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Richard Sennet -Carne y Piedra

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  • CAPTULO OCHO

    Cuerpos en movimiento

    La Revolucin de Harvey

    l. CIRCULACIN Y RESPIRACIN

    Durante ms de dos mil aos la ciencia mdica acepr los anti-guos principios del calor corporal que gobernaron la Arenasde Pericles. Consagrados por el peso de una dilarada tradi-cin, pareca cierto que un calor innato del cuerpo explicaba las dife-rencias existentes entre hombres y mujeres, as como entre seres hu-manos y animales. Con la aparicin de la obra De motu cordis deWilliam Harvey, en 1628, esta certeza empez a resquebrajarse. Envirtud de una serie de descubrimientos relacionados con la circula-cin de la sangre, Harvey inaugur una revolucin cientfica en loque se refiere a la concepcin del cuerpo: su estructura, su estadosano y su relacin con el espritu. As se form un nuevo prototipodel cuerpo.

    Las nuevas ideas sobre el cuerpo coincidieron con el nacimientodel capitalismo moderno y contribuyeron a la gran rransformacinsocial que denominamos individualismo. El individuo moderno

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    es, por encima de todo, un ser humano mvil. La riqueza de las nacio-nes, de Adam Smith, fue la primera obra que capr la direccin en laque llevaran los descubrimientos de Harvey, porque Adam Smithsupuso que el mercado libre de trabajo y de bienes operaba de unamanera muy semejante a la circulacin de la sangre por el cuerpo ycon unas consecuencias revitalizadoras muy similares. Smith, al ob-servar el frentico comportamiento econmico de sus contempor-neos, percibi unas pautas. La circulacin de bienes y dinero era msprovechosa que la posesin fija y estable. La propiedad era el prclu-dio del intercambio, al menos para aquellos que mejoraban su suerteen la vida. Sin embargo, Smith saba que quienes se beneficiaban delas virtudes de una economa circulante se vean obligados a rompercon antiguas lealtades. Este mvil actor econmico tendra ademsque aprender tareas especializadas e individualizadas, a fin de teneralgo especfico que ofrecer. El liberado y especializado Homo economi-cus no tena ataduras en la sociedad y poda explotar las posesiones yespecializaciones que ofreca el mercado, pero todo a un precio.

    Al desplazarse libremente, disminuye la percepcin sensorial, el in-ters por los lugares o por la gente. Toda conexin visceral profundacon el entorno amenaza con atar al individuo. sa fue la premonicindel final de El mercader de Venecia: para moverse con libertad, no sepueden tener muchos sentimienros. Hoy, cuando el deseo de moversecon libertad ha triunfado sobre los estmulos sensoriales del espacioen el que se desplaza el cuerpo, el individuo mvil contemporneo hasufrido una especie de crisis tctil: el movimiento ha contribuido aprivar al cuerpo de sensibilidad. Este principio general se ha hechorealidad en las ciudades sometidas a las necesidades del trfico y delmovimiento individual rpido, ciudades llenas de espacios neutrales,ciudades que han sucumbido al valor dominante de la circulacin.

    La revolucin de Harvey contribuy a cambiar las expectativas yplanes de la gente respecto al enromo urbano. Los descubrimienrosde Harvey relacionados con la circulacin de la sangre y la respira-cin condujeron a nuevas ideas acerca de la salud pblica, y duranteel siglo XVIII los planificadores ilustrados aplicaron estas ideas a laciudad. Los planificadores trataban de convertir la ciudad en un lu-gar por el que la gente pudiera desplazarse y respirar con libertad,una ciudad con arterias y venas fluidas en las que las personas circu-laran como saludables corpsculos sanguneos. La revolucin mdicapareca haber sustituido la moralidad por la salud como modelo defelicidad humana para esros ingenieros sociales, y la salud estaba de-finida por el movimiento y la circulacin.

    Los descubrimientos de Harvey relacionados con la circulacin sanaen el interior del cuerpo, unidos a las nuevas convicciones capitalistassobre el movimiento individual en la sociedad, no hicieron ms queplantear de nuevo un problema permanente de la civilizacin occiden-tal: cmo encontrar un lugar adecuado para los cuerpos sensibles en lasociedad, particularmente en la ciudad, cuerpos inquietos y solitarios.La circulacin considerada como un valor en la medicina y la economaha creado una tica de la indiferencia. Dios por lo menos prometi alerrante cuerpo cristiano, exiliado del Jardn del Edn, que sera msconsciente de su entorno y de otros seres humanos desplazados. JohnMilton, contemporneo de Harvey, relat la historia de la Cada de estamanera en el Paraso perdido. Por el contrario, el cuerpo secular en mo-vimiento incesante, que ignora esta historia, se arriesga a perder susvnculos con otras personas y con los lugares por los que se desplaza.

    Este captulo describe el camino que va de los descubrimientos deHarvey sobre la circulacin en el cuerpo a la planificacin urbana delsiglo XVIII, y lo que la circulacin significaba individual y colectiva-mente en la ciudad de la Ilustracin. El siguiente captulo se centraen el desafo que la circulacin plante a la sensacin de lugar en elPars revolucionario. De este conflicto surgieron en el siglo XIX losespacios urbanos construidos para individuos en movimiento, en lu-gar de para multitudes en movimiento. El penltimo captulo trazaesta evolucin y sus consecuencias psicolgicas, tal y como se expre-saban en el Londres eduardino de la novela Howards End de E. M.Forster. El ltimo se centra en la moderna Nueva York, hoy en dauna ciudad multicultural llena de gente desarraigada procedente detodo el globo. La palabra desarraigado sugiere infelicidad, pero nodeseo concluir esta historia con un tinte negativo. Carne y piedra ter-mina preguntando si existe alguna posibilidad de que, contra todo loque indica la historia, en una ciudad multiculturallas diferencias ra-ciales, tnicas y sexuales puedan convertirse en puntos de contacto enlugar de en motivos de rechazo. Podemos evitar el destine de loscristianos y los judos de Venecia? Puede la diversidad urbana ven-cer las fuerzas del individualismo?

    Estas preguntas comienzan en la carne.

    Pulsos sanguneos

    Harvey realiz lo que retrospectivamente parece un descubrimien-to sencillo: el corazn bombea sangre a travs de las arterias del cuer-

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    po y recibe esra sangre de las venas. Esre descubrimiento cuestionabala antigua idea de que la sangre flua por el cuerpo a consecuencia desu calor y de que los diferentes cuerpos contenan distintos grados decalor innato (calor innatus) -siendo los cuerpos masculinos, porejemplo, ms clidos que los femeninos. Harvey crea que la circula-cin calentaba la sangre, mientras que, segn la teora antigua, era elcalor que haba en la sangre lo que la haca circular. Harvey descu-bri que la circulacin se produce de manera mecnica: El vigorosolatido del corazn -dec1ar- mueve, purifica, activa y protege lasangre de las lesiones y el deterioro l. Describi el cuerpo como unagran mquina que bombeaba vida.

    Primero, Harvey estudi en 1614-15 las vlvulas que haba en elcorazn y, despus, las diferencias entre el funcionamiento de las ar-terias y de las venas. En la tercera dcada de ese siglo, sus alumnosextrajeron corazones de cadveres de personas que acababan de morirpara observar cmo el msculo del corazn continuaba contrayndosey expandindose, aunque no tuviera sangre que bombear. Uno de susestudiantes descubri que la sangre de los pjaros es ms caliente quela humana debido a que el corazn del pjaro bombeaba ms rpida-mente. Observando la maquinaria de la circulacin, estos cientficosse convencieron paulatinamente de que en toda la vida animal opera-ba el mismo mecanismo.

    Hasta el siglo XVIII, los mdicos cristianos discutieron acalorada-mente dnde se asentaba el alma en el cuerpo, si el alma se comuni-caba con el cuerpo a travs del cerebro o del corazn, o si el cerebro yel corazn eran rganos dobles, que contenan tanto materia cor-poral como esencia espiritual. Aunque en sus escritos Harvey man-tiene la nocin cristiana medieval de que el corazn es un rgano dela compasin, en la poca en que public sus descubrimientos sabaque tambin era una mquina. Insisti en que el conocimiento cien-tfico se obtena a travs de la observacin personal y el experimentoms que a partir de razonamientos basados en principios abstractos.Algunos de los adversarios de Harvey, como Descartes, estaban dis-puestos a creer que el cuerpo es una mquina, igual que la Divinidadmisma puede actuar en virtud de una suerte de mecnica celestial.Dios es el principio de la mquina. A la pregunta: Tiene el almaracional (inmaterial) funciones fisiolgicas?, Descartes contestabaque s 2. La ciencia de Harvey condujo a contestar que no. Segn Har-vey, aunque el animal humano tenga un alma inmaterial, la presenciade Dios en el mundo no explica cmo hace el corazn que se muevala sangre.

    De motu cordis, 1628, dibujo realizado por Harvey del sistema sanguneodel brazo.

    Las investigaciones de Harvey sobre la sangre impulsaron a otrosinvestigadores a examinar otros sistemas del cuerpo de manera simi-lar. El mdico ingls Thomas Willis, que vivi de 1621 a 1675, in-tent comprender cmo el sistema nervioso del cuerpo opera median-te la circulacin mecnica. Si bien no poda ver el movimientovisible de la energa nerviosa a lo largo de las fibras nerviosascomo Harvey poda observar la circulacin de la sangre, Willis pudoestudiar los tejidos del cerebro. Como los alumnos de Harvey, descu-bri, al comparar cerebros de seres humanos y de animales, que habapoca o ninguna diferencia ... en lo que se refiere a la forma y confi-guracin externa de cada parte, con la excepcin de la masa... de ahconcluimos que el alma comn del hombre con los brutos es slo cor-poral y que utiliza de manera inmediata estos rganos 3. Los suceso-res de Willis en la neurologa de finales del siglo XVII y del XVIII des-cubrieron, experimentando con ranas vivas, que en un cuerpo vivolos ganglios de las fibras nerviosas respondan de la misma manera a

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    la estimulacin sensorial. Experimentando con cadveres de personasrecin fallecidas, los doctores descubrieron que los ganglios de los se-res humanos continuaban respondiendo como las fibras nerviosas delas ranas, incluso despus de que el alma hubiera abandonado pre-suntamente el cuerpo para reunirse con su Hacedor. Por lo que res-pecta al sistema neurolgico, el cuerpo no necesitaba espritu parasentir. Como todos los ganglios nerviosos parecan operar de la mis-ma manera, el alma poda estar en cualquier parte, pero no exista enningn lugar en particular. La observacin emprica no poda locali-zar el alma en el cuerpo"

    De esta manera, los movimientos mecnicos del cuerpo, tanto losnerviosos como los de la sangre, indujeron una concepcin ms secu-lar del cuerpo al cuestionar la antigua idea de que el alma (el anima)es la fuente de la energa vital.

    Esta transformacin llev a los investigadores a cuestionar la imagenjerrquica del cuerpo en que se basaron los pensadores medievalescomo Juan de Salisbury. Mucho antes del descubrimiento de la natura-leza elctrica de los movimientos enrre las fibras nerviosas, por ejem-plo, ya era evidente para los mdicos del siglo XVIII que el sistema ner-vioso era ms que una simple extensin del cerebro. El fisilogoAlbrecht van Haller arguy en su Demostracin de fisiologa, de 1757,que el sistema nervioso funcionaba por sensaciones involuntarias queen parte escapaban al cerebro y, desde luego, al control consciente. Dealguna manera, los nervios transmitan sensaciones de dolor de los piesa la mueca cuando una persona se golpeaba un dedo del pie, de talmanera que los dos miembros se crispaban juntos. Al igual que la san-gre, el dolor pareca circular por el cuerpo. Los mdicos se entregaron auna verdadera orga de crueles experimentos con animales; para mos-trar que los tejidos nerviosos tenan una vida independiente de lamente consciente o del alma superior -en palabras de la historiadoraBarbara Stafford- se arrancaron corazones que an latan, se sacaronvsceras, se perforaron trqueas para ahogar el aullido de animalesasustados que se estremecan y retorcan de sufrimiento 5.

    El corazn fue igualmente destronado del lugar que le haba asig-nado Henri de Mondeville. Aunque Harvey afirm que el corazn esel comienzo de la vida, crea que la sangre es la vida misma 6. Elcorazn no es sino una mquina para la circulacin. La ciencia de lacirculacin, por lo tanto, subrayaba la independencia individual delas partes del cuerpo.

    Ms que en enigmas sobre el cuerpo y el alma, esta nueva ciencia secentraba en la salud corporal, tal y como la determinaba su mecnica. Los vasos sanguneos como ramitas que surgen del cuerpo humano. Del

    Compendium anatomicum de Case, 1696.

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    Galeno haba definido la salud como un equilibrio entre el calor y losfluidos del cuerpo. La nueva medicina la defina como el flujo y elmovrrruenro Iibres de las energas de la sangre y de los nervios. El flu-jo libre de la sangre pareca favorecer el crecimiento saludable de lostejidos y rganos individuales. De maneta similar, los experimentado-res neurlogos crean que la energa nerviosa que flua libremente fa-voreca el crecimiento de los tejidos y rganos individuales. Fue esteparadigma de flujo, salud e individualidad dentro del cuerpo lo quefmalmente transform la relacin entre el cuerpo y la sociedad. Comoobserva un historiador de la medicina: En una sociedad cada vez mssecular... la salud empez a verse como una de las responsabilidadesdel individuo, ms que como un don de Dios 7. La ciudad que tomforma en el siglo XVIII contribuy a traducir ese paradigma interno enuna imagen del cuerpo sano en una sociedad sana.

    La ciudad re,pira

    Los vnculos enrre la ciudad y la nueva ciencia del cuerpo comen-zaron a establecerse cuando los herederos de Harvey y Willis aplica-ron sus descubrimienros a la piel. Debemos al mdico del siglo XVIIIErnst Platner la primera analoga clara de la circulacin dentro delcuerpo y la experiencia ambienral del mismo. El aire, deca Plarner,es como la sangre: debe circular a travs del cuerpo, y la piel es lamembrana que permite al cuerpo respirar el aire. Segn Plarner, lasuciedad constitua el principal enemigo del funcionamienro de lapiel. En palabras del historiador Alain Corbin, Plarner manrena quela suciedad que bloqueaba los poros "retena los humores excremen-ticios, favoreca la fermentacin y la puttefaccin de substancias y, loque era peor, impeda que se expulsaran las sus rancias nocivas de lapiel,," El movimiento del aite a travs de la piel daba un significadonuevo y seculat a la palabra "imputo. La impureza significaba pielSUCIa en lugar de una tacha en el alma. La piel se haca impura debi-do a la experiencia social ms que a consecuencia de una falta moral.

    En el campo, entre los campesinos, la suciedad pegada a la piel pa-reca natural e incluso saludable. La atina y las heces humanas contri-buan a alimentar la tierra; sobre el cuerpo patecan formar una capanumera, especialmente en los nios. Por lo tanto, la gente del campoctea que "no haba que lavarse demasiado a menudo... porque la cos-tra de heces y orina secas formaba parte del cuerpo y desempeaba unpapel protector, especialmente en los recin nacidos ... 9.

    El limpiar de maneta escrupulosa los excrementos del cuetpo seconvirti en una prctica especficamente urbana y de la clase media.A mediados del siglo XVIII, la genre de la clase media comenz a utili-zar papel desechable para limpiarse el ano despus de defecar. Por esafecha los orinales comenzaron a vaciarse diariamente. La propia re-pugnancia a los excrementos era un fenmeno urbano, cuyo origen es-taba en las nuevas ideas mdicas acerca de las impurezas que bloquea-ban la piel. Adems, quienes transmitan ese conocimiento mdicovivan en la ciudad. Los campesinos y los mdicos eran literalmenteincapaces de comunicarse en un mundo comn de representacionesdel cuerpo y sus peripecias, escribe la historiadora Dorinda Outrarn.Los campesinos conocan hombres de ciencia solamente en las perso-nas de barberos, que tambin hacan las veces de cirujanos en los pue-blos, y estos barberos-cirujanos slo consriruan el uno por mil en laFrancia de 1789, mientras que los mdicos titulados eran el uno pordiez mil y vivan en su mayor parte en las ciudades 10.

    Tales creencias sobre la importancia de dejar que la piel respira-ra contribuyeron a cambiar la forma en que la gente se vesta, cam-bio que result evidente en fecha tan temprana como la cuarta dcadadel siglo XVIII. Las mujeres redujeron el peso de sus vestimentas uti-lizando tejidos como la muselina o el algodn. Tambin cortaron lostrajes para que cubrieran ms holgadamente la figura humana. Aun-que los hombres mantuvieron el artificio de las pelucas, que de hechose fueron haciendo ms complicadas durante el siglo XVIII, los hom-bres tambin intentaron aligerar y aflojar la ropa que llevaban. Elcuerpo que era libre para respirar era ms saludable porque sus vapo-res nocivos eran expulsados con facilidad.

    Adems, para que la piel respirara, la genre rena que lavarse conms frecuencia que antes. El bao diario de los romanos haba desa-parecido en el perodo medieval. De hecho, algunos mdicos medie-vales lo consideraban peligtoso porque desequilibraba radicalmentela temperatura del cuerpo. Ahora la gen re que se vesta de manera li-viana y se baaba a menudo no tena ya que disfrazar con perfumesfuertes el olor del sudor. Los perfumes de las mujeres y los tnicos delos hombres se haban elaborado en los siglos XVI y XVII con aceiresque frecuentemente causaban erupciones cutneas, de manera que elbuen olor corporal se pagaba con pstulas.

    El deseo de poner en prctica las saludables virtudes de la respi-racin y de la circulacin transform el aspecto de las ciudades as

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    como las prcticas corporales que se daban en ellas. Desde media-dos del siglo XVIII, en las ciudades europeas se empez a Iirnpiar labasura de las calles, y a drenar los hoyos y las depresiones encenaga-das con orina y heces, llevando la suciedad hacia cloacas que discu-rran por debajo de las calles. La propia superficie de la calle cam-bi a consecuencia de estas innovaciones. El pavimento medievalconsista en adoquines redondeados, entre los cuales se incrustabanexcrementos humanos y de animales. A mediados del siglo XVIII losingleses comenzaron a repavimentar Londres con losas planas y cua-dradas de gtanito que encajaban entre s. Pars fue la primera ciu-dad que puso este tipo de pavimento de piedra a comienzos de ladcada de 1780 en las calles del moderno teatro del Oden. As, lascalles se podan limpiar mejor. Bajo las mismas, las venas urba-nas reemplazaron los pozos negros poco profundos, y las alcantari-llas de Pars llevaban el agua sucia y los excrementos a nuevos cana-les de desage.

    Estos cambios pueden encuadrarse en una serie de ordenanzas mu-nicipales de salubridad que se emitieron en Pars. En 1750, la ciudadoblig a los habitantes a retirar la suciedad y los desperdicios que hu-biera delante de sus casas. En este mismo ao comenz a limpiar conagua los caminos y puentes pblicos ms importantes. En 1764, se to-maron medidas para arreglar los desages desbordados o atascadosque hubiera en la ciudad. En 1780, se prohibi a los parisinos arrojarel contenido de los orinales a las calles. Dentro de las casas, los arqui-tectos utilizaron un yeso liso en las paredes con la misma finalidad. Elyeso sellaba la superficie del muro y facilitaba su limpieza.

    Los planificadores ilustrados deseaban que la ciudad, ya en su dise-o, funcionara como un cuerpo sano, fluyendo libremente y disfru-tando de una piel limpia. Desde los inicios del periodo barroco, losurbanistas haban concebido las ciudades de manera que la gente pu-diera circular eficazmente por las calles principales de la ciudad. Enla reconstruccin de Roma, por ejemplo, el papa Sixto V comuniclos principales templos cristianos de la ciudad con una serie de am-plios y rectos caminos por los que podan viajar los peregrinos. Laimagen mdica de la circulacin vital dio un nuevo significado almovimiento barroco. En lugar de planificat calles a fin de que pudie-ran celebrarse ceremonias de movimiento hacia un objeto, como elplanificador barroco, el de la Ilustracin convirti el movimiento enun fin en s mismo. El planificador de! barroco pona de relieve elavance hacia un destino monumental; el de la Ilustracin, el viaje ens. Segn la concepcin ilustrada, la calle era un espacio importante,

    Karlsruhe en el siglo XVIII. Un plano antiguo para una ciudad circulatoria.

    tanto si discurra a travs de una zona residencial como si lo hacapor el centro ceremonial de la ciudad. . , . ,

    As, los planificadores que intentaban orgaU1z~r e! trfico segun elsistema circulatorio del cuerpo aplicaron los terrru nos arrerra y"venas"a las calles de la ciudad en el siglo XVlll. Los urbanistas fran-ceses como Chrisrian Patte utilizaron la imagen de las arterias y delas venas para jusrificar el principio de las calles de una sola direc-cin. Tanto en los planos urbanos franceses como en los alemanes ba-sados en el sistema circulatorio, el castillo de! prncipe constituye elcorazn del plano, pero las calles con frecuencia se comunicaban di-rectamente unas con otras y no con el corazn urbano. Aunque fuerauna psima anatoma, los planificadores se guiaron por la mecni;:asangunea: pensaban que si e! movimiento se bloqueaba en algunpunto de la ciudad, el cuerpo colectivo sufra una CriSIS r irculatoriacomo la que experimenta el cuerpo individual durante un ataque enel que se obtura una arteria. Como ha sealado un historiador: "Eldescubrimiento de Harvey y su modelo de la circulacin de la sangre

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    cre el requisito de que e! aire, el agua y los productos [de desecho}tambin se mantuvieran en movimiento, un estado de movimientoen un entorno humano que exiga una cuidadosa planificacin. Elcrecimiento desordenado slo empeorara el rejido urbano de! pasa-do, obstruido, cerrado e insalubre.

    Podemos ver estos principios de circulacin puestos en prctica enla planificacin de Washington D.C., inmediatamente despus de laRevolucin americana. Debido a la conjuncin de intereses de poderen la joven repblica, los diseadores de Washington tuvieron quetransformar un pantano semirropical en la capital de una nacin, enlugar de situar e! poder en una ciudad ya creada o edificar en un lu-gar ms favorable ciento cincuenta kilmetros al norte. El plano deWashington, y su realizacin parcial en e! Washington que conoce-mos hoy, es una vindicacin de la creencia ilustrada en e! poder de

    /1 crear un entorno saludable gracias a un diseo urbano extremada-~ mente organizado y exhaustivo. Este diseo urbano revela asimismo

    la concepcin poltica y social que entraa la imagen de una ciudadsaludable en la que la gente pudiera respirar a gusto.

    Los planificadores de Washington intentaron revivir las antiguasvirtudes de la republica romana en e! lugar que haban elegido parala nueva capital, utilizando planos urbanos romanos y dando nom-bres romanos a la geografa de la nueva ciudad. El ro Tfber ameri-cano, por ejemplo, era un arroyo infectado de mosquitos que discu-rra por una zona pantanosa. Las colinas de Roma slo podan serevocadas con la imaginacin. Ms cercanas en el tiempo, las tres fi-guras principales de este plan -Thomas Jefferson, George Washing-ton y Pierre Charles L'Enfant- parecan tener en mente los grandespanoramas de Versalles, Karlsruhe y Potsdam, que disfrutaban demagnficos espacios abiertos gracias a la pluma del rey. Era e! colmode la irona -seala un historiador- que las formas originalmenreconcebidas para exaltar la gloria de unos reyes y emperadores desp-ticos vinieran a ser aplicadas COfiO smbolo nacional de un pas cuyabase filosfica estaba tan firmemente enraizada en la igualdad demo-crtica 12.

    Sin embargo, las cosas no ocurrieron as de! todo finalmente gra-cias al dilogo americano con la antigua Roma. Thomas J efferson ha-ba concebido en los ltimos aos de la penltima dcada de 1780 unplano de la capital nacional basado en las divisiones rurales que de-seaba implantar en todo e! continente. La configuracin tanto de la

    OflJltKJl\',\1'lU-1l'1:__JqlI_lilrru. r t.t.tco r s Hr.N

    Washington, O.e: Plano de l'Enfant, trazado por Andrew Ellicort en 1792.

    ciudad como de! pas se inspiraba en el antiguo plano cuadriculadoromano utilizado para levantar ciudades geomtricas. Como en la an-tigua ciudad romana, en el Washington de Jefferson -por lo que sa-bemos de sus intenciones- e! gobierno habra estado situado exacta-mente en e! centro de la ciudad. Sin embargo, Pierre CharlesL'Enfant haba sacado conclusiones diferentes de Roma.

    Al igual que otros jvenes franceses idealistas, e! joven ingenieroL'Enfant se haba unido a la causa americana durante la Revolucin y,tras servir en Valley Forge, haba permanecido en Amrica despusde la victoria. En una nota dirigida al presidente Washington proba-blemente en 1791, L'Enfant calific e! plano basado en la cuadrculade aburrida e inspida... [fruto de una} imaginacin fra carente deun sentimiento de lo que es realmente grande y verdaderamente her-moso 13. En su lugar propuso un espacio ms democrtico. Su Pla-no de lneas de puntos" de 1791, reproducido ms formalmente por

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    Andrew Ellicotr en 1792, muesrra una ciudad con varios nudos via-rios y centros a los que se llega por un complejo sistema de calles ra-diales que atraviesan las divisiones rectangulares de la cuadrcula.Por ejemplo, L'Enfant traz una gran interseccin entre las dos callesprincipales, las avenidas de Virginia y de Maryland, que tena pocoque ver con las cercanas sedes del poder, la Casa del presidente y elCapitolio del Congreso. No todos los nudos viarios de la ciudad erannudos de poder.

    Adems, L'Enfant trat de mezclar lo social y lo poltico, como lohaban estado en el foro de la primitiva repblica romana. El Con-greso, escribi L'Enfant en su ingls casi perfecto al presidente Was-hingron en 1791, formara paree de un lugar de asuero pblico, enel cual podra haber teatros, salones de asambleas, accademias (sic) ytodo tipo de lugares que pudieran resultar atractivos para las perso-nas educadas y que pudieran proporcionar diversin a los ociosos 11.La concepcin de l'Enfant de una capital nacional era verdaderamen-te republicana: un lugar donde el gran poder queda absorbido en eltapiz de una ciudad multicntrica y de funciones diversas. Jeffersoninmediatamente reconoci y aplaudi esa imagen poltica, y dio valibre al joven francs.

    Vista de la plaza de Luis XV en Pars. Pintura atribuida a J. B. Leprince,c. 1750.

    Plano de la plaza de Luis XV en Pars, tomado del plano Brerez, denominadoTurgor, 1734-39.

    El plano republicano de L'Enfant para una capital multicntrica yde funciones diversas tambin reflejaba las ideas ilustradas ms quelas barrocas acerca del significado de la circulacin en una ciudad. Elterreno pantanoso y el desagradable clima veraniego de Washingtonobligaron a L'Enfant a pensar en la necesidad de crear pulmonesurbanos. Para ello se bas en su experiencia nativa, especficamenteen la gran plaza de Luis XV situada en el centro de Pars. Pulmnfloral de la capital europea, esta plaza limitaba con el Sena al final delos formales jardines de las Tulleras, que estaban ante el palacio delLouvre.

    Igual que en la obra de L'Enfant, el pulmn era una referencia tanimportante como el corazn para los planificadores de la Ilustracin.Por ejemplo, nada era ms llamativo en el Pars del siglo XVIII que lavasta plaza de Luis XV: aunque estaba situada exactamente en el cen-tro de Pars, estaba concebida para que las plantas crecieran en ellalibremente. Los contemporneos de L'Enfant saban poco acerca de lafotosntesis pero podan sentir sus consecuencias al rcspirar.T,a plaza

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    Plaza de Luis XV en Pars. Plano del entorno que muestra el proyecto de unnuevo puente. Grabado de Perrier segn le Sage.

    de Luis XV se convirti en una especie de jungla urbana donde lagenre iba a pasear cuando quera limpiarse los pulmones, de maneraque, finalmente, el jardn cenrral se vio como algo apartado de lavida urbana de la calle. Daba la impresin, incluso a aquellos aquienes les gustaba su arquitectura, que la plaza de Luis XV estabafuera de Pars 15.

    Adems, este pulmn central contravena las relaciones de poderque configuraban el espacio abierto en un jardn regio fuera de laciudad, como era el caso del Versalles de Luis XIV o el Sans Souci dePederico el Grande. En los jardines de Versalles, de mediados del si-glo XVII, las lneas regulares de rboles, senderos y estanques estabandispuestas en interminables perspectivas que iban retrocediendo has-ta desaparecer: el Rey mandaba sobre la Naturaleza. Otro tipo de es-pacio abierto apareci en el influyente paisajismo ingls de iniciosdel siglo XVIII: el jardn sin lmites, que, en palabras de RobertHarbison, careca de un principio o de un fin claro ... los lmites sonconfusos en todas partes 1". Los jardines ingleses embargaban la

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    Plaza de Luis XV en Pars. Gtabado de G. 1. Le Rouge, c. 1791.

    imaginacin en un espacio irregular lleno de sorpresas a medida quela vista se desplazaba o el cuerpo se mova. Era un lugar de vegeta-cin exuberante y libre.

    Sin embargo, la generacin de L'Enfant pretenda dar al pulmnurbano una forma visual ms definida. En Pars, en 1765, las autori-dades estudiaron varios proyectos encaminados a hacer este gran jar-dn ms accesible para la poblacin de la ciudad, ya fuera a pie o encarruaje, un pulmn en el cual los parisinos pudieran expansionarse yrecuperar fuerzas. Estas calles y senderos representaban una granruptura con el antiguo tejido de la ciudad. En ellas no habra comer-cio alguno, sino que estaran reservadas al contacto con la naturalezay con los dems. El movimiento por el pulmn urbano tena que se-guir siendo una experiencia sociable.

    Curiosamente, en el plano que L'Enfant realiz para Washington lanaturaleza no est tan bien integrada en la ciudad como en el caso delparque parisino. El gran Mall, tal y como lo dibuj Ellicott segn elplano de L'Enfant, conserva algunos de los elementos lineales forma-

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    les de Versalles en el eje que establece entre el ro Potomac y la Casadel presidenre, y en el eje que discurre entre el Potomac y el Capito-lio. Pero L'Enfant pensaba que en este gtan Mall los ciudadanos sedesplazaran y congregaran, como haban empezado a hacerlo en Pa-rs en 1765. Su objetivo no era crear vistas en el Mall para que Geor-ge Washington pudiera supervisar sus dominios, de la misma maneraque Luis XIV contemplaba Versalles, aparentemente una infinitudque le perteneca por enrero. L'Enfant declar al primer presidenteque deseaba crear una gtan variedad de lugares y perspectivas agra-dables as como comunicar cada parte de la ciudad 17. Los espa-cios abiertos a todos los ciudadanos cumpliran ambos fines.

    Al aire libre, dijo Jeffetson, un ciudadano respira con libertad: Jef-ferson, que amaba el campo, aplic esta metfora a la naturaleza.L'Enfant la aplic a la ciudad 18. Los orgenes mdicos de la metforasugeran que, gracias a la circulacin de la sangre, estaban vivos losmiembros del cuerpo y que la sangre era tan importante para la vita-lidad de los tejidos ms pequeos como del corazn o del cerebro.Aunque los pulmones urbanos excluan el comercio, la imagen pto-totpica del cuerpo circulante pateca favorecerlo,

    2. EL INDIVIDUO MVILLa fbrica de alfileres de S~ith

    En su Gran transformacin, el historiador contemporneo Karl Po-lanyi intent desctibit la transformacin de la sociedad europea que,en su opinin, se haba producido cuando la vida social se configurde acuerdo con el intercambio mercantil. Sin negat la impottancia delmercado en la Europa medieval o tenacentista, es en los siglos XVII yXVI[[ cuando, segn Polanyi, el ptincipio de slo puedo ganar perju-dicndote empez a dominar las relaciones culturales y sociales ascomo econmicas, anulando gradualmente la creencia cristiana en lanecesidad de la caridad y en los impulsos del altruismo. En cierto sen-tido, La Gran transformacin puede leerse como si Shylock hubierattiunfado finalmente y la vida social se hubiera convertido en todaspartes en una cuestin de calcular y extraer libras de carne 19.

    En realidad, los autotes del siglo XVI[[ que ptedicaron las virtudesdel mercado libre eran extremadamente susceptibles sobre la cues-tin de la codicia humana. Uno de los argumentos con los que inten-taban defenderse de esta acusacin se apoyaba en la nueva ciencia del

    cuerpo y en. su entorno espacial. Los defensores del mercado libre enel siglo XVlII relacionaban directamente el flujo del trabajo y el capi-tal en la sociedad con el flujo de la sangre y la energa nerviosa en elcuerpo. Los colegas de Adam Smith hablaban de la salud econmicaen los mismos trminos que los mdicos utilizaban pata la salud COt-poral, recurriendo a imgenes como la respiracin de mercancas,el ejercicio del capital y el estmulo de la energa labora)" a tra-vs del mercado. Les pareca que, igual que el flujo de la sangre ali-mentaba todos los tejidos del cuerpo, la circulacin econmica nutraa todos los miembros de la sociedad.

    Por supuesto, parte de todo esto eran disparates interesados. Nin-gn comprador que de repente se enfrentaba con la petspectiva depagar el doble por el pan o el carbn habra estado dispuesto a acep-tar el precio como estimulante. Sin embargo, el economista AclaroSrnirh aadi a las teoras en curso sobre el mercado l ibre una ideaque sus contemporneos no haban captado con la misma claridad yque impidi que este lenguaje bioeconmico se convirtiera en meracobertura de la codicia. Srnirh intent mostrar cmo las personas re-lacionadas con los movimientos del mercado se convierten en actorescada vez ms ntidos de la economa. Esto ocurre, segn Smith, envirtud de la divisin del trabajo inspirada por el mercado.

    As lo demostr Srnirh con severa elegancia en las pginas inicialesde La riqueza de las naciones. Expuso el ejemplo de los diez obreros enuna fbrica de alfileres. Si cada uno tuviera que realizar todas las ac-ciones necesarias para fabricar un alfiler, podra hacer quizs veintealfileres al da, doscientos en total. Dividiendo las rareas , los diezobreros podan fabricar cuarenta y ocho mil "'. Qu les conducira adividitse el trabajo de esta manera' El mercado para sus productos:Cuando el mercado es muy pequeo, nadie tiene el suficiente esr -mulo para dedicarse enteramente a una ocupacin, ante la imposibi-lidad de intercambiar todo el excedente del producto de su trabajo,declara Smith 21 Cuando el mercado es amplio y activo, el trabajadorse ver estimulado a producir un excedente. As, la divisin del tra-bajo surge de la propensin a trocar, permutar e intercambiar unacosa por otra 2"1.. Cuanto mayor sea la circulacin, ms especializadoser el trabajo y ms convierten en actores individuales.

    La fbrica de alfileres de Smith constituy un jaln significativoen su argumentacin. En primer lugar, Smith prerenda presentar losprincipios ms generales de la economa poltica aplicados al trabajoms rutinatio: la fabricacin de alfileres. En el mundo antiguo, comohemos visto, el trabajo humano corriente pareca propio de los ani-

  • 292 CARNE Y PIEDRA euerpos en movimiento 293

    males y carente de dignidad. La dignidad del trabajo del monje me-dieval descansaba en su disciplina espiritual y en su fin caritativo.Smirh extendi la dignidad del rrabajo a rodas los trabajadores quepudieran intercambiar libremente el fruro de su trabajo y fueran ad-quiriendo as una especializacin mayor en una tarea especfica. La es-pecializacin dignificaba el trabajo y el mercado libre promova el de-sarrollo de especializaciones. En esto, la economa de Smith se hacaeco de la gran Enciclopedia de Diderot de mediados del siglo XVIII. LaEnciclopedia mostraba en hermosas lminas y exactas descripciones lashabilidades necesarias para poner un asiento de mimbre a una silla oasar un paro. El artesano o el sirviente que las posea apareca en laspginas de Diderot como un miembro ms digno de la sociedad queel amo que slo saba consumir.

    La fbrica de alfileres de Smith era un lugar urbano. De hecho, Lariqueza de las naciones fue una obra inslita en su poca por su manerade describir las relaciones entre la ciudad y el campo. A partir de lospensadores medievales como Humbert de Rornans, se consideraba quela ciudad obrena su riqueza a expensas del campo. Adam Smirh argu-ment, por el conrrario, que el desarrollo de las ciudades estimulabala economa del campo al crear una demanda en el mercado de bienesagrcolas. Crea que los agricultores deban hacer lo mismo que los fa-bricantes de alfileres: especializarse en cosechas desrinadas al mercadoen lugar de hacer de manera aurosuficienre roda por y para s mismos 23.Es decir, las ventajas de la circulacin vinculaban a la ciudad y alcampo en el proceso de crear rrabajo especializado en ambos lugares.

    Esta visin de la ciudad y del campo pona de manifiesro lo que erams ilusrrado y esperanzador en el pensamiento de Smirh: su concep-cin del individuo econmico como un ser social ms que solitario ocodicioso. En la divisin del rrabajo, como Smith la conceba, cadaindividuo necesiraba a los dems para realizar su trabajo. Si a los cr-ticos contemporneos como Polanyi, Smirh les parece un apologistadel juego de suma cero, a sus conremporneos les pareci a la vezcientfico y humano. En la circulacin del rrabajo y del capital des-cubri una fuerza que dignificaba el trabajo ms humilde y que re-conciliaba la independencia y la interdependencia.

    sra fue una respuesta contempornea a la pregunra de cmo fun-cionaran las ciudades diseadas por L'Enfant, Parre y Emmanuel Lau-gier. Cuando los urbanisras del siglo XVIII planificaron ciudades quedeban operar sobre principios circularorios, Smirh hizo legibles ycrebles las actividades econmicas adecuadas para esas ciudades. A suvez, promera una posibilidad ms emocional de libertad individual.

    Goethe viaja al sur

    La liberrad promerida a un individuo en movimiento aparece enuno de los documentos ms norables del siglo XVIII, publicado inme-diaramenre antes de la Revolucin francesa. Se trata del Viaje por Ita-lia de Goethe, en el que narra su huida en 1786 de una idlica y pe-quea corte alemana a las ftidas ciudades de Italia, huida que, en suopinin, devolvi la vida a su cuerpo.

    Durante ms de diez aos Goethe haba sido contable, superinten-dente y administrador general de Carlos Augusto, gobernante de unpequeo ducado. La monotona del control de las finanzas del prnci-pe y de la supervisin del drenaje de sus campos, ao tras ao, habaaparrado a Goethe cada vez ms de la literatura. Los logros extraordi-narios de su juventud -sus poemas, la novela Las penas del jovenWerther, el drama Goetz de Berlichingen- amenazaban con convertirseen simples recuerdos. Su estrella se eclips. Al final, huy al sur.

    El Viaje por Italia de Goerhe describe las ciudades italianas llenasde piedras destrozadas, agrietadas y saqueadas, y excremenros por lascalles, pero el poeta vag admirado y feliz enrre estas ruinas. Escribidesde Roma ellO de noviembre de 1786: Nunca he sido tan sensi-ble a las cosas del mundo como aqu" 24 Seis semanas antes haba es-criro a un amigo: Vivo frugalmente y tranquilo de manera que losobjetos no encuentran una mente elevada, sino que la elevan 25. Go-ethe descubri que el moverse entre masas de extranjeros le excitabasensualmente como individuo. En Venecia, en medio de la muche-dumbre de San Marcos, escribi: Al fin puedo disfrutar realmentede la soledad que anhelaba, porque en ningn sitio se puede estarms solo que en medio de una gran multitud en la que uno se abrecamino" 26 Uno de los pasajes ms hermosos del Viaje por Italia, es-crito el 17 de marzo de 1787 en N poles, expresa la paz interior quesinti el poeta entre una ruidosa muchedumbre:

    Abrirse camino a travs de una muchedumbre inmensa y en constantemovimiento es una experiencia peculiar y saludable. Todos se fundenen una gran corriente, pero cada uno logra encontrar el camino haciasu propio objetivo. En medio de tanta gente y de toda su agitacin,me siento en paz y solo por primera vez. Cuanto mayor es el clamor delas calles, ms tranquilo me siento 27.

    Por qu habra de sentirse ms estimulado como individuo enmedio de la muchedumbre? EllO de noviembre Goethe escribe que

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    todo el que mire aqu seriamente a su alrededor y tenga ojos paraver, debe volverse slido. Debe percibir la solidez ms vivamente quenunca lB, Es curioso que la expresin, aparentemente torpe, de vol-verse slido (en alemn, solid werden) proceda de la reaccin de Goer-he al "clamor de las calles. El circular en medio de una multitudhizo que Goerhe particularizara sus impresiones 29. Goerhe se aconse-ja a s mismo en Roma tomar las cosas una a una como llegan; mstarde ya se ordenaran e?".

    Puede parecer extrao comparar La riqueza de las naciones de AclaroSmith, publicado por primera vez en 1776, con el Viaje por Italia deGoerhe , de una dcada posterior, pero las dos obras tienen una reso-nancia comn. En ambas, el movimiento articula, especifica e indivi-dualiza la experiencia. Los resultados de este proceso comenzaron aponerse de manifiesto en esta poca tanto en la poesa de Goethecomo en el Viaje a Italia. En Roma, a los treinta y ocho aos, Goetheinici una relacin con una mujer ms joven, y el amor por las cosasconcretas se fundi con este amor ertico. La ltima de sus ElegaJ ro-manas es un poema de amor a su dama en el que describe la metamor-fosis de los vegetales y e! progreso del amor de una manera tan espe-cfica como el crecimiento de una planta. Goerhe era consciente deque, en su viaje, cada vez le interesaba ms la experiencia esttica es-pecfica.

    El viaje del poeta fue nico y, sin embargo, la idea de que e! movi-miento, e! viaje, la exploracin estimularan la vida sensible de lapersona fue lo que origin e! deseo de viajar en el siglo XVIII. Desdeluego, algunas formas de viaje siguieron despertando en los europeosel estmulo posesivo de conocer regiones extranjeras y extraas. Elviaje de Goethe no era esa clase de turismo. l no fue a Italia en bus-ca de lo desconocido o lo primitivo, sino que ms bien sinti el deseoacuciante de desplazarse, de apartarse del centro. Su viaje era ms pa-recido a los Wanderjahre, que se consolidaron en la misma poca: unao en que tanto los hombres como las mujeres jvenes viajaban ex-tensamente apoyados por sus padres antes de asentarse. En la culturade la Ilustracin, los individuos queran viajar por el estmulo fsicoy la clarificacin mental. Estas esperanzas, nacidas de la ciencia, seextendan a la planificacin del entorno, a la reforma de la economae incluso a la formacin de la sensibilidad potica.

    Pero el Viaje por Italia de Goethe tambin muestra los lmites deesta mentalidad ilustrada. Rara vez describe a la multitud italianaentre la que se mueve con la misma minuciosidad con que se describea s mismo. De la misma manera, cuando Adam Smith describe la

    muchedumbre de la ciudad, tiende a hacerlo como si estuviera divi-dida en personajes y categoras distintos, ms que como un conjuntohumano. En e! discurso sobre la salud pblica de los reformadoresurbanos, la muchedumbre urbana apareca como un pozo negro deenfermedades y deba ser purificada dispersndola individualmentepor toda la ciudad. Es conocido que Jefferson tema a la plebe urbanay L'Enfant, que albergaba un sentimiento ambivalente hacia ella, te-na la esperanza de que sus proyectos evitaran las aglomeraciones enlas calles de Washington. Las reformas propuestas para la plaza deLuis XV en Pars prevean la construccin de caminos adecuados paraindividuos que caminaban o cabalgaban solos, ms que para carruajesde postas u otros vehculos grandes.

    La incapacidad de prever los movimientos de la multitud urbana, ode aceptarla en bloque, sin duda est relacionada con la gente queformaba esa multitud: en su mayor parte pobres. Sin embargo, lospobres experimentaron el movimiento en la ciudad en formas quetrascendan estos prejuicios. Esa experiencia cristaliz en el significa-do que tenan para ellos los movimientos de! mercado: la diferenciaentre sobrevivir y morir de hambre la medan en la fluctuacin enpeniques o sueldos en el precio del pan. La muchedumbre urbanaquera menos movimiento del mercado y ms regulacin guberna-mental, estabilidad y seguridad. El movimiento fsico en la ciudadslo agudiz el dolor de! hambre. Donde ms evidente se hizo la in-seguridad inspirada por el movimiento fue en la capital ms provoca-tiva de toda Europa: Pars en vsperas de la Gran Revolucin.

    3. LA MUCHEDUMBRE SE MUEVE

    Segn los clculos del historiador Lon Cahen, cuando Luis XVI ac-cedi al trono quiz haba en Pars 10.000 clrigos, 5.000 nobles yuna burguesa de manufactureros, comerciantes acaudalados, mdi-cos y abogados que alcanzaba la cifra de unos 40.000. El resto de laciudad, unas 600.000 personas o ms, vivan al borde de la pobre-za .11. Visto retrospectivamente, una clase alta y media de 50.000 per-sonas aproximadamente en una ciudad de 600.000 habitantes parecepoco..Histricamente, sin embargo, la cifra era considerable, msconsiderable proporcionalmente que en la poca de Luis XIV, cuandoel rey llevaba las riendas de la economa y del gobierno desde Versa-lles, fuera de la ciudad. De hecho, e! entorno regio de Versalles nohaba dejado de empobrecerse mientras Pars prosperaba durante el

  • 296 CARNE Y PIEDRA Cuerpos en movimiento 297

    siglo XVIII. Las finanzas regias se hallaban en una siruacin preocu-panre despus de las aventuras francesas en Norteamrica a mediadosde siglo y catastrfica despus de la entrada de Francia en la Guerrade Independencia de Estados U nidos. El Versalles de Luis XVI tam-bin se haba arrofiado porque incluso el clero y la nobleza comenza-ron a crear nueva riqueza en Pars de la misma manera que la burgue-sa comercial generaba riqueza: mediante la venta de tierras, lainversin en empresas y otras formas de actividad relacionadas con elmercado.

    Pars se convirti no slo en un lugar para crear riqueza, sino tam-bin para practicar un consumo conspicuo. Los signos de ste en pie-dra fueron las enormes mansiones construidas en el Faubourg deSainr-Honor. A parrir de los datos que proporciona Sebasrien Mer-cier, el cronisra del Pars del siglo XVIII, George Rud estima que enla ltima dcada del Antiguo Rgimen se consrruyeron diez mil ca-sas y un rercio de Pars. El propio Mercier nos deja enrrever lo agra-dable que era la vida en el nuevo Pars; cmo una sociedad cada vezms ociosa pasaba las rardes bebiendo t, leyendo y comiendo frurasde invernadero en hogares ran bien caldeados que la genre poda ves-tir ropa sencilla y saludable, mientras que, por la noche, poda elegirenrre numerosos reatros a los que se llegaba fcilmente gracias a loscoches que circulaban por unas calles cada vez mejor pavimentadas.

    Para que esta vida fuera posible, haca falta un nmero crecientede artesanos, sirvientes, empleados y obreros de la construccin. Nohaca falra que estuvieran bien pagados y, de hecho, no lo esraban. Enlas industrias de servicios como la rexril, un defensor del mercado li-bre esperara que los salarios aumentaran en la medida en que au-mentara la demanda de arrculos de lujo. Sin embargo, los salariosreales disminuyeron de 1712 a 1789, porque la oferta de trabajo cre-ci incluso con mayor rapidez que la demanda, lo que condujo a undescenso de los salarios en un sector econmico en expansin. En ge-neral, bienes y servicios circularon libremente en la medida en que laprosperidad de Pars no dej de aumentar a lo largo del siglo. Esra ri-queza que impregn la ciudad fsica no afect a la vida de la masa dela poblacin.

    La desigualdad se convirti en una provocacin que la gente podapercibir cuando se desplazaba por la ciudad. Es una verdad socialaceptada que la sensacin de pobreza disminuye cuando las personasviven enrre orros que son como ellas. Y al observar un plano del Parsdel siglo XVIII, el estudioso moderno podra verse renrado a exrraerdos conclusiones errneas a este respecto. Una es que la maraa de

    calles significaba que los parisinos vivan slo en ncleos pequeos;la orra es que la ciudad rena quartiers claramenre ricos y pobres. Envsperas de la Revolucin, un caminanre que hubiera arravesado laciudad habra pasado por barrios propiamenre obreros, como el Fau-bourg de Saint-Anroine en el exrremo orienral de la ciudad; pero sihubiera pasado por calles como la calle de Varenne en la orilla iz-quierda, que se haba llenado de nuevos palacios privados (hOtels par-ticuliers), el viajero urbano habra visro grupos de casas miserablesenrre los palacios, cabaas consrruidas al borde de sus jardines. stasalbergaban a la masa de trabajadores del servicio y de arresanos queeran imprescindibles para las mansiones. Edificios pauprrimos se-mejanres rodeaban el palacio del rey en el Louvre -sedimentos depobreza en las grieras de la riqueza.

    Quiz el lugar donde se mezclaban ms asombrosamenre ricos ypobres era el Palais Royal, aliado del Louvre. Propiedad de la familiade Orlans, el Palais era un gran edificio recrangular con un parqueen su inrerior. Al nivel del suelo el edificio rena columnaras abierrasy el parque esraba corrado por la mirad por una larga consrruccin demadera, la galerie de bois. En lugar de cerrar el parque como un jar-

    Galeries du Palais-Royal, L. L. Boilly, 1809. Muse de la Ville de Paris, MuseCarnavalet, Pars. GiraudonlArt Resource, N. Y

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    dn, los duques de rlans dieron a la tierra un uso ms econmico.Fue el Times Square del Pars del Antiguo Rgimen. El Palais Royal

    al~ergaba innumerables cafs, burdeles y mesas de juego al aire libre,as! como tiendas de ropa usada, casas de empeo y sospechosos corre-rajes de bolsa. Un joven que acabara de perder el salario de una sema-na en las mesas de juego o su salud en brazos de una dama de la no-che afectada de una enfermedad venrea, slo tena que levantar lavista ms all de la galerie de bois hacia el ala occidental del palacio yquiz hubiera entrevisto en el piso superior al duque de rlans aso-mado a las altas ventanas, supervisando aquella provechosa miseria.

    En lugar de aislarse, muchos pobres circulaban en medio de una ri-queza inaccesible. Los mercados medievales de la ciudad habandependido, como ya hemos visto, del comercio interurbano. La callelocal se convirti en un foco de distribucin de este comercio reci-biendo artculos y envindolos al exterior. En 1776, cuando Smithpublic su teora econmica, los mercados de la ciudad no se parecanni a los del pasado ni a los descritos por Smith. La ciudad comerciabaahora como parte de una nacin. Sus puertos de Burdeos y el Havrese encontraban en el lmite geogrfico del pas. La importancia delintercambio econmico de Pars obedeca a que ste era el centro delpoder gubernamental, una economa urbana que cada vez ms servaa la burocracia urbana y sus caprichos culturales. As, cuando la gen-te senta con especial rigor esa desigualdad, no buscaba consuelo enel mercado, ni en la circulacin de trabajo y capital, sino en el go-bierno como fuente de estabilidad. Estos deseos salieron a la superfi-ere en torno a la cuestin del precio del pan.

    En Pars, los trabajadores no especializados ganaban alrededor de30 sueldos diarios, los especializados ms de 50. La mitad de estos in-gresos se destinaban a comprar pan, el alimento bsico, y una hogazade cuatro libras costaba de 8 a 9 sueldos. U na familia de la clase obreracoma dos o tres hogazas al da. Un quinto de los ingresos del trabaja-dor se gastaba en verduras, recortes de carne y grasa, y vino. Comodestinaba la mayor parte del salario para comprar comida, el obrerotenaque administrar el resto, calculado hasta el ltimo cntimo, paraadquirir ropa, combustible, velas y otros artculos necesarios. GeorgeRud seal que si el precio del pan, "como suceda con demasiadafrecuencia, suba a 12 o 15 (o incluso a 20) sous... la gran mayora delos asalariados se enfrentaba con un desastre repentino 32.

    Antes y durante la Revolucin, se produjeron muchos ms distur-bios por el precio de los alimentos que por los salarios. En la Guerrade la Harina de 177 5, por ejemplo, lo que pretenda la hambrienta

    poblacin de Pars era que el precio de la harina se correspondieracon su poder adquisitivo, ms que con el valor de mercado. Como se-ala el historiador Charles Ti 11y en relacin con un incidente en latienda de un comerciante de grano, los pobres, que eran principal-mente mujeres y nios ... se cuidaron de tocar otra mercanca que nofuera pan [y] al menos algunos de ellos insistieron en pagar su pan ados sueldos la libra, unas tres quintas partes de su precio en el mer-cado 31.

    Como el mercado estaba mucho ms all de la capacidad del pue-blo para controlarlo, su atencin se centr en el estado, particular-mente en el caso del pan. En principio, el estado fijaba el precio delpan. En la prctica, este precio era ignorado por los movimientos delmercado. Cuando el pueblo protestaba por el coste de los alimentos,se diriga a un poder nico y claro -el gobierno- y meda el xito oel fracaso de sus acciones por el aumento o disminucin de una solacifra. Examinemos ahora un caso importante de cmo los movimien-tos de una multitud en busca de pan la condujeron hasta las puertasdel estado.

    El gran motn del pan de octubre de 1789 comenz en Pars la ma-ana del da 5 en dos lugares, en el distrito obrero de Saint-Antoine,al este de la ciudad, y en los almacenes de alimentos del centro. Seinici cuando una mujer se neg a pagar el precio de venta del pan deese da -16 sueldos-, que haba subido por la escasez en el sumi-nistro de grano. Entonces, otras mujeres incitaron a la multitud aocupar la calle, masas de mujeres de Pars que tenan que calcularcon cuidado qu podan permitirse para comer.

    En el barrio de Saint-Anroine las mujeres obligaron al sacristn dela iglesia de Sainte-Margarite a que hiciera sonar constantemente lascampanas de la iglesia para que toda la poblacin supiera que se ha-ba producido una emergencia que exiga su presencia en las calles.La noticia del motn se extendi de boca en boca desde Saint-Antoinea los barrios vecinos y la multitud se dirigi al ayuntamiento, el Ho-tel de la Ville, en el centro de la ciudad. Armada con picas y palos,una muchedumbre de unas seis mil personas irrumpi en el ayunta-miento, pero all no haba nadie que pudiera atender a sus peticiones.Slo el rey y sus administradores, se deca, podan dar respuesta, por-que la ciudad se encontraba en bancarrota. Por la tarde, la muche-dumbre de mujeres, a la que ahora se haban unido hombres, atravesel centro de la ciudad por la arteria formada por la calle de Vaugirarden direccin a Versalles. Ya eran unas diez mil personas. La trascen-dental marcha de las mujeres sobre Versalles -escribe la historiado-

  • 300 CARNE Y PIEDRA Cuerpos en movimiento 301

    ra Joan Landes- [se inscriba en] una larga rradicin de participa-cin femenina en la protesta popular, especialmente durante las crisisde subsistencia" 34. Llegaron a la puesta del sol y se dirigieron en pri-mer lugar a la Asamblea, donde su jefe Maillard cit numerosas ve-ces el nuevo panfleto popular ('Cundo tendremos pan? (Quand aurons-nous du pain?) en el que, en lugar de a los panaderos, se consideraba alas autoridades responsables de la escasezsY.

    Al amanecer, la muchedumbre, que haba permanecido acampadaall durante la noche, hizo frente a los guardias del palacio de Versa-lles, mat a dos de ellos, los decapir y pase sus cabezas clavadas enuna pica. Pero las puertas se mantuvieron cerradas, mientras la mu-chedumbre no dejaba de aumenrar con la llegada de ms gente del su-burbio real de Pars. Al final, a primeras horas de la tarde del da 6, elrey y la reina aparecieron en un balcn ante la multitud, que gritaba:A Pars!. Esa tarde, la turba, que ya ascenda a unas sesenta milpersonas, escolt triunfalmente a los aquiescentes monarcas de regresoa la ciudad. El da 7, se mostraron al rey barriles de harina podridacon piojos, que la turba, an movilizada, arroj despus al Sena.

    El resultado del motn que comenz el 5 de ocrubre fue doble. Lasautoridades inrentaron fortalecer su poder militar en la ciudad paraacabar con futuros estallidos y el precio del pan qued fijado en 12sueldos. Adems, el gobierno garantiz el abastecimiento de trigo ala ciudad con sus propios graneros, que contenan grano de buena ca-lidad. Una paz etrea descendi entonces sobre la ciudad. Mar a An-tonieta escribi a Merey d'Argenteau, el embajador austriaco:

    Hablo al pueblo, a los soldados de la milicia y a las mujeres del merca-do; todos ellos me tienden la mano y yo les doy la ma. He sido muybien recibida dentro de la ciudad. Esta maana el pueblo nos pidique nos quedramos. Les dije que por lo que concerna al rey y a m,dependa de ellos que nos quedramos, pues slo pedamos que se de-tuviera todo aquel odio ... 36.

    En esos momentos, la reina no se engaaba por las repentinas mani-festaciones de fervor. U na cancin popular expresaba la satisfaccinde las mujeres porque su deseo de autoridad haba sido satisfecho:

    Como jvenes jactanciososa Versalles fuimos con nuestras armas.Aunque slo ramos mujeres, tenamos que mostrarun valor sin tacha.

    Ahora no tendremos que llegar tan lejoscuando queramos ver a nuestro reyLo amamos con un amor sin igualpues ha venido a vivir a nuestra capital 37.

    De esta manera, la multitud urbana se movi en una direccin di-ferent de la prevista por Adam Smith. El historiador Lynn Huntcree que los acontecimientos como este motn del pan ponen de ma-nifiesto la esencia de una relacin paterno-filial entre el monarca ysus hijos", una relacin basada en la confianza, la estabilidad y lainmutabilidad 38. El paradigma de Harvey equiparaba la importanciade las partes del cuerpo y haca que parecieran ms interdependientesa travs de los movimientos de la sangre. La concepcin del mercadode Adam Smith implicaba que en los movimientos del mercado to-dos los actores eran igualmente importantes e interdependientes, y seiban diferenciando cada vez ms como consecuencia de la divisin deltrabajo. Pero la multitud que haba intervenido en el motn del panera ms que un conjunto de individuos participando en un intercam-bio. De la misma manera que tena necesidades econmicas comogrupo, su identidad no poda equipararse a la de los individuos. Lapropia palabra movimiento adquiri un significado colectivo, quesera probado a sangre y fuego durante la Revolucin.

  • CAPTULO DIEZ

    Individualismo urbano 339

    Individualismourbano

    El Londres de E. M. Forster

    1. LA NUEVA ROMA

    A un hombre de negocios americano que caminara por Londresen vsperas de la Primera Guerra Mundial se le podra haberperdonado que pensara que su pas nunca debera haberse re-belado contra Gran Bretaa. El Londres eduardino exhiba su esplen-dor imperial en hileras de impresionantes edificios que se prolonga-ban milla tras milla, magnficos edificios del gobierno en el centroflanqueados por las densas clulas financieras y comerciales de laCity al este y, al oeste, las imponentes mansiones de Mayfair,Knightsbridge y Hyde Park, que hacia el oeste iban dejando lugar aresidencias ms de clase media pero an imponentes, todas ellas enestuco ornamentado. Las ciudades americanas como Bastan y NuevaYork tenan avenidas impresionantes, por supuesto -las mansionesde la Quinta Avenida de Nueva York, la nueva Back Bay en Bas-tan- pero Londres exhiba los despojos de un dominio global desco-nocido desde el Imperio romano. Henry James haba denominado al

    Crecimiento de Londres. Un mapade su poblacin en cuatro pocas:

    1784,1862, 1914 Y 1980.

  • 340 CARNE Y PIEDRA Individualismo urbano 341

    Londres eduardino

  • 342 CARNE Y PIEDRA Individualismo urbano 343

    del siglo XIX, Londres se fue distanciando cada vez ms de las ciuda-des inglesas, parricularmenre de las siruadas en el Narre y en losMidlands como Manchester y Birmingham. Clemenceau imaginque la ciudad inglesa era un lugar estable, donde e! progreso de la in-dustria haba colocado a las personas en un lugar fijo de acuerdo conla ley del ms fuerte. Su ilusin habra estado ms justificada en lasciudades industriales llenas de molinos," fbricas y ast il leros que enLondres. Aqu la economa reuna compaas navieras, la artesana, laadministracin de la industtia pesada, de las finanzas y de! imperio,adems de un comercio muy activo en artculos de lujo. As, e! crti-co Raymond Williams afirma que sus relaciones sociales ... eran mscomplejas, estaban ms mistificadas que en e! narre 2. En HowardsEnd, Forster escribe acerca de Londres de manera similar sealandoque el dinero se haba gastado y recuperado, las reputaciones se ha-ban ganado y perdido, y la ciudad misma, emblemtica de sus vidas,creca y decaa en un movimiento continuo 3.

    La comparacin ilusoria con Roma poda haber sugerido al visitan-te impresionado por la grandeza de Londres que un gobierno firmetena controlado al pueblo. Un control central de ese tipo era lo quelas ciudades de los visitantes buscaban para s: despus de las agita-ciones de la Comuna de 1871, las autoridades de Pars haban perfec-cionado los instrumentos de un gobierno eficiente y centralizado dela dudad; en Nueva York, tras la eliminacin de la organizacin BossTweed, los reformadores tambin estaban intentando forjar esas he-rramientas de control cvico racional.

    No obstante, al contrario que Nueva York o Pars, Londres carecade una estructura de gobierno central. Hasta 1888, Londres no tuvoms gobierno ciudadano que la Junta Metropolitana de Obras, doce-nas de pequeas juntas parroquiales y parroquias, y cuarenta y ochoconsejos de tutelaje '. Su gobierno central sigui siendo comparati-vamente dbil despus de las reformas de 1888. Sin embargo, la au-senda de una autoridad poltica central no significaba la ausencia depoder central. Ese poder estaba en manos de los grandes terratenientesque controlaban imporrantes extensiones de terrenos de la ciudad.

    Desde la construccin de las primeras plazas de Bloornsbury en elsiglo XVIII, el desarrollo urbano de Londres elimin invariablementelas casas y las tiendas de los pobres para crear hogares destinados a laclase media o a los ricos. El hecho de que los terratenientes heredita-rios controlaran extensos terrenos posibilit estas repentinas trans-formaciones, con escasas restricciones pblicas. Los aristcratas terra-tenientes tuvieron libertad para construir y el resultado de sus planes

    urbanos de renovacin fue una mayor concentracin de los pobres,que cada vez vivan ms hacinados. Como una Comisin Real sobrela Vivienda de las Clases Trabajadoras observ en 1885:

    Son demolidos los tugurios, lo que en general redunda positivamentepara la vecindad desde el punto de vista sanitario y social, pero no hansido sustituidos por ningn tipo de alojamiento para los pobres ... Enconsecuencia, la poblacin sin techo se aglomera en las calles y patiosvecinos cuando comienzan las demoliciones, y cuando se construyenlos nuevos edificios poco se hace para aliviar esta nueva presin).

    Durante el siglo XIX, los planes de desarrollo urbano empujaron lapobreza hacia el este de la City financiera de Londres, al sur del T-rnesis y al norte de Regerit's Park. En los lugares del centro en quepersisti la pobreza, sigui dndose en bolsas concentradas, ocultaspor e! estuco. Antes que en Pars, de manera ms global que en Nue-va York, Londres cre una ciudad de espacios separados y homog-neos desde el punto de vista de la clase.

    En su desarrollo Londres reflej las grandes diferencias de riquezaque caracterizaban a Inglaterra, Gales y Escocia en su conjunto. En1910, ellO por ciento de la poblacin formado por las familias msacomodadas de Gran Breraa posea aproximadamente el 90 por cien-to de la riqueza nacional. El uno por ciento ms rico ya posea por ssolo el 70 por ciento. La sociedad urbanizada mantuvo las divisionespre-industriales entre pobreza y riqueza, aunque de nuevas formas.En 1806, e! 85 por ciento de la riqueza de la nacin estaba en manosdel 10 por ciento ms rico y el uno por ciento posea el 65. A lo largode! siglo, algunos magnates terratenientes se empobrecieron y su lu-gar en esa clase superior fue ocupado por'industriales y hombres denegocios imperiales. Por contraste, la mitad de la poblacin viva deingresos que slo comprendan e! 3 por ciento de la riqueza nacionaly muy pocos londinenses no se vean afectados por la escasez 6. Por lotanto, Clemenceau estaba equivocado: los despojos de la conquista nohaban llegado a la masa de la poblacin.

    Si se tienen en cuenta estos datos relativos a la moderna ciudadimperial, cmo puede explicarse la sensacin de satisfaccin y de or-den pblico que tena el visitante' Aunque la inquietud social sinduda se dejaba sentir, tambin haba muchos londinenses que esta-ban impresionados por e! hecho de que su capital hubiera conseguidocosechar los beneficios del capitalismo sin los desafos de la revolu-cin. Esta estabilidad no poda explicarse por la indiferencia inglesa

  • 344 CARNE Y PIEDRA Individualismo urbano 345

    hacia el sistema de clases. Aunque no se puede decir que la lucha declases sea una prerrogativa inglesa, como seala el crtico AlfredKazin, los ingleses han sido mucho ms sensibles a la idea de claseque los americanos y los alemanes. Kazin piensa, por ejemplo, en loque George Orwell escribi en 1937: Adonde quiera que te vuelvas,te das con esra maldicin de la diferencia de clases como si fuera unmuro de piedra. Pero no es tanto un muro de piedra como la pared decrisral de un acuario 7.

    ?tras fuerzas parecan mantener a esta ciudad, grande y desigual,alejada de la revolucin abierta. El urbanista Walter Benjamin deno-min a Pars la capital del siglo XIX, basndose en su culturaejemplar. Londres tambin puede considerarse la capital del sigloXIX por su individualismo ejemplar. El siglo XIX frecuentemente se

    h~ denominado la era del individualismo, una expresin que Ale-XIS de Tocquevi lle acu en el segundo volumen de La democracia enAmrica. El lado agradable del individualismo puede ser la confianzaen uno mismo, pero Tocqueville vio su lado ms negativo, que conci-bi como una especie de soledad cvica. "Cada persona -escribi-se comporta como si fuera una extraa respecto al destino de los de-ms ... Por lo que se refiere a su intercambio con sus conciudadanospu.ede mezclarse con ellos, pero no los ve; los toca, pero no los siente;ex~st~ slo en s mismo y para s mismo. Y si sobre esta base sigueexistiendo en su mente una sentimiento de familia, ya no existe unsentimiento de sociedad H.

    . Segn Tocqueville, esta clase de individualismo puede aportar uncierro orden a la sociedad: la coexistencia de personas replegadas so-

    b~e.s m~smas, que se toleran entre s por indiferencia. Semejante in-dividualismo tena un significado particular en el espacio urbano. Laplanificacin urbana del siglo XIX intent crear una masa de indivi-duos que se desplazaran con libertad y dificultar el movimiento delos grupos organizados por la ciudad. Los cuerpos individuales que sedesplazaban por el espacio urbano poco a poco se independizaron delespacio en que se movan y de los individuos que albergaba ese espa-CIO. Cuando el espacio se fue devaluando en virtud del movimientolos individ~os gradualmente perdieron la sensacin de compartir elmismo desuno que los dems.

    El novelista E. M. Forster tena en mente el individualismo roe-quevilliano cuando en 1910 escribi Howards End. Su libro comienza

    c~n la frase: Slo conecta... , una orden tanto social como psicol-gIca. La novela de Forster nos muestra una ciudad que parece mante-nerse unida socialmente precisamente porque las personas no estn

    conectadas de manera personal. Viven vidas aisladas e indiferentesque establecen un desafortunado equilibrio en la sociedad.

    La novela refleja la transformacin extraordinariamente rpida ex-perimentada por Londres durante la gran revolucin urbana. Al igualque a muchas otras personas de su poca, a Forster le pareci que lavelocidad era el hecho central de la vida moderna. El ritmo del cam-bio lo epi tomiza la aparicin de los automviles y Howards End estrepleta de anatemas contra la nueva mquina. La tendencia tocquevi-lliana aparece cuando Forster describe el Londres eduardino comouna ciudad muerta aunque latiendo con cambios frenticos -si Lon-dres es una ciudad de ira y telegramas, dice, tambin est llena deescenas de estpida insensibilidad. Forsrer pretende evocar la om-nipresente, aunque oculta, apata de los sentidos como resultado dela vida cotidiana de la ciudad -algo invisible para el turista que pa-sea-, apata que se da tanto entre la gente acaudalada y elegantecomo entre la masa de pobres inmersos en el flujo de la vida. El indi-vidualismo unido a la rapidez tiene un efecto letal sobre el cuerpomoderno. ste carece de conexiones.

    Howards End describi todo esto a partir de una hisroria un tantosensacionalista de un nio ilegtimo, una herencia disputada y unasesinato. Como Virginia Woolf -que no era una entusiasta de lanovela- coment, Forster nos invita a leerla como un crtico socialms que como un artesano de su arte. "Nos da un golpecito en elhombro -observ- y tenemos que notar esto, que atender a aque-llo 9 De hecho, Howards End frecuentemente presenta al lector enunos pocos prrafos acontecimientos caracl smicos que alteran lasuerte de las personas, de manera que el autor puede volver a refle-xionar sobre su significado a su tiempo. Si bien el novelista de ideasa menudo pag un precio artstico por pensar demasiado, esta novelaconcluye con una idea sorprendente que sigue siendo provocativa: elcuerpo individual puede recuperar una vida capaz de percibir por lossentidos si experimenta el desplazamiento y la dificultad. El manda-to de Slo conecta ... slo pueden obedecerlo quienes reconocenque existen impedimentos reales para su movimiento individual r-pido y libre. Una cultura viva trata la resistencia como una experien-cia positiva.

    En este captulo examinaremos ms de cerca la evolucin de la so-ciedad moderna que condujo a la condena del individualismo urbanopor parte el novelista -las experiencias del movimiento y de la pasi-vidad corporales sobre las que basa su relato. Su sorprendente desen-lace sugiere una nueva forma de pensar acerca de la cultura urbana.

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    2. ARTERIAS Y VENAS MODERNAS

    El diseo urbano de! siglo XIX facilit el movimiento de un gran n-mero de individuos en la ciudad y dificult el movimiento de gru-pos, los amenazadores grupos que aparecieron en la Revolucin fran-cesa. Los planificadores urbanos del siglo XIX se basaron en suspredecesores ilustrados, que concibieron la ciudad como arterias yvenas de movimiento, pero dieron un nuevo uso a esas imgenes. Elurbanista de la Ilustracin haba imaginado individuos estimuladospor el movimiento de la muchedumbre de la ciudad. El urbanista delsiglo XIX imagin individuos protegidos por el movimiento de lamuchedumbre. Tres grandes proyectos marcan este cambio a lo largodel siglo: la construccin de Regenr's Park y Regent Street en Lon-dres, a inicios del siglo XIX; la reconstruccin de las calles parisinasen la poca del barn Haussmann a mediados de siglo y la construc-cin de! metro de Londres a finales de siglo. Las tres fueron empresasde enorme magnitud. Aqu slo estudiaremos la manera en que estosproyectos ensearon a la gente a moverse.

    Regent's Park

    En el Pars y e! Londres de! siglo XVIII, los planificadores habancreado parques como pulmones de la ciudad, ms que como refugios,al estilo de los jardines urbanos de la Edad Media. El parque-como-pulmn del siglo XVIII exiga vigilar las plantas. En Pars, a media-dos del siglo XVIII, las autoridades cerraron con verjas el parque realde las Tulleras, que antes era pblico, para proteger las plantas queproporcionaban el aire saludable a la ciudad. Las plazas urbanas delgran Londres comenzadas durante e! siglo XVIII tambin fueron rodea-das con verjas a inicios del siglo XIX. La analoga del parque con unpulmn era, como observa el urbanista contemporneo Bruno For-tier, sencilla y directa: la gente que circulaba por las calles-arteriasde la ciudad poda pasar alrededor de estos parques cerrados, respi-rando su aire fresco igual que la sangre se renueva en los pulmones.Los planificadores de! siglo XVIII se basaron en la premisa mdicacontempornea de que, en palabras de Portier, nada de lo que esmvil y forma una masa puede corromperse 10. La mayor obra deplanificacin urbana de Londres, la creacin de Regent Street y Re-genr's Park a inicios del siglo XIX, emprendida por el futuro rey Jor-ge IV con e! arquitecto John Nash, se bas en e! principio de! par-

    que-corno-pulmn, pero adaptado a una ciudad donde era posibleuna mayor velocidad.

    Configurado a partir del antiguo Marylebone Park, la extensinrotal del Regent's Park es enorme. Nash deseaba que esta gran exten-sin de tierra estuviera nivelada y decidi hacer e! pulmn de Re-gcnr's Park principalmente de hierba, ms que de rboles. Muchos delos rboles que ahora vemos en el parque, como los que rodean la ro-saleda que lleva el nombre de Queen Mary's Rose Garden son de ori-gen posterior. Un espacio abierto grande, llano y con hierba podaparecer una invitacin a los grupos organizados, y durante la era VIC-toriana esa invitacin a veces fue aceptada. Pero el plan de Nash esta-ba concebido para impedir semejante uso del espacio formando unmuro con el considerable volumen de trfico que circulaba rpida-menre por la carretera que rodeaba el parque. Muchas plantas yedifi-cios dispersos a lo largo de! cinturn fueron eliminados para que loscarruajes pudieran desplazarse con fluidez y finalmente e! lecho deun canal que surcaba Regerit's Park se vio tambin alterado para queno obstaculizara el rrfico. Dickens pensaba que el cinturn que cir-cundaba el parque pareca una pista de carreras. Asimismo se cons-truyeron algunas carreteras interiores para que pudiera desplazarsecon rapidez un volumen considerable de rrfico de carruajes.

    Si el Londres de Nash era un lugar para la velocidad, pareca un es-pacio poco adecuado para individuos. Las plazas urbanas que apare-cieron en Londres en el siglo XVIII aparentemente desmienten e! he-cho de que Londres es fundamentalmente una ciudad de casasindividuales. Las imponentes casas que daban a las plazas estabanconstruidas en amplias manzanas de quince a veinte edificios paradar la impresin de una severa unidad. Las ordenanzas de edificacinde Londres, especialmente una ley promulgada en 1774, prohibanlas seales u otras marcas individuales. En Bloomsbury los sencillosbloques de viviendas conrrastaban con la profusin floral de las pla-zas. Los mismos tambin trazaban una clara delimitacin entre lo ex-terno y lo interno, lo pblico y lo privado.

    Aunque Regent's Park es mayor que estas primeras plazas, en eldiseo de Nash, las casas individuales daban a Regenrs Park a travsdel trfico, como si e! parque fuera una suerte de plaza. N ash diocongruencia a las casas empleando generosamente el estuco, el mediodel que se s\erva el arquitecto para crear ilusin. Cuando est hme-do, puede moldearse como las grandes piedras que sustentan los pa-lacios renacentistas o se puede derramar en moldes para crear elabo-radas columnas con delicados detalles. En las hileras de casas de

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    Plano del diseo de Regent's Park de John Nash en Londres, 1812.

    Regent's Park Nash emple el estuco en las fachadas a fin de arrnoni-zar estos inmensos bloques y darles una especie de ritmo.

    Sin embargo, este material de construccin poda significar tambinseparacin social. Los bloques que rodeaban Regent's Park eran magn-ficos de una manera casi arrogante. Por la complejidad de sus adornostrazaban una lnea entre el espacio del parque y el tejido urbano exte-rior. Ese tejido era desigual, pobre y catico. En las reas que rodeabanReg,ent's Park, el plan de Nash empuj hacia el norte a los pobres quehablan VIVIdo en esos terrenos, en direccin a los distritos de ChalkFarm y Camden Town. El inmenso espacio delimitado por las grandesmansiones con fachadas de estuco, as como el flujo de trfico, hicieronque fuera difcil penetrar en el parque. Por lo tanto, en sus primerosaos Regenr's Park estuvo en buena medida vaco. El diseo vinculabael movimiento rpido con el descongestionamiento, un til trminoen la jerga de los planificadores. Este movimiento rpido, adems, eraun transporte individualizado en cabriols y carruajes.

    En el plan de Nash, el trfico no vena al parque desde los alrede-dores inmediatos -porque ms all de las magnficas fachadas pocaspersonas se podan haber permitido un carruaje-, sino desde el cen-tro de la ciudad. En su extremo SUt, Rcgerit's Park se comunica conel gtan bulevar creado por Nash, Regent Srreet. Pata crear este bule-var Nash tuvo que enfrentarse con una serie de obstculns insalvables-como una iglesia que no poda set derribada-, que se vencieronmediante el expediente de trazar una calle que rodeaba lo que no, pu-diera destruit. U na vez ms, la calle fue diseada pata un traficoabundante, en este caso tanto peatonal como de carruajes. Y tambinaparecieron las inmensas manzanas de edificios uniformes. En RegentStreer stos tambin cumplan funciones comerciales, porque Nashplanific un espacio comercial continuo al nivel de la calle -mien-tras que las tiendas en las casas ms antiguas de Londres haban Sidoadaptadas de una maneta ms itregular a partrr de s~s mrenciones ~omsticas originales. Nash traslad a la calle el prmcipio de las galenascomerciales de Londres, que eran baslicas de techo de cristal con tien-das a lo largo del eje. . .

    Regent Srreer fue un acontecimiento trascendental en la historiadel diseo urbano. Una un trfico continuo y abundante a una fun-cin nica al nivel de la calle. Esta disposicin cre una divisin en-tre la calle y la zona que se encontraba detrs de los edificios que a-ban a la misma, como sucedi en el parque que Nash construyo alnorte. El comercio no invadi las calles laterales, el trfico de carrua-jes no poda penetrar mucho en la antigua maraa ~ la orientacindel flujo peatonal de la calle discurra a lo largo del eje, como en unabaslica, en lugar de transversalmente a la misma. La calle de unasola funcin cre una divisin espacial similat a la del trabajo. As, eltrazado de la calle slo serva pata el trfico comercial, mientras quelos espacios cercanos se utilizaban con fines artesanales o comercialesque no tenan por qu guatdar relacin con la calle. .

    El conjunto formado por Regenr's Park y Regent Street dIO unnuevo significado social al movimiento. La utilizacin del trficopara aislar y descongestionar el espacio, como sucedi en Regenr'sPark, impidi la reunin de una muchedumbre con un fin dererrni-nado. La presin del movimiento peatonal lineal en Regent Street di-ficult, y an lo sigue haciendo, que, por ejemplo, se reuniera unamuchedurhbre para escuchar un discurso. Por el contrario, tanto lacalle como el parque privilegiaron el cuerpo individual en movi-miento. Desde luego, Regent Street nunca ha sido, ni antes ni ahora,un lugar sin vida. Adems, Nash apenas dej algo escrito que indica-

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    Ulster Terrace, Regeru's Park, Londres, construido en 1824.

    ra cules deban ser las consecuencias sociales de sus diseos. Comomuchos urbanistas ingleses, aborreca la clase de teorizacin a la quese dedic Boulle. Sin embargo, el movimiento de masas en una callecon una sola funcin era el primer paso que haba que dar para privi-legiar a los individuos con sus propios intereses en medio de unamultitud.

    Las tres redes de Haussmann

    La obra de Nash en Londres prefigur los proyectos que el empera-dor Napolen III y su princi pa! planificador urbano, el barn Hauss-mano, llevaron a cabo dos generaciones despus en Pars. Tenan enmente los movimientos de masas, pues haban vivido las revolucionesde 1848 y 1830, Y conservaban vivos recuerdos de la Gran Revolu-cin de la poca de sus abuelos. Mucho ms de lo que sabemos en elcaso de Nash, conscientemente trataron de privilegiar elmovimientode los individuos para reprimir el de las masas urbanas.'

    El plan de remodelacin de Pars en los aos cincuenta y sesenta sedebi al propio Napolen IIl. En 1853, el da que Haussmann pres-

    t el juramento como prefecto del Sena, el historiador David Pinck-ney escribe:

    Napolen le entreg un mapa de Pars en el que haba trazado concuatro colores diferentes (que indicaban la urgencia relativa de cadaproyecto) las calles que se propona construir. Este mapa, obra de LuisNapolen solo, se convirti en el plano bsico para la transformacinde la ciudad en las dos dcadas siguientes ll,

    Con esta gua, Haussmann llev a cabo el mayor proyecto de renova-cin urbana de los tiempos modernos, destruyendo buena parte deltejido urbano medieval y renacentista, construyendo nuevas fachadasuniformes en calles rectas y envolventes por las que discurra un con-siderable volumen de trfico rodado y conectando el centro de la ciu-dad con sus distritos exteriores. Reedific el mercado central de Parsutilizando un nuevo material de construccin, el hierro colado -gri-taba a su arquitecto Baltard: [Herro! Hierro' Nada ms que hie-rro! 12. Construy grandes monumentos como la pera de Pars, re-dise los parques de la ciudad y cre una nueva red subterrnea degigantescas cloacas. .

    En el trazado de las calles, Haussmann volvi a aplicar los princi-pios romanos de linealidad, aunque de nuevas maneras. Napolen IIIhaba enrregado a su prefecto poco ms que un cuidado bosquejo.Para hacer las calles reales del plano Haussmann construy altas to-rres de madera a las que se suban sus ayudantes -a los que llamaba"gemetras urbanos- a fin de trazar con comps y regla unas callesrectas sobre los antiguos muros de la ciudad. Los gemetras urbanosdirigan su atencin, especialmente al norte y al noreste, a zonas decasas de obreros, talleres y pequeas fbricas. Al atravesar estos terri-torios, Haussmann separ y dividi las comunidades de los pobrescon bulevares por los que discurra el trfico.

    Como en el cinturn de Nash que circundaba Regenr's Park, eltrfico cre un muro de vehculos en movimiento, tras el cual se ha-llaban fragmentados los distritos pobres. Adems, la anchura de lascalles estaba calculada teniendo en cuenta los temores de Haussmanna la movilidad de una multitud sublevada. La anchura de la calle per-mita que dos carros del ejrcito se desplazaran en paralelo, lo quepermitira que la milicia, en caso necesario, disparara hacia los ladosde la calle. Como en torno a Regent's Park, las calles estaban delimi-tadas por un bloque continuo de edificios, con tiendas a la altura dela calle y viviendas sobre las mismas, los inquilinos ms ricos ms

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    Nuevas calles principales de Pars abiertas entre 1850 y 1870.

    cerca de la calle y los ms pobres ms cerca del cielo. La renovacinde los distritos ms pobres afect casi exclusivamente a las fachadasde los edificios: Los constructores tenan que ajustarse a ciertos l-mites de altura y levantar las fachadas prescritas, pero detrs de esasfachadas podan construir viviendas estrechas y sin ventilacin, ymuchos de ellos lo hicieron 13

    Haussmann y sus gemetras dividieron la ciudad en tres redes.La primera consista en el laberinto de calles que formaban original-mente la ciudad medieval. La reforma de Haussmann se centr encortar edificios y enderezar calles en las proximidades del Sena, paraque el trfico rodado pudiera pasar por la ciudad vieja. La segundared consista en calles que comunicaban la ciudad con la periferia,ms all de sus muros, denominados octroi. Cuando las calles llegarona la periferia, la administracin de la ciudad empez a controlar efec-tivamente localidades que ahora estaban conectadas con el centro. La

    tercera red era ms amorfa. Consista en calles que comunicaban lasprincipales vas de la ciudad y las redes primera y segunda.

    De acuerdo con el proyecto de Haussmann, las calles de la primerared eran arterias urbanas como las que L'Enfant haba consrruido enWashington. La relacin entre la forma edificada y el cuerpo en mo-vimiento era importante y el avance de los vehculos o los individuosestaba marcado por monumentos, iglesias ti otras estructuras. La ca-lle que una el Palais Royal, justo al norte del Louvre, con la nuevapera era una arteria de la primera red, igual que la rue de Rivoli ,que una el ayuntamiento con la iglesia de Saint-Antoine.

    Las calles de la segunda red eran las venas de la ciudad. Su movi-miento sera principalmente de salida de la ciudad, orientado al co-mercio y la industria ligera, porque Haussmann no deseaba atraer ams pobres al centro. Aqu importaba menos la naturaleza precisa delas edificaciones de la calle. El Boulevar du Centre, que hoy conoce-mos como Boulevar de Sbasropol, era una vena de este tipo, que seextenda desde la Place du Chreler a la puerta de Saint-Denis, alnorte de la ciudad. Esta gran calle ejemplific el control social queimplicaba la forma lineal. Con una anchura de casi 30 metros y msde un kilmetro y medio de longitud, el Boulevar de Sbastopol di-vidi en dos una zona congestionada, irregular y pobre. Las antiguascalles y el rejido de edificios no se comunicaban con esta vena, puescon frecuencia desembocaban en el bulevar en ngulos difciles o in-cluso intransitables. El Boulevar de Sbasropol tampoco tena la mi-sin de alimentar esos espacios fragmentados que se encontraban de-trs de sus fachadas. Por el contrario, su finalidad era transportarmercancas hacia el norte. De hecho, Haussmann lo concibi comouna calle de un solo sentido en esa direccin. En este tipo de vas lasegunda red deba ser un espacio donde los vehculos pudieran mo-verse con rapidez.

    La tercera red constaba tanto de arterias como de venas. La pro-puesta de Haussmann -que no se llev a cabo- para la me Cau-laincourt es tpica de este modelo. Abordaba el problema de cmodesplazar carretas cargadas con mercancas rodeando el cementerio deMontmartre, en el extremo norte de la ciudad, comunicando las ve-nas de la segunda red al este y al oeste. Aqu Haussmann se vio obli-gado a perturbar a los muertos en lugar de a los vivos, trazando partede la va por el cementerio. En un estilo inimitablemente francs,ello le condujo a prolongados pleitos con las familias de los difuntos,en los que se regate el precio por disponer del aire sobre los muer-ros. Pero el proyecro de la calle Caulaincourt despert una oposicin

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    ms"seria,. I:0rque expresaba de manera patente cmo la nueva geo-grafa parrsrna de la movilidad violaba rodas los aspecros de la vidaurbana.

    En su gran esrudio sobre la culrura parisina del siglo XIX, WalrerBenjamn describi las galeras de recho de crisral como capilaresurbanos, pues todos los movimientos que daban una vida vibrante ala ciudad estaban concentrados en estos angostos pasajes cubiertosllenos de singulares tiendas, pequeos cafs y grupos de gente. ElBoulevar de Sbastopol fue escenario de otro movimiento, un impul-so dlv~sor, un movimiento direccional demasiado rpido, demasiadoapremiado, como para vincularse con esos remolinos de vida. Una vezms como Regent Street, el Boulevar de Sbastopol constitua, en suforma primitiva, un espacio vivo. Si bien divida a la multitud urba-na como grupo poltico, arrojaba a los individuos que iban en carre-tas, carruajes .~ a pie a ...un remo~ino casi frentico. Sin embargo, sutr~zado tamble~ resulto ser orrunoso, pues, al privilegiar el movi-rruenro por encima de los derechos de la gente, se haban dado dosnuevos pasos: el trfico qued divorciado del diseo de los edificiossituados a lo largo de la calle, slo importaba la fachada; y la vena ur-bana convirti la calle en un medio de escapar del centro urbano msque de habitar en l. '

    El metro de Londres

    Se. suele relacionar con el metro de Londres la revolucin social quellevo a la gente a la CIUdad. Pero los ingenieros del metro habanaptendido del sistema de redes de Haussmann y su objetivo era tantosacar a la gente de la ciudad como llevarla a ella. Ese movimiento ha-cia afuera tuvo un carcter clasista con el que incluso el ms resueltoflaneur de las calles debe simpatizar.

    Los sirvientes domsticos eran el grupo individual ms amplio detrabajadores pobres que exista en Mayfair, Knightsbridge, Bayswa-ter y otros disrriros acaudalados de Londres a finales del siglo XIX,como en las zonas acomodadas de Pars, Berln y Nueva York. Rela-cionado con los sirvientes domsticos exista un ejrcito secundariode trabajadores de setvicios: reparadores de aparatos domsticos, pro-veedores, tratantes de coches, caballos, etc. Los sirvientes que vivanen los hogares de sus patrones compartan con ellos la intimidad dela vida familiar. Durante la temporada social londinense, que cadaao duraba desde finales de mayo hasta agosto; llegaba del campo un

    El metro de Londres, de Universal l//ustrated, 1867.

    tercer ejrcito de unas veinte mil muchachas pa