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Talca, siete de noviembre de dos mil ocho. Vistos: El día tres de noviembre en curso, se llevó a efecto la audiencia de juicio oral para conocer la acusación de esta causa RUC N° 0700611065-1, RIT N° 55-2008, dirigida en contra de Marcelo Leonardo Yáñez Toloza, cédula de identidad N° 11.146.606-8, natural de Maule, nacido el 20 de abril de 1967, cuarenta y un años, obrero, domiciliado en la casa N° 556 de Pueblecillo, en la comuna de Maule. Dedujo la acción penal pública, la Fiscal, doña Claudia Díaz Sánchez, domiciliada en calle 1 Sur N° 790, Talca. La defensa del acusado estuvo a cargo de la abogado de la Defensoría Penal Pública Licitada, doña Silvia Carreño Vásquez, con domicilio en calle 1 Norte N° 931, oficina 601, Talca. CONSIDERANDO: PRIMERO : Que la acusación del Ministerio Público, según auto de apertura, es del siguiente tenor: “ Que el día 12 de agosto de 2007, en horas de la noche, en circunstancias que la víctima don Abelardo Flores Sáez, se encontraba compartiendo en el domicilio del imputado, ubicado en camino público pueblecillo N° 533 de la comuna de Maule y tras una discusión, el imputado extrajo un arma cortopunzante tipo cuchillo de 21 centímetros de extensión, propinándole a la víctima una herida cortante penetrante abdominal en el epigastrio oblicua de 4.54 centímetros de longitud, una herida cortante de la pared abdominal subcostal derecha oblicua de 1.5 centímetros de longitud, una herida cortante en la región anterior hombro izquierdo oblicua de 2 c de longitud, una herida cortante dorsal interescapular oblicua de 2 centímetros de longitud y una herida cortante transfixiante de base del dedo pulgar izquierdo hacia la región palmar izquierda, lesiones de carácter grave que sin socorro médico oportuno hubiesen conducido necesariamente al deceso.” Según el Ministerio Público tales hechos son constitutivos del delito de homicidio frustrado, previsto y sancionado en el artículo 391 N° 2 en relación con el artículo 7, ambos del Código Penal, correspondiendo al acusado participación en calidad de autor, atento lo previsto en el artículo 15 N° 1 del mismo cuerpo legal. En su opinión, no concurrirían circunstancias modificatorias de responsabilidad penal y por ello solicitó que se imponga a Yáñez Toloza la pena de cinco años y un día de presidio menor en su grado máximo, más las accesorias de inhabilitación absoluta perpetua para derechos políticos y la de inhabilitación absoluta para cargos y oficios públicos durante el tiempo de la condena; además, el pago de las costas y el comiso del elemento utilizado para la comisión del ilícito. En su alegato de apertura, la Fiscal indicó que acreditaría los hechos de la acusación, explicando que la víctima y el acusado son conocidos y, mientras compartían alcohol junto a los hermanos de Yáñez Toloza y otras personas, se produjo este hecho, sin

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Talca, siete de noviembre de dos mil ocho.

Vistos:

El día tres de noviembre en curso, se llevó a efecto la audiencia de juicio oral para

conocer la acusación de esta causa RUC N° 0700611065-1, RIT N° 55-2008, dirigida en

contra de Marcelo Leonardo Yáñez Toloza, cédula de identidad N° 11.146.606-8,

natural de Maule, nacido el 20 de abril de 1967, cuarenta y un años, obrero, domiciliado en

la casa N° 556 de Pueblecillo, en la comuna de Maule.

Dedujo la acción penal pública, la Fiscal, doña Claudia Díaz Sánchez, domiciliada

en calle 1 Sur N° 790, Talca.

La defensa del acusado estuvo a cargo de la abogado de la Defensoría Penal Pública

Licitada, doña Silvia Carreño Vásquez, con domicilio en calle 1 Norte N° 931, oficina 601,

Talca.

CONSIDERANDO:

PRIMERO: Que la acusación del Ministerio Público, según auto de apertura, es

del siguiente tenor:

“ Que el día 12 de agosto de 2007, en horas de la noche, en circunstancias que la

víctima don Abelardo Flores Sáez, se encontraba compartiendo en el domicilio del

imputado, ubicado en camino público pueblecillo N° 533 de la comuna de Maule y tras una

discusión, el imputado extrajo un arma cortopunzante tipo cuchillo de 21 centímetros de

extensión, propinándole a la víctima una herida cortante penetrante abdominal en el

epigastrio oblicua de 4.54 centímetros de longitud, una herida cortante de la pared

abdominal subcostal derecha oblicua de 1.5 centímetros de longitud, una herida cortante en

la región anterior hombro izquierdo oblicua de 2 c de longitud, una herida cortante dorsal

interescapular oblicua de 2 centímetros de longitud y una herida cortante transfixiante de

base del dedo pulgar izquierdo hacia la región palmar izquierda, lesiones de carácter grave

que sin socorro médico oportuno hubiesen conducido necesariamente al deceso.”

Según el Ministerio Público tales hechos son constitutivos del delito de homicidio

frustrado, previsto y sancionado en el artículo 391 N° 2 en relación con el artículo 7, ambos

del Código Penal, correspondiendo al acusado participación en calidad de autor, atento lo

previsto en el artículo 15 N° 1 del mismo cuerpo legal. En su opinión, no concurrirían

circunstancias modificatorias de responsabilidad penal y por ello solicitó que se imponga a

Yáñez Toloza la pena de cinco años y un día de presidio menor en su grado máximo, más

las accesorias de inhabilitación absoluta perpetua para derechos políticos y la de

inhabilitación absoluta para cargos y oficios públicos durante el tiempo de la condena;

además, el pago de las costas y el comiso del elemento utilizado para la comisión del ilícito.

En su alegato de apertura, la Fiscal indicó que acreditaría los hechos de la

acusación, explicando que la víctima y el acusado son conocidos y, mientras compartían

alcohol junto a los hermanos de Yáñez Toloza y otras personas, se produjo este hecho, sin

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que mediara provocación de Abelardo Flores Sáez, quien resultó con cinco lesiones

distintas en el abdomen, las que, si no hubiera sido atendido en un lapso prudente, habrían

provocado la muerte. Solicitó que se tuviera presente que los testigos presenciales son

hermanos del acusado y por ello, al momento de valorar sus dichos, debe tenerse

especialmente en cuenta lo señalado por éstos a la policía, antes que el acusado estuviera

privado de libertad. En el de clausura, sostuvo que había probado los hechos de la

acusación y las lesiones causadas por Yáñez Toloza; sus características, número y

ubicación fueron descritas por el doctor Ewaldo Matthei Hinostroza. Pese a que este

profesional indicó que se trataba de heridas no necesariamente mortales, la Fiscal manifestó

que la pluralidad de éstas, el lugar donde estaban ubicadas y la lesión en la mano, que se

corresponde con una acción de defensa, permiten que el hecho pueda ser calificado como

homicidio frustrado. De otro lado, tampoco se trata de lesiones en riña, porque no se logró

establecer que el ofendido portara un arma cortopunzante y las lesiones inferidas resultan

compatibles con este tipo de arma. Agregó que ningún testigo refirió algún problema previo

entre el acusado y la víctima y, cuando declararon en el tribunal, tampoco señalaron

haberlos visto en el suelo, como lo afirmaron ante la policía. También señaló que es muy

importante la declaración de Juan Yáñez Toloza en el Ministerio Público, quien dijo que su

hermano Marcelo se abalanzó sobre Abelardo con el cuchillo en la mano. Finalmente,

manifestó que deja a criterio del tribunal lo señalado por el médico legista, agregando que,

en todo caso, las lesiones son graves.

SEGUNDO: Que la defensa, en su alegato de apertura, señaló que se constató

lesiones en la víctima y también en el acusado porque, en un contexto donde “se estaba

bebiendo”, se trenzaron a golpes. Por ello, anunció que sólo discutiría la calificación

jurídica de los hechos, ya que no hubo intención de causar la muerte, sino sólo de lesionar.

En el de clausura, insistió que no se trata de un homicidio frustrado, compartiendo lo

señalado por el médico legista, en cuanto a la calidad y cantidad de las lesiones. Reconoció

que la prueba consiste, básicamente, en parientes del acusado, pero tampoco se sabe cuál de

todos “podía estar más lúcido”, en esas circunstancias. Reiteró que no se trata de la figura

típica por la cual se acusó, porque Yáñez Toloza no tenía dolo de matar; objetivamente

dichas lesiones no constituían una causa de muerte pues, sólo si éste hubiera puesto “con

todo el cuchillo”, como dijo coloquialmente el médico legista, pudieran haber tenido el

carácter de mortales, lo que se debe relacionar con lo establecido en el artículo 7 del

Código Penal; el que señala que habrá delito frustrado “cuando el delincuente pone de su

parte todo lo necesario para que el crimen o simple delito se consume y éste no se verifica

por causas independientes de su voluntad”. Desde el punto de vista subjetivo, tampoco es

posible establecer el dolo de matar, porque ni siquiera el acusado sabe porqué lesionó al

ofendido.

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TERCERO: Que el acusado, Marcelo Leonardo Yáñez Toloza, ejerció su

derecho a guardar silencio, expresando que no deseaba declarar y, en la oportunidad

prevista en el inciso final del artículo 338 del Código Procesal Penal, antes de que se

declarara cerrado el debate, manifestó que no recuerda lo que pasó y sólo tiene memoria

desde el momento que llegó a su casa.

CUARTO: Que ponderados en forma libre los elementos de prueba rendidos

durante la audiencia, este tribunal ha adquirido la convicción, más allá de toda duda

razonable, que se encuentran acreditados los siguientes hechos:

Que en horas de la noche del día 12 de agosto de 2007, en circunstancias que

Marcelo Leonardo Yáñez Toloza compartía con Abelardo Flores Sáez y otros sujetos,

en la casa ubicada en Pueblecillo N° 533 de la comuna de Maule, el primero, por

causas que se desconocen y sorpresivamente, agredió con un arma cortante al segundo

ocasionándole una herida cortante penetrante abdominal, a nivel del epigastrio, de 4.5

centímetros; una herida cortante de la pared abdominal subcostal derecha, de 1.5

centímetros; una herida de tejidos subdérmicos de 2 centímetros en el hombro

izquierdo; una herida cortante dorsal interescapular de 2 centímetros y una herida

cortante, transfixiante, en la base del dedo pulgar de la mano izquierda, cuyo período

de curación y de incapacidad laboral fue, aproximadamente, de sesenta días.

Lo anterior se ha dado por establecido con lo expuesto por la víctima, Abelardo

Flores Sáez, quien señaló que conoce al acusado porque ambos viven en Pueblecillo y

muchas veces “han compartido”. La última vez, fue el 12 de agosto de 2007, en la casa de

Juan Yáñez (hermano del acusado) y, en esa oportunidad tuvieron un problema. Estaba

“tomando” con Juan, Roberto y Marcelo Yáñez y, antes de eso, también se encontraban

otras personas que sólo conoce por sus sobrenombres y que no son parientes de los

primeros. El ya se encontraba en esa casa cuando llegó Marcelo; el acusado “lo tajeó”, pero

no sabe porqué, ya que no conversaron ni hubo una discusión previa. Narró que estaba

hablando con Juan Yáñez y Marcelo se encontraba al frente suyo; en un momento el

acusado se paró, él pensó que se iba a caer y, en ese momento, “lo tajeó”, pero no sabe con

qué cosa. Lo hirió en “la guata”, el hombro, la espalda y en la mano; Roberto Yáñez lo

sacó de la casa y lo llevó donde un amigo que tiene auto y, de allí, a la posta. Recordó que

el corte en la mano fue después del puntazo en el hombro; cuando él la puso porque Yáñez

hizo un gesto como de clavarle un cuchillo o cortaplumas, aunque no lo vio bien, sino sólo

“algo que brillaba”. Agregó que Juan Yáñez afirmó a Marcelo cuando lo estaba

agrediendo y que los primeros “tajos” fueron los del estómago; en ese momento, se

cayeron y luego, sucesivamente, sintió el de la espalda, hombro y la mano. Afirmó que no

intercambió ninguna palabra con el acusado, que todo duró muy poco rato y que él no

andaba con cuchillo. Luego de llevarlo a la posta, lo trajeron al hospital de Talca, donde lo

operaron y debió estar internado por cuatro días. Precisó que, “ese día”, en la casa donde

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ocurrió todo, sólo había trago y que él había tomado dos o tres vasos de vino con bebida.

Aseguró que nunca había tenido alguna pelea o discusión con Alfonso Yáñez y que,

después del hecho, ha conversado con el hermano de éste, llamado Roberto, pero no le ha

explicado la causa de lo ocurrido el 12 de agosto. Finalmente indicó que no se considera

amigo del acusado, a quien reconoció en la sala, que no se junta con él porque “ Yáñez está

adentro y él afuera”, pero que es amigo de casi todos los hermanos Yáñez Toloza, con los

que se juntaba a tomar como dos veces al mes; conocía al acusado hacía cinco años,

aproximadamente, por lo que habían tomado muchas veces juntos y nunca habían peleado.

Reconoció que había estado tomando trago todo el día, desde las 11:00 horas; partió en un

restaurant con Roberto Yáñez; de ahí se fueron a tomar donde Alfonso y luego se fueron a

la casa de Juan Yáñez, pero no recuerda la hora a la que llegó. Explicó que sólo una mesa

pequeña lo separaba de Marcelo y que, aparte de los hermanos Yáñez, había otras dos

personas, pero no sabe a qué hora fue el hecho; sólo que estaba obscuro cuando lo llevaron

al hospital. El vio que Marcelo se paró y no pensó que lo iba a agredir; cuando lo atacó,

cayeron al suelo, pero no dieron vueltas, hablaron ni él lesionó a Marcelo. Después se fue

caminando con Roberto a un negocio distante a unos 200 metros del domicilio en el que se

encontraba y se consiguieron un auto con Luis Ruiz. Refirió que sigue tomando con los

hermanos Yáñez Toloza; el trabaja “en el kiwi” y, cuando se los piden “en la pega”, tienen

que llevar un cuchillo o cortaplumas. Al ser interrogado, dijo que volvió a trabajar como 1

½ mes después del hecho, que fue a un doctor cuando lo mandó Fiscalía, mucho después

de ocurrido éste y que sólo había peleado con un hermano del acusado, pero como un año

antes de que éste lo lesionara y por ello no sabe porque lo agredió. En el caso que Yáñez

Toloza estuviera libre, “tendría que ver” si se vuelve a juntar con él. Por su parte, Roberto

Yáñez Toloza, hermano del acusado, refirió que vive en Pueblecillo cerca de sus hermanos

y que conoce a Abelardo Flores “ahí no más”, ya que no son “tan amigos”. Esta persona

tuvo una pelea con Marcelo, una vez que estaban con su hermano Juan, Juan Plaza y el hijo

de éste; agregando que Plaza dormía cuando todo ocurrió y que él sólo vio que “ellos

pelearon”, pero no se dio cuenta de alguna discusión previa entre ambos. Agregó que cree

que fue un problema de “personas que estaban con trago”, insistiendo que no sabe la razón

de la pelea, sin que se diera cuenta cómo se inició, ya que sólo se percató cuando estaban

en el suelo. Sin embargo, ante el Fiscal de la causa, en su oportunidad, señaló lo siguiente:

“Solamente vi cuando mi hermano, Marcelo Yáñez Toloza, se abalanzó sobre Abelardo,

quien portaba un cuchillo”, pero negó haber indicado tal cosa y agregó que nunca vio un

cuchillo en las manos de su hermano y tampoco en las de Abelardo. El “recogió” al

lesionado; lo trajo a la posta de Maule y luego lo acompañó al hospital y Marcelo se quedó

en su pieza, aunque no sabe en qué momento se fue de la casa donde ocurrió el hecho.

Cuando se le dijo que indicara el nombre, insistió que no sabe quien hirió a Abelardo; sólo

que no fue él, ni Alfonso, Juan o Luis Plaza, porque Abelardo no peleó con ellos y “todos

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saben que peleó con su hermano Marcelo”. El ofendido tenía sangre en el cuerpo,

refiriéndose a la parte alta de la espalda que denominó como “paleta”; lo llevó a la posta en

el auto de un señor que tiene un almacén y lo trajeron en ambulancia al hospital, donde se

quedó acompañándolo hasta que lo atendieron y le entregaron sus ropas, las que dejó en la

Tenencia de Maule, pero no recuerda haberle entregado algo más a Carabineros. No

obstante, ante el Fiscal dijo que “Ese día volvió a la casa de su hermano Juan Carlos;

detrás de un sillón estaba el cuchillo, lo tomó y lo entregó a Carabineros”. Precisó que,

cuando volvió a su casa, la policía estaba buscando a su hermano y le pidieron que le dijera

a Marcelo que se entregara; habló con él y el acusado le hizo caso y los acompañó sin

problemas. Al ser interrogado al respecto, señaló que ese día empezó a tomar como al

mediodía con Abelardo y que todo ocurrió como a las 00:00 horas, cuando estaban todos

“curados”; insistiendo que piensa que ninguno estaba lúcido; agregó que se junta pocas

veces con Abelardo; casi siempre toman y no sabe si Marcelo “había tenido problemas con

alguno”. Reiteró que sólo vio cuando cayeron al suelo y que no sabe si Abelardo agredió a

su hermano, limitándose a señalar “sólo los vi pelear”. Cuando cayeron al suelo,

inmediatamente los separaron y no se gritaban cosas. En el trayecto a la posta, Abelardo

repetía que se iba a vengar de Marcelo, pero todavía no se le pasaba totalmente “la

curadera”. Ese día regresó a la casa como a la 1 de la madrugada. Marcelo no había

reaccionado así otras veces; cuando se cura, es como “cualquier curado” y su hermano no

se acuerda mucho de lo que pasó, aunque resultó lesionado, pero no sabe lo que pasó con

ésto. Ahora son sólo “conocidos” con Abelardo; no ha vuelto a tomar con él, pero no sabe

si alguno de sus hermanos lo ha hecho. Otro hermano del acusado, Juan Carlos Yáñez

Toloza, refirió que vive en Pueblecillo, sector donde, a muy corta distancia, también viven

sus hermanos José; Roberto, Marcelo y Alfonso. Explicó que lo citaron por un problema

que tuvo su hermano con Abelardo, que es un amigo “de ahí” o “conocido de harto

tiempo”, con el que siempre compartían hasta “esa vez”. Todo ocurrió el 12 de agosto de

2007, en la casa del testigo, cuando estaban tomando trago y su hermano Marcelo debió

haber bebido mucho porque, de lo contrario, no “habría hecho lo que hizo”. Dijo que sólo

vio cuando “el hombre estaba mal” (refiriéndose a la víctima) y no observó lo que ocurrió

antes de eso, pese a que estaba al lado de Abelardo y su hermano Marcelo estaba al frente;

no los vio alegar, sino sólo que cayeron al suelo, que el primero salió “cortado” y que

Marcelo “lo cortó”. Sostuvo que se acuerda muy poco, porque también estaba con trago.

Sin embargo, resultó establecido, porque se leyó, lo declarado por este testigo ante el

Fiscal, que el acusado se abalanzó encima de Abelardo con el cuchillo en las manos,

“aunque en realidad no vio dicha arma”, sino que cuando Marcelo se abalanzó sobre la

víctima, Abelardo empezó a sangrar. El testigo dijo que eso es verdad e insistió que no vio

el cuchillo. Roberto, otro hermano, inmediatamente llevó a la posta a Abelardo y él se

quedó en la casa. Agregó que no recuerda haber declarado de quién era el cuchillo, aunque

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resultó asentado que, ante Fiscal señaló que el cuchillo que portaba su hermano Marcelo era

de propiedad de aquel; que no lo había tomado en la casa del testigo y que a lo mejor su

hermano lo había ido a buscar a la de él, porque vivía cerca. Frente al contraste, el testigo

dijo que eso no es verdad, porque nunca vio al acusado salir de su casa e insistió que, en

ningún caso, vio el cuchillo. De otro lado, contó que su hermano Marcelo “se pone mal”

cuando toma mucho y que normalmente bebe los fines de semana. Ese día se reunieron

sólo para tomar; estaban tranquilos, nunca hubo una discusión y, de repente, ambos se

pusieron a pelear y el testigo y su hermano Roberto los separaron cuando cayeron al suelo,

aunque todo fue muy rápido. Después que su hermano Marcelo volvió de la posta, antes

que llegaran los Carabineros, se dio cuenta que también estaba lesionado. El testigo Luis

Contreras Plaza, dijo que conoce a los hermanos Yáñez, cuyos nombres son “Chelo” (el

acusado), Juan y Roberto. Ese día estaban compartiendo en la casa de Juan Yáñez, pero él

se sintió mal y se quedó dormido. No escuchó ninguna discusión entre el acusado y la

víctima y estuvo durmiendo desde las 21:00 hasta las 22:00 horas, hasta que lo fueron a

llevar. Al otro día se enteró, por Alfonso Yáñez, que, después que él se fue, Chelo y

Abelardo (“los cabros”) habían peleado. Luis Contreras Vergara, hijo del testigo

precedente, extremadamente nervioso, señaló que es amigo de Marcelo y de Abelardo; que

la última vez que compartió con ellos fue cuando estaban en la casa de “Juanito” junto al

acusado, los hermanos de éste y su padre. En ese rato no se dio cuenta de ningún problema

entre el Marcelo y la víctima; se retiró como a las 21:30 horas de la casa; no recuerda si lo

hizo con su padre. Al otro día se enteró que habían “tenido problemas”; o sea, que “Chelo”

había “cortado a Abelardo”, por los comentarios que le hizo un hermano del primero

llamado Alfonso, ya que trabajaban juntos. Finalmente dijo que sigue siendo amigo de

Chelo y de Abelardo.

Igualmente, han sido útiles, los dichos de los funcionarios de Carabineros; en primer

lugar, del Sargento 1° Juan José Valenzuela Arriagada, quien expresó que trabaja en la

Tenencia Maule hace seis años y que en el 2007, como a las 22:00 horas, CENCO les

indicó que llegó al Hospital de Talca un lesionado con peligro de muerte y que la agresión

había sido en Pueblecillo. Concurrieron al sector con el antecedente que Marcelo, conocido

como “Chelomono”, era el agresor y esperaron que salieran algunos familiares de éste;

mientras conversaban con una mujer, venía llegando su hermano Roberto, que explicó que

venía del Hospital de Talca y comunicó “lo que ya señaló”. También conversaron con

“Chelomono” y éste accedió a acompañarlos a la Tenencia. Reconoció al acusado en la

sala y añadió que lo conocía desde hace años, por su constante estado de ebriedad y porque

trabaja en el sector de Maule. Precisó que Pueblecillo es una población que queda en el KM

10 de la ruta que va a la cantera de Maule y que se contactaron con Roberto Yáñez Toloza,

como una hora después de haber llegado al lugar, después que éste había trasladado a un

lesionado, hasta el hospital de Talca. Esta persona le dijo que hubo una pelea dentro del

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domicilio, por el estado de ebriedad en que se encontraban algunos, pero no le dio más

detalles ya que este testigo también estaba en dicho estado. También le refirió que estaban

compartiendo varios amigos con el “Chelomono”, dentro del domicilio. El policía dijo que,

al principio, le dijeron que el lesionado estaba en peligro de muerte, en el hospital de Talca

y que se trataba de lesiones con arma blanca y luego, el hermano del acusado,- Roberto-,

llegó con las vestimentas del ofendido y, posteriormente, también entregó un arma blanca,

consistente en un cuchillo de 21 centímetros de largo, empuñadura de hueso y parte de

metal con manchas rojas. Hizo presente que el acusado también estaba lesionado en una

pierna; que fue atendido en el consultorio Maule y caminaba normalmente. Explicó que la

casa de “Chelomono” está como en un alto y que, cuando bajó, le preguntó lo que había

ocurrido, pero el acusado estaba muy ebrio y se dio cuenta que estaba lesionado al

momento de subirlo al carro, porque se quejó que le dolía y por eso lo llevaron al

Consultorio, aunque no sabe o no recuerda qué habría provocado las lesiones.

“Chelomono” siempre llegaba al retén por su constante ebriedad; de los miembros de su

familia, él normalmente anda en estado de ebriedad, aunque no le parece que, en dicho

estado, sea una persona agresiva; agregó que también ha tenido órdenes de arresto por no

haber cancelado una multa impuesta por lo mismo. Cree que el acusado trabaja con un arma

blanca, porque lo hace podando viñas y, normalmente, esas personas portan cuchillo o

tijera. Al ser interrogado refirió que el acusado estaba bastante ebrio; se desestabilizaba al

estar de pie y él temía que se fuera a caer; lo que observó desde que Yáñez Toloza bajó

voluntariamente desde su casa y habló muy poco. El Carabinero Pablo César Ramos

Flores, chofer del vehículo policial, refirió que, mientras estaba de 2° turno, el 12 de agosto

de 2007, intervino en un procedimiento por homicidio frustrado, luego que Cenco les

comunicó que había llegado al hospital un lesionado grave, con peligro de muerte que se

llamaba Abelardo Flores Sáez y había sido agredido por Marcelo Yáñez Tolosa. Como el

Sargento lo ubicaba, fueron al domicilio de éste y, al gritar, salió una mujer. Cuando

estaban allí, vio que venía caminando un sujeto (Roberto Yáñez Tolosa) que les dijo:

Estaban compartiendo en la casa de Pueblecillo con unos amigos; el hermano se trabó en

pendencia con uno de ellos y aquel resultó lesionado con un arma blanca por Marcelo

Yáñez Toloza, siendo trasladado a la posta. Luego el acusado bajó del alto donde estaba su

casa y dijo “tuve una pelea con este gallo” y “yo le pegué”. Se encontraba en estado de

ebriedad y conversaron con él fuera del domicilio, pero no recuerda la hora. Había otras

personas presentes al momento que ocurrieron los hechos, pero cuando llegó la policía, ya

se habían retirado. Todo ocurrió en el living comedor de la casa de Juan Yáñez, quien

presenció los hechos y la Policía de Investigaciones concurrió al sitio del suceso, el que

custodiaron hasta ese momento. El testigo no conocía al acusado y se logró recuperar, de

manos de Roberto (hermano de Marcelo Yáñez Toloza), un cuchillo de 21 centímetros que

era de propiedad del acusado y tenía manchas rojas, de lo que se deducía que correspondían

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a sangre y observó que el acusado presentaba una lesión en la pierna, aunque podía

caminar. El bajó voluntariamente y caminando, para ser llevado a la Tenencia y, antes de

eso, fue llevado al consultorio de Maule, pero no fue hospitalizado. Al igual que el

Sargento que intervino en el procedimiento, dijo que no tuvieron ningún contacto con el

lesionado, no concurrieron al hospital ni se enteraron cuando esta persona fue dada de alta.

Agregó que no se pudo establecer si el arma entregada fue la misma que causó la lesión del

acusado y que no recuerda muy bien cuando se dio cuenta de dicha lesión, sólo que, cuando

se sentó, vio que estaba sangrando de la pierna, pero no recuerda si el pantalón estaba roto.

Es posible que, luego de llevarlo al retén, lo hayan trasladado al Consultorio. El Carabinero

Enrique Cisternas Reyes, dijo que el 12 de agosto de 2007 estaba patrullando y CENCO

les comunicó que una persona que ingresó al hospital de Talca, se encontraba en peligro de

muerte por lesiones causadas con arma blanca; que los hechos ocurrieron en Pueblecillo y

que el autor era un tal “Marcelo”. El sitio del suceso correspondía a un domicilio que

queda en esa localidad, específicamente en la Ruta K620 y se trataba de la casa de la

familia Yáñez Toloza. Luego de varios “aló”, salió la esposa de uno de los Yáñez; en esas

circunstancias, llegó Roberto Yáñez, quien dijo que estaban compartiendo con unos amigos

y se formó una pelea entre el acusado y la víctima; que el arma blanca estaba en la casa y

resultó lesionado Abelardo Sáez, con una herida cortante a nivel abdominal y otra en la

espalda. Había como 10 personas en el domicilio, todas ingiriendo alcohol; la víctima y el

acusado se empezaron a insultar y a pelear y, cuando los separó, se dio cuenta de las

lesiones. Todo ocurrió como a las 20:00 horas; también dijo que su hermano tenía una

herida y lo fue a buscar; Marcelo salió y reconoció haber tenido una pelea, diciendo, “yo

soy el más choro que hay” y, cuando le dijeron que los acompañara a la unidad, dijo

“vamos, para arreglar esto altiro”. Previa información de los derechos que lo asistían, le

tomó declaración a Roberto Yáñez Toloza, hermano del acusado , cuando éste lo acompañó

a la tenencia y se le informó que podía no declarar. Este señaló que, como a las 20:00

horas, se encontraba en la casa de su hermano junto a unas diez personas y todas ingerían

alcohol; de repente Marcelo y Abelardo empezaron a insultarse y a pelear; cuando los

separó, se dio cuenta que el segundo tenía dos puñaladas; una en la parte abdominal y otra,

en la espalda, por lo que lo trasladó al consultorio y sólo intervino para separarlos. Roberto

también acompañó a su hermano Marcelo al Retén, entregando el primero, una bolsa que

contenía la ropa de la víctima y el arma blanca, diciendo que era el elemento con el que se

habían puesto a pelear. No sabe a que correspondían las lesiones del acusado, porque el se

los dijo cuando salieron del domicilio y no le preguntaron sobre dichas lesiones, porque se

encontraba en estado de ebriedad. El funcionario del Laboratorio de Investigación

Policial de Carabineros, Víctor Hugo Ramos Araneda, refirió que el 13 de agosto de

2007, por requerimiento de Fiscal, se constituyó en la Tenencia Maule, donde se le informó

que Abelardo Flores Sáez fue agredido con arma blanca, por Marcelo Yáñez Toloza. Le

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tomó declaración a Roberto Yáñez Toloza, testigo del hecho y hermano del acusado, quien

le manifestó que, mientras estaba en el domicilio de su hermano Juan, compartiendo con

otros amigos y hermanos, se dio cuenta que comenzó una discusión entre Marcelo y

Abelardo; cayeron al suelo y los separó, tomando en primera instancia a su hermano y

luego, al levantar a Abelardo, se dio cuenta que el último tenía un puntazo en la espalda y

otro en el estómago. Se consiguió un auto y lo llevó al consultorio; de allí, lo acompañó al

hospital. Al regresar, encontró una cuchilla de su hermano, que vio que extrajo de un

bolsillo de su chaqueta y la entregó a Carabineros, después que le aconsejó al acusado,

quien tenía una herida en la pierna derecha, que hiciera lo propio. Igualmente entrevistó a

Juan Yáñez Toloza, quien le manifestó que alrededor de las 20:00 horas, mientras

compartía con sus hermanos Roberto y Marcelo y unos amigos, comenzó una discusión

entre Marcelo y Abelardo por problemas anteriores; en un momento, Marcelo se fue encima

de Abelardo, cayeron al suelo y luego él sacó al acusado de encima de Abelardo, momento

en que se dio cuenta que portaba una cuchilla más o menos grande y que el ofendido tenía

una herida en el estómago, por lo que Roberto lo llevó a la posta y el testigo fue a ver a su

hermano, quien se había ido a su domicilio. Al volver a su casa, el testigo limpió con un

paño la sangre del living; agregó que no vio que Abelardo tuviera algún cuchillo. El policía

refirió que también entrevistó a otras personas, como por ejemplo, Carlos Vergara

Bustamante, Luis Contreras Vergara y Luis Contreras Plaza, pero todos aseguraron que,

cuando ocurrieron los hechos, ya no estaban en el inmueble. Por su parte, el afectado,

Abelardo Flores, refirió que el 12 de agosto de 2007, empezó a tomar con unos amigos en

la mañana; después se fue a la casa de Juan Yáñez y, entre las 19:00 y las 20:00 horas, llegó

Marcelo. Alcanzaron a compartir como 10 minuto, se tomó una copa de vino y, mientras

conversaba con Juan, vio que Marcelo se paró; como pensó que se iba a caer, lo tomó por

los hombros y aquel sacó un cuchillo, se fue encima de él y le dio tres puntazos, luego del

que le propinó en la espalda, intentó agredirlo en el rostro, pero puso su mano y no lo

consiguió porque en esos momentos Juan le tomó la mano a Marcelo y Erasmo Farías le

quitó el arma. Después de eso lo llevaron a la posta y luego al hospital, donde estuvo como

cuatro días. Aseguró, además, que ese día no conversó ni tuvo problemas con el acusado.

Con todos esos antecedentes, el policía concluyó que se estableció el uso de armas respecto

de Marcelo Yáñez Toloza, pero no se pudo determina el origen del problema ni la causa

de la agresión del mismo.

Especialmente relevante fue lo señalado por el médico legista, don Ewaldo

Matthei Hinostroza, quien refirió que el 8 de noviembre de 2007, en el Servicio Médico

Legal, examinó a Abelardo Enrique Flores Sáez, de 27 años, quien refirió que el 12 de

agosto de 2007, a las 18:30 horas aproximadamente, mientras se encontraba en la casa de

un amigo y en estado de ebriedad, fue agredido por un hermano del dueño de casa con un

arma blanca; recibiendo una herida cortante penetrante abdominal, a nivel del epigastrio de

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4.5 centímetros de longitud, una herida cortante de la pared abdominal subcostal derecha de

1.5 centímetros de largo; una herida de tejidos subdérmicos, de 2 centímetros de longitud,

en el hombro izquierdo; una herida cortante dorsal interescapular de 2 centímetros de largo

y una herida cortante transfixiante de la base del dedo pulgar de la mano izquierda. En esa

oportunidad fue llevado al servicio de urgencia, ingresando a las 22:00 horas y operado de

urgencia, pues se realizó una laparotomía abdominal exploratoria; no encontrándose

lesiones de vísceras abdominales y se reservó un trozo de tejido hepático para biopsia. La

evolución del post operativo fue satisfactoria y fue dado de alta el 16 de agosto de 2007. Al

examen se encontraba en buenas condiciones generales; su deambulación era normal y

observó las lesiones descritas cicatrizadas con marcas queloidales hipertróficas, las que se

forman por una mala cicatrización de la persona o cicatrización excesiva. También vio

múltiples tatuajes de extremidades superiores (9). Como conclusiones señaló que las

lesiones eran semejantes a las producidas por un arma blanca (cuchillo o cortaplumas); que

eran de carácter grave; cuyo tiempo de curación estimó en 60 días, aproximadamente, con

igual período de incapacidad y que hubo intervención de terceros. Explicó que la lesión de

la mano parecía de carácter defensivo y que no revisó la ficha clínica para informar sobre el

período curación, porque es cirujano y sabe eso. Afirmó que las lesiones, aunque eran de

carácter grave, no eran necesariamente mortales ya que no tenía heridas de vísceras y el

médico lo operó, porque “supuso” que podía tener alguna lesión interna, atendida la

ubicación que, externamente, tenían las heridas, ya que, “si le hubiera puesto “con todo” el

arma, se pudo haber lesionado el estómago y el colon transverso. Agregó que la víctima le

dijo que se encontraba en estado de ebriedad al momento de la agresión y que no

recordaba si era un cuchillo o una cortaplumas. Por su parte, el médico Eugenio Denegri

Morales, expresó que, a requerimiento de un funcionario de Carabineros y por una

investigación del Ministerio Público, evacuó un informe respecto de un paciente que estaba

hospitalizado en el servicio de cirugía del Hospital de Talca, que se llamaba Abelardo

Flores Sáez. Precisó que, por encontrarse de turno, se remitió a dar la información que

constaba en la ficha clínica; específicamente, respecto a la fecha de su ingreso al servicio

de urgencia, que fue sometido a cirugía y se encontraba en la sala por el post operatorio,

recuperándose de las lesiones y de la intervención. Recordó que el paciente ingresó al

servicio de urgencia, el 12 o 13 de agosto de 2007, porque tenía una herida penetrante

abdominal y que fue sometido a una laparotomía exploratoria, que consiste en hacer una

incisión que permite abrir el abdomen y determinar las lesiones que hay en su interior. Dijo

que no tiene antecedentes respecto de la evolución posterior ni la fecha en que fue dado de

alta. Finalmente, reconoció el documento que suscribió, donde se indica lo que refirió

en la audiencia aunque no se indica su fecha, que fue incorporado como prueba.

Finalmente, el perito en huellas de la Policía de Investigaciones, Javier Castro

Gallardo, señaló que el 13 de agosto de 2007 fueron a la casa N° 533 de Pueblecillo, de la

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comuna de Maule, donde se realizó una fijación fotográfica del domicilio y buscó huellas

dactilares. Observó que, en el suelo del living y en la puerta, había manchas pardo rojizas

y, sobre una mesa, una botella de pisco. Pudo aislar tres trozos de huellas dactilares útiles;

dos trozos de las encontradas en la botella de pisco, correspondían a dedos del acusado y el

encontrado en una lata de cerveza, era de Roberto Yáñez Toloza.

QUINTO: Que, a juicio de estos sentenciadores, se acreditaron los hechos de la

acusación y la autoría de Yáñez Toloza con lo señalado por el ofendido, quien lo sindicó

como la única persona que se abalanzó sobre él y lo atacó con un arma cortante, así como

por los hermanos del acusado, Juan y Roberto Yáñez Toloza, según lo consignado en el

motivo precedente, quienes coincidieron en que estuvieron compartiendo y tomando trago

en la casa de Juan Yáñez y que, en ese contexto, por razones que ninguno fue capaz de

explicar,- en las que la excesiva ingesta de alcohol habría jugado un papel importante, pues

aparentemente no existían problemas entre la víctima y el agente y se habían encontrado en

situaciones similares en otras oportunidades-, sorpresivamente, se produjo la agresión en la

que resultó lesionado Flores Sáez, sin que nadie haya observado alguna provocación de su

parte. Si bien estos testigos mostraron cierta reticencia inicial a expresar directamente que

su hermano Leonardo Marcelo había lesionado al ofendido; ello resulta claro, puesto que

ambos indicaron que, luego que el acusado se abalanzó sobre Flores Sáez y cayeron los dos

al suelo, cuando los separaron, se dieron cuenta que el ofendido estaba lesionado, lo que

resulta compatible con lo que señaló la víctima al respecto. La naturaleza de las lesiones

permiten deducir que fueron efectuadas por un arma cortante que no fue incorporada como

evidencia, pese a que fue incautada, ya que, según lo señalado en el juicio por los

Carabineros del Retén Maule que concurrieron al sitio del suceso, a saber, Juan José

Valenzuela Arriagada, Enrique Cisternas Reyes y Pablo César Ramos Flores, unido a lo

indicado ante el Fiscal por el mismo Roberto Yáñez Toloza, un cuchillo fue entregado a la

policía, esa misma noche, por el último de los mencionados y tenía manchas pardo rojizas

que parecían corresponder a sangre. De otro lado, si bien el acusado no declaró durante la

investigación ni en la audiencia, su defensa no discutió los hechos ni la intervención del

acusado en éstos, sino sólo la calificación jurídica propuesta por el Ministerio Público,

haciendo presente que Yáñez Toloza no declaraba porque no recordaba lo ocurrido, debido

al estado de ebriedad en que se encontraba, lo que confirmó éste, luego de haberse cerrado

el debate.

Finalmente, lo señalado por el perito en huellas de la Policía de Investigaciones,

Javier Castro Gallardo, permitió corroborar que los hechos ocurrieron en el lugar que se ha

indicado, en circunstancias que un grupo, entre los que se encontraban el acusado y su

hermano Roberto Yáñez Toloza, compartían y tomaban alcohol, como lo señalaron tanto la

víctima como los otros testigos que declararon en juicio.

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SEXTO: Que los hechos descritos en el motivo cuarto configuran el delito

consumado de lesiones graves, previsto y sancionado en el artículo 397 N° 2 del

Código Penal, toda vez que el agente agredió a la víctima con un arma cortante y con

ánimo de lesionar, produciéndose el resultado querido por éste y que sanciona la ley,

ocasionándole heridas que demoraron en sanar más de treinta días, con igual período de

incapacidad laboral.

Que se disiente de la calificación jurídica propuesta por el Ministerio Público,

teniendo en especial consideración lo señalado por el médico legista, quien fue enfático al

indicar que, atendida la entidad de las lesiones, están no eran, necesariamente mortales,

pues, pese a haber afectado el abdomen, sólo alcanzaron planos subdérmicos, sin dañar

vísceras ni órganos. Lo señalado por el perito, permite deducir que, objetivamente

consideradas, las heridas inferidas a la víctima no eran capaces de causar la muerte, en

circunstancias normales, considerando las evidentes posibilidades de atención médica

existentes y que la intervención de la que fue objeto el afectado, sólo perseguía descartar la

existencia de lesiones internas, las que no fueron encontradas. De otro lado, si en el acusado

hubiese existido la intención de matar a la víctima, habría empleado una mayor energía en

el ataque, pues el arma con la que contaba, de acuerdo a lo que se escuchó en la audiencia,

era de aquellas que permitían una lesión de carácter mortal.

SEPTIMO: Que la actuación del acusado Marcelo Leonardo Yáñez Toloza en

los hechos calificados precedentemente, se encuentra establecida de la forma indicada

en el motivo primero y constituye participación culpable en calidad de autor, por haber

intervenido en su ejecución, de una manera inmediata y directa, en los términos que señala

el artículo 15 N° 1 del Código Punitivo.

Dicha imputación se sostiene, como se indicó en el motivo quinto, principalmente,

en virtud de lo señalado por el ofendido y por los testigos que presenciaron el hecho,

quienes son hermanos del acusado y de su relato se deduce que, solamente Yáñez Toloza se

abalanzó sobre el ofendido y que, luego de apartarlos, inmediatamente se dieron cuenta que

este último se encontraba lesionado, lo que motivó que fuera trasladado a la posta de Maule

y luego al Hospital de Talca,

OCTAVO: Que, luego de dar a conocer el veredicto, en la oportunidad prevista

en el artículo 343 del Código Procesal Penal, el Ministerio Público solicitó que se

imponga al acusado la pena de ochocientos diecinueve días de de presidio mayor en su

grado medio, considerando lo dispuesto en el artículo 69 del Código Penal, en cuanto a la

extensión del mal causado a la víctima, en atención al tiempo de curación y de incapacidad

para el trabajo que tuvieron las lesiones y a que resultó con cicatrices queloidales

hipertróficas, según el médico legista. Ello, porque considera, además, que no concurren

circunstancias modificatorias de responsabilidad penal, pues ni siquiera procede la

atenuante de irreprochable conducta anterior, pues fue condenado por el delito de daños,

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imponiéndosele la pena de multa, como lo permitía el artículo 395 Código Procesal Penal,

vigente a la época de su comisión. Agregó que, por la misma circunstancia, tampoco

procedería el beneficio de remisión condicional de la pena, sino el de reclusión nocturna.

Finalmente, refirió que desconoce si Yáñez Toloza haya efectuado algún acto reparatorio a

favor de la víctima y que no es posible tener a su favor la atenuante de colaboración

sustancial al esclarecimiento de los hechos, pues no declaró durante la investigación ni en

el juicio y las ropas del ofendido y el arma utilizada en la comisión del ilícito, fueron

entregadas por un hermano del acusado.

La defensa indicó que, en razón del veredicto, no presentaría prueba e hizo presente

que su representado no declaró, porque no recuerda lo ocurrido, debido al estado de

ebriedad en que se encontraba al momento de ocurrir los hechos. En su opinión, debe

reconocerse que lo beneficia la atenuante de reparación celosa del mal causado, fundada en

los depósitos de dinero efectuados los días por depósitos de 9 de octubre de 2007 y 6 de

octubre de 2008, por $25.000 y $75.000, respectivamente, teniendo dichos montos como

suficiente para reparar el daño y configurarla dicha minorante, en atención a su escasa

capacidad económica y de sus familiares y a que las lesiones se dieron en el contexto de

una “tomatera”, donde todos los presentes se encontraban ebrios, recordando que el

ofendido dijo que “no sabía si volvería a tomar con el acusado, dando a entender que esto

era posible. Luego, solicitó que se imponga a su representado la pena de quinientos

cuarenta y un días de presidio menor en su grado medio y que se le conceda el beneficio de

remisión condicional de la pena, pues, si bien fue condenado por daños, en virtud de lo

establecido en el artículo 395 del Código Procesal Penal vigente en la época de su

comisión, se le impuso una pena de falta; si el Tribunal no compartiera dicho criterio,

igual es procedente, para el cumplimiento de la pena, la reclusión nocturna. Finalmente,

pidió que se considerara el tiempo que el acusado ha permanecido privado de libertad,

como abono.

NOVENO: Que se acoge a favor del acusado la atenuante de reparación celosa

del mal causado, consagrada en el N° 7 del artículo 11 del Código Penal, teniendo en

consideración que se han realizado dos consignaciones de dinero, conforme consta en los

comprobantes de depósito incorporados en la audiencia del artículo 343 del Código

Procesal Penal; el primero, de 9 de octubre de 2007, por $ 25.000 y, el segundo, de 9 de

octubre de 2008, por $75.000, pues, a juicio de estos sentenciadores, su monto guardaría

relación con la situación socioeconómica del acusado y su familia, quien dijo desempeñarse

como obrero y por ello dicha actitud revela el ánimo del acusado de mitigar, en alguna

medida, el daño causado a la víctima. De otro lado, no es obstáculo para resolver de la

manera indicada, en este caso, que el segundo depósito haya sido efectuado en el mes de

octubre último; esto es, cuando ya se encontraba fijada la fecha de juicio oral, pues ello

resulta explicable atendida la capacidad económica de éste y su familia y a que Yáñez

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Toloza se encontraba privado de libertad desde la época de comisión de los hechos, lo que

le dificultaba generar ingresos.

DECIMO: Que, en virtud de la anotación que consta en la copia del extracto de

filiación y antecedentes del acusado incorporado como prueba documental, -quien fue

condenado el 27 de marzo de 2005, en la causa RIT N° 1.924/2005 del Juzgado de Garantía

de Talca, como autor de daños simples, al pago de una multa de 2 unidades tributarias

mensuales-, no procede reconocer al acusado la atenuante de irreprochable conducta

anterior, establecida en el artículo 11 N° 6 del Código Penal.

Del mismo modo, debido a que no declaró en juicio ni durante la investigación, al

no haber aportado ningún antecedente en relación a estos hechos, salvo señalar que no

recordaba nada, tampoco es posible concluir que haya colaborado, de algún modo, en el

esclarecimiento de los hechos, elemento esencial en el que se funda la atenuante del

artículo 11 N° 9 del mismo cuerpo legal.

UNDECIMO: Que la pena que señala la ley para el delito de que se trata está

constituida por un grado de una divisible, esto es, presidio menor en su grado medio, de

modo que, al concurrir en la especie una circunstancia atenuante, como se indicó en el

motivo noveno y, en ausencia de agravantes, el tribunal debe radicar la sanción en la parte

inferior del tramo referido y la individualizará en el quantum que se señalará, por

considerar que así se cumple con los criterios de prevención general y especial que se

asigna a las sanciones penales y se tiene en cuenta la extensión del daño causado y las

especiales circunstancias en las que se originaron los hechos, pues se trata de personas de

trabajo y escasa instrucción, que vivían en el mismo sector rural y acostumbraban

compartir, siendo la excesiva ingesta de alcohol, lo que precipitó la comisión de los

hechos.

DUODECIMO: Que, atendido el hecho por el que el acusado fue condenado con

anterioridad a los que motivaron esta acusación, según lo referido en el acápite primero del

motivo décimo, no concurre respecto de Yáñez Toloza el requisito establecido en la letra b)

del artículo 4° de la Ley 18.216, consistente en “no haber sido condenado anteriormente

por crimen o simple delito”, por lo que no es posible, como lo solicitó la defensa,

concederle el beneficio de remisión condicional de la pena. En efecto, con la copia del

extracto de filiación y antecedentes incorporado como prueba, se acreditó que fue

condenado como autor de daños simples, figura penal que se encuentra consagrada como

simple delito, conforme lo establecido en los artículos 484 a 488 del Código Penal en

relación al artículo 21 del mismo cuerpo legal, que distingue, atendiendo a la pena que se

asigna a una conducta típica, entre crímenes, simples delitos y faltas. A juicio de estos

sentenciadores, para determinar la naturaleza del hecho típico, debe atenderse a la pena

asignada al hecho en abstracto y no a la pena de multa que, de conformidad a lo establecido

en el artículo 395 del Código Procesal Penal, vigente a la época en que se juzgaron esos

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hechos, se le impuso en el marco del procedimiento simplificado en caso de falta o simple

delito flagrante, que resultaba procedente en el caso individual, cuando el acusado admitía

su responsabilidad en los hechos y no eran necesarias otras diligencias.

Por el contrario, por estimar que en la especie concurren los requisitos establecidos

en el artículo 8° de la Ley N° 18.216, se concederá al sentenciado el beneficio de reclusión

nocturna para el cumplimiento de la pena, ya que los móviles y circunstancias del delito,

unido al tiempo que ha permanecido bajo la cautelar de prisión preventiva y a la medida

que se impondrá, permiten sostener que lo disuadirán de cometer nuevos ilícitos.

Por estas consideraciones y lo dispuesto en los artículos 1, 11 N° 7, 14 Nº1, 15 Nº1,

18, 21, 24, 26, 30, 50, 67, 69 y 397 N° 2 del Código Penal; artículos 1, 45, 47, 295, 296,

297, 329, 333, 340, 341, 342, 343, 344, 346 y 348 del Código Procesal Penal y 7 , 8 y 9 de

la Ley 18.216, se declara:

I.- Que se condena a Marcelo Leonardo Yáñez Toloza, ya individualizado, como

autor del delito consumado de lesiones graves inferidas a Abelardo Flores Sáez,

perpetrado en el sector de Pueblecillo de la comuna de Maule, el día 12 de agosto de 2007,

a sufrir la pena de seiscientos (600) días de presidio menor en su grado medio, más la

accesoria de suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena y al

pago de las costas.

Por considerar que se reúnen los requisitos establecidos en el artículo 8° de la Ley

18.216, para el cumplimiento de la pena, se concede al sentenciado el beneficio de

reclusión nocturna, consistente en el encierro en establecimientos especiales, desde las

22 horas de cada día hasta las 6 horas del día siguiente, debiendo computarse una

noche por cada día de privación o restricción de libertad.

Le servirán de abono los cuatrocientos cincuenta (450) días que el sentenciado

estuvo privado de libertad con motivo de estos antecedentes; esto es, desde el 12 de

agosto de 2007 hasta el 3 de noviembre de 2008.

II.- Por no haberse incorporado al juicio el arma cortante incautada con

motivo de estos antecedentes, no se accede a la petición formulada por el Ministerio

Público, en cuanto a que se decrete su comiso.

Una vez ejecutoriado el presente fallo, cúmplase con lo dispuesto en el artículo 468

del Código Procesal Penal, oficiándose a la Contraloría General de la República, al Servicio

de Registro Civil e Identificación y a Gendarmería de Chile.

En su oportunidad, póngase al sentenciado a disposición del Juzgado de Garantía

de Talca para los efectos del cumplimiento de la pena, oficiándose al efecto al Centro de

Reinserción Social de esta ciudad, a quien deberá adjuntársele copia de esta sentencia con

el atestado de encontrarse ejecutoriada.

Devuélvase a los intervinientes, en su caso, los elementos de prueba incorporados

en la audiencia.

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Redacción de la Juez doña María Isabel González Rodríguez.

Se previene que la Magistrado, doña Patricia Möller Escobedo, por los mismos

fundamentos, fue de opinión de imponer al sentenciado la pena privativa de libertad de

quinientos cuarenta y un días de presidio menor en su grado medio, concurriendo, en lo

demás, con lo resuelto.

Regístrese y, oportunamente, archívese.

RUC N° 0700611065-1.

RIT N° 55-2008.

Pronunciada por las Jueces doña Graciela Carvajal Herrera, quien presidió la

audiencia, doña Patricia Moller Escobedo y doña María Isabel González Rodríguez, las

dos primeras, subrogando legalmente, quienes no firman por encontrarse cumpliendo

funciones en su tribunal de origen.