Revista marzo 180mensual

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#4 180MENSUAL Marzo de 2014

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La democracia es un tema de li-ber-ta-des.por Alejandro Cajas

Desde hace un tiempo se ha extendido entre algunos futbole-ros la frase “el fútbol no es un juego de velocidad, sino un juego de ve-lo-ci-da-des”. Esta frase, popularizada por Fernando So-labarrieta y utilizada frecuente-mente para burlarse del conoci-do periodista deportivo, sirve en esta ocasión para introducir el principal tema que enfrentamos en Cientochenta durante el pa-sado mes de Febrero: la crisis social de Venezuela.

El gobierno venezolano de Nicolás Maduro enfrenta desde el 12 de febrero pasado masivas manifestaciones ciudadanas que lo catalogan como una dictadu-ra, criticándole –entre muchas cosas- la falta de seguridad, el desabastecimiento de bienes y servicios básicos, la violencia de los grupos armados chavistas, el encarcelamiento sin debido pro-ceso, el control de todos los po-deres del Estado, la represión de la libertad de expresión y la cen-sura de la libertad de prensa. Sin

embargo, quienes apoyan al gobierno chavista argumentan que se trata de un gobierno de-mocrático, pues la última elec-ción presidencial –realizada en Abril de 2013- instaló a Nicolás Maduro en el Palacio de Mira-flores con un 50,66% de los vo-tos, frente al 49,07% del opositor Henrique Capriles. Dejando de lado las dudas que existen sobre la transparencia de esos resulta-dos electorales, es claro que para colgarse la etiqueta de “demo-crático” se debe cumplir algunos requisitos más que solamente elegir las autoridades políticas en votaciones libres, abiertas e in-formadas. Muy bien por ello, pero se trata sólo de una condi-ción necesaria y nunca suficiente para que se configure una demo-cracia real. Fundamentalmente se deben cumplir al menos dos condiciones adicionales a la elec-ción de autoridades políticas: la separación de los poderes del Estado y el resguardo de liberta-des y derechos fundamentales de

las personas. Ninguna de estas últimas dos condiciones parecen estar siendo cumplidas por el gobierno venezolano, razón por la cual su pueblo se ha manifes-tado masivamente en las calles. Por eso es que en esta situación calza bien la frase de Solabarrie-ta, pues “la Democracia no trata de votar con libertad, sino un tema de respetar li-ber-ta-des”.

En esta revista se puede encontrar algunos de los mate-riales que desarrollamos en Fe-brero sobre Venezuela, junto con otros dedicados a la educación y cultura. En Cientochenta abor-damos la crisis venezolana sin ambigüedades, condenando la violencia, la represión y la censu-ra de medios; siempre desde la óptica de la promoción de las libertades, los derechos funda-mentales y el respeto al Estado de Derecho. En suma, de la Democracia, con mayúscula. .

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El Estado bolivariano hace aguaEl socialismo del siglo XXI ha debilitado el Es-tado de Derechopor Alejandro Cajas

Se supone que el rol principal del Estado es ejercer el monopolio de la fuerza y aplicar el derecho. Todos le cedemos parte de nuestra libertad para que garantice nuestra seguridad y ad-ministre la justicia. En el caso del Esta-do venezolano esta premisa original no se ha cumplido y con eso ha llevado a su pueblo al caos, el enfrentamiento y la violencia.Muchos pueden estar sorprendidos por el protagonismo que ha tenido la crisis venezolana en nuestros medios de co-municación. Al finalizar el mes pasado, muchos hechos de inseguridad fueron denunciados en varias universidades de Venezuela. Entre ellos, un robo masivo en la Universidad Santa María, otro en una sala de clases en la Universidad Alejandro Humbolt, el apuñalamiento de un estudiante de Medicina en el Hospital Pérez de León y, el más grave de todos, un intento de violación de una estudiante de la Universidad de Los Andes. No es extraño que hayan sido los estudiantes universitarios, hastiados de estos delitos, los que convocaron a las

marchas para reclamar al Estado el cumplimiento de su rol: garantizar la seguridad y administrar la justicia.La Organización Mundial de la Salud (OMS) habla de una “epidemia de ho-micidios” cuando son asesinadas 10 ciudadanos por cada 100 mil habitantes al año. Según cifras oficiales y de la ONG Observatorio Venezolano de Vio-lencia (OVV), en Venezuela los homici-dios fluctúan entre 39 (oficial) y 79 (OVV) por cada 100 mil habitantes. Esto es, entre 11 mil y 25 mil muertos por violencia sólo el año pasado. En Chile, para tener una comparación cer-cana, con casi la mitad de habitantes que Venezuela, el registro es de cerca de 500 homicidios en un año. Es evidente, entonces, que la violencia e inseguridad se han apoderado de las calles venezo-lanas y la situación sólo empeora cuan-do esos crímenes no son perseguidos por la justicia.La promesa de mayor bienestar, seguri-dad y paz para los venezolanos está largamente incumplida. El socialismo del siglo XXI -alabado en Chile por sectores políticos, gremiales y estudianti-les-, que prometía superar los males del corrupto régimen anterior y evitar los errores del fracasado socialismo autori-tario del siglo XX, parece haber perdi-do su máscara democrática. El modelo de poder caudillista y de clara estructu-ra militar creado por Hugo Chávez y

administrado por el Presidente Nicolás Maduro, el denominado socialismo bo-livariano, basado en una estructura clientelar, con control estatal férreo so-bre la economía y dirigido por una oli-garquía de funcionarios del partido go-bernante, ha debilitado el Estado de Derecho y ha comenzado a fracasar.

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“La promesa de mayor bienestar, seguridad y paz para los venezola-

nos está largamente incumplida”

ALEJANDRO CAJAS Director Ejecutivo. Ing. Comercial PUC. Ex dirigente estudiantil y funcionario público. Profesor “Responsabilidad Pública” UDD.

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La falsa democracia de la ConfechEl asambleísmo por so-bre la personapor Valentina Verbal

La renuncia de Claudia Peirano, an-tes de asumir como Subsecretaria de Educación, como consecuencia del re-chazo a su nombramiento de parte del llamado “movimiento estudiantil”, ha llevado a algunos analistas a poner en el tapete el exagerado dogmatismo de di-cho movimiento. Los análisis han sido algo superficiales. Pocas veces se ha en-trado al fondo de las ideas de los diri-gentes estudiantiles (de los más visibles) y, por tanto, a las concepciones que ins-piran sus reivindicaciones.Una cuestión clave de entender es su particular visión de la democracia. Por supuesto, al analizar este punto en una columna de opinión se corre el riesgo de simplificar un poco las cosas, sin distin-guir los matices y diferencias que convi-ven entre los dirigentes estudiantiles. Pero valga aclarar que aquí se hace refe-rencia a la visión de un importante segmento, integrado por la izquierda que no adhiere a la Nueva Mayoría y que es el preponderante en la actual Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH).

Aclarado lo anterior, ¿en qué democra-cia creen los dirigentes de la CON-FECH? En primer lugar, no creen en una democracia formal, como rayado de cancha para todos. Las reglas de una democracia son buenas o malas en la medida en que benefician o no a la cau-sa por la que se lucha. A contrario sen-su, si mediante la democracia se favore-ce el desarrollo de las ideas que se re-chazan (por ejemplo, el capitalismo) el sistema es malo y debe ser reformado.En segundo término, y al no existir un rayado de cancha común en que se pueda ganar o perder, no existen los adversarios políticos, entendidos como detentadores de ideas contrarias o dis-tintas, pero igualmente respetables. Co-bra, bajo esta visión, real sentido la divi-sión entre buenos y malos, típica de los discursos sectarios que se anidan con facilidad en regímenes autoritarios. No es casualidad que procesos como el de Venezuela, cuyos opositores son tacha-dos de “escuálidos” por el gobierno, hayan sido defendidos por la actual di-rectiva de la FECH. Bajo este

modus operandi, la democracia lejos está de ser, además de una forma de gobierno, una forma de vida.La tercera característica de esta “demo-cracia estudiantil” es el rechazo al voto individual: a que las personas naturales expresen su voluntad electoral de mane-ra autónoma, y no subsumidas en asambleas o corporaciones. La clásica definición de persona de Manlio Boecio como “sustancia individual de naturale-za racional”, es completamente dese-chada. La voluntad individual tiene a dividir al pueblo, a hacerlo más egoísta y a terminar adhiriendo a las visiones ideológicas que se rechazan. La “verda-dera democracia” es de asambleas o corporaciones.Como señalé en una columna anterior, esta característica no dista mucho del sistema corporativista italiano, plantea-do por el régimen fascista de Benito Mussolini (1922-1943). Al fin y al cabo, la “democracia estudiantil” aquí descri-ta tiene como trasfondo una idea colec-tivista de la sociedad, en la que las per-sonas pueden (y deben) ser anuladas en

“La democracia estu-diantil entiende la par-

ticipación ciudadana como la supremacía de las asambleas maneja-

das por unos pocos iluminados”

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beneficio de las asambleas y corpora-ciones, y finalmente del Estado, fuera del cual, parafraseando al mismo Mussolini, nada debe existir.En cuarto lugar, la “democracia de los estudiantes” es tan oligárquica como el sistema que rechazan (democracia y capitalismo liberales). La diferencia es que los “intelectuales orgánicos” de esta democracia estarían al servicio de los sectores populares, históricamente oprimidos por la oligarquía capitalista. Lo que llaman “participación ciudada-na” no implica, ya dijimos, depositar un voto personal; pero tampoco, incluso a través de organizaciones de la sociedad civil, incidir ante las autoridades políti-cas para lograr determinados cambios sociales. La “democracia estudiantil” entiende la participación ciudadana como la supremacía de las asambleas manejadas por unos pocos iluminados, sus dirigentes, que hablan por y para las personas.Finalmente, ¿en qué se diferencia esta visión de la del Partido Comunista? Si bien esto da para otra columna, al me-nos mencionemos dos elementos. Pri-mero, en el término de la mediación del Partido: las asambleas lo reemplazarían. Segundo, en el cambio de categorías discursivas: ya no se habla, por ejemplo, de proletariado, sino de ciudadanía. Pero de ciudadanía, reiteremos, media-da por asambleas o corporaciones, to-talmente controladas por unos pocos sabelotodos.Esta es —matices más, matices menos— la visión de democracia del movimiento estudiantil. Es de esperar que durante este 2014 los medios de comunicación y algunos sectores políticos, como la misma Nueva Mayoría, dejen de santifi-car a sus dirigentes, como en la práctica lo han venido haciendo desde las mani-festaciones de 2011. 180

Maldito fascistaEl que acusa defascismo ¿Sabe real-mente de qué habla?por Valentina Verbal

El Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, no ha dudado en tachar de fascistas a quienes han participado de las masivas protestas en contra de su gobierno. “El fascismo tiene a su jefe preso ya”, señalaba este 19 de febrero, al vanagloriarse del encarcelamiento del dirigente opositor, Leopoldo López.Si bien una de las características de los regímenes autoritarios es la sectaria división entre amigos y enemigos, cabe preguntarse hasta qué punto un Presi-dente de la República, responsable de la conducción de su país, puede usar y abusar del lenguaje, no sólo por ser agresivo e incendiario, sino también por ser incorrecto en cuanto a su significa-do.En este sentido, y aunque haya deveni-do en un calificativo de carácter peyora-tivo, normalmente utilizado por la ex-trema izquierda en contra de sus ene-migos, el término fascismo representa un movimiento y un tipo de régimen histórico que, difícilmente, es posible encontrar, aunque sí analogar, con rea-lidades del presente.¿Qué fue el fascismo? Un movimiento, pero también un régimen político. Esta distinción es importante, porque en la mayoría de los países el fascismo no llegó a constituirse en régimen, perma-neciendo sólo en el nivel de movimien-to.En segundo lugar, y desde la perspectiva de su extensión territorial, se puede ha-blar del fascismo italiano, del cual surge, y de otros movimientos nacionales de estilo fascista, incluyendo al nazismo alemán, pero también a otros referentes que, la mayoría de las veces, no llegaron a conformarse como regímenes políti-cos.Y, mirando el tema en sentido amplio —es decir, aceptando que existió un fascismo fuera de Italia—, la gran pre-gunta es: ¿ha existido históricamente un mínimo común fascista? Si bien el tema es discutible, algunos autores (Ernst Nolte e Stanley Payne, entre otros) ha-blan de negaciones fascistas, ideología fascista, y aspectos formales de su orga-nización. Obviamente, y por tratarse de un mínimo —de elementos que distin-

guen a movimientos y regímenes de diversas naciones— para calificar se-riamente de fascista a algo o alguien deben concurrir dichas características de manera copulativa.

Entre las negaciones, pueden mencio-narse el antimarxismo y el antiliberalis-mo. Algunos autores, como Nolte, agre-gan el anticonservadurismo. Pero otros, como Payne, lo matizan, haciendo ver que por razones tácticas los fascistas se aliaron, en algunas ocasiones y lugares, con sectores tradicionalistas. Fue el caso de Alemania cuando Hitler llegó al po-der en 1933.No obstante ser la ideología fascista un elemento difuso, sobre todo si la mira-mos en sentido amplio, pueden detec-tarse algunos elementos comunes, a saber: a) creación de un estado naciona-lista autoritario (se discute el carácter totalitario del fascismo italiano); b) es-tructura económica nacionalista (de carácter corporativista y muy regulado por el Estado); y c) credo idealista, secu-lar y voluntarista (se produce una suerte de reemplazo de las religiones revela-das).En cuanto a los aspectos formales, los fascistas la asignaban gran importancia a tres elementos: a) estructura estética de sus mítines, poniendo acento en su carácter romántico y místico; b) movili-zación de las masas a través de una es-tructura militarizada, por ejemplo, me-diante la promoción de milicias o gru-pos paramilitares entre la población

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VALENTINA VERBALColumnista. Licenciada en Historia U. Andes y Magíster (c) en Historia Uch.

“Algunas de las carac-terísticas del fascismo también pueden perci-

birse en movimientos y regímenes históricos

de extrema izquierda, como el mismo caso

del actual gobierno de Venezuela”

civil; y c) exaltación del elemento mas-culino y juvenil.Los regímenes fascistas tendieron a poli-tizar a las Fuerzas Armadas, es decir, a suprimir uno de los principios esenciales de las democracias, el de no delibera-ción militar, la llamada subordinación democrática del estamento castrense.Como se observa, algunas de las carac-terísticas del fascismo también pueden percibirse en movimientos y regímenes históricos de extrema izquierda, como el

mismo caso del actual gobierno de Ve-nezuela, con fuerte presencia de milita-res en el poder civil, donde los gober-nantes serían nada más ni nada menos que herederos del legado del fallecido líder supremo, que encarnaba los má-ximos valores de la patria y el pueblo. Pero esto no hace que esta izquierda merezca ser tachada de fascista. Ni co-mo un apelativo de tipo peyorativo (en una democracia no hay enemigos, sino adversarios), pero tampoco por un mí-

nimo sentido de la rigurosidad teórica. Pero, claro, estas consideraciones no valen para quienes no creen en la de-mocracia, sino en su superación, sea de manera gradual o violenta, incluyendo el uso del lenguaje como arma de com-

bate más que de comunicación.180

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Roberto Ampuero, Ministro del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes “Rechazo dictaduras de izquierda y derecha, nada puede justificarlas, ni “la misión histórica de la clase obrera” ni “la doctrina de la seguridad nacional”.por Cientochenta

Cuando quedan menos dos meses para que se acabe el gobierno del Presi-dente Sebastián Piñera, el actual Minis-tro de Cultura y las Artes, Roberto Ampuero, realiza un diagnóstico sobre cómo podría mejorar de manera sus-tancial el modelo educacional chileno, aborda su experiencia de vida fuera del país y repasa su trayectoria como escri-tor. En ese sentido, el escritor y autor de “Los Amantes de Estocolmo” y de la saga policíaca protagonizada por “Ca-yetano Brulé”, considera que con más recursos usados inteligentemente, for-mas diversas y mixtas de financiamiento de la educación, y aprendiendo del mo-delo en Europa Occidental y EE.UU., pueden ser el punto de partida para comenzar a mejorar.

-Me parece que es imprescindible mejorar urgentemente el nivel de los maestros a través de cursos permanen-

tes de perfeccionamiento y de una eva-luación sistemática cuyos resultados sean públicos. También, es necesario actualizar los planes de estudio de ense-ñanza básica, media y superior ponién-dolos a nivel internacional. Hay que aplicar mayores exigencias al alumna-do, más horas de investigación y estu-dio, acompañado de un mayor com-promiso de los padres con la educación de sus hijos. Es clave un aprendizaje no memorístico sino reflexivo, y el fomento de una cultura capaz de debatir funda-mentadamente.

A su juicio, ¿qué sería lo peor para el país en materia de educa-ción?

- Creo que lo peor sería creer que se mejora la educación sólo a través de inyectarle más recursos y que esta se da sin una entrega adicional de alumnos, maestros y profesores. La educación es,

al final, junto a los recursos, un asunto de personas que saben y otras que están deseosas de saber.

¿De qué manera la cultura puede convertirse en una política de estado? ¿Qué aspectos se po-drían destacar para lograr esa transformación?

- La promoción de la cultura debe ser, en una sociedad democrática, una política de Estado. En las sociedades dictatoriales y totalitarias la promoción de la cultura y la cultura misma son un asunto de Estado, pero allí el Estado es sinónimo del partido político gobernan-te, muchos de ellos gobernantes por decenios.

A reglón seguido, el Ministro Am-puero considera que la promoción de la cultura en un país es demasiado impor-tante como para dejarla al arbitrio y

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manejo de un partido o sus funcionarios de turno en el poder.

- Chile muestra una experiencia original, democrática y creativa al res-pecto: tanto su Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) como su próximo Ministerio de Cultura y Patri-monio (en trámite en el Congreso) cuentan con un directorio nacional, integrado por personalidades de la cul-tura, instancia trasversal e independien-te, que vela porque se creen las condi-ciones para que la cultura florezca. Como la duración de ese directorio no coincide con la de los períodos presi-denciales, se asegura así una política de estado en la promoción de la cultura. Esta estructura central se replica en otros niveles de las instituciones.

¿Qué cabida tiene el proyecto de ley del Ministerio de Cultura y Patrimonio que se tramita en la Comisión de Cultura de la Cáma-ra de Diputados?

- Esta iniciativa muestra de manera ejemplar que nuestra sociedad compar-te de modo transversal y mayoritario la convicción de que la promoción de la cultura debe ser diseñada e implemen-tada como política de Estado. Un ele-mento central que garantiza la imple-mentación de esta política de este modo radica en que valora altamente en este ámbito la alianza público-privada. Las demandas y expectativas en cultura son tan vastas que el Estado jamás será ca-paz de satisfacerlas por sí mismo. La participación del sector privado en esta tarea no sólo es esencial por su aporte financiero sino también porque la pro-moción de la cultura en un país compe-te a todos y porque sólo una rica diver-sidad de fuentes de financiamiento a la cultura y las artes garantiza la libertad de artistas y creadores. Al artista no le conviene verse reducido en este ámbito a un monopolio privado o a un Estado omnipresente. Su libertad depende siempre de la existencia de alternativas para la sustentación de sus proyectos.

Política e influencia literariaEl Ministro Ampuero, desde el

periodo comprendido entre los años 1973 al 2014, sólo ha vivido en Chile entre 1993 y 1997 (y desde el 2013 a la fecha). Vivió en Cuba entre el año 1974 y 1979, en Alemania Oriental, desde 1979 a 1982, en Alemania Occidental entre el año 1982 y 1993, en Suecia desde 1997 al 2000, en Estados Uni-

dos, entre el 2000 y 2012 y en México, desde el 2012 y 2013.

- ¿Mi conclusión de tanto tiempo viviendo fuera de Chile? Rechazo dic-taduras de izquierda y derecha, nada puede justificarlas, ni “la misión históri-ca de la clase obrera” ni “la doctrina de la seguridad nacional”.

¿Qué elementos o hechos fueron marcando los cambios que su pensamiento ha tenido a lo largo de su vida y cómo eso ha influido en su trabajo como escri-tor?

- Claves de mi evolución política: el haber obtenido desde niño conciencia de la inequidad social en Chile me con-dujo a convertirme en joven comunista a los 17 años para decepción de mis padres, amigos y colegio. Descubrir durante mi vida en el comunismo que los socialismos reales eran dictaduras como las de Pinochet o Stroessner -sólo que de otro signo político-, me llevó a renunciar a las JJCC de Chile en La Habana, siendo aún un lolo. Tengo 60 años y 5 de ellos (en los setenta) fui co-munista. Agradezco a esa experiencia de militante algo esencial: recuperé mi reconocimiento a la libertad individual y la democracia sin apellidos. Poste-riormente, la vida post socialismo real en las democracias occidentales (a partir de 1980) me llevó a valorar las socieda-des democráticas y liberales y la eco-nomía de mercado de Europa occiden-tal y EEUU.

Usted en una ocasión señaló que le interesa que sus libros se lean y que le produce alegría que se haga de manera masiva. Con-sidera que eso da la libertad y la independencia para no andar to-cando puertas y no depender de becas ni de premios. A su juicio, ¿cuál es el alcance que esta frase tiene para las futuras generacio-nes?

- La independencia se la dan al escritor sus lectores. Si el escritor puede escribir lo que desea y vivir de lo que escribe, es decir, si logra ser efectiva-mente un escritor profesional, será au-ténticamente libre. Si se convierte en un autor adicto al aplauso de los críticos, los fondos para la creación del Estado o el canon circunstancial de la academia, no será libre ni puede ser el mismo. Al final, el autor sólo debe ser leal a la

obra que se ha propuesto escribir y de la cual no puede escapar.

En tus obras, la realidad y la ficción se tienden a mezclar. ¿Cuánto hay de lo uno y lo otro en tu propia vida?

- Creo que al final todo es realidad, y que la ficción se nutre de narrar aque-llo que no le ha ocurrido al escritor pero perfectamente puede haberle ocu-rrido ya a otra persona. Nuestra vida es real para nosotros, pero la vida de los demás es, en cierto sentido, ficción para nosotros. Por eso en mis novelas se dilu-yen los deslindes entre realidad y fic-ción.

¿De dónde nace su pasión por las letras?

- De mi vida juvenil en Valparaíso, mis lecturas y mi desplazamiento por el mundo. De mi abuelo materno, que era un gran lector de filosofía e historia, y de mi padre que desde muy joven com-praba de vendedores viajeros primeras ediciones de poesía y prosa.

De los libros que has publica-do, ¿cuál ha marcado tu vida co-mo escritor?

- Cada libro tiene un destino y la suma de los libros de un autor construye el destino del autor. Los que más han incidido en mi vida: Nuestros años ver-de olivo, porque muestra el desencanto político de un joven chileno en el exilio cubano; Los amantes de Estocolmo, pues abrió una dimensión diferente en mi narrativa, y ¿Quién mató a Kuster-mann? Con este libro se inició hace 20 años la saga policial de Cayetano Brulé, que goza de vigencia y muchas traduc-

ciones y muchos lectores. 180

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En un interesante artículo, Cristóbal Bellolio plantea una serie de respuestas para despejar las dudas en torno a qué sería un proyecto liberal en Chile y sus mínimos teóricos y programáticos.

Quisiera hacer algunas observaciones y apor-tar al debate.

El liberalismo es metodológicamente indivi-dualista, es decir, rechaza concepciones orgánicas y colectivistas de la sociedad. Esto –contrario a lo que erróneamente se cree- no significa concebir a individuos constituidos por sí solos o atomizados y aislados sin lazos con otros, sino sujetos que ejer-cen su voluntad de manera autónoma con respec-to a otros.

Así, las personas son capaces de elegir en base al ejercicio de su voluntad, donde radica el valor de la libertad individual en tanto cada per-sona es un fin en sí misma y no un medio para otros. De eso surge el derecho de cada cual a lle-var adelante sus proyectos de vida sin interferen-cia del Estado o los gobernantes; a su libertad de conciencia (es decir a creer en lo que sea); de aso-ciación; de movimiento y de disponer de los bie-nes obtenidos de manera justa en el ejercicio de su voluntad mediante libres intercambios con otros.

Como cada persona es dueña de su voluntad y su cuerpo, y por tanto un fin en sí, nadie, ni un rey, ni un líder supremo ni un grupo de sujetos ni siquiera una mayoría –ni siquiera en nombre del Estado o dios o lo que sea- puede someterlo ya sea para obligarlo a actuar o pensar de una mane-ra dada.

En ese sentido, contrario a lo que dice Cristó-bal Bellolio, la libertad individual siempre debe prevalecer salvo cuando un sujeto agrede física o psicológicamente a otro, transgrediendo con ello su inherente dignidad. Y es que justificar su vulne-ración en base a cuestiones ambiguas como nece-sidades de coordinación o demandas de justicia social, podría dar paso a la violación de la libertad personal de manera amplia. Ni siquiera el “salvar

la democracia” justificaría la ambigüedad de “ciertas restricciones instrumentales de la liber-tad”.

Eso fue lo que pasó en Estados Unidos hace años, en la llamada “guerra al terrorismo” cuando se otorgó amplias facultades a las policías para allanar hogares sin mayor justificación; y en Chile, donde ciertas restricciones para “salvar la demo-cracia” terminaron siendo violencia indiscrimina-

da contra algunas personas. Además, sería conver-tir a la democracia en una religión del Estado.

El liberalismo como doctrina surgida en con-traposición al ejercicio arbitrario del monopolio de la fuerza sobre las personas y por tanto descon-fiada del poder concentrado, exige que éste –que no es otro que el poder político- actúe bajo altas restricciones para resguardar la integridad perso-nal de cada uno.

De ese fundamento, se deriva no sólo la nece-sidad de separar poderes para evitar su concentra-ción viciosa, sino también el principio que plantea que el Estado no debe imponer un modo de vida ni credo alguno sobre las personas sino resguardar su libertad –que es la libertad civil- para poder desplegar todo su potencial. Esa limitación del poder estatal en cuanto a no imponer un modo de vida, también implica que incluso el Estado liberal

Mínimo común liberal: la libertadLa dignidad humana como eje de un proyecto políticopor Jorge Gómez Arismendi

“Hoy muchos liberales contem-poráneos atacan a la libertad en pro de la igualdad, olvidando que muchas posiciones asimé-tricas y desigualdades no tie-nen su origen en el ejercicio de la libertad”

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en su afán progresista no puede pretender imponer una moral secular y laica barriendo con todo lo que se considera tradición en la sociedad.

Como el absolutismo y su régimen económico (el mercantilismo) violaban sistemáticamente la liber-tad de comercio y la propiedad de campesinos y ar-tesanos (empobreciéndolos con altos impuestos para la guerra, confiscaciones y trabajo forzado), el libera-lismo eleva la defensa irrestricta del libre intercambio como principio ético y como instrumento para la paz entre los estados, rechazando el nacionalismo y el proteccionismo con sus derivaciones colectivistas o corporativistas, pero también a las pretensiones esta-tistas de planificación económica fascista y comunis-ta.

Hoy muchos liberales contemporáneos atacan a la libertad en pro de la igualdad, olvidando que mu-chas posiciones asimétricas y desigualdades no tienen su origen en el ejercicio de la libertad, sino en el pri-vilegio surgido al alero del poder político, muchas veces camuflado de regulaciones estatales en los mer-cados.

El mercantilismo económico moderno tan vi-gente a nivel mundial es un ejemplo claro de aquello, y sin duda conlleva formas injustas de desigualdad al inhibir la libre competencia cuando el poder político favorece a ciertos grupos corporativos o de interés mediante leyes, barreras de entrada, concesiones o transferencias de propiedad de dudosa justicia.

En el ámbito político chileno también existen una serie de barreras de entrada que inhiben la libre com-petencia democrática, y propician estructuras oligár-quicas, elitistas y de castas en todo el espectro político partidario, que todo liberal debería cuestionar.

En ambos casos, lo que tenemos es una concentra-ción de poder en contraposición a la libertad, que siempre es el primer problema al que se enfrentan los liberales. Esa es la primera certeza que debemos asu-mir quienes valoramos la libertad y desde ahí comen-zar a levantar un proyecto político que aúne fuerzas teniendo presente que el principal enemigo de la liber-tad es siempre la concentración del poder político -in-cluso si se dice liberal-, y que la libertad tiene como base el respeto a la dignidad de las personas en tanto dueños de su voluntad y, por tanto, capaces de elegir. 180

El consenso: elemento basal para la ecúmene li-beralEn la democracia hay adversa-rios, no enemigos

por Jean Masoliver

Quisiera hacer una apología del consenso en polí-tica con el objeto de llegar a lo que llamo un liberalis-mo ecuménico. Esto es porque constantemente se ve una confusión en la discusión pública y también en las redes sociales, con especial intensidad en el ámbito universitario: que el consenso significa la traición a ciertos ideales. Respecto a la discusión —muchas veces en extremo divisoria— entre igualitarios y libertarios se observa el mismo prurito que hay entre socialistas y trotskistas en la universidad. Comparto a continuación mi experiencia.

En la universidad donde estudié los socialistas planteaban una postura claramente de izquierda, con la evidente defensa de los derechos sociales como ele-mento de progreso. Esta postura les permitía unir fuer-zas con otros movimientos progresistas y socialcristia-nos, los cuales cedían cierta parte de sus posturas por un bien común. Los trotskistas, por su parte, plantea-ban que quienes transaban su ideología inmediatamen-te debían ser llamados «amarillos», lo cual implicaba que a ellos no se les podía determinar claramente su posición política.

Para entender la distinción entre liberales igualita-rios y libertarios, y los deseos de algunos personeros en uno y otro bando para buscar construir un liberalismo

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JORGE GÓMEZ ARISMENDIDirector de Contenidos. Periodista Universidad Santo Tomás. Magíster en Ciencia Política Universidad de Chile.

ecuménico, se debe comprender que lo que está en juego es hasta qué punto se puede transar la libertad. En mi opinión, los igualitarios están de acuerdo con transar las libertades, lo cual, de acuerdo con la opi-nión de Gómez sobre la libertad como mínimo co-mún, podría ser una puerta de ingreso al totalitarismo. Me parece totalmente plausible esta posición.

Dicho sea como una premisa básica, el liberal por definición no puede buscar que se atente contra la libertad por los principios más básicos propios del individualismo filosófico: los derechos de autoposesión y autodeterminación. Grupos igualitarios y libertarios deben priorizar asumir estos principios como primera piedra para construir este consenso, elemento que se ve poco nítido en algunas posturas igualitarias. Pero asimismo se debe asegurar un compromiso total con la democracia como régimen de gobierno, aspecto que tampoco se evidencia en el discurso libertario.

Por supuesto que estos compromisos no llegarán a buen puerto si la declaración de intenciones de ambos sectores no se suscribe en un ambiente fraterno. La democracia nos permite reducir al mínimo la posibili-dad de encontrar en quien piensa distinto un enemigo. Al contrario, nos entrega reglas del juego claras para que éste sea un adversario del cual podemos mejorar nuestras propias perspectivas de la sociedad. Si no se actúa con respeto y fraternidad, se replica la división entre socialistas y trotskistas que mencionaba ante-riormente.

Para establecer un liberalismo ecuménico con intención de provocar cambios en la cultura del país con el firme propósito de construir una sociedad libre, debemos entender que el consenso no debe ser visto como algo negativo, siempre y cuando se entienda que hay mínimos básicos entre las posturas. Ejemplos va-rios hemos visto de coaliciones que no comparten na-da más que la sed de poder, lo cual, como sabemos, no hace más que desprestigiar la actividad política.

El consenso es fundamental para que el liberalis-mo encuentre una expresión institucional que haga

visibles sus demandas y visiones de una sociedad libre. Enfrascados en discusiones que tiendan a dividir antes que a aunar criterios nos llevará a los liberales a la invisibilización de la que hemos sido víctimas durante mucho tiempo. 180

JEAN MASOLIVERCientista Político U. Alberto Hurtado y colum-nista Fundación Cientochenta

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“El consenso es fundamental para que el liberalismo encuentre una expresión institucional que haga visibles sus demandas y visiones de una sociedad libre”

In Memoriam: Huber Matos, el último disi-dente“Los grandes hombres co-mienzan a declinar cuando dejan de ser justos”

por Cientochenta

“No hay traición. He sido y soy fiel a mi patria. He servido lealmente a la Revolución y es mi lealtad a la Revolución y el amor a mi patria lo que me llevan a reclamar, persuasivamente primero, y por último con mi renuncia, que no se suplante el programa democrático y humanista de la Revolución”.

Con estas palabras cerraba su defensa Hu-ber Matos Benítez, (comandante en la provincia de Camagüey, que entró triunfante a La Habana en 1959 junto a Fidel Castro y Camilo Cienfue-gos, después de derrotar al ejército del dictador Fulgencio Batista) durante el juicio al que fue sometido nueve meses después, por supuesta se-dición y por el que fue condenado a 20 años de cárcel.

Nacido en Yara en el año 1918, maestro de escuela, miembro del Partido Ortodoxo junto a Fidel Castro, fue exiliado por oponerse al golpe de Estado hecho por Fulgencio Batista en 1952 (militar que años antes lideraba la Unión Revo-lucionaria con el apoyo del Partido Comunista cubano, y que fue electo presidente en 1940 con apoyo de dicho partido).

Huber Matos personifica a aquellos demó-cratas y liberales consecuentes que -desconfiados de todo poder concentrado sin importar la pro-cedencia o el carácter de quienes lo ejercen- ven

con recelo el afán de sus propios compañeros y camaradas de concentrar en ellos el poder, una vez derrotado un poder despótico. Consecuente con tal precepto, renunció a su puesto de comandante de la revolución en 1959 –“para volver a su casa” como indicaba en una carta enviada a Fidel Castro- al ver cómo los principios democráticos y republicanos que lo impulsaron a luchar en la revolución cubana, comenzaba a ser reemplazados por mandatos de claro corte estalinista (cuestión que incluso cues-tionó el propio Che Guevara).

Como muchos otros que durante la historia han buscado la libertad para sus pueblos y no el poder para sí mismos, Matos es injuriado, acusa-do de traición, sufriendo el destierro por parte de sus antiguos camaradas, que extasiados con el poder, no escatiman en deshacerse de todos aquellos que se oponen a su nuevo y creciente rol de déspotas. Contrario a aquellos que se afanan con perpetuarse en el poder, Matos creía que “lo honrado y lo revolucionario es irse” (como le recuerda a Fidel Castro en su carta de renuncia). Como muchos seres humanos honestos, cayó bajo las garras de aquellos que -tal como descri-be Orwell en Rebelión en la granja- en nombre de la igualdad y la libertad para todos, se elevan como más iguales y privilegiados que el resto para así hacerse del poder sin dejarlo jamás.

Quizás teniendo presente aquella sana des-confianza en el poder y de que -en palabras de Bakunin- “ninguna dictadura puede tener otro objeto que eternizarse”, en su autobiografía “Como Llegó la noche”, Matos recuerda su in-quietud ante los caminos inciertos que tomaba la revolución cubana: “Aquí, en la soledad de mi calabozo, quisiera demoler a golpes los muros y las rejas, para poder salir a la calle y alertar al pueblo cubano sobre la terrible noche que le acecha”.

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Hoy 27 de febrero de 2014, Huber Matos ha fallecido. Tenía 95 años. Con él se va parte de la historia del siglo XX. Nos queda una de sus refle-xiones ante los caminos que ciertos líderes toman: “Los grandes hombres comienzan a declinar cuando dejan de ser justos”.

“No obstante, si la Revolución o sus represen-tantes entienden que para que se cumpla el pro-grama nuestro, todo lo que prometimos, que la libertad sea un derecho en plena vigencia y que no se persiga a nadie por sus ideas; que los campesi-nos reciban en propiedad la tierra a través de la reforma agraria; que los niños puedan asistir a escuelas donde se preparen para la vida y se capa-citen como ciudadanos libres; que nuestra nación disfrute y ejerza su independencia y su soberanía, sin mengua y sin ataduras con ninguna metrópoli; que los trabajadores gocen de sus derechos como corresponde en un Estado donde las leyes se basan en principios de equidad y justicia social; que nuestro pueblo disfrute de condiciones de vida aceptables, como el verdadero dueño de su desti-no, si para que todas estas promesas revoluciona-rias se plasmen en realidades hace falta que yo entregue mi vida, ¡bendita sea mi muerte!”.

“No hay traición. He sido y soy fiel a mi pa-tria. He servido lealmente a la Revolución y es mi lealtad a la Revolución y el amor a mi patria lo que me llevan a reclamar, persuasivamente prime-ro, y por último con mi renuncia, que no se su-plante el programa democrático y humanista de la Revolución”.

“Aquí, en la soledad de mi calabozo, quisiera demoler a golpes los muros y las rejas, para poder salir a la calle y alertar al pueblo cubano sobre la terrible noche que le acecha”.

“No deseo convertirme en obstáculo de la Revolución y creo que teniendo que escoger entre

adaptarme o arrinconarme para no hacer daño, lo honrado y lo revolucionario es irse”.

“Si se quiere que la Revolución triunfe, dígase adónde vamos y cómo vamos, óiganse menos los chismes y las intrigas, y no se tache de reacciona-rio ni de conjurado al que con criterio honrado plantee estas cosas”.

“Recurrir a la insinuación para dejar en en-tredicho a figuras limpias y desinteresadas que no aparecieron en escena el primero de enero, sino que estuvieron presentes en la hora del sacrificio y están responsabilizados en esta obra por puro idealismo, es además de una deslealtad, una injus-ticia, y es bueno recordar que los grandes hombres comienzan a declinar cuando dejan de ser justos”. 180

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“He servido lealmente a la Re-volución y es mi lealtad a la Re-volución y el amor a mi patria lo que me llevan a reclamar, per-suasivamente primero, y por úl-timo con mi renuncia, que no se suplante el programa democrá-tico y humanista de la Revolu-ción”

ACTI

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DESCIENTOCHENTA PREMIA A GANADORA DEL

CONCURSO PARA PONERLE NOMBRE A BI-BLIOTECA DE LA FUNDACIÓN

Natalia Larraín recibió de manos del Director Ejecutivo de Cientochenta, Alejandro Cajas, el “Kindle Fire” que la acredita como la ganadora del concurso para ponerle un nombre a la biblioteca de la Fundación. Su propuesta “La Consentida” fue la opción ganadora, por sobre otras dos opciones “Suyai” y “Altazor”, al obtener más “likes” por parte del público en el post del concurso que estaba disponible en la página de Facebook de Cientochenta. 180

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Dirección: Alejandro Cajas G.Edición: Jorge Gómez A.

Diseño y Diagramación: Eduardo González B.