Transición a La Democracia Final

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Instituto de Historia PUCV Ciencia Política Semestre II – 2014 Profs . E. Araya L / M.J. Piñeiro T Ayudante : E. Vergara PRUEBA 1.- INSTRUCCIONES La presente prueba pretende evaluar tanto conocimientos como competencias de análisis (uso de literatura especializada, uso eficiente de aparatos conceptuales, habilidades de análisis-síntesis, comparación, reflexión crítica). Para desarrollar la prueba debe contestar en formato Word, fuente tamaño 12, espacio de interlineado 1, márgenes normales (3 cm. de alto x 3 cm. de ancho), en no más de 4 carillas (planas) en formato carta. Para responder debe usar bibliografía, publicaciones periódicas especializadas o Webs, estos deben ser indicados con precisión en un aparato crítico (Notas a pié de página) . Recuerde que apropiarse de ideas ajenas denomina plagio y conforme a las normas del Instituto es causal de reprobación. De igual manera, si discutió el tema con algunos compañeros, indíquelo. Separe sus respuestas usando números o letras y adjunte esta pauta a la entrega de su evaluación. Preguntas 1. A partir de casos comparados (con excepción del caso de Chile), explique el desarrollo de procesos de transición a la democracia. Si usa casos relativos a Europa del Este , considere que en esos casos además se produce una transición a economías de mercado y en algunos casos también al Estado-Nación Para responder considere : A) Los factores de crisis que están en el inicio del proceso,(aspectos genéticos) B) El rol de actores políticos relevantes, C) Aspectos estructurales (externos) D) Los aspectos institucionales. 2. Describa y analice, a partir de la literatura especializada los rasgos fundamentales de la cultura política en el Chile actual.

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Instituto de Historia PUCVCiencia Política Semestre II – 2014 Profs . E. Araya L / M.J. Piñeiro T Ayudante : E. Vergara

PRUEBA

1.- INSTRUCCIONES

► La presente prueba pretende evaluar tanto conocimientos como competencias de análisis (uso de literatura especializada, uso eficiente de aparatos conceptuales, habilidades de análisis-síntesis, comparación, reflexión crítica).

► Para desarrollar la prueba debe contestar en formato Word, fuente tamaño 12, espacio de interlineado 1, márgenes normales (3 cm. de alto x 3 cm. de ancho), en no más de 4 carillas (planas) en formato carta.

► Para responder debe usar bibliografía, publicaciones periódicas especializadas o Webs, estos deben ser indicados con precisión en un aparato crítico (Notas a pié de página) .

► Recuerde que apropiarse de ideas ajenas denomina plagio y conforme a las normas del Instituto es causal de reprobación. De igual manera, si discutió el tema con algunos compañeros, indíquelo. Separe sus respuestas usando números o letras y adjunte esta pauta a la entrega de su evaluación.

► Preguntas

1. A partir de casos comparados (con excepción del caso de Chile), explique el desarrollo de procesos de transición a la democracia. Si usa casos relativos a Europa del Este , considere que en esos casos además se produce una transición a economías de mercado y en algunos casos también al Estado-Nación Para responder considere : A) Los factores de crisis que están en el inicio del proceso,(aspectos genéticos) B) El rol de actores políticos relevantes, C) Aspectos estructurales (externos) D) Los aspectos institucionales.

2. Describa y analice, a partir de la literatura especializada los rasgos fundamentales de la cultura política en el Chile actual.

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Transición a la Democracia: Ecuador – Enrique Ayala Mora

Factores de crisis: p. 286

CRISIS DEL MODELO ISI- UN AUMENTO EN EL PRECIO INTERNACIONAL DEL PETRÓLEO

GENERÓ UN INSOSPECHADO INCREMENTO DE LOS INGRESOS FISCALES. Ése fue también el período de lo que podríamos llamar “estabilidad dictatorial” ya que se dio entonces el lapso de dictadura continua más largo de la historia de Ecuador. Las urbes crecieron a costa de la migración desde el campo. Todo ello era consecuencia de las transformaciones del sector agrícola que, sin embargo, no experimentó los ritmos de crecimiento económico de otros sectores de la economía. La modernización de las haciendas que se transformaban en empresas agrícolas, y la aplicación formal de una reforma agraria que hizo proliferar al minifundio trajeron como consecuencia el abandono del campo hacia las ciudades de grandes contingentes de fuerza de trabajo y la baja producción agrícola, especialmente de los tradicionales productos destinados al mercado interno. Los precios de los alimentos se elevaron en proporciones sin precedentes. Inclusive llegó un momento en que hubo necesidad de importar maíz, el producto por excelencia del área andina. El enorme crecimiento de la industria contrasta con la depresión del sector agrícola durante la década. Ese crecimiento industrial fue expresamente favorecido por políticas estatales de fomento y por la canalización hacia el sector de capitales públicos y privados provenientes de la explotación petrolera. Pero, aunque el período llegó a su mayor auge, el modelo de desarrollo industrial por sustitución de importaciones fue rápidamente encontrando sus límites. En primer lugar, el tipo de manufacturas que se producían, estaba orientado a un reducidísimo mercado de sectores medios y altos lo cual no permitía la producción a gran escala y provocaba la subutilización de la capacidad instalada. En segundo lugar, la mayoría de las industrias no absorbían en su crecimiento contingentes significativos de mano de obra, lo cual agudizaba progresivamente el problema ocupacional en las ciudades, en donde la mayoría de los trabajadores estaban subempleados.

MALA ADMINISTRACIÓN ESTATAL - Un elevadísimo porcentaje de esa construcción estaba destinada no a la vivienda

popular, sino a los sectores medios y dominantes de la sociedad. El panorama industrial de la década refleja pues, una alta proporción de control de capital extranjero, así como una elevada concentración de capital y tecnología en centros productivos altamente rentables, que no absorben en su crecimiento proporciones significativos de mano de obra. Esta serie de transformaciones estuvo acompañada por un cambio significativo en el papel del estado que, de rol liberal que favorecía a las viejas oligarquías exportadoras, pasó a un franco intervencionismo. Esto dio al estado posibilidades de incrementar su autonomía relativa, y generó los recursos necesarios para la ampliación del sector público. Y al hablar de este no hay que referirse solamente a la burocracia sino también al robustecimiento o creación de insituciones estatales en el área de servicios, comercialización, crédito y banca.

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HIPERCRECIMIENTO

A pesar del ritmo de crecimiento impuesto por el auge petrolero, o más bien a causa de éste, la economía nacional se vio abocada a enfrentar efectos negativos con el agudizamiento de la inflación, la baja del poder adquisitivo de la moneda nacional, incontrolada alza de precios y crecimiento rápido del endeudamiento externo, tanto del propio estado como de la empresa privada. Esto se hizo patente fundamentalmente en la segunda mitad de la década, cuando el ritmo de elevación de ingresos petrolíferos disminuyó. Entonces, el endeudamiento agresivo se volvió la política oficial, del gobierno y práctica común de las empresas.

PRESIÓN DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS A pesar del ritmo de crecimiento impuesto por el auge petrolero, o más bien a causa de éste, la economía nacional se vio abocada a enfrentar efectos negativos con el agudizamiento de la inflación, la baja del poder adquisitivo de la moneda nacional, incontrolada alza de precios y crecimiento rápido del endeudamiento externo, tanto del propio estado como de la empresa privada. Esto se hizo patente fundamentalmente en la segunda mitad de la década, cuando el ritmo de elevación de ingresos petrolíferos disminuyó. Entonces, el endeudamiento agresivo se volvió la política oficial, del gobierno y práctica común de las empresas.

FORTALECIMIENTO DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

A la oposición de los grupos de presión económica, hay que añadir el reclamo de vuelta al régimen constitucional que venía de la dirección de los partidos políticos. Divididos en su interior y sin capacidad de protesta durante los primeros años, los partidos encontraron en 1975 un gobierno desgastado y entrampado en sus propias contradicciones que era más vulnerable cada vez a la presión porque terminara la dictadura. Varios dirigentes políticos fueron expulsados del país o confinados en la región amazónica.Las organizaciones laborales unidas lanzaron una campaña por el alza salarial y el cumplimiento de las ofertas reformistas. El 13 de noviembre de 1975 se llevó a cabo una huelga general unitaria en todo el país.

Actores:

1. Dictadura de Guillermo Rodríguez Lara2. Cámaras de producción: fuerzas laborales organizadas3. Partidos Políticos4. Consejo Supremo de gobierno

Contexto:

1. Regional: auge y estancamiento del modelo ISI en América Latina2. Mundial: Guerra Fría

Aspectos institucionales:

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- Paréntesis de estabilidad- Inflación- Crisis del modelo exportador- Reforma y modernización: R. Agraria. Crecimiento del ISI- El impacto de la Revolución cubana y la contraofensiva norteamericana que aquella

desató tuvieron enorme influencia en los acontecimientos de este período. - Entre los 60 y los inicios de los 70 se registró un aumento muy significativo de la

movilización política de las masas. La lucha campesina por la reforma agraria se intensificó; el movimiento obrero recobró su combatividad de pasadas décadas; el movimiento estudiantil experimentó una masiva politización controlada de la izquierda. Sin embargo, el partido socialista se dividió y perdió fuerza. En las elecciones de 1960, Velasco Ibarra triunfó en forma aplastante, obteniendo una votación similar a todos los candidatos juntos. Explotó el descontento popular y el creciente sentimiento antiyanqui para atacar furiosamente a su principal opositor, el ex presidente Galo Plaza, candidato del PL y del ala derecha del socialismo. Pero el triunfo velasquista fue efímero, Velasco no fue más allá de las palabras nacionalistas y antioligárquicas. La crisis económica se agudizó y el gobierno no encontró para ella otra salida que una devaluación monetaria estéril que trajo enormes ganancias a los especuladores. Velasco iba perdiendo rápidamente el control de la situación. Sin embargo, pudo mantenerse en el poder por un tiempo. El robustecimiento de la izquierda, en especial de una organización estudiantil, URJE hacían temer a la derecha un gobierno presidido por Arosemena. Empero, la corriente de agitación antivelasquista llegó a su clímax en octubre y noviembre de 1961. Entonces, las fuerzas armadas separaron del poder a Velasco y, tras cierta duda, lo entregaron al vicepresidente de la República.

- Arosemena intentó llevar adelante un gobierno progresista, amenazante para la izquierda (289)

- Los agentes norteamericanos planearon el golpe añadiendo ahora a su campaña el ataque personal al presidente de la república. Así fue como en julio de 1963, una Junta de gobierno integrado por cuatro jefes de las fuerzas armadas, asumió el poder, rompiendo la constitución. El nuevo gobierno militar, por un lado inició una dura campaña represiva contra la izquierda, y por otro, llevó también adelante varios programas de tipo reformista. Su plan se desarrolló en el marco de la campaña política norteamericana destinada al aislamiento de la revolución socialista de Cuba. La administración se caracterizó por el gran peso de los organismos técnicos y de planificación en las decisiones gubernamentales, sino también por un esfuerzo por modernizar la burocracia y ampliarla con la creación de nuevas oficinas de asesoramiento y promoción del desarrollo. A los dos años de gobierno, y cuando ya comenzaba a plantearse en los círculos políticos la necesidad del retorno al régimen constitucional, la Junta Militar intentó dar un paso adelante en sus planes proteccionsitas elevando los aranceles en términos favorables a la producción nacional. Esto provocó una violenta reacción del comercio importador, especialmente de Guayaquil, que se lanzó a la conspiración abierta. A esto se juntó la creciente oposicón del movimiento estudiantil. Los militares habían intentado una reforma universitaria dirigida por expertos norteamericanos, pero eso no detuvo la

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politización de las organizaciones del estudiantado. En los primeros meses de 1966, la oposición creció enormemente. Las huelgas paralizaron el país. El gobierno intentó consolidarse con un acto de fuerza y ordenó la ocupación militar de la U. Central, operativo que se llevó adelante con brutalidad. Este acto precipitó la caída de la Junta, que dejó el poder a finales de marzo.

--- Inmediatamente una junta de notables, reunida en Quito bajo la dirección de las

tradicionales figuras políticas, encargó el poder a Clemente Yerovi, destacado exponente de la élite guayaquileña. Los dirigentes estudiantiles y militares de izquierda que protagonizaron la caída de la dictadura no pudieron luego sino ser espectadores sin influencia en la designación del sucesor. Yerovi formó un gobierno de concentración nacional, con equilibrio entre los partidos políticos tradicionales. Desde luego, dejó sin efecto las reformas arancelarias de la pasada dictadura. El presidente Yerovi se mantuvo en el poder sólo el tiempo necesario para la elección de una Asamblea Nacional Constituyente que se reunió a fines de 1966.

-- En 1972, cuando se produjo el golpe contra Velásquez y se inició una nueva

dictadura militar, el país había entrado ya en un período de aceleradas y profundas transformaciones, que se dieron en medio de condiciones de bonanza económica prácticamente inéditas en su historia. TEORÍA DE LA DEPENDENCIA. UN AUMENTO EN EL PRECIO INTERNACIONAL DEL PETRÓLEO GENERÓ UN INSOSPECHADO INCREMENTO DE LOS INGRESOS FISCALES. Ése fue también el período de lo que podríamos llamar “estabilidad dictatorial” ya que se dio entonces el lapso de dictadura continua más largo de la historia de Ecuador. Las urbes crecieron a costa de la migración desde el campo. Todo ello era consecuencia de las transformaciones del sector agrícola que, sin embargo, no experimentó los ritmos de crecimiento económico de otros sectores de la economía. La modernización de las haciendas que se transformaban en empresas agrícolas, y la aplicación formal de una reforma agraria que hizo proliferar al minifundio trajeron como consecuencia el abandono del campo hacia las ciudades de grandes contingentes de fuerza de trabajo y la baja producción agrícola, especialmente de los tradicionales productos destinados al mercado interno. Los precios de los alimentos se elevaron en proporciones sin precedentes. Inclusive llegó un momento en que hubo necesidad de importar maíz, el producto por excelencia del área andina. El enorme crecimiento de la industria contrasta con la depresión del sector agrícola durante la década. Ese crecimiento industrial fue expresamente favorecido por políticas estatales de fomento y por la canalización hacia el sector de capitales públicos y privados provenientes de la explotación petrolera. Pero, aunque el período llegó a su mayor auge, el modelo de desarrollo industrial por sustitución de importaciones fue rápidamente encontrando sus límites. En primer lugar, el tipo de manufacturas que se producían, estaba orientado a un reducidísimo mercado de sectores medios y altos lo cual no permitía la producción a gran escala y provocaba la subutilización de la capacidad instalada. En segundo lugar, la mayoría de las industrias no absorbían en su crecimiento contingentes significativos de mano de obra, lo cual agudizaba progresivamente el problema ocupacional en las ciudades, en donde la mayoría de los trabajadores estaban subempleados.

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-- Un elevadísimo porcentaje de esa construcción estaba destinada no a la vivienda

popular, sino a los sectores medios y dominantes de la sociedad. El panorama industrial de la década refleja pues, una lata proporción de control de capital extranjero, así como una elevada concentración de capital y tecnología en centros productivos altamente rentables, que no absorben en su crecimiento proporciones significativos de mano de obra. Esta serie de transformaciones estuvo acompañada por un cambio significativo en el papel del estado que, de rol liberal que favorecía a las viejas oligarquías exportadoras, pasó a un franco intervencionismo. Esto dio al estado posibilidades de incrementar su autonomía relativa, y generó los recursos necesarios para la ampliación del sector público. Y al hablar de este no hay que referirse solamente a la burocracia sino también al robustecimiento o creación de insituciones estatales en el área de servicios, comercialización, crédito y banca.

-- A pesar del ritmo de crecimiento impuesto por el auge petrolero, o más bien a causa

de éste, la economía nacional se vio abocada a enfrentar efectos negativos con el agudizamiento de la inflación, la baja del poder adquisitivo de la moneda nacional, incontrolada alza de precios y crecimiento rápido del endeudamiento externo, tanto del propio estado como de la empresa privada. Esto se hizo patente fundamentalmente en la segunda mitad de la década, cuando el ritmo de elevación de ingresos petrolíferos disminuyó. Entonces, el endeudamiento agresivo se volvió la política oficial, del gobierno y práctica común de las empresas. Las aceleradas trasnsformaciones de los setenta se puso de relieve una contradicción cada vez más evidente entre el poder político y el poder económico, que venía incubándose ya desde las décadas anteriores. El fortalecimiento del sector manufacturero-fabril de la economía trajo aparejada una fisura. Acrecentado notoriamente su poder económico, la burguesía industrial seguía siendo socio menor de una estructura oligárquica de control político, que no daba muestras de estar decidida a romper. En todo caso, este fenómeno se reflejó también en las organizaciones políticas. Los viejos frentes de derecha e izquierda organizados alrededor del conservadurismo y el liberalismo cayeron en pedazos, y nueva fuerzas políticas aparecieron en la escena. Estas organizaciones no sólo constituyen un nuevo centro político, sino que representan un salto de modernización y organización frente a los viejos partidos de la clientela oligárquica.

- Superando la disputa confesional, las centrales sindicales ecuatorianas fueron gestando una plataforma común de lucha que tras la realización de varias huelgas nacionales fue la base para la constitución del FUT, Frente Unitario de los Trabajadores.

- Al principio de su gobierno, el general Guillermo Rodríguez Lara, definió su gobierno como “revolucionario nacionalista”. Intentaba atacar enérgicamente el subdesarrollo nacional y elevar el nivel de vida de los sectores populares mediante las reformas agraria, fiscal y administrativa, el mejor aprovechamiento de los recursos naturales, la creación de fuentes de trabajo en las actividades productivas, etc. El gobierno llevó una serie de reformas en el frente petrolero. Las concesiones a compañías extranjeras fueron revisadas y establecidas condiciones más ventajosas para el país. Se creó la Corporación Estatal Petrolera Ecuatoriana (CEPE), ente

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oficial dedicado a actividades de prospección, explotación y comercialización del petróleo y sus derivados. Se inició la construcción de una refinería estatal.

- En el frente agrario, el gobierno intentó acelerar el proceso de reforma y entrega de tierras a los campesinos. Destinó enormes volúmenes de crédito a los agricultores para modernzación de sus unidades productivas. En donde el gobierno tuvo mayor éxito fue en el establiecimiento de una empresa estatal destinada al almacenamiento y comercialización de productos agrícolas (ENAC), y otra destinada a la distribución de artículos de primera necesidad (EMPROVIT). Estas medidas, sin embargo, no pudieron contrarrestar la inflación y el alza de precios.

La dictadura militar tomó una serie de medidas que favorecían el desarrolloindustrial, como la suspensión de ciertas importaciones; regulación del créditoprivado; canalización del crédito estatal a ese sector, y realización de grandesobras de infraestructura de valor estratégico. Al mismo tiempo respaldó decididamentela vigencia del Acuerdo de Integración Subregional Andina, respetandola decisión que limitaba el ingreso de capital extranjero.

Pasados los dos primeros años de gobierno, el ritmo de incremento de los ingresosestatales declinó. Entonces, las presiones externas, las de las compañíasextranjeras y la oposición interna de varios frentes llevó al régimen a un viraje queen 1975 hacía ver lejanos los propósitos reformistas. Las «cámaras de producción»arreciaron su campaña contra el gobierno, acusándolo de «estatismo», «comunismosolapado», intento de «destrucción de la empresa privada». Los blancos favoritosdel ataque habían sido hombres de tendencia progresista del régimen. El ministro

Jarrín de Energía fue separado de sus funciones ya en 1974.

A la oposición de los grupos de presión económica, hay que añadir el reclamode vuelta al régimen constitucional que venía de la dirección de los partidospolíticos. Divididos en su interior y sin capacidad de protesta durante los primerosaños, los partidos encontraron en 1975 un gobierno desgastado y entrampadoen sus propias contradicciones que era más vulnerable cada vez a la presión porqueterminara la dictadura. Varios dirigentes políticos fueron expulsados del país

o confinados en la región amazónica.

Las organizaciones laborales unidas lanzaron una campaña por el alza salarial y el cumplimiento de las ofertas reformistas. El 13 de noviembre de 1975 se llevó a cabo una huelga general unitaria en todo el país.

El así llamado Con.sejo Supremo de Gobierno se propuso como política fundamentalla entrega del poder a los civiles. Pero se formuló un programa paso apaso en el cual los militares retuvieron el control de la situación hasta la inauguraciónde un nuevo régimen. Incluso lograron mantener una cuota de poder constitucionalmente

establecida para el futuro.En cuanto a la vuelta al régimen civil, el gobierno, atendiendo a la presión delos elementos progresistas de las fuerzas armadas, y para poner en vigencia el«retomo controlado» ideó un sistema distinto a la tradicional convocatoria de unaasamblea constituyente. Se le denominó «Reestructuración Jurídica del Estado».En primer lugar convocó a un «diálogo» con las fuerzas políticas y sociales; luegonombró varias comisiones para preparar proyectos de Constitución y Ley dePartidos; al fin sometió a referendum dos proyectos constitucionales. El de corte

más progresista fue adoptado por una amplia mayoría de votos.Al integrar las comisiones, el gobierno procuró que en ellas estuvieran representadaslas nuevas fuerzas del espectro político. Con ello demostraba sensibilidad

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sobre un fenómeno que se estaba produciendo. Los viejos frentes políticosformados alrededor del conservadurismo y liberalismo se vinieron abajo. Las alasmodernizantes de los viejos partidos se constituyeron en organizaciones aparte.El propio eje divisorio entre «derecha» o «izquierda» se desplazó. La línea demarcatoriaya no era la disputa sobre la confesionalidad del estado, sino nuevasposturas sobre la intervención del estado en la economía, los límites de la propiedad,

etcétera.Fue así como se fue concretando un nuevo panorama político. Cada vez másidentificados con la derecha quedaban el Partido Conservador, el Social Cristiano,el Liberal y otros grupos menores. Las fuerzas populistas del CFP,dirigido por Bucaram, y el Frente Radical Alfarista FRA (surgido de otra escisiónliberal) se habían robustecido en la oposición a la dictadura. Las organizacionesy grupos de izquierda lograron una plataforma de unidad dentro del FADI, FrenteAmplio de Izquierda, que duró poco. El maoísmo, por su parte constituyó elMovimiento Popular Democrático. En la primera vuelta de las elecciones presidenciales que se realizó en juliode 1978, el binomio de CFP y Democracia Popular triunfó contra la mayoría delas expectativas. Jaime Roídos Aguilera, nombrado candidato de CFP ante unaprohibición legal que impedía hacerlo al líder Assad Bucaram, estuvo acompañadopor Osvaldo Hurtado Larrea, antiguo dirigente de la Democracia Cristiana,Sixto Duran Bailen candidato de la derecha quedó en segundo lugar y Raúl ClementeHuerta, representante del liberalismo y otros sectores de la derecha, ocupó

el tercer lugar.El sorpresivo triunfo del binomio cuyo eslogan era «la fuerza del cambio»echó abajo algunos cálculos del «retomo controlado». En varias oportunidadesantes de la realización de la segunda vuelta electoral se intentaron varios mecanismospara impedir el traspaso del poder y propiciar la continuación de la dictadura.Pero al fin se realizaron las nuevas votaciones y Roldós-Hurtado fueronmasivamente confirmados. El 10 de agosto de 1979 se puso en vigencia la Constitución

y el Consejo de Gobierno entregó el poder a Jaime Roídos.

Ir al hospital Fricke:

Entrar por el sector de visitas, consultorio de radiación (¿) Zoila Lazcano Lazcano, consultar por Centigrama óseo que está programado para el 10 de diciembre, por eso encontramos otro lugar más rápido, este jueves. – Decirle a la secretaria que necesitamos el examen con urgencia, por eso lo pedimos en otro lado (Hospital clínico). Me puede entregar la orden del médico. 6.401.007-7. Tiene Fonasa. Tel. Jesús: 94560812.

Transición a la democracia: Uruguay

Henry Finch

FACTORES DE CRISIS

AUSENCIA DE UNA AMENAZA REAL:El proyecto político de las fuerzas armadas era todavía menos claro que su estrategia económica en los primeros años del nuevo régimen. Al principio la amenaza de la subversión le confirió legitimidad, pero dado que los tupamaros ya habían sido derrotados

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cuando tuvo lugar el golpe de estado y los sindicatos inmediatamente después del mismo, la insistencia en la seguridad nacional y la disciplina social iba a ser difícil de sostener a menos que se ampliara la supuesta amenaza que se cernía sobre el orden social. La revista del Centro Militar publicó material que identificaba el liberalismo, en no menor grado que el marxismo, como el enemigo de la sociedad, y también aparecieron algunos indicios de antisemitismo.

TRADICIÓN DEMOCRÁTICA EN URUGUAYSin embargo, el problema central para el régimen se refería al papel que debía permitirse que los partidos políticos tradicionales interpretaran en el futuro orden institucional, en vista de su presunta complicidad en el fracaso de la democracia.

PROBLEMAS ECONÓMICOSEn ese sentido, la razón fundamental de la retirada de los militares del poder fue el hecho de que la tradición democrática de Uruguay continuase siendo fuerte y también el hecho de que los militares mismos se mostraran conformes con la autoridad de las urnas. Pero había también otras razones. El cambio político de 1980 fue acompañado de un rápido empeoramiento de la situación económica, algunos aspectos del cual, tales como el aumento de la deuda exterior y la ampliación de la propiedad extranjera del sistema bancario, no armonizaban con la retórica nacionalista de las fuerzas armadas.Así, las tensiones de los años setenta entre los componentes militares y civiles del régimen por cuestiones tales como el nivel de los gastos militares y los efectos de la política neoliberal en sectores de la economía nacional, se vieron intensificadas ahora por el fracaso del programa neoliberal mismo y por la falta de una nueva iniciativa política

PROBLEMAS REGIONALESAl mismo tiempo, los acontecimientos políticos habidos en Brasil y Argentina amenazaban con dejar al régimen militar uruguayo solo en la región, y la experiencia argentina en particular mostraba los peligros de regresar a los cuarteles derrotados y en desorden. En vista de ello, los militares empezaron a buscar una fórmula que les permitiese abdicar en unas condiciones que salvaguardasen los intereses de las fuerzas armadas bajo un gobierno civil elegido.

ACTORES:

1. DICTADOR BORDABERRY2. FUERZAS ARMADAS3. PARTIDOS POLÍTICOS4. GREGORIO ÁLVAREZ

CONTEXTO

1. INSTAURACIÓN DEL NEOLIBERALISMO EN URUGUAY2. GUERRA FRÍA

ASPECTOS INSTITUCIONALES

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ECONOMÍA

Durante este período, de 1974 a finales de 1978, el objetivo de la política era reestructurarla economía al tiempo que se buscaba la estabilización económica pormedio de la eliminación de los desequilibrios internos y externos. La estabilizaciónresultó difícil de alcanzar y la tasa de inflación descendió sólo hasta el 46 por cientoen 1978, pero en otros aspectos la estrategia se apuntó un éxito considerable, aunquesu costo social fue severo. Entre 1973 y 1980 el PIB creció sin interrupción, despuésde cerca de dos decenios de estancamiento económico casi total. Tras las distorsionesde la era de substitución de las importaciones, la reestructuración a largo plazoentrañaba hacer que los precios interiores se ajustasen más a los precios mundiales,al tiempo que se deprimía el consumo privado con el fin de estimular las actividadesde exportación e incrementar la tasa de acumulación. Sin embargo, a pesar de la inspiraciónliberal del programa, que beneficiaba principalmente al sector financiero,los principales resultados se alcanzaron, irónicamente, gracias a medidas iliberales ointervencionistas. La rápida expansión de las exportaciones no tradicionales, quevenció el «pesimismo de exportación», se fomentó mediante subvenciones y controlesselectivos de precios. Un rasgo central de esta primera fase de la política económica del nuevo régimen fue, pues, una combinación de ideología liberal e intervencionismo pragmático.Los resultados de este experimento con una doctrina importada fueron desastrosos,si bien al principio quedaron disimulados por un auge de la construcción financiadopor capital que buscaba refugiarse de Argentina y por una caída de la tasa de inflación,que quedó situada en el 21 por ciento en 1982. Pero al finalizar dicho año seabandonó la tablita y se devaluó el peso, lo cual dejó un legado de endeudamientoexterno e interno que expresaba la dominación del sector financiero sobre el sectorproductivo de la economía. El crecimiento económico sostenido del período 1973-1980 cedió ante el estancamiento en 1981 y una caída del 14 por ciento del PIB en1982-1983. Así pues, el nuevo gobierno civil heredó una economía aquejada de parálisis y deuna abrumadora frustración popular. Después de alcanzar sus objetivos reales de crecimientode la exportación y diversificación en los años setenta, aunque fuera dolorosamente,el modelo neoliberal terminó su carrera totalmente desacreditado.

POLITICA

El proyecto político de las fuerzas armadas era todavía menos claro que su estrategia económica en los primeros años del nuevo régimen. Al principio la amenaza de la subversión le confirió legitimidad, pero dado que los tupamaros ya habían sido derrotados cuando tuvo lugar el golpe de estado y los sindicatos inmediatamente después del mismo, la insistencia en la seguridad nacional y la disciplina social iba a ser difícil de sostener a menos que se ampliara la supuesta amenaza que se cernía sobre el orden social. La revista del Centro Militar publicó material que identificaba el liberalismo, en no menor grado que

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el marxismo, como el enemigo de la sociedad, y también aparecieron algunos indicios de antisemitismo.El problema no se resolvió hasta 1976-1977, momento en que la definición del proyecto político del régimen se precipitó al hacer el presidente Bordaberry sus propias proposiciones. Éstas preveían la abolición de los partidos Blanco y Colorado, su substitución por «corrientes de opinión» y la celebración ocasional de referéndums en lugar de elecciones regulares. Los militares rechazaron estas proposiciones, calificándolas de «bonapartistas», y obligaron a Bordaberry a dejar la presidencia en junio de 1976. La oposición se basaba en el papel reducido que los militares interpretarían en el gobierno de acuerdo con el plan de Bordaberry, pero principalmente en un desacuerdo fundamental relativo al futuro papel de los partidos políticos. Bordaberry preveía una estructura institucional dominada por un ejecutivo civil fuerte, sin lugar para los partidos como instrumentos para la formulación de la política que debía seguirse ni como focos para la adhesión popular. Las fuerzas armadas, en cambio, defendían el papel institucional de los partidos en términos de la tradición nacional e implícitamente porque, siendo como eran agrupaciones multiclasistas, funcionaban como defensa eficaz contra la política de clase. En consecuencia, quien debía cargar con la culpa de permitir que floreciesen la subversión, la corrupción y el caos eran los líderes y las jerarquías de los partidos del período anterior al golpe y no los partidos mismos. En septiembre de 1976 un decreto militar despojó a todas las figuras políticas que en calidad de candidatos o encuadrados en las estructuras de los partidos participaron en las elecciones de 1966, así como en las de 1971, de sus derechos políticos, incluido, en el caso de los partidos de izquierda, el derecho al voto, durante un período de quince años. El decreto afectó a miles de uruguayos, entre ellos a los ex presidentes Pacheco y (brevemente) Bordaberry. Además de la purificación de los partidos, se decretaron una «reforma» de la judicatura y la eliminación de la Administración pública de las personas a las que se considerase peligrosas desde el punto de vista político. El plan de reconstrucción política quedó terminado en agosto de 1977 al anunciarse el retorno gradual al sistema de gobiernos elegidos.Se prepararía una nueva Constitución, sin que en ello participasen los partidos, que se sometería a la nación, para que la aprobase, en un referéndum que se celebraría en 1980. Los dos partidos tradicionales presentarían entonces un candidato convenido al cargo de presidente, que debía contar con la aprobación de los militares, en unas elecciones no disputadas que tendrían lugar en 1981. Finalmente, se permitiría la celebración de elecciones disputadas, pero todavía controladas, en 1986. Así pues, la legitimación del régimen se efectuaría mediante un período de transición en el cual se sanearían y reformarían las estructuras políticas e institucionales, tras lo cual se restauraría una forma de gobierno representativo mientras poco a poco se permitía la reanudación de la actividad política. Sin embargo, esta estrategia política fracasó la primera vez que fue puesta a prueba, y de una manera notable. Cuando la nueva Constitución, que institucionalizaba el papel de las fuerzas armadas en el gobierno fue sometida a plebiscito en 1980, el profundo desagrado popular que despertaban los militares hizo que fuese rechazada por el 57% del electorado. Lo fue todavía más después de 1982, cuando en unas elecciones internas de los partidos el 77 por ciento de los votos fue para las facciones de los partidos que se oponían al régimen. En lo sucesivo las pretensiones de legitimidad sólo serían válidas si se ponía en práctica un programa revisado para la democratización. En ese sentido, la razón fundamental de la retirada de los militares del poder fue el hecho de que la tradición democrática de Uruguay

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continuase siendo fuerte y también el hecho de que los militares mismos se mostraran conformes con la autoridad de las urnas. Pero había también otras razones. El cambio político de 1980 fue acompañado de un rápido empeoramiento de la situación económica, algunos aspectos del cual, tales como el aumento de la deuda exterior y la ampliación de la propiedad extranjera del sistema bancario, no armonizaban con la retórica nacionalista de las fuerzas armadas.Así, las tensiones de los años setenta entre los componentes militares y civiles del régimen por cuestiones tales como el nivel de los gastos militares y los efectos de la política neoliberal en sectores de la economía nacional, se vieron intensificadas ahora por el fracaso del programa neoliberal mismo y por la falta de una nueva iniciativa política. Al mismo tiempo, los acontecimientos políticos habidos en Brasil y Argentina amenazaban con dejar al régimen militar uruguayo solo en la región, y la experiencia argentina en particular mostraba los peligros de regresar a los cuarteles derrotados y en desorden. En vista de ello, los militares empezaron a buscar una fórmula que les permitiese abdicar en unas condiciones que salvaguardasen los intereses de las fuerzas armadas bajo un gobierno civil elegido. Las negociaciones sobre el traspaso del poder entre al alto mando militar y los líderes de los dos partidos tradicionales (y el minúsculo partido de la Unión Cívica) empezaron en 1983, pero fueron abandonadas al cabo de tres meses sin haber llegado a ningún acuerdo. Cuando se reanudaron en mayo de 1984 —con elecciones previstas para noviembre, aunque su celebración distaba mucho de ser segura— las fuerzas armadas cambiaron de táctica. Rebajaron algunas de sus exigencias sobre la participación en el gobierno y la jurisdicción sobre los civiles, pero, a cambio, pretendían influir en el sistema electoral con el fin de promover el resultado más favorable (o menos perjudicial) para ellas. Una victoria de la facción mayoritaria centrista de los colorados, a cuya cabeza se hallaba Julio María Sanguinetti, era el resultado preferido por ser el menos radical de los participantes serios (juicio que el Departamento de Estado norteamericano sancionaba). La principal amenaza que se cernía sobre una victoria de los colorados era el gran número de partidarios que tenía Wilson Ferreira Aldunate, temible crítico del régimen durante su exilio, cuya facción Por la Patria, que era de signo radical, dominaba ahora el Partido Blanco. En junio de 1984 Ferreira regresó del exilio y fue detenido inmediatamente. Los blancos, al verse privados de su principal ventaja electoral, protestaron retirándose de las negociaciones.En julio la coalición izquierdista Frente Amplio fue rehabilitada (aunque no lo fue su líder, Líber Seregni) y empezó a tomar parte en las negociaciones. El Pacto del Club Naval firmado en agosto entre los militares y los partidos (menos los blancos) fijó las condiciones del traspaso del poder, restauró la Constitución de 1967 y reservó un papel puramente asesor para el COSENA. 191