Transacciones sociales - Thomas Sowell

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ENSAYO TRANSACCIONES SOCIALES* Thomas Sowell** Este trabajo constituye un análisis de la toma de decisiones por parte de la so- ciedad en función de los costos y beneficios que cada decisión plantea. En la medida en que el hecho de decidir comporta elegir opciones según una esca- la de preferencias, que excluye algunas de ellas pero que también puede com- plementarlas, generalmente hay en toda decisión una transacción margi- nal, la cual funciona de manera análoga a los precios en las transacciones económicas. Decidir siempre tiene un costo, fundamentalmente en materia de conoci- miento. En el caso de las decisiones sociales este costo no siempre es fácil de determinar. El hecho hasta ahora ha sido poco analizado, pero eso no obsta para que la sociedad continúe decidiendo muchas veces no lo que es mejor para ella sino sólo lo que es posible, atendidos los costos involucrados en in- formación de mejor calidad. El artículo analiza las transacciones sociales desde las perspectivas de la clasificación de las personas, actividades y cosas y desde la perspectiva del tiempo y la seguridad Las transacciones podrán ser más fáciles de visualizar en términos económicos, pero no son menos vastas ni menos importantes en los procesos sociales. Instituciones políticas y judiciales, la familia y asociaciones voluntarias de diverso * Este trabajo corresponde al capítulo 4 del libro Knowledge and Deci- sions, publicado por el autor en 1930. La traducción se basa en la edi- ción de Basic Books, Inc. Publishers (Nueva York, 1980) y, tal como la publicación, ha sido debidamente autorizada. Estudios Públicos ofre- cerá próximamente el capítulo 5 —"Transacciones Políticas"— de esta obra. ** Thomas Sowell es profesor investigador de Hoover Institution, Uni- versidad de Stanford, y autor de numerosas obras, entre las cuales se cuentan Classical Economics Reconsidered (1974), Markets and Mino- rities (1981) y Ethnic America (1981).

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Transacciones sociales - Thomas Sowell

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  • ENSAYO

    TRANSACCIONES SOCIALES*

    Thomas Sowell**

    Este trabajo constituye un anlisis de la toma de decisiones por parte de la so-ciedad en funcin de los costos y beneficios que cada decisin plantea. En lamedida en que el hecho de decidir comporta elegir opciones segn una esca-la de preferencias, que excluye algunas de ellas pero que tambin puede com-plementarlas, generalmente hay en toda decisin una transaccin margi-nal, la cual funciona de manera anloga a los precios en las transaccioneseconmicas.Decidir siempre tiene un costo, fundamentalmente en materia de conoci-miento. En el caso de las decisiones sociales este costo no siempre es fcil dedeterminar. El hecho hasta ahora ha sido poco analizado, pero eso no obstapara que la sociedad contine decidiendo muchas veces no lo que es mejorpara ella sino slo lo que es posible, atendidos los costos involucrados en in-formacin de mejor calidad.El artculo analiza las transacciones sociales desde las perspectivas de laclasificacin de las personas, actividades y cosas y desde la perspectiva deltiempo y la seguridad

    Las transacciones podrn ser ms fciles de visualizaren trminos econmicos, pero no son menos vastas ni menosimportantes en los procesos sociales. Instituciones polticasy judiciales, la familia y asociaciones voluntarias de diverso* Este trabajo corresponde al captulo 4 del libro Knowledge and Deci-

    sions, publicado por el autor en 1930. La traduccin se basa en la edi-cin de Basic Books, Inc. Publishers (Nueva York, 1980) y, tal como lapublicacin, ha sido debidamente autorizada. Estudios Pblicos ofre-cer prximamente el captulo 5 "Transacciones Polticas" de estaobra.

    ** Thomas Sowell es profesor investigador de Hoover Institution, Uni-versidad de Stanford, y autor de numerosas obras, entre las cuales secuentan Classical Economics Reconsidered (1974), Markets and Mino-rities (1981) y Ethnic America (1981).

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    tipo tambin deben equilibrar efectos contrapuestos bajo res-tricciones inherentes; deben buscar un grado ptimo msque uno mximo. La restriccin inherente ms fundamen-tal es que ni el tiempo ni el conocimiento son mercancasexentas, disponibles en cantidad ilimitada. Ello significa queen los procesos sociales, tal como en los procesos econmi-cos, no es slo imposible lograr la perfeccin sino tambinirracional buscarla, e incluso buscar el "mejor resultado po-sible" en cada instancia individual.

    Aquellos tribunales que dedican el tiempo y el esfuerzorequeridos para alcanzar el estndar ms alto posible en susdecisiones judiciales para casos menores, pueden desarro-llar tal acumulacin de casos que signifique que peligrososcriminales se hallen libres por las calles a la espera de sujuicio. Estndares intelectuales muy elevados, a los que ad-hiera de modo rgido, pueden significar el rechazo de prue-bas y mtodos de anlisis que nos entregaran claves valio-sas para complejos fenmenos sociales, dejndonos ante elimperativo de adoptar decisiones polticas en estado de igno-rancia, por intuicin o emocionalmente. Estndares mora-les inflexibles pueden dividir a la especie humana de modoque prcticamente todo el mundo quede en calidad de peca-dor, perdindose, as, toda distincin moral entre personasimperfectas pero honorables y quienes, con absoluta falta deprincipios, perpetran horrores morales. En los das inicialesde la guerra civil estadounidense, algunos prominentes abo-licionistas acusaron a Abraham Lincoln de no ser mejor quecualquier esclavista y de no ser mejor adalid de la Unin queJefferson Davis.1 Sus contrapartes del siglo XX han sumadoarbitrariamente los problemas existentes en los pases demo-crticos al asesinato y al terror propios del totalitarismo.

    El rechazo de un ptimo social no puede significar quepodr alcanzarse algo mejor que ese ptimo. Puede signifi-car que el fracaso en reconocer las limitaciones inherentesde la situacin puede traducirse en algo mucho peor: limita-ciones de conocimiento, recursos y seres humanos. Si toda lasociedad hubiese adoptado la posicin de unos pocos abolicio-nistas perfeccionistas, rehusando apoyar a Lincoln y al es-fuerzo blico contra la Confederacin, la abolicin de la escla-vitud no se habra adelantado, sino postergado demasiado,para el caso de haber llegado a ser realidad. Un perfeccionis-mo similar por parte de personas de diversas conviccionespolticas condujo a esfuerzos concentrados para derribar laRepblica de Weimar. Con todo lo moralmente satisfactorioque pudo haber sido creer que "nada podra ser peor" que la

    1 James M. Mc Pherson, The Struggle for Equality (Princeton-Univer-sity Press, 1961), pp. 103, 109. Vanse tambin pp. 27 y 95.

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    Repblica de Weimar, muchos de aquellos que contribuye-ron a su trmino aprendieron demasiado tarde en los cam-pos de concentracin nazis cunto peor podan ser las cosas.

    Las transacciones sociales no implican simplemente lasustitucin marginal de una consideracin por otra en de-cisiones especficas. Esas transacciones se aplican a losmismos mecanismos de la toma-de-decisiones. Procedimien-tos legales que no alcanzan los ms elevados estndares dis-ponibles pueden ser deliberadamente establecidos para regu-lar problemas de cruce imprudente de calles por peatones ode violacin a las normas sobre estacionamiento en la va p-blica, con miras a que el sistema pueda dedicar ms tiempoy talento a reducir la probabilidad de error en el juicio por uncaso de asesinato.

    En toda gran organizacin puede tolerarse y debe tole-rarse-- una cierta cantidad de decisiones disparatadas y deineficiencia irreflexiva, dado que slo est disponible un n-mero limitado de personas sabias, experimentadas y concien-zudas, y ellas deben ser colocadas en algunos puestos clavespara que sus esfuerzos sean concentrados en decisiones deveras cruciales. Cualquiera que se halle en la base de una or-ganizacin puede percibir determinados errores de sus supe-riores jerrquicos, tanto como puede percibirlos un extrao.Sin embargo, para la organizacin como un todo, la verdade-ra opcin es entre quienes toman las decisiones actualmentey los potenciales reemplazantes que puedan tener para todala gama de decisiones que cada uno de ellos debe tomar. Eninstancias especficas pueden alcanzarse algunas mejorashaciendo que los subordinados corrijan los errores de sus su-periores, pero ello no carece de costos en trminos de discipli-na organizacional, o en trminos del tiempo gastado por sub-ordinados y superiores discutiendo qu es y qu no es unerror. En algunos casos --siendo un ejemplo extremo el deuna unidad de combate bajo fuego enemigo el tiempo gasta-do en discutir alternativas puede ser ms costoso que cual-quiera de las alternativas discutidas. Mientras ms cerca sehallen las decisiones de ese extremo del espectro, tanto msracional ser tener una obediencia incuestionable, aun si eljefe no toma mejores decisiones que el subordinado.

    Al otro extremo del espectro una corte de apelacionesrevisando una condena por asesinato la discusin plena ylibre puede parecer apropiada, sin consideracin de culesmiembros de la instancia revisora son jerrquicamente msantiguos. Cualesquiera sean las prerrogativas honorficas oadministrativas del presidente de la Corte Suprema de los Es-tados Unidos, el suyo es tan slo un voto entre nueve en la de-terminacin del contenido sustancial de una ley. No es queun proceso sea necesariamente ms importante que otro. Lavida humana se halla en juego en ambos casos. La diferen-

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    cia reside en que el paso de una pequea cantidad de tiempoaumenta radicalmente la amenaza contra la vida en una si-tuacin de toma-de-decisiones, mientras que las ejecucionesson automticamente propuestas por todo el tiempo que se de-mora una corte de apelaciones en adoptar una determina-cin.

    Las transacciones involucradas en los procesos de to-ma-de-decisiones sociales se asemejan a las que tienen lu-gar en el campo econmico. Los costos y beneficios actualesdeben ser transados en relacin con costos y beneficios futu-ros en las relaciones interpersonales, desde la crianza de unnio hasta un asunto amoroso. Cada vez que personas que vi-ven cerca las unas de las otras tienen valores diferentes enrelacin con ruidos o el aspecto del vecindario, se hallan enjuego costos externos. En breve, el principio de los retornosdecrecientes se aplica al menos tanto a las emociones como alos procesos econmicos. Una madre que podra verse des-truida por la prdida de su beb puede, sin embargo, dar oca-sionalmente la bienvenida a un par de horas de alejamientode la criatura a fin de renovar su espritu. En efecto, en vir-tualmente todas las relaciones personales incluso entrelos ms ardientes enamorados hay momentos (no importacuan breves sean) en que cada parte siente la necesidad de es-tar a solas o, al menos, de estar con terceras personas.

    No es mera coincidencia que las transacciones de losprocesos econmicos se asemejen a las de otros procesos so-ciales. El proceso econmico es meramente un caso especialde toma-de-decisin humana en general, de modo que difcil-mente sorprender que haya principios similares en juego,incluso en relacin con contenidos muy variados. Sin embar-go, la gran diferencia en la materia no slo oscurece los prin-cipios subyacentes, sino igualmente modifica su aplicacin.

    Algunas de las transacciones sociales que merecen es-pecial atencin incluyen: 1) clasificar y calificar a las per-sonas, actividades y cosas, 2) el papel jugado por el tiempo, y3) las transacciones que implican la seguridad, de un tipo ode otro.Clasificacin y Calificacin

    Uno de los procesos sociales ms fundamentales y vas-tos es el de la clasificacin y calificacin de cosas, activi-dades y personas. Esto incluye todo, desde la separacin porgneros de los baos hasta las ordenanzas municipales, elcontrol del trfico areo y la segregacin racial. Incluso loscambiantes estados de nimo y las circunstancias de un indi-viduo determinado son calificados y clasificados por aquellosque interactan con l a fin de no hablarle o solicitar su aten-cin de un modo particular "en el momento errado". Los pro-

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    cesos de clasificacin y calificacin involucran una transac-cin de costos y beneficios. En trminos generales, mientrasms fina es la clasificacin, tanto mayores sern los benefi-cios y los costos. Pero ms all de cierto punto ya no valdrala pena el costo adicional emanado de un refinamiento to-dava mayor de las categoras de clasificacin en relacincon un propsito de toma-de-decisin en particular. Por ejem-plo, si encontramos cajas con explosivos almacenadas en unrea en que proyectbamos realizar una merienda campes-tre, el hallazgo podra ser razn suficiente para trasladarnuestro picnic a otra parte, sin inquirir mayormente si losexplosivos del caso son dinamita o nitroglicerina, aunque taldistincin podra resultar importante para otros propsitosen otros momentos.

    Los beneficios generales del acto de clasificar y cali-ficar deben ser distinguidos de los beneficios especiales de laselectividad cualitativa. Un entrenador de baloncesto puedeescoger una muestra de muchachos lo ms altos posibles deentre una poblacin dada, pero la altura media de la pobla-cin total no se ve afectada por si son o no son clasificados ycalificados. Desde un punto de vista social, lo que ms impor-ta son los beneficios de clasificar y calificar cosas, activida-des y personas dadas en una sociedad como todo.

    Puede haber sustancial diferencia valrica entre unacoleccin clasificada y otra no clasificada que contengan lamisma cantidad de cosas idnticas. Si una avalancha arra-sa un supermercado, lavando todas las etiquetas de los bie-nes en conserva, esas conservas tendrn que ser vendidas auna fraccin de sus precios originales, aunque no por inser-vibles del todo. Ningn cliente estar dispuesto en parte algu-na a pagar el precio total por una lata que no est etiquetaday que puede resultar conteniendo pescado, verduras o caf.El supermercado tendr que proceder enseguida a comprarms conservas etiquetadas del mayorista a fin de reabaste-cer sus estantes, pagando grandes sumas de dinero parareemplazar los bienes en conserva sin etiqueta por otros conetiqueta con el mismo contenido, idntico a las descartadas,pero ms valiosa por el nico hecho de estar clasificadas yetiquetadas. En forma similar, puede haber una ganancia so-cial neta cuando aquellas personas que gustan de una vidasilenciosa y contemplativa se autoclasifican al margen deaquellas que disfrutan de las fiestas alegres y ruidosas y/o delas motocicletas aun cuando despus de esa clasificacintodava estn presentes el mismo nmero de cada tipo de per-sonas que haba antes. La demanda actual de comunidadespara los jubilados, de desarrollos urbanos que apunten a losjvenes solteros y a otras comunidades especializadas, es in-dicio de las ganancias posibles de lograr a partir del mero he-cho de clasificar y etiquetar una poblacin dada.

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    Entre los costos de clasificar y calificar se cuenta unaprdida de las diversidades. Ese costo difiere de persona enpersona, de acuerdo con gustos y preferencias. Tambin va-ra crecientemente en relacin con cunta diversidad ya tie-ne un individuo. Una persona mayor que trabaja entre perso-nas menores que l, y que recibe frecuentes visitas de sushijos y nietos, puede preferir la tranquilidad cotidiana de vi-vir entre personas de su edad, sin temor a llegar a estar total-mente aislado en un entorno desnaturalizadamente homog-neo. En trminos ms generales, la necesidad de diversidadno es en s homognea pero vara de persona en persona y va-ra marginalmente con las circunstancias de la misma per-sona. Hay una clasificacin y calificacin de las personas enla medida que esas personas deseen ser clasificadas y califi-cadas. La coexistencia tanto de comunidades generales co-mo especializadas es un indicio en tal sentido.

    Clasificar y calificar, ya sea personas o cosas, es unaclasificacin y calificacin de probabilidades ms que de he-chos ciertos. Nosotros creemos, con diversos grados de certe-za, que determinada persona gustara de cierto regalo de Na-vidad, o que se deleitara con determinada afirmacin o quese vera agradada con cierta accin. Nunca lo sabemos real-mente, y la existencia en el lenguaje de palabras como desilu-sin, remordimiento, etc., da testimonio del arraigo y persis-tencia de este rasgo de la condicin humana.Organizaciones

    A pesar del carcter esquivo de la certidumbre, el nota-ble xito de cosas tales como las operaciones de patente a

    prueba del valor de slo reducir el rango de la incertidum-re. Un hotel de la cadena Holiday Inn no es necesariamente

    mejor o peor que cualquier otro. Indudablemente hay mu-chos hoteles independientes que son mejores o peores (medi-dos con la vara que se desee) que cualquier Holiday Inn. Msaun, los hoteles de dicha cadena varan entre s. Sin embar-go, que miles de dueos de hoteles estn dispuestos a pagarpor el privilegio de emplear designaciones o nombres que pa-gan patente, significa que el valor econmico de una estructu-ra fsica dada es mayor con un smbolo de la cadena HolidayInn sobre su frontis que sin l, y ello a su vez significa quemillones de viajeros pararn all por alguna razn. Esos via-jeros tambin saben que hay hoteles mejores y peores; todo loque el signo hace es reducir el rango de incertidumbre encuanto a calidad y precio. El valor de las patentes y su difu-sin internacional prueba que no se trata de una considera-cin insignificante. El crecimiento y la prosperidad de mu-chas otras organizaciones de marcas, franquicias y patentesinsertas en diversos campos sugieren que esta forma de cla-

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    sificar y calificar es de gran valor para los clientes, especial-mente en el contexto de sociedades altamente mviles, en lascuales el conocimiento individual de establecimientos indivi-duales es escaso o ms costoso.

    Muchas personas se sienten incmodas con la idea detomar decisiones sobre la base de indicaciones slo probabi-lsticas, como los nombres-franquicia, y especialmente conla idea de clasificar y calificar personas merced a una ounas pocas caractersticas. La nica razn de hacerlo encualquiera de los dos casos es el costo de los procedimientosalternativos, con categoras ms afinadas, que pueden produ-cir marginalmente, por agregaciones, pronsticos ms exac-tos. Sin embargo, el gran nmero de personas asesinadas ca-da ao por sus cnyuges sugiere que incluso el ms ntimoconocimiento de otras personas no producir una certidum-bre en relacin con su comportamiento futuro. La nica pre-gunta aqu es: Cunto ms conocimientos (reduccin deriesgos) vale tanto ms costo? Obviamente esto vara con ladecisin. Nadie desea seleccionar un cnyuge sobre la basede imperfectas reglas empricas, pero tampoco nadie querrinvertir la misma cantidad de pensamiento en la seleccinde un programa de televisin que en escoger a un cnyuge.Aqu no se argumenta en favor de procesos de toma-de-deci-sin bastos. Nuestro argumento simplemente apunta a quela finura del proceso de clasificacin y calificacin es crecien-temente variable en relacin tanto con los costos como con losbeneficios, de modo que debe cesar en algn momento, cuan-do el proceso est prximo a la calidad de la toma-de-decisinque es posible debiendo as hacer "evitables" los errores.

    Mirados de otro modo, los errores "evitables" no son ne-cesariamente una condena del proceso de toma-de-decisin,toda vez que procesos alternativos que los hubieran evitadoen particular en algunas instancias tambin hubieran costa-do tanto en tantas otras instancias (ya sea en dinero o enotros errores) como para importar ms que los errores "evi-tables". Los procesos de toma-de-decisin son a menudo juz-gados por estndares que ignoran este simple hecho. En elloincurren no solamente personas ingenuas sino tambin losexpertos. Por ejemplo un viajero experimentado que ha reco-rrido ya varias veces un rea determinada puede ser capazde seleccionar hoteles, restoranes y agencias de arriendo deautomviles locales en forma mucho ms ventajosa que des-cansando en rtulos de marca y franquicia, y podr ser ca-paz de demostrar con hechos la superioridad de sus opcionespor sobre las que desdea. Sin embargo, si su desdn se ex-tiende sobre el mtodo de seleccin (nombres-marca en estecaso), est muy errado. Los expertos que altaneramente des-precian el mtodo de seleccin del pblico en muchas reas,

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    a menudo fallan en reconocer el costo que conlleva el conoci-miento. El experto, por definicin, ya ha pagado estos costosen el pasado y el costo creciente que le significa hacer opcio-nes individuales despus de esa experiencia es virtualmenteigual a cero. Nada es ms fcil para un experto que mostrarinstancias en que cosas, actividades v personas fueron err-neamente juzgadas. Lo que es inconducente es implicar quepor tal motivo se emplearon mtodos de clasificacin y califi-cacin errneos.

    Personas

    Hay un fatal encanto en la idea de "juzgar a cada perso-na como un individuo". Nuestras simpatas inmediatamen-te se proyectan sobre la persona a la que "errneamente" hasido denegado un crdito, un puesto de trabajo, una admi-sin en la universidad o una oportunidad para participar endeterminada actividad debido a que esa persona no puedecumplir con ciertos requerimientos "arbitrarios" cuando de-biera haber sido aceptada debido a otras consideraciones. Unobservador puede hallar estpido a un dependiente de tiendade departamentos que no acepta un cheque extendido por unRockefeller, cuando a la par recibe la tarjeta de crdito de unoficinista desocupado. Pero la verdadera cuestin es aqu silas polticas crediticias han de ser diseadas por especialis-tas de mayor rango en la organizacin, pasando hacia abajoen forma de reglas que restringen la discrecin de los em-pleados de nivel infenor, o si el futuro financiero de la empre-sa ha de ser colocado en manos de dependientes de tienda pa-ra descansar en la evaluacin personal que stos hagan dela credibilidad de sus clientes.

    La variacin de la finura de las categoras de clasifica-cin desde una empresa a otra dentro de un mismo campoes en ocasiones mencionada como prueba de la irracionali-dad o arbitrariedad de las reglas de la organizacin con elprocedimiento de clasificacin ms basto. Pero la aceptacindel cheque personal de un Rockefeller por un propietario deuna pequea tienda no es razn para que lo acepte un depen-diente de tienda de departamentos, dado que hay costos, de co-nocimiento muy diferentes cuando el vendedor inmediato yel funcionario financieramente responsable son una mismapersona en comparacin con la situacin en que ambas fun-ciones son desempeadas por diferentes individuos, bastanteseparados en el marco de una gran organizacin. De modosimilar, un estudiante con un modesto puntaje SAT puedeser rechazado por una gran y mediocre universidad estatalnorteamericana a la vez que ser aceptado por un centro de es-tudios superiores ms pequeo y de mejor calidad, que pon-dera antecedentes distintos de sus capacidades intelectuales.

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    Ninguno de los procedimientos de aceptacin menciona-dos necesita ser defectuoso. Un comit de admisin de unauniversidad estatal con ms de 100 mil postulaciones que re-visar en unas pocas semanas tendr que rechazar de inme-diato todas aquellas situadas por debajo de un determinadoresultado crtico a fin de poder conceder cierta atencin per-sonalizada a la seleccin de aquellos que permanecen porsobre el mnimo exigido. Sin embargo, un centro de infor-macin superior de 500 estudiantes es capaz de otorgar consi-deracin individual a todos los postulantes de la A a la Z y aun costo relativamente bajo. Ninguno de los dos procesos esinherentemente ms eficiente. Lo que sera ms eficiente se-ra que los Rockefeller sin tarjeta de crdito realizaran suscompras en tiendas donde el funcionario facultado para apro-bar un cheque se halle ms cerca, as como que los jvenestalentosos con malos resultados de postulacin universitariapostularan a universidades en que las solicitudes de talespersonas puedan ser debidamente evaluadas de modo menosoneroso.

    La mayora de las objeciones a la clasificacin y califi-cacin en general y particularmente a la clasificacin y ca-lificacin de personas estn basadas en el hecho de igno-rar los costos del conocimiento, o en el de ignorar las diferen-cias de costo de conocimiento entre un proceso de toma-de-decisiones y otro. Incluso aquellas objeciones basadas en mo-tivos puramente morales contra la "discriminacin" de diver-sos grupos a menudo implican una ignorancia de los costosdel conocimiento. Cuando un individuo perteneciente a ungrupo con determinado modelo conductual exhibe l mismouna conducta muy diferente, el acto de juzgarlo segn el mo-delo del grupo, tomando las correspondientes decisiones, pue-de imponer severos costos a ese individuo. Tambin imponecostos (oportunidades perdidas) a la otra persona, que realizla evaluacin incorrecta, y que por tanto ofrece un incentivopara buscar mtodos de evaluacin alternativos si ellos estndisponibles a un costo que no exceda el beneficio. Sin embar-go, en tanto la fase factual de la evaluacin del grupo sea co-rrecta, el nico costo pagado por el grupo como un todo soncostos generados por su propia conducta.

    Aquellos miembros del grupo que efectivamente no ge-neran tales costos pueden pagar un elevado precio por hallar-se en la misma categora con otros que s lo hacen, lo que con-duce a que los generadores de costo a su vez paguen menosque los costos generados por su propia conducta. Desde unpunto de vista moral o poltico puede resultar deseable que lapoltica pblica distribuya esos costos sobre la poblacin engeneral en vez de dejarlos concentrados sobre individuos sin

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    culpa de la misma categora. Esta es una cuestin de polticaque depende de mayor nmero de variables a las aqu consi-deradas. Para el presente anlisis el punto es que la discri-minacin de grupos costos impuestos por el grupo A comoun todo al grupo B como un todo no se prueba mostrando(en retrospectiva) que individuos de caractersticas igual-mente relevantes son tratados de modo diferente (en perspec-tiva) cuando provienen del grupo A ms que del B. Ambos in-dividuos pueden tener idnticas probabilidades de cancelarsu crdito, de abstenerse de la violencia, de ser vecinos consi-derados y de aportar ideas inteligentes. Pero slo Dios puedesaber tal cosa con anticipacin y sin costo alguno. El costodel conocimiento de las caractersticas de esos individuospuede ser muy diferente cuando el individuo procede del gru-po A y no del B, en cuanto estos grupos difieran en alguna deestas caractersticas.

    Las "realidades" sicolgicas y polticas a menudo con-ducen a una retrica que camufla, o que incluso expresa condescarada falsedad tanto las causas de tales costos como lanaturaleza de los remedios propuestos. Por ms de un sigloaquellos individuos que huyen de los ghettos tnicos se hanquejado amargamente de la resistencia a su desplazamientonaca otros vecindarios como una imposicin de costos a todoel grupo del cual huyen por parte de aquellos grupos hacialos cuales huyen. Este modelo se ha reiterado una y otra vez,desde los tiempos de la inmigracin de los irlandeses a losEstados Unidos a mediados del siglo pasado, hasta nuestrosdas, en que principalmente los negros y los latinos lo sufrenbajo su peso.

    Pero cantidad alguna de impersonal fraseologa acercade querer escapar de las "barriadas" o de las "condiciones"all imperantes puede cambiar el hecho fundamental: lo bsi-co es el intento de alejarse de personas cuyo comportamientoes considerado reprobable. Por exactamente la misma raznse produce la resistencia o la fuga de los habitantes de los ba-rrios inmediatos. Con todo lo dolorosa que resulta esta situa-cin para los involucrados en ella, es todava ms difcil deresolver cuando la falsa exposicin retrica de la misma seconvierte en una base para insistir en que no slo las vcti-mas que pagan los costos en el grupo excluido, sino tambinlos miembros que generan costos en el mismo grupo, debenser reubicados. Algunas veces el problema va ms all delenfoque tipo "vivienda justa", que crea un derecho legal areubicarse en cualquier parte por propia iniciativa, para con-vertirse en una poltica gubernativa de incentivos financie-ros para disolver la clasificacin y calificacin mediante ladeliberada ubicacin de las viviendas subsidiadas en vecinda-rios diferentes a los normalmente habitados por los morado-res de esas viviendas, o incluso, ms directamente, obligan-

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    do a los grupos excluidos a reubicarse a travs de la demoli-cin de sus viviendas en aras de la "remodelacin urbana".

    En algn punto de este desenvolvimiento poltico, aque-llos que creen a pie juntillas en la retrica pueden verse muysorprendidos al descubrir que aquellas personas excluidas,que inicialmente fueron sus aliadas, ahora se les oponen.Los miembros que cargan los costos de un grupo excluido amenudo tienen mucho ms claridad en relacin con qu es-tn haciendo al intentar distanciarse de aquellos miembrosdel grupo que generan los costos. La ltima cosa que ellosquisieran hacer es llevar a su nuevo entorno aquellas mis-mas personas generadoras de costos de las cuales han hui-do. Cuando la construccin de proyectos de viviendas parapersonas de bajos ingresos en vecindarios de la clase mediana encontrado la amarga resistencia de los negros que ya re-siden en tales vecindarios, muchos blancos liberales se hanvisto sorprendidos por la aparente inconsecuencia de tal com-portamiento, en relacin con la retrica que ellos y los ne-gros de clase media han compartido en anteriores luchas enfavor de leyes de "viviendas justas". Sin embargo, los negrosde clase media son conductualmente consecuentes al con-tinuar clasificando y calificando por caractersticas sociales(y no de raza), incluso si ello implica oponerse a los ex alia-dos blancos, para los cuales la consecuencia retrica es msimportante.

    En breve, las principales vctimas de ese tipo de clasifi-cacin y calificacin social conocida como segregacin racialno objetan la clasificacin y calificacin en cuanto tal, sino lasegregacin racial, para evitar sta que ellos clasifiquen y ca-lifiquen sobre otras bases que las raciales. Los estudiosos dela historia social de la gente de color estadounidense han re-parado hace tiempo en las dificultades de la pequea clasemedia negra en sus intentos de preservar y perpetuar susmodelos de conducta mientras estn rodeados por personasde valores y modelos conductuales muy diferentes, con lascuales se vean obligados a convivir porque las categorasms generales de clasificacin y calificacin de la sociedaderan lo suficientemente burdas como para no trascender elaspecto racial. La objecin a la clasificacin y calificacincomo tal constituye un fenmeno completamente diferente yes apoyada por un grupo completamente distinto de perso-nas adquiriendo diversas formas: objeciones a las calificacio-nes en la escuela, a las jerarquas ocupacionales, a la autori-dad institucional, a los tests de CI y todas las formas de dife-renciacin de status o funcin dependiente de un ttulo, delvestuario y el lugar de residencia o de trabajo. Incluso entreaquellos individuos, organizaciones y sociedades enteras quehan desechado formas particulares de clasificar y calificarreaparecen formas sustitutivas, incluso en medio del ms os-

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    tentoso de los igualitarismos. Todo el mundo tiene el derechoa ser tratado de "compaero", lo que no obsta que algunos deesos compaeros tengan en sus manos la decisin sobre la vi-da y la muerte de otros compaeros.

    Las ventajas de clasificar y calificar pueden en oca-siones ser errneamente adscritas a otros factores. Por ejem-plo, una de las cosas importantes que realiza un sistemaeducacional es clasificar y calificar a las personas, y staspueden ser ms valiosas para un empleador porque, porejemplo, han sido clasificadas y calificadas, que simplemen-te por el hecho de haber sido educadas. La diferencia entreun estudiante que ha desertado de su carrera y un graduadouniversitario no reside meramente en que uno posee ms in-formacin que el otro a resultas de haber permanecido porms tiempo en una institucin de formacin profesional. Losdesertores en cuanto grupo tienden a diferenciarse de losgraduados en cuanto grupo por la perseverancia, regulari-dad y disciplina de estos ltimos, cualidades de valor inclusoen aquellos puestos laborales en que la diferencia de informa-cin entre ambos grupos es de escasa o ninguna importan-cia. Las estadsticas relativas a diferencias en el ingresoentre los que han abandonado sus carreras y los graduados,a menudo atribuyen arbitrariamente el mayor ingreso delgraduado al valor de la educacin, especialmente cuando lasestadsticas son mencionadas por instituciones educaciona-les que buscan mayores aportes y subsidios fiscales y mejo-res donaciones privadas.

    Una de las funciones de la poltica de "publica o pere-ce" de muchas universidades es que obliga a los miembrosde una facultad a calificarse y clasificarse a s mismo me-diante la exhibicin de sus capacidades profesionales antesus pares. No es necesariamente la publicacin en cuantotal la que es recompensada, sino el hecho de la clasificaciny calificacin acadmica facilitado por la publicacin. Unasecuela de publicaciones mediocres puede efectivamente per-judicar a un individuo, pero es sumamente til para deter-minada profesin en relacin con clasificar y calificar a susmiembros. Aquellos que no son capaces de alcanzar siquieralos estndares mnimos como para ser publicados en cual-quier revista acadmica, obviamente quedan a la zaga en laslistas de clasificacin. A ello se suma que existe una jerar-qua de estndares entre las diversas publicaciones te uncampo acadmico dado, y algunos artculos y libros son califi-cados como ms impactantes por su pblico acadmico.

    Los acadmicos dotados de gran capacidad pero con es-caso deseo de publicar pueden ser "desestimados" por estesistema, pero ello refleja en parte el elevado costo que su reti-cencia impone a las instituciones que deben clasificar y califi-car a los miembros de las facultades mediante algn siste-

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    ma para la asignacin de recompensas. Si aquellos tanreticentes a publicar estn dispuestos a perder la recompen-sa a fin de evitarse la molestia, este resultado puede conside-rarse perfectamente racional, tanto para la institucin comopara el individuo. La cuestin del peso relativo de las publica-ciones y de otros factores docencia, responsabilidades ad-ministrativas, etc. es de otro calibre. La poltica de "publi-ca o perece" implica slo que la capacidad acadmica consti-tuye una caracterstica esencial que debe ser clasificada y ca-lificada.

    Los beneficios sociales generales de clasificar y califi-car deben ser claramente distinguidos de las ganancias dife-renciales de aquellos juzgados favorablemente o de aquellosque interactan con individuos favorablemente juzgados. Laclasificacin y calificacin no cambian en s las caractersti-cas de las personas, actividades o cosas que son clasificadasy calificadas. Las ganancias diferenciales de los "ganado-res" son compensadas por las correspondientes desventajasde los "perdedores". Las ganancias sociales generales provie-nen de la mayor facilidad de adaptar individuos y circunstan-cias a fin de maximizar los beneficios y minimizar los cos-tos. Tal como hay una mayor demanda de bienes enlatadoscomo un todo cuando estn individualmente etiquetados quecuando las etiquetas han sido desprendidas, as tambin hayuna mayor demanda de una fuerza laboral cuyas caracters-ticas individuales son conocidas en algn grado que cuandocada decisin relativa a empleo est rodeada de una gran pe-numbra de incertidumbre. Incluso los "perdedores" de unproceso de clasificacin pueden terminar mejor de lo que hu-bieran estado sin mediar su clasificacin. No se trata de unproceso de suma-cero. Aquellas clases sociales o grupos tni-cos cuya conducta resulta ofensiva para otros, pueden ha-llar una recepcin ms simptica de parte de vecinos quecomparten sus valores y prioridades. Para el propsito de en-tender el valor de clasificar y calificar no es necesario estarde acuerdo con cualquier conjunto particular de valores enrelacin con qu constituye un estndar "mejor" o "ms ele-vado". Basta con que haya valores diferentes, a fin de que laclasificacin de personas pueda mejorar la posicin de todosy cada uno a travs de sus respectivos valores propios.

    Categoras de clasificacin ms finas no siempre sonpreferibles, incluso en aquellos casos en que estn disponi-bles libres de costo adicional. Contrastemos la situacin del"castigo de grupo" por un descarro conductual individual,como ocurre en unidades militares pequeas, con el castigode grupo en pases donde el honor familiar constituye un va-lor clave. Cuando un miembro annimo de un escuadrn de-terminado comete un delito, las autoridades militares pue-den optar por castigar todo el escuadrn, slo como resultado

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    del elevado costo de adquirir conocimiento relativo alindividuo culpable, especialmente en aquellos casos en quelos restantes miembros del escuadrn saben quin es el cul-pable, y lo castigarn o controlarn socialmente o de otra for-ma, aun cuando no estn dispuestos a denunciarlo a las au-toridades. Sin embargo, en pases en que el honor familiares algo sagrado, toda la familia puede ser castigada por lavergenza, aunque todo el mundo conozca la identidad del in-dividuo particular, que fue culpable del delito. En el ltimocaso, se emplean categoras de clasificacin ms vastas (lafamilia) aun estando disponibles categoras ms finas (el in-dividuo) sin mayor costo. El propsito social no es tanto unajusticia retroactiva como un control por adelantado. La con-ducta de los individuos puede ser controlada ms efectiva-mente por quienes estn ms ntimamente ligados por lazosfamiliares que por las instituciones pblicas. El costo del co-nocimiento es considerablemente menor para los miembrosde sus familias que para los policas o el tribunal, que debefiltrar alegatos con pruebas por medio de reglas de eviden-cia, perdindose bastante conocimiento en el transcurso delproceso. Ms aun, el rango de las sanciones est graduadomucho ms finamente al interior de las familias y puede serinvocado por adelantado a cualquier descarro mediante laeducacin del nio, al que se le ensear a sentir orgullo oculpa por una conducta que acarree honor o vergenza parala familia.

    A todas luces hay una prdida de justicia retroactivacuando el individuo B es avergonzado (castigado) por unaconducta del individuo A, especialmente si B es ms bien uncoetneo que un progenitor, y mucho ms todava si B esmiembro de una generacin subsecuente, careciendo por tan-to absolutamente de control sobre los actos del pasado por elcual comparte el castigo. Esta solucin compensa la ganan-cia a nivel de control social, que obviamente es ostensible. Unindicio de la efectividad de clasificar y calificar por familiams que por individuo es la vasta diferencia que se observa anivel de delincuencia juvenil entre los adolescentes nortea-mericanos en general y aquellos de origen oriental, queviven en la misma sociedad y estn sujetos a las mismastentaciones y presiones pblicas. La virtual inexistencia decriminalidad entre la juventud sino-americana y nipo-ameri-cana ha sido destacada hace tiempo por los estudiosos de lamateria, a pesar de las elevadas y siempre crecientes tasasde delincuencia entre los jvenes norteamericanos que losrodean.

    Los recientes estallidos de delincuencia y violenciaentre las pandillas juveniles de Chinatown slo destacan elfactor del honor familiar como elemento de control. Esas ban-das juveniles han surgido tras el arribo a los Estados Uni-

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    dos de gran cantidad de refugiados chinos procedentes deHong Kong, ciudad en que fueron "occidentalizados" (es decir, atomizados) antes de viajar al pas del norte. Ni losgenes chinos ni la cultura del pueblo amarillo en generalparecen relacionarse con el control de la delincuencia, queparece depender de toda una trama social basada en el ho-nor familiar, trama destruida en la medida en que los refu-giados se fueron desprendiendo de su entorno chino paraconverger hacia Hong-Kong, donde arribaron como indivi-duos o familias pequeas aisladas, pasando a vivir en mediode una cultura occidentalizada que min todava ms lo quequedaba de sus valores sociales originales. Los delincuentessino-americanos y criminales juveniles son sorprendente-mente de reciente arribo desde Hong-Kong. De modo simi-lar, los estudios realizados con los elementos nipo-nortea-mericanos revelan que los escasos delincuentes juvenilessurgidos de entre sus filas tienden a proceder de fuera de lacomunidad nipo-americana. La virtual inexistencia de delin-cuencia juvenil entre los criados en los Estados Unidos esuna apabullante prueba de la efectividad social del hecho declasificar y calificar por unidades mayores, capaces de ejer-cer un control interno sobre los individuos de un modo msefectivo que las instituciones pblicas.

    Principios similares han estado actuando en la ameri-canizacin de los inmigrantes judos del siglo XIX. Cuandocomenz la inmigracin masiva de judos procedentes deEuropa oriental en los aos 80 del siglo pasado, en los Esta-dos Unidos ya resida un pequeo grupo de judos alemanes,los cuales se alarmaron ante el hecho de ser incluidos en lamisma categora que sus hermanos de fe procedentes de unentorno cultural y socioeconmico totalmente diferente. Sinembargo, a pesar de sus esfuerzos iniciales para disociarsede los judos de Europa oriental, el pblico en general tendia echar a todos los judos en un mismo saco, volvindosems antisemita a consecuencia de los recin llegados y toda-va no asimilados. Una vez ms, a pesar de la injusticia re-troactiva de tales categoras de clasificacin y calificacinburdas, esa percepcin provey un incentivo para que los ju-dos alemanes, ya ms americanizados, cultivados y econ-micamente prsperos, asumieran cierta responsabilidad enayudar a los judos europeo-orientales a encaminarse haciaun xito similar y una aceptacin semejante en el marco desu nueva cultura. Cosas similares han sucedido a otros gru-pos tnicos: la "Urban League" jug un papel de acultura-cin entre los negros y la Iglesia Catlica entre los irlande-ses, por ejemplo. En parte se debi a razones filantrpicas,aunque en parte tambin era un inteligente egosmo prove-niente de los miembros ms afortunados del grupo, que sepercataron de que inevitablemente eran clasificados junto al

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    resto de su etnia, inaceptable para la sociedad en general.Juzgar a cada persona "como individuo" habra removido es-te incentivo. No pretendemos aqu que las categoras de clasi-ficacin y calificacin debieran ser mayores que el individuo.Se trata simplemente de sacar a la superficie la transaccinsocial que est en juego entre la justicia individual retroacti-va y el control social preventivo.

    Principios similares se aplican en el muy diferentemundo del crimen organizado norteamericano. Desde elpunto de vista de los criminales de carrera, hay determina-aa cantidad ptima de violencia asociada a los crmenes eco-nmicos, tales como el robo. Con cero violencia y cero amena-za de violencia, nadie entregara sus bienes econmicos a uncriminal. Pero ms all de un cierto punto, la violencia cau-sa reclamos del pblico que llama a mayor cantidad de poderpolicial a determinado sector, reduciendo la oportunidadpara otros criminales, as como para quien cometi ciertaviolencia "insensata" contra la vctima de un crimen econ-mico. All donde cada criminal constituye una unidad de to-ma-de-decisiones por separado, esos costos externos de sucrimen carecen de un efecto persuasivo sobre su conducta.Pero cuando el crimen est organizado en unidades mayo-res, ellas tienen un incentivo para minimizar la protesta p-blica por unidad de crimen, lo cual usualmente significa re-duccin de la cantidad de violencia "insensata" contra lasvctimas. En breve, tanto para el crimen organizado como pa-ra las familias orientales, la internalizacin de los costos ex-ternos generados por los individuos significa un mayor con-trol social y una mayor sensibilidad frente a las respuestasdel pblico, que bien pueden ser ignoradas por un malhe-chor individual cuya identidad era desconocida para las auto-ridades o cuya culpa sera difcil de establecer a travs de pro-cesos legales formales. En ambos casos, la fuente de esemayor control est en el menor costo del conocimiento paraaquellos con que se halla estrechamente asociado. La relati-va soltura con que figuras del crimen organizado se matanunas a otras slo refuerza este punto: hay escaso o ningn re-clamo pblico frente a la muerte de un gngster.El Tiempo

    El tiempo tal vez constituya el apremio o restriccin fun-damental. Pocas cosas pueden realizarse instantneamente;con una reserva ilimitada de miles de millones de aos, vir-tualmente cualquier cosa es posible. Incluso complejos sereshumanos pueden evolucionar a partir de un planeta original-mente inerte. En un nivel ms mundano, el costo de cons-truir una casa virtualmente de la noche a la maana seravarias veces el costo de construirla en el lapso normal de

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    tiempo o de construirla durante cualquier "tiempo libre" delque se dispusiera espordicamente a lo largo de la prximadcada.

    El tiempo, por supuesto, nunca es gratuito. Su valorequivale a cualquier oportunidad alternativa que debe ser de-sechada con el fin de emplearlo para un propsito particu-lar. El valor o costo del tiempo es muchas veces pasado por al-to, como acontece en el caso de los cazadores de gangas queignoran el tiempo gastado en buscar esas "gangas" (no sim-plemente el tiempo gastado en hallar las cosas realmentecompradas, sino el gastado en mirar todo el conjunto de posi-bilidades a partir del cual ciertas cosas fueron escogidas), oesperando ser atendido en tiendas de bajos precios, o solici-tando frecuentes reparaciones de artefactos de bajo precio pe-ro escasa durabilidad. La "misma" mercadera generalmen-te se vende a un precio mayor en tiendas que disponen de un"stock" ms variado (sea de marcas o de modelos), ms (omejores) vendedores y mayor nmero de cajas, con las filascorrespondientemente ms cortas ante ellas, todo lo cual aho-rra tiempo. En realidad no se trata de la misma mercadera,puesto que lo que se adquiere no es simplemente el tem fsi-co, sino tambin los servicios asociados, necesarios para sudescubrimiento y uso.

    Otro modo de mirar el tema es que cada tem tiene tan-to un precio en moneda como un precio en tiempo, y es lacombinacin de ambos lo que hace su costo total. Dado que elvalor tiempo vara de persona en persona, en trminos deoportunidades perdidas (sean de ganancias u otras activida-des), este precio combinado invisible puede ser igualado porla competencia mientras los componentes del precio visibleen dinero permanecen dispersos. Los mercados persas, porejemplo, no incurren virtualmente en costos de almacenajede una seleccin estndar de mercaderas, o de una ampliagama donde escoger, y tampoco tienen costos de serviciospostventa; el consumidor paga bajos precios en dinero peroelevados precios en tiempo para conseguir lo que busca, o pa-ga otros costos intangibles al no conseguir exactamente loque desea en las condiciones que desea. Al otro extremo delespectro est la tienda de departamentos ms elaborada, conpersonal entrenado para explicar y demostrar los detalles ymatices de los tipos especficos de mercaderas de sus respec-tivos departamentos, una amplia gama de marcas, calida-des y tamao de cada mercadera ofrecida, entresacando lasmercaderas defectuosas para su devolucin al fabricante sihan sido descubiertas antes de la venta, o reembolsando sucosto al cliente que las descubri una vez adquiridas. Dndeir un comprador particular que elige entre dos tipos de ven-dedores en este espectro depender de su propia transaccinmarginal entre el tiempo y el dinero, determinada en gran

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    medida por sus ingresos e impaciencia. En este contexto, per-sistentes diferencias de precio en dinero para la "misma"mercadera vendida en diferentes tipos de tiendas no prue-ban que el consumidor es "irracional", ni que los comercian-tes son deshonestos ni que la economa no es competitiva.

    En los procesos sociales, al igual que en los econmi-cos, el valor de cualquier cosa vara con el tiempo en que setorna disponible. Esto se aplica tanto a los beneficios como alos costos. El castigo rpido de los criminales es reconocidodesde hace mucho tiempo como una disuasin ms efectivaque el mismo castigo aplicado tras larga demora. De ello pue-de extrapolarse que un castigo menor aplicado de inmediatocomo la anticuada "justicia de la calle", alguna vezempleada por el polica en el lugar de la infraccin puedeser tan efectiva como un castigo ms duro aplicado despusde aos de "debido proceso". El debido proceso podr ser pre-ferido por su mayor exactitud, objetividad o dignidad, pero lacuestin es aqu que hay una transaccin, basada en el costovariable del castigo para el castigado de acuerdo con su ubi-cacin en el tiempo.

    En la economa, un incremento o una cada acompaalas transferencias de unidades fsicas o monetarias dadasatrs y adelante en el tiempo. La ausencia de pagos de inte-rs explcitos en las transacciones sociales no significa queno se halle operando el mismo principio. Dado que el encar-celamiento es costoso tanto para el contribuyente como parael criminal, una sentencia corta cumplida prontamente estan efectiva como una sentencia mayor cumplida ms tarde,y significa ahorros de dinero para determinada disuasin.Alternativamente, la ley podra mantener la misma exten-sin de la sentencia y alcanzar mayor disuasin por una can-tidad dada de dinero, si se optase por ello. En otras palabras,el "inters" implcito recogido por el pblico al adelantar elencarcelamiento en el tiempo puede ser tanto en dinero co-mo en especies. Inversamente, las prdidas provocadas poraplazar el encarcelamiento a lo largo del curso del "debidoproceso" pueden tambin resultar costosas, tanto en dinerocomo en especies, incluyendo crmenes cometidos por crimi-nales libre bajo fianza, a la espera del juicio o la apelacin.Horizontes de Tiempo

    En las transacciones sociales en general, el valor decre-ciente de los beneficios o costos diferidos es a menudo mencio-nado en trminos del tiempo requerido para que tales benefi-cios o costos alcancen el punto de fuga en cuanto influenciassobre la toma-de-decisiones actual. Este perodo es el llama-do "horizonte de tiempo" del individuo. Los horizontes detiempo son subjetivos. Varan no slo de individuo en indivi-

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    duo, sino tambin de una clase socioeconmica en otra, en-tre los grupos tnicos o entre los grupos-edad. Irnicamente,los individuos ms viejos pueden tener horizontes de tiempoms largos que los individuos ms jvenes e impetuosos,aun cuando, objetivamente, las personas jvenes general-mente tienen mayor cantidad de aos de vida por delante. Pe-ro los planes de las personas ms ancianas a menudo se ex-tienden mucho ms all de sus probabilidades de vida, comoen el caso de las decisiones adoptadas para el bienestar desus hijos la preservacin de un bien raz o, en casos extre-mos, el suicidio de aquellos padres que se consideran a smismos como una "carga" para sus hijos (alguna vez gene-ralizado entre los esquimales) o cuando su horizonte detiempo incluye preocupaciones por su propio renombre trasla muerte, lo que sirve de motivacin para decisiones que im-plican la filantropa, la conversin religiosa o un sitial en lahistoria. Para las personas ms jvenes el fin de sus vidassuele estar muchas veces ms all de su horizonte temporal,y mucho ms todava cuando se trata de consideracionespost-mortem. Bien puede suceder que el horizonte de tiempose alargue con el nacimiento de los hijos y la adopcin deuna perspectiva paterna, no slo en relacin con los propioshijos en particular sino en relacin con la posteridad en ge-neral. Cualquiera sea la causa, un horizonte de tiempo quese extienda ms all de la vida del individuo se convierte enun contra moral espontneo para la accin individual, anlo-go a las presiones morales que se extienden en el espacio enun momento dado.

    Las diferencias de horizonte temporal entre grupos so-ciales cambian la efectividad de las polticas sociales que im-plican beneficios o castigos, especialmente cuando un gruposocial dotado de un horizonte temporal diferente predo-mina sobre aquellos a los cuales se aplica la poltica. Porejemplo, programas de "perfeccionamiento laboral" que re-quieren esfuerzos al instante con miras a mejorar las pers-pectivas laborales o de ingreso en algn tiempo futuro pue-den probar ser relativamente inefectivas en el caso de gruposgeneracionales, tnicos o socioeconmicos dotados de hori-zontes temporales breves. La participacin en tales progra-mas puede basarse en oportunidades actuales como las quepresentan esos programas, y maximizar los beneficios al me-nor costo puede significar maximizar en el corto plazo la sen-sacin de estar haciendo lo menos posible por recibir los bene-ficios financieros inmediatos o de otra ndole del programa,lo que equivale a decir, prepararse lo menos posible para elfuturo empleo. El intento de usar dichos programas orienta-dos al futuro para alejar a los jvenes de la criminalidad,choca contra el hecho de que "la mayora de los crmenesson cometidos coyunturalmente por jvenes que desean pe-

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    quenas sumas de dinero de inmediato".2 Un programa de for-macin laboral bien puede incrementar las posibilidades deganar dinero de un joven en varias veces lo que l podra ro-bar con xito, siempre y cuando ambos clculos se hagan so-bre un espacio de tiempo suficientemente largo, pero si su ho-rizonte temporal es ms breve que el programa, ninguno delos futuros beneficios del mismo puede tener cabida en susclculos, hecho que, sin embargo, puede ser tan racional enel marco de su horizonte temporal como lo es el resultadoopuesto para quienes tienen un horizonte de tiempo ms dila-tado. Nadie tiene un horizonte temporal ilimitado y no hayuna razn objetiva que de modo lgico obligue a preferir unhorizonte temporal por sobre otro.

    Los puestos de trabajo constituyen una importante al-ternativa para el crimen cuando los trabajos tienen dimen-siones temporales similarmente breves. La disponibilidad detrabajos casuales informales al parecer se correlaciona in-versamente con las tasas de crmenes insignificantes. Alldonde se ve reducida la oportunidad de tales trabajos ocasio-nales como sucede cuando las condiciones climticas sonadversas tienden a aumentar los crmenes menores, dadoque las personas que viven al da "tienen que comer" cuandocesan las ofertas laborales y casi nunca tienen suficiente di-nero ahorrado.3

    Una de las razones por las cuales precauciones relati-vamente simples reducen la incidencia del crimen es el cor-to horizonte temporal de muchos criminales. Casi ningunaprecaucin factible puede tornar imposible robar, entrar porla fuerza a un lugar o victimizar en forma violenta. Pero elmero hecho de aumentar los costos inmediatos en tiempo,esfuerzo o riesgo desalienta a muchos cuya aversin a laperseverancia y los beneficios pospuestos constituye parte dela razn del hecho de ser criminales. Pocos hogares son aprueba de ladrones y pocas personas estn a salvo de la posi-bilidad de ser cogoteadas, pero la incidencia del robo es mu-cho ms baja en Nueva York que en Los Angeles, mientrasque la incidencia del cogoteo es exactamente opuesta, debidoa que el acceso a los departamentos neoyorquinos es un ries-go algo ms difcil en Los Angeles (debido a diferencias deestilo arquitectnico) y el acceso de los criminales al cogoteoalgo ms difcil tambin en Los Angeles (a raz del menornmero de peatones en los barrios residenciales). Al pare-cer, los criminales son racionales a su manera. Uno de losmotivos de la ausencia de precauciones simples es el subsi-

    2 Edward C. Banfield, The Unheavenly City Revisited (Little, Brownand Co., 1971, p. 204).

    3 Ibid. p. 198.

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    dio a las prdidas: las plizas de seguros son cada vez mspopulares y por tanto minimizan el impacto del costo del ro-bo; los costos de recuperacin de la propiedad policial, paga-dos por los contribuyentes, igualmente reducen la relacinentre la negligencia y sus consecuencias; las polticas degobierno de "compensacin para las vctimas" lleva una ex-ternalizacin de los costos todava ms all. En cuanto a lasprecauciones individuales, lo cierto es que slo llevan al cri-minal a volver sobre otra persona como una vctima ms f-cil, con lo cual los beneficios privados exceden los beneficiossociales. Podra argumentarse en favor de una obligatorie-dad legal de reducir la vulnerabilidad en general dispositi-vos antirrobos en los automviles, cdigos de la construccinque exijan cerraduras de mejor calidad, calles mejor ilumi-nadas, etc., pero dado que tales requerimientos seranms bien categricos que marginales, fcilmente podran pa-sar del punto en que los beneficios compensan los costos.

    La Falacia AnimistaDesde el punto de vista de la utilizacin social del cono-

    cimiento, el tiempo permite mtodos de produccin y distribu-cin del conocimiento enteramente diferentes a los usuales yeso no depende de la articulacin, racionalidad, cognicin ocualquier otro proceso formal enseado en las institucionesacadmicas. Con tiempo ilimitado, tanto los procesos de lanaturaleza como la competencia entre los hombres puedenconducir a una intrincada configuracin de resultados,jams planificada por nadie. La idoneidad o exactitud de es-tas adaptaciones sistmicas puede revelarse principalmenteo incluso exclusivamente en resultado ms que en unaracionalidad articulada. Pero debido a que el hombre insisteen alguna explicacin articulada de los hechos, la explica-cin que pase por alto el papel crucial del tiempo puede mani-festarse como una descripcin totalmente diferente y total-mente falaz de lo que aconteci.

    Tal vez la explicacin ms simple y sicolgicamente sa-tisfactoria de cualquier fenmeno observado es que ocurride ese modo porque alguien quiso que ocurriese as. Esto esaplicable no slo a los fenmenos sociales sino igualmente alos de la naturaleza. Los pueblos primitivos explicaban el mo-vimiento de las hojas de un rbol con algn espritu o diosque deseaba que las hojas se moviesen y que, teniendo el po-der de hacerlas mover, lo lograban. La analoga de tal expli-cacin con una actividad humana deliberada y llena de pro-psito es obvia. Es slo en un nivel mucho ms desarrolladodel razonamiento que el movimiento de las hojas es explica-do por las corrientes de aire, a raz de diferencias de pre-sin, de una naturaleza carente de propsito (aunque tampo-

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    co azarosa). El tipo ms primitivo de explicacin sigue sien-do una explicacin ms espontnea o "natural", una explica-cin que surge en una amplia variedad de reas y que mstarde es abandonada, cuando es forzosamente desplazadapor una alternativa demostrable. Algunos hechos son enefecto resultado de una actividad cargada de propsito en di-reccin a la meta alcanzada, pero el supuesto general de queas debe ser en todo puede clasificarse como la "falacia ani-mista".

    La falacia animista ha tenido muchas formas grandese histricas, en la religin, en la biologa y en la economa,por ejemplo. El tiempo es un ingrediente crucial de las expli-caciones alternativas sistmicas o evolucionistas delmismo fenmeno. El "argumento del diseo" para la exis-tencia de Dios afirmaba que el apareamiento no azaroso ob-servado en medioambientes y creaturas, en los sexos mascu-lino y femenino, en los rganos cooperadores del cuerpo,etc., probaba que una inteligencia deliberada haba diseadoel universo de modo tal que todo calzase a la perfeccin. In-cluso filsofos tan escpticos como David Hume o JohnStuart Mill hallaron peso en estos argumentos. Despus quela teora de la evolucin de Darwin entreg una explicacinalternativa del mismo fenmeno natural, incluso los creyen-tes religiosos dejaron de basar sus creencias en la "prueba"animista de la existencia de Dios. Darwin fue un hito, no s-lo en la historia de la biologa, sino en la historia del desarro-llo intelectual en general. Mostr cmo con tiempo sufi-ciente una actividad carente de propsito poda conducir aresultados no azarosos: Darwin divorci el orden del "dise-o". Sin embargo, la falacia animista dira que la ausenciade un "plan" tendra que conducir al caos, y las consecuen-cias econmicas y polticas de esa creencia todava son pode-rosas en la actualidad.

    Las explicaciones animistas requieren de escaso o deningn tiempo para que se realicen los eventos que postulan;slo seis das para la creacin del mundo, en una versin re-ligiosa, cuando en principio la omnipotencia podra haberlohecho en un instante. Las explicaciones evolucionistas, porotra parte, necesariamente implican tiempo suficiente paraque eventos, conductas o individuos inicialmente azarosossean clasificados por las fuerzas medioambientales de modotal como para dejar una poblacin sobreviviente con caracte-rsticas no-azarosas adaptadas al medioambiente. Las muta-ciones iniciales pueden oscilar entre lo beneficioso y lo fatal,aunque las mutaciones sobrevivientes tienden a representaradaptaciones mejoradas al medioambiente. Despus de mi-llones de aos de seleccin natural, lo que se podr observarsern primordialmente mutaciones sobrevivientes. Puedeuno elegir contemplar el proceso global como providencial

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    sin caer en la falacia andinista de afirmar que el ordenobservado slo podra ser el resultado de un diseo delibe-rado.Anlisis Sistmico

    Los fenmenos sociales tambin pueden explicarse enperspectivas animistas, es decir, a partir de las intencionesde los individuos implicados, o en trminos de los complejosde relaciones mutuamente constrictivos cuyo resultado for-ma un modelo no necesariamente similar a las intencionesde cualquiera de los individuos involucrados. La falacia ani-mista constituye propiedad exclusiva ya sea de la derecha,ya sea de la izquierda polticas. Los economistas conservado-res de tendencia animista explican la conducta racional enun contexto atemporal, llegando en ocasiones a la conclu-sin moralista de que los sabios son recompensados por suprevisin y los dems castigados por su falta de previsin, elque cerebros "supranormales" explican grandes utilidades,por ejemplo.

    En la izquierda, por otra parte, encontramos planifica-dores sociales ansiosos de salvar al mundo del "caos" y, porlo tanto, comprometidos con otra forma de falacia animista.Ambos enfoques ignoran el tiempo, pues no conceden espa-cio a un proceso de adaptacin selectiva. Sin embargo, la fa-lacia animista es rechazada rotundamente por figuras ideo-lgicamente tan dispares como Adam Smith y Carlos Marx,y ambos analizaron la sociedad en trminos sistmicos.

    Smith no tena fe alguna en las intenciones de los hom-bres de negocios, a los que caracteriz como ruines y ra-paces,4 aunque argument que las caractersticas de unsistema econmico de mercado conduciran a resultados be-neficiosos que no formaban parte de las intenciones de quie-nes actuaban en el marco de dicho sistema.5 Carlos Marx,por supuesto, tena una visin mucho menos benigna de losresultados de un sistema capitalista, pero l al igual queSmith analiz los resultados en trminos de las caracters-ticas presumidas del sistema y no de las intenciones ma-nifiestas de los capitalistas individuales. En el Prefacio alTomo I de El Capital, Marx desech toda idea de explicar elsistema capitalista con las intenciones de los capitalistas.6

    Engels rechaz rotundamente ese enfoque en relacin conlos fenmenos sociales en general, "pues lo que cada indivi-

    4 Adam Smith, The Wealth of Nations, p. 460.5 Ibid., p. 423.6 Karl Marx, El Capital, Vol. I.

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    duo quiere es obstruido por todos los dems, y lo que resultaes algo que nadie quiso".7

    Los intentos de explicar sorprendentes diferencias en-tre grupos sociales (de clase, tnicos, regionales) en un mo-mento dado en el tiempo a menudo conducen a la falacia ani-mista. El xito o fracaso relativo de estos grupos ya sea quese midan en dinero o en trminos de variables sociales talescomo la estabilidad familiar o las tasas de criminalidad amenudo se atribuye a un mrito o falta de mrito de parte deese grupo o de otros grupos (incluyendo a la "sociedad") quetratan con l. La "capacidad" o la "discriminacin" figuranas entre las primeras explicaciones a que se echa mano, asemejanza del hombre primitivo que explicaba el murmullode las hojas con la idea de alguien movindolas delibera-damente. Pero una vez que queda en claro que los resultadosobservables en un momento dado podran ser parte de un pro-ceso que se extiende bastante hacia atrs en el tiempo, ya noser automticamente necesario que sus actuales situacio-nes sean resultado de acciones ya sea meritorias, ya sea in-dignas de parte de sus contemporneos, tanto miembros delgrupo como terceros. Las diferencias en valores culturales,por ejemplo, tienen races profundamente arraigadas en lossiglos pasados y surten un profundo impacto sobre el compor-tamiento presente.

    Los grupos procedentes de un trasfondo agrario exhi-ben modelos clsicos de problemas cuando son transplanta-dos a un entorno urbano, industrial y comercial. La historiasocial de los campesinos irlandeses que inmigraron a las ciu-dades norteamericanas en el siglo pasado guarda notable se-mejanza con una sinopsis de la historia de los negros del suragrario estadounidense, que emigraron hacia esas mismasciudades en el siglo XX.8 Las numerosas diferencias hist-ricas, genticas y de otra ndole entre ambos grupos slotornan ms notables sus semejanzas. Por el contrario, es vir-tualmente imposible explicar las profundas diferenciasentre inmigrantes italianos y judos contemporneos en rela-cin con sus reacciones frente a la escuela, las bibliotecas ylos albergues9 en trminos de cualquier otra diferencia con-

    7 Karl Marx y Friedrich Engels, Basic Writtings on Politics and Phy-losophy, 1959, p. 399.

    8 Vase, por ejemplo, Oscar Handlin, Boston's Inmigrants (Antheneum1970), Captulo IV, Carl Wittke, The Irish in America (Russell & Rus-sell, 1956), Cap. III; Diane Ravitch, The Great School Wars (Harpersand Row, 1974), pp. 27-29.

    9 Diane Ravitch, op. cit. pp. 178, 311; E. C. Banfield, op. cit., pp. 65-66,68; Herbert J. Gans, The Urban Villagers (The Free Press, 1962)p. 241.

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    tempornea de sus condiciones socioeconmicas en los vecin-darios de inmigrantes del siglo XIX, donde vivan lado a la-do. Pero incluso un conocimiento apenas superficial de lahistoria de los judos y de los campesinos del sur de Italia ensiglos anteriores muestra cunto pueden retrotraerse esosmodelos culturales en el tiempo.10

    Muchas de las actitudes, creencias y acentos de los pue-blos agrarios son bastante razonables en cuanto adaptacio-nes a un entorno agrario, con todo lo contraproducentes queesos enfoques pueden resultar en un medioambiente comer-cial urbano. Una visin fatalista del futuro, por ejemplo, esplenamente comprensible en una cultura en la cual toda lavida de las personas gira en torno de la azarosa variacin delclima. Es un verdadero desafo intentar descubrir algn gru-po que emergiera de siglos de vida agraria para convertirseen un xito en un entorno urbano en slo una o dos genera-ciones. Inversamente, los judos desde largo tiempo urbani-zados, que se convirtieron en el ms exitoso de todos los gru-pos tnicos norteamericanos concentrados en las ciudades,exhiben un historial casi ininterrumpido de fracasos cadavez que optaban por la empresa agrcola en diversas partesde los Estados Unidos.11 Una "capacidad" o una "discrimina-cin" generalizada parece ofrecer escasa explicacin para ta-les fenmenos sociales en comparacin con la explicacin dela adaptacin evolucionista. Los resultados pueden desde lue-go ser diferentes para otros fenmenos sociales.

    La cuestin es aqu no negar ningn efecto de las accio-nes intencionales, o incluso no pretender que stos son nece-sariamente menores que los efectos de los procesos socialesevolutivos. La cuestin es poner en entredicho la supuestaprioridad de las explicaciones atemporales e intencionales,es decir, la falacia animista. Es plausible pero falso afirmarque "decisiones tomadas al azar o sin ninguna relacin en-tre s no calzan dentro de ningn modelo".12 Darwin demos-tr esa falsedad en el contexto de la biologa, y pensadorestan dispares como Adam Smith y Carlos Marx han rechaza-do la misma falacia en su anlisis de los procesos sociales.

    10 Comprese Richard Gambino, Blood of My Blood (Garden City; Dou-bleday Anchor Books, 1974), pp. 245-273; Louis Wirth, The Ghetto(Chicago: University of Chicago Press, 1956), pp. 76-77, 82, 148;Nathan Glazer y Daniel Patrick Moynihan, Beyond the Melting Pot(MIT Press, 1963), pp. 155-159, 199.

    11 Maldwyn Allen Jones, American Inmigration (University ChicagoPress), pp. 212-213.

    12 Anthony Downs, An Economic Theory of Democracy (Harper andRow, 1957), p. 4.

  • 68 ESTUDIOS PBLICOS

    Cultura e Individualismo

    Los "modelos" de comportamiento humano altamenteracionales e intelectuales adolecen de un aire de irrealidadcada vez que esos ajustes marginales hipotticos, semejan-tes a resultados computacionales de individuos framentecalculadores a cargo de la toma-de-decisiones, se comparancon la realidad de carne-y-hueso de las decisiones tomadaspor inercia, capricho, pnico o mera regla emprica. En rea-lidad, los propios principios racionales sugieren un lmiteen relacin con cunto clculo racional podrn asumir. Latoma-de-decisiones deliberada no es un bien gratuito; tal esel motivo por el cual existen los termostatos y los descuentospor planilla. La toma-de-decisiones tiene costos incluyendotiempo, "stress", fatiga, insomnio y ataques cardacos. A to-das luces se trata de algo que debe ser economizado.

    La cultura es uno de los modos de economizar la toma-de-decisiones deliberada, as como la explcita clasificacinde datos y principios que conlleva. La cultura entrega unaamplia gama de creencias, actitudes, preferencias y costum-bres cuya autentificacin ha sido antes histrica (Darwin) yconsensual que cientfica. La cultura ofrece inversiones debajo costo en el proceso de toma-de-decisiones y cuandohay libertad deja al individuo la eleccin de si crecientesmejoramientos futuros en la calidad de una decisin en par-ticular valen sus costos adicionales en trminos de mayorcantidad de clculo racional. Muchas personas estiman pti-mo descansar ampliamente sobre los valores culturales pa-ra tomar una vasta gama de decisiones y por tanto terminarvistindose, hablando, comiendo o viviendo en el marco deun modelo general que puede ser reconocido como caracters-tico de la cultura en particular. Thorstein Veblen seal quesi la toma-de-decisiones fuera en efecto tan racionalmente in-dividualista como algunas veces se la representa, "el tejidoinstitucional no aguantara hasta la maana",13 puesto queno habra ese conjunto de valores compartidos que llamamoscultura. Edmund Burke observ al respecto: "Tememos po-ner a los hombres a vivir y a comerciar cada uno sobre la ba-se de su propia reserva de razonamiento; ello se debe a quesospechamos que dicha reserva individual es pequea y quelos nombres haran mejor en valerse a s mismos del banco ycapital general de las naciones y de las pocas".14 Las venta-

    13 Thorstein Veblen, The Place of Science in Modern Civilization (Russell& Russell, 1961), p. 251.

    14 Edmund Burke, Reflections on the Revolution in France (Everyman'sLibrary, 1967), p. 84.

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    jas en trminos de costos de las normas culturales son parti-cularmente grandes cuando el tiempo es escaso. La normacultural "es de pronta aplicacin en una emergencia"15cuando el costo de una decisin "mejor" probablemente ex-ceda lejos cualquier ganancia lograda a partir de recalcularindividualmente la experiencia de siglos en hacer frente a lacondicin humana. Una madre que ve cmo su hijo est apunto de caer entra inmediatamente en accin sin mediarninguna deliberacin al estilo de Hamlet, tal como los solda-dos en batalla obedecen las rdenes de un individuo previa-mente designado de entre ellos en vez de pagar el elevado cos-to de detenerse a seleccionar deliberadamente ya sea unlder meritorio, ya sea un curso de accin nacional. Inversa-mente, las propias normas culturales reconocen las venta-jas relativas de la deliberacin cuando hay suficiente tiempo,lo que se refleja, por ejemplo, en dichos tales como "quienapurado vive, apurado muere".

    Las ventajas relativas de inversiones culturales y na-cionales en la toma-de-decisiones varan no slo con el tipoparticular de decisin a ser tomada y el tiempo disponiblepara ello, sino tambin con la evaluacin subjetiva que hacecada individuo de su propia capacidad de destilar ms a par-tir de su propia experiencia particular de lo que la culturaha destilado a partir de la experiencia general o "media" delas generaciones. Lo cual, en parte, es cuestin de cunestrechamente la situacin general o media calza con la pro-pia situacin. Despus de todo, hay pocas personas "prome-dio", ya que stas son construcciones estadsticas realizadascon nios fraccinales y otros atributos dudosos. Sin embar-go, incluso aparte de cuestiones de relevancia o propiedadpara el caso individual, las normas culturales pueden serrechazadas simplemente debido a la confianza de algunosindividuos en la superioridad de su propio pensamiento, co-mo lo demuestra la aprobacin consensual de parte del mis-mo parecer.

    "Repudiamos completamente una responsabilidad per-sonal respecto de obedecer reglas generales. Recla-mamos el derecho de juzgar cada caso individual deacuerdo con sus mritos, y la sabidura, experiencia yautocontrol para as hacerlo... no reconocimos obliga-ciones morales ni sanciones internas a ser obedecidas orespetadas. Reclamamos ante el cielo ser nuestros pro-pios jueces de nuestras propias causas".16

    15 Loc. cit.16 Citado por F. A. Hayek en Law, Legislation and Liberty (University

    of Chicago Press, 1973) Vol. I, p. 26.

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    Este es el economista John Maynard Keynes describin-dose a s mismo y el grupsculo al que perteneci. Pero estepunto es tanto ms antiguo como ms Fundido. Se deca delos racionalistas dieciochescos de Francia que, "ellos no sien-

    ten respeto por el conocimiento de otros sino que... una bue-na medida de confianza en el propio".17 Una versin algoms modesta apoya su fe en la opinin contempornea de los"iluminados" (es decir, de las personas que comparten elmismo pensamiento).

    La transaccin entre decisiones culturalmente determi-nadas y decisiones individualmente determinadas implicauna clasificacin y calificacin anterior de acuerdo con sugrado de importancia y exclusividad. Dentro de cierto rangono se aplicarn ni normas culturales ni clculos racionales,pero se permitir que el antojo y el capricho escojan entre,por ejemplo, un cobertor verde u otro azul, o entre colores pa-ra un automvil, a pesar de buena nota de pensamiento ra-cional que puede haberse invertido en la seleccin de un amo-blado o de un modelo de automvil.

    En ocasiones, la opcin entre la toma-de-decisiones cul-tural o individual es una opcin entre "sentimientos" y unaracionalidad articulada. Dadas las imperfecciones del len-guaje y las limitaciones de las pruebas especficas, no es enabsoluto una conclusin errada que la mera articulacin for-malmente lgica sea en efecto ms racional, pero mucho me-nos correcta empricamente. Cuando la seleccin entre unproceso y otro no es cosa de un solo individuo, sino una selec-cin a realizarse entre dos individuos (o entre dos grupos), estodava menos probable que la posicin ms articulada sea laposicin ms vlida. Esto no es un argumento en favor delmisticismo y contra la lgica. Simplemente constituye reco-nocimiento de que el peso de una experiencia generalizadaaunque no registrada del individuo o de la cultura pue-de ser mayor que el peso de otra experiencia que pudo habersido anotada o registrada. Si bien la especificidad y la articu-lacin son importantes, no son categricamente prioritarias:no es posible que cada estudio de pequea-muestra trastorneel sentido comn de la humanidad o la experiencia de laspocas.

    Con todo lo obvio que esto puede parecer, contradice lafilosofa del racionalismo, que acepta nicamente lo que pue-de "justificarse" a s mismo ante la "razn" estando aqu larazn concebida estrechamente a fin de significar especfi-cos articulados. Si el racionalismo se hubiera mantenidodentro de los lmites de la filosofa, donde se origin, podraconstituir simplemente una curiosidad. Pero ha pasado a

    17 Edmund Burke, op. cit., p. 84

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    ser un poderoso constituyente de actitudes contemporneas yafecta o incluso determina en buena parte de la polticay de la sociopoltica. En su caso ms extremo, exalta el mstrivial o tendencioso "estudio" realizado por "expertos",18 con-virtindolo en poltica, pasando forzosamente a llevar las pre-ferencias y convicciones de millones de personas. Mientrasel racionalismo a nivel individual es una excusa para unamayor autonoma personal de las normas culturales, a nivelsocial a menudo es una pretensin o usurpacin de po-der a fin de asfixiar la autonoma de terceros, siempre sobrela base de un virtuosismo superior en las palabras.

    El racionalismo se halla en un extremo del espectroque tiene su otro polo en el evolucionismo. El proceso evolu-cionista contempla la racionalidad determinante en un pro-ceso no articulado como todo (animales) o como parte (se-res humanos) y no en los individuos involucrados en el pro-ceso. Desde este punto de vista, el proceso evolucionista no esmenos poderoso en sus efectos por operar inadvertidamenteo por no ser planificado. Esto no se aplica nicamente a laevolucin biolgica, sino tambin a los procesos sociales. Laspersonas tienen intenciones articuladas, pero la historia noes un registro de la realizacin de esas intenciones, sinoms bien un registro de cosas totalmente diferentes que acon-tecen como consecuencia neta de innumerables carreras endireccin a metas mutuamente incompatibles. Hegel y Marxllamaron a esto la "irona de la historia" y Adam Smith lollam "una mano invisible" que determina el resultado so-cial de la accin de un individuo, "un resultado que no formparte de sus intenciones".19 La generalizacin biolgica quehizo Darwin del mismo principio torn el punto todava msvivido, dado que su teora de la evolucin se aplicaba a anima-les cuyas intenciones (o "instintos") difcilmente podan in-cluir la evolucin de su especie, e incluso a vida inanimada,tal como la de los rboles y los pastos, carentes de toda inten-cionalidad, no obstante lo cual desarrollan complejos siste-mas ecolgicos. Para decirlo en breve, las intenaones debena lo menos competir contra poderosas fuerzas no-intenciona-les.

    Cuando la cultura es concebida en trminos de un pro-ducto evolucionista una virtual ecologa de las relacioneshumanas no queda en absoluto claro que algunas y todas

    18 Tal vez el caso clsico es la cita del "estudio" de la segregacin de Ken-neth B. Clarke en Brown v. Board of Education, en 1954. Las crticassubsecuentes han arrasado con los "hallazgos" de Clark; vase, p. ej.,E. van den Haag, "Social Science Testimony in the Desegregation Ca-ses", Vilanova Law Review, Otoo 1960, pp. 69-79.

    19 Adam Smith, op. cit., p. 423

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    las razones debidamente articuladas para cambiar segmen-tos particulares de esta ecologa social deben ser vlidas.Aun siendo plausible en el caso especfico, las consecuenciasno-intencionales de una poltica a lo ancho de un sistemacomplejo conforman una consideracin poderosa. La racio-nalidad articulada escasamente puede realizar pronsticosde largo aliento o especficos, y mucho depende de la rapidezy exactitud de los mecanismos sociales de retroalimenta-cin, y de si acaso esa retroalimentacin incluye incentivospara ajustar o desechar polticas contraproducentes.

    Dada la complejidad virtualmente ilimitada de los pro-cesos evolutivos o ecolgicos biolgicos tanto como socia-les y el alcance limitado de incluso la mente ms racionaly bien informada, no es en absoluto seguro o inevitable quelos individuos ms sabios, ms trabajadores o "mejores" encualquier sentido sean los mejor recompensados en cual-quier momento dado. Los procesos evolutivos pueden seleccio-nar los mejores resultados sin seleccionar a los individuosms meritorios. Incluso en la naturaleza los "mejores" pe-ces (de acuerdo con cualquier estndar) morirn en un lagoque se seca durante una sequa, mientras peces ms dbiles,menos inteligentes y de menor capacidad natatoria medra-rn sin problemas en un depsito de agua provisto de abun-dantes nutrientes y carente de amenazas. En una economacoordinada por los precios, aquellos individuos que poseenrecursos que repentinamente adquieren gran valor para ter-ceros (terrenos con yacimientos de crudo cuando se descu-brieron los usos del petrleo) se enriquecen a pesar de ellosmismos. La pregunta relevante no es acaso los "mejores" in-dividuos son seleccionados en este tipo de proceso, sino acasose obtienen los mejores resultados sociales en tales procesos,o acaso esquemas alternativos conseguiran lo que se persi-gue all donde se lo persigue de un modo ms rpido o mejoren otro sentido. La escasez, las colas y los cuellos de botellasproductivos que acompaan mtodos aparentemente msracionales" de asignacin de recursos, sugiere que los cos-

    tos del conocimiento son un handicap que es superado msprestamente cuando cada poseedor de un recurso valioso tie-ne un incentivo para difundir el conocimiento de su disponi-bilidad tan rpida y ampliamente como sea posible, a fin deobtener las recompensas mximas, aunque individualmenteno las merezca. Un principio similar se halla en juego cuan-do un informante recibe una recompensa por revelar el para-dero de un criminal buscado. La cuestin no es tanto si lapersona merece la recompensa como que para el resto de laspersonas vale tener al criminal fuera de circulacin. En bre-ve, el principio de "seleccin natural" darwinista puede sig-nificar una seleccin natural del proceso o situacin ms"adecuado" y no de individuos. El grado de racionalidad del

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    proceso no est en modo alguno limitado al grado de raciona-lidad de los individuos, como a menudo se pretende errnea-mente.20 Ms bien, "el hombre ha logrado cosas que no hansido diseadas o comprendidas por individuo alguno",21 auncuando su valor ha sido retrospectivamente autentificadopor millones que pudieron juzgar los resultados sin ser capa-ces de juzgar mucho menos de disear el proceso.

    Las culturas recompensan tanto en dinero como en ho-nores. A menudo los honores imputan moralidad y/o sabidu-ra a quien los recibe, aunque los ttulos honorficos y las for-mas respetuosas de interpelacin pueden ser conferidos deinmediato tras la asuncin de ciertos cargos (jueces, legisla-dores, etc.), esto es antes de que tales cualidades puedan ma-nifestarse en el titular del cargo. Pero esto es consecuentecon el uso social generalizado de las recompensas como in-centivos futuros para una conducta deseada, hagan o no jus-ticia retrospectivamente.

    Las culturas no slo confieren forma a la conducta hu-mana a travs de las opciones de "inputs" predigeridos parael proceso de toma-de-decisiones que ofrecen, sino tambinmediante los castigos para conductas indeseadas. Si bien me-nos cuantificables que los castigos econmicos o los legales,las sanciones sociales no son necesariamente menos severaso menos efectivas. Una de sus mayores ventajas por sobrelas sanciones formales es el grado en que economizan necesi-dad de conocimiento. En casos extremos, sin importar cunbien disimulada se halle la transgresin, el propio transgre-sor se autoinflige castigos de conciencia, reflejando los valo-res culturales que le fueron implantados. Tales castigos au-toinfligidos incluso han llevado al suicidio una pena demuerte escogida como preferible al hecho de seguir sufrien-do los castigos internos por crmenes exitosamente disimula-dos ante el resto del mundo. Para la ley, por contraste, un cri-men no debe solamente ser descubierto, sino tambin proba-do "ms all de toda duda razonable" y bajo estrictos tecnicis-mos legales; los costos del conocimiento efectivo (suficientepara la aplicacin de sanciones legales) son mucho ms ele-vados que los de las sanciones sociales informales. Ms aun,los controles informales imponen restricciones previas queno puede imponer el derecho criminal. Muchos estudiososdel crimen y del castigo consideran las sanciones legales for-

    20 Por ejemplo, por Dahl y Lindblom, Politics, Economics and Welfare,(University of Chicago Press, 1976), p. 392, y Richard A. Lester,"Snortcomings of Marginal Analysis for Wage Employment Pro-blems", American Economic Review, marzo 1946, pp. 62-82.

    21 F. A. Hayek, Individualism and Economic Order (University of

    Chicago Press, 1948), p. 32.

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    males slo como un apoyo ocasional para los controles infor-males que bastan para mantener a la mayora de las perso-nas en el marco de la observancia de la ley.

    Una medida de las sanciones puramente sociales o mo-rales la entrega el hecho de operar incluso en circunstan-cias en que no hay en absoluto un poder formal. Entre los es-clavos, por ejemplo, las tradiciones del grupo afectaban elcomportamiento individual. En los Estados del sur norteame-ricano anterior a la Guerra de Secesin, cuando un esclavovarn y una esclava eran sorprendidos violando el toque dequeda, las tradiciones de la comunidad esclava lo impulsa-ban a recibir voluntariamente los azotes de ella, adems delos propios.22 En trminos ms generales, haba una solida-ridad de grupo que prohiba la traicin a los dueos de escla-vos23 y alentaban las acciones destinadas a socorrer y prote-gerse mutuamente,24 manteniendo vivos, adems, los lazosfamiliares,25 a pesar de la total ausencia de sanciones parala familia esclava y de cara a la hostilidad de la comunidadblanca hacia los lazos familiares de los esclavos.

    Los controles puramente sociales son efectivos slo enla medida que lazos emocionales personales conceden valora la buena voluntad de otros, as como crdito a sus normas.Si las posibilidades sociales, as como las posibilidades econ-micas, estn inherentemente limitadas, entonces la cuestines slo cules mecanismos o procesos institucionales en par-ticular transmiten mejor dichas limitaciones a los indivi-duos. Incluso si se permitiera institucionalmente la posibili-dad de una libertad individual total bajo anarqua, sta nopodra realizarse sustantivamente, dado que los actos libresde uno limitaran los actos libres de un tercero, conduciendohacia menos libertad en general, del mismo modo como unaturba descontrolada que empuja en direccin a una puertade escape durante un siniestro tiene menos posibilidades dealcanzar su meta a que si fuera evacuada de algn modo or-denado.

    Dado que algunos procesos sociales deben transmitir li-mitaciones inherentes, la opcin est entre diversas mezclasde persuasin, fuerza e induccin cultural. Menos de unaimplica ms de otras. El grado de libertad que es posible estpor tanto ligado al grado en el que las personas responden ala persuasin o la induccin. La "conformidad" tan lamenta-da entre britnicos y norteamericanos puede estar relaciona-

    22 Eugene Genovese, op. cit., p. 471.23 Ibid., p. 622.24 Ibid., pp. 379, 380-381, 382, 619.25 Ibid., pp. 450-458; vase tambin Herbert G. Gutman, The Black Fami-

    ly in Slavery and Freedom, 1750-1925 (Pantheon, 1976), passim.

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    da con la libertad que ha sobrevivido por siglos en ambassociedades, mientras buena parte del mundo ha pasado deuna forma de despotismo en otra. En todo caso, mientrasms difcil resulte persuadir o inducir, tanto ms es necesa-rio forzar, dado que la gente debe acomodarse mutuamentede alguna forma si la vida ha de seguir en una sociedad in-terdependiente. La celebracin del individualismo exacerba-do significa, ms all de cierto punto, la aceptacin de lafuerza ya sea privada (crimen, levantamiento, vigilanciacontinua) o pblica (autoritarismo). Los terroristas o amo-tinados que afirman que desean forzar a un gobierno demo-crtico a "revelar" su "verdadera" naturaleza autoritaria o"fascista" estn en los hechos simplemente revelando una delas transacciones fundamentales en todas las formas desociedad, por democrticas o humanas que sean. Inclusopuede haber sido la tolerancia o idealizacin de un individua-lismo desbocado lo que cre la mentalidad terrorista y el me-dioambiente en que poda florecer, hasta cierto lmite, de to-lerancia inherente. El fascismo, en efecto, surgi en Italiacomo respuesta a desrdenes pblicos incontrolados.

    Las culturas contienen muchas seales e induccionespara disuadir al individuo de alcanzar lmites ulteriores, deun modo bastante similar a como una franja de advertenciaespecial en torno a los mrgenes de una cancha de balonces-to nace saber a un jugador que est a punto de chocar contrauna pared de hormign cuando slo est preocupado de ha-cerse de la pelota. Mientras ms amplia sea esa franja yms sensible el jugador a la cambiante composicin de la su-perficie bajo sus pies mientras persigue el baln, tanto msefectiva ser la advertencia. Idealizar o celebrar como "indi-vidualistas" a aquellas personas que pasan por alto las se-ales e inducciones sociales, aumenta el riesgo de choquesfrontales con lmites sociales inherentes. El menor precio devarias formas de desaprobacin social en los hechos achicala franja de advertencia.

    Las seales culturales son ms efectivas, ya sea comoadvertencias o como guas hacia relaciones ms positivas,cuando los individuos involucrados forman parte de la mis-ma cultura. Mientras el racionalismo tiende a investigar lascaractersticas culturales en trminos de sus nimiedades es-pecficas que pueden ser pintorescas o "irracionales" laverdadera funcin de esas seales culturales es transmitirinformacin mediante un cdigo prontamente comprendidopor aquellos que lo emplean, de modo que la consistencia ycondicionalidad son ms importantes que los dispositivos

    Particulares en s. Alguien que se dirige a una mujer de mo-o deferente o interpela a un hombre diciendo, "perdneme,seor ...", est estableciendo una estructura particular deintenciones en calidad de contrato implcito respecto de la re-

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    lacin buscada, un contrato que entonces puede ser monito-reado por la otra parte para determinar cunto de lo que si-gue calza en efecto dentro de la estructura de la declaracinde intenciones implcita. Un jovial "hola, palomita" o un"hey, Marcos", implica un conjunto de intenciones diferen-te, y est tambin sujeto al subsecuente monitoreo dentro deuna estructura diferente, o a un rechazo frontal. No estn enjuego los significados especficos o los mritos de las pala-bras e