Tema en foco - catedrasinternacionales.ucr.ac.cr

27
Tema en foco: Derechos Humanos en Corea del Sur

Transcript of Tema en foco - catedrasinternacionales.ucr.ac.cr

Tema en foco: Derechos Humanos en Corea del Sur

34

El lugar de los derechos humanos en la democracia de Corea del Sur1

CHO Hyo-Je2

Resumen

Se presenta una visión general de los avances de los derechos humanos y la calidad de la democracia en Corea del Sur durante las últimas tres décadas. En el documento se realiza una crítica del marco que prevalece hasta el momento para comprender adecuadamente el debate sobre la relación ‹democracia-derechos humanos’ en Corea del Sur. Se examinarán los logros y el progreso de los derechos humanos desde la democratización de 1987, a lo que seguirán los cambios recientes hacia una tendencia regresiva y luego otra transformación progresiva. El documento analizará las fortalezas y debilidades de los diversos puntos de vista que predominan acerca de los derechos humanos y argumentará en favor de la consideración de condiciones y contextos más fundamentales. La parte final ofrece una nueva forma de analizar el nexo entre derechos humanos y democracia en Corea.

Palabras clave: Derechos humanos, democracia, Corea del Sur, relación derechos humanos-democracia

* Chakana. Revista Internacional de Estudios Coreanos, Vol. 3 (2019), publicada por la Cátedra de Estudios de Corea y el Este Asiático (CECEA) de la Universidad de Costa Rica. ISSN: 2215-499X. ISSN edición digital: 2215-5007.

1. Esta es una versión modificada y actualizada del artículo publicado en el siguiente libro: Cho, H. (2018). El progreso de los derechos humanos y la calidad de la democracia en Corea del Sur. En Mosler, H.B; E, Lee y H, Kim (Eds), The Quality of Democracy in Korea. Cham, Switzerland: Palgrave Macmillan. Fue traducido del inglés por Mauricio Chaves Fernández.2. Hyo-Je CHO es profesor de sociología en la Universidad de Sungkonghoe, Seúl, Corea. Ha escrito extensamente sobre los derechos humanos, la democracia y la sociedad civil en Corea del Sur. Es jefe de edición del Journal of Human Rights Studies publicado en Corea desde 2018. Entre sus obras se encuentran Horizons of Human Rights (2016), Contemporary South Korean Society: A Critical Perspective (2013), In Search of Human Rights (2011), A Grammar of Human Rights (2007), and Human Rights and Civic Activism in Korea (2006). El profesor CHO ha ocupado cargos como visitante en la Escuela de Derecho de Harvard, la Universidad Libre de Berlín y la Universidad de Costa Rica. El Dr. CHO estudió en la Universidad de Londres, la Universidad de Oxford y la London School of Economics and Political Science (LSE).

35

CHO Hyo-Je

Abstract

An overview of the progress of human rights and quality of democracy in South Korea in the last three decades is presented. The paper offers a critique of the prevailing framework to properly understand the ‘human rights-democracy’ nexus debate in South Korea. The achievements and progress of human rights since the 1987 democratization will be examined which will be followed by recent shifts toward the regressive trend and then another progressive shift. The paper will analyze the strengths and weaknesses of the prevailing sets of views about human rights and will argue for more fundamental conditions and contexts to be considered. The final part will offer a new way of analyzing the human rights-democracy nexus in Korea.

Keywords: Human rights, democracy, South Korea, ‘human rights-democracy nexus’.

Introducción

A continuación, presentaré una visión general del progreso de los derechos humanos y la calidad de la democracia en Corea del Sur durante las últimas tres décadas. Un documento de esta naturaleza debe tener necesariamente una perspectiva histórica para producir una imagen a la vez útil y general, que proporcione una visión panorámica del tema. El documento está escrito de manera descriptiva con algunos elementos analíticos, y tiene la intención de ofrecer una crítica del marco que ha prevalecido hasta el momento para comprender adecuadamente el debate sobre el nexo entre democracia y derechos humanos en Corea del Sur. Quizás el mejor ejemplo anecdótico de este debate se encuentre en las demandas presentadas por la protesta del “poder popular” en el movimiento de democratización de 1987: los ciudadanos de la época defendieron “el derecho a no ser torturados” y “el derecho a participar en la elección del presidente” como dos pilares centrales de la democracia. Desde la democratización, los derechos humanos en Corea del Sur han venido desempeñado un doble papel como catalizadores y calificadores de la democracia (Cho, 2006).

Mi posición en este debate se basa en la convicción de que para que la democracia logre su objetivo fundamental de “gobierno del pueblo”, los derechos humanos en su manifestación más completa deberían ser parte esencial de la ciudadanía democrática y, a la inversa, que la mejor manera de evaluar el ideal democrático normativo es investigar el cumplimiento empírico

36

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

de los derechos humanos en todo su alcance (cf. Beetham, 1999; Cho, 2007). Comenzaré con los logros y el progreso de los derechos humanos durante este período, seguido de los recientes virajes hacia la tendencia regresiva y luego un giro de los acontecimientos históricos. Aunque el hecho de la regresión como tal en general no se discute, hay dos interpretaciones diferentes al respecto. Se argumenta que ambos enfoques garantizan nuestro escrutinio detallado, ya que los defensores de cada uno de los puntos de vista son actualmente los principales actores en relación con los derechos humanos en Corea. El documento analizará las fortalezas y debilidades de las dos opiniones y sostendrá que ambas son, por diferentes razones, insuficientes para abordar adecuadamente la protección y promoción de los derechos humanos en Corea del Sur. La parte final ofrecerá una nueva forma de analizar el nexo entre derechos humanos y democracia en Corea y argumentará que debemos prestar más atención a las condiciones contextuales y estructurales en las que se basa la protección de los derechos humanos y el florecimiento de la democracia en Corea del Sur.

El progreso de los derechos humanos en las últimas tres décadas

Desde que Corea del Sur se embarcó en un largo y arduo viaje hacia la democracia en 1987, ha habido algunos avances importantes en la protección y promoción de los derechos humanos. La era del desprecio flagrante por los derechos humanos ha dado paso en gran medida a un nuevo período de constitucionalismo, estado de derecho y respeto por los derechos fundamentales y la libertad de los ciudadanos (Cho, 2002). Esto será demostrado mediante una mirada somera al panorama de los derechos humanos durante este período. Una nota de advertencia: aunque la siguiente descripción puede dar la impresión de una evolución algo lineal, el desarrollo de los derechos humanos en esos años estuvo lleno de reveses e incertidumbres. Por ejemplo, las medidas represivas del gobierno, así como una serie de protestas que acarrearon la muerte de ciudadanos en 1991 podrían ser un ejemplo clásico de la tesis de ‘Más asesinatos en el medio’ (MMM, por sus siglas en inglés, More Murder in the Middle), que argumenta que una represión infligida por un régimen autoritario que amenaza la vida tiende a tomar lugar después de la liberalización inicial del espacio político más que en el apogeo de la opresión autoritaria (Fein, 1995).

En el ámbito de las normas internacionales de derechos humanos, Corea del Sur se ha adherido y ha ratificado algunos de los instrumentos jurídicos internacionales más importantes desde 1987: el Pacto Internacional de Derechos

37

CHO Hyo-Je

Civiles y Políticos en 1990; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales en 1990; la Convención sobre los Derechos del Niño en 1991; la Convención contra la Tortura en 1995; el Protocolo Facultativo de la Convención sobre al eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer en 2006; y la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad en 2008. Corea del Sur también es considerado un actor proactivo en la diplomacia internacional en el tema de los derechos humanos: fue miembro pleno de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU entre 1993 y 2006, y ha servido como estado parte en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en 2006, así como entre 2008 y 2011, lo que culminó con la elección de un representante coreano para la presidencia del Consejo de Derechos Humanos en 2016.

La Constitución revisada de 1987 fortaleció la protección de los derechos fundamentales de los ciudadanos. El reclutamiento presidencial se realizó a través del voto popular directo, con la restricción ejecutiva garantizada por un solo mandato de 5 años de presidencia que nunca se ha infringido desde 1987. Se eliminaron muchas condiciones restrictivas sobre los derechos civiles para restaurar la libertad y los derechos fundamentales de los ciudadanos, que incluyen igual valor, igual libertad e igual vida. El establecimiento de la Corte Constitucional en 1988 significa que las leyes pueden estar sujetas a escrutinio para asegurarse de que sean compatibles con el principio constitucional de la república, la democracia liberal y los derechos básicos de los ciudadanos.

La promoción y protección de los derechos humanos a nivel interno también se ha mejorado en varias áreas. Entre una serie de legislaciones destinadas a este propósito están: la enmienda de la ley que permite a los residentes extranjeros a largo plazo votar en las elecciones locales; la Ley de casos especiales de castigo de los delitos de abuso infantil; la Ley de refugiados; el Decreto y Reglamento Presidencial; la Ley para la prevención del suicidio y la creación de una cultura de respeto por la vida; la enmienda a la ley penal que cambió las prácticas disciplinarias para los reclusos y el objeto de violación de ‘mujer’ a ‘persona’; las enmiendas a la Ley de Elección de Funcionarios Públicos que garantiza a los ciudadanos coreanos en el extranjero el ejercicio de su derecho al voto en las elecciones nacionales; la identificación de legislaciones discriminatorias en materia de género que conducen a la rectificación de varias disposiciones; la aprobación de la Ley de Castigo de Delitos bajo la Jurisdicción de la Corte Penal Internacional; y la aprobación de la Ley de Medidas contra la Discriminación de las Personas con Discapacidad (Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, 2015).

38

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

En el poder judicial se han realizado cambios para prestar más atención a la iniciativa y a los derechos de los miembros ordinarios del público al permitirles participar en la deliberación del proceso legal a través del sistema de jurado ciudadano. El poder del fiscal sobre el fallo de la corte se restringió en alguna medida. Se han mejorado algunas prácticas que infringían derechos en el derecho penal, incluidas las limitaciones al acceso del acusado a un asesor legal .

Se han establecido algunos hitos para la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Por ejemplo, un antiguo código civil que prohibía el matrimonio entre hombres y mujeres con el mismo apellido y el mismo lugar de origen ancestral ahora es cosa del pasado. El antiguo sistema hoju, en el que solamente un patriarca masculino podía asumir el papel de cabeza legal sobre todos los demás miembros de la familia incluidos en un hoju, fue finalmente reemplazado por un nuevo sistema de registro familiar en 2008, contra la feroz oposición de los tradicionalistas. En 2001 se creó el ministerio de igualdad de género. Se considera que la elección en 2006 de la primera mujer que ejerció como primera ministra y de la primera presidente en el año 2013 tuvo un impacto simbólico y práctico en una sociedad fuertemente dominada por hombres.

En el ejecutivo y la burocracia, la protección de los derechos humanos se considera cada vez más invaluable. Ahora existen unidades especiales para los derechos humanos en varias ramas del poder ejecutivo, incluyendo, por ejemplo, el ministerio de justicia, la oficina de asuntos exteriores, el ministerio de trabajo y la policía. En 2008 se creó un equivalente coreano del sistema del Defensor del Pueblo bajo el título de Comisión Anticorrupción y para los Derechos Civiles. De acuerdo con las Directrices de Educación del Servicio Civil del 2010, cada agencia gubernamental debe capacitar a los empleados en la dimensión de los derechos humanos que implica su trabajo, la cual se considera particularmente relevante para los cuerpos policiales, los guardias de las prisiones, los funcionarios de inmigración y algunos militares. Un número cada vez mayor de funcionarios públicos en los niveles central y local está recibiendo formación interna para la protección de los derechos de los ciudadanos. Por ejemplo, todos los empleados del gobierno municipal de Seúl deben inscribirse una vez al año en una clase de derechos humanos. Existe un programa educativo reglamentario anual sobre la prevención del acoso sexual en todos los lugares de trabajo a lo largo del país con diez o más trabajadores.

En el ámbito de la sociedad civil, el efecto del punto de inflexión de 1987 es más que palpable. La mayoría de los estudios coinciden en que tanto

39

CHO Hyo-Je

el número de organizaciones de la sociedad civil como el volumen de sus actividades aumentaron drásticamente a fines de los años ochenta y principios de los noventa (Cho, 2015a). A partir de 2009, hay 220 ONG trabajando en el área de los derechos humanos, lo que representa el 2,9 por ciento del total de 7,639 organizaciones de la sociedad civil. Aunque relativamente pequeñas en mano de obra real, se considera que las ONG de derechos humanos en Corea del Sur han desempeñado un papel activo y de liderazgo en el movimiento de democratización y la posterior consolidación democrática. De hecho, es la sociedad civil la que ha emprendido varias “nuevas” agendas para los derechos humanos, las cuales incluyen temas de violencia doméstica, trabajadores migrantes, familias constituidas en matrimonios internacionales (las llamadas ‘familias multiculturales’), desertores/colonos de Corea del Norte, minorías sexuales, etc.

La marcha aparentemente inexorable del sistema político respetuoso de los derechos culminó en 2001 bajo la administración Kim Dae-Jung, cuando finalmente se creó la institución nacional de derechos humanos sobre la base de los Principios de París. La Comisión Nacional de Derechos Humanos de Corea ha desempeñado un papel importante en el desarrollo de una sensibilidad pública hacia los derechos humanos y en crear un impacto concreto en cuestiones que van desde la discriminación de las mujeres, los discapacitados, los ancianos, la protección de las minorías y un plan de acción nacional sobre derechos humanos, hasta la integración de la política de derechos humanos en todo el espectro político del gobierno. El trabajo de la Comisión ante las denuncias individuales sobre violaciones de derechos y discriminación se ha convertido en un importante pilar para la protección de los derechos humanos en la sociedad coreana.

La persecución masiva de civiles en el pasado, durante el período colonial y el periodo de la independencia de Corea del Sur, la Guerra de Corea y el gobierno autoritario, ha sido durante mucho tiempo un tema de extrema sensibilidad e importancia. Con la democratización y especialmente durante una década de gobiernos a favor de la reforma (1998-2008), hubo un cambio en la percepción pública y en la historiografía oficial sobre el tema. Se han hecho algunos intentos serios por identificar, documentar, reparar, rehabilitar y reconciliar una amplia variedad de asuntos relacionados con la justicia transicional. Estos incluyen la comisión nacional de la verdad, un organismo gubernamental para rastrear los casos de muertes no contabilizadas bajo el gobierno autoritario y comités de verdad internos a las instituciones, que existen inclusive en la policía y el servicio de inteligencia (Kim, 2012-13).

40

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

Por último, pero no menos importante, se ha detenido el uso de la pena de muerte. Desde la ejecución masiva de veintitrés prisioneros en un solo día a fines de 1997, ha habido una moratoria no oficial sobre las ejecuciones a pesar de la existencia de la pena de muerte en el estatuto, de ahí el estatus de país abolicionista de facto. Independientemente de la práctica de la no ejecución, la sentencia de pena de muerte ha continuado hasta nuestros días, con sesentaiún presos en el corredor de la muerte hasta mediados del 2019.

Retroceso reciente de los derechos humanos

Aunque la descripción anterior pueda ser impresionante y alentadora, un examen más detallado revela una imagen bastante diferente de los últimos años. Comenzando desde finales de la década del 2000, algunos de los logros que se habían tomado como evidencia de una mejora “irreversible” de la situación de los derechos humanos parecen haberse perdido o estar en retroceso. El estancamiento o la retirada de los derechos humanos no solo es motivo de preocupación en sí mismo, sino un posible indicador de la prematura atrofia de la consolidación democrática. La reducción de las libertades civiles y de la libertad en general es, por definición, una señal de déficit democrático. También puede ocurrir que la disminución de los derechos humanos debilite la democracia hasta tal punto que esta última pierda impulso para su maduración posterior. Existe una sensación de frustración entre los ciudadanos de que, a menos que se aborde el estancamiento actual, la calidad de la democracia en Corea del Sur corre el riesgo de sufrir daños significativos durante un período prolongado de tiempo. La documentación detallada del estado de las cosas en cuanto a los derechos humanos está fuera del alcance de este artículo. En su lugar, se presentará aquí un resumen de la situación reciente de los derechos humanos, con ejemplos de casos representativos que se acompañan de una breve descripción de la relación entre el retroceso de los derechos humanos y la calidad de la democracia.

Vale la pena recordar que muchos observadores consideran el advenimiento del gobierno conservador en 2008 como un punto de inflexión negativo para los derechos humanos. La mayoría de las ONG intergubernamentales e internacionales de derechos humanos parecen estar de acuerdo en este punto. Un informe de las Naciones Unidas concuerda con el análisis: “a pesar del progreso logrado durante décadas, el Relator Especial señala que el espacio para la libertad de expresión en la República de Corea se ha reducido en los últimos años, en particular desde las vigilias de 2008” (Consejo de

41

CHO Hyo-Je

Derechos Humanos de la ONU, 2011, p. 6). Otro informe de la ONU es aún más contundente: “La medida en que la Ley [Ley de Seguridad Nacional] se ha utilizado para presentar cargos contra los defensores de los derechos humanos y otros ha variado en las últimas décadas de forma notable según cada administración particular en el poder[...] durante el período 2008-2012, el uso de la Ley parece haber aumentado, contrarrestando así una tendencia previa que había visto una disminución general de los cargos basados en la Ley” (Consejo de Derechos Humanos de la ONU, 2013, p. 8). El último Índice de Transformación de Bertelsmann hace eco de un sentimiento similar: “La libertad de opinión y de prensa están garantizadas constitucionalmente, pero las tendencias iliberales recientes son motivo de preocupación […]. La Ley de Seguridad Nacional (NSL, por sus siglas en inglés) [...] se utiliza para enjuiciar a las personas que defienden posiciones que se consideran favorables al Norte comunista (y, por lo tanto, socavan la legitimidad de la República de Corea y sus políticas)” (BTI, 2014, p. 9).

De hecho, la resurgimiento de la invocación frecuente a la disposición NSL en asuntos relacionados con la libertad de expresión se identifica como una fuente importante de abusos contra los derechos civiles en Corea del Sur (Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, 2011; 2013). En particular, el vagamente redactado artículo 7 de la NSL, que estipula un encarcelamiento de hasta siete años para aquellos que a sabiendas ‹elogian, incitan y hacen propaganda a organizaciones antiestatales y sus seguidores› ha suscitado críticas dentro y fuera de la nación. Según Amnistía Internacional, los arrestos y las detenciones arbitrarias, así como el enjuiciamiento y la acusación basada en cargos de la NSL han aumentado constantemente desde 2008, culminando en 2011 y 2012 con el mayor número de personas siendo investigadas y / o acusadas (135 y 129, respectivamente) en una década (Amnistía Internacional, 2009, p. 200- 202; 2010, p.200- 201; 2011, p. 197-200; 2012, p. 206- 207; 2013, p. 150- 152; 2015, p. 218- 220).

Un número cada vez mayor de periodistas, trabajadores de los medios, blogueros, artistas, cineastas, intérpretes, locutores, ilustradores, panfletistas y grafiteros cuyas opiniones se consideran críticas con el gobierno han sido objeto de investigación, acoso, reprimendas continuas, enjuiciamiento, acusación, multas y encarcelamiento (Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, 2011; 2013). Se han reportado formas más sutiles de control sobre la libertad de expresión, incluidas, por ejemplo, las dificultades de los cineastas disidentes para encontrar salas de cine dispuestas a mostrar sus películas. A las obras de arte y películas de naturaleza “provocativa” se les ha negado el

42

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

acceso a exposiciones y festivales. El Ministerio de Defensa ha impuesto una censura oficial, una versión moderna del Index Librorum Prohibitorum, que prohíbe entre los militares reclutados ciertos libros cuyos contenidos se consideran políticamente sensibles. La expresión de opinión política por parte de educadores y miembros del sindicato de docentes ahora se estima como un delito procesable.

En relación con esto, se han aplicado cargos de difamación penal con la posibilidad de encarcelamiento y multas a aquellos que son vistos como no conformes con las opiniones oficiales, particularmente en asuntos relacionados con Corea del Norte, imponiendo un ‘efecto paralizador’ sobre la libertad de expresión. Como resultado, el margen general de maniobra de los reformadores, activistas y defensores de los derechos humanos se ha reducido en los últimos años. Un documento de las Naciones Unidas ya deploraba en 2011 que “el espacio cada vez más reducido para la libertad de expresión en la República de Corea en los últimos años se debe principalmente a un número creciente de enjuiciamientos y hostigamientos de personas que expresan opiniones que no están de acuerdo con la posición del Gobierno” (Consejo de Derechos Humanos de la ONU, 2011, p.7).

La cuestión de la libertad de reunión y asociación pacíficas también ha atraído mucha atención crítica. La anulación del registro del Sindicato de Docentes y Trabajadores de la Educación de Corea en 2014 por parte del Ministerio de Trabajo significa que el sindicato está ahora obligado a existir como una “entidad extrajudicial” no protegida por las leyes laborales, lo que fue confirmado por decisión de una corte en 2016. El Partido Progresista Unificado, partido minoritario de izquierda con cinco miembros en la Asamblea Nacional y numerosos miembros en el consejo local, fue ilegalizado y disuelto por orden del Tribunal Constitucional a fines de 2014 con el argumento de que sostenía una postura pro-norcoreana. Esta fue la primera resolución de este tipo desde 1958. Entre julio de 2009 y agosto de 2012, al menos 586 manifestantes fueron arrestados y/o acusados (Amnistía Internacional, 2013). Diversas manifestaciones dirigidas por sindicalistas y disidentes a fines de 2015 fueron reprimidas por la policía. En dicha represión, un ciudadano que protestaba sufrió lesiones graves, y el líder sindical fue arrestado y acusado por cargos de alteración del orden público, daños a la propiedad pública y, por primera vez en treinta años, por ‘sedición’.

Las prolongadas protestas pacíficas por el medio ambiente, la tierra y las preocupaciones de subsistencia de los residentes rurales en lugares como Miryang y Jeju Ganjeong se han encontrado con un uso excesivo de la fuerza por parte de la policía antidisturbios. El derecho de asociación de los

43

CHO Hyo-Je

trabajadores, a pesar de la protección constitucional, se ha visto recientemente socavado. El abuso policial y de las empresas de seguridad privada en contra de los trabajadores y manifestantes tampoco es inusual en estos días. A pesar de ser un estado parte de la Organización Internacional del Trabajo desde 1991, Corea del Sur no ha ratificado los convenios 87 (libertad de asociación) y 98 (derecho de organización y negociación colectiva) de la Organización. La política anti-obrera del gobierno ha creado “restricciones indebidas y estigmatización” contra aquellos que participan en el movimiento obrero y ejercen el derecho de huelga (Consejo de Derechos Humanos de la ONU, 2013). Cabe señalar que el retroceso de los derechos humanos parece haberse establecido como una práctica continua de los gobiernos conservadores desde la presidencia de Lee Myung-bak. “El segundo año del mandato de Park Geun-hye como presidente mostró una tendencia regresiva en la materialización de los derechos humanos. Surgieron numerosas preocupaciones, incluidas las barreras impuestas a las libertades de reunión y expresión”. (Amnistía Internacional, 2015, p. 219).

La visibilidad pública y el papel activo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se han reducido considerablemente desde finales de la década del 2000. Después de haber sido objeto de una reducción organizativa de más del 20 por ciento del personal en 2009, la institución nacional de derechos humanos ha perdido cada vez más la confianza del público y la sociedad civil. Incluso las Naciones Unidas expresaron su preocupación sobre si la institución realmente mantiene “independencia e imparcialidad” (Consejo de Derechos Humanos de la ONU, 2013). El organismo nacional se enfrenta actualmente a una posible degradación de su estatus por parte de un organismo de acreditación de la red internacional de instituciones nacionales de derechos humanos. Un proyecto de ley integral contra la discriminación que la comunidad internacional de derechos humanos ha recomendado en repetidas ocasiones no se ha materializado, en gran parte debido a la feroz oposición de los conservadores contra una libertad de opinión y expresión (política) sin obstáculos, y debido al extremadamente determinado y a veces violento lobby contra los homosexuales, como es el caso de los militantes cristianos de derecha. El viejo problema de la criminalización de los objetores de conciencia no muestra signos de resolución, con una posición aún más endurecida por parte del gobierno. En cualquiera de los años dados se encuentra un número de entre 600 y 700 presos condenados por negarse a realizar el servicio militar obligatorio, sin que existan formas alternativas de servicio público civil. Varios casos de abuso de alto perfil dentro de las fuerzas armadas, como la muerte autoinfligida, la tortura/asesinato por parte

44

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

de compañeros y una ola de tiroteos masivos causaron protestas públicas, lo que condujo a la renuncia sin precedentes del Jefe de Estado Mayor del Ejército en 2014.

Además de la situación anterior, se plantean preocupaciones en relación con los derechos de varios grupos y en varias áreas temáticas. Entre estos se encuentran: discriminación y negligencia criminal hacia personas con discapacidad (Comité de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, 2014); discriminación y explotación de trabajadores migrantes; discurso de odio racista generalizado y explícito; mujeres víctimas de prostitución forzada, incluidas las de la industria del entretenimiento (Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial, 2012); grave desventaja de las mujeres en el mercado laboral formal e informal; pobreza y malas condiciones de trabajo de las mujeres rurales, que representan más de la mitad de toda la fuerza laboral agrícola (Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer, 2011); por último, tasas extremadamente altas de suicidio entre jóvenes y niños, así como el estrés significativo y el impacto perjudicial de los entornos educativos altamente competitivos (Comité de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, 2012).

No hay duda, por lo tanto, de que la situación de los derechos humanos en Corea del Sur se está deteriorando claramente desde 2008 en manos de los gobiernos conservadores, aunque se debe ser cauteloso para reconocer que algunos problemas habían existido mucho antes de la llegada de los gobiernos de derecha. El giro negativo de la situación de los derechos humanos nos ha obligado a plantear una serie de preguntas en relación con la calidad de la democracia en Corea del Sur. ¿En qué medida este cambio se considerará perjudicial para la calidad de la democracia? ¿Es el giro negativo uno realmente serio o simplemente un cambio predecible de dirección política en el marco de un gobierno conservador? ¿Qué nos dice este giro negativo sobre las características de la democracia en el país desde 1987? ¿Qué tipo de actores, factores e intereses son responsables de este giro?

Dos marcos opuestos de interpretación

A pesar del diagnóstico en gran medida negativo sobre la reciente situación de los derechos humanos en Corea, existen marcos casi diametralmente opuestos para interpretarlo. Puede ser tentador ver esta diferencia desde las muy polarizadas perspectivas políticas/sociales –la llamada división “progresiva

45

CHO Hyo-Je

(jinbo) vrs. conservadora (bosu)”- del país. Sin embargo, hay que ir más allá de esto para comprender las implicaciones del cambio en la calidad de la democracia. Un estudio centrado en los derechos humanos y la democracia en Corea del Sur sostiene que, desde la democratización, el concepto de los derechos humanos se ha bifurcado en dos narrativas muy distintas (Cho, 2010). Por un lado, existe una concepción maximalista de los derechos humanos orientada a la sociedad civil que se ve a sí misma como sucesora legítima de la tradición prodemocrática, y defiende y aboga por la difusión de los derechos y libertades en todas las esferas de la vida sociopolítica. Por otro lado, existe una concepción tardía minimalista, menos abarcadora y semi-internacionalista de los derechos humanos que los interpreta estrictamente en términos formales y legales y apoya un compromiso total con la situación de los derechos humanos en Corea del Norte a nivel nacional e internacional. Ampliando este argumento, podemos identificar dos marcos interpretativos opuestos con respecto a los cambios recientes en la situación de los derechos humanos en Corea de Sur.

Primero, existe el marco conservador de interpretación de la situación actual. Según los conservadores, Corea del Sur es una democracia de buena reputación, en pleno funcionamiento, si no perfecta. El país tiene todo el aparato estatal necesario de mecanismos de protección de derechos en un sistema democrático liberal, como la separación de poderes, elecciones libres y regulares, garantía constitucional de los derechos básicos, estado de derecho, un poder judicial independiente, etc. Los conservadores nos recuerdan el hecho de que el marco institucional firme para los derechos humanos y la democracia es una clara señal de la salida definitiva de Corea del Sur del sistema autoritario anterior a 1987. El fuerte énfasis que los conservadores ponen en la existencia y el mantenimiento de los marcos institucionales significa que el llamado “giro negativo” de los derechos humanos no importa mucho en la medida en que las instituciones democráticas cumplan el papel que se supone deben desempeñar, al menos en un sentido legal. Los conservadores no niegan la creciente evidencia de violaciones de derechos humanos per se, pero señalan que la mayoría de los casos de abuso denunciados son aquellos que bien pueden ocurrir en cualquier democracia normal o ser resultado inevitable de una expectativa elevada de los derechos humanos y su escrutinio consecuente. La reducción de la institución nacional de derechos humanos, por ejemplo, habría sido solo una parte del impulso general de racionalización de la gestión del gobierno, que podría haber sido el caso en cualquier gobierno fiscalmente prudente, afirman los conservadores. Además, los informes de violaciones cada vez mayores de los derechos no necesariamente significaría que la situación de los derechos humanos se esté deteriorando cualitativamente. Por

46

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

el contrario, puede indicar que la democracia de Corea del Sur ahora es lo suficientemente madura como para ser examinada externamente con criterios mucho más estrictos y, por lo tanto, se trataría de un “giro más duro” en lugar de un “giro negativo”.

En ninguna parte es este tipo de visión polémica de los conservadores más pronunciada que en la controversia en torno a la Ley de Seguridad Nacional. Los conservadores sostienen que el uso más frecuente de la NSL no se deriva de la agenda “antidemocrática” del gobierno conservador, sino de la provocación y de las actividades hostiles por parte de Corea del Norte; por ejemplo, del programa de armas nucleares y de los ataques navales, que son por definición un riesgo que amenaza a Corea del Sur. Por lo tanto, controlar y limitar la base de apoyo del segmento de población pro-norcoreano no solo es necesario, sino que también es absolutamente legítimo para preservar la seguridad de la nación, la forma más alta de protección de los derechos humanos. Para los conservadores, el enjuiciamiento y la limitación de los llamados “elementos pro-norcoreanos” son en realidad una medida democrática en favor de derechos humanos y la democracia liberal a largo plazo. Los conservadores están convencidos de que el control y la represión de las organizaciones antiestatales defienden los mejores intereses de los surcoreanos, cuya constitución enarbola en su preámbulo el fortalecimiento del “orden básico libre y democrático” que es, según la interpretación conservadora, el principio anti-comunista y anti-norcoreano. Los conservadores argumentan que, dada la grave situación de seguridad, el país no puede permitirse el lujo de una libertad de expresión ilimitada que solo beneficiará a quienes socavarían su política democrática. También afirman que la decisión de disolver el partido político que presuntamente apoyaba a Corea del Norte provino del Tribunal Constitucional, que en sí mismo es una creación de la Constitución de 1987 y que, de todos modos, la mayoría del público apoyó el fallo del tribunal.

En relación con esto, los conservadores creen que la tarea de derechos humanos más importante que enfrenta la nación en esta coyuntura particular no es preocuparse por cuestiones menores de derechos internos, que están más o menos dentro de los caprichos perfectamente permisibles de una sociedad democrática normal, sino que se enfrentan contra la grave situación de los derechos humanos en Corea del Norte: una miseria en sí misma y una posible fuente de inseguridad en la península de Corea en su conjunto. Para los conservadores, la nación coreana, todos sus órganos estatales, la ciudadanía amante de la libertad y enemiga del izquierdismo son los únicos actores legítimos y dignos merecedores de la protección y defensa propia de los derechos humanos.

47

CHO Hyo-Je

En segundo lugar, existe el marco progresivo de interpretación de la situación actual. Los progresistas respaldan plenamente la tesis del “giro negativo” de las organizaciones internacionales, y creen que la calidad de los derechos humanos y la democracia ha caído tan bajo con el gobierno conservador que ahora se está acercando al nivel anterior a 1998, cuando se instaló el gobierno liberal de Kim Dae-Jung. En otras palabras, según este punto de vista, la situación ha empeorado desde 2008, tanto en términos relativos como absolutos. Antes de pasar a examinar la interpretación progresista en detalle, se ofrece una breve descripción de su evolución histórica.

La línea de pensamiento tradicional de los activistas y defensores de los derechos humanos sobre la perspectiva de los derechos humanos y la democracia antes del cambio de gobierno en 2008 podría resumirse en una premisa cuádruple. Primero, la democratización de 1987 implicó una clara discontinuidad en la protección de los derechos humanos del país, al menos en el sentido institucional, si no en la realidad. Los regímenes autoritarios anteriores solo tenían la fachada de la democracia protectora de los derechos, e incluso estos estaban bajo estricto control por parte de órganos estatales opresores como la agencia de seguridad, la policía y la fiscalía. La situación se agravó, en gran medida, debido a la docilidad y complicidad del poder judicial, que se hizo de la vista gorda ante los abusos a los derechos humanos. Ha sido solo después de la democratización de 1987 que un régimen genuino de respeto a los derechos ha comenzado a arraigarse. En segundo lugar, el proceso de democratización fue impulsado en gran medida por la movilización de abajo hacia arriba del poder popular, incluido el movimiento de derechos humanos. Según este punto de vista, el análisis de arriba hacia abajo de la negociación y la concesión de las élites en el proceso de transición democrática o la presión internacional para el cambio interno son solo consideraciones de segundo orden. Tercero, con la fuerza combinada de la institucionalización de las reglas democráticas, los gobiernos progresistas y la movilización de la sociedad civil, la democracia y los derechos humanos en Corea pueden ofrecer la posibilidad de un progreso inexorable. El espíritu de los derechos humanos tiene un imperativo tan abrumador que los marcos institucionales posteriores a 1987 seguramente resistirán la presión del giro democrático del gobierno, del progresista al conservador, por ejemplo. Cuarto, la democracia y los derechos humanos tienen tanto que ver con un medio para lograr el bien mayor, como la justicia social, el sistema igualitario y la reunificación nacional, como con un fin por derecho propio. Se cree, por lo tanto, que los derechos humanos y la política progresista son compañeros naturales hacia el objetivo final del bien mayor de la democracia.

48

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

Resultó, sin embargo, que esta perspectiva bastante optimista no analizó ni pudo analizar adecuadamente los cambios que trajo el advenimiento del gobierno conservador y la aparente facilidad con que las prácticas democráticas se redujeron a un nivel preocupante. El inesperado giro de la situación de los derechos humanos proporcionó muchos argumentos probatorios de la inadecuación de la premisa anterior. Fue en esta coyuntura que un nuevo marco progresista comenzó a surgir. Esencialmente una forma modificada de la premisa tradicional, la nueva línea de pensamiento progresivo reemplaza el tercer punto anterior con lo siguiente: a) la mejora gradual pero aparentemente inexorable de los derechos humanos puede no ser un proceso tan sencillo como parecía al principio; b) la consolidación democrática no fue tan fuerte como parecía, en gran parte debido a la extraordinaria resistencia del autoritarismo anticomunista en la forma democrática conservadora; y c) el principal culpable del giro negativo de los derechos humanos es el comportamiento “intencional” de los gobiernos conservadores.

En el razonamiento de los progresistas, la situación de los derechos humanos es emblemática del deterioro de la calidad de la democracia en la Corea de hoy. La mejor y más segura manera de restaurar el déficit democrático y los derechos humanos, argumentan los progresistas, es sacar a los conservadores del poder. Los progresistas sostienen que, dado que la capacidad democrática del marco institucional demuestra ser fácilmente neutralizada por los gobiernos conservadores, la protección genuina de los derechos humanos bajo el control institucional de los conservadores es difícil de mantener. En pocas palabras, la estabilidad del sistema democrático en Corea simplemente no es lo suficientemente sólida como para resistir el ataque autoritario y anticomunista que se presenta con un disfraz democrático.

Los puntos de vista anteriores también tienen conjuntos correspondientes de actores, intereses e instituciones identificados en su relación con los derechos humanos. Los conservadores ven al estado, al gobierno titular, a la comunidad internacional de derechos humanos enfocada en Corea del Norte y a los ciudadanos anticomunistas “amantes de la libertad” como los actores más importantes. Los intereses de los conservadores incluyen la protección de la libertad individual dentro de un parámetro firme de seguridad nacional, el mantenimiento de la ley y el orden, y la marginación/proscripción permanente de los supuestos elementos pro-norcoreanos entre la población. Las instituciones que los conservadores consideran vitales para sus intereses son las agencias de ejecución de la ley y la fiscalía, el poder judicial prudente y “patriótico”, y una comisión nacional de derechos humanos más orientada

49

CHO Hyo-Je

hacia el tema de los derechos humanos en Corea del Norte. Estos puntos de vista contrastan con los de los progresistas, quienes consideran que el gobierno progresista, las ONG de derechos humanos, los políticos prodemocráticos y los grupos internacionales de derechos humanos que trabajan en temas generales de derechos humanos (pero menos en el tema de Corea del Norte) son los actores más importantes. Los intereses de los progresistas incluyen el respeto “universal” de la dignidad y el valor individual, y el equilibrio entre la cuestión de los derechos humanos en Corea del Norte y el objetivo geopolítico de la paz y la seguridad en la península de Corea. Las instituciones que los progresistas consideran vitales para sus intereses son un poder judicial independiente, una agencia policial despolitizada, una fiscalía imparcial y una institución nacional de derechos humanos revitalizada. Sin embargo, según el análisis progresista, la reforma de las instituciones para la promoción de los derechos humanos no radica tanto en la reestructuración organizativa y/o personal como en la actitud y voluntad política del gobierno en ejercicio.

A pesar de estas diferencias aparentes, un examen más detallado evidencia que ambos enfoques comparten algo en común. Por ejemplo, tanto los conservadores como los progresistas están de acuerdo en el principio de que los derechos humanos son un valor humano fundamental y que deben ser parte esencial de cualquier democracia y de las prácticas democráticas. Este tipo de comprensión compartida de los derechos humanos, al menos en principio, si no en la práctica, es un recordatorio de cuanto camino han recorrido los conservadores desde el apogeo de sus predecesores autoritarios. Debe recordarse que antes de 1987 y durante el período previo a 1998 (la administración de Kim Dae-Jung), en cierta medida, los conservadores no respaldaron decididamente ni hablaron positivamente sobre la importancia de los derechos humanos universales, y mucho menos los pusieron en práctica. Un veterano oficial de policía manifestó al autor de este artículo que él y sus colegas habían escuchado sobre los derechos humanos solamente como “propaganda de algunos izquierdistas y estudiantes problemáticos” hasta principios de la década de 1990. Es justo decir que el valor central de los derechos humanos ahora es aceptado tanto por el lado conservador como por el progresista. Vista desde esta perspectiva, la naturaleza de la diferencia actual entre los conservadores y los progresistas podría ser de relativa ponderación, dinámica y pronóstico más que de naturaleza cualitativamente diferente.

En relación con esto, es interesante observar la similitud implicada en términos del lugar de los derechos humanos en la democracia de Corea. Los conservadores opinan que una noción de derechos humanos que sea

50

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

compatible con el “orden básico, libre y democrático” constitucional es la columna vertebral del desarrollo seguro y ordenado de la democracia en Corea del Sur. Los progresistas afirman que dependiendo de cómo se establezca su vínculo, los derechos humanos y la democracia podrían progresar de forma conjunta o degenerar en una viciosa espiral descendente. Así, en esencia, tanto los conservadores como los progresistas comparten la opinión de que hay al menos un vínculo inextricable entre los derechos humanos y la democracia. La actitud hacia la “ley y el orden” también es un punto importante que une y divide a los conservadores y a los progresistas al mismo tiempo. Ambos están de acuerdo en que la ley y el orden son importantes para proteger el sistema de respeto hacia los derechos, especialmente en países conscientes de la seguridad como Corea del Sur. Pero para los conservadores, son los “derechos humanos en la ley y el orden” los que son dignos de protección, mientras que, para los progresistas, “la ley y el orden de los derechos humanos” es la única receta aceptable en una sociedad democrática.

Como último análisis, debe señalarse que ambos enfoques de los derechos humanos se basan en dos ideas divergentes de democracia. Para los conservadores, la democracia es un concepto protector basado en la idea de la ciudadanía excluyente: para proteger los derechos humanos de la mayoría de la población, la opinión “no merecedora” de la minoría disidente no debe incluirse dentro del “orden básico, libre y democrático”. Este tipo de noción ideológicamente definida de “ciudadanía” tiende casi siempre al mal uso o tergiversación del procedimiento institucional democrático, y a justificar una visión altamente idiosincrásica y polémica de los derechos humanos. Para los progresistas, la democracia es, en gran medida, un concepto instrumental del cual se espera que produzca el bien mayor y máximo de manera continua. En consecuencia, el resultado del proceso político a corto plazo tiende a interpretarse como evidencia indiscutible para evaluar la mejora o la falta de democracia. Esta tendencia es más palpable en el área de los derechos humanos que en ninguna otra parte, donde algunos fracasos sensacionales y mediáticos a menudo se toman como una evidencia innegable del fracaso institucional general.

En resumen, el corolario de esta comprensión “partidista” del nexo entre derechos humanos y democracia desde ambos marcos es la falta de una perspectiva que refleje dimensiones más históricas, contextuales y estructurales. El avance de los derechos humanos se trata tanto de la mejora de las condiciones para la protección y promoción de los derechos humanos a nivel macro como de la rectificación de los problemas de derechos individuales a nivel micro (Cho, 2016; Moyn, 2010). Además, la dificultad práctica para

51

CHO Hyo-Je

encontrar soluciones viables de mejora de los derechos humanos a través de la deliberación democrática es una desafortunada consecuencia de esta falacia en ambos lados del problema. Un informe inusualmente perceptivo de las Naciones Unidas ofrece un consejo en esta línea: “El Relator Especial señala que los defensores [de los derechos humanos] operan en un entorno bastante polarizado y cree que se requiere un mayor esfuerzo, tanto de las autoridades como de las comunidades de defensores, para entablar un diálogo genuino y constructivo”. (Consejo de Derechos Humanos de la ONU, 2013, p. 19).

Un marco alternativo de interpretación

Hasta ahora, la discusión nos ha llevado a buscar una nueva línea de pensamiento en derechos humanos. Debe ir más allá de los anteriores puntos de vista, altamente polarizados, y llenar el vacío dejado por cada perspectiva para que podamos tener un marco más integral con el potencial de elevar tanto la calidad de la democracia como el nivel del debate. Si los marcos predominantes continúan dominando la forma en que se entienden y practican los derechos humanos, la realidad sociopolítica bien puede seguir el patrón de la profecía autocumplida. Una forma de alejarse de los moldes convencionales es analizar la situación actual de los derechos humanos sobre la base de sus características históricas y políticas. Una breve revisión del último y más completo documento sobre derechos humanos en Corea del Sur será suficiente para dar fe de este punto. El Comité de Derechos Humanos de la ONU ha publicado a finales de 2015 sus “Observaciones finales” sobre el cuarto informe periódico del gobierno de Corea del Sur (Comité de Derechos Humanos de la ONU, 2015). Se considera que la opinión y las recomendaciones del Comité son las más autorizadas y amplias. En el documento es posible identificar tres líneas diferentes entre un par de docenas de áreas de preocupación identificadas por el Comité.

En primer lugar, hay varios problemas que necesitan recibir más atención social con voluntad política y asignación de recursos. Estos son problemas relativamente nuevos y emergentes para los estándares coreanos y reflejan un cambio hacia criterios más estrictos sobre los cuales la práctica de los derechos humanos en Corea del Sur debe ser evaluada internacionalmente. Entre estos se encuentran la violación de las normas relevantes de derechos humanos por parte de las empresas coreanas con sede en el extranjero, la detención de solicitantes de asilo, trabajadores migrantes y la trata con fines de trabajo forzado, así como el requisito de que los solicitantes de asilo se acerquen a

52

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

sus embajadas para obtener el registro de nacimiento para sus niños. Estos problemas representan un tipo nuevo de problemas para la democracia en Corea del Sur y se espera que presenten desafíos continuos para cualquier gobierno, independientemente de su inclinación política. Por ejemplo, no sería sorprendente ver que, en el futuro cercano, el tema del ingreso de refugiados por razones humanitarias se convierta en un problema nacional importante. En general, estos problemas apuntan a la realidad globalizada en la cual Corea del Sur se ha desenvuelto y que, como tal, continuará expandiéndose de una forma u otra. En esencia, este es el desafío de cualquier democracia en un mundo globalizado.

En segundo lugar, hay una serie de dificultades de naturaleza continua y tenaz. Se trata de problemas de origen histórico y tienden a reflejar las deficiencias inherentes al sistema sociopolítico mismo. Estos incluyen, entre otros: la discriminación contra la mujer; la prevalencia de la violencia contra la mujer, incluida la violencia doméstica; la existencia de la pena de muerte a pesar de su no aplicación; la hospitalización involuntaria en instituciones psiquiátricas; la tasa particularmente alta de suicidios entre los jóvenes, las mujeres, las personas mayores y los militares; protección insuficiente contra los malos tratos y la tortura mental de los detenidos; la gran cantidad de casos de abuso sexual, físico y verbal en el ejército; el hacinamiento en las cárceles y el confinamiento solitario; la detención de desertores norcoreanos realizada por el Servicio Nacional de Inteligencia; y el enjuiciamiento continuo bajo la Ley de Seguridad Nacional. Las causas profundas de la mayoría de estos problemas incluyen la situación geopolítica en la Península Coreana, incluidas la división Norte-Sur y la militarización de la seguridad, el sistema jerárquico confuciano simbolizado por el orden social patriarcal y la política económica predominante orientada al crecimiento a expensas de una adecuada protección social y laboral. La solución fundamental para los problemas en esta categoría no radica tanto en el cambio de gobierno per se, aunque esto puede tener un impacto tangible en áreas que incluyen la NSL. Por ejemplo, debe recordarse con seriedad que fue el gobierno ‹progresista› de Roh Moo-Hyun el responsable, en última instancia, del fracaso en abordar las anomalías de la NSL, incluso con la condición de mayoría parlamentaria. En esencia, este es el problema de la democracia con características distintivamente surcoreanas más que el problema de las políticas de izquierda-derecha.

En tercer lugar, hay problemáticas de los derechos humanos que o bien se han fortalecido desde 1987, pero se han deteriorado recientemente, o que habrían estado más avanzadas si el gobierno hubiera sido más proactivo en materia de derechos humanos. Dicho en pocas palabras, son ejemplos por

53

CHO Hyo-Je

excelencia de la “reducción de las libertades civiles” causada directamente por los gobiernos conservadores desde 2008, los cuales se convierten cada vez más en una tendencia autoritaria. Incluyen características tales como la pérdida de la confianza pública en la Institución Nacional de Derechos Humanos; el acceso insuficiente de los detenidos a un abogado durante el interrogatorio; monitoreo, vigilancia e intercepción de la comunicación privada por parte del Servicio Nacional de Inteligencia; creciente uso de las leyes penales de difamación para enjuiciar a las personas que critican al gobierno; disolución de un partido de izquierda; severa restricción al derecho de reunión pacífica; restricción indebida de la libertad de asociación de los funcionarios públicos; la falta de una legislación integral contra la discriminación; discriminación por motivos de orientación sexual. La restricción de las libertades civiles ahora se extiende mucho más allá del ámbito institucional para crear una atmósfera de autocensura entre los miembros del público en general y la sociedad civil. En esencia, este es el problema de la democracia “menos liberal” practicada por los gobiernos conservadores en el así llamado “orden básico, libre y democrático” estipulado en la constitución.

Parece que en cualquier análisis del nexo entre democracia y derechos humanos en Corea del Sur se deben incluir dos dimensiones además de los elementos que ya están presentes en los marcos conservador y progresista: una dimensión teórica y una dimensión contextual.

En busca de una dimensión teórica, el progreso y la calidad de los derechos humanos deben combinarse con la pregunta acerca de cómo alcanzar la forma óptima de lo democrático en la democracia. Entre los componentes de lo democrático, debe mantenerse algún tipo de “equilibrio reflexivo” entre el valor intrínseco y el valor instrumental de la democracia, y entre el aspecto procesal y el aspecto sustancial de la misma (Kim, 2014). A pesar de las ventajas y desventajas de cada valor/aspecto, simplemente no es posible elegir exclusivamente un conjunto a expensas de otro, ya que los derechos humanos en un sentido holístico están mejor garantizados a través del proceso de no elegir sino equilibrar las diferentes orientaciones democráticas. Por ejemplo, la protección de los derechos civiles y políticos se asocia en gran medida con la práctica procedimental de la democracia, mientras que los derechos sociales y económicos son algo sustancialmente logrado en la democracia. Otro aspecto por considerar es la medida en que la democracia es capturada por otras estructuras sociales como un mercado libre desenfrenado y medios mal regulados. Mientras que los derechos humanos se basan en un principio distributivo e individualizante, la supremacía absoluta del mercado se basa en una lógica de maximización utilitaria (Shestack, 1998), y los medios

54

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

de las élites comerciales se basan en una lógica de control oligopólico de la información para los intereses de unos pocos. Además, la ciudadanía inclusiva, otra característica de lo democrático en la democracia, es un requisito previo para cualquier sistema que respete los derechos. Sin una ciudadanía inclusiva basada en principios liberales, no excluyentes y no discriminatorios, la noción de derechos humanos universales simplemente no puede sostenerse, y mucho menos proteger los derechos de las minorías.

En la búsqueda de una dimensión contextual, la globalización, la situación geopolítica y el aspecto histórico deberían recibir más atención en un nivel fundacional. Dado que se ha dedicado gran parte de la discusión al impacto negativo de la globalización económica sobre los derechos humanos, será suficiente decir que en Corea del Sur el impacto fue tan insidioso como doloroso. Es casi un cliché que Corea del Sur cargó el mayor peso de la globalización en las áreas de derechos sociales, en general, y derechos de los trabajadores en particular. Sin embargo, la globalización también ha dejado una marca indeleble en la democracia de Corea de una manera mucho más sutil. El ethos predominante de la sociedad surcoreana durante las últimas tres décadas se transformó completamente en el principio neoliberal de fungibilidad y equivalencia monetaria, que a su vez eliminó el escaso espíritu público y el valor solidario que podía haber. Esto significa que la consolidación democrática de Corea del Sur se realizó con una escasa razón pública y sentido de comunidad por parte de los ciudadanos en un momento en el cual estos valores se necesitaban con desesperación.

La situación geopolítica que rodea la península coreana con la cuestión central de Corea del Norte también afectó negativamente el escenario de los derechos humanos en Corea del Sur. Quizás no sea sorprendente que el agravamiento de las relaciones entre Corea del Norte y Corea del Sur coincidiera con el período regresivo de los derechos humanos en Corea del Sur. De hecho, una gran cantidad de casos de violación de los derechos civiles se dio como resultado de esta situación. La concatenación de los problemas de derechos humanos en Corea del Norte, la Ley de Seguridad Nacional en Corea del Sur, la preocupación por el programa de armas nucleares de Corea del Norte y la política de seguridad en el contexto de la escalada de tensión entre las dos Coreas muestra un fuerte factor de correlación con la problemática de los derechos humanos de Corea del Sur.

Como último análisis, el impacto a largo plazo del legado del régimen no puede descartarse en el debate sobre el nexo entre democracia y derechos humanos en Corea del Sur. Ciertamente, el “mecanismo de enlace intertemporal” entre los partidos políticos y el poder judicial en términos de

55

CHO Hyo-Je

la continuación del legado de los regímenes anteriores parece haber ejercido un efecto notable tanto en Corea del Sur como en América Latina (Pérez-Linan y Mainwaring, 2013). Tomemos el ejemplo del poder judicial. El escalón más alto de la corte de Corea del Sur está compuesto por 23 jueces superiores (catorce jueces de la Corte Suprema y nueve jueces de la corte constitucional). Al momento de escribir este artículo (mediados de 2019), una mayoría de los principales jueces en Corea del Sur habían sido nombrados como jueces o fiscales desde antes de 1987. No debería sorprender que estos juristas tuvieran que sumergirse e internalizar, como parte de su preparación de cara al examen nacional para abogados, las conocidas constituciones de la República Yushin de Park Chung-Hee o de la Quinta República de Chun Doo-Hwan, y que prestaran un juramento de lealtad bajo el gobierno autoritario, continuando y preservando de forma aparente y sutil el legado de los regímenes anteriores. De este modo, hay un gran signo de interrogación sobre la pregunta de si la liberalización política de Corea del Sur en 1987 ha progresado en tándem con la deconstrucción paulatina de los rasgos autoritarios en el poder judicial. Bien podría ser el caso de que el carácter subyacente del poder judicial tienda a destacar, particularmente al más alto nivel, cuando se encuentra bajo el mandato conservador, “menos liberal”. Este punto es muy relevante en los asuntos de derechos humanos, ya que los derechos humanos tienden a traducirse en cuestiones “justiciables” que luego se procesan a través del canal legal. Por lo tanto, la persistente sospecha de la opinión pública de que el poder judicial se ha vuelto algo reaccionario en temas de derechos humanos bajo el mandato conservador puede, después de todo, no ser tan infundada.

Conclusión

Algunos de los infortunios ocurridos en materia de derechos humanos durante las administraciones conservadoras consecutivas descritas anteriormente se han revertido después de la destitución de la presidente Park Geun-hye (Cho, 2017). El gobierno siguiente, dirigido por el presidente Moon Jae-in, se ha comprometido en repetidas ocasiones a restaurar las irregularidades y las “culpas acumuladas” de los gobiernos conservadores, y ha implementado varias medidas consecuentes.

Entre las reformas palpables de la administración de Moon en relación con los derechos humanos se incluyen, entre otras, el reconocimiento del derecho a la objeción de conciencia, una garantía más completa de la libertad de expresión, un papel más visible del Instituto Nacional de Derechos Humanos y

56

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

la rehabilitación de los artistas y escritores ubicados en la lista negra. Incluso, en el momento de la redacción de este documento, el presidente de la Corte Suprema es procesado por cargos de abuso de poder y trato ilícito con la oficina presidencial.

El setenta aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH) fue celebrado a nivel gubernamental con un renovado interés en la relevancia de la DUDH en el siglo XXI (Cho, 2019). La administración actual ha enfatizado la participación activa de las mujeres en todos los niveles de la vida pública, incluido el proceso de toma de decisiones políticas. Sin duda, estos son desarrollos positivos con implicaciones prácticas para los ciudadanos comunes. Podrían ser considerados como otra evidencia de que la calidad de los derechos humanos en Corea, al menos en cierta medida, depende de la orientación del gobierno de turno en lugar de en la salvaguarda constitucional firme e independiente del cambio de gobierno, lo cual valida la ya vieja creencia de los progresistas (Cho, 2006).

Habiendo dicho eso, todavía es el caso de que lo defendido anteriormente se mantiene. Se argumenta que la combinación de un cambio en el gobierno y en las dimensiones estructurales, geopolíticas e históricas debe tomarse en conjunto para dar un análisis más coherente del nexo entre democracia y derechos humanos en Corea del Sur. Cualquier discusión sobre este debate en Corea del Sur debe tener en cuenta la división de la península coreana y la perspectiva de paz en la región, las características del capitalismo coreano bajo la rúbrica de “estado desarrollista”, la respuesta psicológico-social del público como resultado del largo adoctrinamiento anticomunista y el lugar de Corea del Sur como aliado incondicional de los EE.UU. en el entorno estratégico extremadamente complicado del este de Asia (cf. Chang, 2019; Cho, 2015b; Kim, 2015; Suh, 2014).

¿Qué lecciones podemos extraer de lo que hemos discutido hasta ahora? Primero, la institución es un ancla importante para la protección de los derechos humanos, pero la eficacia de la institución depende en gran medida de la posición política del gobierno a cargo. En segundo lugar, no debe subestimarse la “intención” y la voluntad política del gobierno en términos de promoción de los derechos humanos, pero también debe recordarse que la intención del gobierno está necesariamente moldeada y limitada dentro de los parámetros estructurales y contextuales. Por lo tanto, existe una situación de derechos humanos en la que el comportamiento del gobierno es solo un factor que contribuye con los parámetros ya existentes. En conclusión, la calidad de la democracia en relación con los derechos humanos en Corea del Sur probablemente dependerá de los siguientes factores en el futuro próximo:

57

CHO Hyo-Je

la resistencia de las instituciones democráticas para proteger los derechos humanos básicos independientemente del cambio de gobierno; la fortaleza de una ciudadanía democrática que puede enfrentar el desafío de los problemas de derechos humanos precipitados por las condiciones globales; la cuestión vital de si la fuerza conservadora puede pasar de una posición semi-liberal y anticomunista a una postura democrática más genuinamente liberal limitada por la Constitución; la despedida clara del poder judicial de los legados del régimen autoritario; la situación geopolítica en la península coreana y la reducción de la tensión entre las dos Coreas.

Referencias

Amnesty International. (2009). Amnesty International Report 2009: The State of the World’s Human Rights. London: Amnesty International Publications.

Amnesty International. (2010). Amnesty International Report 2010: The State of the World’s Human Rights. London: Amnesty International Publications.

Amnesty International. (2011). Amnesty International Report 2011: The State of the World’s Human Rights. London: Amnesty International Publications.

Amnesty International. (2012). Amnesty International Report 2012: The State of the World’s Human Rights. London: Amnesty International Publications.

Amnesty International. (2013). Amnesty International Report 2013: The State of the World’s Human Rights. London: Amnesty International Publications.

Amnesty International. (2015). Amnesty International Report 2014/15: The State of the World’s Human Rights. London: Amnesty International Publications.

Beetham, David. (1999). Democracy and Human Rights. Cambridge: Polity Press.

BTI. (2014). Bertelsmann Stiftung Transformation Index 2014: South Korea Country Report. Consultado el 26 de diciembre de 2015 en: http://www.bti-project.org/uploads/tx_itao_download/BTI_2014_South_Korea.pdf

Chang, Kyung-Sup. (2019). Developmental Liberalism in South Korea. Cham, Switzerland: Palgrave Macmillan.

Cho, Hyo-Je. (2002). Human rights in Korea at the crossroads: A critical overview. Korea Journal, 42 (1), 204-227.

58

Revista CHAKANA, Volumen 3, 2019

Cho, Hyo-Je. (2006). Human rights as a qualifier and a catalyst for Korea’s democracy. En Hsin-Huang Michael Hsiao (Ed.), Asian New Democracies: The Philippines, South Korea and Taiwan Compared. Taipei: Taiwan Foundation for Democracy.

Cho, Hyo-Je. (2007). A Grammar of Human Rights. Seoul: Humanitas. [En Coreano]

Cho, Hyo-Je. (2010). Two concepts of human rights in contemporary Korea. Development and Society, 39 (2), 301-327.

Cho, Hyo-Je. (2015a). Voyage through uncharted waters: Challenges for Korean civil society in times of turbulent democracy. En Eun-Jeung Lee y Hannes B. Mosler (Eds), Civil Society on the Move: Transition and Transfer in Germany and South Korea (pp. 31-55). Frankfurt am Main: Peter Lang.

Cho, Hyo-Je. (2015b). Anti-communism and human rights in South Korea. En Kim Dong-Choon, Gyorgy Szell, Christoph Pohlman et al., Antikommunismus in Korea und Deutschland (pp. 369-389). Seoul: Dolbegae. [En Coreano]

Cho, Hyo-Je. (2016). Horizons of Human Rights. Seoul: Humanitas. [En Coreano]

Cho, Hyo-Je. (2017). La destitución de la president Park Geun-hye: retrospectiva y prospectiva de la democracia en Corea del Sur. Chakana: Revista Internacional de Estudios Coreanos 1, 8-29.

Cho, Hyo-Je. (2019). Rethinking Democracy & Human Rights Education on the Seventieth Anniversary of the Universal Declaration of Human Rights. Asia Pacific Education Review, 20 (3). DOI: 10.1007/s12564-019-09589-x.

Fein, Helen. (1995). More murder in the middle: Life-integrity violations and democracy in the world, 1987. Human Rights Quarterly, 17 (1), 170-191.

Kim Bi Hwan. (2014). General requirements of good democracy: Value, procedure, purpose, relationship, and efficacy. Comparative Democratic Studies, 10 (1), 33-63.

Kim, Dong-Choon. (2012-2013). Korea’s Truth and Reconciliation Commission: An overview and assessment. Buffalo Human Rights Law Review, 19, 97-124.

Kim, Hak-Jae. (2015). The Origin of Panmunjom System: Korean War and the Liberal Peace Project. Seoul: Humanitas. [En Coreano]

Moyn, Samuel. (2010). The Last Utopia: Human Rights in History. Cambridge, MA: Harvard University Press.

59

CHO Hyo-Je

Perez-Linan, Anibal y Mainwaring, Scott. (2013). Regime legacies and levels of democracy: Evidence from Latin America. Comparative Politics, 45 (4), 379-397.

Shestack, Jerome J. (1998). The philosophic foundations of human rights. Human Rights Quarterly, 20 (2), 201-234.

Suh, Bo-hyuk. (2014). The militarization of Korean human rights. Critical Asian Studies, 46 (1), 3-14.

UN Committee on the Elimination of Discrimination against Women. (2011). Concluding observations of the Committee on the Elimination of Discrimination against Women: Republic of Korea. CEDAW/C/KOR/CO/7.

UN Committee on the Elimination of Racial Discrimination. (2012). Concluding observations on the fifteenth and sixteenth periodic reports of the Republic of Korea, adopted by the Committee at its eighty-first session (6-13 August 2012). CERD/C/KOR/CO/15-16.

UN Committee on the Rights of the Child. (2012). Concluding observations: Republic of Korea. CRC/C/KOR/CO/3-4.

UN Committee on the Rights of Persons with Disabilities. (2014). Concluding observations on the initial report of the Republic of Korea. CRPD/C/KOR/CO/1.

UN Human Rights Committee. (2015). Concluding observations on the fourth periodic report of the Republic of Korea. Consultado el 15 de diciembre de 2015 en: http://tbinternet.ohchr.org/Treaties/CCPR/Shared%20Documents/KOR/CCPR_C_KOR_CO_4_22217_E.doc.

UN Human Rights Council. (2011). Report of the Special Rapporteur on the promotion and protection of the right to freedom of opinion and expression, Frank La Rue: Mission to the Republic of Korea. A/HRC/17/27/Add.2.

UN Human Rights Council. (2013). Report of the Special Rapporteur on the situation of human rights defenders, Margaret Sekaggya: Mission to the Republic of Korea. A/HRC/25/55/Add.1.