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REPÚBLICA DE COLOMBIAUNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANASPROGRAMA DE TRABAJO SOCIAL
“NO HAY PECADO MÁS GRANDE”Acercamiento descriptivo-interpretativo al proceso resocializador del recluso
consumidor de sustancias psicoactivas, desde la comprensión de su vida en libertad e internamiento penitenciario.
Trabajo de Tesis presentado como requisito para
optar al grado de Trabajadora Social
CATALINA BOTERO BELTRÁNÁREA DE CONFLICTO Y DINÁMICA SOCIAL
OCTUBRE DE 2008
TABLA DE CONTENIDO DEDICATORIA .................................................................................................................... iv AGRADECIMIENTOS .......................................................................................................... v INTRODUCCIÓN ................................................................................................................ 7
Sobre la importancia de la investigación cualitativa ................................................. 10 1. La Teoría Fundamentada en la investigación social ............................... 12 2. Valor académico y profesional de la presente investigación .................. 15
INFLUENCIA FAMILIAR Y CONTEXTO FORMATIVO DEL INTERNO ............ 17
Composición Familiar .............................................................................................. 17 1. Figura Paterna ........................................................................................ 18 2. Figura Materna ....................................................................................... 20 3. Los hermanos ......................................................................................... 21 4. Familia Extensa ....................................................................................... 22
Amenazas del contexto formativo del interno .......................................................... 23 1. Conocimiento de la delincuencia ............................................................ 25 2. Formación educativa ............................................................................... 26
Conclusión................................................................................................................. 27 SUSTANCIAS PSICOACTIVAS: RAÍZ DE LA PROBLEMÁTICA FAMILIAR Y JUVENIL ............................................................................................................................ 30
Razones del consumo y experiencias en tratamientos para abandonar el consumo de drogas ........................................................................................................................ 32
1. Justificación del consumo de sustancias psicoactivas ............................. 32 2. Reacciones físicas y psicológicas de las sustancias psicoactivas ............ 34 3. Opinión del interno frente al consumo de sustancias psicoactivas ......... 35 4. Tratamiento para consumidores de sustancias psicoactivas .................... 37
Vivencias correlacionadas con el consumo de sustancias psicoactivas .................... 38 1. Relación entre la ingesta de sustancias psicoactivas y la comisión del
delito ........................................................................................................ 38 2. Experiencias en libertad relacionadas con el consumo de sustancias
psicoactivas ............................................................................................. 39 Conclusión................................................................................................................. 41 LA DELINCUENCIA COMO OPCIÓN DE VIDA ....................................................... 43 Justificación del delito............................................................................................... 45 Valoración del delito ................................................................................................. 46
1. Existencia o inexistencia del arrepentimiento ......................................... 47 Ganancia e inversión económica producto de los delitos ......................................... 48 Conclusión................................................................................................................. 50
ii
CÁRCEL: FALSA OPORTUNIDAD DE VIDA ............................................................ 52 Descripción y desarrollo de una vida en prisión .................................................... 53
1. Captura, reincidencia en el delito y condena del interno ..................... 53 2. Descripción del mundo carcelario ........................................................... 56
2.1 El negocio de las sustancias psicoactivas en la cárcel ................. 61 2.2 Diferencias entre el patio sexto y los demás patios ..................... 62
Vivencias significativas durante el encierro ............................................................. 67 1. Experiencias dramáticas al interior del centro de reclusión .................... 67 2. Relación actual con la familia ................................................................. 72 3. La felicidad en la cárcel........................................................................... 73
Conclusión................................................................................................................. 74
TRATAMIENTO PENITENCIARIO Y PROYECCIÓN FUTURA DEL INTERNO ..................................................................... 77
Tratamiento penitenciario, del discurso a la realidad ............................................... 77 1. Aspectos esenciales del tratamiento penitenciario .................................. 77 2. Actividades de descuento ........................................................................ 82 3. Sentimientos como motor de cambios .................................................... 91
3.1 Sentimientos positivos y negativos desarrollados en prisión ..... 91 3.2 Cambios positivos y negativos desarrollados en prisión .............. 92
Pensamientos que ahondan en la mente del interno .................................................. 96 1. Recuerdos más intensos de su vida ........................................................... 103 2. Noción de deidad en su vida ...................................................................... 106 3. Visión de muerte ......................................................................................... 107 4. Comparación entre la cárcel y la calle ...................................................... 107 5. Valoración de la amistad ............................................................................ 109 6. Atribución de la culpa de su situación ...................................................... 110 7. Necesidades ................................................................................................. 111 8. Miedos y temores ........................................................................................ 111
El futuro del interno en libertad .................................................................................... 113 1. Proyecto de vida .......................................................................................... 125
1.1 Fases para la elaboración de un proyecto de vida ....................... 127 1.2 Análisis DOFA: Un acercamiento al futuro del recluso ........... 128
Conclusión............................................................................................................... 130 REFLEXIÓN CRÍTICA EN TORNO AL PROCESO DE RESOCIALIZACIÓN ..................................................................... 134 Bibliografía ........................................................................................................................ 139
iii
DEDICATORIA
iv
AGRADECIMIENTOS
v
“NO HAY PECADO MÁS GRANDE”
En la concepción religiosa se habla del pecado como una ofensa a dios, en la
concepción jurídica se habla del delito como una ofensa a la ley; sin embargo existe
en la mente de un interno la idea de que no existe un delito mayor, ni un delito
menor, simplemente existe “el delito”, es decir, no hay pecado más grande. Sin
embargo, después de compartir tiempo y vivencias con reclusos y funcionarios del
Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Bogotá, me pregunto si es mayor el
pecado que alguna vez cometió el preso o el pecado que comete permanentemente la
institución hacia los hombres.
… Se dice que las palabras tienen poder, pero podría pensarse que cada una de ellas
adquiere mayor sentido, si proviene de una voz cercana que de manera natural
exprese el sentido de la vida. ¿Cuánta influencia pueden tener las palabras que
pronunció un abuelo, un padre, una madre o un ser querido, en la mente de un niño o
un joven? …
A lo largo y ancho de los pasillos de la cárcel “La Picota”, miles de hombres claman
por su libertad, declarándose culpables o inocentes, pero deseando salir de ese mundo
que la gente “normal” y “buena” desconoce y juzga.
La historia de los hombres que se encuentran allí, pero especialmente la de aquel
último rincón, llamado patio sexto, calabozo o como dicen quienes sobreviven en este
lugar “el culo de la Picota” es tan compleja y tan importante que merece ser contada.
vi
INTRODUCCIÓN
El documento que se presenta a continuación sobre la investigación
“Acercamiento descriptivo-interpretativo al proceso resocializador del recluso
consumidor de sustancias psicoactivas, desde la comprensión de su vida en libertad e
internamiento penitenciario”, es el resultado de un interés personal por el tema
carcelario y una experiencia de vida única, que permitió cambiar el imaginario y la
opinión que se tenía del recluso común y de diferentes problemáticas sociales que
vive nuestro país y que se reflejan en un centro de reclusión.
La situación carcelaria, al parecer busca ser transformada a través de la
implantación de normas, como la ley 65 de 1993 por la cual fue expedido el Código
Penitenciario y Carcelario, en donde se dictan ciertas disposiciones en torno al
modelo de Tratamiento Penitenciario, el cual tiene como objetivo preparar al
condenado mediante su resocialización para la vida en libertad, de acuerdo a las
necesidades particulares de cada sujeto, lo que hace que se genere un especial interés
por el recluso consumidor de sustancias psicoactivas.
La investigación inicia con un vago conocimiento sobre la población de
interés, lo cual hace que se presenten ciertas suposiciones en torno al trabajo, desde
pensar que la cárcel conlleva a la drogadicción, hasta el especular que la institución
realza la condición adictiva y criminal del interno.
La población objeto la constituyen los internos del patio sexto del
Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Bogotá, en un rango de edades entre
veinte y treinta años, caracterizados especialmente por estar clasificados en fase de
Alta Seguridad, condenados especialmente por los delitos de homicidio, hurto,
narcotráfico, fabricación, tráfico y porte ilegal de armas y municiones y finalmente
por ser consumidores de droga.
Hablar de sustancias psicoactivas, necesariamente implica entender ciertos
asuntos relacionados con la producción, comercialización y consumo en Colombia.
Dicho tema ha sido altamente estudiado y de presto interés para diferentes campos de
acción, como el económico, el político, el cultural y social. En la gama de
investigaciones y estudios en donde se han abordado temas relacionados con la droga
y especialmente con el consumo, se encuentra un buen material respecto dicho tema
en los centros de reclusión.
Pese a que el tema del consumo ha sido tenido en cuenta en las instituciones
penitenciarias, llevando a cabo la aplicación de modelos, realizando capacitaciones a
funcionarios y estudiando el fenómeno de la drogadicción al interior de la prisión, al
parecer no se da solución al problema y no se asume con la suficiente
responsabilidad la magnitud de éste, lo que acentúa la preocupación y la motivación
para la realización del proyecto.
Quizá la preocupación institucional no se encuentre en el eje central del
problema y se pueda explorar en aspectos vivenciales que no dependen de forma
estricta del Tratamiento Penitenciario diseñado para el recluso. Por tanto, se ha
pretendido determinar y valorar los efectos que han tenido las distintas experiencias
del interno desde que se encontraba en libertad, sumadas a la vivencia del
internamiento penitenciario en el proceso resocializador.
El término “vivencia” reunirá las experiencias en libertad y en prisión,
relacionadas con la situación familiar, el contexto de formación, el consumo de
sustancias psicoactivas y la historia delictiva del joven. De igual forma la experiencia
en el Tratamiento Penitenciario como proyecto institucional, los pensamientos
recurrentes y la visión futura del interno.
El objetivo central de la investigación ha sido determinar los efectos que
tienen las experiencias en libertad y la vivencia del internamiento penitenciario en el
proceso resocializador del recluso farmacodependiente, a partir de la indagación de la
historia de vida del recluso y en ella la trayectoria de consumo, la carrera delictiva,
las perspectivas de futuro y del análisis de factores positivos, negativos y
consecuencias que derivan del Tratamiento Penitenciario.
8
La investigación de tipo descriptivo interpretativo, se ha sometido a un
análisis cualitativo, a partir de la aplicación de entrevista cualitativa a 21 internos, de
un total aproximado de 40 internos y un grupo focal con 12 participantes, en donde se
relata de manera detallada la realidad de una población particular, organizada en
diferentes componentes para lograr una mejor comprensión.
El documento que se presenta a continuación se ha organizado en cinco
capítulos. El primer capítulo se remite a aspectos puntuales de la historia y
composición familiar del interno, atendiendo a los sentimientos que mantiene o que
se han deteriorado y las condiciones por las cuales se han generado los cambios. De
igual forma se narra de manera especial la formación educativa del niño y el entorno
en donde se desarrolla el joven, mostrándolo como amenaza por las implicaciones
que éste tuvo en su vida.
El segundo capítulo señala la problemática del consumo de sustancias
psicoactivas, como raíz de la problemática familiar y juvenil, describiendo con
detalles la trayectoria de consumo, las razones que lo fundamentan y las experiencias
a partir de un relato de vida que involucra aspectos familiares y comunitarios.
El tercer capítulo habla de la delincuencia como opción de vida, se relata en él
la justificación de una vida delictiva, de unos intereses y la forma de alcanzarlos. De
igual forma se destina una reflexión sobre la valoración que hace el interno frente al
delito, aludiendo a la existencia o no del arrepentimiento que este puede generar.
El cuarto capítulo invita al lector a comprender la experiencia carcelaria no
solo como crisis, sino como una oportunidad de vida, desarrollando paso a paso una
historia de vida al interior de la prisión, a partir de la ilustración de vivencias
significativas en la vida del recluso.
El quinto capítulo devela la realidad del Tratamiento Penitenciario a partir de
experiencias reales de los hombres del patio sexto, revelando hechos que han ocurrido
al interno durante su encierro y la opinión que le merece el tema del tratamiento.
También se manifiestan de manera concreta, los sentimientos que ha desarrollado o
que ha generado el interno en el centro de reclusión y que se ven materializados en
cambios de pensamiento y actitud, sobre los cuales pesa una profunda reflexión.
9
Además se indaga sobre las perspectivas futuras del interno, a partir de
productos del tratamiento, de la actitud frente a la vida y la elaboración mental del
proyecto de vida, que indirectamente exige al investigador dar una valoración
acertada al modelo de Tratamiento Penitenciario.
Se finaliza la redacción del documento con una reflexión a partir de los
resultados obtenidos y de la responsabilidad que como estudiantes, ciudadanos y
miembros de una comunidad, debemos asumir a partir de testimonios de las personas
que se encuentran privadas de la libertad y cuyas soluciones no se encuentran
únicamente al interior de los centros de reclusión, sino en espacios sociales externos.
La forma bajo la cual se analizó la información vivencial de los internos que
voluntariamente participaron de la presente investigación, fue bajo el análisis riguroso
de una unidad hermenéutica, conformada por los textos logrados a partir de la
transcripción de las entrevistas grabadas en el Establecimiento Penitenciario y
Carcelario de Bogotá.
Sobre la importancia de la investigación cualitativa
Para las ciencias sociales y humanas, en este caso para el Trabajo Social, la
investigación cualitativa y el método de la teoría fundamentada adquiere suma
importancia, en la medida en que se genera teoría, basándose en los datos
provenientes de la fuente principal, las personas.
La presente investigación busca interpretar el significado que adquieren las
vivencias de reclusos consumidores de sustancias psicoactivas, en su proceso
resocializador y tratamiento penitenciario, tema prestante para realizar un completo
trabajo de campo y así encontrar lo que la gente verdaderamente siente, piensa y
hace.
La presente es una investigación de tipo cualitativo, en la medida en que trata
de manera directa la vida de la gente, reuniendo sus experiencias, emociones y
sentimientos, lo que imprime al análisis cierto grado de rigor y de complejidad. Para
10
desarrollar este tipo de método, se debe tener la capacidad de mirar de manera
retrospectiva la vida de cada uno de los internos y de analizar las situaciones
críticamente.
Desde este punto de vista, el investigador apuesta a la sensibilidad que
adquiere cada una de las palabras y acciones de las personas que favorecieron la
investigación, compartiendo su experiencia de vida. El investigador, no pierde en su
análisis una sola palabra pronunciada, ni alguna manifestación gestual o sentimental.
La investigación cualitativa apuesta al hecho de pensar comparativamente,
permite no hacer generalizaciones, obviando algunas reflexiones de otros internos,
sino interpretar la importancia que tiene lo igual y lo diferente, analizando las
constancias, es decir las opiniones similares que manifiestan una gran cantidad de
personas y las emergencias o casos particulares en donde se presentan opiniones
contrapuestas a las de la mayoría y que así mismo son valiosas en el análisis.
Según Corbin y Strauss (2002) el análisis de la investigación cualitativa se
enfoca principalmente en la interpretación de los datos provenientes del trabajo de
campo y específicamente en la experiencia personal de cada recluso. Este tipo de
investigación consta de tres componentes, que son los datos, los procedimientos y el
resultado o informe escrito. A su vez afirman que:
Al hablar sobre análisis cualitativo, nos referimos, no a la cuantificación de los datos cualitativos, sino al proceso no matemático de interpretación, realizado con el propósito de descubrir conceptos y relaciones en los datos brutos y luego organizarlos en un esquema explicativo teórico (p. 12) .
En la presente investigación, los datos provienen de la realización de 21
entrevistas a reclusos del patio sexto del Establecimiento Penitenciario y Carcelario
de Bogotá, de la realización de un grupo focal con 12 internos participantes, de
observaciones en campo, conversaciones informales con funcionarios, guardias y de
la revisión de documentos institucionales que se refieren a temas específicos
relacionados con el tema de investigación, dando primacía a la posición del interno.
Los procedimientos, utilizados para darle una correcta interpretación y
organización a los datos, se realizaron bajo la detallada elaboración de categorías,
11
conceptualizadas y posteriormente relacionadas. Finalmente la redacción del informe
escrito que presenta los resultados que arrojó la investigación.
1. La Teoría Fundamentada en la investigación social
La presente investigación no fue realizada con un marco explicativo
preconcebido, definitivamente pertenece a un campo de estudio en donde hay
hallazgos y acercamientos, pero permite que la teoría emerja únicamente de los datos,
del proceso analítico y crítico del investigador. Se refiere entonces a:
(…) una teoría derivada de datos recopilados de manera sistemática y analizados por medio de un proceso de investigación. En éste método, la recolección de datos, el análisis y la teoría que surgirá de ellos guardan estrecha relación entre sí (…) Más bien, comienza con un área de estudio y permite que la teoría emerja a partir de los datos (…) Debido a que las teorías fundamentadas se basan en los datos, es más posible que generen conocimientos, aumenten la comprensión y proporcionen una guía significativa para la acción (Ibíd., p. 14).
Los resultados a los que llega la investigación generan conocimientos más
específicos en torno a una problemática común de una población del Establecimiento
Penitenciario y Carcelario de Bogotá, aumenta la comprensión de los fenómenos que
se dan al interior de la prisión gracias a la participación directa del interno, lo cual se
constituye en un apoyo tanto para la institución como para el interno, puesto que:
Los métodos cualitativos pueden usarse para explorar áreas sustantivas sobre las cuales se conoce mucho o poco pero se busca obtener un conocimiento nuevo (Stern, 1980). Además, los métodos cualitativos se pueden usar para obtener detalles complejos de algunos fenómenos, tales como sentimientos, procesos de pensamiento y emociones, difíciles de extraer o de aprehender por métodos de investigación más convencionales (Ibíd., p.13).
La tenencia de datos brutos que pertenecen a la experiencia personal de cada
recluso, obliga al investigador a pensar categorías acertadas para posteriormente
generar una explicación a partir de la relación entre ellas. De tal manera, si la
teorización se constituye en el fin de la investigación, ésta mantiene una estrecha
12
relación con la descripción de fenómenos y acontecimientos, lo cual da sentido a la
presente investigación.
La descripción de hechos, es la experiencia más cercana con la que se
involucra el investigador en la vida del recluso, quien a través de su relato logra
transmitir una serie de pensamientos, sensaciones y sentimientos que hacen parte de
la carga emocional que tiene el interno de cada suceso. La descripción se torna más
fácil cuando se acude a metáforas o al lenguaje propio del lugar y las circunstancias
en las que se encuentra inmersa la persona que aporta con su experiencia a la
investigación.
Una descripción detallada permite obtener mayores resultados que los que se
esperan de dicho fenómeno, en la medida en que ella transporta al emisor y al
receptor al lugar de los hechos y a vivir la experiencia contada, saliendo incluso del
momento y lugar real donde se dialoga con el sujeto. En un relato libre, cada detalle
que describe el ser humano, demuestra la importancia que éste tuvo en la experiencia
que se comparte y se convierte en material indispensable para el posterior análisis al
que será sometido.
Para hacer teoría no basta con tener una cantidad de descripciones de diversos
acontecimientos, sino que se requiere de la interpretación de dichas imágenes. Con la
interpretación, se pueden obtener de manera concreta respuestas a interrogantes como
por qué, cuándo, dónde y cómo ocurren determinados hechos.
Si bien es cierto que los datos por si solos tienen poder, adquieren mayor
sentido cuando son organizados y clasificados por el investigador a través de
instrumentos de análisis, que permiten la creación de categorías, según propiedades y
dimensiones que le dan mayor claridad a las agrupaciones y por ende a los resultados:
La idea importante que debemos tener en cuenta sobre las dimensiones y propiedades es que éstas permiten a los investigadores diferenciar entre los artículos de una misma clase o entre los de varias clases y así mostrar las variaciones en una gama (Ibíd., p.22).
A pesar de que la investigación tiene un grupo seleccionado por ciertas
características particulares, da cuenta de las opiniones de los 21 internos que
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compartieron su experiencia de vida. Una opinión contraria es tenida en cuenta para
mostrar las variaciones que surgen dentro de un mismo grupo que vive experiencias
similares, las cuales permiten al investigador entender las distintas dinámicas de este.
La teorización permite la interacción entre las inducciones y deducciones que
hace el investigador en su proceso analítico, se pueden derivar conceptos a partir de
los datos procesados o a partir de los datos en bruto. Como en cualquier estudio, se
contó inicialmente con ciertas presunciones basadas en ideas de otros autores,
conversaciones cotidianas o por lo que muestran los medios a la sociedad, sin
embargo éstas fueron alteradas al estar en la realidad concreta, con cada interno y
cada experiencia de vida. Por ello:
Teorizar es un trabajo que implica no sólo concebir o intuir ideas (conceptos) sino también formularlos en un esquema lógico, sistemático y explicativo…para que una idea llegue a ser teoría se exige que ésta se explore a plenitud y se considere desde muchos ángulos y perspectivas (Ibíd., p.24).
Los datos obtenidos en cada una de las entrevistas mostraban en oportunidades
conceptos puramente aislados, de los que se podían pensar argumentos para explicar
ciertos fenómenos, sin embargo al tener todos los datos de los 21 internos surgen
categorías a partir de las cuales se hallan conexiones y permiten realizar un esquema
explicativo con mayor fuerza.
El informe final señala la construcción atinada de un conjunto de categorías,
que se diferencian por temas, interrelacionados entre sí por expresiones que forman el
marco teórico explicativo sobre la temática planteada. Es la relación entre oraciones,
la que convierte el ordenamiento conceptual en teoría, cuyo fundamento se encuentra
en los datos obtenidos en el trabajo de campo, más específicamente en la interacción
entre investigador y recluso.
La teorización a la que se llega con la presente investigación, muestra un
amplio alcance para poder entender otras problemáticas disciplinarias, en la medida
en que el tema abordado, no solo lleva a la comprensión de una vida en prisión, sino
que además refleja una multiplicidad de factores económicos, educativos, familiares y
comunitarios que permiten un conocimiento no solo de los agentes que conducen a
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una persona a una cárcel, sino de debilidades en la vida del ser humano que
desembocan en distintas dificultades.
La actuación del interno en la investigación parte del hecho de contar su
historia de vida, deteniéndose en algunos puntos claves que el investigador desea
conocer más a fondo y hasta donde el joven lo permita, puesto que existen algunos
temas que son simplemente enunciados debido a que el joven no quiere comentar más
al respecto.
El escrito surge de la interpretación de una historia analítica, que se puede
entender siguiendo la secuencia de diferentes momentos en la vida del interno, que se
logra obtener de todos los participantes de la investigación, material que al ser
rigurosamente analizado nos permite abordar conclusiones concretas frente al tema
planteado.
La presente teoría al tener en cuenta la sensibilidad del interno, contribuye a
que el lector tenga una acertada comprensión de lo que realmente se quiere transmitir.
El escrito consta de ejemplos descriptivos muy importantes para el entendimiento de
los diferentes argumentos. Dichas citas han sido cuidadosamente seleccionadas con el
fin de atrapar al lector y lograr que éste se sienta involucrado no sólo en las
problemáticas sino en las soluciones que como seres humanos en sociedad debemos
aportar.
2. Valor académico y profesional de la presente investigación
Desde su inicio, la tesis se consagró como una investigación cualitativa, que
pretendía lograr la descripción y el análisis crítico de las experiencias en libertad y las
vivencias del internamiento penitenciario del recluso consumidor de sustancias
psicoactivas del Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Bogotá, en vista a su
proceso resocializador, garantizado en el Tratamiento Penitenciario.
Es una investigación absolutamente valiosa, en la medida en que la
descripción es la forma más cercana y directa de conocer una realidad, en este caso
carcelaria, de la que muchos autores han hablado fundamentándose en análisis a partir
15
de observaciones, documentos escritos y algunos instrumentos cuyo análisis es de
menor rigor, como es el caso de las encuestas. La presente investigación tiene un
valor adicional, en la medida en que:
No obstante, el verdadero mérito de una teoría sustantiva reposa en su capacidad de hablar específicamente de las poblaciones de las cuales se derivó y a las cuales se debe aplicar. Es natural que mientras más sistemático y amplio sea el muestreo teórico, más condiciones y variaciones se descubrirán y se incluirán en la teoría y, por tanto, mayor será su poder explicativo (y precisión). Si la teoría original no explica las variaciones descubiertas por medio de otras investigaciones, entonces estas nuevas especificidades se pueden agregar como rectificaciones a la formulación original (Ibíd., p.24).
Para obtener buenos resultados con la población de interés, cuya
caracterización se mostraba difícil, fue necesario realizar un completo trabajo de
campo, en donde en primera instancia se supiera si se contaba con la afinidad
requerida para entablar una relación entre el investigador y las personas que
integraban dicho patio, posteriormente se buscó conseguir la confianza participando
en los espacios libres de la población, para de esta forma conocer uno a uno a los
reclusos y saber si se contaba con el apoyo para la realización de una investigación
seria y rigurosa, cuya proyección es mejorar la calidad de vida del cuerpo de internos,
a partir de sus vivencias.
Obtener la confianza de los reclusos fue un trabajo complejo, que necesitó de
tiempo, interés, constancia y sinceridad, de parte y parte. Cuando se consiguió
entablar una relación más fuerte, fueron realizadas las entrevistas planteadas que más
allá de lo que parecía darle respuesta a un cuestionario, permitió con el favor del
interno una comprensión holística y a su vez específica de una problemática
particular.
Generalmente quienes atribuyen funciones, realizan los principios y
programas para poblaciones como la carcelaria, no han tenido un contacto directo con
las personas en cuestión, haciendo muchas veces que el interno se halle
incomprendido y discriminado como lo es el caso de los internos de la presente
investigación, quienes desean demandar ciertas atenciones, hecho que es imposible,
por la misma discriminación, el poco interés y el miedo que despiertan en internos de
16
otros patios y funcionarios de la misma institución, que deben desde la vocación
personal para ejercer este tipo de trabajos, sentir absoluta seguridad y tener el valor
para atender todo tipo de interno.
El presente es un documento escrito con amor, con total transparencia, con el
objetivo de ser leído y comprendido por muchos estudiantes de diferentes disciplinas
que busquen alternativas para lograr un efectivo desarrollo como sociedad, que se
planteen como misión no solo estudiar sobre autores valiosos de los que ya mucho se
ha hablado, sino que se acerquen a realidades particulares a conocer, a interesarse y a
solidificar sus ideas en actos concretos. También a funcionarios, guardias y directivos
para que reflexionen sobre su deber en el mundo, comprendan sus errores y cambien
de actitud quienes por cualquier motivo han perdido el interés o el respeto por el ser
humano y quienes lo mantienen vivo para que se alimenten de nuevas ideas y ejerzan
su profesión con dignidad por siempre.
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INFLUENCIA FAMILIAR Y CONTEXTO FORMATIVO DEL INTERNO
El presente capítulo contiene un acercamiento a la composición familiar y a la
caracterización de la familia del interno, en su etapa de niñez y juventud, además de
entender la representatividad e influencia que tuvo cada miembro de ella en la vida
del joven, actualmente recluido en el Establecimiento Penitenciario y Carcelario de
Bogotá. El interno define los sentimientos que mantiene hacia las personas de su
familia y las transformaciones que han sufrido con el pasar de los años, permitiendo
entender el estado actual de sus relaciones.
Igualmente se describe el entorno en el cual vive el interno en su infancia y
juventud. En él se caracterizan las dinámicas, los conflictos y problemas propios del
barrio, al igual que las personas y los amigos que tuvo el joven cuando era un niño.
Además relata el proceso de formación educativa, la tragedia de haber habitado en la
calle y sus nefastas consecuencias.
Todos sabían qué era una familia, todos la tuvieron y en ella a un padre, una
madre, unos hermanos, tíos, primos y abuelos. Pero a la larga, el reconocimiento de
ella, anclado en sus memorias, se remite a quien crió, acompañó y aconsejó, en caso
de haber sido así.
Para un joven la familia fue su abuelo, el mismo que le dijo alguna vez: “uno
en esta vida, no importa uno lo que haga, lo que importa es uno no dejarse morir de
hambre”; sabia frase para quien la puso en práctica e hizo de ella el motor de su vida.
Composición familiar
Realmente son pocos los internos que fueron criados junto a sus hermanos por
sus dos padres. Algunos de ellos solamente contaron con la figura materna y otros
18
fueron criados por sus abuelos, en compañía de sus demás hermanos y en pocos
casos, convivieron la época de crianza con sus primos y algunos sobrinos.
1. Figura paterna
Escuchar la historia de los padres de estos jóvenes que actualmente se
encuentran en condición de internos, lleva a la comprensión de algunos de los
pensamientos, sentimientos e incluso de las formas de reaccionar. La mayoría de ellos
conocieron a sus padres, sin embargo, para quienes no saben nada de él, poco o nada
les importa saber de su existencia, mucho menos ahora que enfrentan circunstancias
tan difíciles en el encierro.
Estos jóvenes que guardan recuerdos de sus padres, manifiestan que vivieron
con ellos por cortos periodos y que después fueron abandonados, cuando aún eran
muy pequeños, debido a que algunos de éstos habían conformado otra familia. En
general caracterizan a sus padres como personas irresponsables, cuyos recuerdos se
centran en el maltrato que recibían, al igual que sus hermanos y su propia madre,
causados por estados de alcoholismo que se repetían con frecuencia.
Algunos enfrentaron fuertes situaciones como aquel joven, cuyo padre abusaba de su
hermana menor y quien tuvo que presenciar como si fuera su deseo, los momentos
traumáticos por los que tuvo que pasar su hermana, a la que quiso defender y su
madre no lo permitió nunca, siendo consciente de la situación, dejándole a Dios la
tarea de juzgar y de castigar, puesto que no convenía hacerlo a un simple mortal, el
interno juzga la relación con su padre de la siguiente manera:
(…) La relación con mi papá es mala, al principio original como todo hijo, se dañó la relación por faltas de él con mis hermanos…el man abusaba de mi hermana y tin tin, su papá viola a su hermana y yo veía todo, yo si quería hacer algo pero mi mamá me lo impedía, yo quería matar a mi papá pero ella no me dejaba, me decía que no, que mi Dios castigaba, eso decía mi mamá (…)
Tener un padre con algún tipo de adicción, como al alcohol u otras sustancias
psicoactivas, dedicarse a delinquir y la mala caracterización con la que definían a sus
19
padres no fue para algunos razón suficiente para no seguir sus pasos, pues algunos
vieron a su padre como modelo a seguir.
Padres involucrados en el mundo de la droga, rodeados de personas
consumidoras de sustancias psicoactivas, son una de las influencias más notorias que
condujeron a sus hijos a la desgracia de las drogas y que según muchos de ellos los
tiene hoy en día tras las rejas.
Sin embargo para pocos padres, la experiencia de tener un hijo en la cárcel, ha
llevado a la culpabilidad y por ende al arrepentimiento, lo que ha hecho que se hayan
convertido en la mano derecha de sus nietos, al brindarles una ayuda, especialmente
en lo que se refiere al sustento económico, en la medida en que el padre, al estar
privado de su libertad no puede aportar de esta manera al desarrollo de sus hijos.
Aún así, para algunos internos, el tiempo en prisión los ha hecho cambiar sus
formas de pensar y los hace entrar en terrenos confusos donde el sentimiento negativo
que muchos tenían hacia su padre, se ve suspendido por la ayuda que están recibiendo
sus hijos de parte de ellos.
Para quienes han tenido una mínima relación con su padre, el sentimiento es
neutro, para aquellos que alcanzaron a convivir alguna etapa de vida con su padre,
pero fueron abandonados, su padre hace parte de un recuerdo del que poco importa
hablar.
La relación que han tenido pocos internos con su padre en prisión, los ha
llevado a entender incluso lo incomprensible como el maltrato que presenció y del
que fue víctima en su niñez y juventud. Por otra parte, se han visto obligados a
perdonar porque la manutención o la educación de sus hijos está de por medio y ellos
se sienten impotentes para suplir dichas necesidades, lo cual representa su mayor
preocupación.
Mientras muchos de los internos reprochan el no haber tenido la figura de
padre que desearon y no saber qué es agradecerle algo, sólo un padre que ha realizado
una sóla visita a su hijo, privado por muchos años de su libertad, reprocha la situación
en la que él se encuentra, sin entender su participación consciente o inconsciente para
que su hijo haya llegado a esta terrible consecuencia.
20
2. Figura materna
Cuando nos referimos al papel de la madre en la vida del interno, podemos
decir que definitivamente es la persona por la que el interno mantiene un sentimiento
favorable, además de ser quien representa, el apoyo y la motivación para salir en
libertad.
Las madres de estos jóvenes mostraron una preocupación temprana por el
futuro de sus hijos, brindándoles aun cuando fuese con bajos recursos el estudio y
tratando de brindar un ambiente seguro a sus hijos, razón por la cual cambiaban de
lugar de habitación cuando lo creían conveniente, al ver amenazada la seguridad de
sus hijos, en la medida en que notaban malos comportamientos y en algunos casos
para alejarlos del vicio. De igual manera, demostraron inconformidad con algunas
actuaciones de sus hijos como aquellas relacionadas con recibir dinero que provenía
de actividades ilegales como el hurto.
La mayoría de los jóvenes fueron criados por su mamá y trabajaron con ella
para sacar a sus hermanos y familias adelante, pues no contaban con la ayuda del
padre, razón por la cual se sienten orgullosos de la labor y fortaleza que ha
demostrado su madre a lo largo de la vida, puesto que pese a la dura situación
económica, sacaron sus familias adelante y brindan aún el apoyo a su hijo que se
encuentra privado de la libertad.
El interno asegura que será su madre quien siempre velará por él y quien
nunca se cansará de visitarlo, apoyarlo y acompañarlo. Solamente en pocos casos la
madre no se hizo merecedora del amor de sus hijos, ya sea porque no pasó el tiempo
necesario con ellos o porque se caracterizó por ser una madre que intentó educarlos a
través del maltrato.
Una de las madres de estos jóvenes, se encargó de tratar a su hijo desde
pequeño como delincuente y de llamarlo vicioso, es así como debido a los prejuicios
y a la forma de actuar de la madre, logró que su hijo creyera en sus comentarios y
pasara a ser una realidad, llegando al punto de dejarlo sin hogar, sin familia y cerrarle
las puertas de la casa e indudablemente de un buen futuro.
21
Por su parte, hay casos en los que la relación se hace difícil debido a las
grandes distancias, sumadas a la privación de la libertad, lo que hace que aún así, la
relación sea cada vez menos frecuente y la soledad sea mayor. Lo anterior teniendo
en cuenta que se encuentran recluidas personas cuya lugar de origen es Antioquia,
Valle, Caldas, Huila y Tolima. Aún cuando la mayoría sean de Bogotá.
En una de las experiencias de vida no es la madre directamente quien
perjudicó la vida de su hijo, sino personas que se aprovecharon de la inocencia de un
niño para acabar con la vida de toda su familia en un solo momento y ante sus ojos,
causando un daño irreparable al joven, hoy día un preso más, cuyo sentimiento de
rencor crece día a día, desde aquella mañana en la que quedó sin su familia y donde la
pérdida más fuerte fue su madre.
La situación económica de las familias de los jóvenes ha sido tan difícil, que
incluso una madre aceptó el camino que quería seguir su hijo, un camino de
drogadicción y delincuencia, con tal de tener de parte de él una ayuda económica para
la familia.
Hoy en día, estos jóvenes se encuentran presos y sus madres se encargan en
algunos casos del cuidado de sus hijos, acto al cual dan un inmenso valor quienes se
encuentran condenados y por tanto no pueden hacerse cargo de ellos de la manera en
que desearían hacerlo.
El progreso de estas familias, en donde generalmente se vivía una precaria
situación económica, se hacía más difícil puesto que tenían muchos hijos y por tanto
muchas personas que mantener, a lo cual se suman ahora los nietos, es decir, los hijos
del interno.
3. Los hermanos
Frente a sus hermanos, el interno expresa un sentimiento de admiración, la
mayoría de ellos se sienten orgullosos de tener hermanos que a pesar de haber vivido
en la pobreza, no estén en la situación en la que ellos se encuentran. Dicha
admiración viene desde que eran pequeños y sus hermanos se distinguían por ser
22
estudiosos, lo cual los condujo a tener un futuro más próspero y hoy en día tener
conformados sus hogares y vivir cómodamente.
Un joven sobreviviente del patio sexto, se siente culpable por la captura y
muerte de su hermano, argumentando que no tenía por qué estar en una cárcel y
mucho menos haber perdido su vida en el mismo lugar donde él paga su condena
actualmente.
Uno de los internos muestra a continuación como sus hermanos también se
encuentran privados de la libertad, uno de ellos por haberle ingresado en alguna
oportunidad sustancias psicoactivas, atestiguando que:
(…) mis hermanos están en cana, uno está muerto, los otros en cana, hay uno en la Modelo, uno en La Dorada y otro en Palo Gordo en Boyacá, mi hermana es la única que está afuera (…)
A pesar de la admiración que sienten la mayoría hacia sus hermanos, la
relación con ellos no es común entre estos jóvenes, los pocos que mantienen contacto,
mantienen una relación telefónica, no muy beneficiosa, ni frecuente, en donde
siempre el interno se rehúsa a pedir un favor y en algunos casos consideran que ni un
buen saludo reciben, razón por la que el sentimiento se ha deteriorado.
4. Familia extensa
De la familia extensa de estas personas, poco hay por decir, en sólo uno de los
casos el joven manifiesta un sentimiento especial por un primo en quién siempre vio a
su mejor amigo, con el que compartió momentos de su vida, incluso con quien inició
el consumo de sustancias psicoactivas y quien falleció mientras el joven se
encontraba pagando su condena.
De igual forma un joven criado por sus padrinos, manifiesta que aún cuando
sus padrinos le brindaron todo lo que necesitaba para vivir bien, durante su infancia y
parte de su juventud, con la pérdida de la libertad y la distancia, la relación se
deterioró.
23
Y finalmente cabe decir que un padrastro, logró ocupar el puesto de padre en
la vida de un recluso, quien mantiene un sentimiento noble y agradecido hacia quien
representó la figura paterna a lo largo de su vida, demostrando en este caso, que no es
la sangre la que naturalmente genera un sentimiento positivo, sino el afecto, la
entrega y el compromiso.
Amenazas del contexto formativo del joven
El consumo de sustancias psicoactivas guarda una estrecha relación con el
contexto en el que se dinamizó la vida del joven, su barrio, las problemáticas de su
comunidad, la gente que habitaba en ella y los negocios activos de la zona. Sin
embargo cuando se revelan las historias de los jóvenes, vemos como las personas que
más influyeron en el consumo y en la posterior adicción hacen parte de su núcleo
familiar y en algunos casos de otras personas de la comunidad, como amigos y
vecinos.
Son los sentidos quienes nos permiten entablar las relaciones con personas o
con cosas, el consumo de sustancias psicoactivas no es una excepción de dicho
argumento, puesto que el ver las reacciones que producen en el ser humano ha
causado en los jóvenes, curiosidad por probar y alcanzar los mismos estados que
percibió en las otras personas inmersas en la experiencia del consumo.
Entre dichos efectos percibidos, el joven ha querido sentir mayor confianza en
sí mismo, tener la posibilidad de una mejor comunicación, sentir entusiasmo, placer,
euforia, así sea de forma momentánea e incluso inducir imágenes mentales con el fin
de sentir una sensación de distanciamiento de la realidad.
Existen aquellos jóvenes que se vieron motivados por un deseo de
experimentar algún tipo de sensación, pero además hay quienes se enfrentaron al
consumo no por voluntad propia, sino por un condicionamiento familiar, esto quiere
decir que en el medio familiar en el que se desenvolvió la vida del joven, había
consumidores y en un caso en particular el prejuicio de la madre, hizo que se hicieran
realidad los juzgamientos a los que se vio sometido durante su infancia.
24
La influencia particular que ejercieron los compañeros de juego, del colegio e
incluso los vecinos, podría entenderse como una influencia inconsciente, en la medida
en que no conocemos sus historias particulares para determinar algún tipo de maldad
o conciencia en el acto mismo de inducir a un niño a probar determinada sustancia.
Las experiencias de vida que tuvieron al ser libres y en particular la tragedia
misma de haber habitado en la calle, en muchos casos fue determinante para que el
joven adquiriera una dependencia a algún tipo de sustancia o a varias de ellas, sin
embargo hubo para quien significó no sólo la puerta de entrada al vicio, sino su
posterior ingreso a la delincuencia.
Desde otra óptica, existe el caso en donde el expendio de drogas era la fuente
de ingreso de una familia en la que un niño fue criado, en la cual creció y en la cual
terminó seriamente involucrado, lo cual se considera un antecedente indispensable
para entender la relación entre las sustancias psicoactivas y el ser humano.
Los barrios en los que habitaron junto con sus familias, ubicados
principalmente en las localidades de Ciudad Bolívar, San Cristóbal, Mártires y
Engativá, fueron caracterizados como lugares peligrosos y violentos en donde la
delincuencia y el vicio se veían en cada esquina, donde hombres contribuían en la
formación de delincuentes regalando dinero, obtenido de manera fácil, pero el cual
representaba para el niño que lo recibía, la forma de contribuir al desarrollo de su
familia y darse los “lujos” que se daban los demás jóvenes dentro y fuera de la zona y
que lo hacían diferente, acentuando una condición de marginalidad y brechas entre
ricos y pobres. El interno manifiesta que:
(…) Todo en el barrio era malo, empezando por la pobreza, empezando por las muertes, empezando porque uno aprendía desde pequeñito, lo que soy ahora…una gonorrea, un ladrón, por falta de oportunidades (…)
Dicha caracterización de su comunidad, de la gente que habitaba en ella y de
las situaciones que hacían parte del día a día, condicionan las formas de pensar y de
asumir la vida, marcan sentimientos que se aferran al corazón de sus habitantes y se
25
convierten en el motor que direccionará las decisiones y actuaciones a lo largo de la
vida.
Así pues, entendiendo que el joven no nació delincuente, sino que fue víctima
directa o indirecta de la delincuencia, tiene argumentos para referirse a ella a partir de
su propia experiencia, si en algún momento sintió vulnerados sus derechos dentro de
su comunidad o los derechos de sus familiares o seres queridos y decidió actuar en
defensa de ellos, no cabe duda que la motivación fue la delincuencia misma y quizá el
acto heroico el ingreso a dicho mundo.
1. Conocimiento de la delincuencia
La delincuencia también parte de la comparación entre dos mundos, el que el
joven desea y del que forma parte, el cual se caracteriza por ser una manifestación de
la pobreza, en donde la privación de oportunidades es una constante. Es importante
aclarar que las primeras comparaciones surgen en torno a necesidades consideradas
básicas como lo son el alimento y el vestido, seguidas por aquellas dirigidas al
desarrollo educativo y profesional.
Otro camino por el cual se conoce la delincuencia, está dado por la relación
familiar, especialmente por el apoyo recibido de los padres, puesto que cuando se
desconoce dicha actitud, surgen o se fortalecen sentimientos negativos como la
envidia, el egoísmo y el rencor.
El no contar con el apoyo familiar, hace que el joven se incluya en otros
círculos sociales en los cuales se siente importante y es en los grupos del barrio o los
amigos, en donde éste encontrará la atención demandada, independientemente de que
dicha atención beneficie su desarrollo integral o que por el contrario lo sumerja en
mayores problemas y dificultades.
Los amigos encuentran necesidades similares entre si y por tanto recurren a
modos conjuntos de satisfacerlas, sin importar las consecuencias de sus actos, con tal
de alcanzar de manera sencilla lo que creen es lo más significativo, el dinero. Para
algunos el valor del ser humano, lo proporciona un buen ropero, unos buenos zapatos,
26
joyas, electrodomésticos como televisor, equipo de sonido, computadores e incluso
armas para defenderse y trabajar en la delincuencia. En un caso en particular, el valor
lo dan los contactos y las influencias que se puedan alcanzar.
Cuando se ha conocido el camino fácil para conseguir el dinero, la
satisfacción de alcanzar todo lo que antes comparaban y a lo que no podían acceder y
el vivir el derroche desmesurado del dinero es la entrada triunfal a la vida delictiva.
Algunos pocos tienden a culpabilizar su hogar desintegrado o la ausencia del
padre en su desarrollo como persona, puesto que consideran necesaria la actuación de
los dos padres a la hora de educar a los hijos, pero especialmente a la hora de
reprenderlos.
2. Formación educativa
La formación educativa de estas personas fue interrumpida a muy temprana
edad, la mayoría concluyó su educación básica primaria y al ingresar a la secundaria
abandonaron el estudio. Un mínimo de casos prácticamente no tuvo educación y
algunos pocos alcanzaron a culminar su educación escolar y básica, pero no llegaron
a la educación media, lo cual no les permitió graduarse como bachilleres.
Solamente se presenta un caso, en el que el joven a través de validación logra
terminar su educación media y acceder a la educación superior iniciando una carrera
técnica que no llega a culminar , debido a la forma como decidió llevar su vida, por el
camino del delito.
Algunas razones por las que fue abandonado el estudio se encuentran ligadas
a situaciones de indisciplina que provocaron la expulsión. En algún caso el estudio
fue abandonado porque su acceso a la educación, fue a una edad superior en
comparación de los otros jóvenes que se encontraban en el centro educativo, lo cual
generó vergüenza, prefiriendo pasar por alto la culminación de los estudios.
En muchos de los casos, el hecho de iniciar el consumo de sustancias
psicoactivas, es a su vez, el comienzo de una vida delictiva que interrumpió el estudio
de dichos jóvenes indefinidamente. Se considera que una de las razones por las que
27
abandonaron el estudio, fue por la inexistencia de gusto que representaba para el
joven el tener que ir a estudiar, especialmente cuando ya existía un vínculo con la
obtención de dinero fácil.
La razón más constante hace alusión a la difícil situación económica por la
que atravesaban sus familias, en donde según ellos, no había dinero para suplir las
necesidades de subsistencia y mucho menos para el estudio y sus gastos propios como
uniformes, onces y útiles escolares. Dicha razón se atribuye en algunos casos a la
separación de los padres que dificultó la situación familiar, afectando el estudio de los
hijos.
El hecho de abandonar el estudio, influyó en la decisión de dejar la casa de sus
padres, lo cual promovió la experiencia prematura de tener relaciones sexuales,
constituir un hogar y traer hijos al mundo, entre los once y quince años y por tanto
tener que asumir otro tipo de rol y responsabilidad, especialmente en materia
económica.
Resumen
La familia del interno tiende a tener características de un hogar disfuncional,
en donde generalmente hubo ausencia de alguno de los progenitores, especialmente
del padre. Al interior de éste se vivió bajo situaciones de maltrato intrafamiliar,
sumado a que en dicho círculo ha habido o coexiste el consumo de sustancias
psicoactivas, especialmente de alcohol y marihuana.
Estos hogares estaban conformados por alguno de los padres y una gran
cantidad de hijos, bajo una situación económica precaria, incluso algunos de ellos en
extremas condiciones de pobreza, lo que hizo más difícil el desarrollo integral de
cada uno de los integrantes del conjunto familiar.
La figura paterna en la mayoría de los casos, influyó negativamente en el
recluso, bien sea por la actitud de maltrato desencadenada contra su madre, contra sus
hermanos o hacia él mismo. También se considera una influencia negativa, por el mal
ejemplo que dio a sus hijos siendo una persona consumidora de alcohol y de otras
28
sustancias psicoactivas, hasta el punto de ingresar a sus hijos en el mundo de las
drogas e incluso a la delincuencia.
La figura materna representa no solo una motivación en la vida del interno,
sino que además es la persona por la que el interno mantiene un sentimiento positivo,
es la persona por quien siente afecto sincero y es la única persona con quien mantiene
una relación estable, puesto que en la actualidad, la relación entre el interno y el resto
de miembros que conforman su familia de origen se encuentra sumamente
deteriorada.
Definitivamente es el contexto familiar y comunitario en donde se origina el
consumo de sustancias psicoactivas y por ende el ingreso a la delincuencia de estos
jóvenes recluidos en el patio sexto. El ambiente delictivo que se dinamiza en el barrio
donde habitó el joven, es un factor de riesgo1, que ha invitado a algunos de estos
jóvenes a asumir un papel heroico en defensa de su comunidad, de su familia y de sus
intereses personales, lo cual también desembocó en la prisión.
La influencia de los amigos del colegio y del barrio al que pertenece el joven,
se cataloga como una influencia negativa de tipo inconsciente, puesto que al parecer
son jóvenes que también pertenecen a hogares disfuncionales, con problemáticas
internas, que quizá se encuentran inmersos en el consumo de sustancias psicoactivas
y en la delincuencia por razones similares por las cuales se encuentra el interno
partícipe de la presente investigación.
Lo anterior hace que el joven al unirse con amigos que demandan necesidades
similares, recurra a modos conjuntos de satisfacer dichas carencias,
independientemente de si son económicas, afectivas, de protección, de ocio, de
libertad, de identidad, entre otras.
La comparación entre el mundo del que forman parte y el que desearían, es
una motivación clara que se alimenta día a día y conlleva a la delincuencia, forma de
1 Se denomina factor de riesgo cualquier circunstancia o evento de naturaleza biológica, psicológica o social, cuya presencia o ausencia modifique la probabilidad de que se presente un problema. (“Elementos Conceptuales” en Proyecto de Prevención Integral de la Drogadicción en el Sistema Penitenciario Colombiano, 1999, p.47)
29
vida a través de la cual satisfacen las necesidades que consideran prioritarias en sus
vidas.
Con el ingreso a la delincuencia, se conoce la obtención de dinero de manera
rápida, pero no necesariamente fácil según el interno, éste hecho en particular hace
que las prioridades que debería tener el interno en su etapa de niñez y juventud, se
vean transformadas, como sucede con el estudio, que pasa a ubicarse en otro plano,
incluso hasta el punto de no ser tenido en cuenta. Lo anterior se materializa en el
hecho de tener una educación incompleta, en donde prácticamente se ha concluido la
primaria.
Otro de los aspectos que afectan las que deberían ser las prioridades del
interno, se debe al inicio temprano de una vida sexual, que lo llevó a ocupar el rol de
padre a una edad en la que todavía era un niño, razón por la que no contaba con la
madurez psicológica para asumir las distintas responsabilidades que implica tener un
hijo.
El interno al recordar la formación recibida en el seno de su familia, considera
importante la educación que reciban los hijos, pero más aún la reprensión que éstos
reciban de sus dos padres. Finalmente la tragedia de habitar en la calle, de sobrevivir
en ella en su infancia o juventud, es determinante para adquirir la adicción a
sustancias psicoactivas y paso posterior la escogencia del camino delictivo que los
condujo a la privación de su libertad.
30
SUSTANCIAS PSICOACTIVAS: RAÍZ DE LA PROBLEMÁTICA FAMILIAR
Y JUVENIL
A continuación un capítulo que legitima la representatividad y papel que
desempeñan las sustancias psicoactivas en el mundo delincuencial. Igualmente se
cuenta la forma en la que el joven adquiere la adicción y la materialización de ésta en
la comisión de los delitos. Contiene además la opinión que merece el tema de las
sustancias psicoactivas para el interno, una posición crítica, actual y los miedos que
se relacionan de manera directa con el consumo de drogas.
Las sustancias psicoactivas no han sido un tema desconocido para la vida de
quienes hoy en día se encuentran privados de su libertad. Los jóvenes del patio sexto,
crecieron viendo droga en los rincones no sólo de su casa, sino también de su barrio,
de su cuadra e incluso en los bolsillos de padres, hermanos y amigos. Un joven en
especial nació en un expendio de droga u “olla” como se conoce en el argot popular.
Cuando se inició la presente investigación existía la supuesto de que la
persona que ingresaba a una cárcel, se veía obligada a conocer y a consumir
sustancias psicoactivas por las exigencias propias del ambiente, sin embargo, después
de la experiencia compartida de algunos jóvenes, entendemos que no es la cárcel la
que conduce al vicio, sino que es el vicio el que conduce a ella.
Es el ámbito delincuencial el contexto en el que se conoce, se distribuye y se
crea dependencia a las sustancias psicoactivas. Es este el terreno en el que se
dinamizan los negocios con sustancias psicoactivas, puesto que ellas son su motor y
la fuerza de su reproducción.
Por su parte, es la cárcel el contexto donde las sustancias psicoactivas,
imposibilitan cualquier intento de resocialización que se proclame. Es la calle quien
enseñó al joven a que “trabarse” es ser hombre y a que con el dinero se compra el
mundo, además del vicio. Incluso a algunos les enseñó lo absolutamente necesario
31
que es para ser más firmes en las decisiones y más tranquilos y confiados en la
ejecución de los delitos.
Estos jóvenes conocieron una gran cantidad de sustancias psicoactivas estando
en libertad, de 21 internos del patio sexto que participaron en la investigación, 18
consumían cigarrillo, 17 alcohol, 15 marihuana y bazuco, 14 benzodiacepinas, 11
inhalables, 9 cocaína, 6 no barbitúricos, 3 heroína, alucinógenos y barbitúricos y 2
éxtasis. Actualmente de los mismos 21 internos, 16 dicen consumir marihuana, 13
cigarrillo, 5 benzodiacepinas, 3 alcohol y cocaína, 2 no barbitúricos, 1 inhalables y
heroína.
Estando en libertad, dos de ellos dicen haber consumido una sola droga, un
interno consumía 2 sustancias, otro 3 sustancias, cuatro internos afirman haber
consumido 4 drogas, otros cuatro internos 5 sustancias psicoactivas, dos jóvenes 6
sustancias psicoactivas, un solo interno 7 drogas, tres reclusos 8 drogas y otros tres
jóvenes afirman haber consumido en la calle hasta 10 sustancias psicoactivas
diferentes.
Al presente, tres internos dicen no consumir ninguna sustancia psicoactiva,
cuatro internos afirman consumir una sola droga, siete jóvenes 2 sustancias, cuatro
reclusos 3 sustancias, 2 internos 4 drogas y un joven dice consumir en la actualidad 6
tipos de sustancias psicoactivas diferentes.
La curiosidad y la ansiedad los llevaron a una muerte no deseada, el querer
conocerla, probarla y sentirla, sin saber cuándo, ni cómo, los hizo adictos y
delincuentes, arrebatándoles no sólo la libertad, sino a sus familias, hijos, sueños y en
algunos casos hasta las esperanzas de algún día poder dejarlas.
32
Razones del consumo y experiencias en tratamientos para abandonar el
consumo de drogas
1. Justificación del consumo de sustancias psicoactivas
El consumidor de sustancias psicoactivas al interior de la cárcel tiene
justificaciones particulares frente al hecho de ingerirlas. El principal argumento gira
en torno a los múltiples problemas que tiene el interno tanto dentro de la cárcel como
afuera. El encierro y para muchos la soledad, son las dos situaciones que justifican el
consumo, en la medida en que éste permite aún cuando sea de manera temporal, una
sensación de relajamiento, que impide por cortos lapsos de tiempo el malestar
producido por el aburrimiento y la depresión que causa el estar privado de la libertad.
Sólo un interno justifica el consumo de sustancias psicoactivas, por el hecho
de estar a la moda, pues en su patio, lugar donde habita todos los días, el consumo es
considerado como una actividad para hombres “verracos”, razón que lo intimaba a
ingerir las diferentes sustancias.
Hace parte de la justificación frente al consumo de alucinógenos, la idea de
poseer un control y un conocimiento de dicho tema, control que se manifiesta en la
capacidad de continencia que según los consumidores pueden manejar, pero la cual
no sobrepasa unos pocos meses, los cuales enorgullecen al joven, puesto que lo hace
pensar que tiene el control de su vida en este aspecto.
En algunos casos, esas etapas de continencia frente al consumo no son más
que el reflejo del síndrome de abstinencia, que aparece en personas que presentan
dependencia, la cual se da cuando se suspende la administración del fármaco,
causando problemas físicos y a su vez la necesidad de consumirla.
Cabe decir que el consumo de sustancias psicoactivas no necesariamente se da
por la ignorancia como muchas veces se ha pensado, quizá sean los consumidores
quienes más conocen de ellas. Estos jóvenes catalogados como farmacodependientes,
saben qué tipo de mezclas pueden realizar, para no correr mayores riesgos de los que
son conscientes que ya asumen con el simple hecho de ingerir cualquiera de estas
33
sustancias. Sin embargo, conocen qué tipo de mezclas pueden representar un peligro
directo a su vida, como aquello que está relacionado con órganos vitales, tales como
el corazón o los pulmones.
Las mezclas más destacadas y constantes son la marihuana con el bazuco, lo
que se conoce en el dialecto carcelario como “maduro”, otras mezclas reconocidas
por los consumidores son la marihuana con la cocaína, el cigarrillo con el bazuco o
también llamado “pistolo”, anfetaminas con alcohol y marihuana con cocaína y
bazuco.
Algunos de ellos dicen haber probado diferentes tipos de sustancias, pero
afirman que se han quedado con la marihuana por los efectos que les proporciona,
además de denotarla como una sustancia que no es dañina para la salud, ni para su
integridad.
Definitivamente la marihuana es catalogada como una sustancia que con sus
efectos, logra generar estados de calma y tranquilidad para el interno, sin embargo
además de negar su condición de adicción frente a la marihuana, consideran que
“marihuanero” es aquella persona que fuma una cantidad superior a cinco cigarrillos
en media jornada y con cortos lapsos de tiempo entre uno y otro.
Reconocen que estar en el mundo de las drogas es y trae problemas, afirman
que son el pegante y el bazuco las drogas que más daño causan al hombre y algunos
dicen temerles por los efectos físicos y psicológicos que han visto manifestados en
otras personas.
Estos jóvenes conocieron la droga desde muy temprana edad, entienden que
algunas de ellas son altamente adictivas y reconocen los distintos efectos físicos y
psicológicos que proporciona cada una de ellas. Poseen conocimiento general frente a
sustancias psicoactivas tales como la marihuana (“bareta”), la heroína (“H”), la
cocaína (“perico”), el bazuco, el pegante y las drogas sintéticas (“pepas”).
34
2. Reacciones físicas y psicológicas de las sustancias psicoactivas
Aún cuando éstos jóvenes consumen diversas sustancias psicoactivas y
conocen de sus efectos, expresan una mayor cantidad de reacciones físicas y
psicológicas que producen en ellos, sustancias como la marihuana, el pegante y el
bazuco.
De esta forma, la marihuana (“bareta”) sustancia más consumida en el medio
carcelario, genera una sensación de relajamiento, actuando como desestresante y
haciendo olvidar los problemas y las situaciones en las que piensa el interno a diario.
El consumo de la marihuana agudiza los sentidos vitales, especialmente el oído, el
cual alcanza una gran sensibilidad. El consumo de la marihuana rápidamente aumenta
el estado anímico, generando ganas de hacer deporte y aflorando un sentimiento de
alegría profunda, pero posteriormente produce somnolencia y ganas de comer.
El pegante según el consumidor causa locura y produce malos pensamientos.
A su vez, el bazuco altera de manera permanente el estado nervioso del consumidor,
manteniéndolo asustado y acelerado. Para quienes consumen heroína, la sensación
principalmente es de relajamiento y la cocaína genera alteraciones en el pensamiento,
provocando ganas de atacar al otro, hasta el punto tal de acabar con su vida.
Lo anterior sucede porque según expertos en el tema, como Riascos y Vallejo
(1971) los estimulantes desmovilizan la voluntad, impidiendo con el tiempo hacer
frente a la vida con los recursos naturales del carácter, por ejemplo sustancias como la
heroína promueven actos irresponsables y desapego por la vida, haciendo del
consumidor una persona peligrosa. Según Cohen e Inaba (1992), los alucinógenos
anulan funciones cerebrales como el juicio y la razón y los inhalantes producen
irritabilidad, efectos todos que generan comportamientos hostiles.
Quien se ha considerado en algún momento una persona farmacodependiente
afirma que el consumo desmesurado de sustancias psicoactivas provoca con los años
un desgaste físico y cerebral notorio. Para los consumidores de sustancias
psicoactivas, la marihuana prácticamente sale del grupo de tóxicos que generan
sensaciones de malestar físico y social, mostrando una defensa hacia la sustancia que
35
para muchos representa “media causa” de su encierro. Afirman que las drogas causan
un deterioro físico, que incluso acaba por transformar las facciones de la persona
consumidora, salvo la marihuana que dicen no ocasionar dicho efecto.
3. Opinión del interno frente al consumo de sustancias psicoactivas
Los internos que se encuentran en el patio sexto son caracterizados por una
condición de “farmacodependencia” según la organización, dada por la
caracterización de internos que recibe la institución, sin embargo existe de parte de
ellos una negación frente al nombre que se les ha dado, puesto que la mayoría de
reclusos no se consideran personas farmacodependientes, argumentando que no les
hacen falta las sustancias psicoactivas para estar bien, por esto algunos dicen hacerlo
por simple gusto. Sin embargo:
La denominación de farmacodependencia ha sido adoptada por la OMS con el fin de reemplazar la de toxicomanía, adicción y habituación. Puede definirse como un espacio psíquico y a veces físico resultante de la interacción entre un organismo vivo y un fármaco. Se caracteriza por modificaciones del comportamiento y otras reacciones que comprenden siempre un impulso irreprimible a tomar el fármaco en forma continua o periódica a fin de experimentar sus efectos psíquicos o para evitar el malestar producido por su privación (“Elementos Conceptuales” en Proyecto de Prevención Integral de la Drogadicción en el Sistema Penitenciario Colombiano, 1999, p.38).
El tiempo compartido con el grupo de internos que contribuyó al presente
trabajo, demuestra aspectos básicos que se utilizan en la definición dada por la
Organización Mundial de la Salud y que permite pensar en una real condición de
farmacodependencia, puesto que era notorio el cambio de comportamiento que se
daba cuando alguno de estos jóvenes había consumido algún tipo de fármaco, las
reacciones físicas y psicológicas eran evidentes y utilizaban expresiones verbales en
donde se traducía la precisa necesidad de experimentar algún efecto en particular por
gusto o por la existencia de una molestia específica.
Aún cuando niegan ser adictos, reconocen que consumen sustancias
psicoactivas y algunos manifiestan un deseo por dejarlas. La experiencia carcelaria
36
les ha mostrado en sus propias vidas o en las de algunos compañeros los perjuicios de
la droga, razones por las que han dejado de consumir cierto tipo de sustancias que
consideran más peligrosas que otras.
En general el interno teme al consumir pegante y bazuco porque consideran que
los daños que causan estas sustancias pueden llegar a ser irreversibles. Se ha visto el
caso en el que el interno dice haber abandonado cierto tipo de sustancia por sus hijos
y también se encuentra quien asegura que lo ha hecho por su propia salud física y
mental, además de hacerlo pensando en el bienestar de su comunidad.
Hay otro grupo de internos que reconocen su adicción, a algunos les preocupa
la situación por la que están pasando al sentir que quieren el vicio a diario. Conocen
de terapias dirigidas para personas con este tipo de problemática y aunque algunos
desearían tenerlas, no tienen mucha fe en ellas porque en la mayoría de los casos, no
sería la primera vez que asistirían a sesiones de este tipo, sin obtener los resultados
que esperan.
Los internos reconocen que el hecho de conocer alguna droga, incita a la
persona a conocer otros mundos, como la delincuencia y a probar cada vez más
sustancias psicoactivas, definen la marihuana como la puerta de todos los vicios y
entienden que el proceso para abandonar las drogas no es sencillo, sino que requiere
de diversos elementos, pero especialmente de fuerza de voluntad y de tiempo, pues
afirman que no se puede abandonar la droga en un único intento.
Para un interno el cambio de vida que le provocó Dios en la cárcel, hizo que
abandonara la adicción, transformando su pensamiento frente a las pasiones del
hombre, como el interno las llama. Para otro interno a diferencia de lo que la gente
podría pensar de una persona que ingresa a una cárcel, donde el tráfico de drogas
hace parte del día a día, su entrada a la cárcel constituyó el momento en el que decide
abandonar las sustancias psicoactivas, en la actualidad dicho interno se siente
rehabilitado después de haber estado varios años sumido en el mundo de la
farmacodependencia.
Existen internos a los que desde su apreciación, la droga no les ha cambiado la
vida y por tanto no quieren dejarlas, ni tienen una razón para hacerlo, en la medida en
37
que consumirlas forma parte de una de las tantas costumbres que tienen en su vida
como prisioneros.
La estrecha relación que existe entre la ingesta de sustancias psicoactivas y el
mundo delincuencial, se materializa en la ejecución de los diferentes delitos, como se
verá en el próximo capítulo.
4. Tratamiento para consumidores de sustancias psicoactivas
La mitad de los internos que fueron partícipes de la presente investigación,
han estado en centros de rehabilitación, recibiendo un tratamiento para abandonar el
consumo de sustancias psicoactivas. Los centros de rehabilitación en los que han
estado algunos de ellos son: Fundación Massá, Rompiendo Cadenas, Hombres del
Mañana, Hombres Fuertes, Alcance Victoria, Luis Amigó, Nuevo Nacimiento, San
Gregorio, Hogares Claret, Fundación Laica y Fundación La Luz. Otros han recibido
algún tipo de atención en instituciones como el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar, el Hospital Santa Clara, en la Policía, en la CJ y en la cárcel de menores El
Redentor, donde existe comunidad terapéutica.
Quienes han asistido a estos tratamientos, dicen haberse retirado en muy poco
tiempo, puesto que consideran que los tratamientos no sirven, afirman que no es
suficiente que les enseñen sobre los daños que produce cada una de las sustancias,
sino que además se debería llevar a cabo un proceso de desintoxicación.
Para NARCONON programa líder en rehabilitación para adicciones, el
procedimiento de desintoxicación consiste en eliminar de los tejidos grasos, residuos
de las drogas mediante ejercicio, especialmente correr, puesto que éste aumenta la
velocidad de la circulación de la sangre y aviva el organismo, haciendo que la
circulación sanguínea penetre en los tejidos donde se encuentran acumulados los
depósitos nocivos; sauna, debido a que sudar libera los residuos de droga y
complementos alimenticios, es decir una nutrición adecuada, comer verduras,
vitaminas y minerales, para reparar el daño hecho por las drogas, reconstruir tejidos y
células para restaurar el equilibrio bioquímico del cuerpo.
38
De igual forma en el tratamiento que propone el distrito, la fase de
desintoxicación, requiere de intervención del personal médico y de apoyo, para evitar
la aparición del síndrome de abstinencia2.
Han perdido la credibilidad en ellos, porque han presenciado la reincidencia
en el consumo de compañeros que culminaron todas las fases del tratamiento y que
salieron de éste a consumir, asegurando que se requiere además, de una voluntad
propia y una decisión personal de dejar las sustancias psicoactivas. Atestiguan que en
los centros de rehabilitación es donde más droga se ve circular y que las personas que
reciben estos tratamientos, salen con mayor ansiedad de consumir.
Consideran en su mayoría que en el Establecimiento Penitenciario y
Carcelario de Bogotá, no han recibido ningún tipo de tratamiento para abandonar el
consumo de sustancias psicoactivas, a pesar de ser catalogados como los
consumidores del centro de reclusión. Solamente un interno dice haber recibido
tratamiento, pero no se sintió satisfecho durante el tratamiento, ni con los resultados.
En la actualidad pocos internos estarían dispuestos a recibir un tratamiento de
rehabilitación en el centro de reclusión, lo cual debe generar una gran preocupación
para la institución que tiene un deber no sólo con el interno sino con la sociedad.
Vivencias correlacionadas con el consumo de sustancias psicoactivas
1. Relación entre la ingesta de sustancias psicoactivas y la comisión del delito
Es en el “cartucho” donde se hace palpable la experiencia continua de la
ingesta de sustancias psicoactivas y de la comisión de actos delictivos. He aquí un
círculo vicioso en donde la necesidad del consumo conducía al delito para obtener los
medios económicos y poder adquirir las sustancias psicoactivas, pero a su vez,
algunos necesitaban de sus efectos físicos y mentales para poder asumir la ejecución
2 El síndrome de abstinencia se da cuando se suspende la administración del fármaco y se dan problemas físicos. (“Elementos Conceptuales” en Proyecto de Prevención Integral de la Drogadicción en el Sistema Penitenciario Colombiano, 1999, p. ¿?)
39
del delito, lo cual demuestra una estrecha relación entre el hecho de consumir y el
delinquir.
Existen diferentes maneras de entender la anterior relación, la gran mayoría de
estas personas preferían actuar bajo efectos del alcohol, considerado como un tipo de
sustancia psicoactiva, de carácter especialmente depresivo, que satisface exigencias
físicas que inducen a una administración de forma repetida, además de embotar los
sentidos si es administrado en pequeñas dosis según Cohen e Inaba (1992).
En relación con el alcohol, podían darse dos situaciones que demostraran la
correlación directa entre el consumo y la ejecución de una acción, la primera tener
planeado algo por hacer antes de ingerir la sustancia o por el contrario sentirse
motivado a promover cualquier conflicto por los efectos que genera su consumo.
Muchos de estos jóvenes actuaban bajo efectos de sustancias tales como la
cocaína (“perico”), la marihuana (“bareta”), el pegante y algunas drogas sintéticas
(“pepas”). Otros pocos, preferían cometer el delito en sus cinco sentidos, sin sentir la
necesidad de actuar bajo efectos producidos por alguna sustancia.
Particularmente había quien ejecutaba el delito sin consumir ningún tipo de
sustancia psicoactiva y después se “trababa”, argumentando que no lo hacía antes,
puesto que uno de los efectos de las sustancias psicoactivas, era producir
somnolencia, lo cual lo podía perjudicar si en algún momento se quedaba dormido y
de esta forma facilitaba su captura por las autoridades.
Sin embargo para algunos de estos jóvenes, no importaba actuar bajo efectos
de sustancias psicoactivas o consumirlas después del delito, al obtener los medios
para conseguirlas. Argumentan además que el día que cometieron el delito por el
cual se encuentran pagando la condena actual, no se encontraban bajo ningún efecto.
2. Experiencias en libertad relacionadas con el consumo de sustancias
psicoactivas
Muchos de estos jóvenes salieron de sus casas en condición de víctimas del
maltrato que recibían de sus padres, otros terminaron en la calle al vender sus
40
pertenencias para vicio, incluso algunos llegaron a abusar de las pertenencias de sus
familiares lo cual los llevó a enfrentar la experiencia de vivir en la calle.
A muchos de ellos les regalaron cuando niños la adicción, pues les pusieron
en sus manos, diferentes tipos de sustancias psicoactivas, algunos de ellos con el
tiempo asistieron a centros de rehabilitación con el deseo de dejarlas, algunos lo
hicieron por su propia cuenta, otros impulsados por sus familias, sin embargo, para la
mayoría, dichos centros no tienen ningún sentido y sólo a unos pocos les ayudó a ver
el mundo desde otra perspectiva, pero no necesariamente a abandonar el consumo de
sustancias psicoactivas.
Estando en libertad, asumieron trabajos de adultos, siendo tan solo unos niños
y se vieron obligados a presenciar duras situaciones relacionadas con estados de
drogadicción no sólo en hombres, sino en mujeres y niños. Una de las más duras
experiencias que hizo parte de la vida en libertad, fue haber vivido en lo que
antiguamente se conoció como la calle del “cartucho”, en dicho lugar el joven tuvo
que presenciar muertes, matar y herir para defender su vida. Allí, el robo constituía la
principal actividad a través de la cual se conseguían los medios para comer, para
vivir y mantener el vicio. Algunos consiguieron a su pareja en este lugar y en
ocasiones fueron las mujeres quienes se encargaron de entrenarlos en el robo e
instruirlos en asuntos de consumo.
Decir sí o no a una propuesta en el “cartucho”, representaba prácticamente el
mismo riesgo. Decir sí, implicaba asumir toda la responsabilidad de cumplir la misión
asignada, la cual generalmente estaba relacionada con asumir roles en negocios con
sustancias psicoactivas, causantes de los problemas más comunes en dicho lugar
como desbalances en asuntos de dinero y pérdidas de mercancía. Por su parte, decir
no, era proclamar su propia condena de muerte. La forma de vivir en aquel lugar, los
hace pensar que fue allí donde formaron y pulieron su personalidad y donde
aprendieron realmente a sobrevivir.
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Resumen
Las sustancias psicoactivas son la materia prima y el medio de reproducción
de la delincuencia. Esto quiere decir, que la delincuencia no solamente es el ambiente
donde se conocen a mayor profundidad las sustancias psicoactivas, sino que además
es el mundo en donde se vive de ella.
La experiencia de vivir en la calle, especialmente en la antigua zona conocida
como “el cartucho”, es determinante para adquirir dependencia hacia las sustancias
psicoactivas y para integrarse de forma total al mundo de la delincuencia. Existe un
círculo vicioso que se mantiene en la vida de estos jóvenes catalogados como
delincuentes, su adicción frente a algunas sustancias psicoactivas, el deseo, la
necesidad y el afán por conseguir y consumir las drogas, lo impulsan a la comisión
de actos delictivos, cuya ganancia a su vez es invertida en el consumo, adentrándolo
cada vez más a un ambiente difícil de vivir y de abandonar.
Paradójicamente una de los supuestos considerados al inicio de la presente
investigación, ha sido plenamente transformado, puesto que la cárcel no conduce al
vicio, sino el vicio a ella, razón por la que los internos atribuyen gran culpabilidad a
la experiencia que han tenido con las drogas, la cual repercute de manera directa en la
situación en la que se encuentran inmersos hoy en día.
La marihuana es la sustancia psicoactiva más consumida en el medio
carcelario, el interno la asume como una sustancia que no trae perjuicios para su salud
y si muchos beneficios de tipo mental y espiritual, lo que inhibe cualquier
pensamiento de dejarlas.
Las etapas en las que el recluso deja de consumir alguna sustancia psicoactiva,
no son más que la materialización del síndrome de abstinencia, puesto que dejar de
consumir alguna sustancia por un corto tiempo, sin la conciencia de querer dejarla, ni
la capacidad física para hacerlo, obliga al individuo a ingerirlas, al sentir la carencia
de los efectos que determinada sustancia produce en él.
La droga que más miedo causa al interno es el bazuco, clasificada como una
sustancia psicoactiva estimulante por los efectos que proporciona su ingesta,
42
especialmente por las consecuencias individuales como el deterioro físico y
psicológico, sumado a la alteración de la conducta legal, que a su vez hace parte de
las consecuencias socio económicas de las sustancias psicoactivas.
El bazuco es cocaína de base libre, lo que quiere decir que es una forma
químicamente alterada de la cocaína regular, el clorhidrato de cocaína. Esta es mucho
más intensa y trágica en sus efectos que la cocaína que se aspira, puesto que
desequilibran las sustancias químicas cerebrales con más rapidez, desarreglando el
equilibrio hormonal del cerebro.
Riascos y Vallejo (1971), consideran que los estimulantes promueven
actividad, viveza de ánimo y dan sentimiento de seguridad a quienes lo toman,
presentando el gran riesgo de desmovilizar la voluntad, impidiendo más adelante
hacer frente a la vida con los recursos naturales del carácter. A su vez según Inaba y
Cohen (1992) pueden causar ansiedad, paranoia y confusión mental.
Los internos, reconocen ser consumidores de sustancias psicoactivas, pero
afirman no ser personas farmacodependientes, en la medida en que creen que la
ingesta de sustancias psicoactivas no es necesaria para sentirse bien, a pesar de lo que
puedan pensar las demás personas del centro de reclusión.
Conocen e incluso han estado en tratamientos de rehabilitación, en donde se
efectúa un proceso de enseñanza en torno a los daños que causa la droga, tema que
consideran manejar y dicen no recibir lo que verdaderamente necesitan, como un
proceso de desintoxicación.
Sin embargo tienen prácticamente una nula credibilidad en este tipo de
tratamientos, puesto que han conocido de cerca, testimonios de personas que han
concluido éste tipo de tratamientos y que salen en peores condiciones de adicción que
con las que fueron internados.
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LA DELINCUENCIA COMO OPCIÓN DE VIDA
Éste capítulo recoge de manera concreta los antecedentes delictivos del
interno, los diferentes momentos en la trayectoria de su vida delictiva, como lo son el
inicio, el desarrollo y la situación actual; refleja el crecimiento que tiene la ambición
y la forma en la que dicho sentimiento se apodera del joven. Desarrolla además una
comparación exhaustiva entre los trabajos desarrollados antes del ingreso a la
delincuencia y durante la vida delictiva, especialmente en lo que se refiere a montos
económicos, describiendo la ganancia y la inversión. Finalmente condensa las
apreciaciones que merecen los asuntos relacionados con el delito según el recluso.
Un hombre no nace asesino, ni nace ladrón, por ello la historia nos hace
entender las transformaciones que sufre la mente de un niño o de un joven para llegar
a ser hoy en día un delincuente encerrado en el calabozo de la cárcel Picota de Bogotá
y que purga penas que responden a delitos como homicidios, tentativas de homicidio,
hurtos, tentativas de hurto, narcotráfico o comercio ilegal de drogas y fabricación,
tráfico y porte ilegal de armas y municiones.
Cuando se hace una retrospectiva de la vida de cada interno, se encuentran
importantes antecedentes delictivos como la representatividad que tienen varios
padres de estos jóvenes en la injerencia de sus hijos en la vida delincuencial. Muchos
de los internos vienen de familias en donde la principal actividad es el robo, en
algunos casos el padre del interno determinó que su hijo se dedicara a su misma
profesión e incluso motivó a su hijo para que abandonara el trabajo que tenía,
haciéndole ver la vida de una manera que en pocos años le cobró su libertad, el
interno recuerda que:
(…) ese día él me dijo que cuánto me ganaba en el trabajo y yo le dije -yo me gano tanto diario-, y él -no le trabaje a nadie, no tiene que ser esclavo de nadie- (…)
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La vida delictiva de estos jóvenes tiene su propio camino, no se hicieron
delincuentes de un día para otro, tampoco sus ideales de un comienzo fueron tan
ambiciosos, como los que tienen en la actualidad. Estos jóvenes iniciaron con el hurto
de pequeñas cosas, con el interés especial de obtener mínimos ingresos que incluso
no siempre eran para sí mismos, sino para sus novias y familiares, el robo en los
supermercados de cualquier artículo, ya no fue suficiente para obtener lo que
verdaderamente necesitaban, así que tuvieron que empezar a asaltar grandes
almacenes, a realizar asaltos en la calle, a robarse bicicletas, carros y motos y hasta
ganado quienes vivían en el campo.
Estos asaltos cada vez más organizados, les mostraron la obtención de dinero
fácil para la mayoría, pero muy trabajado para otros tantos. A medida que crecían en
edad y en experiencia, hacían lo que fuera con tal de conseguir cada vez más dinero,
llegando a cometer asaltos de nóminas en las empresas, fletes en los bancos y asaltos
a residencias. Los barrios más vulnerables para la comisión de los delitos, se ubicaban
en la zona norte de la ciudad, tales como Unicentro, Cedritos y Chapinero y en el sur,
zonas como la Primero de Mayo y Bosa por tener múltiples sectores.
Hubo quien desde que se encontraba en el colegio, cometió delitos tales como
el asalto a la sala de sistemas en dos oportunidades, robándose una gran cantidad de
computadores, lo cual muestra como el robo a medida que pasaba el tiempo se hacía
no solo más ambicioso, sino más peligroso para el ladrón.
Para cumplir los objetivos en cada asalto, se valían del uso de armas blancas 3 y
de fuego para amedrentar a sus víctimas y defenderse en caso tal de peligro. Cuando
el hurto se convierte en un estilo de vida del joven, el sobrevivir se hace a su vez el
lema de vida. Es el caso de un joven quien a sus ocho años de vida comete su primer
homicidio por salvar su vida y de ahí en adelante considera que lo debe hacer por
siempre, con tal de sobrevivir.
3 Según el Proyecto de Ley 240 de 2008 del Senado en su artículo 2º, se define a rma blanca como: “(…) aquellos instrumentos punzantes, cortantes, corto contundentes o cortopunzantes capaces de herir, cortar, matar o dañar; que posean bordes filosos, romos o punzantes, tales como navajas, puñales, puñaletas, punzones o cualquier objeto de similares características”.
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Es así como hurto, asesinato y narcotráfico hacen parte de una red delictiva. Al
ser personas consumidoras que enfrentaron la experiencia de habitar en la calle,
utilizaban el robo para conseguir el vicio y algunos de ellos, unos cuantos pesos para
su familia. Ser clientes de determinada “olla” como ellos le llaman, los introdujo en
negocios de sustancias psicoactivas y con ello al narcotráfico y al porte ilegal de
armas, con los que aseguraban su vida a la hora de trabajar en la calle.
En dichas experiencias fueron muchas las ocasiones en las que se vieron
obligados a herir a sus víctimas, en algunas porque también estuvieron heridos, en
otras oportunidades asesinaron y en algunas otras hubo tentativas, que la ley también
cobra.
Estos jóvenes han estado expuestos a altas situaciones de riesgo, especialmente
a aquellas en donde han estado en medio de fuertes balaceras, con policías, grupos al
margen de la ley o agresiones recibidas de parte de bandas de delincuencia común,
que para algunos ha significado más que un fuerte susto, como el que se relata a
continuación:
(…) me pasó este ipso facto accidente que fue por un flete, donde me tocó darle muerte a un policía, me tocó dejar ocho policías heridos y recibí siete balazos por parte de ellos y de eso me quedó como secuela que perdí una pierna, como tú has visto, arriba de la rodilla, perdí mi pierna porque me dispararon con munición explosiva.
Cuando estos jóvenes fueron capturados por cualquiera de los anteriores
actuaciones, muchos se encontraron con una lista de procesos que hacían cada vez
más difícil su salida del centro de reclusión, sumado a los delitos cometidos dentro de
la cárcel misma, por problemas personales, problemas de ideología con paramilitares
y guerrilleros, por negocios de cualquier índole, pero según el interno con el fin de
sobrevivir.
Justificación del delito
Cada delito cometido según el interno tiene su razón de ser, el principal
argumento bajo el cual justifican su delito es el mantenimiento de sus familias,
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quienes en casi la totalidad de los casos pertenecieron a estratos bajos y por tanto
llevaban una vida en condiciones precarias.
Otra de las razones podría decirse que fue inculcada por algunos padres,
quienes enseñaron erróneamente a sus hijos, el hecho de que nunca tendrían que
trabajarle a nadie, sino que cada quien debía hacer su propio camino, constituyéndose
como su propio jefe y manteniendo una independencia laboral que permitiría la
escogencia del horario de trabajo y cuya retribución sería para sí mismo, sin aguantar
los reproches e insultos de un superior.
El argumento adquiría una connotación positiva en el momento en que se
aludía a la esclavitud, sin tener en cuenta que no en todos los casos el tener un jefe y
permanecer en condición de empleado significa ser esclavo de alguien en particular.
Algunos de ellos expresan no saber hacer ningún otro oficio, que no esté
relacionado con delinquir, lo cual justifica su actuación. Y otros tantos decidieron
como héroes, contribuir al bienestar de su barrio o comuna, sin importar la forma de
hacer justicia por sí mismos.
Valoración del delito
El interno en algunos casos ha reflexionado sobre su papel en la comisión de
determinado delito, independientemente de si ha causado o no arrepentimiento
alguno. Lo interesante de apreciar en este punto del análisis, es que un delito por atroz
que sea, adquiere para el delincuente una connotación positiva desde que la
frecuencia con la que lo lleve a cabo no sea alta, sin importar que lo que haga en un
solo día, sea moral y legalmente peor que lo que pueda hacer en muchos años.
Otra reflexión fundamental que adquiere el delito, es que siempre y cuando no
se atente contra la vida de otro ser humano directamente como sucede con el hurto, el
delincuente valora su actitud como positiva, puesto que considera no haber causado
un mal irreparable a la víctima.
De igual forma consideran que no es lo mismo ser quien planea el delito, que
quien ejecuta la acción, que aún cuando hayan participado en algún hurto o asesinato,
47
se es mejor persona cuando se es el autor intelectual, que quien da por hecho la
culminación del delito.
Entre los reclusos la forma de pensar sobre determinados temas presenta
ciertas variantes, por ello, otro aspecto muy importante en la valoración que hace el
delincuente se encuentra en relación con la gravedad o no que ha tenido el acto
delictivo, pues para un interno un homicidio ha sido catalogado como el peor acto que
ha cometido en su vida, pero para otro interno, recluido en el mismo penal y en el
mismo patio, el cometer más de veinte asesinatos representa una minoría de lo que ha
hecho y no lo considera un acto delicado, como se ilustra en el siguiente párrafo:
(…) Uno nunca se ha puesto a pensar en cuántas personas ha matado, por ahí unas veinte, veintidós, poquitas ¿si?, en parche si hartos cuando nos íbamos pa’ Villa Gloria, o en el parque de San Jorge, Lucero Alto, eso era pura balacera, del lado de nosotros que dos, tres muertos, pero ya.
1. Existencia o inexistencia del arrepentimiento
Dentro de las valoraciones que se dan en torno al delito cometido, surgen dos
situaciones generales, cuando existe arrepentimiento y cuando el interno no se
arrepiente de lo que hizo. Representan una notoria mayoría quienes se arrepienten de
lo que han hecho, desde quien se arrepiente ante Dios, pero no ante las personas,
hasta quien se arrepiente del camino por el que optó y lo condujo a la delincuencia,
especialmente aludiendo al consumo de sustancias psicoactivas, como lo manifestó
un interno, diciendo:
(…) Yo me arrepiento de la mayoría de cosas, me arrepiento de haber probado la marihuana, desde el momento en que yo la probé, ahí digo, ahí fue donde me torcí porque yo iba bien, conocer esas drogas me incitó a hacer muchas cosas más, yo pensaba -ya fumo marihuana, pues que me queda, robar-, como esa adrenalina, la curiosidad es la que lo lleva a uno a todo eso, el querer saber qué se siente (…)
Un interno considera que el delito que cometió y por el cual paga su condena
actualmente, no sirvió de nada, no cumplió ninguno de sus intereses y por el contrario
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si perjudicó su vida, además de caer en cuenta que la motivación por la que efectuó el
delito no valía la pena.
Para quienes responden a condenas de hurto, a pesar de no asumir el cien por
ciento de la gravedad de lo que hicieron, piensan que todas las personas trabajaron
para conseguir sus pertenencias y el hecho de no saber con cuánto esfuerzo lo
lograron, causa en pocos internos la sensación de que no estuvo bien haberlo hecho,
pero aún así, son mayores los argumentos que justifican el delito, opacando este tipo
de reflexión. En algunos casos en donde se pagan condenas de hurto y homicidio,
existe arrepentimiento de los homicidios únicamente, pues el hurto es para ellos su
profesión y no lo consideran un delito.
Respecto a la minoría de quienes no se arrepienten, se observa un sentimiento
de venganza que prevalece sobre la gravedad o no del acto, es muy importante
entender que para el interno que no se arrepiente, la cárcel fue una oportunidad que le
dio la vida, puesto que de no ser así, probablemente no hubiese corrido con la misma
suerte y quizá ni existiría por los muchos problemas que tenía en la calle.
Ganancia e inversión económica producto de los delitos
El dinero fácil es una de las motivaciones de quien delinque, por ello es
importante analizar la cantidad de dinero que ganaba el joven en los trabajos a los que
se dedicaba antes de ingresar a la delincuencia. Dichos trabajos se encontraban
principalmente en el área de la construcción, del mercado y del reciclaje. Aunque
algunos también trabajaron en ebanistería, taller de pintura automotriz,
metalmecánica, monta llantas, confecciones, fábricas de calzado y mensajería.
Si se compara la ganancia que obtenían de los trabajos anteriores a la
delincuencia, vemos como devengaban un salario mínimo ó recibían un diario entre
$35.000 y $50.000, lo que generaba al mes un salario entre $1’050.000 y
$1’500.000, lo cual se consideraba un sueldo insuficiente para la satisfacción de todas
sus necesidades. Entre tanto, cuando empiezan a hacer parte de la vida delictiva, su
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salario fluctuaba dependiendo de la actividad que desempeñaran. Los siguientes son
algunos ejemplos de lo que llegaron a obtener como producto de sus delitos.
Con el robo de ocho computadores, recibía el joven $100.000 por cada uno, lo
que quiere decir que en solo un día se ganó $800.000; en un fleteo hecho en un banco
se ganó $12’000.000, a través de la venta de frentes de carro robados, se ganaba
$400.000 por cada venta. Algunos devengaban un salario entre $20’000.000 y
$30’000.000 que se podían conseguir en un solo día.
Algunos dicen estar acostumbrados a ganarse como mínimo $100.000 diarios,
lo que hace un total al mes de $3’000.000. Otros pocos aseguran que con un sueldo
de $1’000.000 logran mantenerse en buenas condiciones. Sumas inmensas de dinero
se llegaron a ganar en un solo delito, como aquel que obtuvo un botín, como el
mismo le llamó de $85’000.000 en tan solo un día.
Incluso dentro del mismo centro de reclusión, se genera movimiento de
dinero, básicamente negociando con sustancias psicoactivas, a modo de ejemplo la
marihuana es vendida hasta por $50.000 o $60.000, lo que demuestra que aún estando
en la cárcel la ambición por conseguir dinero se mantiene.
Con tan altas sumas de dinero, la pregunta que cabe hacerse es en qué
invirtieron dicha ganancia y la respuesta es sencilla, por una parte, en una de las
principales justificaciones de sus delitos dada por el cubrimiento de necesidades
familiares y personales.
Quienes tenían a su familia, colaboraban con los gastos de la casa, deseaban
ayudar a su mamá con todo lo que se necesitara, incluso robaban en supermercados
diferentes alimentos para darles a sus hermanos, novia y familiares de ella, para las
onces del colegio o $10.000 o $20.000 a cada uno.
En el caso de quienes se encontraban solos, el dinero fue utilizado en la
compra de casas, lotes, carros, apartamentos, motos, televisores, equipos de sonido e
incluso en cuentas en los bancos, de igual forma hubo quien invirtió el dinero en sus
estudios, de forma tal que pagó algunos semestres de su carrera técnica, sumado a los
instrumentos y uniformes requeridos. Algunos utilizaban esas grandes sumas de
50
dinero para pagar las deudas que tenían en sus hogares o para comprar cosas y
revenderlas a un mayor precio.
La segunda inversión del dinero producto del delito son los instrumentos
propios para delinquir, esto significa que el interno ganaba dinero y éste era utilizado
para comprar armamento, revólveres, pistolas, armas blancas y medios de transporte
propios para la comisión de los delitos.
Resumen
Existe una influencia directa de la mayoría de los padres en la inmersión de
los hijos en la vida delictiva, puesto que algunos de ellos contribuyeron con sus
enseñanzas al estilo de vida por el cual optaron sus hijos e hicieron que el lema de
ella fuera “sobrevivir, cueste lo que cueste”.
Desde que el joven decide ingresar a la delincuencia, se acostumbra a recibir
altas sumas de dinero, que lo hacen cada día una persona más ambiciosa. De tal
forma, entre mayor sea la codicia existente en la mente del delincuente, éste se ve
sometido a mayores riesgos y peligros.
Los montos económicos que recibían producto de los trabajos anteriores al
delito, señalan una brecha enorme, al ser comparados con el dinero que devengan en
la comisión de delitos. Sin embargo, la vida delictiva no termina con el ingreso a la
cárcel, por el contrario, en ella no solamente aprenden más formas de delinquir sino
que además buscan la forma de mantenerse a través del delito.
Para el interno, existen principalmente tres apreciaciones en torno a los
delitos, la primera de ellas se refiere a que la frecuencia en la comisión de los delitos,
determina la valoración positiva o negativa del mismo; de esta forma, quien delinque
todos los días, adquiere una connotación negativa frente a quien delinque de vez en
cuando.
De igual forma, el hurto no es considerado como un delito, sino como un arte
y una forma de vida, en donde nunca se causa un mal irreparable a la víctima, puesto
que siempre podrá recuperar los bienes usurpados. Finalmente, según el interno,
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siempre será mejor persona quien es el autor intelectual, que quien ejecuta la acción
en el delito.
El interno no tiene la conciencia de actuar fuera de la delincuencia, por el
contrario les gusta invertir el dinero producto del delito en armamento para continuar
en la vida delictiva, sumado a la satisfacción que les genera la obtención de dinero en
grandes cantidades.
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CÁRCEL: FALSA OPORTUNIDAD DE VIDA
El presente capitulo contiene el significado que tiene la cárcel para el interno,
relata las experiencias de mayor trascendencia en prisión y aquellas que han
desembocado en consecuencias externas, involucrando a la familia y a las mujeres
que formaron o forman parte de la vida del interno. Éste capítulo da cuenta del
funcionamiento del centro de reclusión, especialmente en lo que concierne al patio
sexto, narrado desde la voz de los internos. Señala la historia de los sentimientos del
interno y hace explícita la confrontación entre postulados institucionales enfocados
hacia la resocialización y la realidad penitenciaria a través de hechos contundentes.
Podría pensarse que la cárcel representa una de las experiencias más
dramáticas por las que puede pasar un ser humano, puesto que la mayoría de cosas
que se conocen en torno a las cárceles son aterradoras y deprimentes. Sin embargo,
hablar de la cárcel y de lo que significa estar en ella, es pronunciar palabras más allá
de rejas, guardias y sufrimiento; es exponer la complejidad que implica el hablar de
ella y la responsabilidad de hacerlo para entender ese mundo que se piensa y se
describe como hostil.
En la cárcel no solo se viven los dramas que nos muestran los medios, ni se
vive un solo drama, se viven millones y más complejos, cada persona representa un
drama aparte y se manifiestan crisis realmente aterradoras. Sin embargo no todo tiene
que ver con tragedias, como usualmente comentan funcionarios, familiares y medios;
el último rincón que describe este trabajo, el patio sexto, brinda otros elementos
importantes de analizar.
Es el patio donde se hizo posible la conversación, la comunicación, el
diálogo, es donde se entiende la experiencia de pasar por la cárcel, donde se entiende
la forma de pensar, de reaccionar, donde se traducen los aspectos más complicados de
la vida, donde se entiende lo imposible que era para algunos jóvenes, el no estar allí.
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Existe una mezcla de sentimientos y pensamientos que nos permiten descifrar la
experiencia del hombre, en este caso del joven que hasta hace poco dejó de ser un
niño tras las rejas.
Para la mayoría de estos jóvenes, el estar privados de la libertad en La Picota,
no es su primera experiencia en una cárcel. Muchos de ellos vienen siendo recluidos
desde su infancia, en centros de menores como el SER, la Poesía, El Redentor y en la
Cárcel Nacional Modelo, en el patio de menores, especialmente por delitos de hurto,
homicidio y comercio ilegal de sustancias psicoactivas. Afirman los internos que de
estos lugares salen muy rápido y que en estos, mientras algunos reciben tratamiento
para abandonar el consumo de sustancias psicoactivas, algunos se sumergen en el
mundo de la droga.
Para nueve internos de los que participaron en la investigación ésta es su
primera entrada a un centro de reclusión, para tres de ellos este es su segundo ingreso,
para dos jóvenes es su tercera vez, para un recluso es su cuarta entrada a una
penitenciaria, para dos internos la actual condena es su quinta entrada, para otros dos
jóvenes es su séptimo ingreso, para otro interno es su onceava vez y para otro joven la
actual condena representa su treceavo ingreso a prisión.
Estos jóvenes han recorrido una gran cantidad de Penitenciarías a lo largo y
ancho del país, pero en general los internos del patio sexto, han estado en la Cárcel
Nacional Modelo y en la Cárcel Distrital de Varones, Anexo de Mujeres, en situación
de sindicados y como condenados en la Penitenciaría Nacional El Barne y trasladados
al Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Bogotá, más conocido como La
Picota.
Algunos de ellos han estado recluidos en cárceles de departamentos como
Boyacá, Valle del Cauca, Antioquía, Cesar, Huila, Meta, Cauca, Casanare y
Cundinamarca. Solamente un interno dice haber estado recluido en la Cárcel El
Rodeo de Venezuela.
54
Descripción y desarrollo de una vida en prisión
1. Captura, reincidencia en el delito y condena del interno
Algunos de los internos que se encuentran en el patio sexto fueron capturados
por la comisión del delito (s), mucho tiempo después. Algunos fueron perseguidos
durante años, otros durante meses con varias órdenes de captura y algunos fueron
declarados como reo ausente.
Al ser declarados de esta manera, el delincuente no tiene la posibilidad de
hablar con el juez, lo que hace que éste tampoco se entere de la condición de
consumidor de sustancias psicoactivas que tiene el interno. Algunos de los internos
que tuvieron dicha posibilidad afirman que el juez sí sabía de la condición de
consumidor, pero que no opinó nada al respecto, otros aseguran que el juez los
interrogó, pero que decidieron mentir respecto a su condición de consumidores de
sustancias psicoactivas pensando que al no admitirlo les iba a ir mejor en el fallo de
su condena.
Justamente la mitad de los internos del patio sexto han reincidido en los
delitos por los cuales se encuentran actualmente recluidos. Las entradas a la cárcel de
estos jóvenes como se vio en párrafos precedentes, demuestran un alto grado de
reincidencia en la comisión de los delitos.
Condenas de 18, 35, 38, 45, 48, 80, 120, 152, 153, 162, 180, 188, 192, 200,
204, 230, 320, 322 y 618 meses, se encuentran pagando los jóvenes del calabozo,
unidos en las mismas condiciones, por los mismos delitos, cada uno con una historia
de vida cien por ciento diferente de quien duerme a su lado.
Si se hablara de la posibilidad de cumplir a cabalidad el tiempo de condena de
una persona que ingresa a una penitenciaria después de ser mayor de edad, es decir,
de tener cumplidos los dieciocho años, todos morirían en la cárcel y quizá esta
institución no tendría ningún sentido, sin pensar necesariamente que con la forma de
operar en la actualidad tenga sentido alguno, de ser así sería simplemente un albergue
y un cementerio de “delincuentes”.
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Las condenas otorgadas en el juicio, son susceptibles de transformaciones que
en algunos casos no son representativas de la cantidad y gravedad de los delitos
cometidos, tales como las del siguiente caso:
(…) a los noventa y seis años a los que entré procesado, me dieron la tercera parte por aceptar los cargos, porque yo acepté los cargos por homicidio, por tentativas, por lesiones, por porte y por hurto, fueron cinco cargos que acepté, los otros no los acepté porque no los había cometido, no eran vulnerables a mí, no eran efectivos en mi proceso, me condenan a treinta y siete años, nueve meses, por homicidio, treinta y siete años, pero resulta que descontando y en unos arreglos que se hicieron en el 2005, porque … para ese tiempo del 2005, llegó un amigo de Hong Kong… y me dice -¿qué hay que hacer papá?, mijo, ¿qué necesita, qué hay que hacer?-, entonces yo le digo al hombre -consígame un abogado, un abogado original, un abogado arreglador-, que yo vendo la casa, vendo el carro, vendo mis cosas pa’ que arreglemos…. Resulta que el hombre me regaló $30.000.000, yo vendo mi casa, vendo mi moto… vendo el lote, saco una plata del CDT que tenía, mis ahorros, el ahorro del patrimonio de todo mi hogar prácticamente, pero yo necesitaba salir… reuní $120.000.000 en el 2005, con eso se hizo el arreglo, a lo cual me volvieron a dar unos beneficios sobre la condena, me dieron el 50% y la redosificación, el 50% lo llamamos de la sentencia anticipada, por haber aceptado los cargos, entonces me bajó la condena a dieciocho años, nueve meses. De dieciocho años, nueve meses, con la redosificación del dos de mayo, me quedó en diez años, a lo cual ya tendría que hacer seis, que son los que completo ahorita en agosto y me voy, gracias a Dios (…)
La disminución de la pena se puede dar por diferentes medios, el primero que
es utilizado es la aceptación de cargos, es decir, reconocer los delitos por los que ha
sido juzgado. En segunda instancia se encuentran las actividades de descuento que se
supone debe brindar la institución a todos los detenidos. La absolución de procesos y
rectificación de los jueces es otra de las formas por las cuales se obtienen rebajas de
tiempo y finalmente los arreglos hechos con montos de dinero dependiendo del delito
cometido. El tiempo que tarde pagando su condena con los respectivos ajustes a los
que pueda acceder, los tendrá que vivir en el mundo carcelario del cual hay mucho
por contar.
La cárcel es una estructura orgánica que como tal se divide en zonas
especiales para los diferentes tipos de población que recibe a diario. En el
Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Bogotá, más conocido como “La
Picota” existen tres zonas con un grado especial de diferenciación, se encuentran los
Establecimientos de Reclusión Especial, para servidores y ex servidores públicos; los
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Pabellones de Alta Seguridad y Centros de Reclusión para la Fuerza Pública; y el
penal.
El penal, lugar de nuestro interés, consta de siete patios: en los patios del uno
al cuatro se reciben a quienes responden a condenas de delitos como homicidio,
hurto, terrorismo y rebelión; el patio quinto alberga a las personas de la tercera edad y
a quienes se encuentran condenados por delitos contra el pudor sexual; el patio sexto
alberga a quienes la institución caracteriza como farmacodependientes y que además
tienen problemas de convivencia en los demás patios; y finalmente el patio séptimo
en el que habitan personas que militaron en grupos al margen de la ley, como
guerrilleros, paramilitares, reinsertados, desmovilizados y algunos internos que se
benefician del permiso de 72 horas.
Al parecer la clasificación es ambigua y no responde realmente a una
organización con sentido. El hecho de permanecer bajo determinadas condiciones de
vida, recibir ciertas oportunidades, tener privaciones y tener que asimilar incluso
ciertas formas de reaccionar ante eventos inesperados por pertenecer a un patio, en
este caso al sexto, ponen en entredicho el trato digno que debe recibir todo recluso y
que se contempla según la Defensoría del Pueblo como un principio fundamental, en
donde “Toda persona sometida a cualquier forma de detención o prisión será tratada
humanamente y con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano”.
2. Descripción del mundo carcelario
Despertar en la cárcel, es saber que existe un día más en el que se debe estar
preparado para lo peor, es lidiar con los diferentes genios con los que se levanta cada
interno, cada guardia y cada funcionario. Despertar es recordar que se vive en una de
las condiciones más antihigiénicas en las que pueda estar un hombre, para algunos, es
levantarse con el maltrato de dormir en el piso o en una colchoneta que ya es tan
delgada como una simple tela, es ver una vez más que se duerme entre comida botada
por el suelo y convivir con las que para ellos son sus mascotas, las ratas, que corren
por sus pasillos y las cuales despiertan sentimientos absolutamente contrarios a los
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que representa este animal para muchas personas: no hay asco, ni temor, por el
contrario hay compañía y un símbolo que los identifica, al llamarse entre ellos
“ratas”.
Las condiciones de los espacios predestinados para los internos, estimados
según la defensoría del pueblo (1998) deben cumplir con ciertas normas, pero
especialmente:
Los locales destinados a los reclusos y especialmente aquellos que se destinan al alojamiento de los reclusos durante la noche, deberán satisfacer las exigencias de la higiene, habida cuenta del clima, particularmente en lo que concierne al volumen del aire, superficie mínima, alumbrado, calefacción y ventilación (p. 15).
Esperar las cinco de la mañana, es esperar para recibir un desayuno que para
la mayoría es una ofensa, bien sea porque es desagradable a la vista, al olor o al tacto,
o porque sienten que les dan exceso de mala comida, de una comida que no nutre. Sin
embargo, para muy pocos es saber que se tiene un alimento y entrar en preocupación
por no saber si los hijos que ha dejado afuera y a los que con dificultad ve, están
siendo alimentados y de qué manera; en las reglas mínimas para el tratamiento de los
reclusos se consigna que:
Todo recluso recibirá de la administración, a las horas acostumbradas, una alimentación de buena calidad, bien preparada y servida, cuyo valor nutritivo sea suficiente para el mantenimiento de su salud y de sus fuerzas (Ibíd., p. 17).
Entre esos primeros pensamientos del día, también se encuentra el saber que
se hallan rodeados de droga y que hay quienes en la primera hora del día reciben
como regalo alguna sustancia psicoactiva, para poder mantenerlos comprando durante
el resto del día, abusando de la dependencia que pocos aceptan y muchos niegan. El
interno afirma que nunca se acabará la droga, que siempre llegara de alguna manera a
su celda y que siempre estará consumiendo o tentado a hacerlo.
La cárcel es un mundo diferente al de afuera, es como dice el interno, un
manicomio en donde cada persona es un mundo aparte, donde hay muchas formas de
ver el mundo y asumir la vida, donde algunos se han dejado ganar por la experiencia
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y se han convertido en desquiciados. La cárcel es el lugar donde el ser humano está
expuesto a la mayor cantidad de personas diferentes, no simplemente en cuanto a
formas de pensar, sino a edades, ideologías, clases sociales y lugares de origen.
Las actitudes a las que más se siente expuesto el interno son al maltrato, a la
humillación de compañeros y guardias, a la hipocresía en su más alto nivel y al
desprecio de la sociedad, que irónicamente inicia en la propia cárcel, como lo ilustra
la siguiente cita:
(…) yo estoy de acuerdo con que lo saquen a uno del patio, pero ya que vengan a darle duro a uno, pues ya queda muy duro porque no le han dado duro los papás, para que le vengan a dar duro (…)
Si el tratamiento penitenciario pretende reforzar procesos de inclusión con los
internos, no es racional que sea dentro de la misma cárcel, el lugar donde el recluso se
sienta excluido no sólo de la gran mayoría de oportunidades, sino además por parte de
funcionarios, guardias y demás internos. A su vez, dicha inclusión después de la
liberación del condenado, empieza a ser una responsabilidad compartida entre la
institución, quien en su discurso garantiza una atención postpenitenciaria y el resto de
la sociedad, la cual debería haber recibido a través de personal de la institución,
procesos educativos que fortalezcan las redes sociales de cada joven, como se señala
a continuación:
En el tratamiento no se deberá recalcar el hecho de la exclusión de los reclusos de la sociedad, sino, por el contrario, el hecho de que continúan formando parte de ella. Con ese fin debe recurrirse, en lo posible, a la cooperación de organismos de la comunidad que ayuden al personal del establecimiento en su tarea de rehabilitación social de los reclusos. Cada establecimiento penitenciario deberá contar con la colaboración de trabajadores sociales encargados de mantener y mejorar las relaciones del recluso con su familia y con los organismos sociales que puedan serle útiles (Defensoría del pueblo, 1998, p.32).
Y,
El deber de la sociedad no termina con la liberación del recluso. Se deberá disponer, por consiguiente, de los servicios de organismos gubernamentales o privados capaces de prestar al recluso puesto en libertad una ayuda postpenitenciaria eficaz que tienda a disminuir los prejuicios hacia él y le permitan readaptarse a la comunidad (Ibíd., p.34).
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Siempre se ha hablado de los problemas de la cárcel para quién la ve desde
afuera, pero para quien vive enclaustrado en sus muros, los problemas son otros. Uno
de ellos es el cambiar el orden del viejo adagio en donde se debe “pensar para
hablar”, el interno considera que el motor de muchos inconvenientes en un centro de
reclusión se da por las palabras, que se pronuncian sin pensar en las consecuencias.
Este problema aplica para todos los miembros que tienen un papel dentro de la
institución y para los mismos internos.
Por otra parte, el encierro en sí, ya es un grave problema, en la medida en que
hace cambiar, muy poco para bien y en demasía para mal. Afirma el interno que en la
cárcel todo se vale y al parecer esto está muy claro, en ella, tristemente el interno se
acostumbra a los conflictos, a los problemas, a las muertes, a los heridos y al
sufrimiento de quien se ve afectado directamente en algún momento. Pero aún así, la
cárcel es considerada por algunos como su hogar, independientemente de lo que
suceda en él, tal como se dice a continuación: “Estamos encanados pero este es
nuestro hogar”.
La cárcel es el lugar que posee la capacidad de reunir a una gran cantidad de
delincuentes y para muchos es un espacio de aprendizaje, especialmente en lo que se
refiere a la maldad, para quien es creyente cristiano es el contexto en el que se ve el
pecado en su esplendor. El interno considera que:
(…) estar metido entre gente que sabe armar y desarmar una granada, lo que uno no sabía, destruir todo, capacidad de reunirse toda la delincuencia, todos los ladrones, toda la delincuencia, uno sin saber y todos sueltan su maldad y cada uno una más grande, queda uno impresionado, uno trata de decir la maldad más grande y le salen con otra peor, entonces uno piensa -voy a hacer una más maquia- y así (…)
Para quien la calle no fue la maestra que le enseñó a sobrevivir, la cárcel es la
oportunidad para hacerlo, sobrevivir cueste lo que cueste, la vida en la cárcel la hace
cada interno a su manera, sin importar los obstáculos que tenga que afrontar, las
situaciones que tenga que sobrellevar o las cosas que tenga que hacer con tal de
salvarse.
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Como cualquier aprendizaje que se lleva a cabo en la vida, se acompaña de la
reflexión, que en la cárcel surge del ensimismamiento que facilita el encierro y la
soledad, independientemente de ser para bien o para mal, cuyo resultado se puede
convertir en una tranquilidad o en un peligro social. Para los internos del patio sexto,
la cárcel es un agente que atrae las malas energías, las malas noticias y la mala suerte,
pues la experiencia de cada uno de ellos en dicho lugar, así lo demuestra.
Cuando una persona es recluida en un centro carcelario, el primer pensamiento
que enfrenta es el sentir que ha perdido su vida, lo cual se alimenta de sentimientos de
tristeza y de aburrimiento, que lo conducen a la depresión y a la desesperación, lo
cual nos podría llevar a considerar que todas las personas que lograran salir de este
lugar, lo harían transformados en monstruos peligrosos, que indudablemente
volverían a prisión.
Sin embargo, en la cárcel nada se puede generalizar, casi depende de una
decisión personal el hecho de querer volverse una mala persona, pues en la cárcel
también se encuentran personas que a pesar de estar involucrados en el ambiente
hostil de la cárcel, han aprovechado algunas oportunidades o simplemente no se han
dejado llevar por la fuerza negativa que se expande por el aire, quizá porque también
conocen otra cara de la vida. De igual forma hay quienes han buscado a Dios en la
cárcel y de esta forma han aprendido a ser buenos seres humanos, según lo que dicta
la doctrina cristiana.
En la cárcel se aprenden muchas cosas, entre estas a conocer a las personas, no
sólo recluidas, sino a las que se encuentran libres, a las que algún día creyeron
conocer, a las que forman parte de su familia, a los que consideraron sus amigos, a los
que les tendieron la mano en momentos difíciles y a los que nunca les ha tocado pasar
por necesidades, puesto que siempre lo han tenido todo, en concordancia un interno
señala que “(…) aquí he aprendido de los de aquí y harto de los de afuera y de los de
afuera, aprendí más no entendí por qué son así (…)”.
Aún así, para la gran mayoría de internos, la cárcel enseña a ser criminal, a
pensar de manera egoísta, a actuar sin importar nada ni nadie, porque es en ella donde
algunos han repetido experiencias de maltrato, de desplazamiento y violencia. En la
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cárcel han sido golpeados y desplazados por su ideología, en ella grupos paramilitares
o guerrilleros los han atacado vilmente y el interno ha reforzado malos sentimientos,
bien sea por su soledad, por su necesidad de hablar y confiar en alguien o por la vida
en la que se encuentra inmerso, lo que sí es seguro es que en prisión su vida ha dado
un vuelco de 180°.
2.1 El negocio de las sustancias psicoactivas en la cárcel
Otro de los grandes aspectos que caracterizan el mundo carcelario, está dado
por el negocio con sustancias psicoactivas. Si bien el consumo de sustancias
psicoactivas en las cárceles no es un secreto ni para los funcionarios de los centros de
reclusión, ni para las familias de los internos, mucho menos para ellos mismos, entre
quienes se encuentran quienes asumen y quienes mantienen este negocio.
El tránsito y movimiento que tienen las sustancias psicoactivas dentro del
penal, corresponde a una asignación de roles y papeles de ciertos internos que
permiten su continuidad. Existe quien consigue la droga, quien la ingresa, quienes
aportan para la compra de grandes cantidades que son vendidas al interior del centro
de reclusión por altos precios, que dejan una portentosa ganancia económica y
quienes la demandan.
El mantenimiento del vicio es uno de los aspectos más importantes para
quienes negocian con sustancias psicoactivas, se da a partir de sustancias regaladas al
inicio del día a personas consumidoras, cuyas reacciones en muchos casos de internos
con un alto grado de dependencia, hacen que se vea obligado a conseguir dinero para
mantener el vicio a lo largo del día. En ocasiones el dinero para el vicio resulta del
dinero que le es consignado al interno por algún miembro de su familia o de la venta
de pertenencias al interior de la cárcel.
Los resultados del negocio de drogas en la cárcel se resumen en dos tipos de
problemas cuyo origen siempre se encuentra en la posesión de la sustancia
psicoactiva. Por un lado se encuentran los problemas originados por la ingesta de
sustancias psicoactivas y las reacciones físicas y psicológicas que se reproducen en el
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comportamiento generalmente agresivo del interno y por otra parte, por las deudas a
las que conlleva el negocio de sustancias y más en un contexto donde la ingesta es tan
común.
Uno de los problemas que más complejiza la situación en la cárcel, son los
aprietos económicos por vicio, los cuales dejan saldos de heridos, muertos y por
supuesto un gran miedo a contraer deudas, que generalmente terminan en muy malas
condiciones.
2.2 Diferencias entre el patio sexto y los demás patios
A los internos del patio sexto, quienes cargan a diario con el peso de una mala
fama, les ha tocado llevar una vida llena de complicaciones al interior del centro de
reclusión. La diferencia principal se da en el trato que reciben de algunos miembros
del Cuerpo de Custodia y Vigilancia, quienes abusando del poder que les impone su
cargo dentro del centro de reclusión, presentan actitudes incoherentes con la filosofía
y misión de la institución, que se define como:
Administrar el sistema penitenciario y carcelario, garantizando el cumplimiento de la pena privativa de la libertad y detención precautelativa, la seguridad, la atención social y el tratamiento penitenciario de la población reclusa, en el marco de los derechos humanos.
Dentro de los valores corporativos que maneja el Instituto Nacional Penitenciario y
Carcelario, se exponen valores como la lealtad, la responsabilidad, la solidaridad, el
respeto y la honestidad. A lo cual se suman ciertas reglas mínimas bajo las cuales se
debe brindar el tratamiento a los reclusos, como la que expresa que “Todos los
miembros del personal deberán conducirse y cumplir sus funciones en toda
circunstancia, de manera que su ejemplo inspire respeto y ejerza una influencia
beneficiosa en los reclusos (Defensoría del pueblo, 1998, p.28)”.
Se infiere de lo anterior que funcionarios y especialmente la guardia, debe
manifestar a los otros, en este caso al interno, el respeto a la hora de actuar,
reconociendo sus derechos y diferencias, sin dejar de cumplir con su deber, siempre y
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cuando sea con rectitud y ética, garantizando realmente los derechos humanos y la
capacitación y sensibilización que deben tener los funcionarios penitenciarios.
El tener como meta institucional el definir los perfiles de la población, debe
ser una estrategia que facilite el tratamiento penitenciario que busca alcanzar la
resocialización del delincuente, no generar mayores dificultades como lo siente el
interno del patio sexto, quien además de ser estereotipado, no recibe el tratamiento
oportuno.
Las personas que habitan este patio reconocen mantener una mala relación
con la guardia, por el irrespeto al que se ven sometidos, lo cual hace que a su vez los
internos reconozcan el mal comportamiento que adquieren en ocasiones, cuando ya se
sienten demasiado agredidos sea física o psicológicamente.
Según los internos del patio sexto, los demás patios pertenecen a
organizaciones como la guerrilla y los paramilitares, quienes mantienen el control de
todas las dinámicas al interior de los otros patios, razón que justifica el hecho de que
las personas del patio sexto no puedan convivir en otro lugar, pues no están de
acuerdo con permanecer bajo el mando y las costumbres de dichos grupos
mayoritarios en el centro de reclusión.
De igual forma, las actividades de descuento se ofrecen con gran dificultad en
el centro de reclusión, haciendo que al patio sexto no llegue prácticamente ninguna
oportunidad, teniendo en cuenta que para el resto de la institución son caracterizados
como las personas más difíciles de tratar, en la medida en que causan problemas por
cualquier motivo y por tanto no pueden convivir en otro lugar que no sea su propio
espacio.
Se siente un acentuado problema de discriminación frente a los internos de
dicho pabellón, quienes son conocidos al interior del centro de reclusión como los
viciosos de la cárcel. Pese a lo anterior, quienes han tenido la oportunidad de habitar
en algún momento en otro patio, consideran que en los otros pabellones no se vive
pensando en que algo malo va a ocurrir, no temen ataques entre un grupo y otro con
la intensidad con la que lo sienten en el patio sexto.
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Aún cuando se encuentran privados de la libertad, dicen sentir mayor libertad
en los otros patios, pues al menos pueden dirigirse por su propia cuenta a servicios
como psicología, trabajo social, a una cita médica e incluso a recoger sus propias
comidas; lo que consideran que se le niega a quienes permanecen en el calabozo. Sin
embargo, consideran que el doble encierro en su patio, el único beneficio que les trae
es recibir una mayor cantidad de comida, debido a que en los otros patios las raciones
son más disminuidas.
La estructura del patio sexto es compleja, actualmente consta de tres pequeños
pisos, cada uno de ellos con dos pasillos. Dos de sus pisos, específicamente los
superiores, tienen vista a una desgastada cancha de fútbol, lugar donde pasan el
tiempo denominado “hora de sol”. Al fondo de la cancha se ubican algunas duchas
donde no existe privacidad alguna y un lavadero de uso común.
En el primer piso, anteriormente existieron dos pasillos, denominados como
Unidades de Tratamiento Especial (UTE), las cuales hicieron parte de un intento por
tratar de acuerdo a la caracterización de la población, una problemática en particular,
en el presente caso la drogadicción; sin embargo de acuerdo a visitas realizadas por la
Defensoría del Pueblo y otras instituciones dejaron de denominarse así, puesto que no
contaban con los requisitos para serlo, pues de ser así, cada interno debería contar con
una celda y baño propio, sumadas a otras características que nunca llegaron a
cumplirse.
El patio sexto, a pesar de ser el lugar más recóndito, es del que más se habla y
es el más custodiado por el personal de guardia de la cárcel, los internos permanecen
custodiados todo el día y cuando un interno necesita desplazarse por alguna causa
especial, debe ir acompañado por un auxiliar de vigilancia, puesto que para cualquier
lugar donde el interno se dirija, se ve obligado a atravesar todo el pasillo central que
comunica a cinco de los patios, en los que el interno no puede convivir por las
razones anteriormente citadas.
En el patio sexto, la regla principal es que nadie manda a nadie, lo que los
diferencia de los otros patios. Para el interno es un patio de ladrones, donde la palabra
vale, pues entre ladrones se respetan. Sin embargo los inconvenientes más frecuentes,
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se generan porque al ser un patio de consumidores de sustancias psicoactivas, en el
momento en que llega la droga, no todos logran acceder a ella.
Todo aquel que tenga relación con drogas, es enviado directamente al patio
sexto, lo cual acentúa diversas problemáticas, no sólo el consumo desmesurado, sino
también los conflictos entre internos y entre ellos y la guardia. Los internos del patio
sexto reconocen su condición de consumidores de sustancias psicoactivas, algunos
aceptan tener un problema relacionado con drogadicción, pero la gran mayoría niega
ser farmacodependiente.
Este es un patio que carece de atención en todas las áreas, ellos mismos
consideran sus problemáticas y expresan que entre más problemas tenga la persona,
más ayuda debería recibir. Aun cuando se han hecho pocos intentos, sienten que las
personas no adquieren compromiso y dedicación con el grupo de internos que allí
habitan.
El patio sexto es el lugar del penal en donde el encierro se siente de manera
doble. Estar en el sexto es vivir preocupado, pensando en que en cualquier momento
se puede desatar una tragedia. Cada vez que hay un conflicto, la guardia controla con
maltrato y por medio de la utilización de gas. A su vez cada vez que lo hacen, los
internos sienten morir y se despiertan en ellos sentimientos absolutamente negativos
hacia la institución, especialmente hacia el Cuerpo de Custodia y Vigilancia.
El establecimiento penitenciario se considera como un agente responsable de
las situaciones que se generen al interior de este patio, puesto que en ocasiones han
contribuido a la acentuación de problemáticas entre internos que han sacado de este
lugar, porque han tenido problemas con personas que allí habitan, para después de un
tiempo devolverlas al patio en donde nació el problema y donde la situación puede
empeorar. Según los internos es un patio que no aporta, en donde no hay ningún tipo
de apoyo a las problemáticas que demandan mayor atención y en donde realmente se
pierde el ser humano.
Si se pensara que básicamente es la sociedad la que se encuentra libre y
quienes se encuentran en la cárcel los despojos de ella, existen otras sociedades allí
dentro, puesto que quienes habitan el patio sexto se sienten una sociedad aislada y
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diferente a la que permanece en otros patios, la de ellos es una sociedad en la que la
convivencia no es posible, sino con su gente.
El interno en su mayoría, se siente rodeado de seres humanos que han
cometido errores mayores, al igual que permanecen rodeados de mentes diferentes, de
formas de pensar distintas y también de dementes. Saben que se encuentran entre
ladrones, sicarios, asesinos, abusadores sexuales, drogadictos, desechables,
paramilitares y guerrilleros, pero entre dicha masa amorfa, reconocen estar rodeados
de gente humilde, de buenas personas y de uno que otro amigo, en la jerga carcelaria
“hermanito”.
Al estar reunidas tantas personalidades, la convivencia se hace difícil, no
todos se caen bien, no todos son de fiar, hay hipocresía, personas que actúan de
determinada manera, dependiendo cada situación. El interno niega que en la cárcel se
encuentre lo peor, pues así como en la calle hay gente buena y gente mala, tras las
rejas también se encuentran buenos seres humanos. Sin embargo consideran que son
más los malos que los buenos, pues piensan hacer el mal en todo momento.
La gente del patio sexto se caracteriza por ser impulsiva, pero dicha actitud
también se encuentra estimulada por personal de la institución, quienes con su manera
de actuar, hacen que el interno se sienta asfixiado, sintiendo gente encima suyo en
todo momento.
Es la cárcel la universidad del crimen, siempre hay alguien que sabe más de
un asunto que de otro y entre todos aprenden y perfeccionan la maldad, a pesar de que
en sus corazones existan otro tipo de sentimientos que son catalogados como
positivos.
Vivencias significativas durante el encierro
1. Experiencias dramáticas al interior del centro de reclusión
Las experiencias que tiene un ser humano en la cárcel se traducen en su
mayoría a situaciones dramáticas y un mínimo de experiencias positivas. No sólo
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hace daño a una persona el presenciar múltiples escenarios violentos en un contexto
tan difícil como lo es la cárcel, sino también haber sido partícipe, víctima o victimario
de uno de ellos.
Más allá del encierro y de las múltiples privaciones a las que se ve sometido
un preso, lo que afecta el pensamiento del interno es lo que escucha, en la medida en
que generalmente se trata de un lenguaje soez, lleno de frases humillantes; lo que
aprecia, habitualmente relacionado con violencia y maltrato hacia sí mismo o hacia
sus compañeros; lo que pasa por sus manos a diario como armas y sustancias
psicoactivas; lo que huele en su celda y sus espacios, en sus platos de comida que
dicen ser poco nutritivos y en algunos casos antihigiénicos; y finalmente lo que
siente, el cambio que sufren sus sentimientos a raíz de lo anterior y de otras vivencias
personales. Definitivamente experiencias como las enumeradas influyen en que el
interno no avance en un proceso de reinserción y resocialización, sino que retroceda
hasta el punto tal de hallarse sin salida.
La experiencia que más trastorna la mente del interno en su estadía en prisión,
es el hecho de presenciar muertes y gente herida y no saber cuándo sea su turno. Si
bien las condiciones de las cárceles en nuestro país han cambiado, se encuentran muy
lejos de ser óptimas. Los índices de violencia han disminuido, pero aún hoy la
violencia en las cárceles es un aspecto prioritario, que influye en el análisis de
cualquier asunto carcelario.
Muchos de los internos que se encuentran recluidos en el penal, fueron
trasladados de otras penitenciarias en donde vivieron algunas de sus más fuertes
experiencias, en épocas en donde el control de algunos grupos regía a través de una
violencia aterradora, algunos de ellos tuvieron que presenciar exterminios de personas
que eran masacradas a mano armada por grupos al margen de la ley, sembrando el
terror en cada rincón de las cárceles.
Otros tantos, tuvieron que obedecer a órdenes de estos grupos para salvar sus
vidas, pero salvarlas no implicaba mantener una mente sana, pues vieron correr
sangre, salir personas descuartizadas después de los ataques, vieron morir amigos,
compañeros y un sin número de atrocidades que años después, todavía recuerdan
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como si hubiese sucedido ayer. Sin embargo, llevan tanto tiempo en las cárceles y
han tenido que presenciar tantas cosas, que tristemente se acostumbraron a verlas y
perdieron la sensibilidad que en algún momento sintieron, ahora lo ven como algo
normal, que siempre va a suceder y que también los puede tomar por sorpresa.
Es difícil entender el hecho de que una persona que se encuentra privada de la
libertad, sienta dramático más que verse allí, ver tanta gente en las cárceles, ver cómo
se puede perder la razón y presenciar alteraciones de ánimo tan fuertes que conduzcan
a una persona al suicidio, que lo conduzcan al consumo de sustancias psicoactivas e
incluso a la locura.
Además de presenciar reacciones violentas entre los internos, sienten el
maltrato físico y psicológico de algunos miembros del Cuerpo de Custodia y
Vigilancia, presencian la burla en las caras de algunos guardias, raíz del rencor hacía
ellos, que se fortalece cada vez que un hecho de tal magnitud, cobra vida en un centro
de reclusión.
Sumado a todas las experiencias anteriores, algunos de ellos han tenido que
encontrarse con compañeros de celda que dicen haber visto al diablo, aun cuando
todos lo ven cada vez que amanecen entre las rejas y han sentido el miedo de colegas
que en un estado imposible de explicar y lleno de desesperación afirman haberlo visto
o escuchado.
Para quienes no tienen la posibilidad de tener a sus familias o algún amigo el
día de visitas, lo más triste es hallarse solo, cuando muchos otros en este día tienen su
momento de gloria. El verlos compartir con su familia, con sus hijos, novias o
compañeros, causa uno de los dolores más fuertes que puede sentir un hombre en este
lugar.
No lejos de lo que deben presenciar, se encuentra lo que directamente deben
afrontar y que inicia con el hecho de acoplarse a ese duro estilo de vida, en especial,
para aquellas personas que nunca habían estado en una cárcel. Entre las experiencias
que han tenido que sobrellevar y que son consideradas como las más difíciles,
retomamos las situaciones en las que tuvieron que presenciar muertes y hombres
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heridos, ya sea porque simplemente hayan sido espectadores o porque fueron
partícipes de la agresión.
En las épocas más duras de las cárceles nombradas anteriormente, existían
casos en donde se cobraba el ingreso al pasillo, a las personas que no tenían un
espacio “digno” en donde dormir, también hubo quien estuvo secuestrado dentro del
mismo centro de reclusión por grupos al margen de la ley, quienes pedían altas sumas
de dinero para “liberar” de este doble cautiverio a sus torturados, que según la
víctima, siempre eran de un estrato inferior a sus captores:
(…) Lo más duro que me ha tocado, fue cuando me secuestraron, entré a la cárcel y me secuestraron en la Modelo, en el patio siete, ya me estaba esperando la casa, son los manes que mandan dentro, me estaban esperando, yo ya sabía que iba pa’ la Modelo, por la muerte de un tío de esos, me decían que yo lo había matado, pero yo no lo maté, entonces ese día iba de ganso o sea que yo no fui, de ganso, yo no tenía que ver en la vuelta y por eso me secuestraron un poco de días, como un mes, me metieron en una celda, ahí me llegaba el desayuno, el almuerzo, la comida, me contaban, me daba re duro los domingos, me secuestraron para que les diera $800.000 que me pedían, no pagué, me llegó la plata, a los días me quedé con la celda, normal…en la cárcel todo se vale (…)
De esta época de violencia aguda en las cárceles, una gran cantidad de
internos fue víctima en algún momento y de manera especial en la Cárcel Nacional
Modelo. En este mismo periodo también se daban guerras regionales dentro de las
cárceles, lo cual dejó muchas víctimas, entre las cuales se encuentra un joven quien
por el simple hecho de ser “paisa”, recibió puñaladas en su cuerpo, logrando
sobrevivir, cuenta el interno que:
(…) el quince de enero de 1999 fui dirigido del patio sexto de la Penitenciaria Nacional el Barne, al área del aislamiento, como le decían calabozo, llegué en compañía de cinco amigos que eran todos paisas de Medellín y encontramos personas, personas que decían que los paisas eran lo peor ¿si? y pues en el dialecto carcelario eso es un voltaje para intimidarlo a uno, para ver que tan débil es uno ante ellos y nos trataron mal, llegamos a las siete de la mañana y a la una de la tarde salimos a la hora de sol, los chorros, las duchas, porque en las celdas no había baño, no había tasa de sanitario, no había luz, no había rosetas, no había nada, usted defecaba…pa’ orinar, en tarros…en todo caso salimos a esa hora, al sol, habían comentarios de que -duro con esos paisas, que vinieron
70
fue a montar la de ellos-, o sea las mentes de la cárcel, las mentes depravadas, maquiavélicos tienen la mente perturbada (…) yo salí, me fui a bañar, cuando me estaba bañando, me cayeron unos individuos y me apuñalearon, yo tengo dos heridas de arma corto punzante y tengo una operación de reconstrucción de abdomen, yo no podría decir que fue fulano o perano, porque yo no conocía a nadie, yo no podía decir nada, yo estaba…de mi dolor pensé que me iban a dejar morir, cuando me vieron muriendo, ahí si me corrieron (…)
El desprecio que sienten por parte de los mismos internos por pertenecer al
patio sexto, se extiende a funcionarios y guardias. Los funcionarios no se desplazan
hasta dicho patio para conocer las problemáticas de estos jóvenes y entendiendo que
el desplazamiento de ellos hasta las oficinas es casi imposible de conseguir por las
condiciones que los definen, terminan por no recibir ningún tipo de atención.
Por su parte el personal de guardia, tiene un trato diferente con estas personas,
algunos internos afirman haber sido golpeados por ellos. Por tanto, según el interno,
la mayoría de guardias simplemente cumplen un papel de garantizar el orden,
justamente con malas actitudes, pero más allá de eso no hay ninguna señal de respeto.
Un caso en particular ilustra una de las experiencias más dramáticas que tiene
que afrontar un interno, quien justo en la comisión de un delito, al parecer el último
que habría de realizar, pierde un miembro de su cuerpo, en este caso una pierna que
es amputada y deja una marca imborrable en la mente del interno.
Una de las experiencias más difíciles de afrontar para los internos es el perder
a su mujer. La gran mayoría de ellos, cuando se encontraban en libertad, habían
conformado un hogar o mantenían una relación con su pareja. Cuando la persona
ingresa a la cárcel, generalmente es acompañada durante un periodo de tiempo por su
pareja e incluso por sus hijos, pero según los internos dadas las duras condiciones
para ingresar en el día de visitas, las mujeres optan por no ir con tanta frecuencia o
por no volver, hasta el punto tal de dejarlos solos.
Otra de las razones por las cuales los internos pierden a su pareja, también se
explica por el mismo encierro. Consideran que el tiempo de prisión hace que las
mujeres se sientan abandonadas y opten por conseguir otra pareja que esté
71
físicamente con ellas y que además pueda suplir las necesidades que su antigua
pareja, actualmente privada de su libertad, ya no puede solventar.
Sin embargo el momento más duro de afrontar se da cuando la mujer quien ha
decidido no volver, independientemente de las razones por las que lo haga, decide
además separar a los hijos de su padre, causando la mayor tristeza para el interno,
quien termina por perder no sólo a su mujer, sino a toda su familia.
En algunos casos, el hecho de la separación con la pareja no influye
directamente en la separación de los hijos con el padre, puesto que algunas madres
acceden a que algún familiar del interno, en caso de tenerlo, pueda llevarle a sus hijos
el día acordado, logrando mantener la relación. Sin embargo, esta no es la forma en la
que piensan todas las parejas de los internos, puesto que algunas deciden cortar la
relación de sus hijos con sus padres.
Es aquí donde la soledad empieza a generar una serie de pensamientos,
generalmente negativos hacia la que fue su mujer o la madre de sus hijos y a cambiar
la imagen que se tiene de la mujer en general, según el interno:
(…) más de una que lo primero que piensan, -que nos vamos a madrugar un domingo, sabiendo que nos podemos ir a bailar el sábado y lo que voy a hacer a la cárcel, mejor lo hago en la calle- (…)
El interno considera después de su experiencia personal de vida, que no vale
la pena pelear por las mujeres, algunos culpabilizan de su situación a la mujer, quien
por cualquier razón los condujo al cumplimiento del delito, dicen no entenderlas y en
general han perdido la credibilidad en ellas.
A su vez y contradictoriamente, creen que el apoyo principal de un hombre
encarcelado, sólo puede ser recibido de una mujer como pareja sentimental. Si bien el
concepto de “mujer” se ha deteriorado en la experiencia en la cárcel, la consideran
absolutamente necesaria para sentirse sanos física y mentalmente, razón por la que se
vuelven indispensables para la satisfacción de las necesidades sexuales del interno.
Independientemente del cambio que sufre el pensamiento del interno respecto
a la mujer, sienten la necesidad de ella, lo cual hace que deseen tener una nueva
72
pareja que los acompañe, que les brinde amor, pero sobretodo apoyo moral. Algunos
han conocido a su nueva compañera tras las rejas, por medio de compañeros de la
misma cárcel o de familiares.
En el momento en que el interno se siente acompañado por una mujer que lo
va a visitar constantemente, el significado de la mujer cambia, pues no hay algo que
valore más el interno que una visita, para la cual deben madrugar, hacer filas y
aguantar cualquier tipo de arbitrariedad.
Algunos de los internos se han convertido en padres en prisión, han
acompañado embarazos desde su celda y se sienten felices de ser padres, en especial
aquellos que desean constituir un hogar en el que no se repita su misma historia, tal
como lo expresa uno de los internos “(…) Mis hijos son de aquí de la cárcel, ya
nacieron dos, uno no, han nacido en la cárcel, son creados en la cárcel (risa) (…)”.
2. Relación actual con la familia
Mantener una relación estable con una mujer, es un apoyo indispensable, en
especial para aquellos internos que tienen una mala relación con su familia o que
simplemente no la tienen. Una cantidad considerable de internos tienen actualmente
una mala relación con su familia de origen, algunos mantienen una relación
telefónica, aún cuando no sientan nada por ella o aunque consideren que dichas
llamadas no sean bien recibidas. Algunos simplemente no lo hacen para no molestar a
su familia, sintiéndose una carga para ella.
Algunas relaciones se han visto alteradas y otras cuantas deterioradas por la
distancia, pues hay internos que son de otras regiones del país y sus familias no tienen
los recursos económicos para trasladarse con frecuencia y mantener una relación
menos distante. Es el caso de algunos internos quienes se han dejado de ver con su
familia por años a causa de la distancia que los separa.
Es clara en el discurso del Tratamiento Penitenciario la labor que debe
cumplir la institución con la familia del interno, siempre y cuando se considere apta
73
para su reingreso acertado a la sociedad: “Se velará particularmente por el
mantenimiento y el mejoramiento de las relaciones entre el recluso y su familia,
cuando éstas sean convenientes para ambas partes” (Defensoría del pueblo, 1998,
p.39).
De acuerdo a lo anterior, vemos la necesidad de conocer las dinámicas
familiares de estos jóvenes para poder entender la importancia o no, de realizar un
trabajo con sus familias. Está claro que la concepción de familia clásica, constituida
por padre, madre e hijos, en las realidades de los internos no existe, puesto que
algunas relaciones vienen deterioradas desde el pasado, pero sí, la precisa necesidad
de un trabajo con la madre y los hijos del interno, para lo cual probablemente se
requerirá la colaboración de la madre de los niños del recluso.
Por el contrario son mínimos los casos en los que la relación ha mejorado
después del encierro, la relación con los padres del interno en dos casos especiales se
ha vuelto más intensa, notando cambios positivos en la relación familiar. En el
corazón de muchos internos existe resentimiento frente a personas de sus familias,
pero aún así sienten que la familia es el apoyo indispensable que una persona puede
tener y hay para quienes algunos miembros de sus familias son el apoyo y la
motivación para cambiar.
3. La felicidad en la cárcel
Podría pensarse que la vida de un interno se resume en tristeza, por las
condiciones que presenta una cárcel y por las experiencias antes mencionadas. Al
hablar de felicidad, el interno afirma no conocerla en el ámbito carcelario, niega
cualquier posibilidad de hablar de ella; existe para algunos internos un único
momento de felicidad que alude precisamente a las visitas del día sábado o domingo
en donde algunos de ellos pueden ver a sus seres queridos, familiares y amigos.
Por tanto, la felicidad no es más que un simple instante, que al terminar deja
una profunda nostalgia e irrumpe el pensamiento de no saber si existirá una próxima
visita. Es importante anotar que así como el día de visitas se constituye en el día de
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felicidad para algunos internos, para otros es el peor día de la semana, pues es cuando
se sienten más solos que nunca, quienes no cuentan con un apoyo constante de parte
de alguien o quienes debido a la distancia no pueden mantener un contacto directo
con sus familias. Para estos internos representa un día de soledad, de tristeza e incluso
de sentimientos negativos como el rencor y la envidia, al notar como muchos internos
gozan de alguna compañía, olvidándose del encierro por lo menos por unas horas.
Algunos encuentran la felicidad en una llamada telefónica, en alguna noticia
buena que reciban o en un diálogo con una mujer que los escuche,
independientemente que se desempeñe como funcionaria de la institución, puesto que
algunos no tienen la oportunidad hace mucho tiempo de entablar una conversación
con una mujer.
El día de visitas para algunos, es un día donde se debe mostrar lo mejor de sí,
porque si bien no todos reciben visita, todos tienen un compañero de celda o un
amigo al cual se le debe respetar la visita. Especialmente el día domingo, cuando se
permite la visita de mujeres, existe una conciencia que parte del hecho de que todos
tienen o han tenido una madre, una esposa, novia, hermanas o hijas mujeres por las
que sienten respeto y el cual se debe reproducir a las mujeres que formen parte de la
vida de los demás internos, lo que se refleja en que en pocas oportunidades se han
presentado inconvenientes a lo largo de un día de visitas.
La figura constante que permanece como visitante de los internos es la madre,
considerada para la mayoría de los internos como la persona que nunca se cansará de
visitarlos y de apoyarlos. Otras personas que visitan a algunos internos con relativa
frecuencia son la esposa, algún hermano o amigo. En casos particulares se ha dado la
visita de una hermanastra, algunas primas o la abuela de un interno que a pesar de sus
años, lo visita con frecuencia, lo cual adquiere un valor preciado para él.
Existen internos que llevan varios años tras las rejas y los cuales han sentido
fuertemente la soledad, por ejemplo quienes al principio veían con una frecuencia de
por lo menos quince días a su mujer y a sus hijos cada mes, pero que con el pasar de
los años dicha constancia se perdió por cualquier motivo o quienes tras estar por
75
muchos años detenido, han visto sólo en una oportunidad a algunos miembros de su
familia.
Estar nueve años detenido y haber recibido en ellos tres visitas solamente, no
puede ser considerado como una relación constante y que permita un avance en el
proceso de resocialización del interno, quien difícilmente socializa en una cárcel y
quien tampoco socializa con sus seres más cercanos, es decir, su familia. Para el
interno, el único momento en el que gozará de plena felicidad es cuando recobre su
libertad, mientras tanto, sólo gozará de una felicidad momentánea, el día que reciba
una visita, en caso de tenerla.
Resumen
El tránsito de muchos internos por la Cárcel Nacional Modelo, en la época de
fuerte violencia en las cárceles colombianas (90’s), dejó fuertes secuelas en la mente
de los jóvenes, que al ser condenados, fueron traslados al Establecimiento
Penitenciario y Carcelario de Bogotá. Por otra parte, existe un alto grado de
reincidencia en el delito, dichos ingresos a la cárcel demuestran la nula
resocialización de los detenidos.
El interno asegura que si bien la cárcel es un espacio de aprendizaje de
maldad, el deterioro de la condición humana en ella, depende de una decisión
personal, así el interno reciba indudablemente las influencias aberrantes del medio.
Experiencias vividas en la infancia como el maltrato físico y psicológico al
que se vieron sometidos muchos internos, además de la condición de desplazamiento
asumida por otros, se repiten frecuentemente en la cárcel. Esto quiere decir que la
prisión es un espacio donde las amargas evocaciones de la infancia del interno, no
sólo se recuerdan, sino que se perpetúan.
El negocio y tráfico de sustancias psicoactivas en la cárcel, además de ser una
característica propia de dicho espacio, también muestra un abuso por parte de los
expendedores, frente a los internos que presentan dependencia y adicción, lo que
además genera comportamientos agresivos y deudas al interior de la prisión,
76
acentuando la violencia al interior del penal. Otro de los grandes problemas de la
prisión, se da por el uso de las palabras, las cuales se constituyen en uno de los
agentes que causan más conflictos entre el personal de la institución, guardias e
internos.
El pertenecer al patio sexto condiciona absolutamente todas las dinámicas
carcelarias, entre las que se encuentran algunas rutinas como lo es el recibir las
distintas comidas, la dificultad de recibir los servicios sociales como salud, la
atención desde trabajo social, terapia ocupacional, psicología e incluso aquellos de
orden jurídico, lo cual refleja la discriminación hacia los internos del patio sexto.
Sin embargo, pese a la difícil situación que enfrentan los internos de dicho
patio, es el patio donde la presente investigación cobró vida, permitiendo la expresión
clara, el diálogo continuo y la comprensión de las problemáticas en las que dichos
jóvenes viven inmersos.
A través del análisis de las historias de vida de los jóvenes del patio sexto, se
entiende la imposibilidad de que algunos de éstos jóvenes no tuvieran que estar
necesariamente en prisión. En el caso del patio sexto, no se puede hablar de
sentimientos arraigados en la mente y el corazón del interno, es decir que afloren de
manera permanente, puesto que sus pensamientos dependen del momento que
atraviesan, de las personas que forman parte de su vida y de las circunstancias que
enfrentan.
Es clara la incoherencia entre postulados de la institución y actitudes de
funcionarios y personal de custodia y vigilancia, quienes deben asumir un papel
protagónico en el Tratamiento Penitenciario al que debe estar sometido el interno.
Tener unidos a los consumidores de sustancias psicoactivas acrecienta las
problemáticas dentro del penal, puesto que se generan inconvenientes entre los
internos, entre internos y guardias y se fomenta el consumo desmesurado.
Las experiencias sensoriales-existenciales que vive el interno inmerso en el
ambiente carcelario impiden la resocialización, escuchar nuevas formas de delinquir,
sumado al vulgar lenguaje carcelario; hablar sin pensar en las consecuencias de los
actos; acostumbrarse a las atrocidades que se viven y transformarse en seres
77
insensibles; sentir el olor repugnante de la prisión, sumado al ambiente de droga y
sentir desesperación por el ocio absorbente en el que permanecen, es clave a la hora
de determinar otro argumento para demostrar los impedimentos para alcanzar la
resocialización.
La pérdida de la familia, ocasionada en algunos casos por la misma
institución, al distanciar al recluso de sus seres queridos, es la experiencia más dura
que enfrenta el interno, en el cual existe total conciencia de la precisa necesidad del
apoyo familiar para enfrentar la experiencia carcelaria. Es por ello que la felicidad de
algunos, en el día de visitas, se convierte en la desgracia de otros, avivando
sentimientos negativos, al hacerse partícipe de la alegría de los otros internos.
Por su parte, la mujer solo será bien vista cuando sea una visitante constante,
no sólo por el apoyo y la compañía, sino para solventar las necesidades sexuales del
interno. Aún así, la relación estable con una mujer se hace indispensable, cuando el
interno no cuenta con una buena relación con su familia de origen.
78
TRATAMIENTO PENITENCIARIO Y PROYECCIÓN FUTURA DEL
INTERNO
El capítulo que inicia a continuación es el producto de una reflexión frente a
los resultados del Tratamiento Penitenciario Resocializador en concordancia con la
visión futura que tiene en mente el interno. Detalla los sentimientos que ha adquirido
el interno en el medio carcelario y aquellos que han sido transformados por las
consecuencias del encierro y a su vez los cambios que se han generado en el recluso
de acuerdo a la materialización de dichos sentimientos. Se narra en éste el
funcionamiento real del Tratamiento Penitenciario y la opinión del interno frente a
cuestiones concretas que plantea su discurso.
Sumado a lo anterior, es un capítulo que refleja la importancia que adquieren
los recuerdos en la proyección futura del interno, en especial aquellos cargados de
violencia física y verbal. También se encuentran argumentos referentes a la condición
de vulnerabilidad en la que se encuentra el ser humano y a la comprensión de sus
impulsos. Se ponen en cuestión las prioridades del Instituto Nacional Penitenciario y
Carcelario, en relación con las que manifiesta abiertamente el interno. Finalmente se
exponen los factores concretos de la experiencia en prisión que determinan la
construcción futura del interno.
Tratamiento penitenciario; del discurso a la realidad
1. Aspectos esenciales del Tratamiento Penitenciario
La evolución que ha tenido el penitenciarismo en nuestro país, muestra
avances en torno a definiciones legales y compromisos adquiridos por el Instituto
Nacional Penitenciario y Carcelario con la sociedad en general y con la población
79
reclusa que se encuentra en las cárceles, contemplando la forma en la que se garantiza
su resocialización, a través del Tratamiento Penitenciario:
Así mismo, el 19 de agosto de 1993 se pone en marcha el nuevo Código Penitenciario y Carcelario, "dándose un paso importante en la modernización de la justicia y la actualización de las normas penitenciarias, acordes con las nuevas Instituciones del Estado creadas por la Constitución Política de 1991. Se trata de un marco normativo que contempla las disposiciones esenciales que se deben aplicar en la ejecución de las sanciones penales en forma humana y moderna acorde a los postulados señalados por la Carta Magna y las Organizaciones Internacionales defensoras de los Derechos Humanos. (INPEC. Evolución carcelaria en Colombia y Nacimiento del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario. www.inpec.gov.).
Dicho tratamiento se creó para la población condenada como la que colaboró
con la presente investigación, puesto que para población sindicada se tiene formulado
un Sistema de Atención, suponiendo que su funcionamiento de tal forma, se da por
las características que tiene la población, al no tratarse de una población permanente
sino que por el contrario es vulnerable a ciertas movilizaciones y desplazamientos,
mientras que no sea aclarada su condición jurídica.
Por su parte, el Tratamiento Penitenciario se define a través de una serie de
elementos que deberían garantizar la readaptación de los penados, al atender a cada
una de las problemáticas de una población caracterizada por el sedentarismo, como lo
son los condenados:
El tratamiento penitenciario tiene la finalidad de alcanzar la resocialización del infractor (a) de la ley penal a través de la disciplina, el trabajo, el estudio, la formación espiritual, la cultura, el deporte, la recreación bajo un espíritu humano y solidario (Ley 65 de 1993, artículo 10). Se entiende por Tratamiento Penitenciario el conjunto de mecanismos de construcción grupal e individual, tendientes a influir en la condición de las personas, mediante el aprovechamiento del tiempo de condena como oportunidades, para que puedan construir y llevar a cabo su propio proyecto de vida, de manera tal que logren competencias para integrarse a la comunidad como seres creativos, productivos, autogestionarios, una vez recuperen su libertad. Dando cumplimiento al objetivo del tratamiento de preparar al condenado (a) mediante su resocialización para la vida en libertad (Resolución 7302. Art. 4)
El tratamiento es desarrollado a través de fases que medidas en tiempo y en
productos deben demostrar los resultados del proceso resocializador que adquiere el
recluso en cada una de ellas. Cuando una persona es enviada al Establecimiento
80
Penitenciario y Carcelario de Bogotá, se convierte inmediatamente en un interno al
que se le debe brindar un Tratamiento Penitenciario y al que se le debería garantizar
su adecuado reingreso a la sociedad.
El interno parte de una etapa de inducción en la cual dura aproximadamente
tres meses, en donde será observado, diagnosticado y clasificado por medio de ayudas
de tipo objetivo como se le considera al análisis jurídico, de tipo subjetivo como lo es
el análisis psicosocial y educativo y finalmente la realización de un proyecto de vida
que debe ser elaborado bajo la asesoría de personas del área psicosocial de la
institución.
Vemos como los internos del patio sexto, a pesar de haber pasado por ésta
fase hace mucho tiempo, incluso años, nunca realizaron el proyecto de vida requisito
para pasar a la siguiente fase. De tal forma, es importante tener en cuenta que de estos
jóvenes una persona ingresó en el 2002, dos en el 2003, dos internos en el 2004, cinco
jóvenes en el 2005, tres en el 2006, cinco en el 2007, al Establecimiento Penitenciario
y Carcelario de Bogotá.
Esto sin tener en cuenta que algunos de ellos venían trasladados de otros
centros de reclusión, que al actuar también bajo la dirección del Instituto Nacional
Penitenciario y Carcelario, debía seguir el cumplimiento de las mismas fases puesto
que la garantía que se ofrece al interno en cualquier reclusión del país debe ser la
misma.
Siendo así el año de captura de estos jóvenes, nos permite reflexionar sobre el
proceso que han tenido los internos del patio sexto, incluso antes del ingreso a ésta
penitenciaría. Así de 21 internos, se encuentra un interno que fue capturado en el año
de 1995, tres jóvenes en 1999, uno en el 2000, dos en el 2001, tres internos en el
2002, otros tres en el 2003, uno en el 2004, dos jóvenes en el 2005, dos en el 2006 y
tres internos fueron capturados en el 2007.
Al finalizar dicho periodo, el interno ingresa a fase de alta seguridad en donde
se realiza un plan de tratamiento que va a ser evaluado con informes mensuales sobre
el cumplimiento o no de dicho plan. Cuando se cumple la tercera parte de la condena
impuesta, el interno puede continuar a la siguiente fase.
81
En la fase de mediana seguridad se continúa rindiendo el informe mensual del
plan de tratamiento de cada interno, para así poder determinar si el interno cumple
con los requisitos para conceder beneficios de tipo excarcelable que hacen parte de la
siguiente etapa. Cuando los requisitos antes mencionados se cumplen a cabalidad, el
interno pasa a fase de mínima seguridad, en donde se le otorga el permiso de 72
horas, también conocido como libertad condicional, antelación a su libertad total.
La anterior, es la explicación según las fases del tratamiento, sin embargo,
cada una de ellas es acompañada por actividades básicas y especiales que contribuyen
a la resocialización del infractor, entre las cuales se da prelación al trabajo y a la
educación, como los elementos indispensables para la consecución de dicho fin,
considerando que:
El trabajo en los establecimientos de reclusión es obligatorio para los condenados como medio terapéutico adecuado a los fines de la resocialización. No tendrá carácter aflictivo ni podrá ser aplicado como sanción disciplinaria. Se organizará atendiendo las aptitudes y capacidades de los internos, permitiéndoles dentro de lo posible escoger entre las diferentes opciones existentes en el centro de reclusión (Código Penitenciario y Carcelario, Ley 65 de 1993, Art. 79).
Y,
La educación al igual que el trabajo constituye la base fundamental de la resocialización. En las penitenciarías y cárceles de Distrito Judicial habrá centros educativos para el desarrollo de programas de educación permanente, como medio de instrucción o de tratamiento penitenciario, que podrán ir desde alfabetización hasta programas de instrucción superior. La educación impartida deberá tener en cuenta los métodos pedagógicos propios del sistema penitenciario, el cual enseñará y afirmará en el interno, el conocimiento y respeto de los valores humanos, de las instituciones públicas y sociales, de las leyes y normas de convivencia ciudadana y el desarrollo de su sentido moral (…) Los internos analfabetos asistirán obligatoriamente a las horas de instrucción, organizada para este fin.En las penitenciarías, colonias y cárceles de distrito judicial, se organizarán sendas bibliotecas. Igualmente en el resto de centros de reclusión se promoverá y estimulará entre los internos, por los medios más indicados, el ejercicio de la lectura (Ibíd., Art. 94).
Según lo que se describe en los párrafos precedentes, existe una organización
de un plan que desea la resocialización de los reclusos, sin embargo es demasiado
ostentoso para ser cierto en internos como de los que habla la presente investigación,
los cuales presentan unas características especiales que desbordan cualquier intento
de plan de tratamiento impuesto por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario,
82
puesto que no responde a las necesidades particulares del interno del patio sexto, lo
cual contradice su argumento y razón de ser.
Como se muestra en los párrafos precedentes, casi podría decirse que el
trabajo penitenciario se constituye en el argumento central para la consecución de la
resocialización del infractor de la ley penal. Sin embargo se verá más adelante como
las prioridades del interno del patio sexto no son las que cree la institución, puesto
que sus mentes se encuentran enfocadas en otros intereses. Incluso para muchos de
ellos el trabajar no se encuentra incluido en su lista de expectativas.
Debe existir una responsabilidad por parte de la institución por conocer los
intereses del interno, el cual a través de mensajes reales como los que refleja la
presente investigación, está pidiendo a gritos ciertas atenciones que merece recibir
por el hecho de ser un ser humano y no merecer ser tratado como un recluso común.
Esto con el fin de comprender una realidad por la que atraviesan muchos jóvenes
recluidos en dicho patio y no para que se haga todo lo que ellos quieren, sino para que
encuentren en la institución un apoyo real y un tratamiento digno de sus
problemáticas, que son mucho más serias de las que se piensan y asumen en el
discurso penitenciario.
Este discurso en el que se plantea el tratamiento penitenciario, estipula de
alguna manera un tiempo en el cual el recluso común debe alcanzar la
resocialización, este es uno de los principales errores de los que parte la puesta en
práctica de un tratamiento, pues si bien se deben marcar unas metas, no es posible que
el interno alcance un objetivo tan complejo como lo es resocializarse en un tiempo
determinado, cuando hay una masa diversa de internos con problemáticas realmente
diferentes, con intereses particulares y con modos de asumir la vida heterogéneos.
Entendiendo la importancia de un tratamiento individual, pero siendo realistas
a la hora de asumir los pocos recursos humanos y financieros con los que se cuenta
para efectuar dichos procesos, se debe buscar una solución menos ambigua que unir a
los internos por supuestas características comunes, en donde tampoco se les está
brindando un tratamiento que responda a las necesidades particulares que demandan
dichos grupos estructurados de internos.
83
2. Actividades de descuento
El interno del patio sexto tiene características particulares que deben ser
atendidas y que ellos mismos demandan, entre las que se encuentran los servicios de
salud, de psicología, de trabajo social y el tratamiento de una problemática de
consumo de sustancias psicoactivas que reconocen casi en su totalidad.
Ya hemos mencionado las privaciones que tiene el interno por pertenecer al
patio sexto y la negligencia por parte de funcionarios y cuerpo de custodia y
vigilancia de prestar servicios a dichos internos que reconocen y demandan una
atención especial y oportuna respecto a los internos de otros patios.
En las reglas mínimas para el tratamiento de los reclusos, se muestra la obligación
que tiene la institución con los internos de ofrecerles la oportunidad de trabajar a
personas jóvenes que se encuentren en condiciones aptas para ejercer este tipo de
labores, señalando que “Se proporcionará a los reclusos un trabajo productivo,
suficiente para ocuparlos durante la duración normal de una jornada de trabajo. (…)
Se dará formación profesional en algún oficio útil a los reclusos que estén en
condiciones de aprovecharla, particularmente a los jóvenes” (Defensoría del pueblo,
1998, p.36). , argumento al cual se apela en el código penitenciario con fines de
resocialización.
Como vemos, las actividades de descuento para este tipo de población son
casi nulas, muchos internos vienen trasladados de otras cárceles en donde han
participado en actividades de descuento como zapatería, veterinaria, aseo, como
ordenanza de patio, entre otros. Sin embargo, cuando ingresaron al Establecimiento
Penitenciario y Carcelario, duraron muy poco tiempo en el patio asignado desde un
inicio y al ser trasladados al patio sexto, encontraron todas las puertas cerradas,
incluso en lo que se refería al descuento.
Algunos alcanzaron a descontar antes de ingresar al patio sexto en talleres,
especialmente de madera o en educativas, pero duraron muy poco tiempo allí, debido
al cambio de patio. Acudían a dichas actividades además de descontar para mantener
84
su mente aislada de pensamientos violentos y agresivos que lo impulsaran a un mal
obrar.
Sin embargo existe un intento de servicio por parte de un programa de
prevención desarrollado en un aula destinado a actividades varias para este grupo, las
cuales son dirigidas por un comandante de guardia, además psicólogo, que manifiesta
el interés de trabajar con los jóvenes de este patio desplazado en el centro de
reclusión.
Son muchos los internos que han asistido al programa de prevención que se
les ha brindado, puesto que es el único medio creado con el fin de dar oportunidades
al interno del patio sexto, además de ser prácticamente la única forma de redimir
tiempo de su condena.
Las actividades que se realizan en el salón de prevención son de tipo
especialmente educativo, en donde el interno tiene la posibilidad de aprender a leer, a
escribir o también reforzar algunos temas de estudio que no culminó por las razones
anteriormente expuestas en el contexto formativo en el que se desarrollo el joven,
pero que en la mayoría de los casos no adquieren importancia para el interno.
Cabe decir, que aun cuando dicha actividad es estrictamente designada para el
grupo de internos del patio sexto, ellos no se sienten satisfechos con las actividades
que se llevan a cabo en ese espacio por diversas razones. En primera instancia, se
encuentran en desacuerdo con el hecho de que sean personas que también se
encuentran en condición de internos, quienes sean sus tutores, quienes pagan
condenas de otros delitos que desaprueban los reclusos del patio sexto, razones por
las que se encuentran en otros patios. El interno asegura que:
(…) del sexto se aburren de ir a la clase de…pues sí sabe uno que le dictan, pero entonces no es lo mismo que alguien que sí sabe bien las cosas de lo que le están hablando a uno, un poco de profesores que también son presos, no le enseñan a uno nada, yo siento que no, a la final no le enseñan a uno nada, están ahí es como porque están descontado, porque no lo están haciendo por más y le explican cosas que uno a la final…pues no tienen sentido aquí, yo digo, prepárenlo a uno para cuando uno vaya a salir, de cosas así buenas, pero hablar de política, yo no le veo gracia, ¿para qué hablan de eso?, cosas de esas así raras y ahí todo el día, después se ponen a pelear entre ellos mismos, uno queda loco, pero que lo saquen a uno a algo bueno, cosas que le sirvan a uno.
85
A pesar de que se trabaja en temas básicos de algunas materias como
matemáticas, español y ciencias, no consideran pertinentes las clases. Muestran
especial interés por los conversatorios de filosofía y ética que dirige un interno con el
que mantienen mejores relaciones, pero aún así no satisfacen sus necesidades.
La actividad que es aceptada y realizada con mayor interés es la artística en
donde elaboran pequeños diseños o realizan cuadros en hilo u otros elementos de
decoración, sintiéndose productivos y ocupados en una actividad que les proporciona
gusto.
Entre tanto, los internos consideran que el programa no funciona como
debería ser, por falta de compromiso, materiales e incluso personal calificado en cada
una de las temáticas que abordan, dicen asistir con la única motivación del descuento,
para salir más rápido de la prisión, más no por aprender algo nuevo. Solamente un
interno considera que es allí donde le enseñan el buen comportamiento y la disciplina
que requiere para cambiar.
Otros tantos afirman que su asistencia no tiene ninguna relación con querer un
cambio, sino que asisten a dicha aula para demostrar o fingir que han cambiado, lo
cual es algo a lo que se le debe prestar suma atención, puesto que la finalidad del
descuento no es restar tiempo de condena para salir rápido simplemente, sino para
generar cambios que acerquen al interno a la sociedad de manera adecuada, tal como
se reitera en la siguiente cita:
El tratamiento de los condenados a una pena o medida privativa de libertad debe tener por objeto, en tanto que la duración de la condena lo permita, inculcarles la voluntad de vivir conforme a la ley, mantenerse con el producto de su trabajo, y crear en ellos la aptitud para hacerlo. Dicho tratamiento estará encaminado a fomentar en ellos el respeto de sí mismos y desarrollar el sentido de responsabilidad (Ibíd., p.34)
Respecto a las sesiones designadas para temas relacionados con el consumo
de sustancias psicoactivas, dicen conocer sobre la mayoría de cosas de las que les
hablan, como daños y perjuicios de las drogas, razón por la que no le encuentran
sentido alguno.
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Podría pensarse que las actividades de descuento deben responder a
actividades que le guste realizar al interno o para las que sienta que tiene habilidades,
puesto que de tenerse en cuenta, daría mejores resultados, por el hecho de empezar a
generar gusto por una dinámica en particular. Por ejemplo, el gusto especial que
manifiesta el interno por el deporte, especialmente hacia el baloncesto y el fútbol,
además de las actividades de tipo artístico y manual, como trabajar con la madera y
en el caso de unos pocos escribir, debería ser una habilidad a explotar para generar
cambios de actitud en este grupo de reclusos, además de atender a lo que expresa la
norma:
Los reclusos jóvenes y otros cuya edad y condición física lo permitan, recibirán durante el periodo reservado al ejercicio una educación física y recreativa. Para ello, se pondrá a su disposición el terreno, las instalaciones y el equipo necesario (Ibíd., p.17).
Otra de los aspectos que se debería tener en cuenta en la realización de
actividades de descuento, son las enfermedades que padece el interno, las que
presentaba antes de ingresar al centro de reclusión, pero que se ven afectadas por las
condiciones de vida al interior del penal y las que han adquirido en el medio
carcelario.
Es en el área de sanidad, en donde se encuentran las historias clínicas de
aquellos internos que alguna vez han acudido de manera voluntaria, por accidentes en
la cárcel o ataques recibidos. La revisión de las historias clínicas de los internos del
patio sexto, nos muestra como la gran mayoría ha sido víctima de ataques recibidos
con arma cortopunzante, especialmente en partes del cuerpo como cuello, espalda,
piernas y manos; a causa de estas heridas, han presentado molestias musculares y se
han visto en la necesidad de recibir servicios fisioterapéuticos, que en ocasiones
tampoco reciben.
De igual forma conforme a sus historias de vida, muestran signos de
inestabilidad emocional y por ende alteraciones de ánimo, que representan un factor
de riesgo para los demás internos. Conforme al ambiente de la prisión, el cual no
presenta las mejores condiciones de salubridad, el interno presenta problemas
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digestivos como gastritis, estreñimiento, parasitismo y diarrea. Algunos de ellos han
tenido dermatitis, problemas de oído y conjuntivitis bacteriana.
Los internos manifiestan enfermedades de tipo respiratorio como asma y
gripas constantes. Ya en casos especiales, el interno cita enfermedades como
insuficiencia renal, dificultad de hacer fuerzas como consecuencia de varicocele,
incomodidades por vena várice y molestias resultantes de cirugías, cuando han
recibido cantidades considerables de ataques, especialmente heridas causadas por
armas blancas, que merecen toda la atención al pensar en las posibles actividades que
desarrolla el interno.
Por otra parte, se debe tener en cuenta, que existe un desconocimiento por
parte del interno del patio sexto sobre algunos procesos que tienen lugar en la cárcel,
así como de oportunidades a las que deberían acceder en igualdad de condiciones a
los demás internos del penal, o que si bien no pueden asistir por las características
enunciadas, la cárcel debería proporcionar las soluciones para atender también a la
población reclusa de dicho patio, lo cual es su misión.
Sea por el motivo que sea, el interno considera que no reciben Tratamiento
Penitenciario y tampoco un tratamiento que atienda su condición de consumidores de
sustancias psicoactivas. Consideran que se han hecho mínimos intentos en el salón de
prevención, pero afirman que no existe el compromiso y la constancia por parte de
quienes imparten las clases en torno al consumo de sustancias psicoactivas, puesto
que se desplazan a la cárcel en dos o tres oportunidades y dejan de asistir, lo que
explica la incredulidad que tiene el interno frente a dichos intentos.
Opinan además que el tener hojas que expliquen ciertos asuntos relacionados
con drogadicción no contribuye a un proceso de rehabilitación, puesto que su
contenido ya lo manejan desde tiempo atrás. Por otra parte, expresan no contar con
los materiales que requieren para la realización de las actividades propuestas en el
salón de prevención, como tablas, hilos, pinturas, entre otros, lo cual termina por ser
otro intento fallido para la resocialización del interno, al ser la única actividad que
realizan con gusto.
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Al ser la asistencia a prevención, la única actividad de descuento a la que
puede acceder el interno del patio sexto, sienten que el hecho de no tener una
retribución económica, empeora sus condiciones dentro de la cárcel, puesto que el no
tener dinero para dar a su familia, para que puedan ingresarle elementos de aseo
personal, contribuye a los malos hábitos de higiene que se tienen en la cárcel, por otra
parte, el interno no puede colaborar económicamente para la alimentación de su
familia, ni para el transporte de sus familiares en los días de visita, que adquieren
gran valor para él.
Consideran algunos internos que las actividades del salón de prevención no
contribuyen en nada a sus vidas. Para una minoría, si bien no la consideran como la
actividad por excelencia, creen que de alguna manera aprenden sobre asuntos que les
competen y que necesita cualquier ser humano para desenvolverse en sociedad.
En general creen que en la institución nunca les dan oportunidades y menos en
lo relacionado con el descuento de su pena. La única actividad proporcionada, no les
genera un descuento estable, lo cual termina teniendo poca relevancia en las cuentas
de su tiempo de condena, puesto que a veces los sacan de su patio al salón de
prevención por quince días y dejan de hacerlo por largos periodos, causando una gran
desmotivación en el grupo.
Las razones por las que generalmente no les permiten salir al salón de
prevención, están relacionadas con las condiciones que se viven en dicho patio,
especialmente a la agresividad del interno, fomentada por el trato de la guardia, lo
que hace que se genere descontrol al interior y se acuda a métodos violentos como lo
es el esparcimiento de gas que causa daños a la salud del interno.
Se sienten incluso desplazados de actividades deportivas y artísticas que se
realizan al interior del centro de reclusión y que se consideran un elemento
importante para la resocialización de los condenados, lo cual aumenta el
resentimiento, al ser obviados en cualquier actividad.
Asumen el tratamiento que se les brinda como maltrato, en especial por el trato de la
guardia, dicen que “El tratamiento que se recibe aquí, es tratamiento de pata y puño,
eso sí al piso, estamos re negros el cuerpo de los golpes, cachetadas (...)” y afirman
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que el maltrato no cambia a nadie de forma positiva y que la guardia se toma
atribuciones en días, como el de visitas y en momentos como la hora de sol diaria,
para decidir sobre sus derechos.
El interno asegura que son muy pocos los guardias que los respetan y que la actitud
de maltrato que asumen la mayoría de ellos, empeora su forma de asumir el encierro.
Manifiestan que “(…) en la cárcel uno no cambia, eso es mentira, pa’ nada lo cambia,
a uno el yugo no lo cambia (…)”. El cambio de turno de guardia, al parecer hace más
difícil el diálogo entre el interno y el pabellonero, con el que en ocasiones intentan
expresar sus inconformidades. Sin embargo nunca son escuchados, lo que acrecienta
los sentimientos de rencor, hasta el punto de llevarlos a pensar en venganzas cuando
se encuentren en libertad.
El interno asume una postura crítica respecto a su situación y aún cuando no
puede acceder al descuento en el “rancho”, a las capacitaciones y cursos del SENA,
consideradas como las actividades de descuento más especiales y productivas dentro
del penal, conoce de ellas y saben cómo funcionan, lo que les genera interrogantes
respecto al hecho de que se le brinden a personas de otros patios que no tienen las
mismas necesidades de ellos y que por el contrario ellos sean sometidos al encierro
total.
Por su parte, la expresión “El tratamiento penitenciario es estarlo tratando a
uno (…)” nos lleva a pensar en los aspectos a través de los cuales se debe evidenciar
lo que equivale realmente a un tratamiento y una atención que debe recibir todo
interno por parte de lo planteado por el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario y
puesto en práctica en los distintos centros de reclusión, teniendo en cuenta que:
Tratar personas privadas de la libertad implica una relación bilateral, humana, ética y profesional, donde se perciban como sujetos de su propio desarrollo, con derechos y deberes, con potencialidades y capacidades para vivir en sociedad e incidir en su crecimiento personal. Estas personas privadas de la libertad, son personas en conflicto, que se identifican por su actitud frente a los programas como tratable o difícilmente tratable, lo que permite proyectar una intervención estratégica para los primeros en términos de un proceso vocacional, reeducador o propiamente de valoración social para superar los conflictos. (INPEC. Penitenciarismo en Colombia – Análisis y Perspectivas.www.inpec.gov.).
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Partiendo de la responsabilidad que como sociedad tendrían que tener los
funcionarios del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, además de los
funcionarios de los distintos centros de reclusión, identificar a las personas privadas
de la libertad como tratables o difícilmente tratables, no puede significar actuar en pro
de los que según el discurso pueden aceptar un proceso vocacional y reeducador
solamente, debido a que de ser así, serían los difícilmente tratables quienes merecen
la atención prioritaria, que tanto institución como sociedad deben ofrecer.
De la misma manera elaborar éste tipo de clasificación es deslegitimizar el
cambio del ser humano y si como veremos en la visión futura del interno, no es solo
él quien lo invalida, sino además la institución, se estarían anulando todas las
capacidades de cambio social.
De acuerdo a la experiencia durante el trabajo de campo realizado, testifico
que algunos de los internos del patio sexto tienen voluntad de cambio y que es el
entorno y las casi nulas oportunidades que le brindan tanto la institución como la
sociedad las que hacen que dicha energía se aplaque.
De igual forma, el desconocimiento del interno frente a procesos como el
Tratamiento Penitenciario, se refleja en la ignorancia de expresiones como “(…) yo
soy una persona que tengo mucho tratamiento penitenciario y carcelario (…)”, puesto
que de ser así, manifestarían resultados de un proceso de resocialización, el cual no
presentaría disociación con la visión futura del interno.
Pero ¿qué significaría tener “mucho” tratamiento penitenciario según el
discurso planteado por el INPEC?, significaría que el interno en su etapa de
observación, se hubiese adaptado a su condición de interno, se hubiese sensibilizado
por medio de construcciones de tipo individual y grupal y se hubiese motivado y
proyectado en su futuro, a través de la construcción de un proyecto de vida.
Igualmente en la fase de alta seguridad debió haber accedido a programas
educativos y laborales, desarrollando habilidades y destrezas que le permitieran
restringir su tiempo de ocio penitenciario, acompañado de actividades espirituales,
deportivas y recreativas.
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En la fase de mediana seguridad, debería haber tenido intervención individual
y social que le haya permitido fortalecer competencias de carácter psicosocial y
ocupacional. Debe ser una persona que adquirió competencias en función de ser una
persona creativa, productiva y autogestionaria. En su fase de mínima seguridad, debe
haber fortalecido la reestructuración de la dinámica familiar y laboral para asegurar
su proyecto de vida.
De tal manera, que quien recibió un Tratamiento Penitenciario debe haber
sentido un trabajo interdisciplinar, debe ser acorde al cumplimiento de los anteriores
puntos, una persona readaptada, resocializada y preparada para una vida en libertad.
Pese a lo anterior, el interno del patio sexto, manifiesta recibir otro tipo de
trato al interior del penal, “(…) en la cárcel uno nunca gana nada, no le digo que en la
cárcel lo único que usted recibe es cuchillo y palo (…)”. Afirma ser menospreciado y
humillado, al recibir “gas”, “garrote”, “pata” y “puño”, por parte de la guardia.
Aseguran que en la cárcel lo único que reciben son malas noticias, especialmente de
muertes de familiares u otros seres queridos y que en la cárcel todo se resume al
maltrato. Solamente un interno dice recibir como algo positivo de la cárcel el
descuento, mientras que el resto de internos se sienten totalmente despreciados.
Existe una conciencia en la mente del interno, de tener muchos años para
lograr, el que se plantea como fin del Tratamiento Penitenciario, la resocialización.
En el fondo de cada corazón, habita un deseo por conocer el respeto, las relaciones
humanas y por aprender nuevas cosas, para alcanzar la meta, más sin embargo el
interno afirma que el ser humano no tiene opción de ser bueno en y después de la
cárcel, puesto que la persona se vuelve más mala, en la medida en que se endurece el
corazón, especialmente por el trato recibido y las condiciones de vida.
Afirman que la sociedad permanece engañada al creer que el delincuente va a
la cárcel para ser resocializado, cuando no es así para casi la totalidad de los internos.
Solamente un interno manifiesta ser una persona resocializada gracias a su decisión
personal de rehabilitarse y adquirir buenos hábitos, pero no porque el Tratamiento
Penitenciario haya contribuido a su proceso.
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3. Sentimientos como motor de cambios
3.1 Sentimientos positivos y negativos desarrollados en prisión
La resocialización de ser lograda, debe producir sentimientos positivos en el
interno, para que posteriormente se materialicen en cambios actitudinales positivos,
en la medida en que permitan un desarrollo integral del ser humano, que se extienda a
la familia y a la sociedad.
Un sentimiento positivo que manifiestan tener algunos internos es el aprecio
por sus compañeros más cercanos y el respeto frente a ellos y sus visitas. Entre tanto,
solamente un interno expresa un sentimiento de preocupación social frente a los
sufrimientos que padecen las personas secuestradas, prisioneras y enfermas.
Cuando ahondamos sobre los sentimientos negativos con los que vive el
interno, vemos como se encuentran en mayor proporción a los positivos, además de
ser más marcados, en la medida en que han sido manifestados por una gran mayoría
de internos, como lo son la rabia, el resentimiento, el odio y la desconfianza.
El interno siente rabia por las condiciones de vida que ha tenido que enfrentar,
sumadas en ocasiones al maltrato físico y psicológico dentro del penal, a situaciones
de irrespeto que se presentan en algunas oportunidades con las mujeres el día de
visitas y solamente uno de ellos expresa su rabia al afirmar su inocencia en la
ejecución del acto delictivo, aún cuando haya estado con las personas que lo llevaron
a cabo.
Algunos manifiestan sentir rencor y resentimiento hacia las personas, de
acuerdo a la experiencia de vida que han tenido. Particularmente existe un joven,
quien siente rencor desde que era un niño, cuyo sentimiento nace en el momento en
que observa cómo acaban con la vida de todos sus familiares ante sus ojos, en un
mismo momento.
Generalmente los sentimientos de resentimiento culminan en el deseo de
venganza, el cual constituye un sentimiento fuerte dentro del medio carcelario.
Existen sentimientos de hipocresía, de amargura y de mal genio, pero tristemente el
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sentimiento constante que siente el interno es un odio aterrador, que aplaca los pocos
sentimientos positivos que tienen en sus corazones. El interno siente odio hacia todas
las personas que conoció en la calle y de las cuales no volvió a saber, algunos se
sienten ofendidos con las mamás de sus hijos, con sus hermanos, pero en especial con
la vida misma.
Un caso en especial presenta un fuerte sentimiento de envidia, al comparar lo
que tienen los demás y lo que él nunca ha conseguido, aludiendo no solamente a
cosas materiales, sino al apoyo de sus padres, sentimiento que también tiende a
desembocar en el rencor y la venganza.
El interno siente total desconfianza ante los funcionarios, miembros del
cuerpo de custodia y vigilancia y demás internos. Sin embargo y en contraposición, la
confianza es un sentimiento que desarrollaron la mayoría de los internos del patio
sexto, a lo largo de la investigación, haciéndolo manifiesto, solamente con quien
realizó la investigación, quien representó una compañía y apoyo para los internos del
pabellón.
3.2 Cambios positivos y negativos desarrollados en prisión
Es de suponerse que los sentimientos se materialicen en cambios de
pensamiento y de actitud. Sin embargo al analizar los cambios catalogados como
positivos en la vida actual del interno, encontramos una extensa lista de cambios, que
no necesariamente concuerdan con los pocos sentimientos expresados anteriormente.
Así pues, el principal cambio que testifica el interno es el valorar la vida y las
personas, seguido por la familia, especialmente en lo que se refiere a su madre y a sus
hijos. También dice haber aprendido a valorar las cosas materiales, a valorarse a sí
mismo, a las mujeres y la sinceridad de las personas.
El interno en casi la totalidad de los casos, manifiesta como cambio positivo,
el hecho de pensar mejor las cosas que piensa hacer, especialmente las consecuencias
de sus actos. Sin embargo el interno se refiere con la anterior expresión, a pensar en
las consecuencias de sus actos, independientemente de si tienen una connotación
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negativa, por ejemplo, en el caso de salir a delinquir de una forma más organizada.
De tal modo, consideran que incluso para este tipo de actividad, el hombre requiere
pensar bien y planear bien el delito para no ser capturado, argumento que hace parte
de la visión futura que maneja el interno.
El interno considera que debido a las condiciones de vida dentro del penal, el
hombre aprende a ser humilde, llegando al punto de caracterizarse como una persona
noble, dice haber aprendido a respetar a los compañeros y en especial a las mujeres,
que si bien de manera general no tienen la mejor reputación como pareja, en casos
particulares donde la mujer es constante en la visita adquiere el más importante valor.
La tolerancia y la paciencia hacen parte de los cambios que han tenido los internos, al
igual que han aprendido a interactuar con las demás personas, a ser serviciales y sobre
todo a compartir lo poco o lo mucho que llegue a sus manos.
La cárcel para los internos ha sido el contexto para valorar la amistad, es allí
donde conocen a cabalidad a quienes decían ser sus amigos, afirman también
reconocer cuáles son las malas amistades e incluso algunos llegan a convertirse en
buenos compañeros.
La cárcel permite que el interno reflexione sobre la confianza y que asuma la
idea de que no se puede confiar en todo el mundo. Las reflexiones que hace el interno
de manera permanente, han transformado su forma de pensar y lo han hecho cambiar
de actitud frente a diversos asuntos. Si bien se ha hablado de la hipocresía y el doble
mundo que se vive al interior de la prisión, la cárcel según un interno fue el contexto
en donde aprendió a ser sincero, lo cual contradice la tesis de la gran mayoría de
reclusos del patio sexto.
El interno cataloga como cambio positivo este tipo de reflexiones, pero sus
comentarios y su mirada al futuro evidencia que no en todos los casos que se refieren
a la misma expresión, cobra el mismo sentido, puesto que su forma de pensar y
actitud frente a la vida puede no tener ninguna relación con sentimientos positivos a
nivel individual y social.
Para muy pocos de quienes dicen haber aprendido a ser humildes, el dinero
ha cambiado su significado, puesto que consideran que la plata en la cárcel no es nada
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y que es el dinero el que los ha hecho caer a la prisión, asumiendo sin embargo la
importancia que tiene en el desarrollo de la vida, pero a partir de reflexiones sobre el
manejo adecuado que se le debe dar al dinero y la idea de no desperdiciarlo. Para los
demás internos el dinero sigue siendo el objeto más fácil y rápido de obtener y el
agente que mueve al mundo.
Algunos se sienten orgullosos de sí mismos al manifestar como cambio
positivo el hecho de haber abandonado el consumo de alguna de las sustancias
psicoactivas, especialmente de aquellas que para el interno, gozan de una peor
reputación, bien sea por sus perjuicios físicos o mentales.
Al identificar las principales alteraciones que ha sufrido el interno en su
mentalidad y en su forma de actuar y que dificultan el desarrollo integral y social del
ser humano, se encuentra la aprehensión de “mañas”, destacando la trampa, el ser
grosero y vulgar. En segunda instancia, el interno manifiesta haberse vuelto una
persona agresiva y rencorosa, lo cual se dio en el momento en que perdió la
sensibilidad, como quien indica: “(…) no he mejorado nada de mí, me he vuelto más
agresivo porque yo nunca había apuñaleado a nadie y aquí me ha tocado apuñalar y
derramar sangre”.
La cárcel enseña el poder de la destrucción, algunos internos desean salir a
cobrar venganza, a desquitarse de las personas que les han causado algún perjuicio, lo
cual no es más que otra manifestación de la agresividad que han adquirido en el
medio carcelario.
Una persona dice haber tenido un cambio negativo al aislarse de los demás, lo
cual representa una fuerte oposición frente a los demás internos, quienes dicen haber
desarrollado la habilidad de interactuar.
En particular un interno considera que ha aprendido a no dar la cara por nadie,
expresión que no se puede catalogar como un cambio de pensamiento positivo o
negativo, en la medida en que el interno no fue suficientemente claro en su
argumento. Se podría pensar que tomarlo como positivo alude a valorar la vida, a no
ponerla en peligro, pero también puede ser relacionada con cambios negativos, en la
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medida en que al referirse a “nadie”, deja incluso a su familia, fuera de dicho
argumento.
Las denominadas “mañas” son asumidas dentro de los cambios negativos que
ha tenido el interno, puesto que están relacionadas con la aprehensión de trampas
como abrir cajas fuertes, puertas, carros, falsificar documentos y hacer caletas para
esconder las cosas. Sin embargo pese a que el interno considera que no existen
buenas mañas, algunos de ellos las consideran positivas según los planes que tienen
para el futuro.
Algunos piensan que las “mañas” de la cárcel son las mismas de la calle,
razón por la que consideran que ya conocen un buen número de ellas e incluso que
son quienes las enseñan: “(…) ¿Mañas? Yo soy el que las enseño, por acá se
aprenden muchas cosas, mañas buenas no hay (…) y mañas malas (…) muchas (…)
(Risa)”. Referirse a las “mañas” que han aprendido o que utilizan al interior de la
cárcel, causa risa y timidez en el interno, quien no quiere expresarlas precisamente
por la importancia que adquieren en su cotidianidad.
Otros pocos consideran que no es que las “mañas” se aprendan en la cárcel,
sino que por ejemplo se escuchan y se ven nuevas formas de robar, lo cual según ellos
causa un perfeccionamiento a la hora de delinquir. Una “maña” resultante del
encierro en la prisión y de la cual es difícil escapar, es la jerga carcelaria, la cual se
caracteriza por ser prosaica, basta y vulgar. A algunos les preocupa salir de la prisión,
utilizando dicha forma de comunicarse en la cárcel y que por sus características no se
asemeja al lenguaje cotidiano.
Existe una disociación entre la manifestación de cambios positivos y cambios
negativos experimentados en la cárcel. Resulta difícil entender como si el interno ha
aprendido a valorar la vida, a valorar las personas y las cosas materiales, exprese un
deseo de destrucción. Igualmente si la experiencia en la cárcel lo ha hecho una
persona humilde, la ambición de poseer dinero y cosas materiales en abundancia,
aplacan cualquier intención de humildad.
Finalmente, si el interno considera que ha aprendido a respetar, no deberían
darse pensamientos que nos lleven a cavilar sobre las cosas que sería capaz de
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realizar, con tal de obtener lo que desea, a través de diversos delitos, no importando
pasar sobre las demás personas.
Pensamientos que ahondan en la mente del interno
La cárcel es uno de los lugares más duros en los que puede estar un hombre,
en ella se ven toda clase de diferencias, cada interno es un mundo aparte, con una
historia de vida diferente, con sus propias preocupaciones y pensamientos. Se piensa
que a la cárcel llegan los peores seres humanos y que en ella se pierde la vida o parte
de ella, en el presente caso, la juventud. En la cárcel, el único elemento que hace que
la persona no pierda el interés y el ánimo por la vida es el estar acompañado, el
sentirse apoyado o con la motivación de tener a alguien por quien luchar.
En la cárcel, según el discurso penitenciario, se pretende hacer del interno
un buen ser humano y se le quiere brindar de una u otra forma una nueva
oportunidad, algunas de ellas no son importantes para el interno y mucho menos
considera el deber de tomarlas, si cuando estuvo en libertad no hacían parte de su
cotidianidad, como lo es el caso de estudiar. Para el interno las prioridades son otras y
en muchos casos no tienen ninguna relación con elementos que permitan el desarrollo
profesional del joven.
La cárcel es el agente que cierra con llave las oportunidades de la persona,
lo encasilla con cada proceso, la mayoría de los internos no se encuentran
enfrentando un único proceso, sino muchos más y la suma de ellos es la que los hace
pensar en una salida lejana e incluso perder la esperanza de recobrar su libertad.
Pensar en los diferentes procesos por los que se encuentra acusado el
interno, es entender que su visión futura, depende en gran parte de las oportunidades
que se le den y obliga a tener conciencia de que entre mayor sea la cantidad de ellos,
más puertas se cerraran, argumento que ilustra uno de los internos, quien señala que:
Tengo más de catorce antecedentes, más de catorce procesos abiertos, que tenga cerrados unos cuatro, cinco, voy a conseguir un trabajo, lo primero que le dicen es -tráigame el pasado judicial-, a mi no me lo dan, cuando averigüe que tengo ese poco de
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procesos, créalo que lo primero que dicen, es -no manito no lo podemos recibir por acá-, ¿es o no es?.
No solamente en la vida en libertad, se debe ser responsable en la manera
de asumirla, puesto que de igual manera, el no saber manejar la vida al interior de la
prisión, puede causar la muerte o alargar la condena que se purga, lo que demuestra
que existe una forma de vivir tras las rejas:
(…) y hasta la condena puede que no la paguen, porque la cárcel se lo traga a uno, la cárcel hay que saber vivirla, hay que saber manejarla, he visto muchos amigos que no salen, he visto personas que hacen para diez, doce años, quince años, para mí son espejos, para mí son espejos, para mí son espejos (…)
El interno considera que todos los que se encuentran privados de su libertad,
son igualmente seres humanos que deben recibir no solamente un trato digno, sino
igualitario. En prisión existen personas, incluso dentro de los mismos internos que se
sienten superiores frente a los otros y esto causa múltiples inconvenientes en el día a
día.
El interno afirma que independientemente de que se encuentren en la cárcel,
por la comisión de determinado delito, son personas que tienen sentimientos y
corazón, por tanto también sufren, aún cuando dicho sufrimiento no sea el más
expuesto en el espacio en el que habitan.
Uno de los sentimientos que describen a mayor cabalidad la dinámica de la
vida en la cárcel, lo constituye la desconfianza, no solamente en las personas como se
ha mostrado anteriormente, sino también en las distintas actividades que hacen parte
de la rutina, como lo es la hora de recibir las comidas:
(…) uno no sabe si de pronto aquí en la pasada del wimpy, hasta los rancheros pueden escupirla y echarle una rata, molerla viva, de pronto no lo hagan, pero uno podía pensar eso, alguien que le haya hecho algo a alguno y por uno pagan todos, podían hacer la comida mal hecha (…)
El conjunto de problemáticas que se viven a diario en un centro de reclusión,
es el principal argumento para que el interno manifieste que en la cárcel se piensa con
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mentes débiles, que bajo cualquier situación de inconformidad, se busca la solución
errónea, reproduciendo los problemas y haciendo a su vez, más difícil la vida.
Bajo estas razones, el interno asegura que la cárcel es supervivencia, “(…) yo
creo que si a ti te atacan con un lápiz y tú te defiendes con una hoja y ves que la
persona no ve eso, entonces te toca coger un lápiz (…)”, que todo lo que se haga, se
diga o se piense, se debe encontrar en la dirección de sobrevivir, para poder seguir
con los planes de la vida, sean buenos o malos. El deseo del interno es poder culminar
esta etapa de la vida y afirma que solo poniendo en práctica la sobrevivencia lo
logrará, puesto que la cárcel no es una experiencia fácil de asumir, puesto que:
(…) uno se prepara para todo en la vida, pero para lo que no se prepara es para sufrir, uno psicológicamente aprende a subsistir, a sobrevivir, consigue los medios, pero lo que a uno le pasa internamente, eso no lo borra nadie, supongamos el abandono, supongamos la presión de las personas, de pronto la familia en cierto punto, de pronto uno ve que todo lo que uno quiso, ya no tiene el mismo sentido (…)
Uno de los pensamientos que conducen a conflictos al interior de la prisión, se
da por el pensamiento que tiene el interno del patio sexto frente a las personas que se
encuentran en los otros pabellones del centro de reclusión, especialmente por aquellos
que han sido condenados por abuso sexual. Existe un sentimiento unánime que
asevera que quien es abusador, especialmente de niños, no merece la vida y mucho
menos la cárcel, entendiendo que ésta última es considerada como una oportunidad de
vida.
Para el interno del patio sexto, en el cual hemos centrado toda la atención, el
abusador sexual es una persona que no respeta a su madre, a sus hermanas, ni a sus
hijas, porque en cualquier momento actúa en su contra, independientemente de que
sea familiar propio o de otros seres humanos.
A pesar de los sentimientos negativos que refleja el interno, existe un
sentimiento de protección frente a personas externas a su condición y espacio por las
que sientan confianza, lo que hace que al ingresar al patio o al pasillo donde pasan las
24 horas, esa tercera persona haga parte de ellos y pueda permanecer tranquila con la
protección que se le brinda, lo que no sucedería si por cualquier circunstancia
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ingresara una persona por la que el interno no siente confianza o la cual inspira malos
pensamientos.
Según el interno, estar en el patio sexto castigado, no es la solución o el
método que se deba usar para que ellos logren ser resocializados. El castigo en vez de
ser la solución, priva al interno de recuperar su libertad por varias razones, entre las
que se encuentra el no poder acceder a actividades de descuento, cuando el descuento
representa la libertad para el interno. El interno asume parte de su problemática desde
el siguiente argumento:
(…) supongamos la solución a un problema no es el castigo, yo digo, la solución a un problema no es el castigo, no siempre, si yo le digo, si sacan a una persona del patio dos, que supuestamente no hay consumidores y los hay, pero a esta persona la sacan porque consume demasiado vicio, entonces ¿qué hacen?, lo saca la guardia, lo lleva al sexto, llegaba allá, si aquí donde había restricción consumía, llega a un sitio donde podían hacer lo que querían, no lo estaban castigando, lo estaban llevando a que se hundiera en el vicio, yo esto lo he hablado con más de uno por ahí, con los pabelloneros, esto no es la solución a esto, esto no es un castigo, llevándolas a que se apeguen más a las drogas.
Sin embargo los mismos internos consideran que no todas las personas que se
encuentran allí, merecen que se les otorgue el descuento, por episodios que ya han
tenido lugar en el penal, en donde se le brinda el descuento a las personas que se
encuentran en mayores estados de adicción a sustancias psicoactivas, en talleres en
donde el consumidor encuentra materiales propios para su vicio, acabando con el
taller que le puede asegurar la libertad a otro interno.
Por otra parte, el interno vive en función de sus pensamientos, algunos de
ellos están asociados con experiencias previas al encierro y otros adquiridos durante
la estadía en prisión, entre estos se destacan aquellos que contienen la fórmula para
poder vivir bien en prisión, como lo es el hecho de escuchar, asumido por muy pocos
en la cárcel, o el pensar que el que obra bien, bien le va, al igual que al que obra mal,
mal le va.
El interno testifica que a lo largo de su vida se ha dado cuenta que
definitivamente lo prohibido es lo más deseado y que por pensar de esta manera se
cometen muchos errores. Sin embargo, algunos internos consideran que entre un error
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y otro, no existe ninguna diferencia. La valoración que hace el interno de un error
cometido por sí mismo, frente a otro cometido por otro ser humano, no tiene
diferencia, puesto que al fin y al cabo es un error. La única excepción que tiene dicha
expresión, la hace el delito cometido por los abusadores sexuales, por los que sienten
un completo repudio.
De igual forma la fuerza de voluntad que maneja el interno es mínima y en
algunos casos nula, razón por la que considera que es más fácil decir sí a todo, como
lo es a acceder a algún tipo de sustancia psicoactiva o de involucrarse en algún delito,
que ir a trabajar de la manera considerada honrada y gastarse toda la vida tratando de
conseguir lo que se desea, cuando en pocos minutos puede lograrse por vías más
sencillas.
Insiste el interno en darle mayor importancia al hecho de ser capturado por un
homicidio que por un hurto, puesto que este último puede llegar a ser excarcelable y
las condenas no representan largo tiempo, mientras que el homicidio y el
derramamiento de sangre se paga con más tiempo de prisión.
A su vez piensan que se deben dedicar a la vida delictiva, en cuanto que las
oportunidades solamente son para las personas que tienen dinero, puesto que
independientemente de que una persona pobre estudie, nunca alcanzará los mismos
trabajos que los que alcanza una persona que se encuentre en óptimas condiciones
económicas, por lo que se busca la salida más fácil.
En el caso del interno que se convirtió al cristianismo estando en prisión, sus
pensamientos se encuentran absolutamente ligados a la doctrina, opina que el hombre
nunca actúa por sí mismo, sino que responde a sus pasiones, es poseído por una
pasión que lo puede conducir a experiencias como las que en esta investigación se
ilustran.
Otro de los pensamientos que es más recurrente en los internos, lo ocupa el
pensar en la madre de sus hijos, en la forma en como se ha llevado la relación con
ella, antes y durante el encierro y cómo cree que será en el futuro. La relación con la
pareja es un aspecto indispensable en la vida del interno y mientras que la mayoría de
102
sentimientos hacia las madres de los hijos de los internos presentan una connotación
negativa, éste no puede ser generalizado.
Existe un caso en particular, en donde el interno considera que cada persona
independientemente del lugar que haya ocupado en la vida de otro, tiene el derecho
de buscar lo mejor para sí, sin importar que no sea con la persona con la que quizá
cimentó un hogar o con la que haya tenido hijos.
El interno se refiere a su experiencia en la cárcel como una caída, que ha
servido para cosas buenas, así sea para no estar en peores condiciones y para cosas
malas especialmente. Asegura que la cárcel daña la mente de las personas y las
convierte en seres perversos o más torcidos de lo que podían estar antes del encierro.
Opina que la gente no cambiará y no dejará de caer en la cárcel hasta que
todas las personas tengan lo suyo, mientras esto no sea así, habrá delincuencia y
vicio. El interno es consciente que aún cuando sea mucho tiempo detenido
físicamente, no se encuentran pagando nada a comparación de todo lo que han hecho.
Afirman que robar es un arte y que el dinero es algo que se puede recuperar, sin
embargo dicen no quitarle nada al pobre y si al que lo tiene en cantidad, porque
entienden que el Estado está para suplir este tipo de necesidades y recuperar los
daños. Aún así, el interno cree que “(…) el error del Estado es eso, que creen que a
uno mandándolo a la cárcel y distanciándolo de la familia, está bien (…)”, el Estado
se equivoca al pensar que llenando las cárceles se solucionan los problemas y se está
resocializando a la gente, en especial apartándolo de sus familias de origen y de su
familia constituida, argumentando que la distancia es mortal para cualquier relación,
es decir, no solo en una relación amorosa y de pareja, sino en una relación familiar,
fraternal y parental.
Si bien la experiencia en la cárcel se vive prácticamente solo, el interno espera
contar en los malos momentos así como en los buenos, con aquellas personas con las
que mantenía una relación y que se ha visto deteriorada debido a la distancia, que
impide el mantenimiento de las redes sociales que el joven considera significativas.
De igual forma existe la conciencia en el interno de que el consumo de
sustancias psicoactivas está acabando su vida, pero la dependencia que muchos tienen
103
y que no aceptan, dificulta el abandono de las drogas, además de los factores que
dependen de la institución para abordar de manera adecuada esta problemática.
La mayoría de internos consideran que algunos de los sentimientos que tienen
en su corazón, como el rencor, vienen desde su infancia y asumen la idea de que la
combinación de problemas de la calle con los de la cárcel genera peores
inconvenientes en su cotidianidad. Algunos piensan que aún si recuperaran su
libertad, desde que les paguen bien por cualquier negocio por la vía delictiva, lo
aceptarían, porque dicen necesitar del dinero.
En un caso en particular, el interno ha concluido que puede volver a caer, en
la medida en que seguirá delinquiendo, pero que no vivirá nuevamente la experiencia
de estar en la cárcel, lo que significa que actuaría incluso en contra de su vida, con tal
de no volver a vivir el encierro.
Una expresión constante en los internos del patio sexto, es que no quieren que
sus hijos repitan su historia, sino que quieren brindarles todo, para que no tengan
motivos de sufrimiento, en especial quieren luchar por dejarles una casa propia, pues
si bien temen por perder su posición de padres, en el momento en que la madre de los
niños entable otra relación y deban vivir como pareja con sus hijos, creen que estos
podrían recibir algún tipo de maltrato psicológico, de tal manera que aspiran que
teniendo sus hijos un lugar seguro, puedan establecerse en dicho lugar y se sientan
orgullosos de que su padre fue quien les dio una vivienda.
Los internos culpabilizan de la mayoría de problemas que se presentan al
Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, puesto que ellos al saber las
condiciones y las dificultades del patio, alimentan los conflictos sea ingresando
personas que han tenido fuertes enfrentamientos en épocas anteriores, lo que hace que
se revivan con mayor fuerza los problemas, que como dicen los internos son “deudas
de sangre”, cuando ellos mismos les han pedido que no ingresen a determinadas
personas o también atribuyendo a la guardia posiciones que no están de ninguna
manera asociadas al Tratamiento Penitenciario del que deben formar parte como
Cuerpo de Custodia y Vigilancia dentro de la institución.
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Otro de los pensamientos frecuentes en el interno, es mirar de forma
retrospectiva su vida y entender el origen de sus actitudes negativas frente a la
sociedad, al igual que analizar el momento en el cual se acostumbró al dolor y perdió
su sensibilidad:
(…) a los días maté una persona que fue la primera persona que maté, a los ocho años… mi pensamiento siempre era -voy a matarlo-, hasta que se dio un día la oportunidad y lo maté, le pegué una puñalada en el corazón, lo maté al muchacho, como ya había matado a ese muchacho, ya me parecía fácil meterle otra puñalada a otro y así, de ahí para delante me empecé a dañar, como a maquiavelizar, ya no respetaba nada, a nadie, si alguien se metía conmigo pues yo lo agredía, si de pronto la capacidad física no me aguantaba, con decirle yo -vamos a pelear los dos-, yo buscaba, le cogía la traición y su puñalada, no se las rebajaba.
Otra de las grandes dificultades que reflexiona el interno se da por el
desinterés que muestran los funcionarios por dicho patio, en donde se dejan llevar en
muchas ocasiones por las apariencias y habladurías y no toman la decisión de ingresar
al patio y conocer la realidad de cada uno de los internos que se encuentran allí, pues
consideran que: “(…) uno no puede sembrarse una imagen de una persona cuando en
realidad no la conoce, “caras vemos corazones no sabemos” (…)”.
1. Recuerdos más intensos de su vida
Los recuerdos que siempre habitan en la mente del joven y a través de los
cuales describen su vida, se encuentran asociados principalmente, a experiencias que
se encuentran referidas con el mundo de las sustancias psicoactivas, a sus
experiencias en libertad y por supuesto a aquellas relacionadas con la vida delictiva.
La mayoría de internos aseguran haber tenido una infancia sufrida y llena de
obstáculos, como lo hemos presentado en el capítulo destinado a la familia.
Solamente un joven dice haber tenido una infancia bonita y digna de recordar al lado
de sus seres queridos, asevera que:
Mi infancia fue una infancia bonita creo yo, si, alrededor de mi familia y mis seres queridos, humildemente pero muy fortalecido como lazo familiar, me dieron estudio,
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me dieron disciplina, buen comportamiento, respeto y todas esas cosas (…)
Pocos jóvenes se remiten a recuerdos como el cuidado que debían darle a sus
hermanos y la situación económica difícil por la que siempre atravesó su hogar.
Algunos jóvenes recuerdan de su niñez, el hecho de ser buenos estudiantes y de
obtener buenas calificaciones, pero otros a su vez, recuerdan el prejuicio familiar al
que se vieron sometidos en sus años de niñez y juventud.
Algunos de estos jóvenes vivieron en su familia maltrato e incluso algunos
fueron sacados de sus hogares, otros decidieron irse por voluntad propia y tomaron
nuevos rumbos, en un caso especial el joven se va a vivir con la familia de la que en
ese entonces era su novia, otros se vieron obligados a trabajar desde niños y a otros
les fue impuesta una vida en la calle.
La experiencia de vivir en la calle y asumir una vida en ella, los condujo a
administrar negocios de droga desde pequeños, ha habitar en el “cartucho” y a
presenciar actos crueles como violaciones y lugares donde el trabajo de las mujeres
era la prostitución.
Las situaciones en los lugares donde habitaban, eran generalmente hostiles, si
bien vivían en la ciudad, la caracterización del barrio representaba un peligro para los
habitantes, lo que no se diferenciaba con aquellos jóvenes de las comunas de
Medellín, en donde tuvieron que vivir la época quizá más fuerte en ellas, donde la
comuna era zona de violencia. Por su parte, se encuentra el caso de un joven quien
vivía en el campo junto a su familia y fue víctima del desplazamiento, otro considera
que nunca ha tenido quien lo quiera, razón por la que optó por la calle.
De igual forma, cuando se encontraban en libertad, algunos tuvieron que
enfrentar la muerte de sus seres queridos, como el padre, la madre, los hermanos y
algunos amigos. Un joven mantiene un recuerdo amargo, causa de todos sus
sentimientos, actitudes, visión futura y forma de asumir la vida, dado por el hecho de
perder a toda su familia siendo un niño y asumir desde aquel entonces la soledad en
su más alto nivel, manifiesta respecto a sus sentimientos que:
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(…) Quien no va hablar con rencor sabiendo que a uno le mataron la mamá y saber que la recogió y le mete las manos en el cerebro y se le van pa’ dentro del cráneo…cuando usted piense matar a alguien, no toca matarlo a él, sino matarle a la mamá, que es la que duele, para que aparezca y matarlo a él, eso, más violencia, más violencia y que se mueran todos.
Uno de los jóvenes que decidió salir de su casa, habitó en la calle y contó con
la suerte de ser adoptado prácticamente por una señora que le dio estudio, techo,
vestido y alimento durante muchos años. El sentimiento que el joven manifiesta
frente a esta mujer es de total agradecimiento, sin embargo, después de algún tiempo,
él decide irse para seguir su camino, decidiendo volver a casa, sin encontrar el apoyo
y el cariño que anhelaba.
Solamente un interno, recuerda intensamente todas sus relaciones amorosas,
pero entre tanto, todos los jóvenes recuerdan profundamente las pocas o muchas
experiencias que alcanzaron a tener en compañía de sus hijos antes de caer en prisión
o de acabarse la relación con la madre de sus hijos.
Uno de los internos expresa que sus hijos son lo único bueno que le ha pasado,
porque de haber recibido otras oportunidades buenas en la vida, no estaría pasando
por la presente situación: “(…) lo único que me ha pasado bueno en la vida son mis
hijos, de resto todo ha sido malo, si no mire, en la cárcel porque todo ha sido malo”.
Las experiencias que marcaron la vida del interno y que se dieron cuando el
joven se encontraba libre, también están relacionadas con heridas que les fueron
proporcionadas por distintos enfrentamientos, el haber estado gravemente herido y
terminar en un hospital, es una de las experiencias más fuertes que nunca olvida el
interno.
Una de las experiencias en libertad que marcó a un joven, es el hecho de haber
sido capturado, justo el día en que decidió ir por su pasado judicial para completar los
papeles e irse al ejército, sin saber que de allí no saldría, al tener una orden de captura
por una tentativa de homicidio, de años atrás, por haber defendido a su madre de las
ofensas que recibía de su padrastro.
Otro interno recuerda especialmente una experiencia dramática al haberse
despertado de un coma después de un mes y tener que despertar para tomar una
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decisión trascendental en su vida, si amputarse o no su pierna, víctima de munición
explosiva. La familia de este joven, lo creyó muerto por muchos años, el joven
asegura que incluso le hicieron misas, sin saber cuál era su verdadera situación.
2. Noción de deidad en su vida
Dios representa un lugar en la vida del interno, se acude a él en
agradecimiento, para hacer una petición especial y en un único caso para
culpabilizarlo de su situación, por haberlo dejado tan solo en la vida. Solamente dos
internos definen a Dios como lo más importante de sus vidas, como el ser que da la
paz, la vida y el único que sabe cómo van a ser las cosas ahora y siempre. Consideran
que Dios los ha llamado a predicar y les ha encomendado una misión especial en la
vida. Para uno de estos internos Dios es su padre, su madre y su amigo.
Para aquellos internos que creen en Dios, la oración se encuentra colmada de
peticiones y agradecimientos. La petición más pronunciada es conseguir la libertad y
tener la oportunidad de hacer una nueva vida. Piden a Dios no volver a la cárcel
nunca, impedir que sean involucrados en algún problema mientras se encuentren
privados de su libertad y no tener que matar a alguien y continuar tras las rejas.
Un interno especialmente pide a Dios, le permita abandonar el consumo de
sustancias psicoactivas, puesto que dice estar muy preocupado por la situación de
adicción que enfrenta. En otros casos, el interno pide misericordia para todas las
personas que sufren y pasan algún tipo de necesidad, claman a Dios les conceda un
buen monto económico, para poner a producir un negocio, comprar la casa de sus
hijos y así no tener que volver a la vida delictiva.
Por otra parte, algunos internos agradecen a Dios, el haber recibido cosas
buenas en sus vidas, el permitirles estar vivos aún y estar en la cárcel teniendo la
experiencia que los ha hecho cambiar su mentalidad. Uno de ellos le agradece a Dios,
haberse acordado de él a pesar de sus actos y haberlo hecho cambiar, por medio de su
conversión al cristianismo, que tuvo lugar al interior del centro de reclusión.
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El interno agradece haberlo alejado del camino que llevaban por la toma de
malas decisiones, darles protección y nuevas oportunidades pese a los errores
cometidos. El interno que perdió su pierna, agradece a Dios permitirle volver a
caminar, cuando la medicina lo veía como un imposible.
Otro tipo de agradecimientos están asociados directamente con su experiencia
en prisión, como no haber permitido un suicidio cuando se pensó en él como salida y
hacer que las agresiones que se presentan constantemente en la cárcel, no tengan
implicaciones tan graves como el cobrar vidas. Sumado a lo anterior dan gracias por
haber asumido el lugar y la situación en la que se encuentran y no haber adquirido
traumas o haber enloquecido. Agradecen dar con buenas personas, así no sea en
cantidad y para pocos, adquirir elementos para trabajar en un futuro.
3. Visión de muerte
El interno asume la muerte como un paso de la vida. Representa además
descanso para quien ha muerto y dolor para las personas que lo rodean. A su vez
entienden la vulnerabilidad de la vida y expresan que para morirse solo se necesita
estar vivo y que el día que llegue será bienvenida.
Pocos internos dicen haber visto y sentido la muerte. En un caso particular, el
interno dice haberla visto y haber hablado con ella, sobre el tiempo que le quedaba de
vida, el interno asegura que la muerte le expresó que no era el momento aún y desde
allí el interno confía en el tiempo que la muerte decida para llegar a su vida
nuevamente.
4. Comparación entre cárcel y calle
Para el interno la cárcel y la calle son dos mundos diferentes, pero existen
aspectos que consideran mejores en un mundo que en otro. Afirma el interno que en
la calle nunca le hizo falta nada, empezando por la compañía de mujeres que según el
109
interno siempre tuvo en libertad. Afirman que en la cárcel se encuentran amigos que
no se encuentran en la calle, puesto que en la calle hay más traición que tras las rejas.
En la cárcel deben contener algunos sentimientos negativos, que no pueden
descargar como lo hacían en la calle, pues de ser así, traería perjuicios en su proceso
de libertad. De tal manera que en la cárcel debe tratar de controlar sus impulsos,
caminar y botar la rabia como ellos mismos lo indican para no cometer más errores.
De igual forma las palabras en la calle son consideradas normales, mientras que en la
cárcel la palabra se convierte en uno de los agentes generadores de problemas.
Teniendo en cuenta las anteriores aseveraciones, vemos algunas razones que
hacen mejor la vida en la cárcel que en la calle, en la que a veces se ven cosas peores
de las que se ven en los centros de reclusión.
Asegura el interno que siempre habrá necesidades, pero que la mayoría de
ellas en la vida en libertad se traducen en necesidades de tipo económico, mientras
que en la cárcel, la necesidad es sobre todo de tipo psicológico, de apoyo y
acompañamiento, en la medida en que:
(…) por acá uno está más herido que otras personas que tienen más necesidades afuera, pero aquí la ayuda no es económica, aquí la ayuda es psicológica, que a uno lo llamen y le digan -hola, que más, ¿cómo esta?, ¿qué más por allá?- y uno -no pues ahí aburrido, nos dieron palo-, se siente uno, aaa hablé con fulano tan bacano, eso le alegra la vida de cierta forma a uno, pero si yo te llamo a ti y tu -no es que tengo un problema, llámame después-, ¿para qué vuelvo a llamar si no le gusta?, eso no lo puedo entender (…)
Otro aspecto importante en el análisis, se relaciona con las sustancias
psicoactivas, el interno del patio sexto afirma que en la calle el vicio es permanente,
lo cual hace que su condición de farmacodependiente se dispare, mientras que en la
cárcel, el consumo se da cuando hay plata y no todos los días el interno tiene dinero
para suplir las necesidades de su vicio.
Solamente en un caso el interno manifiesta haber probado drogas en la cárcel,
debido a que en la calle nunca tuvo la oportunidad de conocerlas. Como se muestra,
el interno habla de oportunidad, de lo que se infiere un deseo de querer consumirlas
desde tiempo atrás. En otro caso especial, el interno asegura que su apariencia en la
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calle era buena, pero que en la cárcel se ve obligado a permanecer desarreglado para
disimular y evitar problemas al interior de la prisión.
5. Valoración de la amistad
Los amigos de la vida en libertad del interno, hacían parte del barrio en la
mayoría de los casos, se caracterizaban por ser delincuentes y consumidores de
sustancias psicoactivas. Muchos de los internos reconocen en sus amigos de infancia
y adolescencia, los orígenes de su adicción y el ingreso a la delincuencia, aceptando
que los amigos si influyen en las personas de manera positiva o negativa, en su caso
especialmente de forma negativa.
En la actualidad, algunos internos no saben nada respecto a los que fueron sus
amigos, los que saben de ellos, afirman que están muertos, en la cárcel, desaparecidos
o se han convertido en “desechables”. Un interno expresa la traición de las personas
que consideraba sus amigos, quienes se aprovecharon de su situación y por las que
hoy en día se expresa ofendido y con rencor:
(…) más de uno que decía ser amigo de uno y cuando lo vio a uno por acá, no esperaron sino que esperaron para ir y echarle los perros a la mujer, son deudas que esas se pagan es con sangre (…)
En la cárcel son mayoría los internos que consideran que si se puede hablar de
amistad y que ésta implica hechos, pues en la cárcel al no tener prácticamente nada,
se aprende a valorar una amistad. Hay personas, aunque sean pocas, en las que se
puede confiar, con las que se puede compartir desde el vicio hasta un pedazo de pan.
Un interno considera que se puede hablar de amistad en el momento en que
otro interno se acerca para enseñarle cómo funciona la vida en la cárcel, hasta el
punto tal de concientizarlo sobre la esclavitud que generan las sustancias psicoactivas
para que no se deje atrapar por ellas.
En menor cantidad se encuentran aquellos internos que aseguran que en la
cárcel no hay amigos, porque se vive en un mundo de hipocresía y que se encuentran
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amigos para diferentes tipos de favores y negocios, llamados amigos de conexiones,
pero nunca amigos de verdad.
6. Atribución de la culpa de su situación
Son muchas las razones por las que el interno cree que se encuentra en las
condiciones actuales que enfrenta, al estar privado de su libertad. Algunos internos
son conscientes de que la culpa de todo lo que han vivido, la han tenido ellos mismos.
Sin embargo, el hecho de tomar decisiones trascendentales desde que eran tan solo
unos niños, como la escogencia del mundo de la drogadicción, hizo que no tuvieran la
conciencia suficiente para saber y entender lo que estaban haciendo, lo cual se
considera otro aspecto de culpabilidad, el interno cree que: “(…) no es como dicen
que lo que uno siembra es lo que uno cosecha, de pronto sembró uno en el lugar
equivocado (…)”.
Por otra parte, algunos aseguran no haber tenido un apoyo moral, ni familiar,
lo que los estimuló hacia experiencias en la drogadicción y en la delincuencia. De
hecho el padre del interno es culpable de la situación de algunos jóvenes, más sin
embargo aunque el interno es consciente de ello, le hace saber a su padre que él no
tuvo la culpa de sus errores.
El olvidarse de sus amigos, de su novia, de su familia e incluso del apoyo que
recibía en un trabajo estable, aun cuando no llenara sus expectativas, se constituye en
otro factor de auto culpabilidad. Las condiciones precarias en las que vivían la
mayoría de jóvenes y sus familias, los impulsó a tomar otros caminos, como el de la
delincuencia. Algunos no tuvieron la oportunidad de estudiar, lo cual se convierte
además en un llamado de atención al gobierno, que según el interno no se preocupa
por poner escuelas en sectores pobres, con el fin de que los niños puedan pensar en su
vida.
Solamente una persona manifiesta que el único culpable de su situación es el
destino, otro interno le echa la culpa a la soledad a la que Dios lo condenó, otro
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considera que las mujeres son las que lo tienen en la actual situación, debido a su mal
comportamiento, el cual generó muchos problemas.
Aquellos internos que afirman que desean continuar llevando la vida de
delincuente, consideran que el no pensar las cosas apropiadamente, los tiene en la
cárcel, el no haber planeado bien el delito que los trajo al presidio o por coger de
costumbre la comisión de los delitos, haciéndose más vulnerable a ser capturados:
“(…) uno está por acá es por no pensar, uno puede hacer vueltas bien hechas y no
coger todo de costumbre porque “todas las veces no caza el tigre”(…)”.
7. Necesidades
La principal necesidad del interno en prisión, es conseguir su libertad, poder
estar bien y hacer su vida, independientemente de cuál sea su decisión, si seguirla por
los considerados buenos pasos o por la vía de la delincuencia. Algunos expresan
necesitar apoyo moral, que bien se los puede dar la familia, los amigos o el hogar que
conformó. Sin embargo sienten que el apoyo que necesitan de manera primordial se
los puede dar una mujer como pareja, que los quiera y los valore. Dicho apoyo solo
en el caso de un interno, puede conseguirlo en un diálogo con una persona que lo
escuche y lo asesore, como una psicóloga.
Existe además una necesidad económica, puesto que también en la cárcel se
necesita dinero, pero para un interno es la única necesidad que quiere suplir, puesto
que lo demás para él no tiene ningún sentido. Considera que todo lo que necesite, lo
tiene al alcance de sus manos, además de obtenerlo por arte de magia.
8. Miedos y temores
Una gran cantidad de internos dicen no tener miedo a nada, argumentando que
si no le tienen miedo a nada en la cárcel, mucho menos van a sentirlo en la calle. Sin
embargo, existe otro importante grupo de internos quienes temen por algunas
situaciones que se pueden presentar, mientras se encuentran en prisión o cuando se
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encuentren en libertad, a continuación se especifican los miedos y temores más
recurrentes del interno del patio sexto.
Un miedo constante se refiere al hecho de perder a la familia estando o no en
prisión, especialmente aludiendo a los hijos y la madre del interno. Otro miedo
frecuente es el de quedarse en la cárcel, llenarse de años y nunca recuperar la libertad
anhelada.
Para los internos, el mayor miedo se asocia con las sustancias psicoactivas,
temen al vicio, a las reacciones que la droga produce y que pueden causar tragedias al
interior de la reclusión, las principales sustancias que producen miedo son el pegante
y el bazuco, porque por su consumo han visto apuñaleados y muertos tanto en la
calle, como en la cárcel.
Otro de los miedos que se encuentran en relación con las sustancias
psicoactivas, alude a las deudas que se generan por la dinámica de consumo al
interior de la prisión. Un interno en especial teme porque siente que puede dejarse
llevar de la droga, es decir, es consciente de su condición de farmacodependencia.
Las reacciones físicas y psicológicas que proporcionan algunas sustancias
psicoactivas como aquellas que alteran el estado nervioso del consumidor,
acelerándolo y asustándolo, producen miedo en el interno quien es consciente y ha
visto que por dichos estados se puede llegar a acabar con la vida de otra persona.
Indudablemente las sustancias psicoactivas son uno de los agentes que más
causan problemas en un centro de reclusión e incluso en la calle, constituyen el punto
de partida de una serie de tragedias. Por tanto el miedo relacionado con el consumo
de sustancias psicoactivas, no es solo para quien las consume, sino para quienes se
encuentran rodeado de consumidores, quienes temen que puedan atentar contra sus
vidas por cualquier motivo y el intento sea fallido y queden en un profundo estado de
sufrimiento. El interno dice preferir morir que quedar seriamente afectado a causa de
cualquier ataque recibido. El miedo a la muerte no es tan constante en los internos del
patio sexto, quienes dicen estar acostumbrados a situaciones de este tipo. Sin
embargo, algunos temen tener que matar a alguien por salvar su vida.
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En el caso de algunos creyentes, dicen tener temor a Dios, más no miedo. Y
para quien perdió su pierna, el principal miedo lo representa el hecho de tener una
parálisis y quedar inválido completamente o el surgimiento de cualquier enfermedad
que le pueda causar más daños.
Finalmente, la mayoría teme a la soledad tanto durante el encierro, como en la
vida en libertad, en la medida en que temen no contar con nadie y ser rechazados por
la sociedad.
El futuro del interno en libertad
La concepción que tiene la institución de la persona que recobra su libertad,
después de haber pagado su condena y de haber recibido el Tratamiento Penitenciario
que todo interno debe recibir y que le garantiza su resocialización y adecuada
inserción a la sociedad, lo describe como:
El instituto concibe al post-penado como individuo integral con nuevos proyectos de vida, con fortalecidos conceptos éticos, morales, sociales y espirituales, mediante la acción de planes, programas y proyectos del sistema de tratamiento y desarrollo, sistema progresivo, prevención integral, microempresas, fomento y capacitación laboral y desarrollo social (INPEC. El INPEC hoy. www.inpec.gov.).
Sin embargo es importante contrastar la visión que tiene la institución
respecto al futuro del interno y las que según el recluso son sus expectativas.
El futuro es sensible al pasado de cada persona, pero además se puede ver
alterado por los pensamientos, acciones y decisiones que se dan en el presente.
Despierta cierto grado de incertidumbre, pero aunque no se piense todo el tiempo en
el futuro, hay inclinaciones claras hacia él. El futuro deseado, se refleja en la vida de
los hijos, para quienes se ansía lo mejor y generalmente se rechaza el pasado que
como hijos, padre y madre tuvieron en su infancia.
Afirma el interno la importancia de dar educación a los hijos, no solamente
refiriéndose al estudio sino también a una orientación clara y permanente sobre el
funcionamiento del mundo. Considera que a los niños se les debe hablar con la
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verdad y desde pequeños se les debe enseñar a respetar, por medio del uso adecuado
de las palabras y no a través del maltrato.
Es claro que la mayoría de los internos quieren educar a sus hijos de una
mejor manera que con la que fueron educados ellos cuando eran niños, pero no todos
quieren educar fundamentando sus acciones en el amor y el respeto, pues también
notamos el mal ejemplo con el que muchos empiezan a formar a sus pequeños hijos,
que dicen ser su razón de vivir y a los que les desean un próspero futuro, como el
padre que dice:
(…) yo les voy a enseñar que caminen por el camino correcto -reina, corazón, eso no se hace así-, eso sí les voy a decir -no se vayan a dejar de nadie, tengan su guayito por ahí y explóteselo al que sea, mátelo- (…)
Es en la educación y en la orientación que reciba un niño, donde logran los
padres iniciar un camino de vida positivo o negativo, en donde se espera que el niño,
no tenga la necesidad de recurrir a malas amistades, ni la curiosidad de experimentar
otros caminos, debido al buen ejemplo que han de recibir en su casa, donde no habrá
cabida para el vicio y donde no tendrá que presenciar conflictos familiares que
afecten su mente y por ende su forma de ver la vida.
Si un niño crece en un ambiente en donde se satisfacen todas las necesidades
básicas, tanto materiales como emocionales, si ha tenido una formación educativa,
donde se han fortalecido sus habilidades personales, si cuenta con el apoyo familiar y
conoce de valores humanos y sociales, no existen razones para repetir la historia de su
padre o madre, según sea el caso, a menos que sea por causas ajenas como por un
accidente o porque sufra de una enfermedad mental que lo lleve a cometer actos
inconscientes.
Existe un reconocimiento de parte del interno, de no haber tenido una
proyección futura reflexiva en el pasado, pero además declara múltiples razones por
las que terminaron estando en una cárcel. El interno considera que no tuvo una
proyección futura acertada en la medida en que tuvo carencias tanto en la parte
emocional como material, dice haber tenido un hogar en donde no se podían
116
satisfacer las necesidades materiales, debido a que no contaba con los recursos
económicos para ello. El estudio nunca fue prioridad en la vida del interno, lo cual se
manifiesta en el abandono del estudio a temprana edad, lo que imposibilitó una
preparación profesional.
Dicha carencia de capacidades, ha mantenido una ausencia de oportunidades
laborales que lo ha obligado a escoger otros caminos para solventar las necesidades
de tipo económico, sumado a una actitud ambiciosa con la cual creció, en la que la
idea de vivir placenteramente fortaleció toda idea codiciosa.
La carencia afectiva y emocional dentro del núcleo familiar y la ausencia de
apoyo, fueron factores determinantes en la búsqueda de personas que suplieran dichas
necesidades, independientemente de que fueran personas de su edad, de su barrio o
con distintas problemáticas que fueron transferidas a la vida del niño.
La caracterización del barrio donde se dio la crianza del joven, no favorecía su
desarrollo integral, por el contrario se encargaba de mostrarle las equivocas formas de
vida, las cuales desafortunadamente lo ingresaron al mundo de las sustancias
psicoactivas y le abrieron la puerta a la delincuencia, pues con ella sí se obtenía el
dinero de manera rápida y se podían suplir no solo las necesidades de subsistencia, la
cual se encuentra entre las categorías axiológicas que define Manfred Max-Neef, sino
también aquellas de entendimiento, protección, participación, afecto, creación,
identidad y ocio, necesidades en las que antes ni siquiera podía pensar.
La carencia afectiva hacía que el joven buscara satisfacerla por medio de las
reacciones que producían algunas sustancias psicoactivas, en donde el joven sentía
mayor confianza y se hacía un ser más comunicativo, permitiendo eludir los
problemas de la vida a los que se enfrentaba, en círculos sociales donde se
encontraban los que en ese entonces se hacían llamar amigos y que presentaban
sentimientos similares. Según Cohen e Inaba dichos efectos de algunas sustancias
psicoactivas como la cocaína, permiten enfrentar acontecimientos traumáticos y la
soledad que puede llegar a sentir un ser humano.
El pensamiento inocente del menor, no tenía la maldad de ver en los niños de
su edad o en la cara de sus padres, el inicio de una vida llena de obstáculos, razón que
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lo llevó a tomar decisiones sin pensar, en medio de la ignorancia de las graves
consecuencias a las que se iba a someter con el pasar de los años.
Entonces ¿qué culpabilidad tiene el joven que no tuvo una enseñanza de otra
forma de vida que no fuera la violencia y las drogas, se podría pensar que alguien
puede no conocer el bien, es decir, nunca antes haberlo visto? Pensaremos que si,
pues un niño, no es culpable de las condiciones en las que nació, ni tampoco de la
familia que le tocó y mucho menos de no tener nada a su alrededor que le mostrara
otra forma de vivir.
En la etapa de crecimiento del niño, se dieron relaciones de tipo amistoso y de
manera temprana relaciones de pareja que en muchos casos terminaron en la
constitución de un hogar sin la madurez, ni la experiencia para llevar de manera
adecuada una relación familiar.
Estas decisiones tempranas también influyeron directamente en el presente
que vive el interno, puesto que al tratarse de relaciones infantiles con consecuencias
de adultos, que no contaban con los suficientes desarrollos de madurez y autonomía,
se vieron deterioradas por situaciones de infidelidad, que produjeron una carga de
sentimientos negativos y que en ocasiones desembocaron en reacciones violentas que
como consecuencia, los alejó de su libertad, de su familia y de sus hijos.
El joven convertido en delincuente conoció los riesgos que conllevaba su
estilo de vida y asumió la fragilidad de ella, la cual podía tener cuatro consecuencias
a la hora de actuar, podía terminar en un cementerio, malherido en un hospital,
recluido en una cárcel o salir librado de las anteriores opciones.
La muerte no causa temor en el interno, son absolutamente conscientes de la
vulnerabilidad de la vida, saben que pueden morir en su ley, en la medida en que han
asumido correr el riesgo, incluso algunos se han sentido cercanos a este momento,
otros dicen haber visto la muerte y otros creen que pueden llegar a morir
violentamente debido a la vida que han llevado, al mal que han causado o las
enemistades que han creado.
Algunos internos creen en el destino, muy pocos lo asumen de la manera
cristiana, en donde Dios lo revela al hombre y él decide el camino a escoger, pero lo
118
que sí es claro para la mayoría de los internos, es que independientemente de si su
destino era delinquir o no, el camino tomado hace parte de una decisión personal de
vida.
Todos los internos del patio sexto, han cometido hurtos y defienden su teoría
frente al robo. Consideran que robar es un arte, porque no es fácil, porque no todo ser
humano tiene las capacidades para hacerlo, por otra parte, no existe una única
fórmula de llevar a cabo un hurto, existen diversas modalidades, unas más peligrosas
que otras, más arriesgadas y con montos de dinero diferentes. Finalmente no todo
ladrón tiene la misma motivación para hacerlo, cada uno tiene sus propias
incitaciones y necesidades que lo llevan a la comisión de lo que para ellos no es un
delito.
Para el joven la libertad que se dice perder con el ingreso a un centro de
reclusión, es el valor más preciado después de la vida, saben que han jugado con ella
por haber corrido el riesgo de llevar una vida en la delincuencia, pero reconocen
además que en la prisión han perdido su libertad física, al estar privados de los
espacios y no poderse desplazar con autonomía, pero que existe la libertad espiritual,
la que los hace estar libres o atados a culpas.
El estar en la cárcel es a la vez castigo y oportunidad, castigo por haber
causado daño a las personas al hacer cosas malas, pero oportunidad porque entre los
riesgos que toma el delincuente, la cárcel es la mejor opción, en la medida en que
representa una oportunidad de vida para valorar la familia y la libertad.
Aún siendo oportunidad de vida, no deja de ser dolor, lamento y
remordimiento, estar privado de la libertad es estar aislado del mundo, de las personas
y las cosas, es el espacio que logra domar al ser humano y que solamente ofrece tres
opciones, salir buen ser humano, salir torcido o salir peor de lo que entró, el interno
asegura que las opciones viables son las dos últimas, pues solo para una minoría la
cárcel es sinónimo de rehabilitación.
Considera el interno que el mundo que se vive en libertad, es un mundo
diferente al que se vive en prisión, mientras en la calle hay personas, en la cárcel hay
muertos vivientes, en la calle se vive el egoísmo y en la cárcel irónicamente se
119
aprende a compartir, a escuchar y a entender, lo que según el interno pocas veces se
tiene en cuenta cuando se goza de la absoluta libertad.
En la cárcel se vive el régimen, prácticamente no hay opción, en la calle se
pueden tomar muchos caminos. Para algunos la estadía en la cárcel ha significado
tomar conciencia, pero la mayoría aún después de estar encerrado por muchos años,
no tienen una conciencia diferente a actuar en la delincuencia, a pesar de los cambios
positivos que dicen haber adquirido en la cárcel.
El interno afirma que la cárcel es una oportunidad de aprender de los demás y
de aprender a hacer las cosas con cuidado, lo cual según la visión futura que
prevalece en el interno, hace referencia al espacio propicio para instruirse sobre la
delincuencia, para conocer más, para planear las cosas mejor y correr menos peligro y
mayor suerte.
Pese a lo anterior, no todos los internos piensan de la misma manera,
consideran que han aprendido a valorar a las personas y que es una razón suficiente
para transformar algunos pensamientos que hacían parte de su vida como
delincuentes.
Sus pensamientos frente a la vida y las personas se han visto transformados,
atestiguan la existencia de un prejuicio de la sociedad en general hacia los presos, la
cual según el interno solo espera que en la cárcel el delincuente cambie, sin conocer
las condiciones reales de la prisión, en algunos casos consideran que ni a su familia le
importa lo que suceda con los prisioneros. Afirman que al Instituto Nacional
Penitenciario y Carcelario es al que menos le importa el futuro de la delincuencia,
puesto que mientras exista, sus funcionarios tendrán trabajo y así mismo la forma de
mantener a sus familias.
El interno considera que el recobrar la libertad para la familia del delincuente,
representa un acontecimiento que puede presentar múltiples manifestaciones. Asegura
que la reacción que tiene una familia depende de toda la historia familiar, esto quiere
decir que si el joven colaboraba en la familia, habrá regocijo y alegría, para otras
familias simplemente será una felicidad momentánea por el hecho de saber que ya no
120
permanecerá encerrado, pero una intranquilidad por los sentimientos que conocen del
recluso.
El pensar que el interno sale a cobrar venganzas, causa intranquilidad a sus
familias, convirtiendo en un tormento, la felicidad de quien recobra su libertad. Por
ello, pocos internos creen que su familia prefiere que ellos permanezcan tras las rejas.
Este argumento tiene su fundamento en pensamientos que el interno tiene arraigados
en su mente y en su corazón, como aquellos en los que considera que todo se paga en
la vida, y que así como ellos están pagando, hay gente en la calle que tiene que pagar
por asuntos de tipo personal, que el interno prefiere no divulgar. Sin embargo, el
sentir la necesidad de cobrar venganza, causa una preocupación no solamente familiar
sino social, que permite analizar una vez más que la cárcel de ninguna manera trabaja
por inhibir este tipo de pensamientos.
Otro de los pensamientos más firmes del interno y quizá el más inquietante se
refiere a la forma en la que el interno decide continuar su vida, en donde según él, el
fin justifica los medios, siempre que se logre la satisfacción del logro, lo cual quiere
decir, que no importa pasar por encima de las personas, ni importan las cosas que
tenga que hacer para conseguir la meta, presente una connotación negativa o positiva,
con tal de llegar a ella y ser feliz, aún a costa de la infelicidad de los demás, lo cual
demuestra la disociación entre los cambios que siente el interno mientras permanece
en prisión, como el pensar en el otro, volviendo a la actitud egoísta que critican de la
gente que se encuentra en libertad.
Por otra parte, el interno cree que el que es, no deja de ser, negando la
posibilidad de cambio en el ser humano, lo cual deja en entredicho los cambios
positivos o negativos que sienten en sus vidas e incluso aquellos proyectos que se han
fijado algunos de ellos. De igual forma, si el ser humano no tuviera la capacidad de
cambiar, no valdría la pena la vida, pensando en que en ella se dan todo tipo de
transformaciones, no solo en la naturaleza sino también en la retorica, los discursos
pretenden cambios, buscan persuadir y convencer y por esta razón, el pensar en un
tratamiento sea para reclusos o para enfermos no tendría ningún sentido, pues
finalmente se sabría que todo seguiría igual.
121
De tal manera el recluso asevera que nunca un ser humano será recordado por
lo que piense, sino por lo que haga y que por ello el que piensa pierde, lo cual
también contradice sus argumentos en torno a la reflexión de los hechos que están por
ocurrir, en donde el interno manifiesta que hasta para delinquir se necesita pensar,
para hacer las cosas de la mejor manera, que por obvias razones depende de la forma
de asumir la vida de cada persona.
Los cambios positivos o negativos experimentados en la cárcel, pueden influir
en la construcción de futuro del interno, es decir, lo que se ha catalogado como
negativo puede ser el fundamento de una nueva vida motivada por dichos cambios o
bien asimilar los cambios positivos y hacer de ellos el cimiento de la construcción de
un próspero futuro.
Sin embargo, la visión futura puede analizarse en deseos de corto y de largo
plazo que manifiesta el interno. La visión que tiene el interno de su futuro, parte
desde aquellos deseos que el interno quiere que sucedan incluso estando en la cárcel,
los cuales se refieren a aspectos más puntuales.
El primer deseo que pide el interno es poder salir con vida de la prisión para
cumplir sus demás propósitos, algunos de ellos quieren estar en otro patio para poder
recibir otro trato y poder acceder a los talleres que ofrece el centro de reclusión y así
poder estar ocupados una buena parte del día, además de ser beneficiados del
descuento de su tiempo de condena. Pocos internos quieren que el patio sexto sea
terminado por la institución, antes de que se acabe por faltas y conflictos entre los
mismos internos y corra más sangre.
Algunos de ellos desean ser mejores personas, para poder estar bien con su
familia, especialmente dar la mejor a su madre, quien es su apoyo. Desean ser
preparados realmente para enfrentar la vida cuando recuperen su libertad, pero
mientras tanto, quieren tener su espacio y recuperar su privacidad. Otros internos
desean tener dinero en grandes cantidades y establecer conexiones dentro del centro
de reclusión para fortalecer su vida delictiva, que aseguran no querer abandonar.
La visión futura del interno en relación con la delincuencia puede ser asumida
desde tres puntos de análisis. El primero de ellos alude al hecho de que el interno a
122
pesar del tiempo que ha permanecido en prisión, no se ha detenido a reflexionar sobre
lo que quiere para su futuro y el de los suyos.
El otro foco de análisis, se refiere a quienes dicen salir a conseguir un trabajo
y no regresar a la delincuencia, debido a que comprendieron la dura realidad de una
cárcel, de lo cual se espera que dicha comprensión se acompañe de la reflexión en
torno a la vida equivocada que llevaban en la delincuencia y realmente no quieran
regresar a ella.
Algunos internos manifiestan el deseo de poder poner un negocio productivo,
a través del cual puedan aportar económicamente a sus familias de una manera
honrada. Manifiestan un deseo por hacer una nueva vida y olvidar lo vivido en los
años de encierro, expresando no poner en práctica lo que se pudo haber adquirido en
la cárcel y que tenga una connotación negativa y por el contrario reflexionando sobre
la forma de asumir un empleo y de aportar a la sociedad:
(…) pienso que tendré que ser empleado, pero quiero es tener mi propio satélite y yo decir, -no hagan, sino hagamos-, para la única forma de volver yo a robar, es que vea que mis hijos están aguantando hambre (…)
El interno que dice salir a hacer una nueva vida, promete hacer las cosas bien,
incluso se encuentra el caso de un joven que aspira con poder culminar sus estudios y
a su vez, demostrar a las personas que piensan que quien sale de la cárcel, sale a hacer
el mal, que no siempre es así, argumentando que la cárcel hace cambiar para bien o
para mal, no necesariamente convirtiendo al hombre en un ser perverso, deseando
además poder crear algún día una fundación para personas que necesiten algún tipo
de ayuda.
Este tipo de interno desea ser aceptado por la sociedad, poder sentir que
realmente se le está brindando una oportunidad para cambiar, algunos piensan dejar
de manera definitiva el consumo de sustancias psicoactivas. Quien se convirtió en
cristiano, desea salir a predicar y unos pocos quieren tener la oportunidad de formar
un hogar.
123
Pocos internos manifiestan un deseo por conseguir un trabajo y poder obtener
lo que quieren y necesitan, sin embargo no cierran la posibilidad de regresar a la vida
delictiva, siendo conscientes que dicha decisión los puede conducir una vez más a la
cárcel. Una de las razones por las cuales consideran que volverían a delinquir sería
que el trabajo que consiguieran no les diera el sueldo que ellos consideran que
merecen o al que se encuentran acostumbrados, que como se mostró en anteriores
capítulos se refiere a altas cantidades de dinero.
Otras de las razones por las cuales el interno volvería a delinquir, están
relacionadas con la mentalidad de que conseguir un trabajo es muy difícil,
argumentando que si las oportunidades son pocas, la única vía posible sería la
delincuencia.
El interno piensa especialmente en dejar a sus hijos con algunas comodidades
y afirma que hasta no conseguirlas, no dejará la vida delictiva, pues desean para sus
hijos lo mejor y no quieren verlos sufrir o pasar por las circunstancias que ellos han
vivido.
El interno considera que para no regresar a prisión, al ser capturado por la
comisión de actos delictivos, dedicará mayor tiempo a planear y organizar el delito,
manifiesta que aunque le llevará más tiempo y quizá no gane todo lo que espera, será
la única manera de seguir en la delincuencia.
Muchos internos se refieren a un deseo por recuperar el tiempo perdido,
especialmente en lo que concierne a sus hijos, desean salir a recuperarlos y brindarles
el bienestar que desde la cárcel no les han podido brindar, de lo cual se infiere que al
parecer el bienestar del que quieren proveer a sus hijos, es de tipo meramente
económico, puesto que si piensan en delinquir para obtener ciertos beneficios
materiales, corren el riesgo de ingresar a prisión y de esta forma privarse de la
compañía de sus hijos nuevamente.
Un número considerable de internos, afirman salir a seguir delinquiendo y
obtenerlo todo por dichos medios. El conseguir una casa para sus hijos se considera
uno de los deseos primordiales del interno, quien cree que al dejarles una casa,
asegura una parte importante de sus vidas.
124
Tres casos particulares manifiestan el deseo de viajar, bien sea por problemas
que sabe que vendrán si se queda en su ciudad y barrio, para conseguir una mejor
prótesis o simplemente planea salir a seguir delinquiendo para conseguir los medios y
viajar a hacer otra vida en otro lugar.
La motivación que tiene el interno para salir en libertad, se resume
principalmente en la figura de la madre y de los hijos, en la medida en que la madre
es quien siempre los ha apoyado y por la que sienten respeto, amor y admiración; al
igual que los hijos por los que sienten un amor verdadero y especial, lo cual ilustra la
siguiente expresión: “(…) mis hijas si me hacen brotar un amor muy bacano,
enamorado, loco enamorado totalmente de ellas (…)”.
En pocos casos la mujer es considerada como la persona que los motiva para
salir en libertad y en mínimos casos alguna hermana. Definitivamente el tener una
motivación repercute e influye en la visión futura del interno, que hace parte de la
reflexión personal que tiene el interno día a día.
Otro aspecto que limita la visión futura, lo constituye la creencia del interno
frente a la visión que tienen los demás hacia el delincuente. Bajo su consideración, el
joven argumenta que la sociedad lo ve como una persona que pertenece a bandas, a
grupos delincuenciales, como seres que se encuentran mal rodeados socialmente,
jóvenes que permanecen armados y que influyen negativamente en los jóvenes y
niños del sector del que forman parte.
Por otra parte, consideran que la gente les tiene miedo y los toman por
sádicos, abusadores, atracadores, viciosos, desechables, locos, degenerados y como
los peores pecadores. Por el contrario, son muy pocas las personas que los conocen y
que aún en el encierro opinan que son seres humanos con corazón, sentimientos y
valores.
Se debe comprender que sumado al interés del Instituto Nacional
Penitenciario y Carcelario, por resocializar al infractor de la ley y de vincularlo
adecuadamente a la sociedad y para el interno que plantee un cambio de vida
positivo, existe un problema aún más complejo que se debe abordar para que dicha
vinculación sea asertiva y que no depende de la persona que recobra su libertad o que
125
se encuentra en el proceso de recuperarla, constituyendo realmente un problema
social y es la fuerte estigmatización a la que se ve sometida cualquier persona que se
haya encontrado en algún momento en condición de interna.
Es precisamente en este punto, donde cobra relevancia una responsabilidad
social por aminorar los problemas que aquejan a la sociedad, puesto que el ser
humano no puede cambiar totalmente un comportamiento por sí mismo, al ser una
persona que no funciona como ente aislado.
De esta forma, se ha visto como en los intentos por ofrecer una oportunidad al
ex penado, se desatan serios inconvenientes por parte de la población civil que se
encuentra ubicada en los espacios destinados para la puesta en práctica de proyectos,
cuyo objetivo es iniciar una vinculación directa y real a la sociedad.
Estos ciudadanos manejan discursos en donde sienten amenazada su vida, la
de sus hijos y bienes, considerando bajo riesgo el barrio en general, por el hecho de
funcionar en éste un centro que brinda la primera oportunidad a un grupo de pos
penados que por el hecho de haber estado en una cárcel han perdido total credibilidad
por parte de la sociedad.
Es claro que existe un elemento indispensable en la readaptación de una
persona y es la atención que se le brinda después de un tratamiento que ha recibido y
que ha sido planteado con el objetivo de lograr una integración adecuada a la
sociedad, a la cual de alguna manera falló y por lo cual fue juzgado.
La atención al pos penado, es decir, a la persona que ha recobrado su libertad,
no es responsabilidad única del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, sino de
la sociedad entera, la cual debe comprender que de la actitud y responsabilidad que
tome, depende en gran medida la dirección por la que opten éstas personas que se
encuentran en el momento de recuperar su posición de ciudadano, sin decir que dicha
condición la haya perdido oficialmente cuando fue privado de la libertad.
126
1. Proyecto de Vida
Un proyecto de vida parte de la reflexión de lo que cada persona es y de lo
que desea ser, lo cual da claridad al sentido de la existencia. El tener un proyecto de
vida, trae como beneficios la autorrealización, porque permite el desarrollo de
potencialidades; la autorregulación, porque da la posibilidad de efectuar un
seguimiento y una evaluación de sí mismo; la autodeterminación que permite que la
persona tenga un papel protagónico; y la autonomía que permite actuar sobre la base
del conocimiento de sí mismo, permitiendo organizar jerárquicamente las prioridades.
Entenderemos el proyecto de vida como una reflexión que conduce a prácticas
positivas no solo para el sujeto que lo programa, sino para su entorno familiar y
social. Esto quiere decir que pensamientos que vayan en contra de alguno de éstos
entornos o de sí mismo, no puede ser asumido como un proyecto de vida, pues
aunque pueda funcionar de la misma manera, tener metas, estrategias y tácticas
claras, no se enfoca en la integridad humana y el proyecto de vida debe ser pensado
en pro a dicha integridad.
Es importante realizar un proyecto de vida porque permite identificar y
aprovechar las oportunidades que ofrece la vida, reconocer y enfrentar las
limitaciones, visualizarse hacia el futuro, aprovechar el presente, enriquecer la vida
propia y la de quienes le rodean. Por ello, de la forma como el interno asume la
cárcel, es decir, como una caída, que a su vez ofrece una oportunidad de vida, se
convierte en un llamado a repensar el futuro, siendo consciente del pasado y el
presente vivido.
El proyecto de vida no es para sí mismo, es para saber vivir como humano,
como padre, hijo, hermano, esposo, amigo y ciudadano, es entrelazar todas las
dimensiones del hombre, la psicológica, la familiar, social, laboral, académica y
espiritual para planear futuros posibles con gente real, que pertenece a la vida del
interno.
Para la construcción de un proyecto de vida se debe tener una actitud mental
positiva, es decir, tener pensamientos constructivos y tener ideales posibles; de igual
127
forma se requiere hacer una revisión consciente de la vida, reconocer el pasado,
identificar los aciertos, precisar las fortalezas; soñar, creer que es posible y pensar en
la consecución de los logros; se debe vivir con entusiasmo, tener decisión y
perseverancia, avanzando y mejorando cada día, se debe aprovechar el tiempo y
trabajar con pasión, lo primero es combinar el pensamiento y la acción, para lograr la
meta.
Definitivamente la acción depende del pensamiento, las ideas motivan los
hechos a partir de sentimientos que bien pueden ser positivos o negativos, por esta
razón existen los actos valorados como buenos o malos, se puede actuar acertada o
desacertadamente, con la conciencia de hacerlo o ser el resultado de un acto
inconsciente, por ello es tan importante prestar atención a los sentimientos que se
despiertan en el hombre, en este caso aquellos que pueden surgir en la prisión y que
como se ha visto son en su mayoría desacertados.
Las metas deben forjar una filosofía propia de la vida, estas deben estar
categorizadas en personales, metas materiales y económicas en donde no sólo se da
respuesta a las aspiraciones económicas personales, sino donde se piense sobre
causas que se desean apoyar.
Es en este punto donde se reconoce nuevamente la necesidad de pensar sin
egoísmo, sino planear futuros en donde los beneficiados sean muchos sino todos. Las
metas, estrategias y tácticas que se plantean en un proyecto de vida, deben involucrar
los recursos materiales y humanos con los que se quiere conseguir determinado logro.
De igual forma, un proyecto de vida es catalogado como viable, cuando se
realizan acuerdos con las personas que se encuentran vinculadas a él, en este caso
adquiere suma importancia y en primera instancia, la madre del interno, los hijos y en
algunos casos la madre de ellos. Posteriormente y en otros campos se requerirá el
apoyo de otro tipo de organizaciones e instituciones que favorezcan el desarrollo del
interno cuando recupere su libertad.
128
1.1 Fases para la elaboración de un Proyecto de Vida
Se han propuesto como fases para la elaboración de un proyecto de vida, la
historia de vida, el análisis DOFA y el plan de vida. La historia de vida es una
revisión reflexiva sobre los momentos que ha pasado el ser humano desde que era un
niño hasta el momento actual, es posible que a partir de dicho resultado se entienda
porque la persona ha reaccionado desacertadamente ante ciertas circunstancias.
Para el segundo momento se utiliza la técnica DOFA, que busca encontrar las
debilidades, fortalezas, oportunidades y amenazas que se ciernen sobre la vida del
joven, entendiendo que las dos primeras dependen exclusivamente de la persona y las
otras dos del ambiente en el que se dinamiza la vida del joven.
De tal forma las debilidades y fortalezas hacen alusión a características
personales negativas y positivas que tiene la persona respectivamente, mientras que
una oportunidad es una situación, persona o cosa que se encuentra en el entorno y que
lo acerca al crecimiento personal, familiar o laboral, y una amenaza es una situación,
persona o cosa del ambiente que lo aleja de dicho crecimiento.
La última fase se denomina plan de vida y es un listado detallado de las seis
mejores estrategias para realizar crecimiento en los aspectos personales, familiares y
laborales, distribuidas en el tiempo que resta de internamiento. Es la propuesta que el
interno realiza al Consejo de Evaluación y Tratamiento, como compendio del trabajo
realizado en el curso de inducción al Tratamiento Penitenciario, que es valorado por
psicología o trabajo social, para clasificarlo en fase y hacerlo parte de la hoja de vida
del interno.
Se esperaría que cada una de las fases fuera desarrollada por el interno y que a
su vez, éste mantuviera una retroalimentación con un profesional que aclare dudas
que se puedan presentar a lo largo del camino y que lo asesore en la construcción de
un organizado proyecto de vida.
Debido a que los resultados del proceso de construcción, deben estar escritos,
cada interno debería tener en su expediente las anotaciones claras de su proceso y los
resultados del mismo, en donde no sólo pueda ser consultado por funcionarios de la
129
institución, sino donde el interno pueda acceder a él, con el objetivo de autoevaluar su
proceso o realizar modificaciones que le parezcan pertinentes.
Como es bien sabido a lo largo de este escrito, la desconfianza es un factor
que puede causar dificultad para que los jóvenes en cuestión, puedan realizar este
importante proceso, en donde pueden querer decir y demostrar ideales que no hacen
parte de su real reflexión a futuro.
Como se muestra la última fase hace alusión al tiempo que le resta al joven de
internamiento penitenciario, poco se explora sobre las expectativas y deseos que tiene
en mente el interno para cuando salga en libertad, que como se verá en la visión
futura del interno debería causar gran preocupación.
1.2 Análisis DOFA: Un acercamiento al futuro del recluso
Debilidades:
Viven del delito, consideran la delincuencia como su profesión.
Tienen una trayectoria como consumidores de sustancias psicoactivas.
No terminaron de estudiar y a pesar de que algunos de ellos conocen otros
oficios, no están interesados en asumirlos debido a la poca remuneración.
Presentan una personalidad agresiva.
Algunos manifiestan ciertas metas y expectativas, pero no cumplen con los
requisitos y la organización para ser un proyecto de vida.
Son impulsivos, se involucran fácilmente en peleas.
No tienen acertadas relaciones interpersonales.
Permanecen provistos en el centro de reclusión por armas blancas, para su
defensa personal.
Creen que no pueden cambiar.
A la mayoría, no les gusta trabajar, ni tampoco ser mandados por un jefe,
consideran que existen formas más rápidas de obtener dinero sin tener una
autoridad diferente a ellos mismos.
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No hay un reconocimiento asertivo de sus errores, no hay un sentimiento de
comunidad.
Fortalezas:
Son personas alegres en su mayoría, razón por la que podrían estar más
dinámicos durante su estadía en prisión.
Aún son jóvenes y gozan de buena salud, pese a las dificultades citadas en
capítulos anteriores.
Son inteligentes.
Tienen aptitud para trabajos y actividades artísticas.
Desean aprovechar el tiempo libre.
Manifiestan sentimientos positivos hacia algunos miembros de sus familias,
como su madre y sus hijos.
Oportunidades:
Pueden acceder a las actividades propuestas en el salón de prevención.
Cuenta con el apoyo de su madre.
Reciben apoyo por parte de un grupo de mujeres con carácter religioso que los
visitan dos veces por semana, para brindarles un apoyo material, pero
sobretodo un momento de tranquilidad espiritual para quienes creen en Dios.
Participaron activamente en la presente investigación, compartiendo sus
historias de vida para aportar a la comprensión de una problemática común y
hallar estrategias de solución.
Amenazas:
Los amigos son consumidores de sustancias psicoactivas.
Algunos de sus familiares son consumidores de sustancias psicoactivas.
131
Permanecen en un patio donde el movimiento y el consumo de sustancias
psicoactivas es dinámico.
Algunas de sus actuales parejas consumen sustancias psicoactivas.
Mantienen armados y al presentar una personalidad impulsiva, pueden llegar a
cometer un error, que les cueste más años de libertad.
Dificultad para que reciban servicios de salud como medicina, odontología y
terapia ocupacional, además de servicios sociales, como psicología y trabajo
social, por su mala reputación y caracterización dentro del centro de reclusión.
Las visitas en los días acordados les ingresan sustancias psicoactivas y armas
para su defensa personal.
Resumen
Existe en el discurso del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario una
garantía de resocialización. Sin embargo, si realmente el interno fuera resocializado,
no tendría que haber disociación entre los que se suponen deben ser los resultados del
tratamiento y la visión futura que el recluso manifiesta.
De tal forma, son más los sentimientos negativos que dice concebir el interno
que los positivos. Generalmente los sentimientos negativos, tienden a desembocar en
el rencor y posteriormente en la venganza, lo cual opaca los sentimientos positivos
que dicen conservar o haber adquirido en el medio carcelario.
Por otra parte los cambios positivos no son coherentes con los sentimientos
negativos que expresa el interno. Se evidencia que los cambios que manifiesta el
interno y que se catalogan como positivos, no trasforman el comportamiento del
interno en los diferentes círculos sociales que solía frecuentar y mucho menos en
otros espacios de tipo social.
Por ejemplo, el respeto que dicen haber adquirido algunos internos, se refiere
a un valor puesto en práctica en la prisión, especialmente frente a las visitas que
reciben los demás reclusos, pero no parece tener mayor trascendencia frente a la
relación con las demás personas y mucho menos en libertad. De tal forma, hay
132
cambios que son catalogados como positivos, pero que se piensan poner en práctica
solamente con algunas personas, más no existe una conciencia social de dichos
cambios hacia el resto de la sociedad.
El interno es consciente de que un tratamiento, cualquiera que sea, requiere
compromiso por parte de quien lo dirige, materiales necesarios para las diferentes
actividades que se propongan y personal calificado que no ignore los temas
abordados.
Sumado a lo anterior, el interno del patio sexto, asegura no conocer a los
funcionarios, que se supone deben prestar la atención al cuerpo de internos y los
cuales desempeñan una labor importante en el Tratamiento Penitenciario, como lo
son el Trabajador Social, el Psicólogo y el Terapeuta.
Afirman que estar ocupados, los aísla de malos pensamientos, por eso
demandan una mayor colaboración de la institución, con el objetivo de ser tenidos en
cuenta en actividades que contribuyan con su formación y que les permita restringir el
tiempo de ocio, el cual proporciona múltiples inconvenientes, acrecentando el
desespero, el aburrimiento y propiciando actividades no aptas para el desarrollo
integral del ser humano, como lo es el consumo de sustancias psicoactivas.
El interno solo gusta de las actividades artísticas, no de aquellas que tienen
relación con crecimiento personal o con áreas específicas de educación; solamente
para el interno que no sabe leer ni escribir, aprender a hacerlo representa una
oportunidad, puesto que le permite expresarse por sus propios medios, hacer una
carta, un memorial e incluso una solicitud a la institución que contribuya al
mejoramiento de su calidad de vida dentro del penal, hecho que adquiere gran
importancia para el interno. Sin embargo, se hace necesario revaluar la razón de ser
de las actividades de descuento, puesto que para la inmensa mayoría, éstas sólo se
toman por disminuir el tiempo de condena, sin existir ningún interés de otro tipo.
El interno no desconfía de todas las personas, puesto que contar su historia de
vida con detalles representa un gesto de confianza, que solo se logra cuando no
sienten en la otra persona un enemigo más, sino cuando sienten que alguien les ha
abierto el corazón. Es de esta forma cuando reflejan de manera clara sus sentimientos,
133
dolores y angustias, haciendo que una persona que no se encuentra en condición de
interno, cambie el imaginario que se tiene del preso común.
Los evocaciones del interno están especialmente relacionados con
experiencias de consumo de sustancias psicoactivas, recordando que sus amigos de
infancia y en algunos casos sus familiares influyeron en el inicio del consumo. El
interno considera que las sustancias psicoactivas se constituyen en la raíz de la
problemática juvenil y carcelaria del país, de acuerdo a su experiencia de vida.
Actualmente sienten miedo al vicio y afirman que en la calle el consumo es
permanente.
Estos recuerdos desembocan en experiencias relacionadas con la vida
delictiva, por ello sus mentes se encuentran cargadas de imágenes violentas y
hostiles. Además aseguran que la existencia de la delincuencia y del vicio
permanecerá mientras no exista igualdad en el país.
La cárcel es definitivamente una crisis para el interno, pero a la vez es
asumida como una oportunidad de vida. El interno siente que en ella se pierde la
juventud y que la expresión de sentimientos como el sufrimiento se hace difícil,
puesto que en dicho lugar el hombre no puede mostrarse débil.
En la cárcel el interno se encuentra tan vulnerable a la muerte, como en la
calle, pero ella es asumida como un paso de la vida que deben esperar con
tranquilidad. Otro de los pensamientos recurrentes en prisión, es el hecho de pensar
en la amistad, éste concepto se deteriora a lo largo de la estadía en prisión, pero
generalmente hacía aquellas personas que creían sus amigos en libertad, pues
finalmente el interno considera que sí se puede hablar de ella al interior del penal.
Muchos de los sentimientos negativos arraigados en el corazón del interno
tienen su origen en su propia infancia y por ende se materializan en su forma de
actuar ante las diversas circunstancias que le presenta la vida, lo que nos permite
aseverar que el interno actúa fielmente en función de sus pensamientos momentáneos.
El interno culpabiliza de su situación a sus decisiones personales que de
alguna manera contribuyeron a su condición actual, pero además existe un fuerte
sentimiento de culpabilización hacia el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario
134
de los problemas que acontecen al interior de la prisión, fundamentados en una teoría
de castigo que según el interno no resocializa a nadie.
Definitivamente las prioridades del interno, no son las prioridades que piensan
los funcionarios de la institución, ni el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario y
mucho menos los hacedores de las políticas que rigen el funcionamiento de las
prisiones, lo cual es un aspecto absolutamente relevante sobre el que se debe
reflexionar.
La necesidad del hombre emancipado o privado de la libertad es hacer su vida,
independientemente del camino que escoja, sin embargo las necesidades que se
presentan en la vida en libertad, se diferencian notoriamente de las que requiere una
persona en condición de interna.
Los cambios que ha experimentado el interno en el centro de reclusión
determinan su construcción futura y sus expectativas de vida. Sin embargo cuando
existe desesperanza, no hay capacidad de proyección hacia el futuro, no se tienen
metas ni ideales, en la medida en que no se piensa en la consecución de la libertad.
El interno puede tener ciertos planes y metas para realizar en su futuro, pero
ello no le niega la posibilidad de pensar volver a estar privado de la libertad, esto
quiere decir, que no temen a una nueva caída a la cárcel, simplemente puede ser una
consecuencia de uno de sus propósitos futuros.
La visión futura del interno, sin lugar a dudas depende de varios
pensamientos, algunos de ellos son la motivación del interno y la contemplación de
oportunidades que el interno cree le dará la sociedad.
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REFLEXIÓN CRÍTICA EN TORNO AL PROCESO DE RESOCIALIZACIÓN
La presente investigación se desarrolló en una institución penitenciaria, con el
apoyo de directivos, funcionarios, cuerpo de custodia y vigilancia e internos
consumidores de sustancias psicoactivas que de manera voluntaria quisieron
contribuir con sus experiencias de vida, en búsqueda de soluciones a sus
problemáticas o por lo menos de generar discusión, dando a conocer sus sentimientos
y opiniones de manera clara, de lo cual la investigación espera una completa
reflexión.
La cárcel es en gran medida aquello que nos han mostrado los medios de
comunicación o que hemos escuchado en conversaciones cotidianas, sin embargo no
se reduce a ello. En un centro de reclusión se logra examinar concienzudamente a la
sociedad de la que hacemos parte, de la que tanto nos lamentamos, pero de la que
generalmente tomamos una mínima posición.
Tomar posición no se remite únicamente a opinar sobre aquello que
consideramos que está mal y que desearíamos que cambiara. Es asumir una postura
crítica e inmediata para actuar sobre la realidad concreta y no solamente sobre los
discursos y discusiones que el tema merece.
Considerando absolutamente oportuno involucrarnos en las problemáticas, no
simplemente reflexionando sobre lo difícil que es conseguir los cambios, sino
acercándonos a las personas que son los únicos seres a partir de los cuales se pueden
dar las transformaciones desde el lenguaje hasta hechos más tangibles que un
imaginario.
El objetivo de describir un escenario, como se ha hecho en el presente
documento, es ante todo comprender una realidad específica a la que como seres
humanos, profesionales o no, debemos aportar atendiendo con prontitud y motivación
el futuro inmediato, en donde gracias a las historias compartidas, tenemos un inicio
para saber por donde empezar.
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Lo primero que se debe hacer es leer con suma atención aquellos documentos
que describan, expliquen o propongan contenidos relacionados con el tema en
cuestión; lo segundo es tomar partido, no desde los impulsos que hacen parte de la
vida del hombre, sino desde la comprensión profunda de la complejidad del ser
humano.
Si al reflexionar sobre la visión futura de los internos que se ha expuesto en
capítulos anteriores y, cedemos ante la preocupación porque quieren seguir siendo
delincuentes, estamos imposibilitando cualquier transformación, al negar el cambio
del ser humano. De ser así, la cárcel no sería más que un claustro de castigo y ni
siquiera para el delincuente, al cual vemos que no le importaría pasar sus años
encerrado en un lugar como éste, con tal de cumplir con sus propósitos personales, lo
que terminaría más bien por ser un castigo para las víctimas de los delitos y para la
sociedad quien tendrá que mantener la vida de los internos, actuando bajo discursos
que no tienen razón de ser.
Para lograr una resocialización en los internos, primero se debe pensar en
personas que se encuentren sanas física y mentalmente y ofrecer realmente las
condiciones para que sea un hecho. Si bien no se cuenta con los recursos humanos y
financieros necesarios para alcanzar dichos objetivos, entendiendo que por recursos
humanos no deberíamos entender “la cantidad de funcionarios dispuestos para”, sino
“la calidad de funcionarios dispuestos a” interactuar de forma humana y digna con los
internos, los espacios serían más armónicos y el dinero mejor utilizado.
No es necesario pensar en cambios estructurales de manera inmediata, es
necesario pensar que los cambios se logran siempre que exista la disposición y el
interés de alcanzarlos, con sencillas maneras de materializarlos. Tal como se
evidencia en capítulos anteriores, el interno requiere una atención comprometida, en
la que sienta un lazo real de confianza y aceptación por parte de las personas que se
encuentran en su medio, sean funcionarios, guardias y compañeros, de manera más
concreta al interior de la prisión, al igual que lo espera de sus círculos sociales
externos como su familia, amigos y la sociedad en general, quienes deben estar
absolutamente involucrados en los procesos del interno.
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Si ninguna persona, especialmente funcionario, logra un lazo confidente con
el recluso, no se logrará nada, pues el imaginario seguirá siendo el mismo, el interno
pensará que se trata de otra persona que se acerca a él en cumplimiento de su labor, la
que le ofrece un bienestar económico y de manutención de su familia, pero que en
realidad, no busca mejorar la calidad de vida de las personas que se encuentran allí
privadas de su libertad. El funcionario seguirá pensando que se trata de “casos
imposibles” y de “personas malas” por las que ya no hay nada que hacer.
Siendo conscientes de que se trata de personas con una fuerte trayectoria de
consumo de sustancias psicoactivas, ningún tratamiento que pretenda interiorizar
normas civiles, morales o éticas dará resultado, por diversas razones entre las que se
encuentra su condición de consumidores, en donde los efectos producidos por las
sustancias psicoactivas afectan de manera directa los pensamientos y la conciencia
del consumidor, así que si en un momento de sobriedad fue interiorizado alguno de
estos aspectos, este será absolutamente olvidado en un momento de ebriedad. Por otra
parte no sólo son las drogas las que no permitirían dichos cambios, sino la influencia
que ejerce la historia de vida del interno, que no inicia en el momento de su captura,
ni de su vida delictiva, sino que tiene una semilla en el seno de un espacio físico y
social en el que nació y se desarrolló.
Es por esto, que personas que no conozcan de sus propios sentidos la realidad
completa y minuciosa del interno, no deberían ser quienes consideren la forma de
llevar a cabo un tratamiento o de discernir qué es lo que necesita o le hace falta a cada
joven, porque no es la manera de asumir una problemática carcelaria juvenil, de la
que son parte estos jóvenes y la cual viene construyéndose en múltiples escenarios y
hace muchos años.
Es indispensable contar con un tratamiento frente al consumo de sustancias
psicoactivas, considerando bajo la experiencia con el grupo, que el interno que dice
no volverse a someter a un tratamiento, lo afirma teniendo en cuenta su desacertada
experiencia personal en ellos, mas no con la convicción de no querer dejarlas. Existe
la necesidad de brindar un tratamiento que no funcione bajo tiempos límites,
contando con personas calificadas, independientemente si es una o son muchas, de
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acuerdo con el presupuesto de las instituciones. Lo verdaderamente importante, es el
compromiso, más que con la institución, con el proceso de resocialización, que
implica entre otros, traerlos de vuelta a la sobriedad, la salud física y mental.
Por otra parte, la función que debe cumplir el trabajador social es fundamental
en el proceso que lleve cada interno, éste debe velar por mantener unidas y activas las
redes sociales de las que haga parte el interno, no es mantener unida a como dé lugar
a la familia del interno, puesto que quizá, (dependiendo el caso), no sea lo que el
interno quiera o necesite, pero sí se debe propender por el fortalecimiento de los lazos
que son benéficos para él.
Como lo hemos visto a lo largo de los capítulos, la familia del interno está
resquebrajada, en la mayoría de los casos se podría hablar de familias constituidas por
un hijo y su madre, de tal forma, el trabajador social al conocer de forma exacta la
dinámica familiar del interno, no puede pensar ni actuar bajo el hecho de conservar la
“unidad familiar”, que como se ha mostrado es en la mayoría de los casos, la raíz de
la problemática personal del interno, además de convertirse en mayores dificultades
sociales.
Dado que existe una motivación humana en el interno, representada en la
madre y los hijos, en la sociedad debe existir la conciencia necesaria para realizar un
trabajo constante con dichos lazos del interno. No se puede considerar un imposible
el abrir espacios para desarrollar este tipo de proyectos, porque estamos refiriéndonos
a un compromiso en el que se encuentran relacionadas las instituciones educativas,
docentes y estudiantes, los profesionales de la institución y personas que tienen una
vocación de servicio y que desean encontrar espacios para servir.
Si bien hay casos que se asumen como imposibles de tratar, no podemos
quedarnos inactivos al escuchar dicha opinión, porque aunque el cambio de una
persona dependa en gran medida, de una decisión personal , son individuos que en
ésta investigación nos han invitado de manera indirecta a actuar en las comunidades y
barrios en los que ellos crecieron, en donde han sido testigos de las serias dificultades
en que se desarrollan niños y jóvenes.
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El conocer el pensamiento y la forma en la que están siendo educados los
hijos del interno, porque nos lo han contado, es un material indispensable para
reaccionar ahora. Si los padres no quieren cambiar, los hijos deben tener la
oportunidad de ver el mundo con otros ojos y aun cuando no es tarea sencilla, no es
un imposible.
Si para la institución, hay grupos de internos que consideran como problemas,
porque no pueden convivir con otras personas, porque los consideran perdidos en la
farmacodependencia, los toman como agresores y personas violentas, prefiriendo
desplazarlos y discriminarlos, es ella misma en su responsabilidad quien debe buscar
soluciones y alternativas, al tratarse de seres humanos.
Los lectores de esta investigación y especialmente los jóvenes, podrían pensar
en trabajos realizados directamente con grupos de internos, con sus hijos y con las
comunidades tanto de las que forman parte, como de las que poco se enteran de la
realidad de muchos rincones de nuestro país. A partir de éste documento existe la
motivación y nuevas ideas de trabajos cada vez más activos en donde se trabaje con la
sociedad “libre”, centrándonos en los resultados de la presente investigación y
planeando estrategias para no cerrar las puertas, para hacer los cambios posibles
cuando el interno goce de su plena libertad y la inclusión no sea una utopía sino un
hecho de comunidad.
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