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Semana 1, Primer Devocional (2 Corintios 5:17-6:2)
17 Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo! 18 Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: 19 esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación. 20 Así que somos embajadores de Cristo, como si Dios los exhortara a ustedes por medio de nosotros: «En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios.» 21 Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios. 6 1 Nosotros, colaboradores de Dios, les rogamos que no reciban su gracia en vano. 2 Porque él dice: «En el momento propicio te escuché, y en el día de salvación te ayudé.» Les digo que éste es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación!(2 Corintios 5:17-‐6:2) La mayoría de nosotros nos acordamos de nuestra vida antes de conocer al Señor como nuestro Salvador. Si eres uno de esos afortunados que confiaron en Cristo como niño tan chiquito que no te acuerdas de una vida sin Él, piensa en los tiempos en tu vida en los cuales has escogido vivir en rebeldía o cuando algún ídolo humano se ha sobrepuesto como lo más importante en tu vida. Si pensamos en esos días, muchos nos acordamos de días llenos de angustia, temor, depresión, enojo, insatisfacción -‐-‐ una vida vacía. Toma un momento y acuérdate del momento de tu reconciliación. El momento cuando la distancia y la separación entre ti y Dios fueron removidos y experimentaste, por primera vez o de nuevo, la reconciliación con Dios. El momento cuando sentiste el amor perfecto de Dios, la esperanza de una vida eterna, el propósito que viene de ser co-‐heredero con Cristo. Aunque los apóstoles fueron los testigos a la vida, muerte, y resurrección de Cristo nosotros también somos los que hemos recibido los beneficios de esa gracia y misericordia. Y aunque no fuimos testigos oculares de la veracidad de los hechos de la vida propia de Cristo, sí somos testigos de lo que es ser una nueva creación en Cristo. ¿Cómo podemos tener tal experiencia y no compartirla? Un embajador es alguien que representa a su reino ante un pueblo ajeno. Se ocupa de moverse estratégicamente para alcanzar las metas de su reino. Representa en hechos y palabras los intereses de su gobernante, y aunque vive en tierra ajena mantiene un corazón leal a su patria. ¿Cómo podemos aplicar esos conceptos a nuestro mundo? ¿Cuáles son las metas e intereses de Dios y su Reino? Pablo nos revela en este pasaje la meta clave -‐-‐ la reconciliación de Dios con Su pueblo. El mundo es un pueblo ajeno ante Dios que desesperadamente necesita la reconciliación que nosotros disfrutamos, y ése es nuestro ministerio. Este es un asunto urgente. Pablo les ruega a los Corintios diciendo, “¡Hoy es el día de salvación!” ¿Por qué es tan urgente? Porque no sabemos ni el día ni la hora en el
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cual Cristo regresará, y aunque será un día glorioso para la Iglesia, para aquellos que no conocen a Cristo, será un día de temor y de angustia. ¿Qué significa en tu vida, en una manera práctica, el ser un embajador de Cristo ocupado en el ministerio de reconciliación? ¿La gente a tu alrededor sabe que tu corazón le pertenece a otro Reino? ¿Conoces a alguien a quien le necesitas decir, “Este es el momento propicio de Dios. ¡Hoy es el día de salvación!”? ¿Hay momentos y gente con quien todavía ése no sea el paso apropiado? ¿Cómo puedes ser embajador con ellos, a pesar de eso? Si te empiezas a sentir abrumado por la carga de ser un embajador, descansa en esta verdad: “Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo” (v.18). Como todo embajador, somos una voz, pero el poder y la autoridad vienen de Dios por medio de Cristo. Dios nos ha dado una responsabilidad, pero sabiamente, probablemente para protegernos de varios posibles tropiezos (legalismo, orgullo, temor-‐para dar unos ejemplos), no dejó lugar para dudas sobre quién está a cargo de efectuar la reconciliación en sí. Toma unos momentos para agradecerle al Señor por Su deseo de ser reconciliado contigo. Pídele que te ayude a ser un embajador efectivo para su Reino. Confía que Su mano poderosa tenga un impacto en el mundo a tu alrededor.
Semana 1, Segundo Devocional (Habacuc 3:2)
SEÑOR, he sabido de tu fama; tus obras, SEÑOR, me dejan pasmado. Realízalas de nuevo en nuestros días, dalas a conocer en nuestro tiempo; en tu ira, ten presente tu misericordia. (Habacuc 3:2)
En el primer capítulo de Hechos vemos que la primera cosa que hicieron los apóstoles, y la iglesia con ellos, fue reunirse a orar por un período de diez días. Este pasaje es descriptivo y no prescriptivo, en otras palabras, no nos da a entender que debemos orar por diez días antes de tomar cualquier acción, pero sí nos comunica la importancia de bañar nuestro ministerio en oración y de depender de la soberanía de Dios a cada paso. Vamos a usar el pasaje de Habacuc para mostrarnos cómo orar por Summit en Español. El pasaje de hoy es del Antiguo Testamento, una oración del profeta Habacuc, y aunque él ora en anticipación del Mesías, la fama y el poder de Dios, al cual clama, es igual ayer, hoy y para siempre, y el tema de la oración revela el corazón de Dios no sólo por Su pueblo Israel, sino también por nuestro mundo. Medita sobre esta oración: “Señor he sabido de tu fama;” ¿Conoces la fama del Señor? ¿En qué piensas cuando escuchas esa frase? ¿Cuál es la fama de Dios en nuestra cultura hoy? Piensa en la muerte y resurrección de Cristo y la razón por ellas. ¿Cómo afectan estos eventos tu idea de la fama de Dios? “Tus obras, Señor, me dejan pasmado.” Cuando algo te deja pasmado, te deja asombrado. ¿Cuáles son las obras del Señor en tu vida? ¿Cuándo es la última vez que tomaste el tiempo para reconocerlas y sentirte asombrado? Habacuc no necesariamente está hablando en un nivel individual, el está hablando sobre las obras del Dios Creador, del Dios que había redimido a Israel vez tras vez. Claro, nosotros podemos ver que la historia de Israel era una muestra de antemano de lo que sería la redención del mundo. Las obras de Dios comienzan con la creación, llegan a un climax en la obra de Cristo por nuestros pecados, y continúan diariamente en los corazones de los creyentes. “Realízalas de nuevo en nuestros días, dalas a conocer en nuestro tiempo;” El profeta le está pidiendo al Señor que demuestre su poder de nuevo en maneras asombrosas. ¿Por qué? Porque históricamente el pueblo de Israel se acercaba a Dios cuando presenciaba Su poder. En una manera similar, nuestro mundo se acerca a Dios cuando ve Su poder en su alrededor y sus vidas. Puede ser que vea Su poder a través de nuestro gozo incomprensible frente a dificultades, o a través del amor que tenemos el uno por el otro, o a través de la manera en que amamos a nuestra comunidad. Y aunque dudo que veamos partir el Mar Rojo durante nuestra vida, Dios usa milagros estratégicamente en este mundo para alcanzar a un mundo perdido.
“En tu ira, ten presente tu misericordia.” Habacuc sabe bien que si el pueblo de Israel se ha olvidado del poder de Dios, va a necesitar su misericordia. Muchas veces nos olvidamos que la respuesta correcta ante nuestro pecado es la ira de Dios. La belleza del evangelio es que Dios en su misericordia encontró una manera de dirigir su ira a un sustituto -‐-‐Jesucristo. ¿Cómo debemos aplicar este pasaje nosotros? Esta oración no es simplemente un poema bello, más bien nos debe impulsar a orar por nuestro mundo como Habacuc oró por su pueblo. No sabemos exactamente cómo oraron los apóstoles, pero podemos prepararnos para el ministerio de reconciliación orando oraciones como ésta que reconocen la fama asombrosa y magnifica de nuestro Dios. Podemos orar pidiéndole a Él que demuestre Su poder en nuestra ciudad, que Su Presencia sea conocida en nuestro tiempo, confiando en la misericordia y la esperanza que encontramos en la cruz y resurrección de Cristo.
Semana 2, Primer Devocional (Juan 15:26-27)
26 Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho. 27 La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden. En Juan 15, Jesus les prometió a Sus discípulos un Consolador. Él acaba de decirles a los discípulos que Él se va para estar con su Padre, y ellos reaccionaron con ansiedad y temor al no saber cómo lo iban a encontrar otra vez. Una vez más demuestraron cuán limitada es su comprensión del Mesías. Cristo respondió básicamente diciéndoles, “Me voy con mi Padre, pero en mi lugar viene un Consolador que les va a ayudar a entender todo lo que ha ocurrido y que les ayudará a recordar todo lo que les he dicho.” Este Consolador fue un regalo no sólo para los discípulos, sino para cada creyente de allí en adelante. ¿Por qué fue tan crucial esa transición de Jesús al Consolador? Porque la obra de Cristo fue nuestra redención a través de Su vida, muerte y resurrección, y aunque esa obra fue para toda la humanidad, Su ministerio fue personal y estaba limitado en espacio y tiempo a la gente que lo rodeaba en ese tiempo. A pesar de esto, Él sabía muy bien que el deseo de su Padre es alcanzar al fin del mundo. ¿Cómo se va a lograr este deseo? Se logra a través del Consolador que ayudaba, primero a la iglesia del Nuevo Testamento, y luego a cada creyente, a entender el propósito del Mesías y el mensaje del evangelio. En el estudio de Hechos de esta semana, hablamos sobre cómo el Espíritu Santo deshace la confusión de Génesis 11 y la torre de Babel. El Espíritu Santo vino a remover confusión y obscuridad, y en vez ofrecer entendimiento y esperanza. Esto ya lo vimos en la historia de la iglesia en Hechos, pero también lo vivimos más íntimamente en nuestras vidas, pues como creyentes, cada uno hemos recibido al Espíritu Santo en nuestro corazón. El Consolador estará con nosotros hasta el regreso de Cristo. Esta es la razón por la cual nosotros podemos entender las palabras de Cristo, el mensaje del evangelio, y la esperanza que nos ofrecen. El Consolador es la vía por la cual nos relacionamos personal e individualmente con Dios. En Juan 16:13-‐14 Cristo dice, “Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.” Igual a la manera que Cristo se relacionó con sus discípulos, ahora el Espíritu mora en cada uno de nosotros y recibimos el mismo amor, ánimo, instrucción, corrección, dirección, y sabiduría. ¿Hasta qué punto el Espíritu Consolador está manifestándose en tu vida en las formas antes mencionadas?
Semana 2, Segundo Devocional (Versículos de tres salmos)
No me alejes de tu presencia ni me quites tu santo Espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; Salmo 51:11-‐12 Sácianos de tu amor por la mañana, y toda nuestra vida cantaremos de alegría. Salmo 90:14 ¡Aleluya! ¡Alabado sea el SEÑOR! Alaba, alma mía, al SEÑOR. Alabaré al SEÑOR toda mi vida; mientras haya aliento en mí, cantaré salmos a mi Dios. Salmos 146:1-‐2 Toma unos momentos para imaginarte cómo sería tu vida si Dios de repente te quitara Su Espíritu. ¿Entiendes la oración del salmista? Piensa en el gozo que sentiste en el momento de tu salvación. ¿Cómo te lleva eso a alabar a Dios? ¿A vivir tu vida? ¿Qué quiere decir la palabra saciar? Estar saciado es estar completamente satisfecho, en una manera saludable, completa, y agradable. La diferencia entre la manera que quedamos saciados con el amor de Dios y la manera que tratamos de saciarnos con cosas del mundo es que las cosas mundanas son temporales, incompletas, no saludables, y la mayoría del tiempo prometen un placer que se desvanece. El amor de Dios causa que cantemos con alegría, porque no se trata de nosotros, sino de Él. Esto nos lleva al último salmo de hoy, un salmo de alabanza. Si el Espíritu de Dios mora en nuestro corazón, y empezamos cada día recordándonos de nuestra salvación y recibiendo el amor de Dios, no hay otra manera que responder excepto alabar a Dios. Hoy el devocional es corto a propósito, pues la meta no es dar una lección teológica. Más bien, te animo a simplemente pasar unos minutos pensando en tu historia personal, en cómo Dios te persiguió (o tal vez, te persigue en estos momentos). Recuerda el gozo de tu salvación. Piensa en el amor de Dios que causó que diera a Su Único Hijo por ti. Adora a Dios. ¡Él es digno de ser alabado! Tal vez hasta le quieras escribir tu propio salmo de alabanza.
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Semana 3, Primer Devocional (Isaías 32:1-5; 15-18)
El estudio bíblico de esta semana (Hechos 2:14-‐41) tiene que ver con el sermón que el Apóstol Pedro predicó después de los eventos del Día de Pentecostés. Pedro cita la profecía de Joel (2:28-‐32) para explicar por qué cada uno de los que estaban presentes ese día pudieron entender en su propio idioma lo que los discípulos decían: el Espíritu Santo había llenado a los discípulos y Él había hecho posible que toda esa gente comprendiera todo lo que dijeron. Para nuestro primero devocional de esta semana, vamos a meditar en el capítulo 32 de Isaías, un capítulo que describe (más de 400 años antes de Cristo) cómo será la vida de los creyentes una vez que venga el Espíritu Santo (v. 15) sobre todo creyente como parte del Nuevo Pacto en Jesucristo. Es una profecía que además de hablar de Jesús, el Mesías esperado, también habla de la venida del Espíritu Santo. Pero, ¡OJO! lo que Isaías describe es la vida de un creyente que vive una relación muy estrecha con Dios, que vive en obediencia a Dios porque el Espíritu Santo vive en él. Debes leer el pasaje pensando en cómo podría ser tu vida si vivieras dependiendo del Espíritu Santo cada día, no pensando en que así será la vida de una persona que sólo asiste a la iglesia los domingos sin estar en la Palabra de Dios a diario y sin estar aplicando a su vida las enseñanzas de la Biblia. Este tipo de vida sí es posible porque cada creyente tiene al Espíritu Santo viviendo en él(ella). Haber entregado su vida al señorío de Cristo y tener el Espíritu morando en uno hace posible lo que Isaías describe: 1Miren, un rey reinará con rectitud y los gobernantes gobernarán con justicia. 2 Cada uno será como un refugio contra el viento, como un resguardo contra la tormenta; como arroyos de agua en tierra seca, como la sombra de un peñasco en el desierto. 3 No se nublarán los ojos de los que ven; prestarán atención los oídos de los que oyen. 4 La mente impulsiva comprenderá y entenderá, la lengua tartamuda hablará con fluidez y claridad. 5 Ya no se llamará noble al necio ni será respetado el canalla. Isaías 32:1-‐5 El rey que se menciona en el v. 1 es Jesucristo. Todo lo que sigue en los vv. 2-‐5 son descripciones de la vida que Jesucristo puede producir en nosotros si vivimos sometidos al señorío de Él. ¿Puedes imaginar tu vida como un refugio, o un resguardo? Isaías no está hablando de que tú encontrarás refugio en Cristo, sino de que tú puedes ser un refugio para
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tus amigos y vecinos cuando ellos están pasando por tormentas en sus vidas. ¡Imagínate, la estabilidad que Jesús le da a tu vida puede servir de ejemplo a las personas que no conocen a Cristo! Isaías también te hace ver que tú puedes ser como un arroyo de agua fresca que refresca a las personas que están sufriendo bajo el calor de una vida vacía, deshecha, frustrada. Tú puedes proveer sombra a personas que están en medio de una sequía espiritual o pruebas difíciles. Jesucristo, quien vive en ti, y el Espíritu, que mora en ti, un hijo o una hija de Dios, empiezan a cambiar radicalmente la forma en que ves las cosas y en que actúas. Empiezas a entender cosas de la vida que nunca antes entendías . . . porque el Creador de la vida vive en ti y te explica cómo se debe vivir la vida. Tú, que antes pensabas que nunca podrías compartir el evangelio con otra persona, si permites que el Espíritu te controle, te encontrarás compartiendo con fluidez y claridad. Empiezas a entender la diferencia entre la sabiduría y la necedad, y te das cuenta que muchos consejos que te parecían muy sabios, en realidad eran completamente erróneos. De repente, tus gustos en amistades cambian y cambias tu parecer en cuanto a de quiénes debes estar recibiendo consejos. Utiliza el espacio a continuación para apuntar cualquier pensamiento que quieres conservar para animarte, o que quieres aplicar a tu vida: Oración ¿Por qué no conversas con Dios sobre tu deseo de ser este tipo de persona? Ya que tienes a Jesucristo y al Espíritu de Dios viviendo dentro de ti, tienes todo lo que necesitas para tener este tipo de vida y dejar huella en la vida de tus familiares y amigos. ¡Pídeselo a Dios! . . . Pero no te olvides de también renovar tu promesa de tener a Cristo como el centro de tu vida, de vivir sometido(a) a Él, porque sin esto, verás muy poco de lo que Isaías describe.
Semana 3, Segundo Devocional (Salmo 16:8-11) Lee el pasaje de hoy y luego sigue la guía que viene a continuación. Utiliza el espacio al final para apuntar cualquier pensamiento que quisiera conservar para animarte o que quiere aplicar a tu vida. David, el autor de este salmo, enfrentaba a menudo situaciones muy difíciles y ocasiones cuando diferentes personas querían matarlo. Sin embargo, pudo decir que con el Señor a su lado, nada lo haría caer. ¿No es increíble pensar que con el Espíritu de Dios viviendo dentro de ti, nada ni nadie te puede hacer caer? Uno de los títulos que Jesús le dio al Espíritu Santo es “el Consolador”. La palabra original que usó significa “uno que camina a mi lado”. El Espíritu camina a nuestro lado en medio de las dificultades. Una vez en México estaba trabajando con un joven universitario que estaba luchando con la burocracia gubernamental y la costumbre de los inspectores de pedir dinero para aprobar licencias para negocios. El joven me dijo que no quería caer en eso porque lo consideraba pecado. Pasamos varias semanas repasando pasajes bíblicos sobre cómo podemos confiar en Dios y pidiendo que Dios le concediera la licencia para su negocio, sin tener que recurrir al soborno. Cada semana el inspector regresaba para buscar su dinero, pero el joven siempre le decía que como seguidor de Cristo, no podía hacer eso. El inspector siempre le amenazaba con no darle la licencia. Una semana el inspector no pasó, ni la siguiente semana. Por fin el joven fue al ayuntamiento para averiguar qué había pasado con su solicitud. Le informaron que ya estaba aprobada la licencia. Cuando preguntó sobre el inspector que no había regresado, le dijeron, “Ah, ¿ese inspector? ¡Fue tan corrupto que tuvimos que despedirlo!” ¡Qué bueno es tener a Alguien caminando a nuestro lado en quien podemos confiar, sabiendo que nos da fuerzas para no caer! El Rey David lo expresó en esta forma, “Por eso mi corazón se alegra, y se regocijan mis entrañas; todo mi ser se llena de confianza.” (16:9) Cuando ese joven vio la obra de Dios en medio de esa circunstancia, le creció enormemente la confianza que tenía en la habilidad de Dios de ayudarlo a vivir sin caer en formas pecaminosas de vivir. ¿Tienes una necesidad de saber qué es lo que Dios quiere que hagas en alguna decisión o situación? David dice en el v. 11, “Me has dado a conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha eterna a tu derecha.” Uno de los recursos que tienes como alguien que tiene el Espíritu de Dios viviendo en ti es que tienes muy a mano a alguien que te puede indicar cuál de todas las opciones debes tomar . . . y te llenará de alegría y de dicha debido a Su presencia en ti. Pasa un tiempo meditando en Salmo 16:8-‐11 y piensa en situaciones en tu propia vida cuando ves la influencia del Espíritu en ti. Utiliza el espacio a continuación para
apuntar cualquier pensamiento que quieres conservar para animarte o que quieres aplicar a tu vida: Oración ¿Por no pasas un tiempo conversando con Dios, contándole dónde en tu vida necesitas sentir Su presencia para fortalecer tu confianza en Él? Podrías también expresarle tu gratitud y alabanza por la forma en que te ha estado guiando últimamente. ¡Dile gracias por caminar a tu lado!
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Semana 4, Primer Devocional (Génesis 2:26-27) A Dios le gusta tener compañía. A través de las Escrituras vemos Su interés por la comunidad. En Génesis 2:26-‐27 Él dijo, “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza . . . Y creó Dios al hombre a su imagen, varón y hembra los creó.” ¿Cómo es Dios? Ese es el primer pensamiento que se nos ocurre cuando leemos estas palabras. Nosotros quisiéramos encerrar a Dios en un cuerpo físico, pero sabemos que Dios es espíritu, no carne. Y si nos hizo a Su semejanza, eso quiere decir que Él nos hizo como Él es. ¡Qué gran privilegio es éste! Observando una fotografía de mi hijo y mi nieto, es impresionante ver cómo se parecen. No tanto en lo físico, sino más bien en la actitud, en la pose, en la atención que le prestan a un asunto en que ambos están interesados. Así era Jesús con Su Padre. Él les dijo a sus discípulos: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” (Juan 14:9) ¡Qué hermoso es pensar que el Padre y el Hijo se parecen y que nos hicieron parecidos a ellos. En la Trinidad hay una pluralidad. Son tres en uno. En la pareja son dos en un matrimonio: hombre y mujer. Dios deseó que el hombre estuviera completo y le hizo una compañera. Ahora el hombre tenia una amiga, una colaboradora y una esposa que tuviera hijos para reproducirse. Es interesante cómo Dios desea tener relaciones comunitarias. En Hechos 2 vimos cómo la iglesia llenaba las necesidades emocionales y físicas de sus miembros . . . y la iglesia crecía y los que creían eran bautizados. El plan de Dios es que todos sean una hermosa familia con Él. Así lo dijo el profeta Isaías “Como el gozo del esposo con la esposa, así se gozará contigo el Dios tuyo.” (Isaías 62:5b) ¡Qué bella comparación y verdad con cada uno de nosotros, solteros o casados! Cuando una pareja se casa, es natural que tenga hijos. Cuando una persona acepta a Cristo como su Salvador, entra a la familia de Dios, y hay fruto. Un fruto es el del evangelismo. ¿Estás produciendo hijos espirituales? Es un gran privilegio llevar a alguien a Cristo, estudiar Su Palabra con él o ella, y ver cómo crece. Es igualmente hermoso presenciar cómo esa persona llega a ser como Cristo, y así glorificar a Dios con su vida. Esa es la idea que tuvo Dios cuando te hizo. Él te hizo para darle gloria a Él. Imaginémonos llenar a Summit en Español de muchos hijos e hijas. ¡Qué familia más feliz le daríamos a nuestro Padre Celestial.
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Con este pensamiento, el de un pueblo que vive en comunión con su Padre, así será el cielo cuando toda la familia de Dios esté junta. Eso lo podemos ver en la visión del Apóstol Juan: 6b¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina! 7 Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. 8 Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. ¿Está la iglesia Summit en Español preparándose para encontrar a su Señor? ¿Cómo eres tú con tu relación con Dios? ¿Te pareces a Él, o no mucho? ¿Qué te impide llegar a ser como Cristo? ¿Hay pecados no confesados que te hacen diferente a Él? Oración Padre, ayúdame a serte fiel, a amarte más cada día y a servirte. Gracias por Tu plan perfecto de crearnos hombre y mujer, e hijos tuyos.
Semana 4, Segundo Devocional (Hebreos 10:19-25) En este pasaje, el autor de Hebreos nos está hablando de cómo quiere Cristo que sea nuestra iglesia. Y aquí el salmista nos describe una preciosa escena en el Salmo 133: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.” Hay gozo, amor, compañía, aprendizaje, bendiciones y adoración cuando nos juntamos los hermanos en Cristo. Las palabras de una señora que llegó a Summit en Español fueron “¡Aquí encontré familia!” ¿Cómo, entonces, quiere Dios que sea nuestra vida en comunidad, es decir, en la iglesia? Cristo nos dio el privilegio de entrar a la propia presencia de Dios. Por Su sangre que derramó y por su sacrificio, nos quitó la venda de nuestros ojos para caminar por un camino nuevo. Así mismo Cristo es el Gran Sacerdote que intercede por nosotros. Imaginémonos tener un gran abogado perfecto que nos declara limpios y justos delante del trono del Juez que nos da el perdón por lo que su Hijo hizo. Por eso, con toda confianza, con buena conciencia y con un corazón limpio por Su sangre, nos podemos acercar al trono de gracia, manteniéndonos firmes en la fe. En la iglesia, apoyémonos unos a otros para crecer en amor y en conducta. Animémonos a no faltar a los servicios y a las reuniones en grupos, para estar preparados para ver a nuestro Señor. Qué lindo sería ver a Summit en Español actuando de esa manera. ¿Te ha quitado Jesús la venda de tus ojos para caminar en Su senda? ¿Puedes acercarte confiadamente frente a Su presencia con un corazón limpio? ¿Eres fiel en obedecer las enseñanzas de Jesús? ¿Te reúnes regularmente, o buscas excusas para no asistir a los servicios el domingo o a un grupo de estudio bíblico? En momentos de enfermedad o de ausencia, es muy fácil sentirse lejos de su hogar. Pero qué hermoso es poder regresar para estar con los hermanos y poder decir, como el salmista en el Salmo 122:1 “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos.”
El domingo es muy importante, pero es en los Grupos de Estudio Bíblico donde verdaderamente se vive en comunidad. ¿Se siente tu grupo como nada más otra reunión? ¿O es una verdadera comunidad donde se expresan cariño, se sirven unos a otros, estudian y oran juntos, comparten problemas y alegrías y se divierten juntos? Oración Señor, ayúdame a serte fiel. Límpiame de mi pecado. Ayúdeme a tener una conciencia limpia frente a ti. Ayúdame a tener la prioridad de reunirme con mis hermanos para aprender más de ti y para adorarte. En el nombre de Jesús, mi gran Abogado, amén.
Semana 5, Primer Devocional (Deuteronomio 18:15-19) Esta semana en el estudio bíblico estamos enfocando el tema de la fe . . . y específicamente cuál debe ser el objeto de la fe, o mejor dicho quién debe ser el objeto de nuestra fe. En el sermón de Pedro en Hechos 3, la implicación de lo que dijo Pedro en su sermón es que no es suficiente simplemente tener fe en algo. Es necesario que el objeto de nuestra fe sea válido para que la fe sea válida. Señaló que Jesús el Mesías es el único que tiene las cualidades y el poder que hace válida la fe puesta en Él. Una vez estuve hablando con un campesino sentado al lado de un costal de frijol. Después de compartir el evangelio con él, me dijo, “Tener fe es lo que es importante. Usted tiene fe en que Jesús lo puede salvar.” Metiendo su mano en el costal, sacó un frijol y me dijo: “Si yo tengo fe en este frijol, este frijol me salva. Lo importante es tener fe en algo.” La Biblia dice que sólo Jesucristo tiene el poder para transformar la vida humana y para regalarnos una relación buena con Dios a base de la fe puesto en Él. Por mucha fe que tenga yo en un frijol o en una estatua o en algún santo, sólo Jesucristo me puede perdonar mis pecados y darme vida nueva. Parte del problema básico del hombre es que vive poniendo su fe en cosas o personas que no pueden resolver sus problemas. A pesar de que Dios había hecho milagros enormes, increíbles, al sacar a Su pueblo de la esclavitud en Egipto, la Biblia revela que ellos se antojaban a veces de no seguirlo, no obedecerlo. En Deuteronomio 18 Moisés les da una promesa, una profecía sobre el Mesías que algún día vendría. Pedro en su sermón en Hechos 3 cita esta promesa para explicar porque los judíos deben depositar su fe en Jesús, el Mesías.
15 El Señor tu Dios levantará de entre tus hermanos un profeta como yo. A él sí lo escucharás. 16 Eso fue lo que le pediste al Señor tu Dios en Horeb, el día de la asamblea, cuando dijiste: “No quiero seguir escuchando la voz del Señor mi Dios, ni volver a contemplar este enorme fuego, no sea que muera.”
17 »Y me dijo el Señor: “Está bien lo que ellos dicen. 18 Por eso levantaré entre sus hermanos un profeta como tú; pondré mis palabras en su boca, y él les dirá todo lo que yo le mande. 19 Si alguien no presta oído a las palabras que el profeta proclame en mi nombre, yo mismo le pediré cuentas.
¿Por qué dijo Moisés que el Mesías sería como él? ¿Por qué debemos depositar nuestra fe en Jesús? ¿Qué hacía Moisés que Jesús también hacía? Moisés le comunicaba al pueblo la palabra de Dios. Era su maestro. Moisés les expuso la base de toda la relación del pueblo con Dios. Moisés funcionó como el juez para el pueblo, indicando quién tenía razón y asegurándose de que hubiera justicia.
Moisés representó al pueblo delante de Dios. Intercedía por ellos delante de Dios, aun cuando no lo merecían. El pueblo sabía que Dios es tan santo que entrar en su presencia sería morir por sus pecados, así que le pidieron a Moisés que intercediera ante Dios a su favor. Dios, por medio de Moisés, fue quien los liberó de la esclavitud. Por medio de Moisés forjó de muchas tribus un solo pueblo y creó un sentido en ellos de pertenecer a Dios. Por todo esto Moisés ocupaba un lugar muy especial para el pueblo judío. Los apóstoles en Hechos 3 les dijeron a los judíos que Jesús de Nazaret era ese profeta digno de su fe, pero que la obra de Jesús en todos los sentidos sería mucho mayor que lo que hizo Moisés. La liberación de la esclavitud al pecado que da Jesús es mucho mayor que lo que dio Moisés. Jesús nos libera de la esclavitud al pecado y la muerte, y esa libertad está disponible para todas las naciones. Pasa un tiempo meditando sobre todo lo que Jesús hizo y hace por ti. Dale gracias por las formas en que Jesús es para ti como Moisés fue para Israel. Utiliza el espacio a continuación para apuntar cualquier pensamiento que quieres conservar para animarte o que quieres aplicar a tu vida: Oración Pide que Dios cree en ti el deseo de escuchar (y obedecer) lo que Jesús, el Salvador, te dice. Confiesa las veces esta semana cuando no has “prestado atención a las palabras que (este) profeta” te ha estado diciendo recientemente.
Semana 5, Segundo Devocional (Hechos 3:14-16) 14 Rechazaron al Santo y Justo, y pidieron que se indultara a un asesino. 15 Mataron al autor de la vida, pero Dios lo levantó de entre los muertos, y de eso nosotros somos testigos. 16 Por la fe en el nombre de Jesús, él ha restablecido a este hombre a quien ustedes ven y conocen. Esta fe que viene por medio de Jesús lo ha sanado por completo, como les consta a ustedes. Este pasaje, que forma parte del pasaje que su Grupo de Estudio Bíblico va a estudiar esta semana, es donde Pedro explica que lo que sanó al hombre paralítico no fue nada que ellos hicieran, sino que fue el hecho de que ese hombre tuvo fe en que Jesús lo podría sanar. Ciertamente ellos le provocaron una respuesta de fe al desafiarlo a que creyera que Jesús lo podría sanar y que lo mostrara poniéndose de pie. Tú eres un(a) seguidor(a) de Jesús, al igual que las 120 personas que recibieron el Espíritu Santo en el día de Pentecostés. ¿Te has preguntado alguna vez “a quién estoy desafiando a que crea en Jesús?” ¿Sabes crear un ambiente en que otra persona puede depositar su fe en Jesús? Es sencillo realmente. El Apóstol Juan, al finalizar su Evangelio, dijo que había escrito su Evangelio para que la gente creyera en Jesús y al tener fe en Él se salvara (Juan 20:32). El Apóstol Pablo, en una de sus cartas, le dijo a Timoteo que las Escrituras lo habían llevado a poner su fe en Jesús (2 Timoteo 3:15). Jesús, al final de su tiempo con los discípulos les dijo que no sólo oraba por ellos, sino también por los millones y millones de personas que creerían en Él cuando alguien les contara las verdades acerca de Él (Juan 17:20). Pablo en Romanos 10:14-‐15, 17 nos dice que la fe viene por oír el mensaje de Jesucristo y que ese mensaje se conoce en la Biblia. ¿Sabías que la forma más fácil de ayudar a otra persona a depositar su fe en Jesús es por medio de guiarlos a empezar a leer la Biblia y a estudiarla contigo? El Espíritu es Él que les da la fe. Lo único que tienes que hacer es ponerlos en contacto con la persona de Jesús en la Biblia. No hay que ser un experto en la Biblia para hacer eso. Sólo tienes que empezar a invitar a gente a estudiar la Biblia contigo. Detente un momento e imagínate cómo sería si tu pudieras tener una experiencia, semejante a la que tuvieron Juan y Pedro, de ayudar a otra persona a depositar su fe en Jesucristo . . . . y ver la transformación que ese acto de fe causara en sus vidas. Summit en Español tiene materiales1 en nuestra página de Internet que te pueden ayudar a llevar a personas a tener fe en Jesús.
1 www.SummitESP.info/evangelismo . Los estudios bíblicos evangelísticos basados en el Evangelio de Juan y los estudios “Encuentros con Jesús” son dos grupos de 4 estudios cada uno que sirven para poner a un no-‐creyente en contacto con la vida de
Oración Pide que Dios te dé oportunidades de poner a amigos o familiares en contacto con las Escrituras para que el Espíritu pueda usar la Biblia en sus vidas para crear fe en Jesús. Pide que Dios te ponga en contacto con personas con hambre espiritual. Pide que Dios te ayude a aprovechar hasta eventos inesperados para apuntar a la gente hacia Jesús.
Jesucristo. Podrías usar estos estudios con amigos, familiares y compañeros de trabajo o de estudio.
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Semana 6, Primer Devocional (Josué 1:5-9) El estudio de esta semana, tomado de Hechos 4, habla de la osadía, del valor o valentía ante la oposición de autoridades que quisieron parar la expansión del evangelio causada por las noticias de la muerte y resurrección de Jesús. Los apóstoles decidieron desobedecer la orden de los gobernantes de que cesaran de predicar en el nombre de Jesús. ¿Por qué tuvieron esa confianza y osadía como para oponerse a sus gobernantes, cuando sus propias vidas estaban en juego? La respuesta es simple: tenían confianza en la soberanía de Dios sobre los asuntos de los hombres, inclusive en que Dios podría llevar a cabo Su voluntad a pesar de la oposición de hombres poderosos. Pero hay otras áreas de la vida de un seguidor de Cristo que requieren de valor. Uno de esos campos es poner en práctica lo que Dios nos manda a hacer. Vamos a meditar en la instrucción que Dios le dio a Josué justo antes de empezar la conquista de la Tierra Prometida, porque nos da buenos consejos sobre cómo ser obedientes: 5 Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé. 6 Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que la daría a ellos. 7 Solamente esfuérzate y sé muy valiente, para cuidar de hacer conforme a toda la ley que mi siervo Moisés te mandó; no te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que seas prosperado en todas las cosas que emprendas. 8 Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. 9 Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. (Josué 1:5-‐9) La cultura popular de los no creyentes arrastra un axioma cierto en su significado pero errado en su esencia. El axioma expresa que los Cristianos somos gente “mansa, pacifica y cobarde” y es verdad. Lo somos, pero no por las razones que justifican ese axioma (evitamos la confrontación, todo se lo pedimos a Dios etc) somos mansos, pacíficos y hasta cobardes cuando le somos desobedientes a Dios. Nuestra Fe nos ordena perdonar a quienes nos ofenden y a darle la otra mejilla a quien nos agrede. ¿Cierto? ¿Pero con cuanta frecuencia lo hacemos? Yo, muy poco, ¿la razón? Desobedecer no cuesta nada, es sumamente fácil, ningún esfuerzo he de hacer, basta con voltear mi mirada hacia otro lado. Por el contrario ser capaz de obedecer implica tener una audacia, valor y coraje único casi sobrenatural, definitivamente hay que ser una persona determinada, comprometida con Jesucristo para afianzar los pies en el suelo y perdonar a quien ofende y agrede, hay que ser un hombre lleno del valor, seguridad y confianza que solo nuestro Dios puede darnos para ofrecer la otra mejilla luego de ser agredido.
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Seguir a Cristo implica tomar decisiones difíciles, decisiones que sólo se pueden tomar cuando aceptamos obedecerlo a Él y enfrentar ante el mundo las consecuencias de nuestras decisiones. Se necesita estar revestido de la armadura de Dios para amar al prójimo, para perdonar una y otra vez a quienes nos ofenden, para darle a alguien aquello que creemos que nos pertenece, para dar, sin esperar nada a cambio, para servir en lugar de exigir ser servidos. Para vivir conforme a nuestras creencias espirituales se requiere humildad para pedirle a Dios que nos enseñe a seguirlo y actuar con decisión. Se necesita coraje, audacia y valor para ser un hombre/una mujer fiel a Jesucristo. Ser un cristiano y una cristiana no es para gente débil o floja; se requiere de valor y esfuerzo para vivir como Cristo manda. Por el contrario, desobedecer no cuesta nada, es tan fácil, que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta de que estamos viviendo en rebeldía en contra de Dios. ¿Por qué te rebelas, por qué me revelo en contra de Dios? Fácil sería aceptar el axioma de los no creyentes, de que por naturaleza somos mansos, pacíficos y cobardes y ¡listo! Si así fuera, nos limitaríamos a buscar pastillas para combatir eso. Dios le dijo a Josué que debía apegarse cuidadosamente a Su Palabra, sin desviarse ni a la derecha ni a la izquierda. Dios sabía que eso requiriría de valor, y sabía que sería necesario tener siempre en mente la Palabra de Dios. Por eso le dijo que meditara en la Biblia de día y de noche. De hecho, esa meditación en la Palabra de Dios es lo que nos da la valentía que necesitamos para ser obedientes. ¿Te atreves . . . es decir tienes la valentía para . . . obedecer los mandamientos de Cristo? ¡No es tan fácil! ¿Qué tal perdonar a personas que nos agreden u ofenden? ¿Qué tal no chismear o criticar? ¿Qué tal compartir el evangelio con tus amigos y familiares? ¿Tienes un plan para meditar en la Palabra de Dios de día y noche? ¡Eso sí que requiere disciplina y esfuerzo!
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Semana 6, Segundo Devocional (2 Crónicas 20:6-7, 12-17) 6 «Señor, Dios de nuestros antepasados, ¿no eres tú el Dios del cielo, y el que gobierna a todas las naciones? ¡Es tal tu fuerza y tu poder que no hay quien pueda resistirte! 7¿No fuiste tú, Dios nuestro, quien a los ojos de tu pueblo Israel expulsó a los habitantes de esta tierra? ¿Y no fuiste tú quien les dio para siempre esta tierra a los descendientes de tu amigo Abraham? 12 «Dios nuestro, ¿acaso no vas a dictar sentencia contra ellos? Nosotros no podemos oponernos a esa gran multitud que viene a atacarnos. ¡No sabemos qué hacer! ¡En ti hemos puesto nuestra esperanza!» 13 Todos los hombres de Judá estaban de pie delante del SEÑOR, junto con sus mujeres y sus hijos, aun los más pequeños. 14 Entonces el Espíritu del SEÑOR vino sobre Jahaziel, hijo de Zacarías y descendiente en línea directa de Benaías, Jeyel y Matanías. Este último era un levita de los hijos de Asaf que se encontraba en la asamblea. 15 Y dijo Jahaziel: «Escuchen, habitantes de Judá y de Jerusalén, y escuche también Su Majestad. Así dice el SEÑOR: “No tengan miedo ni se acobarden cuando vean ese gran ejército, porque la batalla no es de ustedes sino mía. 16 Mañana, cuando ellos suban por la cuesta de Sis, ustedes saldrán contra ellos y los encontrarán junto al arroyo, frente al desierto de Jeruel. 17 Pero ustedes no tendrán que intervenir en esta batalla. Simplemente, quédense quietos en sus puestos, para que vean la salvación que el SEÑOR les dará. ¡Habitantes de Judá y de Jerusalén, no tengan miedo ni se acobarden! Salgan mañana contra ellos, porque yo, el SEÑOR, estaré con ustedes.” » Vivir la vida de una manera inconsciente nos lleva a la muerte eterna, nos condena a estar separados de Dios. Nuestro regreso a Dios, comienza con nuestras acciones diarias, cada una de ellas tiene una importancia trascendental, nada ocurre por casualidad, todo tiene un objetivo, y el objetivo último de nuestra existencia es el reencuentro con nuestro Padre Celestial. Pero saber eso no significa que será fácil. El camino no es fácil, nuestro Señor Jesucristo nos advirtió… "Oren para que puedan soportar las dificultades que tendrán". (Lucas 22:36)
Debemos saber que vamos a enfrentar dificultades; si son justas o injustas, realmente no tiene importancia. Es un hecho: hay dificultades y tendremos que afrontarlas, pero ¿afrontarlas bajo cual perspectiva? Somos la creación maestra de un Dios de triunfante, fuimos hechos a Su imagen y semejanza, en consecuencia debemos orientar todas nuestras acciones, todas nuestras batallas, al igual que nuestro Dios, hacia el triunfo, no hay otra alternativa, tenemos que triunfar sobre cada obstáculo. “No temáis ni os acobardéis; salid mañana al encuentro de ellos porque el SEÑOR está con vosotros.” (2 Crónicas 20:17 La Biblia de las Américas) Amigos, Dios nos ha enviado a enfrentar problemas, dificultades causados por entidades que no apreciamos con nuestros sentidos, nuestra lucha no es contra seres humanos, sino
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contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas. Y nos ha equipado con un espíritu de triunfo, nos ha ordenado que nos atemos el cinturón de la verdad, nos ha dado el escudo de la fe, el casco de la salvación y la espada del Espíritu, para que con decisión y valentía enfrentemos cada una de las adversidades que encontremos en la vida (Efesios 6). Hoy, muchísimas personas están huyendo de situaciones desagradables, huyendo de sus problemas, huyendo de sus responsabilidades, huyendo de personas que no los tratan dignamente, huyendo del pasado, huyendo de todo lo que los incomoda. En lugar de hacer frente y lidiar con sus asuntos, ellos han tomado el camino fácil, han escogido el sendero de menor dificultad, de menor resistencia, han escogido esconderse en lugar de enfrentar sus dificultades, han escogido enterrar la cabeza en la arena en lugar de levantarla, han escogido dejar que la solución llegue por arte de magia, han escogido lidiar con el problema mañana. Desafortunadamente, para esas personas, tenemos una mala noticia: ¡el mañana siempre llega, la hora de enfrentar el problema, al enemigo, siempre llega! Amigo, leamos nuevamente este verso …” No temáis ni os acobardéis; salid mañana al encuentro de ellos porque el SEÑOR está con vosotros…” Si presta atención, verás que el verso no dice, "Vive como la avestruz” o “escóndete hasta que el adversario se marche” Por el contrario Dios nos dice, “salid al encuentro de ellos”. Dios nos llama a la acción, a vivir despreocupados del miedo, nos llama a confiar en Él, nos ordena hacerle frente a la situación. Incluso va más allá, nos ordena enfrentar el problema con valor. Amigo, si Dios te ha armado para la batalla, si te ha ordenado ir en busca del enemigo, si te ha ordenado enfrentarlo con valor, es debido a que el triunfo ya lo tienes asegurado, lo único que tienes que hacer es enfrentar a tu enemigo (problemas financieros, de salud, de amor, etc) y saber que Dios está contigo, que el Poder sobrenatural de Dios te permitirá triunfar. Decide erguir tu cuerpo, enfrentar la dificultad, atrévete a dar la batalla armado en fe y verás cómo Dios derrota a cada uno de tus enemigos, y verás cómo el triunfo y favor de Dios no se apartaran de ti jamás y lo más importante sabrás que has dado un paso más hacia tu reencuentro con Dios.
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Semana 7, Primer Devocional (Proverbios 1:7) “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza” Proverbios 1:7 Salomón fue el hombre más sabio de todos los tiempos, y nos dejó en la Biblia el secreto de su éxito: "El principio de la sabiduría es el temor de Jehová". Si los jóvenes atendieran sus caminos conforme a los Proverbios de Salomón, ganarían conocimiento y discreción. Pero ¿a qué tipo de temor se refiere? El temor de Dios para los no cristianos es temer el juicio de Dios y la muerte eterna. Pero para los cristianos el temor de Dios es el reverenciar a Dios: “sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia” (Hebreos 12:28-‐29) Los cristianos no tenemos razón para tenerle miedo a Dios, porque tenemos Su promesa de que nada nos separará de Su amor (Romanos 8:38-‐39), y que nunca nos desamparará (Hebreos 13:5). El temer a Dios significa tener tal reverencia por Él, de manera que impacte la forma en que vivimos nuestras vidas. La Biblia nos enseña que el "temor de Jehová" significa honrarlo, respetarlo, alabarlo, vivir admirado por Su poder y estar atentos a obedecer, con gozo, Su Palabra. Temer a Dios es estar consciente de que Él nos está observando las 24 horas del día. Pero no todos los cristianos toman en cuenta que siempre estamos en presencia del Dios Santo. Dios quiere que siempre le obedezcamos, pero no por obligación, sino porque lo amamos tanto que no queremos perder nuestra comunión con Él. El creyente debe entender lo mucho que Dios aborrece el pecado y debe tener ese respeto profundo y el deseo de no poner en peligro su comunión con Él. No se trata de temer Su juicio, porque eso Jesús ya lo pagó, pero sí de respetarlo tanto y amarlo tanto que no quiere entristecerlo. El cristiano sí le dará cuentas a Dios al final, pero no en el sentido de estar en peligro la vida eterna que tiene, sino en cuanto a su mayordomía con todo lo que Dios le ha dado y su fidelidad como hijo. Hay una diferencia significativa entre el temor a la disciplina de nuestros padres que nos previene de las malas acciones, y el temor de un hijo a Dios: el primero es temor del castigo y el segundo es saber que Su disciplina siempre es para nuestro bien y motivado por Su gran amor por nosotros. El temor de Dios es reverenciarlo, someternos a Su disciplina (sabiendo que es para nuestro bien), y adorarlo con admiración. Pero la palabra de Dios va más allá, y nos dice que mientras el cristiano no comprenda quién es Dios, y desarrolle ese temor reverencial hacia Él, no podrá adquirir la verdadera sabiduría. El temor de Dios es la base para nuestro andar en Sus caminos, lo que nos lleva a servirle y amarlo (Deuteronomio 10:20-‐21). La verdadera sabiduría sólo procede del entendimiento de que Dios es santo, justo y soberano, además de amoroso. Cuando observamos la vida a través de los lentes del temor de Dios, la tiniebla se disipa, no hay incertidumbre en el corazón y somos
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capaces de decidir con sabiduría, porque "el principio de la sabiduría es el temor de Jehová".
1. Dios te observa cada día. Pasa un tiempo meditando simplemente en Su presencia en tu vida. Adóralo, como un niño a su Padre Celestial.
2. ¿En qué áreas de tu vida no demuestras temor a Dios? Entrega estas áreas al Señor. 3. Ora por Summit en Español para que, como iglesia, vivamos en temor de Dios. Ora
para que humildemente nos sometamos a Su Palabra.
Semana 7, Segundo Devocional (Eclesiastés 12:13) “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” Eclesiastés 12:13 ¿Alguna vez en la vida te has preguntado si vale la pena que llegue el siguiente día, porque estás viviendo una monotonía? ¿Por qué crees que pierde sentido una vida? Pese a tenerlo todo, muchas personas no se sienten realizadas en esta vida, no alcanzan la felicidad y mucho menos la paz que tanto necesitan, porque se sienten incompletas. Aunque no lo saben, tal sentimiento se debe a que viven lejos de Dios, pues sólo buscan satisfacer sus necesidades espirituales, emocionales y sentimentales de una forma errada. Antes de ser cristianos cometíamos todo tipo de mal. Lejos de Dios éramos dirigidos por nuestros propios intereses y deseos, y vivíamos para nosotros mismos. Algunos porque no tenían temor de Dios, y otros porque consideraban el temor de Dios como un temor servil: “tengo que hacer esto bien, de lo contrario me castigarán”. Desgraciadamente hay cristianos que se comportan de esa manera porque creen que amar a Dios es tener miedo al infierno o perder las promesas de Dios. Pero la Biblia nos dice que el temor de Dios es el debido temor reverente por quién Él es. Es una cualidad que los creyentes deben desear y cultivar. Es un elogio ser conocido como un creyente temeroso de Dios.
• El cristiano que teme a Dios (en el sentido bíblico) descubre que resplandece en las tinieblas. Aunque en la vida cristiana también se sufren aflicciones, pruebas, dificultades y lágrimas, como el resto de la humanidad, la Biblia dice que nada puede sucederle al cristiano sin que el Señor lo permita (Salmo 34:7).
• El temor de Dios genera toda clase de fruto en la vida del cristiano. Y nos conduce a aborrecer el mal, así como Dios lo aborrece.
• El temor de Dios nos dará más entendimiento, y mayor será nuestro amor a las Sagradas Escrituras y a los mandamientos del Señor (Salmo 111:10). La debida reverencia al Señor nos permitirá tener una familia sólida con hijos valerosos que crezcan en la verdad (Salmo 112:1-‐2).
1. ¿Amas tanto a Dios que sólo deseas complacerlo? 2. ¿Vives una vida que refleja temor de Dios? 3. Pídele a Dios que te ayude a tener el debido temor reverente a Él. Dios se
complacerá en satisfacer esa petición.
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Semana 8, Primer Devocional (Efesios 2:19-22) “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
Efesios 2:19-‐22 Si observamos con detenimiento vemos que hay miles de templos en este mundo, cada uno con sus tradiciones. Son miles los templos construidos por los hombres, y en todos ellos se afirma que habita Dios. Pero ¿cómo puede Dios habitar en tan diferente y controversial situación, donde lo común en todos ellos son las diferencias, las contradicciones y los ídolos? ¿Cuál es el verdadero templo de Dios?, ¿habita Dios en alguno de esos templos, en todos o ninguno? Entre los cristianos también hay mucha confusión al respecto, muchos aún no alcanzan a ver el verdadero significado del templo, y son confundidos por falsas enseñanzas respecto al verdadero templo de Dios. Pero la Biblia dice que iglesia es un edificio espiritual donde los creyentes son edificados en Cristo. En el capítulo 2 de Efesios el apóstol Pablo nos muestra dos enseñanzas al respecto: 1. Lo primero que aprendemos es que Cristo nos ha unificado a todos los creyentes
en una sola familia. Ha derribado el muro de separación entre judíos y gentiles y ha edificado a los dos grupos en un solo edificio vivo (la iglesia), mientras el Espíritu Santo nos ayuda a mirar la unidad para la que hemos sido llamados.
2. Lo segundo que nos enseña es que somos edificados con los demás creyentes para ser el lugar de habitación de Dios donde Él es el Señor: en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
La primera enseñanza habría sido un escándalo para los judíos y la segunda habría sido escándalo tanto para judíos como para gentiles, porque los judíos insistían en que Dios moraba en el Templo en Jerusalén y los efesios también consideraban que la diosa Diana moraba en el gran Templo a Diana en Éfeso, edificio considerado como una de las Siete Maravillas del mundo antiguo. Recordemos que Esteban, en su discurso, hizo hincapié en que "Dios no habita en casas prefabricadas por manos humanas" (Hechos 7:48). El verdadero templo del nuevo pacto es Jesucristo, de manera que en Él podemos verdaderamente adorar a Dios, en Él podemos estar en la presencia de Dios. Ese templo verdadero ya ha sido levantado, y no por mano humana, sino por mano divina. Dios habita hoy en el verdadero templo: Jesucristo y su iglesia. Una de las mejores maneras de que los cristianos apaguemos nuestra luz para el mundo es interesarnos solo por aquellos con los que tenemos afinidad natural.
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Nadie puede ser edificado por su lado, nadie puede crecer fuera de la iglesia de Dios. La iglesia refleja la gloria de Dios en la vida de cada uno de los creyentes, como morada de Dios en el Espíritu y templo santo. Es la morada donde Jesucristo es la piedra del ángulo, la piedra principal. Pero además, hay otras piedras que, junto con la principal, conforman “el fundamento de los apóstoles y profetas”. Sobre estos, que escribieron el Antiguo y el Nuevo Testamento, somos edificados como edificio de Dios: los líderes de la iglesia y todos los hijos de Dios (Efesios 4:11-‐12). Si quieres asegurarte de que eres piedra viva, debes tener una relación personal con Cristo, que Cristo te haya regenerado. Sólo así eres parte apta para ser coordinada por Él, dentro del edificio, en armonía con las demás piedras, capaz de ejercer la función que Dios te establezca dentro de la iglesia. 1. Si eres una piedra viva en el templo de Dios (la iglesia), qué función tienes en ese
edificio espiritual? La iglesia (el templo espiritual) debe estar anunciando las Buenas Nuevas (el evangelio) a las demás personas. ¿Estás llevando a tus vecinos, amigos y familiares a conocer a Jesucristo, la Piedra Angular?
2. Ora para que tú y tus hermanos en Summit en Español estén comprometidos con Cristo y que sus vidas y sus conversaciones lo demuestren. Las piedras de un edificio están conectadas firmemente con las demás piedras. ¿Qué tan firme es tu compromiso con el templo de Cristo?
3. Esteban no fue uno de los apóstoles, fue uno de los “meseros” que ayudaba con la distribución de alimentos. Aunque tu no eres un pastor o un anciano de la iglesia, ¿puedes pensar en algunas formas en que tú, como él, puedes compartir la Palabra de Dios con otras personas?
4. Comprométete con Cristo para hacer lo que a Él le agrada. Examina tu vida y entrégale a Él cualquier área que necesite ser entregada.
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Semana 8, Segunda Devocional (1 Reyes 8:6-30) “ Y los sacerdotes metieron el arca del pacto de Jehová en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines… Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová.11 Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová.12 Entonces dijo Salomón: Jehová ha dicho que él habitaría en la oscuridad.13 Yo he edificado casa por morada para ti, sitio en que tú habites para siempre… Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo Israel, no he escogido ciudad de todas las tribus de Israel para edificar casa en la cual estuviese mi nombre, aunque escogí a David para que presidiese en mi pueblo Israel.17 Y David mi padre tuvo en su corazón edificar casa al nombre de Jehová Dios de Israel.18 Pero Jehová dijo a David mi padre: Cuanto a haber tenido en tu corazón edificar casa a mi nombre, bien has hecho en tener tal deseo.19 Pero tú no edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a mi nombre… 26 Ahora, pues, oh Jehová Dios de Israel, cúmplase la palabra que dijiste a tu siervo David mi padre.27 Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado? 28 Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh Jehová Dios mío, oyendo el clamor y la oración que tu siervo hace hoy delante de ti;29 que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar.30 Oye, pues, la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu morada, en los cielos; escucha y perdona. (1Reyes 8: 6-‐30) Mucha gente cree que Dios habita en cualquier construcción que se llame templo. Pero es fundamental considerar la opinión de Dios al respecto, porque la Biblia dice que es Él quien tiene la última palabra sobre cuál es el lugar de su habitación. Ya lo mencionaba Esteban en su discurso: ‘El cielo es mi trono, y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Qué clase de casa me construirán?, dice el Señor; ¿cuál será mi lugar de descanso, si yo mismo hice todas estas cosas?’ (Hechos 7:48-‐50) En lugar de pedir que le construyera un templo, Dios enfatizó la importancia de su presencia entre ellos y la necesidad que tenía el pueblo de líderes espirituales. Se puede pensar en un edificio como el centro de la presencia de Dios, pero en realidad son las personas que Él elige y utiliza para hacer su obra. El construir o agrandar nuestro lugar de adoración puede ser necesario, pero nunca debe tener mayor prioridad que el desarrollo de líderes espirituales. El libro de los Hechos nos explica que a Esteban lo acusaron de hablar en contra del templo (Hechos 6:13). Pero él no se oponía al templo en sí, sino al institucionalismo sin vida que había llegado a representar. Él sabía que Dios no está limitado, no vive sólo en un edificio, sino en la gente de fe dispuesta a recibirlo (Isaías 66:1,2).
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Jesús lo dijo de forma metafórica: “–Destruyan este templo, y en tres días volveré a levantarlo… Pero el templo al que Jesús se refería era su propio cuerpo. Por eso, cuando resucitó, sus discípulos se acordaron de esto que había dicho, y creyeron en la Escritura y en las palabras de Jesús” (Juan 2:19-‐22) El verdadero templo de Dios es cada creyente, cada hijo de Dios. Jesús habita en su iglesia, y su iglesia somos nosotros, los que están unidos a Él por medio de la fe, aquellos en quienes habita Jesús por medio del Espíritu Santo. Su iglesia es aquella que sólo Dios puede edificar: ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (1Corintios 6:19)
1. Analiza tus razones para servirles a tus hermanos dentro y fuera de la congregación, Medita en eso.
2. Dios quiere vivir en nosotros. ¿Vive Él en ti? ¿Qué tipo de templo tiene Dios en ti? 3. Alaba a Dios por la fe, el amor y el servicio de los cristianos alrededor tuyo. 4. Agradécele a Dios por las maneras en que Él ha trabajado en las vidas de tus
hermanos y hermanas en Cristo.
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Semana 9, Primer Devocional (Hechos 6:1-7) La iglesia en Jerusalén había crecido enormemente en los días y semanas después del Día de Pentecostés. Había la necesidad de compartir las Buenas Nuevas del evangelio con la ciudad. Pero también había la necesidad de atender al grupo enorme de nuevos cristianos. Los doce Apóstoles, quienes habían estado con Jesús desde el principio de Su ministerio, eran los más adecuados para dar testimonio en público acerca de Jesús porque ellos habían vivido con Él día y noche durante tres años. También, los apóstoles, en cierto sentido, eran los más adecuados para enseñar a los nuevos creyentes, o por lo menos a un grupo de líderes que les enseñarían a los nuevos creyentes. Pero todavía había mucho trabajo logístico y de beneficencia que demandaba la atención de los líderes de la nueva iglesia cristiana. Muchos de los más de 8,000 nuevos creyentes habían llegado a Jerusalén desde otras ciudades y otros países para la celebración del Pentecostés en Jerusalén. Deseosos de seguir aprendiendo acerca del Mesías Jesús, que acaban de aceptar, se quedaron en Jerusalén para ser discipulados. Pero el trabajo enorme de alimentar a tanta gente pronto llegó a ser demasiado para los doce apóstoles, y el sistema de beneficencia se estaba derrumbando. Este es el contexto de nuestro pasaje en Hechos 6. Y en muchos aspectos es el contexto nuestro en Summit en Español. Tenemos un solo pastor cuyo trabajo principal es predicar la Palabra de Dios, y tenemos a muchas personas que se han acercado a la iglesia, cada uno con sus necesidades espirituales, emocionales y físicas. Es en este contexto que debemos leer el versículo 2 del capítulo 6: “No es correcto que nosotros (los apóstoles) descuidemos la enseñanza de la palabra de Dios por estar administrando la ayuda diaria”. (Hechos 6:2 NVI) ¿Has meditado alguna vez en el significado de este versículo para nosotros en Summit en Español? Jesús, hablando una vez con sus discípulos, dijo, “«Son muchos los que necesitan entrar al reino de Dios, pero son muy pocos los discípulos para anunciarles las buenas noticias. 38 Por eso, pídanle a Dios que envíe más discípulos, para que compartan las buenas noticias con toda esa gente.» (Mateo 9:37-‐38 TLA) En Summit en Español hace falta muchas personas dispuestas a “compartir las buenas noticias con toda esa gente”, gente dispuesta a visitar a los enfermos, gente para evangelizar a los no creyentes que se acercan y discipular a los nuevos creyentes porque un pastor solo no puede hacer todo esto. A lo largo de la Biblia observamos que nuestro Dios trabaja por medio de Su gente, a través de nosotros. Definitivamente, Él no nos necesita para transformar la vida de “Alberto”, mucho menos nos requiere para darse a conocer ante “Alberto”; mas sin embargo, ha decidido que seamos nosotros quienes llevemos Su nombre hasta “Alberto” que seamos nosotros quienes se lo presentemos a “Alberto”.
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En la Biblia, está expresado claramente este mandamiento: debemos ir y hacer discípulos: Pero ¿cómo haremos esto si por naturaleza dudamos de nuestra capacidad para ejecutar ese trabajo? Si ese es tu caso, no te preocupes. Moisés también dudó, mas sin embargo, a pesar de ello, decidió obedecer, y Dios se ocupó del resto. Hay algo que necesitas recordar: Dios nos equipa con todo lo que necesitamos para cumplir Sus órdenes. Tú no careces de ninguna herramienta para salir y actuar en nombre de Dios. El trabajo es mucho, los obreros son pocos y por eso nos ha sido ordenada una labor especial. Dios ha decidido que seamos sus manos y sus pies, sus obreros. En los capítulos que siguen en el libro de los Hechos se nota algo interesante: algunas de las personas seleccionadas para resolver el problema logístico y de beneficencia en la primera iglesia terminaron siendo usados grandemente por Dios para testificarles a mucha gente (Esteban) y a individuos que más adelante abrirían lugares como el norte de África al evangelio (Felipe). Una vez que alguien decide ponerse a la disposición de Dios para servir en la iglesia, Dios puede usar a esa persona en maneras muy significativas . . . si éste reconoce y acepta que Dios lo ha equipado para hacer discípulos. No necesitas ser un maestro en teología, tener un record libre de manchas, ser un santo. ¡No! No necesitas nada de eso, pues antes de mandarte a hacer discípulos Dios ya conocía cada uno de tus previos desaciertos. Lo único que necesitas es dar el primer paso, decidir obedecer y dejarle el “cómo lo hago” a Dios. Debes aceptar que eres un instrumento de Cristo. Dios quiere bendecir a su gente y quiere que tú seas Su instrumento, quiere usarte para mostrarles Su amor y compasión a otros, quiere que tus acciones y palabras traigan más gente hacia Él. Amar a Dios no se trata solamente de palabras y pensamientos hacia Él. Amarlo se basa en acciones, en la acción de salir de nuestra área de comodidad para ofrecerle al prójimo nuestra ayuda. Algunas veces ayudar a una persona en necesidad se limita a compartir con él una sonrisa, un abrazo, una palabra de estímulo. Otras veces requiere de un esfuerzo más notorio, como por ejemplo, proveerle alimentos, de combustible para su vehículo etc. Otras veces Dios nos permite compartir lo que nos motiva a hacer estas cosas. ¿Te fijaste? Ser un obrero de Dios, probablemente no signifique para tu vida, ser un maestro de teología, pero sí puede significar el despliegue de tus habilidades naturales. Por ejemplo, tienes capacidad de escuchar y allí hay cientos de personas necesitadas de alguien que las escuche sin juzgarlas. Eres una persona con sentido de humor; pues, ve y alégrale el día a alguien que esté en tribulación. Ante la necesidad de nuestros semejantes, la pregunta que realmente cuenta es ¿Eres capaz de salir de tu zona de comodidad e ir a ayudarle a alguien? ¿ Estás dispuesto a mostrarle a alguien que Dios lo(a) ama?
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Hoy te animo a que marques la diferencia en la vida de alguien, sal y muéstrales a quienes te rodean las acciones de tu amor y expícale por qué le estás mostrando amor. Cada acción de bondad y amor que hagas por otro se convertirá en una semilla que producirá una cosecha maravillosa en tu propia vida. Permite que tus acciones y palabras sean vehículos que Dios puede usar para bendecir a otro ser humano.
Semana 9, Segundo Devocional
(Este devocional aparecerá pronto)