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SERIE GUíAS DIDÁCTICAS. MUSEO ARQUEOLOGICO NACIONAL

Temas

Coordinación: Angela García Blanco

y Carmen Padilla Montoya

FUNDACION:~L1~rLl .~::I rü1rLl~r; r~

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íNDICE

Esta Gura publica la serie de conferencias que,

con el titulo genérico de la "Pieza del Mes", se

ha dedicado a explicar las piezas más relevantes

relativas a creencias y ritos funerarios. A estas

piezas se han añadido las necesarias para

completar la representación existente en el

museo.

La Guía se ha realizado a partir de los textos

elaborados por los conferenciantes, con la

colaboración de los departamentos científicos

del museo y mediante ei tratamiento didáctico

de los mismos.4.PALEOLfTlCOEl enterramiento del Hombre de MOTÍn

.NEOLíTICOUn "tholos" de Los Millares ~-I\J

.EDAD DE BRONCE ",1""'

La cista de Herrerías \ ~La estela de Solana de Cabañas: ~~

¿una lápida funeraria?

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.EDAD DE HIERROLa htmba celtibéricaEl monumento funerario ibérico de Pozo MoroLa Dama de Baza, una urna cineraria ibérica

Textos científicos:

M.GIMENEZ.El Hombre de Morin

R.MAK:AS.Sepuijura neolítica de los Millares

A.TORIJA.Cista argárica de Herrerias

E.GALAN.LB estela de Soiana de Cabañas

A.MADRIGAL.El monumento funerario ibérico de Pozo MoroLB Dama de Baza

E. HORNERO.Tumba y ajuar funerario ceijibérico

M"J.RUBIO.Momia de Nespamedu.Sarcófago de Taremtchenbastet

Ma L. GUTlERREZ.El ánfora apulia

E.MALPESA.El sarcófago de Orestes

A.FRANCO.Ei cipo funerario del visir Abu amar

F.ARcE.Cubierta sepulcral románica de Alfonso Ansurez

F.PÉREZ.Sepuicro gótico de Doña Constanza de Castilla

Tratamiento didáctico de los textos:A. GARCIA BLANCO y C. PADILLA.

BIBLIOGRAFíA 32

Fotografías:A. TRIGO. F. RODRIGUEZ, A. MARllNEZ y E. SAENZ

Dibujo portada:M.A. NÚÑEZ

Diseño y maquetación:

ÁREA GRAFICA. PILAR DEL SoL

Imprime:OMNIA. I.G. Mantuano, 27 -28002 MADRID

Dep. Legal: M-31130-1995

ISBN: 84-89471-05-2

Año de la edición: 1995

MUSEO ARQUEOLóGICO NACIONAL

C/ Serrano. 13 -Tfno.: 577 79 12

28001 MADRIO

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E

sta Guía realiza un recorrido histórico por uno delos aspectos culturales más común a todas lassociedades humanas: el rito funerario. La muerte,

como el nacimiento, es uno de los momentos en la vidadel hombre en que la relación con su grupo social seritualiza con ciertas pautas de comportamiento que todoscomparten. Algo de este rito dejará huella en lasofrendas, los ajuares funerarios, la propia tumba, ..., esdecir, en la cultura material funeraria, objeto de estudioe interpretación de la Arqueología.

Si aceptamos que la representación que un grupo socialtiene de sí mismo constituye un "mundo" que se expresaen cada una de sus manifestaciones culturales, el ritofunerario y sus resultados, los cementerios, remiten a ese"mundo" referencial y nos permiten conocer otrascaracterísticas del mismo. Así las tumbas, con susdiferentes materiales y estrur:;turas, reflejarán lasituación social de cada individuo y su papel dentro delgrupo en función del sexo, edad y situación socio-económica, ofreciéndonos en su conjunto un reflejo de laorganización social y de la ideología que la puede

sustentar.

La muerte también es una ocasión para expresarcolectivamente las creencias religiosas relacionadas conla vida de ultratumba, convirtiéndose las sepulturas nosólo en señales o signos de las tumbas, recordatorios dela identidad del difunto, sino también en soporte de unprograma iconológico de contenido religioso.

Enterramientos, momias, tumbas,. sarcófagos, urnascinerarias, lápidas, laudas, ..., constituyen parte de lacultura material de contenido funerario que se expone eneste museo y cuyo significado concreto será explicado enrelación con su contexto cultural.

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PALEOLíTICO5

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PLANTA BAJA. SALA 3

mando un túmulo. Sobre este túmulo sehizo un fuego en el que se quemarontrocitos de ocre y algunas piezas decaza, de las que quedan los huesos,parte de lo cual se introdujo en el pozoque comunicaba con el interior de latumba.

El cadáver, después de ser sepultado,entró en una primera fase de descompo-sición, convirtiéndose en una substanciadura conocida como grasa cadavérica o"adipocira" que aún conservaba laforma del cuerpo humano. Mientrasduró la adipocira, los sedimentos de latierra que cubrían el cadáver pudieronadquirir endurecimiento y consistenciasuficiente como para formar un moldenegativo. Cuando la adipocira fue des-componiéndose, el hueco dejado porella fue rellenándose por sedimentos dearcilla arrastrados por la filtración de lasaguas. Así se formó el molde positivocon la forma del cuerpo humano peroconstituido esencialmente por materiainorgánica, que las excavaciones arque-ológicas descubrieron y que nos permi-ten saber los detalles descritos.

La complejidad de este ceremonial fune-rario unida al hecho de que las tumbasestaban próximas al lugar de habitación,dentro de la misma cueva, indica unacierta atención a los muertos con los quese continúa manteniendo relacionessociales después de la muerte. Peronada podemos saber de las creenciasque dieron sentido a este ritual.

E

n la cueva de Morín (Cantabria)se encontraron uno de los ente-rramientos más antiguos que se

conocen en la Península Ibérica. Realiza-dos en el período prehistórico auriña-ciense (Paleolítico Superior) hace apro-ximadamente 29.000 años, presentanunas características muy especiales,apreciables, sobre todo, en uno de ellos:el perteneciente al llamado Hombre deMorin.

Las condiciones microclimáticas de lacueva han permitido la conservación deeste enterramiento, posibilitando queconozcamos cómo fue enterrado el hom-bre auriñaciense que, previamente,pudo haber vivido en la misma cueva.

El cadáver fue depositado en una tumbacavada en el suelo con la paredes recreci-das. Se le colocó sobre el lado izquierdocon los brazos flexionados y se puso sucabeza, seccionada intencionadamente,junto a las manos. AlIado de la cabeza secolocó un pequeño animal ungulado,posiblemente un cervatillo, con las patasunidas entre sí. Los pies también fueronseccionados y sobre las piernas se colocóel costillar de un animal grande. Lasamputaciones fueron probablementerealizadas con los dos instrumentos depiedra, de borde cortante, que tambiénaparecen junto al cuerpo.

Tras este ceremonial, se abrió a los piesde la tumba un pozo de ofrendas con uncanalillo que comunicaba con el interiorde la misma, y se cubrió con tierra for-

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Reproducción del enterramiento

del Hombre de Morín

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N EOLíTICO

PLANTA BAJA. SALA 4

paración del cadáver antes de su depo-sición definitiva en la tumba.

Los enterrados estaban acompañadospor un ajuar funerario muy diverso:puntas de flecha, cuchillos, útiles decobre, recipientes cerámicos, vasos dealabastro, peines de marfil, ídolos,.. etc.Todos ellos difícilmente individualiza-bles dado el amontonamiento de lospaquetes óseos. De la indumentaria sólose conservan algunos objetos de adornopersonal, principalmente cuentas decollar realizadas sobre hueso, marfil,concha, piedra e incluso ámbar y azaba-che. En la entrada del recinto funerariose ha comprobado la presencia de frag-mentos cerámicos, restos de fuego yagrupaciones de betilos (posibles ídolosde forma troncocónica o cilíndrica), queindican la existencia de un ritual funera-rio cuyas características estamos lejos deconocer con exactitud.

Los cálculos realizados sobre la pobla-ción de Los Millares y el bajo número derestos infantiles recuperados en estasestructuras, llevan a pensar que notodos los habitantes del yacimiento tení-an derecho a entrar en estas sepulturas.Este hecho, así como las diferencias exis-tentes entre unas sepulturas y otras(diversidad arquitectónica, variedad enla riqueza de ajuares, etc.) hacen pensaren una sociedad unida por fuertes lazosde parentesco que iniciaba un procesode jerarquización, que se iría desarro-llando a los largo de la Edad del Bronce.

E

l "tholos" es una construcciónfuneraria para enterramientoscolectivos realizada con mam-

postería y con grandes bloques de pie-dra (megalitos). Este tipo de sepulturaconstituye una de las características dela llamada cultura de Los Millares, quese extendió por el sureste peninsulardurante el período calcolítico (2400-1800a.C.) y que toma el nombre de uno delos yacimientos mas representativos dela misma, situado en el término de SantaFe de Mondújar (Almería).

Entre las diversas sepulturas del yaci-miento de Los Millares, el "tholos"denominado tumba 40 es la mayor ytambién la que contenía un mayornúmero de enterramientos en su inte-rior: 114 individuos. Del conjunto delajuar funerario merecen especial men-ción los objetos de marfil y cobre, unvaso decorado con motivos oculados ylos largos cuchillos de silex.

La tumba 40 consta de una cámara abo-vedada a la que se accede por un largocorredor compartimentado, cubriéndo-se este conjunto con un gran túmulo detierra. Los cadáveres se depositaron entoda la tumba, tanto en la cámara comoen el corredor. Estas inhumaciones nofueron simultáneas, abarcando un perí-odo de tiempo que afectaría a variasgeneraciones. Los restos humanos esta-ban desarticulados y en algunos casoslos huesos presentaban huellas defuego, lo que indica un proceso de pre-

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EDAD DE BRONCE

PLANTA BAJA. SALA 5

y en la ya mencionadas cistas. Junto a lavariedad de tumbas se da también diver-sidad de ajuares funerarios.

La variedad de ajuares proporcionainformación sobre el sexo de la personaenterrada y sobre la posición social delindividuo, si se acepta previamente quelas prácticas funerarias reflejan la orga-nización social de los vivos. Así la pre-sencia de un puñal y de una alabardaaparecen asociados a los enterramientosmasculinos. En cambio, los punzones,los diversos tipos de adornos y la abun-dancia de objetos de cerámica suelenestar asociado a los enterramientosfemeninos.

La presencia de armas de prestigio remi-te también a una situación social elevadadel difunto. Este sería el caso del indivi-duo enterrado en la cista de Herrerías.En otros enterramientos, el prestigio delas armas se enfatiza con la presencia deobjetos de oro y plata, como la diademade oro procedente de Cehegín que seexpone también en esta sala.

Otra característica de estos enterramien-tos es que se realizaban próximos a laszonas de habitación, a veces bajo elsuelo de las viviendas. La relación entrela diversidad de ajuares y de las unida-des de habitación permiten suponer unaincipiente división social, aún no excesi-vamente marcada, porque ni los ajuaresni las unidades espaciales aparecen tandiferenciados, unos, y especializadas,otras, como los serán posteriormente.

L

a cista es un enterramiento enforma de caja rectangular (con elsuelo, las paredes y la tapa

hechos con bloques de arenisca bien cor-tados), y típico de la llamada Culturadel Argar, la más representativa de laEdad del Bronce en el sureste de laPenínsula Ibérica.

La cista del yacimiento de Herrerías(Almeria), datada por C-14 hacia el año1720 a.C., se encontró a un metro de pro-fundidad del suelo. En el interior de latumba se descubrió un esqueleto intactoreplegado sobre el costado izquierdo,con las rodillas dobladas sobre el pechoy los brazos pegados al mismo; la manoizquierda sobre la cabeza y la derechasituada bajo la cara. Acompañaba alesqueleto un ajuar compuesto por unpuñal, una alabarda con mango al quese había atado un trozo de tela (posibleestandarte, según Siret), un pendiente, yun recipiente de cerámica con restos demateria orgánica y un pequeño cuencoen su interior. Sobre los huesos de laspiernas se encontró una tibia de buey.

Los enterramiento s argáricos son general-mente individuales, aunque también loshay dobles y triples, en contraste con laforma de enterramiento s colectivosmegalíticos propios del período anterioren la misma zona geográfica (el suresteespañol), pero pueden presentar distintasformas: en covachas o cavidades excava-das en la roca madre; en tinajas (píthoí),como la que se expone en la misma sala,

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Cista del yacimiento de Herrerías.'+-j~~~.t

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Dibujo de /a cista de Herrerías,realizado por L. Siret.+4-

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Estas características de los enterramien-tos argáricos permiten afirmar la exis-tencia de un ritual funerario del que solonos queda las evidencias visibles. Perode ellas se puede inferir ciertas creenciasen el más allá, relacionadas con la nece-sidad de disponer de alimentos, y eldeseo de no romper vínculos con losdifuntos, manteniéndolos cerca.

.Este enterramiento se localizó en el

Cabezo de Herrerías, en la margenizquierda del río Almanzora, a treskilómetros escasos de su desembocaduraen la provincia de Almería. Su hallazgo fuecasual y apareció aislado. Se excavó, porLuis Siret, en 1911. En 1924 lo donó, juntocon su colección, al Estado español,aunque ésta no ingresó en el MuseoArqueológico Nacional hasta 1935.

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EDAD DE BRONCE

PLANTA BAJA. SALA 6

como "estelas extremeñas" o "estelas delsuroeste", y han dado lugar a muchasinterpretaciones en tomo a su cronolo-gía, función y significado cultural.

Cronológicamente se sitúan tradicional-mente, y en razón de las característicasde los objetos representados, entre lossiglos X y VIII a. de C., al final de laEdad del Bronce. En cuanto a su funciónculturaL existe un amplio consenso enaceptar su función funeraria, aunqueninguna de ellas ha podido relacionarsecon enterramientos formales por habersido descubiertas en circunstancias for-tuitas.

Esta dificultad de asociación está rela-cionada con la ausencia general de ente-rramientos en toda la región duranteesta época, debido posiblemente a susustitución por la deposición del cadá-ver y de las ofrendas en las aguas uotros modos que no han dejado huellaarqueológica. Por esta razón, se inter-preta que las estelas pudieron habersido utilizadas como hitos o marcadoresterritoriales, aprovechando la referenciasimbólica al personaje heroizado comoprotector o guardián del territorio de losvivos.

El descubrimiento fortuito de todasestas estelas y la imposibilidad de aso-ciarlas a enterramientos, nos impideconocer con seguridad aspectos del ritofunerario al final de la Edad del Bronce.

L

a estela de Solana de Cabañas fuela primera que se descubrió deuna serie de estelas semejantes,

entre las que sigue destacando por seruna de las más completas y esmerada-mente realizadas. Muestra una repre-sentación grabada, que se ha interpreta-do como un guerrero acompañado porsu panoplia militar y otros objetos deuso personal. En el centro destaca elgran escudo redondo con una muescaen forma de v, en el que se representanunos círculos paralelos a la línea de con-torno, los clavos que lo tachonaban y laabrazadera central. Junto a él apareceuna figura humana muy esquematiza-da, con las rodillas flexionadas. Comple-tan la composición una lanza y unaespada en la parte superior, un espejojunto a la cabeza del guerrero y un bro-che. A los pies de la figura humana apa-rece un carro de guerra en una visióndesde el aire.

Este conjunto de motivos nos remite aun guerrero de alto rango, quizás solohonorífico, representado junto a susarmas y objetos de prestigio, como sonel carro, el broche y el espejo. Estos sig-nos de diferenciación social pueden serindicios de una sociedad estratificada oque, al menos, inicia el proceso hacia lajerarquización social.

La mayor parte de estas estelas han apa-recido en el suroeste de la Península,concentrándose en la región de Extrema-dura, por lo que se las conoce también

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Estela de Solana de Cabañas.

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EDAD DE HIERRO23

PLANTA DE ENTRADA. SALA 19

El uso de estos objetos por parte de losfueros se relaciona con un intercambiode productos de lujo que daba prestigioa quien los poseía, mostrando así sustatus superior. Pero con los objetos seimportan y asimilan, además, los ritosfunerarios de la libación y el perfume,de los que en principio solo participa-ban las elites locales y que, posterior-mente, se harán extensivos a clientes yfamiliares de la aristocracia, enterradosen las mismas necrópolis.

También la monumentalidad del ente-rramiento indica el superior rango deldifunto, al que los ritos mencionados ylos relieves decorativos contribuyen aheroizar, usando imágenes procedentesdel mundo oriental. La torre descansasobre un podio de tres escalones y ensus cuatro esquinas se han situado leo-nes tumbados, con las fauces abiertas ensu doble misión defensora-protectoradel difunto. La parte superior se decoracon relieves en los que se representa:una cabeza femenina con flor de loto;una divinidad infernal bicéfala, sentadaen un trono en una escena de banquete,asistida por otros monstruos de lenguabífida o de cabeza equina; un guerrerovestido con túnica corta, casco con cime-ra, escudo redondo y lanza; un héroeunido sexualmente a una mujer, posi-blemente una diosa; una divinidadalada ante elemento vegetal; un perso-naje con casco que arrastra ramas rema-tadas en capullos de loto y con pájaros,

E

ste monumento en forma detorre se levantó sobre el mismolugar donde tuvo lugar la crema-

ción ritual del difunto, del que se hanencontrado las cenizas y huesecillosjunto con restos del ajuar funerario. Ésteestuvo constituido por objetos de oro,plata, bronce, hierro y hueso que hanaparecido muy destruidos pero, en cam-bio, se han conservado bastante bienuna C11ica o copa con la representaciónde un joven danzarín, un lécito o jarritacon un sátiro persiguiendo a una ména-de, y un fragmento de asa antropomór-fica perteneciente a un oinocoe o jarrode bronce representando el torso de unjoven con los brazos levantados. Estosobjetos importados, y que se exponen enuna vitrina próxima, procedían de Gre-cia y se han podido fechar todos elloshacia el 500 a.de C.

La jarra y la copa eran recipientes queusaban los griegos en la ceremo~adeibanquete, uno para servir al vino agua-do contenido en la cratera, y otro parabeberlo. Sin embargo, su aparición con-junta en un contexto funerario ibéricoadquiere otro sentido relacionado con elrito de la libación, es decir, con la ofren-da sagrada del líquido que se ofrece alos dioses vertiéndolo en el suelo o enun recipiente. Igualmente se puededecir de la jarrita que servía para conte-ner los perfumes funerarios en el ritualde enterramiento griego, que el fueroposiblemente imitaba.

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Monumento funerario de Pozo Moro

en cuyos troncos clavan una horca

pequeños personajes.

Aunque el significado de estas escenassea difícil de descifrar en su conjunto,hay indicios suficientes para interpretar-los como un programa de heroizacióndel noble guerrero muerto, que se vin-cula a la divinididad mediante un ritode iniciación y un acto de amor, consti-tuyendo así el fundamento ideológicode su poder y una reproducción de lasrelaciones sociales de los vivos.

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EDAD DE HIERRO

~24' 221

La Dama de Baza,..una urna ctnerartaibérica

.

..~ 21, 20 ~19

PLANTA DE ENTRADA. SALA 20

L

a llamada Dama de Baza es unaurna cineraria antropomorfa reali-zada (hacia el 400 a.C.) en piedra

caliza, recubierta de una fina capa de yesopintada. Representa a una mujer sentadaen un rico trono con respaldo en forma dealas desplegadas y patas rematadas engarras de felino. La Dama se cubre con tresfinas túnicas y manto que le cubre la cabe-za y cae a 10 largo del cuerpo. Se adorna contocado, pendientes, varias gargantillas ydos collares, uno con lengüetas, y otro concolgantes lanceolados. En las dedos llevanumerosos anillos y en una de sus manossostiene un pichón, símbolo de la fecundi-dad. Este conjunto de elementos suntuariosy simbólicos permiten pensar que la mujerrepresentada es una diosa-madre.

El detalle que nos revela la función deurna cineraria que tuvo esta escultura esuna concavidad situada en la parte lateraldel trono, debajo del asiento, en la que sedepositaron y encontraron las cenizas deldifunto.

La escultura-urna apareció en una tumbacuadrada excavada en el suelo y arrima-da a una de sus paredes, casi en su cen-tro. Ante ella se había depositado un con-junto de armas muy destruidas por elfuego (tres falcatas, puntas de lanza,barras de punta triangular o soliférrea yasas de escudos), un broche de cinturón,restos de un bocado de caballo, n'bulas yuna fusayola. En las cuatro esquinas delrecinto y dispersos por el suelo se halla-ron ánforas y vasos de cerámica.

El carácter militar de este ajuar conduce apensar que el difunto debió ser un gue-rrero noble que, tras ser incinerado consu armamento y vestimenta militar, fueenterrado con sus pertenencias, propiasde un status privilegiado.

Sin embargo, el análisis realizado de losrestos óseos puede demostrar que éstospertenecen a una mujer joven, que sufrióun tiempo de cremación largo sobre lapira funeraria, en la que se colocó bocaarriba.

La tumba de la Dama de Baza adquiereasí un carácter excepcional y da lugar adiversos argumentos que intentan expli-car la relación entre la difunta, la diosa y elajuar armamentístico. Descartada la posi-bilidad de amazonas o mujeres guerreras,la presencia de las armas pudo deberse alprestigio que confería su posesión en unasociedad en la que el armamento era unelemento definidor del grupo social domi-nante, enfatizando así la situación socialde la difunta; o bien, pudo ser una ofren-da a la diosa a cuya protección se enco-mendaba, aunque en este caso choca quese ofrecieran quemadas.

De cualquier modo, el personaje nobleenterrado era así acogido en el seno de ladiosa-madre de la fecundidad, aproxi-mándose a la divinidad.

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La Dama de Baza.

La dama de Elche ¿una urna cineraria?

Este enigmático busto femenino fue encontrado de una

forma casuai, sin contexto arqueológico, por lo que algu-nas de las dudas acerca de su significado sólo han podi-

do aclararse al hallarse la Dama de Baza, con la que tieneen común el agujero en su parte posterior que, posible-mente, también sirvió para guardar las cenizas.

.La Dama de Baza fue hallada en latumba número 155 de la necrópolis ibéricadel Cerro del Santuario (Baza, Granada)durante la campaña arqueológica de 1971,dirigida por el Dr. F. Presedo. Se tuvoespecial cuidado en que la limpieza de laescultura y el cambio climático al sacarlaa la superficie no perjudicara supolicromía. Tras su ingreso en el MuseoArqueológico Nacional, hubo quesometerla a un proceso de aclimataciónque evitara la pérdida del colorido.

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EDAD ANTIGUA. EGIPTO

PLANTA BAJA. SALA 13

le aseguraba la supervivencia en la otravida. En principio esta práctica fue exclu-siva de los miembros de la realeza, perocon el tiempo se popularizó y llegó atodas las clases sociales que se pudieranpagar tan costoso procedimiento. Porotro lado, el rito fue evolucionando yhaciéndose más complejo pero, en sínte-sis, consistía en la maceración del cuerpocon una sal llamada natrón, tras la extrac-ción de las vísceras. Estas también eranmomificadas y guardadas en los vasoscanopos. Una vez macerado el cuerpo, sele envolvía en vendas de lino sobre lasque se colocaba los cartones decorados.

Cuando ya estaba todo preparado para elentierro, se organizaba el cortejo defami-liares, amigos, plañideras y sacerdotesque se dirigía al taller de embalsama-miento donde se introduáa la momia ensu sarcófago. Este ataúd de madera, deco-rado con pinturas e inscripciones religio-sas, se cerraba con una o dos tapas en lasque se representaba en relieve la cara deldifunto. Si éste no tenía suficiente dineropara pagarse un sarcófago, se tapaba sólocon una parte de la tapa de sarcófago: lamáscara o mascarilla, en las que se pinta-ban los rasgbs de su cara.

A continuación, la procesión funeraria setrasladaba hasta la tumba donde, tras laceremonia de "apertura de la boca" paradevolver al difunto sus funciones vitales,se depositaba el sarcófago, los vasoscanopos y el ajuar funerario, cuya riquezay variedad dependía de la potencia eco-nómica del difunto.

sta momia perteneció a un sacer--1 dote, Nespamedu, que tenía al

--' morir unos 55 años. Está toda ellavendada, y no exterioriza ninguna partede su anatomía. Sobre los vendajes, recu-biertos de betún oscuro, lleva un sudariode lino fino y, sobre él, se han colocadocinco plantillas doradas y decoradas consímbolos e inscripciones característicosdel mundo funerario egipcio.

La radiografía nos ha permitido saber laedad del difunto, las enfermedades quepadecía (artrosis y arteriosclerosis) y elmétodo de momificación. Por el tipo deembalsamamiento, esta momia es del p,erí-odo ptolemaíco (320-30 a.C.), aunque conciertos rasgos de épocas anteriores (mate-rial de relleno subcutáneo, relleno de lascavidades orbitales, etc.). La momificaciónde Nespamedu se hizo en un momento enque todavía los rituales de embalsama-miento mantenían su importancia.

El proceso de la momificación tuvo sufundamento en las creencias religiosas yfunerarias del egipcio y formó parte de sucomplejo ritual funerario. El pueblo egip-cio creyó en la existencia de otra vida des-pués de la muerte, puesto que el alma erainmortal. El alma abandonaba el cuerpoen el momento de morir, pero podía vol-ver en cualquier instante junto a él a con-dición de que se conservara intacto, queposeyera una tumba y que se hubiera rea-lizado el servicio funerario.

Por ello, cuando un egipcio moría erasometido al rito de la momificación, queevitaba la descomposición del cadáver y

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Momia de Nespamedu.

Ajuar funerario.El difunto se enterraba con estos objetos (que se puedenver en la misma sala) por diversos motivos. Los amuletos leprotegían porque tenían poderes mágicos. Los objetos

domésticos le permitían seguir haciendo las mismas cosascotidianas en la otra vida. Las figuritas humanas, llamadas

"respondientes" (ushebtis), trabajaban en los campos sus-tituyéndolo si el dios le obligaba a trabajar en el más allá.

Vasos canopos.Recipientes rituales. Cada una de sus tapaderas represen-ta a uno de los cuatro hijos del dios Horus y en cada vaso

se guardaba una víscera específica: Amset, con cabezahumana, guardaba el hígado; Hapi con cabeza de mono,10s pulmones; Duamutef, con cabeza de chacal, el estó-

mago; Quebsenuf, con cabeza de gavilán, los intestinos.

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EDAD ANTIGUA. GRECIA

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PLANTA BAJA. SALA 15 vitrina 14SALA 16 vitrina 9

" no de los objetos más sigtúficati-

I ! vos en. ~l ritual funerario griegoc ...es elleClto. Este frasco de perfu-

me de uso doméstico se convirtió, deco-rado con escenas funerarias sobre fondoblanco, en ofrenda dentro del ámbitofunerario. Era el contenedor del perfumeque simbolizaba la fecundidad y lainmortalidad del espíritu en la que creíael hombre griego. Depositado junto a latumba, llegó a ser señal de la misma.

A través de las imágenes pintadas enestos vasos disponemos de representa-ciones del ritual funerario griego. En ellécito del Pintor de la Inscripción serepresenta la visita a la tumba de dosmujeres, familiares del difunto, paradepositar su ofrenda y adomarla: unade ellas lleva un huevo y la otra unascintas. La escena transcurre en unambiente de recogimiento e intimidad.

Este episodio se inscribe en un ritualfunerario que en Atenas duraba tresdías y variaba en pomposidad y despil-farro según fuera la situación social yeconómica del difunto, aunque en líneasgenerales el ritual fuera el mismo. En elmomento de producirse la muerte, losfamiliares lavaban el cadáver, 10 vestíancon sus mejores ropas, lo adornaban conjoyas y colocaban una moneda en suboca para pagar al barquero Caronte,que conduciría al alma a la otra orilla dela laguna Estigia. A continuación, elcadáver se exponía en la entrada de lacasa. Las escenas de lamentaciones ante

el cadáver con las plañideras llorando ycantando la canción fúnebre se repre-sentan también en lécitos, como el quese expone en la misma vitrina.

Al segundo día se trasladaba el cadáveral cementerio antes del amanecer. Ellecho fúnebre era acompañado por losfamiliares y amigos. En el cementerio seenterraba el cuerpo o sus cenizas en latumba que se señalaba con un monu-mento que, en la Atenas clásica, consis-tía en una estela funeraria sobre escalo-nes como la representada en ellécito delPintor de la Inscripción, ya mencionado.Luego se realizaban libaciones en honorde los dioses de los muertos y del difun-to. La ceremonia de culto ante la tumbase completaba con ofrendas de cintas, devasos que contenían vino o agua y defruta o dulces.

Al tercer día se celebraba el banquetefunerario en honor del difunto, que serepetía al noveno y decimotercer día. Alaño se repetían las libaciones y ofrendas,engalanándose la tumba.

También en las colonias griegas de laMagna Grecia (sur de Italia) y durante elsiglo IV a. C. se usaron los vasos decerámica como recipientes de ofrendas ycomo monumentos funerarios paraseñalar la tumba. En la región de Apuliafueron características las grandes crate-ras de volutas en las que se representa-ba el difunto heroizado bajo un temple-te funerario (naiscos), pintados en blancopara simular el mármol o la piedra.

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Gran ánfora apulia, atribuida al Pintor de la l/iupersis.

ra. A ambos lados de esta escena, serepresentan cuatro personajes con lasofrendas funerarias.

Muerte y representación teatral (con lamáscara y la lira) aparecen aquí relacio-nadas intencionadamante. Ambas tienenen común la idea de transformación,estrechamente vinculada al dios Dioniso,el dios que lo transformaba todo y queofrecía una esperanza personal de trans-cendencia más allá de la muerte, y queaparece simbólicamente representado enel kántharos de esta escena.

..,-Lecito del Pintor de la Inscripción.

En el ánfora apulia se representa unaescena funeraria con el difunto en el cen-tro del templete como un joven conmanto y báculo en la mano, tendiendo laotra a un niño que lleva una lira. En elfondo aparecen colgadas una cinta fune-raria, una máscara (quizás el difuntofuera un poeta trágico) y una fíale o pate-

.Pertenecieron a la colección de

cerámica griega del marqués deSala manca. Fue adquirida por el MuseoArqueológico Nacional en 1874..

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EDAD ANTIGUA. ROMA

PLANTA DE ENTRADA. SALA 21

Aréopago de Atenas, en el que gracias ala votación favorable de la diosa Atenea,arestes es absuelto. En el de la derechase desarrolla una de las escenas finalesdel mito de arestes, en la que es hechoprisionero junto con su amigo Piládes.

El frente de este sarcófago, entendidocomo un friso, ofrece una oportunidadal afán narrativo romano que no habíadado antes la urna cineraria con un fren-te de menor tamaño. La sustitución pau-latina de ésta por el sarcófago fue pro-vocada por el cambio de rito de incine-ración al de inhumación, que se inició enel mundo romano a mediados del siglo11, por influencia de las religiones orien-tales y coincidiendo con la admiracióndel emperador Adriano por el mundogriego. El sarcófago de arestes se dataprecisamente en este momento de cam-bio y, como otros sarcófagos paganos,toma de la mitología griega aquellosmitos que tienen un fondo o núcleo sim-bólico escatólogico alusivo al más allá,al tránsito de la vida a la muerte, o a lapropia muerte.

Realizado para poder ser contemplado,su colocación prevista era el mausoleofamiliar al que sería conducido en unaaparatosa procesión funeraria, que daríala oportunidad a los familiares deldifunto de expresar la medida de sudolor sin escatimar gastos. El lujo semanifestaba tanto en la complejidad delcortejo fúnebre (formado por bailarines,músicos y actores que representaban alos antepasados), como en el consumo

a denominación de este sarcófa-go de mármol, deriva de las esce-

~ nas que de un modo continuodecoran su frente y laterales, relativas almito de Orestes. La escena principal sedesarrolla en el centro donde se encuen-tran Orestes, blandiendo aún el puñalcon el que ha matado a su tío y padras-tro Egistos y a su madre Clitemnestraque aparecen en el suelo.Piládes, juntoa Orestes, sujeta con sus manos el mantode Egistos y mira hacia la nodriza que,horrorizada, se cubre la cara. Formanparte de esta misma escena las Furiasamenazantes, que aparecen tras los cor-tinajes: una, con una serpiente (el remor-dimiento) que acerca al rostro de Ores-tes que lo retira y, otra, con una antor-cha para iluminar el camino de persecu-ción que le espera. Mientras, un esclavoacurrucado se oculta tras un escabel.

En la escena de la izquierda apareceOrestes de pie, apoyado en una roca ydormido, vencido por la fatiga que lehan producido los remordimientos y lapersecución de las Furias, es decir, supropia conciencia. A sus pies duermetambién, agotada, una de las Furias. Laescena de la derecha alude a la consultaque hace Orestes al Oráculo de Delfos,representado por la estatua de Apolosobre un trípode, para conocer el desti-no que le esperaba. Orestes aparece des-lizándose con cuidado para no desper-tar a la Furia dormida.

En el lado menor de la izquierda del sar-cófago se trata el juicio de lo~ dioses del

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Sarcófago de Orestes.

de perfume que se quemaba durante laprocesión, se vertía sobre el cadáver y sedepositaba en la tumba. También lariqueza del sarcófago, del ajuar funera-rio y del mausoleo daban ocasión deexteriorizar el dolor familiar por mediodel gasto superfluo. Este monumentaledificio funerario estaría fuera de la ciu-

.dad, junto a la calzada, porque la muer-te contaminaba. Allí sobresaldría delresto de tumbas señaladas con monu-mentos más modestos, como las lápidaso los nichos para las urnas cinerarias, enlos que los menos pudientes se asegura-ban un entierro decoroso asociándoseen los colegios o mutualidades, quegarantizaban también el cumplimientode las ceremonias funerarias.

Urna cineraria.En esta uma cineraria, procedente de Italia y realizada enel siglo I d.C., se depositaron las cenizas del difunto des-pués de haberlas lavado con vino. Este aparece retratadoen el interior de una laurea, e identificado y recordado pormedio del epitafio escrito en la cartela.

.Este sarcófago procede de Husillos( Monzón, Palencia). Se hallaba en laColegiata de Santa María de DefesaBrava. mencionándolo ya Ambrosio deMorales en el siglo XVI, quién cuenta queBerruguete exclamó al verlo: "Ningunacosa mejor he visto en Italia y pocas tanbuenas",Ingresó en el museo en 1870.

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EDAD ANTIGUA. PALEOCRISTlANO

PLANTA DE ENTRADA. SALA 25

rado a sus pies; Pedro y Pablo conduci-dos ante Nerón.

Cada una de estas escenas debió tenerun significado para la difunta. Así ellamisma se identifica como la orante queaparece con los brazos levantados y lacabeza cubierta en actitud de oración.Su creencia en la fuerza de la oracióncapaz de hacer perdonar el pecado (sim-bolizado en la negación de Pedro) secompleta con su disposición a dar testi-monio y sufrir persecución por su fe(como Pedro y Pablo), con la esperanzaen la resurección (como la de Lázaro), yen la salvación (representada con laentrada en Jerusalén, ciudad sagrada).

El hecho de que este sarcófago se impor-tara desde Roma, unido a su calidad ydeducible enterramiento en un mauso-leo, nos permite suponer que pertenecióa una mujer ilustre, miembro de unafamilia rica y poderosa, porque desde elEdicto de Milán muchos dueños de lati-fundios se convirtieron al cristianismo,arrastrando también a sus servidores yfamiliares.

En efecto, el Edicto de Milán dado por elemperador Constantino en el año 313,reconocía el cristianismo como religiónoficial del Estado, lo cual favoreció quela cristianización se extendiera desde laciudad, donde había arraigado primeroen los menos pudientes, al campodonde vivían los poderosos en sus gran-des posesiones. Por ello, los primerosobjetos cristianos que aparecen en la

E n este sarcófago de mármol, alque le falta la tapa, fue enterradoel cadáver de una mujer romana

que vivió en el siglo IV y que era cris-tiana, como se puede inferir de las imá-

genes.

Como en otros sarcófagos romanos, sufrente se decora con una serie de escenascontinuas que se suceden sin interrup-ción y con el sentido narrativo caracte-rístico de los relieves históricos roma-nos. Para identificar las escenas y dife-renciar unas de otras es necesario recu-rrir a textos religiosos, como la Carta alos Corintios de Pablo, los Evangelios(relatos de la vida de Jesús el Cristo,escritos o recopilados entre los años 70 y100) Y el texto apócrifo Acta del martiriode los Ap6stoles Pedro y Pablo, escritoen el s.lII.

La presencia de símbolos "parlantes"también ayuda a identificar los persona-jes que intervienen: el rollo, o manuscri-to arrollado que constituía el libro anti-guo, aparece siempre en la manos deJesús o de Pedro por ser un atributo del"maestro" que enseña; el emperadorlleva un cetro en la mano y se sienta enuna silla curul, etc.

Así resulta que las escenas narran deizquierda a derecha: la resurrección deLázaro con Jesús ante la tumba repre-sentada como un mausoleo; entradatriunfal de Jesús en Jerusalén; oranteflanqueada por dos personajes; nega-ción de Pedro, con el gallo muy deterio-

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Sarcófago de Berja.

Detalle: La difunta representada como orante.

.Hispania tardorromana son de carácter

personal y representativo, pertenecien-do al dominus o señor del latifundioque, convertido al cristianismo, lo exte-rioriza. En su villa se construye susepulcro monumental o mausoleo encuya cripta o subterráneo se deposita susarcófago y los de su familia, decoradoscon escenas cristianas, suscitando ciertaduda sobre la sinceridad de estaf.' con-versiones, que pudieron ser estimuladaspor el prestigio de practicar una religiónque gozaba de la protección oficial.

.Este sarcófago fue hallado en el parajede Jarela (Berja. Almeria) en el transcursode unos trabajos agrícolas. Tenía restosde pintura roja o morada y dorada. Locubrían tres lajas o piedras de la regióncon claros indicios de reutilización.Ingresó en el museo en el 1929 porcompra del Estado.

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EDAD MEDIA. ESPAÑA MUSULMANA ~

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)LANTA DE ENTRADA. SALA 30

E n la región toledana aparece untipo de monumento conmemora-tivo funerario muy original, cuyo

origen parece que se halla en Túnez. Setrata de cipos sepulcrales con forma defuste cilíndrico, ensanchados en susextremos por sendos anillos planos. Enuno de los frentes se tallaban las corres-pondientes inscripciones identificativasy plegarias a Alah, generalmente sobreestructura rectangular.

Este cipo de mármol gris, pertenecienteal visir Abu Ornar, aparece fechado en1073, durante el período conocido comode los "Reinos de Taifas". Las inscrip-ciones en caracteres cúficos están talla-das sobre fondo rehundido. La centraltrazada horizontalmente se enmarca porotra que la bordea alrededor. Existenvariantes muy significativas de su trans-cripción. En la inscripción central, amodo de cartela, se muestra el siguientetexto: "En nombre de Dios el Clemente yMisericordioso: oh,/ vosotros los hombres,[creed] que las promesas de Dios [son]/ cier-tas; no, pues, os dejéis seducir por las pro-mesas/ del mundo, ni os aparten de Dios los

engaños [del demonio] [Corán, XXXV, 5]./Este sepulcro del Visir muy excelente/ AbuOmar, hijo de Musa. Murió, apiádese de e1Dios,/ la noche del viernes [otra transcrip-ción dice: la víspera del miércoles] en chu-mada se/gunda del año cinco y sesenta ycuatrocientos/ confesando que no hay otroDios sino Alá [único] y / que Mohámedenviado a Dios. La verdad diga Dios sobre e1(Corán,III, 1-4). Año 465 de la Hégira".

Sigue la orla con la siguiente inscrip-ción: "En nombre de Dios el Clemente yMisericordioso hemos abierto para ti unavictoria magnifica para que te perdone Dioslo antiguo de tus culpas y lo posterior [deellas] y te conceda su gracia y te guíe por elsendero derecho y te ampare con su auxiliopoderosó; porque El es el que hizo descenderla paz al corazón de los creyentes, a fin deque se acrecentase (Corán, XL VIII, 1-4).

Este cipo fue reaprovechado posterior-mente por un personaje judío, segúndemuestra la inscripción grabada ensentido longitudinal y en caracteresjudíos, y que dice: "Meir hijo de YahudaDjanaj. Su alma [está] en el Edén".

En el mundo islámico, y de acuerdo conla austeridad y el sentido igualitario delIslam, el enterramiento se hacía singrandes ceremonias y no se permitíanseñales de ostentación en las tumbas,tales como mausoleos o grandes monu-mentos funerarios. Sin embargo y apesar de su relativa sencillez, las tumbashispano-musulmanas son muy diversasaunque tienen en común la disposicióndel cadáver, colocado de lado y con lacabeza vuelta hacia la Meca.

Las tumbas más modestas se solían mar-car con una sola piedra, tosca y sinlabrar, a la cabecera. En el caso de per-sonas con mejor situación socio-econó-mica se señalaban con dos estelas, una ala cabecera y otra a los pies; o con unaestela sobre plinto y escalones; o biencon una estela discoidal de cerámica

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vidriada. En otras ocasiones la tumba serecuadraba con losas de piedra o conladrillos hincados en tierra por su ladomayor y que por la parte vista se deco-raban con esmaltes blancos y con dibu-jos e inscripciones alcoránicas azules.Hay estelas sepulcrales decoradas conun arco ciego con poco relieve y bordea-do con una faja epigráfica a la que sepuede añadir, algunas veces, decoraciónvegetal. El cipo, ya mencionado e hinca-do en la cabecera, fue otra manera deseñalar la tumba.

Las inscripciones funerarias suelen con-tener los mismos datos personales: elnombre, la filiación y, a veces, la fechade la muerte. El resto del epitafio es decarácter religioso, conteniendo tambiénelogios para el difunto e, incluso, para elque lea la inscripción.

En general entre los musulmanes elcementerio no era un lugar apartado ycerrado; de forma similar al mundoromano se situaba en la proximidadesde los caminos y extramuros de la ciu-dad, siendo muy visitados.

Cipo sepulcral de Abu Ornar.

.Hallado en las proximidades de laiglesia de Sta. leocadia de Toledo. porAmador de los Ríos.Ingresó en el Museo ArqueológicoNacional en 1916.

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EDAD MEDIA. REINOS CRISTIANOS

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PLANTA DE ENTRADA. SALA 31

Esta tapa perteneció a la tumba deAlfonso Ansúrez, hijo del conde PedroAnsúrez y de la condesa Elion, muertoen el año de la era hispánica 1131 (año1093), según dice la inscripción funera-ria (lauda) que figura en la parte supe-rior: IN ERA MCXXXI VI IDUSDECEMBRIS OBIIT AN/FOS PETRIANSUREZ COMITIS ET EYLONISXOMITESSE CARUS FILIUS". Estaimportante familia nobiliaria, muy cer-cana al rey Alfonso VI (1072-1109), eli-gió para el enterramiento el florecienteMonasterio de San Benito en Sahagún(León, hoy desaparecido), cabeza de lareforma cluniacense y protegido por elrey Alfonso VI que, posteriormente, lohizo panteón real.

La tapa de este sepulcro se decora conun programa iconográfico original, delque no se conoce la fuente de inspira-ción y cuyo tema de fondo es la trans-migración del alma. El difunto vestidocon una larga camisa, parece incorpo-rarse a instancias de una mano en gestode bendecir que surge de una bóvedaceleste representada a base de semidr-culos concéntricos formados por estre-llas. La escena, como ocurre con el restode las figuras, está acompañada por unainscripción explicativa, que en este casodice: DEXTRA XRISTI BENEDECITANFUSUM DEFUNTUM. A la derechade la mano de Cristo y la figura deAlfonso, la cual no debe ser interpretadacomo un retrato, aparece un águila con

un libro entre las garras, símbolo delevangelista S.Juan: SANCTUS IOHAN-NES. Más a la derecha tenemos a losarcángeles Miguel y Gabriel: MICHA ELARCHANGELUS y GABRIEL ANGE-LUS; el primero portando una cruz y elsegundo un incensario, señalandoambos en dirección a la mano de Cristoy el difunto. En la otra vertiente de latapa hay dos parejas simétricas de serestambién alados con un cáliz en el centrode la escena. Estas figuras son el arcán-gel Rafael y los evangelista Marcos,Lucas y Mateo: "RAPHAEL ANGELUS,MARCUS ET LUCAS EV ANGELISTE yMATHEUS EV ANGELIST A ". Los cuatrollevan libros en una mano y con lo otraseñalan hacia el cáliz.

Esta representación del mundo celestialpor medio de símbolos y figuras aladasentre las que encuentra el difunto,muestra una preocupación por la salva-ción del alma y por la suerte que éstapuede correr tras la muerte.

El deseo de felicidad ultraterrena unidoa cuestiones de prestigio social pudomotivar la elección del monasterio comoúltima morada de Alfonso Ansúrez. Elinterior de los templos fue, durante laEdad Media y a pesar de que la Iglesia semostraba en desacuerdo, el lugar másatractivo para enterrarse. Ser enterradoen un lugar sagrado, donde por mediode las imágenes, la celebración litúrgicay la presencia de reliquias de los santosse reafirmaba la cercanía con la divini-

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Lauda sepulcral de Alfonso Ansúrez.

Detalle: MATHEUS EVANGELISTA.

dad, suponía una preferencia que se pro-curaba mediante donaciones realizadasa la iglesia o monasterio donde reposarí-an sus restos tras la muerte. Esta entregade bienes y propiedades, conocida comocuota pro anima y que era, en definitiva,una limosna piadosa extraída de lariqueza terrenal para la consecución dela felicidad ultraterrena, pone de mani-fiesto la honda preocupación medievalpor la suerte que corría el alma trasabandonar el cuerpo y a la espera delJuicio Final, momento en el que el almaretorna al cuerpo resucitado.

.Esta cubierta sepulcral fue localizadapor Gómez Moreno en el cementerio deSahagún, fue vendida al Fogg Museum deHarvard, Cambridge, Massachusetts yrecuperada por España mediante unintercambio en 1932.

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EDAD MEDIA. REINOS CRISTIANOS

PLANTA DE ENTRADA. SALA 33

L a persona a la que perteneció estesepulcro de alabastro, dorado ypolicromado, fue Dña. Constan-

za de Castilla, nieta de Pedro 1 el Cruely de Juana de Castro, que fue priora delconvento de Santo Domingo desde 1416,al menos, hasta 1465 y en el que realizónumerosas obras para mejorar el con-junto. Al morir, en 1478, fue enterradaen el coro del monasterio, cobijada porun arco rebajado, en donde aparecía unainscripción que daba constancia de suorigen.El sepulcro se divide en dos partes: lacama, donde descansa el cuerpo de layacente; y la peana o cuerpo, decoradocon diversas figuras. Doña Constanzaaparece vestida como dominica, vestidu-ras que tienen un lenguaje simbólico (ajuzgar por algunos sermones medieva-les) siendo el hábito blanco símbolo de lavirginidad y honestidad, la capa negra,de penitencia y mortificación, y el velorepresentaría la humildad y obediencia.La cabeza se apoya sobre un rico almo-hadón y tiene las manos unidas sobre elpecho, en actitud de oración, sosteniendoun libro-bolsa y también un largo rosa-rio. En los extremos de la cama dospequeñas figuras vestidas con hábitosdominicos y arrodilladas con las manosunidas, interpretadas primero como dossobrinas religiosas de Doña Constanza,representan a los acompañantes de ladifunta en sus exequias fúnebres. En elcentro de la peana, dos ángeles tenantessostienen el escudo de armas de los Cas-

tilla, a ambos lados dos figuras femeni-nas representan a cuatro de las Virtudes:Prudencia (actitud reposada e inscrip-ción identificativa), Fe (cruz e inscrip-ción), Esperanza (actitud expectante), yTemplanza (figura trasvasando líquidode una vasija a otra). Se ha querido ver enesta representación de las Virtudes unpanegírico a la perfección moral de ladifunta, aunque también es posible quese trate de un mensaje dirigido al resto dela comunidad monástica, que vería refle-jada en el sepulcro una actitud vital ypautas de comportamiento que debían

respetar y cumplir.No hay época que haya experimentadotal atracción y respeto al mismo tiempopor la muerte como la Edad Media, yelsiglo XV en particular. La muerte se con-cibe como un paso a una nueva vida, ladefinitiva y realmente importante, perono por ello se desprecia el prestigio yposición social que el difunto ha adqui-rido en esta vida terrena y que encuen-tra su reflejo en el sepulcro, y en el com-plicado ritual funerario que se desarro-llaba con el fin de conseguir el descansoeterno del alma.

En estos casos los ritos de las exequiasestaban constituidos por las ceremoniasque tenían lugar en dos ámbitos diferen-tes, la casa del difunto y la iglesia dondetendría lugar el enterramiento, separa-das ambas por una ceremonia interme-dia, la procesión solemne que marcabael paso del ámbito privado y familiar alámbito oficial y sagrado.

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Sepulcro de Doña Constanza.El enterramiento en el interior de la igle-sia estaba reservado para las más altasdignidades o individuos de elevadaposición social que, sin embargo, podí-an señalar su tumba de muy diversasmaneras dando lugar a una gran varie-dad de tipos: desde la simple losa sepul-cral en el suelo, al enterramiento en unmuro bajo arcosolio, a la capilla funera-ria de carácter familiar, y al enterra-miento exento con el sepulcro colocadoen un lugar destacado. El coro fue unode estos lugares de privilegio dondepodía ser enterrado un personaje muyvinculado o ligado a la comunidad queregenta el templo, como fue el caso dedoña Constanza.

Este sepulcro fechado hacia 1490-1500,es un magnífico ejemplo de la esculturafuneraria de la etapa final del Gótico,dentro de la corriente hispano-flamencade finales del siglo XV, relacionado conel importante foco toledano.

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Page 32: SERIE GUíAS DIDÁCTICAS. MUSEO ARQUEOLOGICO … · este museo y cuyo significado concreto será explicado en relación con su contexto cultural. 3. PALEOLíTICO 5.. 4 ... los yacimientos

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