Transicion num 32

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Revista de Historia publicada por el Instituto de Investigaciones Históricas de la Unviersidad Juárez del Estado de Durango

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Transición es el órgano de difusión oficial del

Instituto de Investigaciones Históricas de la

Universidad Juárez del Estado de Durango; su

publicación es semestral, más los números

especiales que se publiquen durante el año. La

concepción expresada en los trabajos firmados,

es la de sus autores y no coincide

necesariamente con la del Instituto, excepto

que se indique lo contrario. Los trabajos que

aparecen en la revista, pueden reproducirse,

siempre y cuando se mencione la fuente, pero

cuando con la reproducción se desee hacer en

una publicación comercial se requerirá

autorización del Instituto de Investigaciones

Históricas de la UJED.

32AGOSTO2005

INST ITUTO DE INVEST IGACIONES H ISTÓRICAS DE LA UNIVERS IDAD JUÁREZ DEL ESTADO DE DURANGO

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.transición. 3

NuevaÉpoca

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4 .transición.

CONSEJO ASESOR.Dra. Marie-Areti Hers. UNAM.

Dra. Clara Barguellini Cioni. UNAM.

Dra. Chantal Cramausel Vallet. Colmich.

Dr. Salvador Álvarez. Colmich.

Dr. Manuel Miño Grijalva. Colmex.

Dr. Ramón Kuri Camacho. BUAP.

Dr. José Francisco Román Gutiérrez. UAZ.

Dr. Mario Cerutti. UANL.

CONSEJO EDITORIAL.Mtro. Ricardo León. UACJ.

Dra. María del Rocío González-Maíz Flores. UAM

Dr. Arturo Carrillo. UAS

Dr. Gustavo Aguilar. UAS.

Dra. Laura Gema Flores García. UAZ.

Mtra. Gloria Estela Cano Cooley. UJED.

Mtra. Lorena Díaz Rodríguez. UJED.

Mtro. Mauricio Yen Fernández. UJED.

Lic. Gabino Martínez Guzmán. UJED.

Dr. José de la Cruz Pacheco Rojas. UJED.

Mtra. María Guadalupe Rodríguez López. UJED.

Dr. Luis Carlos Quiñones Hernández. UJED.

Dr. Miguel Vallebueno Garcinava. UJED.

PORTADA: MORRAL HUICHOL (EN ALTO CONTRASTE)

DISEÑO Y FORMACIÓN: MANO DE PAPEL DISEÑADORES

CUIDADO DE LA EDICIÓN: LUIS C. QUIÑONES HERNÁNDEZ

MANO DE PAPEL DISEÑADORES

DIRECTORIO.

C. P. Rubén Calderón Luján.RECTOR DE LA UNIVERSIDAD JUÁREZ

DEL ESTADO DE DURANGO.

Dr. Salvador Rodríguez Lugo.SECRETARIO GENERAL DE LA UJED.

Mtra. María Guadalupe

Rodríguez López.DIRECTORA DEL INSTITUTO DE

INVESTIGACIONES HISTÓRICAS-UJED.

Dr. Luis Carlos Quiñones

Hernández.DIRECTOR DE LA REVISTA TRANSICIÓN

IIH-UJED.

TRANSICIÓN

IMPRESÓ EN LOS TALLERES DE ARTES GRÁFICAS

«LA IMPRESORA», ENRIQUE CARROLA ANTUNA

#610, COL. CIENEGA, TEL (618) 8133333.

DURANGO, DGO. MÉXICO.

TIRAJE DE 1000 EJEMPLARES MÁS SOBRANTES

DE REPOSICIÓN.

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.transición. 5

La influencia deHumbolt en la cienciay en la industria deDurango.

INDICE

Estado de lasinvestigacionesarqueológicas enDurango.Los Valles y la Sierra.

La importancia de lasfuentes parroquialesen los estudios deDemografíaHistórica.El caso de los archivosparroquiales de laRegión Sur de la NuevaVizcaya.S I G L O X V I I .

Perspectiva crítica delos estudioscomparativos entrelas culturas delnoroeste de México ysus regionesadyacentes.

El primer ensayorepublicano enDurango, 1823-1828.

08 58

104 130

JOSÉ LUIS

PUNZO DÍAZ

ANTONIO REYES

VALDEZ

LUIS CARLOS

QUIÑONES

HERNÁNDEZ

JOSÉ DE LA CRUZ

PACHECO ROJASPEDRO RAIGOSA

REYNA

32

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PRESENTACIÓN.

Con la designación de la Mtra. María Guadalupe RodríguezLópez como directora del Instituto de Investigaciones Históri-cas de la Universidad Juárez del Estado de Durango en febrerodel presente año por el Sr. Rector de nuestra Alma Mater RubénCalderón Luján, se inaugura una Nueva Época del desarrolloinstitucional de la investigación histórica realizada en la UJEDsobre el pasado de nuestra entidad, manifiesta en el diseño delPlan de Desarrollo Institucional que contempla, en el aspectode la difusión, continuar la edición mejorada de nuestra revis-ta Transición, como una exigencia necesaria para el mejora-miento de su calidad en sus formatos y sus contenidos.

Tal exigencia de realizar la edición de nuestra revista den-tro de los parámetros internacionales de calidad, nos ha per-mitido, en esta nueva época, replantearnos los procedimien-tos de calificación y certificación de los artículos a publicar,creando para ello dos cuerpos colegiados formados por inves-tigadores de alto nivel de calificación: el Consejo Asesor, querealiza la difícil tarea de revisión de los artículos y avances deinvestigación, validando los artículos a publicar sugiriendolos cambios que fueren necesarios para mejorar la calidad delas investigaciones que formarán parte de la revista, y el Con-sejo Editorial encargado de coadyuvar con la tarea de los revi-sores, para analizar y proponer las temáticas y los contenidosde la revista, y coadyuvar con ellos en el eventual replantea-miento de las tendencias historiográficas y editoriales de nues-tra renovada publicación, ya que cumple 16 años de apareceren el ámbito local y nacional.

Estas son algunas de las razones que impulsan este proyec-to editorial del IIH, el que a su vez es apoyado por el Sr. Rectorde la UJED, como una forma de trascender el tiempo y el espa-cio de nuestra historia común y de proponer nuevas formasde validación de la historiografía general de Durango.

Agradecemos desde este espacio el apoyo recibido delos investigadores nacionales que con su participación han

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.transición. 7

contribuido a realizar el arbitraje de los artículos de nuestrapublicación. A los doctores Maire-Areti Hers, Clara BarguelliniCioni, Chantal Cramaussel Vallet, Salvador Álvarez, ManuelMiño Grijalva, Ramón Kuri Camacho, José Francisco RománGutiérrez, y Mario Cerutti nuestro más profundo agradeci-miento.

De igual manera enviamos las gracias y nuestro reconoci-miento a los investigadores que forman el Consejo Editorial:los maestros Ricardo León, Gloria Estela Cano Cooley, LorenaDíaz Rodríguez, Mauricio Yen Fernández, Gabino MartínezGuzmán y María Guadalupe Rodríguez López, y los doctoresLaura Gema Flores García, María del Rocío Gonzáles-MaízFlores, Arturo Carrillo, Gustavo Aguilar, José de la CruzPacheco Rojas, Luis Carlos Quiñones Hernández y MiguelVallebueno Garcinava.

Esperamos que la Nueva Época de la Revista Transicióncumpla las expectativas tanto de los participantes en ella, comode sus lectores, quienes con sus comentarios y valoracionescríticas nos han permitido transformar este espacio dedivulgación del acontecer histórico de Durango, en un espacioamplificado para el análisis y construcción de la historiaregional del norte de México.

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ESTADO DE LAS INVESTIGACIONESARQUEOLÓGICAS EN DURANGO.Los Valles y la Sierra.

José Luis Punzo Díaz.1

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El estado de Durango es el cuarto de mayor tamaño en la Re-pública, con una extensión territorial de 123,181 km,2 contandocon una riqueza patrimonial inmensa. La enorme diversidadecológica que va del desierto chihuahuense al este, a los ricosvalles del pie de la Sierra Madre, la sierra alta y los profundoscañones y barrancas del oeste. Es bajo este magnífico marconatural que varios grupos agrícolas habitaron el pie de la sie-rra, la sierra y las barrancas.

UN POCO DE HISTORIA DE LA ARQUEOLOGÍA ENLOS VALLES DE DURANGO.

La arqueología en el estado de Durango comenzó de manerasistemática con los recorridos realizados por J. Alden Mason2

y Robert H. Merill, en los primeros meses de 1936, recorrierondesde la ciudad de Chalchihuites en el estado de Zacatecashasta el Zape en el norte de Durango, en búsqueda de lo quellamaban el Horizonte Folsom, financiados por la AmericanPhilosophical Society. Estos recorridos fueron apoyados pordon Everardo Gámiz reconocido estudioso del pasado de suestado. Recientemente encontramos, en el archivo técnico delINAH, una carta de Alden Mason dirigida a Ignacio Marquina,donde relata detalladamente su viaje dando una serie de datosmuy interesantes de sitios que encuentra a su paso así comode breves excavaciones que lleva a cabo en los lugares que elcree más importantes.

No siendo hasta los años sesenta, cuando el arqueólogoCharles Kelley3 de la Southern Illinois University, lidera unamplio grupo de investigadores en un proyecto llamado North-Central Frontier of Mesoamérica, del cual se desprende buenaparte de los conocimientos actuales de la arqueología de Zacate-cas y Durango. Desafortunadamente estos importantes trabajosno fueron continuados de manera sistemática. Así, la arqueo-logía del estado fue retomada por aficionados a la arqueología,interesados en el tema, de entre los cuales destacan los señoresLazalde,4 Ganot y Peschard.5

1 Arqueólogo investigador del Centro

INAH-Durango.2 MASON, J. ALDEN. Concise Report of

the expedition to Northern Mexico,

1935-1936, under the Auspices of the

American Philosophical Society. Archivo

Técnico, Departamentos de Monumentos

Prehispánicos, Instituto Nacional de

Antropología e Historia, ms. vol.

179,1937.

MASON, J. ALDEN. Late Archeological

sites in Durango, México from

Chalchihutes to Zape. En su: Twenty

fifth Anniversary Studies, Philadelphia

Anthropological Society, vol. I Filadelfia.

1937.pp 127-146.

Carta donde describe sus actividades

en la sierra a Ignacio Marquina. Archivo

Técnico del INAH. 19363 KELLY CHARLES J. An Mesoamerican

Colonization of Zacatecas – Durango:

The Loma San Gabriel and Chalchihuites

Cultures. En: CABRERO MARÍA TERESA,

LITVAK JAIME K y JIMÉNEZ PETER, coord.

Homenaje al Dr. John Charles Kelley.

México, IIA – UNAM, 2002. pp. 83-98.4 LAZALDE JESÚS. Durango Indígena.

Durango, México, Museo de Historia –

UJED. 1987.

5 GANOT R., JAIME Y PESCHARD F.

ALEJANDRO. Aztatlán: Apuntes para la

historia y arqueología de Durango.

México, Gobierno del Estado de

Durango-Secretaría de Educación,

Cultura y Deporte. 1997.

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Posteriormente fue el Arqueólogo Arturo Guevara S., en lazona arqueológica La Ferrería,6 el que continúa con los trabajosde investigación que había realizado Kelley. Guevara en el añode 1992 a través de la Coordinación Nacional de Arqueología,inicia sus estudios del sitio realizando algunas temporadas decampo hasta el año de 1997. En esos mismos momentos con elprograma de PROCEDE se trabaja en el resto del estado.

Finalmente la Dra. Marie-Areti Hers,7 investigadora delInstituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, realiza el pro-yecto Investigaciones Arqueológicas en Hervideros Durangodesde 1992,8 buscado desde un inicio incorporar a institucionesacadémicas, como lo son: el Instituto de Investigaciones An-tropológicas y la Dirección General de Asuntos del PersonalAcadémico de la UNAM, la Subdirección de Laboratorios yApoyo Académico del INAH, la Universidad Juárez del Estadode Durango y el Centro de Estudios Mexicanos y Centroameri-canos. Este proyecto abordó la problemática arqueológica dela región noroeste del Estado, teniendo como eje central el impor-tante sitio de Hervideros en el municipio de Santiago Papas-quiaro. Es dentro de este marco, que tuve el honor de ser titulardel subproyecto de investigación en la sierra9 desde 1994 a 1999.

Actualmente, se han iniciado, a través del Instituto Nacionalde Antropología e Historia, el proyecto Investigaciones Arqueo-lógicas del Área Centro-Oeste de Durango, que busca realizarun estudio sistemático de los grupos agrícolas que habitaronlos valles de Guadiana y Poanas, así como, el proyecto de In-vestigación y Conservación de la Zona Arqueológica La Ferre-ría. Ambos coordinados por mi persona.

6 GUEVARA ARTURO S. Ferrería.

Conservación y estudio del sitio

arqueológico. México, ICED. 2003.7 HERS MARIE-ARETI, SOTO DOLORES Y

POLACO OSCAR. Reactivar la arqueología

durangueña: Hervideros, un proyecto en

curso. En: The Myth of the Chichimec

Sea: recent advances in Archelogy of

Northwest México. E.U.A. 1993.8 Cabe mencionar que este Proyecto

continua trabajando en esa área con los

trabajos de la Dra. Hers y del Dr.

Fernando Berrojalbiz.9 PUNZO JOSÉ LUIS. Arqueología de la

Mesa de Tlahuitoles. Apuntes para la

historia xixime. Tesis para obtener el

grado de Licenciatura en arqueología.

México, ENAH, 1999.

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INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS EN EL EDO.DE DURANGO. OTRAS PERSPECTIVAS.

Los trabajos que se han realizado sobre los grupos agríco-las que vivieron en el flaco oeste y en la sierra durangueña,sistemáticamente los han mencionado como portadores de latradición cultural chalchihuites y receptores de grandes in-fluencias que les llegaron de la costa de Sinaloa, en especial dela tradición Aztatlán. Además de esto, existen elementos querelacionan a estos grupos con lugares tan lejanos como con losgrupos mogollón, hohokam y anasazi del Suroeste de los E.U.A.o con algunos desarrollos culturales de Chihuahua, como la granciudad de Paquimé. Cabe recalcar que el espacio de tiempo delcual estaremos hablando, abarca más o menos, desde el año600 de nuestra era hasta el siglo XVII.

De estas relaciones inmediatamente salta la diversidad degrupos de los cuales encontramos influencias en esta tierra.Tenemos por un lado lo mesoamericano, que nos remite almundo chalchihuites y Aztatlán en diversos momentos. Y por

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otro, lo que estaría representado sobre todo por las influenciasdel lejano norte; pero además de esto están los grupos decazadores-recolectores y los tepehuanes portadores de cultu-ras propias y que cohabitaron esta región de Durango.

De esta manera, nos adentraremos en el mundo de la agrestetierra durangueña. Las distintas oleadas culturales que pene-traron este territorio fueron un factor decisivo para la confor-mación de este lugar como una zona cultural con característicaspropias ya que se convirtió en una “autopista” de ideas e influen-cias que la surcaron en todas direcciones por mucho tiempo,además de ser una zona de frontera del mundo mesoamericano.

LOS VALLES DEL FLANCO ESTE DE LA SIERRAMADRE. LA CULTURA CHALCHIHUITES.

La cultura Chalchihuites se desarrolló en los valles que flan-quean al este la Sierra Madre Occidental, durante el primermilenio de nuestra era, a lo largo de los actuales estados de,Zacatecas y el norte de Jalisco,10 y en Durango hasta alrededordel 1200. Sus portadores poseían una clara filiación mesoa-mericana.

Se puede dividir este amplio corredor cultural Chalchihui-tes en dos grandes zonas; la primera comprendería, entre el nor-te de Jalisco y el norte Zacatecas. Ahí existe presencia chalchi-huites desde la primera mitad del primer milenio, y en ella seencuentran los sitios más conocidos como la Quemada,11 CerroCruz de la Boquilla, Altavista o Cerro Montedehuma.

La segunda, de la que hablaremos de ahora en adelante, seha llamado Rama Guadiana y se ubica en el actual estado deDurango, floreciendo más tardíamente, entre los años 600 y1200 de nuestra Era.

La fase Ayala12 se inicia hacia el 600 d.C. y estaría caracteri-zada por la fundación de poblados chalchihuites a lo largo delos valles orientales, desde el valle de Guadiana hasta el Zapey el alto río Florido. Estos valles tienen en común el tener unaaltitud sobre el nivel del mar de entre 2000 y 1700 metros, en un

10 HERS MARIE – ARETI. Los toltecas en

tierras chichimecas. México, Cuadernos

de Historia del Arte 35, IIE-UNAM. 1989.

11 Es importante mencionar que

incluimos el sitio de la Quemada, ya que

para este se ha identificado a la Cultura

Malpaso, íntimamente relacionada con

la Cultura Chalchihuites en su Rama

Suchil, pero con características propias.

JIMENEZ B: PETER Y DARLING ANDREW.

Archaeology of Southern Zacatecas: The

Malpaso, Juchipila and Valparaiso –

Bolaños Valleys. En: FOSTER MICHEL Y

GORENSTEIN SHIRLEY ed. Greater

Mesoamerica. E.U.A. University of Utah

Press. 2000. pp. 155 – 180.12 Es importante mencionar que para

los fines de este trabajo al hacer

referencia a las fases propuestas por

Kelley para la Rama Guadiana de la

Cultura Chalchihuites, usaremos su

cuadro cronológico original de 1971, ya

que por los trabajos que he realizado en

Durango, la encontramos más acertado

que su última seriación.

KELLEY J CHARLES Y ABBOTT ELLEN. An

Introduction to the Ceramics of the

Chalchihuites Culture of Zacatecas and

Durango, Part I: The Decorated Wares.

Carbondale. Mesoamerican Studies 5,

University Museum, Southern Illinois

University Press, 1971.

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ambiente semidesértico que, en las cercanías de los ríos, puedesostener un desarrollo agrícola.

Los lugares que estos grupos buscaron para construir suspueblos fueron muy regulares. Estos se ubicaron en la partealta de cerros o de pequeñas mesas que tienen un buen controlvisual de lo que debieron usar como sus terrenos de cultivo,además de facilitar, en un determinado momento, su defensa.Para lo cual, los chalchihuitas realizaron obras de nivelacióny terraceado de las cumbres y las vertientes, para así podercontrolar la erosión y evitar la destrucción de las construcciones.

Es importante mencionar, que se ha buscado explicar ex-clusivamente el asentamiento de estos grupos en las cumbresde los cerros, por su carácter defendible. Sin embargo, la ma-nera de apropiarse del paisaje, por parte de estos es muy clara,ya que encontramos que las habitaciones en los sitios no solose encuentran en la cumbre, sino también en las laderas con laconstrucción de terrazas habitacionales, y con la construc-ción de viviendas de los terrenos aledaños al agua, al píe de loscerros. El uso de los cerros como lugar para emplazar algunasde las estructuras de carácter ritual, hace pensar que estostenían un sentido más complejo en su ritualidad del que se lesha dado hasta la fecha.

Los restos actuales de estos pueblos son muy difíciles deobservar para el ojo no entrenado, ya que solamente nos que-dan los restos de sus plataformas, y los cimientos de piedra, delo que fueron casas de arquitectura de tierra. Los principalestipos de estructuras que encontramos son patios ligeramentehundidos, rodeados por plataformas, que tienen uno o varioscuartos en su parte superior y la existencia de un altar central enel patio. Otras de las estructuras importantes son las pequeñascanchas de juego de pelota, éstas están formadas únicamentepor dos plataformas bajas paralelas; también se encuentranpequeños basamentos piramidales de base cuadrada y estruc-turas circulares, algunas desplantadas sobre una banqueta,con un pequeño altar interno.

Sobre los grupos agricultores que se encontraban antes de la

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14 .transición.

llegada de los grupos chalchihuitas, existen variadas inter-pretaciones. Una de estas es la llamada cultura Loma SanGabriel.13 Cultura definida a partir de materiales cerámicos muyburdos sin prácticamente ninguna decoración. Desafortuna-damente, el trabajo en grupos de esta temporalidad es muypoca, dejando muchas más interrogantes que respuestas.

La aparición de la cultura Chalchihuites en lo que actual-mente es el estado de Durango se dio hacia el año 600 d.C.En este sentido ocurrió un evento que permitió de maneramuy rápida establecerse desde la frontera actual de los es-tados de Durango y Zacatecas, hasta el río Zape y el alto ríoFlorido, 400 km. más al norte. Dando como resultado una,aparentemente, marcada unidad cultural existente, tanto enel patrón de asentamiento como en los tipos cerámicos que seencuentran, ejemplo de esto lo constituye la presencia de tiposcerámicos como el Michilía en las latitudes más norteñas.14

Sin embargo, en los estudios que estamos llevando a cabo, es-tamos encontrando sutiles diferencias en la asociación y fre-cuencia de los materiales arqueológicos, así como en algunosde los marcadores arquitectónicos.

Durante las fases Ayala y Las Joyas, encontramos muchassimilitudes entre los sitios de la Rama Guadiana y los de laSuchil, como el sistema constructivo de las casas comunes en lossitios del área, pero las diferencias son las que pueden ser mássignificativas para poder comenzar a singularizar cada región.Estas son la ausencia casi completa de salas de las columnas,ni basamentos piramidales, solamente presentes en el sitio dela Ferrería en el valle de Guadiana, en cambio el uso de asa decanasta, las esculturas de toba ya sea de animales o fálicas sonmuy abundantes en la región durangueña.

En el arte rupestre, la abundancia de cuadriláteros todos condiferentes motivos, antropomorfos muchos en actitudes decaza, las imágenes de flautistas, cuadrúpedos en especialvenados y vulvas, todos generalmente petrograbados, soncaracterísticos de la cultura Chalchihuites. Existen varios si-tios que destacan por la asociación de materiales arqueológi-

13 FOSTER MICHEL STEWART. Loma San

Gabriel: a Prehistoric culture of

northwest Mexico. Tesis (Ph. D). E.U.A.

University of Colorado at Boulder, 1978.

FOSTER S. MICHEL The Weicker Site: A

Loma San Gabriel Hamlet in Durango,

México. Journal of field Archaeology,

vol. 13-1, p.7-20. Boston. 1986.

FOSTER MICHEL. The Archeology of

Durango. En: FOSTER MICHEL Y GORENSTEIN

SHIRLEY ed. Greater Mesoamerica. E.U.A.

University of Utah Press. 2000. p.197.

14 CHARLES KELLEY Y ELLEN ABBOTT

mencionan el hallazgo de una cerámica

tipo Michilía en el extremo norte de

Durango en una publicación de 1966.

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.transición. 15

cos de estas épocas con los petrograbados, como lo son la Fe-rrería y Gomelia,15 sitio que se encuentra en el río de Santiago.

Es también durante la fase Ayala que se comienzan a darlos contactos con la costa de Sinaloa, consolidándose durantela fase las Joyas.16 En este sentido se han encontrado diversostiestos que evidencian esto.

Hacia el año 1000 d.C. encontramos un nuevo cambio. Elabandono de los sitios en el actual estado de Zacatecas y no-reste de Jalisco debieron de impactar en estos habitantesnorteños, cuyo vínculo hacia el mundo mesoamericano al surhabía quedado roto. Estos cambios son evidentes en el sitio deHervideros, donde Marie-Areti Hers encuentra un reacomodoen el espacio arquitectónico y doméstico, así como un nuevopanorama demográfico en la región como queda patente en elsitio de Cañón de Molino en la vecina laguna de Santiaguillo,donde una porción del sitio se desocupa en este momento.17

Tampoco al sur de la zona en el sitio de la Ferrería en el vallede Guadiana, J. Charles Kelley encuentra actividades cons-tructivas en fases posteriores a Las Joyas.18 De igual maneraeste reacomodo trae el surgimiento de nuevos asentamientoscomo el sitio de la Tutuveida frente a Hervideros.19 Este es unmomento clave de la historia del septentrión.

Finalmente en lo que correspondería con las fases Tunaly Calera (900-1200), ya estos grupos se encuentran aislados,al sur, este y norte; están rodeados por culturas no mesoa-mericanas. Su único contacto con Mesoamérica se encuentraen la sierra alta, las quebradas y al oeste con los grupos de latradición Aztatlán que avanzan desde el río Piaxtla hasta elFuerte. El desuso del camino de tierra adentro parece casitotal y es suplantado por uno nuevo en la costa, que conti-nuará hasta la ciudad de Paquimé muy al norte. Esta in-fluencia de la costa, se refleja en muchos ámbitos, sobre todoen la cerámica, ya que surgen nuevos tipos en los que podemosver una influencia de estos grupos, aunque se conservanmuchas de las formas y técnicas que vienen desde mucho an-tes, como el Nayar Blanco sobre Rojo, el Molino Rojo sobre

15 HERS MARIE – ARETE. Las Grandes

Rutas que cruzaron los confines tolteca .

chichimecas. En: BRANIFF BEATRIZ C.

coord. La Gran Chichimeca. El lugar de

las rocas secas. Milán, Ed. Jaca Book –

CONACULTA. 2001 p. 247.

HERS MARIE – ARETI. Durango en el

Clásico. Revista de Arqueología

Mexicana. México, Mayo – junio 2001,

vol IX num. 49.16 KELLEY, J. CHARLES Y WINTERS

HOWARD D. A Revision Of The

Archaeological Sequence In Sinaloa,

México. American Antiquity, E.U.A.,

Volumen 25. pp. 546-561. 1960.17 HERS MARIE-ARETI. Zacatecas y

Durango. Los confines tolteca-

chichimecas. En: BRANIFF BEATRIZ C.

coord. La Gran Chichimeca. El lugar de

las rocas secas. Milán, Ed. Jaca Book –

CONACULTA. 2001.18 KELLEY J CHARLES Y ABBOTT ELLEN.

1971 .

19 HERS MARIE – ARETI. Zacatecas y

Durango. Los confines tolteca-

chichimecas. 2001.

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16 .transición.

Crema o el Madero Fluted.20

Este panorama parece perdurar hasta el siglo decimo-tercero cuando un nuevo actor entra en escena: los tepe-huanes.21 Grupo que al parecer llega por esta época desde másal noroeste, según estudios emanados sobre todo de la lin-güística, portadores de una cultura totalmente distinta.22

Cabe hacer mención, que existen importantes trabajos ar-queológicos que han podido corroborar esta hipótesis, parael área del alto río Nazas (Río Ramos).23

20 KELLEY, J CHARLES Y ELLEN ABBOTT

1971.

21 En este sentido me gustaría hacer

una advertencia, y es que la asociación

directa entre cultura material, es decir

los restos arquitectónicos y los

materiales arqueológicos, con una

Cultura determinada es sumamente

difícil. Lo que tenemos en el registro

arqueológico es un nuevo tipo de

patrón de asentamiento y materiales

que aparecen, lo que nos dice que la

cultura Chalchihuites fue suplantada

por un nuevo grupo, y la concordancia

de estos materiales hasta fechas muy

cercanas al momento del contacto, son

las que nos permiten aventurar esta

hipótesis.22 VALIÑAS LEOPOLDO C. Lo que la

lingüística yutoazteca podría aportar en

la reconstrucción histórica del Norte de

México. En: HERS MARIE-ARETI,

MIRAFUENTES JOSÉ LUIS, SOTO MA. DE LOS

DOLORES Y VALLEBUENO MIGUEL eds.,

Nómadas y Sedentarios en el Norte de

México; homenaje a la Dra. Beatriz

Braniff, México, IIA, IIE, IIH, UNAM,

2000. pp.175-206.

23 BERROJALBIZ FERNANDO. Los

paisajes prehispánicos del alto río

Ramos, Dgo., México. Tesis (Doctor en

Antropología). México D.F. UNAM. 2005.

LA SIERRA MADRE. LA CASI INEXISTENTEHISTORIA DE LA ARQUEOLOGÍA EN LA SIERRADE DURANGO.

Los escasos trabajos que se han realizado en la Sierra Ma-dre, en Durango se iniciaron por diversos aficionados que en-contraron casas en acantilado en el municipio del Mezquitaldurante las primeras décadas del siglo XX. Quienes crearon laleyenda sobre la existencia de “pigmeos” que vivieron en esoslugares. Uno de los entusiastas de esa postura fue el señor

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.transición. 17

Everardo Gámiz. Fue a raíz de eso, que el arqueólogo Rubín dela Borbolla,24 realizó un reconocimiento durante los años cua-renta en el sur del Estado, desmintiendo esa absurda leyenda.Sin embargo, esa idea prevalece aun hoy día, entre muchos delos habitantes de Durango.

Fue hasta el verano de 1952, que un grupo de alumnos de laUniversidad del Sur de Illinois en Carbondale llevaron a caboexcavaciones arqueológicas en el sitio de Santa Barbara oWeicker bajo la dirección de J. Charles Kelley.25 El nombre delsitio se debe al apellido de un norteamericano dueño del ran-cho donde se encuentra el sitio. Este se encuentra a aproxima-damente 50 km. de la ciudad de Durango al oeste, tomando lacarretera que va hacia el puerto de Mazatlán. Los trabajos deeste sitio eran el único ejemplo de excavaciones controladas enla sierra de Durango hasta antes del Proyecto InvestigacionesArqueológicas en Hervideros, Dgo. Es por esto, que sus resul-tados son muy interesantes, con fines comparativos. Hoy, porejemplo, ya podemos incluir a este sitio dentro de la fase Proto-xixime por sus fechas y relacionarlo directamente con la exca-vación del sitio de Boca de Potrero 3 (Mesa de Tlahuitoles), quetiene una fecha semejante.

Los materiales arqueológicos que se encontraron en el si-tio fueron escasos. En lo que respecta a la cerámica resaltala presencia de dos malacates uno de ellos inciso que, segúnMichel Foster, nos remonta a la fase Calera 1150-1350 de lacultura Chalchihuites, similar también a los de la fase Diablode Casas Grandes,26 el segundo malacate es cónico-convexo ensección lateral, y es similar a los encontrados por Eckholm enla ubica el autor en un tipo que llama “Loma Plain” que esuna cerámica burda sin decoración y alisada. El tres por cien-to restante, es decorado e incluye los tipos “Loma Red”, “ChicoRed on Brown” y “Canatlan Red Banded”.27

El estudio de la lítica se basó en las formas de las herra-mientas, por lo que menciona presencia de manos de metate,metates, raspadores y puntas de proyectil. En este estudio ba-sándose en las formas, asignan las piezas a diferentes perio-

24 RUBÍN DE LA BORBOLLA, DANIEL.

Arqueología del Sur de Durango. Revista

Mexicana de Estudios Antropológicos.

México, vol. 8, nums. 1-3, 1946.

25 FOSTER S. MICHEL. 1986.

26 Aunque hoy sabemos que la fase

Diablo de Paquimé es más tarde hacia

1400, según los estudios recientes, lo

que refuerza su relación con la fase

Protoxixime de la cual hablaremos más

adelante.

MINNIS PAUL, WHALEN MICHEL. Casas

Grandes and its hinterland. Prehistoric

regional organization in northwest

México. Tucson. The University of

Arizona Press, 2001.27 Es interesante hacer notar que las

cerámicas actuales hechas en la sierra,

son iguales a los tipos propuestos, no

decorados.

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18 .transición.

dos de tiempo, usándolos casi como marcadores cronoló-gicos. Sobre todo hace esto con las puntas de proyectil. Estocontrasta cuando vemos la aparente unidad arquitectónicaexistente entre las dos plataformas excavadas.

Foster asocia este sitio con la cultura Loma San Gabriel.Cuestión, que en ese momento pudo ser plausible, pero quecon el avance en el conocimiento de la sierra y de los valles,hoy debe ser dejada de lado, y hablarse más en el sentido deser producto del desarrollo local, que expondremos más ade-lante en este mismo artículo.

Después de los trabajos de Rancho Weicker, en 1956 GlenCole hace recorrido de superficie en los alrededores del pobla-do de las Ánimas.28 Este se encuentra a 55 km. al norte de elSalto, sobre la sierra alta, a una altitud de entre 2700 y 2800metros sobre el nivel del mar.29 Años después, Michel Spenceretoma los trabajos de Cole, logrando identificar tres comple-jos culturales y uno más que llama “mezclado”.

De uno de los múltiples abrigos que existen en la región delas Animas, y procedente de un saqueo, existe un textil dealgodón con un diseño muy peculiar.30 Se trata de una de laspruebas más contundentes de la presencia chalchihuites enlas tierras frías. La decoración consta tres paneles donde endos se repite un mismo diseño, un ser con la espalda aserrada,elemento muy frecuente tanto en el arte rupestre como en lacerámica chalchihuites de entre 600-900 d.C. Además de estemotivo, el uso de la greca escalonada y la franja aserradaque limita la banda decorada son a su vez elementos básicosde estas cerámicas. La técnica de “tejido abierto por tramaenvolvente”, según el estudio de Weitlaner tiene una proce-dencia clara del Suroeste de los E.U.A., donde esta técnica esmuy común.

28 SPENCE W. MICHEL. A cultural

Sequence from the Sierra Madre of

Durango, México. En: CARROLL RILEY L. Y

BASIL HEDRICK C. eds. Across the

chichimec sea. Papers in honor of J.

CHARLES KELLEY. E.U.A. Southern Illinois

University Press, 1978. pp 165-269.29 El poblado de las Ánimas, en la

carta topográfica INEGI G13C78 Veracruz

de la Sierra, está a una altura de 2440

m. sobre el nivel medio del mar.30 WEITLANER IRMGARD J. Weft-Wrap

Openwork Techniques in Archeological

and Contemporary Textiles of Mexico.

Textile Museum Journal The Textile

Museaum, Washington D.C. vol IV, n.3

p.63-74., 1976.

HERS MARIE-ARETI La cultura

chalchihuiteña: un antiguo camino de

tierra adentro. En: ÁLVAREZ SALVADOR,

CRAMAUSSEL CHANTAL Y MONCADA JOSÉ OMAR

M., coords., Caminos y puentes en la

Nueva España. México, UNAM-COLMICH.,

en prensa.

Page 19: Transicion num 32

.transición. 19

UNA PROPUESTA DE DESARROLLO LOCAL Y SUCRONOLOGÍA.

31 PUNZO JOSÉ LUIS. 1999.

PUNZO JOSÉ LUIS. Una larga secuencia

de ocupación mesoamericana en la

sierra xixime. En: CRAMAUSSEL CHANTAL

ed., Asentamientos y movimientos de

población en la sierra tepehuana desde

la prehistoria hasta nuestros días

(Simposium internacional, Santa María

Ocotán, abril 2000) Zamora, El Colegio

de Michoacán. En prensa.

De 1994 a 1999 llevé a cabo el proyecto Arqueología de la Mesade Tlahuitoles,31 donde se registraron más de 100 sitios arqueo-lógicos, en las fuentes del río San Lorenzo. La región de la Mesade Tlahuitoles se encuentra a una altura promedio de 2400metros sobre el nivel del mar, en una zona muy fértil surcadapor numerosos arroyos perennes. Esta región se halla en uncruce de caminos, en lo alto del río San Lorenzo, junto a losparteaguas del río Piaxtla al sur y Santiago al este.

La historia de esta pequeña región, parte de la Sierra Ma-dre Occidental, se convierte en un reflejo de los grandes even-tos que ocurren durante las expansiones y contracciones de lafrontera noroccidental de Mesoamérica. Se trata de una zona

Page 20: Transicion num 32

20 .transición.

privilegiada, ya que tiene una continuidad en la presencia degrupos mesoamericanos desde mediados del primer mileniohasta el momento del contacto con los primeros españoles. Enla sierra encontramos huellas de algunos de los eventos másimportantes que marcaron los grandes cambios en la historiade este septentrión: La expansión Chalchihuites desde el sur yel avance de la frontera mesoamericana; la presencia de im-portantes influencias del lejano Suroeste de los E.U.A.; la llega-da de los tepehuanos y la contracción de la frontera mesoa-mericana en los valles orientales de Durango; y la gran expan-sión Aztatlán de la costa de Sinaloa. Estos eventos son el hiloconductor de la síntesis aquí se presenta.

FASE TLAHUITOLES (650 – 950 D.C.)

La aparición de grupos con características mesoamericanasen la sierra, ocurre alrededor del año 650 durante la fase Ayala,sincrónicamente, con la llegada de grupos chalchihuiteños queocupan las fértiles vegas de los valles. Los vestigios materialesque nos legaron los habitantes de la sierra, difieren de lo queencontramos en los valles, tal vez la diferencia principal estáen la densidad de los asentamientos, ya que en los valles encon-tramos grandes sitios de algunas decenas de hectáreas, mien-

Page 21: Transicion num 32

.transición. 21

tras que los poblados de la sierra apenas pasan las 2 ó 3 hectá-reas. En este sentido, destaca el sitio de Rancho de las Piedras,en el cual se realizaron trabajos de excavación, arrojando in-teresantes resultados.

A nivel arquitectónico nos topamos por un lado con estruc-turas sumamente parecidas a las encontradas en sitios comola Ferrería o Hervideros construidas sobre plataformas, concuartos múltiples y un pasillo al frente sobre un patio. Noobstante la característica arquitectónica más importante quereconocemos es la presencia de plataformas de tierra en formade “U” hechas sobre laderas aprovechando la forma naturaldel terreno, sobre las cuales hacían construcciones de tierra,de las que encontramos pocos restos. En uno de los sitios en-contramos un juego de pelota al centro del patio que conformaese tipo de plataformas. De igual manera en estos sitios existenejemplos del utillaje cerámico asociado a la cultura Chalchi-huites como la silueta compuesta y el soporte de rodilla; en lalítica hallamos restos de esculturas cilíndricas que se han en-contrado en los grandes sitios de los valles. Sobre los materia-les arqueológicos también podemos decir que existía un usorelativamente común de pendientes de amazonita (piedra azul– verde), así como de pendientes de concha.

Además de estos elementos netamente chalchihuiteños, re-conocemos en el arte rupestre varios elementos en el sitio dePiedra de Amolar 1, como lo son los cuadrángulos, antropo-morfos masculinos y femeninos claramente sexuados y venadosesquemáticos. De igual manera, existe una serie de elementosmucho más norteños, como lo son escenas de danzas, una de dospersonajes con una serpiente al centro, y sin lugar a dudas, lamás sorprendente es una donde se observan cuatro personajestomados de las manos intercalados, un hombre y una mujer.Existen dos cuencos de la fase Basketmaker III (500 – 750 d.c.),que incluyen decoración pintada al interior y exactamente re-presentan esta misma danza. Uno de estos cuencos provienede Durango, Colorado y el otro de Tohatchi, Nuevo México.32

Los peinados de las mujeres, se identifican con los llamados

Page 22: Transicion num 32

22 .transición.

“peinados de mariposa” de las actuales doncellas hopi. Asímismo, en este abrigo se encuentra un magnífico ejemplo deflautistas, llamados coloquialmente Kokopelli.33

32 CORDELL LINDA. Archaeology of

the Southwest. E.U.A. Segunda Edición,

Academic Press, 1997. p. 250.

33 SLIFER DENNIS Y DUFFIELD JAMES.

KOKOPELLI. Flute player images in rock

art. Santa Fe Nuevo México.Ancient City

Press. 1994.

Llamar genéricamente a estos

flautistas como Kokopelli, es un error

que ha tratado Malotki y que creo muy

importante mencionar.

MALOTKI, EKKEHART. KOKOPELLI. The

making of an icon. E.U.A. University of

Nebraska Press. 2000.

Page 23: Transicion num 32

.transición. 23

FASE COCEDORES (950 – 1250 D.C.)

Es hacia el año 1000 d.c. que una nueva oleada del norteaparece en la sierra. Comenzamos a encontrar ejemplos decasas en acantilado, así como un nuevo patrón de enterrar alos muertos.

Sobre las casas en acantilado, se encuentra en al área de laMesa de Tlahuitoles, el sitio de la Cueva de los Olotes. Se tratade una sola vivienda de arquitectura de tierra, compuesta deun simple muro curvo adosado a la pared posterior del abri-go; el resto de la cueva había sido modificado, nivelándola ycreando parapetos que permitían una fácil defensa. En estesitio se realizó un minucioso trabajo de superficie, localizán-dose una gran cantidad olotes de maíz, de ahí su nombre,materiales líticos y cerámicos. Como parte de los trabajos en elsitio, se realizó la toma de muestras de madera del dintel de la

Page 24: Transicion num 32

24 .transición.

puerta rectangular34, arrojándonos dos fechas por la técnicade carbón 14: 1032 d.c. +- 31 años y 1016 d.c. +- 24.3 años.

Este no es el único caso de casas en acantilado, como ya lomencionamos existen varios reportes en el sur del Estado, des-tacando la Cueva de Pueblo Nuevo35 o del Maguey,36 donde setiene reportados materiales tipo Madero Fluted y Canatlán ban-da roja, que lo ubicarían en la fase Tunal-Calera (900/1000-1250),que corresponden claramente con este fase. Por otra parte, enuna región aledaña a la Mesa de Tlahuitoles, se registró el magní-fico sitio de Cueva Larga, el cual es un amplio abrigo que albergóuna gran cantidad de cuartos y espacios internos, siendo pormucho, el complejo de este tipo más grande. Desafortunadamen-te, durante la construcción de una carretera vecina, se nos co-mentó que se usó maquinaria pesada, para buscar tesoros en ellugar, lo que destruyó prácticamente en su totalidad este sitio.

Otra de las características importantes de esta fase es queaparecen unas pequeñas urnas funerarias construidas en loslugares más inaccesibles de las pequeñas quebradas que surcanla sierra. Se trata de unos pequeños domos de tierra, piedras ymadera que se ponían en pequeñas cuevas o respaldos asocia-dos a corrientes de agua que van de oeste a este, y que las urnasreciban los rayos del sol por la mañana.

Se logró recuperar una muestra de madera con la cual fe-chamos una de estas urnas asociada al sitio de Cueva de losOlotes, dándonos una fecha de 1030 d.c. +- 27 años.

La tradición de escoger estos lugares para depositar el bul-to funerario quedara en los habitantes de sierra por 600 añosya que los primeros padres jesuitas que se aventuraron enesta fragorosa serranía nos legaron descripciones de esa cos-tumbre funeraria entre xiximes y acaxées.

Al mezclarse estos nuevos grupos con los habitantes chalchi-huteños de la sierra, dan lugar a una gran variedad de sitios quenos hace falta mucho trabajo para llegar a comprenderlos me-jor. Sin embargo, en este nuevo panorama cultural destaca laaparición de sitios que nos recuerdan los eventos que estánsucediendo del otro lado de la Sierra, es decir la expansión

34 Esto recalcando, la inexistencia en

los sitios reportados de puertas en “T”

al estilo de la Cultura Casas Grandes de

Chihuahua o del Suroeste de los E.U.A.35 GANOT R., JAIME Y PESCHARD F.

ALEJANDRO. 1997.

36 LAZALDE JESÚS. 1987. p.58–61.

Page 25: Transicion num 32

.transición. 25

Aztatlán de la costa de Sinaloa, encontramos ejemplos intere-santes de esta presencia tanto en la sierra alta como en el fondode las profundas quebradas. Se trata de cerros modificadossemejando estructuras piramidales, iguales a los ya descritosdesde los veintes en la costa de Sinaloa por Sauer y Brand.37

En este sentido el sitio del Cerro de los Indios, es el ejemplomás importante de la región. Este se trata de un cerro total-mente terraceado en sus flancos este y oeste, con una pequeñaestructura circular en la cima. En esta se realizaron excava-ciones y se logró fechar mediante la técnica de termolumi-nisencia, dando un resultado de 1081 d.c. +-62 años. De igual ma-nera, se trabajo en otro sitio terraceado, con estructuras circu-lares en la cumbre, llamado Cerro de los Fortines, el cual sefechó de la misma manera, dando como resultado, 1130 d.C. +-70 años.

FASE PROTOXIXIME (1250 – 1600 D.C)

Es hacia el siglo XIII, con el repliegue de los grupos chal-chihuites de los valles orientales al final de la fase Calera y conla aparición de grupos tepehuanos38 provenientes del norte conuna cultura totalmente diferente, que en la sierra se conformaun nuevo grupo que conservará importantes característicasmesoamericanas de sus antecesores chalchihuiteños como suestilo de casas, el uso del patio y sobre todo el juego de pelotadel que tenemos excelentes descripciones de los españoles quellegaron a estas tierras a finales del siglo XVI.

Es sobre este periodo en la sierra, del cual disponemos demayor número de datos. Primeramente, los trabajos de exca-vación en el sitio de Boca del Potero 3. El cual consistía de unaterraza y dos estructuras: una de un solo cuarto, muy arrasadapor la erosión y otra que constaba de tres cuartos, construidossobre una gran plataforma que delimita el pasillo y el patio.Las excavaciones fueron muy afortunadas, ya que pudimosestablecer el carácter habitacional, el sistema constructivo me-diante pilotes de madera y un enjarre de tierra; elementos como

37 SAUER CARL Y BRAND DONALD.

Aztatlán: Prehistoric Mexican Frontier

on the Pacific Coast, (Iberoamericana,

vol 1). Berkeley E.U.A. University of

California. 1932.38 BERROJALBIZ FERNANDO.

2005.pp552.

Page 26: Transicion num 32

26 .transición.

fogones, elementos de molienda, la posible cama de la habita-ción, entierros y pequeñas ofrendas nos dieron múltiples infor-maciones. En el trabajo de superficie en ese mismo sitio, pudi-mos encontrar todo el proceso de elaboración de pendientesde una piedra muy suave blanca.

Allí obtuvimos muy buen material para fechar, teniendouna fecha de ocupación del sitio de 1350 d.c. +- 35 años.

Por otro lado este grupo conservará de igual manera sutradición norteña en la forma de enterrar a algunos de susmuertos en urnas funerarias en lo alto de las barrancas. Comouna herencia que viene desde la fase anterior.

Es así, como pudimos encontrar un patrón de asentamientocaracterístico de esté momento, que llamamos RancheríasAbiertas. Estas constan de una serie de pequeños ranchos comoBoca de Potrero 3, que se integran con otros similares y quedelimitan un espacio de tierras de cultivo, que son observablesdesde estos. Además de que los sitios, mantienen contactovisual entre sí. Existiendo un sitio, más o menos equidistantede estos, aislado en lo alto de una montaña, sin prácticamentematerial arqueológico asociado, a manera de santuario que losune. Ejemplos de esto lo constituyen al menos cuatro lugares:el primero, con los sitios BOP3,39 BOP4, BOP5, BOP6 y CEP comoel santuario integrador; FRE2, FRE3, FRE6 y QUI; JUA1, JUA2,JUA3, JUA4 y CBO; y finalmente ADJ1, ADJ2, ADJ4 y ADJ3 con sujuego de pelota como integrador.

39 Estas abreviaturas, hacen

referencia a las claves bajo las cuales se

registraron todos los sitios

arqueológicos en el Proyecto de

investigación. Ver: PUNZO 1999.

Page 27: Transicion num 32

.transición. 27

Page 28: Transicion num 32

28 .transición.

CONSIDERACIONES FINALES.

Como se ha mencionado el estado actual del conocimientoarqueológico de Durango, está todavía muy lejos de haberseconcluido. Es importante mencionar, que desde los trabajossistemáticos que realizó Kelley en los sesentas y setentas,pioneros en el conocimiento de esta historia prehispánica dela región, han existido importantes avances.

Fue la década de los noventa y este inicio de siglo, cuandohan existido más proyectos arqueológicos trabajando sobre laproblemática de los grupos chalchihuiteños del Estado. Estonos está permitiendo hoy día, comenzar a responder algunasde las preguntas que se habían formulado desde años, a cuestio-narnos las certezas que supuestamente teníamos y a formu-larnos nuevas preguntas.

Como ha quedado patente en el artículo, actualmente tenemosun esquema cronológico mucho más sólido que en el pasado,basado en el uso de más y mejores técnicas de fechamientoabsoluto. Además, de contar con mejores técnicas para recu-perar datos de la cultura material que nos legaron esos grupos.

Sin embargo, hoy tenemos muchas más preguntas que cer-tezas. El trabajo arqueológico es enorme. Existen todavía enormeszonas de estado, en las cuales jamás se ha trabajado arqueoló-gicamente, y que contienen información crucial que nos haráreplantarnos en el futuro nuestras certezas. Parafraseando alDr. Charles Kelley, quien decía que en Durango había trabajopara más de 100 arqueólogos, yo agregaría, que ese sería ape-nas, un buen comienzo.

Page 29: Transicion num 32

.transición. 29

Cuadro cronológico general40

1530

1500

1450

1400

1350

1300

1250

1200

1150

1100

1050

1000

950

900

850

800

750

700

650

600

550

500

450

400

350

Zacatecas

Valles

Zacatecos

cazcanes

Durango

Valles

Tepehuanes

Separación

Tepima

Tunal -

Calera

Las Joyas

Durango

Sierra Madre

Fase

Protoxixime

Fase

Cocedores

Fase

Tlahuitoles

Sinaloa

costa sur

Chametla

Reciente I

o El Taste

(Aztatlán

Evolucionado)

Chametla

Reciente II

Acaponeta

(Aztatlán)

Sinaloa

costa central

Culiacán

Reciente

o La Quinta

Cul. Medio

o Yebalitos

Culiacán

Antiguo I

o La Divisa

(Aztatlán

Evolucionado)

Culiacán

Antiguo II

Sinaloa

costa norte

Huatabampo

Guasave

(Aztatlán

evolucionado,

sobre cultura

local)

Guasave

(Aztatlán

sobre cultura

local)

Huatabampo

Canutillo

Vesuvio

Ayala

Alta Vista-

(Aztatlán)

Acaponeta

Tierra del Padre

Chametla Medio

o

Baluarte

Chametla antiguo

o

40 PUNZO JOSÉ LUIS.

1999. Revisado 2005.

Page 30: Transicion num 32

30 .transición.

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Page 31: Transicion num 32

.transición. 31

Page 32: Transicion num 32

32 .transición.

PERSPECTIVA CRÍTICA DE LOSESTUDIOS COMPARATIVOS ENTRELAS CULTURAS DEL NOROESTE DEMÉXICO Y SUS REGIONESADYACENTES.1

Antonio Reyes Valdez.2

Page 33: Transicion num 32

.transición. 33

LA VISIÓN ANTROPOLÓGICA DEL NORTE DEMÉXICO. HISTORIA OFICIAL Y VIEJOS PREJUICIOS.

Actualmente la cantidad de estudios históricos y antro-pológicos sobre el norte de México en general y el noroeste deMéxico en particular, —la antropología en todas sus disci-plinas—, constituyen un corpus muy pequeño comparado conla producción existente para otras regiones del país. Las razo-nes son distintas. Pero una ha pesado particularmente porlargo tiempo en nuestra disciplina: la visión centralista ymesoa-mericanista que en ocasiones toma carácter de historiaoficial y, en la cual, el norte de México tiene poca importancia.Este fenómeno es manifiesto incluso en las pocas institucionesde enseñanza en historia y antropología, así como de los esca-sos centros de investigación que pueden encontrarse en esavasta región que supera en extensión geográfica al centro y elsur del pais.3

La visión que se tiene del norte es también palpable en laeducación escolar y los libros de historia patria, los cualesinsisten en que todos los mexicanos son descendientes de unmismo glorioso pasado indígena que vivió su expresión másimportante en tiempos del imperio mexica , y que, tras su caída,también encontró el ocaso.

Esta forma de concebir la historia es muy semejante a aquéllaque supone que Occidente es una entidad que tiene una genea-logía que va desde Grecia antigua hasta los Estados Unidos.4

De tal forma que la historia de México puede seguirse en unalínea que va desde los olmecas hasta el actual Estado mexicano.

Si bien la Historia desarrollada en los ámbitos académicosy científicos no sigue precisamente los lineamientos de lahistoria oficial centralista, la cual ha adoptado en líneas ge-nerales los preceptos de la historia de bronce,5 ésta última nodeja de ejercer su influencia en la primera, ya sea porque lospresupuestos estatales para la investigación así lo estimulan,o porque los investigadores hemos sido igualmente adoctrinadospor el Estado mexicano en alguna de sus diferentes etapas,

1 La versión original del presente

documento corresponde al capítulo 1 de

ANTONIO REYES, Pimas, pápagos y

tepehuanes. Relaciones lengua-cultura

entre los pueblos tepimanos del

noroeste de México y el suroeste de los

Estados Unidos (tesis de maestría en

antropología, Facultad de Filosofía y

Letras-Universidad Nacional Autónoma

de México, 2004).2 Antropólogo investigador del

centro INAH-Durango.3 Incluso las escuelas nacionales

como la Escuela Nacional de

Antropología e Historia (ENAH) con sede

en la ciudad de México, no incluyen en

sus planes de estudio asignaturas

específicas sobre esa región, aunque

ocasionalmente se puede estudiar en

materias optativas.4 E. R. WOLF, Europa y la gente sin

historia (México, Fondo de Cultura

Económica, 1994 [1982]), 17.5 L. GONZÁLEZ, El oficio de historiar

(México, El colegio de Michoacán, 1998).

Page 34: Transicion num 32

34 .transición.

incluida, en cierta manera, la formación profesional.La Historia de México centra su atención en los aconteci-

mientos más directamente relacionados con el centro del país.Tómese como ejemplo La historia general de México,6 un textodirigido a un amplio público, pero escrito por investigadoresespecialistas en el área y editado por una prestigiada institu-ción académica como es El Colegio de México. En dicho texto,como en muchos otros, la historia de las sociedades preco-lombinas está constituida por la “formación y desarrollo deMesoamérica”,7 y se argumenta que “la cultura mexica sepuede considerar como una síntesis de la civilizaciónmesoamericana”.8 La historia de los periodos históricossubsecuentes de México no es muy diferente con relación alnorte de su territorio. Y es que el desarrollo de la modernahistoriografía mexicana es en gran medida resultado de laépoca posrevolucionaria, en la que se persiguió, a toda cos-ta, lograr la unidad nacional, por lo que todos los mexicanos—chilangos, jarochos o regiomontanos—, somos herederos delmismo glorioso pasado indígena.

Esta visión del norte tiene larga historia y arraigo. Losmexicas en el siglo XVI denominaban al territorio al norte desus dominios como Chichimecatlalli, “tierra de chichimecas”.El término chichimeca fue también utilizado por los españolespara referirse genéricamente a los habitantes de ese territorioque tardaron mucho tiempo en penetrar y conquistar. Inclusi-ve, a un largo periodo de guerra en el siglo XVI de los españolescontra las distintas naciones del septentrión novohispano sele denominó “la Guerra Chichimeca”.9

Actualmente aún se utiliza el término chichimeca, no sólocomo un vocablo de uso corriente, sino también en los mediosacadémicos. Si algo ha pesado desde el siglo XVI sobre laconcepción de los “chichimecas”, es la de considerarlos“bárbaros y salvajes”. Incluso la imagen que hoy se tiene enel centro del país de las personas del norte es la de ser bravosy broncos. En mayor o menor medida, juicios de ese tipopesan sobre las investigaciones históricas y antropológicas,

6 D. COSÍO VILLEGAS, coordinador,

Historia General de México, 2 vols.

(México, El Colegio de México, 1976).7 I. BERNAL, “Formación y desarrollo

de Mesoamérica”, en DANIEL COSÍO

VILLEGAS, coordinador, Historia General

de México, (México, El Colegio de

México, 1976), 125-164.8 P. CARRASCO, “La sociedad

mexicana antes de la conquista”, en

DANIEL COSÍO VILLEGAS, coordinador,

Historia General de México (México, El

Colegio de México, 1976), 165-288.9 P. POWEL, La guerra chichimeca

(1500-1600) (México, Fondo de Cultura

Económica, 1996 [1975]).

Page 35: Transicion num 32

.transición. 35

por ejemplo, cuando se habla de la Gran Chichimeca. A conti-nuación analizaremos dos conceptos utilizados en la antro-pología para el análisis cultural de los pueblos autóctonos deMéxico que han determinado de forma importante la concepciónque tiene la antropología sobre el norte de México.

EL NORTE DE MÉXICO VISTO DESDEMESOAMÉRICA.

Sin duda la noción más influyente en la antropologíamexicana para el estudio de los pueblos autóctonos ha sido elde Mesoamérica, expuesto por Paul Kirchhoff.10 Ríos de tintase han escrito en pro y en contra del “área cultural”mesoamericana, pero lo que nos interesa aquí es destacarde qué forma ha influido la definición de esa región en losestudios del norte de México.

Mesoamérica es una noción cuyas disciplinas de origen sonla etnohistoria y la arqueología. No obstante, su manejo hatrascendido a todas las ramas de la antropología. Y es queademás de ofrecernos una explicación para el pasado de lospueblos indígenas de México, la arqueología (como una de lasdisciplinas progenitoras de dicho concepto) continúa siendola rama de la antropología que más participa en la generaciónde ideología nacionalista, estudiando “sitios monumentales”y gozando de los mejores presupuestos para la investigaciónantropológica en el país.

Una de las características fundamentales del áreamesoamericana es que en ella conviven pueblos cultivadores,en oposición a “tribus de cultura inferior” 11 que habitaban elnorte del actual territorio mexicano en el momento de laconquista. Así, las cualidades definitorias de los gruposmesoamericanos son sobre todo la posesión y utilización deun determinado tipo de cultura material ligada a productosde subsistencia.12 A partir de estos elementos y otros queKirchhoff presenta en una lista como “los elementos exclusivao al menos típicamente mesoamericanos”,13 se definió una

10 P. KIRCHHOFF, Mesoamérica. Sus

límites geográficos, composición étnica y

características culturales (suplemento de

la revista Tlatoani, México, Escuela

Nacional de Antropología e Historia,

1960 [1943]).11 KIRCHHOFF, Mesoamérica, 6-7.12 Quizá uno de los mayores

problemas teóricos en la definición de

Mesoamérica corresponde a la

integración de los elementos

definitorios del área, pues por un lado

tenemos una base ecológica y, por otra,

elementos tecnológicos, los cuales no

están integrados de forma coherente.13 KIRCHHOFF, Mesoamérica, 8.

Page 36: Transicion num 32

36 .transición.

región correspondiente al centro y sur de lo que hoy es México.El mayor problema derivado de la construcción concep-

tual de Mesoamérica es la dificultad para explicar la interacciónde esta región con las regiones adyacentes. Durante muchotiempo se ha tomado la línea que divide a Mesoamérica delterritorio al norte de ésta, como una frontera que interfiere enla interacción de las culturas que se encuentran a cada ladode ella. Asimismo, el énfasis puesto por Kirchhoff en loselementos materiales y de orden tecnológico relacionadoscon el cultivo del maíz, ha marcado un fuerte contraste entreMesoamérica y el territorio al norte de ésta. Y es que el tipo decultivos desarrollados en el norte y la tecnología relacionadacon la agricultura enfatizan este contraste. Estos elementos,vinculados con la ausencia de sociedades altamenteestratificadas y arquitectura monumental hacen que lafrontera septentrional mesoamericana parezca real. Por esarazón, pensar Mesoamérica en virtud de sus elementosdefinitorios ha interferido para poner atención en relacionesde otra naturaleza que ésta puede guardar con el norte; porejemplo, cosmovisión, sistemas de clasificación y otros ele-mentos que se encuentran en el orden simbólico.14

Un problema más surge cuando se relacionan dos impor-tantes —y considero que erróneos— supuestos. Pensar al nortecomo tierra de bárbaros aguerridos, separados de la región alsur, ha dificultado explicar la interacción entre las culturas deambos lados de la supuesta “frontera mesoamericana”. Laexplicación más socorrida se enfoca básicamente en el con-tacto cultural que los grupos de ambos lados de “la frontera”debieron tener durante la máxima expansión de Mesoaméricaentre los años 100 a.c. y 1 000 d.c. Pedro Armillas postuló laexistencia de una “frontera dura”15 que implica que las in-fluencias culturales se dieron “inequívocamente de sur anorte” de forma unilateral, desde Mesoamérica hasta alcanzarel suroeste de los Estados unidos.16

Esta posición debe rechazarse, porque supone a los pue-blos norteños como absolutamente pasivos en la adopción

14 Con esto no quiero decir, de

ningún modo, que la noción de

Mesoamérica no se haya empleado

exitosamente en investigaciones cuyo

tema central sea la cosmovisión o los

sistemas de clasificación. Véase por

ejemplo A. LÓPEZ AUSTIN, Cuerpo humano

e ideología. Las concepciones de los

antiguos nahuas (México, Universidad

Nacional Autónoma de México, 1980);

Tamoanchan y Tlalocan (México, Fondo

de Cultura Económica, 1994) y J. Broda

Arqueoastronomía y etnoastronomía en

Mesoamérica (México, Universidad

Nacional Autónoma de México, 1991).

No obstante, las definiciones de

Mesoamérica no contemplan esos

aspectos como centrales.15 P. ARMILLAS, “Chichimecas y

esquimales: la frontera norte de

Mesoamérica”, La aventura intelectual

de PEDRO ARMILLAS (México, El Colegio

de Michoacán, 1987), 37.16 P. ARMILLAS, “Condiciones

ambientales y movimientos de pueblos

en la frontera septentrional de

Mesoamérica”, Teresa Rojas Rabiela

editora, PEDRO ARMILLAS: vida y obra,

tomo II (México, Centro de

Investigaciones y Estudios Superiores

en Antropología Social-Instituto

Nacional de Antropología e Historia,

1991 [1964]), 215.

Page 37: Transicion num 32

.transición. 37

de las influencias mesoa-mericanas. Asimismo, implica unaviolenta imposición cultural por parte de los mesoame-ricanos que no acepta la posible adopción de característicasculturales, por parte de éstos últimos, derivadas de los pue-blos norteños.

Por otra parte, Charles Kelley propone dos tipos de difu-sión. Una “suave”, que se habría dado a partir de la coloniza-ción por parte de grupos que compartían patrones básicosde la cultura mesoamericana, tales como la cerámica, el tipode agricultura y los patrones ceremoniales que se fundieroncon patrones locales “chichimecas”. Complementariamente,Kelley también propone una difusión “dura”, que recae prin-cipalmente en comerciantes que viajaban desde las urbesmesoamericanas hacia las regiones septentrionales.17

La propuesta de Kelley me parece importante en cuantoabre más posibilidades a las formas de difusión de caracte-rísticas culturales mesoamericanas al norte. Sin embargo, aúnse plantea que las características culturales compartidas porambas regiones son producto de la difusión mesoamericana yse minimiza una influencia recíproca. Ello responde a que loshallazgos arqueológicos así lo apuntan. Pero debe tenerse encuenta que la ausencia de cierto tipo de cultura material, o elque no se haya encontrado, no implica que los conceptosrelacionados a esos materiales no existieran en el norte.Por ejemplo, el mismo Kelley presenta un caso que serviríapara sostener el argumento anterior.18 De acuerdo con Kelley,las figuras de cerámica del occidente de México conocidascomúnmente como “maquetas” (ceramic house models) son unasimplificación del árbol de cerámica que se encuentra en unade las “maquetas” provenientes de Colima (village model),asociados a su vez con el juego del volador y a las repre-sentaciones del “árbol cósmico” mesoamericano de dondelógicamente provendría, la cual también puede encontrarseen algunos códices mixtecos y mayas.19 Sin embargo, laconcepción del árbol cósmico está ampliamente difundida enla mitología amerindia de todo el continente, por lo que no

17 C. KELLEY, “Speculations on the

Culture History of Northwestern

Mesoamerica”, The Archaeology of West

Mexico, BETTY BELL editora (México,

Sociedad de Estudios Avanzados del

Occidente del México, Ajijic, Jalisco

1974), 19-39.

18 KELLEY, “Speculations on the

Culture History”19 Confróntese Kelley, “Speculations

on the Culture History, 27-29.

Page 38: Transicion num 32

38 .transición.

se puede plantear una originalidad mesoamericana, puessería necesario probar su difusión hacia distintos lugares delcontinente.20

Trabajos posteriores al de Kirchhoff han abundado en loque define o debe definir Mesoamérica, logrando acuerdos ydesacuerdos. Pero, con todas las diferencias que puede haberentre los distintos autores, durante el tercer cuarto del sigloXX la comunidad arqueológica ha compartido una idea deMesoamérica que ha hecho irrelevantes los datos provenien-tes de regiones diferentes al centro de México y el área Maya.21

Por ejemplo, el conocimiento sobre el occidente y noroeste deMéxico ha sido de uso difícil porque estas regiones no habíanestado integradas en alguna parte de la estructura teórica delos estudios mesoamericanos. Incluso cuando las regiones eranincluidas geográficamente como parte de Mesoamérica norecibieron un papel en la definición conceptual de ésta.22

Al norte de Mesoamérica, Kirchhoff definió dos macrore-giones: Aridoamérica y Oasisamérica.23 Éstas se definen comoáreas de recolectores y agricultores respectivamente. Saueren desacuerdo con los nombres otorgados a esta gran regióndel norte de México y suroeste de los Estados Unidos expresóque: “esas culturas [que se encuentran en aquella región]no son el producto de ambientes específicos como los nombreslo sugieren. Una cultura debe ser reconocida en términosculturales”.24

Además, esos nombres también son el resultado de unaconcepción generalizada de aridez en el norte, pues común-mente se acepta que:

El norte de México comprende vastas regiones áridas o semiáridascomo la península de Baja California, grandes extensiones de los estadosde Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y norte de Tamaulipas;porciones de Durango, Zacatecas, San Luis Potosí, Aguascalientes,norte de Jalisco, Guanajuato, y Querétaro. [...] una extensión más o

20 Las Mitológicas de C. LÉVI-STRAUSS

(1968-1976 [1964-1971]) contienen

múltiples ejemplos de mitos que hacen

referencia al “árbol cósmico” que

permite comunicación entre el cielo y la

tierra. Véase particularmente “Un plato

de callos a la mandan”, Mitológicas III.

El origen de las maneras de mesa

(México, Siglo XXI editores, 1970

[1968]): 259-276.

21 S. GORENSTEIN Y MICHAEL FOSTER,

“West and Northwest Mexico. The Ins

and outs of Mesoamerica”, en MICHAEL

FOSTER y SHIRLEY GORENSTEIN editores,

Greater Mesoamerica. The Archaeology of

West and Northwest Mexico, (Salt Lake

City, University of Utah Press, 2000), 7.22 GORENSTEIN Y FOSTER, “West and

Northwest Mexico”, 7.23 P. KIRCHHOFF, “Gatherers and

Farmers in the Greater Southwest: A

Problem in Classification”, American

Anthropologist (Arlington, American

Anthropologist, 1954), 4: 529-560.24 C. SAUER, en Paul Kirchhoff,

“Gatherers and Farmers in the Greater

Southwest: A Problem in Classification”,

American Anthropologist, (Arlington,

American Anthropological Association,

1954), 56, 4: 553.

Page 39: Transicion num 32

.transición. 39

menos llana, el Altiplano Central, configura un escudo que se caracterizapor su aridez y vegetación raquítica, limitada a matorrales, agaves ycactáceas, plantas resistentes a un medio carente de humedad.25

Sin embargo, es muy importante tomar en cuenta que:

La característica principal de ese territorio, atravesado a la mitad por elTrópico de Cáncer, es el amplio y complejo abanico de nichosecológicos al que da lugar la Sierra Madre Occidental, por lo que lasapelaciones que se han propuesto generalmente para el norte de México,como Aridamérica, resultan particularmente inadecuadas porque ignoranprecisamente tal diversidad geográfica.26

Otra objeción se observa si se trata de establecer clasificacio-nes en los términos propuestos por Kirchhoff, es decir, comoáreas de recolectores y agricultores. Beals señala, por ejemplo,que sobre la base de los patrones de subsistencia, lostarahumaras (ubicados por Kirchhoff fuera de Mesoamérica)ofrecen una dificultad particular para la clasificación deKirchhoff. El tipo de agricultura de temporal en tierras altaspracticada por los tarahumaras, en realidad tiene mucha másrelación con la que puede encontrarse entre otra gente del surde la Sierra Madre Occidental, como son coras y huicholes(a quienes Kirchhoff ubica en Mesoamérica). Beals tambiénmenciona que los cultivos tarahumaras son quizá más seme-jantes a los de las tierras altas de la Mixteca que a los de losindios pueblo norteamericanos (con los que compartirían unade las áreas propuestas por Kirchhoff).27 Es decir, una vez másse hace evidente el problema de las fronteras mesoamericanas,problema sobre el que regresaré líneas adelante. Ahora, medetendré a comentar otra denominación que intenta explicarnuestra región de estudio.

25 J. NÁREZ, “Aridamérica y

Oasisamérica”, en Historia antigua de

México volumen I: el México antiguo, sus

áreas culturales, los orígenes y el

horizonte Preclásico, LINDA MANZANILLA y

LEONARDO LÓPEZ LUJÁN coordinadores

(México, Instituto Nacional de

Antropología e Historia-Universidad

Nacional Autónoma de México-Miguel

Ángel Porrúa, 2000), 123-124.26 M. HERS, “Zacatecas y Durango.

Los confines tolteca-chichimecas”, La

Gran Chichimeca. El lugar de las rocas

secas, BEATRIZ BRANIFF coordinadora

(México, Consejo Nacional para la

Cultura y las Artes-Jaca Book, 2001),

116.27 R. BEALS, en PAUL KIRCHHOFF,

“Gatherers and Farmers in the Greater

Southwest: A Problem in Classification”,

American Anthropologist, (Arlington,

American Anthropological Association,

1954), 56, 4: 552.

Page 40: Transicion num 32

40 .transición.

EL NORTE DE MÉXICO COMO LA GRANCHICHIMECA Y EL SUROESTE DE LOS ESTADOSUNIDOS.

Como vimos líneas arriba, el término Chichimeca se ha usa-do al menos desde el siglo XVI para aludir al norte del actualterritorio mexicano y a su población. En arqueología ha sidotomada la idea transmitida por los informantes de Sahagúnen esa época para referirse al vasto territorio septentrional delactual México y el suroeste de los Estados Unidos. Charles DiPeso, a quien se debe su introducción en arqueología, buscabaencontrar un término que pudiera comprender a los territo-rios adyacentes de ambos lados de la frontera entre México ylos Estados Unidos, sin hacer referencias a las actuales fronte-ras políticas, o a un ambiente o a una cultura prehistórica enparticular como lo hacen los términos Suroeste o Noroeste,que se refieren a los Estados Unidos y México respectiva-mente.28 La Gran Chichimeca se define principalmente comouna zona de viaje en “tiempos aborígenes”.29 Su utilizaciónpermite además, según Di Peso, establecer relaciones de esaregión con Mesoamérica, pues incluso en el siglo XVI su usovenía ligado al centro de México. En ese sentido, se resolveríael problema de la frontera septentrional mesoamericana.

Aunque la idea de la Gran Chichimeca no ha tenido hastaahora una mayor influencia en los trabajos de carácteretnográfico de la antropología mexicana, recientemente se hacomenzado a utilizar como categoría de análisis en trabajosetnohistóricos;30 pero es en arqueología donde ha encontradoun mayor número de seguidores. El uso de este conceptoencuentra su consolidación más clara en el libro titulado LaGran Chichimeca, el lugar de las rocas secas, coordinado por BeatrizBraniff.31 El uso que Braniff da al concepto formulado por DiPeso está relacionado con su abierta oposición al términoSouthwest o Suroeste32 —también rechazado por Di Peso—empleado por los antropólogos norteamericanos.

28 C. DI PESO, Casas Grandes. A Fallen

Trading Center of the Gran Chichimeca,

volumen I, (Flagstaff y Dragoon,

Arizona, Amerind Fundation

Publications-Northland Press, 1974), 49.29 DI PESO, Casas Grandes, 54.30 C. SHERIDAN, “Territorios y

fronteras en el Noreste novohispano”,

Trabajo preparado para el V Coloquio

PAUL KIRCHHOFF del 2 al 7 de septiembre

de 2002, (Instituto de Investigaciones

Antropológicas-Universidad Nacional

Autónoma de México).31 B. BRANIFF, La Gran Chichimeca. El

lugar de las rocas secas, BEATRIZ BRANIFF

coordinadora (México, Consejo Nacional

para la Cultura y las Artes-Jaca Book

2001).32 El uso que los antropólogos

norteamericanos hacen del término

Southwest queda bien ilustrado en A.

Ortiz, editor, Handbook of North

American Indians, vols. 9 y 10

(Washington, D. C., Smithsonian

Institution Press, 1979 y 1983). L.

CORDELL, Prehistory of the Southwest

(Orlando, Academic Press, Inc, 1984), 2,

utiliza el término Southwest para

denominar la región entre “Durango,

México y Durango, Colorado, y entre Las

Vegas, Nuevo México y Las Vegas,

Nevada”.

Page 41: Transicion num 32

.transición. 41

El concepto de “Suroeste” es inaceptable puesto que hoy en día nosólo se refiere a una región que originalmente [no] se encontraba enesa porción de Estados Unidos, sino que se ha extendido para incorporarculturas del norte de México y parte del septentrión mesoamericano.33

Estando de acuerdo con Di Peso y Braniff en el rechazo delconcepto “Suroeste”, consideramos que también el término de“Gran Chichimeca” es inaceptable. En la Gran Chichimeca sepretende englobar un vasto territorio culturalmente muydiverso. La Gran Chichimeca “es muy grande”. Si bien todassus culturas pueden estar relacionadas, hay contrastes im-portantes que deben distinguirse, como por ejemplo, entreel noreste y el noroeste de México. Además, con el tiempo,el término “chichimeca” adquirió una carga peyorativa —bár-baro-salvaje—. También es un término bastante confuso, pues“en el siglo XVI y todavía ahora, se refiere a la vez a un espacio,a un nivel de desarrollo cultural, a una supuesta entidad étnicay a una tierra de origen”.34 Y, si el objetivo es reconocer lasparticularidades del norte de México, entonces por qué seguirusando un término utilizado en el pasado por las nahuas delaltiplano mexicano, “Chichimecatlalli”, para referirse y abar-car a una gran masa de pueblos con culturas diversas. Esaimagen del indio bárbaro norteño, reforzada durante la épocacolonial por la visión europea, particularmente en lo que serefiere a su espacio, un espacio vacío y hostil: desierto/ nóma-das/ barbarie; que se opone a: espacio cultivado/ sedentarios/civilización35 sigue pesando sobre el término “chichimeca”.

Reconozco que hay un esfuerzo por parte de Braniff y loscolaboradores de La Gran Chichimeca36 por descargar el términode su contenido peyorativo y confuso. Desafortunadamente,el uso de los términos empleados en la definición de las regio-nes influye mucho en su concepción. De tal forma que si conti-nuamos empleando el término “chichimeca” para referirnos alas culturas norteñas, seguiremos descalificando o idealizandoa ese supuesto indio bárbaro, aguerrido, salvaje o indómito.

33 B. BRANIFF, “La frontera

septentrional de Mesoamérica”, en

Historia antigua de México volumen I: el

México antiguo, sus áreas culturales, los

orígenes y el horizonte Preclásico, LINDA

MANZANILLA y LEONARDO LÓPEZ LUJÁN,

coordinadores (México, Instituto

Nacional de Antropología e Historia

Universidad Nacional Autónoma de

México-Miguel Ángel Porrúa, 2000), 159.34 M. HERS Y MARÍA DE LOS DOLORES

SOTO, “La obra de BEATRIZ BRANIFF y el

desarrollo de la arqueología del norte

de México”, Nómadas y sedentarios en el

norte de México. Homenaje a BEATRIZ

BRANIFF (México, Universidad Nacional

Autónoma de México-Instituto de

Investigaciones Antropológicas

Instituto de Investigaciones Estéticas

Instituto de Investigaciones Históricas,

2000), 42.35 G. ROZAT, América, imperio del

demonio. Cuentos y recuentos, (México,

Universidad Iberoamericana, 1995), 66.36 Es importante resaltar los

distintos énfasis a los que recurren los

colaboradores de La Gran Chichimeca,

op. cit. pues sólo HERS y BRANIFF tratan

de difusiones panregionales, mientras

que CORDELL, GUTIÉRREZ y VILLALPANDO

enfatizan desarrollos locales.

Page 42: Transicion num 32

42 .transición.

EL PROBLEMA DE LAS FRONTERAS EN LAS ÁREASCULTURALES.

Hay algunos problemas derivados de tratar de poner a lasculturas, las áreas culturales o los grupos etnolingüísticos enun mapa. Uno de ellos es la “cosificación” de los conceptos,olvidando que éstos son meras herramientas de análisis. “Alconvertir los nombres en cosas creamos falsos modelos de larealidad”.37 Por ejemplo, pensar en una línea que separaMesoamérica del norte de ésta, es pensar en una fronteraseptentrional mesoamericana que impide que las culturas deambos lados de ésta tengan alguna relación de importancia.

No debemos perder de vista que a la noción de Mesoaméricasubyace el referente de “área cultural”. Dicho referente consti-tuye una herramienta que surgió con la finalidad de organizarlos datos de campo, principalmente los de los etnólogos. “Tuvosu origen en las exigencias prácticas de la investigaciónetnográfica americana, que lo elaboró como instrumentoheurístico para clasificar y para representar cartográficamentelos grupos tribales de Norteamérica y Sudamérica”.38 Es im-portante notar que uno de los primeros empleos importantesde la idea de área cultural fue el de facilitar la presentación deobjetos etnográficos en los museos, utilizando categoríasgeográficas para las exposiciones en salas.39 Pero el hecho deque se acostumbre dibujar en los mapas una línea que delimitalas áreas culturales, de ninguna manera debe implicar el fintajante de las características culturales que se encuentran enella, máxime si no existe un accidente geográfico que así lohiciera pensar.

Eric Wolf observó para el caso mesoamericano, que “ningunabarrera de mar o tierra firme de mayor importancia marca yael límite entre el norte y las altas mesetas del centro”.40

Este problema se ha hecho más evidente cuando ha sidonecesario explicar por qué se encuentran algunos de los ele-mentos típicamente mesoamericanos fuera de sus fronteras.Para responder a ello se ha recurrido básicamente a dos expli-

37 WOLF, Europa y la gente sin

historia, 19.38 M. HARRIS, El desarrollo de la

teoría antropológica. Una historia de las

teorías de la cultura, (México, editorial

Siglo XXI, 1996 [1968]), 323.39 HARRIS, El desarrollo de la teoría

antropológica, 323.40 E. WOLF, Pueblos y culturas de

Mesoamérica (México, Biblioteca Era,

1980 [1959]), 17.

Page 43: Transicion num 32

.transición. 43

caciones. Primero, trabajos como los de Hers pretenden ex-plicar la presencia de elementos típicamente mesoamericanosal norte de sus fronteras por los viajes o conquistas de losmesoamericanos a aquella región.41 O bien, la propuesta de laMesoamérica Mayor de Kelley en la que se plantea que existióun área geográfica mayor que comprendió desde la regiónmesoamericana hasta el Suroeste de los Estados Unidos.42 Unbuen ejemplo en el que se sigue esta propuesta es el libro GreaterMesoamerica.43

Pero en cambio, cuando se habla de una Mesoamérica con-temporánea se ha evitado explicar si sus límites permanecental como los definiera Kirchhoff para el siglo XVI. En ocasionesestos límites parecen extenderse, pues, con frecuencia, se haapelado a la “mesoamericanización” de ciertas regiones.Por ejemplo, en Tamoanchan y Tlalocan, López Austin afirmaque la mesoamericanización de los huicholes fue marginal. Loanterior parece significar que los huicholes, en algún momen-to de su historia, adquirieron características culturales pro-pias de Mesoamérica. El caso huichol se presta para ilustrarel problema de las fronteras, pues en esta cultura es posibleobservar rasgos culturales “muy mesoamericanos” y otroscaracterísticos de la región de los indios pueblo.44 En este casotambién es posible notar que, si bien los huicholes fueronincluidos por el propio Kirchhoff dentro de los límitesmesoamericanos, la información disponible sobre esta culturano forma parte de la estructura teórica de la noción deMesoamérica.

LOS YUTOAZTECAS CENTRALES DEL NOROESTE DEMÉXICO Y EL SUROESTE DE LOS ESTADOS UNIDOS.

Haciendo evidente el problema de las fronteras, debemostener claro que es necesario trabajar con una categoría deanálisis que nos permita contemplar las relaciones e influen-cias culturales, de forma recíproca, que pudo y puede haberentre Mesoamérica y la región al norte de ésta. En ese sentido,

41 HERS, Zacatecas y Durango.42 C. KELLEY, “Cultural Symbioses

and Zonal Penetration of the

Fluctuating Northwest Frontier of

Greater Mesoamerica” (inédito) citado

por PETER JIMÉNEZ, “El viejo y mar

chichimeca”, en MARÍA TERESA CABRERO,

JAIME LITVAK y PETER JIMÉNEZ, coordina-

dores, Homenaje al Dr. John Charles Kelly

(México, Universidad Nacional

Autónoma de México-Instituto de

Investigaciones Antropológicas, 2002

[1978]), 61-78; C. KELLEY, “Discussion of

Papers by Plog, Doyel y Riley, en Current

Issues in Hohokam Prehistory:

Proceedings of a Symposium, DAVID

DOYEL Y FRED PLOG editores, (Tempe,

Archaeological Research Papers, Arizona

State University, 1980), 23: 49-66; C.

KELLEY, “Evaluación del concepto de

Mesoamérica desde la frontera

noroccidental”, La validez teórica del

concepto Mesoamérica (México, Instituto

Nacional de Antropología e Historia-

Sociedad Mexicana de Antropología,

1990), 109-117.43 M. FOSTER Y SHIRLEY GORENSTEIN,

Greater Mesoamerica. The Archaeology of

West and Northwest Mexico, (Salt Lake

City, University of Utah Press, 2000). Es

importante mencionar que si bien la

idea de la Mesoamérica Mayor es

claramente atribuible a CHARLES KELLEY,

PHIL C. WEIGAND, en “La prehistoria del

estado de Zacatecas: una

interpretación”, Zacatecas, (Zacatecas,

Universidad Autónoma de Zacatecas,

1978), 1: 212. presenta en el año de

1978 un texto en el que, si bien no usa

el mismo nombre que KELLEY, muestra

una mapa de la región “mesoamericana”

en el que se incluyen las áreas

Hohokam y Anazazi, también incluidas

en la Mesoamérica Mayor.44 Y por qué no al revés, pues

también podríamos decir que en

Mesoamérica y la región de los indios

pueblos hay características culturales

propias de los huicholes.

Page 44: Transicion num 32

44 .transición.

la línea que limita Mesoamérica sólo es útil para dar cuentade algunas características culturales que se concentran enesa región geográfica, tales como: calendarios, cierto tipo dearquitectura, algunas formas de organización social, cierto tipode patrones de asentamiento, un sistema de creencias, unatecnología específica relacionada con el cultivo del maíz y eluso de libros de papel y piel doblados en forma de biombos.

Algunas de esas características son compartidas con otrasregiones. Hay una larga tradición de antropólogos norte-americanos que ha hecho estudios comparativos entreMesoamérica y el Suroeste de Estados Unidos mostrando susmás evidentes relaciones.45 El mismo Di Peso considerabaCasas Grandes como un puesto de avanzada mesoamericano.46

También hay trabajos más recientes como los de Taube ySchaafsma que proponen relaciones entre Mesoamérica conlos indios pueblo.47 Algo notorio en estos trabajos es que todosellos intentan probar esa relación a partir de algún tipo dedifusión. Se ha superado el particularismo histórico, pero setitubea ante el difusionismo. También se ha pasado por altoal norte de México yendo directamente de Mesoamérica alSuroeste de los Estados Unidos, justificando dicho salto alconsiderar estás dos regiones como centros de “alta cultura”,pasando por encima de las que no lo son, ignorando que mu-cha de las respuestas sobre la interacción de esas dos áreasseguramente se encuentran en el zona intermedia.48

Los conceptos que hasta aquí hemos analizado provienenprincipalmente de la arqueología y se han extendido a laantropología en general. Por otra parte, desde la lingüísticatambién se han generado categorías para el estudio de lospueblos, o mejor dicho para el estudio de la lengua de lospueblos de la región que nos ocupa, y se han extendido alestudio de otros ámbitos de su cultura.

Atendiendo a una clasificación lingüística, la mayoría delos grupos indígenas del noroeste de México y algunos del su-roeste de los Estados Unidos forman parte del la familiayutoazteca o yutonahua49 (donde una vez más las fronteras

45 Confróntense F. H. Cushing, My

Adventures in Zuñi (Palmer Lake,

Colorado, Filter Press, Native American

Historical Reprint Series, 1998 [1882-

83]); ADOLPH BANDELIER, «The Discovery

of New Mexico by Fray Marcos de

Nizza», en HEDRICK, BASIL C., J. CHARLES

KELLEY y CARROLL L. RILEY, editores: The

Mesoamerican Southwest: Readings in

Archaeology, Ethnohistory and Ethnology

(Carbondale y Edwardsville Southem

Illinois University Press, 1974 [1886]),

38-48; WA1TER J FEWKES, Hopi Snake

Ceremonies. (Avanyu, Albuquerque,

2000 [1897 y 1900]).46 DI PESO, Casas Grandes.47 K. TAUBE, “Lightning Celts and

Corn Fetishes: The Formative Olmec and

the Development of Maize Symbolism in

Mesoamerica and the American

Southwest», en JOHN E. CLARK y MARY E.

PYE editores, Olmec Art and Archaeology

in Mesoamerica (New Haven, National

Gallery of Art, Washington-Vale

University Press, 2000), 297-337; P.

Schaafsma, «Tlalocs, Kachinas, Sacred

Bundles, and Related Symbolism in the

Southwest and Mesoamerica,» en, C. F.

Schaafsma y Carroll L. Riley editores,

The Casas Grandes World (Salt Lake City,

The University of Utah Press, 1999),

164-192.48 D. PHILLIPS, “Prehistory of

Chihuahua and Sonora, Mexico”, Journal

of the Prehistory (Plenum, Seattle,

1989), 3, 4: 374.49 En este texto utilizaremos ambos

términos de forma indistinta.

Page 45: Transicion num 32

.transición. 45

artificiales carecen de sentido). De acuerdo con lo que hemosdiscutido hasta aquí, resulta necesario saber si estos gruposcomparten culturalmente algo más que el origen común desus lenguas.

Las lenguas yutoaztecas (en ingles Uto-Aztecan)50 se agru-pan en dos troncos básicos, uno al norte y otro al sur. El troncosureño conforma la subfamilia yutoazteca del sur. Con lo querespecta a las lenguas del norte hay al menos dos posicionesdiferentes. Una, asumida por Miller, quien al analizar losdatos léxicos de 32 lenguas sostiene que el grupo norteño noconforma una unidad, aunque sí el sureño.51 Y otra, sostenida

Mapa 1: Distribución de las lenguas yutoaztecasFUENTE: W. MILLER48

50 W. MILLER, “Uto-Aztecan

Languages”, en ALFONSO ORTIZ editor

Handbook of North American Indians,

Southwest, volumen 10 (Washington, D. C.,

Smithsonian Institution Press, 1983), 114

51 W. MILLER, “The Classification of

the Uto-Aztecan Languages Based on

Lexical Evidence”, International Journal

of American Linguistics (Chicago, The

University of Chicago Press, 1984) 50,

1: 1-21.

Page 46: Transicion num 32

46 .transición.

por Cortina-Borja y Valiñas, quienes analizan bajo una varie-dad de métodos los materiales de Miller (enriquecidos con lainformación de seis lenguas más), encontrando la suficienteevidencia para justificar la clara separación entre las lenguasyutoaztecas del norte y del sur y sostener la existencia tantode la subfamilia yutoazteca sureña como norteña.52

En ambos casos, la subfamilia yutoazteca sureña contem-plaría una división principal entre la rama sonorense y laaztecaza. La primera, dividida en las subramas tepimana,tubar, corachol y taracahita. La filiación entre lenguas encuen-tra su representación gráficamente bajo el modelo de árbolgenealógico, que:

Si bien no es el mejor recurso para indicar las relacione ‘genéticas’entre lenguas, su uso permite, al menos inicialmente partir delsiguiente supuesto lingüístico: la evolución de las lenguas va de unproceso cuantitativo de dialectalización (es decir, de conformación devariantes dialectales) hasta un proceso cualitativo de generación delenguas diferentes.53

Recientemente Jane Hill ha mostrado, con base en evidencialéxica, que los grupos yutoaztecas comparten elementos de unacultura del maíz que les distingue de otros grupos lingüísticos.55

Cuadro 1: Las lenguas yutoaztecas sureñas bajo el modelo de ÁrbolGenealógico

FUENTE: L. VALIÑAS54

52 M. CORTINA BORJA Y LEOPOLDO

VALIÑAS, “Some Remarks on Uto-

Aztecan Classification”, International

Journal of Amrican Lingustics (Chicago,

The University of Chicago Press, 1989),

55, 2: 214-239.53 L. VALIÑAS, 2000, “Lo que la

lingüística yutoazteca podría aportar en

la reconstrucción histórica del norte de

México”, Nómadas y sedentarios en el

norte de México. Homenaje a BEATRIZ

BRANIFF, (México, Universidad Nacional

Autónoma de México-Instituto de

Investigaciones Antropológicas-

Instituto de Investigaciones Estéticas-

Instituto de Investigaciones Históricas),

175-205.54 VALIÑAS, “Lo que la lingüística

yutoazteca”, 180-182.55 J. HILL, “Proto-Uto-Aztecan: A

Community of Cultivators in Central

Mexico?”, en: American Anthropologist

(Arlington, American Anthropological

Association, 2001), 103, 4: 913-934; J.

Hill, “The Uto-Aztecan Presence in the

U.S. Southwest: The Evidence From

Language”, ponencia presentada en el

World Archaeological Congress,

Washington, DC del 21 al 26 de junio

de 2003.

Page 47: Transicion num 32

.transición. 47

Lo anterior apoya la hipótesis de que la domesticación del maízy la subsiguiente expansión de la gramínea corrió del centrode México hacia al norte, lo que también trajo consigo la diver-sificación del grupo proto-yutoazteca en cinco lenguas des-cendientes: proto-yutoazteca del norte, proto-tepimano, proto-taracahita, proto-tubar y proto-corachol-aztecano. Esto ten-dría serias implicaciones en contra de las múltiples formasde “frontera mesoamericana” que se han propuesto, pues su-pone el constante tránsito de ideas, tecnología, lenguaje y cul-tura material relacionada al cultivo del maíz, entre el centrode México y el actual suroeste norteamericano, desde una épo-ca tan antigua como 5 600 AP (fecha de la primera evidencia dedomesticación del maíz en el centro de México) y 3 000 AP (fe-cha de las primeras evidencias del uso del maíz en NuevoMéxico.56

Hill también ha propuesto que en la religión de los gruposde filiación lingüística yutoazteca hay un sistema en el que laalusión a objetos brillantes y coloridos (cromatismo) refierena lo que ha llamado “mundo floreado” (Flower World).57 El cantoes el género verbal más apropiado para invocar el simbolismode las flores que refiere a los aspectos del “mundo floreado”.En éste, las flores representan el mundo de los espíritus yal aspecto espiritual de los seres humanos. En ambos casos,las propuestas de Hill evidencian la influencia recíproca de lacultura y la lengua de los pueblos de filiación lingüísticayutoazteca, suponiendo una permanencia milenaria de elemen-tos culturales que comparten esos grupos desde la época de ladiversificación de la comunidad lingüística proto-yutoazteca.

Hasta aquí, la propuesta de Hill no presenta ni sugiere, conbase a la evidencia léxica, ningún tipo de corte o frontera entrelos yutoaztecas mesoamericanos y los que se encuentran alnorte de este territorio. Más aún, también muestra el contactoy las influencias lingüístico-culturales de estos grupos haciaotros más meridionales hablantes de lenguas mayenses.58

Edward Spicer acuñó el término “yutoaztecas centrales”para referirse a un extendido conjunto de grupos indígenas

56 HILL, “Proto-Uto-Aztecan”, 913.57 J. HILL, “The Flower World of Old

Uto-Aztecan”, Journal of Anthropological

Research (Albuquerque, University of

New Mexico, 1992) 48: 117-144.58 HILL, “The Flower World”, 117.

Page 48: Transicion num 32

48 .transición.

dentro de los mismos yutoaztecas.59 Los yutoaztecas centralescomprenderían cuatro “culturas”: huichol-cora, tarahumara,mayo-yaqui y la pima-tepehuán.60 En esta categoría quedaincluida toda la población indígena asentada entre el Río Gilaen Arizona y el extremo sur de la Sierra Madre Occidental enel estado de Jalisco, con excepción de los seris, los yumanos delRío Colorado y los mexicaneros, hablantes de náhuatl Todosestos grupos comparten formas de organización social, prác-ticas rituales, y una de las características que más los distin-gue: un patrón de asentamiento disperso.61

En el ordenamiento de los grupos “yutoaztecas centrales”,Spicer combina criterios lingüísticos y culturales, fijándoseparticularmente en la religión, así como en la posición geográ-fica en que se encuentra este gran grupo con relación a losotros yutonahuas. Atendiendo al ámbito religioso, este autorpropone que los sistemas de las cuatro culturas referidas sonuna variación de un mismo sistema religioso mayor, propiode los yutoaztecas centrales.62 También plantea que la reli-gión de estos grupos posé característica que permiten diferen-ciarle de los grupos nahuas del centro de México y los shoshón delnorte.63

Spicer desarrolló su propuesta comparando tres de los sis-temas propuestos: mayo-yaqui, huichol-cora y tarahumara.El estudio de la religión de los pima-tepehuanes fue descartadoal considerar que en esa época no se conocía mucho sobre ellos,lo que impedía mostrar, a partir de éstos, algunos de lospatrones básicos del sistema religioso de los yutoaztecas cen-trales.64 Los rasgos diagnósticos de la ideología ritual de losyutoaztecas centrales son los siguientes:65

1. La división dual del calendario ritual, con fuerte énfasis en el cambioanual del tema ceremonial.2. La división sexual entre los seres sobrenaturales es importante enconexión con la división estacional.3. La organización de parentesco de los dioses que incluyenvariaciones de Nuestro Padre Sol y Nuestra Madre la Germinación.

59 EDWARD SPICER, “Apuntes sobre el

tipo de religión de los yutoaztecas

centrales”, Actas y memorias del XXXV

Congreso Internacional de

Americanistas, 2, (México, Congreso

Internacional de Americanistas, 1964),

27-38.60 SPICER no menciona a los

guarijíos, que por nuestra parte y de

acuerdo con su filiación lingüística,

consideramos podrían ser agrupados con

los tarahumaras.61 Confróntese T. Hinton, “Southern

Periphery: West”, en ALFONSO ORTIZ

editor, Handbook of North American

Indians, Southwest, volumen 10

(Washington, D. C., Smithsonian

Institution Press), 315-328.62 SPICER, “Apuntes sobre el tipo de

religión de los yutoaztecas centrales”, 27.63 SPICER, íbidem, 36.64 SPICER, íbidem, 28.65 SPICER, íbidem, 36.

Page 49: Transicion num 32

.transición. 49

4. El trabajo ceremonial se lleva a cabo por grupos y se concibecomo muy arduo.5. El trabajo ceremonial está dirigido a armonizar las relaciones socialesdel mundo.6. La danza y la canción son las técnicas rituales más importantes ytienen lugar en un patio especial.7. La sangre y la flor son los ofrecimientos importantes y constituyenenlaces entre los hombres y los seres sobrenaturales.

Desde la lingüística es necesario hacer una observación enparticular. El conjunto de estos grupos coincide con la deno-minada rama sonorense de las lenguas yutoaztecas.66 Pero esprecisamente la existencia de esta rama lo que ha generadodiversos desacuerdos en la clasificación de las lenguasyutonahuas. Kroeber cuestionó su existencia, particularmentepor las diferencias de las lenguas pima-tepehuanas (tepimanas)con las del resto del grupo.67 De la misma forma, en el modeloseguido por Hill y mencionado líneas arriba, en el que se pasadel modelo de “árbol” al modelo de “rastrillo” (cuadro 2), la ramasonorense pierde sentido, pues dicho modelo implica que ladiversificación de las lenguas yutonahuas en cinco lenguashijas (proto-yutoazteca del norte, proto-tepimano, proto-taracahita, proto-tubar y proto-corachol-aztecano) fue másacelerada de lo que antes se planteaba, de tal forma que todaslas lenguas de la familia son más o menos equidistantes encuanto a su separación del proto-yutoazteca.68

Con fundamento en el criterio lingüístico, Spicer reunió alos distintos grupos indígenas para conformar las cuatro “cul-turas” de los yutoaztecas centrales. Atendiendo a ese criteriodebemos poner particular atención en la “cultura pima-tepehuán”. Recientes investigaciones han demostrado que másallá de la estrecha relación lingüística que tienen los grupospima-tepehuanes (llamados tepimanos hoy en día), mantie-nen una relación débil en otros planos de la cultura, lo quedificultaría agruparlos de la forma como lo hizo Spicer.69

66 MILLER, “Uto-Aztecan Languages”,

120.67 ALFRED L. KROEBER, “Uto-Aztecan

Languages of Mexico”, Ibero-Americana,

(Berkeley, University of California

Press, 1934), 8: 6.68 HILL, “Proto-Uto-Aztecan”.69 A. REYES, Pimas, pápagos y

tepehuanes. Se trata de la investigación

del autor del presente artículo a la cual

pertenece la versión original de este

texto. Asimismo, KROEBER en su texto de

1934, (Uto-Aztecan Languages of

Mexico, 3) decía de los pima-tepehuanes

que, culturalmente, no había

indicadores de una uniformidad cultural

como lo había en el plano lingüístico.

Page 50: Transicion num 32

50 .transición.

En un trabajo más reciente, Coyle recupera la propuesta deSpicer, llamando la atención de que “una lectura más cuidado-sa de la literatura etnográfica pone de manifiesto que ciertasformas rituales rebasan los límites étnicos y lingüísticos, vin-culando etnográficamente a todos estos grupos [yutoaztecascentrales] entre sí”.71 Este autor muestra las amplias semejan-zas de los sistemas rituales de los huicholes, los yaquis, lostarahumaras y los pápagos (una cultura de cada uno los cua-tro conjuntos propuestos por Spicer) en torno a lo que deno-minó “complejo de la danza de venado”. Este complejo tendríacuatro características que claramente distingue a estos gru-pos indígenas de sus vecinos, y son:72

(1) danzas y cantos acompañados por instrumentos de percusión(frecuentemente una raspa) que duran toda la noche y que se realizanen patios ceremoniales con altares orientados hacia el oriente bajo ladirección de un único especialista religioso masculino;(2) la evocación de un pariente masculino divinizado que sirve comointermediario entre el ámbito de los seres humanos mortales y el mundoimperecedero de los espíritus;

Cuadro 2: Las lenguas yutoaztecas bajo el modelo de Rastrillo

FUENTE: J. HILL70

70HILL, ídem.71 E. P. COYLE, “La cacería de venado

de los yuto-nahuas centrales”, en:

JOHANNES NEURATH coordinador, Mito y

ritual en la periferia septentrional de

Mesoamérica (México, Consejo Nacional

para la Cultura y las Artes-Fondo de

Cultura Económica, en prensa, 2003), 2.72 COYLE, “La cacería de venado”, 2.

Page 51: Transicion num 32

.transición. 51

(3) una cacería ritual de venado y(4) una ofrenda de carne al sol naciente que se cuelga en un árbol o poste.

Coyle señala además que las características estructurales dedicho complejo no siempre están agrupadas de la misma for-ma. Por ejemplo, los elementos del complejo de la danza devenado aparecen unidos y de forma consistente en los ritualesyaquis y huicholes, mientras que en los casos tarahumaray pápago es necesario atender diversos rituales, no todos aso-ciados a las danzas de venado, para identificar los elementosque lo constituyen.73 Con ello también queda manifiesta laimportancia de estudiar los ciclos o sistemas rituales comple-tos.74 Y es que, si bien hay características rituales que en ungrupo o una comunidad aparecen en la ejecución de una solaceremonia, en otros grupos o comunidades pueden aparecerdispersas en varias ceremonias o grupos de ceremonias.

Tanto el trabajo de Spicer como el de Coyle toman las in-vestigaciones de Konrad T. Preuss como una de las fuentesprincipales de la cultura huichola, pero ninguno de los dosmenciona el argumento de este autor sobre la transformacióndel sistema religioso de los huicholes. Preuss había propuesto,tiempo antes que Spicer, que la religión de los huicholes formabaparte de un sistema mayor que también estaba integrado porel de otras culturas. En la región cultural del Gran Nayar, loshuicholes mantendrían fuertes vínculos con la cultura de loscoras, los mexicaneros y los tepehuanes del sur.75 Pero, paraPreuss, el sistema religioso de las culturas del Gran Nayar noes comprensible haciendo comparaciones únicamente entreellas, sino que además deberá tenerse en cuenta la relación deéstas con las del centro de México. Preuss, definió así lo quedenominó el “círculo cultural mexicano”:

De ninguna manera debemos pensar en un área con fronteras fijas yzonas de influencia claramente perfiladas; más bien se trata de unaregión poco definida donde se presentan ciertas relaciones culturalesconcretas que siempre tienen algo que ver con los antiguos

73 COYLE, ídem.74 A. VAN GENNEP, Los ritos de paso

(Madrid, Taurus, 1986 [1909]).75 K. T. PREUSS, Fiesta, literatura y

magia en el Nayarit. Ensayos sobre coras,

huicholes y mexicaneros, JESÚS JÁUREGUI

y JOHANNES NEURATH, compiladores

(México, Instituto Nacional Indigenista-

Centro Francés de Estudios Mexicanos y

Centroamericanos, 1998), 267; Jorge

ANTONIO REYES VALDEZ, El mitote

communal de los tepehuanes de Santa

María de Ocotán (Juctir), Durango, tesis

de licenciatura en etnohistoria (México,

Escuela Nacional de Antropología e

Historia, 2001).

Page 52: Transicion num 32

52 .transición.

mexicanos, que son la cultura mejor conocida de la zona. Aparte delas tribus nahuas, vive ahí una multitud de pueblos lingüísticamenteajenos como los tarascos, los zapotecos, los mixtecos y los mayas. 76

Este concepto supera el problema de las fronteras rígidas yhace posible el estudio de la interacción cultural.

Las posturas de Preuss y Spicer tienen al menos dos conse-cuencias inmediatas en la forma de aproximarnos a los siste-mas religiosos de los distintos pueblos del noroeste de Méxicoy el suroeste de los Estados Unidos. Por un lado, la propuestade Spicer implica que, si bien todas las religiones de losyutoaztecas centrales son una variación de un único sistemaque las incluye, también postula que las relaciones más estre-chas, de cada grupo indígena en particular, deben buscarseentre sus parientes lingüísticos más cercanos. De tal formaque puede agrupase a los mayos con los yaquis, a lostarahumaras con los guarijíos, a los coras con los huicholes ya los pima-pápago con los tepehuanes. Y aunque Spicer no lomenciona explícitamente, ese parece ser el criterio por el queexcluye a los mexicaneros (hablantes de una variante delnáhuatl) de su esquema. Preuss también recomendó “circuns-cribir las comparaciones a regiones donde existe un parentes-co lingüístico concreto o una acumulación de patrimonio cul-tural compartido tales, que las relaciones históricas a su inte-rior puedan suponerse de antemano”.77 Sin embargo, la expe-riencia etnográfica de Preuss en la región del Gran Nayar de-rivó en una agrupación distinta. Él incluye dentro de unamisma región cultural a huicholes, coras, mexicaneros ytepehuanes del sur.78 Preuss hizo particular hincapié en queestas culturas deben considerarse como parte de un sistemamás amplio de transformaciones (adelantándose al conceptolévistrossiano), al decir que:

Las tres tribus —coras, huicholes y mexicaneros— compartenbásicamente las mismas ideas antiguas, aunque las fiestas [los mitotes]son bastante diferentes en su ejecución y en su número. Por eso,

76 PREUSS, Fiesta literatura y magia,

404. El “circulo cultural mexicano”

planteado por PREUSS, es teóricamente

muy distinto a los “círculos culturales”

de la escuela difusionista.77 Confróntese PREUSS, en PAULINA

ALCOCER, “Lucha cósmica y agricultura

del maíz: la etnología comparativa de

Konrad Theodor Preuss”, en: JOHANNES

NEURATH, coordinador, Mito y ritual en la

periferia septentrional de Mesoamérica

(México, Consejo Nacional para la

Cultura y las Artes-Fondo de Cultura

Económica, México, 2003, en prensa).78 PREUSS, Fiesta, literatura y magia,

267; REYES, El mitote comunal.

Page 53: Transicion num 32

.transición. 53

cuando no se entienda algún detalle de una ceremonia en particular, esmuy aconsejable hacer comparaciones con las fiestas correspondientesde los otros grupos. Eso lleva a mejores resultados que las merasespeculaciones.79

Tanto los postulados de Preuss como los de Spicer contribu-yen forma muy atinada en el estudio de las culturas del no-roeste de México y el suroeste de los Estados Unidos. No obs-tante, el caso pima-tepehuán muestra los límites de la rela-ción concebida como directa entre lengua y cultura, de tal for-ma que el planteamiento de Preuss es, en este caso, más certeroy mejor fundamentado que el de Spicer. No es que no haya unarelación cultural entre los distintos grupos tepimanos (pima-tepehuanes), pero no es más estrecha entre ellos, que entreéstos y sus respectivos vecinos. También hay que señalar que,si bien la propuesta de Preuss para concebir la región culturaldel Gran Nayar sugería incluir en ella a los tepehuanes del sur,él tampoco realizó investigaciones entre éstos, por lo que noproporcionó información empírica que contraviniera de ante-mano la propuesta posterior de Spicer. Sin embargo, yaLumholtz había apuntado la proximidad cultural de lostepehuanes del sur con los otros grupos del Gran Nayar alreferirse al parecido de las ceremonias tipo mitote realizadaspor todos ellos.80 También las investigaciones de Mason sobrelos tepecanos (grupo tepimano) del norte de Jalisco proporcio-naban información que apuntaba en esa dirección.81

La exclusión de los mexicaneros del esquema de Spicer esun punto que también es criticable. No sabemos exactamentecual fue la justificación, aunque parece ser, como mencio-namos antes que, si bien los mexicaneros, hablantes de náhuatlse clasifican como yutoaztecas, no tienen la misma proximi-dad lingüística con los otros grupos, que según algunos auto-res, pertenecen a la rama sonorense. También es probable queinfluyera en Spicer la vieja creencia de que los mexicanerospodrían ser tlaxcaltecas llevados a la región por los españolesdurante la época colonial. Pero no obstante las clasificaciones

79 PREUSS, Fiesta, literatura y magia,

267. Este postulado ha sido consolidado

más recientemente por las

investigaciones de JOHANNES NEURATH, Las

fiestas de la casa grande. Procesos

rituales, cosmovisión y estructura social

en una comunidad huichola, (México,

Instituto Nacional de Antropología e

Historia-Universidad de Guadalajara,

México, 2002 [1998]). Este autor ha

evidenciado que el fundamento de la

religión de los grupos del Gran Nayar se

encuentra en lo que ha denominado

“complejo mitote”.80 C. LUMHOLTZ, El México

Desconocido. Cinco años de exploración

entre las tribus de la Sierra Madre

Occidental; en la Tierra Caliente de Tepic

y Jalisco, y entre los tarascos de

Michoacán. Traducción de BALBINO

DÁVALOS, 2 volúmenes (New York, Charles

Scribner’s Sons, 1904 [1902]), 50.81 J. A. MASON, “The Tepehuan

Indians of Azqueltán”, International

Congress of Americanists Proceedings of

the XVIII Sesion, London, 1912, (PALL

MALL, S. W., Harrison and Sons, 1913),

344-351; “Tepecano, a Piman Language

of Western Mexico,” Annals New York

Academy of Sciences, 1916) 25: 309-416;

“Tepecano Prayers”, International

Journal of American Linguistics, volumen

I, 1917-1920, FRANZ BOAS y PLINY EARLY

GODARD EDITORES (New York, Kraus Reprint

Corporation, 1965 [1918]), 91-153.

Page 54: Transicion num 32

54 .transición.

lingüísticas y las dudas de la época sobre el origen de losmexicaneros, la experiencia de Preuss en el trabajo de campopermitió al etnólogo berlinés agrupar a los mexicaneros conlos otros grupos del Gran Nayar, y que, tal como muestranJáuregui y Magriñá, se trataba de tecualmes (cuya lengua pro-bablemente era una variante del huichol) con cultura de tra-dición nayarita que a finales del siglo XVII y la primera mitaddel siglo XVIII adoptaron como lengua el náhuatl del occiden-te de México. 82

Si bien los casos pima-tepehuán y mexicanero muestranlos límites de la propuesta de Spicer, independientemente delas subagrupaciones que él estableció, la región de losyutonahuas centrales ha probado tener una coherencia conmucho sentido y amplio potencial explicativo, como muestrael trabajo de Coyle.83

EL NOROESTE DE MÉXICO/SUROESTE DE LOSESTADOS UNIDOS Y LA REGIÓN DE LOSYUTOAZTECAS CENTRALES COMO CAMPO DEESTUDIO ETNOLÓGICO.

Si bien no podemos pasar por alto las observacioneslingüísticas y etnográficas señaladas arriba, la propuestade Spicer acerca de la religión de los yutoaztecas centralesmerece ser valorada en el estudio de los pueblos indígenas delnoroeste de México y el suroeste de los Estados Unidos. Perotambién vale la pena tener ciertas consideraciones de carácterteórico que eviten el aislamiento que se hace de la región porrazones analíticas. Es preciso evitar la creación de una fronteraartificial e inexistente que impida relacionar a los yutoaztecascentrales con los grupos de las regiones adyacentes, tanto haciael sur, como hacia el norte y el oriente.

Recuperar el concepto del Círculo Cultural Mexicano, pro-puesto por Preuss,84 será de gran utilidad. El rango de influen-cia del Círculo Cultural Mexicano no está definido, y muchomenos podemos proporcionar sus coordenadas exactas.85 Lo

82 J. JÁUREGUI Y LAURA MAGRIÑÁ,

“Estudio etnohistórico acerca del origen

de los mexicaneros (hablantes del

náhuatl) de la Sierra Madre Occidental”

Dimensión antropológica (México,

Instituto Nacional de Antropología e

Historia, 2002), 26: 27-81. N. ALVARADO

Atar la vida, trozar la muerte. El sistema

ritual de los mexicaneros de Durango,

(México, Universidad Michoacana de

San Nicolás de Hidalgo-Exconvento

de Tiripetío, 2004), 58-70, rechaza este

posible origen de los mexicaneros y

menciona que hay “otras hipótesis por

explorar” como la posibilidad de que

fueran “indios flecheros”. Sin embargo,

no profundiza en ninguna hipótesis en

particular. No obstante, es muy

importante señalar, que el Obispo de

Durango, PEDRO TAMARÓN y ROMERAL,

durante su primera visita pastoral

(1759-1765) no reporto en San Pedro

Jícoras otro grupo indígena que no

fuera el tepehuán, P. TAMARÓN Y

ROMERAL, Demostración del vastísimo

Obispado de la Nueva Vizcaya-1765;

Durango, Sinaloa, Sonora, Arizona, Nuevo

México, Chihuahua y porciones de Texas,

Coahuila y Zacatecas, 1937 (1759-

1765), 57-74.83 COYLE, “La cacería de venado”.84 PREUSS, Fiesta, literatura y magia, 404.

85 Como en el caso de la Gran

Chichimeca, en que incluso se sugiere

los grados de latitud en donde

comienza, confróntese BRANIFF, La Gran

Chichimeca, 9.

Page 55: Transicion num 32

.transición. 55

que debe hacerse es dar cuenta de sus características. Si bienno hay nombres ni términos “inocentes”, me parece que laforma más adecuada para referirnos a esa gran región al nortede Mesoamérica, es simplemente aludiendo a su situación geo-gráfico-política actual: noroeste de México, suroeste de los Es-tados Unidos. Estamos de acuerdo con Phillips cuando argu-menta que la región en su conjunto debería llamarse solamen-te “norte de México”, llamando la atención de que lugares comoChaco Canyon, lejos de estar en el corazón “del suroeste”, seencuadran en la región del margen septentrional de México.86

Sin duda el término tiene mucho sentido, sobre todo en el ám-bito arqueológico. Sin embargo, desde el punto de vistaetnográfico es difícil decir que, por ejemplo, los pimas de lareservación de Gila Bend, Arizona, se encuentran en “el nortede México”. Tampoco debemos atentar contra posibles identi-dades diferenciadas que seguramente se han generado en esosgrupos del suroeste norteamericano como actuales ciudada-nos del vecino país del norte.

El noroeste de México y suroeste de los Estados Unidos (enadelante NO/SO) es muy extenso en términos geográficos. Porlo que en esta región también se puede identificar subregionesque presentan una concentración de similitudes culturales,así como grupos indígenas que tienen más elementos en comúncon ciertos grupos que con otros. En ese sentido, es necesariogenerar categorías regionales dentro del vasto NO/SO que dencuenta de las semejanzas culturales entre grupos. Para ello esde suma utilidad el concepto propuesto por J. P. B. Josselin deJong de campo de estudio etnológico (studieveld).87 Dicho concepto,inspirado en la metodología de Preuss,88 se define de la siguien-te manera:

Se entiende por campo de estudio etnológico, aquellas regiones de latierra con una población cuya cultura es suficientemente homogéneacomo para formar un objeto de estudio etnológico particular, y que almismo tiempo, revela suficiente diversidad en su interior como paraque su investigación comparativa sea fructífera.89

86 PHILLIPS, “Prehistory of

Chihuahua and Sonora”, 374-375.87 J. P. B. JOSSELIN DE JONG, “The

Malay Archipelago as a Field of

Ethnological Study”, P. E. De JOSSELIN DE

JONG, Structural Anthropology in the

Netherlands (Holland-USA, Foris

Publications, (1983 [1935]), 166-182.88 P. ALCOCER Y JOHANNES NEURATH,

“La polémica entre FRANZ BOAS y KONRAD

TH. PREUSS en torno al análisis sistémico

de la mitología kwakiutl”, Antropología,

Boletín Oficial del Instituto Nacional de

Antropología e Historia (México,

Instituto Nacional de Antropología e

Historia, 2002), 68: 51.89 J. P. B. JOSSELIN DE JONG, The Malay

Archipelago, 167; Confróntese F. R.

EFFERT y H. F. VERMEULEN, J. P. B. JOSSELIN

DE JONG, Curator and Archaeologist. A

Study of His Early Career !1910-1935),

Together with a Bibliography of J. P. B.

de JOSSELIN DE JONG (1886-1964) (Leiden

University, Center of Non-Western

Studies, 1992); Confróntese ALCOCER Y

NEURTAH, La polémica entre FRANZ BOAS y

KONRAD TH. PREUSS, 51.

Page 56: Transicion num 32

56 .transición.

Tal vez asignemos algún nombre a nuestros campos deestudio etnológico, en este caso se trata del NO/SO; pero hayque tener cuidado en no cometer algunos de los excesos líneasarriba mencionados, como por ejemplo, concebir nuestro cam-po de estudio como “una cosa”. Para ello es necesario no car-gar el término, o concepto elegido, con un significado mayor odistinto al que inicialmente se le otorgó, a no ser, que puedaprobarse. Tomemos por ejemplo el criterio de los lingüistas.Como hemos mencionado, los grupos denominados yutoaztecascomparten, en principio, sólo su filiación lingüística. Los trabajosde Preuss sobre el Gran Nayar, así como los de Spicer y Coylesobre los yutoaztecas centrales, sugieren sólidamente la con-formación de subcampos de estudio etnológico menores en laregión del NO/SO.90

También es probable que con fines de exposición sea nece-sario señalar las diferentes regiones y subregiones en un mapa.En ese caso, siempre debe tenerse en cuenta que las líneas quelimitan esas porciones geográficas no implican una fronteratajante ni el fin de determinado grupo de características cul-turales, sino los lugares de mayor grado de concentración delas comunidades portadoras de dichas características.

La región del NO/SO no sólo comparte características cul-turales con las regiones adyacentes sino también a muy largadistancia. Por ejemplo, Lévi-Strauss demostró en sus cuatrovolúmenes de Mitológicas cómo la mitología amerindia, en sutotalidad, constituye un macrosistema de transformaciones y sola-mente puede comprenderse como tal.91 Así, debemos entenderque nuestros campos de estudio etnológico son transforma-ciones regionales de un sistema mayor americano.

Pero, si bien la perspectiva americanista de Lévi-Strausspropone una metodología que permite entender la relaciónentre las distintas regiones sin caer en los particularismos ylas fronteras artificiales, debemos tomar precauciones parano sacrificar las particularidades de cada región con el afánde establecer las similitudes. Es decir, “para la comprensióncabal de los procesos culturales macroregionales no nos sirve

90 PREUSS, Fiesta, literatura y magia;

Spicer, Apuntes sobre el tipo de religión

de los yutoaztecas centrales; COYLE, La

cacería de venado.91 LÉVI STRAUSS, Mitológicas, 4 vols.

Page 57: Transicion num 32

.transición. 57

el particularismo a ultranza, pero tampoco las propuestas quepasan por alto las peculiaridades culturales dentro de unasupuesta macroárea”92 . Y es que sólo el análisis conjunto desemejanzas y divergencias permite alcanzar una visión, dondelos datos de un grupo arrojan luz sobre los demás.93

En resumen, la región geográfica que se encuentra al nortede Mesoamérica, constituida por el noroeste de México yel suroeste de los Estados Unidos (NO/SO), forma parte deun sistema de transformaciones culturales americanas cuyosvínculos culturales más directos se hallan en la regiónmesoamericana. Las culturas del noroeste de México constitu-yeron en época prehispánica el vínculo inmediato entre loscentros de alta cultura de Mesoamérica y aquellos que hoy seencuentran en el suroeste norteamericano. Bajo la lógica de lossistemas de transformaciones, el NO/SO conforma un gran campo deestudio etnológico en el que es posible encontrar otros sub-camposde estudio etnológico de menor magnitud. Los grupos indígenasdenominados yutoaztecas centrales o los del circulo cultural mexi-cano son, quizá, el sub-campo de estudio etnológico más grande delNO/SO, compartiendo características de un mismo sistemareligioso. Asimismo, dentro de este campo, los grupos del GranNayar conforman un sub-campo a otro nivel que no sóloha mostrado tener gran coherencia, sino que, además, hacepatente de una forma más clara los vínculos culturales de estaregión y del NO/SO en general, con las culturas del centro deMéxico.

92 NEURATH, Mitos cosmogónicos.93 Confróntese PREUSS, Fiesta,

literatura y magia, 267; NEURATH, Mitos

cosmogónicos.

Page 58: Transicion num 32

58 .transición.

LA IMPORTANCIA DE LASFUENTES PARROQUIALES EN LOSESTUDIOS DE DEMOGRAFÍAHISTÓRICA.El caso de los archivos parroquiales

de la Región Sur de la Nueva Vizcaya.

Siglo XVII.

Luis Carlos Quiñones Hernández.1

Page 59: Transicion num 32

.transición. 59

INTRODUCCIÓN.

El presente trabajo tiene como objetivo destacar la importan-cia de los registros parroquiales como una de las principalesfuentes para los estudios de demografía histórica, frente a lapérdida y/o carencia parcial o total de padrones de tributa-rios, listados de vecinos, reportes de guerra, documentos fis-cales y administrativos y testimonios de testigos etc, que difi-culta la explicación de la evolución histórica de la poblaciónde algunas de las principales regiones de la Nueva España.

Específicamente se analizarán las fuentes parroquiales que seencuentran bajo custodia de las iglesias de la diócesis de Duran-go, cuyas series sacramentales posibilitan la realización deestudios de demografía histórica e historia social, desde 1604para la ciudad de Durango y los finales de la primera mitaddel siglo XVII para el resto de las localidades mejor pobladasde la provincia de la Nueva Vizcaya. En este contexto se anali-zan las posibilidades y problemas planteados por estos regis-tros como fuentes para el estudio de la evolución de la pobla-ción neovizcaina, y se determinan las características de los tiposde registro de las series sacramentales de los archivos parro-quiales de la región.

Tomando en cuenta que la memoria colectiva de las socie-dades —su memoria histórica—, se construye con el conjuntode los quehaceres individuales de los hombres en el tiempo yen el espacio, y que ésta no puede ser preservada sino a partirde su evidencia material —documental,2 en el caso de los ar-chivos—; cualquier esfuerzo por contribuir a la conservaciónde los acervos documentales, justifica y legitima la existenciano sólo de los archivos institucionales o privados, sino de todauna estructura técnico-administrativa constituida sobre labase del valor intrínseco de los documentos,3 los que a su vezson la fuente primaria para la generación de conocimientosnuevos sobre las más diversas ramas de la actividad humana.

De ahí la importancia social de los archivos como fuentesde conocimiento e información general,4 los que independien-

1 Investigador del Instituto de

Investigaciones Históricas de la

Universidad Juárez del Estado de

Durango.2 C. COUTURE JEAN-IVES ROUSSEAU.

“terminología”, en Los archivos en el

siglo XX. Trad. NORA SETTELS, México,

Archivo General de la Nación,

Universidad de Montreal, 1988, pp. 356-

361. Con el término “documento” se

designa fundamentalmente a todo tipo

de soporte de la información: el papel,

el microfilme, el video y los soportes

informáticos. Otras definiciones de

“documento” se presentan en:3 Según COUTURE y ROUSSEAU, el valor

intrínseco de los documentos puede ser

primario y secundario. El primario se

refiere a la calidad de un documento

fundado en su utilidad primera o

administrativa. El valor secundario se

define como la calidad del documento

fundado sobre su utilidad secundaria o

científica, estando basada esta calidad

en el testimonio que proporciona, según

su teoría de las tres edades del

documento.4 B. DELMAS. La formación de los

archivistas. Análisis de los programas de

estudios de diferentes países y

reflexiones sobre las posibilidades de

organización. UNESCO, París, 1979, p. 5.

Para este trabajo tomaremos como

válida la siguiente definición de

archivo: “conjunto de documentos, sea

cual fuere su fecha o naturaleza,

reunidos (elaborados o recibidos) por

una persona física o moral (pública o

privada), por las necesidades de su

existencia y el ejercicio de sus tareas,

conservados inicialmente para servir

como prueba y por sus necesidades

administrativas, y posteriormente por

su valor de información general”.

Page 60: Transicion num 32

60 .transición.

temente de su naturaleza y su especialización institucional,seguirán siendo una pieza clave en la respuesta a las necesida-des de la administración pública y de prácticamente todas lasramas de la investigación científica (por no privilegiar la ramahistórica, en atención al carácter inactivo propiamente dicho,de los documentos considerados históricos). De ahí también laimportancia de la preservación de los archivos históricos, yparticularmente de los archivos parroquiales, que afortuna-damente aún conservan en buenas condiciones gran parte dela documentación generada durante los tres siglos de coloni-zación española en México, sin contar la producida desde elproceso de independencia nacional hasta nuestros días.

Prácticamente la totalidad de los registros parroquiales dela Nueva España permanecen bajo la custodia de la institu-ción que los produjo: la Iglesia Católica, y se encuentran en losarchivos catedralicios llamados: diocesano, capitular oparroquial.5 Enseguida se hará referencia a las característicasbásicas que de manera casi homogénea, presentan los docu-mentos de los archivos parroquiales de la Diócesis de Durango,y a su relación con los estudios sobre demografía histórica dela región.

Aún después de medio siglo del nacimiento formal de lademografía histórica como ciencia auxiliar de la demografía ycomo disciplina historiográfica independiente,6 la necesidadde analizar el estado y la estructura de la población de unlugar y un momento determinados, constituye el punto departida para la producción y examen de estadísticas retros-pectivas homogéneas, lo que ha significado que la historia pue-da, efectivamente, ocuparse de estudiar el pasado de la totali-dad de los hombres sin distinción de estamento o clase, lo quelegitima su pretensión de verdadera ciencia social.7

De esta manera, y para el caso de hispanoamérica, el cre-ciente interés por parte de los investigadores por conocer laevolución histórica de la población del mundo novohispano,ha demandado en los últimos años la implementación demetodologías especializadas para estudiar los problemas que

5 J. GARIBAY ALVAREZ. “Fuentes para

la historia económica en los fondos

catedralicios”, en MARÍA DEL PILAR

MARTÍNEZ LÓPEZ-CANO. Iglesia, Estado y

Economía. Siglos XVI-XIX. México,

Universidad Nacional Autónoma de

México, Instituto de Investigaciones Dr.

JOSÉ MARÍA LUIS MORA, 1995, pp. 33-45.6 La historiografía francesa, pionera

en los estudios de historia demográfica

desde los inicios de la segunda mitad

del siglo XX, nos mostró los trabajos

pioneros de esta disciplina, ver: L. HENRY.

“Une richesse démografique en friche:

les registres paroissaux”, en Population,

VIII, París 1953; L. HENRY Y M. FLEURY. Des

registres paroissaux á l’histoire de la

population. París, 1956 y P. GOUBERT.

“Une richesse historique en cours d

‘expliotation: les registres paroissaux”,

en Annales, París, ESC, IX, 1954, pp. 83-

93.7 V. PÉREZ MOREDA. Las crisis de

mortalidad en la España anterior, siglos

XVI-XIX. Madrid, Siglo Veintiuno

Editores, 1980, p.3.

Page 61: Transicion num 32

.transición. 61

plantea el desarrollo de la demografía histórica y su relacióncon el conocimiento y explicación de los procesos de la vidasocial de la población, lo que ha devenido en la creación detodo un proceso metodológico de análisis e investigación, dis-cusión y crítica de los estudios producidos en esta rama de lahistoriografía mexicana, tradicionalmente poco estudiada parala región norte de México.

Desde los años cincuenta, la historiografía francesa comenzóa desarrollar nuevos procedimientos para analizar la evolu-ción y características de la población, usando técnicas y méto-dos de carácter cuantitativo que venían aplicándose en los es-tudios de demografía pura,8 pero después del énfasis inicial delos análisis estadísticos, se produjo un viraje importante quereorientó a la demografía histórica francesa, y a la que se desa-rrollaría posteriormente en Estados Unidos y México, hacia elestudio de nuevas fuentes;9 del papel del entorno, que juega unrol central respecto de la movilidad de las poblaciones; de losniveles de poblamiento10 y/o de las formas de inserción y per-manencia en el espacio, y de las nuevas interrogantesantropológicas derivadas de la demografía histórica que pre-guntan sobre los comportamientos y las actitudes de los miem-bros de una población acerca de sus procesos de socializaciónante los fenómenos de la vida y la muerte, entre otras cosas.

Los aportes de esta disciplina han dotado a la demografíahistórica11 mundial de una gran variedad de instrumentos deanálisis científico, que han posibilitado el estudio de las seriessacramentales de que nos proveen los archivos parroquialescon información que data, para el caso novohispano, de la se-gunda mitad del siglo XVII, aunque hay desde luego algunasexcepciones importantes.12

La importancia de las series sacramentales, se manifiestapor ser una de las principales fuentes para el estudio de lahistoria de la población, por las que se ha hecho posible elplanteamiento de nuevas hipótesis sobre el fenómeno demo-gráfico novohispano y su estrecha relación con la historia so-cial y económica, y aún con la historia de las mentalidades, a

8 M. FLEURY Y LOUIS HENRY. Nouveau

manuel de dépouillement et

dèxploitattion de l ètat Civil Ancien,

INED, París, 1965 y L. HENRY. Techniques d

ànalyse en démographie historique,

INED, París, 1980, sólo por citar algunos

de los casos más importantes.9 Desde entonces las investigaciones

se concentran en al análisis de los ar-

chivos parroquiales. En Francia, desde

1966, el Instituto Nacional de Estudios

Demográficos (INED), comienza a desa-

rrollar una investigación sobre la his-

toria de la población del siglo XVII a

partir de los archivos parroquiales. Para

mayor información ver: J. REVEL.

“Demografía Histórica”, en La Nueva

Historia, Bilbao, Ediciones Mensajero,

1995, pp. 149-154.10 B. GARCÍA MARTÍNEZ. ”Introducción”,

en El poblamiento de México. Tomo II, El

México Colonial. México, Offset Setenta,

1993, p. 9. GARCÍA MARTÍNEZ plantea que

debe entenderse por “poblamiento” a la

acción y efecto de poblar; de llenar un

espacio con habitantes, o más propia-

mente al conjunto de relaciones que

involucra los fenómenos demográficos

con las condiciones económicas y socia-

les en que ésta se desarrolla, con el

sistema espacial en que se desenvuelve

y con las relaciones ecológicas que les

son inherentes, es decir, como un pro-

ceso continuo y cambiante que no cesa

en tanto subsista la ocupación humana.11 La demografía histórica francesa

ha ejercido una gran influencia en los

estudios realizados sobre las regiones

central y del bajío novohispanos y, en

menor medida sobre el septentrión ,

donde destacan los trabajos de Brading,

Calvo, Carmagnani, Lebrum, Malvido,

Morin y Rabell y, más recientemente los

trabajos de Chantal Cramaussel sobre el

distrito minero de Parral en el norte de

la Nueva Vizcaya. Ver: C. Rabell. La

población novohispana a la luz de los

registros parroquiales. (Avances y

perspectivas de investigación), México,

Page 62: Transicion num 32

62 .transición.

través de lo cual podemos ahora, por ejemplo, conocer las par-ticularidades de la relación que existió entre las catástrofesdemográficas que azotaron a la Nueva España en el siglo XVII13

y el proceso de salud enfermedad14 en las diversas regiones delvirreinato.

Podemos decir que no obstante la gran limitación de la ca-rencia de fuentes primarias para el siglo XVII en general, lademografía histórica ha contribuido de manera determinantepara conocer el comportamiento de las poblaciones del nortede México, cuando se las relaciona con las variables de las crisisde subsistencia o de sus particulares procesos de formación,desarrollo y declinamiento, lo que generalmente ocurría con lasactividades vinculadas a la agricultura, y en menor medidacon la minería, pues para los finales del siglo XVII la extrac-ción y beneficio de metales preciosos estaba en franco descen-so en esta parte de la Nueva España.

Parecerá demasiado reiterativo insistir en la importanciaque tienen los registros parroquiales en la construcción de lahistoria social de la población novohispana, sin embargo, talinsistencia quiere enfatizar el significado que tiene para la his-toria de las mentalidades, la evolución de la demografía histó-rica como una ciencia independiente que contribuye al recono-cimiento y explicación del fenómeno demográfico que evolu-cionó en forma paralela al proceso de evangelización, conquis-ta y de desarrollo económico en el que interactuaron y recibie-ron sus mutuas influencias los conquistados y los conquista-dores, es decir, los pobladores de los diversos espacios geográ-ficos, culturales, económicos y socio-políticos creados a partirdel paulatino proceso de expansión española, del centro haciatodos los lugares de la Nueva España.

De esta manera, por los registros parroquiales no sólo po-demos calcular el tamaño de una población de un periodo y unlugar determinados; sino conocer adicionalmente algunas for-mas de la articulación social y económica a través del conoci-miento de las familias como unidades básicas del comporta-miento socio-demográfico.15 También es posible obtener datos

Universidad Nacional Autónoma de

México, Cuadernos de Investigación

Social No. 21, 1990, pp. 7-13, y sobre el

caso del norte ver: C. Cramaussel.

“Ilegítimos y abandonados en la fron-

tera norte novohispana”, en Colonial

Latin American Historical Review, v. 4,

1995, pp. 405-439.12 JUAN JAVIER PESCADOR consigna

para la parroquia de la Asunción

Sagrario de la Ciudad de México,

registros que datan de finales de la

primera mitad del siglo XVI. J. J.

Pescador. De bautizados a fieles difuntos.

Familia y mentalidades en una parroquia

urbana: Santa Catarina de México, 1658-

1820. México, El Colegio de México,

1992, p. 11. Edgar Love encuen-tra los

primeros registros de la parroquia de la

Santa Veracruz a partir de 1568. E. Love.

“Marriage Patterns of Persons of African

Descent in a Colonial Mexico City Parish”,

en Hispanic American Historical Review, v.

51, No. 1, 1971, p. 80. Thomas Calvo, por

su parte, ha encon-trado que los

primeros registros del Sagrario de

Guadalajara datan de 1599. T. Calvo.

Guadalajara y su región en el siglo XVII.

Población y economía. Tomo I.

Guadalajara, México, Ayuntamiento de

Guadalajara, 1992.13 S. COOK Y WOODROW BORAH. El

pasado de México: Aspectos sociodemo-

gráficos. México, Fondo de Cultura

Económica, 1989.14 Ver los trabajos de ELSA MALVIDO

sobre el proceso salud enfermedad en

Nueva España y los trabajos que coor-

dinó con Enrique Florescano: Ensayos

sobre la historia de las epidemias en

México. Tomo I y II, México, 1982 y con

Miguel Angel Cuenya. El tifo de 1813 en

la Puebla de los Ángeles: una ciudad

tomada por las ratas. Trabajo presentado

en V Reunión Nacional de Investigación

Demográfica en México, 1995.15 J. HURTADO MARTÍNEZ. “Los archivos

eclesiásticos y la historia social de la

población. Posibilidades y problemas”, en

Page 63: Transicion num 32

.transición. 63

importantes para el reconocimiento del arte y la cultura ma-terial que se desarrolló bajo la égida de la iglesia católica. Po-demos, en fin, realizar curvas y cálculos espacio-temporalesrespecto de los movimientos de una población que lo mismo seve amenazada por el hambre durante los periodos de escasaproducción agrícola; o por la intensidad de las lluvias, y queviaja, con apremio, en busca de los lugares de bonanza econó-mica producida por los nuevos descubrimientos mineros.

Sin embargo, la documentación de los archivos parro-quiales no nos habla directamente de los flujos de atracción orepulsión de personas en determinadas épocas, aunque a cam-bio nos ofrezca información importante para complementarnuestra comprensión y explicación histórica y social sobre larazón de ser de las diferentes poblaciones novohispanas.

LOS PROBLEMAS DE LOS REGISTROSPARROQUIALES.

Independientemente de que los registros parroquialespueden considerarse quizás como la única fuente continua entiempo y espacio, las posibilidades que presentan para reali-zar explicaciones demográficas sobre las tendencias secularesde la población, y sobre los cambios que ésta experimentó endeterminados periodos de su evolución natural, están general-mente limitadas por las eventuales rupturas en la continui-dad del asentamiento de los datos, es decir, en la naturalezarelativamente estable de las formas en que párrocos ydoctrineros asentaban los datos en las partidas sacramentales.

Otra de las limitaciones de explicación a que se enfrenta elhistoriador demógrafo con los registros parroquiales, es decarácter estrictamente metodológico, toda vez que hasta aho-ra con la aplicación del método de análisis longitudinal seha trabajado particularmente en el sistema de reconstrucciónfamiliar, lo que supone que las fuentes reúnan ciertas caracte-rísticas de homogeneidad como: información sobre la edad delas personas; una cobertura temporal casi total de los perio-

Actas de las Jornadas Archivos e

Investigación, Murcia, Ministerio de

Cultura, Universidad de Murcia, Caja-

Murcia, 1996, pp. 79-109.

Page 64: Transicion num 32

64 .transición.

dos de estudio, y altos niveles de precisión en el asentamientode los datos y en la comparabilidad con otras series a travésdel tiempo.16

Es importante insistir en que la investigación sobre demo-grafía histórica requiere del manejo de grandes periodos detiempo, porque su exigencia metodológica principal precisade análisis realizados a través de series documentales y no deuna documentación aislada, o sólo parcialmente vinculada consus temas de estudio, de tal manera que las dos partes metodo-lógicas centrales de la demografía histórica, estarían defini-das por el examen de las series sacramentales y por el análisisde sus variables en un proceso de larga duración.17

Sin embargo, cuando la documentación consultada presen-ta ciertos rasgos de homogeneidad en sus contenidos y de con-tinuidad en el tiempo, es posible realizar proyecciones acercade la evolución de la población hasta con periodos relativa-mente cortos de más de medio siglo, como es el caso de algunaslocalidades de la región sur de la Nueva Vizcaya cotejadas eneste trabajo como: Nombre de Dios, Canatlán, San Juan del Ríoy Santiago Papasquiaro, cuyos registros parroquiales comien-zan unos años antes de la segunda mitad del siglo XVII.

LOS REGISTROS PARROQUIALES DE LA REGIÓNSUR DE LA NUEVA VIZCAYA EN EL SIGLO XVII.

Entenderemos por archivos parroquiales, aquellos que sehallan en las parroquias dependientes de la diócesis cuya sedees la catedral metropolitana de Durango, capital de la provin-cia de la Nueva Vizcaya, lugar de asiento de los documentosdonde se registró las distintas formas de actuación de la igle-sia, y la administración de los sacramentos y de los bienes quese refieren a la economía parroquial, cuyas piezas documenta-les se ubican generalmente en dos grandes secciones: la Sacra-mental y la Disciplinar. En la sección Sacramental podremosidentificar los libros de bautizo, matrimonio, entierro infor-mación matrimonial, confirmación y comunión; y en la sección

16 C. RABELL. La población

novohispana a la luz de los registros

parroquiales. México, Instituto de

Investigaciones Sociales, Universidad

Nacional Autónoma de México, 1990, y C.

MORIN. “Los libros parroquiales como

fuente para la historia demográfica y

social novohispana”, en Historia

Mexicana. México, El Colegio de México,

vol., XXI, enero-marzo, 1972, núm., 3,

pp. 389-418.17 S. ALBERRO. “Historia de las

menta-lidades e historiografía”, en

Introdu-cción a la historia de las

mentalidades. México, Instituto

Nacional de Antropología e Historia,

Cuadernos de Trabajo No. 4, 1979, pp.

20-21.

Page 65: Transicion num 32

.transición. 65

Disciplinar los libros de asociaciones pías, cofradías, corres-pondencia, fábrica espiritual y material, obvenciones, padro-nes, pastoral y secretaría.18

Los libros de la sección Sacramental representan una fuen-te importante para el análisis de las relaciones recíprocamen-te sostenidas entre la iglesia y la sociedad, y los libros de lasección Disciplinar para el conocimiento de los movimientos ylos índices de la economía eclesial. En los primeros se asientanlos datos relativos a los movimientos vitales de la población,a través de la administración de los sacramentos, y en los se-gundos, las entradas y salidas de recursos económicos refe-rentes a los objetos, obras de arte y elementos necesarios parael culto, y para registrar los gastos realizados en la construc-ción y conservación de la parroquia.

Sabemos que la riqueza de los archivos parroquiales no seagota en la clasificación simplificada que hemos hecho de ellospara esta investigación, sino que contrariamente exceden conmucho, tanto la propia clasificación de los archivos, como lade los documentos que contienen. Juan Javier Pescador en suinvestigación sobre la parroquia urbana de Santa Catarina deMéxico para el periodo 1568-1820, nos da una idea general acer-ca de la riqueza documental que aún se conserva en los archi-vos parroquiales de nuestro país, cuando señala que:

Los acervos parroquiales cuentan además con libros Becerros oCuadrantes, Libros de Cofradías (Cargo y Data, Juntas, Bienes,Adquisiciones, Información sobre Capellanías, Hipotecas, Emprés-titos,Fiestas, Constituciones, Patentes, Correspondencia, Contratos,Inventarios, Colectores; Libros de Amones-taciones, Libros de statumanimarum (estado de almas), Listas de Comulgantes, Listas deConfirmaciones presididas por el arzobispo u obispo, Cartas Cordilleras,Contratos, Inventarios, Libros de retraídos, Libros de gobierno deingresos donde aparecen informes sobre donaciones, primicias límites,tradiciones, autogobierno, informes, misas, calendarios, fiestas dotadas,beneficios del curato, beneficios del cura y otros.19

18 J. GARIBAY ALVAREZ. Op. Cit. pp. 33-

45.19 J. J. PESCADOR. De bautizados a

fieles difuntos. Familia y mentalidades

en una parroquia urbana: Santa Catarina

de México, 1568-1820. México, El Colegio

de México, 1992, p. 12.

Page 66: Transicion num 32

66 .transición.

Es necesario precisar que la riqueza de los archivos parro-quiales de la región sur de la Nueva Vizcaya, no es, en estrictosentido, comparable con la de la parroquia de Santa Catarinade México, pues en atención a la diferencia en el tamaño de lasjurisdicciones; al número de feligreses; a su ubicación geográ-fica, y a su importancia relativa en el contexto de los poderesciviles y eclesiásticos de la Nueva España, los archivos parro-quiales locales son de menor importancia, no obstante que dehecho tienen información de todos los tipos ya señalados, aun-que clasificada (cuando es el caso) con diferente criterio y agru-pada en diferentes formatos.

El caso del archivo histórico de la catedral de Durango, es,sin embargo, diferente, pues en sus acervos se cuenta con unariqueza documental ciertamente comparable con la de la cual-quier parroquia del centro y sur del virreinato, lo que habla dela importancia del obispado de Durango erigido en 1620 segúnla bula de erección expedida por el Papa Paulo V,20 a partir de ladivisión del obispado de Guadalajara.

En este archivo se cuenta con un gran acervo documentalrecientemente microfilmado por personal de la Universidadde Nuevo México y de la Universidad Juárez del Estado deDurango, por lo que está todavía en proceso de clasificación.Sin embargo, en él se pueden encontrar documentos agrupa-dos en los siguientes rubros: libros generales de cuentas, comolos cuadrantes generales de las rentas decimales del obispado;libros de visitas pastorales; cordilleras; capellanías, cofradíasy obras pías; órdenes sacerdotales; libros de registro de tribu-tos; libros de recaudación, repartimiento, remate y autos ypregones de diezmos; libros de rentas, cartas poder, peticio-nes, notificaciones, autos, declaraciones y correspondencia; li-bros de fábrica; libros de sacas; libros de bautizo, entierro ymatrimonio; autos con dispensas, solicitudes y diligenciasmatrimoniales; libros becerros; autos sobre juicios testamen-tarios y sobre bienes testados; edictos y juicios de inquisición, ydenuncias y juicios entre muchos otros documentos.21

Dado lo anterior y considerando la importancia de los ar-

20 G. PORRAS MUÑOZ. Iglesia y Estado

en Nueva Vizcaya (1562-1821). México,

Universidad Nacional Autónoma de

México, 1980, p. 26.

21 AHCD. Índice de los documentos del

Archivo Histórico de la Catedral de

Durango, actualmente en catalogación.

Documento borrador del 18 de julio de

1997.

Page 67: Transicion num 32

.transición. 67

chivos parroquiales de la diócesis de Durango, a continuaciónse presenta un análisis integral de sus fuentes, determinandosu tipo; procedencia; periodicidad y clasificación por la natu-raleza de la información que contienen. Asimismo se realizaráun análisis de las particularidades de las fuentes consultadasen los archivos de las parroquias que conforman la región surde la Nueva Vizcaya, es decir, se estudiarán las partidas debautizo, matrimonio y entierro22 de las siguientes parroquias:San Pedro Apóstol de Nombre de Dios; San Juan Bautista deAnalco; el Sagrario Metropolitano de la Catedral de la ciudadde Durango, capital de la provincia de la Nueva Vizcaya; SanDiego de Alcalá de Canatlán; San Juan del Río y la parroquia deSantiago Papasquiaro.23 Lo anteriormente señalado se reali-zará a partir de la información sobre las estadísticas vitalescontenida en los archivos parroquiales de la diócesis deDurango, que se presenta en los siguientes cuadros.

CUADRO NO. 1 .

Registros de bautizo de las parroquias ubicadas en la regiónsur de la Nueva Vizcaya en el siglo XVII.

Parroquia

San Pedro Apóstol de

Nombre de Dios.

San Juan Bautista de

Analco.

El Sagrario

Metropolitano de la

Catedral de Durango.

San Diego de Alcalá de

Canatlán.

San Juan del Río.

Parroquia de Santiago

Papasquiaro.

Periodo

1634-1700

1604-1700

1604-1700

1653-1694

1672-1690

1643-1694

Número de registros

1407

807

5962

466

1165

9802

Porcentaje del total de

los registros de la región

para el siglo XVII.

14.35

8.12

60.82

4.75

11.88

100

22 Una característica común en los

registros parroquiales de bautizo,

matrimonio y entierro de los archivos

locales —lo que también se sabe se dio

en casi la totalidad de los archivos

parroquiales novohispanos—, es la

mezcla de estas partidas en un mismo

libro o legajo, no obstante que se pueda

identificar una determinada separación

para cada tipo de administración, lo que

nos habla de que algunos libros fueron

encuadernados en fechas posteriores a

su elaboración original, toda vez que

con frecuencia se encuentran registros

relativamente tardíos,

correspondientes a partidas que ya

habían sido consignadas en fechas

anteriores en libros separados por

sacramentos o para distintos grupos

raciales.23 En adelante, APND, APA, APSMCD,

APC, APSJR y APSP.

Page 68: Transicion num 32

68 .transición.

CUADRO NO. 2.

Registros de casamiento de las parroquias ubicadas en laregión sur de la Nueva Vizcaya en el siglo XVII.

Parroquia

San Pedro Apóstol de

Nombre de Dios.

San Juan Bautista de

Analco.

El Sagrario

Metropolitano de la

Catedral de Durango.

San Diego de Alcalá de

Canatlán.

San Juan del Río.

Parroquia de Santiago

Papasquiaro.

Periodo

1634-1700

1604-1692

1634-1700

1656-1694

1657-1700

1643-1694

Número de registros

609

478

394

46

404

1931

Porcentaje del total de

los registros de la región

para el siglo XVII.

31.53

24.75

20.40

2.38

20.92

100

Número de registros

1029

136

541

84

806

2596

Porcentaje del total de

los registros de la región

para el siglo XVII.

39.63

5.23

20.83

3.23

31.04

100

CUADRO NO. 3.

Registros de entierro de las parroquias ubicadas en la regiónsur de la Nueva Vizcaya en el siglo XVII.

Parroquia

San Pedro Apóstol de

Nombre de Dios.

San Juan Bautista de

Analco.

El Sagrario

Metropolitano de la

Catedral de Durango.

San Diego de Alcalá de

Canatlán.

San Juan del Río.

Parroquia de Santiago

Papasquiaro.

Periodo

1634-1700

1641-1666

1690-1700

1653-1694

1656-1700

1647-1700

Page 69: Transicion num 32

.transición. 69

LOS REGISTROS PARROQUIALES DE NOMBRE DEDIOS.24

En la sección sacramental del archivo parroquial de nom-bre de Dios se cuenta sólo con libros de bautizo, entierros,matrimonios y confirmación; en la sección Disciplinar setienen libros de cofradías, de fábrica espiritual y algún libro degobierno eclesiástico, aunque eventualmente en los libros de co-fradías se encuentran padrones o listas de deudores y algunosregistros de entierros que se hicieron por cuenta de las cofra-días; por su parte los libros de fábrica espiritual lo son tam-bién de fábrica material, dado que en ellos se registran tantolas cuentas y los gastos de la iglesia.

Para el siglo XVII Nombre de Dios tiene registros de bautis-mo desde 1634, y sólo a excepción del periodo 1651-1666 el restodel siglo está prácticamente cubierto —como puede verse en elcuadro No. 4, con cerca de 2000 bautizados.25 Durante este pe-riodo se observa en las partidas, que los bautizos realizadosen los diferentes lugares de la amplia jurisdicción, casi sin ex-cepción se registraron en los libros de la parroquia de Nombrede Dios y no es hasta 1747 cuando comienzan a registrarse porseparado los del valle de Poanas, los que terminan su serie en1834, fecha que coincide con el inicio de los registros de la villade San Atenógenes, lo que podría indicar un cambio temporalen la sede de administración de los sacramentos.

Hay que notar que las series de los bautizos de Nombre deDios están prácticamente completas para casi todo el periodocolonial, ya que exceptuando los quince años ya señalados(1651-1666), los registros se suceden ininterrumpidamentehasta despues de la segunda mitad del siglo XIX,cubriendo unespacio de 232 años, y si se toma como punto de referencia finalel año de 1821 tenemos regietros para casi dos siglos de admi-nistración de los sacramentos en este importe punto de trán-sito hacia las tierras del septentrión.

Los registros de bautizo de Poanas26 comienzan en 1747,aunque en realidad inician, como en Nombre de Dios, en 1634,

24 L. CARLOS QUIÑONES HERNÁNDEZ.

Composición demográfica de Nombre de

Dios, Durango. Siglo XVII. México, Uni-

versidad Juárez del Estado de Durango,

LXII Legislatura del Congreso del Estado

de Durango, Voluntariado Cultural de

Durango, Secretaría de Educación del

Estado de Durango, Ediciones Casa Juan

Pablos, 2002, pp. 77-121.

25 L. CARLOS QUIÑONES HERNÁNDEZ. Op.

Cit. p. 61.26 Originalmente llamada “Ylapoana”

o “el valle de las Poanas” en los docu-

mentos coloniales, Poanas fue el lugar

de asentamiento de Pedro de Quiroga;

primer español avencindado en ese

lugar de la amplia jurisdicción de

Nombre de Dios. Ver: R. ACUÑA. Relación

de la Nueva Galicia; R. BARLOW y T. S.

SMISOR. Nombre de Dios Durango. Two

documents in Nahuatl. Sacramento,

California, la Casa de Tlaloc; ATANASIO G.

SARAVIA. Apuntes para la historia de la

Nueva Vizcaya. Tomos, México,

Universidad Nacional Autónoma de

México, 1980, y L. C. QUIÑONES

HERNÁNDEZ. Composición Demográfica de

Nombre de Dios, Durango. Siglo XII. Op.

Cit.

Page 70: Transicion num 32

70 .transición.

ya que las partidas se asentaban simultáneamente para todoslos lugares de la jurisdicción en los libros de la parroquiaprobablemente desde los primeros años de vida civil de lavilla, de tal manera que para Poanas hay bautizos desde lasegunda mitad del siglo XVII; para todo el siglo XVIII y laprimera mitad del siglo XIX, no obstante que los libros de bautizode Poanas comienzan en la fecha arriba señalada. Quizás estopueda explicarse por la importancia que adquirió la villa deNombre de Dios por ser el centro de los poderes administrati-vos otorgados directamente por las autoridades del virreinato,y por el gran papel que jugaron los misioneros franciscanos enla evangelización de los indígenas de la región.

Prácticamente en Nombre de Dios se registró la adminis-tración de los sacramentos de la villa y de las haciendas de sujurisdicción hasta finales de la primera mitad del siglo XVIII,donde desde luego se registraron los sacramentos de Poanas ySan Atenógenes. Hay que notar que los bautizos de Poanasterminan en 1834 y que en esa misma fecha inician los de SanAtenógenes, continuándose hasta la primera mitad del sigloXIX. Para la hacienda de La Punta administrada por los jesui-tas, hay un libro de bautizos para el año de 1754.

De manera similar a los bautizos del siglo XVII para Nom-bre de Dios, la serie de los matrimonios presenta la falta deregistros para el periodo 1651-1666, y un hueco más de 16 añospara el periodo 1678-1694 de tal manera que sólo hay registrospara sólo un tercio del siglo XVII, lo que sugiere la falta de porlo menos dos libros de matrimonios correspondientes a esosperiodos. Por su parte los siglos XVIII y XIX están completos;sobre todo el XVIII como deja ver la muy precisa continuidaden los periodos de sus tres libros.

Con un total de 34, los libros de defunciones del APND nosmuestran la evolución de esta serie sacramental casi ininte-rrumpida por un periodo de 261 años, que comienzan, comolas series de bautizos y matrimonios, en 1634. De estos libros 20corresponden a Nombre de Dios; 1 a Malpais; 3 al valle dePoanas; 6 a la villa de San Atenógenes; 2 a Atotonilco; 1 a

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.transición. 71

Muleros y 2 a la parroquia de Súchil.Como era de esperarse las series de Nombre de Dios no sólo

son las más completas, sino también las que presentan el máslargo periodo pues comienzan en 1634 y terminan en 1895. Seprecisa decir que los últimos 8 libros de esta serie (los quesobrepasan incluso con muchos años el fin del periodocolonial), cubren el periodo 1822-1895, los que quizás se depo-sitaron ahí desde la época en que fueron elaborados, porquepresentan básicamente el mismo formato que los libros delperiodo colonial propiamente dicho.

Para el siglo XVII Nombre de Dios tiene 4 libros de entie-rros, el primero de los cuales es prácticamente el único quehace referencia en sus registros al Convento de San Franciscode Nombre de Dios como sede de la administración del sacra-mento. Los entierros del siglo XVIII están completos, e igual-mente que en los registros de matrimonio puede observarsecierto traslape en las fechas de inicio y término de los diferen-tes periodos. El siglo XIX por su parte también está cubierto yse puede observar en sus 10 libros, que los periodos son cadavez más cortos pero no así el número de registros, como vere-mos en la parte correspondiente a la descripción de los librossacramentales.

Los documentos que se refieren a la administración de losbienes materiales de la iglesia, generalmente se hallan en laque hemos llamado “sección disciplinar” de los archivosparroquiales, donde puede hallarse valiosa información res-pecto de los bienes patrimoniales de la iglesia y su relación conlos inmuebles que ocupa, las obras de arte utilizadas en elculto y toda suerte de propiedades adquiridas por la iglesia aefecto de mejor cumplir con su cometido religioso, bienes ge-neralmente administrados por los curas párrocos y por losmayordomos de las asociaciones piadosas “cuyo fin es promo-ver (...) la perfección cristiana, la piedad, la caridad y el cultodivino”,27 y que se presentan como otras formas de ingresopara la iglesia católica.

En la sección disciplinar se pueden encontrar documentos

27 J. GARIBAY ALVAREZ. Op. Cit. p. 37.

Page 72: Transicion num 32

72 .transición.

de diversas asociaciones religiosas como: Las Ordenes Terce-ras, las Congregaciones o Hermandades, las Archicofradías ylas Cofradías. En el APND encontramos sólo libros de cofra-días, de fábrica espiritual y varios libros que recogen algunosautos celebrados durante alguna visita eclesiástica y ocasio-nalmente alguna parte de un inventario de los bienes materia-les y ornamentales de la iglesia.

Con el fin de promover el culto público de algunas advoca-ciones, las cofradías desempeñaron un papel muy importanteen la vida social y religiosa del virreinato, ya que indepen-dientemente de su función de administrar las entradas y sali-das de dinero por diversos conceptos del ejercicio de sus fun-ciones sagradas llevando controlados registros de su capital yde sus bienes, favorecieron la participación y la vinculaciónde los seglares en los asuntos cotidianos de la iglesia.

En la parroquia de Nombre de Dios, se cuentan 7 libros defábrica espiritual y material que cubren 3 periodos más o me-nos definidos: el de 1649-1707; el de 1782-1814 y un periodo dis-perso con libros para los años 1824, 1826 y 1827 y el corto perio-do de 1840-1851. No obstante la falta de continuidad en losregistros de las Cofradías de Nombre de Dios, los que existenrepresentan un material de mucha importancia para el estu-dio de la vida material y religiosa de la iglesia y la comunidadde este primer asentamiento español de la Nueva Vizcaya.

Para realizar la presente investigación se tomaron en cuentalos cuatro libros de bautizo correspondientes al siglo XVII parael periodo 1634-1714; un libro de matrimonios para el periodo1694-1751; los tres libros de entierros correspondientes al pe-riodo 1660-1747, y los libros de cofradías de los periodos 1658-1676 y 1670-1683 correspondientes a las Cofradías de NuestraSeñora de la Santa Concepción y a la de Jesús Nazareno de laparroquia de la Santa Veracruz del pueblo de indios de SanFrancisco del Malpais.28

28 L. C. QUIÑONES HERNÁNDEZ. Op.Cit.

pp. 24-28.

Page 73: Transicion num 32

.transición. 73

LOS REGISTROS PARROQUIALES DE SAN JUANBAUTISTA DE ANALCO Y DE LA PARROQUIA DELSAGRARIO METROPOLITANO DE LA CATEDRAL DEDURANGO.

Para realizar el análisis específico de la composición demo-gráfica de los asentamientos tepehuanes, ubicados a lo largode la Sierra Madre Occidental y en la parte septentrional de laNueva Vizcaya, y de los habitantes de la capital de la pro-vincia, es decir, de las jurisdicciones de Durango y Mezquitalrespectivamente, se consultaron los microfilms Nos. 654837 y786549 del Archivo de Historia Familiar de la Iglesia de Jesu-cristo de los Últimos Días dependiente de la Sociedad Genea-lógica de Utah.29

Estos contienen información sobre la administración de lossacramentos por los franciscanos del convento de San Antoniode Guadiana en Santa María del Tunal y Santiago de los Natu-rales, pueblos de indios tepehuanes de la jurisdicción de laparroquia de San Juan Bautista de Analco, y sobre la adminis-tración de los sacramentos a los españoles, castas e indios asen-tados en la ciudad de Durango y en las estancias y haciendasde sus alrededores, por los religiosos del Sagrario Metropoli-tano de la Catedral de Durango. La información contenida enlos microfilms se desglosa de la manera siguiente:En la jurisdicción de San Juan Bautista de Analco.

·Bautismos de Santa María del Tunal, 1641-1665.·Casamientos y velaciones del pueblo de Santa Maríadel Tunal. 1641-1665.·Entierros del pueblo de Santa María del Tunal,1641-1666.·Bautismos del pueblo de Santiago de los Naturales,1641-1673.·Casamientos y velaciones del pueblo de San Juan Bau-tista de Analco. 1641-1691.

29 En adelante AHFSGU.

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74 .transición.

En la jurisdicción de la parroquia del Sagrario Metropolitanode la Catedral de Durango.

·Bautismos de Durango. 1604-1700.·Casamientos de Durango. 1646-1700.·Entierros de Durango. 1646-1700.

Por el análisis de estos registros parroquiales,30 se reconoceque la administración de los sacramentos en la ciudad de Du-rango y en la vasta y en extremo accidentada jurisdicción delMezquital, la realizó el grupo de misioneros franciscanos delconvento de San Antonio de Guadiana, tercer convento de laProvincia de San Francisco de Zacatecas31 fundado en 156332

que tenía jurisdicción sobre los pueblos de indios de San JuanBautista de Analco, Santa María del Tunal y Santiago de losNaturales respectivamente.

Sin embargo, también se administró espiritualmente des-de 1604 hasta 1637 a los indios de las comunidades más alejadasde la sede de la mitra de Durango y de la misión franciscana deAnalco pertenecientes a las jurisdicciones de Durango y Mez-quital, donde la presencia de registros para españoles es casinula, y la de castas, apenas perceptible. La administración deestos indios continuó en la misión de Analco cuando de nuevose hacen cargo los religiosos de San Francisco de las misionesde que habían sido removidos.33

De hecho, las series de bautizo para Durango y Mezquitalestán relativamente completas, toda vez que comienzan en losinicios del siglo XVII y terminan prácticamente con él. Hayque precisar que la primera parte de estos registros (1604-1637),que realizaron los padres franciscanos hasta la fecha en quefueron desalojados de sus misiones y sustituidos por cléri-gos, representan la parte más continua y homogénea, por-que cubren sin excepción de año alguno todo el periodo seña-lado, y casi sin excepción se refieren a la administración delbautizo a los indios tepehuanes de las jurisdicciones deDurango y Mezquital.34

30 AHFSGU. Microfilm No. 654837.

Parroquia del Sagrario Metropolitano

de la Catedral de Durango., vol. 1,

bautis-mos 1604-1636, y bautismos

1642-1673, rollo No. 32.31 J. ARLEGUI. Crónica de la provincia

de N. S. P. San Francisco de los Zacatecas.

Reimpresa en México por Diego

Cumplido, 1851, pp. 53-56.

32 J. I. GALLEGOS. Historia de la

Iglesia en Durango. México, Editorial

Jus, 1969, p.16.33 AHCD. Libro de bautizos 1563. Bási-

camente es al término del obispado del

sucesor del señor Hermosillo, Alonso

Franco y de Luna a finales de 1639,

cuando comienzan a manifestarse los

primeros síntomas de la controversia

entre el clero secular y regular en la

Nueva Vizcaya, a causa de la fundación

y construcción —sin permiso del obispo

ni del Rey—, de una ermita en Parral

por algunos religio-sos de la orden de

San Francisco, lo que a juicio del nuevo

obispo de Durango Diego de Hevía y

Valdez, era un gran perjuicio para los

curas del obispado y porque

ocasionaban pleitos e inquie-tudes

entre ellos, ya que se habían arro-gado

el derecho de bautizar y enterrar

españoles cobrando el arancel corres-

pondiente en franco desacato a las

órdenes reales. Esta situación devino en

la separación de algunos religiosos de la

orden de san Francisco de sus doctrinas y

la consecuente sustitución por clérigos.

Esto generó algunas lagunas en la realiza-

ción de los registros de la administra-

ción de los sacramentos, sobre todo

hacia finales de la primera mitad del

siglo XVII.34 Hay que precisar que las comuni-

dades de indios tepehuanes de la región

de Santa Catarina de Tepehuenes, en la

parte más septentrional de la región

sur de la Nueva Vizcaya, estaban

adminis-tradas por los padres de la

orden jesuita hasta el momento de su

expulsión en el último tercio del siglo

Page 75: Transicion num 32

.transición. 75

Después de 1637 tenemos registros de bautizo para elpueblo del Tunal de 1641 a 1664; casamientos de 1641 a 1665y entierros de 1641 a 1649, realizados por el viejo cura licen-ciado Cristóbal de Morga, quien fue designado clérigo de ladoctrina de Analco, el Tunal y Santiago35 por fray Diego deHevía y Valdez obispo de la Nueva Vizcaya. Por otra parte, laadministración de los sacramentos para españoles y castascomienza propiamente en la segunda mitad del siglo XVII, des-pués de 1656,36 fecha en que son devueltas las misionesfranciscanas a los seráficos. De hecho, después de la fecha se-ñalada estos registros para españoles y castas se llevaronpor separado; en Analco para los indios y en la parroquia delSagrario para españoles y castas hasta prácticamente el findel periodo colonial.37

Por lo que respecta a las partidas de matrimonio de la mi-sión de Analco que se encuentran en el archivo del SagrarioMetropolitano de la Catedral de Durango, presentan variosaños sin registro hacia finales del periodo 1604-1641. Estas par-tidas fueron realizadas por los franciscanos hasta antes deque fueran despojados temporalmente de sus misiones. Poste-riormente al año de 1641 éstas presentan grandes lagunas, puespara este periodo y prácticamente hacia finales del siglo hay20 años casi sin registros, notándose la falta de una cierta sis-tematización, que aún con las deficiencias propias de la época,había caracterizado el registro de la administración de los sa-cramentos realizados por los franciscanos en las primeras dé-cadas del siglo XVII.

Hay que señalar que en los libros de bautizos, casamientosy defunciones de la misión de Analco, se registraba práctica-mente a todos los feligreses que recibían algún sacramento yque pertenecían a los pueblos fundados en los alrededores deDurango y en la jurisdicción del Mezquital, pueblos que dealgún modo han determinado el espacio geográfico de la regiónmás austral de que se ocupa en este estudio.

XVIII. Ver: José de la Cruz Pacheco Rojas

(coordinador). Memoria del Seminario

Los jesuitas en el norte de la Nueva

España. Durango, Instituto de

Investigaciones Históricas, Universidad

Juárez del Estado de Durango, 2005.35 I. GALLEGOS. Op. Cit. p. 113.36 Ibidem. p. 111.

37 Para ver la lista de parroquias de

Durango que tienen registros del perio-

do colonial, ver: D. J. ROBINSON. “List of

Durango, municipios with extant colo-

nial vital records”, en Research Inven-

tory of the Mexican Collection of Colo-

nial Parish Registers. University of Utah

Press, Salt Lake City, 1980, pp. 40-42.

Page 76: Transicion num 32

76 .transición.

LOS REGISTROS DE SAN DIEGO DE ALCALÁ DECANATLÁN.

Una vez transcurridos los años más álgidos de la rebelióntepehuana de 1616, los seráficos y los padres de la Compañíade Jesús, regresaron a los diversos lugares de la regióntepehuana que hasta antes de la insurrección habían ocupado,para reiniciar el proceso de reducción y evangelización em-prendido en los territorios de la Nueva Vizcaya, de tal maneraque en la parte occidental de la jurisdicción de San Juan delRío, y en las inmediaciones del valle de la Sauceda, se fundóla misión franciscana de San Diego de Alcalá de Canatlánen 1620.38

Es seguro que la administración de los sacramentos en estelugar haya comenzado de manera simultánea a la fundaciónde la misión, no obstante que los registros de las series sacra-mentales inician hasta 1653, probablemente debido a la pér-dida de la documentación inicial o a la falta del registro de lossacramentos propiamente dicha, toda vez que las pequeñasfundaciones de la región habían sido arrasadas por la rebeliónde 1616 en el valle de la Cacaria39 contiguo al pueblo y misiónde San Diego de Canatlán.

En una certificación expedida por el primer presidente delconvento fray Diego de Espinosa, fechada en enero de 1623, semenciona que Canatlán tenía cuatro pueblos de visita que eran:Concepción de las Bocas, Capinamaiz, San Francisco de la Sau-ceda y San Juan de Cacaria.40 Por su parte, el obispo de Duran-go, el Dr. Tamarón y Romeral, ubica a Canatlán, un siglo mástarde como un pueblo de indios tepehuanes distante doce le-guas al noreste de la ciudad de Durango, y contiguo a los vallesde la Sauceda, de la Magdalena, de Guatimapé y de SantiagoPapasquiaro situados hacia el norte respectivamente.41

En los registros de las series sacramentales de Canatlánefectivamente se mencionan las cuatro visitas del convento yalgunas otras localidades de la región. En las partidas de bauti-zos y entierros se citan los siguientes lugares: Canatlán,

38 I. GALLEGOS. Op. Cit. p. 229.39 A. G. SARAVIA. “La insurrección

tepehuana en 1616”, en Apuntes para la

historia de la Nueva Vizcaya. Tomo III.

México, Universidad Nacional Autónoma

de México, 1993, pp. 236-252.40 J. I. GALLEGOS. Op. Cit. p. 230.41 P. TAMARÓN Y ROMERAL. Demostra-

ción del vastísismo obispado de la Nueva

Vizcaya, 1765. Durango, Sinaloa, Sonora,

Arizona, Nuevo México, Chihuahua y

porciones de Texas, Coahuila y

Zacatecas. p. 94.

Page 77: Transicion num 32

.transición. 77

Guatimapé, San Antonio de Cacaria, Capinamaiz, Malpais, LaPunta, San Juan del Río, Las Bocas y Santa Teresa de Ocotán.42

En las partidas de matrimonio se citan como lugares de loscontrayentes varones, algunos lugares ciertamente distantesde la jurisdicción de la misión de Canatlán como: La Silla, San-tiago Papasquiaro, Santa Catarina, San Bartolomé, Nombrede Dios y Zacatecas.43

Los registros para las tres series de estadísticas vitales deCanatlán comienzan en 1653, siendo la serie de los bautizos lamás completa en tanto tiene registros para todos los años de lafecha señalada hasta el fin del siglo XVII. La serie de los casa-mientos, además del número relativamente pequeño de regis-tros que tiene para cada año; para el periodo 1653-1700 presen-ta una laguna de veintiún años sin registros repartidos enpequeños ciclos de tres años. La serie de los entierros, por suparte, presenta un espacio de once años sin registros que iniciaen 1675 y termina en 1682.

LOS REGISTROS DE LA PARROQUIA DE SAN JUANDEL RÍO.

La fundación del pueblo y misión de San Juan del Río serealizó en un territorio de frontera entre los indios tepehuanesy zacatecas en el año de 1571,44 en el llamado valle de San Juan,desde donde Francisco de Ibarra ordenó la fundación de lavilla de Durango e inició su expedición a Topia en 1563.45 Suterritorio actual está limitado por la sierra de Gamón hacia eloriente y por la sierra de Coneto hacia el poniente, la que de-termina sus límites actuales con Canatlán.46

El valle de San Juan, enclave estratégico para las expedicio-nes de Francisco de Ibarra, tenía por cabecera de su jurisdic-ción al pueblo y convento de San Juan del Río erigido por losfranciscanos hacia 1575.47 Para principios del siglo XVII, en1604, ya se habían nombrado autoridades del cabildo, y comoalcaldía mayor incluía a Peñol Blanco y los valles de los Palmi-tos, la Sauceda, Guatimapé y de Santiago Papasquiaro.48 El

42 APC. Ver: Libros de bautizos y

entierros del convento de San Diego de

Alcalá de Canatlán.43 APSP. Ver: Libros de casamientos

del convento de San Diego de Alcalá de

Canatlán.44 J. I. GALLEGOS. Op. Cit. p. 157.45 J. L. MECHAM. Op. Cit. p. 157.46 P. ROUAIX. Op. Cit. p. 110.47 P. GERHARD. Op. Cit. p. 290.48 P. GERHARD. Op. Cit.

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78 .transición.

real de minas de Coneto tuvo alcalde mayor entre 1630 y 1640,lo que supone que había sido temporalmente separado de lajurisdicción de San Juan del Río hasta mediados del siglo enque le fue reanexado.49

Es probable que la misión de San Juan del Río se haya for-mado con los indios tepehuanes que habitaban en sus alrede-dores y de las regiones de Palmitos y Coneto y con los indioszacatecas que residían en el Peñol Blanco. La población calcu-lada por Gerhard para San Juan del Río y su jurisdicción parala fecha de fundación de la misión era de aproximadamente15,000 considerando la gente de Avino, Cacaria,50 Palmitos,Peñol Blanco y San Juan.51

Desde finales del siglo XVI, San Juan del Río se había con-vertido en una importante región agrícola y ganadera que abas-tecía de granos a todos los reales de minas de su jurisdicción,algunos de los cuales habían sido pueblos de visita de su pa-rroquia como los reales de minas de San José de Avinito, SanFermín del Pánuco y Coneto respectivamente, casi hasta el findel periodo colonial. 52

De los registros parroquiales de San Juan del Río, hay queseñalar que como en las demás jurisdicciones de la región surde la Nueva Vizcaya, es seguro que comenzaron paralelamentea la erección de las misiones en cada lugar, sin embargo, tam-bién como en esas localidades no se tiene registros para esosprimeros años. Las partidas de bautizo comienzan en 1672 yterminan su serie del siglo XVII en 1690. La serie de los casa-mientos inicia en 1657 y termina en 1690, para después de unlapso de cuatro años sin registro, iniciar en 1694 y terminarcon el siglo. En los entierros hay una laguna mayor, pues co-mienzan su serie en 1656 y termina en 1680, para reiniciarla en1693 y cerrar con el fin del siglo XVII.53

En estos registros de la administración de los sacramentosde San Juan del Río, se citan los lugares de procedencia de lospadres de los bautizados y sus hijos, los que cubren una por-ción territorial muy amplia que rebasaba; incluso, el territo-rio de la propia jurisdicción, a saber: las haciendas de Palmi-

49 Ibidem.50 PETER GERHARD señala que Cacaria

hacia mediados del siglo XVII perteneció

por corto tiempo y junto con Canatlán y

tal vez Avino, a la efímera jurisdicción

del real de minas de Guadalupe de la

Silla.51 Ibidem. p. 291.52 P. Tamarón y Romeral. Op.Cit. p. 94-95.

53 APSJR. Libro en que se asientan los

bautismos, casamientos y entierros que

se hacen en este convento de N: S. P. San

Francisco e iglesia parroquial de este

pueblo de San Juan del Río.

Page 79: Transicion num 32

.transición. 79

tos, de Menores de Arriba y de Abajo respectivamente, la delÁlamo, de la Ciénega y la de San Matías; el “pueblo de losindios naturales”; las minas de Gamón y San Juan del Río.

LOS REGISTROS DE LA PARROQUIA DE SANTIAGOPAPASQUIARO.

Ubicado hacia la parte noroeste del actual Estado deDurango y fundado originalmente como misión jesuita en1597,54 el pueblo de Santiago Papasquiaro se encuentra asenta-do en la parte oriental de la Sierra Madre Occidental. Desde sufundación estuvo habitado por indios tepehuanes que poste-riormente al asentamiento de las misiones, se dedicaron a lacrianza de ganados y a un incipiente pero progresivo procesode producción agrícola. Por otra parte, la arriería fue una delas actividades de gran escala que allí se desarrollaron.

A principios del siglo XVII los indios tepehuanes de la re-gión ya habían sido reducidos a doctrina por los padres de laCompañía de Jesús; lo que habría ocurrido a partir de la pre-sencia de varios grupos dispersos en las inmediaciones de laranchería del Alamillo, lo cual dio como resultado las funda-ciones del pueblo de Santiago Papasquiaro y las doctrinas deSanta Catarina de los Tepehuanes, Santiago Tenerapa y SanAndrés de Atotonilco.55 Seguramente la fundación del pueblode San Nicolás, ubicado hacia el sur de Santiago Papasquiaro,también habría sido un enclave de indios tepehuanes que des-pués de haber sido reducidos fueron asentados para “estarsujetos a mejor vida y costumbres de las que tenían por lasreliquias de la idolatría e infidelidad permanente, en sus bár-baras inclinaciones”.56 Esto ocurría en el contexto del procesode poblamiento que se había emprendido en la región desdelos finales del siglo XVI.57

Efectivamente, la divisa de la evangelización de los natura-les de la región por los jesuitas y los seráficos respectivamente,hizo posible el proceso de administración de los sacramentosdesde el momento mismo del establecimiento de las misiones,

54 J. DE LA C. PACHECO ROJAS.

“Reducción: Ordenamiento social y

civilización”, en Actas del Cuarto

Congreso Internacional de Historia

Regional Comparada. Vol. I., México,

Universidad Autónoma de Ciudad

Juárez, 1995, pp. 89-121.55 A. ANTONELLI. “Historia de esta

villa de Santiago Papasquiaro remitida

al Gobernador Intendente de esta

provincia, 1793”, en CARLOS HERNÁNDEZ.

Durango Gráfico. Talleres de J. F. ROCHA,

1903, pp. 19-20. BNM. Fondo Franciscano,

11/172.56 C. HERNÁNDEZ. Op. Cit.57 M. VALLEBUENO GARCINAVA. “El

poblamiento del valle de Santiago

Papasquiaro Durango hasta 1743”, en

Transición No. 8, Op. Cit. pp. 19-29.

Page 80: Transicion num 32

80 .transición.

sin embargo, los registros de dicha administración comenza-ron en Santiago Papasquiaro en 1643, contando para los bauti-zos y los casamientos una serie completa de registros que ter-minan su serie del siglo XVII en 1694 seguida de una laguna devarios años para los inicios del siglo XVIII. Por su parte, losregistros de entierros comienzan el mismo año de 1643 paraterminar en 1700 y continuar su serie durante todo el sigloXVIII y hasta el fin del periodo colonial.

Como en prácticamente la totalidad de los registros parro-quiales de las distintas localidades del obispado de Durango,en ellos se encuentra el señalamiento de los lugares hasta don-de se llevaba la administración de los sacramentos. En el casode las partidas de bautizo de Santiago Papasquiaro se citanlos siguientes lugares de origen de los bautizados y sus pa-dres: Santiago Papasquiaro, San Nicolás, San Andrés deAtotonilco, Santa Catarina, Guatimapé, Canatlán, Yamoriba,Cacaria, y Santa Clara.58

En las partidas de casamiento se cita como lugares de pro-cedencia de los contrayentes, las localidades señaladas paralos bautizos además de Topia, San Pedro de Culiacán, Gua-diana, Puebla de los Angeles, Poanas, Indé, Santa María, SantaCruz, Sonora, Atlixco, Sayula y Parral,59 lo que nos habla depequeños pero sostenidos márgenes de migración particular-mente de los contrayentes varones, los que habrían llegado aSantiago Papasquiaro para dedicarse sobre a todo a la activi-dad agrícola y comercial.

Los registros de entierros dejan ver que los difuntos ente-rrados en los distintos lugares de la jurisdicción, pero sobretodo en Santiago Papasquiaro, habían llegado prácticamentede los lugares ya señalados, sin embargo, hay también regis-tros de personas de Milpillas, San Juan del Río, San Pedro deGuarizamey, Las Bocas de Guatimapé, Tepehuanes, Parras,Charcas, Otáez, Zacatecas, San Luis Potosí, Puebla, Rosario,Castilla y alguno “de origen flamenco”.

Estos difuntos se enterraron sobre todo en los tres lugaresmás importantes de la jurisdicción: Santiago Papasquiaro, San

58 APSP. Libro donde se asientan los

bautismos, casamientos y muertes de

Santiago Papasquiaro, 1643-1713.59 APSP. Ibidem.

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.transición. 81

Andrés de Atotonilco y San Nicolás, y en menor medida enCanatlán, Tepehuanes, Nazas, Los Charcos, El Zape, El Pue-blito, San Gregorio, Indé, Nombre de Dios, Poanas y SantaBárbara.60 El obispo de Durango Pedro Tamarón y Romeral,hacia el último tercio del siglo XVIII señala como visitas deSantiago Papasquiaro, los pueblos de indios de San Andrés deAtotonilco y San Nicolás.61

TIPOS DE REGISTRO DE LAS SERIES SACRA-MENTALES DE LOS ARCHIVOS PARROQUIALES DELA REGIÓN SUR DE LA NUEVA VIZCAYA EN ELSIGLO XII.

LOS BAUTIZOS.

A efecto de determinar y analizar los datos contenidos enlas partidas de bautizo de las distintas parroquias y misionesde la Nueva Vizcaya del siglo XVII, se presentan tres “macho-tes”62 que aunque provienen de tres épocas y contextos dis-tintos, servirán para establecer las semejanzas en la forma ycontenido del asentamiento de los datos de la administracióndel sacramento, toda vez que las diferencias son poco significa-tivas, incluso con los registros de otras regiones de la NuevaEspaña como la ciudad de México o la ciudad y región deGuadalajara.63

Los formatos son los siguientes: a) la definición de las par-tidas de bautismo realizada por el Archivero Municipal deÁguilas, en Murcia, que en el contexto de Las Jornadas Archivos eInvestigación celebradas en España en 1991, presentó una des-cripción de la forma y contenido de los registros parroquialesespañoles realizados desde la época preestadística hasta losinicios de la segunda mitad del siglo XIX, b) el “machote” pro-puesto por el Obispo Pedro Tamarón y Romeral en el contextode su segunda visita pastoral a la Diócesis de Durango en 1765,y c) una especie de formato “típico” cuyos datos se despren-den del análisis específico de los casi 10,000 registros de bauti-

60 Ibidem.61 P. TAMARÓN Y ROMERAL. Op. Cit. p.94.62 Este era el término con que se

nombraba a los formatos donde se

indica la forma de asentar los datos de

la administración del sacramento del

bautizo, en los autos que dan

testimonio de las recomendaciones

hechas al respecto por los obispos en

sus visitas pastorales.63 T. CALVO. Guadalajara y su región

en el siglo XVII. Población y economía.

Tomo I. Guadalajara, México,

Ayuntamiento de Guadalajara, 1992.

Page 82: Transicion num 32

82 .transición.

zo del siglo XVII que se realizaron en las parroquias del sur dela Nueva Vizcaya.

El archivero de Águilas nos dice que este tipo de registro debautizo, se inscribía en los libros sacramentales de los archi-vos parroquiales españoles hasta 1856, en que comienza el pe-riodo estadístico propiamente dicho en España.64 Las partidasespañolas contenían datos, que de hecho son los mismos quelos misioneros emplearon durante el proceso de evangeliza-ción y consolidación de la fe cristiana en la Nueva España.

Redactadas en forma de acta, las partidas de bautismo sue-len presentar los datos siguientes: nombre de la villa o ciudad,así como el de la parroquia; día mes y año. A continuación elnombre del párroco con expresión de su título; después el tipode sacramento que administra con referencias al sexo del bau-tizado; le sigue la fecha o el día y mes y el lugar del nacimiento;luego, si es o no legítimo y el nombre y apellidos de los padres,su naturaleza, vecindad y profesión (...) Después la onomásti-ca que se le pone al (...) bautizado y el nombre y apellidos desus padrinos. Termina la inscripción con la firma y rúbrica delclérigo que realiza el sacramento.65

Por su parte el obispo de la Nueva Vizcaya Pedro Tamaróny Romeral, de manera tardía en el último tercio del siglo XVIII,mandaba al cura de la Parroquia de Nombre de Dios en 1767,que sus tenientes realizaran el registro de los bautizos al tenordel siguiente modelo, el que se transcribe a continuación por-que contiene prácticamente los mismos datos de los registrosespañoles del periodo colonial; presenta pocas diferencias conlos registros de la Nueva Vizcaya del siglo anterior, y algunasrecomendaciones tendientes a precisar los principales elemen-tos sagrados del protocolo del ritual romano.

En la Santa Iglesia Parroquial de esta Villa del Nombre de Dios entantos de tal mes y año (de letra) yo el bachiller don N. Cura por suMajestad o theniente de cura de dicha Santa Iglesia (si fuere otro el quebautiza) se dirá: el bachiller don N. Bauticé (o bautizó cuando es otro elque bautiza hablando el cura por sí), solemnemente exorcicé, dí

64 En España, las fechas iniciales en

que se datan los primeros registros de

bautizo son 1474 para la región de

Longares, 1509 para la región de Orgaz

y 1511 para la región de Lumbrales.

Ver: V. PÉREZ MOREDA. Las crisis de

mortalidad en la España interior. Siglos

XVI-XIX. Madrid, Siglo veintiuno Editores,

1980, p.27.65 J. HURTADO MARTÍNEZ. Op. Cit. pp.

90-91.

Page 83: Transicion num 32

.transición. 83

bendiciones y puse los santos óleos y crisma a un niño que nació taldía, a quien puse por nombre N. Hijo legítimo de N.N. Vecinos de talparte (y cuando lo fueren) hijo natural de N. (si públicamente lo cría), ycuando no se saben los padres se dice “hijo de padres desconocidos”(si es expuesto en alguna casa) se expresa así, y en este caso si no llevacédula en que conste haberse bautizado y por quién, se bautizaabsolutamente, fueron sus padrinos N.N. a quienes advertí el parentescoespiritual y la obligación de su cargo y para que conste lo firmé.66

El tipo de registro de bautizo que convencionalmente hemosllamado “típico”, se ha sacado del análisis de las partidas bau-tismales de Nombre de Dios para el siglo XVII. Esta documen-tación que comienza en 1634 para los registros de bautizo,matrimonio y defunción, aunque incompleta, mantiene ciertahomogeneidad en el asentamiento de sus datos, ya que a dife-rencia de la documentación que sobre el particular se analizóen el archivo parroquial de San Juan Bautista de Analco, pue-blo de indios contiguo a la ciudad capital de la Nueva Vizcaya,ésta ofrece una información más completa tanto acerca delbautizado como de sus padres y padrinos. En ella encontra-mos generalmente los siguientes datos:67

NOMBRE DEL BAUTIZADO.

El asentamiento de los datos en las partidas de bautizo,comenzaba con el señalamiento del convento o parroquia don-de se daba el sacramento seguido del lugar y la fecha del bau-tizo, que por regla general no era la fecha del nacimiento delbautizado. Enseguida se anotaba el nombre, el que sólo demanera eventual para el periodo de estudio, constaba de dosnombres. Respecto del apellido hay que decir que cuando ésteaparece en las partidas generalmente se refiere a los hijos deespañoles, y de manera esporádica, a los hijos de mestizos.68

Por su parte, el mayor porcentaje de los bautizados indíge-nas se registraban sin apellido, o bien con el del amo de lahacienda donde trabajaban sus padres. También era prácticacomún que los indios usaran como apellido el nombre del ofi-

66 C. BARGELLINI Y C. CRAMAUSSEL. Op.

Cit. p. 46.67 Analizando la documentación de

este periodo, se puede observar que la

omisión de alguno o algunos de los

datos que se señalan, se debe general-

mente al nivel de discrecionalidad

empleado por el cura al realizar el

registro, lo que es notorio, sobre todo,

cuando se daba el cambio temporal de

alguno de ellos.68 C. CRAMAUSSEL. “El uso del apellido

en la época colonial”, en Revista

Transición No. 9, noviembre de 1991.

México, Instituto de Investigaciones

Históricas, Universidad Juárez del

Estado de Durango, pp. 12-15

Page 84: Transicion num 32

84 .transición.

cio al que se dedicaban, o que llevarán el genérico “de la Cruz”tan comúnmente usado al nombrar a los hijos de las parejasindígenas cristianizadas, y que en España era reservado paralos expósitos.

ORIGEN ÉTNICO.

En este tipo de actas encontramos la siguiente clasificaciónde los sujetos bautizados: español,69 indio o negro, referentes alos que se podrían llamar grupos étnicos puros. Respecto delas personas de sangre mezclada, también llamadas castas, o“gente de color quebrado”, se encuentra una muy variada cla-sificación que dependía de la calidad étnica de los padres y delcolor de la piel de las personas, así se tienen las siguientescategorías: mestizo,70 mulato, lobo, coyote, moreno, castizo,saltapatrás, tente en el aire etc.

Con relación a este aspecto tan importante de la clasifi-cación conceptual en que se ubicaba a las personas de los dis-tintos grupos humanos que en la época colonial recibieron elsacramento del bautizo, se debe señalar que esas referen-cias usadas apuntan hacia la posibilidad de realizar un aná-lisis de carácter semántico y cultural,71 que permita una in-terpretación lo más apegada posible a los patrones socio-cul-turales y políticos que le dieron origen.

Lo anterior, se dio sobre todo en el siglo XVII cuando serealizaba una clasificación étnica basándose fundamen-talmente en el color de la piel, lo que generó grandes confusio-nes para los religiosos que registraban los grupos de perte-nencia racial de los bautizados con grandes márgenes dediscrecionalidad72 de su parte, porque “levantaban el registrotal como lo declaraba el interesado sin exigir prueba ni contra-riar su declaración”,73 lo que ahora nos plantea algunosproblemas metodológicos al momento de analizar los datos eintentar realizar proyecciones confiables sobre la conformaciónsocial y el cálculo de personas de cada uno de los grupos encuestión.

69 AHCD. Libro de bautizos, 1604-1636,

y Libro de casamientos, 1646-1700.

Respecto de los españoles referidos en

las partidas bautismales, generalmente

se los señala con esa categoría al ser

hijos de españoles criollos, los que salvo

en muy contadas ocasiones se sabe eran

españoles peninsulares, lo que se cons-

tata de mejor manera en las partidas

matrimoniales. Ver. J. I. ISRAEL. Razas,

clases sociales y vida política en el

México Colonial 1610-1670. México,

Fondo de Cultura Económica, 1980, pp.

86-115.70 Para ver un análisis detallado

sobre la evolución del segundo

elemento étnico más importante de la

Nueva España después de los indios: los

mestizos, y en general sobre las castas,

ver; J. I. ISRAEL. Ibid. pp. 68-85.71 M. CARMAGNANI. “Demografía y

sociedad: la estructura social en los

centros mineros del norte de México,

1600-1720”, en Historia y población en

México (siglos XVI-XIX). Introducción y

selección de THOMAS CALVO, México, El

Colegio de México, 1994, p. 128.72 APSJR. En la partida de bautizo de

un indio tepehuán llamado Joan, reali-

zada el día 24 de marzo de 1673 en la

iglesia parroquial de San Juan del Río,

el fraile Gabriel de Olivas al desconocer

la calidad étnica de los padres del bau-

tizado y ante la dificultad de clasificarlo

por el color de la piel, optó por anotar

en el margen izquierdo de la partida:

“no se qué es”, lo que nos habla de los

problemas que enfrentaban los religio-

sos para determinar la calidad étnica de

los feligreses que administraban.73 R. KONETZKE citado por M.

CARMAGNANI. Op. Cit. p. 129.

Page 85: Transicion num 32

.transición. 85

CONDICIÓN LEGAL.

Dependiendo de la situación social y económica particularde los padres del bautizado, podemos decir que su condiciónlegal se dividía generalmente en dos grandes grupos: el de loshijos legítimos y el de los ilegítimos y/o abandonados. En elprimero estarían los hijos de quienes se hubieren unido porel vínculo del sacramento del matrimonio cristiano, y en elsegundo los hijos naturales nacidos generalmente fuera delmatrimonio, y eventualmente abandonados a las afueras de laiglesia o a las puertas de las casas de familiares o de las fami-lias prominentes del lugar.

En esta categoría, que para el caso del siglo XVII novohis-pano ubica a un alto porcentaje de ilegitimidad y abandono,74

estarían los llamados hijos naturales, expósitos, hijos de pa-dres no conocidos, hijos de la iglesia, los hijos del pueblo, esdecir, aquellos que conforman el llamado “excedente de hijos”compuesto por los niños rechazados por su familia, ya sea porsu calidad de ilegítimos75 o por la imposibilidad económica desus padres para sostenerlos.

NOMBRE DE LOS PADRES.

En casi todos los registros se indica el nombre de los dospadres, o el de sólo uno de ellos, generalmente el de la madreque bautizaba al hijo natural; su origen étnico, y en el caso delos indios, negros y castas; si eran esclavos, criados o indioslaboríos en alguna hacienda. Para los padres de indios y cas-tas generalmente se indicaba el nombre y muy esporádi-camente sus apellidos. En los casos de registro de hijos natura-les, se anotaba el nombre de la madre y se la señala como“soltera”. Para los españoles a menudo se ofrece adicional-mente a su nombre y apellido, el dato de su profesión o de surango militar: factor, alguacil mayor, alcalde ordinario, juezreceptor, escribano; general, capitán, sargento, alférez, solda-do, etc.

74 En las investigaciones realizadas

sobre demografía histórica de distintos

lugares de la Nueva España, sobre todo

del siglo XVII y principios del XVIII,

existen grandes coincidencias sobre los

altos índices de ilegitimidad y abandono

entre los españoles y las castas

respectivamente. Sobre el particular

véanse las obras citadas de SÁNCHEZ-

ALBORNOZ, TOMÁS CALVO, CECILIA RABELL,

MARCHELO CARMAGNANI, LOVE J. J.

PESCADOR y C. CRAMAUSSEL entre otros.75 En las Siete Partidas se establecen

las siguientes categorías para los hijos

ilegítimos: naturales: hijos nacidos de

barraganas; fornezinos: nacidos en

adulterio, o de relaciones con parientes;

manzeres: nacidos de prostitutas con

paternidad incierta; spurri: nacidos de

barraganas, viviendo fuera de la casa

del hombre, es decir, nacidos de la

amante o mujer que tiene relación con

más de un hombre por lo cual la

paternidad es incierta, y los notos:

nacidos dentro del matrimonio, pero sin

ser hijo del esposo.

Page 86: Transicion num 32

86 .transición.

NOMBRE DE LOS PADRINOS.

Normalmente se indicaba su nombre y su origen étnico, yeventualmente la profesión y el grado militar en caso de serespañoles y tenerlo, anotando al final su lugar de residencia,por ejemplo: “vecino de la Poana”, “vecino del Real de Som-brerete”, “de la Puebla”, “de Michoacán”, etc.

Se precisa señalar que en alguna parte de los registros debautismo, a veces al principio, o en un acotamiento específico,se refiere si se aplicaron los santos óleos; si se bautizó en casode necesidad y si fue con el permiso y/o en presencia del curavicario de la villa o ciudad, de tal manera que a pesar de losrelativamente amplios márgenes de veracidad en el asenta-miento de los datos, es posible apreciar también ciertos már-genes de discrecionalidad de los curas al no respetar el ordende asentamiento de los datos que por ordenanza del Conciliode Trento deberían realizar.

Al respecto en el libro segundo de las partidas bautismalesde Nombre de Dios, se encuentra una acta relativa a la inspec-ción de la administración del sacramento del bautizo, fechadael 16 de septiembre de 1658 y firmada por el visitador Don JuanNavarro Gascue, en la que se indica la forma y los lugares en quedebe administrarse el bautismo, y el orden en que deben asen-tarse los datos respectivos. Ahí mismo se daba la indicación:

(...) que los bautismos que se hagan en el valle de Súchil: jurisdicciónde este curato se asienten cada año en este libro porque no andenseparados en cuando como se ha reconocido que están, por el cuadernoque remitió el Rdo. Juan de Tapia teniente de cura que administra dichajurisdicción = pena de 20 reales en la forma dicha.76

LOS MATRIMONIOS.

Efectivamente, como se ha señalado en la historiografía no-vohispana sobre las particularidades y el lugar central de lafamilia, ésta determina el marco de los procesos biológicos yhumanos “en donde se vive, se cura, se envejece y se muere”,77

porque constituye la unidad básica del desarrollo integral de

76 APND. Libro Segundo de bautismos.

1666-1678; L. C. QUIÑONES HERNÁNDEZ. Op.

Cit. p.25.77 FRANÇOIS GIRAUD. “De los proble-

mas europeos al caso novohispano:

Apuntes para una historia de la familia

mexicana”, en Familia y sexualidad en

Nueva España. México, Secretaría de

Educación Pública, Fondo de Cultura

Económica, 1987, pp. 56-79.

Page 87: Transicion num 32

.transición. 87

los sujetos, que se encuentran, por ella, en la encrucijada desus propias realidades biológicas, sociales, políticas, económi-cas y culturales que conforman el complejo conjunto de la vidabiológica y social de la humanidad.

En este contexto de la conformación social de la familia, ymás específicamente, en el de la familia cristiana novohispanaque toma como base para su formación el carácter sagrado delmatrimonio, destaca la importancia de las disposiciones delConcilio de Trento donde se determinan los aspectos normati-vos de la doctrina y del ritual del matrimonio cristiano,78 lasque a su vez son el reflejo de la doctrina tomista79 que conside-ra el sacramento como el máximo de los bienes del matrimonio,haciendo énfasis en la obligación de la iglesia católica y de susfieles, para dar y recibir el sacramento del matrimonio respec-tivamente, reafirmando que la unión de los esposos es sacro-santa por ser el signo sensible de la unión de Cristo con laIglesia.80

Sin embargo, el matrimonio también sería una fórmulaideal para garantizar el estatuto social y mantener los nivelesde riqueza alcanzados por ciertas familias acomodadas, por loque la consideración de factores como la dote de una novia, lasarras del novio o la expectativa de acceder a una rica herencia,constituían motivos determinantes para la realización y con-solidación del matrimonio como institución social después quereligiosa.81

Por las partidas de matrimonio se obtiene abundante in-formación sobre los contrayentes, sus padres, los testigos, lospadrinos, y eventualmente, sobre sus profesiones y cargosmilitares y sobre la situación económica y social de todos ellos,lo que se infiere cuando se registra la dispensa del pago porla administración del sacramento a las parejas pobres porejemplo, pero sobre todo por la información vertida sobre lostestigos o padrinos, ya que tratándose específicamente dematrimonios entre indios o castas, generalmente éstos eranlos dueños de las haciendas o las minas donde aquellos traba-jaban o vivían, y sobre los cuales también se da alguna infor-

78 “Doctrina sobre el sacramento del

matrimonio”, en El Sacrosanto y

Ecuménico Concilio de Trento.

Traducción de IGNACIO LÓPEZ DE AYALA,

según la edición auténtica de Roma

publicada en 1564, Librería de Rosa y

Bouret, París, 1857, pp. 300-302.79 T. DE AQUINO. Summa Theologica.

La Summa de Santo Tomás de Aquino,

escrita trescientos años antes de la

celebración del Concilio de Trento,

cobró gran relevancia como fundamento

incuestionable del nuevo discurso

adoptado por el catolicismo.80 S. ORTEGA NORIEGA. Op. Cit. p. 37.81 Para abundar sobre este aspecto

ver: S. M. SOCOLOW. “Merchants of Buenos

Aires, 1778-1810: Family and Comerce”,

en Colonial Latin American Historical

Review. pp. 34-53.

Page 88: Transicion num 32

88 .transición.

mación adicional, aunque también aparecen atestiguandoel acto del matrimonio personas de su misma condición,igualmente sirvientes, y aún esclavos tratándose de negros omulatos.

Estas partidas, como las de los bautizos, comenzaban entérminos generales, con un encabezado que hacía referencia alconvento, parroquia o capilla donde se celebraba el matrimo-nio, seguido del lugar y la fecha. Enseguida se anotaba el nom-bre de los contrayentes y el de sus padres con expresión de sucondición legal y calidad étnica. Posteriormente se anotaba elnombre de los testigos o de los padrinos, según se tratara del“desposamiento por palabras” o de la “velación” respectiva-mente, y aunque no siempre había la manifestación de su cali-dad étnica y su lugar de residencia, de manera general se ano-taba uno u otro dato. La partida finaliza con la firma o firmasde o los religiosos que administraban el sacramento, unos encalidad de doctrineros, y otros en calidad de teniente de cura,de cura propietario o de alto dignatario de la iglesia, el que aveces era el ministro provincial o el propio obispo entre otros.

Estos son, en términos generales, los datos que ordinaria-mente se asentaban en las partidas de matrimonio de las igle-sias de la región sur de la Nueva Vizcaya en el siglo XVII, sinembargo, se impone realizar algunas precisiones. Primero hayque distinguir entre el “desposamiento por palabras” que serealizaba a las puertas de la iglesia o en la casa de uno de loscontrayentes.82 Este era el procedimiento protocolario de decirpúblicamente las amonestaciones realizado por el mismo reli-gioso que los velaría después. La velación, por su parte, re-presentaba la administración del sacramento y la impar-tición de las bendiciones eclesiásticas a los desposados al díasiguiente en la iglesia propiamente dicha. Estas ceremo-nias fueron instituidas para la celebración del matrimonio delos nuevos cristianos de las provincias españolas en América,inmediatamente después de la conquista de México.

Hay que señalar, sin embargo, que el sacramento de lavelación aún después del Concilio de Trento no representaba,

82 Cuando el religioso acudía a la

casa de uno de los contrayentes a

realizar el “desposamiento por

palabras”, se pagaba el arancel de

licencia para casarse en su casa,

correspondiente a uno de los Derechos

de Notaría y Vicaría, que desde la

tercera década del siglo XVIII el obispo

de Durango Dr. BENITO CRESPO, había

implementado para determinar el costo

de la administración de los sacramentos

y de las distintas diligencias realizadas

por los religiosos. Ver: AHAD II, Rollo

112. Lote NGAIH, Legajo 26. Copia del

arancel dirigido por el Ilustrísimo Sr.

Obispo de la ciudad de Durango, Don

Benito Crespo del Orden de Santiago.

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.transición. 89

en estricto sentido, una obligación eclesiástica, y sólo por ra-zones de conveniencia sociopolítica de la Iglesia y la Coronarespectivamente, la celebración del matrimonio “in facieeclesiae” según el ritual romano, se hacía para canonizar elmatrimonio sobre todo de los indígenas, y muy particular-mente el de aquellos que ya estaban casados según los rituales desus propias costumbres; basándose en los supuestos deejemplaridad, y solemnización que eran muestra del elevadosentido cristiano del matrimonio.83

En los libros de matrimonios de la parroquia del SagrarioMetropolitano de la Catedral de Durango, podemos observarque el registro de los casamientos se realizaba en dos aparta-dos diferentes que correspondían, uno a las amonestaciones, yel otro a la velación respectivamente. Por otra parte en el restode las parroquias de la región de estudio generalmente sólohabía un registro para los dos casos, anotando en un acota-miento al margen, y debajo de los nombres de los contrayen-tes, la leyenda: “veláronse”.84

Lo anterior es significativo porque nos habla de la grancantidad de parejas que, casadas y cohabitando maritalmente,no habían recibido el sacramento de la velación y las bendi-ciones nupciales como estipulaba el ritual cristiano. Las auto-ridades eclesiásticas encabezadas por el obispo y los provisoresy vicarios generales, constantemente pedían a los religiososresponsables de parroquia, que instaran a sus fieles a que, encaso de estar casados sin la velación85 correspondiente, solici-taran la recepción de ésta, para, por ella, recibir las bendicio-nes de la iglesia católica, como se deja ver en el fragmento delsiguiente auto suscrito por el obispo de Durango fray Manuelde Herrera el 23 de septiembre de 1688,

Digo al cura de esta Santa Iglesia Catedral (...) ponga y anote en lamargen los que recibieron las bendiciones nupciales y porque enmuchas de las partidas de este dicho libro no consta haber velado ymuchos de los cuales consta estar casados (...) mando que reciban lasbendiciones nupciales todos aquellos de los cuales se considere no

83 C. SECO CARO. “Derecho canónico

particular referente al matrimonio en

Indias”, en Revista de la Escuela de

Estudios Hispano-Americanos. Vol, XV,

art., 1, Sevilla, Consejo Superior de

Investigación Científica, 1958, p. 56.84 Ver. Libros de casamientos de

APND, APC y APSP.

85 Códice Franciscano. México, edición

de García Icazbalceta, pp. 96-99. En el

códice de referencia se describe la

celebración de las velaciones de la

siguiente manera: “Acabados de casarlos

envía (el padre Guardián) todos juntos

a que hagan oración en la iglesia, y les

amoneste que todavía no consuman el

matrimonio ni vayan juntos hasta otro

día que recibirán las bendiciones; y otro

día siguiente acuden en amaneciendo, a

la iglesia para velarse, y decírseles la

misa, teniendo ellos a cierto tiempo sus

candelas encendidas en las manos, y

echándoles un velo, como es costumbre;

y dense las bendiciones a los que nunca

las han recibido; y los viudos o viudas,

que se casan segunda vez oyen

solamente la misa, y con esto los

despiden a todos”.

Page 90: Transicion num 32

90 .transición.

estar velados, y por lo dicho se pide al Padre Provincial y VicarioGeneral para que los apremie a recibir las dichas bendiciones nupciales,y para ello así mismo se le encarga al dicho cura cumplir con lo quedispone la Rubrica del Ritual Romano y amoneste a los que quierancontraer matrimonio no cohabiten maridablemente antes de recibir lasbendiciones nupciales.

Fray Manuel de Herrera.Obispo de este reyno. 86

Como ejemplo de lo anterior, se presentan un par de partidasmatrimoniales que fueron asentadas el mismo día, aunque porseparado, en el libro de casamientos por el cura propietariodel sagrario el licenciado Diego de Egurrola, donde puede ob-servarse que en el registro del “desposamiento” aparece la ano-tación de la presencia de los testigos, lo que a pesar de ser unacto puramente religioso le confería una especie de caráctercivil y social al enlace. En el registro de la “velación”, la quegeneralmente tenía lugar al día siguiente de la celebración delmatrimonio,87 aparecen, por su parte, las personas que apa-drinaban a los desposados, que aunque en la mayoría de loscasos eran las mismas personas que habían actuado como tes-tigos, en muchos otros fueron personas diferentes.

En treinta de abril de mil y seiscientos ochenta y cinco años, estandoen las puertas de esta Santa Iglesia Catedral y habiendo precedidoinformación de idoneidad ante el ministro Don Francisco de los RíosProcurador y Vicario General y leídose las tres amonestaciones,desposé por palabras al Capitán Gerónimo de Morga y Doña María deCastro. Fueron testigos el General Pedro de Calleros, el Capitán Gabrielde Aragón y el General Don Nicolás de Medina.

87 C. SECO CARO. Op. Cit. p. 57.

Page 91: Transicion num 32

.transición. 91

Diego de Egurrola.88

En treinta de abril de mil y seiscientos ochenta y cinco años, velé y dilas bendiciones nupciales al Capitán Gerónimo de Morga y a DoñaMaría de Castro. Fueron padrinos el general Don Nicolás de Medina yDoña Isabel de Castilla.

Diego de Egurrola.89

Generalmente en los matrimonios de españoles, y sobre todo sieran hijos de familias acomodadas, de la elite gobernante o delos dueños de los grandes capitales y haciendas, la presencia delos testigos y los padrinos era una condición que se cumplía inde-fectiblemente, siendo éstos, miembros de la misma condición, y aveces, de la más alta jerarquía social, económica o política, lo quenos habla de una extensa pero estrecha red de relaciones socialesque tenía, como uno de sus ejes de articulación, la celebración delmatrimonio cristiano. En la siguiente partida se puede ver, porejemplo, la presencia de algunas personas de la más alta jerar-quía social neovizcaina de la época.

En veintitrés días de septiembre de mil y seiscientos ochenta y cincoaños, el Ministro Provincial P. Francisco de los Ríos Comisario yCalificador del Santo Oficio, Juez Procurador y Vicario General deeste obispado, estando en las casas de la morada del Capitán Juan deEguzqui vecino de esta ciudad, y habiendo precedido información deidoneidad y dispensa de las Bannas por su merced, desposé por palabrasde presente y según orden de Nuestra Santa Madre Iglesia a JosephRúiz Calderón natural de los Reynos de España con Doña Francisca deEguzqui natural de esta ciudad. Fueron testigos el Capitán Gabriel deAragón Alcalde Ordinario, el General Nicolás de Medina Tesorero yJuez Oficial Real de esta Real Caja y el Capitán Pedro de YnzáurragaEscribano Público y otras muchas personas. Asistí yo el cura propietariodicho matrimonio.

88 AHFSGU. Microfilm No. Rollo 63.

Libro de casamientos de la parroquia del

Sagrario Metropolitano de la Catedral de

Durango Foja. 63. En esta partida se

señala que el desposamiento se realizó

“estando en las afueras de la iglesia”,

pero en la mayoría de las partidas se

señala que se realizaba este acto “en

las casas donde moraba” la familia de

uno de los miembros de la pareja

desposada, lo cual suponía el pago del

arancel correspondiente por el traslado

del párroco y del altar portátil hasta el

lugar de la celebración del casamiento.89 Ibidem. Foja. 124v.

Page 92: Transicion num 32

92 .transición.

Diego de Egurrola.90

Por otra parte, las partidas de los matrimonios realizadosentre los indios, las castas y los españoles pobres eran, efec-tivamente, más escuetas. El asentamiento de los datos era entérminos generales más sencillo. En la hoja inicial del librode casamientos, el religioso escribía una entrada generaldonde anotaba el nombre de la parroquia, su nombre y elperiodo que se cubría con los registros. Posteriormente ini-ciaba el asentamiento de cada registro anotando en la partesuperior izquierda el nombre sin apellidos de los contrayen-tes, y en la margen superior derecha, la anotación: “velados”,toda vez que, como ya dijimos, la velación era uno de los re-quisitos indispensables para contraer matrimonio en la épo-ca colonial.

Efectivamente, la parquedad y la sencillez de estas parti-das contrastaba de manera notable con las de los ricos y losgobernantes, pues independientemente del señalamientode la velación, el cual se hacía al margen de la partida, en ellasse mencionaban solamente los nombres de los contrayentesy de los testigos, que en la mayoría de los casos era gentehumilde como el sacristán de la parroquia, los religiosos de ellay a veces “todo el pueblo”, percibiéndose de manera especial laausencia de anotaciones adicionales sobre la identidad y lacalidad de los contrayentes, sus padres y sus testigos, como semuestra en la siguiente partida de casamiento en la iglesiaparroquial de Santiago Papasquiaro:

En primero de marzo de 1660 se casaron in facie eclesiae premissesdenuntiationibus Bartholo y Juana, ambos solteros de este pueblo deSantiago siendo testigos Francisco el sacristán y Don Mathías y sumujer Doña Juliana dommi populo me parrocho presente.

Joseph Conil.91

Casi sin excepción en los registros matrimoniales de las pa-

90 Ibidem. Foja. 65.91 APSP. Casamientos del Partido de

Santiago Papasquiaro desde el año de

1659. Foja 41.

Page 93: Transicion num 32

.transición. 93

rroquias tomadas en cuenta para nuestro estudio, la velaciónse realizaba como una condición fundamental para permitirla administración del sacramento, lo que contrasta con algu-nas parroquias de la capital del virreinato como la de SantaCatarina de México, donde la velación no fue un ritual muyusual, toda vez que su uso comenzó a generalizarse hastala segunda mitad del siglo XVIII.92 No obstante las enormesdistancias que separaban los territorios de la Nueva Vizcayacon los grandes núcleos urbanos del centro del virreinato, elapego al ritual cristiano para la administración de los sacra-mentos fue, en la provincia neovizcaina, una pauta a seguircon bastante fidelidad al ritual romano por los religiosos se-culares y regulares de la jurisdicción del obispado de Durangodurante el siglo XVII.

LOS ENTIERROS.

De importancia capital para la determinación de las ten-dencias poblacionales de un lugar y época específicos, es lacuenta de las defunciones, en tanto representan el contrapesonatural del proceso evolutivo de la población. La posibilidadde estudiar las relaciones entre los movimientos de la pobla-ción y las crisis de subsistencia, las hambrunas y las epide-mias, se traduce a una forma de análisis de las relaciones recí-procas entre las coyunturas económicas y la mortalidad, esdecir, a una concepción metodológica específica para analizarconjuntamente las funciones socioeconómicas y demográficasdentro del contexto cultural de un época,93 dando pie, por lademografía histórica, a los estudios de historia de las mentali-dades propiamente dichos.

En el caso de la determinación de las tendencias poblacio-nales de la región de estudio, sólo interesa el análisis cuanti-tativo de las defunciones y su relación con las variables debautizo y matrimonio; el análisis de su proyección en el tiem-po, y su distribución en el espacio de la jurisdicción, a efecto deincorporar el análisis de estas tendencias en el estudio generalde la dinámica de la población de la región sur de la Nueva

92 J. J. PESCADOR. Op. Cit. p. 80.93 P. ARIÈS. “La historia de las

mentalidades” en La Nueva Historia.

Op.Cit. pp. 460-481.

Page 94: Transicion num 32

94 .transición.

Vizcaya en el siglo XVII.Aunque efectivamente no interesa aquí realizar un estu-

dio acerca de las actitudes de los habitantes de la región y laépoca ante el nacimiento, el matrimonio o la muerte, convienedestacar que el análisis de las series sacramentales en funciónde la demografía histórica, permite abordar uno de los enfo-ques básicos de la historia de las mentalidades: el llamadofenómeno de la muerte sufrida,94 es decir, el de la muerte ob-jetiva, la muerte física cuya manifestación cotidiana en el ri-tual cristiano del sepelio se registró en los libros sacramentales,por los cuales ahora podemos, aunque a veces sólo parcial-mente, medir los impactos naturales de su presencia comofenómeno biológico y social en las diversas poblaciones de laNueva España.

De lado pues, dejaremos el fenómeno de la muerte en lapráctica cotidiana como comportamiento cultural y el estudiode su dimensión ideológica, para ocuparnos del estudio de lasestadísticas mortales y vitales, para estar en posibilidad deusar las cifras, las que a su vez permitirán el planteamiento deindicadores porcentuales sobre los movimientos de las dis-tintas variables que intervienen en el fenómeno demográficode la región.

Sabemos que para el caso de España la obligación de regis-trar las defunciones se apegaba a las disposiciones del ritualromano de 1614, sin embargo, para el caso novohispano aque-lla podría parecer una disposición temprana, toda vez que enSan José de Tula comienzan a registrarse en 1636 y en San Luisde la Paz y San Juan Evangelista de Acatzingo en 1645. Por suparte en Santa Inés Zacatelco dan inicio en 1647.95

En la capital del virreinato, en la parroquia de SantaCatarina de México, los registros de entierros comienzan, aunquede manera asistemática, en 1660,96 treinta y cinco años despuésque en la parroquia del Sagrario Metropolitano de la Catedralde Durango que comienzan en 1625. Por su parte en el primerasentamiento español de la Nueva Vizcaya, la Villa del Nom-bre de Dios, inician en 1634, y en 1643 en San-tiago Papasquiaro,

94 S. GRUZINSKI. “Los hombres y la

muerte l”, en Seminario de historia de

las mentalidades y religión en el México

colonial. México, Instituto Nacional de

Antropología e Historia, 1979, p. 111.95 C. RABELL. Op. Cit. pp. 75-82.96 J. J. PESCADOR. Op. Cit. p. 94.

Page 95: Transicion num 32

.transición. 95

localidad ubicada en el extremo norte de la región de estudio.Es muy probable que en fechas anteriores al inicio del

asentamiento de las partidas de defunciones en la NuevaEspaña como en la España misma, se llevara la cuenta de lossepelios para tener un control efectivo en el cobro del arancelcorrespondiente, y para dejar constancia de la decisión testa-mentaria de los difuntos. Para la Nueva Vizcaya puede obser-varse que el “testamento” propiamente dicho, aparece sóloeventualmente en las partidas de entierros, acompañado de laanotación del pago del arancel correspondiente, pero en loscasos en que la cuantía de los bienes del moribundo era conside-rable, generalmente hacía su testamento ante el escribano pú-blico. Este tipo de documentos testamentarios generalmenteaparecen completos en los protocolos de instrumentos públi-cos de los archivos de notarías.97

Efectivamente, los libros de difuntos de España para losinicios del siglo XVII eran en realidad “libros de testamen-tos”,98 es decir, libros que tenían la finalidad administrativa y eco-nómica de registrar el último deseo de los fallecidos, referentesal culto a celebrar en su memoria y a registrar el posible lega-do que heredaba a la iglesia por concepto de limosnas, obraspías y fundación de capellanías, cofradías etc.

De hecho uno de los grandes problemas que planteabanestos primeros libros de entierros, tanto en la península comoen la Nueva España, es que ante la pobreza generalizada de lamayoría de la población, no había grandes legados para la igle-sia. En la Nueva Vizcaya del siglo XVII, un porcentaje bas-tante significativo de los entierros se hicieron “de limosna”99

ante la falta de recursos del difunto o de sus deudos. Sobre elcaso particular de los entierros de pobres en España desde elsiglo XVI, Pérez Moreda explica que:

El deber de la caridad cristiana tenía en cuenta las necesidades espiritualesmás aún que las materiales, y la mayor necesidad del recién fallecidoera contar con el funeral, el entierro y los oficios eclesiásticosimprescindibles: en caso de no poder costearlos por medio de su

97 AHCD. Ver los documentos que

forman el Archivo de Notarías del

Estado de Durango.98 V. PÉREZ MOREDA. Op. Cit. p. 29.99 APND, APA, APSMC, APC y APSP.

Libros de entierros.

Page 96: Transicion num 32

96 .transición.

propio testamento o recurriendo a sus familiares más cercanos, serealizaban <<de limosna>> por la parroquia, y el hecho quedabafrecuentemente consignado de forma explícita en este tipo deregistros.100

Eso mismo ocurría en las parroquias y conventos novohis-panos, pues hay que recordar que el celo cristiano efectiva-mente tenía mayor aprecio por las cosas del espíritu que porlas del mundo material. Sin embargo, de manera particular enlos registros de decesos de la Nueva Vizcaya se puede encon-trar información importante para el reconocimiento del esta-tuto social y económico que tenían los difuntos, en tanto quehay en ellos la referencia al pago del arancel correspondiente,es decir, al pago de la “sepultura” como se lee en las partidas.

Sobre este aspecto particular del pago de aranceles pararecibir un funeral acorde a los distintos estatutos sociales delos habitantes de la Nueva Vizcaya, el obispo de Durango, Dr.Benito Crespo, probablemente hacia finales de la tercera déca-da del siglo XVIII, suscribió un documento para determinar elpago de los aranceles correspondientes a la administración delos sacramentos y por la distintas diligencias realizadas porreligiosos, sacristanes, jueces y notarios respectivamente.

La copia de este documento firmada por el Br. Diego Gonzá-lez, que data de 1805, no obstante estar fechada en 1705, segura-mente por un error del transcriptor, nos habla de que sietedécadas después de su emisión original, aún estaban vigenteslos costos por el pago de las sepulturas, las que según su ubica-ción en el espacio de la catedral de Durango, pagaban un aran-cel diferenciado.

El territorio de la Iglesia Parroquial se divide en cinco partes, la primeradesde las gradas del Altar Mayor para abajo, les compete sepultura decincuenta pesos, a la segunda de veinticinco pesos, a la tercera de diezpesos, cuarta cinco pesos, y a la última que es bajo el coro tres pesos,y en el cementerio doce reales.101

100 V. Pérez Moreda. Op. Cit. p. 30.101 AHAD II. Rollo 112, Lote NGAIH,

Legajo 26. Op. Cit. Exp. 357-358.

Page 97: Transicion num 32

.transición. 97

El documento en cuestión es muy importante, porque nos dauna idea muy precisa no sólo de los precios del arancel quedebía pagarse para ser enterrado en la iglesia o en el cemen-terio, sino porque permite apreciar las diferencias socialesde una sociedad estamental y altamente jerarquizada comola de la Nueva Vizcaya, y determinar con mucha puntualidadla gran diversificación de los oficios sacramentales que rea-lizaban los religiosos. En él se señala de manera explícita, elpago de los derechos en siete rubros principales: Derechos deNotaría y Vicaría; de Velaciones; de Entierros y Funerales; deAcompañados; de Sacristán; de Fábrica, y de Sepulturas.102

Por las condiciones estipuladas en el Derecho de Entierrosy Funerales, podemos conocer las formas diferenciadas delos costos del arancel para españoles, indios y castas, que setasaban en función del tipo de ritual y de reliquias usados enél, de tal manera que los entierros con “cruz alta y capa”, y conobligación de “misa cantada” eran los más caros; mientras losrealizados con “cruz baja y sin capa” y con misa rezada, te-nían un costo significativamente menor como se verá:

·De un entierro de Español con Cruz Alta y obligación de misa cantada, veinticuatro pesos y cuatro tomines; y de ofrenda de obligación lo que las partes pusieren.·De un entierro de Español con Cruz baja, doce pesos.·De un entierro de Mestizos, Negros o Mulatos libres con Cruz Alta y Capa, dieciséis pesos con obligación de misa rezada.·De un entierro de Mestizos, Negros o Mulatos libres con Cruz baja, diez pesos.·De un entierro de Indio laborío, Negro o Mulato esclavo con Cruz Alta y Capa, doce pesos con obligación de una misa rezada.·De un entierro de Indio laborío o Negro o Mulato esclavos con Cruz baja, ocho pesos.103

De la nota anterior se infiere que, por lo menos para el pagodel impuesto por enterrar a los difuntos, a los indios se les agru-paba en la misma categoría que a los negros y a los mulatos

102 Ibidem.103 AHAD. Ibidem.

Page 98: Transicion num 32

98 .transición.

esclavos, y que efectivamente la mayoría de los indios que ha-bitaban en la villa de Durango tenían la calidad de laboríos, esdecir, de indios de repartimiento.

La calidad étnica, por su parte, es un dato que se consignaen ellas casi sin excepción para el registro de indios, españolesy castas. Cuando se trata de entierros de indios se señalaespecíficamente el grupo étnico al que pertenecía el difunto:tepehuán, xixime, apache, concho, sinaloa, texanero, y salineropara el caso de Santiago Papasquiaro,104 y tepehuanes, tarascos,tlaxcaltecas, tonaltecas, mexicaneros, laguneros y matlazincaspara el caso de San Juan Bautista de Analco y Durango.105

En estos registros no se anotaba de manera sistemática lacausa de la muerte de los individuos, aunque hay un porcen-taje reducido de partidas donde si encontramos esta informa-ción, por la que es posible imaginar todo un cuadro de formasde muerte violenta, por causas naturales o por crímenes deguerra o salteamiento cometidos por los grupos indios no asen-tados de paz que habitaban en las partes altas y fragorosas dela sierra, o vivían itinerantes en la implacable sequedad de losdesiertos. De este modo tenemos la siguiente clasificación de lamuerte:106 violenta; repentina; o causada por los rebeldesenemigos;107 muerte accidental, por caídas, ahogamiento, a cau-sa de la caída de un rayo, y hasta por el ataque de un oso.108

Es importante señalar que en algunos casos, como el deNombre de Dios, las partidas de defunción son definitivamen-te más escuetas que las de bautizo y matrimonio, ya que ofre-cen una parca información sobre los datos del difunto, sobre ellugar del sepelio y sobre el arancel pagado, no obstante en losregistros de las demás parroquias tampoco se cuenta con ma-yor información sobre los aspectos del carácter ritual del ser-vicio, lo que impide sobremanera tener una idea más precisade las formalidades que los religiosos deberían seguir en losfunerales de sus feligreses, y sobre el proceso de auxilio espiri-tual que estaban obligados a brindar en cualquier momento alos moribundos, sin importar su condición socioeconómica osu lugar de residencia.

104 APSP. Libros donde se asientan los

bautismos, casamientos y entierros del

valle de Santiago Papasquiaro. 1643-

1713 .

105 AHAD. Libro donde se anotan los

entierros de la parroquia del Sagrario

Metropolitano de la Catedral de

Durango. 1646-1700.

106 Para una información especia-

lizada acerca de las diferentes formas

de morir en la Europa del Antiguo

Régimen ver: P. ARIÉS. El Hombre ante la

muerte. Versión castellana de MAURO

ARMIÑO, España, Taurus Ediciones, 1983.107 APSP. Ibidem.108 AHAD. Ibidem. En un número muy

reducido de las partidas de entierros de

las parroquias estudiadas se

encontraron algunos datos que hacían

referencia a alguna muerte por

enfermedad, general-mente dolor de

costado o causa de la peste.

Page 99: Transicion num 32

.transición. 99

En un auto fechado en 23 de septiembre de 1658 en la villadel Nombre de Dios y firmado por Joan Navarro Gascue, visi-tador del obispado por orden de don Pedro Barrientos Lomelínobispo de la Nueva Vizcaya, en atención al descuido por omi-sión que se había detectado en la administración de los sacra-mentos de la penitencia y extremaunción en las visitas ante-riores a la iglesia parroquial, se ordenaba lo siguiente:

(...) que el cura que es, o fuere o su teniente, cuando le llaman a algunaconfesión, haya de salir luego a toda diligencia para la parte o lugar enque estuviere el enfermo sin poner excusa de que no le traen bestia,por cuanto debe tenerla para en tales casos: pues por eso a suadministración se le pagan 200 pesos, los 5 novenos del dezmatoriode esta jurisdicción y por esta causa y ser personas pobres y miserables,muchas veces los que llaman se ponen en contingencia a que se recibatan necesario sacramento para la salvación de las almas, por lo que seles manda cumplir con esta obligación pena de suspención por manode oficio y beneficio (...).109

Según consta en las partidas de entierros posteriores a la fechadel auto de visita ya señalado, y con relación a los datos que seordenaba se asentaran; la calidad de los registros permaneciósin cambios significativos, es decir, que fuera de la anotacióndel día, mes y año; del lugar donde se enterró y de quién admi-nistró los sacramentos, se adolece de otros datos importantesque no obstante la obligación de asentarlos, de hecho no apa-recen salvo en contadas ocasiones. En el auto referido se orde-naba al respecto que:

(...) cuando muriese alguna persona, en la partida del asiento de losentierros ha de poner: (...) si testó o hizo memoria o dónde lo sepultaron,a quién dejó por albacea y quién fue heredero de las obras pías yforzosas, y qué misas deja, y así mismo de dónde era natural, qué edadtenía, si era casado, soltero o viudo.110

En términos generales se puede decir que en las partidas de

109 APND. “Auto de visita del libro de

entierros del 23 de septiembre de

1658”, en Libro No. 2 de Bautizos de

Nombre de Dios, 1666-1678.110 APND. Op. Cit,

Page 100: Transicion num 32

100 .transición.

entierro de la región de estudio, consistentemente se anotaba,a excepción de españoles y mestizos, el nombre del difunto sinapellidos;111 su condición étnica especificando en la mayoríade los casos su grupo étnico en particular, sobre todo cuandose trataba de indios que no pertenecían a las etnias locales;112 ellugar del sepelio; la mención de si había hecho testamento y sihabía sido enterrado de limosna o había pagado un arancel.

Por otra parte, respecto de la administración de los sacra-mentos de penitencia y extremaunción en el lecho de muerte,en el auto de visita ya citado se ordena que cuando se diera elauxilio espiritual fuera de la sede de la iglesia parroquial, sediera con la solemnidad y la decencia que un acto de esa natu-raleza requería. En el auto se mandaba que:

(...) llegado el sacerdote a la parte donde esté el enfermo se administresegún el manual, revestido de sobrepelliz y estola procurando toda ladecencia y cuidado en su administración como lo ordena y manda elceremonial romano, (...) y cuando se pidiere el santo óleo para losenfermos se lleve luego y sin dilación llevando solamente la urna delóleo sin firmones y no todos los crismeres por la decencia de lossantos óleos consagrados y una cruz pequeña, agua bendita y manualy se ha de administrar con preces y oraciones y revestido el ministrode sobrepelliz y estola.113

LA MUERTE TEMPRANA DE LOS ANGELITOS Y LOSPÁRVULOS.

Contrariamente a las partidas de entierro de personas adul-tas, en las de menores hay casi de manera general alguna indi-cación de la edad del difunto, pues en ellas se señala si éste era“angelito” o “párvulo”; si era de menos de un año o de un añode edad; o si era un parvulito114 de cuatro, cinco o seis años. Pero,en este contexto ¿qué debe entenderse por párvulo, si lo mismose da este calificativo a un niño muerto de menos de un año,que a uno de seis o siete años de edad?

Tanto en la Francia del Antiguo Régimen como en la Espa-

111 Generalmente sólo en el caso de

los españoles y hombres prominentes de

la localidad se anotaba su nombre con

apellido(s).112 En las partidas de defunción

podemos eventualmente encontrar el

registro de algún entierro de indígenas

tepehuanes, sinaloas y cimalayas, los

que por ser un número muy pequeño no

son realmente significativos en el

contexto de la población enterrada en

Nombre de Dios en el siglo XVII.113 APND. “Auto de visita del libro de

entierros”, Op. Cit.114 Creemos la expresión parvulito

era empleada para dar mayor énfasis a

la condición infantil del difunto.

Page 101: Transicion num 32

.transición. 101

ña del siglo XVI, era comúnmente aceptado por la iglesia cató-lica, el límite de los siete años para determinar la frontera entrepárvulos y adultos, es decir, para definir la línea divisoria queseparaba la inocencia de la razón; la irresponsabilidad de laresponsabilidad, visto desde el punto de vista religioso y paraefecto de la correcta administración de los sacramentos, puescomo norma general, la confesión y la extremaunción sobretodo, se aplicaban a los niños mayores de siete años, indepen-dientemente del procedimiento administrativo del cobro porel sepelio que, efectivamente, era distinto para unos y otros. EnFrancia se hacía la siguiente consideración sobre los niños quedeberían ser considerados párvulos:

Hacia los siete años comienza, con la tercera infancia, lo que loseclesiásticos llaman la edad de la razón o de la discreción, y se piensaque el niño puede discernir ya el bien del mal. Es la edad a partir de lacual puede seguir con provecho la enseñanza del catecismo y recibirel sacramento de la confirmación y, si se encuentra gravemente enfermo,el de la extremaunción. Es la edad en que, al no ser ya infans, cesa debeneficiarse en justicia de una presunción absoluta de respon-sabilidad.115

Los párvulos de la Nueva Vizcaya, que en la documentaciónrevisada estarían ubicados en el rango de 1 a 7 años de edad,también eran sujetos del pago del impuesto de sepultura comose deja ver a continuación en la siguiente cita:

·De un entierro de niño Español con Cruz Alta y Capa, trece pesos, y si fuere con Cruz baja ocho pesos.·De un entierro de niño hijo de Mestizos, Negros o Mulatos libres con Cruz Alta y Capa, nueve pesos.·De un entierro de niño hijo de mestizos, Negros o Mulatos libres con Cruz baja, siete pesos, cuatro reales.·De un entierro de niño hijo de Indios laboríos, Negros oMulatos esclavos con Cruz Alta y Capa, nueve pesos, y si

115 F. LEBRUN. La vie conjugale sous

l´Ancien Régime. París, 1975, pp. 135-

136.

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102 .transición.

fuere con Cruz baja, seis pesos.116

Los muertos jóvenes también tienen su lugar en los libros deentierros, aunque éste sea un lugar incierto a juzgar por lasnumerosas expresiones que se usaron en las fuentes para deno-minarlos fuera del contexto de los adultos y los párvulos, esdecir, dentro del grupo de los adolescentes y los jóvenes, de talmanera que los difuntos de edades superiores a los siete años,se registraban en los libros de las parroquias del sur de la Nue-va Vizcaya con expresiones como: púberes, mozos, mancebos,doncellas, solteros, hijos de familia, e incluso con denomina-ciones como: adulto de diez años, adulto de dieciséis años etc.117

Finalmente se impone decir que a pesar de sus caracterís-ticas de homogeneidad y cobertura de amplios periodos detiempo, la parquedad de las fuentes parroquiales no permitenconocer con detalle las características que asumía el sepelio delos niños y de los adultos conforme a los lineamientos del ri-tual romano. Sin embargo, conocemos, por una elemental ana-logía, que las formas que adoptaba la ceremonia del sepelio enla Nueva Vizcaya, no serían radicalmente distintas de las quese realizaban en otros lugares del virreinato como Zacatecas ola ciudad de México,118 dado que buena parte de los frailes ypárrocos provenían de los conventos franciscanos de México,Michoacán y Zacatecas para asentarse en la sede eclesiásticadel obispado de la Nueva Vizcaya.

116 AHAD II. Rollo 112. Lote NGAIH,

Legajo 26. Op. Cit..117 APND. Libro de entierros de la

parroquia de San Pedro Apóstol de

Nombre de Dios, 1634.118 J. JAVIER PESCADOR. Op. Cit.

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.transición. 103

ARCHIVOS CONSULTADOS.AHAD

Archivo Histórico del Arzobispado de

Durango.

APND

Archivo Parroquial de Nombre de Dios.

APC

Archivo Parroquial de Canatlán.

APSJR

Archivo Parroquial de San Juan del Río.

APSP

Archivo Parroquial de Santiago

Papasquiaro.

FRBNM

Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional

de México.

AHFSGU.

Archivo Histórico Familiar de la Sociedad

Genealógica de Utah.

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104 .transición.

PRIMER ENSAYO REPUBLICANOEN DURANGO, 1823-1827.

José de la Cruz Pacheco Rojas1

Page 105: Transicion num 32

.transición. 105

AUTONOMÍA Y REGIONALISMO: LADESINTEGRACIÓN DE LA NUEVA VIZCAYA.

En la construcción histórica de la primera república fede-ral, intervinieron diversos procesos de carácter social y polí-tico que incidieron en la emergencia de expresiones de regio-nalismo y en aspiraciones de autonomía de las provinciasde la Nueva España respecto de la capital del virreinato.

Ello es particularmente cierto en el periodo que comprendela Guerra de Independencia y el establecimiento de la Diputa-ción Provincial, como la formación de Ayuntamientos; princi-pales impulsores de la autonomía política y administrativade las Provincias. Estos procesos han sido destacados por NettieLee Benson y Josefina Zoraida Vázquez.2

En esa perspectiva,—como lo ha mostrado la propia LeeBenson— con la formación de las diputaciones provinciales,“la Constitución de 1812 reconoció una situación que habíaexistido desde hacía muchos años porque, desde el punto devista político y económico, hacía mucho tiempo que las Pro-vincias de Nueva Galicia y Yucatán, así como las ProvinciasInternas de Oriente y Occidente, habían sido independientesdel virrey, si no en la teoría, sí en la práctica”.3

De acuerdo con lo anterior, la autonomía política en lasProvincias de la Nueva España existía de facto antes de consu-mada la Independencia. La formación de las DiputacionesProvinciales acentuaron esa tendencia y contribuyeron ade-más a legitimar el movimiento autonomista. En el caso parti-cular de la Nueva Vizcaya, constituida desde 1786 en Provin-cias Internas del Occidente, nos interesa explorar en un pri-mer acercamiento, cómo ocurrió el proceso de emergencia dela autonomía política, y ligado con ello como ha planteado ladoctora Vázquez; el desarrollo de “un fuerte regionalismo”.4

Ambos fenómenos: autonomía y regionalismo; el primerocomo expresión de derecho al Gobierno Independiente del po-der virreinal y el segundo en tanto manifestación de identidadde los grupos sociales con sus bienes, su tierra y los elementos

1 Investigador del Instituto de

Investigaciones Históricas de la

Universidad Juárez del Estado de

Durango.2 NETTIE LEE BENSON. La diputación

provincial y el federalismo mexicano.

México, El Colegio de México/UNAM,

1994. p. 19. Josefina Zoraida Vázquez,

“Continuidades en el debate

centralismo-federalismo”, El Colegio de

México. Ensayo inédito, pp.5-6.3 BENSON.1994. Nota 19 de la pag. 28.

4 VÁZQUEZ. “Continuidades…”,p. 5-6.

Page 106: Transicion num 32

106 .transición.

culturales que sienten propios, a fin de cuentas como expre-sión ideológica del sentido de pertenencia. Estos serán los ele-mentos que en nuestra opinión, darán cuerpo o intervendránjunto con otros factores en la conformación de los Estados dela Federación en el norte y noroeste.

En la Nueva Vizcaya, dada la diversidad geográfica y lavastedad de su territorio, los procesos de autonomía y regiona-lismo ocurrieron lentamente, condicionados por las disposicio-nes político-administrativas instrumentadas por los borbonesdesde principios del siglo XVIII; coincidiendo así mismo con elinicio de la división del reino en unidades políticas, acentuandode esta manera la fragmentación y sobre todo desligando ladependencia centralizadora de Durango como capital, contra-rio a lo que se perseguía con tales medidas.

Con ello da inicio la segunda fase del desarrollo históricode la Nueva Vizcaya: la contracción, o mejor dicho la desinte-gración territorial y política de su jurisdicción. La primera faseabarca las exploraciones y la colonización emprendidas en 1554por Francisco de Ibarra y consolidada por los vascos en la últimaparte del siglo XVI y principios del XVII con la formación de laProvincia y sobre todo , con la integración de la porción septen-trional a la Nueva España durante toda esa centuria, que se carac-teriza por la expansión espacial constante hasta alcanzar sumáximo territorio, teniendo a Durango como centro domini-cal y rector de procesos sociales, culturales y religiosos.

La etapa de contracción o desintegración, también de largaduración, inicia en 1734 con la formación de las provincias deSinaloa y Sonora, que por razones principalmente geográficas,comerciales, jurídicas y culturales, mantenía relaciones más es-trechas con Guadalajara, capital de Nueva Galicia. Se reconocíaasí una autonomía que existía de hecho, desde hacía mucho,quizá desde tiempo de Nuño de Guzmán, fundador de la alcaldíaCuliacán con su propia provincia. Estas medidas contribuyerona acentuar la autonomía política y económica que generabanlos linderos en que se forjaría el regionalismo en esos confines.Un segundo momento está dado por la reorganización política

Page 107: Transicion num 32

.transición. 107

de la Nueva España en Intendencias y Provincias Internas en1786, que en opinión de la doctora Josefina Vázquez: “permitióque en la práctica se desarrollara un fuerte regionalismo”.5

Con el establecimiento de las intendencias, Sonora y Sinaloareafirmaron la unidad política que compartían desde el sigloXVIII. Unidas por procesos diversos desde épocas muy tem-pranas, se delimitó su jurisdicción definiendo en gran medidael territorio que más tarde daría forma a esos dos Estados de laFederación. Con ello quedó configurado el marco referencialen que se desarrollaría el sentido de identidad territorial ex-presado posteriormente en aspiraciones políticas.

El regionalismo es una expresión social la identidad que sefragua en un determinado grupo social; posee una fuerte cargasimbólica reflejando al mismo tiempo un continente espacial,de valores, costumbres, formas de ser que dan carácter y pecu-liaridad a una sociedad que la hace diferente de otra. En políti-ca expresa un interés similar o se esgrime como tal en defensade un cierto universo territorial.

La diversidad geográfica, el dilatado territorio que poseíaasí como la imposibilidad para controlarlo, obligó a la fragmen-tación administrativa y jurisdiccional de la Nueva Vizcaya,por tanto política. El surgimiento de aspiraciones de autono-mía encabezadas por las elites locales, como la formacióndel regionalismo, acentuaron la tendencia anterior. Hasta aquí,si intentáramos sacar alguna conclusión, podríamos afirmar—con cierta razón— que las medidas políticas instrumentadaspor la corona española en el norte de la Nueva España provo-caron por sí solas movimientos autonomistas y de identidad.

Por ello, es muy importante tomar en cuenta también lascaracterísticas demográficas que predominaban en el dilata-do territorio de la Nueva Vizcaya, donde la escasez de pobla-ción era uno de los rasgos más sobresalientes, así como la dis-persión de los principales núcleos urbanos; la ausencia de cen-tros dominicales y la enorme distancia de Durango respectode la mayor parte de su jurisdicción, provocaron que algunosasentamientos, sobre todo mineros, se transformaran en cen-

5 VÁZQUEZ.“Continuidades…”,p. 5-6.

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108 .transición.

tros de desarrollo económico y político, que influirían poste-riormente en el entorno inmediato.

Finalmente, como ha señalado Nettie Lee Benson en refe-rencia a la formación de las seis diputaciones provinciales deNueva España, la Constitución de 1812 reconoció de facto laautonomía política de las provincias. En el caso particular delas Provincias Internas de Occidente, se les reconocía el dere-cho a componer la Diputación Provincial con miembros deDurango, Chihuahua, Sonora, Sinaloa y Nuevo México, cons-tituido a mediados del mes de marzo de 1814 según el informedel jefe político de Nueva Vizcaya, Juan José Zambrano.6

Las Provincias Internas de Occidente iniciaron así la expe-riencia de ejercer por primera vez el derecho a la expresiónpolítica. Juan José Guereña, diputado por Durango, capital dela Nueva Vizcaya, asistió a las Cortes de Cádiz en 1812.7 Sedesconoce cual haya sido su participación o desempeño, peroel hecho de que haya asistido es en si mismo importante. Tam-poco volverá a aparecer en la escena política nacional ni lo-cal. En los principios se vieron frustrados por la abrogación dela Constitución de 1812, efectuada por Fernando VII en mayode 1814, con lo cual anulaba todos los actos de las Cortes de1810 a 1814 y las instituciones creadas por ellos, como las Dipu-taciones Provinciales.

Durante el periodo comprendido de 1815 a 1820, las Provin-cias Internas de Occidente quedaron aisladas de los movimien-tos sociales y políticos que siguieron ocurriendo en el sur de laNueva España. Por un lado, el movimiento de Independenciaque sólo había tenido un brote de rebelión con el levantamientodel coronel Jerónimo Hernández el 25 de diciembre de 1810 enlos llanos de Tapias, partido de Cuencamé, provocó fuertes in-quietudes a favor en algunos criollos del sur de la provincia yaún entre miembros de la iglesia el presbítero Miguel Elgueray el fraile Mariano Terán de la orden franciscana, expresaronsu simpatía por los insurgentes. El levantamiento de Hernándezfue reprimido rápidamente por el teniente Ángel Pinilla Pérez,en ausencia del gobernador intendente Bernardo Bonavía,

6 BENSON, p. 41

7 Leyes y documentos constitutivos de

la nación mexicana. De la crisis del

modelo borbónico al establecimiento de

la República Federal. GLORIA VILLEGAS

MORENO Y MIGUEL ÁNGEL PORRÚA VENERO

(coords). Serie III, vol.II, T.1, Instituto

de Investigaciones Legislativas/Cámara

de Diputados, 1997. p.131.

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.transición. 109

obligando a Hernández a huir y dispersar sus fuerzas. Ade-más, Pinilla instrumentó un sistema de vigilancia muy severoen la ciudad de Durango para evitar que se propagara lainsurre-cción, mandó formar compañías de soldados en va-rios puntos de la provincia con el propósito de defender sureino. Por otra parte el comandante general de las ProvinciasInternas con residencia en Chihuahua, Nemesio Salcedo,mandó levantar tropas con la misma finalidad aumentandoel sueldo a los soldados.8

Si bien las tentativas insurgentes no cesaron, la NuevaVizcaya se vio poco alterada en la vida social. El 21 de marzode 1811 fue aprehendido el cura Miguel Hidalgo y Costilla enAcatita de Baján para luego ser conducido a Chihuahua y fusi-lado el 31 de julio del mismo año,9 mientras que sus acompa-ñantes Carlos Medina, Bernardo Conde, Pedro Bustamante,Gregorio de la Concepción, Mariano Balleza, Francisco Olmedo,Nicolás Nava, Ignacio Hidalgo y Muñoz (sobrino del cura Hi-dalgo), Antonio Belán y Juan Salazar, todos ellos religiosos yclérigos, fueron ejecutados por Ángel Pinilla Pérez después deun largo proceso el 17 de julio de 1812 en Durango. Ambos suce-sos, muy relevantes, no suscitaron mayores reacciones a fa-vor de la Independencia en la provincia.

El realismo tenía bien sentado sus reales, sobre todo enDurango, y sostenido férreamente por el gobernador intenden-te de la provincia Pinilla Pérez (1810-1817), de quien decía CarlosMaría de Bustamante: “el tal Pinilla Pérez fue el mayor enemigoque tuvo la independencia; desde que estalló la revolución enDolores puso brida a Durango, hizo ejecutar allí a todos los quese remitieron presos en las Norias de Baján y sus providenciasfueron tales que preservó a Durango de la revolución”.10

No obstante, la fugaz experiencia de la Diputación Provin-cial y los conatos de insurgencia en la Nueva Vizcaya, de segu-ro dejaron huella importante en la memoria de los jóvenes queingresaron a la escena política en la década de 1820, atentos alos acontecimientos del movimiento de independencia que ocu-rría en el sur de la Nueva España. La ausencia de Durango

8 JOSÉ IGNACIO GALLEGOS, Historia de

Durango, 1563-1910. Durango s/e,s/f.

pp.524-525

9 CARLOS HERNÁNDEZ, Durango gráfico.

S.p.i. 1903, pp.49-51.10 Citado en Ibíd., p.58.

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110 .transición.

en uno de los momentos más álgidos del movimiento insur-gente fue cubierta por el abogado michoacano José SoteroCastañeda,11 quien fungió como representante en la Diputa-ción Provincial.

Con la restauración de la Constitución de Cádiz de 1812 en1820 a raíz del movimiento contra del despotismo de Felipe VIIen España, la rápida adhesión de los cabildos de Campeche yVeracruz, así como la reinstalación de la Diputación Provin-cial de la Nueva España, obligaron a Juan Ruiz de Apodaca aprestar juramento a la constitución el 31 de mayo,12 pasandode virrey a capitán general y jefe político de la Nueva España,precipitándose así la reconstrucción de las seis diputacionesprovinciales que habrían de desempeñar un papel decisivo enla consumación de la Independencia.

Las elecciones para diputados se efectuaron con tal celeri-dad que, del 11 de julio en que Apodaca expidió un bando para elarreglo de éstas, para noviembre se habían constituido las seisdiputaciones provinciales. Es importante destacar que para efectode los comicios, las divisiones electorales fueron declaradasidénticas a las de 1812 y 1813, asi como también se reconocían,en general, las mismas jurisdicciones de los delegados y loscorregimientos.13 Esto significaba aceptar y legalizar las de-marcaciones políticas regionales que se habían formado hastaaquel momento.

No obstante, es muy importante destacar que las provinciasde Durango y Chihuahua, como partes integrantes de la NuevaVizcaya, actuaron como una unidad y efectuaron sus eleccio-nes en Durango. A Nueva Vizcaya le fueron asignados tresdiputados propietarios y un suplente. Las provincias de So-nora y Sinaloa actuaron también unificadamente y eligierondos dipu-tados y un suplente. La diputación de las ProvinciasInternas de Occidente quedó instalada el 26 de noviembre de1820.14 Benson ha dicho acertadamente:

11 Diccionario Porrúa. Historia,

biografía y geografía de México. T.I.

México, Editorial Porrúa, 1986, p.532.12 Leyes y Documentos… Serie III,

Vol. II, T.I, p. 55.13 BENSON, 1994, p. 54.14 Ibíd., p. 60.

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.transición. 111

La decisión de Durango y Chihuahua por un lado y de Sonora y Sinaloapor el otro, de actuar unidas en esa época y no como cuatro provinciasseparadas, tuvo una gran importancia en lo que después había de ocurriren esas provincias.15

Efectivamente, esa sería la última vez que por razones históri-cas expresaron una unidad más bien fraternal, para que al añosiguiente se iniciara el proceso hacia la definición de los futu-ros Estados de la Federación en el norte a partir del estableci-miento de diputaciones por Provincia. Nuevo México fue elprimero en crear su propia diputación, iniciando funciones aprincipios de 1821. Al finalizar el año, el Congreso había recibi-do peticiones para la formación de diputaciones en las provin-cias de Sonora, Sinaloa, Durango, Chihuahua, Nuevo México, Nue-vo León, Coahuila y Texas, en el norte;16 manifestaciones todasellas de aspiraciones de autonomía política.

En el caso de Durango como capital de la Nueva Vizcaya,tocó al Ayuntamiento y a la diputación provincial, presidirlos actos de consumación de la Independencia. En Durango seprodujo uno de los combates que dieron fin al movimiento deIndependencia. El General José de la Cruz, jefe político y coman-dante General de Nueva Galicia, se trasladó a defender la ciudadde Durango contra los iturbidistas; Pedro Celestino Negrete fuea luchar contra aquel y consiguió derrotarlo el 6 de septiembrede 1821. Este hecho tuvo especial importancia pues con él sedestruyó el último reducto del realismo y se consumó la Inde-pendencia. Pero sobre todo hay que destacar que en el ámbitolocal el Ayuntamiento y la diputación provincial asumieronun papel central en la última etapa de los acontecimientos.17

Fueron ellos los que encabezaron los actos públicos de laconsumación de la Independencia. El Cabildo municipal, des-pués de realizar acto solemne, envió una comunicación al ge-neral Agustín de Iturbide en la cual expresaban importantesconceptos políticos sobre el despotismo que había imperadoen la provincia exaltando los favores recibidos del heroico PedroCelestino Negrete:

15 Ibíd., p. 61.

16 Ibíd., p. 100.17 Hernández, 1903, pp.59-61.

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112 .transición.

En deshago del agradecimiento que también perpetuará esta ciudad ensu memoria mientras exista, acá el Excmo. Señor Don Pedro CelestinoNegrete, permítanos V.E., que le manifestemos que esta capital y lasProvincias Internas de Occidente, deben su libertad a este heroicoespañol y decididas las tropas de su mando que él fue el ángel tutelar deestos remotos suelos; que a sus fatigas y sangre debemos sus habitantesla felicidad de que gozamos, pues con su marcha a esta ciudad impusoa los ministros del despotismo con solo en nombre se amedrentara…;y con la rendición de las tropas sitiadas quedó afianzada la opinión entodas las Provincias Internas de Occidente, consolidada la obra de laindependencia de las mismas.18

La diputación provincial, por su parte, al hacer juramento dela Constitución que habría de elaborar las Cortes de AméricaSeptentrional, leyó, en acto público el siguiente manifiesto:

Habitantes de las Provincias Internas de Occidente: renacieron para elventuroso imperio los días de gloria y de prosperidad(…), a paísesmenos cultos, a regiones menos ilustradas, llegó el fin de su inicuadominación. Vosotros esperad tranquilos el abrigo paternal, las basesfundamentales de vuestra regeneración política sin justas, equitativas yliberales(…). Los individuos, lejos de apartar sus intereses, deben dereconocerlos en la unión porque en ellos consiste la fuerza, observandofielmente estos sabios principios, llegando a formar con los demásafortunados habitantes de la América Boreal, una misma familia regidapor su propio espíritu y por leyes comunes que gozará de toda lafelicidad de que es capaz la sociedad humana, Objeto a que terminansus mas ardientes deseos la Diputación en que habéis depositado vuestraconfianza.

Durango, 9 de septiembre de 1821.19

Las anteriores expresiones de entusiasmo general por la incor-poración de las Provincias Internas de Occidente a la Indepen-dencia, lejos estaban de percibir que a partir de ese momentose abría una nueva fase que recompondría toda su organiza-

18 ATANASIO G. SARAVIA, Apuntes para

la historia de la Nueva Vizcaya. México,

UNAM, 1998. T.I, pp. 384-385. Saravia

transcribe un pasaje de la Historia de

México de Lucas Alemán.19 GALLEGOS, Op. Cit. pp. 566-567.

Page 113: Transicion num 32

.transición. 113

ción política y administrativa. La autonomía y el regionalis-mo de las cuatro provincias había madurado lo suficientecomo para reclamar el derecho a gobernarse por sí solas, inde-pendientes de Durango. Quizás los menos conscientes eran losdiputados de esta provincia. Al parecer tampoco hubo mani-festaciones o planteamientos de diputados que se hayan deja-do oír en el seno de la Diputación Provincial.

Más bien, las aspiraciones de autonomía en la posesión dediputaciones por provincia primero y más tarde la tendencia a laseparación, fueron planteadas en el Primer Congreso Nacio-nal Constituyente, donde precisamente tenía que resolverseacerca de la formación de los nuevos Estados. De esta manera,el numeroso contingente de diputados que representabanlas Provincias Internas de Occidente,20 comenzó a plantear susaspiraciones separatistas que, de hecho, la formación de dipu-taciones por provincia significaba en principio una descisiónpolítica. Carlos Espinosa de los Monteros, diputado por laprovincia de Sonora y Sinaloa, siguiendo el ejemplo de NuevoMéxico, planteó la conveniencia de separar Sonora deSinaloa y establecer dos diputaciones; Salvador Porras dipu-tado por Chihuahua, fue aun mas radical al plantear direc-tamente la separación de Chihuahua y Durango. Le siguieronFrancisco Velazco y Florentino Martínez.21 Su primer triunfofue haber conseguido el establecimiento de una diputación porprovincia, designándosele una sede a cada una: la capital deSinaloa en Culiacán y de Sonora en Ures; para Durango yChihuahua en las poblaciones del mismo nombre autorizadaspor el Congreso el 18 de junio y el 14 de julio de 1823, respectiva-mente.22 La Diputación de Chihuahua, inició sus funciones el 4de octubre de 1823.

El proceso de formación de la autonomía de las ProvinciasInternas de Occidente había concluido y con ella la desintegra-ción definitiva de la antigua Nueva Vizcaya. Se iniciaba asíuna nueva fase: la conformación de los Estados de la republicafederal, a la que habría de darle corpus legal la Constituciónde 1824. En principio como el efímero Estado Interno del

20 Eran diputados por Durango

Gaspar Pereira, Diego García Celis,

Estevan del Campo, Juan Manzanera,

Vicente Elizalde, José Ignacio

Iturrivarría y Juan José Escovar como

diputados propietarios, Miguel Alcalde y

Santiago Sada y Ortiz, como suplentes.

BENSON, 1994, p. 105

21 BENSON, 1994, pp. 101-103

22 Ibíd., 1994, p. 104

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114 .transición.

Norte, integrado por las provincias de Chihuahua, Durango yNuevo México,23 luego estado libre y soberano de Durango.

LA PRIMERA REPUBLICA EN DURANGO.

Después de consumada la Independencia, en Durango seprodujo un desbordamiento en la actividad política, derivadoquizá de los acontecimientos encabezados por Pedro CelestinoNegrete. Sin embargo no existen indicios, excepto la Diputa-ción Provincial, de que se hubiera formado una clase políticacapaz de iniciar una intensa actividad como la que se desplegódurante el resto de la década de 1820. La antigua capital de laNueva Vizcaya entró súbitamente en la era de las convulsionespolíticas, saltó del despotismo al republicanismo sin ensayosprevios.

Por ello, es importante tratar de explorar qué pudo haberprovocado ese cambio repentino. Suponemos que fue en elmarco de la Diputación Provincial primero, pero ante todo enel seno de la Diputación de la Nueva España y el CongresoConstituyente donde se forjaron los políticos durangueños.Al parecer esa fue su escuela ideológica, pues tampoco existerastro alguno de la presencia de individuos o de algún grupo deintelectuales que hayan sido factor de influencia en la forma-ción política de los durangueños; iniciado en 1822 cuando asis-tieron como diputados del Congreso Constituyente ManuelJosé Pacheco, Juan Pablo Caballero, Florentino Martínez, Igna-cio Muguiro, Manuel Espinoza, Santiago Baca Ortiz, AntonioAlcalde y Juan Francisco Castañiza Larrea y González, Mar-qués de Castañiza, Obispo de Durango.24 De todos ellos, losúnicos que podemos afirmar que poseían conocimientos en laslides ideológicas eran Antonio Alcalde y Francisco Castañiza.Alcalde estuvo implicado como simpatizante del movimientoinsurgente en 1810;25 Castañiza, hombre de letras, colegial, ca-tedrático, rector y benefactor del Colegio de San Ildefonso;doctor y rector de la Universidad de México, diputado y presi-dente de la Junta Instituyente convocada por Iturbide, entre

23 MANUEL DUBLÁN Y JOSÉ MARIA

LOZANO, Legislación Mexicana o

Colección completa de las disposiciones

legislativas expedidas desde la

Independencia de la Republica. México,

Imprenta del Comercio, 1876. “Acta

Constitutiva de la Federación, 31 de

enero de 1824”, p. 693

24 GALLEGOS, Op. Cit., p. 570.25 Ibíd. p. 526

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.transición. 115

otras distinciones y cargos,26 Obispo de Durango de 1816 a 1825,donde su obra más sobresaliente fue el rescate del SeminarioConciliar, al cual le restableció las mismas luces que tuvo en losúltimos tiempos cuando lo dirigían los jesuitas formando ac-tivos clérigos que participaron intensamente en política du-rante la primera parte del siglo XIX.

La actuación de los diputados por Durango en el CongresoNacional —hay que reconocerlo— fue pobre. Revisando losvolúmenes de las Actas Constitucionales Mexicanas (1821-1824),27 senota la casi nula participación, y cuando la hay, es en aspectosintrascendentes o simplemente quedan asentados sus firmasen algunas resoluciones, mas no en la expresión de ideas polí-ticas como un Bustamante, Zavala, Rejón, Ramos Arizpe o elpadre Mier. Si acaso, el único que se mostró más activo en losmomentos de discusión de la separación de Chihuahua deDurango, en mayo de 1824,28 fue Florentino Martínez, diputadopor la Provincia de Chihuahua. El desempeño de Baca Ortiz—según las Actas—, fue parco, tal vez prudente, víctima delgobierno tiránico de Iturbide al momento en que se disolvió elCongreso, sufrió encarcelamiento, lo que significa que no erapartidario del emperador, sino más bien simpatizante antiim-perialista. En una visita realizada a la prisión por parte de laAudiencia el 5 de enero de 1823, se le encontró en estado lastimoso:“se presentó a ella el señor diputado Baca Ortiz, de Durango,diciendo que con motivo de la fuga del padre Mier, lo habíanllevado a aquel calabozo, tan lleno de piojos que le habían he-cho llagas; mostroles luego en el pecho y fue tanta la fatiga ysorpresa que le acometió, que privado, cayó a tierra”.29 Es po-sible que la experiencia en la prisión lo haya radicalizado encontra de Iturbide.

El primer constituyente fue en gran medida el marco en quese formaron teórica y prácticamente los diputados novatos queprovenían sobre todo de las provincias lejanas; tan necesitadosde los instrumentos básicos del quehacer político, encontrarona experimentados oradores que insertaban externas citasde autores republicanos, teórico-políticos, filósofos, etc., que

26 Diccionario Porrúa, 1986, p. 534.27 Actas Constitucionales Mexicanas

(1821-1824). Diario de las sesiones del

Congreso Constituyente de la Federación

Mexicana. Introducción y notas de José

Barragán Barragán. X Tomos. México,

Instituto de Investigaciones Jurídicas-

UNAM, 1980.

28 Ibíd. Véase el tomo VIII

29 CARLOS MARIA DE BUSTAMANTE,

Diario Histórico de México, diciembre

1822-junio1823. T. I, v. I. Notas de

Manuel Calvillo. México, SEP/INAH, 1980.

p. 94.

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116 .transición.

incitaban a su lectura y análisis. Otros más fueron a aprenderde los más sabios, para luego regresar a sus lugares de origena difundir las nuevas ideas y tendencias políticas que habíanadquirido.

No obstante, la carencia de cuadros preparados no era ex-clusiva de Durango. El padre Mier daba cuenta de ello: “escierto que en las provincias apenas hay hombres aptos paraenviar al Congreso General, y quieran tenerlos para congresosprovinciales, poderes ejecutivos y judiciales, ayuntamientos,etc.”.30 Muchos de estos cuadros se formaron en el Congreso.Baca Ortiz, por ejemplo, regresó a Durango a encabezar ungrupo político que dominó la escena pública durante la mayorparte de la década de 1820 y creó además una línea sucesora;fue el primer Gobernador Constitucional del Estado, sucedién-dole Francisco Elorriaga, también diputado y amigo suyo.

Es probable que también la diputación provincial deDurango haya funcionado como escuela para la formación decuadros políticos haciendo eco a los debates, comunicaciones,discusiones, lectura de libros u otra clase de relaciones soste-nidas entre ellos y los propios diputados en el Congreso Gene-ral. Como ocurriría mas tarde, algunos miembros del PrimerCongreso Constitucional fueron los actores principales en lavida política hasta mediados del siglo, ya como gobernantes,diputados, senadores o funcionarios de gobierno en distintosbandos, pues en ese contexto surgieron nuevas pasiones con-frontándose con los ya existentes.

FORMACIÓN DEL CONGRESO NACIONALCONSTITUYENTE.

Con la publicación del Plan de Casa Mata, comienza la con-solidación de lo que Barragán ha llamado el “Proceso de autodeterminación y de federalización de las Provincias”.31 Expe-dido en Veracruz el 1 de febrero de 1823, por el cual se convocabaal restablecimiento del Congreso Nacional bajo el postuladode que “la soberanía reside esencialmente en la Nación”,32 co-

30 “Profecía del doctor Mier sobre la

Federación Mexicana, 13 de diciembre

de 1823”. Leyes y

Documentos…op.Cit.p.307.

31 JOSÉ BARRAGÁN, Introducción al

federalismo (la formación de los poderes

1824). México, Leyes y Documentos, op.

Cit. p. 246

32 Leyes y Documentos, op.Cit.p.246.

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.transición. 117

locó a las diputaciones provinciales por encima del ejército, enel centro de los acontecimientos que conducirían a la derrotadel Imperio y a la promulgación de la Constitución de la Repú-blica Federal.

En Durango se tuvo conocimiento del Plan a principios delmes de marzo, suscitando una serie de desavenencias que seexpresaron unas abiertamente a favor del Imperio y otras encontra. El 5 de marzo, la guarnición de la plaza aprobó el plan,siendo secundado inmediatamente por la Diputación Provin-cial, el Ayuntamiento y las autoridades eclesiásticas.33 No obs-tante, la oposición no se hizo esperar. El brigadier AntonioCordero, comandante general, y el jefe político Ignacio Corral,trataron de impedir la adhesión encabezada por aquellos queen según su parecer “atentan contra la opinión de nuestrasinstituciones del régimen constituido y del imperio, cuyo tro-no ocupa Agustín I, como el más digno de poseerlo y el únicoque por sus virtudes heroicas y notorios aciertos es ya lasdelicias de esta parte de América Septentrional”.34

La Diputación Provincial respondió a los opositores con ladestitución de Antonio Cordero e Ignacio Corral de sus puestos,designando a Juan Navarro del Rey, el cual presidía en esemomento la Diputación como jefe político de la Nueva Vizca-ya y al coronel Gaspar de Ochoa como comandante militar.35

No satisfecho con la decisión, Corral pidió se le restituyera supuesto, y al no encontrar respuesta favorable, incitó a sus par-tidarios a recuperarlo por la fuerza organizando un grupo queplaneaba la conspiración, siendo descubierto y aprehendidoen el mes de junio.36

Tal conspiración sembró algunas inquietudes entre los ciuda-danos de la capital, de tal suerte que la Diputación Provincialse vio obligada a emitir un manifiesto para aclara algunas cues-tiones, pues los opositores al Plan de Casa Mata se hacían pasarpor simpatizantes de los acontecimientos ocurridos en Gua-dalajara y Zacatecas, donde los planteamientos autonomistasamenazaron con rebasar la conformación de la FederaciónMexicana. La posición de los diputados era clara, lo que allí

33 GALLEGOS, op. Cit. p. 575.34 Archivo Histórico de la Secretaria

de la Defensa Nacional, exp. XI/481.3/

2701, marzo de 1823.35 BENSON, 1994, p. 128.

36 GALLEGOS, op. Cit., pp. 575-576.

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118 .transición.

ocurría no violentaba las aspiraciones de las provincias a cons-tituirse en un solo cuerpo bajo el “Supremo Gobierno de laNación”, como lo deseaban también para Durango.37

La Diputación Provincial de Durango de acuerdo a lo ante-rior, expresó también sus aspiraciones a la autodetermina-ción. Una comisión integrada por los diputados Felipe Ramosy Agustín Gamiz, fue la encargada de formular el “Plan deUniones de las Provincias Internas de Occidente y principiosgenerales para su federación”, sometido a discusión y aproba-do en lo general el 30 de junio de 1823. Las partes sustantivasdel documento establecían:

Art. 1º Las que hasta hoy se han conocido por Provincia deNueva Vizcaya, Sonora, Sinaloa y Nuevo México, formarán enlo sucesivo un solo departamento que se denominara ESTADO

OCCIDENTAL DE LA FEDERACIÓN MEXICANA.

Art. 2º Su territorio comprenderá el que ha reconocido pordichas cuatro provincias.Art. 3º Será libre, independiente, soberano de sí mismo yconservará con los demás Estados las más estrechas relacio-nes de fraternidad y confederación.Art. 10º Mientras se forma el Congreso General de los Esta-dos Mexicanos Federados y se fijan las bases de la federaciónde cada uno, será gobernado este Estado en la forma y térmi-nos que acordará una Junta compuesta de dos vocales porcada una de las Diputaciones Provinciales de Nueva Vizcaya,Sonora, Sinaloa y Nuevo México y del vocal que para la mis-ma, diputen los comandantes generales de dichas Provinciasreputándose para este efecto con tal investidura, el Goberna-dor del Nuevo México.Art. 11º Esta Junta deberá situarse en Chihuahua o en el lugarque la misma designare como más a propósito al ejercicio desus funciones y será presidida por el individuo que de un senoeligiere, haciendo de Secretario el que igualmente nombrarede sus mismos vocales.38

37 Ibíd., pp. 576-577.

38 “Plan de unión de las Provincias

Internas de Occidente y principios

generales para su federación”. Gallegos,

op. Cit. pp. 579-580.

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.transición. 119

Finalmente se acordaba someter este Plan a las autoridades ydiputaciones provinciales de Sonora, Sinaloa y Nuevo México.Así se hizo, pero no fue aceptado por el comandante general nipor alguna de las provincias. Además, al publicarse la convo-catoria para la elección de diputados al Congreso General, seratificó la separación de Sonora y Sinaloa y la unificación deChihuahua y Durango. La Diputación provincial recibió laconvocatoria emitida por el gobierno de México el 23 de julio.Definido previamente el territorio electoral de la Nueva Viz-caya en dos partes: desde el Paso del Norte hasta el río Florido,que serviría de limite a las dos provincias y; desde el río Floridohacia el sur, correspondiendo la ciudad de Durango así comolos pueblos de Analco, Nombre de Dios, Nuestra Señora deGuadalupe, Pueblo Nuevo, Lajas y Milpillas, Guarisamey, Ga-vilanes, Guanaceví, Cerro Gordo, Indé, El Oro, San Miguel delas Bocas, Tamazula, Canelas, Santa Catarina de Tepehuanes,Canatlán, San Pedro del Gallo, Mapimí, Coneto, Cinco Señores,Mezquital, Cuencamé, Santiago Papasquiaro y San Juan delRío. Esta división sería mas tarde la base para la delimitaciónterritorial y política de los estados de Chihuahua y Durango.

La cuestión que se venía planteando se reducía a la luchapor la autonomía provincial que no fue resuelta hasta el 31 deenero de 1824 con base en la formación de la Federación Mexi-cana. A partir de la cual se conformó el Estado Interno delNorte —de corta vida— pues Francisco Antonio Elorriaga, unode los diputados de Durango, propuso el 23 de febrero que laprovincia de Durango fuese declarada estado. La iniciativarecibió el apoyo de las principales autoridades de la provincia.De esa manera el Congreso votó el 22 de mayo de 1824 por de-clarar a Durango como Estado libre e independiente. Tocaba elturno a Chihuahua: la cuestión era si se unía a Nuevo Méxicoo se constituía en un solo estado. El 5 de julio de 1824, el Congre-so resolvió finalmente que Chihuahua fuese un estado y NuevoMéxico un territorio, el decreto fue aprobado al día siguiente.39

39 BENSON, 1994, pp. 227-228.

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120 .transición.

EL CONGRESO CONSTITUYENTE DEL ESTADO.

Una vez constituido Durango en estado libre, soberano eindependiente, integrante de la Confederación Mexicana, el go-bernador interino Juan Navarro del Rey, lanzó la convocato-ria para instalar el Congreso Constituyente del Estado, el cualquedó establecido el 30 de junio de 1824.40 La primera mesadirectiva quedó integrada por los siguientes diputados: presi-dente, José Joaquín de Escarzada; vicepresidente; AgustínGamiz y secretarios, Vicente Escudero y José Maria ElíasGonzález.41

La actividad desplegada por el Congreso Constituyente enpoco más de un año fue muy intensa. Diversas leyes, órdenes ysobre todo la elaboración de la Constitución Política del Esta-do, integraron el corpus de su fructífera labor. Entre dichosdocumentos conviene destacar en primer término la Ley Or-gánica del Estado, expedida el 29 de julio de 1824, en la cual seestablece el carácter soberano del estado, su forma de gobier-no republicano, representativo popular y federal. Se establecetambién que los tres poderes del estado serán el Legislativo,Ejecutivo y Judicial. El primero reside en el Congreso; el ejecu-tivo en la persona que la Asamblea designara con el titulo degober-nador del estado y el judicial interinamente en las auto-ridades. En cuanto a las atribuciones del Congreso se contem-plaba la elaboración oportuna de la Constitución del Estado,la organización del gobierno interior del mismo, su haciendapública y la administración de la justicia y proveer cuantoconvenga a su mayor bien. El Poder Ejecutivo cuidará de laseguridad y tranquilidad pública. También se contemplaba laformación de un consejo compuesto por un vicegobernador yde otras dos personas quienes consultarían y auxiliarían al eje-cutivo en asuntos que él estimara conveniente conforme a lasleyes.42 Estas eran las bases fundamentales de la estructura dela Republica Federal en Durango.

De conformidad con la Ley Orgánica del Estado, el 4 de agos-to de 1824 fueron nombrados el vicegobernador y los conseje-

40 HERNÁNDEZ, 1903, p. 62.41 Colección de las Leyes y órdenes

del Honorable Congreso Constituyente

del Estado Libre de Durango. Desde su

instalación el 30 de junio de 1824 hasta

el 26 de octubre de 1825 en que cesó.

Victoria de Durango, Imprenta liberal a

cargo de Manuel González, 1828. p. 1.42 “Ley Orgánica del Estado”, en

Ibíd., pp. 7-8.

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.transición. 121

ros del gobierno: Ignacio Muguiro para el primer puesto; Mi-guel Zubiría primer consejero; José Maria Guzmán para el se-gundo y presbítero Marciano de Escarzaga como suplente.43

De igual manera, fue designado nuevo gobernador provisionalRafael Bracho debido a la renuncia de Juan Navarro del Rey,mientras se concluía y publicaba la Constitución del Estado.44

Abogado de profesión, Bracho poseía una larga trayectoria enel desempeño de puestos importantes en su carrera, había sidopromotor fiscal de la Real Audiencia, asesor de la Santa Cru-zada, promotor fiscal para asuntos militares de Gobierno y dejusticia, donde le tocó intervenir en el proceso que se le siguióen Chihuahua contra Miguel Hidalgo y Costilla.45 De su des-empeño en este proceso se ha dicho que: “Este señor fue el quepidió para el libertador Don Miguel Hidalgo y Costilla la muertemas afrentosa: de él se refiere que durante el tiempo de lasautoridades españolas, para hacer resaltar su adhesión al rea-lismo, muchas veces manifestó que el señor Hidalgo y Costillamerecía por sus atroces delitos ser atado a la cola de un caba-llo salvaje; y después no tuvo inconveniente en aceptar el plande gobierno que surgió con motivo de las ideas proclamadaspor el ajusticiamiento de Chihuahua. Ya por las influencias,ya por las intrigas, si la sociedad de su época premió al Sr.Bracho con la primera magistratura del Estado, la historiasobre el particular ha dado su juicio en sentido muy diverso”.46

Severa opinión acerca de este exfuncionario de la coloniaespañola en los momentos más álgidos del movimiento de Inde-pendencia y del realismo exacerbado, heredero del antiguorégimen. Su actitud era muestra de la fuerza que poseía el con-servadurismo de las elites de la sociedad de Durango. El hechoindiscutible es que fue erigido gobernador por el Poder Legis-lativo del Estado y lo sostuvo hasta que, con base en la consti-tución local de 1825 se eligió a Santiago Baca Ortiz. En cambioocurrieron dos relevos en la vicegobernatura durante eseperio-do, los de Ignacio Muguiro y Manuel Pacheco, exdiputadofederal constituyente, para finalmente quedar Jesús MaríaMena.47

43 Ibíd., p. 9.44Ibíd., pp. 12-13.45 GALLEGOS, Op. cit. p. 594.46 HERNÁNDEZ, 1903, p. 63.47 Colección de leyes y

ordenes…,1828 pp. 9,18 y 21.

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122 .transición.

Es conveniente destacar que dentro de las disposicioneslegales que emitió el congreso, se encuentran algunas medidastendientes a reforzar la actividad económica del estado. Porejemplo, el establecimiento de la diputación de minería en lacapital del Estado; suspensión del pago de impuestos sobre laextracción de plata; gravación al consumo de productos ex-tranjeros; la expedición del reglamento para la administra-ción de justicia del estado, así como para el manejo y adminis-tración del ramo de hacienda y para el gobierno interior de losayuntamientos.

La obra legislativa de mayor importancia es sin duda laConstitución Política del Estado Libre de Durango, promulga-da el 1º de septiembre de 1825. En ella se ratifica, respecto delcarácter del estado:

Art. 2º Como parte integrante de la confederación mexicana, esindependiente, libre y soberano, en lo que exclusivamente toca a suadministración y gobierno interior”.48

De la forma de gobierno se establecía:Art. 7º El gobierno del estado es popular y representativo;Art. 8º Su poder supremo se divide para su ejercicio, según lo dispuestoen la Constitución General en Legislativo, Ejecutivo y Judicial; quenunca podrán reunirse en una sola corporación o persona, ni ellegislativo depositarse en un solo individuo.49

Respecto del poder legislativo y su instalación, se establecíaen el articulo 22 que sería depositado en un congreso compues-to de dos salas: la Cámara de Diputados y la de Senadores. Lafacultad más importante era la de designar al gobernador yvicegobernador del Estado. La Cámara de Diputados sería re-novada cada dos años. El Senado estaría integrado por sieteindividuos.50 Sobre el gobierno interior de los pueblos e ins-trucción pública serían los ayuntamientos a los que les tocabapresidir el gobierno económico-político de los pueblos. Su com-posición estará integrada de alcalde, regidores y procurado-res. Finalmente, preocupado el congreso por la instrucción,

48 Constitución política del Estado

libre de Durango. Colección de leyes y

ordenes…, 1828, p. 28.49 Ibíd., p. 39.50 Ibíd., pp. 42-44.

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.transición. 123

asume la responsabilidad de formular un plan de educaciónque deberá observarse en el estado.51

La Constitución política del Estado Libre de Durango, en tantodocumento fundamental de la creación de la primera repúbli-ca en Durango, es también, según lo establece la misma, laconsumación de la creación del poder legislativo como piezaangular del sistema republicano.

PRIMER GOBIERNO CONSTITUCIONAL.

El primer gobernador constitucional de Durango fue Santia-go Baca Ortiz, originario de Santiago Papasquiaro, donde nacióen 1790, estudió jurisprudencia en el Seminario de Durango, sedesempeñó como empleado del gobierno de la intendencia afinales del periodo colonial, se inició en las lides políticas alsumarse a las fuerzas del general Negrete que sitiaron Durangoy derrotaron al ejercito realista.52 Electo diputado por Durangoal Congreso Nacional Constituyente, entabló amistad conGuadalupe Victoria y con Lorenzo de Zavala, entre otros, aquien se les unió a la logia masónica de los yorkinos.53 Su expe-riencia en el Congreso Federal fue un tanto pasiva, como ya seha dicho, pero las relaciones políticas que entabló en la ciudadde México fueron decisivas en su formación política y para laconducción de los asuntos de gobierno que imperaron duran-te la segunda parte de la década de 1820 en Durango.

De regreso a Durango, formó la logia del rito masónico deyork,54 grupo promotor de muchas contiendas políticas, querivalizaría con el núcleo de los escoceses, encabezado por elsenador Jesús María Mena, vicegobernador en la administra-ción de Rafael Bracho. La lucha entre ambas facciones comenzóen ocasión de las elecciones que el Congreso Constituyente debíaefectuar del primer gobernador constitucional del Estado, don-de los yorkinos resultaron triunfantes. La mayoría de votosfavoreció el nombramiento de Baca Ortiz como gobernador ya José Joaquín Escobar como vicegobernador el 10 de mayode 1826.55

51 Ibíd., pp. 62-63.

52 PASTOR ROUAIX, Diccionario

geográfico, histórico y biográfico del

Estado de Durango, México, Instituto

Panamericano de Geografía e Historia,

1946. p.53 Gallegos, Op. Cit. p. 600.54 JOSÉ FERNANDO RAMÍREZ. Noticias

históricas y Estadísticas de Durango

(1848-1850). México, Imprenta de

Ignacio Cumplido, 1851. p. 64

55 Colección de Leyes y decretos del

Primer Congreso Constitucional del

estado Libre de Durango. Desde su

instalación en 10 de mayo de 1826,

hasta 24 de julio de 1827 en que cesó.

Victoria de Durango, Imprenta Liberal a

cargo de Manuel González, 1828. p. 3

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124 .transición.

La reacción del grupo escocés no se hizo esperar. El senadorMena elevó una enérgica protesta por la designación de BacaOrtiz, alegando que el proceso de elección como gobernadorhabía estado lleno de irregularidades. El Congreso resolvió el 4de julio que no había lugar a la formación de causa contra elgobernador del estado D. Santiago Baca Ortiz, por la acusa-ción que hizo en su contra el senador Jesús Maria Mena,56 porlo que, empeñados en sostener la disputa y buscar a toda costaimpedir el ascenso del nuevo gobierno, el 4 de agosto fue des-cubierta una conjura organizada por los escoceses, entre quie-nes se encontraban los jóvenes estudiantes José Hernández yMarcelino Castañeda, futuros gobernadores del estado, asícomo un grupo de militares de la guarnición de la capital.57 Elpropio gobernador electo se hizo cargo de la situación, dialogócon los conspiradores y algunos de ellos desistieron, los másradicales opusieron resistencia y hubo que someterlos por lafuerza. Aproximadamente cuarenta rebeldes fueron a prisión.

Con relación a los hechos anteriores y futuros, el Congresorespondió con la energía que demandaban las circunstanciasal decretar que se declara traidor al estado al que de cualquiermodo se opusiere al cumplimiento del decreto relativo a laselecciones de diputados al Congreso de la Unión y facultadesextraordinarias que se conceden al gobierno del estado.58

La designación de Baca Ortiz constituía una ruptura polí-tica con el conservadurismo que había imperado en Durangohasta ese momento. Ello explica el encono y la virulencia con laque lo combatieron sus enemigos, quienes representaban a unsector muy fuerte de la añeja sociedad local. Con este hechoconcluía también la transición socio-política que encabezó laDiputación Provincial y que produjo una nueva generaciónideológica, combatiente, apasionada; amantes unos del antiguorégimen, otros del sistema federal republicano.

Por ello, el gobierno de Baca Ortiz se vio envuelto en cons-tantes querellas entre facciones, defensores los unos, detractoreslos otros, sostuvieron una lucha sin cuartel, desde el principiohasta el final de su administración. Tomó posesión del cargo el

56 Colección de Leyes y decretos…,

1828. p. 9.57 HERNÁNDEZ, 1903. p. 63.58 Colección de leyes y decretos…,

1828. p. 16.

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.transición. 125

1º de octubre de 1826, iniciando así la guerra entre los partidosmasones. Dados al pleito, dieron por hacer mofa unos de otros ya dominar el escenario con sus rencillas. Los escoceses llama-ban a sus contrarios “hombres viejos” o retrogradas, losyorkinos se autodenominaban “hombres nuevos” o progre-sistas. Los primeros eran regenteados por el senador Mena,partidarios del centralismo se declaraban abiertamente cató-licos; los segundos estaban vinculados con las ideas federalistasy los encabezaba Baca Ortiz.

En los momentos de apasionamiento extremo llegaron has-ta la ridiculización y la divulgación de sus vidas intimas. Losyorkinos llamaban a los escoceses chirrines, “chirrón era el apo-do de un hombre pacífico y sin letras (mediocre), pero conaspiraciones de gran señor y letrado”. Los escoceses llamabana los yorkinos cuchas, “cucha era un mendigo crapuloso, entresimple y bellaco, que ganaba su vida haciendo reír con sullanto y lagrimas fingidas, siendo por lo mismo el despreciodel pueblo”.59

Los tiempos que le tocaron sortear al gobierno de Baca Ortizfueron difíciles y complejos. En lo económico si bien la situa-ción no era tan crítica como en el centro y sur de México, debidoa la parálisis que causó el movimiento de Independencia,acusaba visos de descuido o abandono en algunas ramas de laactividad productiva, como en la minería y la agricultura. Aeste respecto, al rendir su primer informe ante el congreso endiciembre de 1826, hacía un recuento de la problemática en laque se encontraba el Estado. De la agricultura señalaba que sehallaba en un estado de decadencia, lo cual se debía, en suopinión “al monopolio que ha acumulado terrenos inmersosen pocas manos”. La Industria fabril era prácticamente inexis-tente, excepto por la elaboración de mezcal en los partidos deNombre de Dios y el Mezquital, donde existían más de cuaren-ta establecimientos. El comercio acusaba una mejor posición enel costo de los productos, pues de 1822 a esa fecha, habían des-cendido los precios gracias a la libertad de comercio, pese aque la mayoría de los productos provenían del exterior.

59 RAMÍREZ, 1851. p. 62

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126 .transición.

Por otro lado, la educación o instrucción, como se le llama-ba en ese tiempo, preocupación heredada de las Cortes deCádiz, se limitaba a los cursos que se impartían en el semina-rio diocesano, venido a menos después de la expulsión de losjesuitas en 1767. De igual manera, la atención hospitalaria sereducía al hospital de San Juan de Dios. En cuanto a la difusiónde la cultura escrita, celebraba que la ilustración se difundíarápidamente gracias al establecimiento de la imprenta enDurango. Los caminos, por el contrario, acusaban un estado deabandono general. La minería se encontraba en peores condi-ciones, pues se conocía de la riqueza de los yacimientos perono se explotaban. Este era el panorama que presentaba el Esta-do de Durango a finales de 1826 con una población de 150,051habitantes.60

Baca Ortiz puso bastante empeño en tratar de resolver mu-chos de los problemas que aquejaban al estado, consciente deimpulsarlo hacia una mejor situación. En lo económico apoyóa la industria algodonera al permitir la introducción de máqui-nas despepitadoras en los campos del río Nazas,61 al estimularel establecimiento de la fundición o Ferrería en las márgenesdel río Tunal, que aprovechaba el fierro del Cerro de Mercado.En materia de instrucción y cultura se estableció la CompañíaLancasteriana, base del laicismo importado, y se instaló porprimera vez una imprenta que el propio Baca Ortiz veía comovehículo de la ilustración y difusión de las ideas de libertadque tanto le celebró Bustamante, quien al reconocerle sus mé-ritos decía: “el primero que ha puesto imprenta en Durango,taller de ensambladora de caoba y curtidos ingleses; fábricade loza fina, cristalería y va a poner apartado de oro y plata.He aquí un hombre benéfico”,62 además de otros esfuerzos porsacar adelante a Durango.

Por otro lado, su entusiasmo por implantar reformas yobligado en gran medida por la estrechez del erario público, lollevó a enfrentarse con el clero, al decretar que la provisión de lasplazas eclesiásticas pertenecían únicamente al gobierno civil; ade-más privó a las autoridades eclesiásticas de la jurisdicción

60 Primer Informe que rinde el

Gobernador Constitucional de Estado

Libre de Durango al Congreso del Estado.

Victoria de Durango, 15 de diciembre de

1826. p.10.61 Colección de leyes y decretos…,

1828, pp. 46-47.62 CARLOS MARIA DE BUSTAMANTE,

Diario Histórico de México, T. II, México,

SEP/INAH, 1981, p. 172.

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.transición. 127

sobre los diezmos; propuso una iniciativa sobre la ocupaciónde ciertos capitales píos, destinándolos a obras de utilidadpública y en fin, se llegó hasta la exigencia de que los clérigosfueran inhumados en cementerios comunes.63 Ello provocó quelos representantes del clero en el Congreso desataran una lu-cha encarnizada que culminó con un movimiento armado con-tra su gobierno. Con estas medidas, Baca Ortiz se adelantaba,al menos como tentativa, a las reformas civiles que impulsa-rían más tarde Valentín Gómez Farías y Benito Juárez .

Efectivamente, los decretos anteriores excitaron los ánimosde los escoceses y del clero en contra del gobierno de BacaOrtiz. Esta vez, con el apoyo de fuerzas militares, asentaronun se-vero golpe al gobierno. El 10 de marzo de 1827, la ciudadde Durango atestiguó el enfrentamiento de las fuerzas rebel-des encabezadas por el teniente coronel José María González,miembro del partido escocés y las del gobierno del estado.Una vez dominada la situación por los insurrectos y consu-mado el golpe de estado, procedieron a ordenar la disolucióndel Congreso y a desconocer al gobierno de Baca Ortiz, quiense vio obligado a huir de la ciudad y trasladar los poderes aNombre de Dios.64

Ante la imposibilidad de someter a los rebeldes y de recu-perar la capital, Baca Ortiz solicitó auxilio al general GuadalupeVictoria y al Congreso Nacional. Autorizaron una columna almando del general Joaquín Parrés, quien recuperó la ciudad enel mes de abril. Cuando se creyó que todo movimiento armadohabía cesado, Baca Ortiz mandó publicar un decreto en queotorgaba amnistía a todos los que se hubieran levantado enarmas contra su gobierno, dado el 9 de mayo de 1827, no obs-tante la confianza en que toda amenaza de insurrección habíapasado, Durango siguió en medio de la zozobra y bajo el impe-rio de las rivalidades políticas. Lorenzo de Zavala describíaasí la situación política de Durango en ese momento:

63 RAMÍREZ, 1851, p. 64.64 GALLEGOS, Op. Cit. pp. 603.

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128 .transición.

En el Estado de Durango continuaba la anarquía pacifica de que hehablado. No acertaban a avenirse, ni se podía conseguir que se instalaseel Congreso Constitucional. Afortunadamente no había combates nibatallas; pero las transacciones civiles estaban paralizadas, los tribunalesde justicia sin acción, y las autoridades todas, como suspensas. ElGobernador D. Santiago Baca Ortiz procuraba mantener el orden enmedio de ese laberinto, y es justo decir, que a sus cuidados y solicitudesse debió en mucha parte la tranquilidad de que se disfrutaba aunque másque todo a la no intervención de las autoridades militares, que semantenían puramente pasivas. Obsérvese que cuando se abandona alpueblo solo el cuidado de gobernarse, y a los ciudadanos desarmadosel de terminar sus transacciones, debates políticos y discusiones, nadahay que temer, pero que cuando intervienen las bayonetas y lasfacciones armadas bajo una disciplina, la sangre de los ciudadanoscorre y la esclavitud es el término.65

Por último, el propio Baca Ortiz sintetizaba en la Memoria pre-sentada al Congreso en septiembre de 1827 lo que había ocurri-do bajo su gobierno hasta ese momento:

Al desenvolver el cuadro que representa el estado político de Durango,en el periodo de un año y dos meses que por la elección del primercongreso constitucional, ha llevado las riendas del gobierno; debeprimero demandar vuestra indulgencia, si no acierto a presentarlotambién desarrollado como quisiera: pero el congreso debe estar segurode que obstáculos invencibles hasta ahora, privan al gobierno de llenarsus deseos y los de su legislatura. Esta honorable asamblea sabe bienque apenas se me revistió con el poder, aparecieron los síntomas de unsacudimiento político, con todos los elementos que se habían reunidoy preparado desde el año 25; y cuyo desenvolvimiento era necesarioen el orden de los sucesos. Por este medio se preparó el camino areformas de trascendencia: desde entonces cundió ese espíritu de fuego,hasta estrellarse el 7 del ultimo mayo. Las grandes crisis suelen dejarreliquias de las antiguas enfermedades. Es inútil advertir, que en estetiempo el gobierno casi no se ha ocupado en otra cosa, que de reprimirla exaltación de algunos, e impedir los efectos que debieran ser resultado

65 LORENZO DE ZAVALA, Ensayo

Histórico de las revoluciones de México

desde 1808 hasta 1830, México,

Instituto cultural Helénico/Fondo de

Cultura Económica, 1985. T. II p. 21

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.transición. 129

de las causas que habían obrado en estos periodos; y que distraída suatención hacia estos objetos, le era del todo imposible dedicarse adesenvolver por su parte los elementos de prosperidad en que abundael Estado.66

En suma, Baca Ortiz no pudo hacer todo lo que se había pro-puesto. Su gobierno navegó en medio de dificultades políticasque le impidieron obrar conforme a su deber e ideas para re-solver los problemas mas graves del estado. En 1827, termina-ba de hecho una serie de esfuerzos presididos por el Congresoy el Primer Gobierno Constitucional para sentar las bases delrégimen republicano en Durango.

66 Memoria de los ramos que son a

cargo del Gobierno del Estado libre de

Durango, leída al Segundo Congreso

Constitucional en sesión de 5 de

septiembre de 1827. Durango, Imprenta

Liberal a cargo de Manuel González,

1827. p. 1.

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130 .transición.

LA INFLUENCIA DE HUMBOLDTEN LA CIENCIA Y LA INDUSTRIADE DURANGO.

Pedro Raigosa Reyna.1

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.transición. 131

Al finalizar el siglo XVIII, Durango (Nueva Vizcaya) era go-bernado por el intendente Bernardo Bonavía, mismo que ha-bía asumido su cargo el día 06 de marzo de 1796.2

La forma de gobierno por intendencias se había establecidoen la Nueva España (México) como consecuencia de las refor-mas promovidas por la dinastía de los borbones que reinabanel imperio español desde principios del siglo XVIII, en lugar dela dinastía de los Habsburgo.3

Estas reformas inspiradas por las ideas de la ilustración, seimplantaron primero en la España peninsular en los años de1730-1765, y después en la Nueva España en 1765-1789. Se desta-ca en estas reformas la tendencia de tratar a los antiguos reinosde ultramar como colonias, limitando a los criollos habitantes delas mismas, los derechos y prerrogativas que durante los siglosanteriores habían gozado como descendientes de los españo-les. Descontento que al cabo de los años provocaría con la se-paración definitiva de la metrópoli española.4

La principal idea de las reformas era darle al imperio unamejor administración —para según los ilustrados— gobernarmejor. Ante esta circunstancia se conocen varios informes delos intendentes de finales del siglo XVIII principios del XIX, queen razón de las mencionadas disposiciones de las reformas,presentaban con el fin de dar a conocer la estadística de lapoblación, el comercio, la industria y en general la situaciónsocial de la parte geográfica que les tocaba gobernar.5

Lo que nos interesa resaltar de todo este período es la pre-sencia del científico alemán Alejandro de Humboldt (1769-1859),quien aprovechando la apertura del reino español a las nue-vas ideas, consigue que se le apruebe su proyecto de viaje cien-tífico a la colonias de América, viaje que finalmente realizadurante los años de 1799 a 1804, sobresaliendo el que llevó acabo al reino de la Nueva España, después de conocer variospaíses de América del Sur.

Su estancia en estas tierras mexicanas se cuenta desde prin-cipios del año de 1803 en que desembarca en el puerto deAcapulco procedente de Guayaquil Colombia, hasta su partida

1 Museo Regional de Durango-UJED

“Ángel Rodríguez Solórzano”.2 G. SARAVIA, ATANASIO. Apuntes para

la Historia de la Nueva Vizcaya, Obras I.

México, D.F. U.N.A.M. 1ª. Edición 1982. p.

355.

3 EUGENIO MARTÍNEZ, MA. ÁNGELES. La

Ilustración en América Siglo XVIII.

México, D.F. Reimex. 1ª. Edición 1990, p. 8.4 GONZÁLEZ, MA. DEL REFUGIO, Prólogo

en MORA, JOSÉ MARÍA LUIS. Revista

Política; de las diversas administraciones

que ha tenido la República hasta 1837.

México, D.F. U.N.A.M. – PORRÚA, 1ª Edición

1986, pp. IX-XLVIII.5 G. SARAVIA, Op. Cit. Pp. 355-360.

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132 .transición.

a la isla de Cuba a principios del mes de marzo de 1804 delpuerto de Veracruz.

Hay que señalar que físicamente Humboldt no conoció elnorte de México, pero por su conocimiento de lo anteriormen-te señalado respecto a los informes de los intendentes y losgrandes deseos que tenían los novohispanos, de dar a conocersu tierra al mundo. Humbodlt uniendo todo este conocimientoa su gran capacidad de análisis científico logro concluir su librotitulado: “Ensayo Político sobre el Reino de la Nueva España”.Obra fundamental durante la primera mitad del siglo XIX paraMéxico y en nuestro caso particular para Durango, por el co-nocimiento científico de su realidad.6

A grandes rasgos trataremos de mencionar cuales eran lascondiciones económico-sociales de Durango en la época delviaje de Humboldt y cuales fueron sus principales contribu-ciones para el desarrollo científico, económico y cultural de laregión.

La ciudad de Durango, como muchas ciudades del norte deMéxico, fueron fundadas por los conquistadores españoles ensu búsqueda de nuevos yacimientos mineros. En nuestro caso,las primeras exploraciones, se debieron a la búsqueda del ce-rro de oro y plata por Ginés Vázquez de Mercado en el año de1552, expedición que concluyo con decepción por ser en reali-dad un cerro de fierro. Años después al extenderse la búsque-da de minerales al norte de Zacatecas, la familia Ibarra em-prende la conquista de nuestra región, fundando el joven Fran-cisco de Ibarra el día 8 de julio de 1563 la capital de lo que seríala Nueva Vizcaya. A partir de ahí se comienzan a fundar va-rios pueblos mineros al norte y noroeste de Guadiana, así lla-mada por Ibarra, que poco tiempo después se convertiría tam-bién en Arzobispado en el año de 1620.7

La tarea no fue fácil durante los siglos posteriores, para losnuevos habitantes, pues las enormes distancias que había querecorrer de pueblo a pueblo, además de lo abrupto del terreno,y lo indomable de sus habitantes originales, que sostuvierondurante todos estos años alzamientos y rebeliones, retrasando

6 DE HUMBOLDT, ALEJANDRO. Ensayo

Político sobre el reino de la Nueva

España. México D.F. Porrúa, 5ª. Edición.

1991, pp. 186-190.7 PORRAS MUÑOZ, GUILLERMO. Iglesia

y Estado en Nueva Vizcaya (1562-1821).

México, D.F. U.N.A.M. 2ª. Edición 1980. pp.

17-26.

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.transición. 133

con esto el crecimiento económico prevaleciente en el resto dela Nueva España. Las soluciones de presidios y misiones quese establecieron en la región, no fueron suficientes para apaci-guar a los naturales que no permitieron ser esclavizados enlas minas y en las encomiendas de los presuntos nuevos due-ños de sus tierras.

La bonanza originada con el descubrimiento y posteriorexplotación de las minas de Guarisamey por José Zambrano afines del siglo XVIII, dieron a la ciudad de Durango, un alivio asus siglos de abandono y un lugar de privilegio por sus apor-taciones de plata al necesitado imperio español de principiosdel siglo XIX. Humboldt sitúa dichas minas por la cantidadextraída de plata como unas de las más importantes del reinode la Nueva España.8

José Zambrano originario de Alfaro en Navarra España,pasó muy joven a la Nueva España donde se graduó de capi-tán de las milicias provinciales, trasladándose posteriormentea Durango atraído por el descubrimiento de las nuevas minasde plata.9 La riqueza de Zambrano fue tan grande que alrede-dor de él se forjaron varias leyendas; la más famosa es la que serefiere a la ocasión en que se coloco una banqueta de barras deplata de su casa al templo donde bautizaron a su hijo. Loque sí es cierto y el tiempo aún lo testifica es la construcción desu majestuosa casa en el centro de la ciudad de Durango. Casaque abarca casi la totalidad de una manzana —y que actual-mente sirve como sede del Gobierno del Estado de Durango—y que cuenta además anexo a la misma un teatro (actual Tea-tro Victoria), que fue el primero de esta naturaleza construidoen el norte de la Nueva España. La inauguración del teatrollamado “Coliseo”, según crónica de la Gaceta de México sellevo a cabo el día 4 de febrero de 1800, y sobre su construcciónseñalaba lo siguiente: “... la fábrica material que ascendió a$ 22,000.00 ha sido construida a expensas del Regidor, AlférezReal y actual Alcalde Ordinario Don Juan Joseph de Zambrano.Se construyó todo de piedra sólida de sillería, para ponerla acubierto de algún incendio, y se dispuso con toda belleza,

8 HUMBOLDT, Op. Cit. pp. 319-447.9 GALLEGOS CABALLERO, JOSÉ IGNACIO.

Historia de Durango (1563-1910). Gómez

Palacio, Durango, Impresiones Gráficas,

México. p. 517.

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134 .transición.

simetría y proporciones, que aún los más retirados espectado-res pueden ver a satisfacción. Su ámbito es el más capaz, puescontiene 26 palcos muy cómodos y unos arcos por los costa-dos...”.10 Como se menciona en la nota anterior, para estos añosZambrano contaba con varios nombramientos políticos, queiban de acuerdo con su nueva posición económica.

Con la inauguración de su teatro, además de enorgullecer-se de su poderío económico, Zambrano demuestra que conocey esta de acuerdo con las nuevas tendencias ilustradas de in-fluencia francesa de la época. Lo pone de manifiesto por laobra que se representó en la inauguración del mencionado tea-tro que consistió en la representación de la primera parte de laobra de Andrómaca, —supuestamente— del autor francésRacine.11 Obra que en esos años se escenificaba periódicamen-te por la compañía de actores del Coliseo de México,12 los quesuponemos —por la posición económica de Zambrano— fue-ron los encargados de la representación teatral en Durango, otal vez fue la compañía de Rafael Vargas Machuca, autor decomedias que por esos años recorría la región escenificandodramas y comedias, del gusto de los pobladores de la NuevaVizcaya.13 Gusto y costumbre que por tradición y culturaprevalecían en los novohispanos que después del tradicionalpaseo, que encabezado por el Ayuntamiento y las principalesautoridades, acostumbraban asistir a escenificaciones tantoreligiosas como profanas, mismas que eran reglamentadas.14

Esto nos lo deja ver la última parte de la nota citada en laGaceta de México la cual menciona: “...la compañía de cómicosy orquesta son de los más regulares y desempeñan las funcio-nes con aplauso general; para que estas se celebren con el ma-yor decoro y buen orden, se han dado las correspondientespor el Sr. Intendente asignado el tiempo en que deben hacersey previniendo las reglas que deben observarse en Bando quese promulgo oportunamente.”15

A Zambrano se le llego a tener cálculo de su fortuna en$ 14,000,000.00.(catorce millones de pesos).16 También se le debeen la región la consolidación de la industria textil; lo anterior

10 Gaceta de México. México,

miércoles 19 de marzo de 1800. p. 97.11 VIVEROS MALDONADO, GERMÁN.

Estudio introductorio y notas. Teatro

Mexicano, Historia y Dramaturgia del

siglo XVIII. México, D.F. 1ª. Edición,

Consejo Nacional para la Cultura y las

Artes 1993, p. 21.12 Idem. p. 20.13 A.H.D. Cajón 11, expediente 71.

Construcción de unos baños en Durango

1790-1794.14 A.H.D. Cajón 27, expediente 34.

reglamento para las corridas de toros y

comedias 1795. Durango 9 de enero de

1795 .

15 Gaceta, op. Cit. p. 97.16 HERNÁNDEZ , CARLOS. Durango

Gráfico. Durango, Talleres de J.S. Rocha,

1ª. Calle de Allende No. 13 1903. p. 37

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.transición. 135

lo mencionamos por los siguientes antecedentes: el obispo DonPedro Tamaron y Romeral que gobernó la diócesis de la NuevaVizcaya en los años de 1759 a 1769, señalaba que “Muchos díasha que se está tratando de fabricar obraje para tejidos de pa-ños, bayetas, frazadas, mantas, patios y rebozos...”17 sorpren-diéndose que hasta la fecha de levantar este informe (1765) nose aprovecharon las grandes producciones de lana que tieneny que pierden por no encontrarles salida pues hasta este mo-mento no se cuenta con ninguno.

Años después el día 8 de septiembre de 1784 se da a conocerpor la Gaceta de México a toda la Nueva España, que Durangocontaría dentro de poco con una casa de obraje, que se fabrica-rá con los bienes que destino para este fin en su testamento del15 de febrero de 1772 el Bachiller Don Miguel Hernández Hidal-go, y que asciende a $ 50,000.00. La obra se acordó después deque se celebró la primera Real Junta de los responsables dellevar a cabo el plan acordado por el Bachiller Hernández Hi-dalgo, y ratificado por el Rey de España Carlos III por RealCédula del 11 de diciembre de 1781.18

Dicho obraje tiene en sus primeros años de vida un funcio-namiento irregular, debido principalmente a la inexperienciay ambición de la junta que lo administraba, la cual estabaformada por el gobernador de la provincia, el obispo de la dió-cesis y dos individuos de los cabildos secular y eclesiástico.19

La junta también determinaba el administrador del obra-je, siendo así como en el año de 1807, y presentando comoaval a José Zambrano, el Sr. Leandro Flores es designado nue-vo administrador, quien a su vez también administraba laHacienda de San José de Ramos del partido del Oro Durango,propiedad de Zambrano, considerada una de las haciendasganaderas más grandes del norte del Virreinato.20

Dicha hacienda acaparaba principalmente todo el ganadolanar de la región norte de la Nueva Vizcaya y lo canalizabapara su venta y su posterior utilización en el obraje de Durango,considerado en esos años y hasta la muerte de Zambrano en1816 como una gran industria.

17 TAMARÓN Y ROMERAL, PEDRO.

Demostración del Vastísimo Obispado de

la Nueva Vizcaya 1765. México , D.F.

Antigua Librería Robledo de José

Porrúa e hijos 1937. p. 36.18 RAIGOSA REYNA, PEDRO. El Real

Obraje de Durango, en “El Zape”.

Durango, I.N.A.H. febrero-abril de 1992

No. 1, pag. 3.19 Informe de Don Santiago Baca

Ortiz a las Cámaras del Congreso General.

Durango, diciembre 15 de 1826, p. 4.20 CAÑIZALES MÉNDEZ, FRANKLIN, El

Obraje Pío de la Ciudad de Durango,

1784-1826 en Transición. Durango,

Instituto de Investigaciones Históricas-

UJED. Agosto, 1998. No. 21, pp. 64-92

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136 .transición.

Con la muerte del rico minero, ganadero, comerciante yempresario, y con la separación de México del reino Españolen el año de 1821, Durango comienza su nueva vida indepen-diente, tratando —al igual que el resto del país— de encontrarsu propia identidad.

Por su importancia y momento los informes del primerGobernador Constitucional de Durango, Don Santiago BacaOrtiz,21 resultan de gran trascendencia para entender la si-tuación del nuevo estado en sus primeros años. Además lapresencia en Durango en el año de 1827 del Sr. Henry GeorgeWard, encargado de negocios de Inglaterra, admirador y co-nocedor de la obra de Alejandro de Humboldt, misma que leserviría de guía fundamental para ir encontrando las situa-ciones geográfico-económicas que Humboldt había señaladoen su obra.22 El interés principal que mostraba el Sr. Ward erala posible inversión de capitales de su país en la explotaciónminera—industrial.

El desarrollo de la industria moderna en esos años depen-día fundamentalmente del hierro, y Ward conocedor —por laobra de Humbodlt— de la existencia del Cerro de Mercado,describe su situación y recomienda su explotación, al mencio-nar en su informe lo siguiente: “A un cuarto de legua de laspuertas de la ciudad, el hierro se encuentra en abundancia elCerro del Mercado se compone, enteramente, de metales fe-rruginosos, siendo dos las variedades (cristalizado y magné-tico), casi iguales en riqueza, pues las dos contienen de setentaa setenta y cinco por ciento de hierro puro. La fundición de losmetales se ejecuta con dificultad considerable; no es compren-dida como en los Estados Unidos, Inglaterra o en Silesia, luga-res en los que se benefician metales que sólo contienen del veinteal veinticinco por ciento; la fundición recientemente estable-cida por dos nativos de Vizcaya (los señores Urquiaga yArechavala), en las orillas del río a veinte leguas de Durango,ha fracasado por carencia de conocimientos en el manejo apro-piado de los metales. Los empresarios, al mismo tiempo, en-cuentran difíciles sus operaciones debido a la escasez de su

21 Informe de Don Santiago Baca

Ortiz, Op. Cit. también en Memoria de

los ramos que son a cargo del gobierno

del Estado Libre de Durango. Durango,

Imprenta Liberal a cargo de Manuel

González, 1827.22 WARD, HENRY GEORGE. México

en 1827, selección. México D.F. 1ª

Edición el Lecturas Mexicanas, F.C.E.-

S.E.P. 1985, p. 20.

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.transición. 137

capital. Se ha edificado una planta en un sitio en donde existenagua, para la maquinaria, y abundantes provisiones de made-ra y de carbón vegetal; pero como los propietarios no poseenlos medios de construir un camino carretero (aunque la natu-raleza del terreno permitiría la construcción sin gran desem-bolso), la conducción de los metales, a lomo de mula, disminu-ye los beneficios de la especulación. En cuanto a la dificultaden el tratamiento, es indudable que se resolvería contándosecon un metalurgista sueco, conocedor del proceso apropiado,ya que el hierro del Mercado y el de Darmemora (Suecia) pre-sentan una gran afinidad”.23

Resulta sorprendente que Ward, habiendo estado tan po-cos días en Durango ya que según cuenta en la obra referida,sólo el gran deseo que tenían de conocer estas tierras, y la graninsistencia del Presidente Guadalupe Victoria, nativo deTamazula, Durango, lo hicieron modificar su itinerario y em-prender un viaje que comenzó el 16 de diciembre en Sombrere-te Zacatecas, y regresar de Durango a Zacatecas el 19 del mis-mo mes.24 Comenta Ward que sentía curiosidad por conocer estaregión por saber que en ella era poca la presencia de extranje-ros, y de los que en ella habían estado hablaban favorable-mente de su situación.

Lo anterior lo comentamos porque a todas luces resultaadmirable que con tan pocos días de su estancia en Durango,haya levantado un informe tan favorable, principalmente ensus recomendaciones de inversión en las minas y en la indus-tria del hierro. Se comprende ya que así lo comenta, que lagran información que le proporciona el gobernador, afirma loque ya conocía principalmente sobre la riqueza de las minasque anteriormente explotara Zambrano.25

Es entendible la presencia de Ward si analizamos al pasode los años que la labor de divulgación científica de Humboldtsirvió de punta de lanza a la penetración del capital extran-jero, con el beneplácito del científico alemán que veía con ellola cristalización de las políticas liberales con las cuales simpa-tizaba.26

23 WARD HENRY, GEORGE. Durango en

1826, Castillo Nájera Francisco, Obras,

Edición en homenaje U.J.E.D. 1991. p. 12.24 Idem.25 Idem.26 DE HUMBOLDT, Op. Cit., p. 429

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138 .transición.

En el caso de Durango el resultado de esta combinación sidio resultado, ya que para el año de 1828, la compañía inglesa“Unida de Minas” inició la construcción de una ferrería a ori-llas del río del Tunal en su lugar llamado de piedras azules. Secomienza por construir una presa con compuertas móvilescon un valor $ 50,000.00 además de un horno alto revestidointeriormente de ladrillo refractario con valor de $7,000.00.27 La compañía inglesa era dirigida en Durango por elmetalurgista alemán Schmid, que al momento de comenzar lalabor de fundición informaba que se llevaba invertida la can-tidad de $ 250,000.00.28

Pese a todos estos esfuerzos, no se logró encontrar por susmétodos el sistema adecuado de fundición, ya que debido a sucostumbre de usar carbón mineral y por la escasez en Durangode piedra y tierra refractaria, más los lentos litigios de la com-pañía con los contratistas mexicanos, llevaron al abandono yal descrédito a esta empresa, en la que tenían los durangueñospuestas sus esperanzas.

La ferrería fue comprada en el año de 1834 por el Sr. Randell,formando una nueva compañía con sus socios, Bras de Fer yLehmann, los que le modificaron el sistema de fundición, “sus-tituyeron una máquina de soplo de tinas, movida por una rue-da grande de agua; dos martinetes y un mortero, movidosigualmente por ruedas hidráulicas; cilindros, fraguas, tornosy demás aparatos necesarios, cuyas mejoras ascendieron a uncosto total de $ 50,000.00 pesos. El resultado fue que su produc-ción ascendió semanariamente de 50 a 80 quintales de fierro,con un consumo de 1500 a 2000 arrobas de carbón y un costo de500 a 800 pesos, en salarios para los 130 o 150 operarios y carbo-neros”.29

Se le llamaba a la ferrería “Piedras Azules”, y el principalobstáculo para su crecimiento lo tenía en la legislación tribu-taria, pues si Durango la había exentado de todo impuesto, nosucedía lo mismo con los demás estados vecinos, que lo grava-ban como “efecto nacional”, impidiéndole competir al pagarmás impuesto que el fierro extranjero.30 Por fin, el 26 de octubre

27 RAMÍREZ, JOSÉ FERNANDO. Ferrería de

Durango, En el Museo Mexicano, tomo I,

México, D.F. Imprenta de Ignacio

Cumplido. 1843 pp. 28-34.28 Periódico Oficial del Gobierno del

Estado de Durango. Informe Científico

sobre el Cerro de Mercado de Durango.

Tomado del escrito publicado por el

señor Federico Weidner, Durango, jueves

28 de febrero de 1889. pp. 17-18.29 Idem. pp. 17-18

30 RAMÍREZ, JOSÉ FERNANDO. Noticias

Históricas y Estadísticas de Durango

1849-1850. México D.F. Imprenta de

Ignacio Cumplido, 1851, p. 54.

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.transición. 139

de 1842, se decretó la liberación de impuestos para todas lasferrerías del país, incluyendo la importación de maquinaria,cilindros, piedras y ladrillos refractarios para el funcio-namiento de las mismas.31

En el año de 1846 muere trágicamente el Sr. Bras De Fer y laferrería es vendida a los señores Gallegos y Peimbert mismosque la vendieron en 1847 al Sr. Juan Nepomuceno Flores.32 Esteempresario durangueño le proporcionó algunas mejoras, alcambiar las forjas catalanas por hornos castellanos, a la vezque la pone en manos de un buen administrador, el Sr. Jeróni-mo María Ortiz, ocupando sólo personal durangueño —así lomanifestaba con orgullo—.33 En el año de 1848 esta ferreríaproducía 3,522 quintales de fierro en platinas, barras y alma-donas.34 También se fabricaban las herramientas propias parala agricultura, la minería y la construcción, así como llantas yejes para carruajes, de muy buena calidad mas no económi-cos.35 La historia de la ferrería continuaría muchos años másmodificándose y supeditada a los nuevos avances tecnológi-cos, económicos o políticos de la época.

Por la información de Humboldt, inclusive, en algunos ca-sos, con sus cartas de recomendación, en los años 20’s del sigloXIX se inicia a México una emigración de alemanes que espera-ban encontrar la realización de sus sueños que en su patriaoriginal no habían podido realizar es el caso del militante libe-ral Carl Christian Sartorius, que llega a México como empleadode una compañía de minas y a los pocos años establece colo-nias agrícolas con sus compatriotas emigrantes.36

El proyecto de Sartorius fracasa a los pocos años de esta-blecido; sin embargo, nos lego en su libro “México hacia 1850”,una visión del México que le tocó vivir. Para el caso de nuestropresente trabajo citaremos algunas palabras del autor en elprefacio de la obra referida: “...Quien desee estar plenamenteenterado de lo que es México debe estudiar la obra clásica deHumboldt, “Un Ensayo Político Sobre la Nueva España”. Adespecho de los cambios que han ocurrido, tanto en el aspectopolítico como en el social, la base de la obra de Humboldt es

31 WEIDNER, Op. Cit., p. 18.32 Idem., p. 18.33 El Registro Oficial. Durango,

domingo 24 de octubre de 1847, p. 4.34 RAMÍREZ, JOSÉ FERNANDO. Noticias

Históricas Op. Cit . p. 54

35 El Registro... Op. Cit. p. 4.36 SARTORIUS, CARL CHRISTIAN. México

hacia 1850. México, D.F. 1a. Edición,

consejo para la Cultura y las Artes 1990,

pp. 47-48.

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140 .transición.

esencialmente la misma y Alemania puede ufanarse de poseerun arquitecto tan científico. Su trabajo debiera sobrevivir siem-pre como un punto de apoyo para todo cuanto los viajerosfuturos deseen y puedan escribir acerca de México, de tal modoque sus producciones sirvan meramente para completar y ex-tender lo que él hizo. Estas páginas, por tanto, quizá puedanser consideradas como la obra de talla y el pulimento orna-mental del edificio estrictamente perfecto del gran maestro.”37

Otro alemán que en nuestra región dejo huella fue GermámStahlknecht. Él llega emigrado a Durango a principios de losaños 30’s procedente de Paderborn, Baja Sajonia, en busca defortuna misma que logro en las minas y en la banca.38 En el añode 1838 se casó con Juana Ramírez hermana menor del Lic. JoséFernando Ramírez eminente abogado que ya para esos años sehabía destacado como Rector del Colegio de Abogados,39 y enlo político como Diputado al Congreso General de México.40 Lafama como abogado la había logrado sobre todo en el año de1835 por la defensa de Doña Nepomucena Alcalde, bella y ricamujer acusada de preparar intelectualmente el crimen de sumarido.41

José Fernando Ramírez y Germán Stahlknecht entablan enesos años una sociedad y amistad que sólo termina con lamuerte del primero en Bonn Alemania en el año de 1872.42 Estasociedad se comienza a manifestar primero en el campo eco-nómico al establecer ambos una fábrica de tejidos a orillas delRío del Tunal y de la que el Lic. Ramírez pública un ensayosobre la historia de dicha fábrica, en: “Los Apuntes para laHistoria de la Industria Mexicana”. En este meticuloso trabajoRamírez nos cuenta todas las dificultades que en esos momen-tos se vivían en nuestras tierras para poder establecer unaindustria de tal naturaleza. Señala desde como Stahlknechtadquirió la maquinaria en los Estados Unidos lo difícil de sutransportación primero por mar, luego por los malos caminosde México, transportando la maquinaria desde: “Matamorosen carretón y al lento paso del buey; viva imagen de nuestramarcha social”.43 Amarga y entendible afirmación la de

37 Idem, pp. 47-48.

38 SEPÚLVEDA, CÉSAR. José Fernando

Ramírez estancia y muerte en Bonn

1867-1871 en Secuencia México, D.F.

Instituto Mora, mayo/agosto de 1987.

No. 8 pp. 24-41

39 Colección de Memorias y

dictámenes del Colegio de Abogados de

Durango, tomo I. Durango, Imprenta del

Gobierno del Estado de Durango, a

cargo de Manuel González, 1835, pp. 1-

16.40 Gaceta del Supremo Gobierno de

Durango. Durango, 17 de febrero de

1833 p. 224.41 Alegato que el señor licenciado

José Fernando Ramírez presentó a la

Exema. Sala de Visita del Departamento

de Durango, en defensa de doña

Nepomucena Alcalde, acusada de

parricidio. En El Ateneo. México, D.F.

junio de 1844, pp. 73-218.42 Secuencia, Op. Cit., p. 35.43 RAMÍREZ, JOSÉ FERNANDO. Fábrica

de Tejidos del Tunal, en el Museo

Mexicano, tomo I. México, D.F. Imprenta

Ignacio Cumplido, 1843. pp. 121-128

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.transición. 141

Ramírez al contemplar todos los sinsabores de la empresa quepor fin, tras vencer todos los obstáculos fue puesta en servicioen enero de 1841.

Según cuentan algunos de sus biógrafos la relación deGermán con Ramírez fue tan estrecha que nos hace suponer quela información que le proporcionó el Alemán más la gran vo-cación de Ramírez por adquirir toda clase de libros, fue segu-ramente la forma en que adquirió y conoció la obra deHumboldt.

La forma, creemos en este caso, es de menos lo que sí quedoclaro y así lo cita José Fernando Ramírez, primero en su ensa-yo sobre el Cerro de Mercado y posteriormente en su obra“Notas Históricas y Estadísticas de Durango, (1849-1850)”, essu gran conocimiento de la obra de Humboldt que inclusive yesta es su mayor contribución en el caso de la situación delCerro de Mercado, es que corrige y contradice lo dicho ante-riormente sobre el Cerro de Mercado.

Ramírez demuestra primero que la información y mues-tras de mineral que le proporcionó a Humboldt Don FaustoElhuyar, director del Tribunal de Minería de México, no perte-necían al Cerro de Mercado; supone que el científico alemán sedejó influenciar por la información que su paisano el mine-ralogista alemásn Federico Sonneschmid, que hace referenciaa un aerolito que encontró en Zacatecas años antes de la llega-da de Humboldt a México: “Dice el Sr. Barón que las muestrasde hierro del Mercado que le facilitó el Sr. Elhuyar dieron en suanálisis un resultado idéntico al del aerolito de Hraschina; talcircunstancia me persuade que el error viene desde el Sr.Elhuyar, y que él fue tal vez engañado por otro que le dio mues-tras del aerolito descubierto en Zacatecas por Sonnes-chmid,diciéndole que eran del Mercado. Esta es la única suposiciónque me parece probable, porque serían un verdadero absurdoel suponer que sabios tan distinguidos hubieran equivocadoel hierro meteórico de Zacatecas con las piedra metálicas delMercado; esto raya en lo imposible”.44

44 RAMÍREZ, FERRERÍA Op. Cit. p. 30

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142 .transición.

El científico mexicano concluye diciendo que el Cerro deMercado no es un aerolito, que lo más probable es que sea pro-ducto de alguna erupción volcánica y cita al Sr. Juan Bowring,empleado de la compañía inglesa de minas de Guadalupe yCalvo que en año de 1840 en su tránsito por Durango hizo unescrupuloso reconocimiento del Cerro de Mercado y públicoun artículo periodístico que el Lic. Ramírez cita textualmentediciendo que: “Entre las riquezas minerales de que ha sido tanpródiga la naturaleza en el territorio mexicano, ningún depó-sito metálico es más digno de llamar la atención que el Cerrode Mercado, en las cercanías de Durango, que es el único desu clase en el mundo, componiéndose en casi en su totalidadde metal de fierro, que parece hallarse en diferentes gradosde oxidación, aunque por falta de los medios necesarios tiene deextensión sobre 1,900 varas de largo y 900 de ancho, elevándosehasta la altura de 686 pies, sobre el nivel del llano en que estásituada la ciudad...”.45

A mediados del siglo XIX el estado de Durango sufre de nue-vo la embestida de los grupos indígenas norteños, que expul-sados de sus tierras, regresan al sur a tomar venganza de susprimeros opresores. La crónica del viajero aventurero alemánG.F. Von Tempsky, nos da una descripción de la realidad quevivían los habitantes de Durango en esos años, además de pin-tar con una visión la realidad de la vida social de la ciudad,que por las depredaciones causadas por los indígenas se encon-traba en una desolación que sin embargo, según nos cuenta elviajero dejaba ver su antiguo esplendor.46

Lo más interesante del relato del viajero es la travesía querealiza de Mazatlán a Durango, a través de la sierra exponién-dose al ataque de los indígenas rebeldes, que tenían controladala región. Cuenta Tempsky la aventura de un grupo de viaje-ros que de nada les sirvió armarse y equiparse para un posibleenfrentamiento con los grupos rebeldes, mismos a los que nisiquiera vieron pues al primer descuido, pasaron a cuchillo ala mayoría de ellos.47

45 Idem, p. 32.46 VON TEMPSKY, GUSTAVUS FERDINAND.

Mitla; una narración de incidentes y

aventuras personales de un viajero por

México, Guatemala y el Salvador en los

años de 1853 a 1855. México, D.F.

Edición facsimilar traducida, Banco de

México, 1991. pp. 31-90

47 Idem pp. 7-30

Page 143: Transicion num 32

.transición. 143

Este tipo de situaciones, comenta el viajero son cotidianasen esta región, lo que también le sorprendió, fue la habilidadde los hombres de campo, llamados rancheros, en el manejodel caballo, y su destreza para defenderse de los ataques de losindígenas cuenta que en una ocasión él vio como uno de ellosacabo solo con cuatro indígenas que lo atacaron. Ameno relatodel viajero que con esta obra contribuye a la literatura históri-ca del Durango de mediados del siglo XIX.48

Otro alemán que radica en Durango en esta época es Fede-rico Weidner, de profesión ingeniero que llega contratado porel gobernador de la Bárcena y del que señala en su memoria degobierno de 1857, que fue contratado: “...un profesor alemánque posee conocimientos no comunes en las ciencias naturalesy exactas y que designado ingeniero civil del estado, prestódesde luego y sigue prestando buenos y útiles servicios, re-construyendo el acueducto de la ciudad del que levantó un pla-no curioso y útil del que tiene una copia el Honorable Congre-so”.49 Se le encomendó también a Weidner la formación de laestadística general del Estado.50

La labor del científico alemán no termina ahí. En el mes dejulio comienza a impartir en el Colegio del Estado recién fun-dado, lecciones de geodesia en su relación con la mineralogía.51

Además, al celebrarse en el mes de diciembre los primerosexámenes del Colegio, Federico Weidner participa como sinodalen varias materias.52

De la anarquía político-social que en los siguientes años sedesata, poco podemos rescatar, los cambios en la educaciónestaban a la orden del día con los cambios de gobierno, que sedaban al tomar el mando de la situación uno y otro bandopolítico en el Estado. En uno de estos momentos, en el mes dediciembre de 1859, al encontrarse suspendido el Colegio Semi-nario, y con anuencia del Supremo Gobierno del Estado, elIngeniero Federico Weidner presentó un proyecto para crearun “Instituto Politécnico”, en él se mencionaba que el cursoduraría tres años y que se enseñarían los diversos ramos cientí-

48 Idem pp. 91-148

49 Memoria de Gobierno del señor

José de la Bárcena 1857 en La Enseña

Republicana. Durango, octubre jueves 29

de 1857, p. 1.50 Idem.51 La Enseña Republicana. Durango,

septiembre jueves 10 de 1857, p. 4.52 La Enseña Republicana. Durango,

diciembre 13 de 1857, p. 4.

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144 .transición.

ficos necesarios para el giro de la minería, tales como la física,química, mineralogía, mecánica y geodesia, minería, meta-lúrgica.53

Alemán, científico y mineralogista a Weidner le interesaba—según lo relata él mismo— por los informes que sobre elcerro de Mercado se conocían, emprender algunas expedicio-nes con el objeto de presentar un informe mas detallado yactualizado sobre el valor del mineral y recomendar su ade-cuada explotación.54

Él al igual que José Fernando Ramírez disculpa al científicoque elaboro el primer informe, al mencionar que probable-mente si eran las muestras de fierro meteórico procedente deDurango, pero no del Mercado sino de una parte de la finca deLabor de Guadalupe o de una de las haciendas de Río Florido yConcepción donde efectivamente si se encuentran pequeñosyacimientos provenientes de aerolitos.55

Demuestra además que el Cerro de Mercado no puede serun aerolito ya que por la magnitud del yacimiento es muchomayor que todos los aerolitos juntos conocidos en el mundo,además señala en varios puntos que: “la composición químicade los aerolitos se caracteriza por el fierro níquel y cobalto queen ellos se encuentran en estado nativo o maleable; pero en lamasa del Cerro de Mercado faltan el níquel y el cobalto entera-mente, sino en estado de oxido”.56

Además continúa argumentando Weidner “se hayan pie-dras redondeadas de metal del Cerro de Mercado del tamañoy figura de proyectiles, esparcidas sobre todo el terreno inme-diato, no sólo en los bajíos, como es natural, sino también enunas colinas tan altas, que al parecer sólo por la fuerza volcá-nica del cerro pueden haber sido arrojadas y transportadas atales puntos.

“Los cerritos y colinas porfidosas que rodean el Cerro deMercado, traen en sí los vestigios más palpables de aquellamasa de fierro del Mercado, porque donde quiera que lospórfidos se hallan en contacto con ella, están alterados en sucolor, lustre y textura, como si fuesen reverberados y frag-

53 LA FALANGE. Durango, diciembre,

domingo 25 de 1859, p. 4.54 Periódico Oficial del Gobierno del

Estado de Durango. Informe Científico

sobre el Cerro de Mercado de Durango

tomado del escrito publicado por el

señor Federico Weidner. Durango jueves

28 de febrero de 1889. (pp. 1-20) El

primer informe que Weidner presento al

Gobernador de la Bárcena sobre el

Cerro de Mercado fue en el año de 1858

en Boletín sobre Geografía, primera

época, tomo 6, 1859.55 Idem, p. 5.

56Idem, p. 8.

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.transición. 145

mentados de la roca porfídica se hallan envueltos en fierromagnético cristalizado...”57

El informe es tan completo que además adjunta una láminade la geografía del Cerro, donde señala la cantidad y clase defierro que en un corte se pudiera observar. Concluye Weidnerel trabajo al señalar la situación en que se encontraba la ferre-ría ubicada en el Río del Tunal y que en esos años ya se llamabade San Francisco, y aplaude a los nuevos inversionistas decapital norteamericano que en esos años habían construidouna nueva fundidora al pie del propio cerro.58

La historia completa y detallada de las fundidoras que seestablecieron en Durango, la podemos ver en la obra del histo-riador duranguense, Luis Zubiría y Campa, a la que le llamó“El Cerro de Mercado”.59

Con esto esperamos que en próximos trabajos especifique-mos más detalladamente los informes científicos que hicieronque Durango fuera conocido y calificado como un lugar confuturo en la industria moderna. El camino aún es largo y difícilpara el desarrollo de nuestro Estado pero creemos que del in-forme de Humboldt a los últimos años del siglo XIX fue funda-mental el comentario del científico alemán para nuestro pos-terior desarrollo económico-cultural.

57 Idem, p. 8.58 Idem, p. 15

59 ZUBIRÍA Y CAMPA, LUIS. El Cerro de

Mercado. México, D.F. Imprenta Victoria,

1924.

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146 .transición.

El Consejo Editorial de la Revista Transición del Instituto de Investigaciones Históricas

de la Universidad Juárez del Estado de Durango solicita manuscritos sobre los distintos

periodos de la historia de la región centro-norte de México; reseñas de las publicaciones

recientes que sean de importancia para los historiadores y los lectores de la región, y

ensayos escritos por especialistas en otras disciplinas siempre y cuando traten sobre la

historia ya referida.

COLABORA CON TRANSICIÓN

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.transición. 147

Se requiere que los trabajos académi-cos sean producto de investigacionesoriginales y que incluyan fuentes pri-marias. Los manuscritos deben sertrabajos inéditos escritos en español.Transición también acepta trabajos pre-viamente revisados por otros especia-listas; los que deben enviarse acom-pañados de la comprobación docu-mental con los dictámenes emitidospor ellos.

Toda correspondencia y colabora-ciones deberán enviarse a la siguien-te dirección:

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148 .transición.