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Revista Diocesana Mensual San Juan de los Lagos, Jal. Septiembre de 2013 Nº 382 Septiembre, Mes de la Biblia "Alégrate, hija de Sión, porque el Señor tu Dios está en medio de ti como poderoso salvador y te renueva con su amor" Septiembre, Mes de la Biblia "Alégrate, hija de Sión, porque el Señor tu Dios está en medio de ti como poderoso salvador y te renueva con su amor" FUNDAMENTO BIBLICO

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Revista Diocesana Mensual

San Juan de los Lagos, Jal. Septiembre de 2013 Nº 382

Septiembre, Mes de la Biblia

"Alégrate, hija de Sión, porque el Señor tu Diosestá en medio de ti como poderoso salvador y te renueva con su amor"

Septiembre, Mes de la Biblia

"Alégrate, hija de Sión, porque el Señor tu Diosestá en medio de ti como poderoso salvador y te renueva con su amor"

FUNDAMENTO BIBLICO

Centro Diocesano de Pastoral

Morelos 34. A. P. 21Tel. (395) 785-0020 Fax. (395) 785-0171

Correo-E: [email protected]: [email protected]

47000 San Juan de los Lagos, Jal.Responsable:

Comisión de Pastoral Profética

Diócesis de San Juan de los Lagos.

SUMARIO:

Presentación ...................................................................................................... 1

LECTIO DIVINA:

Los sacramentos de iniciación cristiana:

1. El Bautismo ................................................................................................... 3

2. La Confirmación ........................................................................................... 8

3. Eucaristía ..................................................................................................... 12

Los sacramentos de curación:

4. Sacramento de Penitencia y Reconciliación ............................................ 18

5. Unción de los Enfermos ............................................................................. 22

Sacramentos al servicio de la comunidad:

6. Matrimonio .................................................................................................. 25

7. Sacramento del orden ................................................................................ 29

¿Cómo hacer Lectio Divina? .......................................................................... 33

Entronización de la Biblia en las familias ...................................................... 36

El gozo de la salvación traída por Jesucristo ................................................ 38

La alegría de creer en Cristo .......................................................................... 40

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SEPTIEMBRE MES DE LA BIBLIA

Estamos en el Año de la celebración gozosa dela fe, que motiva nuestra esperanza, nos haceredescubrir el sentido de fiesta, renueva las moti-vaciones de nuestra alegría auténtica, y nos arevalorizar las celebra-ciones litúrgicas y de pie-dad popular.

Hay mucho gozo enuna buena celebración.Pero ¿qué le gusta cele-brar a la gente? ¿Un cum-pleaños… un día festi-vo… un evento deporti-vo? ¿Cómo lo celebran?Una de las maneras enque la gente celebra eshaciendo mucho ruido.Otra manera en que lagente celebra las fiestases agitando banderas ydesplegando estandar-tes. Otra manera en quese celebra un evento esgritando y vitoreando.

Nosotros los cristianos celebramos nuestra fede una manera especial en los sacramentos. Con-tentos de creer, se nos impone celebrargozosamente nuestra fe. Pero debemos superar larutina y el ritualismo con que solemos hacerlo,para darle un tono festivo: hacemos fiesta porquela victoria de Cristo resucitado se aplica a nuestravida en un momento concreto importante de ella.

Si buscamos en la Biblia la palabra «sacra-mento» no la vamos a encontrar, al menos en el

sentido que hoy le damos. En sentido profano seaplicaba al conjunto de ceremonias por las cualesse consagraba al servicio del Imperio para sudefensa y expansión, que acompañaban al jura-

mento prestado por lossoldados romanos en suincorporación al ejérci-to.

De llamarles «miste-rios» para resaltar su ca-rácter sobrenatural y di-vino, el término sacra-mento, para los cristia-nos, poco a poco se fueaplicando a los signossagrados instituidos porCristo que son fuente desu Gracia y de su volun-tad salvífica, para resal-tar también la necesidadde aceptación y compro-miso por parte del hom-bre como militantes acti-

vos de la Iglesia, hasta reservarse como términotécnico para designarlos.

El Catecismo de la Iglesia Católica los definecomo fuerzas que brotan del Cuerpo de Cristo (cfLc 5,17; 6,19; 8,46) siempre vivo y vivificante, ycomo acciones del Espíritu Santo que actúa en suCuerpo que es la Iglesia, son las obras maestrasde Dios en la nueva y eterna Alianza (CEC 1116).

Es necesario considerarlos, pues, como loscanales a través de los cuales Dios nos ofrece lasalvación de su Hijo Jesucristo, a través de la

Presentación

«Tanto los que iban delante como los que iban detrás, gritaban: ¡Hosanna! ¡Bendito elque viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino venidero de nuestro padre David!

¡Hosanna en las alturas!» (Marcos 11,9-10).

«Este es el día en que el Señor actuó; regocijémonos y alegrémonos en él»(Salmo 118,24).

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Iglesia, y a través de los cuales la Iglesia rindeculto a Dios en la vida de sus hijos. Es más, elprincipal sacramento de Dios es Jesús. Decimosesto porque en Jesús, Dios se manifestó plena-mente, tal como Él es. Conociendo a Jesús, cono-cemos a Dios mismo. Jesús es signo de Dios.

Después de la Resurrección de Jesús y suAscensión a los cielos, Él desapareció de ma-nera física entre los hombres. Sin embargo,quiso prolongarse y vivir en una pequeña co-munidad de creyentes, que lo reconocían comoel único Señor y se reunían en su Nombre paraglorificar a Dios. Esa comunidad se consolidóel día de Pentecostés. Esta comunidad es la quehoy llamamos Iglesia, palabra que significaasamblea convocada. La Iglesia llega a sertambién signo, sacramento de la presencia deJesús en el mundo de hoy, como Salvador de loshombres. Es decir, la Iglesia es el signo visiblee histórico a través del cual Jesús sigue ofre-ciendo y obrando con su presencia gloriosa lasalvación de los hombres.

La Iglesia se expresa y se realiza a sí misma enlos sacramentos, a través de los cuales Jesús siguehaciéndose presente en medio de nosotros. Sonsignos y gestos que dan al hombre la oportunidadde encontrarse con Jesucristo, desde el nacimien-to hasta su muerte. Los siete sacramentos apare-cen en siete momentos que representan la totali-dad de la vida humana, tanto personal comosocial; y en esos momentos es cuando Jesúsquiere entrar en la existencia del hombre a travésde los siete sacramentos.

Cada uno de estos momentos de encuentrovital con Jesús son vividos por nosotros como unaverdadera fiesta; siendo los momentos crucialesde nuestra vida donde Él se hace presente. Pero nohay fiesta, cuando uno está solo. En una fiesta nohay lugar para individualismo («cada uno parasí»). Tampoco en los sacramentos. Éstos sonsignos de vida, de amor, de unidad. Son signoscomunitarios; en ellos se expresa toda la comuni-dad de creyentes como en una realidad: un pueblosalvado que se une con alegría a su Señor en la fe,la esperanza y el amor, y festeja en compañía delos demás.

La celebración mayor nos congrega cada do-mingo en torno a la mesa del Señor. En la Euca-ristía la Iglesia se construye y se mantiene en lacelebración del memorial del Sacrificio de Cristoen la Cruz a través del signo de la última Cena.

Los sacramentos de la iniciación cristiana, elBautismo y la Confirmación, culminan propia-mente en la participación de la Eucaristía, com-pletando y perfeccionando así nuestra conforma-ción con el mismo Cristo en su Muerte y Resu-rrección. Los demás sacramentos restauran ofortalecen la gracia de nuestra participación en elmisterio salvífico de Cristo.

En este mes de la Biblia la Vocalía de Anima-ción Bíblica de la Pastoral ofrecemos 7 esquemaspara Lectio Divina que tienen como intenciónfundamentar, profundizar y meditar desde la Pa-labra de Dios los sacramentos signos sensibles yeficaces de la gracia, instituidos por NuestroSeñor Jesucristo para santificar nuestras almas,y confiados a la Iglesia para su celebración queda culto a Dios y mediante los cuales se edifica así misma.

Completamos este material con algunas orien-taciones para que el guía de la Lectio Divinapueda orientar bien sus pasos y fomentar la par-ticipación. Y finalmente también un esquema decelebración para hacer la Entronización de laBiblia en las familias, es decir, en los hogares,pero puede adaptarse para realizarse también enlos centros de reflexión, o en las capillas donde setendrá la reflexión de los temas. Recordemos quepor estudiar el Catecismo de la Iglesia Católica enfamilia o en grupo se puede obtener la Indulgen-cia Plenaria, cumpliendo las debidas condicio-nes.

Esperamos que con este material los agentesde pastoral puedan hacer que la Biblia esté en lasmanos del pueblo y constituya la guía para su viday para la consolidación de las comunidades, dan-do sentido a la organización de los sectoresparroquiales y posibilitando que toda la acciónpastoral tenga una dimensión bíblica.

Vocalía de Animación Bíblicade la Pastoral

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SEPTIEMBRE MES DE LA BIBLIA

LECTURADel Evangelio de san Mateo (3, 13-17)

Entonces Jesús vino des-de Galilea al Jordán y sepresentó a Juan para quelo bautizara. Pero Juantrataba de impedírselo di-ciendo: -Soy yo quien ne-cesito que tú me bautices, y¿tú vienes a mí? Jesús lerespondió: -Olvida esoahora; pues conviene quecumplamos lo que Dios hadispuesto.

Entonces Juan accedió.Apenas fue bautizado, Je-sús salió del agua y, en esemomento se abrieron loscielos y vio al Espíritu deDios que bajaba como una

paloma y descendía sobre él. Y una vozque venía del cielo decía: -Este es miHijo amado, en quien me complazco.

Palabra del Señor.Los cuatro evangelios cuentan el Bautismo

que recibió Jesús (Mc 1,9-11; Mt 3,13-17; Lc3,21-22; Jn 1, 32-34) y los cuatro conceden ex-

LOS SACRAMENTOS DE INICIACIÓN CRISTIANA

«La iniciación cristiana se realiza mediante el conjunto de tres sacramentos: elBautismo, que es el comienzo de la vida nueva; la Confirmación que es suafianzamiento; y la Eucaristía que alimenta al discípulo con el Cuerpo y la Sangrede Cristo para ser transformado en El» (CEC 1275).

INVOCACION AL ESPIRITU SANTO

Ven Espíritu Santo, envía tu luz desde el cielo.Padre amoroso del pobre; don, en tusdones espléndido; luz quepenetra las almas; fuentedel mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,descanso de nuestro esfuer-zo, tregua en el duro traba-jo, brisa en las horas defuego, gozo que enjuga laslágrimas y reconforta en losduelos.

Entra hasta el fondo del alma,divina luz y enriquécenos.Mira el vacío del hombre siTú le faltas por dentro; mirael poder del pecado cuandono envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazónenfermo, lava las manchas, infunde calorde vida en el hielo, doma el espíritu indómi-to, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones según la fe de tussiervos. Por tu bondad y tu gracia dale alesfuerzo su mérito; salva al que buscasalvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

Lectio Divina 1:"Este es mi Hijo amado, en quien me complazco"

EL BAUTISMOMt 3, 13-17

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cepcional importancia a este hecho porque repre-senta el punto de partida y el comienzo del minis-terio público de Jesús (Hch 1,22; 10,37; 1Jn 5.6).

Jesús va en busca de Juan para pasar por elcamino de la purificación, sin tener necesidad dehacerlo. Pero Juan trata de impedírselo diciendo:-Soy yo quien necesito que tú me bautices, y ¿túvienes a mí? Juan se sigue refiriendo al signo delbautismo con agua, y que era la forma como él ibapreparando a losque querían seguirlos caminos de Se-ñor comprometién-dolos en un caminode penitencia; no vamás allá de la elec-ción del Mesías, poreso se siente indig-no de bautizarlo.

Juan accedecuando Jesús le diceque eso no les com-pete a ellos, pues esobra de Dios, queellos simplementeestán siguiendo unplan, el proyectorealizado por Dios Padre y que ha puesto con lafinalidad de la elección y unción del Mesías y unanueva efusión de su Espíritu Divino sobre lahumanidad de Jesús para que inicie su misiónmediánica, que culminará en el Sacrificio delCalvario.

Abrirse los cielos, es sinónimo de que Diosquiso abrir su espacio para acercarse a nosotros.No sólo de una manera simbólica, sino a través desu Hijo Jesucristo, que sin deber nada, sin haberpecado, carga el pecado de todos y da la vida portodos los hombres para el perdón de sus pecados.

Y una voz que venía del cielo decía: -Este es miHijo amado, en quien me complazco. Aquí serevela más clara la misión de Jesucristo así comonuestra misión de seguirle y de ver en él a Elelegido. Es el Hijo, elegido como el Siervo deYahvé, y la realización del verdadero Isaac pro-metido a Abraham o Salomón prometido a David.

Jesucristo ordenó a los apóstoles un Bautismodiferente del conocido por los judíos. No era sóloun símbolo, sino una verdadera purificación radi-cal, un morir al mal para resucitar a la plenitud devida, un nuevo nacimiento y un llenarse delEspíritu Santo. Juan Bautista lo había anunciado:«Yo bautizo con agua, pero pronto va a venir elque es más poderoso que yo, al que yo no soydigno de soltarle los cordones de sus zapatos; él

los bautizará en elEspíritu Santo y enel fuego». (Lc 3,16)

El hecho másimportante para in-terpretar el Bautis-mo cristiano es elBautismo de Jesús,en el que culminanlas prefiguracionesdel Antiguo Testa-mento sobre estesacramento.

Según el judaís-mo antiguo, la co-municación del Es-píritu significa lai n s p i r a c i ó n

profética. La persona que recibe el Espíritu esllamada por Dios para ser su mensajero (Eclo48,24; Dn 13,45). Por lo tanto, en el momento delbautismo, Jesús recibió del Padre la vocación y eldestino que marcó y orientó su vida.

La proclamación divina «Tú eres mi hijo ama-do, en ti me complazco» (Mc 1,11; Mt 3,17; Lc3,22), acompañó la venida del Espíritu. Estaspalabras evocan el texto de Isaías que da inicio alos cantos del Siervo de Yahvé (Is 42,1); esteSiervo es el hombre solidario con el pueblo peca-dor, al que libera y salva a través de su sufrimientoy muerte. (Is 53, 1-12).

Con ocasión de su Bautismo, Jesús experi-mentó su vocación, aceptando la misión y eldestino que le llevarían a su muerte violenta. Asíse explica que las dos únicas veces que Jesúsutiliza el verbo bautizar (Mc 10,38; Lc 12,50) seapara referirse a su propia muerte.

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El bautismo para Jesús tiene un sentido con-creto: es el acto y el momento en que el hombreasume conscientemente una vocación y un desti-no en la vida, la vocación y el destino de lasolidaridad incondicional con los hombres, espe-cialmente los más pobres, hasta llegar a la mismamuerte.

Juan bautizaba en vistas al juicio último deDios; el Bautismo cristiano es la participación enla muerte y resurrecciónde Jesucristo; es decir, elbautizado ha muerto a unaforma de existencia, paranacer a otra nueva que noacabará jamás.

La Iglesia bautiza por-que así realiza el mandatode Jesús resucitado y por-que está llena del EspírituSanto para comunicar lasalvación a través de estesacramento.

El Bautismo es el sa-cramento de la fe (Mc16,16). Pero la fe tienenecesidad de la comuni-dad de creyentes. Solo enla fe de la Iglesia puede creer cada uno de loscristianos. La fe que se requiere para el Bautismono es una fe perfecta y madura, sino un comienzoque está llamado a desarrollarse. En todos losbautizados, niños o adultos, la fe debe crecerdespués del Bautismo. Cuando se trata del Bau-tismo de niños, para su crecimiento en la fe esnecesaria la ayuda de los padres y padrinos (CEC1253-1255).

MEDITACIONEl Bautismo, por ser un sacramento de inicia-

ción, tiene unos efectos de regeneración e in-corporación a Cristo y a la Iglesia muy especiales:

Al bautizado le son perdonados los pecados yrecibe una vida nueva, se une a la Muerte yResurrección de Jesucristo, participa de su mi-sión sacerdotal, profética y real y es incorporadoa la Iglesia.

Perdona los pecados y da una vida nueva. Elpaso del mar Rojo fue para los israelitas el paso dela esclavitud a la libertad. Por eso el bautismo quevinculó a aquellos hombres al destino de Moisés(1Co 10,2), fue el bautismo de la liberación. Asímismo, el Bautismo cristiano comporta una ex-periencia de liberación: de la misma forma que elpaso del mar Rojo fue para los israelitas, laexperiencia fundamental de su liberación; así, elpaso por el agua bautismal comporta para los

cristianos la experienciade su propia libertad.

Por el Bautismo, elcristiano se separa deldestino colectivo de unahumanidad fatalmentesometida a la esclavituddel pecado, liberándosedel pecado original quecorrompe y desgarra alhombre y al mundo, yconsagrándose al servi-cio de Dios en la comuni-dad. La persona que havivido la experiencia delBautismo, ha vivido laexperiencia de la libera-

ción del pecado. El pecado ya no tiene dominiosobre los cristianos.

Para el bautizado no existe más ley que la delamor, Luego la experiencia fundamental del cre-yente en el Bautismo es la experiencia del amor,no sólo del amor a Dios, sino del amor infinito deDios y también del amor al prójimo.

El Bautismo une al bautizado a la Muerte yResurrección de Jesucristo. De la misma maneraque Jesús pasó por la muerte, para llegar a unavida sin límites, igualmente el cristiano tiene quepasar por una muerte (el Bautismo), para empe-zar una nueva vida, la vida de la fe, la vida propiadel cristiano.

Es lo que dice san Pablo en su carta a losRomanos: «¿Ignoran acaso que todos a quienes elbautismo ha vinculado a Cristo hemos sido vincu-lados a su muerte?. En efecto, por el bautismohemos sido sepultados con Cristo quedando vincu-

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lados a su muerte, para que así como Cristo haresucitado de entre los muertos por el poder delPadre, así también nosotros llevemos una vidanueva. Porque si hemos sido injertados en Cristoa través de una muerte semejante a la suya, tam-bién compartiremos su resurrección» (Rm 6, 3-5)

«Morir con Cristo» significa morir al mundo,al orden establecido, como fundamento de la vidadel hombre (Ga 6,14) o a los poderes del mundoque esclavizan (Col 2,20), a la esclavitud de la ley(Rm 7,6), a la vida en pecado (Rm 6,6) o a la vidapara sí mismo (2Co 5, 14-15).

Hace participar al bautizado de la misión sa-cerdotal, profética y real de Jesucristo Quienrecibe el Bautismo queda revestido de Jesús elMesías, lo que significa que la misma vida deCristo está presente y actúa en el que ha recibidoel Bautismo.

El Bautismo imprime en el cristiano, un selloespiritual indeleble de su pertenencia a Cristo.Este sello no es borrado por ningún pecado,aunque el pecado impida al Bautismo dar frutosde salvación.

Incorpora al bautizado a la Iglesia. La Iglesiaes la comunidad de los bautizados, pues el efectofundamental del Bautismo es incorporar al hom-bre a la comunidad de la Iglesia. La Iglesia es lacomunidad de los que libre y conscientementehan asumido como destino en la vida sufrir ymorir por los demás, es decir, la Iglesia es lacomunidad de los que viven para los demás; es asímismo, la comunidad de los que se han revestidode Cristo, reproduciendo en su vida lo que fue lavida de Jesús el Mesías.

CONTEMPLACIÓNVeamos lo que dice el Catecismo de la Iglesia

Católica:1276 «Vayan, pues, y hagan discípulos a todas las

gentes, bautizándolas en el nombre del Padrey del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles aguardar todo lo que yo les he mandado» (Mt28,19-20).

1277 El Bautismo constituye el nacimiento a lavida nueva en Cristo. Según la voluntad delSeñor, es necesario para la salvación, como loes la Iglesia misma, a la que introduce elBautismo.

1278 El rito esencial del Bautismo consiste ensumergir en el agua al candidato o derramaragua sobre su cabeza, pronunciando la invoca-ción de la Santísima Trinidad, es decir, delPadre, del Hijo y del Espíritu Santo.

1279 El fruto del Bautismo, o gracia bautismal, esuna realidad rica que comprende: el perdón delpecado original y de todos los pecados perso-nales; el nacimiento a la vida nueva, por la cualel hombre es hecho hijo adoptivo del Padre,miembro de Cristo, templo del Espíritu Santo.Por la acción misma del bautismo, el bautiza-do es incorporado a la Iglesia, Cuerpo deCristo, y hecho partícipe del sacerdocio deCristo.

1280 El Bautismo imprime en el alma un signoespiritual indeleble, el carácter, que consagraal bautizado al culto de la religión cristiana.Por razón del carácter, el Bautismo no puedeser reiterado (cf DS 1609 y 1624).

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1281 Los que padecen la muerte a causa de la fe,los catecúmenos y todos los hombres que, bajoel impulso de la gracia, sin conocer la Iglesia,buscan sinceramente a Dios y se esfuerzan porcumplir su voluntad, pueden salvarse aunqueno hayan recibido el Bautismo (cf LG 16).

1282 Desde los tiempos más antiguos, el Bautis-mo es dado a los niños, porque es una gracia yun don de Dios que no suponen méritos huma-nos; los niños son bautizados en la fe de laIglesia. La entrada en la vida cristiana daacceso a la verdadera libertad.

1283 En cuanto a los niños muertos sin bautismo,la liturgia de la Iglesia nos invita a tenerconfianza en la misericordia divina y a orar porsu salvación.

1284 En caso de necesidad, toda persona puedebautizar, con tal que tenga la intención dehacer lo que hace la Iglesia, y que derrameagua sobre la cabeza del candidato diciendo:«Yo te bautizo en el nombre del Padre y delHijo y del Espíritu Santo».

ORACIONCONTIGO QUEREMOS, SEÑORAlcanzar y bajar hacia las aguas del Jordánpara sentir que Dios llama siempre a pesar de las dificultades del camino.

CONTIGO QUEREMOS, SEÑORDejar la comodidad de nuestra casa, de nuestros amigos y trabajos,para empeñarnos un poco en aquello que el Evangelionecesita de nuestras manos y de nuestro esfuerzo.

CONTIGO QUEREMOS, SEÑORRenovar nuestro Bautismoun tanto empolvado por el paso del tiempo.Reavivar nuestro Bautismo un tanto mortecino.Fortalecer nuestro Bautismo a veces débil y acomodado.

CONTIGO QUEREMOS, SEÑOREscuchar nuestro nombre y tu llamada: «Tú eres mi Hijo.»Para que nunca falte en tu causa buenos testigosque pregonen tu Palabra.que pronuncien tu nombre, que den testimonio de tu Reino,que ofrezcan lo que son y tienen y Dios sea  conocido, amado y bendecidoen las cuatro direcciones del mundo.

CONTIGO QUEREMOS, SEÑORRenovar, levantar, ilusionar y mejorar,incentivar y alimentar, revitalizar y fortalecerlo que un día, por la fuerza del Espíritu,nos hizo hijos de Dios, miembros de su pueblo,hijos de la Iglesia, testigos de tu Reino: EL BAUTISMO.

Amén.

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INVOCACION AL ESPIRITU SANTO

Ven Espíritu Santo, entra hasta el fondo delalma, divina luz, y enriquécenos. Mira elvacío del hombre si tú le faltas por dentro;mira el poder del pecado cuando no envíastu aliento. Amen

LECTURA:De los Hechos de los Apóstoles (8,14-17)

«Al enterarse los apóstoles que esta-ban en Jerusalén de que Samaría habíaaceptado la Palabra de Dios, les envia-ron a Pedro y a Juan.Estos bajaron y ora-ron por ellos para querecibieran el EspírituSanto; pues todavíano había descendidosobre ninguno deellos; únicamente ha-bían sido bautizadosen el nombre del Se-ñor Jesús. Entoncesles imponían las ma-nos y recibían el Espí-ritu Santo»

Palabra de Dios.En el Antiguo Testamento los profetas anun-

ciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre elMesías esperado para realizar su misión salvífica(cf Is 11,2; 61,1). El descenso del Espíritu Santosobre Jesús en su bautismo por Juan fue el signode que Él era el que debía venir, el Mesías, el Hijode Dios.

Habiendo sido concebido por obra del EspírituSanto, toda su vida y toda su misión se realizan enuna comunión total con el Espíritu Santo que elPadre le da sin medida. Esta plenitud del Espírituno debió permanecer únicamente en el Mesías,sino que debía ser comunicada a todo el pueblo deDios.

Muchas veces Jesús prometió el envío delEspíritu, promesa que realizó primero el día dePascua y luego de manera mas manifestada enPentecostés. Llenos del Espíritu Santo los Após-toles comienzan a proclamar las maravillas de

Dios (Hch2,11), los quecreyeron en lap r e d i c a c i ó napostólica y sehicieron bauti-zar recibieron asu vez el don delEspíritu Santo.(Hch 2,38).

El NuevoTestamento nohabla del sacra-mento de laConfirmación

como tal. Está claro que Jesucristo lo instituyópero no lo administró por sí mismo, puesto queera algo pensado para cuando El se fuera. Cristoanunció la venida del Paráclito -El Espíritu San-to- una vez que El se marchara de este mundo.

De lo que sí hay clara constancia es de lacelebración por parte de los Apóstoles -con la

Lectio Divina 2:"Les imponían las manos y les daban el Espíritu Santo"

LA CONFIRMACIONHch. 8,14-17

Javier Leoz

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imposición de manos- Así puede leerse en losHechos de los Apóstoles cuando Pedro y Juan vana imponer las manos a los recién bautizados deSamaría para que reciban así el Espíritu Santo(Hch 8,14-17) y cuando Pablo bautiza e imponelas manos a unas cuantas personas en Éfeso, conlo que reciben el Espíritu Santo (Hch 19, 5-7).

Desde los primeros tiempos de la Iglesia, cuan-do se realizaba el Bautismo, se tenía la costumbrede que el Obispo utilizara ungesto o ritual de bendición«la imposición de manos» so-bre la cabeza del bautizado,así se recordaba lo que hicie-ron los apóstoles. Igualmen-te existía la costumbre deungir con aceite en la cabezao en el pecho a los reciénbautizados, este aceite habíasido previamente bendecidopor el obispo.

Esta costumbre se mantu-vo hasta el siglo V, no existíaun rito religioso separado delBautismo, todo se realizabaen la misma celebración.Cuando se impusieron losBautismos masivos de niños recién nacidos, sevio la necesidad de que los presbíteros y diáconosadministraran el Bautismo, mientras que la impo-sición de manos y la unción se retardaba paracuando el obispo pudiera.

MEDITACIONEl Concilio Vaticano II dice: «por el sacra-

mento de la Confirmación se vinculan (los cris-tianos) más estrechamente a la Iglesia, se enri-quecen con una fuerza especial del Espíritu Santoy con ello quedan obligados más estrictamente adifundir y defender la fe como verdaderos testigosde Cristo, por la palabra juntamente con lasobras» (LG 11)

Lo primero que conviene reafirmar es que elsacramento por el cual recibimos el Espíritu San-to, el Sacramento del Espíritu, es el Bautismo.Con él nacemos espiritualmente y nos hacemos

partícipes de la vida de la Santísima Trinidad ycomenzamos a vivir una vida sobrenatural. LaConfirmación es el robustecimiento de la GraciaBautismal por parte de Dios, en un nuevo mo-mento de la existencia humana, para su creci-miento espiritual. Por eso en este sacramento serenuevan personalmente las promesas del Bau-tismo que otros hicieron por nosotros al pocotiempo de nacer. Su fin es perfeccionar lo que el

Bautismo comenzó en no-sotros: nuestra incorpora-ción a su Pascua y a suIglesia. Podríamos decir encierto modo que nos bauti-zamos para ser confirma-dos, y nos confirmamospara ser eucaristizados.

Lo que caracteriza elsímbolo de la Confirmaciónes la imposición de manosy la unción con el crisma.Esta unción ilustra el nom-bre de cristiano que signifi-ca «ungido» y que tiene ori-gen en el nombre de Cristo,al que Dios ungió con elEspíritu Santo.

En la Confirmación el obispo, en nombre de laIglesia, bendice a los bautizados para que elEspíritu Santo los fortalezca y lleve a plenitud lagracia del Bautismo, los haga testigos de Cristoen el mundo extendiendo y defendiendo la fe consus palabras y sus obras. Algunos le han llamado«la ordenación sacerdotal de los laicos».

Con la imposición de manos se hace la inser-ción plena de las personas bautizadas en la comu-nidad apostólica. Esta inserción es una verdaderaparticipación en el profetismo de Cristo, que loscristianos, con una especificación en su sacerdociobautismal, tendrán que realizar asumiendo, anun-ciando y confesando la fe en Cristo, testimonian-do con palabras y obras, la verdad evangélica, através del espacio y del tiempo y siendo fermentode santidad en el mundo.

El otro signo, esencial, es la Unción con elCrisma: En el Antiguo Testamento tiene una

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significación importante el gesto de ungir a losreyes (1Sm 10,1; 16,13; 1R 1,39). Mediante launción, se otorgaba al rey el poder para ejercer sufunción que estaba estrechamente relacionadacon la defensa de la justicia, la cual consistíaespecialmente en la defensa de los pobres ydesvalidos, los huérfanos y las viudas, es decir, delos que por si mismos no podían defenderse.

Para el Nuevo Testamento. Jesús es el Ungidopor excelencia. Así lo manifiesta el evangelio deLucas al narrar el suceso acaecido en la sinagogade Nazaret, donde Jesús lee e interpreta el textodel profeta Isaías haciendo referencia a él mismo:«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque meha ungido paraanunciar la buenanoticia a los pobres,me ha enviado aproclamar la libe-ración de los cauti-vos a dar vista a losciegos, a libertar alos oprimidos y aproclamar el año degracia del Señor»(Lc 4,18-19)

El cristiano, alrecibir la Confirma-ción, queda ungidoy enviado para lamisión de anunciarla fe, testimoniar la verdad, comprometerse en laimplantación en el mundo de la justicia, la liber-tad y la paz, para ser fermento de santidad yedificar la iglesia por medio de sus carismas yservicios de caridad.

El mayor efecto del sacramento de la Confir-mación es la efusión plena del Espíritu Santo, ysus siete dones: Sabiduría, Entendimiento, Con-sejo, Ciencia, Piedad, Fortaleza y Temor de Dios,como fue concedida a los apóstoles el día dePentecostés.

Si el Bautismo hace al cristiano Hijo de Dios,la Confirmación le enriquece con una fuerzanueva y singular del Espíritu Santo, que le hacecapaz de dar testimonio de su existencia y de

irradiar la fe que la presencia y acción de Dios hacreado y mantiene en él.

Si el Bautismo une al cristiano con Jesucristo,la Confirmación le hace testigo del Señor enplenitud, activando y profundizando continua-mente la nueva vida que reside en él.

Si el Bautismo llena al cristiano con los donesdel Espíritu Santo y le ha incorporado a la Iglesia,la Confirmación, le estimula para hacer fructifi-car en el servicio esos dones recibidos y para estarplenamente unido a toda la Iglesia en su consa-gración y misión.

CONTEMPLACIÓNVemos lo que dice el

Catecismo de la IglesiaCatólica:

1316 La Confirma-ción perfecciona la gra-cia bautismal; es el sa-cramento que da el Espí-ritu Santo para enraizar-nos más profundamenteen la filiación divina, in-corporarnos más firme-mente a Cristo, hacermás sólido nuestro vín-culo con la Iglesia, aso-ciarnos todavía más a sumisión y ayudarnos a dar

testimonio de la fe cristiana por la palabra acom-pañada de las obras.

1317 La Confirmación, como el Bautismo,imprime en el alma del cristiano un signo espiri-tual o carácter indeleble; por eso este sacramentosólo se puede recibir una vez en la vida.

1318 En Oriente, este sacramento es adminis-trado inmediatamente después del Bautismo y esseguido de la participación en la Eucaristía, tradi-ción que pone de relieve la unidad de los tressacramentos de la iniciación cristiana. En la Igle-sia latina se administra este sacramento cuandose ha alcanzado el uso de razón, y su celebraciónse reserva ordinariamente al obispo, significandoasí que este sacramento robustece el vínculoeclesial.

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1319 El candidato a la Confirmación que ya haalcanzado el uso de razón debe profesar la fe,estar en estado de gracia, tener la intención derecibir el sacramento y estar preparado para asu-mir su papel de discípulo y de testigo de Cristo, enla comunidad eclesial y en los asuntos tempora-les.

1320 El rito esencial de la Confirmación es launción con el Santo Crisma en la frente delbautizado (y en Oriente, también en los otrosórganos de los sentidos), con la imposición de lamano del ministro y las palabras: «Accipe

signaculum doni Spiritus Sancti» («Recibe poresta señal el don del Espíritu Santo»), en el ritoromano; «Signaculum doni Spiritus Sancti» («Se-llo del don del Espíritu Santo»), en el rito bizan-tino.

1321 Cuando la Confirmación se celebra sepa-radamente del Bautismo, su conexión con elBautismo se expresa entre otras cosas por larenovación de los compromisos bautismales. Lacelebración de la Confirmación dentro de la Eu-caristía contribuye a subrayar la unidad de lossacramentos de la iniciación cristiana.

ORACIONVen Espíritu Santo, inflama nuestro corazón y enciende en él el fuego de tu

Amor. Dígnate escuchar nuestras súplicas, y envía sobre nosotros tusdones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.

Espíritu de Verdad, te rogamos nos llenes del don de Entendimiento, parapenetrar las verdades reveladas, y así aumentar nuestra fe; distinguiendocon su luz lo que es del buen, o del mal espíritu.

Espíritu Sempiterno, te rogamos nos llenes del don de Ciencia, para sentir conla Iglesia en la estima de las cosas terrenas, y así aumentar nuestraesperanza; viviendo para los valores eternos.

Espíritu de Amor, te rogamos nos llenes del don de Sabiduría, para quesaboreemos cada día más con qué infinito Amor somos amados personal-mente, y así aumente nuestra caridad a Dios y al prójimo; actuando siempremovidos por ella.

Espíritu Santificador, te rogamos nos llenes del don de Consejo, para obrar decontinuo con prudencia; eligiendo las palabras y acciones más adecuadasa nuestra santificación y la de los demás.

Espíritu de Bondad, te rogamos nos llenes del don de Piedad, para practicarcon todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios con gratitud yobediencia, a los hombres con generosidad y amabilidad.

Espíritu Omnipotente, te rogamos nos llenes del don de Fortaleza, paraperseverar con constancia y confianza en el camino de la perfeccióncristiana; resistiendo con paciencia las adversidades.

Espíritu de Majestad, te rogamos nos llenes del don de Temor de Dios, para nodejarnos llevar de las tentaciones de los sentidos, y proceder con templanzaen el uso de las criaturas.

Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa,María Santísima, te suplicamos que vengas a nuestro corazón y noscomuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminados y confortadospor ellos, vivamos según tu voluntad, muramos entregados a tu Amor y asímerezcamos cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén.

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INVOCACIÓN AL ESPIRITU SANTOSeñor Jesús, abre nuestros ojos y nuestros

oídos a tu Palabra. Que leamos y escuche-mos tu voz y meditemos tus enseñanzas.

Despierta nuestra alma e inteligencia, paraque tu Palabra penetre en nuestro corazóny podamos saborearla y comprenderla.

Danos una gran fe en ti, paraque tus palabras sean paranosotros otras tantas lucesque nos guíen hacia ti porlos caminos de la justicia yde la verdad.

Habla, Señor, que te escucha-mos y deseamos poner enpráctica tu doctrina, por-que tus palabras son paranosotros vida, gozo, paz yfelicidad. Habla, Señor, túeres nuestro Señor y Maes-tro y no escucharemos anadie sino a ti. Danos tuEspíritu Santo, que su gra-cia nos basta. Amén

LECTURASegún san Lucas (22, 14-20)

Llegada la hora, Jesús se sentó a lamesa con los discípulos. Y les dijo: -¡Cómo he deseado celebrar esta pascuacon ustedes antes de morir! Porque lesdigo que no la volveré a celebrar hastaque tenga su cumplimiento en el reino deDios. Tomó entonces un cáliz, dio gra-

cias y dijo: -Tomen esto y repártanloentre ustedes; pues les digo que ya nobeberé del fruto de la vid hasta quellegue el reino de Dios. Después tomópan, dio gracias, lo partió y lo dio a susdiscípulos diciendo: -Esto es mi Cuer-po, que se entrega por ustedes; haganesto en memoria mía. Y después de la

cena, hizo lo mismo con elcáliz diciendo: -Este es elcáliz de la nueva alianzasellada con mi Sangre, quese derrama por ustedes.

Palabra del Señor.La cena pascual judía ad-

quiere en este relato un nuevosignificado, al convertirse enanuncio de la Muerte de Jesús,hecho con el que se inaugura lanueva alianza. Lucas insisteen relacionar la cena de pascuacon la Muerte sacrificial deJesús en la Cruz. Por su parte,esta nueva alianza sólo alcan-zará su plenitud en el reino que

viene. El centro del relato se encuentra en laspalabras de Jesús sobre el pan y el vino.

En este momento Jesús debió haber traído a sumente aquella fiesta de la pascua que, durantesiglos, los judíos habían celebrado, conmemo-rando la liberación gloriosa de Egipto y de lamuerte por medio de la sangre del cordero sinmancha. Ahora, Él era el verdadero CorderoPascual cuya sangre iba a ser pronto derramadapara la salvación de todos los que confiaran en Él.

Lectio Divina 3:"He deseado comer esta Pascua con ustedes"

EUCARISTIALc 22, 14-20

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Y nos invita a sentarnos junto con Él a la mesa,como verdaderos discípulos que lo acompañan entodo momento, capaces de vivir en familia.

Esta pascua, sin duda alguna, tenía para Jesúsun sentido particular e inexpresable. Mandó pre-pararla especialmente y por primera vez no lacelebran en el campamento al descampado. Ha-bía deseado comerla antes de padecer, así loexpresa, con un anhelo ardiente y apasionado.Estas palabras nos invitan como creyentes a con-siderar el deseo intenso y apasionado con queJesús desea la comunión con nosotros a su mesa.Que como familia suya, seamos capaces de acom-pañarlo en cada Eucaristía, no como meros es-pectadores, sino participando de su comunión.

No volverá a celebrar la pascua, sino hasta suregreso a la tierra cuando establezca de una vez ypara siempre entre nosotros su reino glorioso.Hay que celebrar día con día en torno a su mesa,el memorial de su entrega que nos dejó en cadaEucaristía, creyendo con fe que Él ahí está pre-sente en medio de nosotros.

Cuando tomó la copa de vino, que era la parteinicial del ritual de la pascua, como lo es del oficiosabatino, dio gracias por ella y la pasó a susdiscípulos, recordándoles de nuevo que no volve-ría a beber más del fruto de la vid, hasta quellegara el reino de Dios. Jesús nos invita a vivir suentrega al Padre y desde ahora vivir el Reino, connuestra comunión como familia, y a imitar sudonación.

La última pascua fue inmediatamente seguidapor la Cena del Señor, quien instituyó este sagra-do memorial para que sus seguidores a lo largo delos siglos le recordaran así en su muerte. Primeroles dio el pan, símbolo de su Cuerpo, que prontosería entregado por ellos. Luego, el cáliz o copahablaba de su Sangre que sería derramada en laCruz del Calvario, refiriéndose a ella como elnuevo pacto en su Sangre, derramada en sacrifi-cio por los suyos. El pleno cumplimiento delNuevo Pacto tendrá lugar durante el reino deJesucristo en la tierra, pero como creyentes yfamilia que somos, podemos ser parte de susbeneficios en el tiempo presente, frecuentando elsacramento de la Eucaristía.

MEDITACIONLa riqueza inagotable de este sacramento se

expresa en los distintos nombres que se le da, sinagotarse en ninguno, sino exigiendocomplementariedad entre ellos:

Eucaristía: de origen griego «Eukharistia»,significa «acción de gracias». Esta palabra re-cuerda las bendiciones judías que proclaman lasobras de Dios: la creación, la redención, la santi-ficación. (cf Lc 22,19; 1Co 11,24; Mt 26,26; Mc14,22).

Banquete del Señor: porque se trata de laCena que el Señor celebró con sus discípulos lavíspera de su Pasión (1Co 11,20).

Fracción del Pan: porque este rito fue utiliza-do por Jesús cuando bendecía y distribuía el pancomo cabeza de familia. Con esta expresión losprimeros cristianos designaron sus asambleaseucarísticas. Con él quiere significar que todoslos que comen de este único pan partido, que esCristo, entran en comunión con Él y forman unsolo cuerpo en Él (cf Mt 14,19; 15,36; Mc 8,6-19;Hch 2,42.46; 20, 7.11; 1Co 10,16-17).

Asamblea Eucarística: porque la Eucaristíaes celebrada en la asamblea de los fieles, expre-sión visible de la Iglesia. (Cf 1Co 11,17-3).

Santo Sacrificio: porque actualiza el únicoSacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrendade la Iglesia (cf Hch 13,15; Sal 116,13.17; 1P2,5).

Comunión: porque por este sacramento nosunimos a Cristo que nos hace partícipes de suCuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo(Cfr. 1 Co 16-17).

Santa Misa: porque cuando la Eucaristía secelebraba en latín se despedía a la gente diciendo«Ite Missa est», que habla del envío a cumplir conla voluntad de Dios en su vida.

La Sagrada Eucaristía culmina la iniciacióncristiana. Los que han sido elevados a la dignidaddel sacerdocio real por el Bautismo y configuradosmás profundamente con Cristo en la Confirma-ción, participan por medio de la Eucaristía contoda la comunidad en el sacrificio mismo delSeñor. Cristo instituyó en la Ultima Cena, el sacri-

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ficio eucarístico de su cuerpo y su Sangre paraperpetuar por los siglos el sacrificio de la cruz yconfiar el memorial de su muerte y resurrección ala Iglesia. Es signo de unidad, vínculo de amor,banquete pascual en el que se recibe a Cristo.

En los Evangelios se establece una estrechaconexión entre la cena eucarística y la fiesta de laPascua (Mt 26, 2.17. 18-19; Jn 6,4; 11,56; 1Co5,7). Esto nos indica que para los evangelios laEucaristía es la nueva Pascua de los cristianos.Sabemos que, en la tradición del Antiguo Testa-mento, el acontecimiento de la Pascua se pone enestrecha relación con la salida de Egipto (Ex12,21-23). La celebración de la Pascua estabadedicada a conmemorar lo que Dios hizo con supueblo al liberarlo de la esclavitud (Dt 16,1; Ex12,11-14).

Los milagros de la multiplicación de los panes,cuando el Señor dijo la bendición, partió y distri-buyó los panes por medio de sus discípulos paraalimentar a la multitud, prefiguran lasobreabundancia de este único Pan de su Eucaris-tía. El signo del agua convertida en vino en Caná,anuncia ya la hora de la glorificación de Jesús,manifiesta el cumplimiento del banquete de bo-das en el Reino del Padre, donde los fieles bebe-rán el vino nuevo, convertido en Sangre de Cristo.

En la Pascua de Jesús se vence la esclavitud dela muerte y el pecado, abriéndose el camino a lasalvación. Si la Eucaristía viene a sustituir paralos cristianos lo que era la antigua Pascua para losjudíos, el sentido de la Eucaristía es también el decelebrar la liberación integral que nos consigueJesús.

La cena pascual consistía, además, en el sacri-ficio de un cordero (Ex 12,1-14. 43-45). El Para-lelismo que existe entre Jesús y el cordero pascual(Mc 12,22-24; Lc 22, 19s; Jn 19,36; 1Co 5,7) noshace ver que la Eucaristía es la actualización delauténtico Sacrificio, en el que Jesús se entregapor los demás.

El carácter de sacrificio de la Eucaristía sehalla claramente indicado en las palabras queJesús pronunció sobre el cáliz, según el evangeliode Mateo: «Esta es mi sangre, la sangre de laalianza, que se derrama por todos para el perdón

de los pecados» (Mt 26,28). Esta frase evoca elrelato en el que Moisés rocía con sangre delsacrificio del Sinaí al pueblo, al tiempo que dice:«Esta es la sangre de la Alianza que el Señor hahecho con ustedes» (Ex 24,8).

El Señor, habiendo amado a los suyos, los amóhasta el fin. Sabiendo que había llegado la hora departir de este mundo para retornar a su Padre, enel transcurso de una cena, les lavó los pies y lesdio el mandamiento del amor, para dejarles unaprenda de este amor, para no alejarse nunca de lossuyos y hacerles partícipes de su Pascua, institu-yó la Eucaristía como memorial de su muerte y desu resurrección y ordenó a sus los apóstolescelebrarlo hasta su retorno, «constituyéndolesentonces sacerdotes del Nuevo Testamento».

«Yo soy el pan e vida. Sus padres comieron elmaná en el desierto, pero murieron, aquí está elpan que baja del cielo para comerlo y no morir.Yo soy el pan vivo bajado del cielo; el que comade este pan vivirá para siempre. Pero además, elpan que voy a dar es mi carne, para que el mundoviva... el que come mi carne y bebe mi sangre, vivede vida eterna y yo lo resucitaré en el último día.»(Jn 6, 48-60).

Los que escucharon este discurso de Jesús enla sinagoga de Cafarnaúm, no pudieron entendercómo era posible comer su Carne y beber suSangre. Incluso los escandalizó: «es duro estelenguaje, ¿quién puede escucharlo?». La Euca-ristía y la Cruz son piedras de escándalo. Es elmismo misterio y no cesa de ser ocasión dedivisión. «¿También ustedes quieren marchar-se?» (Jn 6,67). Esta pregunta del Señor resuena através de las edades, como invitación de su amora descubrir que sólo Él tiene «palabras de vidaeterna» (Jn 6,68), ya que acoger en la fe el don desu Eucaristía es acogerlo a El mismo.

Los apóstoles, para entender la manera decómo realizar esta comida celestial, tuvieron queesperar hasta la Ultima Cena, más aún, la venidadel Espíritu Santo.

Cuando Jesús instituyó la Eucaristía tomó unpan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dioa los discípulos diciendo: «Tomen, coman, esto esmi cuerpo» (Mt 26,26). En esta frase sorprende el

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realismo con que se identifica al sujeto «esto» (elpan) con el predicado «mi cuerpo» (la persona deJesús). Las palabras de Jesús no dejan lugar adudas. No se trata de una comparación (esto escomo si fuera mi cuerpo), sino de una afirmaciónreal: esto es mi cuerpo. El pan y el vino pierden enla Eucaristía su sentido natural como alimentocorporal y reciben un nuevo ser y un nuevosentido. Son signos y sím-bolos de la presencia real yde la entrega personal deJesucristo. En los signossensibles de pan y de vino,se hace presente realmenteJesucristo, que se entregapor nosotros (CEC 1373-1381).

«Hagan esto en memo-ria mía». El mandamientode Jesús de repetir sus ges-tos y sus palabras «hasta que venga», no exigesolamente acordarse de Jesús y de lo que hizo.Requiere la celebración litúrgica por los apósto-les y sus sucesores del memorial de Cristo, de suvida, de su muerte, de su resurrección y de suintercesión junto al Padre.

«Cristo se sacrificó una sola vez para borrarlos pecados de todos los hombres» (Heb 9,28).Las misas que se celebran continuamente en todoel mundo no son repeticiones del Sacrificio deCristo, sino celebraciones en las cuales se vuelvea hacer presente la Cena del Señor, en la cual dejósacramentalmente su Sacrificio de la Cruz. Parti-cipar en la Eucaristía, es unirse al culto másgrande que el hombre pueda realizar, porque noes el ofrecimiento de oraciones y obras buenas loque se hace, sino el mismo ofrecimiento de Cris-to, al cual el hombre se une mediante la acepta-ción de la Palabra de Dios, la oblación de símismo, y la recepción del Cuerpo y la Sangre delSeñor.

Desde el comienzo la Iglesia fue fiel a la ordendel Señor. De la Iglesia de Jesucristo se dice:«Acudían asiduamente a la enseñanza de losapóstoles, fieles a la comunión fraterna, a lafracción del pan y a las oraciones.. Acudían alTemplo todos los días con perseverancia y con un

mismo espíritu partían el pan por las casas ytomaban el alimento con alegría y con sencillezde corazón» (Hch 2, 42. 46)). Era sobre todo «elprimer día de la semana», es decir, el domingo, eldía de la Resurrección de Jesús, cuando los cris-tianos se reunían para partir el Pan. Desde enton-ces hasta nuestros días, la celebración de la Euca-ristía se ha perpetuado.

El Señor nos dirige unainvitación urgente a reci-birle en el sacramento de laEucaristía «En verdad, enverdad les digo: si no co-men ustedes la Carne delHijo del hombre y no be-ben su sangre, no tendránvida en ustedes» (Jn 6,53).

Para responder a esta in-vitación, debemos prepa-rarnos para este momento

tan grande y santo. San Pablo exhorta a un exa-men de conciencia: «Quien coma el pan o beba elcáliz del Señor indignamente, será reo del Cuer-po y de la Sangre del Señor. Examínese, pues cadacual, y coma entonces del pan y beba del cáliz.Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo,come y bebe su propio castigo» (1Co 11,27-29).Quien tiene conciencia de estar en pecado gravedebe recibir el sacramento de la Reconciliaciónantes de acercarse a comulgar.

CONTEMPLACIÓNVemos lo que dice el Catecismo de la Iglesia

Católica:1406 Jesús dijo: «Yo soy el pan vivo, bajado del

cielo. Si uno come de este pan, vivirá parasiempre... el que come mi Carne y bebe miSangre, tiene vida eterna... permanece en mí yyo en él» (Jn 6, 51.54.56).

1407 La Eucaristía es el corazón y la cumbre dela vida de la Iglesia, pues en ella Cristo asociasu Iglesia y todos sus miembros a su sacrificiode alabanza y acción de gracias ofrecido unavez por todas en la cruz a su Padre; por mediode este sacrificio derrama las gracias de lasalvación sobre su Cuerpo, que es la Iglesia.

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1408 La celebración eucarística comprende siem-pre: la proclamación de la Palabra de Dios, laacción de gracias a Dios Padre por todos susbeneficios, sobre todo por el don de su Hijo, laconsagración del pan y del vino y la participa-ción en el banquete litúrgico por la recepción delCuerpo y de la Sangre del Señor: estos elementosconstituyen un solo y mismo acto de culto.

1409 La Eucaristía es el memorial de la Pascuade Cristo, es decir, de la obra de la salvaciónrealizada por la vida, la muerte y la resurrec-ción de Cristo, obra que se hace presente porla acción litúrgica.

1410 Es Cristo mismo, sumo sacerdote y eternode la nueva Alianza, quien, por el ministerio delos sacerdotes, ofrece el sacrificio eucarístico.Y es también el mismo Cristo, realmente pre-sente bajo las especies del pan y del vino, laofrenda del sacrificio eucarístico.

1411 Sólo los presbíteros válidamente ordenadospueden presidir la Eucaristía y consagrar elpan y el vino para que se conviertan en elCuerpo y la Sangre del Señor.

1412 Los signos esenciales del sacramentoeucarístico son pan de trigo y vino de vid, sobrelos cuales es invocada la bendición del EspírituSanto y el presbítero pronuncia las palabras dela consagración dichas por Jesús en la últimacena: «Esto es mi Cuerpo entregado por voso-tros... Este es el cáliz de mi Sangre...»

1413 Por la consagración se realiza latransubstanciación del pan y del vino en elCuerpo y la Sangre de Cristo. Bajo las espe-cies consagradas del pan y del vino, Cristomismo, vivo y glorioso, está presente de mane-ra verdadera, real y substancial, con su Cuer-po, su Sangre, su alma y su divinidad (cf Cc. deTrento: DS 1640; 1651).

1414 En cuanto sacrificio, la Eucaristía es ofre-cida también en reparación de los pecados delos vivos y los difuntos, y para obtener de Diosbeneficios espirituales o temporales.

1415 El que quiere recibir a Cristo en la Comu-nión eucarística debe hallarse en estado degracia. Si uno tiene conciencia de haber peca-

do mortalmente no debe acercarse a la Euca-ristía sin haber recibido previamente la abso-lución en el sacramento de la Penitencia.

1416 La Sagrada Comunión del Cuerpo y de laSangre de Cristo acrecienta la unión delcomulgante con el Señor, le perdona los peca-dos veniales y lo preserva de pecados graves.Puesto que los lazos de caridad entre elcomulgante y Cristo son reforzados, la recep-ción de este sacramento fortalece la unidad dela Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.

1417 La Iglesia recomienda vivamente a los fielesque reciban la sagrada comunión cuando par-ticipan en la celebración de la Eucaristía; y lesimpone la obligación de hacerlo al menos unavez al año.

1418 Puesto que Cristo mismo está presente en elSacramento del Altar es preciso honrarlo conculto de adoración. «La visita al SantísimoSacramento es una prueba de gratitud, unsigno de amor y un deber de adoración haciaCristo, nuestro Señor» (MF).

1419 Cristo, que pasó de este mundo al Padre,nos da en la Eucaristía la prenda de la gloriaque tendremos junto a él: la participación en elSanto Sacrificio nos identifica con su Corazón,sostiene nuestras fuerzas a lo largo del pere-grinar de esta vida, nos hace desear la Vidaeterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia delcielo, a la Santa Virgen María y a todos lossantos.

ORACION

Señor Jesús: Nos presentamos ante ti sabiendoque nos llamas y que nos amas tal comosomos. «Tú tienes palabras de vida eterna ynosotros hemos creído y conocido que túeres el Hijo de Dios» (Jn 6,69).

Tu presencia en la Eucaristía ha comenzadocon el Sacrificio de la última Cena y conti-núa como comunión y donación de todo loque eres. Aumenta nuestra FE.

Por medio de ti y en el Espíritu Santo que noscomunicas, queremos llegar al Padre paradecirle nuestro «sí» unido al tuyo.

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Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.Siguiéndote a ti, «camino, verdad y vida»,queremos penetrar en el aparente «silen-cio» y «ausencia» de Dios, rasgando la nubedel Tabor para escuchar la voz del Padreque nos dice: «Este es mi Hijo amado, enquien tengo mi complacencia: Escúchenlo»(Mt 17,5).

Con esta FE, hecha de escucha contemplativa,sabremos iluminar nuestras situacionespersonales, así como los diversos sectoresde la vida familiar y social.

Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nues-tro mediador, hermano y amigo. Nuestrocorazón se llena de gozo y de esperanza alsaber que vives «siempre intercediendo pornosotros» (Heb 7,25).

Nuestra esperanza se traduce en confianza,gozo de Pascua y camino apresurado con-tigo hacia el Padre.

Queremos sentir como tú y valorar las cosascomo las valoras tú. Porque tú eres elcentro, el principio y el fin de todo.

Apoyados en esta ESPERANZA, queremos in-fundir en el mundo esta escala de valoresevangélicos por la que Dios y sus donessalvíficos ocupan el primer lugar en elcorazón y en las actitudes de la vida concre-ta.

Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y tecomunicas con todo lo que eres.

Quisiéramos decir como San Pablo: «Mi vida esCristo» (Flp 1,21). Nuestra vida no tienesentido sin ti.

Queremos aprender a «estar con quien sabe-mos nos ama», porque «con tan buen amigopresente todo se puede sufrir». En ti apren-deremos a unirnos a la voluntad del Padre,porque en la oración «el amor es el quehabla» (Sta. Teresa).

Entrando en tu intimidad, queremos adoptardeterminaciones y actitudes básicas, deci-siones duraderas, opciones fundamentalessegún nuestra propia vocación cristiana.

CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADO-RAMOS con una actitud sencilla de presen-cia, silencio y espera, que quiere ser tam-bién reparación, como respuesta a tuspalabras: «Quédense aquí y velen conmigo»(Mt 26,38).

Tú superas la pobreza de nuestros pensamien-tos, sentimientos y palabras; por eso quere-mos aprender a adorar admirando el miste-rio, amándolo tal como es, y callando conun silencio de amigo y con una presencia dedonación.

El Espíritu Santo que has infundido en nuestroscorazones nos ayuda a decir esos «gemidosinenarrables» (Rm 8,26) que se traducenen actitud agradecida y sencilla, y en elgesto filial de quien ya se contenta con solatu presencia, tu amor y tu palabra.

En nuestras noches físicas y morales, si túestás presente, y nos amas, y nos hablas, yanos basta, aunque muchas veces no senti-remos la consolación. Aprendiendo estemás allá de la ADORACIÓN, estaremos en tuintimidad o «misterio».

Entonces nuestra oración se convertirá enrespeto hacia el «misterio» de cada her-mano y de cada acontecimiento para in-sertarnos en nuestro ambiente familiar ysocial y construir la historia con estesilencio activo y fecundo que nace de lacontemplación.

Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y deadoración se convertirá en capacidad deAMAR y de SERVIR.

Nos has dado a tu Madre como nuestra paraque nos enseñe a meditar y adorar en elcorazón. Ella, recibiendo la Palabra y po-niéndola en práctica, se hizo la más perfec-ta Madre.

Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabemeditar adorando y amando tu Palabra,para transformarla en vida y comunicarla atodos los hermanos. Amén.

Juan Pablo II

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ORACION:

Invocación al Espíritu Santo

Todos: Ven Espíritu Santo, llena los corazonesde tus fieles y enciende en ellos el fuego detu amor.

Guía: Envía, Señor, tu Espí-ritu y todo será de nuevocreado.

Todos: Y renovarás la faz dela tierra.

Guía: Padre Dios, que haziluminado los corazonesde tus fieles con la Luzdel Espíritu Santo, hazque este mismo Espíritunos haga gustar y amarel bien y nos llene siem-pre del gozo de tus con-suelos divinos. Por Cris-to nuestro Señor.

Amén.

LECTURA

(Juan 20, 22-23)

En la tarde de Pascua, el Señor Jesússe mostró a sus apóstoles, so-pló sobre ellos y les dijo: «Re-ciban el Espíritu Santo. A quie-nes perdonen los pecados, lesquedan perdonados; a quie-nes se los retengan, les que-dan retenidos».

Palabra del Señor.Sopló sobre ellos y les dijo: Re-

ciban el espíritu Santo. Nos indicaque somos enviados, pero nos dejasolos, nos da la fuerza por excelen-cia, su espíritu. Así con capacita,con este fuerza recibida debemosy podemos entregarnos totalmenteasí como él lo hizo. Confiemos enla fuerza del Espíritu, de Él recibi-mos las fuerzas necesarias y sufi-

LOS SACRAMENTOS DE CURACION:PENITENCIA Y UNCION DE LOS ENFERMOS

«El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, queperdonó los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo (cf Mc 2,1-12),quiso que su Iglesia continuase, en la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curacióny de salvación, incluso en sus propios miembros. Este es finalidad de los dossacramentos de curación: del sacramento de la Penitencia y de la Unción de losenfermos» (CEC 1421).

Lectio Divina 4:"A quienes les perdonen los pecados les serán perdonados"

SACRAMENTO DE PENITENCIAY RECONCILIACIÓN

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cientes para poder responder a la misión que nosha dado Dios a cada uno.

A quienes les perdonen los pecados, Dios selos perdonará; y a quienes se los retengan, Diosse los retendrá. Perdonar los pecados es el tinteespecial que les da a los discípulos en su misión.Juan desde el comienzo desu evangelio resaltará quepara eso vino Jesús, ´´es elcordero de Dios que quitael pecado del mundo», sonenviados a ejercitar el per-dón, llamados a llevar lamisericordia para todohombre. Hoy los sacerdo-tes lo siguen haciendo, acu-damos a ellos con la con-fianza de que es el mismoDios quien actúa en ellos,perdonan los pecados y nosreconcilian con Dios.

El sacramento de la Pe-nitencia tiene un lugar re-levante en la vida de la Iglesia. Esta es conscientede que Jesucristo le ha confiado, en los Apóstolesy en sus sucesores, el poder de perdonar lospecados. Por consiguiente, ha visto siempre eneste sacramento el signo del perdón de Diosconfiado a la propia Iglesia.

«Te daré las llaves del Reino de los Cielos; loque ates en la tierra, quedará atado en el cielo, ylo que desates en la tierra, quedará desatado enel cielo» (Mt 16,19)

La realidad del mal es algo evidente para todoaquel que no quiera estar ciego ante lo que ocurrecotidianamente. Este mal es visto por el creyentecomo la expresión ante lo que ocurrecotidianamente. Este mal es visto por el creyentecomo la expresión de la ruptura que existe entreDios y el ser humano, esa grieta que nace delcorazón de cada persona y que separa a los hom-bres, oprime a los débiles, olvida a los pequeñose ineficaces. Esa ruptura es a lo que llamamospecado.

El pecado conlleva tres dimensiones que estánen relación continua, pero que al tiempo pueden

diferenciarse: dimensión personal, dimensiónsocial, y dimensión cósmica. Daña a la persona,altera la convivencia humana y el orden de lacreación.

Jesús llama a la conversión. Esta llamada esuna parte esencial del anuncio del Reino «Habla-

ba de esta forma: «Elplazo está vencido, elReino de Dios se haacercado. Tomen otrocamino y crean en laBuena Nueva» (Mc 1,15)

En la predicación dela Iglesia, esta llamadase dirige primeramen-te a los que no conocentodavía a Cristo y suEvangelio. Así el Bau-tismo es el lugar prin-cipal de la conversiónprimera y fundamen-tal.

Ahora bien, la llamada de Cristo a la conver-sión sigue resonando en la vida de los cristianos.Esta segunda conversión es una tarea ininterrum-pida para toda la Iglesia que «recibe en su propioseno a los pecadores».

MEDITACIONEl sacramento de la penitencia es un encuentro

gozoso de reconciliación. En él intervienen siem-pre tres sujetos que lo configuran como sacra-mento: Dios, que busca, salva y renueva a lapersona; la Iglesia, que hace visible en su seno elencuentro de reconciliación y la persona, queacoge en su propia vida el don de la reconcilia-ción.

La reconciliación es, fundamentalmente unaobra de Dios. En esta obra interviene tal como esun Padre que busca a sus hijos perdidos, que salea su encuentro constantemente. Este es el signifi-cado profundo de toda la Historia de la Salvación.Un Padre que busca a sus hijos de formas diversaspara otorgarles su propio hogar, su propia alegría,su propia vida.

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Interviene el Hijo que, en su Muerte y Resu-rrección, manifiesta lo que es la reconciliación:un proceso de lucha contra el mal, una entrega alservicio de los demás, un camino de dolor haciauna situación nueva de amor.

E interviene la Iglesia, familia de los quesiguen a Jesús, participan de su Espíritu y sereconocen hijos del mismo Padre, que se interesapor la situación de cada uno de sus miembros. Nopuede quedar indiferente ante el pecado de uno desus componentes que necesariamente afecta a lacomunidad entera.

Todo esto se manifiesta mediante:La presencia de la Iglesia, a través de la

Palabra de Diosque a todos invitaa la conversión, lossignos litúrgicosque para todos ex-presan el perdón yel servicio minis-terial del sacerdo-te que simboliza lapresencia de Cris-to, la apostolicidady el envío de Je-sús.

La absolucióndel ministro orde-nado que hace pre-sente a Cristo y ala Iglesia, no es sólo una expresión de la buenanoticia del perdón de los pecados o una meradeclaración de que Dios lo ha perdonado; graciasa ella, somos readmitidos a la plena comunióneclesial. El sacramento de la penitencia es untribunal de gracia, en el que Dios, Padre miseri-cordioso, vuelve justo al pecador por la muerte yresurrección de Jesucristo en el Espíritu Santo(CIC 1461-1467)

La ayuda y acompañamiento de la comuni-dad particular. La intervención de la Iglesia en elproceso penitencial se concreta en el perdónmutuo y la corrección fraterna, la palabra deánimo y la propia celebración del sacramento. Elhombre al encuentro con Dios misericordioso.

CONTEMPLACIÓNVeamos que nos dice el Catecismo de la Igle-

sia Católica:1486 El perdón de los pecados cometidos después

del Bautismo es concedido por un sacramentopropio llamado sacramento de la conversión,de la confesión, de la penitencia o de la recon-ciliación.

1487 Quien peca lesiona el honor de Dios y suamor, su propia dignidad de hombre llamadoa ser hijo de Dios y el bien espiritual de laIglesia, de la que cada cristiano debe ser unapiedra viva.

1488 A los ojos de la fe, ningúnmal es más grave que el pecadoy nada tiene peores consecuen-cias para los pecadores mis-mos, para la Iglesia y para elmundo entero.1489 Volver a la comunión conDios, después de haberla perdi-do por el pecado, es un movi-miento que nace de la gracia deDios, rico en misericordia y de-seoso de la salvación de loshombres. Es preciso pedir estedon precioso para sí mismo ypara los demás.1490 El movimiento de retornoa Dios, llamado conversión y

arrepentimiento, implica un dolor y una aver-sión respecto a los pecados cometidos, y elpropósito firme de no volver a pecar. La con-versión, por tanto, mira al pasado y al futuro;se nutre de la esperanza en la misericordiadivina.

1491 El sacramento de la Penitencia está consti-tuido por el conjunto de tres actos realizadospor el penitente, y por la absolución del sacer-dote. Los actos del penitente son: el arrepenti-miento, la confesión o manifestación de lospecados al sacerdote y el propósito de realizarla reparación y las obras de penitencia.

1492 El arrepentimiento (llamado también con-trición) debe estar inspirado en motivaciones

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que brotan de la fe. Si el arrepentimiento esconcebido por amor de caridad hacia Dios, sele llama «perfecto»; si está fundado en otrosmotivos se le llama «imperfecto».

1493 El que quiere obtener la reconciliación conDios y con la Iglesia debe confesar al sacerdo-te todos los peca-dos graves que noha confesado aúny de los que seacuerda tras exa-minar cuidadosa-mente su concien-cia. Sin ser nece-saria, de suyo, laconfesión de lasfaltas venialesestá recomenda-da vivamente porla Iglesia.

1494 El confesor impone al penitente el cumpli-miento de ciertos actos de «satisfacción» o de«penitencia», para reparar el daño causadopor el pecado y restablecer los hábitos propiosdel discípulo de Cristo.

1495 Sólo los sacerdotes que han recibido de laautoridad de la Iglesia la facultad de absolverpueden ordinariamente perdonar los pecadosen nombre de Cristo.

1496 Los efectos espirituales del sacramento dela Penitencia son:

— la reconciliación con Dios por la que el peni-tente recupera la gracia;

— la reconciliación con la Iglesia; — la remisión de la pena eterna contraída por los

pecados mortales; — la remisión, al menos en parte, de las penas

temporales, consecuencia del pecado;— la paz y la serenidad de la conciencia, y el

consuelo espiritual;— el acrecentamiento de las fuerzas espirituales

para el combate cristiano.1497 La confesión individual e integra de los

pecados graves seguida de la absolución es el

único medio ordinario para la reconciliacióncon Dios y con la Iglesia.

1498 Mediante las indulgencias, los fieles puedenalcanzar para sí mismos y también para lasalmas del Purgatorio la remisión de las penastemporales, consecuencia de los pecados.

ORACIÓN

Damos gracias a Diospor habernos devuel-to, con su gracia, lainocencia bautismal, yprocuremos cumplir lomás pronto posible lapenitencia impuestapor el confesor.

Padre Santo uniendonuestra penitencia a to-das las que se han he-cho hasta el día de hoy

por la gloria de tu Nombre, y a todas lasobras satisfactorias de tu amado Hijo, a susayunos, a sus vigilias y oraciones. Te ofre-cemos nuestra Confesión más próxima yesta satisfacción; suplicándote por los mé-ritos de la Pasión de Jesús y por la interce-sión de la Santísima Virgen y los santos, laaceptes y la hagas provechosa para cadauno de nosotros. En cuanto a lo que hemospodido faltar, sin culpa grave de nuestraparte, a la sinceridad de nuestra prepara-ción al sacramento, a la perfección denuestra contrición, a la fidelidad y caridaden las declaraciones de los pecados y laconfesión de tu misericordia, como en lasanteriores, confiamos todo al DulcísimoCorazón de Jesús, tu Hijo, a fin de que todaslas faltas y negligencias de que nos haya-mos hecho culpable, en la recepción delSacramento de la Reconciliación, sean en-tera y perfectamente reparadas por estedivino Corazón para tu eterna gloria. Dígna-te, pues, Padre Dios confirmar en el cielo laabsolución que se nos da en la tierra pormanos de tus sacerdotes ministeriales.Así sea.

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ORACIÓN INICIAL:

Padre Dios, refugio providente de los quesufren; escucha la oración que te dirigimospor ellos. Serena y conforta a los enfermos,a los ancianos y a los moribundos. Da a losque les cuidan sabiduría y paciencia, tactoy compasión. Inspírales los gestos que danalivio, las palabras que iluminan y el amorque conforta. Te encomendamos los cora-zones desalentados, en rebeldía, desgarra-dos por la tentación, ator-mentados por la pasión,heridos o profanados porla maldad de los hom-bres. Pon dentro de no-sotros, Señor, tu Espíritude amor, de comprensión,de sacrificio, para quellevemos ayuda eficaz atodos aquellos que en-contramos en nuestro ca-mino sufriendo. Ayúdanosa responder a su llama-da: es la tuya. Amén.

LECTURA:Santiago (5,14-15).

«¿Está enfermo alguno entre uste-des? Llame a los presbíteros de la Igle-sia, que oren sobre él y le unjan con óleoen el nombre del Señor. Y la oración dela fe salvará al enfermo, y el Señor haráque se levante, y si hubiera cometidospecados, le serán perdonados».

Palabra de Dios.

MEDITACIONLa enfermedad es algo que incide en todo

hombre y le afecta en lo mas profundo de su ser.El hombre experimenta en ella su limitación ydescubre la soledad, el abatimiento, la preocupa-ción, la angustia e incluso la desesperación. Porotro lado, la enfermedad pone en evidencia todoaquello que es transitorio, apariencia, circunstan-cial y muestra lo que es verdadero y perdura.

La Escritura ve en la enfermedad un efecto delpecado, un indicio del maly el dolor que hacen reali-dad las palabras del após-tol Pablo (Rm 8,22-24),cuando señala que toda laCreación gime por la ple-na manifestación de loshijos de Dios, incluso no-sotros mismos, que tene-mos el Espíritu como anti-cipo, participamos del uni-versal dolor de partoaguardando la plenitud dela Nueva Creación.

Jesús aparece en losEvangelios como el granadversario y el vencedor

de la enfermedad. Debido a esta actuación deJesús, la Iglesia siempre se ha sentido llamada auna especial solicitud hacia los enfermos, procu-rándoles el alivio y fortaleza. Por medio de estasacramento se nos manifiesta que Dios no olvidaa las personas gravemente enfermas, ni a losancianos, ni aquellos que se encuentran en unmomento difícil. Al contrario como Padre lleno

Lectio Divina 5:"La oración de la fe salvará al enfermo"

UNCION DE LOS ENFERMOSSantiago 5,14-15

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de bondad, ha preparado un apoyo para aquelloshijos suyos.

Este gesto sacramental que realiza la comuni-dad cristiana se basa en la conducta de Jesús,insinuándose en el relato de la misión de losapóstoles: «Ellos se fueron a predicar la conver-sión, echaban muchos demonios, ungían con aceitea muchos enfermos y los curaban» (Mc 6,12-13).

El sacramento de la Unción es el sacramentode la esperanza teologal, de la esperanza de entraren la Gloria; de la entrega tranquila del espíritu enlos brazos amorosos del Padre-Dios; en los bra-zos en los que Cristo entregó el suyo desde laCruz. No de una esperanza que fija su meta en elbien físico de la salud corporal, sino de unaesperanza teologal que tiene puesta la vista en laresurrección de ese cuerpo dolorido que ahoraestá ungido con el óleo, y en su destino final quees la Gloria.

No es un remedio tera-péutico de la enfermedad delcuerpo, pero al infundirle fey esperanza al enfermo, bienpuede aliviarle suavizándo-le la enfermedad, haciéndo-la mucho más llevadera..., eincluso sanándola, si ello hade redundar en bien del alma.

En el sacramento de laUnción de los Enfermos serealizan dos gestos o signosque tienen un profundo sen-tido: la imposición de ma-nos y la unción con aceite.

El mismo Jesús practicóel gesto de la imposición de manos sobre losenfermos (Mc 6,5; Mt 8,3; Lc 4,40) y lo encargóa sus discípulos (Mc 6,18), que lo practicaronhabitualmente (Hch 9, 12.17; 28,8) Es un signo dela bendición que este sacramento confiere.

Respecto a la unción, los seguidores de Jesús,aún cuando estaban con él, ungieron a los enfer-mos (Mc 6,13) y el mismo Jesús utilizará otrossímbolos como la saliva (Mc 7,32-33; 8,23; Jn9,6) para devolver la salud. Esta unción con aceitesimboliza la unción del Espíritu que conforta y

auxilia en la enfermedad, identificando al cristia-no con Jesucristo resucitado.

A través del sacramento de la Unción, la Igle-sia se dirige al Señor para pedir la salvación y elalivio de sus miembros enfermos, así como lafortaleza para aquellos que afrontan la debilidadde la vejez.

Este sacramento perdona los pecados de aquelque lo recibe, haciendo presente la misericordiade Dios.

La primera gracia que otorga este sacramentoes de consuelo, paz y ánimo para vencer lasdificultades propias de la enfermedad o la fragi-lidad de l vejez. Es un don del Espíritu Santo querenueva la confianza y la fe en Dios y fortalececontra las tentaciones del maligno, como el des-aliento y la desesperación. Se recibe la fuerza y eldon para unirse con Cristo en su Pasión y alcanzar

los frutos redento-res del Salvador.

Los enfermosque reciben este sa-cramento, uniéndo-se libremente a laPasión y Muerte deJesús, contribuyenal bien del Pueblode Dios y a su santi-ficación.

Este sacramentoacaba por confor-marnos con la muer-te y resurrección deCristo como el bau-

tismo había comenzado a hacerlo. La Unción delBautismo sella en nosotros la vida nueva, la de laConfirmación nos fortalece para el combate de lavida. Esta última unción, ofrece un escudo paradefenderse de los últimos combates y entrar en laCasa del Padre.

No es un sacramento de moribundos, sino deenfermos, desde el momento en que puede haberpeligro de muerte por enfermedad o por anciani-dad, es decir, cuando la persona no puede ya salirde casa ni realizar sus actividades.

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Pero también se ofrece a los que están próxi-mos a morir, si no lo han recibido, junto con laEucaristía, como un «viático» para el último viajedel hombre.

CONTEMPLACIÓNVeamos lo que dice el Catecismo de la Iglesia

Católica:1527 El sacramento de la Unción de los enfermos

tiene por fin con-ferir una graciaespecial al cris-tiano que experi-menta las dificul-tades inherentesal estado de en-fermedad grave ode vejez.

1528 El tiempooportuno pararecibir la SantaUnción llegac i e r t a m e n t ecuando el fiel co-mienza a encon-trarse en peligrode muerte por causa de enfermedad o de vejez.

1529 Cada vez que un cristiano cae gravementeenfermo puede recibir la Santa Unción, y tam-bién cuando, después de haberla recibido, laenfermedad se agrava.

1530 Sólo los sacerdotes (presbíteros y obispos)pueden administrar el sacramento de la Un-ción de los enfermos; para conferirlo empleanóleo bendecido por el Obispo, o, en caso nece-sario, por el mismo presbítero que celebra.

1531 Lo esencial de la celebración de este sacra-mento consiste en la unción en la frente y lasmanos del enfermo (en el rito romano) o enotras partes del cuerpo (en Oriente), unciónacompañada de la oración litúrgica del sacer-dote celebrante que pide la gracia especial deeste sacramento.

1532 La gracia especial del sacramento de laUnción de los enfermos tiene como efectos:

— la unión del enfermo a la Pasión de Cristo, parasu bien y el de toda la Iglesia;

— el consuelo, la paz y el ánimo para soportarcristianamente los sufrimientos de la enferme-dad o de la vejez;

— el perdón de los pecados si el enfermo no hapodido obtenerlo por el sacramento de la peni-tencia;

— el restablecimiento de la salud corporal, siconviene a la salud espi-ritual;— la preparación para elpaso a la vida eterna.

ORACION

Señor, Tu conoces mivida y sabes mi dolor,has visto mis ojos llo-rar, mi rostro entriste-cerse, mi cuerpo llenode dolencias y mi almatraspasada por la an-gustia.

Lo mismo que te pasó ati cuando, camino de la

Cruz, todos te abandonaron. Hazme com-prender tus sufrimientos, y con ellos elAmor que Tu nos tienes.

Y que yo también aprenda que, uniendo misdolores a Tus Dolores, tienen un valorredentor por mis hermanos.

Ayúdame a sufrir con Amor, hasta con alegría.Si no es ̈ posible que pase de mi este cáliz¨,te pido por todos los que sufren: Por losenfermos como yo; por los pobres, losabandonados, los desvalidos, los que notienen cariño ni comprensión y se sientensolos.

Señor: Sé que también el dolor lo permites Tupara mayor bien de los que te amamos. Hazque estas dolencias que me aquejan, mepurifiquen, me hagan más humano, metransformen y me acerque más a Ti. Amén.

Juan Pablo II

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SACRAMENTOS AL SERVICIO DE LA COMUNIDAD

«Otros dos sacramentos, el Orden y el Matrimonio, están ordenados a la salvaciónde los demás. Contribuyen ciertamente a la propia salvación, pero esto lo hacenmediante el servicio que prestan a los demás. Confieren una misión particular en laIglesia y sirven a la edificación del Pueblo de Dios» (CEC 1534).

«Los que reciben el sacramento del Orden son consagrados para «en el nombrede Cristo ser los pastores de la Iglesia con la palabra y con la gracia de Dios» (LG11). Por su parte, «los cónyuges cristianos, son fortificados y como consagrados paralos deberes y dignidad de su estado por este sacramento especial» (GS 48,2).

Lectio Divina 6:"Serán los dos una sola carne"

MATRIMONIOMt 19, 3-9

tanto, lo que Dios unió, que no lo separeel hombre. Ellos dijeron: Entonces ¿porqué mandó Moisés que el marido dieraun acta de divorcio a su mujer parasepararse de ella? Jesús le dijo: Moisésles permitió separarse de sus mujerespor la incapacidad de ustedes para en-tender los planes de Dios, pero al prin-cipio no era así. Ahora yo les digo: Elque se separe de su mujer, excepto encaso de unión ilegítima, y se casa conotra, comete adulterio.

Palabra del Señor.Tanto Marcos como Mateo sitúan la actividad

y las enseñanzas de Jesús en la región de Judea. Elprimer episodio cuenta un enfrentamiento dialé-ctico entre Jesús y los fariseos sobre el tema deldivorcio, al que Mateo ha añadido un diálogoentre Jesús y sus discípulos sobre los que se haceneunucos por el reino de los cielos

Los fariseos presentan una pregunta capciosasobre el divorcio. Y la cuestión que le plantean no

ORACION:

Invocación al Espíritu Santo

Tú que eres la fuente del amor y a él nos llama,enseña a jóvenes y adultos a crecer en elamor cristiano, que refleja en el matrimo-nio el de Cristo a su Iglesia. Y que a travésde tu palabra encontremos el apoyo paralograrlo.

LECTURAMateo 19, 3-9

Se acercaron a Jesús unos fariseos y,para ponerlo a prueba, le preguntaron:¿Puede uno separarse de su mujer porcualquier motivo? Jesús respondió: ¿Nohan leído que el Creador, desde el prin-cipio, los hizo hombre y mujer, y quedijo: Por eso dejará el hombre a supadre y a su madre, se unirá a su mujer,y serán los dos uno sólo? De que mane-ra ya no son dos, sino uno sólo. Por

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es si el divorcio es o no licito, pues todos los judíosadmitían la separación, sino si puede uno separar-se de su mujer por cualquier motivo. Era unacuestión muy debatida entre los maestros de laley. Y la intención capciosa consiste en hacer lapregunta para conducir a Jesús a declararse con-tra la ley. Además Jesús es contundente en ladefensa de la mujer. Ya que en la interpretaciónque se hacia de la ley de Moisés, la mujer era laperjudicada, la marginada, la ofendida. Jesúsafirma que nadie debe buscar motivos para sepa-rar lo que Dios ha unido desde el origen

La respuesta que Jesús da va más allá de estapolémica, utilizando argumentos tomados de laEscritura, ya que en el designio de Dios la uniónentre el hombre y la mujer es tan profunda, que espara siempre.

Es el signo de cohabitar y el vínculo conyugal,en donde el hombre y la mujer dejan a su padre ymadre, para formar un solo cuerpo. Ese es elproyecto de Dios de que el hombre colabore en laobra de la creación. Está unión es una obra de lacreación, es obra de Dios, en la que el hombre nopuede intervenir.

Considera la ley de divorcio como una excep-ción que Moisés tuvo que hacer, obligado por laobstinación del pueblo. Pero en el designio deDios la unión entre el hombre y la mujer es tanprofunda, que es para siempre.

MEDITACIONEn la vida del varón y de la mujer se da un

momento en que, normalmente, brota el amor.Llevados de ese amor deciden entrar en unacomunión estable de vida y formar una familia. Aesta decisión y compromiso se llama matrimonio.

La concepción cristiana del matrimonio se nosha revelado a lo largo del Antiguo y del NuevoTestamento, perfilándose más detalladamente enlas cartas de San Pablo (cf Gn 1-2; Os 1-3; Jn 2-3: Mc 10,2-9; Mt 19, 3-9; Ef 5, 31-33; 1Co 7,39).

El matrimonio y la familia se cuentan entre losbienes más valiosos de la humanidad. Son lacélula fundamental de la comunidad humana: «Elbienestar de la persona y de la sociedad humana

y cristiana está estrechamente ligado a la prospe-ridad de la comunidad conyugal y familiar» (GS47)

Este compromiso público que se llama matri-monio, tiene una serie de características que ledistinguen de otras formas de relacióninterpersonales:

El matrimonio es una relación interpersonalque se sitúa en una profundidad diferente a todaotra relación. Esto hace que toda otra comunica-ción interpersonal anterior quede plenificada porel amor matrimonial y que toda posterior quedenecesariamente coloreada por ella.

El amor matrimonial abarca a toda la perso-na, no siendo sólo sentimiento, ley, obligación,radicando en esa tierra la fidelidad. Una fideli-dad creativa, abierta, enriquecedora, que es ejer-cicio de la libertad y de la responsabilidad de lapersona.

Es una unión que provoca vida, que es creado-ra. Si es cierto que no pueden identificarse sinmás sexualidad y procreación, sería absoluta-mente ingenuo negar que ambas están estrecha-mente unidas. Por otro lado, la fecundidad matri-monial, que se manifiesta normalmente a travésde los hijos, puede desarrollarse en otros terrenoscomo la acogida, la promoción de las personas, elarte.

El matrimonio está llamado a su publicidad, esdecir, a que sea expresada públicamente la rela-ción de amor entre las dos personas a las queatañe, lo que implica una ciertainstitucionalización.

Una de las páginas más bellas del Génesis esaquella en que el hombre se encuentra solo enmedio de la creación. A pesar de poner nombrea todos los animales y cosas, se siente mudo,incapaz de pronunciar una palabra porque na-die le da respuesta. En esos momentos de sole-dad existencial y de pobreza vital, Dios lepresenta a la mujer. A partir de esos momentosse inicia el diálogo y el encuentro de amor en lahistoria y el matrimonio se perfila poco a poco,hasta quedar plenamente clarificado en la per-sona de Cristo.

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A lo largo del Antiguo Testamento la Alianzade amor entre Dios y su pueblo ha sido simboli-zada en diferentes ocasiones por el amor matri-monial (Os 1-3; Jer 3; Ez 16 y 23; Is 54). Loslibros sapienciales, a su vez, trataron de explicaren diferentes ocasiones el último sentido delmatrimonio en la Alianza (Prv 15, Cantar, Sir25,13 - 26,18).

Sin embargo, si los cristianos consideramos aCristo como revelación plena del Misterio deDios, es preciso que Él sea quien nos desvele elsentido profundo del matrimonio en el Plan deSalvación.

Jesús estuvo presente enuna boda en Caná de Galilea,reconociendo con su presen-cia el valor humano del ma-trimonio. Además recogien-do la imagen matrimonialde la alianza que sugierenlos profetas, compara el Rei-no de Dios con un banquetede bodas en el que se identi-fica con el esposo. Duranteeste banquete los amigos delnovio no ayunan (Mt 9,14-15), son invitados los queestán en los caminos mien-tras que algunos rechazan la llamada (Mt 22,1-14; Lc 14, 16-24), y es preciso estar alerta paraparticipar en la fiesta (Mt 25,1-13).

En Mt 19, 3-9 Jesús reafirma el ideal originariode la creación (Gen 2,24) al defender la indisolu-bilidad de la alianza matrimonial. Jesús en estemomento, supera la Ley, manifestando la profun-da relación que existe entre el orden de lo creadoy la Alianza. Aquí esta el origen del sacramentodel matrimonio: Jesús le reconoce como institui-do desde la creación, cobrando para él una dimen-sión especial. Esta significación particular seráclaramente expresada por San Pablo en la carta alos Efesios: «Por eso dejará el hombre a su padrey a su madre, se unirá a su mujer y serán los dosun solo ser. Este símbolo es magnífico (esto es unsacramento grande); yo lo estoy aplicando aCristo y a la Iglesia, pero también ustedes, cada

uno en particular, debe amar a su mujer como así mismo, y la mujer debe respetar al marido» (Ef5, 31-33)

Para los cristianos, la mutua entrega de unhombre y una mujer bautizados es sacramento, esdecir, un signo que expresa y realiza la alianza deamor y fidelidad de Cristo con su pueblo, laIglesia.

Como acabamos de ver, la Alianza de Dios conlos hombres va a significarse a través del matri-monio en el Antiguo Testamento. Jesucristo esplenitud de esa Alianza; en el Dios pronuncia un

sí irrepetible al ser huma-no, haciéndose carne esaAlianza de Dios con elhombre.

El amor matrimonial delos que se unen en el Señores símbolo que actualiza elamor de Dios aparecido enJesucristo, siendo el matri-monio una realidad en laque se vive, de forma pecu-liar, la muerte y la resu-rrección, la Pascua.

Así la donación, el per-dón, los conflictos, las de-ficiencias, las culpabilida-

des, todo que lo que es y significa una vida encomún, está integrado en el triunfo pascual delamor de Dios porque «El amor conyugal es asu-mido en el amor divino y se rige y enriquece porla virtud redentora de Cristo y la acción salvíficade la Iglesia» (GS 48)

El amor de los esposos exige, por su mismanaturaleza, la unidad y la indisolubilidad de lacomunidad de personas que abarca la vida enterade los esposos «De manera que ya no son dos sinouna sola carne» (Mt 19,6). «Están llamados acrecer continuamente en su comunión a través dela recíproca donación total»

La unidad del matrimonio, confirmada por elSeñor, aparece ampliamente en la igual dignidadpersonal que hay que reconocer a la mujer y alvarón en el mutuo y pleno amor

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El amor conyugal exige de los esposos, por sumisma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto esconsecuencia del don de sí mismos que se hacenmutuamente los esposos. El auténtico amor tienepor sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero.Esta íntima unión, en cuanto donación mutua dedos personas, así como el bien de los hijos, exigenla plena fidelidad de los cónyuges y urgen suindisoluble unidad.

CONTEMPLACIÓNVeamos lo que dice el Catecismo de la Iglesia

Católica:1659 S. Pablo dice: «Maridos, amen a sus mujeres

como Cristo amó a la Iglesia... Gran misterio eséste, lo digo con respecto a Cristo y la Iglesia»(Ef 5,25.32). ( (

1660 La alianza matrimonial, por la que un hom-bre y una mujer constituyen una íntima comuni-dad de vida y de amor, fue fundada y dotada desus leyes propias por el Creador. Por su natura-leza está ordenada al bien de los cónyuges asícomo a la generación y educación de los hijos.Entre bautizados, el matrimonio ha sido eleva-do por Cristo Señor a la dignidad de sacramento(cf. GS 48,1; CIC, can. 1055,1). ( (

1661 El sacramento del matrimonio significa launión de Cristo con la Iglesia. Da a los espososla gracia de amarse con el amor con que Cristoamó a su Iglesia; la gracia del sacramentoperfecciona así el amor humano de los esposos,reafirma su unidad indisoluble y los santifica enel camino de la vida eterna (cf. Cc. de Trento:DS 1799). ( (

1662 El matrimonio se funda en el consentimientode los contrayentes, es decir, en la voluntad dedarse mutua y definitivamente con el fin de viviruna alianza de amor fiel y fecundo. ( (

1663 Dado que el matrimonio establece a loscónyuges en un estado público de vida en laIglesia, la celebración del mismo se hace ordi-nariamente de modo público, en el marco de unacelebración litúrgica, ante el sacerdote (o eltestigo cualificado de la Iglesia), los testigos y laasamblea de los fieles. ( (

1664 La unidad, la indisolubilidad, y la aperturaa la fecundidad son esenciales al matrimo-nio. La poligamia es incompatible con launidad del matrimonio; el divorcio separa loque Dios ha unido; el rechazo de la fecundi-dad priva la vida conyugal de su «don másexcelente», el hijo (GS 50,1). ( (

1665 Contraer un nuevo matrimonio por partede los divorciados mientras viven sus cónyu-ges legítimos contradice el plan y la ley deDios enseñados por Cristo. Los que viven enesta situación no están separados de la Igle-sia pero no pueden acceder a la comunióneucarística. Pueden vivir su vida cristianasobre todo educando a sus hijos en la fe. ( (

1666 El hogar cristiano es el lugar en que loshijos reciben el primer anuncio de la fe. Poreso la casa familiar es llamada justamente«Iglesia doméstica», comunidad de gracia yde oración, escuela de virtudes humanas y decaridad cristiana.

ORACIÓN

¿Qué me pide Dios en mi familia?

Señor nuestra sociedad se encuentra bom-bardeada por una vida sin sentido que estáafectando a los matrimonios jóvenes, oca-sionando matrimonios que parecieran quetienen fecha de caducidad, por ello te pidopor aquellos matrimonios jóvenes queestán pasando por alguna dificultad paraque en medio de su tempestad sepan salirairoso, y vean el matrimonio no un contra-to civil y social, sino una bendición queDios ha unido. Y que el testimonio de lospadres de familia, sea lo que mueva a lasnuevas generaciones para que vean en elmatrimonio la alegría de formar un nuevohogar que permanezca para toda la vida,porque lo que Dios unió no lo separe elhombre. Y también te pido por aquellos alos que llama a la vida célibe por el Reino,para que les ayude a vivir alegres lafidelidad de cada día.

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ORACIÓN INICIAL:

Señor Dios y Padre nuestro, inspira nuestrospensamientos, palabras y acciones y acom-páñalas con tu ayuda, para que todas nues-tras actividades comiencen y terminen se-gún tu voluntad y por amor a ti. Por Jesu-cristo nuestro Señor. Amén.

LECTURAMc 3, 13-19

Subió después Jesús a la montaña,llamó a los que él quiso yse acercaron a él. Designóentonces a Doce, a los quellamó apóstoles, para queestuvieran con él y paraenviarlos a predicar conpoder de expulsar los de-monios. Designó a estosDoce: a Simón, a quien dioel sobrenombre de Pedro;a Santiago, el hijo deZebedeo, y a su hermanoJuan, a quienes dio el so-brenombre de Boanerges,es decir, hijos del trueno;a Andrés, Felipe,Bartolomé, Mateo, Tomás,Santiago el hijo de Alfeo,Tadeo, simón el Cananeoy Judas Iscariote, el que lo entregó.

Palabra del Señor.En esta perícopa evangélica nos habla de las

necesidades de una humanidad enferma, Jesúselige a un grupo de personas a las cuales confiere

su propia misión y autoridad. Es una elecciónsolemne, como sugiere el lugar en que se realiza:un monte, expresión de la cercanía con Dios yescenario de las grandes revelaciones divinas. Esuna elección bajo el signo de la gratuidad; cuentatan sólo la voluntad de Jesús, si predilección y suamor. Es una elección con doble finalidad: estarcon él y enviarlos a predicar: contemplación yactividad son dimensiones complementarias. Es,finalmente, una elección que recae sobre doce,número que, al hacer referencia a las doce tribusdel antiguo Israel, indica el deseo de Jesús de

preparar el nuevo Israel,el Israel de los últimostiempos, el verdaderopueblo de Dios: la Igle-sia.

Subir a la montañaes signo de encuentrocon el Padre, porque esen donde comúnmentese comunica con Dios.Y junto con la llamadade algunos de entre elpueblo está la respuestaafirmativa de los discí-pulos, que hay sidoatraídos por el ejemplode Jesús.

Designa a los que élcree convenientes para

que ya instruidos sean los que gobiernen y sosten-gan la Iglesia fundada por Jesús, estarán con Éldurante poco tiempo pero en ese lapso tienen queaprender todo de Jesús para después predicarlo,Jesús les comparte el poder de expulsar a los

Lectio Divina 7:"Llamó a los que Él quiso"

SACRAMENTO DEL ORDENMarcos 3, 13-19

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demonios para las personas crean más fielmenteen ellos.

Designo doce es un numero con un significadoy comenzó con Simón que luego le llamo Pedroque después lo negaría tres veces pero sería ellíder de la Iglesiacimentada sobre élporque Jesús así loquiso.

Los llamo a serparte de sus discí-pulos Jesús no sefija en sus errorespasados, el mira elfuturo, el frutoapostólico que serealizara en las per-sonas a las que haelegido.

La fuerza delevangelio es también la fuerza del Espíritu Santo,y que con convicción hay que exponer el mensajeno con violencia sino con suavidad, no con gritossino con testimonios, no con fuerza de argumen-tos sino con fuerza de Espíritu que es la mismacaridad.

MEDITACIONUna referencia válida que explica la existencia

de unos ministerios ordenados concretos dentrode la comunidad cristiana, la encontramos en Mc3,13-19: Jesús elige de forma solemne, «desig-nó» a Doce de entre sus discípulos paraque «fueran sus compañeros y para enviar-los a predicar con poder de expulsar losdemonios». Así se crea, se constituye elgrupo de los Doce, decisivo en el cristia-nismo. Esto resulta tan evidente que, conel fin de suplantar a Judas y restituir elnúmero, se incorpora Matías como susti-tuto. (Hch 1,15-26)

Las denominaciones varían ampliamen-te según las diversas comunidades, por loque podemos encontrar Apóstoles, Profe-tas, Doctores (1Co 12,28; Ef 2,20; 3,5;4,11), Presbíteros (Hch 11,30; 14,22);

Diáconos (1Tm 3,8-13; Flp 1,1), Pastores (Ef4,11; 1P 5, 2-4), etc.

Todos estos términos no designan una mismafunción, pero podríamos afirmar que, de diferen-tes maneras, todas ellas tienen una orientación

hacia la predicacióndel Evangelio y laedificación y santifi-cación de la Iglesia.

La comunidadcristiana, en su litur-gia, ve al sacerdocioy los sacerdotes delAntiguo Testamentocomo prefigura-ciones que encuen-tran su cumplimien-to en Cristo Jesús,Sumo y Eterno Sa-cerdote, que incorpo-ra a su Único

sacerdocio a los Apóstoles y sus sucesores sacer-dotes.

Durante los siglos II y III se va a dar unaconsolidación de nombre y contenidos del minis-terio apostólico bajo las denominaciones de: Diá-cono, Presbítero y Obispo, configurándose comoministerio de santificación, gobierno y enseñan-za en la comunidad cristiana.

El Concilio de Trento 1545, por el contrario,reafirma y declara que «El Sacramento del Ordenes un sacramento instituido por Cristo, que comu-

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nica poder y gracia y no puede entenderse sólocon relación al ministerio de predicar el Evange-lio».

El Sacramento del Orden es una incorporaciónal ministerio apostólico, por lo que su misiónentra en relación con la misión de Cristo y losApóstoles tanto en los tiposde actividad que desarrollacomo en la apostolicidad delmarco geográfico al que estádirigido.

Dios suscita los ministe-rios en la comunidad y parala comunidad (1Co 12,7;14,3-12; Ef 4,12): Por eso,desde el Nuevo Testamentolos ministerios no se conci-ben sin la comunidad.

El ministerio a lo largode todo el Nuevo Testamen-to se concibe como un ser-vicio. Tomando como pun-to de apoyo (Mt 20, 20-28),la Iglesia apostólica y losPadres de la Iglesia hablande los responsables y susfunciones utilizando el tér-mino «diakonía». Esta pa-labra significa servir a la mesa, acción que eradesarrollada habitualmente por los esclavos. Laacción diaconal de los ministros se concreta en elservicio a la palabra, en el servicio de la unidad yen el servicio a las mesas o caridad.

El signo de la transmisión de los ministeriosordenados es desde la época de apostólica laimposición de manos junto con la oración (Hch6,6; 13,3; 1Tm 4,14).

Cristo que fue enviado por el Padre para laredención del mundo (Mt 20,26) y para ello ledotó de todo poder en el cielo y en la tierra (Mt28,18), llama a los apóstoles y les participa sumisión «Así como el Padre me envió a mí, así yolos envío a ustedes» (Jn 20,21). A ellos les tocaser «Servidores de Cristo y encargados suyospara administrar las obras misteriosas de Dios»(1Co 4,1).

CONTEMPLACIÓN

Vemos lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica

1590 S. Pablo dice a su discípulo Timoteo: «Terecomiendo que reavives el carisma de Diosque está en ti por la imposición de mis manos»(2 Tm 1,6), y «si alguno aspira al cargo de

obispo, desea una noble función»(1 Tm 3,1). A Tito decía: «Elmotivo de haberte dejado enCreta, fue para que acabaras deorganizar lo que faltaba y esta-blecieras presbíteros en cadaciudad, como yo te ordené» (Tt1,5). ( (

1591 La Iglesia entera es unpueblo sacerdotal. Por el bau-tismo, todos los fieles partici-pan del sacerdocio de Cristo.Esta participación se llama«sacerdocio común de los fie-les». A partir de este sacerdocioy al servicio del mismo existeotra participación en la misiónde Cristo: la del ministerio con-ferido por el sacramento del Or-den, cuya tarea es servir en nom-bre y en la representación de

Cristo-Cabeza en medio de la comunidad. ( (

1592 El sacerdocio ministerial difiere esencial-mente del sacerdocio común de los fieles por-que confiere un poder sagrado para el serviciode los fieles. Los ministros ordenados ejercensu servicio en el pueblo de Dios mediante laenseñanza (munus docendi), el culto divino(munus liturgicum) y por el gobierno pastoral(munus regendi). ( (

1593 Desde los orígenes, el ministerio ordena-do fue conferido y ejercido en tres grados: elde los Obispos, el de los presbíteros y el delos diáconos. Los ministerios conferidos porla ordenación son insustituibles para la es-tructura orgánica de la Iglesia: sin el obis-po, los presbíteros y los diáconos no sepuede hablar de Iglesia (cf. S. Ignacio deAntioquía, Trall. 3,1). ( (

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1594 El obispo recibe la plenitud del sacramentodel Orden que lo incorpora al colegio episcopaly hace de él la cabeza visible de la Iglesiaparticular que le es confiada. Los Obispos, encuanto sucesores de los apóstoles y miembrosdel colegio, parti-cipan en la respon-sabilidad apostóli-ca y en la misión detoda la Iglesia bajola autoridad delPapa, sucesor de S.Pedro. ( (

1595 Los presbíterosestán unidos a losobispos en la dig-nidad sacerdotal yal mismo tiempodependen de ellosen el ejercicio desus funciones pastorales; son llamados a sercooperadores diligentes de los obispos; for-man en torno a su Obispo el presbiterio queasume con él la responsabilidad de la Iglesiaparticular. Reciben del obispo el cuidado deuna comunidad parroquial o de una funcióneclesial determinada. ( (

1596 Los diáconos son ministros ordenados paralas tareas de servicio de la Iglesia; no recibenel sacerdocio ministerial, pero la ordenaciónles confiere funciones importantes en el minis-terio de la palabra, del culto divino, del go-bierno pastoral y del servicio de la caridad,tareas que deben cumplir bajo la autoridadpastoral de su Obispo. ( (

1597 El sacramento del Orden es conferido por laimposición de las manos seguida de una ora-ción consecratoria solemne que pide a Diospara el ordenando las gracias del EspírituSanto requeridas para su ministerio. La orde-nación imprime un carácter sacramental inde-leble. ( (

1598 La Iglesia confiere el sacramento del Ordenúnicamente a varones (viris) bautizados, cu-yas aptitudes para el ejercicio del ministeriohan sido debidamente reconocidas. A la auto-

ridad de la Iglesia corresponde la responsabi-lidad y el derecho de llamar a uno a recibir laordenación. ( (

1599 En la Iglesia latina, el sacramento delOrden para el presbiterado sólo es conferido

ordinariamente a can-didatos que están dis-puestos a abrazar li-bremente el celibato yque manifiestan públi-camente su voluntad deguardarlo por amordel Reino de Dios y elservicio de los hom-bres. ( (

1600 Corresponde alos Obispos conferir elsacramento del Ordenen los tres grados.

ORACIÓNJuan Pablo II

Padre Bueno, en Cristo tu Hijo nos revelas tuamor, nos abrazas como a tus hijos y nosofreces la posibilidad de descubrir, en tuvoluntad, los rasgos de nuestro verdaderorostro.

Padre santo, Tú nos llamas a ser santos comoTú eres santo. Te pedimos que nunca faltena tu Iglesia ministros y apóstoles santosque, con la palabra y con los sacramentos,preparen el camino para el encuentro con-tigo.

Padre misericordioso, da a la Humanidad ex-traviada, hombres y mujeres, que, con eltestimonio de una vida transfigurada, aimagen de tu Hijo, caminen alegrementecon todos los demás hermanos y hermanashacia la patria celestial.

Padre nuestro, con la voz de tu Espíritu Santo,y confiando en la materna intercesión deMaría, te pedimos ardientemente: manda atu Iglesia sacerdotes, que sean testimoniosvalientes de tu infinita bondad.

¡Amén!

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SEPTIEMBRE MES DE LA BIBLIA

Hacer Lectio Divina es hacer una lecturaexistencial de la Palabra de Dios, en un clima deoración: ¿cómo aplicar la Palabra a tu propiavida? ¿Cómo acude la Palabra a tu vida en deter-minados momentos?

No tomo la Palabra para leerla e interpretarlaintelectualmente, sino pienso qué me quiere decirhoy, como creyente, como veneración del textosagrado. Las Escrituras nos acompañan, nos ayu-dan cuando nos sentimos perdidos, cuando nohallamos el sentido de la vida, cuando sentimossoledad…

Lc 4, 16:Jesús llega a la sinagoga, toma el

libro, lo lee y lo explica.Debemos evitar hacer una interpretación ex-

clusivamente personal. Lo que se descubra, loque se investigue sobre la Palabra y vida de Jesúsdebe estar en comunión con lo que dice la Iglesia.

El monje Guido, el Cartujano, en el año 1150escribe un pequeño tratado, La escala del Paraíso,que él distribuye en cuatro momentos:

Lectio,Meditatio,Oratio,Contemplatio.

Leer la Palabra de Diossería como subir una esca-lera en la que vamos acer-cándonos a Dios y debemosbajar de nuevo para poneren práctica y aplicar lo quela Palabra dice en nuestravida.

Encontrarnos con la Pa-labra de Dios a partir de laFE, no especulativamente.

PREPARACION Te damos gracias, Señor, por este tiempo que

nos concedes para escuchar tu Palabra. Te pedi-mos que hagas de nosotros oyentes atentos, por-que en tu Palabra está el secreto de nuestra vida,de nuestra identidad, de nuestra verdadera reali-dad a la que somos llamados. Aleja de nosotros,Señor, todo prejuicio, toda prevención, todopreconcepto que nos impediría acoger libremen-te la Palabra de tu Evangelio.

María, Madre de Jesús, que meditabas en tucorazón las palabras y los hechos de tu Hijo, hazque te imitemos con sencillez, con tranquilidad,con paz.

Quita de nosotros todo esfuerzo, ansia o ner-viosismo y haznos atentos oyentes para que nazcaen nosotros el fruto del Evangelio».

Cardenal MartiniAnte cada lectura, necesitamos un prólogo,

una estación, una parada y una disposición delánimo, y más si se trata de la Palabra de Dios. Lapalabra que recoge este proceso se puede definircomo DESIERTO. En hebreo, «midbar», lugar

de la palabra, espacio desoledad y de silencio.

Se requieren unas AC-TITUDES PREVIAS,como son el deseo noblede querer estar con Jesús,tratar con Él, verlo, sentir-lo... No se trata de teneraudiciones ni visiones mís-ticas ni divinas, no se debepedir esa gracia.

El desierto por un lado,es un lugar áspero, nosasusta introducirnos en elespacio estepario de la so-

¿Cómo hacerLectio Divina?

SEPTIEMBRE MES DE LA BIBLIA

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ledad… Pero quien cruza el miedo al silencio y ala soledad se encuentra con una experiencia de serhabitado, de descubrir al Señor dentro de noso-tros, un oasis en el desierto.

Se necesita un tiempo de preparación pararecibir la Palabra de Dios, no podemos encontrar-nos con ella de bruces. Prepara el ánimo, invocaal Espíritu Santo, haz «higiene» de las preocupa-ciones que desvían la atención. Es tiempo deescucha.

LECTURASe encuentra la

Biblia en muchastraducciones, has-ta en traduccionesque se concentranen usar palabraseminentementeclaras para que to-dos puedan enten-derlas. Oímos las Escrituras leídas en cada misa,diaria y dominical. Hasta en Internet tenemos laBiblia en varias traducciones e idiomas. Y Diosgarantiza que esta Palabra es eficaz.

El encuentro con la Lectio es un ejerciciogratuito de empaparse. Por ejemplo la esponjaque se moja hasta que chorrea, tú lee hasta que teempapes, no te preocupes, algún día lo entende-rás. No se trata de leer todos los libros de la Biblia.Puedes empezar por el Nuevo Testamento, a verqué te quiere decir, memorizar pasajes…

La lectura sosegada, atenta, «debe ser lenta, nopara adquirir una información práctica, nuevosconocimientos, sino para asimilar lo que Diosdice a través de lo que uno lee». Debe ser unalectura desinteresada, reverente, religiosa…Una lectura comprometida, personalizada, conun contacto directo entre el autor (que en el últimotérmino es Dios) y el lector. Por lo tanto, sólo esauténtica cuando es dialogal, con la doble dimen-sión de acogida de la palabra y de compromisopersonal.

Leer no sólo con la mente, sino también con loslabios: en alto, o bajito, susurrando, proclaman-do, paladeando las palabras.

Lee pausadamente el relato (si es preciso,vuélvelo a leer varias veces), no hagas violencia,no desees encontrar lo que buscas, sino déjatedecir aquello que quizá no esperas. Cada día laPalabra te golpea el alma si la acoges con actitudde sorpresa.

Una vez terminada la lectura, puedes intentarreproducir el pasaje en la memoria. Aunque noretengas LITERALMENTE el texto, al menos

intenta reproducir las accio-nes más significativas, laspalabras que más te hanimpactado, las palabras quese repiten, el hilo conductorde la acción, los textos pa-ralelos, la evocación de imá-genes bíblicas semejantes.Cierra el Evangelio, la Bi-blia, piensa en el texto, ¿teacuerdas? Igual no te acuer-das de lo que has leído. ¿Qué

ha pasado en ti, lo has escuchado o leído conatención, lo has acogido con novedad?

Intenta no inventar nada, sino registrar aquelloque sin violencia acude a tu mente y te produceconsuelo, luz, fascinación y conversión del cora-zón. Déjate conmover, afectar, no te hagas re-fractario a las posibles insinuaciones del Espíritu,al que has invocado.

MEDITACIONLa Palabra de Dios será materia de su medita-

ción, que practicará de acuerdo con los diversosmétodos probados por la tradición espiritual de laIglesia; así logrará tener una comprensión de lasSagradas Escrituras animada por el amor».

La palabra que mejor define la meditación esuna palabra muy rústica, muy rural: la rumia.Llevarte la imagen de Dios y dar vueltas y vueltashasta que se abre la inteligencia al «sabor» pro-fundo de esa palabra. La expresión en hebreoequivale a mascullar.

¿Qué te ha dicho a ti HOY la Palabra? Ésa esla clave. Actualización del texto, traído a las cir-cunstancias de HOY. Actualiza el sentido del textohasta dejar claro lo que Dios quiere de nosotros.

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SEPTIEMBRE MES DE LA BIBLIA

No hay que fijarse tanto en lo mecánico. Vienea la mente la invocación del nombre de Jesús, dequien tiene poder en el cielo y en la tierra. Nohacer una recitación mecánica, mística, incons-ciente, sino una recitación amorosa, creyente,saber a quién invocas.

Descubrir la verdad a través de la meditación.Entrar en conocimiento del corazón de Dios. Sólocuando le conoces, le escuchas, sabes qué inten-ción tiene, qué fondo tiene… Conociendo laparábola de la semilla y la tierra, podemos decir:haz tu corazón de tierra buena, que la palabra deDios dé fruto, se quede en tu interior, que entre enla profundidad del corazón.

Déjate empapar de la Palabra, lee y lee, davueltas y más vueltas, medita, almacena, invoca,relee, memoriza… a lo mejor ahora no te dicenada, pero un día salta la chispa y te dice lapalabra que necesitas oír.

ORACIONOrar es la exigencia de la fe consciente, como

respuesta al regalo de haber conocido el Amor deDios, manifestado en su Hijo.

Por la Palabra de Dios orada, se experimenta lahistoria personal relacionada siempre con el Túdivino, ante quien no es necesario presentarse,porque Él te conoce y te ama.

En la prueba o en la encrucijada del camino,gracias a la oración, no se toma una decisiónerrónea de huida, desesperanza, hundimiento, depolarización negativa, sino que, al escuchar lavoz interior que posibilita la relación orante, seacoge el ofrecimiento de la bondad divina ysurge la súplica humilde, el grito de socorro, lallamada de auxilio…

En la oración se hace uno consciente de que elfruto de la tarea no corresponde al esfuerzo per-sonal como causa absoluta, sino a la gracia ygenerosidad de Dios, providencia que atraviesala mediación humana.

¿Qué le quiero DECIR a Dios de la Palabra?La oración es el retorno de la Palabra escucha-

da, hecha súplica, alabanza, adoración, reconoci-miento…

CONTEMPLACIONUna vez superados los peldaños de la lectura,

meditación y oración, llegamos a la contempla-ción. La contemplación es «redescubrir y gustarde la riqueza doctrinal de cuánto ha sido yaestudiado».

Te miramos y Tú nos miras, y esa mirada noshace descubrir la Palabra. Desde esa experienciahay una vocación que acontece, y que no es sólopersonal, sino que debemos compartir. Cuandouno se siente amado, es más capaz de amar a losdemás.

Sin previo aviso se entra en el amor de Dios,que concede entrañas de amor universal. Nosabemos cuándo llegará ese momento, hay queestar esperando con las lámparas encendidas.

A través del silencio y la soledad hemos llega-do a la contemplación, pero no por evasión odesentendimiento de la realidad. Lo verdadera-mente importante de la contemplación no es eléxtasis, el embelesamiento, el gusto de buscar losensible, o el apartarse de las cosas, sino laadhesión a la voluntad de Dios.

El contemplativo es realista, porque a él se lerevela la meta del camino, el amor. Se sabe fuerteen la debilidad. Se le conoce por la paz que ofrece.Se siente muy amado por Dios y por eso amamucho a sus semejantes.

La contemplación es una forma amorosa deorar y llega a expresarse en adoración. Con ellase iluminan los acontecimientos, se recibe sabi-duría para interpretar los hechos teologalmente yno errar en las etapas más difíciles. Se manifiestala coherencia de la fe.

COMPROMISOAl final me llevo en mi corazón un compromi-

so como resultado de mi encuentro personal eíntimo con la Palabra: Dediquemos un espacio denuestro tiempo, podría ser una tarde, para ir aalgún lugar donde haya alguna persona que nosnecesite y brindémosle nuestra ayuda. Y ¿por quéno hacerlo periódicamente?. Puedo ser un buensamaritano curando las heridas con el aceite de lamisericordia. Puedo ser frasco de vino que provo-que gozo y no dolor en mi familia.

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La entronización de la Biblia es muy significa-tiva al iniciar el mes de la Biblia (Septiembre),pues expresa el deseo de encontrarnos con Jesu-cristo, Palabra del Padre, Camino, Verdad y Vidade la humanidad.

Entronizar la Palabrade Dios es una confe-sión de fe por parte de lacomunidad de los cre-yentes. Con este gesto,reconocemos la presen-cia misma de Dios en suPalabra, y la hacemoscentro de nuestra vida.Alrededor de su Pala-bra, escuchándola y aco-giéndola como Palabrade Vida, crecemos ennuestro camino de se-guimiento del Señor yen nuestra dedicación a la causa del Reino, comocomunidad de creyentes, testigos del amor deDios.

A continuación les proponemos una fórmulapara la Entronización de la Biblia en la Familia.

AmbientaciónPrepara un altar donde se colocará la Biblia,

con una imagen de Jesús, la Virgen María, encen-der el Cirio Pascual y/o veladoras y colocar tam-bién flores (de ser posible un atril para colocar laBiblia).

1. MotivaciónGuía: Queridos hermanos (esposa, hermanos,

amigos, etc.) esta vez nuestra familia se ha reuni-do alrededor de la Palabra de Dios, porque quere-mos que sea la luz que ilumine a nuestra familia.Al igual que en el antiguo Pueblo de Dios somos

peregrinos y peregrinas, seguidores del Señorque sigue hablándonos en las Escrituras.

Hoy vamos a entronizar la Biblia: así manifes-tamos que la Palabra del Señor será la brújula y el

timón para esta familia;será la maestra que nosenseñe los caminos delSeñor.

Preparemos un cora-zón sencillo y abierto,atento al mensaje delSeñor.

En el nombre del Pa-dre…

2. Cantamos«Tu Palabra me da vida»,

o algún otro canto.

Entronización de la BibliaLa Biblia es introducida solemnemente por

algún miembro, llevándola en alto, pueden acom-pañar dos personas más con velas o veladorasencendidas.

Otra posibilidad: la Biblia abierta va pasandode mano en mano. Cada uno la recibe con vene-ración y le da un beso.

3. Oración(Después de colocar la biblia en el lugar

destinado)Guía: Dios nuestro, Padre bondadoso que nos

amas, envíanos tu Espíritu Santo, para que nosayude a leer la Biblia desde el corazón. Sabemosque en las Sagradas Escrituras resuena la voz deJesús, tu Hijo Amado y Hermano nuestro. Crea ennosotros el silencio para escuchar su voz: para

Entronización de la Bibliaen las Familias

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SEPTIEMBRE MES DE LA BIBLIA

que también nosotros seamos sus discípulos Mi-sioneros, para que podamos testimoniar a losdemás que Jesús está vivo y presente en medio denosotros como fuente de amor, de esperanza y depaz. Que en esta familia resuene siempre tuPalabra. Amén.

4. Proclamación de la Palabra de DiosLeemos: Lucas 4,14-21.Meditamos un momento y después comparti-

mos lo que nos dice personalmente la Palabra deDios.

5. Peticiones

Guía: Pidamos a Dios, que su Palabra quehemos entronizado en nuestro hogar, seasemilla que dé muchos frutos en nosotros ynuestros hermanos. Y digamos:

«Señor a quién iremos,sólo Tú tienes palabras de vida eterna».

1. Para que la Palabra de Dios sea el «Pan de cadadía» que nos alimenta en el camino de la fe ydel amor, especialmente en el «Año de la Fe»,que estamos por comenzar.

Roguemos al Señor.

2. Para que la Biblia no sea sólo adorno en estacasa, sino luz, maestra de vida, a quien escu-chemos con frecuencia. R.

3. Para que el Señorbendiga nuestro ho-gar con el amor y elperdón de cada día.Que en eso se noteque somos una fa-milia de discípulosmisioneros de Je-sús. R.

4. Para que la Consa-gración al SagradoCorazón de Jesús yal Inmaculado Co-razón de María, que recientemente hemos he-cho, dé frutos de conversión para nuestra dió-cesis de San Juan de los Lagos. R.

Guía: Que María, madre de Jesús y madrenuestra, primera discípula misionera delEvangelio, nos eduque en la escucha de laPalabra de Dios. Amén.

Oración de toda la familia

Todos: Señor, Padre de Jesús y Padre Nuestro,mira con bondad esta familia reunida en tunombre, que desea acercarse a Ti, escucha-do tu voz en la Biblia. Enséñanos, Padre,con tu Palabra. Queremos ser discípulos,caminar junto a Jesús, aprender a vivircomo verdaderos hijos tuyos. Danos fuerza,Señor y anima nuestro caminar. Tu Palabraes la fuente viva, acércanos a ella. Señor,queremos que esta familia sea un templodonde resuene tu Palabra, y nuestros cora-zones sean el lugar donde ella germine,porque la llevemos a la vida y la expresemosen el amor que nos tenemos y que donamosa todos. Amén.

Rezamos: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

6. Conclusión

Guía: Dios, Padre bondadoso, de quien provie-ne toda paternidad y amor, bendiga nuestrafamilia, y nos siga alimentando con la Pala-bra que sale de su boca. Todos: Alabadoseas por siempre, Señor.

Que el Evangelio de Jesús, nuestro Señor,resuene siempre en este hogar, irradiando

luz y esperanza. Todos: Alaban-do seas por siempre, Señor.

Que el Espíritu Santo, Maestro yAmigo interior, nos enseñe aleer y orar la Palabra que palpitaen las Escrituras Santas. Todos:Alabado sean por siempre, Se-ñor.

Nos persignamos diciendo:

Que el Señor nos bendiga y nosproteja, que el Señor nos mues-

tre su rostro y nos conceda la Paz. Amén.

Canto Final«El Señor es mi luz», o algún otro.

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El Gozo de la SalvaciónTraída por Jesucristo

No temas, Zacarías, tu petición ha sido escuchada.Isabel, tu mujer, te dará un hijo al que pondrás por nombre Juan.

Te llenarás de gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Lc 1, 13-14

Este clima de gozo y alegría por el nacimientode Juan el Bautista nos indica que estamos entran-do en el tiempo de la salvación definitiva de lahumanidad, el cumplimiento de las promesashechas por Dios al pue-blo de Israel. El hechode que Dios cumplesus promesas es siem-pre motivo de alegría.Por eso Zacarías des-borda de gozo y elevangelista pone ensus labios estas pala-bras de alabanza y glo-rificación a Dios, por-que se ha dignado vi-sitar a su pueblo, y lallegada del precursorde Jesús es la primeraseñal de que está muycerca la salvación.

La alegría que tiene una madre por el naci-miento de su hijo no cabe en su corazón, por esola comparte con sus vecinos y parientes. Delmismo modo, la alegría que tiene una persona queha tenido una verdadera experiencia de Dios,desborda su ser y no puede guardarla para símismo, sino que sale a compartirla con los demás.

Cuando nos damos cuenta de que Dios cumplesus promesas y por ello nos llenamos de alegría,no nos queda más que agradecerle al Señor por

todos sus beneficios. La respuesta de María alsaludo de Isabel (Lc 1 47-55) es un salmo deacción de gracias compuesto de citas y alusionesdel Antiguo Testamento, en el que se canta la

gratitud de María y detodo el pueblo de Diospor el cumplimiento desu promesa. Maríasupo hacer la voluntadde Dios desde el silen-cio de su corazón, poreso está llena de gozoy, así, iluminada por elEspíritu Santo, procla-ma esa grandeza delSeñor.

Cuando nosotrosnos apegamos al plande Dios, siendo fielesa él, estamos alegres,

nos sentimos felices, plenos y realizados, aun enmedio de los problemas y contradicciones, por-que tenemos la certeza de que Dios está connosotros, de que no nos abandona. En cambio,mientras más nos alejamos de ese plan de Dios,irremediablemente vendrá el sufrimiento, lo con-trario al gozo y la alegría; la cruz se vuelve máspesada porque dejamos a Dios a un lado y cree-mos que por nuestras propias fuerzas podremossalir adelante, y no es así, necesitamos la ayudaque el Señor nos ofrece.

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Por tanto, es necesa-rio esforzarnos por ha-cer lo que Dios nos pide.En eso consiste la salva-ción: en cumplir la vo-luntad de Dios, así comoCristo cumplió siemprela voluntad del Padre,hasta entregar la vida pornosotros. Sólo así sere-mos felices.

La mayor alegría paratoda la humanidad es elnacimiento de Cristo,porque viene a librarnosdel pecado, el sufrimien-to y la muerte. Aunquealgunos hemos olvidado o rechazado esa alegría,y otros aun no la han conocido, Cristo quiere quetodos la vivamos. Por tanto, el compromiso detodo bautizado es salir a dar a conocer esa alegríaa todos los rincones de la Tierra. Una buenanoticia siempre nos causa alegría, Cristo es laBuena Noticia, la más grande alegría que Diosnos ha regalado.

Sin embargo, sabemos queel gozo y la alegría en el mun-do no son plenos aun, esa ple-nitud de alegría y fiesta, defelicidad perfecta, en ausenciade todo sufrimiento, la vivire-mos en el cielo, contemplandola belleza de Dios por toda laeternidad. Mientras tanto, vi-vamos en el gozo y la alegría,aunque limitados, de cumplirla voluntad de Dios, de amarloa Él y a nuestros hermanos, decompartir nuestra vida y todolo que Dios nos regala, y po-nerlo al servicio de los demás.El sufrimiento vendrá, porque

nuestra condición de humanos es débil, pero siestamos de la mano de Dios, ese sufrimientotendrá sentido y será más llevadero. Además,viviremos con la esperanza de que ese sufri-miento se convertirá en gozo y alegría plenos,cuando venga la resurrección y nos encontremoscara a cara con el Bien, la Belleza y la VerdadPlenos en la fiesta del cielo.

Oración

Tú eres Santo, Señor Dios único, quehaces maravillas. Tú eres fuerte,Tú eres grande, Tú eres Altísimo.Tú eres el Bien, todo Bien, SumoBien, Señor Dios, vivo y verdade-ro. Tú eres caridad y amor, Túeres sabiduría. Tú eres humildad,Tú eres paciencia, Tú eres seguri-dad, Tú eres quietud, Tú eressolaz, Tú eres alegría. Tú ereshermosura, Tú eres mansedum-bre. Tú eres nuestro protectorguardián y defensor. Tú eres nues-tra fortaleza y esperanza. Tú eresdulzura. Tú eres nuestra vida eter-na, grande y admirable, Señor.Amén.

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Las palabras de Jesús tienen un marco solem-ne: desde un monte, sentado, cerca de sus discípu-los, rodeado de las multitudes que lo siguen y enactitud de enseñar. Sobre el soporte de un esque-ma literario muy conocido en la tradiciónsapiencial judía y utilizado otrasveces por Jesús; Mateo va ense-ñando las pistas que conducen ala verdadera felicidad.

La verdadera felicidad se en-cuentra en Jesús, en su enseñan-za, en poner en práctica su pala-bra. En fin, la verdadera felici-dad se encuentra en vivir en elReino de Dios. Y esa felicidadla podemos vivir ya en estemundo, aunque no perfecta. Portanto, quien encuentra el Reinode Dios, quien se encuentra conCristo, no puede guardarse parasí la alegría y la felicidad queencuentra en Él, sino que deseacompartirla con los demás,como quien se encuentra la per-la preciosa o el tesoro escondi-do.

Cuando nosotros buscamos hacer la voluntadde Dios, siendo fieles a él, estamos alegres, nossentimos felices, plenos y realizados, aun enmedio de los problemas y contradicciones, por-que tenemos la certeza de que Dios está connosotros, de que no nos abandona; experimenta-mos en nosotros esa felicidad que Jesús nospromete por medio de las bienaventuranzas. Encambio, mientras más nos alejamos de ese plan deDios, irremediablemente vendrá el sufrimiento,lo contrario al gozo y la alegría; la cruz se vuelve

más pesada porque dejamos a Dios a un lado ycreemos que por nuestras propias fuerzas podre-mos salir adelante, y no es así, necesitamos laayuda que el Señor nos ofrece.

Por tanto, es necesario esforzarnos por hacerlo que Dios nos pide. En esoconsiste la salvación: en cum-plir la voluntad de Dios, asícomo Cristo cumplió siemprela voluntad del Padre, hastaentregar la vida por nosotros.Sólo así seremos felices.

La mayor alegría para todala humanidad es encuentro conCristo vivo, porque viene alibrarnos del pecado, el sufri-miento y la muerte. Aunquealgunos hemos olvidado o re-chazado esa alegría, y otrosaun no la han conocido, Cris-to quiere que todos la viva-mos. Por tanto, el compromi-so de todo bautizado es salir adar a conocer esa alegría atodos los rincones de la Tie-rra. Una buena noticia siem-

pre nos causa alegría, Cristo es la Buena Noticia,la más grande alegría que Dios nos ha regalado.

Sin embargo, sabemos que el gozo y la alegríaen el mundo no son plenos aun, esa plenitud dealegría y fiesta, de felicidad perfecta, en ausenciade todo sufrimiento, la viviremos en el cielo,contemplando la belleza de Dios por toda laeternidad. Mientras tanto, vivamos en el gozo y laalegría, aunque limitados, de cumplir la voluntadde Dios, de amarlo a Él y a nuestros hermanos, decompartir nuestra vida y todo lo que Dios nos

La Alegría de Creer en Cristo

Dichosos los afligidos, porque Dios los consolará. Mt 5, 4

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SEPTIEMBRE MES DE LA BIBLIA

regala, y ponerlo al servicio de los demás. El sufrimiento vendrá, porque nuestra condición dehumanos es débil, pero si estamos de la mano de Dios, ese sufrimiento tendrá sentido y serámás llevadero. Además, viviremos con la esperanza de que ese sufrimiento se convertirá engozo y alegría plenos, cuando venga la resurrección y nos encontremos cara a cara con el Bien,la Belleza y la Verdad Plenos en la fiesta del cielo.

OraciónHoy seré feliz. Expulsaré de mi espíritu todo

pensamiento triste. Me sentiré más alegreque nunca. No me lamentaré de nada. Hoyagradeceré a Dios la alegría y la felicidadque me regala. Hoy trataré de ajustarme ala vida. Aceptaré al mundo como es yprocuraré encajar en él. Si sucede algoque me desagrada, no me mortificaré nime lamentaré, agradeceré que haya suce-dido. Porque así se puso a prueba mivoluntad de ser feliz. Hoy seré dueño demis sentimientos, de mis nervios y de misimpulsos. Para triunfar tengo que tenerdominio de mí mismo. Hoy trabajaré ale-gremente con entusiasmo y pasión, haréde mi trabajo... una diversión. Comproba-ré que soy capaz de trabajar con alegría.Hoy haré un bien a alguien, seré cortés ygeneroso. Al llegar la noche comprobaréque Dios me premió con un bien, con undía lleno de felicidad.

¡Y mañana viviré otro día como hoy!

Padre Bueno, en Cristo tu Hijo nos revelas tuamor, nos abrazas como a tus hijos y nosofreces la posibilidad de descubrir, en tuvoluntad, los rasgos de nuestro verdaderorostro.

Padre santo, Tú nos llamas a ser santos como Túeres santo. Te pedimos que nunca falten a tuIglesia ministros y apóstoles santos que, conla palabra y con los sacramentos, preparenel camino para el encuentro contigo.

Padre misericordioso, da a la Humanidad extra-viada, hombres y mujeres, que, con el testi-monio de una vida transfigurada, a imagende tu Hijo, caminen alegremente con todoslos demás hermanos y hermanas hacia lapatria celestial.

Padre nuestro, con la voz de tu Espíritu Santo, yconfiando en la materna intercesión de Ma-ría, te pedimos ardientemente: manda a tuIglesia sacerdotes, que sean testimoniosvalientes de tu infinita bondad.

¡Amén!

O R A C I Ó N

Padre Bueno, en Cristo tu Hijo nos revelas tuamor, nos abrazas como a tus hijos y nosofreces la posibilidad de descubrir, en tuvoluntad, los rasgos de nuestro verdaderorostro.

Padre santo, Tú nos llamas a ser santos como Túeres santo. Te pedimos que nunca falten a tuIglesia ministros y apóstoles santos que, conla palabra y con los sacramentos, preparenel camino para el encuentro contigo.

Padre misericordioso, da a la Humanidad extra-viada, hombres y mujeres, que, con el testi-monio de una vida transfigurada, a imagende tu Hijo, caminen alegremente con todoslos demás hermanos y hermanas hacia lapatria celestial.

Padre nuestro, con la voz de tu Espíritu Santo, yconfiando en la materna intercesión de Ma-ría, te pedimos ardientemente: manda a tuIglesia sacerdotes, que sean testimoniosvalientes de tu infinita bondad.

¡Amén!

O R A C I Ó N