SONAMBULA N° 13

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  • 8/2/2019 SONAMBULA N 13

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    Salta,Mayo2012

    DistribucinGratuita

    Ao 4 N 13

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    Ante todo queremos dejar en claro nuestro compromiso con el valor literario de lostextos que aqu se publican.

    Sonmbula ha sobrevivido ya trece nmeros y esto se debe a dos factores quequeremos poner de relieve: "los autores" y " los lectores". Los primeros, porquenos han confiado sus trabajos para poblar nuestras pginas. En esta revistaaparecieron y aparecen universitarios y autodidactas, muchos faltarn, pero sonlos que no han acercado sus trabajos. A los segundos, porque nos apoyaron (y losiguen haciendo), porque hubo, hay y habr, hombres y mujeres que comprendenque el imaginario de una cultura se construye desde distintos lugares de un mismolugar, con diversos aportes.

    Entonces, nuestro balance es satisfactorio. Nos sentimos haciendo un aporte yagradecemos que nos permitan acompaarlos un momento.

    Pero no, no nos disculpamos porque sali tarde este nmero: no quisimoscometer los mismos errores que en anteriores ediciones; tampoco pondremos fe deerratas: estas son cosas que pasan.

    Alejandro Chiri

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    Entro al aula y lo veo cmo resistir? Basta que me siente para recordar esasalabras: S, sals a buscar la noche (estamos todava en el siglo pasado) en mipoca las mujeres que queran casarse con un militar pasaban por un examensico, psquico y moral y si tu mam se caso conmigo es porque paso el examen. Alnal no importaba lo que dijese, todo termina en lo mismo. Pero por ms que seuejaran, por ms tilinga que me llamaran yo segua. Y hasta me gustaba. Yo sloejaba entrar entre la pollera de mi uniforme, la fra y dura pata de la mesa del

    upitre y pensaba en las noches.

    sta vez la nia roja tom el camino largo (el camino del tedio) y solo consigui

    alvar su vida. Con tanta obediencia se olvido del cuento.

    Fernanda Salas

    (Del libro Cuentos nios para chicos grandes, Salta, killa ediciones, 2010)

    Microrrelatos

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    LA NOCHE

    La nocheera un abismo incierto,bajo los prpados,sobre mi frente, junto a tu boca.

    Regabas al azar los besos,como flores de sombra

    y la tibia mansedumbre de la blusa,te ofreca mis pechos, coronados de luna.

    FIERAS

    Libres de tiempo,sujetos el uno con la otra.Remolino vivo, de cuerpo y vestiduras,en el breve espacio del encuentro.

    Piel con piel, mano con manocomo troncos ro abajo,en la vorgine de la espuma,del sudor y los besos.

    Gozbamos convertidos en fieras,para devolvernos mansos,cada uno a su rutina.

    Claudia Villafane Correa

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    JUEGO DE NIOS

    La nia, chorreando los mocos, arregla todo lo que va a necesitar. Como siempre lasexpectativas son lo ms importante. Carlita va armando su casita con unas sillas queunta en la cocina. Con apenas 7 aitos se las ingenia para techarla con la frazada nueva

    que cubre el viejo sof. Mientras sus tos hacen la siesta acostumbrada, sus primitos queuegan en el patio, patean una pelota de plstico hacia dos piedras que le hacen de arco,

    ignorando toda otra cosa que no sea su universo.

    Carlita lejos del aburrimiento se concentra en los quehaceres domsticos: mueve de unlado a otro unas hojas de gomero que serviran como milanesa para la comidita, endulzaun poco de agua y obliga a sus muecas a tomar el desagradable curasustos.Mauro, el ms grandecito, cansado de ganarle a su hermano entra en la cocina por unvaso de agua pero se distrae con la sopenca de la prima que hace no sabe qu cosa,debajo de esa especie de carpa.

    Al fin tiene todo preparado, abre una de las alas de su casa por el ruido, es el brutorubilingo de su primo El Mauri que al verla asomar le encesta, a modo de saludo, unpelotazo en la cabeza. Ella le responde con un llanto suave para no despertar a su taque seguro se enojara por el desorden. Preocupado, Mauri corre al refugio a ver si no laha matado con el efusivo saludo. Encuentra a Carlita hecha un mar silencioso de lgrimas.

    De miedo a que sus paps se den cuenta, entra a consolarla. Intenta sobornarla. Lepromete el oro y el moro por su silencio, la abraza, le hace cosquillas y, sana, sana colitade rana le dice mientras le soba la cabeza ya... ya.. no llors ms por favor, dale que yoera doctor y que vos estabas enferma dale?... dale que no le conts nada de esto a mispaps, sana, sana colita de rana.

    Hace mucho calor, ambos transpiran: la una suspira para contener el llanto del reproche,el otro disimula el temor a los padres.

    Ella se va dejando consolar: se deja sobar la cabeza dolorida, se deja abrazar, se dejaacariciar las piernas que no se haba golpeado, pero no le hace indulgencia de mirarlo,no le responde.

    A l le parece percibir en ella algo como felicidad: le acaricia hasta las rodillas con laseriedad indiferente y profesional de un relojero. l la va calmando. Ella se deja digitarla pancita redimida de culpas. Con la yema de los dedos sana..., sana..., colita de rana...

    Esa tarde, en medio del olor de la cocina, ella, secndose los mocos, se deja... sana sana...colita de rana... que no pasa nada...

    La Sosa(Desde Jujuy)

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    MIEL

    Gladis se sent en la cama, justo arriba de un crujido seco. La madera se habaendurecido igual que su matrimonio. Estas cosas pasan, pero esa noche larealidad se haba hecho insoportable. El rumor de que su marido tena a Claracomo amante se haba esparcido por todas las lenguas del pueblo. Losalmacenes estaban atestados de clientes que no compraban nada, solo iban a

    informarse de los detalles del adulterio.

    Gladis y Ramn se haban casado veinte aos atrs. Tuvieron algunas cositasoscuras, como todos los matrimonios, pero las superaron por los hijos, por lospadres, por miedo a estar solos, porque eso hace la gente cuando se casa:superar la oscuridad.

    Lo cierto es que esa noche Gladis se senta vieja y sin nimos para empezar denuevo. Su cuerpo era la mejor prueba de los esfuerzos y sacrificios que haba

    hecho. El vientre le hablaba de los tres hijos que llegaron justo con el cambio deluna. Sus ojos estaban opacos de las cortinas que ltimamente haba puestopara no ver; pero ella es Clara y su presencia es pura luz. Tiene 15 a os m enos yes su ahijada. Quien iba a decirlo. As estn las cosas.

    Apoyando las palm as en la cobija gastada se da fu erzas para ir al bao a lavarsela cara. Ramn la detiene.

    - No pu edo dejarla.- Que no pod s? Es mi ahijada Dios mo! Com o no te mors y me evits

    esta vergenza!- Te das cuenta de lo que decs?- Que si me doy cuenta? Lo deseo con toda mi alma Ojal se mueran los

    dos!

    Gladis sali corriendo de la casa hasta la estacin abandonada y se sent en elandn. Saba que haran un viaje, el fin de semana se iran como novios a lamon taa. Clara estaba ahora en el que era su lugar, con su auto y su m arido. Sehaba llevado toda su vida en p oco tiempo. D esalojada de la tranquilidad senta

    que era capaz de cualquier cosa.

    Se acerc alguien que bien podra haber sido una vecina, si no fuera por eldetalle de que Gladis jams la haba visto. Una mujer de unos cincuenta aos oms, de aspecto m uy hum ilde y con m uchas bolsas, ms de las que poda llevar.Su voz tena algo de m aternal.

    - Se siente bien seora?- Si, solo m e descomp use, pero ya estoy bien, gracias.- Qu iere que le avise a alguien?- No.

    - Vaya a ver a la Yola, ella la puede curar.- No creo que pueda curar lo que me pasa. No es un mal del cuerpo.- La Yola lo cura todo. Hgam e caso, vaya.

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    Gladis no podra precisar en que m om ento la seora desapareci con todas esasbolsas, pero la idea de ir a la Y ola le qued com o una m arip osa en la lengua.V olvi a su casa y vio a su m arid o en el sil ln durm ie ndo ya. Se encerr en lahabitacin y encontr algo de tranquilidad en el nuevo plan.

    La Yo la era la curand era del pueblo. Una m ujer com n qu e solo vea los orines ydaba u n diagnstico preciso. La cu ra eran una s hierbas y el costo a voluntad. Elmdico le mandaba sus pacientes y el cura los fieles. Sus artes habantrascendido las puertas de esa poblacin y reciba gente de lugares muyalejados. Gladis nunca haba sabido que la Yola hiciera otro tipo de cura que nofuera la del cuerpo, pero lo cierto es que nunca se haba preguntado esas cosashasta esa noche.

    Se despert a las 5 con un hueco negro en el pecho. Rpidamente se lav la caray pas un pein e casi a l descuido por una cabellera ajena a su dolor. Sali sinhacer ruido y se encam in a la casa de la curand era.

    Haba quince personas esperando con su frasquito en las manos. Fueron doshoras largas que le alimen taron a Gladis la rabia y los malos pen sam ientos.

    - Qu te and a pasando hija?- Acaso no sabe Yola? Lo saben todos en el pueblo. No hablan de otra

    cosa.- Y qu puedo hacer yo?-

    Eso dgamelo usted. Yo quiero que se mu eran.- Ests segura?- Eso quiero Yola, un funeral con dos m uertos.- Escrib en este papel el nom bre com pleto de tu m arido y al lado el de ella.

    Gladis procedi con la fluidez de los trm ites. Yola recibi el papel y le pregun tsi realmente estaba segura. Le advirti sobre las consecuencias funestas deltrabajo, sobre lo irreversible de los h echos. Le dijo todo lo necesario, pero G ladisestaba ham brienta de luto y le pidi que siguiera adelante.

    Y ola sum ergi el papel en m ie l y lo llev al horm ig u ero del fondo. En pocotiempo las hormigas haban hecho la faena y Gladis sinti un alivio como devie nto fresco.Regres a su casa y vio a su marido preparando las cosas para el viaje, Clara leayudaba.

    - Djenme verlos bien.- N o lo hags m s difcil Gladis.- Es la ltima vez q ue los veo, quiero verlos bien.

    Ramn fastidiado apur los preparativos y salieron antes del medioda. A lascuatro de la tarde lleg la noticia, el auto haba desbarrancado y ambos estabanm uertos. Gladis emp ez a sentir que la viudez le trepaba entre las piernas.

    Miriam Diaz

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    Tus nimas

    Los fines de semana esa callecita que rodeaba al parque, se converta en un

    paseo de compras, una feria de antigedades. Tita la estaba recorriendo por

    primera vez. Ah la vio, tambalendose entre un montn de chucheras viejas.

    Una cartera de piel de reptil que colgaba de su cadena dorada. La atraccin fuenmediata, como si una fuerza magntica no la dejara seguir avanzando.

    Hipnosis. No necesit regatear el precio que de por si era irrisorio. El perro que

    staba echado debajo del puesto de la feria, se paro como si le hubieran activado

    un resorte, sin desperezarse, la sigui un buen rato. Al llegar a su casa, Tita

    descubri que dentro del forro sonaban unas monedas, coladas por una rotura

    nterna vaya a saber hace cunto tiempo atrs. Era un poco supersticiosa ypens que sera mejor no intentar verlas, menos sacarlas.

    Esa misma noche el perro de la feria se estacion en la puerta de su casa.

    Tita, que no simpatizaba con nadie, hizo lo que pudo para alejarlo, chist,

    amenaz, zapateo, escupi, vocifer, reg, hizo volar cosas. El perro inmutable,

    volva cada noche, enredando su negrura en la oscuridad. Tita no necesitabaverlo, perciba su presencia desde dentro de la casa. El perro se echaba a la

    puerta de la reja, en la vereda y pasaba all toda la noche, vigilando. De a ratos,

    evantaba la cabeza con los ojos atentos, fijos en la ventana, escuchando,

    percibiendo, vislumbrando, quizs, alguna presencia.

    Cada maana antes de salir, Tita constataba que las monedas siguieran

    ah, sonando en algn recoveco. Se le haba echo mana. Despus del tintineo el

    perro se despeda con un suspiro hecho de ladridos.

    Un da las monedas no sonaron, despus de batir la cartera en todas

    direcciones, Tita decidi buscarlas, no entenda qu pasaba, desmembr el

    nterior de la cartera pero no las encontr. No haba monedas, no haba nada,

    olo silencio. Esa noche Tita durmi mal y el perro no lleg, nunca mas volvi.

    Haba desaparecido junto con aquel sonido a pasado. Tita se haba quedado

    ola.Jimena Pallarols

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    NIGHTCALL

    AuuuuuIts something inside youIt`s hard to explain

    Negra, negra poesa,

    como agujeros en los hombresesparciendo los cerebrospequea diosa al final de las palabrasciruela o plumaguerra y sangreextrao destino de un poemay en las calles el llamado de la noche.

    Oh el llamado de la noche!

    Yo,Yo he visto el aullido de los cuerposlos dientes del poemael centro de la vida, vaca y ordenadami cama, manchada y profundapor tu ausenciaY de noche su llamado!

    Yo quiero intentar cruzartesonido de arpa y de loboatreverme a amartey despojartede tus sueos de pjaro infamepero tienes algo en el fondomi enemiga, my nightcall de los Viernes

    Oh el llamado de la noche!

    Yo escucho tu llamadoprostituta del jardn,sierva helada, palabra torcidaboca lunar sin retornoyo siento el tedio de la vidayo presiento mi final...furia y puntos!

    Amor estepario de los lumpenesy de nuevo la noche y de nuevo su llamado

    su llamado su llamado que no cesa

    Dario Liendro

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    Hoy es el fin del mundo

    Estoy en riesgo

    vaca de sentidos

    no tengo palabras profundas

    me repito una y otra vez

    en este laberinto de voces

    muerte-vidabelleza-miseria

    amargura-pasiones

    alsas dualidades del paraltico

    Dicen que hoy es el fin del mundo

    No quiero una escalera

    para subir al cielo porque de all soy

    o sea voy y vengo

    empiezo en el piso

    y en segundos

    encuentro boletos areos

    Y me ratifico con ojos/ ganas / sed

    vulnerable de tan desnuda

    y pobre

    Y me sostengo rebelde

    porque de aqu no me bajan

    si no quiero

    y aunque me lleve el demonio

    y el mundo reviente en minutos

    no me voy

    Bailar

    con este orgullo salvaje

    de las sobrevivientes

    de las hurfanas-viudas

    insumisas brujas

    porque sigo viva

    y el mundo no se nos acab

    Carmen Saavedra (Desde el D.F. Mexico)

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    Nicolas Ricci(Desde Hurlingham, Buenos Aires)

    En sus sueosTread softly because you tread on my dreams

    W. B. Yeats

    l se acerc lenta, cautelosamente, y ella lo vio venir. Le dijo sin temblorque ella caminaba en sus sueos, que nada en el mundo exista exceptoella. Tom su mano tibia y esper. Ella sinti el horror de ser objeto de tanferviente amor, de tal deseo. Mir a los ojos tristes de aquel hombre ysinti que sus sueos eran demasiado pequeos, que no podan contenerla.Se sinti ahogada y retir su mano de las de l. Ninguna otra palabra fuedicha.

    Por donde entra el gato rayado

    Con la lluvia se termin de hinchar ms, tal vez el vidrio se rompa, mil pedacitosque buscan donde clavarse, como garrapatas. Pero la ventana no se rompi, solo sehincho la madera, mala madera, de pino seguro, con clavos philips no, seguro. Laluvia, eso. Fresca, mesurada y temperamental. Lluvia de barbaros que crea arboles

    para las ventanas de los civilizados.

    Cecilia Toconas

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    apa y contratapa ilustradas porartn Cordoba