DEVOCIONALES - 07 DIAS / Caleb Fernandez Pérez2019

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¿Ya te has encontrado en una situación en tu vi-da en la que te has sentido forzado a orar? Dios, en su bondad, nos trae frecuentemente a un pun-to en el que nos vamos a ver obligados a orar y al-

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3 Me echaste a lo profundo, en medio de los ma-res, Y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí. 4 Entonces dije: De-sechado soy de delante de tus ojos; Mas aún ve-ré tu santo templo. 5 Las aguas me rodearon hasta el alma, Rodeóme el abismo; El alga se en-redó a mi cabeza.

DIA01 Jonás 2:3-5

guien que ora forzado, es mejor que alguien que no ora.

La enfermedad lleva a la gente a orar. El luto trae a las personas a la oración. Las desilusiones hacen que la gente ore. La consciencia de pecado nos lleva a la oración.

Algunas personas están decepcionadas o desi-lusionadas con sus casas, con sus hijos, con su ca-rrera, con su iglesia, con ellas mismas. Y en oca-siones Dios deja a algunas personas sin empleo como muestra de Su misericordia, para que oren. Las personas se hunden en deudas; las per-sonas se despiertan de noche con asaltantes den-tro de sus casas; algunas vidas son visitadas por la incertidumbre o por la depresión. Dios gobier-na sobre todo eso. Todas estas cosas son parte de la providencia de Dios — aunque difíciles — para darnos la mayor bendición que podamos tener en el mundo: un corazón volcado a la oración y en comunión con Dios.

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¡El capítulo 2 es fascinante! Jonas le dio la es-palda a Dios, huyó de Dios y las circunstancias difíciles llegaron. No importa qué camino tome-mos lejos de Dios, Dios siempre estará delante de él. Para Jonás había un plan y reconoce que le había dado la espalda a Dios y en ese reconoci-miento ve que se abren posibilidades que surgen por medio de la confesión.

Preguntas de reflexión:¿En qué situación de nuestra vida nos hemos

sentido forzados a orar?Si Dios tiene un plan para nosotros ¿qué suce-

derá si nos alejamos de Él?

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No importa qué camino tomemos lejos de Dios, Dios siempre estará delante de él. Fue lo que le pasó a Pablo. Pablo iba camino a Damasco, dándole la espalda a Dios, pero ¿quién lo encontró a él? ¡Cristo! ¡Le damos la espalda a Dios, pero él nos está mirando y caminando con nosotros todo el tiempo! ¡Eso es Gracia!

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3 Me echaste a lo profundo, en medio de los ma-res, Y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.

DIA02 Jonás 2:3-5

Como al perseguir a un niño pequeño alrede-dor de la casa o jugar a las escondidas, podría pensar que está lo suficientemente lejos para ser pillado o que está muy bien escondido para ser descubierto, pero de pronto y aún sin sospechar-lo es alcanzado y encontrado. La pregunta del ni-ño es: ¿cómo puede ser eso?

Si no has entregado tu vida a Jesús y le has da-do la espalda constantemente, tu mayor proble-ma no eres tú mismo. Tu mayor problema es Dios. Porque no podrás escapar de Él. Si Dios tie-ne un plan para ti, las circunstancias de tu vida serán parte de Su plan maravilloso que te trae-rán tarde o temprano a Él.

Lo primero que Jonás reconoce es que Dios te-nia un plan y que no fueron los marineros los que lo lanzaron al mar, sino Dios: «Me echaste a lo profundo». Para la superación de alguna cir-cunstancia difícil, primero debemos reconocer que detrás de aquello está Dios. El profeta reco-

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noce que Dios es la causa última de lo que le acontece, y que los marineros, la tormenta y to-do lo demás no son sino agentes de la voluntad divina.

Preguntas de reflexión:Si no he entregado mi vida a Cristo ¿cual es

mi mayor problema?¿Quien es la causa última de lo que nos pa-

sa?

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Jonás obtuvo su inspiración para su salmo de va-rios Salmos, uno de ellos es el Salmo 18:4-6: «Me rodearon ligaduras de muerte, Y torrentes de perversidad me atemorizaron. Ligaduras del Seol me rodearon, Me tendieron lazos de muer-te. En mi angustia invoqué a Jehová, Y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, Y mi cla-mor llegó delante de él, a sus oídos».

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3 Me echaste a lo profundo, en medio de los ma-res, Y me rodeó la corriente; Todas tus ondas y tus olas pasaron sobre mí.

DIA03 Jonás 2:3

Desde el fondo, el profeta grita: «Me echaste a lo profundo», que en definitiva significa «al co-razón de los mares». Sí, es posible que el Señor nos lance a la profundidad, en medio de una tem-pestad, pero todo esto con el propósito de recono-cer también la profundidad de nuestra rebeldía y para traernos de regreso a un camino seguro de obediencia y comunión con Dios.

Jonás estaba extremamente angustiado, su re-lato intenta mostrarnos que está a punto de aho-garse., sólo tiene agua y más agua en su gargan-ta. ¿Y de qué se acuerda?¿Qué cosa podría inter-pretarlo mejor en lo que le pasó? ¡La Palabra de Dios! La segunda parte del versículo 3, está toma-da palabra por palabra del salmo 42:7: «Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.»

Abramos las Escrituras Sagradas y dejemos que ellas nos interpreten, ellas hacen una perfec-ta radiografía de quienes somos nosotros y en qué condiciones nos encontramos.

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Preguntas de reflexión:¿Cuáles son los salmos que inspiraron a Jo-

nás en su confesión en esta parte de su relato?¿Por qué debemos abrir las Escrituras en mo-

mentos de confesión?

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En el capítulo 2, podemos ver todo lo que tuvo que suceder en el corazón de Jonas para que él fuera restaurado. Imagínese sus pensamientos mientras él caía al agua, cuando el agua entraba por su garganta, mientras era abrumado por la os-curidad, cuando el pez se lo tragaba, y luego no se ahogaba.

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4 Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; Mas aún veré tu santo templo.

DIA04 Jonás 2:4

Ahí se dio cuenta que Dios era Dios. No pode-mos ser restaurados hasta tener un sentido claro de la soberanía de Dios. Jonás se da cuenta de que sin Dios, está sin esperanza. Lo primero en la confesión es reconocer que Dios nos coloca so-beranamente en situaciones difíciles que buscan nuestra restauración.

Es tremendo lo que produce las posibilidades que genera la confesión en nuestro corazón, aún cuando esta confesión sea dolorosa: «Desechado soy de delante de tus ojos». Su autoevaluación lo deprime y se da cuenta que está probando de su propia medicina. Era lo que él había querido, su alma se aleja de Dios y se ve camino a estar per-manentemente aislado y lejos de Dios. Al fin y al cabo, por no querer ir a Nínive, el profeta pierde también la tierra prometida que tanto ama.

Como buen judío, tenía plena consciencia de las consecuencias de su pecado y tenía plena consciencia de que la muerte era lo que se mere-

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cía. En cierto sentido, ese era el castigo final de quien quebrantaba el pacto (Levítico 26:14-16).

El pecado crea esta sensación, peor que el do-lor, la enfermedad, la soledad, la propia muerte. El pecado crea una realidad muy compleja, la pérdida de la comunión con Dios. Ese es el senti-miento más doloroso que podemos tener, sentir-nos desechados de Su presencia.

Preguntas de reflexión:¿Por qué Jonás tenía plena consciencia de

que la muerte era lo que merecía?¿Qué es lo peor que sucede en nuestra vida

por causa del pecado?

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El pecado nos lleva de la mano a la pérdida de la comunión con Dios. Y el pueblo de Dios siem-pre estaba esta dinámica. Por ejemplo, en el exi-lio, el pueblo tenía la sensación de ser «un pue-blo desechado». El exilio fue duro, entre otras co-sas, porque el pueblo de Dios no podía acudir al templo.

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4 Entonces dije: Desechado soy de delante de tus ojos; Mas aún veré tu santo templo.

DIA05 Jonás 2:4

Para los judíos estar cerca de Dios era una cuestión de geografía. Mientras más cerca del templo, más cerca de Dios. Por eso, el profeta se pregunta en medio de su afirmación: «¿Cómo po-dré ver tu santo templo?». Esta pregunta nos per-mite dar otra mirada a este texto. Jonás aún te-nía que aprender acerca de su relación con Dios, si bien anhelaba tener comunión con Dios, aún pensaba que era una cuestión de geografía. Pero, Jonas está en el fondo del mar, lejos del templo, sin embargo, adora a Dios mejor que cuando es-taba en Israel. No es cuestión de lugares. Si Dios es Dios del cielo, que hizo del Mar y la tierra, to-da la creación es el lugar donde Dios está presen-te. A donde vayamos, Dios hará su habitación en ese lugar, no podremos escapar de Él.

En esto, Jonás descubrió que mientras mas le-jos, mientras más intentaba alejarse de Dios, en realidad, Dios lo tenía más cerca y su corazón se dilataba cada vez más en dirección a Dios. Esto

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fue lo que descubrió Jonás cuando le rodeaba el abismo.

Por eso, cuando nos rodee el abismo del peca-do, y Dios tiene un plan para nosotros, conocere-mos a Dios cómo no pudimos conocerle entre las paredes seguras de nuestros templos.

Preguntas de reflexión:¿Por qué decimos que estar en comunión con

Dios no es un tema de geografía?¿Qué fue lo que descubrió Jonás cuando le ro-

deaba el abismo?

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La situación de Jonás era grave. El salmo refleja esa urgencia que tenía por salvar su vida. El pro-feta nos relata con tres figuras de lenguaje la si-tuación real de ahogamiento que estaba sufrien-do.

En primer lugar, «Las aguas me rodearon has-ta el alma», muestra la falta de aire y el agua en la garganta. Luego, «Rodeóme el abismo», mues-

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5 Las aguas me rodearon hasta el alma, Rodeó-me el abismo; El alga se enredó a mi cabeza.

DIA06 Jonás 2:5

tra que había agua en todas partes en la profundi-dad circundante. Y después, «El alga se enredó a mi cabeza», mostrando el aprisionamiento con las algas marinas en la cabeza.

El nuevamente utiliza los salmos, para descri-bir lo que está sucediendo con él: «Ligaduras del Seol me rodearon, Me tendieron lazos de muer-te» (Salmo 18:5). Y lo peor es que él estaba cons-ciente del por qué estaba ahí. Su rebeldía contra Dios había sido grosera y aunque él sabía que Dios podía perdonarlo, su teoría no lo convence. No habrá paz en su corazón mientras no vuelva a Dios. Y en esto se genera un mensaje para noso-tros.

Para muchos nuestras circunstancias se han transformado en una prisión. Y en este sentido, no habrá paz en nuestro corazón mientras no vol-vamos a Dios. Hay un camino de regreso a casa de los caminos oscuros del pecado. Hay una puer-ta que Dios ha abierto y por la que podemos en-

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trar, para finalmente descansar en Su amor y eso se llama «confesión».

Preguntas de reflexión:¿Cuáles son las tres figuras de lenguaje que

usa Jonás para describir su situación? ¿Ya nos hemos sentido así?

En medio de nuestras circunstancias difíciles ¿Cuál es la condición para que haya paz en nues-tro corazón?

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Sin las posibilidades de la confesión, nuestras cir-cunstancias son una prisión para nosotros hasta que volvamos al centro de la voluntad de Dios. No habrá paz en nuestro corazón mientras noso-tros no estemos en centro de la voluntad de Dios. Agustín de Hipona lo planteaba de mejor manera cuando decía que «nuestra alma estará inquieta, mientras no descanse en el Señor».

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5 Las aguas me rodearon hasta el alma, Rodeó-me el abismo; El alga se enredó a mi cabeza.

DIA07 Jonás 2:5

Dios nos ama tanto que nos tornará prisione-ros de las circunstancias que gritarán en nues-tros oídos acerca de Su amor. Dios no abdica de Su derecho de tenernos para sí. Y por eso, en tiempos de situaciones complejas, podemos ha-cer una oración como la de Jonás, reconociendo que las aguas, el abismo y las algas son una mues-tra de Su amor que nos abrazo: «¡Señor, abráza-me fuerte y no me sueltes, hasta el alma y en lo profundo, abrázame fuerte!».

¡Este es el mensaje del EVANGELIO! Hay un camino de regreso a Dios de los caminos oscuros del pecado. Hay una puerta que Dios abre y por la que podemos entrar. En la cruz del Calvario es donde empezamos, cuando nos acercamos como pecadores a Jesús. «Si confesamos nuestros peca-dos, él es fiel y Justo para perdonar los pecados y purificarnos de toda maldad» (1 Juan 1:9).

No importa cuánto tiempo hemos estado le-jos, no importa lo mal que haya sido, no importa

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lo que hayamos hecho, podemos ser completa-mente reconciliados con Dios, por medio de la confesión, al reconocernos como pecadores y a Jesús como Salvador.

Preguntas de reflexión:¿De qué manera nuestras circunstancias po-

drían convertirse en una prisión?¿Cuál es la puerta que Dios abre para salir

de los caminos oscuros del pecado

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© 2019 www.valparaisoipch.cl Caleb Fernández Pérez, Pastor de la 1ra Igle-sia Presbiteriana de Valparaíso y profesor del Se-minario Teológico Presbiteriano.

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