Sobre Intimidad, de Hanif Kureishi y Patrice Chéreau. Jaume Peris Blanes

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    El amor en tiempos ttistes.Etica de laexperiencia amorosa en Intimidad (Kuteishi/Chreau)Jaume PERrs BIANESU niuersitat de Valincia

    I. La forma-pateja: ms all de laaracinEsta es la noche ms tJiste, Porque me marcho y no volvet.[...] Perdido en la mitad de mi vida y sin camino de ruelta a casa,en nombre de qu tipo de experiencia imaginoque estoY renunci-ff""tto*t"rt lt.?l

    La novela Intinidad, de Hanif Kureishi, se abre con la postulacin de unfracaso. El del proyecto de vida en comn de dos sujetos que en otromomento de sus vidas han apostado por compartir su experiencia.Todala novela es el largo padamento deJay, quien despus de varios aos dematrimonio apuesta por la ruptura unilateral, bajo la forma del aban-dono. Si la novela habla de algo es, alavez, del carcter irreductible deldeseo y del desolador desvanecimiento de sus objetos. Y si hay una hgu-ra social que se vea en ella cuestionada es sin duda la dela par/a, obietode sinfn de representaciones en el espacio pbco contemporneo.La forma-pateja es, de hecho, el epicentro en torno zl cuzl gpz lagran mayora de los telatos que se producen y reproducen no slo en lanovela y el cine, sino tambin en Ia mayora de los formatos auo-visuales a los que los ciudadanos tenemos acceso. En las teleseries, losmagazines de tarde y especialmente en los llamados programas delcorazn, la parcia aparece casi irremediablemente bajo una forma recu-rrente: es la culminacin satisfactoria de una sucesin de desencuentrosque toca a su fin precisamente cuando dos sujetos que hasta entonceshan experimentado la angustia y el fracaso emocional se encuentran. Seabre, con ella, un espacio homoesttico en el que todas las carencias delsujeto son aparentemente suturadas por el otro miembro delzpareia.Es por ello que los medios audiovisuales contemporneos Parecenobsesionados por registrar, como un momento de epifana, ese instanteesencial que es la fundacin de la forma-pareiz, y por convertir en unespectculo glorioso los reencuentros y las demandas de amot corres-

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    pondidas. Si el spositivo audiovisual se muestra fascinado por e$emomento de encuentro (bajo la forma de la declaracin o de la sorpresa)es porque se trata de la ultima imagen de densidad narrava antes de luclausura que supone la fonza-par/a: rr's alf de ella, la narratividad sehalla suspendida.El sigrrificante privilegiado para dar consistencia a ese espacio situacloms all de la nanaitn es el de la felicidad. Sometido a constantes redefi-niciones de mztiz resulta difcil, por no decir imposible, definir su sig-nificado en trminos positivos. Por el contrario, a lo nico que parecc^pwrftz;t esa idea es a la ausencia de conflictos: de ello se deriva la adq-sicin de un cierto estado de equilibrio, definible ms por lo que carece(angustia) que por lo que posee. La idea de felicidad, como pemanenteutopa de las sociedades contemporneas, se ^poy^ en la posibilidad deuna cierta plenitud subjetiva en la que las carencias del suieto se vieransuturadas, haciendo desaparecer la conflictividad precedente bajo clmanto de una autosatisfaccin continua.Si \a forrra-pareja se presenta como la condicin indispensable de eseestado de plenitud, no es extrao que en gtlt't parte de los discursoscontemporneos sobre el amor se halle vinculada estructuralmente a laclausura nzrtatrva. Porque no es posible un relato en que el conflicto schalle ausente: para que haya narcacin es necesario que algo falte y que eldeseo de hallado de un sujeto se ponga en juego. La plenitud es, portanto, estfucturalmente aninaffaiva, y pof ello estamos tan acostum-brados a relatos cuya clausrra coincide con el advenimiento de la forma-parcjz. El happJ end de la comedia tomnca es, pues, un modo dcsturar moral y afectivamente las dislocaciones anteriormente presen-tadas, y ello slo puede hacerse abrochando todos los conflictosnarrativos mediante la instancia que los supera todos --la pareja, ya seaen foma de boda o de vuelta al hogar-. Precisamente porque abre laposibilidad de un espacio que est ms all de la narracin, sta se haconvertido en una de las ms potentes utopas contemporneas, almenos en lo que reftere al empeo que los suietos ponemos enalcanzatla.Por ello, \a forrza-par/a ap^rece como el ncleo en torno al cual searticulan no slo la mayona de las natrativas amorosas contemporneassino tambin gr^n p^fte de las fantasas sociales en las que los suietosconcretos nos vemos envueltos, y en las que pfoyectamos nuestro deseo,Es por ello, y de forma harto pandjtca, que la idea de felicidad se haconvertido en uno de los ms potentes imperativos superyoicos qucatraviesan al suieto contemporneo, exigindole que apunte hacia escespacio de plenitud en el que, aparentemente, todo conflicto se suelve,La principal forma de la angustia contempornea tiene que ver con ell

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    sometidos alalglca de la castracin. El amor no debe entendcr$e, pucFlcomo la instancia que posibiJita el encuentro de los sexos, rin,, carmo

    III. Una tica de la expetienciaQu cientfico fue el que dilo que los cuetpos no se encuentan? Le acarici, lespalda. Estoy seguro de s, puede sentlr ntldeseo por ella. Si se desp mi quiete, clcjnrque mi cabeza se hunda mca. pero Surnjams ha hecho algo as; ni yo tampoco con ella. I cieto es que, al notat mtdedos sobe su p_iel, se aparta y se sube las mmt2s (Kureishi, p. 76).

    constante que atraviesa al sujeto y que lo empuja siempre en busca tlcnuevos objetos sobre los que proyectarse.En la novela Inmidad toda la desarticulacin del universo matri.monial halla su contrapunto en la reemergencia del deseo, que rescata irun objeto aparentemente perdido cuya potencia no puede sobestimarsc.La imagen facerante de Nina, una amante de hace aos, l,uelve a at'r462

    ves^r ^ Ja convirtindose en la cifua de todo aquello que ha sidoexcluido de su l'tda de pzreia. Lo que queda claro es que, a pesar delderrumbe del proyecto maital, el deseo sigue ah, pero apuntando enotra direccin. La propuesta tica que anida en la escritura de Kureishiradica en su firme apuesta por seguir el camino marcado por ese deseo.La condicin de posibidad de esa tica es vaciar la consistencia deese mandato superyoico que nos llega continuamente desde miles delugares diferentes y que podra formularse como "S feliz", entendiendopor ello todo lo que affiba se ha planteado. Y precisamente gran parte dela novela apunta a exarninar algunas de las configuraciones subietivasque genera ese imperativo social. Lo interesante, en este sentido, es queKureishi ro ^t^c explcitamente la idea de la parela: como buen suietocontemporneo, atrapado en el imaginario de la felicidad, esa figura for-m^ p^rte de sus aspiraciones, y su incapacidad para gozar de ella no leProvoca otfa cosa que angustra.De todas las relaciones cercanas sobre las que Jay reflexiona, lamayotia desembocan en estados angustiosos que conducen a la ruptura oa Ia convivencia hipcrita y desdichada; sin embargo, la pareia de susamigos Asif y Nadjm^ p^rece haber encontrado esa situacin casi impo-sible de estabidad permanente. Jay no tiene ningn reparo en asumido:"la felicidad de Asif me excluye. Al cabo de un rato slo somos caPacesde sonrernos" h. 40). Ello no le impide locq'lizzr en esa pareja una seriede renuncias -al riesgo, a la promiscuidad, a la incertidumbre, a Iaproliferacin de objetos de deseo...- legrtimadas siempre por ese finms alto que es la fecidad. No se trata tanto, Pues, de la capacidad derenunciar sino de la de gozar de esa renuncia y retroalimentar conti-nuamente el deseo con ella.La posicin de Jay frente a esa situacin no es en absoluto despec-tiva; por el contrario admirz esa capacidad, y le angustia profundamenteno poseeda y ftacasat en todos sus pfoyectos amofosos. La novela, pues,no est escrita desde ut ms all,i de \a concepcin normativa del amor,sino desde su propio interior, desde la angustia que sta genera en lossuletos.Es ese malestar colectivo el que Jay rtenoga, y a partir del cualtratar de hallar una salida. Por una parte: "IJno se Pregunta cmo 1o^gE ra la gente. Pero se acostumbran, son incapaces de ver que lascosas po&an ser de otro modo. Lo que me solprende no es lo muchoque exige la gente, sino lo poco que pide" (p. 75). Por otra: "como unar^t^ enlz neda de su jaula. Cmo puedo escapar? Estoy saliendo. Unacrisis es una brecha y una posibilidad de fuga. Y eso ya es algo" (p. 28).

    He estado intentando coflvencetme de que abandonal ^ ^ persona no es lopeor que se le puede hacer. Puede resultat dolotoso, pero no tiene por qu serma tragedia. Si uno no dejase nmca tdz ri z nadie, no tendra espacio para lonuevo. Sin duda, wolucionm constituye una infidelidad. .. a los dcms, al pasado,463

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    a las afltiguas opiniones de mo mismo. Tal vez czdz dla debera conlcllef dmenos m2 infrdedad esencia.l o ma taicin necesada- Se tratada dc un t('loptimista, esperruadot, qwe gatmzxia la fe en eI futuo... ma afi.mtck'rtt deque las cosas pueden ser no slo difetentes, sino mejores (Kureishi, p. 9).Es en esa brecha, en esa lnea de fuga que abre la crisis, donde esostiene la posicin tica de la novela. En la cita que abre este artfculol

    Jay hace referencia a una experiencia otra en nombre de la cual la renun-=cta a la vida famt\at estara iustific adz. Una exPeriencia, claro, tocada eonel color de la incertidumbre. Ah, se halla, Pat^ J^y, el ncleo dc lecuestin: la posibidad de otra densidad de la experienci^, ^lli donde stcparece haber perdido rn c tcler central en la vida de los sujetos.No son pocos los analistas (desde Benjamin a Agamben) que serlanel proceso de expropiacin de la experiencia al que los suietos contm-porneos hemos sido sometidos. Rodeados de multiples acontecimicntoldiversos, la capacidtd p^t^ h^cer de ellos una exPefiencia parece haberentrado en ftzLnc decadencia y es esta imposibdad de ttaducir lsgeventos y las vencias en exPeriencia lo que hace insoportable, a vcc!,la existencia cotidiana. Es en ese espacio de disolucin de la expericnclrcolectiva ("Por qu iba a querer alguien" -seala irnicamcnteKureishi (p. 67)- "basar un progr^m poltico en uria insatisfaccininsondable y en la imposibidad de la felicidad?') y de crisis radical dclos modos en que los sujetos lzs rcalizat, donde debe inscribirse lpropuesta de la novela.Su apuesta por la experiencia pasa, necesariamente, por hacerse cargodel propio deseo, por recoflocerse no en las figuras sociales nofird., mente identificadas con lo virtuoso sino, por el contrado, en la regin des que escapa al propio suieto Pero que sin embargo le empuia a cadrmomento hacia recorridos y obietos nuevos. Ese compromiso con clpropio deseo, opuesto a la mayoz de las ticas modernas -Pensdetms bien parz el otro-- comPorta una responsabdad del todo diferentQa la propugnada por las ideologas amorosas socialmente asumidas: unresponsabidad de s, una exigencia hacizla propia experiencia.No es extrao que esa tica genere contracciones en el suieto, y hnovela de Kureishi es un largo recorrido por la angustia que stas lcgeneran al protagonista:

    IJno comete eiores, se equivoca, divaga. Si uno pudien ver su tortuosa evolucincomo ma especie de expedmento, sin ansir una imposible seguddad -nosucede nada intetesmte sin asmir riesgos-, se podda conseguit cieto sosiego.Por supuesto que puedes experimentar con tu propia vida' Peto tl vez nodebeas hacetlo con la de otas personas (p. 49).Esta intervencin condensa la apuesta de la novela y es la matriz dcla angustia del protagonista. La ultima fnse,tefeida a sus hiios, aPunta la contradiccin fundamental a la que se ve exPuesta la decisin de seguir

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    sin condiciones su ProPio deseo y de apostar Por otro modo de laexperiencia. Aunque como lcidamente haba sugerido ^tes, "^bzn-donat auna persona no es lo peor que se le puede }":,zcet".IV. El sexo anti-erticoEl cineasta Patrice Chreau intent dar un anclaie visual al mundo moralde Inmidad a travs de una pelcula, ti-ilada rgual que la novela pero conuna historia bastante diferente. Contando con la colaboracin de Kurei-shi pero deindose la ultima palabta sobre el guin, Chreau constflryun relato sobre el personaje de Jay un ao despus de la noche en quedecidi abandonar a Susan. Los acontecimientos de esa noche (es decir'los elementos narrativos de la novela) aParecen en la narcacin del filmcomo recuerdos lacerantes del protagonista, instalado ya en otro tipo devida. De ese modo, Chreau trata de Poner en escena esa experienciaofr^ efl nombre de la cual Jay ha abandonado su da zleior. Lapregunta ms lgica podra apuntar a si realmente esa experienciacoincide con aquello que, en su imaginacin, le impuls a romPer sumatrimonio. Pero quizs esa cuestin no sea realmente pertinente, yaque precisamente esa decisin (en la imaginera de Kureishi) abre lap:uerta a otro modo de vivir la temporalidad, en el que los aconte-cimientos no pueden entenderse como meras conftmaciones de unestado previamente diseado.Cuenta \Walter Benjamn que el futuro, tal como lo construyen lasideologas del progreso ilustrado, no es ms que un tiempo homogneo yvaco. Por el contrario, el tiempo de los antiguos iudos, a quienes lesestaba prohibido escrutar el futuro y aParentemente se concentraban enla conmemoracin del pasado, panicipa de otro tipo de densidad: cadainstante es en I la pequea pueftz Por la que puede entrar el mesas. Deigual forma, la temporalidad sobre la que se construye el futuro de laforrnz-parejz en las ideologas amorosas contemporneas es literalmentehomognea y vacia. Lz de ee otro po de experiencia en nombre del cualrenunciamos a ella est, en cambio, tan poblada de potenciales deslum-bramientos como la de los antiguos iudos.El film de Chreau exPloraba Precisamente ese futuro potencial, unode los caminos posibles que Jay podra experimentar tras la ruptura. I-ohaca artJLc;riLando algunas historias cortas del propio Kureishi y haciendode Jay el ptotagonista de todas ellas. El resultado fue una intervencinms desoladora si cabe que la de los textos que le servan de referencia:no se trataba yzdeplantear una tica del deseo sino de explorar minucio-samente de la fragidad, la ficultad y la abyeccin de una relacinamorosa.

    Ella viene a 1 los micoles, solo pot sexo, el txi espermdo fuera' Hace cuaomeses alguien se la tecomend pzt^!fl ft^b^io, pero 1 no tena ninguno que ella465

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    pudiem hacer' No hablm casi nada, y se trean silencios en los quc l

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    yecto comn, el paisaie social que un film como Intinidad delinea aPuntga suietos desorientados, tanto poltica como sentimentalmente.Ni siquiera sabes quien soy. Ni siquiera sabes cmo hetirme. Ni siquiera sabcrque mi fzlta de talento me har dao, peo no me nztzti (Cla:te a su maddo enIntinidaQ.

    V. Esclavos del deseoVictor, el meior amigo de Jay y precutsor suyo en la experiencia deabandonar a mujer e hijos, sintomatiza esa siruacin subietiva en diferen-tes momentos. Adems de estar aparentemente drogado y nerviossimodurante toda la nanaitn, su discurso articula desordenadamentediversos tpicos de la izquierda de los setenta. Su exclamacin "iJay y yosomos esclavos de nuestro propio deseol" podra leerse de formairnica, pero esconde algo de verdad. De hecho, su total desubicacincon resPecto a las relaciones en las que se ve envuelto no Puededesligarse de su renuncia z la vida famiJtar, estable y bien definida, quehaba construido anteriormente. Y esa renuncia se haba llevado a cabo,al igual que en el caso de Jay, en nombre de un deseo irrenunciable decambio que, paradjicamente, ha acabado por esclavizado, instalndoloen una precariedad afeciva que es incapaz de soportar. Rotos los lazoscon todas las clulas sociales a las que podra sentirse unido -famia,ncleo laboral, cualquiet tipo de asociacin...- solamente Jay apatece,en determinados momentos, como un apoyo para su insondabledesolacin.

    Pens que si lo que haclamos eta 1o que queras eta potque sablas ms que yo,pens que ibas pot delante de m y podas enseame lo que supietas. Eso e 1obonito, que en el futuro me diras lo que sabas {zy r Clute ert InmidaQ.Durante todo el fihnJay p^tece ^tt^vesado por una pulsin de saber.Aunque en el primer momento le atratga la faltz de cualquier dato sobreClaire, ,,r meda que la natracin avanza el protagonista comierza a

    seguiria,ltratando de entender qu es lo que en su relacin --de mal sexoy ninguna contrapaftida afecivz, ms que la pura violencia del deseosexual- le satisface. Ingenuamente, le atribuye a ella un saber del que lcarece. Un saber que le permitira hallar algo de esa expeiencia llra enombre de la cual ha renunciado a todo 1o dems.Es mediante ese hipottico saber que a ella le supone como Jaytatar de rearticular su inscripcin en una red interpersonal. Es, portanto, el amor lo nico que, ante lz ausencia de referentes polticos ymorales, podra operar de gozne entre las diferentes subietidades yposibitat, aunque de forma preca2, la reconstruccin de una ciertafotma del lazo social. Y es ese sabet supuesto lo que desata el deseo queatraesa toda lz narraan: l parece abrJt Iz puerta tanto a ese otro tipode expetiencia queJay invoca pero sin saber exactamente a qu se refiere468

    como a la rearticulacin del lugar perdido del suieto en una ted afecivz.Por ello resulta tan desolador descubrir que tal saber no existe, y que elmodo en que ella se aferca a su relacin es tan desesperado como elsuyo. Y por ello, en la secuencia fial, resulta tan doloroso que ella re-nuncie a sus encuentros y se quede con su marido, con quien todo in-tercambio posible es del orden de la insatisfaccin.La respuesta que da Chreau a los intertogantes abiertos por Kurei-shi en su novela no puede ser, Por tanto, ms descarnada: no hay en el

    amof.Nota bibogtfrca

    Las citas de Intinidatl es extradas de 1a edicin de Barcelona, Anagrama, 1999. Las citasde ..Nrghtlight,' y .,Filming Iatimacy'" se hallan en el volumen InnaE arul other stoties,Londori, Fe and Faber 2001. Las ftases en las que se indica el personaje que las dicepertenecen aJ fin IntinaE,2001 de Pattice Chteau.Lz citz d,e Rolmd Barthes est extrada de Fragmentos dn an disrurso amomso,Bttcelotz, s.XXI. Sobte la concepcin psicoanaltica del amor ver el texto de Jorge ArEuAs y SergioI-ARRIERA El inconsdenle: existencia 1 dferencia rexaal, Madrid, Sntesis 2001. El ftagmentocomentdo de Benjamn es Ia tesis 18 de sus "Tesis de la filosofa de la histoda" enD isca rso s In temmpido s, Madrid, T atrus, 1 989, p. 1 9 1

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    Hommage Milagros EzquerroThorie et fiction

    RILMA 2 / ADEHLMxico / Pars

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    Edition : Michle Ramond, Eduardo Ramos-Izquierdo,Julien RogerCouverture : Photo de I'archive fzmitale de Milagros EzquerroMaquette : Jos Luis SerratoRvision de la mise en page : Coordination : Andrea Torres perdign.Sandra Acua, Sandra Augusto, Marie-AlexandraBarztatd, Sadra Bue-naventura, Mathilde Silveira.En application des articles L. 722-70 dLL. 122-12 du code de la propritintellectuelle, toute reptoduction usage collectif par photocopie,intgralement ou partiellement, du prsent ouvrage est interdite sansautorisation du Centre frangais d'exploitation du droit de copie (CFC, 20rue des Grands-Augustins, 75006 Paris). Toute autre forme de reproduc-tion, intgtale ou partielle, est galement interdite sans autorisation del'diteur.Droits tservs@ 2009,@ 2009, RILMA 2@2OO9,ADEHLCourriers lectroniques :e rtr r rilrilm a 2()v ahto. frad,ehlldhormail.frISBN : 978-2-918185-06-2EAN : 978291 81 85062Imprim en FranceImpreso en FranciaPrinted in France

    TABUIA GRATUIIIToRIAYves Aguila, Universit Michel de Montaigne Bordeaux 3Jean Alsina, Universit de Toulouse II - Le MirailAudrey Aubou, Universit des Antilles et de la GuyaneTrinidad Bauera, Universidad de SevillaFederico Bravo, Universit Michel de Montaigne Bordeaux 3Sandra Buenaventura, Universit de Paris Sorbonne (Paris I\|Annie Bussire, Universit de Montpellier IIIJos Manuel Camacho, Universidad de SevillaRosalba Campra, Universit degli Studi di Roma "LaSapiettza"Olga Caro, Universit du MaineAdlaide de Chatellus, Universit de Paris Sorbonne (Paris IV)Claude Chauchadis, Universit de Toulouse II - Le MirailAntonio Chicharro, Universidad de GranadaBelinda Corbacho, Universit de ToulouseEdmond Cros, Institut International de SociocritiqueMichelle Dbax, Universit de Toulouse II - Le MirailChristian De Paepe, Universit catholique de LouvainEstela Erausqun, Universit de Paris Sorbonne (Paris IV)Angel Esteban, Universidad de GranadaGeneve Fabry, Universit catholique de I-ouvainCarla Fernandes, Universit Lumire Lyon 2BrbaraFemndez Tael de Andrade, Universidad de Castilla la ManchaAnne Gabaud, Universit de LimogesAna Gallego, Universidad de GranadaRubn Gallo, Princeton UniversityJos Garca Romeu, Universit du Sud, Toulon-VarLucien Ghariani, Universit de Paris Sorbonne (Paris I$Norah Giraldi Dei Cas, Universit T ille Nord de FrancePaul-Henri Giraud, Universit de Paris Sorbonne (Paris I!Eva Golluscio Montoya, Universit de Toulouse II - I,e MirailMario Goloboff, Buenos AiresIoana Gruia, Universidad de GranadaGustavo Guerrero, Universit de PicareJules VerneTeresa Keane-Greimas, Universit de LimogesPnlope Laurent, Universit de Paris Sorbonne @aris I\z)Anouck Linc\ Universit de Paris Sorbonne (Paris IV)Covadonga Lpez Alonso, Universidad Complutense de Madrid

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    Laurence Mullal Lz tsislann fministe dans l'uttwz cirnatographiqrcde Mara Itiv BenbagDoita Nouhaud, Cotirt du cimetiin a l*ltantbca"

    stoisIntimidad (K.ueisbi / Cbrcaa)Kevin Perromat Augu.stin, Aaatans del cimen biperterarioElena Poniatowskz, Milarus Eqg*em en trettCatalina Quesada Gmez, Oneuifnnle al sddioMichle Rmond, Is BalnnAlicia Redondo, Teory'a, fccin, anistadl ZenMzryseRenzud, Paqtital Amelia teoriTando a la l*Xdel qtqa''(Fragmentos fu rtn dikgo borucoso)Batrice Rodtigu ez, Milagts

    Ftima Rodrguez, Ltniie intidentet (Dad Mohw et J*an Btilfo)Reinr Prof f, I h m in rci o n esJulien Roger, Parrbn de thisefU"rta angaic" Semilla Dun, Iz rcit cnnibal :lltstoia secreta de Costaguana,

    de JtattMagal Sequen, de 'Ltpared" fu Ncardo PiliaAUIn Siczrd, Iz artls 0 la in4osible ftdettciltMichle Soriaro ixdiferencia sexml:Doquter deALionel Souquet, I-{ae e dau I'autofctiott hispano-amricaine:Arcnas, CEi, bnebel' Val@oNoemiUlla,, El libm seaetoCamren Vsquez , Atgio Carpener El pinem del coninry?Mntca Zzpata, P oen a cnP lice

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