Trujillo, Omar - La Ciencia y La Validez de La Apuesta Por Un Dios Personal - 2006

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1 La ciencia y la validez de la apuesta por un Dios personal Reflexiones en el marco del homenaje al Dr. Juan Luis Segundo (Biblioteca Nacional, Uruguay, Mayo 2006). Omar Trujillo Cenóz Neurobiólogo, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable. (Revista Misión, Nº 164-165,2006) Nos habla el hombre de ciencia. El Dr. Trujillo nos presenta en una apretada síntesis el pensamiento científico contemporáneo que deseó acoger y al que se quiso exponer, haciéndolo interlocutor de su pensamiento teológico, Juan Luis Segundo. Este "paneo" ilustrativo, a la vez que nos replantea los problemas radicales de la existencia, nos invita a considerar cómo cuestiona y qué aporta a nuestra fe la visión de la ciencia contemporánea. Evocamos hoy, en estos primeros días de mayo, la obra de Juan Luis Segundo y he aceptado con gusto, la invitación de integrar el panel de los expositores. Sin embargo, al igual que otros amigos aquí presentes, siento una gran ausencia. La de alguien que participó y colaboró con indeclinable entusiasmo en la gestación de la obra de Juan Luis. Me refiero a mi querido amigo Agustín Canessa. Queda sólo el sentimiento de vacío, de soledad, en el ámbito de este acontecimiento en el que pensamos participar juntos. Hace poco tuve ya, la oportunidad de reflexionar en voz alta sobre el diálogo iniciado con la ciencia moderna por Juan Luis Segundo, teólogo de vocación y profesión. Sus ideas las expuso en el libro que tituló: ¿Qué mundo? ¿Qué hombre? ¿Qué Dios? 1 Las confronta allí, con las opiniones de biólogos y físicos de fuste (Jacob 2 y Monod 3 , Hawking 4 y Trinh Xuan Thuan 5 .) Es en el contexto de ese diálogo iniciado pero no finalizado, que estoy aquí, como una voz que proviene del campo de la ciencia, de la ciencia experimental... la voz de un hombre de ciencia. Hombre de ciencia significa aquí, solamente alguien que trabaja con los métodos y teorías que usa la ciencia. Para proseguir con ese proyecto de comunicación interdisciplinaria que iniciara Juan Luis, parece necesario hacer conocer los principios con los cuales trabaja la ciencia hoy. Creo que es uno de los caminos válidos para poder profundizar en la construcción de una cosmovisión que sea coherente con los datos que aporta la ciencia, y que armonice a su vez con una opción de Fe personal y madura. Quiero plantear, para comenzar, un marco conceptual general que tiene como base las opiniones pioneras y muy valiosas -también frecuentemente olvidadas- que expuso en los primeros siglos del “pensar en cristiano” San Agustín. Dice textualmente el obispo de Hipona 6 : “Sucede habitualmente que aún no cristianos... estén informados por razón o experiencia sobre la naturaleza de los animales, de los frutos, de las piedras y demás. Y es torpe, exagerado, pernicioso y sobre todo digno de ser evitado, el que un cristiano hablando de esas cosas, como si siguiese a las escrituras cristianas se atreva a delirar de tal modo que cualquier infiel se ría... ". Agustín fue un hombre inquieto, de inteligencia excepcional y uno de 1 Segundo, J. L. (1993) ¿Qué mundo? ¿Qué hombre? ¿Qué Dios? Sal Terrae, Bilbao. 2 Jacob, F. (1970) La lógica de lo viviente. Salvat, Barcelona. 3 Monod, J. (1970) El azar y la necesidad. Barral, Barcelona. 4 Hawking, SW. (1988) A brief history of Time. Bantam, Toronto, New York, London, Sydney, Auckland. 5 Trinh Xuan Thuan (1988) La mélodie Secrète. El l'homme créa l’Univers. Fayard, Ligugé, Poitiers. 6 Agustín (413-420?) De Genesi ad Litteram I, 19, 38. Migne, Patrología Latina.

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La ciencia y la validez de la apuesta por un Dios personal

Reflexiones en el marco del homenaje al Dr. Juan Luis Segundo (Biblioteca Nacional, Uruguay, Mayo 2006).

Omar Trujillo Cenóz

Neurobiólogo, investigador emérito del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable.

(Revista Misión, Nº 164-165,2006)

Nos habla el hombre de ciencia. El Dr. Trujillo nos presenta en una apretada síntesis el pensamientocientífico contemporáneo que deseó acoger y al que se quiso exponer, haciéndolo interlocutor de supensamiento teológico, Juan Luis Segundo. Este "paneo" ilustrativo, a la vez que nos replantea los

problemas radicales de la existencia, nos invita a considerar cómo cuestiona y qué aporta a nuestra fe lavisión de la ciencia contemporánea.

Evocamos hoy, en estos primeros días de mayo, la obra de Juan Luis Segundo y he aceptado congusto, la invitación de integrar el panel de los expositores. Sin embargo, al igual que otros amigos aquípresentes, siento una gran ausencia. La de alguien que participó y colaboró con indeclinable entusiasmoen la gestación de la obra de Juan Luis. Me refiero a mi querido amigo Agustín Canessa. Queda sólo elsentimiento de vacío, de soledad, en el ámbito de este acontecimiento en el que pensamos participarjuntos.

Hace poco tuve ya, la oportunidad de reflexionar en voz alta sobre el diálogo iniciado con la cienciamoderna por Juan Luis Segundo, teólogo de vocación y profesión. Sus ideas las expuso en el libro que tituló:¿Qué mundo? ¿Qué hombre? ¿Qué Dios?1 Las confronta allí, con las opiniones de biólogos y físicos de fuste(Jacob2 y Monod3, Hawking4 y Trinh Xuan Thuan5.) Es en el contexto de ese diálogo iniciado pero nofinalizado, que estoy aquí, como una voz que proviene del campo de la ciencia, de la ciencia experimental...la voz de un hombre de ciencia. Hombre de ciencia significa aquí, solamente alguien que trabaja con losmétodos y teorías que usa la ciencia. Para proseguir con ese proyecto de comunicación interdisciplinariaque iniciara Juan Luis, parece necesario hacer conocer los principios con los cuales trabaja la ciencia hoy.Creo que es uno de los caminos válidos para poder profundizar en la construcción de una cosmovisión quesea coherente con los datos que aporta la ciencia, y que armonice a su vez con una opción de Fe personal ymadura.

Quiero plantear, para comenzar, un marco conceptual general que tiene como base las opinionespioneras y muy valiosas -también frecuentemente olvidadas- que expuso en los primeros siglos del “pensaren cristiano” San Agustín. Dice textualmente el obispo de Hipona6: “Sucede habitualmente que aún nocristianos... estén informados por razón o experiencia sobre la naturaleza de los animales, de los frutos,de las piedras y demás. Y es torpe, exagerado, pernicioso y sobre todo digno de ser evitado, el que uncristiano hablando de esas cosas, como si siguiese a las escrituras cristianas se atreva a delirar de talmodo que cualquier infiel se ría... ". Agustín fue un hombre inquieto, de inteligencia excepcional y uno de

1 Segundo, J. L. (1993) ¿Qué mundo? ¿Qué hombre? ¿Qué Dios? Sal Terrae, Bilbao.2 Jacob, F. (1970) La lógica de lo viviente. Salvat, Barcelona.3 Monod, J. (1970) El azar y la necesidad. Barral, Barcelona.4 Hawking, SW. (1988) A brief history of Time. Bantam, Toronto, New York, London, Sydney, Auckland.5 Trinh Xuan Thuan (1988) La mélodie Secrète. El l'homme créa l’Univers. Fayard, Ligugé, Poitiers.6 Agustín (413-420?) De Genesi ad Litteram I, 19, 38. Migne, Patrología Latina.

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los pocos pensadores protocristianos (sino el único) que valoró el método científico. Cuenta en susConfesiones7, que pudo comprobar lo aleatorio de las llamadas predicciones astrológicas, a través de lasobservaciones realizadas por dos amigos de familia que siguieron día a día, hasta el parto, las gestacionesde dos mujeres de clases sociales muy diferentes. A pesar de que las “cartas astrales” de los dos reciénnacidos eran iguales, uno era de “cuna, ingenua, honrada su crianza y liberal su formación. Y al revésaquel siervo... que si me hubiese consultado debiera yo descubrir en el examen de los astros la bajeza desu familia, su condición servil... harto diferentes de las suyas... de ahí se colegía... que las prediccionesexactas extraídas del examen de los astros son la resultancia, no de un método científico, sino del puroazar".

Con el pensamiento de Agustín como telón de fondo, intentaré responder a las primeras interrogan-tes que plantea el título del libro de Juan Luis, la que trata del mundo físico y aquella que tiene que ver conel hombre como ser biológico.

La ciencia de hoy abandonó la visión mecanicista-determinista del mundo que mantuvo durante lossiglos precedentes al XX. Esa concepción se resume en la frase del matemático y astrónomo francés PierreSimón de Laplace (citado por Fernández-Rañada8): “Una inteligencia que conociera todas las fuerzas queaniman la naturaleza, así como la situación respectiva de los seres que la componen... podría abarcar enuna sola fórmula los cuerpos más grandes del universo y los del átomo más ligeros; nada les resultaríaincierto y tanto el futuro como el pasado estarían presentes a sus ojos". La frase citada, llamada también elparalogismo de Laplace, es una aceptación radical del determinismo newtoniano, extrapolándolo desde elmacrocosmos al microcosmos y abarcando también el campo de las ciencias biológicas. Sin embargo, esemecanicismo determinista se quiebra en tres frentes según el decir del físico español Antonio Fernández-Rañada:

1. Por el frente de los sistemas complejos con muchas variables, donde resulta imposible seguir latraza de cada una de ellas y por lo tanto, es necesario recurrir a leyes probabilísticas.

2. Por el de los sistemas cuánticos, como moléculas, átomos y partículas elementales, en loscuales no son aplicables las leyes de la mecánica clásica o newtoniana.

3. Por el los sistemas caóticos, que son a su vez, deterministas pero impredecibles.

Esta triple fractura nos proyecta a un mundo esencialmente probabilístico, donde se articulan endiferentes escalas de magnitudes, el orden newtoniano, las leyes contra-intuitivas de la mecánica cuánticay las que rigen los sistemas caóticos. El resultado es una visión más compleja y más rica del mundo que laque brindaba la física clásica.

Termino aquí con lo que podría ser la visión del mundo inanimado. ¿Qué decir de los seres vivos, ydentro de ese ámbito, del hombre? Un primer aspecto a señalar es que lo viviente forma una unidad, uncontinuo, legitimado por un origen singular y la acción de un proceso evolutivo que se inicia con el origendel cosmos, que se continúa con la vida y que posee mecanismos comunes que vinculan en una historiaúnica, a entes tan dispares como estrellas, moscas, gusanos y hombres. A pesar de los escozores quepueda provocar en “fundamentalistas” de distintos credos y confesiones, es legítimo afirmar que laevolución es la hipótesis más razonable para intentar comprender los fenómenos vivientes, incluyendo lagénesis de nuevas especies. Se incluye, obviamente, a la especie Homo sapiens sapiens.

Como dice el paleobiólogo británico Conway Morris9 lo que está realmente en discusión no es laevolución en sí, sino sus mecanismos e implicancias. Creo interesante señalar, que a pesar de discusionesapasionados entre los biólogos, no es razonable dudar que la evolución es un fenómeno que va de menos amás, y que ha generado la “porción de materia más organizada del sistema solar y el órgano más

7 Agustín (397-401) Confesiones. Aguilar, Madrid.8 Fernández-Rañada, A. (1990) Orden y caos (Introducción). Prensa Científica, Barcelona.9 Conway Morris, S. (1998) The crucible of creation. The Burgess shale and the rise of animals. Oxford Universitary

Press, Oxford, New York, Melbourne.

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interesante del reino animal”, me refiero con esta cita del embriólogo Scott Gilbert10, al cerebro humano.Es lógico entonces plantear la pregunta ¿qué es para la ciencia de hoy el cerebro humano? Frente ainterrogantes similares dirigidas a otros órganos tales como el corazón, riñón o pulmón encontramosrespuestas aceptables sin mayor discusión: el corazón es una bomba, el riñón un filtro y el pulmón unsistema intercambiador de gases. Sin embargo, el problema se complica cuando dirigimos nuestra mirada alcerebro. La primera respuesta, sencilla pero imprescindible para plantear otras más complicadas, es decirque el cerebro humano es un órgano que pesa, en promedio 1 kilo y 700 gramos, constituido poraproximadamente 2 x 1014 células de naturaleza neural.

Se debe agregar además, que no es un órgano macizo, sino que contiene cavidades donde se pensóradicaba el alma. Los aportes de los neurohistólogos clásicos como Santiago Ramón y Cajal, Lenhossék yotros, mostraron que el cerebro al igual que otras regiones del sistema nervioso central, consiste eninnumerables circuitos neuronales extraordinariamente complicados. Si nos acercamos a los aspectosfuncionales, me imagino que nuestros antecesores más primitivos aprendieron, por repetidas experienciastraumáticas, que la integridad del contenido del cráneo era imprescindible para el correcto funcionamientode lo que habitualmente llamamos funciones superiores, tales como conciencia, lenguaje, memoria,voluntad, afectos, etc. Todas nuestras experiencias, conscientes u oníricas están mediadas por laindiscutible materialidad de los circuitos del sistema nervioso.

Hasta mediados del siglo pasado el problema planteado por la “conciencia” quedaba fuera del campode las ciencias experimentales. Sin embargo, a partir de los estudios del neurocirujano canadiense WilderPenfield11, las relaciones cerebro-conciencia comenzaron a ser abordadas con métodos experimentales. Meparece interesante exponer algunos de los datos aportados por Penfield. Se trata de experimentos que elmismo define como “oportunistas”, que él lleva a cabo como neurocirujano, que debe intervenir a suspacientes bajo anestesia local, o sea conscientes, para obtener información segura sobre el lugar ymagnitud de los tejidos que debe remover y suprimir así la génesis, o al menos, la generalización de lascrisis convulsivas que los aquejaban. Con parte del cerebro expuesto, Penfield estimulaba con corrienteeléctrica muy débil distintas zonas de la corteza de sus pacientes lúcidos. Concomitantemente lesinterrogaba sobre lo que percibían (en el sentido más amplio de la palabra). Se debe tener en cuenta que eltejido cerebral es insensible al tacto o al dolor.

He aquí la trascripción de uno de sus experimentos tal cual lo describió el propio neurocirujanocanadiense: Cuando la corteza temporal del joven sudafricano J. T. fue estimulada, él comprendió dondeestaba y gritó asombrado, “¡Sí Doctor! ¡Sí Doctor! Ahora oigo a gente riendo -mis amigos- en África delSur”. Después... comentó conmigo lo que había experimentado. Le había parecido estar con dos mujeresjóvenes, sus primas, en la granja familiar. Él las vio. Ellas reían, y él con ellas. Sin embargo sabía que estabarealmente en Montreal y que también podía hablar conmigo. Este ejemplo sirve para ilustrar el hechoincontestable que estímulos de naturaleza física (corriente eléctrica), operando sobre circuitos obviamentemateriales -construidos fundamentalmente de C, H, N, y O- son capaces de generar hechos síquicos, viven-cias, recuerdos, emociones. Estamos en lo que podríamos llamar “nudo cartesiano”, las relaciones mente-cuerpo. Surge así la pregunta: ¿Dualismo?... aceptando la tradición de Galileo y Descartes y separando delámbito de la investigación científica y sus reglas, todo aquello referente al “alma” y a las “razones delcorazón” según el decir de Pascal o ¿Monismo?... intentando elaborar hipótesis para integrar en unaunidad conceptual la materialidad del cerebro con sus productos más sobresalientes como la conciencia, lamemoria, las emociones y las creencias. Es bien conocido por los discípulos de Juan Luis la importancia queél atribuye al tema. Le dedica dos capítulos del libro que les mencioné y tiende a demostrar “que poco apoco se han ido incorporando al pensamiento... elementos mentales que sólo son coherentes con unaperspectiva dualista, o sea que apuntan a dos órdenes de realidades que nos son reductibles entre sí”.

10 Gilbert, S. F. (1994) Developmental Biology. Sinauer, Sunderland, Massachusetts.11 Penfield, W. (1966) Speech, Perception and the Uncommitted Cortex. En: brain and Conscious experience. J.C.

Eccles (editor). Springer-Verlag, New York.

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Hay que señalar tal cual lo menciona John Searle12 -profesor de filosofía en Berkeley- que eminentesneurobiólogos mantienen posiciones dualistas; una de las conocidas, es la del ilustre neurofisiólogoganador del premio Nobel de medicina, Sir John Eccles. En sus conocidos diálogos con el filósofo KarlPopper13 afirma sin ambages: “me veo obligado a creer que existe... un origen sobrenatural de mi únicamente auto-consciente, o de mi alma única” ...lo que da pie a todo un nuevo conjunto de problemas.¿Cómo llega mi alma a estar ligada a mi cerebro? En el otro campo, el de los intentos monistas se han demencionar a dos autores de prestigio también laureados con el Nobel: Francis Crick, y Gerald Edelman.Para Crick, lo que llamó “The stupefacient hypothesis” (título de su libro, citado por Searle) es que el Yo,con sus alegrías y sus penas, sus recuerdos y ambiciones, la idea de la propia identidad y la de la libertadpersonal, no son otra cosa que el comportamiento de un vastísimo número de células nerviosas y de lasmoléculas asociadas a ellas.

Las ideas de Edelman son más difíciles de resumir ya que están expuestas en tres libros quecontienen unos cuantos cientos de páginas. En ellas se especula sobre el desarrollo de las categorías de lapercepción extendiéndolo a un intento de explicación de la conciencia. Sólo mencionaré las ideas matricesde Edelman (citado por Searle): 1.- La noción de mapas neuronales formados por grupos de células que seinterconectan específicamente con otros grupos de células receptoras ubicadas en la periferia, 2.- la ideade selección neuronal Darwiniana. El punto esencial es que el cerebro no actúa como un instructor sinocomo un seleccionador que elimina algunos grupos neuronales y refuerza otros. 3.- Los mapas neuronalesse conectan entre sí a través de señales paralelas que entran y re-entran en los diversos mapas. Esteconjunto de ideas o hipótesis de trabajo tienen visos de plausibilidad gracias a los trabajos del grupo quedirige este mismo investigador. Se ha construido un robot (Darwin III) comandado por modelosinformáticos inspirados en las ideas de Edelmann Sin embargo, de las actividades de Darwin III a laconciencia existe aún un abismo.

Otros aportes interesantes provienen de la informática. La posición avanzada por Alan Turing amediados del siglo XX y citada por Roger Penrose14 es que la conciencia no es otra cosa que un “programa”de ordenador extremadamente complicado, usualmente ejecutado por los circuitos neuronales del cerebrohumano, pero teóricamente ejecutable por cualquier otro ordenador, con las adecuadas capacidades dehardware. Es la posición sustentada por los defensores de la Inteligencia Artificial Dura (IAD). Aquí tampocohay unanimidad de opiniones. Por ejemplo, el matemático y físico teórico Roger Penrose, a pesar demantener una posición monista, no comparte la radicalidad de los principios propuestos por lossostenedores de la IAD. Cree en cambio, que la conciencia y sus diferentes estados, no es reducible a laejecución ordenada de algoritmos sino que es mediada por principios físico-naturales todavía nodescubiertos. Incluye dichos principios dentro de los procesos naturales, pero regidos por una teoríafísica que cabalga entre lo cuántico y lo newtoniano. En el resumen que expone Penrose15 se considerancuatro grupos de opiniones:

a) Los que consideran que el sentimiento de autoconciencia es evocado cada vez que se llevan acabo los cómputos apropiados;

b) Aquellos para los que la conciencia es la resultante de una acción física del cerebro, pero, sinembargo, a pesar que los actos físicos pueden ser simulados por cómputos adecuados, la simulacióncomputacional por sí misma no puede evocar autoconciencia.

c) los que piensan que determinadas acciones físicas del cerebro evocan autoconciencia pero estasno pueden ser simuladas por cómputos; y por último

d) los que afirman que la autoconciencia no puede ser explicada ni en términos físicos ni

12 Searle, J. R. (1996) Deux Biologistes et un physicien en quête de l'âme. La recherche, 287: 62-7713 Popper, K. R. y Eccles J. C. (1977) El Yo y su cerebro. Ediciones Roche, Basilea.14 Penrose, R. (1990) The Emperor's New Mind. Vintage, Suffolk, Great Britain.15 Penrose, R. (1994) Shadows of the Mind. A search of the missing science of consciousness. Oxford, New York,

Melbourne.

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computacionales, está afuera del alcance de los procedimientos científicos.

Parece lógico e imprescindible para el avance del conocimiento científico que en el campo de lasciencias se adopte, como postura epistemológica, el monismo. Que traducido a hipótesis o teoría científicasignifica el anhelo de encontrar una teoría unificada que explique desde el movimiento de los astros hastala generación de nuestros pensamientos y sentimientos. A eso apunta el conocimiento científico. Elhombre de ciencia no puede y no debe proponer, ni siquiera como hipótesis de trabajo que, por ejemplo,el sueño y las representaciones oníricas son el resultado de periódicos sortilegios evocados por seresastrales que regulan el reposo y la actividad de los hombres... y animales.

La epistemología moderna no deja de preocuparse por la viabilidad de ese proyecto unificador y sepregunta, como lo hace Paul Churland16, “si la evolución nos ha equipado con el equipamiento cognitivoque sea estructuralmente adecuado para representar los más profundos misterios y las sutilescomplicaciones del cosmos”.

Como ven, se ha introducido en el ruedo una palabra poco usual en las ciencias experimentales, perocon cuya existencia nos topamos cotidianamente... y lo debemos reconocer. No sólo el mundo esmisterioso, sino que es profundamente misterioso que nuestras representaciones mentales (las realidadesdel mundo 2 de Karl Popper) y más aun, los productos de nuestra actividad cerebral como teorías, leyes ysistemas de cálculo, permitan predecir eventos del mundo físico.

Entonces, la realidad del misterio me obliga a introducirme en ese campo de la existencia, donde sejuegan las opciones existenciales que jalonan la vida de los seres humanos. También casi sin buscarlo, nosacercamos al pensamiento de un gran físico y matemático del siglo XVII, pionero en el estudio de las leyesdel azar y también un místico cristiano (también autor de las famosas Provinciales17), me refiero aljansenista Blaise Pascal. Pascal pergeñó el llamado “argumento de la apuesta”. Conocedor profundo de lateoría de las probabilidades, combinó tal vez por primera vez en la historia del pensamiento religioso,pragmatismo, voluntarismo y el uso del concepto de infinito para justificar la apuesta por la existencia deDios.

Debemos apostar por la existencia de Dios ¡¡¡porque es la mejor apuesta!!! Pascal niega quepodamos conocer a Dios a través de la razón, pero afirma la racionabilidad de la apuesta por Dios. Sidejamos a Pascal y nos acercamos a un astrofísico contemporáneo como Trinh Xuan Thuan este dice: “Pormi parte estoy dispuesto a apostar por la existencia de un ser supremo. La hipótesis de una multitud deuniversos ficticios e inverificables, violenta mi sentido de la simplicidad y la economía... Apostar por el azarimplica la falta de sentido y de esperanza. El grito de desesperación de Monod... Entonces ¿por qué noapostar por el sentido y la esperanza?”. No es menos razonable doblar la apuesta y comprometer laexistencia por un Dios personal, encarnado, cuyo rostro se refleja en el de los otros hombres.

Lo acertado de la apuesta se conocerá con certeza en ese parto que es la muerte y que verá la luz enla eternidad. Sin embargo, se vislumbra ya, pero a tientas, a través de las nieblas de la Fe apoyados en lavirtud de la Esperanza.

16 Churland, P. (1985) Conceptual Progresss and World/Word relations: In search of the essence of natural kinds.Canad. Jour. Philosophy. 15: 1-17

17 Pascal B (...1657) Provinciales (extractos y comentarios por P. Clarac) Larousse, Paris. Impreso por Crofts &Co. NewYork en 1941.