Sancho Saldaña o El Castellano de Cuéllar. Tomos I y II

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Sancho Saldaña o El Castellano de Cuéllar Tomos I y II Por José de Espronceda

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SanchoSaldañaoElCastellanodeCuéllar

TomosIyII

Por

JosédeEspronceda

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TOMOI

CAPITULOI.

Serían las tresde la tardeundíadelmesdeagosto, cuandounmozodeapariencia pobre y en traje muy derrotado, después de haber atravesado elarenosopinardeOlmedo,sesentóalasfrescasorillasdelrioAdajaalpiedeunárbolquesombreaba lacorrienteyconvidabaadescansar.Parecía serdeedaddediezyochoaños,yaunqueelpolvodelcaminoyelcalordelsolletraíanalgodesfigurado,sumiradaeraalegre,susemblantenobleysucuerpoairoso,siendoesteelogiotantomásjustocuantomenossutrajeyadornosleayudaban a merecerlo. Traía un coleto de ante tan acuchillado, roto ymugriento,queapenasseconocíadequéera;unasobrebestaquehabíasidodecolorverde,ydequeaúnquedabanalgunosgironesraídos;unsombrerotejidode hojas de árboles, las piernas y pies descalzos, y una lanza en la manoderecha,quetalparecíaelpalodequeveníaarmado,yqueteníaporconteraunregatóndehierro.

—Veamos, dijo al sentarse, si aun aquí dentro del agua me mortificantambiénestosmalditostábanosquemepersiguen.

Yentróambospiesenelaguahasta la rodillaconmuchocuidadodenomojarseelvestido,comosilotuvieraenmuchaestimaynoquisieraecharloaperder.Luegoqueserefrescódelfuegodelasarenasyrepusodelaspicadurasdelos tábanos,sacóunpañizueloblancomuylimpiodeunzurrónquetraía,perotandesgarradoyabiertoportantaspartesqueporlamáspequeñalecabíaelpuño.Tendiólosobrelayerbaaguisadeservilleta,yexclamó:

—¡Ocaracamisamía,queportantotiempofuistemimásíntimaamiga,yquetanaficionadometeníasquesiempretequisetenerconmigoytetrajetana raíz de mi carne por tanto tiempo! ¡A qué punto hemos llegado, amadacamisa mía, que cuando creí que de tanto andar juntos y tan apegados tehabríasconvertidoenmipropiacarne,yqueéramoslosdosunomismo,halléque de tus anchos y espaciosos vuelos no quedaba ya otra cosa que estepedazoqueencontréaduraspenasbuscándotepormícuerpo,yquehavenidoapararenmantelacuentadetusservicios!Omniamoriuntur,comodecíaelabaddeBenedictinosquemecrio.Consuélate,queportinosediráalmenosdetuamoquenocomepanamanteles;consuélate,celosíademismanjares,puestaltepuedollamar,queeresmástrasparentequeelcristal,masdiáfanaqueelaire,ytienesmásheridasqueelguerreromásveteranoyacreditado.

Mientrasapostrofabadeestamaneraaltristerestodesumalogradacamisa,

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ibasacandodelalforjalasconsumidasypocoapetitosasviandasquellevabapara el camino, y se entretenía en colocarlas con elmejor orden, simetría ycuidadoqueleeraposible.Consistíasurepuestoendosotresmendrugosdepan algún tanto petrificados, un pedazo de queso ovejuno no muy tiernotampoco,doso tres tomatescrudos,yunabotadevinoblanco, aunquemásllena de aire al parecer que de vino. Sacó tras esto un estoque, que no eramenoslargalanavajaqueleservía,contemplóunratoconmuestrasdemuchogusto la armonía y distribución de sus platos, y empezó su ocupacióngastronómicaconairedesenfadadoyapetitoso.

—Algo rebelde te encuentro, dijo al dar una dentellada en uno de losmendrugos,yqueélpresumióquelecostabaundiente:nocreí,prosiguió,quedespuésdequincedíasquetellevoenmicompañía,ycuandomásamañadoysuavede tratodebía encontrarte, te hallase cadavezmásdurode corazónymenossociable.Peroyatecastigaré,yharéverhastadónderayamivalorytupresunción.

Dicho esto clavó el diente a modo de perro de presa en el endurecidomendrugo,quedandoindecisalavictoriaporunmomento,hastaquealfinelruido de los demolidos coscurros, y el simultáneo movimiento de laspoderosasquijadas, ladeclararonporelmancebo,quenosatisfechoconesteimportante triunfo, siguióconelmayordenuedohastasepultarensuvientredesdeelprimerohastaelúltimodesusenemigos.Concluidaestaoperación,ysino satisfecho su apetito, aliviada su necesidad, se echó al rio de bruces ybebióagua:lioenseguidaelmantel,tentólabota,yviendoqueestabavacíadiounsuspiro,ydoblándolalaguardóenelzurrónconlosdemásutensiliosdesucomida.Tomóenseguidaunashojasdeunlibromanuscritasdebuenaletraenlatínenqueveníaenvueltoelqueso,ytendiéndosealalargasobrelayerba,empezóadeletrearavocescomoesusodemallector.Luegoquehuboleídoun rato exclamó: ¿Y qué quiere decir todo esto? ¿Y es posible me hayacostadotantoazote,yalfinyalcabonohayapodidoelbuenabadsalirconlasuyadequeyo aprendiera?Aunque adecir verdad, yo creoque él no sabíamucho más de lo que me ha enseñado. ¡O vida regalada del monasterio!¡Cuántasvecesteechodemenos!Soloporaquellodedulces,exubiœdumfataDeusquesinebant,comorepetíaelbuenabadcuandomeregalabaelrostroconalgunapalmadaynodelasmássuavesenpruebadesucariño:soloporesoconservoestaspocashojas,dequenohepodidoaunentenderlaprimerallana,y por lo queme imagino, y no sin razón, que tampoco entenderé la última.Peroenfin,bastadelectura,ydurmamosunpocohastaquecaigalatardeymepuedaaprovechardelfrescoparaseguirmicamino.

Diciendoestosecubrióelrostroconelsombrero,ydeallíapocoempezóaroncarcontantafuerzayestrépitoquesuronquidobastaríaadespertar lossietedurmientes,yaunahacerlevantarlosmuertoseldíadeljuiciofinal.

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Eraentonces lahorade la siesta, y el sol en toda su fuerza abrasaba losextendidoscamposdeCastilla,quesíbienmáspobladosenaquellostiempos,noporesoloshaciamenosáridoslasequedadpropiadelaestación,ysobretododesdeOlmedoaCuellar,queeraelcaminoquealoqueparecíallevabanuestrogalán.Unbosquedepinoscubreaunhoydíaestecaminoarenoso,enquesehundeaveceslapiernahastalarodilla,ydondeelsol,quebrandosusrayos en cada grano de arena, reverbera del suelo con un esplendor tal quedeslumbra, dobla el calor y aumenta el cansancio y la fatiga del caminante.Soloseoyeelchirridocansadodelachicharrayelzumbidomonótonodelostábanos, y si algún soplo de viento viene acaso amecer la copa de un pinocuando el viajero abre los secos labios con ansia para recogerlo, respira elvientoabrasadodelosdesiertos,ouncierzodefuegoqueleconsumedesedylequemaenvezderegalarleconsufrescura.Tresríos,sitalnombremerecentresarroyosalgocrecidos,dividenestecaminoacortadistanciaunosdeotros,quelosnaturalesdistinguenconlosnombresdeAdaja,PironyCega,siendoesteúltimolalíneaofronteraqueseparalastierrasdelcastillodeIscardelasdeCuellar.ElAdaja,vadeableaunen invierno,yúltimo lindedeOlmedoaIscar,moja humildemente esta tierra, que se lo sorbe; pero en sus sombríasorillas,cubiertasdefrondososárboles,serespirayaairemásfresco,yofreceunaisladeverduraenmediodeaqueldesierto.

En sus riberas, pues, como hemos dicho, descansaba nuestrodesembarazadomozo de la penosamarcha que había traído, y no haría aunmedia hora que dormía a pierna suelta cuando sintió una cosa fría quelevantandoelsombreroqueletapabalacara,serefregabacontraél,almismotiempoqueunpesoenelpecho,queseremovía.Abriólosojos,yvioqueeraunperromastíndegrantamañoyadornadodesuscarlancas,quedespuésdehaber satisfecho su sed en el rio sehabía llegadoaolerle, y le afirmaba lasmanosenelpechomientraslehumedecíaelrostroconelhocico.

—Votoalperro,ymalañoparatuamo,gritóconenfadodeversedespertartanfueradesazón.¡Quítate!yloempujóalmismotiempoconfuerzaechandomanoaldesmesuradobastón,quehemostratadodedescribir.

Elperroseretiróatrásdosotrespasosgruñendocomopreparándoseparaembestirle,yelmozo,yapuestoenpie,enarbolóelpaloenalto,yaguardóasu enemigo con resolución.En esta actitud estaban frente a frente coreados,cuando la voz de un hombre y un silbido llamó la atención del mastínhaciéndolemudardeintento,ydeallíapocovolviótranquilamentehaciasuseñor, que saliendo de entre los árboles descubrió una facha tan rústica ysalvaje que no dejó de sorprender a nuestro campeón.Era de poca estatura,cuadrado, ancho de espaldas, y muy fornido de miembros: sus brazos, quellevabadesnudos, estaban cubiertosdeunbello tan espeso, largoy cerdoso,queparecíacrines:laspiernasarqueadas,susmanerasbruscas,supeloybarba

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negros,siendoestatanpoblada,crecidayrizada,quelecubríatodoelrostro,sindejarverenélmásquedosojosgrandesyverdesqueparecíaquelanzabanrayos, y acaso de tiempo en tiempo dos hileras de dientes blancos como elmarfil y tan juntos que parecían uno solo. No obstante, aunque su trazaimponía,yaunpodríadecirseasustaba,nosesentíaalverleaquelhorrorqueinspira la vista de un animal feroz, y en la viveza y valentía de sus ojos senotabanquizámásseñalesdenoblezaquedecrueldad.Traíavestidounsayovaqueroyabarcasporzapatos,llevabaenlamanoizquierdaunarcoyalgunasflechassuspendidasdeuncintodecuero,queleasegurabaasimismounhachade armas de dimensión disforme y extraordinario peso, y pendiente de unacuerdaquelerodeabaloshombros,colgabaasuespaldaunabocinaocuernodecazador.Todoestovioyobservóelrotomancebo,dudandosisepondríaendefensa, o iría, o le aguardaría con tranquilidad. El primer pensamiento leparecióperjudicialydisparatado,considerandoladesigualdaddesusarmas;elsegundo casi le pareció mejor; pero viendo que el recién venido no hacíamovimientoningunoofensivo,yquemuylejosdeesolehabíaevitadolariñaconelmastín,sedeterminóaesperarleapiefirme.

Elperroentre tanto llegócoleandoa suamo,quealargándole lamanoypasándoselaporellomo,

—Sagaz,ledijo,quiéndiablostemandameterteconunhombredormido:no te tengo yo enseñado a tan poca cosa. Serénate muchacho, añadióacercándosealderrotado,ydescubriendoconunasonrisairónicaelmarfildesu dentadura, que no parece sino que ibas a venir a lasmanos con un leónsegúnloalborotadoquetepusiste.

—No me alboroto yo por tan poco, y aunque el gozquejo es de buentamaño,nosécómo lehubiera idosi lehubiesearrimadoyo lapuntademibastón.

—Quizámejor que a ti, repuso el de la barba negra, porque no hubieraencontradoenquemordersinoenlacarne,segúnloligerayescasamentequevasvestido.

—Es el mejor traje de verano que tengo, replicó el mancebo condesenfado.

—Yelquemásgeneralmentetodoslosdíasafaltadeotromejor,repusoelotroconsorna.

—Mehedejadoelequipajeahícercaporcaminarmásagusto,respondiósincortarseelderrotadomozo.

—Pareces arriscadillo y resuelto, continuó el recién venido en elmismotono.

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—Quizámásdeloquetúcrees,lecontestóelmancebo.

—¿Yhaciadóndesecaminatanalaligera,señorgalán?preguntóeldelabarbanegra.

—Preguntaesesa, repusoelmozo,sobrequeesnecesariopensarmuchoantesderesponder,ytodoloqueyopuedodecirteesqueelfindemicaminoserádondeyomepare,yqueel lugardondemequedeserádondemevayabien,yencuentredondeejercitarmistalentos.

—Según eso no llevas otro camino que el que te de tu buena o malaventura, y si aquímismo te se ofreciese un acomodado tal como tú deseas,aquímismotequedarías.

—Ciertamente, repuso el mozo, aunque a decir verdad mío sé quécomodidadpuedehallarunhombrecomoyoenmediodeestedesierto.

—Puedehallar, replicóelVelludo,unacolocación libreyhonrosaque lepongaaligualdelosseñoresoíaspoderosos,yaunledéderechoavecesparaalternar con ellos; puede hallarla tal, si le sopla el viento de la fortuna, quellegueaserélmismounseñor,yatenercastillos,ejércitosyvasallos,

— ¡Brillante colocación, amigo mío! respondió el denotado. ¿Pero nopodía yo saber qué genero de talento es preciso para entregarse con fruto aocupacióndetantamontaytanproductiva?

—Nohayduda,peroantesesnecesarioquesepayoquiéneres,quépapelhasrepresentadoenelmundo,cuálestuinclinacióndecidida,ycuálestusmásaventajados talentos, que puesto me pareces mozo de disposición todavíanecesitoexaminartemásantesdedarteunhonrosocargo.

—Sinovieraquehabláis con seriedad, repuso elmancebo, dudaríade loquemedecís,porqueacalcularporvuestraapariencia(yestoseadichosalvoelrespetoquemeinspiraesecolgajodehierroquelleváisalcinto)noprometevuestratrazamásventajasalquevuestraseñoríaprotejaqueofrecelamía(sinfaltar sea dicho al respeto quemerecéis), y esto dijo echándole unamiradapicaresca de la cabeza a los pies, y concluyó su discurso con una profundainclinaciónjocoseria.

El hombre de la barba negra se sonrió, y lemiró como agradado de sudesenvoltura,ydándoleunapalmadaenelhombroledijo:

—¡Pobreniño!¡Cómoseconocequeaúnnohasvistoelmundosinoporun agujero, como se suele decir, y que juzgas solo por las apariencias, sinconsiderarquesiyotejuzgaseporlatuyanotepropondríaenmiimaginaciónparaempleodetantaimportancia!¡Pobreniño!Nosabestúconquiénhablas,silosupierastemblaríasenmipresenciaenvezdebufonear.

—Todopuedeser,contestóelroto,perodesdequedejédeoírenbocadel

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abaddeBenedictinoslacruelmáximadequelaletraconsangreentra,nohevueltoatemblarnunca,exceptocuandomeacuerdodelasangrefríaycachazaconqueponíaenejecuciónsuinexorablesentencia.

—Puestengamospazsiesasí,dijoeldelhacha,porquesiunabadtehacíatemblarconsusmáximas,yotengoalgunasquesitelasdijesepareceríaquetehabíasquedadodepronto sujetoa convulsionesyperlesías,y así repitoquetengamospaz,ysentémonossobrelayerba,dondemecontarástushazañas,yverésieresdignodelempleoenquehepensadoocuparte.

Ydiciendoyhaciendosesentó,ytirándoledelbrazoconfuerzaobligóanuestromozoaquesesentaseasu lado.La impresiónde lamanodelde labarbanegraenelbrazodelderrotado,dándoleunaaltaideadesumusculatura,le quitó la gana de chancearse, y el tono con que pronunció su amenaza leparecióqueteníaunnoséquédeverdadtanexpresivo,queleinfundióciertorespeto,ylellenódeconsideraciónhaciasupersona.

—Pídoosperdón,ledijo,sioshetratadocondemasiadalibertad,peromibuenhumorestal,quecuandonotengodequiénhastademímismomeburlo.

—Basta ya, le respondió el de la barba, y dime cómo te llamas, quemeparecequemehasdeacomodarparamiservicio.

Volvióleamirarelmozo,ynoleparecióhombredemuchoscriadoselqueseleproponíaporamo;peroelrespetoqueleinspirabaleimpidióhacermásobservaciones,yempezósuhistoriadeestamanera:

—YomellamoUsdrobal,soynaturaldeLeón,ynuncaheconocidoamispadres:cuandotuveusoderazónmehallérecogidoenunconveniodemonjesBenedictinos,yalcargodeunabadqueseempeñóenenseñarmealeer,yenque aprendiese latín. Aunque mi talento era despejado a voto de aquellospadres,yoeramásinclinadoaljuegoquenoalestudio.Ycomomeempeñéennoaprender,mesalíconlamía,yconladenoentrarenlaregla,queeraelpiadosointentodemimaestro.Diosmellamabaamípordiferentecamino,yasími primera hazaña fue convertir en pájaras y otras transformaciones lashojasdeunabibliaquehabíacostadodiezañosdetrabajoauncopista,yquehalléenlaceldadelbuenabad.Costómeestadiversióntantoazote,quetoméodioaloslibros,ydeaplicadoquepodríahabersidolleguéaaborrecerloscontanto ahínco, quedeterminénovolver a abrir ningunomás enmivida,másquemefueseenellotodamifortunaymibienestar.Teníayadoceaños,yeralo que se llama una alhaja: llevaba regularmente dos palizas al día, robabacuantafrutahabíaenlahuerta,yhaciamásdañoquelalangosta:bebíaelvinodelabodega,ysiempreestabahaciendodiablurasomeditándolas.Sientrabaenlacocina,meentreteníaenecharcenizaenlasollas,ymereíadelosgritosdelcocineroydelosgestosdelosbuenospadres,echabasalenlascamasparaque no pudieran dormir, tocaba las campanas a vuelo cuando estaban, ami

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entender,enlamejorpartedesudescanso,perseguíacuantosanimaleshabíaen el convento desde la cuadra hasta el gallinero, y por último, hasta elrespetableabadnosehallótampocoexentodemijurisdicción.Juntábameyoconotroschicosdemiedad,quesinoerandelomejoreranalmenosdelomásmalo,ycomoparasusempresasy lasmíasnecesitábamosdinero,yyosiemprehetenidoaltospensamientos,pagabaportodosybuscabaparatodoslonecesario.El bolsillodel abadmeparecía amí inagotable, y así por estocomopor las razonesyadichas lehacíayo frecuentes sangrías,hastaque leforcéaguardarlo,y lepuse sospechosode todoelmundo.Viéndomeya sintesoro,pasédecaballeroamercader,quierodecir,quevendíaloquetopabaensucelda,améndeloquepodíaextraerdeladispensacuandoeldispenserosedescuidaba. Creía yo inocentemente que aquellos buenos padres no seenfadarían conmigo por tal cual friolera que a mí me pareciese bien y meconvinieraparamiuso;peromeengañé;porquehabiéndomeatrapadoenunadeestastravesurillas,mellevaronalaceldadelpadreabad,quemeechóunlargodiscursosobre los inconvenientesque traíaparaelcuerpoyelalmaelfeo vicio del robo, yme hizo sentir en seguida los que traía para el cuerpomandándomecogerporcuatrorobustos legos,quienesapesardemisgritos,patadas y mordiscos, me molieron a azotes, encerrándome además en unsótano,dedondenosalísinoparadejarelconvento,aunqueestonofuehastaqueencojélasmulasdelalabor,ysatisficeamivenganzacomomejorpudeymepareció.

—Nomedisgusta elprincipio, interrumpióeldelhacha,ypara tanniñohicistecuantosepodíaesperardeunmuchachobieninclinado.Supongoquenosolotesaldríasdelconvento,sinodelpueblo.

—Asífue,continuóUsdrobal:nobienhabíavueltolasespaldasalclaustro,cuandosinsaberadóndeiba,echéacorrerporloscampos,ynoparéhastaquefatigadodeandar,ynoviendodonderecogermeporseryaentradalanoche,empecéaafligirme,merecostécontraunárbolymeechéallorar.Yaestabayo pesaroso y arrepentido de lo que había hecho, y no sabía si volver alconvento y pedir por caridad que me recogiesen, o qué hacer de mí, sinconocerelmundo,muertodehambre,solo,yenmediodeunmonte;peroeltemordeserdesolladovivopormishazañas,ylaimagendeloscuatrolegossemerepresentótanalvivo,quedesechéalmomentoestaideacomounmalpensamiento, y resolvímorir primeroquevermeotravezobjeto tristede suinjusto resentimiento. Aunque no había dormido casi nada la noche antesocupado en mis venganzas, y había caminado sin descansar todo el día, elhambrehabíadesterradoelsueñodemisojosdetalmaneraquelosteníamásabiertos que una liebre, y todo era acordarme de la buena mesa que habíaperdido,ydelaimposibilidadenquemehallabadecenarporentonces,yaunde comer enmucho tiempo, a lo que yo no sin pesadumbreme imaginaba.Estando en estosmelancólicos pensamientos, y registrando a un lado y otro

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porsiveíaalgunaluzquemeencaminara,vivenirporlafaldadelmontedosluceshaciadondeyoestaba,yqueapesardeldeseoqueteniadehallaralgunaquemesirviesedeguía,nodejarondeimponermeunpoco,dehacerpensarami sobresaltada conciencia si sería cosa del otromundo. Púseme en pie, alinstante,ypocodespuésvidoshombrescadaunoconunhachaencendidayarmados de punta en blanco que acompañaban unas andas, que traíansuspendidas otros dos marchando con mucha lentitud por no incomodar alcaballero herido que venía en ellas; detrás venia otro soldado a caballo conuno del diestro, que era del caballero, según supe después, y que iba todoencaparazonadodehierro; llegaronadondeyoestaba,yunode los soldadosdijo en viéndome: «Aquí está justamente un chico que podrá ir a avisar alcastilloparaquetodoestédispuestoalallegadadenuestroamo.»Yhabiendoconvenidotodosenmiutilidad,medieronlasseñasdelcastillo,ymeenviaronde mensajero. Llegué al castillo, y después de haber desempeñado micomisión,aguardélavenidadeldueñodelafortaleza,queaqueldíanoséconquéintenciónhabíatratadodesaltarconsucaballodemásaltoqueloqueespermitidosaltarsinhacersedaño,ysehabíaquebrantadocuantoshuesosteníaensucuerpo.Todoestabayaarreglado,ysusgentesenmovimientocuandoélllegó; entraron sus soldados, acostáronle en su cama, y nadie se volvió aacordar demí, ni yome atreví a preguntar nada a nadie. Llegó la hora decenar,sentáronse todosa la redonda,yempezaronadardeldientecon tantaganaqueseredoblaronlasmías.Nadiemehabíaconvidado,niaunmehabíanechadodever, lo cual,vistopormí,deliberé sentarme también,y empecéacomer con ellos con elmayor desembarazo delmundo.Miráronme todos yalgunos se sonrieron, pero uno demuymala cara ymuy serio, después dehabermemirado de hito en hito largo rato sin pestañear, preguntó si yo eraespía,paraenesecasocolgarmedeunaalmenaenmenos tiempoquehabíatardadoendecirlo.Respondíalmomentoqueno,ycasimequitólasganasdecenarlapreguntadeaquelbuenhombre;perohabiendoexplicadoelmotivodehallarmeenlafortaleza,yviendoalgunosallídelosquemehabíanenviado,atestigüéconellos,contémihistoria,yquedaronmuycomplacidos.Diéronmeocupación al momento, y me recibieron todos por su criado; procuraba yoservirlesenunprincipiolomejorquepodía,perocomoerantantosyyounosolo, el servicio iba siempre atrasado; ellos me maltrataban, y yo, queempezaba a disgustarme de servirles de dominguillo, dejé rodar la bola, ypropusehacermehombredearmasparadarlesaentenderquenosufríamáspulgasquelasquenomepodíaechardeencima.Habíanyapasadodosaños,yteníayodiezysiete:nohabíacosabuenanimalaquenosupiera;manejabala espada, el arcoy el caballo tandiestramente comoelmejorveterano,mehabíandichoalgunasmozasqueteníaairedecaballero,ynodeseabamásqueunaocasióndeseñalarme.Laprimeraquesemepresentófuejustamenteconelquemequisocolgarporespíalaprimeranoche.Nosemehabíaolvidadosu

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buendeseo,yhacíamuchotiempoqueasíporesto,comoporalgunosmalostratosquehabíaexperimentadodeél,leandababuscandoquimera.Undíasemeproporcionósucaballo.Eraunodelosmejoresquehabíaenelcastillo,yélloqueríacomoalasniñasdesusojos;unodelosqueyocuidabariñóconély le acertó un par de coces tal que le dejó cojo. El veterano que lo vio,echándomeamílaculpa,tiródelaespada,ysevinoamídecididoaprobareltemple enmis costillas. Tiróme una cuchillada que le paré con un palo quehalléalamano,yatiempoquelevantabaelbrazoparasegundarmeconotralevantéelpaloyleacertéungarrotazoenlasientandelleno,yaplicadocontanta fuerza,quecayóenel suelocuan largoera.Nomeentretuveenver siestabamuertooaturdidodelgolpe,sinoensillandouncaballomontéenél,yfingiéndome portador de un aviso de mucha importancia pasé el puentelevadizo, y en llegando al campo dejé al animal la rienda libre, y hui pordondequisollevarme.Anduvedosdías,yaltercerocaíenunaemboscadademoros,quedespuésdehabermequitadoelcaballoycuantollevaba,medieroncien palos, y me dejaron por muerto. Recogióme un pobre pastor que secompadeció de mi juventud, y luego que estuve curado dispuse mi viaje aCuellar, donde pienso entrar en el cuerpo de aventureros que mantiene eldueñodeaquelcastillo.

—Amo muy sombrío y melancólico te ibas a echar sino me hubieseshallado aquí, dijo entonces el de las barbas, porque SanchoSaldaña esmásoscuroquelamásoscuranochedeinvierno.

—Sí,esodicen,y…

—Y si fuera eso solo, pero nome toca amí hablarmal del queme haproporcionadomásdeunaocasióndelucirmeenmifacultad.Yaleconocerássisiguesconmigoalgúntiempo.

—¿Conquetenéisrelacionesconél?preguntóelmozo.

—Ytantas,replicóeldelhacha,quepuedodecirnohacecosaalgunasinconsultarme,yaunsinvalersedemíenlamayorpartedelasqueemprende.Pero no preguntes más, que has de ver maravillas si te enganchas en miservicio. Solo te aconsejo si entras en él, que hables poco y hagas mucho,porque entre mis gentes una palabra suele costar la vida, y la acción másreprensibledelmundonovalelapenadequepiensenunmomentoenella.

—Pues señor, exclamóUsdrobal, dicho y hecho: aunque no os conozcosoy vuestro, no sé qué tenéis que parecéis digno demandar hombres demidisposición: manos a la obra, y ya veréis que no os dejaré mal en ningúnpeligro,queaunquenadahabéisdichopresumoquesobrarán.

—Sobrarán,respondióeldelhacha,endondealcanceslaestimacióndetuscompañeros,yadelantesentucarrera.Ahora…

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Apenashabíadichoesto,cuandodossilbidosqueveníandelotroladodelrio interrumpieron su conversación y el de la barba negra se levantó, ymirandohaciadondeseoían,vioveniraSagaz,quesehabíaalejadomientrashablaban,corriendohaciaélyladrandoconlaintencióndeavisarle.

—Vamos,dijosuamoaUsdrobal,venconmigo,ynoteextrañesdeloqueveas,porraro,maloobuenoqueteparezca.

—Vamos,repusoUsdrobal,queyatehedichoquetuyosoy.Yasídiciendosiguiólospasosdesunuevoamo,vadearonelrio,ydeallíapocoseperdierondevistaentrelospinaresdelaotraorilla.

CAPITULOII.

Pocotiempohabíanandado,cuandoenmediodeunaplazadearenaqueseformabaenelbosquevioUsdrobalhastaochoodiezhombrescuyasextrañascataduras,diversostrajesyarmasnolehicieronjuzgarmuybiendelamoquehabía tomado. Llevaban losmás de ellos espadas y ballestas, y su traje eramuysemejantealdelhombredelabarbanegra.Algunosibanvestidosmedioalamoriscaconturbantesenvezdegorrasdecuero,yusabanpuñalyalfanje;peroelquemásleextrañófueuno,cuyaúnicaarmaerauncuchillodemontemuylargo,yqueapartadodelosdemásrezabaalsondeunrosariodecuentasmuy gordas con mucha devoción y recogimiento. Parecía absorto en susoraciones, teníapuestos losojosenla tierra,ydecuandoencuandocruzabalasmanos,alzabalosojosysuspirabadeloamargo.Cuandoellosllegaronnohizomásmovimientoquesinopertenecieseaestemundo.Todos losdemássaludaronconmuchorespetoaldelabarbanegra,comojefesuyo,yunoqueseseñalabaporsualtaestatura,ojossaltones,ylocari-redondoycoloradoqueera,sellegóaél,yllamándoleaparteleestuvohablandoensecretocontantorecato,queapesarqueUsdrobalteníaeloídolisto,ytratódecogeralgodeloque hablaban, solo pudo entender el nombre del señor de Cuellar entre elsordomurmullodesuspalabras.Pareciólecontodoquesuamooíacongustoloquedecíaaqueltruhan,yqueibapocoapocomostrandolosdientescomoseñaldecontento,aunquenose leocultóquehabíaalgode siniestroen susojosyensusonrisa.

Concluidoestecoloquiovolvióeldelabarbanegra,ytomandoaUsdrobalde lamano lopresentóasugente,quenohabíahechomáscasodeélhastaentoncesquesihubiesesidoinvisible.

—Caballeros,dijo, aquí traigoestemocito,queaunquecomomuestraesde poca edad, tiene el corazón bien puesto, y es hombre que nos conviene:

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desde hoy tendrá su parte en nuestras empresas, nuestro botín y ganancias.Zacarías, a ti encomiendo este niño, edúcale y cuida de él; no le faltadisposición,ycreoquehasdesacarunexcelentediscípulo.Yasabesloquetehe dicho, prosiguió dirigiéndose a Usdrobal, muchasmanos y poca lengua;buen maestro tienes, procura tú imitarle, y desde ahora puedes contartealistadoalasórdenesdeBelludo.

—Todo sehará comovosmandáis, respondióelmaestro conun tonodevoz tan débil y afeminado que se le podría haber tomadopormujer a no irvestidodehombre:pondréaestejovenenelcaminodelavirtud,yleenseñarélamoral necesaria para que se lave de las gotas de sangre quemanchen sumanosporcasualidad;ysinalzarlosojossiguióensusmeditaciones.

—Loprimeroquehayquehaceresarmarle,yquesequiteesostrapos,dijoelBelludo,porqueclaroestáqueelsoldadosehadevestirdelahaciendadesu señor: que unode vosotros se llegue a nuestro almacény traiga conquevestirlo.

Nohabíaacabadodedecirlo,cuandounodelosmoriscosechóacorrercontantaligerezaquenolealcanzaraelviento,ydeallíapocovolviócargadocontodolonecesario.

—Toma,cristiano,ledijoentregándoleunsayodecuero,unagorradelomismo,elrestodelvestuarioylasarmascorrespondientes,toma,yquítateeseespantajodelacabeza(aludiendoalsombreroderama),queparecesunasnocargadodeleñaverde.

—Gracias, repusoUsdrobal,ypor losmuchosquehabrásdesnudado,sindudaalguna,entuvida,ayúdameavestirahora,ycuéntameentretantosilaocupaciónque traéis en este desierto esmás santa de lo que amí semehafigurado.

—Yonohagomásqueloquememandan,repusoelmozoconaspereza,yencuantoasiesbuenooesmalonomeentremeto,cuantomásqueahíestáelseñorZacarías,quesabeleeryrezaenlatín,ydicequeenelmundohaydecomerparatodos,yqueelquenotieneesmenesterquebusque,yyojuroporMahomaquetoqueéldicemeparecebien.

—Loqueyodigo,dijoentoncesZacarías,queentreoyólaconversación,ensu tono melifluo y afeminado, es que tú eres un pagano, que aplicas mismáximascomomejorteconviene,tuomore.Lamoral,hijomío,prosiguióconUsdrobal,eslacienciaqueyopredico,ypuedotenerlavanidaddedecirtequegraciasamí,hahechograndesprogresosentreestasgentes.

—No creo, dijo entonces Usdrobal, que aquí haya venido tanta gentehonrada a aprender únicamente eso que llamáis moral, y si no creyera queotras ocupacionesmás nobles os sirven de entretenimiento, nome quedaría

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aquímástiempoquetardaencantarunpollo.

—Dosañoshacequeestoyenlacompañía,dijoelmorisco,ydesdequeoíalseñorZacaríaslehedejadoelencargodeesascosasquenospredica,ysihepensadomediahora en ellas,Alápermitaquenoveayoponerse el sol estatarde.

—Fariseoexcomulgado,exclamóelmoralistasinmudardetono,¿cómoteatrevesahablarasí?¿Quiéntehaenseñadoaensangrentartusarmas,lababomanus,comoPilatos?¿Quiéntehaadiestradoenmeterlamanoenelbolsilloajenosinquefaltesalacaridad?yporúltimo,¿quiénhahechomáscélebreenestos contornos la partida de nuestro insigne, formidable y respetabilísimocapitán elVelludo, sino este humilde gusano que ves aquí? humilisimus velmiserabile.

—Toma,dijoelmoro.¿Yquiénloniega?¿Digoyolocontrario?yoloquedigoesquenoentiendoesas jeringonzas,yque sin saberlas sémanejarmisarmascomoelprimero.LoquequisieraeraquesearmaseunatramoyadondesevieraalasclarasquiéneraAmeteelizquierdo,aunqueyasehavistomásdeunavezqueyonosoynuevocomoestemozoreciénvenido.

—Perovamosclaros,preguntóUsdrobal,¿esestaunapartidadeladrones,oquéclasedegentesomos?

Aúnnohabíaacabadodepreguntarlo,cuandounpuñetazoenelcogotedebuenamarcaquelodejómedioatontado,ylehizozumbarlosoídospormediahora, le dio a conocer la insolencia de su pregunta, y el peso enorme de lamanodescomunaldelgigantedelosojossaltonesquehabíaestadohablandoconelVelludo.NoleparecióaUsdrobalmuybienelaviso,yechandomanoasupuñalcomopudo,enmediodesuaturdimiento, tiróungolpeconélasuadvertidor con tanta fuerza, que a haber ido conmejor tino no le hubieranvueltoadarganasdeavisaranadietanbruscamente.PeroZacaríasletuvoelbrazo en lomejor de su furia, y poniéndose entre los dos estorbó almismotiempoalgigantequeleembistiese.

—¡Paz,hijosmíos!lacóleranosarrastraacometeraccionesdequeluegonosarrepentimos,yelhombreesunabestiaferozcuandosedejaarrebatardesuira:indómitasilvarumfera,comodicenomeacuerdoquién.Asangrefríasedebeherirasuenemigo,ytomarvenganzadelasinjurias.

—MosenZacarías,dijoeldelosojossaltonesmedioenprovenzal,medioencastellano,votoaDeuquesiestemozollamarlladreanos,quelehagayosearrepienta.

—¡Cómo!¿Quéesesto?gritóel capitánaUsdrobal: ¿nohaceunahoraqueestásconnosotrosyyahasarmadoquimera?

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—Noesquimera,replicóelcatalán,esqueyoenseñeaparlaraestehome.

—Porcierto,Usdrobal,dijoelVelludo,que tecreídemáspenetraciónymásmundo;yatehedichoquelalenguacasiestádemásentrenosotros,yquemiresbienloquehablas.

—Notengáiscuidado,repusoUsdrobal,queyaveopormímismocuánalaletratomanaquíeseconsejodecallaryhacer,yestomeserviráamíparaenadelante;perojuro…añadióllenodecólerayentredientes.

—No jures interrumpió con tono suave el hipócrita Zacarías. Utrumjuramentum, y nome acuerdo quémás: puedes tomar la venganza que seajusta,puestoqueesjustaladefensapropia,justumettenacem,sinquecarguestuconcienciaconjuramentos,queesloprincipal,laconciencia,hijomío.

—Nosé,dijoentoncesunviejoqueteníatodalacarallenadecicatrices,paraquétraeaquíelcapitánchiquillos.

—Lostraerá,dijootroconunojoremelladoyelotrobizco,paraquenossirvandediversión.

—Á su edad, replicó elmorisco, ya había yo hechomás de una hazaña,pero éste apostaría a que no tiene fuerza para cortar el dedomeñique a unhombredesolounacuchillada.

—Usdrobal, exclamó el capitán sonriéndose, ¿qué diablos tienes que novuelvespor tuhonra?parecequeestás aturdidoaunconel avisodenuestroteniente.

LoquedecíaelVelludoenparteeracierto:Usdrobal,aunquedeterminadoy animoso, naturalmente probaba en aquel momento la sorpresa que causageneralmente a un muchacho de poca edad la reunión de mucha gentedesconocida,ycuyosusos,lenguajeyvestidosnodejandeextrañarle,puestoque laprincipalcausadesusilenciomásproveníadelmalhumorquehabíaengendradoenéllaimprovistabofetadadelcatalán,yelansiadevengarsequelepunzaba.

—Estoyreconociendoelterreno,contestónoobstanteconmuchacalma.

—Mejortehanreconocidoatielcogote,replicóelmorisco,quetodavíateestáechandohumoelbofetón.

—Como fue apuñocerradono leduele, añadió conmofa el de losojosbizcos.

—Nocreoquemehayáistraídoaquí,dijoUsdrobalalVelludomostrandoun sosiego que desmentía el color encendido de susmejillas, para servir dejugueteavuestrossoldados,oloquesean,yjuroquesitalsupiera…

—Amigomío, le respondió el capitán, yono te he tomadoparanadade

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eso,perositepicanmoscasatitetocasacudírtelas,quenoamí.

—Sí, hijomío, añadió Zacarías con su vozmelosa acercándose al corroqueyasehabíaformadoalrededordeUsdrobal,aquícadaunotienequemirarporsí,ydeotromodonohaysantoquelesocorra:nullaestredemptio.

—Al contrario, dijo el bizco alargando la cara socarronamente yaparentandocompadecersedeél,aquíestámejorqueencasadesupadre,ytiene una porción de amigos que le servirán a su voluntad. ¿Os ha hechomuchodaño?continuóllegándoseaél.

—No os acerquéis a mí, repuso Usdrobal, porque aunque os parezcamanso…

—Pero hombre, yo, replicó el bizco, no vengo con mala intención, alrevés;lamíaesbuena;osveosoloyoshetomadocariñodesdequeosvi.¿Noesverdadquedalástimadeél?preguntóvolviendolacaraalosotrosatiempoque hizo un gesto al morisco para que se pusiese a cuatro pies detrás deUsdrobalsinqueésteseapercibiese.Amínomegustan juegos,continuó,yviendoyaquesucompañeroestabaenladisposiciónquelehabíaindicado,sehizoélmismoempujardeotro,ycayendosobreUsdroballediounpechugóntanfuertequeyendoésteaecharsehaciatrastropezósobreelmoriscoycayódeespaldas.

Las carcajadas y la grita que se movió a su caída en toda aquelladesalmada gente aturdieron un momento al pobre mozo, que no pudiendocontenermástiemposuira,ylevantándosecomounrayo,tiródesualfanjeysearrojósobreellos,sinconsiderarsunúmero,nipensarenotracosaqueensuvenganza.

—¡Aél!¡Aél!gritarontodos.¡Aél,quesehavueltoloco!vamosaatarleaunpino:¡sehavueltoSoco!

Ydiciendoyhaciendo,cayósobreélunanubedeforajidos,yapesardesuvalorysucóleraque lehervía, sevioalmomentocercadode todosellos,yasido tanfuertementequenopodíamenearse.Pintar la rabiaqueseapoderóentoncesdelanimosomanceboseríaimposible;bastedecirquelapalabraselecortóentrelosdientes,yquearrojabaespumayvolteabalosojoscomosideverasestuviesedemente,ysindudalehabríaahogadosufuriasielcapitánnolehubiesehechosoltardiciendo:

—Aquínopermitoyoqueseriñasinounoauno,yjuroporlaVirgendeCovadongaquenohayunodevosotrosquesoloasolohagaperderunpalmodetierraaestemozo,apesardesupocaedad.

Los bandidos, pues tal era su oficio, creyeron en un principio que elVelludosechanceaba;perohabiendoconocidoensusojosquenohablabaen

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broma,sesepararondejandoaUsdrobal,aquienélprosiguiódiciendo:

—Si quieres satisfacerte del agravio que has recibido, yo te apadrino, yeligeelquequierasparapelear.

—Eso es hablar, dijo Usdrobal ya más sereno, y por de pronto quieromedirlacaradeuntajoaesegrandullónqueavisaabofetadas,ydespuésunotrasotropodrávenirelquequiera.

— ¡Bravo! gritaron los bandoleros, para quienes no había en el mundoespectáculomásdivertidoqueverdoshombreshacersepedazos;yalpuntosepresentóel catalánesgrimiendounaespada,queen lo largaypesadapodríahabersecreídoladelCidqueseguardaenlacatedraldeBurgos.

—Hijomío,dijoZacaríasaUsdrobal,notedejesarrebatardelaira.

—Sí,si tinsalgoquedexáalmundo,podesencargarloaesehome,gritómofándoseelcatalán,yapodesencomendarteaDeus.

—Y tú al diablo que te lleve, le respondióUsdrobal echandomano a sualfanje,queahorapuedequeteenviéyoahacerlecompañíaalosinfiernos.

—Buenánimo,Usdrobal,ynomedejesmal, legritóelcapitánviéndolequeseibaparasucontrario.

—¡Espera! ¡Espera!gritaron todos;y formandouncorrobastanteanchopara que los peleantes pudiesen moverse acá y allá, ya retirándose oavanzando,fijaronsusojosenellos,muypersuadidosdequealasprimerasdecambio iría el atrevido mozo a contar al otro mundo el resultado de sucombate.

Elcatalánestabaparadoenmediomuyufanoconsuespadónriéndosedela poca estatura deUsdrobal, que apenas le llegaba al hombro, ymirándolecon tanto desprecio como el gigante Filisteo cuando vio venir a David.Usdrobal lemiró de arriba abajo conmucha calma, y el capitán, dando dospalmadas,diolaseñaldelaacometida.Elprimeroqueembistiófueelcatalán,quelevantandoelbrazoenaltotiróunacuchilladatanvigorosa,queahabercogido a Usdrobal le hubiera hendido de medio a medio. Pero éste con laligereza de un corzo saltó hacia tras, y hurtando el cuerpo dejó al aire querecibiese en su lugar el golpe, y acometiéndole con lamismapresteza en elmismoinstantesellegóaél tandecercaydescargósugolpecontantotino,quelerajóelsayodecuerodearribaabajo,arañándoledepasoelpechoconelalfanje.Estemovimiento tan rápidoy tanacertadovolvió laesperanzaenelánimodelVelludo,ycambióla ideaquetodoshabíanformadodelresultadodelapelea,quedandoahorasuspensos,ysinsaberporquiénsedecidiría.Elcatalánqueviotancercadesíytanprontoasuimpetuosoenemigo,nopudomenosdesorprenderse,ymuchomásconsiderandoquecomosehabíametido

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casidebajodeélnoledejabaespacioparaherirleconlaespadanitiempoderetirarse, exponiéndose en este caso a recibir la punta del alfanje en sucorazón.Entalaprietonotuvomásrecursoqueabrazarseconél, luchamuydesigualparaUsdrobalanohaberleéstecogidoporlacintura,loquealcabole daba alguna ventaja.Entonces fue cuando todos creyeron que la inmensamoledelcatalánsindudaleabrumaría,especialmenteelcapitán,queapesardel poco tiempo que le conocía se le aficionaba cada vez más por suintrepidez.

— ¡Firme, muchacho! gritaban unos.— ¡Agárrate bien! decían otros:mientras que Usdrobal, más enlazado al cuerpo de su contrario que lasserpientes de Laocoonte, volteaba acá y allá con los pies en el aire a cadasacudida del catalán. La más viva alegría brillaba en los rostros de losconcurrentes, viendo alargarse la diversión, y así unos azuzaban, otrosaconsejaban, todos sin saberlo ellos mismos, echándose hacia adelante yestrechando el círculo a pesar del Velludo, que los contenía; por último, elcatalánysuenemigo,quesehabíacogidoaélcomoungatoacosadoseagarraysostienedeunapared,cansadoelunodeforcejearparaderribarleyelotropara sostenerse, soltáronse ambos el brazo derecho con intención de echarmanoalospuñalesqueteníanalcintoyconcluirdeunavez.PeroUsdrobal,máslisto,habiendoconocidoelintentodesucontrarioyasiéndosebienconlamanoizquierda,sacódelcintodeéstesupropiopuñaldejándoledesarmado,yatiempoqueelcatalánpugnandoporimpedírselolesdesciñóambosbrazos,eldeterminadomozodesembarazándosede susgarrasdioun salto atrásyotroadelanteenelmismopuntocon tantobrío, llevandoelpuñalenalto,que leatravesódeparteaparteylehizoveniralsueloalempujedesuarremetida.

— ¡Viva! ¡Bravo! ¡Bien! y cien palmadas resonaron en medio de estasaclamaciones, victoreándole a porfía los mismos que poco antes le habíandespreciado, y sobre todos el capitán, que yendo a él le abrazó diciendo:—¡Viva!Usdrobal,mehasdejadoconlucimiento.

—Preguntad, respondió éste, si hay algunomás que quiera reemplazar aesepobrebestia;yrecogiódelsueloconmuchososiegosualfanje.

—No, amigo mío, replicó el Velludo, no creo que quieras quitarme elmando quitándome mis vasallos. Vamos, Urgel, continuó volviéndose alderribadocatalán,¿quétallasmanosdelmocito?¿Sabeloquesehace?¿Eh?¿Endóndetearañó?

—VotovaDeuelnoy,quecreoquemehadejadomanco,repusoUrgelatiempoqueselevantabasonriéndose,sinmuestrasderesentimiento.

Miráronle la herida, que no le dejaba mover el brazo, y aplicándole unpocodeaguardientequetraíaelbizcoenunzaquedecuerno,leapretaronunavenda lomejor que pudieron, riéndose todos y festejando el lance, como si

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hubiesesidoelmásgraciososainete.

—VotovaDeu,decíaelbizco, tedescuidaste:nocreonuncahaber reídomás sino el día aquel, hace seis meses, que estábamos bebiendo vino, y tecortóZacaríasporentretenimientolaspantorrillasconsucuchillo.

—Estabaéste,dijoelmoriscoriéndose,borrachocomounauva,yelotromás, y éste le decía, corta, corta, y el otro dijo corto, y le hizo dos o tressajadurasquenipintadas.

—Pueshoy,votoaDeu,nodijeyocorta,másvoliacortar,ynonpaspude,perononpashablemosdeeso,continuóelprovenzaldirigiéndoseaUsdrobal,yasítinslamanoizquierdaqueestanonpododártela,yquedamosamigos.

—Sí, tómala, y pelillos a la mar, respondió Usdrobal alargándole suderecha,todoestáolvidado.

—Hijomío,dijoZacarías,quehabíavuelto a tomar su rosario,buenojotienes y buenamano: si arreglas tu conciencia y aprendes bien el oficio, tecorregirásdeldefectoquetienesdeseralgoviolentoentucólera,ydemasiadopacíficoasangrefría.

Dichoestoseretiróaunladoyvolvióasusacostumbradasmeditaciones.En esto estaba yaUsdrobalmuy querido y considerado de sus compañeros,mercedasubuenasuerteyanimosadisposición,cuandounhombrequeporsutraje no parecía pertenecer a la compañía llegó a ellos conmuchomisteriomirando a un lado y a otro como receloso de que le siguieran; llamó alVelludo,yseapartóconélaunladosecretamente.

—¿Quéhaydenuevo?lepreguntóelcapitán:¿salemañanaelconejodesumadriguera,onosale?

—Sale,lerespondióelotro,yloquehayquehacerestenerbuenosperrosparaquenoseescape.

—Esovademicuenta,respondióelcapitán:tuamoelseñordeCuellaryyo hemos tratado lo que hay que hacer, y sería yo el perro más perro delmundo sino se la entregase como desea. La cosa está en que ella se asomesiquieraalapuertadesucastillo.

—Puesmañanase tecumpleelgusto, repusoel recién llegado,ycuandoyoteloafirmonolodudes.Nohansalidoantesacazaporlamuertedeaquelpetateviejodesupadre,peroahoraloquesédecirteesqueparamañanamehan mandado que prepare los halcones, y doña Leonor, si cabe, es másaficionadaalacazatodavíaquesuhermano.

—Puesdichoyhecho,dilealseñordeCuellarquemañanaentodoeldíacuenteconella:¿yaquéladovan,sabes?

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—CorreránregularmentetodoelpinardeIscar,replicóelhalconero.

—Nohaymásquehablar,estábien,contestóelVelludo.

—Perocuidado,yasabéisqueelladebeignorarquetodoestosehacedeordendelseñordeCuellar.¡Pobrecilla!casimedabalástimaestatardecuandolavi,pensandoenquiénselavaallevar.

—Enefecto,respondióelcapitán,siselallevaseeldiabloseríamejorparaellaquenoirapoderdetuamo;ycreoqueeslindacomounsol.

—Eslamejormoza,dijoelhalconero,quehevistoenmivida:nohayunhalcónmáslistonimásgallardo.

—Puesseñor,esononostocaanosotrosconsiderarlo,contestóelcapitán;sisefueseapensarenlástimas,setendríaqueestarunhombretodasuvidasinmatarunpájaro.Dileatuamoqueestácorriente.¿Quieresecharuntrago?

—Vaya,vengaunagotadevinoymevoy,noseaqueesemalditoviejodeNuño,quedesconfíadetodos,sospechedemínoviéndomeenelcastillo.

Elcapitánentretantomandóasuperroquetrajeselabotaquellevabaunodelosladrones,yhabiendovueltoconellalaalargóalhalconero,quelabesóunratomuycariñosamente.Luegoquehubobebidosedespidióyalejóconelmismo recato que había venido, y el Velludo volvió a donde estaba sucomitiva.

Comoyasehabíapuestoelsol,determinaronderetirarseasuhabitación,yemprendieronalegrementesumarcha.

Llevaban a Usdrobal en medio agasajándole a su manera, y tratándolecomo si hiciese un siglo que anduvieran juntos, y cada cual le refirió susproezasdurantelasdoshoraslargasquetardaronenllegaralasmárgenesdelPiron,dondehabíaunacuevaen lamismaorilla,deentradamuyestrechaydisimulada.

No pudo menos Usdrobal de horrorizarse de algunos hechos que lecontaron, pero no había otro remedio, y hubiera sido mirado como unaflaquezamanifestarelmenordisgusto;disimulólomejorquepudo,entróenlacueva, bajó una cuesta muy pendiente, guiado por el Velludo, y en unespaciososalónsubterráneo,dondehabíaalgunascamasdeyerbaseca,durmióaquellanocheconsusnuevoscofradeslosbandoleros.

CAPITULOIII.

Apenas el sol brillaba en el horizonte, cuando un confuso estruendo de

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bocinas, ruidodegenteyestrépitodecaballosresonarona laredondaporelpinar,yanunciaronlagritayalgazaraqueprecedeaunacacería.

—Arriba,muchachos,gritóelVelludoasugente,queyadespiertaestabadandofinaunlechóndequehabíacenadolanocheantes,yvaciandoalgunasbotasdevino,sentadaalaredondaalaentradadesuhabitación.

—Hoytenemosquehacer,prosiguió;yaunquelaempresanocreoqueseaarriesgada,pidonoobstantequeestemosalerta,nosenosescapelaliebre.

Concluyeron su almuerzo, y todos se pusieron en movimiento muyalborozados con las noticias de su capitán, que dirigiéndose a Zacarías lellamóparaquereemplazaseensuempleoalcatalán,queaqueldía,acausadesu herida, tenía que quedarse de guardia. Zacarías llegó al Velludo con elrostro muy compungido y los ojos cubiertos de lágrimas, lo que habiendonotadoéstelepreguntóquélehabíasucedidoqueasílloraba.

—He tenido un sueño esta noche, le contestó suspirando con voz muytenue,quemetieneextremadamenteafligido.¡Ah!

—Puesentonces,respondióelcapitánsonriéndose,nomelocuentes,yoyelasórdenesquevoyadarte,ydejémonosdemaulerías.

—Esqueenmediodemisueño,replicóZacaríasdebilitandomástonodevozysollozando,hesentidoquemellamaban:¡hi!¡Hi!—ViveDios,exclamóelVelludonosinenojo,quesivenísallorarahora,queoshagayoquelloréisdeveras.

—Placida, caput exultit unda ¡hi! ¡Hi! ¡Hi! mostradme la cara plácida,respondió Zacarías.— ¡Por la Virgen de Covadonga! repuso enfadado elVelludo,pensadquenosoyunamadecría,yquetenéisyacercadecincuentaaños.

—Si os enojáis conmigome callaré, replicó el hipócrita gimoteador: yosoloqueríadeciros…¡hi!¡hi!SinohubieransidoladestrezayhabilidadesdeZacarías tan útiles al Velludo, sin duda éste no habría aguantado suimpertinencia,nioidolellorarapenas,cuandolehubieseenjugadolosojosconelmango,sinoconelfilodesuhacha,demodoquenohubieravueltoatenernecesidad otra vez de nadie que le consolara; pero la conocida sutileza delviejo hipócrita para ciertos planes, y su mucha destreza para ponerlos enpráctica,lehacíantannecesarioasucapitán,queviendoquepersistíaenllorartuvo a bien callarse y oírle, aunque no sin juntar las cejas de cuando encuando, mover la cabeza, mostrar su impaciencia, interrumpiéndole con un¡hem!uotraexpresióndeenfadomásdeunavez.

—Tengoqueoírosporfuerza,dijoelVelludo;decidloquequeráisybreve.

—Nogastarémuchotiempo,repusoeldoloridomoralista,porqueeldiablo

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sueleaprovecharsedeaquelquepasamosociosamente.

—¡Hem!decid,interrumpióelcapitán.

—Voy a ello… esta noche… temor in ánima, y no sé más… ¿Quareconturbas me? ¡hi! ¡hi!— ¡Hem! volvió a exclamar el Velludo dando unapatadaenelsueloviolentamente.

—Vino,comodigo,continuóZacarías.¡Ah!Siestuvieraaquíelermitañoquemeenseñólatín,¡cuánoportunamenteencajaríaaquísustextos…peroyomiserablegusano!¡miserabilis!

—Adelante,gritóelcapitán.—¡Ah!Sí,noosirritéis.Laira…aquíveníabien un texto; pero nome acuerdo, seguiré: vino la voz, y dijo: ¡Zacarías!¡Zacarías!ycreíyoquemellamabaisvos,quehabíaistenidoalgunavisión…

—¡Diablo!gritóelcapitán:¡quévisión!sigue:¡votova!…

— ¡Señor! ¡Señor! no os enojéis con vuestro humilde siervo. ¡Hi! ¡Hi!pasoadelante,prosiguióZacarías.Pueseselcasoquesiguiólavozdiciendo:el infiernoseabreyaparadevorarte,yno tebastaparaevitarloelviajequehicisteatierraSantadeperegrino,nihabersidosacristán,nivivirahoraenelYermo,nada,sinopredicasa tuscompañerosy lograsdeellosquenoechenmaldiciones, ni blasfemen, ni juren como acostumbran… Está bien, ¡yo lopredicaré!¡Yolopredicaré!dije,ynooímás:¡hi!¡hi!¡hi!

—¿Hasacabado?preguntóelcapitán.

—Sí señor, vuestro siervo no oyómás: pero es preciso que vos seáis elprimeroqueoscorrijáisdelviciodejuraracadamomento.

—Puesdameporcorregidoyóyeme.

—¿Meloprometéis?

—Telojuro,yóyeme,queanteseslaobligaciónqueladevoción.

—A un mismo tiempo, señor, a un mismo tiempo, replicó Zacaríasenjugándoselosojosconlosdedos.

—Estábien,contestóelVelludo;tratemosahoradeloquehayquehacer,ynocanses.Enprimerlugar,hoydesempeñaráslasfuncionesdetenienteenvezdel catalán, y dispondrás de la mitad de la tropa, dividiéndola en variasemboscadasportodoelpinaracáyallá,segúnmejorteparezca.Ensegundolugar,¿nooyes?¿Quédiablosestásahímurmurando?

—Síoigo,replicóZacaríasconsuacostumbradamansedumbre;peroestoyalmismotiemporepasandountexto.

—Puescomodigo,seguirássinperderdevistauna joven…estoessivapordondetúestés;yalaconoces,ladelcastillodeIscar.

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— ¡Ah! sí, la que no quiere dar al Cesar lo que es del Cesar, contestóZacarías, es decir, la que se niega a un hombre tan santo como el señor deCuellar.

—Lamisma,peronohayquementardelantedeellasemejantenombreniaunporasomo,respondióelVelludo.

—Entiendo,replicóelgazmoño,entiendoloquesequiere.

—Paraestanochehadeestaryaenmipoder,cuesteloquecostare,aunqueeldeCuellarmehaencargadoquenosehaganadaalafuerza,yprocedamosconastuciaentodo.

—Sehará,respondióZacarías,comodeseáis.

—Sinhacerladañoalguno,replicóelVelludo,nitocarlaalpelodelaropa,aunquedeestoyocuidaré,porqueningunodevosotrosesdefiar:ycuidado,queelquetengalasuertedeapoderarsedeellalahagaelmenormal,porquede un hachazo haré yo que le bailen los sesos. Ahora llévate la gente quenecesites,yvearreglandolaemboscadaporlapartedeladerechaalotroladodelconvento,queyomevoyporlaizquierda.Sipudieraser,seríamejorevitarunencuentroconloscazadoresyretirarnosalacuevaalmomentoquesehagaelrobo.

—Se hará como deseáis, respondió Zacarías con mucha humildad, yvuestro siervoosobedecerá; servumerat…erat…¡malditamemoria lamía!mealegrodehaceresteservicioalseñordeCuellar,quetienetrazasdeserunbendito.

Dichoestocontósugente,llevándoseseishombresconsigo,yentreellosaUsdrobal, predicándoles por el camino que no jurasen, sino al contrarioimitasen su devoción, no dejándose tentar del demonio &c.; y el Velludo,seguidodesumastín,echóaandarconotrostantoshacialaparteopuestadelbosque.

En este tiempo los cazadores habían soltado los halcones, que yaremontándosehastalasnubes,yadeteniendoelvuelo,yadesprendiéndoseporlosaires,habíanlevantadounagarzaqueperseguían.Eltropeldeloscaballoslanzadosa la carrera resonóalpuntopor todoelbosque,yLeonorde Iscar,que acompañaba efectivamente a su hermano, como el halconero avisó alVelludo,nohabíasidolaúltimaqueariendasueltaseguíaelvuelodelpájarocazador,muyajenadelaceledaquelapreparaban.Elestrépitoquetraíandioaconocer alVelludo el caminoquedebía seguir sin ser visto, aunquemásdeunavezocultoentrelasramasviopasar ladivertidatropanolejosdedondeestaba;y la rubia cabelleradeLeonorqueondeaba suelta enelegantes rizossobre su espalda brilló comoun rayo de sol entre los árboles a los ojos delbandolero. Seguida de su hermano y algunos otros, aguijaba un generoso

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caballo tordo con tanta bizarría y atrevimiento como el cazador másexperimentado,yasuagilidadyalaprestezadesucarreraselahabríapodidotomar por una Sílfide, volando en alas del viento llena de belleza y degallardía.Cualquiermalpasoqueseofrecíaasucamino,cualquierazanja,eraellalaprimeraquelasaltaba,apesardelosgritosdesuhermano,quetratabade contenerla, y con admiración de todos los que la veían y su halcón, quehabíasidoelprimerolanzadosobrelagarza,parecíaquererimitarasuseñoraenelempeñoconquelaacosaba,deloqueibaellanopocovanagloriosa.Yase cernía sobre su presa con airosa confianza, o ya calando de lo alto searrojabaconvelocidad,mientraslagarzadandotemerososgraznidosbuscabaenvanodondeacogersede su enemigo.Porúltimo,Leonorvio a suhalcóncaersobreella,yvenirambospájarosalsuelorevoloteando.

Eraentonceselmomentodegloriaparaloscazadores,quemirabancomoun triunfo la dicha del que llegaba primero a arrebatar al halcón su presa.Todosenaquelmomentoespolearonasustrotonesconmásahíncoquenunca,impeliéndolos con la velocidaddel rayo, y cortandopor diferentes caminos,para llegar antes al sitio donde el halcón y su presa se habían derribadoluchando.Leonorfue laprimeraque lovio,y laqueprimeroarrojósubuentordo por el sendero que se le presentó delante. Ya unos a otros seatropellaban,trabajandoesteporganaryaventajaralqueteníaasulado,aquelporinterponersucaballoydeteneralqueleseguíaytratabadeadelantársele,yLeonorsoladelantedetodosvolabasinrepararenzanjasniprecipicios.Derepenteelcaballodesuhermanoseprecipitayllegaajuntarsealsuyo,yunhoyo hondísimo y de bastante anchura parece oponerse a su velocidad. Eraprecisotorceraunlado,odelocontrariodespeñarseenaquellasimaquenohabríapodidosaltareltrotóndemásligereza.YaibaLeonoratomarlavuelta,cuando volviendo la cabeza para ver a qué distancia llevaba a los que laseguían, ve al caballo de su hermano furioso de la carrera desbocarse yprecipitarse,ysinquebastasenacontenerleelfrenoniladestrezadesujinete,abalanzarsedesesperadamentehaciaelprecipicio.Noeratiempodepararseareflexionar:Leonorlanzaungrito,davueltadeprontoasupalafrén,ycomoun viento se pone entre su hermano y el despeñadero, coge la rienda aldesenfrenadoanimal,ytirándolefuertementedeunladocortaelímpetudesucarreraysalvalavidadesuhermano,dejándolemásquenuncasorprendidodesuagilidad.

Estesucesofuecausadeunmomentodedetención:noobstante,Leonorsearrojó la primera a quitar al halcón la desdichada garza apeándose de sucaballo,ycuandolosdemásllegaronyaelpájarovencedorpulíalasplumasdesu pecho airosamente posado en lamano de la intrépida cazadora. Alzarontodosmilaplausosasuvictoria,yHernando(queasísellamabasuhermano)nopudomenosdeabrazarlacariñosamente,jurandoqueladebíalavida.

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—¿Yquéhubierasidodemíenelmundositehubieseperdido?respondióLeonorconunadulcesonrisa:alúnicoapoyoquemehadejadomipadre;perotúdicesesoporgalantería.

—No a fe de caballero, replicó Hernando: tan cierto es eso, como quenadiepuededisputarteeltriunfoenlacaza,nosoloentrelasdamas,sinoentrelosmáságilescaballeros.

—¿Teburlas,Hernando? respondióLeonor: te he vistomás de una vezsujetar tu caballo a tiempo que me alcanzabas; pero dejémonos decumplimientos,yvamosaverquétalnosdandecomerestosbuenosmonjesquenosaguardan.

Diciendoasí, conaquellagraciaquepresta lahermosuradeunamujerocuanto dice, saltó sobre su caballo conmucho donaire y delicada soltura, yhabiéndolaimitadoHernandoseencaminarontodoshaciaelconvento,quealolejosentrelosárbolessedescubría,

Esteedificioaislado,dequehoydíaquedanalgunasruinas,estabasituadoyendode Iscar aCuellar a la derecha de los pinares sobre lasmárgenes delPiron: su arquitectura gótica, sus puntiagudas torres y su fachada lóbrega yespaciosacorrespondíanalgustodelsigloenqueseconstruyó,ysoloenaqueldesierto, era un asilo muy a propósito para los que desearan retirarse a lasoledad. Un extenso cercado que servía de huerta daba entrada a uncementerio,dondeestabanenterradoslosprimerosposeedoresdelcastillodeIscar, y en que se contaban hasta veinte lápidas escritas con los nombres yhazañas de los ilustres abuelos de los dos hermanos. En otro tiempo habíahabidoenaquelsitiounaermitadedicadaaunsantocélebreporsusmilagros,pero la devoción y las limosnas de los señores de Iscar la convirtieron porúltimo enun convento, engrandeciéndola con sus dádivas, y desde entoncestodos los propietarios del castillo habían tomado a los monjes bajo suprotección,habiendohechoallígrabar lasarmasdesunoblezayestablecidosupanteón.Apesardelasvicisitudesdelostiempos,lafeydevocióndeloshabitantesdeIscarnohabíaperdidonadadesuprimerardor,yasíHernandocomosuhermanaacostumbrabadetiempoentiempoaofreceraDiosenaqueltemplosusoraciones,yavisitarlossepulcrosdesusantepasados.Elabad,aquiendeantemanohabíanavisado, losaguardabayaenunahabitaciónfuerade clausura en el vestíbulo del convento. Había hecho disponer allí unaabundante comida para los señores, mientras para los criados se preparó elbanquete a la sombra de los pinos con la misma abundancia, aunque conmenos preparativos. Todos los pobres de los alrededores habían acudido algaudeamus que les esperaba, porque en tales festines tenía todo el mundoentradalibre,elvinoibaacántaros,yelregocijoerageneral.

LosseñoresdeIscarcuandollegaronfueronrecibidosconmilvivasdelos

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parásitosqueaguardabanhartarsuhambreacostaajenaaqueldía,yelabaddel convento, hombre respetable por sus años y grave aspecto, salió arecibirlos acompañado de otros padres, y en llegando a ellos los saludóinclinandolacabezaligeramente.

—ElSeñorseaconvosotros.Amboshermanos,apeándosedesuscaballos,hincaronrodillaentierraylebesaronlamanounodespuésdeotroconmuchorespeto,yelabadlevantándolosconmajestad,ycomoacostumbradoarecibirsemejantesmuestrasdeconsideración,losllevóalaiglesiaparaqueorasen.

—Ya, hijomío, que habéis venido hoy a visitar los humildes siervos denuestroSeñor,dijoelreverendo,ospagaremosconlamejorvoluntadlahonraquenoshacéis,porqueenlamesadelpobrenohallaráelricoloquearrojadelasuyaparasusperros.

—Señor, respondióHernando, si estamansión es agradable aDios, ¿porquénolohadeserparalospotentadosdelatierra?

—ElquesehumillaanteDiosseráensalzado.

Entraronluegoenlaiglesia,arrodilláronsetodos,yrezaronsusoraciones.No obstante el recogimiento de la hermosa hermana deHernando, no pudomenosdedistraerlayadmirarlaeléxtasisdeunhombrequeapocadistanciasuya,yasegolpeabafuriosamenteelpecho,yabesabalatierra,oyapuestoencruzparecíacomoenajenado.Eraalto,secoyamojamado,ynoeralaprimervez que aquel día se había presentado a sus ojos figurándosele, y no sinfundamento,quelehabíavistoyaenelbosquetancercadeella,ysiguiéndolaa todas partes como si fuese su sombra. A despecho de la humildad quemanifestaba, su apariencia no le eramuy favorable, teniendomás trazas dehipócritaconsumadoquedeverdaderoreligioso,ysinsaberporqué,Leonorsintióciertarepugnanciaalverlequenopudomenosdecomunicarenvozbajaa su hermano. Pero éste, sin reparar casi en él, le contestó que era unasimplezatenermiedodeunhombrequeseríasindudaalgúnpobreatraídoallíporelolordelbanquetecomootrosmuchos.ConestoLeonorquedótranquila,oaparentóquedarlo,yaltiempoqueestabanentodoelfervordesudevoción,el supuesto padre vino andando de rodillas hacia ellos como si quisierallegarse así hasta el altar en un éxtasis tan profundo que sin reparar enHernandotropezóconél,deloqueéstemuyirritado,ysinpodercontenerse,indignadodelatorpezadeaquelvillano,lediounempellónsinmirarlequelearrojóde sí haciéndole caer en tierra.Pareció el pobre llevar estegolpe conresignación yéndose a otro lado al instante, sin interrumpir sus rezos alparecer, donde después que estuvo en oración algunosminutos se levantó ysalió de la iglesia andando de espaldas hacia la puerta. De allí a un rato,Hernando, su hermana y el abad salieron también de la iglesia, y cuandoentraronen la saladel comedor,Hernandoechódemenos su rosariodeoro

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quellevabacolgadoallado,yquenopudohallarsepormásquesebuscóentodaspartes.Sindudaelpobreselohabíallevadoporequivocación.Peroestesuceso,nohabiendoalteradoenningúnmodolaalegríadelosconvidados,elabadbendijolamesa,ylosdoshermanossesentaronalacabeceramientrasque algunos otros gentiles hombres de su comitiva se colocaron a losextremos.

—¿Yqué tal,buenpadre,ahoraqueno interrumpenlasarmas lapazdevuestro retiro,preguntóHernandoalabad, seha repuestoelconventode laspérdidasquesufrióenlasúltimasdisensiones?

—Diospruebaaljustoenlastribulaciones,respondióelAbad;peroahoraquesehaservidodarlapazasusreinos,gozamosdebastantetranquilidad.

—¿Yvoscreéisqueestapazseaduradera?

—Nosotrosalmenoslodeseamos,replicóelabad.

—Puesyono,repusoelseñordeIscar,nilodeseo,nicreotampocoqueelusurpadordeltronodesupadregocelargotiempodelpoderquecontanpocarazónejerce,ydíallegará…

—Hijomío,interrumpióelabad,loscaminosdeDiossondesconocidosalhombre: cuando yo en otro tiempo vestí la cota en vez de la cogulla, nodeseabamenosquevoslaguerra,peroeracontralosinfielesenemigosdelareligiónynocontramispropioshermanos,comohasucedidoahora,ycomoesperáisquevuelvaasucederdentrodepocotiempo.

— ¿Y vos, que habéis recibido tantos agravios de uno de los primerosfavoritosdelreydonSancho,quierodecir,deRodrigoSaldaña,quetantohaperseguidovuestroreposo,cómonodeseáisvengarosdevuestrosenemigos?exclamóeljovenseñordeIscarconimpetuosidad.

—LavenganzaesunsentimientoprofanoquenoentranuncaenelpechodelhumildesiervodeDios,repusoelabad,yelseñordeCuellardesaparecerácomosuimpíopadre,ysobresaltaránsuvidalosremordimientos.

—Asíes,dijoLeonor,queheoídodecirqueSanchoSaldañanotieneunahorade tranquilidad.Hernandoyyo le hemos conocido cuando éramos aunniños, y ¿quién había de pensar que aquel Saldaña seria elmismo que hoyhacehablardesuimpiedadentodosestoscontornos?

Pocodespuésdeestaconversación,yhabiéndoselevantadodelamesalosdoshermanos,salieronalcampo,yLeonorrepartióentrelospobresquemásinfelices leparecieronalgunasmonedasque llevabaparaelefecto.Colmadade bendiciones de los ancianos, y admirada de los jóvenes por su belleza,volvíayaadondesuhermanoyelabaddisputabansobreelderechoqueteníaalacoronaSanchoelBravo,reydeCastillaenaquellaépoca,cuandonotóque

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unamujer cubierta de pies a cabeza de una almalafa o capamorisca, cuyacapucha le cubría el rostro, la seguía tirándoledelvestidocomo tratandodedetenerla. Ya había vuelto Leonor la cabeza más de una vez a mirarla, yhabiéndolatomadoporunapobre,lehabíadichocondulzuraqueseretiraseynolamolestasemás,pueshabíadadoparatodoslalimosnaquelepedía.Peronopor esto la impertinente pobredejabade seguirla sin querer separarse deella, y tirándole del vestido cada vez con más fuerza. Viendo Leonor sutenacidad, creyó seria algunamás infelizque lasotrasqueno teníabastanteconloyadado,ysacandounamonedadeoro,alargólamanoparadárselasinpararse. Pero cuál fue su sorpresa viendo que aquella mujer que con tantoempeñolaperseguía,yqueellacreíaunadelasmásmiserables,senegabaarecibir el dinero que habría llenado de regocijo al más descontentadizomendigo.

—Mujer,ledijoentonces,¿quéquieresdemí?¿Niquéotracosapuedoyodarte?

—Yonoquieroninecesitonadadeti, lerespondióunavozsuavísimaentono tan bajo que Leonor tuvo que acercarse para oírla bien: al contrario,prosiguió,vengoahacerteunfavor;nodesoigaslavozdelquehablaenmí,ysinoquieresantesdelanochequesetruequeenlágrimastualegría,retírateahoramismoatucastilloynovuelvasalospinares,porquehayquientecela,ysigue,yteojea,yantesdetreshorastetendráensupoder.

Endiciendo esto se retiró y ocultó entre la confusiónde lamultitud, sinqueLeonor,quehabíaquedadoatónitaysorprendida,pudieseseguirlaniaunpreguntarlaquiéneraelqueasílaseguíaytratabaderobarlacuandoparecíamás arriesgado que nunca intentarlo, en un día en que iba rodeada de unséquito numeroso y pronto a sacrificarse por ella. En medio de estasreflexioneslabuscaba,noobstante,vanamentepreguntandoporellaacuantoshablaba sin poderla encontrar en ninguna parte, no habiendo visto nadiesemejantemujer,loqueaumentandoelmisterioredoblabasucuriosidad.

Elhombresecoydevotoquehabíasindudarobadoelrosariodeoroasuhermanoenlamismaiglesiaeraelúnicoqueellahabíavistoalgunasvecesasuentendercomosilaobservara;perofueradequeunhombresolonopodíaacometer semejante empresa, hubiera sido ridículo creer capaz de ella a unviejo villano a quienHernandode solo un leve empellón había hecho rodarportierra.Sinembargo,unsecretopresentimientolamolestaba:cuantomássedecíaasímisma,

—¿Qué finpodría llevarse estamujer en engañarme tanneciamente? lomejor será decírselo a mi hermano y dejar para otro día la prueba de losgalgos,queharto tiempoquedaparacorreruna liebre. ¿Ysi semofademí,diciéndomeque creo enbrujerías? ¿Y si piensa quedesdoromi linaje yme

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reconvienedetenertemoresindignosdeunadamademijerarquía?No,noselodiré;éldispondráloqueguste,ycúmplaselavoluntaddeDios.

Pensandoasí,yesforzándoseadisimularelsobresaltoqueasudespechoalborotaba su corazón, llegó adonde su hermano, queya había concluido sudisputaconelabad,examinabadosgalgosnuevos,hablandoconunmonteromientrassedisponíatodoparaprobarlos.Estabatanocupadodesudiversión,que no percibió la mudanza del rostro de Leonor, que en vano se animabainteriormenteasímismayprocurabadisfrazarsusobresaltobajolamáscaradelaalegría.

—Veremossiestatarde,ledijoHernandovolviéndoseaellaconmuestrasdemuchocontento,tellevaslapalmaenlacazadeliebres,comoestamañanaenladelhalcón.

—Mejorseria,lerespondiósuhermanacontimidez,dejarparaotrodíalaprueba.

—¡Cómo!repusosuhermano:¿tú, lareinadelacaza,yqueaguardabasestatardealcanzarnuevostriunfos,quieresretardarahoralapruebadelosdosmejoresgalgosquehanacosadounaliebre?

—No…pero…replicóLeonorsinsaberquédecir:yaves…elcieloestámuynublado,yporlapartedeOlmedopareceanunciarunatempestad.

—Puedeser, lecontestóHernandoechandounaojeadahaciaarriba;peroantesquelatormentaempiecehabremosnosotrosacabadonuestrafaena,yalcontrariomejor,porqueasíelsolnonosmolestarácomoestamañanayelaireesmásfresco.

—Entonces haz lo que quieras, dijoLeonor viendo que eran inútiles susescusas,peroteruegoquenoteseparesdemídurantelacaza.

—¿Tienesmiedo?lepreguntósuhermanoriendo.

—No, replicóLeonor, pero ya ves, así estaremosmás cerca y podremosauxiliarnosencasodealgúnpeligro.

—Es cierto, repuso su hermano, podrás tú auxiliarme a mí como estamañana,quesinoesportimedespeñaelbriosoenaquellasima.

Enestoya loscazadoresestabanacaballoaguardando lasórdenesde suseñor,losperrosalborotabanconsusladridos,pudiendoapenaslosmonteroscontenersualborozo,yloscaballos,hiriendolatierraconsusferradasmanos,mostrabanconsusrelinchosysuinquietudelfuegoquelosanimaba.Leonorysuhermanosedespidierondelosbuenospadres,yenparticulardelabad,quehabiéndolesechadosubendiciónvolvióalconvento,mientrasellos,saltandoacaballo, rompieron la marcha entre los gritos de la multitud, que aún seentreteníanconlosrestosdelbanquete,yalgunasbotasdevino,puestosacáy

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allá endiferentes corrillos sobre la arena.Enunode ellos estaba sentado elpiadosoZacarías,quecuandoviopasaralosdoshermanostuvobuencuidadode encogerse y agazaparse, ocultándose detrás del que tenía al lado, nogustando sin duda de darse a la luz a causa de su humildad.Luego que loshubovistoalejarse,dioenelhombroalbizcoyalmusulmán,entrequienessehabíasentado;yponiéndoseenpietomóunabota,diciendo:

—Hijosmíos,vayaelúltimotrago:tú,fariseo,levántate,ytú,hijobizco,ve,sipuedeshacerlotambién.Noséporquébebesvinosabiendoquetehacemal.¿Nosabesquelagulaesunenormepecado?Esverdadquenohasbebidoarriba de diez cuartillos, pero si no te sienta bien, ¿por qué quieres tentar aDios?Ytú,morisco, tampocodebíasbebervinoportureligión;perotúeresunmoavitaenemigodeIsrael.

—Yolobeboa lasaluddeMahoma,respondióelmorisco,yasínocreoquelolleveamal.

—Vamos,vamos,ayudaaesehombre,respondióZacarías,ynoperdamostiempo,queyavienelacazaporestelado.

Elmoriscoayudóasucompañeroalevantarse,queapenaspodíaabrirlosojos, y que puesto en pie se quedó con mucha gravedad mirándolos, ysiguiendo con la parte superior de su cuerpo elmovimientopausadodeunapéndoladereloj.

—Cuidaquenoteveaelcapitán,leaconsejóZacarías,noseaquetehagadormir laborracherademodoquenovuelvasadespertar,yvepordonde teescondes,yhastalavuelta.

—Creo, le dijo el morisco, que con el vino se te han puesto los ojosderechos:aDioshastaquetesepongantorcidos.

Zacaríasyelmoavitaecharonaandar,dejandoasucompañeroapoyadoenel tronco de un árbol hablando solo, y dando tales berridos de cuando encuando que atrajeron a su alrededor los que ya no teniendomás que comerhallaronparapostreensuborracheraunagradableentretenimiento.

Entre tanto las dos divisiones de los bandidos habían ido poco a pocoestrechandoladistancia,viendoelpuntoqueloscazadoreshabíantomado,sinperderlosnuncadevista,conlaesperanzadequeLeonorenelcalordelacazaecharía por algún sendero sola, o acompañada a lo mas de su hermano yalgunodesusservidores.Entodalamañanaseleshabíaofrecidoocasiónparaponer su intento en ejecución, y el Velludo, ya desesperado de no podercumplirlapalabraquehabíadadoalseñordeCuellar,bramabadecoraje,sinhaberqueridoprobarbocado,dudosoyasi, losembestiríaconsugente,y laarrebataríaporfuerza.Eraesteelplanmásacomodadoalcarácterdelcapitán,y el que adejarseguiar por su corazónhubiera él llevado a efecto conmás

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placer.PerolapromesaquehabíahechoaldeCuellarencerrabajustamentelacláusula de no ejecutar nada a la fuerza, y esto le tenía ligadas lasmanos,porqueélsabíamuybienqueasíHernandocomosutropanodejaríanrobaraLeonor sin vender antes sus vidas tan caras como pudiesen. Esto le traíapensativo,ymuchomásviendoqueZacarías,elmásingeniosodelossuyos,yenquienélenasuntodetramoyateníatodasuconfianza,nohabíaideadonadahastaentoncesquelesacaradelapuro.Distraídoasíestabayapesadumbrado,cuandoponiendoporcasualidad losojosensumastín,queestaba tendidoalpiedeunárbol,pensóquelaastuciadeaquelanimalpodíaserledeutilidad.

Eraesteperrounode lospersonajesmásprincipalesde lapartida, leal atodapruebayvalientecomounleón.Lehabíaenseñadosuamoaobedeceralavoz, entendiendocon tantaprontitudyhaciendo tales cosas,queparecíanincreíblessinotuviésemoseneldíatantosejemplosdelinstintoparticulardeestosanimales.Aunavozacometíayseretiraba,reuníalosbandidosdondelemandabasuamo,erauncentinelaincansable,cazabacomounlebrel,buscabalos rezagados en las noches oscuras y los conducía adonde estaban suscompañeros,atraíalosviajerosperdidosyselosentregabaasuamoparaquelosdespojase,siendosuinseparablecompañeroentodaslasexpediciones.Lavistadelperrolesugirióunpensamientoquereanimósuesperanzayadecaída,yhaciendollamaralosseishombresqueteníaenacecho,lesordenóreunirseymarchóconellosalencuentrode loscazadores,habiendoenviadoordenaZacaríasparaqueestuviesemásvigilantequenunca,pues le ibaa enviar ladama por aquella parte. El ladrido de los perros y el sonido de las bocinasindicabanel caminoque seguía la liebre a la alegre tropadeHernando,quemuyajenadelpeligrodesuseñora,seguíaariendasueltalavista.Leonor,sinembargo,temerosaaundelavisodeaquellamisteriosamujer,noseentregabaasudiversiónconelarrojoquehabíamanifestadopor lamañana,siguiendosiempreelcaminomenosespesodeárbolesyalmayornúmerodecazadores,sinatreverseasepararsenunca,yendosiempredetrásdeellosenlacarrera.

De repente Sagaz, a la voz de su amo, sale ladrando de entre los pinos,embisteasucaballo,yclavandolosdientesenlasancasdelanimalleasustayalborotademodoqueponiéndosedemanoscogeel frenocon losdientes,ysinpoderlosujetarladamaescapadandobotesarrebatadodetodobrío,ysincesar perseguido del inteligente mastín, que cada vez le acosa más,mordiéndolecuantasvecespuedealcanzarle.IbaLeonorcomohemosdicholaúltima,yloscazadores,ocupadosenperseguirlaliebre,nivieronsuapuronioyeronsusgritosporelmomento.Suhermano,quenuncalaabandonaba,fueelúnicoquealversuriesgovolviósucaballoconintentodefavorecería.Suprimer impulso fue arrojar al perro la jabalina o lanza corta de que veníaarmado;peroyafuesequeelímpetudelacarrera,olaprecipitaciónconquelaarrojó,noledejasentiempobastanteparaapuntarle,lajabalina,sinherirensublanco, quedó temblando clavada en tierra hasta la mitad. La violencia del

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palafréndeLeonorobligóalseñordeIscaralanzarseensuseguimientoatodala furia del suyo, y así por esto, como por ser el bosque muy espeso, porpronto que a su voz acudieron algunos de los suyos no pudieron acertar elcamino que habían tomado. ElVelludo, viéndolos que volvían,mandó a sugentequedieranvocesandandosindetenerseparaatraerloshaciaotraparte,loquehaciéndolescreerqueeraaquelelcaminoquehabían tomadosusamos,acabó de trastornarlos del todo, obligándolos a que siguiesen la direcciónenteramente contraria. El sendero que primero se ofreció al desatentadocaballo de la afligida Leonor era precisamente aquel donde se habíanemboscadoUsdrobalyZacarías,yelVelludonodejódedarseelparabiéndehabersalidoadelanteconsuempresacuandopensóquedentrodepocoestaríaladamaenpoderdesusdossatélites.EntretantoyahabíasentidoZacaríaselruido de los caballos que se acercaban, y echandomano al cuchillo avisó aUsdrobalquesepreparase.

—Hijomío, ledijo,ya llegan losenemigos; tencaridad,enfrena la ira;asangrefríanohayquedejarsearrebatardelacólera:túcuidarásdeladama;perotencuentaquelacarneesfrágil,ynocaigasententación.¡Ahíestán,hijomío!

Aesetiempo,saliendodedondeestabanocultosenelmomentoenqueelcaballo de la hermosa cazadora pasaba en toda la violencia de la carrera,Usdrobal se arrojó encima y apoderándose de una rienda le hizo volver depronto, haciéndole parar de golpe con tanta furia que la dama perdió losestribos y estuvo a pique de caer al suelo. El caballero que la seguíametióentonceslasespuelashastalostalonesasucaballotratandodelibertarla;peroZacarías,queaunquerayabayaenloscincuentaeralistocomounapluma,seinterpusoentreélyladamacontalprestezadandoelladoparaestorbarqueleatropellase,quelecortóalmomentoalanimallostendonesdelbrazoconuncuchillo,haciéndolecaerdegolpeconsujinete.

—¡Bravo,Usdrobal!¡LaespadaparecequeesladeAbsalon!¡Haechadopor tierra al soberbio! exclamó Zacarías enseñándole su cuchillo. Monta acaballoytomaenbrazosaesadama,quesehatrastornadodelsusto.

—Vamos, hijomío; y dando dos silbidos, se presentaron almomento elmoriscoylosotrosdosqueestabanocultosenaquellado.

— ¡Perros! gritó el caballero que había caído debajo de su palafrén, yforcejabaporlevantarse:soltadesadama,sinovotoatal,juro,villanos…Perono,venid,tomadmistierras,miscastillos,mivida;venid,yoosdaréoro,todooslodaréporella,¡infames!

—Vamosdeprisa,hijosmíos,dijoaUsdrobalelmoralista,porqueyosoycompasivoymeenternecenloslamentosdeeseinfeliz.Enmípuedemucholacaridad: ¡vamos, vamos, que no vuelva yo a oír los gritos de ese pobre

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hombre,porquemerasganelcorazón!

—Por cierto, dijo Usdrobal conforme iban andando, que la presa quellevamosmásvalequeeltrabajoquenoshacostadoganarla.

—Usdrobal, hijo mío, no mires en la belleza de esa dama, contestóZacaríasatiempoquelaechóélunamiradaahurtadillas,ynodelástima.Lasmujeres perdieron aSalomón.Señora, no lloréis, añadió dirigiéndose a ella,Dios prueba nuestra paciencia en las adversidades, y si tenéis la conciencialimpia,noosdebéisapesadumbrarpornada.Aquínoseosquieremal, soloquenuestrocapitánes tancaritativo,quesiempreestádispuestoasocorreralasdoncellasmenesterosas.Noesmalaalhajaesta,prosiguió,echandomanoalcollardeladama;yonosoyinteligente,pero…

—Enverdad,maestroZacarías, exclamóUsdrobal, que como pongáis lamanoencualquieracosadeestaseñora,queapesardelrespetoquemerecéisnoshemosdeverlascaras.

—Porpocoteenojas,hijomío,respondióZacarías,ynosabesmuchodecaridadcuandoignorasquelamejorordenadaempiezaporunomismo.

—Porahora,repusoUsdrobal,noquieroatenderavuestraslecciones:mequedademasiadotiempoparaaprender.

Yvolviéndosealadama,seesforzóaconsolarla,excusándosecomomejorpudodesutropelía,yofreciéndoseporsudefensorentreaquellagente.Hastaentonces había ido esta sin notar casi lo que la pasaba, y en medio de sutrastornosehabía imaginadomásdeunavezquetodoaquelloeraunsueño;perolavozdeUsdrobal,dándolaaconocerquesudesgraciaeracierta,lahizoalmismotiempotomaránimo,yvolviendohaciaélsushermososojosllenosdelágrimas,mostróenellosunaexpresióntandulcedelástimaydedolor,queUsdrobal no pudo menos de jurarla que moriría primero que permitir laofendiesenensupresencia.

—Yoosdoygracias,mancebo,lerespondióLeonorconunecodevozquepenetróalomásíntimodesucorazón;yoosdoygracias,peromidesventuranoesmenosciertaporeso.Contodo,aúnhayunacosaquelaharíamenorsivosmequisieseisinformardeella.¿Elcaballeroquemeseguía,quéesdeél?¿Erasuyalasangrequemeparecequevicorrerporsuvestidoaltiempodesucaída?

—Tranquilizaos,señora,repusoUsdrobal,lasangreeradesucaballo,yélvinoalsuelosinmásdañoquehabercaídodebajodelanimal.Fueungolpemaestro demi caritativo director que aquí veis, incapaz de hacermal a unahormigasinoforzadodelanecesidad,comoéldice,ysindejarsearrebatardelacólera.

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La dama pareció tranquilizarse, y aun animarse, con la noticia delcaballero. Puso entonces los ojos con más cuidado en su defensor, que noquitaba los suyos de ella, y su juventud, nobleza y alegre fisonomía lahubieranacabadoenteramentedetranquilizarsiloshundidosojosdeZacarías,su rostro seco y sin barba, su talante hipócrita y su paso de gato que va enacechonolahubiesendadoaconocereldistraídodevotoquelahabíaseguidoaqueldíaytantolerepugnaba.Habíaésteechadodelanteunratoparaservirde guía, y como descuidado de lo que pasaba detrás de él, iba, según sucostumbre, entregado a sus oraciones con un rosario en lamano y los ojosbajos, y detrás venían el morisco y los otros hablando de su compañero elbizco,yriéndosedesuborrachera.EravozcomúnentrelosdesupartidaquecuandoZacaríasparecíamásdistraídoydevotosinlevantarlosojosdelsuelo,veíayoíamásque el queparecíamás atento.Apesar del poco tiempoquehabía que andabaUsdrobal con él, su sola penetración le había enseñado adesconfiarse de todos sus gestos, palabras y movimientos, y así aunque sudeseomayor era entablar con la damauna conversaciónútil tal vez para enadelante,elreceloqueleinspirabasudirectorlehizocontentarseconsoltaraldescuidotalcualpreguntadecuandoencuando.

—Siyosupiesequiénsois,dijoenvozmuybajaaladama,yconteniendoelpasodesucaballo,avisaríaavuestrosparientesyamigospara…

—Usdrobal,hijomío,¿quéhaces?aguijapresto,dijoaestasazónZacaríassinvolver lacaray sinperderunpaso,no tedejes tentardeldemoniode laconcupiscencia,lacarneesfrágil.

—Votoatal,murmuróUsdrobal,queesemalditohipócritanoparecesinoquetienehechopactoconeldemonio.¿Vuestronombre?añadióenvozmuybaja.

—LeonordeIscar,respondióladama.

—No creo, amado discípulo mío, interrumpió Zacarías continuando sucamino, y en tono de voz muy dulce, sino que esa dama y tú os habéisconocidoantes,oquetú,siguiendomislecciones,vasoyendosuspecadosylaexhortasalapaciencia.

—Asíescomovosdecís,repusoUsdrobalsintitubear,tratodesalvarladelasgarrasdeSatanás:quetelleveatiyatucasta,añadiómásbajo.

Enestollegaronalaorilladelrioalaentradadelacueva,dondeelcapitánhabíavueltoyaconsugente,ysealegrómuchodelallegadadeZacarías.

La compañía no era de las más a propósito para una dama. Todosvoceaban, todos hablaban a un tiempo, estaban comiendo entonces a laredonda,yyahabíanapuradomásdeunabotadevino,ysoloseoíangritospor razones, amenazas y rústicos juramentos. Las diversas lenguas que

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hablaban, sus caras quemadas por el sol, su traje, sus armas, sus manerassalvajes,y lasreciascarcajadasconquecelebrabande tiempoen tiemposusdichos,todocontribuíaahacermáshorriblelaescenaqueseofrecióalosojosde la delicadaLeonor, quenopudomenosde estremecerse considerando susituación,ylasgentesconquesehallaba.ElVelludoseadelantóarecibirladama con más muestras de cortesía que lo que prometía su apariencia, yhabiéndola ayudado a pasearse, mandó a Usdrobal que echase pie a tierradiciendo:

—Tú,Usdrobal,cuidarásdeesadama;creoquedetodosnosotrosereselquepuedestratarlaconmásatención.

—Asíes,continuóZacarías;creoquenonecesitademislecciones.Todoelcamino ha venido predicándola un sermón acerca de la paciencia en lostrabajos,y lacaridadhacianuestroprójimo,con tantamadurezyelocuenciacomopodríahacerloyomismo.Yladama,aloquemepareció,leescuchabaconairecontritoycontantaatenciónqueedificabamirarla.

—Hola… gritó el catalán, que había salido de su cueva a recibir a suscompañeros.¡Lladrededonas!

—Señor,dijoladamaalVelludo,sisoisaquíeljefe,porDiosquemientrasestébajovuestropoderquenopermitáissemeultraje.Seacualquieravuestrodesignio,yoosprometounbuenrescatesiqueréisdevolvermemilibertad.

El aire de nobleza y resignación con que pronunció estas palabras nodejarondesorprenderalVelludo,acostumbradoavertemblarsiempredelantedeél,noyamujeresdébiles,sinohombresintrépidos,yforajidos.Noobstante,envanotratabaLeonordeencubrirbajounaaparienciafirmelaturbaciónqueagitaba su alma: una lágrima se desprendió a pesar suyo por sus mejillas,comounagotaderocíosobrelarosadelamañana,ysentíasusangreheladamientrasseesforzabaamostrarsecontranquilidad.

—Yo, señora, respondió el Velludo, no entiendo de obsequiar damas;cumploconmioficioen tenerosapresada,yosavisoqueenvanotratarádelibraroselquelointente;peroosjuroporlabenditaVirgendeCovadongaqueel tiempo que estéis con nosotros seréis respetada de todos, o dejaría dellamarmeRoqueelVelludo.

—¿Ynopuedoesperarmásdevos?preguntóladama.

—AunquemeofrecieseiseltesorodelreydeMarruecosnoharíamásqueloqueosheofrecido.

AlzóLeonorloshombrosenmuestraderesignarseasudesventuraaloírlas palabras del capitán, y no pudiendomás se sentó al pie de un árbol, ycubriéndose lacaraconambasmanosderramóunmarde lágrimasagobiada

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desupesadumbre.

—Buena cara tiene lamuchacha, y yame alegraría yo de hallarla en elparaíso cuando vaya allá de este mundo, dijo a este tiempo el moriscocontemplándolaconbrutalcodicia,yacercándoseaellaparamirarla.

—Cuandotúdejeselpellejocolgadodealgúnárbolenestemundo,repusootro de la compañía, irás al infierno a acompañar a los diablos en susquehaceres.

—VotovaDeu,gritóaestasazónelteniente,quelamozaesguapa,ytinunacaracomounareina.

—Yonoséporquéhemosdetrabajarsiempreparaotros,dijoelmorisco,ynadieesmejorquenosotros,quetanbuenosloshevistoyoservirdepastoalosgrajos,yestarcolgadosporloscaminos.

—No,puescomonotuvieraotroqueledefendiesemásqueeseaquienselahanencargado,dijoelbizco,queaduraspenashabíaacertadoconlacueva,saltándole aun el vino por los ojos, abierto de piernas y con una bota en lamanoizquierda,juroaDiosquetodossehabíandeiracazarhembrasalotromundosiantesqueellosnocatabayode lacaza.Vamos, reinamía,noestévuesamerced tan triste; veamos esa carita de rosa, añadió alargandounadesuscallosasmanosalrostrodeladesdichadaLeonor:noestéistantriste,queaquílospodéiselegircomoperas.

HastaentoncesUsdrobalhabíasufridolamofaquelehabíahechosindecirpalabra, y había reprimido el deseo de despertarle de su embriaguez. Perocuandoviolamanogroseradelbandidotocaraladamanopudocontenersucólerapormás tiempo,yalzando lamano ledescargó lamás reciabofetadaquepudoengendrarsucólera,ydioconélasuspies.Hechoesto,yantesquelosotrostuviesenlugardedarcréditoaloquehabíanvisto,saltósobreél,yechandomanoalaespadasepusoenestadodedefenderseyofenderalqueleacometiera. Algunos de ellos tiraron al punto de sus puñales, y hubieraciertamente perecido víctima de su honradez si el capitán en estemomento,esgrimiendosuformidablehachaenloalto,nosehubiesearrojadoenmediodelapelea.

—Alto,canalla,gritóconvozdetrueno,queenbebiendounagotadevinonoparece sinoque todos losdemoniosdel infiernoestándentrodevuestroscuerpos.Votoa tal,queelquenoenvainesuespada, leenvaineyoelhachahastalosdientesenelcerebro.

Callaron todosatemorizados,ypararonensucontienda, retirándosecadaunoalpuestoqueocupabaantesdelapelea.

—Bravo,Usdrobal, añadió elVelludo, defiendes la dama como elmejor

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paladín.Estasbuenasgentes,prosiguiótratandodeexcusarseconladoncella,hanbebidountragomás,yhastaqueyonomateunodeellosnosacaremospartido.Levántatetú,belitre,añadiódandoconlapuntadelpiealladrónquehabía derribado Usdrobal, y cuyo vino había hallado allí su centro degravedad,yjuroporlaVirgendeCovadongaqueelquevuelvaamentarestadama le cierreyo labocaparamientrasviva.Vamos, queyava llegando lanoche,yelcieloparecequeanunciaunatempestad:entremosennuestracuevaydescansemoshastamañana.

Entraron todos en ella, y Usdrobal y el Velludo, ayudando a Leonor, labajaronenbrazoscasidesmayadaalsombríorecintoqueservíadehabitacióna los bandoleros. La noche entre tanto había cerrado ya enteramente,adelantadapor la tempestad,enmediode losestampidosde los truenos,queretumbabanenlasconcavidadesdelasmontañas.Lastranquilasaguasdelriocorríanahoraconalborotadorumorenmediodelsilenciodelaoscuridad,yelruido sordode los árboles agitadosy elgraznidode las avesnocturnas, quevolaban a buscar un asilo contra la tormenta, presagiaban un espantosohuracán. De repente sus bramidos zumbaron entre los pinos, semejantes alestruendoqueproducealolejoselmotínylasvocesdeunapopulosaciudad.El crujido de los añosos árboles, tronchados por la violencia del huracán,resonó de tiempo en tiempo, y cielo y tierra parecieron envueltos yconfundidosenlafuriosadiscordiadeloselementos.Unalámparamoribundaardíaenmediodelacueva,yderramabasuundulantereflejoacáyallásobrelas feroces caras de los bandidos. Algunas camas de yerba seca sobre queestabansentadosorecostadoseraelúnicoadornodeaquellatristemansión,yenunaespeciedehuecoqueparecíaservirlesdechimeneahabíaunasientoaun lado, donde habían sentado a la dama. Estaba Usdrobal más atento acuidarlayadefenderlaquesifueselajoyadesufelicidad,yelcapitánaciertadistancia,teniendoasuspiessuperro,reposabatalvezconmenosinterésporella, pero no con menos cuidado. Algunas lágrimas centelleaban en lospárpados de la desventurada Leonor, y su belleza pálida, pero angelical,formaba un raro contraste con los semblantes cruelmente estúpidos de losladrones. Hubiérase creído que era un ángel celeste que había bajado de lamansión de los justos a alegrar las regiones infernales con su presencia.Detiempo en tiempo algún relámpago penetraba velozmente al interior de lacueva, llenándola de lúgubre claridad, y realzando la triste hermosura de laprisionera redoblaba el horror que la rodeaba. Los bandidos, como hemosdicho,ensuscamas,hablabanunosconotros,exceptoelcapitányUsdrobal,mientraselbizcoyelcaritativomaestro,queapartadodetodoshabíacesadoensusmeditaciones,dormíanprofundamenteenunángulodelacueva.

—Buenanochehaceparalamagaqueviveahícerca,dijoelmorisco,queestanocheparecequesehadesencadenadoelinfierno.

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—Ellaseráquizálaquehabrámovidolatempestad,dijootro,queyalahevistoyoennochescomoestavolardepinoenpinosobreunanubedefuegodandounosalaridos,queosconfiesoquemeestremecíadeoírlos.

—Una noche me la encontré yo, dijo un tercero, y llevaba tantas lucesdetrásydelantedeella,queparecíaunentierro.Porciertoquemientraspasó,quenoibamediavarademí,meacordédelosrezosdelseñorZacarías,ymepesódenohaberaprendidoalgunos,por loquenopudiendohacermás,meestuvesantiguandohastaquelaperdídevista.

—Puesyo,dijoelsegundoquehabíahablado,propuseenmicorazóndejarestavidayhacermefraile;peroluegopenséqueparaquemellevaseeldiabloalfindemisdíaslomismoeraesteoficioqueotrocualquiera.

—Amídarmeunafigaconlamaga,gritóelcatalán,votovaDeu,queesunadonaquenofamal.

—Tú, como ya eres diablo, repuso el tercero, no tienes miedo de tuscompañeros,quetodossoislobosdeunacarnada.

—No habléis así, repuso el ladrón anciano, y cuya cara llena de crucesindicabaquehabíavistodecercamásdeunavezlasespadasdelenemigo,nohabléisasíconmofaaestashoras,nirepitáistantoelnombredeldiablo¡Jesúsmevalga!añadiósantiguándose,porqueospuedesucederloquelesucedióauncaballero,dequienfueescuderomipadremuchosaños,yqueseburlabadetodo.

—Vaya,contadlo,señorTinieblas,yasípasaremoselrato,dijoelmorisco.

—Cuento,compañeros,cuento:hagamoscorro,dijoelsegundobandido;yreuniéndosetodosalrededordelviejo,lerogaronquelescontaselahistoriadesu caballero, y el veterano, viéndolos a todos atentos, empezó luegode estamanera.

—ÉrasequeseeraunseñorenCastilla,queeradueñodelcastillodeRocafría y de otros muchos castillos, lugares y tierras, y capitán de más detrescientaslanzas.Teníaestehombremuymalavida,ynocreíaenDiosnieneldiablo,yjurabaquedesearíaverseasolasconLucifer…¡Jesúsmevalga!interrumpió con vozmás fuerte el historiador, y todos se estremecieron. Enestetiempoelmastínsehabíalevantadodedondeestaba,yconmásmuestrasdemiedoquedearrogancia,seacercóalabocadelsubterráneo,yendandodosotresladridosvolvióatrástodotrémulo,raboentrepiernas,ydespidiendoaullidos tanprolongadosy lúgubres quepodían cuandomenos entristecer elánimomásesforzado.

—Silencio, Sagaz, le gritó su amo: ¿qué diablos tienes que estástemblando?ElperrocallóalavozdelVelludo,ysevolvióaecharasuspies

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todoazorado,comosiviesedelantedeélsueñososombrasdeaparecidos,queera lo que se creía entonces cuando los animales sin motivo aparente seagitabanyentristecían.

—Meparecequeoigounruidocomodemuchascadenas,dijounodelosladrones.

—Eselviento,quegritaconlavozdeciencondenados,replicóelmorisco.

—Pues como iba diciendo, continuó el veterano, tenía este caballeroamores con una dama, y no la podía alcanzar, porque era muy honesta yhermosa,quemeparecequelaestoyviendo.Sucedió,pues,queyendodíasyviniendodías,elcaballerosedesesperó,salióalcampoycompróunacuerdaparaahorcarsemuyretorcida,eibamaldiciendoeldíaenquenació,ylahoraenquevioaladama,ymaldijoluegosualma,yllamóaldemonio.¡Jesúsmevalga!interrumpiódenuevo,persignándosecomoteníadecostumbre.

—Ycomodigo,continuó,que ibadesesperadose levantóderepenteunatempestadtannegraquenoseveíaasímismo,yelvientoeratanrecioquetuvoqueecharsealsuelomásdeunavezparaquenoselollevasecomounapaja:unrelámpago…

En este momento la luz del que penetró en la cueva fue tan viva, quedeslumbrándolosyasustándolos interrumpióel cuento terceravez.El truenoquelesiguióparecióretumbarencimadeelloscontancontinuadoyespantosoestrépitoquenocreyeronmenossinoquedesgajadoelcieloenmil rayossehabía desplomado, hecho piezas, hasta el centro de los abismos. Quedarontodos asordados y aturdidos por largo rato, y hasta el capitán y Usdrobalagacharonlacabezacomoamedrentados.Ladamabesóunareliquiaquetraíapendiente de un collar, toda sobrecogida y llena de devoción. Zacarías, queestaba comohemos dicho durmiendo, se levantó de repente despavorido, sehincó de rodillas, y empezó a pedir perdón de sus culpas como si hubiesellegadosuúltimahora.Elbizcoenmediodesu letargoempezóagritarquecallaran, que no podía dormir con el estrépito que traían, y que el suelo sehabía hundido por donde él estaba. Por último, pasado el primer susto, einformadoZacaríasde loqueera,—Malahora,dijo,esestaparacuentos,ymejor sería que cada uno como mejor supiese rezase y examinase suconcienciaponiéndosebienconDios.

—Así es, añadió el veterano; pero el suceso de este hombre puedeservirnos de ejemplo, y no será malo concluirlo ya que he empezado acontarlo.

Enestoelvientohabíaredobladosufuria,yazotabaconpavorosobramidola entrada de la caverna, los relámpagos se sucedían sin interrupción, y eltrueno dilataba su voz estallando de tiempo en tiempo con estampidosmás

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horrorosos. Sagaz corría a un lado y otro de la cueva lleno de espanto,desalentado,todoerizadoyaullando.

—Siento otra vez el ruido de las cadenas, exclamó el mismo que habíahechoprimeroestaobservación.

— ¡SantaMaríame valga! gritó el veterano sobresaltado: ¡lamaga estáentrenosotros!

—¡Lamaga!gritarontodosauntiempo,yhuyeronarefugiarsealfondodelacaverna.Unespantosofantasmavestidotododenegro,conunaantorchaen la mano, se apareció en este instante. Sus ojos lanzaban llamas, susemblanteeralívido,ysusbrazoslargos,secosydescarnados,semejabanalosdeundesolladocadáver,mostrandotodossusmúsculosyligaduras.Brillabaenmediode los relámpagos comoun espectro rodeadode luz, y vestidodenebulosoropajedelastinieblas.

—¡Deprofundisexaudíme!gritóZacaríastapándoselosojosyvolviendolacaraaunlado.

— ¡BenditaVirgendelTremedal!¡MisereremeiDomino!exclamóUsdrobal,levantándosetodoazorado.

—¡VirgendeCovadonga!gritóelcapitánandandohaciaatrásdosotrespasos, mientras su perro temblaba con la cola baja, fijos los ojos en lafantasma,yaullandomuytristemente.PorSantiago,yoteconjuro.

LamagaentretantotendiósumanoizquierdaaLeonor,que,pálidacomola muerte y temblando, se dejó coger su derecha sin tener ánimo paradesasirse, y agitando la antorcha y haciéndola señas que la siguiera, la sacómedio arrastrando de la caverna sin que ninguno de los bandidos reunierabastanteespírituparaoponerse.

CAPITULOIV.

A la izquierda y en medio del camino de Olmedo a Cuellar, sobre unaaltura, se ven, aun hoy día, los arruinados torreones del antiguo castillo deIscar.Susprimerospropietarios fueron los árabes, quemanteniendo allí unaguarnición respetable, se servían de él como de un punto central decomunicación entre dos pueblos de tanta importancia, como eranOlmedo yCuellar en aquella época. Tuviéronle después en tenencia, o comogobernadores por el rey, varios señores, hasta que arrojados los árabes deambas Castillas, les quedó en feudo con todas sus dependencias a losascendientes de doña Leonor. Todos ellos habían ocupado empleos muy

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principales,siendotenidosenmuchaestimaporlosreyesaquienessirvieron,y que premiaron su mérito con honrosos cargos. Pero en el momento denuestra historia, las últimas revoluciones habían oscurecido el brillo de sufamilia, debilitado su influencia y apocado su engrandecimiento, habiéndosedeclarado el jefe de ella por el partido de Alfonso el Sabio, cuando lasrevueltasquearmósuhijo, ambiciosode lacorona.Sinentraren lascausasquepudieronhacerdespreciablealosojosdesupueblounreytanilustradoypoderosocomodonAlfonsoytanrespetadodelosextranjeros,comoparalainteligenciadealgunossucesosesprecisoofrecerelcuadrodelaépocaaqueserefieren,echaremosuna ligeraojeadasobre lasituaciónenquesehallabaentoncesEspaña.LasconquistasdelosdosreyesdeAragónydeCastilladonJaimeyFernandoelSantohabíanreducidolapotenciasarracenaalosúltimosrinconesdelaPenínsula,siguiendoaestosreyeslavictoriaportodaspartes,yextendiendo la fe y las armas cristianas con sus nuevos triunfos. Pero estasguerras, si bien aumentaron las fuerzas de los cristianos, enflaquecieron almismotiempolasdelosreyes,nohabiendoperdonado,particularmenteeldeCastilla,medioalgunoparaconseguirsuloableempresadelibrartodaEspañadel yugo árabe, y habiendo consistido éstos en aumentar los fueros ypreeminenciasde lanobleza,paraqueconmayor empeño le socorriesen.Elorgullodeaquelloshombres,criadosenlasarmasybelicosospornaturaleza,creció de punto desde entonces de talmanera, que cada uno pensó igual suautoridadaladesurey,yaunloshuboquesecreyeronconderechoavengarcon las armas los agravios que de él recibieran, é incitaron los pueblos a larebelión. Así que, cuando convenía a sus intereses y engrandecimiento sealiaban unos con otros, dejando aparte sus diferencias particulares, y hacíantemblar al monarca en su mismo trono, como sucedió últimamente a donSancho,queadespechodesugenioéintrepideztuvoquesosegarabuenas,yaunadularelorgullodelrevoltosodonJuanNúñezdeLarapormiedodesuinfluencia. Con hombres tan poderosos y pueblos avezados a sus antiguosusos, y a seguir el movimiento de sus señores, tenía que lidiar Alfonso elSabio al ceñirse ladiademade sus antepasados.Sus leyes, admiradasde lasnaciones extrañas, y seguidas hasta hoy mismo en la nuestra, hallaronentonces tantos obstáculos, cuantoque todos temíanque a su sombra el reyatropellasesusantiguosfuerosysusfranquezas.Elpueblonoconsideróquedeellasemanaseacasosuemancipacióndelosderechosdelfeudalismo;todoslasmiraroncomoenemigas,yelvulgobárbaroyllenodesupersticiones,oraridiculizabaasurey,ora llamaba inquietudasusabiduría.Añadióseademásque las continuas guerras de su padre, habiendo agotado los tesoros reales,AlfonsoXsevioobligadoaremediardealgúnmodolaescasezdemetálicoque se sentía.Aumentó el valor de lamoneda quemandó labrar, siendo demenos peso que la que había corrido hasta entonces, lo que poniendoimpedimentoenelcambio,fueunadelasprincipalescausasdeldescontento

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generalque semanifestóen su reinado.Tacháronledeavaro, siendoasíquenuncahahabidoreymásespléndido,ylemotejarondeinjusto,cuandofueelprimero en España que fijó el modo de administrar justicia. En todas estasmurmuraciones, de que nuestro historiador Mariana hace cuenta, casi paraacriminarle,teníasindudamáspartelaenvidiayelinteréssórdidodealgunosparticulares que la verdad, pero esparciéndose por los pueblos disponían elánimodemuchosencontrasuya,ycomodelamurmuraciónaldesprecionohaymásqueunpaso,ydesentirloamanifestarlonada,bienprontoesterey,quepodríacitarsecomomodelo,sehallóenvueltoendiscordiaciviles,vioasu familia armarse contra él, y oyó vitorear al principal rebelde, su propio,hijo, con el título de rey, que le concedía antes de tiempo la adulación. LamuertedelprimogénitodonFernandofueelmotivodeestaúltimadesgracia,quepusoen términoal sabioydesventuradomonarcadeacogersealmayorenemigodeloscristianos,elreydeMarruecos,paraqueleayudaracontradonSancho.Este príncipe, que estaba por otra parte dotado de grandes prendas,apenas habíamuerto su hermano forzó, por decirlo así, a su padre a que lereconociese por heredero, con perjuicio de los dos de la Cerda, hijos delpríncipeprimogénito.Noesestetiempodedisputarsilacoronaletocabaaél,opertenecíadederechoalosnietosdedonAlfonso;peronopodemosdejardedecirquedonSanchomostródemasiadacodiciadeposeerla.Subravura, suliberalidad,sucortesaníaybuenamañainfluyerondetalmaneraenlosánimosde los castellanos, que la mayor parte siguieron sus estandartes, y así losnoblescomoloseclesiásticosdemásnotaabrazaronsupartido,formandoconél una especie de comunidad, comomanifiesta el acta de lo resuelto en lasCortesdeValladolidelañode1282.Sushazañas,ysobretodolafortuna,quecomodecíaCarlosV,gustamáscomomujerdefavoreceralosjóvenesquealos viejos, hizo demodo que elmayor número se declarase en contra de larazón, y que a pesar de los esfuerzos de donAlfonso, y de la excomuniónlanzadacontraelmalhijoporelPontífice,lavictoriadiesealfinelcolordelajusticia a las pretensiones de Sancho el Bravo.Murió en estas agonías donAlfonso,ysusnietosquedaronexcluidosdelacorona,habiéndolesobligadoavivirenJátivaporunconveniohechoconelreydeAragón;ydonSancho,quehasta entonces por burla o hipocresía se había contentado con el título deinfantemientrasviviósupadre,subióaltronodespuésdehaberhechoenterrarsuntuosamentecomorey,alquehabíaarrebatadolacoronamientrasvivía.

Quedó España, como es de suponer al cabo de esta discordia, tantrastornada y revuelta, que al principio del gobierno de don Sancho puededecirse reinabanensu lugarmásquesusórdenes los furoresde laanarquía.Los odios más inveterados renacieron en el trastorno de la revolución,renováronse las pretensiones de la ambición, y los robos, los desórdenes ytodosloscrímenesjuntoshallaronanchocampoenquedesplegarse,habiendoincendiado laantorchade ladiscordiadesdeelpalaciodelsoberanohastael

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pacífico hogar del labrador. Bastaba que una familia se declarase por unpartidoparaquelaotrasedecidieseporelcontrario:asíque,laguerraseguíaaundespuésdelamuertededonAlfonso,ycadacastillo,cadapuebloerauncampodebatalla,dondeasombradelinteréspúblicocombatíanelrencor,lacodicia y la ambición de algunos particulares. Las hordas de ladrones queinfestaban loscaminosdescaradamente, estabanprotegidasdeocultopor losseñoresquesevalíandeellosparalasaccionesqueunrestodevergüenzalesimpedía cometer a las claras, haciendo instrumentos de su amor o de suvenganzaalaescoriadelasociedad.

Tal era la situación del país cuando don Jaime de Iscar se retiró a estecastillo, no habiendo querido doblar la rodilla delante del nuevo rey, comohabían hecho el mayor número de los partidarios de don Alfonso, yhaciéndosetachardesusenemigoscomodefensorocultodelosdelaCerda.Detodossusseñoríossolohabíaconservadoestecastillo,habiendoperdidoelrestodesusposesioneseneltumultodelaguerracivil.Quedó,pues,arruinadoy declarado rebelde por el partido vencedor, y el viejo caballero, que habíaseguidoconstantemente lasuertedeAlfonsoelSabio, recibióporpremiodesulealtadelsentimientodeversealfindesusañossintenermásquedejarasuposteridadqueelesplendordesusangre,yelmuchomásbrillanteaundeuna larga vida gastada en defensa de su patria y de la causa noble de lajusticia.Doshijosquetenía,yalgunosveteranosllenosdeheridasycubiertosdecanasensuservicio,fueronlosúnicoscompañerosdesudestierro.SuhijomayorHernandoteníaentoncesveinteytresaños,yhabíahechosusprimerasarmasenlaúltimarevolución,yalladodesuancianopadre.Sujuventud,suvalor,yelporteycontinentedesupersona,hacíanqueelgenerosodonJaimefundaseenéllasesperanzasdesucasaylagloriadesunombreparalofuturo;perolaternura,elgozodesucorazón,laalegríadesuscanaseraunaqueteníaentoncesdiezynueveaños,yreuníaaunahermosurapococomúntodas lasgraciasdesusexo, toda lagallardíade la juventudyuncarácter tandulceysuavecomo llenode enterezaydemajestad.Era el ángel consoladorde lospesaresdesuancianopadre.Cuandoeste,poseídodeldescontentonaturalasuavanzadaedad,yperdonableenundesgraciado,seentregabaapensamientostristes, la vista de Leonor bastaba a disipar enteramente sus penas, y unacariciadesuhijaeraparasucorazónelrocíodelatranquilidadquerenovabaelbríodesualma,marchitaporlosañosylasdesgracias.Perocomoalfinlamanodelamuerte…

Noscortaatodosdevestirunpaño,

Sinhacerdiferenciaenlamedida,

comodiceunodenuestrospoetas,ysinquebastenaablandarsuenconolaslágrimasdelaorfandadnidelahermosura,lasenfermedadesdelancianoseaumentaronporúltimoconsusdisgustos,yeldíaquerecibiólanuevade

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que le declaraban rebelde,murió de pesadumbre y en brazos de sus hijos apocotiempodesudestierro.QuedóLeonorhuérfana,ybajolaguardaytuteladesuhermanoHernando,queaunquedurodecarácterlaamabacontodosucorazón.Fortificadoésteensucastillo,bienprovistodevíveres,ydefendidopor los leales guerreros que habían seguido a su padre, no tenía que temerningúnasaltodeaquellosaqueestabanexpuestosentiempostanrevueltoslosque eran declarados rebeldes por el partido de Sancho el Bravo. Pero unenemigomástemiblequetodaslaspartidasdebandolerosytodaslasórdenesdelacorteamenazabaturbarlapazdelcorazóndeHernando,elreposodesusgentes y la seguridad de su hermana. Un amigo íntimo, mirado ya comoenemigo por la diferencia de los partidos y el rencor inherente a lasrevoluciones,acabódeconvertirseenenemigomortaldesutranquilidad.

El señor de Cuellar, Sancho Saldaña, de quien ya más de una vez hanhablado algunos individuos de nuestra historia, poseía en aquella época elsoberbiocastilloquehayenestepueblo,ysellamabaentonceseldelaRosa.Era el señor más poderoso de todos aquellos contornos, extendiéndose supodersobrelamayorpartedelaspoblacionesqueahoraformanelpartidodeestecorregimientohastaelDuero,cercadeValladolidporunlado,yporotrohasta Segovia y muchas leguas a la redonda. Su padre, que había sidocompañeroyamigoíntimodedonJaimehastalarebelióndedonSancho(enque como se ha dicho tomó cada uno su partido), había ganadomuchas deestas tierrasde lospartidariosdedonAlfonso,entrandoenellasa fuerzadearmas,vinculándolasensuprovecho,yextendiendodeestemodosupoderío.Asíporestocomoporhabersidoantesamigosynohaberseguidocontrasuopinión las armas de don Alfonso, cobróle tal aborrecimiento el viejo donJaime,queelnombredeSaldañaeraparaélmásvillanoqueeldelmasínfimobandolero,y llevadode su tenacidad senegóaoír cuantasproposicionesdepazlehizoentodasocasionessucompañero.Añadíaseaestoloquedelhijo,dueño absoluto ya de tan cuantiosos bienes, publicaba la fama en aquellospueblos. Teníanle unos por asesino y cruel, otros por cobarde; tal le creíatemerario,aquel le juzgababueno,ymientrasno faltabaalgunoque le teníaporgeneroso;otro le tachabademiserable,y lamayorpartecreíanalversurostro, siempre tétricoymelancólico, y su amor a la soledad, que era algúndemonio revestido de figura humana por algún tiempo, que sentía veracercarse la hora en que había de desaparecer para siempre y volver a losfuegos de que había salido. Ayudaba a creer esto que su padre había sidoenterrado secretamente, y que era voz pública se aparecía de noche en lasbóvedas del castillo, y sobre todo la repentina desaparición de una hermanasuya,queaunquedemuchabellezay sinel ceñoycruelaspectodeSanchoSaldaña, también la habían visto siempre triste,melancólica y pálida, comounaestrellapróximaaoscurecerse.Añadíaseademásquenadiedeafuerasabialaverdaddeloquepasabadentrodelafortaleza,taleraelsilencioquereinaba

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en sushabitadores,yque todoshablabanúnicamentepor conjeturas, lo cualhacia que se exagerasen los hechos é inventasen algunos, adornándolos contanincreíblessucesosytanponderados,queelpasajerosellenabaaloírlosdeespantoycuriosidad.

ElpadredeSanchoSaldañahabíacautivadounamoramuyjovenenunade suscorrerías,quehabíaquedadodesdeentoncesenel castillo,y este eraotrotemaquedabanomenosmateriaquelosanterioresainfinitoscuentosyhablillas. Imaginaban algunos que esta cautiva era una artificiosa bruja, quepor sus encantos y sortilegios había hechizado al hijo del difunto señor deCuellar,mientrasotrosasegurabanqueeraelgeniomaléficoyenemigodelafamilia, disfrazado en aquel traje, que conspiraba continuamente en sudestrucción. En fin, todo era misterioso en el castillo, y todo era misteriocuanto acerca de él se hablaba en sus cercanías Hoymismo almostrar susalmenadastorresalcaminante,ysusmuroscubiertosdemusgodondeasomael pintado lagarto su fea cabeza, o corre la rápida lagartija entre derribadaspiedras,vestidoelsuelodeyerbayvilcascajo,elpaisano,cuandorefierelastradiciones de este castillo, habla todavía de aquella época, sembrando surelacióndefábulasymilagros.

Habían pasado Sancho Saldaña y su hermana la primer parte de sujuventudal ladodeLeonoryHernando,dividiendoconellossus juegoscontodoelcandorycordialidadconquesonamigoslosjóvenes.TeníapocomásomenoslaedaddeHernando,ysuspadres,acostumbradosamirarloshijosde cada uno como propios suyos, miraban con gusto el cariño que Sanchotenia aLeonor, prometiéndose uno y otro a símismos de unirlos en cuantollegasen a la edad precisa, si seguían como hasta entonces mirándose conafecto. Cumplió Leonor catorce años, y Sancho tenía diez y ocho, cuandocesando los juegos y la confianza de niños, entró a galantearla ya comocaballero, mostrándose suntuoso en festejos, y haciendo en su honra susprimeroshechosdearmas.

EraentoncesSaldañaeljovenmásbizarroygalándelaCorte,eldemásdonaireen lasdanzas,masarrojadoyventurosoen lasarmas, comoLeonoreraentrelasdamaslagalaylaflordelahermosuraylagentileza.Nopodíamenos Leonor de ver con gusto su nombre enmil cifras, célebre ya en lostorneos, de oír con placermúsicas y trovas en su alabanza, y saber que eraenvidiadadelashermosas;peroyafueseporfaltadesensibilidad,ya,loqueesmásprobable,acausadesuspocosaños,secontentómirarconagradolosobsequiosdeSanchoSaldaña,sinsentirporélotroafectoqueeldelaamistad,yelqueconcedeelamorpropiodeunadamalisonjeada.

Con todo nadie había que no creyese tan efectuada esta unión como sihubiesenrecibidoyalabendicióndelaIglesia,ysindudahabríasidoasí,silarebelióndedonSanchocontrasupadrenohubieseseparadolasdosfamilias,

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llevándolas,comohemosdicho,adiferentespartidos,deshaciendosusplanesparalofuturo,ydejandoburladassusesperanzasylasdelosquedandotodoporhechohabíanyaaseguradomásdeunavezquehabíanvistoloscontratosmatrimoniales. Todo cambió desde entonces, y habiéndose retirado padre ehijo a su castillo de Cuellar, este último conoció allí a Zoraida (que era elnombredelacautiva),yquedóporellaperdidodeenamorado.Olvidó,pues,aLeonor,olvidótodo,yenmenoscabosuyoseentregóasunuevapasióncontan desenfrenada locura que no hubo crímenes que no cometiesen susarrebatos,decualquiergéneroquepuedanimaginarse,ciegoconloshechizosdeaquellamujer,quenoparecíacomplacidasinoteniéndolesiemprealbordedelprecipicio.Rodeadodecrímenes, entregadoaun solopensamientoenelmundo, lleno de hastío, ansioso de algo que nunca podía encontrar,desasosegado en el sosiego, agitado de tristes imaginaciones, y finalmente,cargadodepenosos remordimientosquesincesar le seguíanyatormentabanentodaspartes, llegó,enfin,ahartarsedelaponzoñaqueencopadeorolepresentabalamáscaradeldeleite,yaodiaralfatalobjetodesusamorescontantomásaborrecimientoymásfuriacuantolehabíaamadoconmásdelirio.Volvióensí,ynopudiendoencontrarnadaquebastaseasatisfacersusdeseos,aconsolarsutristeza,ahacerleolvidarsusremordimientos,sehallóenlaflorde su edad con un alma árida como la arena, y velado ya su rostro con lasombradelossepulcros.

En vano buscaba en las diversiones que su opulencia podía ofrecerle elalivio a sus penasquedeseaba.Lamúsica servía solopara entristecerle, loscantares más alegres, las trovasmás dulces le fastidiaban, la alegría de losbailesleinspirabaeldespecho,yellujodelostorneos,lasvoces,elrumordelgentíoylosojosdelashermosaseranparaélvastosdesiertosdondeseperdíasin hablar con nadie, solo siempre con sus pensamientos en medio de lamultitud.Sehubieracreídoalverledistraído,melancólicoysoloenmediodelos placeres, que era la sombra de un hombre que vagaba acá y allá sindestino, o una estatua sepulcral arrancada de la tumba que adornaba, éimpelidadealgúnresorteocultoque lamovía.Lapasiónquehabía tenidoaZoraida había agotado en su corazón las fuentes del sentimiento, y solo lehabíaquedadofuerzaparasufrir,ymemoriaparahacereternoelgusanoqueleroía.

Fastidiadode losplaceresseentregóa todaclasedevicios,parasepultareneldeliriodeljuegooenlaembriaguezeltormentoquelehostigaba.Peronilaganancialealegraba,nilapérdidaleentristecía,mientraselvino,lejosdeborrarde su fantasía las imágenesde su tristeza,poniéndoleenel estadodeinercia absoluta a que reduce este vicio generalmente, o comunicándole eljúbilo con que trastorna y alienta el ánimo mas caído, le entregaba másprofundamenteatodoelhorrordesuspensamientos.

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Entoncesfuecuandosiguiendoelimpulsonaturalalhombredebuscarsufelicidad,recordóasuolvidadaLeonor,propusoreformarsuvida,halagóunmomentosuspenasconlasdulcesmemoriasdesujuventud,yelrecuerdodelosdíasenquellenodegozosintióelinocentefuegodelamorpuroavistadesuhermosura.Nadapruebatantoelpoderdelavirtudcomoelhomenajequelatributaelvicio,yelhombremáscriminaleselqueadmiramáslainocencia,y elmás corrompido suele ver con enfado las costumbres estragadas de losdemás,ygustatantodelcandor,queavecesyaquenopuedehallarloenlaspersonasquelerodean,exigealmenoslasapariencias.SanchoSaldañaestabayahartodelibertinaje,ycreyóqueLeonor,elencantodesusprimerosamores,podríavolverle lapazquehabíaperdido,y sintió renovarseen supecho,yaque no su primer amor, al menos un sentimientomás dulce que los que lehabíanagitadohastaentonces.Sualmaseabrióalsoplodelaesperanzaporunmomento,ylaideadeunenlacedichosoquepusierafinasuinquietudenbrazosdeLeonor,yenmediodecariciasdesconocidastodavíaparaél,eratanhalagüeña,que aveces llegabahasta ahogar en algúnmodo losgritosde suagitadaconciencia.

Resolvió,pues,pedírselapormujerasupadre,queaúnvivía,yvolviendoa vestir las ya casi olvidadas galas, ordenó a sus pajes y escuderos que seadornasenyengalanasen,disponiendoalmismo tiempo losmejorescaballosde sus cuadras soberbiamente enjaezados. Un rayo de luz brilló en suencapotada frente por unmomento, bien así como un rayo de sol entre lasnubesdelatormenta,ylaguarnicióndelcastillovioconasombrolamudanzaque había habido en su jefe, y aquel día fue el primero, puede decirse, quealumbróelsolelcastillo.

Sololadespreciadamoraveíacondespechoycelosaquellospreparativos.Sus hermosos ojos negros, en que brillaba el fuego de una osadíamás quevaronil,girabanvertiginososacáyallá,ylafierezadesualtivaypronunciadafisonomía parecía realzada con su inquietud. Sus miembros temblaban decólera, y la sangre africana, irritada con los desprecios de su amante, hacialatircontantafuerzasucorazón,queparecíaquerersaltarsedelpecho.Habíasido cautivaZoraida cuando apenas rayaba en losquince años, y era loquepodía llamarse unmodelo de hermosura árabe. De airoso continente, alta ybriosadecuerpo,sumarchaeraladelcisnecuandogiraserenoenlasaguas,ysu mirada la del águila que desafía el sol frente a frente. Sus pasionesimpetuosasyvehementesdabanatodossusdeseosuncaráctertaldefuerza,quesuvoluntadhabíadecumplirse,odebíaellaperecerensuempeño.Estabaacostumbradaaarrostrarloscaprichosdelafortuna,yaunavecesavencerlayasujetarla,yestaluchacontinuaenquehabíapasadotodasuvidalahabíadotadodeunvaloratodapruebaenlosriesgosydeunarrojoensusempresas,querayabaentemeridad.Pocasveceshabíalloradoensuvida,ysiemprequehabía derramado lágrimashabía sido implorandovenganzasomeditándolas.

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Amaba, no amaba es poco; deliraba, idolatraba, miraba a Sancho SaldañacomoasuDios,comoasutodo,yaconsecuenciadetantoamarle,sumismofrenesí,sumismoamorrayabaenaborrecimiento,desuertequeleodiabayleidolatraba a un tiempo, y a un tiempo le arriesgaba y le protegía, ledespreciaba y le defendía, buscándole y huyendo de él, insultándole yacariciándole,ysintiendoafectostandiferentesconlamismaviolenciaquelapasiónfrenéticaquelosmovía.

Talera lamujerquehabía trastornadoelgenio,el rostroyelcorazóndeSaldaña; pero que si le haba precipitado en un abismo de males, no habíatitubeado en arrojarse también con él, y que si le había llenado deremordimientos,sucorazónardíaenlapasiónmásarrebatada,ysinesperanza,quepuedesentirmujer.Sitalerasuamorylaarrastrabaatantosdesaciertos,viéndosepacíficamentecorrespondida,¡cuálseríasufuriacuandohallaseunarivalquecombatir,unaenemigatantemiblecomoLeonor!Supoparaquéeranlospreparativosdesuamante,penetrólacausadesualegría,ysindarleunasola queja, reprimió su ira, calló, y sin derramar una lágrima ni siquieraexhalarun suspiro se retiró ameditar suvenganza,determinadaamorir o allevarlaacabo,imaginándolacruelterrible,ydignadelultrajequeselehacía.El resultado probó hasta dónde llevaba sus planes el rencor con que lostrazaba.

SanchoSaldañaentretanto,habiendodispuestosucomitiva,seencaminóalcastillode Iscar, resueltoasacrificarsuorgulloyasufrircualquieramalarazóndedonJaimecontaldelograrelblancodesusdeseos.

Llegado que hubo al puente levadizo hizo sonar su trompeta y que seanunciaseunheraldo, a cuya señalhabiendo respondidodesdeel castillo, elheraldo anunció que su amo el ilustre conde de Saldaña deseaba hablar enparticularconelmuynobleseñordeIscar,yqueaguardabaallísurespuesta.EstabaenestemomentodonJaimehablandoconLeonordeloquecontabandelseñordeCuellar,ycuandooyósunombrenopudocontenersucólera.

—¿Aquévieneaquíesemalsín,esetraidorasurey?¿Vieneainsultarme?Seengaña,porquemequedanaúnfuerzasbastantesparaobligarleaquemerespete.¡Hernando!gritóasuhijo,ponlosarquerosenlasalmenas,ydilequeyonorespondoatraidoressinoconlasarmas.

—Pero señor, contestóHernando, su traje y su séquito son de paz, y noseríahonrosoresponderconarmasalquesenosentregasinellas.

—Esverdad,yhasapuntadomuybien,repusoelviejo,cuantomásqueelheraldodebeserrespetadosegúnlaleydelaguerra:meacuerdotodavíaqueenSevilla, cuandoestabaallí la florde la caballeríadeEspañaconel santorey, padre de nuestromonarca, degollamos una partida demoros que habíaahorcadodeunárbolunheraldonuestroquellevabaalaciudadunmensaje,

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obrandosegúnlaleydelaguerra.

—Señor, ¿quémandáis que se le responda? interrumpió respetuosamentesuhijo.

—Elpadrede esemuchachoestabaallí entonces, continuóelbuenviejocomodistraído,yporciertoqueeraunadelasbuenaslanzasquehabía…¡Ah!…sí,semeolvidaba,repusovolviendoensí;nada,quesevayan,queaquínotienenquehacer;quesevayan,ycuantoantes.

Larespuestaeratandefinitivaquenadaquedabaquereplicar;peroLeonor,considerando lospeligros aque se exponía supadrehaciendoestedesaire aSaldaña,determinósacardeélunarespuestamásdulce,yquenoleexpusieseparalofuturoalosriesgosquecualquieraindiscreciónpodíaatraersobreellosencircunstanciastanespinosas,yasíañadióconvoztímida:

—Padremío,¿ysivieneaproponerosunareconciliación?

—Entrenosotrosnocabeninguna,hijamía.Ydeteniéndoseunmomentocomopensativo,exclamó:

—Sí,queentre,queentre;quieroseguirelparecerdenuestrosabioreydonAlfonso,quedecíaqueantesdesentenciaresmenesteroírlaspartes.

Mucho debió de agradecer Saldaña que este dicho de Alfonso I sepresentasealamemoriadelcaballero,puesdelocontrariohubieratenidoquevolverpies atrás; pero las sentenciasdel sabioAlfonso eranparadon Jaimetansagradascomolospreceptosdelareligión,noconociendootroreyniotraautoridad que la suya, y aunque Sancho el Bravo era el verdadero rey deCastilla entonces, él siempre daba este título a su padre, sin que hubierafuerzashumanasquelehicierandaralhijootronombrequeeldelrebelde.

EnestoSanchoSaldaña,habiendorecibidoelpermisodeentrada,llegóalsalón donde estaba sentado don Jaime aguardándole, y de que había salidoLeonorporrespetoasupadreydecorodesupersona.ConservabaaunSanchoalgunos restos de su belleza, marchita ya por el rigor de sus pasiones y elestrago que habían hecho en él los vicios a que últimamente se habíaentregado;peroenmediodelapalidezyseveridaddesurostroylaexpresiónmelancólicadesufisonomía,creyódescubrirelancianoensuportevigorosoycaballerosaaposturaalgunasemejanzaconlamarcialidadybellezadelpadreenlostiemposdesujuventud.ElprimeroquehablófuedonJaime,ydijo:

—Muchomeextrañavuestravisita, señorconde,quepuestoquevuestropadreyyofuimosamigosycompañerosenmejorestiemposquelospresentes,ya hace años que acabó nuestra amistad y rompimos lanza con punta de talmodo,quesehizoimposibleentrenosotrostodareconciliación.

—No vengo ahora, respondió el conde con aire noble, aunque sumiso y

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arrepentido,adiscutirconvoslosmotivosdevuestrosresentimientosconmipadre.Bastedecirosquemipocaedadmeperdonóeldisgustodemediarenellos, y que las causas que os resintieron con él no creen que existan paraconmigo.

—Tendríaisrazón,joven,repusoelseñordeIscar,sivos,dejandoaunladolas opiniones de vuestro padre, hubierais depuesto almenos las armas y nohubieraisseguidotambiénelpartidodelhijorebelde,quenopodráhallarpaznuncaensucorazónporhaberlevantadobanderacontrasumismopadre.

EstremecióseSanchoSaldañaaloírestaspalabrasquepronuncióelseñorde Iscar con sentimiento, frunció las cejas, y el temblor convulsivo de suslabios anunció que algún remordimiento le fatigaba; pero el anciano, sinecharlodever,continuódiciendo:

—Digo,pues,quetendríaisenesecasorazón;perovosdesoísteislavozdevuestraconciencia,seguisteiselejemplodevuestropadre,yaunquepuedesermásperdonableenvosqueenél,acausadevuestraedad,yohejuradoodioimplacablealosenemigosdemirey,ysiacasopuedocompadeceraalgunosporelmerecidocastigoquelesaguardadelvengadordelosjustos,nopodrénunca en mi vida reconciliarme con ellos. Ahora decid lo que tengáis quecomunicarme.

Dichoestosepusoamirarleconatencióncomoaguardandosurespuesta;peroSanchoSaldañanosehallabaenestadoderesponderlePorunaparteveíafrustradas sus esperanzas, y se juzgabacondenadoa ser eternamente infeliz,mientras por otra algunas palabras de las que había dicho el anciano teníantanta relación con alguna de las causas de sus remordimientos, que sintióahogársele la palabra y un estremecimiento convulsivo se apoderó de todossusmiembros.Elancianoesperóunratolarespuesta,yhabiendonotadosusmovimientos los atribuyó a su orgullo ultrajado por haberle supuesto unmomento capaz de humillarse hasta el punto de venir a implorar de él unareconciliación.

—Veoenvos,dijo,elcarácterdevuestropadre,yséquelosSaldañashansido siempre demasiado altivos paramendigar la amistad de cualquiera quesea; pero como podíais tener algún intento que proponerme sobre el querequirieseismi asentimiento, he empezado por haceros ver que conmigo esimposibletodareconciliación.

—¿Ysidependiesedeella,exclamótristementeSaldaña,laesperanza,lafelicidad de un joven que, aunque criminal, nada os ha hecho paramerecervuestroodio,sidependieradevosqueunalmaseganaratodavíaparaelcieloenvezdequeentregándolaa ladesesperaciónquedeabandonadaa todaslasasechanzas de Satanás, entonces, señor, entonces, qué diríais? ¿Quédeterminaríais?

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—Hablad, repusoalmomentodonJaime:elsabioreydonAlfonsodecíaquetodostienenderechoaexigirsiemprequeselesoiga.

—Señor,continuóelconde llenodeagitación,deestemomentodependemividaomimuerte;vossolopodéispronunciarmisentencia,vossolopodéissalvarme,deunasolapalabravuestradependemifelicidad.NomeconsideréiscomoelhijodeRodrigoSaldaña,miradmecomounextraño;suponedenmíunpasajeroqueenlaoscuridaddelanochenopuedeencontrarunasilodonderefugiarse de la lluvia y os pide hospitalidad: mirad en mí un pecadorarrepentido,unhombrequevaaarrojarseaunabismo,ycuyamuertepodéisevitar con solo tenderle una mano que le separe. Miradme así, y no menegareiseltesoroúnicoquedeseoenelmundo,eldía,lavida,elcielodemicorazón.

—Hablad, pues, exclamó conmovido el anciano, y yo os prometo quecomomihonoryeldemishijosnopeligrenisemezcleenloquemepidáis,que olvidando todo resentimiento os concederé lo que me suplicáis tan deveras.

SanchoSaldarlabajóunmomentolosojosalsuelocomoindeciso,miróadon Jaime, volvió a bajarlos, y como un hombre que arroja de sí un pesosuperiorasusfuerzas,diounsuspiro,ydijoenvozapenasinteligible:

—YoamoaLeonor.

—Séquelahabéisamado;continuad,repusogravementedonJaime.

—La he amado, sí, pero nunca tanto como ahora, que veo en ella lafortalezademidescanso,repusoelconde,laheamado;peroahoraveoenellasolaelreposoylapazdetodamivida.Yovivoyahamuchotiempofatigado,yhartodecuantobuenoymalomerodea;elmundoesmásviejoparamí,apesardemispocosaños,queloesparavosalcabodevuestraedad:todoestáusado en él; nada hallo nuevo en la naturaleza; la luz del sol, la noche, laprimavera, lomás bello, lomás tremendo con que puede recrear el cielo, oamenazarensucólera,nadameinspiraunsentimientonuevo;soloLeonoreselúnicoobjetoquepuede inspirármelo, solo ellapuedevolver ami alma lasensibilidadquehaperdido.Sumano…

—Joven, ¿sabéis lo que me pedís? repuso don Jaime levantándose condignidad:nuncamisangresemezclaráconlavuestra,asícomolalealtadnosehamezcladonuncaconlatraición.

—Ved,señor,exclamóelconde,quevamidichaenvuestraspalabras.

—Silencio, replicó el caballero; os he oído con paciencia, y es cuantopodíaisexigirdemí;oscompadezco,peronopenséismasenLeonor.

—¿Ymeabandonareisasíamisuerte?dijoelcondeenactituddecente,

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pero suplicante; ¿desechareis mi ruego, y me dejareis en el camino de laperdición?

—Basta,basta,replicóelanciano,yenverdadqueeshumillanteparaunhombredevuestrolinajeabatirsetantodelantedesuenemigo.

— ¿Queréis serlo? respondió Saldaña recobrando su natural fiereza,impelidodesualtivez;puesbien:sobrevoscaigan losnuevoscrímenesqueme haga cometer la dureza de vuestro corazón; sobre vos caigan lasmaldicionesdeunjovenperdidoenlomejordesusaños,ycondenadoyaenvidaatodoslostormentosdelinfierno.Sobrevos…

—Basta he dicho, replicó irritado don Jaime: salid demi castillo, y dadgraciasalmodoylaintenciónconquehabéisvenidoquenoosmandoarrojarporunaventana.

—¿Ámí?repusotodoencolerizadodonSancho:¿amí?peroconteniendosu ira, continuó: viejo cruel, no me precipitéis: un crimen es para mí pocacosa;dame tuhija, yo tepediréperdón,yo seré feliz, yyo te lodeberé a tisolo,sino…Poseerlanomecostarámásquecometerundelito.

—¡Hernando!gritóelancianoasuhijo,quesepresentóalmomentoasuvoz,echadelcastilloaesetraidor,hijodeuntraidor,quevieneainsultarmiscanas.

—¡CondedonSancho!…dijoentoncesHernando.

—¡Hernando!¡Amigo!exclamóSaldaña.

—¡CondedonSancho!repito,obedecedamipadre.

—Está bien, repuso el conde, salgo de vuestro castillo; nomancharémiespada en la sangre del amigo de mi juventud, porque ya tengo bastantesmanchas de sangre inocente en mis vestidos; pero juro que ha de ser míaLeonor,hadesermía,¡viveDios!defuerzaodevoluntad.

Dichoestodejóelcastillo,ymetiendoespuelasasucaballocorrióariendasueltahastaCuellar,sinverelcaminoquellevaba,nirepararsileseguíaonosugente.Desdeentoncesmil imaginaciones,milvenganzas leagitaron,y lacólerayelorgullo luchabanensucorazón;peroyaseaelmiedode irritaraLeonor, particularmente si atropellaba el castillo de su hermano asaltándolopara robarla, ya que creyese, vista la guarnición de la fortaleza, que eraempresademuchotiempoydificultad,lociertoesqueparecióhaberolvidadosujuramento,ynohizoonoaparentóhacerintencióndecumplirlo.Contodo,díaynochepensabaensufelicidad,yporconsiguienteenLeonor,yresueltoporúltimoaposeerladecualquiermodo,imaginórobarlacomoúnicomedioquelequedaba.

El Velludo, a quien daban este mote por el mucho vello de que estaba

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cubierto, era el ladrón más famoso en Castilla y el terror de aquelloscontornos.Había sido soldado en sumocedadymilitado endiversaspartes,habiendoalcanzadoen todasellas famadeesforzado,ydebiendoestagloriatantoasubuenasuertecomoasuintrepideznatural.Eraentoncesdeedaddecuarentaaños,ynohabíaperdidonadadelarobustezyfuerzadesujuventud.Fieroycoléricoendemasía,nodejabadeseravecescruelsilearrebatabalaira,perosuíndoleeragenerosanaturalmente,ymásbienhaciamalporoficioque por inclinación. Durante las refriegas de Castilla, y en medio de laconfusión que dominaba en el reino, había tomado las armas y formado sutropadebandoleros,saqueandoacáyallá,tanprontoaunpartidocomoaotro,prestandosusserviciosatodoscuandolautilidaddeéstosseconveníaconsuinteréspropio, ydistinguiéndose siempre en sushechos tantopor su astuciacomoporlaosadíadesusplanes.

Á éste, pues, comunicó los suyos Sancho Saldaña, imaginandodiestramenteelmododerobaraLeonorsinqueélparecieseculpable.

YahemosdichoquehabíadejadopasarelCondemuchotiempodesdelaentrevistacondonJaimehastaelmomentodecumplirsuempresa,yenmásdeunañodespuésdelamuertedelcaballeronotuvomedioonoseresolvióaefectuarla.Presénteselelamejorocasiónquepodíaesperar;sabíaquelacazaera una de las diversiones favoritas de los dos hermanos, y habiendointroducido un halconero de su confianza en el servicio del señor de Iscar,tuvo aviso del primer día en que pasado el tiempo del duelo volverían loshermanosasuacostumbradodivertimiento.

Llamó al punto alVelludo, y ofreciéndole una recompensa considerable,trataron juntosdelmododerobar ladamasinqueélsecomprometiese,yalcontrarioganasesuvoluntad.Paraestosevalierondelmodoyareferidoenelcapítulo anterior, teniendo Saldaña el intento de al siguiente día presentarsedelantedelosbandidosquehabíandehuirasuvista,yabandonarleaLeonorpara que él, como libertador suyo, mereciese de este modo su afecto conmenos dificultad. Pero el cielo, que vela sobre la inocencia y convierte enhumolasasechanzasy lospensamientosdel impío,hizoqueenmediode laagoníadeLeonor sepresentase adeshoraun ser en apariencia sobrenatural,que aterrando con su vista aquellos hombres supersticiosos y crédulos, lalibertó por entonces de sus enemigos, y desbarató los planes del tétrico ydesesperadoSaldaña.

CAPITULOV.

Aeste tiempo toda la tropade Iscar estabavagandopor lospinares.Los

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cazadores,despuésdehaberregistradoelbosqueportodaspartesenbuscadesus señores, habían hallado al fin demucho tiempo caído aun debajo de sucaballo, que le había cogido una pierna, al único testigo de la pérdida deLeonor. Estaba éste con el humor que fácilmente podemos imaginarnos seencontraría en su situación un hombre de un genio intrépido y arrebatado.Habíavistorobarasuhermanaantesusmismosojosadoshombresquecreíaporsuclaseincapaceséindignosdemedirsenuncaconél,yqueentoncessehabíanburladodesuvalorderribándole,cometiendosu intentoymofándosedesusamenazas.Añadíaseademásaesto,queyaerabastanteparaexasperarotroánimomenoscoléricoyorgullosoqueelsuyo,haberestadomásdedoshoras caído con su caballo, haciendo esfuerzos para levantarse, y sin haberpodido siquiera mover la pierna, que tenía cogida debajo con tan cruelesdolores, que solo podía calmarlos un tanto la ira que le sofocaba En estollegaroncomosehadicholoscazadores,yHernandoencuantolosvio,—JuroaDios,dijo,canallas,perros,queoshedemandarcolgardeunaalmena:id,seguidporahí tododerecho,a la izquierdahan llevadoavuestraseñoradosmalsinescomovosotros.Seguidporahí,¡viveDios!ayudadmeasalirdeestemalditoanimal,quecreoquemehadehaberrotoestapierna.

Nohabíaacabadodedeciresto,cuandouncazadoryaviejo,yqueparecíael jefeocapatazde losotros,gritó:—Vamos,piea tierradosdevosotros, túCantor,buenviejo,ytúGarci-Perez,ayudadmeasacaranuestroamo.

Ydiciendoyhaciendo,cogidosdosdelacoladelanimal,yelviejotirandode ambos brazos al caballero, lograron ponerlo en pie, aunque con muchadificultad.

—Así me sucedió a mí en la batalla de… dijo el que parecía capatazmientrasapoyabalapiernaderechaenlabarrigadelanimal,ytirabaporbajodelosbrazosdesuseñor.Vayaunanochequepasé;todalanochedebajodemicaballosinpodermemenearmáslejosqueuncaracolenmediominuto.

— ¿Y qué diablos importa a nadie lo que te sucedió esa noche?interrumpióHernando llenodeenfado,ysinsaberconquiéndesahogaríasucólera.

—Cierto es que no le importa a nadie, replicó el veterano con lamismacalma,peroamí…

— ¡Basta por Dios, Nuño, basta! y dadme ahí otro caballo y vamos,interrumpióotravezelseñordeIscar.

—¡Quenuncamehadedejarhablar!Vamos,eslomismoqueelpadre:nopodía sufrir que hablasendelante de él,murmuróNuño entre dientes. ¿Peroqué,estáisherido?añadiómirándoleconcuidado.

—No,notengonada,repusoHernandoconimpaciencia.

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—La sangre es de este pobre animal, respondió el viejo a quien NuñohabíallamadoCantor;hacaído,sí,perocomounpinoheridoporelhachadelleñador.

—PobreBrioso,dijoentoncesNuñoacariciando la frentedel alazán: ¡endóndehasvenidoacaer!yaséyoquetúereslealparatujinete;vaya,queseencarguealgunode llevar estepobrebichoal castillo;quieroa este caballo,porque lo montaba muchas veces el padre de don Hernando y nos hemoshalladojuntosenmásdeunencuentro.

—Vamos,Nuño,Nuño,acaballo,gritóHernando,reprimiendosu iraporel respeto que le imponía el más antiguo servidor de su casa. Vamos, ¿asíolvidáisqueestámihermanaenpeligro?

—Ácaballo,contestóelveterano,ysaltandoenelsuyoconmásligerezade lo que prometían sus años, prosiguió diciendo: vamos, guiad adondequeráis.

—Votova,continuó,siguiendoagalopelasendapordondehabíaechadosu amo; voto va, que es doña Leonor la joyamás rica que hay en la casa.¡Como la quería su padre! ¡Y amíme quiere tanto! Por Santiago, quememuerayoestanochesinolasacoaunqueseademanosdelosfilisteos.Mira,Cantor,añadiódirigiéndoseasucompañero,¿teacuerdasdedonJaime?mira,miracómoseleparecesuhijo;ahívaacaballo,quepordetrásmesefiguraque le estoyviendo.Te juroque comoyovuelva ahablar adoñaLeonor…¿cómolallamabastúentucanción?…Aquellodeuncielo…

—Todoespoco,repusoelCantor,paraalabaraquellosojosdedulzuraydemajestad.

—Sí,perodilacanción,insistióelviejo.

—¿Cómoquieresquereciteyoversosalpasoquevamos?¿Tepareceatiquemiscancionessonparaoídasagalope,yenuncamino?

—Toma,másdeunavez,replicóNuño,lashetarareadoyoyendoaescapeaembestiralosenemigos:meacuerdoenlabatallade…

—Calla,queelamohahechoaltoymeparecequenoshaceseñasdequevayamos.

—EstádeDios,murmuróentresíelbuenviejo,quenuncamehandedejarhablar. En efecto era así como decía elCantor.Hernando, adelantándose detoda su tropa, había seguido a todo el galope de su caballo el camino pordonde presumía queUsdrobal y Zacarías habrían conducido a Leonor; perohabiendollegadoaunsitiocubiertotododemaleza,ydondenohabíaseñadepisadaalguna,creyóquehabíaperdidolasenda,ylosllamabaparatratarconelloselrumboquehabíandeseguir.Empezabayaaoscurecer,ylatempestad,

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quehabíahechorecogersealosbandoleros,anunciabayasufuriaconalgunosrelámpagosdetiempoentiempo.Pocoimpedimentoeraesteparaelánimodelseñor de Iscar, y mucho menos en la impaciencia que le agitaba; pero laabsoluta ignorancia en que se hallaba del camino que habían tomado losrobadores le tenía suspenso, y no sabía si pasar adelante o volver atrás. Elconvento del Pinar, único edificio aislado en aquel desierto, se descubríaapenasaciertadistanciaentre losárboles,yeradepresumirquenohabríanelegido aquel camino los bandoleros, siendo por razón del convento elmásfácilquehabíadehallar.PorotraparteelrioPiron,quecorreallícerca,eraelpasoquedividía las tierrasdeIscarde lasdeCuellar,ynoeraprobablequehubiesenvadeadoelriohaciaestepunto,siendofamaqueaquellaparteeralaúnicaentodoelpaísrespetadadelosladrones.Perdidoenestasimaginacioneshabía hecho alto, y a poco tiempo tuvo a su lado al Cantor y a Nuño, quellegandoaélmuyqueditolepreguntaronsihabíadescubiertoalgo.

—Nada,pormidesgracia,repusoHernando.HevenidotodoelcaminoojoalertafigurándomeveraLeonortrasdecadamata.Lahemosperdido,añadiómeneandolacabeza,yhaciendociertorumorconlalenguacontralosdientesdearribaqueanunciabalapocaesperanzaquelequedaba.¡Comohadeser!Serámenesterquenosretiremos;lanochetraemalacara.

—Pocoimportalacaraquetraigalanoche,repusoNuño,sisabéisalgo,opodéisdarmeamíindiciosdedóndepodríayoencontraradoñaLeonor.QueporSantiago,lastempestadesyyonosconocemosyahamuchotiempo,yniunoniotronoshacemosmal,yyoosprometoquecomosiquierameindiquéislobastanteparaqueyoimaginedóndesepuedehallar,lahedetraer,omehedejardellamarNuñoVero.Meacuerdounanoche…

—Lo mismo digo, interrumpió el poeta. ¿Qué será de nosotros en elcastillosinovemosbrillarnuestraauroraenlosojoscelestialesdelavirgendeIscar?No,esprecisobuscarlaatodotrance;espreciso.

—Bravo, buen trovador, exclamó Nuño, que aunque resentido de lasinterrupcionescontinuasqueponíaelpoetaasuconversación,lehabíahechoolvidar la que acababa de sufrir el buen deseo que manifestaba; tú meacompañarás en mi expedición esta noche; y vos, continuó dirigiéndose alseñordeIscar,ospodéisretirarconlagente.

—Lagentesepodráirsola,repusoelseñordeIscar,queporDiosnosehadedecirnuncaquedejéenelpeligroalaquemipadreconfióamicuidado.

—Pero señor, replicóNuño, lanocheva entrando,y elhuracánamenazaserespantoso,yaunqueyamásdeunavezoshevistoenristrarlanzacontra.

—Yahedicho, interrumpióHernando,quelagentesepuedeir,yqueyomequedaréconvosotros.

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—EstádeDiosquenuncahedeacabardedecir loque siento, susurróamediavozNuñoVero,paraquiennohabíanada tan incómodocomoque leinterrumpiesencuandoestabahablando.

—Mandadalagentequeseretire,continuósuamo.

—Sí, replicó el veterano, todos se irán,menos ese halconero nuevo quevieneahíconnosotros,yqueconoceestatierracomolapalmadelamano.Ycuantomás,quesiempremeacuerdoquevuestropadrerecomendabatomarunguíaparaciertoscasos,ymásdeunejércitosehubieraperdidosi…

—Puesbien,llámaleyvamos,interrumpióelCantor.

—Votova, señor trovador,dijo irritadoNuño,quemásdeunavezoshedichoquenuncameinterrumpáiscuandohable,ynoparecesino…

—Vamospronto,Nuño,antesqueseamástarde,dijoHernando.

—Otra que tal, exclamó el veterano al verse interrumpido de nuevo; ymetiendo espuelas a su caballo llamó al halconero, y ordenó al resto de latropaquese retirasealcastillo, loquehicieronobedeciéndole,aunque todoscon mucho disgusto y más gana de acompañar a su amo que de retirarse.Quedaron,pues,solosloscuatro,yhabiendopreguntadoalhalconerosisabíalahabitacióndelosbandoleros,ohaciaquépartepodíacaer,esterespondió,queaunquenopodíafijamentedecirlo,creíaquepocomásomenosacertaría.Y sirviéndoles de guía echó delante, y poniéndose todos en marchaemprendieron su camino a poca distancia de él. Era este halconero el espíaque, como se ha dicho, había introducido Sancho Saldaña en el castillo deIscar,yelqueavisóalVelludodeldíaysitioenquehabíadesucederlacaza.Conocíaapalmosaquellatierra,yeraenefectoelmejorguíaquepodíahabertomado nuestro caballero si hubiese ayudado su buena intención a suhabilidad. Pero su voluntad era de lasmás torcidas, y en estemomento notratabanadamenosquedeentregarlosenmanosdelosbandidosparaquelosrobaran y aprisionaran, y haciéndoles pagar su rescate, tener él parte en lapresasinaparienciadeculpaalguna.Conestemalintentocaminabaenmediodelaoscuridadalaluzdelosrelámpagosquedetiempoentiempoenvolvíanelbosqueenunmardefuego,deslumbrandoaloscaminantes,ysepultándolosennuevas sombrasy lobreguez.Eraelhalconeronaturalmentecobarde,yelestallidodelostruenosyelbrillodelosrelámpagosespantabansucaballodetalmanera,queacadainstanteparaba,renovandoelmiedodesujineteconlasuperstición que corría entonces de que estos animales veían espíritus yaparecidoscuandoreaciosalabridanoseguíanadelantesumovimiento.PeroelveteranoNuño,queteníauntempledealmamuydiferente,aunqueenotrascosaspagaratambiéntributoalasupersticióndesusiglo,seacercóaél,ydijoasuamo:—Elmiedodeesteneciolevaahacerperderelcamino,ylomejorseráponerosasuladonoseaquevuelvagrupaenmediodelaoscuridadynos

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deje,comonossucedióunavezelañode1243,pocoantesde…

—Nomeparecemaltuconsejo,interrumpióHernando,yponiéndosejuntoalguía,ledijosiestabasegurodelcaminopordondeiba.

—No mucho, repuso el guía, y creo que haríamos mejor en volvernos,porque el huracán amaga romper muy pronto, y puede sepultarnos entre laarena,cuandonodebajodealgúnpinodelosquetronche.

—Cobardecriatura,respondióelCantor,debíasdargraciasalqueteofreceocasióndeverunodelosespectáculosmássublimesdelanaturaleza,cualesunatempestad.

—Másmegustaennochescomoesta,replicóelguía,unabotadevinoconbuenacenayunamalacamabajo techado,que la tempestadmásbonitaquevosospodéispensar.QueporDios,noesbuenoandaraestashoraspor loscaminos.

—Siempreheoídodecirlomismoatodosvosotros,replicóNuño,peroyayoentiendoalosguías,quedealgomehandeservircuarentaañosquellevodeandarporelmundo,yyanosoyningúnniñoynomelapeganadie.Meacuerdounavezquelemetíaunpaisano…haráahoradiezaños,elde1274,díadeSanJoséporlanoche,cuandoentramosenelreinodeGranadadiezmilpeonesymásdetresmilcaballos,quecomoibadiciendo…

—Acabareis, voto a tal, interrumpió Hernando, que con los truenos yvuestrasempiternacharlanopuedooírbien lasvocesquemeparecesuenanahícerca.

—Nosonmalasvoces,respondióelhalconero;eselbramidodelhuracán,ylomejorseráqueechemoshaciaestelado,añadiódirigiéndosealasorillasdelAdaja,sinoqueremoshallaraquínuestrasepultura.

Nohabíaacabadodedecirestaspalabras,cuandosedesatóelhuracáncontantafuria,quetuvieronqueapearsedeloscaballos,ydeallíapocosintieroncrujirjuntoasílosárbolesyoyeronelestruendodesucaída.

— ¡Dios mío! ¡Virgen Santa! gritó el halconero, tan despavorido yamedrentado,quesusmiembrosseparalizaronynoacertabaamoverse.

—Sácanos de aquí, ¡Vive Dios! exclamó Hernando, cogiéndolefuertementedeunbrazo,otebarrenoelpechodeunaestocada.

—Adelante,pillo,gritóNuñoasiéndoledelotrobrazo, adelante,o te atoahíaunárbolparaqueobservesdespaciolatempestadcomonuestroamigoelpoeta, que está en sus glorias. Vamos, Cantor, ¿en qué diablos estásentretenidoquenonossigues?

Elpoetaentretanto,sinacordarsedelpeligroquelerodeaba,contemplaba

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absortoalaluzdelosrelámpagoseltrastornosublimeylaconfusabellezadelatempestad.Yaveíarasgarseelcieloenllamasydescubrirasusojosotrosmilcielosardiendo,yaseguidodeespantosostruenoslanzarseelrayoenlosairesbrillantecomolasarmasdemilguerreros,ya imaginabaqueoíaenlosbramidosdelhuracánloscantosdeguerradeunejércitonumeroso.

—Vamos, trovador, síguenos, ledijoHernandocogiéndolede la aljuba atiempoqueunrelámpagolemostróeléxtasisdesupoeta.ElguíatemerosodeNuño, que iba aconsejándole de desvanecer el miedo, so pena de verseobligado a cumplir la promesa que le había hecho, emprendió de nuevo sumarcha,yelCantorechódetrásdeélconsuamo.

—En verdad, dijo, que mejor tempestad ni más magnífico espectáculohacía ya tiempo que no se presentaba a mis ojos. ¡Qué grandiosidad! Noparecesinoqueelcielo,yelbosque,ytodoestáardiendoenlanaturaleza,yelbramido del huracán suena como los quejidos de las fieras que vendesaparecerentrelasllamaselabrigoaqueserecogían.

Enestollegaronalaorilladelrio,encuyasaguasrielabanlosrelámpagoscomosielfondofueratododefuego,yelguíapidiólicenciaparareconocerelterreno,pues,segúndijo,estabaallícercalacavernadelosladrones.

Comonohabíamotivoningunoparadesconfiar,elseñordeIscarnotuvoreparoendársela,aunquemuyadespechodeNuño,quequeríaseguirle.Tratócontododeechartrasdeél,ydejandosucaballoalCantorempezóacaminarasulado;perohabiendotropezadoenlasraícesdelosárbolesatiempoqueunrelámpago le deslumbró con su luz, cuandovolvió a levantarse halló que elguíahabíadesaparecido,haciéndoselocreerdeltodoquehabiéndolellamadoavocesnorespondía.

—Malhayayo,exclamó,quetesoltéelbrazocuandocaípornorompermelas narices, y no hice que te rompieras el alma haciéndote caer conmigo.¡Tunante!¡Hola,malsín!¿Dóndeandas?yotejuroquesitecojo,quetehedeenseñaranoabandonarotravezentuvidaalquetetomeporguía.Ynoesesolopeor, sinoque,¿cómovuelvoyoahoraadondehaquedadomiamoyesemalditoCantor,quesiempremeinterrumpeenlomejordemiconversación?Mira,malsín,prosiguiógritándolealguía,vuelve,votoatal…Biendecíamiamo el padre de donHernando, que a veces era precaución necesaria llevaratadoalguíademodoquenosepudieseescapar.Siyolepudiesecoger;¿peroqué?piesparaquéosquiero; iráese tunanteporahíconelmiedoque llevaquenolealcanzaráelviento.Hastaelcastillolomenosnoparadecorrer.Peroabienquemañanaseráotrodía.

No era el camino de Iscar el que había tomado el halconero, y el buenNuñoseengañabaensupensamiento,nosiendoelmiedosolosinosumalaintenciónloquelehizodesaparecer.Contodo,lasvocesdeNuñoleasustaron

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detalmodocreyéndoseperseguido,quesinirdirectamentealacuevadelosbandidos se agazapó y escondió entre unos matorrales hasta que cesóenteramentedeoírlas.Entonces,arrastrándosecomopudo,sedeslizóhaciaelriojuntoalabocadelacavernapordarlaalarmaentrelosladrones,yavisaralVelludoquesorprendieseyrobasealseñordeIscar.Perocuandoyaestabapróximo a cumplir su traición e iba a entrar en la cueva, fue cuando unespectroqueél temíamucho,yconocíamuybien,salíadeellaagitandounaencendidatea,teniendoasidadelamanounahermosísimajovenqueleseguíatoda trémula y demudada, y en quien el halconero reconoció a Leonor. Nocreyó menos al ver la repentina aparición, sino que aquella cueva era laentradadelotromundo,yrecogiendoensumentecuantasoracionesyrezospudorecordarenaquelapuro,empezóasantiguarsemuydeprisayacorrerconmásmiedodelaapariciónquedetodoelriesgoconqueleamenazabalatempestad. Entre tanto la maga apagó la antorcha, acaso por precaución, yemprendió sumarcha sin hablar palabra a Leonor, y sin soltarla del brazo,mientrasestalaseguíacomoporinstinto.

EnestoNuño,quesiemprehablandoentresíhabíaseguidoadelanteporlaorilladelrio,tropezandoaquícayendoallá,ycadavezlevantándoseconmásbríoconlaesperanzadehallaralguía,vioalaluzdeunrelámpagounbultonegroquesedeslizabaydesvanecíaentrelosárboles.

—¡Ahmalsín!exclamó;yatehevisto,yporSantiagoquetehedeatraparomalmehandeandarlasmanos.

Yfavorecidodeotroyotrorelámpagoquesesucedieron,siguióelcaminoque a su entender había tomado el bulto que él imaginaba el guía, Pero nohabíaandadomuchospasos,cuandocrujiendoenmilastillasyestallandounpinoendospartestronchadoporelhuracán,vinoalsuelocongrandeestrépitotancercadeél,que rozándolecon las ramas lehizodaren tierracuan largoera. Mil remolinos de arena pasaron sobre el pobre Nuño, y cuando pudolevantarseyabrirlosojosalaluzdeunrelámpago,divisóunacosanegraenelvientoaciertadistancia,queasuentendercuandovolviólaoscuridadhabíadesaparecidoenelaireconelrelámpago.YahemosdichoqueNuñonodejabaen ciertas cosas de ser algo supersticioso. Había visto aquel bulto, que élimaginaba el guía, justamente junto al árbol que le había a él derribadoatropellándole en su caída, y siendodepresumir que el bulto negrohubiesecaído precisamente debajo, cuando fue con intención de ver si estabareventadoono,hallóúnicamenteeltroncodelárbol,ynooyóquejidoalguno,ni tentó ningún cuerpo humano, como él aguardaba encontrar. La vista delmismobultopocodespuésenelaire,aloqueélsehabíaimaginado,trastornócompletamente su juicio, y se dio a pensar que el halconero había muertoefectivamente en la caída del árbol, pero que apenas había expirado, losdiablosselohabíanllevadoporlosairesencuerpoyalma.

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Yame figuraba yo, se decía a símismo, que tú no eras bueno según elmuchomiedoqueteníasdeandardenocheaestashoras;peronuncacreíqueapenascayesesen tierramuerto tehiciesenvolarpor losaires, ¡Jesús! Jesúsmevalga.Siempremeacordarédeaquelperegrinodetierrasantaquecontabael caso de aquel condenado. ¿Pero qué diablos habría hecho este pobrehalconerosinobeberalgúndíaalgúntragodemás,odarsueltaalhalcóndecuando en cuando sin que lo supiese el amo?Yoparamí tengoque conunpocodepurgatoriotendríabastante.¡Quiénsabe!!…

Entretenido en estos pensamientos caminaba, sin saber dónde, cuando elruidodedoscaballosqueseacercabanledespertódeellos,yparandoeloídoporsiacasoleengañabaelviento,dijo:

—Yaosconozco,yaosconozco,quesonelRubíyelMoroquetraenalamoyanuestromúsico.Nohaycaballoenelcastilloquesilesientoandarnoleconozcayoporsunombre.Nohabíaacabadodedeciresto,cuandosuamoyelCantorllegaronjuntoaél,ypararonhabiéndoleconocidoenlavoz.

—¿Quédiabloshacesahí,Nuño?ledijosuamo:¿dóndeestáelguía?¿Ycómonoshabéisdejadoallítantotiempo?

—Muchaspreguntassonesas,replicóNuño,ypararesponderatodasconclaridad…

—Vamos, hombre, responde, interrumpió Hernando, sin meterte endibujos…

—Señor, respondió Nuño, no tengo que decir más sino que el pobrehalconero,pormuylejosqueestéelinfierno,debeaestashorasestaryaenél,segúnelpasoaquevilellevabanlosdiablos.

—¿Estásloco,Nuño,exclamóHernando,oteatrevesaburlarteconmigo?

—Señor, respondióNuño con gravedad, hace cuarenta años que entré alservicio de vuestro abuelo, y desde entonces hasta ahora no hay hombrevivientequepuedadecirquemehaoídomentirunavezenmivida.Loquedigoestanciertocomoquelohevistoyo,yrepitoquelevillevarenvolandasporlosairescomonoquisieraquemellevasenamí;ycomonocreoquehayavoladonadiehastaahora,sinoesenpostaparael infierno,oporpermisodeDiosparairalcielo,meinclinoacreerquenuestroguíahatomadoelprimercamino.

—Vamos,maeseNuño,sindudaqueestáisloco,respondióelCantor,

—Vosloestaréis,señormúsico, replicóNuñoencolerizado,queyono loheestadoenmivida,ysabedquesialhijodemiamolesufroquemedigaloqueleparezca,noporesoaguantoque…

—Reportaos, Nuño, interrumpió el señor de Iscar, y vamos a nuestro

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castillo,siesquepodemosacertarconél.¡Cómohadeser!continuódandounsuspiro; hemos perdido a Leonor, y ya veo que esta noche es imposibleencontrarla.

Dichoesto,dioelCantorsucaballoaNuño,yllevandodeldiestroelquehabíaservidoparaelguía,echaronaandarensilencio,aunqueNuñonodejódemurmurartodoelcaminopicadoconelpoetaquelehabíallamadoloco,yacadapasoleinterrumpía.Porúltimo,alcabodemuchasvueltasyrevueltas,ydespués de haber perdidomás de una vez el camino, llegaron al castillo deIscar,encuyasalmenasardíanlasalumbradas,quesellamabanalmenaras,yquehabíacostumbredeencenderdenochesiemprequesequeríacomunicaralgún aviso a otras fortalezas, o de dirigir tropa o caminantes extraviados.Pocoantesdellegar,yparamayordesgracia,latempestadsedeshizoenlluviacon tanta furiaqueparecíaqueelcielosedesgajabaydeshacíaenagua:asíque, muertos de cansancio, calados y desesperados del mal éxito de suempresa,entraronenelcastilloHernando,elviejoNuñoysucontrapuntoelCantor, lleno el primero de impaciencia y de mal humor y deseando queamaneciese, agitado de mil temores por la situación en que su hermana seencontraría.AlecharpieatierraHernando,elpagequeleteníaelestriboseacercóaélyledijo,queaquellatarde,pocoantesdeoscurecer,uncaballeroarmadoqueveniadelcastillodeCuellarhabíaestadoaavisarqueelrobodeLeonorsehabíacometidodeordendeSanchoSaldaña.EralapeornoticiaquedespuésdetantosazarespodíarecibirelseñordeIscar,ylaquemáslastimósuorgulloysucorazón.Hastaentonceselcuidadoporsuhermanalimitabaachocarconunahordadebandidosydeshacerla;perocuandosupoqueeraelseñordeCuellarelrobadordesuhonra,yrecordólaescenaquehabíapasadoentresupadreyél,sucólerarompióenmilimprecacionesyamenazasjurandoextinguirhasta el nombrede su enemigo.Subió a su cuarto acompañadodeNuño,bramandocomountoro,confusoydesesperado,sinsaberquépartidotomarencircunstanciastanapuradas,adoptandoyauno,yaotro,ydesechandotodos. Por una parte conocía el poder del señor deCuellar y la nulidad delsuyo si le declaraba abiertamente la guerra, por otra no tenía otromedioderomperconél.Porúltimo,seresolvióairabuscarleasucastillo,tacharledetraidorydesafiarle.

— ¡Infame! gritaba en su desesperación paseándose por la sala; tú noquerías mancharte en la sangre del amigo de tu infancia, pero queríasmancharleconladeshonradesupropiahermana.Yotejuro¡oh!¡Sí!quemivenganza será terrible. ¡Traidor, traidor a tu rey y al que llamabas en otrotiempotuamigo!

—Señor,exclamóNuño,tranquilizaos:¿quénuevomotivohayparaqueosdejéisarrebatardeesafuria?¿HasucedidoalgomásadoñaLeonor?

— ¡Leonor! ¡Leonor! exclamóHernando lleno de pesadumbre: ¿por qué

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nomoriríasenlacunaantededeshonrarlasangredenuestropadre?Perono,túnotieneslaculpa,túeresinocenteypuracomoeldíaenquenaciste…esemonstruo…soloesemonstruo,¡oh!¡oh!

—Ydiciendoestosearrojóbocaabajocontralacama,bramandodecóleraydedolor.

—Señor,gritóNuño,¿quétenéis?

—Nada, repuso el señor de Iscar, levantándose como avergonzado dehaberdadoriendasueltaasudolordelantedesucriado,nada;vete,déjame.

—Peroseñor…replicóelveterano,sentidodequesuamonosefranquearaconél.

—Nada,Nuño,nada,repusoHernandoconcalma.¡Cómohadeser!hemosperdidoaLeonor.Veteadescansar,vete;yempujándolosuavementecerrólapuerta,quedándosesoloensuhabitación,dondepasólanocheentrequejasymaldiciones,pensandoenlosmediosdevengarsedesuenemigo.

FINDELTOMOPRIMERO

TOMOII

CAPITULOVI.

No bien se había retiradoNuño del cuarto del señor de Iscar, cuando albajaralpatiodondeestabanlascaballerizaselprimerobjetoquevio,ocreyóver,fuealmontero,queélcreíaaaquellashorasenelinfierno.Pensóqueerailusióndesusojos,yfrotándoselosconambasmanos,volvióamiraryvolvióaverlo,yfrotóseotravezlosojosylosabrióotravez,yotravezviolamismacara,ylaaparienciamismadelguía.Creyóentoncesqueeraunaaparición,yalzando la voz empezó a decir:—En nombre deDios te digo queme digasquiéneres,yaquéhasvueltoalmundo,porquenocreoqueningúnmuertovuelvaaélsinmotivo.Ytúeressindudalaaparicióndelguíaensumismaforma,ycomotumuertefuetaninesperada,sindudadejastealgunascuentasquearreglarporacá.

Nopudomenoselhalconerodeecharseareíroyendoque leapostrofabayacomosifueseánimadelotromundo;peroeltemorqueteníaaNuño(yélsabía bien por qué), le hizo contener la risa y responder con muchocomedimiento:—Estáisequivocado,maeseNuño;yonomehemuertonunca,ni soy ánima del otromundo; soy el pobremontero a quien elmiedo de latormentaentorpeciótantoquenoacertóaservirosdeguía.

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—No, repusoNuño; túeresalgúndiabloencarne,ypuedeserqueestésvivo;peroquetúnohasvoladoestanocheporlosaires,esonohabránadieenelmundoquemeloquitedelacabeza.

Una carcajada que oyó detrás de él interrumpió en este momento laconversación,yvolviendo lacarahallóqueelquese reíaeraelCantor,quehabía estado oyendo sus exorcismos. En ningún tiempo podía habersepresentadoelCantorapeorhoraqueaquellaenquetanderepenteseofrecióalosojosdeNuño,yhubieradadoéstetodoslosdíasquelequedabandevidaporquenolehubieseoídonivistoestarhablandoconelhalconero.Contodo,reprimiendolairaquelecausabaparaélsuintempestivarisa,

—Por cierto, dijo, señor poeta, que no creo en esta ocasión haber dadomotivoaqueseburlenadiedemí,yquesinofueraporelmucho…

—Vaya,buenNuño…interrumpióelCantor.

—Nomeinterrumpáis,gritóelveterano.

—Perohombre…fueadecirelCantor.

—Nomeinterrumpáis,viveDios,gritóotravezNuñoencendidoencólera.

—Puesbien,seguid,repusoelCantor.

—Puesbien,sigo,prosiguióNuño,ydigo…que…cuando…yaperdíelhilo;porvidadelasinterrupcionesquenoparecesinoquetratáisdedivertirosconmigo,yvotoatalque…

—Noeseso,replicóelpoeta,sino…

—Otravez;¡juroaDios!exclamóelveteranocadavezconmásenojo,quesimevolvéisainterrumpir,queosenseñeyoahablarconmigo.

NoeraelCantorhombreaquienimponíanlosgritosylasamenazas;peroa pesar de las continuas quimeras que a cadamomento tenían, eran él y elbuenNuñocompañerosinseparables,yyahacíamásdeveinteañosqueeranamigos. Uno y otro tenían su flaco, siendo el de Nuño figurarse que suspalabraserandemuchaimportancia,ynosufrirquenadieleinterrumpiese,yparahacerperderlosestribosalpoetanohabíamásquedespreciarocensurarsumúsicaolastrovasquecomponía.UnoyotrohabíansidolosfavoritosdedonJaime,quesienelunopremiabalalealtadyelvalorconsuestimación,enel otro, como buen admirador de su rey, respetaba el talento, siguiendo lamáximadeaquelversodeAlfonsoelSabio:

Casiemprealossabiossedebeelhonor.

Hernando, fiel enun todo a losprincipiosde supadre, losmiraba comodos joyas de su casa, y los tenía en tanta consideración como si fuesenparientessuyos.EnestemomentoconocíaelCantorquelacóleradesuamigo

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noproveníatantodelasinterrupciones,comodelacarcajadaconquelehabíasaludado al sorprenderle con el halconero, a quien él creía ánima del otromundo, y así torciendo la conversación le dijo:— ¿Pero cómo diantres havenidoesehombreaquíprimeroquenosotros?

—Yonosésiquiera,replicóNuño,cómoestáaquídespuésdehaberleyovistoirporelairecomosifueseunapluma.

—Sobre las alas del huracán como si fuese el genio de la tormenta,enmendóelpoeta.¿Perovoscreéis,Nuño,debuenafequeseaestemonteroquevemosaquíelmismodecarneyhuesoquenosibasirviendodeguía?

—Esoesloquenoafirmarénunca,respondióelveterano.

—Tocadmeyveréis,maeseNuño,dijoelhalconeroacercándoseaél.

—Vade retro,gritó elveteranoandandohacia atrás,que sinduda tú eresalgún demonio que vienes aquí para tentarnos, y no sería malo llamar alcapellándelcastilloqueterociaradeaguabendita.

—Puesyotejuro,Nuño,replicóelpoetapalpandoalhalconero,queoestedemonioestáhechoyformadodelamismamateriaqueloestamostúyyo(loque no puede ser), o es un hombre como nosotros que no se hamuerto nicondenadonunca.

—Noquisierayo ser comoél, respondióNuño, y lomejor seráque, seaquiensea,sequitedelantedemí,porqueyaquelehevistovolarestanoche,noquisieraverlehacermásmilagros.

Noaguardóelmonteroaqueselodijesedosveces,antesalaprimerasealejóyfueasucamaranchónareposar,sipodía,delsustoquelehabíadadolavista de la fantasma, y dándose la enhorabuena de haber salido libre de lasmanosdeNuñoatanpocacosta,despuésdehaberledejadosolosinguíaenmediodelatormenta.

—¿Peroesposiblequeunhombrecomotú,exclamóelpoeta,consesentaaños a la cola, creaque esehombre sehamuerto, se ha condenado, yhayavueltoasalirdeltártarosóloparaengañarteyalucinarte?

—Dejemos eso, repusoNuño con algún enfado; yo juro que le he vistovolar,yafirmoquesinoesdiablolefaltapoco;ysobreesoquedicesdehabervueltosoloparaalucinarme,tedigoquecontodastustrovasymásañosqueyonosabesloquetepasa,yahíestáGarci-perezqueelañode1250enelmesdeEneroenlasmontañasdeLeónvimosuncondenado…

—Quitaallá,interrumpióelCantor,quenosabesloquetedices,yhablascomohablaríauncaballosituvieradondehablar.

—Ytúnotienesmásquemuchoimaginarte,repusoNuño,quesabestodo

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porquehacesahícuatrocoplasyrascasunpocoellaúd…

—Calla,profano,ynohablesdeloquenoesdadocomprenderatupobreimaginación, respondió el trovador con enojo: ¿con que ese halconero estácondenado?añadióconciertaironía.

—Asíloestuvierastúytustrovasytulaúd,quemalditalafaltaquehacéis,repusoNuño.

—No las volverás a oír, y la culpa es mía en querer regalar orejas deBeociaconmiscanciones.

—¿Orejasde…dequé?preguntóNuñoencolerizado:¿dequéhasdicho?

—Denada;aDios,replicóelpoeta.

—Sí,andaconDios,ysimevuelvoallegarahablarte,quieroquedarmemudo paramientras viva. Y viendo que se alejaba su compañero, continuóentresíatiempoqueseretirabaasucuarto:—EsemalditoCantortodoselevuelvequererprecipitarme,yundíanoslavamosahallarlosdos.Sinofueraquealfinyalcaboesunpobrehombre,yluegocantatanbien,yhaenseñadoacantaradoñaLeonor,pobrecita,¿quéserádeellaaestashorassinningúnamigo,solaentreunacatervadepillos?…Noquisieramásquevermeallíconella, que yo solo bastaba para libertarla contra todos juntos. ¿Quién ha dedescansarasí?añadióechándosesobrelacama.¡Cómohadeser!comodicedonHernando,mañanaseráotrodía,quedecíasiempredonJaimecuandonollevábamoslomejordealgunabatalla,yteníamosqueretirarnos.¡Cómohadeser!volvióadecir:murmuróluegoentredientesalgunaspalabras,ysequedóporúltimoprofundamentedormido.

CAPITULOVII.

Mostraba apenas el sol sus rayos derramando vida en la naturaleza, ydesvaneciendolasúltimasnubesdelatempestad,cuandouncaballeroarmadodepuntaenblanco,montadoenunsoberbiocaballonegro,salíadelcastillodeCuellar, camino de Olmedo, seguido de alguna gente de armas. Llevaba laviseraalzada,ylacabezainclinadasobreelpecho,pensativoytriste,yensusapagadosojos, rostroenjutoysombríoceño,dabaaentenderqueaunqueentoda la fuerza de la juventud, el furor de las pasiones había amortiguado elbrillo de su fisonomía. Caminaba al trote, y parecía tan ajeno de lo que lerodeaba,comosifueseunserprivadodetodosentido,ollevaseembebecidalamente en la contemplación de otros mundos. La escena que le ofrecía lanaturalezaeraenaquelmomentobellísima.Alfrenteyalolejossedescubríanlas almenas de Torregutierrez, doradas del sol naciente; a un lado y otro

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brillabaelrocíoenlasrubiasespigasqueondeabanmansamentealsoplodelcéfirode lamañana,mientrasen losoterosqueciñenaquelcaminoseveíancolorar abundantes racimos entre los verdes pámpanos de la viña aundestilando el agua de la pasada lluvia, en cuyas argentadas gotas, quetemblabanalviento,quebrandoel sol sus rayos reflejabanmil irisde luzdevarioytrasparentecolor.Másallásedivisabaalolejoselverdeoscurodeloselevados pinos, aun confusos entre la niebla, que levantándose poco a pocoentre visos y reverberos, parecía envolver misteriosamente el bosque comoparaocultarenéla loshumanosojoslamansióndelasSílfidesylosaéreosalcázares de las Hadas. Pero nada de esto llamaba la atención de nuestrocaballero,quesoloydelante,comohemosdicho,desucomitiva,nolevantabasiquiera los ojos, ni se distraía un momento de sus áridas imaginaciones.Seguía le su gente guardando el mismo silencio, y en su ademán triste ysombríoaspectopodríahaberloscomparadoelpoetadeIscaraunabandadeagoreros búhos, confusos y deslumbrados, huyendo de la luz del día. Noobstante, a pesar de su apariencia lóbrega y disgustada, el señor deCuellarsentíaentonceslatirconmásfuerzaquedecostumbresucorazónaimpulsodelaesperanzaquedisipabaalgúntantoelhastíoqueledominaba.Sustormentoshabíancalmadounmomento,suconcienciareposabadesucontinuainquietud,y la imagendeLeonor, suyaya,a loqueélpresumía,vagabaantesusojos,despertandodesulargosueñosussentidosaletargados.Eraparaélelprimerdíaquepodíadecirqueleluciaserenodespuésdeseisañosdepadecimientos,ysinoseveíamásalegríaensurostroquelaqueordinariamentemanifestaba,noeraquenosintieseensancharsesucorazón,sinoelhábitodelfastidioquehabía contraído los músculos de su semblante. Imaginábase presentarse aLeonorbajoelagradableaspectodesuprotectoreneltristeestadoenqueelladebía encontrarse; complacíase en figurarse que en su humildad yarrepentimientoreconoceríaellaaquelSaldañaaquiensinohabíaamadocontodoeldeliriodelprimeramor,habíamiradoalmenosconafición;deleitábaseademáscon ladulce ideadeversecorrespondido,yvolviendoentoncesasupensamiento lamemoriade losprimerosdíasde su juventud, recordabaconplacer aquella edad en que su alma veía todo con los ojos del entusiasmobrillante,hermoso,yrepresentábaseunporvenirdeencantoyfelicidad.Perosualmaenmediodeestoscastillosquefabricabasufantasíaestaba llenadezozobra, y un negro presentimiento venia aun a turbar los sueños de suimaginación.Habíaestadotantasvecestancercadeposeeryaunposeyendoloqueenotrossemejantesdelirioshabíamiradocomoelcolmodesudicha,yhabíahallado tantohastío, tantodisgustodespuésdelgoce,queaunenestosinstantes sombreaban su esperanza las tinieblas de la desesperación. Todosestospensamientos,yotrosmilquesería imposiblepintar,agitabanenaquelmomentosucorazón,yacercándoledeimágenesagradables,yallenándolodeinquietudydesasosiego,porqueSaldaña,aunqueendurecidoeneldelito,era

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menos malvado que criminal. Ya habían andado buena parte de su caminocuandovadearonelCega,yentraronenlospinaresqueestánentreesterioyelPiron.

Llegadoquehuboal sitioque lepareciómásocultomandóhaceralto,yllamando a un joven, page suyo, y en quien tenía su mayor confianza, lecomunicósudesignio,mandándolequelesiguiese,asícomoaltrompetaqueleacompañaba.Dioórdenesasutropadecolocarvigíaseiracercándosepocoa poco al Adaja, manteniéndose prontos al primer toque que oyesen paraacudir al punto donde él se hallara y la trompeta les indicare. Hecho esto,metió espuelas a su trotón, y seguido de sus dos satélites tomó a escape elcamino donde él presumía que había de hallar a Leonor. Entre tanto losbandidos,queleaguardabanalaotraorilla,noparaentregarleladamacomoél creía, sino para avisarle del extraordinario acontecimiento que les habíaprivadodepodercumplirsupromesa,ofrecíanuncuadroparticular.aunladosepaseabaelVelludo,cruzadoslosbrazosaguisadepensativo,ymeneandolacabezade tiempoen tiempoentrecoléricoyavergonzado;susojos lanzabanchispas, y echándose tal vezmano a las barbas se lasmesaba y arrancaba,distraídodeloquehacía.

—¿QuépensarádemíSaldaña,sedecíaasímismo,cuandohoysepaqueunafantasma,unenteaéreo,unamujer,enfin,porquequéeslamagasinounamujer, ha bastado para arrancarme mi presa, solo con presentarse, estandoarmadoyenmediodetodamitropa?¿Quépensarádemísinoquenosoyotracosaqueunbaladrón,yquetodomivalorseenfría,yquetodamiresoluciónsepierdeconsoloquemehaganelbucomosifuereunniñodepechos?¿Yquéhubierahechomenosqueyounamujer?PorlaVirgendeCovadongaqueconestaaventuravoyaperderlafamaquetantosañosmehacostadoganar.

Mientras el Velludo se paseaba acometido de estos pensamientos,Usdrobal,muchomás triste,aunquemenosencolerizado,sehabíasentadoalpiedeunpinopensandoenlahermosuradeladama,reconviniéndosetambiénsu poco valor por haberla dejado ir, y ansioso de hallarla otra vez paraofrecerlesusservicios,protegerlaydefenderlaencuantopudiera,hastaborrarasí la mala idea que ella hubiese concebido de su robador. La imagen deLeonor,suspalabras,susmovimientos,todoestabapresenteasusojos;creíasentir aun el tacto de sus vestidos, oír aquella voz de ángel que habíaencantadosualma,versunobleresignaciónenladesgraciayaquellamiradacapazdeablandarunapiedra;ylaincertidumbreenqueestabadesudestinoletenían tan pesaroso y sobresaltado como si la hubiese conocido desde lainfancia, ella le hubiese tomado por su protector, y él estuviese obligado afavorecerla.AotraparteelhipócritaZacaríassepaseabaconsurosarioenlamano,entregadocomodecostumbrea susmeditaciones, sinacordarsede ladama más que para sentir no haberse apoderado de las alhajas que tenía

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encima,yhaberperdidoaquellaocasión,yaquealcaboyalfinnadahacíaasu conciencia haberse hecho dueño legítimamente de lo que sin duda ya aaquellashorashabríahechodesaparecer lamagacon susencantos.Másallásentadossobrelaarenaestabaelrestodelosbandidosjugandoaldadocontanpocaaprensiónymemoriade loacaecido lanocheantescomosinohubierasucedidonada, siendo todagente soez y desalmada, quenopensaban jamássino en lo que tenían delante, abandonando el porvenir a la suerte yolvidándose siemprede lopasado.Reían, bebían, jurabany armaban a cadamomentopendenciacontalesvoceseinsultos,quecualquierahubieracreídoaloír sus amenazas e imprecacionesque iban avenir a lasmanosunos conotrossegúnlosofocadosyalborotadosqueseponían.Algunosestabandepiemirandojugar,celebrandolassuertesocriticándolas,alegrándoseyrabiandolomismoquesituviesenparteenlasgananciasopérdidas.Otrolesescanciabaelvino,máscuidadosodelabotaqueunenamoradopaladíndeladamadesuspensamientos,ytodoshablabanytodossedivertían.Peroentretodaslasvocessobresalíacomountruenolavozdeuncatalánquesealborotabayjurabamásquetodoslosbandidosjuntos.

—Voto a Deu, gritaba a tiempo que acababa de ganar una suerte, y elmismo grito resonaba con acento duro y áspero eco en los oídos de todoscuandoperdía.Nosepodíajuzgarporsushechosysuspalabrascuándoleibabien o mal en el juego, levantándose y dándose de puñadas en la cara yjurando cuando perdía, y apuñeteándose, jurando y levantándose cuandoganaba,desesperadodenohaberpuestomásdineroentoncesquelasuertelefavorecía. Entre tanto Zacarías de cuando en cuando se acercaba al corro,jugaba,ganabayseretiraba.

—Hijosmíos,decía,másvalepasarel ratoentretenidosenbuenasobras,quenoechareldíaaperroscomootroshacen.Itaquehomo,comodicenomeacuerdo en qué salmo, encargando de no estar ocioso. Fremuerunt gentium,está de Dios que habéis de perder: si no hacéis más que maldecir, ¿cómoqueréisqueosprotejalaProvidencia?

Yconesteyotrosdiscursosseacercabaysellevabaeldinerodelosdemásconmuchasutilezayaspectomuymelancólico.

—VotoaDeu,exclamóelcatalán,queestairadehomosemamaeldinerorezando,ycataqueselolleve.

—PuesyovotoaMahoma,gritóelmorisco,quecomovuelvaaentrarlamano,jugandoyo…queyamellevaganadocasitodoloquetengo,y…

—Paciencia, hijomío, replicomuy dulcementeZacarías; no te enojes niairesporhaberperdidoestevilmetal,que túeresde losquedijoelProfeta,daboalienibus,darétodocuantotengaalqueseacristiano.

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—No entiendo yo latines, maestro Zacarías, repuso el moriscoencolerizado;perosémanejarladagacomoelmejordelosqueaquíestán,yyaoslohedichomásdeunavez.

HízoseZacaríaseldesentendido,yseretiróaunladoapasarcuentasasurosario, haciendo como que rezaba, y fijos los ojos al mismo tiempo en eljuegosinperdersuertealgunadelasquepasaban.

—Vamos, no haya disputa, dijo a este tiempo el ladrón viejo que habíacontadolanocheanteselcuentodelcaballero;¡juego!yechandolataba,queeradediversoscoloresyestabapintadadecadalado,latiróalaire,teniendotodos los ojos clavados en ella cuando cayó para ver el color que habíaquedadohaciaarriba,yqueera señalde lagananciaopérdidadecadauno.Aquí fuedondeperdióenteramente losestriboselcatalán,quehabíapasadotressuertesconestasinganarenningunadeellas.Echósemanoalasbarbasyselasarrancódecuajo,levantándosederepentecomosilehubierapicadolavíbora, gritando y renegando, y tirando el dado, que no parecía sino que sehabíavueltoloco,yteníaensucuerpounenjambredediablos.

—VotoaDeu,mala irametrinqueelcoll,gritaba,quenonhapassuertequelamía.

EnestovolvióallegarseZacaríasalcorro,atiempoqueelmoriscotomabala taba para tirarla, y cuando estaba en el aire echó en el suelo algunasmonedas,diciendo:—Alblanco,queeselcolordelalmadelosjustos.

Apesardequenohabía jugadoa tiempotodoscallaron,yelmorisconoavisó ni dijo palabra, pensando que saldría otro color y le ganaría; pero lasuerte protegió esta vez a Zacarías como las demás, y él pasó detrás de suantagonistapara recoger suganancia.Elmorisco,quesintióqueapoyabasumanoizquierdasobresuespaldaatiempodeinclinarseadelanteparaejecutarsu intento, como estaba ya irritado viendo que siempre perdía, y noquedándoleademásdineroconquejugar,ysiendolacóleraaqueprovocaeljuego al perdidoso la más violenta y arrebatada de todas, echó hacia atrásambos codos empujando a Zacarías con tal fuerza, que lo arrojó de sí grantrecho, dando traspiés y dejando caer el dinero que había cogido. Riéronsetodos de ver al viejo hipócrita andar de espaldas con tal viveza y pocaseguridad, y el morisco dijo con aire de desahogo, volviendo la cabeza amirarle:—Vaya, señorZacarías, idos a rezar, y no vengáis a ganar aquí contrampas el dinero a quien, aunque no reza tanto, es tan bueno como vos ycomopudoservuestropadre.

—Tinfirme,gritóelcatalánriendo,queelvinoosfamal,yandáisconélapatadas.

No respondió Zacarías a ninguno de estos insultos, ni mostró en su

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fisonomíaseñalningunadedescontento,antesacercándoseotravezrecogiósudineroconmuchacalma,diciendoeneltonomelancólicoqueacostumbraba:—Hijos míos, el cielo protege a los buenos, y este moabita hace mal enenojarseconeljusto,porquesualegríaserápasajerayaunqueadecirverdad,todoestoesunachanza,ymealegroquenohayaperdidoelbuenhumor,yaquehaperdidoeldinero.

—Nolodoyyoporperdido,señorjusto,repusoelmorisco,mientrasestéen vuestro bolsillo, y vos sigáis en mi compañía, que todavía me quedanmanosparaganarlo.

—Tienes razón, hijomío, contestóZacarías, y para que veas que quierodarte el desquite, dameesa taba, quevoyadarte la suerte.Diciendoesto latomó, y llegándose cerca del morisco, se sentó a su lado diciendo:—¡Atención!vamos:queDiosnosdéatodosbuenaventura.Yechóeldadoalairecontalpresteza,quenoparecíasinoquehabíasidoaquellalaocupacióndetodasuvida.Ganóél,yelmoriscoperdiódenuevoalgunasmonedasquelehabíanprestado.Echólaotrasdosvecesalaireyvolvióaganar,perolaúltimacreyóelmoriscoquelehabíavistovolverlatabaaltiempodeecharla,ygritóqueestabahaciendotrampas,loquenoeracreíbleenlasantidad,buenafeynaturaldesprendimientodeZacarías;pero,apesardeestasconocidasvirtudes,otrosafirmaronlomismo,yelmorisco,alzandoelgrito,juróoquelevolveríaeldinero,oqueselohabíadequitarporfuerza;aloqueZacaríasrespondió,quenodebíancreer lavozdel impío,yquehabía jugado lealmente;peroelmorisco,queyanoaguardabaarazones,montandoencólerasearrojóacogereldineroqueteníaZacaríasenlamanoizquierda,jurandoyperjurandoqueselohabíadearrancar,opocohabíadepoder.

—Déjameynoprecipitesaljusto,legritabaZacarías,mientraslosdemásazuzabanalmoriscoparaqueseloarrebatase.

—¿Quéquieresdemí,hijomío?

—Quieroquemedes,perro,loquemehasrobado,repusoelmoriscosinsoltarlelamano,yforcejandoporabrírselaycobrarseloquehabíaperdido,yalgomás si podía; pero se las había con quien hubiera soltado el almamilvecesantesqueunsolocornado.Contodo,sinperdernadadesudulzura,ycomosinocomprendieselacausadelaembestidadesucompañero,repitió:

—NotedejesllevardelairadeSatanás.¿Quéquieresdemí,hijomío?

—Mi dinero, o tu corazón, replicó el morisco furioso de la cachaza deZacarías.

—Vaya,repusoéstesinmudardetono,¿tehasempeñado?puestoma.

Ungritodelmorisco,quecayóentierranadandoensangre,fueelprimer

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aviso que tuvieron los bandidos que estaban viendo la escaramuza de laespeciederegaloquelehabíahechoeljusto,viendodespuésenladerechadeéste relucir el cuchillo de que había echado mano sin que ninguno leapercibiese.Elmoriscoquedótendidosindecirpalabra,ylosqueseacercarona reconocerle vieron que estaba muerto. Este acontecimiento despertó aUsdrobal de su letargo y al Velludo le distrajo de sus imaginaciones; perocomoparaesteúltimoeratodoaquellocosadepocomomento,yestabamuyacostumbrado a ver diariamente escenas de esta naturaleza, se contentó conrestablecerelordenyhacerqueporentonceseljuegosesuspendiese.

—Estepobrementecato,dijomirandoconfrialdadelcadáver,nosabíaqueelcuchillodeZacaríasescomolasuñasdelgato,quearañanantesdequesevean.Llevadledeahí,yechadleahímásabajoenelrio.

—Paraquénoshemosdecansartanto;quesequedeenunlado,queselominchenlosgrajos,respondióelcatalán.

—Bienpuedemimaestro, dijoUsdrobal, enseñar a dar puñaladas cara acarasinquelevean,quenoparecesinoquelasdaporlaespalda.Vaya,yquébienquesabeaplacarlacóleradecualquiera.¿Perodóndeestá?¿Sehaido?

En esto al volver la cabeza le vio que se paseaba allí a un lado con elmismo aire compungido y devoto que de costumbre, con su rosario en lamano,yrezandoconmuchatranquilidadcomosiacabasedeoírmisa.

—Mealegro, dijoUsdrobal, quenopudomenosdehorrorizarse al verlerezar,oaparentarquerezabaconlasmanosensangrentadas,mealegroqueosquedéistanfrescodespuésdehaberenviadoalinfiernoelalmadeesepobremorisco.

—Me quedo así, querido Usdrobal, repuso el maestro, porque miconciencia está limpia,yhasde saberque lamuertedeun sarraceno,deunmoabita, no es pecado, y si no ya ves que el santo rey don Fernandomatómuchos…

—Conlaespadaen lamano,respondióconindignaciónUsdrobal,caraacarayporlaverdaderacausadeDios,ynovillanaytraidoramentecomovoshicisteis.

—Pauciveroelecti, respondióZacarías;pocos son losescogidos,pero sialgunoloestabaparalahorcaeraeseenemigodeDios,yasínomeremuerdelaconciencia,antesbienmealabodehaberahorradoaotrasbuenasgenteslaincomodidaddecolgarleyelgastodelacuerda.

—También me parece a mí, replicó Usdrobal, que sois vos de losescogidosparamorir sinponer los pies en el suelo, porque a femíaqueoshueleelpescuezoacáñamodeunalegua,anoserquealgunohagaconvoslo

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mismoquevoshabéishechoconelmoabitaenpagodevuestrasbuenasobras.

El tonodeestasúltimaspalabras fue tan siniestro,queZacaríasnopudomenos de echarle una mirada de arriba abajo temeroso de algún asalto, yseguramentenohabríatenidobuenfinestaconversaciónajuzgardelceñodeUsdrobal,yeldesprecioconquemirabalahipocresíadeaquelmiserable,sielVelludo,queviovenirdelejosalseñordeCuellar,nolehubieseinterrumpidoenestemomentoparaqueviniesearecibirleconél.

—Vamos, le dijo según iban andando, a confesar nuestra vergüenza, adecir a ese señorquevinoel cocoy asustódocehombres.Por laVirgendeCovadongaqueenlavidamehasucedidootraigual.

—Fue la sorpresa, capitán, repusoUsdrobal, que nos dejó sin saber quéhacer.

— ¿Y cuándo ha habido nada en el mundo que haya sorprendido alVelludo?¿Yhabíadeserunabruja¡viveDios!laquemehabíadequitarmifama?

En esto llegó a ellos Sancho Saldaña, que habiéndolos visto que seacercabannopudomenosdesobresaltarse,pensandosihabríasucedidoalgoaLeonor, o habría hallado medio de evadirse de los ladrones. Su rostromostrabaeldesasosiego,ysusojosgirabanacáyallácomodesatentados;traíaelcaballofatigadodellargoescapequehabíacorrido,yveniacubiertodelodohastalacincha.

—¿Dóndeestá?¿Estáahí?preguntóconvozahogada,yfijandolosojosenelVelludo.

—Ahíestuvo,respondióéste,peroyaselahanllevado.

—¿Quién?repusoalmomentoelseñordeCuellar.¿Quién,viveDios?¿Yvosotrososlahabéisdejadoquitar,cobardes?

—Nocreo,replicóelVelludomordiéndoseloslabiosderabia,quehayayomerecidonuncaesetítulo,peroahoratenéisrazón,nosoymásqueungallina.

—Responde,canalla,replicóeldeCuellar.¿DóndeestáLeonor?¿Quiénselahallevado?Portodoslossantosjuroqueestoytentadodehacerunestragoen todos vosotros, añadió frunciendo las cejas y contrayendo todos losmúsculosdesu rostrocon tansombríoceño,queUsdrobalcreyóqueestabadelante del príncipe de las tinieblas. ElVelludo entre tanto no respondió nihizomovimientosalgunos,clavadoslosojosentierra,unamanoenlaboca,ybatiendoelsuelomuydeprisaconlapuntadelpiederecho.MiróleSaldañauninstante, y echándole encima el caballo, le cogió del brazo izquierdozamarreándole.

—Di,pillo,di,¿dóndeestá?¿Quiénteasustó?

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Alzó la vista elVelludo, ymirándole con ojos que parecían centellas.—Conde,ledijo,nomecojáisasí…PorlaVirgen…Soltadme,conde,soltadme,añadióarrancándoseconfuerzadesumano.Yoséloquehehecho,séquevoyaperdermireputación…

—Túmehasvendido,malsín,exclamóelconde.

—Usdrobal, respondió el capitán, dile lo que pasó, yo no puedo; dile elejércitoquetuvoquevenirallevársela.

—Undemonio,señor,repusoUsdrobal,unabruja,unfantasma,queentróadeshoraenlacueva,nosconfundióatodos,ydelantedetodosselallevóenmediodelatempestad.

— ¡Dios! ¡Dios! exclamó el condemirando al cielo, y retorciéndose lasmanosdeira.¿Esposiblequetodoelinfiernojuntomepersiga?Túmientes,canalla,añadiódirigiéndoseaUsdrobal.¿Yquiénesesefantasma?

—Yonomiento,conde,repusoUsdrobal;loqueoshedichoesverdad,yencuantoasaberquiéneslabrujanoserámuydifícil,porquecreoquehadevivirahíenlascercanías.

—¿Dónde? llévamealpunto,que juroa fedecaballeroentrary sacarlaaunqueseadelasgarrasdeSatanás.Tantasfatigasporalcanzarla,ysiemprehuyendo demí, y ahora cuando ya eramía… ¡PorSantiago! ¿He de ser yosiempreinfeliz?¡Infeliz!

Acompañó el conde estas últimaspalabras conun rugido comoel deunleónquesienteensupechoelvenablodelcazadorysevearrancarsupresaenelmomentodedevorarla.

—Señor, respondió el Velludo, no sé fijamente el camino que va a lahabitación de esamaga (queDiosmaldiga), pero aquí habrá quien lo sepa.¡Ojalánuncahubierasabidoellaeldelamía!

—¿Pensáisir,señorconde?,preguntóUsdrobal.

—Sí, replicó Saldaña, que habiendo perdido ya la energía del primermovimiento, había quedado pensativo oyendo la respuesta del capitán. ¿Yquiénhadevenirconmigo?,continuó.

—Yo, repusoUsdrobal con resolución, en habiendo quienme indique elcamino.

—¿Túteatreves?preguntóelVelludo.

—¿Yporquéno?respondióUsdrobal;esprecisolavarelborrónquenoscayóanoche.

—Sí,sí,espreciso,dijoentresíelcapitán,iremos;voyaversihayalguno

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queseatrevaaenseñarsiquieraelcamino;ydiciendoesto,echóaandarhaciasucompañía.

Apesardesertodoshombrestenidosporanimosos,nohuboningunoqueseresolvieraaacompañarenestaempresaasucapitán.

—El señor de Cuellar, dijo uno, puede ir solo, que ya debe conocer elcamino de los infiernos, si es verdad lo que dicen que anda en negociospropiosconLucifer.

—Noleacompañaréyonimeacercaréporallíniencienleguas,respondióelviejode lacaracortada.Enfin,pormásque les rogó,mandó,amenazóyofrecióelVelludo,nopudolograrotracosasinolapromesadeunodeellos,queofrecióproporcionarunpaisanodeOlmedo,hombremuy temidode lasbrujasporserdeoficiosaludador,quelosllevaríaadondequisiera,silapagaeracorrespondientealpeligroaqueseponía.EnestetiempoSanchoSaldañahabíavueltoasuestadodeinsensibilidad,yUsdrobalestabacontemplándoledetenidamente. Admirábale el ver su frente cargada de arrugas, sus ojosgrandesyhermosos,peromustios,suscejasyanaturalmentejuntasafuerzadecontraerlas,susmejillassecasyhundidas,almismotiempoqueensuaposturaygallardíaacaballosedescubríaenélelporte,elcontinenteylaarroganciapropiosdeuncaballerotanpoderoso.

— ¿No ha vuelto aun tu amo?, preguntó a Usdrobal como volviendolentamentedeunsueño.

—Ahívienemicapitán,respondióUsdrobalrecargandoenestapalabra.

—¿Hayguía?,preguntóSaldaña.

—Habrá uno, con vuestro permiso, que vendrá esta noche, respondió elVelludo.

—¿Yahorano?Yameloimaginabayo,dijoelcondeconalgunamuestradedespecho:túmeavisarás.ElVelludoibaaexcusarsedenopoderofrecerunguía en aquelmomento, peroSanchoSaldaña sin oírmás volvió su caballomaquinalmente,ysealejóaescapepordondehabíavenido,seguidoaciertadistanciadesupageydesutrompeta.

—Parecehombreextraordinario,dijoUsdrobalsiguiéndoleconlosojos,ynotienetrazasdetenernuncamuybuenhumor.

—Eldeuncondenado,contestóelcapitán,aunqueyocreoqueeselmismodiabloenpersona.

Dichoesto,volvieronadondeestabalabanda,muycontentoUsdrobalenparte de que la maga, robando a Leonor, hubiese así estorbado que secumplieranlosdeseosdelseñordeCuellar.

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CAPITULOVIII.

SanchoSaldañavolvióasugentemelancólicoysilencioso,ymandándolesque le siguiesen llegó a su castillo harto desesperado y de mal talante.Arrojóse a tierra de su caballo, que entregó a un escudero, y llamando a supagefavoritosubióaunasaladelprimerpiso,dondesinhablarpalabralehizoseñasqueledesarmara.Quitólelacotadearmasyelcasco,ytirandoSaldañala espada sobreunamesa salió del cuarto, pasó a otro, y corrió varias salasdistraídoycabizbajo,echandoaunladoyotromiradastorvas,puestalabarbasobre el pecho, los brazos caídos, y por último se arrojó sobre un sillón derespaldo que estaba junto a una gran mesa de mármol. Puesta la manoizquierda en la mejilla, y apretando el puño derecho casi sin advertirlo, yaparecía colérico, ya reposado, ya a veces amargamente se sonreía. Hablabasolo,entredientes,yavoces,palabrasinterrumpidas.—¡Leonor!Sí…decía:elinfierno…¿Yquéimporta?…¿Nosomosyatodosunos?…¡elinfierno!…¿Quélarobeelinfiernooyo?…¿Nosoyyouninfierno?…aquí(señalándoseal corazón) ¡demonios! gritaba… yo… sí… tentaré las almas por vosotros.Soy peor que vosotros. ¡Ja! ¡ja! ¡ja! Y soltaba una carcajada histérica yespantosa, capaz de poner grima a los mismos que él invocaba.— ¡Ah!continuaba precipitadamente, si en el infierno pudiese yo vivir con ella…¿Vivirconella?—Allí,allí,añadíaclavandolosojosentierra,seríamicielo,sí,mi cielo.Ella…esunángel. ¿Quéharé? ¿Dóndehuirédemí?…¿dóndedescansaré?No,mientrasviva,jamás…¿Ydespués?¿Después?¡Quéhorror!Unabismo inmensodepenas; en fin, lamayorde todas, lavidamismaquedetestoeterna,eternaenlaagoníadeloscondenados.Yonomorirénunca…Talvez…paravolveravivir.YosoyréprobodeDios,sentenciadoavivirtodaunaeternidad,arespirarfuego,aserexecracióndeloshombres,mofadelosdemonios…Yarechinansusdientesdealegría:helos,helosallí…¡Oh!no,no,¡piedad!¡maldición!¿Quéoigo?Sí,lamaldicióndemipadre.

A esta última parte de su discurso se levantó con los ojos desencajados,fuera de sí, frenético, preguntándose y respondiéndose a símismo, como sioyeraotras voces, rechinando los dientes, sus cabellos erizados, y corriendoacáyallácomosialguienlepersiguiera,conmuestrasdeespanto,ygestosavecessuplicantesyavecesdesesperados.Duróunmomentoeldelirio,ycomosisehubiesenpocoapocodesvanecidoasusojoslassombrasquelecreabasuimaginación,yleasombrabanasuentender,arrancóunsuspirodesufatigadopecho,yarrojándoseenlasillasegundavezquedóalgúntiempoconapagadoaspectoysombríoademanenlamismaactituddeantesenajenado.Largoratopermanecióasísindarotraseñaldevidaensusmovimientosquesuagitada

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respiración,manteniéndoseinmóvilcomounaestatua,sinmoverpienimanonimudarlavista.Porúltimo,dandounsuspiroexclamó:—¿Quéharé?¡Tengoquevivirporfuerza!!!Veamossihayalgoquemedistraiga.¡Quénohabrá!Elmal está enmímismo,noen loqueme rodea.Heoídodecirque la lecturadivierte:seisañoshaquenoleo.¿Yquéhehechoentodoestetiempo?Nada.En fin, probemos. Leeré. Y alargando la mano a algunos libros bastantevoluminosos que estaban sobre lamesa, forrados en baqueta encarnada conmoldurasdeoroenlosextremos,ycercadosconbrochesdelomismo,mirólos títulos que sobre pergaminoblanco estaban, abriéndolos uno tras otro, ydeteniéndose un rato para leerlos. Era el primero que tomó un tratado deastrología de donAlfonso el Sabio, soberbiamentemanuscrito con letras detinta encarnada sobre pergamino vitela; miró su título, y arrojándolo condesabrimiento tomóotroescrito,encuadernadoconlamismariqueza,ydijo:—Veamosquéeseste,ysiengañamenosysirveparamásquelaastrología.«Cantigas et trobas sagradas en alabanza de Dios, et vidas et fechos decaballeros,compuestosporelfamosoNicolásdelosRomances,trovadordelmuynoble,muygrandereydonFernandoIII,conqueridordeCórdobaetdeSevilla,ect,ect.»Libroesestequemeentretuvomuchoenmijuventud.¡Ah!entonces yo trovaba también, yo cantémis amores aLeonor, y ellame oía.Pero no soy ya elmismo: entonces yo era un hombre, yo amaba, yo vivía;ahoraloaborrezcotodo,amímismo,aLeonor…Sí,laaborrezco,puestratodesacrificarlahaciéndolaparticipedemifastidio.No,estelibronololeeré,sulecturame atormentaría; aquí se celebra la gloria y el amor, aquí se alaba aDios, y yo no soy digno de darle alabanzas, ni me atrevo a rezarle ni asuplicarle,y lagloriayelamorsonyaplantasestérilesenmialma.Veamosotro, continuó, echando el Romancero a un lado, y tomando otro másvoluminoso,forradoenblanco,encuadernadoconriqueza,yescritoasimismoencaractereslatinos,ycontintaencarnadacomolosotros.

—¡Ah!LaSagradaEscritura,dijodespuésdehaberleídoeltítulo:esteesel librodeDios: ¿seráunavisodel cielo, que compadecidodemismiseriasquerrámiarrepentimiento?Yaestarde;nohayarrepentimientotangrandequebastea lavarmisculpas.Yaes tarde,yyohesidosentenciadohace tiempo.Pero en fin, leamos, añadió como resolviéndose a poner término a losencontrados sentimientos que le agitaban, y tomando el libro y abriéndolosobrelamesasesentóenunasilla,ydespuésdehaberhojeadounmomento,parándosedetiempoentiempocomopararepasarelprincipiodelasmaterias,yalparecerbuscandoalgodeterminado,hallóellibrodeJob,yempezóaleermuydespacio,aunquesintorpeza,yconbastanteclaridadparaaqueltiempo,el versículo de Isaías que dice de estamanera: «Debajo de ti se tenderá lapolillaytecubriránlosgusanos.»¿Yesesteelpremiodemiarrepentimiento?exclamó cerrando el libro con ira, y dándole con fuerza para arrojarlo a unlado sobre la mesa. Otra maldición. ¡Oh! Es demasiado, es demasiado: mi

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almaestá llenade remordimientos,mi corazóndehastío, y enmioído soloresuena el eco de las maldiciones que me persiguen. Es demasiado. ¡Oh!Salgamos fuera de aquí, continuó levantándose conprecipitación.El aire deestasalaestáinfecto,meahoga;yonecesitomásaire,yaquínopuedorespirarsiquiera. A más, ¿qué tiene de extraño que me fastidie?, prosiguió comodeteniéndose, y queriendo él mismo inspirarse la esperanza que no tenía.Estoy solo, y la soledad fatiga, y noofreceningúnpasatiemponi diversión.¿Nosoyelseñordeestepueblo?Puesquevenganmisvasallosadivertirme.¡Hola!¡Jimeno!¡Duarte!¡García!

Jimeno,sufavorito,fueelprimeroquerespondióasusvocesyentróenlasalaaverloquedeseaba.LlegóasuamoconunairedealegríayfamiliaridadquealaverdadnoparecíapropiodelprivadodeunhombretantétricocomoSaldaña; pero esto mismo era precisamente lo que le había valido suconfianza.Eraestefavoritodemedianaestatura,ysurostrosinbarba,sucolorblanco, sus facciones delicadas, ojos azules vivos, y sus cabellos rubios yrizados hacían de él lo que se llama una miniatura. Su boca, cuyos labioscoloraba el más vivo carmín, tenía un corte malicioso, que, aunque podíadecirse que le agraciaba, habría hecho no obstante a un buen observadordesconfiarsedesuhonradez,ytantoarmadocomoenfarseto,sutrazaerafinay afeminada, susmovimientos sueltos y acompañados de un descaro y unadesfachatezextraordinarios.Traíaelmantogalanamentecolgadodelhombroizquierdo, calzón de seda roja, medias de seda y zapato blanco con unmadroño de hilo de oro en cada uno, y un puñal guarnecido de piedraspreciosas en la cintura. En fin, era el dechado de lamoda, el mimo de lasdamasylaenvidiadelosgalanes.Habíalogradolaprivanzadelcondeporsudiscreción, que rayaba a veces en desvergüenza, y habiéndole conocido elhumor,cuandoleveíademaltemplelodejabaentregadoasusreflexiones,ysiempre sabia coger la ocasión para presentársele. Había oído sus últimaspalabras,yhaciendocomoque leadivinabaeldeseo,—Paréceme,dijo,quevuestraseñoríapodríamandarselepresentasenlasjóvenesdelpueblo(quenodeja de haberlas bastante agraciadas), y divertirse en verlas bailar. Yo sé lahistoriadetodasellas,ypodríamientrasdanzaban,prosiguiómaliciosamente,entreteneroscontándoossuspasatiempos.

—Está bien, respondióSaldaña con sequedad; ordéname tú una fiesta, ycuentaconmilalfonsísdeorosilograsdistraermedemispensamientos.

—Yo daría mi buen humor, repuso el page, con tal de separaros parasiempre de ellos, pero no tomaré premio ninguno nunca por cumplir con eldeberquemeimponevuestroservicio,yelafectoqueostengo.

—Ve,pues,dijoelconde,y…perono,novayas,nomedejessolo;llamaalgúnotroydaletúlasórdenesquegustares.

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—¡Duarte!¡García!llamóJimenoentonces,conelpermisodesuseñor,ydosescuderos,viejoelprimeroyelotrodemedianaedad,sepresentaronalmomento a su voz, murmurando, sin duda, entre sí de verse obligados aobedeceralaNiña,queasíllamabanaJimenolosdelcastillo.Apesardeestocallaron y recibieron sus órdenes con respeto, aunque al salir no pudocontenerseelmásviejo,ydejardedecirenvozbajaasucompañero:—Vayael tonoqueusaese títereconnosotros,queporSanCosmequesi lecojo lebajo dar más vueltas en mi dedo meñique que las aspas de un molino deviento.

—Tienes razón, amigoDuarte, que nacimos antes que él y debería tenercon nosotros más miramiento; pero en cuanto a eso de cogerle, que dices,trabajotehabíadecostar,porqueessueltocomoungamo,yvalientecomounmastín.

Apenas dijeron esto se fue cada uno por su lado, refunfuñando entredientesymaldiciéndole,adarcumplimientoaloquehabíamandado.LasalaenquequedaronSaldañayelpageeradeformacuadrilonga,muyespaciosa,yadornada con toda la elegancia y lujo que podía dar de sí la época en quepasaba esta nuestra historia; su techo acanalado, convigas dadas de blanco,teníaelfondoazulcelestelabradodemilmoldurasdoradasdemuchogusto,las paredes pintadas a la morisca, varios sillones de respaldo, la mesa demármol blanco que ocupaba el testero de la sala, el suelo escaqueado deazulejosyatrechosvestidodealfombrasyalgunoscojinesdedamascoacáyalláausanzaárabedevarioscoloresyconpasamanosdeoro.Encimadeestasalmohadas se había reclinado Saldaña, mientras su page instruía a susescuderosdesuvoluntad,distraídoyadelomismoquedeseaba,olvidadodesupageycargadodepesadumbre.MiróleJimenounmomento,yviendoquesuamono leveíanihaciamáscasodeélquesiestuvieraacien leguas,noatreviéndose a despertarle de su letargo, quedó a un lado entretenido enarreglarseyestirarseelegantementelagolamientrasledurabasudistracción.VolvióensíSaldañadeallíaun instante,ypasándose lamanopor la frentecomosiquisieraahuyentardeaquelmodoalgúnpensamientofatigoso,mandóaJimenoqueseacercase.—Ven,ledijo,yháblamedealgoquemedivierta.

—Estabapensando, respondió Jimeno,quedebías ir a lacorte.El reyosquiere, y no faltaría allí una dama que se apiadase de vuestros pesares, ytrataradealiviarlosconsuscaricias.

— ¿Adónde dices? ¿A la corte, replicó el de Cuellar, a oír chismes, afastidiarmeconlasintrigasdeHaroyconlasquejasdelosLaras,ahastiarmedeaquellasmujeresfrívolasquevistasunavezcansanalotrodía?Quitaallá,Jimeno,háblamedeotracosa.

—Pero,y¿quépuedeatraerostantoaestedesierto,repusoelpage,donde

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noseoyelavozdelheraldoqueanuncialasfiestas,nisesabedeunamodahastaquehanpasadodosotresenToledo,yyaestanantiguacomolosusosdeltiempodedonPelayo?

—¿Yquémeimportaamílamodanilostorneos,frivolidadesqueatraenla atención del hombre feliz en su mocedad? Hubo un tiempo en que yodeseabaparecerbien,Jimeno,enquemegustabaagradarporquemeagradabatodo,peroahoraquetodomecansa,¿quémeimportaamídesagradaratodos?¡Ah!Yoyaaunquequieranopodrénuncapareceragradable.

—Vosdecíseso,contestóJimeno,porqueosapegáisdemasiadoaunamorsolo.Sifueseiscomoyo,quesoyunamariposa…Lamujerquemásseresistetardaunmesenrendirse,yentoncesotraalpuesto.Amímegustavencer,ynome contento jamás con una victoria. Ellas, generalmente dóciles, se dejanllevarpordondeselasdirige,yningunasemataporverseabandonadadelquela amó.Amás, que no seme haría cargo de conciencia que sematase unamujerpormí.Alcontrario,mejor,seriayoentonceselCupidodelasdamas,ytodasmeseñalaríanconeldedo.Sivoshicieraisasí,veríaislasintrigasdeunadamaparadescubrirvuestrospasos,osdivertirían,osentretendríanlascariciasdelaotraconquienfingís,yreiríaisdeaquellacuyastramasconocéis,yqueestá persuadida de que os engaña. No estaríais entonces consumido de esefastidioqueosdevora,deesainquietud,deesenosaberquéhaceros.Aquímetenéisamí,quenotengounahoradedescanso…¿peroqué,nomeoís?

—Síteoigo,yteenvidio,repusoelconde;nomehablesmásdeamores;túeresfeliz,yyonilosoy,nilopodrésernuncaenmivida.

—Y bien, repuso el page, si desdeñáis el amor, ¿por qué no buscáis loslaurelesyloshonoresconquedebehalagarlagloriaaunhombredevuestrolinaje?AcasodonLopedeHarocon sucarácter falsoy sugeniodevíbora,¿tiene más mérito que vos a los ojos de nuestro rey? Lara, inconstante yrebeldeacadapaso,¿acasoosaventajaennoblezayvalentía?¿Yporquévosno habíais de ser su igual, y aun superior a todos ellos, y al lado del tronopuntomenosqueelreyrecibirlostributosdeGranada,disponerdelapazodelaguerraavuestravoluntad,humillarelorgulloylaspretensionesdevuestrosenemigos,engrandeceravuestrosfielesservidores,yporúltimo,serel ídolodetodalamonarquía?¿Porqué?

—Tú tienes ambición, Jimeno, respondió Saldaña, y por eso te expresascon tanto ardor, y deseas tanto tu engrandecimiento.No es extraño, eres unniño…yquizátienesrazón,continuódespuésdeunmomentodereflexión,yodebería ir a la corte. Tal vez la confusión, las tormentas de aquel mar dediscordias y la continua zozobra que a todas horas agita el ánimo delcortesano…quizá…¿quiénsabe?…acasomedistraerían.Perono,no,yoyahe estado en la corte, he tenido, esta segunda vez cuando estuve a prestar

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homenajeadonSancho,lostítulosamivoluntad,ytodomefastidiaba,ynadabastóallenarnuncaelvacíodemialma;nisiquieraunmomentomedistrajoelbulliciodelacorte,niuninstantedisipómimelancolía.Conozcotuméritoytudisposiciónparacortesano,Jimeno,ypuedesestarciertoqueaunqueyonoestéenlacortetúharásenellatusadelantos.

—Nomehamovidoaloqueoshedicho,replicóelpagedisimulandosudeseobajolamáscaradelalealtad,mipropiobienestar,niloquemiambiciónmeaconsejaría;soloenloqueoshedichohequeridoponerremedioavuestratristeza, porque en verdad que es lástima que un caballero como vos vivacomo los padres del Yermo. Demí sé decir, que si fuera señor de Cuellar,condedeSaldañay capitánpor el rey,nopasaríamivida encerradoenestecastillo.

—Noenvidiesmipoder,Jimeno,replicóeldeCuellar,cuandoyoenvidiotu alegría, cuando yome tendría por feliz, no con ser quien tú eres, sino elúltimodemisvasallos, con taldepoderestarcomo tú,ypodermostrarunafrente tan tersa como la tuya. Tú no puedes comprender mi congoja, laangustiaconquelatemicorazón, la tristeza,el lutoquemerodea…¡Ah!túeresfeliz,Jimeno,tualmaesnueva,ylamía,lamía…yolacambiaríaporelalmadeuncondenado.

PronuncióestaspalabrasSanchoSaldañacontaníntimosentimiento,quesupage,apesardesuindiferencianaturalporlaspenasdelosdemás,quedósinsaberquédecirle,bajólosojos,ysepusoacontarlosplieguesdesujubón,y a alisarlos con sumanoderecha a guisadepensativo:Saldaña frunció lascejas,miróaJimenoconairetorvo,envidiosodesualegría;yestremeciendosus miembros súbitamente como deseoso de apartar de sí su últimopensamiento, continuó volviendo a su page:— ¿No sabes tú alguna trovaalegrequecantarme?allíhayunlaúd,añadióseñalandoaunángulodelasala,tómaloyvesiteacuerdasdealgoquemedivierta.

—Convuestropermiso,respondióelpage;mientrasesosgansosdeDuartey García arreglan la fiesta os cantaré la última cantiga que compuse a unadama,aquiendejamoselotrodíatresgalanesauntiempo,cuandoellacreíaquetodoslaidolatrábamos.

Ytomandoellaúdsesentógentilmenteenlosalmohadonesenfrentedesuseñor, y después de haber recorrido suavemente sus cuerdas, preludió unacompañamiento,yentonóenagradablevozdeestamanera:

Dueñaderubioscabellos,

tanaltiva,

quecreéisquebastaavellos

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paraqueunamanteviva

presoenellos

eltiempoquevosqueréis:

sitantoingeniotenéis

queentretenéistresgalanes,

¿cómosalieronmalhora,

miseñora,

tusafanes?

Pusistegestoamoroso

alprimero,

alsegundoelrostrohermoso

levolvisteplacentero,

ycondoloso

sortilegioentuprisión

entróuntercercorazón:

visteatuspiestresgalanes,

ydistealverlosrendidos

porcumplidos

tusafanes.

¡Decuántasmañasusabas

diligente!

yatuvozalvientodabas,

yamirabasdulcemente,

oyahablabas

deamor,odabasenojos,

yentusengañososojos

auntiempolostresgalanes

sinsaberlotú,leían

quementían

tusafanes.

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Ellosdetiseburlaban,

túreías;

ellosatiteengañaban,

ytúmintiendocreías

queteamaban:

¿decid,quiénaquíengañó,

quiénaquíganóoperdió?

susdeseostusgalanes,

alfinmiraroncumplidos,

tú,fallidos

tusafanes.

La expresión irónica y maliciosa que tomaron todas las facciones deJimeno mientras entonó esta trova, y la bulliciosa música con que habíaacompañadosucantohabríanpuestodebuenhumoracualquieraotroquenohubiera sido Saldaña. Pero éste, en lugar de divertirse del gracejo de lacanción,había estado entre tanto comparando ladichadelbuenpage con laamargura de su corazón: así que, al acabar el canto, y cuando Jimenoaguardaba por aplauso al menos alguna leve sonrisa, su amo tenía los ojosfijosenélconmuestrasdeenvidia,ydandounsuspiroledijo:—Jimeno,vete,vete;yosoyahoramásdesdichadoquenunca;vete,porquenopuedoveramiladounhombretanfelizcomotú.

—Señor,repusoelpagecambiandoalpuntodefisonomíayaparentandoelmayordolor,simialegríaosofende,yovestiréuncilicio,comerétierraymeofreceréavuestrosojoscomoelhombremásmiserable,paradarosunpuntodecomparaciónenvuestrofavor.

—No,niaunasí,exclamóelconde,seriastútaninfelizcomoyo.Enfin,basta:¿quéruidoesese?

—Son las jóvenes de la fiesta, que vienen a entreteneros, respondióJimeno.

— ¡Oh! ¡Oh! ¡Qué fastidio! ¿Y para qué se ha ordenado esa fiesta?Vendrán a ensordecerme con su estrépito, veré en sus ojos la alegría y lainocencia, y la envidia me devorará. No: que se vayan, que se vayan; noquieroverlassiquiera,yamehancansado.

—Peroseñor,repusoJimeno,vosmismomelohabéismandado.

—¿Yo?¿Yo?…puedeser,sí;peronoimporta,quesevayan.

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—Peroseñor,yallegan,respondióelpage.

—Ybien,yomeiré,yluegodatúordenqueseretiren.

Dichoesto,se levantóprecipitadamente,ycomosialguien lepersiguierasaliódelcuarto.

QuedóJimenomirándoleatónitodesurepentinadeterminación,ydudandosileseguiríaono,temerosodeincomodarle.

—Daria,dijo, lamitaddemividaporserdueñodesussecretos;solohepodido saber que está enamorado de la de Iscar. Si no esmás que eso, nocomprendocómounhombre,estandolasmujerestandesobraenelmundo,sedaporunasolatanmalavida.Yo…tambiényoestoyenamorado:estaZoraidaparecealcastillodeAlbarracín,quenosesabecómotomarlo;pero…yquéimporta:divirtámonos,yyaqueaquínohadehaberbaile,lohabráfueradelaplazadelcastillo:vámonos.Yarreglándoselagoladespuésdehaberseechadounamiradadearribaabajo,enderezósucuerpoconeleganciaysaliódelasalagallardeando.

Entretanto Sancho Saldaña siguió rápidamente atravesando salas ycorredoreshastaquedejódeoírelruidodeltamboril,loscantosylabulladelos bailarines, que muy a pesar suyo se retiraban, tachando a su señor dehombre de poco gusto, y alabando a su gentil page, que calmó su enojoproporcionándoles la explanada de la fortaleza para que allí saltasen ycantasen a su voluntad. Pero su señor no era extraño que los arrojara ydespidiera sin hacer caso de su habilidad, siendo su mayor tormento en elestadoenquesebailaba ladichayel júbilode losdemás.PaseabaentoncessilenciosamenteporunoscurocorredorqueseparabaloscuartosyeltocadordeZoraidadelasotrashabitaciones.Lasoledadylaoscuridaddeaquelsitioparecíaagradarlesobremaneraysindudaconveníaconsussentimientos.Sucieloangulardearquitecturagótica,sulongitud,suestrechez,latibialuzdelatardequedébilmenteentrabaporalgunasclaraboyasabiertasacáyalláeneltecho, más apagada aun por los vidrios de colores que la quebrabanamortiguándola,yelecoqueresonabasordamentesuspasos,todohaciaaquelsitio a propósito para que allí Saldaña se embebiera a su placer en sussiniestrasmeditaciones.Llegabaaunestrenodelcorredor,yvolvíasiguiendosutaciturnopaseohastaelotromidiendosuspasosconlosojos,yseguidodesu sombra, que ya alargándose y creciendo desmesuradamente, yadisminuyéndose y achicándose en el delirio de su imaginación, le hacía aveces pararse y estremecerse, como si viese en ella el mal genio que leperseguía.De repente el ecomelancólicodeun laúd suavey lánguidamentevibradohiriósuoídocontanarmoniosamúsicaymelodía,quesuspendiendoadeshora sus pensamientos creyó que un ángel apiadado de él le divertía yregalabatrasladándolealamoradadelParaíso.Derepenteseabrióunapuerta

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que daba a una sala de tocador adornada de espejos de Venecia, ricasalfombras y cojines a la morisca, con rejas a un delicioso jardín, dondebrillabaelúltimorayodelsolponiente,ymilolorososperfumesyvoluptuososaromasseesparcieroncomodeunaencantadamansiónalrededordeSaldaña.Unamujerseaparecióentoncesasusojos,reclinadaenlosalmohadones,llenadehermosurayresplandecienteengalasypedrería.Llevabaenlacabezaunturbantederiquísimastelas,blancoycarmesí,conpasamanosdeoroyperlas,ysucabellonegroylucientecomoelazabachelecaíaenrizossombreandoatrechos la nieve de lamás airosa espalda que puede pensar la imaginación.Traíaensucuello,blancocomoelalabastro,uncollardefinísimosrubíes,yasílaspulserasquecoronabansusmanoscomoloscarcajesqueengalanabanlagargantadelpie,erandeoroconmilpiedraspreciosasallíembutidas.

Todosutrajeeraalausanzamora,blancoycarmesí,comosuturbante,loque lahacíasobremanerabellísima,aunqueensusojosnegrosypenetrantesseveíael ánimoyelorgullo, envezde ladulzurapropiade losojosde lashermosas.Contodo,enestemomentosedejabaverenlossuyoslaexpresióndel dolor al través de la que le era natural, y en su enérgica y hermosísimafisonomíasemostrabanclaramentelasseñalesdesutristeza.Estabadeperfilalapuertaquehabíaabiertopararespirarelairedelatardeysentadajuntoalarejaaqueseenlazabanalgunasramasdeárboles:conellaúdseentreteníaenvibrardulcessonidosacordesconsumelancolía.Puestos losojosalcielo,yacaso alguna lágrima solitaria bañando lentamente el lirio de sus mejillas,parecíaimagendelahermosaDruidallorandoalsondesuliraensusagradobosque su funesto amor por el prisionero que va a perecer en las llamasvíctimasdelasuperstición.

Saldañalacontemplóunmomentomirándolaconojosenquesetraslucíaaun parte del amor que la había tenido y de las furiosas pasiones que leinspiraba,acercándosealapuertasinruidoentredeseosodeirseydeoírlosacentos de su laúd. La había amado como hemos dicho con frenesí, peroahora, quedándole aun algunos restos de su pasión, la aborrecía cuandorecordabaquesuamorporaquellamujereracausadesuspesadumbres.

—He aquí, se dijo a sí mismo, la mujer que he adorado con todo micorazón,aquellaencuyosojosveíayoamanecermisolyelencantodemissentidos;elprincipiodemisdesaciertos,elmotivodemiscrímenes.Helaallí.¿Porquéahoranolaamaré?¿Porquéellanopodráhacermifelicidad?

Estabaenestasimaginacionesembebecido,cuandounavozdulcecomoelprimeramor,ymelancólicacomosurecuerdo,vinoadisiparlasdenuevoconun dulcísimo sonido que hubiera dado sentimiento a unmármol, y Zoraidacantóblandamenteacompañándosedesulaúd.

Cancióndelacautiva.

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Yaelsolescondesusrayos,

elmundoensombrassevela,

elaveasunidovuela,

buscaasiloeltrovador.

Todocalla:enpobrecama

duermeelpastorventuroso,

ensulechosuntuoso

seagitainsomneelseñor.

Seagita:mas¡ay!reposa

alfinensupatriosuelo,

nolloraenmíseroduelo

lalibertadqueperdió:

loscamposvequeasuinfancia

horasdierondecontento,

suoídohalagaelacento

delpaísdondenació.

Nogimeilustrecautiva

entredoradascadenas,

quesibiendeencanto

llenasalcabocadenasson:

siacasotristelamenta,

entornoveasusamigos

quedesupenatestigos

consuelansucorazón.

Laarroganteerguidapalma

queeneldesiertoflorece,

alviajerosombraofrece,

descansoygratomanjar:

yaunquesola,allíesquerida

delárabeerranteyfiero,

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quesiemprevaplacentero

ásusombraareposar.

¡Masaytriste!yocautiva,

huérfanaysolasuspiro,

enclimaextrañorespiro,

yamoaunextrañotambién.

Nohallanmisojosmipatria,

humohansidomisamores,

nadiecalmamisdolores,

yencelosmesientoarder.

¡Ah!¿Llorar?¿Llorar?

nopuedo,nicederamitristura,

niconsueloenmiamargura

podréjamásencontrar.

Supeamarcomoninguna,

supeamarcorrespondida:

despreciada,aborrecida,

¿nosabrétambiénodiar?

ADiospatria,aDiosamores,

lainfelizZoraidaahora

solovenganzasimplora

yacondenadaamorir.

Nosoyyadelcastellano

lasumisaenamorada,

soylacautivacansada

yadedejarseoprimir.

Aquídio finasucanto lahermosamora,yexhalandounsuspirodejóellaúd tristemente sobre una almohada, se levantó y acercó a la reja,comparandoelsilencio,lacalmaylaserenidaddelanocheconlatormentayla inquietuddesucorazón.Lahora, la soledad, lamagiadesuvoz,ysobretodolamelancolíadesucanto,penetrarondemodoelánimodeSaldaña,que

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arrimadoalapuertahabíaestadooyendo,quelargoratoquedósuspensoenelmismositioyacongojado,comparandolamemoriadelosdíaspasadosconlaamargurayfastidiodelospresentes.Entretenidoenestohizoruidosinsaberlonivolverdesudistracción,y lamora,volviendo lavista,hallóasuamante,fijoalaentradadesucuarto,inmoblecomounaestatua.Sorprendidadeverlecuando ya no esperaba nunca que la visitase, impelida del amor que ardiórepentinamenteensualmaalavistadelqueselohacíasentir,ycombatidadesu altivez, quedó parada un instante, dudosa de si le hablaría primero, o sidebería retirarse. Por último, fijando en él sus ojos llenos de fuego, ymirándoleconorgullosindarunpasoa recibirle, ledijo:—RarosemehacequeelseñordeCuellarvengaavisitarasucautiva.

Detúvose aquí unmomento para aguardar su respuesta; pero viendo queSaldaña lamiraba sinhablar palabra, continuó:—Digoque semehace raro,porqueaunqueenotrotiemponolefueradesagradablemicompañía,haceyamucho,muchísimo,quemehadejadoabandonadayentregadaamímismasincuidarsedemipersona.

—Nomehagasreconvenciónninguna,respondióSaldaña,deloqueyonotengo la culpa.Zoraida, te he amado comonunca se amó, tú lo sabes, peroahora…

—¿Ahoraqué?dilo,acaba,prosiguióZoraidaconimpaciencia.

—No,déjame,replicóeldeCuellar;mivistaparatiesunmal,latuyaparamí…¡Ah!metraealamemoriamisvicios,misdesórdenes,miscrímenes,ysobretodomehaceconocerquesoyinfeliz,yqueloseréeternamente.Túmehasdejadosinalma,hasagotadoenmíelsentimiento,ysialgunohaquedadoahora en mí, es solo el del egoísmo. ¡Ah! ¡Por qué, si fue un sueño mifelicidad,contigonoespiréyoantesdedespertar!

Elacentodeladesesperaciónvibraysecorrespondeenelcorazóndelosdesesperados,ylaspalabrasdeSaldañaresonaroneneldeZoraidahiriendosusensibilidad. Veía delante de sí triste y abatido al que a pesar de todo ellaidolatraba con frenesí, le oía que echaba de menos los placeres que habíadisfrutadoamándola,yestoletrajoasumemorialosqueellahabíagozadoasulado,ylehizoolvidardesuingratitud.

—Saldaña,ledijoacercándoseaélymirándoleconternura,yoteamo,yoteadoromásquenunca;ámamecomoantes, tenesperanza,sí, túserás feliztodavía,yoconmiscariciasdistraerétuspesares,créeme,serásfeliz.

—¡Feliz!repitióSaldañacomounecodesuspalabras.¡Jamás!¡Jamás!Túteengañas,Zoraida;nienvidanienmuertepodréseryanuncafeliz.Tú,sí,olvídame,huyedeaquí,túereslibre,huye,yolvidaalqueyanoconoceotrassensaciones que las de la envidia, al que aborrece a cuantos le rodean solo

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porqueloscreefelices;huyedemítedigo.

—No, jamás, le contestó Zoraida. Nunca me separaré de ti; aquí vivirédichosasimeamas,ycariñosacontigo;desdichadasimeaborreces,y,notelooculto,no,meditandoplanesparavengarme.Yonoheamadomáshombreenelmundoquetú,yohevividosoloporti,herespiradoporti,solotehevistoeneluniverso;simedejas,simeechasdeti,tiembla,Saldaña;soyunamujer,no puedo medir mis fuerzas contigo, no tengo campeón ninguno que medefienda, túeresunseñorpoderoso, tienesmil lanzasatuservicio,unbrazoquetemenlosmásvalientesguerrerosdemipaís;yosoysola,sola,mibrazoesdébil,peromifuriaesladelhuracán,ladecientormentas,ymivenganzasecumplirá,porqueyoquerréquesecumpla.Perositúmevuelvestuamor,continuó cambiando el tono enérgico con que hablaba, y modulándolodulcemente,entoncesyoteidolatraré,yoserétuesclava.Mírame,Saldaña,atuspies,vuélvemetucariño.

BajóSaldañalosojos,ylavioarrodillada,encontrandoenlossuyostodoloqueelamorpuedeexpresarconmásfuego;perosucorazónheladonosintióalverlosmovimientoalguno,insensibleyaatodo,exceptoparafatigarsecondolorosasmemoriasyatormentarseconremordimientos.

—Mujer, levántate, levántate, y olvídame para siempre; te he hecho tandesgraciada,¿yaunpuedesamarme?Levántate,yseaesta laúltimavezquenosencontremos.

Zoraidaselevantócondignidad,yechándoleunamiradadeindignación,

— ¡Ingrato! exclamó; tú quieres que te olvide no por generosidad, sinoporquetúmehasolvidadoamíya.Losé,sétodoloquemeditas;peroLeonordeIscarnoserátuesposamientrasyoviva.

—¿Quédices? ¡Leonor! repusoprontamenteSaldaña.¿Sabes túdeella?¿Dóndeestá?¿Acasotú?…Habla…Di,¿dóndeestá?

— ¡Desgraciado! gritó Zoraida con una sonrisa sardónica. ¡Ah! ¿No laposeestodavía?¿Semalogrótuintento?¡Quéplacer!¡Quéplacer!

—Mujerinfernal,¿lahasrobadotú?di,¿dóndeestá?Sí,túhassido,solatúerescapazdeentenderteconunespíritudelinfierno.

— ¡Ah! ¡No la posees, no la posees! continuó entretanto lamora en unacceso frenético de alegría, gritando fuera de sí como enajenada. ¡Oh!¡Bendita,benditalamanoqueloestorbó!¿Yunseñorcomotúnohapodidorobarunamujer?

—Calla,gritóSaldañaasiéndolafuertementedeunbrazo,ytirandodesupuñal;didóndeestá,oteasesino.

—Nolosé,replicóZoraidasinturbarse;peroaunquelosupiera,continuó

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consarcasmo,¿creestúquetelodiría?Todotupoder,todastusamenazas,miltormentosnobastaríanaarrancarmeelsecretoqueyoquisieraguardar.

—¡Mujer!exclamóSaldañatirándolafuertementehaciasí,yacercandoelpuñal a su pecho, di, dónde está, dónde, y si lo sabes nome precipites; didóndeestá:teamaré…dilo…oporSantiago,continuórechinandolosdientes,tehagopedazoselcorazón!!!

—Sí,asesíname,gritóZoraida,ymimaldición teperseguirácomo ladelsacerdote que hiciste perecer en las cárceles de este castillo, como la de tupadre,queabandonasteensulechodemuerte.

—¡Mipadre!¡OhDios!interrumpióSaldaña.

Unavozresonóenaquelmomentoenelcorredorquelenombróalmismotiempo,ySaldaña,dejandodeprontoelbrazoqueteníaasidoaZoraida,saliódel cuarto cerrando violentamente la puerta, y atravesó a largos pasos elcorredor. La voz que le llamaba seguía siempre tras él, y pasado el primerterrorvolviólacabezayreconocióasupage,quelebuscabaparaentregarleunacarta.

—¿Quémequieres?lepreguntóconasperezaavergonzadodesusorpresa.¿Aquédiablosvienesahora?

—Señor,repusoelpage,unescuderohaentregadoalapuertadelcastilloesta carta, diciendo que era un asunto importante, y que se os remitiera alpunto,yyo…

—Estábien,interrumpióeldeCuellar;vamosaverquées.

Yentrandoenlasaladondeardíansobrelamesadoslámparasdeplataseacercó a la luz, abrió la carta, y leyó.—Si el señordeCuellar esdignodelnombre de caballero,mañana a las cinco de lamañana se presentará solo yarmadodetodasarmasalaorilladelCega,dondeencontraráuncaballeroquedeseamedirse con él sin ventaja. Si teme alguna emboscada puede hacerseacompañardealgunagentedearmas.

—No trae firma, dijo Saldaña sorprendido del mensaje. ¿Conoces tú alescudero?

—Noseñor,respondióelpage,nolehevistoenmivida.

—¿Estáaúnahí?¿Dijosiaguardabarespuesta?

—Lomismofueentregarlacarta,replicóelpage,quedesaparecióatodoelgalopedesucaballo.

— ¿Quién será? ¡Pobre caballero! Mucha gana tiene de morir cuandodeseamedirseconunhombredesesperado.Enfin,mañanase lecumpliráelgusto. Oye, Jimeno, continuó, di a Duarte que para mañana a las cuatro y

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media esté pronto mi caballo de batalla el Morillo, ¿entiendes? y tú meprevendrásmisarmas.Veremosquiénesesequeaborrecetantosuvida.

Elpage salió a cumplir susórdenes almomento, y él continuóhablandoconsigomismo.

—Ojaláhallaseyoen su lanzael términodemivida. ¡Leonor! ¡Leonor!¡Oh!Elinfiernoenteroestájuntoenesamoraquetrajomimalasuerteaestecastillo. Poco me costaría librarme de ella… pero ¿sabría yo entonces endónde tiene aLeonor? Jimeno es astuto, quizápodría averiguarlo.Veremos:vamos a ver si puedodescansar esta noche.Esta hora es cruel. ¿Ycuál hayparamíquenolosea?¿Hagoyodiferenciadeldíaalanoche?

Dicho esto, y habiendo vuelto a entrar Jimeno en la sala, después dehaberledadopartedelcumplimientodesusencargosseretiraron,yelseñordeCuellarpasólanochetristementeagitadodepesadossueños,yconlamismazozobraypenaquelequitabaeldescansoyahuyentabaatodashoraslapazdesucorazón.Tanciertoesqueunaconcienciaturbadaeselmayorcastigodelcriminal.

CAPITULOIX.

Tardeerayaaquellamismanoche,cuandoalatibialuzdelalunarecorríaloscorredoresdelafortalezaunafigurablanca,aéreaynebulosa,entrelaluzylassombras,semejanteaunsueñodeamoroaunaapariciónceleste,hollandoapenas el suelo, y ágil y ligera como el pensamiento. Ya desaparecía porinstantes, ya otra vez brillaba sobre las almenas que plateaba la luna, ya seperdíadenuevo,yaenalgunaelevadatorreaparecía,sinquelarapidezdesumarchadisminuyesenisepudiesedescubrirsurostro.Invisible, talvez,paralosvigíasqueacáyalláendiferentespuntosvelaban,mostrábasesiempreenlos puntos abandonados, donde apenas se detenía un momento comocuidadosa,cuandoseocultabaenseguida,bienasícomosisedisipaseenelaire.Hubiérasecreídoqueeraelgeniotutelardelcastillo,queporsecretoseignorados caminos recorría todo, veía todo y en todas partes se hallaba, yadesvaneciéndoseentrelosrayosquedestellabalaluna,yatomandounaformabellaymajestuosaalaparecerse.Viósela,enfin,enunadelastorrecillasqueflaqueaban el edificio, detuvo allí sus pasos, miró a un lado y a otro conansiedad, y en aquel momento dejóse ver enteramente a la luz. Su blancoropaje,comoelvellóndeunanube,ondeabaenplieguesalviento,yentreelrayodelalunaylaoscuridaddelanocheseconfundía:elaurasusurrabaensucabellera tendida, y todo era mágico a su alrededor; pero en su ademan,aunque hermoso, había algo de triste y abatido, y en sus ojos centelleaban

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acasoalgunaslágrimasdetiempoentiempo,ylainquietudeintensidaddesumiradarevelabanlasencontradaspasionesquelaagitaban.Dosvecesmiróaunladoyaotroconrecelodequéalgunolasorprendiera,dosvecestendiólavista por el espacioso campo, y suojeadadespedía una luzmásvivaymásardiente que la que disipaba con su claridad las tinieblas. Parecía como sidesearalasalasdeláguila,larapidezdelhuracán,paraatravesardeunvueloelespacioapardelavelocidaddesupensamiento.Allíenalgunapartebuscabaalgúnobjetodeodioinmenso,deamordesesperadosobrequiendescargarsuira y en quien saciar su rencor, o a cuyos pies volar para pedir piedad yalcanzar el perdón de algún crimen entre sus brazos. Su mirada penetrabacomoelrayodelatormenta,volabaaligualdesuimaginación,yensusojosse retrataban todos los delirios de ternura y de aborrecimiento que a cadainstante presentaban diversos cuadros a su fantasía. Era, en fin, Zoraidadelirante, Zoraida zelosa, enamorada, cruel, vengativa, lleno su corazón defuria, de celos, guiada por una sola intención. Su fin era averiguar dóndeestabaLeonor,moriroasesinarla.CriminalerayaLeonorasusojosporquelaamabaSaldaña,porque la robabaelúnicobienqueellaposeíaenelmundo,porque era, en fin, preciso marchitar la hermosura de aquella mujer cuyosencantos,aunquetalvezcontrasuvoluntad,habíanhechizadoaSaldaña.Laimagen de ellamuerta a sus pies, vengando a un tiempo con un solo golpetodoslosdesairesydespreciosquehabíasufrido,laideadeverfrustradoslosintentosdelinfielamante,deverlellorar,padecerydesesperarse,ydeserella,ellasolaelúnicoagentedesuvenganza,haciaalgunavezasomarasuslabiosuna sonrisa diabólica de satisfacción. ¿Y por quién iba a ver torcidos ydescompuestossusplaneselcaballeromáspoderosodeCastilla,eltemidodelosguerreros,elseñordemillanzasyaquienpagabanpechotantosvasallos,elhombreacuyavozobedecíantantospueblos,tantossoldadosyservidores,elseñordehorcaycuchilloensuseñorío,porquién?Porunamujercautiva,sola, sin otro apoyo, sin otro amigo en el mundo que ella misma; por unamujercuyosexo,débilpornaturaleza,haciaparecercomosinánimoy llenadetimidezalavistadelguerreromenosintrépido,cuyobrazoapenaspodríalevantarlaespadamásligeradeunhombredearmas,ycuyopechosofocaríalacorazamenospesada.Porunamujersinarmasen laopiniónde todos loshombres que las de su hermosura y sus lágrimas, y a quien su poderosoamante había amado y había dejado tan sin miedo v con tanta indiferenciacomounniñotomaodejaunmiserablejuguete.Seguramentequehabíaalgodesublimeydegrande,ysobretodomuchodehalagüeñoparaelamorpropiode Zoraida, cuando se comparaba con el hombre cuyos designios iba acontrastar y a desbaratar de un solo golpe, y veía la balanza del poderinclinarseporentoncesasufavor.¡Cómoibaahoraasatisfacersuvenganza!¡CuálseríaelchascodeSaldañacuandopreguntasequiénhabíaosadodesafiarsucólera,ycuandoesperaraveralgúnseñortannombradoypoderosocomo

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él, algún amante celoso deLeonor, algún guerrero capaz de sostener a todotrance su temerario arrojo, viese delante de él su cautiva teñida aun en lasangre de su víctima, y aguardando impávida todo el torbellino del primerímpetudesurabia,alegreconmorirdespuésdehaberinundadoelcorazóndelperjuro de todo el veneno en que antes había rebosado el suyo! ¡Oh! élpresenciaríasutriunfo,yalcondenarlaamorirlograría,sí,unavenganza;peronoporesovolveríalavidaasuamante;nogozaríaporesodesuhermosura,niaun abrazaría su frío cadáver, porque no vería más que a la mujer quedespreció,unpuñalylasangredesuLeonor.

Yluegonuevosremordimientossejuntaríanalosqueyaroíansucorazón;nuevas fantasmas turbarían su reposo; nuevos crímenes seguirían a los yacometidos; donde quiera vería a Leonor, la llamaría, y al llegar a ella solohallaríadelantedesísusombra,talvez,yelbrazoyelpuñaldeZoraidasobresupecho.

Taleseranlospensamientosdelamora,ytalelporvenirmasagradableymasconsoladorqueensufuriaseprometía.Losceloslahabíanhechodejarsuhabitación, agitada de una fiebre ardiente, loca, furiosa y desatentada,buscando su rival, sin saber dónde hallarla, figurándose en su delirio verlajuntoasí,yverseyaenelactodeasesinarla.

Pero otras veces la imaginabamuy lejos, fuera del alcance de sus celos,comosiunamuralla impenetrable se alzaseentre losdos, comosiunpoderinvisible la defendiese e hiciese inútiles sus esfuerzos para alcanzarla, yentonceslaveíaenbrazosdesuamante,yqueamboslamirabanretorcerselasmanosyarrojarespumaporlabocaderabiaydefatiga,burlandoconrisasdeescarniosusimpotentesesfuerzos,señalándoselaconeldedounoaotro,yenpazdulceyeninalterablesosiego,haciéndosemutuamentecariciastansuaves,tantiernasytanardientescomoelamorquelascausaba,viendounoenotrosucieloysufelicidad.

Y ella entonces comparaba su estado y el de ellos, y se derribaba en elsueloysearrastraba,mesabasurostro,yllorabacomosirealmentesucedieraasí,ysemordíaasímismacomosiquisierahacersepedazos.

Yluegocorríadeunaparteaotra,ypensabaqueenmudandodesitiosedisipada su fatal ilusión, y no hallaba descanso en ninguna parte, y dondequieraelmismocuadrodespedazadorlaperseguía.Envanoselanzabadeunoen otro corredor, de una en otra torre; elmal estaba en su corazón, y en sudemente arrebato llevaba las manos sobre su pecho como si quisieraarrancárselo.

Y luego tal vez recordaba los días de felicidad que había gozado, laspalabrasdulcesqueentalocualmomentohabíaoídoenajenadadebocadesuamante, y que habían quedado grabadas en sumemoria, y que tantas veces

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habíaellarepetidoasussolasconinexplicabledelicia.Yardíaconlamemoriadesusbesos,yaunseestremecíadeplacer,yrecordabatambiénlosdíasquemanoamanoconél, olvidadade todoelmundo, alegre, descuidada, tierna,libredecelos,yentregadasoloalamor,habíapasadoalafrescasombradelasarboledas, en encantados bosques, al margen de claros y murmuradoresarroyos,sinsusto,enpazytiernamentecorrespondida,ylasnochesdeplacer,y el rayo trémulode la luna, y los besosde fuego, cuyo agradable estallidointerrumpíasolamenteelsilencio.

Yveíadespuésalingratogallardoenlostorneos,cuandolanombrarareinadelahermosuraconvergüenzayadespechodelasmásbrillantesdamasquehonrabanconsubellezaelpalenque,yconélatodoslosvalerososcaballerosrendirla homenaje, y al tiempo de coronarle, como a vencedor de la justa,sentía penetrar todavía hasta su corazón la mirada cariñosa y ardiente delimpetuosoSaldaña.Yluegolecontemplabaenelfestínconella,conellaenlacarreradelcrimen,delagloria,delainfamia,delavirtudydelvicio.Ysentíarasgársele las entrañas con tan amargo recuerdo, y desmayar su ánimo yescaldarsusmejillastorrentesdelágrimasabrasadorascomoplomoderretido.

Yél,yél,ysiempreélensucorazónyensufantasía,ysuspirabaporélyporélgemía,ysullantonoparecíatenertérmino.Yentonces¡oh!derodillas,inclinabalafazalsuelo,imaginandoquelebesabahumildementelospies,ylerogaba,lesuplicabanoyaunaamorosacaricia,noyaunamiradadelástima,no ya que la amase como antes, sino que no amara a otra alguna. Que sesirviesedeellacomodeunaesclava,queladespreciara,quelainsultara,quelaaborreciera,quelamaltratara,peroquealmenosnojuntarasuslabiosalosdeotramujer,nodijeraaotralasmismaspalabrasqueaella,yqueledejaseasuladoparaúnicamentemirarle,cuidarleéidolatrarle.

Que si le enojaba suvista, ella leveríadesdedondeélnopudieseverla,que nunca más le cansaría con sus amores ni con su presencia, sino queresignadaconsusuertesecontentaríaconadorarleensilencio,yvelarsobreélcomounserinvisible.

PerodespuésresonabanensuoídolasásperaspalabrasdeSaldañaquelaarrojabadesí,ylecontemplabalocodeamorporsudichosarival,buscándolaconansia,y entonces,volviendo losojosal cielo, rojosde tanto llorar,perosecosyaycondesesperadoademan,blasfemabadesuDiosydesuprofeta,ydelahorriblefatalidadquelahabía traídoaamaraunengañosocristiano,apreferirlaesclavitudalalibertad,unpaísextranjeroasupatria,ymaldecíaelbrazo de hierro que la tenía allí sujeta en aquel odioso castillo.Y entoncespensabaenlosbizarrosárabesdeGranada,enlasdamasquerodeadasallídesufamilia,ymimadasyobsequiadasporsusanimososgalanes,disfrutabandesuamorsinzozobra,sin remordimientos,yhalagadasde lasesperanzasmáslisonjeras.Ycomparabasusuerteconladeellas,comouncondenadopodría

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comparar el paraíso conel infierno,y sentíaundolor como si le arrancasencon tenazas ardiendo pedazos de carne de su cuerpo, cuando se decía a símismaqueaquelladebíahabersidosusuertesinohubiesesidocautiva,sinohubieseconocidoaSaldañaynohabiéndoseenamoradodeél,hubiesepagadosu rescate y hubiese vuelto a su patria. Que no estaría sola como ahora, ytendríaquienenjugase su llanto si lloraba,quien sonriese conella, y en fin,quien la defendiese y la ayudase contra el que intentara ofenderla, y nadieentonceslainsultadaniseriandesoídassusquejas.

Sudelirioalejabadeellatodoloagradable,almismotiempoqueacercabay engrandecía a sus ojos las imágenesmás crueles. Leonor estaba en todaspartes,endondequieraestabaSaldaña,yenlamentedeladesventuradamoramilsigloscorríanacadamomentoquepasaba,porqueencadamomentosufríatantaspenas,ytantospesaresseagolpabanasualmayladespedazabanauntiempo, que los de un solo instante pudieran componer el total de lostormentosdetodalavidahumana.SuintentoerabuscaraLeonorysalirdelcastillo, y sin saber adónde andaba, andaba y corría aquí y allí, y ya sefigurabalejosdelsitiodedondehabíapartido,cuandoseencontrabaotravezenél,yotravezatravesabamildiferentespasadizossecretosqueellasabía,ynuncaacertabaasalirde lafortaleza, turbadatoda,yperdidaenelcaosyellaberintodesuimaginación.

Lanochetranquilacomoellagodelvalle,lalunabañandoenluzpacíficalas extendidas llanuras que de las torres se descubrían, el aire sin ruido, elcamposinecos,elcastillolóbregoyensilencio,lahorayamuyadelantada,elreposoyelsueñoenqueestabansumergidoslosdemásvivientes,todoparecíaconvidar al descanso, y ella sola no sosegaba, y ni su espíritu ni su cuerpocesabanensuagitación.Algúncentinelaqueladivisó,nidionihizoseñadehaberla visto, y creyéndola algún espíritu no hizo sino persignarse. Cuandoella contemplaba la calma que reinaba a su alrededor, aquella misma pazaumentaba su inquietud lejos de tranquilizarla. Figurábase a Saldañaembriagadoensueñosdeamor,regaladodeilusionesfelicesqueestabamuylejos sin duda de gozar el tétrico castellano, pero que la zelosa mora leprestaba en su delirio para atormentarsemás a símisma. Si contemplaba elcastillo,laoscuridadyelrayodelaluna,reflejandodébilmenteensusaltasyovaladasventanas,imaginabalafortalezaunatumba,yelpálidoreverberodela luz, la llama trémula de las antorchas fúnebres. En cada sombra veía unángel de tinieblas que la perseguía y la acosaba, o unmotivo de celos, unaLeonorenamoradaqueveníaenbuscadesuamante,yqueseibaaencontrarensucaminoconella.

Por fin, el ansia de vengarse, dominando enteramente su alma, sujetó suimaginación, calmó su desvarío, y le hizo tomar un camino recto y seguroafirmándola en un pensamiento único. Entonces volviendo en sí, sumarcha

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fue más rápida, y con firme paso y decidido ánimo deshizo, ya conconocimiento de dónde se hallaba, las vueltas que equivocadamente habíadado, y bajando por secretas trampas a escaleras y sitios que solo ella y elarquitectodelcastillotalvezconocieran,tomóelcaminomáscortoparasaliralcampo.

Llenosestabanlosfuertesdeaquellaépocadeestassalidasocultas,dequese servían sus señores, ya para sus empresas particulares, ya para caerinopinadamente en caso de sitio sobre sus enemigos, ya para facilitar unaretirada, y ninguno de cuantos secretos contenía aquel alcázar ignorabaZoraida, que criada en él, había mil veces recorrido todos. Servíase en sucaminoporaquellosdesiertostránsitosdeunalinternasordademetal,yllenadesobresalto,delirandosincesar,ymurmurandoentredientesalgunasveces,parecíaunamagaqueensusfuroresdescendíaalinfiernoaevocarlasalmasdeloscondenados.

Entretanto,ciertorumorllegóasusoídos,aunqueabastantedistancia,queenunprincipiocreyóseriacausadoporelgemidodelviento;peroluegosonóunavozásperayroncacomodeunborrachodeoficio,quehablabaconotrosquecontestabanconbrindisycarcajadas,yconformecaminabaadelantesintiómás cerca el ruido de copas de barro rotas y un estrépito semejante al queproduceunaorgiadesenfrenada.

Eraelalborotoen lascuadrasde lossoldadosaventureros,yuna luzqueondulandoyaalumbrabaunasveces,yaotrasalparecerseextinguía,yqueacorta distancia reflejaba del cuarto del capitán de este cuerpo, y losdesentonadosgritosquedeallíseoían,mostrabanlabacanalyeldesordenenquepasabanel tiempo.Perounavozdemujerseoyóacasoenmediodelasroncasyvinosasde losvarones,yaunqueapenas sepercibiódébilmente, eloídodeZoraidadistinguióelsonido,ysuprimerpensamientofuequeeralavozdeLeonorqueestabayaenelcastillo,yquealamañanasiguientedebíaserpresentadaaSaldaña.Estaideaabsurdasinduda,yquehubieradesechadoellamismasiestuvieraensucabaljuicio,fuecabalmentelaprimeraylaúnicaque se ocurrió a Zoraida, con tanta obstinación y tan ciegamente, que ni laborracheradelosqueallíestaban,nilasgroseraspalabrasconqueagasajabana la supuesta rival, ni las descaradas respuestas de ella, nada pudo hacerlareflexionar de otro modo. El estruendo crecía; el estrépito, las voces, lasrisotadas,losgolpesenlasmesas,losbrindisylasmaldiciones,todolooíalamoradesdesuencallejonadopasadizosinperderunasolasílaba.

Callarontodosdepronto,ylamismavozmásroncaydesafinadaquelasotras entonó una canción, que verdaderamente tenía algo de infernal en sumúsica, haciendo ruido al mismo tiempo con un cacharro contra una mesaparaacompañarse.

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PobrediabloSatanás,

bebevino,

emborráchateyverás

quédivino

setefiguraelinfierno

enveranoyeninvierno.

CORO

OSatanás,Satanás,

emborráchateyverás.

Vinolargo,unaquerida,

pelear,

ybeber,estaeslavida

militar;

ybeberhastacaer,

ybeberymasbeber.

Yotrasseisuochovocesquesedistinguíanporsusdiferentestonosysudesacuerdo, como de gatos que maúllan unos en tiple y otros en bajo,entonabanelestribillo:

OSatanás,Satanás,

emborráchateyverás.

Yconcluíansucantoconungritoagudo,lúgubreyprolongado,semejantealquelanzaelperezosoAyenlosdesiertosdeAmérica.Dosvecesrepitieronestealarido,yluegobebieron,vocearonyjuraron;cantabanunos,sepeleabanotros, se desafiaban aquellos; las mujeres chillaban, y todo era confusión,alegría,llantoyborrachera.

En la locura de Zoraida, aquella estancia se le figurómás propia de losdemoniosquedeloshombres.Lahoraqueera,yelalborotoquetraíanenunsitiosubterráneo,dabanciertaaparienciaextraordinariaalfestín,yellahabíaoído a Saldaña mismo hablarla de una aparición, de un espíritu que habíarobadoaLeonor.Estepensamientoleconfirmóensuprimeraconjeturaacercadelavozdemujerquehabíaoído,yseresolvióapenetrarallísieranecesario,yaveriguardecualquiermodosieraellaefectivamente.

Peroaunqueelamoralavidanofuesehacíayamuchotiempoelprimermóvil de las acciones de la desconsolada mora, y muchas y poderosas

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pasioneshubieransofocadoensucorazónestedeseodeconservación innatoen todos los animales, el pudor es el último sentimiento que abandona lamujer, y la idea de entrar en aquella especie de perrera, mezclarse conhombres groseros y acalorados con las bebidas, y exponerse a una graciahedionday desvergonzada, la hacía temblar, sin atreverse siquiera amirar adentroporunaclaraboyaqueadornabandoshierrosatravesadosencruz.

En esto la puerta del cuarto que caía al otro frente se abrió, y entró unsoldadoque salía sindudade centinela, que saludando al queparecía ser eljefe,tomóunjarrodevinoyseleechóapechosdeunasentada.

—Juropor labarbadelmiramamolíndel infierno,queen lacentineladeestanochehesentidopasarjuntoamíunalmaenpena,todarodeadadefuego.

—Alasaluddelalmaenpena,gritóelcapitán;yempinólabotamásdemediahoraseguida.

—Porlamuerteypasiónquehemosdesufrirtodoslosqueaquíestamos,dijounoconcaradeleóndepiedrayconademangraveysolemne,quenohayalmaenpenacomolamía,queestoypenandoconestacaradebaquetaviejaporquemequieraestadesgraciada.

—Síseñor;cuandodigoqueyolahevisto,¿cómoseentiende?

—Mentira;yotedigoquenoesposible,respondíaotromuyenfadado.

—¿Puesaquesí?

—¿Aqueno?¿Ycómoes?

—Esunafigurablanca;llevatrasdesíungatonegro.

—Es verdad, respondió otro, que yo la he visto esta noche pasearse detorreentorre.

—Y volar por el aire a caballo en una serpiente de fuego, añadió elprimero.

—¿Áquenoerescapazdeirabuscarla?,apostabaunoenotrocorrillo.

—Ahoramismo.

—¿Aqueno?

— ¡Ea, muchachos! un buen trago y mano a la retama, dijo y bebió, yempuñósuespada.

—¡Ábuscarlafantasma!

—Abuscarla,abuscarla,repitierontodosauntiemposinsaberloqueibanahacerniloquedecían,yconlasespadasdesnudassalierondetropel,comountorbellinodedemoniosvomitadosporelinfierno.

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Perolafantasmaquebuscabaneralamora;yésta,quehabíasatisfechoyasucuriosidad,sehabíaretiradoatiempo,ycaminabaentoncesporunpasadizosubterráneo, muy segura de que aquella gente trabajaría en vano porencontrarla.Nieraesto tampocoen loquepensaba:variasveceshabíaoídocontargrandesprodigiosymilagroshechosdeunabrujadelascercaníasqueteníaamedrentadosalosmásintrépidos.Aesta,pues,quisierahablarZoraidapara consultarla y pedirla que le diese unmedio terrible de vengarse, o unabebidaparaSaldañaquelehechizaseyenamorasedeelladetalmaneraqueniaunen lamuertesesepararansusalmas,ounvenenodeodioparaellasolaque le hiciera aborrecerle tanto como le había amado. El subterráneo pordondecaminabateníaunasalidaalpuebloyotraalcampoenelladoopuesto:tomóZoraidalasegunda,ydespuésdehaberandadomásdeunahorasehallóalrasocercadeTorre-Gutiérrez,castillopertenecientealosseñoresdeCuellar.Había andado cerca de una legua sin sentirlo, sin cansarse, y enteramenteentregadaasuúnicopensamiento.

Cuandosalióalcampolarespiraciónlefaltaba,sucabezaardíahechaunvolcán, el corazón le hervía, y su sangre, como la lava del Vesubio, habíahinchadosusvenasyhaciapalpitartodosucuerpo.Habíarefrescadoelaire,yellaabiertalabocalorespirabaconansiaylobebía,ytodavíaquemabaasuparecer;gotasdesudorcorríandesufrenteardientecomodefuego,yvariasveces en algunos arroyuelos que entre juncos allí corrían refrescaba su secopaladar,queotravezabrasabadenuevoelincendioquearrojabasucorazón.Caminaba,noobstante,sincesar;peroyasinsaberadónde,ysolodeteníaelpasoyseparabacuandoalgunaráfagadevientoveniaunmomentoaaliviarsuardor.Peroentoncesfigurabaqueoíaensususurrobesos,caricias,palabrasdulcesentornodeella,ylavozdeSaldañayladeLeonor.Yluegocreíaqueresonabanvocesdemaldiciónodelástima,yoíaenelmurmullodelasaguasyenelgemidodelabrisa,yenelrumordelashojas,queSaldañalamaldecía,yloqueeraaúnmáscruel,queSaldañaidolatrabaaLeonor.Yhuíaentonceshacia otra parte toda desatalentada, y así, ya suspendiendo el paso, yacaminandoconindecibleprecipitación,seemboscóentrelospinosqueestánaladerechadeTorre-Gutiérrez,yallíseenmarañóyseperdióentrelassombrascomounespectroerrante.

Peronohabíaandadomuchospasoscuandocayósinalientoyrendida,yquebrantadaconlafatiga,alpiedealgunosárbolestanespesosqueimpedíanentrase la luzde la luna.Allí,yasin fuerzasycasiexánime,sintióunsudorfríoquelehelabahastaloshuesossincesar;poresoelardorcalenturientoquelaabrasaba.Sucuerpo,débilyfaltodealimento,nopodíayasostenerse,yelespíritu, trabajado y fatigado ya con tanto sufrir, no podía tampococomunicarle más ánimo. Cayó, pues, y no hizo ningún movimiento paralevantarse,niparamudardepostura,nilevantólacabeza,nigemía,nipodíallorar,ysolodabaaconocerquevivíaelincesantemovimientodesupecho,

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queparecíahenchidodetormentosvivosqueluchandoensucentrounosconotrosloalborotaban.

Unaluzacortadistanciaqueparecíaandarsolasedescubrióqueveníaporelbosquehaciaella,yaavecesdesapareciendoentre losespesosárboles,yaotrasderramandosuondulante reflejoqueaumentaba las sombrasenvezdedesvanecerlas, con un brillo tan pálido y moribundo como el de una velaamarilla.Nadieseveía;noobstante,laluzseacercaba,yenlaimaginacióndelamora,cuyosojoshabíaheridosudestellounaodosveces,aquellaluzatanescusadahora, y en aquelbosque, sepresentó comocosa sobrenatural ydelotromundo.QuizáelángelAzrael,quecompadecidodesuspesaresveníaacortarelhilodesuvida:quizá…quienpuededecirloquesefiguró,pensóycreó laenajenadaZoraida.Peronoporeso se levantódedondeestaba, sinoque fijos los ojos fuera ya de sus órbitas en lamisteriosa luz,miraba comodemente, y tal vez, según las imágenes que en su delirio inventaba, sedescubría una sonrisa amarga como la hiel en sus labios trémulos yblanquecinos. La luz, empero, torció a un lado como si cambiara de senda,pero bien pronto volvió a brillar, y una voz se oyó que murmurabamaldiciones entre dientes, y que en tono monótono y como si rezarapronunciaba varias palabrasmágicas o tenidas por tales, y que en informesversospuestas,sonabancomoel regañosordodeunperroalano.Callabaenseguidacomosiesperaraquealgunolecontestase;perosindudanoestabadehumor de responder el ser sobrenatural que evocaba o no la oía, y la vozredoblósusconjuros.Talvezseimaginóelencantadordelaluzquehabíayarecibido respuesta, y volvió a callar. Volvió entonces a andar la luz haciadonde estabaZoraida, y un ente informe de estatura raquítica y consumida,imperfectísimoremedodeunamujer,quizáunaespeciedeanimalnuevo,unavieja,enfin,deojosdevíbora,tanflacacomounacuerda,tanruincomounmal pensamiento, y estropajosamente arrebujada en unos harapos, con unalargamechadebreaencendidaenunamano,yenlaotraunasartadedientesde hombre, se presentó delante de la mora, capaz con su figura odiosa yrepugnantedehaberhechocreerquehabíadiabloalmásobstinadoincrédulo.

LlevóseZoraidadosvecesambasmanosalosojos,horrorizadadeaquellavisiónque,asuparecer,habíasalidodelcentrodelatierraenaquelinstante,yprestándolefuerzaselmiedoselevantódeprontoconintencióndehuir.Peronobiensehabíapuestoenpie,cuandorecobrandosunaturaldenuedolamiróde hito en hito, al mismo tiempo que el esqueleto ambulante, cuyos ojosrelucíancomo losdeungato, lamirabaconciertadiabólicamalicia,ysoltóunarisadadesagradable,muysemejantealroznidodeunmulo.

— ¿Qué haces aquí, linda niña?, le dijo con una voz cascada como elsonidodeunacastañeta;yriéndosedenuevocontinuó:noteasustes,yosoylaabuelaGilaquevivoenCuellar,yaunquemetienenporbrujatodavíamecreo

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tanbuenacomolaquemás.

La sarta de dientes que llevaba en la mano izquierda resonó a unmovimientoquehizocomoelcrujidodeunhuesoalromperse.

—Buenamadre,respondióZoraida,yosoylamujermásinfelizqueexiste,yhevenidoaquísinsaberadóndeibaniaqué.

—¡Pobrecita!replicólabrujaconsuacostumbradarisa.¿Yamíquémeimportaquetúseasinfelizono?¡Ojaláqueteveasprontomaldecidadetodoscomoyo,yviejayconarrugas,queyotambiénfuijovenybonita,yahora!…¿NoerestúlamoraquequiereelseñordeCuellar?

—Sí,yosoy laque fuequerida, replicóZoraidaconacentomelancólico;yosoylaquefuifeliz.

—¡Hola!¿Conqueyanotequiere,replicólavieja,ytalveztehaechadode su castillo?Se cumplieron,por fin, lasmaldicionesqueyo tehe echado.Pues,hijamía,¡cómohadeser!tenpacienciaysufre.

Y después de haber echado a Zoraida una ojeada de diabólicacomplacencia, la vieja infernal volvió la espalda e hizo ademan de alejarsemurmullandoestosversos:

Feas,lindas,ricos,pobres,

viejas,jóvenes,guerreros,

reyes,noblesyvillanos

entranenunagujero

comohormigas

quelamuerteconelpie

juntayapiña.

—Mujer,gritóZoraidaconimpetuosidaddespuésdeunapausaenqueelansiadevengarseyloscelosdieronnuevoánimoasucorazón,yoveníaentubusca: si te alegras de mis tristezas, ¿qué me importa? Yo no te he hechonunca ningúnmal, ni te he visto hasta ahora; quiere decir que no solo meaborrecesamí,sinoatodoelgénerohumano.

—Asíes,replicólabruja;odioalosquecreofelices,yrioyhagoescarniodelosquesondesgraciados,comootroslohacendemíymepersiguen.

—Puesbien,enesecasoyoquierovengarmecomotú,ymivenganza tedebe a ti complacer, puesto que hará la desdicha de dos personas que túaborreces.Dimequétengoquehacerparalograrlo.Nadatedetenga:llamaatodoelinfiernojunto,preséntalodelantedemícontusconjuros,oigayosus

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clamores,vengúemeyodelarivalquedetesto,ytuyasoydesdeahora.

—Mucho fuego pones en tus palabras, replicó la vieja con un gesto queparecíaotraviejaenlodesagradable.Hasdesaberquedesdequesemuriólatía Graja, hace ahora diez años, no se ha vuelto a ver el diablo por estoscontornos,niyohemontadoen laescobadesdeentonces,nihedadopazalcabrío.Estáestomuymal,yhastaelamonosdesprecia,yvanperdiendosufuerzanuestrosconjuros.Yaseve,seahorcaahoratanpocagentequeesundolor;todalanochehetenidoqueandarporestospinosbuscandoahorcadosaquienesarrancarlosdientes,ysolohepodidohallarcuatroocinco,yaununodeelloserayaviejoylefaltabanlasmuelas.

Eraentoncescostumbre,y lofuepor largo tiempoenEspaña,ahorcardelos árboles a los que la voluntad o la justicia del señor feudal condenaba amuerte si eran villanos, y nadie ignora que las llamadas brujas prestabanciertasvirtudesasusdientesyavariaspartesdesucuerpo,dequeseservíanensussupuestoshechizos.

—Pero, en fin, el hecho es, continuó la asquerosa vieja, que tú quieresmaleficiardospersonasyvengartedeellas,yhastaahíalcanzamipoder,yenesodoygustoamiinclinación.UnadeellassindudaeselseñordeCuellar.

—No, repuso la mora con prontitud: yo le amo demasiado para quererhacerledirectamentedaño.Yosoloquierovengarmedemirival.

—¿Yquiénesturival?preguntólavieja;¿noeslahermanadelCastellanodeIscar?

—Lamisma,replicóZoraida;esaeslaquemeharobadosucorazónesaeslaquehallenadomialmadeamarguraydesesperación:sí,sobreellacaigantusmaldiciones; sobre ella sola, para que no la vea jamás en sus brazos elseñordeCuellar.

— ¿Sabes tú dónde está? ¿Tendrías tú unmedio para hacerle tomar unabebidaqueyotedé?preguntólaviejamirándolafijamente.

—Siyosupiesedóndesehalla…contestóZoraida.

—En su castillo, sin duda, interrumpió la vieja con una sonrisa irónica;peronotedepena,esamujernomoriráenpazniensucama.

—Perotú,insistióZoraida,¿nopodríasllevarmeadondesehalla?

—¿Loséyoacaso? replicó lavieja;yaunque lo supiera, ¿porqué te lohabíadedecir?Noseñor,sufre,quedíavendráenquesecumplan todas lasvenganzas juntas, y en que los que ahora viven alegres lloren, y aquellos yaquellas que tienen asco de las pobres viejas, y pasan espetadas delante deellassinmirarlas,yquesecreeninfectadasconsolorozarseconlasquesoncomoyo, y las que ahora rebosan enhermosuray salud, día vendrá, ymuy

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pronto,enquesalganconlospiesdelanteparaelcementerio.

Diciendo esto la raquítica bruja dio a su rostro una expresión tanrepugnantedealegríaydevenganzaquealmismoespíritumalignolehubieraparecido desagradable. Zoraida no contestó, sino que dando algunos pasoshaciaella,aunqueconrepugnancia,lealargóalgunasmonedas,pensandoqueesteseríaelmejormediodehaceradivinaryponerdesupartealabruja.

Tomólasellaconavaricia,ymirándolasuna trasotraa la luz,noparecíasinoquenuncahabíavisto junto tantodinero, locualeramásqueprobable.NosabíatalvezendóndeestabaLeonor,ymenosaúnpodíahablarconaciertoacerca de los sucesos futuros; pero era menester decir algo, y estabademasiado habituada a servirse de la credulidad ajena para titubear unmomento.Quizá ellamisma a fuerza de oír que la llamaban bruja, y acasoposeedora de algunos secretos, había llegado en efecto a creer que teníacomercioconeldemonio.Zoraida,crédulacomotodosloshombresymujeresdesusiglo,yademásagitadadeunapasiónlocaquepuedehacersupersticiosoal hombremás ilustrado, la miraba como un oráculo, y esperaba con ansiasabercuálhabíadesersudestino.

La bruja, pues, le hizo señas de que guardase silencio, y habiendoarrancado algunas retamas les prendió luego, profiriendo sordamente variaspalabras,quenoentendíaellamismasinduda,dandovueltasalrededordelahoguera conmás rapidez que prometían sus añosmientras la llama tomabavuelo.Paróseenseguida,ysacandodelarrugadoycóncavopechounbolsillodecueroquedesliósindejardegruñirentredientes,echóunospelosalfuegoyunaespeciedesaínogorduradealgúnanimal.Echóseenseguidaalsuelo,yponiendocontraél labocaempezóa llamaraalgunoprimeroenvozbajaydespuésentonomásalto,añadiendoacadapalabraunamaldición.Todossusmovimientoserantanextraordinariosyridículos,quehubieranpodidollamarlaatencióndelhombremenoscurioso;y su figuramaléfica,quesedivisabacomounespectroalaluzdelahoguera,elsilenciodelanoche,laluna,queocultaentrealgunasnubescenicientasteníaelbosquedeunaespeciedecolorde muerto, daba cierto carácter sobrenatural a aquella singular escena. Lahoguera, sinembargo, se fueconsumiendopocoapoco,ycuandoyaestabacasiextinguida,lafatídicaviejaselevantóydiounapatadaconfuriasobrelaspocasramasqueaunardían,comosiquisieravengarsedeaquellamaneradelpocoefectoqueproducíansusencantos.

—¡Ea,pues!dijovolviéndosehaciaZoraida,quehabíaobservadocuantohabíahecho,yquemásdeunavezhabíasentidoerizarsesuscarnes,¡ea,pues!demonios,yaquedesoísmisconjuros,ojaláqueseconviertanaDios,yevitenvuestras tentaciones cuantas almas hay en el mundo. Zoraida, el espírituproféticohahuidodemí,ynosé,niaciertoadondeestáturival:soloséqueunespíritusuperioralosqueamímesirvenlaprotegeporahora.¡Malditosea

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él!soloséqueéllalibertódelasgarrasdelVelludo.Quizátúlavolverásaveralgúndía.Tútambiéntendrásquienteproteja.TalvezeldeCuellartevolveráaamar.Acaso…

La imaginación de la vieja apenas podía ya inventar más, ni suplir conprofecías a bulto lo que ignoraba. Por último, y como inspirada de pronto,añadió:—Puedeserquealgúndíateacuerdesdeloquehasvistoestanocheportudesgracia.Esforzosoquenosotrosnosvolvamosaver.

— ¿Crees tú que Saldañame vuelva a amar? preguntóZoraida, a quienestapartedelaprofecíahabíaconmovidoyhechotemblarhastalasentrañas.

—¿Lahembradelmastínnoseayuntaconellobo?respondiólapitonisa.Pero guárdate también que no te devore, guárdate, y teme que nomaldigasalgúndíalahorafatalenquetehashalladoconmigo.

Pronunció estas últimas palabras con un eco de voz tan siniestro, yclavando al mismo tiempo en Zoraida una mirada tan fija y horrible, quehubierapodidointimidaralmásintrépido.Ladesdichadamoranopudomenosdeestremecerseysentirsuscabellostiesossobresucabeza.Envanotratódeesforzarseapreguntarlaporqué:eltemorhabíaheladosuvoz,ylafiebrequela devoraba la representó en su fantasía en vez de una bruja, mil que laamedrentabanconsusfunestospresagios,yquelamirabandelmismomodo.Tal vez la intención de la vieja había sido únicamente aterrarla, ya que nohabíapodidoconvencerlade sumágicopoder;peronoobstanteparecíaquesolo había verdad en su último presagio, que era una amenaza que debíacumplirse, y que aquella misma mujer había de tener parte en que secumpliera. El tono de su voz y su mirada manifestaban quizá perversasintencionesparaenadelante,quizáestabaofendidaydeseosadevengarsedela mora, que había presenciado la inutilidad de sus conjuros, y que podríapublicartodocomohabíapasado,yhacerleperdersufama.Detodosmodoshabíaunnoséquédeverdadensusexpresiones.

Zoraidaentretantotodolodabayaporcumplido,ycuandovueltaenalgúntantodesuestuporquisopedirlaalgunasexplicacionesdeloquehabíadicho,lainexplicableviejahabíadesaparecido.

A su entender se había vuelto a sumergir en las entrañas de la tierra, dedondepensóprimeroquehabíasalido.

Entretantoyaveníalamañana,elaire,másfresco,halagabalascopasdelospinos,y el colorde la auroraempezabaapintar con suvelodenácar elhorizonte. Las aves piaban, los arroyos murmuraban y se alegraban loscampos.Todorespirabaelencantódeunaalboradadeestío,yelreposoylapaz,aunnoalteradaporelvillanomadrugador,podíacompararsealaprimersonrisadeunniño.SoloZoraidapenaba, aterrada aun con el presagiode la

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impuravieja;perosufiebrehabíacalmado,yciertalasitud,producidaporsuanteriorfrenesíylomuchoquehabíacaminado,eraloúnicoquelequedabade su locura. Parecía que el fuego de su corazón se había enteramenteapagado, o pormejor decir, que su corazón amodo de un espíritu se habíaevaporado,yqueyanolequedabasentimientoparapadecernigozar.Susojosestabantristementecaídos,alcolorencendidodesusmejillashabíasucedidounapalidezcadavérica,susmiembrosflojosapenasobedecíanasuvoluntad,yenderredordesubocalaherraduradelamuerteestabaestampada.

Aún no había recobrado cabalmente su juicio, pero ya no era aquellaimaginación llameante la que mezclaba y arrebataba sus pensamientos, ycomo un herido falto de sangre y lánguidamente débil, solo veía colores,sombras, oía un confuso rumor, y el cielo y la tierra le parecía que habíancambiadodesitio.Todoasuvistaaparecíamásalto,másbajo,máslejos,máscercade loqueestaba realmente.Ensumemoria seagitaban los sucesosdeaquella noche como sueños casi olvidados, o como los cuentos de la niñez.Figurábaseavecesqueerancosasquehabíaoídocontar,quehabíanpasadohacíamuchotiempo,yalláconfusamenteoíaalmismotiempolaspalabrasdelabruja,elcantosatánicodelosaventurerosyelgritodeloscentinelas.

Examinábase a veces a sí misma en los intermedios que este segundodelirio le concedía, miraba al cielo inundado ya de ráfagas de luz hacia eloriente,considerabalatranquilidaddeloscampos,ymeditabaenladichaquedisfrutabansushabitadores.Delejosyallegabaasusoídoslavozdelleñadorquearreabasuasnocaminandoalmonte,elcantomonótonodelossegadoresqueaprovechabanlafresca,elgritodellabriegoenlaera,yestaarmonía,estebellodespertardelanaturalezalehacíapenardenuevo,yderramarlágrimashiloahilo.

—¡Oh,sedecíaasímisma,yosoylaúnicainfelizentretantosfelices!

Parecíalaalpensarestoquenoeraestemundosumoradanilahabíasidohastaentonces, sinoqueparamayor tormentosuyo,unamano fatal lahabíaarrancadodesucentroytrasladádolaallíparaquepudiesecompararlagloriade aquel paraíso con el infierno en que tenía que vivir por fuerza, y quellevabadentrodesí.Hallábaseallíenmediodelcampo,alairelibre,alaluzdel día, tan turbada e incómoda comoun rústico enmedio de unmagníficopalacio, omásbien sentía la fatigadel pezque se vedepronto fuera de suelemento.Ensuinterioroíaunavozquelegritabadevolveralcastillo;peroeldíaentraba,yaunnosehabíadecididoaobedecerla.Porúltimo, lapartedevida que le animaba venció su irresolución, y la afligida Zoraida tomó lavueltadelafortaleza.

Lostrabajosdelcampo,propiosdelaestación,habíandespertadoyaalosrústicoshabitantes,ytodoeravidaymovimientoenaquellaextensacampiña.

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Hubiera sido un espectáculo agradable sin duda para cualquier espíritusosegado; pero Zoraida huía de los hombres, hubiera querido no oír suspalabras,yqueríaocultarasusojoslacalmaylahermosuradelanaturaleza.Buscaba las sendas más escondidas, los sitios más sombríos, en fin, todoaquelloquepudierateneranalogíaconsualma.

Cuando llegó a la entrada subterránea que llevaba a las bóvedas delcastillo, volvió la cabeza a mirar el sol, que como un escudo de fuego selevantabay teníaelhorizontedemilvivísimoscolores.Quiso fijarenél losojosporuninstante,yquedótandeslumbradayconfusa,quedandounalaridoselanzóenlaoscurabóvedaderepente.

Hubiérasecreídoqueeraunángeldetinieblasquemirabalaluzdelsol,ydespechadodenopodergozardesuhermosobrillosearrojabamaldiciendosusuerteenelinfierno.

Zoraida cansada, enferma de alma y de cuerpo, llena de visiones, depresagios,dememoriasdelbienpasado,ydesnudadetodaesperanza,volviópor los secretos pasadizos por donde antes había salido, y el ruido de lasarmas,losrelinchosdeloscaballosylasvocesdelossoldadosquebarríansuscuadras, limpiaban sus armaduras y vagaban acá y allá en los patios ycorredores próximos al camino que ella llevaba, penetraban en su oídomezclados enun son tan confusoydesacordeque acabaronde trastornar sucabeza.Másdeunavez tuvoqueapoyarseen laparedparasostenerse,ynosupoellamismael tiempoqueestuvoenaquellaactitudhastaquerecobrabasus fuerzas.Las retorcidas escaleras que subía lamareaban, el castillo se leandaba, y cuando llegó a su cuarto, se encerró allí y se arrojó en su lecho,sintióunplacersemejantealdeunavenocturnaque,aturdidayciegaconelresplandor del sol, encuentra por casualidad el oscuro nicho que le sirve deasilo.

CAPITULOX.

YahabrásupuestoellectorqueelbilletequeentregóalseñordeCuellarsulindopageveniadepartedeHernando,quedeseabatomarvenganzadelqueélsuponíaelrobadordesuhermana.Enefecto,eltiempo,quesegúnelestadodenuestra alma vuela ligero como un relámpago, o se nos figura que no semueve,leparecíaaquellanochealseñordeIscarquehabíaperdidosusalas,ycadaminutoselehacíaunsiglo.Taleraeldeseoquelepunzabadeveniralasmanosconsuenemigo.

Las tresde lamañanaserian,y faltabanaundosmortaleshorasparaque

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llegaseelmomentoprefijadoparaelcombate,yyasuvozhabíadespertadoalbuen Nuño, que a su vez había despertado al Cantor, y éste a los demáshabitantesdelafortaleza.Ningunosabiaelintentodesuseñorsinoelcapellándelcastillo,quehabíaescritolacartadedesafío,porqueHernandodeIscarnosabía leer ni escribir, o lo que es lomismo, no era caballero letrado que sedecíaentonces,ysoloeraentendidoen losejerciciosdecaballería.Sehabíaconfesado la noche antes, como era uso generalmente de los religiososcaballerossihabíalugarparahacerloantesdeentrarenbatallaoaventurarseaalgúnpeligro,sinqueenestodiesenpruebasdemenosvalorodesconfianzaensubuenasuerte.Hernando,buencaballeroprobadoenmuchosencuentros,tenía fama de ser tan diestro jinete como ágil en todo género de juego dearmas:sabíaquesucontrarioeldeCuellareraunadelaslanzasmástemiblesde la cristiandad, y así por esto, como porque interesaba a su honra, teníaintención de proponerle en el campo se desarmasen el lado izquierdo,quedando de estemodo expuesto a los golpes el corazón. Era de creer queSanchoSaldañanotitubearíaunpuntoenaccederasuproposición,yenestecaso la muerte de uno de los dos, o tal vez la de ambos, era de presumirinevitable. Pero esto le dabamuy poco cuidado aHernando, que ganoso desatisfacer su agravio, y educado desde su infancia en las armas, estabaacostumbrado a considerar un duelo a muerte como una especie depasatiempo.SubuenNuño,quenodabamásimportanciaquesuamoalavidadeun semejante suyo si la arriesgaba en regla, y según la leyde las armas,aunquenosabíaelintentodesuseñor,sospechabaloquepodíaser,ylehabíaaderezadoyasuarmadura,sinolvidarsedelasuyapropia,persuadidoaquesuamotendríatalveznecesidaddesucompañía.Habíareñidoconelpoetamásde veinte veces el día antes, y hecho la paz otras tantas, y estaba entoncespendienteaún suúltima riña, cuandoelCantor, tarareandounosversosmuyconocidosenaquellaépoca,sellegóahablarle.

—¿Aquédiablos,dijoNuño,vienesaquíahacer ruido?¿Teparecea tiqueesestahoraparaoírtumúsica?

—Yonoséparaloqueeshora,respondióelpoeta,perosémuybienparaloquevengo.

—Pueshabla,ysébreve,repusoelenojadoNuño.

—Así lo fueras tú tantocomoyo, replicóelCantorconcalma,ynoquecuando tomas la palabra no dejas hablar a nadie, y eres capaz de estartecharlandotresdías;yalfin,sihablarasbien,pase,pero…

—Sivienesachancearteconmigo,interrumpióNuñopocoagradadodelasfinezas de su antagonista, te puedes ir conmil santos a buscar otro a quiencansarcontusnecedades,porqueyonoestoyahoradehumordebroma.

—Veahí comonos equivocamoscuandounomenos lopiensa, repusoel

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poeta, que se divertía en irritarle; yo te creía ahora del mejor humor delmundo,porqueaunqueentucaranoseconocenuncacuándoestáscontento…

—Sí,replicóNuñoconira,sí,estoyparahacercorrertrasdemíloschicosdelacalle:¿habrasevistoimpertinenteigual?Sinofuera…¡viveDios!

—Hesufridotresinterrupcionessinquejarme,contestóelpoeta,ytodavíano te he interrumpido a ti una sola vez y ya te amostazas: he ahí lo que sellamatenerbuengenio.

—Tengoelquemedalagana,replicóNuñoconmuchoenfado.

Laconversaciónllevabatrazasdeacabarmal,almenosporpartedeNuño,sielpoeta,quenoteníaelmenordeseodequimera,nolahubierahechotomardistintogirodiciendo:

—Conestosdimesydiretes,mibuenNuño,todavíanotehepreguntadoloquequería,yloqueesmásesencialquenuestrascuestiones.¿SabestúporquédonHernandotehamandadoqueapercibassusarmasparaestamañanaalascuatro?

—Nosé,replicóNuñoconsequedad.

—Vaya,silosabrás,continuóelCantor.¿Quiénsinotúlohadesaber,quemereces toda la confianza de nuestro amo, y conoces y averiguas ademáscuantopasaaveinteleguasalaredonda?

Era este justamente el flaco de Nuño, que aunque a la verdad merecíamuchaconfianzaasuamo,éllaponderabayexagerabasobremanera,dandoaentender que no hacía cosa que no le confiase y sobre que no le pidiese deantemano su parecer.No sabía entonces nada de cierto, como hemos dicho,peronoleparecióoportunonihonrosodisminuirsuimportanciaalosojosdesuantagonista,yestabadecididoadarporfijoloquesuponía.

—Yo no averiguo ni trato de averiguar nunca nada, y te engañómuchoquientaltedijo.

—Sí,replicóelCantor,noaveriguas,perolosabestodo.

—Silosé,repusoelseveroNuño,noesporqueyomemetanuncadondenomellaman,sinoporquehacemuchosañosqueposeolaconfianzaabsolutademisamos.Enpruebadeello,meacuerdoquepocosdíasantesdetomarelArrabal de Triana en el sitio de Sevilla el año de 1240, que andaba muycalladoentretodoscomoesusoydebesercuandosetratadelascosasdelaguerra,ynosabíanadielaintencióndelalmirantesinoelreyyalgunosdeloscaballeros más principales, y los demás andaban olfateando sin atinar connada, mi amome dijo: “Nuño, buen ánimo, que pronto va a haber barro amano:cuandollegueelcaso,lanzaenristreyconfianzaenDios.”Loqueyointerpretéquequeríadecir,Trianaseránuestromuypronto.

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—¡PorDios,Nuño!exclamóelCantor:¿quétienequeveraquílatomadeTriana con lo que hablamos, que no te he interrumpido solo porque no teenojaras?

—Esverdad,repusoNuño,puescomodigo,entoncesyotrasveces,elañode1260…

—¿Otravez?¡PorSantiago!interrumpióelpoeta.

—Nomeinterrumpas,osinocallemos.

—Noteinterrumpo,sinoquenorespondesacorde,ymevienesacontarloqueimportósaberamiabuelo.

—Tienes razón: convinoNuño, quizá por la primera vez de su vida, enhablando de mi amo, quiero decir, del padre de don Hernando, pierdo losestribos:ybien,pregunta,di,porquetampocomehaspreguntadonada,ymaltepodíaresponder.

—Sí,telohepreguntadoya,repusoelimpacientepoeta.

—¿Como?esono,replicóNuño,ynocreoquemetachestambiéndefaltodememoria.

—Está bien: no gastemos más tiempo. Te he preguntado o te preguntoahora,comotúmejorquieras,¿paraquéhapedidosusarmas?…

—¡Ah!sí,meacuerdo,dijoNuño,esverdad:enunapalabra,parecequehoy ha determinadomi amo que el señor deCuellar purgue de una vez losmales que nos ha causado; a lo menos ayer le llevé yo un papel que meentregóelcapellán,yesdepresumir…yaves.

—Sí;¿peronotehadichodonHernandonada?preguntóelpoeta.

—Hombre… sí, y no, me ha dicho, y no me ha dicho, repuso Nuñotitubeando;peroyo séquehoyvanaverquién se tienemejor a caballo, enbuenaleyyconbuenasarmas.

—PuesDiosayudeadonHernando,porqueeldeCuellaresligerocomoelviento,yfuertecomounaencinadeveinteaños.

—Quita allá, dijo Nuño. ¿Dudas tú del ánimo de donHernando? Le hevistoyocuandoapenasteníadiezysieteañossacaraunhombredelasilla,yllevarloenhestadoenlalanzacomosifueraunapluma.

—Yalosé,replicóelCantor,quedonHernandonocedeanadie;peroaquíentrenosotros,eldeCuellareshombremásvigoroso,ylasuerteestáindecisa.

—Puedeser,replicóelveterano:perolarabiaqueletienemiamosupliráporlasfuerzas,yalláveremos,yhágaseloqueDiosquiera.

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—Amen, replico devotamente el Cantor: tienes razón, Dios protegesiemprelacausadelajusticia;yopasécercadelimpíoylevienmediodesugrandeza,volvílavistayyahabíadesaparecido.¿Perotúsabes,continuó,quedon Hernando está equivocado, y que doña Leonor no está en poder deSaldaña?

—¿Puesentoncesendóndeestá?preguntóNuñocomosorprendido.

—Labruja,oloquesea,queandaporestoscontornos,prosiguióelpoeta,lasacódemanosdelosladroneslamismanochequelarobaron,yalaverdadquenoséquéespeor.

—¿Deveras?preguntóNuñoconmuestrasdemuchocontento.Traeacáunabrazo;eslamejornoticiaquepodíasdarme,anoserquemeladierasdequeestabayaenelcastillo.

—Hombre, tú eres raro, dijo elCantor, y no entiendo por qué te alegrastantodeminoticia,porqueamínomeparecemuybuena.

—Porque tú no conoces a esa que llamas bruja, que no lo es ni piensaserlo,sinounángeldelcielo.

—¿Luegotúlaconoces?preguntóelpoeta.

—¿Pues no la he de conocer, si fue lamisma queme curómis heridascuandohacetresañosquedépormuertoenelcampo,yellamerecogióymecuidócomosifuerasuhijo?Teaseguroqueporlanoticiaquemehasdadotesufrohastaquemeinterrumpas,yteperdonotodastusimpertinencias.

—¿Ytúsabessindudadóndevive?

—No,replicóNuño,porqueentrésinsentido,ysalíconlosojosvendadosyyadenoche,demodoqueaunquemelevantéunpocoelpañueloparamirarnopudeverseñalalgunadehabitación.

Aquí llegaban, cuando el señor de Iscar, habiendo oído al trompeta delcastillo,quetocabalashoras,marcar lascuatroconsuinstrumento,volvióallamaraNuño,einterrumpiósuconversación.

—¿Quétallamañana,Nuño?lepreguntósuamoconairedebuenhumor.

—Algofrescaestá,replicóelveterano;lasmañanasdeestemessonfríasporloregular.

—Tanto mejor, repuso Hernando; a bien que luego entraré en calor.Tráememisarmas.

Nuño salió al momento por ellas frotándose alegremente las manos,diciendoentresí:—GraciasaDiosquesenosproporcionaalgoquehacer,queporSantiagocreíyaquemeibaapudriraquí,yatomarmedemohocomouna

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corazavieja;perohoyvaahabergolpessinduda,yaunquenosésimetocaráamíalgo,presumoquehadehaberparatodos.Hablandoasí,tomóenlasaladearmaslaarmaduradesuseñor,yvolviendodondeélestabalapusoenelsuelo,yprincipióavertírselaconmuchacalma.

—Vamos, Nuño, date prisa, le dijo su amo a tiempo que le ceñía elespaldar.¿Quéespadametraes?…Lademipadre,supongo.

—Sí señor; la misma, repuso Nuño, con la que mató a orillas delGuadalquiviralafricanoAliatar,quemeparecequeleestoyviendoacercarsetodoslosdíasanuestrocampoenunravicanoárabequecorríacomoelviento,vestido de una piel de león sobre que dormía, y en menos de media horaderribar de la silla dos o tres de losmejores soldados nuestros que salían ajinetear.PeronolevaliócondonJaime,quepeleóconéldelantedelfamosoPérezdeVargas,ylehizorodarporelsuelocomounabola.

—Puesesaespadaquieroyohoy,dijoHernando,yveremossi tengo tanbuenpulsoyaciertocomomipadre.

Dicho esto, y armado ya todo sino la cabeza, caló un casco de bruñidoacero de donde volaban infinitas plumas.Nuño le calzó las espuelas, y conbriosoymarcialcontinentesaliódelcuartoconelmismodeseoydenuedoquesifuesearecibirlosaplausosdelamultitudylasmiradasdelasdamasaalgúnlujosotorneo.LaalegríamáspurabrillabaenlosojosdeNuñoalverle,ylamemoria de su padre, viniendo de repente a su imaginación, humedeció losojosdelveteranoacasoalgunalágrima,queselimpióconelrevésdelamano.

—Señor, ledijoviendoqueHernandono ledecíaque leacompañase,¿yyonotengohoyenquéocuparme?¿Mehedeestarmanosobremanoaquíenelcastillocomounagallinaclueca?

—AmigoNuño, le respondió su amo, por hoy no necesito tu compañía;solotengoqueir,ymibrazomebastaráconlaayudadeDios.

—Peroseñor,¿ysiacasoossucedealgo?…

—Enesecasoserádemí loqueDiosquisiere, replicóHernando;solo teencargoquesidentrodedoshorasnoestoydevuelta,tellegueshacialariberadelCega,juntoalmolino,dondeacasomeencontrarás.

—¿Ynoseríamejor,volvióainsistirelfielNuño,queyoosacompañasehastaallí?Nocreáis,aunquemeveisviejo,quesisetratadeveniralasmanostardeyoenenristrarlalanzamástiempoqueeldoncelmásaventajado.

—Lo sé, repuso su amo, pero por hoy no puedes venir conmigo: heprometidoirsolo,ysialgunomeacompañasecorreríapeligromifama.

—Entonces id conDios, dijoNuño, y él os de tan buena ventura comomerecéis.

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Con esto llegó Hernando a su caballo, que con su caparazón de batallaestabayaalapuertadelcastillo,demanodeunescudero,ysaltandosobreélcon tanta soltura como ligereza, tomó de las manos de Nuño la lanza y elescudoqueéstelealargó,diciéndole:—Siacaso,yasabéis,señor,queelgolpedelaviseraesseguroydebuenempuje:lalanzabajaylevantarladepronto:nohaymásquehacer.Meacuerdo…

Iba a contarle tal vez alguna historia de su mocedad, pero Hernando,metiendoespuelasasucaballo,salióalgalope,yelveteranolevioatravesarelpuentelevadizosindetenerse,bajarlacuesta,seguirsucarreraenelllano,ydesaparecerde allí a poco comouna exhalación a lo lejos entre los pinares,dejandodetrásdeélrastrosdeluzdesuarmadura,heridaenaquelmomentodelsolqueempezabaaaparecerenelhorizonte.

—Estos jóvenesde ahora, sedijoNuñoa símismocuando le viopartir,quierenguiarsesiempreporsí,ynolasmásvecesaciertan.Noquelodigayopormiamo,queasísabemanejarlaespadacomoelcaballo,pero…Alláva,queapenaslealcanzaelviento:Diosteguieytedevictoriasobretuenemigo.

Murmurando así entre dientes, volvió al castillomuy apesadumbrado detenerquequedarsesinpresenciarelcombate,ymuchomásdenopodertomarparte.

EntretantoelseñordeIscarsinsosegarsucarreraatravesóelpinar,vadeóelrioPiron,ypocodespuésllegóalsitioaplazadoparaeldesafío.EraenlariberaopuestadelCega, caminodeCuellar, enuna especiedeplaza llanaydesembarazada de árboles, desde donde se descubría a corta distancia unatorredependientedeaquelcastillo,convertidahoydíaenunapequeñaaldeallamadaTorre-Gutiérrez.TendiólavistaelseñordeIscarbuscandoaSaldaña,yviendoquenohabíavenidoaun,llenodeimpacienciaechópieatierradesucaballo,y sentándosesobreunapiedra sepusoaaguardarle,maldiciendodetodocorazón su tardanza.Acadamomento se levantabaymirabapor todoslados por si le veía venir, acrecentando su ira cada minuto que pasaba, yansiandocadavezmáselmomentodepelear.Porunapartetemíaquesiendoelbilleteanónimohubiesedespreciadoasuautor,teniéndoleporcaballerodepoco nombre e indigno de medirse con él; por otra recelaba si sabedor dequiéneraseguiríaresuelto,comoyahabíadichootravez,anoenristrarlanzacontra el amigo de su juventud.— ¡Hipócrita! exclamaba hablando consigomismo.Talvezquieresengañaraunalmundo,dandoaentenderquerespetasloslazosdelaamistad,perotúnomeconocesaun;yotearrancarélamáscaray haré que te vean tal como eres. Puede ser que no vengas a la cita, peroguárdate,porquetehedeencontraraunqueteescondasbajodetierra,ytehede coser a estocadas delante delmismo altar de laVirgen. ¡El amigodemijuventud!continuabaconironía.Yahacemuchotiempoquenosomosamigos,yporloúltimoquehashechojuronoreposarhastacumplirmivenganza.

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Agitado de estos pensamientos, y temeroso ya de que no viniera, estabadudandosileaguardaríamástiempooledaríaporcobardeymalcaballero,eiríaasumismocastilloainjuriarleyacastigarlecomoaunvillano.Peroaúnnohabíandadolascinco,ysolosuimpacienciapodíallamarcobardeaSanchoSaldaña, que estaba reputado, comohemos dicho antes, por unode losmásvalientesguerrerosdelpartidodeSanchoelBravo.ElseñordeCuellar,quenoteníalosmotivosdesucontrarioparaabrigarcontraélningúnmaldeseo,ynosabíasiquieraniseimaginabaconquiénteníaquehabérselas,habíatomadoellancecon la indiferenciaapáticaqueerael tipode sucaráctercuandonosetratabadesuspasionesydemartirizarsea símismo.Porestoa lascuatroymedia de lamañana se había hecho armar de su page conmucha calma, ymontando a caballo, solo se encaminó, mucho más combatido de susremordimientos, esperanzas y disgustos, que pensativo del desafío, a unmediano troteal sitioque señalabaelbillete.Nohabíadadoapenas lahora,cuandoelenojadohermanodeLeonorlevioconmuchocontentoqueveníaalo lejos en un poderoso caballo brillantemente armado con muestra triste,aunque animosa y guerrera. Su alta estatura y ancha espalda parecían darleventajasobresucontrario,queaunquerobustoyvigorosoeramáspequeñodecuerpo,ydeformasmenosatléticas.Sucaballo,negrocomoelazabache,eratambiénmásanchoydemásalzada,yaunquelalanzadeHernandomostrababien a las claras la pujanza del brazo que la blandía, el hasta de SanchoSaldañamarcabaa su señorporhombrede fuerzasextraordinarias.Nadiealcomparar los dos campeones, viéndolos frente a frente, hubieran supuestoventajaenningunodeellos,porquesibienimponíaelhercúleocontinenteygrave mole del señor de Cuellar, el desembarazo, soltura y agilidad deHernandopodían suplirpor su faltade fuerzasydeestatura, siendo igualelvalor de entrambos, igual su edad, y estando este último particularmentedeseosodepelear.Caló laviseraHernandoviéndolequeseacercaba,siendosuintenciónahorrarpalabrasnodándoseaconocer,montóacaballo,yfijandola lanza en tierra le aguardó con serenidad. Sancho Saldaña, ensimismadocomo de costumbre, no había siquiera levantado sus ojos ni visto a suenemigo,queleesperaba,porloquelaviseraaltaypuestalalanzaenlacujasiguiómarchandosinavivarelpasodesupalafrén.

Si tendré yo que ir a avisarte que estoy aquí, se dijo entre sí Hernandopicadodesuindiferencia;ysinaguardarmástiempoalzólavozllamándole,nosinaguijarsucaballoyavanzaralgunospasosmás, llenodeimpaciencia,hacia él, para obligarle a que lemirara. Saldaña alzó a su voz la cabeza, yllegandojuntoaélhizoalto,leechóunaojeadadesdeñosadearribaabajoqueredobló el coraje del señor de Iscar, y después de haberle mirado muydespacio ledijo:—Muchagana tenéisdepelear,señordesconocido,a loqueparece.¿Tenéisalgunadificultadendarmeaconocervuestronombre,oquizásoiscaballeronovel,yaunnolohabéishechobuenoniconocido?

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—Mejorqueeltuyomilveces,repusoHernandofijandoenéldosllamas,quetalparecíansusojosaltravésdelasbarrasdelavisera.Mejorqueeltuyo,ymeextrañaquepreguntesminombrecuandosabesquenoesusodebuenoscaballerospreguntarloantesdecombatir.

—Másme extraña amí, replicó el deCuellar sin alterarse, que solo porlograrprezoporalguna imprudentepromesahechaa tudama,puesnocreoqueme llamesaquíporotromotivo,arriesgues tuvidaconmigoensitio tansolitario, a no ser que estés loco o trates de no quedar delante de gentesavergonzadodetuvencimiento.

—Saldaña,gritóHernando, lanzaen ristre,y ahorremosdepalabras,quedondeestán lasmanosnohayparaquéservirsede la lengua.Soloexijoporcondiciónqueelvencidohadedeclararlaverdaddeloqueselepreguntare.

—Inútil me parece esa condición, respondió Saldaña desdeñosamente,porquetúseráselvencido,yyonotengonadaquepreguntarte.

—Otra tengo también que pedirte, repuso el de Iscar, y es que nosdesarmemoslasplatas,yofrezcamosalosgolpeselcorazón.¿Teparecemejorquelaotra?

—Sin duda, respondió el de Cuellar con su acostumbrada calma; asídespacharemosmáspronto,yelgolpeserámásseguro.

Y diciendo y haciendo, se aflojaron entrambos las lazadas de lasarmaduras, dejando descubierto el lado izquierdo, y arrojaron al suelo laspiezasquelocubrían.HechoestocalóviseraSaldaña,embrazaronamboslosescudos,yvolviendosuscaballosaunmismotiempoconmaravillosaprestezatomaronpartedelcampo,ypuestosa igualdistancia,sinaguardarotraseñalque lade sudeseo,arrancaronelunocontraelotro lanzaen ristrea toda laviolenciadelacarrera,envueltosenunanubedepolvo.Llegaronunojuntoaotro sin detenerse, y se pasaron de claro, habiendo apenas la lanza del deCuellarrozadoenelbrazoderechodeHernando,ytocandoacasoladeésteenelmuslodesuenemigo.Siguieroncorriendoconelmismoímpetuhastallegara cierta distancia, donde pararon, y arremetiendo segunda vez sedesvanecieron de sus puestos con la rapidez del rayo, y la lanza bajaamenazandohacersepedazos.EstesegundoencuentrofuemásacortadoqueelprimeroyventajosoparaeldeCuellar,queencontrandoelhombroderechodesuenemigocalóelhierrodelalanzaentrelaquebrantadaarmadurahiriéndoleligeramente,ylehizobambolearenlasilla,porquehabiéndoseencabritadoelcaballo deHernando al recibir el golpe, hubomenester su señor de toda suhabilidad para sostenerse. Pero la tercera vez, encontrándose con la mismafuria,fuetallaembestidaylacóleradeldeIscar,quesulanzasaltóalaireenmil astillas, y el caballo de Saldaña, que con dificultad pudo sostener elchoque, cejó, cayendo dos o tres veces del cuarto trasero sin poder apenas

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tenerse,aunqueestonoevitóquesuamorompieseconlapuntadesulanzalaviseradesuenemigo,dejándoletantrastornadoyaturdidoqueestuvoapiquedecaerentierra.

QuedóentoncesHernandoacaradescubiertadelantedeSaldaña,elrostroencendido como fuego, y lanzando sobre él con los ojos rayos de ira,disponiéndose a volver su caballo y a llevar adelante su desafío. Pero el deCuellar, que al punto que le vio le hubo conocido, enderezó la lanza y laafirmóenlacuja,pidiéndolequesedetuviera,yacercándoseaélalpasodesutrotón,

—¡Hernando! ledijoconmuestrasdepesadumbre;¿yeras túelquemeproporcionabasnuevaocasiónparacometeruncrimen?

—¡Vilhipócrita!lerespondióeldeIscarmásencolerizadoquenunca.Quéllamastúuncrimen,tú,paraquiennadahayqueseasagradoenelmundo,tú,despreciador de la religión, traidor, robador demi honra…vuelve, vuelve aenristrar la lanza, que por Santiago, si no fuera vergüenzamía, no había deaguardaraquetedefendierasparaenviartealinfierno,sinoqueasímismotehabíadeatravesarmilveceselcorazón.

—Sosiégate, Hernando, repuso Saldaña con tranquilidad, sosiégate, yóyeme…

—Nada tengo que oír de ti, interrumpió el de Iscar, ni nada tienes quehacersinodefenderteyprepararteamorir.

—Óyeme, replicó el de Cuellar con aire hipócrita, y dime: ¿qué te hehechoyo?¿Quéagraviohasrecibidodemí?

— ¡Infame! interrumpió Hernando segunda vez; ¿tienes valor parapreguntarme qué has hecho, mal caballero? ¿A dónde está mi hermana?¿Quién la ha robado sino tú?Pero para qué pregunto nada, añadió conmáscólera;defiéndeteotemato.

—Todo está ya perdido; ¡ella me aborrecerá! profirió entre dientesSaldaña.Yyo,¡quédiablossédetuhermana!repusoenseguidaconaspereza;lahequeridoposeer,ellahabríahechomifelicidad,noteloniego;perohastaelmismoinfiernosehamezcladoparadesbaratarmisplanes…pero…yonoqueríadeshonrarte…teníaintencionesdecasarmeconella,ynocreo…

—Acuérdatedeloquetedijomipadre,quenuncamisangresemezclaríaconlatuya,replicóHernando:no,nunca,yolojuro,aunquemefueseenellomivida,yseayomásvilqueelsiervomásabatido,másdeshonradoqueuncobarde, y me vea despreciado y escupido del más villano si tal consientojamás.Di,traidor,¿dóndeestámihermana?

—Tehedichoqueyonosé,respondióSaldaña,ytejuropormihonor…

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—¿Lotienestúacaso?interrumpióeldeIscar:defiéndete,otedeclaroporcobardeyhagollamarmismásvilescriadosparaquetematenapalos.

—¡Hernando!dijoentoncesSaldañamirándoletorvamente,yrechinandolosdientes.Soloatuhermanadebesnoestaryatendidoamispiesenpagodetusinsultos.Sí,continuócondesesperación,soloaltemordequeLeonormeaborrezcasiveenmisarecas lasangremismadesuhermano.¿Peroyaquéimporta?¿Nosoyyaaborrecible a susojosy a losde todoelmundo?Puesven,yluchemoshastaquenoquedeseñaldequehayaexistidoninguno.

Diciendoasíechópieatierradesucaballo,trémulodefuror,yhabiendoinvitadoaHernandoparaquehicieselomismo,searrojaronlosdosalsueloaun tiempo,yechandomanoa laespadaunoyotro, seacometieronconmásfuriaymásempujequenunca.Volóalprimergolpeendospedazoselescudodel señor de Cuellar, que abolló de un revés el casco de su contrario, ytiráronse algunos golpes más, que acabaron de deshacer mutuamente susarmaduras.PeroeldeIscar,cansadoyadetanlargocombate,empezóajugardepunta,mientraseldeCuellar,másforzudo,lefatigabayacosabaatajosycuchilladas.Hacíaya tiempoquepeleaban,yestabanheridospormilpartes,sudando y faltos de aliento, cuando de repente Saldaña, arrojándose sobreHernando, le tiró amantenienteungolpe tal sobre la cabeza, quedividió elyelmoendospartes,yechandounriodesangreporojos,orejasynarices,lederribó en el suelo sin movimiento. Quedó Saldaña en pie, victorioso deldesafío;pero suvistaempezódeallí apocoadesvanecerse,quedó inmóvil,apoyándosesobrelacruzdelaespada,susmiembrosseestremecieron,inclinólentamente el cuerpo hacia adelante, dobló las rodillas, hizo dos o tresesfuerzos inútiles para llegar hasta su caballo, y dando un suspiro cayó entierracubiertotododesangre,yprivadoporúltimodesentido.Elsueloestaballenoalrededordeellosdepiezasdesusarmas,esparcidasacáyalláenlafugade la batalla; la lanza que Saldaña había dejado para echar pie a tierracimbrabaclavadadepuntaaunladodelcampo,elairemecíaacasolasplumasquehabíansaltadodelosabolladoscascos,yloscaballossueltosporelcampose entregaban a toda la alegría que inspira la libertad, mientras sus amos,tendidosunofrentedeotroenvueltosensangre,yacíaninmóviles,midiendoelcampoconsusespaldas.EldeIscaryerto,alparecer,sinrespiración,cubiertoel rostro de sangre, y restañado en ella el cabello, tenía los ojos aunentreabiertos,laespadaenlamanoderechaatodalaextensióndelbrazo,ylapalmadelaizquierdaabiertaposadasobrelacabeza:eldeCuellar,comountorreóncaído,ocupabamásespacio,tendidosobreelladoderecho,cubiertoelrostro con la visera, levantando el pecho a intervalos con fatiga, dondemostrabaunaanchaheridapocomásabajodelhombrosobreelcorazón,queabríaycerrabasuslabiosarrojandouncañodesangreacadarespiración.

Enestetiempo,llenosdeinquietudenunoyotrocastillo,especialmenteen

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Iscar,el fielNuñoyeladamadoJimenoalver la tardanzadesusseñoresyahabíanmontadoacaballo,yseguidosdealgunossoldadosseencaminabanconmuchaprisaalsitiodelabatalla.VeníaNuñoconuntristepresentimientodela suerte de su señor; pero no queriendo dar su brazo a torcer ni aun a símismo,todoselevolvíabuscarrazonesparaexplicarlacausadesuretardo.Dando prisa a los otros que le seguían, y almismo tiempo hablando comotenía de costumbre, iba respondiendo a las preguntas que estos le hacían,mandándolessincesarquecallaran,siendoél,másquenadie,lacausadequesiguieralaconversación.

—Yaosdicho,decía,queaguijéisynomepreguntéismás:vamos,¿quédiablos tenéis, que no parece sino que habéis puesto una arroba de hierro aesos caballos en cada casco? ¡Cómo ha de ser! El amo, sin duda, se habrádetenido a componer alguna pieza de su armadura; y además, qué se osimporta a vosotros; cuando no ha vuelto tendrá que hacer. Cuántas vecessucedequeselecaeunaherraduraauncaballo,ytieneunhombrequeecharpie a tierra y… toma, y toma, y otros mil percances: vamos, ¿por qué noandáisaltrote?¡Vivo!quenoparecesinoquetenéisquepararosparahablar.Endiciendoqueosdaporcharlarparecéisunatarabilla.Loquemásmealegroes que no haya venido el Cantor a interrumpirme y a fastidiarme. El pobrequería venir, pero yo no le he dejado; está lleno de cuidado por donHernando…Perosí,buencuidadohayquetener;elniñonosabeandarsolo…Entre todos cuantos calzan espuela no hay unomás animoso que él, ni quesepamejor arrendaruncaballo.Y…¿quién sabe?… talvez…¡peroqué! elque no le conozca como yo puede pensar lo que quiera, pero yo… Sí, lomismo leveríayopeleandocon tresde losmil jinetesafricanosque trajoelreydeMarruecos,quesilevierapaseándoseenunaferia.Enfin,cómohadeser,alláveremos:adelante,muchachos,nohayqueembobarse.

Asísindejardehablar,cuidadosoymetiendoprisa,atravesabaentonceselbosque,desesperadodenopodercorrerlaleguaquelequedabaconlaligerezadelpensamiento.Jimenoporsuparte,aunquemáscuidadosodeparecerbienquedeloquehabíasucedidoasuamo,nodejabatambiéndealigerarelpaso,aunquesusreflexionesentoncestomabanmuydistintovueloquelasdeNuño.Perotodasestasdisposicioneshubiesensidotardíasydenadahabríanvalidoalos caballeros, en particular a Saldaña, que por instantes se desangraba, y aquienhubieranhalladomuertosinduda,sielcielonoleshubiesedeparadounsocorromáseficazquecuantospodíanaguardardesusescuderos.

Unamujercubiertatodadeunaespeciededominónegro,odehábitoconcapucha, teniéndola echada en este momento hacia atrás, estaba de rodillasjuntoaSaldañadeteniendolasangredesuheridaconunlienzoblancocomolanieve,ylehabíalevantadolaviserayquitadoelcascoparadesahogarle.Surostropálidoymásajadoporeldolorylapenitenciaqueporlosaños,puesno

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parecía tener arriba de veinte y dos, tenía un no sé qué tan angelical yamoroso,quecautivabayenamorabaconsuternura.Peroelsentimientoqueinspiraba eramás dulce y respetuoso que ardiente y apasionado, porque sinduda lospasatiemposdeaquella jovennoerandeestemundo,ysualmayahabitaba en las celestialesmansiones de la paz y de la eterna felicidad. Sulanguidez, la ternura, el corteovaladode su semblante,y sobre todoelvelomístico, la mágica nube que hacía imaginar que la rodeaba, habría hechodoblarlarodillaalmásprofanoyadorarlacomounadivinidad.Todoparecíaya tributarla el homenaje que merecía, el aire mecía blandamente susabandonados rizos,mientrasque el sol, reflejando allí sus rayos, doraba suscabellosdeuncolordeoro suave,yparecíacoronarlacon la aureolade loshabitantesdelparaíso.TeníalosojosdulcementefijosenélmoribundoseñordeCuellar,yacada instanteacercabasus labiosa lossuyospara recogersualiento, pulsándole y registrándole las heridas, sin dejar por eso de acudir aHernandodetiempoentiempo,aquienhabíalavadoyaelrostroconelaguafrescadelrio,perosinqueniunoniotrodiesenmuestrasdevolverensí,nodando más señal de vida que en su angustiada respiración. El rostro deHernando estaba morado como un lirio, con algunas manchas negras de lasangre que allí se le había agolpado; y Sancho Saldaña, pálido como uncadáver, tenía aun fruncido el entrecejo, los ojos abiertos y el labio inferiorcogido entre los dientes, mostrando la ira que los insultos de su contrariohabíanencendidoensucorazón.

Lahermosadesconocida,tanprontoauxiliandoauno,tanprontoaotro,siacasomanifestabamásamoraSaldaña,notomabamenosinterésporelseñordeIscar,cuidandoaentrambosconlamismapiedadylaternuramismaquesivieseasuhermanoencadaunodeellos.Yaleshabíadadolossocorrosmásnecesarios, y sentándose junto a Saldaña, mientras le arreglaba un nuevovendajedijomirándoleconcariño:

—Graciasdoyalcieloquemehaenviadoaquíparalibrartedelamuertedelpecador. ¡Enquéestado ibasapresentarteanteel tribunaldeDios! ¡Laspenaseternasteaguardabanpresentándoteasí,llenodecrímenes,impenitente!Milmaldicionesteseguían,cuyosimprecadoreshubieranidoallítambiénparaacriminarte.Noyo, no;muchos agraviosmehas hecho,muchomalmehascausado;peronuncatehemaldecido,alcontrario,apesardelmaltratoqueherecibidodeti,todoteloheperdonado,porquealfinhartasmaldicionestehanatraídotusdesaciertos.Yonohehechosinollorarlos.

UnsuspiroqueexhalóSaldañaenestemomentointerrumpiósuspalabras.Yvolviendoamirarle,levioabrirycerrarlosojos,aflojarlosdientesymoverapenasunbrazo,señalestodasdemejoría,yquehicieronflorecerunasonrisade esperanza en los labios de la desconocida.Hernando hizo también algúnmovimientoque laobligóaacercarseamirarle,yabriendodespués losojos

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volvió en sí persuadido, en el delirio de su imaginación, que estaba aúncombatiéndoseconSaldaña.

— ¡Hipócrita! decía con voz tan ahogada que apenas se le entendía:defiéndete… te daré la vida si me confiesas adonde has ocultado a mihermana… ¿llora?… ¿no la oyes? ¡Ah! ya está aquí, ya, ya la libré de esemiserable.¡PobreLeonor!…

La desconocida parecía enternecerse a cada palabra de Hernando, queviéndolaasuladolahabíatomadoporsuhermana,yseregocijabadeverla.

—No,Hernando,lerespondióladamacuidadosadesusalud,yonosoytuhermana, pero puedes vivir tranquilo; Leonor está segura y libre de susenemigos.Notardarásenverlaatulado.

—¡Ah!exclamóHernandohaciendounesfuerzopara levantarse,quenopudo lograr, y arrodillarse delante de ella: tú, ángel del cielo, tú, que hasbajadoparadaresperanzaamicorazón,sileeseneldeloshombres,verásenelmíoqueeldeseomásnobleymásdignodeuncaballeromehamovidoabuscarla,juntamenteconlaamistaddeunhermano.Habla,di,¿dóndeestá?…

Ibaaresponderleladesconocida,cuandosintiendotropeldecaballosqueseacercaba,selevantóderepente,ycubriéndoseelrostroconlacapuchahuyóprontamenteaesconderseentrelospinares.

—Id,seguidla,gritóHernandoaJimeno,queseacercaba;ellasabedóndeestáLeonor.

—¿Quién?dijoelpage;estehombreestádelirando.

—Sí, allí va, exclamó el viejoDuarte persignándose ligeramente. ¡Es lamaga!¡Yadesapareció!

LlegóNuñodeallíaunmomento,yhabiendoambastropashéchosecargode sus señores, los acomodaron enunas andasque traíanpreparadaspara elefecto,ypasoapasodieronlavueltacadacualasufortaleza.

CAPITULOXI.

A poca distancia de la cueva de los bandidos, y bajando las riberas delPiron,habíahabidoenlossiglosdelpaganismounsoberbiotemplodepiedra,erigido sindudapor los romanosenhonorde algunadeidadaquienhabíanconsagradoaquelsitio.Elfurordelossiglos,yacasolamanodelhombre,masdestructora que la del tiempo, había ido poco a poco demoliendo estemonumentodelagrandezadeaquellosconquistadores,yenlaépocadeesta

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historianoquedabanyaotrosvestigiosaparentesquealgunaspiedrascubiertasde musgo, alguna columna rota u otra infeliz muestra de su antiguamagnificencia.Unapartedeélsindudaenalgúnterremotosehabíahundidodebajo de tierra, habiendo desaparecido de modo, que nadie habría podidosospechar siquiera que entre aquellos escombros, mansión al parecerúnicamente de inmundos insectos, estuviera oculta una habitación, capazbastanteparaservirdeabrigoaalgunoshombresencasodenecesidad.Perounapiedrafácilderemoverdabaentradaaunarcooscuroquedebajodetierratortuosamenteseprolongabahasta llegaraunaespaciosabóvedaoctangular,asilotalvezenotrostiemposdealgúnreligiosoermitaño,ynotanabandonadaahoraquenoseconociesequeservíaaundelomismo.Contodoeladornodeesta sepultura, si tal puede llamarse habitándola cuerpos vivos, probaba quequien la había elegido en este tiempo por su morada miraba poco en lascomodidadesdelmundo,ysolopensabaenlasaluddelalmayenelretiro.Uncrucifijodemadera,groseramentetrabajado,estabacondosclavossostenidodelapared;delantedeélyasuspiesveníaapararunalámparaquependíaporunacuerdadel techo,ya todashorasmezclabasumoribundaluzconlaqueescasamenteeldíareflejabaenaquellaestancia.Unapiladeaguabenditaenun ángulo de la bóveda, unas disciplinas salpicadas de sangre y un ciliciocolgadosdelapared,unacamadepajayalgunosescañosdemaderasinpulircompletaban los muebles de este ignorado asilo del arrepentimiento. Peroahora tal vez se notaba más cuidado y compostura en el arreglo de lahabitación.Lacamadepajaparecíamásmullidayrecogidaquedecostumbre,y algunosmanjares, aunque pobres harto lujosos para quien semantiene delágrimasydeayunos,dabanaconocerquelapersonadueñadeaquelrecintohabíarecibounhuéspedaquientratabadefestejar.

En efecto, la maga, como la llamaban en las cercanías, no habíadescuidadonadadeloqueestabaasualcance,yquepudieraenalgúnmodominorar la molestia y pobreza de su mansión. Aquí fue donde Leonor,siguiendo los pasos de su misteriosa conductora, y obedeciéndola más portemorquellevadadesuvoluntad,llególanochequeenmediodelatormentalalibertódemanosdelosbandidos.EllasfueronlasquepasandojuntoaNuñolehicieroncreerqueeraelguíaquehabíadesaparecido;yLeonor,cercadesufielvasallosinsaberlo, fue tomadaen la imaginacióndeéste,al tiempoquetrepaba con lamaga a la altura donde estaba la entrada de su retiro, por elcuerpodelhalconerovolandoatodaprisacaminodelosinfiernos.IbaLeonordemasiado sobresaltada para preguntar nada a su conductora, y cuandoentraronenlabóveda,losdiferentessucesosdeldía,elsustopasado,ladudadesusituación,yelmiedodeaquelespantosoespectro,cuyadesolladamano,fríacomolalosadeunsepulcro, teníaasidafuertementelasuya,oprimieronsucorazónauntiempo,demodoquenopudiendollorar,nirespirarsiquiera,fijóenellalosojosconespantoaladébilluzdelalámpara,diounsuspiroy

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cayódesmayadasobreelescaño,dondelehacíaseñasquesesentara.Tantassensaciones crueles, tantos sustos debilitaron sus fuerzas, encendieron suimaginación,ylaafligidadama,asaltadadeunafiebreardiente,habíapasadoenuncontinuodeliriolosdíasenquetantoSaldañacomosuhermanohabíansuspirado por ella buscándola con tanta ansia, aunque por tan diferentesmotivos. Pero laProvidencia, lejos de abandonarla, no contenta con haberlaproporcionado una tan milagrosa libertadora, hizo que hallase en aquellamisma fantasma, que fija en su memoria le aterraba aun en medio de sudelirio, la enfermera más cariñosa. Una mano benéfica mejoró su saludsuministrándolalasmedicinasmásnecesarias,ymásdeunavezhiriósuoídouna voz llena de suavidad y se le figuró enmedio de su enajenamiento deespírituquehabíavistojuntoasíalgunasvecesunángelquelaconsolaba.Alcabo de tres días la calentura fue poco a poco disminuyendo, se disipó laconfusióndesuentendimiento,yLeonor,yamástranquila,seencontrósolayacostadasobre lapaja,ymirandoasualrededorexaminóelcuartodondesehallaba.

Laluzdelalámpara,lavistadelcrucifijoylaoscuridaddelabóvedanodejaron de sorprenderla por un momento, y olvidada de cuanto le habíasucedido,ynopudiéndosedarrazóndecómohabíavenidoaaquelsitio,casiestuvoporcreerquehabíamuertoyaparaelmundo,ylahabíanenterradoenvida.Miróseasímismaconasombrorefregándoselosojosytentándoseporsidormía,ycomopormásquehacianopodíaadivinarcómoseencontrabaallísepultada,pensóunmomentoquetodoaquelloeraunsueñoouncaprichodesu fantasía. Pero aclarándose poco a poco sus ideas, empezó a recordar unatrasotracadaunadesusdesventuras,ycompletandoelcuadrodetodasellas,recordó no sin temor la tormenta, la pavorosa fantasma, y reconoció lalámpara a cuya luz la había visto en aquella misma caverna poco antes dedesmayarse. Esta última reflexión no pudomenos de horrorizarla, pensandoque aquella visión infernal vivía con ella, y que era sin duda su únicacompañera;peroadespechodesupreocupación,lavistadelcrucifijoydelosdosinstrumentosdepenitencia,elcilicioyladisciplina,asegurándoladesustemores, la hicieron tomar nueva esperanza, pensando que cualquiera quepudieseserlapersonaqueallívivía,sussentimientoseranreligiosos,yqueyanolaharíaningúnmalquienlahabíatenidotantotiemposinhacérseloensupoder.

—¿Quémiedopuedotener,sedecíaasímisma,dequiensindudamehacuidadoenmienfermedad,ysólohatratadodehacermebien?¿Acasosiestahabitaciónnoofrece comodidades, no inspirauna santaveneración?Nohaydudaquefuealgúnángelelquemesalvódemanosdelos ladrones,y tomóaquellaespantosaformasoloparaaterrarlos.Perosifueunamigo,¿porquénohaavisadoamihermanoparaqueviniese,oenviasealgunoscriadosquemetrasladasendeaquíalcastillo?

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Combatida de estas reflexiones, no acertaba a decidir entre sí si eraenemigooamigosulibertador,yaafligiéndose,yaconsolándose,terminandosolosusincertidumbresycalmándolasenalgúnmodoelpensamientodequealcabonosehallabaenpoderdeunimpío,enemigodesureligión.AlzósumenteaDios,ydespuésdehaberseconformadodevotamenteconsuvoluntad,empezó de nuevo la curiosidad a punzarla cada vez más, deseosa de saberquiéneraeldueñodeaquellaestanciatantriste.

—Daria,dijo,noséquéporsaberaquiéntengoqueagradecerelcuidadoquedemíhatenido.

Y levantándosey registrandoaun ladoyotro,noviomás salidaqueunarcomediohundidoaunladodelahabitación,perotanoscuro,yamenazandoruinadetalmanera,quenoseatrevióaaventurarseporaquelcamino.Llegócontododoso tresvecesmirandoconcuriosidadyretirándoseconespanto,temerosadehallarconelespectroaterradorqueallílehabíaconducido,yqueella se figuraba ver en cada sombra que ondulaba al reflejo trémulo de lalámpara.Porúltimo,imaginóqueveíaunafiguranegraqueseacercaba,cerrólosojos,volvióaabrirlos,ycreyéndolayamáscercahuyódeallíalmomento,y sin volver la cabeza atrás de miedo, se arrodilló temblando delante delcrucifijo.Haciaunratoqueestabaasícuandorepuestadesutemor,ydandoporunailusiónlafiguraquelahabíaasustado,volviólacarayhallódetrásdesí, en pie, inmóvil, el bulto negro. Estremecióse al verle sobrecogida; perovolviendo a mirarle creyó que ya otra vez le había visto, y que debajo deaquellaalmalafanegraibaencubiertalamismamujerquelehabíaanunciadosupeligroeldíadelacazajuntoalmonasterio.Estaidealehizocobraránimo,ylevantándoselepreguntó:

—¿Quiénerestú,queparecequetedeleitasenasustarme?

—Soy,lerespondiólamismavozdulcequeentonceslasorprendiótanto,el instrumento de que Dios se ha servido para libertarte a ti y estorbar uncrimen al pecador. No temas nada demí, pues yo solo, cumpliendo con lavoluntad del Señor, he tratado y trato de hacerte bien: soy la que ya no esconocidaenelmundo,ylaquetúhasolvidadoentucorazón.

—¿Porquéusasconmigotantomisterio?lepreguntóLeonorconalgomásánimo: si tu nombreme es conocido, ¿por quéme lo ocultas? ¿Por quémeescondes tu rostro? Si temes que lo declare en elmundo, yo te juro por lahonrademilinajedecallarlohastaelfindemisdías,ynoconfiaranadiequeteheconocido,niaunamímismohermano.¿Ohascometidoalgúncrimenytemesporesodecirmecómotellamas?

—Mis faltas, respondió la fantasma, han sido solo para con Dios, cuyabondadsindudamelasperdonará,yningúnserenelmundopuedequejarsedemí.Hubountiempo,Leonor,enquelavanidadagitabamicorazón,enque

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pudepagarmedelahermosurademicuerpo,ydescuidéacasolademialma;pero esto no es un pecado para con elmundo.Mi nombre fue ilustre, y yofundé impíamentemigloriaenelvalordemisascendientes, sin fundarloenmisméritosparaconDios;perohaceyatresañosquemimansiónesignoradadel hombre como la guarida del lobo, que he ocultado mi rostro como elvergonzoso:misdíaspasanenlapenitenciayenlameditación,yhearrancadomipensamientodelatierra,ydespreciadolascomodidadesquemisriquezasme prometían, para elevar aquel únicamente a Dios, y trocar estas por laseternas.Desdeentonces,túytodoslosamigosdelmundomehanolvidado,yyohemuertoparaellosenmisoledad.

Launción religiosadesudiscurso, su imponentepresenciay lamajestadmelancólica de sus palabras inspiraron tal respeto a Leonor, que de haberlacreído poco antes un espíritu del infierno, pasó a imaginarse que estabadelantedeunasanta,aquiensolofaltabamorirparairasentarseenelparaíso.Postróse ante ella, y quizá le hubiese tributado adoración sí la maga,levantándolacondulzura,nolahubiesehechoavergonzarsedesuintención.

—Álzatedeahí,Leonor,ledijo;yosoyunapecadoracomotú;yparaquetedesengañesyveasquenohayotromisterioqueelquemefuerzaaguardarunvotohechoporlasalvacióndelalmadeunhombre,aunnosaciadodesusdelitos,míramebienyreconócemedeunavez.Diciendoesto,seechóatráslacapuchaqueletapabaelrostro,yquedódescubiertadelantedeella.

— ¿Nome conoces? prosiguió viendo que Leonor lamiraba atónita sinhablarle ni recordar su fisonomía: seis años hace que no nos vemos. ¿Esposible que ya no te acuerdes de Elvira de Saldaña, la hermana de SanchoSaldaña,opormejordecir,lacompañeradetuniñez?

—¡Elviramía!¿Erestú?exclamóLeonorlocadealegríadehaberhalladounaamigaensulibertadora,echándolalosbrazosalcuelloparaestrecharlaensucorazón.

Elvira lamiró con cariño, dejándose abrazar de su amiga; pero sus ojosmanifestabanlatristeza,yconlosbrazoscaídosnoladevolvióningunadesuscaricias.

—Retírate,Leonor,ladijoconsentimiento,separándolaconentereza,ynohagas con tus extremosque renazca en un corazón entregado enteramente aDiosningúnsentimientomundano.

— ¡Tú me arrojas de ti! exclamó Leonor sorprendida. ¿No eres ya miamiga? ¿No me amas ya, o acaso la enemistad de nuestros hermanos hahalladotambiéncabidaentucorazón?

—Laamistadylaenemistaddeloshombres,repusoElviraconsolemneyreligioso ademan, sus odios, sus pasiones, las sensaciones profanas de la

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ternura, nunca habitaron en el alma que se alimenta solo de las dulzurasespirituales,yqueyaenla tierrasedesprendedesudeleznablecuerpo,yseelevaacontemplarlaimagendesuHacedor.NoquelamíahayallegadoaúnaestegradodeenajenamientocelesteaquealzaDioslasalmasdesuselegidos:no, todavía conozco en mí la debilidad de la criatura, prosiguió llena deemoción y sin poder contener una lágrima a su pesar: yo amo aun en elmundo:yonohepodidorompertodavíaloslazosdelasangreydelaamistadquehicieron lasdeliciasdemi juventud:yoamoaunamihermano:amoalasesinodeljusto,delsantosacerdotequeconsolóamipadreenlaagoníadelamuerte:yoteamoati también,Leonor,a ti, laamigademiinfancia:mehedescubiertoati;hepermitidoquemeabrazaras,noporquenoconozcaquehepecado faltando al voto que contraje delante de los altares… Dios meperdonará:yoyanopodíacontenerme.

Atónita Leonor, había contemplado la fisonomía de Elvira mientrashablaba, y sus ojos, brillantes con la luz de la inspiración, su semblantemajestuoso, y en que reflejaban almismo tiempo uno por uno los distintosafectosqueensualmasecombatían, lahabíansorprendidodemodo,que laalegría del primermomento se trocó en un respetomístico hacia su amiga.Con todo, las últimas palabras volvieron a despertar en su corazón lossentimientos de la amistad, y el enajenamiento con que Elvira las habíapronunciadoleinspiróeldulcedeseodetranquilizarla.

—Nosé,lerespondió,quévotossonlosqueteobliganaocultarteyvivirsolaenesta especiede sepultura;peropuesDiospermitequeen tucorazónabriguesaununrestodeternurahaciatusamigos,yalgúndulcerecuerdodeloquehizoenotrotiempotudicha,¿porquétemesentregarteasensacionestaninocentes?Heoídodecira lossacerdotesqueDiosnosdejaeseconsueloentodasnuestrasadversidades.

—El único consuelo del santo, repuso Elvira recobrando su tonoimponente,debebuscarloenelTodopoderoso,ynoenlosconsuelospasajerosde sentimientos terrenos, robados a la divinidad, en quien deben emplearsetodoslosdenuestraalma.PerotúhablasporbocadeSatanás,ytuspalabrasafectuosastratandeseducirme.Yoheprovocadolatentacióncondescubrirmeati.Tudiscursoesinspiradosindudaporelenemigo.

—Teprotesto,replicóLeonoratemorizadadeoírla,quetehehabladoconinocencia,yquehecreídohacertebienysosegartuconcienciadiciéndoteloquecreo.Yonopuedoimaginarmequeseauncrimenamaramissemejantes.

—AmarlosenDios,noenellos,exclamóElviraconfanáticaindignación.Pero túno sabes loquedices, añadió conmás suavidad; ¡y con todo es tandulceseramadodesussemejantesyamarlos!!!

Elvira quedó un momento suspensa, bajó los ojos, y derramó algunas

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lágrimas en silencio, mientras Leonor, sensible a sus emociones, lacorrespondíaconsu llantoentre intimidadesyenternecida.Duróestaescenamudaalgunosminutos,hastaqueElvira,dominandosuturbación,levantósuhermosacabezacongravedad,alzósusojosalcielo,yexclamó:

—Diosmío, perdonadme si aúndoyoídos al lenguaje de losmundanos;perdonadme si he cedido un momento a las instigaciones de mi flacanaturaleza.— Leonor, prosiguió volviendo a ella sus ojos cubiertos delágrimasymirándolaconagrado,yoteamo,yyohepecadoporti.Tresañoshacequenomehadirigidosuvozningunacriaturahumana,raravezhevistolaluzdelsol,miúnicahabitaciónenlatierraesestatumba,mialimentolaslágrimasdelapenitencia,micamaelsuelo,elaliviodemispesareselayunoyladisciplina,yDioshasidomiúnicocompañeroenlasoledad.Tantotiempodesterradadelmundo,tantasmaceracionesnohanbastadoaunafortalecermialma: ¡miserable vaso de perdición!!! Yo ofrecí delante de los altaressacrificarme en vida a Dios para salvar a mí hermano del infierno que leamenazaba.Yolevi,yoleveoaunsordoalavozdemipadremoribundoquelellamabaparadarlesuúltimabendición,negándosearecibirla,embriagadoenlosdeleitesdesumanceba,ymaldiciendoalsiervoqueleinterrumpíaensusplaceresparallamarle.Yolevicuandofurioso,hirviendoentodalacóleradelinfierno,alzóelpuñal,guiadoporlosdemonios,ylohincóenelcorazóndelsacerdotequepiadosamentelereprendía.Yolevidespués,cubiertoaundesangre, reposarse en brazos de su Zoraida, y oí su risa y sus carcajadasemborrachándose en el festín. El infierno se estremeció de júbilo, y losdemoniosalargaronsusmanosparacogersupresa;yolosoíquereían,ymehorroricé. Entoncesme postré delante deDios, oré por el pecador, y ofrecísepultarme en vida, cubrirmi rostro, y alejar demí todas las vanidades delmundoparaexpiacióndeloscrímenesdemihermano.Desdeentoncescambiémisgalasporelcilicio,troquélablandurademilechoporunapocadepaja,comílasraícesdelosárboles, losfrutossilvestres,ytratémicuerpocomoaun animal inmundo. Víme odiada y maldecida de los habitantes de lascercanías,creídabruja,ymiradacomounagentedeSatanás;yyoparamáshumillarme, y contener almismo tiempo la curiosidad de las gentes con eltemor,adulé sucredulidadconfirmándolaconmiapariencia.Porquenosoloprometínocuidardemifama,sinoquetambiénofrecíexponerlaalaslenguasde las gentes y sufrir el oprobio con humildad. ¡Pero ah! ¡cuánto me hacostadovencerme, cuántasvecesha resonadoenmioído lavozdeSatanás,queme incitaba a faltar amis votos para conDios, y he querido volver almundo,lisonjearmivanidadpublicandomipenitencia,yrealzardenuevolosdulces vínculos de la sangre y de la amistad que rompí para desterrarme,destrozandomicorazón!Yorecordaba,apesarmío, losprimerosdíasdemijuventud,ymisojossecubríandelágrimas;yohabríadadoelrestodemividapor un momento de consuelo, solo porque la mano de un semejante mío,

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aunquefuesedesconocida,hubieraenjugadounavezelllantodemiamargura.El sol, que derrama su luz para todos, estaba oscurecido para mí en estabóveda, y si acaso alguna vez vivificaban sus rayosmismiembros yertos ydebilitados,mi vista inspiraba el terror a los habitantes de las cercanías quehuíandelantedemí,ynohallabaunamiradadeafecto,unamuestrasiquierade lástima que compensase mis privaciones. ¡Ah! ¡Tú no sabes cuan duro,cuanamargoesesteaislamientodelmundo,cuantristeesverseaborrecidasinmerecerlo!Elsentimientoíntimoconquepronuncióestaspalabrasmostrómásque nunca en este instante su agitación. Sus ojos se inundaron de lágrimas,inclinósurostroalsueloconunaexpresiónpeculiardetristezaydesantidad,y puesta una mano sobre el corazón, como para aliviar el dolor que laatormentaba,largotiempoquedósinpoderhablar, interrumpiendoelsilencioquereinabaalrededordeellasoloconsussollozosysusgemidos.Lasoledadylalobreguezdelabóvedaalumbradaapenasporlalámparaqueardíadelantedelcrucifijo,ysobre todoel tono,yamísticoymelancólico,quehabíadadoElviraasusexpresiones,acalorarondemodo la imaginacióndeLeonor,quesintiócorrerunsudorfrioporsucuerpo,ytuvoquearrimarseaunángulodelaestanciaparasostenerse.Susojosllenosdepiedadsefijaron,porúltimo,ensu amiga, que inmóvil delante del crucifijo y cubierta de su almalafa negra,clavados losojosal suelo sinpestañear,yen su rostropálidoydesencajadoreflejando acaso la amortiguada luz de la lámpara, tenía el aspecto de uncadáver vestido de lamortaja que se había levantado de su ataúd. En vanoLeonor había tratado algunas veces de interrumpirla; sus palabras se habíanheladoen suboca,dudosa si serviríanmasbienparaaumentar sudolorquepara aliviarlo, y en este momento, sin saber qué decirla, obedecía a lossentimientosqueElviracomunicabaasucorazónllorandoconella,sinhallarotromediodeconsolarla.

Duró un rato el silencio, y Leonor esforzándose se acercó a ella, ytomándolaunamano,queapretócariñosamenteentrelassuyas,ladijo:

—Hermanamía,silascariciasdeunaamigapuedenhacertesobrellevarlacargadelvotoquehascontraído,yono teolvidarénunca,yovendréavertetodos los días, y hallarás en mí todos los cariños que echa de menos tucorazón.Yo, si es necesariopara tu consuelo, participaréde tus penitencias,dividiréalegremente tucama,y rogaréaDioscontigo.Tendrásalmenosunserenelmundoqueteameytecompadezca.

¡Leonor!repusoElviraapoyandosufrenteenelhombrodesuamiga,sinpodercontenermástiempolosimpulsosdesuternura.¡Ah!¡Cuántotiempo,cuánto tiempo he pasado sin que una voz dulce como la tuya regalase micorazón! ¡Cuán largos se me han hecho los días en mi soledad! Pero solocuandosehanpasadodíasydíaseneldesiertoyenelsilencio,cuandosehasidounobjetodeodioyterrorparasussemejantes,cuandolanaturalezaseha

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mostrado a nuestros ojos yerma, sola, y sin ofrecer un árbol a cuya sombrareposarsedelasfatigasdeunalargaypenosaperegrinación,soloentoncessepueden valuar justamente las dulzuras, las delicias de la amistad. ¡Dichososaquellosquesinpecar,nifaltaralosvotosquecontrajeron,puedendesahogarsualmaen ladesuamigo,ysentircaerensucorazónheridogotaagotaelbálsamosuavísimodelconsuelo!Peroyo,añadióempujandodesíaLeonor,ycomohorrorizándosedesímisma,yoheatraídosobremílamaldicióndeunDioscoléricocontraelperjuro.Laamistadenmíesuncrimen;yohejuradoolvidarelmundo,olvidarmehastademiexistencia.¡Infeliz!¡Infeliz!¡Yohequebrantadomisvotos!¡Ah,hermanomío!¡Yoqueloshiceporti,comosiyono tuviera nada que reconvenirme! El Señor ha castigado mi orgullo ydebilidad.¡Ytútambién,Leonor,túquieressacrificartepormí,ytomarparteen mis miserias y penitencias!…Dulce, dulcísimo seria para mí, sin duda,tenerconmigoquiencomprendiese lavozdemicorazón…Diosmío, recibebenigno esta privación, lamás cruel que puedo imponerme, en descargo demispecados.

—No,Leonor,continuómástranquila,aunqueensuvoztrémulasenotabasu agitación; para ti sería un sacrificio inmenso, para mí una culpaimperdonable si yo continuase con tu amistad. Nosotras no volveremos avernos;unacasualidadfuecausaquenoshalláramos;estabóvedanoestálejosde lacuevade losbandidos;yopasécercadeellosaquellamañana,y lesoíhablardemihermano; curiosade saber susmaquinaciones,meoculté a susespaldasentrelosárboles.Desdeallíoíasucapitánquecomunicabasuplanaunodelossuyos.¡Ah!Dioscondujoallímispasosparaimpediramihermanoque consumase el crimen que había pensado. Tú ibas a ser entregada a suvoluntadparasatisfacersutorpeza,oaservíctimadesufuria.ElSeñorpusosufortalezaenmicorazón,eligiendoparasalvartedemanosdelosforajidosaunamujerdébilquelosaterróconsolounamáscara,comosihubiesellevadoconsigounejércitopoderoso.

—¡Oh!sí,exclamóLeonor,yotedebomásquelavida,puestoquetedebomihonra.Túqueteexpusistetantopormí,¿cómopodréyopagarte?

—Leonor,dijoElviracontonosolemne,noblasfemes:soloalquevelasincesar sobre los oprimidos debes tu salvación; a él debes dar gracias en tusoraciones.Yofuilamanodequesevalióensubenignidad,ynocorríriesgoalguno,cubierta,comoiba,conelescudodesuomnipotencia.

—Puesbien, la respondióLeonor,yoaquícontigose las tributaré,ymisoraciones,juntamenteconlastuyas,volaránhastasutronocomounanubedearomas.Tubocamáspuraquelamía…

—Leonor, interrumpió su amiga, no adules mi vanidad; yo soy un vilgusano como tú delante del Altísimo ¿Quién osa hablar delante de él de

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pureza? ¿Yo que he quebrantadomis votos solo por unmomento de deleitemundano?¡Ah!…

Diciendoesto,susojossalierondesusórbitas,alzóambasmanosalcielo,ypareciócomoarrobadayfueradesíalgúntiempo.Pocodespuésdoblólasrodillasdelantedelcrucifijo,oró,besólatierraydiomuestrasdeunverdaderoarrepentimiento,ysintiéndosemástranquilaselevantódenuevoyseacercóaLeonor,quehabíacontempladosuéxtasisensilencio.

—Esprecisoquenosseparemos,dijoconelacentomelancólicoquedabaalgunas veces a sus palabras; es preciso: yo cometería un pecadoimperdonablesitetuviesemástiempoconmigo,yporotraparte,tútienesunhermanoquetehabuscadoconansia,yqueahoramásquenuncanecesitadetu cuidado. Tienes cien lanzas en tu castillo que te defenderán de tusenemigos, y no te has obligado como yo a vivir sola, y a olvidar y a serolvidadadetusamigos.Tujuventudnodebemarchitarseenundestierrocomolamía;tucorazónpuedeabrirsesinpecaratodaslassensacionesmásdulcesquehacenlasdeliciasdelosmortales;elmíodebecerrarseaunparalasmásinocentes;si,Leonor,aunparalasmásinocentes.Cuandoyotehevistoestosdíasenfermasobreesapaja,teheestrechadomilvecescontramipecho,tehemirado como ami única joya en el desierto, y he pecado. ¡Ah! tú no sabesahoracuánto,cuántomecuestasepararmedeti;peroespreciso:seriaenmíunespantosocrimenrecibirotravezunacariciatuya.

— ¡Ah! exclamó Leonor conmovida, yo no te abandonaré, yo no mesepararédeti.

—No hay remedio, Leonor, repuso Elvira con resignación: Dios me lomanda.

—Yo vestiré como tú un cilicio, respondió Leonor, y su clemencia teperdonará.

—Tuhermanoestáherido,dijoElvira,ytellamatalvezenestemomentodesdesulecho.

— ¡Herido! exclamó Leonor, vamos, sí, que yo le vea; ¡mi hermanoherido!Perocontinuódirigiéndoseasuamiga,túmedejarásquevengaalgunavezalloraraquícontigo,aconsolarte,Elviramía.

—No, jamás, respondió Elvira haciendo un esfuerzo, jamás: cuando túhayassalidodeaquíolvídame;yotelopidopormiamistad.Nomás,Leonor,continuó alargando su mano hacia su boca, viéndola en ademan deinterrumpirla.Nomás:olvídame:¡cúmplaselavoluntaddeDios!!!!Lanochedebeyahabercubiertoelmundoconsuoscuridad,puesnopenetraningunaluzporlasaberturasdeltecho.Tuhermanoestáherido,ven,sígueme.

Page 128: Sancho Saldaña o El Castellano de Cuéllar. Tomos I y II

Diciendo esto tomó de la mano a Leonor, que inquieta por la salud deHernandonohizomásresistencia,yguiándolaatientasporelarruinadoarcopor donde se salía de la bóveda, Elvira empujó una piedra que cediódócilmente a su impulso, sintieron el aire del campo, y ambas tomarontristementeelcaminodesucastillo.

FINDELTOMOSEGUNDO.

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