Somos Los Que Encarnamos La Sociedad

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| 167 Intersecciones en Antropología 6: 167-186. 2005. ISSN 1666-2105 Copyright © Facultad de Ciencias Sociales - UNCPBA - Argentina “Somos los que encarnamos la sociedad” Jueces federales y narcotráfico en la frontera Argentina- Paraguay ¤ Brígida Renoldi Recibido 30 de Junio 2004. Aceptado 24 de Noviembre 2004 Brígida Renoldi . Programa de Pós-graduação em Sociologia e Antropologia (Instituto de Filosofia e Ciências Sociais, Universidade Federal do Rio de Janeiro). Núcleo de Estudos da Cidadania, Conflito e Violência Urbana (IFCS-UFRJ - Brasil). Núcleo Fluminense de Estudos e Pesquisa (UFF - Brasil). Centro de Antropología Social (IDES - Argentina). Centro de Estudios en Antropología y Derecho (CEDEAD – Argentina). E-mail: [email protected] RESUMEN Comprender los conceptos que organizan el pensamiento y las prácticas de los hombres, desde una perspec- tiva etnográfica, implica de algún modo pensar la idea de comunidades de pertenencia y referencia en las que se articulan sus miembros cuando comparten un conjunto de valores. Hablar del desempeño de los jueces fe- derales de la ciudad de Posadas es, por lo tanto, describir las categorías y conceptos que conforman los criterios para la toma de decisiones sobre la libertad o la prisión de un individuo que viola una ley, dentro de una orga- nización burocrática y política como es el Estado Nacional en sus diferentes niveles. Tales criterios resultan de relaciones sociales, por eso las decisiones fundadas en ellos no son neutrales ni estrictamente individuales, no reflejan una pura acción racional. Confluyen en estas decisiones los conceptos y valores creados por las diferen- tes comunidades en las que quienes deciden participan con sentidos determinados de pertenencia, no siempre unívocos ni exentos de conflictos y contradicciones. En este trabajo se describen algunos de los criterios para la toma de decisiones por parte de los jueces federales de un tribunal oral que resuelve casos de narcotráfico en Posadas, ciudad argentina de frontera con Paraguay. Palabras claves: Justicia Federal; Toma de decisiones; Argentina. ABSTRACT From the point of view of an ethnographic perspective, any attempt to understand the categories that organize thoughts and practices of the people implies to take into account the idea of ”community” as a point of reference and belonging for the articulation of its members that share a common set of values. In that sense, to talk about the work of Federal judges in the city of Posadas, Misiones, Argentina, is to describe the categories that organize their criteria in taking decisions on the freedom or on the imprisonment of individuals that violate the law, which is done inside a bureaucratic political organization which is the National State. These criteria are influenced by social relations and the decisions taken neither are out of the society in which they originate, nor are them individualistic judgments that only reflect an abstract and pure rational action. I am not saying that these decisions are influenced by univocal and non contradictory values. These values come from different communitarian belongings, sometimes from different spatial and historical contexts. To put it in other words, they do not reflect a “pure” rational action. Instead, they are the consequence of concepts and values created by different communities in which the judges participate with certain feelings of belonging-these feelings are not except of conflicts, ambiguities, and contradictions. In this work, I will describe categories that influence the criteria for the taking of decisions of Federal judges of an Oral Court that solves cases for trafficking in narcotics in Posadas, an Argentinean city at the border with Paraguay. Keywords: Federal justice; Taking decisions; Argentine.

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Renoldi

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    Intersecciones en Antropologa 6: 167-186. 2005. ISSN 1666-2105Copyright Facultad de Ciencias Sociales - UNCPBA - Argentina

    Somos los que encarnamos la sociedad Juecesfederales y narcotrfico en la frontera Argentina-

    Paraguay

    Brgida Renoldi

    Recibido 30 de Junio 2004. Aceptado 24 de Noviembre 2004

    Brgida Renoldi.. Programa de Ps-graduao em Sociologia e Antropologia (Instituto de Filosofia e Cincias Sociais,Universidade Federal do Rio de Janeiro). Ncleo de Estudos da Cidadania, Conflito e Violncia Urbana (IFCS-UFRJ - Brasil).Ncleo Fluminense de Estudos e Pesquisa (UFF - Brasil). Centro de Antropologa Social (IDES - Argentina). Centro deEstudios en Antropologa y Derecho (CEDEAD Argentina). E-mail: [email protected]

    RESUMEN

    Comprender los conceptos que organizan el pensamiento y las prcticas de los hombres, desde una perspec-tiva etnogrfica, implica de algn modo pensar la idea de comunidades de pertenencia y referencia en las quese articulan sus miembros cuando comparten un conjunto de valores. Hablar del desempeo de los jueces fe-derales de la ciudad de Posadas es, por lo tanto, describir las categoras y conceptos que conforman los criteriospara la toma de decisiones sobre la libertad o la prisin de un individuo que viola una ley, dentro de una orga-

    nizacin burocrtica y poltica como es el Estado Nacional en sus diferentes niveles. Tales criterios resultan derelaciones sociales, por eso las decisiones fundadas en ellos no son neutrales ni estrictamente individuales, noreflejan una pura accin racional. Confluyen en estas decisiones los conceptos y valores creados por las diferen-tes comunidades en las que quienes deciden participan con sentidos determinados de pertenencia, no siempreunvocos ni exentos de conflictos y contradicciones. En este trabajo se describen algunos de los criterios para latoma de decisiones por parte de los jueces federales de un tribunal oral que resuelve casos de narcotrfico enPosadas, ciudad argentina de frontera con Paraguay.

    Palabras claves: Justicia Federal; Toma de decisiones; Argentina.

    ABSTRACT

    From the point of view of an ethnographic perspective, any attempt to understand the categories that organizethoughts and practices of the people implies to take into account the idea of community as a point of reference

    and belonging for the articulation of its members that share a common set of values. In that sense, to talk aboutthe work of Federal judges in the city of Posadas, Misiones, Argentina, is to describe the categories that organizetheir criteria in taking decisions on the freedom or on the imprisonment of individuals that violate the law, whichis done inside a bureaucratic political organization which is the National State. These criteria are influenced bysocial relations and the decisions taken neither are out of the society in which they originate, nor are themindividualistic judgments that only reflect an abstract and pure rational action. I am not saying that these decisionsare influenced by univocal and non contradictory values. These values come from different communitarianbelongings, sometimes from different spatial and historical contexts. To put it in other words, they do not reflect

    a pure rational action. Instead, they are the consequence of concepts and values created by different communitiesin which the judges participate with certain feelings of belonging-these feelings are not except of conflicts,ambiguities, and contradictions. In this work, I will describe categories that influence the criteria for the taking ofdecisions of Federal judges of an Oral Court that solves cases for trafficking in narcotics in Posadas, an Argentineancity at the border with Paraguay.

    Keywords: Federal justice; Taking decisions; Argentine.

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    INTRODUCCIN

    Comprender las categoras que organizan el pen-samiento y las prcticas de los hombres, desde unaperspectiva etnogrfica, implica de algn modo pen-

    sar el concepto de comunidades de pertenencia y re-ferencia en las que se articulan sus miembros cuan-do comparten un conjunto de valores.1 Hablar del des-empeo de los jueces federales de la ciudad de Posa-das es describir las categoras que conforman los cri-terios para la toma de decisiones sobre la libertad o laprisin de un individuo que viola una ley, dentro deuna organizacin burocrtica y poltica como es el

    Estado Nacional en sus diferentes niveles. Tales crite-rios resultan de relaciones sociales y las decisionesfundadas en ellos no pasan por sobre ni por fuera dela sociedad, ni son decisiones estrictamente individua-les que reflejen una pura accin racional. Confluyenen ellas los valores conformados en comunidades di-versas situadas en un tiempo histrico y en un lugar,que generan en los que deciden determinados senti-

    dos de pertenencia, no siempre unvocos ni exentosde conflictos y contradicciones.2

    En este trabajo se describen algunas categoras que,en tanto valores, constituyen los criterios para la tomade decisiones por parte de los jueces federales de untribunal oral que resuelve casos de narcotrfico enPosadas, ciudad argentina de frontera con Paraguay.3

    Todo territorio de frontera es una convencin geopo-ltica que delimita la soberana de dos o ms estadosnacionales o provincias. En este sentido expresa lasparticularidades de un espacio social donde los agen-tes que lo constituyen y que se constituyen en l ocu-pan posiciones en un orden jerrquico de relaciones(cf. Alvarez 2002; Bourdieu 1997a:160). El territorio defrontera resulta entonces de procesos histricos derelaciones sociales que forman en los jueces diferen-tes sentidos sobre el trfico de drogas y sobre sus pro-pias prcticas como miembros del Poder Judicial delEstado Nacional Argentino. Estos sentidos y las tensio-nes que existen entre el histrico centro del pas (Bue-nos Aires, capital nacional) y el interior (las provincias)se expresan en el proceso de toma de decisiones. Es-tado, Poder Judicial, Justicia Federal en la frontera, jus-ticia, salud pblica, comunidad nacional, son concep-tos que los jueces entienden de modo particular porel hecho de habitar ese territorio de frontera constitui-do por distancias sociales a nivel nacional e interna-cional (Bourdieu 1997a:162-165).4 Los jueces interpre-tan la ley para poder aplicarla y es en ese acto quetales distancias se hacen explcitas.

    A travs de la descripcin de cmo se compone eltribunal de jueces federales, cmo conciben su trabajoy la importancia de determinados conceptos en la con-

    formacin de criterios para la toma de decisiones, seintenta hacer visible de qu forma los jueces participande una comunidad poltica que protege y reinventa cier-tos valores definidos por ellos como de la sociedad yque ellos remiten al nivel del Estado Nacional. Al mis-mo tiempo, en el proceso de toma de decisiones sedirime la centralidad de ciertos valores debido a queintervienen criterios no estrictamente jurdicos, creados

    en la experiencia cotidiana de vivir en una ciudad defrontera donde se acentan y refuerzan diferenciashacia el exterior y hacia el interior del pas.

    Para entender en qu trminos los agentes de laJusticia Federal producen y reproducen valores cen-trales, como miembros de una elite, es preciso definirprimero la nocin de centro, para luego entender enqu sentido se conciben como partcipes de lo queellos llaman elite. El centro, segn Shils (1996), es unfenmeno que pertenece antes que a la geografa alorden de los smbolos, valores y creencias que gobier-nan la sociedad y que constituye una estructura deactividades, funciones y personas articuladas dentro deuna red institucional. Es en esas funciones que losvalores y creencias centrales se encarnan y son pro-puestos (Shils 1996:53-54). Los jueces federales, loca-lizados en la ciudad de Posadas, en el desarrollo desus prcticas profesionales, participan de ese sistemacentral de valores que, a la vez que orienta la toma dedecisiones, es objeto constante de disputas sobre elsentido de las categoras que lo componen.

    Los valores contienen potencialidades crticas yamplitud de variacin, propiedades que permiten cam-bios en los modos de pensamiento. Las variantes delos valores centrales, que remiten a lo que es concebi-do por la sociedad como sagrado, pueden ir desde laafirmacin extrema hasta la negacin de esos valores(Shils 1996:55). En el caso de los jueces federales, laspotencialidades crticas se observan en lo que pien-san sobre la Justicia Federal y el narcotrfico, tantocomo en sus concepciones sobre la importancia detrabajar en zona de frontera.

    El acto de juzgar slo puede realizarse en la loca-lizacin de los valores centrales, es decir, en la prcti-ca situada de los jueces federales como miembros delsistema institucional central. El centro se reproduce ytransforma en la toma de decisiones de quienes deten-tan autoridad. En este proceso se configuran sentidosparticulares sobre conceptos vinculados al narcotrfi-

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    Jueces federales y narcotrfico en la frontera Argentina-Paraguay

    co que en parte se basan en valores centrales, pero asu vez los reformulan a la luz de experiencias que creanvalores locales (Renoldi 2003).

    Tanto abogados como jueces enfatizan el hecho detrabajar en la Justicia Federal como una particularidadque los diferencia de las justicias provinciales. El trmi-no elite con el que definen su pertenencia a un uni-verso compartido de reglas especficas, ya sean forma-les o informales, condujo a pensar el concepto de co-munidad, pues pareca tratarse de relaciones estable-cidas entre iguales (los mejores) con diferentes status quegeneran pautas y valores, organizadores de la prcticaprofesional y dinamizadores de los cdigos y leyes.

    Entre la literatura sobre el debatido concepto decomunidad se destaca la propuesta de Bailey (1971),quien sostiene que se encuentran comunidades endiferentes lugares con caractersticas diversas de aso-ciacin, formal o informal. Se refiere a la pequeapoltica como la poltica de la vida cotidiana, en la quela reputacin es un valor central y en la que las rela-ciones de amistad y el potencial de influencia sobrelas personas son predominantes. El autor entiende queuna comunidad puede definirse en el conocimiento ydominio que las personas tienen de ciertas reglas deljuego social, por el conjunto comn de valores y cate-goras, por una cultura compartida. Afirma tambin queest constituida por personas que se interrelacionan yque comparten sentidos sobre el ser y el deber ser. Ensu concepto de comunidad, la rivalidad y la disiden-cia son componentes activos; no se trata de la comu-nidad armnica y perenne. Este concepto evoca a losabogados defensores, fiscales y jueces, porque en eltrabajo que realizan de construccin de hechos jurdi-cos bajo ciertas reglas institucionales y morales, pare-cen constituir una comunidad en la que se pautan yreproducen valores, no slo jurdicos. Aqu, comuni-dad enfatizara las redes de relaciones que son signifi-cativas a partir de las experiencias y de trayectorias.

    Los profesionales de la justicia participan de unacomunidad jurdica y poltica a nivel nacional que losintegra no sin conflictos ni tensiones.5 Pero existentambin otros niveles de integracin a partir de los queconforman diferentes sentidos del ser parte de, y enlos que rigen principios variados de filiacin.6 Demodo que una decisin judicial no slo se abastecede los valores compartidos por la comunidad jurdicay poltica, sino que se vale tambin de los sentidosadquiridos en diversas experiencias y mbitos, en lasdistintas comunidades a las que pertenecen y por lasque fluyen o circulan. Aunque se perciba fsicamente

    a travs de territorios y de humanos que los habitanas como de secretaras, oficinas y ministerios adminis-trados por empleados pblicos, una comunidad pol-

    tica no surge del espacio fsico ni de la agregacinmatemtica de personas. Al mismo tiempo que nopuede existir sin espacios ni personas.

    LA JUSTICIA FEDERAL EN ARGENTINA

    La Justicia Federal, integrada por jueces que perte-necen al Poder Judicial, y por fiscales y defensores quepertenecen al Ministerio Pblico, se ocupa de resolveraquellos delitos que atentan contra el Estado, que da-an los valores pblicos supuestamente compartidospor la comunidad nacional.7 Hacia 1992 se reformen Argentina el Cdigo Penal Procesal de la Nacin yse incorporaron los juicios orales en la Justicia Fede-ral, dando lugar a un procedimiento mixto que com-bina el sistema inquisitorial (escrito) con el sistemaacusatorio (oral).8 Este cambio permiti que todas laspersonas procesadas por la ley de estupefacientespudieran participar en un juicio oral ante un tribunalde jueces, en el que se exponen las versiones sobre elcaso. La sentencia, como resultado del juicio, preten-de reparar un dao causado. Pues, en trminos jurdi-cos, toda ley existente protege un bien comn. Para laley actual de estupefacientes (23.737) ese bien es lasalud pblica. La nocin de salud pblica participade la naturaleza de lo sagrado, de lo que no debe seralterado y se presenta para los jueces como un valorcentral que justifica las tareas en contra de las drogas.Pensada como un estado de completo bienestar fsicoy mental, la salud pblica se remite a un conjuntoabstracto de personas sanas, que no padecen enfer-medades fsicas ni mentales provocadas por las dro-gas ilegales (Renoldi 2001). Uno de los jueces soste-na en una entrevista que miles de familias puedenser destruidas cuando los hijos adolescentes empiezana drogarse, enfatizando la idea de alteracin y ruptu-ra de la armona social, al mismo tiempo que colocan-do el nfasis en el poder (diablico) de la sustancia. Lasalud pblica parece ser vista como la salud de lossanos. Bajo este concepto, el ingreso de marihuana alpas, definido como crimen por el cdigo penal, pro-mueve la enfermedad que resulta de la adiccin a lasdrogas ilegales.

    Salud pblica alude as a un concepto de comu-nidad nacional que se define desde una perspectivaideal de armona, integracin y moralidad compartidapor los habitantes de un espacio definido territorial y

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    socialmente. La idea de comunidad nacional, plan-teada en este nivel de abstraccin, es construida comoideal de referencia desde un lugar -como espacio fsi-co en el que cosas y personas toman posiciones rela-cionales y reafirman distancias sociales (Bourdieu1997a)- que se diferencia de otros lugares, y da enconsecuencia un sentido particular a esa idea de co-munidad nacional.9

    Resguardar a la comunidad nacional de las prc-ticas y las personas que la ponen en riesgo requierede un tipo de autoridad bien diferenciada. Los miem-bros de la Justicia Federal en Misiones afirman esaautoridad al reconocerse como miembros de una jus-ticia de elite. Al mismo tiempo que se distinguen portrabajar en lugares de frontera territorial. Para enten-der la frontera como espacio fsico es preciso teneren cuenta cmo se dan las relaciones sociales queconfiguran el espacio social, expresado en ese espa-cio fsico. Se intentar explicitar de qu manera lasreferencias de los jueces al territorio remiten a relacio-nes sociales histricas que lo cargan de sentido.

    La salud colectiva y la territorialidad son dos cues-tiones formalmente muy presentes en la toma de deci-siones, pero no son las nicas que inciden en ese pro-ceso. Tales decisiones son el resultado de experienciasy relaciones que no se circunscriben a la institucincomo entidad cerrada y objetiva. Pitt-Rivers (1971) hapuesto de relieve los intersticios que dan vida a las es-tructuras de autoridad al mostrar cmo la amistad, entanto institucin informal, se articula con ella. Su traba-jo muestra hasta qu punto las relaciones sociales quese dan aparentemente por fuera de las instituciones for-males, las componen de manera activa y creativa.

    En el apartado que sigue se sita a los jueces fede-rales para describir cmo entienden su trabajo. Seobservan las reglas que definen sus tareas y los posi-cionan dentro de la comunidad poltica y jurdica, enun campo de disputas de sentidos. Se focaliza la des-cripcin en algunos criterios para la toma de decisio-nes como un resultado cultural que slo se entiendecon referencia a un lugar y a una historia. Las interac-ciones e integraciones en diferentes niveles de las co-munidades de pertenencia producen finalmente lasdecisiones judiciales.

    Nosotros, los Jueces Federales deMisiones

    El Tribunal Oral en lo Criminal Federal est ubica-do en el centro de la ciudad de Posadas, a 50 m del

    Ministerio Pblico (Fiscala y de Defensora).10 Ocupa,dentro de un radio de 10 cuadras, un espacio diferen-ciado respecto de los otros poderes provinciales. La

    puerta del Tribunal est siempre custodiada por gen-darmes, miembros de una fuerza de seguridad nacio-nal muy activa en el territorio argentino.

    Se estuvo presente en los tres despachos de losjueces federales del tribunal y todos tienen bibliotecasmuy prolijas que exponen libros de leyes y jurispru-dencia. Son grandes colecciones forradas en smil cue-ro con inscripciones en letras doradas. Las paredesestn adornadas con armas blancas de coleccin, fo-tos de familiares y con presidentes de la corte y de laNacin. Los escritorios superan los 2 m de largo y lossillones de madera son altos y rectos, de estilo clsico.Todo es majestuoso, desde los muebles hasta las lapi-ceras, trajes, peinados, anillos y pulseras en el caso dela juez. La forma de trato que reciben de sus secreta-rios es respetuosa y muy formal, cada dos palabrasagregan Doctor o Doctora, segn el caso, realzando laimagen ya superior de los jueces. Al menos as lo ha-cen cuando hay personas ajenas a la rutina del tribu-nal.11 Sus atuendos y las reverencias que se practicancon ellos denotan la autoridad que poseen.

    Al principio, visitar las oficinas provocaba la sen-sacin de entrar al Estado. Constitucionalmente, el Es-tado est formado por tres poderes independientes quese desempean en espacios urbanos fsicamente dife-renciados. Sin embargo, la articulacin que existe en-tre el poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial seactiva mediante redes dinmicas de comunicacin einfluencia que trascienden la separacin formal y seligan a otras redes, ms all de las instituciones guber-namentales del estado.12 En la Justicia Federal los jue-ces de la nacin que trabajan en Misiones, a pesar dehaber nacido en esa provincia en la mayora de loscasos, no son jueces de la provincia, sino que traba-jan en la provincia de Misiones, proyectando en par-te el poder Judicial de la Nacin y localizndose a tra-vs de redes con los poderes legislativo y ejecutivoprovinciales.

    El conocimiento sobre las prcticas del Poder Judi-cial permite entender algo acerca de esas distinciones.A medida que se daba el trato con los jueces y estoseran vistos en las ceremonias de juicios orales, se ha-ca evidente el rol que desempeaban como custodiamoral de la nacin.13 Las formas de conducir el juiciooral, el tono y la formulacin de las preguntas, los ar-gumentos de incriminacin que tomaban por interlo-cutor a un sujeto responsable, con iguales derechos

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    Jueces federales y narcotrfico en la frontera Argentina-Paraguay

    que el resto de los ciudadanos, racional antes que ra-zonable, colocaban al acusado como foco de ironasvarias veces a lo largo del juicio. Hasta donde se ha

    podido observar la interaccin est pautada en ciertamedida por conceptos sobre el acusado que respon-den a estereotipos de delincuente (mentiroso, calcula-dor, intencionado). Por ejemplo, eran recurrentes laspreguntas que acentuaban la intencionalidad en eldao a la salud pblica: usted saba que existe unaley que prohibe el transporte de drogas, no podra ha-ber ido a trabajar antes de transportar diez kilos de

    marihuana? o sabe que con esa cantidad miles dejvenes argentinos pueden convertirse en drogadictos?.

    Al mismo tiempo se not en las entrevistas que paralos jueces el Estado es visto como una organizacinparalela a sus funciones. Se deca el Estado no nosayuda en nada, ac cada juez arm su despacho condinero del sueldo, no hay recursos suficientes y esoatrasa y malogra el trabajo. Los conceptos de Estadoy gobierno eran definidos de formas variadas. Porgobierno entendan las prcticas polticas partidarias

    que lograban dominar las instituciones del Estado. Enmuchas oportunidades la idea de Estado apareca sub-sumida a la de gobierno, en una suerte de separa-cin entre la idea de instituciones y de polticas. En elcontexto de juicio se reconocan como parte del Esta-do, enfatizando en sus discursos la gravedad del con-trabando para el control fiscal y el atentando contra lasalud pblica de la comunidad nacional, argumen-

    tos que constitucionalmente estn reservados a los fis-cales (al menos en los procedimientos acusatorios). Porotro lado, cuando hablaban del gobierno se referana los polticos, afirmando que a veces un pedido delgobierno poda trastocar el curso de un proceso. Tam-bin en ocasiones los jueces se reconocan como esaelite que est por sobre o por fuera de tales distincio-nes, sin reconocerse como parte del gobierno ni del

    Estado. En cambio, en el trmino nacin se reflejabade algn modo el aspecto identitario, la idea de co-munidad amplia la de pertenencia, de responsabilidady de participacin colectiva de los argentinos. En la ideade nacin ellos se incluan con orgullo.

    Aunque conforman el Estado, cuando hablan del fuera del juicio lo ven ajeno, no se sienten respalda-dos ms que formalmente.14 Consideran que recibenaltos salarios, pero slo para poder responder sin pro-blemas a todas las formalidades que ellos consideran

    que la sociedad les exige (buena presencia, imagenpblica de majestuosidad, distincin social) y en algu-nos casos contratar custodia para estar tranquilos y

    correr menos riesgos fsicos, porque los riesgos ps-quicos no los previene nadie, tal como sostuvo enr-gicamente una juez federal en una entrevista sobre las

    particularidades de su trabajo.

    Experimentan la sensacin de ser personas pbli-cas, de poseer una privacidad restringida, de estar so-cialmente controladas como representantes y ejecuto-ras de la justicia. Consideran que su deber es estar alservicio de lo pblico, de la moral pblica, que girasobre el sentido del bien y de la proteccin de valo-res, como la honestidad, la responsabilidad y el respe-to. Se presentan como personas con altsimos gradosde responsabilidad y como objeto de privilegios y res-tricciones. No se consideran ciudadanos comunesdesde el momento en que tienen la autoridad y elpoder de juzgar a otros y, adems, desde que creenser vistos en sus funciones como modelos morales:racionales, justos, neutrales. Es parte de su trabajo ex-plicitarlo cuando hay oportunidad, y sobre todo de-mostrarlo en sus acciones (propsito que los sita ac-tivamente en las disputas de poder dentro del campojurdico).

    Los jueces tienen legalmente prohibidas algunasactividades, por ejemplo el juego, la militancia polti-ca, la opinin en los medios de comunicacin. En unaoportunidad una juez deca: estamos vigilados, comojuez no pods hacer nada que te exponga pblicamen-te, porque a los pocos minutos todo el mundo lo sabey hasta puede costarte el cargo. Llama la atencin queen Misiones un componente de sacralidad forma par-te de sus autodescripciones: circundados de prohibi-ciones ellos merecen un respeto superior, al mismotiempo que se distinguen del resto por el alto compro-miso de sus decisiones.15 Dentro del campo del dere-cho esta visin es reconocida y sostenida por otrosprofesionales en actos de reverencia, aunque no porello deja de ser cuestionada como reproductora devalores jerrquicos que legitiman el ejercicio del po-der. Un poder que habilita a tratamientos diferencialesde las causas segn la posicin social del acusado ycuya activacin hacia estos fines depende de influen-cias personales dentro de las redes que dinamizan esasprcticas institucionales.

    La preservacin de valores centrales que hacen ala autoridad, a la territorialidad y a la moral de unanacin, promovida por personas que conforman laselites de gobierno, incluye la capacidad crtica inscrip-ta tambin dentro de esos valores (Shils 1996). En laprctica ese potencial orienta transformaciones en elproceso de localizacin tanto en los valores centrales

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    primarios (ligados ntimamente a lo que se considerasagrado) como secundarios (las cualidades propias dequienes ejercen la autoridad).

    Si bien los jueces sostienen que la buena reputa-cin que deben construir en sus carreras pblicas afec-ta sus vidas privadas, la reputacin est estrechamentevinculada con la vida privada, con las historias de fa-milia, con el status de los apellidos en la ciudad y conlas trayectorias personales de quines iniciaron esaslneas de apellidos.16 En una de las tantas conversa-ciones que se estableci con uno de los profesionales

    de la Justicia Federal, se oy el siguiente comentario:Tengo muchos parientes abogados y jueces, quetrabajan ac y en Buenos Aires. La primera vez

    que analic un expediente fue con mi pap,cuando todava era muy joven, desde entonces

    lo ayud hasta que empec a trabajar solo,

    aprend con l todo lo que el derecho no te en-sea. Mi pap era un hombre muy reconocido y

    muy respetado, nunca nadie pudo decir que hizo

    alguna vez mal su trabajo.

    Cualquier delito cometido por un juez es conside-rado por la ley mucho ms grave que el que fueracometido por otro ciudadano. La contradiccin es in-tolerable porque pone en riesgo la integridad del siste-ma. Puede suceder que la institucin al mismo tiempoque los amenaza con la ley los proteja con algunosprivilegios que minimizan la pena o la hacen ms con-fortable.17 Se busca que esas situaciones trasciendanlo menos posible a nivel pblico para evitar el descr-dito en la institucin. Pero cuando trascienden se im-plementan estrategias para desvincular a la persona delcaso o bien aliviar las condenas porque, a pesar dehaber roto ciertos principios, siguen siendo conside-rados miembros de la elite.18

    Cuando reflexionan sobre los casos de jueces pro-cesados por incumplimiento de sus deberes pblicoso por la comisin de delitos coinciden en que desacre-ditan profundamente a la institucin judicial, provocan-do el descreimiento y la desconfianza pblica. Estasfiguras mal reputadas forman parte tambin del univer-so en el que ellos se incluyen. Tal como sostiene Bai-ley (1971), se trata de que los miembros de una co-munidad -quienes comparten un conjunto de catego-ras y un acuerdo sobre las reglas que asocian unascon otras- posean reputacin, mala o buena, pero quepuedan ser reconocidos en referencia a los valores quese custodian y que se pretende mantener en vigencia.

    Si la confianza en la institucin se ve amenazada

    por el mal desempeo de algunos funcionarios, tratan

    de recuperar la confianza pblica por medio de laexaltacin de neutralidad y legalidad en las sentencias.Uno de los mtodos que utilizan para asegurarse la

    neutralidad en el juicio es leer solamente la radiogra-fa del caso, resumen que se prepara a los jueces queno presiden el juicio para que sepan en qu consisteel proceso. Esa radiografa a menudo es hecha porlos empleados administrativos (ni secretarios, ni pro-secretarios), quienes son los primeros en tomar con-tacto con el caso, tanto en la fiscala como en la de-fensora y en el tribunal. El trabajo de estas personas

    es sumamente minucioso y son quienes acceden di-rectamente a toda la documentacin percibiendo loque falta y lo que est innecesariamente agregado.Tambin tienen la responsabilidad de que nada seomita ni falte en el momento del juicio oral (son agen-tes estratgicos por el conocimiento y dominio que tie-nen de los papeles). Aunque parece una tarea mera-mente burocrtica, se trata de un trabajo de configura-

    cin del hecho jurdico de gran compromiso; slo quees imperceptible tras la autoridad que inviste a las fi-guras centrales. Por ejemplo, los jueces que formal-mente asumen la responsabilidad por esos productos.

    Las radiografas son ledas en principio por quie-nes no presiden el juicio. En opinin de algunos delos magistrados cuanta ms informacin sobre el casodomine el juez previo al debate (juicio oral), mayoresson las probabilidades de asistir con un juicio ya esta-blecido. Esta opinin pone en evidencia la tensin

    existente entre los dos procedimientos, inquisitorial yacusatorio, y muestra tambin la posicin que ocupanlos jueces del tribunal en tanto conciliadores entre unoy otro.

    Los otros de afuera y los otros deadentro

    En un principio llam la atencin que al menos lamitad de los presos por violacin a la ley de estupefa-

    cientes fueran extranjeros, principalmente paraguayos,al mismo tiempo que slo se asisti a un juicio poresa causa a un ciudadano paraguayo, que condensparticularmente algunos de los conceptos que los jue-ces tienen formados sobre ellos.19 De modo que lamayora de estos extranjeros negociaba la pena antesde consumar el juicio oral, lo que significa hacerseresponsable por el delito (en realidad se trata de asu-

    mir la culpa) y desistir de esa instancia de defensa. Aesta resolucin llegan por iniciativa de los fiscales ydefensores y los jueces la aprueban.

  • | 173Somos los que encarnamos la sociedad

    Jueces federales y narcotrfico en la frontera Argentina-Paraguay

    Existen ciertos conceptos entre los jueces sobre lacondicin de extranjero del delincuente, en tantotorna ms rigurosa la decisin final en relacin con la

    pena. No es lo mismo ser argentino que paraguayoo brasileo. Esto es visible tambin en el rgimencarcelario a travs de los tratados internacionales que,en el caso de Paraguay, por ejemplo, no favorecen elretorno del prisionero a su pas, a menos que stepague las multas previstas, tasadas en cuatro veces elvalor de la carga de estupefacientes por la que fueimputado. Segn las autoridades de la justicia tal dis-

    tincin no es arbitraria, pues consideran que un delitocometido por un extranjero merece una sancin mssevera desde el momento en que la nacin argentinales brinda los mismos derechos que garantiza paracualquiera de sus ciudadanos.

    Sin embargo, es evidente que la categora de ex-tranjero slo adquiere relevancia descriptiva con refe-rencia al pas del que se trate. Por este motivo no su-cede lo mismo en el caso de los brasileos. Tanto lostratados con Brasil como con otros pases, son menos

    rigurosos en cuanto a la multa prevista para el cumpli-miento de la pena en su pas de origen. De algunamanera las formas en que se oficializan estos tratadosponen de manifiesto una historia que ha ligado desigual-mente a los pases en trminos econmicos y cultura-les.

    La descalificacin hacia los ciudadanos paragua-yos es notable frente a la valoracin del ciudadanobrasileo. El ejercicio de los trabajadores de la justiciano escapa al sentido comn que sostiene sus prcti-

    cas cotidianas en el plano local y que reconoce ciu-dadanos de primera y ciudadanos de cuarta categora.Entre estos ltimos se consideran los inmigrantes pa-raguayos, bolivianos y peruanos. La construccin delas diferencias culturales, referidas a la lnea imagina-ria que define una frontera, responde a esa relacindesigual e histrica existente entre los estados nacio-nales, particularmente activada en los espacios de

    proximidad fsica como son las ciudades de fronterainternacional.20 Las concepciones y decisiones de quie-nes trabajan en las instituciones judiciales sintetizan enalgn sentido la complejidad de estos procesos.

    No slo las fronteras internacionales permiten verel posicionamiento de los agentes en el campo jurdi-co. Las fronteras nacionales tambin son la expresinde diferencias y disidencias histricas y culturales enla constitucin del Estado. As, la disputa de valoresdentro del campo jurdico se traduce en una distincin

    -que en principio parece slo geogrfica- entre prcti-cas de la capital y de la provincia. Los sentidos en dis-puta estn directamente ligados a la percepcin de la

    frontera como zona de riesgo y contaminacin, a lapercepcin del territorio como espacio que hay quemantener seguro, que hay que controlar y a la idea decomunidad nacional, armnica, sana y sin conflictoscomo ideal deseable para el Estado Nacional.21

    En la distincin entre capital y provincia, estos jue-ces conciben sus diferencias con los jueces federalesbonaerenses, fundamentalmente los jueces de abajo,los jueces de instruccin, los que investigan para ob-tener pruebas que se plasmarn por escrito en un ex-

    pediente. Los jueces de Misiones sostienen que los deBuenos Aires en general son demasiado blandos yque ciertas posiciones garantistas que asumen respon-den al perfil de juez que ha predominado en BuenosAires a diferencia de otras provincias.22 Hablando so-bre esto un entrevistado de larga trayectoria en la ins-titucin sostena que:

    el juez burcrata es colocado para manejar po-

    der y se enloquece!! todos los jueces federales

    fueron pinches.23 En Buenos Aires empiezan co-

    siendo24 expedientes y terminan como jueces fe-

    derales. Ahora, con el Consejo de la Magistratu-

    ra hace 5 o 6 aos que no ascienden a juez. Mu-

    chos de los jueces de instruccin federales en las

    provincias son la definicin de Eugenio Zaffaro-

    ni, jueces coloniales, de familia. En Crdoba son

    todos de apellido y son de plata, entonces no son

    tan cholulos25 y no tienen necesidad de mostrar-

    se, no se deslumbran, cosa que s hacen los jue-

    ces federales de Buenos Aires.26

    La tensin planteada entre centro y periferia, remi-tida ms que a lugares geogrficos a estilos poltico-burocrticos, est organizando parte de la auto-percep-cin de los jueces. Es cierto que esta distincin nosurge con la prctica jurdica, sino que, adems deestar condicionada por la historia nacional que cen-

    traliz el poder poltico y econmico en Buenos Airesdesde principios del siglo XIX -relegando el poder delas provincias-, enfatiza el lugar que ocupa el tribunalde Posadas en el territorio nacional, segn los propiosjueces, en lo que atae al ejercicio de la seguridadnacional.27 Por un lado, los jueces de Posadas sea-lan que la responsabilidad que tienen al trabajar concuestiones de narcotrfico es mayor que en otras pro-

    vincias (por el hecho de que la droga ingresa al paspor las aduanas y ros de Misiones). Esta particulari-

  • | B. Renoldi - Intersecciones en Antropologa 6 (2005) 167-186174

    dad exige, segn ellos, un trabajo profesional de granautocontrol por tratarse de delitos que pueden seromitidos a la justicia mediante negociaciones ilcitas.Por otro lado, reconocen que para poder investigar elproblema del narcotrfico el principio de territoriali-dad es una limitacin altamente condicionante. Enningn caso se refirieron a soberana en lugar de te-rritorialidad.

    Ya se ha sealado al principio de este trabajo lo quesignifica la territorialidad para la Justicia Federal. Lasconsecuencias prcticas que acarrea ese principio ju-rdico explicitan la forma en que determinados valorescentrales son cuestionados y las dificultades para to-mar decisiones cuando entran en juego varios nivelesde integracin social.

    La arbitrariedad del territorio

    La Justicia Federal de Misiones interviene en todoslos casos de violacin a la ley de estupefacientes quese dan dentro de los lmites territoriales de esa provin-cia. Cada caso de flagrancia suele ser por transportede marihuana (slo a veces cocana) dentro del pas, yen algunas ocasiones por contrabando (pasaje por lafrontera). Es decir, que tanto la Polica como la Gen-darmera Nacional y el Poder Judicial intervienen enun fragmento de la red del narcotrfico. Los juecessostienen que la evidencia es el ingreso de la droga ala Argentina desde Paraguay. Pero la limitacin est enque las investigaciones federales slo pueden llegarhasta la frontera con Paraguay. La opinin de un ma-gistrado permite ver el problema de la territorialidadcuando se trata de hacer justicia y la forma significati-va en que se construye el peligro como provenientedel Otro lado, un Otro amenazante, un riesgo paraNosotros, que no se puede controlar.

    La droga no est ac, est en Paraguay, que es

    un pas inestable poltica y econmicamente, con

    una democracia hecha a los sopapos. La legisla-

    cin en el Cdigo Procesal te prohbe analizar el

    proceso fuera de tu Constitucin y fuera del te-

    rritorio. Con esto arrancs con la mitad en el ol-

    vido, porque no pods investigar en Paraguay,

    cas en conflicto internacional. El organizador detoda la red est del otro lado, nosotros persegui-

    mos los efectos del delito, pero el delito empieza

    en Paraguay, en todos los casos, porque ac, en

    Argentina, no se produce marihuana.

    El hecho de arrancar con la mitad en el olvidogarantiza legalmente la paz internacional. En este caso

    se observa cmo el trfico de drogas, para poder sertratado dentro del territorio nacional y definido comoun problema para el Estado, tiene que recortarse tan

    arbitrariamente como est recortado el territorio. Enrealidad, para poder juzgar hay que imaginar aquelloque es legalmente omitido. En el trfico de estupefa-cientes lo olvidado por el procedimiento judicial (o loque no puede contar en el proceso) es el circuito co-mercial de las drogas desde su produccin y venta enParaguay. No se trata de una imaginacin ficcional, sinode una construccin a travs de ancdotas que exis-

    ten sobre el problema, y que no tienen bases jurdi-cas, pues no se desarrollan investigaciones judicialesdel otro lado (aunque s secretas). Las ancdotas28

    componen gran parte de lo que es imaginado, y per-miten emitir juicios sobre cadenas de acciones desco-nocidas que se articulan en la dimensin imaginariade la que habla Geertz (1994) cuando se refiere a laprctica del derecho como un saber local.

    Estas historias cortas, las ancdotas, tienen podercreador y son pblicas, forman parte de los saberes

    locales. Ocupan un lugar central para imaginar el con-texto de los hechos y poder emitir juicios. Principal-mente cuando se trata de aspectos sobre los que nohay evidencias como es el caso de la produccin ycomercio de marihuana fuera del territorio nacional.En estas situaciones es muy importante lo que sesabe, la informacin que circula sin autores, los ru-mores, los chismes, porque son componentes claves

    del saber local.29 El dominio de la Justicia Federal ar-gentina termina en las fronteras geopolticas. Que setrate de una limitacin formal no quiere decir que existaun desconocimiento real sobre el problema que sejuzga, precisamente las ancdotas son una forma deconocimiento no directo a travs de narrativas. La re-flexin sobre el olvido en las investigaciones poneen evidencia la arbitrariedad con la que se definen las

    fronteras de un territorio y hace emerger, en palabrasde los jueces, la complejidad de las relaciones socia-les y las redes que no pueden conocerse ni controlar-se partiendo de la idea de territorialidad.

    A travs de las ancdotas se construyen en partelos hechos jurdicos y fundamentan en cierta medidalas acciones y decisiones judiciales. Al punto de quealgunos jueces, remitindose a las ancdotas sobreParaguay y sobre los paraguayos como si se tratara deevidencias, sostienen que al romper la cadena en el

    transporte se combate el delito de la droga, se lu-cha contra el narcotrfico.30 Las ancdotas que dancuerpo a los conceptos sobre Paraguay describen al

  • | 175Somos los que encarnamos la sociedad

    Jueces federales y narcotrfico en la frontera Argentina-Paraguay

    paraguayo como un hombre que cuando trabaja lohace en el mercado ilegal, que domina a la mujer y laexplota econmicamente; es el que vestido de blanco,

    de pies a cabeza, bebe alcohol durante todo el da jun-to a sus pares. Esta imagen supone tambin una perso-na traicionera, en la que no se puede confiar, menoscreer en su testimonio o declaracin en caso de seracusado o testigo. Segn la opinin de los jueces, queno difiere de otras opiniones generales en la ciudad, elparaguayo siempre intentar sacar provecho a travs dela mentira y nadie que se relacione con l saldr ileso

    de algn robo o estafa por pequea que sea.31

    Si bien no est permitido legalmente realizar inves-tigaciones en Paraguay se llevan a cabo investigacio-nes de inteligencia32 promovidas desde la Argentina,pero slo ofrecen informacin para orientar los opera-tivos cuando la carga ya ingres al pas, sin que lainformacin obtenida autorice a activar procedimien-tos judiciales en Paraguay. Un trabajo de mayor com-promiso incluira acciones alineadas en los acuerdosinternacionales que, aunque existen con la Repblicade Paraguay, no inciden en las tareas de colaboracininternacional de lucha contra el narcotrfico. En estalucha o guerra no todos los jueces consideran partici-par pues se trata de una poltica particular promovidapor los Estados Unidos que supone intereses especfi-cos en relacin con el trfico y con la destruccin deltrfico a travs de los productores, comerciantes yconsumidores (Malamud Goti 1994b).

    Los miembros de la Justicia Federal sealan ade-ms los problemas que plantean las diferencias entrelas legislaciones en la medida que no permiten esta-blecer una tarea armoniosa transnacional. Expectativaen algn sentido ingenua si se considera que se tratade Estados Nacionales con diferentes intereses en re-lacin con el mercado de las drogas y con configura-ciones particulares en que se articulan diferentes sec-tores de la sociedad.33 Este contexto no es meramenteinformativo, sino que est operando como trasfondoen las decisiones que derivan en sentencias. Formaparte del sentido comn judicial en la provincia deMisiones, sobre todo en quienes exponen las decisio-nes institucionales.

    La justicia argentina, al no poder extender legal-mente su competencia al pas vecino, limita su trabajo-as lo entienden los jueces- a las acciones que violanla ley 23.737 que son mayoritariamente delitos flagran-tes. Un entrevistado que, adems de ocupar un pues-to clave en la Justicia Federal, fue durante muchos aosgendarme en la provincia sostena:

    Los inversores estn en otro pas y la persona de-

    tenida si lo sabe, sabe tambin que le conviene

    callarse, porque si habla puede tener problemas.

    Adems, los inversores son personas muy pode-

    rosas la mayora de las veces, y con dinero pue-

    den hacer lo que quieren, desde inventar prue-

    bas a su favor hasta tergiversar totalmente todo y

    salir ilesos. Los abogados penalistas son caros,

    muy caros, no firman por menos de 10.000 pe-

    sos y se ve que ms de una vez aparecen defen-

    diendo a personas que no podran pagarles lo

    que cobran. Pero nosotros no podemos ir a in-

    dagar quin les paga, eso sera meternos a inves-

    tigar y no podemos. Ese es el problema del dere-

    cho penal garantista. Se balancea en la eterna

    duda entre libertad y seguridad. Si se quiere lle-

    gar a garantizar la seguridad se transforma en

    totalitario, pero el exceso de garantas del autor

    del hecho conduce a la inseguridad nacional.

    La inseguridad nacional parece ser una preocupa-cin de vieja data que ha ido configurando focos de

    riesgo y desplazndolos desde el interior (los indios,los anarquistas, los comunistas, los hippies, los estu-diantes universitarios, los ladrones) hacia el exterior (losinmigrantes latinoamericanos, los narcotraficantes, loscontrabandistas), siempre pretendiendo construir unanacin segura, sana y armnica, que pudiera jactarsede ser una comunidad nacional superadora de las di-ferencias entre las provincias (Oszlak 1982; Sain 2002;

    Salessi 1992).

    Quienes trabajan en las instituciones que velan por

    la seguridad nacional consideran que el trfico dedrogas es un tipo de subversin que condensa fuer-zas antidemocrticas. Aqu juega un papel muy im-portante la nocin de integridad nacional, pues pa-reciera lograrse y fortalecerse ante un fenmeno deestricto orden transnacional. El narcotrfico, al provo-car desorden y atentar contra la nacin, genera comoconsecuencia un fortalecimiento interno a partir de la

    metfora de guerra. Conviene no descuidar el poderde estos conceptos cuando se trata de polticas deestado, ya que no son expresiones ingenuas de la len-gua (Bourdieu 1996, 1989).34 La lengua oficial, que esla lengua legtima, incluye trminos tales como inte-gridad nacional, seguridad nacional, salud colecti-va y comunidad nacional que no son palabras ino-centes.35 Son conjuntos de valores articulados que

    crean imgenes de homogeneidad dadas como supues-tas, que legitiman los sistemas institucionales de auto-ridad en la configuracin del Estado Nacional (las prc-

  • | B. Renoldi - Intersecciones en Antropologa 6 (2005) 167-186176

    ticas legtimas) y provocan un efecto minimizador delas diferencias existentes. Ese proceso de homogenei-zacin se produce de manera particular en cada lugar.

    Al ser utilizados por los jueces los contenidos valora-tivos de cada expresin traern consigo una historiaque se inscribe junto a otras en un campo de disputassobre los sentidos de esos trminos. Son disputas porpoder.

    Nuestras diferencias no amenazan alTribunal

    El tribunal, compuesto por dos jueces y una juez,no es tan homogneo en su interior como se podra

    imaginar tratndose de una instancia que requiereconsenso para la toma de decisiones. Entre sus dife-rencias podra sealar las posturas en relacin con laley de estupefacientes, remitidas a formas de pensarque van ms all de lo que aprendieron en la Facultadde Derecho. Una de estas posturas es que la ley nodistingue grados de responsabilidad, lo que hace muydifcil definir una pena cuando la diferencia puede

    variar entre medio kilogramo y una tonelada de mari-huana. Quienes sostienen esta posicin son favorablesa una reforma de la ley que incluya multas antes queprisin, de modo que se descomprima el sistema car-celario inmerso actualmente en una importante crisisinstitucional.

    Otra de las posturas que marca el campo de dis-putas se basa en que ms all de la cantidad, existe undao, ya que el atentado a la salud pblica lo produ-

    cen tanto un kilo como cien: porros36 de un gramopueden arruinar la vida de una familia y matar a unageneracin entera. En opinin del magistrado las pe-nas deben ser altas y recaer con mayor peso en elextranjero que desafa la seguridad nacional. Difiere desu opinin uno de los jueces cuando sostiene que laley no ha previsto las circunstancias culturales y ac-cidentes geogrficos de la provincia, como el hecho

    de estar permanentemente expuesta por los ros quela rodean. En este sentido, propone que el contraban-do o transporte de estupefacientes por un extranjerodebera penarse con trabajo en planes comunitariosdurante el perodo que se encuentra detenido y luegoser expulsado con prohibicin de retorno. Estas dife-rencias pueden provocar disidencias en cuanto a lapena, cosa que resuelven por medio de la composi-

    cin: votan en secreto los aos de condena que cadauno aplicara y se promedia el resultado. De esta ma-nera, cada vez que los juicios individuales difieren entre

    ellos, llegan a un resultado comn que permite dictarsentencias, pero no se trata de una decisin por con-senso (Douglas 1996).

    Las posiciones descritas, que podran entendersecomo opuestas en el universo de jueces que se anali-zan, muestran que an dentro del tribunal puede ha-ber tendencias divergentes pero que no llegan a afec-tar su integridad. Al realizarse el mandato de llegar auna sentencia los valores elementales vinculados alEstado y a la nacin se actualizan localmente.37

    Expresan con orgullo que a escala nacional Misio-nes ocupa la primera posicin en implementacin dejuicios orales y nmero de causas resueltas, lo queresponde a diferencias de criterios y de funcionamien-to con otros tribunales. En varias ocasiones se escu-charon comentarios de los jueces que cuestionaban aalgunos de sus pares de la provincia de Buenos Aires,sealando las actitudes blandas en la aplicacin dela ley 23.737. Misiones, adems de un enclave impor-tante como lugar de ingreso y paso de drogas, se en-cuentra en relacin con Buenos Aires en la periferiageogrfica, a 1100 km de la Capital Federal del pas.Por un lado, esto refuerza la responsabilidad que ellossienten sobre la seguridad nacional, para ellos no eslo mismo trabajar en capital que trabajar ac, dondehay que controlar quin entra, con qu entra y paraqu. Por otro lado, deben adecuar la ley a las situa-ciones cambiantes en que se presenta el trfico dedrogas (formas mutantes de ocultamiento y transpor-te), ms frecuente que en la zona portea, debido alas rutas de ingreso de la marihuana. Por esta razn, elhecho de estar en primer lugar en ejecucin de juicioscoloca a la provincia en el centro, al menos en lo quehace a esta problemtica, y rompe de este modo conla dicotoma planteada en trminos geogrficos y pol-ticos de centro (capital, gobierno, poder) / periferia (pro-vincia, subordinacin institucional, obediencia polti-ca al poder nacional). En el momento de juzgar loscasos de trfico, los jueces federales de Misiones ga-rantizan, segn ellos, la seguridad de la comunidadnacional, a diferencia de otros jueces de Buenos Airesque no perciben la centralidad del narcotrfico por ladistancia que existe con la frontera con Paraguay.

    En los ltimos aos, aproximadamente desde 1990,se increment el ingreso de marihuana a la Argentina,con l aumentaron los juicios y se desbordaron lascrceles de prisioneros. El impacto que progresivamen-te provoc tal incremento en la resolucin de casos sepuede registrar a partir de los montos decrecientes enlas penas. Actualmente los jueces no aplican las mis-

  • | 177Somos los que encarnamos la sociedad

    Jueces federales y narcotrfico en la frontera Argentina-Paraguay

    mas penas que antes. Hace diez aos ingresar con 9kg de marihuana significaba cumplir la pena mximade 15 aos. Hoy, el transporte de esa cantidad recibe

    una condena mucho menor. De todos modos, las pe-nas aplicadas por los jueces en Misiones son superio-res a las que se aplican en Buenos Aires. Esta diferen-cia no slo responde a las tradiciones jurdicas (quesin duda tambin se definieron en funcin de particu-laridades locales), sino que est relacionada con laexperiencia de trabajar en lugares muy distintos. As loentienden los jueces de Posadas, quienes valoran la

    frontera como un espacio de gran importancia para ladefinicin del Estado Nacional.

    Los jueces consideran que las particularidades geo-grficas y polticas de cada provincia, configuran unapercepcin tambin particular del fenmeno del nar-cotrfico. Aunque pareciera que bajo el trmino Justi-cia Federal se englobara una prctica uniforme, queresponde a los intereses nacionales antes que provin-ciales, es perceptible una localizacin de valores quehace original a la Justicia Federal de cada provincia.

    Esto no escapa a las diferencias propias del campo ju-rdico ni a los conflictos desatados en su seno. Diferen-cias y conflictos que no llegan a disolver el sentido dela Justicia Federal como comunidad poltica para susmiembros, sino que la conforman.

    Cuestiones de justicia

    A medida que los jueces ofrecan sus relatos searm una idea de cules eran las cosas valiosas paraellos. Progresivamente se comenz a entender que laeleccin por el derecho estuvo inscripta en sus histo-rias familiares. Nacidos entre papeles, libros de leyes y

    expedientes, los tres jueces federales dan continuidada una prctica que en parte han aprendido en sushogares. De la misma manera algunos de ellos trans-miten la pasin por su trabajo a sus hijos y entrenan alos futuros trabajadores de la Justicia, ofreciendo lasherramientas ms importantes que colaboran con lareproduccin del campo profesional.38 Entre ellas noslo se cuentan las tcnicas, sino tambin ideas sobre

    las tareas que los colocan en el status de controlado-res, protectores y sanadores de las enfermedades de lasociedad.

    La prctica del derecho pareciera ser, al menos enestas historias, un espacio de construccin de senti-dos sobre el bien y la justicia en un sentido moral.Esa construccin se da tambin en el proceso de com-

    paracin con otros jueces o abogados que integran elcampo jurdico. Segn los entrevistados el hecho decompartir formalmente una misma tradicin jurdica y

    principios del derecho no garantiza el sentido compar-tido de los valores de bien y justicia. Los criterios parasus decisiones no surgen exclusivamente del entrena-miento en el uso de las leyes, sino que responden aun aprendizaje que engloba al derecho como tcnicao saber dentro de formas particulares de vida y depuntos de vista locales.

    El trabajo de los jueces federales en Misiones se daa partir de la idea de territorio que define el alcancefsico de sus poderes. El mismo es pensado como la

    expresin geogrfica del Estado Nacional. Segn lo quese ha visto hasta ahora la frontera internacional es unlmite real para las prcticas burocrticas sin necesa-riamente serlo en otros sentidos. El territorio nacionaltermina en el ro, en el puente, en una calle, y del otrolado la autoridad nacional pierde todo valor. Los jue-ces consideran que por medio de su trabajo reafirmanlos valores centrales que definen al Estado Nacional y

    los promueven a travs de las sentencias (entendidascomo el resultado justo de procesos contradictoriosde acusacin y defensa). Idealmente estos valores tie-nen que ver con las ideas de libertad responsable, deracionalidad en los actos individuales y de compromi-so colectivo con el mantenimiento de un pas moral-mente sano, sin corrupcin ni ilegalidad. Tomar estosvalores ideales como orientadores no quiere decir rea-

    lizarlos. Se trata de un proceso de significacin prcti-ca que los hace operativos al mismo tiempo que lostransforma.

    Coinciden en la idea de que estn obligados aaplicar las leyes creadas por el Poder Legislativo. Perotambin, al momento de aplicar las leyes a los casosespecficos, admiten que las tienen que interpretar apartir del Cdigo Procesal, que en su formulacin esbastante ambiguo, ya que trata de regular el proce-der. A diferencia de una frmula que gua los proce-

    dimientos con elementos qumicos, el Cdigo Proce-sal gua acciones en relacin con otras acciones -pe-nadas por el Cdigo Penal. Queda claro entonces quelos parmetros para la toma de decisiones excedenel marco jurdico, aunque no se divorcian de l sinoque lo hacen posible. La interpretacin del cdigodesde sus lugares, posiciones y relaciones, permite laaplicacin de la ley y de este modo concreta la uni-

    versalidad de las reglas jurdicas en el territorio na-cional (cf. Shils 1996:62).

  • | B. Renoldi - Intersecciones en Antropologa 6 (2005) 167-186178

    Para los jueces es muy importante que la imagenpblica de la Justicia, como entidad que representalos intereses comunes de los argentinos, sea confiable

    para la sociedad. Uno de los miembros del tribunalafirmaba que:

    La pena es un abstracto, es la respuesta que la

    sociedad le da a un delito. La escala penal es la

    medida con que la sociedad castiga el delito. Los

    jueces encarnamos la sociedad, no podemos dar

    la espalda a la sociedad, la sociedad reclama ms

    mano dura, que los culpables paguen por sus

    delitos y tenemos la obligacin de responder a

    esta demanda explcita.

    Si la Justicia Federal gana la confianza de la socie-dad, es decir, si los jueces alcanzan buena reputacina travs de sus funciones, aumentan las chances decolaboracin y de que el ejercicio de la autoridad sedesarrolle con menor conflictividad, precisamente por-que la confianza en ellos los inviste de un poder quepropicia su autonoma.39 La autoridad suscita as elsentimiento de lo sagrado que, por naturaleza, es au-

    toritario (cf. Shils 1996:56, 62).

    Esto se pone en evidencia en situaciones de crisis.

    Cuando, por ejemplo, pblicamente se denuncia ajueces por trfico de nios, drogas, coimas o enrique-cimiento ilcito, el sistema entero se ve amenazado yel peligro envuelve a todos en un efecto metonmicoque refuerza, como estrategia de defensa, un amparomayor en las leyes, una exacerbacin de legalismos,un estrechamiento en los criterios para la interpreta-cin de las leyes. Se trata de situaciones crticas que

    afectan a los valores y creencias de algn modo sacra-lizadas que gobiernan la sociedad (cf. Herzfeld 1992;Shils 1996).

    Por un lado, como respuesta a estas situacionesque consideran excepcionales, los jueces enfatizan losaspectos legales en las decisiones judiciales, provocan-do un efecto represivo antes que comprensivo o dearbitraje, es decir, reducen la interpretacin de la leyal nivel ms literal posible.40 En la toma de decisionesse actualizan los valores de responsabilidad indivi-

    dual, de salud pblica, de comunidad nacional yde justicia, pero dentro de un proceso de confluen-cia de valores muy significativos a nivel local, comoson la idea de territorio, de seguridad nacional, defrontera. La interpretacin de la ley se da en contex-tos particulares y el tratamiento de los casos vara deacuerdo a esos contextos. Es ah que se expresan lasdisputas en el campo jurdico, donde por medio de la

    disidencia, aceptacin, crtica o adaptacin, se afirmany reconfiguran los valores centrales. Cuando los jue-ces enfatizan las diferencias que existen entre los jue-

    ces de frontera y los otros jueces del pas, estn expli-citando en parte esta disputa.

    Por otro lado -marcando un poco el contraste conla exacerbacin de los legalismos- tambin reconocenque existen procedimientos ms y menos estrictos entrminos legales. Esta distincin parte de la idea de losjueces de que su trabajo consiste en someterse a laley para hacer justicia, para descubrir la verdad ver-dadera. Desde sus perspectivas la verdad se capta yse alcanza por medio de pasos ordenados. La verdad

    no admite transformaciones a lo largo del proceso, subase est dada por las pruebas, indicios, presuncionesy su correcta ligazn para dar cuenta del hecho delic-tivo. La verdad est all, esperando ser cautivada porun intrprete hbil. A la verdad real se llega a travsdel mtodo de la sana crtica racional que permite unainterpretacin coherente y una organizacin lgica delos elementos disponibles que reconstruyen el hecho

    delictivo.41

    Pero, a veces es necesario hacer justicia ilegalmen-

    te, como se escuch decir en una oportunidad, lo queoblig a repensar todo lo que hasta el momento pare-ca ser un estricto sometimiento a la ley. Esto significaque en ciertas situaciones la ley y el Cdigo Procesalcoartan decisiones consideradas como moralmentecorrectas por los jueces, que slo pueden tomarse fue-ra de lo que la ley manda, alterando pruebas o ava-lando procedimientos ilcitos a lo largo de la investiga-

    cin. Por ejemplo, puede suceder que en algn expe-diente falten las rdenes judiciales que autorizaron laconcrecin de un allanamiento por drogas. La ausen-cia de este documento invalida todo el procedimien-to, ya que se considera una violacin a los derechosdel ciudadano. Es aqu donde el sentido de justiciase entiende por fuera de los procedimientos formalesy permite, tratndose de preservar los valores de sa-

    lud pblica e integridad de la comunidad nacional,incorporar documentos de modo informal e ilegal, quepermitan viabilizar el proceso.42

    La justicia ilegal se torna as una va de solucina travs de la construccin de pruebas, de la inven-cin de rdenes de allanamiento, de la composicinde pericias, jugando fuera de los procedimientos lega-les con el propsito de que la ley finalmente se cum-pla. Es de pblico conocimiento que existen mecanis-mos de particularizacin de las leyes generales, lo que

  • | 179Somos los que encarnamos la sociedad

    Jueces federales y narcotrfico en la frontera Argentina-Paraguay

    tal vez no sea tan pblico es que esos mecanismos for-man parte constitutiva de la aplicacin de las leyes. Enestas concepciones del quehacer profesional se evi-

    dencian las caractersticas por las que se consideranmiembros de una elite, que se percibe con una auto-ridad superior al Estado del que oficialmente formaparte, con la libertad para desenvolverse por fuera dela Justicia como institucin, para trabajar dentro de laJusticia como valor tico. Este sentido tico del valorjusticia se configura en la confluencia de las pautasque organizan a la comunidad poltica y jurdica de

    pertenencia con las comunidades locales donde seforjaron las tradiciones familiares, y con las experien-cias personales localmente adquiridas.

    La tensin entre lo que la ley define como imputa-ble y lo que el sentido de justicia de los jueces dictacomo condenable no se resuelve fcilmente. Por unlado, para los jueces, respetar la formalidad legal ga-rantiza la permanencia de un mtodo y de una institu-cin. Por otro, puede alterarse el procedimiento en prode intereses particulares y no de una tica basada enel valor justicia. Pero, dado que esta decisin de alte-rar los documentos entrara a jugar en contra del or-den judicial formal, sera como estar frente a una misasatnica dirigida por un cura catlico, contradictorioen s mismo.43 Hay jueces y jueces! es una frase quehan repetido cada vez que las preguntas intentabanprofundizar en la cuestin, lo que confirma que notodos los miembros de las instituciones judiciales ope-ran estrictamente bajo los principios que constituyenel derecho (entre ellos igualdad, racionalidad, neutra-lidad), o en su metfora entonces, que existe ms deun cura catlico dirigiendo misas satnicas, presidien-do ceremonias contrarias a su investidura.

    Los lazos de lealtad para con la institucin estndados por la obediencia a los principios que rigen eltrabajo y por los sentimientos que ligan a las personascon una institucin en cierto modo sacralizada. Estosdos aspectos deben entenderse en el marco de lasreglas normativas y de las reglas pragmticas. Las pri-meras ofrecen el lmite de las acciones posibles y sus-tentan el juicio tico sobre stas. Son guas generalespara la conducta. Mientras las reglas pragmticas per-miten precisamente participar del juego aunque nonecesariamente con una estricta adhesin a sus reglasexplcitas (cf. Bailey 1969:5).

    Los trminos de la lealtad implican la adhesin apautas de obediencia y aquellos que no las siguenpueden llegar a ser tratados como seres contaminan-tes, en el sentido sealado por Herzfeld (1992) en su

    anlisis de la burocracia de los Estados Nacionales.44

    Sin embargo, hablar de pautas o reglas es hablar deprcticas para su seguimiento, de comprensin de lasreglas, aunque no necesariamente de su conocimien-to explcito.45 La comprensin de las reglas pragmti-cas les permite a los profesionales del derecho situar-se en el campo jurdico donde desarrollan sus tareassiempre con referencia a las otras comunidades a lasque pertenecen.

    CONCLUSIONES

    Analizar las prcticas institucionales limitndose alregistro de las reglas normativas slo conducira a unainterpretacin parcial de sus procesos. Se trata de en-tender cmo operan las reglas mientras estn en uso,lo que supone pensar grupos de pertenencia que es-tablecen tales reglas dentro de un juego. La idea decomunidad result una herramienta adecuada y fuetrabajada aqu en dos niveles. En primer lugar, comoconcepto terico que describe la organizacin socialde la Justicia Federal. En este sentido, la toma de deci-siones, no puede ser entendida dependiendo exclusi-vamente de las reglas y valores centrales que dominandentro de la comunidad poltica y jurdica a la queprofesionalmente los jueces adscriben. Por el contra-rio, debe ser pensada como la confluencia de diferen-tes valores de diversas comunidades de pertenencia yde referencia. Es en ese proceso que los valores cen-trales, que operan dentro de las instituciones centralesen tanto comunidades polticas, son transformados enla prctica, manteniendo de este modo tensiones yconflictos que actualizan el campo jurdico a nivelnacional. En segundo lugar, la idea de comunidad fuetrabajada como categora nativa, tratando de entendercules son los sentidos que se le atribuyen localmentee intentando definir, a travs de ellos, cmo se confi-guran los valores que confluyen en la toma de deci-siones.

    Comunidad nacional, en tanto idea presente enlos jueces, se articula con la nocin de salud pblicacomo bien custodiado por la ley. Se observa que, cuan-do se habla de delitos contra la ley de estupefacientes,esta nocin de salud pblica entendida como el com-pleto bienestar fsico y mental de un individuo no slodefine un ideal, sino que a travs suyo segrega a per-sonas, pues la salud pasa a ser considerada un atri-buto dado y no construido. Si en funcin de este con-cepto se define tambin la comunidad nacional, nilos consumidores de drogas que se entraman en el

  • | B. Renoldi - Intersecciones en Antropologa 6 (2005) 167-186180

    mercado ilegal, ni los propios comerciantes, puedenser considerados sus miembros.

    La idea de territorio define el alcance de las fun-ciones de los jueces federales al mismo tiempo quelimita sus acciones con los pases vecinos cuando se

    trata de trfico de drogas. Por un lado, la naturaliza-cin del territorio como espacio dado que hay queasegurar, acenta los valores que definen al EstadoNacional como soberano y que los jueces federales dela provincia, en tanto miembros de la Justicia comoinstitucin, defienden con argumentos que segn elloslos diferencian de otros jueces del pas. Por otro lado,lo positivo de defender el territorio nacional se vuel-

    ve negativo cuando se piensa el trfico en la red trans-nacional y se convierte en un impedimento para larealizacin de la justicia como valor tico. De esta for-ma se ven limitados a tratar los casos que llegan a lajusticia como si empezaran y terminaran en los even-tos de tenencia, contrabando o transporte, a pesar desaber que existe una red internacional a la que ellosno tienen acceso.

    No se podra decir que para los jueces el hecho depertenecer a la Justicia Federal tiene un solo sentido,

    del mismo modo que no se puede afirmar que catego-ras como estado, gobierno y justicia se definen paraellos como espacios ni como conceptos cerrados. Seincluyen y se excluyen del Estado de acuerdo a losfactores que en cada momento estn en juego. Tal esel caso cuando, sin ser los representantes del Estadoen el juicio oral (mandato que tiene por ley el fiscal),actan en su defensa y como miembros activos. Del

    mismo modo que al pensar en cuestiones de recursosy polticas estatales no se sienten representados por elEstado y se posicionan como elite, como comunidadmoral que ejerce el valor tico de justicia para el biende la sociedad como un todo.

    Las decisiones que implican juzgamientos de ac-ciones humanas no pueden ser tomadas como resul-tado del cumplimiento estricto de los mandatos formalesen cada institucin porque estos mandatos slo ope-ran mediante la interpretacin situada que se hace de

    ellos. La toma de decisiones muestra la confluencia delas tradiciones, las instituciones y las prcticas profe-sionales con las personas que en carne y hueso lasconstituyen. La institucin antecede e instituye a losjueces como tales y en el mismo acto que les otorgaautoridad les impone fidelidad en los trminos que lacomponen como institucin judicial, de jerarqua, deselectividad y de obediencia a la palabra escrita. Esta

    fidelidad es la que garantiza la proteccin de valorescentrales que al mismo tiempo se transforman a travsde las prcticas profesionales a nivel local.

    El Cdigo Penal de la Nacin se ofrece como mo-delo ordenado, no contradictorio, para la clasificacin

    de lo imputable y se plantea como el modelo inacep-table de accin humana en el plano nacional, tipificalas conductas. El Cdigo Procesal Penal gua terica-mente la manera correcta de obrar de los jueces, abo-gados y fiscales. Pero, estas guas escritas para tal obrar,aunque en su dimensin narrativa parecen coherentesy sin contradicciones, resultan al menos limitadas cuan-do se trata de tomar decisiones sobre un hecho judi-

    ciable como es el trfico de drogas.

    Tanto el juicio oral como el expediente que se

    construye por escrito en el proceso de instruccin es-tn organizados sobre la base de conocimientos yacciones que escapan en parte a la gua ideal del obrarjurdico (Renoldi 2003, 2004). Responden ms a unconocimiento local que a las formas jurdicas, as comoa un posicionamiento en el campo jurdico en el quese define lo local en relacin con lo nacional en tr-minos de disputas (Geertz 1994). Esta particularidad es

    una de las propiedades que caracterizan a la institu-cin judicial. Se caera en un error de interpretacin sise considerara que se trata de una evidencia de la cri-sis o de una falla en el funcionamiento institucional.No se trata de un error en el sistema -an cuando lasprcticas respondan cada vez menos a los propiosesquemas legales- sino de su propiedad central.

    En todos los casos la formulacin explcita de lasreglas de funcionamiento est sujeta a una interpreta-cin capaz de redefinir las reglas mientras estn en uso

    y sin salirse del juego institucional. En esa articulacinde reglas normativas y pragmticas se produce la lo-calizacin de los valores centrales -heterogneamenterealizados y a la vez hegemnicos dentro del campojurdico-, cuando se ponen en prctica en un lugar y atravs de acciones especficas. Todas las mediacionesque posibilitan la confluencia de valores (redes socia-les, comunidades de pertenencia, tradiciones jurdicas,

    posiciones) afirman o reducen la distancia social. Atravs de ellas se construye el poder local en el go-bierno nacional, poder que se define dentro de ununiverso de conflictos y tensiones sobre los sentidosde los fenmenos y sobre las formas de tratarlos pol-ticamente.

    Si los miembros de la institucin judicial no sonneutrales, no es porque ellos voluntariamente no se

  • | 181Somos los que encarnamos la sociedad

    Jueces federales y narcotrfico en la frontera Argentina-Paraguay

    lo propongan, sino porque la neutralidad valorativa laanula como institucin emisora de juicios, dado que noexisten valores neutrales ni juicios sin valoraciones,

    ni tampoco individuos que tomen decisiones aisladosde sus redes de pertenencia y de sus comunidades.

    Agradecimientos

    Quiero agradecer las lecturas que hicieron sobreversiones anteriores Mario Heler, Laura Colabella y

    Rolando Silla. Gracias a Beatriz Heredia por haber ge-nerado la inquietud que me llev a escribir sobre es-tas cuestiones. Agradezco tambin los comentarios deSofa Tiscornia y Ana Rosato, as como la colaboracinde Santiago Alvarez. Mis agradecimientos especialesson para todos los miembros de la Justicia Federal queparticiparon con inters del trabajo de campo. ArnoVogel y Ana Mara Gorosito Kramer habitan las entre-

    lneas de estas descripciones. La investigacin de la queforma parte este artculo fue desarrollada con el apoyofinanciero de la Secretara de Investigacin y Postgra-do de la Universidad Nacional de Misiones a travs deuna beca otorgada en el marco de un proyecto delFondo para el Mejoramiento de la Calidad Educativapara la realizacin del nivel de Maestra en Antropolo-ga Social.

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    NOTAS

    Una versin preliminar de este trabajo fue ofrecida comoconferencia en el Programa de Ps-graduao em PolticasSociais el 19 de agosto de 2003 en la Universidade Esta-dual do Norte Fluminense, Campos dos Goytacazes, Rio deJaneiro.

    1 A fin de ajustar el texto al estilo editorial de la revista,he tenido que reemplazar todas las expresiones narrativasen primera persona por la forma impersonal. Quisiera se-alar que un relato etnogrfico supone una experienciapersonal que busca rescatarse a travs de la narrativa enprimera persona. En este sentido, el uso de la primerapersona no es una cuestin de estilo, sino que es la conse-

    cuencia de una eleccin epistemolgica y metodolgicaque forma parte del mtodo etnogrfico.

    2 Los datos que se trabajan aqu fueron construidos con elmtodo etnogrfico en una investigacin realizada entrelos aos 1999 y 2002. El objetivo de esa investigacin fueentender cules son los criterios de clasificacin de per-sonas y conductas que orientan las decisiones de los jue-ces cuando se trata de juzgar delitos cometidos contra laley de estupefacientes 23.737. El trabajo de campo con-sisti en observacin de juicios orales y en entrevistas aprofesionales de la Justicia Federal, fundamentalmente alos jueces, por tratarse de actores centrales en el procesojudicial. Las descripciones que siguen (sin duda contra losprincipios de la etnografa) carecen de una contextuali-zacin rigurosa de la informacin y de los actores por ra-zones de seguridad, ya que se trata de un universo peque-o en el que la identidad de las personas debe quedar enel mayor de los resguardos.

    3 La idea de distancia social est elaborada en el artcu-lo de Bourdieu (1997b) con referencia a los conceptos delugar (localizacin en el espacio fsico) y espacio social(estructura de yuxtaposicin de posiciones sociales). Si seentiende la distancia como el intervalo que separa dospuntos del espacio o del tiempo (Larousse 1984), la dis-tancia social se refiere al intervalo o los intervalos rela-cionales que separan diferentes estructuras de posicionessociales.

    4 En adelante se utilizar las comillas para las expresio-nes literales, las cursivas para las categoras tericas yconceptos, y las comillas simples para aquellas categorasque han sido reconocidas como propias del mbito que seest describiendo.

    5 No se trata de una sociedad poltica jurdica, tampocode un grupo ni de una asociacin. Sin embargo, tras elnosotros reiteradamente enunciado por los jueces, de-fensores y fiscales, parecen existir algunos referentes co-munes, que describen la comunidad.

    6 El trabajo de Geertz (1967) sobre la composicin de laestructura social en Bali muestra que no es posible llegara una nica estructura que describa o unifique a todas lasaldeas. Su anlisis muestra, a partir de un concepto din-mico de estructura en transformacin, que el espacio fsi-co es excedido por el espacio social. Para el autor, losniveles de integracin y de disgregacin agrupan o dis-persan a las personas en las aldeas. Estos niveles, aunquese reflejan en espacios fsicos, son niveles de relacionessociales (la familia, el templo, la participacin en organi-zaciones). Su interpretacin ayuda a pensar los niveles derelaciones en los que se constituyen los jueces.

    7 A diferencia de una violacin sexual o un robo, queimplican directamente individuos y valores privados, lo quese ve daado por el delito federal es lo pblico, el Estado.Entre estos delitos se pueden mencionar, por ejemplo, lautilizacin para fines privados, o malversacin, de recur-

  • | B. Renoldi - Intersecciones en Antropologa 6 (2005) 167-186184

    sos pblicos, el contrabando, los crmenes que cometenextranjeros en el territorio nacional, el trfico de armas,de drogas, el incorrecto desempeo de una funcin pbli-ca, el terrorismo, los atentados con explosivos, los golpesde Estado, etc.

    8 Por va del inquisitorial se realizan las investigacionesque dan lugar al documento escrito, al expediente. En unsegundo momento, toda la informacin plasmada en esedocumento, jerarquizada en pruebas, se confronta en unjuicio oral con las versiones del acusado, de los testigos,del fiscal y el defensor. De ese proceso oral, que tomacomo base el proceso escrito, resulta la sentencia queemiten los jueces.

    9 La salud pblica como bien est ligada directamente alas ideas de seguridad nacional y de comunidad nacio-nal. La relacin entre el Estado y el pensamiento sanita-rio que dio lugar a las polticas higienistas propici y di-fundi valores nacionalistas a principios del siglo pasado,que hicieron de la salud pblica un bien preciado quedeba protegerse fronteras adentro. Esto llev a la imple-mentacin de polticas de control para la seguridad na-cional, la mayora basadas en la provocacin de un sen-timiento de pertenencia a una comunidad que posea losmismos valores y en la definicin de las fronteras territo-riales como lugares peligrosos por donde los vectores deenfermedades amenazaban con ms fuerza (cf. Salessi1992). Si bien no existen impedimentos para la atencinde extranjeros en los servicios pblicos de salud de Posa-das, siempre se hace referencia al hecho de que un por-centaje importante de recursos son utilizados con pobla-cin extranjera en su mayora ilegal.

    10 El artculo 120 de la Constitucin Nacional contienela creacin del Ministerio Pblico que est integrado porun procurador general de la Nacin y un defensor gene-ral de la Nacin. Fiscala y defensora comenzaron afuncionar, a partir de la reforma constitucional de 1994,como organismos independientes del Poder Judicial.

    11 Estas imgenes pblicas de distincin demuestran po-der y en ese acto tambin lo construyen (cf. Geertz1994:147-171).

    12 En relacin con las redes polticas en el mbito judi-cial ver Sarrabayrouse (2001, 2004).

    13 Aqu se refiere a la moral como la dimensin de cons-truccin de clasificaciones que atribuyen cosas a lugares.Originalmente arbitrarias, estas clasificaciones permitendefinir sentidos para distinguir lo aceptable de lo inacep-table. Se trata entonces al campo moral como el nivel deconstruccin de clasificaciones originalmente arbitrariasque permiten definir sentidos para distinguir lo aceptablede lo inaceptable (cf. Douglas 1973). Toda clasificacinparticipa y compone un orden moral (cf. Hertz 1990).

    14 Esta forma de concebirse dentro y fuera segn las cir-cunstancias es semejante a la lgica segmentaria que des-

    cribi Evans-Pritchard (1987) en Los Nuer. Dependiendode los intereses y las coyunturas las unidades de referen-cia que incluyen o excluyen varan, lo que muestra quela organizacin social es flexible, no es esttica, as comotampoco son estticas las categoras de adscripcin. Vertambin Barth (1969).

    15 Lo sagrado es entendido por Durkheim (1982) comoun espacio de comunin social que envuelve valores nosiempre religiosos. Es una categora dual, que inspira amory deseo, y que tiene el poder de generar el deseo por larealizacin de lo que es socialmente obligatorio. En estesentido, lo sagrado puede ser visto como campo moral.

    16 Un anlisis etnogrfico de la intimidad en relacin conla poltica en la ciudad de Salta fue realizado por Neiburg(2003). All el autor muestra la fragilidad de distincionesradicales como, por ejemplo pblico/privado, y la impor-tancia metodolgica de los microanlisis para la compren-sin de la poltica y la cultura en su dimensin temporal.

    17 En Argentina no existe prisin especial como enBrasil, por ejemplo. Sin embargo, en algunos casos, prin-cipalmente si se trata de polticos de renombre o impor-tantes empresarios, existen mecanismos que generan dis-tinciones y privilegios.

    18 Esto sucede tambin con polticos de larga trayectoriao funcionarios de Estado, lo que llama la atencin sobrela interdependencia e influencia entre los poderes consti-tucionalmente propuestos como independientes.

    19 Segn el Sistema Nacional de Estadstica sobre Ejecu-cin de la Pena (SNEEP) en el ao 2003 sumando conde-nados y procesados existe un total de 775 presos en Mi-siones, de los cuales 741 son argentinos, 24 son paragua-yos, 9 son brasileos y 1 de un pas no especificado. Deun total de 181 personas que se encuentran presas pordelitos federales, 22 particularmente lo estn por violacina la ley de estupefacientes. Para analizar la produccinde datos estadsticos ver Misse (1999).

    20 En relacin con migraciones de pases fronterizos aArgentina puede consultarse Benencia y Karasik (1995),Giorgis (1998), Grimson (1999, 2000), Trpin y Vargas (2004),Vargas (2005).

    21 Las tensiones que existen entre la provincia de Misio-nes y la Capital Federal tambin generan imgenes demutua contaminacin. Pero, al tratarse de un delito quecoloca en el centro a la Justicia Federal, esas diferenciashacia adentro si bien no desaparecen, se opacan, princi-palmente cuando el objeto de delito implica a extranjeros.

    22 Esta tradicin promueve las mximas garantas para elacusado y surge de una corriente crtica al derecho posi-tivo que sostiene que cuanto ms rigurosa es la ley, mayo-res son las probabilidades de incremento de los delitos.

    23 La palabra pinche se usa para referirse a las personasque desarrollan tareas secundarias en mbitos institucio-

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    Jueces federales y narcotrfico en la frontera Argentina-Paraguay

    nales d