Sobre Jiménez Patón y el culteranismo a la luz de un texto inédito · 2011-12-22 · Sobre...

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Sobre Jiménez Patón y el culteranismo a la luz de un texto inédito Abraham Madroñal Aunque la mayor parte de nosotros haya pasado por una formación que nos enseñaba a distinguir cuidadosamente entre conceptos antagónicos como Modernismo y 98, Renacimiento y Barroco, conceptismo y cultera- nismo, hoy sabemos que tales distinciones salomónicas no son sino un in- vento posterior que, cuando menos, necesitan mucha matización para se- guir funcionando, y, las más de las veces, eliminarse de la crítica literaria. Pero así como la voz conceptismo es de creación moderna, el térmi- no culteranismo, el otro de la pugna, pasa hoy por ser un invento de Bartolomé Jiménez Patón, porque Lope de Vega así lo dijo en una co- nocida epístola editada en La Circe (1624). Su formación no se dife- renciaría mucho de otras voces denigratorias, a cuya semejanza se for- ma, como por ejemplo la voz luteranismo 1 , desviación herética para los españoles de entonces que estaba difundiéndose como la secta de los cultos difundía la suya entre los poetas españoles. La palabra culteranismo —que se parece incluso fonéticamente a la empleada para la secta de Lutero, tanto es así que la Academia desde muy pronto la define como «La secta de los que hablan culto afectada- mente» (Autoridades) 2 — aparece por primera vez en las obras de Lope de Vega. En uno de los ejemplos contrapone la voz a hispanismo 3 , como apropiada al lenguaje castellano. Son varios los textos en los que la uti- liza, como el siguiente, del Laurel de Apolo: «Aquí las redondillas admiradas De Italia nuestra lengua ennoblecieron, Que, como castellanas, no sufrieron Aunque luterano aparece a principios del xvi, ya se da en Valdés, Alfonso de, Diálogo de Mercurio y Carón; por su parte, la voz luteranismo no se encuentra hasta media- dos del XVII. (Datos del CORDE de la Real Academia Española: www.rae.es). Las citas del Diccionario de Autoridades, de la Real Academia Española, remiten a la edición facsímil de Gredos, en 3 vols. No deja de ser curioso que tal definición se haya mantenido hasta 1817, cuando a los académicos debió de parecerles excesivo que se denominase secta a este grupo, y así cambio la definición por «el estilo». Llama la atención que Patón utilice habitualmente el verbo hispanizar cuando quie- re decir «traducir». AISO. Actas VI (2002). Abraham MADROÑAL. Sobre Jiménez Patón y el culteranismo a...

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Sobre Jiménez Patón y el culteranismoa la luz de un texto inédito

Abraham Madroñal

Aunque la mayor parte de nosotros haya pasado por una formación quenos enseñaba a distinguir cuidadosamente entre conceptos antagónicoscomo Modernismo y 98, Renacimiento y Barroco, conceptismo y cultera-nismo, hoy sabemos que tales distinciones salomónicas no son sino un in-vento posterior que, cuando menos, necesitan mucha matización para se-guir funcionando, y, las más de las veces, eliminarse de la crítica literaria.

Pero así como la voz conceptismo es de creación moderna, el térmi-no culteranismo, el otro de la pugna, pasa hoy por ser un invento deBartolomé Jiménez Patón, porque Lope de Vega así lo dijo en una co-nocida epístola editada en La Circe (1624). Su formación no se dife-renciaría mucho de otras voces denigratorias, a cuya semejanza se for-ma, como por ejemplo la voz luteranismo1, desviación herética para losespañoles de entonces que estaba difundiéndose como la secta de loscultos difundía la suya entre los poetas españoles.

La palabra culteranismo —que se parece incluso fonéticamente a laempleada para la secta de Lutero, tanto es así que la Academia desdemuy pronto la define como «La secta de los que hablan culto afectada-mente» (Autoridades)2— aparece por primera vez en las obras de Lopede Vega. En uno de los ejemplos contrapone la voz a hispanismo3, comoapropiada al lenguaje castellano. Son varios los textos en los que la uti-liza, como el siguiente, del Laurel de Apolo:

«Aquí las redondillas admiradasDe Italia nuestra lengua ennoblecieron,Que, como castellanas, no sufrieron

Aunque luterano aparece a principios del xvi, ya se da en Valdés, Alfonso de, Diálogode Mercurio y Carón; por su parte, la voz luteranismo no se encuentra hasta media-dos del XVII. (Datos del CORDE de la Real Academia Española: www.rae.es).Las citas del Diccionario de Autoridades, de la Real Academia Española, remiten ala edición facsímil de Gredos, en 3 vols. No deja de ser curioso que tal definición sehaya mantenido hasta 1817, cuando a los académicos debió de parecerles excesivoque se denominase secta a este grupo, y así cambio la definición por «el estilo».Llama la atención que Patón utilice habitualmente el verbo hispanizar cuando quie-re decir «traducir».

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Ser de frase estrangera adulteradas,Estas como doncellas recatadasHuyen culteranismosPorque solo permiten hispanismos»4.

Igualmente, en la Epístola a don Francisco de Herrera Maldonadorecoge el texto que ha pasado a ser defínitorio como punto de partidadel término y de estas líneas, que es justamente el que señala como au-tor de la palabra al maestro Bartolomé Jiménez Patón:

«Allí nos acusó de barbarismoGente ciega, vulgar y que profanaLo que llamó Patón culteranismo»5.

Para Rozas y Quilis el término era injurioso y «se impuso al no pe-yorativo cultismo»6. Pero no todos los estudiosos interpretan así el pasa-je. Para Thomas7, por ejemplo, el sentido de la voz culteranismo es posi-tivo, por cuanto la gente ciega y vulgar lo profana. Según Andrée CoUard,otro estudioso de estos asuntos, Lope no está pensando en Góngora cuan-do habla de culteranismo, pero es indudable que sí le acusa de practicaresta nueva herejía literaria en otro pasaje bien conocido, cuando elude sunombre pero deja huellas claras de a quién se refiere y escribe en la«Epístola a un señor destos reinos» sobre cierto insigne poeta que perdióel aplauso general «después que se pasó al culteranismo»8. Góngora pro-fesa también esta nueva lengua que es contraria a la claridad de los poe-tas castellanos.

Por su parte, la voz culterano9 aparece por primera vez en los escri-tos de Lope, aunque en esta ocasión contrapuesta a la palabra vulgar.Así se lee en una comedia:

«Lope: ¿Sois vulgar o culterano?Severo: Culto soy.

Laurel de Apolo, en Rosell, Cayetano, ed., Colección escogida de obras no dramá-ticas, Madrid, Rivadeneira, 1856, p. 228a.Obras sueltas, ed. Sancha, Madrid, 1776, I, p. 318.Rozas, Juan Manuel y Quilis, Antonio, «El lopismo de Jiménez Patón», en Revistade Literatura, XXI (1962), pp. 35-54, cita de la p. 47.Le lyrisme et lapréciosité cultistes en Espagne, París, Halle, 1909, p. 29.Nueva poesía, conceptismo, culteranismo en la crítica española, Valencia, Castalia-Brandeis University, 1967.Para Collard, Andrée, es el término que da base al culteranismo y le parece «humo-rísticamente calcado sobre luterano» (Nueva poesía, op. cit. (nota 8), p. 15).

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Lope: Quedados en casa y escribiréis mis secretos»10.

Igualmente en otra escribe el Fénix:

«Conjuróte, demonio culteranoQue salgas de este mogo miserableQue apenas sabe hablar (caso notable)Y ya presume de Amphión Thebano»11.

Porque culterano se opone a llano, según el mismo Lope teoriza enotro lugar:

«A los unos llaman culteranos, deste nombre culto y a los otrosllanos, eco de castellanos, cuya llaneza verdarera imitan»12.

Jugando con el vocablo, Lope remite la voz llano a castellano, comoaféresis, mientras hace derivar culterano de culto. Está aludiendo, en de-finitiva, a una guerra literaria bien conocida de nuestro siglo de Oro: lapugna entre la poesía castellana y la andaluza, entre él mismo y Góngora,príncipes ambos de las dos maneras de entender la poesía. Autoridadesseñala que culterano «es voz inventada y jocosa», y lo define como «Loque pertenece al hablar culto afectadamente» (s/v).

También Quevedo utiliza el término en La culta latiniparla, cuandoescribe: «Ninguna culterana de todas cuatro vocablos ha de llamar al co-che, coche», y, más adelante:

«Considerando con el pujo que los enamorados en romance de-letrean lo culterano de las damas, que ahora hablan nublado y re-tazos de quis vel qui [...] tan extraña jerihabla»13.

Quiere éste decir que el invento léxico de Patón o de Lope ya habíaarraigado suficientemente en el propio decir de sus contemporáneos.Evidentemente, los dos nombres señalados arriba, los de Quevedo y

10 En la obra de C. Fernández Gómez Vocabulario completo de Lope de Vega, I-III.Madrid, Real Academia Española, 1971, s/v.

11 Rimas humanas y divinas del licenciado Tomé de Burguillos, fol. 60v. VéaseFernández Gómez, op. cit. (nota 10).

12 La pobreza estimada, Dedicatoria, fol. 25v. Lbídem.13 La culta latiniparla, García Valdés, Celsa C, ed., Madrid, Cátedra, 1993, p. 447.

Otro maestro contemporáneo, muy relacionado con Jiménez Patón, Cáscales, escri-be en sus Cartas filológicas a propósito de «la escuela culterana o de los escuros»(García Soriano, J., ed., Madrid, Clásicos Castellanos, 1930,1, p. 179).

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Lope, son los que cuentan con la mayor admiración de Jiménez Patón,que cuando habla de Quevedo lo llama «ingenioso y agudo»14, y cuan-do lo hace de Lope le faltan epítetos para ensalzarlo. No ocurre así conGóngora: tienen razón sus dos ilustres editores, los profesores Rozas yQuilis, cuando escriben que las contadísimas citas de los poemas ma-yores de Góngora son casi contra la voluntad del tratadista, como cuan-do recoge en su Mercurius:

«Confieso que no había hallado en los españoles ejemplo hastaahora, que le vi en las Soledades de don Luis de Góngora:«Surcar pudiera mieses, pisar ondas: 15

Pero ya Vilanova advertía que, aunque Patón «no era un gongoristaferviente, estaba muy lejos de profesar contra Góngora la enconada hos-tilidad de Lope y Quevedo»16. De hecho el maestro manchego compa-ra a don Luis con Marcial, cuando escribe a propósito de él: «En nues-tro castellano se han hecho cosas de mucho artificio en este modo, cuales el soneto que hizo don Luis de Góngora, nuevo Marcial Castellano»17;pero eso es antes de que el cordobés escribiera sus grandes poemas cul-tos. Evidentemente, Patón lee los importantes poemas gongorinos entre1604 y 1621, es decir, entre las dos ediciones de su Elocuencia, perolos • aprovecha muy escasamente, casi cuando no tienen otro remedio.Puede que no desdeñe la poesía de Góngora, sino la «jerigonza de poe-sías cultas» que florecen después de esos grandes poemas, pero es evi-dente que Patón no es un admirador del gran poeta: Quilis y Rozas se-ñalan que ha leído las Soledades, poema con el cual ejemplificadeterminadas figuras, pero apenas si aporta más que el verso donde en-cuentra el ejemplo18.

Y, sin embargo, como bien sabemos por estudios que nos preceden,no hace falta recordar que Patón es el primero en editar la quevediana«Epistola censoria» en su Discurso de tufo. Tampoco es preciso referir-nos ahora a la amistad con Lope, que parece ir más allá de la admira-ción profesional y decantarse hacia una verdadera relación personal queobliga a ambos a mantener una correspondencia de cartas y otros tex-tos, como puede leerse en el Epistolario del Fénix.

14 Martín, Francisco J., ed., Elocuencia española en arte, Barcelona, Puvill, 1993, p.368.

15 Artículo citado (nota 19), p. 332.16 En la obra de Díaz Plaja, Guillermo, dir., Historia general de las literaturas hispá-

nicas, Barcelona, Barna, III, 1953, p. 666.17 Elocuencia española en arte, Toledo, 1604, fol. 44v.18 Artículo citado (nota 6), p. 46.

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De estos aspectos relacionados con el lenguaje y la crítica trata endiversas obras, pero fundamentalmente en la Elocuencia española enarte, cuya primera edición es de 1604 pero se reedita en 1621 forman-do parte del Mercurius Trimegistus. Naturalmente, y de forma tangen-cial, aparecen también en otras como el Epítome de la ortografía, don-de —en el aspecto lingüístico— se decanta por la reducción de losgrupos cultos, porque intenta predicar «la sencillez en la expresión y enla pronunciación»19. Patón, heredero de Valdés, es partidario de escribircomo se habla, porque él mismo dice que «aunque nos parezca que estácorrompido y alterado de lo que fue en su principio [...] se a de tenerpor bueno, porque la costumbre y uso lo tiene por tal aprobado»20.

Ya se ha señalado que para él el español vale tanto como el latín; deahí la redacción de su retórica en lengua vulgar, un acierto considerablepara su época aunque haya que perdonarle el error —común por aquelentonces— de atribuir un origen autónomo al castellano21. El patriotis-mo y el aislamiento de Patón, como bien señalaron Quilis y Rozas, lollevaron a ensalzar el castellano por encima de las otras lenguas, y, asícomo Nebrija escribió una gramática para el imperio que empezaba,Patón hizo lo propio para el que acababa por aquellos años.

Quiso Patón publicar muchas más obras de las que han llegado a nos-otros, algunas de contenido específicamente filológico, como más ade-lante podremos ver, pero debió de tener problemas con los impresoreso, mejor, con las autoridades que no le dieron licencia. Muchos de suslibros llevan aprobaciones diez años anteriores a la fecha de edición;otros nunca llegaron a imprimirse22. Entre estos últimos conocemos almenos dos obras: Cátedra de erudición y El virtuoso discreto, recupe-rados por los estudiosos en fecha reciente23. Él mismo escribió en va-rios lugares que había recogido toda su producción en lo que serían susobras completas, los Comentarios de erudición, conjunto que se creíaperdido hasta hace poco tiempo, pero que se ha reencontrado ahora, ma-nuscrito y en parte autógrafo, si bien es verdad que sólo uno de los ochotomos que comprendería.

19 Véase Quilis, Antonio y Rozas, Juan Manuel, eds., Epítome de ortografía latina ycastellana de Bartolomé Jiménez Patón, Madrid, CSIC, 1965, p. CXXII.

20 Epítome de ortografía..., op. cit. (nota 19), p. 43.21 Quilis y Rozas, op. cit. (nota 19), p. LXXV.22 Remito a la bibliografía recogida en la edición de los profesores Quilis y Rozas.23 Pueden verse los trabajos de Garau, Jaume, «El virtuoso discreto, un libro inédito de

Bartolomé Jiménez Patón» y Madroñal, Abraham, «Aportaciones al estudio del maes-tro Jiménez Patón. (Dos obras inéditas y casi desconocidas)», ambos en Criticón, 59(1993), pp. 67-81 y 83-97, respectivamente.

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Esta recopilación (que será, probablemente, poco posterior a 1621) re-coge, como hemos escrito en otro lugar24, un conjunto de obras de varia-da erudición, entre las que destacan los comentarios a Horacio, Juvenal oMarcial, mezclados con otros de diversa índole. Uno de estos últimos enun discurso donde se trata de responder a cuatro cuestiones que se plan-tearon cuando el protagonista de estos Comentarios, Laminio (que encu-bre al autor), asiste a una lección en la Universidad de Salamanca, don-de presumiblemente se formaría y donde estaba a empezando a haberalgunos problemas relacionados con el lenguaje.

En esta obra aparecen temas específicos, relativos a la lengua y el es-tilo, que Patón había tratado anteriormente. Por ejemplo, en la Elocuenciase burla, como otros contemporáneos, de la afectación en el lenguaje; asíescribe en el Mercurio:

«Tales términos como éstos usaba muy de ordinario un cura des-ta provincia, pues decía: «Retrocede puercillo, ambula a la pe-disecua, y núnciale que tenga pronta la piñata». De otro clérigopodía referir poco menos. Pues de todos los médicos del mundonos libre Dios, que bien les dijo el Brócense que su lenguaje noera castellano ni latín, sino mandinga, por pecar tanto en la bár-bara lexis, o razón bárbara. De uno destos dijo el Jurado deCórdoba: «Este por hablar por circunloquios, circunloquea, yaun les pueden llamar circunloquistas trilingües». Como constade uno de los ejemplos, que tiene castellano, italiano y latín. Ydel que se pone en el Galateo, del español que estudió en Flandesen la universidad de Lovaina. Y por ejemplo y entretenimientono es de pasar por alto el del estudiante que le dijo al ama:«Servicio, minístrame acá esos materiales, que el diente morde-dor de la natura me supedita los ambulativos». Para decirle:«Dame ese brasero que tengo fríos los pies»25.

Lo que molesta al maestro manchego es la afectación de los que ha-blan con circunloquios pero también usando voces latinas o construidaspedantescamente, de acuerdo con las latinas y griegas. Las ideas dePatón sobre la lengua se desperdigan también en los Comentarios deerudición26, en los que distingue claramente entre afectación y cultura.De hecho, cuando habla de poetas clásicos como Virgilio y Ennio, es-cribe en los Comentarios:

24 «Los Comentarios de erudición del maestro Jiménez Patón, unas obras completas su-puestamente perdidas», Bulletin Hispanique, XCVIII (1996), pp. 385-395.

25 Martín, Francisco J., ed. cit. (nota 14), p. 382.26 Así habla de la lengua castellana antigua y la portuguesa, por ejemplo: «Así que, pues

tan de antiguo nos viene gobernarnos un rey y ser una nación española, no será, como

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«En los versos de Virgilio hay muchos de los de Enio, y los nota.Fue muy grave en las sentencias, aunque no muy culto en el len-guaje, mas esto procedió de ser tan antiguo como lo notamos losespañoles en Joan de Mena»27.

Vemos, pues, que el adjetivo culto no es para él negativo, sino todolo contrario, por cuanto el lenguaje culto le parece definitorio de la ca-lidad de las personas, ya que denota instrucción, como refiere a propó-sito del protagonista de esta obra, Laminio Sileno, un alter ego del pro-pio Patón:

«A todos parecieron las canciones de Laminio muy bien y muyconfonnes a las primeras, y uno de los que allí estaban dijo queno era justo que se quede este abecé sin acabar y así convidán-dose unos a otros del modo de hablar de Laminio conocieron sucaudal, y le rogaron las quisiese acabar»28.

Y un poco más abajo:

«Halló dos huéspedes en hábito de peregrinos de buen talle y há-bito, y el lenguaje no grosero, antes muy cortesano y pulido, desuerte que a pocos lances conoció eran estudiantes y no de aque-llos vagabundos que con tal nombre y hábito suelen seguir vidaviciosa y mala andando de hospital en hospital, de bodegón enbodegón y de taberna en taberna y en otras ocupaciones y par-tes indecentes y malas; ni de otros que no obstante que son hi-jos de padres principales y ricos se salen de las universidades dis-frazados en este hábito con nombre de romerías y se van aramerías y a dar (como dicen) pavonada por los lugares. No eranestos peregrinos estudiantes de los desta jaez ni de esotros, an-tes como deben ser los que tienen obligación de cumplir votosque han hecho con verdadera devoción, porque eran amo y cria-do de aquellos que con tal nombre hacen oficio de compañerosbien nacidos aunque pobres, a quien los nobles ricos amparanpara que su virtud por la pobreza no quede sin premio»29.

decís, justo tengamos los ánimos y voluntades diversas: pues aun, si lo consideramosbien, la lengua castellana antigua y la portuguesa era una y si lo son en el idioma, sibien los vocablos se diferencian muchos, que la Gramática la misma es» [fol. 3v].

27 Comentarios de erudición, tomo IV. Ms. p-1621, fol. 322v. El manuscrito cuenta conuna única copia que se conserva en una biblioteca particular. Cito modernizando suortografía, acentuación y puntuación pero conservando todo aquello que tuviera va-lor fonológico en la época. Las cursivas son mías.

28 Comentarios de erudición, op. cit. (nota 27), fol. 149.29 Comentarios de erudición, op. cit. (nota 27), fol. 181 y v.

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Patón es un docente experimentado, por eso se atreve a ofrecer fór-mulas de éxito para la enseñanza de la lengua materna, con objeto deque el lenguaje de los jóvenes sea culto y cuidado:

«Y si todas las cosas que dice Quintiliano que ha menester el queha de ser perfeto gramático se hallasen en uno juntas, sin duda fue-ra [a] dar un perfecto sabio, al menos en ciencias humanas, y aunafirma que son más sus obligaciones de lo que promete y esto nosólo se ha de entender en la lengua latina y griega, pero en la es-pañola y en cualquiera materna y vulgar, que también tienen sugramática, idioma y dialectos. De las cuales cosas algunos pien-san que carecen porque la deprenden de sus madres dende la le-che, que por eso se llama materna, y por eso fue alabado el len-guaje de los gracos: porque su madre supo muy bien el latín y elloslo deprendieron della; porque esta fue vulgar en Roma, pues niñosy mujeres, sin saber leer, la hablaban y sabían, como consta deCicerón y Quintiliano dijo que ella misma se daba como la hier-ba que naturalmente sin plantalla nace y, por esto, él deseaba quelos maestros desta lengua fuesen las amas que criaban los niños ylos demás de la casa, y otros niños con quien tratase el que habíade saber bien, porque no aprendiesen a hablar viciosa y grosera-mente, que es lo mismo que hemos de procurar en nuestra lengua,que para que uno la sepa bien y la hable como conviene y no vi-ciosa ni rústicamente, es menester que ni las amas ni los niñoscon quien este tal viviere en el hablar no sean aldeanos, ni es-tranjeros, ni hablen groseramente, porque a los niños más se lespega lo malo que lo bueno y toda la vida quedan con aquellas fal-tas. Y, para reprimir las que en esto quedaren, sirven y ayudan losmaestros de gramática, que enseñando entre nosotros la latina, tam-bién enseñan el mejor lenguaje vulgar y materno, como se cono-ce esta deferencia entre los que han estudiado o no. Porque aquídeprenden el lenguaje terso^0, puro y claro en una y otra lengua,al cual propósito y a el del día pasado dijo San Próspero Aquitánicoaquello: «Se juzga lenguaje latino lo que con brevedad y claridad,guardando la propiedad de las palabras, dice lo que conviene quese entienda y no lo que se espacia y dilata con la gala y frescuradel hablar florido». Esto enseñó siempre la gramática, cuyas par-tes no son más que las dos dichas de regimiento y concordancia,si bien le son necesarias para su mejor gobierno las que otros leseñalan como partes propias suyas. Y con no ser más que estas, ycuando fueran todas las que dicen no sé qué sean partes todas jun-tas, ni aún las de las otras ciencias y facultadas que quiere

30 Adjetivo que, dicho sea de paso, Lope apunta como propio de los cultos.

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Quintiliano que la acompañen para que por ellas se hagan, algu-nos profesores desta facultad tan insufribles con su arrogancia ytan odiosos con su modo de hablar, como aquél de quien murmu-ra la epigrama griega que, por entender teméis gusto en escucha-Ha con la declaración magistral que sobre ella, hizo un amigo, osla repetiré»31.

Evidentemente se refiere al latín, pero nos vale también para el cas-tellano. Patón parece estar más cerca de la opinión de Lope sobre la cla-ridad que de la de otros que adornan el estilo, como por ejemplo los cul-tos.

Su propia conciencia de gramático y retórico sirve al dómine man-chego para teorizar sobre problemas referidos al lenguaje, como porejemplo la abundancia de sinónimos en un texto. Su opinión parece noestar muy lejos de opiniones actuales, como podrá verse:

«Dudara alguno por qué junta tantas palabras que sinifican unamisma cosa, pues que suele ser ocioso. A lo cual decimos que,no obstante que por la nueva reformación de la definición de lasinonimia retórica no se han de juntar muchas palabras que sini-fiquen una misma cosa, como en el mismo lugar se dice de pa-recer de fray Luis de Granada, aunque sinifiquen una misma cosano serán ociosas si sirven al menos de declarar como éstas.Porque en unas partes está recebido el término ecuménico, cató-lico principalmente entre los griegos y los que por su vecindadusan de algunos términos suyos, y en otras el general y univer-sal, como es entre latinos italianos y españoles, por hablar contérminos que todos entiendan y nadie ignore, junta a veces to-dos estos, declarando a todos su universalidad, generalidad yabarcamiento (si así se puede decir) pues todo lo comprehendey abraza»32.

Pero la parte que nos interesa especialmente es aquella en la quePatón se explaya sobre la nueva moda de latinizar que está teniendo lu-gar en Salamanca por los años cercanos a 1620. Un personaje preguntaal protagonista de estos Comentarios:

«Bien, mas pues estamos en ocasión de saberlo, no nos quede-mos con el deseo. ¿Qué sentís, por vuestra vida, desta nueva ma-nera de latinar y hacer oraciones públicas, dedicatorias y pró-

31 Comentarios de erudición, op. cit. (nota 27), fols. 342-343v.32 Comentarios de erudición, op. cit. (nota 27), fol. 155.

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logos en libros que se escriben, porque hallo varias opiniones yquerría saber la vuestra. ¿ Cuál tenéis por mejor, el latín llano,terso y liso, sin tropezones, ni escuridades, o el que las tiene yhabla con estraordinarios modos, frases nuevas poco usadas ymenos entendidas?, porque veo que se usa mucho esto y en es-pecial en Salamanca, que es el ejemplar de todo buen saber, asíen lenguaje como en ciencias».«Sí lo es —dijo Laminio— y no me persuado yo que ese len-guaje sea con aprobación conforme del claustro y doctos de aque-llas escuelas, ni de los catedráticos de lenguas, si bien algunosingenios lozanos de gente moza ha[n] hecho de eso gala, yotro[s] le[s] han querido imitar, pero preguntad a los juicios ma-duros lo que dello sienten. Os dirán muy al contrario. Mirad, yadvertid todo lo que han dicho muchos contra esta nueva jeri-gonza de poesías españolas que llaman cultas y eso mismo apli-caldo contra este nuevo modo de latín; mas lo que os ocurriereno os admire que por algunos días pase, se oya y escuche enSalamanca, como cosa nueva, que también se oyó la lengua jun-ciana^, que fue una nueva jerigonza (así llamo yo estos modosde hablar) que por no vedada agrado unos días, pero como cosafrivola y sin fundamento se cayó presto. Lo mismo le sucederá aeste lenguaje. [...]Paréceme que estos han querido resucitar la opinión de aquelmancebo estoico a quien reprehende muy de veras Aulio Gelioen sus Noches de Atenas [sic] li. 1, ca. 2, porque se preciaba de

33 La lengua junciana ha preocupado también a otros estudiosos ilustres como Mayans,en cuyos Orígenes escribe: «Son muchos vocablos de gemianía, cuyo origen en lamayor parte fue el acaso o el capricho. Llamo gemianía al lenguage rufianesco, pro-pio de rufianes, de gitanos i de otras gentes perdidas que se inventaron un lenguagepara entenderse entre sí i no ser entendidos de los demás; assí como en Salamancase inventó una maldita lengua llamada junciana para que fuesse instrumento entrelos malos de la comunicación de sus maldades, sin que otros las entendiessen, i enFrancia los pordioseros o tunantes usan una lengua que se llama gueux, esto es, delos pobres. Juan Hidalgo, o otro que quiso llamarse assí, en el año 1609 publicó enBarcelona muchos Romances de gemianía de varios autores, i al fin de dicho libri-to, que es en duodécimo, imprimió el Bocabulario de gemianía, compuesto por él.Este diccionario, como digo, tiene muchas voces inventadas por capricho; otras sólotienen trocadas las sílabas, como chepo, demias, grito, lepar, lepado, tapio, toba, quequitada la trasposición de letras o sílabas, son en buen romance pecho, medias, tri-go, pelar, pelado, plato, bota. Al qual modo de hablar llamamos gerigonza» (Orígenesde la lengua española, ed. de Antonio Mestre Sanchís, Valencia, Ayuntamiento deOliva-Diputación de Valencia, 1984). En efecto, «junciana» parece identificarse conlengua de gemianía; así puede leerse en la recopilación de romances de Hidalgo:«Estando en esto los Rufos / de junciana echando y fiesta, / vnos charlando de vi-cio, / y todos lo que professan, / leuantaron los Tablantes / quedando sobre la mesa»(HUÍ, John M., ed., Romances de germanía de varios avtores con su Bocabulario alcabo por la orden del abe, Bloomington, Indiana University, 1945, p. 97).

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tal lenguaje —Vocabulis haud facile cognitis— de vocablos noconocidos, ni usados, debiendo saber que el buen hablar es aluso. Cuya reprehensión en nombre de Heredes Ateniense podréisver que es muy en nuestro favor y contra estos introductores des-tas invenciones de lenguaje, y la que en el mismo autor el filó-sofo Fivorino le da a otro mozo de los desta seta, en el mismolibro, ca. 9, diciéndole mil baldones y porque entre las palabrasque usaban, o usadas, muchas eran de las muy antiguas le llamade necio a bocallena diciéndole: «Necio, vive como los pasadosy habla como los presentes», y ten en la memoria el preceto deCayo César: Ut tanquam scopulum sic fugias auditum atque insolens verbum. Despeñadero llama al tal lenguaje insolente.Mucho más pudiera decir deste propósito y mucho tengo escri-to que podrá ser llegue a vuestras manos algún día34, ahora bas-te esto y decir que la costumbre del colegio mayor de Santa Cruzen Valladolid me agrada mucho, que no se permite que en latínni en romance escriba alguna cosa alguna cosa algún colegial queno sea esaminada por el rector y consiliarios para, si peca destevicio, corregirla»35.

Creo que en realidad este texto es una tercera redacción de lo queescribe en la Elocuencia. De hecho, ya en esta obra (versión de 1621),había recogido:

«Harán esto porque saben hablar y entienden latín como un ani-mal que no participa de razón. Antes les sucede algunas veces loque el bedel Francisco de Truchado refiere en su Entrenimientode damas y galanes, del estudiante Joan Galatín y su cura. Poreste pestilencial abuso casi se introdujera una bastarda lenguaen las escuelas de Salamanca que llamaban junciana. Y no séqué más o menos tiene este modo de hablar, que el que llamanentre la gente de la vida perdida y disoluta gerigonza. Del cuallenguaje se podrán ver algunos romances, que no son ni latines,de que hay un librillo con su dicionario, que dicen de la lenguagermana. Todo es bárbara lexis, razón bárbara, o sin ella, y sinsu discurso, al cual vicio l laman los griegos soroísmos, o koi-nismos. Porque es como el monstro de Horacio, compuesto dediversos miembros de animales de diferentes especies»3 6 .

34 Indudablemente, en esta obra, al parecer perdida, de Patón se desarrollaría amplia-mente el asunto de que tratamos aquí.

35 Comentarios de erudición, op. cit. (nota 27), fols. 246-265v.36 Comentarios de erudición, op. cit. (nota 27), p. 382-383.

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Lo cierto es que el maestro manchego había dulcificado un tanto suexpresión, pues en 1604 lo que escribe en realidad es:

«Decir, pues, llegados a hablar y entender latín que saben másque una muía, sino que les viene a suceder lo que nuestro bedelFernando de Truchado refiere en su Entrenimiento de Damas yGalanes, del estudiante Joan Galatín con su cura».

Y sigue igual que en la edición del 21.El texto que les he repartido vendría a ser una tercera redacción so-

bre este mismo problema. En él se demuestra que para Patón la oscuri-dad en el lenguaje es un defecto, así señala, por ejemplo, que (segúnCicerón) una de las cuatro condiciones para «bien hablar es una la cla-ridad, y no solo él, pero todos los que bien han sentido han aborrecidoy aun abominado la oscuridad en lo que dice37. Patón reprueba la oscu-ridad y también las palabras de «dos sentidos o sentencias», pero estolo dice al referirse al latín, pues piensa (y así lo recoge en su Elocuencia)que «lo que en el latín reprobamos de palabras de dos sentidos o sen-tencias, en nuestros poetas castellanos está recibido por ornato»38.Reprocha, eso sí, que se oscurezca lo que se dice «o por muy largo omuy breve» (cfr. nota 38). Ambas cosas las recoge en la edición de 1621,pero en ella justamente añade lo siguiente:

«pues los poetas que escriben para ellos solos y no para todos, anadie han dado gusto y así quedan burlados del fin para que es-criben, y merecen bien que arrojando sus libros les digan: Noquieres ser entendido, nadie te entienda. Y aun suelen quedarcondenados en pena pecuniaria de la emprenta»39.

Es evidente que está arremetiendo contra Góngora y los de su secta.El cordobés ya no es el nuevo Marcial, sino el representante de los po-etas oscuros, los cultos. Y no deja de ser curioso que Patón aporte estedato denigratorio de la imprenta contra los poetas que no quieren ha-cerse entender40.

Indudablemente, en los inéditos Comentarios de erudición la fraseañadida con respecto a la Elocuencia es: «Mirad, y advertid todo lo quehan dicho muchos contra esta nueva jerigonza de poesías españolas quellaman cultas, y eso mismo aplicado contra este nuevo modo de latín»,

37 Comentarios de erudición, op. cit. (nota 27), fol. 265.38 Comentarios de erudición, op. cit. (nota 27), p. 121.39 Comentarios de erudición, op. cit. (nota 27), p. 301.40 ¿Se refiere acaso a los poetas dramáticos que no se veían representados?

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es decir, que las poesías que llaman cultas (reparemos por un momen-to en el adjetivo) son para él equiparables a la gemianía de los malean-tes, por cuanto no se entienden. Esto, dicho por uno de los hombres máscultos de su tiempo, según frase de Vilano va41, no deja de llamar la aten-ción porque tenía sin duda un buen conocimiento del latín como parapoder «decodificar» los cultismos de todo tipo que los poetas gongori-nos esparcían en sus versos.

Lo que Patón sugiere es que la jerga de los cultos es asimilable a lagemianía, el lenguaje de los maleantes, y obedece al mismo caprichoque el latín que usa la gente moza en la Universidad de Salamanca ha-cia 1620, lleno de extraordinarios modos, frases nuevas poco entendi-das, etc. Patón vaticina su fracaso y parece hacer extensible esta opinióna la nueva poesía culta, apoyándose en el juicio de todos los que hanescrito contra ella. Como se ve, ni asomo de culteranismo, aunque esmuy probable que el sentido irónico del autor de la Elocuencia inven-tara el término u otro parecido, dada la poca simpatía que sentía haciala nueva manera.

Y el caso es que le debía de parecer tanto más extraño cuanto paraél Salamanca era la cuna de todo lo bueno en relación con el lenguaje,no en vano sigue diciendo en sus Comentarios, cuando se refiere a laUniversidad donde también él se formó:

«Las cátedras dan testimonio de su escelencia. En lenguas, ¿cuálhay que no se enseñe con la erudición y causas que las mesmasciencias?, de suerte que la Gramática se declara en modo cientí-fico. Aquí tuvo principio el nunca acabado de alabar método deAntonio de Lebrixa, la perfeción y causas que descubrió elBrócense. Cosas que aunque los estranjeros nos baldonan de pocolatinos, no habían, ni han jamás emprendídola semejante. El artenuevo de la latinidad de aquí salió, aquí lo hebreo, lo griego, loarábigo y otras lenguas y artes, hasta el de cantar»42.

Y concluye:

«La poesía latina, griega y española aquí es donde se acendra ypurifica en el punto que para buena pide» (cfr. nota 42).

Su posición como maestro de jóvenes, amante de la claridad y elbuen lenguaje, le hace rechazar los nuevos modos, que sólo parecen ser-

41 En la Historia general de las literaturas hispánicas, op. cit. (nota 16), p. 661.42 Comentarios de erudición, op. cit. (nota 27), fol. 149v.

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vir para comunicar entre sí a los miembros de un grupo reducido. Ésatiene que ser una de las razones para que Góngora no aparezca más queescasamente en sus obras, y lo mismo otros nombres que debía de te-ner en poca consideración, como el del predicador culto Paravicino olos poetas adocenados que siguen al cordobés.

Muy posiblemente, Lope, como amigo del maestro manchego, reci-biera de sus manos alguna obra manuscrita donde se fustigase ese nue-vo lenguaje que estaba imponiéndose en la poesía lírica, y, presumible-mente, el autor de la Elocuencia española en arte inventase el peyorativoculteranismo que ha pasado a nuestros manuales de historia literaria ya nuestros diccionarios. Quizá no pueda saberse nunca, quizá tampocoimporte demasiado quién tuvo la feliz ocurrencia de denominar así losversos de Góngora y otros, pero lo que sí nos importa hoy, y de ello hequerido tratar en estas líneas, es la consideración que tuvo uno de losmás eminentes retóricos sobre uno de los fenómenos clave para enten-der la historia literaria de la España de los Siglos de Oro43.

43 En estos momentos estoy preparando una edición de los Comentarios junto con JaimeGarau y Juan Miguel Monterrabio, al amparo del proyecto de investigación «Estudioy edición crítica de las obras inéditas del maestro Bartolomé Jiménez Patón (1569-1640)». PB95-0016 (MEC-DGCYT).

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