Semana 5

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HEBREOS 7:22-25 «Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto». SACERDOCIO LEVÍTICO (Esclavos de la ley) → Gá 5:9, 1 Co 5:6-8; Lc 5:36-39 SACERDOCIO DE JESÚS (siervos de justicia, libres de la ley) → Ro 7:6, 8:1, 2 Co 3:6 Bajo este sacerdocio recibió el pueblo la ley. Vino la gracia (Ro 5:15; Ef 2:8). Sacerdotes, según el orden de Aarón. Sacerdote, según el orden de Melquisedec. De la tribu de Leví. Nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nadie sirvió al altar, 7:13-14. Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia, 7:18 Pacto de la ley La introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios, 7:19; cfr. Mt 5:17 → Nuevo Pacto Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar, 7:23 Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable, 7:24-25, cfr. He 8:1 Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres, 7:28a La palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre, 7:28b; v.26 sin juramento fueron hechos sacerdotes los levitas, solo por la ley (Dt 10:8-9) Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec, Sal 110:4 Aquellos sumos sacerdotes, tienen necesidad cada día de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo, 7:27; 9:23. Se ofreció a sí mismo una vez para siempre, 7:27; He 4:15, 9:26-28; 1 P 2:21-22. Todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios, 8:3 El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45). Sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte, 8:5; cfr. 9:1-10 Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación (…) por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención, 9:11-12; cfr. 8:2. La sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 9:13. La sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo, 9:14; 1 Jn 1:7. La ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, … nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan, 10:1 En esa voluntad (Salmos 40.6-8; 10:8-9) somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre, 10:10 todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;, 10:11 Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios (…) porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados, 10:12-14 Entran al Lugar Santísimo una vez al año, 9.6-7, Lv 16:33-34. Teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura, 10:19-22. Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; (pues nada perfeccionó la leyRubén Arango Ministerio de Investigación Bíblica

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50 días de oración

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HEBREOS 7:22-25

«Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto».

SACERDOCIO LEVÍTICO (Esclavos de la ley) → Gá 5:9, 1 Co 5:6-8; Lc 5:36-39

SACERDOCIO DE JESÚS (siervos de justicia, libres de la ley) → Ro 7:6, 8:1, 2 Co 3:6

Bajo este sacerdocio recibió el pueblo la ley. Vino la gracia (Ro 5:15; Ef 2:8).

Sacerdotes, según el orden de Aarón. Sacerdote, según el orden de Melquisedec.

De la tribu de Leví. Nuestro Señor vino de la tribu de Judá, de la cual nadie sirvió al altar, 7:13-14.

Queda, pues, abrogado el mandamiento anterior a causa de su debilidad e ineficacia, 7:18 → Pacto de la ley

La introducción de una mejor esperanza, por la cual nos acercamos a Dios, 7:19; cfr. Mt 5:17 → Nuevo Pacto

Y los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no podían continuar, 7:23

Mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un sacerdocio inmutable, 7:24-25, cfr. He 8:1

Porque la ley constituye sumos sacerdotes a débiles hombres, 7:28a

La palabra del juramento, posterior a la ley, al Hijo, hecho perfecto para siempre, 7:28b; v.26

sin juramento fueron hechos sacerdotes los levitas, solo por la ley (Dt 10:8-9)

Juró el Señor, y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre, Según el orden de Melquisedec, Sal 110:4

Aquellos sumos sacerdotes, tienen necesidad cada día de ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del pueblo, 7:27; 9:23.

Se ofreció a sí mismo una vez para siempre, 7:27; He 4:15, 9:26-28; 1 P 2:21-22.

Todo sumo sacerdote está constituido para presentar ofrendas y sacrificios, 8:3

El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos (Marcos 10:45).

Sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte, 8:5; cfr. 9:1-10

Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación (…) por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención, 9:11-12; cfr. 8:2.

La sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 9:13.

La sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo, 9:14; 1 Jn 1:7.

La ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, … nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan, 10:1

En esa voluntad (Salmos 40.6-8; 10:8-9) somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre, 10:10

todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;, 10:11

Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios (…) porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados, 10:12-14

Entran al Lugar Santísimo una vez al año, 9.6-7, Lv 16:33-34. Teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura, 10:19-22.

“Porque cambiado el sacerdocio, necesario es que haya también cambio de ley; (pues nada perfeccionó la ley”

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LUCAS 2:37

DOS SANTAS MUJERES Y UN MISMO NOMBRE PROFÉTICO

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1 CRÓNICAS 29:20

David bendijo a Dios con palabras, expresando lo que había en su alma, luego de bendecir él y el pueblo al Todopoderoso, El-Shaddai, dueño de todo cuanto existe: « Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos. Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura. Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo» (v. 14-16).

Bendecir (hebreo, barak = „arrodillarse‟; griego, eulogeo = hablar bien), decir bien de algo, de o a alguien, es hablar lo justo, lo apropiado, lo que se conforma y ajusta a la realidad, a la verdad, con una palabra creativa, creadora, transformadora, renovadora y poderosa. Hay poder en las palabras (logo y rhema). Y cuando la Escritura nos comunica que hay vida en la palabra, tenemos que comprender que involucra desde la idea (lo ideal = pensamiento, voluntad y alma) hasta la realidad de esa idea (lo concreto = habla, escritura, imagen, pintura). Es decir, la palabra pensada, la palabra sentida y deseada, la palabra votiva y empeñada, y la palabra proferida, que son expresiones en diferentes estadios, tienen dinamos, poder

vivificante o letal, sanador y liberador o subyugador, perdonador o condenatorio, restaurador o demoledor, edificante o destructivo, enriquecedor o empobrecedor (Proverbios 18:20-21, Santiago 3:9-12). Nuestros mensajes, nuestro discurso verbal, emocional y mental, reflejan el poder de la palabra (Mateo 12:36-37). Cuando bendecimos estamos reconociendo el valor y la importancia de quien bendecimos. Estamos causando su felicidad, agregando valores a su existencia, otorgando bienestar y prosperidad. Eso hizo Jesús con nosotros. Dijo que había venido para salvarnos (integralmente) y, esa palabra de bendición pronunciada, sellada con su muerte y su resurrección, produjo los frutos en nosotros (una bendición inmensurable, profunda, y con alcance y cubrimiento a toda la humanidad), Efesios 1:3-14, Hechos 3:26. David había internalizado la importancia de bendecir a Dios en su vida, no como un formulismo o un estilo de vida, sino como resultado de una vida que agradece, que siente gratitud, que valora cada instante de vida sin diferenciar bueno de malo. Es una visión teocéntrica que sabe que todas las experiencias, las situaciones, los conflictos y los eventos que devienen en nuestra existencia tienen un propósito divino, una razón que desconozco, pero Dios la ha propuesto para nuestro bien (Gn 50:20;

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Jer 29:11; Ro 8:28). Fue un hombre que en medio de penalidades, miedos, crisis, incertidumbres, dudas o en tiempos de prosperidad y éxito aprendió a bendecir a Dios y a su pueblo (Sal 68:26, 96:2, 103:1-2). Se estaba dejando listo todo lo necesario para la construcción del templo que emprendería su hijo Salomón, conforme a lo dicho por Dios. Se levantaron planos y se trazaron los cálculos de material y costo de la obra, conforme le hizo entender Dios las obras del diseño (1 Cr 28:19). Además, invitó al pueblo a ofrendar espontáneamente de corazón y con alegría para la obra del templo (1 Cr 29:5). Cuando vio la disposición del pueblo, la aprobación del proyecto y toda la abundancia en la ofrenda generosa, desprendida y humilde, bendijo a Dios delante de toda la congregación (1 Cr 29:10-22).

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2 CRÓNICAS 6:19-21

Una oración intercesora por un pueblo frágil, débil, contradictorio, contumaz y obstinado, que fácilmente se iba tras los dioses de las naciones enemigas y se postraba ante ídolos inoperantes (Dt 9:6-29; Salmos 115, Hch 7). El pueblo “hoy santo” y “mañana idólatra”. Su historia era un zigzag espiritual. Así, esta es una oración profética y de un profundo clamor de un rey con visión, sabiduría, entendimiento, que ama su nación, ora con súplica al Dios clemente y bondadoso con sencillez de corazón y humildad, creyendo que sería propicio a su petición. Salomón estudia minuciosamente cada riesgo amenazador y cada fragilidad humana de Israel, para rogar al Dios santísimo y misericordioso, que si infortunadamente eso llegara a ocurrir ―y de hecho ocurrió―, pero hubiere arrepentimiento, conversión y confesión de pecados, entonces el Dios del pacto, que cumple sus promesas, oirá desde los cielos y atenderá a su humillación y quebranto, perdonando su maldad, sanando, restaurado y liberando a su pueblo, dando bendición y respuesta (6:16―7:1).

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UNA NACIÓN FRACASADA, DESGAJADOS DEL OLIVO (Romanos 11:11-29)

Israel (Saúl, David, Salomón)

Israel Judá

Jeroboam 22 malo 1 R 13:33-34;14:20 Roboam 17 malo 2 Cr 12:6-7, 13-14

Nadab * 2 malo 1 R 15:25-26 Abías (Abiam) 3 malo 1 R 15:1-5

Baasa 24 malo 1 R 15:33-34 Asa ** 41 recto 1 R 15:9-11,14; 2 Cr 16:12

Ela 2 malo 1 R 16:8, 13 Josafat** 25 recto 1 R 22:41-43

Zimri 7 días malo 1 R 16:15-19 Joram* 8 malo 2 R 8:16-19

Tibni + Omri 3 (Ǿ) malo 1 R 16:21-31 Ocozías* 1 malo 2 R 8:25-27

Omri 12 malo 1 R 16:23-25 Atalía (usurpa) 7 malo 2 Cr 22:10-12

Acab + Jezabel 22 malo 1 R 16:29-30 Joás** 40 recto 2 R 12:1-3

Ocozías 2 malo 1 R 22:51-53 Amasías** 29 recto 2 R 14:1-4

Joram 12 malo 2 R 3:1-3 Azarías** (Uzías) 52 recto 2 R 15:1-5 (leproso)

Jehú 28 malo 2 R 10:31, 34-36 Jotam** 16 recto 2 R 15:32-35

Joacaz 17 malo 2 R 13:1-4 Acaz* 16 malo 2 R 16:1-3

Joás 16 malo 2 R 13:10-11 Ezequías 29 recto 2 R 18:1-6

Jeroboam II 41 malo 2 R 14:23-27 Manasés 55 malo 2 R 21:1-2, 13; 2 Cr 33:12-13

Zacarías 6 meses malo 2 R 15:8-10 Amón 2 malo 2 Cr 33:21-23

Salum 1 mes malo 2 R 15:13-15 Josías 31 recto 2 Cr 34:1-2

Manahem 10 malo 2 R 15:17-19 Joacaz 3 m malo 2 R 23:31-33

Pekaía 2 malo 2 R 15:23-25 Eliaquim (Joacim) 11 malo 2 Crv36:5-7 (cautivo)

Peka 20 malo 2 R 15:27-29 Joaquín 3 m malo 2 Cr 36:9-10 (cautivo)

Oseas 9 malo 2 R 17:1-3 Matanías (Sedequías) 11 malo 2 Cr 36:11-12

Cautiverio Asiria, 722 a. E. 2 R 3:1-3 Cautiverio Babilonia 606, 597 y 586 a. E.

*anduvieron en los pecados de Jeroboam (mayoría) **sin embargo, no quitaron los lugares altos (mayoría)

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SALMOS 37:4-7

Siete principios sencillos y concretos propone el salmista, con tono imperativo, para ver resultados importantes a nuestras oraciones, a cada petición que presentamos al Señor. Por ahora examinaremos UNO de estos pilares (véase el cuadro).

PILARES DE ACCIÓN PRINCIPIO ACTIVO RESULTADO CONFIANZA EN DIOS Fe Habitarás en la tierra, te

apacentarás de la verdad, vivirás para siempre.

HACER EL BIEN, v.27 Justicia

DELEITARSE EN EL SEÑOR (cfr. Sal73:25; 27:4,8; Is 26:9

Relación íntima y saludable con Dios

Él te concederá las peticiones de tu corazón.

ENCOMENDAR LA VIDA Obediencia a su Señorío y a su

Soberanía

Él hará.

Exhibirá tu justicia como la luz

CALLAR ANTE JEHOVÁ Humildad y mansedumbre

Heredará la tierra, y se recrearán con abundancia de paz.

ESPERAR EN NUESTRO LIBERTADOR Y SALVADOR

Fe y Esperanza; integridad, rectitud y santidad; misericordia y servicio.

La salvación de los justos es de Jehová. Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia. Jehová los ayudará y los librará; Los libertará de los impíos, y los salvará.

No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades (cfr. Sal 73:3-12)

“Hasta que entrando en el santuario de Dios, Comprendí el fin de ellos”

(Sal 73:17)

Sostiene al justo, no desampara a sus santos, su descendencia es para bendición.

DELEITARSE EN EL SEÑOR. No podemos convertir el tiempo con Dios en: una simple y grotesca rutina de devocionales tradicionales que se copian de aquí y de acullá. algo mecánico que se hace por costumbre con apariencia de piedad, pero sin resultados. un hábito religioso de lo que aprendimos en alguna prédica, sermón, escuela o seminario. vanas oraciones sin sentido ni corazón, donde la unción y el poder de Dios no fluye una caricatura de la piedad que no trasciende del techo. una pesada carga, porque me toca o debo hacerlo. un hacer por miedo al castigo de Dios o por temor al Señor. una demostración de mi espiritualidad y mi fervor. Si no sentimos el fuego del amor de Dios, si percibimos que no pasa nada cuando oramos, que no trasciende al trono de Dios, que la mano del Todopoderoso no se tiende a actuar y que su corazón no es movido a misericordia. Si las bendiciones no se activan y no experimentamos la respuesta a nuestras peticiones… algo pasa. Es hora de reevaluar nuestro devocional, nuestro tiempo con Dios.

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El tiempo con el Señor no una cuestión de ordenanza o de imposición ni siquiera de fe. Es un asunto de amor, de enamoramiento de Dios. En la Biblia, los profetas y salmistas lo expresaron con palabras alusivas a la intimidad: “te he deseado”, “deléitate”, “atráeme”, “conoce”, etc. Incluso el libro de Cantares, entre sus contextos y aplicaciones, puede tomarse como una metáfora de ese encuentro con el Amado. Allí, aparece una clave fundamental para renovar y ensanchar nuestro nivel de oración y búsqueda del Señor:

“Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, Muéstrame tu rostro, hazme oirá tu voz; Porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto. Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne. Mi amado es mío, y yo suya; El apacienta entre lirios” (Cnt 2:14-16).

El amado desea que la sunamita revele su rostro y deje oír su voz. Es decir, Dios quiere que entremos en una relación profunda, abierta, íntegra con Él. Quiere que le expongamos nuestra alma, que hablemos de corazón. Pero, cuando la oración es mecánica, condicionada o pobre se torna en oraciones sordomudas y paralíticas, que no tienen vida en sí mismas. Ese estilo de oraciones son “las pequeñas zorras” que echan a perder el viñedo, el fruto de la oración cuando esta va respaldada y sustentada de poder, de unión, de fe, de convicción, y se dirige a alguien real, que está vivo, que no miente, que tiene poder, que es misericordioso y bondadoso… Podemos cazarlas o dejarlas. Es nuestra decisión. Dios siempre está dispuesto a amaros en la plenitud de su gracia, a escucharnos y a respondernos misericordiosamente. Tiene todo el tiempo, nunca está ocupado. Este relación, según el asunto que se aborde podría verse como un acercamiento amoroso de Un Padre que aconseja, que corrige y que forma Un Formador que direcciona nuestros procesos de vida Un Consejero que escucha nuestras ansiedades y miedos para orientaros Un Consolador que brinda consuelo y paz a nuestra existencia, etc. Así, nosotros determinamos quedarnos en un nivel de esfuerzos sin trascendencia espiritual o pasamos a un plano de acción y poder. Ezequías oró a Dios cuando Senaquerib invadió a Judá, presentando al Dios de los Ejércitos las cartas blasfemas que le trajeron los embajadores del rey asirio, y hubo una poderosa respuesta que trajo paz a su reino (2 R 19:14-37). También cuando enfermó de muerte, Dios le otorgó quince años más de vida (2 R 20:1-11). Salomón oró y pidió por la nación de Israel cuando dedicó el templo al Dios Santo, y descendió fuego consumidor del cielo (2 Cr 7:1). Josué pidió detenerse el tiempo hasta derrotar a los amorreos, y el Todopoderoso respondió (Jos 10:11-13). Elías oró para que no lloviera, y no llovió por tres años (2 R 17:1, 18:1, 41-45). La oración eficaz, aquella que tiene “la capacidad de lograr el efecto que se desea o se espera” (DRAE), del que ha sido justificado (redimido por la sangre de Cristo) puede mucho (tiene libre facultad o potencia de hacer que se cumpla lo solicitado, más de lo regular o en abundancia).

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COLOSENSES 3:16-17

Cuando hemos vivido en el desierto espiritual, cautivos por nuestros propios pensamientos, errores y pecados, esclavos a algún vicio o cuando experimentamos la soledad, entonces el cuadro del Salmo 137 cobra una imagen tan real y comprensible como ver una imagen en 3D. Allí el profeta Jeremías canta la visión y el corazón de los judíos desde Babilonia, mostrando su dolor por lo vivido. Entonces surge la pregunta: “¿Cómo cantaremos cántico de Jehová en tierra de extraños? “ (v. 4) La respuesta parecería fácil y concluyente al tenor del párrafo anterior: imposible, verdaderamente complicadísimo. Y entonces viene a mi mente una oración (masquil) de los hijos de Coré: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios? Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?” En medio del abatimiento y de la prueba, en medio del escarmiento y del sufrimiento, el salmista clamó al Señor. Esa soledad espiritual le produjo sed, pero una sed de buscar de Dios. Lo interesante es que señala que el cántico de Dios estaría con él en la noche [Lee todo el Salmo 42]. ¿Por qué estas palabras iniciales? Porque muchas veces escucho a creyentes temerosos y desalentados en los tiempos de prueba, con una visión negativa del panorama y sin un plan emergente para contrarrestar la situación. Cuando entran a “tierra de extraños”, al “Egipto espiritual”, al desierto, pierden todo arresto para continuar, la misión y la visión como hijos de Dios se esfuma, las esperanzas se diluyen en el mar de la zozobra y la incertidumbre, la fe se descalcifica y la unción pierde su impacto. Solo nos queda un cristiano mohíno, raquítico y asustadizo ante las vicisitudes con un corazón vacío de Dios y de su Mensaje. Bien, tomemos los dos pensamientos de los salmistas.

1. De noche su cántico estará conmigo. La noche es figura de tiempos difíciles y de pruebas.

En Salmos 119: 54, dijo el cantor: “Cánticos fueron para mí tus estatutos en la casa en donde fui extranjero”. De este modo, es en la prueba cuando verdaderamente se puede verificar con seguridad dónde está la Palabra de Dios sembrada en nuestra vida. Si en tierra fértil como un cántico poderoso y bien aprendido, legítimamente interiorizado y asentado en nuestra mente, alma, corazón, experiencia, cotidianidad y circunstancias; o si por el contrario, está sembrada en pedregales o entre la maleza del mundo como un agregado a nuestras filosofías de vida, a nuestros buenos libros de consulta, a ese mensaje dominguero o a ese libro de mostrar para que piensen que soy un cristiano de verdad, donde ese cántico es olvidadizo en tiempos de crisis, donde ni siquiera brota la primera estrofa de su mensaje glorioso. Si la Palabra de Dios es viva y eficaz en tu vida, será un cántico fuerte y consolador en tiempos grises; pero si la Palabra no es tu luz ni tu alimento diario, será un débil estribillo o un silbido vergonzoso en momentos de calamidad y angustia.

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2. Cómo cantaremos cántico en tierra extranjera. A este interrogante hay, por supuesto, una

respuesta en la Escritura. La única manera de poder expresar o exteriorizar un cántico con unción, con poder, vivificador, esperanzador, de consuelo y como un grito de victoria en la batalla más campal, como un estrepitoso alarido de conquista, es cuando esa Palabra, que se expresa como un cántico, se interioriza, se internaliza, se hace vida en nosotros, es como un espejo en el que puedo mirarme cada día y da sus resultados. Cuando la Palabra de Cristo habita, mora, permanece en nosotros cada día, sus promesas, su mensaje, su verdad profética, su propósito amoroso y sus objetivos restauradores y sanadores impactan violentamente –en sentido positivo- todo nuestro ser, nuestro hacer, nuestro proceso, nuestro proyecto de vida, nuestra visión y nuestro proceder en una dinámica de transformación constante, en una dimensión sin precedentes. Esa Palabra, entonces, se hace un cántico que se expresa en la acción, sin importar el momento que vivamos, un cántico que podemos verdaderamente cantar como salmos, himnos y cánticos espirituales, como un método para memorizar y procesar las verdades de Dios en nuestra vida. La Palabra cantada puede derrumbar “los muros de las Jericó” que se nos atraviesen en el camino, puede derribar puertas y portillos de engaño, fortalezas de maldad y apagar fuegos impetuosos de prueba. Para lograrlo, pues, debemos

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NEHEMÍAS 4:14-15

Sin lugar a ninguna duda, la vida cristiana es un peregrinaje por un camino angosto y abrupto, donde los parajes del descanso están a la distancia y las oportunidades de fracasar, pecar, sufrir y sucumbir están siempre cerca, mostrando un sendero alterno ancho y espacioso con puertas amplias y ofertas jugosas de perdición. La vida cristiana es dichosa, pero demanda un compromiso, requiere que creamos a Dios, que confiemos en él, que tengamos la convicción en sus promesas y la certeza en sus verdades, Las rosas son hermosas y deseables, pero tienen espinas. Cristo es nuestro amado Salvador, la Rosa de Sarón y el lirio de los valles. Es deseable, aunque fue desfigurado por nuestra causa y cargó todo el peso de nuestro pecado. El mismo que nos llama a seguirle, a imitarle, a dejar nuestro estado confortable de vida para abrazar su cruz y negarnos a nosotros, siguiéndole pase lo que pase. Nadie dijo que ser cristiano es fácil, como nadie asevera que no existan promesas de bendición. Pero, es claro que ser cristiano está asociado al concepto de abandono y renuncia. Eso hizo Nehemías. Renunció a la comodidad que tenía en el palacio y una vida resuelta como copero del rey. Todo lo tenía, todo estaba bien. Pero su compromiso ineludible con sus hermanos judíos era prioritario y apremiante. No reparó en su llamamiento, no abdicó al servicio. Fue prudente y sabio, dedicado y buen mayordomo en los asuntos de Dios. Se entregó con esmero y santidad a su misión. El trabajo fue arduo. Tuvo que renunciar. Tuvo que deponer muchas cosas. Pero cumplió con responsabilidad el encargo, sin mostrar temor ni cobardía Fueron muchas las oposiciones, muchas las dificultades y los obstáculos de sus enemigos para impedir que se restaurara el muro y se repararan las puertas de la ciudad de Jerusalén. Sin embargo, fue dócil a Dios y en 52 días terminó el trabajo.. En los capítulos 4 al 6, la Escritura deja un registro de cada una de las oposiciones externas e internas que se presentaron. ¡Vaya! Un administrador humilde, un gobernador sin ínfulas, procediendo con la misma sencillez de un copero. Para cada ataque hubo una salida inteligente, una acción prudente, un plan bien pensado, una estrategia organizada y pulso, mucho pulso para obrar conforme a la voluntad de Dios, glorificando su nombre y exaltando su Palabra.

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Esa prontitud y esa confianza no lo hicieron nunca descuidado, relajado y confiado. Por el contrario, fue previsivo y diligente. Cuando llevaban la mitad de la obra, conspiraron para atacar la ciudad y venir a hacer daño. La respuesta no fue demorada. Oraron a Dios. No hubo queja ni despropósito en las palabras. Oraron. Pero, dice el Espíritu Santo en su Palabra, que por causa de esa actitud destructora y dañina que maquinaban sus enemigos organizaron un plan de vigilancia para el día y para la noche. No solo oraron, sino se

organizaron como una estrategia previsora. A una acción espiritual, una acción humana planeada, organizada y pensada en el marco de una confianza en Dios. Los “espiritualistas”, solo orarían y enseñarían que continuaran como si nada hubiese ocurrido, exhortando a quien pensara como hizo Nehemías, tildándolo de desconfiado e inseguro. Y este error le hubiera costado la vida a muchas personas del pueblo. La fe y la oración tienen pies en la Biblia, como puedes comprobarlo. Dios guía en cada situación, obrando soberanamente, de diversos modos y con diferentes estrategias. Aquí usó la que plantea el gobernador y copero Nehemías. Igual, toda la gloria, todos los créditos y todo honor eran y serán para el Señor, Dios de la batalla, Poderoso guerrero que pelea nuestras batallas. Fueron persistentes en conspirar. Pero Nehemías fue más constante y perseverante en orar y actuar. Organizó al pueblo, cubriendo los espacios abiertos, los sitios solitarios y agrupando al pueblo, repartiendo el trabajo en obreros y vigías. ¿Qué ocurrió? Que Dios desbarató los planes de sus enemigos y dio la fortaleza al pueblo para continuar con esta estrategia hasta terminar la obra. Así es en la vida cristiana. Así ocurre en la guerra espiritual. Solo pide Dios constancia, perseverancia, ser prudentes como serpientes y sencillos como palomas. No dejar de orar. No abandonar ni descuidar las responsabilidades, el ministerio y el llamado de Dios en nuestra vida. ¿Cómo enfrentas y afrontas las dificultades y las vicisitudes en tu vida cotidiana, en el mundo real?

Rubén Arango Ministerio de Investigación Bíblica