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El Roto entre escombros 3
El radio efectivo de un quark dentro de un protón 9
Folk y literatura 11
Ganar un lugar en el mundo 14
La espuma de los días 17
La inteligencia 19
Novelas que han salvado vidas 22
Visualizan la propagación hacia el pasado de pulsos ópticos superlumínicos 24
Mientras tanto, su ausencia sigue doliendo 28
Príncipe Azul, II 31
Vivir al sol 33
Misiones a Marte, fundamentales para entender el origen de la vida y la historia de La Tierra 38
Ondas de densidad de pares de Cooper en un cuprato 41
Espía de los mundillos 43
Esta escritora cree que nuestra librería es sonrojante. Y tiene un poco de razón 46
El antropólogo de la singularidad 49
Dolores de cabeza 54
Los libros para colorear no son sólo para niños 57
La centralidad de la “criada” 60
El cambio climático influye en el movimiento polar 63
Nos vemos en esta vida o en la otra 68
La batalla contra los virus no está perdida: Rolf Zinkernagel, Nobel de Medicina, en la UNAM 71
El que no quiere ver 74
Personajes que confiesan crímenes al oído del lector 76
El Colmex busca acercar el pensamiento a los 'mortales' 79
La rebelión de las masas 81
Nadie quiere a los filósofos 84
“La evolución del universo” de David Galadí-Enríquez 87
La génesis del cronista de las revoluciones 91
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2 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Muchacha ojos de papel 94
Secuenciación del ADN procesa material genético en 30 días; antes, hasta en 10 años 96
El miedo colectivo 99
Carlos Franz: “Para escribir hay que ser romántico y científico” 101
Lectura del pasado 105
Arquitectos contra la intemperie global 108
Una nación de palabras 111
“Bacterias, bichos y otros amigos” de David G. Jara 116
Las ciencias sociales y las humanidades en méxico 121
Editores en guerra 125
Un futuro bilingüe para EE.UU. 129
Retrato del artista como camaleón 131
Cervantes en cautiverio 133
El retorno de Frank 137
La estufita interior 145
El filósofo y la pornografía del poder 148
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3 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
El Roto entre escombros
Andrés Rábago publica un nuevo recopilatorio de dibujos satíricos que muestran “los cascotes de la crisis”
MANUEL MORALES
Madrid 22 ABR 2016 - 10:28 CDT
Ver fotogaleríaDibujo de Andrés Rábago, 'El Roto', publicado en la prensa. EL ROTO
Una elegante pareja dialoga: “Debemos ser solidarios, podemos permitirnos tener algún criado más”, dice él.
“¡Eres un buenazo!”, contesta ella. Andrés Rábago, El Roto(Madrid, 1947), vuelve a la carga con un nuevo
libro, Desescombro, de la editorial Reservoir Books, que recoge un centenar de viñetas publicadas en prensa
en 2014 y 2015 y que, esta vez, se acompaña de una exposición en la galería Caja Negra, de Madrid, donde
pueden verse 50 de esos dibujos hasta el 4 de junio.
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4 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
El escritor y columnista de EL PAÍS Manuel Vicent, encargado de hacer las presentaciones y prologuista del
libro, recordó su antigua amistad con Rábago, que entonces firmaba Ops, desde los tiempos del célebre
semanario satírico Hermano Lobo, publicado entre mayo de 1972 y junio de 1976. "En las reuniones para
preparar la revista, que eran en un restaurante, estábamos Chumy Chúmez, Forges, Perich, Manolo Summers,
Paco Umbral, El Roto y yo. Él [por Rábago] nunca hablaba, era el silencio para sumergirse en las vísceras de
la sociedad". Ops se caracterizaba por "dibujos crípticos, metáfora de la cloaca máxima", y con la democracia
en España mutó en El Roto, "para hacer unos dibujos satíricos que expresan el escombro de la sociedad",
añadió Vicent. "Pero el mundo no es tan terrible como lo pinta él".
El análisis lúcido y ácido del país continúa a diario en EL PAÍS, con viñetas como en la que se ve a un joven
lavando platos que afirma: "Soy licenciado en física cuántica, pero ahora trabajo de lavaplatos en Londres
para pagarme los estudios de camarero en Berlín". Como escribió Vicent en EL PAÍS el pasado 20 de
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marzo sobre este "dibujante dinamitero": "Cuando habla, dibuja, pinta o calla, no se sabe a ciencia cierta
quién de los tres lo hace, si Andrés Rábago, Ops o El Roto".
Cuando le llegó su turno, El Roto, fiel a sus dibujos, habló poco. "A veces me dicen que por qué no escribo,
pero si es que a las cuatro líneas ya estoy aburrido", bromeó. Sobre Desescombro,apuntó que "es un intento de
recorrer los cascotes de la crisis y resumir el derrumbe, que ha sido provocado". A pesar de que sus dibujos
están pegados al día a día, "es un recopilatorio con intención de atravesar el tiempo y que sea legible en el
futuro".
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6 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Como en anteriores entregas, hay un resquicio de esperanza. "Todos tendremos que ver qué se ha
derrumbado y construir algo más sólido", dijo el premio Nacional de Ilustración (2012).
Preguntado por la actualidad política española, de un Gobierno en funciones y un país abocado a nuevos
comicios generales, Rábago descartó que esto pueda ser materia interesante para un futuro libro: "No es un
asunto relevante porque es el teatrillo de la política. Aunque tengo claro que si hay elecciones, no debería
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presentarse ninguno de los que ya han sido candidatos, por incompetentes para entenderse entre ellos y, sobre
todo, para entender lo que les hemos dicho los votantes". Vicent apostilló: "Ninguna empresa privada seria los
contrataría".
El coloquio con los asistentes que llenaron la galería viró hacia la crisis de la prensa de papel y el papel de
Internet. Tras alertar El Roto que "pasamos el día como las polillas, atraídos por pantallas luminosas", destacó
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que la información en los periódicos impresos, dividida en secciones, "está mejor estructurada, y eso crea
estructura en el lector". "Sin embargo, en las webs aparecen noticias de áreas distintas una al lado de otra. Si
la información está menos estructurada, es más fácil manipular al lector", sentenció. De Internet y redes trata
otro de los dibujos de Desescombro, en el que se ve a tres peces atrapados en una red de pescar y uno de ellos
se lamenta: "Ya os advertí que las redes sociales también eran redes".
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/04/11/actualidad/1460388806_533224.html
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9 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
El radio efectivo de un quark dentro de un protón
Francisco R. Villatoro20ABR16
Las colisiones electrón contra protón en el colisionador alemán HERA (Hadron-Electron Ring Accelerator)
permiten estimar el radio de un quark dentro de un protón. El resultado tras acumular 1 /fb de colisiones es un
radio R < 0,43 × 10−16 cm al 95% CL, es decir, unas 2000 veces menor que el de un protón. En realidad el
resultado obtenido es −(0,47 × 10−16 cm)² < R² < (0,43 × 10−16 cm)², al 95% CL, es compatible con cero.
El artículo es ZEUS Collaboration, “Limits on the effective quark radius from inclusive ep scattering at
HERA,” Physics Letters B (12 Apr 2016), doi: 10.1016/j.physletb.2016.04.007; más info. en O. Turkot (On
behalf of ZEUS Collaboration), “Limits on the effective quark radius from inclusive ep scattering at HERA,”
24th International Workshop on Deep-Inelastic Scatterring and Related Subjects, 14 April 2016 [slides in
PDF]. Más información en Jon Butterworth (@jonmbutterworth), “Grains of sand in Hamburg. Because
quarks are just too small,” The Guardian, 07 Apr 2016.
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10 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
HERA ha estudiado las colisiones electrón (y positrón) contra protón entre los años 1992 y 2007 (HERA I
entre 1994 y 2000 y HERA II entre 2002 y 2007). El modelo estándar de la física de partículas predice que el
radio de un quark debe ser cero (más pequeño conforme la energía del quark crece). Salvo que el quark esté
compuesto de partículas más fundamentales (como el protón está compuesto de quarks y gluones), el tamaño
de una quark se puede reducir hasta la escala de Planck (dándole una energía comparable a la escala de
Planck). Por ello en colisionadores como HERA sólo podemos obtener una cota máxima a su radio.
http://francis.naukas.com/2016/04/20/el-radio-efectivo-de-un-quark-en-un-
proton/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+naukas%2Ffrancis+%28L
a+Ciencia+de+la+Mula+Francis%29
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11 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
LLEGA LAURA MARLING
Folk y literatura
La inglesa marca una diferencia sustancial con respecto al resto de las cantantes y compositoras actuales.
Jorge Fondebrider01 abr 2016
EN EL panorama de la música de hoy, Laura Marling es un bicho raro. Quizá sea una de las cantantes más
originales de los últimos diez años y quien la escucha, dada su maestría y originalidad como compositora, se
siente tentado de compararla por ejemplo con Joni Mitchell. No es que cante como ella, ni que componga el
mismo tipo de tema en el que el elemento autobiográfico está bien presente. Pero lo que sí tiene es ese mismo
impacto emocional, esa intensidad que abre una diferencia sustancial respecto del resto de las cantantes y
compositoras actuales. En breve llega a Montevideo en el marco de una gira latinoamericana.
MIEDOS E INSEGURIDADES
Nacida el 1° de febrero de 1990 en Eversley, un pueblo del distrito de Hart, al noreste de Hampshire,
Inglaterra, es la menor de tres hermanas. Criada en el seno de una familia acomodada, fue iniciada en el folk
por su padre, Sir Charles William Somerset Marling, quinto barón de los Marling, propietario de un estudio
de grabación. Él moldeó su gusto y también la impulsó a que, siendo muy joven, aprendiera a tocar la
guitarra.
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12 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
A los 15 años, mientras todavía estudiaba en la Leighton Park School, una escuela cuáquera de la que salieron
muchos políticos, intelectuales y artistas, empezó a componer sus propias canciones. No obstante, el ambiente
de esa escuela privada no le era propicio. En su momento declaró: "No había descubierto cuál era mi tribu. En
mi último año de escuela sufría continuos ataques de pánico. Tuve buenas notas y terminé a los 16". A esa
edad se fue a vivir a Londres con su hermana mayor, y empezó a frecuentar a otros jóvenes interesados en la
música de tradición folklórica, como también en la composición.
Por ese entonces en toda Gran Bretaña y en Irlanda surgía una nueva oleada de artistas que empleaba
instrumentos acústicos, a la vez que flirteaba de forma vaga con las melodías tradicionales. Los nombres que
circulaban eran los de Seth Lakeman, Mumford and Sons, Stornoway, Tom McRae, The Unthanks y Thea
Gilmore, entre otros. La banda acústica Noah and the Whale también integraba esa nueva generación de
representantes de lo que la crítica llamó nu folk y, en los Estados Unidos, neo-folk. Con estos últimos, cuyo
cantante y guitarrista Charlie Fink era por entonces pareja de Marling, ella hizo su debut profesional en 2006.
A los 16 años, como tantos otros chicos, Laura Marling puso dos canciones compuestas por ella en My Space.
Alguien que buscaba talentos para una compañía discográfica las oyó y vio en ellas una oportunidad. Grabó
de inmediato un EP y poco después admitió:"Gracias a ese primer disco pude librarme de esas canciones que
no me gustaban". Pero hubo gente a la que sí le gustaron porque, casi de inmediato, con apenas 17 años, grabó
su primer álbum, Alas, I Cannot Swim, editado en 2008. Producido por Charles Fink y con la contribución de
Marcus Mumford, futuro novio de la joven. El disco vendió unas cien mil copias en Gran Bretaña y, de la
noche a la mañana, la instaló como gran promesa entre las cantantes y compositoras de su país, proyectándola
fuera de fronteras a la velocidad de la luz.
Desde entonces Laura Marling ha grabado I Speak Because I can(2010), disco que incluye la maravillosa
canción "Goodbye England (Covered in Snow)" y que le ha valido su primer Brit Award en la categoría
solista femenina; A Creature I don't Know (2011), Once I Was an Eagle (2013) y Short Movie (2015),
álbumes muy distintos unos de otros, pero en donde destaca la calidad de la composición y la originalidad en
la interpretación. Se observa una muy clara línea que va de la utilización de los propios miedos e
inseguridades como fuente de inspiración —y según ella misma ha dicho, como manera de expiarlos— a la
paulatina incorporación de elementos literarios (cartas escritas por mujeres durante la Segunda Guerra
Mundial, fragmentos de libros, utilización de personajes literarios). Así ha sido el proceso compositivo de una
mujer que empezó a los 15 y que ahora apenas va por los 26 años, pero que ha sabido atesorar un
extraordinario poder de observación.
En 2013, pese a su estilo muy británico, se instaló en Silver Lake (Los Ángeles, Estados Unidos), para volver
al cabo de un año a Londres. Poco después dijo: "No creo que los ingleses sean más introspectivos, pero hay
una gran diferencia entre la manera aceptable de hablar en Inglaterra y el modo en que se habla en Los
Ángeles o en los Estados Unidos en general. Cuando vivía en Los Ángeles extrañaba el cinismo inglés y
ahora que vivo en Londres, extraño la apertura de los estadounidenses". También a su vuelta comentó que, de
algún modo, su tiempo en América le había permitido recuperar algo así como su adolescencia. Se lo dijo a
Laura Snapes, quien la entrevistó en el blogRookie: "Cuando me mudé a Los Ángeles, o tal vez incluso antes
de eso, había decidido liberar a la banda por un tiempo ya que ésa era una responsabilidad muy pesada. Libre
de eso, me dispuse a estar en Los Ángeles, pero no me instalé en ningún lado. Por un tiempo surfié de un sofá
a otro en casa de amigos, y eso me resultó liberador, aunque incómodo porque no me gusta pedirle favores a
la gente. Y además intenté experimentar lo que la gente experimenta en los últimos años de la adolescencia.
Nunca había ido a un club. Nunca iba a los bares por ir a un bar, sino porque eran los únicos lugares abiertos
cuando terminábamos los shows".
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EN LOS BRAZOS DE EXTRAÑOS
Verla en vivo es toda una experiencia: alta, rubia, apenas armada de una guitarra y eventualmente
acompañada por músicos jovencísimos, quienes, a su vez, dominan varios instrumentos cada uno, canta sin el
menor esfuerzo y a veces parece que hablara. Y a pesar de que no es una folklorista en el sentido tradicional
del término, se suele presentar sola, como lo hizo las repetidas veces que estuvo en el célebre programa de
Jools Holland de la BBC, y también como lo hizo durante su residencia estadounidense.
En más de una oportunidad dijo que ese momento de exposición es el que más le cuesta porque es como
lanzarse a los brazos de unos extraños que pagan para verla, algo muy distinto a lo que se vive cuando uno
compone. Admitió asimismo ser "una persona solitaria, pero a la que le gusta la gente. No soy una
misántropa. Pero me gusta la idea de hablar sólo cuando es estrictamente necesario. Lo más cerca que estoy
de la gente es cuando comparto una experiencia".
Elegida por Neil Young como telonera (ella misma hace una espléndida versión de "The Needle and the
Damage Done" del canadiense), tocará en Buenos Aires —donde ya tocó en 2011—, San Pablo, Río de
Janeiro, Lima, y se presentará por primera vez en Uruguay (La Trastienda, 12 de abril).
http://www.elpais.com.uy/cultural/folk-literatura-laura-marling.html
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Ganar un lugar en el mundo
Vasos comunicantes. El escritor y editor Víctor F. Freixanes es una de las principales figuras de la cultura
gallega que vienen a la Feria. Presentará novela y nueva editorial: Mar Maior.
POR SUSANA ROSANO
Difundir la cultura gallega. Ese es el objetivo del escritor Víctor Freixanes con la editorial Mar Maior.
Escribo en gallego y soy un escritor en lengua gallega.” Así se reconoce Víctor F. Freixanes. Y aunque
asegura que afortunadamente los autores gallegos están siendo regularmente traducidos, la difusión de esta
literatura tiene algunos problemas, entre otros, los prejuicios. A pesar de su excelente calidad, el escritor
señala que no es fácil en España salir a los mercados internacionales desde lenguas españolas que no sean el
castellano hegemónico y dominante, como es el caso del gallego, el catalán y el vasco. En este sentido,
Freixanes es contundente: “Queremos estar en el mundo: no somos una cultura local”.
Freixanes acaba de llegar a Buenos Aires para participar de varias actividades de la Feria del Libro, entre ellas
la presentación de la editorial Mar Maior. Exquisito novelista, su última obra, Caballo de oros , fue publicada
por Siruela. Esta novela cierra una trilogía, que comenzó con O Triángulo inscrito na Circunferencia (Premio
Blanco Amor, 1982), editada en castellano por Carlos Barral, y A cidade dos Césares (Premio Torrente
Ballester 2003), aún no traducida al castellano. En palabras del propio autor, la trilogía implica una
interpretación ficcional de Galicia: de sus mitos, sus tradiciones, sus epopeyas, sus frustraciones, sus
relaciones con América, muy especialmente en Cuba y la Argentina.
Caballo de oros cierra un ciclo; con la memoria trágica de la Guerra Civil española como telón de fondo,
narra la historia desde “los que se quedaron al otro lado del silencio”, según se advierte en una de las
dedicatorias del libro. La novela, coral y compleja, tiene una fuerte vocación de estilo y se desarrolla en la
posguerra más dura: los años 40 y 50.
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–¿Se escribe para desterrar el olvido? ¿Se escribe contra la impunidad?
–Se escribe para los lectores y en gran medida para nosotros mismos: para explicarnos y encontrarnos, diría
yo, tanto individual como colectivamente. La tragedia de la Guerra Civil española marcó nuestra generación
muy profundamente, entre otras cosas con el miedo, a causa de la fuerte represión que padecimos, aunque en
el caso de Galicia, y en el conjunto de España también, el exilio desempeñó durante décadas un papel de
resistencia y dignidad muy importante.
–¿Para escribir esta novela le fue necesario realizar una exhaustiva investigación documental?
–En parte. También hay una recuperación importante de lo personal. Todos tenemos una historia detrás y, en
muchos aspectos, esa historia personal y familiar aflora en el relato. El mundo del wolframio en los años 40 y
50, por ejemplo, el contrabando como economía de resistencia, la lucha de la guerrilla en las montañas, la
degradación de las relaciones humanas entre gentes a veces muy próximas, incluso familiares, la emigración,
las mujeres.
–¿Darle voz a la “gente común” implica algún grado de compromiso en su función de escritor?
–Cada escritor escribe desde su tiempo y desde su experiencia personal, que en gran medida es la
interpretación que, a través de la ficción, hace del tiempo histórico que le tocó vivir. En ocasiones, la
literatura de ficción, la novela, refleja la realidad compleja de un modo mucho más rico que la mera relación
de hechos históricos. Hay mucha más verdad en algunas novelas que en los grandes tratados de historia. Son
realidades complementarias. En mi caso, utilizo personajes históricos, pero la gran fuerza del relato reside
efectivamente en lo que denominamos “gente común”. Galicia, en su conjunto, es un producto de esa gente,
también en la Argentina.
–¿Cómo surge Vilanova de Alba, esta ciudad imaginaria?
–Es una recreación ficcional de Galicia, aunque en muchos aspectos se inspira en la ciudad de Pontevedra, la
capital de las Rías Bajas. Decía Torrente Ballester que Pontevedra y las ciudades pequeñas en general son
microcosmos en los que está toda la condición humana: las grandes pasiones, las grandes locuras, las grandes
ensoñaciones, los fracasos, los desastres, las ambiciones… Los vilanoveses somos todos nosotros.
–Quintín de Borela, el narrador de la novela, demuestra un claro esfuerzo por rescatar la tradición oral
galaica. ¿Cómo ha sido el trabajo de traducir su musicalidad al castellano?
–No ha sido nada fácil. Xosé Antonio López Silva, el traductor, ha hecho un excelente trabajo para recrear ese
universo en español. El idioma gallego tiene una música especial que en parte se fundamenta en su poderosa
tradición oral. La generación de nuestros abuelos, que habitaban las aldeas, era una generación de magníficos
narradores orales. Eso lo refleja muy bien Nélida Piñón, la novelista brasileña de raíces gallegas, en su
libroLa república de los sueños , por ejemplo, y María Rosa Lojo o Claudia Piñeiro, escritoras argentinas de
ascendencia gallega, en muchos de sus relatos.
–¿En qué consiste el proyecto editorial de Mar Maior que será presentado en esta Feria del Libro?
–Editorial Galaxia, empresa fundada en 1950 desde la resistencia interior a la dictadura y al servicio de la
lengua y la cultura gallegas, es una institución fundamental para entender la Galicia contemporánea. Algunos
de sus fundadores (Otero Pedrayo, Ramón Piñeiro, Francisco Fernández del Riego, Xaime Isla Couto) son
figuras gigantescas, que mantuvieron viva nuestra dignidad y nuestro discurso cultural y político, junto con la
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labor impagable de los exiliados, como Luis Seoane, Eduardo Blanco Amor, Lorenzo Varela, Castelao. Un
discurso abierto, democrático y, al mismo tiempo, integrador. Mar Maior nace como una plataforma de
proyección cultural de los creadores gallegos, clásicos y contemporáneos, para darlos a conocer en el mundo.
Buenos Aires fue, desde 1936 a 1962 por lo menos, la capital cultural de Galicia. No es casualidad que
presentemos aquí Mar Maior. En su Historia de Galicia , Ramón Villares se refiere largamente a “la Buenos
Ares gallega”. Ahí están muchas de las razones de nuestro proyecto.
FICHA
Víctor F. Freixanes
Presentación de su novela “Caballo de oros”.
Fecha: 26 de abril a las 17 hs.
Lugar: sala L. Lugones, Feria del Libro.
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Ganar-lugar-mundo-Victor_Freixanes_0_1564043596.html
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Kenneth Bernard
La espuma de los días
Autor norteamericano altamente considerado por la crítica de su país, Kenneth Bernard practica una literatura
sutil y epifánica. La publicación de Unas pocas palabras, un pequeño refugio, permite abordar a un escritor
escasamente difundido en la Argentina.
Por Damián Huergo
Unas pocas palabras, un pequeño refugio. Kenneth Bernard Fiordo 128 páginas
Existen pocos libros que desde su mismo título nos cuenten todo su contenido y que, además, suelte hilos para
un posible manifiesto vital y literario. Es el caso de Unas pocas palabras, un pequeño refugio del neoyorquino
Kenneth Bernard, un escritor más que celebrado por la crítica sofisticada de su país. La editorial Fiordo se
ocupó de traducirlo y de hacerlo circular en un volumen que incluye varios de sus mejores relatos. Una
pequeña muestra de una obra consolidada que funciona como una especie de calle marginal de la literatura
norteamericana contemporánea. Una calle ilustrada, excéntrica y poética que tiene la virtud de llevarnos a
ninguna parte. O, en el mejor de los casos, nos arroja con humor y demasiada altura a un vacío que está
debajo del suelo que pisamos a diario.
En los relatos breves de Unas pocas palabras, un pequeño refugio parece no haber desdoblamiento entre el
narrador y el autor. La voz pausada del primero acompaña los pasos aún más lentos del segundo. Kenneth
Bernard, como si fuese un flâneur de la vida doméstica (precisamente dos de los mejores textos del libro se
llaman “Caminar” y “Flâneur”) parte de un acontecimiento cotidiano para mediante un espiral narrativo
ascendente elevar la contemplación terrenal a una dimensión metafísica. El punto de largada para que irrumpa
el rayo epifánico puede ser el ingreso de un murciélago a una habitación conyugal, la visión de un animal
atropellado en la banquina o como sucede de modo recurrente, la visita a los mundos que contiene la
biblioteca del autor.
Cada uno de los diecinueve relatos del libro va horadando una sabiduría que Bernard revela de a gotas. Recién
en los párrafos finales aparece la forma definitiva; el redondeo perfecto de una idea, de una iluminación que
cae con una fuerza suave similar al punch que daba Joaquín Giannuzzi en el último verso de sus poemas. Por
ejemplo en “Foxtrot y otras cuestiones”, Bernard construye una tesis partiendo de un dato menor de la gran
artista rusa Liubov Popova. Se pregunta por los motivos que llevaron a los biógrafos a ponderar su labor
revolucionaria, su obra y su triste final en detrimento de su talento para el baile, como si esta última capa de
su personalidad no fuese fundamental para conocerla. En una sintonía similar, en el cuento que le da nombre
al libro, Bernard despliega el corpus filosófico sobre el que se sostiene el sentido de su escritura: “Con el
tiempo uno debe darse cuenta que cada nombramiento niega, o por lo menos negocia, la historia del mundo,
agranda el vacío, y si no es capaz de escuchar las sílabas silenciosas, los sonidos del desorden infinito, uno no
sabe nada, apenas roza la superficie”.
Con procedencias distintas (aunque en el fondo del cuadro asome el perfil de Samuel Beckett) pero con estilos
y búsquedas semejantes, Kenneth Bernard comparte el territorio del relato breve con autores de la importancia
de Lydia Davis y David Markson. De la primera sin llegar a la ultrabrevedad de sus últimos textosse reconoce
cierta familiaridad en el uso del recurso del listado como género narrativo poético; además de una devoción
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compartida por la gramática y las posibilidades del lenguaje dicho y no dicho. Del segundo, lo emparenta la
forma experimental de sus derivas interiores y algunas inquietudes intelectuales, como los modos de
intervenir un texto, tal como sucede en “La guerra de los notalpieístas y los notalfinalistas”.
La lectura de Unas pocas palabras, un pequeño refugio genera la extraña sensación de entrar, por un tiempo
breve. a un paréntesis de lucidez en medio del devenir cotidiano. Un sacudón de sentido sostenido en detalles
menores; un refugio que nos ayuda “a atravesar otro día”, como señala en el maravilloso relato filial
“Ahorrar”. Kenneth Bernard, como nos anuncia desde el título, escribe y piensa con uno ojo puesto en las
cuestiones pequeñas, escuchando el silencio que hay entre las sílabas, a la caza de “las palabras indecibles que
siempre están ahí, esperando”.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-5825-2016-04-16.html
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La inteligencia
Guillermo Fadanelli
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A lo largo de la vida uno se encuentra con juicios que, en sí, poseen un alto valor de verdad, pero que resultan
demasiado vagos e imprecisos o, como atinó a sugerir Wittgenstein, se trata de palabras que crean problemas
innecesarios. Cuando a alguno de ustedes lo han llamado “ignorante” a secas, como sinónimo de analfabeta o
incapaz de saber, o falto de recursos, tal juicio o palabra no significa nada si no va acompañado de una
especificación o de un relato que acentúe la precisión del juicio. Si alguien afirmara que usted es un ignorante
respecto a la topología o a un periodo determinado de la historia de Yucatán, pues ese alguien sólo tendría que
probarlo y comprobar que es un hecho que usted no sabe nada o no tiene idea respecto a la citada rama
matemática o a los sucesos históricos de la época referida. Sin embargo, si lo llaman “ignorante”, en general,
como intento de descripción, entonces tienen razón, no hay nada que probar porque siempre se podrá saber
más respecto a cualquier tema o cuestión, y este simple mecanismo lógico convierte en ignorantes de lo
general a todos los humanos. Si alguien, simplemente, me llamara ignorante yo le respondería: “Tiene usted
razón, aunque creo saber algo acerca de mí mismo o de la naturaleza humana, me declaro un ignorante en
general”. No hay que meterse en problemas, y menos si éstos no existen.
Ilustración: Ricardo Figueroa
¿Y qué sucede con la palabra inteligencia tan llevada y traída en nuestros días? Escucho a menudo que las
personas se refieren a alguien como inteligente o poco inteligente, o, de plano, estúpido. Las formas de medir
y definir esta cualidad difieren y se contradicen (en filosofía, antropología o psicología, etcétera…) de modo
que es mejor andarse con cuidado y no hacerse uno el arrogante o el que sí sabe. H. G. Gadamer creía que a
finales del siglo XX —es decir, hace un ratito— utilizábamos todavía el ambiguo concepto deinteligencia tal
como nos lo heredaron los filósofos de la Ilustración; es decir, un concepto alejado de los principios generales
del saber y más orientado a obtener fines mesurables e instrumentales. Escribe Gadamer sobre los orígenes
ambiguos de la palabra clásica latina: “La intelligentia es la forma más elevada de la comprensión”, aun
superior a la razón o a la mente (ratio, nous). Quien quiera saber más al respecto que lea el ensayo del filósofo
alemán: Acerca del problema de la inteligencia. Yo haré un apretado bosquejo del concepto a partir de mi
lectura y comprensión.
La inteligencia, como concepto, no sólo tiene que ver con los hechos y objetos que uno conoce, no es nada
más una habilidad o una pragmática —mucho menos un coeficiente intelectual—, ni tampoco la virtud de
contar con una memoria desarrollada, sino una capacidad de conocer los principios y los fines adecuados para
la supervivencia (aunque después de conocerlos vaya contra ellos). Es, pues, lainteligencia, “el uso
comprensivo de nuestros conceptos y medios de pensamiento”. Tener una habilidad no es una garantía de
supervivencia u obtención de bienestar social o general si no se despliega dentro de un horizonte humano más
amplio; si no se aspira a un saber más vasto y complejo de los orígenes o principios de la facultad de ser
humano.
Aludiendo a Aristóteles y relacionando la inteligencia con el concepto de phronesis, Gadamer escribe:
“Aristóteles entiende por phronesis no sólo el sensato y habilidoso hallazgo de los medios para realizar ciertas
tareas, no sólo el sentido práctico para alcanzar determinados fines, sino también la capacidad de determinar
esos fines y la responsabilidad adoptada ante ellos”. Y pone ejemplos de que una habilidad que sólo obtiene
ventaja para sí y pierde de vista el concepto de inteligencia ligado al ser humano en su totalidad, es
desastroso: “En política: el oportunista sin principios; en la vida económica el que se aprovecha y lucra con la
circunstancia y no es de fiar; en el terreno social, el trepador, etcétera”. (Yo añadiría, en el arte: el que para
valer se aprovecha del mercado especulativo.)
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21 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Y Gadamer añade otro matiz a esa noción de inteligencia tan apresurada y reciente que utilizamos en nuestra
época: él pone en la mesa nuestra capacidad de reflexión y, utilizando la exigencia de Nietzsche de que “hay
que dudar más profundamente”, escribe: “La reflexión, el libre volver de la conciencia sobre sí misma, se
presenta como el acto de bondad más elevado. Es verdad que, de alguna manera, el tomar distancia respecto
de sí mismo es una condición fundamental para la orientación lingüística en el mundo y, en este sentido, toda
reflexión es, de hecho, un acto de libertad”. La noción de inteligencia se ha vuelto tan relativa y ha perdido
sus raíces históricas, pero lo fundamental, en mi opinión, es que el “inteligente” que no reflexiona y que es
incapaz de poner en marcha la Frónesis —es decir, que es desatento a los principios y fines humanos—, ya
sea en el conocimiento, en la historia de las ideas o, principalmente, en la moral y en la política, puede ser
cualquier cosa menos inteligente: es oportunista, habilidoso, comentador interesado, lenguaraz mediático,
memorioso, trepador social y demás lindezas, pero no se aproxima a un concepto fuerte de inteligencia o
de inteligente. Y en el extremo:
¿Qué podríamos añadir sobre la inteligencia de tantos gobernantes en México provenientes de la farándula; de
las dinastías familiares corruptas; del oportunismo y del clientelismo político; de la clase financiera más
poderosa, etcétera… Esto me llevaría a pensar y escribir acerca del “estado mental” de un país como México,
por ejemplo, pero, por el momento, el espacio se ha terminado.
Guillermo Fadanelli
Escritor. Entre sus libros: Mis mujeres muertas, Mariana Constrictor y Hotel DF.
http://www.nexos.com.mx/?p=27993
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Novelas que han salvado vidas
El escritor Ángel Gil Cheza transforma 2.000 libros para destruir en ayuda para una ONG
XAVI PRATS
Castellón 23 ABR 2016 - 09:38 CDT
El escritor Ángel Gil Cheza Xavi Prats
“Cuando supimos que por motivos de almacenaje iban a ser destruidos 2000 ejemplares de mi novela, El
hombre que arreglaba las bicicletas, comenzamos a buscar la forma de convertirlos en ayuda a los
refugiados”. Esta reflexión es la que motivó al escritor Ángel Gil Cheza a emprender la campaña. El autor y
su pareja, Lluïsa, se propusieron distribuir con medios domésticos los ejemplares.
Los libros no tendrían coste para los lectores pero llevarían un adhesivo que animaba a realizar una aportación
económica a la ONG Proactiva Open Arms. Planificaron la campaña a medio plazo. Empezaron hace dos
semanas. En cinco días se quedaron sin libros. Gil Cheza movilizó a sus amigos para conseguir los medios
con los que llevar los libros a su casa. La editorial no le puso ningún problema, pero no podía costear el envío.
Un amigo le dejó la furgoneta para trasladar los libros desde Barcelona a Vila-real. 60 cajas y 800 kilos de
peso.
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23 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
La fotografía de cuatro niños muertos en la playa fue el detonante. Un grupo de socorristas de Badalona viajó
por sus propios medios hasta las costas griegas para auxiliar a los refugiados que arribaban desde Turquía en
su desesperada huida de la guerra y la muerte. Era septiembre de 2015.
Ángel y Lluïsa conocían la actividad de los socorristas y con la llegada de los libros a su casa decidieron
dónde iría la ayuda. Faltaba el cómo. La idea se materializó en una simple pegatina en la primera página de la
novela que informa al lector de por qué ese ejemplar no le ha costado ni un euro y le facilita los canales para
hacer una aportación a la ONG.
El libro ha llegado a muchos puntos en el otro extremo del litoral mediterráneo; desde Castellón y Valencia
hasta Barcelona. Pero también se han distribuido en Vitoria, Zaragoza y Madrid. El escritor asegura que todo
se debe a las personas. “Pedía un coche para llevar unos libros y en cinco minutos tenía a alguien que se
ofrecía en la puerta de casa. Ha sido una locura. Hasta Barcelona habrán llegado por lo menos seis cajas”,
declara. “No he podido escoger el libro, pero es el más indicado porque es una oda a la amistad, que es el
fundamento de la campaña; que ha sido una ola expansiva de energía que ha salido de nuestro entorno más
cercano”, destaca el escritor.
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/04/23/valencia/1461400288_796525.html
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24 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Visualizan la propagación hacia el pasado de pulsos ópticos superlumínicos
Francisco R. Villatoro19ABR16
Imagina que pudieras ver un objeto superlumínico. ¿Qué verías? Que su imagen se movería hacia el pasado.
Así se ha comprobado de forma experimental en un análogo físico de la propagación más rápida que la luz en
el vacío. Lo ilustra la parte derecha de esta figura (para v = c cot θ = 2,14 c, donde θ = 25 °), que hay que
comparar con la propagación sublumínica mostrada en la parte izquierda (para v = c cot θ = 0,46 c, donde θ =
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25 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
65 °). Aunque se confirma lo que ya sabíamos, la comprobación experimental se publica en Science
Advances.
Por cierto, no ha sido fácil lograrla. Se ha usado un láser de 810 nm y una potencia de 1 W que a un ritmo de
80 MHz produce pulsos ópticos de 130 fs incidentes sobre una superficie inclinada de 50 cm × 50 cm. Las
imágenes de 520 × 688 píxeles son tomadas por una cámara iCCD de alta velocidad con una resolución de
200 ps (usando un generador de retrasos con una resolución de 10 ps se puede ajustar el ritmo de toma
imágenes con la frecuencia de los pulsos láser).
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26 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
El artículo es Matteo Clerici, Gabriel C. Spalding, […] Daniele Faccio, “Observation of image pair creation
and annihilation from superluminal scattering sources,” Science Advances 2: e1501691 (15 Apr 2016),
doi: 10.1126/sciadv.1501691. Me he enterado gracias a Alfredo Carpineti, “Going Faster Than Light Could
Send You “Back In Time”,” IFL Science, 18 Apr 2016.
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27 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Cuando en lugar de reflejar los pulsos ópticos en una superficie plana se usa una curva (sea cóncava o
convexa) se observa un interesante efecto de creación y aniquilación de pulsos ópticos. Las propagación
superlumínica en una pantalla cóncava (parte izquierda de la fitgura) da lugar a la aniquilación de dos pulsos
que colisionan fusionándose en uno único. Sin embargo, en una pantalla convexa (parte derecha de la figura)
se observa el efecto contrario, la creación de un par de pulsos que emergen desde un pulso único inicial. Estos
efectos ópticos están asociados a la inversión de la flecha del tiempo asociada a la propagación superlumínica
y no sorprenderán a quien ya haya pensado sobre ellos. Sin embargo, resulta muy curioso que se puedan
observar de forma experimental.
Quienes hayan estudiado acústica puede que recuerden que estos experimentos ya fueron realizados por Lord
Rayleigh hace más de un siglo. La velocidad del sonido, para las ondas sonoras, se comporta como la
velocidad de la luz en el vacío. Sin embargo, la propagación supersónica es más sencilla de lograr en un
experimento de laboratorio. Los nuevos resultados ópticos son análogos a los resultados acústicos. Aunque en
acústica pocos interpretan propagación supersónica como una propagación hacia atrás en el tiempo, o la
reflexión en superficies curvas como la aniquilación y creación de pulsos. En este sentido el nuevo artículo en
Science Advances nos permite interpretar (o verbalizar) de forma novedosa los experimentos clásicos de
Rayleigh.
Quizás conviene recordar que la luz en el vacío se mueve, valga la redundancia, a la velocidad de la luz en el
vacío (c). Sin embargo, en un medio con cierto índice de refracción la velocidad de luz tiene un valor inferior
a la velocidad de la luz en el vacío (v<c). Por tanto, comparando la velocidad de la luz en un medio y en el
vacío (o en el aire que es casi la misma) podemos simular la propagación de señales a una velocidad
superlumínica (mayor que la velocidad de la luz en un medio). Comparando los frentes de onda entre las
ondas que se propagan en un medio y en el vacío (o el aire) se logra fotografiar el comportamiento de pulsos
ópticos superlumínicos.
También conviene recordar que la teoría de la relatividad de Einstein prohíbe la propagación de señales
(información que pueda violar la causalidad) a mayor velocidad que la luz en el vacío. Sin embargo, la
velocidad de fase, la velocidad de grupo y la velocidad de la energía de pulsos ópticos puede propagarse
(obviamente es un efectoaparente) a mayor velocidad que la luz en el vacío. No se viola en ningún momento
la teoría de la relatividad. Recomiendo a los interesados en más detalles la lectura del famoso artículo de J.
Weber, “Phase, Group, and Signal Velocity,” American Journal of Physics 22: 618-620 (1954),
doi: 10.1119/1.1933858. Y para los más aguerridos S. C. Bloch, “Eighth velocity of light,” American Journal
of Physics 45: 538-549 (1977), doi: 10.1119/1.10953.
http://francis.naukas.com/2016/04/19/hola/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=F
eed%3A+naukas%2Ffrancis+%28La+Ciencia+de+la+Mula+Francis%29
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Mientras tanto, su ausencia sigue doliendo
Entrevista con Milena Busquets. La autora de “También esto pasará”, habla de su adaptación al cine y
recuerda a su madre, la editora Esther Tusquets.
POR HECTOR PAVON
Infancia ilustrada. De Eco a Ana María Moix, la intelectualidad europea pasó por la casa familiar.
Milena Busquets está al costado del camino en las afueras de Barcelona; dejó a un hijo en la escuela de fútbol
y su auto no arranca. Mientras espera al mecánico salvador, atiende este llamado desde Buenos Aires. No es
un contexto inapropiado, Milena está refugiada dentro de un coche de dos décadas que perteneció a su madre,
Esther Tusquets, una leyenda de la edición española, muerta en 2012. Es la figura que deambula en la muy
exitosa y elogiadísima También esto pasará , la segunda novela de Busquets, traducida a 30 idiomas, de la que
hablará en la Feria. “Cuando pienso en la Argentina, me acuerdo mucho de Quino y de Mafalda. Pero también
pienso en mi madre porque le gustaba muchísimo Buenos Aires: tenía amigos y siempre volvía tan contenta,
diciendo que eran mucho más cultos ahí que en Barcelona. Compraba antigüedades y traía dulce de leche. No
soporto que esté muerta, el mundo sin ella es mucho peor”, confiesa a la distancia.
Busquets está en la cresta del éxito internacional que le ha dado También esto pasará , una novela en la que ha
expuesto piel y alma luego de la muerte de su madre ante una audiencia de ex y actuales parejas, hijos y
amigas que, expectantes, esperan cada uno de sus movimientos. Antes, había escrito Hoy he conocido a
alguien , una trama que tiene apenas unos puntos tangenciales a la estética del relato de la segunda. Llega a
Buenos Aires con la novedad de la película que se está gestando en torno de su gran éxito, al tiempo que trata
de darle forma definitiva a la escultura de su tercera novela.
–¿Ya está en marcha la preproducción de la versión cinematográfica deTambién esto pasará?
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29 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
–En Buenos Aires tendré una reunión con Daniel Burman, que finalmente decidió que le gustaría dirigirla. Sé
que está trabajando en el guión con una colega española como asesora. No sabían si filmar en Uruguay o
California, y al final eligieron Cadaqués. Es una buena elección porque esa ciudad es protagonista de la
historia.
–¿Vas a participar del guión?
–No. No quiero, yo he escrito el libro, llevo más de un año de promoción y viajes, y quiero meterme en el
próximo. Una película es una obra distinta: será siempre una interpretación de lo que he escrito yo, entonces
prefiero dar libertad absoluta para que creen ellos lo que quieran y con total libertad… No quiero ser la autora
pesada. Me da pánico convertirme en esto, porque además, como yo misma he sido editora, sé lo pesados que
pueden ser los escritores. Y no, me niego.
–Se va a reeditar aquí Hoy he conocido a alguien.
–¡Qué pesados! –se ríe. Es un libro digno, no tan profundo como También esto pasará . Es el de una niña a la
que le han pasado menos cosas.
–¿Qué puente trazás entre ambas novelas?
–Creo que la protagonista, la voz, está mucho más pulida y trabajada pero es la misma voz, que en el fondo
soy yo. Y la tercera también es una mujer en un cierto mundo literario, burgués. Es más joven en el primero,
menos en el segundo e igual en el tercero, ya veremos. Es una voz parecida. Mi madre decía que lo más difícil
para un escritor es tener una voz reconocible, pero que una vez que la tienes, puedes hablar de lo que quieras.
Y yo creo que en el primer libro había una voz incipiente, pero que no me atreví a ir a fondo. Y en También
esto pasará me atreví más, porque mi madre ya no estaba. Fui más valiente, y fui un poco más allá.
–¿Te imaginás poniéndole esa voz a un hombre?
–¿A un hombre...? Hay bastantes personajes hombres en el libro… Y creo que están bien tratados. Yo
defiendo el derecho a la igualdad pero es muy evidente que me gustan los hombres, no tengo reivindicaciones
ni resentimientos personales. Creo que Blanca (protagonista de la novela), por ejemplo, es muy masculina, en
su relación con el amor, con la aventura, el vivir la seducción como una carrera, como una búsqueda de algo
que no se encuentra. Pero creo que, en el amor, los hombres tenéis más experiencia, sois más libres, os
atrevéis más, sois más capaces de vivir sin amor. Vivís el amor de una forma más libre, porque en el fondo
quizás os importe menos. Ponerme en el papel de un hombre me divertiría…
–¿Y cómo te resultó la experiencia de dirigir un taller literario?
–Me propusieron uno en Madrid sobre los límites y las trampas de la autoficción. Lo hice y fue divertido,
interesante y desde ya que muy agotador. Pero no es mi trabajo. Sobre todo porque enseñar a escribir es muy
complicado. Otra cosa es que me digan: “Mira, pues queremos que hables de tu autor favorito”. Y que nos des
unas cuantas clases sobre Marcel Proust. Esto me lo puedo preparar, pero analizar textos de los alumnos y
ayudarlos a encontrar lo que pueda haber de verdadero, o lo que pueda haber allí de novelístico en un texto,
no es fácil, porque en mucha gente simplemente no hay nada… Pero no se lo puedes decir, porque yo no
quiero herir a nadie. Ser profesor es un trabajo duro. Ahora ya lo entendí.
–Venís de un hogar donde se paseaban figuras de la intelectualidad europea. ¿Cómo fue tu infancia?
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30 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
–Muy normal, porque cuando eres niño, no los has leído, ni te parecen grandes artistas, porque al final todos
somos muy parecidos. Aunque fuese Umberto Eco o Quino, o Carlos Barral, o Jaime Gil de Biedma, que eran
personas muy divertidas y muy cercanas. La señora que me cuidaba era como mi segunda madre y formaba
parte de la casa al igual que las escritoras Ana María Matute o Ana María Moix. Mi madre me enseñó a no
tomarme en serio muchas cosas, salvo dos: la enfermedad y los niños. Pero el resto, no. Se reía y nos reíamos
todos un poco de todo. Umberto Eco tenía mucho sentido del humor. Mi madre no decía: “¡Oh! Hoy viene
Umberto”. No, pues venía simplemente. Sobre todo porque hace cuarenta años, Eco –antes de que
escribiese El nombre de la rosa– era un semiótico que nadie sabía quién era. Y no hablaban tampoco mucho
de libros. No te creas, ¡eh! Se hablaba de todo: de cine, libros, y también de cualquier tontería… Las paredes
estaban llenas de libros, era como estar en una biblioteca pública. Por lo demás era una casa muy normal.
Milena Busquets
Entrevista pública a cargo de E. Zicavo con la participación de Jorge Herralde.
Lugar: Feria del Libro, Sala Victoria Ocampo.
Fecha: 26 de abril a las 20.30.
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/ausencia-sigue-doliendo_0_1564043598.html
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31 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Poesía XCVII
Con Teresa Porzecanski
Príncipe Azul, II
Fue un tipo parecido a vos, como decirte,
más ingenuo tal vez, más milagroso,
cuya perversidad o bondad habían quedado
relegadas detrás de sus zapatos.
Parecido a vos, a tantos otros,
sin planes de futuro o de pasado,
sin otra ciencia que la del bostezo
para alabar las mañanas otoñales.
Parecido a vos, y tan distinto,
en su soledad no entraban los consuelos ,
miraba las veredas con algo de pavor
y de conspiración alegre,
esas esquinas añosas, solapadas.
Parecido a vos, menos litúrgico,
de vuelo propio y raudo hacia su centro;
ignoto como vos pero más mágico,
oblicuo como vos y menos trágico.
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32 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Seguro que conoció sus propios ríos
jugando billar en un boliche atávico,
pero cuando lo conocí no le faltaba
ninguna razón para no ser un sabio.
Parecido a vos, te digo, parecido,
sin tu cerebro atónito, tus metas escolásticas,
sin tus preocupaciones por redimir el mundo:
era ignorante, inoperante, absurdo,
el hombre que amé a trasluz de las imágenes,
fue parecido a vos y sólo, parecido.
(de Palabra líquida, 2006)
La autora
Teresa Porzecanski es uruguaya, nacida en 1945, Licenciada en Ciencias Antropológicas, especializada en
Etnología y doctorada en Trabajo Social. Se desempeña como docente invitada en la Universidad Hebrea de
Jerusalén. En narrativa ha publicado El Acertijo y otros cuentos (1967), Historias para mi abuela (1970), Esta
manzana roja(1972), Intacto el corazón (1976), Construcciones (1979), Invención de los Soles (1982), Ciudad
Impune (1986), Mesías en Montevideo(1989), La respiración es una fragua (1989), Perfumes de
Cartago(1994), La piel del alma (1996), Nupcias en familia y otros cuentos(1998), Primeros
Cuentos (1998), Una novela erótica (2000),Felicidades Fugaces (2002), Palabra líquida (2006), Su pequena
eternidad (2007), Irse y Andar (2011). Ha recibido la Beca Fulbright (1988), la Beca Guggenheim (1992), y
la Beca Rockefeller (2006). Ha sido traducida al portugués francés, inglés, alemán, rumano y húngaro.
http://www.elpais.com.uy/cultural/poesia-teresa-porzecanski.html
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33 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Adolfo Bioy Casares
Vivir al sol
La figura de Adolfo Bioy Casares se fue consolidando en las últimas décadas, entre los años finales de su vida
y tras la muerta de Borges, y la suya propia, como una de las más atractivas para reconstruir el corazón de la
literatura argentina del siglo XX. Bioygrafía, de Silvia Renée Arias —quien ya se había dedicado a entrevistar
y rastrear a Bioy en crónicas y memorias, autora de Bioy en privado y Los Bioy— se propone recrear una
historia completa de Bioy Casares, desde los orígenes familiares y los libros primerizos hasta la amistad con
Borges, el despegue con La invención de Morel, la relación con los Ocampo, el matrimonio con Silvina y una
larga serie de sucesos en la vida de alguien que se consagró de lleno a la literatura, a la imaginación y las
mujeres, sin perder el humor y la elegancia.
Por Fernando Bogado
En esa rara colección de opiniones y anécdotas en forma de ensayo que es De las cosas maravillosas, el
último libro publicado en vida de Adolfo Bioy Casares, no sorprende que se de cierre a toda una producción
literaria con un texto que lleva por título “El humor en la literatura y en la vida”. No es extraño, decimos,
porque si hay algo de lo que se ocupó específicamente Bioy Casares es de entretener, persuadir, conquistar al
lector como si de un contrato amoroso se tratase. En ese ensayo final, persiste la intención de encontrar una
clave a la vida, pero no como una despedida melancólica y abrumada por la rudeza de la muerte, sino como
un chiste ligero, una expresión del wit inglés que tiene algo de humor de salón y mucho de la sutileza de una
razón bien aplicada. Como esa broma final que recupera del anecdotario de Italo Svevo, famoso por ser amigo
de Joyce y autor de la novela La conciencia de Zeno, quien minutos antes de su muerte pide “un último
cigarrillo”, pero no como deseo final, sino como una última gracia en relación a sus frustrados intentos de
dejar el tabaco, como si al pedirlo estuviese diciendo “no te preocupes, te juro que este es el último”. En esa
anécdota de Svevo, en ese ensayo final de Bioy, en toda su obra y en su propia vida lo que se puede descubrir,
en definitiva, es el intento de vivir intensamente, no por negar los muchos dolores y sinsabores que se van a
encontrar en el camino, sino por acompañarlos con una gracia inteligente que hace a todo un poco más ligero,
un poco más amable.
Ese humor, como él mismo reconoce, no es una forma de escapar de la realidad, sino de sumergirse en ella,
como sucede con sus libros, en donde lo fantástico emerge desde el reconocimiento de la fragilidad de la
realidad pero, aún así, de su carácter insoslayable. La invención de Morel (1940), el primer libro que Bioy
reconoce como propio, no es otra cosa que una prolija disposición de todos los elementos que van a darse en
su obra: el aparente escape de lo cotidiano, el cambio de algunas cosas supuestamente “reales” que, dispuestas
en otro orden, resultan oníricas, pesadillescas, y la obsesión amorosa como motor de cambio, como punto de
atracción (otro de los ensayos de De las cosas maravillosas tiene, no por nada, el explícito título de “Las
mujeres en mis libros y en mi vida”). Las mismas características de la propia existencia de Bioy, si seguimos
sus muchos intentos biográficos: Memorias, de 1994, y Descanso de caminantes, de 2001, editado
póstumamente, sus crónicas de viajes (el breve e íntimo Unos días en el Brasil, de 1991) y sus “fragmentos”
de diarios, si es que podemos llamar una obra “fragmentaria” a ese titán que es Borges, una selección de las
entradas en donde Jorge Luis aparecía con contundencia, sobre todo, a la hora de la cena. Pero si todos estos
pasajes son realizados a partir de las notas de Bioy, de sus consideraciones y pareceres, habrá ahora que
sumarle a la lista los trabajos de los otros, los que buscan una perspectiva un poco más objetiva, si se quiere,
con cierto afán totalizante, con las conocidas bondades de una biografía propensa al detalle. Eso precisamente
encontramos en Bioygrafía, el trabajo de Silvia Renée Arias, texto que permite volver a “Adolfito” para
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34 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
propiciar un redescubrimiento de su figura más allá de esa idea del dandy bon vivant al que le gustaban los
amoríos casuales y la literatura fantástica.
El Dr. Adolfo Bioy (p), Marta, la hija que tuvo con Silvina Ocampo y el propio ABC, en Rincón Viejo,
a comienzos de la década de los '60. Archivo Axel Díaz Maimone.
“Son muchas las razones por las cuales escribí este libro, que en realidad comenzó secretamente a escribirse
cuando conocí a Bioy Casares, en 1994”, señala la autora, quien ya tiene en su haber dos trabajos sobre ABC:
Bioy en privado (1998), que recoge conversaciones con el autor, y Los Bioy (Tusquets, 2002), que recupera la
vida cotidiana del matrimonio de Adolfo y Silvina Ocampo desde el punto de vista de su ama de llaves, Jovita
Iglesias de Montes Blanco, entrevistada por Arias. “Volver a la figura de Bioy Casares respondió a la
necesidad de escribir el libro que quería leer. Un libro que me contara su historia de modo totalizador, en
efecto, y no ya en fragmentos que, aunque muy interesantes, me dejaron siempre con el deseo de imponerles
un cierto orden. Me refiero a sus diarios íntimos, a Memorias y a Borges. Un cierto orden que comencé a
vislumbrar en ocasión de trabajar en el primer guión de una película que finalmente no se llevó a cabo, basada
en Los Bioy, y que me dio la pauta de ese, para mí, perturbador fragmentarismo”.
LAS BELDADES DE MI TIEMPO
No son pocos los escritores que tienen una obra de juventud de la cual reniegan por cuestiones de pudor,
creyendo que en esos trabajos seminales no hay nada salvo buenas intenciones. Bioy no es la excepción a la
regla: siempre tuvo en muy baja estima esas primeras seis publicaciones, las cuales consideraba, en líneas
generales, como un intento de conformar a la crítica y a los otros escritores antes que responder a lo que el
libro mismo requería, a lo que una buena historia necesitaba, cosa que aprendió con el paso de los años. La
diferencia radical con respecto a todo otro escritor es que esas primeras obras de Bioy, todas anteriores a
1940, no se han reeditado y son prácticamente inhallables. También, en esos primeros textos, se encuentra la
sombra vigilante de su padre, quien corrigió y pagó el primer libro de su hijo, Prólogo (1929), abonando la
suma de 180 pesos (lo cual equivalía a casi tres veces el sueldo mensual de un empleado doméstico). “La
relación de Bioy con esos primeros textos era mala. Muy mala”, remarca Arias. “Cuento en el libro que cierta
vez me comentó que estaba muy contento porque Carmen Balcells, su agente, había dado marcha atrás en su
peregrina idea de reeditar esos libros, y venía de decirle que él tenía razón, que eran impublicables. A Bioy le
deprimía recordar las críticas que le habían hecho (aunque se reía, también, cuando lo mencionaba); pero
sobre todo no podía tolerar la deficiencia de esos textos, ‘deficiencia de armonía, equivocación en los énfasis,
imposibilidad de terminación’, como él mismo escribió y, me animo a decir, acaso volvía a sentir la angustia
que le había provocado por entonces sentir que no era inteligente, o que la inteligencia que creía tener no era
suficiente para lograr buenos textos”.
La llegada de Borges a la vida de Bioy cambia las cosas. Si bien se conocen en 1931, será en un ya legendario
trabajo que encaran en 1935 lo que los unirá mucho más. Adolfito tenía como misión escribir un folleto sobre
la leche cuajada digamos, el yogur para la empresa de la familia materna, La Martona, pionera en la
industrialización de la producción láctea nacional, fundada en 1889 por Vicente Casares (quien le puso este
nombre por su hija, la madre de Bioy, Marta). El trabajo era bueno, estaba bien remunerado (16 pesos por
página), y Bioy decidió convocar a Borges, quien estaba pasando por un momento de penurias económicas y
no le venía para nada mal el dinero. En esa semana en Rincón Viejo, en Villa Pardo, estancia también
familiar, ese folleto repleto de exageraciones, citas bíblicas y datos inventados (pero no por eso menos
deliciosamente escritos) sería la primera colaboración de una amistad literaria casi mítica. Y que también,
claro, ha tenido sus polémicas.
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35 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Bioy a los diez años, primera foto de pasaporte. Archivo Silvia Renée Arias.
Afirmás en el libro que “Borges descubriría que, en realidad y secretamente, el maestro era Bioy”, yendo a
contramano de lo que en teoría, crítica e historia literaria argentina ha quedado como una suerte de valoración
cerrada: la superioridad de la obra de Borges por sobre la de Bioy. ¿Cuáles serían los puntos de este lugar
común con los que el libro parece polemizar?
—La superioridad de la obra de Borges sobre la de Bioy es indiscutible, por supuesto, y en mi libro no hay
planteo ni se polemiza, ni directa ni indirectamente, sobre el tema. Es mucho más sencillo que todo eso: era
un juego de gentilezas en la que no faltaba verdad. Cuando Borges decía que en realidad, y secretamente, el
maestro era Bioy, se refería a que le ayudó a lograr un estilo más depurado. Sus mutuas colaboraciones
comenzaron —con el ya legendario folleto sobre el yogur— con un estilo “pomposo” que a los dos les
divertía muchísimo, y siguió con un lunfardo exagerado, rebuscado. Al mismo tiempo, Bioy apreció ya desde
aquella primera redacción un aprendizaje que iba a deberle a Borges. Hay testimonio de la lógica de ese
intercambio, sin ir más lejos, en las críticas que Borges hace sobre los primeros libros de Bioy, sobre Luis
Greve, muerto, por ejemplo, que es de 1937. Basta echarles un vistazo a esas reseñas para advertir quién es el
maestro y quién el aprendiz. Que después, con los años, eso se haya revertido es, insisto, un intercambio de
gentilezas que demuestra, en definitiva, que los dos amigos se retroalimentaron, aprendieron de cada uno,
cada uno en su estilo, y no cuesta nada creerles cuando decían que en los cuentos que escribieron juntos les
costaba saber qué pertenecía a quién. Y en cualquier caso, ambos rehusaron, como decía Borges de Bioy, las
más inevitables tentaciones de su tiempo.
¿Y la polémica que despertó la salida del diario de Bioy?
—El hecho de que el diario personal de Bioy lleve ese nombre se debe, en una primera lectura, a que en la
mayor parte de su interesantísimo contenido se hace referencia a anécdotas y citas de Borges, en
conversaciones con Bioy, y a que éste siempre tuvo el mismo deseo que tuvo James Boswell con respecto a la
vida del Dr. Samuel Johnson. Descontando el hecho de que es probablemente la más espléndida biografía
jamás escrita. Dicho esto, en una segunda lectura, me atrevo a decir que no hay ni siquiera en Descanso de
caminantes, también fruto de los diarios íntimos de Bioy, tanta información, y tan jugosa, por decirlo
vulgarmente, sobre la vida del propio Bioy que en ese libro. Ojalá se reeditara. Pero ese es otro tema. El
hecho es que, si tuviera que buscar una razón a ese “entredicho” (que se lea como un anecdotario y no como
un texto del propio Bioy), recurriría a una teoría que Bioy compartía con muchos, y que dice que en realidad
uno no puede escribir sobre uno mismo, o sí puede pero no con tanta legitimidad, sino a través de otro. Ese
otro, para Bioy, fue Borges.
Dos escritores están siempre en la órbita de Borges y Bioy, con mayor o menor independencia, según las
épocas. Uno es Cortázar y el otro es Sabato. ¿Qué tipo de relación tenía con cada uno de ellos?
—Cortázar hubiera querido ser Bioy. El mismo lo escribe en su relato de Deshoras “Diario para un cuento”.
Ambos son originales y complejos y nos llevan a preguntarnos qué es real y qué no lo es. En Cortázar
abundan las situaciones superpuestas, los espacios imaginarios, pero, como ha señalado más de un crítico, es
más que un cuentista de lo fantástico. También Bioy, quien mucho apreciaba a Cortázar y a quien visitó en
París. Los dos eran tímidos y su amistad no evolucionó como Bioy decía haber querido, a pesar de estar en
diferentes veredas en el aspecto político, debido a la distancia y a esa misma timidez. Pero ello no impidió que
siempre se sintiera cerca de él, porque para Cortázar, como para Borges, la literatura era lo más importante en
este mundo. En cuanto a Sabato, la relación entre ambos fue conflictiva, como se sabe, casi desde el
comienzo, cuando se conocieron en casa de Bioy. Ciertas actitudes a las que aludo en el libro y de las que dio
cuenta Bioy extensamente en sus diarios, incluyendo el episodio de un artículo crítico que Sabato escribió a
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36 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
propósito de La invención de Morel, no ayudaron a acortar distancias. Mucho me temo, además, que haya
influido el concepto que Borges tenía de Sabato. Lo cierto es que, sobre el final de su vida, en efecto, Bioy
volvió a ver a Sabato en ocasión de un par de homenajes y encuentros, y tuvo para con él un trato, como le
gustaba decir, civilizado.
LOS ULTIMOS AÑOS DE BIOY
Bioygrafía es más que una biografía de Bioy Casares. Es también el retrato de una Buenos Aires de esplendor
a comienzos de siglo XX que va desapareciendo lentamente a lo largo de la última década del período. Y es,
claro está, la presentación de las propias contradicciones y elecciones de un hombre y, sobre todo, de una
clase que vive esa decadencia: sobre el comienzo del libro, el mundo de los Bioy queda retratado en dos o tres
anécdotas que son determinantes. Como aquella que se da en 1930, en donde los Bioy reciben con aplausos el
golpe militar de Uriburu, ya que consideran a Yrigoyen caprichoso en política interna y con una política
exterior desastrosa. El doctor Adolfo Bioy padre, inclusive, mantuvo siempre una abierta simpatía hacia el
liberalismo, y hasta detentó puestos importantes en el poder, como el de Ministro de Relaciones Exteriores y
Culto en 1931 y embajador argentino en la Asamblea General de las Naciones Unidas después del golpe de
1955.
Si bien no se puede negar la pertenencia aristocrática y el rol conservador que han tenido tanto los Bioy como
los Casares en la historia Argentina, a medida que se acercaba el nuevo milenio la situación económica del
propio Bioy Casares, heredero de ambas líneas, poco tenía que ver con el lujo y privilegio de otros años. Bioy
fue también símbolo de ese mundo en retirada, ese mismo mundo que vivía de las exportaciones
agropecuarias que fue desplazado por las finanzas y la especulación. Él mismo se declaraba incompetente con
la empresa familiar (creía que el campo era “una fábrica de carne para venderla”) y se consideraba destinado a
los malos negocios. Pero, pese a ello, en esa última y compleja década que le tocó vivir, también fue testigo
de una suerte de recuperación de su nombre, de recolocación de su obra en nuevos y entusiastas lectores.
Bioygrafía también busca relacionar la vida de Bioy Casares y de los miembros de su familia con diferentes
momentos de la Argentina, ¿cómo pensaste el tono para tratar al biografiado y a su tiempo sin descuidar lo
uno ni lo otro?
Bioygrafía. Vida y obra de Adolfo Bioy Casares Silvia Renée Arias Tusquets 344 páginas
—Yo quería volver a leer la obra de Bioy en el intento de relacionarla con aspectos de su vida y, aunque en
menor medida, con el contexto político y social de nuestro país. Su vida se desarrolló durante casi todo el
siglo XX. Me apasionó la idea de recorrer, aunque de un modo acotado, claro, un siglo de historia. Y en
última instancia, escribir este libro me permitió a través de sus personajes y de su propia vida la ilusión de
conocerlo un poco más. El tipo de tono que empleo en este libro, supongo que será materia de los críticos al
dar su opinión. Todo lo que puedo decir al respecto es que prevaleció el respeto y el cariño que le tuve en vida
y le tendré siempre, pero con la distancia necesaria, a la vez, para no contaminar el texto. Y no juzgar, sino
presentar los hechos.
En la década de los ‘90, Bioy mantiene una relación particular con una nueva generación de escritores,
especialmente, con Rodrigo Fresán, quien lo recupera como un modelo. Sin embargo, con el nuevo siglo,
Bioy parece cada vez más distante: ¿qué tipo de explicación podrías encontrar con respecto a esa atención en
los ‘90 y a esa relativa pérdida de interés de los 2000 para acá?
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37 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
—En lo que concierne a Rodrigo Fresán, que mantuvo con Bioy una excelente charla a la que concurrió con
Fito Páez y a la que hago referencia en el libro, Bioy lo conoció a través de otros amigos escritores que lo
tenían en gran estima y lo consideraban, con acierto, un escritor muy interesante. Y no se le pasó por alto a
Bioy algo que Fresán sostuvo en una entrevista, en donde dijo: “quiero pruebas fehacientes de que soy más
joven escribiendo que Bioy Casares”. Compartían además el amor por el cine, pero sobre todo tengo
entendido que Rodrigo, a sus doce años, después de leer “Los milagros no se recuperan” a su parecer y está en
lo cierto una de las mejores historias fantásticas jamás hechas, Bioy hizo para él posible creer en fantasmas,
“porque necesitaba ser escritor”. En cuanto a que Bioy fue recuperado en los años 90 por una nueva
generación de escritores y, sobre todo, de lectores, no es un hecho menor la obtención del Premio Cervantes
en 1990. Esa distinción volvió a hacerlo visible, por decirlo de algún modo, y se sumó a ello la pérdida de su
esposa, Silvina Ocampo, a fines de 1993, y pocos días después, en enero de 1994, la de su hija Marta. Los
medios periodísticos pusieron su atención en él, la gente reparó en su desdicha, los homenajes se sucedieron,
todos querían tenerlo cerca. Su presencia en la Feria del Libro, cada año, atrajo a muchísima gente, sobre todo
a jóvenes que descubrieron a un autor con el que uno se ríe casi todo el tiempo. El humor es un aspecto
relevante en su obra, y creo que aquellos años cuadraron muy bien con cierta tendencia a pasarla bien, a
entretenernos con cuentos y novelas, que no era otro el propósito de Bioy. Por supuesto que su literatura es
mucho más profunda que un simple entretenimiento, pero Bioy tiene la capacidad de decirnos las cosas más
crueles de un modo agradable. En lo que respecta a esta relativa pérdida de interés, que se verificó desde su
muerte, acaso se deba al hecho de que Bioy emplea un lenguaje que hoy por hoy es arcaico y alude a una
Buenos Aires que ya no existe, aunque en esto radica también su encanto. Pero tengo para mí que, en efecto,
esa pérdida es relativa, puesto que su obra, gracias sobre todo a Daniel Martino, su albacea, ha sido reeditada,
lo que supone un interés que no ha desfallecido. Los lectores de Bioy son fieles, siguen leyéndolo y
releyéndolo, y espero que Bioygrafía, y este es otro de los propósitos de mi trabajo, y no el menor, obre como
un estimulante para que se acerquen a él quienes todavía no lo han leído.
La relación entre Bioy y Silvina Ocampo ha sido siempre tachada de caótica pero, paradójicamente, también
fue duradera y símbolo de cierta calma que raya la amistad. ¿Qué tipo de consecuencias en la obra de Bioy ha
tenido este vínculo?
—Me atrevo a decir que la relación de Bioy con Silvina Ocampo pasó como sucede en casi todas las parejas
que han vivido juntas durante muchísimos años por todos los estados imaginables, y un poco más: el
deslumbramiento, el enamoramiento, el amor, las peleas, las infidelidades, otra vez el amor, el caos, la calma.
Fue su amante, su mujer, su amiga, su madre, su todo. Y si bien en algún punto se podría pensar que fue
cómodo para Bioy estar casado para rechazar del modo más elegante posible el asedio de otras mujeres, no
menos acertado sería pensar que siempre la quiso mucho y que en su madurez ese cariño incondicional tuvo la
fuerza que sólo puede impulsar el recuerdo de la juventud. Quiero decir con esto que, a mi entender, Bioy
nunca dejó de ser un adolescente, como se constata fácilmente en casi toda su obra. Bastaba mirarlo a los
ojos, a sus ochenta años, para no dudar de eso. Un adolescente o un joven veinteañero, y vivió toda su vida
perpetuado en aquella juventud donde, por supuesto, brillaba una Silvina Ocampo en sus mejores tiempos:
plantando árboles en la estancia Rincón Viejo, escribiendo juntos en la casa al calor del fuego, leyendo en el
corredor, paseando con sus adorados perros por el monte de casuarinas. Bioy Casares, por otro lado, admiraba
su inteligencia y puede decirse que si la Clara de El sueño de los héroes es una evidente alusión a Elena
Garro, su amante más conocida, la Diana de Dormir al sol todo, o casi todo, le debe a Silvina. Su retrato es tan
fiel así como el problema que se le plantea al protagonista que me atrevo a afirmar que quien quiera saber en
profundidad sobre la pareja de Bioy Casares y Ocampo, y la influencia en su literatura no tiene más que leer
esa espléndida novela. La novela que Bioy prefería, por otra parte.
Silvia Renée Arias, autora de bioygrafía
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-5824-2016-04-16.html
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38 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Misiones a Marte, fundamentales para entender el origen de la vida y la historia de La Tierra
• Ambos planetas tienen un pasado geológico similar
• En 2030 la NASA podría enviar humanos a Marte
¿Estamos solos en el Universo?, ¿Podremos habitar Marte o algún otro planeta?
Hasta ahora, los resultados de las misiones al planeta rojo no permiten dar respuesta a estas preguntas, pero sí
nos acercan a entender cómo se originó la vida, coincidieron científicos de agencias espaciales internacionales
que han enviado robots a Marte.
David Blake, de la misión Curiosity, de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA
por sus siglas en inglés) de Estados Unidos, explicó que en Marte se han detectado características de entornos
habitables, con presencia de agua, compuestos orgánicos que reaccionan a la energía y una minerología
similar a la que existe en la Tierra, pero aún falta por caracterizar ésta para saber si hay o no vida en aquel
planeta.
Hasta ahora, dijo, se sabe que en la formación del Sistema Solar, de miles de estrellas y del Universo, han
sido necesarios estos factores, pero podría ser posible otro proceso de desarrollo de la vida, lo cual es difícil
de probar en la actualidad.
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39 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
En la mesa redonda ¿Hay señales de vida en Marte? Las estamos buscando, organizada por la Dirección
General de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, Jorge L. Vago, de la misión Exomars de la Agencia
Espacial Europea, expuso que en el planeta rojo se ha detectado metano.
Ahora lo que se busca resolver es si éste tiene origen por la actividad de microorganismos que han
permanecido bajo la superficie durante miles de millones de años o si su presencia es geológica, a partir de
que ciertos minerales pueden reaccionar a determinadas sustancias y producen metano.
Estas preguntas serán atendidas en misiones futuras del Exomars. Será en 2020, explicó, cuando se buscarán
rastros de microbios que pudieran haber vivido hace cuatro mil 500 millones de años y en condiciones
similares a la temprana edad geológica de la Tierra.
Por ello, expuso, los resultados, podrían ser como un viaje al pasado de nuestro planeta.
“Tratar de entender el origen de la vida es más importante y me llena más como ser humano que descubrir
que hay otros planetas alrededor de las estrellas en los cuales quizá podríamos vivir”, dijo y agregó:
“Es intentar comprender de dónde llegamos y si este es un proceso universal o una cosa súper excepcional
que se dio en nuestro mundo y en otros poquitos lugares”.
En Universum Museo de las Ciencias, el astrobiólogo integrante de la Misión Curiosity e investigador del
Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM, Rafael Navarro González, coincidió en que lo más importante
de estas misiones es entender el origen de la vida.
“La vida que se busca es la bacteriana, que se puede dar en condiciones más extremas. Vamos por pasos y el
primero es encontrar una zona habitable fuera de la Tierra y ya la hemos encontrado, la más cercana es
Marte”, expuso.
“Si encontramos que éste tiene vida emparentada con la nuestra, nunca sabríamos dónde se originó la vida, en
Marte o en la Tierra, pero la pregunta básica, si puede surgir la vida de manera independiente, no la
resolveríamos. Tendríamos que ir a Europa, al satélite de Júpiter donde podría haber bacterias viviendo en un
océano submarino”, agregó Navarro González.
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40 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
La NASA, abundó, tiene programadas misiones con humanos a Marte para el 2030, pero antes enviará otras
con vehículos robóticos para tomar muestras de roca.
Tomoki Nakamura, profesor visitante de la Agencia de Exploración del Espacio Aéreo de Japón, destacó que
las investigaciones realizadas con asteroides que contienen agua y compuestos orgánicos sirven para entender
cómo se creó la vida en el Sistema Solar.
Japón, apuntó, está más interesado en entender cómo se formó la Luna de Marte, a la cual ya ha enviado un
satélite.
En el Teatro de Universum, Juan Manuel García Ruiz, del Laboratorio de Estudios Cristalográficos de
Granada, explicó que con las incursiones a Marte no se responde si estamos solos en el Universo, pero si
ayuda a contestar cómo se origina la vida, sea donde sea.
Para el director general de Divulgación de la Ciencia de la UNAM, José Franco, es difícil afirmar si estamos
solos en el Universo. “Estamos muy lejos de saber si existe vida en un planeta fuera del Sistema Solar. Y los
retos que tendríamos para hacer esa exploración están más allá de las posibilidades de los seres humanos, por
lo menos en cientos de años".
http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2016_268.html
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Ondas de densidad de pares de Cooper en un cuprato
Francisco R. Villatoro21ABR16
En 1964 se predijo la existencia de ondas de densidad de pares de Cooper en un superconductor. Tras una
intensa búsqueda, en 2016 se publica en Nature su primera observación en un cuprato con bismuto, estroncio
y calcio (Bi2Sr2CaCu2O8+x). Para lograrlo se ha desarrollado una nueva técnica de microscopia de efecto túnel
(STM) basada en el efecto Josephson, bautizada como microscopia de efecto túnel Josephson (SJTM).
Según la teoría BCS de superconductividad (Bardeen–Cooper–Schrieffer, 1957) los pares de Cooper en un
superconductor pueden coexistir en dos estados. El estado superconductor propiamente dicho, en el que todos
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42 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
los pares están descritos por la misma función de onda cuántica, como en un condensado de Bose-Einstein o
en un superfluido. Y otro estado con momento no nulo en el que los pares de Cooper forman ondas de
densidad. Muchos expertos opinan que su observación podría ayudar a entender el origen de la
superconductividad a alta temperatura crítica en cupratos.
El artículo es M. H. Hamidian, S. D. Edkins, […] J. C. Séamus Davis, “Detection of a Cooper-pair density
wave in Bi2Sr2CaCu2O8+x,” Nature 532, 343–347 (21 Apr 2016),
doi:10.1038/nature17411, arXiv:1511.08124 [cond-mat.supr-con]. Recomiendo leer a “Physicists gain new
view of superconductor,” Nano Werk, 13 Apr 2016.
Las imágenes se han obtenido a una temperatura de 50 mK. El análisis de Fourier de las imágenes SJTM
muestra una señal clara de la existencia de las ondas de densidad de pares de Cooper. La amplitud de estas
ondas es muy pequeña (un 5% comparada con la del estado condensado de momento nulo), de ahí la
dificultad en haberlas observado en el pasado. La parte izquierda de esta figura muestra el espectro de Fourier
bidimensional de las ondas con simetría s (s-ondas) predichas por la teoría fenomenológica de Ginzburg–
Landau. La parte derecha de esta figura muestra el de las ondas con simetría d (d-ondas), propias de los
cupratos, no predichas para los superconductores convencionales.
¿Ayudará la nueva observación a comprender el origen de la superconductividad en cupratos? No lo sabemos
aún. Pero no hay que perder la esperanza. Junto con los últimos trabajos sobre la importancia del
antiferromagnetismo en la superconductividad de alta temperatura, todo indica que estamos avanzando por el
camino correcto. Quizás no falte mucho para que se desvele el misterio.
http://francis.naukas.com/2016/04/21/35836/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=
Feed%3A+naukas%2Ffrancis+%28La+Ciencia+de+la+Mula+Francis%29
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43 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Espía de los mundillos
Diálogo con Alberto Fuguet. Con dos novelas recién publicadas, el chileno cuestionador del “boom” vuelve
sobre los entretelones de la literatura.
POR MARCH MAZZEI
Espía de los mundillos
Un mito urbano atraviesa la literatura latinoamericana. Las giras de prensa de Carlos Fuentes no pasaban
inadvertidas, sobre todo una que lo llevó a Santiago de Chile a fines de los 90 junto a su hijo, para la
presentación de un lujoso volumen de fotografías de Fuentes hijo con textos del padre. Aquellos días solo
quedaron en la memoria del selecto grupo alrededor: agentes de prensa, editores, choferes y algunos testigos
de las salidas. Ficción mediante, esta situación real de padre e hijo de gira en un país extranjero se inserta en
el presente puro de la generación de los millenials , gentefashion nutrida de cupcakes de zanahoria con
jengibre, brand managers , un mundo “donde es mucho más importante estar en Twitter que tener un buen
apellido”, ilustra Alberto Fuguet desde Santiago. La capital chilena también es protagonista de Sudor , la
novela que acaba de lanzar de forma simultánea en toda Latinoamérica, y presentará durante la Feria en
Buenos Aires. Ambos mundos se unen a través de Alfredo Garzón o Alf, un editor freelance adepto a los
contactos fugaces y fogosos vía Grindr, la app de conquistas de cierta comunidad gay, que tiene a su cargo al
jovencito Rafael Restrepo Santos o Rafa, el hijo díscolo del Boom.
–¿Pero cuál fue el que motivó Sudor , el mundillo de los gays o el literario? – Antes del orden, como siempre
hubo un escritor extranjero en la trama inicial, creo que el mundillo literario se parece bastante en cualquier
ciudad grande latinoamericana, igual que el mundo gay, donde hay mucha resonancia entre lo que ocurre en
Santiago, Buenos Aires, Bogotá, Lima. Son ámbitos globalizados. Si los escritores están pendientes de las
becas y los viajes, el universo gay que quise retratar es uno de gente conectada entre ellos y con el mundo. No
estoy haciendo algo de barrio.
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44 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
–¿Y el detonante?
–Lo literario. Pero más que rescatar el mundillo literario quise darle una suerte de subgénero a la gira de
prensa. La idea de visitar un país no con la idea de conocerlo sino al revés: que te conozcan; y ese lazo que se
va formando entre la chica de prensa y el escritor. Me di cuenta de que no quería que fuera una chica, porque
al hijo del escritor le podían pasar más cosas si le tocaba un tipo. Podría tener más tensión entre ellos y
alejarse más de películas como
Antes del amanecer o La princesa que quería vivir.
–Alfredo vendría a encarnar la figura del “ángel”, como se les llama a los encargados, muchas veces
voluntarios, de guiar y acompañar a los artistas.
–Ahora me siento mal porque no usé la palabra ángel. Pero es verdad, en el mundo del cine son chicos o
chicas extremadamente inteligentes, cinéfilos que saben idiomas y con los que se va formando un vínculo. Es
extraño pensar en decir la palabra “ángel” en medio de la locura del calor y del sudor, pero hay algo del ángel
guardián. Es una figura muy linda y anónima, y una manera atractiva de entrar en el mundo literario por la
puerta de atrás.
–¿Hubo un ángel delator como informante en Sudor?
–La gira de Carlos Fuentes con su hijo es simplemente la chispa que inició toda la imaginación. Tuve acceso a
algunos ángeles que me contaron cosas, pero también editores, agentes de prensa y otros personajes de las
salidas. Porque cuando les preguntaba sobre algo que había escuchado, me decían: “No, no, hablemos”. Y me
contaban cómo había sido, incluso hubo quien se puso a llorar.
–Atraviesa la novela una reflexión sobre los hijos de padres famosos.
–Primero, sobre ser hijo de alguien famoso en general, donde también hay casos que pueden resultar muy
bien, como en la familia Coppola. Cuando el chico o la chica quiere ser artista o escritor, si se da cuenta de
que no puede hacer otra cosa, trata de no seguirle los pasos, de no publicar en la editorial del padre, trata de
alejarse de él. Trata de irse a Lituania.
–Todo lo contrario de lo que sucede con la historia de los Restrepo.
–Lo que ocurre en el libro es que el chico en realidad está siendo manipulado y usado. Rafa tiene su verdadero
talento puesto en los cortos, en el porno, incluso en la poesía. Lo suyo es tomar fotografías de “chicos feos
guapos desnudos”. Y de eso obviamente el padre no tiene idea; se está aprovechando de él para robarle un
poco de sangre joven y vender esta idea de la familia ideal.
–En un pasaje, una entrevista que le hacen al padre, incluso este hace un comentario homofóbico.
–Yo soy fan del boom, creo que soy mejor escritor ya que hubo el boom. Todos somos hijos sobre todo de
Vargas Llosa y de García Márquez. Gabo, de una manera muy amable y a la vez generosa, se contactó
conmigo aunque no directamente para que yo escribiera un artículo para la revista Semana en Colombia, para
un aniversario de él, creo que cumplía 80 años, a pesar de que yo supuestamente lo había atacado. Dicho esto,
en muchos libros de esos grandes autores las mujeres son prostitutas casi. Escribieron increíblemente de
militares y de pater familias, pero los personajes más intrigantes, más fascinantes, son mujeres jóvenes de mal
vivir; las escenas de sexo son casi violaciones. Creo que era un mundo, tanto literaria como socialmente,
homofóbico.
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–Y todo sucede en Santiago, una sociedad con fama de conservadora.
–Pero eso no implica que no pueda haber un lugar para lo contrario. No entro con cámara oculta, es todo un
mundo que existe: el de los chicos que se toman fotos en Instagram sin vergüenza, que quieren pasarla bien.
La idea es mostrar la era ya. ¿Sabés cuál sería el nombre? Me lo dijo un chico que se acercó a firmar, a partir
de uno de los millenials de la novela, que es un chico selfie. ¡Es una novela selfie! Si puedo captar la
era selfie creo que tendrá sentido mucho de mi trabajo.
–¿Qué rol cumple la cantidad de nombres propios en la novela?
–A pesar de lo cinéfilo que soy, nunca se me pasó por la mente la idea de que eran cameos, como me decía la
gente de Twitter. Lo que pensé: ya que estoy hablando de este mundo gay, con ocho personajes totalmente
inventados (solo uno inspirado en Carlos Fuentes), quizá le podía dar un poco de realidad ponerles a los
personajes nombres reales.
–Hablando de títulos, Sudor también podría llamarse No ficción, ¿cómo es la relación entre los dos libros?
–Se parecen en el sentido de que los dos narradores quieren escribir libros. En No ficciónAlex quiere escribir
una especie de memoria contando el lazo que tuvo él con Renzo y nunca la leemos. Y en Sudor, Alf quiere
escribir una especie de crónica larga sobre el mundo de los ángeles, el mundo de los escritores, que vendría a
ser un aporte al boomdesde el pie de página. No tiene la gran novela latinoamericana pero quiere publicar y
cree que le va a ir bien. Ambos personajes quieren escribir libros de no ficción, pero resultan novelas. Son
como del género del making off: libros sobre cómo se van a hacer libros, y yo creo que funcionan al mismo
tiempo. En un momento me cansé de
Sudor y me surgió la idea de No ficción, y estalló y salió de una, como una criatura deAlien.
FICHA
Alberto Fuguet
Participación en el Diálogo de Escritores Latinoamericanos.
Mesa redonda: “Contar la vida”.
Fecha: 1° de mayo a las 18
Lugar: sala Alfonsina Storni
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Alberto_Fuguet-Espia-mundillos_0_1564043600.html
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46 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Esta escritora cree que nuestra librería es sonrojante. Y tiene un poco de razón
La británica Ann Morgan denuncia los agujeros culturales que resultan de la "xenofobia lectora"
SERGIO C. FANJUL
23 ABR 2016 - 04:40 CDT
Istock
Se puede saber mucho de una persona fisgando en su basura o sus armarios, pero sobre todo revisando su
biblioteca (que una persona carezca de libros resulta todavía más elocuente). La periodista y escritora
británica Ann Morgan se consideraba una persona "culta y cosmopolita"; un día trató de confirmarlo ante sus
estanterías y se llevó un gran chasco: la inmensa mayoría de lo que había leído era producto de la civilización
occidental y concretamente del mundo anglosajón. Su cultura tenía más agujeros que tierra firme: faltaban
traducciones, libros procedentes de otras tradiciones literarias, de otros países, de otras culturas. Así que tomó
una valiente determinación: leer durante un año un libro (novela, relatos, memorias) de cada país del mundo.
Hace unos meses, en noviembre de 2015, Morgan relató en una charla TED su odisea libresca que también se
puede consultar en su blog, en el que ya emprende nuevos proyectos.
El primer problema fue decidir cuántos países existen en el mundo; de entre todas las listas posibles eligió la
de la ONU, a la que le añadió Taiwan. Resultaron 196 países. Otros fueron ingeniárselas para leer cuatro
libros por semana (y trabajar al mismo tiempo) o conseguir todos estos libros desde Reino Unido (solo el
4,5% de los libros publicados en ese país son traducciones y existen países que no tienen literatura traducida
al inglés).
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47 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Pero lo más difícil era saber qué leer. Así que Morgan inauguró su blog, en octubre de 2011, donde explicaba
su anterior "xenofobia lectora" y pedía consejo para abrir sus lecturas al mundo. Poco después empezó a
recibir recomendaciones de amigos, colegas, conocidos y, finalmente, desconocidos de todas partes del
planeta. No solo recomendaciones, sino libros enviados desde diferentes países (solo cuatro días después de
iniciar el blog una tal Rafidah se puso en contacto para enviar un libro desde Kuala Lumpur y eso solo fue el
principio) e incluso traducciones en inglés inéditas enviadas por los propios autores. En el caso de Santo
Tomé y Príncipe, un grupo de nuevo traductores voluntarios tradujeron del portugués un libro solo para que
Morgan lo leyera. "Si quieres leer el mundo, el mundo te ayudará", dice la lectora.
¿QUÉ LIBRO EN ESPAÑOL RECOMENDARÍA USTED?
Los seguidores de Librotea y EL PAÍS lo tienen claro: cualquiera de Arturo Pérez-Reverte. Elrecomendador
de libros ha impulsado estos días una votación en la Red en la que ávidos lectores se pronunciaban sobre el
escritor vivo que merece un Premio Cervantes, el más importante galardón de las letras hispánicas. Y el
vencedor ha sido el autor deAlatriste, con Antonio Muñoz Molina y Javier Marías en el podio de los
finalistas. Es el cervantes de los lectores. Si su recomendación sería otra, basta con navegar por las estanterías
de Librotea para encontrar inspiración. También hay una prolija selección de las obras de Reverte.
¿Que ha aprendido ella tras esta experiencia? "Muchas cosas, pero supongo que la cosa más importante es la
manera en la que los libros nos enseñan el mundo a través de los ojos de otras personas y el aumento del
conocimiento y la empatía que esto nos proporciona", contesta desde Reino Unido. Opina Morgan que si uno
solo lee libros de escritores locales, se expone a un rango muy estrecho de perspectivas. Por contraste, leer
más allá de las fronteras ayuda a ponernos más fácilmente en el lugar de los otros. "Ahora estoy mucho más
informada de la complejidad de la situaciones existente en el mundo y también soy más consciente de algunos
de los prejuicios que apuntalan mi propio pensamiento. Ahora no juzgo con tanta rapidez a las personas como
antes".
¿Qué culturas le han resultado más extrañas y más cercanas? "No creo que leer un solo libro te dé una visión
de una cultura", responde Morgan: "Es importante recordar que cada libro es una pincelada de un gran cuadro.
Los libros me han mostrado más perspectivas y voces que visiones definitivas de los que es cada país".
Entonces, ¿no hubiera sido mejor leer libros de no-ficción sobre cada país para tener un mejor conocimiento
del mundo? "Como he dicho, estaba más interesada en miradas que en datos, así que las historias eran una
buena forma de descubrirlas. De todas maneras, leí algo de no-ficción durante el proyecto, sobre todo
memorias. Estos libros fueron para mí tan poderosos como las ficciones".
Aunque el proyecto de Morgan ya ha finalizado, no se ha quedado de brazos cruzados: sigue escribiendo en
su blog sobre literatura de todo el mundo. Todavía le contactan lectores a diario para sugerirle obras, ella elige
uno mensual para reseñar. Pero también escribe sobre otros asuntos relacionados con la literatura y la
traducción. Recientemente ha comenzado una nueva sección titulada World bookshopper (algo así
como Librero mundial) en la que escribe sobre las diferentes librerías que visita en sus viajes. "Próximamente
pasaré algún tiempo en Barcelona y Valencia y espero poder escribir sobre las librerías de esas ciudades",
comenta. Su primera novela,Beside myself, acaba de ser publicada por Bloomsbury. La pregunta es obvia:
¿será traducida a otros idiomas? Pues sí: por el momento al francés, italiano, chino, japonés y tailandés. "Y
hace unos días me han informado de que también será traducida al español para todo el planeta, aunque
todavía no sé cuál será el título", anuncia la escritora.
LOS FAVORITOS DE ANN MORGAN
Albania – Abril quebrado, de Ismail Kadaré.
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48 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Canadá – El desierto malva, de Nicole Brossard
República Checa - Una soledad demasiado ruidosa, de Bohumil Hrabal
Mongolia – Cielo azul, de Galsan Tschinag
Myanmar – Smile as they bow, de Nu Nu Yi
Pakistán – El halcón errante, de Jamil Ahmad
Serbia – Lago de Como, de Srdjan Valjarevic
Sierra Leona – Un largo camino, de Ismael Beah
Tayikistán – Hurramabad, de Andrei Volos
Togo – An african in Greenland, de Tete-Michel Kpomassie
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49 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
AUTOBIOGRAFÍA DE OLIVER SACKS
El antropólogo de la singularidad
La enfermedad mental tuvo en él a un intérprete excepcional, primero resistido por sus métodos y luego
ampliamente reconocido. Su trabajo inspiró la película Despertares (1990), con Robin Williams.
Foto Billy Hayes
Carlos María Domínguez01 abr 2016
ES POSIBLE que revisen los incontables diarios y apuntes de Oliver Sacks, y dentro de un tiempo los lectores
reencuentren su tono asombrosamente comprensivo de los padecimientos neuronales, la honestidad
descriptiva, y el relato de los casos clínicos que por distintos motivos no incorporó a sus libros. Pero En
movimiento es la última obra que escribió antes de morir el 30 de agosto de 2015, a los 82 años, una suerte de
autobiografía que oficia de despedida, relevante por varios motivos.
Quienes se acercaron progresivamente a su obra, centrada en las experiencias de sus pacientes, aquí y allá
pudieron conocer algunos datos biográficos desconcertantes, por infrecuentes en los textos de divulgación
científica. Sus migrañas infantiles (Migraña), su paso por un internado durante la segunda guerra (El tío
Tungsteno), su accidente de alpinismo (Con una sola pierna), su vocación por la música (Musicofilia), el
abuso de las drogas (Alucinaciones), más algunas señas de su condición homosexual. A la luz de este último
tomo, su obra puede ser percibida como la zaga de un médico que encontró el camino más original, también el
más llano, para narrar enfermedades neuronales y psiquiátricas con la tensión de una aventura frente a los
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misterios del cerebro. Hacía falta que un científico tuviese una considerable formación humanística para que
la ciencia recuperara, a la luz pública, su privilegiada condición de vanguardia frente a los más discretos
secretos del hombre, y desde luego, que fuera también un talentoso narrador, y un tipo con suficiente coraje
para privilegiar las confusiones de su vocación a las restricciones académicas. Durante años muchos lectores
se preguntaron quién era este médico inglés capaz de narrar un caso clínico como un cuento fantástico,
dibujar parábolas sobre el destino humano y difundir los avances en el estudio del cerebro con la amenidad de
un novelista. Su autobiografía, muy poco formal, como la mayoría de sus escritos, resulta esclarecedora.
EL MÉDICO BEAT
Los viejos versos de François Villon ("a la gente le sienta mal que tenga un camino personal"), el coraje de
todos los pioneros que se apartaron de la tribu para seguir su intuición, acompañan la trayectoria de Oliver
Sacks, hijo de una familia de médicos londinenses, judíos, pronto comprometido con su curiosidad, el llamado
de la literatura, una extrema timidez, y la atracción por los hombres.
Su padre era médico clínico, al viejo estilo del médico de cabecera, su madre fue una de las primeras cirujanas
de Inglaterra, varios hermanos también abrazaron la medicina y uno padeció esquizofrenia. Cuando Oliver le
dijo a su madre que le gustaban los hombres, ella le contestó que ojalá no hubiese nacido y no le habló en
muchos días. En los años 40 la homosexualidad en Inglaterra era considerada una aberración —Sacks nació el
9 de julio de 1933— y si su padre se mostró más indulgente, pronto entendió que estaba en problemas. Luego
de recibirse y ejercer sus primeras prácticas en hospitales, hizo un viaje a Canadá y luego se radicó en
California, donde alternó tres pasiones: la neurología, el mundo de las motos —los fines de semana viajaba
hasta 1.500 kilómetros de ida y vuelta al Gran Cañón del Colorado—, y el levantamiento de pesas en los
gimnasios fisicoculturistas. La imagen es la de un médico beat, amigo de las camperas de cuero, las
cilindradas, el viaje nocturno en carreteras solitarias, los gimnasios, las drogas, el ambiente liberal de la
California de los años sesenta.
Sacks comenzó a consumir drogas con curiosidad médica y desarrolló una adicción a las anfetaminas que
logró vencer con esfuerzo cuando ya estaba en Nueva York, luego de fracasar en el laboratorio científico de la
Escuela de Medicina Albert Einstein, donde se especializaba en neuroquímica y neuropatología. Le
recomendaron que se dedicara a ver pacientes y recaló en una clínica de cefaleas del Bronx, bajo el entusiasta
amparo de un especialista que apoyó sus investigaciones sobre las migrañas pero le prohibió publicar sus
conclusiones, y luego las plagió. Migraña se publicó en Inglaterra con buena acogida, y de regreso a Nueva
York, en 1966 Sacks comenzó a trabajar en el hospital de enfermedades crónicas Beth Abraham. Entre sus
quinientos pacientes, ochenta eran sobrevivientes de la pandemia del sueño que había matado a millones de
personas en la década de 1920 y llevaban más de cuarenta años en estado catatónico, paralíticos, afásicos,
parkinsonianos, con extraños síndromes posencefalíticos. Se dedicó a ellos con devoción, también a los
ancianos alojados por la congregación de las Hermanitas de los Pobres, compenetrado con la visión del
neuropsicólogo ruso A. R. Luria, proclive a una comprensión integral de las afecciones de sus pacientes y
dotado de una formación clásica y romántica que le permitía narrar sus casos clínicos con la penetración y la
intensidad de un novelista. Con ese espíritu se dedicó a trabajar con la comunidad de enfermos, en las
antípodas de la tendencia más prestigiosa entre sus colegas, que sembraban de especializaciones la medicina.
Entonces vivía de forma paupérrima, más allá de algunas experiencias puntuales no había consolidado
ninguna relación amorosa estable, ya sabía que no iba a convertirse en una eminencia científica, y todo lo que
tenía delante era un paisaje de vidas arruinadas por la demencia. El trabajo con sus pacientes lo rescató de las
drogas y le dio sentido a su vida. Afirma Sacks que no volvió a tener relaciones sexuales en treinta y cinco
años.
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51 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
UN HOMBRE DESPIERTO
En 1969, después de dos años de trámites, Oliver Sacks consiguió la autorización para probar una droga que
se usaba en los pacientes de mal de Parkinson, la L-dopa, entre la comunidad catatónica del hospital, con los
espectaculares resultados que difundió en su libroDespertares y años más tarde la película del mismo título
(1990), protagonizada por Robin Williams y Robert De Niro. Los pacientes regresaron a la vida después de
decenas de años de permanecer en estados casi vegetativos. Pero luego mostraron problemas de distinto
orden, fluctuaciones repentinas e impredecibles, y efectos colaterales que un médico le aconsejó no difundir
para evitar el desprestigio de la droga. Todo lo contó Sacks en artículos que cobraron gran difusión en la
prensa y le granjearon fuertes críticas de sus colegas. En el fondo de la discusión estaba en juego la
predictibilidad de los medicamentos, y una nueva visión que aceptaba la contingencia singular en la recepción
genérica de las drogas.
Los primeros manuscritos de Despertares fueron rechazados por la editorial Faber & Faber, Sacks los guardó
en un cajón y luego los perdió, pero un amigo llevó una copia al editor inglés Colin Haycraft, que lo alentó a
reescribirlos y realizaron juntos un minucioso trabajo de edición porque entonces Sacks era un escritor muy
desordenado, lo siguió siendo, pese a lo mucho que aprendió de libro en libro. Como le dijo un viejo amigo,
ganó en empatía, aprendió a controlar el tono de sus asombros, a mejorar la precisión de sus descripciones, a
no abrumar con la especificidad técnica, y como le aconsejó otro poeta amigo, el gran W. H. Auden, al ir más
allá del aspecto clínico, "tendrás que ser metafórico, místico, lo que haga falta".
A partir de la publicación de Despertares, en 1973, Sacks se convirtió en un escritor de divulgación científica
y comenzó a publicar artículos en el New York Review of Books mientras una porción considerable de la
comunidad médica callaba o le dedicaba críticas lapidarias. Pero conquistó al gran público, que se vio atraído
por la comunicación personal de su experiencia médica y el compromiso sensible con sus pacientes. La
muletilla ha sido repetida: tenía un trato humano con el dolor. Nada de eso. La ajenidad institucional, técnica
y descomprometida de la medicina es humana. Lo que recuperó Oliver Sacks fue una visión humanística de la
ciencia y el hombre, de modo que cuando se enfrentaba a un caso patológico reconocía el problema genérico
y la singularidad de la persona, y en la singularidad encontraba la más rica experiencia de la enfermedad, para
el mundo de la ciencia, para la aventura del paciente y para él mismo.
Por entonces Sacks vivía en una casita que le prestaban al lado del hospital Beth Abraham, para médicos
residentes, y cuando planteó su desacuerdo con el sistema de premios y castigos terapéuticos que se utilizaban
con algunos enfermos, y cuando el director le pidió la casa para alojar a su madre, se negó a irse y fue
expulsado. Pero continuó visitando a su comunidad de pacientes.
Nada más revelador del contraste entre la fama y las modestas condiciones de su vida que el pedido de un
estudiante inglés de neurología, interesado en estudiar durante un año con él, en su departamento de la
universidad. Sacks le contestó que estaría encantado de recibirlo, pero no estaba en ninguna universidad ni
dirigía ningún departamento académico. Mientras nadaba alrededor de City Island vio una modesta casa de
madera que estaba en venta, salió del agua y descalzo, todavía goteando, entró en la inmobiliaria a preguntar
el precio. Vivió en esa pequeña comunidad de pescadores y marinos por varios años.
UN SOLO TRAJE
El grueso de la comunidad médica pudo ignorarlo durante años, pero no prestigiosos hombres de ciencia de
muchos países, que a partir de la publicación de El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (1985),
comenzaron a tener trato con él para realizar trabajos, consultarlo o compartir ideas. Su acercamiento al
historiador de la ciencia Stephen Jay Gould, que avanzaba sobre las teorías de la contingencia y el papel del
azar en la evolución de las especies lo condujo a entablar relación con el neurocientífico Gerald Edelman, que
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desarrolló la teoría de la selección de grupos neuronales, o darwinismo neural, y obtuvo el Premio Nobel por
su teoría seleccionista en el sistema inmunológico. Edelman planteaba que el código genético era incapaz de
especificar ni controlar el destino de cada célula del cuerpo, y sobre todo en el sistema nervioso, sometido a
todo tipo de contingencias impredecibles. Los trabajos de Sacks sobre la singularidad de cada paciente
neurológico eran un tesoro de experiencias clínicas para el teórico y ambos compartieron el laborioso esfuerzo
en las fronteras de los paradigmas que la ciencia arriesga y prueba con prudente lentitud a lo largo de la
historia.
Por entonces los vínculos con científicos internacionales terminaron de abrirle las puertas en la comunidad
neurológica norteamericana y la popularidad de sus libros acompañó innumerables reconocimientos
académicos en muchas universidades, tan insospechados como el recibimiento del título de Comendador de la
Orden del Imperio Británico que le otorgó la Reina Isabel II en 2008. "Aunque no soy propenso a vestir
formalmente ni a otro tipo de formalidades —suelo llevar ropa descuidada y decrépita, y solo tengo un traje—
, disfruté con las formalidades de Buckingham", escribió.
En diciembre de 2005 un melanoma en el ojo derecho había acabado con las confianzas de Sacks en su salud.
Tenía 72 años y combatió el cáncer con radioterapia, pero finalmente perdió la visión del ojo. Luego tuvieron
que reemplazarle la rodilla izquierda, que le quedó rígida, y unos insoportables dolores de ciática lo obligaron
a escribir de pie, sobre una plataforma improvisada con diez volúmenes del Oxford English Dictionary.
Trabajaba en su nuevo libro, Los ojos de la mente, pero el dolor se hizo tan insostenible que pensó en el
suicidio. Lo operaron en diciembre de 2009 y recuperó al menos una parte de su vida. Parecía un resto y sin
embargo, entonces conoció al escritor californiano Billy Hayes, de 60 años, y el destino singular de Oliver
Sacks, como una alegoría, volvió a desmentir todos los pruritos de la vejez: se enamoraron.
Durante su juventud Billy Hayes había sido encarcelado en Turquía por vender hachís y condenado a prisión
perpetua, y logró escapar a Grecia. Contó esa experiencia en su libro Midnight Express (1977), luego
malversada en la exitosa película de Alan Parker y Oliver Stone,El expreso de medianoche (1978). Pero
entonces trabajaba como actor y guionista en la industria de Hollywood, y acompañó a Oliver Sacks,
notoriamente agradecido de conocer finalmente el amor, hasta su muerte en 2015. A él le dedica esta
autobiografía que narra con elemental sinceridad el extraordinario destino de un hombre que se animó a
contar lo que aprendió, y lo que no sabía.
EN MOVIMIENTO. UNA VIDA, de Oliver Sacks, Anagrama, 2015. Barcelona, 446 págs. Distribuye Gussi.
El tintero.
Oliver Sacks
DE NIÑO me llamaban Tintero, y a mis setenta años todavía parece que siempre voy manchado de tinta.
Comencé a llevar un diario cuando tenía catorce años, y la última vez que los conté había llegado casi a mil.
Los tengo de todas las formas y tamaños, desde esos pequeños de bolsillo que llevo conmigo, hasta enormes
tomos. Siempre guardo un cuaderno junto a la cama, para anotar mis sueños y también mis reflexiones
nocturnas, y procuro tener uno junto a la piscina, o cuando nado en un lago o en la playa; nadar también suele
producir muchos pensamientos que debo anotar, sobre todo si se presentan, como ocurre en ocasiones, en
forma de frases o párrafos enteros.
Cuando escribía Con una sola pierna, extraía mucho material de los detallados diarios que había llevado como
paciente en 1974. También elDiario de Oaxaca se basaba en gran medida en mis cuadernos escritos a mano.
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Pero lo más habitual es que casi nunca repase los diarios que he llevado durante gran parte de mi vida. El acto
de escribir es suficiente en sí mismo; sirve para clarificar mis pensamientos y sentimientos. El acto de escribir
es una parte integral de mi vida mental; las ideas surgen y cobran forma en el acto de escribir.
… Una gran parte de lo que he escrito han sido mis notas clínicas... y durante muchos años. Con una
población de quinientos pacientes en el Beth Abraham, trescientos residentes en el hogar de las Hermanitas de
los Pobres, y miles de pacientes externos e internos en el Hospital Estatal del Bronx, he escrito más de mil
anotaciones al año durante muchas décadas, y me ha encantado; mis notas son prolijas y detalladas, y otros
han dicho que a veces se leen como si fueran una novela.
Para bien o para mal, soy un narrador. Sospecho que esta afición a las historias, a la narrativa, es una
inclinación humana universal, que tiene que ver con el hecho de poseer un lenguaje, una conciencia del yo, y
una memoria autobiográfica.
El acto de escribir, cuando ocurre con fluidez, me proporciona un placer, una dicha incomparable. Me lleva a
otro lugar —da igual cuál sea el tema— en el que me hallo totalmente absorto y ajeno a pensamientos,
preocupaciones y obsesiones que puedan distraerme, incluso al paso del tiempo. En esos raros y celestiales
estados mentales puedo escribir sin parar hasta que ya no veo el papel. Sólo entonces me doy cuenta de que ha
anochecido y me he pasado el día escribiendo.
A lo largo de mi vida he escrito millones de palabras, pero el acto de escribir me sigue pareciendo algo tan
nuevo y divertido como cuando empecé, hace casi setenta años.
(fragmentos de las páginas finales de En movimiento)
http://www.elpais.com.uy/cultural/antropologo-singularidad-oliver-sacks.html
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54 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Henry Marsh
Dolores de cabeza
A punto de jubilarse, Henry Marsh, uno de los neurocirujanos más importantes de Gran Bretaña y de toda
Europa, decidió retomar su vieja práctica de escribir –había llevado un diario desde los doce años– para
recordar las numerosas operaciones de cerebro en las que debió intervenir. El resultado, lejos de la
autocelebración, es el descarnado retrato de una especialidad científica en la que todo se juega entre el rigor,
el cálculo y lo inesperado. Ante todo no hagas daño se convirtió en un éxito mundial que conmueve por la
humildad de su testimonio, casi al borde de una confesión acerca de la complejidad y las dificultades de
ejercer la medicina.
Por Violeta Serrano
Va a correr cada mañana. Se levanta y sale ataviado con ropa deportiva de su casa de dos plantas del barrio de
Wimbledon en la que vive desde hace años, cuando se separó de su primera esposa tras un matrimonio que no
superó la intensidad de los inicios de su profesión. En el lugar hay, entre otras cosas, paredes forradas de
libros y dos colmenas, así como un hermoso jardín en la parte de atrás que se conjuga con un taller de
bricolage. Cuando regresa del trabajo, por lo general, se toma un gin-tonic desde un rincón cuya ventana da
directamente al suroeste de Londres que suele contemplar bajo la lluvia infinita que caracteriza a la ciudad y
que, sin embargo, no le ha impedido moverse en bicicleta casi todos los días de su vida. Lo del running y la
bici es, más que nada, porque parece ser que la actividad física reduce las probabilidades de padecer
enfermedades como, por ejemplo, el Alzheimer. Lo hace aún sabiendo perfectamente que practicar deporte no
le asegura librarse de esa posible situación futura. Ni de tantas otras. Al fin y al cabo es la esperanza lo que
hace que la vida se desarrolle aunque, a la vez, es la culpable de que, en muchas ocasiones, nos convirtamos
en personas necias, según afirma. Lo ideal es que alguien como él viva en un permanente punto medio
virtuoso aunque eso, quizás, sea demasiado pedir para un simple ser humano. En su trabajo, la tensión
constante entre distintas variables que, en la mayoría de los casos dependen del más puro azar, es una realidad
que va lacerando su camino diario y haciendo más profundas las arrugas de su rostro. Debe tomar decisiones
de las que dependen la vida o la muerte de terceros, o, peor, valorar siempre la posibilidad de que sus manos
serán las responsables de que esos pacientes salgan del quirófano mejorando su calidad de vida o, por el
contrario, convertidos en auténticos vegetales que no tendrán siquiera la posibilidad de matarse sin ayuda
externa. Ese dato es más importante de lo que pudiera parecer: en Inglaterra la eutanasia está, aún hoy,
prohibida por ley. Así que él, apenas un hombre cualquiera, no se debe dejar dominar por la esperanza en la
misma medida que no debe hacerlo por la fatalidad. Lo más difícil de su tarea no es operar con gran pericia
técnica (que también debe suceder) sino conocer el momento exacto en el que debe actuar o, por el contrario,
dejar a la naturaleza seguir su curso. “Se tardan al menos tres años en saber cuándo hay que operar y treinta
en saber cuándo no hay que hacerlo”, apunta.
Por la gloria
Este simple mortal llamado Henry Marsh es uno de los neurocirujanos más prestigiosos de Gran Bretaña y,
ahora, también, va camino de ser uno de los más importantes escritores de no ficción en lengua inglesa. Y lo
es, por cierto, por una razón más bien ligera: tras cursar estudios en Ciencias Políticas, Filosofía y Economía
en la Universidad de Oxford, su ciudad natal, sufrió un fuerte desengaño amoroso. Para salir del calvario
sentimental en el que se encontraba quiso autoflagelarse, ya que no tenía necesidad alguna de hacerlo pues era
hijo de un prestigioso abogado de derecho internacional, y se fue a trabajar como camillero en un lúgubre
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hospital de la cuenca minera de Northumberland, cerca de Escocia. Su labor consistía en llevar enfermos
desde la ambulancia a las salas del hospital, o desde las salas al quirófano o, en el peor de los casos,
directamente de ahí a la morgue, si la cosa no iba bien. Fue entonces cuando tomó la decisión de volver a las
aulas, pero con un rumbo muy diferente del que había elegido en su adolescencia. Para su propia sorpresa, se
inscribió como estudiante de Medicina en el Royal Free Hospital de Londres, institución en la que no era
requisito indispensable tener una procedencia de estudios científicos. Henry Marsh tenía entonces 30 años y
aún no sabía que iba a decantarse por la especialidad de neurocirugía cuando, en medio de una operación de
aneurisma de la que fue testigo, tuvo una epifanía que se lo aclaró. “Era vanidoso, ambicioso y buscaba la
gloria”. Eso responde con sorna hoy, a sus 66 años, cuando se le pregunta por qué esa elección. Ciertamente,
hay que poseer altas dosis de esas características para tener como objetivo ser algo parecido a Dios. Y
humildad. Toneladas de humildad. Ambos rasgos están sembrados en las páginas de Ante todo no hagas daño,
un libro que ya es un éxito de ventas en todo el mundo y que nace de una costumbre que nunca dejó de lado.
Henry Marsh escribió ininterrumpidamente sus diarios desde los doce años. Ahora, casado con la antropóloga
social y también escritora Kate Fox, esa historia de vida que permanecía camuflada ha salido a la luz. Fue ella
la que le advirtió que debía convertir aquellos materiales en una obra de arte. Y así lo hizo. Su texto,
articulado en la descripción de 25 casos clínicos y flanqueado por un corto y contundente prólogo así como
una breve carta de agradecimientos final, constituye una guía para comprender cómo funcionan las tensiones
paradójicas que conviven en las personas a las que nos encomendamos cuando la muerte acecha y no nos
queda más remedio que ponernos en sus manos.
Memorias de un bisturí
Con una atención milimétrica, Henry Marsh manipula el cerebro de sus pacientes. Físicamente. Sus finos
dedos tocan la zona en la que sucede el misterio del habla, de la risa, de la emoción, del pensamiento. Un
neurocirujano no teoriza: actúa. Fue el primero en Inglaterra que utilizó la anestesia local para operar un
glioma, es decir, un tipo de tumor cerebral. Fue en 1989 cuando, mientras penetraba en ese misterioso espacio
lleno de ramificaciones nerviosas, podía, al mismo tiempo, charlar con su paciente para corroborar, en tiempo
real, que no le estaba tocando algo que hiciese que, por ejemplo, no pudiese volver a emitir palabra. Esta
práctica puede llevarse a cabo por la peculiar razón de que el cerebro no posee receptores que interpreten su
propio dolor. Así todo, Henry Marsh se mete en el barro cada vez que abre un cráneo para someterlo a cirugía.
Y eso, entre otras cosas, es lo que relata con una lenguaje libre de descripciones superfluas o demasiado
encriptadas para un profano en la materia. Sin caer en el golpe bajo ni en el morbo, las cuestiones físicas se
alternan con las puramente humanas dejando claro que lo difícil no es detener una hemorragia descontrolada
en la que el cirujano debe navegar desesperado y ciego como un barco en medio de una tormenta sin faro a la
vista. Lo realmente complejo es tomar la decisión de si operar o no o de, si ya se está en ello, saber cuándo es
el momento de parar antes de producir lesiones. No hay guía para tener éxito: la práctica y los errores
cometidos son el salvavidas más cercano, aunque ni siquiera otorgan una seguridad absoluta porque ésta,
lamentablemente, no existe.
La sombra de Oliver Sacks se cierne sobre cualquier médico que ose incursionar en el mundo de las letras.
Pero Marsh no sigue su estela. Es inteligente y, en vez de eso, busca otras sendas que nada tengan que ver con
el estilo del fallecido autor. La fuerza de Marsh es física. Con el respeto que se deben los colegas de
profesión, él sostiene que los neurólogos que se ponen a escribir tienden a elegir casos que acumulan como si
coleccionasen mariposas de ejemplares raros. Uno de los grandes amigos de Marsh, que aparece varias veces
en este libro y que, de hecho, ya había formado parte del documental ganador de un Emmy, The English
Surgeon (2007), el ucraniano Igor Kurilets, le dijo una vez: “Nosotros somos como los sangrientos cosacos”.
Aquella comparación la hizo al regalarle una versión pictórica de Los cosacos zapórogos. Hoy, esa obra,
corona la sala del hospital público y centro universitario St. Georges de Londres, donde Marsh operó a la
inmensa mayoría de los 15.000 cerebros que han pasado por sus manos y lugar que, aún hoy, visita
asiduamente para sugerir y seguir formando a cientos de médicos internos.
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Retirarse no es algo que le haga demasiada gracia. Lógico, tras años de una intensidad tan brutal debe ser
complejo enfrentarse a la templanza de la jubilación. Quizás por eso Henry Marsh, lejos de dedicarse
únicamente a la apicultura que le fascina como hobby, continúa su labor médica en países como Ucrania,
Albania o Nepal. No es casual tampoco que sea justo ahora cuando se atreva a incursionar en el mundo de la
literatura con un éxito apabullante. Agotada su primera edición en España en unas semanas, Ante todo no
hagas daño ya ha sido reconocido como mejor libro del año por Financial Times y The Economist, tras
encabezar las listas de ventas de best sellers en EE.UU. y Reino Unido.
Ante todo no hagas daño. Henry Marsh Salamandra 346 páginas
Si uno visita el hospital donde trabajó toda su vida y que sirve de escenario principal a su libro, puede
comprobar que existe un patiecito cuya creación es también culpa de Marsh. Asqueado y enfrentado durante
la mayor parte de su vida con la burocracia imperante en el Sistema Nacional de Salud, fue y es un férreo
defensor de la humanización de los hospitales. Las arduas críticas a la gestión pública de estos centros están
presentes, sobre todo, en la segunda mitad de la obra. El trato clientelar que se está instalando en los últimos
tiempos supone una situación desquiciante para los profesionales de la salud: totalmente ajenos a la
cotidianeidad práctica de los centros hospitalarios, las nuevas gestiones modernas ignoran cuestiones que
parecen de sentido común tal y como Marsh las presenta en este texto. El humor que mitiga las más
dramáticas situaciones hace que Ante todo no hagas daño sea una joya que, a la vez, presenta una peligrosidad
encubierta. La pericia de Marsh con la expresión escrita hace que lo que desea transmitir sea tan eficaz como
inquietante: da miedo ser consciente a través de su demoledora honestidad de que la medicina sabe más bien
poco sobre cómo solucionar nuestras dolencias. Para sorpresa de muchos de sus colegas, que no suelen airear
en público estas desgracias, el autor enumera sus garrafales errores y vuelve sobre ellos tal y como en su vida
real esos fracasos le persiguen toda vez que vuelve a enfrentarse a situaciones similares. Al fin y al cabo,
como dijo el médico francés Leriche, todo cirujano lleva un cementerio dentro en el que cada error es una
lápida.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-5832-2016-04-22.html
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Los libros para colorear no son sólo para niños
De acuerdo con los expertos, colorear como cuando eras niño no es una forma de terapia, pero sí te ayuda a
concentrarte y olvidarte de todo por unos minutos.
La serie Coloreanding cuenta hasta el momento con dos tomos: México y Life. (Instagram)
MILENIO DIGITAL26/04/2016 08:49 AM
Ciudad de México
Basta con que visites una librería o cualquier tienda departamental para ver los estantes llenos de una amplia
oferta de libros para colorear: obras modernas, flores, mandalas y hasta dibujos inspirados en Game of
Thrones.
Estos libros se han vuelto tan populares últimamente, que trascendieron a su público común: los niños. Ahora
los adultos pasan su tiempo libre con colores de madera. Muchos los consideran una gran opción para
liberarse del estrés del día a día, pues la actividad demanda atención especial -mientras más detalladas sean
las ilustraciones-y pueden olvidarse de todo lo demás.
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Hay quienes incluso han calificado a esta nueva tendencia como una terapia relajante. Sin embargo, Ana
María Rius del Taller mexicano de Arteterapia piensa lo contrario.
"El arteterapia es una disciplina que se basa en el trabajo artístico y terapéutico conjuntamente, es decir se
requiere que el paciente elabore un proceso creativo para que se dé una transformación en la persona. Un libro
para colorear es otra cosa; es una actividad recreativa nada más".
Pero hay otros que más que una terapia lo ven como una actividad para liberar un poco de estrés y darle un
final diferente a tu día, como Carolina Juárez, mejor conocida como Malacara.
Esta ilustradora originaria de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, publicó junto con la mercadóloga Gale la serie de
libros Coloreanding, editado por Vergara & Riba, cuyo primer tomo con ilustraciones inspiradas en el folclore
mexicano, es uno de los mejores vendidos del país.
Milenio platicó con Carolina sobre su trabajo y su decisión de hacer un libro para colorear.
¿Cómo decidiste incursionar en los libros para colorear?
Tanto Gale como yo queríamos hacer y tener algo que trascendiera un poco más, en palabras de Gale: "algo
que no fuera un anuncio que salió un día". Después de trabajar para muchos y muchas, llegó ese momento en
que necesitamos arriesgarnos en un proyecto para nosotras; luego de pensarle un rato, Gale y yo nos
acercamos a la editorial, con toda la inocencia del mundo y con mucha ilusión obviamente así que mandamos
el proyecto e insistimos muchísimo. A la editorial le encantó, vio que era un buen proyecto y nos dimos la
oportunidad de hacerlo.
¿Consideras que colorear es una actividad anti estresante?
¡Claro! Colorear es una actividad humilde que no te exige nada, más bien hay un efecto de motivación,
conexión y orden.
¿Cuánto tiempo llevas trabajando como ilustradora?
Pues aún llevo poco tiempo. Yo soy diseñadora gráfica de profesión y de manera "accidentada" comencé a ser
ilustradora. En el 2005 tuve que hacer unas ilustraciones para un proyecto editorial y desde entonces estoy
trabajando y aprendiendo sobre ilustración.
¿Cuál es el tema principal de tus ilustraciones?
Creo que en el transcurso de estos 10 años han surgido muchos temas que tienen que ver directamente con las
diferentes etapas y situaciones en las que me he encontrado, o las que he tenido que afrontar en mi vida.
COmo el amor, el desamor, la muerte. Al final también depende mucho del estado de ánimo.
Actualmente me encuentro muy feliz, con mucha ilusión porque estoy esperando a mi primer hijo y creo que
en este momento definiría al tema principal con el amor.
¿Cómo se dio la colaboración con Gale?
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59 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Trabaje con Gale en Querétaro unos años atrás, ella tenía una agencia de diseño y publicidad y yo llegue de
Chiapas a trabajar ahí. Años después la empresa se disolvió pero me quedé trabajando en proyectos y cuentas
de la agencia, por lo que nunca perdimos comunicación aunque ella viviera en Querétaro y yo en Chiapas.
El año pasado Gale me llamó, para ese entonces yo ya vivía en San Luis Potosí, y me comento la idea de
hacer los libros. Me encantó. Platicamos, planeamos, decidimos temas, nos organizamos para mandar el
proyecto y los modelos de los libros, cada una en su casa, ella en Querétaro yo en San Luis, todo por medio
Internet y teléfono. No nos vimos hasta que los libros salieron a la venta.
¿Cuál fue el mayor obstáculo para hacer la serie de libros?
La verdad había mucha claridad con lo que tenía que hacer. El proyecto estaba bien definido, aunque sí fue de
mucho boceto y mucho trabajo. Lo más difícil tal vez fue el de hecho que Gale y yo estuviéramos en
diferentes ciudades y el tiempo.
Teníamos un mes para sacar los dos primeros libros de la serie –que constará de 4 libros- si queríamos que
salieran en este año.
¿Cuáles son tus planes a futuro como ilustradora?
¡Estoy muy emocionada por todo lo que viene! Estoy preparando una exposición para finales de agosto y hay
que desarrollar más proyectos con la editorial. Espero mejorar algunas técnicas, experimentar y seguir
actualizándome en el área de la ilustración.
¿En dónde más podemos ver tu trabajo?
En mi página de internet y en Instagram.
Actualmente Malacara y Gale están trabajando en los dos libros que faltan para completar la serie de
Coloreanding y esperan que estén listos para este año.
http://www.milenio.com/tendencias/coloreanding_mexico-malacara_ilustradora-malacara_-_gale-
libros_colorear-arteterapia_0_725927689.html
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60 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
La centralidad de la “criada”
Trauma y literatura. Paolo Giordano presentará su nueva novela, en la que desmenuza los pequeños planetas
de la constelación familiar.
POR AGUSTIN SCARPELLI
Paolo Giordano.
Muchos críticos hablan de “madurez literaria” para referirse a la última novela de Paolo Giordano, Como de
la familia (Salamandra, 2015). Teniendo en cuenta su edad, sin embargo, uno podría hablar simplemente de
madurez prematura. Escribió su gran ópera prima, La soledad de los números primos , traducida a 40 idiomas
y galardonada, entre muchos otros premios, con el Strega 2008 –el más importante de Italia– a los 25 años.
Allí sorprendía ya con un relato minucioso, sagaz e inteligente de los problemas que van cercando a una
pareja cuyos miembros experimentaron serios traumas durante su infancia, como si se hubiese visto envuelto,
muchas veces, en situaciones similares. Luego se doctoró en física teórica con promedios que no permitían
predecir el abandono de la carrera académica pocos años más tarde.
Pero también la muerte, que parece ser el verdadero tema de su última novela, Como de la familia –
originalmente publicada como Il nero e l’argento (Einaudi, 2014)–, ha tenido que esperar a más de un escritor,
incluso a los más melancólicos y taciturnos. El joven Giordano, en cambio, se le acerca con temple. Sin
desesperación ni arrebatamiento, aunque con mucho pesar. “Si tuviera que explicar lo que representa este
libro en mi evolución, diría que ha sido mi primer intento de ajustar cuentas con la idea del final, de nuestra
muerte –explica, de hecho, en esta entrevista, pocos días antes de presentarse en la Feria del Libro de Buenos
Aires. Demasiado pronto, dirán algunos; inútil, pensarán otros. Pero yo no lo veo así. Pensar en el final,
prepararte íntimamente para ello, te permite aprovechar muchos más aspectos de la vida, de lo que uno es, y
no sucumbir al miedo.” Entre una y otra novela, Giordano viajó como cronista en plena guerra, junto a un
pelotón italiano, a una base militar en la zona caliente de Afganistán. De allí surgió su segundo libro, El
cuerpo humano , donde registra con obsesión minuciosa la lengua que esos cuerpos, en estado de alerta
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61 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
máxima, utilizan en situaciones excepcionales para comunicar o defenderse de estímulos demasiados
excitantes y contrapuestos.
–¿Se podría decir que en Como de la familia regresa al ámbito doméstico –donde lo que se pone de relieve
son las relaciones familiares, íntimas–, tras narrar una aventura desde la “línea de fuego” de la realidad?
–En este libro está muy presente la realidad contemporánea y, a decir verdad, tiene también algo de guerra,
aunque sea encubierta, una que se libra en las trincheras del día a día. De mi libro anterior, El cuerpo
humano , se podría decir lo mismo pero a la inversa. A pesar de tener una ambientación bélica, la novela se
ocupaba de las vivencias más íntimas de los personajes, de sus angustias. Siempre cambio de lugar y de
ambiente de una historia a otra, pero cada vez estoy más convencido de que mis temas se repiten. En
cualquier caso, es cierto que, después de haber estado mucho tiempo metido en una historia geográficamente
tan lejana como la de Afganistán, sentía la necesidad de volver a algo más cercano y familiar.
–Se ha hablado mucho de su precocidad como escritor y de su temprano éxito. Además, algunos críticos
afirman que con su último libro ha alcanzado su madurez literaria: ¿qué significa eso para usted? ¿En qué
ámbitos se permite ser inmaduro y dónde exige madurez?
–La madurez literaria me aterroriza. Es oírla nombrar y me entran escalofríos. Tiene un regusto a final, a
muerte de la espontaneidad. A mí me encantan los comienzos, esa potencia explosiva no del todo controlada
de algunas óperas primas y que los artistas muy rara vez son capaces de conservar. Yo lo he intentado, pero
me temo que de momento no lo he conseguido del todo. Pactaría con el diablo con tal de garantizar la
adolescencia eterna de mis novelas.
–Usted tiene una amplia formación en física. ¿Cree que los requisitos lógicos que exigen ese tipo de ciencias
exactas, incluida su fuerte base experimental, encuentran en su trabajo literario una forma de expresión?
–Creo que tengo tan arraigada cierta actitud científica que nunca podré librarme de ella. Y es verdad, sigue
saliendo a la superficie cuando escribo, aunque siempre de un modo distinto e inesperado. En La soledad...,
las matemáticas eran más que nada la profesión del protagonista y un bagaje o equipaje del cual sacar
metáforas que me parecían interesantes, seductoras, como la de los números primos en sí misma. Me
interesaba contraponer la exactitud de las matemáticas con la inexactitud incorregible de los sentimientos y
las relaciones humanas. Creo que El cuerpo humano fue lo más parecido a un experimento de física que he
hecho. Tuve la necesidad de encerrar a mis personajes en un lugar aislado, para ver cómo interactuaban
despojados de todo, sin condicionamientos. Y, en este último, la ciencia aparece una vez más. Puede que sea,
hasta la fecha, mi homenaje más directo a los años que he pasado estudiándola. El narrador es físico, una
especie de versión hipotética de mí mismo, la persona en la que podría haberme convertido si la escritura no
hubiera tomado la delantera. Me interesaba investigar la relación entre el pensamiento científico, racional y
analítico —el del narrador— y el pensamiento supersticioso, abierto a las casualidades, espiritual —el de
Nora, su mujer—. Ambos están presentes en mí, y a menudo en conflicto. El primero lo cultivé durante los
primeros veinte años de mi vida como si fuera la única forma de verdad posible; el segundo estoy
descubriéndolo despacio, mediante la experiencia, las relaciones humanas y la escritura.
–Respecto del tema principal de su última novela: ¿diría que es la ruptura de una pareja que se sostenía
gracias al trabajo y la responsabilidad de un tercero? ¿O más bien se trata del duelo por la muerte de alguien
que llegó a ser “como de la familia”? ¿O, por último, es una nueva versión del “ayudante”, el personaje a lo
Robert Walser que se revela como central, aunque permanezca en las sombras (o precisamente por eso)?
–Todo lo que comenta está presente en la novela, además de la relación entre ciencia y superstición. No sabría
decir con seguridad cuál de esos temas tuvo más importancia para mí. El libro nació, sobre todo, como
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62 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
homenaje a una persona real. La “auténtica” señora A. no tenía hijos, y su recuerdo amenazaba con perderse,
de ahí que se me ocurriera recuperarlo. Ella mantenía, como el personaje, una intensa relación con el arte: de
hecho, tenía en su casa una colección de cuadros de cuando vivía con su marido. Estaban todos envueltos para
que no se estropearan. Y así quedaron. Ella nunca se permitió volver a contemplarlos y, cuando murió, se
vendieron vaya a saber a quién. De nada sirvió protegerlos tanto. ¿No resulta muy triste y amargo? ¿No es una
estupidez?
–¿Qué es escribir para usted? ¿Es algo que simplemente le sale, como los cálculos de física, o es más bien de
los que tienen serias dificultades con el oficio de escritor?
–Me cuesta mucho, siempre. Raras veces me sale escribir como si tal cosa, y cuando eso ocurre, por lo
general no es buena señal. Por otra parte, con la física me pasaba lo mismo: casi nunca me salían los cálculos
a la primera. Hace falta paciencia, perseverancia. Y hay que desear con mucha fuerza el resultado final. En
este momento, es así. Espero que me dure.
FICHA
Encuentro. El autor dialogará con Luciana Zollo acerca de su producción literaria.
Jueves 28 de abril a las 18:30.
Instituto Italiano de Cultura.
Diálogo con Alejandro Patat.
Sábado 30 de abril a las 18. Sala Leopoldo Lugones. Feria del Libro. (Auspicia Revista Ñ)
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/centralidad-criada_0_1564043602.html
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63 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
El cambio climático influye en el movimiento polar
Francisco R. Villatoro24ABR16
Ya está disponible el audio del podcast de Eureka, mi sección en La Rosa de los Vientos deOnda Cero. Como
siempre, una transcripción, unos enlaces y algunas imágenes.
El eje de rotación se ha desplazado hacia la Bahía de Hudson (Canadá) durante el siglo XX. Pero esa
dirección ha cambiado como consecuencia del deshielo de los polos. Ahora se desplaza hacia al este, en
dirección hacia las Islas Británicas. El deshielo es condición necesaria pero no suficiente. La clave para
resolver este misterio es el agotamiento de los acuíferos y las sequías en Eurasia: el subcontinente Indio y el
área del mar Caspio. El cambio climático es la causa de ambos efectos.
Se ha publicado que el deshielo de los polos debido al cambio climático provoca un movimiento del eje de
rotación de la Tierra. Como resultado el movimiento los polos celestes de la Tierra ha cambiado de dirección.
Este movimiento es diferente del movimiento de los polos magnéticos de la Tierra. ¿Qué diferencia hay entre
los polos magnéticos y los polos celestes de la Tierra? Hay que dejar claro que los polos magnéticos y los
polos celestes de la Tierra no coinciden ni entre sí, ni con los polos geográficos. Los polos magnéticos, norte
y sur, son los lugares hacia los que apunta una brújula y son resultado del campo magnético terrestre (el
llamado geomagnetismo). Los polos celestes, norte y sur, son los dos puntos imaginarios en los que el eje de
rotación de la Tierra corta la esfera celeste. Los polos celestes permiten determinar la posición en el cielo en
la que se hallan las estrellas y otros cuerpos.
La posición de los polos magnéticos cambia con el tiempo porque su fuente es el movimiento del hierro
fundido en el núcleo externo de la Tierra (la llamada geodinamo). El polo norte magnético se desplaza de
forma lenta hacia el noroeste, a un ritmo de unos 40 km por año. El origen del movimiento de los polos
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64 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
celestes son las minúsculas desviaciones en el eje de rotación terrestre debidas a pequeñas fluctuaciones en la
geometría del planeta o en su distribución de masas, como las mareas que ocurren todos los días, o los
cambios en la nieve acumulada durante los inviernos. El efecto dominante es el llamado bamboleo de
Chandler, que describe una trayectoria irregular, aunque casi circular, de entre tres y quince metros de
diámetro con un periodo de unos catorce meses, en concreto, una variación de hasta 0,7 segundos de arco en
un período de 433 días.
Esta oscilación se añade a la debida a precesión de los equinoccios, una oscilación mayor que tiene necesita
unos 26.000 años para completarse. Cuando se descuentan estas oscilaciones periódicas se observa un
pequeño desplazamiento del eje de rotación de la Tierra de unos 17 centímetros al año que durante el siglo
XX se dirigía hacia Canadá. Hoy en día los satélites de posicionamiento (tipo GPS) y de comunicaciones
permiten determinar con gran precisión estos movimientos de los polos celestes. Gracias a ello se ha podido
estudiar el efecto del cambio climático en el movimiento polar.
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65 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
El deshielo de los polos debido al cambio climático está provocando un cambio en el movimiento del eje de
rotación de la Tierra. ¿Cómo se ha determinado este cambio en la posición de los polos celestes? Este mes se
ha publicado en la revista Science Advances los últimos resultados sobre el movimiento de los polos celestes
obtenidos por los dos satélites GRACE de la NASA y la Agencia Espacial de Alemania. La misión fue
lanzada en el año 2002 y su objetivo es cartografiar con gran precisión el campo gravitatorio terrestre (de
hecho el nombre GRACE corresponde a las siglas en inglés de Experimento de Clima y Recuperación
Gravitatoria). La misión consta de dos satélites idénticos (apodados “Tom y Jerry”) que orbitan en formación
a una distancia de unos 220 km entre sí, en una órbita polar a 500 km de la superficie terrestre. Gracias a los
datos gravimétricos de GRACE se puede determinar con gran precisión la posición de los polos celestes.
El nuevo trabajo de Surendra Adhikari y Erik R. Ivins, ambos en el Jet Propulsion Laboratory (JPL) de
Pasadena, California, indica que en la última década ha ocurrido un cambio en el movimiento del eje de
rotación de la Tierra. Durante el siglo XX el polo norte celeste se desplazaba hacia la Bahía de Hudson
(Canadá) a un ritmo de unos 17 centímetros cada año. Hay que recordar que desde el año 1899 se puede
determinar este movimiento polar con un error menor de 1 milisegundo de arco (más o menos tres centímetros
sobre la superficie de la Tierra). Sin embargo, en el año 2000 se empezó a observar un cambio la dirección de
movimiento polar. El polo norte celeste ahora se desplaza hacia al este, en dirección hacia las Islas Británicas.
Se publica este mes que los datos gravimétricos de la misión GRACE en el período de trece años entre los
2003 y 2015 confirma este cambio en la dirección del movimiento polar que ya fue identificado en el año
2000. Un cambio que según los expertos es “enorme”, pero además se ha identificado como su causa principal
el transporte de masa desde los continentes hacia el océano a escala global, es decir, el alarmante deshielo de
Groenlandia y el derretimiento de las capas de hielo de la Antártida Occidental.
El deshielo de los polos es consecuencia de la subida de las temperaturas de la Tierra debido al cambio
climático. ¿Qué pruebas hay de que el cambio climático sea responsable del movimiento del polo norte
celeste? El artículo publicado en Science Advances por Adhikari e Ivins, ambos en el Jet Propulsion
Laboratory (JPL) de Pasadena, California, apunta a que la causa del cambio en la dirección del movimiento de
los polos celestes de la Tierra es el cambio climático. El deshielo de los polos es condición necesaria, pero no
suficiente. Según los modelos climáticos a escala global usados en este estudio, el deshielo de los polos
explica casi toda la amplitud (un 83% ± 23%) del movimiento polar anómalo observado. Para explicar todo el
efecto observado por los dos satélites GRACE de la NASA y la Agencia Espacial de Alemania hay que
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incorporar a los modelos por ordenador el agotamiento de los acuíferos y las sequías en Eurasia (el
subcontinente Indio y el área del mar Caspio).
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67 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Todo indica que el cambio climático (la variación de clima debida a efectos antropogénicos) es la causa
última de todos los efectos que dan cuenta del cambio de dirección en el movimiento polar. Para sorpresa de
muchos expertos, este fenómeno es mucho más sensible al cambio climático de lo que se pensaba. Por
supuesto, se requieren futuros estudios para confirmar las conclusiones del nuevo trabajo de Adhikari e Ivins.
Estos científicos afirman que han determinado la causa del movimiento anómalo del eje de rotación terrestre
en los últimos quince años. Sin embargo, sus resultados se basan en un modelo climático global concreto y
habrá que comprobar de forma independiente si estas conclusiones se sustentan con otros modelos climáticos.
Eso sí, no se espera que haya muchas diferencias, lo que indicaría que los cambios a través del tiempo en el
almacenamiento de agua continental y las capas de hielo influyen en la Tierra a escala global, hasta incluso en
el movimiento de su eje de rotación. El efecto de los humanos en la Tierra va mucho más allá de lo que nunca
hubiéramos llegado a imaginar. Realmente es sorprendente lo que podemos llegar a descubrir gracias a las
medidas de alta precisión obtenidas mediante satélites.
http://francis.naukas.com/2016/04/24/francis-en-rosavientos-noticias-para-manana-sabado-
16/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+naukas%2Ffrancis+%28La+C
iencia+de+la+Mula+Francis%29
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68 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Nos vemos en esta vida o en la otra
Adelanto del nuevo libro de Manuel Jabois sobre el primer condenado por los atentados del 11-M
MANUEL JABOIS
24 ABR 2016 - 06:47 CDT
Jornada del juicio del 11-M en octubre de 2007. Emilio Naranjo Reuters
Una mañana de septiembre de 2003 un repartidor de pollos asados aparcó su moto frente al número 10 de la
travesía de la Vidriera, en Avilés (Asturias). Era un motorista de la empresa Artesa, comidas a domicilio.
Tenía 20 años y medía alrededor de 1,75. Un chaval flaquito que se movía como un bailarín de breakdance.
Llevaba vaqueros, una camiseta blanca de manga corta y un casco calimero.
En el portal estaba la pandilla del barrio del Arbolón, unos críos que pasaban el día fumando porros en un
muro pegado al garaje, donde veían entrar y salir coches. En aquella época, el vecino del primero se asomaba
a la ventana, olfateaba el hachís y pegaba gritos diciendo que iba a llamar a la policía. Se terminó cansando.
El repartidor, que conocía a algunos chicos de cruzárselos en los bares, se paró un momento con ellos. Les
dijo que estaba en medio de un reparto y que subía a "pillar unos porros". Los pasaba un vecino del quinto.
"Pues nada, tira". Al rato bajó y se despidió.
El barrio del Arbolón, una zona deprimida de la ciudad, tuvo durante décadas el honor de acoger el árbol más
grande de Avilés, un olmo gigantesco de cerca de treinta metros al que hirió de muerte un temporal. El
periodista Borja Pino, de El Comercio, recuerda que se levantaba "erguido y majestuoso" en el cruce de las
calles de Gutiérrez Herrero, Llano Ponte y la avenida de Gijón. El olmo resistió a la Guerra Civil y a la
dictadura. Cayó a pedazos en 1973 cerca de donde iba a caer, talado por una paliza, el repartidor de pollos.
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69 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Mientras el joven estaba arriba comprando hachís, la pandilla tuvo una idea. Un par de chicos fueron hacia la
moto, abrieron el cajetín de comida y sacaron lo que había: un pollo asado y un sándwich calientes. Metieron
las bolsas debajo de un coche aparcado y se pusieron a esperar. El repartidor bajó, se despidió de ellos
rápidamente ("llego tarde"), se colocó el calimero en la cabeza y arrancó la moto.
Minutos después, un Mercedes 500 negro aparcó en la misma calle, subiéndose a la acera. Del coche se bajó
un joven nervioso de 27 años, aproximadamente 1,80 metros de altura y vestido con vaqueros y camisa por
dentro, de una elegancia "dominguera", según Gabriel Montoya Vidal, Baby. Raro porque, según la novia del
conductor del Mercedes, Carmen Toro, "no se viste nunca, es muy dejado, no se arregla, es muy gitano y viste
muy mal. Si no estás encima de él, riñendo, no se arregla nada". Sin embargo, Rubén Iglesias, un amigo suyo,
decía que solía ir bien vestido, hasta con corbata: "Yo lo llamaba Titto Bluni porque iba siempre muy
elegante".
Tenía el pelo castaño, los ojos oscuros, las pieles blancas y sudadas, y una mirada entre socarrona e ida.
Saludó a la pandilla y se puso de cháchara con ella.
Los chavales lo conocían de aquí y de allá, como se conoce a la gente en el ambiente de la calle y los bares.
De alguna manera le tenían respeto y temor. Baby recuerda que, en ciudades pequeñas, encontrarse a alguien
habitualmente termina desembocando en un saludo formal; las copas hacen el resto. El joven se
llamabaEmilio Suárez Trashorras, aunque en Avilés todos lo llamaban el Minero. Baby llevaba un tiempo
escuchando hablar de él. En ese momento pensó que por fin lo tenía delante y que le sonaba de verlo alguna
vez porque estaba seguro de que eran vecinos.
A los pocos minutos llegó disparada de vuelta la moto de Artesa, comidas a domicilio. Alguien en Avilés se
había quedado sin comer. El repartidor se bajó y se dirigió a Emilio como un poseso. No reparó en que el
Minero no estaba cuando él arrancó la moto.
—¿Fuiste tú el que me robó el pollo?
Era todo demasiado prosaico. Hasta para Emilio. No fue casual que el repartidor le preguntase a él: era todo
un personaje en Avilés. Tampoco que Emilio contestase con ironía que sí, dando a entender que un traficante
de drogas, de coches y de dinamita como él había planificado el robo de un pollo asado y un sándwich con
tanto detalle que había alquilado un piso durante meses y montado un punto de venta de hachís para atraer al
repartidor y así, al alejarlo de su moto, hacerse con el botín.
Emilio fue hacia el repartidor y le dio un puñetazo en la cara que lo tiró al suelo. Fue un golpe inesperado que
hizo que el casco calimero rodase por el asfalto. Le pegó uno más en el otro lado de la cara. Y luego se
abalanzó sobre él. Dice Baby que fue "una ensalada de hostias", que le rompió la camiseta y que le dio varios
puñetazos en el rostro y patadas mientras estaba tirado en la acera hasta que el repartidor pudo salir corriendo.
Los chavales de la pandilla contemplaron la paliza atónitos. Tras terminar, Emilio fumó un porro más con
ellos, se subió al Mercedes 500 y desapareció. Uno de los chicos cogió a la carrera el pollo asado y el
sándwich, puestos en la carretera, y los metió de nuevo en el cajetín de la moto.
El repartidor regresó acompañado de la policía con la cara hinchada y llorosa. Los agentes preguntaron a los
del Arbolón si conocían al autor de los golpes. Todos dijeron que no sabían quién había sido, que no lo habían
visto nunca. El repartidor, por su parte, sólo quería recuperar la moto. No se dio parte, ni hubo denuncia, y el
chico de las comidas a domicilio desapareció del barrio.
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70 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
La somanta impactó a todos. Aquel método era la forma que Emilio tenía para impresionar a los más jóvenes
y hacerse respetar entre iguales. Baby supo semanas después, cuando le vio sacar la pistola y liarse a tiros con
unos camellos a 20 metros de la comisaría de Avilés, que la actitud del Minero era la propia de un intocable.
Baby tenía 15 años, era un chico de piel oscura y muy delgado, con un ojo caído que le daba aspecto de
chaval peligroso. Llevaba siempre encima Ventolín, pues era asmático; en muchas ocasiones tenía que parar,
coger resuello y echar mano de él. Pocos años antes los médicos le habían abierto el cuello para extraerle una
fístula de la que le salía pus a la garganta; dos cicatrices pequeñas debajo de la barbilla recuerdan la
operación.
Dice que se quedó asombrado por aquella mirada medio ida de Emilio en cuanto se disponía a atacar a
alguien; nunca vio pegar a nadie así. Parecía querer matarlo. Antes de ir a por él, como si tuviese que
despachar un rito, se mordió brevemente las uñas. Cuando estaba nervioso, Emilio siempre se mordía las
uñas.
Baby, al que también llamaban Gabri o el Guaje, hace memoria. La primera vez que le dirigió la palabra a
Emilio fue tras la paliza al repartidor:
—Joder, fiera, menudas hostias le has dado —le dijo.
Uno de los amigos con los que estaba Baby aquel día era Iván Granados, de 21 años. Un chico de gesto
aturdido, mirada mansa y buena. Las cejas espesas, oscuras y juntas. Tenía una gordura de san bernardo y le
solían llamar Piraña. Baby lo conocía del colegio público Marcelo Gago, aunque Piraña iba algunos cursos
adelantado. Volvieron a encontrarse en el barrio, porque Piraña vivía en la travesía de la Vidriera, como Baby
y como Emilio. Los dos tenían algo en común: ni Piraña ni Baby habían acabado el colegio. Baby había
trabajado como albañil en obras aisladas. Piraña lo había hecho en un taller de coches, en un concesionario,
como fontanero y como peón en empresas de montajes y de la construcción. En aquella época se encontraba
trabajando en un servicio de limpieza.
Emilio Suárez Trashorras había reclutado con una exhibición de fuerza a dos integrantes de lo que el
periodista de EL PAÍS Pablo Ordaz llamaría después "los chicos de Trashorras, la clase de tropa, su fiel
infantería". Uno de ellos, Piraña, le dijo "no" en el momento decisivo; otro, Baby, se convirtió en su mejor
amigo.
Nos vemos en esta vida o en la otra
Barcelona, Planeta, 2016
231 páginas
18 euros
Sale a la venta el 28 de abril
http://politica.elpais.com/politica/2016/04/22/actualidad/1461326307_545138.html
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71 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
La batalla contra los virus no está perdida: Rolf Zinkernagel, Nobel de Medicina, en la UNAM
• El descubridor de la forma en que el sistema inmunológico distingue las células infectadas de las
sanas se unió a los festejos por el centenario de la Facultad de Química
La humanidad no está perdiendo la batalla contra los virus. En realidad se trata de un juego de números, pues
esos microorganismos nunca matan a toda la población; siempre hay una parte resistente y otra más
susceptible, pero nunca es al ciento por ciento, afirmó Rolf Martin Zinkernagel, ganador del Premio Nobel en
Fisiología o Medicina 1996, en la Facultad de Química (FQ) de la UNAM.
En torno a la enfermedad por el virus del Zika señaló que todavía se sabe muy poco. Se ha visto que afecta
algunas células del cerebro, “pero aprenderemos con el tiempo cómo controlar el padecimiento”.
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Con la conferencia magistral Understanding Immunity, el descubridor de la forma en que el sistema
inmunológico distingue las células infectadas de las sanas (hallazgo por el cual recibió el prestigiado
galardón), se unió a los festejos por el centenario de esta Facultad.
Respecto al sida, expuso que lo más importante que se ha hecho es el desarrollo de antivirales y fomentar la
prevención. En específico, sus estudios han contribuido a entender los mecanismos de la respuesta inmune
para la defensa contra el virus.
Entrevistado sobre los retos de la inmunología, dijo que el mismo planteamiento se hizo en la década de 1970.
De repente, junto con el investigador australiano Peter C. Doherty, descubrió la especificidad: identificaron
cómo es que las células T reconocen a las células infectadas, y esto abrió la posibilidad de la sorpresa, “a la
cual siempre estamos expuestos en la ciencia”.
Cuando se diseña un experimento y se tiene una idea de lo que se obtendrá, y ése es el resultado, es aburrido.
Pero la sorpresa de encontrar algo que no se esperaba es lo que hace las cosas muy interesantes, opinó.
El investigador –ya retirado, y uno de cuyos últimos trabajos consistió en mostrar si la protección en
vacunación dependía más de inmunizar varias veces, o pocas a través de unidades organizadas y repetitivas–
consideró que para ser galardonado con el Premio Nobel se necesita, en primer lugar, trabajo duro; en
segundo, trabajo aún más duro, y en tercero, un poco de suerte.
Se requiere mirar a la naturaleza, hacer experimentos y volver a observar, además de una inteligencia
razonable, dinero para realizar las investigaciones y un ambiente adecuado de trabajo. En su caso, la familia
también fue muy importante.
Zinkernagel comentó que aunque no la conoce a profundidad, la UNAM es reconocida a escala internacional
en muchas áreas. “Por su prestigio, seguramente tiene muchos aspectos importantes”. Además, exhortó a los
estudiantes a que “trabajen duro, trabajen duro, y no crean en dogmas”.
Al presentar al científico, el director de la FQ, Jorge Vázquez Ramos, dijo que este año se cumple el primer
centenario de la entidad, y “hay que celebrarlo como se merece, con las mejores visitas y vidas académicas
que se puedan lograr”, y con la participación de la comunidad y, en especial, de los estudiantes.
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73 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Recordó que Zinkernagel (Basilea, Suiza, 1944) estudió medicina en la universidad de su ciudad natal. Al
concluir la carrera tomó un curso de medicina tropical en la misma institución y otro de medicina
experimental en la Universidad de Zúrich. Trabajó en hospitales, laboratorios e institutos de diferentes casas
de estudio de su país.
En 1973 comenzó en Australia –en la Escuela de Investigación Médica John Curtin, de Canberra– los
primeros trabajos de su especialización, junto con Peter C. Doherty. Esta labor se refiere a la capacidad de
defensa del sistema inmunitario.
Tres años después se trasladó a Estados Unidos, donde se desempeñó como asistente y después como profesor
en el Departamento de Inmunopatología del Instituto de Investigaciones de la Clínica Scripps, en La Jolla,
California.
En 1979 regresó a Suiza, donde se incorporó como profesor asociado al Departamento de Patología del
Hospital Universitario de Zúrich, donde cuatro años más tarde fue nombrado director del Departamento de
Inmunología Experimental.
http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2016_267.html
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74 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Martín Kohan
El que no quiere ver
La inocencia aparente y la brutalidad implosiva de naturalizar el desnudo de niños en fotos para consumo de
adultos es el punto de partida de un libro que parece replantear el rumbo de la novela policial argentina. En
Fuera de lugar Martín Kohan construye un noir de sucesivas capas de enigma, tan explosivas como
contundentes en su resolución estética.
Por Fernando Bogado
Martín Kohan empieza a ser un nombre obligatorio en la literatura argentina. Sus obras, de a poco, no sólo
convocan por el autor, sino que también logran instalarse en ese canon final para todo texto literario que es la
escuela secundaria. En cualquier biblioteca de Nivel Medio hay, como mínimo, una copia flotando de Dos
veces junio. Y que una novela logre eso, logre imponerse y estar presente en ese tipo de espacios, sin
convertirse por eso en material del más didáctico tedio, es algo que escapa a lo común. Al estado común de la
literatura, a las condiciones de lectura contemporáneas que, como bien señaló el propio Kohan en una
entrevista reciente, dejan afuera novelas tan geniales como La familia, de Gustavo Ferreyra, o que inclusive
resultan refractarias a otro tipo de trabajos críticos. No tratamos aquí de reflotar el consabido tema de
“academia” versus “mercado”, un tópico recurrente cuando los que hablan se sienten encaramados en un
costado y rechazados por el otro, sino, muy por el contrario, señalar la salida de una novela que bien puede
entrar en los dos espacios con una prosa fuerte, atractiva, concisa y que captura al que atraviese sus páginas,
venga de donde venga su imaginaria superstición de lector. Fuera de lugar es uno de esos libros que
estremecen desde la primera a la última página y que bien pueden funcionar como un síntoma del estado
literario actual, de sus debates y del propio mundo literario de quien lo escribe.
La historia se centra, al comienzo, en un grupo de personas que, en los desolados paisajes de la precordillera,
llevan adelante un negocio que produce un ingreso de dinero importante por muy escasas molestias. Claro que
el peso ético de tal negocio queda de lado: lo que hacen es sacarle fotos a nenes desnudos. Los primeros
implicados tienen una parte en la responsabilidad total del hecho. Un sacerdote que trabaja en un instituto,
Magallán, se lleva a algunos varoncitos –las fotos salen mejor con más de uno- al estudio, mientras que Lalo y
Marisa los reciben y Murano les saca las fotografías que el lejano mercado de la caída Unión Soviética
reclama. Al menos, esas son las palabras de Netti, quien se encarga de contrabandear las imágenes para que
lleguen a ese lugar muy lejano, digamos, en la lógica de una novela de espacios: ese no-lugar. Fotos de
chicos. Desnudos. Jugando o entretenidos en lo suyo, sin ninguna mirada lasciva a la cámara, sin su
participación en ningún acto sexual definido. Como sucede en todo acto moralmente oscuro, marcar los
límites es una cuestión de necesidad básica para poder llevar adelante el trabajo sucio: cualquiera de los
adultos se ofende ante la mínima mención de que están haciendo pornografía, lo único que hacen es llevar a
un par de chicos sin familia que nadie reclama a un espacio artificial o un poco más natural (las fotos en un
ambiente exterior producen más dividendos), desnudarlos y fotografiarlos casi de manera indiscreta, mientras,
a los pocos minutos de ubicados, ya comienzan a meterse en su mundo, a olvidarse de los adultos y las
cámaras. No hay nada que reprocharles. No hay nada que pueda salir mal.
Kohan construye, muy lentamente, una novela policial con elementos que permiten las obligadas reflexiones
en torno al funcionamiento de lo estético, así, en general, y a la correspondiente dimensión ética del neurótico
mediocre, ese personaje que vuelve una y otra vez en sus novelas. Mirada y límite ético: ese bien podría ser el
nombre de la lógica de los textos ficcionales de Kohan, quien ya había dejado en claro su programa literario
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75 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
en las inspecciones al baño de hombres que María Teresa, la preceptora del gran Colegio Nacional, llevaba
adelante en Ciencias morales. Y no debe sorprendernos que en sus obras el objeto mirado sea el infante, el
que no tiene voz: se pliega siempre sobre ese silencio la voz del orden, de la ley, que da entidad a lo que no
habla a través de su propio discurso. Todo eso ya estaba concentrado en otro lugar, en la pregunta que abre
Dos veces junio: “¿A partir de qué edad se puede torturar a un bebé?”.
Ese planteo inicial del texto, escalofriante, que interesa al mismo tiempo que repulsa, pronto comienza a
hacerse más complejo. Con la entrada de otro personaje al negocio, Santiago Correa, el texto se abre a nuevos
espacios, y luego de un primer capítulo que deja sin aliento pasamos a seguir la historia de Correa en la zona
del litoral, en el hospedaje que lleva adelante con su mujer, Elena, y luego al conurbano, en donde se sigue la
historia del último personaje que funciona como clave del enigma, Cardozo, y sus sobrinos. ¿Cómo se conecta
la historia de este hombre misterioso, que vive en otro límite, el conurbano bonaerense, con el negocio de
Magallán, Marisa y compañía? ¿Y qué rol juega en todo esto Marcelo, el sobrino enfermero de Cardozo, y
Guido, el otro sobrino, menor y con un retraso madurativo que lo lleva a quedarse enquistado en un puñado de
palabras? Cada mínimo detalle de la novela no sólo se abre a un nuevo espacio sino que, en términos menos
horizontales que verticales, hace caer al lector, dándole esa sensación de no tener un suelo en donde apoyarse,
porque cada vez que se siente ubicado y dice para sí “la novela va por acá”, el suelo se desploma, la seguridad
se pierde y el mapa se desarma. Y en eso reside uno de los mayores logros de Fuera de lugar.
Fuera de lugar. Martín Kohan Anagrama 224 páginas
Martín Kohan logra en esta novela reformular el funcionamiento del policial argentino. Si en los 80 había
operado como clave para poder interpelar el enigma social que se distinguía en los oscuros años de la
dictadura, ahora se transforma en un despliegue formal puertas para adentro que recupera algo del policial
borgeano, pero en lugar de escamotear los cuerpos, los muestra, los exhibe hasta el punto del asco. Kohan está
aquí mucho más cerca del noir que del relato de enigma, y no se puede dejar de señalar que, en lugar de
resolver el acertijo, parece que hay un placer en el enigma en tanto enigma, haciéndolo cada vez más amplio,
abarcando el mundo, las geografías, casi al estilo del policial-road movie de No es país para viejos de Cormac
McCarthy, como para salir del obligado nacionalismo crítico.
Fuera de lugar es una novela que tiene tanto un excelente argumento como un marcado estilo (los capítulos
concentrados en Elena recuperan esa prosa fragmentaria y concentrada en el detalle propio de trabajos como
Bahía Blanca), y que deja una problemática conclusión que persiste en la boca como el sabor de un buen vino
o el reflujo ácido de la náusea: el crimen depende, tristemente, del ojo que lo juzga. Y sorprende al que no lo
quiere ver.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-5831-2016-04-22.html
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Personajes que confiesan crímenes al oído del lector
Laura Restrepo. Ganadora del Premio Alfaguara 2004, presenta en la Feria “Pecado”, novela que desarrolla
“la muy inquietante y ambigua idea del mal”.
POR PATRICIA SUAREZ
Obsesión. La violencia es un tema recurrente de todo escritor colombiano, afirma Restrepo.
Laura Restrepo viene a la Feria del Libro en Buenos Aires a presentar su último título: Pecado . Unos días
antes de su llegada, Ñ la entrevistó vía mail y ella, generosa en sus respuestas y contenta de volver a
comunicarse con alguien de la Argentina –país en el que residió varios años– da a conocer aquí pormenores
de su vida, su obra y su carrera.
–¿Su continuo pensar y actuar en la política de Latinoamérica y su trabajo en periodismo influyeron para
hacer de la violencia actual temas de su novelística?
–“Una vez militante, siempre militante”, te diría. Aunque ya no pertenezcas a un partido político ni seas tan
apegado a convicciones férreas. La marca del militante no te la borras, aunque andes retirado de la política
activa. Está en tus convicciones, en tus pasiones, en una especie de apuesta a contracorriente, en la
fascinación por cualquier lucha popular, en la forma de asumirte como marginal, en el disgusto visceral frente
al poder. La obsesión por la violencia es otra cosa. La encuentras en casi cualquier escritor colombiano. Pero
quedarse en la violencia es limitarse a la superficie del problema, a su expresión visible. Y urge buscar más al
fondo, en la relación del colombiano con la muerte. Hay una suerte de destino sacrificial en el pueblo, una
convicción inconsciente y colectiva de que, si la vida no da más, es lícito abrirse camino en la muerte.
–¿Un escritor debe comprometerse políticamente y llegar incluso a militar por sus ideas?
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–Un escritor debe escribir, esa es su única obligación y su principal tarea. Escribir y quebrarse el lomo por
hacerlo bien, con honestidad, con pasión, con humor, con profundidad. Nada más, y nada menos. Todo lo
demás son opciones personales, pero en el fondo resuena la vieja y manida creencia de que la buena literatura,
por el mero hecho de serlo, pone en jaque lo establecido y resulta explosiva y revolucionaria.
–¿Qué la inspiró para escribir su nueva novela, Pecado?
–Me gustaba la idea de que el protagonista fuera la muy inquietante y ambigua idea del mal. O para
nombrarlo con una palabra anacrónica, pero que conserva su misterio: el pecado. ¿Cómo lidian los humanos
con el pecado, o lo que se llamó pecado, en una época en que la ética religiosa se ha desplomado, sin que se
haya construido una ética civil o laica? Es meterse a atravesar aguas oscuras y revueltas sin contar con
instrumentos ni criterios que te permitan salir al otro lado. Para que la idea del mal no resonara en abstracto,
me aferré a ese cuadro prodigioso que es el Jardín de las delicias , donde el Bosco expone con una genialidad
alucinada la épica del pecado. Para cada capítulo escogí un pecador determinado, y lo puse a confesarle al
oído su crimen al lector. Busqué un tono íntimo, que permitiera seguirle la pista al arbitrario andamiaje moral
que cada quien se construye. Están, entre otros, el adolescente que mata por afición; el alto ejecutivo ya viejón
y abuelo, a quien le da por cometer adulterio; la joven a quien el amor incondicional por su padre ausente la
lleva a acabar envuelta en una tormentosa historia de incesto. Emma, la descuartizadora, tachada de
“monstruo de crueldad” por la prensa amarilla, y quien explica sus razones desde el pabellón de homicidas de
una cárcel; la Viuda, un verdugo profesional, el más místico de los personajes del libro.
–¿Cómo los articuló?
Quería una novela de estructura flexible, de capítulos independientes entre sí pero con hilos conductores
claros, más a la manera de lo que se está haciendo con ciertas maravillosas series de televisión, como Black
Mirror , por ejemplo.
–Su estilo reúne universos de diferentes temáticas y personajes (los ángeles, el cuadro de Hyeronimus Bosch,
el incesto) con un vocabulario exquisito. ¿Cómo consigue esta fusión?
–Supongo que la necesidad de romper esquemas y pasar por alto categorías artificiales. ¡Qué ganas de escribir
algo a medio camino entre el ensayo y la literatura, el periodismo y la ficción, el relato y la novela! Pese a los
temores editoriales que los híbridos puedan suscitar, te das cuenta de que el lector común no está preocupado
por eso. Si lo atrapa la trama, si lo seducen los personajes y disfruta con la escritura, no se pone a pensar si
aquello pertenece a esta categoría o a esta otra. Otra barrera deliciosa de burlar: la separación de la cultura
supuestamente seria y la que no lo es. La cultura viva es uncontinuum que va desde Juan de la Cruz hasta los
villancicos que cantamos en Navidad, y ahí radica su encanto, su fuerza, su libertad.
–¿Influyó García Márquez en su estilo y en los tratamientos narrativos que usted utiliza en sus novelas?
–A inicios de los ochenta me contratan en la revista Semana . Felipe López, su director, un aristócrata audaz
en la política, concebía un semanario de derecha pero escrito por gente de izquierda. Para la redacción
buscaba ex militantes, algún trotsko, un maoísta, alguien del PC. Yo quedé como responsable de política
nacional, y la verdad es que aquello resultó un ejercicio fuerte, retador y apasionante. Por entonces Gabo, que
ya había ganado el Nobel, fue a vivir a Bogotá, se interesó por el proyecto Semana y empezó a asistir los
lunes a los comités de redacción. Tenerlo de guía o contendor; verlo destruir nuestros artículos y a veces
también reconocer que algo bueno tenían; enseñarnos a titular, a buscar la noticia detrás de la noticia, a
reducir al mínimo la adjetivación, a aterrizar ideas generales con datos precisos, a materializar teorías
abstractas con cifras exactas… eso fue un grandísimo privilegio. De todos modos yo seguía en mi contienda
contra el realismo mágico; ya por entonces escribía y publicaba y pretendía hacerlo lejos de esa sombra
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prodigiosa y apabullante que era la escritura de Gabo. Uno de esos regalos que me ha hecho la vida fue la
oportunidad de renegar de un Maestro, y al mismo tiempo aprender de él.
–Muchos intelectuales (varones) afirman que ya no existe el sexismo en literatura, que hay igualdad de
condiciones para hombres y mujeres a la hora de escribir y de publicar. ¿Usted también cree esto?
–La verdad, no lo siento así. Hay discriminación, desde luego, pero viene más bien por el lado de la prioridad
que se les da a los autores que producen ventas masivas. Ahí radica el verdadero problema: la discriminación
no estaría marcada por el género, sino por el volumen de ventas.
–Uno de los hitos más importantes en su carrera fue obtener el Premio Alfaguara en 2004 por Delirio.
¿Cambió su rutina de escritora?
–Sí, mucho, y también no, no tanto. Un premio como el Alfaguara es un gustazo y te da visibilidad. En
general, un premio te trae tu cuarto de hora. Pero luego te das cuenta de que un cuarto de hora es justamente
eso, un cuarto de hora y no más. Ya luego vuelves al viejo pedaleo, y nada garantiza que la novela siguiente
no pase inadvertida o directamente fracase. Después de Delirio , discutía yo con mi agente literario sobre el
tema de mi siguiente novela. Tom me dijo: “Aprovecha para escribir lo que te dé la gana, hagas lo que hagas,
la siguiente novela va a pasar de agache”. Y es que los reflectores ya están alumbrando a otra figura. Hoy día
hay más premios que escritores y, lo que es más grave, hay más escritores que lectores.
FICHA
Laura Restrepo
Presentación de su novela “Pecado”
Fecha: 30 de abril a las 18 .
Lugar: Sala Alfonsina Storni.
Mesa redonda “La guerra y el viaje”
Fecha: 3 de mayo a las 20.30.
Lugar: Sala Alfonsina Storni.
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Personajes-confiesan-crimenes-oido-lector_0_1564043593.html
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79 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
El Colmex busca acercar el pensamiento a los 'mortales'
Entre sus líneas de trabajo de El Colegio de México (Colmex) está llevar el fruto de las investigaciones
desarrolladas por sus especialistas a lenguajes más sencillos que le permitan al público no académico nutrirse
de sus hallazgos.
La serie Nueva Historia Mínima de México (Turner) lleva el relato histórico al cómic. (Especial)
El Colegio de México (Colmex) se baja del pedestal. Entre sus líneas de trabajo está llevar el fruto de las
investigaciones desarrolladas por sus especialistas a lenguajes más sencillos que le permitan al público no
académico nutrirse de sus hallazgos.
“Bajarlos al mundo real para que hablen de tú a tú con la gente, pues la generalidad somos mortales comunes,
deseosos de que lo que leemos venga de fuentes de calidad, como lo es El Colegio de México”, afirma su
directora de Publicaciones, Gabriela Said.
Explica que bajo la presidencia de Elena Giorguli, una de las casas de estudio de mayor peso en el país, tiene
entre sus metas dar mayor visibilidad a su trabajo y acercarlo al gran público.
Entre las iniciativas que mejor han servido a este propósito, Saiddestaca una labor conjunta que realiza la
institución con la editorial Turner para llevar la Nueva Historia Mínima de México a una versión apta para
niños y jóvenes.
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“Ya es un hecho. Turner es una casa editorial con mirada que navega en dos mares: el de lo muy comercial y
el de lo más académico, y tiene la capacidad de unir ambas corrientes en buenos libros”, afirma Said.
El proyecto, avalado por expertos del Colmex,tiene su antecedente en la Historía Mínima de México, explica.
Y ya se cocina el tomo que habrá de completar esa colección, adelanta. “Está por salir al mercado el último
capítulo (de ocho), que va de poco antes de la segunda mitad del siglo XX a la fecha”, adelanta.
“Esta colección se ha convertido en el best seller de El Colegio de México. Tanto la Historia Mínima de
México como la Nueva Historia Mínima de México representan ventas monumentales”.
Para el final de 2016, prevé la publicación de 90 títulos para difundir las investigaciones del Colmex, como lo
ha hecho en los últimos años.
“Nuestros canales de distribución son casi todas las librerías, sin embargo, el brazo distribuidor es el Fondo de
Cultura Económica (FCE) en todo el país”, dijo, y detalló que está renegociando la distribución de la
producción editorial del Colmex en las filiales del FCE en el resto del mundo.
“También estamos en todas las ferias del libro que se hacen en el interior y el exterior del país, en remates de
libros y ferias universitarias”.
Parte de esta producción, detalla, se encuentra en formatos digitales. “Contamos con alrededor de 200 títulos
en versiones electrónicas que son distribuidos en los portales como iTunes, Google Play, Amazon y otros”.
http://www.elfinanciero.com.mx/after-office/colmex-busca-acercar-el-pensamiento-a-los-mortales.html
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COMENTARIOS EN INTERNET
La rebelión de las masas
Hay mucho para entender detrás de los millones de comentarios que la gente deja en Internet. Pero hay que
dejar de lado los prejuicios.
Joseph M. Reagle Jr.
László Erdélyi01 abr 2016
MÁS ALLÁ de la monótona discusión sobre el futuro de Twitter, de Youtube u otras aplicaciones
deslumbrantes (Periscope, por ejemplo) poco se habla de la enorme cantidad de aportes que la era digital ha
generado en los márgenes en el modo "comentarios". Ese fenómeno, lejos de ser marginal, remite a la vieja
discusión sobre el papel de las masas en los cambios sociales. Ya lo discutió José Ortega y Gasset en el
clásico La rebelión de las masas (1930) tan mal leído, pues no era un libro político, como él mismo aclaró. A
Ortega le sorprendían y preocupaban aspectos culturales más profundos, difíciles de identificar, lo cual
configuró una advertencia profética.
Hoy, al pie de las páginas web de los medios de prensa, sorprende la cantidad de comentarios donde el
público discrimina, descalifica, miente, agrede o manipula. Tanto que se ha consolidado el prejuicio de que
leerlos es una pérdida de tiempo, pues es un sitio donde comandan los narcisistas manipuladores, la gente
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vuelca lo peor de sí y la vulgaridad campea. Sin embargo allí hay mucha información útil para entender el
fenómeno. En Estados Unidos los "comentarios", entendidos como un valioso feedback, han sido objeto de
estudios e interpretación. Siguiendo esta tendencia el académico de la Northeastern University Joseph M.
Reagle Jr. acaba de publicar el libro Reading the comments (MIT Press), título que se traduce "Leyendo los
comentarios". Allí explora la punta de un gigantesco iceberg, un mundo que revela mucho sobre cómo es —y
cómo se ve a sí misma— la gente de esta era.
DESHUMANIZAR AL OTRO
A la hora de escribir un comentario en la web los usuarios dejan de lado sus inhibiciones, pierden los "filtros".
Hace pocos meses una entrevista en El País Cultural al traductor Jorge Aulicino, autor de una nueva versión
rioplatense de la Divina Comedia de Dante (y anunciada en el título como una traducción "más uruguaya"),
provocó una cantidad inusual de comentarios en contra. La mayoría reaccionó sin haber leído la entrevista (lo
cual es bastante común). Lo sorprendente fue que esos usuarios sabían de literatura o eran docentes. Sin
embargo se aferraron a la vieja traducción que usaron en clase con sus alumnos, y descalificaron la nueva sin
leer los argumentos de Aulicino.
Este episodio dantesco dejó sin embargo un dato positivo: escribieron lo que pensaban. Los comentaristas
fueron auténticos en un ámbito donde la autenticidad escasea. El libro de Reagle revela, en ese sentido, un
inventario de imposturas, manipulaciones y agresiones anónimas, a veces con consecuencias terribles, como
es el caso de los suicidios adolescentes. Analiza, por ejemplo, la figura del troll, rol arquetípico que según la
lingüista Susan Herring refiere a "alguien que envía mensajes en apariencia sinceros que buscan tanto
respuestas predecibles como insultos, y que solo provoca pérdida de tiempo en discusiones fútiles". Reagle
entiende que el troll ha hecho metástasis, sobre todo entre las audiencias de medios masivos
como CNN, BBC o The New York Times. Afirma que la web tiene pocas herramientas para enfrentar a este
fenómeno.
El libro cita a numerosos psicólogos. Para la amplia mayoría estas desviaciones de conducta deben ser
corregidas... mediante otras conductas. Por ejemplo, con campañas publicitarias que indiquen a los
usuarios "que no les hagan caso". Poco aportan sobre las motivaciones más profundas. Sí, claro que
tienen "desconexión moral", como afirma un psicólogo, sin ampliar sobre mecanismos subyacentes. Reagle
percibe esta limitación que impide empatizar, ponerse en lugar del otro y, por ejemplo, descubrir cuánto
de troll tenemos dentro de nosotros ("Allá abajo en la web nos vemos cada más más tentados de convertirnos
en manipuladores, y a medida que eso ocurre vamos perdiendo algo en el proceso"). Cierta psicología
norteamericana parece no estar preparada para comprender por qué algunos en la web necesitan sabotear
cualquier intercambio constructivo, o deshumanizar al otro para proyectar sobre él lo peor.
USUARIO CRÍTICO
El fenómeno remite a otra discusión: el crítico especializado ¿debería desaparecer? Ahora que todos dan su
opinión, expresan sus gustos y disgustos de forma masiva, el aporte del especialista parecería innecesario.
Este razonamiento se apoya en una idea falaz que, llevada a un extremo, puede ser peligrosa. En esto ha sido
clave la cultura Amazon, el sitio que consolidó la venta de libros papel online, cimentada en la visión de su
creador Jeff Bezos. En el año 2000 Bezos confesó:"Queremos que todos los libros se puedan adquirir —los
buenos, los malos y los feos. Cuando haces eso tienes la obligación —al crear un entorno de compras que
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incentive las mismas compras— de dejar la verdad suelta ("to let truth loose", en el original). Eso es lo que
estamos tratando de hacer con los comentarios de los clientes".
Hay que tener cautela con estos planteos. Bezos es un gran empresario que sabe cuándo disfrazarse de profeta.
Sus profecías suelen ser estrategias de marketing para llevar agua a su molino explotando los temores de la
gente. Anunció, hace mucho, la muerte del libro papel y su sustitución por el ebook. Hoy se imprimen más
libros que nunca, el libro electrónico se ha estancado, y Amazon domina el mercado de ventaonline con una
muy amplia gama de productos. Y la crítica especializada, con su "verdad" todavía bajo fuego, sobrevive.
No es una discusión nueva. "La tensión entre el input del público y la opinión de los expertos precedió y
continúa en la era digital" señala Reagle, al igual que los argumentos en torno a quién puede reclamar la
condición de crítico. Es histórica la cantidad y calidad de información que la gente vuelca hoy de forma
voluntaria sobre los productos que consume, aunque esa información pueda ser en parte manipulada (según
estudios independientes, entre un 10% y un 30% de los comentarios de toda la web son falsos o manipulados).
Pero que esa cantidad de información espontánea, honesta, mal escrita, a veces inocente, absurda o inútil,
sustituya o elimine la opinión del experto, no parece razonable. En 2010 los editores del New York Times
Book Review propusieron a seis críticos examinar las reflexiones que Alfred Kazin planteó en el año 1960 en
un artículo titulado "La función de la crítica hoy", pero en el contexto de la era digital. Para Stephen Burn, por
ejemplo, ahora que las audiencias tienen voz propia el crítico que opina desde la altura del Olimpo,
pretendiendo ser inapelable, está liquidado. Cree que hoy el crítico debe hablar sobre el contexto de la obra
referida, y ampliar el panorama. Katie Roiphe y Sam Anderson, a su vez, entienden que los críticos deben
diferenciarse del resto apelando al estilo, pues escribir bien y con talento les permite tomar distancia de lo
transitorio (el lenguaje inocente, humorístico). La buena escritura sería el indicio de que quien escribe tiene
autoridad, posee esa acumulación de experiencia y conocimiento que le permite iluminar puntos oscuros, leer
entrelíneas, y lidiar con problemas complejos para traducirlos a un lenguaje simple.
Para el crítico es una realidad difícil, pero muy estimulante. La relación textual en Internet tiende a eliminar
las diferencias de estatus (por ejemplo entre docente y alumno, o entre críticos y lectores). Semejante
igualación debe ser bienvenida, jamás condenada, pues deja la puerta abierta para la mejor de las críticas,
aquella donde el reseñista realiza un viaje hacia la obra reseñada, y luego le cuenta al lector esa experiencia
como si fuera un diario de viaje, en un lenguaje llano, directo, que permite razonar juntos en un plano de
igualdad, de respeto mutuo.
http://www.elpais.com.uy/cultural/rebelion-masas-comentarios-internet-reagle.html
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EL FIN DE LAS HUMANIDADES
Nadie quiere a los filósofos
La sociedad debería convertir el pensamiento y la literatura en grandes aliados del progreso
JORDI LLOVET
Miguel Gallardo
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85 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
La crisis por la que atraviesan los estudios de humanidades no solo en España, sino en el mundo entero, era
perfectamente previsible desde los albores de la revolución industrial. Lo que se fundó en la Grecia clásica —
el amor por el saber— y se mantuvo en Roma —la alabanza del ocio y el menosprecio del negocio—; aquello
que las órdenes monásticas conservaron durante la Edad Media; aquello que resurgió con una insólita pujanza
durante el Renacimiento europeo, luego durante la Ilustración y en buena medida en las universidades del
siglo XIX siguiendo el ejemplo de la reforma universitaria de Humboldt en Berlín, todo eso empezó a librar
ya a mediados de ese mismo siglo una batalla muy dura contra un enemigo de potencia no solo no prevista,
sino también incalculable. El hombre de estudio, la mujer de artes o letras, vieron, a lo largo del gran siglo de
la burguesía y de todo el siglo XX cómo la legitimidad de su quehacer quedaba mermada y amenazada a
causa del desarrollo de la ciencia, la industria, el comercio y la técnica.
En 1872, Flaubert lamentaba el desequilibrio que un nuevo plan de estudios para el bachillerato en Francia
exhibía entre algo tan elemental como el deporte —que ya no tenía en Europa el destino agónico que había
tenido en Grecia o Roma— y la enseñanza de la literatura, de la que apenas se hablaba. Con mayor énfasis,
escribió lo siguiente sobre el mismo asunto: "Estoy asustado, aterrorizado, escandalizado por las gilipolleces
cardinales que gobiernan a los seres humanos. Eso es algo nuevo; por lo menos en el grado en que se produce.
Las ganas de alcanzar el éxito, la necesidad de triunfar a toda costa —debido al provecho económico que se
obtiene— le ha minado a la literatura la moral hasta tal punto que la gente se está volviendo idiota".
Él, como tantos otros autores que empezaron entonces a reflexionar sobre el descrédito progresivo de las
humanidades, no poseía distancia suficiente respecto a las causas de tal descalabro. Hoy sí la tenemos. Al
auge del comercio, las ciencias, la industria y la técnica, hay que sumarle, en los últimos 30 años por lo
menos, un nuevo factor, imprevisible hace un siglo y medio: el auge de las nuevas tecnologías. Los filósofos
que heredaron la preocupación por este asunto a la sombra de Heidegger o de Jaspers no parecieron alarmarse
cuando el fenómeno de esas brillantes tecnologías y los ingenios digitales irrumpieron progresivamente en la
vida cotidiana de todo el orbe. La inocencia con la que se recibió ese alarde del progreso técnico-científico se
ha transformado, ya en nuestros días, en una preocupación —solo para algunos, este es el problema—, sin que
se atisbe la posibilidad de alcanzar alguna solución. Estamos ya, propiamente, en lo que ha venido en
denominarse la era poshumana, en el bien entendido que nos hallamos en la era en la que el ente, el ser, no es
más que un flatus vocis: una nadería nostálgica, un recuerdo de tiempos pasados en los que filosofía, religión,
moral y estética otorgaban a esa palabra un valor casi tan alto como el que se otorgaba a Dios o a la muerte.
Esto nos lleva a analizar otros factores, no menudos, del descrédito de las humanidades en las universidades
de España y de casi todo el mundo: la religión ha perdido adeptos en todas partes, y con ella han desaparecido
los referentes trascendentales que actuaban, con sordina pero con eficacia, en todas las sociedades y sus
cultos; los nuevos estilos musicales, de los que los jóvenes no pueden prescindir en sus momentos de ocio,
han venido a suplantar el carácter órfico —y por ello, sagrado— de la mal denominada música clásica; el uso
universal de los teléfonos llamados inteligentes rebajan sin pausa la inteligencia de aquellos que podrían
dedicar su ocio a cualquier otro tipo de actividad y destierran la conversación, además de haber provocado la
desaparición de las áreas de privacidad que tanto convienen al ser que piensa y actúa mediatamente; el
subsiguiente descrédito de la lectura anula la posibilidad de que exista algo así como un imaginario subjetivo,
en beneficio del llamado imaginario colectivo, que viene a ser lo mismo que la aceptación sumisa de la
opinión común —todo lo contrario de la operación de discurrir en primera persona—, asumida esta sin el
menor atisbo de crítica; el mercado laboral lo es de profesiones consideradas productivas y necesarias, y
apenas de las profesiones en las que el saber humanístico podría multiplicarse y difundirse, como es el caso de
la educación —hoy vencida y desarmada en España— a todos sus niveles.
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86 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Los planes de estudio de las facultades irán a peor en favor de
las banalidades generadas por lo
‘políticamente correcto’
No podemos tener la certeza de que tal estado de cosas vaya a cambiar en favor de un lugar honroso para las
humanidades. Seguirá habiendo filólogos, artistas, historiadores y filósofos; seguirá habiendo escritores y
lectores; algunos centros urbanos de difusión cultural seguirán abiertos y más o menos activos, pero todo lo
que se relacione con el ser y sus problemas fundamentales parecerá superfluo, en estado de letargia y, en el
mejor de los casos, será escenario de heroísmo para renitentes.
A esta cuestión queríamos llegar. Los planes de estudio de las facultades universitarias de humanidades irán a
peor, en favor de las banalidades que ha generado la era de lo llamado políticamente correcto: una alquimia en
la que se funden los feminismos y homosexualismos más insolventes con los estudios coloniales más
improductivos y las ridiculeces más espantosas como métodos de análisis y crítica del saber humanístico
heredado. Pero toda persona vinculada a la enseñanza de las humanidades puede, si no modificar esas
tendencias disolventes de las litterae humaniores, sí otorgar a sus actividades un trasfondo y un alcance que
minen hasta los cimientos esos falsos edificios del saber. A nuestro juicio, no hay más solución para las
facultades humanísticas que implicarlas en la vida cotidiana de la polis, o sea, convertir las humanidades en la
punta de lanza de una restauración de la política —que es como actuar en beneficio de la ciudadanía en
aquello en lo que ni las ciencias ni las técnicas pueden hacer mucho—; transformar todas las escenas del saber
humanístico en el gran aliado del progreso espiritual de una nación y de sus ciudadanos. Por ejemplo, enviar a
los estudiantes de los últimos cursos a comentar las grandes o menos grandes obras de la literatura universal
en las bibliotecas públicas; no obligar a los profesores a hacer gestión académica, algo que los convierte en
burócratas, sino agitación cultural más allá de sus muros; convertir a profesores y alumnos avanzados en
asesores de centros de creación y difusión de la cultura; mandar a todos ellos a los diarios del país para
favorecer un periodismo de mayor alcance cultural; invitar a cualquier empresario del mundo de la técnica, la
informática, los negocios, y lo que sea, a contratar antes a un graduado que, siéndolo en la profesión adecuada
y pertinente, lo sea también en cualquier rama de las humanidades, como ya sucede en Estados Unidos, para
satisfacción incluso del rendimiento de sus empresas. Porque no es factible suponer que unos buenos estudios
de humanidades (como todavía pueden cursarse en escasos centros universitarios del mundo entero, pues casi
todos han quedado arruinados por el efecto de metodologías "seculares") resulten suficientes para obtener
legitimidad en las sociedades actuales si no salen de las cuatro paredes de los centros universitarios.
Su papel tendrá que ser, en el futuro, el de una rigurosa resistencia, el de un profundo conocimiento del
pasado, el de la transmisión eficaz de ese saber antiguo en provecho del futuro antes de que todo el mundo
caiga en la "amnesia institucionalizada" de que ha hablado George Steiner. Pero, sobre todo, si los
profesionales de las humanidades quieren por una vez actuar con sentido común y eficacia, su papel habrá de
ser el de garantes de la permeabilidad entre las instituciones sabias a las que pertenecen y el progreso de la
sabiduría, la democracia y la dignidad del ser entre los ciudadanos de un país entero.
Jordi Llovet es catedrático de Literatura Comparada de la Universidad de Barcelona
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/04/22/actualidad/1461323821_885168.html
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“La evolución del universo” de David Galadí-Enríquez
Francisco R. Villatoro23ABR16
“La ciudadanía moderna que por primera vez se interese por la evolución cósmica corre el riesgo de
encontrarse con un panorama científico con apariencia de ‘normalidad intelectual’. Sin embargo, la
descripción de un cosmos evolutivo constituyó uno de los logros culturales más difíciles en el contexto de la
civilización occidental. [Este] trabajo se centra en lo que ha sucedido en el universo después de sus fases
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88 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
iniciales. El Big Bang, la posible fase inflacionaria y todos los sucesos previos de carácter cuántico quedan
fuera del alcance de esta obra”.
Otro libro más sobre la gran explosión en esta colección. David Galadí-Enríquez, “La evolución del universo.
Los siete primeros trillones de minutos”, Un paseo por el cosmos, RBA Coleccionables (2015) [159 pp.],
presenta la historia de cosmología desde el universo medieval estático hasta el descubrimiento de la energía
oscura a finales del siglo XX. Un libro bien escrito, aunque muy similar al de Antonio M. Lallena (ya
reseñado en este blog). El público lego disfrutará este libro. Quienes ya hayan leído varios libros sobre el
tema no encontrarán nada nuevo. Los buenos aficionados a la divulgación pueden omitir su lectura.
David Galadí-Enríquez es astrónomo y escritor de libros de divulgación. Ha escrito muchos libros de lectura
recomendable, como el manual “Astronomía fundamental” (2005), con Enric Marco Soler, o los libros de
divulgación astronómica “A ras de cielo” (1998), “Secretos del universo” (2009), “Cuestiones Curiosas de
Astronomía. Resueltas por el Perito en Lunas” (2014), y muchos más. Su pluma es precisa y sus libros se
disfrutan, sin lugar a dudas.
Tras la introducción, el primer capítulo, “Un universo estático” [pp. 13-56], nos presenta el universo
medieval, el cosmos de relojería, y los aportes de Newton, Laplace, Halley, Herschel, Kant, entre otros, hasta
finales del siglo XIX. Por cierto, el libro está bien ilustrado con figuras astronómicas.
El segundo capítulo “Un universo evolutivo” [pp. 57-97], se adentra en el siglo XX. La regla de medir
galaxias de Henrietta Leavitt nos lleva a “lo rojo y lo lejano” con Edwin Hubble, Milton Humason y Albert
Einstein. “¿Cómo debemos visualizar, pues, la expansión cósmica en este escenario? El espacio que media
entre supercúmulos de galaxias crece de manera progresiva. [Los] objetos ligados gravitatoriamente, como las
galaxias, el sistema solar o nuestro propio planeta, congelan localmente la expansión o, dicho de otro modo,
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89 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
no participan de ella. Por lo tanto, las dimensiones reales de todo lo que nos rodea en la vida cotidiana no se
ven afectadas por la expansión del universo” [p. 69].
“El mayor error de Einstein y el acierto de Fridman” nos conducen a través de los “quásares” y la “radiación
de fondo” hasta “¿de qué está hecho el unvierso?” La abundancia en masa del hidrógeno es del 73,4% y del
helio del 25,0%. Pero en “número de átomos, las abundancias del hidrógeno y del helio pasan a ser del 92% y
del 8%”. Pero, “¿de dónde sale tanto helio?” que discute la nucleosíntesis primordial y luego la nucleosíntesis
estelar.
El tercer capítulo, “Lo que ha pasado en el cosmos” [pp. 99-134], nos habla de las “arrugas en el telón” de “la
radiación de fondo [que] aportó un apoyo muy sólido al postulado del principio cosmológico”. Los
“cosmosomas, [las] semillas gravitatorias a partir de las cuales se formarán más tarde las grandes estructuras
del universo”, nos lleva a las “primeras estrellas, primeras galaxias” y a la “masa de Jeans”. En esta parte el
autor acerca su estilo al de un libro de texto, destacando las definiciones con un sangrado diferente al texto
principal.
“Las primeras estrellas nacieron del material primordial, compuesto casi en exclusiva de hidrógeno y helio.
Esta hornada inaugural de estrellas recibe el nombre de población III (a pesar de ser la primera en aparecer).”
Los criaderos de estrellas nos acercan a la formación estelar, la secuencia principal y la formación de los
planetas. Los métodos de detección de exoplanetas y el origen de la vida, la vida inteligente en el universo,
finalizan este capítulo.
El cuarto, breve y último capítulo, “El futuro del universo” [pp. 135-153], se inicia con la muerte estelar, las
nebulosas planetarias, la evolución de las galaxias y la muerte térmica. “La evolución estelar enriquece el
cosmos con elementos químicos pesados. [Pero] los procesos de formación estelar no pueden durar siempre.
[El] universo constará de enanas marrones, estrellas de neutrones, agujeros negros y enanas blancas. [Estas]
podrían haber desaparecido al alcanzar diez mil sextidecillones de años de edad. [La] muerte térmica que
durará una eternidad”.
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90 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Por supuesto, además de la expansión tenemos que tener en cuenta la energía oscura y el posible Gran
Desgarro (Big Rip). “Las explicaciones competidoras [de la energía oscura] predicen futuros que podrían ser
distintos, dependiendo de si la energía oscura se comporta como una energía fantasma, una constante
cosmológica o una quintaesencia”.
En resumen, un libro agradable, muy bien escrito, que no aporta nada nuevo a la colecciónUn paseo por el
cosmos, pero que quizás acabe siendo uno de los más vendidos en un futuro no muy lejano. Muy
recomendable para los legos en estos asuntos (no sé si habrá alguno entre los lectores de este blog).
http://francis.naukas.com/2016/04/23/resena/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign
=Feed%3A+naukas%2Ffrancis+%28La+Ciencia+de+la+Mula+Francis%29
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91 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
La génesis del cronista de las revoluciones
Desde Ghana. “Estrellas negras”, el primer libro de Ryszard Kapuscinski, que ahora se publica en español,
atestigua su descubrimiento de Africa.
POR ROBERTO HERRSCHER
Punto de vista. Los relatos del periodista polaco combinan la narración con la anécdota personal, el análisis y
la pintura certera de personajes.
Eel último libro de Ryszard Kapuscinski en aparecer en castellano,Estrellas negras, es también el primero. El
primero que escribió, su primer viaje a África en 1959, que muestra la maestría del “mejor reportero del
mundo” en formación. Sus recursos, su estilo y sus ideas ya están allí, como si las estuviera creando ante
nuestros ojos. Y también, la mirada sobre las luchas del Tercer Mundo que trajo a América Latina en los ‘70.
En 1959 Ryszard Kapuscinski es enviado por primera vez a África por la agencia oficial de noticias polaca.
Tal como relata la académica puertorriqueña Sarah Platt en su tesis sobre el gran periodista literario: “Desde
Londres tomó un vuelo hacia Accra, capital de Ghana, primer país africano independiente que visitó. Llega al
país sin contactos y con muy poco dinero, aunque desde el inicio se sentirá más a gusto aquí que en India y
China (sus primeros destinos como corresponsal). Alquila una habitación en el Hotel Metropol, un albergue
que se encontraba en pésimas condiciones, en un barrio comercial de la capital. Luego recogerá su
experiencia inicial de esta manera: ‘He dormido en cientos de hoteles de veinte países distintos, pero sólo éste
he llegado a considerarlo un hogar, y cuando entraba en él me sentía feliz’.” Kapuscinski en estado puro, pero
al inicio de su carrera. De su viaje traza retratos de dos países recién independizados y de dos grandes líderes
que ayudan a entender la política anticolonial de la época y el personalismo cuasi-religioso que todavía lastra
el continente: la Ghana de Kwame Nkrumah y el Congo de Patrice Lumumba.
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92 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Nkumah y Lumumba eran carismáticos líderes de sus pueblos. El joven periodista polaco escucha sus
discursos al pie de la tarima. Es el único blanco. Cada tanto, constata que lo miran con odio: parece un
colono. No, les explica, es uno de ellos, el periodista revolucionario de un pueblo pobre y socialista. Las cosas
no pasan a más, pero mientras tanto, Kapuscinski va armando su asombrosa caja de herramientas narrativas.
Los líderes adorados se van convirtiendo en mesiánicos y totalitarios; sus seguidores en turbas violentas. A
Nkrumah lo echan del poder. A Lumumba lo asesinan sus enemigos proyanquis con ayuda de la CIA. Las
estrellas negras estallan, y otras las reemplazan.
A medida que avanza su recorrido, aparecen otros personajes: los burócratas, los intelectuales enardecidos, los
periodistas desorientados y, en un relato colectivo demoledor, el colono blanco: pocas veces fue tan duro el
maestro polaco como con el blanco racista de Africa.
Y el Hotel Metropol, donde sus compañeros lo llamaban ‘Red’, en un texto que ya prefigura la forma que
encontrará el Kapuscinski maduro, el de Ébano , La guerra del fútbol , El emperador y El Sha .
“Vivo en una balsa, en un callejón de un barrio comercial de Acra. La balsa se eleva sobre unos postes hasta
la altura de un primer piso y se llama Hotel Metropole. Durante la estación de las lluvias, esta rareza
arquitectónica se pudre y se enmohece, y en los meses de sequía cruje y se resquebraja. Pero ¡se mantiene en
pie!” Así comienza el capítulo dedicado a su añorado hotel. ¿Y qué se hace en el Metropole? Beber a
saco.“En el trópico, beber es obligado. Cuando dos personas se encuentran en Europa, se saludan diciendo:
‘¡Hola! ¿Qué tal?’. En el trópico, intercambian un saludo distinto. ‘¿Qué vas a tomar?’ Aunque también se
beba durante el día, el beber de verdad, el programático, empieza con el ocaso, pues el ocaso anuncia la
noche, y la noche acecha al osado que se haya burlado del alcohol”.
Ya combinaba aquí el relato de hechos históricos, la anécdota personal, el análisis ensayístico y la pintura
inigualable de personajes, que incluyen a los corresponsales de guerra: hay cobardes y valientes, sobrios y
borrachos perdidos, éticos y veniales, divertidos y tacirurnos. Pero son su tribu en el otro lado del mundo, y el
joven ‘Red’ los pinta con maestría, con piedad y con cariño.
Tras volver de su primer viaje africano, Kapuscinski publicó diecisiete crónicas en una revista literaria y se
disponía a armar un libro cuando fue enviado de vuelta a África, esta vez como corresponsal. Empezarían así,
en 1961, las dos décadas más fructíferas, sus larguísimas estancias en África, Asia y América Latina, que la
colección Crónicas de Anagrama ha ido desgranando a lo largo de 20 años.
Mucho del Kapuscinski maduro ya estaba en estas crónicas a vuelapluma. Muchas de sus ideas y certezas
sobre el mundo surgieron por primera vez en las noches bochornosas del Hotel Metropol. Como recodaría una
década más tarde en el primer libro que sí organiza él, La guerra del fútbol , “Mi experiencia africana me
llevó a descubrir una realidad que me atraía y me fascinaba mucho más que una expedición a un poblado de
brujos o a una reserva de animales salvajes. Estaba asistiendo al nacimiento de la nueva África, y no se trataba
de una metáfora ni del título de un artículo de fondo, sino de un auténtico parto que unas veces se producía en
circunstancias dramáticas y dolorosas y otras entre el júbilo y la alegría”.
Esta experiencia africana, donde descubre la complejidad de la política poscolonial, con sus dramas y sus
júbilos, con pueblos en marcha por su liberación y líderes fulgurantes que se inmolan por ideas fanáticas o
devienen corruptos, será la principal maleta que lleve en los 70, cuando desembarque en América Latina.Su
visión de la guerra fratricida en El Salvador y Honduras, de la represión en México, del dominio de las
multinacionales en Guatemala, del golpe en Chile, le viene de sus años africanos. Sus historias de guerrilleros
que luchan por el inasible concepto de la dignidad nacional, de miserables que recogen zapatos de muertos en
medio del combate, de las maquinaciones de las grandes multinacionales aliadas con gobiernos entreguistas
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que jalonan La guerra del fútbol yCristo con un fusil al hombro vienen de sus observaciones y sus largas
charlas africanas.
Era la visión socialista que mamó en la Polonia de posguerra pero, sobre todo, el protagonismo del
sufrimiento y la lucha del pueblo que lo asombró en África.
Y también es el comienzo de su visión de la complejidad del poder, del ejercicio y el aura del poder, que brilla
en El Emperador y El Sha . En Estrellas negras brilla el primer perfil de un líder complejo, el incandescente
Lumumba. En la prosa del primer Kapuscinksi, se siente cómo el autor busca sus temas, sus personajes,
piensa en voz alta. “Patrice es un hijo del pueblo. También a veces se mostrará ingenuo y místico, también
tendrá ese temperamento propenso a súbitos saltos de un extremo a otro, de un estallido de felicidad a la más
muda desesperación. Lumumba es una figura fascinante por lo enormemente compleja”.
De allí viaja y nos sigue descubriendo a los latinoamericanos un continente que despuntaba entusiasmos en
las figuras de Fidel Castro y el Che Guevara. Cuando Kapuscinski marchó en 1961 a tomar su puesto como
corresponsal en 50 países, responsable por entender medio millar de grupos étnicos en un continente en
llamas, sus editores juntaron sus 17 crónicas y publicaron, sin su participación, el que sería su primer
libro, Estrellas negras .
Ahora ven la luz en castellano. Este año Anagrama y Orzeszek regalan a la legión de sus lectores este libro
vibrante e imperfecto, que permite completar el camino vital y autoral del gran cronista. Es el último
Kapuscinski, y también el primero.
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/genesis-cronista-revoluciones_0_1551444857.html
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94 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Cecilia Szperling
Muchacha ojos de papel
En La máquina de proyectar sueños, una original novela que su autora define como una “fábula
autobiográfica”, Cecilia Szperling traza la historia de una chica insomne que de noche en noche, de juego en
juego y entre fantasías y cuentos aterradores va descubriendo el mundo de los adultos, lleva a cabo su propia
iniciación a la vida hasta desembocar en la literatura y sus sueños de papel.
Por Mercedes Halfon
La nueva novela de Cecilia Szperling, La máquina de proyectar sueños, tiene en la tapa una de las clásicas
ilustraciones de Flavia Da Rin de chicas ondulantes y juguetonas como ninfas, cuyo rasgo principal es el
tamaño de sus ojos: ¿será el fruto de largas noches de insomnio, del exceso de llanto, de una curiosidad
superlativa o simplemente la amplificación de una interioridad que se revela deforme? Algo de todo esto tiene
la heroína de la novela, que es el relato de una niña solitaria que se convierte en muchacha, transitando el
ámbito singular y cargado de su familia, la anomia horizontal de la escuela, para alcanzar luego aquellos
vínculos que inventa a su medida. La historia va mostrándonos esos espacios como si la protagonista emitiera
una luz teatral con un alcance mediano: vemos solo algunas facetas de sus padres, esmerilados perfiles de sus
hermanas, sus mejores amigas, sus diferentes amigovios. Pero, sobre todo, vemos el espacio que media entre
ella y ellos, un espacio que es ficcionalizado, texturado, iluminado con distintos haces de color.
La novela se autodefine como una “fábula autobiográfica”. ¿Cómo interpretar semejante contradicción? En
principio como una desmarca respecto de las escrituras documentales, o del yo, de las que Cecilia también es
propulsora y parte (no olvidemos que es la animadora del ciclo de lecturas en primera persona Confesionario,
que luego se volcó en dos volúmenes de relatos autobiográficos editados por el C.C. Rojas). Si bien tenemos
el relato retrospectivo de iniciación de una niña, con una serie de marcas que la señalan como autora y
narradora vivencial, la novela se despliega en horizontes más amplios, no regidos por el documento ni el rigor
a la verdad. Cecilia Szperling dice al respecto: “La fábula es la poética del personaje. De todos los posibles
‘yoes’ que contengo, hubo uno que se presentó, como en una sesión de espiritismo, y a ese no le puse límites.
Dejé que remontara su poética y el tiempo fue dejando caer textos que me gustaban mucho pero que no
pertenecían ciento por ciento a esa poética. De algún modo mi yo, no deja de ser un personaje de fábula”. Es
así como este personaje narra en primera persona sus vivencias, sus aventuras intensas y lo hace además en
presente. Es este punto de vista lo que da a su vez a la novela una dimensión fabulosa: ¿acaso no son los niños
los mejores relatores de historias, los mejores fabuladores? Gran parte de la frescura y extrañeza de este relato
radica en ese presente infantil y todo lo que permite.
El primer capítulo de la novela, “Las noches”, nos presenta a una niña insomne, que ve cómo cada una de sus
hermanas cae frita y se lanza a recorrer su bella casa en penumbras, descubriendo misterios, enfrentando
fantasmas, observando fascinada el rostro de sus padres cuando están entregados a eso que ella no logra
hacer: dormir. Es así como entramos a la novela, por esa puerta trasera que es la noche, la noche en vela de
una niña que se detiene en cosas raras, deja volar su imaginación, sufriendo y gozando su propia y solitaria
adrenalina. A ese capítulo le sigue “El jardín”, donde el delicado clima de ensueño se vuelca sobre el espacio
abierto del fondo de la casa, donde ella observa esta vez plantas y flores exóticas que perviven sin demasiado
cuidado. Los siguientes capítulos avanzan en la vida de la protagonista: las clases de teatro a las que la lleva
su papá, las visitas al laboratorio de la mamá, las vacaciones en un hotel donde no puede integrarse a la
dinámica familiar y se recluye en un cuarto, acosada por una supuesta insolación y el fantasma de una niña
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ahogada en la pileta de abajo. Cada una de las experiencias que atraviesa la vigorizan, ensanchan su
imaginación. También aparece un nuevo gabinete de curiosidades con las probetas y tubitos de ensayo que le
trae su madre, el descubrimiento de su propia capacidad de desmayarse, a la par del de las continuas
afecciones de su padre, que no termina de comprender pero la entristecen.
Los capítulos se ordenan por una ilusoria cronología, que si bien avanza en el tiempo –infancia, pubertad,
adolescencia– responde más bien a unidades temáticas o espacios imaginarios. A veces una misma sensación
la atraviesa en diferentes momentos, como un presagio del futuro o una reminiscencia. En este sentido la
autora opera sobre la idea de autobiografía: el relato de la vida también es el relato de lo que vuelve, lo que
retorna de forma inevitable, como el insomnio, y la literatura aparece como una forma de combatirlo, que la
termina llevando a otro mundo.
¿Es la protagonista de La máquina de proyectar sueños entonces una bella no-durmiente, o mejor, una Alicia
emancipada armando su propio itinerario de fantasías? Dice Cecilia Szperling sobre todo este imaginario
sugerido: “Los cuentos infantiles en la voz de mi madre me resultaban increíblemente melancólicos,
devastadores y tormentosos. ¡Justo antes de dormir! ¡Las niñas siempre frente a tantas injusticias! Muertas,
dormidas, comidas, atacadas, perdidas, pobres, reinas sin reino, acosadas por madrastras, lobos, reyes
malvados. Creo que los derroteros de todas ellas son tan intensos que solo los volví a ver en Justine de Sade o
en Dogville de Lars Von Trier. Ana Karenina es de esa familia también. Esa belleza y desamparo, es una
marca indeleble. Aún en los tiempos de Freud y de las psicopedagogas escolares... yo al menos, fui tocada por
el huso envenenado de esas historias de deseo aterrador y parece que el veneno todavía perdura.”
La máquina de proyectar sueños. Cecilia Szperling Interzona 170 páginas
Solo falta mencionar entonces, dentro de las historias que condensa esta historia, de las heroínas que condensa
esta heroína, a la más adulta, que se evoca sutilmente y desata múltiples resonancias: Catherine Deneuve en
Belle de jour. La película se la cuenta una compañera más grande del colegio, en una escena típicamente
puigiana, durante el tiempo muerto de la hora de comedor. De algún modo su amiga rebelde y más grande
está “abriéndole los ojos”, aun más, a esta chica que todo el tiempo imaginamos como una de las ninfas de Da
Rin. Es el anuncio de la adolescencia, la protagonista empieza a observar y observarse con más distancia, con
más sospecha, traza alianzas que van a permitirle una rebelión más moderada que la de Catherine pero a la
vez más productiva y moderna. Modos de escape de Belgrano R y su petit mansión signada por la tragedia
que se avecina. Nuevas amistades, canciones, danzas y finalmente la literatura, que empieza con lo que
retorna, de los ojos al papel.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-5830-2016-04-22.html
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Secuenciación del ADN procesa material genético en 30 días; antes, hasta en 10 años
• Este procedimiento es valioso, sobre todo si hay una enfermedad multifactorial, señaló Félix
Recillas, del IFC de la UNAM, a propósito del Día del ADN, que se conmemora hoy
Descifrar la estructura del ADN, portador de la información genética (1953), fue un hecho histórico. Significó
una transición hacia la biología molecular, pues la determinación del código genético permitió entender el
dogma central de la biología: la transcripción de esa información en una molécula mensajera que era
traducida en una proteína funcional.
Hoy, la secuenciación del genoma humano, el mayor proyecto de investigación biomédica de la historia (abril
de 2003), se hace en tiempos relativamente cortos, y con ello surgió la posibilidad de determinar diferentes
tipos de mutaciones. “Es un proceso costoso, pero muy efectivo”, señaló Félix Recillas Targa, del
Departamento de Genética Molecular del Instituto de Fisiología Celular (IFC) de la UNAM.
Tomó alrededor de 10 años secuenciar el material genético humano. Ahora ese proceso lleva entre dos
semanas y un mes, dados los avances en la materia. Este procedimiento es valioso, sobre todo si hay una
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97 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
enfermedad multifactorial (producto de la combinación de varios elementos ambientales y mutación en
diversos genes) o si hubo una terapia y ésta arrojó efectos secundarios.
En ocasión del Día del ADN, que se conmemora hoy, 25 de abril, Recillas –cuya principal área de
investigación es la regulación diferencial de la transcripción, la estructura de la cromatina y la regulación
epigenética (rasgos que caracterizan a un ser vivo y se configuran en el curso de su desarrollo)– indicó que en
el mundo se han secuenciado genomas de distintos tipos celulares y organismos.
Incluso, en el Instituto de Salud de Estados Unidos desarrollan el proyecto Atlas del Genoma del Cáncer,
destinado a averiguar qué anomalías contribuyen a la evolución de ese padecimiento.
Ya se concluyeron, comentó, las secuencias del genoma humano, así como los de la rata, el ratón, el pollo, la
mosca de la fruta, el nemátodo C. elegans y de ciertos caninos. Para echar mano de esa información sólo basta
utilizar las bases de datos, lo que requiere de un experto en bioinformática, pues son muchas las preguntas y
experimentos que deben resolverse.
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98 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Epigenética
La conclusión del genoma humano generó muchas sorpresas. Por ejemplo: una serie de datos denominada
ADN basura, que representa zonas de expresión de otro tipo de genes que no codifican para proteínas, pero
que representan elementos regulatorios y estructurales que hacen factible organizar al genoma al interior del
núcleo en un conjunto de proteínas y ADN, llamado cromatina.
Pero esa organización no es aleatoria como se creía, pues tiene una organización precisa. Esto es lo que
consideramos el tercer parteaguas: la regulación epigenética que modula la actividad de los genes y que
responden a la influencia del ambiente, resaltó.
“Esos sistemas que envuelven al ADN son una especie de interruptores moleculares que permiten que un gen
se prenda o se apague. Entonces, con el potencial de la secuenciación masiva y el desarrollo de nuevas
metodologías se han generado bases de datos y proyectos que pretenden interpretar esos elementos que
regulan y permiten o no la expresión de información genética”.
Los expertos en epigenética consideran que las condiciones ambientales y las experiencias de vida de padres,
abuelos e incluso bisabuelos pueden, de alguna manera, activar o desactivar interruptores de
encendido/apagado, que podrían modificar el código genético de sus descendientes.
Esto ha llevado a esa área del conocimiento a involucrarse en la mayoría de los procesos celulares. Hay
muchas enfermedades para las cuales la información genética no ha variado, pues no hay evidencia de
mutaciones. Sin embargo, si nuestro sistema de encendido y apagado falla, existen genes que no se
expresarían o, por el contrario, lo harían de manera incorrecta.
En los casos de cáncer, el proceso tumoral está constituido por una combinación de defectos genéticos y
epigenéticos; por lo tanto, la complejidad de este tipo de enfermedades aumenta, abundó el universitario.
Debido a la diversidad de áreas de estudio involucradas en este ámbito, como el cáncer, inmunología, sistema
nervioso, metabolismo y otros síndromes, Recillas planteó la necesidad de contar con un instituto de
epigenética en el país.
En cuanto a la efeméride, consideró que la relevancia de esta conmemoración radica en profundizar en la
comprensión de los mecanismos epigenéticos relacionados con enfermedades, lo que permitirá hacer una
estratificación del riesgo en los pacientes para estar en posibilidad de diseñar e individualizar la mejor
estrategia preventiva y terapéutica, con base en el tipo de patología que se reporta o trata.
http://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2016_269.html
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99 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
El miedo colectivo
Facundo ManesPARA LA NACION
MIÉRCOLES 27 DE ABRIL DE 2016 • 00:59
Una de las grandes diferencias entre los seres humanos y otras especies radica en el procesamiento de las
emociones (en especial, en términos de sentimientos). Esto podría deberse al desarrollo de otras capacidades
mentales complejas y su interacción con el sistema más primitivo de procesamiento de estímulos de
relevancia biológica involucrados en la supervivencia de la especie.
El miedo (detectar y responder al peligro) es común entre las especies. Sin embargo, la ansiedad depende de
habilidades cognitivas propias del ser humano. Esta característica está dada por la habilidad que tenemos de
revisar el pasado y proyectar el futuro. Es así que podemos vislumbrar varios escenarios posibles en el futuro
y recrear, a la vez, eventos del pasado que podrían haber ocurrido pero que no existieron realmente. Esta
capacidad de proyección sobre el pasado y el futuro nos ha otorgado a los seres humanos un instrumento
crucial para la supervivencia: resolver antes de que sea tarde, prepararse antes de que el peligro se haga
presente.
"La ansiedad genera que, ante riesgos imaginarios, el sistema de alarma igual se dispare"
Compartilo
Pero, ¿qué pasa cuando experimentamos ansiedad frente a eventos que no son peligrosos en sí mismos? La
ansiedad genera que, ante riesgos imaginarios, el sistema de alarma igual se dispare. Un ejemplo clásico es el
siguiente: supongamos que estamos caminando por la calle y, súbitamente, aparece un ladrón que nos
amenaza y nos roba la billetera. En esa vivencia sin duda experimentamos cambios corporales concretos
como respiración agitada, palpitaciones, sudoración, entre otros síntomas. Esa reacción es el miedo. Un
tiempo después, nos encontramos caminando por el mismo lugar y, aunque nadie nos amenaza ni nos roba,
nos preocupa encontrarnos con un ladrón. Solamente la experiencia de transitar por ese mismo camino nos
llena de preocupación. Ese sistema de alarma puede no funcionar correctamente cuando no anticipa un peligro
inminente. Pero también cuando empieza a detectar peligros donde no los hay y a evaluar los riesgos en
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exceso. Esto último es lo que ocurre en los trastornos de ansiedad, los desórdenes psicopatológicos más
comunes en las sociedades modernas. El factor común de esta patología es la evaluación exagerada de los
peligros del ambiente, el miedo que paraliza, junto con una subestimación de los propios recursos para
afrontarlos.
Las emociones son contagiosas. Es por eso que los diarios y revistas hablan de "alegría en las calles" o
"tristeza popular", ya no como suma de los sentimientos individuales sino como fenómeno colectivo. El
miedo, por supuesto, también es otro caso: "La gente tiene miedo", se puede escuchar también.
El miedo colectivo no sigue la lógica de la probabilidad, más bien sigue un atajo mental mucho más simple:
"¿Eso nos va a dañar? Por las dudas, evitémoslo". Funciona de manera contraria a la idea de "a mí no me va a
tocar" (quizás sean las dos caras de una misma moneda). Es cierto que durante la evolución, las personas que
más evitaron daños percibidos (aunque inexistentes) pudieron sobrevivir más que los más racionales o
escépticos. De hecho, la calidad de vida antes del siglo XIX era muy diferente y la ciencia no podía detectar
riesgos como hoy, por lo que esta estrategia continuaba siendo útil. En cambio actualmente, si nos dejamos
llevar solo por las intuiciones, las sociedades pueden tomar malas decisiones e incluso estigmatizar a ciertas
personas o grupos.
Cuando los actores sociales empiezan a difundir una catástrofe inminente real o imaginaria, frecuentemente
brotan la ansiedad y la sensación de incertidumbre general. Si se invirtiera en el largo plazo lo que se gasta en
atajarse de "la crisis que viene", aprovecharíamos esos recursos para diseños, proyectos y realizaciones
permanentes que quizás las prevendrían.
El miedo social paraliza. Es por eso que en un contexto de miedo es común que la población defienda el statu
quo, aunque numerosas veces el sistema establecido haya tenido responsabilidad en eso que al fin y al cabo se
generó. Porque el miedo afecta gravemente nuestra capacidad para tomar decisiones, se trata de la principal
herramienta de control del autoritarismo. Es imprescindible volver muchas veces sobre esto, tenerle miedo al
miedo e insistir para que el miedo no vuelva nunca más.
http://www.lanacion.com.ar/1893181-el-miedo-colectivo
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Carlos Franz: “Para escribir hay que ser romántico y científico”
El chileno, ganador de la II Bienal Mario Vargas Llosa, reflexiona sobre su obra y su estilo
RAÚL TOLA
Lima 24 ABR 2016 - 20:56 CDT
Carlos Franz (Ginebra, 1959; nacionalidad chilena) ocupa su sillón, cruza las piernas y pide un vaso de agua,
que toma con sorbos breves. Pasada la euforia, el ganador de la II Bienal de Novela Mario Vargas
Llosa vuelve a ser la misma persona de modales serenos de siempre. Obtuvo el premio, dotado con 100.000
dólares y una escultura del artista Fernando de Szyszlo, gracias a Si te vieras con mis ojos, una novela
ambientada en el Chile de fines del siglo XIX, donde coinciden el pintor viajero Johan Moritz Rugendas, la
escritora epistolar Carmen Arriagada y el científico Charles Darwin. La pasión que se despierta entre los tres
le sirve a Franz como pretexto para reflexionar sobre la pasión, la ciencia, las conquistas de la mujer o la
libertad. Deja su vaso de agua sobre la mesa, y su voz ronca y pausada llena el salón.
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Pregunta. La primera sorpresa que encuentra el lector de Si te vieras con mis ojos es la elección del narrador.
La novela está escrita desde una segunda persona que va dictándole sentencias, órdenes y reflexiones a Johan
Moritz Rugendas. ¿Cómo escogió ese narrador?
Respuesta. Escribí esta novela como suelo hacerlo, primero desde varios puntos de vista, con esbozos
iniciales en primera y tercera persona. Finalmente, cuando la trama lo sugirió, encontré que el punto de vista
indirecto era el más apropiado para una historia protagonizada por la mirada propia, la mirada del otro, las
miradas que se entrecruzan. Estamos hablando de un tú complejo, eso sí, porque la narración puede
interrumpirse para permitir la irrupción de la primera persona de Carmen. Este efecto de desdoblamiento, de
reflejo, es deliberado, porque es una novela en donde la óptica es muy importante.
P. ¿Cómo descubrió la historia de Rugendas y Carmen Arriagada?
R. Yo le comenté a mi madre, que era una gran lectora, que quería escribir una historia de amor, pero no me
sentía preparado para hacerlo. Ella pensó que era porque me faltaba el tema (la verdad, lo que me faltaba era
la experiencia), y me regaló la biografía de Rugendas. Allí, junto con sus apasionantes aventuras como pintor
viajero que recorre una América Latina naciente, convulsa, inmediatamente después de la independencia,
estaba su historia de amor con Carmen Arriagada. Esa historia me pareció conmovedora, una preciosa historia
de amor imposible.
P. Este libro rescata del anonimato a Carmen Arriagada...
R. Yo pienso a mi vez que es un acierto del jurado haber distinguido que Carmen Arriagada es la protagonista
y dueña de la novela, algo no han terminado de entender algunos críticos. Ella es el eje de esta novela, la
dueña de la historia, la encargada de relatarla. Sabemos de su vida por la correspondencia que dirigió a
Rugendas y este conservó incluso después de que su amor adúltero hubiera terminado. Son 235 misivas,
algunas muy largas, muy apasionadas, pero también llenas de referencias que demuestran la inteligencia y
cultura de esta mujer, que al mismo tiempo estaba enterrada en el fin del mundo.
P. A Carmen le llaman “bruja” por su forma de ser. ¿Escribió esta novela como un pretexto para hablar de la
situación de la mujer del siglo XIX, que poco a poco va conquistando su libertad?
R. A Carmen también le llaman “bruja” porque le gustan las ciencias. Tiene un pequeño gabinete de
curiosidades, algo que solía ocurrir con la gente más o menos ilustrada de la época, pero era muy raro en una
mujer. El tema de la liberación de las potencialidades de la mujer es central en esta obra. Obviamente, lo hago
a partir de las limitaciones que experimentaban las mujeres entonces. Carmen no es una mujer liberada de
hoy. Para una mujer liberada de hoy sería una reprimida, pero hay que saberla poner en su contexto histórico.
Carmen ni siquiera ha podido verse completamente desnuda, porque no hay espejos de cuerpo entero en la
hacienda que hereda de su padre, ni en ningún otro sitio.
P. ¿Pensó en Darwin a medida que escribía la novela? ¿Incluirlo para construir un triángulo amoroso (en
realidad un polígono, porque Carmen estaba casada) fue un hecho azaroso o estaba previsto desde un
comienzo?
R. Como tantos novelistas, yo soy un especialista en ideas generales. Tengo una cantidad de múltiples
intereses, y siempre me interesó la teoría de la evolución. Me parece que tiene un valor emotivo, me duele la
teoría de la evolución. Si uno se mete a fondo en ella, llega a sentir una profunda sensación de absurdo,
estamos sujetos a la suerte, al azar evolutivo. Cuando estaba escribiendo esta novela, en algún momento noté
que había coincidido el paso de Rugendas por Chile con el de Darwin a bordo del Beagle, que estuvo un año
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en las costas chilenas. En ese momento me pareció que surgía la posibilidad de plantear un conflicto entre los
dos tipos de mentalidad que en ese tiempo chocaban frontalmente: el espíritu romántico y voluntarista, y el
espíritu científico y pragmático. La mirada del pintor y la mirada del científico.
P. Cuando escribe, ¿es más romántico que científico, o más científico que romántico?
R. Yo trato de ser las dos cosas. Creo que la escritura de novelas requiere de un espíritu romántico, impulsivo,
no hay que bloquear las emociones, hay que dejarlas fluir, muchas veces hasta llegar a la exageración. Y
luego hay que emplear el espíritu racional, práctico, realista, para moderar esas exageraciones, esos excesos,
hasta lograr un equilibrio dramático.
P. La novela tiene una gran carga histórica. Para América Latina, el siglo XIX fue el tiempo de las guerras de
independencia. ¿Tuvo que sumergirse mucho en el Chile histórico?
R. Para pintar bien ese lienzo de fondo histórico tuve que leer mucho, pero esta no es una novela histórica,
sino una novela de amor con un trasfondo histórico. La idea era tomar distancia, para estar alerta a riesgos
como la cursilería o la pornografía (esta es una novela donde hay escenas eróticas bastante explícitas).
P. En Lima recibió su primer premio literario, al que se suma este. ¿Qué significa esta ciudad para su carrera?
R. Yo le digo a mis amigos peruanos que deberíamos volver al virreinato, cuando Chile y Perú estaban
unidos. Ellos creen que lo hago por cortesía o por embromar, pero tenemos muchas cosas en común,
empezando por las virtudes y defectos de nuestra lengua.
P. ¿Qué importancia ha tenido Vargas Llosa dentro de su construcción como escritor?
R. Sus obras fueron formativas para mí, como para tantos escritores de mi generación. La ciudad y los perros
fue una novela que quise imitar más de una vez, y fracasé en el intento. Vargas Llosa ha sido fundamental, y
por eso me siento tan honrado con este premio.
LA IDEA DE VER UNA EUROPA LATINA
JACQUELINE FOWKS
“Nací en Europa, hace mucho tiempo me interesa examinar la vigencia de la idea de Europa en
Latinoamérica”, comenta Franz, nacido en Ginebra, hijo de un diplomático. “Obviamente las novelas tienen
que ver con las biografías de sus autores. Esta es un hijo de mis experiencias, pero me interesa también ver
una Europa latina, hecha de inmigrantes, peruanos, chilenos, etcétera: en un tercer o cuarto plano el libro
refleja eso”, afirma el escritor.
El narrador reconstruye y fabula un triángulo amoroso entre Carmen Arriagada, Charles Darwin y Johan
Moritz Rugendas en el puerto de Valparaíso del siglo XIX. “Son un alemán, un inglés y una mujer chilena en
América Latina, en un mundo más cosmopolita del que uno cree: Valparaíso no solo estaba lleno de
mercaderes, sino de viejos soldados de las guerras que se habían enrolado en los ejércitos napoleónicos y se
habían quedado un poco al garete”, explica Franz sobre el ambiente en el que transcurre la trama amorosa.
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“Tomé apuntes, pero estuve constantemente pensando en la novela, hice viajes porque el pintor era viajero, y
recorrí su ruta de México hasta Chile y Brasil. Estuve viviendo un año en Alemania, buscando información de
archivos; fui a la Academia de Ciencias de Rusia”, recuerda sobre el proceso de construcción de la novela.
HTTP://CULTURA.ELPAIS.COM/CULTURA/2016/04/24/ACTUALIDAD/1461527796_108011.HTML
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MEMORIA Y DESAPARECIDOS EN ARGENTINA
Lectura del pasado
El libro se llamó Nunca Más, pero lejos de cerrar el tema, dejó en evidencia los nudos y las controversias
sobre la tragedia reciente.
Virginia Martínez01 abr 2016
EL 20 DE septiembre de 1984, la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP),
presidida por el escritor Ernesto Sabato, entregó al presidente Raúl Alfonsín el informe final. Setenta mil
personas acompañaron el acto en la Plaza de Mayo reunidas bajo la consigna "Después de la verdad, ahora la
justicia".
El documento fue pieza decisiva en el juicio a las Juntas Militares que gobernaron Argentina entre 1976 y
1983 y en la construcción de la memoria pública sobre la desaparición forzada de las personas. Convertido en
libro, el Nunca Más ha sido reeditado durante dos décadas y lleva vendidos más de 600 mil ejemplares. Del
origen de este libro, características, estilo narrativo y usos trata La historia política del Nunca Más del
sociólogo argentino Emilio Crenzel. El libro, originalmente tesis de doctorado de Crenzel, es un trabajo
pormenorizado y ordenado sobre la CONADEP y el Nunca Más, pero también una interpretación sobre la
violencia política en Argentina y la construcción de una memoria canónica de los horrores del pasado
reciente.
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EL RELATO HUMANITARIO
Si la violencia política fue una característica de la sociedad argentina del siglo XX, las desapariciones —
modalidad represiva que se generalizó con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976— supusieron al menos
dos cambios: su intención de exterminio político y su ejercicio en forma clandestina. Crenzel analiza el
contexto histórico en que surgen y también el significado de esa muerte indefinida, invisible y clandestina.
Se pregunta cuál era el grado de conocimiento que tenía la sociedad argentina mientras ocurría, y aborda el
proceso de construcción de ese conocimiento desde la Agencia de Noticias Clandestina (ANCLA) creada por
Rodolfo Walsh hasta la visita que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA realizó a la
Argentina en 1979, pasando por el testimonio en el exterior de sobrevivientes de los centros clandestinos de
detención.
Crenzel postula que la manera de denunciar las violaciones a los derechos humanos terminaría por configurar
un relato dominante en la memoria del período: el relato humanitario. La víctima como sujeto de sufrimiento,
sin pasado ni militancia política. Los desaparecidos tenían nombre, edad, lugar de trabajo, pero no pertenecían
a una organización política, sindical o armada.
Antes de la Guerra de las Malvinas era muy difícil que la denuncia sobre desapariciones encontrara eco en la
sociedad; luego se convirtió en asunto central. La denuncia, junto al reclamo de justicia, se hicieron masivos.
En octubre de 1982 tuvo lugar la Marcha por la Vida que reunió a cien mil personas en torno al reclamo de
"Juicio y castigo a los culpables".
Poco antes de las elecciones en las que triunfó Raúl Alfonsín (1983) las Fuerzas Armadas argentinas hicieron
público un "Documento Final sobre la guerra contra la subversión y el terrorismo". En él legitimaron su
intervención ya que habían sido llamadas por un gobierno constitucional, descalificaron las denuncias y
afirmaron que sus actos solo podían someterse al juicio divino. Dicho documento se completó con una
"Autoamnistía" aprobada un mes antes de la elecciones.
Alfonsín decidió constituir una Comisión de personalidades a quienes confió la tarea de hacer una
investigación equilibrada y, sobre todo, despolitizada. Crenzel estudia la integración de la CONADEP, las
tensiones políticas que debió enfrentar y la organización de su trabajo, reflejada en cómo tomó los testimonios
y realizó la inspección en los ex centros clandestinos de detención. La Comisión decidió adelantar las
conclusiones preliminares en un programa de televisión, Nunca Más, a propuesta de la periodista e integrante
de la misma Magdalena Ruiz Guiñazú. La discusión previa a la emisión, que fue vista por 1.640.000 personas,
revela la complejidad política del tema y del momento.
El Nunca Más estableció por primera vez y de manera oficial la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en la
política de desaparición. El texto adoptó el punto de vista de lo que luego se conoció como la "teoría de los
dos demonios": considerar a la violencia de Estado como respuesta a la violencia guerrillera que la precedió.
La responsabilidad era compartida entre ambos actores con lo que la sociedad quedó limitada al papel de
observadora o posible víctima ("cualquiera por inocente que fuese").
Por otro lado limitó la violencia estatal a la que siguió al quiebre institucional, sin tener en cuenta la ocurrida
previo al golpe de Estado por el accionar de la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), por ejemplo, o la
represión a la guerrilla en Tucumán. El informe también establece el perfil de los desaparecidos: 71% tenía
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entre 21 y 35 años; 70% eran hombres, y de las mujeres, una de cada diez estaba embarazada. Más imprecisa
es la clasificación laboral que propone obreros (30,2%), estudiantes (21%), empleados (17,9%) y docentes
(5,7%).
El Nunca Más no hace referencia a la militancia de los desaparecidos, de acuerdo al mencionado criterio de
considerarlos víctimas caracterizadas por su inocencia e indefensión. De ahí la clasificación en "Adolescentes
detenidos desaparecidos", "Conscriptos detenidos desaparecidos" o "La familia como víctima de la
represión".
Crenzel estudia también la repercusión del libro y sus primeros lectores: la primera edición (noviembre de
1984, de cuarenta mil ejemplares, se agotó en dos días) y también las voces críticas (la más notoria las Madres
de Plaza de Mayo). Las Madres entendían que no condensaba la verdad, que igualaba a víctimas y victimarios
y que pretendía poner un cierre a "la mayor tragedia de la historia argentina".
CONSTRUCCIÓN Y PUGNA
El aspecto más relevante del trabajo de Crenzel es su interpretación delNunca Más como fundador de
un "régimen de memoria sobre la violencia política y las desapariciones en la Argentina, que integró ciertos
principios generales de la democracia política, los postulados del gobierno de Alfonsín para juzgar la
violencia política y la narrativa humanitaria forjada durante la dictadura para denunciar sus crímenes".
A partir de su aparición y hasta el presente el Nunca Más ha tenido un uso "ejemplar": en presentaciones
públicas, actos, conmemoraciones y en las aulas (se integró oficial e integralmente como texto de consulta y
referencia). En 2006, en ocasión de los treinta años del golpe de Estado, se hizo una nueva edición, esta vez
con un nuevo prólogo, crítico del anterior, pues propone otra lectura del pasado y de la violencia política.
El libro de Crenzel es de lectura imprescindible para un estudioso del tema y del período, y a la vez accesible
y de interés para un lector no especializado. Es sólido y riguroso, escrito de manera clara y precisa. Expone
los nudos y las controversias sobre el pasado y parte de la base de que la memoria de una sociedad es un
proceso en construcción y en pugna, sujeto a luchas políticas y a usos que tienen que ver con el presente.
Un anexo gráfico releva las portadas del Nunca Más desde la primera edición y sus traducciones (inglés,
hebreo, alemán) así como loscollages del artista plástico León Ferrari para la edición en fascículos ofrecida
por Eudeba y el diario Página/12 en 1995.
LA HISTORIA POLÍTICA DEL NUNCA MÁS, La memoria de las desapariciones en la Argentina, de
Emilio Crenzel. Siglo XXI, 2015. Buenos Aires, 264 págs. Distribuye América Latina.
http://www.elpais.com.uy/cultural/lectura-pasado-desaparecidos-argentina-nunca-mas.html
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Arquitectos contra la intemperie global
Sin techos. Alejandro Aravena –Premio Pritzker y curador de la Bienal de Venecia 2016– lidera una cruzada
para resolver la emergencia de viviendas.
POR JUAN DECIMA
Quinta Monroy. Proyecto de Aravena donde los vecinos pueden agregar partes de modo funcional en la
medida de sus necesidades.
Cuesta percibir las huellas del espíritu de optimismo y utopía que guiaron la construcción de los conjuntos
habitacionales en la Ciudad y la Provincia Buenos Aires en los años 70 y 80. Décadas de olvido, marginalidad
y violencia han dejado cicatrices, tanto en las paredes como en los cuerpos. El Lugano I y II, el Complejo San
Pedrito, Fuerte Apache y el Complejo Habitacional Villa Soldati, entre otros, fueron concebidos como la gran
solución para el problema de las villas de emergencia, una promesa de revitalización en forma de ladrillos y
calles asfaltadas. Pero los grandes complejos de vivienda implantados en el verde que aseguraban luz y aire
para sus ocupantes –experimento importado de la segunda posguerra– resultaron una catástrofe cuyos efectos
se sienten aun hoy. La inquietud que genera cíclicamente este tipo de viviendas recibió un impulso decidido
con la distinción al arquitecto chileno Alejandro Aravena con el Premio Pritzker 2016 –considerado el Nobel
de arquitectura– quien además es el curador de la Bienal de Arquitectura de Venecia 2016 que arranca este 28
de mayo próximo. El lunes último recibió el premio en la sede de la ONU de Nueva York y allí aseguró estar
“disponible” para gobiernos y administraciones dispuestos a resolver la falta de vivienda. “Ahí tienen los
archivos y planos. Una razón menos por la que decir que no es posible”. Y agregó que sus ideas para la
escasez de vivienda y falta de medios sirven de igual modo para intentar solucionar la situación desesperante
de inmigrantes y refugiados.
Durante buena parte del siglo XX los países latinoamericanos –al igual que el resto de las naciones
periféricas– lidiaron con la implementación acrítica de modelos centrales. La necesidad de generar modelos
constructivos y urbanos acordes con nuestra realidad económica, ambiental y cultural fue una cuestión
fundamental a resolver, y allí apuntaron corrientes como el regionalismo crítico, sostenido por los escritos del
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teórico inglés Kenneth Frampton, una de las posturas más lúcidas que surgieron frente a esta situación. Pero
las impugnaciones al modelo del Movimiento Moderno llegaron desde su formalidad fría y exenta de
tradición que dio paso al posmodernismo y su revival historicista hasta su verticalismo y cultura positivista,
sostenida en una fe en el crecimiento y el progreso más allá del impacto en personas y medio ambiente.
Un efecto palpable de la consagración de Aravena ha sido evidenciar los debates que atraviesan el interior de
la disciplina respecto de su función en el escenario actual. Y es que si bien Aravena –junto con su estudio
Elemental– ha trabajado en muchos lugares del mundo y con clientes corporativos e institucionales, ha sido su
labor en torno de la vivienda social en Chile y la participación del usuario la que más atención y controversia
ha generado. Con tan solo 48 años, es el segundo galardonado más joven en recibir el Pritzker. Su ascenso es
meteórico: fue docente en Harvard, expuso parte de su obra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Para el arquitecto y crítico Fernando Diez, el triunfo de Aravena puede ser atribuido tanto a un mayor interés
de los profesionales en participar en proyectos comunitarios, como a su vez también por la simpatía que
generan las obras de remediación social en los países centrales. “El arquitecto siempre trabaja para el poder,
por lo tanto este tipo de proyectos le permiten redimirse –explica–. No me parece mal, pero si hay algo que
quedó claro después de los experimentos del siglo XX es que la sociedad no se arregla con la arquitectura.
Para eso hacen falta soluciones políticas, económicas y sociales, que vendrán de la mano de la democracia,
del reformismo o de la revolución, lo que sea que mejor resulte. Lo nuestro es solo una herramienta”.
La idea de arquitectura comunitaria o participativa no es nueva. En la década del 60, Aldo van Eyck y
Herman Hertzberger, miembros del Movimiento Estructuralista Holandés, ya esbozaban la idea de que el
arquitecto no debía ofrecer una solución total, sino un marco general que luego debía ser completado por los
usuarios. En la Argentina, por su parte, se puede mencionar la labor que realizó Fermín Estrella, fallecido en
2014, quien trabajó con la idea de la vivienda productiva y urbanismo social.
Centro y periferia
Hay que separar las impugnaciones y el debate en torno al mérito de Aravena –curiosamente divididas de
acuerdo a su lugar de procedencia y más allá de las desprolijidades que rodearon su triunfo (hasta 2015 fue
jurado del Pritzker)–. Mientras que de este lado del mundo las críticas surgieron por considerar que su obra es
una gran puesta en escena –una actuación que sólo contribuye a mejorar su carrera y no soluciona los
problemas de base– desde el hemisferio Norte apuntan contra su tendencia a convertir la arquitectura en una
“labor humanitaria”, en detrimento de plantear soluciones para la híper densidad urbana que acorrala a cada
vez más ciudades del mundo.
Hay que remontarse a 2003 para rastrear el inicio de la fórmula con la que Aravena consolidó un método con
el que construyó más de 2.000 viviendas sociales. El gobierno chileno le encargó diseñar un proyecto para
proveerle vivienda a una comunidad informal asentada cerca del centro de Iquique. El presupuesto para
Quinta Monroy contemplaba un monto de 7.500 dólares por vivienda para cada una de las 93 familias que
formaban parte del asentamiento, lo que incluía no solo el costo de la construcción sino también el de la
compra de cada terreno.
La decisión de los arquitectos de no trasladar el asentamiento hacia la periferia de la ciudad donde la tierra es
más barata –una práctica usual en el campo de la vivienda social– es un punto clave que diferencia su papel
respecto de lo que se hacía en el pasado. Al estar ubicado en la zona consolidada de Iquique, los terrenos
valían tres veces más de lo que habitualmente se paga por viviendas de interés social en las afueras. Pero se
optó por privilegiar no solo el acceso a los servicios de la ciudad que la ubicación les aseguraba, sino también
la sensación de pertenencia que ya habían cultivado con la zona.
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Aravena reformuló el modelo de casa aislada que se utilizaba tradicionalmente. Propone así un módulo de 3
niveles (planta baja y dos pisos) que cubra los 30 metros cuadrados disponibles por familia, pero que ocupe
solo la mitad de la superficie del terreno, dejando la otra mitad libre para que cada usuario lo complete y
amplíe a medida de sus posibilidades en el tiempo. Su método aprovecha la posibilidad de expandirse y
constituye, en palabras de Aravena, “media casa buena”, y no una vivienda “entera” pero mal diseñada y
ejecutada.
Cada unidad cuenta con una estructura antisísmica, un requisito indispensable debido a la situación geológica
de Chile, y la instalación sanitaria para cocina y baño, pero sin los artefactos. A su vez, el conjunto de
viviendas está configurado en torno de un espacio social y público, pero con acceso restringido desde la calle.
“Cuando solo existe el dinero para hacer media casa, es importante saber qué mitad hacer. Nosotros optamos
por hacernos cargo de la mitad que cuesta más, y que es más difícil de concretar”, suele explicar Aravena
cuando expone sobre este caso.
Como la comisión del encargo llegó a través de un programa gubernamental, hubo contacto con los dirigentes
sociales y los vecinos desde un primer momento. “Ellos nunca habían tenido un arquitecto que los escuchara
y que trabajara para ellos, y estaban lógicamente recelosos al principio”, recuerda Víctor Oddó, socio de
Elemental en el proyecto. “La lógica de participación de las familias se dio como un proceso natural, y nos
sirvió para entender la dinámica del lugar y saber qué hacer”, explica. Como ejemplo cita que una vez hubo
que decidir entre instalar un calefón o una bañadera. Fueron a consultar a los vecinos con la certeza de que
elegirían la primera opción. Pero se equivocaron: además de que colocar un calefón significaba tener que
pagar una cuenta de gas, que no sabían si iban a poder afrontar, la bañadera les brindaba la posibilidad de
disponer de volúmenes de agua limpia como nunca habían tenido.
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/Arquitectos-intemperie-global_0_1555644434.html
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Una nación de palabras
En 1916, los irlandeses se alzaron en armas después de siete siglos de ser colonia británica, en una rebelión
conducida por poetas, maestros y sindicalistas. La Biblioteca Nacional festeja el centenario de esta revolución
tan empapada de literatura con una muestra sobre los libros y autores de esa isla tan fértil en palabras, sobre
los irlandeses que escribieron en Argentina y nuestros escritores de ascendencia irlandesa. Radar Libros
recorre la historia del Renacimiento irlandés, el movimiento cultural nacionalista que comenzó reviviendo la
vieja lengua local, se inclinó hacia las vanguardias de principios del siglo veinte y terminó en una guerra que
prácticamente inventó la guerrilla urbana. Y que en el camino fue el suelo en el que crecieron figuras como
Joyce y Beckett.
Por Sergio Kiernan
Irlanda es una nación elocuente. Siempre fue una tierra de escritores notables, un repositorio de libros y un
tesoro de literatura oral en el que la palabra es un don y una herencia. Esta nación colonizada al fin de la Edad
Media no pudo desarrollar una pintura nacional, o una arquitectura, pero se negó a integrarse, se mantuvo
como nación y finalmente se rehusó a ser colonia a través de la palabra, la palabra contada, la palabra
recitada, la palabra recordada. Los irlandeses tejieron un muro íntimo de palabras para seguir siendo
irlandeses, una memoria de sagas y leyendas de los reyes propios, de baladas dolidas sobre héroes, mártires y
sufrimientos, de canciones y oraciones que definían a su Eire como un lugar único y especial. Es un capital
espectacular que sostuvo al país y su gente a través de horrores, humillaciones, masacres y un exilio como
pocos pueblos tuvieron que sufrir. Se puede decir, sin exageraciones, que los irlandeses “hablaron” su
identidad y sostuvieron su nación en palabras.
Para cuando Irlanda comienza a salir de su oscuro siglo 19, para cuando la política hace eclosión y se
moderniza, ya hay pocas dudas de qué significa ser irlandés. Quien nace en esa isla, hasta tantos de la clase
dominante, no puede ejercer de extranjero más que con un enorme esfuerzo o en un aislamiento difícil de
imaginar. Cada nacido en esta isla es formado por una red de palabras, de leyendas y sagas que reflejan la
vida independiente, surgen de una visión del mundo y se expresan en un inglés íntimamente formado por la
vieja lengua irlandesa. Por atrás de la simplificación de católicos y protestantes hay una clara y fuerte división
cultural entre los que se definen como irlandeses y los que protestan su lealtad a la corona, Que la mayoría de
los católicos –lejos de una totalidad– opte por una y la mayoría de los protestantes –también lejos de la
unanimidad– elija la otra, simplemente no es explicable en términos religiosos. Pocos irlandeses de un tipo u
otro serían capaces de expresar este conflicto en términos teológicos, porque es fundamentalmente cultural y
por lo tanto político.
Esta política estalla hacia fines del siglo 19 en una isla que, paradójicamente, está mostrando signos de
estabilidad y tal vez viabilidad imperial. La cuestión religiosa ya hace años que no es más una discriminación
legal y feroz, gracias a Daniel O’Connell, el Emancipador, y los fuertes movimientos políticos de dos
generaciones anteriores. La tenencia de la tierra, el gran reclamo histórico de un país agrario, está siendo
mediada por reformas parciales y graduales que descomprimen el tema. La Gran Hambruna de la década de
1840, que mató a centenares de miles y expulsó al exilio y la emigración a otros cientos de miles, había
reducido la población a tal punto que ciertos conflictos sociales se moderaron malthusianamente, por la
sencilla razón de que había más lugar para menos pobladores. Para los victorianos tardíos, la Cuestión
Irlandesa parece solucionable por medios parlamentarios, devolviendo a la isla su parlamento y
transformándola en un Dominio, como Canadá o Australia. Ni siquiera la cerrada oposición de los
protestantes y los conservadores británicos pueden invalidar la idea, apenes bloquearla y demorarla. En este
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escenario aparentemente claro y definido, se produce el Renacimiento Irlandés, la batalla cultura que cambia
la historia de Irlanda.
La nación irlandesa moderna se construye de una manera que invierte el proceso que nos resulta familiar a los
americanos, que primero creamos nuestros estados y sostuvimos largas guerras de independencia, y forjamos
una identidad cultural sólo a partir de tener un patronímico, una bandera y un gobierno propios. Como regla,
tomó un par de generaciones para que surgiera una verdadera literatura nacional no derivativa, alejada de la
imitación o la variación, capaz de expresar a un Melville, un Nabuco o un Sarmiento. Este proceso, por
supuesto, se nutre y crece sobre las estructuras educativas y culturales coloniales, varía de acuerdo a la
prosperidad de las viejas capitales y es muy influida por el accidente de la emigración desde la metrópoli.
Pero toma décadas obtener una expresión nacional profunda que supere lo declarativo y sea originalmente
americana.
Irlanda, en cambio, mantiene una cultura forjada en siglos de tensión con su metrópolis, en una interminable
acción de retaguardia para preservar su identidad cultural. El proyecto de conquista inglés en la isla es
anómalo e internamente incoherente, en parte por su muy temprano origen en el siglo trece, con el resultado
de que se puede leer como una serie de reemplazos de la población por colonos, como en América o
Australia, con esfuerzos de integración política, como en Escocia, y negociaciones fluidas, como en India.
Son siglos de rebeliones y masacres, robo de tierras y propiedades, destrucción de la vida política y los
canales de mediación, mezclados con intentos de “normalización” y prohibiciones de un autoritarismo
absurdo, como la ilegalidad de la religión católica como tal y la penalización de uso de la lengua irlandesa.
Este conflicto secular crea un extraordinario conservadurismo cultural y religioso, y una notable equivalencia
entre catolicismo y nacionalismo, simple de entender y difícil de cambiar. La transculturación de Irlanda
nunca terminó de funcionar y hasta los emigrantes, doblemente aculturados por su nueva nacionalidad y el
pase completo al inglés –o al español, en nuestro caso– mantienen un idioma muy propio, una manera de
hablar peculiar, con parte del vocabulario en irlandés sobreviviendo en la entrecasa. La flexibilidad y
adaptabilidad de la lengua irlandesa viene de antaño y tiene momento de extraña gloria, como el comienzo del
siglo 17, cuando la última nobleza del país es destruida por los ingleses. Entre otras consecuencias, como el
exilio de los Gansos Salvajes y la primera emigración a escala, esta derrota militar y política deja sin un lugar
claro a los celebrados bardos de las cortes. Estos poetas, duchos en la improvisación y entrenados para ser
verdaderas “memorias” culturales, eran mimados y mantenidos por sus mecenas nobles, que consideraban su
fama un ornamento impar para su prestigio. Luego de la batalla de Kinsale, en 1601, los bardos quedan
efectivamente desempleados y desamparados, y tienen que buscar otro público entre el pueblo llano. El
resultado es un siglo terrible en lo político y económico, y un florecimiento notable de la poesía, la balada y la
música del país. La riqueza de esta herencia es tal, que la música y la lírica de este siglo, y la que los bardos
conservaron de siglos anteriores sigue siendo parte central del repertorio vivo de Irlanda, algo que puede
escucharse con toda normalidad en un pub.
LA LIGA GAELICA
La declaraciòn de la República, el poético llamado al alma de un país que escribió más que nadie el
poeta Padraig Pearse y que lee en la tapa una oficial del Ejército Irlandés.
También es una muy pesada historia de humillaciones mezcladas con glorias. La tensión cultural eclosiona
políticamente en 1893 con la fundación de la Liga Gaélica, un grupo intelectual, artístico y docente creado
para difundir, prestigiar y enseñar la lengua irlandesa, objetivo que se iría inmediatamente por las ramas. En
ese año fundacional hay exactamente seis libros editados en la lengua irlandesa, que parece reducida al rol de
dialecto de campesinos aislados en el oeste del país, con su calidad literaria limitada al interés de anticuarios,
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113 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
traductores de documentos antiguos y baladistas profesionales. La Liga, siendo explícita en su búsqueda de
transformar la cultura en una herramienta de identidad política, logra una explosión inesperada de interés:
para 1900 se imprimieron y vendieron medio millón de copias de libros en la vieja lengua, la mayoría
manuales de enseñanza. Este número masivo indica que prácticamente ninguna familia del país dejó de
comprar al menos una copia y lograr aprender algún rudimento del idioma. Que esta explosión de interés fue
una expresión de nacionalismo se demuestra por la historia posterior del irlandés como lengua viva. Con
noventa años de enseñanza obligatoria en las escuelas y de uso común en documentos y publicaciones, más
medios exclusivamente escritos y transmitidos en irlandés, el idioma no pudo desplazar al inglés como real
lengua de comunicación del país.
Esto no desmerece en absoluto el real objetivo del Renacimiento Irlandés, que no fue un movimiento
conservador y tiene desde su origen un muy fuerte lado modernista. Entre los miembros de la Liga Gaélica y
los muchos grupos patriotas que surgieron en ese final de siglo hubo conservadores que propusieron una
vuelta al idioma y las formas pre–invasión, una reconstrucción imaginaria de una Irlanda “pura”. Esta minoría
fracasó, como suelen fracasar los que exigen purismos, pero aportó a un rescate de lo propio, a un entusiasmo
y una revaloración del carácter y la tradición de Irlanda. El contexto no era propicio, con la historia del país
contada como una serie de fracasos sucesivos y de grandes vergüenzas como la Hambruna, producidas por
una incapacidad para organizarse como país. El hecho es que Irlanda nunca tuvo un rey propio sino muchos
“reyes”, nunca tuvo un Estado unificado hasta la actual república, nunca una vida política coherente hasta
fines del siglo 19. La primera autoridad que se extiende a toda la isla es la británica, algo explicado ya hace
cinco siglos con la frase EigceartnanEireannachféin do threascairiad do aoinbéim, “fueron los males de los
mismos irlandeses lo que los derribó en un solo instante”. No asombra que la única salida para las tremendas
crisis del país parecieran ser las regulares rebeliones perdidas de antemano, creadoras de más mártires, base
para el carácter irredentista del pensamiento político irlandés. Es el espíritu que los emigrantes llevan y que
expresan en una bandera única en su forma, el harpa de oro sobre el campo verde, con las palabras
“Erinachuisle, Eringobragh”, Irlanda amada, Irlanda por siempre.
El Renacimiento Irlandés se para en revertir esta idea pesada, buscar modelos vanguardistas para reescribir la
nación más desde París que desde Londres, construir una autoconfianza cultural, un sentimiento nacional y de
comunidad, y recuperar la legitimidad de una manera irlandesa de ver las cosas. Este riquísimo proyecto no
sólo es el cimiento de la revolución política de 1916, sino que es el suelo donde crecen figuras como James
Joyce o Samuel Beckett, para citar dos nombres conocidos. Lo que dispara la Liga Gaélica y arranca tal vez
como un folklorismo rígido, vulnerable a la burla, termina siendo un despertar nacional y una expresión de
algo medio olvidado y oculto en esta nación. Cuando Irlanda recupera su palabra, se recupera como país. El
estudioso Declan Kiberd, un especialista en este proceso, recuerda que ya en 1596 el poeta inglés Edmund
Spenser, llegado a Irlanda espada en mano y con mando militar, recomienda a la corona decapitar a los poetas
del país “porque son muy buenos poetas”. Spenser se dedica a saquear bibliotecas y quemarlas, y propone en
un memorando oficial cambiarle a los irlandeses la ropa, hacerles cortar el pelo y prohibirles hablar su idioma,
porque “si la lengua es irlandesa, el corazón termina siéndolo”. El Renacimiento Irlandés toma esta ajustada
definición al pie de la letra, e invierte su intención.
Así, Irlanda primero se imagina libre y luego se libera, por medio de un movimiento político que lleva el
extraño y resonante nombre de Sinn Fein, traducible como “nosotros solos” o “nosotros mismos”. Este
proceso trasciende por mucho la esperable retórica de barricada porque es la construcción deliberada y
pensada de un horizonte cultural, de una herramienta que recoge la tradición y la actualidad de los irlandeses
para resignificarlas como cimiento de una nacionalidad. Irlanda, dice el Renacimiento Irlandés, es una nación
preexistente a la invasión inglesa, una nación diferente de la británica, una nación con sus propias ideas, sus
mañas y su genio. El deber de los irlandeses es recuperarla y liberarla, no crearla.
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NOSOTROS MISMOS
Todo esto, a un siglo de la Rebelión de la Pascua de 1916, de la subsiguiente guerra de Independencia y de la
proclamación de la República parece un resultado natural, destinado a ocurrir. El telescopio de la distancia en
el tiempo borra la contingencia, la delicada secuencia de aciertos que la hicieron posible. Por eso es necesario
recordar que el contexto del Renacimiento Irlandés es casi un aviso de que esta patriada cultural se iba a
perder. Irlanda es una colonia británica absorbida formalmente por su metrópoli, con lo que las dos islas son
oficialmente un país. No hay distancia, literalmente, porque Irlanda está pegada a su dominadora, a minutos
de navegación. No hay ese hiato, esa lejanía que permite que crezcan cosas diferentes en la colonia, ni una
real diferencia racial o económica, como la que puede existir dentro del Imperio con India o Africa. La
presión cultural e identitaria que reciben los irlandeses es única y no tiene parangón en la historia del
colonialismo: la posibilidad real, en serio real, de pasar a ser ellos mismos el colonizador. Masas enteras de
irlandeses, por razones diversas, poblaron el Imperio y las colonias, sirvieron en las instituciones militares y
civiles británicas, y se transformaron efectivamente en británicos, con acceso al status de bwana o sahib.
Millones de británicos actuales tienen apellidos irlandeses sin ningún ruido cultural o étnico, y todavía existe
la figura del West Briton, el “británico del oeste”, el nombre irónico del irlandés que habla y funciona como
un británico en su propia isla.
Cuando el Renacimiento Irlandés comienza a cuestionar todo este aparato cultural, Gran Bretaña está en la
cúspide de su poder político y militar. Despertar el orgullo por lo propio parece provinciano y limitado, parte
del repertorio de los cómicos de la legua que en los escenarios de la emigración caricaturizaban su propia
gente y la llevaban a la risa y la nostalgia sensiblera. Ser irlandés en ese fin de siglo estaba para la caricatura o
para la desesperación, con lo que resulta astuto el recurso de relativizar la supremacía de Londres tomando
como modelos a París o Nueva York. Lejos del tradicionalismo, el movimiento cultural subraya los derechos
políticos de la mujer, tiene un fuerte contenido obrerista, explícitamente habla de modernizar la sociedad y se
ve como un movimiento de masas. Por Irlanda y para los irlandeses se discute cómo reformar las escuelas,
cómo distribuir libros, cómo fundar periódicos para llegar a todos. Se abren teatros, se escriben obras
notables, se aceptan con abandono las tendencias más modernas, se cae en constantes conflictos con la
censura, se escribe con belleza y complicación. El resultado es proclamar, en palabras de Joyce, a Dublín
como una capital cultural y a Irlanda como el omphalos, el ombligo del mundo. Es una guapeada de las
mejores, y resultó ser pregnante.
Estos irlandeses consideran, como escribió George Moore en 1900, que su lengua “es una herencia
misteriosa”. Son los primeros en siglos en cambiar sus nombres y traducirlos de nuevo al irlandés,
transformándose en Seamas, Padraigh y Eoinn, en Diarmada y en Sean, trabalenguas que deliberadamente
“cierran” la identidad al de afuera. Es un momento de pasión por memorizar poemas interminables, recitativos
que se instalan como normales en cualquier fiesta y reunión, y también de poder para la música folklórica.
Esta generación siente el deber de escribir como nadie, de potenciar la dicha de hablar y usar la lengua como
propia. Lo que se escribe en política es de una belleza y una altura emotiva rara en una actividad que suele
abundar en abogados, pero que en el caso irlandés encuentra lo excepcional, como que la misma declaración
de independencia haya sigo básicamente escrita por un poeta, Padraigh Pearse, y sea un llamado al alma. Este
movimiento de buenos habladores y escritores, de lectores voraces, convoca a sus compatriotas “en el nombre
de Dios y de las generaciones muertas” a un combate con olor a gesta. Tampoco es casual que a la bandera
tricolor de la flamante República le unieran una verde con palabras: Irish Republic.
La rebelión de 1916 fue, en cierto modo, una patriada perdida, lo que Jauretche llamaría una chirinada, un
gesto poético y una feroz forma de dar la vida por la patria. Fue también un anacronismo a la manera de los
levantamientos de 1798, pensada para conmover y para despertar a los irlandeses. Funcionó en eso, pero la
generación que tomó la posta y ganó la guerra de independencia ya tenía otra formación, otro horizonte y
otras palabras. Sobre todo, tenían la voluntad y la imaginación de ganar, podían concebir una Irlanda que no
cayera en el dolor del fracaso sino que tuviera su día y su retorno a la nacionalidad. Un país así fundado es un
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país que tiene a la literatura y a la palabra muy cerca de su centro. Irlanda es un país pequeño, nunca fue ni
será una potencia mundial –conchabo para el que no tiene ni la escala ni la vocación– y no puede imponerse a
otros más que por la atracción de lo suyo. Y es un país que pega fuerte en los escenarios culturales, un récord
de premios literarios, un generador de música sin barreras, una tierra embebida de palabras. Los libros que
forman la exhibición en la Biblioteca Nacional son apenas un fragmento de lo que guarda y produce Irlanda,
un atisbo del garbo verbal de esa nación donde hasta los malos escritores son buenísimos. Y es justo que a un
siglo de su rebelión rumbo a la libertad, sean libros los que forman este homenaje.
Algunos de los muchos libros exhibidos hasta junio en la Biblioteca Nacional, que incluyen la primera
edición en castellano del Cuento de Hadas en Nueva York, de Donleavy, la primera de Dublineses de Joyce, y
muchos libros de política e historia irlandesas.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/libros/10-5829-2016-04-22.html
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“Bacterias, bichos y otros amigos” de David G. Jara
Francisco R. Villatoro23ABR16
“Una obra que habla de microbios pero no como un fin en sí mismo, sino como estrategia que nos permita
acercarnos a muchos de los descubrimientos que la ciencia nos está desvelando. [En] ocho capítulos que
abarcan muchas de las importantes funciones en las que están implicados los microbios, pero manteniendo
cada uno de ellos su propia identidad”.
Con mucho sentido de humor, ironía y una pluma fresca, David G. Jara (@Davidgjara) vuelve a
sorprendernos y embaucarnos con su segundo libro “Bacterias, bichos y otros amigos. Descubre a nuestros
aliados microscópicos”, Ariel (2016) [291 pp.], incluso mejor que “El encantador de saltamontes” (reseña en
este blog). Me ha gustado mucho y me lo ha pasado muy bien con las notas de tinte autobiográfico, las
anécdotas y las curiosidades que decoran este libro de ciencia, que rebosa ciencia de la buena.
Sin lugar a dudas, David González Jara va camino de convertirse en uno de los grandes divulgadores
contemporáneos en español.
Tras el prólogo, el libro tiene ocho capítulos, una bibliografía recomendada y algunas notas. Todos los
capítulos se inician con una ilustración de J. Mauricio Restrepo y está decorado con buenas ilustraciones,
aunque de pequeño tamaño, de Elena González Sánchez. La edición está muy cuidada, lo que se agradece
muchísimo.
El capítulo 1, “Nuestras amigas las bacterias” [pp. 13-40], se inicia con “No sé lo que nos está pasando, y
tampoco si se trata de un proceso evolutivo normal que sufren todas las sociedades ricas, aburridas y
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despreocupadas. [La] tendencia, innata o adquirida, a focalizar morbosamente la atención sobre los aspectos
más negativos condiciona de forma definitiva la manera que tenemos de ver este maravilloso mundo, y esa
percepción radicalmente sesgada nos hace ser tremendamente injustos. [De] modo que quedarnos
exclusivamente con la idea de que las bacterias son unos organismos perniciosos enemigos de nuestra especie
no es solamente algo injusto sino tremendamente irreal”.
Este capítulo nos habla de la biorremediación, el uso de “microorganismos limpiadores [que] se encuentran
viviendo y proliferado en el medio contaminado”. Como “la bacteriaMagnetospirillum magneticum [que]
posee el mismo poder que el gran Magneto pero, a diferencia de este villano imaginario, el microbio no utiliza
su don para luchar contra los humanos sino para ayudarlos, para colaborar con ellos en la recogida de una
especial y peligrosa «basura» llamada teluro [que] se utiliza como material para elaborar paneles
fotovoltaicos, discos ópticos (CD y DVD), …”
También nos habla de la bacteria Helicobacter pylori, cuya historia “constituye un buen ejemplo de lo difícil
que es otorgar el diploma de microorganismo bueno o microorganismo malo a cualquier bacteria”. H.
pylori “posee la habilidad para sintetizar un compuesto de característico y desagradable olor, el amoníaco, que
neutraliza la acidez”. Pero en “el tejido que recubre el estómago desencadena la inflamación” que puede
acabar en “cáncer de estómago. Esta observación llevó directamente a los investigadores a conseguir en el año
2005 el Premio Nobel de Medicina, y a la bacteria que descubrieron en nuestras tripas a formar parte del
amplio catálogo de sustancias carcinógenas”.
Finaliza el primer capítulo con “LUCA, soy tu madre”, que “del mismo modo que a Luke Skywalker no le
quedó más remedio que reconocer como padre a su peor enemigo, nosotros no tenemos otra opción que
asumir que una simplona bacteria ancestral fue nuestra madre”. Que David G. Jara aprovecha para hablarnos
de las mitocondrias y de El amante parásito (Rickettsia prowazekii).
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“El maravilloso mundo de las heces” [pp. 41-76], el capítulo 2, se inicia con una confesión: “Reconozco que
en todo lo referente al arte contemporáneo soy más que un auténtico inculto, un cateto de categoría superior.”
Por supuesto, dado el título, acaba hablando de “Transplantes de… ¡caca!” y de bacterias como Clostridium
botulinum y Clostridium difficile. “¡Cuánto daño han causado las películas americanas! [Ni] el virus del
Ébola tiene la cara del feo de los hermanos Calatrava, ni las bacterias beneficiosas de nuestra flora intestinal
el rostro de Charlize Theron. ¿De qué manera nuestro organismo es capaz de diferenciar la bacteria buena de
la bacteria mala?”
“En un reciente estudio [se] observó que los ratones a los que se suministraron grandes cantidades de una
bacteria naturalmente presente en el yogur, Lactobacillus reuteri, se transformaban en superratones con unos
testículos un 5% más grandes y pesados que los de sus compañeros [y] mayor fertilidad”. No es la razón por
la que “la moda de los alimentos funcionales ha llegado a todas las casas”, pero no hay que olvidar que “esta
moda no constituye algo para nada novedoso en el reino animal”. Por supuesto, David se refiere a “la
cecotrofita” de los conejos que “ingieren su propia dosis de probióticos y prebióticos cada mañana, [como]
¡hermosas y redondas caquitas!”
El capítulo 3, “Domesticando microorganismos” [pp. 77-112], nos cuenta una curiosa historia sobre ratas de
Gambia para localizar explosivos y diagnosticar enfermedades, que nos lleva al uso de Bacillus subtilis para
detectar una enfermedad humana. Tras ella la historia de amor en las profundidades entre el calamar hawaiano
y la bacteria Vibrio fischeri. Porque el libro de David está repleto de historias curiosas. “MicroRobocop”,
“Bacterias fantasma” y “Granjas de bacterias” son los títulos de las historias sobre bacterias domesticadas que
nos presenta. “La domesticación de los microorganismos abre a nuestra especie un nuevo mundo lleno de
posibilidades”.
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119 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
“Con las manos en la masa” [pp. 113-148], el capítulo 4, nos habla de levaduras y comienza con la moda de
lo natural: “El vino, la cerveza o el pan son alimentos que algunas personas no dudan en catalogar como
productos naturales no procesados; sin embargo, todos proceden de una materia prima original que es
transformada, o ¡procesada!, por la acción de la química que manejan los microorganismos”. En especial, la
levadura Saccharomyces cerevisiae, “que pertenece al reino de los hongos”.
“¡Estas bacterias son la leche!” discute la intolerancia a la lactosa y “Aditivos bacterianos” los antioxidantes
E300 y E392, el conservante E260, el acidulante E330 y el estabilizante E574, es decir, la vitamina C, el
extracto de romero, el vinagre, el ácido cítrico y el ácido glucónico. Finaliza rotundo: “Es muy probable que
todos los argumentos que se han expuesto no lograsen modificar ni un ápice la postura de muchos
quimiofóbicos que continuarán viendo en la química al enemigo de lo natural, cuando, lo queramos o no, todo
en este universo no deja de ser química”.
El capítulo 5, “La guerra de los mundos” [pp. 149-178], nos presenta “la primera vez que los mutantes fueron
utilizados dentro del contexto de una guerra; y no estamos hablando de Magneto, Lobezno ni de ninguno de
los X-Men, ¡pedazo de friqui!, sino de cepas dePenicillium notatum que, mediante la energética acción de los
rayos X, [se] transforman en hongos mutantes, capaces de producir ingentes cantidades de penicilina”. La
producción de antibióticos es la protagonista de “Superbacterias”, “El arte de la guerra… contra las bacterias”
y “Bacterias versus gusanos”; esta última sección nos habla del Premio Nobel de Medicina en 2015 a William
Campbell.
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120 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
“La nueva revolución industrial” [pp. 179-208], el capítulo 6, se inicia con la bacteria Gluconacetobacter
xylinum “capaz de sintetizar grandes cantidades de celulosa. [La] celulosa que fabrican las bacterias, aun
siendo químicamente idéntica, presenta importantes diferencias con la celulosa vegetal [que] la postulan como
fantástica materia prima para múltiples y diferentes fines industriales”. Porque las bacterias son obreros
cualificados y nos ayudan a fabricar sustancias como la talidomida mediante la síntesis de Reichstein. Y
sustancias como las epotilonas, “con enorme actividad antifúngica”, y la toxina botulínica, “más familiar bajo
el seudónimo de botox”.
El capítulo 7, “Nuestras aliadas las bacterias” [pp. 209-238], recuerda que “si de lo que se trata es de buscar
entre todos los seres vivos de este planeta un bando aliado en el que abunden organismos que nos presten sus
servicios ese es, sin duda, el reino de las bacterias”. Los “insecticidas a base de bacterias” nos habla de las δ-
endotoxinas o proteínas Cry, “las bacterias que no amaban a los varones” de la bacteria Wolbachia, “las
bacterias y la investigación criminal” de la técnica llamada reacción en cadena de la polimerasa o PCR que ha
revolucionado la biología (y las series de televisión como CSI de la CBS).
“El futuro y las bacterias” [pp. 239-265], el octavo y último capítulo, nos aclara que “tratar de prever cómo
evolucionará el futuro de nuestra sociedad no deja de ser una tarea más propia de adivinos [que] de
científicos. No obstante, en este último capítulo voy a tratar de esbozar someramente algunas de las posibles
vías futuras en las que pueden verse inmersas nuestras amigas las bacterias”. El bacteriófago λ protagoniza
“Espías microscópicos”, la geotecnología microbina “Profesiones con futuro” y las vacunas contra el cáncer
“Deseos para el futuro”.
Tras una extensa “Bibliografía recomendada” [pp. 267-287], finaliza el libro con unas breves “Notas” [pp.
289-291]. Un libro fresco, divertido, que se disfruta desde la primera página. David Jara nos acerca con
mucho humor y cierta ironía muchos descubrimientos recientes sobre los microbios. Un libro para deleitarse
aprendiendo. Si te atreves, hoy que es el Día del Libro, qué los disfrutes, ¡no te arrepentirás!
http://francis.naukas.com/2016/04/23/resena-bacterias-bichos-y-otros-amigos-de-david-g-
jara/?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+naukas%2Ffrancis+%28La+
Ciencia+de+la+Mula+Francis%29
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121 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Las ciencias sociales y las humanidades en México: razones y sinrazones de un anquilosamiento
ABRIL 27, 2016
Roberto Breña
El día de antier, 25 de abril, fui a la presentación de un libro en un Instituto de la UNAM. El objeto de la
misma era un libro sobre un tema al que he dedicado muchos años y que, por lo tanto, conozco bastante bien.
Va por delante que si el evento académico que suscita estas líneas tuvo lugar en la UNAM, lo que voy a
escribir aquí surge de experiencias similares que he vivido a lo largo de muchos años en diversas instituciones
académicas de la Ciudad de México (incluyendo por supuesto a la que pertenezco, El Colegio de México), así
como del interior del país.
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En el evento aludido estuvieron presentes personalidades académicas de primer nivel, quienes vertieron
elogios sin medida a un libro, más bien un folleto, que no aporta nada al campo de estudio al que pertenece.
Eso pensaba cuando salí del recinto donde tuvo lugar dicho evento y mientras me dirigía a mi casa. No es, por
supuesto, la primera vez que me invade una sensación parecida al terminar un evento académico; esta vez fue
en la UNAM, pero me ha sucedido en el CIDE, en el ITAM, en la FLACSO, en la UAM y en el COLMEX.
Esta vez, sin embargo, decidí poner por escrito algunas de las “conclusiones” a las que me llevó el evento en
cuestión y lo que cabe colegir de ellas.
De entrada, se impone la pregunta sobre por qué organizar eventos académicos (presentaciones de libros,
conferencias, seminarios, etc.). La respuesta debería ser siempre la misma: porque se considera que aporta
algo al conocimiento. Ahora bien, en México las razones parecen ser otras: compromisos de diverso tipo,
dinero que hay que gastarse, quedar bien con algún colega, homenajear a una “vaca sagrada”, hacerle
promoción a alguna causa o a alguien en particular, etc. Se me replicará que esos son “gajes del oficio”
académico. No lo son y mientras así se les considere, la calidad de las ciencias sociales y de las humanidades
en México seguirá en el estado de postración que es posible percibir en diversos ámbitos. Claro está que tanto
las ciencias sociales como las humanidades seguirán ahí (aunque sobre estas últimas por momentos cabe
dudarlo), pues son un atributo y un legado de la cultura universal y académica; por más que se deterioren, no
desaparecerán.
Aquí está uno de los puntos fundamentales que quiero transmitir: como sabemos que las ciencias sociales y
las humanidades seguirán existiendo, seguirán estando ahí pase lo que pase, ¿qué más da si escribo un artículo
“chafita”, o publico un libro que es un “refrito”, o presento una ponencia que sé que no aporta nada? De los
dictámenes, que potencialmente podrían elevar la calidad de todo lo que se produce en el ámbito académico,
no podemos esperar mucho, por la simple y sencilla razón de que en el medio académico mexicano los
dictámenes no reciben la importancia, la consideración o el valor que sin lugar a dudas les corresponde (sobre
este tema, véase “El fallo de la dictaminación”). Al no existir controles adecuados, ni institucionales ni de
otro tipo, no hay entonces incentivos externos para hacer las cosas mejor, para dedicarles más tiempo, para no
improvisar. Se me replicará en este caso que lo que planteo no aplica a todos; efectiva y afortunadamente, no
aplica a todos. Sin embargo, aplica en los suficientes casos como para que algunas áreas de las ciencias
sociales y de las humanidades estén, hasta donde alcanzo a ver, estancadas.
Hay muchas maneras de tratar de aterrizar lo que acabo de decir sobre nuestro anquilosamiento. ¿Cuántos de
nuestros científicos sociales y de nuestros humanistas están al nivel de los científicos sociales y humanistas
más destacados en el mundo? Se me dirá que no hay que aspirar a tanto para calibrar a nuestras ciencias
sociales y a nuestras humanidades. En ese caso, pregunto: ¿cuántos de los seminarios y congresos a los que
asistimos tienen lugar fuera de México? (si quieren ser fieles a ellas mismas, las ciencias sociales y las
humanidades no pueden pecar de ningún tipo de nacionalismo). Si lo anterior también es pedir demasiado, me
limito a una pregunta más modesta: ¿a cuántos eventos académicos realmente estimulantes o intelectualmente
ambiciosos han asistido los lectores durante los últimos meses?
Es imposible para mí saber si lo que planteo aquí removerá algunas fibras entre los académicos mexicanos.
Me cuesta trabajo pensar, sin embargo, después de las numerosas conversaciones que he tenido sobre estos
temas con colegas de distintas instituciones, que no habrá un número importante de científicos sociales y de
humanistas a quienes no los asalten de vez en cuando cuestionamientos de la misma naturaleza (cabe apuntar
que entiendo por “humanista” a un cultivador de las humanidades, no alguno de los varios significados
espurios que algunas instituciones académicas privadas se empeñan en difundir). Creo que no es errada, ni
mucho menos, la idea de George Steiner de que las humanidades se rezagan cada vez más en las sociedades
actuales no solo por la lógica utilitaria y crematística que guía a la civilización contemporánea, sino también
porque los profesores de humanidades simple y sencillamente no son lo exigentes que debieran ser.
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123 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
No es éste el lugar para sumarse a las lamentaciones del lugar cada vez más precario de las humanidades en el
mundo de hoy o, más específicamente, en el mundo académico de hoy, que es lo realmente grave. Sin
embargo, a esa precariedad indiscutible desde hace mucho tiempo (¿desde que terminó el Renacimiento?)
tenemos que sumarle ahora otro elemento de no escasa entidad: internet, “el mayor asalto a la atención
humana que jamás se ha inventado”, como leí hace un par de días. Otro lamento común, se me dirá, pero
quienquiera que haya sido profesor en una universidad mexicana durante los últimos lustros tendrá clarísimo
lo que “la red” ha significado para el aprovechamiento académico de los estudiantes y para el tiempo que
dedican a la actividad que debiera constituir la principal actividad de todo científico social y de todo
humanista: la lectura. ¿Se puede llegar a ser un científico social o un humanista destacado sin dedicar mucho
tiempo a leer? La respuesta es evidente.
Que nuestro país necesita más técnicos y menos humanistas, puede ser; que la pura lectura no es suficiente
para ser un científico social competente, sin duda; que la revolución cibernético-comunicativa ha hecho
inmensas aportaciones a la vida académica contemporánea, por supuesto. Lo que quiero transmitir aquí, no
obstante, es un anquilosamiento o, si se quiere, lo que yo percibo como tal: el de las ciencias sociales y las
humanidades en México. Entre la falta de exigencia, el no salir de nuestra zona de confort y la mixtura que se
da con relativa frecuencia en algunas universidades entre la ciencia social y el activismo, el futuro de la
calidad académica y de eso que repele a muchos, la “excelencia académica”, me parece poco promisorio.
Mientras sigamos presentando libros porque nuestro amigo es el autor, mientras los comités de tesis se sigan
constituyendo sobre todo por motivos de amistad, mientras sigamos haciéndonos de la vista gorda ante
muestras evidentes de falta de seriedad académica, mientras persistamos en considerar la dictaminación como
una actividad académica menor, mientras el plagio académico no reciba las sanciones que merece, mientras
los concursos por plazas académicas no sean sino amaños, mientras escribamos reseñas que más bien son
panegíricos, mientras no exijamos a nuestros alumnos más lectura y más atención a la misma, mientras
sigamos fomentando en nuestros estudiantes la lectura de pura pedacería cibernética (como si los libros no
existieran), mientras la auto-complacencia institucional sea la norma (pocas cosas son tan corrosivas para la
calidad académica como esta auto-complacencia), mientras sigamos encandilados con los libros-homenaje y
los eventos-homenaje, mientras sigamos privilegiando la redacción de libros coordinados/dirigidos/editados
en detrimento de los libros de autor, mientras no le demos a nuestros alumnos la calificación que merecen
(por más baja que sea), mientras sigamos honrando intelectualmente a colegas de nuestra misma institución
por el artículo que escribieron hace 20 años, mientras llegado el momento no hagamos lo que nos corresponde
para permitir la renovación generacional que toda institución académica requiere y exige, mientras los puestos
académicos directivos sigan siendo vistos como trampolín o patente de corso, mientras sigamos con nuestras
prácticas endogámicas (al interior de cada institución) y mientras continuemos pensando que las ciencias
sociales y las humanidades se mantendrán (y prosperarán) por sí solas y no por la calidad del trabajo que
hacemos día tras día, mientras todo esto suceda, el estancamiento de ambas en México seguirá siendo el
elefante que nadie quiere ver (a pesar de estar apoltronado en el corazón de nuestras universidades y de
nuestros centros de investigación).
A todos los académicos nos tocan, de uno u otro modo, algunos de los elementos mencionados en el párrafo
anterior. Salir de la postración no se derivará de la medida X o de la disposición Y tomadas por el CONACYT
o la SEP (aunque medidas y disposiciones inteligentes y certeras sin duda pueden contribuir a ello). El primer
paso para salir del estado en el que nos encontramos es que la comunidad académica mexicana tome
consciencia de que la situación es deplorable en muchos aspectos y que, por lo tanto, las cosas deben cambiar.
Las ciencias sociales y las humanidades en México pueden ser mejores, más exigentes, más ambiciosas y más
internacionales (sin caer, sobra decirlo quizás, en el fetichismo made in USA de algunas instituciones). A
partir de esta consciencia cabe esperar que las cosas empiecen a cambiar. Lentamente, sin duda, pero lo
suficiente como para que eventos como al que asistí antier sean cada vez menos frecuentes. Ese evento
concreto es parte de un ambiente general del cual, insisto y con esto casi concluyo, no me puedo eximir: por
acción, por omisión o por ambas, a ese ambiente contribuimos un porcentaje considerable de los científicos
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124 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
sociales y de los humanistas de este país. En todo caso, sin ánimo de fomentar un optimismo pueril y en
buena lógica con algunos aspectos nodales del diagnóstico que he bosquejado en estas líneas, creo que la
suerte no está echada.
Roberto Breña
http://redaccion.nexos.com.mx/?p=7683
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125 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Editores en guerra
Natalia Ginzburg, de la que ahora se recuperan algunos libros, es la mejor cronista del sello Einaudi, cuyo
catálogo se convirtió pronto en un referente europeo
JUAN TALLÓN
29 ABR 2016 - 09:29 CDT
Las escritoras Natalia Ginzburg (delante) y Maria Bellonci, en 1963. Marisa Rastellini / Getty
En 1943 las bombas asediaban la editorial Einaudi, en Turín, y pese a ello “trabajábamos felices, y
llegábamos a estar encantados con cada bombardeo británico”, decía Giulio Einaudi (1912-1999), su
cofundador, junto con Leone Ginzburg (1909-1944). “Y no por la belleza de las llamas y las ruinas y los
colores de la guerra, como en Céline o Apocalypse Now, sino porque veíamos que se acercaba el final del
nazismo”. Su proyecto consistía “en seguir con vida” y “hacer libros” de historia, ciencia, filosofía o narrativa
mientras se oponían al fascismo. Se volvió común ver a Cesare Pavese (1908-1950) entrar en la sede de la
plaza de San Carlo cuando cesaban las bombas y limpiar el polvo de su mesa para trabajar ajeno a la guerra.
El día que un proyectil al fin destruyó la editorial, sólo pasaron veinticuatro horas y ya “estábamos trabajando
en otra sede con teléfonos, máquinas de escribir, pruebas de imprenta y mesas”, señalaba el editor al
periodista Severino Cesarini.
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126 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
“Su muerte hizo temblar los cimientos de la editorial”, relata Ginzburg sobre el suicidio de Pavese en el
verano de 1950
Natalia Ginzburg (1916-1991), mujer de Leone y más tarde redactora de la editorial, es quizá la mejor
cronista de Einaudi. En los primeros años participaba, como “convidado de piedra”, en las reuniones de
Giulio, Leone y Pavese, obsesionados por las traducciones. En sus ensayos, reeditados por Lumen, relata que
entre 1937 y 1940 se idearon las primeras colecciones, como los Ensayos, la de Historia y los Narradores
Extranjeros: “En la vida italiana de aquellos años, desierta e inmóvil, la aparición de aquellos libros fue un
acontecimiento clamoroso”.
En noviembre de 1933 la sede se encontraba en una “buhardilla donde teníamos también el almacén, un
despacho para mí, otro cuarto para Ginzburg y una sala más grande para la secretaria”, contaba Giulio, que
entonces tenía 21 años. Meses antes lo había visitado Leone para proponerle fundar una editorial. “¿Y el
dinero?”, replicó Einaudi. “Tengo algunos amigos”, dijo Leone. Así empezó todo, con préstamos solidarios
que, en algunos casos, nunca devolverían.
El primer revés llegó cuando entre 1934 y 1935 detuvieron a decenas de miembros del grupo antifascista
Giustizia e Libertà, entre ellos a Ginzburg, Pavese y al propio Einaudi. Ginzburg sufrió dos años de prisión y
Pavese uno y medio de confinamiento; Giulio quedó en libertad.
Las tareas de casa y otros ensayos
Natalia Ginzburg
Prólogo de Elena Medel
Traducción de Mercedes Corral
y Flavia Company
Lumen
Barcelona, 2015
448 páginas. 22,90 euros
Y eso fue lo que pasó
Natalia Ginzburg
Prólogo de Italo Calvino
Traducción de Andrés Barba
Acantilado
Barcelona, 2016
112 páginas. 14 euros
Ermitaño en París
Italo Calvino
Traducción de Ángel Sánchez-Gijón
Siruela
Madrid, 2004
296 páginas. 14,90 euros
Conversaciones con Giulio Einaudi
Severino Cesari
Traducción de Esther Benítez
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Trama
Madrid, 2010
228 páginas. 20 euros
Natalia recuerda en el ensayo Memoria contra memoria que, tras la salida de la cárcel en 1936, a Leone le
pusieron un sueldo fijo en la editorial, y gracias a las 600 liras que le pagaban se casaron en 1938. Su tarea
consistía en desarrollar el plan editorial. Lo hizo durante tres años, hasta que estalló la contienda y lo
confinaron en Pizzoli como interno civil de guerra. Pese al encierro, tradujo a Tolstói y a Pushkin. “Me había
convencido para que contratase a los rusos”, contaba Einaudi, y desde la cárcel Leone “revisaba esas
traducciones, no sólo en manuscrito, sino también en pruebas, una o dos veces: me volvía loco”. Entretanto,
después de varias negativas, Pavese se había unido a la editorial a tiempo completo. Natalia Ginzburg revela
en Léxico familiar que Cesare decía: “No necesito un sueldo. (…) Me basta con tener un plato de sopa y
tabaco”. Fumaba con tanta pasión que cuando Einaudi le publicó su primera novela, solicitó una pipa nueva
como anticipo. Sus responsabilidades lo obligaban a traducir del inglés unas 2.000 páginas al año, revisar
manuscritos y pruebas de traducciones ajenas y de libros histórico-literarios, y elaborar informes de obras
inéditas para las que se considerase útil su juicio. Cobraba 1.000 liras al mes. “Trabajo como un esclavo
egipcio”, llegó a confesar a su amigo Tullio Pinelli por carta. Pero merecía la pena. Gracias a él tradujeron y
editaron a Faulkner, Hemingway, Dos Passos, Whitman, Melville y Joyce, entre otros.
En la adversidad, la editorial creció. Se trasladó a una nueva sede, mucho más grande, en la avenida Re
Umberto. Y con el tiempo abrieron delegaciones en Roma y Milán. El negocio fue a veces rico y a veces más
pobre. Cuando era rico, “nos dábamos cuenta porque el sueldo nos llegaba puntualmente a final de mes, y
porque a las cinco de la tarde pasaban un carrito con té, leche, limón, azúcar y pastas”, escribe Natalia
Ginzburg. Cuando era pobre, cobraban con retraso y en el carrito sólo había té.
Poco después de la muerte de su marido, en 1944, Natalia se incorporó como redactora en la sede de la
editorial en Roma. Giulio “era un jefe caprichoso, voluble e imposible de contentar, pero tenía el don de
tolerar que cada uno trabajara a su manera”. En ese clima, Natalia se trasladó a Turín. “La editorial que yo
amaba”, cuenta en Léxico familiar, “era la que se hallaba en la avenida Re Umberto”, y allí fue donde acabó
de traducir los dos primeros volúmenes de En busca del tiempo perdido, de Proust, después de ocho años. En
distintas épocas, coincidió con Massimo Mila, Pavese, Giulio Bollati, Felice Balbo e Italo Calvino (1923-
1985), que, en Ermitaño en París, añade una nota biográfica en tercera persona en la que detalla que en 1945
“escribe relatos y en cuanto acaba uno se lo lleva a leer a Natalia y a Cesare”. Éste, para no tenerlo siempre
encima, lo anima a escribir una novela. Es lo que hace, y en 1947 Einaudi publica El sendero de los nidos de
araña, que lanza con pegada de carteles incluida. En ese periodo comienza a trabajar en la editorial como
redactor. Giulio Einaudi contaba que Calvino fue decisivo en la publicación de escritores latinoamericanos y
españoles. “Onetti, Ferlosio, Cortázar, por ejemplo, por no hablar de Borges”. Y más tarde los franceses,
como Ronald Barthes, Michel Tournier o Georges Perec, “cuya La vida. Instrucciones de uso nos sugirió;
compramos el libro, lo tradujimos y luego se lo cedimos a Rizzoli”.
Calvino fue decisivo en la publicación de escritores en lengua española como Onetti, Sánchez Ferlosio,
Cortázar o Borges
En el verano de 1950 Pavese se suicidó y “su muerte hizo temblar los cimientos de toda la editorial. Nos
sentimos como una manada de ratoncitos ciegos”, relata Ginzburg. Sin embargo, salieron adelante. La
editorial ya había construido lo que Giulio llamaba el “lector Einaudi”. Desde el principio buscaron un
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128 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
público nuevo, distinto, para el que innovaron la venta a plazos. “La idea era que el cliente se volviera en
parte un amigo”. Este método fue el sustento de la empresa, que conseguía ingresos mensuales fijos.
Hubo más crisis y más recuperaciones. “La editorial duró 50 años, después se vino abajo. Quizá era inevitable
que sucediera así. Las editoriales no pueden durar eternamente”, escribió Natalia Ginzburg. En 1983 entró en
una crisis financiera definitiva, y tuvo que despedir a sus empleados. En 1994 caería en manos de una
Mondadori controlada por los Berlusconi.
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/04/25/babelia/1461584087_975723.html
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129 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Un futuro bilingüe para EE.UU.
Segunda lengua. La matrícula de alumnos estadounidenses de español se multiplica día a día a pesar de
algunas actitudes xenófobas.
POR DAVID GIES
Puentes. Los “inmigrantes invisibles” han hecho del idioma de Iberoamérica un vehículo de cultura
fundamental que no tiene retroceso.
Como es sabido, el español es una lengua en alza en EE.UU. Ya no es “lengua extranjera” en este país, sino
primera o segunda lengua para muchos. Existen numerosos datos para comprobar que hoy hay más
hispanohablantes en Estados Unidos que en el país que plantó la semilla de esa lengua en el Nuevo Mundo,
España. Muchas escuelas primarias ofrecen clases bilingües en las que los alumnos estudian sus asignaturas
tanto en inglés como en español (tan sólo en la ciudad de Nueva York existen 180 programas bilingües; no
todos son de español, naturalmente, pero el español domina). En Utah, un estado sin raíces hispánicas, un 9%
de los alumnos estudian dos lenguas; en Oregon, es un 10%. Hay escuelas monolingües también, donde el uso
del inglés, si no está exactamente prohibido, por lo menos se desaconseja. En las escuelas secundarias, es el
español la lengua –como asignatura optativa– más solicitada (algunas escuelas tienen dificultades para
encontrar un número suficiente de maestros con los que atender esta demanda). En la gran mayoría de las
universidades estadounidenses, el estudio del francés, el alemán y las lenguas clásicas (latín, griego) —las
lenguas que hace 20 años dominaban el plan de estudios— desciende precipitadamente, mientras que miles de
alumnos no encuentran plazas en las aulas de español por el creciente número de jóvenes que insisten en
aprender ese idioma.
Se sabe también que hay un bilingüismo callejero e incluso oficial en muchos estados como California,
Arizona, Texas y Florida, pero se reconoce menos la presencia de lo hispano en Wyoming, Iowa, New
Hampshire, Virginia u otros estados que no se encuentran en la frontera entre EE.UU. y México. Según el
New York Times, cada vez más personas angloparlantes ven el biculturalismo y el bilingüismo como una
estrategia importante en la nueva economía global (9 de octubre 2015).
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130 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Pero el inmigrante español y el hispanoparlante no siempre han tenido una presencia tan obvia en este país,
como el nuevo libro de James D. Fernández y Luis Argeo, Invisible Immigrants: Spaniards in the US, 1868-
1945 (2015) sugiere.
Invisible immigrants. Pues, sí: pesar de la extraordinaria presencia de los hispanos en EE.UU, a pesar del
ruido y alto volumen del debate político (con frecuencia xenófobo y racista, hay que decirlo) sobre (es decir,
contra) lo hispanohablante en EE.UU., la gran mayoría de los estadounidenses, simplemente, no tiene idea de
lo profundamente arraigada que está la lengua española en su país. Mi teoría es bien sencilla: a pesar de la
omnipresencia de la lengua española en el discurso diario en los Estados Unidos, los estadounidenses no la
ven, no la perciben y no son conscientes de su existencia.
Muchas empresas ya reconocen la presencia (y la importancia del poder adquisitivo) de la población hispana.
Todos hemos tenido esta experiencia: solo hay que llamar a cualquier compañía nacional (o multinacional)
para oír el famoso, “Para continuar en español, oprima el nueve”, lo que habla por sí solo de la gran cantidad
de hispanohablantes que usan los servicios o compran productos de dichas empresas.
Hoy en EE.UU. el español se lee, se oye en 1) publicaciones oficiales del gobierno; 2) el transporte público;
3) anuncios y páginas web de empresas, bancos y tiendas; 4) instrucciones para aparatos; 5) avisos y
advertencias de todo tipo; 6) instituciones educativas y culturales (como universidades, museos, etc.); 7)
establecimientos hoteleros; 8) el sector de la medicina y la salud; y 9) en productos de consumo en general.
Naturalmente, algunos individuos sí toman nota de este bilingüismo, y lo rechazan. Hay muchos casos en los
que un angloparlante expresa “incomodidad” al tener que “oír” o “sufrir” demasiado español (en un hospital,
por ejemplo, o, caso más sorprendente, durante un servicio religioso en una iglesia.
En el blog derechista “Coston’s complaint” (La queja de Coston) puede leerse (en inglés, claro está) una
protesta contra la aparición frecuente del español en el discurso diario estadounidense (empresas, escuelas,
gobierno). El verbo que usa el bloguero para hacer resaltar la presencia del español en, por ejemplo, las
señales de tráfico ya indica su postura ideológica: el español –según él– “esparce desperdicios” o “ensucia” el
país. Luego, amenaza –imitando una retórica bíblica– apocalípticamente: “Nosotros como nación
desapareceremos de la Tierra. Si continuamos usando el español, el mundo se acabará”.
El mundo no se va a acabar. Estamos viviendo un momento importante en la historia de la globalización. Las
lenguas hoy tienden a entremezclarse, dando como resultado una diglosia o una poliglosia que nos enriquece a
todos. A pesar de la negatividad de los críticos, que ven en este fenómeno una amenaza contra “nuestra”
identidad cultural, creo que esa vitalidad es un beneficio que nuestro mundo es un sitio de oportunidades
culturales y económicas, y que asegura un futuro libre y democrático.
David Gies es Presidente de la Asociación Internacional de Hispanistas de EE.UU. y profesor de la
Universidad de Virginia. Gies leyó este texto en el VII Congreso de la Lengua Española celabrado
recientemente en San Juan de Puerto Rico.
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/futuro-bilingue-EEUU_0_1555644439.html
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131 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Retrato del artista como camaleón
Pedro B. ReyLA NACION
SEGUIR
MIÉRCOLES 27 DE ABRIL DE 2016
1
El camaleón es un pequeño reptil que tiene como característica principal, como se sabe, su
capacidad para cambiar de color. Los motivos para esas alteraciones son, al parecer, múltiples:
la más evidente se relaciona con la proximidad de algún peligro, pero también puede deberse a
las condiciones climáticas o a una simple comunicación con sus pares de especie. No es
sorprendente que los antiguos le atribuyeran propiedades mágicas o milagrosas y que su rareza
persista en la lengua del día a día como metáfora.
"Camaleónico" es un adjetivo que se utiliza de manera inmediata para designar, no sólo a los
timadores de mil caras, sino también a los artistas más escurridizos, difíciles de clasificar,
aquellos que toman todo el tiempo nuevas direcciones. Resultó inevitable que el epíteto
apareciera más de una vez en la despedida de Prince Rogers Nelson. Designaba sus manifiestas
cualidades mutantes, aunque por momentos parecía también insinuar, sin proponérselo, el
talento oportunista de toda megaestrella. El camaleón, al fin de cuentas, como sugiere cierta
tonada local en referencia al corazón que le hace rima, cambia de colores según la ocasión.
Quizá sea más preciso definir a Prince como un músico proteico. Actuaba como aquella
antigua divinidad marina, Proteo, que cambiaba todo el tiempo de forma para no verse
obligado a ejercitar su mejor don, que era predecir el futuro. Prince era capaz de
metamorfosearse en el espacio reducido de un simple disco, pero sobre todo de reinventarse a
sí mismo a cada paso de su carrera. Tuvo su pico de popularidad en los años 80, pero quizá sus
mejores obras son las de los últimos 15 años, cuando se le sigue prestando atención más por
inercia que por convicción. Es una cruel paradoja del pop: cuando se volvió un músico
definitivamente arriesgado y original, se lo seguía escuchando en piloto automático. Su talento
más notorio, como han señalado muchos, era su capacidad enciclopédica: parecía sintetizar, en
su sola figura, toda la tradición de la música negra -de Little Richard al soul, del funk a la
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132 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
guitarra rockera de Jimi Hendrix, incluso el gospel y algún toque de jazz, herencia de su padre
pianista y su madre cantante- sin renegar de otras influencias. A los géneros musicales sumó su
ambigüedad teatral, una androginia que variaba con la velocidad de un holograma. Prince fue
en esas lides la más sutil, la más secreta contracara de David Bowie.
Hay un momento de clivaje, sin embargo, en su carrera, en que Proteo pareció como nunca un
camaleón, en el sentido más reactivo de la palabra. Fue cuando, a comienzos de los años 90,
reemplazó su nombre por un símbolo impronunciable que reunía en su diseño lo masculino y
lo femenino. Se lo tomó como las veleidades de un megalómano, se lo comenzó a llamar
irónicamente "el artista anteriormente conocido como Prince", pero, vista en perspectiva, su
determinación fue una prueba más de que andaba siempre un paso adelantado. El músico era
un compositor prolífico y se oponía a la postura de su discográfica, que buscaba ralentizar su
producción con el simple fin de no saturar el mercado. Al mismo tiempo, la compañía registró
su nombre, Prince, como propio. El primer tema del primer disco que llevaba el famoso
símbolo, en 1992, empezaba -para que quedara bien claro que era algo más que un capricho-
con un famoso grito de guerra : "My name is Prince and I am funky / My name is Prince the
one and only...". Vivió en un complejo limbo hasta 2000 -cuando terminó su contrato, dejó de
pintarse para sus shows la palabra "esclavo" en las mejillas y reasumió su nombre-, pero
aquella beligerante defensa de su autonomía adelantó el fin de una época. Pronto se convirtió
en un precursor de los nuevos modos de distribución de música, sin dejar de oponerse al
espíritu gregario, algo que en los últimos años se reflejaba en su negativa a formar parte de las
plataformas de streaming dominantes.
De todas las frases que alguien dijo alguna vez sobre él, la más intrigante y precursora salió de
los labios de Miles Davis. "Me parece que la música de Prince apunta al futuro", dijo el
trompetista, después de señalar que parecía haber asimilado, entre tantas cosas que lo habían
precedido, inclusive a Duke Ellington. En la boca de uno de los más grandes trompetistas de
jazz sonaba a herejía, pero a Davis, que en su larga carrera no se cansó de explorar las más
diversas configuraciones, puede dársele el beneficio de la intuición. Él era el más proteico, el
mayor de los camaleones, siempre en busca de nuevos caminos. Basta escuchar cualquiera de
sus discos de los años 50 o 60 para descubrir que, en cuestión de música, el futuro está en
todos lados.
http://www.lanacion.com.ar/1893007-retrato-del-artista-como-camaleon
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133 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Cervantes en cautiverio
El 22 de abril se cumplieron cuatrocientos años de la muerte de Miguel de Cervantes, aniversario que marca
el comienzo de un año excepcional para la celebración de la lengua y la literatura castellanas. En este
contexto, Ariel Dorfman recuerda aquí una más que singular experiencia de lectura de Don Quijote de la
Mancha: fue durante los días de 1973 posteriores al golpe de Pinochet, encerrado en la Embajada Argentina
en Santiago de Chile junto a otras personas que esperaban un salvoconducto para salir del país y salvar así sus
vidas. Leer el Quijote frente a un auditorio de asilados latinoamericanos, entre la violencia y la tristeza, marca
un paralelo con la vida del propio Cervantes y una obra que, como el Quijote, también empezó a gestarse en
cautiverio.
Por Ariel Dorfman
De las muchas y diversas veces que, desde la adolescencia, me he puesto a gozar de Don Quijote de la
Mancha, hay una, extraña y arquetípica y colectiva, de cuyo alcance no me quiero olvidar. Esa lectura, hace
más de cuarenta años, junto a un grupo desesperado de hombres y mujeres cautivos, importa especialmente
hoy cuando la conmemoración del cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes nos obliga a
preguntarnos por la vigencia de su obra, si tiene ese escritor insigne, más allá del inmenso placer de leerlo,
algún recado urgente y especial para nuestro turbulento siglo XXI.
Por cierto que Cervantes mismo, si resucitara para sólo ello, no habría imaginado a lectores más afines y
perfectos para comprender la relevancia imperecedera de su literatura que aquellos que estaban hacinados en
uno de los amplios salones de la Embajada Argentina en Santiago, a mediados de octubre de 1973. Afuera, a
pocos pasos de nuestros cuerpos vulnerables, la muerte rondaba la ciudad. Un mes antes, el 11 de septiembre,
los militares habían derrocado al gobierno democrático de Salvador Allende, inaugurando un reino de terror.
Durante el mes después del golpe, había vivido yo en la clandestinidad, apenas librándome de ser apresado
por los servicios del General Pinochet, hasta que la Resistencia me ordenó pedir asilo en la Embajada
Argentina. Una vez que logré trasponer dificultosamente la barrera de soldados y policías que trataban de
impedir que los perseguidos encontraran amparo, me encontré con un espectáculo alucinante: casi mil
hombres, mujeres y niños acampando desastradamente en habitaciones destinadas, hacía poco, a cócteles
donde selectos y prístinos invitados eran agasajados. La escena rayaba en lo apocalíptico. Un jardín otrora
opulento arrasado por la presencia desbordante de huéspedes indeseables. Cuerpos malolientes haciendo cola
ante baños arruinados por el sobreuso y perpetuamente hambrientos debido a que la cocina era incapaz de
alimentar tantas bocas ávidas. Y, sobre todo, un ambiente sofocante, sobre todo el hedor de la desolación y el
miedo.
Leer Don Quijote era parte de un plan para combatir esa atmósfera deprimente durante las eternas semanas a
lo largo de las cuales tendríamos que esperar salvo-conductos que las autoridades militares, por supuesto,
tardaban en otorgar. Habiendo enseñado esa novela en la Universidad, amén del Persiles, la Galatea y las
Novelas Ejemplares, había ofrecido hacer de guía de quienes quisieran explorar las bulliciosas aventuras del
ingenioso hidalgo y su escudero, con la perspectiva de que sirvieran como antídoto a la tristeza y el duelo “en
ese lugar donde toda incomodidad tiene su asiento y todo triste ruido su habitación”. ¿No era posible que cada
uno de nosotros fuéramos, como quiso Cervantes, “movidos a risa”, y extrajéramos también alguna esperanza
de un héroe que recorre con tenacidad los caminos de su España en pos de viudas que defender y huérfanos
que auxiliar, sin que lo desalentaran los golpes que le llovían a raíz de sus deseos insanos de reanimar los
ideales que su sociedad ya no valoraba?
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134 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
Para obtener una copia del libro tuve que pedírselo al desagradable y fascista funcionario a cargo nuestro en la
Embajada Argentina, de cuyo nombre definitivamente no quiero acordarme. El tipo comentó, en forma
displicente, que deberíamos haber leído aquella novela antes de lanzarnos al estéril intento de liquidar la
injusticia social en Chile. “Arremetieron contra molinos de vientos,” se burló, “y las aspas les dieron una
merecida paliza, aunque dudo de que la gentuza asilada acá sea capaz de aprender otra cosa que huir como
ratas.”
A pesar de tales desaires, el diplomático, quizás agradecido de que no solicitáramos manuales para fabricar
bombas o los diarios del Che Guevara, terminó por hacer entrega de una copia de Don Quijote y así pudieron
conocer a fondo ese libro sorprendente e irónico unos treinta damnificados que hasta entonces solo lo habían
frecuentado en forma esporádica y siempre de una manera superficial. Además de algunos chilenos, la
mayoría de estos improvisados lectores había arribado a nuestro país desde las revoluciones fracasadas de
otras tierras latinoamericanas – Uruguay, Bolivia, El Salvador, Colombia, Guatemala, Brasil y, naturalmente,
Argentina.
Aportaban a la novela, por ende, una riqueza de experiencia y madurez, y una profunda fragilidad, que no
poseían, sin duda, los jóvenes que habían estudiado conmigo en la Universidad. Muchos de aquellos asilados
habían pasado períodos extensos en la cárcel, habían sufrido tortura y opresión y exilio, habían tratado de
mantener viva, adentro de la caverna de la derrota y el desconsuelo, una sed por la justicia con que Cervantes,
estoy seguro, hubiera simpatizado. Capaz incluso, dada su admiración por la Utopía de Tomás Moro, no se
hubiera extrañado de algunos de los sueños socialistas que abrigábamos. Como estos lectores de la Embajada,
Cervantes había sido víctima de una encarnizada adversidad, y también como ellos, sintió el desafío, mientras
escribía las dos partes de El Quijote, de nutrir, en un mundo cruel, una paciente creatividad.
De hecho, la experiencia que definió la vida de nuestro Miguel, que lo transformó en el hombre y el artista
que terminó siendo, fueron los cinco años aterradores y formativos (1575-1580) que pasó el manco de
Lepanto en los “bagnos” (es decir, cadalsos) de Argel como prisionero de los piratas berberiscos. Fue ahí, en
la frontera fluctuante donde el Islam y el Occidente se enfrentaron y entremezclaron, que Cervantes aprendió
a valorar la tolerancia hacia aquellos que son diferentes, y ahí, también, que aprendió que, de todos los bienes
a los que puede aspirar un hombre, el mayor es la libertad.
Mientras aguardaba el rescate que su familia indigente no podía pagar, inquietado por la muerte cada una de
las cuatro veces que intentó fugarse, presenciando los suplicios y ejecuciones de otros esclavos cristianos,
ansiaba una vida sin muros despóticos ni grillos que lo maniataran a un dueño arbitrario. Pero una vez
retornado a España, un veterano de guerra mutilado al que ninguneaban aquellos que lo habían mandado a
pelear, una vez que se halló sin trabajo ni reconocimiento, en la medida que el desencanto y las traiciones se
amontonaban, llegó a la conclusión de que si no podemos determinar los infortunios que saquean nuestros
cuerpos, somos capaces, no obstante, de dominar la manera en que reaccionamos ante esa malaventura,
podemos comprometernos en la tarea más crucial de emancipar nuestra alma.
Don Quijote deriva de esa revelación. En el prólogo de la Primera Parte de esa novela (1605), el autor
advierte al “desocupado lector”, que su obra se engendró en una cárcel. Como Cervantes estuvo preso en
múltiples ocasiones en su vida, siempre en forma injusta, siempre perseguido por magistrados venales e
ineptos, no sabemos a ciencia cierta qué ciudad española merece el insólito honor de albergar la prisión donde
los iniciales resplandores del Ingenioso Hidalgo vieron la luz, pero aquella experiencia traumática de un
nuevo encierro, que le forzó a revivir el calvario de Argel, tiene que haberlo enfrentado al dilema que resolvió
asombrosamente, para nuestro júbilo: o sucumbir a la amargura del desaliento o echar a volar las alas de la
imaginación, probando que los seres humanos disponemos de una capacidad infinita, diríase divina, para
superar el presidio inmediato y materialista de esta Tierra.
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135 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
El resultado, eventualmente, fue un libro que iba a empujar los límites de la creación, desencadenando su
escritura de las ligaduras y linderos de la literatura previa, subvirtiendo toda tradición y convención que
Cervantes había heredado. Un milagro: en vez de una diatriba rencorosa contra una España que ya decaía y
que lo había rechazado y censurado, Cervantes inventó un tour de force tan juguetón como multifacético,
fundando los cimientos para todos los abigarrados experimentos ambiguos que el género novelístico iba a
sondear en los siglos venideros, una fuente de la que han bebido desde entonces todos los narradores.
Aclamado inauguralmente por su valor festivo y farsesco, los lectores gradualmente llegaron a reconocer que
estaban viviendo, sufriendo, fantaseando en el mundo que Cervantes, por la primera vez en la historia de
Occidente, había expuesto como digno de ser tratado con cuidadosa, minuciosa deliberación. Comprendieron
que somos todos unos locos constantemente sobrepasados por la historia, seres frágiles poseídos por el
espejismo de quiénes somos y de lo que deseamos y de la construcción y preconceptos que otros hacen de
nosotros, amarrados a cuerpos que cumplen la condena maravillosa de tener que comer y dormir, defecar y
hacer el amor y algún día morir, vueltos ridículos y a la vez gloriosos por las quimeras que albergamos.
Cervantes, para decirlo sin rodeos, descubrió el vasto territorio psicológico y social de la modernidad, lo que
significa ser cautivos de un mundo inexorable del que las víctimas bregan por escaparse con alguna
semblanza de dignidad, aunque sea a través de ilusiones efímeras.
Aquellos que leíamos Don Quijote en 1973, en una Embajada que no podíamos abandonar, rodeados de
militares prontos a transportarnos a estadios y sótanos y cementerios, respondimos visceralmente a esa obra
desenfrenada concebida en circunstancias no enteramente disímiles a las que sobrellevábamos. Esa práctica y
exaltación incesante de la libertad era una continua inspiración, la apuesta de que, por mucho que
estuviéramos acosados por la realidad más sórdida, éramos, todos y cada uno, un experimento magnífico y
progresivo que solo cesa con nuestro último aliento. Esta fe de que el espíritu humano no puede ser aplastado
se reflejaba ejemplarmente en un pasaje de la Segunda Parte del Quijote (1615) que nos conmovió hasta las
lágrimas.
Los frívolos Duque y Duquesa han hecho a Sancho Panza gobernador de una “ínsula”, donde el escudero
demuestra más cordura y compasión que quienes quieren divertirse a su costa. Una noche, haciendo la ronda,
se encuentra con un joven que se muestra un tanto impertinente. Y Sancho lo manda a dormir en la cárcel.
Con descaro, el condenado insiste en que “no me harán dormir en la cárcel cuantos hoy viven” por cuanto “si
yo no quiero dormir, y estarme despierto toda la noche, sin pegar pestaña, ¿será vuestra merced bastante con
todo su poder para hacerme dormir, si yo no quiero?”. Escarmentado por este ejemplo de independencia y
entereza, Sancho lo suelta.
Es un episodio que me acompaña señeramente desde entonces. Si lo rememoro ahora, es porque creo que
contiene el mensaje esencial del Príncipe de los Ingenios para nuestra desanimada humanidad contemporánea.
Es cierto que la mayoría de los habitantes del planeta no están encarcelados, como lo estuvo tan a menudo
Cervantes, ni se encuentran confinados, como aquellos revolucionarios de la Embajada Argentina, por
murallas de temor. Y, sin embargo, vivimos, aún más que el autor de El Quijote en un mundo atónito de
espejos y espejismos movedizos, cada vez más distantes un ciudadano del otro, somos una especie cautiva de
la violencia y la desigualdad, de la codicia y la estupidez, de la intolerancia y la xenofobia y el
fundamentalismo, náufragos en un planeta del que hemos perdido el control. Como si fuéramos lunáticos
caminando a ciegas hacia el abismo.
Cervantes falleció hace cuatrocientos años y sigue, de todas maneras, enviándonos palabras, la sabiduría
transmitida por ese muchacho amenazado por Sancho Panza, palabras que necesitamos leer otra vez y
escuchar de nuevo y meditar a fondo antes de que sea demasiado tarde.
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Nadie tiene el poder de hacernos dormir si no es por propia decisión.
Cervantes nos está diciendo que nuestra humanidad asediada, aturdida, cautiva no debe perder la esperanza de
que podamos despertar antes de que sea demasiado tarde.
HTTP://WWW.PAGINA12.COM.AR/DIARIO/SUPLEMENTOS/LIBROS/10-5840-2016-04-29.HTML
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ÚLTIMO RICHARD FORD
El retorno de Frank
El gran novelista norteamericano no es perceptible siempre, pero tampoco es estridente. Queda en pie luego
del ruido, como lo prueba su novela Francamente, Frank.
Richard Ford por Ombú
Mercedes Estramil01 abr 2016
HAY SOBRADAS razones para sostener que Richard Ford es uno de los mayores escritores estadounidenses
vivos, y que en esa carrera no declarada para determinar quién ha escrito o escribirá "La Gran Novela
Americana" lleva hecho un buen kilometraje y sigue en forma. Este rubio alto, de ojos azules, porte señorial y
casado con la misma mujer, Kristina, desde hace casi medio siglo, nació en 1944 en Jackson (Mississippi), y
vivió parte de su infancia en una casa situada frente a la que había sido, treinta y pico de años antes, el hogar
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de la escritora Eudora Welty. Y aunque este dato es anecdótico, la narrativa solitaria de Ford comparte un
universo no menor con aquellas viejas damas del sur como Welty, Carson McCullers o Katherine Ann Porter,
así como con Faulkner (más incluso que con el contemporáneo y también sureño Cormac McCarthy).
Escrituras donde lo emocional marca el camino y los personajes y sus voces son determinantes. Una de las
mayores voces de Richard Ford es la del personaje Frank Bascombe, estupendo reducto de la medianía
humana salvado por su capacidad de edificar en palabras el reino siempre atractivo de la destrucción.
La saga de este vendedor inmobiliario parecía cerrada con la trilogía que formaban El periodista deportivo, El
Día de la Independencia yAcción de Gracias, pero un nuevo título, Francamente, Frank (débil traducción
de Let Me Be Frank With You) le da dimensión de tetralogía. Como le gusta decir a Ford, su
personaje "emerge" de nuevo, y el verbo es apropiado en tanto en esta nueva entrega el punto de partida
anecdótico y referencial es la devastadora destrucción provocada en octubre de 2012 por el huracán Sandy,
con su secuela de inundaciones, inmuebles arrasados y gente muerta. No es que Frank haya sufrido
directamente algo de todo eso, pero tiene ya sesenta y ocho años y los destrozos del huracán parecen la mejor
metáfora para ilustrar los de su propia vida, que no son pocos, y para mostrar que algo todavía se puede
rescatar de entre los escombros.
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Francamente, Frank
AMOR FILIAL
Richard Ford fue el hijo único y tardío (sus padres superaban la treintena y llevaban quince años casados
cuando nació) de una familia modesta. Su infancia y adolescencia estuvieron marcadas por la rebeldía escolar,
puños fáciles para la pelea, algún problema con la ley, la muerte de su padre cuando él tenía dieciséis años y
la consiguiente modificación de la vida al lado de una madre que debió buscar empleos y terminar de criarlo,
pero nunca se sobrepuso del shock. De todo eso da cuenta el autobiográfico Mi madre, in memoriam (1988),
publicado luego de que Edna Akin murió de cáncer y Ford ya llevaba una vida lejos de ella.
En ese relato breve hay un episodio clave, hacia el final, cuando la madre ya enferma le plantea la posibilidad
de irse a vivir con él y su esposa en el caso de empeorar, y Ford enseguida le responde que sí. Pero cuando la
madre le dice que entonces hará planes para sus muebles él le dice "no hagas planes todavía". No está en
cuestión el amor que se tienen pero la frase empaña y determina que la madre muera sola, en definitiva, y que
Ford escriba este relato que es homenaje y mea culpa. Reconoce que mucho de lo que hay acá está
transfigurado en sus relatos, y así es. El centro sobre el que gravita su literatura es la vida familiar, las tensas
relaciones entre padres e hijos, el matrimonio, los adulterios, las segundas y enésimas oportunidades, y todos
los modos en que la gente busca desesperadamente no sentirse sola.
En la saga de Bascombe está todo eso, sazonado con carreteras interminables, multitudes anónimas, violencia
contenida y desatada, y vidas exhibidas para ser observadas, analizadas y devueltas sin comprensión al
misterio de la existencia. Pero antes de meterse en la piel de ese personaje que para muchos es su alter ego (no
según él) Ford publicó dos novelas menos ambiciosas. Un trozo de mi corazón(1976) era una historia con
aires de novela negra que arrancaba con la singular confesión de un asesinato y luego iba hacia atrás en
secuencias paralelas y alternadas. El relato era un tanto confuso pero enganchaba con buenos diálogos que
luego serían una constante en su estilo. Y el álbum de personajes ya contenía los tópicos nacionales de
hombres perdidos en una vaga criminalidad y mujeres golpeadas por la mala vida y los sentimientos
traicionados.
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Richard Ford, foto María Teresa Slanzi
La última oportunidad (1981), más lograda que la anterior, volvía sobre tipos de avería, con momentos
alucinantes como el de la conversación carcelaria entre el protagonista —ex soldado de Vietnam—, su cuñado
confinado por narcotráfico en una cárcel mexicana, y el abogado de éste, más preocupado por observar el
sexo disimulado entre otro convicto y una prostituta que por sacar de ahí a su cliente. La novela fue aplaudida
por Raymond Carver, que era su amigo personal y no vaciló en decir de ella que debía "figurar junto a
novelas como Bajo el volcán, de Malcolm Lowry y El poder y la gloria, de Graham Greene". Ese mismo año
Carver había publicado (con ayuda de su editor Gordon Lish, se supo luego) el impresionante libro de
relatosDe qué hablamos cuando hablamos de amor, y era visible que compartían mundos y que ambos
alimentaban de algún modo la imagen del escritor reventado: el alcoholismo y la trashumancia de Carver, la
afición a meterse en peleas de Ford.
Quizá Carver solo se adelantó algunos años, suficientes para que la prosa de su amigo hiciera un clic y hallara
un personaje no tan outsidercomo los anteriores, por lo menos no en su fachada, con una biografía menos
excitante, pero con una voz que rendía más. Así era el individuo que comenzó presentándose con inocencia
melvilleana: "Me llamo Frank Bascombe y soy periodista deportivo". Así comenzaba El periodista
deportivo (1986), la novela que le cambió la pisada y por la que supo que su único trabajo sería la literatura.
Al año siguiente publicó un libro de relatos excepcional, Rock Springs (1987), y algo después una novela no
muy larga pero magnífica, Incendios (1990), narrada por un hijo que veía desmoronarse la relación de sus
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padres: un hombre sin trabajo que se largaba de casa para ayudar a apagar un incendio ajeno, y una esposa
que se conseguía un amante para apagar el propio.
AUTORIDAD
Visto en perspectiva, en esos tres libros fue donde encontró el elemento que luego señaló como clave en su
escritura: el concepto de autoridad narrativa. Un dominio absoluto del material por parte del escritor, tan
perfecto y seguro que se impone al lector de un modo tan natural como se impone al volante la pericia del
conductor. Ese concepto suena como parte de la gran fórmula del éxito (interior, se entiende) que desarrolla
en un artículo de 2007 incluido en Flores en las grietas (ensayos, 2012):"El ejercicio de autoridad de los
escritores no agota la cuestión de la narrativa, ni es la clave que constituye la grandeza de los relatos. Los
grandes relatos son acumulaciones de planificación, vigor, voluntad y aplicación, pero también de suerte,
error, intuición e incluso, quién sabe, repentina inspiración para todo aquello para lo que no hay clave y en
cuyo seno las cosas a menudo ocurren simplemente". Esa frase debería figurar como máxima permanente en
todo taller de escritura creativa, se tenga fe o no en ellos, y le valió para escribir y para leer. Algo de lo que no
cabe duda si se piensa que Ford compiló y prologó una de las mayores selecciones de relatos
estadounidenses, Antología del cuento norteamericano (publicada en español por Galaxia Gutenberg, 2012),
donde no hay un solo ejercicio que no sea brillante y algún autor que falta (caso notorio Salinger) lo hace por
motivos ajenos a la voluntad de Ford.
Hay que consignar que en esa antología también mete un relato propio, "Optimistas" (Rock Springs) y que lo
elige bien, por representativo de su estilo, y por bueno. Hogares destruidos, niños en medio de las tormentas
adultas, tipos que rumian lo que fue y lo que pudo haberse evitado, remordimientos, resignación, etc. Pudo
haber elegido cualquier otro relato de ese libro ("Great Falls", "Novios", "Imperio", "Comunista", etc.) o
alguna de sus mejores historias de adulterio, como la larguísima "El mujeriego" (De mujeres con hombres,
1997) o la formidable y breve "Encuentro" (en Pecados sin cuento, 2002). En cualquiera de esos libros y más
en Rock Springs la prosa de Ford corta el aire. Las anécdotas son simples pero contundentes y nunca la
sangre, la traición o el accidente se quedan en la descripción: la naturaleza humana se expone, se desnuda con
una precisión detallada y un pudor morboso que recuerdan al gran maestro (Chéjov), a los dos grandes del
relato del siglo veinte (Cheever, Carver) y a alguna canadiense excepcional (Munro). El terreno emocional
devastado —y si hay adulterio más, aunque conserva para esa relación una mirada triste y dura— es el suelo
que pisa Ford.
LA TRILOGÍA
En ese contexto, crear a Frank Bascombe fue quizá arriesgar en un individuo un tanto anodino. Cuando
comienza El periodista deportivo, este narrador de treinta y ocho años, habitante de New Jersey, ya está en los
descuentos: vive un romance flojo, está divorciado de X, su primera mujer, pasa tiempo en un Club de
Divorciados, no tiene una relación demasiado intensa con sus dos hijos, ha fracasado como novelista y se
dedica al periodismo deportivo sin sentir particular atracción por el deporte. Pero sobre todo, y este es el dato
que atraviesa esta novela y las siguientes, su hijo Ralph, de nueve años, ha muerto hace años de una afección
poco usual, el síndrome de Reye. Igual que en la trilogía del irlandés John Banville
(Eclipse, Imposturas, Antigua luz), donde la que muere es una hija, ese hecho capital descompagina el tiempo.
La diferencia es que lo que en Banville aísla al personaje, en Ford lo hipercomunica. Bascombe está
expulsado en el mundo, acribillado de historias y palabras, rodeado de gente, y profundamente solo. Nada
hacía pensar que esa historia continuaría después de su desenlace, cuando Frank reconoce su invisibilidad
total luego del suicidio de un amigo, y sabe que no tiene adónde ir y le pregunta a los lectores, "¿Adónde irían
ustedes en mi lugar?"
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Pero una década después, Ford retoma al personaje y lo ubica a fines de los ochenta. Ahora se dedica con
éxito a la venta inmobiliaria, su ex ya es nombrada (Ann Dykstra), y él mantiene una relación sin convivencia
con la viuda Sally Caldwell, mientras el país entero se prepara para festejar el 4 de julio. La novela que cuenta
esto es El Día de la Independencia (1995), que ganó a la vez los premios Pulitzer y PEN/ Faulkner. La
incontinencia reflexiva de Bascombe, su cinismo y su misantropía mal digerida siguen vivos; no hay nada que
no analice, nada sobre lo que no vierta ácido y desencanto, y casi no hay página donde alguna frase no nos
golpee con la contundencia de una revelación: "La mayor parte de la gente, una vez que alcanza determinada
edad, se enfrenta día tras día con la idea de plenitud y se aferra a todas las cosas que alguna vez formaron
parte de ellos, como un modo de mantener la ilusión de que están plenamente presentes en la vida".
Pudo haber terminado ahí, pero dio más de sí. En 2006 Bascombe regresa con cáncer de próstata y
abandonado momentáneamente por su segunda esposa en la extensa Acción de Gracias, que comenzaba con
un knock out demoledor. Al leer el diario Bascombe se enteraba de uno de esos típicos asesinatos
desquiciados que ocurren dos por tres en alguna universidad: un estudiante descontento ingresa al aula, le
pregunta a la profesora si está lista para reunirse con dios, ella responde que cree que sí y el tipo la mata y
luego se suicida. En ese diálogo absurdo se encierra para Bascombe el sentido de la existencia, cómo saber
cuándo se está preparado para despedirse, dejar algo atrás, morir.
Hay un sabor a clásico en Ford —transmitido a través de todas sus traducciones— que se afianza en esta
trilogía, y que curiosamente proviene de un tipo que se toma la literatura con calma. Pasa largas temporadas
sin escribir, holgazaneando y mirando televisión, sin deprimirse. "La vida me va bien mientras no escribo",
dice, y asegura no hacerlo por dinero, ni como terapia, ni por venganza familiar ni para huir de nada (razones
todas poderosas, como se sabe). Y por terrible que sea lo que cuenta esa calma llega a su escritura.
SUSTRACCIONES
En 2012 Ford publica Canadá, historia de dos mellizos, varón y nena, cuyos padres roban un banco, y donde
una vez más —como enIncendios y en muchos relatos— los hijos heredan de los padres vagones emocionales
que les lleva una vida entera dejar atrás. El relato corría por cuenta del hermano, Dell Parsons, y como casi
todo narrador fordiano, trataba de entender la cabeza de los demás, los sentimientos de los otros, más allá de
los contextos y las circunstancias. Dell quería saber no tanto por qué sus padres robaron un banco y
cancelaron para siempre la posibilidad de una existencia "normal" en términos familiares, sino qué corrientes
subterráneas fluían en esa relación que determinaban que un matrimonio insostenible permaneciera. Casi en
paralelo a esa escritura, Ford volvía a su niño mimado, y ahora sí, si no es la despedida anda cerca.
Bascombe ha vuelto en cuatro formidables episodios que algunos califican de novela y otros de piezas
independientes. En Francamente, Frank hay informaciones repetidas en distintos capítulos, lo que avalaría la
hipótesis de que son relatos separados (o un signo del deterioro cognitivo del personaje, vaya uno a saber),
pero el efecto de conjunto es el de un ensamble novelesco. Francamente, Frank lo sigue acercando a la
muerte, no solo porque ha envejecido, sino porque su voluntad de dar lucha —su voz, lo que lo ha mantenido
en pie durante tres largas novelas— se apaga y comienza a desear sustracciones.
En cada episodio Bascombe se encuentra con un personaje diferente, alguien que ha estado ligado a su vida,
con mayor o menor amarre, y con cada uno mantiene un diálogo cauteloso, guiado por la premisa de no caer
en lugares comunes y no indagar. Su ecuación es: menos palabras + menos relaciones = más felicidad. Los
cuatro son, como él mismo, personas que declinan y lo reflejan: el iracundo Arnie Urquhart, que compró
carísimo la propia casa de Bascombe en la época de la "burbuja inmobiliaria", ahora no puede creer que el
huracán la haya arrasado y de algún modo busca un resarcimiento; la señora Pines, una negra que se crió en la
casa donde él vive, le pide para entrar y termina contándole la tragedia que vivió ahí; su ex mujer, Ann, está
en un residencial con cuidados especiales, enferma de Parkinson y aún llena de resentimiento hacia él; y
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Eddie, un antiguo conocido, se está muriendo de cáncer y le confiesa algo bochornoso. Bascombe mira
derrumbes por todas partes, y aunque sigue encapsulado en su propio infierno (la muerte del hijo) algo de
piedad hacia los otros y hacia sí mismo empieza a colarse. Algo más genuino que sus ocasionales actos de
"beneficencia" como ir a leer para ciegos en una radio o ayudar a reinsertar en la vida a soldados que vuelven
de Irak o Afganistán. Esto no es nuevo y por sí solo no haría de él un mejor sujeto: recordar la hilarante "línea
Sponsor" de Acción de Gracias, que proveía de compañía momentánea a personas que la solicitaran, sin que
hubiera pago ni trato sexual; Bascombe no iba por humanidad sino porque tenía cáncer y estaba aterrado.
Ahora sus razones comienzan a profundizarse, como conviene a la anagnórisis de un antihéroe envejecido.
Aquí y allá vuelven a brillar esas definiciones fordianas que darían para un diccionario de sabiduría
afectiva: "El matrimonio no es más que una historia que pretende ser la única historia", "El amor no es otra
cosa, al fin y al cabo, que una interminable serie de actos individuales", o "Las relaciones nunca acaban". Así
piensa Frank y tal vez por eso se esmera en llevarle una almohada ortopédica a su ex e incluso puede sentir
una erección en su presencia, aunque no volvería con ella. Con todo lo que se ha analizado a sí mismo, el
personaje sigue actuando movido por pulsiones que no entiende, redibujándose para los demás.
Por egoísmo, quizá, el lector desea que la saga de Frank no termine aquí, que así como hasta ahora Ford lo ha
colocado siempre en la víspera de días señalados (Pascua, 4 de julio, Acción de Gracias y Navidad,
respectivamente) al final lo coloque ante el gran e intransferible día. Cuando todo lo que lo ha angustiado —la
muerte de un hijo y el futuro de los otros, la relación con las mujeres, el dinero, las elecciones presidenciales,
los amigos, las enfermedades, etc.— deje de existir y el espejismo personal y nacional tras el que siempre
corrió ("no hay nada como una falsa sensación de bienestar" decía en El Día de la Independencia) caiga por
fin.
Otra razón para desear que siga puede tener que ver con aquella pregunta renovable sobre dónde está la gran
novela (norte) americana, cuestión que tal vez preocupa más a la crítica que a los escritores. Cormac
McCarthy, Don DeLillo, Thomas Pynchon, Joyce Carol Oates, David Foster Wallace, Jonathan Franzen y
alguno más giran en la ronda de los últimos años sin que parezca que ninguno vaya a sentarse en la silla. En el
abarcador artículo "Las mejores novelas norteamericanas del Siglo XXI", el especialista español Eduardo
Lago cita al respecto un sinfín de nombres sin mencionar a Ford. Años atrás, en el artículo del diario El
País de Madrid, "Historia de una etiqueta", sí lo había mencionado. Es que Ford y Bascombe tienen eso, que
no son perceptibles siempre y no son estridentes nunca. Quedan en pie después del paso del ruido.
FRANCAMENTE, FRANK, de Richard Ford. Anagrama, 2015. Barcelona, 228 págs. Trad. de Benito Gómez
Ibáñez. Distribuye Gussi.
Más libros de Ford en español:
UN TROZO DE MI CORAZÓN, Barcelona, 1992. Tr. de Mariano Antolín Rato. 309 págs.
LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD, Barcelona, 1993. Tr. de Mariano Antolín Rato. 233 págs.
ROCK SPRINGS, Barcelona, 1990. Tr. de Jesús Zulaika. 247 págs.
EL PERIODISTA DEPORTIVO, Barcelona, 1990. Tr. de Isabel Núñez y José Aguirre. 396 págs.
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INCENDIOS, Barcelona, 1991. Tr. de Jesús Zulaika. 195 págs.
EL DÍA DE LA INDEPENDENCIA, Barcelona, 1996. Tr. de Mariano Antolín Rato. 564 págs.
MI MADRE, IN MEMORIAM, Ed. Lumen, Barcelona, 1999. Tr. de Andreu Jaume. 93 págs.
DE MUJERES CON HOMBRES, Barcelona, 1999. Tr. de Jesús Zulaika. 245 págs.
PECADOS SIN CUENTO, Barcelona, 2003. Tr. de Damián Alou. 358 págs.
ACCIÓN DE GRACIAS, Barcelona, 2008. Tr. de Benito Gómez Ibáñez. 731 págs.
FLORES EN LAS GRIETAS. Autobiografía y literatura. Barcelona, 2012. Tr. de Marco Aurelio Galmarini.
222 págs.
CANADÁ, Barcelona, 2013. Tr. de Jesús Zulaika. 510 págs.
(Todos los libros son de Editorial Anagrama, salvo indicación expresa)
http://www.elpais.com.uy/cultural/retorno-frank-bascombe-richard-ford.html
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La estufita interior
Juan Ignacio Pérez21ABR16
Adipocitos de grasa parda
Los bebés tienen una estufita interna. Disponen de un sistema que les proporciona calor. No es una estufa
muy potente, pero en su modestia, cumple una función muy importante. Gracias a ella comepensan en parte la
dificultad que tienen para calentarse como lo hacemos los adultos y la gran propensión a perder calor por ser
tan pequeños. Esa estufita es la “grasa parda”.
La razón por la que los animales homeotermos somos capaces de mantener constante nuestra temperatura
corporal es que nuestro metabolismo produce una gran cantidad de calor. Haciendo variar esa producción de
calor y, en la medida de lo posible, controlando y modulando la cantidad de calor que disipamos, ajustamos
las ganancias y las pérdidas de manera que la temperatura no experimente apenas variaciones. Lo que es
imprescindible es que exista una fuente de calor interna; sin ella la regulación térmica no sería posible.
Normalmente, es el conjunto de la actividad metabólica la responsable de esa producción de calor, pero
algunos homeotermos disponen de grasa parda, un tejido especial cuyo cometido específico consiste,
precisamente, en producir calor.
La grasa parda y la grasa blanca son los dos tipos de tejido graso con que cuentan los mamíferos. Son muy
diferentes. La blanca puede desempeñar diferentes funciones, dependiendo de su composición y su
localización, pero tratándose de un compuesto con un alto contenido energético, su cometido principal es el
de actuar como reserva energética. La parda, por el contrario, tiene una única función, la de producir calor. En
las células que la forman hay lípidos, por supuesto, pero junto a los lípidos hay mitocondrias, muchas
mitocondrias, y hay además una alta densidad de capilares sanguíneos. Que en los adipocitos (células llenas
de lípidos) que conforman la grasa parda haya muchas mitocondrias y abundantes vasos sanguíneos quiere
decir que se trata de un tejido metabólicamente muy activo. Lo curioso es que esa alta actividad metabólica no
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146 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
se traduce en la realización de ningún trabajo, ni biológico ni mecánico, ni de ningún otro tipo. Desde ese
punto de vista, se trata de un tejido “inútil”. Pero produce calor.
Como es bien sabido, el objeto y la consecuencia principal del catabolismo de sustratos energéticos es
producir adenosina trifosfato (ATP). Como sus enlaces fosfato contienen mucha energía química, pueden
desempeñarse un buen número de actividades (absorción de nutrientes, transporte de iones, síntesis de
proteínas, contracción del músculo, y otras) haciendo uso de dicha energía. Sin embargo, en la grasa parda no
se produce ATP como consecuencia del catabolismo de los lípidos que contiene; en las células de este tejido
el catabolismo de los sustratos y la vía de producción de ATP se hallan desacopladas. Eso ocurre debido a la
acción de una proteína desacopladora (UCP), también denominada termogenina.
La termogenina desacopla el movimiento de protones a favor de gradiente de la síntesis de ATP; de esa
forma, la energía liberada en el proceso no se almacena en forma de enlaces químicos (los de la molécula de
adenosina trifosfato), sino que se disipa en forma de calor.
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147 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
La grasa parda cumple una función esencial en los mamíferos que hibernan. Y en los mamíferos recién
nacidos también cumple un papel de gran importancia. De hecho, el calor producido por el catabolismo
lipídico es imprescindible para compensar las pérdidas de calor que sufren y mantener así el balance térmico
estable. En los bebés recién nacidos la grasa parda puede representar un 5% de la masa corporal. Al ser de
tamaño tan pequeño tienen una superficie corporal muy grande con relación a su volumen (o masa), por lo
que, comparativamente, pierden mucho más calor que los individuos grandes; además, tienen una cabeza de
gran tamaño (también en relación con su masa) y como es sabido, la cabeza es la parte del cuerpo por donde
más calor se pierde. Por si todo esto no fuera suficiente, debido al limitado desarrollo del tejido muscular, no
son capaces de tiritar ni de realizar ningún otro tipo de contracción muscular efectiva. Así pues, los bebes
tienen muy buenas razones para disponer de un tejido específico que produzca calor.
Luego, al crecer, adquieren la capacidad de tiritar y de contraer la musculatura general con eficiencia, y junto
con eso, van perdiendo la grasa parda. O al menos, eso es lo que se pensaba antes. Porque resulta que hace
unos años se descubrió que algunas personas adultas no han perdido toda su grasa parda. Se desconoce la
razón por la que unos la han perdido y otros no, pero los investigadores que se han ocupado de esta cuestión
han hecho una interesante observación: quienes no la han perdido están más delgados que los demás. Lo más
probable es que gracias al metabolismo que alimentan esos lípidos, una parte de la energía absorbida se disipe
en forma de calor, razón por la que no se deposita en los tejidos.
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8Zoo+Logik%29
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148 Boletín Científico y Cultural de la Infoteca No. 497 junio de 2016
El filósofo y la pornografía del poder
Claroscuros. A 40 años de su muerte, las ideas de Heidegger son reinterpretadas, a partir de su rol en el
nazismo, por pensadores de rigurosa actualidad.
POR NICOLAS MAVRAKIS
Retiro. Martin Heidegger en su casa en la Selva Negra, donde se protegió de toda polémica.
La filosofía y la vida de Martin Heidegger (1889-1976) ofrecen un camino con las mismas iluminaciones y
oscuridades que los senderos que el autor de Ser y tiempo (1927) recorrió toda su vida en Todnauberg, en el
corazón montañoso de la Selva Negra al suroeste de Alemania, donde había construido la famosa cabaña a la
que volvía cuando el ruido, la monotonía o los escándalos de la vida cotidiana resultaban estridentes. Espacio
privilegiado para la reflexión sobre sus asuntos públicos y privados, y para la inspiración de sus más grandes
ideas, en cierta forma desde ahí todos los caminos conducirían hacia abajo. Aún así, a cuarenta años de su
muerte –el 26 de mayo–, aquellos claroscuros siguen recortándose con mayor precisión, y por eso Heidegger
se proyecta no solo como influencia innegable sobre quienes aún expanden o rebaten su filosofía, sino como
uno de los ejemplos más transparentes sobre lo que puede pasarle a un intelectual cuando, seducido primero
por los afrodisíacos de la política, queda atrapado en lo que el ensayista Christopher Hitchens llamaba “la
pornografía del poder”.
¿Pero tiene sentido insistir en los méritos de Heidegger en el territorio de la filosofía y en sus errores en la
política como si se tratara de zonas discernibles? ¿No existe una línea que explique lo uno a través de lo otro y
viceversa? Por supuesto, cuando la indagación metafísica remite a una de las exploraciones más profundas del
sentido del ser y el pensar de los últimos siglos, y cuando la experiencia política es el nacionalsocialismo de
Adolf Hitler, los bordes de la línea pueden resultar incandescentes. Sin embargo, esos son los espinosos
pliegues sobre los que autores contemporáneos de orígenes, obras y jerarquías tan distintas como Wendy
Brown, Miguel De Beistegui y Bret Davis, entre muchos otros, señalan recorridos diversos. Respecto al
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nazismo de Martin Heidegger, los datos revelados en las últimas cuatro décadas son terminantes. Fueron
colegas y alumnos en la Universidad de Friburgo quienes hacia 1931 y 1932, a pesar de que “en las
actividades académicas no aparecía ninguna palabra política”, como recordaría el discípulo Max Müller, se
transformaron en primeros testigos del acercamiento informal al partido nazi. Y en marzo de 1933 fue a su
amigo Karl Jaspers, eminente filósofo y figura clave en el proceso de “desnazificación” al que Heidegger
sería sometido a partir de 1945, a quien le dijo “hay que adherirse”. A partir de esa adhesión, el rápido
ascenso como rector de la universidad y la férrea aspiración a un rol de “caudillo” dentro de los círculos
intelectuales nazis –entre los que su figura reconocida ya en el mundo se destacaba por peso propio– fue
solventándose con afirmaciones públicas y privadas.
“Solo el Führer mismo es en el presente y en el futuro la realidad alemana y su ley”, dijo en noviembre de
1933 en su “ Llamamiento a los estudiantes alemanes” , pocos meses después del famoso “Discurso del
rectorado”, en el que Heidegger se había ocupado de indicar por escrito cuándo los presentes debían elevar la
mano derecha y gritar Sieg Heil . Al mismo tiempo, las prohibiciones, las renuncias y las amenazas a
intelectuales, profesores y estudiantes judíos, entre ellos su propio maestro, el padre de la fenomenología
Edmund Husserl, y también Hannah Arendt, de quien fue maestro y amante a partir de 1924 –y a quien el
biógrafo Rüdiger Safranski no duda en señalar como “musa de Ser y tiempo ”– crecían. Fascinado por la
posibilidad de que el nazismo fuera una “transformación completa de nuestra existencia alemana”, el
verdadero problema, sin embargo, comenzaría en 1934, con la renuncia de Heidegger al rectorado y su
desilusión no moral ni política ante el nazismo, sino filosófica.
Fue Peter Sloterdijk, uno de los más lúcidos lectores de Heidegger, quien insistió en analizar mejor aquella
postura que, a partir del “giro” de postguerra heideggeriano, se concentró en la poesía y en la crítica de la
tecnificación del mundo –compartida con uno de sus adversarios contemporáneos, Theodor Adorno, y asunto
de la entrevista póstuma en el diario Der Spiegel en 1976, en la que Heidegger dice que “la cibernética” ha
ocupado el lugar de la filosofía– en la medida en que, como dice Sloterdijk, criminalizando a toda la
civilización occidental “tratamos de desdibujar las huellas que traicionan hasta qué punto éramos los
representantes de un sistema basado en el genocidio de clase”. Para eso, la acusación de nazi contra
Heidegger –que Arendt y Jaspers reconocerían libre de antisemitismo– debe evitar transformarse en la
negación a pensar la filosofía de Heidegger. Ahí es donde el filósofo Miguel De Beistegui define el largo
silencio del autor de Serenidad sobre su experiencia con el nazismo como demostración de que “tras haberse
quemado los dedos con la política, sus esperanzas quedaron depositadas en los recursos ocultos del
pensamiento, el arte y la poesía, cuyo poder histórico y fatídico consideraba mucho mayor que el de la
política”.
Pero es otro filósofo, el norteamericano Bret Davis, quien recoge algunas coordenadas analizadas por otro
célebre lector de Heidegger, Jacques Derrida, y las lleva a mayor profundidad: ¿y si la filosofía de Heidegger
no hubiera cambiado después del nazismo sino más bien continuado su cauce inevitable? En ese punto, la
pregunta abstracta por el ser encuentra su fricción con la pregunta concreta por la historia. ¿Y si el
antagonismo entre las posibilidades del individuo particular y la totalidad propuesta por el poder estatal fuera
la característica fundamental e irreconciliable de la sociedad moderna? O, en otros términos, ¿y si el modelo
nazi de poder hubiera prometido un acontecimiento de emancipación metafísica que al final hubiera sido
terriblemente incapaz de cumplir?
Desde ahí es que Slavoj Žižek sugiere que “donde más se acercó Heidegger a la verdad fue donde más erró”,
precisamente porque a partir del hiato de su propia filosofía confundió lo que pudo haber sido una auténtica
revolución en las formas de concebir el estado, el territorio y la identidad con lo que resultó el obsceno
fascismo nazi, cuyos máximos horrores se desnudarían tras la guerra (para la que en noviembre de 1944,
como parte de las últimas reservas alemanas, Heidegger fue desplazado a la orilla derecha del Rin).
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Después de 1945 y terminada la desnazificación, la influencia de Heidegger sobre autores como Jean-Paul
Sartre o Jacques Lacan iba a rehabilitarlo pronto como figura eminente del pensamiento universal, superando
en parte la sombra del pasado.
Por su lado, la crítica a una tecnología encumbrada como principal fuerza deshumanizadora de la Modernidad
–tema que continuó el francés Gilbert Simondon y hoy el filósofo Byung-ChulHan– se transformaría en uno
de los temas principales de la reflexión heideggeriana. Y esa es, en el siglo XXI y a la luz de asuntos como la
biogenética o internet, la etapa más inmediata de su pensamiento.
¿Pero qué susurra hoy esa preocupación? Por un lado, una interrogación genuina sobre lo humano ante la
seducción de la tecnofilia, pero también el riesgo de que se juzgue al hombre en relación con la técnica por lo
que ya no es, y se responsabilice de eso a la técnica. De ahí que una de las críticas más delicadas al autor
de ¿Qué significa pensar?
haya sido que cuando él veía una agricultura transformándose en “industria motorizada de la alimentación”,
como dijo en una célebre conferencia en 1949, aquello no podía ser, como sostenía Heidegger, “en esencia, lo
mismo que la fabricación de cadáveres y cámaras de gas”.
http://www.revistaenie.clarin.com/ideas/filosofo-pornografia-poder_0_1555644441.html