SUPLEMENTO CULTURAL - HP 373

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Comunicante Comunicante Comunicante VIERNES 27 DE MARZO DE 2015 SUPLEMENTO CULTURAL 22 Las ventajas del parricidio (o cómo desacralizar a Paz en dos pasos) Paso 1: Paz como un dictador cultural capaz de apaciguar la ola de la nueva poesía; paso 2: Paz como una sombra capaz de obstruir el talento de Elena Garro. Hablemos mal del cumpleañero, ¿quiere? El intelectual en su laberinto Para bien o para mal, lo haya pretendido o no, Octavio Paz se convirtió en el icono del intelectual mexicano La guerra de Paz es con la palabra. A 101 años de su nacimiento, el Nobel sigue vivo, al menos en el imaginario colectivo cuando la carne se vence al inexorable paso del tiempo Por: Carlos Yescas Págs: 4 y 5 Daniel Azdar Págs. 6 y 7 Juan L. Simental Pág. 8 Las guerras de Paz

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Las guerras de Paz

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ComunicanteComunicanteComunicanteVIERNES 27 DE MARZO DE 2015 SUPLEMENTO CULTURAL 22

Las ventajas del parricidio (o cómo desacralizar

a Paz en dos pasos)

Paso 1: Paz como un dictador cultural capaz de apaciguar la ola de la nueva poesía; paso 2: Paz como una sombra capaz de obstruir el talento de Elena

Garro. Hablemos mal del cumpleañero, ¿quiere?

El intelectual en su laberintoPara bien o para mal, lo haya pretendido o no, Octavio Paz se convirtió en el icono del intelectual mexicano

La guerra de Paz es con la palabra. A 101 años de su nacimiento, el Nobel sigue vivo, al menos en el imaginario colectivo cuando la carne se vence al inexorable paso del tiempo

Por: Carlos Yescas Págs: 4 y 5

Daniel Azdar Págs. 6 y 7 Juan L. Simental Pág. 8

Las guerras de Paz

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Veo a Villaurrutia, siempre bien peinado y discreta-mente elegante, sentado

en la medianoche ante una alta ventana abierta al vasto espacio lunar de la Plaza Mayor de la ciudad de México, el “Zócalo”: un lugar nocturno y desolado, el co-razón capitalino del espanto. Allí, allí está Xavier quieto, elegante, mudo, intoxicado de noche y de silencio, estatuario casi.Se le ve lúcido y alucinado, observando obsesivamente la luna de gran rostro fantasmal

como una blanca rosa inmensa, de pétalos erizados y filosos, que tan despaciosamente da vuelta en torno a su tallo: un eje en el ojo, una joya vegetal que se diría presa en un bloque de cristal de roca, acaso de obsidiana. Entonces el poeta insomne y a la vez soñador, el dandi discreto, ajustándose con gesto preciso el nudo de la bien entonada corbata, concluye en silencio el poema y acaba de nocturnizar a la Rosa.En un silencioso juego terminal

con el tiempo, con el destino y consigo mismo, que había nacido el 27 de marzo de 1903, Xavier murió en una fecha de celebración, no durante la no-che, sino a las ocho de la maña-na del 25 de diciembre de 1950 y en su ciudad natal/mortal. Es decir que, habiendo nacido con la primavera, desnació en el Día de la Natividad. El poeta de turno nocturno se volvía un fantasma de la mañana en la sincera pose del insomne so-námbulo deseante de su Noche,

Efemérides que vale tener en cuenta: 25 de marzo de 1926, nace Jaime Sabines; 26 de

1827, fallece Ludwig van Beethoven; 27 de 1903, nace Xavier Villaurrutia; 28 de 1936,

nace Mario Vargas Llosa; 28 de 1941, muere Virginia Woolf; 28 de 1942, muere Miguel

Hernández; 29 de 1982, muere Carl Orff; 30 de 1853, nace Vincent Van Gogh; 31 de 1596,

nace René Descartes; 31 de 1727, fallece Isaac Newton.

El 27 de marzo es Día Mundial del Teatro. “El teatro conmueve, ilumina,

incomoda, perturba, exalta, revela, provoca, trasgrede. Es una conversación compartida con la sociedad. El teatro es la primera de las artes que se enfrenta

con la nada, las sombras y el silencio para que surjan la palabra, el movimiento,

las luces y la vida”, Manifiesto del Teatro 2006, “Un rayo de esperanza”.

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Las Efemérides

Director Editorial / Juan Lorenzo Simental Editor / Ricardo Bonilla Editor / Daniel Azdar Diseño / Grupo Editorial HADEC

Xavier Villaurrutia, poeta nocturno, desvelado, hipnotizado

VIERNES 27 DE MARZO DE 2015

“No hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la

libertad de mi mente”,

Virginia Woolf. (Murió el 28 de marzo de 1941).

y, con el rostro pajaril, la gran mirada húmeda, bien rasurado y peinado, se anudó correctamente la discretamente vistosa corbata, esbozó una sonrisa, desplegó las soñadas alas de ángel y como si se lanzara a la página del espejo se tiró al cielo por entonces desmesurado y limpio de la ciudad de México que aún no era ciudad-Smógico. (Tomado de “Xavier Villaurrutia”, de José de la Colina; Letras Libres, marzo de 2003).

Nomás por hablar de algo

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VIERNES 27 DE MARZO DE 2015

Pesas, cardio y otras sutilezas

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Querido entrenador de cardio: Le informo mediante este medio de co-municación escrito, ya que si lo hago per-sonalmente nunca lograré que mi ritmo cardiaco se equilibre para poder articular palabra. Siempre que le quiero comentar algo mi lengua está de fuera y los ojos no logran ubicarlo.

Quiero poner una cosa en claro: me gusta hacer deporte, sé los beneficios de este, pero no pienso convertirme en un mártir de la causa. Quizá no le parezca adecuada mi forma de presentarme, pero considere que estoy en un grupo donde sus alumnas pueden ser las amigas de mis hijas y, ¡por nada del mundo!, puedo tener su energía y, mucho menos, vestirme igual que ellas.

Maestro, por temor a la furia de los dioses y por piedad de mis semejantes, déjeme seguir llevando mis camisetas a la rodilla, los pants holgados que tanto ado-ro y de color gris, y mi banda en la frente al estilo “Olivia Newton John”. No es que no quiera llevar la respiración: aunque me cuente en el oído, nunca podré llevarla al ritmo de mis compañeras; ellas hacen: “uno, dos”, y yo suplico con un “¡pare, pare!”. Lo que le sugiero es poner un tan-que de oxígeno a la mano para que las per-sonas, amas de casa y madres de familia, como yo, puedan sentirse seguras en el calentamiento.

Me gusta la selección de música que hace para nuestra rutina de ejercicios, pero la última vez que puso “heavy me-tal” me sentí parte de un concierto en el estadio Azteca, retumbaba de tal forma la batería en mi pecho que, incluso, ya en el carro camino a mi casa no dejaba de mo-ver la cabeza y poco me faltó para aullar al ritmo de la estridente melodía.

¡Por piedad!, a mi edad ya soy muy susceptible. ¿Por qué no prue-

ba con algunos tambores africanos?, dicen que hablan un idioma ancestral y ancestral es una palabra que me queda muy bien en estos días. No fumo, no tomo, no me desve-lo, ¡por qué tengo que dejar la Coca Cola! ¿No le parece injusto?

A lo mejor no estamos hablando en un mismo plano, pero después de tres cesáreas,

un examen profesional, pa-sar un curso de dactilogra-fía, ganarle el verde a los autobuses de ruta cuando es tarde para entregar a los niños en sus clases y leer la colección completa de “Gritos de agonía y otros

aforismos”, para entender a los adolescente de mi casa, es justo y válido poder aspirar a un Coca Cola antes de convertirme en un asesino en serie.

Me agrada su clase, y si es que cuando usted dice: “¡arriba ese ánimo!”, yo lo in-terpreto como: “arritmia cardiaca”; cuan-do dice: “¡abajo esa grasa acumulada!”, yo murmuro: “un poco más y quedaré lisiada”; cuando motiva con: “¡este verano todas con bikini en las playas!”, yo evoco: “un momento de tranquilidad sin niños y en mallas”…

¿Puede entender cuán-to me sirve su clase? Sé que mi coordinación no es la que desea en su clase, pero puede verlo desde este punto de vista: yo le recuerdo lo afortunado que es de gozar de vitalidad, salud y juventud; si todo eso lo canaliza y lo entrega como un sacrificio y la salvación de su alma, le aseguro que en esta Semana Santa no tendrá que hacer el vía crucis ni visitar los siete templos. Sus pecados ya están perdonados.

Pero la finalidad de la carta no es esa. Yo le escribo en nombre de todas aquellas personas de mi generación que vivieron con Flans y creyeron que “El Chapulín Co-lorado” era el mejor súper héroe, ¡y “natu-ralito”!, ya que no utilizaba efectos especia-les. A nosotras nos interesa cuidar nuestra

salud, pero nunca, en ningún momento, reflexionamos que pudiera ser algo como la “cosa nostra”.

Ya me cansé de caminar como “eslabón perdido” los fines de semana, de recurrir a masajes ortopédicos porque el cuello se ha negado a voltear del lado izquierdo y de pedir ayuda para levantarme de la silla del comedor porque mi cintura (o donde se su-pone que debería estar) no responde.

Por lo tanto, y a nombre de ellas, le su-giero: ejercicios menos violentos, suprimir las lagartijas (eso lo compenso cuando voy a podar las plantas del jardín y sacar la mala hierba), las pesas (que son cosa del diablo; me recuerda las bolsas de basura que tengo que sacar para cuando pasa el camión y le aseguro que no son de dos kilos cada una), los ejercicios para glúteos (sinceramente es una causa perdida; además, Jennifer López nunca ha sido mi cantante favorita).

Podemos incluir sonidos de musicotera-pia que ayude a que el ambiente esté más relajado y folletos de información de casas de descanso, cursos para hacer velas o los mejores libros de lectura para relajarse en

casa. Quite todos esos pós-ter de estrellas del deporte que están más allá de la perfección y solo me re-cuerdan lo infeliz que soy. A propósito, el póster de Ana Gabriela Guevara no queda muy bien en el pasillo de

los sanitarios, porque todos los muchachos creen que es el baño de los hombres y se van con la finta.

Agradezco de antemano las atenciones recibidas y sírvase a no hacer caso omiso a nuestras súplicas.

Atentamente: Nadia del Rayo.

PD.- Pero no se preocupe, ya pedí informes en la Escuela de la Ter-cera Edad y están encantados de recibirnos.

Por: Nadia Bracho

MELOMANÍA

Satín y Seda

Cuando los buenos deseos se convierten en un auténtico calvario

No fumo, no tomo, no me desvelo;

¡por qué tengo que dejar la Coca Cola!

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Son 101 años del nacimiento de Octavio Paz. Y es que, cuando alguien logra la trascendencia, sigue cumpliendo

años, pues sigue vivo, al menos en el imaginario colectivo cuando la carne se vence al inexorable paso del tiempo. “No me preguntes cómo pasa el tiempo”, diría José Emilio Pacheco, y no hay por qué preguntarlo, sino observar el discurso de esa misma cronología, para conocer las batallas, las guerras de Paz.

Desde la infancia el encuentro con las disyuntivas: Irineo y Octavio, el grande: la Revolución y el Profiriato, con lo que arranca el siglo XX mexicano, que a Paz le tocaría recorrer casi en su totalidad, con una visión ciertamente intelectual, siempre en la búsqueda de esa colectividad, del ser, en específico del ser mexicano, recorriendo, paradójicamente un camino solitario por momentos.

Destacado más por su obra de ensayo, que incluso en las librerías se comprueba, pues es cosa común ver en los estantes una copia de “El laberinto de la soledad”, y no tan fácil encontrarse con “Piedra de Sol”, en Paz se encuentra también un poeta, y que según narra él mismo, primero escribió Poesía, en la infancia, y fue hasta la adolescencia que comenzó a esbozar sus ensayos.

Desde 1950 surge el Paz consumado, primero a nivel nacional, y comienza a ganar terreno a nivel internacional, con una prosa exacta que busca la piedra filosofal del mexicano: ¿quién es el mexicano? No es una pregunta fácil, y esto plantea una guerra, que no se soluciona, como muchos piensan, con decir que “todos somos hijos de la chingada”. Frase que en la actualidad toma mayor vigencia que nunca, y quizá fue una premonición, una herencia de este intelectual, tan arraigado a su siglo XX, para las generaciones del XXI, como se lee en “Piedra de Sol”:

El Paz poeta, en ocasiones escondido tras la filosofía, el tufo intelectual, pero siempre profundo, pues si en sus ensayos está buscando al mexicano, esa entidad todavía ignota, en sus poemas se busca a sí mismo, se cuestiona y se responde, lucha, batalla, entra en guerra constante con su historia y la histeria colectiva del mundo, pues vive una parte de la Revolución, la Guerra Civil Española, las dos guerras mundiales, el 68 mexicano, el mayo de París; parece que Paz, está hecho también de guerra. Y sigue en “Piedra de Sol”:

Pero no todo es desgracia, ni este un texto dramático. Los viajes, las guerras, internas y externas, le permitieron conocer a otros poetas, grandes poetas, como Neruda, César Vallejo, Miguel Hernández, Antonio Machado, y también a un brujo y antipoeta como Vicente Huidobro, otros incansables visionarios de la Poesía.

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VIERNES 27 DE MARZO DE 2015

Las guerras de Paz o una pedradita de SolOctavio Paz sigue vivo, al menos en el imaginario colectivo

cuando la carne se vence al inexorable paso del tiempoPor Carlos Yescas Alvarado

voy entre galerías de sonidos,fluyo entre las presencias resonantes,

voy por las transparencias como un ciego,un reflejo me borra, nazco en otro

un caminar entre las espesuras de los días futuros y el aciago fulgor de la desdicha como un ave petrificando

el bosque con su canto y las felicidades inminentesentre las ramas que se desvanecen

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VIERNES 27 DE MARZO DE 2015

Las guerras de Paz o una pedradita de SolOctavio Paz sigue vivo, al menos en el imaginario colectivo

cuando la carne se vence al inexorable paso del tiempo

La guerra de Paz es con la palabra.

busco sin encontrar, escribo a solas,no hay nadie, cae el día, cae el año,caigo en el instante, caigo al fondo,

invisible camino sobre espejosque repiten mi imagen destrozada,

piso días, instantes caminados,piso los pensamientos de mi sombra,

piso mi sombra en busca de un instante

desprendía mi ser de su envoltura,me arrancaba de mí, me separaba de mi bruto dormir siglos de piedra

y su magia de espejos revivíaun sauce de cristal, un chopo de agua,un alto surtidor que el viento arquea,

un árbol bien plantado mas danzante, un caminar de río que se curva, avanza, retrocede, da un rodeo

y llega siempre.

puerta del ser: abre tu ser, despierta,aprende a ser también, labra tu cara,

trabaja tus facciones, ten un rostro

El árbol habla, hacia adentro, y esto no es un momento surrealista o producto de una de tantas charlas entre Paz y Breton, es una declaración, una pista más de la búsqueda que se ha emprendido para germinar, y que remata con la afirmación: “El poeta es un árbol de imágenes”.

¿Lo oyes? Pregunta el poeta. ¿Me escuchas? Pudiera preguntar la Poesía.

El reencuentro está en la batalla, en la guerra constante, que en el caso de Paz, permanece árbol adentro, más allá de la piel y su sueño eterno, del Nobel, de las embajadas; quizás está en una Elena desgarrada; en la navaja de jade escondida en un rascacielos; en los colmillos de un elefante; en el eterno retorno de la vida y la muerte, ese círculo tatuado en la frente del alma del humano, pero que puede ser trascendida.

¿Alguien escucha alguna vez el árbol? ¿A alguien le importa lo que tenga qué decir?

Terminará quizá seco el poeta, partido por el rayo, incinerado, esperando el instante, entre el baile interminable de la ausencia, esa que no se explica con la falta de carne o saliva, ni siquiera de pan o frijoles, esa ausencia de uno mismo, del ser, ya sea mexicanohijodelachingada, europeo o hindú. En esta lucha falta un soldado.

para mirar mi rostro y que te mire,para mirar la vida hasta la muerte

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Se dice que cuando Sergio Loya le preguntó a Roberto Bolaño cuál era la misión de los infrarrealistas, éste

le contestó: “partirle su madre a Octavio Paz”.

“¿Qué tienen contra mí?”, preguntó el pobre, pobrecito de Paz en medio de una lectura que organizó la Universidad Autónoma de México en cierto Encuentro de Generaciones; “un millón de cosas”, le respondió un joven que sobresalía de entre los asistentes por su aspecto teporocho.

Y Paz lanzó ese grito desesperado porque a esa lectura llegó un grupo de poetas jóvenes llamado los Infrarrealistas; todos con fachas de pordioseros, arrabaleros y greñudos, con la única intención de sabotear cada paso “oficial” del consagrado intelectual (estos eran, entre otros: Roberto Bolaño, Mario Santiago Papasquiaro, Sergio Loya y José Luis Benitez Búker).

“¡Mucha luz, yo quiero luz, que venga la luz!”, provocaba Benitez Búker

cuando de pronto asomó la palabra “luz” de un poema de Paz. David Huerta y Papasquiaro estuvieron a punto de los golpes, y Octavio Paz ordenó: “¡Saquen a

estos provocadores”. Y sí: un público sediento de paz (y de Paz) los expulsó.

InfrarrealismoA finales del 75 surge un movimiento de

provocativa e incorrupta pasión por la poesía. Su inmediato alejamiento de todo aquello que oliera a un sopor burocrático de la poesía era su principio básico; ergo: Paz era el enemigo. El intelectual pagado por el gobierno para “hablar mal del gobierno quedito”, como dijera en algún momento Vargas Llosa frente al mismo Paz. El nobel representaba la cara cultural del poder político mexicano.

“La poesía mexicana ya no tiene continuidad”, dijo Paz por ese entonces; y algo de esa declaración hizo eco, que todo lo que oliese a juventud era ninguneado por la perfecta declaración del nobel:

“nos veían como unos chamacos revoltosos; decían que éramos t e r r o r i s t a s por sabotear conferencias y lecturas”, dijo Anaya. Y sí: Carmen Buollosa confesaría años después sobre el prejuicio que había contra los i n f r a r re a l i s t a s : “ n o s o t r o s decidimos que los infrarrealistas no publicaran nada en ningún lado”.

Para ellos Octavio Paz era un dictador cultural que iba en pos del retroceso, tanto que paralizó el surgir de los nuevos movimientos literarios: “el autoritarismo vertical (…) la idea mesiánica de que se piensa es lo que es. Y en la cima Octavio Paz”.

Sin embargo, detrás de esas greñas, esa errancia y ese olor a alcohol, había algo más que provocación. Había un futuro; una ventana por la cual se asomaría la literatura: Anaya y Mario Santiago Papasquiaro fueron reconocidos con el paso del tiempo; y qué decir de Bolaño, una de las últimas y más grandes voces de la literatura latinoamericana, uno de los últimos malditos.

En ese grupo de greñudos estaba quien sería para mi generación lo que Cortázar fue para la pasada.

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Las ventajas del parricidio

Paso 1: Los Infrarrealistas

(o cómo desacralizar a Paz en dos pasos)Daniel Azdar

“Partirle su madre a

Octavio Paz”

Detrás de esas greñas, esa errancia y ese olor a alcohol había algo más que provocación; había un futuro

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Elena Poniatowska asegura que Elena Garro le dijo a Gabriela Mora una vez: “Yo vivo contra él, estudié

contra él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí a los indios contra él. Escribí de política contra él; en fin, todo, todo, todo lo que soy es contra él (…) en la vida no tienes más que un enemigo y con eso basta. Y mi enemigo es Paz”.

Elena Garro estuvo siempre a la sombra de su esposo y luego exesposo Octavio Paz. Su reconocimiento literario fue tardío e injusto (su obra Los recuerdos del porvenir es obra pionera, junto a Pedro

Paramo y antecesor de Cien años de soledad, del realismo mágico) y su imagen pública se vio opacada por sus controvertidas declaraciones contra los intelectuales de México cuando sucedió la matanza de Tlatelolco.

“Yo culpo a los intelectuales de cuanto ha ocurrido. Esos intelectuales de extrema izquierda que lanzaron a los jóvenes

estudiantes a una loca aventura, que ha costado vidas y provocado dolor en muchos hogares mexicanos. Ahora, como cobardes, esos intelectuales se esconden (…) son los catedráticos e intelectuales izquierdistas los que embarcaron en la peligrosa empresa y luego los traicionaron. Que den la cara

ahora. No se atreven. Son unos cobardes…”.

Y bueno, entre esos “intelectuales cobardes”, como ella escribió, estaban Luis Villoro, Rosario Castellanos, Carlos Monsiváis, Emmanuel Carballo, Leonora

Carrington, Leopoldo Zea, José Luis Cuevas y el mismísimo Octavio Paz.

Garro estaba prácticamente cometiendo un suicidio social, pues no sólo estaba consiguiéndose de enemiga a toda la élite intelectual de entonces, sino que había construido una relación tortuosa y dañina con el hombre del momento; y por lo tanto, ella quedaría, cualquiera que fuese la realidad, como la mala.

Bioy, un negrito más en el arrozElena Garro sostuvo un amorío con el autor de La invención de Morel cuando aún estaba casada con Paz. Se dice que quedó embarazada de Bioy y que esto provocó la ira de Paz, a tal grado de que provocaría el aborto de Garro. Luego, según la hija, Paz le dijo a Garro: “Si te vas con Bioy no vuelves a ver a tu hija Helena; el diplomático y el que tiene el poder soy yo. La embajada me apoyará, ¡pobre estúpida!”.

La relación tortuosa con Paz, el odio público a la que fue sometida, y su carrera no reconocida entonces, obligaron a Elena a salir de México para padecer

pobreza y persecución (aseguraba que la seguían) en el extranjero. Veinte años después regresó y una grave enfermedad la mataría cuatro meses después de que falleciera Octavio Paz.

Una vez más la sombra enorme de Paz decidía a quiénes no alcanzaba el sol; aunque solo fuese en vida, pues el tiempo –como sucedió con los Infrarrealistas– se encargaría de reconocerlos.

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Paso 2: Elena Garro

Una vez más la sombra larga de Paz decidía quiénes no

alcanzaban sol

“En la vida no tienes más que un enemigo y con eso basta. Y mi

enemigo es Paz”

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El mexicano se hizo de carne y hueso cuando Paz lo pensó en el laberinto y le descubrió nacionalista a ultranza,

casi tanto como malinchista es. Es el mexica-no que se reconoce cuando mienta la madre –invención propia- o en medio del estadio gritando su identidad irrenunciable: “¡viva México, cabrones!”. Aquel para quien solo su progenitora es santa, y celoso de la Guadalu-pana; le pueden tocar cualquier cosa, menos a su madre y a la madre de Dios.

Octavio Paz fue la causa de dos bandos irreconciliables, especialmente cuando en 1990, a los 76 años de edad, recibe el Nobel de Literatura: los adeptos incondicionales –adoradores de su palabra- y los rechaza-dores formales –en contra de todo aquello que surgiera de la mente de Paz.

Nació el 31 de marzo de 1914, cuando la mecha de la Revolución había prendido, y des-de su infancia primera se aficionó a la biblio-teca de su abuelo Irineo, con quien llevó una mejor relación que con su padre, que se perdió en el alcoholismo cuando Zapata fue asesina-do en 1919 (Octavio padre fue secretario del Caudillo del Sur); finalmente, a los 22 años del hijo, el padre tuvo una muerte violenta.

Para bien o para mal, el Nobel se convir-tió –o fue convertido- en el icono del inte-lectual mexicano, a pesar de figuras no tan mediatizadas como Alfonso Reyes o Daniel Cosío Villegas. A partir de su gestación como sinónimo del ser pensante, Paz se transformó en la sustancia omnipresente en la temática literaria del México contemporáneo.

Fue también ambivalencia, bipolaridad, como sucede con algunos de los grandes

personajes –el propio Vasconcelos no escapó a esta realidad-. Así como era

el que mandaba un ramo de camelias para enamorar a Elena Garro, su primera espo-sa, fue igualmente el ogro poco filantrópico de arranques misóginos y, a su propio pe-sar, capaz de gestar “La llama doble”.

Sin embargo, en torno al papel de inte-lectual que debió asumir, conviene tener en cuenta la plática que sostuvo con el periodista

Julio Scherer García en la que afirma: “el inte-lectual, ante todo y sobre todo, debe cumplir con su tarea: escribir, investigar, pensar, pintar, construir, enseñar. Ahora bien, la crítica es in-separable del quehacer del intelectual. En un momento o en otro, como don Quijote y San-cho con la Iglesia, el intelectual tropieza con el poder. Entonces el intelectual descubre que su verdadera misión política es la crítica del po-der y de los poderosos”

(“Encuentro: Octavio Paz y Julio Sche-rer”; p. 12). ¿Debe, per se, el intelectual ha-cer distancia con el poder? Paz responde: “no predico la abstención: los intelectuales pueden ser útiles dentro del gobierno… a condición de que sepan guardar las distan-cia con el príncipe” (op. cit., p. 11).

A pesar de lo anterior, el caso de no po-cos intelectuales ha sido el de una cercanía beneficiosa en ambos sentidos: “es com-prensible la obsesión de los intelectuales mexicanos por el poder. En nuestra escala

de valores el poder está antes que la riqueza y, naturalmente, antes que el saber” (ibíd.).

Bien lo dice Andrea Revueltas, hija de José: “el Estado prefiere tener al ‘intelec-tual’ incorporado, burocratizado, otorgarle puestos directivos, honores premios, a te-nerlo como opositor, como crítico indepen-diente” (“Los intelectuales y el poder”).

Más adelante, Paz habla de su ruptura, “to-tal y dolorosa”, con Neruda (hay que recordar, simplemente, la terrible “Oda a Stalin” del No-bel chileno) y otros a causa de la androlatría: “se trata de un desplazamiento del objeto reli-gioso: se pasa de la adoración a una divinidad a la de una idea y de esta a la adoración de los sistemas y los jefes, (…) el culto a un hombre divinizado” (“Encuentro…”, p. 18).

A final de cuentas, la postura de Octavio Paz en torno al 2 de octubre del 68 le ubica en un plano de coherencia entre la palabra –la suya- y el acto: el intelectual que dijo no y renunció no solo a una embajada, sino a una cercanía que ya le era beneficiosa. Sin embargo, no es posible echar en saco roto el bochorno del propio Paz y compañía cuando Mario Vargas Llosa, durante el debate “El si-glo XX: la experiencia de la libertad”, bautizó a México como “la dictadura perfecta”, atrevi-miento que le granjeó su pronta y poco liber-taria expulsión no solo del “Encuentro Vuel-ta: La experiencia de la libertad”, sino incluso del país. (Eran los tiempos de Carlos Salinas de Gortari en la Presidencia).

A 101 años de su nacimiento, mejor es leerle que juzgarle. Pretender abarcarle en unos cuantos párrafos y, peor aún, aspirar a la verdad, no es más que intelectualizar en torno al intelectual, lo cual, ya de por sí, es un despropósito que va a ningún lugar.

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VIERNES 27 DE MARZO DE 2015

En los 101 años del Nobel de

LiteraturaEl intelectual en su

laberinto

Juan L. Simental

Para bien o para mal, lo haya pretendido o no, Octavio Paz se convirtió en el ícono del intelectual mexicano

“En nuestra escala de valores el poder está antes que la riqueza y, naturalmente,

antes que el saber”