Selección de Escritos de John Stuart Mill

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    SELECCIN DE ESCRITOS DE

    JOHN STUART MILL

    Juan Cachanosky*

    moso economista y filsofo James Mill (1773-1836), lo someti a un in-tenso ritmo de educacin. Empez a aprender griego y aritmtica a los tresaos, latn a los ocho y al poco tiempo geometra, lgebra, qumica y fsi-ca; a los doce aos tuvo que aprender lgica y a los trece economa. El si-guiente prrafo de suAutobiografadeja entrever el rigor de la enseanza:

    Fue en el ao 1819 cuando me hizo seguir un curso completo

    de economa poltica. Su ntimo y entraable amigo, Ricardo,haba publicado poco antes el libro que hizo poca en laeconoma poltica; libro que nunca se hubiera escrito nipublicado, a no ser por las splicas y el fuerte estmulo de mipadre... An no haba aparecido un tratado didctico queincorporara las doctrinas de aqulla, en forma apropiada para

    Licenciado en Economa de la UCA. Doctor en Economa delInternational College, California. Ha sido asesor econmico de la SociedadRural Argentina. Es investigador del Departamento de Investigaciones deESEADE. Profesor adjunto de Poltica Econmica Argentina en la UBA. Hapublicado varios estudios e investigaciones sobre temas econmicos yepistemolgicos. Autor del libro Reflexiones sobre la Inflacin.

    ohn Stuart Mill (1806-1873) naci en Londres. Su padre, el fa-J

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    escolares. Mi padre comenz, pues, instruyndome en esta

    ciencia por medio de una especie de conferencias que me daba ennuestros paseos. Cada da expona una parte del asunto, y al si-guiente le entregaba yo un resumen escrito de sus explica-ciones, que l me haca escribir una y otra vez hasta que que-daba claro, preciso y bastante completo. De esta manera recorrtoda la ciencia; y el conjunto de mis diarios resmenes escritosle sirvieron despus como notas para escribir suElements ofPolitical Economy.Despus de esto le a Ricardo, dando cada

    da un informe de lo que haba ledo y discutido... los puntoscolaterales que se ofrecan en nuestro camino, a medida queprogresbamos.Sobre el dinero, por ser la parte ms intrincada de la materia,me hizo leer de la misma manera los admirables folletos deRicardo, escritos durante... la controversia sobre los metalespreciosos; a stos sigui Adam Smith; y... uno de los finesprincipales de mi padre era hacerme aplicar a las opiniones mssuperficiales de Adam Smith sobre economa poltica losrazonamientos mucho ms profundos de Ricardo, y descubrir loque hubiera de engaoso en los argumentos de Smith, y deerrneo en algunas de sus conclusiones. Este mtodo deenseanza estaba muy bien calculado para formar un pensador;pero para llevarlo a cabo se precisaba un pensador tan discreto yvigoroso como mi padre. El camino era espinoso, aun para l,y sin duda lo era para m, a pesar de lo mucho que me inte-resaba el asunto. Con frecuencia se irritaba ms de lo razonable

    por mis fracasos cuando no poda esperarse el xito; pero, enesencia, su mtodo era bueno y dio resultado.

    En 1820, Mill fue enviado a Francia para completar su educacin,donde "paso algn tiempo en casa de M. Say, el eminente economistapoltico, amigo y corresponsal" de James Mill. En 1823, siguiendo lospasos de su padre, comienza a trabajar en la East India Company retirndoseen 1858. En 1828 llega a sus manosSistema de Poltica Positiva de A..

    Comte; este libro tuvo una gran influencia sobre el pensamiento de Mill.Dos aos ms tarde viaja nuevamente a Pars donde conoce a un grupo desansimonianos que tambin tuvieron influencia en su pensamiento. En1831 conoce a la seora Harriet Taylor (1807-1858) quien, como l mismoseala, fue "inspiradora y autora en parte de lo que hay de mejor en mis

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    obras". Cuando sta enviuda, veinte aos ms tarde, contrae matrimoniocon Mill.

    Entre 1865 y 1868 Mill form parte de la Cmara de los Comunes.Muri en 1873 en Avignon, donde viva su hijastra, quien pocos mesesms tarde public suAutobiography.

    Las obras escritas por J. S. Mill fueron:System of Logic (1843);Essays On some Unsettled Questions Of Political Economy (1844);Principles of Political Economy (1848); Thoughls On Parliamentary

    Reform (1859); Essays On Liberty (1859); Considerations On Represen-tative Goverment (1861); The Utilitarism (1864);Examination Of SirWilliam Hamilton's Philosophy(1865);A. Comte and Positivism (1865);

    England and lreland(1868);The Subjection Of Women (1869); Chaptersand Speeches On The Irish Land Question(1870).

    A pesar de su gran inteligencia y preparacin, J. S. Mill fue unhombre cuyo pensamiento era fcilmente influido por terceros. As, en unprincipio, su padre, Bentham, Ricardo y Say influyen sobre sus ideas.Durante su visita a Francia los sansimonianos agregan su pane alpensamiento de Mill; con la lectura de Comte ocurre algo extrao: si bien

    realiza una crtica al pensamiento del filsofo francs, no deja de haber unagran admiracin por sus ideas. Finalmente, Harriet Taylor fue la quetermina ejerciendo una poderosa influencia, como l mismo lo admite, enespecial respecto del laissez-faire.Es bajo la influencia de H. Taylor queMill comienza a abandonar ciertas ideas del liberalismo y gira lentamentehacia propuestas de reformas sociales.

    Como se puede observar en los ttulos de sus libros, Mill ha escritosobre una variedad de temas de ciencias sociales sin concentrarse en uno

    determinado, aunque su fama se debi principalmente a los escritos eco-nmicos. Sus principales ideas son las siguientes:

    1) Mtodo de las ciencias sociales: J. S. Mill era un decidido partidariodel dualismo metodolgico. Pensaba que el mtodo exitoso de lasciencias naturales (segn l el inductivo) no era viable en las cienciassociales, stas deban apelar al mtodoa priori,y aclaraba que "Porel mtodoa prioriqueremos decir... razonar a partir de hiptesis

    asumidas; que no es una prctica confinada a la matemtica, pero esla esencia de toda ciencia que admite un razonamiento general". Conesta posicin, Mill se alinea con Jean-Baptiste Say (1767-1832),Nassau W. Snior (1790-1864) y John E. Cairnes (1823-1875),siendo los pioneros en hablar y sealar los problemas metodolgicosde las ciencias sociales y en especial de la economa. La misma

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    lnea de pensamiento ser seguida y modificada aos ms tarde por

    Carl Menger (1840-1921) y Ludwig von Mises (1881-1973).2) El utilitarismo: Para Mill, el fundamento de los derechos morales se

    encuentra en la utilidad de los mismos: "Pienso que tener un derechoes tener algo cuya posesin la sociedad debe defender. Si el objetantesigue preguntando por qu?, no puedo darle otra razn que la de lautilidad general". Mill comparte el pensamiento de Bentham de quelos valores morales, aunque hayan tenido su nacimiento en lareligin, podan reducirse a fenmenos puramente seculares. En suensayoUtility of Religin, de su libro Three Essays on Religin,sostiene que a medida que el utilitarismo vaya siendo refinado irreemplazando a la religin en los fundamentos de las leyes morales.

    3) La libertad individual: El hecho de que Mill se haya percatado de queun gobierno popularmente elegido no es una garanta de las li-bertades individuales le hizo defender con gran vehemencia laimportancia de las mismas. En especial cabe hacer referencias a suelocuente defensa de la libertad de pensamiento y expresin en suensayoOn Liberty.Las minoras, aun cuando se trate de un soloindividuo, tienen tanto derecho como las mayoras ms poderosas aescribir y hacer escuchar sus pensamientos.El libre desarrollo de la individualidad, siempre que no vaya en contrade derechos de terceros, no slo permite a cada individuo vivir supropia vida como mejor le plazca, sino adems es socialmenteprovechoso porque ayuda al progreso de nuestros semejantes. So-

    lamente respetando la libertad individual es como podemos llegar anuestro mximo bienestar. Esto no implica que Mill no creyera encieas injusticias que el gobierno deba corregir, pero estas co-

    rrecciones, segn l, no eran para disminuir la libertad individualsino para incrementarla. Por ejemplo, consideraba injusto quealguien recibiera un ingreso sin haberlo ganado, lo que lo lleva a serpartidario de un impuesto a la herencia.

    4) El gobierno representativo: Si bien su libro Considerations onRepresentative Govermentno parece haber alcanzado la importanciade los escritos de Locke, Hume y De Tocqueville, no por ello deja deser una de las mejores defensas de un sistema de gobierno demo-crtico representativo. Para Mill, todos los sectores deban tener unarepresentacin proporcional a su importancia en el Parlamento. Si

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    bien las mayoras seran las que en la prctica tendran el poder de

    decisin, las minoras podran hacer escuchar sus razones dedesacuerdo con las leyes votadas; Mill sostena que slo los propiosinteresados son capaces de defender sus derechos con la elocuencianecesaria.

    5) La economa:Loseconomistas clsicos, en especial Adam Smith yDavid Ricardo, crean inquebrantablemente que las leyes econmicasno eran producto del invento humano sino consecuencias de la

    conducta humana que provocaban algo as como leyes naturales quelos hombres deban "descubrir" pero que de ninguna manera podan"inventar". Los clsicos, en especial Ricardo, lamentablemente di-vidieron el estudio de la economa en dos partes: 1) las leyes de laproduccin y 2) las leyes de la distribucin. Hoy en da sabemos queesta divisin es errada, que estas dos cosas no son ms que dos carasde una misma moneda, que las dos se dan simultneamente. John S.Mill, basndose en esta distincin, introduce una reforma impor-tante. Mill crea que esas leyes naturales de los clsicos eran vlidasslo para la parte de la produccin pero no para la parte de la dis-tribucin, y as llega a convencerse de que el Parlamento puedelegislar para lograr una distribucin de la produccin ms equitativa.

    En esta seleccin de John Stuart Mill se cubren los siguientestemas: 1) La Libertad de Pensamiento y Discusin; 2) La Superioridad delGobierno Representativo; 3) Las Democracias Falsas y Verdaderas; 4) El

    Laissez-faire;5) Lmites alLaissez-faire,y 6) El Consumo y la Produccin

    (la "ley de Say"). Al principio de cada seccin se seala el libro de dondefue extrado, y las pginas se indican al final de cada prrafo.

    De la Libertad de Pensamiento y Discusin

    Libertad, Gobierno Representativo, Esclavitud Femenina

    Generalmente hablando, no es de temer, en un pas constitucional,que el gobierno (sea o no completamente responsable ante el pueblo)

    *Madrid: Editorial Tecnos.

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    intente con frecuencia fiscalizar la expresin de la opinin, a no ser que alobrar as se haga rgano de la intolerancia general del pblico.

    Supongamos, pues, que el gobierno y el pueblo estn identificados,y que aqul no intente jams ejercer ninguna coaccin a menos que no seade acuerdo con lo que l estime como la voz del pueblo. Pues bien, yoniego al pueblo el derecho de ejercer tal coaccin por s mismo o por sugobierno; este poder de coaccin es ilegtimo. El mejor gobierno no puedeejercer ms derechos que el peor; es tan perjudicial, o aun ms, la coaccinimpuesta de acuerdo con la opinin pblica que la que se ejerce contra ella.Si toda la especie humana, menos una persona, fuese de un mismo parecery solamente sta fuese de parecer contrario, el imponerle silencio sera taninjustificable como el imponer silencio a toda la especie humana, si esto enese caso fuese posible. Si una opinin fuese una posesin personal que notuviese valor ms que para el poseedor, y el ser perturbado en el goce de estaposesin ocasionase solamente un perjuicio personal, se podra marcar unadiferencia entre el perjuicio infligido a pocas personas o a muchas. Pero loque hay de particular al imponer silencio a la expresin de una opinin esque esto constituye un robo a la especie humana, a la posteridad tanto como

    a la generacin existente, a los que se apartan de dicha opinin aun ms quea los que la sostienen. Porque, si esta opinin es justa, se les priva de unaposibilidad de abandonar el error por la verdad, y si es falsa pierden lo queconstituye un beneficio tan grande casi como el anterior; la percepcin msclara y la impresin ms viva de la verdad, producida por su colisin con elerror.

    Es necesario considerar separadamente esta hiptesis de cada una delas que corresponde una serie distinta de argumentos. No podemos jams

    tener seguridad de que la opinin que tratamos de ahogar sea falsa, y, auncuando de ello estuvisemos seguros, el ahogarla sera un mal.En primer lugar, la opinin que se trata de hacer desaparecer por la

    autoridad puede muy bien ser verdadera: los que lo desean ponen en duda,naturalmente, su certidumbre, pero no son infalibles. No tienen el poder dedecidir la cuestin para todo el gnero humano ni pueden negar a los demsiguales condiciones de juicio que las suyas. Impedir que se conozca unaopinin porque se asegura su falsedad es afirmar que se posee la certidumbre

    absoluta. Siempre que se ahoga una discusin se afirma por este solo hechola propia infalibilidad: la condenacin de tal procedimiento descansa sobreeste argumento... (pp. 55-56.)

    La objecin que se har probablemente a este argumento podra quiztomar la forma siguiente. No hay mayor pretensin de infalibilidad ensuscitar obstculos a la propagacin del error que en cualquier otro acto de la

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    autoridad. El juicio se ha dado a la humanidad para que de l se sirva; peroporque pueda hacerse de l un mal uso, habr que decir a los hombres queno se sirvan de l para nada? Prohibiendo lo que creen perjudicial no pre-tenden estar exentos de error, no hacen ms que cumplir el deber obligatoriopara ellos (aunque sean falibles) de obrar segn el dictado de su conciencia.Si no debisemos obrar jams segn nuestras opiniones, porque puedan serfalsas, descuidaramos nuestros intereses y el cumplimiento de nuestrosdeberes. Una objecin aplicable a toda conducta en general puede no ser unaobjecin slida contra ninguna conducta particular. El deber de losgobernantes y de los individuos es formar las opiniones ms ciertas que seaposible, formarlas cuidadosamente y no imponerlas jams a los otros sinestar completamente seguros de la razn. Pero estando seguros (as hablannuestros advrsanos) no es escrpulo de conciencia sino poltronera el noobrar segn sus opiniones y dejar propagar libremente doctrinas que enconciencia se estiman peligrosas para el bienestar de la humanidad, ya eneste mundo, ya en el otro; y todo esto porque otros pueblos, en pocasmenos ilustradas, han perseguido opiniones que hoy se creen verdaderas...

    Loshombres y los gobiernos deben proceder lo mejor que puedan. No exis-

    te la certidumbre absoluta, pero la que hay ofrece bastante seguridad para lasnecesidades de la vida. Por lo tanto, podemos y debemos proclamar quenuestra opinin, siendo verdadera en este sentido, puede regir nuestrospropios actos, y no hacemos nada de ms al impedir que se pervierta lasociedad por la propagacin de opiniones que consideremos falsas yperniciosas.

    Yo respondo que esto es ir demasiado lejos. Hay una gran diferenciaentre presumir que una opinin es cierta, porque no ha sido refutada en

    todos los casos que se han presentado, y afirmar su verdad a fin de nopermitir su refutacin. La libertad completa de contradecir y desaprobarnuestra opinin es la condicin necesaria para que podamos afirmar sucerteza en la prctica de la vida; el hombre no puede por ningn otro pro-cedimiento tener la segundad racional de que posee la verdad.

    Cuando consideramos la historia de la opinin o la ordinaria conduc-ta de la vida humana, a qu puede atribuirse que una y otra no sean peoresde lo que son? No, ciertamente, a la fuerza inherente a la inteligencia

    humana, pues sobre cualquier asunto que no es evidente de suyo, de cadacien personas slo hay una en disposicin de poder juzgar acertadamente; yla capacidad de esta persona no es ms que relativa, porque la mayora de loshombres eminentes de las generaciones pasadas han sostenido muchasopiniones consideradas hoy como errneas, y hecho o aprobado cosas que enla actualidad no habra quin justificara.

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    Cmo se explica entonces que en la especie humana preponderen las

    opiniones y la conducta racional? Si esta preponderancia existe realmentelo que debe suceder, a menos que los negocios humanos no estn y nohayan estado siempre en una situacin casi desesperada es debido a unacualidad del espritu humano, la fuente de todo lo que hay de respetable en elhombre, ya como ser moral, ya como ser intelectual, a saber: que suserrores son corregibles. El hombre es capaz de rectificar sus equivocacionespor la discusin y la experiencia. No por la experiencia solamente: esnecesaria la discusin para mostrar cmo debe interpretarse la experiencia.

    Las opiniones y las costumbres ceden gradualmente ante los hechosy los argumentos; pero para que los hechos y los argumentos produzcanalguna impresin sobre el espritu es necesario que se expongan. Muypocos hechos pueden decimos su historia sin los comentarios convenientespara evidenciar su significacin. Toda la fuerza y el valor del juicio delhombre descansan sobre la propiedad que posee de poder rectificar su caminocuando se extrava; no podemos, por consiguiente, conceder a los hombresalguna confianza ms que cuando se hallan en condiciones de poder rectificar

    sus juicios con facilidad. Por qu procedimientos llega un hombre a esteresultado? Pues tan slo prestando atencin a toda crtica formulada sobresus opiniones y sus actos y teniendo por costumbre escuchar todo lo quecontra l pudiera decirse, aprovechndolo siempre que sea justo, ypresentando en ocasiones a su propio criterio y al de los dems la falsedad delo que no es ms que un sofisma, y comprendiendo que el nico medio queel ser humano tiene a su alcance para llegar al conocimiento completo dealgo es escuchar lo que puedan decir las personas de opiniones diversas, yestudiar todos los aspectos en que puede considerarse por las diferentesclases o modos de ser del espritu humano. Jams ningn sabio lleg aadquirir su ciencia de otro modo, ni hay en la naturaleza de la inteligenciaotro procedimiento para conocer la verdad.

    El hbito constante de corregir y completar su opinin, compa-rndola con otras, lejos de causar duda y vacilacin para ponerla en prctica,es el nico fundamento estable de una justa confianza en dicha opinin.

    En efecto, el hombre prudente que conoce todo lo que puede decirsecontra l, segn todas las hiptesis probables; que ha asegurado su posicin

    contra cualquier adversario, que, lejos de evitar las objeciones y lasdificultades, las ha buscado, y no ha desperdiciado nada de lo que pudieradarle luz sobre la materia, tiene derecho a pensar que su juicio vale ms queel de cualquier otra persona o que el de la multitud que no ha procedido deeste modo.

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    No es, pues, demasiado el pedir que se impongan al pblico... lasmismas condiciones que los hombres de ciencia consideran... como ga-rantas necesarias de su propia confianza. La ms intolerante de las Iglesias,la Iglesia Romana, al proceder a la canonizacin de un santo admite yescucha pacientemente al abogado del diablo. Es decir, que a los hombresms santos no se les pueden conceder los honores postumos sino despusde haber conocido y analizado todo lo que de ellos puede decir el diablo...(pp. 56-59.)

    Es extrao que los hombres reconozcan el valor de los argumentosen favor de la libertad de discusin y que les repugne llevarlos hasta sultima consecuencia, no advirtiendo que, si las razones no son buenas paraun caso extremo, no valen nada en ningn otro momento. Tambin es deextraar que, no proclamndose infalibles, cuando reconocen que la dis-cusin debe ser libre sobre todo aquello que aparezca dudoso, pretendan almismo tiempo colocar por encima de toda discusin una doctrina o unpunto particular por ser verdaderamente cierto. Tener algo por cierto, mien-tras exista un solo ser que lo negara si pudiera, pero a quien se le impidehacerlo, es afirmar que nosotros somos los jueces de la verdad, pero jueces

    que resuelven la cuestin sin escuchar a una de las partes. (pp. 54-59.)

    La Superioridad del Gobierno Representativo

    Libertad, Gobierno Representativo, Esclavitud Femenina

    Se ha repetido durante largo tiempo (puede decirse que casi desde que

    existe la libertad inglesa hasta ahora) que si se encontrase un buen dspotala monarqua desptica sera la mejor forma de gobierno; considero estocomo una concepcin radicalmente falsa y perniciosa de lo que es una buenaforma de gobierno, y hasta que nos hayamos penetrado de su error viciarfatalmente todas nuestras especulaciones relativas al asunto.

    Supnese que, en manos de un individuo eminente, asegurara elpoder absoluto el cumplimiento virtuoso e inteligente de todos los deberesdel gobierno. Se estableceran buenas leyes y se reformaran las malas:

    proveeranse los cargos de confianza con los hombres de mayor mrito; lajusticia sera bien administrada; los impuestos, ligeros y equitativamenterepartidos, y todas las ramas de la administracin dirigidas con tanto aciertocomo lo permitiesen las circunstancias nacionales y el grado de culturamoral e intelectual del pas. Sea; quiero concederlo todo, pero debo

    demostrar cun grande es la concesin y que para aproximarse siquiera a los

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    resultados expuestos se necesitan muchas cosas que no encierran la simple

    expresin "un buen dspota". El hecho es que para realizar todas esascondiciones hace falta un monarca que no solamente sea bueno, sino seacapaz de verlo y examinarlo todo. Debe hallarse informado exacta y mi-nuciosamente de cmo son dirigidas y funcionan todas las ramas de laadministracin en todas las partes del reino: durante las veinticuatro horasdel da, que es el plazo de que dispone el rey como el ms simple artesano,ha de otorgar a cada esfera de tan vasto campo una parte suficiente deatencin y vigilancia. Por lo menos debe ser capaz de distinguir y elegir en

    la masa de sus subditos no slo gran nmero de hombres honrados e in-teligentes, aptos para dirigir (mediante inspeccin e intervencin) las di-versas ramas de la administracin pblica, sino, adems, el pequeo nmerode personas eminentes, por sus virtudes y talentos, capaces de obrar sin esavigilancia y aun de ejercerla sobre los dems. Para cumplir esta misin deun modo recomendable son precisas facultades tan grandes y una energa tanextraordinaria que casi es imposible suponer al buen dspota en cuestinconsintiendo en encargarse de ella como no sea para librar al pueblo de

    males intolerables o para prepararlo a algn otro estado.Pero la discusin puede sostenerse sin este prodigioso tem. Su-pongamos vencida la dificultad. Qu tendremos entonces? Un hombre deactividad intelectual sobrehumana dirigiendo todos los asuntos de un pueblointelectualmente pasivo. La nacin como colectividad y los individuos quela componen no tienen ninguna influencia sobre su propio destino. Carecende voluntad en lo relativo a sus intereses colectivos. Una voluntad que no esla suya, y a la cual no pueden desobedecer sin incurrir en un crimen legal,lo resuelve todo por ellos. Qu clase de hombres pueden formarse bajoparecido rgimen? Cul es el desenvolvimiento de sus facultades in-telectuales y activas? Se les consentir tal vez meditar sobre materias pura-mente tericas, en tanto que sus especulaciones no toquen a la poltica y,sobre todo, a la poltica prctica. Se sufrir acaso algunas sugestiones sobrelos negocios pblicos, pero aun bajo el ms moderado de los dspotas slolos hombres de superioridad ya reconocida o acreditada pueden esperar quesus indicaciones sean no tomadas en consideracin, sino simplementeconocidas de aquellas que dirigen al gobierno. Es preciso que un hombreposea en grado extraordinario el gusto del trabajo intelectual por s mismosi se toma la pena de reflexionar con la certidumbre de no producir ningnresultado exterior o si se prepara para funciones que nunca han de serleposible ejercer. Lo que impulsa a los hombres a esfuerzos intelectuales(excepcin hecha de reducido nmero de espritus) es la perspectiva de re-coger frutos prcticos... (pp 176-177.)

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    condenarla como una doctrina de egosmo universal. A esto podemos

    contestar que, cuando cese de ser cierto que la mayor parte de los hombresantepongan su conveniencia a la de los dems, y la de aquellos que estnestrechamente ligados con ellos, a la del resto, el comunismo ser el nicogobierno posible. No creyendo, por mi parte, en el egosmo universal, nonegar que el comunismo no sea practicable desde ahora entre lo ms selectode la sociedad, y que algn da no pueda serlo en toda ella. Pero como estaopinin no goza del favor de los defensores de las instituciones actualesquizs stos, al censurar la doctrina del predominio general del egosmo, se

    hallen en el fondo perfectamente de acuerdo con ella. Sin embargo, no espreciso extremar tanto las ideas para fundar el derecho que a todos asiste deintervenir en la gobernacin del Estado. Bstanos observar que cuando elpoder reside exclusivamente en una clase sta sacrifica a sus intereses aciencia y conciencia a todas las dems. Sbese que, ausentes sus defensoresnaturales, el inters de las clases excluidas corre siempre el riesgo de serolvidado o pospuesto, y aunque se trate de tomarlo en consideracin nuncase le atiende como cuando se halla bajo la salvaguardia de las personas aquienes directamente afecta. En nuestro pas, donde puede considerarse a lasclases obreras como excluidas de toda participacin directa en el gobierno,no creo sin embargo, que las clases que lo poseen tengan, por regla general,el intento de sacrificar a aqullas.Lohan tenido otras veces; a saber, losesfuerzos que han hecho durante tanto tiempo para rebajar los salarios pormedio de la ley. Pero hoy han modificado sus miras habituales y han hechovoluntariamente sacrificios considerables, sobre todo desde el punto de vistade sus intereses pecuniarios en provecho de dichas clases, inclinndose,quiz demasiado, a una beneficencia prdiga y ciega. No creo tampoco quehaya habido nunca gobiernos inspirados por un deseo ms sincero decumplir su deber para con los ms humildes de sus compatriotas. Sinembargo, acaso el Parlamento o alguno de sus miembros se coloca jamsen la situacin de un obrero para estudiar cualquier cuestin que a losmismos afecta? Cuando se discute un asunto de esta clase, lo mira alguiende distinta manera que los patronos? No digo que, en general, sean ms

    justas las apreciaciones de los obreros, pero a veces lo son tanto, por lomenos, y su opinin debiera escucharse respetuosamente; al paso que no

    slo no es atendida, sino hasta es ignorada. En la cuestin de huelgas nohay quiz miembro importante del Parlamento que no d la razn a lospatrones y crea buenamente absurdas las razones que alegan los obreros. Noobstante, los que han estudiado esas cuestiones saben cun lejos est esto deser cierto y que seran discutidas de distinto modo, y mucho menossuperficialmente, si los obreros pudiesen hacer or su voz en el Parlamento.

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    Por intencin sincera que se tenga de proteger los intereses ajenos no esseguro ni prudente ligar las manos a sus defensores natos; sta es condicininherente a los asuntos humanos; y otra verdad ms evidente todava es queninguna clase ni ningn individuo operar, sino mediante sus propiosesfuerzos, un cambio positivo y duradero en su situacin. Bajo la influenciareunida de estos dos principios en todas las comunidades libres ha habidomenos crmenes e injusticias sociales y mayor grado de prosperidad yesplendor que en las dems, y que en ellas mismas, despus de haber perdidola libertad... (pp. 180-183.)

    Ahora bien, no puede dudarse en modo alguno que el gobierno deuno solo o de un pequeo nmero sea favorable al tipo pasivo de carcter,mientras que el gobierno de la mayor parte es favorable al tipo activo. Losgobiernos irresponsables se hallan ms necesitados de la tranquilidad delpueblo que la de cualquier actividad que no est en sus manos imponer ydirigir. Todos los gobiernos despticos inculcan a sus subditos la precisinde someterse a los mandatos humanos como si fueran necesidades de lanaturaleza. Se debe ceder pasivamente a la voluntad de los superiores y a laley como expresin de esta voluntad.

    Pero los hombres no son puros instrumentos o simples maquinariasen manos de sus gobiernos cuando poseen voluntad, ardor o una fuente deenerga ntima en su conducta privada; ahora bien, toda manifestacin deestas cualidades, en vez de ser alentadas por el dspota, debe mendigar sucondescendencia. Pero cuando los gobiernos irresponsables no temen de-masiado las consecuencias peligrosas de la actividad intelectual de sus sub-ditos para intentar sofocarla, la misma situacin de stos es una represin.

    Entre la sumisin a la autoridad de otro y las virtudes de imperio

    sobre s mismo y de esperanza en los propios recursos hay incompatibilidadnatural, siendo sta ms o menos completa segn la servidumbre es ms omenos estrecha. Los gobiernos difieren mucho en el grado en que cohiben laaccin libre de los particulares. Pero es sta una diferencia de grado y no deprincipio: y los mejores dspotas son frecuentemente los que ms encadenanla iniciativa de sus subditos. Un mal dspota puede hallarse dispuesto adejar al pueblo tranquilo una vez cubiertas sus aspiraciones personales; perouno bueno procura incesantemente labrar su felicidad, obligndole a hacer lo

    que debiera ser obra exclusiva suya, de la manera que estime mejor. Losreglamentos que sujetan a procedimientos fijos las ramas ms importantesde la industria francesa fueron obra del gran Colbert. Muy distinto es elestado de las facultades humanas all donde el hombre no tene ms frenoque las necesidades de la naturaleza o las leyes de la sociedad, leyes que l hahecho, y que si son malas puede condenar en voz alta trabajando en su

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    reforma. Sin duda, con un gobierno parcialmente popular es posible queesta libertad sea ejercida por aquellos mismos que no gozan de todos losprivilegios de los ciudadanos. Pero todos nos sentimos con ms fuerza acoadyuvar a nuestro bien y a confiar en nuestros medios cuando estamos alnivel de los dems, cuando sabemos que el resultado de nuestros esfuerzosno depende de la impresin que podemos producir sobre las opiniones ydisposiciones de una corporacin de que no formamos parte. Desalienta alos individuos, y ms aun, a las clases, verse excluidos de la Constitucin,hallarse reducidos a implorar a los arbitros de su destino sin poder tomarparte en sus deliberaciones: el efecto fortifcante que produce la libertad noalcanza su mxima sino cuando gozamos, desde luego, o en perspectiva, laposesin de una plenitud de privilegios no inferiores a los de nadie... (pp.187-188.)

    Segn las consideraciones antedichas es evidente que el nicogobierno que satisface por completo todas las exigencias del estado social esaquel en el cual tiene participacin el pueblo entero; que toda participacin,aun en las ms humildes de las funciones pblicas, es til; por tanto, debeprocurarse que la participacin en todo sea tan grande como lo permita elgrado de cultura de la comunidad; y, que, finalmente, no puede exigirsemenos que la admisin de todos a una parte de la soberana. Pero puesto queen toda comunidad que exceda los lmites de una pequea poblacin nadiepuede participar personalmente sino de una porcin muy pequea de losasuntos pblicos, el tipo ideal de un gobierno perfecto es el gobiernorepresentativo, (p. 189.)

    De las Democracias Falsas y de la Verdadera

    Libertad, Gobierno Representativo, Esclavitud Femenina

    Pero hay una consideracin que es preciso no perder de vista y quemodifica mucho las circunstancias en que esta restriccin (el lmite alcarcter democrtico de la representacin) parece necesaria. Una democraciacon derechos iguales y umversalmente reconocidos en una nacin cuya

    mayora numrica se componga de una sola y misma clase, va siempreacompaada de notables inconvenientes; pero lo que agrava con-siderablemente estos males es la falta de igualdad en las democracias quehoy existen; vese en ellas hasta una desigualdad sistemtica en favor de laclase dominante. Confndense dos ideas muy distintas bajo la palabra"democracia". La idea pura de la democracia, segn su definicin, es el

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    gobierno de todo el pueblo por todo el pueblo igualmente representado. La

    democracia, tal como se concibe y practica actualmente, es el gobierno detodo el pueblo por una simple mayora del pueblo, exclusivamente re-presentada. En el primer sentido, la palabra "democracia" es sinnimo deigualdad para todos los ciudadanos; en el segundo (y se confunden ambos deun modo muy extrao) significa un gobierno de privilegio en favor de unamayora numrica, que, de hecho, es la nica que tiene voz y voto en elEstado. Esta es la consecuencia inevitable de la manera de cmo se recogenlos votos, con exclusin completa de las minoras...

    La minora debe ceder a la mayora; el menor nmero al mayor: estaes una idea sencillsima, y en virtud de ella se cree que no hay queinquietarse por otra cosa, no ocurrindosele a nadie que puede haber untrmino medio entre dar al menor nmero el mismo poder que al mayor, yprescindir completamente de l. En un cuerpo representativo que realmentedelibera, la minora debe quedar supeditada en todas las cuestiones, y en unademocracia donde la igualdad exista (puesto que las opiniones de los elec-tores, si son sinceras y arraigadas, determinan las del cuerpo representativo)la mayora del pueblo, por medio de sus representantes, prevalecer yobtendr el triunfo en las votaciones sobre la minora y sus representantes.Pero se sigue de aqu que la minora ha de carecer por completo derepresentacin? Porque la mayora deba prevalecer sobre la minora, es ne-cesario que la primera tenga todos los votos y la segunda ninguno? Esnecesario que sta no sea ni aun oda? Slo un hbito y una asociacin deideas inmemorables pueden reconciliar a un ser racional con una injusticiaintil. En una democracia realmente igual todo partido, cualquiera sea, debeestar representado en una proporcin no superior, sino idntica al nmero de

    sus individuos. La mayora de representantes debe corresponder a la mayorade electores; pero, por la misma razn, toda minora de electores debe teneruna minora de representantes. Hombre por hombre, la minora debehallarse tan completamente representada como la mayora. Sin esto no hayigualdad de gobierno, sino desigualdad y privilegio: una fraccin del pueblogobierna a todo el resto; hay una porcin a la que se le niega la parte deinfluencia que le corresponde de derecho en la representacin, violando losprincipios de justicia social, y sobre todo el de la democracia, que proclama

    la igualdad como su raz misma y fundamento...Pero no es nicamente la minora la que sufre con esto. La demo-

    cracia as constituida no alcanza su fin ostensible, el de dar siempre el podera la mayora numrica; hace algo muy diferente: lo entrega a una mayora dela mayora que quiz no sea, y frecuentemente no es, ms que una minoraen la colectividad. En los casos extremos es principalmente donde se ve el

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    valor de un principio. Supongamos, pues, que en un pas regido por el

    sufragio igual y universal haya una eleccin disputada en cada colegio, y encada uno se gane la eleccin por una pequea mayora. El Parlamento norepresentar ms que la simple mayora de la nacin. Este Parlamentodiscute leyes y toma medidas importantes bajo la influencia de una simplemayora de su seno. Qu garantas hay de que estas medidas estn deacuerdo con los deseos de la mayora del pueblo? Es probable que la mitadde los electores, vendida en los comicios, sea, si no en su totalidad, en sumayor parte al menos, hostil a esas medidas, habiendo votado contra susautores... Es, pues, posible y aun probable que el criterio que ha prevalecidoagrade solamente a la minora, por ms que constituya la mayora de esaparte de la nacin, a la que las leyes del pas erigen en clase dominante...(pp. 228-230.)

    Ahora el sistema de la representacin proporcional se ha ideado paraobviar ese inconveniente del modo ms perfecto que sea posible en lascircunstancias en que se encuentra la sociedad moderna. (p. 239.)

    El Laissez-faire

    Principios de Economa Poltica

    Llegamos ahora a la ltima pane de nuestra empresa: el estudio... delos lmites de las atribuciones del gobierno; la cuestin de a qu materiaspuede o debe extenderse la intervencin gubernamental en los asuntos de lasociedad, adems de aquellas que forzosamente le incumben. Ningn asunto

    ha sido objeto de ms vivas discusiones en la poca actual; no obstante, lacontroversia ha girado ms bien en torno a ciertos puntos escogidos y slose ha tocado ligeramente el resto del problema...

    Hemos de empezar por distinguir entre dos clases de intervencingubernamental que, aunque pueden referirse a la misma materia, difierenmucho en su naturaleza y efectos, cuya justificacin precisa motivos demuy distinto grado de urgencia. La intervencin puede extenderse hasta elcontrol de la libertad de accin de los individuos. El gobierno puede prohibir

    a todas las personas que hagan determinadas cosas, o darles a elegir entrehacerlas de determinada manera o abstenerse de hacerlas. Esta es laintervencin autoritaria del gobierno. Existe otra clase de intervencin que

    Mxico: Fondo de Cultura Econmica, 1978.*

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    no es autoritaria: cuando un gobierno, en lugar de expedir una orden y

    obligar a cumplirla por medio de castigos, adopta un procedimiento a quetan pocas veces recurren los gobiernos, y del que podran hacerse un uso tanimportante: el de aconsejar y publicar informacin, o cuando el gobierno,dejando a los individuos en libertad de usar sus propios medios en lapersecucin de cualquier objetivo de inters general, no interviene en susasuntos, pero no confa tampoco el objetivo a su cuidado exclusivo, yestablece, paralelamente a sus disposiciones, un medio de accin propio pa-ra la misma finalidad. As, una cosa es mantener una iglesia oficial y otrano tolerar otras religiones, u otras personas que no profesen ninguna reli-gin. Una cosa es establecer escuelas o colegios y otra exigir que no actecomo instructor de la juventud ninguna persona que no tenga una licenciadel gobierno. Puede existir un banco nacional o una fbrica del gobierno sinque ello justifique un monopolio contra los bancos o fbricas privadas...

    Cualquiera sea la teora que adoptemos sobre el fundamento de launin social y sean cualesquieras las instituciones bajo las cuales vivamos,hay alrededor de cada ser humano considerado individualmente un crculo enel que no debe permitirse que penetre ningn gobierno, sea de una persona,de cuantas o de muchas; hay una parte de la vida de toda persona que hallegado a la edad de la discrecin, en la que la individualidad de esa personadebe reinar sin control de ninguna clase, ya sea de otro individuo o de lacolectividad. Nadie que profese el ms pequeo respeto por la libertad o ladignidad humana pondr en duda que hay o debe haber en la existencia detodo ser humano un espacio que debe ser sagrado para toda intrusinautoritaria; la cuestin est dnde ha de ponerse el lmite de ese espacio,cun grande debe ser el sector de la vida humana que debe incluir este

    territorio reservado. Entiendo que debe incluir toda aquella parte que afectaslo a la vida del individuo, ya sea interior, ya sea exterior, ya que no afectaa los intereses de los dems o slo los afecta a travs de la influencia moraldel ejemplo...

    Impedir que uno haga lo que est inclinado a hacer, o que obre deacuerdo con su propio juicio acerca de lo que es conveniente, no slo essiempre fastidioso, sino tiende siempre, por tanto, a impedir el desarrollo deuna parte de las facultades fsicas o mentales, ya sean sensitivas, ya activas,

    y a menos de que la conciencia del individuo se adapte espontneamente a larestriccin legal, participa en mayor o menor grado de la degradacin de laesclavitud. Slo la absoluta necesidad y de ningn modo la simple utilidad,puede justificar una regulacin prohibitoria, a menos que pueda hacerserecomendable por s a la conciencia general, a menos que personas de

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    ordinario bienintencionadas crean o pueden inducrselas a creer que lo que se

    prohibe es algo que ellas no deben querer hacer...Una segunda objecin de carcter general a la intervencin delgobierno es que toda extensin de las funciones que incumben al mismoaumenta su fuerza en forma autoritaria, y aun ms en la forma indirecta desu influencia... La experiencia ensea... que los depositarios del poder queson meros delegados del pueblo, esto es, de una mayora, estn tandispuestos (cuando creen que pueden contar con el apoyo popular) comocualesquiera rganos de la oligarqua a arrogarse poderes arbitrarios y amermar indebidamente las libertades de la vida privada. El pblico, comocolectividad, se halla siempre dispuesto a imponer no slo sus opinionesabstractas e incluso sus gustos, como leyes obligatorias para losindividuos. Y la civilizacin actual tiene una tendencia tan marcada aconvertir la influencia de las personas que actan sobre las masas en lanica fuerza importante de la sociedad, que nunca fue mayor que ahora lanecesidad de rodear la independencia individual de pensamiento, palabra yconducta de las ms poderosas defensas, con objeto de mantener la origi-nalidad de espritu y la individualidad del carcter, que son las nicas fuentesde todo progreso real y de casi todas las cualidades que hacen que la especiehumana sea muy superior a cualquier rebao de animales. De aqu que nosea menos importante en un gobierno democrtico que en cualquier otraforma de gobierno el que se mire con recelo toda tendencia de las autoridadespblicas a extender su intervencin y arrogarse un poder de cualquier clasedel que pueda prescindirse. Tal vez sea esto aun ms importante en unademocracia que en ninguna otra forma de gobierno, porque all donde laopinin pblica es soberana, el individuo oprimido por el gobierno no

    encuentra, como en casi todas las otras formas de gobierno, un poder rivalal cual pueda pedir socorro o, al menos, simpata-

    Una tercera objecin general a la intervencin del gobierno se apoyaen el principio de la divisin del trabajo. Toda funcin adicional que tomesobre s el gobierno es una nueva ocupacin que se impone a un organismoya sobrecargado de deberes. Una consecuencia natural es que la mayor partede las cosas se hacen mal, muchas no llegan a hacerse porque el gobiernono puede hacerlas sin demoras que son fatales para la finalidad perseguida,

    las funciones ms penosas y menos ostentosas se aplazan o se descuidan ysiempre se tiene a mano una excusa para explicar el descuido, mientras quelos jefes administrativos se hallan siempre tan ocupados con los detallesoficiales, por muy superficial que sea su direccin, que no tienen tiempopara dedicarlo a los grandes intereses del Estado y para preparar extensasmedidas de mejoramiento social... (pp. 804-806.)

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    ...si bien una mejor organizacin de los gobiernos hara que fuera

    menos censurable la simple multiplicacin de sus deberes, continuarasiendo cieno que en todas las comunidades ms adelantadas todo aquello enque intervienen los gobiernos se hace peor de como se hara si lo realizarano lo hicieran las personas ms interesadas en su buen resultado, abandonadasa s mismas. Las razones para que as sea las expresa con bastante exactitudel dicho popular segn el cual, cada uno entiende mejor sus propios asuntosy sus propios intereses y cuida de ellos mejor que lo hace o puede esperarseque lo haga el gobierno. Esta mxima puede aplicarse sin temor a errar a la

    mayor parte de los asuntos de la vida, y siempre que sea exacta debemoscondenar toda injerencia del gobierno que choque con ella... (pp. 809-810.)Las que anteceden son las principales razones, de carcter general, que

    abogan por la restriccin a los lmites ms estrechos de la intervencin de laautoridad pblica en los asuntos de la comunidad y pocos sern los quediscutan que son ms que suficientes para apoyar en cada caso que sepresente no a los que defienden la intervencin gubernamental, sino a losque se resisten a ella. En resumen, la prctica general debe serlaissez-faire;

    toda desviacin de este principio, a menos que se precise por algn bien, esun mal seguro, (p. 812.)

    Lmites al Laissez-faire

    Principios de Economa Poltica

    Ahora bien, la afirmacin de que el consumidor es un juez com-petente de la mercadera, slo puede admitirse con numerosas reservas yexcepciones. Cierto que es, por lo general, el mejor juez de los objetos msimportantes producidos para su uso personal (aun cuando ni siquiera en estoes siempre cierto). Estos objetos estn destinados a satisfacer algunanecesidad fsica o a gratificar algn gusto o inclinacin, en cuyo caso nocabe duda de que la persona que siente esa necesidad o esa inclinacin obraen apelacin, o bien son ios instrumentos y los accesorios de algunaocupacin, para uso de las personas dedicadas a ella, las cuales es de suponer

    sean los mejores jueces de las cosas que se precisan en su trabajo habitual.Pero hay otras cosas de cuyo valor no puede juzgarse por la demanda delmercado, cosas cuya utilidad no consisten en proveer a determinadasinclinaciones ni en servir para los usos diarios de la vida y cuya falta sesiente menos all donde ms se necesita. Esto es verdad sobre todo deaquellas cosas que son principalmente tiles porque tienden a elevar el

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    carcter de los seres humanos. Las personas incultas no pueden ser jueces

    competentes de la cultura. Los que ms necesitan ser ms prudentes ymejores, son los que por lo general menos lo desearan, seran incapaces deencontrar con sus propias luces el camino para alcanzar esos perfeccio-namientos. En el sistema voluntario, suceder continuamente que, no de-sendose el fin, no se pondrn los medios para alcanzarlo o que, teniendo laspersonas que necesitan perfeccionamiento una concepcin imperfecta o enabsoluto errnea de lo que necesitan, la oferta originada por la demanda delmercado ser cualquier cosa menos lo que debe ser. Ahora bien, cualquier

    gobierno bienintencionado y ms o menos civilizado puede creer, sin queello implique presuncin, que posee o debe un grado de cultura superior alpromedio de la comunidad que gobierna y que, por consiguiente, debe sercapaz de ofrecer a la gente una educacin e instruccin mejores de la que lamayor parte de sta pedira espontneamente. Por otro lado, la educacin esuna de aquellas cosas que en principio pueden admitirse que un gobiernodebe proveer para el pueblo. Este caso es uno de aquellos a los que no seextienden por necesidad o de manera universal las razones del principio de lano-intervencin... (pp. 814-815.)

    La segunda excepcin a la doctrina de que los individuos son losmejores jueces de sus propios intereses es cuando un individuo intentadecidir ahora de manera irrevocable qu ser ms conveniente para susintereses en algn futuro ms o menos remoto. La presuncin a favor del

    juicio individual es slo legtima cuando el juicio se basa en la experienciapersonal efectiva y sobre todo actual, no cuando se forma antes de laexperiencia y no se permite revocarlo incluso cuando la experiencia lo hacondenado. Cuando unas personas se han ligado por medio de un contrato

    no slo para hacer algo, sino para continuar hacindolo para siempre odurante un perodo bastante largo, sin que puedan revocar el compromiso,no existe la presuncin de que su perseverancia en la lnea de conducta quese han trazado suscitara en otro caso a favor de la tesis de que les conviene;y cualquier presuncin que pueda basarse en el hecho de que han adquirido elcompromiso por su propia voluntad, tal vez a una edad temprana y sin unconocimiento real de aquello a que se comprometan, est por lo generaldesprovista de toda validez. En la prctica, la libertad de contratacin no es

    aplicable sino con grandes limitaciones en el caso de compromisos aperpetuidad, y la ley debe tener gran cuidado con esos compromisos; debenegarles su sancin cuando las obligaciones que imponen son de aquellasque las partes contratantes no pueden juzgar con la debida competencia, y sila sanciona, debe asegurarse por todos los medios de que el compromiso secontrae deliberadamente y con pleno conocimiento de causa; y en com-

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    pensacin a que no le estar permitido a las partes contratantes revocar por

    s mismas el contrato, debe concederles la posibilidad de liberarse delmismo, si llevado el caso ante una autoridad imparcial, sta lo juzgaconveniente. Todas estas consideraciones son eminentemente aplicables almatrimonio, el ms importante de todos los casos de compromiso vitalicio.

    La tercera excepcin que mencionar a la doctrina de que el gobiernono puede dirigir los asuntos de los individuos tan bien bien como losindividuos mismos, se refiere a la extensa clase de casos en los cuales losindividuos slo pueden dirigir el asunto por delegacin y en los que la

    llamada direccin privada no puede en realidad llamarse direccin de laspersonas interesadas con ms propiedad que administracin por unfuncionario pblico... (pp. 820-821.)

    Pero aunque... debe dejarse que hagan las sociedades privadas lamayor parte de las cosas que pueden hacer, aunque no sea ms quemediatamente, no se sigue de aqu que el gobierno no deba controlar dealguna manera la forma de actuar de dichas sociedades. Se presentanmuchos casos en los cuales es inevitable que el agente que realiza el ser-vicio sea, por as decir, nico; en los cuales no puede impedirse que existade hecho un monopolio, con la consiguiente facultad de imponer lo que enla prctica equivale a un impuesto sobre la comunidad... La comunidadnecesita alguna garanta de que aqul (el servicio) se cumplir como esdebido, adems del simple inters de los directores; y es de la incumbenciadel gobierno imponer al que lo realiza determinadas condiciones razonablesque redunden en beneficio del pblico, o bien retener un poder sobre elmismo que haga que una parte de las ganancias del monopolio vaya a pararal pblico. Esto es aplicable al caso de un camino, un canal o un ferrocarril.

    En la prtica, stos son siempre, en alto grado, verdaderos monopolios; yun gobierno que concede sin reservas de ninguna clase un monopolio de estanaturaleza hace virtualmente lo mismo que si permitiera a un individuo o auna sociedad percibir la contribucin que quisiera para su exclusivobeneficio, sobre toda la malta que se produjera en el pas o sobre todo elalgodn que se importara...

    He de suplicar una atencin especial para el cuarto caso de excepcin,ya que me parece que los economistas polticos no le han dedicado toda la

    atencin que merece. Existen casos en los cuales la intervencin de la ley esprecisa no para predominar sobre el juicio de los individuos respecto de suspropios intereses, sino para dar efectividad a ese juicio, ya que no puedenhacerse sino concertndose, y este concierto no puede ser eficaz a menos quela sancin de la ley le comunique validez. Como ilustracin y sin prejuzgarla cuestin, me referir a la disminucin de las horas de trabajo.

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    Supongamos que una reduccin general de las horas de trabajo en las f-bricas, digamos desde diez a nueve, se hiciera de manera que beneficiara alos trabajadores; que stos recibieran por nueve horas de trabajo el mismo ocasi el mismo salario que antes reciban por diez. Si ste haba de ser elresultado y si los obreros en general estn convencidos de que lo sera, lalimitacin, dirn algunos, se adoptar espontneamente. Yo contesto que nose adoptar a menos que todos los obreros se obliguen a respetar esta de-cisin. Un obrero que se negara a trabajar ms de nueve horas, mientrashaba otros que trabajaban diez, o bien no encontraran quin los emplearao, si lo encontraba, tendra que someterse a una reduccin del diez por cientoen el salario... (pp. 822-823.)

    Quinto, el argumento en contra de la intervencin del gobiernobasado en la mxima de que los individuos son los mejores jueces de suspropios intereses no puede aplicarse a la extensa clase de casos en los cualesesos actos individuales, en los que el gobierno reivindica su derecho aintervenir, no los hacen esos individuos en su propio inters sino en intersde otros. Esto incluye, entre otras cosas, el importante y muy debatidoasunto de la caridad pblica. Aunque en general debe dejarse que los

    individuos hagan por s mismos lo que puede esperarse que razonablementeson capaces de hacer, no obstante, cuando no se les debe abandonar a smismos, si no que otros les han de ayudar, surge la cuestin de si es mejorque reciban esta ayuda slo de los particulares, y por consiguiente en formainsegura y casual, o por medio de arreglos sistemticos, en los cuales lasociedad acta por intermedio de su rgano: el Estado...

    Dejando de lado toda consideracin metafsica referente a los fun-damentos de la moral o de la unin social, se admitir que es justo que los

    seres humanos se ayuden los unos a los otros, y con tanta mayor urgenciacuanto ms urgente sea la necesidad; y nadie necesita la ayuda con tantaurgencia como el que se est muriendo de hambre. Por lo tanto, el derecho ala ayuda ajena que crea la indigencia es uno de los ms fundamentales quepuedan existir; y existeprima faciela ms poderosa razn para hacer que elsocorro de una necesidad tan extrema sea tan seguro para aquellos que no laprecisan como pueda hacerlo la sociedad.

    Por otra pane, en todos los casos de ayuda hay que tener en cuenta

    dos clases de consecuencias: las consecuencias de la asistencia en s y lasque se derivan del hecho de confiar en sta. Las primeras son casi siemprebeneficiosas, pero las segundas son, en su mayor parte, perjudiciales, hastael punto que en muchos casos contrarrestan con creces el valor delbeneficio. Y nunca es ms probable que as sea como precisamente enaquellos casos en los que la necesidad de ayuda es ms intensa, pocas son

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    cientfico, las ideas sostenidas umversalmente tanto por los tericos comopor los hombres prcticos acerca de las causas de la riqueza nacional tu-vieron su fundamento en ciertos puntos de vista generales que son, mere-cidamente, considerados completamente errneos en la actualidad por casitodos aquellos que se han dedicado a investigar el tema.

    Entre los errores ms perjudiciales en cuanto a sus consecuenciasdirectas y que contribuyeron en mayor medida a la no obtencin de unaconcepcin adecuada de los objetivos de la ciencia o de la prueba aplicable ala solucin de los interrogantes que plantea, figuraba la gran importanciaatribuida al consumo. Crear consumidores era el fin principal de lalegislacin en materia de riqueza nacional, de acuerdo con la opinin ge-neralizada. Un gran y rpido consumo era lo que los productores de todas lasclases y categoras deseaban para enriquecerse a s mismos y enriquecer alpas. Este objetivo, bajo las distintas denominaciones de una gran demanda,una circulacin activa, un gran gasto de dinero y a vecestotidem verbisungran consumo se consider como la condicin fundamental para laprosperidad

    En el estado actual de la ciencia, no es necesario debatir esta doctrinaen su forma o aplicacin ms absurda. Ya no se sostiene la utilidad de ungran gasto gubernamental con el objeto de fomentar la industria. En laactualidad no se considera a los impuestos "como las gotas del cielo queregresan nuevamente en forma de lluvia prolfera". Ya no se considera quese beneficia al productor tomando su dinero siempre que se le devuelvanuevamente a cambio de sus bienes...

    En oposicin a estos evidentes absurdos, los economistas polticosestablecieron triunfalmente que el consumo nunca necesita incentivo. Todo

    lo que se produce ya est consumido, ya sea con el fin de reproduccin o delgoce. La persona que ahorra sus ingresos no es menos consumidora queaquella que los gasta: los consume de manera diferente; el ingresoproporciona alimentos y vestimenta para ser consumidos, herramientas ymateriales para ser utilizados por los trabajadores productivos. Por lo tanto,hay consumo hasta el punto mximo admitido por el monto de produccin.

    Pero de las dos clases de consumo, reproductivo e improductivo, elprimero incrementa la riqueza nacional mientras que el segundo la per-

    judica...Lo que un pas necesita para enriquecerse nunca es el consumo sino

    la produccin. Donde hay produccin, podemos estar seguros de que no faltaconsumo. Producir implica que el productor desea consumir, si no por quse dedicara a un trabajo intil? El productor puede no desear consumir loque l mismo produce, pero su motivo para producir y vender es el deseo de

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    comprar. Por lo tanto, si los productores generalmente producen y venden

    cada vez ms, ciertamente tambin compran cada vez ms... (pp. 24-26.)Si todo hombre produjera para s mismo o con su capital empleara aotras personas para producir todo lo que necesita, los clientes y sus nece-sidades seran cuestiones sin importancia para l mismo. Sera rico sihubiera producido y acumulado una gran cantidad de artculos que pro-bablemente necesitar; y pobre, si no hubiera acumulado ningn artculo olos suficientes como para sobrevivir hasta que pudiera producir ms.

    Sin embargo, el caso es diferente a partir de la diferencia de empleos.En una sociedad civilizada, un solo productor se limita a la produccin deun bien o de una pequea cantidad de bienes y su riqueza depende no slo dela cantidad de bienes que ha producido y acumulado sino tambin del xitoen encontrar compradores para aquel bien.

    Es verdad, por lo tanto, que para cada productor o comerciante par-ticular es importante la existencia de una gran demanda, una circulacinactiva y un consumo rpido de los bienes que vende en su negocio o pro-duce en su fbrica...

    Era natural que en este caso, as como en cientos de otros, la analo-

    ga de un individuo se aplicara inadecuadamente a un nacin: como se llega la conclusin de que una nacin generalmente se enriquece mediante laconquista de una provincia porque un individuo frecuentemente lo logra pormedio de la adquisicin de un bien inmueble; y como, a causa del hecho deque un individuo estima su riqueza mediante la cantidad de dinero de quedispone, se consider durante mucho tiempo que un artificio excelente paraenriquecer a un pas era acumular en forma artificial la mayor cantidadposible de metales preciosos dentro del mismo... (pp. 27-28.)

    Existe demanda activa y circulacin rpida cuando las mercaderas entrminos generales se venden tan rpido como se producen. Por el contraro,existe inactividad y estancamiento cuando las mercaderas producidaspermanecen durante largo tiempo sin ser vendidas. En el primer caso, el ca-pital que ha sido asignado a la produccin es liberado tan pronto como laproduccin se completa y puede emplearse inmediatamente en msproduccin. En el segundo caso, una gran parte del capital productivo delpas permanece momentneamente inactivo.

    Conforme a lo expuesto anteriormente, es obvio que ios perodos de"demanda activa" son tambin los perodos de mayor produccin: el capitalnacional nunca se emplea al mximo, salvo en estos perodos. Sin em-bargo, esto no es razn para desear estos perodos; no es deseable que todoel capital del pas deba emplearse al mximo. Dado que las estimaciones delos productores y los comerciantes son necesariamente imperfectas, existe

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    siempre exceso de algunos bienes, como tambin escasez de otros. Si,entonces, se conociera toda la verdad, siempre existiran algunos productoresque reduciran y no-ampliarn sus operaciones... (pp. 39-40.)

    Con el fin de proporcionar las explicaciones en las que es necesariotener en cuenta la doctrina de la imposibilidad de un exceso de todos losbienes, debemos referirnos por un momento al razonamiento por el cualesta imposibilidad es comnmente sostenida.

    Se considera que no puede haber un deseo de los compradores portodos los bienes porque cualquiera que ofrece un bien para la venta deseaobtener un bien a cambio y en consecuencia es un comprador por el merohecho de ser un vendedor.

    Los vendedores y los compradores, todos los bienes considerados enconjunto, deben constituir, por la necesidad metafsica del caso, un equi-librio mutuo exacto; y si existieran ms vendedores que compradores de unbien, debern existir ms compradores que vendedores de otro.

    Este razonamiento se basa evidentemente en el supuesto del trueque;y en tal supuesto es perfectamente incuestionable. Cuando dos personasrealizan un trueque cada una es a la vez vendedor y comprador. No se puede

    vender sin comprar. No se vende el propio a menos que elija comprar algnotro bien de otra persona.

    Sin embargo, en el supuesto que se utilice dinero, esta proporcindeja de ser rigurosamente cierta. Debe admitirse que nadie desea el dinero poramor al mismo (a menos que consideremos alguna rara excepcin depersonas avaras) y aquel que vende un bien recibiendo dinero a cambio lohace con la intencin de comprar otro bien con ese dinero. Por lo tanto, elintercambio por medio de dinero, como siempre se lo ha considerado, en

    ltima instancia no es otra cosa sino trueque. Pero existe una diferencia: enel caso de trueque la venta y la compra se confunden simultneamente enuna operacin; uno vende lo que tiene y compra lo que quiere por un actoindivisible y no puede hacer una cosa sin hacer la otra.

    Ahora, el efecto del uso del dinero y aun su utilidad consiste en quepermite dividir este nico acto de intercambio en dos actos u operacionesseparadas, una de las cuales puede realizarse ahora y la otra un ao despus ocuando resulte ms conveniente. A pesar de que el que vende realmente

    vende slo con la intencin de comprar, no necesita hacerlo en el mismomomento en que vende; puede efectivamente ocurrir que pueda existir, en unmomento dado, una inclinacin generalizada a vender con la mayor urgenciaposible acompaada con una simultnea inclinacin tambin generalizada adiferir todas las compras lo mximo posible. Este es el caso que se observa

  • 7/24/2019 Seleccin de Escritos de John Stuart Mill

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    SELECCIN DE ESCRITOS DE JOHN STUART MILL 295

    en aquellos perodos descritos como perodos de sobreabundancia genera-

    lizada... (pp. 41-42.)Es verdad que este estado de cosas puede ser slo temporal y aundebe sucederle una reaccin de violencia consecuentemente ya que aquellosque han vendido sin comprar, seguramente comprarn en definitiva, y en-tonces habr ms compradores que vendedores. Pero a pesar de que lasobreoferta es necesariamente slo temporal, esto es lo nico que puededecirse de cada sobreoferta parcial. El estado de sobreabundancia del mercadoes siempre temporal y es generalmente seguido por una reactividad de la

    demanda fuera de lo comn.Con el fin de que el razonamiento a favor de la imposibilidad de unexceso de todos los bienes sea aplicable al caso en el cual se utiliza unmedio circulante, el dinero en s mismo debe considerarse como un bien.Indudablemente debe admitirse que no puede haber exceso de todos los otrosbienes y exceso de dinero al mismo tiempo.

    Pero aquellos que han afirmado, durante perodos tales como los quehemos descrito, que existi un exceso de todos los bienes, nunca con-sideraron que el dinero fuera uno de dichos bienes; sostenan que no existaexceso sino falta del medio circulante. Aquello que denominaban su-perabundancia generalizada, no era una superabundancia de bienes en rela-cin con bienes, sino una superabundancia de todos los bienes en relacincon el dinero. Esto llev a que las personas en general, en esc momentodeterminado, y a partir de una expectativa generalizada de tener que satisfacernecesidades repentinas, se inclinaran por el dinero y todos los dems bienesse encontraban en desventaja relativa.

    Sin embargo, es muy importante observar que el exceso de todos los

    bienes, en el nico sentido posible, significa slo una disminucintemporal en su valor en relacin con el dinero. Suponer los mercados paratodos los bienes podran, en otro sentido que no sea el mencionado, tenerexistencias excesivas, implicara el absurdo que los bienes pueden disminuirde valor en relacin con ellos mismo; o que, de dos bienes, cada uno puededisminuir en relacin al otro convirtindose A igual a B-x y B igual a A-xal mismo tiempo. Y tal vez sea razn suficiente para no utilizar expresionesde esta descripcin que sugieren la idea de produccin excesiva de dicho

    bien; pero cuando los bienes en general se convierten en invendibles se debea una causa completamente diferente; no puede haber produccin excesiva debienes en general. (pp. 42-44.)