Tratado de Las Obligaciones

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  • TRATADO DE LASOBLIGACIONES

    ROBERT JOSEPH POTHIER

    TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA DEL DISTRITO FEDERAL

    DIRECCIN GENERAL DE ANALES DE JURISPRUDENCIA Y BOLETN JUDICIAL

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    PRESENTACIN

    Para el H. Tribunal Superior de Justicia del Dis-trito Federal constituye un verdadero blasn de honor yorgullo el hacer llegar al lector de esta ciudad Capital, den-tro de su coleccin "Clsicos del Derecho", la presenteedicin en facsmil del "Tratado de las Obligaciones",fruto de la pluma de uno de los ms grandes juristas detodos los tiempos: Robert Joseph Pothier, cuyo pensa-miento fue, sin exageracin alguna, el pilar doctrinario msfuerte que sirviera de base para la comisin encargada de lacreacin del primer cdigo civil en el mundo, el llamadoCdigo Napolen de 1804, trascendente monumento decorte legal que irradi su luz ms all de las fronteras de laFrancia imperial, para convertirse en fuente de inspiracintcnica para muchas naciones de Europa y Amrica, entrelas que se hallaba, como es bien sabido, nuestro propio pas.

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    Este egregio autor vio la primera luz en la ciudad deOrlens el 9 de enero de 1699, hijo de un juez de un tribu-

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    nal menor, misma posicin que heredara arios ms tarde,en 1750. De personalidad lineal y sin mayor cimera de cua-lidad vivencial, se puede afirmar que fue un individuo quecaracteriz, casi a la perfeccin, al hombre de Leyes pro-vinciano del Ancient Rgime del siglo XVIII: austero, met-dico, disciplinado, modesto y profundamente religioso; todolo cual dio como resultado que este personaje dedicaraprcticamente toda su energa y talento a la imparticin deJusticia, a la enseanza del Derecho en la Universidad desu ciudad natal, a la lectura y a la redaccin de innumera-bles tratados, escritos y ensayos jurdicos.

    Su obra doctrinaria ms renombrada se intitulaPandectae Justinianeae in novum ordinem digestae, publi-cada en Pars (1748-1752) en tres volmenes, impresa bajoel patrocinio del Canciller d'Aguesseau, quien despus de laaparicin del primer volumen le ofreci a Robert JosephPothier la oportunidad de dictar ctedra. En colaboracincon Prevost de la Janns public la Introduction a la cardu-me d'Orlans (Orlens 1740), y posteriormente de su propiaautora Les Cardumes d'Orlans (Orlens 1760), libros queabordan, precisamente, el estudio y anlisis de una de lasdos fuentes jurdicas reconocidas como los antecedentesinmediatos y directos del fenmeno de la codificacin, comofueron las Ordenanzas de Orlens (1509) y las de Pars(1510), primeros intentos realizados por los monarcas fran-ceses por reunir, en un solo texto, todas las disposicionesconsideradas como Derecho consuetudinario vigente en ypara una regin determinada.

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    Como una muestra adicional de la avidez intelectual ycreativa de Pothier, se encuentra su Trait du contrat demariage, obra en la que postul que el matrimonio no sloes un sacramento, y que por lo tanto cae dentro de la esfe-ra religiosa; sino tambin un acto civil bajo la competenciadel Estado, el cual puede y debe regular todo lo relativo asu condicin, requisitos y vicios, lo que trae como conse-cuencia que a esta institucin tambin se le encuadre bajola jurisdiccin de los tribunales civiles; teora que lo convir-ti a pesar de haber sido un hombre muy devoto en unode los pioneros de la secularizacin del matrimonio, postu-ra adoptada en nuestro pas gracias a las Leyes de Reforma,casi un siglo despus. Con posterioridad a su fallecimientoen Orlens el 2 de marzo de 1772, prcticamente la totali-dad de sus trabajos fueron reunidos y publicados en 1781bajo el ttulo de Traits sur diferentes matires du DroitCivil, obra que sirvi de fuente de consulta obligada paratodos los que participaron en la discusin y redaccin delCdigo Civil de los Franceses de 1804 (el que por virtud deuna reforma subsecuente, sera y contina siendo univer-salmente conocido como Cdigo Napolen), motivo ste quediera origen a un profundo estudio por parte del juristaThzard denominado De l'influence des travaux de Pothieret du Chancellier d'Aguesseau sur le droit civil moderne,editado en Pars el ario de 1866.

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    Este libro, imprescindible en cualquier biblioteca jurdi-ca, se compone de cuatro partes intituladas: De lo que per-

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    tenece a la esencia de las Obligaciones y de sus efectos, Delas diferentes especies de Obligaciones, De los diferentesmodos de extinguirse las Obligaciones y de las excepciones yprescripciones, y, por ltimo, De la Prueba de las Obliga-ciones como de sus pagos; a lo largo de las cuales Pothiersistematiza, construye y expone los postulados bsicos desu teora, influida y estructurada mayormente por concep-tos directos de los ms grandes juris prudentes (Gayo,Justiniano, Ulpiano, Celso, etc.) del Derecho Romano, delcual fue un gran estudioso; pero tambin de un sinnmerode citas y referencia de los autores ms renombrados de laescuela del Derecho Natural (como Grocio, Puffendorf,etc.), as como de disposiciones y principios provenientesdel Derecho Consuetudinario del norte de Francia, de claroorigen brbaro.

    Lo anterior, por otra parte, no hace sino confirmar la te-sis sustentada por el eminente doctor Pablo Esmin, cate-drtico de la Universidad de Poitiers ("Tratado Prcticode Derecho Civil Francs". Introduccin. Tomos VI yVII), en el sentido de que la creencia todava hoy domi-nante de que la materia de Obligaciones tiene un origen ydesarrollo prcticamente progresivo e inalterado desdefines del Imperio Romano (siglo VIII D. de C.), pasando porel Renacimiento (1452, con la cada de Constantinopla) conlos glosadores, hasta llegar a la Edad Moderna (1789, aode la Revolucin francesa) es sustancialmente falsa; debidoa que esta teora, desarrollada precisamente durante lossiglos XVI al XVIII, tuvo como punto de partida, en un altoporcentaje conceptual, a una serie de principios y disposi-

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    ciones que en realidad provenan del Derecho Germnico, ya los cuales se les pretendi analizar, enmarcar, explicar eincluso desechar desde una perspectiva eminentementeromanista.

    Sirva de ilustracin a lo anterior, el tema relativo a lamateria de cauciones (fianzas), especficamente el puntoque determinaba que la mujer casada no poda obligarse deesta manera con base en lo establecido por los centenariosprincipios del Derecho Romano, situacin que revirtiJustiniano en sus Novelas, autorizando a las mujeres a serfiadoras por renuncia a la excepcin del senado-consulto ve-lleio, tesis confirmada por el rey Enrique IV de Francia en1646, a travs de un decreto que abrog el derecho de estesenado-consulto, decreto real que, a pesar de cuanto pudie-ra pensarse, slo surti efectos para el rea del parlamentode Pars, pero no as para la provincia de Normanda, en laque el derecho de velleio se segua cumpliendo en toda suextensin, lo que significaba que ninguna mujer casada po-da ser fiadora, y para que lo fuera se tena que recurrir a laestratagema de trasladar el domicilio conyugal a una re-gin en donde esto s se permita, como Pars o Borgoa,provincia esta ltima en donde una sentencia que sentjurisprudencia (y que critica nuestro autor) as lo determi-n.

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    Con la publicacin de esta obra, producto de una de lasmentes investigadoras, sistemticas y geniales ms gran-

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    des que haya dado el mundo jurdico en las ltimas trescenturias, a esta Alta Casa de Justicia, por conducto de suDireccin General de Anales de Jurisprudencia y BoletnJudicial, slo le resta compartir el privilegio y el placer desu siempre aleccionadora lectura con el culto pblico delDistrito Federal, as como agradecerle cumplidamente porla preferencia y distincin con la que siempre nos ha hon-rado.

    MAG. JUAN LUIS GONZLEZ A. CARRANCPRESIDENTE DEL II. TRIBUNAL SUPERIOR DE JUSTICIA

    Y DEL CONSEJO DE LA JUDICATURA DEL DISTRITO FEDERAL

    Invierno del 2002-2003.

    VIII

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  • ARTCULO PRELIMINAR

    1. La palabra obligacin tiene dos significaciones.En su sentido ms. lato, lato sensu, es sinnima de deber, y

    comprende las obligaciones imperfectas lo mismo que las obliga-ciones perfectas.

    Llrnanse obligaciones imperfectas las obligaciones de las cua-les no somos responsables sino ante Dios, y que no dan a personaalguna el derecho de exigir su cumplimiento; tales son los deberesde caridad y reconocimiento; tal es, por ejemplo, la obligacin dehacer limosna de lo superfluo. Esta obligacin es una obligacinreal, y un rico peca gravemente cuando descuida su cumplimiento.Pero es una obligacin imperfecta, por cuanto slo ante Dios pue-de exigirse: cuando la salda con el pobre a quien ha hecho limosna,no recibe sta como una deuda, sino como un socorro. Lo mismosucede respecto a los deberes de reconocimiento: el que ha recibidoun sealado beneficio, est obligado para con su bienhechor a losservicios que puede prestarle; y cuando los presta, el bienhechorrecibe a su vez de l un verdadero beneficio.

    Si mi bienhechor tuviese derecho a exigir de mi que en unaocasin igual a la que l me prest sus servidos tuviera que devol-vrselos, ya no sera un beneficio lo que yo hubiera recibido de l,sino un verdadero comercio: y los servicios que le devolviera nosignificaran de mi parte un acto de reconocimiento, pues el reco-nocimiento es esencialmente voluntario.

    La palabra obligacin, en un sentido ms recto y menos amplio,no comprende sino las obligaciones perfectas, que dan a aqul conquien la hemos contrado el derecho de exigirnos su cumplimiento;de esta clase de obligaciones nos ocuparemos en este Tratado.

    Definen los jurisconsultos esas obligaciones o compromisospersonales; un lazo de derecho, que nos restringe a dar a otroalguna cosa, o bien, a hacer o no hacer tal o cual cosa: Vinculumjuris quo neces.sit. ate adstringimur alicufus re solvendce. (Instit. tt.de Oblig,) Obligationurn substantia consistit in eo v,t atium nobis

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  • 8 R. J. POTHIERobstringat, ad dandum aliguid, vel faciendum, vel prastandum(1..3,D, de Oblig. )1.

    Las palabras vinculum j'iris no convienen a la obligacin civil:.la obligacin puramente natural, que es solius crguitatis vinculum,es tambin, bien que en un sentido menos propio, una obligacinperfecta, pues da, si no en el fuero exterior, a los menos en el fuerode la conciencia, a aquel con quien ha sido contratada, el derechode exigir su cumplimiento; cuando la obligacin imperfecta no datal derecho. (Vase infra n9 197.)

    Dividimos este Tratado de las obligaciones en cuatro partes.En la primera veremos lo que es de esencia en las obligaciones, ycules son sus efectos.

    En la segunda, las diferentes divisiones y las diferentes clasesde obligaciones.

    En la tercera, los modos de extinguirse las obligaciones, y lasexcepciones, o prescripciones contra el derecho que de ellos resulta.

    Aadiremos una cuarta parte acerca de la prueba, tanto delas obligaciones, como de su pago.

    1 Aun cuando en el texto se reproduce las locuciones latinas y susreferencias, en otras, slo se da la escueta nota de la fuente, remitiendo allector al texto para la ampliacin pertinente o la consulta necesaria. Seutiliza, la sigla n para las remisiones al Digesto, la abreviatura 'net. parala Instituto, de Justiniano, la abreviatura Cod. o la mencin de Justiniano,como referencia al Cdigo que lleva dicho nombre.

    En todos los casos se da la rbrica del titulo a que corresponde lacita, y tambin la ley con el prrafo a que la misma corresponde. Porejemplo, la referencia: t.. 27, 1 5, 11. de pact., se refiere a la ley 17, pargra-fo 5, del titulo de pactos del Digesto, el que corresponde al Libro 12 deltitulo XIV de dicho cuerpo de leyes.

    Por otra parte. es sabido que la sigla X se refiere a las Decretales, yen tal forma, ea tambin utilizada en esta obra.

    En cuanto en algunos cascas se da el titulo de las obras que se men-cionan en castellano. las referencias que Pothier hace de las mismas corres-ponden a la edicin francesa o latina anterior a la publicacin de esteTratado de las Obligaciones, cuya primera edicin apareci el arlo 1751.(Nota del traductor.)

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  • PRIMERA PARTEDE LO QUE PERTENECE A LA ESENCIA DE LAS OBLIGACIONES

    Y DE SUS EFECTOS

    De lo qu pertenece a la esencia de las obligaciones 11Seccin I. De los contratos

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  • PRIMERA PARTE

    DE LO QUE PERTENECE A LA ESENCIADE LAS OBLIGACIONES Y DE

    SUS EFECTOS

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  • CAPTULO PRIMERO

    DE LO QUE PERTENCE A LA ESENCIADE LAS OBLIGACIONES

    2. Es de esencia en las obligaciones, 19, que exista una causade donde nazca la obligacin; 29, personas entre las cuales se hayacontratado; 39, que alguna cosa haya sido objeto de la misma.

    Las causas de las obligaciones son los contratos, los cuasi con-tratos, los delitos, los cuasi delitos, algunas veces la ley o la simpleequidad.

    Nosotros trataremos:19 De los contratos que son la causa ms frecuente de donde

    nacen las obligaciones;29 De las otras causas de obligaciones;39 De las personas que contratan entre s;49 De las cosas que pueden ser objeto del contrato.

    SECCIN PRIMERA

    DE LOS CONTRATOS

    Nosotros veremos:19 Lo qu es un contrato; en qu difiere de la policitacin;

    y qu cosas deben distinguirse principalmente en todo contrato;29 Expondremos las diferentes divisiones de los contratos;39 Trataremos de los vicios generales que pueden encontrarse

    en los contratos;49 De las personas que pueden o no pueden contratar;59 De lo que puede ser objeto de los contratos: haremos ver

    que no puede ser ms que una cosa que concierna a las partes con-tratantes segn la regla: que no se puede estipular con validez niprometer ms que por si, regla que procuraremos explicar y des-arrollar;

    69 Trataremos de los efectos de los contratos;

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  • 12 R. S. POTHIER

    79 Daremos regias para la interpretacin de los mismos, y8 Hablaremos del juramento que algunas veces las partes

    aaden a sus convenciones.

    ARTICULO PRIMERO

    QU'E ES UN CONTRATO; EN QUE DIFIERE DE LA POLICITACIONY DE LAS COSAS QUE PRINCIPALMENTE DEBEN

    DISTINGUIRSE EN CADA CONTRATO

    I. Qu es un contrato?

    3. Un contrato es una especie de convencin. Para saberpues, lo qu es un contrato, es antes necesario saber lo qu es unaConvencin.

    Una convencin o un pacto (puesto que dichos trminos sonsinnimos) es el consentimiento de dos o ms personas, para for-mar entre ellas algn compromiso, o para resolver uno existente, opana modificarlo: Duorunt vel phiriurn. in Hen: placitum consensus(1.. 1, D, dc Par!. Domat., pg. 1, lib. 1, tt. 11).

    La especie de convencin que tiene por objeto formar algncompromiso, es lo que se llama contrato. Los principios del Dere-cho romano sobre las diferentes especies de pactos, y sobre distin-guir los contratos v los simples pactos, por lo mismo que no sefundan en el Derecho natural, estando por lo contrario muy ale-jados de su sencillez, no se admiten en nuestro Derecho. Los quetengan curiosidad de conocerlos, podrn consultar el captulo deParas, de nuestra obra sobre las Pandectas, en donde se encuentranexplicados.

    De lo dicho se sigue que, en nuestro Derecho no se debe de--finir el contrato como lo hacen los intrpretes de Derecho romano,Conventio nomen habens a jure civil vel cattsam; sino que debedefinirse una convencin por la cual las dos partes recprocamente,o slo una de las dos, prometen y se obligan para con la otra adarle alguna cosa, o a hacer o no hacer tal cosa.

    He dicho prometer y obligar, pues slo las promesas que ha-cemos con intencin de empearnos, y de conceder a quien se lashacemos el derecho de exigir su cumplimiento, dan materia paraun contrato o una convencin.

    Otras promesas hay, que hacemos de buena fe, y con la vo-luntad actual de cumplirlas, pero sin intencin de conceder a aquela quien se las hacemos el derecho de exigir el cumplimiento; loque sucede cuando aquel que promete declara al mismo tiempo que

    1 Vase la edicin 8/fre'', VIII Vol, en 8*. Pula, 1821.

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  • TRATADO DE ZAS OBLIGACIONES 13

    l no se considera obligado; o bien cuando eso resulta de las cir-cunstancias o cualidades de aquel que promete, y de aquel a quienla promesa es hecha. Por ejemplo, cuando un padre promete a suhijo, que estudia Derecho, dejarle hacer, durante las vacaciones, unviaje de recreo, caso de que emplee bien su tiempo, es evidente queel padre, al hacer esta promesa, no entiende contratar con el hijouna obligacin propiamente dicha.

    Esas promesas producen, s, una obligacin imperfecta decumplirlas, con tal que no haya sobrevenido alguna causa, por lacual, si hubiera sido prevista, hubiera impedido el cumplimiento dela promesa: mas de por s no forman una Obligacin, ni por con-siguiente un contrato.

    II. En qu difiere un contrato de la pollatacin?

    4. La definicin que hemos dado del contrato da a conocerya la diferencia. El contrato encierra el concurso de voluntadesde dos personas, de las cuales, una promete alguna cosa a la otra,y la otra acepta la promesa que se le ha hecho. La policitacin esla promesa que todava no se ha aceptado por aquel a quien sehace. (Pollicitatio est solita offerentis promissurn; t. 3, D. dePollicitat.)

    La policitacin, en trminos de puro Derecho natural, no pro-duce obligacin alguna propiamente dicha: y aquel que hace dichapromesa puede desdecirse de ella, lo mismo que, dicha promesa,puede no ser aceptada por aquel a quien ha sido hecha, pues nopuede haber obligacin ni un derecho adquirido por la persona paraquien es contratada, y contra la persona obligada. Ahora bien, dela misma manera que yo no puedo por mi sola voluntad transferira ese o a aquel un derecho a mis bienes, si su voluntad no concurrepara adquirirlos, de la misma manera yo no puedo por mi promesaconceder derecho alguno a nadie contra mi persona, hasta tantoque su voluntad concurra para adquirirlo, esto es, por la aceptacinque haga de mi promesa. (Grocio de Jure bel. et

    paz.. t. 2, cap. XI,vers. 3.)

    Aunque la policitacin no sea obligatoria segn los estrictostrminos del Derecho natural, sin embargo, el Derecho civil, que seune al Derecho natural, hacia entre los romanos, obligatorias en doscasos las policitaciones que un ciudadano haca a su ciudad:

    19 Cuando tena un justo motivo para hacerlas; puta, en con-sideracin a alguna magistratura municipal que se la hubiera con-cedido, ob honorem;

    29 Cuando haba principiado ya a ponerla en ejecucin (z.1 et u, o. eod. tt.).

    No se debe poner a discusin si hay policitaciones obligatorias

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  • 14 R. J. POTHIERen nuestro Derecho francs: pues habiendo declarado la Ordenan-za de 1731, artculo 39, que slo hay dos maneras de disponer delos bienes a titulo gratuito, la donacin entre vivos y el testamento,se sigue de ello que la policitacin ha quedado desechada.

    M. De las tres cosas que deben distinguirse en todo contrato

    5. Cujas no distingue en los contratos ms que las cosas queson de la esencia del mismo, y las que le son accidentales. La dis-tincin que han hecho varios jurisconsultos del siglo xvi es muchoms exacta, pues distinguen tres cosas diferentes en todo con-trato: las que son de la esencia del contrato, las que son nicamentede la naturaleza del contrato, y las que son puramente accidentalesal contrato.

    6. 19 Las cosas que son de la esencia del contrato son aque-llas sin las cuales el contrato no puede subsistir. En faltando unade ellas, ya no hay contrato, o bien es otra especie de contrato.

    Por ejemplo; es esencial en el contrato de venta que existauna cosa que sea vendida, y que haya un precio por el cual hayasido vendida; es por esto, que si yo os he vendido una cosa queignorsemos que ya no exista, no hay contrato (t. 57, D. de contr.entpt.), por cuanto no hay contrato de venta sin una cosa que hayasido vendida. Igualmente, si yo os vendo una cosa por el precioque ha sido vendida a mi padre, de cuya sucesin la he heredado,y resulta que la dicha cosa no le haba sido vendida a mi padre,sino que le haba sido dada, no hay contrato, por lo mismo que nohay un precio, que es de esencia en todo contrato de venta.

    Por los ejemplos que hemos puesto, la falta de una de laseosasque son de esencia del contrato impide el que exista clase alguna decontrato; algunas veces esa falta cambia la naturaleza del contrato.

    Por ejemplo; siendo de la esencia del contrato de venta quehaya un precio, que consiste en una suma de dinero que el com-prador paga, o se obliga a pagar al vendedor; si en el contratoque yo he hecho con vos, yo os vendo mi caballo por cierto libroque os comprometis a darme por el precio de dicho caballo, esetratado no contendr en puridad un contrato de venta, no pudiendoexistir contrato de venta sin precio, que consiste en una suma dedinero; mas el tratado no es por esto nulo, pues contiene otra espe-cie de contrato, a saber, un contrato de cambio.

    De la misma manera, siendo de esencia del contrato de venta,no, a la verdad, que el vendedor se obligue precisamente a trans-ferir al comprador la propiedad de la cosa vendida, en caso deque no sea su propietario, sino de que no la detenga, caso de quesea su propietario; si nosotros hemos convenido que yo os venda

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  • TRATADO DE LAS OBLIGACIONES 15

    una cierta heredad, por una determinada suma, y por una cierta,renta que vos os obligis a satisfacerme, de cuya heredad yo meobligo a claros las utilidades, con la carga empero de que la pro-piedad de la heredad quedar para m, esta convencin no contiene,en verdad, un contrato de venta, pues va contra la esencia del con-trato, pues el vendedor retiene la propiedad; mas encierra uncontrato de arriendo, que es lo que dice L,abeo, en la ley 80, 3, D.de contr. empt.: Nemo potest videri rent vendidisse de cujus do-minio id agitur, ne ad emptorent transeat; sed aut locatio est, aufaliud genus contractus.

    Siendo igualmente de esencia en los contratos de prstamo, demandato y de depsito, el que sean gratuitos, si yo os presto unacasa, con la carga de que vos me pagaris cierta suma por el usode esta casa, eso no ser un contrato de prstamo, sino otra especiede contrato, a saber, un contrato de alquiler. Por la misma razn,si al aceptar el mandato que me habis dado, o el depsito de unacosa que me habis confiado, os he exigido una cierta suma comola recompensa del cuidado que tendr por los objetos que me habisconfiado, o por la gestin de vuestros intereses, el contrato no serni un contrato de depsito, ni de mandato, ser igualmente un con-trato de alquiler, por el cual os alquilo mis servicios por la gestinde vuestro negocio, o por la guarda de vuestro depsito.

    7. 29 Las cosas que slo son de la naturaleza del contratoson aquellas que, sin ser la esencia del contrato, forman parte delmismo, bien que las partes contratantes no se hayan convenido so-bre dichas cosas, esto es, sobre si quedan comprendidas en el con-trato o sobrentendidas, teniendo en cuanta que son de la naturalezadel contrato.

    Esas cosas ocupan el punto medio entre las cosas que son dela esencia del contrato, y aquellas que son accidentales al contrato,y aquellas que difieren de unas y otras.

    Difieren de las cosas que son de la esencia del contrato, enque el contrato puede subsistir sin ellas, y en que pueden serexcluidas del contrato, por convenio entre las partes; y difieren delas cosas accidentales al contrato, en que forman parte del con-trato sin haber sido expresamente convenidas, que es lo que escpli-catemos con ejemplos. En el contrato de venta, la obligacin degaranta, que el vendedor contrata para con el comprador, es dela naturaleza del contrato de venta; por cuanto el vendedor con-trata, al vender, esta obligacin para con el comprador, bien quelas partes contratantes no se hayan explicado sobre el mismo yque no se haya dicho una sola palabra acerca del particular en elcontrato; mas siendo esta obligacin, de la naturaleza y no de laesencia del contrato de venta, el contrato de venta puede subsistir

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  • 16 R. J. POTIIIER

    sin esta obligacin; y si por contrato se ha convenido que el ven-dedor no viene obligado a dar garanta de la cosa vendida, el con-venio ser vlido, y el contrato no dejar de ser un verdaderocontrato de venta por ms que el vendedor no venga obligado asalir garante de la cosa vendida.

    Tambin es de la naturaleza. del contrato de venta, el que tanpronto el contrato ha recibido su perfeccin por el consentimientode las partes, bien que antes de la entrega la cosa vendida vengaa riesgo del comprador, la que si se echa a perder sin culpa delvendedor, la prdida recaiga sobre el comprador, quien no quedar,por lo tanto, descargado del precio; mas como esto es slo de lanaturaleza del contrato, y no de la esencia del contrato de venta, sepuede, al contratar, convenir lo contrario.

    Es de la naturaleza del contrato de prstamo a uso, el que lapersona que ha pedido prestado, sea responsable de la ms ligerafalta cometida frente de la cosa que le ha sido prestada. Estaobligacin la contrata con el que presta por la naturaleza mismadel contrato, y sin que las partes se hayan explicado al contratar;mas como esta obligacin es de naturaleza y no de la esencia delcontrato de prstamo a uso, se puede excluirla por una clusuladel contrato, y convenir que el que recibe la cosa prestada quedeobligado solamente por su buena fe a la conservacin de la cosa,no siendo responsable de los accidentes que acaezcan por su negli-gencia, pero sin malicia.

    Tambin es de la naturaleza de ese contrato, que la prdidade la cosa prestada, cuando ocurre por causa de fuerza mayor, re-caiga sobre el que ha prestado la cosa; mas como lo dicho es denaturaleza y no de la esencia del contrato, se puede por una clu-sula del mismo, cargar al que toma prestado, de ese riesgo hastatanto que haya devuelto la cosa.

    Se pueden presentar infinidad de otros ejemplos sobre las di-ferentes especies de contratos.

    8. 39 Las cosas que son accidentales al contrato son aquellasque, no siendo de la naturaleza del contrato, slo mediante unaclusula especial vienen contenidas en el mismo.

    Por ejemplo, el plazo concedido por el contrato para el pagode la cosa o de la suma debida: la facultad que se concede de pagaresta suma en varias partidas; la de pagar tal otra cosa en susti-tucin de la que se recibe, o de pagar en manos de otra personaque las del acreedor, y otras semejantes, son cosas accidentales alcontrato por lo mismo que no vienen contenidas en el contrato sinoen cuanto son estipuladas por alguna clusula al mismo aadida.

    En el contrato de venta de una renta, la obligacin por la cualel vendedor se hace responsable de la solvencia de los derechos,

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  • TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

    17

    mientras la renta dure. es una cosa accidental al contrato; pues elvendedor no contrata esta obligacin por ser de la naturaleza delcontrato; pues no la contrata sino en virtud de una clusula par-ticular aadida al contrato, que es aquella que se llama clusula deproducir y hacer valer; y esta clusula, bien que sea bastante fre-cuente en los contratos de venta de renta, debe expresarse y nosuplirse.

    Muchos ms ejemplos podran aducirse sobre el particular.

    ARTICD/.0 II

    nrsTraioN DE LOS CONTRATOS

    9. La divisin que hace el Derecho romano de los contratos,en contratos innominados, en contratos bona fidei, y en contratosstricti juris, no tiene lugar entre nosotros.

    La divisin admitida en nuestro Derecho es: 19. en contratossinalagmticos o bilaterales, y en contratos unilaterales.

    Los sinalagmticos o bilaterales son aquellos por los cualescada una de las partes contratantes se compromete para con la otra.Tales son los contratos de venta, de alquiler, etctera.

    Los unilaterales, son aquellos por los cuales slo una de laspartes contratantes se obliga para con la otra, como en el caso deprstamo de dinero.

    Entre los contratos sinalagmticos o bilaterales se distinguenaquellos que lo son de una manera imperfecta. Los contratos per-fectamente sinalagtnticos o bilaterales son aquellos en los cualesla obligacin que contrata cada uno de los contratantes es igual-mente una obligacin ptincipal de ese contrato, tales son los con-tratos de venta, de alquiler, de sociedad, etctera. Por ejemplo, enel contrato de venta, la obligacin que el vendedor contrata deentregar la cosa, y la que el comprador contrata de pagar el pre-do, son igualmente obligaciones principales del contrato de venta.Los contratos sinalagrnticos menos perfectos, son aquellos en queslo la obligacin de una de las partes constituye la obligacinprincipal del contrato; tales son los contratos de mandato, de de-psito, de prstamo a uso, de amortizacin. En esos contratos, laobligacin que contrat el mandatario de dar cuenta de su comi-sin, las que contratan el depositario, el que toma a prestado, o elacreedor, no son ms que obligaciones incidentes, a las cuales danlugar, despus del contrato, los gastos que ha hecho la otra partepara la ejecucin del mandato, o para la conservacin de la cosadada a ttulo de prstamo, de depsito o de amortizacin.

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  • 18 R. J. POTHIER

    Mientras que la accin que nace de obligacin principal sellama actio directa, la que nace de esas obligaciones incidentes sellama actio contraria.

    10. 29 Se dividen los contratos en aquellos que quedan for-mados por el simple consentimiento de las partes contratantes, yde aqu que se llaman consensuales, tales como la venta, el alqui-ler, el mandato, etctera, y en aquellos donde es necesario que in-tervenga alguna otra cosa a ms del consentimiento: tales son loscontratos de prstamo de dinero, de prstamo a uso, de depsito,de amortizacin, que por la naturaleza del contrato, exigen la en-trega de la cosa que es objeto de esas convenciones. A estos contratosse les llama contratos reales.

    11. Bien que el solo consentimiento de las partes baste parala perfeccin de los contratos consensuales, empero si las partes, alcontratar una venta, o un alquiler, o al celebrar cualquiera otraclase de negocio, han convenido que el notario interviniera en elacto, con indicacin de que el negocio no sea perfecto hasta tantoque entrambas partes lo hayan firmado junto con el notario, elcontrato no recibir efectivamente su perfeccin hasta tanto queel acta notarial haya recibido la suya ; y las partes, bien que deacuerdo acerca de las condiciones del negocio, podrn desdecirsede lo pactado lcitamente, antes de haber firmado. Esta es la de-cisin de la famosa ley Contractas, 17, Cod. de fid. instr., quetambin se encuentra en las Inst. tit, de contr. en:pe. Mas si en esecaso el acta o instrumento es requerido por la perfeccin del con-trato, no es por la naturaleza del contrato, que de por s no exigepara su perfeccin ms que el solo consentimiento de las partes:sino porque las partes contratantes lo han querido, por lo mismoque es permitido a las partes que contratan eI hacer depender suobligacin de la condicin que mejor les parezca.

    Observad que la convencin, de la que se habr levantado actadelante de notario, no hace por s misma depender de esa acta laformacin del convenio; es necesario que parezca, que la intencinde las partes, al hacer este convenio, ha sido, de que efectivamentedicha condicin resulte de la misma. Es por esto, que se ha deci-dido, por sentencia de 1595, citada por Mornac (ad. d., L. 17), queuna parte no se poda desdecir de un tratado de venta hecho bajolas firmas de las partes, bien que hubiera la clusula de que seraextendido por un notario, formalidad que aun no se haba realizado,por cuanto no se poda deducir de esta sola clusula, que las parteshubiesen querido hacer depender del acto verificado ante el notariola perfeccin de su convenio; pues esta clusula poda haberse aria-tildo nicamente para asegurar la ejecucin por las hipotecas que

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  • TRATADO DE LAS OBZIGACIONtS 19

    dan lugar a un acto delante de notario, y a causa del riesgo, queuna acta suscrita por firmas privadas, corre de perderse.

    Mas cuando el convenio es verbal, es ms fcil a la parte aquien se pide la ejecucin de lo convenido el desdecirse, sosteniendoque el convenio no era ms que un proyecto hasta tanto no reci-biera la firma del notario que se haba convenido en reclamar, porJo que, los convenios cuyo objeto exceda de 100 libras, no pudiendoprobarse por testigos, y no teniendo por consiguiente, en ese caso,otra prueba, que la dicha declaracin, debe sta tomarse por ente-ro, como lo veremos en la cuarta parte, rig 799.

    Cuando hay una acta de un convenio suscrito por firmas pri-vadas, que no ha recibido su perfeccin entera por no haberserecogido las firmas de todas las personas expresadas en el acta,habiadose retirado alguna de ellas sin firmar, las que han suscritopueden desdecirse, y son credas al declarar, que al hacer levantardicha acta, han tenido la intencin de hacer depender su conveniode la perfeccin de esta acta.

    12. La tercera divisin de los contratos es, en contratos inte-resados u onerosos de una y otra parte, contratos de beneficencia,y contratos mixtos.

    Los contratos interesados por una y otra parte son aquellosque se hacen por el inters y la utilidad recproca de ambas partes;tales son los contratos de venta, de cambio, de alquiler, de consti-tucin, de renta, de sociedad, e infinidad de otros.

    Los contratos de beneficencia son aquellos que no se hacensino para la utilidad de una de las partes contratantes; tales son elprstamo a uso, el prstamo de consumo, el depsito y el man-dato.

    Los contratos por los cuales aquella de las partes que confiereun beneficio a la otra, exige de ella alguna cosa que est por debajodel valor de lo que ella le ha dado, son contratos mixtos: tales sonlas donaciones hechas bajo cualquiera carga impuesta al donatario.

    -13. Los contratos interesados de una y de otra parte se sub-dividen en contratos conmutativos y contratos aleatorios.

    Los contratos conmutativos son aquellos por los cuales cadauna de las partes contratantes da y recibe ordinariamente el equi-valente de lo que ella da, tal es el contrato de venta: el vendedordebe dar la cosa vendida y recibir el precio equivalente; el com-prador debe dar el precio, y recibir la cosa vendida que es suequivalente.

    Se les distribuye en cuatro clases: Do ut des, facio ut facias,ocio ut des, do ut facias.

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  • 20 R. J. POTHIER

    Los contratos aleatorios son aquellos por los cuales uno de loscontratantes, sin dar nada por su parte, recibe alguna cosa de laotra, no por liberalidad, sino como precio del riesgo que ha corrido;todos, los juegos son contratos de esta naturaleza, lo mismo quelas apuestas, y contratos de seguros.

    14. La cuarta divisin de los contratos es la de contratos prin-cipales y contratos accesorios. Los contratos principales son aque-llos que intervienen por s mismos, en tanto que los accesorios sir-ven para asegurar la ejecucin de otro contrato, como los contratosde fianza.

    15. La quinta divisin de los contratos comprende aquellosque estn sujetos por el Derecho civil a ciertas reglas, o a ciertasformas, y los que se rigen por la ley natural.

    Los que estn sujetos entre nosotros a ciertas reglas o a cier-tas formas, son el contrato de matrimonio, el contrato de donacin,el contrato de letra de cambio y el contrato de constitucin derenta. Las otras convenciones no estn, segn nuestras costum-bres, sujetas a forma, ni a regla alguna arbitraria prescritas porla ley civil, y con tal que no contengan nada contrario a las leyesy a las buenas costumbres, y que intervengan entre personas ca-paces de contratar, son obligatorias, y producen una accin. Sinuestras leyes ordenan que aquellos cuyo objeto excede la sumade 100 libras sean redactados por escrito, es que no han tenido ala vista ms que la manera de hacer su prueba en el caso que secontradijeran ; mas su intencin no ha sido la de que el escrito sea}a sustancia de la convencin; sin esa condicin no es vlida, y loscontratantes que no niegan que no hayan intervenido, pueden serobligados a ejecutarlas. Tambin se puede exigir el juramento de-cisorio a aquel que desconvenga, pues el escrito no es necesario msque para la prueba, y no para la sustancia de la convencin.

    ARTCULO III

    DE LOB znpras~3 vimos QUE PUEDEN ENCONTRARSEEN LOS CONTRATOS

    16. Los vicios que pueden encontrarse en tos contratos, son:el error, 1a violencia, el dolo, la lesin, el defecto de causa en elcompromiso, y d defecto de parentesco. Trataremos de esos dife-rentes defectos en otros tantos prrafos separados.

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  • TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

    21

    Respecto de los vicios que resultan de la inhabilidad de algunasde las partes contratantes, o de lo que es objeto de los contratos,trataremos en los artculos siguientes.

    L Del error

    17. El error es el mayor vicio de las convenciones, pues lasconvenciones son formadas por el consentimiento de las partes; yno puede haber consentimiento cuando las partes se han equivocadosobre el objeto de su convencin: Non videntur qui errant con-sentire. (L. 116, 2, de R. juris; L. 57, de obligat. et att.)

    Es por eso que si alguien entiende venderme una cosa, y queyo creo recibirla a ttulo de prstamo o por donacin, en ese casono hay, ni venta, ni prstamo, ni donacin. Si alguien entiendevenderme una cosa por cierto precio, y yo entiendo comprarla porun precio menor, no hay venta; puesto que en todos esos casosno hay consentimiento: Sive in ipsa emptione dissentiem, sive inpretio, sive in quo alio, emptio imperfecta est. Si ego me fundunsentere putarent Cornelianum, tu ntihi te vendere Sempronienumputasti, quia in corpore dissensimus, emptio milla est. (L. 9, D., decontr. empt.)

    18. El error anula la convencin, no slo cuando es sobre lamisma cosa, s que tambin cuando cae sobre la cualidad de la cosaque los contratantes han tenido principalmente a la vista, y queconstituye la sustancia de esta cosa. Es por esto que, si queriendocomprar un par de candeleros de plata, compro el par de candelerosque vos me presentis para vender, y que yo tomo dichos candele-ros por candeleros de plata, aunque no sean ms que de cobreplateado; aun cuando no hubiereis tenido idea alguna de engaar-me estando en el mismo error que yo, la convencin sera nula,por cuanto el error en que yo estaba destruye mi consentimiento;pues la cosa que yo he querido comprar es un par de candelerosde plata, y como los que vos me habis presentado para vendereran de cobre, no se puede decir que sea la cosa que yo he queridocomprar. Este es el caso que Juliano decide de una manera seme-jante en la ley 41, 1, D. eod. tit.; y Ulpiano en la ley 9, 1, D.d. t., cuando dice: Si a's pro aureo veneat, non valet.

    Otra cosa sucede cuando el error no recae sino sobre algunacualidad accidental de la cosa. Por ejemplo, yo compro un ciertolibro en una librera, en la falsa persuasin de que es excelente,aunque sea menos que mediano: este error no destruye mi consen-timiento, ni por consiguiente el contrato de venta; la cosa que yohe querido comprar, y que he tenido a la vista, es verdaderamenteel libro que el librero me ha vendido, y no otra cosa; el error en

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  • 22 R. J. POTHIER

    que yo estaba sobre la bondad de ese libro no cae sino sobre elmotivo que me llevaba a comprarlo, y eso no impide que sea ver-daderamente el libro que yo he querido comprar. Ahora bien, nos-otros veremos dentro poco que el error en el motivo no destruyela convencin; pues basta que las partes no hayan errado sobre lacosa de que ha sido el objeto, et in eani rem consenserint.

    19. El error sobre la persona con quien contrato, destruyeigualmente el consentimiento y anula la convencin? Yo creo quedebe decidirse esta cuestin por una distincin. Todas las vecesque la consideracin de la persona con quien yo quiero contratarentre por alguna cosa en el contrato que quiero hacer, el error so-bre la persona destruye mi consentimiento, y hace, por consiguien-te, nula la convencin. Por ejemplo, si queriendo da- o pastaruna cosa a Pedro, la doy o la presto a Pablo a quien tomo porPedro, esta donacin y este prstamo son nulos, por defecto deconsentimiento de mi parte; pues yo no he querido dar o prestara Pablo cosa alguna, sino a Pedro; la consideracin de la personade Pedro entraba en la donacin o en el prstamo que quera hacer.

    De la misma manera, si quiero que Natoire me pinte un cua-dro, y al hacer el contrato lo hago con Jaime a quien tomo porNatoire, el contrato es nulo, falto de consentimiento por mi parte,pues yo no quera que Jaime me pintara un cuadro sino Natoire:la consideracin de la persona de Natoire y su reputacin entrabanen el convenio que yo quera hacer.

    Observad empero, que si Jaime ignorando que yo le tomasepor Not aire, hubiese, en consecuencia de mi errnea convencin,pintado el cuadro, yo vena obligado a tomarlo y pagarlo, segnresultare del acuerdo de peritos. Pero en este caso, no es la con-vencin lo que me obliga, pues esta convencin es de todo puntonula y no puede producir obligacin alguna; la causa de mi obli-gacin est, por ese caso, en la equidad que me obliga a indemni-zar a aquel a quien por mi imprudencia he inducido en error; deesa obligacin nace una accin que se llama actio in factutn.

    Hemos visto que el error sobre la persona anula la conven-cin siempre y cuando la consideracin de la persona entra en laconvencin.

    Por lo contrario, cuando la consideracin de la persona conquien yo crea contratar no entra para nada en el contrato, y queyo hubiese hecho igualmente, el contrato con cualquiera otra per-sona, fuera quien fuera, en ese caso el contrato es vlido. Porejemplo, yo he comprado en casa de un librero un libro en blancocon la condicin de que me lo encuaderne. Bien que ese librero alvenderlo haya credo venderlo a. Pedro a quien me parezco, y hastame haya llamado Pedro al vendrmelo sin que yo le haya contra-

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  • TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

    23

    dicho, este error en el cual l ha estado sobre la persona a quienvenda su libro no anula la convencin, y no puede fundar la ne-gativa de entregarme el libro por el precio convenido, en el casoque el libro haya aumentado de valor, se haya puesto ms carodespus de nuestro convenio; pues bien que l hubiese credo ven-der su libro a. Pedro, sin embargo, como por otro lado le era indi-ferente vender su mercanca a quien quiera que fuese, pues al finy al cabo no quera vender precisamente aquel libro a Pedro, sinoa quien le diera el precio que por l mismo pedira cualquiera quefuera; por consiguiente, en verdad, puedo decir que era a mi per-sona a quien quera vender su libro, y que es a m a quien debeentregarlo. Esta es la opinin de Barbeyrac, sobre Puf. f endorf.(r.,. 3, ch. 6, n9 7, nota 24.)

    20. El error en el motivo anula la convencin? Puf fendorf(n. 3, 6, n9 7) cree que la anula con tal que yo hubiese dado cono-cimiento con quien yo contrataba de ese motivo errneo que mellevaba a contratar ; por lo mismo que en ese caso las partes deben,segn su opinin, considerarse como responsables de haber que-rido hacer depender su convencin de la verdad de ese motivo, co-mo de una especie de condicin. Y refiere a este propsito el casoen que, sobre una falsa noticia de la muerte de mis caballos, hu-biese comprado otros, dando a conocer en la conversacin el mo-tivo que a ello me obligaba. Cree que en casos semejantes, cuandoreciba aviso de la falsa noticia que se me haba dado, puedo con-siderarme quito del compromiso contrado, con tal que el conveniono se hubiese ejecutado ni de una ni de otra parte, con carga,empero, para m de indemnizar al vendedor si hubiese sufrido per-juicios por la inejecucin del contrato.

    Barbeyrac hace resaltar muy bien la inconsecuencia de estarazn; pues que, si fuera verdad que nosotros hubisemos queridohacer depender nuestra convencin de la verdad de la noticia queyo haba tenido, falsa Ia noticia, la convencin quedaba de por sianulada, defectu conditionis; y el vendedor no podra por con-siguiente pretender daiios y perjuicios por la recisin del contrato.Berbeyrac decide en seguida muy bien que este error en el motivono puede llevar perjuicio en la convencin. En efecto, de la mismamanera que en los legados, la falsedad deI motivo que el testadorhaya dado no influye sobre la cosa legada, ni impide la validez dellegado (Instit. tit. de legat., 32; L. 72, 6, D., de cand. etpor lo mismo que por esto no es menos cierto que el testador hayaquerido hacer dicho legado, y que no puede concluirse de lo que lha dicho acerca del motivo que le llevaba a hacer dicho legado, queel mismo debiera ser tenido como una condicin, si es que eso nose justificaba por otro conducto; de la misma manera y con mayor

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  • 24 R. 3. POTHIER

    razn se debe deducir respecto a las convenciones, que el error enel motivo que ha llevado una de las partes a contratar no influye enla convencin y no impide su validez ; por lo mismo que hay muchomenos motivo a presumir que las partes hayan querido hacer que suconvencin dependiera de la verdad de dicho motivo como de unacondicin, pues las convenciones hay que interpretarlas. Prout sonara,y las condiciones que slo pueden ponerse mediante el preciso con-sentimiento de las partes, pueden suplirse todava con mayor difi-cultad de lo que se consiente para los legados.

    II. Del defecto de la libertad

    21. El consentimiento que forma las convenciones ha de serlibre. Si el consentimiento de cualquiera de los contratantes ha sidoarrancado por la violencia, el contrato es vicioso. Por lo dems,como el consentimiento, bien que arrancado por la fuerza, es unconsentimiento voluntas coacta, est voluntas (Gloss. ad., L. 21, 5, n., quod met. caus.), no se puede decir, como para el caso deerror, que no haya habido absolutamente contrato. Existe uno, mases vicioso; y aquel cuyo consentimiento ha sido arrancado por laviolencia, o bien sus herederos o cesionarios pueden hacerlo anulary rescindir, obteniendo al efecto rdenes de rescisin.

    Pero si luego de haber cesado la violencia aprueba el contrato,ya sea expresamente, ya tcitamente, dejando pasar el tiempo dela restitucin, que es de diez aos, a contar de cuando ha cesadola violencia, el vicio del contrato ha sido purgado.

    22. Cuando la violencia ha sido cometida por aquel con quienhe contratado, o cuando l ha participado en la misma, la conven-cin no es vlida, ni segn el Derecho civil, que da una accin parahacerlo rescindir, ni mucho menos segn el Derecho natural. Puesaun cuando se supusiera que resultara una obligacin de mi partepara con vos del consentimiento que yo hubiese dado al contrato,bien que arrancado por la violencia, la injusticia que vos habiscometido para conmigo ejerciendo violencia, os obliga de vuestraparte a indemnizarme de lo que yo he sufrido, y esta indemnizacinconsiste en librarme de la obligacin que vos me habis forzado acontratar, de donde se sigue que mi obligacin, aun cuando se su-ponga que exista una, no puede ser vlida por Derecho natural ;esta es la razn que da Grocio (de Jure UU., L. 2, cap. u, n9 7).

    23. Cuando la violencia que se ha ejercido contra m paraobligarme a contratar ha sido ejercida por un tercero, sin que aquelcon quien yo he contratado haya sido participante, el Derecho civilno deja por esto de venir en mi auxilio, puesto que rescinde todas

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  • TRATADO DE 1.AS OBL,IGACIONES 25

    las obligaciones contratadas con violencia, venga esta de la parteque quiera. Esto es lo que resulta de los trminos de la ley 9, 1,D., quod med. Rwtor generaliter1, et in REM loquitur. Pero Grociopretende que en ese caso es slo del Derecho civil de quien obtengola rescisin del contrato que sera vlido por Derecho natural, puesno hay, segn l, ms que el Derecho civil que repute de imper-fecto mi consentimiento, a causa de la perturbacin que en mi esp-ritu ha causado la violencia; poco ms o menos de la misma ma-nera que reputa por imperfecto el consentimiento de los menores,cuando les concede la restitucin contra sus contratos, propterinfirmitatem- judicii. Mas segn ese autor, en trminos de puroDerecho natural, mi consentimiento, bien, que dado cuando la per-turbacin causada por la violencia, no dejaba por esto de ser unverdadero consentimiento, bastante para formar una obligacin, dela misma manera que el de un menor, aunque que no tuviera to-dava toda la madurez de entendimiento que da una mayor edad.

    Puf fendorf y Barbeyrac piensan, por el contrario, que con-forme a los mismos puros trminos de Derecho natural, cuandohe sido obligado por violencia a contratar, el contrato no me obligani en poco ni en mucho, bien que aquel con quien yo he contratadono haya tomado parte alguna en la violencia que se me ha hecho.

    He aqu la razn que para ello da Barbeyrac. Es verdad, dice,que un consentimiento, bien que arrancado por la violencia es unconsentimiento: coacta m'untas, voluntas est; y basta para hacer-nos culpables, cuando nosotros consentimos, bien que obligados, *ahacer lo que la ley natural prohibe, o abstenemos de lo que manda:as un cristiano era culpable cuando haca sacrificios a los dolos,bien que los hiciera obligado por el terror de la muerte y de lossuplicios. Mas, bien el consentimiento arrancado por la violenciasea un verdadero consentimiento, no basta para obligarnos de unamanera vlida, a dar o a hacer lo que nosotros hemos prometidoa un tal, por cuanto la ley natural, habiendo sometido a nuestralibre y espontnea eleccin todo lo que ella permite, no puede serms que por un consentimiento libre y espontneo como nosotrospodemos obligarnos para con otro, para darle o no darle, hacero no hacer.

    La convencin no es, pues, menos viciosa, bien que aquel conquien me he visto obligado a celebrarla no haya tenido parte en laviolencia. Pues, bien que l no hubiese tomado parte, mi consenti-

    1 Id e3t, impersonaliter, de sola re, de sola vi iliata, non attendensper quem Mata st, an per psum cum quo invitus contrasi, an per alium.Es por esto que los 13asillcos han suprimido las palabras. soiente emptoreque se encuentran en la ley S, Cod. de his. quce vi, etctera, siendo indife-rente que aquel a quien yo he obligado por violencia a vender haya tenidoo no conocimiento de esta violencia.

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  • 26 R. 5. POTHIER

    miento no es por esto menos imperfecto; y es esta imperfeccinde mi consentimiento lo que la ley ha tomado en cuenta para des-ligarme de la obligacin que se pretende hacer resultar de la misma:Neque enini lex adhibenti vim irascitur, sed passo succurrit; etiniquum ille videtur id ratum esse, quod aliquis, non quia voluit,pactus est, sed quia coactus est: nihil autem refert per quo,' illinecesse fuit: &Timm enim, quod rescinclitur, facit persona ejusqui passus est, non persona facientis. (Sneca, Controver, iv, 26.)

    24. Puf fendorf excepta un caso por el cual la obligacinbien que contratada por la impresin del temor que me causa laviolencia que se ejerce sober m, no deja por esto de ser vlida;ese es el caso en que yo haya prometido a alguien alguna cosa contal que venga a mi socorro y me liberte de la violencia que otroejerza sobre m. Por ejemplo, si al ser atacado por una partida deladrones, apercibo a Fulano a quien prometo una suma si vienea sacarme de sus manos, esta obligacin, aunque contratada por laimpresin del miedo o temor de la muerte, ser vlida. Esta estambin la decisin de la ley 9, r, D., Quod met. causa. EleganterPomponius ait: Si quo magis te de vi hostium riel latronum tuerer,aliquid a te acce pero, vel te obligavero, non debere me hoc edictoteneri... ego enim opera' potius me mercedem accepisse videor.

    Sin embargo, si hubiese prometido una suma excesiva, podrahacer reducir mi obligacin a la suma a la cual se apreciara la justarecompensa del servicio que se me ha prestado.

    25. La violencia que hace anular el contrato por defecto delibertad, debe, segn los principios del Derecho romano, ser de unaviolencia tal, que sea capaz de hacer impresin en una personavalerosa; Metus non vani hominus, sed qui in homine constantissi-mun cadat (L. 6, D., dicto titulo).

    Es necesario que la parte que pretende haber sido obligada acontratar, haya sido intimidada por el temor de un gran mal, metumojoris mali (L. 5, D., dicto titulo), sea en su propia persona, seaen la de sus hijos o cualquiera otro de sus allegados: nam nihilinterest in se quis veritus sit, an in liberis suis (L. 8, D. 3, dictotitulo). Es preciso que sea un dao cuya amenaza vaya a realizarseal momento, caso de no hacerse lo que se proponen: metuni prcesen-tem, non susPicionem inferendi ejus (L. 9, D., dicto titulo).

    Cuando las amenazas de que uno se ha valido para hacermecontratar con l, no son ms que vagas amenazas para eI porvenir,de las que yo me he neciamente intimidado; bien que, segn elprincipio del Derecho romano, el contrato en ese caso no puedeconsiderarse como anulado por defecto de libertad en el consenti-miento, no debe por eso dejarse que el cohecho quede impune, y

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  • TRATADO DE LAS OBLIGACIONES 27

    que el contrato deba subsistir. La ley 7, a dicto titulo, dice bien:Si quis meticulosus rem nullarn frustra timuerit, PER HOCnon restituitur; pero no dice en absoluto non restituitur. Si el con-trato no peca en ese caso por defecto de lo que las leyes entienden-por libertad de consentimiento, peca por defecto de la buena feque debe reinar en todos los contratos.

    El cohecho de que se ha servido aquel con quien he contratado,es una injusticia que le obliga para conmigo a la reparacin deldao que con l me ha causado, y es precisamente en la rescisindel contrato en lo que consiste la reparacin del dao (Grocio,dicto loco).

    Si es por el hecho de un tercero por quien me he dejado va-namente intimidar, y que aquel con quien yo he contratado nadaha tenido que ver con ella, en ese caso el contrato ser vlido; yno me quedar ms que la accin de dolo contra aquel que me haintimidado.

    Todos esos principios del Derecho romano son muy justos, ytornados del Derecho natural, salvo aquel que no conoce otro te-mor suficiente para hacer anular un contrato por defecto de liber-tad, que el que es capaz de hacer impresin al hombre ms vale-roso, que es sobrado rgida, para que pueda seguirse al pie de laletra; pues en ese caso se debe tener mucho cuidado, con la edad,sexo v condicin de las personas; y tal temor que no se habrjuzgado suficiente para haber intimidado el espritu de un hombrede una edad madura, de un militar, y por consiguiente hacer res-cindir el contrato que se haba hecho, puede ser juzgado suficientetratndose de una mujer o un anciano. (Vase Brunneman, adL. 6, a, quod met. causa, y los doctores por l citados.)

    26. La violencia que puede dar lugar a la rescisin de un'contrato ha de ser una violencia injusta, adversis bonos nores(1.,. 3, i, D., dicto titulo). Las vas de Derecho no pueden pasarjams por una violencia de esta especie; es por esto que un deudorno puede jams formar instancia contra un contrato que haya he-cho con su acreedor, bajo el solo pretexto de que haya sido inti-midado por las amenazas de ejercer sobre l el derecho de hacerleprender por deudas ni tampoco bajo el pretexto de haber hechodicho contrato estando en la crcel, por lo mismo que el acreedortena derecho de hacerle encarcelar. La ley 22, D. quod met. causa,que dice: Qui in carcerem quena detrussit ut aliquid ei extorque-ret, quid quid ob hanc causant factum est, mdlius ntomenti est, debeentenderse para el cabo de un injusto encarcelamiento. (VaseWisenbach, p. r, disp. 13, ri'? 22.)

    27. El temor de desagradar a un padre, a una madre, o aotras personas a quienes se deben atenciones y cuidados, no es un

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  • 28 R. J. POTIIIIR

    temor que haga vicioso un contrato por falta de libertad (z. 22,D., de rit num.; r.. 26, t, ff. de pign. et hyp.; Duaren, ad h. t.;y Wisenbach, disp. 13, cap. 13, etctera). Mas, si aquel que tieneuna persona bajo su autoridad, quiere emplear malos tratamientoso amenazas para forzarla a contratar, segn las circunstancias, elcontrato estara sujeto a rescisin.

    nr. Del dolo

    28. Se llama dolo toda especie de artificio de que uno puedeservirse para engaar a otro; Labeo definit dolum, ~nemtate" fallariam, machinationem, ad circumveniendunt, fallendum,decipiondurn alterum, adhibitarn

    1, D. de dol.).

    29. Cuando una de las partes se ha visto comprometida acontratar por el dolo de la otra, el contrato no es por esto abso-Ha y esencialmente nulo, por lo mismo que un consentimiento,bien que arrancado por sorpresa no deja de ser un consentimiento;pero tal contrato es vicioso, y la parte que ha sido sorprendidapuede, dentro los diez aos siguientes, hacerlo rescindir, porcuanto infringe la buena fe que debe reinar en los contratos. Aa-did que si mi promesa me compromete para con vos, el dolo quevos habis cometido para conmigo, al sorprender de mi tal pro-mesa, os obliga a indemnizarme, y por consiguiente me descargade esta promesa.

    30. En el fuero interno, se debe mirar como contrario a estabuena fe, todo lo que se separa, por poco que sea, de la sinceridadms exacta y ms escrupulosa: el simple disimulo acerca de lo queconcierne a la cosa que ha sido objeto del negocio, y que la partecon quien yo contrat tena inters en conocer, es contrario a estabuena fe; puesto que, si tenemos mandado el amar a nuestro pr-jimo como a nosotros mismos, menos podremos ocultarle nada queno hubiramos querido que se nos ocultase, caso de encontrarnosen su lugar. Esta mxima la tratamos con toda extensin en nues-tro tratado del Contrato de venta (part. 2, c. 2; part. 3, sec. 2).

    En el fuero exterior, la parte que acudiera a quejarse de losligeros perjuicios causados a su buena fe, por aquel con quien hacontratado, no sera oda; pues de otra manera seran en grannmero los pactos que se encontraran en caso de rescisin, lo quedara lugar a un gran nmero de pleitos y a una seria perturbacinen las transacciones comerciales.

    Slo lo que hiere abiertamente la buena fe, ante el fuero ex-terno e interno, es considerado como un verdadero dolo, bastante

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  • TRATADO DE LAS OBLIGACIONES

    29

    para dar lugar a la rescisin del contrato, con tal que todos los ma-los artificios que una parte haya empleado para comprometer laotra parte a contratar, puedan ser, y deben ser plenamente justi-ficados. Dolum non nisi perspicuis indiciis probari convenit (t.. 6,cod. de dol.

    31. Slo el dolo que ha dado lugar al contrato es el que puededar lugar a la rescisin, es decir, el dolo mediante el cual una de laspartes ha comprometido a la otra a contratar, y que sin dicha cir-cunstancia no hubiera contratado; pues todo otro dolo que inter-venga en los contratos da lugar solamente a indemnizacin de daosy perjuicios por la reparacin del perjuicio que se ha causado a laparte engaada.

    32. Es necesario tambin, para que yo pueda rescindir micompromiso, que el doto que se ha ejercido para llevarme a con-tratar, lo haya sido por la persona con quien he contratado o porlo menos que en el mismo haya tenido participacin. Si ha sidocometido sin su participacin, y por otro lado yo no he sufridouna lesin enorme, mi compromiso es vlido, y no est sujeto arescisin ; slo tengo accin contra el tercero que me ha engaado,a quien puedo reclamar daos y perjuicios.

    IV. De la lesin entre mayores

    33. La equidad debe reinar en todas las convenciones, de don-de se sigue que en los contratos interesados, en los cuales uno delos contratantes da o hace alguna cosa para recibir cualquiera cosa,como, por ejemplo, el precio de la cosa que da o hace, la lesinque sufre uno de los dos contratantes aun en el caso de que elotro no haya empleado artificio alguno para engaarle, es bastanteen s mismo para considerar vicioso el contrato. Pues la equidaddesde el punto de vista comercial, consiste en la igualdad, y asdesde el momento que esta igualdad se siente herida y que uno delos contratantes da ms que no recibe, el contrato es vicioso, porcuanto peca contra la igualdad que en el mismo ha de reinar.

    Por otra parte, hay imperfeccin en el consentimiento de laparte lesionada, puesto que no ha querido dar lo que ha dado enel contrato, sino en la falsa suposicin de que lo que ella recibeen cambio vale tanto como lo que ha dado; pues estaba en dispo-sicin de no dar la cosa, si hubiese sabido que lo que por ella re-ciba vala menos.

    Por lo dems, es necesario observar:19 Que el precio de las cosas de ordinario no consiste en un

    punto indivisible; pues se da una cierta latitud a los tratos entre

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  • 30 R. J. POTIIIER

    las partes y por consiguiente no hay lesin, ni iniquidad en uncontrato, a menos de que lo que uno de los contratantes ha recibidono est por encima del precio mximo, o por bajo del precio m-nimo de la cosa dada. (Vase nuestro tratado del Contrato deventa, n9 242.)

    34. 29 Bien que toda lesin, sea la que sea, hace inicuos loscontratos y, por consiguiente, viciosos, y que el fuero interior obliguea suplir el justo precio, empero en el fuero exterior no se recibenlas instancias de lesin por mayor, a menos de que la lesin no seaenorme; punto sabiamente establecido para la seguridad y libertaddel comercio, que exige que no se puede volver fcilmente contralas convenciones; pues de otro modo no nos atreveramos a con-tratar por temor de que aquel con quien hubisemos contratadono nos instruya un proceso creyendo haber sido lesionado.

    Por lo general, se estima enorme la lesin cuando excede lamitad del justo precio. Aquel que ha sufrido esta lesin puede den-tro de los diez aos del contrato, luego de obtener rdenes parala rescisin pedir la nulidad. (Vase sobre esta accin rescisorianuestro tratado del Contrato de venta, part. 5, cap. II, sec. 2.)

    35. Hay, sin embargo, ciertas convenciones para las que laigualdad es requerida de un modo ms especia!, tales son las divi-siones entre coherederos o copropietarios. (Molin. de usur. qucest.,14, n* 182.)

    Por lo que toca a esas convenciones, basta que la lesin excedael cuarto del justo precio, para que d lugar a una restitucin, quees lo que los prcticos llaman lesin tercia o de cuarta, es decir, unalesin que vara entre el tercio y eI cuarto, que no puede caer de/todo en el tercio, pero que ha de exceder del cuarto. Por ejemplo,si yo he sido lesionado en una particin de la que haba de sacardoce mil libras por mi lote, no es necesario, para que yo puedareclamar en contra, que la lesin que haya sufrido llegue hasta lasuma de cuatro mil libras, que es el tercio de lo que debera haberrecibido; basta que exceda de tres mil libras, que es el cuarto.(Imbert, Euchirid., en el ttulo de Divisin y Particin mal hechas.)

    36. Por lo contrario, hay ciertas convenciones contra las cua-les los mayores no pueden restituirse por causa de lesin, por gran-de que sta sea.

    Tales son las transacciones enumeradas en el edicto de Fran-cisco II del mes de abril de 1560. Llmanse transacciones lasconvenciones que se hacen por las partes sobre las pretensiones delas mismas, y que haban dado lugar a un proceso promovido ya,O prximo a promoverse.

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  • TRATADO DE LAS OBLIGACIONES 31

    La razn del edicto se deduce de la naturaleza particular delas convenciones. En los otros contratos interesados, cada uno delos interesados tiene intencin de recibir tanto como da, sin aban-donar nada de lo que le pertenece: su consentimiento no es, pues,enteramente perfecto, cuando es lesionado, puesto que en ese casoparte de un error en el que est, de que recibe tanto como da ; y essobre el fundamento de ese defecto en su consentimiento por loque se le admite a hacerse restituir el contrato. Por lo contrario,en las transacciones, por la misma naturaleza de esas convenciones,los contratantes tienen intencin de evitar un pleito, aunque esteviniera a expensas de lo que les pertenece.

    De esos principios se sigue que lo dispuesto por el edicto nodebe extenderse a convenciones que no decidiran contestacin al-guna, y que, por ejemplo, no contendran ms que una particin,por ms que hubiesen sido calificadas por el notario de transac-cin, pues no es el nombre que el notario da a la acta, sino sunaturaleza, la que debe reglar sus efectos.

    37. Menos todava se admite la restitucin por causa de le-sin en Tos contratos en los cuales el precio de la cosa de que esobjeto es muy incierto, difcil o casi imposible de determinar contodo rigor, por lo mismo que es muy difcil juzgar si efectivamenteha habido lesin ms all de la mitad del justo precio.

    Tal es el contrato de venta de derechos sucesivos ; pues la in-certidumbre de las deudas que pueden sobrevenir hace muy inciertoel precio de los derechos sucesivos.

    Tales son todos los contratos aleatorios; pues bien que losriesgos de que se encarga por esos contratos uno de los contra-tantes sean apreciables a precio de dinero, es preciso confesar,empero, que es muy difcil de determinar cul sea su justo precio;es por esta razn que no se admite la rescisin por causa de lesinen la constitucin de rentas vitalicias, en los contratos de seguros,etctera.

    38. Un comprador que compra una heredad por ms de lamitad de su justo precio no es admitido a la restitucin, cuando loque excede del precio intrnseco es el precio de la afeccin; quees lo que hemos explicado en nuestro tratado de Contrato de venta.(part. 2, cap. II, art. 4, 2).

    39. Los contratos que slo tienen por objeto cosas mobilia-rias, tampoco estn sujetos a rescisin por el solo motivo de le-sin, sea la que sea. Las costumbres de Orlens contienen una dis-posicin sobre el particular (art. 44-6).

    La razn de ese derecho consistir tal vez en que nuestros

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  • 32 R. J. POTHIER

    padres hacan consistir la riqueza en los bienes races, y hacanpoco caso de los muebles, de donde viene que para la mayor partede las materias de nuestro Derecho francs los muebles son pococonsiderados. Todava hay otra razn deducida del frecuente co-mercio de las cosas mobiliarias, que a menudo pasan por variasmanos en poco tiempo. Ese comercio se perturbara si se admitierala restitucin por causa de lesin para con los muebles.

    Menos se admite la restitucin por causa de lesin contra losarriendos de haciendas y alquiler de heredades, pues esos arrien-dos no contienen ms que una disposicin respecto a los frutos dela heredad, que tienen algo de mobiliario.

    V. De la lesln entre menores

    40. Todo lo que acabamos de decir respecto a la lesin esrelativo a los mayores; pero los menores son admitidos a la resti-tucin contra sus convenciones no slo por causa de lesin enorme,sino por toda otra lesin cualquiera que sea; y se admiten an paraaquellas convenciones contra las que hemos dicho no eran admi-tidos los mayores al beneficio de restitucin, como son las transac-ciones.

    La ordenanza de 1539 (art. 134), ha limitado el tiempo dentrodel cual ha de instarse la restitucin; pues prohibe recibirlas des-pus de que los menores hayan cumplido los treinta y cinco arios.

    Observad que la ordenanza no dice dentro de los dieg aosque siguen a su mayor edad, por lo mismo que hay provinciasdonde se llega a mayor a los veinte arios, como en Normanda: laordenanza ha querido igualar a todos los ciudadanos, y por estoha dispuesto que fuesen reintegrables, hasta la edad de treinta ycinco arios cumplidos.

    41. Hay ciertas convenciones, contra las cuales los menorescapaces de contratar, es decir, emancipados, no tienen beneficio derestitucin, como tampoco los mayores, solo por la causa de lesin,tales son las convenciones para la enajenacin o la adquisicin debienes inmobiliarios: La Coututne d'Orlens, en el art. 446, tieneuna disposicin.

    Nada ms decimos acerca de este punto, por lo mismo quetrataremos de nuevo esta materia en un tratado especial.

    f VI. Del defecto de causa en el contrato

    42. Todo compromiso ha de tener una causa honesta. En loscontratos interesados, la causa del compromiso que contrata unade las partes, est en lo que la otra parte le d, o se comprometa

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  • TRATADO Dt LAS OBI,ICACIONZS 33

    a. darle, o en el riesgo de que se encargue. En los contratos debeneficencia, la liberalidad que una de las partes quiere ejercerpara con la ti a es una causa suficiente del compromiso a que secompromete para. con ella. Mas, cuando un compromiso no tienecausa o, lo que es la misma cosa, cuando la causa por la cual hasido contratado es una causa falsa, el compromiso es nulo, y elcontrato que la contiene es nulo tambin. Por ejemplo, si creyendoerradamente deberos diez mil libras que os haban sido legadas porel testamento de mi padre, pero que haban sido revocadas por uncodicilo del que yo no tena conocimiento, me he comprometido adaros cierta heredad en pago de dicha suma, ese contrato es nulo,-por cuanto la causa de mi compromiso que era el saldo de dichadeuda, es una causa que ha resultado falsa; y es por lo mismo quela falsedad de la causa una vez reconocida, no slo no podis teneraccin alguna para haceros entregar la heredad, sino que, si os lahubiese ya entregado, yo tendra entonces accin para hacrosladevolver : y esta accin se llama conditio sine causa. (Vase eltit. D. de cond. sine causa.)

    43. Cuando la causa por la cual el compromiso ha sido con-tratado es una causa que hiere la justicia, la buena fe. o las buenascostumbres, ese compromiso es nulo, lo mismo que el contrato quela contiene. Ese principio sirve para dirimir una cuestin que sepresenta a menudo. Una tierra seorial ha sido secuestrada real-mente a un deudor, y adjudicada por decreto: la parte secuestradatiene una convencin con el adjudicado, por la que se obligaa darle una cierta suma si le entrega los ttulos: se pregunta si

    esta convencin es vlida. La decisin depende de saber si la causa-de esta condicin hiere la justicia. Ciertamente la hiere, pues losttulos de una seora son un accesorio de la misma, como las lla-ves lo son de una casa; ahora bien, es de la naturaleza de las cosasaccesorias que pertenezcan a aquel a quien la cosa principal per-tenezca: accessoria sequuntur jus ac dominiurn rei principaiis. Losttulos pertenecen, pues, al adjudicado; la adjudicacin al trans-ferirle la propiedad de la seora, le ha transferido la de los ttu-los: la parte secuestrada, cuando ha hipotecado esta seora haconsentido que en defecto de pago, el acreedor pueda venderla pordecreto, y desde aquel momento viene obligada a abandonarla conlos ttulos al adjudicado, como si se la hubiese vendido. No puede,pues, sin injusticia retenerlos. La convencin por la cual se exigeal adjudicado dinero para entregarle los ttulos, tiene pues unacausa que hiere la justicia, y que la hace nula: es por esto, que noslo no da accin alguna a la parte secuestrada para exigir la sumaque le ha sido ofrecida, sino que si el adjudicado la hubiese pa-gado, tiene accin contra la misma para el reintegro.

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  • 34 R. J. POTIIIER

    Observad respecto de esta accin que hay que distinguir bien,si la causa por la que se ha prometido alguna cosa, hiere la justicia.o las buenas costumbres, por parte slo de la parte que estipula,o por entrambas partes. Un ejemplo del primer caso es el queacabamos de exponer ms arriba: cuando el secuestrado ha esti-pulado una cierta suma del adjudicado para entregarle los ttulos,es slo de la parte del secuestrado de quien la justicia se sienteherida: el adjudicado no ha por su parte, herido ni la justicia, nilas buenas costumbres, al prometer esta suma para tener los ttulos.de que tena necesidad, y que no quera entregrselos sin este re-quisito. Es para este caso, y para otros semejantes, que hay lugar ala reintegracin de lo que ha sido dado en ejecucin de la con-vencin.

    Un ejemplo del segundo caso se da, cuando un oficial pro-mete una cierta suma a un soldado, si se bate en duelo contra unsoldado de otro regimiento. La causa de este compromiso es con-tra las buenas costumbres por entrambas partes; pues el oficialha infringido las leyes y las buenas costumbres, haciendo tal pro-mesa al soldado, y este igualmente por haberla aceptado. Ese se-gundo caso conviene con el primero, por cuanto, de la misma ma-nera que para el primer caso, el compromiso es nulo, teniendo unacausa que es contrara a las buenas costumbres, en consecuencia nopuede nacer accin alguna, y el soldado que se ha batido en duelono puede exigir del oficial la suma que aquel le haba ofrecido,para que lo hiciera ; pero ese segundo caso difiere del primero,por cuanto, si en ejecucin de ese contrato, bien que nulo, el oficialha pagado la suma convenida no tiene accin para la reclamacincorno en el taso precedente; pues, el oficial que ha prometido larecompensa no habiendo contravenido menos contra las leves y lasbuenas costumbres, que el soldado a quien se le ha ofrecido, esindigno del auxilio de las leyes para la reclamacin de dicha suma.

    Esta doble decisin est conforme con los mismos trminos delas leyes: Ubi dan tis et accipientis turpido versatur, non posse re-peti dicimus... Quoties autem accipientis turpido versatur, repetipotest 3 y L. 4, 2, Er., de condict. ob turp. caus.).

    44. No es dudoso, segn lo que nosotros acabamos de esta-blecer, que si yo he ofrecido a alguien alguna cosa para cometerun crimen, puta, o para dar de palos a un hombre que es mi ene-migo, que no vengo obligado ante el fuero exterior a sostener mipromesa: pero ya es diferente respecto al fuero de la conciencia.Grado, ir, xt, pretende que esas promesas no son en verdad obliga-torias, en tanto que el crimen no ha sido cometido, y que hastaese tiempo, aquel que ha hecho la promesa puede desdecirse dandocontraorden a aquel que la ha hecho : pero que tan pronto se ha

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  • TRATADO DE LAS OBLIGACIONES 35

    cometido el crimen, la promesa es obligatoria por Derecho natural,en el fuero de la conciencia. La razn es esta, que la tal promesaes viciosa por cuanto es un incentivo para el crimen; ahora bien,ese vicio cesa cuando el crimen se ha cometido y consumado: elvicio de esta promesa ya no existe, nada impide el que no produzcasu efecto, que es de obligar al cumplimiento a aquel que la hahecho. Y al efecto recuerda el ejemplo del patriarca jud que selibr de la promesa que habla hecho a Tharnar para gozarla.

    Puf fendorf piensa, por el contrario, que una promesa hechaa alguien para hacerle cometer un crimen, no es ni ms ni menosobligatoria antes que despus de haberse cometido el crimen ; porlo mismo que la recompensa del crimen que encierra el cumpli-miento de una tal promesa, luego que el crimen ha sido cometidoes una cosa que no por esto deja de ser menos contraria al De-recho natural y a las buenas costumbres, que la incitacin al cri-men. Si despus de cometido el crimen, el cumplimiento de la pro-mesa no puede ser ya un cebo para cometerlo, puede an ser unincentivo para cometer otros nuevos. Por otra parte toda obliga-cin supone un derecho en la persona para con quien ha sido con-tratada. Cuando yo he prometido alguna cosa a alguien para co-meter un crimen, la aceptacin que l ha hecho de la promesa noes por esto menos criminal de su parte que lo es mi promesa: ahorabien ; un crimen puede hacer adquirir un derecho? Se puedepensar que la ley natural deba favorecer a los malvados hasta elpunto de asegurarles el salario de sus maldades? Con esas razonesestoy conforme con la opinin de Pu ffendorf.

    45. Igualmente suscribo a la decisin que luego da, de quesi yo he voluntariamente pagado, luego de haberse cometido eI.crimen, lo que haba ofrecido a alguien para que lo cometiera, notengo derecho alguno a la reclamacin, segn las leyes del fueroexterior, por ms que hubiese pagado en ese caso una cosa que yono deba. Es verdad que la ley natural y el Derecho civil concedenla reclamacin de lo que se ha pagado indebidamente, cuando elpago se ha hecho con error : en ese caso se supone que la pagaha sido hecha bajo una especie de condicin de que hay lugar a lareclamacin, caso de que se descubriera que la cosa no era debida.Bien que esta condicin no haya sido formal, era virtual; pues estconforme a la disposicin de voluntad en que estaba aquel que hapagado; la equidad que no permite aprovecharse del error de otropara enriquecerse a sus expensas, hace suponer esta condicin;mas no se puede hacer una suposicin semejante en el caso de quese trata. Aquel que paga lo hace con un perfecto conocimiento dela causa por la que paga, no puede, por consiguiente. retener de-recho alguno para reclamar la cosa de la que l voluntariamente

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  • 36 R. J. POTHIER

    se ha expropiado, y con un perfecto conocimiento de causa. Esverdad que es contra Derecho natural el que uno pueda ser recom-pensado por causa de crimen, y que el arrepentimiento que debetener aquel que lo ha cometido debe llevarlo a abdicar la recom-pensa que por el mismo ha recibido; mas esto no constituye sinouna obligacin imperfecta, tal como aquella de que hemos habladoal principio de este tratado, n9 1, que no da derecho alguno a otrapersona.

    46, Tiene una promesa causa lcita, cuando es hecha a al-guien para que d o haga una cosa que l estaba ya obligado dedar o hacer? Puf fendorf distingue muy bien en esta cuestin laobligacin perfecta y la obligacin imperfecta. Cuando la obliga-cin no es ms que una obligacin imperfecta, la promesa tieneuna causa lcita, y es obligatoria. Por ejemplo, si yo he prometidoalguna cosa a alguien para que me haga un servicio, bien que elreconocimiento de los beneficios que l haba recibido de m leobligasen a hacerme ese servicio gratuitamente, empero la promesaque yo le he hecho tiene una causa lcita, y ella es obligatoria, puesno teniendo derecho de exigir de l ese servicio, ha podido lcita-mente, bien que indecentemente, exigir de m que le prometa algu-na cosa para hacerme adquirir el derecho que yo no tena de exigirese servicio.

    Por lo contrario, cuando la obligacin es una obligacin per-fecta, la promesa que yo he hecho a mi deudor de darle alguna cosapara que haga lo que l estaba obligado a hacer, es una promesanula y que tiene una causa ilcita, aun cuando sea l el que haexigido de mi que le hiciera esta promesa. Tal es aquella de quehemos hablado ms arriba, esto es, la que un adjudicador hace ala parte secuestrada, para que se le remitan los bienes que le hansido adjudicados; pues estando obligado a entregarlos, es una exac-cin de su parte hacer prometer algo para ello.

    Mas, bien que la obligacin sea una obligacin perfecta, si lapromesa que yo he hecho a mi deudor para que l haga lo queestaba obligado a hacer, es una promesa que yo he hecho volun-tariamente sin que l la haya exigido, la promesa es vlida porcuanto tiene una causa lcita y honesta; no siendo en este caso lacausa otra cosa ms que una liberalidad, que he querido ejercerpara con l.

    VII. Del defecto de vnculo en la persona que promete

    47. Es de la esencia de las convenciones que consisten enprometer alguna cosa, que produzcan para la persona que ha hechola promesa una obligacin que obliga a saldarla; de donde se sigue

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  • TRATADO DE LAS OBLIGACIONES 37

    que no habiendo nada ms contradictorio con esta obligacin quela entera libertad que se le dejara de hacer o no hacer lo que haprometido, la convencin que le dejase esta entera libertad seranula por defecto de vnculo. Si pues, por ejemplo, convengo con vosde daros una cosa, caso que as me parezca, la convencin seraabsolutamente nula.

    Los jurisconsultos romanos pensaban que las cosas pasabande otra manera respecto a la convencin por la cual uno se com-prometa a hacer una cosa cuando quisiera. Pensaban, que esos tr-minos no dejaban a la eleccin de aquel que haba ofrecido hacero dejar de hacer una cosa, el tiempo en que la cosa deba hacerseo no; y que por lo tanto la convencin era vlida y obligaba a losherederos en caso de morir antes de poder cumplirla (L. 46, 2y 3, D. de verb. oblig.). Mas hay lugar para creer que esta sutildistincin no sera admitida entre nosotros; y que esta convencinno sera ni ms ni menos vlida que las otras

    43. Hay otra obligacin, cuando prometo daros alguna cosa,si lo juzgo razonable: pues no se ha dejado a mi eleccin el da-roslo o no, puesto que me he obligado, caso de que sea razonable.(L. n, 7, leg. 39).

    En fin, bien que yo haya prometido una cosa bajo una con-dicin potestativa, de manera que dependa de mi voluntad cum-plirla o no, como si yo os hubiese prometido diez pistolas en casode que me fuese a Pars, la convencin es vlida, pues no estcompletamente en mi poder el no darlas, puesto que no puedo dis-pensarme de ello como no sea abstenindome de ir a Pars ; hay,pues, de mi parte una obligacin y un verdadero compromiso(L. 3, D. de legat. 2).

    ARTCULO IV

    DE LAS PERSONAS QUE SON CAPACES O NO DE CONTRATAR

    49. Consistiendo la esencia de la convencin, como lo hemosvisto, en el consentimiento, se sigue de aqu, que es necesario sercapaz de consentir, y por consiguiente tener el uso de la razn,para ser capaz de contratar.

    Es, pues, evidente, que ni los nulos, ni los insensatos, ni loslocos, mientras les dure su locura, no pueden contratar por s mis-mos; mas esas personas pueden contratar por el ministerio de sustutores o curadores, como lo veremos en el artculo siguiente, 4.

    Es evidente que la embriaguez, cuando llega hasta el extremode hacer perder el uso de la razn, reduce la persona que se en-

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  • 33 R. j. POTHIER

    cuentra en aquella situacin, mientras dura, en un estado incapazde contratar, puesto que la reduce en un estado de incapacidad paraconsentir.

    Los cuerpos y comunidades, las juntas de parroquia, los hos-pitales, etctera, que no son ms que personas civiles, no puedencontratar por s mismas; pero pueden contratar por el ministeriode sus sndicos y administradores.

    50. Hay personas que siendo naturalmente capaces para con-tratar, se han hecho incapaces por la ley civil. Tales son, en el pasdonde reina la costumbre (costunzier), las mujeres casadas, cuan-do no estn autorizadas por sus maridos o por la justicia; puestoque es un efecto de la potencia marital, que la mujer no puedehacer cosa alguna, como no sea mediante su autorizacin y consen-timiento: de donde se sigue que sin esta autorizacin, la mujer esincapaz para hacer convencin alguna y que, por lo tanto, no puedeobligarse para con los otros ni obligar los otros para con ella. Nos-'otros hemos tratado esta materia, en nuestra introduccin al ttu-lo 10 de la costumbre de Orlens, cap. vitt.

    No es tambin as como procede la ley civil al dictar Ias in-habilitaciones por causa de prodigalidad, al declarar a los prdigosincapaces de obligarse al contratar, pues esas personas saben lo quehacen ; el consentimiento, que dan es un verdadero consentimiento,y esto es lo que basta para formar un contrato.

    51. De aqu nace una diferencia entre esa clase de excep-tuados