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REPÚBLICA DE COLOMBIA UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANAS PROGRAMA DE TRABAJO SOCIAL “NO HAY PECADO MÁS GRANDE” Acercamiento descriptivo-interpretativo al proceso resocializador del recluso consumidor de sustancias psicoactivas, desde la comprensión de su vida en libertad e internamiento penitenciario. Trabajo de Tesis presentado como requisito para optar al grado de Trabajadora Social

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REPÚBLICA DE COLOMBIAUNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANASPROGRAMA DE TRABAJO SOCIAL

“NO HAY PECADO MÁS GRANDE”Acercamiento descriptivo-interpretativo al proceso resocializador del recluso

consumidor de sustancias psicoactivas, desde la comprensión de su vida en libertad e internamiento penitenciario.

Trabajo de Tesis presentado como requisito para

optar al grado de Trabajadora Social

CATALINA BOTERO BELTRÁNÁREA DE CONFLICTO Y DINÁMICA SOCIAL

OCTUBRE DE 2008

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TABLA DE CONTENIDO DEDICATORIA .................................................................................................................... iv AGRADECIMIENTOS .......................................................................................................... v INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 7

Sobre la importancia de la investigación cualitativa ................................................. 10 1. La Teoría Fundamentada en la investigación social ............................... 12 2. Valor académico y profesional de la presente investigación .................. 15

INFLUENCIA FAMILIAR Y CONTEXTO FORMATIVO DEL INTERNO ............ 17

Composición Familiar .............................................................................................. 17 1. Figura Paterna ........................................................................................ 18 2. Figura Materna ....................................................................................... 20 3. Los hermanos ......................................................................................... 21 4. Familia Extensa ....................................................................................... 22

Amenazas del contexto formativo del interno .......................................................... 23 1. Conocimiento de la delincuencia ............................................................ 25 2. Formación educativa ............................................................................... 26

Conclusión................................................................................................................. 27 SUSTANCIAS PSICOACTIVAS: RAÍZ DE LA PROBLEMÁTICA FAMILIAR Y JUVENIL ............................................................................................................................ 30

Razones del consumo y experiencias en tratamientos para abandonar el consumo de drogas ........................................................................................................................ 32

1. Justificación del consumo de sustancias psicoactivas ............................. 32 2. Reacciones físicas y psicológicas de las sustancias psicoactivas ............ 34 3. Opinión del interno frente al consumo de sustancias psicoactivas ......... 35 4. Tratamiento para consumidores de sustancias psicoactivas .................... 37

Vivencias correlacionadas con el consumo de sustancias psicoactivas .................... 38 1. Relación entre la ingesta de sustancias psicoactivas y la comisión del

delito ........................................................................................................ 38 2. Experiencias en libertad relacionadas con el consumo de sustancias

psicoactivas ............................................................................................. 39 Conclusión................................................................................................................. 41 LA DELINCUENCIA COMO OPCIÓN DE VIDA ....................................................... 43 Justificación del delito............................................................................................... 45 Valoración del delito ................................................................................................. 46

1. Existencia o inexistencia del arrepentimiento ......................................... 47 Ganancia e inversión económica producto de los delitos ......................................... 48 Conclusión................................................................................................................. 50

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CÁRCEL: FALSA OPORTUNIDAD DE VIDA ............................................................ 52 Descripción y desarrollo de una vida en prisión .................................................... 53

1. Captura, reincidencia en el delito y condena del interno ..................... 53 2. Descripción del mundo carcelario ........................................................... 56

2.1 El negocio de las sustancias psicoactivas en la cárcel ................. 61 2.2 Diferencias entre el patio sexto y los demás patios ..................... 62

Vivencias significativas durante el encierro ............................................................. 67 1. Experiencias dramáticas al interior del centro de reclusión .................... 67 2. Relación actual con la familia ................................................................. 72 3. La felicidad en la cárcel........................................................................... 73

Conclusión................................................................................................................. 74

TRATAMIENTO PENITENCIARIO Y PROYECCIÓN FUTURA DEL INTERNO ..................................................................... 77

Tratamiento penitenciario, del discurso a la realidad ............................................... 77 1. Aspectos esenciales del tratamiento penitenciario .................................. 77 2. Actividades de descuento ........................................................................ 82 3. Sentimientos como motor de cambios .................................................... 91

3.1 Sentimientos positivos y negativos desarrollados en prisión ..... 91 3.2 Cambios positivos y negativos desarrollados en prisión .............. 92

Pensamientos que ahondan en la mente del interno .................................................. 96 1. Recuerdos más intensos de su vida ........................................................... 103 2. Noción de deidad en su vida ...................................................................... 106 3. Visión de muerte ......................................................................................... 107 4. Comparación entre la cárcel y la calle ...................................................... 107 5. Valoración de la amistad ............................................................................ 109 6. Atribución de la culpa de su situación ...................................................... 110 7. Necesidades ................................................................................................. 111 8. Miedos y temores ........................................................................................ 111

El futuro del interno en libertad .................................................................................... 113 1. Proyecto de vida .......................................................................................... 125

1.1 Fases para la elaboración de un proyecto de vida ....................... 127 1.2 Análisis DOFA: Un acercamiento al futuro del recluso ........... 128

Conclusión............................................................................................................... 130 REFLEXIÓN CRÍTICA EN TORNO AL PROCESO DE RESOCIALIZACIÓN ..................................................................... 134 Bibliografía ........................................................................................................................ 139

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DEDICATORIA

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AGRADECIMIENTOS

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“NO HAY PECADO MÁS GRANDE”

En la concepción religiosa se habla del pecado como una ofensa a dios, en la

concepción jurídica se habla del delito como una ofensa a la ley; sin embargo existe

en la mente de un interno la idea de que no existe un delito mayor, ni un delito

menor, simplemente existe “el delito”, es decir, no hay pecado más grande. Sin

embargo, después de compartir tiempo y vivencias con reclusos y funcionarios del

Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Bogotá, me pregunto si es mayor el

pecado que alguna vez cometió el preso o el pecado que comete permanentemente la

institución hacia los hombres.

… Se dice que las palabras tienen poder, pero podría pensarse que cada una de ellas

adquiere mayor sentido, si proviene de una voz cercana que de manera natural

exprese el sentido de la vida. ¿Cuánta influencia pueden tener las palabras que

pronunció un abuelo, un padre, una madre o un ser querido, en la mente de un niño o

un joven? …

A lo largo y ancho de los pasillos de la cárcel “La Picota”, miles de hombres claman

por su libertad, declarándose culpables o inocentes, pero deseando salir de ese mundo

que la gente “normal” y “buena” desconoce y juzga.

La historia de los hombres que se encuentran allí, pero especialmente la de aquel

último rincón, llamado patio sexto, calabozo o como dicen quienes sobreviven en este

lugar “el culo de la Picota” es tan compleja y tan importante que merece ser contada.

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INTRODUCCIÓN

El documento que se presenta a continuación sobre la investigación

“Acercamiento descriptivo-interpretativo al proceso resocializador del recluso

consumidor de sustancias psicoactivas, desde la comprensión de su vida en libertad e

internamiento penitenciario”, es el resultado de un interés personal por el tema

carcelario y una experiencia de vida única, que permitió cambiar el imaginario y la

opinión que se tenía del recluso común y de diferentes problemáticas sociales que

vive nuestro país y que se reflejan en un centro de reclusión.

La situación carcelaria, al parecer busca ser transformada a través de la

implantación de normas, como la ley 65 de 1993 por la cual fue expedido el Código

Penitenciario y Carcelario, en donde se dictan ciertas disposiciones en torno al

modelo de Tratamiento Penitenciario, el cual tiene como objetivo preparar al

condenado mediante su resocialización para la vida en libertad, de acuerdo a las

necesidades particulares de cada sujeto, lo que hace que se genere un especial interés

por el recluso consumidor de sustancias psicoactivas.

La investigación inicia con un vago conocimiento sobre la población de

interés, lo cual hace que se presenten ciertas suposiciones en torno al trabajo, desde

pensar que la cárcel conlleva a la drogadicción, hasta el especular que la institución

realza la condición adictiva y criminal del interno.

La población objeto la constituyen los internos del patio sexto del

Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Bogotá, en un rango de edades entre

veinte y treinta años, caracterizados especialmente por estar clasificados en fase de

Alta Seguridad, condenados especialmente por los delitos de homicidio, hurto,

narcotráfico, fabricación, tráfico y porte ilegal de armas y municiones y finalmente

por ser consumidores de droga.

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Hablar de sustancias psicoactivas, necesariamente implica entender ciertos

asuntos relacionados con la producción, comercialización y consumo en Colombia.

Dicho tema ha sido altamente estudiado y de presto interés para diferentes campos de

acción, como el económico, el político, el cultural y social. En la gama de

investigaciones y estudios en donde se han abordado temas relacionados con la droga

y especialmente con el consumo, se encuentra un buen material respecto dicho tema

en los centros de reclusión.

Pese a que el tema del consumo ha sido tenido en cuenta en las instituciones

penitenciarias, llevando a cabo la aplicación de modelos, realizando capacitaciones a

funcionarios y estudiando el fenómeno de la drogadicción al interior de la prisión, al

parecer no se da solución al problema y no se asume con la suficiente

responsabilidad la magnitud de éste, lo que acentúa la preocupación y la motivación

para la realización del proyecto.

Quizá la preocupación institucional no se encuentre en el eje central del

problema y se pueda explorar en aspectos vivenciales que no dependen de forma

estricta del Tratamiento Penitenciario diseñado para el recluso. Por tanto, se ha

pretendido determinar y valorar los efectos que han tenido las distintas experiencias

del interno desde que se encontraba en libertad, sumadas a la vivencia del

internamiento penitenciario en el proceso resocializador.

El término “vivencia” reunirá las experiencias en libertad y en prisión,

relacionadas con la situación familiar, el contexto de formación, el consumo de

sustancias psicoactivas y la historia delictiva del joven. De igual forma la experiencia

en el Tratamiento Penitenciario como proyecto institucional, los pensamientos

recurrentes y la visión futura del interno.

El objetivo central de la investigación ha sido determinar los efectos que

tienen las experiencias en libertad y la vivencia del internamiento penitenciario en el

proceso resocializador del recluso farmacodependiente, a partir de la indagación de la

historia de vida del recluso y en ella la trayectoria de consumo, la carrera delictiva,

las perspectivas de futuro y del análisis de factores positivos, negativos y

consecuencias que derivan del Tratamiento Penitenciario.

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La investigación de tipo descriptivo interpretativo, se ha sometido a un

análisis cualitativo, a partir de la aplicación de entrevista cualitativa a 21 internos, de

un total aproximado de 40 internos y un grupo focal con 12 participantes, en donde se

relata de manera detallada la realidad de una población particular, organizada en

diferentes componentes para lograr una mejor comprensión.

El documento que se presenta a continuación se ha organizado en cinco

capítulos. El primer capítulo se remite a aspectos puntuales de la historia y

composición familiar del interno, atendiendo a los sentimientos que mantiene o que

se han deteriorado y las condiciones por las cuales se han generado los cambios. De

igual forma se narra de manera especial la formación educativa del niño y el entorno

en donde se desarrolla el joven, mostrándolo como amenaza por las implicaciones

que éste tuvo en su vida.

El segundo capítulo señala la problemática del consumo de sustancias

psicoactivas, como raíz de la problemática familiar y juvenil, describiendo con

detalles la trayectoria de consumo, las razones que lo fundamentan y las experiencias

a partir de un relato de vida que involucra aspectos familiares y comunitarios.

El tercer capítulo habla de la delincuencia como opción de vida, se relata en él

la justificación de una vida delictiva, de unos intereses y la forma de alcanzarlos. De

igual forma se destina una reflexión sobre la valoración que hace el interno frente al

delito, aludiendo a la existencia o no del arrepentimiento que este puede generar.

El cuarto capítulo invita al lector a comprender la experiencia carcelaria no

solo como crisis, sino como una oportunidad de vida, desarrollando paso a paso una

historia de vida al interior de la prisión, a partir de la ilustración de vivencias

significativas en la vida del recluso.

El quinto capítulo devela la realidad del Tratamiento Penitenciario a partir de

experiencias reales de los hombres del patio sexto, revelando hechos que han ocurrido

al interno durante su encierro y la opinión que le merece el tema del tratamiento.

También se manifiestan de manera concreta, los sentimientos que ha desarrollado o

que ha generado el interno en el centro de reclusión y que se ven materializados en

cambios de pensamiento y actitud, sobre los cuales pesa una profunda reflexión.

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Además se indaga sobre las perspectivas futuras del interno, a partir de

productos del tratamiento, de la actitud frente a la vida y la elaboración mental del

proyecto de vida, que indirectamente exige al investigador dar una valoración

acertada al modelo de Tratamiento Penitenciario.

Se finaliza la redacción del documento con una reflexión a partir de los

resultados obtenidos y de la responsabilidad que como estudiantes, ciudadanos y

miembros de una comunidad, debemos asumir a partir de testimonios de las personas

que se encuentran privadas de la libertad y cuyas soluciones no se encuentran

únicamente al interior de los centros de reclusión, sino en espacios sociales externos.

La forma bajo la cual se analizó la información vivencial de los internos que

voluntariamente participaron de la presente investigación, fue bajo el análisis riguroso

de una unidad hermenéutica, conformada por los textos logrados a partir de la

transcripción de las entrevistas grabadas en el Establecimiento Penitenciario y

Carcelario de Bogotá.

Sobre la importancia de la investigación cualitativa

Para las ciencias sociales y humanas, en este caso para el Trabajo Social, la

investigación cualitativa y el método de la teoría fundamentada adquiere suma

importancia, en la medida en que se genera teoría, basándose en los datos

provenientes de la fuente principal, las personas.

La presente investigación busca interpretar el significado que adquieren las

vivencias de reclusos consumidores de sustancias psicoactivas, en su proceso

resocializador y tratamiento penitenciario, tema prestante para realizar un completo

trabajo de campo y así encontrar lo que la gente verdaderamente siente, piensa y

hace.

La presente es una investigación de tipo cualitativo, en la medida en que trata

de manera directa la vida de la gente, reuniendo sus experiencias, emociones y

sentimientos, lo que imprime al análisis cierto grado de rigor y de complejidad. Para

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desarrollar este tipo de método, se debe tener la capacidad de mirar de manera

retrospectiva la vida de cada uno de los internos y de analizar las situaciones

críticamente.

Desde este punto de vista, el investigador apuesta a la sensibilidad que

adquiere cada una de las palabras y acciones de las personas que favorecieron la

investigación, compartiendo su experiencia de vida. El investigador, no pierde en su

análisis una sola palabra pronunciada, ni alguna manifestación gestual o sentimental.

La investigación cualitativa apuesta al hecho de pensar comparativamente,

permite no hacer generalizaciones, obviando algunas reflexiones de otros internos,

sino interpretar la importancia que tiene lo igual y lo diferente, analizando las

constancias, es decir las opiniones similares que manifiestan una gran cantidad de

personas y las emergencias o casos particulares en donde se presentan opiniones

contrapuestas a las de la mayoría y que así mismo son valiosas en el análisis.

Según Corbin y Strauss (2002) el análisis de la investigación cualitativa se

enfoca principalmente en la interpretación de los datos provenientes del trabajo de

campo y específicamente en la experiencia personal de cada recluso. Este tipo de

investigación consta de tres componentes, que son los datos, los procedimientos y el

resultado o informe escrito. A su vez afirman que:

Al hablar sobre análisis cualitativo, nos referimos, no a la cuantificación de los datos cualitativos, sino al proceso no matemático de interpretación, realizado con el propósito de descubrir conceptos y relaciones en los datos brutos y luego organizarlos en un esquema explicativo teórico (p. 12) .

En la presente investigación, los datos provienen de la realización de 21

entrevistas a reclusos del patio sexto del Establecimiento Penitenciario y Carcelario

de Bogotá, de la realización de un grupo focal con 12 internos participantes, de

observaciones en campo, conversaciones informales con funcionarios, guardias y de

la revisión de documentos institucionales que se refieren a temas específicos

relacionados con el tema de investigación, dando primacía a la posición del interno.

Los procedimientos, utilizados para darle una correcta interpretación y

organización a los datos, se realizaron bajo la detallada elaboración de categorías,

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conceptualizadas y posteriormente relacionadas. Finalmente la redacción del informe

escrito que presenta los resultados que arrojó la investigación.

1. La Teoría Fundamentada en la investigación social

La presente investigación no fue realizada con un marco explicativo

preconcebido, definitivamente pertenece a un campo de estudio en donde hay

hallazgos y acercamientos, pero permite que la teoría emerja únicamente de los datos,

del proceso analítico y crítico del investigador. Se refiere entonces a:

(…) una teoría derivada de datos recopilados de manera sistemática y analizados por medio de un proceso de investigación. En éste método, la recolección de datos, el análisis y la teoría que surgirá de ellos guardan estrecha relación entre sí (…) Más bien, comienza con un área de estudio y permite que la teoría emerja a partir de los datos (…) Debido a que las teorías fundamentadas se basan en los datos, es más posible que generen conocimientos, aumenten la comprensión y proporcionen una guía significativa para la acción (Ibíd., p. 14).

Los resultados a los que llega la investigación generan conocimientos más

específicos en torno a una problemática común de una población del Establecimiento

Penitenciario y Carcelario de Bogotá, aumenta la comprensión de los fenómenos que

se dan al interior de la prisión gracias a la participación directa del interno, lo cual se

constituye en un apoyo tanto para la institución como para el interno, puesto que:

Los métodos cualitativos pueden usarse para explorar áreas sustantivas sobre las cuales se conoce mucho o poco pero se busca obtener un conocimiento nuevo (Stern, 1980). Además, los métodos cualitativos se pueden usar para obtener detalles complejos de algunos fenómenos, tales como sentimientos, procesos de pensamiento y emociones, difíciles de extraer o de aprehender por métodos de investigación más convencionales (Ibíd., p.13).

La tenencia de datos brutos que pertenecen a la experiencia personal de cada

recluso, obliga al investigador a pensar categorías acertadas para posteriormente

generar una explicación a partir de la relación entre ellas. De tal manera, si la

teorización se constituye en el fin de la investigación, ésta mantiene una estrecha

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relación con la descripción de fenómenos y acontecimientos, lo cual da sentido a la

presente investigación.

La descripción de hechos, es la experiencia más cercana con la que se

involucra el investigador en la vida del recluso, quien a través de su relato logra

transmitir una serie de pensamientos, sensaciones y sentimientos que hacen parte de

la carga emocional que tiene el interno de cada suceso. La descripción se torna más

fácil cuando se acude a metáforas o al lenguaje propio del lugar y las circunstancias

en las que se encuentra inmersa la persona que aporta con su experiencia a la

investigación.

Una descripción detallada permite obtener mayores resultados que los que se

esperan de dicho fenómeno, en la medida en que ella transporta al emisor y al

receptor al lugar de los hechos y a vivir la experiencia contada, saliendo incluso del

momento y lugar real donde se dialoga con el sujeto. En un relato libre, cada detalle

que describe el ser humano, demuestra la importancia que éste tuvo en la experiencia

que se comparte y se convierte en material indispensable para el posterior análisis al

que será sometido.

Para hacer teoría no basta con tener una cantidad de descripciones de diversos

acontecimientos, sino que se requiere de la interpretación de dichas imágenes. Con la

interpretación, se pueden obtener de manera concreta respuestas a interrogantes como

por qué, cuándo, dónde y cómo ocurren determinados hechos.

Si bien es cierto que los datos por si solos tienen poder, adquieren mayor

sentido cuando son organizados y clasificados por el investigador a través de

instrumentos de análisis, que permiten la creación de categorías, según propiedades y

dimensiones que le dan mayor claridad a las agrupaciones y por ende a los resultados:

La idea importante que debemos tener en cuenta sobre las dimensiones y propiedades es que éstas permiten a los investigadores diferenciar entre los artículos de una misma clase o entre los de varias clases y así mostrar las variaciones en una gama (Ibíd., p.22).

A pesar de que la investigación tiene un grupo seleccionado por ciertas

características particulares, da cuenta de las opiniones de los 21 internos que

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compartieron su experiencia de vida. Una opinión contraria es tenida en cuenta para

mostrar las variaciones que surgen dentro de un mismo grupo que vive experiencias

similares, las cuales permiten al investigador entender las distintas dinámicas de este.

La teorización permite la interacción entre las inducciones y deducciones que

hace el investigador en su proceso analítico, se pueden derivar conceptos a partir de

los datos procesados o a partir de los datos en bruto. Como en cualquier estudio, se

contó inicialmente con ciertas presunciones basadas en ideas de otros autores,

conversaciones cotidianas o por lo que muestran los medios a la sociedad, sin

embargo éstas fueron alteradas al estar en la realidad concreta, con cada interno y

cada experiencia de vida. Por ello:

Teorizar es un trabajo que implica no sólo concebir o intuir ideas (conceptos) sino también formularlos en un esquema lógico, sistemático y explicativo…para que una idea llegue a ser teoría se exige que ésta se explore a plenitud y se considere desde muchos ángulos y perspectivas (Ibíd., p.24).

Los datos obtenidos en cada una de las entrevistas mostraban en oportunidades

conceptos puramente aislados, de los que se podían pensar argumentos para explicar

ciertos fenómenos, sin embargo al tener todos los datos de los 21 internos surgen

categorías a partir de las cuales se hallan conexiones y permiten realizar un esquema

explicativo con mayor fuerza.

El informe final señala la construcción atinada de un conjunto de categorías,

que se diferencian por temas, interrelacionados entre sí por expresiones que forman el

marco teórico explicativo sobre la temática planteada. Es la relación entre oraciones,

la que convierte el ordenamiento conceptual en teoría, cuyo fundamento se encuentra

en los datos obtenidos en el trabajo de campo, más específicamente en la interacción

entre investigador y recluso.

La teorización a la que se llega con la presente investigación, muestra un

amplio alcance para poder entender otras problemáticas disciplinarias, en la medida

en que el tema abordado, no solo lleva a la comprensión de una vida en prisión, sino

que además refleja una multiplicidad de factores económicos, educativos, familiares y

comunitarios que permiten un conocimiento no solo de los agentes que conducen a

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una persona a una cárcel, sino de debilidades en la vida del ser humano que

desembocan en distintas dificultades.

La actuación del interno en la investigación parte del hecho de contar su

historia de vida, deteniéndose en algunos puntos claves que el investigador desea

conocer más a fondo y hasta donde el joven lo permita, puesto que existen algunos

temas que son simplemente enunciados debido a que el joven no quiere comentar más

al respecto.

El escrito surge de la interpretación de una historia analítica, que se puede

entender siguiendo la secuencia de diferentes momentos en la vida del interno, que se

logra obtener de todos los participantes de la investigación, material que al ser

rigurosamente analizado nos permite abordar conclusiones concretas frente al tema

planteado.

La presente teoría al tener en cuenta la sensibilidad del interno, contribuye a

que el lector tenga una acertada comprensión de lo que realmente se quiere transmitir.

El escrito consta de ejemplos descriptivos muy importantes para el entendimiento de

los diferentes argumentos. Dichas citas han sido cuidadosamente seleccionadas con el

fin de atrapar al lector y lograr que éste se sienta involucrado no sólo en las

problemáticas sino en las soluciones que como seres humanos en sociedad debemos

aportar.

2. Valor académico y profesional de la presente investigación

Desde su inicio, la tesis se consagró como una investigación cualitativa, que

pretendía lograr la descripción y el análisis crítico de las experiencias en libertad y las

vivencias del internamiento penitenciario del recluso consumidor de sustancias

psicoactivas del Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Bogotá, en vista a su

proceso resocializador, garantizado en el Tratamiento Penitenciario.

Es una investigación absolutamente valiosa, en la medida en que la

descripción es la forma más cercana y directa de conocer una realidad, en este caso

carcelaria, de la que muchos autores han hablado fundamentándose en análisis a partir

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de observaciones, documentos escritos y algunos instrumentos cuyo análisis es de

menor rigor, como es el caso de las encuestas. La presente investigación tiene un

valor adicional, en la medida en que:

No obstante, el verdadero mérito de una teoría sustantiva reposa en su capacidad de hablar específicamente de las poblaciones de las cuales se derivó y a las cuales se debe aplicar. Es natural que mientras más sistemático y amplio sea el muestreo teórico, más condiciones y variaciones se descubrirán y se incluirán en la teoría y, por tanto, mayor será su poder explicativo (y precisión). Si la teoría original no explica las variaciones descubiertas por medio de otras investigaciones, entonces estas nuevas especificidades se pueden agregar como rectificaciones a la formulación original (Ibíd., p.24).

Para obtener buenos resultados con la población de interés, cuya

caracterización se mostraba difícil, fue necesario realizar un completo trabajo de

campo, en donde en primera instancia se supiera si se contaba con la afinidad

requerida para entablar una relación entre el investigador y las personas que

integraban dicho patio, posteriormente se buscó conseguir la confianza participando

en los espacios libres de la población, para de esta forma conocer uno a uno a los

reclusos y saber si se contaba con el apoyo para la realización de una investigación

seria y rigurosa, cuya proyección es mejorar la calidad de vida del cuerpo de internos,

a partir de sus vivencias.

Obtener la confianza de los reclusos fue un trabajo complejo, que necesitó de

tiempo, interés, constancia y sinceridad, de parte y parte. Cuando se consiguió

entablar una relación más fuerte, fueron realizadas las entrevistas planteadas que más

allá de lo que parecía darle respuesta a un cuestionario, permitió con el favor del

interno una comprensión holística y a su vez específica de una problemática

particular.

Generalmente quienes atribuyen funciones, realizan los principios y

programas para poblaciones como la carcelaria, no han tenido un contacto directo con

las personas en cuestión, haciendo muchas veces que el interno se halle

incomprendido y discriminado como lo es el caso de los internos de la presente

investigación, quienes desean demandar ciertas atenciones, hecho que es imposible,

por la misma discriminación, el poco interés y el miedo que despiertan en internos de

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otros patios y funcionarios de la misma institución, que deben desde la vocación

personal para ejercer este tipo de trabajos, sentir absoluta seguridad y tener el valor

para atender todo tipo de interno.

El presente es un documento escrito con amor, con total transparencia, con el

objetivo de ser leído y comprendido por muchos estudiantes de diferentes disciplinas

que busquen alternativas para lograr un efectivo desarrollo como sociedad, que se

planteen como misión no solo estudiar sobre autores valiosos de los que ya mucho se

ha hablado, sino que se acerquen a realidades particulares a conocer, a interesarse y a

solidificar sus ideas en actos concretos. También a funcionarios, guardias y directivos

para que reflexionen sobre su deber en el mundo, comprendan sus errores y cambien

de actitud quienes por cualquier motivo han perdido el interés o el respeto por el ser

humano y quienes lo mantienen vivo para que se alimenten de nuevas ideas y ejerzan

su profesión con dignidad por siempre.

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INFLUENCIA FAMILIAR Y CONTEXTO FORMATIVO DEL INTERNO

El presente capítulo contiene un acercamiento a la composición familiar y a la

caracterización de la familia del interno, en su etapa de niñez y juventud, además de

entender la representatividad e influencia que tuvo cada miembro de ella en la vida

del joven, actualmente recluido en el Establecimiento Penitenciario y Carcelario de

Bogotá. El interno define los sentimientos que mantiene hacia las personas de su

familia y las transformaciones que han sufrido con el pasar de los años, permitiendo

entender el estado actual de sus relaciones.

Igualmente se describe el entorno en el cual vive el interno en su infancia y

juventud. En él se caracterizan las dinámicas, los conflictos y problemas propios del

barrio, al igual que las personas y los amigos que tuvo el joven cuando era un niño.

Además relata el proceso de formación educativa, la tragedia de haber habitado en la

calle y sus nefastas consecuencias.

Todos sabían qué era una familia, todos la tuvieron y en ella a un padre, una

madre, unos hermanos, tíos, primos y abuelos. Pero a la larga, el reconocimiento de

ella, anclado en sus memorias, se remite a quien crió, acompañó y aconsejó, en caso

de haber sido así.

Para un joven la familia fue su abuelo, el mismo que le dijo alguna vez: “uno

en esta vida, no importa uno lo que haga, lo que importa es uno no dejarse morir de

hambre”; sabia frase para quien la puso en práctica e hizo de ella el motor de su vida.

Composición familiar

Realmente son pocos los internos que fueron criados junto a sus hermanos por

sus dos padres. Algunos de ellos solamente contaron con la figura materna y otros

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fueron criados por sus abuelos, en compañía de sus demás hermanos y en pocos

casos, convivieron la época de crianza con sus primos y algunos sobrinos.

1. Figura paterna

Escuchar la historia de los padres de estos jóvenes que actualmente se

encuentran en condición de internos, lleva a la comprensión de algunos de los

pensamientos, sentimientos e incluso de las formas de reaccionar. La mayoría de ellos

conocieron a sus padres, sin embargo, para quienes no saben nada de él, poco o nada

les importa saber de su existencia, mucho menos ahora que enfrentan circunstancias

tan difíciles en el encierro.

Estos jóvenes que guardan recuerdos de sus padres, manifiestan que vivieron

con ellos por cortos periodos y que después fueron abandonados, cuando aún eran

muy pequeños, debido a que algunos de éstos habían conformado otra familia. En

general caracterizan a sus padres como personas irresponsables, cuyos recuerdos se

centran en el maltrato que recibían, al igual que sus hermanos y su propia madre,

causados por estados de alcoholismo que se repetían con frecuencia.

Algunos enfrentaron fuertes situaciones como aquel joven, cuyo padre abusaba de su

hermana menor y quien tuvo que presenciar como si fuera su deseo, los momentos

traumáticos por los que tuvo que pasar su hermana, a la que quiso defender y su

madre no lo permitió nunca, siendo consciente de la situación, dejándole a Dios la

tarea de juzgar y de castigar, puesto que no convenía hacerlo a un simple mortal, el

interno juzga la relación con su padre de la siguiente manera:

(…) La relación con mi papá es mala, al principio original como todo hijo, se dañó la relación por faltas de él con mis hermanos…el man abusaba de mi hermana y tin tin, su papá viola a su hermana y yo veía todo, yo si quería hacer algo pero mi mamá me lo impedía, yo quería matar a mi papá pero ella no me dejaba, me decía que no, que mi Dios castigaba, eso decía mi mamá (…)

Tener un padre con algún tipo de adicción, como al alcohol u otras sustancias

psicoactivas, dedicarse a delinquir y la mala caracterización con la que definían a sus

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padres no fue para algunos razón suficiente para no seguir sus pasos, pues algunos

vieron a su padre como modelo a seguir.

Padres involucrados en el mundo de la droga, rodeados de personas

consumidoras de sustancias psicoactivas, son una de las influencias más notorias que

condujeron a sus hijos a la desgracia de las drogas y que según muchos de ellos los

tiene hoy en día tras las rejas.

Sin embargo para pocos padres, la experiencia de tener un hijo en la cárcel, ha

llevado a la culpabilidad y por ende al arrepentimiento, lo que ha hecho que se hayan

convertido en la mano derecha de sus nietos, al brindarles una ayuda, especialmente

en lo que se refiere al sustento económico, en la medida en que el padre, al estar

privado de su libertad no puede aportar de esta manera al desarrollo de sus hijos.

Aún así, para algunos internos, el tiempo en prisión los ha hecho cambiar sus

formas de pensar y los hace entrar en terrenos confusos donde el sentimiento negativo

que muchos tenían hacia su padre, se ve suspendido por la ayuda que están recibiendo

sus hijos de parte de ellos.

Para quienes han tenido una mínima relación con su padre, el sentimiento es

neutro, para aquellos que alcanzaron a convivir alguna etapa de vida con su padre,

pero fueron abandonados, su padre hace parte de un recuerdo del que poco importa

hablar.

La relación que han tenido pocos internos con su padre en prisión, los ha

llevado a entender incluso lo incomprensible como el maltrato que presenció y del

que fue víctima en su niñez y juventud. Por otra parte, se han visto obligados a

perdonar porque la manutención o la educación de sus hijos está de por medio y ellos

se sienten impotentes para suplir dichas necesidades, lo cual representa su mayor

preocupación.

Mientras muchos de los internos reprochan el no haber tenido la figura de

padre que desearon y no saber qué es agradecerle algo, sólo un padre que ha realizado

una sóla visita a su hijo, privado por muchos años de su libertad, reprocha la situación

en la que él se encuentra, sin entender su participación consciente o inconsciente para

que su hijo haya llegado a esta terrible consecuencia.

20

Page 21: TESIS Catalina Botero.doc

2. Figura materna

Cuando nos referimos al papel de la madre en la vida del interno, podemos

decir que definitivamente es la persona por la que el interno mantiene un sentimiento

favorable, además de ser quien representa, el apoyo y la motivación para salir en

libertad.

Las madres de estos jóvenes mostraron una preocupación temprana por el

futuro de sus hijos, brindándoles aun cuando fuese con bajos recursos el estudio y

tratando de brindar un ambiente seguro a sus hijos, razón por la cual cambiaban de

lugar de habitación cuando lo creían conveniente, al ver amenazada la seguridad de

sus hijos, en la medida en que notaban malos comportamientos y en algunos casos

para alejarlos del vicio. De igual manera, demostraron inconformidad con algunas

actuaciones de sus hijos como aquellas relacionadas con recibir dinero que provenía

de actividades ilegales como el hurto.

La mayoría de los jóvenes fueron criados por su mamá y trabajaron con ella

para sacar a sus hermanos y familias adelante, pues no contaban con la ayuda del

padre, razón por la cual se sienten orgullosos de la labor y fortaleza que ha

demostrado su madre a lo largo de la vida, puesto que pese a la dura situación

económica, sacaron sus familias adelante y brindan aún el apoyo a su hijo que se

encuentra privado de la libertad.

El interno asegura que será su madre quien siempre velará por él y quien

nunca se cansará de visitarlo, apoyarlo y acompañarlo. Solamente en pocos casos la

madre no se hizo merecedora del amor de sus hijos, ya sea porque no pasó el tiempo

necesario con ellos o porque se caracterizó por ser una madre que intentó educarlos a

través del maltrato.

Una de las madres de estos jóvenes, se encargó de tratar a su hijo desde

pequeño como delincuente y de llamarlo vicioso, es así como debido a los prejuicios

y a la forma de actuar de la madre, logró que su hijo creyera en sus comentarios y

pasara a ser una realidad, llegando al punto de dejarlo sin hogar, sin familia y cerrarle

las puertas de la casa e indudablemente de un buen futuro.

21

Page 22: TESIS Catalina Botero.doc

Por su parte, hay casos en los que la relación se hace difícil debido a las

grandes distancias, sumadas a la privación de la libertad, lo que hace que aún así, la

relación sea cada vez menos frecuente y la soledad sea mayor. Lo anterior teniendo

en cuenta que se encuentran recluidas personas cuya lugar de origen es Antioquia,

Valle, Caldas, Huila y Tolima. Aún cuando la mayoría sean de Bogotá.

En una de las experiencias de vida no es la madre directamente quien

perjudicó la vida de su hijo, sino personas que se aprovecharon de la inocencia de un

niño para acabar con la vida de toda su familia en un solo momento y ante sus ojos,

causando un daño irreparable al joven, hoy día un preso más, cuyo sentimiento de

rencor crece día a día, desde aquella mañana en la que quedó sin su familia y donde la

pérdida más fuerte fue su madre.

La situación económica de las familias de los jóvenes ha sido tan difícil, que

incluso una madre aceptó el camino que quería seguir su hijo, un camino de

drogadicción y delincuencia, con tal de tener de parte de él una ayuda económica para

la familia.

Hoy en día, estos jóvenes se encuentran presos y sus madres se encargan en

algunos casos del cuidado de sus hijos, acto al cual dan un inmenso valor quienes se

encuentran condenados y por tanto no pueden hacerse cargo de ellos de la manera en

que desearían hacerlo.

El progreso de estas familias, en donde generalmente se vivía una precaria

situación económica, se hacía más difícil puesto que tenían muchos hijos y por tanto

muchas personas que mantener, a lo cual se suman ahora los nietos, es decir, los hijos

del interno.

3. Los hermanos

Frente a sus hermanos, el interno expresa un sentimiento de admiración, la

mayoría de ellos se sienten orgullosos de tener hermanos que a pesar de haber vivido

en la pobreza, no estén en la situación en la que ellos se encuentran. Dicha

admiración viene desde que eran pequeños y sus hermanos se distinguían por ser

22

Page 23: TESIS Catalina Botero.doc

estudiosos, lo cual los condujo a tener un futuro más próspero y hoy en día tener

conformados sus hogares y vivir cómodamente.

Un joven sobreviviente del patio sexto, se siente culpable por la captura y

muerte de su hermano, argumentando que no tenía por qué estar en una cárcel y

mucho menos haber perdido su vida en el mismo lugar donde él paga su condena

actualmente.

Uno de los internos muestra a continuación como sus hermanos también se

encuentran privados de la libertad, uno de ellos por haberle ingresado en alguna

oportunidad sustancias psicoactivas, atestiguando que:

(…) mis hermanos están en cana, uno está muerto, los otros en cana, hay uno en la Modelo, uno en La Dorada y otro en Palo Gordo en Boyacá, mi hermana es la única que está afuera (…)

A pesar de la admiración que sienten la mayoría hacia sus hermanos, la

relación con ellos no es común entre estos jóvenes, los pocos que mantienen contacto,

mantienen una relación telefónica, no muy beneficiosa, ni frecuente, en donde

siempre el interno se rehúsa a pedir un favor y en algunos casos consideran que ni un

buen saludo reciben, razón por la que el sentimiento se ha deteriorado.

4. Familia extensa

De la familia extensa de estas personas, poco hay por decir, en sólo uno de los

casos el joven manifiesta un sentimiento especial por un primo en quién siempre vio a

su mejor amigo, con el que compartió momentos de su vida, incluso con quien inició

el consumo de sustancias psicoactivas y quien falleció mientras el joven se

encontraba pagando su condena.

De igual forma un joven criado por sus padrinos, manifiesta que aún cuando

sus padrinos le brindaron todo lo que necesitaba para vivir bien, durante su infancia y

parte de su juventud, con la pérdida de la libertad y la distancia, la relación se

deterioró.

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Y finalmente cabe decir que un padrastro, logró ocupar el puesto de padre en

la vida de un recluso, quien mantiene un sentimiento noble y agradecido hacia quien

representó la figura paterna a lo largo de su vida, demostrando en este caso, que no es

la sangre la que naturalmente genera un sentimiento positivo, sino el afecto, la

entrega y el compromiso.

Amenazas del contexto formativo del joven

El consumo de sustancias psicoactivas guarda una estrecha relación con el

contexto en el que se dinamizó la vida del joven, su barrio, las problemáticas de su

comunidad, la gente que habitaba en ella y los negocios activos de la zona. Sin

embargo cuando se revelan las historias de los jóvenes, vemos como las personas que

más influyeron en el consumo y en la posterior adicción hacen parte de su núcleo

familiar y en algunos casos de otras personas de la comunidad, como amigos y

vecinos.

Son los sentidos quienes nos permiten entablar las relaciones con personas o

con cosas, el consumo de sustancias psicoactivas no es una excepción de dicho

argumento, puesto que el ver las reacciones que producen en el ser humano ha

causado en los jóvenes, curiosidad por probar y alcanzar los mismos estados que

percibió en las otras personas inmersas en la experiencia del consumo.

Entre dichos efectos percibidos, el joven ha querido sentir mayor confianza en

sí mismo, tener la posibilidad de una mejor comunicación, sentir entusiasmo, placer,

euforia, así sea de forma momentánea e incluso inducir imágenes mentales con el fin

de sentir una sensación de distanciamiento de la realidad.

Existen aquellos jóvenes que se vieron motivados por un deseo de

experimentar algún tipo de sensación, pero además hay quienes se enfrentaron al

consumo no por voluntad propia, sino por un condicionamiento familiar, esto quiere

decir que en el medio familiar en el que se desenvolvió la vida del joven, había

consumidores y en un caso en particular el prejuicio de la madre, hizo que se hicieran

realidad los juzgamientos a los que se vio sometido durante su infancia.

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Page 25: TESIS Catalina Botero.doc

La influencia particular que ejercieron los compañeros de juego, del colegio e

incluso los vecinos, podría entenderse como una influencia inconsciente, en la medida

en que no conocemos sus historias particulares para determinar algún tipo de maldad

o conciencia en el acto mismo de inducir a un niño a probar determinada sustancia.

Las experiencias de vida que tuvieron al ser libres y en particular la tragedia

misma de haber habitado en la calle, en muchos casos fue determinante para que el

joven adquiriera una dependencia a algún tipo de sustancia o a varias de ellas, sin

embargo hubo para quien significó no sólo la puerta de entrada al vicio, sino su

posterior ingreso a la delincuencia.

Desde otra óptica, existe el caso en donde el expendio de drogas era la fuente

de ingreso de una familia en la que un niño fue criado, en la cual creció y en la cual

terminó seriamente involucrado, lo cual se considera un antecedente indispensable

para entender la relación entre las sustancias psicoactivas y el ser humano.

Los barrios en los que habitaron junto con sus familias, ubicados

principalmente en las localidades de Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Mártires y

Engativá, fueron caracterizados como lugares peligrosos y violentos en donde la

delincuencia y el vicio se veían en cada esquina, donde hombres contribuían en la

formación de delincuentes regalando dinero, obtenido de manera fácil, pero el cual

representaba para el niño que lo recibía, la forma de contribuir al desarrollo de su

familia y darse los “lujos” que se daban los demás jóvenes dentro y fuera de la zona y

que lo hacían diferente, acentuando una condición de marginalidad y brechas entre

ricos y pobres. El interno manifiesta que:

(…) Todo en el barrio era malo, empezando por la pobreza, empezando por las muertes, empezando porque uno aprendía desde pequeñito, lo que soy ahora…una gonorrea, un ladrón, por falta de oportunidades (…)

Dicha caracterización de su comunidad, de la gente que habitaba en ella y de

las situaciones que hacían parte del día a día, condicionan las formas de pensar y de

asumir la vida, marcan sentimientos que se aferran al corazón de sus habitantes y se

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Page 26: TESIS Catalina Botero.doc

convierten en el motor que direccionará las decisiones y actuaciones a lo largo de la

vida.

Así pues, entendiendo que el joven no nació delincuente, sino que fue víctima

directa o indirecta de la delincuencia, tiene argumentos para referirse a ella a partir de

su propia experiencia, si en algún momento sintió vulnerados sus derechos dentro de

su comunidad o los derechos de sus familiares o seres queridos y decidió actuar en

defensa de ellos, no cabe duda que la motivación fue la delincuencia misma y quizá el

acto heroico el ingreso a dicho mundo.

1. Conocimiento de la delincuencia

La delincuencia también parte de la comparación entre dos mundos, el que el

joven desea y del que forma parte, el cual se caracteriza por ser una manifestación de

la pobreza, en donde la privación de oportunidades es una constante. Es importante

aclarar que las primeras comparaciones surgen en torno a necesidades consideradas

básicas como lo son el alimento y el vestido, seguidas por aquellas dirigidas al

desarrollo educativo y profesional.

Otro camino por el cual se conoce la delincuencia, está dado por la relación

familiar, especialmente por el apoyo recibido de los padres, puesto que cuando se

desconoce dicha actitud, surgen o se fortalecen sentimientos negativos como la

envidia, el egoísmo y el rencor.

El no contar con el apoyo familiar, hace que el joven se incluya en otros

círculos sociales en los cuales se siente importante y es en los grupos del barrio o los

amigos, en donde éste encontrará la atención demandada, independientemente de que

dicha atención beneficie su desarrollo integral o que por el contrario lo sumerja en

mayores problemas y dificultades.

Los amigos encuentran necesidades similares entre si y por tanto recurren a

modos conjuntos de satisfacerlas, sin importar las consecuencias de sus actos, con tal

de alcanzar de manera sencilla lo que creen es lo más significativo, el dinero. Para

algunos el valor del ser humano, lo proporciona un buen ropero, unos buenos zapatos,

26

Page 27: TESIS Catalina Botero.doc

joyas, electrodomésticos como televisor, equipo de sonido, computadores e incluso

armas para defenderse y trabajar en la delincuencia. En un caso en particular, el valor

lo dan los contactos y las influencias que se puedan alcanzar.

Cuando se ha conocido el camino fácil para conseguir el dinero, la

satisfacción de alcanzar todo lo que antes comparaban y a lo que no podían acceder y

el vivir el derroche desmesurado del dinero es la entrada triunfal a la vida delictiva.

Algunos pocos tienden a culpabilizar su hogar desintegrado o la ausencia del

padre en su desarrollo como persona, puesto que consideran necesaria la actuación de

los dos padres a la hora de educar a los hijos, pero especialmente a la hora de

reprenderlos.

2. Formación educativa

La formación educativa de estas personas fue interrumpida a muy temprana

edad, la mayoría concluyó su educación básica primaria y al ingresar a la secundaria

abandonaron el estudio. Un mínimo de casos prácticamente no tuvo educación y

algunos pocos alcanzaron a culminar su educación escolar y básica, pero no llegaron

a la educación media, lo cual no les permitió graduarse como bachilleres.

Solamente se presenta un caso, en el que el joven a través de validación logra

terminar su educación media y acceder a la educación superior iniciando una carrera

técnica que no llega a culminar , debido a la forma como decidió llevar su vida, por el

camino del delito.

Algunas razones por las que fue abandonado el estudio se encuentran ligadas

a situaciones de indisciplina que provocaron la expulsión. En algún caso el estudio

fue abandonado porque su acceso a la educación, fue a una edad superior en

comparación de los otros jóvenes que se encontraban en el centro educativo, lo cual

generó vergüenza, prefiriendo pasar por alto la culminación de los estudios.

En muchos de los casos, el hecho de iniciar el consumo de sustancias

psicoactivas, es a su vez, el comienzo de una vida delictiva que interrumpió el estudio

de dichos jóvenes indefinidamente. Se considera que una de las razones por las que

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Page 28: TESIS Catalina Botero.doc

abandonaron el estudio, fue por la inexistencia de gusto que representaba para el

joven el tener que ir a estudiar, especialmente cuando ya existía un vínculo con la

obtención de dinero fácil.

La razón más constante hace alusión a la difícil situación económica por la

que atravesaban sus familias, en donde según ellos, no había dinero para suplir las

necesidades de subsistencia y mucho menos para el estudio y sus gastos propios como

uniformes, onces y útiles escolares. Dicha razón se atribuye en algunos casos a la

separación de los padres que dificultó la situación familiar, afectando el estudio de los

hijos.

El hecho de abandonar el estudio, influyó en la decisión de dejar la casa de sus

padres, lo cual promovió la experiencia prematura de tener relaciones sexuales,

constituir un hogar y traer hijos al mundo, entre los once y quince años y por tanto

tener que asumir otro tipo de rol y responsabilidad, especialmente en materia

económica.

Resumen

La familia del interno tiende a tener características de un hogar disfuncional,

en donde generalmente hubo ausencia de alguno de los progenitores, especialmente

del padre. Al interior de éste se vivió bajo situaciones de maltrato intrafamiliar,

sumado a que en dicho círculo ha habido o coexiste el consumo de sustancias

psicoactivas, especialmente de alcohol y marihuana.

Estos hogares estaban conformados por alguno de los padres y una gran

cantidad de hijos, bajo una situación económica precaria, incluso algunos de ellos en

extremas condiciones de pobreza, lo que hizo más difícil el desarrollo integral de

cada uno de los integrantes del conjunto familiar.

La figura paterna en la mayoría de los casos, influyó negativamente en el

recluso, bien sea por la actitud de maltrato desencadenada contra su madre, contra sus

hermanos o hacia él mismo. También se considera una influencia negativa, por el mal

ejemplo que dio a sus hijos siendo una persona consumidora de alcohol y de otras

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Page 29: TESIS Catalina Botero.doc

sustancias psicoactivas, hasta el punto de ingresar a sus hijos en el mundo de las

drogas e incluso a la delincuencia.

La figura materna representa no solo una motivación en la vida del interno,

sino que además es la persona por la que el interno mantiene un sentimiento positivo,

es la persona por quien siente afecto sincero y es la única persona con quien mantiene

una relación estable, puesto que en la actualidad, la relación entre el interno y el resto

de miembros que conforman su familia de origen se encuentra sumamente

deteriorada.

Definitivamente es el contexto familiar y comunitario en donde se origina el

consumo de sustancias psicoactivas y por ende el ingreso a la delincuencia de estos

jóvenes recluidos en el patio sexto. El ambiente delictivo que se dinamiza en el barrio

donde habitó el joven, es un factor de riesgo1, que ha invitado a algunos de estos

jóvenes a asumir un papel heroico en defensa de su comunidad, de su familia y de sus

intereses personales, lo cual también desembocó en la prisión.

La influencia de los amigos del colegio y del barrio al que pertenece el joven,

se cataloga como una influencia negativa de tipo inconsciente, puesto que al parecer

son jóvenes que también pertenecen a hogares disfuncionales, con problemáticas

internas, que quizá se encuentran inmersos en el consumo de sustancias psicoactivas

y en la delincuencia por razones similares por las cuales se encuentra el interno

partícipe de la presente investigación.

Lo anterior hace que el joven al unirse con amigos que demandan necesidades

similares, recurra a modos conjuntos de satisfacer dichas carencias,

independientemente de si son económicas, afectivas, de protección, de ocio, de

libertad, de identidad, entre otras.

La comparación entre el mundo del que forman parte y el que desearían, es

una motivación clara que se alimenta día a día y conlleva a la delincuencia, forma de

1 Se denomina factor de riesgo cualquier circunstancia o evento de naturaleza biológica, psicológica o social, cuya presencia o ausencia modifique la probabilidad de que se presente un problema. (“Elementos Conceptuales” en Proyecto de Prevención Integral de la Drogadicción en el Sistema Penitenciario Colombiano, 1999, p.47)

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Page 30: TESIS Catalina Botero.doc

vida a través de la cual satisfacen las necesidades que consideran prioritarias en sus

vidas.

Con el ingreso a la delincuencia, se conoce la obtención de dinero de manera

rápida, pero no necesariamente fácil según el interno, éste hecho en particular hace

que las prioridades que debería tener el interno en su etapa de niñez y juventud, se

vean transformadas, como sucede con el estudio, que pasa a ubicarse en otro plano,

incluso hasta el punto de no ser tenido en cuenta. Lo anterior se materializa en el

hecho de tener una educación incompleta, en donde prácticamente se ha concluido la

primaria.

Otro de los aspectos que afectan las que deberían ser las prioridades del

interno, se debe al inicio temprano de una vida sexual, que lo llevó a ocupar el rol de

padre a una edad en la que todavía era un niño, razón por la que no contaba con la

madurez psicológica para asumir las distintas responsabilidades que implica tener un

hijo.

El interno al recordar la formación recibida en el seno de su familia, considera

importante la educación que reciban los hijos, pero más aún la reprensión que éstos

reciban de sus dos padres. Finalmente la tragedia de habitar en la calle, de sobrevivir

en ella en su infancia o juventud, es determinante para adquirir la adicción a

sustancias psicoactivas y paso posterior la escogencia del camino delictivo que los

condujo a la privación de su libertad.

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Page 31: TESIS Catalina Botero.doc

SUSTANCIAS PSICOACTIVAS: RAÍZ DE LA PROBLEMÁTICA FAMILIAR

Y JUVENIL

A continuación un capítulo que legitima la representatividad y papel que

desempeñan las sustancias psicoactivas en el mundo delincuencial. Igualmente se

cuenta la forma en la que el joven adquiere la adicción y la materialización de ésta en

la comisión de los delitos. Contiene además la opinión que merece el tema de las

sustancias psicoactivas para el interno, una posición crítica, actual y los miedos que

se relacionan de manera directa con el consumo de drogas.

Las sustancias psicoactivas no han sido un tema desconocido para la vida de

quienes hoy en día se encuentran privados de su libertad. Los jóvenes del patio sexto,

crecieron viendo droga en los rincones no sólo de su casa, sino también de su barrio,

de su cuadra e incluso en los bolsillos de padres, hermanos y amigos. Un joven en

especial nació en un expendio de droga u “olla” como se conoce en el argot popular.

Cuando se inició la presente investigación existía la supuesto de que la

persona que ingresaba a una cárcel, se veía obligada a conocer y a consumir

sustancias psicoactivas por las exigencias propias del ambiente, sin embargo, después

de la experiencia compartida de algunos jóvenes, entendemos que no es la cárcel la

que conduce al vicio, sino que es el vicio el que conduce a ella.

Es el ámbito delincuencial el contexto en el que se conoce, se distribuye y se

crea dependencia a las sustancias psicoactivas. Es este el terreno en el que se

dinamizan los negocios con sustancias psicoactivas, puesto que ellas son su motor y

la fuerza de su reproducción.

Por su parte, es la cárcel el contexto donde las sustancias psicoactivas,

imposibilitan cualquier intento de resocialización que se proclame. Es la calle quien

enseñó al joven a que “trabarse” es ser hombre y a que con el dinero se compra el

mundo, además del vicio. Incluso a algunos les enseñó lo absolutamente necesario

31

Page 32: TESIS Catalina Botero.doc

que es para ser más firmes en las decisiones y más tranquilos y confiados en la

ejecución de los delitos.

Estos jóvenes conocieron una gran cantidad de sustancias psicoactivas estando

en libertad, de 21 internos del patio sexto que participaron en la investigación, 18

consumían cigarrillo, 17 alcohol, 15 marihuana y bazuco, 14 benzodiacepinas, 11

inhalables, 9 cocaína, 6 no barbitúricos, 3 heroína, alucinógenos y barbitúricos y 2

éxtasis. Actualmente de los mismos 21 internos, 16 dicen consumir marihuana, 13

cigarrillo, 5 benzodiacepinas, 3 alcohol y cocaína, 2 no barbitúricos, 1 inhalables y

heroína.

Estando en libertad, dos de ellos dicen haber consumido una sola droga, un

interno consumía 2 sustancias, otro 3 sustancias, cuatro internos afirman haber

consumido 4 drogas, otros cuatro internos 5 sustancias psicoactivas, dos jóvenes 6

sustancias psicoactivas, un solo interno 7 drogas, tres reclusos 8 drogas y otros tres

jóvenes afirman haber consumido en la calle hasta 10 sustancias psicoactivas

diferentes.

Al presente, tres internos dicen no consumir ninguna sustancia psicoactiva,

cuatro internos afirman consumir una sola droga, siete jóvenes 2 sustancias, cuatro

reclusos 3 sustancias, 2 internos 4 drogas y un joven dice consumir en la actualidad 6

tipos de sustancias psicoactivas diferentes.

La curiosidad y la ansiedad los llevaron a una muerte no deseada, el querer

conocerla, probarla y sentirla, sin saber cuándo, ni cómo, los hizo adictos y

delincuentes, arrebatándoles no sólo la libertad, sino a sus familias, hijos, sueños y en

algunos casos hasta las esperanzas de algún día poder dejarlas.

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Page 33: TESIS Catalina Botero.doc

Razones del consumo y experiencias en tratamientos para abandonar el

consumo de drogas

1. Justificación del consumo de sustancias psicoactivas

El consumidor de sustancias psicoactivas al interior de la cárcel tiene

justificaciones particulares frente al hecho de ingerirlas. El principal argumento gira

en torno a los múltiples problemas que tiene el interno tanto dentro de la cárcel como

afuera. El encierro y para muchos la soledad, son las dos situaciones que justifican el

consumo, en la medida en que éste permite aún cuando sea de manera temporal, una

sensación de relajamiento, que impide por cortos lapsos de tiempo el malestar

producido por el aburrimiento y la depresión que causa el estar privado de la libertad.

Sólo un interno justifica el consumo de sustancias psicoactivas, por el hecho

de estar a la moda, pues en su patio, lugar donde habita todos los días, el consumo es

considerado como una actividad para hombres “verracos”, razón que lo intimaba a

ingerir las diferentes sustancias.

Hace parte de la justificación frente al consumo de alucinógenos, la idea de

poseer un control y un conocimiento de dicho tema, control que se manifiesta en la

capacidad de continencia que según los consumidores pueden manejar, pero la cual

no sobrepasa unos pocos meses, los cuales enorgullecen al joven, puesto que lo hace

pensar que tiene el control de su vida en este aspecto.

En algunos casos, esas etapas de continencia frente al consumo no son más

que el reflejo del síndrome de abstinencia, que aparece en personas que presentan

dependencia, la cual se da cuando se suspende la administración del fármaco,

causando problemas físicos y a su vez la necesidad de consumirla.

Cabe decir que el consumo de sustancias psicoactivas no necesariamente se da

por la ignorancia como muchas veces se ha pensado, quizá sean los consumidores

quienes más conocen de ellas. Estos jóvenes catalogados como farmacodependientes,

saben qué tipo de mezclas pueden realizar, para no correr mayores riesgos de los que

son conscientes que ya asumen con el simple hecho de ingerir cualquiera de estas

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sustancias. Sin embargo, conocen qué tipo de mezclas pueden representar un peligro

directo a su vida, como aquello que está relacionado con órganos vitales, tales como

el corazón o los pulmones.

Las mezclas más destacadas y constantes son la marihuana con el bazuco, lo

que se conoce en el dialecto carcelario como “maduro”, otras mezclas reconocidas

por los consumidores son la marihuana con la cocaína, el cigarrillo con el bazuco o

también llamado “pistolo”, anfetaminas con alcohol y marihuana con cocaína y

bazuco.

Algunos de ellos dicen haber probado diferentes tipos de sustancias, pero

afirman que se han quedado con la marihuana por los efectos que les proporciona,

además de denotarla como una sustancia que no es dañina para la salud, ni para su

integridad.

Definitivamente la marihuana es catalogada como una sustancia que con sus

efectos, logra generar estados de calma y tranquilidad para el interno, sin embargo

además de negar su condición de adicción frente a la marihuana, consideran que

“marihuanero” es aquella persona que fuma una cantidad superior a cinco cigarrillos

en media jornada y con cortos lapsos de tiempo entre uno y otro.

Reconocen que estar en el mundo de las drogas es y trae problemas, afirman

que son el pegante y el bazuco las drogas que más daño causan al hombre y algunos

dicen temerles por los efectos físicos y psicológicos que han visto manifestados en

otras personas.

Estos jóvenes conocieron la droga desde muy temprana edad, entienden que

algunas de ellas son altamente adictivas y reconocen los distintos efectos físicos y

psicológicos que proporciona cada una de ellas. Poseen conocimiento general frente a

sustancias psicoactivas tales como la marihuana (“bareta”), la heroína (“H”), la

cocaína (“perico”), el bazuco, el pegante y las drogas sintéticas (“pepas”).

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2. Reacciones físicas y psicológicas de las sustancias psicoactivas

Aún cuando éstos jóvenes consumen diversas sustancias psicoactivas y

conocen de sus efectos, expresan una mayor cantidad de reacciones físicas y

psicológicas que producen en ellos, sustancias como la marihuana, el pegante y el

bazuco.

De esta forma, la marihuana (“bareta”) sustancia más consumida en el medio

carcelario, genera una sensación de relajamiento, actuando como desestresante y

haciendo olvidar los problemas y las situaciones en las que piensa el interno a diario.

El consumo de la marihuana agudiza los sentidos vitales, especialmente el oído, el

cual alcanza una gran sensibilidad. El consumo de la marihuana rápidamente aumenta

el estado anímico, generando ganas de hacer deporte y aflorando un sentimiento de

alegría profunda, pero posteriormente produce somnolencia y ganas de comer.

El pegante según el consumidor causa locura y produce malos pensamientos.

A su vez, el bazuco altera de manera permanente el estado nervioso del consumidor,

manteniéndolo asustado y acelerado. Para quienes consumen heroína, la sensación

principalmente es de relajamiento y la cocaína genera alteraciones en el pensamiento,

provocando ganas de atacar al otro, hasta el punto tal de acabar con su vida.

Lo anterior sucede porque según expertos en el tema, como Riascos y Vallejo

(1971) los estimulantes desmovilizan la voluntad, impidiendo con el tiempo hacer

frente a la vida con los recursos naturales del carácter, por ejemplo sustancias como la

heroína promueven actos irresponsables y desapego por la vida, haciendo del

consumidor una persona peligrosa. Según Cohen e Inaba (1992), los alucinógenos

anulan funciones cerebrales como el juicio y la razón y los inhalantes producen

irritabilidad, efectos todos que generan comportamientos hostiles.

Quien se ha considerado en algún momento una persona farmacodependiente

afirma que el consumo desmesurado de sustancias psicoactivas provoca con los años

un desgaste físico y cerebral notorio. Para los consumidores de sustancias

psicoactivas, la marihuana prácticamente sale del grupo de tóxicos que generan

sensaciones de malestar físico y social, mostrando una defensa hacia la sustancia que

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para muchos representa “media causa” de su encierro. Afirman que las drogas causan

un deterioro físico, que incluso acaba por transformar las facciones de la persona

consumidora, salvo la marihuana que dicen no ocasionar dicho efecto.

3. Opinión del interno frente al consumo de sustancias psicoactivas

Los internos que se encuentran en el patio sexto son caracterizados por una

condición de “farmacodependencia” según la organización, dada por la

caracterización de internos que recibe la institución, sin embargo existe de parte de

ellos una negación frente al nombre que se les ha dado, puesto que la mayoría de

reclusos no se consideran personas farmacodependientes, argumentando que no les

hacen falta las sustancias psicoactivas para estar bien, por esto algunos dicen hacerlo

por simple gusto. Sin embargo:

La denominación de farmacodependencia ha sido adoptada por la OMS con el fin de reemplazar la de toxicomanía, adicción y habituación. Puede definirse como un espacio psíquico y a veces físico resultante de la interacción entre un organismo vivo y un fármaco. Se caracteriza por modificaciones del comportamiento y otras reacciones que comprenden siempre un impulso irreprimible a tomar el fármaco en forma continua o periódica a fin de experimentar sus efectos psíquicos o para evitar el malestar producido por su privación (“Elementos Conceptuales” en Proyecto de Prevención Integral de la Drogadicción en el Sistema Penitenciario Colombiano, 1999, p.38).

El tiempo compartido con el grupo de internos que contribuyó al presente

trabajo, demuestra aspectos básicos que se utilizan en la definición dada por la

Organización Mundial de la Salud y que permite pensar en una real condición de

farmacodependencia, puesto que era notorio el cambio de comportamiento que se

daba cuando alguno de estos jóvenes había consumido algún tipo de fármaco, las

reacciones físicas y psicológicas eran evidentes y utilizaban expresiones verbales en

donde se traducía la precisa necesidad de experimentar algún efecto en particular por

gusto o por la existencia de una molestia específica.

Aún cuando niegan ser adictos, reconocen que consumen sustancias

psicoactivas y algunos manifiestan un deseo por dejarlas. La experiencia carcelaria

36

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les ha mostrado en sus propias vidas o en las de algunos compañeros los perjuicios de

la droga, razones por las que han dejado de consumir cierto tipo de sustancias que

consideran más peligrosas que otras.

En general el interno teme al consumir pegante y bazuco porque consideran que

los daños que causan estas sustancias pueden llegar a ser irreversibles. Se ha visto el

caso en el que el interno dice haber abandonado cierto tipo de sustancia por sus hijos

y también se encuentra quien asegura que lo ha hecho por su propia salud física y

mental, además de hacerlo pensando en el bienestar de su comunidad.

Hay otro grupo de internos que reconocen su adicción, a algunos les preocupa

la situación por la que están pasando al sentir que quieren el vicio a diario. Conocen

de terapias dirigidas para personas con este tipo de problemática y aunque algunos

desearían tenerlas, no tienen mucha fe en ellas porque en la mayoría de los casos, no

sería la primera vez que asistirían a sesiones de este tipo, sin obtener los resultados

que esperan.

Los internos reconocen que el hecho de conocer alguna droga, incita a la

persona a conocer otros mundos, como la delincuencia y a probar cada vez más

sustancias psicoactivas, definen la marihuana como la puerta de todos los vicios y

entienden que el proceso para abandonar las drogas no es sencillo, sino que requiere

de diversos elementos, pero especialmente de fuerza de voluntad y de tiempo, pues

afirman que no se puede abandonar la droga en un único intento.

Para un interno el cambio de vida que le provocó Dios en la cárcel, hizo que

abandonara la adicción, transformando su pensamiento frente a las pasiones del

hombre, como el interno las llama. Para otro interno a diferencia de lo que la gente

podría pensar de una persona que ingresa a una cárcel, donde el tráfico de drogas

hace parte del día a día, su entrada a la cárcel constituyó el momento en el que decide

abandonar las sustancias psicoactivas, en la actualidad dicho interno se siente

rehabilitado después de haber estado varios años sumido en el mundo de la

farmacodependencia.

Existen internos a los que desde su apreciación, la droga no les ha cambiado la

vida y por tanto no quieren dejarlas, ni tienen una razón para hacerlo, en la medida en

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que consumirlas forma parte de una de las tantas costumbres que tienen en su vida

como prisioneros.

La estrecha relación que existe entre la ingesta de sustancias psicoactivas y el

mundo delincuencial, se materializa en la ejecución de los diferentes delitos, como se

verá en el próximo capítulo.

4. Tratamiento para consumidores de sustancias psicoactivas

La mitad de los internos que fueron partícipes de la presente investigación,

han estado en centros de rehabilitación, recibiendo un tratamiento para abandonar el

consumo de sustancias psicoactivas. Los centros de rehabilitación en los que han

estado algunos de ellos son: Fundación Massá, Rompiendo Cadenas, Hombres del

Mañana, Hombres Fuertes, Alcance Victoria, Luis Amigó, Nuevo Nacimiento, San

Gregorio, Hogares Claret, Fundación Laica y Fundación La Luz. Otros han recibido

algún tipo de atención en instituciones como el Instituto Colombiano de Bienestar

Familiar, el Hospital Santa Clara, en la Policía, en la CJ y en la cárcel de menores El

Redentor, donde existe comunidad terapéutica.

Quienes han asistido a estos tratamientos, dicen haberse retirado en muy poco

tiempo, puesto que consideran que los tratamientos no sirven, afirman que no es

suficiente que les enseñen sobre los daños que produce cada una de las sustancias,

sino que además se debería llevar a cabo un proceso de desintoxicación.

Para NARCONON programa líder en rehabilitación para adicciones, el

procedimiento de desintoxicación consiste en eliminar de los tejidos grasos, residuos

de las drogas mediante ejercicio, especialmente correr, puesto que éste aumenta la

velocidad de la circulación de la sangre y aviva el organismo, haciendo que la

circulación sanguínea penetre en los tejidos donde se encuentran acumulados los

depósitos nocivos; sauna, debido a que sudar libera los residuos de droga y

complementos alimenticios, es decir una nutrición adecuada, comer verduras,

vitaminas y minerales, para reparar el daño hecho por las drogas, reconstruir tejidos y

células para restaurar el equilibrio bioquímico del cuerpo.

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De igual forma en el tratamiento que propone el distrito, la fase de

desintoxicación, requiere de intervención del personal médico y de apoyo, para evitar

la aparición del síndrome de abstinencia2.

Han perdido la credibilidad en ellos, porque han presenciado la reincidencia

en el consumo de compañeros que culminaron todas las fases del tratamiento y que

salieron de éste a consumir, asegurando que se requiere además, de una voluntad

propia y una decisión personal de dejar las sustancias psicoactivas. Atestiguan que en

los centros de rehabilitación es donde más droga se ve circular y que las personas que

reciben estos tratamientos, salen con mayor ansiedad de consumir.

Consideran en su mayoría que en el Establecimiento Penitenciario y

Carcelario de Bogotá, no han recibido ningún tipo de tratamiento para abandonar el

consumo de sustancias psicoactivas, a pesar de ser catalogados como los

consumidores del centro de reclusión. Solamente un interno dice haber recibido

tratamiento, pero no se sintió satisfecho durante el tratamiento, ni con los resultados.

En la actualidad pocos internos estarían dispuestos a recibir un tratamiento de

rehabilitación en el centro de reclusión, lo cual debe generar una gran preocupación

para la institución que tiene un deber no sólo con el interno sino con la sociedad.

Vivencias correlacionadas con el consumo de sustancias psicoactivas

1. Relación entre la ingesta de sustancias psicoactivas y la comisión del delito

Es en el “cartucho” donde se hace palpable la experiencia continua de la

ingesta de sustancias psicoactivas y de la comisión de actos delictivos. He aquí un

círculo vicioso en donde la necesidad del consumo conducía al delito para obtener los

medios económicos y poder adquirir las sustancias psicoactivas, pero a su vez,

algunos necesitaban de sus efectos físicos y mentales para poder asumir la ejecución

2 El síndrome de abstinencia se da cuando se suspende la administración del fármaco y se dan problemas físicos. (“Elementos Conceptuales” en Proyecto de Prevención Integral de la Drogadicción en el Sistema Penitenciario Colombiano, 1999, p. ¿?)

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del delito, lo cual demuestra una estrecha relación entre el hecho de consumir y el

delinquir.

Existen diferentes maneras de entender la anterior relación, la gran mayoría de

estas personas preferían actuar bajo efectos del alcohol, considerado como un tipo de

sustancia psicoactiva, de carácter especialmente depresivo, que satisface exigencias

físicas que inducen a una administración de forma repetida, además de embotar los

sentidos si es administrado en pequeñas dosis según Cohen e Inaba (1992).

En relación con el alcohol, podían darse dos situaciones que demostraran la

correlación directa entre el consumo y la ejecución de una acción, la primera tener

planeado algo por hacer antes de ingerir la sustancia o por el contrario sentirse

motivado a promover cualquier conflicto por los efectos que genera su consumo.

Muchos de estos jóvenes actuaban bajo efectos de sustancias tales como la

cocaína (“perico”), la marihuana (“bareta”), el pegante y algunas drogas sintéticas

(“pepas”). Otros pocos, preferían cometer el delito en sus cinco sentidos, sin sentir la

necesidad de actuar bajo efectos producidos por alguna sustancia.

Particularmente había quien ejecutaba el delito sin consumir ningún tipo de

sustancia psicoactiva y después se “trababa”, argumentando que no lo hacía antes,

puesto que uno de los efectos de las sustancias psicoactivas, era producir

somnolencia, lo cual lo podía perjudicar si en algún momento se quedaba dormido y

de esta forma facilitaba su captura por las autoridades.

Sin embargo para algunos de estos jóvenes, no importaba actuar bajo efectos

de sustancias psicoactivas o consumirlas después del delito, al obtener los medios

para conseguirlas. Argumentan además que el día que cometieron el delito por el

cual se encuentran pagando la condena actual, no se encontraban bajo ningún efecto.

2. Experiencias en libertad relacionadas con el consumo de sustancias

psicoactivas

Muchos de estos jóvenes salieron de sus casas en condición de víctimas del

maltrato que recibían de sus padres, otros terminaron en la calle al vender sus

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pertenencias para vicio, incluso algunos llegaron a abusar de las pertenencias de sus

familiares lo cual los llevó a enfrentar la experiencia de vivir en la calle.

A muchos de ellos les regalaron cuando niños la adicción, pues les pusieron

en sus manos, diferentes tipos de sustancias psicoactivas, algunos de ellos con el

tiempo asistieron a centros de rehabilitación con el deseo de dejarlas, algunos lo

hicieron por su propia cuenta, otros impulsados por sus familias, sin embargo, para la

mayoría, dichos centros no tienen ningún sentido y sólo a unos pocos les ayudó a ver

el mundo desde otra perspectiva, pero no necesariamente a abandonar el consumo de

sustancias psicoactivas.

Estando en libertad, asumieron trabajos de adultos, siendo tan solo unos niños

y se vieron obligados a presenciar duras situaciones relacionadas con estados de

drogadicción no sólo en hombres, sino en mujeres y niños. Una de las más duras

experiencias que hizo parte de la vida en libertad, fue haber vivido en lo que

antiguamente se conoció como la calle del “cartucho”, en dicho lugar el joven tuvo

que presenciar muertes, matar y herir para defender su vida. Allí, el robo constituía la

principal actividad a través de la cual se conseguían los medios para comer, para

vivir y mantener el vicio. Algunos consiguieron a su pareja en este lugar y en

ocasiones fueron las mujeres quienes se encargaron de entrenarlos en el robo e

instruirlos en asuntos de consumo.

Decir sí o no a una propuesta en el “cartucho”, representaba prácticamente el

mismo riesgo. Decir sí, implicaba asumir toda la responsabilidad de cumplir la misión

asignada, la cual generalmente estaba relacionada con asumir roles en negocios con

sustancias psicoactivas, causantes de los problemas más comunes en dicho lugar

como desbalances en asuntos de dinero y pérdidas de mercancía. Por su parte, decir

no, era proclamar su propia condena de muerte. La forma de vivir en aquel lugar, los

hace pensar que fue allí donde formaron y pulieron su personalidad y donde

aprendieron realmente a sobrevivir.

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Resumen

Las sustancias psicoactivas son la materia prima y el medio de reproducción

de la delincuencia. Esto quiere decir, que la delincuencia no solamente es el ambiente

donde se conocen a mayor profundidad las sustancias psicoactivas, sino que además

es el mundo en donde se vive de ella.

La experiencia de vivir en la calle, especialmente en la antigua zona conocida

como “el cartucho”, es determinante para adquirir dependencia hacia las sustancias

psicoactivas y para integrarse de forma total al mundo de la delincuencia. Existe un

círculo vicioso que se mantiene en la vida de estos jóvenes catalogados como

delincuentes, su adicción frente a algunas sustancias psicoactivas, el deseo, la

necesidad y el afán por conseguir y consumir las drogas, lo impulsan a la comisión

de actos delictivos, cuya ganancia a su vez es invertida en el consumo, adentrándolo

cada vez más a un ambiente difícil de vivir y de abandonar.

Paradójicamente una de los supuestos considerados al inicio de la presente

investigación, ha sido plenamente transformado, puesto que la cárcel no conduce al

vicio, sino el vicio a ella, razón por la que los internos atribuyen gran culpabilidad a

la experiencia que han tenido con las drogas, la cual repercute de manera directa en la

situación en la que se encuentran inmersos hoy en día.

La marihuana es la sustancia psicoactiva más consumida en el medio

carcelario, el interno la asume como una sustancia que no trae perjuicios para su salud

y si muchos beneficios de tipo mental y espiritual, lo que inhibe cualquier

pensamiento de dejarlas.

Las etapas en las que el recluso deja de consumir alguna sustancia psicoactiva,

no son más que la materialización del síndrome de abstinencia, puesto que dejar de

consumir alguna sustancia por un corto tiempo, sin la conciencia de querer dejarla, ni

la capacidad física para hacerlo, obliga al individuo a ingerirlas, al sentir la carencia

de los efectos que determinada sustancia produce en él.

La droga que más miedo causa al interno es el bazuco, clasificada como una

sustancia psicoactiva estimulante por los efectos que proporciona su ingesta,

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especialmente por las consecuencias individuales como el deterioro físico y

psicológico, sumado a la alteración de la conducta legal, que a su vez hace parte de

las consecuencias socio económicas de las sustancias psicoactivas.

El bazuco es cocaína de base libre, lo que quiere decir que es una forma

químicamente alterada de la cocaína regular, el clorhidrato de cocaína. Esta es mucho

más intensa y trágica en sus efectos que la cocaína que se aspira, puesto que

desequilibran las sustancias químicas cerebrales con más rapidez, desarreglando el

equilibrio hormonal del cerebro.

Riascos y Vallejo (1971), consideran que los estimulantes promueven

actividad, viveza de ánimo y dan sentimiento de seguridad a quienes lo toman,

presentando el gran riesgo de desmovilizar la voluntad, impidiendo más adelante

hacer frente a la vida con los recursos naturales del carácter. A su vez según Inaba y

Cohen (1992) pueden causar ansiedad, paranoia y confusión mental.

Los internos, reconocen ser consumidores de sustancias psicoactivas, pero

afirman no ser personas farmacodependientes, en la medida en que creen que la

ingesta de sustancias psicoactivas no es necesaria para sentirse bien, a pesar de lo que

puedan pensar las demás personas del centro de reclusión.

Conocen e incluso han estado en tratamientos de rehabilitación, en donde se

efectúa un proceso de enseñanza en torno a los daños que causa la droga, tema que

consideran manejar y dicen no recibir lo que verdaderamente necesitan, como un

proceso de desintoxicación.

Sin embargo tienen prácticamente una nula credibilidad en este tipo de

tratamientos, puesto que han conocido de cerca, testimonios de personas que han

concluido éste tipo de tratamientos y que salen en peores condiciones de adicción que

con las que fueron internados.

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LA DELINCUENCIA COMO OPCIÓN DE VIDA

Éste capítulo recoge de manera concreta los antecedentes delictivos del

interno, los diferentes momentos en la trayectoria de su vida delictiva, como lo son el

inicio, el desarrollo y la situación actual; refleja el crecimiento que tiene la ambición

y la forma en la que dicho sentimiento se apodera del joven. Desarrolla además una

comparación exhaustiva entre los trabajos desarrollados antes del ingreso a la

delincuencia y durante la vida delictiva, especialmente en lo que se refiere a montos

económicos, describiendo la ganancia y la inversión. Finalmente condensa las

apreciaciones que merecen los asuntos relacionados con el delito según el recluso.

Un hombre no nace asesino, ni nace ladrón, por ello la historia nos hace

entender las transformaciones que sufre la mente de un niño o de un joven para llegar

a ser hoy en día un delincuente encerrado en el calabozo de la cárcel Picota de Bogotá

y que purga penas que responden a delitos como homicidios, tentativas de homicidio,

hurtos, tentativas de hurto, narcotráfico o comercio ilegal de drogas y fabricación,

tráfico y porte ilegal de armas y municiones.

Cuando se hace una retrospectiva de la vida de cada interno, se encuentran

importantes antecedentes delictivos como la representatividad que tienen varios

padres de estos jóvenes en la injerencia de sus hijos en la vida delincuencial. Muchos

de los internos vienen de familias en donde la principal actividad es el robo, en

algunos casos el padre del interno determinó que su hijo se dedicara a su misma

profesión e incluso motivó a su hijo para que abandonara el trabajo que tenía,

haciéndole ver la vida de una manera que en pocos años le cobró su libertad, el

interno recuerda que:

(…) ese día él me dijo que cuánto me ganaba en el trabajo y yo le dije -yo me gano tanto diario-, y él -no le trabaje a nadie, no tiene que ser esclavo de nadie- (…)

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La vida delictiva de estos jóvenes tiene su propio camino, no se hicieron

delincuentes de un día para otro, tampoco sus ideales de un comienzo fueron tan

ambiciosos, como los que tienen en la actualidad. Estos jóvenes iniciaron con el hurto

de pequeñas cosas, con el interés especial de obtener mínimos ingresos que incluso

no siempre eran para sí mismos, sino para sus novias y familiares, el robo en los

supermercados de cualquier artículo, ya no fue suficiente para obtener lo que

verdaderamente necesitaban, así que tuvieron que empezar a asaltar grandes

almacenes, a realizar asaltos en la calle, a robarse bicicletas, carros y motos y hasta

ganado quienes vivían en el campo.

Estos asaltos cada vez más organizados, les mostraron la obtención de dinero

fácil para la mayoría, pero muy trabajado para otros tantos. A medida que crecían en

edad y en experiencia, hacían lo que fuera con tal de conseguir cada vez más dinero,

llegando a cometer asaltos de nóminas en las empresas, fletes en los bancos y asaltos

a residencias. Los barrios más vulnerables para la comisión de los delitos, se ubicaban

en la zona norte de la ciudad, tales como Unicentro, Cedritos y Chapinero y en el sur,

zonas como la Primero de Mayo y Bosa por tener múltiples sectores.

Hubo quien desde que se encontraba en el colegio, cometió delitos tales como

el asalto a la sala de sistemas en dos oportunidades, robándose una gran cantidad de

computadores, lo cual muestra como el robo a medida que pasaba el tiempo se hacía

no solo más ambicioso, sino más peligroso para el ladrón.

Para cumplir los objetivos en cada asalto, se valían del uso de armas blancas 3 y

de fuego para amedrentar a sus víctimas y defenderse en caso tal de peligro. Cuando

el hurto se convierte en un estilo de vida del joven, el sobrevivir se hace a su vez el

lema de vida. Es el caso de un joven quien a sus ocho años de vida comete su primer

homicidio por salvar su vida y de ahí en adelante considera que lo debe hacer por

siempre, con tal de sobrevivir.

3 Según el Proyecto de Ley 240 de 2008 del Senado en su artículo 2º, se define a rma blanca como: “(…) aquellos instrumentos punzantes, cortantes, corto contundentes o cortopunzantes capaces de herir, cortar, matar o dañar; que posean bordes filosos, romos o punzantes, tales como navajas, puñales, puñaletas, punzones o cualquier objeto de similares características”.

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Es así como hurto, asesinato y narcotráfico hacen parte de una red delictiva. Al

ser personas consumidoras que enfrentaron la experiencia de habitar en la calle,

utilizaban el robo para conseguir el vicio y algunos de ellos, unos cuantos pesos para

su familia. Ser clientes de determinada “olla” como ellos le llaman, los introdujo en

negocios de sustancias psicoactivas y con ello al narcotráfico y al porte ilegal de

armas, con los que aseguraban su vida a la hora de trabajar en la calle.

En dichas experiencias fueron muchas las ocasiones en las que se vieron

obligados a herir a sus víctimas, en algunas porque también estuvieron heridos, en

otras oportunidades asesinaron y en algunas otras hubo tentativas, que la ley también

cobra.

Estos jóvenes han estado expuestos a altas situaciones de riesgo, especialmente

a aquellas en donde han estado en medio de fuertes balaceras, con policías, grupos al

margen de la ley o agresiones recibidas de parte de bandas de delincuencia común,

que para algunos ha significado más que un fuerte susto, como el que se relata a

continuación:

(…) me pasó este ipso facto accidente que fue por un flete, donde me tocó darle muerte a un policía, me tocó dejar ocho policías heridos y recibí siete balazos por parte de ellos y de eso me quedó como secuela que perdí una pierna, como tú has visto, arriba de la rodilla, perdí mi pierna porque me dispararon con munición explosiva.

Cuando estos jóvenes fueron capturados por cualquiera de los anteriores

actuaciones, muchos se encontraron con una lista de procesos que hacían cada vez

más difícil su salida del centro de reclusión, sumado a los delitos cometidos dentro de

la cárcel misma, por problemas personales, problemas de ideología con paramilitares

y guerrilleros, por negocios de cualquier índole, pero según el interno con el fin de

sobrevivir.

Justificación del delito

Cada delito cometido según el interno tiene su razón de ser, el principal

argumento bajo el cual justifican su delito es el mantenimiento de sus familias,

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quienes en casi la totalidad de los casos pertenecieron a estratos bajos y por tanto

llevaban una vida en condiciones precarias.

Otra de las razones podría decirse que fue inculcada por algunos padres,

quienes enseñaron erróneamente a sus hijos, el hecho de que nunca tendrían que

trabajarle a nadie, sino que cada quien debía hacer su propio camino, constituyéndose

como su propio jefe y manteniendo una independencia laboral que permitiría la

escogencia del horario de trabajo y cuya retribución sería para sí mismo, sin aguantar

los reproches e insultos de un superior.

El argumento adquiría una connotación positiva en el momento en que se

aludía a la esclavitud, sin tener en cuenta que no en todos los casos el tener un jefe y

permanecer en condición de empleado significa ser esclavo de alguien en particular.

Algunos de ellos expresan no saber hacer ningún otro oficio, que no esté

relacionado con delinquir, lo cual justifica su actuación. Y otros tantos decidieron

como héroes, contribuir al bienestar de su barrio o comuna, sin importar la forma de

hacer justicia por sí mismos.

Valoración del delito

El interno en algunos casos ha reflexionado sobre su papel en la comisión de

determinado delito, independientemente de si ha causado o no arrepentimiento

alguno. Lo interesante de apreciar en este punto del análisis, es que un delito por atroz

que sea, adquiere para el delincuente una connotación positiva desde que la

frecuencia con la que lo lleve a cabo no sea alta, sin importar que lo que haga en un

solo día, sea moral y legalmente peor que lo que pueda hacer en muchos años.

Otra reflexión fundamental que adquiere el delito, es que siempre y cuando no

se atente contra la vida de otro ser humano directamente como sucede con el hurto, el

delincuente valora su actitud como positiva, puesto que considera no haber causado

un mal irreparable a la víctima.

De igual forma consideran que no es lo mismo ser quien planea el delito, que

quien ejecuta la acción, que aún cuando hayan participado en algún hurto o asesinato,

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se es mejor persona cuando se es el autor intelectual, que quien da por hecho la

culminación del delito.

Entre los reclusos la forma de pensar sobre determinados temas presenta

ciertas variantes, por ello, otro aspecto muy importante en la valoración que hace el

delincuente se encuentra en relación con la gravedad o no que ha tenido el acto

delictivo, pues para un interno un homicidio ha sido catalogado como el peor acto que

ha cometido en su vida, pero para otro interno, recluido en el mismo penal y en el

mismo patio, el cometer más de veinte asesinatos representa una minoría de lo que ha

hecho y no lo considera un acto delicado, como se ilustra en el siguiente párrafo:

(…) Uno nunca se ha puesto a pensar en cuántas personas ha matado, por ahí unas veinte, veintidós, poquitas ¿si?, en parche si hartos cuando nos íbamos pa’ Villa Gloria, o en el parque de San Jorge, Lucero Alto, eso era pura balacera, del lado de nosotros que dos, tres muertos, pero ya.

1. Existencia o inexistencia del arrepentimiento

Dentro de las valoraciones que se dan en torno al delito cometido, surgen dos

situaciones generales, cuando existe arrepentimiento y cuando el interno no se

arrepiente de lo que hizo. Representan una notoria mayoría quienes se arrepienten de

lo que han hecho, desde quien se arrepiente ante Dios, pero no ante las personas,

hasta quien se arrepiente del camino por el que optó y lo condujo a la delincuencia,

especialmente aludiendo al consumo de sustancias psicoactivas, como lo manifestó

un interno, diciendo:

(…) Yo me arrepiento de la mayoría de cosas, me arrepiento de haber probado la marihuana, desde el momento en que yo la probé, ahí digo, ahí fue donde me torcí porque yo iba bien, conocer esas drogas me incitó a hacer muchas cosas más, yo pensaba -ya fumo marihuana, pues que me queda, robar-, como esa adrenalina, la curiosidad es la que lo lleva a uno a todo eso, el querer saber qué se siente (…)

Un interno considera que el delito que cometió y por el cual paga su condena

actualmente, no sirvió de nada, no cumplió ninguno de sus intereses y por el contrario

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si perjudicó su vida, además de caer en cuenta que la motivación por la que efectuó el

delito no valía la pena.

Para quienes responden a condenas de hurto, a pesar de no asumir el cien por

ciento de la gravedad de lo que hicieron, piensan que todas las personas trabajaron

para conseguir sus pertenencias y el hecho de no saber con cuánto esfuerzo lo

lograron, causa en pocos internos la sensación de que no estuvo bien haberlo hecho,

pero aún así, son mayores los argumentos que justifican el delito, opacando este tipo

de reflexión. En algunos casos en donde se pagan condenas de hurto y homicidio,

existe arrepentimiento de los homicidios únicamente, pues el hurto es para ellos su

profesión y no lo consideran un delito.

Respecto a la minoría de quienes no se arrepienten, se observa un sentimiento

de venganza que prevalece sobre la gravedad o no del acto, es muy importante

entender que para el interno que no se arrepiente, la cárcel fue una oportunidad que le

dio la vida, puesto que de no ser así, probablemente no hubiese corrido con la misma

suerte y quizá ni existiría por los muchos problemas que tenía en la calle.

Ganancia e inversión económica producto de los delitos

El dinero fácil es una de las motivaciones de quien delinque, por ello es

importante analizar la cantidad de dinero que ganaba el joven en los trabajos a los que

se dedicaba antes de ingresar a la delincuencia. Dichos trabajos se encontraban

principalmente en el área de la construcción, del mercado y del reciclaje. Aunque

algunos también trabajaron en ebanistería, taller de pintura automotriz,

metalmecánica, monta llantas, confecciones, fábricas de calzado y mensajería.

Si se compara la ganancia que obtenían de los trabajos anteriores a la

delincuencia, vemos como devengaban un salario mínimo ó recibían un diario entre

$35.000 y $50.000, lo que generaba al mes un salario entre $1’050.000 y

$1’500.000, lo cual se consideraba un sueldo insuficiente para la satisfacción de todas

sus necesidades. Entre tanto, cuando empiezan a hacer parte de la vida delictiva, su

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salario fluctuaba dependiendo de la actividad que desempeñaran. Los siguientes son

algunos ejemplos de lo que llegaron a obtener como producto de sus delitos.

Con el robo de ocho computadores, recibía el joven $100.000 por cada uno, lo

que quiere decir que en solo un día se ganó $800.000; en un fleteo hecho en un banco

se ganó $12’000.000, a través de la venta de frentes de carro robados, se ganaba

$400.000 por cada venta. Algunos devengaban un salario entre $20’000.000 y

$30’000.000 que se podían conseguir en un solo día.

Algunos dicen estar acostumbrados a ganarse como mínimo $100.000 diarios,

lo que hace un total al mes de $3’000.000. Otros pocos aseguran que con un sueldo

de $1’000.000 logran mantenerse en buenas condiciones. Sumas inmensas de dinero

se llegaron a ganar en un solo delito, como aquel que obtuvo un botín, como el

mismo le llamó de $85’000.000 en tan solo un día.

Incluso dentro del mismo centro de reclusión, se genera movimiento de

dinero, básicamente negociando con sustancias psicoactivas, a modo de ejemplo la

marihuana es vendida hasta por $50.000 o $60.000, lo que demuestra que aún estando

en la cárcel la ambición por conseguir dinero se mantiene.

Con tan altas sumas de dinero, la pregunta que cabe hacerse es en qué

invirtieron dicha ganancia y la respuesta es sencilla, por una parte, en una de las

principales justificaciones de sus delitos dada por el cubrimiento de necesidades

familiares y personales.

Quienes tenían a su familia, colaboraban con los gastos de la casa, deseaban

ayudar a su mamá con todo lo que se necesitara, incluso robaban en supermercados

diferentes alimentos para darles a sus hermanos, novia y familiares de ella, para las

onces del colegio o $10.000 o $20.000 a cada uno.

En el caso de quienes se encontraban solos, el dinero fue utilizado en la

compra de casas, lotes, carros, apartamentos, motos, televisores, equipos de sonido e

incluso en cuentas en los bancos, de igual forma hubo quien invirtió el dinero en sus

estudios, de forma tal que pagó algunos semestres de su carrera técnica, sumado a los

instrumentos y uniformes requeridos. Algunos utilizaban esas grandes sumas de

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dinero para pagar las deudas que tenían en sus hogares o para comprar cosas y

revenderlas a un mayor precio.

La segunda inversión del dinero producto del delito son los instrumentos

propios para delinquir, esto significa que el interno ganaba dinero y éste era utilizado

para comprar armamento, revólveres, pistolas, armas blancas y medios de transporte

propios para la comisión de los delitos.

Resumen

Existe una influencia directa de la mayoría de los padres en la inmersión de

los hijos en la vida delictiva, puesto que algunos de ellos contribuyeron con sus

enseñanzas al estilo de vida por el cual optaron sus hijos e hicieron que el lema de

ella fuera “sobrevivir, cueste lo que cueste”.

Desde que el joven decide ingresar a la delincuencia, se acostumbra a recibir

altas sumas de dinero, que lo hacen cada día una persona más ambiciosa. De tal

forma, entre mayor sea la codicia existente en la mente del delincuente, éste se ve

sometido a mayores riesgos y peligros.

Los montos económicos que recibían producto de los trabajos anteriores al

delito, señalan una brecha enorme, al ser comparados con el dinero que devengan en

la comisión de delitos. Sin embargo, la vida delictiva no termina con el ingreso a la

cárcel, por el contrario, en ella no solamente aprenden más formas de delinquir sino

que además buscan la forma de mantenerse a través del delito.

Para el interno, existen principalmente tres apreciaciones en torno a los

delitos, la primera de ellas se refiere a que la frecuencia en la comisión de los delitos,

determina la valoración positiva o negativa del mismo; de esta forma, quien delinque

todos los días, adquiere una connotación negativa frente a quien delinque de vez en

cuando.

De igual forma, el hurto no es considerado como un delito, sino como un arte

y una forma de vida, en donde nunca se causa un mal irreparable a la víctima, puesto

que siempre podrá recuperar los bienes usurpados. Finalmente, según el interno,

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siempre será mejor persona quien es el autor intelectual, que quien ejecuta la acción

en el delito.

El interno no tiene la conciencia de actuar fuera de la delincuencia, por el

contrario les gusta invertir el dinero producto del delito en armamento para continuar

en la vida delictiva, sumado a la satisfacción que les genera la obtención de dinero en

grandes cantidades.

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CÁRCEL: FALSA OPORTUNIDAD DE VIDA

El presente capitulo contiene el significado que tiene la cárcel para el interno,

relata las experiencias de mayor trascendencia en prisión y aquellas que han

desembocado en consecuencias externas, involucrando a la familia y a las mujeres

que formaron o forman parte de la vida del interno. Éste capítulo da cuenta del

funcionamiento del centro de reclusión, especialmente en lo que concierne al patio

sexto, narrado desde la voz de los internos. Señala la historia de los sentimientos del

interno y hace explícita la confrontación entre postulados institucionales enfocados

hacia la resocialización y la realidad penitenciaria a través de hechos contundentes.

Podría pensarse que la cárcel representa una de las experiencias más

dramáticas por las que puede pasar un ser humano, puesto que la mayoría de cosas

que se conocen en torno a las cárceles son aterradoras y deprimentes. Sin embargo,

hablar de la cárcel y de lo que significa estar en ella, es pronunciar palabras más allá

de rejas, guardias y sufrimiento; es exponer la complejidad que implica el hablar de

ella y la responsabilidad de hacerlo para entender ese mundo que se piensa y se

describe como hostil.

En la cárcel no solo se viven los dramas que nos muestran los medios, ni se

vive un solo drama, se viven millones y más complejos, cada persona representa un

drama aparte y se manifiestan crisis realmente aterradoras. Sin embargo no todo tiene

que ver con tragedias, como usualmente comentan funcionarios, familiares y medios;

el último rincón que describe este trabajo, el patio sexto, brinda otros elementos

importantes de analizar.

Es el patio donde se hizo posible la conversación, la comunicación, el

diálogo, es donde se entiende la experiencia de pasar por la cárcel, donde se entiende

la forma de pensar, de reaccionar, donde se traducen los aspectos más complicados de

la vida, donde se entiende lo imposible que era para algunos jóvenes, el no estar allí.

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Page 54: TESIS Catalina Botero.doc

Existe una mezcla de sentimientos y pensamientos que nos permiten descifrar la

experiencia del hombre, en este caso del joven que hasta hace poco dejó de ser un

niño tras las rejas.

Para la mayoría de estos jóvenes, el estar privados de la libertad en La Picota,

no es su primera experiencia en una cárcel. Muchos de ellos vienen siendo recluidos

desde su infancia, en centros de menores como el SER, la Poesía, El Redentor y en la

Cárcel Nacional Modelo, en el patio de menores, especialmente por delitos de hurto,

homicidio y comercio ilegal de sustancias psicoactivas. Afirman los internos que de

estos lugares salen muy rápido y que en estos, mientras algunos reciben tratamiento

para abandonar el consumo de sustancias psicoactivas, algunos se sumergen en el

mundo de la droga.

Para nueve internos de los que participaron en la investigación ésta es su

primera entrada a un centro de reclusión, para tres de ellos este es su segundo ingreso,

para dos jóvenes es su tercera vez, para un recluso es su cuarta entrada a una

penitenciaria, para dos internos la actual condena es su quinta entrada, para otros dos

jóvenes es su séptimo ingreso, para otro interno es su onceava vez y para otro joven la

actual condena representa su treceavo ingreso a prisión.

Estos jóvenes han recorrido una gran cantidad de Penitenciarías a lo largo y

ancho del país, pero en general los internos del patio sexto, han estado en la Cárcel

Nacional Modelo y en la Cárcel Distrital de Varones, Anexo de Mujeres, en situación

de sindicados y como condenados en la Penitenciaría Nacional El Barne y trasladados

al Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Bogotá, más conocido como La

Picota.

Algunos de ellos han estado recluidos en cárceles de departamentos como

Boyacá, Valle del Cauca, Antioquía, Cesar, Huila, Meta, Cauca, Casanare y

Cundinamarca. Solamente un interno dice haber estado recluido en la Cárcel El

Rodeo de Venezuela.

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Page 55: TESIS Catalina Botero.doc

Descripción y desarrollo de una vida en prisión

1. Captura, reincidencia en el delito y condena del interno

Algunos de los internos que se encuentran en el patio sexto fueron capturados

por la comisión del delito (s), mucho tiempo después. Algunos fueron perseguidos

durante años, otros durante meses con varias órdenes de captura y algunos fueron

declarados como reo ausente.

Al ser declarados de esta manera, el delincuente no tiene la posibilidad de

hablar con el juez, lo que hace que éste tampoco se entere de la condición de

consumidor de sustancias psicoactivas que tiene el interno. Algunos de los internos

que tuvieron dicha posibilidad afirman que el juez sí sabía de la condición de

consumidor, pero que no opinó nada al respecto, otros aseguran que el juez los

interrogó, pero que decidieron mentir respecto a su condición de consumidores de

sustancias psicoactivas pensando que al no admitirlo les iba a ir mejor en el fallo de

su condena.

Justamente la mitad de los internos del patio sexto han reincidido en los

delitos por los cuales se encuentran actualmente recluidos. Las entradas a la cárcel de

estos jóvenes como se vio en párrafos precedentes, demuestran un alto grado de

reincidencia en la comisión de los delitos.

Condenas de 18, 35, 38, 45, 48, 80, 120, 152, 153, 162, 180, 188, 192, 200,

204, 230, 320, 322 y 618 meses, se encuentran pagando los jóvenes del calabozo,

unidos en las mismas condiciones, por los mismos delitos, cada uno con una historia

de vida cien por ciento diferente de quien duerme a su lado.

Si se hablara de la posibilidad de cumplir a cabalidad el tiempo de condena de

una persona que ingresa a una penitenciaria después de ser mayor de edad, es decir,

de tener cumplidos los dieciocho años, todos morirían en la cárcel y quizá esta

institución no tendría ningún sentido, sin pensar necesariamente que con la forma de

operar en la actualidad tenga sentido alguno, de ser así sería simplemente un albergue

y un cementerio de “delincuentes”.

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Page 56: TESIS Catalina Botero.doc

Las condenas otorgadas en el juicio, son susceptibles de transformaciones que

en algunos casos no son representativas de la cantidad y gravedad de los delitos

cometidos, tales como las del siguiente caso:

(…) a los noventa y seis años a los que entré procesado, me dieron la tercera parte por aceptar los cargos, porque yo acepté los cargos por homicidio, por tentativas, por lesiones, por porte y por hurto, fueron cinco cargos que acepté, los otros no los acepté porque no los había cometido, no eran vulnerables a mí, no eran efectivos en mi proceso, me condenan a treinta y siete años, nueve meses, por homicidio, treinta y siete años, pero resulta que descontando y en unos arreglos que se hicieron en el 2005, porque … para ese tiempo del 2005, llegó un amigo de Hong Kong… y me dice -¿qué hay que hacer papá?, mijo, ¿qué necesita, qué hay que hacer?-, entonces yo le digo al hombre -consígame un abogado, un abogado original, un abogado arreglador-, que yo vendo la casa, vendo el carro, vendo mis cosas pa’ que arreglemos…. Resulta que el hombre me regaló $30.000.000, yo vendo mi casa, vendo mi moto… vendo el lote, saco una plata del CDT que tenía, mis ahorros, el ahorro del patrimonio de todo mi hogar prácticamente, pero yo necesitaba salir… reuní $120.000.000 en el 2005, con eso se hizo el arreglo, a lo cual me volvieron a dar unos beneficios sobre la condena, me dieron el 50% y la redosificación, el 50% lo llamamos de la sentencia anticipada, por haber aceptado los cargos, entonces me bajó la condena a dieciocho años, nueve meses. De dieciocho años, nueve meses, con la redosificación del dos de mayo, me quedó en diez años, a lo cual ya tendría que hacer seis, que son los que completo ahorita en agosto y me voy, gracias a Dios (…)

La disminución de la pena se puede dar por diferentes medios, el primero que

es utilizado es la aceptación de cargos, es decir, reconocer los delitos por los que ha

sido juzgado. En segunda instancia se encuentran las actividades de descuento que se

supone debe brindar la institución a todos los detenidos. La absolución de procesos y

rectificación de los jueces es otra de las formas por las cuales se obtienen rebajas de

tiempo y finalmente los arreglos hechos con montos de dinero dependiendo del delito

cometido. El tiempo que tarde pagando su condena con los respectivos ajustes a los

que pueda acceder, los tendrá que vivir en el mundo carcelario del cual hay mucho

por contar.

La cárcel es una estructura orgánica que como tal se divide en zonas

especiales para los diferentes tipos de población que recibe a diario. En el

Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Bogotá, más conocido como “La

Picota” existen tres zonas con un grado especial de diferenciación, se encuentran los

Establecimientos de Reclusión Especial, para servidores y ex servidores públicos; los

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Pabellones de Alta Seguridad y Centros de Reclusión para la Fuerza Pública; y el

penal.

El penal, lugar de nuestro interés, consta de siete patios: en los patios del uno

al cuatro se reciben a quienes responden a condenas de delitos como homicidio,

hurto, terrorismo y rebelión; el patio quinto alberga a las personas de la tercera edad y

a quienes se encuentran condenados por delitos contra el pudor sexual; el patio sexto

alberga a quienes la institución caracteriza como farmacodependientes y que además

tienen problemas de convivencia en los demás patios; y finalmente el patio séptimo

en el que habitan personas que militaron en grupos al margen de la ley, como

guerrilleros, paramilitares, reinsertados, desmovilizados y algunos internos que se

benefician del permiso de 72 horas.

Al parecer la clasificación es ambigua y no responde realmente a una

organización con sentido. El hecho de permanecer bajo determinadas condiciones de

vida, recibir ciertas oportunidades, tener privaciones y tener que asimilar incluso

ciertas formas de reaccionar ante eventos inesperados por pertenecer a un patio, en

este caso al sexto, ponen en entredicho el trato digno que debe recibir todo recluso y

que se contempla según la Defensoría del Pueblo como un principio fundamental, en

donde “Toda persona sometida a cualquier forma de detención o prisión será tratada

humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”.

2. Descripción del mundo carcelario

Despertar en la cárcel, es saber que existe un día más en el que se debe estar

preparado para lo peor, es lidiar con los diferentes genios con los que se levanta cada

interno, cada guardia y cada funcionario. Despertar es recordar que se vive en una de

las condiciones más antihigiénicas en las que pueda estar un hombre, para algunos, es

levantarse con el maltrato de dormir en el piso o en una colchoneta que ya es tan

delgada como una simple tela, es ver una vez más que se duerme entre comida botada

por el suelo y convivir con las que para ellos son sus mascotas, las ratas, que corren

por sus pasillos y las cuales despiertan sentimientos absolutamente contrarios a los

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que representa este animal para muchas personas: no hay asco, ni temor, por el

contrario hay compañía y un símbolo que los identifica, al llamarse entre ellos

“ratas”.

Las condiciones de los espacios predestinados para los internos, estimados

según la defensoría del pueblo (1998) deben cumplir con ciertas normas, pero

especialmente:

Los locales destinados a los reclusos y especialmente aquellos que se destinan al alojamiento de los reclusos durante la noche, deberán satisfacer las exigencias de la higiene, habida cuenta del clima, particularmente en lo que concierne al volumen del aire, superficie mínima, alumbrado, calefacción y ventilación (p. 15).

Esperar las cinco de la mañana, es esperar para recibir un desayuno que para

la mayoría es una ofensa, bien sea porque es desagradable a la vista, al olor o al tacto,

o porque sienten que les dan exceso de mala comida, de una comida que no nutre. Sin

embargo, para muy pocos es saber que se tiene un alimento y entrar en preocupación

por no saber si los hijos que ha dejado afuera y a los que con dificultad ve, están

siendo alimentados y de qué manera; en las reglas mínimas para el tratamiento de los

reclusos se consigna que:

Todo recluso recibirá de la administración, a las horas acostumbradas, una alimentación de buena calidad, bien preparada y servida, cuyo valor nutritivo sea suficiente para el mantenimiento de su salud y de sus fuerzas (Ibíd., p. 17).

Entre esos primeros pensamientos del día, también se encuentra el saber que

se hallan rodeados de droga y que hay quienes en la primera hora del día reciben

como regalo alguna sustancia psicoactiva, para poder mantenerlos comprando durante

el resto del día, abusando de la dependencia que pocos aceptan y muchos niegan. El

interno afirma que nunca se acabará la droga, que siempre llegara de alguna manera a

su celda y que siempre estará consumiendo o tentado a hacerlo.

La cárcel es un mundo diferente al de afuera, es como dice el interno, un

manicomio en donde cada persona es un mundo aparte, donde hay muchas formas de

ver el mundo y asumir la vida, donde algunos se han dejado ganar por la experiencia

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y se han convertido en desquiciados. La cárcel es el lugar donde el ser humano está

expuesto a la mayor cantidad de personas diferentes, no simplemente en cuanto a

formas de pensar, sino a edades, ideologías, clases sociales y lugares de origen.

Las actitudes a las que más se siente expuesto el interno son al maltrato, a la

humillación de compañeros y guardias, a la hipocresía en su más alto nivel y al

desprecio de la sociedad, que irónicamente inicia en la propia cárcel, como lo ilustra

la siguiente cita:

(…) yo estoy de acuerdo con que lo saquen a uno del patio, pero ya que vengan a darle duro a uno, pues ya queda muy duro porque no le han dado duro los papás, para que le vengan a dar duro (…)

Si el tratamiento penitenciario pretende reforzar procesos de inclusión con los

internos, no es racional que sea dentro de la misma cárcel, el lugar donde el recluso se

sienta excluido no sólo de la gran mayoría de oportunidades, sino además por parte de

funcionarios, guardias y demás internos. A su vez, dicha inclusión después de la

liberación del condenado, empieza a ser una responsabilidad compartida entre la

institución, quien en su discurso garantiza una atención postpenitenciaria y el resto de

la sociedad, la cual debería haber recibido a través de personal de la institución,

procesos educativos que fortalezcan las redes sociales de cada joven, como se señala

a continuación:

En el tratamiento no se deberá recalcar el hecho de la exclusión de los reclusos de la sociedad, sino, por el contrario, el hecho de que continúan formando parte de ella. Con ese fin debe recurrirse, en lo posible, a la cooperación de organismos de la comunidad que ayuden al personal del establecimiento en su tarea de rehabilitación social de los reclusos. Cada establecimiento penitenciario deberá contar con la colaboración de trabajadores sociales encargados de mantener y mejorar las relaciones del recluso con su familia y con los organismos sociales que puedan serle útiles (Defensoría del pueblo, 1998, p.32).

Y,

El deber de la sociedad no termina con la liberación del recluso. Se deberá disponer, por consiguiente, de los servicios de organismos gubernamentales o privados capaces de prestar al recluso puesto en libertad una ayuda postpenitenciaria eficaz que tienda a disminuir los prejuicios hacia él y le permitan readaptarse a la comunidad (Ibíd., p.34).

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Siempre se ha hablado de los problemas de la cárcel para quién la ve desde

afuera, pero para quien vive enclaustrado en sus muros, los problemas son otros. Uno

de ellos es el cambiar el orden del viejo adagio en donde se debe “pensar para

hablar”, el interno considera que el motor de muchos inconvenientes en un centro de

reclusión se da por las palabras, que se pronuncian sin pensar en las consecuencias.

Este problema aplica para todos los miembros que tienen un papel dentro de la

institución y para los mismos internos.

Por otra parte, el encierro en sí, ya es un grave problema, en la medida en que

hace cambiar, muy poco para bien y en demasía para mal. Afirma el interno que en la

cárcel todo se vale y al parecer esto está muy claro, en ella, tristemente el interno se

acostumbra a los conflictos, a los problemas, a las muertes, a los heridos y al

sufrimiento de quien se ve afectado directamente en algún momento. Pero aún así, la

cárcel es considerada por algunos como su hogar, independientemente de lo que

suceda en él, tal como se dice a continuación: “Estamos encanados pero este es

nuestro hogar”.

La cárcel es el lugar que posee la capacidad de reunir a una gran cantidad de

delincuentes y para muchos es un espacio de aprendizaje, especialmente en lo que se

refiere a la maldad, para quien es creyente cristiano es el contexto en el que se ve el

pecado en su esplendor. El interno considera que:

(…) estar metido entre gente que sabe armar y desarmar una granada, lo que uno no sabía, destruir todo, capacidad de reunirse toda la delincuencia, todos los ladrones, toda la delincuencia, uno sin saber y todos sueltan su maldad y cada uno una más grande, queda uno impresionado, uno trata de decir la maldad más grande y le salen con otra peor, entonces uno piensa -voy a hacer una más maquia- y así (…)

Para quien la calle no fue la maestra que le enseñó a sobrevivir, la cárcel es la

oportunidad para hacerlo, sobrevivir cueste lo que cueste, la vida en la cárcel la hace

cada interno a su manera, sin importar los obstáculos que tenga que afrontar, las

situaciones que tenga que sobrellevar o las cosas que tenga que hacer con tal de

salvarse.

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Como cualquier aprendizaje que se lleva a cabo en la vida, se acompaña de la

reflexión, que en la cárcel surge del ensimismamiento que facilita el encierro y la

soledad, independientemente de ser para bien o para mal, cuyo resultado se puede

convertir en una tranquilidad o en un peligro social. Para los internos del patio sexto,

la cárcel es un agente que atrae las malas energías, las malas noticias y la mala suerte,

pues la experiencia de cada uno de ellos en dicho lugar, así lo demuestra.

Cuando una persona es recluida en un centro carcelario, el primer pensamiento

que enfrenta es el sentir que ha perdido su vida, lo cual se alimenta de sentimientos de

tristeza y de aburrimiento, que lo conducen a la depresión y a la desesperación, lo

cual nos podría llevar a considerar que todas las personas que lograran salir de este

lugar, lo harían transformados en monstruos peligrosos, que indudablemente

volverían a prisión.

Sin embargo, en la cárcel nada se puede generalizar, casi depende de una

decisión personal el hecho de querer volverse una mala persona, pues en la cárcel

también se encuentran personas que a pesar de estar involucrados en el ambiente

hostil de la cárcel, han aprovechado algunas oportunidades o simplemente no se han

dejado llevar por la fuerza negativa que se expande por el aire, quizá porque también

conocen otra cara de la vida. De igual forma hay quienes han buscado a Dios en la

cárcel y de esta forma han aprendido a ser buenos seres humanos, según lo que dicta

la doctrina cristiana.

En la cárcel se aprenden muchas cosas, entre estas a conocer a las personas, no

sólo recluidas, sino a las que se encuentran libres, a las que algún día creyeron

conocer, a las que forman parte de su familia, a los que consideraron sus amigos, a los

que les tendieron la mano en momentos difíciles y a los que nunca les ha tocado pasar

por necesidades, puesto que siempre lo han tenido todo, en concordancia un interno

señala que “(…) aquí he aprendido de los de aquí y harto de los de afuera y de los de

afuera, aprendí más no entendí por qué son así (…)”.

Aún así, para la gran mayoría de internos, la cárcel enseña a ser criminal, a

pensar de manera egoísta, a actuar sin importar nada ni nadie, porque es en ella donde

algunos han repetido experiencias de maltrato, de desplazamiento y violencia. En la

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cárcel han sido golpeados y desplazados por su ideología, en ella grupos paramilitares

o guerrilleros los han atacado vilmente y el interno ha reforzado malos sentimientos,

bien sea por su soledad, por su necesidad de hablar y confiar en alguien o por la vida

en la que se encuentra inmerso, lo que sí es seguro es que en prisión su vida ha dado

un vuelco de 180°.

2.1 El negocio de las sustancias psicoactivas en la cárcel

Otro de los grandes aspectos que caracterizan el mundo carcelario, está dado

por el negocio con sustancias psicoactivas. Si bien el consumo de sustancias

psicoactivas en las cárceles no es un secreto ni para los funcionarios de los centros de

reclusión, ni para las familias de los internos, mucho menos para ellos mismos, entre

quienes se encuentran quienes asumen y quienes mantienen este negocio.

El tránsito y movimiento que tienen las sustancias psicoactivas dentro del

penal, corresponde a una asignación de roles y papeles de ciertos internos que

permiten su continuidad. Existe quien consigue la droga, quien la ingresa, quienes

aportan para la compra de grandes cantidades que son vendidas al interior del centro

de reclusión por altos precios, que dejan una portentosa ganancia económica y

quienes la demandan.

El mantenimiento del vicio es uno de los aspectos más importantes para

quienes negocian con sustancias psicoactivas, se da a partir de sustancias regaladas al

inicio del día a personas consumidoras, cuyas reacciones en muchos casos de internos

con un alto grado de dependencia, hacen que se vea obligado a conseguir dinero para

mantener el vicio a lo largo del día. En ocasiones el dinero para el vicio resulta del

dinero que le es consignado al interno por algún miembro de su familia o de la venta

de pertenencias al interior de la cárcel.

Los resultados del negocio de drogas en la cárcel se resumen en dos tipos de

problemas cuyo origen siempre se encuentra en la posesión de la sustancia

psicoactiva. Por un lado se encuentran los problemas originados por la ingesta de

sustancias psicoactivas y las reacciones físicas y psicológicas que se reproducen en el

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comportamiento generalmente agresivo del interno y por otra parte, por las deudas a

las que conlleva el negocio de sustancias y más en un contexto donde la ingesta es tan

común.

Uno de los problemas que más complejiza la situación en la cárcel, son los

aprietos económicos por vicio, los cuales dejan saldos de heridos, muertos y por

supuesto un gran miedo a contraer deudas, que generalmente terminan en muy malas

condiciones.

2.2 Diferencias entre el patio sexto y los demás patios

A los internos del patio sexto, quienes cargan a diario con el peso de una mala

fama, les ha tocado llevar una vida llena de complicaciones al interior del centro de

reclusión. La diferencia principal se da en el trato que reciben de algunos miembros

del Cuerpo de Custodia y Vigilancia, quienes abusando del poder que les impone su

cargo dentro del centro de reclusión, presentan actitudes incoherentes con la filosofía

y misión de la institución, que se define como:

Administrar el sistema penitenciario y carcelario, garantizando el cumplimiento de la pena privativa de la libertad y detención precautelativa, la seguridad, la atención social y el tratamiento penitenciario de la población reclusa, en el marco de los derechos humanos.

Dentro de los valores corporativos que maneja el Instituto Nacional Penitenciario y

Carcelario, se exponen valores como la lealtad, la responsabilidad, la solidaridad, el

respeto y la honestidad. A lo cual se suman ciertas reglas mínimas bajo las cuales se

debe brindar el tratamiento a los reclusos, como la que expresa que “Todos los

miembros del personal deberán conducirse y cumplir sus funciones en toda

circunstancia, de manera que su ejemplo inspire respeto y ejerza una influencia

beneficiosa en los reclusos (Defensoría del pueblo, 1998, p.28)”.

Se infiere de lo anterior que funcionarios y especialmente la guardia, debe

manifestar a los otros, en este caso al interno, el respeto a la hora de actuar,

reconociendo sus derechos y diferencias, sin dejar de cumplir con su deber, siempre y

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cuando sea con rectitud y ética, garantizando realmente los derechos humanos y la

capacitación y sensibilización que deben tener los funcionarios penitenciarios.

El tener como meta institucional el definir los perfiles de la población, debe

ser una estrategia que facilite el tratamiento penitenciario que busca alcanzar la

resocialización del delincuente, no generar mayores dificultades como lo siente el

interno del patio sexto, quien además de ser estereotipado, no recibe el tratamiento

oportuno.

Las personas que habitan este patio reconocen mantener una mala relación

con la guardia, por el irrespeto al que se ven sometidos, lo cual hace que a su vez los

internos reconozcan el mal comportamiento que adquieren en ocasiones, cuando ya se

sienten demasiado agredidos sea física o psicológicamente.

Según los internos del patio sexto, los demás patios pertenecen a

organizaciones como la guerrilla y los paramilitares, quienes mantienen el control de

todas las dinámicas al interior de los otros patios, razón que justifica el hecho de que

las personas del patio sexto no puedan convivir en otro lugar, pues no están de

acuerdo con permanecer bajo el mando y las costumbres de dichos grupos

mayoritarios en el centro de reclusión.

De igual forma, las actividades de descuento se ofrecen con gran dificultad en

el centro de reclusión, haciendo que al patio sexto no llegue prácticamente ninguna

oportunidad, teniendo en cuenta que para el resto de la institución son caracterizados

como las personas más difíciles de tratar, en la medida en que causan problemas por

cualquier motivo y por tanto no pueden convivir en otro lugar que no sea su propio

espacio.

Se siente un acentuado problema de discriminación frente a los internos de

dicho pabellón, quienes son conocidos al interior del centro de reclusión como los

viciosos de la cárcel. Pese a lo anterior, quienes han tenido la oportunidad de habitar

en algún momento en otro patio, consideran que en los otros pabellones no se vive

pensando en que algo malo va a ocurrir, no temen ataques entre un grupo y otro con

la intensidad con la que lo sienten en el patio sexto.

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Aún cuando se encuentran privados de la libertad, dicen sentir mayor libertad

en los otros patios, pues al menos pueden dirigirse por su propia cuenta a servicios

como psicología, trabajo social, a una cita médica e incluso a recoger sus propias

comidas; lo que consideran que se le niega a quienes permanecen en el calabozo. Sin

embargo, consideran que el doble encierro en su patio, el único beneficio que les trae

es recibir una mayor cantidad de comida, debido a que en los otros patios las raciones

son más disminuidas.

La estructura del patio sexto es compleja, actualmente consta de tres pequeños

pisos, cada uno de ellos con dos pasillos. Dos de sus pisos, específicamente los

superiores, tienen vista a una desgastada cancha de fútbol, lugar donde pasan el

tiempo denominado “hora de sol”. Al fondo de la cancha se ubican algunas duchas

donde no existe privacidad alguna y un lavadero de uso común.

En el primer piso, anteriormente existieron dos pasillos, denominados como

Unidades de Tratamiento Especial (UTE), las cuales hicieron parte de un intento por

tratar de acuerdo a la caracterización de la población, una problemática en particular,

en el presente caso la drogadicción; sin embargo de acuerdo a visitas realizadas por la

Defensoría del Pueblo y otras instituciones dejaron de denominarse así, puesto que no

contaban con los requisitos para serlo, pues de ser así, cada interno debería contar con

una celda y baño propio, sumadas a otras características que nunca llegaron a

cumplirse.

El patio sexto, a pesar de ser el lugar más recóndito, es del que más se habla y

es el más custodiado por el personal de guardia de la cárcel, los internos permanecen

custodiados todo el día y cuando un interno necesita desplazarse por alguna causa

especial, debe ir acompañado por un auxiliar de vigilancia, puesto que para cualquier

lugar donde el interno se dirija, se ve obligado a atravesar todo el pasillo central que

comunica a cinco de los patios, en los que el interno no puede convivir por las

razones anteriormente citadas.

En el patio sexto, la regla principal es que nadie manda a nadie, lo que los

diferencia de los otros patios. Para el interno es un patio de ladrones, donde la palabra

vale, pues entre ladrones se respetan. Sin embargo los inconvenientes más frecuentes,

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se generan porque al ser un patio de consumidores de sustancias psicoactivas, en el

momento en que llega la droga, no todos logran acceder a ella.

Todo aquel que tenga relación con drogas, es enviado directamente al patio

sexto, lo cual acentúa diversas problemáticas, no sólo el consumo desmesurado, sino

también los conflictos entre internos y entre ellos y la guardia. Los internos del patio

sexto reconocen su condición de consumidores de sustancias psicoactivas, algunos

aceptan tener un problema relacionado con drogadicción, pero la gran mayoría niega

ser farmacodependiente.

Este es un patio que carece de atención en todas las áreas, ellos mismos

consideran sus problemáticas y expresan que entre más problemas tenga la persona,

más ayuda debería recibir. Aun cuando se han hecho pocos intentos, sienten que las

personas no adquieren compromiso y dedicación con el grupo de internos que allí

habitan.

El patio sexto es el lugar del penal en donde el encierro se siente de manera

doble. Estar en el sexto es vivir preocupado, pensando en que en cualquier momento

se puede desatar una tragedia. Cada vez que hay un conflicto, la guardia controla con

maltrato y por medio de la utilización de gas. A su vez cada vez que lo hacen, los

internos sienten morir y se despiertan en ellos sentimientos absolutamente negativos

hacia la institución, especialmente hacia el Cuerpo de Custodia y Vigilancia.

El establecimiento penitenciario se considera como un agente responsable de

las situaciones que se generen al interior de este patio, puesto que en ocasiones han

contribuido a la acentuación de problemáticas entre internos que han sacado de este

lugar, porque han tenido problemas con personas que allí habitan, para después de un

tiempo devolverlas al patio en donde nació el problema y donde la situación puede

empeorar. Según los internos es un patio que no aporta, en donde no hay ningún tipo

de apoyo a las problemáticas que demandan mayor atención y en donde realmente se

pierde el ser humano.

Si se pensara que básicamente es la sociedad la que se encuentra libre y

quienes se encuentran en la cárcel los despojos de ella, existen otras sociedades allí

dentro, puesto que quienes habitan el patio sexto se sienten una sociedad aislada y

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diferente a la que permanece en otros patios, la de ellos es una sociedad en la que la

convivencia no es posible, sino con su gente.

El interno en su mayoría, se siente rodeado de seres humanos que han

cometido errores mayores, al igual que permanecen rodeados de mentes diferentes, de

formas de pensar distintas y también de dementes. Saben que se encuentran entre

ladrones, sicarios, asesinos, abusadores sexuales, drogadictos, desechables,

paramilitares y guerrilleros, pero entre dicha masa amorfa, reconocen estar rodeados

de gente humilde, de buenas personas y de uno que otro amigo, en la jerga carcelaria

“hermanito”.

Al estar reunidas tantas personalidades, la convivencia se hace difícil, no

todos se caen bien, no todos son de fiar, hay hipocresía, personas que actúan de

determinada manera, dependiendo cada situación. El interno niega que en la cárcel se

encuentre lo peor, pues así como en la calle hay gente buena y gente mala, tras las

rejas también se encuentran buenos seres humanos. Sin embargo consideran que son

más los malos que los buenos, pues piensan hacer el mal en todo momento.

La gente del patio sexto se caracteriza por ser impulsiva, pero dicha actitud

también se encuentra estimulada por personal de la institución, quienes con su manera

de actuar, hacen que el interno se sienta asfixiado, sintiendo gente encima suyo en

todo momento.

Es la cárcel la universidad del crimen, siempre hay alguien que sabe más de

un asunto que de otro y entre todos aprenden y perfeccionan la maldad, a pesar de que

en sus corazones existan otro tipo de sentimientos que son catalogados como

positivos.

Vivencias significativas durante el encierro

1. Experiencias dramáticas al interior del centro de reclusión

Las experiencias que tiene un ser humano en la cárcel se traducen en su

mayoría a situaciones dramáticas y un mínimo de experiencias positivas. No sólo

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hace daño a una persona el presenciar múltiples escenarios violentos en un contexto

tan difícil como lo es la cárcel, sino también haber sido partícipe, víctima o victimario

de uno de ellos.

Más allá del encierro y de las múltiples privaciones a las que se ve sometido

un preso, lo que afecta el pensamiento del interno es lo que escucha, en la medida en

que generalmente se trata de un lenguaje soez, lleno de frases humillantes; lo que

aprecia, habitualmente relacionado con violencia y maltrato hacia sí mismo o hacia

sus compañeros; lo que pasa por sus manos a diario como armas y sustancias

psicoactivas; lo que huele en su celda y sus espacios, en sus platos de comida que

dicen ser poco nutritivos y en algunos casos antihigiénicos; y finalmente lo que

siente, el cambio que sufren sus sentimientos a raíz de lo anterior y de otras vivencias

personales. Definitivamente experiencias como las enumeradas influyen en que el

interno no avance en un proceso de reinserción y resocialización, sino que retroceda

hasta el punto tal de hallarse sin salida.

La experiencia que más trastorna la mente del interno en su estadía en prisión,

es el hecho de presenciar muertes y gente herida y no saber cuándo sea su turno. Si

bien las condiciones de las cárceles en nuestro país han cambiado, se encuentran muy

lejos de ser óptimas. Los índices de violencia han disminuido, pero aún hoy la

violencia en las cárceles es un aspecto prioritario, que influye en el análisis de

cualquier asunto carcelario.

Muchos de los internos que se encuentran recluidos en el penal, fueron

trasladados de otras penitenciarias en donde vivieron algunas de sus más fuertes

experiencias, en épocas en donde el control de algunos grupos regía a través de una

violencia aterradora, algunos de ellos tuvieron que presenciar exterminios de personas

que eran masacradas a mano armada por grupos al margen de la ley, sembrando el

terror en cada rincón de las cárceles.

Otros tantos, tuvieron que obedecer a órdenes de estos grupos para salvar sus

vidas, pero salvarlas no implicaba mantener una mente sana, pues vieron correr

sangre, salir personas descuartizadas después de los ataques, vieron morir amigos,

compañeros y un sin número de atrocidades que años después, todavía recuerdan

68

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como si hubiese sucedido ayer. Sin embargo, llevan tanto tiempo en las cárceles y

han tenido que presenciar tantas cosas, que tristemente se acostumbraron a verlas y

perdieron la sensibilidad que en algún momento sintieron, ahora lo ven como algo

normal, que siempre va a suceder y que también los puede tomar por sorpresa.

Es difícil entender el hecho de que una persona que se encuentra privada de la

libertad, sienta dramático más que verse allí, ver tanta gente en las cárceles, ver cómo

se puede perder la razón y presenciar alteraciones de ánimo tan fuertes que conduzcan

a una persona al suicidio, que lo conduzcan al consumo de sustancias psicoactivas e

incluso a la locura.

Además de presenciar reacciones violentas entre los internos, sienten el

maltrato físico y psicológico de algunos miembros del Cuerpo de Custodia y

Vigilancia, presencian la burla en las caras de algunos guardias, raíz del rencor hacía

ellos, que se fortalece cada vez que un hecho de tal magnitud, cobra vida en un centro

de reclusión.

Sumado a todas las experiencias anteriores, algunos de ellos han tenido que

encontrarse con compañeros de celda que dicen haber visto al diablo, aun cuando

todos lo ven cada vez que amanecen entre las rejas y han sentido el miedo de colegas

que en un estado imposible de explicar y lleno de desesperación afirman haberlo visto

o escuchado.

Para quienes no tienen la posibilidad de tener a sus familias o algún amigo el

día de visitas, lo más triste es hallarse solo, cuando muchos otros en este día tienen su

momento de gloria. El verlos compartir con su familia, con sus hijos, novias o

compañeros, causa uno de los dolores más fuertes que puede sentir un hombre en este

lugar.

No lejos de lo que deben presenciar, se encuentra lo que directamente deben

afrontar y que inicia con el hecho de acoplarse a ese duro estilo de vida, en especial,

para aquellas personas que nunca habían estado en una cárcel. Entre las experiencias

que han tenido que sobrellevar y que son consideradas como las más difíciles,

retomamos las situaciones en las que tuvieron que presenciar muertes y hombres

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Page 70: TESIS Catalina Botero.doc

heridos, ya sea porque simplemente hayan sido espectadores o porque fueron

partícipes de la agresión.

En las épocas más duras de las cárceles nombradas anteriormente, existían

casos en donde se cobraba el ingreso al pasillo, a las personas que no tenían un

espacio “digno” en donde dormir, también hubo quien estuvo secuestrado dentro del

mismo centro de reclusión por grupos al margen de la ley, quienes pedían altas sumas

de dinero para “liberar” de este doble cautiverio a sus torturados, que según la

víctima, siempre eran de un estrato inferior a sus captores:

(…) Lo más duro que me ha tocado, fue cuando me secuestraron, entré a la cárcel y me secuestraron en la Modelo, en el patio siete, ya me estaba esperando la casa, son los manes que mandan dentro, me estaban esperando, yo ya sabía que iba pa’ la Modelo, por la muerte de un tío de esos, me decían que yo lo había matado, pero yo no lo maté, entonces ese día iba de ganso o sea que yo no fui, de ganso, yo no tenía que ver en la vuelta y por eso me secuestraron un poco de días, como un mes, me metieron en una celda, ahí me llegaba el desayuno, el almuerzo, la comida, me contaban, me daba re duro los domingos, me secuestraron para que les diera $800.000 que me pedían, no pagué, me llegó la plata, a los días me quedé con la celda, normal…en la cárcel todo se vale (…)

De esta época de violencia aguda en las cárceles, una gran cantidad de

internos fue víctima en algún momento y de manera especial en la Cárcel Nacional

Modelo. En este mismo periodo también se daban guerras regionales dentro de las

cárceles, lo cual dejó muchas víctimas, entre las cuales se encuentra un joven quien

por el simple hecho de ser “paisa”, recibió puñaladas en su cuerpo, logrando

sobrevivir, cuenta el interno que:

(…) el quince de enero de 1999 fui dirigido del patio sexto de la Penitenciaria Nacional el Barne, al área del aislamiento, como le decían calabozo, llegué en compañía de cinco amigos que eran todos paisas de Medellín y encontramos personas, personas que decían que los paisas eran lo peor ¿si? y pues en el dialecto carcelario eso es un voltaje para intimidarlo a uno, para ver que tan débil es uno ante ellos y nos trataron mal, llegamos a las siete de la mañana y a la una de la tarde salimos a la hora de sol, los chorros, las duchas, porque en las celdas no había baño, no había tasa de sanitario, no había luz, no había rosetas, no había nada, usted defecaba…pa’ orinar, en tarros…en todo caso salimos a esa hora, al sol, habían comentarios de que -duro con esos paisas, que vinieron

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fue a montar la de ellos-, o sea las mentes de la cárcel, las mentes depravadas, maquiavélicos tienen la mente perturbada (…) yo salí, me fui a bañar, cuando me estaba bañando, me cayeron unos individuos y me apuñalearon, yo tengo dos heridas de arma corto punzante y tengo una operación de reconstrucción de abdomen, yo no podría decir que fue fulano o perano, porque yo no conocía a nadie, yo no podía decir nada, yo estaba…de mi dolor pensé que me iban a dejar morir, cuando me vieron muriendo, ahí si me corrieron (…)

El desprecio que sienten por parte de los mismos internos por pertenecer al

patio sexto, se extiende a funcionarios y guardias. Los funcionarios no se desplazan

hasta dicho patio para conocer las problemáticas de estos jóvenes y entendiendo que

el desplazamiento de ellos hasta las oficinas es casi imposible de conseguir por las

condiciones que los definen, terminan por no recibir ningún tipo de atención.

Por su parte el personal de guardia, tiene un trato diferente con estas personas,

algunos internos afirman haber sido golpeados por ellos. Por tanto, según el interno,

la mayoría de guardias simplemente cumplen un papel de garantizar el orden,

justamente con malas actitudes, pero más allá de eso no hay ninguna señal de respeto.

Un caso en particular ilustra una de las experiencias más dramáticas que tiene

que afrontar un interno, quien justo en la comisión de un delito, al parecer el último

que habría de realizar, pierde un miembro de su cuerpo, en este caso una pierna que

es amputada y deja una marca imborrable en la mente del interno.

Una de las experiencias más difíciles de afrontar para los internos es el perder

a su mujer. La gran mayoría de ellos, cuando se encontraban en libertad, habían

conformado un hogar o mantenían una relación con su pareja. Cuando la persona

ingresa a la cárcel, generalmente es acompañada durante un periodo de tiempo por su

pareja e incluso por sus hijos, pero según los internos dadas las duras condiciones

para ingresar en el día de visitas, las mujeres optan por no ir con tanta frecuencia o

por no volver, hasta el punto tal de dejarlos solos.

Otra de las razones por las cuales los internos pierden a su pareja, también se

explica por el mismo encierro. Consideran que el tiempo de prisión hace que las

mujeres se sientan abandonadas y opten por conseguir otra pareja que esté

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físicamente con ellas y que además pueda suplir las necesidades que su antigua

pareja, actualmente privada de su libertad, ya no puede solventar.

Sin embargo el momento más duro de afrontar se da cuando la mujer quien ha

decidido no volver, independientemente de las razones por las que lo haga, decide

además separar a los hijos de su padre, causando la mayor tristeza para el interno,

quien termina por perder no sólo a su mujer, sino a toda su familia.

En algunos casos, el hecho de la separación con la pareja no influye

directamente en la separación de los hijos con el padre, puesto que algunas madres

acceden a que algún familiar del interno, en caso de tenerlo, pueda llevarle a sus hijos

el día acordado, logrando mantener la relación. Sin embargo, esta no es la forma en la

que piensan todas las parejas de los internos, puesto que algunas deciden cortar la

relación de sus hijos con sus padres.

Es aquí donde la soledad empieza a generar una serie de pensamientos,

generalmente negativos hacia la que fue su mujer o la madre de sus hijos y a cambiar

la imagen que se tiene de la mujer en general, según el interno:

(…) más de una que lo primero que piensan, -que nos vamos a madrugar un domingo, sabiendo que nos podemos ir a bailar el sábado y lo que voy a hacer a la cárcel, mejor lo hago en la calle- (…)

El interno considera después de su experiencia personal de vida, que no vale

la pena pelear por las mujeres, algunos culpabilizan de su situación a la mujer, quien

por cualquier razón los condujo al cumplimiento del delito, dicen no entenderlas y en

general han perdido la credibilidad en ellas.

A su vez y contradictoriamente, creen que el apoyo principal de un hombre

encarcelado, sólo puede ser recibido de una mujer como pareja sentimental. Si bien el

concepto de “mujer” se ha deteriorado en la experiencia en la cárcel, la consideran

absolutamente necesaria para sentirse sanos física y mentalmente, razón por la que se

vuelven indispensables para la satisfacción de las necesidades sexuales del interno.

Independientemente del cambio que sufre el pensamiento del interno respecto

a la mujer, sienten la necesidad de ella, lo cual hace que deseen tener una nueva

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pareja que los acompañe, que les brinde amor, pero sobretodo apoyo moral. Algunos

han conocido a su nueva compañera tras las rejas, por medio de compañeros de la

misma cárcel o de familiares.

En el momento en que el interno se siente acompañado por una mujer que lo

va a visitar constantemente, el significado de la mujer cambia, pues no hay algo que

valore más el interno que una visita, para la cual deben madrugar, hacer filas y

aguantar cualquier tipo de arbitrariedad.

Algunos de los internos se han convertido en padres en prisión, han

acompañado embarazos desde su celda y se sienten felices de ser padres, en especial

aquellos que desean constituir un hogar en el que no se repita su misma historia, tal

como lo expresa uno de los internos “(…) Mis hijos son de aquí de la cárcel, ya

nacieron dos, uno no, han nacido en la cárcel, son creados en la cárcel (risa) (…)”.

2. Relación actual con la familia

Mantener una relación estable con una mujer, es un apoyo indispensable, en

especial para aquellos internos que tienen una mala relación con su familia o que

simplemente no la tienen. Una cantidad considerable de internos tienen actualmente

una mala relación con su familia de origen, algunos mantienen una relación

telefónica, aún cuando no sientan nada por ella o aunque consideren que dichas

llamadas no sean bien recibidas. Algunos simplemente no lo hacen para no molestar a

su familia, sintiéndose una carga para ella.

Algunas relaciones se han visto alteradas y otras cuantas deterioradas por la

distancia, pues hay internos que son de otras regiones del país y sus familias no tienen

los recursos económicos para trasladarse con frecuencia y mantener una relación

menos distante. Es el caso de algunos internos quienes se han dejado de ver con su

familia por años a causa de la distancia que los separa.

Es clara en el discurso del Tratamiento Penitenciario la labor que debe

cumplir la institución con la familia del interno, siempre y cuando se considere apta

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Page 74: TESIS Catalina Botero.doc

para su reingreso acertado a la sociedad: “Se velará particularmente por el

mantenimiento y el mejoramiento de las relaciones entre el recluso y su familia,

cuando éstas sean convenientes para ambas partes” (Defensoría del pueblo, 1998,

p.39).

De acuerdo a lo anterior, vemos la necesidad de conocer las dinámicas

familiares de estos jóvenes para poder entender la importancia o no, de realizar un

trabajo con sus familias. Está claro que la concepción de familia clásica, constituida

por padre, madre e hijos, en las realidades de los internos no existe, puesto que

algunas relaciones vienen deterioradas desde el pasado, pero sí, la precisa necesidad

de un trabajo con la madre y los hijos del interno, para lo cual probablemente se

requerirá la colaboración de la madre de los niños del recluso.

Por el contrario son mínimos los casos en los que la relación ha mejorado

después del encierro, la relación con los padres del interno en dos casos especiales se

ha vuelto más intensa, notando cambios positivos en la relación familiar. En el

corazón de muchos internos existe resentimiento frente a personas de sus familias,

pero aún así sienten que la familia es el apoyo indispensable que una persona puede

tener y hay para quienes algunos miembros de sus familias son el apoyo y la

motivación para cambiar.

3. La felicidad en la cárcel

Podría pensarse que la vida de un interno se resume en tristeza, por las

condiciones que presenta una cárcel y por las experiencias antes mencionadas. Al

hablar de felicidad, el interno afirma no conocerla en el ámbito carcelario, niega

cualquier posibilidad de hablar de ella; existe para algunos internos un único

momento de felicidad que alude precisamente a las visitas del día sábado o domingo

en donde algunos de ellos pueden ver a sus seres queridos, familiares y amigos.

Por tanto, la felicidad no es más que un simple instante, que al terminar deja

una profunda nostalgia e irrumpe el pensamiento de no saber si existirá una próxima

visita. Es importante anotar que así como el día de visitas se constituye en el día de

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Page 75: TESIS Catalina Botero.doc

felicidad para algunos internos, para otros es el peor día de la semana, pues es cuando

se sienten más solos que nunca, quienes no cuentan con un apoyo constante de parte

de alguien o quienes debido a la distancia no pueden mantener un contacto directo

con sus familias. Para estos internos representa un día de soledad, de tristeza e incluso

de sentimientos negativos como el rencor y la envidia, al notar como muchos internos

gozan de alguna compañía, olvidándose del encierro por lo menos por unas horas.

Algunos encuentran la felicidad en una llamada telefónica, en alguna noticia

buena que reciban o en un diálogo con una mujer que los escuche,

independientemente que se desempeñe como funcionaria de la institución, puesto que

algunos no tienen la oportunidad hace mucho tiempo de entablar una conversación

con una mujer.

El día de visitas para algunos, es un día donde se debe mostrar lo mejor de sí,

porque si bien no todos reciben visita, todos tienen un compañero de celda o un

amigo al cual se le debe respetar la visita. Especialmente el día domingo, cuando se

permite la visita de mujeres, existe una conciencia que parte del hecho de que todos

tienen o han tenido una madre, una esposa, novia, hermanas o hijas mujeres por las

que sienten respeto y el cual se debe reproducir a las mujeres que formen parte de la

vida de los demás internos, lo que se refleja en que en pocas oportunidades se han

presentado inconvenientes a lo largo de un día de visitas.

La figura constante que permanece como visitante de los internos es la madre,

considerada para la mayoría de los internos como la persona que nunca se cansará de

visitarlos y de apoyarlos. Otras personas que visitan a algunos internos con relativa

frecuencia son la esposa, algún hermano o amigo. En casos particulares se ha dado la

visita de una hermanastra, algunas primas o la abuela de un interno que a pesar de sus

años, lo visita con frecuencia, lo cual adquiere un valor preciado para él.

Existen internos que llevan varios años tras las rejas y los cuales han sentido

fuertemente la soledad, por ejemplo quienes al principio veían con una frecuencia de

por lo menos quince días a su mujer y a sus hijos cada mes, pero que con el pasar de

los años dicha constancia se perdió por cualquier motivo o quienes tras estar por

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Page 76: TESIS Catalina Botero.doc

muchos años detenido, han visto sólo en una oportunidad a algunos miembros de su

familia.

Estar nueve años detenido y haber recibido en ellos tres visitas solamente, no

puede ser considerado como una relación constante y que permita un avance en el

proceso de resocialización del interno, quien difícilmente socializa en una cárcel y

quien tampoco socializa con sus seres más cercanos, es decir, su familia. Para el

interno, el único momento en el que gozará de plena felicidad es cuando recobre su

libertad, mientras tanto, sólo gozará de una felicidad momentánea, el día que reciba

una visita, en caso de tenerla.

Resumen

El tránsito de muchos internos por la Cárcel Nacional Modelo, en la época de

fuerte violencia en las cárceles colombianas (90’s), dejó fuertes secuelas en la mente

de los jóvenes, que al ser condenados, fueron traslados al Establecimiento

Penitenciario y Carcelario de Bogotá. Por otra parte, existe un alto grado de

reincidencia en el delito, dichos ingresos a la cárcel demuestran la nula

resocialización de los detenidos.

El interno asegura que si bien la cárcel es un espacio de aprendizaje de

maldad, el deterioro de la condición humana en ella, depende de una decisión

personal, así el interno reciba indudablemente las influencias aberrantes del medio.

Experiencias vividas en la infancia como el maltrato físico y psicológico al

que se vieron sometidos muchos internos, además de la condición de desplazamiento

asumida por otros, se repiten frecuentemente en la cárcel. Esto quiere decir que la

prisión es un espacio donde las amargas evocaciones de la infancia del interno, no

sólo se recuerdan, sino que se perpetúan.

El negocio y tráfico de sustancias psicoactivas en la cárcel, además de ser una

característica propia de dicho espacio, también muestra un abuso por parte de los

expendedores, frente a los internos que presentan dependencia y adicción, lo que

además genera comportamientos agresivos y deudas al interior de la prisión,

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Page 77: TESIS Catalina Botero.doc

acentuando la violencia al interior del penal. Otro de los grandes problemas de la

prisión, se da por el uso de las palabras, las cuales se constituyen en uno de los

agentes que causan más conflictos entre el personal de la institución, guardias e

internos.

El pertenecer al patio sexto condiciona absolutamente todas las dinámicas

carcelarias, entre las que se encuentran algunas rutinas como lo es el recibir las

distintas comidas, la dificultad de recibir los servicios sociales como salud, la

atención desde trabajo social, terapia ocupacional, psicología e incluso aquellos de

orden jurídico, lo cual refleja la discriminación hacia los internos del patio sexto.

Sin embargo, pese a la difícil situación que enfrentan los internos de dicho

patio, es el patio donde la presente investigación cobró vida, permitiendo la expresión

clara, el diálogo continuo y la comprensión de las problemáticas en las que dichos

jóvenes viven inmersos.

A través del análisis de las historias de vida de los jóvenes del patio sexto, se

entiende la imposibilidad de que algunos de éstos jóvenes no tuvieran que estar

necesariamente en prisión. En el caso del patio sexto, no se puede hablar de

sentimientos arraigados en la mente y el corazón del interno, es decir que afloren de

manera permanente, puesto que sus pensamientos dependen del momento que

atraviesan, de las personas que forman parte de su vida y de las circunstancias que

enfrentan.

Es clara la incoherencia entre postulados de la institución y actitudes de

funcionarios y personal de custodia y vigilancia, quienes deben asumir un papel

protagónico en el Tratamiento Penitenciario al que debe estar sometido el interno.

Tener unidos a los consumidores de sustancias psicoactivas acrecienta las

problemáticas dentro del penal, puesto que se generan inconvenientes entre los

internos, entre internos y guardias y se fomenta el consumo desmesurado.

Las experiencias sensoriales-existenciales que vive el interno inmerso en el

ambiente carcelario impiden la resocialización, escuchar nuevas formas de delinquir,

sumado al vulgar lenguaje carcelario; hablar sin pensar en las consecuencias de los

actos; acostumbrarse a las atrocidades que se viven y transformarse en seres

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insensibles; sentir el olor repugnante de la prisión, sumado al ambiente de droga y

sentir desesperación por el ocio absorbente en el que permanecen, es clave a la hora

de determinar otro argumento para demostrar los impedimentos para alcanzar la

resocialización.

La pérdida de la familia, ocasionada en algunos casos por la misma

institución, al distanciar al recluso de sus seres queridos, es la experiencia más dura

que enfrenta el interno, en el cual existe total conciencia de la precisa necesidad del

apoyo familiar para enfrentar la experiencia carcelaria. Es por ello que la felicidad de

algunos, en el día de visitas, se convierte en la desgracia de otros, avivando

sentimientos negativos, al hacerse partícipe de la alegría de los otros internos.

Por su parte, la mujer solo será bien vista cuando sea una visitante constante,

no sólo por el apoyo y la compañía, sino para solventar las necesidades sexuales del

interno. Aún así, la relación estable con una mujer se hace indispensable, cuando el

interno no cuenta con una buena relación con su familia de origen.

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TRATAMIENTO PENITENCIARIO Y PROYECCIÓN FUTURA DEL

INTERNO

El capítulo que inicia a continuación es el producto de una reflexión frente a

los resultados del Tratamiento Penitenciario Resocializador en concordancia con la

visión futura que tiene en mente el interno. Detalla los sentimientos que ha adquirido

el interno en el medio carcelario y aquellos que han sido transformados por las

consecuencias del encierro y a su vez los cambios que se han generado en el recluso

de acuerdo a la materialización de dichos sentimientos. Se narra en éste el

funcionamiento real del Tratamiento Penitenciario y la opinión del interno frente a

cuestiones concretas que plantea su discurso.

Sumado a lo anterior, es un capítulo que refleja la importancia que adquieren

los recuerdos en la proyección futura del interno, en especial aquellos cargados de

violencia física y verbal. También se encuentran argumentos referentes a la condición

de vulnerabilidad en la que se encuentra el ser humano y a la comprensión de sus

impulsos. Se ponen en cuestión las prioridades del Instituto Nacional Penitenciario y

Carcelario, en relación con las que manifiesta abiertamente el interno. Finalmente se

exponen los factores concretos de la experiencia en prisión que determinan la

construcción futura del interno.

Tratamiento penitenciario; del discurso a la realidad

1. Aspectos esenciales del Tratamiento Penitenciario

La evolución que ha tenido el penitenciarismo en nuestro país, muestra

avances en torno a definiciones legales y compromisos adquiridos por el Instituto

Nacional Penitenciario y Carcelario con la sociedad en general y con la población

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reclusa que se encuentra en las cárceles, contemplando la forma en la que se garantiza

su resocialización, a través del Tratamiento Penitenciario:

Así mismo, el 19 de agosto de 1993 se pone en marcha el nuevo Código Penitenciario y Carcelario, "dándose un paso importante en la modernización de la justicia y la actualización de las normas penitenciarias, acordes con las nuevas Instituciones del Estado creadas por la Constitución Política de 1991. Se trata de un marco normativo que contempla las disposiciones esenciales que se deben aplicar en la ejecución de las sanciones penales en forma humana y moderna acorde a los postulados señalados por la Carta Magna y las Organizaciones Internacionales defensoras de los Derechos Humanos. (INPEC. Evolución carcelaria en Colombia y Nacimiento del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario. www.inpec.gov.).

Dicho tratamiento se creó para la población condenada como la que colaboró

con la presente investigación, puesto que para población sindicada se tiene formulado

un Sistema de Atención, suponiendo que su funcionamiento de tal forma, se da por

las características que tiene la población, al no tratarse de una población permanente

sino que por el contrario es vulnerable a ciertas movilizaciones y desplazamientos,

mientras que no sea aclarada su condición jurídica.

Por su parte, el Tratamiento Penitenciario se define a través de una serie de

elementos que deberían garantizar la readaptación de los penados, al atender a cada

una de las problemáticas de una población caracterizada por el sedentarismo, como lo

son los condenados:

El tratamiento penitenciario tiene la finalidad de alcanzar la resocialización del infractor (a) de la ley penal a través de la disciplina, el trabajo, el estudio, la formación espiritual, la cultura, el deporte, la recreación bajo un espíritu humano y solidario (Ley 65 de 1993, artículo 10). Se entiende por Tratamiento Penitenciario el conjunto de mecanismos de construcción grupal e individual, tendientes a influir en la condición de las personas, mediante el aprovechamiento del tiempo de condena como oportunidades, para que puedan construir y llevar a cabo su propio proyecto de vida, de manera tal que logren competencias para integrarse a la comunidad como seres creativos, productivos, autogestionarios, una vez recuperen su libertad. Dando cumplimiento al objetivo del tratamiento de preparar al condenado (a) mediante su resocialización para la vida en libertad (Resolución 7302. Art. 4)

El tratamiento es desarrollado a través de fases que medidas en tiempo y en

productos deben demostrar los resultados del proceso resocializador que adquiere el

recluso en cada una de ellas. Cuando una persona es enviada al Establecimiento

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Penitenciario y Carcelario de Bogotá, se convierte inmediatamente en un interno al

que se le debe brindar un Tratamiento Penitenciario y al que se le debería garantizar

su adecuado reingreso a la sociedad.

El interno parte de una etapa de inducción en la cual dura aproximadamente

tres meses, en donde será observado, diagnosticado y clasificado por medio de ayudas

de tipo objetivo como se le considera al análisis jurídico, de tipo subjetivo como lo es

el análisis psicosocial y educativo y finalmente la realización de un proyecto de vida

que debe ser elaborado bajo la asesoría de personas del área psicosocial de la

institución.

Vemos como los internos del patio sexto, a pesar de haber pasado por ésta

fase hace mucho tiempo, incluso años, nunca realizaron el proyecto de vida requisito

para pasar a la siguiente fase. De tal forma, es importante tener en cuenta que de estos

jóvenes una persona ingresó en el 2002, dos en el 2003, dos internos en el 2004, cinco

jóvenes en el 2005, tres en el 2006, cinco en el 2007, al Establecimiento Penitenciario

y Carcelario de Bogotá.

Esto sin tener en cuenta que algunos de ellos venían trasladados de otros

centros de reclusión, que al actuar también bajo la dirección del Instituto Nacional

Penitenciario y Carcelario, debía seguir el cumplimiento de las mismas fases puesto

que la garantía que se ofrece al interno en cualquier reclusión del país debe ser la

misma.

Siendo así el año de captura de estos jóvenes, nos permite reflexionar sobre el

proceso que han tenido los internos del patio sexto, incluso antes del ingreso a ésta

penitenciaría. Así de 21 internos, se encuentra un interno que fue capturado en el año

de 1995, tres jóvenes en 1999, uno en el 2000, dos en el 2001, tres internos en el

2002, otros tres en el 2003, uno en el 2004, dos jóvenes en el 2005, dos en el 2006 y

tres internos fueron capturados en el 2007.

Al finalizar dicho periodo, el interno ingresa a fase de alta seguridad en donde

se realiza un plan de tratamiento que va a ser evaluado con informes mensuales sobre

el cumplimiento o no de dicho plan. Cuando se cumple la tercera parte de la condena

impuesta, el interno puede continuar a la siguiente fase.

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En la fase de mediana seguridad se continúa rindiendo el informe mensual del

plan de tratamiento de cada interno, para así poder determinar si el interno cumple

con los requisitos para conceder beneficios de tipo excarcelable que hacen parte de la

siguiente etapa. Cuando los requisitos antes mencionados se cumplen a cabalidad, el

interno pasa a fase de mínima seguridad, en donde se le otorga el permiso de 72

horas, también conocido como libertad condicional, antelación a su libertad total.

La anterior, es la explicación según las fases del tratamiento, sin embargo,

cada una de ellas es acompañada por actividades básicas y especiales que contribuyen

a la resocialización del infractor, entre las cuales se da prelación al trabajo y a la

educación, como los elementos indispensables para la consecución de dicho fin,

considerando que:

El trabajo en los establecimientos de reclusión es obligatorio para los condenados como medio terapéutico adecuado a los fines de la resocialización. No tendrá carácter aflictivo ni podrá ser aplicado como sanción disciplinaria. Se organizará atendiendo las aptitudes y capacidades de los internos, permitiéndoles dentro de lo posible escoger entre las diferentes opciones existentes en el centro de reclusión (Código Penitenciario y Carcelario, Ley 65 de 1993, Art. 79).

Y,

La educación al igual que el trabajo constituye la base fundamental de la resocialización. En las penitenciarías y cárceles de Distrito Judicial habrá centros educativos para el desarrollo de programas de educación permanente, como medio de instrucción o de tratamiento penitenciario, que podrán ir desde alfabetización hasta programas de instrucción superior. La educación impartida deberá tener en cuenta los métodos pedagógicos propios del sistema penitenciario, el cual enseñará y afirmará en el interno, el conocimiento y respeto de los valores humanos, de las instituciones públicas y sociales, de las leyes y normas de convivencia ciudadana y el desarrollo de su sentido moral (…) Los internos analfabetos asistirán obligatoriamente a las horas de instrucción, organizada para este fin.En las penitenciarías, colonias y cárceles de distrito judicial, se organizarán sendas bibliotecas. Igualmente en el resto de centros de reclusión se promoverá y estimulará entre los internos, por los medios más indicados, el ejercicio de la lectura (Ibíd., Art. 94).

Según lo que se describe en los párrafos precedentes, existe una organización

de un plan que desea la resocialización de los reclusos, sin embargo es demasiado

ostentoso para ser cierto en internos como de los que habla la presente investigación,

los cuales presentan unas características especiales que desbordan cualquier intento

de plan de tratamiento impuesto por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario,

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puesto que no responde a las necesidades particulares del interno del patio sexto, lo

cual contradice su argumento y razón de ser.

Como se muestra en los párrafos precedentes, casi podría decirse que el

trabajo penitenciario se constituye en el argumento central para la consecución de la

resocialización del infractor de la ley penal. Sin embargo se verá más adelante como

las prioridades del interno del patio sexto no son las que cree la institución, puesto

que sus mentes se encuentran enfocadas en otros intereses. Incluso para muchos de

ellos el trabajar no se encuentra incluido en su lista de expectativas.

Debe existir una responsabilidad por parte de la institución por conocer los

intereses del interno, el cual a través de mensajes reales como los que refleja la

presente investigación, está pidiendo a gritos ciertas atenciones que merece recibir

por el hecho de ser un ser humano y no merecer ser tratado como un recluso común.

Esto con el fin de comprender una realidad por la que atraviesan muchos jóvenes

recluidos en dicho patio y no para que se haga todo lo que ellos quieren, sino para que

encuentren en la institución un apoyo real y un tratamiento digno de sus

problemáticas, que son mucho más serias de las que se piensan y asumen en el

discurso penitenciario.

Este discurso en el que se plantea el tratamiento penitenciario, estipula de

alguna manera un tiempo en el cual el recluso común debe alcanzar la

resocialización, este es uno de los principales errores de los que parte la puesta en

práctica de un tratamiento, pues si bien se deben marcar unas metas, no es posible que

el interno alcance un objetivo tan complejo como lo es resocializarse en un tiempo

determinado, cuando hay una masa diversa de internos con problemáticas realmente

diferentes, con intereses particulares y con modos de asumir la vida heterogéneos.

Entendiendo la importancia de un tratamiento individual, pero siendo realistas

a la hora de asumir los pocos recursos humanos y financieros con los que se cuenta

para efectuar dichos procesos, se debe buscar una solución menos ambigua que unir a

los internos por supuestas características comunes, en donde tampoco se les está

brindando un tratamiento que responda a las necesidades particulares que demandan

dichos grupos estructurados de internos.

83

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2. Actividades de descuento

El interno del patio sexto tiene características particulares que deben ser

atendidas y que ellos mismos demandan, entre las que se encuentran los servicios de

salud, de psicología, de trabajo social y el tratamiento de una problemática de

consumo de sustancias psicoactivas que reconocen casi en su totalidad.

Ya hemos mencionado las privaciones que tiene el interno por pertenecer al

patio sexto y la negligencia por parte de funcionarios y cuerpo de custodia y

vigilancia de prestar servicios a dichos internos que reconocen y demandan una

atención especial y oportuna respecto a los internos de otros patios.

En las reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos, se muestra la obligación

que tiene la institución con los internos de ofrecerles la oportunidad de trabajar a

personas jóvenes que se encuentren en condiciones aptas para ejercer este tipo de

labores, señalando que “Se proporcionará a los reclusos un trabajo productivo,

suficiente para ocuparlos durante la duración normal de una jornada de trabajo. (…)

Se dará formación profesional en algún oficio útil a los reclusos que estén en

condiciones de aprovecharla, particularmente a los jóvenes” (Defensoría del pueblo,

1998, p.36). , argumento al cual se apela en el código penitenciario con fines de

resocialización.

Como vemos, las actividades de descuento para este tipo de población son

casi nulas, muchos internos vienen trasladados de otras cárceles en donde han

participado en actividades de descuento como zapatería, veterinaria, aseo, como

ordenanza de patio, entre otros. Sin embargo, cuando ingresaron al Establecimiento

Penitenciario y Carcelario, duraron muy poco tiempo en el patio asignado desde un

inicio y al ser trasladados al patio sexto, encontraron todas las puertas cerradas,

incluso en lo que se refería al descuento.

Algunos alcanzaron a descontar antes de ingresar al patio sexto en talleres,

especialmente de madera o en educativas, pero duraron muy poco tiempo allí, debido

al cambio de patio. Acudían a dichas actividades además de descontar para mantener

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su mente aislada de pensamientos violentos y agresivos que lo impulsaran a un mal

obrar.

Sin embargo existe un intento de servicio por parte de un programa de

prevención desarrollado en un aula destinado a actividades varias para este grupo, las

cuales son dirigidas por un comandante de guardia, además psicólogo, que manifiesta

el interés de trabajar con los jóvenes de este patio desplazado en el centro de

reclusión.

Son muchos los internos que han asistido al programa de prevención que se

les ha brindado, puesto que es el único medio creado con el fin de dar oportunidades

al interno del patio sexto, además de ser prácticamente la única forma de redimir

tiempo de su condena.

Las actividades que se realizan en el salón de prevención son de tipo

especialmente educativo, en donde el interno tiene la posibilidad de aprender a leer, a

escribir o también reforzar algunos temas de estudio que no culminó por las razones

anteriormente expuestas en el contexto formativo en el que se desarrollo el joven,

pero que en la mayoría de los casos no adquieren importancia para el interno.

Cabe decir, que aun cuando dicha actividad es estrictamente designada para el

grupo de internos del patio sexto, ellos no se sienten satisfechos con las actividades

que se llevan a cabo en ese espacio por diversas razones. En primera instancia, se

encuentran en desacuerdo con el hecho de que sean personas que también se

encuentran en condición de internos, quienes sean sus tutores, quienes pagan

condenas de otros delitos que desaprueban los reclusos del patio sexto, razones por

las que se encuentran en otros patios. El interno asegura que:

(…) del sexto se aburren de ir a la clase de…pues sí sabe uno que le dictan, pero entonces no es lo mismo que alguien que sí sabe bien las cosas de lo que le están hablando a uno, un poco de profesores que también son presos, no le enseñan a uno nada, yo siento que no, a la final no le enseñan a uno nada, están ahí es como porque están descontado, porque no lo están haciendo por más y le explican cosas que uno a la final…pues no tienen sentido aquí, yo digo, prepárenlo a uno para cuando uno vaya a salir, de cosas así buenas, pero hablar de política, yo no le veo gracia, ¿para qué hablan de eso?, cosas de esas así raras y ahí todo el día, después se ponen a pelear entre ellos mismos, uno queda loco, pero que lo saquen a uno a algo bueno, cosas que le sirvan a uno.

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A pesar de que se trabaja en temas básicos de algunas materias como

matemáticas, español y ciencias, no consideran pertinentes las clases. Muestran

especial interés por los conversatorios de filosofía y ética que dirige un interno con el

que mantienen mejores relaciones, pero aún así no satisfacen sus necesidades.

La actividad que es aceptada y realizada con mayor interés es la artística en

donde elaboran pequeños diseños o realizan cuadros en hilo u otros elementos de

decoración, sintiéndose productivos y ocupados en una actividad que les proporciona

gusto.

Entre tanto, los internos consideran que el programa no funciona como

debería ser, por falta de compromiso, materiales e incluso personal calificado en cada

una de las temáticas que abordan, dicen asistir con la única motivación del descuento,

para salir más rápido de la prisión, más no por aprender algo nuevo. Solamente un

interno considera que es allí donde le enseñan el buen comportamiento y la disciplina

que requiere para cambiar.

Otros tantos afirman que su asistencia no tiene ninguna relación con querer un

cambio, sino que asisten a dicha aula para demostrar o fingir que han cambiado, lo

cual es algo a lo que se le debe prestar suma atención, puesto que la finalidad del

descuento no es restar tiempo de condena para salir rápido simplemente, sino para

generar cambios que acerquen al interno a la sociedad de manera adecuada, tal como

se reitera en la siguiente cita:

El tratamiento de los condenados a una pena o medida privativa de libertad debe tener por objeto, en tanto que la duración de la condena lo permita, inculcarles la voluntad de vivir conforme a la ley, mantenerse con el producto de su trabajo, y crear en ellos la aptitud para hacerlo. Dicho tratamiento estará encaminado a fomentar en ellos el respeto de sí mismos y desarrollar el sentido de responsabilidad (Ibíd., p.34)

Respecto a las sesiones designadas para temas relacionados con el consumo

de sustancias psicoactivas, dicen conocer sobre la mayoría de cosas de las que les

hablan, como daños y perjuicios de las drogas, razón por la que no le encuentran

sentido alguno.

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Podría pensarse que las actividades de descuento deben responder a

actividades que le guste realizar al interno o para las que sienta que tiene habilidades,

puesto que de tenerse en cuenta, daría mejores resultados, por el hecho de empezar a

generar gusto por una dinámica en particular. Por ejemplo, el gusto especial que

manifiesta el interno por el deporte, especialmente hacia el baloncesto y el fútbol,

además de las actividades de tipo artístico y manual, como trabajar con la madera y

en el caso de unos pocos escribir, debería ser una habilidad a explotar para generar

cambios de actitud en este grupo de reclusos, además de atender a lo que expresa la

norma:

Los reclusos jóvenes y otros cuya edad y condición física lo permitan, recibirán durante el periodo reservado al ejercicio una educación física y recreativa. Para ello, se pondrá a su disposición el terreno, las instalaciones y el equipo necesario (Ibíd., p.17).

Otra de los aspectos que se debería tener en cuenta en la realización de

actividades de descuento, son las enfermedades que padece el interno, las que

presentaba antes de ingresar al centro de reclusión, pero que se ven afectadas por las

condiciones de vida al interior del penal y las que han adquirido en el medio

carcelario.

Es en el área de sanidad, en donde se encuentran las historias clínicas de

aquellos internos que alguna vez han acudido de manera voluntaria, por accidentes en

la cárcel o ataques recibidos. La revisión de las historias clínicas de los internos del

patio sexto, nos muestra como la gran mayoría ha sido víctima de ataques recibidos

con arma cortopunzante, especialmente en partes del cuerpo como cuello, espalda,

piernas y manos; a causa de estas heridas, han presentado molestias musculares y se

han visto en la necesidad de recibir servicios fisioterapéuticos, que en ocasiones

tampoco reciben.

De igual forma conforme a sus historias de vida, muestran signos de

inestabilidad emocional y por ende alteraciones de ánimo, que representan un factor

de riesgo para los demás internos. Conforme al ambiente de la prisión, el cual no

presenta las mejores condiciones de salubridad, el interno presenta problemas

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digestivos como gastritis, estreñimiento, parasitismo y diarrea. Algunos de ellos han

tenido dermatitis, problemas de oído y conjuntivitis bacteriana.

Los internos manifiestan enfermedades de tipo respiratorio como asma y

gripas constantes. Ya en casos especiales, el interno cita enfermedades como

insuficiencia renal, dificultad de hacer fuerzas como consecuencia de varicocele,

incomodidades por vena várice y molestias resultantes de cirugías, cuando han

recibido cantidades considerables de ataques, especialmente heridas causadas por

armas blancas, que merecen toda la atención al pensar en las posibles actividades que

desarrolla el interno.

Por otra parte, se debe tener en cuenta, que existe un desconocimiento por

parte del interno del patio sexto sobre algunos procesos que tienen lugar en la cárcel,

así como de oportunidades a las que deberían acceder en igualdad de condiciones a

los demás internos del penal, o que si bien no pueden asistir por las características

enunciadas, la cárcel debería proporcionar las soluciones para atender también a la

población reclusa de dicho patio, lo cual es su misión.

Sea por el motivo que sea, el interno considera que no reciben Tratamiento

Penitenciario y tampoco un tratamiento que atienda su condición de consumidores de

sustancias psicoactivas. Consideran que se han hecho mínimos intentos en el salón de

prevención, pero afirman que no existe el compromiso y la constancia por parte de

quienes imparten las clases en torno al consumo de sustancias psicoactivas, puesto

que se desplazan a la cárcel en dos o tres oportunidades y dejan de asistir, lo que

explica la incredulidad que tiene el interno frente a dichos intentos.

Opinan además que el tener hojas que expliquen ciertos asuntos relacionados

con drogadicción no contribuye a un proceso de rehabilitación, puesto que su

contenido ya lo manejan desde tiempo atrás. Por otra parte, expresan no contar con

los materiales que requieren para la realización de las actividades propuestas en el

salón de prevención, como tablas, hilos, pinturas, entre otros, lo cual termina por ser

otro intento fallido para la resocialización del interno, al ser la única actividad que

realizan con gusto.

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Al ser la asistencia a prevención, la única actividad de descuento a la que

puede acceder el interno del patio sexto, sienten que el hecho de no tener una

retribución económica, empeora sus condiciones dentro de la cárcel, puesto que el no

tener dinero para dar a su familia, para que puedan ingresarle elementos de aseo

personal, contribuye a los malos hábitos de higiene que se tienen en la cárcel, por otra

parte, el interno no puede colaborar económicamente para la alimentación de su

familia, ni para el transporte de sus familiares en los días de visita, que adquieren

gran valor para él.

Consideran algunos internos que las actividades del salón de prevención no

contribuyen en nada a sus vidas. Para una minoría, si bien no la consideran como la

actividad por excelencia, creen que de alguna manera aprenden sobre asuntos que les

competen y que necesita cualquier ser humano para desenvolverse en sociedad.

En general creen que en la institución nunca les dan oportunidades y menos en

lo relacionado con el descuento de su pena. La única actividad proporcionada, no les

genera un descuento estable, lo cual termina teniendo poca relevancia en las cuentas

de su tiempo de condena, puesto que a veces los sacan de su patio al salón de

prevención por quince días y dejan de hacerlo por largos periodos, causando una gran

desmotivación en el grupo.

Las razones por las que generalmente no les permiten salir al salón de

prevención, están relacionadas con las condiciones que se viven en dicho patio,

especialmente a la agresividad del interno, fomentada por el trato de la guardia, lo

que hace que se genere descontrol al interior y se acuda a métodos violentos como lo

es el esparcimiento de gas que causa daños a la salud del interno.

Se sienten incluso desplazados de actividades deportivas y artísticas que se

realizan al interior del centro de reclusión y que se consideran un elemento

importante para la resocialización de los condenados, lo cual aumenta el

resentimiento, al ser obviados en cualquier actividad.

Asumen el tratamiento que se les brinda como maltrato, en especial por el trato de la

guardia, dicen que “El tratamiento que se recibe aquí, es tratamiento de pata y puño,

eso sí al piso, estamos re negros el cuerpo de los golpes, cachetadas (...)” y afirman

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que el maltrato no cambia a nadie de forma positiva y que la guardia se toma

atribuciones en días, como el de visitas y en momentos como la hora de sol diaria,

para decidir sobre sus derechos.

El interno asegura que son muy pocos los guardias que los respetan y que la actitud

de maltrato que asumen la mayoría de ellos, empeora su forma de asumir el encierro.

Manifiestan que “(…) en la cárcel uno no cambia, eso es mentira, pa’ nada lo cambia,

a uno el yugo no lo cambia (…)”. El cambio de turno de guardia, al parecer hace más

difícil el diálogo entre el interno y el pabellonero, con el que en ocasiones intentan

expresar sus inconformidades. Sin embargo nunca son escuchados, lo que acrecienta

los sentimientos de rencor, hasta el punto de llevarlos a pensar en venganzas cuando

se encuentren en libertad.

El interno asume una postura crítica respecto a su situación y aún cuando no

puede acceder al descuento en el “rancho”, a las capacitaciones y cursos del SENA,

consideradas como las actividades de descuento más especiales y productivas dentro

del penal, conoce de ellas y saben cómo funcionan, lo que les genera interrogantes

respecto al hecho de que se le brinden a personas de otros patios que no tienen las

mismas necesidades de ellos y que por el contrario ellos sean sometidos al encierro

total.

Por su parte, la expresión “El tratamiento penitenciario es estarlo tratando a

uno (…)” nos lleva a pensar en los aspectos a través de los cuales se debe evidenciar

lo que equivale realmente a un tratamiento y una atención que debe recibir todo

interno por parte de lo planteado por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario y

puesto en práctica en los distintos centros de reclusión, teniendo en cuenta que:

Tratar personas privadas de la libertad implica una relación bilateral, humana, ética y profesional, donde se perciban como sujetos de su propio desarrollo, con derechos y deberes, con potencialidades y capacidades para vivir en sociedad e incidir en su crecimiento personal. Estas personas privadas de la libertad, son personas en conflicto, que se identifican por su actitud frente a los programas como tratable o difícilmente tratable, lo que permite proyectar una intervención estratégica para los primeros en términos de un proceso vocacional, reeducador o propiamente de valoración social para superar los conflictos. (INPEC. Penitenciarismo en Colombia – Análisis y Perspectivas.www.inpec.gov.).

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Partiendo de la responsabilidad que como sociedad tendrían que tener los

funcionarios del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, además de los

funcionarios de los distintos centros de reclusión, identificar a las personas privadas

de la libertad como tratables o difícilmente tratables, no puede significar actuar en pro

de los que según el discurso pueden aceptar un proceso vocacional y reeducador

solamente, debido a que de ser así, serían los difícilmente tratables quienes merecen

la atención prioritaria, que tanto institución como sociedad deben ofrecer.

De la misma manera elaborar éste tipo de clasificación es deslegitimizar el

cambio del ser humano y si como veremos en la visión futura del interno, no es solo

él quien lo invalida, sino además la institución, se estarían anulando todas las

capacidades de cambio social.

De acuerdo a la experiencia durante el trabajo de campo realizado, testifico

que algunos de los internos del patio sexto tienen voluntad de cambio y que es el

entorno y las casi nulas oportunidades que le brindan tanto la institución como la

sociedad las que hacen que dicha energía se aplaque.

De igual forma, el desconocimiento del interno frente a procesos como el

Tratamiento Penitenciario, se refleja en la ignorancia de expresiones como “(…) yo

soy una persona que tengo mucho tratamiento penitenciario y carcelario (…)”, puesto

que de ser así, manifestarían resultados de un proceso de resocialización, el cual no

presentaría disociación con la visión futura del interno.

Pero ¿qué significaría tener “mucho” tratamiento penitenciario según el

discurso planteado por el INPEC?, significaría que el interno en su etapa de

observación, se hubiese adaptado a su condición de interno, se hubiese sensibilizado

por medio de construcciones de tipo individual y grupal y se hubiese motivado y

proyectado en su futuro, a través de la construcción de un proyecto de vida.

Igualmente en la fase de alta seguridad debió haber accedido a programas

educativos y laborales, desarrollando habilidades y destrezas que le permitieran

restringir su tiempo de ocio penitenciario, acompañado de actividades espirituales,

deportivas y recreativas.

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En la fase de mediana seguridad, debería haber tenido intervención individual

y social que le haya permitido fortalecer competencias de carácter psicosocial y

ocupacional. Debe ser una persona que adquirió competencias en función de ser una

persona creativa, productiva y autogestionaria. En su fase de mínima seguridad, debe

haber fortalecido la reestructuración de la dinámica familiar y laboral para asegurar

su proyecto de vida.

De tal manera, que quien recibió un Tratamiento Penitenciario debe haber

sentido un trabajo interdisciplinar, debe ser acorde al cumplimiento de los anteriores

puntos, una persona readaptada, resocializada y preparada para una vida en libertad.

Pese a lo anterior, el interno del patio sexto, manifiesta recibir otro tipo de

trato al interior del penal, “(…) en la cárcel uno nunca gana nada, no le digo que en la

cárcel lo único que usted recibe es cuchillo y palo (…)”. Afirma ser menospreciado y

humillado, al recibir “gas”, “garrote”, “pata” y “puño”, por parte de la guardia.

Aseguran que en la cárcel lo único que reciben son malas noticias, especialmente de

muertes de familiares u otros seres queridos y que en la cárcel todo se resume al

maltrato. Solamente un interno dice recibir como algo positivo de la cárcel el

descuento, mientras que el resto de internos se sienten totalmente despreciados.

Existe una conciencia en la mente del interno, de tener muchos años para

lograr, el que se plantea como fin del Tratamiento Penitenciario, la resocialización.

En el fondo de cada corazón, habita un deseo por conocer el respeto, las relaciones

humanas y por aprender nuevas cosas, para alcanzar la meta, más sin embargo el

interno afirma que el ser humano no tiene opción de ser bueno en y después de la

cárcel, puesto que la persona se vuelve más mala, en la medida en que se endurece el

corazón, especialmente por el trato recibido y las condiciones de vida.

Afirman que la sociedad permanece engañada al creer que el delincuente va a

la cárcel para ser resocializado, cuando no es así para casi la totalidad de los internos.

Solamente un interno manifiesta ser una persona resocializada gracias a su decisión

personal de rehabilitarse y adquirir buenos hábitos, pero no porque el Tratamiento

Penitenciario haya contribuido a su proceso.

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3. Sentimientos como motor de cambios

3.1 Sentimientos positivos y negativos desarrollados en prisión

La resocialización de ser lograda, debe producir sentimientos positivos en el

interno, para que posteriormente se materialicen en cambios actitudinales positivos,

en la medida en que permitan un desarrollo integral del ser humano, que se extienda a

la familia y a la sociedad.

Un sentimiento positivo que manifiestan tener algunos internos es el aprecio

por sus compañeros más cercanos y el respeto frente a ellos y sus visitas. Entre tanto,

solamente un interno expresa un sentimiento de preocupación social frente a los

sufrimientos que padecen las personas secuestradas, prisioneras y enfermas.

Cuando ahondamos sobre los sentimientos negativos con los que vive el

interno, vemos como se encuentran en mayor proporción a los positivos, además de

ser más marcados, en la medida en que han sido manifestados por una gran mayoría

de internos, como lo son la rabia, el resentimiento, el odio y la desconfianza.

El interno siente rabia por las condiciones de vida que ha tenido que enfrentar,

sumadas en ocasiones al maltrato físico y psicológico dentro del penal, a situaciones

de irrespeto que se presentan en algunas oportunidades con las mujeres el día de

visitas y solamente uno de ellos expresa su rabia al afirmar su inocencia en la

ejecución del acto delictivo, aún cuando haya estado con las personas que lo llevaron

a cabo.

Algunos manifiestan sentir rencor y resentimiento hacia las personas, de

acuerdo a la experiencia de vida que han tenido. Particularmente existe un joven,

quien siente rencor desde que era un niño, cuyo sentimiento nace en el momento en

que observa cómo acaban con la vida de todos sus familiares ante sus ojos, en un

mismo momento.

Generalmente los sentimientos de resentimiento culminan en el deseo de

venganza, el cual constituye un sentimiento fuerte dentro del medio carcelario.

Existen sentimientos de hipocresía, de amargura y de mal genio, pero tristemente el

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sentimiento constante que siente el interno es un odio aterrador, que aplaca los pocos

sentimientos positivos que tienen en sus corazones. El interno siente odio hacia todas

las personas que conoció en la calle y de las cuales no volvió a saber, algunos se

sienten ofendidos con las mamás de sus hijos, con sus hermanos, pero en especial con

la vida misma.

Un caso en especial presenta un fuerte sentimiento de envidia, al comparar lo

que tienen los demás y lo que él nunca ha conseguido, aludiendo no solamente a

cosas materiales, sino al apoyo de sus padres, sentimiento que también tiende a

desembocar en el rencor y la venganza.

El interno siente total desconfianza ante los funcionarios, miembros del

cuerpo de custodia y vigilancia y demás internos. Sin embargo y en contraposición, la

confianza es un sentimiento que desarrollaron la mayoría de los internos del patio

sexto, a lo largo de la investigación, haciéndolo manifiesto, solamente con quien

realizó la investigación, quien representó una compañía y apoyo para los internos del

pabellón.

3.2 Cambios positivos y negativos desarrollados en prisión

Es de suponerse que los sentimientos se materialicen en cambios de

pensamiento y de actitud. Sin embargo al analizar los cambios catalogados como

positivos en la vida actual del interno, encontramos una extensa lista de cambios, que

no necesariamente concuerdan con los pocos sentimientos expresados anteriormente.

Así pues, el principal cambio que testifica el interno es el valorar la vida y las

personas, seguido por la familia, especialmente en lo que se refiere a su madre y a sus

hijos. También dice haber aprendido a valorar las cosas materiales, a valorarse a sí

mismo, a las mujeres y la sinceridad de las personas.

El interno en casi la totalidad de los casos, manifiesta como cambio positivo,

el hecho de pensar mejor las cosas que piensa hacer, especialmente las consecuencias

de sus actos. Sin embargo el interno se refiere con la anterior expresión, a pensar en

las consecuencias de sus actos, independientemente de si tienen una connotación

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negativa, por ejemplo, en el caso de salir a delinquir de una forma más organizada.

De tal modo, consideran que incluso para este tipo de actividad, el hombre requiere

pensar bien y planear bien el delito para no ser capturado, argumento que hace parte

de la visión futura que maneja el interno.

El interno considera que debido a las condiciones de vida dentro del penal, el

hombre aprende a ser humilde, llegando al punto de caracterizarse como una persona

noble, dice haber aprendido a respetar a los compañeros y en especial a las mujeres,

que si bien de manera general no tienen la mejor reputación como pareja, en casos

particulares donde la mujer es constante en la visita adquiere el más importante valor.

La tolerancia y la paciencia hacen parte de los cambios que han tenido los internos, al

igual que han aprendido a interactuar con las demás personas, a ser serviciales y sobre

todo a compartir lo poco o lo mucho que llegue a sus manos.

La cárcel para los internos ha sido el contexto para valorar la amistad, es allí

donde conocen a cabalidad a quienes decían ser sus amigos, afirman también

reconocer cuáles son las malas amistades e incluso algunos llegan a convertirse en

buenos compañeros.

La cárcel permite que el interno reflexione sobre la confianza y que asuma la

idea de que no se puede confiar en todo el mundo. Las reflexiones que hace el interno

de manera permanente, han transformado su forma de pensar y lo han hecho cambiar

de actitud frente a diversos asuntos. Si bien se ha hablado de la hipocresía y el doble

mundo que se vive al interior de la prisión, la cárcel según un interno fue el contexto

en donde aprendió a ser sincero, lo cual contradice la tesis de la gran mayoría de

reclusos del patio sexto.

El interno cataloga como cambio positivo este tipo de reflexiones, pero sus

comentarios y su mirada al futuro evidencia que no en todos los casos que se refieren

a la misma expresión, cobra el mismo sentido, puesto que su forma de pensar y

actitud frente a la vida puede no tener ninguna relación con sentimientos positivos a

nivel individual y social.

Para muy pocos de quienes dicen haber aprendido a ser humildes, el dinero

ha cambiado su significado, puesto que consideran que la plata en la cárcel no es nada

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y que es el dinero el que los ha hecho caer a la prisión, asumiendo sin embargo la

importancia que tiene en el desarrollo de la vida, pero a partir de reflexiones sobre el

manejo adecuado que se le debe dar al dinero y la idea de no desperdiciarlo. Para los

demás internos el dinero sigue siendo el objeto más fácil y rápido de obtener y el

agente que mueve al mundo.

Algunos se sienten orgullosos de sí mismos al manifestar como cambio

positivo el hecho de haber abandonado el consumo de alguna de las sustancias

psicoactivas, especialmente de aquellas que para el interno, gozan de una peor

reputación, bien sea por sus perjuicios físicos o mentales.

Al identificar las principales alteraciones que ha sufrido el interno en su

mentalidad y en su forma de actuar y que dificultan el desarrollo integral y social del

ser humano, se encuentra la aprehensión de “mañas”, destacando la trampa, el ser

grosero y vulgar. En segunda instancia, el interno manifiesta haberse vuelto una

persona agresiva y rencorosa, lo cual se dio en el momento en que perdió la

sensibilidad, como quien indica: “(…) no he mejorado nada de mí, me he vuelto más

agresivo porque yo nunca había apuñaleado a nadie y aquí me ha tocado apuñalar y

derramar sangre”.

La cárcel enseña el poder de la destrucción, algunos internos desean salir a

cobrar venganza, a desquitarse de las personas que les han causado algún perjuicio, lo

cual no es más que otra manifestación de la agresividad que han adquirido en el

medio carcelario.

Una persona dice haber tenido un cambio negativo al aislarse de los demás, lo

cual representa una fuerte oposición frente a los demás internos, quienes dicen haber

desarrollado la habilidad de interactuar.

En particular un interno considera que ha aprendido a no dar la cara por nadie,

expresión que no se puede catalogar como un cambio de pensamiento positivo o

negativo, en la medida en que el interno no fue suficientemente claro en su

argumento. Se podría pensar que tomarlo como positivo alude a valorar la vida, a no

ponerla en peligro, pero también puede ser relacionada con cambios negativos, en la

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medida en que al referirse a “nadie”, deja incluso a su familia, fuera de dicho

argumento.

Las denominadas “mañas” son asumidas dentro de los cambios negativos que

ha tenido el interno, puesto que están relacionadas con la aprehensión de trampas

como abrir cajas fuertes, puertas, carros, falsificar documentos y hacer caletas para

esconder las cosas. Sin embargo pese a que el interno considera que no existen

buenas mañas, algunos de ellos las consideran positivas según los planes que tienen

para el futuro.

Algunos piensan que las “mañas” de la cárcel son las mismas de la calle,

razón por la que consideran que ya conocen un buen número de ellas e incluso que

son quienes las enseñan: “(…) ¿Mañas? Yo soy el que las enseño, por acá se

aprenden muchas cosas, mañas buenas no hay (…) y mañas malas (…) muchas (…)

(Risa)”. Referirse a las “mañas” que han aprendido o que utilizan al interior de la

cárcel, causa risa y timidez en el interno, quien no quiere expresarlas precisamente

por la importancia que adquieren en su cotidianidad.

Otros pocos consideran que no es que las “mañas” se aprendan en la cárcel,

sino que por ejemplo se escuchan y se ven nuevas formas de robar, lo cual según ellos

causa un perfeccionamiento a la hora de delinquir. Una “maña” resultante del

encierro en la prisión y de la cual es difícil escapar, es la jerga carcelaria, la cual se

caracteriza por ser prosaica, basta y vulgar. A algunos les preocupa salir de la prisión,

utilizando dicha forma de comunicarse en la cárcel y que por sus características no se

asemeja al lenguaje cotidiano.

Existe una disociación entre la manifestación de cambios positivos y cambios

negativos experimentados en la cárcel. Resulta difícil entender como si el interno ha

aprendido a valorar la vida, a valorar las personas y las cosas materiales, exprese un

deseo de destrucción. Igualmente si la experiencia en la cárcel lo ha hecho una

persona humilde, la ambición de poseer dinero y cosas materiales en abundancia,

aplacan cualquier intención de humildad.

Finalmente, si el interno considera que ha aprendido a respetar, no deberían

darse pensamientos que nos lleven a cavilar sobre las cosas que sería capaz de

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realizar, con tal de obtener lo que desea, a través de diversos delitos, no importando

pasar sobre las demás personas.

Pensamientos que ahondan en la mente del interno

La cárcel es uno de los lugares más duros en los que puede estar un hombre,

en ella se ven toda clase de diferencias, cada interno es un mundo aparte, con una

historia de vida diferente, con sus propias preocupaciones y pensamientos. Se piensa

que a la cárcel llegan los peores seres humanos y que en ella se pierde la vida o parte

de ella, en el presente caso, la juventud. En la cárcel, el único elemento que hace que

la persona no pierda el interés y el ánimo por la vida es el estar acompañado, el

sentirse apoyado o con la motivación de tener a alguien por quien luchar.

En la cárcel, según el discurso penitenciario, se pretende hacer del interno

un buen ser humano y se le quiere brindar de una u otra forma una nueva

oportunidad, algunas de ellas no son importantes para el interno y mucho menos

considera el deber de tomarlas, si cuando estuvo en libertad no hacían parte de su

cotidianidad, como lo es el caso de estudiar. Para el interno las prioridades son otras y

en muchos casos no tienen ninguna relación con elementos que permitan el desarrollo

profesional del joven.

La cárcel es el agente que cierra con llave las oportunidades de la persona,

lo encasilla con cada proceso, la mayoría de los internos no se encuentran

enfrentando un único proceso, sino muchos más y la suma de ellos es la que los hace

pensar en una salida lejana e incluso perder la esperanza de recobrar su libertad.

Pensar en los diferentes procesos por los que se encuentra acusado el

interno, es entender que su visión futura, depende en gran parte de las oportunidades

que se le den y obliga a tener conciencia de que entre mayor sea la cantidad de ellos,

más puertas se cerraran, argumento que ilustra uno de los internos, quien señala que:

Tengo más de catorce antecedentes, más de catorce procesos abiertos, que tenga cerrados unos cuatro, cinco, voy a conseguir un trabajo, lo primero que le dicen es -tráigame el pasado judicial-, a mi no me lo dan, cuando averigüe que tengo ese poco de

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procesos, créalo que lo primero que dicen, es -no manito no lo podemos recibir por acá-, ¿es o no es?.

No solamente en la vida en libertad, se debe ser responsable en la manera

de asumirla, puesto que de igual manera, el no saber manejar la vida al interior de la

prisión, puede causar la muerte o alargar la condena que se purga, lo que demuestra

que existe una forma de vivir tras las rejas:

(…) y hasta la condena puede que no la paguen, porque la cárcel se lo traga a uno, la cárcel hay que saber vivirla, hay que saber manejarla, he visto muchos amigos que no salen, he visto personas que hacen para diez, doce años, quince años, para mí son espejos, para mí son espejos, para mí son espejos (…)

El interno considera que todos los que se encuentran privados de su libertad,

son igualmente seres humanos que deben recibir no solamente un trato digno, sino

igualitario. En prisión existen personas, incluso dentro de los mismos internos que se

sienten superiores frente a los otros y esto causa múltiples inconvenientes en el día a

día.

El interno afirma que independientemente de que se encuentren en la cárcel,

por la comisión de determinado delito, son personas que tienen sentimientos y

corazón, por tanto también sufren, aún cuando dicho sufrimiento no sea el más

expuesto en el espacio en el que habitan.

Uno de los sentimientos que describen a mayor cabalidad la dinámica de la

vida en la cárcel, lo constituye la desconfianza, no solamente en las personas como se

ha mostrado anteriormente, sino también en las distintas actividades que hacen parte

de la rutina, como lo es la hora de recibir las comidas:

(…) uno no sabe si de pronto aquí en la pasada del wimpy, hasta los rancheros pueden escupirla y echarle una rata, molerla viva, de pronto no lo hagan, pero uno podía pensar eso, alguien que le haya hecho algo a alguno y por uno pagan todos, podían hacer la comida mal hecha (…)

El conjunto de problemáticas que se viven a diario en un centro de reclusión,

es el principal argumento para que el interno manifieste que en la cárcel se piensa con

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mentes débiles, que bajo cualquier situación de inconformidad, se busca la solución

errónea, reproduciendo los problemas y haciendo a su vez, más difícil la vida.

Bajo estas razones, el interno asegura que la cárcel es supervivencia, “(…) yo

creo que si a ti te atacan con un lápiz y tú te defiendes con una hoja y ves que la

persona no ve eso, entonces te toca coger un lápiz (…)”, que todo lo que se haga, se

diga o se piense, se debe encontrar en la dirección de sobrevivir, para poder seguir

con los planes de la vida, sean buenos o malos. El deseo del interno es poder culminar

esta etapa de la vida y afirma que solo poniendo en práctica la sobrevivencia lo

logrará, puesto que la cárcel no es una experiencia fácil de asumir, puesto que:

(…) uno se prepara para todo en la vida, pero para lo que no se prepara es para sufrir, uno psicológicamente aprende a subsistir, a sobrevivir, consigue los medios, pero lo que a uno le pasa internamente, eso no lo borra nadie, supongamos el abandono, supongamos la presión de las personas, de pronto la familia en cierto punto, de pronto uno ve que todo lo que uno quiso, ya no tiene el mismo sentido (…)

Uno de los pensamientos que conducen a conflictos al interior de la prisión, se

da por el pensamiento que tiene el interno del patio sexto frente a las personas que se

encuentran en los otros pabellones del centro de reclusión, especialmente por aquellos

que han sido condenados por abuso sexual. Existe un sentimiento unánime que

asevera que quien es abusador, especialmente de niños, no merece la vida y mucho

menos la cárcel, entendiendo que ésta última es considerada como una oportunidad de

vida.

Para el interno del patio sexto, en el cual hemos centrado toda la atención, el

abusador sexual es una persona que no respeta a su madre, a sus hermanas, ni a sus

hijas, porque en cualquier momento actúa en su contra, independientemente de que

sea familiar propio o de otros seres humanos.

A pesar de los sentimientos negativos que refleja el interno, existe un

sentimiento de protección frente a personas externas a su condición y espacio por las

que sientan confianza, lo que hace que al ingresar al patio o al pasillo donde pasan las

24 horas, esa tercera persona haga parte de ellos y pueda permanecer tranquila con la

protección que se le brinda, lo que no sucedería si por cualquier circunstancia

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ingresara una persona por la que el interno no siente confianza o la cual inspira malos

pensamientos.

Según el interno, estar en el patio sexto castigado, no es la solución o el

método que se deba usar para que ellos logren ser resocializados. El castigo en vez de

ser la solución, priva al interno de recuperar su libertad por varias razones, entre las

que se encuentra el no poder acceder a actividades de descuento, cuando el descuento

representa la libertad para el interno. El interno asume parte de su problemática desde

el siguiente argumento:

(…) supongamos la solución a un problema no es el castigo, yo digo, la solución a un problema no es el castigo, no siempre, si yo le digo, si sacan a una persona del patio dos, que supuestamente no hay consumidores y los hay, pero a esta persona la sacan porque consume demasiado vicio, entonces ¿qué hacen?, lo saca la guardia, lo lleva al sexto, llegaba allá, si aquí donde había restricción consumía, llega a un sitio donde podían hacer lo que querían, no lo estaban castigando, lo estaban llevando a que se hundiera en el vicio, yo esto lo he hablado con más de uno por ahí, con los pabelloneros, esto no es la solución a esto, esto no es un castigo, llevándolas a que se apeguen más a las drogas.

Sin embargo los mismos internos consideran que no todas las personas que se

encuentran allí, merecen que se les otorgue el descuento, por episodios que ya han

tenido lugar en el penal, en donde se le brinda el descuento a las personas que se

encuentran en mayores estados de adicción a sustancias psicoactivas, en talleres en

donde el consumidor encuentra materiales propios para su vicio, acabando con el

taller que le puede asegurar la libertad a otro interno.

Por otra parte, el interno vive en función de sus pensamientos, algunos de

ellos están asociados con experiencias previas al encierro y otros adquiridos durante

la estadía en prisión, entre estos se destacan aquellos que contienen la fórmula para

poder vivir bien en prisión, como lo es el hecho de escuchar, asumido por muy pocos

en la cárcel, o el pensar que el que obra bien, bien le va, al igual que al que obra mal,

mal le va.

El interno testifica que a lo largo de su vida se ha dado cuenta que

definitivamente lo prohibido es lo más deseado y que por pensar de esta manera se

cometen muchos errores. Sin embargo, algunos internos consideran que entre un error

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y otro, no existe ninguna diferencia. La valoración que hace el interno de un error

cometido por sí mismo, frente a otro cometido por otro ser humano, no tiene

diferencia, puesto que al fin y al cabo es un error. La única excepción que tiene dicha

expresión, la hace el delito cometido por los abusadores sexuales, por los que sienten

un completo repudio.

De igual forma la fuerza de voluntad que maneja el interno es mínima y en

algunos casos nula, razón por la que considera que es más fácil decir sí a todo, como

lo es a acceder a algún tipo de sustancia psicoactiva o de involucrarse en algún delito,

que ir a trabajar de la manera considerada honrada y gastarse toda la vida tratando de

conseguir lo que se desea, cuando en pocos minutos puede lograrse por vías más

sencillas.

Insiste el interno en darle mayor importancia al hecho de ser capturado por un

homicidio que por un hurto, puesto que este último puede llegar a ser excarcelable y

las condenas no representan largo tiempo, mientras que el homicidio y el

derramamiento de sangre se paga con más tiempo de prisión.

A su vez piensan que se deben dedicar a la vida delictiva, en cuanto que las

oportunidades solamente son para las personas que tienen dinero, puesto que

independientemente de que una persona pobre estudie, nunca alcanzará los mismos

trabajos que los que alcanza una persona que se encuentre en óptimas condiciones

económicas, por lo que se busca la salida más fácil.

En el caso del interno que se convirtió al cristianismo estando en prisión, sus

pensamientos se encuentran absolutamente ligados a la doctrina, opina que el hombre

nunca actúa por sí mismo, sino que responde a sus pasiones, es poseído por una

pasión que lo puede conducir a experiencias como las que en esta investigación se

ilustran.

Otro de los pensamientos que es más recurrente en los internos, lo ocupa el

pensar en la madre de sus hijos, en la forma en como se ha llevado la relación con

ella, antes y durante el encierro y cómo cree que será en el futuro. La relación con la

pareja es un aspecto indispensable en la vida del interno y mientras que la mayoría de

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sentimientos hacia las madres de los hijos de los internos presentan una connotación

negativa, éste no puede ser generalizado.

Existe un caso en particular, en donde el interno considera que cada persona

independientemente del lugar que haya ocupado en la vida de otro, tiene el derecho

de buscar lo mejor para sí, sin importar que no sea con la persona con la que quizá

cimentó un hogar o con la que haya tenido hijos.

El interno se refiere a su experiencia en la cárcel como una caída, que ha

servido para cosas buenas, así sea para no estar en peores condiciones y para cosas

malas especialmente. Asegura que la cárcel daña la mente de las personas y las

convierte en seres perversos o más torcidos de lo que podían estar antes del encierro.

Opina que la gente no cambiará y no dejará de caer en la cárcel hasta que

todas las personas tengan lo suyo, mientras esto no sea así, habrá delincuencia y

vicio. El interno es consciente que aún cuando sea mucho tiempo detenido

físicamente, no se encuentran pagando nada a comparación de todo lo que han hecho.

Afirman que robar es un arte y que el dinero es algo que se puede recuperar, sin

embargo dicen no quitarle nada al pobre y si al que lo tiene en cantidad, porque

entienden que el Estado está para suplir este tipo de necesidades y recuperar los

daños. Aún así, el interno cree que “(…) el error del Estado es eso, que creen que a

uno mandándolo a la cárcel y distanciándolo de la familia, está bien (…)”, el Estado

se equivoca al pensar que llenando las cárceles se solucionan los problemas y se está

resocializando a la gente, en especial apartándolo de sus familias de origen y de su

familia constituida, argumentando que la distancia es mortal para cualquier relación,

es decir, no solo en una relación amorosa y de pareja, sino en una relación familiar,

fraternal y parental.

Si bien la experiencia en la cárcel se vive prácticamente solo, el interno espera

contar en los malos momentos así como en los buenos, con aquellas personas con las

que mantenía una relación y que se ha visto deteriorada debido a la distancia, que

impide el mantenimiento de las redes sociales que el joven considera significativas.

De igual forma existe la conciencia en el interno de que el consumo de

sustancias psicoactivas está acabando su vida, pero la dependencia que muchos tienen

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y que no aceptan, dificulta el abandono de las drogas, además de los factores que

dependen de la institución para abordar de manera adecuada esta problemática.

La mayoría de internos consideran que algunos de los sentimientos que tienen

en su corazón, como el rencor, vienen desde su infancia y asumen la idea de que la

combinación de problemas de la calle con los de la cárcel genera peores

inconvenientes en su cotidianidad. Algunos piensan que aún si recuperaran su

libertad, desde que les paguen bien por cualquier negocio por la vía delictiva, lo

aceptarían, porque dicen necesitar del dinero.

En un caso en particular, el interno ha concluido que puede volver a caer, en

la medida en que seguirá delinquiendo, pero que no vivirá nuevamente la experiencia

de estar en la cárcel, lo que significa que actuaría incluso en contra de su vida, con tal

de no volver a vivir el encierro.

Una expresión constante en los internos del patio sexto, es que no quieren que

sus hijos repitan su historia, sino que quieren brindarles todo, para que no tengan

motivos de sufrimiento, en especial quieren luchar por dejarles una casa propia, pues

si bien temen por perder su posición de padres, en el momento en que la madre de los

niños entable otra relación y deban vivir como pareja con sus hijos, creen que estos

podrían recibir algún tipo de maltrato psicológico, de tal manera que aspiran que

teniendo sus hijos un lugar seguro, puedan establecerse en dicho lugar y se sientan

orgullosos de que su padre fue quien les dio una vivienda.

Los internos culpabilizan de la mayoría de problemas que se presentan al

Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, puesto que ellos al saber las

condiciones y las dificultades del patio, alimentan los conflictos sea ingresando

personas que han tenido fuertes enfrentamientos en épocas anteriores, lo que hace que

se revivan con mayor fuerza los problemas, que como dicen los internos son “deudas

de sangre”, cuando ellos mismos les han pedido que no ingresen a determinadas

personas o también atribuyendo a la guardia posiciones que no están de ninguna

manera asociadas al Tratamiento Penitenciario del que deben formar parte como

Cuerpo de Custodia y Vigilancia dentro de la institución.

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Otro de los pensamientos frecuentes en el interno, es mirar de forma

retrospectiva su vida y entender el origen de sus actitudes negativas frente a la

sociedad, al igual que analizar el momento en el cual se acostumbró al dolor y perdió

su sensibilidad:

(…) a los días maté una persona que fue la primera persona que maté, a los ocho años… mi pensamiento siempre era -voy a matarlo-, hasta que se dio un día la oportunidad y lo maté, le pegué una puñalada en el corazón, lo maté al muchacho, como ya había matado a ese muchacho, ya me parecía fácil meterle otra puñalada a otro y así, de ahí para delante me empecé a dañar, como a maquiavelizar, ya no respetaba nada, a nadie, si alguien se metía conmigo pues yo lo agredía, si de pronto la capacidad física no me aguantaba, con decirle yo -vamos a pelear los dos-, yo buscaba, le cogía la traición y su puñalada, no se las rebajaba.

Otra de las grandes dificultades que reflexiona el interno se da por el

desinterés que muestran los funcionarios por dicho patio, en donde se dejan llevar en

muchas ocasiones por las apariencias y habladurías y no toman la decisión de ingresar

al patio y conocer la realidad de cada uno de los internos que se encuentran allí, pues

consideran que: “(…) uno no puede sembrarse una imagen de una persona cuando en

realidad no la conoce, “caras vemos corazones no sabemos” (…)”.

1. Recuerdos más intensos de su vida

Los recuerdos que siempre habitan en la mente del joven y a través de los

cuales describen su vida, se encuentran asociados principalmente, a experiencias que

se encuentran referidas con el mundo de las sustancias psicoactivas, a sus

experiencias en libertad y por supuesto a aquellas relacionadas con la vida delictiva.

La mayoría de internos aseguran haber tenido una infancia sufrida y llena de

obstáculos, como lo hemos presentado en el capítulo destinado a la familia.

Solamente un joven dice haber tenido una infancia bonita y digna de recordar al lado

de sus seres queridos, asevera que:

Mi infancia fue una infancia bonita creo yo, si, alrededor de mi familia y mis seres queridos, humildemente pero muy fortalecido como lazo familiar, me dieron estudio,

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me dieron disciplina, buen comportamiento, respeto y todas esas cosas (…)

Pocos jóvenes se remiten a recuerdos como el cuidado que debían darle a sus

hermanos y la situación económica difícil por la que siempre atravesó su hogar.

Algunos jóvenes recuerdan de su niñez, el hecho de ser buenos estudiantes y de

obtener buenas calificaciones, pero otros a su vez, recuerdan el prejuicio familiar al

que se vieron sometidos en sus años de niñez y juventud.

Algunos de estos jóvenes vivieron en su familia maltrato e incluso algunos

fueron sacados de sus hogares, otros decidieron irse por voluntad propia y tomaron

nuevos rumbos, en un caso especial el joven se va a vivir con la familia de la que en

ese entonces era su novia, otros se vieron obligados a trabajar desde niños y a otros

les fue impuesta una vida en la calle.

La experiencia de vivir en la calle y asumir una vida en ella, los condujo a

administrar negocios de droga desde pequeños, ha habitar en el “cartucho” y a

presenciar actos crueles como violaciones y lugares donde el trabajo de las mujeres

era la prostitución.

Las situaciones en los lugares donde habitaban, eran generalmente hostiles, si

bien vivían en la ciudad, la caracterización del barrio representaba un peligro para los

habitantes, lo que no se diferenciaba con aquellos jóvenes de las comunas de

Medellín, en donde tuvieron que vivir la época quizá más fuerte en ellas, donde la

comuna era zona de violencia. Por su parte, se encuentra el caso de un joven quien

vivía en el campo junto a su familia y fue víctima del desplazamiento, otro considera

que nunca ha tenido quien lo quiera, razón por la que optó por la calle.

De igual forma, cuando se encontraban en libertad, algunos tuvieron que

enfrentar la muerte de sus seres queridos, como el padre, la madre, los hermanos y

algunos amigos. Un joven mantiene un recuerdo amargo, causa de todos sus

sentimientos, actitudes, visión futura y forma de asumir la vida, dado por el hecho de

perder a toda su familia siendo un niño y asumir desde aquel entonces la soledad en

su más alto nivel, manifiesta respecto a sus sentimientos que:

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(…) Quien no va hablar con rencor sabiendo que a uno le mataron la mamá y saber que la recogió y le mete las manos en el cerebro y se le van pa’ dentro del cráneo…cuando usted piense matar a alguien, no toca matarlo a él, sino matarle a la mamá, que es la que duele, para que aparezca y matarlo a él, eso, más violencia, más violencia y que se mueran todos.

Uno de los jóvenes que decidió salir de su casa, habitó en la calle y contó con

la suerte de ser adoptado prácticamente por una señora que le dio estudio, techo,

vestido y alimento durante muchos años. El sentimiento que el joven manifiesta

frente a esta mujer es de total agradecimiento, sin embargo, después de algún tiempo,

él decide irse para seguir su camino, decidiendo volver a casa, sin encontrar el apoyo

y el cariño que anhelaba.

Solamente un interno, recuerda intensamente todas sus relaciones amorosas,

pero entre tanto, todos los jóvenes recuerdan profundamente las pocas o muchas

experiencias que alcanzaron a tener en compañía de sus hijos antes de caer en prisión

o de acabarse la relación con la madre de sus hijos.

Uno de los internos expresa que sus hijos son lo único bueno que le ha pasado,

porque de haber recibido otras oportunidades buenas en la vida, no estaría pasando

por la presente situación: “(…) lo único que me ha pasado bueno en la vida son mis

hijos, de resto todo ha sido malo, si no mire, en la cárcel porque todo ha sido malo”.

Las experiencias que marcaron la vida del interno y que se dieron cuando el

joven se encontraba libre, también están relacionadas con heridas que les fueron

proporcionadas por distintos enfrentamientos, el haber estado gravemente herido y

terminar en un hospital, es una de las experiencias más fuertes que nunca olvida el

interno.

Una de las experiencias en libertad que marcó a un joven, es el hecho de haber

sido capturado, justo el día en que decidió ir por su pasado judicial para completar los

papeles e irse al ejército, sin saber que de allí no saldría, al tener una orden de captura

por una tentativa de homicidio, de años atrás, por haber defendido a su madre de las

ofensas que recibía de su padrastro.

Otro interno recuerda especialmente una experiencia dramática al haberse

despertado de un coma después de un mes y tener que despertar para tomar una

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decisión trascendental en su vida, si amputarse o no su pierna, víctima de munición

explosiva. La familia de este joven, lo creyó muerto por muchos años, el joven

asegura que incluso le hicieron misas, sin saber cuál era su verdadera situación.

2. Noción de deidad en su vida

Dios representa un lugar en la vida del interno, se acude a él en

agradecimiento, para hacer una petición especial y en un único caso para

culpabilizarlo de su situación, por haberlo dejado tan solo en la vida. Solamente dos

internos definen a Dios como lo más importante de sus vidas, como el ser que da la

paz, la vida y el único que sabe cómo van a ser las cosas ahora y siempre. Consideran

que Dios los ha llamado a predicar y les ha encomendado una misión especial en la

vida. Para uno de estos internos Dios es su padre, su madre y su amigo.

Para aquellos internos que creen en Dios, la oración se encuentra colmada de

peticiones y agradecimientos. La petición más pronunciada es conseguir la libertad y

tener la oportunidad de hacer una nueva vida. Piden a Dios no volver a la cárcel

nunca, impedir que sean involucrados en algún problema mientras se encuentren

privados de su libertad y no tener que matar a alguien y continuar tras las rejas.

Un interno especialmente pide a Dios, le permita abandonar el consumo de

sustancias psicoactivas, puesto que dice estar muy preocupado por la situación de

adicción que enfrenta. En otros casos, el interno pide misericordia para todas las

personas que sufren y pasan algún tipo de necesidad, claman a Dios les conceda un

buen monto económico, para poner a producir un negocio, comprar la casa de sus

hijos y así no tener que volver a la vida delictiva.

Por otra parte, algunos internos agradecen a Dios, el haber recibido cosas

buenas en sus vidas, el permitirles estar vivos aún y estar en la cárcel teniendo la

experiencia que los ha hecho cambiar su mentalidad. Uno de ellos le agradece a Dios,

haberse acordado de él a pesar de sus actos y haberlo hecho cambiar, por medio de su

conversión al cristianismo, que tuvo lugar al interior del centro de reclusión.

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El interno agradece haberlo alejado del camino que llevaban por la toma de

malas decisiones, darles protección y nuevas oportunidades pese a los errores

cometidos. El interno que perdió su pierna, agradece a Dios permitirle volver a

caminar, cuando la medicina lo veía como un imposible.

Otro tipo de agradecimientos están asociados directamente con su experiencia

en prisión, como no haber permitido un suicidio cuando se pensó en él como salida y

hacer que las agresiones que se presentan constantemente en la cárcel, no tengan

implicaciones tan graves como el cobrar vidas. Sumado a lo anterior dan gracias por

haber asumido el lugar y la situación en la que se encuentran y no haber adquirido

traumas o haber enloquecido. Agradecen dar con buenas personas, así no sea en

cantidad y para pocos, adquirir elementos para trabajar en un futuro.

3. Visión de muerte

El interno asume la muerte como un paso de la vida. Representa además

descanso para quien ha muerto y dolor para las personas que lo rodean. A su vez

entienden la vulnerabilidad de la vida y expresan que para morirse solo se necesita

estar vivo y que el día que llegue será bienvenida.

Pocos internos dicen haber visto y sentido la muerte. En un caso particular, el

interno dice haberla visto y haber hablado con ella, sobre el tiempo que le quedaba de

vida, el interno asegura que la muerte le expresó que no era el momento aún y desde

allí el interno confía en el tiempo que la muerte decida para llegar a su vida

nuevamente.

4. Comparación entre cárcel y calle

Para el interno la cárcel y la calle son dos mundos diferentes, pero existen

aspectos que consideran mejores en un mundo que en otro. Afirma el interno que en

la calle nunca le hizo falta nada, empezando por la compañía de mujeres que según el

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interno siempre tuvo en libertad. Afirman que en la cárcel se encuentran amigos que

no se encuentran en la calle, puesto que en la calle hay más traición que tras las rejas.

En la cárcel deben contener algunos sentimientos negativos, que no pueden

descargar como lo hacían en la calle, pues de ser así, traería perjuicios en su proceso

de libertad. De tal manera que en la cárcel debe tratar de controlar sus impulsos,

caminar y botar la rabia como ellos mismos lo indican para no cometer más errores.

De igual forma las palabras en la calle son consideradas normales, mientras que en la

cárcel la palabra se convierte en uno de los agentes generadores de problemas.

Teniendo en cuenta las anteriores aseveraciones, vemos algunas razones que

hacen mejor la vida en la cárcel que en la calle, en la que a veces se ven cosas peores

de las que se ven en los centros de reclusión.

Asegura el interno que siempre habrá necesidades, pero que la mayoría de

ellas en la vida en libertad se traducen en necesidades de tipo económico, mientras

que en la cárcel, la necesidad es sobre todo de tipo psicológico, de apoyo y

acompañamiento, en la medida en que:

(…) por acá uno está más herido que otras personas que tienen más necesidades afuera, pero aquí la ayuda no es económica, aquí la ayuda es psicológica, que a uno lo llamen y le digan -hola, que más, ¿cómo esta?, ¿qué más por allá?- y uno -no pues ahí aburrido, nos dieron palo-, se siente uno, aaa hablé con fulano tan bacano, eso le alegra la vida de cierta forma a uno, pero si yo te llamo a ti y tu -no es que tengo un problema, llámame después-, ¿para qué vuelvo a llamar si no le gusta?, eso no lo puedo entender (…)

Otro aspecto importante en el análisis, se relaciona con las sustancias

psicoactivas, el interno del patio sexto afirma que en la calle el vicio es permanente,

lo cual hace que su condición de farmacodependiente se dispare, mientras que en la

cárcel, el consumo se da cuando hay plata y no todos los días el interno tiene dinero

para suplir las necesidades de su vicio.

Solamente en un caso el interno manifiesta haber probado drogas en la cárcel,

debido a que en la calle nunca tuvo la oportunidad de conocerlas. Como se muestra,

el interno habla de oportunidad, de lo que se infiere un deseo de querer consumirlas

desde tiempo atrás. En otro caso especial, el interno asegura que su apariencia en la

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calle era buena, pero que en la cárcel se ve obligado a permanecer desarreglado para

disimular y evitar problemas al interior de la prisión.

5. Valoración de la amistad

Los amigos de la vida en libertad del interno, hacían parte del barrio en la

mayoría de los casos, se caracterizaban por ser delincuentes y consumidores de

sustancias psicoactivas. Muchos de los internos reconocen en sus amigos de infancia

y adolescencia, los orígenes de su adicción y el ingreso a la delincuencia, aceptando

que los amigos si influyen en las personas de manera positiva o negativa, en su caso

especialmente de forma negativa.

En la actualidad, algunos internos no saben nada respecto a los que fueron sus

amigos, los que saben de ellos, afirman que están muertos, en la cárcel, desaparecidos

o se han convertido en “desechables”. Un interno expresa la traición de las personas

que consideraba sus amigos, quienes se aprovecharon de su situación y por las que

hoy en día se expresa ofendido y con rencor:

(…) más de uno que decía ser amigo de uno y cuando lo vio a uno por acá, no esperaron sino que esperaron para ir y echarle los perros a la mujer, son deudas que esas se pagan es con sangre (…)

En la cárcel son mayoría los internos que consideran que si se puede hablar de

amistad y que ésta implica hechos, pues en la cárcel al no tener prácticamente nada,

se aprende a valorar una amistad. Hay personas, aunque sean pocas, en las que se

puede confiar, con las que se puede compartir desde el vicio hasta un pedazo de pan.

Un interno considera que se puede hablar de amistad en el momento en que

otro interno se acerca para enseñarle cómo funciona la vida en la cárcel, hasta el

punto tal de concientizarlo sobre la esclavitud que generan las sustancias psicoactivas

para que no se deje atrapar por ellas.

En menor cantidad se encuentran aquellos internos que aseguran que en la

cárcel no hay amigos, porque se vive en un mundo de hipocresía y que se encuentran

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amigos para diferentes tipos de favores y negocios, llamados amigos de conexiones,

pero nunca amigos de verdad.

6. Atribución de la culpa de su situación

Son muchas las razones por las que el interno cree que se encuentra en las

condiciones actuales que enfrenta, al estar privado de su libertad. Algunos internos

son conscientes de que la culpa de todo lo que han vivido, la han tenido ellos mismos.

Sin embargo, el hecho de tomar decisiones trascendentales desde que eran tan solo

unos niños, como la escogencia del mundo de la drogadicción, hizo que no tuvieran la

conciencia suficiente para saber y entender lo que estaban haciendo, lo cual se

considera otro aspecto de culpabilidad, el interno cree que: “(…) no es como dicen

que lo que uno siembra es lo que uno cosecha, de pronto sembró uno en el lugar

equivocado (…)”.

Por otra parte, algunos aseguran no haber tenido un apoyo moral, ni familiar,

lo que los estimuló hacia experiencias en la drogadicción y en la delincuencia. De

hecho el padre del interno es culpable de la situación de algunos jóvenes, más sin

embargo aunque el interno es consciente de ello, le hace saber a su padre que él no

tuvo la culpa de sus errores.

El olvidarse de sus amigos, de su novia, de su familia e incluso del apoyo que

recibía en un trabajo estable, aun cuando no llenara sus expectativas, se constituye en

otro factor de auto culpabilidad. Las condiciones precarias en las que vivían la

mayoría de jóvenes y sus familias, los impulsó a tomar otros caminos, como el de la

delincuencia. Algunos no tuvieron la oportunidad de estudiar, lo cual se convierte

además en un llamado de atención al gobierno, que según el interno no se preocupa

por poner escuelas en sectores pobres, con el fin de que los niños puedan pensar en su

vida.

Solamente una persona manifiesta que el único culpable de su situación es el

destino, otro interno le echa la culpa a la soledad a la que Dios lo condenó, otro

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considera que las mujeres son las que lo tienen en la actual situación, debido a su mal

comportamiento, el cual generó muchos problemas.

Aquellos internos que afirman que desean continuar llevando la vida de

delincuente, consideran que el no pensar las cosas apropiadamente, los tiene en la

cárcel, el no haber planeado bien el delito que los trajo al presidio o por coger de

costumbre la comisión de los delitos, haciéndose más vulnerable a ser capturados:

“(…) uno está por acá es por no pensar, uno puede hacer vueltas bien hechas y no

coger todo de costumbre porque “todas las veces no caza el tigre”(…)”.

7. Necesidades

La principal necesidad del interno en prisión, es conseguir su libertad, poder

estar bien y hacer su vida, independientemente de cuál sea su decisión, si seguirla por

los considerados buenos pasos o por la vía de la delincuencia. Algunos expresan

necesitar apoyo moral, que bien se los puede dar la familia, los amigos o el hogar que

conformó. Sin embargo sienten que el apoyo que necesitan de manera primordial se

los puede dar una mujer como pareja, que los quiera y los valore. Dicho apoyo solo

en el caso de un interno, puede conseguirlo en un diálogo con una persona que lo

escuche y lo asesore, como una psicóloga.

Existe además una necesidad económica, puesto que también en la cárcel se

necesita dinero, pero para un interno es la única necesidad que quiere suplir, puesto

que lo demás para él no tiene ningún sentido. Considera que todo lo que necesite, lo

tiene al alcance de sus manos, además de obtenerlo por arte de magia.

8. Miedos y temores

Una gran cantidad de internos dicen no tener miedo a nada, argumentando que

si no le tienen miedo a nada en la cárcel, mucho menos van a sentirlo en la calle. Sin

embargo, existe otro importante grupo de internos quienes temen por algunas

situaciones que se pueden presentar, mientras se encuentran en prisión o cuando se

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encuentren en libertad, a continuación se especifican los miedos y temores más

recurrentes del interno del patio sexto.

Un miedo constante se refiere al hecho de perder a la familia estando o no en

prisión, especialmente aludiendo a los hijos y la madre del interno. Otro miedo

frecuente es el de quedarse en la cárcel, llenarse de años y nunca recuperar la libertad

anhelada.

Para los internos, el mayor miedo se asocia con las sustancias psicoactivas,

temen al vicio, a las reacciones que la droga produce y que pueden causar tragedias al

interior de la reclusión, las principales sustancias que producen miedo son el pegante

y el bazuco, porque por su consumo han visto apuñaleados y muertos tanto en la

calle, como en la cárcel.

Otro de los miedos que se encuentran en relación con las sustancias

psicoactivas, alude a las deudas que se generan por la dinámica de consumo al

interior de la prisión. Un interno en especial teme porque siente que puede dejarse

llevar de la droga, es decir, es consciente de su condición de farmacodependencia.

Las reacciones físicas y psicológicas que proporcionan algunas sustancias

psicoactivas como aquellas que alteran el estado nervioso del consumidor,

acelerándolo y asustándolo, producen miedo en el interno quien es consciente y ha

visto que por dichos estados se puede llegar a acabar con la vida de otra persona.

Indudablemente las sustancias psicoactivas son uno de los agentes que más

causan problemas en un centro de reclusión e incluso en la calle, constituyen el punto

de partida de una serie de tragedias. Por tanto el miedo relacionado con el consumo

de sustancias psicoactivas, no es solo para quien las consume, sino para quienes se

encuentran rodeado de consumidores, quienes temen que puedan atentar contra sus

vidas por cualquier motivo y el intento sea fallido y queden en un profundo estado de

sufrimiento. El interno dice preferir morir que quedar seriamente afectado a causa de

cualquier ataque recibido. El miedo a la muerte no es tan constante en los internos del

patio sexto, quienes dicen estar acostumbrados a situaciones de este tipo. Sin

embargo, algunos temen tener que matar a alguien por salvar su vida.

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En el caso de algunos creyentes, dicen tener temor a Dios, más no miedo. Y

para quien perdió su pierna, el principal miedo lo representa el hecho de tener una

parálisis y quedar inválido completamente o el surgimiento de cualquier enfermedad

que le pueda causar más daños.

Finalmente, la mayoría teme a la soledad tanto durante el encierro, como en la

vida en libertad, en la medida en que temen no contar con nadie y ser rechazados por

la sociedad.

El futuro del interno en libertad

La concepción que tiene la institución de la persona que recobra su libertad,

después de haber pagado su condena y de haber recibido el Tratamiento Penitenciario

que todo interno debe recibir y que le garantiza su resocialización y adecuada

inserción a la sociedad, lo describe como:

El instituto concibe al post-penado como individuo integral con nuevos proyectos de vida, con fortalecidos conceptos éticos, morales, sociales y espirituales, mediante la acción de planes, programas y proyectos del sistema de tratamiento y desarrollo, sistema progresivo, prevención integral, microempresas, fomento y capacitación laboral y desarrollo social (INPEC. El INPEC hoy. www.inpec.gov.).

Sin embargo es importante contrastar la visión que tiene la institución

respecto al futuro del interno y las que según el recluso son sus expectativas.

El futuro es sensible al pasado de cada persona, pero además se puede ver

alterado por los pensamientos, acciones y decisiones que se dan en el presente.

Despierta cierto grado de incertidumbre, pero aunque no se piense todo el tiempo en

el futuro, hay inclinaciones claras hacia él. El futuro deseado, se refleja en la vida de

los hijos, para quienes se ansía lo mejor y generalmente se rechaza el pasado que

como hijos, padre y madre tuvieron en su infancia.

Afirma el interno la importancia de dar educación a los hijos, no solamente

refiriéndose al estudio sino también a una orientación clara y permanente sobre el

funcionamiento del mundo. Considera que a los niños se les debe hablar con la

115

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verdad y desde pequeños se les debe enseñar a respetar, por medio del uso adecuado

de las palabras y no a través del maltrato.

Es claro que la mayoría de los internos quieren educar a sus hijos de una

mejor manera que con la que fueron educados ellos cuando eran niños, pero no todos

quieren educar fundamentando sus acciones en el amor y el respeto, pues también

notamos el mal ejemplo con el que muchos empiezan a formar a sus pequeños hijos,

que dicen ser su razón de vivir y a los que les desean un próspero futuro, como el

padre que dice:

(…) yo les voy a enseñar que caminen por el camino correcto -reina, corazón, eso no se hace así-, eso sí les voy a decir -no se vayan a dejar de nadie, tengan su guayito por ahí y explóteselo al que sea, mátelo- (…)

Es en la educación y en la orientación que reciba un niño, donde logran los

padres iniciar un camino de vida positivo o negativo, en donde se espera que el niño,

no tenga la necesidad de recurrir a malas amistades, ni la curiosidad de experimentar

otros caminos, debido al buen ejemplo que han de recibir en su casa, donde no habrá

cabida para el vicio y donde no tendrá que presenciar conflictos familiares que

afecten su mente y por ende su forma de ver la vida.

Si un niño crece en un ambiente en donde se satisfacen todas las necesidades

básicas, tanto materiales como emocionales, si ha tenido una formación educativa,

donde se han fortalecido sus habilidades personales, si cuenta con el apoyo familiar y

conoce de valores humanos y sociales, no existen razones para repetir la historia de su

padre o madre, según sea el caso, a menos que sea por causas ajenas como por un

accidente o porque sufra de una enfermedad mental que lo lleve a cometer actos

inconscientes.

Existe un reconocimiento de parte del interno, de no haber tenido una

proyección futura reflexiva en el pasado, pero además declara múltiples razones por

las que terminaron estando en una cárcel. El interno considera que no tuvo una

proyección futura acertada en la medida en que tuvo carencias tanto en la parte

emocional como material, dice haber tenido un hogar en donde no se podían

116

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satisfacer las necesidades materiales, debido a que no contaba con los recursos

económicos para ello. El estudio nunca fue prioridad en la vida del interno, lo cual se

manifiesta en el abandono del estudio a temprana edad, lo que imposibilitó una

preparación profesional.

Dicha carencia de capacidades, ha mantenido una ausencia de oportunidades

laborales que lo ha obligado a escoger otros caminos para solventar las necesidades

de tipo económico, sumado a una actitud ambiciosa con la cual creció, en la que la

idea de vivir placenteramente fortaleció toda idea codiciosa.

La carencia afectiva y emocional dentro del núcleo familiar y la ausencia de

apoyo, fueron factores determinantes en la búsqueda de personas que suplieran dichas

necesidades, independientemente de que fueran personas de su edad, de su barrio o

con distintas problemáticas que fueron transferidas a la vida del niño.

La caracterización del barrio donde se dio la crianza del joven, no favorecía su

desarrollo integral, por el contrario se encargaba de mostrarle las equivocas formas de

vida, las cuales desafortunadamente lo ingresaron al mundo de las sustancias

psicoactivas y le abrieron la puerta a la delincuencia, pues con ella sí se obtenía el

dinero de manera rápida y se podían suplir no solo las necesidades de subsistencia, la

cual se encuentra entre las categorías axiológicas que define Manfred Max-Neef, sino

también aquellas de entendimiento, protección, participación, afecto, creación,

identidad y ocio, necesidades en las que antes ni siquiera podía pensar.

La carencia afectiva hacía que el joven buscara satisfacerla por medio de las

reacciones que producían algunas sustancias psicoactivas, en donde el joven sentía

mayor confianza y se hacía un ser más comunicativo, permitiendo eludir los

problemas de la vida a los que se enfrentaba, en círculos sociales donde se

encontraban los que en ese entonces se hacían llamar amigos y que presentaban

sentimientos similares. Según Cohen e Inaba dichos efectos de algunas sustancias

psicoactivas como la cocaína, permiten enfrentar acontecimientos traumáticos y la

soledad que puede llegar a sentir un ser humano.

El pensamiento inocente del menor, no tenía la maldad de ver en los niños de

su edad o en la cara de sus padres, el inicio de una vida llena de obstáculos, razón que

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lo llevó a tomar decisiones sin pensar, en medio de la ignorancia de las graves

consecuencias a las que se iba a someter con el pasar de los años.

Entonces ¿qué culpabilidad tiene el joven que no tuvo una enseñanza de otra

forma de vida que no fuera la violencia y las drogas, se podría pensar que alguien

puede no conocer el bien, es decir, nunca antes haberlo visto? Pensaremos que si,

pues un niño, no es culpable de las condiciones en las que nació, ni tampoco de la

familia que le tocó y mucho menos de no tener nada a su alrededor que le mostrara

otra forma de vivir.

En la etapa de crecimiento del niño, se dieron relaciones de tipo amistoso y de

manera temprana relaciones de pareja que en muchos casos terminaron en la

constitución de un hogar sin la madurez, ni la experiencia para llevar de manera

adecuada una relación familiar.

Estas decisiones tempranas también influyeron directamente en el presente

que vive el interno, puesto que al tratarse de relaciones infantiles con consecuencias

de adultos, que no contaban con los suficientes desarrollos de madurez y autonomía,

se vieron deterioradas por situaciones de infidelidad, que produjeron una carga de

sentimientos negativos y que en ocasiones desembocaron en reacciones violentas que

como consecuencia, los alejó de su libertad, de su familia y de sus hijos.

El joven convertido en delincuente conoció los riesgos que conllevaba su

estilo de vida y asumió la fragilidad de ella, la cual podía tener cuatro consecuencias

a la hora de actuar, podía terminar en un cementerio, malherido en un hospital,

recluido en una cárcel o salir librado de las anteriores opciones.

La muerte no causa temor en el interno, son absolutamente conscientes de la

vulnerabilidad de la vida, saben que pueden morir en su ley, en la medida en que han

asumido correr el riesgo, incluso algunos se han sentido cercanos a este momento,

otros dicen haber visto la muerte y otros creen que pueden llegar a morir

violentamente debido a la vida que han llevado, al mal que han causado o las

enemistades que han creado.

Algunos internos creen en el destino, muy pocos lo asumen de la manera

cristiana, en donde Dios lo revela al hombre y él decide el camino a escoger, pero lo

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que sí es claro para la mayoría de los internos, es que independientemente de si su

destino era delinquir o no, el camino tomado hace parte de una decisión personal de

vida.

Todos los internos del patio sexto, han cometido hurtos y defienden su teoría

frente al robo. Consideran que robar es un arte, porque no es fácil, porque no todo ser

humano tiene las capacidades para hacerlo, por otra parte, no existe una única

fórmula de llevar a cabo un hurto, existen diversas modalidades, unas más peligrosas

que otras, más arriesgadas y con montos de dinero diferentes. Finalmente no todo

ladrón tiene la misma motivación para hacerlo, cada uno tiene sus propias

incitaciones y necesidades que lo llevan a la comisión de lo que para ellos no es un

delito.

Para el joven la libertad que se dice perder con el ingreso a un centro de

reclusión, es el valor más preciado después de la vida, saben que han jugado con ella

por haber corrido el riesgo de llevar una vida en la delincuencia, pero reconocen

además que en la prisión han perdido su libertad física, al estar privados de los

espacios y no poderse desplazar con autonomía, pero que existe la libertad espiritual,

la que los hace estar libres o atados a culpas.

El estar en la cárcel es a la vez castigo y oportunidad, castigo por haber

causado daño a las personas al hacer cosas malas, pero oportunidad porque entre los

riesgos que toma el delincuente, la cárcel es la mejor opción, en la medida en que

representa una oportunidad de vida para valorar la familia y la libertad.

Aún siendo oportunidad de vida, no deja de ser dolor, lamento y

remordimiento, estar privado de la libertad es estar aislado del mundo, de las personas

y las cosas, es el espacio que logra domar al ser humano y que solamente ofrece tres

opciones, salir buen ser humano, salir torcido o salir peor de lo que entró, el interno

asegura que las opciones viables son las dos últimas, pues solo para una minoría la

cárcel es sinónimo de rehabilitación.

Considera el interno que el mundo que se vive en libertad, es un mundo

diferente al que se vive en prisión, mientras en la calle hay personas, en la cárcel hay

muertos vivientes, en la calle se vive el egoísmo y en la cárcel irónicamente se

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aprende a compartir, a escuchar y a entender, lo que según el interno pocas veces se

tiene en cuenta cuando se goza de la absoluta libertad.

En la cárcel se vive el régimen, prácticamente no hay opción, en la calle se

pueden tomar muchos caminos. Para algunos la estadía en la cárcel ha significado

tomar conciencia, pero la mayoría aún después de estar encerrado por muchos años,

no tienen una conciencia diferente a actuar en la delincuencia, a pesar de los cambios

positivos que dicen haber adquirido en la cárcel.

El interno afirma que la cárcel es una oportunidad de aprender de los demás y

de aprender a hacer las cosas con cuidado, lo cual según la visión futura que

prevalece en el interno, hace referencia al espacio propicio para instruirse sobre la

delincuencia, para conocer más, para planear las cosas mejor y correr menos peligro y

mayor suerte.

Pese a lo anterior, no todos los internos piensan de la misma manera,

consideran que han aprendido a valorar a las personas y que es una razón suficiente

para transformar algunos pensamientos que hacían parte de su vida como

delincuentes.

Sus pensamientos frente a la vida y las personas se han visto transformados,

atestiguan la existencia de un prejuicio de la sociedad en general hacia los presos, la

cual según el interno solo espera que en la cárcel el delincuente cambie, sin conocer

las condiciones reales de la prisión, en algunos casos consideran que ni a su familia le

importa lo que suceda con los prisioneros. Afirman que al Instituto Nacional

Penitenciario y Carcelario es al que menos le importa el futuro de la delincuencia,

puesto que mientras exista, sus funcionarios tendrán trabajo y así mismo la forma de

mantener a sus familias.

El interno considera que el recobrar la libertad para la familia del delincuente,

representa un acontecimiento que puede presentar múltiples manifestaciones. Asegura

que la reacción que tiene una familia depende de toda la historia familiar, esto quiere

decir que si el joven colaboraba en la familia, habrá regocijo y alegría, para otras

familias simplemente será una felicidad momentánea por el hecho de saber que ya no

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permanecerá encerrado, pero una intranquilidad por los sentimientos que conocen del

recluso.

El pensar que el interno sale a cobrar venganzas, causa intranquilidad a sus

familias, convirtiendo en un tormento, la felicidad de quien recobra su libertad. Por

ello, pocos internos creen que su familia prefiere que ellos permanezcan tras las rejas.

Este argumento tiene su fundamento en pensamientos que el interno tiene arraigados

en su mente y en su corazón, como aquellos en los que considera que todo se paga en

la vida, y que así como ellos están pagando, hay gente en la calle que tiene que pagar

por asuntos de tipo personal, que el interno prefiere no divulgar. Sin embargo, el

sentir la necesidad de cobrar venganza, causa una preocupación no solamente familiar

sino social, que permite analizar una vez más que la cárcel de ninguna manera trabaja

por inhibir este tipo de pensamientos.

Otro de los pensamientos más firmes del interno y quizá el más inquietante se

refiere a la forma en la que el interno decide continuar su vida, en donde según él, el

fin justifica los medios, siempre que se logre la satisfacción del logro, lo cual quiere

decir, que no importa pasar por encima de las personas, ni importan las cosas que

tenga que hacer para conseguir la meta, presente una connotación negativa o positiva,

con tal de llegar a ella y ser feliz, aún a costa de la infelicidad de los demás, lo cual

demuestra la disociación entre los cambios que siente el interno mientras permanece

en prisión, como el pensar en el otro, volviendo a la actitud egoísta que critican de la

gente que se encuentra en libertad.

Por otra parte, el interno cree que el que es, no deja de ser, negando la

posibilidad de cambio en el ser humano, lo cual deja en entredicho los cambios

positivos o negativos que sienten en sus vidas e incluso aquellos proyectos que se han

fijado algunos de ellos. De igual forma, si el ser humano no tuviera la capacidad de

cambiar, no valdría la pena la vida, pensando en que en ella se dan todo tipo de

transformaciones, no solo en la naturaleza sino también en la retorica, los discursos

pretenden cambios, buscan persuadir y convencer y por esta razón, el pensar en un

tratamiento sea para reclusos o para enfermos no tendría ningún sentido, pues

finalmente se sabría que todo seguiría igual.

121

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De tal manera el recluso asevera que nunca un ser humano será recordado por

lo que piense, sino por lo que haga y que por ello el que piensa pierde, lo cual

también contradice sus argumentos en torno a la reflexión de los hechos que están por

ocurrir, en donde el interno manifiesta que hasta para delinquir se necesita pensar,

para hacer las cosas de la mejor manera, que por obvias razones depende de la forma

de asumir la vida de cada persona.

Los cambios positivos o negativos experimentados en la cárcel, pueden influir

en la construcción de futuro del interno, es decir, lo que se ha catalogado como

negativo puede ser el fundamento de una nueva vida motivada por dichos cambios o

bien asimilar los cambios positivos y hacer de ellos el cimiento de la construcción de

un próspero futuro.

Sin embargo, la visión futura puede analizarse en deseos de corto y de largo

plazo que manifiesta el interno. La visión que tiene el interno de su futuro, parte

desde aquellos deseos que el interno quiere que sucedan incluso estando en la cárcel,

los cuales se refieren a aspectos más puntuales.

El primer deseo que pide el interno es poder salir con vida de la prisión para

cumplir sus demás propósitos, algunos de ellos quieren estar en otro patio para poder

recibir otro trato y poder acceder a los talleres que ofrece el centro de reclusión y así

poder estar ocupados una buena parte del día, además de ser beneficiados del

descuento de su tiempo de condena. Pocos internos quieren que el patio sexto sea

terminado por la institución, antes de que se acabe por faltas y conflictos entre los

mismos internos y corra más sangre.

Algunos de ellos desean ser mejores personas, para poder estar bien con su

familia, especialmente dar la mejor a su madre, quien es su apoyo. Desean ser

preparados realmente para enfrentar la vida cuando recuperen su libertad, pero

mientras tanto, quieren tener su espacio y recuperar su privacidad. Otros internos

desean tener dinero en grandes cantidades y establecer conexiones dentro del centro

de reclusión para fortalecer su vida delictiva, que aseguran no querer abandonar.

La visión futura del interno en relación con la delincuencia puede ser asumida

desde tres puntos de análisis. El primero de ellos alude al hecho de que el interno a

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pesar del tiempo que ha permanecido en prisión, no se ha detenido a reflexionar sobre

lo que quiere para su futuro y el de los suyos.

El otro foco de análisis, se refiere a quienes dicen salir a conseguir un trabajo

y no regresar a la delincuencia, debido a que comprendieron la dura realidad de una

cárcel, de lo cual se espera que dicha comprensión se acompañe de la reflexión en

torno a la vida equivocada que llevaban en la delincuencia y realmente no quieran

regresar a ella.

Algunos internos manifiestan el deseo de poder poner un negocio productivo,

a través del cual puedan aportar económicamente a sus familias de una manera

honrada. Manifiestan un deseo por hacer una nueva vida y olvidar lo vivido en los

años de encierro, expresando no poner en práctica lo que se pudo haber adquirido en

la cárcel y que tenga una connotación negativa y por el contrario reflexionando sobre

la forma de asumir un empleo y de aportar a la sociedad:

(…) pienso que tendré que ser empleado, pero quiero es tener mi propio satélite y yo decir, -no hagan, sino hagamos-, para la única forma de volver yo a robar, es que vea que mis hijos están aguantando hambre (…)

El interno que dice salir a hacer una nueva vida, promete hacer las cosas bien,

incluso se encuentra el caso de un joven que aspira con poder culminar sus estudios y

a su vez, demostrar a las personas que piensan que quien sale de la cárcel, sale a hacer

el mal, que no siempre es así, argumentando que la cárcel hace cambiar para bien o

para mal, no necesariamente convirtiendo al hombre en un ser perverso, deseando

además poder crear algún día una fundación para personas que necesiten algún tipo

de ayuda.

Este tipo de interno desea ser aceptado por la sociedad, poder sentir que

realmente se le está brindando una oportunidad para cambiar, algunos piensan dejar

de manera definitiva el consumo de sustancias psicoactivas. Quien se convirtió en

cristiano, desea salir a predicar y unos pocos quieren tener la oportunidad de formar

un hogar.

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Pocos internos manifiestan un deseo por conseguir un trabajo y poder obtener

lo que quieren y necesitan, sin embargo no cierran la posibilidad de regresar a la vida

delictiva, siendo conscientes que dicha decisión los puede conducir una vez más a la

cárcel. Una de las razones por las cuales consideran que volverían a delinquir sería

que el trabajo que consiguieran no les diera el sueldo que ellos consideran que

merecen o al que se encuentran acostumbrados, que como se mostró en anteriores

capítulos se refiere a altas cantidades de dinero.

Otras de las razones por las cuales el interno volvería a delinquir, están

relacionadas con la mentalidad de que conseguir un trabajo es muy difícil,

argumentando que si las oportunidades son pocas, la única vía posible sería la

delincuencia.

El interno piensa especialmente en dejar a sus hijos con algunas comodidades

y afirma que hasta no conseguirlas, no dejará la vida delictiva, pues desean para sus

hijos lo mejor y no quieren verlos sufrir o pasar por las circunstancias que ellos han

vivido.

El interno considera que para no regresar a prisión, al ser capturado por la

comisión de actos delictivos, dedicará mayor tiempo a planear y organizar el delito,

manifiesta que aunque le llevará más tiempo y quizá no gane todo lo que espera, será

la única manera de seguir en la delincuencia.

Muchos internos se refieren a un deseo por recuperar el tiempo perdido,

especialmente en lo que concierne a sus hijos, desean salir a recuperarlos y brindarles

el bienestar que desde la cárcel no les han podido brindar, de lo cual se infiere que al

parecer el bienestar del que quieren proveer a sus hijos, es de tipo meramente

económico, puesto que si piensan en delinquir para obtener ciertos beneficios

materiales, corren el riesgo de ingresar a prisión y de esta forma privarse de la

compañía de sus hijos nuevamente.

Un número considerable de internos, afirman salir a seguir delinquiendo y

obtenerlo todo por dichos medios. El conseguir una casa para sus hijos se considera

uno de los deseos primordiales del interno, quien cree que al dejarles una casa,

asegura una parte importante de sus vidas.

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Page 125: TESIS Catalina Botero.doc

Tres casos particulares manifiestan el deseo de viajar, bien sea por problemas

que sabe que vendrán si se queda en su ciudad y barrio, para conseguir una mejor

prótesis o simplemente planea salir a seguir delinquiendo para conseguir los medios y

viajar a hacer otra vida en otro lugar.

La motivación que tiene el interno para salir en libertad, se resume

principalmente en la figura de la madre y de los hijos, en la medida en que la madre

es quien siempre los ha apoyado y por la que sienten respeto, amor y admiración; al

igual que los hijos por los que sienten un amor verdadero y especial, lo cual ilustra la

siguiente expresión: “(…) mis hijas si me hacen brotar un amor muy bacano,

enamorado, loco enamorado totalmente de ellas (…)”.

En pocos casos la mujer es considerada como la persona que los motiva para

salir en libertad y en mínimos casos alguna hermana. Definitivamente el tener una

motivación repercute e influye en la visión futura del interno, que hace parte de la

reflexión personal que tiene el interno día a día.

Otro aspecto que limita la visión futura, lo constituye la creencia del interno

frente a la visión que tienen los demás hacia el delincuente. Bajo su consideración, el

joven argumenta que la sociedad lo ve como una persona que pertenece a bandas, a

grupos delincuenciales, como seres que se encuentran mal rodeados socialmente,

jóvenes que permanecen armados y que influyen negativamente en los jóvenes y

niños del sector del que forman parte.

Por otra parte, consideran que la gente les tiene miedo y los toman por

sádicos, abusadores, atracadores, viciosos, desechables, locos, degenerados y como

los peores pecadores. Por el contrario, son muy pocas las personas que los conocen y

que aún en el encierro opinan que son seres humanos con corazón, sentimientos y

valores.

Se debe comprender que sumado al interés del Instituto Nacional

Penitenciario y Carcelario, por resocializar al infractor de la ley y de vincularlo

adecuadamente a la sociedad y para el interno que plantee un cambio de vida

positivo, existe un problema aún más complejo que se debe abordar para que dicha

vinculación sea asertiva y que no depende de la persona que recobra su libertad o que

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se encuentra en el proceso de recuperarla, constituyendo realmente un problema

social y es la fuerte estigmatización a la que se ve sometida cualquier persona que se

haya encontrado en algún momento en condición de interna.

Es precisamente en este punto, donde cobra relevancia una responsabilidad

social por aminorar los problemas que aquejan a la sociedad, puesto que el ser

humano no puede cambiar totalmente un comportamiento por sí mismo, al ser una

persona que no funciona como ente aislado.

De esta forma, se ha visto como en los intentos por ofrecer una oportunidad al

ex penado, se desatan serios inconvenientes por parte de la población civil que se

encuentra ubicada en los espacios destinados para la puesta en práctica de proyectos,

cuyo objetivo es iniciar una vinculación directa y real a la sociedad.

Estos ciudadanos manejan discursos en donde sienten amenazada su vida, la

de sus hijos y bienes, considerando bajo riesgo el barrio en general, por el hecho de

funcionar en éste un centro que brinda la primera oportunidad a un grupo de pos

penados que por el hecho de haber estado en una cárcel han perdido total credibilidad

por parte de la sociedad.

Es claro que existe un elemento indispensable en la readaptación de una

persona y es la atención que se le brinda después de un tratamiento que ha recibido y

que ha sido planteado con el objetivo de lograr una integración adecuada a la

sociedad, a la cual de alguna manera falló y por lo cual fue juzgado.

La atención al pos penado, es decir, a la persona que ha recobrado su libertad,

no es responsabilidad única del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, sino de

la sociedad entera, la cual debe comprender que de la actitud y responsabilidad que

tome, depende en gran medida la dirección por la que opten éstas personas que se

encuentran en el momento de recuperar su posición de ciudadano, sin decir que dicha

condición la haya perdido oficialmente cuando fue privado de la libertad.

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Page 127: TESIS Catalina Botero.doc

1. Proyecto de Vida

Un proyecto de vida parte de la reflexión de lo que cada persona es y de lo

que desea ser, lo cual da claridad al sentido de la existencia. El tener un proyecto de

vida, trae como beneficios la autorrealización, porque permite el desarrollo de

potencialidades; la autorregulación, porque da la posibilidad de efectuar un

seguimiento y una evaluación de sí mismo; la autodeterminación que permite que la

persona tenga un papel protagónico; y la autonomía que permite actuar sobre la base

del conocimiento de sí mismo, permitiendo organizar jerárquicamente las prioridades.

Entenderemos el proyecto de vida como una reflexión que conduce a prácticas

positivas no solo para el sujeto que lo programa, sino para su entorno familiar y

social. Esto quiere decir que pensamientos que vayan en contra de alguno de éstos

entornos o de sí mismo, no puede ser asumido como un proyecto de vida, pues

aunque pueda funcionar de la misma manera, tener metas, estrategias y tácticas

claras, no se enfoca en la integridad humana y el proyecto de vida debe ser pensado

en pro a dicha integridad.

Es importante realizar un proyecto de vida porque permite identificar y

aprovechar las oportunidades que ofrece la vida, reconocer y enfrentar las

limitaciones, visualizarse hacia el futuro, aprovechar el presente, enriquecer la vida

propia y la de quienes le rodean. Por ello, de la forma como el interno asume la

cárcel, es decir, como una caída, que a su vez ofrece una oportunidad de vida, se

convierte en un llamado a repensar el futuro, siendo consciente del pasado y el

presente vivido.

El proyecto de vida no es para sí mismo, es para saber vivir como humano,

como padre, hijo, hermano, esposo, amigo y ciudadano, es entrelazar todas las

dimensiones del hombre, la psicológica, la familiar, social, laboral, académica y

espiritual para planear futuros posibles con gente real, que pertenece a la vida del

interno.

Para la construcción de un proyecto de vida se debe tener una actitud mental

positiva, es decir, tener pensamientos constructivos y tener ideales posibles; de igual

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Page 128: TESIS Catalina Botero.doc

forma se requiere hacer una revisión consciente de la vida, reconocer el pasado,

identificar los aciertos, precisar las fortalezas; soñar, creer que es posible y pensar en

la consecución de los logros; se debe vivir con entusiasmo, tener decisión y

perseverancia, avanzando y mejorando cada día, se debe aprovechar el tiempo y

trabajar con pasión, lo primero es combinar el pensamiento y la acción, para lograr la

meta.

Definitivamente la acción depende del pensamiento, las ideas motivan los

hechos a partir de sentimientos que bien pueden ser positivos o negativos, por esta

razón existen los actos valorados como buenos o malos, se puede actuar acertada o

desacertadamente, con la conciencia de hacerlo o ser el resultado de un acto

inconsciente, por ello es tan importante prestar atención a los sentimientos que se

despiertan en el hombre, en este caso aquellos que pueden surgir en la prisión y que

como se ha visto son en su mayoría desacertados.

Las metas deben forjar una filosofía propia de la vida, estas deben estar

categorizadas en personales, metas materiales y económicas en donde no sólo se da

respuesta a las aspiraciones económicas personales, sino donde se piense sobre

causas que se desean apoyar.

Es en este punto donde se reconoce nuevamente la necesidad de pensar sin

egoísmo, sino planear futuros en donde los beneficiados sean muchos sino todos. Las

metas, estrategias y tácticas que se plantean en un proyecto de vida, deben involucrar

los recursos materiales y humanos con los que se quiere conseguir determinado logro.

De igual forma, un proyecto de vida es catalogado como viable, cuando se

realizan acuerdos con las personas que se encuentran vinculadas a él, en este caso

adquiere suma importancia y en primera instancia, la madre del interno, los hijos y en

algunos casos la madre de ellos. Posteriormente y en otros campos se requerirá el

apoyo de otro tipo de organizaciones e instituciones que favorezcan el desarrollo del

interno cuando recupere su libertad.

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1.1 Fases para la elaboración de un Proyecto de Vida

Se han propuesto como fases para la elaboración de un proyecto de vida, la

historia de vida, el análisis DOFA y el plan de vida. La historia de vida es una

revisión reflexiva sobre los momentos que ha pasado el ser humano desde que era un

niño hasta el momento actual, es posible que a partir de dicho resultado se entienda

porque la persona ha reaccionado desacertadamente ante ciertas circunstancias.

Para el segundo momento se utiliza la técnica DOFA, que busca encontrar las

debilidades, fortalezas, oportunidades y amenazas que se ciernen sobre la vida del

joven, entendiendo que las dos primeras dependen exclusivamente de la persona y las

otras dos del ambiente en el que se dinamiza la vida del joven.

De tal forma las debilidades y fortalezas hacen alusión a características

personales negativas y positivas que tiene la persona respectivamente, mientras que

una oportunidad es una situación, persona o cosa que se encuentra en el entorno y que

lo acerca al crecimiento personal, familiar o laboral, y una amenaza es una situación,

persona o cosa del ambiente que lo aleja de dicho crecimiento.

La última fase se denomina plan de vida y es un listado detallado de las seis

mejores estrategias para realizar crecimiento en los aspectos personales, familiares y

laborales, distribuidas en el tiempo que resta de internamiento. Es la propuesta que el

interno realiza al Consejo de Evaluación y Tratamiento, como compendio del trabajo

realizado en el curso de inducción al Tratamiento Penitenciario, que es valorado por

psicología o trabajo social, para clasificarlo en fase y hacerlo parte de la hoja de vida

del interno.

Se esperaría que cada una de las fases fuera desarrollada por el interno y que a

su vez, éste mantuviera una retroalimentación con un profesional que aclare dudas

que se puedan presentar a lo largo del camino y que lo asesore en la construcción de

un organizado proyecto de vida.

Debido a que los resultados del proceso de construcción, deben estar escritos,

cada interno debería tener en su expediente las anotaciones claras de su proceso y los

resultados del mismo, en donde no sólo pueda ser consultado por funcionarios de la

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institución, sino donde el interno pueda acceder a él, con el objetivo de autoevaluar su

proceso o realizar modificaciones que le parezcan pertinentes.

Como es bien sabido a lo largo de este escrito, la desconfianza es un factor

que puede causar dificultad para que los jóvenes en cuestión, puedan realizar este

importante proceso, en donde pueden querer decir y demostrar ideales que no hacen

parte de su real reflexión a futuro.

Como se muestra la última fase hace alusión al tiempo que le resta al joven de

internamiento penitenciario, poco se explora sobre las expectativas y deseos que tiene

en mente el interno para cuando salga en libertad, que como se verá en la visión

futura del interno debería causar gran preocupación.

1.2 Análisis DOFA: Un acercamiento al futuro del recluso

Debilidades:

Viven del delito, consideran la delincuencia como su profesión.

Tienen una trayectoria como consumidores de sustancias psicoactivas.

No terminaron de estudiar y a pesar de que algunos de ellos conocen otros

oficios, no están interesados en asumirlos debido a la poca remuneración.

Presentan una personalidad agresiva.

Algunos manifiestan ciertas metas y expectativas, pero no cumplen con los

requisitos y la organización para ser un proyecto de vida.

Son impulsivos, se involucran fácilmente en peleas.

No tienen acertadas relaciones interpersonales.

Permanecen provistos en el centro de reclusión por armas blancas, para su

defensa personal.

Creen que no pueden cambiar.

A la mayoría, no les gusta trabajar, ni tampoco ser mandados por un jefe,

consideran que existen formas más rápidas de obtener dinero sin tener una

autoridad diferente a ellos mismos.

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No hay un reconocimiento asertivo de sus errores, no hay un sentimiento de

comunidad.

Fortalezas:

Son personas alegres en su mayoría, razón por la que podrían estar más

dinámicos durante su estadía en prisión.

Aún son jóvenes y gozan de buena salud, pese a las dificultades citadas en

capítulos anteriores.

Son inteligentes.

Tienen aptitud para trabajos y actividades artísticas.

Desean aprovechar el tiempo libre.

Manifiestan sentimientos positivos hacia algunos miembros de sus familias,

como su madre y sus hijos.

Oportunidades:

Pueden acceder a las actividades propuestas en el salón de prevención.

Cuenta con el apoyo de su madre.

Reciben apoyo por parte de un grupo de mujeres con carácter religioso que los

visitan dos veces por semana, para brindarles un apoyo material, pero

sobretodo un momento de tranquilidad espiritual para quienes creen en Dios.

Participaron activamente en la presente investigación, compartiendo sus

historias de vida para aportar a la comprensión de una problemática común y

hallar estrategias de solución.

Amenazas:

Los amigos son consumidores de sustancias psicoactivas.

Algunos de sus familiares son consumidores de sustancias psicoactivas.

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Permanecen en un patio donde el movimiento y el consumo de sustancias

psicoactivas es dinámico.

Algunas de sus actuales parejas consumen sustancias psicoactivas.

Mantienen armados y al presentar una personalidad impulsiva, pueden llegar a

cometer un error, que les cueste más años de libertad.

Dificultad para que reciban servicios de salud como medicina, odontología y

terapia ocupacional, además de servicios sociales, como psicología y trabajo

social, por su mala reputación y caracterización dentro del centro de reclusión.

Las visitas en los días acordados les ingresan sustancias psicoactivas y armas

para su defensa personal.

Resumen

Existe en el discurso del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario una

garantía de resocialización. Sin embargo, si realmente el interno fuera resocializado,

no tendría que haber disociación entre los que se suponen deben ser los resultados del

tratamiento y la visión futura que el recluso manifiesta.

De tal forma, son más los sentimientos negativos que dice concebir el interno

que los positivos. Generalmente los sentimientos negativos, tienden a desembocar en

el rencor y posteriormente en la venganza, lo cual opaca los sentimientos positivos

que dicen conservar o haber adquirido en el medio carcelario.

Por otra parte los cambios positivos no son coherentes con los sentimientos

negativos que expresa el interno. Se evidencia que los cambios que manifiesta el

interno y que se catalogan como positivos, no trasforman el comportamiento del

interno en los diferentes círculos sociales que solía frecuentar y mucho menos en

otros espacios de tipo social.

Por ejemplo, el respeto que dicen haber adquirido algunos internos, se refiere

a un valor puesto en práctica en la prisión, especialmente frente a las visitas que

reciben los demás reclusos, pero no parece tener mayor trascendencia frente a la

relación con las demás personas y mucho menos en libertad. De tal forma, hay

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cambios que son catalogados como positivos, pero que se piensan poner en práctica

solamente con algunas personas, más no existe una conciencia social de dichos

cambios hacia el resto de la sociedad.

El interno es consciente de que un tratamiento, cualquiera que sea, requiere

compromiso por parte de quien lo dirige, materiales necesarios para las diferentes

actividades que se propongan y personal calificado que no ignore los temas

abordados.

Sumado a lo anterior, el interno del patio sexto, asegura no conocer a los

funcionarios, que se supone deben prestar la atención al cuerpo de internos y los

cuales desempeñan una labor importante en el Tratamiento Penitenciario, como lo

son el Trabajador Social, el Psicólogo y el Terapeuta.

Afirman que estar ocupados, los aísla de malos pensamientos, por eso

demandan una mayor colaboración de la institución, con el objetivo de ser tenidos en

cuenta en actividades que contribuyan con su formación y que les permita restringir el

tiempo de ocio, el cual proporciona múltiples inconvenientes, acrecentando el

desespero, el aburrimiento y propiciando actividades no aptas para el desarrollo

integral del ser humano, como lo es el consumo de sustancias psicoactivas.

El interno solo gusta de las actividades artísticas, no de aquellas que tienen

relación con crecimiento personal o con áreas específicas de educación; solamente

para el interno que no sabe leer ni escribir, aprender a hacerlo representa una

oportunidad, puesto que le permite expresarse por sus propios medios, hacer una

carta, un memorial e incluso una solicitud a la institución que contribuya al

mejoramiento de su calidad de vida dentro del penal, hecho que adquiere gran

importancia para el interno. Sin embargo, se hace necesario revaluar la razón de ser

de las actividades de descuento, puesto que para la inmensa mayoría, éstas sólo se

toman por disminuir el tiempo de condena, sin existir ningún interés de otro tipo.

El interno no desconfía de todas las personas, puesto que contar su historia de

vida con detalles representa un gesto de confianza, que solo se logra cuando no

sienten en la otra persona un enemigo más, sino cuando sienten que alguien les ha

abierto el corazón. Es de esta forma cuando reflejan de manera clara sus sentimientos,

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dolores y angustias, haciendo que una persona que no se encuentra en condición de

interno, cambie el imaginario que se tiene del preso común.

Los evocaciones del interno están especialmente relacionados con

experiencias de consumo de sustancias psicoactivas, recordando que sus amigos de

infancia y en algunos casos sus familiares influyeron en el inicio del consumo. El

interno considera que las sustancias psicoactivas se constituyen en la raíz de la

problemática juvenil y carcelaria del país, de acuerdo a su experiencia de vida.

Actualmente sienten miedo al vicio y afirman que en la calle el consumo es

permanente.

Estos recuerdos desembocan en experiencias relacionadas con la vida

delictiva, por ello sus mentes se encuentran cargadas de imágenes violentas y

hostiles. Además aseguran que la existencia de la delincuencia y del vicio

permanecerá mientras no exista igualdad en el país.

La cárcel es definitivamente una crisis para el interno, pero a la vez es

asumida como una oportunidad de vida. El interno siente que en ella se pierde la

juventud y que la expresión de sentimientos como el sufrimiento se hace difícil,

puesto que en dicho lugar el hombre no puede mostrarse débil.

En la cárcel el interno se encuentra tan vulnerable a la muerte, como en la

calle, pero ella es asumida como un paso de la vida que deben esperar con

tranquilidad. Otro de los pensamientos recurrentes en prisión, es el hecho de pensar

en la amistad, éste concepto se deteriora a lo largo de la estadía en prisión, pero

generalmente hacía aquellas personas que creían sus amigos en libertad, pues

finalmente el interno considera que sí se puede hablar de ella al interior del penal.

Muchos de los sentimientos negativos arraigados en el corazón del interno

tienen su origen en su propia infancia y por ende se materializan en su forma de

actuar ante las diversas circunstancias que le presenta la vida, lo que nos permite

aseverar que el interno actúa fielmente en función de sus pensamientos momentáneos.

El interno culpabiliza de su situación a sus decisiones personales que de

alguna manera contribuyeron a su condición actual, pero además existe un fuerte

sentimiento de culpabilización hacia el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario

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de los problemas que acontecen al interior de la prisión, fundamentados en una teoría

de castigo que según el interno no resocializa a nadie.

Definitivamente las prioridades del interno, no son las prioridades que piensan

los funcionarios de la institución, ni el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario y

mucho menos los hacedores de las políticas que rigen el funcionamiento de las

prisiones, lo cual es un aspecto absolutamente relevante sobre el que se debe

reflexionar.

La necesidad del hombre emancipado o privado de la libertad es hacer su vida,

independientemente del camino que escoja, sin embargo las necesidades que se

presentan en la vida en libertad, se diferencian notoriamente de las que requiere una

persona en condición de interna.

Los cambios que ha experimentado el interno en el centro de reclusión

determinan su construcción futura y sus expectativas de vida. Sin embargo cuando

existe desesperanza, no hay capacidad de proyección hacia el futuro, no se tienen

metas ni ideales, en la medida en que no se piensa en la consecución de la libertad.

El interno puede tener ciertos planes y metas para realizar en su futuro, pero

ello no le niega la posibilidad de pensar volver a estar privado de la libertad, esto

quiere decir, que no temen a una nueva caída a la cárcel, simplemente puede ser una

consecuencia de uno de sus propósitos futuros.

La visión futura del interno, sin lugar a dudas depende de varios

pensamientos, algunos de ellos son la motivación del interno y la contemplación de

oportunidades que el interno cree le dará la sociedad.

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REFLEXIÓN CRÍTICA EN TORNO AL PROCESO DE RESOCIALIZACIÓN

La presente investigación se desarrolló en una institución penitenciaria, con el

apoyo de directivos, funcionarios, cuerpo de custodia y vigilancia e internos

consumidores de sustancias psicoactivas que de manera voluntaria quisieron

contribuir con sus experiencias de vida, en búsqueda de soluciones a sus

problemáticas o por lo menos de generar discusión, dando a conocer sus sentimientos

y opiniones de manera clara, de lo cual la investigación espera una completa

reflexión.

La cárcel es en gran medida aquello que nos han mostrado los medios de

comunicación o que hemos escuchado en conversaciones cotidianas, sin embargo no

se reduce a ello. En un centro de reclusión se logra examinar concienzudamente a la

sociedad de la que hacemos parte, de la que tanto nos lamentamos, pero de la que

generalmente tomamos una mínima posición.

Tomar posición no se remite únicamente a opinar sobre aquello que

consideramos que está mal y que desearíamos que cambiara. Es asumir una postura

crítica e inmediata para actuar sobre la realidad concreta y no solamente sobre los

discursos y discusiones que el tema merece.

Considerando absolutamente oportuno involucrarnos en las problemáticas, no

simplemente reflexionando sobre lo difícil que es conseguir los cambios, sino

acercándonos a las personas que son los únicos seres a partir de los cuales se pueden

dar las transformaciones desde el lenguaje hasta hechos más tangibles que un

imaginario.

El objetivo de describir un escenario, como se ha hecho en el presente

documento, es ante todo comprender una realidad específica a la que como seres

humanos, profesionales o no, debemos aportar atendiendo con prontitud y motivación

el futuro inmediato, en donde gracias a las historias compartidas, tenemos un inicio

para saber por donde empezar.

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Lo primero que se debe hacer es leer con suma atención aquellos documentos

que describan, expliquen o propongan contenidos relacionados con el tema en

cuestión; lo segundo es tomar partido, no desde los impulsos que hacen parte de la

vida del hombre, sino desde la comprensión profunda de la complejidad del ser

humano.

Si al reflexionar sobre la visión futura de los internos que se ha expuesto en

capítulos anteriores y, cedemos ante la preocupación porque quieren seguir siendo

delincuentes, estamos imposibilitando cualquier transformación, al negar el cambio

del ser humano. De ser así, la cárcel no sería más que un claustro de castigo y ni

siquiera para el delincuente, al cual vemos que no le importaría pasar sus años

encerrado en un lugar como éste, con tal de cumplir con sus propósitos personales, lo

que terminaría más bien por ser un castigo para las víctimas de los delitos y para la

sociedad quien tendrá que mantener la vida de los internos, actuando bajo discursos

que no tienen razón de ser.

Para lograr una resocialización en los internos, primero se debe pensar en

personas que se encuentren sanas física y mentalmente y ofrecer realmente las

condiciones para que sea un hecho. Si bien no se cuenta con los recursos humanos y

financieros necesarios para alcanzar dichos objetivos, entendiendo que por recursos

humanos no deberíamos entender “la cantidad de funcionarios dispuestos para”, sino

“la calidad de funcionarios dispuestos a” interactuar de forma humana y digna con los

internos, los espacios serían más armónicos y el dinero mejor utilizado.

No es necesario pensar en cambios estructurales de manera inmediata, es

necesario pensar que los cambios se logran siempre que exista la disposición y el

interés de alcanzarlos, con sencillas maneras de materializarlos. Tal como se

evidencia en capítulos anteriores, el interno requiere una atención comprometida, en

la que sienta un lazo real de confianza y aceptación por parte de las personas que se

encuentran en su medio, sean funcionarios, guardias y compañeros, de manera más

concreta al interior de la prisión, al igual que lo espera de sus círculos sociales

externos como su familia, amigos y la sociedad en general, quienes deben estar

absolutamente involucrados en los procesos del interno.

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Si ninguna persona, especialmente funcionario, logra un lazo confidente con

el recluso, no se logrará nada, pues el imaginario seguirá siendo el mismo, el interno

pensará que se trata de otra persona que se acerca a él en cumplimiento de su labor, la

que le ofrece un bienestar económico y de manutención de su familia, pero que en

realidad, no busca mejorar la calidad de vida de las personas que se encuentran allí

privadas de su libertad. El funcionario seguirá pensando que se trata de “casos

imposibles” y de “personas malas” por las que ya no hay nada que hacer.

Siendo conscientes de que se trata de personas con una fuerte trayectoria de

consumo de sustancias psicoactivas, ningún tratamiento que pretenda interiorizar

normas civiles, morales o éticas dará resultado, por diversas razones entre las que se

encuentra su condición de consumidores, en donde los efectos producidos por las

sustancias psicoactivas afectan de manera directa los pensamientos y la conciencia

del consumidor, así que si en un momento de sobriedad fue interiorizado alguno de

estos aspectos, este será absolutamente olvidado en un momento de ebriedad. Por otra

parte no sólo son las drogas las que no permitirían dichos cambios, sino la influencia

que ejerce la historia de vida del interno, que no inicia en el momento de su captura,

ni de su vida delictiva, sino que tiene una semilla en el seno de un espacio físico y

social en el que nació y se desarrolló.

Es por esto, que personas que no conozcan de sus propios sentidos la realidad

completa y minuciosa del interno, no deberían ser quienes consideren la forma de

llevar a cabo un tratamiento o de discernir qué es lo que necesita o le hace falta a cada

joven, porque no es la manera de asumir una problemática carcelaria juvenil, de la

que son parte estos jóvenes y la cual viene construyéndose en múltiples escenarios y

hace muchos años.

Es indispensable contar con un tratamiento frente al consumo de sustancias

psicoactivas, considerando bajo la experiencia con el grupo, que el interno que dice

no volverse a someter a un tratamiento, lo afirma teniendo en cuenta su desacertada

experiencia personal en ellos, mas no con la convicción de no querer dejarlas. Existe

la necesidad de brindar un tratamiento que no funcione bajo tiempos límites,

contando con personas calificadas, independientemente si es una o son muchas, de

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acuerdo con el presupuesto de las instituciones. Lo verdaderamente importante, es el

compromiso, más que con la institución, con el proceso de resocialización, que

implica entre otros, traerlos de vuelta a la sobriedad, la salud física y mental.

Por otra parte, la función que debe cumplir el trabajador social es fundamental

en el proceso que lleve cada interno, éste debe velar por mantener unidas y activas las

redes sociales de las que haga parte el interno, no es mantener unida a como dé lugar

a la familia del interno, puesto que quizá, (dependiendo el caso), no sea lo que el

interno quiera o necesite, pero sí se debe propender por el fortalecimiento de los lazos

que son benéficos para él.

Como lo hemos visto a lo largo de los capítulos, la familia del interno está

resquebrajada, en la mayoría de los casos se podría hablar de familias constituidas por

un hijo y su madre, de tal forma, el trabajador social al conocer de forma exacta la

dinámica familiar del interno, no puede pensar ni actuar bajo el hecho de conservar la

“unidad familiar”, que como se ha mostrado es en la mayoría de los casos, la raíz de

la problemática personal del interno, además de convertirse en mayores dificultades

sociales.

Dado que existe una motivación humana en el interno, representada en la

madre y los hijos, en la sociedad debe existir la conciencia necesaria para realizar un

trabajo constante con dichos lazos del interno. No se puede considerar un imposible

el abrir espacios para desarrollar este tipo de proyectos, porque estamos refiriéndonos

a un compromiso en el que se encuentran relacionadas las instituciones educativas,

docentes y estudiantes, los profesionales de la institución y personas que tienen una

vocación de servicio y que desean encontrar espacios para servir.

Si bien hay casos que se asumen como imposibles de tratar, no podemos

quedarnos inactivos al escuchar dicha opinión, porque aunque el cambio de una

persona dependa en gran medida, de una decisión personal , son individuos que en

ésta investigación nos han invitado de manera indirecta a actuar en las comunidades y

barrios en los que ellos crecieron, en donde han sido testigos de las serias dificultades

en que se desarrollan niños y jóvenes.

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El conocer el pensamiento y la forma en la que están siendo educados los

hijos del interno, porque nos lo han contado, es un material indispensable para

reaccionar ahora. Si los padres no quieren cambiar, los hijos deben tener la

oportunidad de ver el mundo con otros ojos y aun cuando no es tarea sencilla, no es

un imposible.

Si para la institución, hay grupos de internos que consideran como problemas,

porque no pueden convivir con otras personas, porque los consideran perdidos en la

farmacodependencia, los toman como agresores y personas violentas, prefiriendo

desplazarlos y discriminarlos, es ella misma en su responsabilidad quien debe buscar

soluciones y alternativas, al tratarse de seres humanos.

Los lectores de esta investigación y especialmente los jóvenes, podrían pensar

en trabajos realizados directamente con grupos de internos, con sus hijos y con las

comunidades tanto de las que forman parte, como de las que poco se enteran de la

realidad de muchos rincones de nuestro país. A partir de éste documento existe la

motivación y nuevas ideas de trabajos cada vez más activos en donde se trabaje con la

sociedad “libre”, centrándonos en los resultados de la presente investigación y

planeando estrategias para no cerrar las puertas, para hacer los cambios posibles

cuando el interno goce de su plena libertad y la inclusión no sea una utopía sino un

hecho de comunidad.

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