la herencia del rgimen cha-vista, no siendo descartable la gestacin deuna trama endgena que intentara un golpede mano contra el mandatario venezolano

    teniendo como brazo ejecutor a unidades de

    lite de la Armada venezolana (UOPE).

    El rol emergente de BrasilRusia y Brasil orman parte de los

    llamados pases BRIC (se emplea la siglaBRIC para reerirse conjuntamente a Brasil,Rusia, India y China) y, aunque se descartaque dichos pases orman una alianza polti-ca como la UE o la Asociacin de Nacionesdel Sureste Asitico (ASEAN), si tienen elpotencial de ormar un bloque econmicocon un estatus mayor que del actual G-8 (seestima que en el horizonte de 2050 tendrnms del 40% de la poblacin mundial yun PIB combinado de 34.951 billones dedlares). anto Francia como EE.UU. ven

    a Brasil como un potencial aliado en laescena global, al que podran apoyar parasu ingreso como miembro permanente enel Consejo de Seguridad de la ONU, con

    el consiguiente aumento del peso espec-co de Brasil en la geopoltica mundial ysu asuncin del papel de gendarme de los

    neoliberales en Sudamrica.

    As, el presupuesto de Deensa de Brasilen 2011 se elev a los 30.500 millones de d-lares (cira que representa la mitad de todolo invertido en deensa en toda Amrica delSur, segn el Stockholm International Pea-ce Research Institute) y espera incrementarel gasto en deensa del 1,5 al 2% para asi-

    milar su presupuesto en este captulo al del

    promedio de las otras potencias emergentes

    del grupo BRICS,segn ha declarado Cel-so Amorim, ministro de Deensa brasileo,en una entrevista durante el Foro de Reuterssobre Inversin en Amrica Latina. SegnLATAM, el Gobierno de Dilma Roussefha heredado la decisin sobre la compra de

    Joven intelectual, Marcelo Pogoliottihttp://chnm.gmu.edu/transatlanticencounters/items/show/4671

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    los 36 aviones de combate con los que Brasil quiere modernizar su ota,compra por la que compiten la estadounidense Boeing con el F-18 y larancesa Dassault Aviation con el Raale, y que incluye una inaudita

    traserencia de tecnologa de dichos aviones en contrapartida, estandoen juego un contrato estimado por Amorim en unos 5.000 millones dedlares, compra que segn arm no se ver alterada por la desacele-racin de la economa brasilea, que pas de un crecimiento de un 7,5

    por ciento en el 2010 a un 2,7 por

    ciento en el 2011.Para completar elpuzzle, Ral

    Zibechi arma en APC-surame-rica.net que el ex Secretario de

    Deensa de EEUU, Len Panetta,oreci una conerencia en la Es-cuela Superior de Guerra de Rode Janeiro, en la que detall supropuesta de amplia cooperacinestratgica entre EE.UU. y Brasily agreg que la compra de los36 cazas F-18 puede transormar

    radicalmente la relacin entre

    ambas industrias de deensa,porlo que en palabras de Zibechi elPentgono realiza su generosa

    oerta tecnolgica y diplomtica (el

    asiento en el Consejo de Seguridad) a cambio de una sumisin militar

    y estratgica.Respecto a Argentina, el Gobierno norteamericano haba elicitado a

    Cristina por el resultado electoral a travs del portavoz para los asuntosde Amrica Latina de EEUU, William Ostick, quien transmiti la vo-luntad de la administracin de Obama de "trabajar productivamente"con el gobierno argentino tras los ltimos desencuentros entre ambasadministraciones. Sin embargo, en el encuentro privado que mantuvie-ron en Cannes Fernndez de Kirchner y Obama en el marco del G-20de 2012, la mandataria argentina no habra sido sensible a las tesis deObama y no habra aceptado la reanudacin de ejercicios militares con-juntos con EE.UU. y otros pases en territorio argentino coordinadospor EE.UU., pues de acto habra signicado la ruptura de la nuevadoctrina militar diseada para la regin por los gobiernos que suscri-bieron la UNASUR, con lo que cobrara uerza la hiptesis de que el

    La huelga, Marcelo Pogoliotticonnuestraamerica.blogspot.com

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    objetivo de EE.UU. sera reconducir los pasos del Gobierno

    argentino para lograr su ingreso en el Acuerdo del Pacco,

    siguiendo la teora kentiana del garrote y la zanahoria.

    Retorno al Big Stick?En el caso de que el Gobierno de Dilma Roussef no

    uera sensible a las tesis de EE.UU. no sera descartable elretorno a la poltica del Big Stick o "Gran Garrote" (cuyaautora cabe atribuir al presidente de Estados Unidos Teo-doro Roosevelt), sistema que desde principios del siglo XXha regido la poltica hegemnica de Estados Unidos sobreAmrica Latina, siguiendo la Doctrina Monroe, "Amrica

    para los Americanos".As, a comienzos de los aos sesenta, el miedo al mi-

    metismo cubano haba llevado a los EE.UU. a apoyar losgolpes militares de los que seran paradigmas en Centro-amrica los casos de El Salvador (donde una junta militarse apoder del poder en 1961), Guatemala (el presidenteIdgoras Fuentes ue derrocado por los militares en marzode 1963) y Honduras (el presidente Villeda, acusado depoca rmeza rente a la subversin comunista, ue derro-

    cado en octubre de ese mismo ao); los militares tomaronel poder en Per en julio de 1962; el presidente ecuatorianoOtto Arosemena ue derrocado, a su vez, en julio de 1963,por "complacencia ante el castrismo; el ejrcito bolivia-no tom el poder en noviembre de 1964; en Argentina,el general Ongana hizo lo propio en junio de 1966, y,nalmente, en Brasil, el 31 de marzo de 1964, las uerzasarmadas derrocaron a Goulart.

    De todo ello, se deduce que estaramos en vsperas de lairrupcin en el escenario geopoltico de Amrica Latina de

    una nueva ola desestabilizadora, cuyos primeros bocetosya estn perlados, y que terminar de dibujarse en estadcada, teniendo a Honduras, Paraguay, Nicaragua, Ecua-dor, Bolivia, Brasil, Granada y Panam como paradigmasde los llamados golpes virtuales o postmodernosque pro-tagonizar EE.UU. en este periodo en el nuevo escenariopanamericano que surgir tras el retorno al proteccionismoeconmico y consiguiente niquito de la economa global.

    Lgrimas de sangre, Oswaldo Guayasamnhttp://www.wikipaintings.org/en/

    oswaldo-guayasamin/tears-o-blood

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    estraAmrica

    La coyuntura

    argentina a los 10aos del kirchnerismo

    Julio C. GambinaPresidente de la Fundacin de Investigaciones

    Sociales y Polticas - FISYP

    Al cumplir una dcada de gobiernos kirchneristas, la pol-tica econmica se ejerce desde la intencionalidad de man-tener el nivel de actividad ante la desaceleracin econmica, la disputa

    con los empresarios por el control de los precios, la captura de dlarespara cancelar deuda y la actura de combustibles, junto a problemasestructurales que denen el modelo productivo y de desarrollo,

    En ese sentido destaca el incremento de las asignaciones amiliaresque supone una apuesta al consumo ante lo esquivo que resultan lasinversiones privadas. El crecimiento se dene entre el consumo, la inver-sin y el saldo positivo del comercio externo, siendo el consumo una delas pocas variables que an puede inducir el gobierno.

    Claro que puede entenderse como medida preelectoral y, ante todo,como un acto masivo de estejo por una dcada de gobiernos kirchneris-tas, pero la realidad es que una masa importante de sectores de menoresingresos percibir una cantidad de ingresos necesaria para enrentar ladura cotidianeidad de la inacin.

    La cuestin de ondo es que la economa argentina no crece a buenritmo y ya no genera empleos, incluso los pierde; el ndice del desempleose halla en ascenso, tal como mide el INDEC. Por eso se apuesta apolticas activas que avorezcan el consumo popular, agredido por elcrecimiento de los precios, que aectan especialmente a los ms pobres yde menores ingresos.

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    http://en.w

    ikipedia.o

    rg/wiki/Anti-globalization_

    movementLos precios son un problema de la coyuntura que

    aectan a los de abajo y que el gobierno no incluyeen su diagnstico, si nos atenemos a las mediciones

    del INDEC. Sin embargo, la Presidenta enrent alos empresarios sealando que son ellos los jadoresde precios y no el gobierno. Lo seal en simultneocon el anuncio del n del acuerdo de precios, que notuvo resultados positivos evidentes. La continuidaddel control remite al acuerdo de precios sobre 500productos de consumo masivo. Habr que ver susresultados.

    Pero la novedad ue el anuncio de controles con

    la militancia de organizaciones sociales y polticas,las que cubrirn una actividad principalmente sobreel comercio. En varias ocasiones hemos sostenido lanecesidad del control popular sobre los precios, quese ejerza principalmente por parte de los trabajadoresen las principales empresas, las que denen los pre-cios. El conicto social en la Argentina, contra em-presarios e, inclusive, contra el gobierno, no avoreceuna poltica de control popular de precios. No es el

    mejor clima para una campaa que involucre a lostrabajadores. Es un comentario vlido incluso paralas corrientes sindicales proclives al gobierno, las quedisputan contra los empresarios, y a veces contra elgobierno, en las convenciones colectivas.

    Cuestiones estructurales en discusinPero ms all de la adhesin o no al gobierno

    existen problemas estructurales que alejan al movi-miento obrero del gobierno. En este sentido se des-taca que no hay personera jurdica para la Centralde rabajadores de la Argentina (CA), y hace msde dos dcadas que la CA pelea por su legitimidad.Una legitimidad que parece destinada a lograrse enla lucha y organizacin cotidiana, tal como se pusoen juego el pasado 29/5 en conmemoracin delCordobazo y por un conjunto de reivindicacionesmuy concretas, como el salario, las jubilaciones, las

    Juan Laguna, Antonio Bernihttp://coleccion.educ.ar/coleccion/CD5/contenidos/bernich

    icos/galeria/pop/obra18.html

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    paritarias, pero tambin la condena al pagode la deuda externa pblica y el reclamo porotro modelo productivo contra la sojizaciny la megaminera.

    Queda claro que la evolucin de los pre-cios es un problema de la coyuntura, y lasmedidas de acuerdo o de control militantelo prueban, pero se insiste en reconocer lamentira estadstica. Es un problema que re-quiere solucin, en el camino que reclamanlos propios trabajadores del INDEC, quedemandan la normalizacin del ente y, almismo tiempo, una poltica de combate a lainacin, controlando muy pocas y grandesempresas que jan precios en la Argentina.

    En ese marco se destaca la media sancinen el Senado de la Ley de exteriorizacinde dlares, o blanqueo, que ms all de loseectos o consecuencias econmicas remitea problemas estructurales del capitalismocontemporneo, no solo local, el normalo serio, que le dicen. Es que el capitalismode poca se asocia crecientemente al delito,

    a la uga de capitales y la trata de personas,la droga, y mltiples ormas de negocios queincluyen la corrupcin. El dato sustancial esque la batalla por el dlar es una disputa

    entre las clases dominantes. Es un juego enel que no entran los de abajo. El gobiernonecesita los dlares porque no los abrica ysus uentes genuinas allan, sea por la ten-dencia al achique del supervit comercial, elingreso de divisas por inversiones que sonesquivas, o la ausencia de crdito interna-cional barato. La urgencia de hacerse dedlares es para cumplir con las exigenciasde una deuda externa pblica que condi-ciona uertemente a la economa local y laagigantada actura de combustibles ante lacrisis energtica local.

    Como vemos, la coyuntura es exigentepara el gobierno y evidencia las tensionesque estn en juego. Por un lado existe lapresin de sectores de las clases dominantespara mejorar sus posiciones ante la situacinde crisis y la desaceleracin econmica.

    Maniestacin, Antonio Bernihttp://algomasenlaweb.blogspot.com/2009/11/antonio-berni.htm

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    Cada cual atiende su juego. Los empresarios hegem-nicos ganaron mucho con la recuperacin 2003-2007y con la suba de precios disputan la renta socialmente

    generada. Ahora van por ms y quieren ugar capita-les por la va de la libre circulacin de las divisas. Esuna disputa por la tenencia de los dlares.

    El problema es el para qu se disputan esas divi-sas. El sector privado hegemnico pretende abaratarla uga de capitales, su manera de salirse del peso yahorrar en activos externos. El gobierno, como diji-mos, para pagar deuda e importacin de energa.

    Pero tambin existe la presin de los de abajo, por

    salario e ingreso, por condiciones de trabajo y porderechos sociales extendidos, de educacin o salud,entre otros.

    Lo que est en discusin es el orden econmicoy, dentro del que rige, quin lo administra. Para serms claros, en el balance de la dcada kirchneristahay que colocar el objetivo que se propuso NstorKirchner en su discurso de asuncin hace 10 aos.All se pronunciaba por reconstruir el capitalismo

    nacional.Puede discutirse el carcter nacional, especial-

    mente por la ausencia de una burguesa de carcternacional, es decir, antiimperialista, pero no debenegarse que el capitalismo local super los problemaseconmicos (valorizacin de los capitales) de la rece-sin 1998-2002 con aos de crecimiento a un prome-dio del 8% entre 2003 y 2011, salvo el 2009, aunquedesde el 2010 el curso de la evolucin econmica sepresenta errtica y con tensiones sociales que intentanser contenidas con poltica social masiva avorecidapor recursos scales provenientes de la primarizacinexportadora del pas, una cuestin estructural quecomparte con toda la regin latinoamericana.

    Ahora, en esa recuperacin los que ms ganaronson las transnacionales, no solo las vinculadas a lasoja o la megaminera, sino a las terminales automo-trices y los bancos, especialmente los transnacionales,

    No hace falta unatercera opcin

    para administrarel capitalismorealmente existente.Se necesita otromodelo productivoy de desarrollo,una sociedadque privilegie la

    satisfaccin delas necesidadessociales msextendidas,que apunte a ladesmercantilizacinde la educacin,la salud, laenerga; quealiente asociadaa los otros pasesde la reginla soberanaalimentaria,energtica y

    fnanciera.

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    a la cabeza del rankingde rentabilidad enlos ltimos tres aos.

    El capitalismo local se transnacionaliza

    crecientemente, y no puede ser de otra or-ma. El capitalismo es un rgimen mundialy la agenda deviene de la deseada normali-zacin ante la crisis. Entre otras maniesta-ciones de la crisis est la energtica, y el pasexpropi parcialmente a YPF para desplazar

    al capital externo; REPSOL, sin embargo,para asegurar la produccin de los no con-vencionales acude a la CHEVRON, unade las grandes operadoras monoplicas delmercado mundial. En ese camino involucraa la ANCAP, la estatal petrolera de Uruguay,y a la YPFB, la petrolera boliviana. Nuestrointerrogante es si esas empresas y otras dela regin no podran pensar en estrategiasalternativas para un manejo soberano de laenerga, lo que demandara discutir el paraqu del petrleo, el gas y la energa en laregin. Es un camino complejo, no solo porla CHEVRON demandada por poblacio-nes de pueblos originarios del Ecuador por

    19.000 millones de dlares, cuestin quecamina en la justicia argentina, por ahora.Es complejo decimos, porque ya existen

    cinco municipios en nuestro pas que sepronunciaron contra la tecnologa de laractura hidrulica, elracking, para extraerel shale oil o el shale gas, o hidrocarburosno convencionales. Nuevos Famatimas seanuncian en el horizonte.

    Quin administra elcapitalismo? Se puede pensarms all del capitalismo?

    Esa es una de las discusiones en boga, ycada quin constituye su sujeto.

    Unos con actos y militancia, sueldos enel Estado, e incluso mstica disputada desdeuna poltica de medios y con un relato quepretende apropiarse y recuperar la epopeyade los 70.

    Otros con medios monoplicos y redessociales que alimentan una subjetividad mspropia de los 90 para revertir la inexinestructural que habilit la rebelin de 2001.

    Una grave situacin, Roberto Matta. 1946http://www.wikipaintings.org/en/roberto-matta/a-grave-situation-1946

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  • 7/28/2019 Revista Izquierda N 34 junio de 2013

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    Nuestra Amrica

    Esa es la disputa ms visible: entre los que estn de un lado y los que estn del otro.Es la nica disputa posible? No, existe una masa considerable que avala ciertas actitudes

    de un lado y/o del otro, pero que transitan sin reerencia que pueda aglutinar una posicin

    poltica alternativa.Esa reerencia tambin estuvo en disputa en estos aos, y por variadas razones esas expec-

    tativas se rustraron, quedando vaco ese espacio poltico.Uno de los problemas es que algunos sectores que pretendieron, o pretenden mostrar-

    se como alternativa a los dos bloques principales que disputan el escenario poltico, nodenen un rumbo anticapitalista, es ms, se presentan como prolijos administradores delcapitalismo existente.

    No hace alta una tercera opcin para administrar el capitalismo realmente existente, niserio, ni normal, el que se pudo construir. Se necesita otro modelo productivo y de desarro-

    llo, una sociedad que privilegie la satisaccin de las necesidades sociales ms extendidas,que apunte a la desmercantilizacin de la educacin, la salud, la energa; que aliente aso-ciada a los otros pases de la regin la soberana alimentaria, energtica y nanciera, nopara subordinar la estrategia productiva al gran capital, sino para promover una integracinalternativa, antisistmica, contra el capitalismo real asociado al delito, a la militarizacin yel empobrecimiento de las mayoras, en denitiva, a un nuevo orden local y mundial.

    En una nueva echa de homenaje a la Revolucin de Mayo, necesitamos reivindicar larevolucin, ayer contra la coronaespaola y ho