Revista MTA N10 - Agosto-Noviembre 2013

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Edición Número 10 de la Revista MTA. Esto es Schoenstatt.

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EDITORIAL Por Pedro EisnerEditor General

Es un hecho, la Revista MTA cumplió 10 ediciones. No significa nada concreto, al fin y al cabo no es más que un número redondo, pero creo que sí es un buen indicador. Indica que pasaron muchas cosas, y da pie a que paremos un poco y volvamos a hojear todas las ediciones que fuimos viviendo hasta hoy. ¿Cómo resumir estos años?

En primer lugar me gustaría destacar la importancia de María, la Mater, y por lo tanto de Dios en este tiempo de trabajo. Fue Ella la que le dio la fuerza de voluntad a un grupo de personas para empezar a hacer una revista de la nada. Fue Ella la que nos contactó con una imprenta excelente y gente dispuesta a poner adhesiones desmedidas. Porque así es Ella y así es Dios: desmedido. Fue Ella la que formó un equipo de ahora seis personas que un día, al darse cuenta de todo lo recibido en Schoenstatt, se animaron a decir, “che, yo me voy a meter en el equipo, ¿puede ser?” Ella es la que hizo, hace, y hará que pueda ser. Es por todo esto que creo firmemente que este proyecto no existiría de no ser por Ella.

Segundo, me parece esencial reconocer a estas personas que trabajan en la Revista, junto con las que trabajaron y las que trabajarán. Estar en este proyecto desde adentro es hacer día a día una revista de cada vez mayor calidad gráfica, escribir contenido profundo, conseguir miles de pesos por edición, dedicar mucho tiempo, tener la Revista MTA siempre en la cabeza, sin ser diseñadores ni escritores profesionales ni excelentes vendedores ni gente con tiempo de sobra. Es que en realidad con ser schoenstattiano alcanza y sobra para hacer de esto algo enorme. Entonces, es comprometerse con algo grande y exigente y luego sentir la satisfacción de lograrlo. Es encontrar nuevos horizontes. Es empezar queriendo dar a conocer Schoenstatt, y terminar descubriendo que Schoenstatt tiene siempre aún mucho más para dar.

Pero lo primero no sería nada sin lo segundo y lo segundo nada sin lo primero. La Mater nos ayuda porque nota en nosotros el esfuerzo y el entusiasmo y la necesidad por hacer este proyecto siempre lo mejor posible. Del mismo modo, nosotros tenemos ganas de hacerlo porque creemos con seguridad que esto no es nuestro sino de la Mater, de Dios, de algo que nos supera, que no es simplemente una revista más. Cuanto más haya de Ella más habrá de nosotros, cuanto más haya de nosotros, más habrá de Ella.

Y en tercer lugar, la consecuencia de lo anterior y lo más importante. A través de la Revista MTA descubrí que lo que hace de Schoenstatt algo tan excepcional es algo muy simple: Schoenstatt es los que los schoenstattianos somos. Veo cada día con más claridad que la gente que pertenece a este Movimiento es distinta. Veo gente que llama la atención, no solo por lo que hace sino por lo que es. Y así como veo que Schoenstatt es una respuesta para el mundo, veo que en cada schoenstattiano hay también una respuesta concreta a los tiempos de hoy. Justamente, Schoenstatt es respuesta para el mundo, ¡porque las personas que lo integran lo son! De eso nos dimos cuenta este año y es por eso que decidimos que, a diferencia del año pasado, en éste todas nuestras portadas tuvieran gente, tuvieran vida. Porque eso vemos en Schoenstatt: Grandes Personas. Queda en cada schoenstattiano pensar qué tiene uno para regalarle a Schoenstatt, y así a la sociedad. Seguramente sea algo grande, algo difícil y exigente, algo que saque tiempo pero saque también lo mejor de sí. No es para menos.

¿Qué es entonces lo que nos motiva a hacer la Revista MTA? Son muchas cosas pero a su vez es una sola. La Iglesia muchas veces puede ser puro palabrerío. Muchas veces no es más que estampitas puestas todas juntas en un cuartito, o gente que se junta a cantar un rato y pasarla bien, o recitar oraciones de memoria. Nosotros no nos conformamos con esto, creemos que lo que realmente vale es que estas palabras se transformen en acción. Hay muchos textos escritos que hablan de mejoras al mundo en que vivimos, actitudes, respuestas. Y esos textos son excelentes. Pero son textos. Antes que textos, antes que palabras, queremos ver gestos, queremos ver acciones y hechos concretos que no solo digan que Dios existe y que nos ama, sino que lo demuestren, y demuestren también que nosotros lo amamos a Él. Los textos que se publican en esta revista no son anuncios, son evidencia. Porque eso es lo que hacemos. La fe no es real cuando se lee en un libro sino cuando lo que leímos en ese libro después es leído por otros a través de nuestro ser. La fe es real cuando se hace la prueba. Schoenstatt es real cuando se hace la prueba. Gracias a la Revista MTA podemos hoy decir “Alégrense, Dios está con nosotros, y nosotros estamos con Él”. Y si no, ¡hacé la prueba!

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Nos enfrentamos cotidianamente al desafío de decidir. Las expectativas y las presiones (internas y externas), le ponen condimento a este ejercicio que muchas veces recorremos con cierta dosis de soledad. La fe se juega de manera especial en este aspecto de nuestra vida. Creer en el Dios de Jesús implica apostar por la certeza de que hay alguien que me quiere y me cuida personalmente.

En el seguimiento de Jesús soy rescatado del sentimiento de soledad y descubro la libertad como un don fascinante. Ese Dios presente expresa su ternura acompañándome siempre como compañero de camino. Pero también manifiesta su poder cuando me “precede” y, abriéndome puertas, conduce mi vida. La fe es la experiencia confiada de buscar esas puertas y una vez identificadas, arriesgar: abrirlas y atravesarlas. Por eso, para los cristianos, la tarea de hacer opciones se transforma en una experiencia religiosa.

Actualmente las puertas tienen un mecanismo convencional para que nuestra vida sea más ágil, pero no fue siempre así. Antiguamente en Asia menor, en poblados como Catal Hüyük (6700-5700 a. de C.) construían las viviendas herméticamente cerradas y las entradas eran huecos en el techo. Este dato nos recuerda el pasaje del evangelio de Marcos cuando a Jesús “le trajeron un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres. Y como no

acontecimiento se simboliza en una puerta. ¿Qué características tiene? ¿De qué color estaría pintada? ¿La abrís o preferís contemplarla de lejos? ¿Qué afectos te produce? ¿Descubrís la presencia de Dios en ese acontecimiento? Te invito a que converses de esta experiencia con alguien de confianza y que la lleves a la oración.

En Schoenstatt estamos en un tiempo de Gracias especiales y para destacar los 100 años de fundación del Movimiento el Santo Padre concedió a todos los Santuarios del mundo el privilegio de ser fuentes de indulgencias hasta octubre del 2014. Es una confirmación que nos recuerda que este lugar es fuente de bendiciones para todos los peregrinos que quieran encontrarse con María. Vemos en el umbral del Santuario un signo de las puertas que el Señor abre en nuestra vida, y queremos cruzarla, entrar a la casa de la Virgen con el deseo sincero de convertir el corazón a la voluntad del Padre Bueno.

Que en la preparación a Navidad, la Mater te regale sabiduría para descubrir esas puertas, coraje para enfrentarlas y la confianza para atravesarlas.

P. FacuASESOR JM BS. AS.

Palabrasdel Asesor

podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el paralítico” (Mc 2,3-4). Parece que el Mesías aprendió este método, y muchas veces aplica el “efecto sorpresa” en nuestra vida para abrir puertas que nos sorprenden y nos sacan de nuestros lugares de seguridad.

Voces interiores, una película o un libro que nos genera preguntas, algo que ocurre en la calle o el encuentro con una persona que no tenía previsto, una enfermedad, una buena noticia. Acontecimientos que nos presentan interrogantes y exigen respuestas.

¿Qué puertas se abrieron en este 2013? ¿Fueron situaciones gozosas o dolorosas? Te propongo un ejercicio: imaginate que ese

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Participar de la JMJ fue una experiencia movilizante. Con nuestro grupo (200 jóvenes de todo el país) tenemos la sensación de que el viaje fue como una gran ola que nos agitó y despertó, nos revolvió cosas y desacomodó un poco la vida. Todavía nos sentimos un tanto aturdidos, como recién salidos del mar, intentando decantar todo lo vivido. En Brasil pasaron cosas, en la playa de Copacabana pasaron cosas. Y ser protagonistas del encuentro, poder estar ahí en la orilla, nos refrescó la fe.

Los días en Río no fueron precisamente lo que podríamos decir unas “vacaciones placenteras” sino que la JMJ fue más bien pura peregrinación. Y como todo peregrino que se pone en camino, tuvimos que renunciar a cosas: dejar comodidades y descanso, soportar largas filas, amontonamiento, la lluvia y el frío, ceder a la paciencia de ser multitud para todo, de no poder manejar tus propios tiempos y controlar absolutamente nada. Por momentos, esta gran ola que nos sacudía nos dio algún que otro golpe  (por ejemplo cuando

quedamos afuera de la reunión del Papa con los argentinos) pero fueron muchas más las veces en las que disfrutamos de un mar manso que nos invitaba a dejarnos sorprender por todo, también por eso que nos costaba.

Y nos abrimos a la sorpresa, a dejarnos conmover por el milagro de que uno de los nuestros es hoy el conductor de la Iglesia. Un Papa más próximo imposible, un Papa hecho cuerpo. Estando ahí testimoniamos que Francisco es puro gesto y cercanía. Como él mismo dijo cuando llegó a Brasil, “que nadie se sienta excluido del afecto del Papa”: es una propuesta real y concreta que se traduce en su desesperación por llegar a todos, tocar, bendecir y abrazar a todos. Arrollaba vallados y barreras. Salido de los esquemas.

Inventando actividades que no estaban programadas, invitando a “hacer lío”, llamando a una Iglesia más misionera.

Lo vimos entusiasmado, enérgico y alegre, dejándose contagiar por la juventud. Confiado y convencido de que Jesucristo es el Señor de la Historia, que Él conduce su destino personal y el del mundo. Un Papa que cree esto transmite a Jesús. La JMJ fue para nosotros entonces un encuentro con el Señor a través de su persona y, como Zaqueo, quisimos trepar y verlo. No perdernos entre la multitud, no dejar que nos pasara por al lado como si nada. Su mensaje fue claro: nos pidió que le dejáramos “un cachito” de corazón a Cristo, dejar que en ese pedacito actúe, desde ahí nos transforme. Nos pidió que nos dejáramos transformar para ir y servir. Sin miedo. Ser fecundos para que nuestra tierra sea fecunda. Los jóvenes argentinos que tuvimos el privilegio de estar ahí traemos aire nuevo y ojalá sepamos transmitir entre los nuestros la misión del Papa, presencia de Dios. ●

Por Mercedes TrovatoJF Confidentia

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JMJ Río 2013… una verdadera fiesta. Fiesta de culturas, fiesta de colores. Una verdadera fiesta de la fe. Río fue el gran escenario de la historia durante la semana de la Jornada. Escenario inmenso que acaparó la atención del mundo entero, que reunió en torno a sí a más de tres millones de personas, de corazones jóvenes en busca de nuevas oportunidades. Por una semana la humanidad se paralizó en torno a una persona, convocados por Él y para llenarse de Él y poder seguir construyendo la Historia. Una vez más Cristo se hace centro de la humanidad. Él nos invita, nos convoca y nos envía.

“Id y haced discípulos de todas las naciones”. Con estas palabras nos acercamos millones de jóvenes, con estas palabras doscientos jóvenes del Movimiento Apostólico de Schoenstatt Argentina nos fuimos involucrando en una realidad que traspasa el ayer, el hoy y el mañana. Las palabras del Papa Francisco fueron llenando cada minuto los lugares más recónditos, más desconocidos de nuestro ser, fueron tornando en luz de esperanza la oscuridad del sin sentido. Palabras que dejan huella, palabras que hoy retumban en el eco de una posibilidad, en la necesidad de generar un cambio.

Millones de jóvenes vivieron un momento único en la historia. Doscientos jóvenes, nosotros, lo vivimos junto a ellos. Río fue tomada por los jóvenes. Río fue tomada para Cristo y nosotros fuimos parte de eso. Con sus brazos abiertos, el Cristo del Corcovado tiñó de verdeamarelo un río de almas que cubrió la totalidad de una

playa. Playa que se transformó en el campo de la fe donde Dios siembra su palabra. Donde Dios nos desafía a entrenarnos e ir más allá de nuestros límites. Donde Dios nos invita a construir una nueva Iglesia y ser así protagonistas de una nueva historia.

Río fue y será una revolución de fe. De una fe que se comparte con los hermanos, con los amigos y con todo aquel que al mirar a Cristo en la cruz y sacramentado en la Eucaristía vuelve a escuchar una y otra vez el “vayan, sin miedo, a servir”. Revolución de una fe que se recibe entera y se da entera. Que no acepta mezclas. Que no se licúa para hacerla más accesible a nuestros propios vicios. Una fe que nos desafía a una vida de la mano de Jesús. Una fe activa.

De esta manera volvemos. Llenos de momentos, de vivencias, de personas. Volvemos a casa con

una mochila llena de experiencias. Volvemos llenos de miradas cargadas de mensajes de unidad. Volvemos, volvimos. Pero en la memoria estará siempre grabada a fuego esta ciudad, y en el corazón la convicción de que nos basta solo eso para que no quede solo en el pasado. Volveremos a Río siempre que miremos en el otro a un Cristo que nos busca de manera especial. Volveremos a Río siempre que encontremos en el otro alguien a quien ayudar. Volveremos a Río siempre que en el encuentro busquemos construir un puente que vaya más allá de las diferencias, para poder de esta manera edificar una nueva cultura de alianza entre los hombres.

Una vez más… Río fue revolución. Como en toda la historia… Cristo es revolución. Para lo que viene… los jóvenes somos revolución. ●

Por Agustín PerkinsJM San Isidro

Más notas sobre la JMJ Rio 2013en revistamta.com.ar

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Me pidieron que escriba unas palabras pero es difícil contar lo que viví en esos tres, casi cuatro días. El viaje a Varela se hizo interminable, sabiendo lo que me esperaba cuando llegara. Saber que me iba a encontrar con tanta gente, con tantos chicos que compartían lo mismo que yo. Saber que iba a pasar uno de los fines de semana más increíbles de mi vida, dando una charla para jóvenes, compartiendo experiencias de vida, cantando en los Santuarios de Sión y de Nuevo Schoenstatt, intercambiando ideas para la rama con JMs de Córdoba, Tucumán, La Plata, Chaco, Paraná, etc.

Y lo mejor de todo, el SALIR. El salir a la calle con otros dos chicos (en mi caso, un porteño y un cordobés), el ir con la Mater en la mano y entregarse como Su instrumento es algo que no tiene comparación. Entramos en unas 10 casas, hablamos con más de 50 personas en las calles, escuchando experiencias, dando consejos, anotando intenciones para las misas, rezando o regalando alguna estampita… y, sobre todo, compartiendo con esa persona, por unos pocos minutos, todo el fuego y la alegría de ser un joven soldado de María, que no quiere más que llevarla a Ella al mundo para que siga conquistando corazones, como en su momento, lo hizo con el mío. ●

Y un día la Juventud Masculina de toda la Argentina se dio cuenta de que vivir la Juventud de Schoenstatt a nivel país, es posible. El 17, 18 y 19 de agosto de 2013 fueron días históricos, en Florencio Varela se llevó a cabo la primera Misión Nacional de la JM.

Por Facundo SirolliJM Mar del Plata

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Si ciento treinta personas cargando una misma bandera, con los ojos puestos en una misma actividad, en un mismo lugar, teniendo cada uno el mismo sueño, saliendo a la calle e intentando, uno a uno, poder encarnar los mismos ideales, negándose a ser espectadores de la realidad sino dejando sus pies, sus bocas, sus manos, sus oídos, poniendo todo lo que ellos son y quieren ser en lo que hacen no significa nada puede que le estemos perdiendo el sentido a las cosas. Y si ciento treinta personas salen a la calle tratando de poder regalar por lo menos un poco de lo mucho que les fue dado tampoco nos hace ruido, es porque algo no estamos haciendo bien.

Nuestra espiritualidad jamás se tiene que tornar monótona, nunca tenemos que dejar que nuestro vínculo con Dios se transforme solamente en las oraciones que rezamos o en las canciones que cantamos. No podemos permitir olvidarnos que Dios existe en el otro, que Dios no sólo está en el sagrario, ni tampoco solamente dentro nuestro, sino que nos espera en el otro, se manifiesta en el otro al igual que en nosotros. Sabiendo esto la idea de que nuestro tiempo se gaste encerrados en el santuario

se vuelve vacía, si pretendemos vivir una vida tranquila, ordenada, prevista, en la cual todo puede ser medido y a la vez seguir queriendo ser schoenstattianos y, más aun, seguir queriendo ser JM, este definitivamente no es el lugar, no es el movimiento, ni la gente de la que deberíamos rodearnos.

No hay muchas formas para poder explicar lo que es encontrar a alguien que nunca viste, que nunca imaginaste, que nunca pensaste pero aún así te lo cruzaste, y tener la certeza de que hablan el mismo

idioma, saber que están buscando lo mismo, y así entender por qué el otro grita, por qué el otro canta y por qué trabaja, entender qué es lo que lo hace ser, entender por qué para el otro vale la pena los viajes y el no dormir, todo eso es algo muy difícil de explicar, pero es algo que tanto la Misión Nacional

como el Campamento Nacional nos regalan. Son espacios únicos en donde nuestra JM respira y se asienta, en donde nuestras ramas pueden encontrar ayuda y guía, donde vemos esa vida de una forma mucho más clara y transparente y entendemos un poco más qué es ese regalo, qué es ese Schoenstatt. Siendo donde se puede vislumbrar, por lo menos un poco, el futuro, echando raíces desde el presente y aprendiendo del pasado.

Nuestra rama nacional va a despertar vida en tanto crea las palabras que salen de su propia boca, va a crecer en cuanto más sincero sea su actuar y va poder contagiar Schoenstatt mientras más confiemos en ese “nada sin ti, nada sin nosotros”. Por eso mismo 130 JMs de todo el país se juntaron en Florencio Varela, por eso nuestras ramas crecen, para que no sea sólo palabras,

para poder demostrar una y otra vez que realmente creemos en esto que decimos, para poder misionar, para poder compartir una comida, una charla, un abrazo, para poder llevar a Dios. ●

Por Juan BarbaJM La Plata

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otro sábado único. Porque todas estas cosas son las excusas para ir y tener un encuentro único. Un encuentro de dar y recibir, de compartir como hermanos de Jesús. Y es ese encuentro el que nos motiva a seguir yendo, a levantarnos temprano los sábados y manejar hasta Pilar, a ir y enfrentarnos con una realidad que nos supera, que nos conmueve y que nos deja inquietos.

La verdad es que no somos ni los mejores, ni los más capacitados para cambiar la situación de estos chicos. Pero sabemos que con esfuerzo y oración (y con ayuda de los demás) todo es posible. Es por eso que queremos invitarlos a que se sumen a este proyecto, a que juntos podamos marcar el cambio.●

aliento, o jugar un rato con ellos. Por eso es que vamos al comedor Sagrado Corazón en Pilar, a pasar un momento único con los chicos del barrio.

Junto con otros grupos de jóvenes, de Stame de Pilar, Crece y Prendete, nos dividimos las diferentes tareas para hacer. Tareas que van desde preparar el almuerzo para los chicos, jugar con ellos, trabajar en la huerta enseñándoles a cuidarla, darle clases a los adultos

(tarea que particularmente se encarga Crece), y hasta salir a recorrer el barrio para conocer a las familias.

A pesar de que sea una rutina de todas las semanas, cada sábado es

Se levanta el sol de una mañana de invierno. Es sábado, y las pavas ya calientan el agua. Seis jóvenes se preparan para el momento esperado de la semana…

Así comienzan todos los sábados para nuestro grupo de vida. Desde principio de año decidimos que queríamos, y necesitábamos hacer un apostolado. Porque después de más de un año de reuniones semanales en el Santuario, sentíamos que esa gracia que se nos regala en cada visita, la teníamos que poner en práctica. Porque habiendo recibido tanto, queriamos devolver un poco de todas esas cosas que se nos dieron y nos regalaron. Porque cansados

de una realidad que no nos gusta, decidimos hacer algo al respecto. Porque queríamos ir a llevar el mensaje que Jesús nos enseñó. Ese mensaje que está en lo más pequeño, como una sonrisa a un chico, un abrazo, unas palabras de

Por Javier Rosso Alba, Lucas Fazio,Roberto D’Alessandro, Mariano Huvelle,

Francisco Lukac y Felipe Sabatté

JM San Isidro

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a Chapa (Lucas Chiappe) decidir seguir a Jesús en la vocación al Sacerdocio.

Me emociona pensar cómo Jesús viene al encuentro de todas estas realidades y camina junto a nosotros, nos acompaña, nos carga, se emociona y motiva con nuestra vida. Estoy convencido de que la historia que Jesús hace acá entre nosotros es una historia por la que vale mucho apostar, jugársela. Lo que Dios va haciendo en cada uno es un verdadero regalo. Crean en esa historia. Aprendan a buscar a Dios, apuesten por esa historia de Salvación en sus vidas.

Por eso junto con la Mater me ani-mo a cantar el Magníficat, y agra-decer por la grandeza de Dios que hace tanto con mi pequeñez, con nuestra pequeñez. Alabo a Dios que nos supera, nos sorprende y no se deja ganar en generosidad. Y especialmente a Ella, a la Reina, de corazón le doy gracias porque Ella es la que me ganó el corazón y me regaló compartir este año con uste-des. ¡MUCHAS GRACIAS! ●

y las hemos hecho que sean “nuestras”… sería “algo así” como vivir la Alianza, un verdadero intercambio de corazones del que la Mater se alegra.

Doy un inmenso GRACIAS por haber compartido con ustedes este camino, esta vocación. Doy gracias desde lo profundo por la enorme alegría que vivimos juntos este año y que nos ha desafiado a todos: el Papa Francisco. Estoy convencido de que todavía no terminamos de sacarle el jugo y la importancia a lo que Dios nos está diciendo con este Papa de Buenos Aires, callejero, misionero. Pero me doy cuenta de que a todos nos inquieta, nos anima, nos mueve. Veo cómo nos ha desafiado a encontrarnos, a compartir más nuestra fe, a salir más de nosotros al encuentro de aquellos que están más lejos, a ponernos un poco más en juego.

Agradezco mucho por lo que Dios fue haciendo con nosotros este año, porque caminamos juntos, rezamos juntos. Es apasionante ver el trabajo que hace Dios en la vida de cada uno, es de los regalos más lindos y emocionantes de esta vocación. Escuchar inquietudes, preguntas, anhelos, acompañar la vida de un grupo, ver también cómo algunos van encontrando su vocación y, por qué no decirlo si es un GRAN motivo de alegría, ver

Tengo que elegir algo de toda la práctica para escribir, y entre los diversos pensamientos que me surgen, el más recurrente, el más profundo, el más sincero es GRACIAS.

Este año hay una experiencia que me quedó muy marcada: esta vida la vivimos juntos. Crecemos juntos. En una reunión de grupo al que me invitaron pregunté qué era Schoenstatt para ellos. La idea que salió más repetida es que en Schoenstatt tiene mucha fuerza el sentirse parte de una comunidad: trabajar, vivir y educarnos en comunidad. El siguiente comentario fue: “Claro, la fe no se puede vivir solo, y menos hoy, se nos hace muy difícil”.

Por eso, del fondo, me sale un GRACIAS muy grande porque ustedes, durante este año, me han sostenido, motivado, apoyado… porque este año hemos crecido juntos. El camino hacia el Sacerdocio, esta hermosa vocación, se vive con otros, y cada vez se me hace más patente de que Jesús me hace crecer por ustedes. Pienso en tantas conversaciones, actividades, pizzas en Romario, misiones, el viaje a la Jornada Mundial, clases, mates, retiros… Momentos de compartir, soñar, rezar, crecer. Preguntas e inquietudes que hemos compartido

Por Matías CerviñoSeminarista de práctica en Buenos Aires durante 2013

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El 18 de octubre, como todos sabemos es una fecha muy importante para toda la gran familia de Schoenstatt. Hace muy poco, junto con mi grupo de vida decidimos llevar a cabo una misión, una misión que creemos es muy importante en vistas al 2014.

Hace un mes atrás, visité el Santuario ubicado en Belgrano R. Este Santuario es muy especial ya que dio la orden de construirlo nada más y nada menos que el P. Kentenich, con el fin de que sea el “corazón de la ciudad”. Un lugar donde la gente pueda tener un rato de paz, de oración, de calma, en medio de tanto ruido que aqueja a los porteños.

Ante tanta curiosidad por conocer acerca de la historia y actualidad de este Santuario, toqué la puerta de la casa de las hermanas de María. Y fue así, que una de las hermanas, me contó que lamentablemente desde hace muchísimo tiempo no había Juventud Masculina y si bien había un par de chicos que buscaban portador, no lograban encontrar alguien que les pueda dedicar el tiempo suficiente. 

Fue entonces que la hermana me llevó a la habitación donde durmió el P. Kentenich tres meses y medio. Rezamos frente a la imagen del Padre Fundador y pedimos por la

Juventud Masculina de Belgrano, para que pudiera resurgir, y si Dios así lo quisiera, para que naciera una nueva legión.

Después de mirar la imagen del Padre unos segundos y sentir una extraña sensación de que faltaba algo, pude ver que esto no era una simple visita. Esto no podía quedar así. María me estaba pidiendo algo más. Entonces le dije a la hermana que de ahora en

más iba a venir a este Santuario más seguido.

Antes de irme, pasé por el Santuario y le pedí a Jesús y a la Mater que me ayudasen a ser un simple instrumento para atraer nuevos corazones al Santuario. Ante toda esta situación, pensé que si la Divina Providencia me había llevado hasta ahí ese día, era porque realmente tenía que ser así. Como nos dijo el P.Kentenich:

“¡El riesgo no es tan grande! Solo debemos aprender a dar el salto al corazón de Dios y la Santísima Virgen.”

Con mucho entusiasmo me contacté con el Padre Facundo y mis amigos que forman parte de mi grupo de vida. La respuesta de ellos no se hizo esperar. Nos dimos cuenta de que María nos estaba hablando, y que no podíamos hacer oídos sordos a este llamado. Un

Santuario que necesita Juventud Masculina, una nueva misión y mucho para dar a los demás y a nuestra querida Mater en el capital de gracias. 

Acá estamos, diciendo SÍ. Reportándonos en este Santuario, tal como me dijo un amigo una vez: “con el alma joven y los sueños vivos”. Un Santuario que el 18 de octubre pasado cumplió sus primeros 50 humildes años. No estamos solos, tenemos la rama de matrimonios de Belgrano con nosotros,

que reza y nos brinda todo su apoyo en lo que necesitemos, y sobre todo, tenemos el Santuario, ¡una llama de amor enorme! Gracias a todos los que les fuimos contando de este gran proyecto y nos dijeron que quieren ayudar en la medida de lo posible. Les pido que pongan entre sus oraciones este Santuario y su comunidad. 

¡Quedamos en eso, permanecemos fieles! ●

Por Juan Francisco MiguelJM San Isidro

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Al igual que el año pasado, quisimos con algunos de MTA seguir con el espíritu de la misión y hacer algo en San Nicolás durante el año, pero focalizándonos en los más chicos.

Nos empezamos a juntar en febrero, a pensar qué podrían necesitar los niños y jóvenes con los que estuvimos el verano pasado. Nos dimos cuenta de que, como muchos de nosotros, podía serles útil un retiro, hecho especialmente para ellos. Pero nos trabamos al pensar... ¿Cuál va a ser el mensaje? ¿Qué queremos t r a n s m i t i r ? ¿Qué necesitan estos jóvenes?

E m p e z a m o s a reflexionar en pasajes del evangelio, en virtudes, sentimientos, sin una línea clara, hasta que nos dimos cuenta que todo recaía en los Diez Mandamientos. Dios es sabio y al enumerarlos no dejó ningún aspecto de la vida afuera. Así es como programamos las actividades del retiro, usándolos como estructura de base, pero adaptándolos con dinámicas, actuaciones, juegos y cuentos, para que los chicos pudieran entenderlos de una forma más sencilla.

Viajamos el último fin de semana de agosto. Llegados allá nos

encontramos con un grupo de 35 chicos MUY predispuestos, ordenados, atentos, con ganas de aprender, de profundizar, de conocer. Eso nos dio aún más ganas de dar todo lo nuestro al máximo. Nos llenó el alma ver pequeños-grandes actos, de sencillez, humildad. Vimos una Fe ENORME, una búsqueda de profundidad ferviente, la necesidad del entendimiento,

y de pureza del corazón. Vimos servicialidad y amor desinteresado, infinitos gestos de cariño y de contención entre ellos, hasta los más chicos iban a abrazar a los más grandes para hacerles sentir acompañados. Y más allá de que si entendieron o no las dinámicas o si rezaron mucho o no, sabemos que donde Jesús se hizo más presente fue en ellos mismos. No PARARON de sonreír y de reírse. En cualquier lugar de la casa que estábamos se escuchaba una risa. Así que con haber podido disfrutar de eso ya nos volvimos felices y le

agradecemos a Dios por habernos dado este gran regalo.

Nuestro mensaje al final fue una invitación para ellos: Dar un paso en la FE. “Busquen ser cada día más buenos”. Y como suele pasar que uno siempre carece lo que predica, nos terminamos dando cuenta, de que nos la estaba haciendo Dios también a nosotros. Para crecer en la Fe y en nuestro vínculo con

Dios, es necesario DAR PASOS. Hacia adelante, al costado, hacia atrás, pero darlos en fin. Es necesario A N I M A R S E , desafiar nuestras propias capacidades, apostar nuestros talentos, aceptarnos con nuestras limitaciones y debilidades para poder tener un corazón más

confiado y libre de miedos.

Y mi mensaje personal hoy es que si te sentís trabado, cómodo, quieto, relajado: levantate y animate a caminar un paso. No des muchos, ni saltos, sino pequeños pasos de Fe, de entrega, de servicio desinteresado. Y si sentís que estás “muy bien con Dios”, es hora de moverte aún más, porque cuando uno se tira a descansar es cuando se empieza a atrofiar el corazón.

“La aventura de la santidad comienza con un SÍ.” Juan Pablo II●

Por Sole EzcurraJF San Isidro

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¿Cuál fue tu función en los días que compartiste con el Papa?

Me di cuenta más delante de que no iba a ser solo intérprete. De hecho eso hice muy poco de eso en la Jornada. Él no lo necesitaba, se comunicaba bien, en ningún momento me pidió ayuda. Después aparecía como secretario, digamos. Fui más bien como una compañía. En esos días conversaba con él, tenía un trato súper normal. Estábamos en la casa los dos secretarios, el Papa, los de seguridad y nadie más. Teníamos las comidas juntos, todas las actividades juntos. Así que, bueno, conversábamos en la mesa… Yo estaba en la pieza de al lado.

Mi tarea era esa, acompañarlo, darle sugerencias, y estar al lado

ahí con los discursos, revisarle los discursos. Muy sencillo en realidad, lo tomo como un regalo, porque además tuvimos algunos momentos de conversación personal, de las cosas que estoy haciendo yo, muy personal y con mucha confianza.

¿Cómo vivís el hecho de que te haya tocado a vos ser la compañía del Papa durante toda esa semana?

Fue bonito, de alguna manera para mí. A mí me daba mucha vergüenza estar ahí, porque podría parecer que es algo que tiene que ver conmigo, algo de orgullo personal, pero en realidad, lo que me tranquilizó fueron dos cosas. Primero, pensar que muchos se veían representados allá en mí. Me decían algunos, “qué bueno, tú estás cerca del Papa,

es como si Schoenstatt estuviera cerca del Papa”. Yo creo que muchos pensaron así, entonces me tranquilicé, me dije, soy una persona de la corporativa, cualquiera de Schoenstatt que estuviera ahí estaría representando. De hecho no es por mí, cualquiera podría estar. Y lo otro, yo he accedido todas las veces que me han pedido que cuente, porque creo que es hablar del Papa ¿no?, me parece que fue una oportunidad, fue un regalo que yo recibí, y sería muy malo, guardarlo conmigo, yo creo que hay que compartirlo aunque me dé vergüenza. Lo tomo con mucha humildad y mucho sentido de saber que cualquiera podría haber estado ahí. El Papa es muy buena gente, nos tocó conocernos antes y por

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“‘Pero, tú la puedes bendecir’, y me dice, “¿Por

qué? Tu bendición vale tanto como la mía.”

eso entonces me tocó a mí. Miles estarían en mejor condiciones para acompañarlo que yo, no por falsa modestia, sino que uno sabe las capacidades de uno. Providencialmente me pasó que fui yo. Entonces, mucha tranquilidad, humildad y me alegro que ya haya pasado.

¿Hablaron de la Obra de Schoenstatt?

Sí, en algunos momentos yo le contaba cosas de lo que estábamos haciendo en la Jornada. No

tuvimos la conversación explícita sobre la obra de Schoenstatt digamos, pero, yo le regalé una peregrina. Fue un hecho así como simpático porque en realidad al final de nuestra conversación más personal, él me hizo varios regalos y yo no había llevado nada, ¡no había llevado nada para regalarle al Papa!, no se me ocurrió. Yo les había comentado a dos Hermanas, unas que trabajan en Rio, que iba a estar ahí con el Papa, así que me pasaron algunas cosas para que él bendijera. Entonces tenía ahí una Virgen peregrina, así que cuando el Papa me hizo esos regalos, la miré a la Virgen, me miró y yo la miré, y dije, bueno, después me arreglo con la hermana, y se la dejé. Y fue curioso porque me dice, “Oye,

no te olvides de pasar a bendecir a la Virgen”. “Pero, tú la puedes bendecir,” le digo. Y me dice “¿Por qué? Tu bendición vale tanto como la mía”. Yo lo miro asombrado y le digo, “Bueno, no creo, pero si usted cree...” [ríe simpáticamente]. Y entonces le fui a bendecir la Virgen.

Después me dijo, “yo suelo regalar las cosas que me regalan”. Es como hacía el PK, entre paréntesis, típico del Padre que le regalaban cosas y él las regalaba. La cruz de la Unidad, la historia, es así, los padres de Chile le regalaron la cruz y él se las regaló

a las Hermanas de Schoenstatt de Stuttgart, los padres pensando que la iban a tener de vuelta, que les iba a decir “no, está bien, quédensela ustedes”, y bueno de ahí la historia. El padre solía hacer eso. Pero el Papa me dijo, “a esta Virgen, sin embargo, la voy a tener conmigo”. Así que la tuvo sobre su mesa durante toda la Jornada y después, incluso ahora, después de la Jornada me escribió una tarjeta agradeciendo porque estuvimos juntos y dice, “te agradezco también por la Virgen, la tengo todavía conmigo.” Es bueno saber que la Mater está ahí cuidando al Papa. De hecho mucha gente durante la semana había querido hacerle llegar la peregrina, cuando yo estaba en el papamóvil recibió unas tres. Él es

muy mariano. Abrazó la imagen, le dio un beso después. Creo que en ese sentido la peregrina se hace importante, quisieron que la peregrina esté junto al Papa y bueno, ahí está.

¿Cómo es estar en el papamóvil?

Es impactante, de hecho es una perspectiva que muy pocos tienen… Los gritos de la gente, las ganas de tocarlo, las cosas que le tiraban como para que estuvieran de alguna manera más cerca. Uno ve la fe, el cariño, las ganas que tienen de recibir la bendición. Es muy fuerte, y también él quería estar en contacto con la gente, por eso había niños que lo abrazaban y él mismo decía que pararan el papamóvil para poder hacerlo. Un día, el día de los abuelos, el 26, dijo “quiero saludar a un abuelo”. Entonces anduvo buscando a una viejita y fue a saludarla. Yo me encontré con otra al otro lado y le dije que fuera allá y entonces el señor que estaba con ella me dijo, “tiene 99 años”. Estaba súper emocionada la señora.

Se notaba en su cara las ganas…

Exacto, las ganas de acercarse todo el tiempo. Es por eso que es tan difícil imaginarse que acá en Argentina era mucho más reservado, ¿no? Quizás porque no tuvo la oportunidad de tener ese tipo de contacto… probablemente cuando iba a las villas era más cercano. Pero bueno, ahí de hecho se notaba que quería estar con la gente.

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Un episodio que me marcó fue en Aparecida, cuando bajamos del helicóptero en el lugar donde íbamos a tomar el avión de vuelta a Rio. Llovía, hacía frío, todo ese día en Aparecida fue horrible… todo el tiempo había gente en la calle pero con frío, lluvia… Nada que ver con lo que es Brasil en general. Y justo desde el helicóptero se veía que había una reja grande que estaba llena de gente bajo la lluvia, esperando. Entonces él los vio y puso la cara así como de compungido, de pena. Apenas bajó fue inmediatamente a la reja a saludar a la gente. Pasó por el pasto, ensució los zapatos, salió de debajo del paraguas. De hecho bendijo justo al nieto de una schoenstattiana y un conocido mío estaba ahí y me dijo, “Padre Alexandre, acá tengo mi anillo de matrimonio, ¡pida al Papa que lo bendiga!” Entonces lo agarré. El Papa ya se estaba yendo de vuelta, estaba con el alcalde y con otra gente alrededor de él, y yo fui. Me acerqué y le dije, “¿podés bendecir esto?” Entonces lo bendijo, yo devolví el anillo... y cuando volvimos, esa noche me dijo, “¡Ah!

Así que tenías a un amigo allá en el aeropuerto…” [risas], ¡se acordaba perfecto! Es impresionante, entonces, cómo registraba las cosas, no se le escapaba una. También, una única vez yo llevé un niño para que bendijera, y en la noche me

dijo, “¡Ah! así que andas trayendo a los niños también para que el Papa los bendiga…” Como diciendo, “ya entraste en el cuento”.

Siempre con muy buen humor. Lo experimenté así como muy personal y preocupado personalmente de uno. Una cosa impresionante…

Ahora que pasó todo, ¿qué cambios notás en la gente y en la juventud?

Yo creo que como en todos lados,

realmente ha

impactado mucho la

presencia del Papa. Su mensaje es muy claro, muy directo, muy sencillo, así que creo que realmente marcó. O sea, la Jornada en sí me parece que fue muy fructífera, la gente que estaba ahí estaba realmente atenta. Además todos sabían, digamos, a qué iban, entonces no era como el Woodstock, sino que estaban muy concientes de dónde estaban y para qué estaban. Creo que estaban abiertos y el mensaje llegó. Dio ideas muy claras, y hay una conciencia muy clara también de que este Papa tiene un mensaje distinto, y a la gente le ha llegado

muy bien. Quedan sorprendidos.

Tiene ideas radicales y sorpresivas como la de “si me encuentro a un homosexual y busca a Dios, ¿quién

soy yo para juzgarlo?”, y otras cosas que dijo ese día en el avión. En

la entrevista que hizo a la Red Globo, que es la principal

red de televisión de Brasil, el periodista le preguntó, “bueno, esta rivalidad histórica entre argentinos y brasileros, ¿cómo es esto ahora que el Papa es argentino?” Y él dijo

“¡No, pero si llegamos a un acuerdo muy bueno! Acá

he escuchado de que Dios es brasilero, ha pasado entonces

que el Papa es argentino y Dios es brasilero, ¡así que hemos

llegado a muy buen acuerdo!” Cosas así que uno dice, “qué grande, qué maestro”, [risas], “¡de dónde las sacó!”. Entonces, en buen castellano, creo que se ha metido a todos en el bolsillo, nos tiene a todos absolutamente conquistados. Eso ha sido bonito, y la juventud, feliz con este Papa.

¿Qué es lo que más destacás de Francisco y cómo te pega esto de haber sido su traductor, para tu ministerio y para tu misión personal?

Veo claramente en él un compromiso de santidad. La verdad es que a mí me impactó su santidad de vida. Un tipo sencillo, nada soberbio, muy cercano, muy cercano a la gente. Entonces yo digo, “pucha, tenemos un Papa

“El Papa lo que más que pide es que seamos

misioneros, es decir, que salgamos de nosotros

mismos.”

“Veo claramente en él un compromiso de santidad. La verdad es que a mí me impactó su santidad de

vida.”

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así y él me pidió que esté cerca de él... Bueno, tengo entonces que ser parecido en algo”. O sea, en algo hay que tratar de ser un poquito más santo y no seguir con las cosas malas que uno arrastra todos los días. Es un ejemplo muy fuerte, de una cierta santidad. Y digo una cierta santidad porque el Papa me retó por una entrevista que yo di, ya antes. Dijo, “has sido muy generoso conmigo, no es bueno que lo hagas así”, [risas]. Pero bueno, para mí fue un ejemplo de santidad en esos aspectos sin querer anticiparme al juicio de la Iglesia de si es santo o no.

Creo también que tenemos que rezar por él. Él sabe que su misión es muy grande y muy difícil también, por eso él mismo lo pide tanto. Yo ahora rezo mucho más por el Papa que antes. Entonces, es lo que pido también a la gente, que no dejen de rezar por él.

Ahora desde tu punto de vista, ¿qué te parece que con el carisma de Schoenstatt, los jóvenes, podríamos aportar a la iglesia? ¿Qué responsabilidad tenemos nosotros para con la Iglesia y el mundo?

Lo de la Generación Misionera. El Papa lo que más pide es que seamos misioneros, es decir, que salgamos de nosotros. Que no nos quedemos encerrados en nuestras capillitas sino que seamos personas que salen al encuentro. Él usa mucho la expresión cultura del encuentro. De hecho en Brasil, hemos trabajado mucho en eso, hemos agarrado los discursos del Papa e incluso tenemos una selección de textos que hemos llamado GM del Papa Francisco. En ellos ha hablado del protagonismo, de la cultura del encuentro, la cual se asemeja a nuestra cultura de Alianza, ha

hablado de la unidad internacional, porque hablo a jóvenes de todo el mundo que estaban ahí. Entonces como Generación Misionera creo que tenemos mucho que aportar.

Y debemos hacerlo desde el carisma de Schoenstatt en dos aspectos: uno por lo mariano, porque el Papa es muy mariano. No por nada fue a Aparecida, es decir, él está muy marcado por una espiritualidad mariana y cree que la Iglesia pasa por María de todas maneras, o sea, es cuestión de leer lo que dijo ahí en Aparecida.

Y segundo, en lo de la Cultura de Alianza, que también es parte de la generación Misionera. Eso el Papa me ha insistido mucho. Hace poco he escrito un artículo en una revista teológica sobre la cultura del encuentro, que en palabras schoenstattianas es exactamente lo mismo que cultura de Alianza, es la preocupación por encontrarse con el otro, por establecer vínculos,

por tener aliados, por aliarse, que es lo mismo que encontrarse, ¿no? Él insiste mucho con que nuestra Iglesia tiene que ir a las personas, tiene que buscar diálogo, solidaridad, todas estas palabras que hablan del vínculo. Él usa también el término cultura de solidaridad, el opuesto a la cultura del descarte, de desechar a las personas.

Entonces, son cosas que podemos expresar con nuestro carisma, porque la Alianza de Amor que hacemos con la Mater no es solamente la Mater y yo, Ella y yo juntitos, calentitos en el Santuario. Esta Alianza debe proyectarse en vínculos de amor con otros. Entonces me alío con mi padre, mi madre, mis hermanos, con la sociedad, en todos los aspectos, con los más pobres… Yo genero vínculos a través de todos los ámbitos de nuestra vida. Entonces creo que eso es algo que podemos aportar desde nuestra originalidad, ¿no? ●

“Como Generación Misionera creo que tenemos mucho que

aportar.”

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Hace unos días, tuve la alegría de asistir junto con un hermano de grupo a la ordenación del P. Manu López Naón. Hacia el final de la misa, mientras el P. Manuel nos regalaba unas emotivas palabras, pude mirar hacia atrás y ver una Iglesia de Dios Padre colmada de gente, de varios países y lugares, todos atentos a las palabras del nuevo sacerdote. Y entonces me pregunté ¿Qué es Schoenstatt para mí? ¿Qué nos regala Schoenstatt que hace que hoy estemos acá, como familia, compartiendo esta alegría? Y pensando en esto sentí algo que hoy quiero compartir con ustedes.

Creo que Schoenstatt nos regala las tres gracias de su Santuario, pero no en el acto de visitarlo solamente, sino de una manera mucho más amplia. En primer lugar, Schoenstatt nos regala la gracia del cobijamiento, a través de una enorme familia que nos contiene, que nos educa, que nos cuida, que, fiel reflejo de la Familia de Nazaret, emula a las primeras comunidades, compartiendo no

sólo sus bienes, sino también su sabiduría, su experiencia, regalando afecto, ese afecto que sólo podemos regalar cuando nos sentimos seguros y alegres, esa alegría que nos regala la Mater en su casa.

En segundo lugar nos regala la gracia de la transformación interior, a través de María, Madre y Educadora nuestra, que desde el Santuario y por medio de la oración nos enseña a caminar y nos enseña a amar. A través de nuestro Capital de Gracias, Ella nos va modelando como hombres ROCA. Pero además nos regala grupos de vida, que acompañan y potencian este crecimiento, a través de una formación y a través de la propia experiencia, pero no solos, nunca solos, siempre acompañados y juntos, como hermanos. Por eso nos regala también la Alianza de Amor, donde Ella nos promete que en cada momento de nuestra vida va a estar al lado nuestro, dándonos la mano y cuidándonos y en este momento cito las maravillosas palabras del P. Manuel: “Ella nunca dejó de mirarme, por más que

muchas veces yo si dejé de mirarla. Ella muere cada vez que sufro. Ella baila cada vez que sonrío. Ella puede lo que nadie puede.”

Y por último nos regala la gracia del envío apostólico, pero no un envío limitado a un grupo de acciones apostólicas, sino un envío completo, por entero en cada momento de nuestra vida. La Mater quiere que nuestra vida sea un reflejo vivo de la de su Hijo, Ella nos invita a imitarlo a cada paso de nuestro caminar. Y nosotros, fieles a la Alianza de Amor que sellamos, debemos responderle. Hoy todo el Movimiento, camino al centenario del 2014, nos está invitando precisamente a eso, a que cada uno pueda plasmar una Cultura de Alianza en nuestro mundo. Pero no quiere que lo hagamos solos sino juntos, como Familia. Porque Schoenstatt es eso, es más que un Movimiento, Schoenstatt es familia. Schoenstatt es un estilo de vida.

Por eso te invito a que te animes a vivir esta experiencia, que te dejes cobijar por la Familia, que te dejes educar por lo Mater y que unido a tu grupo salgas a llevar a Cristo al mundo, confiado de que Ella va a estar junto a vos tomándote de la mano. ●

Por Francisco SosaJM Ballester

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Señor, mi corazón no está engreído, mis ojos no pretenden ser soberbios.No voy por un camino de grandeza, sencillo y escondido es mi sendero.

No busco maravillas ni prodigios pues me conozco y sé que soy pequeño.Mantengo el corazón en paz contigo y mi alma está tranquila y en silencio.

SEÑOR, TE REVELASTE COMO PADRE, DESDE MI PEQUEÑEZ YO TE CONTEMPLO.

Un niño en el regazo de su madre parece mi alma dentro de mi pecho,pues Tú le das respuesta a mis temores trayendo la certeza de lo eterno.Un niño en los brazos de su padre descansa y se abandona sin recelos,

así también me basta Tu presencia para colmar en mi alma todo anhelo. Salmo 131.

“Gracias Señor por la Mater, gracias por tu Madre, la Madre de Jesús, la Virgencita de Luján, la Virgen de Caacupé, la Virgen del Carmen, la Virgen de la Candelaria. La única, la misma. Siempre de nuevo, siempre ella. La de siempre, la de ayer.”

Felicitamos por su Ordenación Sacerdotal al Padre Manuel Lopez Naón.Recomendamos leer la versión extendida de su carta de agradecimiento, en www.revistamta.com.ar.

“Ella me salvó cuando tuve miedo, cuando nadie sabía de las tinieblas.Ella estuvo ahí sanando pacientemente, consolando, llorando conmigo.

Con sólo mirarla y verla sabía que “todo iba a estar bien”.Ella creyó en mí mucho más y mucho antes que yo mismo.

Ella me soñó sacerdote desde la primera vez que nos encontramos en 1995, y cuando yo buscaba un rumbo para mi

vida ella tomó el timón de la barca.Ella aceptó ser mi Aliada, y recibió siempre feliz mis pobres

sacrificios que yo veía como inmensos.Ella se tomó muy en serio el ser un remolino hacia su hijo

Jesús.Ella no me preguntó si quería ser sacerdote, pero me tomó

de la mano hasta dar con el rostro de quien desarmó mis planes y traspasó mi corazón.

Ella nunca dejó de mirarme, por más que muchas veces yo la dejé olvidada.

Ella muere cada vez que sufro.Ella baila cada vez que sonrío.Ella puede lo que nadie puede.

Ella me alienta a subirme a la Cruz.Ella tiene la corona de mi entrega por los hermanos,

porque es Reina de mi Sacerdocio de Padre con alma de Niño.

Ella es el fundamento de mi vocación.Ella no tiene igual, y una vez más ya no encuentro la manera de decir que

mi vida María es para vos.Ayudame a ser fiel, sencillo, en Familia, para Todos.”

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Con entusiasmo se sueltan las amarras de un enorme caudal de almas con un solo objetivo: nuestra madre. En sintonía con las guitarras, que no tardan en hacerse escuchar, acompañadas por la voz, unánime en su diversidad, de la juventud, se siente el paso firme de un país que se une en la adversidad mirando hacia delante, Luján espera.

Fue la primera vez que participé en la famosa peregrinación a Luján, partí con algo de miedo a los 70km. Pero aún más fuerte me invadió el anhelo de regalarle a la Mater un Capital de Gracias que se sienta en cuerpo y alma. Solo, con amigos, con hermanos de vida o hermanos peregrinos, la dinámica del largo camino nos permite disfrutar de nuestra entrega desde distintas perspectivas.

Al principio pude vivir lleno de energía el fervor de la gente partiendo apasionada, -porque de eso se trata, de pasión- algunos cantando y saltando, entre otros más prudentes guardando energías para lo que se venía. De todas formas, la alegría, que se consumaba en la sonrisa colectiva de innumerables fieles al mirar alrededor, fue suficiente motivación para evadir especulaciones y caminar convencido de la inmensa presencia de la virgen en la gente.

En ese espíritu pasan los

kilómetros que no tardan en hacerse sentir, pero el canto de amor

de la juventud permanece incontenible dándole color a la fatiga. Ya llegando a la mitad del trayecto, mientras saltábamos

eufóricos una más de nuestras

canciones, pude escuchar el m u r m u l l o de un grupo l i n d a n t e d i c i e n d o tras de una risa: “estos están locos”, y es que sí, e s t a m o s locos por ella, me dije con convicción .

F u i m o s c o n t a g i a n d o nuestra locura, a la gente que teníamos cerca y al interior de nosotros

mismos.

Llegando a la meta se hace presente la duda y el sacrificio se siente, los rosarios giran en las manos y los pies

lloran por descanso, la solidaridad late entre

peregrinos; con tal de llegar a la

inalcanzable basílica, todo vale para olvidar los dolores.

Una vez frente a ella, todo se deja de lado admirando la majestuosa presencia divina, algo escondida con el cansancio, pero inalienable tras haber llegado, luego de tanto andar, a su casa, nuestro hogar. ●

Por Jaime GrandvalJM San Isidro

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Cuando me dijeron de escribir algo sobre mi experiencia en el viaje a Luján, al principio no sabía qué escribir ya que no soy bueno haciéndolo. Pero pensando, se me vinieron un montón de cosas a la cabeza y mucha felicidad. Sí, eso, mucha felicidad al recordar muchos chicos y chicas caminando por una promesa o agradeciendo o simplemente visitando a la Virgen.

Eso me motivó mucho para ir por tercera vez a acompañar a este maravilloso grupo a Luján, a rezar. La verdad es que tanto los chicos del grupo de apoyo como los que caminan son todo uno. Tienen la misma energía, se complementan y tienen mucha alegría y eso es lo que me contagió. La buena onda y cómo todos colaboran y se ayudan mutuamente. Aprendí a conocer la simpleza de este grupo, el compañerismo y me daban ganas de trabajar más para poder ayudar a que no se pierda esa conexión, ese espíritu y esa bondad que todos ponían para que la caminata no fuera tan dura.

Siento que esta peregrinación me acercó más a Dios. Aprendí a abrir un poco más mi corazón y a ser más solidario. Me gustó mucho hablar con el Padre Facundo. Tiene una energía y una alegría que es

impresionante. El padre Facundo les hablaba a los chicos y los chicos se olvidaban del cansancio y en el último tramo salían casi corriendo para la peregrinación. Me impresionó esa energía que tiene el Padre y qué bien sabe transmitirla a los chicos en momentos en que sé que estaban cansados, pero escuchaban al padre y veía que el cansancio desaparecía. Yo tuve la

suerte de verlo y tengo la posibilidad de transmitirlo a otras personas.

Para terminar quiero agradecer tanto a los chicos como al grupo de apoyo por hacer de mi trabajo algo muy lindo y aunque terminé muy cansado llegué a casa con una felicidad inmensa. ●

Por Federico Jorge Grupo de Apoyo en la

peregrinación a Luján

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El otro día me puse a hacer memoria de toda esa gente que pasó por nuestra juventud y que dejó algo, que dejó una huella. Desde haber portado un grupo de vida, haber sido rector de MTA, haber sido Jefe de Rama, o simplemente que venía al Santuario a encontrarse con Jesús y con María. Muchos nombres y un montón de caras pasaron por mi cabeza. Todas de distintas edades, grupos distintos, y hasta de “épocas” distintas. Pero todos tenían algo en común que los identificaba. Todos habían encontrado en el Santuario algo por lo que valía la pena jugársela, algo por lo que valía la pena DEJAR TODO.

En ese momento me di cuenta que nuestra juventud no es una juventud cualquiera. Que todo esto es mucho más groso, mucho más importante de lo que en realidad creía. Hace más de 25 años que un grupo grande de jóvenes se la juegan y dejan todo por la Mater, por Jesús, por sus grupos de vida y por el Santuario. Este año no es un año cualquiera para los que nos gusta venir al Santuario de San Isidro, ni para los que, sin ir al Santuario, tienen grandes recuerdos de él. El 18 de Mayo pasado el Santuario de San Isidro cumplió 25 años, y esto significa 25 años de oración, de alianza, de conversión, de vínculos con Dios, con la Mater y con los demás. 25 años de grupos de vida, de misiones, de campamentos, de

compartir, de alegrías, de formación y de amistades. Son 25 años de entrega, de sacrificio y de mucho laburo. Son 25 años de amor.

Este año se cumplen 25 años de todas esas cosas que por lo menos

a mí, y a muchas personas más nos hacen muy felices. Y creo que son estas situaciones las que nos sirven de “termómetro” para ver cómo está la rama. ¿Somos consientes de lo importante que es este año, o ni nos dimos que cuenta de lo que pasó el ultimo 18 de Mayo?

Sea cual sea la respuesta, te invito a que por un minuto pienses en esas cosas que alguna vez te hicieron

muy feliz en Schoenstatt, y que te animes a jugártela por todo eso, porque realmente vale la pena, porque aunque estés a mil y no te de el tiempo para vivir, cuando uno se entrega por completo a Dios, uno

disfruta mucho más de la vida.

Y ahora te hago otra invitación, hayas sido o no de nuestra juventud. Te invito a que visites el Santuario con frecuencia, que lo pongas como centro de tu relación con Dios, y por qué no, de tu vida. Vas a ver que poco a poco, la Mater va a ir convirtiendo ese lugar en el FUEGO DE TU ESPÍRITU. ●

Por Roberto D’AlessandroJM San Isidro

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simplemente debemos compartir nuestra experiencia de Fe y confiar en que Ella obrará milagros.

Especialmente hoy, acá, en la JMJ, ¡en donde directamente Ella y Jesús nos piden que vayamos y

hagamos discípulos en todas las naciones! Nosotros somos los responsables de que Jesús y la Mater lleguen a todos. Animémonos a no tener miedo de ser católicos y a demostrar qué es lo que nos hace felices y qué es lo que nos llena el corazón de alegría.

Por último me animo a invitar a los que no la pudieron hacer todavía, que sellen su Alianza de Amor con la Mater,

y a los que tenemos la suerte de poder vivirla, que lo hagamos con una sonrisa en la cara y confiando en que Ella nos acompaña siempre guardándonos bajo su manto.

Me gusta mucho como iniciativa al cambio ya que nos invita a que seamos nosotros mismos los protagonistas de nuestras vidas. Así podremos vivir nuestra Alianza en primera persona y llevarla a todos los aspectos de nuestra vida.●

Por Rafael SerraJM San Isidro

Un 22 de diciembre de 2011 en el Santuario de Schoenstatt de San Isidro, Buenos Aires, ocurría un hecho que no sólo a mí sino a otros ocho hermanos les iba a marcar para siempre sus vidas: sellar la Alianza de Amor con la Mater.

Sí, ese fue el día en que gran parte de mi vida se entregó a la Mater y junto con ella, muchas otras cosas vividas. Recuerdo que ese momento era un anhelo muy grande para mí y para el grupo, por lo que el camino de Alianza hacia ese día lo comenzamos con mucho entusiasmo. Reunión tras reunión tras reunión iba transformando el corazón y conociendo sobre un lugar y un estilo de vida que iba a ser protagonista en mí día a día. Conocer a la Mater, rezar en el Santuario, compartir mates, charlas y muchas cosas más, fueron lo que me hicieron crecer y hoy ser una persona segura de lo que piensa.

Schoenstatt me regaló muchas cosas que las resumo en una palabra, integración. Después de algún tiempo de vivir en la Mater me fui dando cuenta de que los aspectos de mi vida no eran sólo amigos, facultad, familia, etc., sino que todos ellos se unían y lograban ser una sola cosa íntegra que es mi vida, y que gracias al Santuario yo me siento pleno de vivirla y de las cosa que hago y digo.

A partir de la Alianza de Amor empecé a vivir la vida de a dos, empecé a poner en manos de la Mater todo lo que hacía y dejar que Ella me guiase y me acompañase y me ayudara a crecer. Fue así cuando pasados un par de meses de la Alianza empecé a portar un grupo de changos junto con un gran hermano de grupo, lo cual

fue un gran desafío pero algo muy bueno y muy lindo para poner en práctica todo lo que había recibido en el Santuario. Fue ahí cuando pude sentir esa figura de pastor que quiere cuidar a sus ovejas y enseñarles lo mejor que tiene. Realmente fue una experiencia que no voy a olvidar.

Otra actividad que cambió gran parte de mi vida fue el ir a misionar. Creo que misionar fue la manera más linda de ver cómo actúa la Mater en cada uno, y que nosotros