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Trayectorias de dolor y resistencia XXXX Despertar la conciencia y construir la

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Trayectorias de dolor y resistencia

XXXX

Despertar la conciencia y construir la

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Trayectoria de vida

“Me nació ser revolucionario”

Trayectoria de vida de un militante de la Unión Patriótica torturado por

agentes del Estado, encarcelado so pretexto de un montaje judicial y cuyo

hermano fue desaparecido a manos de los paramilitares

“Empecé a ir y ahí empecé a conocer, a conocer

que la Unión Patriótica, que la JUCO... Entonces

empecé a ser militante de la Unión Patriótica por

medio de mi hermano. Y ya le dije a mi hermano:

‘yo quiero ser de ustedes también, yo quiero ser

revolucionario, yo también quiero peliar, yo

también quiero salir a hacer pintas, yo también

quiero encapucharme’, ¿sí?... y yo no lo hice

porque me obligaron sino porque me nació ser

revolucionario. Yo viendo la discriminación que

había, el atropello, a mí me nació también pelear

por los derechos, ¿sí? Y empecé ahí”.

Cuando “se podía vivir”

Él nace en la segunda mitad del siglo pasado, en un pueblito pequeño y

caluroso al que sus padres han arribado por ocasión de un buen empleo. Por

aquel entonces empieza el auge de la palma africana que desplaza por completo,

décadas después, a la industria algodonera del nororiente del país. Es en este

auge que su padre logra vincularse con una de las empresas palmeras de la

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región, razón por la cual el entrevistado y toda su familia tienen que desplazarse al

referido pueblo, pues aunque éste siga estando distante de la empresa

palmicultora, es mucho más cercano que el lugar de dónde provienen y les

permite, por lo menos en los primeros años, que su padre venga cada fin de

semana a visitarlos.

Son un total de once hermanos, nueve de su papá y su mamá, y dos que su

madre ha tenido antes en un primer matrimonio. De éste su madre enviuda siendo

todavía muy joven, situación que, según cuenta el narrador, no desestima su

futuro padre para empezar a “molestarla” hasta que se “cuadran”. No sabe muy

bien cómo se conocen, ni cómo es el galanteo, supone que todo debe comenzar

en los mercados pueblerinos de antaño o en algún paseo en el que los dos

coinciden.

Todos los hermanos pueden estudiar la educación básica y secundaria y, al

parecer del entrevistado, han procurado mantener siempre entre ellos relaciones

de unidad y colaboración mutua: “porque esa fue la formación que nos dieron

nuestros padres”, afirma. De los tiempos de su infancia tiene una relativa

percepción de paz, una paz que según él “se podía vivir”. También conserva algún

que otro recuerdo de los castigos de los que es merecedor.

Me castigó [habla de su padre] pero no a rejo [aunque a veces lo hacía], sino

llegó y me dijo: ‘Bueno Usted queda castigado No le voy a…’, como él siempre,

yo le ayudaba a los trabajos y él me daba, ‘tome para que tome las gaseosas’,

¿sí?, y me castigaba ¿por qué?, porque yo me compré como unas seis

caucheras y hice caucho de cauchera [dicho en voz baja], y hice unas caucheras

y armé a unos niños y le hice una emboscada a un tío, ¿sí?, le hice una

emboscada a un tío porque el tío me agarró para que mi mamá me pegara.

Entonces yo le dije a los compañeritos: ‘Bueno, mi tío pasa por el camino aquél y

como hay un monte nos escondemos allá y le damos piedra porque él me hizo

pegar de mi mamá’. Le dimos una… mejor dicho, cuando yo llegué a la casa le

estaban colocando pañitos de aguasal, a mi tío allá en la casa

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Su padre muere cuando él está en prisión. Por más que insiste no le

permiten ir al sepelio. El “viejo”, como cariñosamente le dicen a su padre en el

pueblo, muere de muerte natural y aunque a él le da tristeza no acudir a sus

últimas horas, no se mortifica por ello: “Yo ya estaba detenido político. Y yo no

pude ir al entierro de mi papá ni nada. Y son cosas que, o sea, me dolió, pero yo

seguí adelante. Bueno, mi papá murió, yo fui bien con él, él conmigo, estamos en

un proceso, vamos pa’elante”. Cuando le preguntamos qué es lo que más

recordaba de su padre nos expresó lo siguiente:

Mi papá, tomatrago, el único vicio de él era el trago y las mujeres, porque le puso

cachos a mi mamá, sí pero no, mi mamá lo quería mucho, mi mamá se las

perdonaba: ‘no papi, tranquilo’... y muy charlatán. Se sentaba a tomarse un trago

y se venían los amigos con él y echen cuento y tirar risa y que el guarapito, no

les podía faltar el guarapito. Y lo querían mucho, a mi papá lo querían mucho... y

no, mi papá era un señor muy sencillo, muy colaborador, muy hogareño, nos dio

una educación la verraca. Nos castigaba, sí, nos daba era pero leño, leño

corrido, fuete con cable, con cables de cuero.

No obstante, los problemas de embriaguez de su padre y su estilo de

corrección para con sus hijos nunca derivan en maltrato para con su madre. El

entrevistado lo ilustra de un modo particular:

[...] él la maltrataba con los billetes de… con los billetes de cincuenta mil pesos...

Con los billetes de veinte mil. Cuando eso habían billetes de doscientos también:

‘Tome mija pal mercado, tome mija pa’ los gastos’... No era violento con ella, ni

agresivo... él se emborrachaba, él llegaba a la casa y como que se portaba mejor

borracho que bueno y sano... llegaba, consentía a mi mamá: ‘Quihubo mi vieja,

¿cómo está mi vieja?’, le decía a mi mamá, le decía: ‘mi vieja tráigame una taza

de café’ y se sentaba, comía, reposaba y se acostaba. Pero no llegaba a

maltratar a mi mamá, ni a maltratarnos a nosotros, no Nosotros lo cogíamos, le

quitábamos los zapatos. Yo iba y lo buscaba donde estaba tomando y me lo

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llevaba pa’ la casa, o hay veces él se montaba en el caballo y el caballo lo

llevaba, ya él no llevaba al caballo si no el caballo lo llevaba a él, sí, a la casa.

De la violencia de 1950 también recuerda comentarios sueltos que de vez en

cuando hace su progenitor: “mi papá contaba que cuando eso se peleaban los

colores: que los godos, los cachiporros y que usted no podía tener una peinilla

roja, ni usted una azul porque se mataban a cuchillo, a machete”. No sabe si su

papá pertenece o no a algún bando, pero sí afirma con certeza que es

conservador. De su mamá, por otro lado, no tiene las mismas certidumbres,

aunque supone que ella es liberal. En alguna ocasión su papá le cuenta que en

aquellas épocas, las de La Violencia, cuando él y su madre ya tienen los primeros

hijos, tienen que salir huyendo de la casa y esconderse de la “chusma”. Una

escena similar tiene que vivir su madre, la cual todavía hoy vive, cuando cuarenta

años después hubo de desplazarse del pueblo a la ciudad, junto con los hijos que

le quedaban, a causa de las amenazas de los paramilitares que desaparecen a

uno de sus hijos.

Los primeros años de militancia: siendo comunista por convicción y S41 por

accidente, pero “nunca traicionaré mi ideología”

Del pueblito pequeño y caluroso se mudan por completo al pueblo donde la

empresa tiene su planta de producción. Allí, el sindicato, tal y como lo afirma el

narrador, ha presionado para que la empresa erija casas para los trabajadores, así

como comedores, escuela y capilla. Una vez hechas las viviendas, su padre trae

consigo a toda la familia y se instalan dentro de los campos de la empresa. En

este nuevo sitio el entrevistado hace la primaria en la escuela y termina el

bachillerato en un colegio público del pueblo. La interacción con el sindicato, las

manifestaciones y actividades que los trabajadores de la empresa realizan y la

1 Cargo como militar.

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realidad social de su entorno, especialmente en sus últimos años de secundaria,

van haciendo que él comience a interesarse por las ideas de izquierda.

Por medio de la izquierda me vine fue por el sindicato... por el sindicato porque

yo dije: ‘Bueno, esta gente a qué juega, qué pelea’, ¿sí?... Entonces yo estando

estudiando la primaria... yo veía que iban y hacían mitin, ¿sí?, los trabajadores:

‘Abajo…’. Bueno, listo, yo dije: ‘Bueno, esta gente a qué pelea, esta gente…”, yo

me ponía a ponerles cuidado, que hacían grafitis, aerosoles y todo,

encapuchados y decía: ‘Pero qué fue’. Entonces yo empecé a hablar con la

gente del sindicato... muchos dirigentes sindicales que en estos momentos hay

unos vivos, poquitos, hay como dos o tres vivos de en ese entonces, el resto

están desaparecidos, muertos y…... entonces, cuando yo empecé con la

izquierda, que dije, ‘Bueno, ellos están peleando por esto y esto, ellos están

peleando ¿qué?, ellos ¿por qué?, ¿por qué le cantan tantas cosas a la empresa

cuando la empresa es la que les está pagando a ellos y con eso es que nosotros

comemos?’, pero yo no entendía el por qué era que ellos peleaban. Dije: ‘No,

por…”. Entonces dije: ‘Claro’. Entonces empecé a hablar con el sindicato y me

empecé a empapar, a empapar: ‘Bueno, ellos pelean por el alza, porque les

paguen bien, por la persecución que les tiene la empresa, por los salarios,

porque no les demoren las quincenas, porque no los atropellen en el trabajo,

porque el supervisor o el capataz de ellos no esté encima’, ¿sí?, toda la

persecución que había contra los trabajadores. Yo decía: ‘Claro, si es que no

estamos en la esclavitud’, ¿cierto? Y los querían tener era como esclavos y no,

entonces y ya, entonces ya ahí empecé, empecé a ir a… yo iba a las asambleas

de ellos, me ponía a ponerles cuidado. Yo iba a las huelgas... mi papá nos

llevaba a la carpa, a la carpa donde estaba la huelga... Bueno, empecé a ir y ahí

empecé a conocer, a conocer ya que la Unión Patriótica, que la JUCO...

Entonces me empecé a ser militante de la Unión Patriótica por medio de mi

hermano. Y ya le dije a mi hermano: ‘yo quiero ser, yo quiero ser de ustedes

también. Yo quiero ser revolucionario, yo también quiero peliar, yo también

quiero salir a hacer pintas, yo también quiero encapucharme’, ¿sí?... y yo no lo

hice porque me obligaron si no porque me nació ser revolucionario. Yo viendo la

discriminación que había, el atropello, a mí me nació también pelear por los

derechos, ¿sí? Y empecé ahí.

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A mediados de la década de 1980, cuando ya ha ayudado a fundar la JUCO

en el pueblo y participa, tal y como lo describe, en las actividades propias de un

militante apasionado y convencido, una redada del Ejército le echa mano por no

haber prestado el servicio militar obligatorio. Una vez en el camión trata de tirarse

del mismo, pero los militares le agarran para impedir su escape. Esta nueva

circunstancia le despierta cuestionamientos que hoy por hoy le causan risa: “ah,

siendo yo de la Unión Patriótica y de la JUCO, siendo de izquierda me reclutaron

pal Ejército... yo dije: ‘Pero qué, yo prestando el servicio militar, jueputa y siendo

de izquierda’”.

Una vez alistado en las filas castrenses no tiene de otra alternativa que

resignarse y proponerse, por lo menos, sacar la libreta militar, pues según él, en el

Ejército no se aprende nada:

[...] allá no aprende a nada, a ser un criminal es lo que aprende allá, ser un

criminal, porque yo miraba soldados que habían guerrilleros muertos y se le

orinaban encima, los pateaban. Y yo decía: ‘Vea la violación de los Derechos

Humanos acá’. Y una cosa es lo que se ve acá y otra cosa es lo que muestran

en los periódicos y en las noticias. Cómo agarran a una persona y la balean

después de muerta, se le orinan encima, se le defecan encima. A mí se me

venían las lágrimas cuando yo veía guerrilleros ahí… Porque son hijos de

nuestro pueblo, son hijos de campesinos, ¿sí? Yo dije: “No”. Y yo seguí, salí del

Ejército y seguí con la Unión Patriótica y el Partido Comunista... o sea, el que

quiere ser criminal, aprende a ser criminal allá, pero el que tiene una ideología y

tiene una formación política, puede estar en lo que esté pero no nunca, nunca va

uno a traicionar la ideología. Yo nunca traicionaré mi ideología.

Esta convicción por sus ideales ni siquiera la disimula ante los suboficiales

que comandaban su contingente:

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[...] un día llegó un sargento allá y yo estaba claro, camuflado y con fusil y todo, y

me dice un sargento: ‘Venga soldado, venga ¿Usted no es el revolucionario ese

de allá de [municipio omitido]?, ¿usted no es el de la Unión Patriótica?, ¿usted

no es el de la JUCO?, ¿usted no es el tira piedra ese?’, yo le dije: ‘Sí yo sí claro

yo soy de la JUCO, soy de la Unión Patriótica y soy revolucionario’, ‘Y usted qué

hace aquí’, ‘y pa’ qué me trajeron, por qué no me dejaron allá’... De ahí pa’cá ese

señor… no sé, me dijo: ‘Venga que usted va a ser mi S4’, o sea, porque yo lo

frentié ¿sí?, yo no me dio miedo. Como le digo a usted, yo ya no le temo a nadie,

a nada Entonces me dijo: ‘Usted va a ser mi S4 porque usted es un…”, me dijo

así, así, así, en palabras así: ‘Usted es un hijueputa que le frentea al que sea

¿no?’, le dije: ‘Sí señor’... S4 es que usted es mí comandante ¿cierto?, yo soy el

que le llevo la agenda... o sea, su mano derecha, ¿sí?... Entonces me cogió

como mano derecha de él, si él salía a la ciudad yo me iba con él de civil y

entonces me dijo: ‘¿Usted por qué es de izquierda?’, ‘Porque me nació ser

revolucionario’, ‘¿Pero usted conoce a la guerrilla?... ‘No señor, yo no conozco

eso, no conozco eso. Yo soy de la UP, ¿o es que la UP es de la guerrilla o qué?’,

le decía yo, ‘No, si no que le pregunto’, ‘No señor, si yo fuera guerrillero ya me

había volado con este fusil o no estaba acá, yo ya me hubiera ido’, dije. Y me

colocaban de guardia y yo me ponía a pensar: ‘Jueputa, ¿qué estarán pensando

mis camaradas?, jueputa, yo aquí en el Ejército, ah, ¿qué estarán pensando mis

camaradas?’. Y yo salía de permiso y me venía pa’ [municipio omitido] y de una

vez, me iba era pa’ la sede del partido, pa’ la sede de la UP. ‘¿Qué pasó?, a ver,

a formar’, les decía yo, ‘ah, este hijueputa’ [risas], me decían ellos.

Vivir el conflicto en carne propia, patrullar por las montañas y tener que

combatir con fusil en mano a la insurgencia colombiana, le convence aún más del

sinsentido de esta guerra interna de más de cincuenta años:

Y yo fui soldado y yo nunca, nunca cogí esa política. Y yo pensaba cuando me

tocaba, por ejemplo, yo tuve un enfrentamiento y yo, yo me fui a prestar el

servicio militar y me mandaron para el monte. Yo duré como un año en el monte

patrullando. Y tuve enfrentamientos. Y yo era un soldado normal, como los otros.

Pero no crea, eso yo me escondía debajo de los palos, de los troncos, eso era…

y yo pensaba, y ahí se le viene a uno es el pensamiento es en la mamá: ‘¿Será

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que voy a quedar acá?, ¿por qué estamos peliando nosotros?, ¿por qué

tenemos que matarnos?’, ¿sí?, decía, ‘¿por qué tenemos que matarnos si somos

colombianos, somos de... estamos en la misma patria, ¿por qué nos matamos?’.

Y yo no entendía eso, no entendía.

El servicio militar dura dieciocho meses. Al final de este período, tal y como

se lo ha propuesto desde que inicia, retorna a su decidida militancia.

[...] salí de ahí y seguí con la Unión Patriótica y el Partido y la JUCO. Ahí,

haciendo grafitis, acompañando al sindicato. Salía el sindicato a protesta y

nosotros éramos adelante, los tirapiedras, ahí encima, ahí. Nosotros éramos los

que hacíamos los grafitis. Nosotros éramos, mejor dicho, la cabeza principal allá

en [municipio omitido], los revolucionarios, peleando los Derechos Humanos,

apoyando el sindicato. Después de ahí, ya cuando vieron que ya el sindicato

estaba fortalecido y que estaba ya la JUCO y la Unión Patriótica, el Partido

Comunista, ya estaba sacando concejales, diputados, que alcaldes y todo, ya

empezó la arremetida, empezó la arremetida paramilitar ahí.

La arremetida paramilitar en el pueblo

Los primeros asomos de paramilitares en la región, según cuenta el

entrevistado, se suceden a finales de los años de 1980 y son patrocinados,

principalmente, por dos de las más destacadas familias del pueblo, cuyos

ascendientes, al decir del narrador, han participado en su fundación. Como ha

sucedido en innumerables casos de la historia reciente de Colombia, estas

familias son grandes terratenientes y gestionan gran parte del poder político y

económico de la zona.

[...] lo que era la familia [omitido], eran los que tenían los paramilitares, ellos

fueron los que empezaron ahí con los Masetos, ahí en [omitido], los guardaban

en la finca [omitido], ahí los metían, en la finca [omitido]. Y habían unas

discotecas de prostitución ahí en [omitido], que los dueños de las discotecas

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esas de prostitución eran también financieros de los Masetos ahí. Y llegaban por

ejemplo los trabajadores ahí a estar con las mujeres, ahí a tomar, y ahí los

mataban sentados... Y ellos fueron alcaldes ahí, fueron concejales, ellos eran los

que mandaban la parada ahí, ellos decían: ‘Este concejal... usted va a ser

concejal ahí’ y era concejal, ¿sí?, políticamente ellos eran los duros ahí de

[omitido]. Entonces ahí fue donde empezaron a llegar, empezaron los Masetos y

empezaron después que Convivires, que después que los paramilitares, después

Muerte a Sindicalistas, empezaron que las Autodefensas Campesinas también...

Entonces fueron conformando los paramilitares ellos, haciendo reuniones y todo

para sacar la gente porque como ya... que el Partido Liberal, el Partido

Conservador, bueno, yo no sé qué partido era esa gente, ¿sí?, pero sí eran

como liberales, algo así. Porque ya se vieron que la izquierda ya les estaba

avanzando mucho, ¿sí?, ya les estaba avanzando mucho a lo que era que con

los concejales, que ya iban a sacar un… ya había habido un, este, un alcalde de

la Unión Patriótica allá y habían concejales por la Unión Patriótica. Entonces ahí

empezaron con el exterminio, con el exterminio: a matar que concejales de la

Unión Patriótica, que los alcaldes, que los sindicatos, acabando con el sindicato

y todo. Entonces ellos fueron los que empezaron con las masacres en [omitido],

con la creación de los paramilitares allá en [omitido], fueron los [omitido] y los

[omitido]”.

Si bien en el referido pueblo la presencia de las guerrillas es innegable, el

narrador comenta que se trata siempre de una disposición rural y no urbana.

Recuerda que en cierta ocasión la guerrilla se tomó el pueblo, pero es avanzada la

década de 1990, cuando los paramilitares se hacen del control, apoderándose de

la sede sindical y matando una gran cantidad de personas.

[...] en esa época había presencia guerrillera pero en el campo... No en lo urbano

si no en lo rural. Cuando eso, por ejemplo, la guerrilla nunca se metió [omitido],

en esa época, a hacer masacres, no, nunca, que yo me acuerde la guerrilla

nunca se metió a [omitido] a hacer masacres, a pistoliar como dicen, que

entraban que quizque los guerrilleros a pistoliar la gente, no, los que lo hacían,

cuando eso, eran las Autodefensas Campesinas, esos Masetos. Y había

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presencia sí guerrillera, pero en el campo rural. Pero en esa época la guerrilla

ayudaba al campesino, en esa época, no sé ahora, no sé porque yo estoy en la

ciudad, no he estado en el campo después del desplazamiento pa’cá. Pero que

sí la guerrilla le ayudaba a la gente, por ejemplo en el campo, que la gente tenía

la finquita caídas las cercas, los mismos guerrilleros le ayudaban a parar las

cercas y a macanear la finca y todo, y hacían su campamento lejos de la casa de

los campesinos. Pero en esa época, en el 86, algo así... sí hubo una toma

guerrillera en [omitido] pero ya fue cuando los paramilitares y los grupos al

margen de la ley como que se dicen paramilitares, se metieron a [omitido] y

hicieron la toma a la sede sindical, empezaron a matar gente y todo, entonces la

guerrilla vino y les hizo un atentado a la casa de los [omitido], les bombardearon

y se dieron plomo con la Policía y con el Ejército.

Por otra parte, el entrevistado parece tener claro que lo que está detrás de

esta arremetida paramilitar son intereses eminentemente políticos, especialmente

contra el sindicato y los movimientos de izquierda en el pueblo, quienes por su

enérgica movilización y protesta son subsumidos bajo el estigma guerrillero. Esto

se comprueba toda vez que, en lo que respecta a combates, los paramilitares

poco se enfrentan a los guerrilleros y se enfocan, principalmente, en sembrar el

terror mediante la violación de mujeres y niñas y masacrando familias enteras.

Cuando ya llegué a la edad de los dieciocho años, veinte años, ya empezaron a

nacer las tales Convivires, los grupos de Masetos, empezaron a llegar, a

amenazar los sindicatos, a amenazar la gente, teníamos que entrarnos a dormir

a las cinco de la tarde en esos municipios, ya nos hacían encerrar... yo desde

muy niño empecé a conocer amenazas, amenazas, ver muertos, ver niños

baleados. Los paramilitares dentraban a las casas a matar familias completas,

desde niños de meses en adelante y violaban las niñas. Yo me acuerdo de un

comandante que había allá en [omitido] que era [omitido], él violaba las niñas,

mandaba violar las niñas; ahí en el barrio [omitido] a unas estudiantes las

violaron, ahí en plena calle, como a las doce de la noche. Y se metían a las

casas por los techos a matar gente... La empresa [omitido] financió eso para que

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acabaran con el sindicato. Pa’ que acabaran con todo el sindicato, para que

exterminio contra el sindicato y los de izquierda.

La tortura, el montaje judicial y la reclusión

Una vez acaba de prestar el servicio militar estudia en el SENA, patrocinado

por la empresa de palma en la que laboraban su padre y un hermano mayor. No

obstante, como dicha empresa conoce sus inclinaciones izquierdistas, nunca lo

contrata. Él, entonces, se dedica a ayudarle a su padre en los trabajos que éste

desempeña, trabajos agropecuarios principalmente relacionados con la ganadería.

Nunca me vinculé porque como sabían que nosotros éramos de izquierda y eso,

pues había mucha, mucha, mucha... no nos daban trabajo por eso Pero sí, yo le

ayudaba a mi papá, yo casi era el que hacía todo el trabajo de mi papá... yo le

decía a mi papá: ‘Quédese ahí descansando, yo voy a recoger las bestias, yo

recojo el ganado, les doy bebida al ganado, a las bestias, les doy pasto a las

bestias, tranquilo’. Y yo era el que hacía el trabajo. O sea, yo era el que

trabajaba y mi papá cobraba.

Sin embargo, como lo hemos señalado, a pesar de su estadía en el Ejército

su ímpetu de revolucionario no mengua, y dadas las condiciones que en el

apartado anterior mencionamos, las preocupaciones que en el algún momento le

manifiesta su papá pronto se materializan.

[...] yo ya me metí muy de lleno ¿sí? Yo peleaba con la Policía, le daba piedra a

la Policía. Yo no me ponía capuchas. Yo le daba piedra y mi papá me decía:

‘Mijo cuídese, cuídese mijo, no se meta por allá así, cuídese mijo’. Mi papá más

bien era muy sereno. Mi papá era un tipo que él era muy… ¿cómo le dijera?,

como muy político, muy de esa gente que era de escritorio, que era muy

reservado, ¿sí? Mi papá era muy reservado, a no darse a conocer tanto. En

cambio yo sí, yo, de una vez, yo, ‘No papá Eso uno si es revolucionario uno tiene

es que poner la cara, uno tiene que montarse a una tarima y si hay que decir

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algunas cositas se dicen. Pero no me gusta encapucharme, me gusta es que me

vean’. Entonces esa fue como la falla mía porque me hice reconocer mucho y

empezaron las persecuciones.

A continuación los alcances de dichas persecuciones:

Bueno a mí me detuvieron en [omitido], porque como yo era del Partido

Comunista, yo era de izquierda y yo salía a hacer grafitis, salía a protestar, salía

con el periódico Voz, salía a poner carteles, salía con pancarta y ya la gente me

tenía a mí como líder ¿sí?, líder allá, de izquierda. Entonces cuando eso estaba,

cuando eso sacaron un grupo, un grupo que se llamaba... un grupo especial de

la Policía y el Ejército, contra suversivos, pero era un grupo... no me acuerdo

ahorita como se llamaba ese grupo, bueno, y empezaron a capturar gente. Y yo

me acuerdo que yo iba un día y se me pusieron dos motorizados y yo vi que

esos motorizados venían pa’ encima mío y yo me les metí por una cuadra y me

metí a una casa y los motorizados pasaron por ahí y le preguntaron a una

señora: ‘¿Usted no vio pasar por acá a un muchacho, ahorita?, dijo, ‘Sí, pero él

salió pa’ abajo pa’ la quebrada’. Pero yo estaba ahí en la casa siguiente, la

señora vio que yo me metí a la casa y me dijo la señora: ‘Sálgase de ahí que ya

se fueron’. Pero yo no conocía a la señora, ni la señora me conocía, pero la

señora ya me había visto en las calles y todo, ¿sí?, yo no la distinguía a ella pero

ella sí me había visto en las protestas y todo. Bueno, cuando yo iba saliendo de

la sede sindical y yo vi dos hombres de civil ahí, normal ahí, y yo pues salí y me

fui, cuando adelante me salieron. Me salieron y había un muchacho de civil en

un carro. Y llegaron y me subieron al carro, ‘Usted queda detenido hijueputa

guerrillero, que tal-tal-pa y me encendieron, pero es que me dieron, que ‘Díganos

dónde está su comandante, dónde está su comandante, díganos’, dije yo: ‘¿Cuál

comandante?, yo no soy ningún guerrillero’, ‘Usted es guerrillero, hijueputa’, que

tal, ‘Usted es guerrillero Usted es la mano derecha del financiero aquí en

[omitido] de las FARC’, que tal. ‘Que no mano. Yo no soy guerrillero’. Y me

dieron pata, puño, me llevaron al puesto de policía, me colgaron de los pies y me

metieron de cabeza en una pileta de agua pero la pileta estaba seca. Y me

bajaron, me metieron de cabeza, me pararon en la cabeza ahí, me amarraron las

manos en dos argollas que estaban en el asiento de la pileta, me amarraron las

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manos y le soltaron el agua a la pileta, le soltaron la llave. Y empezó a caer agua

ahí. Entonces ya empezó a subirme el agua. Yo como estaba de cabeza empezó

a subirme el agua. ‘Y diga hijueputa porque aquí se va a morir, diga’, ‘Yo no soy

nada hermano Yo soy un revolucionario, yo soy es de la Unión Patriótica, yo soy

del Partido Comunista, yo soy de la JUCO hermano’, que tal, ‘Pero usted es

guerrillero’, ‘No señor, yo no soy guerrillero’, ‘díganos dónde está, dónde está su

comandante’, ‘No tengo comandante hermano, yo no soy guerrillero hermano yo

soy defensor de los Derechos Humanos hermano’. Y empezó a caerme agua ahí

y ya me empezó a entrar agua por la nariz. Y yo me estaba ahogando y yo... Una

tortura verraca, y bueno y ya como vieron que yo me estaba era ahogando me

soltaron de las manos y me sacaron. Después me pusieron una bolsa en la

cabeza: ‘Díganos’, y me daban pata, me daban puño y yo amarrado, esposado

de pies y manos. Y me empezaron a dar pata y puño y me amarraron la bolsa. Y

yo ahogándome y nada, no me pudieron sacar nada tampoco, porque qué iba a

hacer, yo decía lo que era, ‘No, no, yo soy de la Unión Patriótica’... En estación

de policía. Y bueno de ahí me sacaron, me quitaron la bolsa, me trajeron una

ponchera con agua, un platón. Me metieron los pies en el platón, metieron un

cable al platón y le echaron agua al platón y me colocaron un cable acá, me

colocaban choques elétricos, me colocaban choques elétricos y que yo tenía que

decir que yo era guerrillero, que yo era el que había hecho atentados, que yo era

el que... eso me... me ¿qué?, me señalaban que yo era, era la mano derecha del

financiero de la guerrilla, que yo había hecho atentados, que mejor dicho, que yo

había hecho masacres. Bueno y me colocaban choques elétricos, me puyaban

las uñas en esa época, me patearon los testículos, me pusieron la cara así... los

testículos me los... inflamados. No... y me echaron en una camioneta, me

amarraron y me echaron en una camioneta y me pasearon, me llevaron por allá,

dizque me iban a matar, si yo no decía la verdad me mataban, ‘mátenme porque

yo no sé más nada, mátenmen, hermano’, yo les dije, ‘mátenmen, yo no sé más

nada’. Pero, o sea, no me mataron porque ya la gente los había visto que me

habían capturado. Donde me hubieran capturado de noche, me habían matado...

Pero como vieron que la gente los vio y todo, el sindicato se movió, los Derechos

Humanos y todo, entonces no pudieron, no pudieron este, desaparecerme. Y,

pero fue una tortura muy tenaz... duraron como tres días. Como tres días

torturándome.

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De inmediato el partido político al que pertenece le pone un abogado y sin

embargo, sus oficios no son suficientes para que no lo sindiquen de un homicidio

que, según él, nunca comete, “me sindicaban de una muerte que yo nunca cometí.

Y me sindicaron, me sindicaron y me condenaron”. El ente acusador basa los

argumentos de dicho homicidio, tal y como cuenta el entrevistado, en el testimonio

de un solo hombre.

Me condenaron porque cuando eso había esto... esto le pagaban a los testigos y

había un muchacho que le decían [omitido], allá en [omitido] y era el que rajaba

los muertos, trabajaba con la funeraria. Y él era el que me estaba señalando

porque... o sea, por qué me señaló él que yo era guerrillero, porque yo una vez

cayeron unos guerrilleros en una emboscada y los llevaron a [omitido] y los

tiraron en el parque, ahí, como si hubieran matado perros, como si hubieran

matado animales, como si no fueran esto, humanos, ¿sí?

Investigador: ¿Quién los mató?...

Entrevistado: El Ejército. El Ejército con la ayuda de los paramilitares porque allá

en [omitido], no es una mentira, no es una mentira, que el Ejército y la Policía

trabajaba con los paramilitares. Allá lo que hacían los paramilitares en [omitido]

lo sabía la Policía y lo sabía el Ejército, porque eso de que los paramilitares iban

a hacer las cosas y les pedían luz verde a la Policía: ‘No, nosotros les damos luz

verde a ustedes pa’ que hagan eso. Hacen eso y se pierden y nosotros llegamos

a la media hora y miramos a ver qué ha pasado’. Esa era la estrategia de ellos

allá en [omitido]. Y entonces yo vi los señores ahí tirados, los guerrilleros ahí

tirados... de ahí los pasaron y los llevaron allá al anfiteatro. Como allá en los

pueblos rajaban una persona ahí en la funeraria y nosotros conocíamos a él,

nosotros entrabamos a mirar. Y un día llegó, llegó ese señor que rajaba los

muertos allá y llegó y le metió un hachazo a un muchacho, a un guerrillero en la

cabeza: ‘Así era como lo quería tener perro’, le decía así. Entonces yo llegué y le

dije... ‘Verraco usted ¿no?, hermano. Dañar una persona que está muerta,

¿usted no sabe que es un ser humano?, ¿usted no sabe que es una persona?,

¿usted cree que eso es un perro? Es una persona, no importa que sean

guerrilleros, no importa que sean guerrilleros hermano, pero deles una sepultura

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como es, no los dañe así como dañar a un animal porque ni a un animal se daña

así’. Entonces de ahí pa’cá él empezó que nosotros éramos guerrilleros, que

nosotros éramos... ¿sí?, porque nosotros éramos defensores de Derechos

Humanos allá, nosotros éramos defensores de Derechos Humanos. Y de ahí

empezó. Entonces él me tildaba como de guerrillero, nos tildaba como de

guerrilleros a mucha gente ahí que éramos de izquierda y cuando a mí me

detuvieron me metieron a un carro y a él lo tenían ahí encapuchado... A ese tal

[omitido], lo tenían ahí encapuchado. Y en un reconocimiento que me hicieron lo

llevaron a él, lo llevaron a él al reconocimiento y yo le pregunté ahí a un policía:

‘Mano y ese man ¿qué?’, Ese man, ese es el hijueputa que le está dando dedo a

usted. El que raja los muertos allá. Ese es el que está diciendo que usted es

guerrillero mano’, me dijo...

Investigador: ¿Lo acusaron de haber matado a quién?...

Entrevistado: A un señor allá en [omitido]. A un señor que era inspector de

Policía. Y como les dije yo: ‘Yo al señor sí lo conocí, sí lo conocía y todo pero yo

nunca atenté contra ese señor’. Y yo qué iba a saber cuáles eran los problemas

que tenía, porque allá habían por... mataban la gente y nadie sabía por qué la

mataban, ¿sí? Y me condenaron por eso.

Concluye: “me hubieran condenado por rebelión hasta lo había aceptado,

porque, por revolucionario, pero no por homicidio”.

La vida en la cárcel

Lo condenan cuando tiene veinticuatro años de edad y su reclusión dura

otros siete años. Es consciente que estando en la cárcel sufren más sus familiares

que él, no solo por los desasosiegos y gastos que a ellos les implica, sino además,

porque su formación y compromiso político lo han preparado de alguna manera

para afrontar este tipo de situaciones.

Pues yo no porque yo estaba preparado. Yo estaba preparado para de pronto

me iban a... porque como estaban… legalizaban tanta gente. Pero yo como

estaba metido en lo de la Unión Patriótica, el Partido Comunista y la JUCO pues

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en cualquier momento nos detienen y nos legalizan y dicen que somos

guerrilleros. Entonces yo ya estaba preparado para eso pero no para ese delito

que me condenaron. Pues yo cuando me llegó la condena pues dije: ‘pues

bueno, definitivamente yo estoy joven, vamos a seguir, vamos a seguir adelante’.

Y seguí siendo allá detenido político, y seguí allá con los presos políticos y

hablando del Partido, hablando de los Derechos Humanos, nunca olvidé eso y

seguimos ahí en las escuelas... La cárcel la viví... mano, la cárcel: una tortura

muy verraca, o sea para el ser humano. Pero, o sea, uno sabiendo, teniendo una

formación política, ¿cierto?, y teniendo serenidad, pues uno... yo viví la cárcel, a

mí no me... no me... ¿cómo le dijera?, no me dio tan duro ¿sí?, porque nosotros

hacíamos muchas reuniones, los presos políticos. Yo desde que llegué a la

cárcel me relacioné con los presos políticos allá, los presos políticos me

recibieron. Entonces allá uno estudia. Allá uno tiene que aprovechar, tiene que

aprovechar pa’ estudiar, para formarse más de lo que era. Y empecé a hacer

escuelas con Derechos Humanos, que con los presos políticos que no sabían

leer, que no sabían escribir, hacerlos ir a la escuela, tenerlos en reunión: ‘A ver

venga mijo, ¿qué le colocaron en la escuela?’, ‘No, que me colocaron...’, ‘A ver a

hacer la tarea ahí en el...’, nosotros teníamos un caspetico al que le decíamos

[omitido] de los presos políticos, y ahí los reuníamos a ellos, ‘Bueno, hagan la

tarea, el que no haga la tarea lo castigamos, no desayuna mañana’, así. Y

nosotros pa’ qué, yo creo que le dio más duro a mi familia, a mi familia. Y yo

estando detenido fue que conocí a mi esposa.

Conocer a la que ahora es su esposa, ha sido quizá una de las experiencias

más alentadoras que le deja su paso por la cárcel. Sindicalista como él,

perteneciente a una organización de izquierda de bastante renombre en el país,

militante comprometida y que además también ha estado presa por causantes

políticas, la hacen aparecer ante sus ojos como la compañera ideal.

Ella también la detuvieron porque le encontraron unos... fueron a hacer una tarea

de político del [omitido] y le encontraron propaganda, pero política no subversiva

¿cierto?, y los detuvieron y la tuvieron... sí, estuvo detenida, pero poco. No me

acuerdo cuánto tiempo pero sí estuvo detenida, amenazada también, fue

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amenazada por ser sindicalista... es de la vieja guardia de los sindicalistas.

Bueno, entonces mi esposa ahí hizo parte del Comité de Derechos Humanos de

[omitido], y mi hermano vino... vinieron los del sindicato de [empresa omitida]...

Entonces ahí ellos dijeron: ‘Nosotros tenemos un compañero detenido aquí en

[omitido] y queremos saber quiénes son del Comité de Presos Políticos acá’,

entonces ella dijo: ‘Yo’... ‘Pues yo soy del Comité de Presos Políticos pero no he

ido a la cárcel’. Entonces le dijeron los compañeros de [empresa omitida]:

‘Compañera y usted no puede ir a visitarnos un compañero, nosotros le

queremos mandar para los útiles de aseo y todo, y pa’ que hable con él, dialogue

con él, qué necesita, cómo le ha ido, ¿sí?, porque un compañero nuestro

¿cierto?’. Entonces ella dijo: ‘Ah, bueno compañeros, entonces yo voy el

domingo, yo lo visito, hablo con él’. Bueno, llegó ella allá. Llegó ella allá, yo

estaba sentado ahí en el caspete, yo estaba sentado ahí mirando pa’ la puerta,

pa’ la reja a ver si iba un familiar mío a visitarme, ¿no?, cuando vi llegar esa

morena, alta, hermosa, la vi llegar allá. Y me preguntó, llegó ahí al caspete, y le

dije yo: ‘Sí, buenos días, ¿necesita algo?’, dijo: ‘Sí señor es que yo... ¿usted es...

aquí es el caspete de presos políticos?’, le dije: ‘Sí señora, es el caspete de

presos políticos, ¿qué necesita?’, ‘Mire que yo vengo de [omitido]’, y iba con otra

compañera que conocía, y dijo: ‘Yo vengo de [omitido], vengo a visitar a un

compañero que está detenido acá que se llama [omitido] y, pues, yo quisiera

hablar con él. Usted me lo... ¿usted lo distingue?, ¿me lo podría presentar?’, le

dije, ‘Sí señora, yo lo distingo a él, lo que pasa es que en estos momentos él no

está, él está por allá en otro patio hablando con unos compañeros pero él ya

viene o yo le mando a decir... yo lo mando a llamar ya, yo ahora lo mando a

llamar y dígame su nombre, de parte de quién viene usted’, porque yo de

[omitido] yo no sabía nada, ¿sí?, yo no sabía nada. Entonces dijo: ‘No, es que yo

vengo de parte de unos compañeros del sindicato de [municipio omitido] y pues

que él tenía un hermano allá que era dirigente sindical, un hermano allá y quiero

hablar con él porque ellos le mandaron muchas saludes, le mandaron, para que

les mande decir cómo se siente, qué necesita y todo’. Le dije yo: ‘Y usted a quién

conoce allá del sindicato, nómbreme gente del sindicato de allá para yo decirle al

compañero’. Entonces ella me nombró todos los del sindicato y me nombró a mi

hermano y todo. Yo le dije: ‘Bueno compañera, lo que pasa es una cosa, lo que

pasa es que usted está hablando con él, usted está hablando es con [omitido],

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soy yo. Entonces me disculpa pero yo primero tenía que saber de dónde venía

usted’, ‘Ay no, que compañero, que tal, que qué gusto, que tal’, y nos dimos el

apretón de pechito ahí y tal... Y bueno, me quedó ese aroma de la loción de ella

en la nariz, en la ropa, yo no lavé la camisa, esa semana no la lavé... la

mantenía allá y me acostaba a ver televisión y la olía. Bueno, bueno, y

empezamos a hablar con ella ahí, empezamos, la invité a almorzar: ‘Compañera,

la invito al almuerzo, vamos a tomar fresquito’. Hablamos eso sí, hablamos y le

dije, me dijo: ‘¿Quién lo viene a visitar acá compañero?’, le dije: ‘No Viene mi

hermana o mi hermano y mi mamá viene por ahí cada mes, cada dos meses’,

‘¿Y ellos a dónde viven?’, ‘Ellos viven allá en [municipio omitido] todavía y todo’,

cuando eso no se habían llevado a mi hermano todavía. Y bueno, ‘Y yo tengo a

mi hermano que es dirigente sindical allá’. Bueno, cuando me dijo, bueno, fue la

hora de la salida y yo no quería que se pasara el tiempo porque claro, yo

hablando ahí con esa mujer ahí que... y yo, de entrada me gustó. Yo llegué:

‘Bueno compañera y ¿vas a venir el domingo?’, de una vez, ‘¿Compañera va a

venir el domingo a visitarme? Mire que yo estoy solito acá, que tal...’, dijo:

‘Compañero yo miro a ver, y entonces yo pido permiso sindical’. Bueno, le dieron

permisos sindicales a ella para que viniera a hablar, pero yo primero, ‘Bueno

compañera. Primero lo de los presos políticos, lo que viene usted a hablar con

todos nosotros y ahí sí nos sentamos a hablar lo nuestro’, ¿sí?, y empezó…...

Con el tiempo, sí, bueno, ella llegó, ya iba todos los domingos, me hacía la visita,

le hacía la visita a los compañeros y todo, y nos sentábamos ahí a hablar.

Cuando, bueno, ya como a los dos meses, como al... sí, como a los dos meses,

de una vez, yo ya no me aguanté más, yo le solté los perros [risas]... Sí, Le solté

los perros a ella y estuvimos hablando y me contó la vida de ella... Ya se

distinguió con mi hermana, se hicieron amigas de mi hermana, mi hermana

venía... y llegaba era a la casa de ella... pues sí, y hasta hoy en día es mi

esposa, es mi esposa, una gran mujer, la amo con toda mi alma.

La desaparición forzada de su hermano y “la lucha callada” de los que le

sobreviven

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El sale de la cárcel en 1995, solo seis meses antes de que desaparezcan a

su hermano. Decide quedarse en la ciudad y organizarse cabalmente con la que

hoy en día es su esposa. Nunca más regresa al pueblo, no porque no quiera,

sencillamente no puede ir, los paramilitares aguardan por él. No obstante, como

no va, los paramilitares vienen y en plena ciudad comienzan a perseguirle.

[...] yo me quedé acá en [omitido] porque yo a [omitido] no podía ir, si vinieron a

buscarme aquí... ahí en el puente [omitido], en el peatonal, ahí vinieron dos

paramilitares, yo iba subiendo y yo tan, cuando vi uno allá y yo lo conocí, yo lo

conocí, y miré pal otro lado y estaba el otro allá con camisilla y bolso guajiro. O

sea, se hizo uno en una escalera de allá y el otro en la escalera de acá, pa’ si yo

me venía el otro me agarraba. Y yo como que presentí algo así que me dijo ‘mire

para arriba hermano’, una sombra así, jui, y llegué y miré, cuando vi al man y

dije: ‘yo a este man lo conozco, este man es paramilitar’. Y yo me devolví, había

subido tres escalones, y me devolví pam, pam, y voltié, cuando vi que los manes

se tiraron, y me voltié yo así como para el lado de la Policía... y me les perdí a

los manes. Y yo fui de una vez a la SIJIN y puse la queja, y se vinieron los

manes, se vinieron tres manes de la SIJIN y no, no lo encontraron. Y yo me vine

con ellos, yo me vine con ellos de una vez, y no, iban era por mí.

Ante esta situación, él no deja de insistirle a su hermano que se salga del

pueblo, toda vez que allí las amenazas y acciones de los paramilitares en contra

de los dirigentes sindicales, entre ellos su hermano, se van recrudeciendo.

Me dice mi hermano, me llama y me dice: ‘¿Cómo está?’, le dije yo: ‘Bien

hermano. ¿Usted cómo está hermano?, ¿por qué no se viene de allá?’, le dije

yo, ‘¿usted por qué no se viene de allá si ya se vinieron varios compañeros de

allá?, porque a ustedes los tienen amenazados viejo, véngase de allá, aquí de

cualquier manera sobrevivimos. Si hay comida para uno hay comida para dos,

hermano véngase de allá’.

La última conversación con su hermano mayor, quien lo ha iniciado de

alguna manera en las ideas de izquierda, quien es además un respetado dirigente

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sindical y ha ocupado una curul en el concejo municipal por la UP, reviste más o

menos el siguiente tono:

[...] llegó un compañero... nos dijo que lo habían amenazado en [omitido], que los

paramilitares le habían dado veinticuatro horas pa’ que desocupara el municipio,

él llegó... se encontró conmigo y con mi esposa... y como yo lo distinguía allá en

[omitido] entonces yo le di posada en mi casa. Empezamos a hablar y él me dijo

que a mi hermano también lo habían amenazado y que le habían dado también

veinticuatro horas pa’ que se desocupara [omitido] y mi hermano no se había

venido. Yo lo llamé y le dije: ‘Hermano véngase que usted está amenazado,

véngase’, me dijo: ‘Sí. Yo voy a cuadrar con la empresa ya para irme mañana’. Y

esa noche se lo llevaron, esa misma noche se lo llevaron y le quemaron la casa

estando los niños adentro y unos vecinos sacaron los niños y la esposa. Y la

casa se le quemó y a él lo sacaron en pantaloneta de la casa, amarrado, y lo

echaron en una camioneta y se lo llevaron”.

A la mañana siguiente él entera de la desaparición de su hermano. Con el

optimismo que le caracteriza, le dice a su madre que no se preocupe, que pronto

aquel hermano regresaría. Hoy ya sabe que eso es imposible. Sin embargo, la

crisis de aquel mes de 1995 no se redujo a la desaparición forzada de la persona

en cuestión. Los paramilitares le dieron a toda la familia otras veinticuatro horas

para salir definitivamente del pueblo. De este modo, con poco o casi nada, mamá

y hermanos, sin reponerse todavía de lo que ha sucedido la noche anterior, tienen

que emprender el éxodo hacia la ciudad. El entrevistado, por otra parte, tiene que

resolver dónde va a alojarlos, mientras repara, con la angustia que solo los

familiares de víctimas de desaparición forzada conocen, en qué lugar puede estar

su hermano.

[...] yo llamé a la casa: ‘Mamá, ¿cómo está?, ¿cómo le ha ido? Mamá: que vea,

tranquila, mi hermano va a aparecer’. Yo como dándole esa fuerza a mi mamá.

No mi mamá no podía hablar, mis hermanas asustadas, mis hermanos que

vivían allá asustados. No, que les dieron veinticuatro horas pa’ que desocuparan

también y todo. Entonces yo qué hice, ‘Dios mío yo a dónde meto a mi familia’...

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mi familia no tenía dónde llegar acá... Entonces qué hice yo. Mi esposa tenía, en

[omitido], ella tenía una casa, nosotros vivíamos ahí. Entonces le dije yo a mi

esposa: ‘Mami, pero qué hacemos’. Sacar nosotros una casa arrendada pa’ irnos

a vivir y dejarle la casa a mi mamá. Y nos las trajimos pa’ ahí, pa’ la casa. Y mi

esposa pues, me dijo: ‘No, traigámonos a la familia pa’cá... ”. Y al otro día mi

mamá se trajo el trasteo. Y empecé a llevar a mi mamá al psicólogo, a llevarla a

charlas, ¿sí?, no, mi mamá duró como cinco años que todos los días lloraba. Ella

iba a comer y se acordaba de mi hermano.

Hoy, con los procesos de Justicia y Paz, un par de jefes paramilitares se han

adjudicado la responsabilidad del hecho. Sin embargo, no han aportado mayor

información pues afirman que, aunque ellos representan la línea de mando, los

que hicieron este y otros operativos yacen muertos. Para el entrevistado, dichas

respuestas son el común denominador de casi todas las explicaciones que ofrecen

los postulados en relación a los crímenes de lesa humanidad:

[...] dijeron que sí, que ellos conocían el caso, que ellos sí se habían llevado a mi

hermano, que él sabía que a mi hermano sí se lo había llevado el grupo pero que

él no sabía porque los que se llevaron a mi hermano ya estaban muertos. Ese es

el decir de ellos. Todas las indagaciones que hacen y se echan la culpa, de una

vez aceptan por línea de mando y le echan la culpa a los muertos. Porque como

los muertos no hablan, entonces le echan la culpa a todo a los muertos.

La ausencia de verdad no es el único perjuicio que el narrador tiene que

sobrellevar con respecto a la desaparición forzada de su hermano. Hasta hace

unos años, además del desplazamiento, las persecuciones y las continuas

amenazas, tiene que lidiar con las reprimendas de su cuñada afectada. Recién su

hermano es desaparecido forzadamente por los paramilitares, la esposa de él y

sus dos hijos, sobrevivientes del incendio provocado a su casa, se trasladan hacia

el oriente del país donde reside la familia de ella. La desconexión es total. Durante

algunos años la familia del desaparecido no vuelve a saber nada sobre ella y sus

hijos. Cuando la cuñada se reencuentra con su suegra, en algún viaje que aquella

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hace de visita, echa sobre el entrevistado todas las culpas de la desaparición de

su esposo:

[...] ellos [los paramilitares] le preguntaban por mí. Y hasta hace como tres años

supe yo eso, porque vino la esposa de mi hermano a donde mi mamá y dijo que

sí, que la culpa había sido mía que se hubieran llevado a mi hermano porque

habían llegado preguntando por mí, que tal, que a dónde estaba el guerrillero

ése, que a dónde estaba, que dijera dónde estaba. Entonces mi hermano dijo:

‘No, yo no sé nada, yo no sé nada de mi hermano. Yo no me he hablado con él’.

Y lo echaron en la camioneta y se lo llevaron y hasta esta hora no hemos sabido

nada de él”

Él, por otro lado, cree que su cuñada ha hecho muy poco por el caso de su

hermano y aunque en los últimos tiempos se han acercado un poco más,

considera que ella está más interesada en los beneficios económicos que en

cualquier otro fin.

La esposa de mi hermano, pues, ella como que no le interesó nada porque ella

no colocó denuncio. Colocó denuncio allá en [omitido], en la Personería, pero

dijo: ‘No quiero saber más nada, no me quiero meter en problemas. Yo tengo

muchos problemas’, y bueno. Listo. Ella se fue, se fue para [omitido] con la

familia. No sabíamos más de ella. Ya cuando ella supo que yo había metido la

demanda... ya empezó a hablar conmigo, yo empecé a hablar con ella. Porque

ellos tenían como rabia conmigo, ¿sí?, porque ellos me echaban la culpa que era

por mí que habían llevado a mi hermano, le dije: ‘No señora. Eso no tiene culpa

ni él, ni yo, ni nadie. Nosotros decidimos escoger esta carrera de ser defensores

de Derechos Humanos y ahí estamos y por eso nos están persiguiendo’. Y ella

pues quedó con la pensión de mi hermano, a ella le interesó fue la pensión de mi

hermano.

Sin duda estas son situaciones muy difíciles de juzgar, pero dan cuenta de

hasta dónde los hechos del conflicto han roto los tejidos sociales de las

comunidades, pero aún más, hasta dónde el conflicto sigue sin entenderse. No

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obstante, si bien la desaparición forzada que hemos referido afecta a un núcleo

familiar en específico, no se puede perder de vista que hace parte de un objetivo

mucho más amplio, trazado desde el inicio por el paramilitarismo, a saber, acabar

con el sindicato de la empresa palmicultora. Si bien formalmente el sindicato

todavía existe, es cierto que el asesinato o desaparición de sus principales líderes

menoscaba considerablemente la fuerza del mismo. Muchos de sus asociados

tienen que salir huyendo de la zona y aunque en las ciudades han tratado de

volverse a reagrupar, el trabajo y el impacto no ha sido el mismo.

El sindicato no [se acabó], todavía sigue en pie pero muy asustada la gente, no

es como antes que se podía protestar allá, se podía... Pues no sé ahorita cómo

estará porque yo ya tengo mucho tiempo de no ir por allá. Pues sí me he

encontrado con compañeros de allá de [omitido] que estamos ahí en la lucha,

pero una lucha callada, allá es así.

Vida presente y consideraciones sobre el conflicto armado interno

colombiano

Hoy por hoy sigue viviendo con su esposa. Nunca tienen hijos pero ayuda a

criar los de ella como si fueran suyos. Tiene un par de nietos que le dicen “papi”,

aunque no son sus nietos ni él es su padre, pero él dice que ellos son sus hijos.

Yo soy el papá de ellos porque los papás de ellos no les respondieron a la mamá

de ellos. Entonces yo los crie. Y no los tengo reconocidos como hijos míos pero

sí ellos me dicen ‘papá’, y son los hijos míos y yo los tengo como hijos míos y

ellos dicen: ‘Es que usted es mi papá’. Y hace dos años apareció el papá de la

niña y llegó ahí al apartamento y de una vez la niña le dijo: ‘Mire señor, le voy a

decir una cosa, a usted lo respeto como mi papá, como mi papá porque me

engendró y le puedo decir papá, porque yo nunca lo había conocido, hasta ahora

lo vengo a conocer’, le dijo la niña, ‘pero mi papi no ha llegado, mi papi llega

ahora. Y le voy a presentar a mi papi. Quiero que mi papi lo conozca y yo no

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quiero que usted se vaya de acá, usted se va a quedar hoy acá en el

apartamento porque hasta que no llegue mi papi usted no se va’. Y llegué yo en

la tarde y cuando yo vi el señor ahí. Cuando me dicen: ‘... esto, él es el papá de

la niña... ”, “Ah mucho gusto señor, cómo está, mucho gusto [omitido]”. Le dijo la

niña: ‘Mire, él es mi papi y el hecho de que usted sea mi papá yo no voy a dejar

de decirle a él papi, porque él vivió mi niñez, yo recibí el calor de padre de él

cuando no recibí el suyo’, le dijo así, y él se puso a llorar y se me arrodilló, me

dijo: ‘Señor le agradezco todo lo que ha hecho por mi hija y no es mi hija, es su

hija también’, y le dijo ‘Mamita dele gracias a Dios que tiene dos papás y dos

mamás’.

Como consta en los extractos de entrevista que hemos citado, el ímpetu

revolucionario del narrador no cesa. Hoy hace parte del Partido Comunista y

continúa militando en organizaciones que velan por el cumplimiento de los

Derechos Humanos. De ahí que las amenazas no han desaparecido del todo,

como tampoco del todo han desaparecido los paramilitares, rebautizados

BACRIM, tanto por la oficialidad como por los medios de comunicación, en un

intento de saldar las vergonzantes cuentas que tienen con el pasado.

Yo denuncio lo de mi hermano y me empiezan a amenazar y mandándome a

decir en los panfletos vulgaridades: ‘Siga, tranquilo, guerrillero, siga reclamando

a su hermano’, ¿sí?, ‘que a usted le vamos a dar plomo’, que tal. Bueno, pues en

estos momentos no me acuerdo bien de lo que me mandan a decir ahí en la

carta pero ahí está el panfleto, yo se los hago llegar. Y por celular también, y yo

lo único que les decía: ‘Listo, ustedes me amenazan por teléfono pero no sean

cobardes, no sean cobardes, venga y habla conmigo, pero uno sólo. No hagan lo

que hicieron con mi hermano que le llegaron tres camionetas allá y gente

armada y se lo llevaron como un perro. Yo no les como de amenaza’. Y yo los

insulté también. Y no les colgué y seguí hablando con ellos, y no les colgué. Y

eso yo lo denuncié, lo denuncié y me pusieron la protección policial. Pero lo que

hace este país con nosotros las víctimas que le pedimos protección: nos ponen

la protección policial del cuadrante y el cuadrante no se acerca a preguntar por la

víctima que está amenazada, sino que llega a las porterías del conjunto donde

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vive uno y pregunta: ‘El señor fulano de tal’, ‘Sí, él vive acá’, ‘Ah, mire, hágame el

favor y firme aquí vigilante de que sí, que el señor está bien’. Y me duró una

semana la protección policial, yo no supe más nada. Yo alcancé a firmar ese

libro una sola vez. Yo después no volví a ver esa protección policial, como a los

seis meses me llegó una carta a la casa, un telegrama de la Fiscalía, de que ‘La

protección policial suya fue levantada porque no ha habido más amenazas’, o

sea, lo tienen que estar amenazando a uno todos los días pa’ que le siga la

protección policial, si no… a esta hora estoy sin protección policial ni nada.

Cuando le preguntamos por eso que él llamaba “su ideología”, responde:

[...] más que todo lo que uno ve así a vista es que el capitalista entre más tiene

más quiere tener, así vea a la gente tirada en el piso, comiendo, como se dice el

otro, comiendo caca, ellos se ríen de los más necesitados. Yo lo doy, porque

mirando así… las invasiones, hay gente que tiene pero cantidad de tierras, y hay

familias que no tienen ni un techo y se van y hacen un ranchito, los mandan a

matar, les queman el rancho. Y este país, el país está lleno de corrupción, por la

corrupción que hay, también. Y la formación que yo he tenido es de que este

país, al pobre hay que caerle, y los ricos están es allá, en el Senado, en la

Presidencia, en las alcaldías, en los concejos, en la Cámara, en las asambleas, y

los pobres seguimos siendo pobres.

No muy alejadas de este tipo de expresiones, son sus consideraciones

respecto a las causas del conflicto armado interno colombiano y las negociaciones

desarrolladas para su terminación en La Habana:

El conflicto es por la desigualdad, por la pobreza, por la discriminación, por el

maltrato, por la... por la... que este conflicto la gente se cansa, se cansa de ser

maltratados, se cansa de ser amenazado, se cansa de ser perseguido y se va

para los brazos armados a seguir la lucha revolucionaria pa’ ver si hay cambio

en este país... lo que más se necesita en este país es que cuando uno estamos

haciendo la paz, estamos hablando de paz, los otros están hablando de guerra,

por ejemplo, no vamos a decir que es una mentira que, por ejemplo, este

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presidente, ¿sí?, bueno, está haciendo el diálogo de paz, ¿cierto?, y quién lo

está entorpeciendo: el uribismo, ¿sí? Entonces, por eso es que viene la guerra, o

sea, cuando nosotros queremos la paz, los otros quieren la guerra. Entonces a

ellos no sirve que haya paz, ¿por qué?, porque deja de entrarles plata a ellos,

dejan de… porque ellos dicen que si hay paz, que si hay paz, no hay plata para

ellos. Y el uribismo es el que está acabando con esto. El uribismo no quiere que

haya paz.

Por último, dice ser creyente pero no evangélico, y señala con resolución que

Dios no tiene nada que ver en este conflicto de medio siglo:

[...] pues sí creo en Dios y hay veces digo, cuando me veo así como asustadito,

‘Dios mío, favorézcame’ o ‘Acompáñame’ y todo. Pero yo no creo en los

evangélicos [risas]. Yo hay veces voy a misa, sí, voy, paso con mi mamá o con

mi esposa, sí, vamos, entramos a escuchar la misa. Pero creyente, creyente así

que le hagamos morcillas al diablo, no, yo creo que yo no voy con esa religión

evangélicas, eso es como un lavado de dineros ahí... es que mi Dios no tiene

culpa de lo que hagamos nosotros aquí en la tierra Es que mi Dios no es

guerrillero, no es paramilitar, no es nada… mi Dios es Dios, ¿sí?, es el Creador.

Pero él no nos dijo: ‘Usted va a ir al mundo a echarse plomo allá con los

paramilitares o con la guerrilla’, no, o ‘Vaya búsquele problemas a...”, no, mi Dios

es de respeto, ¿sí?, o sea, yo no involucro a mi Dios en esto, en el conflicto. Yo

no lo involucro.

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