Temas de Familia N°14

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Edición N° 14

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Una revista de la FUndación arreciFes

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revista nº 14tiraDa: 50.000 ejemplares

Foto de tapa: AD Passion Photography

Presidente: Italo Benjamín CostaVicepresidente: Carlos M. Boglioli Secretario: Adrián Suero

Secretaría: Ma. Laura Rodriguez

Paraguay 1610, Rosario.www.fundacionarrecifes.org.arinfo@fundacionarrecifes.org.ar

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¿Qué nos pasa?

Cuando comencé a escribir esta reflexión, mi primer cuestionamiento giró en torno a qué les está pasando a los padres, pero decidí reformularlo y preguntarme QUÉ NOS PASA a cada

uno de nosotros

Por los medios de comunicación, en cualquier charla de amigos, en cualquier sobremesa familiar, se cuestiona la falta de valores en los distintos ambientes en los que actuamos o forman parte de nuestra vida cotidiana.

¿Es que acaso la sociedad está formada por personas de otro planeta? ¿Es que acaso nosotros somos los únicos que vivimos valores?

¿QUÉ NOS PASA? ¿No será que somos nosotros mismos quienes debemos comenzar ese cambio que tanto solicitamos?

Dicen que en un pueblo se organizó un festejo en donde cada poblador debía colaborar llevando una tinaja de vino, verterla en un tonel para luego ser consumido en el festejo. Uno de los invitados pensó que si volcaba una tinaja con agua se mezclaría con el vino de los demás y nadie se daría cuenta. Así lo hizo y, cuenta la historia, que al momento de servirse el vino sólo pudo sacarse agua.

Cuando nos decidamos a poner cada uno lo mejor que tenemos, en función del bien de los demás, habrá comenzado el cambio que tanto reclamamos.

Italo Costa

EditorialEditorial

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Algo pasó con nuestra generación. Es como si hubié-ramos dicho algo así: «Lo pasé tan mal con mis padres

estrictos; me faltaron tantas cosas cuando niño; tuve un padre tan complicado y distante, que yo no quiero que mis hijos pasen por lo mismo. Por eso yo, como papá o mamá, les voy a dar todo lo que pueda, porque quiero que ellos sean felices».

Así nació una generación de padres distintos que apunta a que los padres deben ser cálidos e incluso ser «buena onda» con los hijos sin privilegiar el rol educador. Yo soy mamá y mi función es educar a mis hijos, y eso muchas veces es una carga agotadora en la que tengo que poner límites, tomar decisiones que muchas veces no les gustan, decir que no muchas veces al día, y mantener una consistencia educativa que traspase mis palabras, que esté amparada en los hechos.

Gran parte de los problemas que tienen nuestros hijos hoy, como la escasa motivación por los estudios, baja tolerancia a la frustración, la impaciencia y esta «lata» generalizada, con una sensación de soledad inmensa, se debe a que a los padres se nos olvidó ser autoridad. Nosotros somos los que mandamos en la casa, nos guste o no.

Me toca ver cómo los papás han ido perdiendo el control sobre los hijos, y dicen cada vez más frecuentemente frases como: «No sé qué hacer con mi hija», y cuando pregunto la edad, me entero de que tiene dos años y medio; yo no sé lo que pretenden hacer cuando la niña tenga 15 años. También es frecuente escuchar a padres que les dicen a los profesores: Dígale usted que se corte el pelo, porque a mí no me va a hacer caso. O dicen: ¿Cómo lo obligo a hacer esto o aquello si no tiene ganas?

La razón de todo este modo de funcionamiento se debe a un sinnúmero de factores, y entre los más importantes está la tendencia generalizada a evitar cualquier tipo de conflicto. Con tal de no verle la cara larga a nuestro hijo somos capaces de hacer lo que él quiere. Otro factor es el supuesto poco tiempo que pasamos con nuestros hijos. Digo supuesto porque, en realidad, si un papá tiene una hora para ver las noticias, tiene en realidad una hora para estar con sus hijos, lo que pasa es que prefirió ver las noticias.

Miedo a ser mala ondaEl tema de ser padres-amigos de nuestros hijos tiene

muchas aristas, algunas son sociológicas, como las que de alguna manera explicaba antes, pero también tiene que ver con lo sensibles que somos los adultos de hoy al rechazo de nuestros hijos. No queremos verles la cara larga, que nos digan que somos anticuados, distintos a los padres de sus compañeros, que somos «mala onda». En realidad, queremos ser papás buena onda, aparecer como evolucionados y esto nos hace ser tremendamente ambiguos en nuestra forma de educar; nos cuesta decir que no. Nos vamos en cuarenta explicaciones, somos los reyes de los «depende», con lo que metemos a los niños en una red de inseguridades que les impide conocer qué es correcto y qué no y todo parece permitido.

Las consecuencias de ser papás-amigos son muchas: los niños no tienen un referente distinto de sus amigos para educarse, desarrollan una pésima tolerancia a la frustración porque los padres no les dicen que no, y si lo hacen, cambian fácilmente con ciertas manipulaciones.

Los hijos se transforman en manipuladores porque ya saben que pueden hacer lo que quieran, todo está en cómo lo pidan. Al final, los adolescentes se sienten solos y poco seguros porque en un principio es entretenido tener papás así, pero con el tiempo ellos empiezan a sentir que necesitan de alguien que los guíe porque si no, se mueren de angustia. Los niños, en su desarrollo sano, necesitan límites, dis-ciplina y conductas fijadas por los padres, mezclado con el afecto: es la fórmula para una buena educación. Ternura y disciplina parece ser la clave.

Papás que les dan permiso para todo, que fuman con los hijos, que toman con ellos para que «aprendan». Papás que les permiten a sus hijos, por miedo al rechazo, que reciban amigos/as en sus piezas, entendiendo que ellos necesitan «privacidad» y no son capaces de decir que para eso está el living y no las camas.

Estos papás-amigos no colocan límites, pero tampoco dan mucho cariño, no abrazan porque van a ser rechazados, no dicen «te quiero» por temor a hacer el ridículo y, por lo tanto, tampoco son consistentes en la forma de educar.

Por supuesto que existen los que lo están haciendo bien, que ponen límites, que retan cuando hay que retar, que cumplen los castigos y también lo bueno, que entregan afectos, que tocan, que besan, aunque los adolescentes los rechacen, ya que entienden que eso es una pose y que no quiere decir que no lo necesiten. Son papás que entran a las piezas de sus hijos aún cuando la puerta esté cerrada, que dicen «te quiero», pero con la misma claridad son capaces de decir que no, aunque eso implique tener al «niño» o la «niña», con cara larga varios días. Quizás es porque entienden que la educación es una siembra diaria, en la que la cosecha no se ve de inmediato, y que, por lo tanto, hay que preocuparse día a día.

Pilar Sordo (psicóloga chilena)

Las consecuencias de ser «PAPÁ - AMIGO»

Las consecuencias de ser «PAPÁ - AMIGO»

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El amor tiene muchas caras, aunque podemos hablar de dos grandes aspectos: uno subraya el espiritual, el otro

el corpóreo. Dos dimensiones profundamente unidas donde ha de existir un equilibrio. Cuando se rompe la armonía, uno de los dos asfixia al otro, y entonces la persona sufre y queda expuesta a un sinnúmero de confusiones tanto en los enfoques como en la conducta.

Como una de las características del ser humano es procesar, ir poco a poco, de lo más fácil y cercano a lo más difícil y profundo, también en la maduración del amor sucede lo mismo. Por eso, cuando una persona encuentra afinidad y atractivo por otra, al principio parte de lo externo y centrada en sí busca el placer, sentirse bien, encontrar un estímulo agradable. La pregunta es ¿qué me puede ofrecer? En estos aspectos predomina el eros, aunque nunca deja de separarse de la espiritualidad.

Poco a poco, la persona madura en su amor y entonces empieza a pesar mucho más el afán de agradar al otro, se preocupa más de lo que puede necesitar y trata de darlo. En definitiva, el amor auténtico es una adecuada combinación de dar y recibir, tanto en el aspecto corporal como en el espiritual. Es poseer al otro, pero correspondiendo con la entrega incondicional.

Cuando en el amor humano entre un hombre y una mujer hay armonía entre lo corpóreo-anímico, entre lo sexual-espiritual, la consecuencia que fluye espontánea es el deseo de prolongarse mutuamente en un nuevo ser, es contribuir ambos y encontrar en alguien más parecidos consigo y con el otro. Esa es la maravilla de la procreación: reconocer algo de sí en el engendrado y encontrar también al amado en esa nueva criatura.

Sólo en esta unidad corpóreo-espiritual, cada persona en su concreción individual como varón o como mujer, manifiesta en su conformación corpórea, puede comprender al sexo como un constitutivo de lo humano. Entonces queda claro que el sexo no puede separarse del modo como se conduce una persona, del psiquismo y de lo específicamente espiri-tual. Con estas premisas, el ejercicio de la sexualidad, el

acto de unión físico entre un hombre y una mujer, es un acto de intercomunicación personal porque también es un acto psíquico, y ambos actos están dirigidos por el acto espiritual de donación y recepción.

Amor deshumanizado

El problema contemporáneo consiste en una reducción del amor a la relación erótica-sexual, en el nivel de lo corpóreo y de lo psíquico, separándolo de la dimensión espiritual. Entonces, ese amor queda deshumanizado. Se exaltan las técnicas de seducción, el afán de encontrar nuevas sensaciones y, por lo tanto, la fidelidad pierde sentido. La relación es una pseudo relación porque cada uno está centrado en sí, pide pero no da. Mucho menos cabe la posi-bilidad de pensar en los hijos. Como no hay donación, ese nuevo ser no ofrece más que molestias.

En el mundo actual, el amor que se promueve es un amor infantil, como el del niño que quiere a los demás por el alimento que le dan. En estas condiciones, cuando alguien cansa, porque ya no existe la novedad, se cambia por otro, y así sucesivamente. Se instrumentaliza la relación, se subordina a la incursión en nuevos placeres. Así, al separar de la sexualidad la comunión con el otro, tampoco se incluye la ayuda mutua estable. En este estado, la respuesta al título de este artículo es negativa, el amor no es lo mismo que sexo.

En cambio, cuando la relación comprende todas las dimen-siones del ser humano, es integral y, paradójicamente, po-demos decir que amor y sexo sí se pueden identificar. Sin embargo, para no equivocarse con esta afirmación, hace falta contestar afirmativamente las siguientes preguntas: ¿comprendo al otro?, ¿busco desinteresadamente su bienestar?, ¿lo perdono o lo disculpo cuando no corresponde a mis aspiraciones?

Ana Teresa López, Doctora en Filosofía (Univ. Panamericana, Méjico)

Cuando AMOR y SEXO

se confunden

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El matrimonio es un encuentro de dos almas, un abrazo de dos historias, de dos presentes… No puede haber

algo más lindo y grande que eso», dice Mercedes Larraín, consejera matrimonial de la fundación Familia Unida. Sin embargo, hoy no se habla de ese lado del matrimonio, sino de lo negativo: la pérdida de libertad, la carga económica que son los hijos, lo difícil de conciliar el trabajo con la familia, etc. «Los recién casados deben estar conscientes de estos mensajes y hacerles frente. Deben luchar por descubrir lo luminoso del matrimonio, la riqueza infinita que significa unirse a otro para compartir la vida».

Esta búsqueda de lo bello del matrimonio no puede acabarse una vez casados. Hombre y mujer deben ser conscientes de que el matrimonio no es la meta final del noviazgo, sino un paso más en el proceso de crecimiento en conjunto, conocimiento y aceptación del otro.

El matrimonio en cada época ha tenido sus «enemigos». Hoy en día, también, y conocerlos es el primer paso para vencer. Uno, es la inmadurez con que se presentan muchos esposos al altar. Son personas que llegaron a la edad adulta sin haber conquistado el principal desafío de la adolescencia, que es independizarse afectiva y económicamente de los padres. Entonces, llegado el fin de semana, él o ella quieren estar todo el día en la casa de los papás o no puede tomar decisiones con las cuales sus padres no estén de acuerdo.Al respecto cabe recordar que en el matrimonio sólo bastan dos miradas, la del marido y de la mujer.

Otro «enemigo» es la visión equivocada de conceptos como la vida propia y el desarrollarse como persona. Es importante que cada uno tenga un proyecto personal, ac-tividades independientes del otro que lo motiven. Pero esto jamás puede ir en contra del proyecto común o de la felicidad del otro cónyuge.

Entonces, el trabajo, los deportes, las juntas con los amigos...: hay que conversar cuánto y en qué momentos, llegar a acuerdos para que la vida propia de cada uno enriquezca el matrimonio y no lo ponga en riesgo. Estas conversaciones deben ser muy sinceras y confiando en que el otro va a saber entender.

Con apertura deben también ir moldeando un proyecto común, que ojalá haya comenzado a delinearse en la época del noviazgo. ¿Qué se espera del matrimonio? ¿Qué tipo de padres se quiere llegar a ser? ¿Qué ambiente se buscará que exista dentro del hogar? ¿Qué espera cada uno del otro? Son

respuestas que hay que conversar y que irán tejiendo un mundo de los dos. Esto es algo que debe hacerse de manera consciente, pues si no se corre el riesgo de seguir siendo dos solteros, pero bajo un mismo techo, que se encuentran como amantes, pero no como compañeros de vida. Marido y mujer deben verse a sí mismos como un equipo en el que los dos son titulares. Ninguno es suplente.

¡Paciencia!

Un tercer aspecto propio de los tiempos actuales que hay que saber controlar es el racionalismo y el culto a la instantaneidad. «Hoy vemos todo como causa y efecto. De esa manera tratamos de explicar lo que pasa y de con-trolar lo que viene. Pero en el matrimonio no todo es lineal y, pretender que lo sea, es negarse a lo natural, a lo espontáneo», dice Mercedes Larraín.

El primer gran ejemplo de esto es que no por casarse se va a ser obligatoriamente feliz. Al llegar a la boda no se conquista un pretendido derecho a la felicidad, sino el compromiso de hacer feliz al otro. Y si se logra ser feliz, lo más probable es que sea a través de un matrimonio muy distinto al planeado en la mente de cada uno de los esposos. Entonces, en vez de preocuparse de qué hacer para que todo salga bien, cada matrimonio debe enfocarse a encontrar su propia forma de amarse y de estar en este mundo. No hay felicidad posible si se piensa en el bien propio. El egoísmo y el amor son incompatibles. La vivencia de ese proceso es el que día a día les dará felicidad y la calma para esperar los resultados.

Saber que se puede

«Tenés que estar seguro de que tu matrimonio puede ser una aventura apasionante, de que vos y él, vos y ella, ¡así como son!, pueden vivirla (…) ¿Qué va a poder contigo el ambiente si te decides a dar tu propio estilo allí donde te encuentras?», dice el orientador Antonio Vázquez al comienzo de su libro «Matrimonio para un tiempo nuevo».

Mercedes Larraín piensa en la misma línea: para ella, quien quiera tener un matrimonio feliz, lo tendrá. Y asegura que, a pesar del culto a lo desechable que ronda en la sociedad, el ser humano sigue siendo el mismo y, como siempre, tiende a la belleza, la bondad y la verdad. Más aún: el verdadero amor quiere ser eterno. «El mundo está lleno de cosas feas y uno se acostumbra a eso. Pero cuando vemos una flor, nos emocionamos y sabemos distinguir su belleza. Lo mismo

Ante separaciones precoces:CÓMO NO PERDER EL NORTE

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pasa con el matrimonio. Encontrar a un compañero de vida y estar con él para siempre es una ilusión que el hombre lleva impresa en su corazón», asegura Mercedes.

Primer requisito

El camino del matrimonio comienza por conocerse a uno mismo y reconocer las propias falencias. El egoísmo, el mal carácter o la inmadurez no son determinantes de un matrimonio infeliz, pero sí aspectos que son necesarios mejorar. Para ello es necesaria mucha humildad y, en algunos casos, la ayuda de un tercero.

MANOS A LA OBRA

Sabiendo que se puede tener un matrimonio feliz, algunos consejos:

● ¿Mi cónyuge es feliz? Hacerse esta pregunta per-mite recordar que el foco está en el otro y ayuda a reconocer a tiempo los aspectos en que puede mejorar la relación.

● No angustiarse ni paralizarse cuando hay problemas, sino buscar las herramientas que todo matrimonio posee para resolverlos.

● Es clave «hacerse querible», es decir, facilitar al otro para que te pueda querer más y mejor.

● Vivir el matrimonio de forma asertiva y no a la defensiva. Las mujeres, sobre todo, tienden a des-confiar o a dar segundas lecturas melodramáticas. Es necesario ser sincero sin atacar al otro y sin miedo.

● A mayor confianza en el matrimonio, mayor debe ser el respeto y la valoración de la entrega del otro. Para eso hay que renovar cada día la elección del otro como la persona más importante del mundo.

● No sentirse culpable por no gustar de TODAS las características del otro.

● Usar la inteligencia no sólo en el trabajo, sino también en la casa. Con ella se distingue lo malo de lo bueno, la manera correcta de actuar.

● Cada uno debe intentar sacar lo mejor del otro, pero respetando su esencia y su derecho a ser él mismo.

Luz Edwards

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Legales: se ocupa de revisar las ordenanzas municipales gestionando su aplicación y en caso de considerarlo ne-cesario busca la forma de crearlas.

El foro cuenta con el apoyo de clubes, colegios, psicólogos, psicopedagogos, abogados, antropólogos, empresarios, far-macéuticos, orientadores familiares, periodistas y docentes. También nos apoyan la Fundación Arrecifes, Fraternitas, la Asociación para la Educación Familiar, Areda y ACDE (Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas).

«Nuestra mayor preocupación son los riesgos que provocan los horarios de diversión nocturna, el descontrol, las drogas, el alcohol y las consecuencias que pueden acarrear en el plano de la sexualidad». «Es difícil que los chicos tengan responsabilidad sobre sus actos si en el medio intervino el alcohol». «Hay que enseñarles a los chicos que la diversión no puede ser a expensas de otros y que están hipotecando el futuro si esa diversión acaba con la vida. Hay normas que cumplir a pesar de que uno quiera divertirse», dijo la Dra. Verónica Baró Graf. (Referente del área salud de moVida).

En lo personal, el Dr. Arturo Araujo, opina: - si mis hijos de desvían o tienen algún problema de estas características, por acción u omisión, yo soy indudablemente el único responsable.

La Dra. Baró Graf agrego la necesidad de trabajar en la formación de valores que posibiliten hacer mejor foco en el cuidado de la vida.

Hay que trabajar, educando e informando.

¿Qué es moVida?

Asamblea permanente por nuestros hijos. Constituidos mayoritariamente por padres, docentes, profesionales

de diferentes aéreas representantes de Ongs, que preo-cupados por la forma de diversión que toma la noche de nuestros adolescentes y jóvenes, sintieron la responsabilidad de trabajar por el cuidado de sus vidas y de su futuro.

¿Cómo surge moVida?

El Dr. Arturo Araujo, ex presidente del Colegio de Abogados, comentó que el movimiento surge en octubre del 2008 como una iniciativa abierta a la comunidad preocupados por la cultura de la noche, la venta y el consumo de alcohol en menores, la presencia cada vez más notoria de drogas, la violencia, los accidentes callejeros.

¿Cómo está compuesta moVida y quiénes la apoyan?

Se han organizado en 4 comisiones:

Salud: abarca la relación que tiene el estilo de vida de los adolescentes y las consecuencias sobre su salud.

Educación: con la información adecuada, y la formación en valores se apuesta a que los jóvenes sean protagonistas de su futuro. Ej.: moVida participa junto a otras instituciones de campañas de concientización contra el abuso de alcohol y los accidentes de tránsito.

Investigación: se ocupa de analizar y reflexionar sobre las causas y emergentes de la distintas problemáticas.

OTRA GENTE QUE HACE COSAS: