Revista Parroquial de San Pedro de Torredonjimeno nº 01

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ENERO 2010 AÑO 2. Nº 4 PARROQUIA DE SAN PEDRO APÓSTOL Plaza de San Pedro, 1 23650.Torredonjimeno Correo electrónico: [email protected] Teléfono: 953 344 224 EQUIPO DE REDACCIÓN D. Andrés López Ángeles, párroco. Paqui Peragón Ocaña. Vicente Pereña Pamos. Magdalena Cañada Anguita. Manuel Blanca Ortega. Francisco Javier Zuheros Cámara. Heliodora Morales Guardia. Antonio José Blanca Ortega. Carmen Higueras Higueras. Manuel Jesús Cañada Hornos. C omenzamos un año nuevo. Un año para renovar todos y cada uno de los buenos propósitos que todos los años nos hacemos para ser más bue- nos y mejores cristianos. Yo he cerrado el año cele- brando con mi comunidad mis 25 años en el ministerio sacerdotal, y desde aquí quiero agradecer a todos el cariño con el que han respondido para participar y acompañarme en este evento. Gracias a todos. Celebrando aún la Navidad, y mirando lo que tenemos por delante en este mes de Enero, seguimos mirando con cariño este año Jubilar de la Virgen de la Cabeza y de los Sacerdotes. Este año es también año Santo Ja- cobeo. La Parroquia de San Pedro va a ofrecer a la co- munidad visitar Santiago entre los días 5-10 de Julio y gozarnos en el Señor con esta peregrinación. Espero que para el pueblo de Torredonjimeno este año de 2010 sea un año en el que se aligeren las dificulta- des de todos aquellos que no tienen trabajo o pasan alguna necesidad. Que Dios sea esperanza para aquellos que esperamos en Él y para los que por diversas circunstancias la han perdido.

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Revista Parroquial de San Pedro de Torredonjimeno nº 01

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Page 1: Revista Parroquial de San Pedro de Torredonjimeno nº 01

ENERO 2010

AÑO 2. Nº 4

PARROQUIA DE SAN

PEDRO APÓSTOL

Plaza de San Pedro, 1

23650.Torredonjimeno

Correo electrónico: [email protected] — Teléfono: 953 344 224

EQUIPO DE REDACCIÓN

D. Andrés López Ángeles, párroco.

Paqui Peragón Ocaña.

Vicente Pereña Pamos.

Magdalena Cañada Anguita.

Manuel Blanca Ortega.

Francisco Javier Zuheros Cámara.

Heliodora Morales Guardia.

Antonio José Blanca Ortega.

Carmen Higueras Higueras.

Manuel Jesús Cañada Hornos.

C omenzamos un año nuevo. Un año para renovar todos y cada uno de los buenos propósitos que todos los años nos hacemos para ser más bue-

nos y mejores cristianos. Yo he cerrado el año cele-brando con mi comunidad mis 25 años en el ministerio sacerdotal, y desde aquí quiero agradecer a todos el cariño con el que han respondido para participar y acompañarme en este evento. Gracias a todos.

Celebrando aún la Navidad, y mirando lo que tenemos por delante en este mes de Enero, seguimos mirando con cariño este año Jubilar de la Virgen de la Cabeza y de los Sacerdotes. Este año es también año Santo Ja-cobeo. La Parroquia de San Pedro va a ofrecer a la co-munidad visitar Santiago entre los días 5-10 de Julio y gozarnos en el Señor con esta peregrinación.

Espero que para el pueblo de Torredonjimeno este año de 2010 sea un año en el que se aligeren las dificulta-des de todos aquellos que no tienen trabajo o pasan alguna necesidad.

Que Dios sea esperanza para aquellos que esperamos en Él y para los que por diversas circunstancias la han perdido.

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BAUTISMOS

Oliver Moral Anguita

Aitor Rubio Carrasco

Alba Contreras Jiménez

DEFUNCIONES

Fernando Calahorro Partal

Mª. Victoria Martínez Calvo

Cornelio Moreno García

Florencio Lara Párraga

Juan Bueno López

Dolores Alcántara Fúnez

Mª. Dolores Valderas Milla

Juan Castellano Hueso

MATRIMONIOS

José Luis Castro Cámara

Mª. José Pereña Rojo

¡NO QUEREMOS QUITAR LOS SÍMBOLOS RELIGIOSOS DE LAS ESCUELAS!

Así lo indican encuestas de El País, La Vanguardia y RTVE: la mayoría de los españoles quiere seguir viendo los crucifijos en las aulas. El debate sobre si los crucifijos y otros símbolos reli-giosos deben seguir presentes en la vida pública y, concreta-mente, en las aulas de los centros escolares, es más ideología política que preocupación social. Así lo indican tres sondeos rea-lizados en medios de comunicación que podrían considerarse más bien afines al Gobierno que otra cosa.

Una encuesta realizada en la edición digital del diario El País, que todavía permanece activa, muestra que de las 66.758 perso-nas que a día de hoy, 17 de diciembre, han votado en ese son-deo, el 85% “está de acuerdo con la utilización de símbolos reli-giosos en la escuela”. Sólo el 15% de los participantes no está de acuerdo con este planteamiento. Asimismo, el diario La Van-guardia también lanzó una encuesta en su edición digital hace unos días, en la que participaron 7.338 personas. A la pregunta “¿Comparte la decisión de retirar los crucifijos de las aulas esco-lares?”, un 47% dijo que “Sí”, mientras que el 52% respondió que “No” comparte esa decisión. A la tercera opción, “No sabe”, sólo se apuntó el 1%. Por su parte, en las encuestas digitales de RTVE, a la reciente pregunta de “¿Crees que hay que retirar los crucifijos de las aulas?”, del total de 3.549 votos emitidos, un 59,3% respondió que “No”, ya que “forma parte de nuestra tradi-ción”. En el bando contrario, un 30,1% considera que “Sí, esta-mos en un estado laico”; mientras que un 10,6% cree que “debería decidir cada Consejo Escolar”.

Los ciudadanos dejan claro que no hay una preocupa-ción social alrede-dor de la presencia de símbolos religio-sos en las escue-las, y que sólo se trata de excepcio-nes puntuales en casos de algunos padres que consi-deran que puede ir en contra de sus propias creencias, o no creencias, y por extensión de las de sus hijos. Cabe recor-dar que el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha dic-taminado que se retiren los crucifijos del Colegio Público Macías Picabea, de Valladolid, sólo en las aulas donde los padres lo hayan solicitado, aceptando así parcialmente los argumentos presentados por E-Cristians. En su sentencia, el Alto Tribunal considera que “solo en los supuestos en los que medie petición expresa” se puede entender “existente el conflicto” y, en tal caso, dictamina que se deberá tener en cuenta “los derechos del solici-tante”.

Forumlibertas.com

VIDA

SACRAMENTAL MES DE DICIEMBRE

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ACTIVIDADES PARROQUIALES

DURANTE EL MES DE ENERO

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ENE 1V SANTA MARÍA MADRE DE DIOS JORNADA POR LA PAZ ENE 3D II NAVIDAD

ENE 6M EPIFANÍA DEL SEÑOR. REYES MAGOS ENE 9S 19h. PREBAUTISMOS

ENE 10D BAUTISMO DEL SEÑOR 13h. BAUTISMOS ENE 12M

17h. ASAMBLEA FAMILIAR I ENE 13M 18h. FORMACIÓN DE AGENTES DE PASTORAL

ENE 14J 17h. REUNIÓN DE LECTORES 19h. HORA SANTA HERMANOS DEL SANTÍSIMO

EN SAN PEDRO ENE 15V 18h. REUNIÓN COORDINADORES DE CATE-

QUISTAS ENE 16S

17h. CONSEJO ECONÓMICO 21h. REUNIÓN MATRIMONIOS ENE 17D II ORDINARIO (C)

17,30h. BENDICIÓN ANIMALES SAN PEDRO 18h. BENDICIÓN ANIMALES V. OLIVO ENE 18L

OCTAVARIO DE ORACIÓN POR LA UNIÓN DE LAS IGLESIAS REUNIÓN ARCIPRESTAZGO

ENE 19M 17h. ASAMBLEA FAMILIAR II ENE 20M

18,30h. EQUIPO REVISTA SAN PEDRO 21h. REUNIÓN PRESIDENTES COFRADÍAS ENE 21J

17,30h. COMISIÓN LITURGIA CPP ENE 22V 17,30h. COMISIÓN EVANGELIZACIÓN CCP

ENE 23S 19h. BAUTISMOS 17h. CINE FÓRUM: “Amar la Vida”.

ENE 24D III ORDINARIO (C) INFANCIA MISIONERA

ENE 25L ENE 26M 17h. ASAMBLEA FAMILIAR III

20,30h. MARTES CULTURALES ENE 27M 18h. MISA ERMITA PATRONOS

18,30h. FORMACIÓN AGENTES DE PASTORAL ENE 28J 18h. VIDA ASCENDENTE

ENE 29V 18h. CONFESIONES NIÑOS COMUNIÓN ENE 30S

20h. ENVÍO DE LECTORES 21h. REUNION DE NOVIOS ENE 31D IV ORDINARIO (C)

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Animar a la comunidad cristiana en las ce-lebraciones con sus cantos, es el principal ob-jetivo de los coros parroquiales, pero su apor-tación es aún mayor.

La tradición de coros en nuestra parroquia ha sido siempre muy constante e importante. Unos tras otros han venido sirviendo en la la-bor parroquial a lo largo de los tiempos. Unos y otros, mayores o pequeños, aportan lo mejor de sus cualidades, hacen un gran equipo, tra-bajan juntos y dan sabor y sonido musicales a las celebraciones.

Dos coros parroquiales existen en estos momentos en nuestra parroquia. Sobre más de cincuenta feligreses, con edades diferen-tes, participan de esta actividad pastoral que ofrece un servicio que sin duda agradece la gente que acude a Misa, ayudándoles a com-prender mejor la importancia de la Eucaristía de los domingos y a vivir con mayor intensidad otras celebraciones que completan el año litúr-gico y solemnidades de la Parroquia.

El actual coro infantil-juvenil ya viene ac-tuando en la parroquia desde hace algunos años. Con la llegada de D. Andrés se ha re-

afirmado, manteniéndose la mayoría de sus componentes. Con Fernando Molina como di-rector y la colaboración especial de Silvia Román, hoy entre veinte o treinta pequeños, en su mayoría niñas son fieles a la cita.

Cada domingo, tras el ensayo a las once de la mañana, se preparan para colaborar en la misa de 12, dedicada a los niños de cate-quesis y de forma especial a los que cele-brarán su primera comunión.

Este coro parroquial ha puesto en marcha un blog.

http://coroinfantildesanpedro.blogspot.com

Coro Infantil-Juvenil Parroquial de San Pedro (Torredonjimeno)

Para estar en contacto todos los integrantes del Coro Infantil-Juvenil

de San Pedro, actuales y antiguos componentes. Ánimo y participa.

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NUESTROS COROS

Coro infantil-juvenil

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El otro coro parroquial, el de mayores, es nuevo. Tras la desaparición del anterior, con D. Andrés, se ha constituido el que ahora vie-ne participando en la parroquia como agentes de pastoral. Amenizan otras Eucaristías y cele-braciones parroquiales. Con Teresita Ureña como directora, Manolo Martínez en el armo-nio y la participación de veinte a veinticinco componentes, engrandecen con arte y cariño cada celebración del domingo y fiestas anua-les.

Sus ensayos, que llevan a cabo uno o dos días por semana, y sus posteriores actuacio-nes están aumentando la cantidad de compo-nentes y la calidad de sus interpretaciones, todos ellos muy ilusionados.

La participación y entrega de todos los in-tegrantes de los coros, pequeños y mayores, son agradecidas por toda la feligresía que va-lora altamente su aportación.

Ciertamente a la gente que acude a Misa le gusta que haya un coro, un coro de voces jóvenes o mayores que sólo intentan ayudar a la transmisión del Evangelio, reforzando la lec-tura en misa de la Palabra de Dios y propician-

do más de una vía de entrada para un mismo mensaje.

Os animamos y decimos que vuestro men-saje no cae en tierra seca, que vuestra activi-dad vale la pena, que se disfruta y que contri-buís a que llegue mejor el mensaje de Cristo.

No olvidéis que a veces salimos de la misa el domingo tatareando o silbando alguna de estas canciones, quedándonos con algo de lo que ésta decía. No olvidéis que algunos habla-mos a nuestros amigos sobre vuestra labor y por que no, algún que otro domingo se acerca-ran a la parroquia a escucharos y a participar en la Eucaristía con todos nosotros. No olvid-éis que vuestra aportación marca, más de los que creáis, el acercamiento de hermanos a la vida de Cristo.

Enhorabuena y ánimo. Sabed también que "El que canta ora dos veces" según fra-se célebre atribuida a San Agustín.

VICENTE PEREÑA PAMOS

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Coro de adultos

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Una nueva edición de la revista mensual de nuestra parroquia ve la luz, y por segunda vez, continuamos el repaso por la vida y obras de este santo cura, patrón de los sacerdotes. Utili-zaremos esta sección del boletín a modo de conmemoración del Año Sacerdotal proclama-do por el Papa Benedicto XVI.

Como señalamos en la anterior edición, San Juan María Vianney fue un sacerdote dio-cesano, miembro de la Tercera Orden Francis-cana, que tuvo que superar innumerables ad-versidades para llegar a ordenarse sacerdote. Su celo por las almas, sus catequesis y, sobre todo, su ministerio en el confesionario transfor-maron en todos los ámbitos, pero fundamen-talmente, el aspecto religioso del pueblecillo francés de Ars, que a su vez se convirtió en centro de frecuentes peregrinaciones, hecho éste que sirvió para unir su nombre y la fama de su santidad al pueblo de Ars.

Podemos diferenciar en la actividad parro-quial del santo cura de Ars dos aspectos fun-damentales que en cierta manera correspon-den también a dos fases de su vida: los años previos a las masivas peregrinaciones, y los años de movimientos peregrinatorios masivos.

Durante su primera etapa en Ars, el cura pudo vivir enteramente consagrado a su feli-gresía, y a sus correspondientes labores sa-cerdotales: visitas a las familias y enfermos, atendiendo a los niños, contribuyendo a la me-jora de su parroquia, ayudando a sus compa-ñeros de pueblos vecino,… todo acompañado de una vida de asombrosas y duras peniten-cias, de oración intensa y de caridad. No todo fue positivo en esta etapa, pues no le faltaron a nuestro Santo Cura las calumnias y las per-secuciones, debido a su labor de lucha en as-pectos tales como el trabajo de los domingos, el intento continuo para desterrar la ignorancia religiosa, entre otros asuntos. Así mismo, no le faltaron las críticas y las acusaciones de sus propios superiores religiosos.

Como ya hemos señalado, San Juan María solía ayudar a sus compañeros en las misio-nes parroquiales que se organizaban en los pueblos de los alrededores, pueblos en los que el Santo dejaba su huella gracias a su ora-ción, su penitencia y su ejemplaridad. Por tan-to, era lógico pensar que los paisanos de aquellos pueblos recurrieran luego a él, para confesarse o recibir los buenos consejos que manaban de sus labios. Podemos considerar que éste fue el comienzo de la peregrinación a Ars, algo que comenzó de manera local y que poco a poco fue expandiéndose de tal manera que nuestro sencillo cura de una aldea peque-ñita francesa fue tomando renombre y alcanzó ser una auténtica celebridad en toda Francia y en Europa entera. Aquel pobre sacerdote, que trabajosamente había hecho sus estudios, y a quien la autoridad diocesana había relegado a uno de los peores pueblos de la diócesis, iba a convertirse en un consejero buscadísimo por miles y miles de almas sedientas de sus pala-bras y consejos.

Página 6

ANNUS SACERDOTALIS.

SAN JUAN MARÍA VIANNEY,

EL SANTO CURA DE ARS

Pueblo de Ars

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Un día cualquie-ra en la vida de nuestro Santo Cura tenía la siguiente distribución: se le-vantaba a la una de la madrugada y marchaba a la igle-sia a hacer oración. Antes del amanecer iniciaba las confe-siones a las muje-res. A las seis de la madrugada en vera-no y a las siete en invierno, celebraba misa. Después de la Eucaristía quedaba un rato a disposición de los peregrinos. Sobre las diez de la mañana, rezaba una parte de su brevario y volvía al confesionario. Salía sobre las once para hacer la célebre explicación del catecismo, una predicación muy sencilla pero a la vez tan rica en matices y tan penetrante que provocaba abundantes conversiones. Al mediodía, tomaba su fragilísima comida, a me-nudo de pie, y sin dejar de atender a aquellas personas que solicitaban algo de él. Una vez finalizada las vísperas volvía al confesionario hasta llegada la noche, se retiraba para termi-nar el breviario, y después, tomaba unas bre-ves horas de descanso sobre el duro lecho.

A la vista de tan ajetreada jornada, queda patente que sólo un prodigio sobrenatural pod-ía permitir al Santo Cura subsistir físicamente, sin lugar a dudas, una actividad bendecida por Dios. El que a duras penas había hecho sus estudios, se desenvolvía con una firmeza ma-ravillosa en el púlpito, resolvía delicadísimos problemas de conciencia en el confesionario… Con sencillez, casi como si se tratara de cora-zonadas o de ocurrencias, el Santo mostraba estar en íntimo contacto con Dios, nuestro Se-ñor y ser iluminado con frecuencia por Él.

A continuación, pasaremos a leer una de sus obras, mejor dicho, uno de sus famosos sermones. En esta ocasión, un sermón pro-nunciado por el Santo Cura un tercer domingo después de la fiesta de la Epifanía del Señor, un sermón que trata sobre la oración de un pecador que no quiere dejar el pecado:

“(…) No me propongo hablaros extensa-mente de las cualidades que la oración ha de tener para ser agradable a Dios y provechosa al que la hace, solamente os diré que es una dulce conversación entre el alma y su Dios, la cual nos lo hace reconocer como nuestro Creador, nuestro bien sumo y nuestro último fin. Os diré que la oración levanta nuestro co-razón y nuestra alma hasta el cielo, y nos hace despreciar el mundo con todos sus placeres. Finalmente, la oración hace bajar a Dios hasta nosotros. Pero me diréis, ¿cómo ha de hacer-se esta oración para que tenga tal poder ante Dios? Para que nuestra oración tenga ese po-der, debe estar animada de una fe viva, de una constante y firme esperanza, y por último de una ardiente caridad (…)

La fe es la base y fundamento de todas nuestras buenas obras, sin fe, todas nuestras acciones, aunque buenas en sí mismas, ser-ían obras sin mérito. La fe hace al cristiano sentirse en la dicha de hallarse en la presencia de Dios, a fin de que Dios no pueda denegarle cosa alguna. A la fe hay que juntar la esperan-za, es decir, una confianza firme y constante de que Dios puede y quiere concedernos lo que le pedimos. La fe y la esperanza nos hacen vencer todos los obstáculos que se oponen a nuestra salvación. ¿Qué es lo que sostenía a todos los santos mártires en medio de sus tormentos? La esperanza de una re-compensa eterna. ¿Qué es lo que debe mover a un cristiano, cuando se pone ante la presen-cia de Dios, a rechazar todas esas distraccio-nes que el demonio se esfuerza en sugerirle durante la oración, y a vencer el respeto humano? El pensamiento de que hay un Dios que le ve, y que, si su oración es tal como de-be ser, con fe y esperanza, será recompensa-da con una felicidad eterna (…)

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En tercer lugar, os he dicho que la oración de un cristiano debe estar informada de la cari-dad, es decir, que el que ora debe amar a Dios de todo corazón y odiar el pecado con todas sus fuerzas, porque el cristiano pecador que ora, debe siempre estar arrepentido de sus pe-cados, y ha de tener el deseo de amar cada vez más a Dios. Un cristiano que ama verda-deramente a Dios, ama aquello que Dios ama, aborrece lo que Dios aborrece; de donde con-cluyo que la oración de un pecador que no quiere dejar el pecado, carece de las condicio-nes que acabamos de enumerar, fe, esperan-za y caridad (…)

Cuando oremos en vez decir: “Dios mío, os amo”, debiéramos decir: “Dios mío no os amo, pero dadme la gracia de amaros mucho”. En lugar de decir: “Dios mío, siento un extremo pesar de haberos ofendido”, digámosle: “Dios mío, yo no siento dolor alguno de mis peca-dos, dadme todo el arrepentimiento que debo tener”. Lejos de exclamar: “Quiero confesar mis pecados”, digamos mejor: “Dios mío, yo me siento encadenado a mis culpas, como si jamás hubiese de apartarlas; dame aquel horror que debo concebir, a fin de que las abo-rrezca, las deteste y las confiese, para no re-caer jamás en ellas”. ¡Oh, Dios mío, dadnos este horror eterno al pecado, puesto que es vuestro enemigo, fue la causa de vuestra muerte, nos arrebata vuestra amistad, y nos separa de Vos! Haced, divino Salvador, que, siempre que vengamos a vuestras plantas a

orar, lo hagamos con un corazón que os ame, y que en la manifestación de sus afectos no os diga más que la verdad, con FE, ESPERANZA y CARIDAD”.

San Juan Bta. María Vianney (Cura de Ars). Sermones Escogidos, Tomo I.

ANTONIO JOSÉ BLANCA ORTEGA

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La mies es mucha…

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EL PERDÓN EN LAEL PERDÓN EN LAEL PERDÓN EN LA

NAVIDADNAVIDADNAVIDAD

Según la Real Academia de la Lengua Españo-la la palabra perdonar significa dicho de quien ha sido perjudicado por ello: Remitir la deuda, ofensa, falta, delito u otra cosa , y en unas fiestas de suma importancia para cualquier cristiano en la que se conmemora el nacimiento de Jesús, el perdón es moralmente de obligado cumplimiento para entrar en un nuevo año con el espíritu limpio de pecado. El problema es que el perdón no surge en el hom-bre de manera espontánea y natural. Perdonar sin-ceramente en ocasiones puede resultar heroico. Aquellos que se han quedado sin nada por haber sido despojados de sus propiedades, los prófugos y cuantos han soportado el ultraje de la violencia, no pueden dejar de sentir la tentación del odio y de la venganza. La experiencia liberadora del perdón, aunque llena de dificultades, puede ser vivida tam-bién por un corazón herido, gracias al poder curati-vo del amor, que tiene su primer origen en Dios-Amor. La inmensa alegría del perdón, ofrecido y acogido, sana heridas aparentemente incurables, restablece nuevamente las relaciones y tiene sus raíces en el inagotable amor de Dios.

Un conocido teólogo escribió que “Los santos, muchas veces al rezar tartamudeaban. Este tarta-mudeo es más agradable a Dios que las frases re-tóricas, por más bellas y brillantes que puedan ser”. Muchas veces nos cuesta pedir disculpas a nues-tros amigos, compañeros... por un mal acto que hemos cometido. Pedir perdón por una mala acción es la forma más poderosa de demostrar nuestra humildad y honestidad. Sería interesante que re-cordáramos a aquellas personas con las cuales mantenemos una enemistad por culpa nuestra. ¡Reconcíliate con ellas con palabras fáciles y honestas y si hace falta tartamudea! Hay una frase

increíble que nos ayudará a pensar: 'El perdón de las flores es tan bonito que llegan incluso a perfu-mar a aquél que las aplasta con la mano' ".

Creo que en estas fiestas llenas de alegría ser-ía bueno que cada uno lleváramos a cabo esa lim-pieza espiritual a través el perdón, como expresión de amor a nosotros mismos y al prójimo. La falta de este perdón inhibe el progreso personal. Lo primor-dial es perdonarnos a nosotros mismos, y después extenderlo a otros. Perdonar implica desprenderse del dolor. el resentimiento, la ira, la venganza o la represalia.

El acto de perdonar es una de las partes más importantes para cualquier persona, pues significa un compromiso personal y una renuncia, nos des-prendemos de las ataduras del pasado, nos libera-mos de las preocupaciones, problemas y creencias negativas, pero cuando lo hacemos, ¿verdad que nos quedamos mucho más tranquilos?, ¿verdad que te sientes más satisfecho?, ¿verdad que se no-ta un sentimiento de paz personal y familiar?. Invito a todos a entrar el próximo año con un espíritu lim-pio y puro, en paz y armonía.

¡¡ Felices Fiestas a todos !!

FRANCISCO JAVIER ZUHEROS CÁMARA

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Desde CARITAS INTERPARROQUIAL DE TORREDONJIMENO

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El 17 de enero de 2010 la Iglesia celebra la 96 JORNADA MUNDIAL POR LAS MIGRACIONES (Jornadas del Emigrante y Refugiado), este año de-dicado a los emigrantes y refugiados menores de edad. Cáritas Interparroquial, movida por el espíritu de comunión con la Iglesia Universal y desde el conocimiento que nos proporciona el contacto con la realidad social de este colectivo, apuesta por la sensibilización desde el conocimiento de la situa-ción de tantos y tantas niños y niñas lamentable-mente en esta situación, y es por ello que traemos a esta edición del mes de enero de la Revista Parro-quial de San Pedro Apóstol el texto íntegro que al respecto nos dirige el Santo Padre Benedicto XVI.

"Queridos hermanos y hermanas: La celebración de la Jornada Mundial del

emigrante y del refugiado me ofrece nuevamente la ocasión para manifestar la solicitud constante de la Iglesia por los que viven, de distintas maneras, la experiencia de la emigración. Se trata de un fenómeno que, como escribí en la encíclica Caritas in veritate, impresiona por el número de personas implicadas, por las problemáticas sociales, económicas, políticas, culturales y religiosas que plantea, y por los desafíos dramáticos que supone para las comunidades nacionales y para la internacional. El emigrante es una persona humana con derechos fundamentales inalienables que todos deben respetar siempre (cf. n. 62). El tema de este año —"Los emigrantes y los refugiados menores de edad"— toca un aspecto al que los cristianos prestan gran atención, recordando la advertencia de Cristo, que en el juicio final considerará referido a Él mismo todo lo que se ha hecho o dejado de hacer

"con uno sólo de estos más pequeños" (cf. Mt 25, 40-45). Y ¿cómo no considerar entre "los más pequeños" también a los emigrantes y los refugiados menores de edad? El propio Jesús de pequeño vivió la experiencia del emigrante porque, como narra el Evangelio, para huir de la amenaza de Herodes tuvo que refugiarse en Egipto junto con José y María (cf. Mt 2, 14).

Si la Convención de los Derechos del Niño afirma con claridad que hay que salvaguardar siempre el interés del menor (cf. art. 3), al cual hay que reconocer los derechos fundamentales de la persona de la misma manera que se reconocen al adulto, lamentablemente en la realidad esto no siempre sucede. Aunque en la opinión pública crece la conciencia de la necesidad de una acción concreta e incisiva para la protección de los menores de edad, de hecho, muchos de ellos son abandonados y, de varias maneras, corren el riesgo de ser explotados. De la dramática condición en la que se encuentran se hizo intérprete mi venerado predecesor Juan Pablo II en el mensaje enviado el 22 de septiembre de 1990 al Secretario General de las Naciones Unidas con ocasión de la Cumbre Mundial para los Niños. "He sido testigo —escribió— de la desgarradora tragedia de millones de niños en los distintos continentes. Ellos son los más vulnerables porque son los que menos pueden hacer oír su voz" (L'Osservatore Romano, edición española, 14 de octubre de 1990, p. 11).

JORNADA MUNDIAL POR LAS MIGRACIONES

(17 de enero de 2010)

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Deseo de corazón que se dedique la debida atención a los emigrantes menores de edad, que necesitan un ambiente social que permita y favorezca su desarrollo físico, cultural, espiritual y moral. Vivir en un país extranjero sin puntos de referencia reales les genera innumerables trastornos y dificultades, a veces graves, especialmente a los que se ven privados del apoyo de su familia.

Un aspecto típico de la emigración infantil es la situación de los chicos nacidos en los países de acogida o la de los hijos que no viven con sus padres, que emigraron después de su nacimiento, sino que se reúnen con ellos más tarde. Estos adolescentes forman parte de dos culturas, con las ventajas y las problemáticas ligadas a su doble pertenencia, una condición que sin embargo puede ofrecer la oportunidad de experimentar la riqueza del encuentro entre diferentes tradiciones culturales. Es importante que se les dé la posibilidad de acudir con regularidad a la escuela y de acceder posteriormente al mundo del trabajo, y que se facilite su integración social gracias a estructuras formativas y sociales oportunas. Nunca hay que olvidar que la adolescencia representa una etapa fundamental para la formación del ser humano.

Una categoría especial de menores es la de los refugiados que piden asilo, huyendo por varias razones de su país, donde no reciben una protección adecuada. Las estadísticas revelan que su número está aumentando. Se trata, por tanto, de un fenómeno que hay que estudiar con atención y afrontar con acciones coordinadas, con medidas de prevención, protección y acogida adecuadas, de acuerdo con lo previsto en la Convención de los Derechos del Niño (cf. art. 22).

Me dirijo ahora especialmente a las parroquias y a las numerosas asociaciones católicas que, animadas por espíritu de fe y de caridad, realizan grandes esfuerzos para salir al encuentro de las necesidades de estos hermanos y hermanas nuestros. A la vez que expreso mi gratitud por todo lo que se está haciendo con gran generosidad, quiero invitar a todos los cristianos a tomar conciencia del desafío social y pastoral que plantea la condición de los menores emigrantes y refugiados. Resuenan en nuestro corazón las palabras de Jesús: "Era forastero y me acogisteis" (Mt 25, 35); como también el mandamiento central que Él nos dejó: amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente, pero unido al amor al prójimo (cf. Mt 22, 37-39). Esto nos lleva a considerar que cada intervención concreta nuestra tiene que alimentarse ante todo de fe en la acción de la gracia y de la

divina Providencia. De este modo, también la acogida y la solidaridad con el extranjero, especialmente si se trata de niños, se convierte en anuncio del Evangelio de la solidaridad. La Iglesia lo proclama cuando abre sus brazos y actúa para que se respeten los derechos de los emigrantes y los refugiados, estimulando a los responsables de las naciones, de los organismos y de las instituciones internacionales para que promuevan iniciativas oportunas en su apoyo. Que la Santísima Virgen María vele maternalmente sobre todos y nos ayude a comprender las dificultades de quienes están lejos de su patria. A cuantos tienen relación con el vasto mundo de los emigrantes y refugiados les aseguro mi oración e imparto de corazón la Bendición Apostólica.

Vaticano, 16 de octubre de 2009"

Partiendo pues de las palabras del Santo Pa-dre, desde Cáritas Interparroquial os pedimos que volvamos este año aún más si cabe la mirada hacia estos niños y niñas que vienen de lejos y otras ve-ces de no tan lejos para estar con nosotros. Deber-íamos no acostumbrarnos nunca a visualizar como normal que a estos/as menores sean utilizados co-mo instrumentos en la mendicidad, o explotados/as como mera mano de obra barata, o aún peor ejer-ciendo la prostitución. No hermanos no, no debe-mos nunca pensar que son niños y niñas invisibles; sino todo lo contrario son menores con las mismas necesidades que los/as nuestros. Por tanto y en este sentido ahí va nuestro ruego: Que en primer lugar llevemos a nuestra oración a todos/as estos/as niños y niñas, y a la vez contribuyamos a romper con la invisibilidad de su existencia y denunciemos ante la administración pertinente toda aquella situa-ción que venga a contravenir el mandato de Cristo de amor preferencial por los pequeños. Gracias.

MANUEL BLANCA ORTEGA

(Director de Cáritas Interparroquial de Torredonjimeno)

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II DOMINGO DESPUÉS DE NAVIDAD (C)

3 de enero de 2010 EVANGELIO (Jn 1, 1-18)

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Pala-bra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo na-da de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: Este venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdade-ra, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Pala-bra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo." Pues de su ple-nitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Por-que la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios na-die lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

EPIFANÍA DEL SEÑOR (C)

6 de enero de 2010 EVANGELIO (Mt 2, 1-12)

Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se pre-sentaron en Jerusalén preguntando: « ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos

visto salir su estrella y venimos a adorarlo.» Al ente-rarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jeru-salén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho me-nos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Isra-el."» Entonces Herodes llamó en secreto a los ma-gos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndo-les: «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que hab-ían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mi-rra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tie-rra por otro camino.

BAUTISMO DEL SEÑOR (C)

10 de enero de 2010 EVANGELIO (Lc 3,15-16.21-22)

En aquel tiempo, el pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: "Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. "En un bautis-mo general, Jesús también se bautizó. Y, mientras oraba, se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre él en forma de paloma, y vino una voz del cielo: "Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto."

LA PALABRA DE DIOS

“Señor, Tú tienes Palabra

de Vida Eterna”

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II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

17 de enero de 2010 EVANGELIO (Jn 2, 1-12)

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Gali-lea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda. Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: "No les queda vino." Jesús le contestó: "Mujer, déjame, to-davía no ha llegado mi hora." Su madre dijo a los sirvientes: "Haced lo que él diga."Había allí coloca-das seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una. Jesús les dijo: "Llenad las tinajas de agua." Y las llenaron hasta arriba. Entonces les mandó: "Sacad ahora y llevádselo al mayordomo." Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes si lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: "Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta aho-ra."Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus sig-nos, manifestó su gloria, y creció la fe de sus discí-pulos en él.

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

24 de enero de 2010 EVANGELIO (Lc 1, 1-4; 4,14-21)

Excelentísimo Teófilo: Muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros, siguiendo las tradicio-nes transmitidas por los que primero fueron testigos oculares y luego predicadores de la palabra. Yo también, después de comprobarlo todo exactamen-te desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las ense-ñanzas que has recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie pa-ra hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anun-ciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y se sentó. Toda la sinagoga ten-

ía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.»

IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (C)

31 de enero de 2010 EVANGELIO (Lc 4, 21-30)

En aquel tiempo, comenzó Jesús a decir en la sina-goga: «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír» Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de sus labios. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?» Y Jesús les dijo: «Sin duda me recitaréis aquel refrán: "Médico, cúrate a ti mismo"; haz tam-bién aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún.» Y añadió: «Os aseguro ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os ga-rantizo que en Israel habla muchas viudas en tiem-pos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en to-do el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue en-viado Elías, a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos habla en Israel en tiempos del profeta Elíseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.» Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pue-blo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.

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Continuamos con el comentario de las pinturas murales que decoran la cabecera de nuestro templo parroquial. Antes de avanzar en otras consideracio-nes, me veo obligado a matizar uno de los apuntes que hice en el número anterior de esta revista: la técnica pictórica empleada no parece haber sido la del buon fresco. Según la opinión de J.M. Almansa Moreno (La pintura mural del Renacimiento en el Reino de Jaén, 2008, págs. 201-204 y 267), se trata de una técnica mixta que combina el fresco propia-mente dicho con retoques de temple, aplicados cuando la pared ya estaba seca. En cualquier caso, no cabe duda de la fuerza cromática que podemos contemplar en esta bóveda.

Una vez aclarado esto, recordemos que las fi-guras habían quedado individualizadas en una es-pecie de casetones, aunque orientadas a formar un programa iconográfico unitario: la Gloria, la Santísi-ma Trinidad en su Trono de Gracia, acompañada por una corte celestial de ángeles y personajes bíblicos. Todo ello en el contexto de lo que tradicio-nalmente se ha denominado Contrarreforma. Es decir, en línea con los postulados del Concilio de Trento, dirigidos a instruir a los fieles ensalzando el dogma católico, con la mayor claridad posible, fren-te a las herejías de los protestantes.

Junto al Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la iconografía principal se completa con los seis per-

sonajes que aparecen en la base de la bóveda, bajo nervios que trazan arcos escarzanos. Se presentan todos en posición sedente, revestidos con ropajes de plegamiento pesado e identificables, cada uno de ellos, por sus respectivos atributos.

En los extremos se colocan dos personajes del Antiguo Testamento, David y Moisés. El rey David, de rostro apacible, pelo castaño y crespo, entona los Salmos con el arpa y deja entrever una muscu-latura poderosa mediante la insinuación de las ve-nas en manos y cuello. Moisés, distinguido con dos rayos sobre la cabeza tras su encuentro con Dios

LOS FRESCOS MANIERISTAS EN EL ÁBSIDE DE SAN PEDRO

(II)

Pedro

David Moisés

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en el monte Sinaí (Ex., 34, 29-30), se nos muestra ataviado como un guerrero, con la coraza de cuero y calzando cáligas de soldado romano. Patriarca del pueblo judío, Moisés sujeta un cayado con la mano izquierda, apoyada sobre la rodilla, y las dos Tablas de la Ley con la mano derecha. En ellas hay escrita una leyenda de caracteres judaicos, aunque algu-nos trazos son erróneos. El significado literal, si es que realmente lo tiene, es algo que se nos escapa.

En las calles intermedias se ubican dos apósto-les, San Pedro y San Pablo. Al primero se le repre-senta con porte macizo y rudo, barba recortada, pe-lo canoso y ensortijado, de acuerdo con los mode-los iconográficos que la tradición había fijado desde el siglo IV, aunque sin la calva o tonsura. Su ceño fruncido no intenta transmitir un carácter huraño, sino el sollozo contrito por sus negaciones durante la Pasión (en nuestra cultura, el color amarillo de su toga o manto recuerda precisamente ese momen-to). Apoya en su pierna izquierda un libro que sos-tiene con esa mano; se trata de sus escritos apostó-licos. Con la derecha empuña dos llaves a modo de cetro. Constituyen su atributo por excelencia, inspi-rado en el pasaje donde Cristo le promete las llaves del Reino de los Cielos (Mt. 16, 19). El artista pintó una llave dorada y otra de hierro, en alusión al Cielo y a la Tierra, según la costumbre (recuérdese el fa-moso fresco de Perugino para la Capilla Sixtina).

A San Pablo se le pinta como el más anciano de todos, con la piel fláccida y la expresión cansa-da, sosteniendo con la mano derecha una espada, signo de su martirio en Roma, donde murió decapi-tado durante la primera persecución. Con la mano izquierda sujeta un libro que apoya en la nube que le sirve de estrado. Curiosamente, este libro se ha colocado al revés, ya que es en el canto, y no el lomo, donde leemos “EP / PAVOLI / AP” (“Epistulae Pauli Apostoli”, cartas del apóstol San Pablo). Se comete un error lingüístico al mezclar latín e italiano en la palabra “Pavoli”.

Flanqueando a Cristo se encuentran las dos personas que participaron en su venida y revelación al mundo, la Virgen María y San Juan Bautista. María es la única con nimbo de santidad, destacan-do así la pureza que había sido negada por los pro-testantes. Gira el torso para mirar al Hijo en actitud de oración, con los brazos cruzados sobre el pecho, rememorando una frase evangélica: “su madre guardaba todo esto en su corazón” (Lc. 2, 51). No obstante, adolece de frontalidad en la posición del brazo izquierdo. Por su parte, la representación de San Juan Bautista, aun dentro de los cánones clási-cos, no consigue transmitir el misticismo que le ca-racteriza. Su rostro con perilla es de los más logra-dos, tanto que hace pensar en un posible retrato. La desnudez de su cuerpo, referencia a una vida eremítica en el desierto, está parcialmente cubierta con la piel de camello, aunque demasiado ampulo-sa en este caso. Con la mano izquierda sostiene una vara en forma de cruz, con una cinta helicoidal donde leemos “ECCE A[G]N[VS] DEI” (“He aquí el Cordero de Dios”, Jn. 1, 36). También gira la cabe-za hacia esta parte, buscando con la mirada a San Pablo y a Moisés. Transmite a estos la identidad del Hijo, a quien señala con el dedo índice y el brazo derecho extendido, aunque sólo el apóstol le presta atención.

Pablo

María

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Esta disposición de las figuras principales guar-da una simetría convergente hacia el Hijo, transmi-tiendo un mensaje claro: en Cristo culmina el plan de la Salvación. La Antigua Alianza, sellada por Dios con Moisés tras haber liberado a los israelitas de su esclavitud en Egipto, ha sido renovada por Jesús, el Mesías esperado por cuyo advenimiento clamaban los Salmos del rey David. Encarnado en el vientre de la Virgen María, anunciada su presen-cia entre los hombres por el Bautista, Jesucristo marca un antes y un después en la Historia. Ha se-llado una Nueva Alianza con su Pasión y Muerte. Los instrumentos del martirio (arma Christi) son pre-sentados al Padre eterno por los ángeles de la par-te superior, en testimonio de que el Sacrificio se ha consumado y que, de este modo, se ha logrado la salvación del género humano. Dios ya no hablará por los profetas, como hizo en la antigüedad. El Hijo, la Palabra hecha carne, habla para nuestra salvación. A partir de ahora corresponde a su Igle-sia transmitir el Evangelio, una Iglesia fundada so-bre la primacía de San Pedro y abierta a la humani-dad entera, representada por San Pablo, el apóstol de los gentiles. Ya sólo queda esperar la Parusía, la segunda venida de Cristo en majestad.

La simetría se mantiene entre los querubines que coronan a los personajes principales. Forman parte de una iconografía secundaria o accesoria. Si observamos desde el eje central hacia el exterior, a ambos lados del Espíritu Santo se disponen sendos querubines arrodillados, en actitud orante, seguidos por otros dos que gravitan y que han sido pintados con escorzos muy profundos. Se suceden a conti-nuación las parejas de querubines sentados y, final-mente, los que están de pie. Estos querubines, de evidente inspiración italiana, son los característicos putti, unos motivos clásicos recuperados durante el renacimiento. En cierto modo, su naturalismo hace sorprendente que fueran incluidos en esta bóveda, destinada al templo parroquial de una villa agraria de Jaén a finales del siglo XVI.

Toda esta simetría que venimos comentado queda rota a nivel compositivo, de acuerdo con el gusto manierista que ya imperaba a finales del siglo XVI. En conjunto, se nos ofrece una composición más equilibrada y estática en la mitad izquierda de la bóveda. En el extremo está cerrada por el rey David, sentado de espaldas al tema central, pero con la cabeza vuelta y elevando la mirada hacia el Padre. El efecto se acentúa con la parabólica que remata su figura, delineada por el arpa y los plie-gues inferiores de la túnica. Este lado de la bóveda se convierte en un circuito de comunicaciones aje-nas a nosotros de no ser por San Pedro, cuya mira-da frontal, reforzada por la de uno de los querubi-nes que lo coronan, conecta directamente con el espectador y capta su atención. De este modo se consigue que el apóstol adquiera protagonismo, y con él sus sucesores, los Papas, cuya autoridad había sido negada por los protestantes. Se potencia también en el cromatismo: el verde claro de su túni-ca y el ocre de su manto, con reverso lila, son colo-res que introducen variedad y logran avanzar su figura, destacándose al combinarlos de nuevo en los tres ángeles de la parte superior.

MANUEL JESÚS

CAÑADA HORNOS

El Bautista

Series de

querubines

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El próximo día 6 de enero, durante la misa, San Mateo nos recordará que “unos magos de Oriente”, guiados por una estrella, “entraron en la casa, vie-ron al niño con María, su madre, y cayendo de rodi-llas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” (Mt. 2, 1-12).

Eso es todo cuanto nos dice el Evangelio acerca de estos personajes, cuya presencia en Belén signi-fica la manifestación de Jesús al mundo, la Epifanía del Señor. ¿Quiénes eran? Lo más probable es que se tratara de unos sacerdotes procedentes de Per-sia, en Oriente Medio, dedicados a la astronomía entre otros campos del conocimiento humano. Inter-pretaron el avistamiento de un fenómeno en el cielo (una estrella, un cometa o una conjunción planeta-ria) como una señal, el prodigio que anunciaba el nacimiento de un ser poderoso, sublime. Indagaron, estudiaron y encontraron las profecías del Antiguo Testamento. No les cupo duda. Estos hombres no eran reyes, pero sí personas sabias muy influyentes y cercanas al poder. Se les llamaba Ma-gu-u-sha, término que pasó al griego y al latín, de donde pro-cede que nosotros los llamemos Magos, aunque carezca de las connotaciones literales de ese con-cepto.

Su historia se ha completado con la tradición, muy antigua en este caso; se remonta al Evangelio Apócrifo del Pseudo Tomás, escrito en el siglo II. Nosotros consideramos a tres reyes, equivalentes al número de obsequios presentados al niño Jesús, pero otras tradiciones elevan su número a cuatro y hasta doce.

Los nombres de nuestros tres Reyes Magos apa-recen por primera vez en el siglo VI, en la iglesia de San Apolinar Nuovo (Rávena, Italia), donde se les identifica como Gaspar, Melchior y Balthassar. Su iconografía también se ha ido formando a lo largo del tiempo hasta quedar consolidada a finales del

siglo XIV, con un doble significado: las tres edades del hombre y, a la vez, los tres continentes conoci-dos hasta ese momento:

Melchor: un anciano de barba blanca que re-presenta a Europa.

Gaspar: un adulto de edad media, con barba negra (el color castaño es posterior), que repre-senta a Asia.

Baltasar: un joven de piel negra, que represen-ta a África.

En nuestro tiempo, además, aquellos sabios que adoraron y obsequiaron al niño Jesús también se han convertido en portadores de ilusión… y de re-galos. No deberían serlo sólo para los niños. Preci-samente acabamos de ver que simbolizan las tres edades del hombre. Ya que consumimos, hagámos-lo con nobleza y acordémonos también de los an-cianos. Por lo demás, no caigamos en la trampa de adulterar el significado de los Reyes de Oriente ni de reducirlos a personajes de reparto. Están avala-dos por siglos de historia. Con su aspecto bo-nachón y su traje de diseño, el opulento Papá Noël se nos va colando por los balcones después de hacerlo por televisión. Ya no le van las chimeneas. Absurdo marqueting americano de una economía globalizada, que nos está vendiendo abetos y ace-bos en vez de un Portal de Belén.

LOS REYES MAGOS

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Todos les debemos sus oraciones y sacrificios, que sólo Dios ve

Del 19 de junio de 2009 al 11 de junio de 2010,

el Papa Benedicto XVI ha invitado a toda la Iglesia a celebrar un año jubilar dedicado al sacerdocio, con ocasión del ciento cincuenta aniversario de la muerte de San Juan María Vianney, el santo cura de Ars (Lyon, Francia), patrón de los sacerdotes.

Como señala el Papa en la carta con la que convo-ca este año jubilar, ha habido situaciones deplora-bles y nunca lo suficientemente condenadas en las que algunos sacerdotes han tenido comportamien-tos indignos de su vocación, inaceptables en cual-quier cristiano, pero aun más en un sacerdote. Siendo esto verdad, no lo es menos que son mu-chos más los buenos sacerdotes que, día a día, en la historia de nuestros pueblos y ciudades han dado y dan la vida de modo silencioso, de espaldas a la fama y los aplausos, únicamente preocupados en hacer todo el bien que pueden. Cuántos deben a su cura haber aprendido a leer y a escribir, la ayuda para acceder a mejores estudios o a un puesto de trabajo, el pan que a veces ha faltado y todavía hoy sigue faltando en las familias necesitadas, el conse-jo para las grandes incertidumbres de la vida, el consuelo en el dolor, la compañía en los peores

momentos… y todos les debemos sus oraciones y sacrificios, que sólo Dios ve y que esperamos que él mismo les recompense.

Nuestro país tiene una marcada herencia anti-clerical, fomentada por el chiste y la burla fáciles. Nos hemos vuelto desagradecidos y abunda una amnesia histórica que no nos deja recordar nues-tras raíces. Hemos olvidado que los sacerdotes han estado en el origen de la enseñanza para todos, de los hospitales, las universidades, los servicios so-ciales, la defensa de los derechos y la dignidad del mundo laboral,… han sido y son el mejor ejemplo de creatividad a la hora de dar respuesta a las mil y una necesidades de cada realidad. Este año sacer-dotal quiere llamarnos a todos a valorar lo que el sacerdocio ha significado y significa para el bien de la Iglesia y de la sociedad.

Tanto el pasado siglo como el que estamos es-trenando pueden resumir su historia con la siguien-te expresión: “el Paraíso no existe en la tierra”. Los regímenes totalitarios, los avances técnicos y cientí-ficos, la política, el desarrollo económico, las ideas y modas revolucionarias… nos han prometido y hasta a veces nos han hecho creer que tendríamos el paraíso en la tierra. Ese paraíso que tanto desea cada uno en su corazón, la felicidad que incansa-blemente buscamos, hay quien no deja de ofrecér-nosla ya, fácilmente, del modo más cómodo y más barato. Pero lo que al final estamos consiguiendo

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es una gran frustración, una desesperanza que nos lleva a conformarnos con cualquier cosa y a llamar-le paraíso a experiencias, momentos y sensaciones que no son capaces de satisfacernos plenamente. “Estamos de vuelta”… y es normal, porque el Paraí-so no nos lo puede dar nada ni nadie de este mun-do.

Dios, que nos ha creado y ha puesto en todo ser

humano el mismo deseo infinito de felicidad, ha en-trado en nuestra historia, se ha hecho hombre y de este modo ha introducido en nuestro mundo el ver-dadero Paraíso que es él mismo. El Paraíso es una persona con nombre propio: Jesucristo. Él es nues-tro Dios, el único que puede saciar el deseo de nuestro corazón. Jesús es el verdadero Cielo, el verdadero Paraíso que disfrutaremos plenamente en la vida eterna, pero que se hace presente ya aquí, en la tierra, por los sacramentos y la vida de la Iglesia. Cada vez que celebramos la Misa o nos po-nemos ante Jesús-Eucaristía podemos decir que ya estamos pregustando el Cielo. Sin sacerdotes no hay Eucaristía, no hay perdón de los pecados, no hay sacramentos… sin curas no hay Paraíso.

Así lo expresaba el cura de Ars: "Si desapare-ciesen los sacerdotes, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote. ¿Quién ha recibido vuestra alma apenas renacida en el bautismo? El sacerdote. ¿Quién la nutre con la Eucaristía para que pueda terminar su peregrina-ción? El sacerdote. ¿Quién la preparará para com-parecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? El sacerdote, siempre el sa-cerdote. Y si esta alma llegase a morir (a causa del pecado), ¿quién la resucitará y le dará el descanso y la paz? También el sacerdote... ¡Después de Dios, el sacerdote lo es todo!... Él mismo sólo lo en-tenderá en el cielo". Estas afirmaciones, nacidas del corazón sacerdotal del santo párroco, pueden pare-cer exageradas. Sin embargo, revelan la altísima consideración en que tenía el sacramento del sa-cerdocio. Parecía sobrecogido por un inmenso sen-tido de la responsabilidad: "Si comprendiéramos bien lo que representa un sacerdote sobre la tierra, moriríamos: no de pavor, sino de amor... Sin el sa-cerdote, la muerte y la pasión de Nuestro Señor no servirían de nada. El sacerdote continúa la obra de la redención sobre la tierra... ¿De qué nos serviría una casa llena de oro si no hubiera nadie que nos abriera la puerta? El sacerdote tiene la llave de los tesoros del Cielo: él es quien abre la puerta; es el administrador del buen Dios; el administrador de sus bienes... Dejad una parroquia veinte años sin sacerdote y adorarán a las bestias... El sacerdote no es sacerdote para sí mismo, sino para vosotros".

No hace mucho encontré este simpático texto de autor desconocido. Su título es “El sacerdote: Signo de contradicción”.

Dice así:

Si es puntual para la Misa … lleva el reloj adelantado. Si empieza tarde la Misa… nos hace perder el tiem-po a todos. Si hace obras en la iglesia…vdespilfarra el dinero. Si no las hace… le interesa poco la iglesia. Si tiene amigos ricos… vive con los que mandan. Si se rodea de pobres… es un revolucionario. Si es joven… le falta experiencia. Si es mayor… debería jubilarse. Si hace salidas con los jóvenes…descuida la parro-quia. Si no las hace… es que no se preocupa de los jóve-nes. Si participa en las actividades del pueblo… quiere meterse en todo. Si no participa… desconoce la realidad de la gente. Y… si el Obispo cierra la Parroquia por falta de sa-cerdotes… entonces todo el pueblo firma una carta de protesta. Si falta el sacerdote, ¿quién le sustituirá? Si alguien quiere hacer algo por este mundo, nada mejor que dar la vida como sacerdote. La tarea es dura, hay que despertar a un mundo dormido, pero merece la pena. Sólo Dios sabe la alegría impaga-ble que reciben nuestros pobres corazones de sa-cerdote, cuando vemos en la intimidad de las perso-nas cómo Dios devuelve la alegría, la esperanza, la dignidad… Si hay algo que necesita este mundo son sacerdotes y buenos sacerdotes, sacerdotes santos. Hombres dados a tiempo completo, entre-gados en cuerpo y alma por el bien de las perso-nas, en sus necesidades materiales y sobre todo en las espirituales, de las que estamos tan necesitados y para las que el sacerdote es im-prescindible. Yo sólo puedo decir que soy inmensa-mente feliz, que no me cambio por na-die, y que mil ve-ces que naciera, mil veces que vol-vería a ser sacer-dote.

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¿Qué pasó con aquellos deseos que brotaron en nuestro corazón al terminar de oír las doce cam-panadas y nos hicieron decir: "¡Ahora sí, este año sí!

Suenan las campanas en el reloj. Son las 12. Las 12 de la noche. Parece que los meses del año que termina, con

sus días y sus horas se columpian en cada una de ellas... Doce meses, doce campanadas. El año se va. El año se acaba. Se esfuman los doce meses como en un conjuro de tiempo y eternidad. Los tuvi-mos en nuestras manos paro ya no volverán.

Fueron instantes nuestros, únicos e irrepetibles, vividos dentro de nuestro libre albedrío, hora tras hora y ahora se van, perdiéndose en la noche últi-ma del año. La noche vieja.

El poeta dice: El indivisible tiempo lo hemos dividido en años y así decimos que pasa cuando nosotros pasamos.

Así es, decimos que el tiempo se va cuando somos nosotros los que nos vamos. Decimos que el tiempo corre, que el tiempo vuela, pero los que co-rremos, los que volamos sobre el tiempo somos no-sotros. El tiempo siempre está, el tiempo ni tiene tiempo, ni es joven ni viejo, nosotros si.

Las 12. Es Noche Vieja. Un año nuevo está por comenzar.

Las 12 horas del 31 de diciembre. ¿Qué hici-mos con estos trescientos sesenta y cinco días? ¿Qué dijimos, qué pensamos una noche como esta pero del año pasado? ¡Cuántos planes, cuántas promesas, cuántos propósitos! ¿Somos los mismos

de aquella noche de otras muchas noches o senti-mos que fuimos limando las aristas de nuestro carácter, rellenando "baches" en los que caíamos una y otra vez, quitando obstáculos, que quizá amá-bamos pero que nos hacían tropezar en nuestro plan de ser mejores como seres humanos en nues-tra plenitud y dignidad? ¿Qué pasó con aquellos deseos vehementes que brotaron en nuestro co-razón al terminar de oír las doce campanadas y nos hicieron decir: "¡Ahora sí, este año nuevo sí!

Poco a poco se nos fueron aminorando las fuer-zas, el entusiasmo, y llegó esa desgana o indiferen-cia por las cosas. La bruma de la rutina nos envol-vió en sus días grises y nos heló el corazón y el co-raje.

O no fue así... y sentimos que sí ha habido un cambio positivo. Que el sol del amor nos arropa y podemos repartir el calor que hay en nuestra alma a los demás. Que estamos en pie de lucha, que las 12 campanadas resuenan en nuestro corazón como el tañer de las campanas de la Ermita invitándonos a orar.

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Con motivo de la nueva ley del aborto en España, los decanos de las Facultades de Medicina, Enfer-mería, Ciencias y Farmacia, y el director general de la Clínica de la Universidad de Navarra quere-mos proponer y compartir una reflexión serena so-bre una realidad compleja que trasciende los lími-tes de nuestro país y el presente que nos toca vi-vir. Celebramos que la humanidad ha avanzado tanto a lo largo de la Historia, entre otras razones, por-que nos hemos equivocado mucho. Todos. Todos tenemos alguna responsabilidad ante la historia y 2009 puede marcar el comienzo de un hito, como en su momento fue la abolición de la esclavitud y como ojalá pronto sea la derrota del hambre y la pobreza. Comprendemos el sufrimiento de muchas mujeres ante un embarazo imprevisto. Necesitan un apoyo que sólo personas con corazón pueden prestar… y hay muchas personas así. La defensa de esas mu-jeres clama a nuestra conciencia y una mirada compasiva nos recuerda que otro ser humano comparte esa tragedia en una posición de mayor debilidad todavía. El avance científico nos brinda hoy datos clave desconocidos en buena parte del siglo XX. Qué coraje social mostramos con esa evidencia desde los ámbitos universitarios, políti-cos, económicos… Nos negamos a solucionar la tragedia de un emba-razo indeseado con la tragedia superior del aborto. Nos negamos a incorporar las técnicas abortivas a los contenidos de la educación. Nos compromete-mos a formar profesionales para curar, investigar y ayudar. Nuestra ilusión es que la educación y la informa-ción lleguen a todas las mujeres. Saber es un de-recho.

Nuestra ilusión es que una mujer embarazada nun-ca se encuentre sola, sino que el padre y el hijo también cuenten. La vida que comienza es asunto de tres. Nuestra ilusión es que la pugna política y la legisla-ción compitan por la defensa de los más débiles, el hijo y la madre. Una sociedad que protege al débil es fuerte. Nuestra ilusión es facilitar que padres incapaces de hacerse cargo de un niño encuentren a otros que pueden y lo desean. Una solución para dos problemas. Nuestra ilusión es que pronto se estudie como histórico el triunfo de una humanidad valiente que superó el aborto como superó la esclavitud. El or-gullo de ser humano. Nuestra ilusión es que los hombres y las mujeres tomemos decisiones hoy que nuestros hijos aplau-dan mañana. Podemos transmitir más de lo que heredamos. Nuestra ilusión es que la medicina, la enfermería, la biología, la farmacia y la universidad en general sean aliados por la vida. La historia juzgará nuestra pasividad cómplice o nuestro compromiso solidario con el débil. No hay mejora sin cambio. Hoy es el día de cambiar en España, en Europa y en el mundo. Declaración firmada por: José Andrés Gómez Cantero, director general de la Clínica Universidad de Navarra; María Pilar Civeira, decana de la Facultad de Medi-cina; Iciar Astiasarán, decana de la Facultad de Farma-cia; Ignacio López Goñi, decano de la Facultad de Ciencias; Mercedes Pérez, directora de la Escuela de Enfer-mería Pamplona, 15 de diciembre de 2009

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No es menester, hijo mío, saber mucho para agradar-me; basta que me ames con fervor. Háblame senci-llamente, como hablarías al más íntimo de tus ami-gos, o a tu madre, o a tu

hermano. I. ¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos: dime al punto qué quisieras hiciese ac-tualmente por ellos. Pide mucho, mucho; no va-ciles en pedir; me gustan los corazones genero-sos, que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos para atender a las necesidades ajenas. Háblame con sencillez, con llaneza, de los po-bres a quienes quisieras consolar, de los enfer-mos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los ami-gos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado. Dime por todos una palabra de amigo, en-trañable y fervorosa. Recuérdame que prometí escuchar toda súplica salida del corazón, ¿y no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón ama especialmen-te? II.Y para ti ¿no necesitas alguna gracia? Haz-me, si quieres, una lista de tus necesidades y léela en mi presencia. Dime francamente que sientes soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez, egoísta, inconsciente, negligente..., y pídeme

luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para sacudir de encima de ti tales miserias. No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cie-lo tantos justos, tantos santos de primer orden, que tuvieron esos mismos defectos! Pero roga-ron con humildad..., y poco a poco se vieron libres de ellos. Ni menos vaciles en pedirme bienes espiritua-les y corporales: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios; todo eso pue-do darlo, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Por hoy, ¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer en tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte! ¿Traes ahora mismo entre manos algún proyecto? Cuénta-melo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres haga por tu hermano, hermana, por tu amigo, por tu superior? ¿Qué desearías hacer por ellos? ¿Y por mí? ¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho y que viven quizá olvidados de mí? Dime qué cosa solicita hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente y con qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y Yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras que me interesase algo en tu fa-vor? Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su liber-tad, adonde me place.

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III. ¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuén-tame, cuéntame, alma desconsolada, tus triste-zas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas del tuyo. Cuéntamelo todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mí, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago re-cibirás mi consoladora bendición.

¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma

aquellas vagas melancolías que, no por ser in-

fundadas, dejan de ser desgarradoras? Échate

en brazos de mi Providencia. Contigo estoy;

aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo

oigo, ni un momento te desamparo.

¿Sientes desvío de parte de personas que an-tes te quisieron bien, y ahora, olvidadas, se ale-jan de ti sin que les hayas dado el menor moti-vo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de ser obstáculo a tu santificación. IV. ¿Y no tienes tal vez alguna alegría que co-municarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella a fuer de buen amigo? Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho co-mo sonreír tu corazón. Quizá has tenido agra-dables sorpresas, quizá viste disipados negros recelos, quizá recibiste faustas noticias, alguna carta o muestra de cariño; has vencido alguna dificultad o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo esto, y Yo te lo he proporcionado: ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud y decirme sencillamente, como hijo a su padre: ¡Gracias, Padre mío, gracias! El agra-decimiento trae consigo nuevos beneficios, por-que al bienhechor le agrada verse correspondi-do. V. ¿Tampoco tienes alguna promesa que hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se les engaña fácil-mente, a Dios no; háblame, pues, con toda sin-ceridad. ¿Tienes firme resolución de no expo-nerte ya más a la ocasión aquella de pecado? ¿De privarte de aquel objeto que te dañó? ¿De

no leer más aquel libro que avivo tu imagina-ción? ¿De no tratar más a la persona que turbó la paz de tu alma? ¿Volverás a ser dulce, ama-ble y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, has mirado como enemi-ga? Ahora bien, hijo mío: vuelve a tus ocupaciones habituales; al taller, a la familia, al estudio...; pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del santuario. Guarda en cuanto puedas silencio, modestia, recogimiento, resig-nación, caridad con el prójimo. Ama a mi Ma-dre, que lo es también tuya, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más en-tregado a mi servicio. En mi Corazón hallarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, con-suelos nuevos.

Quién es, que lleva túnica blanca

Con tu nacimiento hiciste la esperanza

Con tu muerte un alma atravesada.

Partimos de no venganza porque en nuestros corazones, tu

alma descansa.

Una felicidad innata, a la muerte venciste

Un Domingo por la mañana

Pues tu paso he seguido y la felicidad he conseguido

Gracias DIOS mío.

miguel jim.ort

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SANTORAL DE ENERO

01 Solemnidad de Santa María, Madre de

Dios. Manuel. Jesús

02 San Basilio. San Gregorio

03 Santa Genoveva

04 San Rigoberto

05 Santa Emiliana

06 Epifanía de Nuestro Señor. Melchor,

Gaspar, Baltasar

07 San Raimundo De Peñafort, presbítero

08 San Severino, abad

09 San Eulogio de Córdoba

10 San Gregorio X, papa. San Nicanor

11 San Martín de león

12 Santa Tatiana (Tania)

13 San Hilario de Poitiers

14 San Juan de Ribera. San Dacio

15 San Mauro

16 San Marcelo. San fulgencio

17 San Antonio el Grande, solitario de la

Tebaida (San Antón)

18 Santa Margarita de Hungría. Santa Beatriz

19 San Mario

20 San Fructuoso. San Sebastián

21 Santa Inés

22 San Vicente

23 San lldefonso

24 San Francisco de Sales.

25 Conversión de San Pablo

26 SanTimoteo. San Tito

27 Santa Ángela de Mérici

28 Santo Tomás de Aquino

29 San Pedro Nolasco

30 San Barsen

31 San Juan Bosco