Unidad 03 - Lectura 01 - El Capital - Libro 1 - Cap 1 a 3_cropped

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BIBLIOTECA DEL PENSAMENTO SOCIALISTA

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S E C C I Ó N P R I M E R A

M E R C A N C Í A Y D I N E R O

CAPÍTULO I

• LA M E R C A N C I A

J. Los dos factores de Ja mercancía: valor_de uso y valor (sustancia lléF valor, - magnitud del valor)

L a riqueza^ric.las, sociedades er. las que.dom_in_aj:l modo de prc^uccion_capitaIista^ se presenta .como un "enorme cúmulo de mercancías1',1 y la mercancía individual como la Jornia[ eIémentaJ^e_esa_j^ueza- Nuestra investigación, por consiguiente, se inicia con el^análisis de la mercancía.

La rnertimcJa err"primer lugpr, un UÍI]L;LU ^A I^ I ÍU I , u n í cosa que merced a sus propiedades satisface necesidades humanas del t ipo que fueran. La naturaleza de esas necesidades, el que se originen, por ejemplo, en el estómago o en la fantasía, en nuda modifica el problema, -Tampoco se trata aquí de cómo esa cosa satisface la necesidad humana: de si l o hace directamente, como medio de subsistencia, es decir, como jb j e l o de disfrute, o a través de u n rodeo, como medio de producción.

J foda cosa__útil, como el hierro, el papel, etc., ha de considerarse desde un punto de_yjsta doble: según su

1 Kurl Marx, Zar Kritik der paiitischea Ükonomie, Berlín, 1859, p, 3.

- "El deseo implica necesidíid; es el npetiín riel espirita, y tan naLund como el hambre ni cuerpo . . . La mayor parte (de las cosas) derivan su valor del hecho de satisfacer las necesidades del espír i tu. " (Nicholas Barben, A' Discoiirse oí: Coivirxf* ihe New Money Ligkter, tu Answrr to Mr. Locke's Comiderathris . . . , Londres, 1696. pp. 2, 3.)

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cualidad y con arreglo a su cantidad. Cada una de esas 'cosas es un conjunto de muchas propiedades y puede, por ende, ser útil en diversos ¡ispéelos. C l descubrimiento de esos diversos aspectos y, en consecuencia, de los múltiples modos de usar IÍIE cosas, constituye un hecho histórico.1

Ocurre otro tanto con el hallazgo de medidas sociales para indicar ía cantidad de las cosas útiles. Rn parte, la diversidad en las medidas de las mercancías se debe a la diferente naturaleza de los objetos que hay que medir, y en parte a la convención.

_ L a ut i l idad de una cosaj iacc de ella un valor de uso." Pero esa ut i l idad no flota por - los aircsTEstá "CTncIicjüT^a -

por las propiedades del cuerpo de la mercancía^ y no existe al margen de ellas. ..Él cuerpo mismo j g la_ mercancía, tal como el hierro, tr igo, diamante, etc., £>s_r¿ues_ un_yaIor de, uso i f l i hiere. Este carácter suyo no dependa de que la apropiación de sus propiedades útiles cueste al hombre mucho o poco trabajo. A l considerar los valores de uso, se presupone siempre su cürácter determinado cuantitativo, tu l como docena de relojes, vara de lienzo, tonelada de hierro, etc. Los valores de uso de las mercancías proporcionan In materia para un a disciplina especial, ía me recolaría/1 J i l ^ valor de uso se efectiviza única¬mente en el uso o en et consumo^ Los valores de uso constituyen el contenida material de la.nqaejq^SQÚ cual fuere la forma social de ésta. E n la forma de sociedad

1 "Las cosas j ienenjjnji yjimd_üitrfnsce¡r: íes ¿ste [vertue], cu Burborireriérmíno específico pura designar el valor de uso); "en todas pirres tienen la misma virtud, tal como la de la piedra imán de airacr el hierra/' (/fráJíifi, p. b.) La propiedad del Imán de atraer el hierro sólo se volvió útil cuando, por medio de ella, se descubrió !n polaridad muenélíca.

i--ya vorih [valar] Ofllurcl de cualquier cosa_ consiste en su íiptitud_dc"satisfacerJas necesídades^c^e^rvir^^ ¿le la V i ^ J^muna./" (John Locke, Some Consideratimx on tiie Car\-jegwttcf* oí thc Lowermn oj interés!, 1691, en Worlen, Londres, 1777, vol. \t, p. 28.J En las escritores ingleses del siglo xvu suele cncantruisc aún la palabra "V<jrfft ,T por valor de uso y "wr/fl*" por valor de cambín. lo cual se ajusta, en un todo, al genio de uaa lengua que se inclina a expresar en vocablos germánicos I J cosa dirretn, y en latiuui la FeMjfti

;i En la sociedad burguesa prevalece la fÉcttÓ inris [ficción jurídica] de -Eirr- rodo comprador de mercancías nene un conocimiento enciclopédico acerca de tes mismas-

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que hemos de examinar, son a la vez los portadores "Tháíc ríales del valor ^a*e cambio.

ErTpr imcr lugar, et vaíoT dB carobip ae^pr.cs_c n tu__cpmo relación cuantitativa^ proporción en que se intercambian

j ^ r e s _ g ^ I u s ¿ . de una cíase pqr valores de. uso. j e .olía clase/' una relación que se modifica constantemente según el l iempo y el lugar. EWajo j i j e _^an ib io^pues , pare_ce_ser

JÜgo cjín^gente y puramente relativo, y an valor de cambio inmanente, intrínseco a la mereari¡31¡_ (vdeür intriñstque)*

^pucs, s_cjía_g_na contradictio in aStccto J contradicción _gntrc un término^]/ su a l r ibuto ] . Examínerncs la cosa más de cerca.

_ Una mercancía indiv idual , por ejemplo un qtrarter* de tr igo, se injercambia por otros artículos en las proporcio-

Jl£lJiiá$-db¿£rsQ£, N o . ^ i t a m e su valor l lFcambTo se ñian-JÍen£jii¡illcrado, ya sea que se exprese en x betún, y secTa;

Z uro, etc. Debe, por tanjo, poseer un contenido diferen-Clflbfe de estos diversos modos de. expresión^

Tome mos o i ras dos mercancías, por ejemplo el trigo y e"l hierroTSea cuaTTu^re"su relación de cambio, ésta se podrá^ representar sícrripre por una ' ecuac io iTcn la que

Tejerminádá cantidad de trigo se equipara a una cantidad cualquiera de hierro, por ejemplo: 1 qt&rter de trigo = a

• " ~ E I valar consiste en ía relación de intercambio rjuc medra entre [al cosa y cual otra, entre tal medida de un producto y cual medida de Otro,1' {Le Trosne, De tintc/Cí social, en Plivsiocraíe.i, cá. por Daire, París. 1846, p. HS9,1

T "Ninguna cosa puede tener un valor intrínseco" (N. Barbón» op. cfr., p. 6), oT como dice Butter:

"El valor de una cosa, es exactamente tanto como lo que habr¿ de rendir/' t" 1 ]

• Medida de capacidad equivalente a 29079 litros. ,h E] texto de este párrafo es como stguc en la 3 y 4^ edicio

nes: "Determinada mercancía, por ejemplo un qiwrter de trigo, se cambia por x betún o por y seda o por z oro, etc., en suma, por otras mercancías, en las proporciones más diversas. El trigo, pues, tiene múltiples valores de cambio, cr vez de uno solo. Pero como x bciúí\, y del mismo modo y seda o l oro, ele, es el valor de cambio de un quarter de trigo, forzosamente x betún, y seda, z oro, elcciera, tienen que ser valores de cuuibiu üusutuibtc* eatje sí o de igual magnitud. De donde se desprende, primero, que los valores de cambio vigentes de la misma mercancía e>;presaa un aTg¿TqUej" BT iguáJ. PcxQ^^Eundo%ciue el valor de camtíóJunicarñenrriJuíclc

_.ser el modo de expresión, o ífbrrná de manifestarse*, de un "contenido diíerenciablc dc cT.

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cualidad y con arreglo a su cantidad. Cada una de esas 'cosas es un conjunto de muchas propiedades y puede, por ende, ser útil en diversos ¡ispéelos. C l descubrimiento de esos diversos aspectos y, en consecuencia, de los múltiples modos de usar IÍIE cosas, constituye un hecho histórico.1

Ocurre otro tanto con el hallazgo de medidas sociales para indicar ía cantidad de las cosas útiles. Rn parte, la diversidad en las medidas de las mercancías se debe a la diferente naturaleza de los objetos que hay que medir, y en parte a la convención.

_ L a ut i l idad de una cosaj iacc de ella un valor de uso." Pero esa ut i l idad no flota por - los aircsTEstá "CTncIicjüT^a -

por las propiedades del cuerpo de la mercancía^ y no existe al margen de ellas. ..Él cuerpo mismo j g la_ mercancía, tal como el hierro, tr igo, diamante, etc., £>s_r¿ues_ un_yaIor de, uso i f l i hiere. Este carácter suyo no dependa de que la apropiación de sus propiedades útiles cueste al hombre mucho o poco trabajo. A l considerar los valores de uso, se presupone siempre su cürácter determinado cuantitativo, tu l como docena de relojes, vara de lienzo, tonelada de hierro, etc. Los valores de uso de las mercancías proporcionan In materia para un a disciplina especial, ía me recolaría/1 J i l ^ valor de uso se efectiviza única¬mente en el uso o en et consumo^ Los valores de uso constituyen el contenida material de la.nqaejq^SQÚ cual fuere la forma social de ésta. E n la forma de sociedad

1 "Las cosas j ienenjjnji yjimd_üitrfnsce¡r: íes ¿ste [vertue], cu Burborireriérmíno específico pura designar el valor de uso); "en todas pirres tienen la misma virtud, tal como la de la piedra imán de airacr el hierra/' (/fráJíifi, p. b.) La propiedad del Imán de atraer el hierro sólo se volvió útil cuando, por medio de ella, se descubrió !n polaridad muenélíca.

i--ya vorih [valar] Ofllurcl de cualquier cosa_ consiste en su íiptitud_dc"satisfacerJas necesídades^c^e^rvir^^ ¿le la V i ^ J^muna./" (John Locke, Some Consideratimx on tiie Car\-jegwttcf* oí thc Lowermn oj interés!, 1691, en Worlen, Londres, 1777, vol. \t, p. 28.J En las escritores ingleses del siglo xvu suele cncantruisc aún la palabra "V<jrfft ,T por valor de uso y "wr/fl*" por valor de cambín. lo cual se ajusta, en un todo, al genio de uaa lengua que se inclina a expresar en vocablos germánicos I J cosa dirretn, y en latiuui la FeMjfti

;i En la sociedad burguesa prevalece la fÉcttÓ inris [ficción jurídica] de -Eirr- rodo comprador de mercancías nene un conocimiento enciclopédico acerca de tes mismas-

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que hemos de examinar, son a la vez los portadores "Tháíc ríales del valor ^a*e cambio.

ErTpr imcr lugar, et vaíoT dB carobip ae^pr.cs_c n tu__cpmo relación cuantitativa^ proporción en que se intercambian

j ^ r e s _ g ^ I u s ¿ . de una cíase pqr valores de. uso. j e .olía clase/' una relación que se modifica constantemente según el l iempo y el lugar. EWajo j i j e _^an ib io^pues , pare_ce_ser

JÜgo cjín^gente y puramente relativo, y an valor de cambio inmanente, intrínseco a la mereari¡31¡_ (vdeür intriñstque)*

^pucs, s_cjía_g_na contradictio in aStccto J contradicción _gntrc un término^]/ su a l r ibuto ] . Examínerncs la cosa más de cerca.

_ Una mercancía indiv idual , por ejemplo un qtrarter* de tr igo, se injercambia por otros artículos en las proporcio-

Jl£lJiiá$-db¿£rsQ£, N o . ^ i t a m e su valor l lFcambTo se ñian-JÍen£jii¡illcrado, ya sea que se exprese en x betún, y secTa;

Z uro, etc. Debe, por tanjo, poseer un contenido diferen-Clflbfe de estos diversos modos de. expresión^

Tome mos o i ras dos mercancías, por ejemplo el trigo y e"l hierroTSea cuaTTu^re"su relación de cambio, ésta se podrá^ representar sícrripre por una ' ecuac io iTcn la que

Tejerminádá cantidad de trigo se equipara a una cantidad cualquiera de hierro, por ejemplo: 1 qt&rter de trigo = a

• " ~ E I valar consiste en ía relación de intercambio rjuc medra entre [al cosa y cual otra, entre tal medida de un producto y cual medida de Otro,1' {Le Trosne, De tintc/Cí social, en Plivsiocraíe.i, cá. por Daire, París. 1846, p. HS9,1

T "Ninguna cosa puede tener un valor intrínseco" (N. Barbón» op. cfr., p. 6), oT como dice Butter:

"El valor de una cosa, es exactamente tanto como lo que habr¿ de rendir/' t" 1 ]

• Medida de capacidad equivalente a 29079 litros. ,h E] texto de este párrafo es como stguc en la 3 y 4^ edicio

nes: "Determinada mercancía, por ejemplo un qiwrter de trigo, se cambia por x betún o por y seda o por z oro, etc., en suma, por otras mercancías, en las proporciones más diversas. El trigo, pues, tiene múltiples valores de cambio, cr vez de uno solo. Pero como x bciúí\, y del mismo modo y seda o l oro, ele, es el valor de cambio de un quarter de trigo, forzosamente x betún, y seda, z oro, elcciera, tienen que ser valores de cuuibiu üusutuibtc* eatje sí o de igual magnitud. De donde se desprende, primero, que los valores de cambio vigentes de la misma mercancía e>;presaa un aTg¿TqUej" BT iguáJ. PcxQ^^Eundo%ciue el valor de camtíóJunicarñenrriJuíclc

_.ser el modo de expresión, o ífbrrná de manifestarse*, de un "contenido diíerenciablc dc cT.

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quintales J e hierro. ¿Qué denota esta ecuación? Que existe "¿Tgo común, de la misma magnitud, en dos cosas distintas,

tanto en 1 quarter de trigo como en a quintales de hierro. Ambas, por consiguiente, son jguales^ a una tercera, que en sí y para sí no es n i la una n i . l a otra. Cada una de ellas, pues," en tanto es valor de cambio, tiene que_ser^e3uablc a esa tercera.

U n sencillo ejemplo geométrico nos ilustrará el punió. Para determinar y comparar la superficie de todos los polígonos se los descompone en triángulos. Se reduce el triángulo, a su vezT a una expresión totalmente distinta de su figura visible: el semiproducto de la base por la altura. De igual stierte,_es_preciso reducir j o 5 ^ a ] ^ e s _ t k cambio de las mercancías a algo que jes sea comiin, con respecto a lo cual representen urTmás o~un menos.

Ese algo común no_puede ser una propiedad ruuural —geométrica, física, química o de otra índole—-ge las mercancías. _Sus, propiedades corpóreas entran en GQIHt-dcración3 única y exclusivamente, en I a i t l cd id a en j juTe l las hacen útiles a l a s mercancías, en"qtic las hacen ser, pues, valores de uso. Pero, por otra parte, salta a la vista que es precisamente la abstracción de sus valores de uso^jo que caracteriza la relación de tntei.c.Eijiiüio encreT3rj£e.r-cancías. Dentro de tul relación, un valor de uso vale exactamente lo miento tjuo cualquier otro., cipmpn* r\\ir esté presente en la proporción que corresponda. O, como dice el viejo Barbón: " U n a clase de mercancías es tan buena como otra, si su valor de cambio es igual. No existe diferencia o distinción entre cosas de igual valor de camb io "/ E n cuanto valor-* de uso, las mercancías son, ante todo, diferentes en cuanto a la cual idad; como valores de cambio sólo pueden di fer ir por su cantidad, y no contienen, por consiguiente, ni un solo átomo de valor de uso.

Ahora bien, si ponemos a un lado el valor de uso dcl^ cuerpo de las mercancías, únicamente "les restara u r u pro

p i e d a d : la de ser productos del trabajo. N o obstante, tam-

* "One son of wares ure as good as nnoihcr, if thc vulue be cqual. Therc i no differenc? o¡ distmetinn ¡n thmas OÍ e-qual valué .. . One huadred pounds worth of lead or irun, ís of LIS grcat a valué as onc hunJred puunds worrh of siívcr ¿ind aukl." [Cíen libras esterlinas Je cuero o de hierro tienen un villar de cnrribfO exactamente iguul al de cían libras esterlinas de plata y oro.l (N. Barbón, op. rit.t pp. 53 y 7.)

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bien el producto del trabajo se nos Jia transformado entre les manos. Si hac^mosjibstracción de su valor de uso, abstraemos también los componentes y formas corpóreas que

^ j i acen de él un valor de uso. Ese producto ya no es una mesa o "casa o hi lo o cualquier otra cosa útil. Todas sus propiedades sensibles se han esfumada Ya tampoco es producto del trabajo del ebanista o del nlbañil o del hílán-

JÍPÍP P.de cualquier otro trabajo productivo determinado. Con el carácter útil de los productos del trabajo se desvanece el carácter útil de los trabajos representados en dios y, por ende, se desvanecen también Iffi diversas formas concretas de esos (rabajós; éstos dejan de distinguirse, reduciéndose en su totalidad a trabajo humano indiferen-ciaclo, a trabajo abstractamente h u m a n a

Examinemos ahora el residuo de los productos del trabajo. Nada ha quedado de ellos salvo una misma objetividad espectral, una mera gelatina de trabajo humano

jnd j f c rcnc jado , e"sto es, de gasto de luerza" t ic trabajo humana sin consideración a la forma en ^jue~~se~gástSTa

_ rnTsmi^. fcsgs ^Qj^_Tan~solo nos Íiacen_ prcscritc'qüe'erT se jlTJQduc£Ínjusc__em humana de trabajo, se__acu-

Jiiülo^.Lrabajo_ fujmano. .En_cujuT_tu cristalizaciones de esa sustancia, social común a ellas, son valores?

En la relación misma de intercambio entre las mercancías, su valor de cambio se nos [JUSOjle_maninesto como

__algo por entero iíñ^epenc[iente„de sus valores de.uso. Si luego se hace efectivamente abstracción del valor de uso que tienen los j^roductos del trabajo," se obi;en^ su valor, tal como acaba de determuTarse. Ese algo común que se man i fiesta en la relación de intercambio o en el valor de cambio de las mercancías es, pues, su valor. E l desenvolvimiento de la investigación volverá a conducirnos al valor de cambio como modo de expresión o forma de manifes-lación necesaria del va lor , b al que por de pronto, s in embargo, se ha de considerar independientemente de esa forma.

^^JjLvaJor de U S O _ _ Ü un bien, por eiide,jiólo_Jjeiie_vglgr _?9^\^^^^_^á_^jetivado_q materializado trabajo abs

tractamente humano. ¿Cómo medir, entonces, la magnitud

• hn h 3 y 4* ediciones se agrega: "valores mercantiles". " 3= y 4" ediciones: "valor mercantil".

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quintales J e hierro. ¿Qué denota esta ecuación? Que existe "¿Tgo común, de la misma magnitud, en dos cosas distintas,

tanto en 1 quarter de trigo como en a quintales de hierro. Ambas, por consiguiente, son jguales^ a una tercera, que en sí y para sí no es n i la una n i . l a otra. Cada una de ellas, pues," en tanto es valor de cambio, tiene que_ser^e3uablc a esa tercera.

U n sencillo ejemplo geométrico nos ilustrará el punió. Para determinar y comparar la superficie de todos los polígonos se los descompone en triángulos. Se reduce el triángulo, a su vezT a una expresión totalmente distinta de su figura visible: el semiproducto de la base por la altura. De igual stierte,_es_preciso reducir j o 5 ^ a ] ^ e s _ t k cambio de las mercancías a algo que jes sea comiin, con respecto a lo cual representen urTmás o~un menos.

Ese algo común no_puede ser una propiedad ruuural —geométrica, física, química o de otra índole—-ge las mercancías. _Sus, propiedades corpóreas entran en GQIHt-dcración3 única y exclusivamente, en I a i t l cd id a en j juTe l las hacen útiles a l a s mercancías, en"qtic las hacen ser, pues, valores de uso. Pero, por otra parte, salta a la vista que es precisamente la abstracción de sus valores de uso^jo que caracteriza la relación de tntei.c.Eijiiüio encreT3rj£e.r-cancías. Dentro de tul relación, un valor de uso vale exactamente lo miento tjuo cualquier otro., cipmpn* r\\ir esté presente en la proporción que corresponda. O, como dice el viejo Barbón: " U n a clase de mercancías es tan buena como otra, si su valor de cambio es igual. No existe diferencia o distinción entre cosas de igual valor de camb io "/ E n cuanto valor-* de uso, las mercancías son, ante todo, diferentes en cuanto a la cual idad; como valores de cambio sólo pueden di fer ir por su cantidad, y no contienen, por consiguiente, ni un solo átomo de valor de uso.

Ahora bien, si ponemos a un lado el valor de uso dcl^ cuerpo de las mercancías, únicamente "les restara u r u pro

p i e d a d : la de ser productos del trabajo. N o obstante, tam-

* "One son of wares ure as good as nnoihcr, if thc vulue be cqual. Therc i no differenc? o¡ distmetinn ¡n thmas OÍ e-qual valué .. . One huadred pounds worth of lead or irun, ís of LIS grcat a valué as onc hunJred puunds worrh of siívcr ¿ind aukl." [Cíen libras esterlinas Je cuero o de hierro tienen un villar de cnrribfO exactamente iguul al de cían libras esterlinas de plata y oro.l (N. Barbón, op. rit.t pp. 53 y 7.)

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bien el producto del trabajo se nos Jia transformado entre les manos. Si hac^mosjibstracción de su valor de uso, abstraemos también los componentes y formas corpóreas que

^ j i acen de él un valor de uso. Ese producto ya no es una mesa o "casa o hi lo o cualquier otra cosa útil. Todas sus propiedades sensibles se han esfumada Ya tampoco es producto del trabajo del ebanista o del nlbañil o del hílán-

JÍPÍP P.de cualquier otro trabajo productivo determinado. Con el carácter útil de los productos del trabajo se desvanece el carácter útil de los trabajos representados en dios y, por ende, se desvanecen también Iffi diversas formas concretas de esos (rabajós; éstos dejan de distinguirse, reduciéndose en su totalidad a trabajo humano indiferen-ciaclo, a trabajo abstractamente h u m a n a

Examinemos ahora el residuo de los productos del trabajo. Nada ha quedado de ellos salvo una misma objetividad espectral, una mera gelatina de trabajo humano

jnd j f c rcnc jado , e"sto es, de gasto de luerza" t ic trabajo humana sin consideración a la forma en ^jue~~se~gástSTa

_ rnTsmi^. fcsgs ^Qj^_Tan~solo nos Íiacen_ prcscritc'qüe'erT se jlTJQduc£Ínjusc__em humana de trabajo, se__acu-

Jiiülo^.Lrabajo_ fujmano. .En_cujuT_tu cristalizaciones de esa sustancia, social común a ellas, son valores?

En la relación misma de intercambio entre las mercancías, su valor de cambio se nos [JUSOjle_maninesto como

__algo por entero iíñ^epenc[iente„de sus valores de.uso. Si luego se hace efectivamente abstracción del valor de uso que tienen los j^roductos del trabajo," se obi;en^ su valor, tal como acaba de determuTarse. Ese algo común que se man i fiesta en la relación de intercambio o en el valor de cambio de las mercancías es, pues, su valor. E l desenvolvimiento de la investigación volverá a conducirnos al valor de cambio como modo de expresión o forma de manifes-lación necesaria del va lor , b al que por de pronto, s in embargo, se ha de considerar independientemente de esa forma.

^^JjLvaJor de U S O _ _ Ü un bien, por eiide,jiólo_Jjeiie_vglgr _?9^\^^^^_^á_^jetivado_q materializado trabajo abs

tractamente humano. ¿Cómo medir, entonces, la magnitud

• hn h 3 y 4* ediciones se agrega: "valores mercantiles". " 3= y 4" ediciones: "valor mercantil".

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de su valor? Por la cantidad de "sustancia gcnerarion^de va lor " — p o r la cantidad "de tr ab a j c unten id afeúdese valor de uso . - Ha cá"ntida"d'de traBájo misma se mide por su duración, tiempo^ lie trabajo, a su vez, reconoce

"su patrón de medida en determinadas- fracciones lempo-rales, tales como hora, día, etcétera.

Podría parecer que si el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo gastada en su producción, cuanto más perezoso o torpe fuera un hombre tanto más valiosa sería su mercancía, porque aquél necesitaría tanto más tiempo para fabricarla. Sin embargo., el trabajo que genera la sustancia de los va lórese^ jrabajo_ humano ¡n^jrjrqr^ádbr gasTó^cTlá" m'ishia fuerza humana de traljaio- _H1~ conmuto de la f aena de trabajo de h_ sociedad, rcpreaerifacló en los" "valores del" 'mundo de la*

"mercancías, hace las veces aquí de una y la misma fuerza _.humana .de_trabajo, por más que se componga de ínnume _rabjes_fuerzas de trabajo jndiv iduales . Cada una de esas" fuerzas de trabajo individuales es ia misma fuerza de trabajo humana que las demás, en cuanto posee el caráctcji _de fuerza de Laoajo social media y opera como tal fuerza de trabajo social media, es decir, en cuanto, en la produc-

_ción de una mercancía, sólo uti l iza el ticmp_o de ulujajo p r o ni c d i ü.1 m e n te^ñecesa ng,_p_ tiempo^de trabajo socict_ínj¿'/ite__

necesaria. E l í¡¿mpo díT trQ-bujo fioeialnicnte_ n o ees o rjo__e£ _ el requerido para pro^ücrr~uir~vafor de uso cualquiera, en ias_ condiciones_ nOTmales^de producción vigentes en una sociedad y con el grado social medio de desTTeza e j p t e n -

-sidad de-trabajp. Tras la adopción en Inglaterra del Telar de vapor, por ejemplo, bastó más o menos la mitad de trabajo que antes para convertir en tela determinada cantidad de hilo. Para efectuar esa conversión, el tejedor manuai inglés necesitaba emplear ahora exactamente el mismo tiempo de trabajo que antes, pero el producto de su hora ind iv i dual de trabajo representaba únicamente media hora de trabajo social, y su valor disminuyó, por consiguiente, a la mitad del que antes tenía.

Es sólo la cantidad de trabajo sociabitente necesario^ pue^a_¿r]uml}& necesario para

~la_i)radnccián_d£ un_ valor_de usot_ l o que" determina su magnitud de valor." Cada mercancía es considerada aquí,

• Ñola a la 2 edición. — ""The VÍLILIE of Jhem ífhe Jiccessaris* of ltfe> when they ¿re exchanged ihe one for anolhcr. is rcguhiLcd

en general, como ejemplar medio de su clase/D_PpT_jajiio, las mercancías que_contienen cantidades iguales de trabajo, o que se pueden producir en el mismo tiempo~3e trabajo, tienen la misma masmiud'de valor'.~\^\^or^élm^'m€^ cancía es al valor de cualquier otra, como el t iempo de trabajo necesario para la producción de la una es al t i empo de trabajo necesario para la producción de la otra. " E n cuanio valores, todas las mercancías son, únicamente, determinada medida de tiempo de trabajo solidificado." 11

^^_magn¡tudjÍc_yalor^áG una mercancía se mantendría constante, por con si guíente sj^jambién j u e r a gg^^antcTcT ¿ V ' - o j tiempoTcuT trabajo requerido para su producción. Pero éste yarTa con "todo cambiaren la j ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ g ^ T ^ ^ ^ ^ * —

" L a fjÑ^7ja_productiva del ¿abaj^esta~^eterminada por ¡[_A . T

rrmhiples circunstañeras, entre otras"por el nivel mecjfo'de" . r / 1

destreza del^¿rerOj el estadio de desarrollo en que se . hallan l^c icnc ia y_sus~^^ic_ncjphes~"íecñologiCasria cóordi- i- '-' '- -*\ nación social del proceso de producción, ía escala y la %¿

_ eficacia délos medios de producción las condiciones natu-._ra]es. La misma cantidad de trabajo, por ejemplo, produce

8 bushels* de tr igo cu un buen año, 4 en un mal año. L a misma calidad de trabajo produce más metal en las minas ricas que en las pobres, etc. Los diamantes rara vez afloran en la certeza terrestre, y de ahí que el hallarlos insuma, t$rffii?io media, mucho t iempo de trabajo. Por ransigiríenrí*. en poco volumen representan mucho trabajo. Jacob pone en duda que el oro haya saldado nunca su valor íntegro. ™ A u n más cierto es esto en el caso de los diamantes. Según Eschwege, ^ el total de b extraído durante ochenta años

by thc QU3ntity of tabour ncceswily required. and cotnmonly laken in producía^ them.'1 "E! valor I!E los objetos para el uso. cuando se los imercambia, se regula por ta cantidad de Irubuje requerida de manern necesarin y empleada, por lo común para producirlos." (Same Thoughts on títtí futerext oj Mvuey ir Cene-ral, and Farticnlarly in tlie i'riblic Fitnds..., Londres, pp. 3G, 37.) Esle notable escrilo anónimo del pasado siglo carece de fecha. De su contenido se infiere, sin ejíibargo, que pe publicó en el reinado de Jorjje 11, hacia 1739 ó 1740.

m "Todo:! los producios de un mismo genero no forman, en realidad, más que una masa, cuyo precio se determina de manera general y haciendo caso omiso de las circunslancins particulares." (Le Tiosne, aj>. cit., p. 893.)

' i K. Marx. Zitr Kritik':. . . , p. 6.

291 litros, aproximadamente.

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de su valor? Por la cantidad de "sustancia gcnerarion^de va lor " — p o r la cantidad "de tr ab a j c unten id afeúdese valor de uso . - Ha cá"ntida"d'de traBájo misma se mide por su duración, tiempo^ lie trabajo, a su vez, reconoce

"su patrón de medida en determinadas- fracciones lempo-rales, tales como hora, día, etcétera.

Podría parecer que si el valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo gastada en su producción, cuanto más perezoso o torpe fuera un hombre tanto más valiosa sería su mercancía, porque aquél necesitaría tanto más tiempo para fabricarla. Sin embargo., el trabajo que genera la sustancia de los va lórese^ jrabajo_ humano ¡n^jrjrqr^ádbr gasTó^cTlá" m'ishia fuerza humana de traljaio- _H1~ conmuto de la f aena de trabajo de h_ sociedad, rcpreaerifacló en los" "valores del" 'mundo de la*

"mercancías, hace las veces aquí de una y la misma fuerza _.humana .de_trabajo, por más que se componga de ínnume _rabjes_fuerzas de trabajo jndiv iduales . Cada una de esas" fuerzas de trabajo individuales es ia misma fuerza de trabajo humana que las demás, en cuanto posee el caráctcji _de fuerza de Laoajo social media y opera como tal fuerza de trabajo social media, es decir, en cuanto, en la produc-

_ción de una mercancía, sólo uti l iza el ticmp_o de ulujajo p r o ni c d i ü.1 m e n te^ñecesa ng,_p_ tiempo^de trabajo socict_ínj¿'/ite__

necesaria. E l í¡¿mpo díT trQ-bujo fioeialnicnte_ n o ees o rjo__e£ _ el requerido para pro^ücrr~uir~vafor de uso cualquiera, en ias_ condiciones_ nOTmales^de producción vigentes en una sociedad y con el grado social medio de desTTeza e j p t e n -

-sidad de-trabajp. Tras la adopción en Inglaterra del Telar de vapor, por ejemplo, bastó más o menos la mitad de trabajo que antes para convertir en tela determinada cantidad de hilo. Para efectuar esa conversión, el tejedor manuai inglés necesitaba emplear ahora exactamente el mismo tiempo de trabajo que antes, pero el producto de su hora ind iv i dual de trabajo representaba únicamente media hora de trabajo social, y su valor disminuyó, por consiguiente, a la mitad del que antes tenía.

Es sólo la cantidad de trabajo sociabitente necesario^ pue^a_¿r]uml}& necesario para

~la_i)radnccián_d£ un_ valor_de usot_ l o que" determina su magnitud de valor." Cada mercancía es considerada aquí,

• Ñola a la 2 edición. — ""The VÍLILIE of Jhem ífhe Jiccessaris* of ltfe> when they ¿re exchanged ihe one for anolhcr. is rcguhiLcd

en general, como ejemplar medio de su clase/D_PpT_jajiio, las mercancías que_contienen cantidades iguales de trabajo, o que se pueden producir en el mismo tiempo~3e trabajo, tienen la misma masmiud'de valor'.~\^\^or^élm^'m€^ cancía es al valor de cualquier otra, como el t iempo de trabajo necesario para la producción de la una es al t i empo de trabajo necesario para la producción de la otra. " E n cuanio valores, todas las mercancías son, únicamente, determinada medida de tiempo de trabajo solidificado." 11

^^_magn¡tudjÍc_yalor^áG una mercancía se mantendría constante, por con si guíente sj^jambién j u e r a gg^^antcTcT ¿ V ' - o j tiempoTcuT trabajo requerido para su producción. Pero éste yarTa con "todo cambiaren la j ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ g ^ T ^ ^ ^ ^ * —

" L a fjÑ^7ja_productiva del ¿abaj^esta~^eterminada por ¡[_A . T

rrmhiples circunstañeras, entre otras"por el nivel mecjfo'de" . r / 1

destreza del^¿rerOj el estadio de desarrollo en que se . hallan l^c icnc ia y_sus~^^ic_ncjphes~"íecñologiCasria cóordi- i- '-' '- -*\ nación social del proceso de producción, ía escala y la %¿

_ eficacia délos medios de producción las condiciones natu-._ra]es. La misma cantidad de trabajo, por ejemplo, produce

8 bushels* de tr igo cu un buen año, 4 en un mal año. L a misma calidad de trabajo produce más metal en las minas ricas que en las pobres, etc. Los diamantes rara vez afloran en la certeza terrestre, y de ahí que el hallarlos insuma, t$rffii?io media, mucho t iempo de trabajo. Por ransigiríenrí*. en poco volumen representan mucho trabajo. Jacob pone en duda que el oro haya saldado nunca su valor íntegro. ™ A u n más cierto es esto en el caso de los diamantes. Según Eschwege, ^ el total de b extraído durante ochenta años

by thc QU3ntity of tabour ncceswily required. and cotnmonly laken in producía^ them.'1 "E! valor I!E los objetos para el uso. cuando se los imercambia, se regula por ta cantidad de Irubuje requerida de manern necesarin y empleada, por lo común para producirlos." (Same Thoughts on títtí futerext oj Mvuey ir Cene-ral, and Farticnlarly in tlie i'riblic Fitnds..., Londres, pp. 3G, 37.) Esle notable escrilo anónimo del pasado siglo carece de fecha. De su contenido se infiere, sin ejíibargo, que pe publicó en el reinado de Jorjje 11, hacia 1739 ó 1740.

m "Todo:! los producios de un mismo genero no forman, en realidad, más que una masa, cuyo precio se determina de manera general y haciendo caso omiso de las circunslancins particulares." (Le Tiosne, aj>. cit., p. 893.)

' i K. Marx. Zitr Kritik':. . . , p. 6.

291 litros, aproximadamente.

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de los yacimientos diamantíferos brasileños todavía no había alcanzado, en 1823, a igualar el precio del producto medio obtenido durante 1S meses en las plantaciones brasileñas de caria o de café, aun cuando representaba mucho más trabajo y por consiguiente más valor. Disponiendo de minas más productivas, la misma cantidad de trabajo_ ,se representaría en más diamantes, y el valor- l ie Jo_£_HUS-mos disminuiría. Y si con poccTTrabajo se lograra transformar carbón en diamantes, éstos podrían llegar a valer menos que ladriHos^En términosi geju3rales:^uantq mayoj^ sea la fuerza product iva del trabajo, tjnntojneñor sera el t iempo de trabajo requerido^ para la producción de un

' áitículOjJanto menor la masa de trabajo cristalizada _eri élT

tanto.menor su valor. A la inversa," cuanta menor sea l a " fuerza productiva del trabajo, lauto mayor será el t iempo de trabajo necesario para la producción de un artículo, tanto mayor su valor. Por ende, i a ^ a g o i U l s l j J e HÉj£* c¡5 una mercancía varia en razón directa a \ñcant¡daaTZút

~~tHEajb~éíectivisado en ef]a z'iwtrsa a j a fuerza productiva de ese trabajo.

Una cosa puede ser valor de uso y no ser valor. Es éste el caso cuando su ut i l idad para el hombre no ha sido mediada por e l trabajo. Ocurre ello con el aire, la tierra virgen, las praderas y bosques naturales, etc. Una_cosa_ puede acr útil, y además producto deMr_ahft.ÍO h_umaijrj«_V

_ J I O . _ser_/íitrcQüzÍQ. Quien, con "su "producto, satisface su_ - propia necesidad, indudablemente crea un valor de uso*

pero no_ Para producir una_mcrcancia,_no * sólo d'ebe producir valor ^ B » T B ^ ^ ^ ^ l E ^ I ^ S ^ ^

oir.Q5 t valores de uso sociales. [F: E. — Y no sólo, en rigor, para otros. E l campesino medieval producía para el señor feudal j d j n g o _ d e l tiifeuto, y para el cura el del diezmo. Pero _nLel_tr jgeudcl- tributo., ni el del diezmo se convertían en mercancías_pprj:i_hecho de ser producidos para otros. Para transformarse en mercancía, el producto

" h a d e transferirse a través denmercamb io a quien se sirve de él como valor de uso.} Por último, ninguna cosa

"bis [f.E. — Nolu a la 4^ edición.— He insertado el lexio enlre paréntesis" porgue su omisión motiva el frecjffjnisimQ^rror de creer que, pan: Marx, C5 mercanci'a_tgria pr^iSteto consiimidn par quien rio~séa"TU"prodllCtor7}"

• Entre llave* en \n présenle edición.

50

puede ser valor si no es un objeto para el uso. Si es inútil, también se ra .inútil el trabajo.contcñirJo c n c U a ; no se cor í tara como trabajo y no constituirá valor alguno.

Dual idad del trabajo representado en las mercancías

E n t in comienzo, la mercancía se nos puso de man i fiesto como algo bifacético, como valor de uso y valor de cambio. Vimos a continuación que ct Üabajo, al estar expresado en el valor, no poseía ya los mismos rasgos caracte-rísticns que lo distinguían como gc?ner£dor de valores de uso. He sido el pr imero en exponer críticamente esa naturaleza bifacética del trabajo contenido en l a mercancía. Como este punto es el eje en torno al cual gira la comprensión de la economía política, hemos de di lucidarlo aquí con más detenimienlo,

^Tomemos.do^jnejrj incías, por ejemplo mía chaqueta jv_10^ varas de lienzo. L a pr imera vah el doble quería' ¿egunda, de moáro"~que~si~TO^aras de" l e r i zo — l a chaqueta = 2 _ V .

La chaqueta es un valor de uso que satisface una necesidad específica. Para producir la , se requiere tieier-

^nj/Jorfo tipo de activíUa^^prodtictiva. Ésta se halla determinada po r ' s i i f inal idad, medó de operar, objeto, meció y resultado. Llamamos, sucintamente, trabajo útil al trabajo cuya ut i l idad se representa así en e¡ valor de uso de su producto, o en que su producto sea un valor de uso. Desde este punto de vista, el trabajo siempre se considera con relación a su efecto útil,

_ j < \ ^ c o i r u D j a j uso cuuiiiativamente dije ceníes s_ son cualitativamente diferentes. los trabajos p o r medio de Io_s_ cuales llegap a existir: el del sastre y el dél_tejedor. Si aqudlas_cosas no fueran valores

"_de ~us o c u a lita t i va me ole diferentes, y par tatito productos _de trabajos u tiles cu allíativamertTe difcren tes] en modo a l guno podría n contraponers_e_ como ñíercáncías. ?jo. sé._cám-biA.una chaqueta por una chaqueta, un valor de uso por el mismo valor de uso.

5 2 10 Marx, op. C&, r>p. Í2. 13 y ss.

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de los yacimientos diamantíferos brasileños todavía no había alcanzado, en 1823, a igualar el precio del producto medio obtenido durante 1S meses en las plantaciones brasileñas de caria o de café, aun cuando representaba mucho más trabajo y por consiguiente más valor. Disponiendo de minas más productivas, la misma cantidad de trabajo_ ,se representaría en más diamantes, y el valor- l ie Jo_£_HUS-mos disminuiría. Y si con poccTTrabajo se lograra transformar carbón en diamantes, éstos podrían llegar a valer menos que ladriHos^En términosi geju3rales:^uantq mayoj^ sea la fuerza product iva del trabajo, tjnntojneñor sera el t iempo de trabajo requerido^ para la producción de un

' áitículOjJanto menor la masa de trabajo cristalizada _eri élT

tanto.menor su valor. A la inversa," cuanta menor sea l a " fuerza productiva del trabajo, lauto mayor será el t iempo de trabajo necesario para la producción de un artículo, tanto mayor su valor. Por ende, i a ^ a g o i U l s l j J e HÉj£* c¡5 una mercancía varia en razón directa a \ñcant¡daaTZút

~~tHEajb~éíectivisado en ef]a z'iwtrsa a j a fuerza productiva de ese trabajo.

Una cosa puede ser valor de uso y no ser valor. Es éste el caso cuando su ut i l idad para el hombre no ha sido mediada por e l trabajo. Ocurre ello con el aire, la tierra virgen, las praderas y bosques naturales, etc. Una_cosa_ puede acr útil, y además producto deMr_ahft.ÍO h_umaijrj«_V

_ J I O . _ser_/íitrcQüzÍQ. Quien, con "su "producto, satisface su_ - propia necesidad, indudablemente crea un valor de uso*

pero no_ Para producir una_mcrcancia,_no * sólo d'ebe producir valor ^ B » T B ^ ^ ^ ^ l E ^ I ^ S ^ ^

oir.Q5 t valores de uso sociales. [F: E. — Y no sólo, en rigor, para otros. E l campesino medieval producía para el señor feudal j d j n g o _ d e l tiifeuto, y para el cura el del diezmo. Pero _nLel_tr jgeudcl- tributo., ni el del diezmo se convertían en mercancías_pprj:i_hecho de ser producidos para otros. Para transformarse en mercancía, el producto

" h a d e transferirse a través denmercamb io a quien se sirve de él como valor de uso.} Por último, ninguna cosa

"bis [f.E. — Nolu a la 4^ edición.— He insertado el lexio enlre paréntesis" porgue su omisión motiva el frecjffjnisimQ^rror de creer que, pan: Marx, C5 mercanci'a_tgria pr^iSteto consiimidn par quien rio~séa"TU"prodllCtor7}"

• Entre llave* en \n présenle edición.

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puede ser valor si no es un objeto para el uso. Si es inútil, también se ra .inútil el trabajo.contcñirJo c n c U a ; no se cor í tara como trabajo y no constituirá valor alguno.

Dual idad del trabajo representado en las mercancías

E n t in comienzo, la mercancía se nos puso de man i fiesto como algo bifacético, como valor de uso y valor de cambio. Vimos a continuación que ct Üabajo, al estar expresado en el valor, no poseía ya los mismos rasgos caracte-rísticns que lo distinguían como gc?ner£dor de valores de uso. He sido el pr imero en exponer críticamente esa naturaleza bifacética del trabajo contenido en l a mercancía. Como este punto es el eje en torno al cual gira la comprensión de la economía política, hemos de di lucidarlo aquí con más detenimienlo,

^Tomemos.do^jnejrj incías, por ejemplo mía chaqueta jv_10^ varas de lienzo. L a pr imera vah el doble quería' ¿egunda, de moáro"~que~si~TO^aras de" l e r i zo — l a chaqueta = 2 _ V .

La chaqueta es un valor de uso que satisface una necesidad específica. Para producir la , se requiere tieier-

^nj/Jorfo tipo de activíUa^^prodtictiva. Ésta se halla determinada po r ' s i i f inal idad, medó de operar, objeto, meció y resultado. Llamamos, sucintamente, trabajo útil al trabajo cuya ut i l idad se representa así en e¡ valor de uso de su producto, o en que su producto sea un valor de uso. Desde este punto de vista, el trabajo siempre se considera con relación a su efecto útil,

_ j < \ ^ c o i r u D j a j uso cuuiiiativamente dije ceníes s_ son cualitativamente diferentes. los trabajos p o r medio de Io_s_ cuales llegap a existir: el del sastre y el dél_tejedor. Si aqudlas_cosas no fueran valores

"_de ~us o c u a lita t i va me ole diferentes, y par tatito productos _de trabajos u tiles cu allíativamertTe difcren tes] en modo a l guno podría n contraponers_e_ como ñíercáncías. ?jo. sé._cám-biA.una chaqueta por una chaqueta, un valor de uso por el mismo valor de uso.

5 2 10 Marx, op. C&, r>p. Í2. 13 y ss.

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A través del cúmulo de_los_divcrsos._valores de uso o cuerpos denlas. mcrcancías^se. pone.de juani f ies to un conjunto de trabajos útiles igualmente disímiles, diferenciados por su t ipo, género, famil ia, especie, variedad^_yna_í//w-siqti social del jrg^g/f?^fcita_ constituye una condjrión para la existencia misma de l a produceióri_dejner^a^ _sí

"bierTTa pióBucción de mercancías no._es, a la -inversa. " condición para la existencia misma de la división social

delTrabajü. E n la comunidad paleuíudiea el trabajo^ está d iv id ido "socialmente, sin que por ello""Tus "productos se n-árísFórrncn en mercancías. O bien, para poner un ejemplo más cercano: en todas las fábricas el trabajo está div idido sistemáticamente, pero esa división no se baila mediada por el hecho de que los obreros intercambien sus productos individuales. Sólo j o s productos de trabajos privados autó- n 0 ° j ^ ^ e d p m c á l m ñ T e " indepemlimtes, se__cnFre_ntan caire

T T c o m o mercancías. "~Sc; ba~v]sto, pues, que el valor de uso de toda mercancía

encierra determinada actividad product iva — o trabajo úli l— orientada a u n f in . Los valores de uso no_pueden enfrentarse como mercancías si no cncierran_en sí trapajos útiles c u a l h a t i y a m e n ^ E n una sociedad cayos producios adoptan en general la forma de mercancía, esto es, en una sociedad de productores de mercancías, esa DIFERENCIA CINILILATIVN ENTRE ton trabajoe úcileE LOE cuales se ejercen independientemente unos de otros, como ocupaciones privadas de productores autónomos— se desenvuelve hasta constituir un sistema mult irncmbre, una división social del irabajo.

A la chaqueta, por lo demás, tanto le da que quien la vista sea el sastre o su cliente. En ambos casos oficia de valor de uso. L a relación entre la chaqueta y el trabajo que la produce tampoco se modifica, en sí y para sí, por el hecho de que la ocupación saslrcril se vuelva profesión especial, miembro autónomo de la división social del trabajo. E l hombre hizo su vestimenta durante milenios, allí donde lo (orzaba a ello la necesidad de vestirse, antes de que nadie llegara a convertirse en sastre. Pero la existencia de la chaqueta, del lienzo, de todo clcjnerjUj_de.. riqueza material que no. sea_. producto espontáneo dé la naturaleza, necesariamente estará mediada_siempre por uña" actividad product iva espec|al Lprientada_a_u_n f i n , la cual~asimila a necesidades particulares de l hñmbrejñatc-_

ríales naturales particulares. Como creedor de valores de uso, como trabajo útil, pues, el trabajo es, indepencien-teniente de todas las formaciones sociales, condición ce la existencia humana, necesidad natural y eterna tic mediar el metabolismo que se da entre el hombre y la naturaleza, y, por consiguiente, de mediar la vida humana.

Los valores de uso —chaqueta , lienzo, etc.^erj. suiua,-los cuerpoj^de7Tas_mpre^ de dos

j?iernentós^ material natural y trabajo. Si se hace abstracción, en su totalidad, d e j o s diversos frabaooTútiles incor-

_porados a la chaqueta, al lienzo, etc., qncdárá^siempré Tin. ^ s t r a t o j n a l e r i a L cuya existencia se dése a la naturaleza y no a l concurso human o. EnT'slTpro^cción^el'f iombre sólo puede proceder como la naturaleza misma, vale decir, cambiando, simplemente, la forma de ¡os materiales.1* Y es más: incluso en ese irabajo de transformación se ve constantemente apoyado por fuerzas naturales. El trabajo. por tanto, f¡o es la fuente única de los miares de uso que

_produce^ de la riqueza material. E l trabaTo^e^er paflre de ésta, como dice W i l l i am Petty, y la tierra, su madre. ^

De la mercancía en cuanto"onjeio para eTusó pasemos ahora al valor de la mercancía.

Supusimos que la chaqueta valía el doble que el lienzo, Pero ésta no es más que una diferencia cuantitativa^ y por el momento no nos interesa. Recordemos, pues, que si una chaqueta vale el doble que 10 varas de lienzo, la magnitud de valor de 2U varas de lienzo será igual a la de una chaqueta. En su calidad^de valores, la chaqueta y el lienzo son cosas cíe igual sustancia, expresiones objetivas de\ mismo tipo de trabajo. Pero e:Ylrabájo del sastre y él

1 3 "Todos los fenómenos del universo, los hayu producido la mano del hombre o las leyes universales tic h física, no dan idea de una creación real, sino únicamente de una modificación de h materia. Jamar y separar son los únicos elementos que encuentra el ingenie humane cuando analiza 1E icen de la reproducción, y tanto esismos ante una reproducción de velar" (yatar de irso, aunque aquí el propio Vcrri. en su polémica con: ra los fisiócntas, no sepa a ciencia eicrla de qué valor esta hablando) "y de riqueza S¡ lu llena, el uiic y el uguu tic Tos campo» se transformim en cereales, como üi, mediante la mano del homhre, la petgnjosa secreción de un insecto se transmuta en terciopelo o bien algunos trochos de metal se organizan para formar un reloj rte repetición." (Píetro Vcrri, Meditriziotii ¿tilín economía política —la edición príncipe es de 1771—, col. "Scrítiori ctessici iialúmí di economía política", cür por Cusiodi, parte moderna, L xv, pp- 21, 22J

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A través del cúmulo de_los_divcrsos._valores de uso o cuerpos denlas. mcrcancías^se. pone.de juani f ies to un conjunto de trabajos útiles igualmente disímiles, diferenciados por su t ipo, género, famil ia, especie, variedad^_yna_í//w-siqti social del jrg^g/f?^fcita_ constituye una condjrión para la existencia misma de l a produceióri_dejner^a^ _sí

"bierTTa pióBucción de mercancías no._es, a la -inversa. " condición para la existencia misma de la división social

delTrabajü. E n la comunidad paleuíudiea el trabajo^ está d iv id ido "socialmente, sin que por ello""Tus "productos se n-árísFórrncn en mercancías. O bien, para poner un ejemplo más cercano: en todas las fábricas el trabajo está div idido sistemáticamente, pero esa división no se baila mediada por el hecho de que los obreros intercambien sus productos individuales. Sólo j o s productos de trabajos privados autó- n 0 ° j ^ ^ e d p m c á l m ñ T e " indepemlimtes, se__cnFre_ntan caire

T T c o m o mercancías. "~Sc; ba~v]sto, pues, que el valor de uso de toda mercancía

encierra determinada actividad product iva — o trabajo úli l— orientada a u n f in . Los valores de uso no_pueden enfrentarse como mercancías si no cncierran_en sí trapajos útiles c u a l h a t i y a m e n ^ E n una sociedad cayos producios adoptan en general la forma de mercancía, esto es, en una sociedad de productores de mercancías, esa DIFERENCIA CINILILATIVN ENTRE ton trabajoe úcileE LOE cuales se ejercen independientemente unos de otros, como ocupaciones privadas de productores autónomos— se desenvuelve hasta constituir un sistema mult irncmbre, una división social del irabajo.

A la chaqueta, por lo demás, tanto le da que quien la vista sea el sastre o su cliente. En ambos casos oficia de valor de uso. L a relación entre la chaqueta y el trabajo que la produce tampoco se modifica, en sí y para sí, por el hecho de que la ocupación saslrcril se vuelva profesión especial, miembro autónomo de la división social del trabajo. E l hombre hizo su vestimenta durante milenios, allí donde lo (orzaba a ello la necesidad de vestirse, antes de que nadie llegara a convertirse en sastre. Pero la existencia de la chaqueta, del lienzo, de todo clcjnerjUj_de.. riqueza material que no. sea_. producto espontáneo dé la naturaleza, necesariamente estará mediada_siempre por uña" actividad product iva espec|al Lprientada_a_u_n f i n , la cual~asimila a necesidades particulares de l hñmbrejñatc-_

ríales naturales particulares. Como creedor de valores de uso, como trabajo útil, pues, el trabajo es, indepencien-teniente de todas las formaciones sociales, condición ce la existencia humana, necesidad natural y eterna tic mediar el metabolismo que se da entre el hombre y la naturaleza, y, por consiguiente, de mediar la vida humana.

Los valores de uso —chaqueta , lienzo, etc.^erj. suiua,-los cuerpoj^de7Tas_mpre^ de dos

j?iernentós^ material natural y trabajo. Si se hace abstracción, en su totalidad, d e j o s diversos frabaooTútiles incor-

_porados a la chaqueta, al lienzo, etc., qncdárá^siempré Tin. ^ s t r a t o j n a l e r i a L cuya existencia se dése a la naturaleza y no a l concurso human o. EnT'slTpro^cción^el'f iombre sólo puede proceder como la naturaleza misma, vale decir, cambiando, simplemente, la forma de ¡os materiales.1* Y es más: incluso en ese irabajo de transformación se ve constantemente apoyado por fuerzas naturales. El trabajo. por tanto, f¡o es la fuente única de los miares de uso que

_produce^ de la riqueza material. E l trabaTo^e^er paflre de ésta, como dice W i l l i am Petty, y la tierra, su madre. ^

De la mercancía en cuanto"onjeio para eTusó pasemos ahora al valor de la mercancía.

Supusimos que la chaqueta valía el doble que el lienzo, Pero ésta no es más que una diferencia cuantitativa^ y por el momento no nos interesa. Recordemos, pues, que si una chaqueta vale el doble que 10 varas de lienzo, la magnitud de valor de 2U varas de lienzo será igual a la de una chaqueta. En su calidad^de valores, la chaqueta y el lienzo son cosas cíe igual sustancia, expresiones objetivas de\ mismo tipo de trabajo. Pero e:Ylrabájo del sastre y él

1 3 "Todos los fenómenos del universo, los hayu producido la mano del hombre o las leyes universales tic h física, no dan idea de una creación real, sino únicamente de una modificación de h materia. Jamar y separar son los únicos elementos que encuentra el ingenie humane cuando analiza 1E icen de la reproducción, y tanto esismos ante una reproducción de velar" (yatar de irso, aunque aquí el propio Vcrri. en su polémica con: ra los fisiócntas, no sepa a ciencia eicrla de qué valor esta hablando) "y de riqueza S¡ lu llena, el uiic y el uguu tic Tos campo» se transformim en cereales, como üi, mediante la mano del homhre, la petgnjosa secreción de un insecto se transmuta en terciopelo o bien algunos trochos de metal se organizan para formar un reloj rte repetición." (Píetro Vcrri, Meditriziotii ¿tilín economía política —la edición príncipe es de 1771—, col. "Scrítiori ctessici iialúmí di economía política", cür por Cusiodi, parte moderna, L xv, pp- 21, 22J

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del tejedor difieren cualitativamente. Existen condiciones sociales, n o obstante, en qce el mismo hombre trabaja alternativamente de sastre y de tejedor: en ellas estos dos modos diferentes" de trabajo, pues, na sen más que modificaciones del trabajo que efectúa el misma individuo; no han llegado a ser funciones especiales, fijas, de individuos diferentes, del mismo modo, exactamente, que la chaqueta que nuestro sastre confecciona hoy y los pantalones que hará mañana sólo suponen variedades del mismo trabajo indiv idual . Una^ simple m i r a d a nos-revele, además, que en nuestra sociedad capitalista, y con arreglo a ln orienEaciofi"

^ar íable^ue muesTra la demanda de t r a b a j o , J O T A porción dada de trabajo humano se ofrece alternativamente en forma ¿le trabaje de sastrería o"cómo "trabajo text i l . Este cambio de forma del trabajo posiblemente no se efectúe Sin que se produzcan fricciones, pero se opera necesariamente. Si se prescinde del carácter determinado d e j a aetivj--dad product iva y por ' tanto del carácter útil del trabajo, lo que subsiste de éste es el ser un gasto de fuerza de_tra~ bajo humana. Aunque actividades productivas cualUajiva-niente diferentes, el trabajo del sastre y el del tejedor_^on ambos gasto productivo del cerebro, músculo, nervio, mano, etc., humanos^ y en cate sentido uno y_otrojsonj?¿í-hajo humano. Son nada más que dos formas distintas de gastar la Fuerza humana df* trabajo. pr*ékó, por rt^rín. que la fuerza de trabajo humana, para que se ¡a gaste de esta o aquella forma, haya alcanzado un mayor o menor desarrollo. Pero el valor de la mercancía representa

_trabajo humano, p n m y gjmpjk^ gasto J e trapujo hiuñano en general. Así come en la sociedad burguesa u n general o~~un" banquero desempeñan un papel preeminente, y el hombre sin más ni más un papel muy deslucido, 3 1 otro tanto ocurre aquí con el trabajo humano. Este es gasto de la fuerza de trabajo simple que, término medio, todo hombre común, sin necesidad de un desarrollo especial, posee en su organismo corporal-J^j^irácter deMi^ba jo^ medio simplevaría, po re j e r t o , BegunJos üjverscig"países _y, Cppcas culturalcs, pero está dcdo_para una sociedad déter¬

-minada. Se considera que el_trabajo_más. complejo..es jgúat^ sólo a irabajo simple potenciado o más bien mult ipl icado,

" Cfr, Hegel. Philosophtt dts Rechts, Berlín, 1840, fi 190, página 250.

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de suerte quc_ una pequeñ a cantidad de trabajo complejo equivale a una rgntjoTarJjjriavor"cc'tFábaio simple. L a experiencia muestra que constantemente sVópra esa reducción. Por más que una mercancía sea el producto del trabajo más complejo su valor la equipara a! producto del trabajo simple y, por consiguiente, no representa más que determinada cantidad de trabajo s imple . 1 ' Las diversas proporciones en que los distintos tipos de trabajo son reducidos al trabajo simple como a su unidad de medida, se establecen a través de un proceso social que se desenvuelve a espaldas de los productores, y que por eso a éstos les parece resultado de la tradición. Para simplif icar, en lo sucesivo consideraremos directamente teda clase de fuerza de trabajo como fuerza de trabajo simple, no ahorrándonos con ello más que la molestia de la reducción.

Por consiguiente, así como en los valores chaqueta y lienzo se hace abstracción de \a diferencia entre sus valores de usot otro tanto ocurre, en el caso de los trabajos que están representados en esos valores, con ia diferencia entre las formas útiles de esos trabajos: el cel sastre y el del tejedor. Así como los valores de uso chaqueta y lienzo son combinaciones de actividades productivas orientadas a un fin que se efectúan con paño e hilado, y en cambio los va lores chaqueta y lienzo sólo son mera gelatina homogénea de ímbajíi, Uimtiión los trabajos mnfrniHos; en dichos valores no tienen validez por su relación productiva con el paño y el hilado sino sólo como gastos de fuerza humana de trabajo. E l trabajo sastreril y el text i l son elementos const i tut ivos de los valores de uso chaqueta y lienzo merced precisamente a sus cualidades diferentes; son sustancia del valor chaqueta y del valor lienzo sólo en tanto se hace abstracción de su cualidad específica, en tanto ambos poseen la misma cualidad, la de trebafo humano.

La ehaqueta__y_el lienzo, empero, nc_s^ri^_ólo y_alore$ en general\ sjno valores de una magnitud determinada., y con arreglo a nuestra hipótesis" IcTclTaqteta-vaÍía~"eT doble que 10 varas de lienzo. ¿A qué se debe tal disparidad

1 5 Ha de advertir el lector que aquí no se trata del saiaño rt vator que percibe el obrero por una jornada laboral, sino del lYiíor de ln mercancía en que su ¡ornada laborul se objetiva. En la presente fase de nuestra exposición, la cateijurin del salario aún rio existe, en modo alguno.

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del tejedor difieren cualitativamente. Existen condiciones sociales, n o obstante, en qce el mismo hombre trabaja alternativamente de sastre y de tejedor: en ellas estos dos modos diferentes" de trabajo, pues, na sen más que modificaciones del trabajo que efectúa el misma individuo; no han llegado a ser funciones especiales, fijas, de individuos diferentes, del mismo modo, exactamente, que la chaqueta que nuestro sastre confecciona hoy y los pantalones que hará mañana sólo suponen variedades del mismo trabajo indiv idual . Una^ simple m i r a d a nos-revele, además, que en nuestra sociedad capitalista, y con arreglo a ln orienEaciofi"

^ar íable^ue muesTra la demanda de t r a b a j o , J O T A porción dada de trabajo humano se ofrece alternativamente en forma ¿le trabaje de sastrería o"cómo "trabajo text i l . Este cambio de forma del trabajo posiblemente no se efectúe Sin que se produzcan fricciones, pero se opera necesariamente. Si se prescinde del carácter determinado d e j a aetivj--dad product iva y por ' tanto del carácter útil del trabajo, lo que subsiste de éste es el ser un gasto de fuerza de_tra~ bajo humana. Aunque actividades productivas cualUajiva-niente diferentes, el trabajo del sastre y el del tejedor_^on ambos gasto productivo del cerebro, músculo, nervio, mano, etc., humanos^ y en cate sentido uno y_otrojsonj?¿í-hajo humano. Son nada más que dos formas distintas de gastar la Fuerza humana df* trabajo. pr*ékó, por rt^rín. que la fuerza de trabajo humana, para que se ¡a gaste de esta o aquella forma, haya alcanzado un mayor o menor desarrollo. Pero el valor de la mercancía representa

_trabajo humano, p n m y gjmpjk^ gasto J e trapujo hiuñano en general. Así come en la sociedad burguesa u n general o~~un" banquero desempeñan un papel preeminente, y el hombre sin más ni más un papel muy deslucido, 3 1 otro tanto ocurre aquí con el trabajo humano. Este es gasto de la fuerza de trabajo simple que, término medio, todo hombre común, sin necesidad de un desarrollo especial, posee en su organismo corporal-J^j^irácter deMi^ba jo^ medio simplevaría, po re j e r t o , BegunJos üjverscig"países _y, Cppcas culturalcs, pero está dcdo_para una sociedad déter¬

-minada. Se considera que el_trabajo_más. complejo..es jgúat^ sólo a irabajo simple potenciado o más bien mult ipl icado,

" Cfr, Hegel. Philosophtt dts Rechts, Berlín, 1840, fi 190, página 250.

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de suerte quc_ una pequeñ a cantidad de trabajo complejo equivale a una rgntjoTarJjjriavor"cc'tFábaio simple. L a experiencia muestra que constantemente sVópra esa reducción. Por más que una mercancía sea el producto del trabajo más complejo su valor la equipara a! producto del trabajo simple y, por consiguiente, no representa más que determinada cantidad de trabajo s imple . 1 ' Las diversas proporciones en que los distintos tipos de trabajo son reducidos al trabajo simple como a su unidad de medida, se establecen a través de un proceso social que se desenvuelve a espaldas de los productores, y que por eso a éstos les parece resultado de la tradición. Para simplif icar, en lo sucesivo consideraremos directamente teda clase de fuerza de trabajo como fuerza de trabajo simple, no ahorrándonos con ello más que la molestia de la reducción.

Por consiguiente, así como en los valores chaqueta y lienzo se hace abstracción de \a diferencia entre sus valores de usot otro tanto ocurre, en el caso de los trabajos que están representados en esos valores, con ia diferencia entre las formas útiles de esos trabajos: el cel sastre y el del tejedor. Así como los valores de uso chaqueta y lienzo son combinaciones de actividades productivas orientadas a un fin que se efectúan con paño e hilado, y en cambio los va lores chaqueta y lienzo sólo son mera gelatina homogénea de ímbajíi, Uimtiión los trabajos mnfrniHos; en dichos valores no tienen validez por su relación productiva con el paño y el hilado sino sólo como gastos de fuerza humana de trabajo. E l trabajo sastreril y el text i l son elementos const i tut ivos de los valores de uso chaqueta y lienzo merced precisamente a sus cualidades diferentes; son sustancia del valor chaqueta y del valor lienzo sólo en tanto se hace abstracción de su cualidad específica, en tanto ambos poseen la misma cualidad, la de trebafo humano.

La ehaqueta__y_el lienzo, empero, nc_s^ri^_ólo y_alore$ en general\ sjno valores de una magnitud determinada., y con arreglo a nuestra hipótesis" IcTclTaqteta-vaÍía~"eT doble que 10 varas de lienzo. ¿A qué se debe tal disparidad

1 5 Ha de advertir el lector que aquí no se trata del saiaño rt vator que percibe el obrero por una jornada laboral, sino del lYiíor de ln mercancía en que su ¡ornada laborul se objetiva. En la presente fase de nuestra exposición, la cateijurin del salario aún rio existe, en modo alguno.

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entre sus magnitudes de valor1} A l hecho de que el lienzo sólo contiene la mitad de trabajo que la chaqueta, de tal manera que para la producción de la última será necesario gastar fuerza de trabajo durante el doble de tiempo que para Ja producción del pr imero.

Por ello, sí e j i_Jo--que-se-reñcrc""arraÍDr^e^í j0-e^ trabaj o^ con tenido _cn_ la_ mercancía sólo cuenta cualitativa mente^ en_.lo. que tiene que_ ver cpn la magnitud de valor, cuenta sólo cuantitativamente, una vez que. es_eJtr_afiajo_je__

T_aS í~reü^ trabajo humano_sin mas cualidad ojje.ésa,. Allí, se trataba clWcómo^úérqué úef

i f a b a j ó ; aqui del cuánto, de su duración. Como la magnitud de valor de una mercancía sólo representa la cantidad del trabajo en ella contenida, las mercancías, en cierta proporción, serán siempre, necesariamente, valores iguales.

Si se mantiene inalterada la fuerza productiva de todos los trabajos útiles requeridos para la producción, digamos, de una chaqueta, la magnitud de valor de las chaquetas aumentará en razón de su canl idad. Si una chaqueta representa x días de trabajo, 2 chaquetas representarán 2 x, etc. Pero supongamos que el trabajo necesario para la producción de una chaqueta se dupl ica, o bien que disminuye a la mi tad . En el pr imero de los casos una chaqueta valdrá tanto como antes dos; en el segundo, tíos de esas prendas sólo valdrán lo que antes una, por más que en ambos casos la chaqueta preste los mismos servicios que antes y el trabajo útil contenido en ella sea también ejecutado como siempre. Pero se ha alterado la cantidad de trabajo empleada para producir lo .

En sí y para sí, ^ m a _ c ^ t j d a ^ constituÍrá__una x ^ u e 2 ^ mater ia l mayor; dos chaquetas, más nqu£ja. que una. Con dos chaquetas puelJe^vissIírse a dos hombres, mientras que con una sólo a uno, etc. ]No_-

_obstante, a la masa creciente de la riqueza mate i ja lpue^e corresponder una reducción simultánea de si l ttiagjutjm de valor' fisfíT'n^imiéñtb ántitético_4e_riva del carácter uifacético Q^^rabajo. L a fuerza productiva, naturalmente,

~es~íempre fuerza product iva de trabajo útil, concreto, y de hecho sólo determina, en un espacio dado de tiempo, el grado de eficacia de una actividad productiva orientada a un f in . Por consiguiente, es en razón directa al aumento o reducción de su-fuerzá^ p r c ^ trabajo útil deviene ^fu"eñie product iva más abundante o

56

_e_£igua , Por el contrario, en sí y para sí, un cambio en la fuerza productiva del trabajo en nada afecta el trabajo representado en el valor. Como la fuerza product iva del trabajo es algo que corresponde a la forma útil adoptada concretamente por el trabajo, es natura l que, no bien hacemos abstracción de dicha forma útil concreta, aquélla ya no pueda ejercer inf lujo alguno sobre el trabajo. E l mismo trabajo, pues, por raás_q|ue cambie la fuerza product iva, rinde^siempre la misma magnitud de va!ó'r^GTr\ós mismos espacios'dr~tíe~tn^d'. T e r o jSTgT mismo^sspacuY~dé tiempo

^ D i m n i s t f l r ^ ^ando~~a1Imenta l a fuerza product iva, y minos cuando dismiríliyerEs asi como el r3smo cambió -que tiene Jugar

~en"liTfuerza" prodücüya^j por obra deTcüál él traBajo se 'vuelve más "fecundo, K a c S i d o ^ cride, l a masa dé los valores. de_ uso proporcionados por éste, reduce

^nñagriififd de valor de esajpasa total acrecentada,^\émpi£ que-Tibrevie"la suma del tiempo de trabajo necesario para

~la producción desdicha másar^Y" "viceversa. Tóao~ trabajó es, por un lado, gasto de fuerza humana

de trabajo en un sentido fisiológico, y es en esta condición de trabajo humano igual, o de trabajo abstractamente humano, como constituye el valor de la mercancía. Todo trabajo, por otra parte, es gssto de fuerza humana de t ra-hajo en nníi forma particular y orientada a un f in . y en esta condición de trabajo útil concreto produce valores de uso," 1

Ñola a la 2^ edición.— Para demostrar "que sólo el trabajo [. . .1 es fu medida definitiva y real con arreglo n ¡a cual en Lodos los tiempos puede estimarse y compararse el vülor de todas las mercancías", dice Adam Srmth: '"Cantidades iguales de trabajo en todo tiempo y lugar han de tener el mismo valor para el trabajador. En su estado normal de salud, fuerza y dinamismo, y con el grado media de desireza que posea, el Iratajador debe siempre renunciar a La misma porción de su descanso, libertad y Felicidad". {Wetihh of Nntitms, fih. t. cap. v ted. por E. G. Wakefíetd, Londres, 183G, vol. i T pp. 104-1051) De una parte, Adam Smith confunde aqui [no en todos lo¡. casos) la Ueierm ir ación del valor por la cantidad de trabajo gastada en 1Í¡ producción de la mercancía, con la determinación de los valores mercantiles poi el valor del trabajo, y por eso procura demostrar que cantidades iguales de trabajo tienen siempre el mismo valor. De otra parte, entreve que el trabajo, en la medida en que se représenla en el valor de las mercancías, fiólo cuenta como gasto de fuerza de trabajo, pero sólo concibe cae gas¿o como sacrificio del descanso, 1» libertad y la felicidad, no como actividad normal de la vida. Sin duda, Eiene en visín aquí al asalariado moderno. Mucho más certero es eí

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entre sus magnitudes de valor1} A l hecho de que el lienzo sólo contiene la mitad de trabajo que la chaqueta, de tal manera que para la producción de la última será necesario gastar fuerza de trabajo durante el doble de tiempo que para Ja producción del pr imero.

Por ello, sí e j i_Jo--que-se-reñcrc""arraÍDr^e^í j0-e^ trabaj o^ con tenido _cn_ la_ mercancía sólo cuenta cualitativa mente^ en_.lo. que tiene que_ ver cpn la magnitud de valor, cuenta sólo cuantitativamente, una vez que. es_eJtr_afiajo_je__

T_aS í~reü^ trabajo humano_sin mas cualidad ojje.ésa,. Allí, se trataba clWcómo^úérqué úef

i f a b a j ó ; aqui del cuánto, de su duración. Como la magnitud de valor de una mercancía sólo representa la cantidad del trabajo en ella contenida, las mercancías, en cierta proporción, serán siempre, necesariamente, valores iguales.

Si se mantiene inalterada la fuerza productiva de todos los trabajos útiles requeridos para la producción, digamos, de una chaqueta, la magnitud de valor de las chaquetas aumentará en razón de su canl idad. Si una chaqueta representa x días de trabajo, 2 chaquetas representarán 2 x, etc. Pero supongamos que el trabajo necesario para la producción de una chaqueta se dupl ica, o bien que disminuye a la mi tad . En el pr imero de los casos una chaqueta valdrá tanto como antes dos; en el segundo, tíos de esas prendas sólo valdrán lo que antes una, por más que en ambos casos la chaqueta preste los mismos servicios que antes y el trabajo útil contenido en ella sea también ejecutado como siempre. Pero se ha alterado la cantidad de trabajo empleada para producir lo .

En sí y para sí, ^ m a _ c ^ t j d a ^ constituÍrá__una x ^ u e 2 ^ mater ia l mayor; dos chaquetas, más nqu£ja. que una. Con dos chaquetas puelJe^vissIírse a dos hombres, mientras que con una sólo a uno, etc. ]No_-

_obstante, a la masa creciente de la riqueza mate i ja lpue^e corresponder una reducción simultánea de si l ttiagjutjm de valor' fisfíT'n^imiéñtb ántitético_4e_riva del carácter uifacético Q^^rabajo. L a fuerza productiva, naturalmente,

~es~íempre fuerza product iva de trabajo útil, concreto, y de hecho sólo determina, en un espacio dado de tiempo, el grado de eficacia de una actividad productiva orientada a un f in . Por consiguiente, es en razón directa al aumento o reducción de su-fuerzá^ p r c ^ trabajo útil deviene ^fu"eñie product iva más abundante o

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_e_£igua , Por el contrario, en sí y para sí, un cambio en la fuerza productiva del trabajo en nada afecta el trabajo representado en el valor. Como la fuerza product iva del trabajo es algo que corresponde a la forma útil adoptada concretamente por el trabajo, es natura l que, no bien hacemos abstracción de dicha forma útil concreta, aquélla ya no pueda ejercer inf lujo alguno sobre el trabajo. E l mismo trabajo, pues, por raás_q|ue cambie la fuerza product iva, rinde^siempre la misma magnitud de va!ó'r^GTr\ós mismos espacios'dr~tíe~tn^d'. T e r o jSTgT mismo^sspacuY~dé tiempo

^ D i m n i s t f l r ^ ^ando~~a1Imenta l a fuerza product iva, y minos cuando dismiríliyerEs asi como el r3smo cambió -que tiene Jugar

~en"liTfuerza" prodücüya^j por obra deTcüál él traBajo se 'vuelve más "fecundo, K a c S i d o ^ cride, l a masa dé los valores. de_ uso proporcionados por éste, reduce

^nñagriififd de valor de esajpasa total acrecentada,^\émpi£ que-Tibrevie"la suma del tiempo de trabajo necesario para

~la producción desdicha másar^Y" "viceversa. Tóao~ trabajó es, por un lado, gasto de fuerza humana

de trabajo en un sentido fisiológico, y es en esta condición de trabajo humano igual, o de trabajo abstractamente humano, como constituye el valor de la mercancía. Todo trabajo, por otra parte, es gssto de fuerza humana de t ra-hajo en nníi forma particular y orientada a un f in . y en esta condición de trabajo útil concreto produce valores de uso," 1

Ñola a la 2^ edición.— Para demostrar "que sólo el trabajo [. . .1 es fu medida definitiva y real con arreglo n ¡a cual en Lodos los tiempos puede estimarse y compararse el vülor de todas las mercancías", dice Adam Srmth: '"Cantidades iguales de trabajo en todo tiempo y lugar han de tener el mismo valor para el trabajador. En su estado normal de salud, fuerza y dinamismo, y con el grado media de desireza que posea, el Iratajador debe siempre renunciar a La misma porción de su descanso, libertad y Felicidad". {Wetihh of Nntitms, fih. t. cap. v ted. por E. G. Wakefíetd, Londres, 183G, vol. i T pp. 104-1051) De una parte, Adam Smith confunde aqui [no en todos lo¡. casos) la Ueierm ir ación del valor por la cantidad de trabajo gastada en 1Í¡ producción de la mercancía, con la determinación de los valores mercantiles poi el valor del trabajo, y por eso procura demostrar que cantidades iguales de trabajo tienen siempre el mismo valor. De otra parte, entreve que el trabajo, en la medida en que se représenla en el valor de las mercancías, fiólo cuenta como gasto de fuerza de trabajo, pero sólo concibe cae gas¿o como sacrificio del descanso, 1» libertad y la felicidad, no como actividad normal de la vida. Sin duda, Eiene en visín aquí al asalariado moderno. Mucho más certero es eí

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3. L a forma de valor o el vuior de cambio

Las mercancías vienen al mundo revistiendo la forma dc_valores_de.u5o_o cuerpos de "mercancías: hierro, lienzo. Lrigo, etc. Es ésta su prosaica forma natural . Sin embargo, sólo son mercancías deb ído j^s jJ^

"Tos de 'uso y,~s1aiültanearneiUet portadoras de valor. Sólo "^"prdrenlñn^órño mercancías, por ende, o sólo poseen la

f n r r m de mercancías, en la medida en que tienen una forma doble: la forma natural y Ja forma de va l o r

La objetividad de las mercancías en cuanto valores se djz'erencia de mistress Quicfcly en que no se sabe por dónde agarrarla,!* '* F*n contradicción directa con la objetividad sensorialmente grosera de] cuerpo de las mercancías, ni un_solo átomo de sustancia natural formo parte de su objetividad en cuanto valores. De "ahí que^óí~m¡1S que se dé vuelta y se manipule una mercancía cualquiera, resultará inasequible en cuanto cosa que es valor, Si_r£Cor-damos, empero, que las mercancías sólo poseen objedyi-dad como valores en la medida en que_^nexprcsióncs de la misma unidad social, del Lrabajo humano; que objetividad en cuanto valores, por tamó7"c"s~TÍT~naluraleza puramente social, se comprenderá de suyo T á^ñTislrro^iic dicha objetividad como valores sólo puede po^rse^jQVnía-nil iesio en la relación social ¿ñire diversas mercancías. Habíamos partido, en realidad, del valor de cambio o de la relación de intercambio enirc las mercancías, para descubrir el valor de las mismas, oculto en esa relación. Es

unónimo precursor de Adiim Smilh rilado en la nota 9, cuando dice: "Un hombre s? h i ocupado dorante una semana en producir este artículo necesario.. - y quien le dé a cambio de ¿J algún •tro O J j e t o , no podrá efectuar mejor evaluación de lo que es su equivalente adecuado» que calculando qué le cuesta a el exactamente el mismo tülroni- [trabajo] y tiempo; lo cual, en realidad, no es ilno el cambio mure el lubow que un hombre empleo en nua cos;i durante determinado liempo. y d transijo instado en otra casa, por otro fiambre, durante el misino [lempo". {Same TIIGIIJ>1¡TK .. . ,

página ÍSJ (F.ZT- — Aereado a la 4!.1 edición.— La lengua inglesn liene

la *cnuija de poseer dos palabras distintas para esos Jos diferentes aspectos del trabajo. El trabajo qae crea valores de uso y que está determinado cimlitaiivarciemc 5B denomina ivofA. por oposictói a labour; d que crea valor, y al que sólo se mice cuantitativamente, es fobattr, por oposición a work. Véase nota a Ja traducción inglesa, página 14.)

58

menester, ahora, que volvamos a esa forma en que se manifiesta el valor.

N o hay quien na ^epa, aunque su conocimiento se reduzca a eso, que las mercancías poseen una forma común de valor quc~cQntrasia~dé manera, superlativa, con ¡as apizarradas formasen atúrales propias; de aua _ v ^ r g T ? e ^ s o :

"la~Torma dc~rlíncro. Pc~lo"c|tic aquí se^a ta^ sin embargó, es ^ie llevar a cabo un a tarea que la economía burguesa

^ m i i j u i e j a intentó, a saber, la d e d ijuc id a r jagén es i s de_esa forma dinerada, siguiendo, para ello, el desarrollo de la

" expresión del valor contenida en la reIacarí^ e^Tfl c^cxis= lenle entre las mercancia_s: désele su rorrná mas simple y opaca hasta la deslumbrante Corma de dinero. Con lo cual, al mismo tiempo, el enigma del dinero se desvanece.

La más simple relación de valor es, obviamente, la que existe entre una mercancía^)' otra mercancía determinada

~de~especie diferente, sea cual fuere. L a relación jle'valor entre dos mercancías, pues, proporciona la expresión más sitnfrfeTteTvalor de una mercancía.

A. FORMA SIMPLE O SINGULAR DE VALOR 3

x mercancía A = y uieiuiutía B, O bien; " J T mercancía A vale y mercancía B

[20 varas de lienzo = 1 chaqueta» o bien: 20 varas de Itanzo valen 1 chaqueta)

1. LD5 1)05 POLOS DÉ LA EXPRESIÓN 2 E L VALOH: FORMA RELATIVA t*V- VM,ÓFT V FORMA PE EQIT1V*LP.NTT_

E l secreto de toda forma de_yalor yace oculto bajo ^ ^ J ^ ^ ^ ^ ^ M ^ ^ Es su "análisis, pues, al que presenta I T v e r d a d e r a di f icultad,

Las dos mercancías heterogéneas A y B, en nuestro ejemplo el lienzo y la chaqueta, desenipenan aquí, obviamente, dosp^ieJes_jliiiTcntes. ETUeozo expresa stt_VQlor en la chaoüeJ¿la~chaqaeia hace las veces de material para

• En la Yf y 4 a ediciones; "Forma simple, sinpular o continúenle de valor' .

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3. L a forma de valor o el vuior de cambio

Las mercancías vienen al mundo revistiendo la forma dc_valores_de.u5o_o cuerpos de "mercancías: hierro, lienzo. Lrigo, etc. Es ésta su prosaica forma natural . Sin embargo, sólo son mercancías deb ído j^s jJ^

"Tos de 'uso y,~s1aiültanearneiUet portadoras de valor. Sólo "^"prdrenlñn^órño mercancías, por ende, o sólo poseen la

f n r r m de mercancías, en la medida en que tienen una forma doble: la forma natural y Ja forma de va l o r

La objetividad de las mercancías en cuanto valores se djz'erencia de mistress Quicfcly en que no se sabe por dónde agarrarla,!* '* F*n contradicción directa con la objetividad sensorialmente grosera de] cuerpo de las mercancías, ni un_solo átomo de sustancia natural formo parte de su objetividad en cuanto valores. De "ahí que^óí~m¡1S que se dé vuelta y se manipule una mercancía cualquiera, resultará inasequible en cuanto cosa que es valor, Si_r£Cor-damos, empero, que las mercancías sólo poseen objedyi-dad como valores en la medida en que_^nexprcsióncs de la misma unidad social, del Lrabajo humano; que objetividad en cuanto valores, por tamó7"c"s~TÍT~naluraleza puramente social, se comprenderá de suyo T á^ñTislrro^iic dicha objetividad como valores sólo puede po^rse^jQVnía-nil iesio en la relación social ¿ñire diversas mercancías. Habíamos partido, en realidad, del valor de cambio o de la relación de intercambio enirc las mercancías, para descubrir el valor de las mismas, oculto en esa relación. Es

unónimo precursor de Adiim Smilh rilado en la nota 9, cuando dice: "Un hombre s? h i ocupado dorante una semana en producir este artículo necesario.. - y quien le dé a cambio de ¿J algún •tro O J j e t o , no podrá efectuar mejor evaluación de lo que es su equivalente adecuado» que calculando qué le cuesta a el exactamente el mismo tülroni- [trabajo] y tiempo; lo cual, en realidad, no es ilno el cambio mure el lubow que un hombre empleo en nua cos;i durante determinado liempo. y d transijo instado en otra casa, por otro fiambre, durante el misino [lempo". {Same TIIGIIJ>1¡TK .. . ,

página ÍSJ (F.ZT- — Aereado a la 4!.1 edición.— La lengua inglesn liene

la *cnuija de poseer dos palabras distintas para esos Jos diferentes aspectos del trabajo. El trabajo qae crea valores de uso y que está determinado cimlitaiivarciemc 5B denomina ivofA. por oposictói a labour; d que crea valor, y al que sólo se mice cuantitativamente, es fobattr, por oposición a work. Véase nota a Ja traducción inglesa, página 14.)

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menester, ahora, que volvamos a esa forma en que se manifiesta el valor.

N o hay quien na ^epa, aunque su conocimiento se reduzca a eso, que las mercancías poseen una forma común de valor quc~cQntrasia~dé manera, superlativa, con ¡as apizarradas formasen atúrales propias; de aua _ v ^ r g T ? e ^ s o :

"la~Torma dc~rlíncro. Pc~lo"c|tic aquí se^a ta^ sin embargó, es ^ie llevar a cabo un a tarea que la economía burguesa

^ m i i j u i e j a intentó, a saber, la d e d ijuc id a r jagén es i s de_esa forma dinerada, siguiendo, para ello, el desarrollo de la

" expresión del valor contenida en la reIacarí^ e^Tfl c^cxis= lenle entre las mercancia_s: désele su rorrná mas simple y opaca hasta la deslumbrante Corma de dinero. Con lo cual, al mismo tiempo, el enigma del dinero se desvanece.

La más simple relación de valor es, obviamente, la que existe entre una mercancía^)' otra mercancía determinada

~de~especie diferente, sea cual fuere. L a relación jle'valor entre dos mercancías, pues, proporciona la expresión más sitnfrfeTteTvalor de una mercancía.

A. FORMA SIMPLE O SINGULAR DE VALOR 3

x mercancía A = y uieiuiutía B, O bien; " J T mercancía A vale y mercancía B

[20 varas de lienzo = 1 chaqueta» o bien: 20 varas de Itanzo valen 1 chaqueta)

1. LD5 1)05 POLOS DÉ LA EXPRESIÓN 2 E L VALOH: FORMA RELATIVA t*V- VM,ÓFT V FORMA PE EQIT1V*LP.NTT_

E l secreto de toda forma de_yalor yace oculto bajo ^ ^ J ^ ^ ^ ^ ^ M ^ ^ Es su "análisis, pues, al que presenta I T v e r d a d e r a di f icultad,

Las dos mercancías heterogéneas A y B, en nuestro ejemplo el lienzo y la chaqueta, desenipenan aquí, obviamente, dosp^ieJes_jliiiTcntes. ETUeozo expresa stt_VQlor en la chaoüeJ¿la~chaqaeia hace las veces de material para

• En la Yf y 4 a ediciones; "Forma simple, sinpular o continúenle de valor' .

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dicha expresión del valor. A la primera mere a neja le cor r e s p o n d e , un _ p a p e l ^ c í ^ Ja segunda, uno paslvoT^El

valor de j.a pr imera m e r c a n c u i q u ^ ^ ¿onio valor reíctivQ^ji sea, reviste una "forma relativa de valor.

_ L a j e g u n d a _ ^ est ires, adopta una fonna_de ^Jí^ajenje,

L a f o m i w ^ a j i v a ^ c l e valor j - . l a forma de ccmivalcnte ¿3™Aspectos interconectados e inseparables, que se^onaT

cionari de manera. rectproca J ~pero constituyen a la" vez extremos excluyetites o contrapuestos, estojis^ j?ólós~a*¿rta~

. misma expresiónjíe valor; se reparten siempre entre las distintas mercancías que la expresión del valor pone en ín-terrelación. N o me es posible, por ejemplo, expresar en lienzo el valor del lienzo. 20 varas de lienzo ~ 20 varas de lienzo no constituye expresión alguna de valor. L a igualdad, por el contrario, dice más bien: 20 varas de lienzo no son otra cosa que 20 varas de lienzo, que una cantidad determinada de ese objeto para el uso que es el lienzo. E í _

_ v g f o r _ d c | lienzo, como vemos,_sólo se puede expresar relativamente, es decir, en otra mercañcTa^^Tontía relativa de valor del lienzo supone, p u c s ^ u c otra mercancía cualquiera se~le contraponga Bajo la forma de^wvblenTe'.

j ^ o r l o deiñas, esa otra maxanc\a'c\u£ hace'las veccs'~a'_e equivalente, no.puede revestir al mismo tiempo la forma relativa de valor. EUa no expresa_Jt/_propio valor. Se reduce a proporcionar ~el material pata la expresión del valor de otra mercancía.

Sin duda, la expresión 20 varas de lienzo = / chaqueta, o 20 varas' ~dé lienzo ^míen^l^lmqjtera^\mrA\c¿ relación inversa; / chaquetci_=J£jQ^var£s_.dc^lienzo, o / chaqueta vale 20 varas de lienzo, Pero l o cierto es que para expresar en términos relativos é[ valor de la chaqueta debo invertir l a ecuación, y a l hacerlo es. ef Tieñzb, cr fvez de la chaqueta, el que pasa a ser el -equivalente. Por ftimoT la misma mercancía no puede, en la misma expresion~tíel valor, presentarse simultáneamente bajo ambas formas. Éstas, por éí contrario, se excluyen entre s f3e manera polar,

£1 que una mercancía adopte la forma relativa de valor o la forma contrapuesta, la de equivalente, depende de manera exclusiva de la posición que en ese momento ocupe en la expresión del valor, esto es, de que sea la mercancía cuyo valor se expresa o bien, en cambio, la mercancía en la que se expresa el valor.

60

2- L.A FORMA RELATIVA DE V\LDH

a) Contenido de la forma rduLiva de valur

Para averiguar de qué manera la expresión simple del valoTl fe una mercancía se ene t e r r e e n la^relación dg_ v aloY"

~~entre~doslñercancíagr¿s^ieees ario, en un pr inc ip io , consi-" l lefar 'ésT relación con tojaj jrescindencia_de__sj i aspecto ""cuahÜta'fivoTTor regla gejieral_se_procede precisamente,a na^nversá, -vienclose ~en la relación de valor tan sólo la^

prupurctón^n que_>e^eguiparjjrje^mmatira^Colntic3nejes %c~3os^clase5 distintas de mercancías. Se JJgsa por alto, de e"ET3"TU2fte, qu¿~¡as magnitudes 3e ^ s f l T ^ f f e r e m ^ j i o _ ^ llegan a scrcdmpambtettmm sino_ ^f^rj?»

'~'sirreducctáñ^a~tdmisma umdad.J¡S[o en cuanto expresio^ nes~3s^Íarhusnia unidad ^n^agnitudes deJa_miStña Uéño-

^nmaciÓn, y por tnntoiconmens^abl^C7

Y a sea que 20 v a r a r d e - l i e n z o ^ n chaqueta, ó — 20 ó — x chaquetas, es decir, ya sea que una cantidad determinada de lienzo valga muchas o pocas chaquetas, en todas esas proporciones siempre está implícito que el lienzo y las chaquetas, en cuanto magnitudes de valor son expresiones de la misma unidad, cosas de igual naturaleza. Lienzo = chaqueta es el fundamento de la ecuación-

Pero las dOS mereaiii:foi5 ^u*d'laiivaipcntg^cquípgradaa no dc^ni^críárrcT~niÍ5mo papel. Sólo se expresa, el valor

" " d e l lienzo. ¿Y cómo? Relacionándolo con la chaqueta en caÍKlarlcle "equivalente 4 1 suyo u objeto " intercambiable" ' -por ella. E n esta relación, l a _ c h ^ u e t j _ ^ i e n t a como forma de existencia del valor, comó~cosa que es valor, pues sólo f en cuanto tal es ella l o mismo que el lienzo. Por o t r a , parte, sale a luz o adquiere una expresión autónopia_el

^ r o i f l o ^ a r a c t e r dc~ ser valor "ríenienze, ya que ¡ólo en cuanto v^or~se_j>uede relacionar con J a chaqueta como

u Los raros economistas qa; P como Samiel Bailcy, se dedicaron al análisis ce la forma de valor, no podiin alcanzar resultado alguno, prrmerameme p o r q u e confunden lo 'orina de valor y el valor mismo, y en se^índo término porque sometidos al tosco influjo del burgués práciico, desde un primer momento tenían presente exclusivamente la dctcrmiiiüLÍún cuantitativa. "Lu posibilidad de disponer de tu cantidad. .. es to que constituye el valor" {Moi\ey and its Vicissitnde!;, Londres, 1837, p- 11. El iiutcr es Samuel Bailey.)

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dicha expresión del valor. A la primera mere a neja le cor r e s p o n d e , un _ p a p e l ^ c í ^ Ja segunda, uno paslvoT^El

valor de j.a pr imera m e r c a n c u i q u ^ ^ ¿onio valor reíctivQ^ji sea, reviste una "forma relativa de valor.

_ L a j e g u n d a _ ^ est ires, adopta una fonna_de ^Jí^ajenje,

L a f o m i w ^ a j i v a ^ c l e valor j - . l a forma de ccmivalcnte ¿3™Aspectos interconectados e inseparables, que se^onaT

cionari de manera. rectproca J ~pero constituyen a la" vez extremos excluyetites o contrapuestos, estojis^ j?ólós~a*¿rta~

. misma expresiónjíe valor; se reparten siempre entre las distintas mercancías que la expresión del valor pone en ín-terrelación. N o me es posible, por ejemplo, expresar en lienzo el valor del lienzo. 20 varas de lienzo ~ 20 varas de lienzo no constituye expresión alguna de valor. L a igualdad, por el contrario, dice más bien: 20 varas de lienzo no son otra cosa que 20 varas de lienzo, que una cantidad determinada de ese objeto para el uso que es el lienzo. E í _

_ v g f o r _ d c | lienzo, como vemos,_sólo se puede expresar relativamente, es decir, en otra mercañcTa^^Tontía relativa de valor del lienzo supone, p u c s ^ u c otra mercancía cualquiera se~le contraponga Bajo la forma de^wvblenTe'.

j ^ o r l o deiñas, esa otra maxanc\a'c\u£ hace'las veccs'~a'_e equivalente, no.puede revestir al mismo tiempo la forma relativa de valor. EUa no expresa_Jt/_propio valor. Se reduce a proporcionar ~el material pata la expresión del valor de otra mercancía.

Sin duda, la expresión 20 varas de lienzo = / chaqueta, o 20 varas' ~dé lienzo ^míen^l^lmqjtera^\mrA\c¿ relación inversa; / chaquetci_=J£jQ^var£s_.dc^lienzo, o / chaqueta vale 20 varas de lienzo, Pero l o cierto es que para expresar en términos relativos é[ valor de la chaqueta debo invertir l a ecuación, y a l hacerlo es. ef Tieñzb, cr fvez de la chaqueta, el que pasa a ser el -equivalente. Por ftimoT la misma mercancía no puede, en la misma expresion~tíel valor, presentarse simultáneamente bajo ambas formas. Éstas, por éí contrario, se excluyen entre s f3e manera polar,

£1 que una mercancía adopte la forma relativa de valor o la forma contrapuesta, la de equivalente, depende de manera exclusiva de la posición que en ese momento ocupe en la expresión del valor, esto es, de que sea la mercancía cuyo valor se expresa o bien, en cambio, la mercancía en la que se expresa el valor.

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2- L.A FORMA RELATIVA DE V\LDH

a) Contenido de la forma rduLiva de valur

Para averiguar de qué manera la expresión simple del valoTl fe una mercancía se ene t e r r e e n la^relación dg_ v aloY"

~~entre~doslñercancíagr¿s^ieees ario, en un pr inc ip io , consi-" l lefar 'ésT relación con tojaj jrescindencia_de__sj i aspecto ""cuahÜta'fivoTTor regla gejieral_se_procede precisamente,a na^nversá, -vienclose ~en la relación de valor tan sólo la^

prupurctón^n que_>e^eguiparjjrje^mmatira^Colntic3nejes %c~3os^clase5 distintas de mercancías. Se JJgsa por alto, de e"ET3"TU2fte, qu¿~¡as magnitudes 3e ^ s f l T ^ f f e r e m ^ j i o _ ^ llegan a scrcdmpambtettmm sino_ ^f^rj?»

'~'sirreducctáñ^a~tdmisma umdad.J¡S[o en cuanto expresio^ nes~3s^Íarhusnia unidad ^n^agnitudes deJa_miStña Uéño-

^nmaciÓn, y por tnntoiconmens^abl^C7

Y a sea que 20 v a r a r d e - l i e n z o ^ n chaqueta, ó — 20 ó — x chaquetas, es decir, ya sea que una cantidad determinada de lienzo valga muchas o pocas chaquetas, en todas esas proporciones siempre está implícito que el lienzo y las chaquetas, en cuanto magnitudes de valor son expresiones de la misma unidad, cosas de igual naturaleza. Lienzo = chaqueta es el fundamento de la ecuación-

Pero las dOS mereaiii:foi5 ^u*d'laiivaipcntg^cquípgradaa no dc^ni^críárrcT~niÍ5mo papel. Sólo se expresa, el valor

" " d e l lienzo. ¿Y cómo? Relacionándolo con la chaqueta en caÍKlarlcle "equivalente 4 1 suyo u objeto " intercambiable" ' -por ella. E n esta relación, l a _ c h ^ u e t j _ ^ i e n t a como forma de existencia del valor, comó~cosa que es valor, pues sólo f en cuanto tal es ella l o mismo que el lienzo. Por o t r a , parte, sale a luz o adquiere una expresión autónopia_el

^ r o i f l o ^ a r a c t e r dc~ ser valor "ríenienze, ya que ¡ólo en cuanto v^or~se_j>uede relacionar con J a chaqueta como

u Los raros economistas qa; P como Samiel Bailcy, se dedicaron al análisis ce la forma de valor, no podiin alcanzar resultado alguno, prrmerameme p o r q u e confunden lo 'orina de valor y el valor mismo, y en se^índo término porque sometidos al tosco influjo del burgués práciico, desde un primer momento tenían presente exclusivamente la dctcrmiiiüLÍún cuantitativa. "Lu posibilidad de disponer de tu cantidad. .. es to que constituye el valor" {Moi\ey and its Vicissitnde!;, Londres, 1837, p- 11. El iiutcr es Samuel Bailey.)

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equivalente o intercambiable por ella. E i ácido butírico, por ejemplo^es un cuerpo^iFe^ente~fJel Fcrmiato de propi lo. Ambos, sin embargo, se componen de las mismas sustancias químicas: carbono ( C ) , hidrógeno ( H ) y oxigeno ( O ) , y justamente en proporciones iguales, a saber: C,rT H 0 L u Ahora bien, si se igualara el ácido butírico al formiato de propilo, tendríamos lo siguiente: primero, que en esa igualdad el formiato de propi lo sólo contaría como forma de existencia de C. iH s O ; , y en segundo lugar, con la igualdad diríamos que el ácido butírico se compone de C Í H H O » . A I igualar el formiato de propi lo con el ácido butírico, pues, se expresaría la sustancia química de ambos por contraposición a su forma corpórea.

Si decimos que las mercancías, en cuanto valores, no.

wy-- -"' " análisis las reduce a la^bslrac^jón de l ^a l o r , pero no les confiere "forma^algun a de valor que d i f i e ra j j e sus formas natti7ales7~Otra cosa ocurre eíT la "relación de vaior_entre una mercancía y otra. L o que pone"5e~7elieve su carácter de valor es su propia relación con la otra mercancía.

Por ejemplo: al igualar la chaqueta, en cuanto cosa que es valor, al lienzo se equipara el trabajo que se encierra en la primera ai trabajo encerrado en el segundo. Ahora bien: el trabajo que confecciona la chaqueta, el del sastre, es nn trabajo rnnr-r^ln rtjlí* rfifffírft pnr sil especie del t rabajo que produce el lienzo, o sea, de tejer._Pero_ia .equiparación con éste reduce el trabajo del sastre, en_^reatidad, a ío que en ambos trabajos es efectivamente igual I_a_jsu carácter -común de Trabajó b'umano. Dando este rodeo,

"piesno~qñe~decimos~es~qu~c~tampocb el trabajo del tejedor, en la medida en que teje valor, posee rasgo dist intivo alguno con respecto al trabajo del sastre; j ^ ^ o j ^ j m j d e ^ trabajo abstractamente humano.JSóloJa expresión de equi-

" "v ] í te iTcia^e^

^es^c í f í co j í e l " traSajo en cuárUo~fórmado7^^ ciendc¡ 3e l i e c i S j t Jo que Íes es cómun,_a^tr^bajo humano en general, lo^Jxabajos heterogéneos.:que las mercancías heterogéneas. 1 7 1^

i:hfe Noto a b P edición, — Uno de los primeros economistas que, después de Wílh'arn Petly, sometió a examen la naturaleza del valor, el célebre Frankiin, dice- "Como el comercio, en general, no es otra cosa que el intercambio de un trabajo por otra traba-

Sin embargo, no basta con enunciar el carácter específico del trabajo del cual se compone d valor del lienzo. L a fuerza deJmfaajq humana en estado líquido, o el trabajo humano, crea yalpr, pe ro no es valor. Se convierte en

-.valor al solidificarse. _al pasar a l a forma objetiva. Eara expresar el valor de la tela como una gelatina de trabajo

yhumanó, es menester expresarlo en cuanto "ob j e t i v idad" que, como cosa, sea distinta del lienzo mismo, y a la vez común a él y a otra mercancía. E\ problema ya está resuelto.

Si en la relación de valor del lienzo se considera la chaqueta como algo que es cualitativamente igual a él, como cosa de la misma naturaleza, ello se debe a que ésta es un valor. Se ia considera aquí, por tanto, como cosa en la que se manifiesta el valor, o que en su forma natural y tangible representa al valor. A h o r a bien: la chaqueta, el cuerpo de la mercancía chaqueta, es un simple valor de uso. Una chaqueta expresa tan inadecuadamente el valor como cualquier pieza de lienzo. Esto demuestra, simplemente, que la chaqueta, puesta en el marco de la relación de valor con el lienzo, importa más que fuera de ta l relación, así como no pocos hombres impor tan más si están embutidos cu una chaqueta con galones que fuera de la misma. t\/ |<

E n la producción de la chaqueta_se ha empleado, rje_ manora efectiva, hjccEO dc_trabajo^lmm&n&.i^íyo la íom\A de j raba jq sastreril. ^ f m j i a u n u ^ trabajo humano. Desde este punto de vistaTTi^chaquem dora de valor" L__aunque esa propiedad suya no se "trasluzca ni siquiera cuando de puro gastada se vuelve transparente. Y en la relación de valor del lienzo, la chaqueta sólo cuenta en ese aspecto, esto es, como valor corpori f icado, como cuerpo que es valor. Su apariencia abotonada no es obstáculo para que el lienzo reconozca en ella un alma gemela, afín: el alma del valor. Frente al lienzo, sin em-

jo,l 3 'J de la maaerc en que se medirá mejor el valor de tedas las cosas,. . es en trabajo". {The Works of B. Frauklin . .. , ed. por Sparks, Boston, IÉ36, vol, n, p. 267.) FrnnkÜn no es consciente de que at estimar "en trabajo11 eí vidor Je Ludiu las cosas, hace abs-irnczión de la diferencia entre los trabajos intercambiados, reduciéndolos así a trabaja humano igual. No ío sabe, pero lo dice. Se refiere primera ¡i "un trabajo", luego ul "otro trabajo" y por último a] "trabajó", sin más especificación, r.nmo smlunHn del vator de todas las cosas.

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equivalente o intercambiable por ella. E i ácido butírico, por ejemplo^es un cuerpo^iFe^ente~fJel Fcrmiato de propi lo. Ambos, sin embargo, se componen de las mismas sustancias químicas: carbono ( C ) , hidrógeno ( H ) y oxigeno ( O ) , y justamente en proporciones iguales, a saber: C,rT H 0 L u Ahora bien, si se igualara el ácido butírico al formiato de propilo, tendríamos lo siguiente: primero, que en esa igualdad el formiato de propi lo sólo contaría como forma de existencia de C. iH s O ; , y en segundo lugar, con la igualdad diríamos que el ácido butírico se compone de C Í H H O » . A I igualar el formiato de propi lo con el ácido butírico, pues, se expresaría la sustancia química de ambos por contraposición a su forma corpórea.

Si decimos que las mercancías, en cuanto valores, no.

wy-- -"' " análisis las reduce a la^bslrac^jón de l ^a l o r , pero no les confiere "forma^algun a de valor que d i f i e ra j j e sus formas natti7ales7~Otra cosa ocurre eíT la "relación de vaior_entre una mercancía y otra. L o que pone"5e~7elieve su carácter de valor es su propia relación con la otra mercancía.

Por ejemplo: al igualar la chaqueta, en cuanto cosa que es valor, al lienzo se equipara el trabajo que se encierra en la primera ai trabajo encerrado en el segundo. Ahora bien: el trabajo que confecciona la chaqueta, el del sastre, es nn trabajo rnnr-r^ln rtjlí* rfifffírft pnr sil especie del t rabajo que produce el lienzo, o sea, de tejer._Pero_ia .equiparación con éste reduce el trabajo del sastre, en_^reatidad, a ío que en ambos trabajos es efectivamente igual I_a_jsu carácter -común de Trabajó b'umano. Dando este rodeo,

"piesno~qñe~decimos~es~qu~c~tampocb el trabajo del tejedor, en la medida en que teje valor, posee rasgo dist intivo alguno con respecto al trabajo del sastre; j ^ ^ o j ^ j m j d e ^ trabajo abstractamente humano.JSóloJa expresión de equi-

" "v ] í te iTcia^e^

^es^c í f í co j í e l " traSajo en cuárUo~fórmado7^^ ciendc¡ 3e l i e c i S j t Jo que Íes es cómun,_a^tr^bajo humano en general, lo^Jxabajos heterogéneos.:que las mercancías heterogéneas. 1 7 1^

i:hfe Noto a b P edición, — Uno de los primeros economistas que, después de Wílh'arn Petly, sometió a examen la naturaleza del valor, el célebre Frankiin, dice- "Como el comercio, en general, no es otra cosa que el intercambio de un trabajo por otra traba-

Sin embargo, no basta con enunciar el carácter específico del trabajo del cual se compone d valor del lienzo. L a fuerza deJmfaajq humana en estado líquido, o el trabajo humano, crea yalpr, pe ro no es valor. Se convierte en

-.valor al solidificarse. _al pasar a l a forma objetiva. Eara expresar el valor de la tela como una gelatina de trabajo

yhumanó, es menester expresarlo en cuanto "ob j e t i v idad" que, como cosa, sea distinta del lienzo mismo, y a la vez común a él y a otra mercancía. E\ problema ya está resuelto.

Si en la relación de valor del lienzo se considera la chaqueta como algo que es cualitativamente igual a él, como cosa de la misma naturaleza, ello se debe a que ésta es un valor. Se ia considera aquí, por tanto, como cosa en la que se manifiesta el valor, o que en su forma natural y tangible representa al valor. A h o r a bien: la chaqueta, el cuerpo de la mercancía chaqueta, es un simple valor de uso. Una chaqueta expresa tan inadecuadamente el valor como cualquier pieza de lienzo. Esto demuestra, simplemente, que la chaqueta, puesta en el marco de la relación de valor con el lienzo, importa más que fuera de ta l relación, así como no pocos hombres impor tan más si están embutidos cu una chaqueta con galones que fuera de la misma. t\/ |<

E n la producción de la chaqueta_se ha empleado, rje_ manora efectiva, hjccEO dc_trabajo^lmm&n&.i^íyo la íom\A de j raba jq sastreril. ^ f m j i a u n u ^ trabajo humano. Desde este punto de vistaTTi^chaquem dora de valor" L__aunque esa propiedad suya no se "trasluzca ni siquiera cuando de puro gastada se vuelve transparente. Y en la relación de valor del lienzo, la chaqueta sólo cuenta en ese aspecto, esto es, como valor corpori f icado, como cuerpo que es valor. Su apariencia abotonada no es obstáculo para que el lienzo reconozca en ella un alma gemela, afín: el alma del valor. Frente al lienzo, sin em-

jo,l 3 'J de la maaerc en que se medirá mejor el valor de tedas las cosas,. . es en trabajo". {The Works of B. Frauklin . .. , ed. por Sparks, Boston, IÉ36, vol, n, p. 267.) FrnnkÜn no es consciente de que at estimar "en trabajo11 eí vidor Je Ludiu las cosas, hace abs-irnczión de la diferencia entre los trabajos intercambiados, reduciéndolos así a trabaja humano igual. No ío sabe, pero lo dice. Se refiere primera ¡i "un trabajo", luego ul "otro trabajo" y por último a] "trabajó", sin más especificación, r.nmo smlunHn del vator de todas las cosas.

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bargo, la chaqueta no puede representar el valor sin que e l valor, simultáneamente, adopte para é\ la Forma de chaqueta. DeL misma modo que el indiv iduo A no puede conducirse ante el indiv iduo B como ante el t itular de la majestad sin que para A , al mismo tiempo, la majestad adopte la f igura corporal de B y, por consiguiente, cambie de fisonomía, color del cabello y muchos otros rasgos más cada vez que accede al trono un nuevo padre de la patria.

E n la relación de valor, pues, en . j j u e j a chaqueta consTiíuyé ei " e q u i y a ^

" hace "láT veces de forma del valor, Por ^ 5 t o ^ e l _ j a l o r de la me r ca j i £ Í a^nzo_^

'Jo^ercañcra chaqueta, 4 ife Jf** raenaacjfa ttt el ' valor de uso de la otra. E n cuanto valor de uso el lienzo es ^uflaTcósa senson^mente d isüñ^e~Iachaqueta ¡ en cuanto

valor es igual a Ta chaqueta, y, en consecuencia, tiene ¿ m i s m o aspecto OPc"Kfo Adopta así u n a j o r m a de valor, diferente de sü_ forma^jratura l . E n su igualdad con la chaqueta "se manifiesta su carácter de ser valor, tal como el carácter ovejuno del cristiano se revela en su igualdad con el cordero ds Dios.

Como vemos, todo l o que antes nos había dicho el análisis HPI valor mercanti l nos l o dice ahora el propio lienzo, no bien entabla relación con otra mercancía, la chaqueta. Sólo que el lienzo revela sus pensamientos en el único idioma que domina, el lenguaje de las mercancías. Para decir que su propio valor lo cica el trabajo, el trabajo en E U condición costrada de trabajo humano, dice que la chaqueta, en la medida en que vale lo mismo que él y , por tanto, en cuanto es valor , está constituida por el mismo trabajo que el l ienzo. Para decir que su sublime objetividad del valor difiere de su tieso cuerpo de lienzo, dice que el valor posee el aspecto de una chaqueta y que por tanto él mismo, en cuanto cosa que es valor, se parece a la chaqueta como una gola de agua a otra. Obsérvese, incidentalmente, que el lenguaje de las mercancías, aparte d d hebreo, dispone de otros muchos dialectos mas o menos precisos. L a palabra alemana "Wer tse in" , a modo de ejemplo, expresa con menos vigor que el verbo románico "va lere" , "va ler " , " va l o i r " , la circunstancia de que la igualación de la mercancía B con la mercancía A

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es la propia expresión del valor de A . París vaui bien une messe! [¡París bien vale una misa!] I 1 1 '

Por intermedio d e j a relación de valor, pues, la forma S S ^ 1 - ? - x m e r c a n c í a ? deviene la forma" de valor de [a 'mercancía A , o el cuerpo de la mercancía B se convierte, paTa mercancía A , en espejo de su valor, 1" A l referirse a la mercancía B como cuerpo del valor, como concreción material del trabajo humano J a ^ e r c a r ^ A^rare i forma al valor_de usp_B en el. material de su propia expresión de valor. El valor de ja mercancía Á . expresado así en el valor de U S O de la mercancía B, adopta la forma del valor relativo,

b) Carácter dGtermíondo entttitytyni do I» forma rdnlivu de valor

Toda mercancía cuyo valor debamos expresar es un objeto para el uso que se presenta en ana cantidad determinada: 15 fanegas de trigo. 100 libras de café, etc. Esta cantidad dada de una mercancía contiene determinada cantidad de trabajo humano. L a fo rma de valor, pues, no solu tiene que expresar valor en gemrafy sino valor, o magnitud de valor, cuantitativamente determinado. Por ronE¡guienki, en JQ relación j¿_yalor_ J C la mercancía A con la m ere a n c í T X j l d I t cn z r^on l aTba rme ta^ nosóló "se"

^equipara cualitativamente Jarciase-u^rncrcanría- cbaqucS; como K a p o r f ^ e t ^ M, Y f l fo en general, con el lienzo,

Jlípg flue a una canLidad_determinada de JienzOj por ejemplo a 20 varas de lienzo, se j e j gua ja una cantidad'determinada del cuerpo que es valor o del equivalente, por ejemplo T" en a que ta.

L a igualdad: " 2 0 varas de lienzo = ! chaqueta' 1, o " 2 0 varas de lienzo valen í chaqueta", presupone que en

i h En cierto modo, con E! hombre sucede b mismo que con 11 mercancía. Como no viene a! mundo con un espejo en h mano, ni tampoco íilirmarjdo, como el filósofo fíchliuno, "yo soy yo", el hombre se ve reflejado pjimero sólo cu olio hombre. Tan soJo a [revés de la relación con el hombre Pablo jomo igual suyo, el hombre Pedro se relaciona consieo mismo como hombre, Pero con ello lombícn el hombre Pablo, de pies a cabeza, en su corporeidad paulina, cuenta para Pedro como ta forma rn mío se manifiesta el ggfliu [géacroj liombre.

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bargo, la chaqueta no puede representar el valor sin que e l valor, simultáneamente, adopte para é\ la Forma de chaqueta. DeL misma modo que el indiv iduo A no puede conducirse ante el indiv iduo B como ante el t itular de la majestad sin que para A , al mismo tiempo, la majestad adopte la f igura corporal de B y, por consiguiente, cambie de fisonomía, color del cabello y muchos otros rasgos más cada vez que accede al trono un nuevo padre de la patria.

E n la relación de valor, pues, en . j j u e j a chaqueta consTiíuyé ei " e q u i y a ^

" hace "láT veces de forma del valor, Por ^ 5 t o ^ e l _ j a l o r de la me r ca j i £ Í a^nzo_^

'Jo^ercañcra chaqueta, 4 ife Jf** raenaacjfa ttt el ' valor de uso de la otra. E n cuanto valor de uso el lienzo es ^uflaTcósa senson^mente d isüñ^e~Iachaqueta ¡ en cuanto

valor es igual a Ta chaqueta, y, en consecuencia, tiene ¿ m i s m o aspecto OPc"Kfo Adopta así u n a j o r m a de valor, diferente de sü_ forma^jratura l . E n su igualdad con la chaqueta "se manifiesta su carácter de ser valor, tal como el carácter ovejuno del cristiano se revela en su igualdad con el cordero ds Dios.

Como vemos, todo l o que antes nos había dicho el análisis HPI valor mercanti l nos l o dice ahora el propio lienzo, no bien entabla relación con otra mercancía, la chaqueta. Sólo que el lienzo revela sus pensamientos en el único idioma que domina, el lenguaje de las mercancías. Para decir que su propio valor lo cica el trabajo, el trabajo en E U condición costrada de trabajo humano, dice que la chaqueta, en la medida en que vale lo mismo que él y , por tanto, en cuanto es valor , está constituida por el mismo trabajo que el l ienzo. Para decir que su sublime objetividad del valor difiere de su tieso cuerpo de lienzo, dice que el valor posee el aspecto de una chaqueta y que por tanto él mismo, en cuanto cosa que es valor, se parece a la chaqueta como una gola de agua a otra. Obsérvese, incidentalmente, que el lenguaje de las mercancías, aparte d d hebreo, dispone de otros muchos dialectos mas o menos precisos. L a palabra alemana "Wer tse in" , a modo de ejemplo, expresa con menos vigor que el verbo románico "va lere" , "va ler " , " va l o i r " , la circunstancia de que la igualación de la mercancía B con la mercancía A

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es la propia expresión del valor de A . París vaui bien une messe! [¡París bien vale una misa!] I 1 1 '

Por intermedio d e j a relación de valor, pues, la forma S S ^ 1 - ? - x m e r c a n c í a ? deviene la forma" de valor de [a 'mercancía A , o el cuerpo de la mercancía B se convierte, paTa mercancía A , en espejo de su valor, 1" A l referirse a la mercancía B como cuerpo del valor, como concreción material del trabajo humano J a ^ e r c a r ^ A^rare i forma al valor_de usp_B en el. material de su propia expresión de valor. El valor de ja mercancía Á . expresado así en el valor de U S O de la mercancía B, adopta la forma del valor relativo,

b) Carácter dGtermíondo entttitytyni do I» forma rdnlivu de valor

Toda mercancía cuyo valor debamos expresar es un objeto para el uso que se presenta en ana cantidad determinada: 15 fanegas de trigo. 100 libras de café, etc. Esta cantidad dada de una mercancía contiene determinada cantidad de trabajo humano. L a fo rma de valor, pues, no solu tiene que expresar valor en gemrafy sino valor, o magnitud de valor, cuantitativamente determinado. Por ronE¡guienki, en JQ relación j¿_yalor_ J C la mercancía A con la m ere a n c í T X j l d I t cn z r^on l aTba rme ta^ nosóló "se"

^equipara cualitativamente Jarciase-u^rncrcanría- cbaqucS; como K a p o r f ^ e t ^ M, Y f l fo en general, con el lienzo,

Jlípg flue a una canLidad_determinada de JienzOj por ejemplo a 20 varas de lienzo, se j e j gua ja una cantidad'determinada del cuerpo que es valor o del equivalente, por ejemplo T" en a que ta.

L a igualdad: " 2 0 varas de lienzo = ! chaqueta' 1, o " 2 0 varas de lienzo valen í chaqueta", presupone que en

i h En cierto modo, con E! hombre sucede b mismo que con 11 mercancía. Como no viene a! mundo con un espejo en h mano, ni tampoco íilirmarjdo, como el filósofo fíchliuno, "yo soy yo", el hombre se ve reflejado pjimero sólo cu olio hombre. Tan soJo a [revés de la relación con el hombre Pablo jomo igual suyo, el hombre Pedro se relaciona consieo mismo como hombre, Pero con ello lombícn el hombre Pablo, de pies a cabeza, en su corporeidad paulina, cuenta para Pedro como ta forma rn mío se manifiesta el ggfliu [géacroj liombre.

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1 chaqueta se encierra exactamente tanta sustancia de valor como en 20 varas de lienzo; por ende, que ambas cantidades dc^mercanc?a s ún s u men d mis jnguana jo IQ_uJ i tfampo áe trabajo igual. E l t iempo de trabajo necesario

"paradla pToduccíóri de 20 varas de lienzo o de una chaqueta, empero, varía cada vez que varía la fuerza productiva en el trabajo text i l • en el de los sastres. Hemos de investigar con más detenimiento, ahora, el inf lujo que ese cambio ejerce sobre la expresión relativa de la magni-tud -dc l valor.

L E l valor del lienzo v a n ^ ' V ^ ^ t e ^ n ^ o s e constante el valor de la chaqueta. Si se duplicara el tiempo^e^ra^íip necesario para la producción del lienzo, debido, por ejemplo, a un progresivo agotamiento de los suelos destinados a cult ivar el l ino , se duplicaría su va lor ._En lugar de 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, tendríamos__20 v^a_s_dc lienzo = 2 chaquetas, ya que ahora 1 chaqueta sólo contiene la mitad d e t i e m p o de trabajo que 20 varas de lienzo. Si, por el contrar io , decreciera a ía mitad c M i e m p o de^ trabajo necesario para " la" producción rJel l ienzo, .d ígame míe a causa de haberse perfeccionado los telares, el valor del lienzo se reduciría a la mitad. En consecuencia, ahora. 20 varas de lienza= chaqueta. Si se mantiene invaria.-ble el valor de la mercancía B , pues, el valor relativo de la mercancía A , i^i decu-, su valor expresado en la rru-r^ncía B, aumenta y disminuye en razón directa al valor de la^ mercancía A . _

IL> E l valor del lienzo permanece constante, pero varía e l efe lac f iagueta . En"estas circunstancias, si_el. t iem-po"3c trabajo~n"ecesarío para la producción de la chaqueta se duplica, por ejemplo debido a üna "mala záíraTaiiera, en vez de 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, pendremos: 20 varas de lienzo ~- Yz_ chaqueta. Si cri ^aTSK^el__valor de la chaqueta baja a la mi tad , cnlonces 20 varas déjienzo — = 2 chaquetas. Por consiguiente, manteniéndose^ inalterado el valor de l a mercancía A , su valor .re lat ivo, expresado en la mercancía B, aumenta o disminuye en razón inversa al cambia de valor de B.

111 El termino "valor]' se emplea aquí —como, dicho sen " pases" ya lo EeníbTEccbo arifeí en á ^ n o # r p i t ó ^ — í l S Í S S ^ cl valor cuimt i divamente delerminado. y por tanto ja rnagnituo del valor,

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Si comparamos los diversos casos comprendidos en 1 y I I , tendremos que el mismo cambio de magnitud experimentado par el valor relativo puede obedecer a causas absolutamente contrapuestas. Así, de que 20 varar de lienzo — / chaqueta, se pasa a: 1 ) ¡a ecuación 20 varas de lienzo — 2 chaquetas, o porque aumentó al doble el valor del lienzo o porque el de la chaqueta se redujo a la mitad, y 2) a la ecuación 20 varas de lienzo = ¥i chaqueta, sea porque el valor del lienzo disminuyó a la mitad, sea porque se, duplicó el de la chaqueta. C H l . ^ a s can t id a des de trabajo necesarias para producir

_ c M i r m z o y la chaqueta pueden " v m a r T I ^ r o p i o tiempo, en c l i m s m o sentido y en idéntica proporción. E n tal caso 20 varas áe~henzo^seguirán s i e n d o ^ ¡^baqueta, por m u cho que v a n e j i j m j ^ e l "cambio de sus valores al compararlas con una tercera mercancía cuyo

Ta lo r se haya mañEcñrdó~cc3re^ tos~valores "dé todas las mercañcTas aumenta'ran _o dismiriuycra"n~"simultánca-ñiente y en la misma proporción, j u s valores relativos se man tendrían inalterados. El cambio efecTivó~de~s^valo"res lD~Fidve~rtiriamos po r t e l h lb l i o ñeralizado de que erTeT

j n j s m o j i e r r v j o ^ ^ s i suministraría ahora una canti¬dad mayor o_menor dé" mercancías que antes.

^ T V . J^qs tiemrjos_dcarabajb- necesarips r ^ r a Ja produc-^ ¡ ñ í r ^ M i e n ^ y ^ ^ ^ y por cride

siis valores, podrían variar„en,_cl misino sumido, pero en grado^esígual, o en sentido opuesto, etc. L a influencia

^ q u e ejercen todas las combinaciones posibles de este t ipo sobre el valor relativo de una mercancía se desprende, sencillamente, de la aplicación de los casos I , I I y IIT.

Los cambios efectivos en las magnitudes de valor, pues, no se reflejan de un modo inequívoco ni exhaustivo en su expresión relativa o en la magnitud del valor relativo. E l valor relativo de una m c r c a n ^ . . p u e d ^ j ^ a r _ 4 U j i g u e su v a - _ lor se mantenga constante. Su valor relativo puede man-

J£S£!Sc consjante, aunque su j ^ i l o r var ic^y^pQr último, cn_ modo alguno es inevitable que coincidan en volumen jas

—y^naoones eme se operan, simultáneamente, en las magnitudes del valor de las mercancías y en Ta expresión relativa de esas magnitudes del valor.- 1 1

™ Nota a lu 2* edición.— Con su tradicional perspicacia, la econemín vulgar ha sacado partido de esn íncangruencin entre la magnitud del valor y su expresión relativa, A modo de ejem-

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1 chaqueta se encierra exactamente tanta sustancia de valor como en 20 varas de lienzo; por ende, que ambas cantidades dc^mercanc?a s ún s u men d mis jnguana jo IQ_uJ i tfampo áe trabajo igual. E l t iempo de trabajo necesario

"paradla pToduccíóri de 20 varas de lienzo o de una chaqueta, empero, varía cada vez que varía la fuerza productiva en el trabajo text i l • en el de los sastres. Hemos de investigar con más detenimiento, ahora, el inf lujo que ese cambio ejerce sobre la expresión relativa de la magni-tud -dc l valor.

L E l valor del lienzo v a n ^ ' V ^ ^ t e ^ n ^ o s e constante el valor de la chaqueta. Si se duplicara el tiempo^e^ra^íip necesario para la producción del lienzo, debido, por ejemplo, a un progresivo agotamiento de los suelos destinados a cult ivar el l ino , se duplicaría su va lor ._En lugar de 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, tendríamos__20 v^a_s_dc lienzo = 2 chaquetas, ya que ahora 1 chaqueta sólo contiene la mitad d e t i e m p o de trabajo que 20 varas de lienzo. Si, por el contrar io , decreciera a ía mitad c M i e m p o de^ trabajo necesario para " la" producción rJel l ienzo, .d ígame míe a causa de haberse perfeccionado los telares, el valor del lienzo se reduciría a la mitad. En consecuencia, ahora. 20 varas de lienza= chaqueta. Si se mantiene invaria.-ble el valor de la mercancía B , pues, el valor relativo de la mercancía A , i^i decu-, su valor expresado en la rru-r^ncía B, aumenta y disminuye en razón directa al valor de la^ mercancía A . _

IL> E l valor del lienzo permanece constante, pero varía e l efe lac f iagueta . En"estas circunstancias, si_el. t iem-po"3c trabajo~n"ecesarío para la producción de la chaqueta se duplica, por ejemplo debido a üna "mala záíraTaiiera, en vez de 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, pendremos: 20 varas de lienzo ~- Yz_ chaqueta. Si cri ^aTSK^el__valor de la chaqueta baja a la mi tad , cnlonces 20 varas déjienzo — = 2 chaquetas. Por consiguiente, manteniéndose^ inalterado el valor de l a mercancía A , su valor .re lat ivo, expresado en la mercancía B, aumenta o disminuye en razón inversa al cambia de valor de B.

111 El termino "valor]' se emplea aquí —como, dicho sen " pases" ya lo EeníbTEccbo arifeí en á ^ n o # r p i t ó ^ — í l S Í S S ^ cl valor cuimt i divamente delerminado. y por tanto ja rnagnituo del valor,

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Si comparamos los diversos casos comprendidos en 1 y I I , tendremos que el mismo cambio de magnitud experimentado par el valor relativo puede obedecer a causas absolutamente contrapuestas. Así, de que 20 varar de lienzo — / chaqueta, se pasa a: 1 ) ¡a ecuación 20 varas de lienzo — 2 chaquetas, o porque aumentó al doble el valor del lienzo o porque el de la chaqueta se redujo a la mitad, y 2) a la ecuación 20 varas de lienzo = ¥i chaqueta, sea porque el valor del lienzo disminuyó a la mitad, sea porque se, duplicó el de la chaqueta. C H l . ^ a s can t id a des de trabajo necesarias para producir

_ c M i r m z o y la chaqueta pueden " v m a r T I ^ r o p i o tiempo, en c l i m s m o sentido y en idéntica proporción. E n tal caso 20 varas áe~henzo^seguirán s i e n d o ^ ¡^baqueta, por m u cho que v a n e j i j m j ^ e l "cambio de sus valores al compararlas con una tercera mercancía cuyo

Ta lo r se haya mañEcñrdó~cc3re^ tos~valores "dé todas las mercañcTas aumenta'ran _o dismiriuycra"n~"simultánca-ñiente y en la misma proporción, j u s valores relativos se man tendrían inalterados. El cambio efecTivó~de~s^valo"res lD~Fidve~rtiriamos po r t e l h lb l i o ñeralizado de que erTeT

j n j s m o j i e r r v j o ^ ^ s i suministraría ahora una canti¬dad mayor o_menor dé" mercancías que antes.

^ T V . J^qs tiemrjos_dcarabajb- necesarips r ^ r a Ja produc-^ ¡ ñ í r ^ M i e n ^ y ^ ^ ^ y por cride

siis valores, podrían variar„en,_cl misino sumido, pero en grado^esígual, o en sentido opuesto, etc. L a influencia

^ q u e ejercen todas las combinaciones posibles de este t ipo sobre el valor relativo de una mercancía se desprende, sencillamente, de la aplicación de los casos I , I I y IIT.

Los cambios efectivos en las magnitudes de valor, pues, no se reflejan de un modo inequívoco ni exhaustivo en su expresión relativa o en la magnitud del valor relativo. E l valor relativo de una m c r c a n ^ . . p u e d ^ j ^ a r _ 4 U j i g u e su v a - _ lor se mantenga constante. Su valor relativo puede man-

J£S£!Sc consjante, aunque su j ^ i l o r var ic^y^pQr último, cn_ modo alguno es inevitable que coincidan en volumen jas

—y^naoones eme se operan, simultáneamente, en las magnitudes del valor de las mercancías y en Ta expresión relativa de esas magnitudes del valor.- 1 1

™ Nota a lu 2* edición.— Con su tradicional perspicacia, la econemín vulgar ha sacado partido de esn íncangruencin entre la magnitud del valor y su expresión relativa, A modo de ejem-

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3. LA FORMA DÉ EQUIVALENTE

Conni hemos visto, curmdo la mercancía A (Ci Heiwn) expresa su valor en ¿1 valor de uso de in mercancía heterogénea B ( la chaqueta) , impr ime a esta última una forma peculiar de valor, la dei equivalente. L a mercancía l i enzo pone a la luz su propio carácter de ser valor por e l hecho de que la chaqueta, sin adoplar tina forma de valor dist inta de su forma corpórea, le sea equivalente. E l lienzo, pues, expresa efectivamente su propio carácter de ser valor en el hecho de que la chaqueta sea intercambiaba: directamente por él. L a forma de equivalente eme adopta una mercancía,, pues^ es la forma en que es directamente intercambiable por otra mercancía.

B hecho de que una ciase de mercancías, conio las chaquetas, s i rva i fe egiirvaTérTtc a otra c las¿gg^e i^ l i c ías-por ejemplo e j j i cnzo . — con lo c ^ T S T c l i a q n e t a s ¡adquieren " l a "propiedad característica de encontrarse bajo la forma de intercambi ab i l id ad directa con el l i enzo—, _cn modo alguiio_SÍgniíica _gue esté_dada .la proporción según

J a cual se pueden intercambiar chaquetas yJiejMOS. Conno "está dada la magnitud del valor del lienzo, esa proporción

rilo- "Un." vez que se reconoce que A baja porque B\ con la cual se cambia, aumenta, aunque en ci interni no *c * " v k * d ? menos irabajo cri A, el principio sacrai del valor, propuesjo ñor usicdes, se desmorona... Si él [Ricardo] reconoce cue cuando Ritmema el valor de A con respecto a Ü, mengua ci f a t e de B en relación -un A, quedo minado el fund^menio sobre el que a<cmó S J eran tesis, a saber, qv* el valor de una mercancía esta dcicrmbEido siempre por el irabujo incorporado a ella; cu eftem, si un enrubie- en el coalo de A no sólo altero Itj propio valor con respecto a B, a la mercancía por la cual se cambia, sino lanv bien el valor de B en relación con A, aun cuando no haya ocurrido cambio alauno en la cantidad de trabajo revenda para producir li R en tal caso na sólo se viene al sucio la doctrina según la cual Íj¡ cantidad de trabajo empleada en un Rit&Ülo regula el valor del mismo, sino tamban b que sostiene que es el cosió de producción de Uri artíctfta lo que reEnln SU valor". (í. Broadnunu Politicai Ecotwmy. Londres. pp. I I , 140

Cotí el mismo de-echo, el señor BruaUlmisi podría decir: h*n-ntíncrnwta frafttìtó»* [C/2ü, ID/5D, lo/mo, etc. El uuansxno 10 rariflora» inalterado, v sin embargo su maenitud proporcional IU magnitud con respecta n los denominadores 20, JO. I T O , * * * * * * * de manen» consumir. Se demorona, por consiguiente, U< gran teSK m u r i In cual la macniud de un numera entero, como por ejemplo el 10, se "recub" por el número de las unidades que contiene.

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dependerá de la magnitud del valor de la chaqueta. Y a sea que la chaqueta se exprese como equivalente y el lienzo como valor relativo o, a la inversa, el lienzo como equivalente y la chaqueta como valor relativo, la magnitud del v ^ r ^ d e j a chaqueta quedará determinada; como siempre,

„ P í J _ 5 L J * m p O - je_írabajo_jjeraarioJpara su producción j r ide i j e j id iememet t q u e r e _

.vista. Pero no fajen la clase de mercancías chaqueta ocupa, en la e x p r e j i ^ c l j l ^válbr^cl puesto ge c^túyaléntér sü~ magnitud . M ^ a l o r e j i ^ eh "cuanto

, 5 ¿ Eg_ la e c ú a c i o n ^ e * ^ __por el c o n E n ^ ^

Por ejemplo: 40 varas de lienzo , 4vaíé5 , T7;7"¿qüé? 2 chaquetas. Como la clase de mercancías chaqueta desempeña aquí el papel de equivalente; como el valor de uso chaqueta frente al l ienzo hace las veces de cuerpo dei valor, hasta con determinada cantidad de chaquetas para expresar una cantidad determinada de lienzo. Dos chaqué- / . ' '

j as , por ende, » « j H * i r ra > ^ p l t ^ r i i r ^ g de ] « fc 4 0 varas de. l ienzo^pero nunca podrán expresar t u propia

magnitud de valor, la magnitud íeTvalor délas chaquetas. concepdún superficial de este hecho, o sea que, en J a

^ecuacióni__dc VQrór~cT cquivalcñte^TevisU siempre, úníca-mente.Ja forma de una c a n t i d a < n u m j f l ^ ^ cosa, de

j i n valor de uso r ha indiicírina Rail^y a « mtnn * ™7,r»lT^~ de sus precursores y continuadores, _a_yer_en la exiSesión

^ l ^ a l p r ^ n a j r e k c i ó n puramente cuantitativa. ~La fbTñuT\ tfe equivalente ~3e una mercancía, pór^l^contraria, ño" i T

,^coiineñe ntnfüna determinación cuantitativa del valor. / . ^ a .pri™n> pecidiánddd que salta a'Ta vista cuando

sg_analiza la formaHe g ^ j i T ^ ^ r g ^ e s ^ r g ^ ^ ^ / O T ^ g " ^ ^ ... convierte en ta forma en que se manifiesta su conirqnó¡ ',

el valor.

_ L a forma natural de la mercancía se conviertG en forma de valor. Pero obsérvese que ese quid pro quo [ t omar Tjna cosa por otra] sólo ocurre, con respecto a una mercancía B (chaqueta o trigo o hierro, etc . ) , en el marco de la relación de valor que la enfrenta con otra mercancía A cualquiera ( l ienzo, e tc . ) ; únicamente dentro de los límites de esa relación. Como ninguna mercancía . J ^ ^ j ; f " j ™ f l -tf

_misrna como equivalentej .y pqr^ lanto Jampoco puede~cdi£ JMrtirasu propia\cmi^/i^v^^ie^es^^é^}ffQpio _ 1 3 ^ J j ? n e . . q u c rejerírse_g otra mercandQ como^eqüiva-

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3. LA FORMA DÉ EQUIVALENTE

Conni hemos visto, curmdo la mercancía A (Ci Heiwn) expresa su valor en ¿1 valor de uso de in mercancía heterogénea B ( la chaqueta) , impr ime a esta última una forma peculiar de valor, la dei equivalente. L a mercancía l i enzo pone a la luz su propio carácter de ser valor por e l hecho de que la chaqueta, sin adoplar tina forma de valor dist inta de su forma corpórea, le sea equivalente. E l lienzo, pues, expresa efectivamente su propio carácter de ser valor en el hecho de que la chaqueta sea intercambiaba: directamente por él. L a forma de equivalente eme adopta una mercancía,, pues^ es la forma en que es directamente intercambiable por otra mercancía.

B hecho de que una ciase de mercancías, conio las chaquetas, s i rva i fe egiirvaTérTtc a otra c las¿gg^e i^ l i c ías-por ejemplo e j j i cnzo . — con lo c ^ T S T c l i a q n e t a s ¡adquieren " l a "propiedad característica de encontrarse bajo la forma de intercambi ab i l id ad directa con el l i enzo—, _cn modo alguiio_SÍgniíica _gue esté_dada .la proporción según

J a cual se pueden intercambiar chaquetas yJiejMOS. Conno "está dada la magnitud del valor del lienzo, esa proporción

rilo- "Un." vez que se reconoce que A baja porque B\ con la cual se cambia, aumenta, aunque en ci interni no *c * " v k * d ? menos irabajo cri A, el principio sacrai del valor, propuesjo ñor usicdes, se desmorona... Si él [Ricardo] reconoce cue cuando Ritmema el valor de A con respecto a Ü, mengua ci f a t e de B en relación -un A, quedo minado el fund^menio sobre el que a<cmó S J eran tesis, a saber, qv* el valor de una mercancía esta dcicrmbEido siempre por el irabujo incorporado a ella; cu eftem, si un enrubie- en el coalo de A no sólo altero Itj propio valor con respecto a B, a la mercancía por la cual se cambia, sino lanv bien el valor de B en relación con A, aun cuando no haya ocurrido cambio alauno en la cantidad de trabajo revenda para producir li R en tal caso na sólo se viene al sucio la doctrina según la cual Íj¡ cantidad de trabajo empleada en un Rit&Ülo regula el valor del mismo, sino tamban b que sostiene que es el cosió de producción de Uri artíctfta lo que reEnln SU valor". (í. Broadnunu Politicai Ecotwmy. Londres. pp. I I , 140

Cotí el mismo de-echo, el señor BruaUlmisi podría decir: h*n-ntíncrnwta frafttìtó»* [C/2ü, ID/5D, lo/mo, etc. El uuansxno 10 rariflora» inalterado, v sin embargo su maenitud proporcional IU magnitud con respecta n los denominadores 20, JO. I T O , * * * * * * * de manen» consumir. Se demorona, por consiguiente, U< gran teSK m u r i In cual la macniud de un numera entero, como por ejemplo el 10, se "recub" por el número de las unidades que contiene.

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dependerá de la magnitud del valor de la chaqueta. Y a sea que la chaqueta se exprese como equivalente y el lienzo como valor relativo o, a la inversa, el lienzo como equivalente y la chaqueta como valor relativo, la magnitud del v ^ r ^ d e j a chaqueta quedará determinada; como siempre,

„ P í J _ 5 L J * m p O - je_írabajo_jjeraarioJpara su producción j r ide i j e j id iememet t q u e r e _

.vista. Pero no fajen la clase de mercancías chaqueta ocupa, en la e x p r e j i ^ c l j l ^válbr^cl puesto ge c^túyaléntér sü~ magnitud . M ^ a l o r e j i ^ eh "cuanto

, 5 ¿ Eg_ la e c ú a c i o n ^ e * ^ __por el c o n E n ^ ^

Por ejemplo: 40 varas de lienzo , 4vaíé5 , T7;7"¿qüé? 2 chaquetas. Como la clase de mercancías chaqueta desempeña aquí el papel de equivalente; como el valor de uso chaqueta frente al l ienzo hace las veces de cuerpo dei valor, hasta con determinada cantidad de chaquetas para expresar una cantidad determinada de lienzo. Dos chaqué- / . ' '

j as , por ende, » « j H * i r ra > ^ p l t ^ r i i r ^ g de ] « fc 4 0 varas de. l ienzo^pero nunca podrán expresar t u propia

magnitud de valor, la magnitud íeTvalor délas chaquetas. concepdún superficial de este hecho, o sea que, en J a

^ecuacióni__dc VQrór~cT cquivalcñte^TevisU siempre, úníca-mente.Ja forma de una c a n t i d a < n u m j f l ^ ^ cosa, de

j i n valor de uso r ha indiicírina Rail^y a « mtnn * ™7,r»lT^~ de sus precursores y continuadores, _a_yer_en la exiSesión

^ l ^ a l p r ^ n a j r e k c i ó n puramente cuantitativa. ~La fbTñuT\ tfe equivalente ~3e una mercancía, pór^l^contraria, ño" i T

,^coiineñe ntnfüna determinación cuantitativa del valor. / . ^ a .pri™n> pecidiánddd que salta a'Ta vista cuando

sg_analiza la formaHe g ^ j i T ^ ^ r g ^ e s ^ r g ^ ^ ^ / O T ^ g " ^ ^ ... convierte en ta forma en que se manifiesta su conirqnó¡ ',

el valor.

_ L a forma natural de la mercancía se conviertG en forma de valor. Pero obsérvese que ese quid pro quo [ t omar Tjna cosa por otra] sólo ocurre, con respecto a una mercancía B (chaqueta o trigo o hierro, etc . ) , en el marco de la relación de valor que la enfrenta con otra mercancía A cualquiera ( l ienzo, e tc . ) ; únicamente dentro de los límites de esa relación. Como ninguna mercancía . J ^ ^ j ; f " j ™ f l -tf

_misrna como equivalentej .y pqr^ lanto Jampoco puede~cdi£ JMrtirasu propia\cmi^/i^v^^ie^es^^é^}ffQpio _ 1 3 ^ J j ? n e . . q u c rejerírse_g otra mercandQ como^eqüiva-

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lente, o sea, hacer de la corteza natura) deoíra mercancía su propia forma de valor.

' E f ejemplo ~oe úntTtnedida que se aplica a los cuerpos de las mercancías en cuanto tales cuerpos de mercancías, esto es, en cuomo valores de uso, nos dará una idea clara sobre el part icular. Por ser un cuerpo, un pan de azúcar gravita y por tanlo tiene determinado peso, pero no ei posible ver o Locar el peso de ningún pan de azúcar-Tomemos diversos trozos de hierro cuyo peso haya sido, previamente determinado. La forma corpórea del hierro, considerada en sí, de ningún modo es forma de manifestación de la pesantez, corno tampoco lo es la forma del pan de azúcar. N o obstante, para expresar el pan de azúcar en cuanto peso, lo insertamos en una relación ponderal con el hierro. En esta relación el hierro cuenta ccnio cuerpo que no representa nada más que peso. Las cantidades de hierro, por consiguiente, sirven como medida ponderal del azúcar y, en su contraposición con el cuerpo azúcar, representan una mera figura de la pesantez, una forma de manifestación de la pesantez. E l hierro desempeña esc papel tan sólo dentro de esa relación en la cual se le enfrenta el azúcar, o cualquier otro cuerpo cuyo peso se trate de hallar. Sí esas dos cosas no tuvieran peso, no podrían entrar en dicha relación y una de ellas, por ende, no estaría en cttridtLívticj de .rcrx'ir romo fvprfisión ponderal de ia otra. Si las echamos en la balanza, veremos que efectivamente ambas en cuanto pesos son lo mismo, y por tanto que, en determinadas proporciones, san también equiponderantes. Así como el cuerpo férreo, al estar opuesto en cuanto medida ponderal al pan de azúcar, sólo representa pesantez, en nuestra expresión de valor el cuerpo de ¡a chaqueta no representa frente al l ienzo más que valor.

No obstante, la analogía se interrumpe aquí. En la expresión ponderal del pan de azúcar, el hierro asume la representación de una propiedad natural común a ambo-cuerpos: su pesantes, mientras que la chaqueta, en la expresión del valor del lienzo, simboliza una propiedad supranatural de ambas cosas: su valor, algo que es puramente social.

Cuando la forma relativa del valor de una mercancía, por ejemplcTeT lienzo, expresa su carácter dc_ser valor como_algo a b s o l u t a m e r i i T ^ s ^ n t o ^ e su_ojerpo_y Ue las propiedades drTesté, por ejemplo como su carácter de ser

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igual a una chaqueta, usía expresión denota, por sí_rrjjsrna, que en ella se oculta un apelación social. Ocurre a la i u - _ versa, ccüTTa~forina de equivalente. Consiste ésta, precisa¬mente, en g i ^ e J _ x i i e j p Q j j e _ una_j£ercjmcía como la chaqueta, j a i cual es, exprese_.valor. y_ posea_emonces por ngtüjflteza forma de valor. Esto, sin duda, sólo tiene vjgen-cia dentro de la relación de~vaIor en Ja c u a l l a mercancía lienzo^ se refiere a Ta mercancía chaqueta _como_ equivalente,- 1 Pero como las^propTccIades de una cosa^no surgen j _£JUJ!_n i? !^ mente se activan en esa relación, la chaqueta parece poseer también por naturaleza su_forrria de equivalente, su calidad

Z S L j & Z H i r e c ^ así como posee su propiedad de tener peso o de retener el calor. De ahí Jo enigmático de la forma de equivalente, que sólo hiere la vista burguesamente obtusa del economista cuando lo enfrenta, ya consumada, en el dinero. Procura él, entonces, encontrar la explicación que desvanezca el carácter místico del oro y la piala, para lo cual los sustituye por mercancías no tan deslumbrantes y recita, con regocijo siempre renovado, el catálogo de todo el populacho de mercancías que otrora desempeñaron e l papel de equivalente mercant i l . N o vislumbra siquiera que la más simple expresión del valor, como 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, ya nos plantea, para que le rfemne solivión, el enigma de ]n forma de equivalente.

_ E l ^ u c x p o _ d e la mercancía que_presta servicios de \ equivalente__cuenta siempre como e n c a r n a c i f i n ^ e j r a b a j o ' abstractamente humano y en todos los casos es "el produc-fcTtic dñ trabajo determinado útil, concreto. Este trabajo concreto, pues, se convierte en expresión de t raba jo jg í -traciamente humano. Si a la chaqueta, por ejemplo^ se la considera como simple cfectivizacíón, al trabajo de sastrería que de hecho se efectiviza en él se l o tiene pnr mera forma de efectivización de trabajo abstractamente humano. Dentro de la expresión del valor del lienzo, la ut i l idad del trabajo sastreril no consiste en que produzca ropa, y por tanto también seres humanos, sino en que confeccione un

- 1 Con estas determinaciones reflejas ocurre algo peculiar. Este hombre, por cjempEo, es rey porque los otros hombres se comportan ame ¿I como súbdilos; éstos creea, al revés, que san subditos porque él es rey.

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lente, o sea, hacer de la corteza natura) deoíra mercancía su propia forma de valor.

' E f ejemplo ~oe úntTtnedida que se aplica a los cuerpos de las mercancías en cuanto tales cuerpos de mercancías, esto es, en cuomo valores de uso, nos dará una idea clara sobre el part icular. Por ser un cuerpo, un pan de azúcar gravita y por tanlo tiene determinado peso, pero no ei posible ver o Locar el peso de ningún pan de azúcar-Tomemos diversos trozos de hierro cuyo peso haya sido, previamente determinado. La forma corpórea del hierro, considerada en sí, de ningún modo es forma de manifestación de la pesantez, corno tampoco lo es la forma del pan de azúcar. N o obstante, para expresar el pan de azúcar en cuanto peso, lo insertamos en una relación ponderal con el hierro. En esta relación el hierro cuenta ccnio cuerpo que no representa nada más que peso. Las cantidades de hierro, por consiguiente, sirven como medida ponderal del azúcar y, en su contraposición con el cuerpo azúcar, representan una mera figura de la pesantez, una forma de manifestación de la pesantez. E l hierro desempeña esc papel tan sólo dentro de esa relación en la cual se le enfrenta el azúcar, o cualquier otro cuerpo cuyo peso se trate de hallar. Sí esas dos cosas no tuvieran peso, no podrían entrar en dicha relación y una de ellas, por ende, no estaría en cttridtLívticj de .rcrx'ir romo fvprfisión ponderal de ia otra. Si las echamos en la balanza, veremos que efectivamente ambas en cuanto pesos son lo mismo, y por tanto que, en determinadas proporciones, san también equiponderantes. Así como el cuerpo férreo, al estar opuesto en cuanto medida ponderal al pan de azúcar, sólo representa pesantez, en nuestra expresión de valor el cuerpo de ¡a chaqueta no representa frente al l ienzo más que valor.

No obstante, la analogía se interrumpe aquí. En la expresión ponderal del pan de azúcar, el hierro asume la representación de una propiedad natural común a ambo-cuerpos: su pesantes, mientras que la chaqueta, en la expresión del valor del lienzo, simboliza una propiedad supranatural de ambas cosas: su valor, algo que es puramente social.

Cuando la forma relativa del valor de una mercancía, por ejemplcTeT lienzo, expresa su carácter dc_ser valor como_algo a b s o l u t a m e r i i T ^ s ^ n t o ^ e su_ojerpo_y Ue las propiedades drTesté, por ejemplo como su carácter de ser

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igual a una chaqueta, usía expresión denota, por sí_rrjjsrna, que en ella se oculta un apelación social. Ocurre a la i u - _ versa, ccüTTa~forina de equivalente. Consiste ésta, precisa¬mente, en g i ^ e J _ x i i e j p Q j j e _ una_j£ercjmcía como la chaqueta, j a i cual es, exprese_.valor. y_ posea_emonces por ngtüjflteza forma de valor. Esto, sin duda, sólo tiene vjgen-cia dentro de la relación de~vaIor en Ja c u a l l a mercancía lienzo^ se refiere a Ta mercancía chaqueta _como_ equivalente,- 1 Pero como las^propTccIades de una cosa^no surgen j _£JUJ!_n i? !^ mente se activan en esa relación, la chaqueta parece poseer también por naturaleza su_forrria de equivalente, su calidad

Z S L j & Z H i r e c ^ así como posee su propiedad de tener peso o de retener el calor. De ahí Jo enigmático de la forma de equivalente, que sólo hiere la vista burguesamente obtusa del economista cuando lo enfrenta, ya consumada, en el dinero. Procura él, entonces, encontrar la explicación que desvanezca el carácter místico del oro y la piala, para lo cual los sustituye por mercancías no tan deslumbrantes y recita, con regocijo siempre renovado, el catálogo de todo el populacho de mercancías que otrora desempeñaron e l papel de equivalente mercant i l . N o vislumbra siquiera que la más simple expresión del valor, como 20 varas de lienzo = 1 chaqueta, ya nos plantea, para que le rfemne solivión, el enigma de ]n forma de equivalente.

_ E l ^ u c x p o _ d e la mercancía que_presta servicios de \ equivalente__cuenta siempre como e n c a r n a c i f i n ^ e j r a b a j o ' abstractamente humano y en todos los casos es "el produc-fcTtic dñ trabajo determinado útil, concreto. Este trabajo concreto, pues, se convierte en expresión de t raba jo jg í -traciamente humano. Si a la chaqueta, por ejemplo^ se la considera como simple cfectivizacíón, al trabajo de sastrería que de hecho se efectiviza en él se l o tiene pnr mera forma de efectivización de trabajo abstractamente humano. Dentro de la expresión del valor del lienzo, la ut i l idad del trabajo sastreril no consiste en que produzca ropa, y por tanto también seres humanos, sino en que confeccione un

- 1 Con estas determinaciones reflejas ocurre algo peculiar. Este hombre, por cjempEo, es rey porque los otros hombres se comportan ame ¿I como súbdilos; éstos creea, al revés, que san subditos porque él es rey.

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cuerpo que se advierte que es valor, y por consiguiente una gelatina de trabajo humano, absolutamente ind is t inguible del trabajo objetivado en el valor del lienzo. Para crear tal espejo ds l valor, e l p rop io trabajo de los sastres no debe reflejar nada más que su propiedad abstracta de ser trabajo humano.

Tanto bajo la forma del trabajo sastrerü como bajo la del trabajo text i l , se gasta fuerza de trabajo humana. Uno y otro trabajo, pues, poseen la propiedad general de ser trabajo humeno y por consiguiente, en casos determinados como por ejemplo el de l a producción de valores, sólo entran en consideración desde ese punto de vista. Nada de esto es misterioso. Pero en la expresión de valor de la mercancía, la cosa se invierte. Por ejemplo, para expresar que no es en su forma concreta como tejer que el tejer produce el valor del lienzo, sino en su condición general de trabajo humano, se le contrapone el trabajo sastrerü, el trabajo concreto que produce el equivalente del lienzo, como la forma de efectivización tangible del trabajo abstractamente humano.

E s , pues, una segunda peculiaridad de la forma de equivalente, el ¡recito de qlle^e~tlfUbiifo~cúncret(TSE-cort^

~viéria~en la forniaen que se manifiesta su cdtttrarto~t~~eT^ trabajo abstractamente humano.

Pero en ianlcT^seritab~Qjo~mncrctt/i d de í owa-y/r^ o f ic ia - de simple -expresión de trabajo humano mdifeFen-c i a d o , j 3 r ^ e . la~forma de la igualdad coT^respécronTatro "trabajo^ al que S E encierra en ~el lienzo, y ~cs"~por t a n t o ; aunque trabajo pr ivado — c o m o todos aquellos que producen mercancías—, trabajo en fo rma directamente social. Precisamente por eso se representa en u n producto directamente intercambiable por otrá 'mcTcañcíá." Po7~e-nde^ una 'tercera P¿üUÍ^fda3']S^^^ma de e^uiyalemé_^^e_el^ trabajo privado adopta la formaje su contrario, aeTtrabajo baJo^JaZfor/na..directamente social.

Las dos peculiaridades de la "forma de equivalente analizadas en último lugar se vuelven aun más inteligibles si nos remit imos al gran investigador que analizó por vez primera la f o rma de valor, como tantas otras formas del pensar, de la sociedad y de la naturaleza. Nos referimos a^Ansiótelcs.

Por de pronto, Aristóteles enuncia con c landad quería forma dineraria de ' l a mercancía no es más que la figura

72

^ulteriormente desarrollado de, ta forma simple del valor, _estg_es, de la expresión .que adopta pl v^lnr rir jTpg_,mgfr.

cancia en otra mercan cía cualquiera. Dice, en efecto:

("KXlvai JTfvtE dv r l olvlac'í

d i f i e re " de

"5 lechos = tanto_.o cuanto, dinero" r iQívat J T E V T E d v r t . . . Scrau oí J T Í V T E rltvai").

. Aristóteles advierte además que la relación de valar e n ^ l a _ g u e _ s e ^ c j e ^ a su vez el hecho d e _ q u e ^ mente al lecho, y que 5m_t j j _ igualdad cié esencias no se ^ d r í a establecer joña relación reéjprucj^j^mú^

9TSS? n ^ ^e s^rejUrc^ esascosas que para nuestros -sen¬tidos son diferentes. "Él ^ t e ^ a m ^ ^ ^ ^ T ^ ^ g ^ g g B ^ S darse 3 » la igualdad, la_jguajdad, a su vez, sin la~~con-mensLU-afóMadZ r'ñur Eoórnc. U.TI ovar\q cvuuETOLac'T-

~ Pero agu i se detiene perplejo, y desiste de seguir analizan^ do Ia~fonna^^aTQT. ' j L ¿n verdad es imposible" T r tñ . u i v oíru cdriOeíct d b i j v a r o v " ) "que cosas tan heterogéneas sean conmensurables *\ esto es, cualitativamente iguales. Esta igualación no puede ser sino algo extraño a la verdadera naturaleza de lac rocas, y por rnnsiguiente un mern ' ' a rb i t r io para satisfacer l a necesidad práctica". | M I

E l propio Aristóteles nos dice, pues, por falta de qué se malogra su análisis ul ter ior : por carecer del concepto de valor. ¿Qué es lo igual, es decirJ_coál_es_ la sustancia

^cpjPÚn qye la casa representa para el lecha, en la expresión _deJ_va Ior de este?~Álgo así " en verdad no'püedeir existir 1 \

af irma Aristóteles. ¿Por qué? Contrapuesta al lecho, la casa representa un algo igual, en la medida en que esto representa en ambos —casa y l e c h o — algo que es efectivamente igual. Y eso es el trabajo humano.

Pe raquc bajo la forma_de los valoreTmercantiles todos los^trabajos se expresan como trabajo humanqjguiú' y 'por

Jan to como equivalentes, enT un resultado que no podía alcanzar Aristóteles partiendo de lü forma misma del valor, porque la sociedad griega se fundaba en si irahajo esclavo

__y_ por consiguiente su base natural era la desigualdad de los hotnbr.es y de sus fuerzas de trabajo. E l secreto dé l a expresión de valor, la igualdad y Ja vaíidez igual de lodos

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cuerpo que se advierte que es valor, y por consiguiente una gelatina de trabajo humano, absolutamente ind is t inguible del trabajo objetivado en el valor del lienzo. Para crear tal espejo ds l valor, e l p rop io trabajo de los sastres no debe reflejar nada más que su propiedad abstracta de ser trabajo humano.

Tanto bajo la forma del trabajo sastrerü como bajo la del trabajo text i l , se gasta fuerza de trabajo humana. Uno y otro trabajo, pues, poseen la propiedad general de ser trabajo humeno y por consiguiente, en casos determinados como por ejemplo el de l a producción de valores, sólo entran en consideración desde ese punto de vista. Nada de esto es misterioso. Pero en la expresión de valor de la mercancía, la cosa se invierte. Por ejemplo, para expresar que no es en su forma concreta como tejer que el tejer produce el valor del lienzo, sino en su condición general de trabajo humano, se le contrapone el trabajo sastrerü, el trabajo concreto que produce el equivalente del lienzo, como la forma de efectivización tangible del trabajo abstractamente humano.

E s , pues, una segunda peculiaridad de la forma de equivalente, el ¡recito de qlle^e~tlfUbiifo~cúncret(TSE-cort^

~viéria~en la forniaen que se manifiesta su cdtttrarto~t~~eT^ trabajo abstractamente humano.

Pero en ianlcT^seritab~Qjo~mncrctt/i d de í owa-y/r^ o f ic ia - de simple -expresión de trabajo humano mdifeFen-c i a d o , j 3 r ^ e . la~forma de la igualdad coT^respécronTatro "trabajo^ al que S E encierra en ~el lienzo, y ~cs"~por t a n t o ; aunque trabajo pr ivado — c o m o todos aquellos que producen mercancías—, trabajo en fo rma directamente social. Precisamente por eso se representa en u n producto directamente intercambiable por otrá 'mcTcañcíá." Po7~e-nde^ una 'tercera P¿üUÍ^fda3']S^^^ma de e^uiyalemé_^^e_el^ trabajo privado adopta la formaje su contrario, aeTtrabajo baJo^JaZfor/na..directamente social.

Las dos peculiaridades de la "forma de equivalente analizadas en último lugar se vuelven aun más inteligibles si nos remit imos al gran investigador que analizó por vez primera la f o rma de valor, como tantas otras formas del pensar, de la sociedad y de la naturaleza. Nos referimos a^Ansiótelcs.

Por de pronto, Aristóteles enuncia con c landad quería forma dineraria de ' l a mercancía no es más que la figura

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^ulteriormente desarrollado de, ta forma simple del valor, _estg_es, de la expresión .que adopta pl v^lnr rir jTpg_,mgfr.

cancia en otra mercan cía cualquiera. Dice, en efecto:

("KXlvai JTfvtE dv r l olvlac'í

d i f i e re " de

"5 lechos = tanto_.o cuanto, dinero" r iQívat J T E V T E d v r t . . . Scrau oí J T Í V T E rltvai").

. Aristóteles advierte además que la relación de valar e n ^ l a _ g u e _ s e ^ c j e ^ a su vez el hecho d e _ q u e ^ mente al lecho, y que 5m_t j j _ igualdad cié esencias no se ^ d r í a establecer joña relación reéjprucj^j^mú^

9TSS? n ^ ^e s^rejUrc^ esascosas que para nuestros -sen¬tidos son diferentes. "Él ^ t e ^ a m ^ ^ ^ ^ T ^ ^ g ^ g g B ^ S darse 3 » la igualdad, la_jguajdad, a su vez, sin la~~con-mensLU-afóMadZ r'ñur Eoórnc. U.TI ovar\q cvuuETOLac'T-

~ Pero agu i se detiene perplejo, y desiste de seguir analizan^ do Ia~fonna^^aTQT. ' j L ¿n verdad es imposible" T r tñ . u i v oíru cdriOeíct d b i j v a r o v " ) "que cosas tan heterogéneas sean conmensurables *\ esto es, cualitativamente iguales. Esta igualación no puede ser sino algo extraño a la verdadera naturaleza de lac rocas, y por rnnsiguiente un mern ' ' a rb i t r io para satisfacer l a necesidad práctica". | M I

E l propio Aristóteles nos dice, pues, por falta de qué se malogra su análisis ul ter ior : por carecer del concepto de valor. ¿Qué es lo igual, es decirJ_coál_es_ la sustancia

^cpjPÚn qye la casa representa para el lecha, en la expresión _deJ_va Ior de este?~Álgo así " en verdad no'püedeir existir 1 \

af irma Aristóteles. ¿Por qué? Contrapuesta al lecho, la casa representa un algo igual, en la medida en que esto representa en ambos —casa y l e c h o — algo que es efectivamente igual. Y eso es el trabajo humano.

Pe raquc bajo la forma_de los valoreTmercantiles todos los^trabajos se expresan como trabajo humanqjguiú' y 'por

Jan to como equivalentes, enT un resultado que no podía alcanzar Aristóteles partiendo de lü forma misma del valor, porque la sociedad griega se fundaba en si irahajo esclavo

__y_ por consiguiente su base natural era la desigualdad de los hotnbr.es y de sus fuerzas de trabajo. E l secreto dé l a expresión de valor, la igualdad y Ja vaíidez igual de lodos

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los trabajos por ssT_trapG]o humano en general, y en la medida en que lo son, sólo podía ser descifrado cuando el concepto de la igualdad humana poseyera ya ía firmeza de un prejuicio popular. Mas esto sólo es posible en una sociedad donde la ¡orina He mercancía es l a - f o r m a general qué adopta_el producto del t r ab ajoT~ y~donde. por consiguiente, ia relación entre unos y otros hombres como poseedores de mer educías ~s^h& convertido"," asimismo, e n j a relación social dominante. ET geñio de^Xrisióleles br i l la precisamente jpor descubrir en Ea expresión del valór ele las mercancías una relación de igualdad. Sólo ía limitación histórica, de la sociedad eñ que vivía le impidió averiguar en qué consistía, "en verdad" , esa relación de igualdad.

4. LA FOHMA S I M P L E (ífi V A L O R , EX SU CONJUNTO

La_ forma simple de_v_alor d e j m a mefcancía_esíi c o n :

tenida en su relación de valor con otra mercancía de dife¬rente clase _o_cn_ la reloción de intercambio con la misma. E l valor_de la mercancía A se expresa_cualitativamijnte en que la mercancía B es directamente i n te reamr3iabjj£^?pr~ ía mercancía A , Cuantitativamente, se expresa en el hecho de que una determinad¿ cantidad de la mercancía JB es_ ihtsrcamoiabic ' por j a , cantidad JIÜLU» ¿k J e _ j c o n c í a A . E n otras paiabras: el valor de una mercancía se expresa de manera autónoma mediante su presentación como "valor de cambio" . Si bien al comienzo de este capítulo dij imos, recurriendo a l a " term ihologfa "en "Boga, ojje Ja . mercancía cs_yalor de uso y valor de cambio, estoT hablando cgn precisión, era falso. L a . r n e r ^ n c j a ^ ^ a l g r de u s o j i objeto paraj^l uso y "va for" . Se presenta co jpo j : s c^nte dual que es cuando j u valor posee _upa_ form_a_ Qe_rr¿anifestación propia — l a del valor de camb io—.o l i s i l n ta de _su_iprma"^ natural , ñero considerada aisladamente nunca posee aguc-__

i r a forma: _únicamente_lo hace e n j a relación de valor o^íe^ Intercambio, con una.segunda mercancía, dé diferente clase. Si se tiene esto en cuenta, ese modo de expresión no hace daño y sirve para abreviar»

Nuestro-uiiáLisis- ha demostrado-que la forma de valor o la expresión del .valor de ía mercancía surge de la naturaleza de? valor mercanti l , y que, por el contrario, el valor y la magnitud de! valor" no derivan de su Forma de exnrc-

stím e n g u a n t o valor _rjg_caTnbÍQ. Es ésta, sin embargo 3 la _ ilusión no sólo de los.mercantilistas y de quienes en nues

tros días quieren revivirlos, como Ferrier, Gani lh, etc., 2 2

sino también de sus antípodas, los modernos commis-voya-genrs [agentes viajeros] librecambistas del t ipo de Basiiut y consones. Los mercan Lilis i as otorgan ei papel decisivo al aspecto cual i tat ivo de la expresión deÍ~valoT.,7v por ende a la forma de equivalente, adoptada po r la mercancía, forma que alcanza en el dinero su f igura consumada; los modernos buhoneros "de l Librecambio, obligados a desembarazarse de su mercancía al precio que fuere, subrayan por el contrar io el aspecto cuantitativo de la forma relativa del valor.

_Para ellos, por consiguiente, no existe el valor n i la maq-nitud del valor de la mercancía si no es an l a expresión

^^ñe~adopTa'ün ia rglacjoñcje intercambio^ n sea: solamente en erboletín diar io de la lista de precios. E l escocés Mac-leod ( quien ha asumido el papel de engalanar con la mayor erudición posible las caóticas ideas de Lombard Stree t , 1 " 1

constituye la lograda síntesis entre los supersticiosos mer-cantilistas y los ilustrados ra rcachifles del l ibrecambio.

A l examinar más_£n_dctalte la expresión de valor de la mercancía A , expresión contenida en_su relación_de valpr c o n j a mercancía B . .vimos que„dentro de la misma la farma__ n§m_ral_de la mercancía A_ sólo cuenta como f i g u r a d e l valor de uso, y la forma natural de [a mercancía B soío , a

como forma o figura de! valor. J - a antitesis interna" e n y e ^ : • valor de uso y valor, oculta en la mercancía, se nianifiest¿T~ puest a través de una antítesis externares" decir a través .

^ e la~relación entre dos mercancías, en Ta. cual uña J e . y\ éstas, aquella cuyo valor ha_de_^e_C-exprcsado, cuentajíni- _ i

" ca 'y directamente como valor de uso^ mientras que la otra mercancía, aquella en la que se expresa valor, cuenta única''

~y directamente como valor tie cambio, ¿ a forma simple_/j " de valor de uña mercancía es, pues, la forma simple en que 1 " i _ se m anilles t a ^ l i n ^ el valor de uso y~cl valor.

^~ZBa jo_ toc l as las condjeiones sociales el prnducto__del trabajo es objeto para eljis_p, pero "solbjjña época_jc desa-

H-Tollb hisjoricamerite determinada —aque l l a que presenta

" Nota a ta 2^ cdjción. — F. L, A. Ferricr (sous-iniipecteur des douanes fsuhinspector de áduanash. Dn £Oit\ernemetit consideré da¡\$ ses rapports uvec le commerce, París, 1805, y Charles Gani!hh

Des sysiémes irrcmiamie polltltiut, 2? *H I m Pnríí, IR21.

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los trabajos por ssT_trapG]o humano en general, y en la medida en que lo son, sólo podía ser descifrado cuando el concepto de la igualdad humana poseyera ya ía firmeza de un prejuicio popular. Mas esto sólo es posible en una sociedad donde la ¡orina He mercancía es l a - f o r m a general qué adopta_el producto del t r ab ajoT~ y~donde. por consiguiente, ia relación entre unos y otros hombres como poseedores de mer educías ~s^h& convertido"," asimismo, e n j a relación social dominante. ET geñio de^Xrisióleles br i l la precisamente jpor descubrir en Ea expresión del valór ele las mercancías una relación de igualdad. Sólo ía limitación histórica, de la sociedad eñ que vivía le impidió averiguar en qué consistía, "en verdad" , esa relación de igualdad.

4. LA FOHMA S I M P L E (ífi V A L O R , EX SU CONJUNTO

La_ forma simple de_v_alor d e j m a mefcancía_esíi c o n :

tenida en su relación de valor con otra mercancía de dife¬rente clase _o_cn_ la reloción de intercambio con la misma. E l valor_de la mercancía A se expresa_cualitativamijnte en que la mercancía B es directamente i n te reamr3iabjj£^?pr~ ía mercancía A , Cuantitativamente, se expresa en el hecho de que una determinad¿ cantidad de la mercancía JB es_ ihtsrcamoiabic ' por j a , cantidad JIÜLU» ¿k J e _ j c o n c í a A . E n otras paiabras: el valor de una mercancía se expresa de manera autónoma mediante su presentación como "valor de cambio" . Si bien al comienzo de este capítulo dij imos, recurriendo a l a " term ihologfa "en "Boga, ojje Ja . mercancía cs_yalor de uso y valor de cambio, estoT hablando cgn precisión, era falso. L a . r n e r ^ n c j a ^ ^ a l g r de u s o j i objeto paraj^l uso y "va for" . Se presenta co jpo j : s c^nte dual que es cuando j u valor posee _upa_ form_a_ Qe_rr¿anifestación propia — l a del valor de camb io—.o l i s i l n ta de _su_iprma"^ natural , ñero considerada aisladamente nunca posee aguc-__

i r a forma: _únicamente_lo hace e n j a relación de valor o^íe^ Intercambio, con una.segunda mercancía, dé diferente clase. Si se tiene esto en cuenta, ese modo de expresión no hace daño y sirve para abreviar»

Nuestro-uiiáLisis- ha demostrado-que la forma de valor o la expresión del .valor de ía mercancía surge de la naturaleza de? valor mercanti l , y que, por el contrario, el valor y la magnitud de! valor" no derivan de su Forma de exnrc-

stím e n g u a n t o valor _rjg_caTnbÍQ. Es ésta, sin embargo 3 la _ ilusión no sólo de los.mercantilistas y de quienes en nues

tros días quieren revivirlos, como Ferrier, Gani lh, etc., 2 2

sino también de sus antípodas, los modernos commis-voya-genrs [agentes viajeros] librecambistas del t ipo de Basiiut y consones. Los mercan Lilis i as otorgan ei papel decisivo al aspecto cual i tat ivo de la expresión deÍ~valoT.,7v por ende a la forma de equivalente, adoptada po r la mercancía, forma que alcanza en el dinero su f igura consumada; los modernos buhoneros "de l Librecambio, obligados a desembarazarse de su mercancía al precio que fuere, subrayan por el contrar io el aspecto cuantitativo de la forma relativa del valor.

_Para ellos, por consiguiente, no existe el valor n i la maq-nitud del valor de la mercancía si no es an l a expresión

^^ñe~adopTa'ün ia rglacjoñcje intercambio^ n sea: solamente en erboletín diar io de la lista de precios. E l escocés Mac-leod ( quien ha asumido el papel de engalanar con la mayor erudición posible las caóticas ideas de Lombard Stree t , 1 " 1

constituye la lograda síntesis entre los supersticiosos mer-cantilistas y los ilustrados ra rcachifles del l ibrecambio.

A l examinar más_£n_dctalte la expresión de valor de la mercancía A , expresión contenida en_su relación_de valpr c o n j a mercancía B . .vimos que„dentro de la misma la farma__ n§m_ral_de la mercancía A_ sólo cuenta como f i g u r a d e l valor de uso, y la forma natural de [a mercancía B soío , a

como forma o figura de! valor. J - a antitesis interna" e n y e ^ : • valor de uso y valor, oculta en la mercancía, se nianifiest¿T~ puest a través de una antítesis externares" decir a través .

^ e la~relación entre dos mercancías, en Ta. cual uña J e . y\ éstas, aquella cuyo valor ha_de_^e_C-exprcsado, cuentajíni- _ i

" ca 'y directamente como valor de uso^ mientras que la otra mercancía, aquella en la que se expresa valor, cuenta única''

~y directamente como valor tie cambio, ¿ a forma simple_/j " de valor de uña mercancía es, pues, la forma simple en que 1 " i _ se m anilles t a ^ l i n ^ el valor de uso y~cl valor.

^~ZBa jo_ toc l as las condjeiones sociales el prnducto__del trabajo es objeto para eljis_p, pero "solbjjña época_jc desa-

H-Tollb hisjoricamerite determinada —aque l l a que presenta

" Nota a ta 2^ cdjción. — F. L, A. Ferricr (sous-iniipecteur des douanes fsuhinspector de áduanash. Dn £Oit\ernemetit consideré da¡\$ ses rapports uvec le commerce, París, 1805, y Charles Gani!hh

Des sysiémes irrcmiamie polltltiut, 2? *H I m Pnríí, IR21.

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el trabajo gastado en la producción de un objeto útil como atributo "objet ivo* 1 de este último, o sea como su v a l o r — transforma el producto del trabajo en mercancía. Se dcs^ p r ende r e esto q u e j a forma simple de valor de lalnercancía es a l a v e z la^fonna^mercaju^t eTprr> TjüCrcTdel trabajo, y que, por tanto, "e l desarro l lo de" l a " forma de mercancía, cumcide janibién con cJdc3a^rolló~de ¡a forma de valor. ~

Se advierte a primera vista la insuficienda de la forma simple de valor, da esa fo rma embrionaria que tiene que padecer una serie de metamorfosis antes de llegar a su madurez en la forma de precio.

_J^_expres ión_ j j , e l_va Í^ A en una mercancía cultígujera 3 no hace más que drsiinguir~~el~ _vaÍor de esa mercancía^^Qe su propio valor de uso^yr^ por consiguiente, so ló la incluye en una relación intercambio con alguna clasr singular de mercancías diferentes de ella misma, en vez de presentar su igualdad cualitativa y su proporcional idad cuantitativa con todas las demás mercancías.^ A _ l a J o r t t n a j ^ ^ por una mercancía^ corresponde la forma singular de

equivalente de j ^ m e r ^ en ía expresión relativa de l valor del l ienzo, sólo posee forma de equivalente o ¡arma de intercambiabilidad directa con reEpacto n cea clíisf singular rita mercancía, el lienzo.

La forma singular de valor, no obstante, pasa por sí so la .auna forma más plena. Es cierto que por intermedio de ésta, el valor de una mercancía A solo" pucdg 'ser expresado en una mercancía de otra clase. J i i n embargo, para n a d a T i r i p o T t ^ mer*-cánefa^ chaqueta, h ierro , tr igo, c t c . j o M a n t ^ ^ e ^ u n ^ q u mercancía euit^^iijin^jelacÍQn_.de^q!ar con esta o aquella

"c íasele mercancías^surgirán diversas expresiones simples dclvalor^dc una y la misma mercancía.;- b [ l E l n u m e t d ' d e ^ sus posibles expresiones de valor no" queda l imital fo más

' q u e por el ráme^a JLO cJAS_C^ ¿ermercancía.s qüe^ificrcii^ de eJnTTSu expresión singular aislada del valor se transforma, por consiguiente, en la serie, siempre prolongable, de sus diversas expresiones simples de valor.

==bi« Nota a la 2* edición. — A modo de ejemplo: en Hornero el valor de una cosa M ve expresado en una serie de objetos diferentes.

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B. F O R M A T O T A L O OKSPI .F .OAnA D K V A I . O R

: mercancía A = f i mercancía B, o — v mercancía C, o — yv rnercancíaTD, o x_ mercancía E, o ~ etcétera

Í20 varan de lienzo = I chaqueta, o = 10 libras de le. o = 4Ü libras de cafe, o = í qtttn-trr de trigo, o =

= 2 onzas de oro. o = Vi tonelada de hierro, o = elcélern)

I- LA t'OÜMí REL^TIUA UK VALOH 1H *¡ P LPOUJA

E l valor de un a-mercan cía, por ejemplo el lienzo, queda j ^ r e s a d o _ a h o r a i _ e n otros_ i nnum cuájales eiementojTJtstl

m 1 1 , - a - - ? G - r c - 3 n c í - a s - Todo cuerpo de una merca,ncía se convierte en espejo del valor del líenz:o. j : i Por primera vez este mismo valor se manifiesta auténticamente como

[una gelatina de trabajo hummo-ina^ferenciado. E l trabajo que l o constituye, en efecto, se ve presentado ahora expresamente como trabajo equivalente a cualquier otra trabajo humano, sea cual fuere la forma natural que éste posen, ya se objetive en chaqueta o trigo o hierro u oro, etc.

** De ahí que cimnHn el valor del lienzo se représenla en chaquetas, se hablo de su valor en chaquetas; de su valor en trigo, cuando se lo representa en trigo, etc. Cada una de esas expresiones indica que su valor es el que se pone Jo manifestó en los valores de uso chaqueta, trigo, ele. "Como el valor de toda mercancía denota su relación en el intercambio, podemos hablar de él como , -. valor en Erigo, valor en paño, según la mercunciu can que se 1? compare, y de ahí que existan mil disihtos lipos de valor laníos Lipos de valor como mercancías hay en existencia, y todos son igualmente reales e igualmente nominales." [A Crttltat üixxrr-¡üthri on tl\c Natttre, Mensure, and Ctiases of Vatne; Cfiiefly In Refcrence to ihe Wriür-ss of Mr. Ricardo áni h'm Folíoivcri^* By Ae Artihar o¡ Essays oa títe Fommiiaix . .. oj Qpinions* Londres, I8ZJ, p. 39.) Samuel Bailey. autor de esla ob'u anónima, que en ni ¿poca provocó gran revuelo en Inglaterra, se imaptna haber destruido, medíame esa referencia a las múltiples y diversas expresiones relativas del valor de una misma mercancía, toda definición del valor. Que Bailey, por 'o demás-, y pesí a su e*areche7, acertó a encontrar diversos puntoi débiles de Ji teoría de Ricardo, lo demuestro, el encona con que h escuela ricardiana le hizo übjelo de m ataques, ñor ejemplo en h WV.nmüJ.íírr flcvirw.

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el trabajo gastado en la producción de un objeto útil como atributo "objet ivo* 1 de este último, o sea como su v a l o r — transforma el producto del trabajo en mercancía. Se dcs^ p r ende r e esto q u e j a forma simple de valor de lalnercancía es a l a v e z la^fonna^mercaju^t eTprr> TjüCrcTdel trabajo, y que, por tanto, "e l desarro l lo de" l a " forma de mercancía, cumcide janibién con cJdc3a^rolló~de ¡a forma de valor. ~

Se advierte a primera vista la insuficienda de la forma simple de valor, da esa fo rma embrionaria que tiene que padecer una serie de metamorfosis antes de llegar a su madurez en la forma de precio.

_J^_expres ión_ j j , e l_va Í^ A en una mercancía cultígujera 3 no hace más que drsiinguir~~el~ _vaÍor de esa mercancía^^Qe su propio valor de uso^yr^ por consiguiente, so ló la incluye en una relación intercambio con alguna clasr singular de mercancías diferentes de ella misma, en vez de presentar su igualdad cualitativa y su proporcional idad cuantitativa con todas las demás mercancías.^ A _ l a J o r t t n a j ^ ^ por una mercancía^ corresponde la forma singular de

equivalente de j ^ m e r ^ en ía expresión relativa de l valor del l ienzo, sólo posee forma de equivalente o ¡arma de intercambiabilidad directa con reEpacto n cea clíisf singular rita mercancía, el lienzo.

La forma singular de valor, no obstante, pasa por sí so la .auna forma más plena. Es cierto que por intermedio de ésta, el valor de una mercancía A solo" pucdg 'ser expresado en una mercancía de otra clase. J i i n embargo, para n a d a T i r i p o T t ^ mer*-cánefa^ chaqueta, h ierro , tr igo, c t c . j o M a n t ^ ^ e ^ u n ^ q u mercancía euit^^iijin^jelacÍQn_.de^q!ar con esta o aquella

"c íasele mercancías^surgirán diversas expresiones simples dclvalor^dc una y la misma mercancía.;- b [ l E l n u m e t d ' d e ^ sus posibles expresiones de valor no" queda l imital fo más

' q u e por el ráme^a JLO cJAS_C^ ¿ermercancía.s qüe^ificrcii^ de eJnTTSu expresión singular aislada del valor se transforma, por consiguiente, en la serie, siempre prolongable, de sus diversas expresiones simples de valor.

==bi« Nota a la 2* edición. — A modo de ejemplo: en Hornero el valor de una cosa M ve expresado en una serie de objetos diferentes.

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B. F O R M A T O T A L O OKSPI .F .OAnA D K V A I . O R

: mercancía A = f i mercancía B, o — v mercancía C, o — yv rnercancíaTD, o x_ mercancía E, o ~ etcétera

Í20 varan de lienzo = I chaqueta, o = 10 libras de le. o = 4Ü libras de cafe, o = í qtttn-trr de trigo, o =

= 2 onzas de oro. o = Vi tonelada de hierro, o = elcélern)

I- LA t'OÜMí REL^TIUA UK VALOH 1H *¡ P LPOUJA

E l valor de un a-mercan cía, por ejemplo el lienzo, queda j ^ r e s a d o _ a h o r a i _ e n otros_ i nnum cuájales eiementojTJtstl

m 1 1 , - a - - ? G - r c - 3 n c í - a s - Todo cuerpo de una merca,ncía se convierte en espejo del valor del líenz:o. j : i Por primera vez este mismo valor se manifiesta auténticamente como

[una gelatina de trabajo hummo-ina^ferenciado. E l trabajo que l o constituye, en efecto, se ve presentado ahora expresamente como trabajo equivalente a cualquier otra trabajo humano, sea cual fuere la forma natural que éste posen, ya se objetive en chaqueta o trigo o hierro u oro, etc.

** De ahí que cimnHn el valor del lienzo se représenla en chaquetas, se hablo de su valor en chaquetas; de su valor en trigo, cuando se lo representa en trigo, etc. Cada una de esas expresiones indica que su valor es el que se pone Jo manifestó en los valores de uso chaqueta, trigo, ele. "Como el valor de toda mercancía denota su relación en el intercambio, podemos hablar de él como , -. valor en Erigo, valor en paño, según la mercunciu can que se 1? compare, y de ahí que existan mil disihtos lipos de valor laníos Lipos de valor como mercancías hay en existencia, y todos son igualmente reales e igualmente nominales." [A Crttltat üixxrr-¡üthri on tl\c Natttre, Mensure, and Ctiases of Vatne; Cfiiefly In Refcrence to ihe Wriür-ss of Mr. Ricardo áni h'm Folíoivcri^* By Ae Artihar o¡ Essays oa títe Fommiiaix . .. oj Qpinions* Londres, I8ZJ, p. 39.) Samuel Bailey. autor de esla ob'u anónima, que en ni ¿poca provocó gran revuelo en Inglaterra, se imaptna haber destruido, medíame esa referencia a las múltiples y diversas expresiones relativas del valor de una misma mercancía, toda definición del valor. Que Bailey, por 'o demás-, y pesí a su e*areche7, acertó a encontrar diversos puntoi débiles de Ji teoría de Ricardo, lo demuestro, el encona con que h escuela ricardiana le hizo übjelo de m ataques, ñor ejemplo en h WV.nmüJ.íírr flcvirw.

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Mediante su furnia del valor, ahora d lienzo ya no se ^hol la únicamente en relación social con una clase singidar

de mercancTasT^ino con élmundo de tas mercanciasTHh cuanto mercancía, el lienzo es ciudadano de ese mundo. A l propio t iempo, en la serie infinita de sus expresiones está implícito que el valor du las mercancías sea indiferente enn respecto a la forma particular del valor de uso en que se manifiesta.

En la primera Forma, 20 varas de lienzo = / chaqueta, puede ser un hecho fortuito el que esas dos mercancías sean intercambiables en determinada proporción cuantitativa. En la segunda forma, por el contrario, salta enseguida a la vista un trasfondo esencialmente diíercntc de la manifestación fortuita, a la que determina. E l valor del lienzo se mantiene invariable, ya se exprese en chaqueta o café o hierro, etc., en innumerables y distintas mercancías, pertenecieres; a los poseedores más diversos. Caduca la relación fortui ta entre dos poseedores individuales de mercancías..Se vuelve obv io , .que . f lQ^s_cL Í í^ que regula la magnitud de valor, de l a nyrcancf jL sino l a i n y ^ r s a j a j n a ^ i i t u d de valor de la mercancía la que rige sus relaciones de intercambio.

En Ja expresión di: valor del lienzo, toda mercancía —^chaqueta; té, trigo, hierro, e t c .— oficia de equivalente y, por lo tanto, de cuerpo de vaior. La forma natural determinada de cada una de esa^ .mercancías es ahora uní forma particular de equivalente, junto a otras muchas. De igual modo, las múltiples clases de trabajas útiles, concretos, determinados, contenidos en los diversos cuerpos de las mercancías, hacen ahora las veces de otras tuntas formas particulares de eícetivización o de manifestación de trabajo humano puro y simple.

3. I»EI--IC:IENGM3 D E L A FORMA TOTAL O DKSPLLÜAM* M V A L O R

En primer lug t r , la expresiónrelativa del v a l o r d e l a mercancía eslñcomptet& porque la serie en que se representa no reconoce Termino. E l encarjenamicn^

ecuación de valor se eslabona con la siguiente, puede prolongarse indefinidamente mediante la inserción de cualquier huevo t ipo de mercancías que proporcione la materia para una nueva expresión de valor. En segundo lugar, constituye

_ u n mosaico abigarrado de expresiones de valor divergentes y heterogéneas._Y a la poslre, si el valor relativo de. toda mercancía se debe expresar en esa lorjriajJesplegada — c o m o efectivamente tiene que o c u r r i r — p e n e m o s que j a . forma relativa de valor de toda mercancía será una serie ^nfiñíta de expresiones de valor, 'diferente de la forma

— r^TÍy_3_dc .VAÍQr_que adopta cjalqu i¿r otra mercancía.J,as_ okficiemrias de la forma relativa jlesplegadú^ de^valor se reflejári en la forma de emñváíehle que a dla^correspondc. ComcHa^Torro a natural deseada clase singular de mercan-, i ' a * es aquí una forma particular de equivalente al lado de^otras innumerables formas particulares de equivalente,

"únicamente existen Jornias feprin&das de eqijiyafente, cajla , _una de jas cuales excluye a las otras. De igual manera, el Upo de_trabajo ut¡L concreibT~3el^tninQéQt conteníío^Tn caoT~e^iv inane~^ir tLcular de mercancías, no es más q j c una forma ptiflicldar, y por tañtc no exitcüstiva, 'de nianU

_!f^ac]on del trabajo humano. Éste posee su forma plena o total de manifestación^ es cierto, en el conjunto global de esas formas particulares de manifestarse. Paro carece, Í K I . rít-1 tirtrt fnrmM '/fiifnrin t\r mnnifc^Iarifín

forma relativa desplegada, del _vn/or_ sólo se compone, sin embargo, de una suma de-expresiones de.valor -relativas suri pjes o ecuudonrs de la primera jornia, como:

/ 20 varas de lienzo = 1 chaqueta \ 20 varas de lienzo = 10 libras de té, etcétera,

_ Pero cada una de esas, igualdades también implica, recíprocamente, la ecuación idéntica:

1 1 chaqueta =. 20 varas de lienzo 10 libras de té = 20 varas de lienzo, etcétera.

Efectívamon;e, cuando un hombre cambia su lienzo por otras-muehas'mcrcancía^T-y'por ende expresa el Palor

^^t f^ í í cTe íT una^serñT~de~oTras Tnercancfas. ñéccsanamente lcs__otros muchos posr^dorc^ de^mercancías también intercambian éstas, por lienzo y, con ello, expresan" tos valores de sus diversas mercancías en ¡a misma tercera mercancía,

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Mediante su furnia del valor, ahora d lienzo ya no se ^hol la únicamente en relación social con una clase singidar

de mercancTasT^ino con élmundo de tas mercanciasTHh cuanto mercancía, el lienzo es ciudadano de ese mundo. A l propio t iempo, en la serie infinita de sus expresiones está implícito que el valor du las mercancías sea indiferente enn respecto a la forma particular del valor de uso en que se manifiesta.

En la primera Forma, 20 varas de lienzo = / chaqueta, puede ser un hecho fortuito el que esas dos mercancías sean intercambiables en determinada proporción cuantitativa. En la segunda forma, por el contrario, salta enseguida a la vista un trasfondo esencialmente diíercntc de la manifestación fortuita, a la que determina. E l valor del lienzo se mantiene invariable, ya se exprese en chaqueta o café o hierro, etc., en innumerables y distintas mercancías, pertenecieres; a los poseedores más diversos. Caduca la relación fortui ta entre dos poseedores individuales de mercancías..Se vuelve obv io , .que . f lQ^s_cL Í í^ que regula la magnitud de valor, de l a nyrcancf jL sino l a i n y ^ r s a j a j n a ^ i i t u d de valor de la mercancía la que rige sus relaciones de intercambio.

En Ja expresión di: valor del lienzo, toda mercancía —^chaqueta; té, trigo, hierro, e t c .— oficia de equivalente y, por lo tanto, de cuerpo de vaior. La forma natural determinada de cada una de esa^ .mercancías es ahora uní forma particular de equivalente, junto a otras muchas. De igual modo, las múltiples clases de trabajas útiles, concretos, determinados, contenidos en los diversos cuerpos de las mercancías, hacen ahora las veces de otras tuntas formas particulares de eícetivización o de manifestación de trabajo humano puro y simple.

3. I»EI--IC:IENGM3 D E L A FORMA TOTAL O DKSPLLÜAM* M V A L O R

En primer lug t r , la expresiónrelativa del v a l o r d e l a mercancía eslñcomptet& porque la serie en que se representa no reconoce Termino. E l encarjenamicn^

ecuación de valor se eslabona con la siguiente, puede prolongarse indefinidamente mediante la inserción de cualquier huevo t ipo de mercancías que proporcione la materia para una nueva expresión de valor. En segundo lugar, constituye

_ u n mosaico abigarrado de expresiones de valor divergentes y heterogéneas._Y a la poslre, si el valor relativo de. toda mercancía se debe expresar en esa lorjriajJesplegada — c o m o efectivamente tiene que o c u r r i r — p e n e m o s que j a . forma relativa de valor de toda mercancía será una serie ^nfiñíta de expresiones de valor, 'diferente de la forma

— r^TÍy_3_dc .VAÍQr_que adopta cjalqu i¿r otra mercancía.J,as_ okficiemrias de la forma relativa jlesplegadú^ de^valor se reflejári en la forma de emñváíehle que a dla^correspondc. ComcHa^Torro a natural deseada clase singular de mercan-, i ' a * es aquí una forma particular de equivalente al lado de^otras innumerables formas particulares de equivalente,

"únicamente existen Jornias feprin&das de eqijiyafente, cajla , _una de jas cuales excluye a las otras. De igual manera, el Upo de_trabajo ut¡L concreibT~3el^tninQéQt conteníío^Tn caoT~e^iv inane~^ir tLcular de mercancías, no es más q j c una forma ptiflicldar, y por tañtc no exitcüstiva, 'de nianU

_!f^ac]on del trabajo humano. Éste posee su forma plena o total de manifestación^ es cierto, en el conjunto global de esas formas particulares de manifestarse. Paro carece, Í K I . rít-1 tirtrt fnrmM '/fiifnrin t\r mnnifc^Iarifín

forma relativa desplegada, del _vn/or_ sólo se compone, sin embargo, de una suma de-expresiones de.valor -relativas suri pjes o ecuudonrs de la primera jornia, como:

/ 20 varas de lienzo = 1 chaqueta \ 20 varas de lienzo = 10 libras de té, etcétera,

_ Pero cada una de esas, igualdades también implica, recíprocamente, la ecuación idéntica:

1 1 chaqueta =. 20 varas de lienzo 10 libras de té = 20 varas de lienzo, etcétera.

Efectívamon;e, cuando un hombre cambia su lienzo por otras-muehas'mcrcancía^T-y'por ende expresa el Palor

^^t f^ í í cTe íT una^serñT~de~oTras Tnercancfas. ñéccsanamente lcs__otros muchos posr^dorc^ de^mercancías también intercambian éstas, por lienzo y, con ello, expresan" tos valores de sus diversas mercancías en ¡a misma tercera mercancía,

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en lienzo Si invertimos, pues,Ja serie: 20 varas.de J f c * SSTtíW« o fiE ¡g g o = etc. es dectr « expresamos la relación inversa, que conforme a l a naturaleza de la cosa ya estaba contenida en la sene. tójdrcrnM.

C. F O R M A G E N E R A L D E V A L O R

I chaqueta 10 libras de te 40 libras de café

1 qttarter de trigo 2 onzas de oro

'¿ tonelada de hierro x mercancía A

etc. mercancía

1. CABArTP-q M O D I F I C A D O D E L * FORMA D E VALCB

Las mercancías representan ahora su v a l o r j ) de manera simple y porque lo represemañ^ « " ™ » L ^ ^ il)de manera unitaria, porq_uc_lo representanen la misma

"meTcancía, Su forma de valor es simple y común a todas v , p o r c o n c i c u ' i t f n t i - , $*Mrat .

Las formas I y I I únicamente lograban expresar > v a l o T ^ r M | ^ c ^ c í ^ c o r n ^ - u n ^ l g o _ d ifereníe ac , S J propio valor de uso ó de su cuerpo.

• L"a prmvra-Umi sólo dablHi igar a ecuac.on.js de ^ tór como, por e j emp lo : " ! g » ^ ^ ^ 10 librTs de té = Vi tonelada de hierro, ele. E l valor i k la

Y h a í u c U * expresa « m p riflO igual * ¿ H ^ L g g - d í r í T c o m o a i p igual al hierro, etc". pero lo g i P J 1 ' i e n W T o J g u a i . a l . h i e r r o - e s a s expresiones del va or dL f a c h ^ c i a y del t é - ^ e j e n j an t o en t r e . g « ü * g ° y el hierro. Es obvio que esta forma, en lu p r a c i " * . L " d a e r f l os mas tempranos comienzos, cuando los Preductos del l.abajo se convierten en mercancías a través de ui> intercambio fortuito y ocas.onal

La tógw«*j forma d is l in £ ue mas-cabalmente, alie te p r T m ^ t r ^ r v - á l o l ^ e uña i h c ^ c i i y su p m p j c . w l o r

- d T ^ c T y a ^ e - í r v i l o r dc_ ^ c h a q u e t a , por c e m p ^ É -" S S ü S aquí a su f o r ^ j m ü j r a l en j o d a s j ^ f o r m n s

20 varas de lienzo

so

posibles: come igual_al lienzo, al h ierro , a l té, etc.; como ¡gualda todas las otras, pero minea la chaqueta misma.

~ F o i ótia parte, queda _aquí directamern^_e^ciuida tocia _exprcsión de valor común a las jn.ercancías, püéj3o~ que

en la expresión del valor de cada mercancía todas las demás sólo aparecen bajo la forma de equivalentes. La forma desplegada de valor ocurre de manera efectiva, por p r i mera vez, cuando un producto del trabajo, por ejemplo las reses, ya no se intercambia cxcepcioEalmcntc, sino de modo habitual , por otras mercancías diversas.

L a Última forma que se j i a agregado expresa los valores deTmundq^mercant i l enj jaa_y_la.mjsma_especie de mer-candas, separada de las demás, por ejemplo c^cTtfejizó,

- ~ y representa asi los valores de Todas las mercancías por Tlierjió o e S U igualdad con aquéí. E n cuanto igual al lienzo, -ei-^valor ~de cada mercancía rió" sólo difiere ahora de su propio va lor de uso, sino de todo valor de uso, y precisamente por ello se lo expresa como lo que es común a ella y a todas las demás mercancías. Tan sólo esta forma, pues, relaciona efecüvamenie las mercancías entre sí en cuanto valores, o hace que aparezcan recíproc^eite^corho valores

"de cambio. -Las dos formas precedentes expresan^! valor de cada

^ ^ a n ^ ^ p r a . _ e n _ u n a _ s o l a mercancía de rliferenté"clase con respecto a aquella, ora en "una serie de muchas mer¬

' cancias que difieren "de* la pr imera. Én ambos casos esTpor asr~decirlo,~tlfi asunto pnvacio de cada^minrc^ncia~^s"íngular la tarea de darse una forma de valor, y cumple ese comet ido sin contar con el concurso de las demás mercancías. Éstas desempeñan, con respecto a ella, el_£a^L_m_cramente_ pasivo^de eTjmvalemcsrTa~foma general del_yalpr, por el

^cwTr^rTóT surge tan sóTc^como obra común del rrutndo de las mercancías, UfTa^meTc^TCja'sóio alcanza la expresión general rjc~vaior porque, simultáneamente, todas las demás

^mercancías" expresan su valor en el mismo eqüivaleate,' " y t a d a nueva clase de "mercan cías que aparece en Vsc cm f debe hacer otro tanto. Se vuelve así visible que la objetividad del valor de las mercancías, por ser la mera "existencia social " de tales cosas, únicamente puede quedar expresada por la relación social omnilateral entre las mismas; la forma de valor de las mercancías, por consiguiente, tiene que ser una forma socialmente vigente.

S i

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en lienzo Si invertimos, pues,Ja serie: 20 varas.de J f c * SSTtíW« o fiE ¡g g o = etc. es dectr « expresamos la relación inversa, que conforme a l a naturaleza de la cosa ya estaba contenida en la sene. tójdrcrnM.

C. F O R M A G E N E R A L D E V A L O R

I chaqueta 10 libras de te 40 libras de café

1 qttarter de trigo 2 onzas de oro

'¿ tonelada de hierro x mercancía A

etc. mercancía

1. CABArTP-q M O D I F I C A D O D E L * FORMA D E VALCB

Las mercancías representan ahora su v a l o r j ) de manera simple y porque lo represemañ^ « " ™ » L ^ ^ il)de manera unitaria, porq_uc_lo representanen la misma

"meTcancía, Su forma de valor es simple y común a todas v , p o r c o n c i c u ' i t f n t i - , $*Mrat .

Las formas I y I I únicamente lograban expresar > v a l o T ^ r M | ^ c ^ c í ^ c o r n ^ - u n ^ l g o _ d ifereníe ac , S J propio valor de uso ó de su cuerpo.

• L"a prmvra-Umi sólo dablHi igar a ecuac.on.js de ^ tór como, por e j emp lo : " ! g » ^ ^ ^ 10 librTs de té = Vi tonelada de hierro, ele. E l valor i k la

Y h a í u c U * expresa « m p riflO igual * ¿ H ^ L g g - d í r í T c o m o a i p igual al hierro, etc". pero lo g i P J 1 ' i e n W T o J g u a i . a l . h i e r r o - e s a s expresiones del va or dL f a c h ^ c i a y del t é - ^ e j e n j an t o en t r e . g « ü * g ° y el hierro. Es obvio que esta forma, en lu p r a c i " * . L " d a e r f l os mas tempranos comienzos, cuando los Preductos del l.abajo se convierten en mercancías a través de ui> intercambio fortuito y ocas.onal

La tógw«*j forma d is l in £ ue mas-cabalmente, alie te p r T m ^ t r ^ r v - á l o l ^ e uña i h c ^ c i i y su p m p j c . w l o r

- d T ^ c T y a ^ e - í r v i l o r dc_ ^ c h a q u e t a , por c e m p ^ É -" S S ü S aquí a su f o r ^ j m ü j r a l en j o d a s j ^ f o r m n s

20 varas de lienzo

so

posibles: come igual_al lienzo, al h ierro , a l té, etc.; como ¡gualda todas las otras, pero minea la chaqueta misma.

~ F o i ótia parte, queda _aquí directamern^_e^ciuida tocia _exprcsión de valor común a las jn.ercancías, püéj3o~ que

en la expresión del valor de cada mercancía todas las demás sólo aparecen bajo la forma de equivalentes. La forma desplegada de valor ocurre de manera efectiva, por p r i mera vez, cuando un producto del trabajo, por ejemplo las reses, ya no se intercambia cxcepcioEalmcntc, sino de modo habitual , por otras mercancías diversas.

L a Última forma que se j i a agregado expresa los valores deTmundq^mercant i l enj jaa_y_la.mjsma_especie de mer-candas, separada de las demás, por ejemplo c^cTtfejizó,

- ~ y representa asi los valores de Todas las mercancías por Tlierjió o e S U igualdad con aquéí. E n cuanto igual al lienzo, -ei-^valor ~de cada mercancía rió" sólo difiere ahora de su propio va lor de uso, sino de todo valor de uso, y precisamente por ello se lo expresa como lo que es común a ella y a todas las demás mercancías. Tan sólo esta forma, pues, relaciona efecüvamenie las mercancías entre sí en cuanto valores, o hace que aparezcan recíproc^eite^corho valores

"de cambio. -Las dos formas precedentes expresan^! valor de cada

^ ^ a n ^ ^ p r a . _ e n _ u n a _ s o l a mercancía de rliferenté"clase con respecto a aquella, ora en "una serie de muchas mer¬

' cancias que difieren "de* la pr imera. Én ambos casos esTpor asr~decirlo,~tlfi asunto pnvacio de cada^minrc^ncia~^s"íngular la tarea de darse una forma de valor, y cumple ese comet ido sin contar con el concurso de las demás mercancías. Éstas desempeñan, con respecto a ella, el_£a^L_m_cramente_ pasivo^de eTjmvalemcsrTa~foma general del_yalpr, por el

^cwTr^rTóT surge tan sóTc^como obra común del rrutndo de las mercancías, UfTa^meTc^TCja'sóio alcanza la expresión general rjc~vaior porque, simultáneamente, todas las demás

^mercancías" expresan su valor en el mismo eqüivaleate,' " y t a d a nueva clase de "mercan cías que aparece en Vsc cm f debe hacer otro tanto. Se vuelve así visible que la objetividad del valor de las mercancías, por ser la mera "existencia social " de tales cosas, únicamente puede quedar expresada por la relación social omnilateral entre las mismas; la forma de valor de las mercancías, por consiguiente, tiene que ser una forma socialmente vigente.

S i

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Bajo la forma de lo igual al lienzo, tudas las mercancías

les, BBHKTvlíOfCS g p BCPCjal, ? J a e?^-WaSt rudes de valor comparaSles cuantitativamente. Como Has ven Tcflc^omis^sus magnUnrles de valor en un único material, en lienzo, dichas magnitudes de valor se reflejan reciprocamente, unas a otras. A modo de ejemplo: 10 l i bras de té = 20 varas de lienzo, y 40 libras de cafe — 20 varas de lienzo. Por tanto; 10 libras de té = 40 libras de café. O sea: en 1 l ibra de café sólo está encerrado W de la sustancia de valor, del trabajo, que en 1 l ib ra de te.

L a forma de v a l o ^ l a t i v ^ g e j K r a l vigente en d jfcttndg. ^ ^ ^ ^ W ^ ^ ^ ^ ^ a l a mercancía equivalente se-_ ¿regada'por ét, al l ienzo, e T M á W a c ^ u i v f l r e n t e general Su prop ia forma natural es la f igura de valor común a ese mundo o sea, el Ucnzo, intercambiable directamente por todas íns demás mercancías. Su forma corpórea cuenta como encarnación visible, como crisálida social general de lodo trabajo humano. Tejer, el trabajo particular ojie produce la Lela, reviste a la vez una forma social general, la de la igualdad con todos los demás trabajos. Laa ecuaciones innumerables de Jas que se compone ¡a forma _ general de valor, igualan sucesivamente el trabajo_efecU-vizafJQ en el lienza al uabajo oontgnido_gn ntra mercaj ic ia^ cpnvirUcñdo así el tejer en forma, general de man idac i ón del t r aba jV humano, sea cual fuere. De esta suerte, el tHbajo^objetívado en el valor de las mercancías no solo s e representa negativamente, como trabajo en el que ^c hace abstracción ce todas las formas concretas y propiedades útiles de los trabajos reales: su propia naturaleza positiva se pone expresamente de relieve. £1 es la reducción de todos los trabajos reales al carácter, que les es común, de trabajo humano; al de gasto de fuerza humana de trabajo.

L a forma general de valor, l a cual presenta a los productos del trabaje como simple gelatina de trabajo humano indiíbrenciado, deja ver en su propia estructura que es la expresión social del mundo de las mercancías. Hace visible, de este modo, que dentro de ese mundo el carácter humano general del trabajo constituye su carácter específicamente social.

82

2- RELACIÓN D £ n Z S M ^ u j E N T R E L A F O R M A R E L A T I V A D E V A L O R V LA F O R M A D B I t t U l V A l R W r E

— A U r ^ f J ^ la forma relativa de) valor W g m g g e U ^ de desarrollo de In forma de equival tolera conviene tener en cuenta que d desabollo de k

_J^nmd^pQ^a-pr,inum.

j w * « f a f r f l simpU. o aislada, del valor de una _J5£Fcancia convierte a otra mercancía en un equivalente J H K r ; ^ j o r j n ^ ^ s r ^ g a d a del valor r ¿ u T f r ^ ^ r

expresión del valor de una mercancía en t o d a f las demás mercancías, j m p r i m e a éstas,ja_Jgrma de equivalentes partWOaTO QC df f toa i re* g f r¿ ¡^ F i ¿ a l 5 e i f ó ^ n á ~ c l a « -particular de m e r e a n c f a d o p t a la furnia de equivalente \

g e n e r a l , porque todas las dornas m crean c ^ l j r ^ ^ ¡ r r T C r r

_en d_jnateoaL_de_su forma d e _ v a l a r - g e n e j ¿ ^ ^ J ^ r o j n _ g j mismo grado en que se desarrolla la forma /

- ^ ^ L ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ r m ^ t n la anÚtéSFZitaz .sus_üox^olps: MJsmm^^¡y.íLJe,vaiWji3^ forma de

equivalente. —1 ~

V a la pr imera forma — 2 0 varas de lienzo — 1 chaq u e t a — contiene esa antítesia, pero no la establece como algo f i jo. Según se lea esa ecuación de adelante hacia atrás O de airas hneu arlrianfe, raHn una de lac mercancía q u e

ofician de términos, el lienzo y la chaqueta, se encuentra igualmente ora en la forma relativa de valor, ora en la forma de equivalente. Aquí todavía cuesta trabajo f i jar la antítesis polar.

En la forma I I . sólo una dase de mercancía puede \

^ t n ^ I a ^ i s m ^ gada, porque, y en cuanto, JodaíJas^demás mercancías » ^ C Q n t r a p o o e n ^ J a j p x r n a _ d _ ^

— c o m o 20 varas de lienzo = 1 chaqueta~;~o^ri0~ l ibras de té, o = 1 qtianer de trigo, e t c .— sin modif icar su carácter de conjunto, cpOTrt iéndqla_ j^ valor en f o r m a ^ e ^ e r a L d e l mismo.

L a última forma, la D X ofrece f inalmentg a l mundo f , J de las^maxoiicías-lajaunü^eh

_ to^orque^y en cuanto, j pdas las ' raj^careiari^ í 7 * ¿ ..gentes a ese mundo, con una sola e x c e p c i o ñ r j r i ^ e ^ T

V ! 83

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Bajo la forma de lo igual al lienzo, tudas las mercancías

les, BBHKTvlíOfCS g p BCPCjal, ? J a e?^-WaSt rudes de valor comparaSles cuantitativamente. Como Has ven Tcflc^omis^sus magnUnrles de valor en un único material, en lienzo, dichas magnitudes de valor se reflejan reciprocamente, unas a otras. A modo de ejemplo: 10 l i bras de té = 20 varas de lienzo, y 40 libras de cafe — 20 varas de lienzo. Por tanto; 10 libras de té = 40 libras de café. O sea: en 1 l ibra de café sólo está encerrado W de la sustancia de valor, del trabajo, que en 1 l ib ra de te.

L a forma de v a l o ^ l a t i v ^ g e j K r a l vigente en d jfcttndg. ^ ^ ^ ^ W ^ ^ ^ ^ ^ a l a mercancía equivalente se-_ ¿regada'por ét, al l ienzo, e T M á W a c ^ u i v f l r e n t e general Su prop ia forma natural es la f igura de valor común a ese mundo o sea, el Ucnzo, intercambiable directamente por todas íns demás mercancías. Su forma corpórea cuenta como encarnación visible, como crisálida social general de lodo trabajo humano. Tejer, el trabajo particular ojie produce la Lela, reviste a la vez una forma social general, la de la igualdad con todos los demás trabajos. Laa ecuaciones innumerables de Jas que se compone ¡a forma _ general de valor, igualan sucesivamente el trabajo_efecU-vizafJQ en el lienza al uabajo oontgnido_gn ntra mercaj ic ia^ cpnvirUcñdo así el tejer en forma, general de man idac i ón del t r aba jV humano, sea cual fuere. De esta suerte, el tHbajo^objetívado en el valor de las mercancías no solo s e representa negativamente, como trabajo en el que ^c hace abstracción ce todas las formas concretas y propiedades útiles de los trabajos reales: su propia naturaleza positiva se pone expresamente de relieve. £1 es la reducción de todos los trabajos reales al carácter, que les es común, de trabajo humano; al de gasto de fuerza humana de trabajo.

L a forma general de valor, l a cual presenta a los productos del trabaje como simple gelatina de trabajo humano indiíbrenciado, deja ver en su propia estructura que es la expresión social del mundo de las mercancías. Hace visible, de este modo, que dentro de ese mundo el carácter humano general del trabajo constituye su carácter específicamente social.

82

2- RELACIÓN D £ n Z S M ^ u j E N T R E L A F O R M A R E L A T I V A D E V A L O R V LA F O R M A D B I t t U l V A l R W r E

— A U r ^ f J ^ la forma relativa de) valor W g m g g e U ^ de desarrollo de In forma de equival tolera conviene tener en cuenta que d desabollo de k

_J^nmd^pQ^a-pr,inum.

j w * « f a f r f l simpU. o aislada, del valor de una _J5£Fcancia convierte a otra mercancía en un equivalente J H K r ; ^ j o r j n ^ ^ s r ^ g a d a del valor r ¿ u T f r ^ ^ r

expresión del valor de una mercancía en t o d a f las demás mercancías, j m p r i m e a éstas,ja_Jgrma de equivalentes partWOaTO QC df f toa i re* g f r¿ ¡^ F i ¿ a l 5 e i f ó ^ n á ~ c l a « -particular de m e r e a n c f a d o p t a la furnia de equivalente \

g e n e r a l , porque todas las dornas m crean c ^ l j r ^ ^ ¡ r r T C r r

_en d_jnateoaL_de_su forma d e _ v a l a r - g e n e j ¿ ^ ^ J ^ r o j n _ g j mismo grado en que se desarrolla la forma /

- ^ ^ L ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ r m ^ t n la anÚtéSFZitaz .sus_üox^olps: MJsmm^^¡y.íLJe,vaiWji3^ forma de

equivalente. —1 ~

V a la pr imera forma — 2 0 varas de lienzo — 1 chaq u e t a — contiene esa antítesia, pero no la establece como algo f i jo. Según se lea esa ecuación de adelante hacia atrás O de airas hneu arlrianfe, raHn una de lac mercancía q u e

ofician de términos, el lienzo y la chaqueta, se encuentra igualmente ora en la forma relativa de valor, ora en la forma de equivalente. Aquí todavía cuesta trabajo f i jar la antítesis polar.

En la forma I I . sólo una dase de mercancía puede \

^ t n ^ I a ^ i s m ^ gada, porque, y en cuanto, JodaíJas^demás mercancías » ^ C Q n t r a p o o e n ^ J a j p x r n a _ d _ ^

— c o m o 20 varas de lienzo = 1 chaqueta~;~o^ri0~ l ibras de té, o = 1 qtianer de trigo, e t c .— sin modif icar su carácter de conjunto, cpOTrt iéndqla_ j^ valor en f o r m a ^ e ^ e r a L d e l mismo.

L a última forma, la D X ofrece f inalmentg a l mundo f , J de las^maxoiicías-lajaunü^eh

_ to^orque^y en cuanto, j pdas las ' raj^careiari^ í 7 * ¿ ..gentes a ese mundo, con una sola e x c e p c i o ñ r j r i ^ e ^ T

V ! 83

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cluidgs de la lorma general de equivalente. J jna merejmcia " e l l ienzo^ r^yistf p S s la fnrmfl p-p ¡ntereamhiabílidad di¬recta por todas las demás mercancías, o la forma directa¬

" mente T o ^ i j j o n ^ u c , y en cuanto, todas tesjfcmás_ no revisten dicha f o rma . = H

Á ia"íñversaja_mercancía Que fifiuro como equivalente _ gélicral^uefla excluida de l^fonngjle^vgfor relativa jfljfc

taria. y "por tanto general, Apropia del mundo de las mer

cancías. Si j ^ n i e ^ O j ^ c s t ^ s ^ e n c u ^ l r e l e j L J a ^ I b r m ^ dé_ p a r t i c i p a L a Ja__vei_ en la forma relativa general de_

^valor, tendría que servir eÜajnisma~3e equivalente. Ten-"dnamos entonces ^queTÓ y^ras de__lien zo =_2 {Tyara & de

T í t m Y o T j J ^ qué no expreso valor n i magnitud , ^ e ~ v a í o r . Para expresar ei valor relativc\jíelj$túvalente

general, a n t e s j ^ n , J i m o s de invertir la forma I1L Dicho ^equivalente general no compaña C J I I Í US demsfe mercancías

_ J ¡ L f G i m 2 ^ ^ _expresa relativamente en la serie infinita de todos los demqs cuerpos

\ de mercancías. De^s tc^ modo J a J o r m a relativa desplegada V _¿iL^aáí^oJo .ahora c o m o J q _ forma

ilativa y_esp.ecífica de. yaipr que es propia de la mercancía equivalente^

En realidad, la forma dejnjgrcambiaDUioad airecxa B ™ " ] de ningún modo icvd.i .1 «¡imple vÍst_o__atie_sc jxaled¿_ uría_r^rna mffcantfi adüetica;"tan inseparable de i r >™ia cfc intercambia-

TÍIiclad no direcla conSLcl ™ ™ ^ r nmitivo de tfn pdm "lo ¿T^rcaHcier negativo del otro polo. Cubría imaEinnrsc, por

Tonsicmente que pndiía grabar en loúas las mercancías, a la ver, la impronta de ser directamente intercambiables, tai como cabría conjeturar que es posible «invertir n todo católico en el napa Paro el pequero burgués, que ve en la producción de mcr-E d ^ p L id** Mtremo iniuptraUelL«l de la libertad humana y ce b independencia individual, «ría muy apetecible, naturalmente, que ic subsanaran loa abusos ligados a esa forma, y entre- ellos también el hecho de que las mercancía no sean direc-Himtnt* tota-cambiables. La lucubración de esta utopia de filisteos constituye el socialismo de Prcudhon. a quien, como he demostrado en otra partean ni siquiera cabe el merilo de la originalidad, ya que dicho socialismo fue desarrollado mucho antes que el, y harto meior. por Gray, Braj y otros. Lo cual no impide que uf l sabiduría bajo el noir.brc de "szrer.c,e" [cíencial, naga estragos en cierlos círculos. Ninguna escuela ha hecho mas alardes con ta palabra "science" que la prudoniana, puw

"cuando faltan las ideas, acude j-j^to a tiempo una pal iñW.W

84

3. T R A N S I C I Ó N D E L A F O R M A G £ * E H A L t>E V A L O R * L A F O R M A DÉ h í Ñ E R D

Sforma deequivalente generaUsmUormJeyalor en geue ia l füedft adoptarla, ra* c o f ^ ^ f e r ^ cuaiqüiér mercancía. Por otra parte, una mercancía sólo se"^ncüentra

^ i l a Í O T S U de B q r U y a J j ^ . generai ( torma Í Ü ) poroue ^rodas^a^denzas mercancías- la han separadóHesí mismas,

en caima^^egjtjvaleme, y en ia medida en que d i r i baya OCUrrido._Y^^sólo a par t i r del instante en que esa separa-

^onje^unsc^

de mercangias^ja^ Torma relativa unitaria de valor~propia* del mundo de las mercancías adquiere consistencia objetiva y vigencia social general. —

IjgpggjB gjpeWcg^de~mercancías con cuya forma naturai se fusiona sociaímentriú' ' forma 'de- -ggufraJtaf*,_ tleviene mercancía dincrqria o~runci¿ria como~diiiero. Llega a s e r s" función^ociale^ecljica^ y por lo t a n t o s u m o n p -

JJOUQ sactal^^^^^nír^deinñund^ délas mef^n^ ^ • Í ^ L £ ^ - l d e ^tíHií?'211^ e^^rairHisróficameiite, ese" sitial privilegíadolo conquisto una mercancía determinada, una de las que en la forma I I f iguran como equivalente particular del lienzo y en la forma I I I expresan conjuntamente su valar relativo en e l l ienzo: c] oro. Por constai M P n l p _ j o l _ e n ^ a _ Í g ™ : i TU ^emplazamos la~~¿íeTc^rTcía lienzo por la mercancía o r r ^ j e n g r e ^ ^

D. F O R M A DE D I N E R O

/ 20 varas de lienzo [ 1 chaqueta

Í0 libras de té \ 40 libras de café \ 1 quarter de trigo \ H tonelada de hierro

x mercancía A

E n el tránsito r k l a j p r m a L a J ^ ^ e J a f o r m a I I a la JIL ' i gJ jgT iJugar variaciones esenciales L a forma I V . por ^d-Conlrar ioTgo | T a h t m ^ c L e i L n ^ a j l e J a J I ( ^ no es en que ahora, en vez del lienzo, es_el _oxo e l ^ue^ev i s t e Ja_

= ; 2 onzas de oro 4 .

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cluidgs de la lorma general de equivalente. J jna merejmcia " e l l ienzo^ r^yistf p S s la fnrmfl p-p ¡ntereamhiabílidad di¬recta por todas las demás mercancías, o la forma directa¬

" mente T o ^ i j j o n ^ u c , y en cuanto, todas tesjfcmás_ no revisten dicha f o rma . = H

Á ia"íñversaja_mercancía Que fifiuro como equivalente _ gélicral^uefla excluida de l^fonngjle^vgfor relativa jfljfc

taria. y "por tanto general, Apropia del mundo de las mer

cancías. Si j ^ n i e ^ O j ^ c s t ^ s ^ e n c u ^ l r e l e j L J a ^ I b r m ^ dé_ p a r t i c i p a L a Ja__vei_ en la forma relativa general de_

^valor, tendría que servir eÜajnisma~3e equivalente. Ten-"dnamos entonces ^queTÓ y^ras de__lien zo =_2 {Tyara & de

T í t m Y o T j J ^ qué no expreso valor n i magnitud , ^ e ~ v a í o r . Para expresar ei valor relativc\jíelj$túvalente

general, a n t e s j ^ n , J i m o s de invertir la forma I1L Dicho ^equivalente general no compaña C J I I Í US demsfe mercancías

_ J ¡ L f G i m 2 ^ ^ _expresa relativamente en la serie infinita de todos los demqs cuerpos

\ de mercancías. De^s tc^ modo J a J o r m a relativa desplegada V _¿iL^aáí^oJo .ahora c o m o J q _ forma

ilativa y_esp.ecífica de. yaipr que es propia de la mercancía equivalente^

En realidad, la forma dejnjgrcambiaDUioad airecxa B ™ " ] de ningún modo icvd.i .1 «¡imple vÍst_o__atie_sc jxaled¿_ uría_r^rna mffcantfi adüetica;"tan inseparable de i r >™ia cfc intercambia-

TÍIiclad no direcla conSLcl ™ ™ ^ r nmitivo de tfn pdm "lo ¿T^rcaHcier negativo del otro polo. Cubría imaEinnrsc, por

Tonsicmente que pndiía grabar en loúas las mercancías, a la ver, la impronta de ser directamente intercambiables, tai como cabría conjeturar que es posible «invertir n todo católico en el napa Paro el pequero burgués, que ve en la producción de mcr-E d ^ p L id** Mtremo iniuptraUelL«l de la libertad humana y ce b independencia individual, «ría muy apetecible, naturalmente, que ic subsanaran loa abusos ligados a esa forma, y entre- ellos también el hecho de que las mercancía no sean direc-Himtnt* tota-cambiables. La lucubración de esta utopia de filisteos constituye el socialismo de Prcudhon. a quien, como he demostrado en otra partean ni siquiera cabe el merilo de la originalidad, ya que dicho socialismo fue desarrollado mucho antes que el, y harto meior. por Gray, Braj y otros. Lo cual no impide que uf l sabiduría bajo el noir.brc de "szrer.c,e" [cíencial, naga estragos en cierlos círculos. Ninguna escuela ha hecho mas alardes con ta palabra "science" que la prudoniana, puw

"cuando faltan las ideas, acude j-j^to a tiempo una pal iñW.W

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3. T R A N S I C I Ó N D E L A F O R M A G £ * E H A L t>E V A L O R * L A F O R M A DÉ h í Ñ E R D

Sforma deequivalente generaUsmUormJeyalor en geue ia l füedft adoptarla, ra* c o f ^ ^ f e r ^ cuaiqüiér mercancía. Por otra parte, una mercancía sólo se"^ncüentra

^ i l a Í O T S U de B q r U y a J j ^ . generai ( torma Í Ü ) poroue ^rodas^a^denzas mercancías- la han separadóHesí mismas,

en caima^^egjtjvaleme, y en ia medida en que d i r i baya OCUrrido._Y^^sólo a par t i r del instante en que esa separa-

^onje^unsc^

de mercangias^ja^ Torma relativa unitaria de valor~propia* del mundo de las mercancías adquiere consistencia objetiva y vigencia social general. —

IjgpggjB gjpeWcg^de~mercancías con cuya forma naturai se fusiona sociaímentriú' ' forma 'de- -ggufraJtaf*,_ tleviene mercancía dincrqria o~runci¿ria como~diiiero. Llega a s e r s" función^ociale^ecljica^ y por lo t a n t o s u m o n p -

JJOUQ sactal^^^^^nír^deinñund^ délas mef^n^ ^ • Í ^ L £ ^ - l d e ^tíHií?'211^ e^^rairHisróficameiite, ese" sitial privilegíadolo conquisto una mercancía determinada, una de las que en la forma I I f iguran como equivalente particular del lienzo y en la forma I I I expresan conjuntamente su valar relativo en e l l ienzo: c] oro. Por constai M P n l p _ j o l _ e n ^ a _ Í g ™ : i TU ^emplazamos la~~¿íeTc^rTcía lienzo por la mercancía o r r ^ j e n g r e ^ ^

D. F O R M A DE D I N E R O

/ 20 varas de lienzo [ 1 chaqueta

Í0 libras de té \ 40 libras de café \ 1 quarter de trigo \ H tonelada de hierro

x mercancía A

E n el tránsito r k l a j p r m a L a J ^ ^ e J a f o r m a I I a la JIL ' i gJ jgT iJugar variaciones esenciales L a forma I V . por ^d-Conlrar ioTgo | T a h t m ^ c L e i L n ^ a j l e J a J I ( ^ no es en que ahora, en vez del lienzo, es_el _oxo e l ^ue^ev i s t e Ja_

= ; 2 onzas de oro 4 .

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forma de equivalente general E n la forma I V el oro es ~Io que eñ~la"iil era 'el l icñzo: equivalente general. E l pro

greso consiste tan sólo en que ahora la forma de inter--camlñabllfdáñ gbliéYa^d^emr^'^^™^^ equivalente

genérul~'& hiTwhlado de mo^cleriñitivo, por la cratñrñbrc 'süclaT^onTa especifica ¡arma^aiiiTidll^^mcTZiincíu oro.

Si el oro se enfrenta a las otras mercancías sólo como diñero, ello se Jebe a qújlmleñÓTTn^ a ellas ~ comí? mercancía. A U m i a L q u c J i o ^ jne r -

-carricTas; c1~oro~ "fancionó también como^quivaienle, sea ; 'como^cqulv^lentc singular en actos de intercambio aisla

dos, sea como TqulvMumie^¡mrüc^^\^ñ^ zqtras mere anu í a s que~üalñKéñ~desempeñaban ese papeT^Püec a poco, "en'árnbitos mas'^striñginos o m~ás amplios, comenzóla funcionar como equivalente general. Noc i ón conquista el monopo l i o^c -cs i e -^ t i ahen _ l a^^é^ ío « del valor corres-

^poT\dfénte_al mundo de las me^nria^ se_trjmsYqrma en ~mercan~cíaj[inerarla, y sólo a partir del momento en que

— y o " selia convertido^n tal mercancía jiineraria, Ta jorma ~~iV_sc d i S n g u c á£teJttV.<l)^ de valor

"llega a convertirse en la forma de dinero.

La expresión relativa sinipje Mjwlorj^unq m^ cía, por ejemplo del lienzo", en la" mercancm_que yajuncío-

—ría como niercancía ~Sinerurtu, p¿r cjwmolo c " j l oro, ^ J a forma tfe^^c^TXa^"Forma de precio"; en el caso del

^lienzo será, por consiguiente:

20 varas de lienzo — 2 onzas de oro

0 bien, si la denominación monetario de dos onzas de oro es dos libras esterlinas,

20 varas de lienzo = 2 libras esterlinas.

L¡i dif icultad que presenta el concepto de la forma _de_ d inero ' se "reduce a comprender la forma de equivalente

' "general, r T s e T l ^ f o l ^ u ^ f t c r ^ r ^ de valor, l a ^ o r m a T T i j E i j a " i é resuelve a su vez en faH lá t o r a a tfesraegaoa oe l valor, ' y su elemento constitutivo es 'U f o r m a j e v ^ a s ' _ ~ i £ ' J í e i i ~ ~ZQ= 1 cHaqiieláTcViln'ercancia A~— y mercancía 3, La

forma simple de la mercancía es, por consiguiente, el germen de.la forma deTdinero:

86

4. E l carácter fetichista de la mercancía y su secreto

A primera vista,^jma_j?i#x*flze3^ cosa _ l r i v j a l ^ de comprensión inmediata. Su análisis demuestra

que es un objeto endemoniado, r ico en sutilezas metafísicas y reticencias teológicas. E n cuaato. valo_r_Je uso, na_da_ de misterioso se oculta en ella, ya la consideremos desde el punto de vista de que merced a sus prepiedades satisface necesidades humanas, o"de eme no adquien: esas propiedades sino en cuanto producto del trabajo humano. Es de claridad meridiana que el hombre, mediante su actividad, altera las formas de Jas materias naturales de manera que le sean útiles. Se modifica la forma de l¿ madera, por ejemplo, cuando con ella se hace una mesa. N o obstante, la mesa sigue siendo madera, una cosa ordinaria, sensible, PerjL-no bien entra en escena como mercancía, se trasmuta en cosa sensorialmente suprasensible. N o sólo se™maluíene' Mesa apoyando sus patas en el suelo, sino que _sj^pone_jÍE_

^cabeza, fronte a todas las demás mejenneías y de su testa de palo brotan quimeras mucho más caprichosas que si, por l ibre determinación, se lanzara a bai lar . 2 "

_ E l carácter místico de la_rnercancía no deriva, por tanto, de su valor de uso. Tampoco proviene del contenido de las determinaciones de valor. En pr imer término, porque por diferentes que sean los trabajos útiles o act ividades productivas, constituye una verdad, desde el punto de visia fisiológico, que se trata ile funciones del organismo humanot y que todas esas funciones, sean cuales fueren su contenido y su forma, son en esencia gasto de cerebro, nervio, músculo, órgano sensorio, etc., humanos. E n segundo lugar, y en l o tocante a lo que sirve de fundamento para determinar las magnitudes de valor, esto es, a la duración de aquel gasto o a la cantidad del trabajo, es posible distinguir hasta sensorialmente la cantidad del trabajo de su calidad. E n todos los tipos de sociedad necesariamente hubo de interesar al hombre cJ tiempo de trnbn-j o que insume Ja producción de los medios de subsistencia, aunque esc interés no fuera uni forme en los diversos esta¬

-" Recuérdese que China y los mesas comenzaron a danzar cuaido Iodo el resto del mundo parecía estar sumido en el reposo . . . pour encourager les autres [para alenhr a los demúsj, E N B '

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forma de equivalente general E n la forma I V el oro es ~Io que eñ~la"iil era 'el l icñzo: equivalente general. E l pro

greso consiste tan sólo en que ahora la forma de inter--camlñabllfdáñ gbliéYa^d^emr^'^^™^^ equivalente

genérul~'& hiTwhlado de mo^cleriñitivo, por la cratñrñbrc 'süclaT^onTa especifica ¡arma^aiiiTidll^^mcTZiincíu oro.

Si el oro se enfrenta a las otras mercancías sólo como diñero, ello se Jebe a qújlmleñÓTTn^ a ellas ~ comí? mercancía. A U m i a L q u c J i o ^ jne r -

-carricTas; c1~oro~ "fancionó también como^quivaienle, sea ; 'como^cqulv^lentc singular en actos de intercambio aisla

dos, sea como TqulvMumie^¡mrüc^^\^ñ^ zqtras mere anu í a s que~üalñKéñ~desempeñaban ese papeT^Püec a poco, "en'árnbitos mas'^striñginos o m~ás amplios, comenzóla funcionar como equivalente general. Noc i ón conquista el monopo l i o^c -cs i e -^ t i ahen _ l a^^é^ ío « del valor corres-

^poT\dfénte_al mundo de las me^nria^ se_trjmsYqrma en ~mercan~cíaj[inerarla, y sólo a partir del momento en que

— y o " selia convertido^n tal mercancía jiineraria, Ta jorma ~~iV_sc d i S n g u c á£teJttV.<l)^ de valor

"llega a convertirse en la forma de dinero.

La expresión relativa sinipje Mjwlorj^unq m^ cía, por ejemplo del lienzo", en la" mercancm_que yajuncío-

—ría como niercancía ~Sinerurtu, p¿r cjwmolo c " j l oro, ^ J a forma tfe^^c^TXa^"Forma de precio"; en el caso del

^lienzo será, por consiguiente:

20 varas de lienzo — 2 onzas de oro

0 bien, si la denominación monetario de dos onzas de oro es dos libras esterlinas,

20 varas de lienzo = 2 libras esterlinas.

L¡i dif icultad que presenta el concepto de la forma _de_ d inero ' se "reduce a comprender la forma de equivalente

' "general, r T s e T l ^ f o l ^ u ^ f t c r ^ r ^ de valor, l a ^ o r m a T T i j E i j a " i é resuelve a su vez en faH lá t o r a a tfesraegaoa oe l valor, ' y su elemento constitutivo es 'U f o r m a j e v ^ a s ' _ ~ i £ ' J í e i i ~ ~ZQ= 1 cHaqiieláTcViln'ercancia A~— y mercancía 3, La

forma simple de la mercancía es, por consiguiente, el germen de.la forma deTdinero:

86

4. E l carácter fetichista de la mercancía y su secreto

A primera vista,^jma_j?i#x*flze3^ cosa _ l r i v j a l ^ de comprensión inmediata. Su análisis demuestra

que es un objeto endemoniado, r ico en sutilezas metafísicas y reticencias teológicas. E n cuaato. valo_r_Je uso, na_da_ de misterioso se oculta en ella, ya la consideremos desde el punto de vista de que merced a sus prepiedades satisface necesidades humanas, o"de eme no adquien: esas propiedades sino en cuanto producto del trabajo humano. Es de claridad meridiana que el hombre, mediante su actividad, altera las formas de Jas materias naturales de manera que le sean útiles. Se modifica la forma de l¿ madera, por ejemplo, cuando con ella se hace una mesa. N o obstante, la mesa sigue siendo madera, una cosa ordinaria, sensible, PerjL-no bien entra en escena como mercancía, se trasmuta en cosa sensorialmente suprasensible. N o sólo se™maluíene' Mesa apoyando sus patas en el suelo, sino que _sj^pone_jÍE_

^cabeza, fronte a todas las demás mejenneías y de su testa de palo brotan quimeras mucho más caprichosas que si, por l ibre determinación, se lanzara a bai lar . 2 "

_ E l carácter místico de la_rnercancía no deriva, por tanto, de su valor de uso. Tampoco proviene del contenido de las determinaciones de valor. En pr imer término, porque por diferentes que sean los trabajos útiles o act ividades productivas, constituye una verdad, desde el punto de visia fisiológico, que se trata ile funciones del organismo humanot y que todas esas funciones, sean cuales fueren su contenido y su forma, son en esencia gasto de cerebro, nervio, músculo, órgano sensorio, etc., humanos. E n segundo lugar, y en l o tocante a lo que sirve de fundamento para determinar las magnitudes de valor, esto es, a la duración de aquel gasto o a la cantidad del trabajo, es posible distinguir hasta sensorialmente la cantidad del trabajo de su calidad. E n todos los tipos de sociedad necesariamente hubo de interesar al hombre cJ tiempo de trnbn-j o que insume Ja producción de los medios de subsistencia, aunque esc interés no fuera uni forme en los diversos esta¬

-" Recuérdese que China y los mesas comenzaron a danzar cuaido Iodo el resto del mundo parecía estar sumido en el reposo . . . pour encourager les autres [para alenhr a los demúsj, E N B '

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dios del desarrol lo, 2 0 Finalmente, tan pronto como los hombres trabajan unos para otros, su trabajo adquiere también una forma social.

¿De dónde brota, .entonces,_el carácter, enigmático que distingue al producto del trabajo j i o bien asume la fegfto

~gg mercancía'? Obviamente, de esa fo rma mismaTXa igualdad de los; tratajós "humanos adopta la forma mater jarde_

Ü J a i l l ^ l i 1 ^ ? ^ ^ ^ ^ e v a ^ P r l o s productos deMraba jo ; _ I a_med ida del gasto de fuerza de trabajo humano por su ..duración, cobra la forma, de la magnitud del valor que

alcanzan tos productos del trabajo; por último, las relacio-1 ""nes eot ie- ios_produagres, en las cuales se hacen efectivas

Jas deterimnaCTóñcs sociales de sus trabajos^ revisten la Fqr^ r_ í\_- ma de una relación social entre I O E productos del trabajo.

"Co misterioso de la forma mercanti l consiste sencilla¬" n^ñle, p u e s ^ n g i n f l a misma_ref[e]a anteólos hombres e l _

carácter social de_sji_pXQpÍQ trabajo como caracteres óbje-^~Trvós~inh"erentes a los product_gs rdel t j ^ b a j o . ^ r r m ^ p r o p i e -^rJades joc ia ies naturales de dichas j-osás^y, por endepen

_que tambiénfrefleia la relación social quc_mcdia entre los productores y el trabajo global, como una relación social

"ebtre^ós'objetos, existente al margen de los productores^ Es por medio de este quid pro quo [ tomar una cosa p o t T otra] como los productos del trabajo se convierten en mercancías, en cosas sensorialmente suprasensibles o sociales, u e moüo análogo, l a impresión luminosa ele i m t i cosa sobre el nervio óptico no se presenta como excitación subjetiva de ese nervio, sino como forma objetiva de una cosa situada fuera del ojo. Pero en el acto de ver se proyecta efectivamente luz desde una cosa, el objeto exterior, en otra, el ojo. Es una relación física entre cosas físicas. Por el c o n t r a r j o j a forma de mercancía y la relación de " ~valQr"eñtre los productos del trabajo en que dicha forma

- l l Notíi a la 2? edición. — Entre los antiguas germanos la extensión de un Mor$er\1 de tierra se calculaba por el trabajo de una jornada, y por eso -¡1 Margen se lo denominaba Tagwerk [trabajo de un día] (también Tagwaimv [aventar un día]) {JurtiaU a jariwlis, ierra jnmatis* jomaib o diitrnalis), Mmtmverk [trabajo de un hombre], Mannskraft [fuerza de un hambre], Matmsmcad [siega da un hombre], Mannsliaiiet [tala de un hombre], etc. Véase Georg Ludwig von Maurer, Einleitung zar Geschichte der Mark-, //ü/-, usw. Verfassung* Munich. IB54. p. 129 y s.

• De 25 a 30 áreas.

_^se_^presejita, no tienen absolulamente nada que ver con la naturalezaH^ísica de J o s " mismos ñi~cbn las re]á^ne~s"~~ propias de cosas, que se derivan de tal naturaleza. Lo" que aquí adopta, para los hombres, la forma fantasmagórica' de una relación entre cosas, es sólo la relación social determinada existente entre aquéllos. De ahí que para hallar una analogía pertinente debamos buscar amparo en las neblinosas comarcas del mundo religioso. E n éste los productos de la mente humana parecen figuras autónomas, dotadas de vida propia, en relación unas con otras y con los hombres. Otro tanto ocurre en el mundo de las mercancías con los productos úc la mano humana. A esto

_ Ü amo, el fet ichismo'que se adhiere a ios productos del 1ra-bajo no bien se los produce como mercancías, y^ que" es

_2inseparable de Ja_ producción mercant i l . ^ E ^ e ^ a ^ t e j ^ ^ t i c j n ^ t a del mundcTrle las mercancías

se origina, como el análisis precedente l o ha demostrado, j m _ la peculiar índole social del trabajo que produce

_jnerxancías. __Si los objetos para el uso se_conviericn en mercan cías s

ello se debe únicamente a quQ^oi^^roducíos de trabaf&s~^ privMdos^eieradas-^ncÍFPeiidientemente los unos j f e los ~ otros. E l complejo de estos traba ¡os^.piivados es lo^ljüe constituye^el trabajo_socjal gíohal_ Como los productores

~ño entran en contacto social hasta que intercambian los p r o d u c t o s de su j r a l i a j o , los a tr io utos espectocamente so

ciales de esos trabajos privados no se manifiestan sino en el marco de dicho intercambio. Q en otras palabras: de " hecho, los Trabajos privados no alcanzan realíf3ati~corno partes del trabajo social eq su c^jüntd^síño por medfír de las je jac i o ncs_rjii£j3l jntercambio^eaíaBléce entre jos prcT-

__ductQ5. del E r ^ b a i o ^ _ a _ J r ^ é s ^ e ^ o s ^ éntrelos" _rjrorju_ctores. A éstos, por ende, las relaciones sociales entre

sus trabajos privados se les ponen de manifiesto como l o que son, vale decir, no como relaciones directamente sociales trabadas entre las personas mismas, en sus trabajos, sino por el contrario como relaciones propias de cosas entre las personas y relaciones sociales entre las cosas.

Es sólo en su intercambio donde^ fas productos del trabajo adquieren una objetividad de valor, sorialmente

" u m f o r i i ^ T ^ ^ obieuvíaad" de uso, sensoriaí-mente diversa. Ta l escisión del producto laboral en cosa útil y cosa de valor sólo se efectiviza, en la práctica, cuando

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dios del desarrol lo, 2 0 Finalmente, tan pronto como los hombres trabajan unos para otros, su trabajo adquiere también una forma social.

¿De dónde brota, .entonces,_el carácter, enigmático que distingue al producto del trabajo j i o bien asume la fegfto

~gg mercancía'? Obviamente, de esa fo rma mismaTXa igualdad de los; tratajós "humanos adopta la forma mater jarde_

Ü J a i l l ^ l i 1 ^ ? ^ ^ ^ ^ e v a ^ P r l o s productos deMraba jo ; _ I a_med ida del gasto de fuerza de trabajo humano por su ..duración, cobra la forma, de la magnitud del valor que

alcanzan tos productos del trabajo; por último, las relacio-1 ""nes eot ie- ios_produagres, en las cuales se hacen efectivas

Jas deterimnaCTóñcs sociales de sus trabajos^ revisten la Fqr^ r_ í\_- ma de una relación social entre I O E productos del trabajo.

"Co misterioso de la forma mercanti l consiste sencilla¬" n^ñle, p u e s ^ n g i n f l a misma_ref[e]a anteólos hombres e l _

carácter social de_sji_pXQpÍQ trabajo como caracteres óbje-^~Trvós~inh"erentes a los product_gs rdel t j ^ b a j o . ^ r r m ^ p r o p i e -^rJades joc ia ies naturales de dichas j-osás^y, por endepen

_que tambiénfrefleia la relación social quc_mcdia entre los productores y el trabajo global, como una relación social

"ebtre^ós'objetos, existente al margen de los productores^ Es por medio de este quid pro quo [ tomar una cosa p o t T otra] como los productos del trabajo se convierten en mercancías, en cosas sensorialmente suprasensibles o sociales, u e moüo análogo, l a impresión luminosa ele i m t i cosa sobre el nervio óptico no se presenta como excitación subjetiva de ese nervio, sino como forma objetiva de una cosa situada fuera del ojo. Pero en el acto de ver se proyecta efectivamente luz desde una cosa, el objeto exterior, en otra, el ojo. Es una relación física entre cosas físicas. Por el c o n t r a r j o j a forma de mercancía y la relación de " ~valQr"eñtre los productos del trabajo en que dicha forma

- l l Notíi a la 2? edición. — Entre los antiguas germanos la extensión de un Mor$er\1 de tierra se calculaba por el trabajo de una jornada, y por eso -¡1 Margen se lo denominaba Tagwerk [trabajo de un día] (también Tagwaimv [aventar un día]) {JurtiaU a jariwlis, ierra jnmatis* jomaib o diitrnalis), Mmtmverk [trabajo de un hombre], Mannskraft [fuerza de un hambre], Matmsmcad [siega da un hombre], Mannsliaiiet [tala de un hombre], etc. Véase Georg Ludwig von Maurer, Einleitung zar Geschichte der Mark-, //ü/-, usw. Verfassung* Munich. IB54. p. 129 y s.

• De 25 a 30 áreas.

_^se_^presejita, no tienen absolulamente nada que ver con la naturalezaH^ísica de J o s " mismos ñi~cbn las re]á^ne~s"~~ propias de cosas, que se derivan de tal naturaleza. Lo" que aquí adopta, para los hombres, la forma fantasmagórica' de una relación entre cosas, es sólo la relación social determinada existente entre aquéllos. De ahí que para hallar una analogía pertinente debamos buscar amparo en las neblinosas comarcas del mundo religioso. E n éste los productos de la mente humana parecen figuras autónomas, dotadas de vida propia, en relación unas con otras y con los hombres. Otro tanto ocurre en el mundo de las mercancías con los productos úc la mano humana. A esto

_ Ü amo, el fet ichismo'que se adhiere a ios productos del 1ra-bajo no bien se los produce como mercancías, y^ que" es

_2inseparable de Ja_ producción mercant i l . ^ E ^ e ^ a ^ t e j ^ ^ t i c j n ^ t a del mundcTrle las mercancías

se origina, como el análisis precedente l o ha demostrado, j m _ la peculiar índole social del trabajo que produce

_jnerxancías. __Si los objetos para el uso se_conviericn en mercan cías s

ello se debe únicamente a quQ^oi^^roducíos de trabaf&s~^ privMdos^eieradas-^ncÍFPeiidientemente los unos j f e los ~ otros. E l complejo de estos traba ¡os^.piivados es lo^ljüe constituye^el trabajo_socjal gíohal_ Como los productores

~ño entran en contacto social hasta que intercambian los p r o d u c t o s de su j r a l i a j o , los a tr io utos espectocamente so

ciales de esos trabajos privados no se manifiestan sino en el marco de dicho intercambio. Q en otras palabras: de " hecho, los Trabajos privados no alcanzan realíf3ati~corno partes del trabajo social eq su c^jüntd^síño por medfír de las je jac i o ncs_rjii£j3l jntercambio^eaíaBléce entre jos prcT-

__ductQ5. del E r ^ b a i o ^ _ a _ J r ^ é s ^ e ^ o s ^ éntrelos" _rjrorju_ctores. A éstos, por ende, las relaciones sociales entre

sus trabajos privados se les ponen de manifiesto como l o que son, vale decir, no como relaciones directamente sociales trabadas entre las personas mismas, en sus trabajos, sino por el contrario como relaciones propias de cosas entre las personas y relaciones sociales entre las cosas.

Es sólo en su intercambio donde^ fas productos del trabajo adquieren una objetividad de valor, sorialmente

" u m f o r i i ^ T ^ ^ obieuvíaad" de uso, sensoriaí-mente diversa. Ta l escisión del producto laboral en cosa útil y cosa de valor sólo se efectiviza, en la práctica, cuando

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el intercambio ya ha alcanzado la extensión y relevancia suficientes como para que se produzcan cosas útiles destinadas al intercambio, con lo cual, pues, ya en su producción misma se tiene en cuenta el carácter de va lor de

/ las cosas. A part ir de ese momento l o s j r ^ n j p s pr ivado^ | _ j e los productores adoptan_de_jnaju^a-gfgt:lÍva un doble | ~ c a r áetc r" "Tocia I . F or una paite, en uajnl^trabajos^LUjks"

emú nados. Tieneni__qnc satisfacer una necesidad social \ de te rm i nada_y cj¿ruCUQ_pr^bar su eticacia corno"parta s~del

"pfr^bfjlQ^gtohaí, dei sistema natural caracterizado por la :_diy_isión so c i a P d e l J r abajo. De otra parte, só í o lM i i^ceh '* las varía das Jiccesídades de sus propios productores, en j a

• medida en que todo trabajo privado particular, dotado de ! ut i l idad, es pasible de intercambio poj^gjra clase de trabajo / privado útil, y por tantp_Jc_cs_ cguiyájente. L a IguafJaifde

•_tra bajos tolo cath [ totalmente] diversos so^p\í^^_cOT[^-

sistir v\\_ii/m abstracción.de su. deMwlMd red, g ( l&Tfe i ducción al carácter común que poseen en cuañlo gasto de

_iií^tfJí(jtfW/iít- de.trabajo,, trabajo abstracta mente hiwiaao. £1 cerebro..de los^productores privados refleja ese dobTc carácter ^spe ja l de sus trabajos priva do ¡Lelamente en fas formas que se Inanlf iestan en el movimiento práctico, en

_ c i j n t e r c Q m b i o d ^ ^ r o d u ^ t o s : el carácter socialmenteytrT de"sus_ t r aba j o r j ^ i y j i d^^

_ de^¿ufi_efproducto del bmbaio_t^iene_que^ser útil^y precisamente serlo para otros^ el carácter social de Ta igualdad entre ios diversos trabajos, sólo bajo la forma del carácter de valor que es común a esas cosas materialmente di ferentes, los productos del trabajo.

Por consiguiente, el que los hombres relacionen entre si como valores los productos de su trabajo no se debe al hecho de que tales cosas cuenten pura ellos como meras envolturas materiales de trabajo homogéneamente humano. A la inversa. A l equiparar entre sí en el cambio como valores sns productos heterogéneos, equiparan recíprocamente sus diversos trabajos como trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen."'' E l valor, en consecuencia, no lleva escrito

- r Nota a la 2!- edición. — Por eso. cuando Galiani dice: el valor es una relación enire pi^uiius — M l a vichezzr. c una ragíone im due persone"— habría debida ^eregar: una relación oculta bajo mrn envoltura de cosu. [Galniai, Dellti maneta, col. Custodi cit., Milán, 1H03. pane moderno, l m. p. 221.)

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en la frente lo que es. Por el contrario, transforma a todo producto del trabajo en un jeroglífico social. Más adelante los hombres procuran descifrar el sentido del jeroglífico, desentrañar el misterio de su prop ia producto social, ya que la determinación de los objetos para el uso como valores es producto social suyo a igual título que e l lenguaje. E l descubrimiento científico ulterior de que los producios del trabajo, en la medida en que son valores, constituyen meras expresiones, con el carácter de cosas, del t rabajo humano empleado en su producción, inaugura una época en la historia de la evolución humana, pero en modo alguno desvanece la apariencia de objetividad que envuelve a los atributos sociales del trabajo. U n hecho que sólo tiene vigencia para er*a forma part iculai de producción, para la producción de mercancías — a saber! que el caraca t

ter específicamente social de los traba;os privados^ in^ \ _ger^Pdien_tes consiste en su" igualdad en cuanto trabajo • M m j m o y asume la forma del carácter de valor de los productos del t raba jo—, tanto antes como después" "de aquePdescubrimiento se presenta como igualmente def init ivo ante quienes están inmersos en las relaciones de la producción de mercancías, así como la descomposición del aire en sus elementos, por parle de la ciencia, deja íncam-biada la forma del aire en cuanto forma de un cuerpo físico.

L o que interesa ante too^^^en la, práctica, a quienes j n t e f r a m i j l a ^ cuántc producto ajeno obtendrán por el producto p r op i o ; en qué proporciones, pues, se J n j g r c j m i b i a ^ ^ esas proporciones, al madurar, llegan a adquir ir cierta fijeza consagrada por el uso, parecen deber su origen a la naturaleza de los productos del trabajo, de manera que por ejemplo una tonelada de hierro y dos onzas de oro valen lo mismo, tal como una libra de oro y una l ib ra de hierro pesan igual por más que di f ieran sus propiedades físicas y químicas . En realidad, el carácter de v a l ° r que presentan los productos" del I r ^ ^ j 0 - ^ n o ^ consolida sino por fíacersir

""efectivos erTla practica como magnitudes_de valor. Estas_ manniturJes camrjian de manera constante independientemente de la voluntad, las previsiones o~Tos actos de los sujetos dcrihtercámblrj. Su propio movimiento social posee para ellos la forma de un movimiento de cosas bajo cuyo contro l se encuentran, en lugar de controlarlas. Se requiere

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el intercambio ya ha alcanzado la extensión y relevancia suficientes como para que se produzcan cosas útiles destinadas al intercambio, con lo cual, pues, ya en su producción misma se tiene en cuenta el carácter de va lor de

/ las cosas. A part ir de ese momento l o s j r ^ n j p s pr ivado^ | _ j e los productores adoptan_de_jnaju^a-gfgt:lÍva un doble | ~ c a r áetc r" "Tocia I . F or una paite, en uajnl^trabajos^LUjks"

emú nados. Tieneni__qnc satisfacer una necesidad social \ de te rm i nada_y cj¿ruCUQ_pr^bar su eticacia corno"parta s~del

"pfr^bfjlQ^gtohaí, dei sistema natural caracterizado por la :_diy_isión so c i a P d e l J r abajo. De otra parte, só í o lM i i^ceh '* las varía das Jiccesídades de sus propios productores, en j a

• medida en que todo trabajo privado particular, dotado de ! ut i l idad, es pasible de intercambio poj^gjra clase de trabajo / privado útil, y por tantp_Jc_cs_ cguiyájente. L a IguafJaifde

•_tra bajos tolo cath [ totalmente] diversos so^p\í^^_cOT[^-

sistir v\\_ii/m abstracción.de su. deMwlMd red, g ( l&Tfe i ducción al carácter común que poseen en cuañlo gasto de

_iií^tfJí(jtfW/iít- de.trabajo,, trabajo abstracta mente hiwiaao. £1 cerebro..de los^productores privados refleja ese dobTc carácter ^spe ja l de sus trabajos priva do ¡Lelamente en fas formas que se Inanlf iestan en el movimiento práctico, en

_ c i j n t e r c Q m b i o d ^ ^ r o d u ^ t o s : el carácter socialmenteytrT de"sus_ t r aba j o r j ^ i y j i d^^

_ de^¿ufi_efproducto del bmbaio_t^iene_que^ser útil^y precisamente serlo para otros^ el carácter social de Ta igualdad entre ios diversos trabajos, sólo bajo la forma del carácter de valor que es común a esas cosas materialmente di ferentes, los productos del trabajo.

Por consiguiente, el que los hombres relacionen entre si como valores los productos de su trabajo no se debe al hecho de que tales cosas cuenten pura ellos como meras envolturas materiales de trabajo homogéneamente humano. A la inversa. A l equiparar entre sí en el cambio como valores sns productos heterogéneos, equiparan recíprocamente sus diversos trabajos como trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen."'' E l valor, en consecuencia, no lleva escrito

- r Nota a la 2!- edición. — Por eso. cuando Galiani dice: el valor es una relación enire pi^uiius — M l a vichezzr. c una ragíone im due persone"— habría debida ^eregar: una relación oculta bajo mrn envoltura de cosu. [Galniai, Dellti maneta, col. Custodi cit., Milán, 1H03. pane moderno, l m. p. 221.)

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en la frente lo que es. Por el contrario, transforma a todo producto del trabajo en un jeroglífico social. Más adelante los hombres procuran descifrar el sentido del jeroglífico, desentrañar el misterio de su prop ia producto social, ya que la determinación de los objetos para el uso como valores es producto social suyo a igual título que e l lenguaje. E l descubrimiento científico ulterior de que los producios del trabajo, en la medida en que son valores, constituyen meras expresiones, con el carácter de cosas, del t rabajo humano empleado en su producción, inaugura una época en la historia de la evolución humana, pero en modo alguno desvanece la apariencia de objetividad que envuelve a los atributos sociales del trabajo. U n hecho que sólo tiene vigencia para er*a forma part iculai de producción, para la producción de mercancías — a saber! que el caraca t

ter específicamente social de los traba;os privados^ in^ \ _ger^Pdien_tes consiste en su" igualdad en cuanto trabajo • M m j m o y asume la forma del carácter de valor de los productos del t raba jo—, tanto antes como después" "de aquePdescubrimiento se presenta como igualmente def init ivo ante quienes están inmersos en las relaciones de la producción de mercancías, así como la descomposición del aire en sus elementos, por parle de la ciencia, deja íncam-biada la forma del aire en cuanto forma de un cuerpo físico.

L o que interesa ante too^^^en la, práctica, a quienes j n t e f r a m i j l a ^ cuántc producto ajeno obtendrán por el producto p r op i o ; en qué proporciones, pues, se J n j g r c j m i b i a ^ ^ esas proporciones, al madurar, llegan a adquir ir cierta fijeza consagrada por el uso, parecen deber su origen a la naturaleza de los productos del trabajo, de manera que por ejemplo una tonelada de hierro y dos onzas de oro valen lo mismo, tal como una libra de oro y una l ib ra de hierro pesan igual por más que di f ieran sus propiedades físicas y químicas . En realidad, el carácter de v a l ° r que presentan los productos" del I r ^ ^ j 0 - ^ n o ^ consolida sino por fíacersir

""efectivos erTla practica como magnitudes_de valor. Estas_ manniturJes camrjian de manera constante independientemente de la voluntad, las previsiones o~Tos actos de los sujetos dcrihtercámblrj. Su propio movimiento social posee para ellos la forma de un movimiento de cosas bajo cuyo contro l se encuentran, en lugar de controlarlas. Se requiere

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una producción de mercancías desarrollada de manera plena antes que brote, a part ir de la experiencia misma, la comprensión científica de que los trabajos privados

""^•ejercidos independien terñente los unos de los otros pero sujetos a una interdependencia mult i lateral en cuanto ramas de la división social del trabajo que se originan naturalmente— son. reducidos en todo momento a su medida de proporción social porquejsrTTas relaciones.de intercam-

—bia^ei\JrTs~us pradUctós^tonuiUS y siempre f luctuantcs^ej tiempo de trabajo socialniente necesario para la producción

* - de"los-mismoV'sc"impone^dé modo i r re^ iE fL^O. IQnJc .V--—wafíí/V2¿ Teguladora", "tal cbmo ~por ejemplo s\i impone la ley

~~ de la gravedad cuando a uno se le cae la casa encima.- 4

_La determinación de las magnitudes dc_y,aj0£ por el t iempo de trabajo,, pues," es ^ñ^misterio oculto bajo los movimientos manifiestos que a j o t an " a los"vatores relativos de las 'rmircancías. Su descaramiento borra la apariencia de que" 1á~3eterminación de las magnitudes de valor alcanzadas por los productos del trabajo es meramente fortuita, pero en modo alguno elimina su forma de cosa.

L a reflexión en :orno a las formas de Ja vida humana, y por consiguiente el análisis científico de las mismas, toma un camino opuesto al seguido por el desarrollo r ea l Comienza post festum [después de los acontecimientos] y, pur endu, disponiendo ya de loe resultado*: últimrK riel proceso de desarrollo. Las formas que ponen In impronta de mercancías a los productos del trabajo y por tanto están presupuestas a la circulación de mercancías, poseen ya la fijeza propia de formas naturales de la vida social, antes de que los hombres procuren dilucidar no el carácier histórico de esas formas — q u e , más bien, >a cuentan para ellos como algo i n m u t a b l e — sino su contenido. De esta suerte, fue sólo el análisis de los precios de las mercancías l o que llevo n la determinación de las magnitudes del valor; sólo l a expresión colectiva de las mercancías en dinero, l o que indujo a fijar su carácter de valor, Pero es precisamente esa forma acabada del mundo de las mercancías

3« M¿Quc pensar de un¡i ley que sólo puede imponerse B través de revoluciona periódicas? No es sino una /*-)' natural, fundada en la inconcieiicia de quienes están sujetos a W/Ü . " (Fried¬rich Engels, Umrisse ZU einer Kriiík dar Nvtionatvkonainie, en D^urscii-Fraiizosische JahrhilchtT, ed. por Arnold Rlipe V Karl Marx, París, 1R44.)

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—Ja forma de d i n e r o — la que vela de hecho, en vez de revelar, e l carácter social de los trabajos privados, y por tanto las relaciones sociales entre los trabajadores ind i v i duales. Si digo que la chaqueta, los botines, etc., se v inculan con el lienzo como con la encarnación general de trabajo humano abstracto, salta a la vista la insensatez de tal modo de expresarse. Pero cuando los productores de chaquetas, botines, etc., refieren esas mercancías al lienzo

o al oro y la plata, lo que en nada modifica la cosa— como equivalente general, la relación entre sus trabajos privados y el trabajo social en su conjunto se les presenta exactamente bajo esa forma insensata.

Formas semejantes constituyen precisamente las categorías de la economía burguesa. Se trata de formas del pensar sociahnunte válidas, y por tanto objetivas, para las relaciones de producción que caracterizan ese modo de producción social históricamente determinado: IR producción de mercancías. Todo el misticismo del mundo de las mercancías, toda la magia y la fantasmagoría que nimban los productos del trabajo fundados en la producción de mercancías, se esfuma de inmediato cuando emprendemos camino hacia otras formas de producción.

Como la economía político es afecta a las robinsona-das,- k hagamos primeramente que Robinsón comparezca en RÜ isla Fñigal. enmn ln es va de condición, tiene sin embargo que satisfacer diversas necesidades y, por tanto, ejecutar trabajos útiles de variada índole: fabricar herramientas, hacer muebles, domesticar llamas, pescar, cazar, etcétera. De rezos y otras cosas por e l estilo u u hablemos aquí, porque a nuestro Robinsón esas actividades le causan placer y las incluye en sus esparcimientos. Pese a la diversidad de sus funciones productivas sabe que no son más que distintas formas de actuación del mismo Robinsón, es

J I 1 Nota a la 2? edición,—Tampoco Ricardo está exento de robinsón adas. "Hace que de ínmcdiaío el pescador y c l cazador primitivos cambien la pesca y ln caza conin ai Fneran poseedores de mercancías, en proporción al tiempo de trabajo objetivado en esos valores de cambio. En e&iu ocasión incurre en el anacronismo tic que el pescudo: y el cazador primitivos, para calcular la incidencia de sus instrumentos de trabajo, echen mano a las tablas de anualidades que solían usarse en la Bolsa de Londres en LH17. A l perecer, In única forma He sociedad que fuere de la burguesa conoce Ricardo sor» los i par ale logramos del señor OwenT."lHnÍ íK. Mar*. Zílf Kritlk pp. 3S. 39.1

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una producción de mercancías desarrollada de manera plena antes que brote, a part ir de la experiencia misma, la comprensión científica de que los trabajos privados

""^•ejercidos independien terñente los unos de los otros pero sujetos a una interdependencia mult i lateral en cuanto ramas de la división social del trabajo que se originan naturalmente— son. reducidos en todo momento a su medida de proporción social porquejsrTTas relaciones.de intercam-

—bia^ei\JrTs~us pradUctós^tonuiUS y siempre f luctuantcs^ej tiempo de trabajo socialniente necesario para la producción

* - de"los-mismoV'sc"impone^dé modo i r re^ iE fL^O. IQnJc .V--—wafíí/V2¿ Teguladora", "tal cbmo ~por ejemplo s\i impone la ley

~~ de la gravedad cuando a uno se le cae la casa encima.- 4

_La determinación de las magnitudes dc_y,aj0£ por el t iempo de trabajo,, pues," es ^ñ^misterio oculto bajo los movimientos manifiestos que a j o t an " a los"vatores relativos de las 'rmircancías. Su descaramiento borra la apariencia de que" 1á~3eterminación de las magnitudes de valor alcanzadas por los productos del trabajo es meramente fortuita, pero en modo alguno elimina su forma de cosa.

L a reflexión en :orno a las formas de Ja vida humana, y por consiguiente el análisis científico de las mismas, toma un camino opuesto al seguido por el desarrollo r ea l Comienza post festum [después de los acontecimientos] y, pur endu, disponiendo ya de loe resultado*: últimrK riel proceso de desarrollo. Las formas que ponen In impronta de mercancías a los productos del trabajo y por tanto están presupuestas a la circulación de mercancías, poseen ya la fijeza propia de formas naturales de la vida social, antes de que los hombres procuren dilucidar no el carácier histórico de esas formas — q u e , más bien, >a cuentan para ellos como algo i n m u t a b l e — sino su contenido. De esta suerte, fue sólo el análisis de los precios de las mercancías l o que llevo n la determinación de las magnitudes del valor; sólo l a expresión colectiva de las mercancías en dinero, l o que indujo a fijar su carácter de valor, Pero es precisamente esa forma acabada del mundo de las mercancías

3« M¿Quc pensar de un¡i ley que sólo puede imponerse B través de revoluciona periódicas? No es sino una /*-)' natural, fundada en la inconcieiicia de quienes están sujetos a W/Ü . " (Fried¬rich Engels, Umrisse ZU einer Kriiík dar Nvtionatvkonainie, en D^urscii-Fraiizosische JahrhilchtT, ed. por Arnold Rlipe V Karl Marx, París, 1R44.)

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—Ja forma de d i n e r o — la que vela de hecho, en vez de revelar, e l carácter social de los trabajos privados, y por tanto las relaciones sociales entre los trabajadores ind i v i duales. Si digo que la chaqueta, los botines, etc., se v inculan con el lienzo como con la encarnación general de trabajo humano abstracto, salta a la vista la insensatez de tal modo de expresarse. Pero cuando los productores de chaquetas, botines, etc., refieren esas mercancías al lienzo

o al oro y la plata, lo que en nada modifica la cosa— como equivalente general, la relación entre sus trabajos privados y el trabajo social en su conjunto se les presenta exactamente bajo esa forma insensata.

Formas semejantes constituyen precisamente las categorías de la economía burguesa. Se trata de formas del pensar sociahnunte válidas, y por tanto objetivas, para las relaciones de producción que caracterizan ese modo de producción social históricamente determinado: IR producción de mercancías. Todo el misticismo del mundo de las mercancías, toda la magia y la fantasmagoría que nimban los productos del trabajo fundados en la producción de mercancías, se esfuma de inmediato cuando emprendemos camino hacia otras formas de producción.

Como la economía político es afecta a las robinsona-das,- k hagamos primeramente que Robinsón comparezca en RÜ isla Fñigal. enmn ln es va de condición, tiene sin embargo que satisfacer diversas necesidades y, por tanto, ejecutar trabajos útiles de variada índole: fabricar herramientas, hacer muebles, domesticar llamas, pescar, cazar, etcétera. De rezos y otras cosas por e l estilo u u hablemos aquí, porque a nuestro Robinsón esas actividades le causan placer y las incluye en sus esparcimientos. Pese a la diversidad de sus funciones productivas sabe que no son más que distintas formas de actuación del mismo Robinsón, es

J I 1 Nota a la 2? edición,—Tampoco Ricardo está exento de robinsón adas. "Hace que de ínmcdiaío el pescador y c l cazador primitivos cambien la pesca y ln caza conin ai Fneran poseedores de mercancías, en proporción al tiempo de trabajo objetivado en esos valores de cambio. En e&iu ocasión incurre en el anacronismo tic que el pescudo: y el cazador primitivos, para calcular la incidencia de sus instrumentos de trabajo, echen mano a las tablas de anualidades que solían usarse en la Bolsa de Londres en LH17. A l perecer, In única forma He sociedad que fuere de la burguesa conoce Ricardo sor» los i par ale logramos del señor OwenT."lHnÍ íK. Mar*. Zílf Kritlk pp. 3S. 39.1

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decir, nada más que diferentes modos del trabajo htmwno. La necesidad misma io fuerza a distribuir concienzudamente su tiempo entre sus diversas funciones. Que una ocupe más espacio de su actividad global y la otra menos, depende de la mayor o menor di f icultad que haya que superar para obtener el efecto úiil propuesto. L a experiencia se lo inculca, y nuestro Robinsón, que del naufragio ha salvado el reloj, l ib ro mayor, tinta y pluma, se pone, como buen inglés, a llevar la contabi l idad de sí mismo. Su inventarío incluye una nómina de los objetos útiles que él posee, de las diversos operaciones requeridas para su producción y por último del tiempo de trabajo que, término medio, le insume elaborar determinadas cantidades de esos diversos productos. Todas las relaciones entre Robinsón y las cosas que configuran su riqueza, creada por él, son tan sencillas y transparentes que hasta el mismo señor Max W i r t h , 1 1 , 1 sin esforzar mucho el magín, podría comprenderlas. V , sin embargo, quedan contenidas en ellas todas las determinaciones esenciales del valor.

Trasladémonos ahora de la radiante ínsula de Robinsón a la tenebrosa Edad Media e u r o p c a . ^ n lugar de!^

__hp_rnbr.C-independíente nos encontramos c o n j u e aquí toJoj^ están ligados por lazos de dependencia: siervos de la gleba ^Eerráíeniehtes, vasallos y grandes señores, seglares y clérigos. La dependencia personal caracteriza tanto_Jas relaciones sociales en que tiene lugar la producción mate¬

" rlal comoTas^otTas" esferas de la" vida ;r^füeiurada_s J dicfTa" pfodQcciÓn."^ po rque jas relaciones

; personales de dependeneja c o n s t i ^ e n J ¡ T k a s e social dada, •; ' l o s ír^l^joT^y productos no tienen por qué asumir upa

" Forrría Taritrafica""diferente dé su realjdad. ingresan al me¬— Nanismo""sociaT en :al idad de servicios directos y presta

ciones en especie. La forma natural riel trábalo. 5LL-par4i~ eularidad, y no, como sobre la base de la pr^ucciórj^de

~^mercancTásT^u~gcjieralidad, es lo que aquí constituye, la " " f o rma directaíncTüé' social cuT^quél La prestación perso¬

—nal"s"eTVir'se—midíTpor el t i empoT la l cual se hace con el trabajo que produce mercancías, pero ningún siervo ignora que se trata de determinada cantidad de su fuerza de trabajo personal, gastada por él al servicio de su señor. El diezmo que le entrega al cura es más diáfano que la bendición del clérigo. Sea cual fuere el juicio que nos merezcan las máscaras que aquí se ponen los hombres al

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desempeñar sus respectivos papeles, el caso es que las relaciones sociales existentes entre ías personas en sus t ra bajos se ponen de manifiesto como sus propias relaciones personales y no aparecen disfrazadas de relaciones sociales entre las cosas, entre ios productos del trabajo.

Para investigar el trabajo colectivo, vale decir, directamente socializado, no es necesario que nos remontemos a esa forma natural y or ig inaria del mismo que .se encuentra en los umbrales históricos de todos 'os pueblos c i v i lizados. : | J I Un ejemplo más accesible nos lo ofrece la industria patriarcal, rura l , de una familia campesina que para su propia subsistencia produce cereales, ganado, hi lo, lienzo, prendas de vesiir, etc. Estas cosas diversas se hacen presentes enfrentándose a la fami l ia en cuanto productos varios de su trabajo famil iar, pero no enfrentándose recíprocamente como mercancías. Los d i ve rs o s t r a b ajos en que son generados esos productos — c u l t i v a r la tierra, c r i a r ' ganado, hilar, tejer, confeccionar prendas—^en su forma natural son funcinnns .srxiajes, ya que son funcÍonesTe~1a~ familía y ésta practica su propia división natural del t ra bajo, al igual que se hace en la producción de mercancías. Las diferencias de sexo y edad, así como las condiciones naturales del trabajo, cambiante con ¡a sucesión de las estaciones, regulan la distribución de éste dentro de la famil ia y el t iempo de trabajo de los diversos miembros de la misma. Pero aquí el gasto de fuerzas individuales de trabajo, medido por la duración, se pone de manifiesto desde un primer momento como determinación social de los trabajos mismos, puesto que las fuerzas individuales de trabajo sólo actúan, desde su origen, como órganos do En fuerza de trabajo colectiva de la familia.

:1" Nota a iu 2*> edición. — "Es un preeoncepto ridículo, de mjy reciente difusión, el de que Iu forrnu de ia propiedad común naturalmente originada sea específicamente eslava, y hasta rusa en exclusividad. Es la forma primitiva cuya existencia podemos verificar enire los romanos, germanos, celms, y de la cual encentrarnos aun hoy. eníre 'os indios, un muestrario completo con los especímenes mis variados, aunque pprle de elfos en ruinas. Un esiudlo más concienzudo de las formas de propiedad común asiáticas, y especialmente de las indicas, demostraría como de IfiS formas diversas íle la propiedad común nntur.il resultan diferentes formas de disolución de ésta. Así, pon ejemplo, los diversos tipos originarios de la propiedad privada romana y germánica pueden ser deducidos de las diversas formas de til propiedad común en la India," tfbidem, p. IQ.t

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decir, nada más que diferentes modos del trabajo htmwno. La necesidad misma io fuerza a distribuir concienzudamente su tiempo entre sus diversas funciones. Que una ocupe más espacio de su actividad global y la otra menos, depende de la mayor o menor di f icultad que haya que superar para obtener el efecto úiil propuesto. L a experiencia se lo inculca, y nuestro Robinsón, que del naufragio ha salvado el reloj, l ib ro mayor, tinta y pluma, se pone, como buen inglés, a llevar la contabi l idad de sí mismo. Su inventarío incluye una nómina de los objetos útiles que él posee, de las diversos operaciones requeridas para su producción y por último del tiempo de trabajo que, término medio, le insume elaborar determinadas cantidades de esos diversos productos. Todas las relaciones entre Robinsón y las cosas que configuran su riqueza, creada por él, son tan sencillas y transparentes que hasta el mismo señor Max W i r t h , 1 1 , 1 sin esforzar mucho el magín, podría comprenderlas. V , sin embargo, quedan contenidas en ellas todas las determinaciones esenciales del valor.

Trasladémonos ahora de la radiante ínsula de Robinsón a la tenebrosa Edad Media e u r o p c a . ^ n lugar de!^

__hp_rnbr.C-independíente nos encontramos c o n j u e aquí toJoj^ están ligados por lazos de dependencia: siervos de la gleba ^Eerráíeniehtes, vasallos y grandes señores, seglares y clérigos. La dependencia personal caracteriza tanto_Jas relaciones sociales en que tiene lugar la producción mate¬

" rlal comoTas^otTas" esferas de la" vida ;r^füeiurada_s J dicfTa" pfodQcciÓn."^ po rque jas relaciones

; personales de dependeneja c o n s t i ^ e n J ¡ T k a s e social dada, •; ' l o s ír^l^joT^y productos no tienen por qué asumir upa

" Forrría Taritrafica""diferente dé su realjdad. ingresan al me¬— Nanismo""sociaT en :al idad de servicios directos y presta

ciones en especie. La forma natural riel trábalo. 5LL-par4i~ eularidad, y no, como sobre la base de la pr^ucciórj^de

~^mercancTásT^u~gcjieralidad, es lo que aquí constituye, la " " f o rma directaíncTüé' social cuT^quél La prestación perso¬

—nal"s"eTVir'se—midíTpor el t i empoT la l cual se hace con el trabajo que produce mercancías, pero ningún siervo ignora que se trata de determinada cantidad de su fuerza de trabajo personal, gastada por él al servicio de su señor. El diezmo que le entrega al cura es más diáfano que la bendición del clérigo. Sea cual fuere el juicio que nos merezcan las máscaras que aquí se ponen los hombres al

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desempeñar sus respectivos papeles, el caso es que las relaciones sociales existentes entre ías personas en sus t ra bajos se ponen de manifiesto como sus propias relaciones personales y no aparecen disfrazadas de relaciones sociales entre las cosas, entre ios productos del trabajo.

Para investigar el trabajo colectivo, vale decir, directamente socializado, no es necesario que nos remontemos a esa forma natural y or ig inaria del mismo que .se encuentra en los umbrales históricos de todos 'os pueblos c i v i lizados. : | J I Un ejemplo más accesible nos lo ofrece la industria patriarcal, rura l , de una familia campesina que para su propia subsistencia produce cereales, ganado, hi lo, lienzo, prendas de vesiir, etc. Estas cosas diversas se hacen presentes enfrentándose a la fami l ia en cuanto productos varios de su trabajo famil iar, pero no enfrentándose recíprocamente como mercancías. Los d i ve rs o s t r a b ajos en que son generados esos productos — c u l t i v a r la tierra, c r i a r ' ganado, hilar, tejer, confeccionar prendas—^en su forma natural son funcinnns .srxiajes, ya que son funcÍonesTe~1a~ familía y ésta practica su propia división natural del t ra bajo, al igual que se hace en la producción de mercancías. Las diferencias de sexo y edad, así como las condiciones naturales del trabajo, cambiante con ¡a sucesión de las estaciones, regulan la distribución de éste dentro de la famil ia y el t iempo de trabajo de los diversos miembros de la misma. Pero aquí el gasto de fuerzas individuales de trabajo, medido por la duración, se pone de manifiesto desde un primer momento como determinación social de los trabajos mismos, puesto que las fuerzas individuales de trabajo sólo actúan, desde su origen, como órganos do En fuerza de trabajo colectiva de la familia.

:1" Nota a iu 2*> edición. — "Es un preeoncepto ridículo, de mjy reciente difusión, el de que Iu forrnu de ia propiedad común naturalmente originada sea específicamente eslava, y hasta rusa en exclusividad. Es la forma primitiva cuya existencia podemos verificar enire los romanos, germanos, celms, y de la cual encentrarnos aun hoy. eníre 'os indios, un muestrario completo con los especímenes mis variados, aunque pprle de elfos en ruinas. Un esiudlo más concienzudo de las formas de propiedad común asiáticas, y especialmente de las indicas, demostraría como de IfiS formas diversas íle la propiedad común nntur.il resultan diferentes formas de disolución de ésta. Así, pon ejemplo, los diversos tipos originarios de la propiedad privada romana y germánica pueden ser deducidos de las diversas formas de til propiedad común en la India," tfbidem, p. IQ.t

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Imaginémonos finalmente, para variar, una asociación de Kombres'liDTei que trabajen con_medios de producción^ colectivos y e m p l r e ^ berzas de trabajó indiv ¡duales" como una FUCrz* de trabajo social. " T o d a r i á T l J i n ^ d e Robínson se reí-, teran aquí; sólo que de metiera social, en vez de individual. TodosJc^ro jmctnsJe lSob insó

^THul ív Irñente p e r s o n a l ^ par . tanto , directamente objeto* "de uso parúirmismo. E l producto loáq d e j a a_sociacron e j _

un prod i í cT^ seryicjos_dc • nuevo"COfrífí medios de producción. 2 ío jk ja_a^jcx_ f ioc^.

Pero' losTíiielíibrus dé "la asociación c o n s u m e j i j t . r _ a _ r ^ ^ "en ¿ S M a c n ^ necesario, pue*. distribuiría entre los mismos": El tipo de esa distribución

" vanará con "el t ipo particular del propio organismo social de producción y según el correspondiente nivel histórico de desarrollo de los productores. A los meros créelos de mantener el paralelo con la producción de mercancías, suportarnos que la participación de cada productor ¿n los medios de subsistencia esté determinada por su [ttffí/W de trabajo. Por consiguiente, el tiempo de trabajo desempeñaría un papel doble. Su distribución, socialmcntc J t o p k

- f i c a - d ^ ^ ' l s V - T - á A

funciones laborales "y las diversas necesidades. Por otra parte, el t iempo üe trabajo servirá a La v ^ ^ o m ^ ^ d , ^ de la "participación indiv idual del productpF en el t n t bajo común, y también, por ende, de la parte indiv idualmente consumible del producto común. S ^ S W M sociales de los hombres con sus trabajos y con los productos de éstos, siguen siendo aquí diáfanamente sencillas, tanto en l o que respecta a la producción como en lo que atañe a la distribución.

Para una sociedad de productores de mercancías, cuya relación social general de producción consisto cu comportarse frente a sus productos como ante mercancías, o s^J valores, y en relacionar entre sí sus trabajos privados, bajo esta forma de cosas, como trabajo humano uulijerenctatUK la forma de religión más adecuada es el cristianismo, con su culto del hombre abstracto, y sobre todo en su desenvolv imiento burgués, cu el protestantismo, deísmo, etc * n los modos de producción paleoasiático. antiguo, etc.. la transformación de los productos en mercancía y por tanto la existencia de los hombres como productores de

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mercancías, desempeña un papel subordinado, que empero se vuelve tanto mas relevante cuanto más entran las entidades comunitarias en la fase de su decadencia. Verdaderos pueblos mercantiles sólo existían en los inlcrmundos del orbe antiguo, cual lo? dioses de Epicuro, i4-¡ o como los judíos en los poros de la sociedad polaca. Esos ant i guos organismos sociales de producción son muchísimo más sencillos y trasparentes que los burgueses, pero o se fundan cu la inmadurez de l hombre indiv idual , aún no liberado del cordón umbi l ica l de su conexión natural con otros integrantes del genero, o en relaciones directas de dominación y servidumbre. Están condicionados por un bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo y por las relaciones correspondientemente restringidas de los hombres dentro del proceso material de producción de su vida, y por tanto entre sí y con la naturaleza. Esta restricción real B6 refleja de u n modo ideal en el cul to a la naturaleza y en las religiones populares de le Antigüedad. E l reflejo religioso del mundo real únicamente podrá desvanecerse cuando las circunstancias de la vida práctica, cotidiana, representen para los hombres, día a día, relaciones diáfanamente racionales, entre ellos y con la naturaleza. L a f igura del proceso social de vida, esto es, del proceso material de producción, sólo perderá su místico velo neblinoso

cuando, como producto de hombre:* libremente asociados, éstos la hayan sometido a su conlro l planificado y consciente. Para ello, sin embargo, se requiere una base mater ia l de la sociedad • una serie de condiciones materiales de existencia, que son a su vez, ellas mismas, el producto natural de una prolongada y penosa historia evolutiva.

Ahora bien, es indudable que la economía política ha analizado, aunque de manera incompleta^ 1 el valor y

a i Las insuficiencias en el análisis que de la magnitud del valor efectúa Ricardo —y el suyo es el mejor— las hemos de ver en los libros tercero y cuarto de esta obra. En lo que se refiere al valor en gcji£j ul, Lt economía política clásica cu üiufjún lugar distiiigue explícitamente V eon clara conciencia entre el trabajo, tal como se representa en el valor, y ese mismo trabajo, tul como se representa en el valar tic uso de su producto. En realidad, ULÜÍZÜ esa distinción de manera natural, ya que en un momento dado considera el trabajo desde eT pumo de vista cuantitativo, en otro cualitativamente. Pero Tío liene idea de que ta simple diferencia cuantitativa de tos trabajos presupone su unidad o igualdad caaHiativa, y por lanío su reducción c trabajo abstractamente humano. Ricardo, por

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Imaginémonos finalmente, para variar, una asociación de Kombres'liDTei que trabajen con_medios de producción^ colectivos y e m p l r e ^ berzas de trabajó indiv ¡duales" como una FUCrz* de trabajo social. " T o d a r i á T l J i n ^ d e Robínson se reí-, teran aquí; sólo que de metiera social, en vez de individual. TodosJc^ro jmctnsJe lSob insó

^THul ív Irñente p e r s o n a l ^ par . tanto , directamente objeto* "de uso parúirmismo. E l producto loáq d e j a a_sociacron e j _

un prod i í cT^ seryicjos_dc • nuevo"COfrífí medios de producción. 2 ío jk ja_a^jcx_ f ioc^.

Pero' losTíiielíibrus dé "la asociación c o n s u m e j i j t . r _ a _ r ^ ^ "en ¿ S M a c n ^ necesario, pue*. distribuiría entre los mismos": El tipo de esa distribución

" vanará con "el t ipo particular del propio organismo social de producción y según el correspondiente nivel histórico de desarrollo de los productores. A los meros créelos de mantener el paralelo con la producción de mercancías, suportarnos que la participación de cada productor ¿n los medios de subsistencia esté determinada por su [ttffí/W de trabajo. Por consiguiente, el tiempo de trabajo desempeñaría un papel doble. Su distribución, socialmcntc J t o p k

- f i c a - d ^ ^ ' l s V - T - á A

funciones laborales "y las diversas necesidades. Por otra parte, el t iempo üe trabajo servirá a La v ^ ^ o m ^ ^ d , ^ de la "participación indiv idual del productpF en el t n t bajo común, y también, por ende, de la parte indiv idualmente consumible del producto común. S ^ S W M sociales de los hombres con sus trabajos y con los productos de éstos, siguen siendo aquí diáfanamente sencillas, tanto en l o que respecta a la producción como en lo que atañe a la distribución.

Para una sociedad de productores de mercancías, cuya relación social general de producción consisto cu comportarse frente a sus productos como ante mercancías, o s^J valores, y en relacionar entre sí sus trabajos privados, bajo esta forma de cosas, como trabajo humano uulijerenctatUK la forma de religión más adecuada es el cristianismo, con su culto del hombre abstracto, y sobre todo en su desenvolv imiento burgués, cu el protestantismo, deísmo, etc * n los modos de producción paleoasiático. antiguo, etc.. la transformación de los productos en mercancía y por tanto la existencia de los hombres como productores de

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mercancías, desempeña un papel subordinado, que empero se vuelve tanto mas relevante cuanto más entran las entidades comunitarias en la fase de su decadencia. Verdaderos pueblos mercantiles sólo existían en los inlcrmundos del orbe antiguo, cual lo? dioses de Epicuro, i4-¡ o como los judíos en los poros de la sociedad polaca. Esos ant i guos organismos sociales de producción son muchísimo más sencillos y trasparentes que los burgueses, pero o se fundan cu la inmadurez de l hombre indiv idual , aún no liberado del cordón umbi l ica l de su conexión natural con otros integrantes del genero, o en relaciones directas de dominación y servidumbre. Están condicionados por un bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo y por las relaciones correspondientemente restringidas de los hombres dentro del proceso material de producción de su vida, y por tanto entre sí y con la naturaleza. Esta restricción real B6 refleja de u n modo ideal en el cul to a la naturaleza y en las religiones populares de le Antigüedad. E l reflejo religioso del mundo real únicamente podrá desvanecerse cuando las circunstancias de la vida práctica, cotidiana, representen para los hombres, día a día, relaciones diáfanamente racionales, entre ellos y con la naturaleza. L a f igura del proceso social de vida, esto es, del proceso material de producción, sólo perderá su místico velo neblinoso

cuando, como producto de hombre:* libremente asociados, éstos la hayan sometido a su conlro l planificado y consciente. Para ello, sin embargo, se requiere una base mater ia l de la sociedad • una serie de condiciones materiales de existencia, que son a su vez, ellas mismas, el producto natural de una prolongada y penosa historia evolutiva.

Ahora bien, es indudable que la economía política ha analizado, aunque de manera incompleta^ 1 el valor y

a i Las insuficiencias en el análisis que de la magnitud del valor efectúa Ricardo —y el suyo es el mejor— las hemos de ver en los libros tercero y cuarto de esta obra. En lo que se refiere al valor en gcji£j ul, Lt economía política clásica cu üiufjún lugar distiiigue explícitamente V eon clara conciencia entre el trabajo, tal como se representa en el valor, y ese mismo trabajo, tul como se representa en el valar tic uso de su producto. En realidad, ULÜÍZÜ esa distinción de manera natural, ya que en un momento dado considera el trabajo desde eT pumo de vista cuantitativo, en otro cualitativamente. Pero Tío liene idea de que ta simple diferencia cuantitativa de tos trabajos presupone su unidad o igualdad caaHiativa, y por lanío su reducción c trabajo abstractamente humano. Ricardo, por

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la magnitud de valor y descubierto el contenido oculto en esas formas. Sólo que nunca llegó siquiera a plantear la pregunta de por qué ese contenido adopta dicha forma; de por qué, pues, el trabajo se representa en el valor, de a qué se debe que la medida del trabajo conforme a su duración se represente en la magnitud del valor alcanzada por el producto del trabajo.- 1- A formas que llevan escrita en la

ejemplo, se declara de acuerdo con Dcstuit de Tracy cuando éste afirmo: "Tuesto que es innegable que nuestros únicas riquezas originarias son nuestras facultades físicas y morales, que el empleo de dichas facultades, el trabajo ce alguna índole, es nuestro tesoro primigenio, y que es si=mpre a partir de su empleo como se crean rodas esas cosas que denominamos riquezas [...I* Es indudable, asimismo, qus todas esas cosas sólo representan el trabajo que las ha creado, y si tienen un valar, y hasta dos valores diferentes, solo pueden deberlas al dul" (al valor del) "trabajo del que emanan . (Ricardo. On tht Principies of Política! Economy, 3 a ed.P Londres, 1821, p. 334,) Limitémonos a observar que Ricardo atribuye erróneamente a Ocsiutí su propia concepción, más profunda. Sin dada, Dcstutl dice por una parte, en efecto, que todas las cosas que forman la riqueza "representan el trabajo que las ha creado", pero por otra parte asegura que han obtenido del "valor del trabajo" sus "doT valores diferentes' (valor de uso y valor de cambio). Incurre de este modo en la superficialidad de la economía vulgar, que presupone el valor de una mercancía íen este casn del trabajo), para determinar por medio tic el, posteriormente, el valor de tas demás. Ricardo lo lee como si hubiera dicho que el ¡rabajo (no t i vulvi d e l íiftbnjoj ca l a r ep r e s en ta d o lanío nrt e l v n l o r r lp l i en como en el de camb:o. Pero él mismo distingue tan pobremente el carácicr bifacético del trabajo, representado de manera dual, qun en Iodo el capítulo "Valué nod Richcs. Their Distinctive Propendes" [Valar y riqueza, sus propiedades distintivas] se ve reducido a dar vueltas fatigosamente en lomo n Jas trivialidades de un Jean-fiaptiste Sity. De ahí que a! final se muestre totalmente perplejo ante la coincidencia de DcstuLt, por un lado, con la propia concepción rienrdiana acerca del trabajo como fuente del valor, y, por el otro, con Say respecto al concepto de valor.

a= Uaa de las M i s * funda me ni ales de la economía política clásica es que nnncajpprá desentrañar, jartiendo^del análisis de

" la^méTcalicfá^Y más específicamente del valor de j a mj^u,_ja_._ f^ma~<lel vqlar, la forma misma que hace de él un valor dFcam-

"TSa "Prccísamente"n m ^á"so de sus mejores expositores, como Ádam Smith y Ricardo, trata la forma del valor como cosa completamente indiferente, o incluso exterior a la naturaleza de la mercancía. Ello no sólo se debe a que el análisis centrado en la magnitud del valor absorba por encero su atención. Obedece a una razón más profunda._La lorma de valor jisumida por el producto del trabajo es la jornia mas _ac rac i a , '^rÓ^taiñbién ]a mas generaXltel modo de "producción burgués, que_de_tal manera queda caractErteáüo' como tipo particular de prodacción social y con^

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ircjtfe^sji f ^ j ^ e ] p r o _

ceso de producción _ d ^ i n a ^ L ] i p j ^ j i a r el hombre a ese proceso, la conciencie, b u r ^ s a ^ ^ c s a econornrá'las tiepe p j ^ . j m n j i g ^ j d s H _ n a n i r a l tan manifiestamente, evidente. como. el J r a b a j o _ p r ^ ^ ~ ahí que, poco más o menos, trate a las formas preb'urgue-sas del organismo social de producción como los Padres de la Iglesia a las religiones precristianas.'- 1

esto, a la vez, contraigo hisjónca Si nos confundimos y ta íoma-mósn^c^a^c^rrria natural cterña~"ae la producción social, pasaremos también por alto, necesariamente, lo que hay de específico en h forma de valor, y por tanto en la forma de la mercancía, desarrollada luego en la forma de dinero, la ee capital, etc. Por eso, en economistas que coinciden por entero en cuanto a medir la magnitud del valor por el tiempo de trabajo, se encuentran las ideas más abigarradas y contradictorias acerca del dinero, esto es, de la figura consumada que reviste el equivalente general. Üsto por ejemplo Sfi pone de relieve, de manera contundente, en IOH aaálisis sobre la banca, donde ya no se puede salir del paso con definiciones del dmero compuestas de lugares comunes. A ello se debe que, como antítesis, surfera un mercantilismo resíaurado (Ganilh, etc.) que no ve en el valor más que la forma social o, mas bien, su mera apariencia, huera de sustancia.

Para dejarlo en clero de una vea por todas, dígamus que entiendo por economía política clásica toda la economía que, desde

-0™ÍfrrflCPgTI^^ dénôsVeTâëîônes tic producción b ura U ^ J L I a, pu¡ *jp üsiíL"iún IPla éc on o aña v u I gñr. que

^ 0°. hace j n as que^arñoular estérilmente en jornoj je la conéxjóñ' apa rente, p reo capándose sol o de~ ofrecer un a^ëxp 1 icac i oh o Erna "

N j e tos lÊfîolnenos qui: pó~driamos" namar~más'"HaBKfs" y^fumiando-kna_y_oira_ vez, jTarj^_el^isoIa^^ efruatérigl^ suministrado hace ya tiempo por laucónomía científica. Pero, por lo demás, en esa tarea la economía vulgar se limita a sistematizar de manera pedante las ideas más triviales y fatuas que se forman los miembros de la burguesía acerca de su propio mundo, el mejor de los posibles, y a proclamarlas corno verdades eternas.

^ ^ i o j _ccooo ai ietas -tíe nen-uaa-sin gnigr_menera _dg__p roceder. No jtay_pnra_ ej ïo^^

^-erales ylasJ^turales. Las instituciones^del^feudalismo son instita-g e ^ a ^ i s l a f t s : faMa? ^ f f i f t i ^ ^ g parecen en eslo a l o s teólogos, que disEjnguen también cnire dos clases de iclígítF"

—rresrToda" religion que no sea la suya ca mvercfôlTûe^ôTTîôm: " ' M $ mientras que la suya propia es, en cambio, emanación de

Dios . . . Henos aquí, entonces, con que hubo historia, pero ahora ya no la hay." (Karl Marx, Misère de ia philosophie. Répons A la Philosophie de ia misère de M, Prondhon, 1B47, p. 113.) Realmente cómico es el señor Basttai, qufea se imagina que los griegos y romanos antiguos no vivían nrôs que de] robo. Pero si durante muchos siglos sólo se vive del robo, es necesario que constanle-

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la magnitud de valor y descubierto el contenido oculto en esas formas. Sólo que nunca llegó siquiera a plantear la pregunta de por qué ese contenido adopta dicha forma; de por qué, pues, el trabajo se representa en el valor, de a qué se debe que la medida del trabajo conforme a su duración se represente en la magnitud del valor alcanzada por el producto del trabajo.- 1- A formas que llevan escrita en la

ejemplo, se declara de acuerdo con Dcstuit de Tracy cuando éste afirmo: "Tuesto que es innegable que nuestros únicas riquezas originarias son nuestras facultades físicas y morales, que el empleo de dichas facultades, el trabajo ce alguna índole, es nuestro tesoro primigenio, y que es si=mpre a partir de su empleo como se crean rodas esas cosas que denominamos riquezas [...I* Es indudable, asimismo, qus todas esas cosas sólo representan el trabajo que las ha creado, y si tienen un valar, y hasta dos valores diferentes, solo pueden deberlas al dul" (al valor del) "trabajo del que emanan . (Ricardo. On tht Principies of Política! Economy, 3 a ed.P Londres, 1821, p. 334,) Limitémonos a observar que Ricardo atribuye erróneamente a Ocsiutí su propia concepción, más profunda. Sin dada, Dcstutl dice por una parte, en efecto, que todas las cosas que forman la riqueza "representan el trabajo que las ha creado", pero por otra parte asegura que han obtenido del "valor del trabajo" sus "doT valores diferentes' (valor de uso y valor de cambio). Incurre de este modo en la superficialidad de la economía vulgar, que presupone el valor de una mercancía íen este casn del trabajo), para determinar por medio tic el, posteriormente, el valor de tas demás. Ricardo lo lee como si hubiera dicho que el ¡rabajo (no t i vulvi d e l íiftbnjoj ca l a r ep r e s en ta d o lanío nrt e l v n l o r r lp l i en como en el de camb:o. Pero él mismo distingue tan pobremente el carácicr bifacético del trabajo, representado de manera dual, qun en Iodo el capítulo "Valué nod Richcs. Their Distinctive Propendes" [Valar y riqueza, sus propiedades distintivas] se ve reducido a dar vueltas fatigosamente en lomo n Jas trivialidades de un Jean-fiaptiste Sity. De ahí que a! final se muestre totalmente perplejo ante la coincidencia de DcstuLt, por un lado, con la propia concepción rienrdiana acerca del trabajo como fuente del valor, y, por el otro, con Say respecto al concepto de valor.

a= Uaa de las M i s * funda me ni ales de la economía política clásica es que nnncajpprá desentrañar, jartiendo^del análisis de

" la^méTcalicfá^Y más específicamente del valor de j a mj^u,_ja_._ f^ma~<lel vqlar, la forma misma que hace de él un valor dFcam-

"TSa "Prccísamente"n m ^á"so de sus mejores expositores, como Ádam Smith y Ricardo, trata la forma del valor como cosa completamente indiferente, o incluso exterior a la naturaleza de la mercancía. Ello no sólo se debe a que el análisis centrado en la magnitud del valor absorba por encero su atención. Obedece a una razón más profunda._La lorma de valor jisumida por el producto del trabajo es la jornia mas _ac rac i a , '^rÓ^taiñbién ]a mas generaXltel modo de "producción burgués, que_de_tal manera queda caractErteáüo' como tipo particular de prodacción social y con^

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ircjtfe^sji f ^ j ^ e ] p r o _

ceso de producción _ d ^ i n a ^ L ] i p j ^ j i a r el hombre a ese proceso, la conciencie, b u r ^ s a ^ ^ c s a econornrá'las tiepe p j ^ . j m n j i g ^ j d s H _ n a n i r a l tan manifiestamente, evidente. como. el J r a b a j o _ p r ^ ^ ~ ahí que, poco más o menos, trate a las formas preb'urgue-sas del organismo social de producción como los Padres de la Iglesia a las religiones precristianas.'- 1

esto, a la vez, contraigo hisjónca Si nos confundimos y ta íoma-mósn^c^a^c^rrria natural cterña~"ae la producción social, pasaremos también por alto, necesariamente, lo que hay de específico en h forma de valor, y por tanto en la forma de la mercancía, desarrollada luego en la forma de dinero, la ee capital, etc. Por eso, en economistas que coinciden por entero en cuanto a medir la magnitud del valor por el tiempo de trabajo, se encuentran las ideas más abigarradas y contradictorias acerca del dinero, esto es, de la figura consumada que reviste el equivalente general. Üsto por ejemplo Sfi pone de relieve, de manera contundente, en IOH aaálisis sobre la banca, donde ya no se puede salir del paso con definiciones del dmero compuestas de lugares comunes. A ello se debe que, como antítesis, surfera un mercantilismo resíaurado (Ganilh, etc.) que no ve en el valor más que la forma social o, mas bien, su mera apariencia, huera de sustancia.

Para dejarlo en clero de una vea por todas, dígamus que entiendo por economía política clásica toda la economía que, desde

-0™ÍfrrflCPgTI^^ dénôsVeTâëîônes tic producción b ura U ^ J L I a, pu¡ *jp üsiíL"iún IPla éc on o aña v u I gñr. que

^ 0°. hace j n as que^arñoular estérilmente en jornoj je la conéxjóñ' apa rente, p reo capándose sol o de~ ofrecer un a^ëxp 1 icac i oh o Erna "

N j e tos lÊfîolnenos qui: pó~driamos" namar~más'"HaBKfs" y^fumiando-kna_y_oira_ vez, jTarj^_el^isoIa^^ efruatérigl^ suministrado hace ya tiempo por laucónomía científica. Pero, por lo demás, en esa tarea la economía vulgar se limita a sistematizar de manera pedante las ideas más triviales y fatuas que se forman los miembros de la burguesía acerca de su propio mundo, el mejor de los posibles, y a proclamarlas corno verdades eternas.

^ ^ i o j _ccooo ai ietas -tíe nen-uaa-sin gnigr_menera _dg__p roceder. No jtay_pnra_ ej ïo^^

^-erales ylasJ^turales. Las instituciones^del^feudalismo son instita-g e ^ a ^ i s l a f t s : faMa? ^ f f i f t i ^ ^ g parecen en eslo a l o s teólogos, que disEjnguen también cnire dos clases de iclígítF"

—rresrToda" religion que no sea la suya ca mvercfôlTûe^ôTTîôm: " ' M $ mientras que la suya propia es, en cambio, emanación de

Dios . . . Henos aquí, entonces, con que hubo historia, pero ahora ya no la hay." (Karl Marx, Misère de ia philosophie. Répons A la Philosophie de ia misère de M, Prondhon, 1B47, p. 113.) Realmente cómico es el señor Basttai, qufea se imagina que los griegos y romanos antiguos no vivían nrôs que de] robo. Pero si durante muchos siglos sólo se vive del robo, es necesario que constanle-

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Hasta qué punto una parte de los economistas se deja encandilar por el fetichismo adherido al mundo de fas mercancías, o por l a apariencia objetiva de las determinaciones sociales del trabajo, nos lo muestra, entre otras cosas, la tediosa e insulsa controversia en :orno al papel que desempeñaría ta naturaleza en la formación del valor de cambio. Co inu el valor de cambio es determinada manera social de expresar el trabajo empleado en una cosa, no puede contener más materia natural quc ( por ejemplo, el curso cambiarlo*

mciue cxisia algo OW robar, o que eS objeto del robo se reproduzca de manera continua. Parece, por consiguiente, twc también los griegos y romanos tendrían un proceso de producción, y por tanto una economía que conalituiiía la base material de su mu od o, exactamente de la misma manera en que la economía burguesa es el fundamento del mundo actual. ¿O acaso Bastía! quiere decir quis ÜQ modo de producción fundado en el trabajo esclavo constituye un .sistema basado en el roba? En tal caso, pisa terreno peligroso. SE un gigante del pensamiento como Aristóteles se equivocaba en su apreciación de! trabajo esclavo, ¿por quú había de acerrar un economista pigmeo como Bastiat al juzgar el trabajo asalariadfo?

Aprovecho la oportunidad para responder brevemente a una objeción que, al aparecer mi obra Zur Kritik der politií-chen Ökonomie {1859), me formuló un periódico germanomorleamericaao. Mi enfoque —sostuvo este— según el cual el modo de produc-dAn dado y loa r d u c i u n t j p roducc ión c o r r c a p a n J i c p l « Q ! m l a m o , en suma, "la estructura económica ds ia sociedad es la base real sobre la que se alza una superestructura jurídica y política, y a la que correspondeD determinadas formas sociales de conciencia11, esc enfoque para el cual "el modo de producción de la vida material condiciona en general el proceso de la vida social, política y esaiiiuiur, sería indudablemente verdadero para el mundo actual, en el que imperan los intereses materiales, pero no para la Ecad Medía, en la que prevalecía el catolicismo, ni para Atenas y Roma, donde era la política la que dominaba. En primer término, es sorprendente que baya quien flu^íe suponer que alguna persona ignora esos arehicónocidos lugares comunes sobre La Edad Media y el mundo antiguo. Lo indiscutible es que ni la Edad Media pudo vivir de catolicismo ni el mundo antiguo de política. Es, a la inversa, el modo y munent en que la primera y el segundo se ganaban la vida, lo que explica por qué en un C E S O la política y en otro el catolicismo desempeñaron el papel prolagtfnico. Por lo demás, basta con conocer someramente la historia de la república romana, por ejemplo, para saber que la historia de la propiedad de U tierra consU'tuyc su historia sccrcia. Va Don Quijote, por otra parte, hubo de expiar el error de imaginar que la caballería andante era igualmente compatible con todas las formas económicas de la sodedad.

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Como ]g forma de mercancía es la más general y la menos evolucionada d e J a _ p r o d u c c l c ^ 3 ^ se debe que aparezca tempranamente, aun cuando no de la misma manera dominante y poi tanto característica que adopta en nuestros días— todavía parece relativamente fácil penetrarla revelando su carácter aé~"fejiche. Perb^éiL

TasTbrmas m a f cóñcTcTa^ esa a"pafiencia de sencillez.""¿De "donl l^proceded, "entonces,"las ilusiones del sistema m o r c t a r i s t a ? É s t e n o veía al oro y la plata, en cuanto dinero, como representantes de ana relación social de producción, sino bajo la forma de objetas naturales adornados de insólitos atr ibutos sociales. Y cuando trata del capital, ¿no se vuelve palpable el fetichismo de la economía moderna, de esa misma economía que, dándose importancia, mi ra con engreimiento y desdén al mercant i lismo? ¿Hace acaso mucho t iempo que se disipó la ilusión fisiocrática de que la renta del suelo surgía de la tierra, no de la sociedad?

Sin embargo, para no anticiparnos, baste aquí con un ejemplo referente a la prop ia f o rma de mercancía. Si las mercancías pudieran hablar, lo harían de esta manera: Puede ser que a los hombres tes interese nuestro valor de uso. N o nos incumbe en cuanto cosas. Lo que nos concierne en cuanto cosas es nuestro valor. Nuestro propio movimiento romo C Ü S S E mercantílao l o demuestro. ÍJnicü-mente nos vinculamos entre nosot rasen cnanto valores de cambio. Oigamos ahora cómo el economista habTa~délde~gl— alma de la mercancía: " E l valor" (va lor de cambio ) "es U T J a t r ibuto de las cosas; las r iquezas" (valor decuso), " u n at r ibuto d e l ~ M m b r e T E r valor, en este ^"nüdo, impl ica neresanamenlc~c i _ mtercambio ; l a _nquezu n o " . 3 4 Í L a r r i queza" ' ( va lor "de "i fscT' g Eej u T atr ibuto del hombre, el valo£

_ unTtfributo'de las mercancías, _Uri_hombre o_ una ^ o n i u n i -_dad son_r/éfts;_una perla o un diamante son valiosos... JUiia^rjejda^o.jn^diamarite son-valiosos en cuanto tales^perlg^ o diamante''.** Hasta el presente, todavía D O hay químico

M "Valué isa property of things, oches of ffan. Valué in ihis sense, necessarily implies exchanges, riehes do not/' {Observaüom or¡ Some Verbal Disputes OH Politicat Econonty, Fnrticuiarfy Retat¬ing to Valúe, and ta Snpply and Demcnd, Londres, 1S21, 16J

3 3 "Kich&s are tac atlribate of man, valué h the attribute of commodítJes. A man or a community is ríen, n pearl or a diamond

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Hasta qué punto una parte de los economistas se deja encandilar por el fetichismo adherido al mundo de fas mercancías, o por l a apariencia objetiva de las determinaciones sociales del trabajo, nos lo muestra, entre otras cosas, la tediosa e insulsa controversia en :orno al papel que desempeñaría ta naturaleza en la formación del valor de cambio. Co inu el valor de cambio es determinada manera social de expresar el trabajo empleado en una cosa, no puede contener más materia natural quc ( por ejemplo, el curso cambiarlo*

mciue cxisia algo OW robar, o que eS objeto del robo se reproduzca de manera continua. Parece, por consiguiente, twc también los griegos y romanos tendrían un proceso de producción, y por tanto una economía que conalituiiía la base material de su mu od o, exactamente de la misma manera en que la economía burguesa es el fundamento del mundo actual. ¿O acaso Bastía! quiere decir quis ÜQ modo de producción fundado en el trabajo esclavo constituye un .sistema basado en el roba? En tal caso, pisa terreno peligroso. SE un gigante del pensamiento como Aristóteles se equivocaba en su apreciación de! trabajo esclavo, ¿por quú había de acerrar un economista pigmeo como Bastiat al juzgar el trabajo asalariadfo?

Aprovecho la oportunidad para responder brevemente a una objeción que, al aparecer mi obra Zur Kritik der politií-chen Ökonomie {1859), me formuló un periódico germanomorleamericaao. Mi enfoque —sostuvo este— según el cual el modo de produc-dAn dado y loa r d u c i u n t j p roducc ión c o r r c a p a n J i c p l « Q ! m l a m o , en suma, "la estructura económica ds ia sociedad es la base real sobre la que se alza una superestructura jurídica y política, y a la que correspondeD determinadas formas sociales de conciencia11, esc enfoque para el cual "el modo de producción de la vida material condiciona en general el proceso de la vida social, política y esaiiiuiur, sería indudablemente verdadero para el mundo actual, en el que imperan los intereses materiales, pero no para la Ecad Medía, en la que prevalecía el catolicismo, ni para Atenas y Roma, donde era la política la que dominaba. En primer término, es sorprendente que baya quien flu^íe suponer que alguna persona ignora esos arehicónocidos lugares comunes sobre La Edad Media y el mundo antiguo. Lo indiscutible es que ni la Edad Media pudo vivir de catolicismo ni el mundo antiguo de política. Es, a la inversa, el modo y munent en que la primera y el segundo se ganaban la vida, lo que explica por qué en un C E S O la política y en otro el catolicismo desempeñaron el papel prolagtfnico. Por lo demás, basta con conocer someramente la historia de la república romana, por ejemplo, para saber que la historia de la propiedad de U tierra consU'tuyc su historia sccrcia. Va Don Quijote, por otra parte, hubo de expiar el error de imaginar que la caballería andante era igualmente compatible con todas las formas económicas de la sodedad.

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Como ]g forma de mercancía es la más general y la menos evolucionada d e J a _ p r o d u c c l c ^ 3 ^ se debe que aparezca tempranamente, aun cuando no de la misma manera dominante y poi tanto característica que adopta en nuestros días— todavía parece relativamente fácil penetrarla revelando su carácter aé~"fejiche. Perb^éiL

TasTbrmas m a f cóñcTcTa^ esa a"pafiencia de sencillez.""¿De "donl l^proceded, "entonces,"las ilusiones del sistema m o r c t a r i s t a ? É s t e n o veía al oro y la plata, en cuanto dinero, como representantes de ana relación social de producción, sino bajo la forma de objetas naturales adornados de insólitos atr ibutos sociales. Y cuando trata del capital, ¿no se vuelve palpable el fetichismo de la economía moderna, de esa misma economía que, dándose importancia, mi ra con engreimiento y desdén al mercant i lismo? ¿Hace acaso mucho t iempo que se disipó la ilusión fisiocrática de que la renta del suelo surgía de la tierra, no de la sociedad?

Sin embargo, para no anticiparnos, baste aquí con un ejemplo referente a la prop ia f o rma de mercancía. Si las mercancías pudieran hablar, lo harían de esta manera: Puede ser que a los hombres tes interese nuestro valor de uso. N o nos incumbe en cuanto cosas. Lo que nos concierne en cuanto cosas es nuestro valor. Nuestro propio movimiento romo C Ü S S E mercantílao l o demuestro. ÍJnicü-mente nos vinculamos entre nosot rasen cnanto valores de cambio. Oigamos ahora cómo el economista habTa~délde~gl— alma de la mercancía: " E l valor" (va lor de cambio ) "es U T J a t r ibuto de las cosas; las r iquezas" (valor decuso), " u n at r ibuto d e l ~ M m b r e T E r valor, en este ^"nüdo, impl ica neresanamenlc~c i _ mtercambio ; l a _nquezu n o " . 3 4 Í L a r r i queza" ' ( va lor "de "i fscT' g Eej u T atr ibuto del hombre, el valo£

_ unTtfributo'de las mercancías, _Uri_hombre o_ una ^ o n i u n i -_dad son_r/éfts;_una perla o un diamante son valiosos... JUiia^rjejda^o.jn^diamarite son-valiosos en cuanto tales^perlg^ o diamante''.** Hasta el presente, todavía D O hay químico

M "Valué isa property of things, oches of ffan. Valué in ihis sense, necessarily implies exchanges, riehes do not/' {Observaüom or¡ Some Verbal Disputes OH Politicat Econonty, Fnrticuiarfy Retat¬ing to Valúe, and ta Snpply and Demcnd, Londres, 1S21, 16J

3 3 "Kich&s are tac atlribate of man, valué h the attribute of commodítJes. A man or a community is ríen, n pearl or a diamond

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que haya descubierto en la Pgrte o e l diamante c_l valor de "camplo. Los descubridores económicos de esa sü^ancfiT química, " n j j i ^ M ^ ^ crítica.

Hlegan™á"1a conclusión de que el valor de uso de las cosas " nn depende de sus propiedades como cosas, mientras que

por el contrar io su valor les es inherente en cuanto cosas. L o que los reaf irma en esta concepción es la curiosa cir¬cunstancia de que el valor de uso de las cosas se realiza para el 'hombre slrriñfeYajhlBio, o sea en la relación d i recta e i n r c l a ^ c ^ a ^ y el lioñíbre, mientras que su valor,

_pj>r_e l jootrarj^"s^ó_en e l l"ffrcarnhio, o sea en el proceso social. Cómo para no acordarse aquí del buen Dogberry, cuando ilustra al sereno Seacoal; "Ser hombre bien parecido es u n don de las circunstancias, pero saber leer y escrib i r l o es de la naturaleza"** i " '

is valuable , . . A pearl or a diamond is valuable as a peañ oí diamond." (S, Eailcy, A Crltkal Disscrtatiau., . , p, J 65 y s.)

3 B E l aulor de las Observatiam y Samuel BaÜey inculpan a Ricardo el haber hecha del valor de cambio, que es algo mera* mente relativo, a\#ti tibsoluto. Par el contrario, Ricnrdo ha reducirlo la relatividad aparéate que esas cosas •—por ejemplo, el diamante, lai perlas, etc.— poseen en cuanto valores de cambio, a la verdadera relación oculta tras La apariencia, a su relatividad" como meras expresiones de trnhajo humano- Si las réplicas de los ricardianoí a Bailey son groseras peru no convincentes, ello se debe sólo a que el propio Ricardo no les brinda explicación algjua acerca de la conexión interne entre el valor y la forma del valor a velar de cambio.

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- C A P Í T U L O n

E L PROCESO D E L I N T E R C A M B I O

Las mercancías no.pucden ir po r sLsoIas al mercado n i intercambiarse eUasjaismas. Tenernos, pues, que volver lá_miracTa~hacia sus_ custodios, los 'poseedores dé mercancías. Las mercancías son cosas y, por tanto, no oponen resistencia al hombre. SÍ ellas se niegan a que las tome, éste puede recurrir a la violencia o t en otras palabras, apoderarse de e l las , " Para vincular esas cosas entre sí como mercancías, los custodios de las mismas deben relacionarse mutuamente como personas cuya voluntad reside

...en dichos objetos, de tal suerte que e l u n o ^ s ^ j : o n acuerdo de la vo luntad del otro, o sea mediante u n acto vo lun

t ó común a ambos, va a apropiarse de la mercancía ajena al enajenar la propia. Los dos, por coasigu ion te , - deben

j e conocer a c uno al otfo~^omo~prflpig/üri'o.s prlvadosT^^fi reheión jurldicaTcuya- forma es e l contrato —legalmente formulado o no-—, es una relación entre voluntades en te que se refleja la relación económica. E[.contenido_ dental relación }urídica_ o entre voluntades queda dado por la re-

_ jac j6n económica misma, J * Aquí, las personas sólo existen

3 - En el siglo x i i H lan renombrado por su religiosidad, suelen aparecer entre esas mercancías objetos de suma exquisitez. Un poeta francés de aquellos tiempos incluye u¿i, entre las mercancías expuestas en el mercado de 1-nndit, junto a Lelas, cuero, aperos de labranza, pieles, etc.. lambíén a las "femmes folies de leur vorps" [mujeres de fogosos cuerposj.

3 0 Proudhon comienza por extraer su ith'tií de justicia, ta "iits-ríce éternelle" Ijusticui eterna], de las relaciones jurídicas correspondientes a la producción de mercancías, con lo cual, digámoslo incide nía Uñente, aporin la consoladora prueba para todo burgués

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que haya descubierto en la Pgrte o e l diamante c_l valor de "camplo. Los descubridores económicos de esa sü^ancfiT química, " n j j i ^ M ^ ^ crítica.

Hlegan™á"1a conclusión de que el valor de uso de las cosas " nn depende de sus propiedades como cosas, mientras que

por el contrar io su valor les es inherente en cuanto cosas. L o que los reaf irma en esta concepción es la curiosa cir¬cunstancia de que el valor de uso de las cosas se realiza para el 'hombre slrriñfeYajhlBio, o sea en la relación d i recta e i n r c l a ^ c ^ a ^ y el lioñíbre, mientras que su valor,

_pj>r_e l jootrarj^"s^ó_en e l l"ffrcarnhio, o sea en el proceso social. Cómo para no acordarse aquí del buen Dogberry, cuando ilustra al sereno Seacoal; "Ser hombre bien parecido es u n don de las circunstancias, pero saber leer y escrib i r l o es de la naturaleza"** i " '

is valuable , . . A pearl or a diamond is valuable as a peañ oí diamond." (S, Eailcy, A Crltkal Disscrtatiau., . , p, J 65 y s.)

3 B E l aulor de las Observatiam y Samuel BaÜey inculpan a Ricardo el haber hecha del valor de cambio, que es algo mera* mente relativo, a\#ti tibsoluto. Par el contrario, Ricnrdo ha reducirlo la relatividad aparéate que esas cosas •—por ejemplo, el diamante, lai perlas, etc.— poseen en cuanto valores de cambio, a la verdadera relación oculta tras La apariencia, a su relatividad" como meras expresiones de trnhajo humano- Si las réplicas de los ricardianoí a Bailey son groseras peru no convincentes, ello se debe sólo a que el propio Ricardo no les brinda explicación algjua acerca de la conexión interne entre el valor y la forma del valor a velar de cambio.

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- C A P Í T U L O n

E L PROCESO D E L I N T E R C A M B I O

Las mercancías no.pucden ir po r sLsoIas al mercado n i intercambiarse eUasjaismas. Tenernos, pues, que volver lá_miracTa~hacia sus_ custodios, los 'poseedores dé mercancías. Las mercancías son cosas y, por tanto, no oponen resistencia al hombre. SÍ ellas se niegan a que las tome, éste puede recurrir a la violencia o t en otras palabras, apoderarse de e l las , " Para vincular esas cosas entre sí como mercancías, los custodios de las mismas deben relacionarse mutuamente como personas cuya voluntad reside

...en dichos objetos, de tal suerte que e l u n o ^ s ^ j : o n acuerdo de la vo luntad del otro, o sea mediante u n acto vo lun

t ó común a ambos, va a apropiarse de la mercancía ajena al enajenar la propia. Los dos, por coasigu ion te , - deben

j e conocer a c uno al otfo~^omo~prflpig/üri'o.s prlvadosT^^fi reheión jurldicaTcuya- forma es e l contrato —legalmente formulado o no-—, es una relación entre voluntades en te que se refleja la relación económica. E[.contenido_ dental relación }urídica_ o entre voluntades queda dado por la re-

_ jac j6n económica misma, J * Aquí, las personas sólo existen

3 - En el siglo x i i H lan renombrado por su religiosidad, suelen aparecer entre esas mercancías objetos de suma exquisitez. Un poeta francés de aquellos tiempos incluye u¿i, entre las mercancías expuestas en el mercado de 1-nndit, junto a Lelas, cuero, aperos de labranza, pieles, etc.. lambíén a las "femmes folies de leur vorps" [mujeres de fogosos cuerposj.

3 0 Proudhon comienza por extraer su ith'tií de justicia, ta "iits-ríce éternelle" Ijusticui eterna], de las relaciones jurídicas correspondientes a la producción de mercancías, con lo cual, digámoslo incide nía Uñente, aporin la consoladora prueba para todo burgués

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unas para otras como representantes de l a mercancía, y " po r ende como poseedores de mercancías, ~EiT~ñ\ curso ul te

r i o r de nuestro análisis veremos que las máscaras que en lo econóniico asumen las personas, no son mas que personificaciones de las relaciones económicas como portadoras de las cuales dichas personas se enfrentan mutuamente.

L o cjue precisamente distingue de la mercancíiT á" su poseedoras la circunstancia de que todo otro cuerpo de mercancía sólo cuenta para_aquel la_como formaTjie manifestación de su prop io .va lor . N i v e l ado ra í 4 & l y cínica desde la cuca, está siempre pronta para intercambiar no sólo el alma sino también el cuerpo por cualquier otra mercancía, aunque ésta sea más repulsiva que Mari tornes. Esta falta de sensibujdad, en la mercancía, por lo concreto que hay en e l cuerpo de sus congéneres, lo suple su poseedor con sus cinco y más sentidos. Su propia mercancía n o tiene para él ningún valor de l isb 'd irecto ; "^caso contrario no "la llevaría al mercado. Posee valor de uso para otros. Para él, sólo tiene directamente el valor de uso de ser portadora deyalor de cambio, y, de ta l modo, medio, de cambio.*0 De allí que quiera enajenarla por una mer-

fílisteo de que la forma de la producción de mercancías es tan eterna como la justicia. Luego vira en redondo y pretendo model a r , c o n a r r e g l o a tzac i d ea l , la p roducc ión r e a l da m e r c a n cine y el derecho real correspondiente a ésta. ¿Qué opinaríamos de un químico que, en vez de investigar les leyes que efectivamente rigen la asociación y disociación de la materia, y en lugar de resolver sobre la base de las mismas determinados problemas, explicara esa composición y descomposición por las "ideas eternas" de la "naturalité" [naturalidad] y la "affinitc" [afinidad]? Cuando se sostiene que la "usura" contradice la "juslíce éternelle" [justicia eterna] y la "¿quité éternelle" [equidad eterna] y la "mutualite éter-nelle'1 [reciprocidad cierna] y demis "verités éLeraelles" [verdades eternas], ¿sabemos algo más acerca de ella que fo que sabían los Padres de la Iglesia cuando aseguraban que contradecía la "grace éternelle" [gracia eterna], la "foi éternelle" [fe eterna], la "volóme ¿terneUe de Dieu' 1 [voluntad eterna de Dios]?

3 0 "Puesto que de dos modos es el tiso de todos los bienes. Uno de ellos es inherente a la cosa en cuanto tal, el otro no, como en el caso de una sandalia, que sirve parn calzarse y para intercambiarla. Estos dos son valores de uso de Ja sandalia, ya que también el que cambia La sandalia por algo que le falla, a modo de ejemplo por alimentos, utiliza la sandalia en cuanto san¬dalia. Pero no es su modo natural de uso. Porque la sandalia no existe para que se la intercambie/' (Aristóteles, De República, Itb. i , capítulo 9.)i«l

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cancía cuyo valor de uso lo satisfaga- Todas las mercancías _JjQn no-valores-de-uso para_ sus poseedores] valores de uso

para sus no-poseedores. Por" eso_ticnen todas que cambiar J3e dueño. Pero este cambio de dueños constituye su inter

cambio, y""su _jntexcaínbíD las relaciona recíprocamente JcOmo valores y las realiza_en cuanto tales. Las mercancías,

pues, tienen p j jmcro rjue realizarse corno valores antes que puedan realizarse como valores de uso.

~^Tor otrá^a7íe,~tie^ co¡no valares de aso antes ~de poder realizarse como valores. Ya__gue_el trabajo humano empleado en ellas sólo cuenta si se lo en>

" p l e a r m ü r l O ^ Pero que sea útil para otros, que su producto satisfaga necesidades ajeñasTcs algo que sólo su intercambio ^uede demostrar,

~~ " ~T°d o_po¿gedor d o me reañejas s_ólo_quiere_i nte rcambi nr_ r ;

la suya por otra cuyo valor de uso satisfaga su propia " necesidad". En_esta medida» el inTercamblo l io~es"p », 1

más que u n proceso individual ^ ^ p j x a p a r t e , quiere rea- w " • 1

l i za r_su_rne j canc ja^^ -y_por_ende convertir la en^ "Cualquier otra^ mercancía que sea de s_u._agrado...y.valga lo ^ J ^ ,

mismo, siendo indiferente que__su__propÍQ mercancía terjga pora c ipqsecdor de ia otra vatpr_de uso_o carezca de éste. T in esa medida el intercambio es para élun proceso social general. Pero el mismo proceso n o puede ser a un mismo tiempo, para todos los poseedores de mercancías, exclusivamente indiv idual y a la vez exclusivamente social general.

Si examinamos el punto más de cerca, veremos que a todo poseedor de mercancías toda mercancía ajena s_ J e Ü _

^""presenta como equivalente pariieutar' la suya, y esta ^ ~ como equivalente general de todas las demás. Pero como _ , 1

esto se aplica igualaenteT~a_tQdü^ cancías, ninguna de ellas es egmvalente^en.e/r^Ly, en g£Sfc secuencia, Tas mercancías no poseen una fo rma de valor relativa genera! en la que ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ J ^ I ^ ^ ^ ^ C^OTparáltee en cüanto n i ^ ^ i i t e s de valor. Las mercancías, pues, en absoluto se enfrentan entre sí como mercancías, sino solamente como productos o valores de uso.

E n su perplej idad, nuestros poseedores de mercancías piensan como Fausto. E n el pr inc ip io era la acciónJt7i De ahí que hayan actuado antes de haber pensado. Las leyes de ia naturaleza inherente a las mercancías se conf i rman en el instinto natural de sus poseedores. Sólo pueden relacionar entre sí sus mercancías en cuanto valores, y por

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unas para otras como representantes de l a mercancía, y " po r ende como poseedores de mercancías, ~EiT~ñ\ curso ul te

r i o r de nuestro análisis veremos que las máscaras que en lo econóniico asumen las personas, no son mas que personificaciones de las relaciones económicas como portadoras de las cuales dichas personas se enfrentan mutuamente.

L o cjue precisamente distingue de la mercancíiT á" su poseedoras la circunstancia de que todo otro cuerpo de mercancía sólo cuenta para_aquel la_como formaTjie manifestación de su prop io .va lor . N i v e l ado ra í 4 & l y cínica desde la cuca, está siempre pronta para intercambiar no sólo el alma sino también el cuerpo por cualquier otra mercancía, aunque ésta sea más repulsiva que Mari tornes. Esta falta de sensibujdad, en la mercancía, por lo concreto que hay en e l cuerpo de sus congéneres, lo suple su poseedor con sus cinco y más sentidos. Su propia mercancía n o tiene para él ningún valor de l isb 'd irecto ; "^caso contrario no "la llevaría al mercado. Posee valor de uso para otros. Para él, sólo tiene directamente el valor de uso de ser portadora deyalor de cambio, y, de ta l modo, medio, de cambio.*0 De allí que quiera enajenarla por una mer-

fílisteo de que la forma de la producción de mercancías es tan eterna como la justicia. Luego vira en redondo y pretendo model a r , c o n a r r e g l o a tzac i d ea l , la p roducc ión r e a l da m e r c a n cine y el derecho real correspondiente a ésta. ¿Qué opinaríamos de un químico que, en vez de investigar les leyes que efectivamente rigen la asociación y disociación de la materia, y en lugar de resolver sobre la base de las mismas determinados problemas, explicara esa composición y descomposición por las "ideas eternas" de la "naturalité" [naturalidad] y la "affinitc" [afinidad]? Cuando se sostiene que la "usura" contradice la "juslíce éternelle" [justicia eterna] y la "¿quité éternelle" [equidad eterna] y la "mutualite éter-nelle'1 [reciprocidad cierna] y demis "verités éLeraelles" [verdades eternas], ¿sabemos algo más acerca de ella que fo que sabían los Padres de la Iglesia cuando aseguraban que contradecía la "grace éternelle" [gracia eterna], la "foi éternelle" [fe eterna], la "volóme ¿terneUe de Dieu' 1 [voluntad eterna de Dios]?

3 0 "Puesto que de dos modos es el tiso de todos los bienes. Uno de ellos es inherente a la cosa en cuanto tal, el otro no, como en el caso de una sandalia, que sirve parn calzarse y para intercambiarla. Estos dos son valores de uso de Ja sandalia, ya que también el que cambia La sandalia por algo que le falla, a modo de ejemplo por alimentos, utiliza la sandalia en cuanto san¬dalia. Pero no es su modo natural de uso. Porque la sandalia no existe para que se la intercambie/' (Aristóteles, De República, Itb. i , capítulo 9.)i«l

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cancía cuyo valor de uso lo satisfaga- Todas las mercancías _JjQn no-valores-de-uso para_ sus poseedores] valores de uso

para sus no-poseedores. Por" eso_ticnen todas que cambiar J3e dueño. Pero este cambio de dueños constituye su inter

cambio, y""su _jntexcaínbíD las relaciona recíprocamente JcOmo valores y las realiza_en cuanto tales. Las mercancías,

pues, tienen p j jmcro rjue realizarse corno valores antes que puedan realizarse como valores de uso.

~^Tor otrá^a7íe,~tie^ co¡no valares de aso antes ~de poder realizarse como valores. Ya__gue_el trabajo humano empleado en ellas sólo cuenta si se lo en>

" p l e a r m ü r l O ^ Pero que sea útil para otros, que su producto satisfaga necesidades ajeñasTcs algo que sólo su intercambio ^uede demostrar,

~~ " ~T°d o_po¿gedor d o me reañejas s_ólo_quiere_i nte rcambi nr_ r ;

la suya por otra cuyo valor de uso satisfaga su propia " necesidad". En_esta medida» el inTercamblo l io~es"p », 1

más que u n proceso individual ^ ^ p j x a p a r t e , quiere rea- w " • 1

l i za r_su_rne j canc ja^^ -y_por_ende convertir la en^ "Cualquier otra^ mercancía que sea de s_u._agrado...y.valga lo ^ J ^ ,

mismo, siendo indiferente que__su__propÍQ mercancía terjga pora c ipqsecdor de ia otra vatpr_de uso_o carezca de éste. T in esa medida el intercambio es para élun proceso social general. Pero el mismo proceso n o puede ser a un mismo tiempo, para todos los poseedores de mercancías, exclusivamente indiv idual y a la vez exclusivamente social general.

Si examinamos el punto más de cerca, veremos que a todo poseedor de mercancías toda mercancía ajena s_ J e Ü _

^""presenta como equivalente pariieutar' la suya, y esta ^ ~ como equivalente general de todas las demás. Pero como _ , 1

esto se aplica igualaenteT~a_tQdü^ cancías, ninguna de ellas es egmvalente^en.e/r^Ly, en g£Sfc secuencia, Tas mercancías no poseen una fo rma de valor relativa genera! en la que ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ J ^ I ^ ^ ^ ^ C^OTparáltee en cüanto n i ^ ^ i i t e s de valor. Las mercancías, pues, en absoluto se enfrentan entre sí como mercancías, sino solamente como productos o valores de uso.

E n su perplej idad, nuestros poseedores de mercancías piensan como Fausto. E n el pr inc ip io era la acciónJt7i De ahí que hayan actuado antes de haber pensado. Las leyes de ia naturaleza inherente a las mercancías se conf i rman en el instinto natural de sus poseedores. Sólo pueden relacionar entre sí sus mercancías en cuanto valores, y por

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Lauto sólo en cuanto mercancías, al relacionarlas antitéticamente con otra mercancía cualquiera que haga las veces de equivalente general. Este es el resultado que se alcanzó en el análisis de la mercancía. Pero sólo un acto social puede conver t i r la una ^ E E S ^ j ^ f ^ ^ ^ ^ ^ ^ E T ^ @ I S ^ '

Tente gemcr&l Por eso la acción social de_todas_lab demás • mercancías aparla de las mismas una mercancía determi-

nadat~ en las cuales todas ellas representan -sus valores. _ L a _ j ^ o j ^ a ^ a i u r # I ^ transforma por tanto en forma de equivalentesoctalmente vigente. Su ca r^ t eTde

'ser equivalente geheral_^"convierte,.^lrávei_cjel_pioceso "SUClafe feft yunefSti especificar nenie sociaj de la tnercancm ~apartada.~Es~de "éste modo como se convierte en dinero. T l l i unum consi l ium habenl et v i i tu t em et potcstatcm suam bestia; t radunt . [, , J E t ne quis possit cmere aut venderé, nisi qui habet characterem aut nomen bestía% aut numerum nominis C H I S . 1 1 (Apocalipsis.)r4flJ fEstos tienen u n mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. [...] Y que nfrguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. ]

Esa cristah'zación que es _e j_dineroconst i tuye J U . p r o ducto necesaria del proceso de intercambio, en el cuajase equiparan de mañera efectiva y reciprocarlos diversos pro-cTücfos del" traBajS y por rnasigil ienta sfí transforman real¬mente en mercancías. L a expansiórT^^profundización

{ w históricas d£l intercambio desarrollan la antítesis, latente "eirTíT naturaleza de la mercancía, entre valor de uso y

V , valor. L a necesidad de dar una ex pr e^o^~e^teríor ~ a esa antítesis^con vistas al intercambio, contribuye a"que se e5tablezca~uña forma" autónoma del valor mercan til,__y^n~o reposa~ñi" ceja" hasta que se alcanza def imtiyamenj^Ja misma mediante ^~desdoblam[ento^^\p. mercancía en tner-

gameta y dinero. Por consigulcn te~eñ la misma medida en que se_ consuma ia transfOTmaciórT'rJe^os trabajo ~eñ mercañcias~s£~}íév& a cabo la transformación de" la mffiMnctaerT dinero.40

1 0 Júzgucse, según esto, cuan sagaz es el socialismo pequeño-burgués, q u e eterniza la producción de mercancías y al mUmo tiempo pretende abolir la ''antílesis catre el diaero y la mercancía", y por tamo el dinero mismo, ya que éste sólo eiiste en esa antítesis. Sería como querer abolir el papado y mantener en pie

106

E l intercambio directo de productos reviste por uno parte -a forma de"la expresión simple del valor, pero por otra pane no llega aun a revestirla» I J i chaTo rma era: ^Tmercancía""S — y mercancía B. L a fo ima del intercambio directo de productos es: x objeto para el uso A = y objeto para el uso E V l Aquí, las cosas A y B no son mer-c m T c / m ^ o n anterioridad al Jn_tcj¿am5oa sjno que sólo se

T r ^ n s f o n m n j e n ^ precisamente _al^ññsrno, " E l primer rñodn" en~que un objeto para el uso, potencial-méhfe"" l lega a ser valor de~carnbio es su existencia como no-vaiol^de-usq^ como cantidad de valor de uso que rebasa las necesidades inmediatas de su poseedor. Las cosas, en sí y para sí, son ajenas al hombre y por ende enajenables. Para que esta enajenación sea recíproca, los hombres no necesitan más que enfrentarse implícitamente como propietarios privados de esas cosas enajenables, enfrentándose, precisamente por eso, como personas independientes entre sí. T a l relación de ajenidad recíproca, sin embargo, no existe para los rniernbros de una entidad comunitar ia de origen natural , ya tenga la f o rma de una fami l ia patr iarc a l de una comunidad índica antigua, de un estado inca, etcétera. E l intercambio de mercancías comienza donde '.cr r

minan las eñtí3ádes comunitarias, en sus puntos de contacte Tün otras enl l t iaderxomunitar ias o con miembros de éstas-Pero no bien las cosas devienen mercancías en la vida exterior, también se vuelven tales, por reacción, en la v i da interna de la comunidad. L a proporción cuantitativa de su intercambio es, en un pr incip io , completamente fortuita. Si las cosas son íntercambiable¡a, cüp se debe seto de voluntad por el que sus poseedores resuelven enajenarlas recíprocamente. A u n así se consolida," de "manera paulatina, lá necesidad "de objetos para el uso ajeros, L a repetición constante del intercambio hace de él un proceso social regular. Cóñ el paso del tiempo es forzoso que se produz¬ca por lo menos una parte de los productos del trabajo

el catolicismo. Véase más sobre este punto c,i mi obra Zar Kri¬tik ..., p, 61 y ss.

4 i Mientras aún no se intercambian das diferentes objetos para el uso, sino que, como sude ocurrir entre loa salvajes, se ofrece una masa caótica de cosas como equivalente por una tercera, ci intercambio directo de producios eslá apenas en su íase embrionaria.

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Lauto sólo en cuanto mercancías, al relacionarlas antitéticamente con otra mercancía cualquiera que haga las veces de equivalente general. Este es el resultado que se alcanzó en el análisis de la mercancía. Pero sólo un acto social puede conver t i r la una ^ E E S ^ j ^ f ^ ^ ^ ^ ^ ^ E T ^ @ I S ^ '

Tente gemcr&l Por eso la acción social de_todas_lab demás • mercancías aparla de las mismas una mercancía determi-

nadat~ en las cuales todas ellas representan -sus valores. _ L a _ j ^ o j ^ a ^ a i u r # I ^ transforma por tanto en forma de equivalentesoctalmente vigente. Su ca r^ t eTde

'ser equivalente geheral_^"convierte,.^lrávei_cjel_pioceso "SUClafe feft yunefSti especificar nenie sociaj de la tnercancm ~apartada.~Es~de "éste modo como se convierte en dinero. T l l i unum consi l ium habenl et v i i tu t em et potcstatcm suam bestia; t radunt . [, , J E t ne quis possit cmere aut venderé, nisi qui habet characterem aut nomen bestía% aut numerum nominis C H I S . 1 1 (Apocalipsis.)r4flJ fEstos tienen u n mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia. [...] Y que nfrguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. ]

Esa cristah'zación que es _e j_dineroconst i tuye J U . p r o ducto necesaria del proceso de intercambio, en el cuajase equiparan de mañera efectiva y reciprocarlos diversos pro-cTücfos del" traBajS y por rnasigil ienta sfí transforman real¬mente en mercancías. L a expansiórT^^profundización

{ w históricas d£l intercambio desarrollan la antítesis, latente "eirTíT naturaleza de la mercancía, entre valor de uso y

V , valor. L a necesidad de dar una ex pr e^o^~e^teríor ~ a esa antítesis^con vistas al intercambio, contribuye a"que se e5tablezca~uña forma" autónoma del valor mercan til,__y^n~o reposa~ñi" ceja" hasta que se alcanza def imtiyamenj^Ja misma mediante ^~desdoblam[ento^^\p. mercancía en tner-

gameta y dinero. Por consigulcn te~eñ la misma medida en que se_ consuma ia transfOTmaciórT'rJe^os trabajo ~eñ mercañcias~s£~}íév& a cabo la transformación de" la mffiMnctaerT dinero.40

1 0 Júzgucse, según esto, cuan sagaz es el socialismo pequeño-burgués, q u e eterniza la producción de mercancías y al mUmo tiempo pretende abolir la ''antílesis catre el diaero y la mercancía", y por tamo el dinero mismo, ya que éste sólo eiiste en esa antítesis. Sería como querer abolir el papado y mantener en pie

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E l intercambio directo de productos reviste por uno parte -a forma de"la expresión simple del valor, pero por otra pane no llega aun a revestirla» I J i chaTo rma era: ^Tmercancía""S — y mercancía B. L a fo ima del intercambio directo de productos es: x objeto para el uso A = y objeto para el uso E V l Aquí, las cosas A y B no son mer-c m T c / m ^ o n anterioridad al Jn_tcj¿am5oa sjno que sólo se

T r ^ n s f o n m n j e n ^ precisamente _al^ññsrno, " E l primer rñodn" en~que un objeto para el uso, potencial-méhfe"" l lega a ser valor de~carnbio es su existencia como no-vaiol^de-usq^ como cantidad de valor de uso que rebasa las necesidades inmediatas de su poseedor. Las cosas, en sí y para sí, son ajenas al hombre y por ende enajenables. Para que esta enajenación sea recíproca, los hombres no necesitan más que enfrentarse implícitamente como propietarios privados de esas cosas enajenables, enfrentándose, precisamente por eso, como personas independientes entre sí. T a l relación de ajenidad recíproca, sin embargo, no existe para los rniernbros de una entidad comunitar ia de origen natural , ya tenga la f o rma de una fami l ia patr iarc a l de una comunidad índica antigua, de un estado inca, etcétera. E l intercambio de mercancías comienza donde '.cr r

minan las eñtí3ádes comunitarias, en sus puntos de contacte Tün otras enl l t iaderxomunitar ias o con miembros de éstas-Pero no bien las cosas devienen mercancías en la vida exterior, también se vuelven tales, por reacción, en la v i da interna de la comunidad. L a proporción cuantitativa de su intercambio es, en un pr incip io , completamente fortuita. Si las cosas son íntercambiable¡a, cüp se debe seto de voluntad por el que sus poseedores resuelven enajenarlas recíprocamente. A u n así se consolida," de "manera paulatina, lá necesidad "de objetos para el uso ajeros, L a repetición constante del intercambio hace de él un proceso social regular. Cóñ el paso del tiempo es forzoso que se produz¬ca por lo menos una parte de los productos del trabajo

el catolicismo. Véase más sobre este punto c,i mi obra Zar Kri¬tik ..., p, 61 y ss.

4 i Mientras aún no se intercambian das diferentes objetos para el uso, sino que, como sude ocurrir entre loa salvajes, se ofrece una masa caótica de cosas como equivalente por una tercera, ci intercambio directo de producios eslá apenas en su íase embrionaria.

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con la intención de volcarlos en e l intercambio. _A_partír de ese momento^sc reafirma,, por una parte, la escisión

•~eñt"re~Ia"utilidad de los cosas para las necesidades mrñe-~ díatas y su ut i l idad con vistas al jn i e rcambio . Su valor de_

l i s o "se" desliga de su valor de cambio. De o t r a - pa r t e , la proporción cuantitat iva según la cúal se intercambian, pasa a depender de su producción misma. La costumbre las fija como magnitudes de valor.

E n el intercambio directo de productos toda mercancía es_ ?írectaménte ImedEp "de "cambio para su poseedor, _y equivalènte para su no-poseedor, pero sólo en l a medida

_en_que_tenga""valor"de uso^parálálTTor tantó7el artículo "que se cambia aún no ha "adquir ido una fo rma de valor independiente de su propio valor de uso o de la necesidad ind iv idua l que experimentan los sujetos del intercambio. La necesidad de esta forma se desenvuelve a la par del número y variedad crecientes de las mercancías que entran a! proceso de intercambio. E l problema surge simultáneamente con los medios que permiten resolverlo. Nunca se efectúa u n tráfico en el que losjposeedores de mercancías^

J u ^ r c a m b l e ñ ^ por otros,~y " I r ^comparen con estos, s ír t "^^ra^iyenías mercancías"dc los diversos posec T

_dores^de^ésta_sa. sejntercàmbìe:n "dentro de ~ese~trafico con uria tercera^ mercancía, swrn^re la misma, y "se comparen con ella en cuanto^valores. DichaJ^erceTa mercancía, en la medida en que se convierte en equivalente -"de otras mercancías ¿ n t é r a i ^ ^ A ^ ^ fonna" ce~equi^

^"Valente ^ne ra l " ^~soc j a l , aunque" "dentro de hrrñtes estrechos. Esta fo rme de equivalente general brota y se desvanece con el contacto social momentáneo que le d io vida. A l te rnat i va y fugazmente recae en esta mercancía o en la de más allá. Pero con el desa_rrp|lq_del intercambio mercant i l , se adhiere de manera f irme y esclusiva a clases particulares de mercancías, o sea cristaliza en la forma de dinero, A q u i e t a s e de mercancías queda f i jada és,~en un comienzo, u n bccHc^fdrtüítor^?? circunstancias^ sin embargo, son "en gen er.aj _ las "déte rm jnáñ tes. H a f o r m a deaine-r o s e adhiere o a Jos artículos de cambio más íiíportarites provenientes del exterior, que de hecho son "las formas

^aturaíes^n~l¡u"e se manifiesta el valor de cambio de los productos iocales, o al objeto para el uso que i n s t i t u y e eUe lcmciLto_pni ic ipa l^de_ la propiedad local enajenable, como por ejemplo el ganado. Los pueblos nómades son los

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primeros en desarrollar l a forma de dinero, porque todas sus pertenencias son móviles y revisten por tanto la forma de directamente enajenables, y porque su modo de vida los pone de continuo en contacto con entidades comunitarias distintas de la suya, incitándolos en consecuencia al Intercambio de productos. A menudo los hombres han convertido al hombre mismo, bajo la forma de esclavo, en mater ia l dinerario or ig inal , pero nunca a la tierra. Esta idea sólo podía aflorar en la sociedad burguesa ya desarrollada. Data del último tercio del siglo x v n , y hasta un siglo más tarde, durante la revolución burguesa de los franceses, no se internó llevarla a la práctica a nivel nacional.

E n la misma medida en que el in te rc jmhio de mercancías hace saltar_ sus trabasraeraroepte locales^v- que_ei vafor dejas mercancíasí por ende, se expande hasta convertirse en concreción "material del trábalo humano en general, íñ forma^de^dinero~recaren mercancías adecuadas

"^0Oü~riaTiJraIeza para desempeñar la función social^ de equivalente genératelos -melales~pi iécióso^.

Y"biélT7la~proposicÍon"nsegún"la~cíiaT'iIaunque e l oro y la plata no son dinero por naturaleza, el dinero es por naturaleza oro y p l a t a " , " muestra la congruencia entre sus propiedades naturales y sus funciones/ 1 Hasta aquí, sin embargo, sólo conocemos una de las mneooñeTa^enr^ro, l a á e_j>ervjrjLe_fii^^ as_rnejr> cañetas o como material en eFcual se expresan socialmente las'mágmn^^ mercauicÍas".~FoTirja adecúa-da de mañifcstación^clcl"valor, o concreción material del trabajo humano abstracto y, p o r "consiguiente, igual, sólo puede serl olTrTa~ítiale r ia " cuy as porciones posean todas la misma calidad uni forme. Por lo demás, siendo puramente cuantitativa la diferencia que existe entie las magnitudes del valor, la mercancía . digeraria ha de poder reflejar diferencias puramente cuantitativas, y""pürTa"ñfo ser dlvisible-

veáantar i/y-pianS^scS^t íb leg de volver a integrarse. E l oro y ia plata poseen por naturaleza esas propiedades.

E1 valor de uso de la mercancía dinerada se desdobla.

A l lado de siTvaior de uso particular en cuanto mercan¬" K. Marx, op. cii>, p. 135. "Lúa metales [san]. . . por natu

raleza dinero" (Gnlíani, Della matteta. p. 137.) " Por más detalles sobre este punto, véise mi obra citada

arriba, sección "Los metales preciosos".

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con la intención de volcarlos en e l intercambio. _A_partír de ese momento^sc reafirma,, por una parte, la escisión

•~eñt"re~Ia"utilidad de los cosas para las necesidades mrñe-~ díatas y su ut i l idad con vistas al jn i e rcambio . Su valor de_

l i s o "se" desliga de su valor de cambio. De o t r a - pa r t e , la proporción cuantitat iva según la cúal se intercambian, pasa a depender de su producción misma. La costumbre las fija como magnitudes de valor.

E n el intercambio directo de productos toda mercancía es_ ?írectaménte ImedEp "de "cambio para su poseedor, _y equivalènte para su no-poseedor, pero sólo en l a medida

_en_que_tenga""valor"de uso^parálálTTor tantó7el artículo "que se cambia aún no ha "adquir ido una fo rma de valor independiente de su propio valor de uso o de la necesidad ind iv idua l que experimentan los sujetos del intercambio. La necesidad de esta forma se desenvuelve a la par del número y variedad crecientes de las mercancías que entran a! proceso de intercambio. E l problema surge simultáneamente con los medios que permiten resolverlo. Nunca se efectúa u n tráfico en el que losjposeedores de mercancías^

J u ^ r c a m b l e ñ ^ por otros,~y " I r ^comparen con estos, s ír t "^^ra^iyenías mercancías"dc los diversos posec T

_dores^de^ésta_sa. sejntercàmbìe:n "dentro de ~ese~trafico con uria tercera^ mercancía, swrn^re la misma, y "se comparen con ella en cuanto^valores. DichaJ^erceTa mercancía, en la medida en que se convierte en equivalente -"de otras mercancías ¿ n t é r a i ^ ^ A ^ ^ fonna" ce~equi^

^"Valente ^ne ra l " ^~soc j a l , aunque" "dentro de hrrñtes estrechos. Esta fo rme de equivalente general brota y se desvanece con el contacto social momentáneo que le d io vida. A l te rnat i va y fugazmente recae en esta mercancía o en la de más allá. Pero con el desa_rrp|lq_del intercambio mercant i l , se adhiere de manera f irme y esclusiva a clases particulares de mercancías, o sea cristaliza en la forma de dinero, A q u i e t a s e de mercancías queda f i jada és,~en un comienzo, u n bccHc^fdrtüítor^?? circunstancias^ sin embargo, son "en gen er.aj _ las "déte rm jnáñ tes. H a f o r m a deaine-r o s e adhiere o a Jos artículos de cambio más íiíportarites provenientes del exterior, que de hecho son "las formas

^aturaíes^n~l¡u"e se manifiesta el valor de cambio de los productos iocales, o al objeto para el uso que i n s t i t u y e eUe lcmciLto_pni ic ipa l^de_ la propiedad local enajenable, como por ejemplo el ganado. Los pueblos nómades son los

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primeros en desarrollar l a forma de dinero, porque todas sus pertenencias son móviles y revisten por tanto la forma de directamente enajenables, y porque su modo de vida los pone de continuo en contacto con entidades comunitarias distintas de la suya, incitándolos en consecuencia al Intercambio de productos. A menudo los hombres han convertido al hombre mismo, bajo la forma de esclavo, en mater ia l dinerario or ig inal , pero nunca a la tierra. Esta idea sólo podía aflorar en la sociedad burguesa ya desarrollada. Data del último tercio del siglo x v n , y hasta un siglo más tarde, durante la revolución burguesa de los franceses, no se internó llevarla a la práctica a nivel nacional.

E n la misma medida en que el in te rc jmhio de mercancías hace saltar_ sus trabasraeraroepte locales^v- que_ei vafor dejas mercancíasí por ende, se expande hasta convertirse en concreción "material del trábalo humano en general, íñ forma^de^dinero~recaren mercancías adecuadas

"^0Oü~riaTiJraIeza para desempeñar la función social^ de equivalente genératelos -melales~pi iécióso^.

Y"biélT7la~proposicÍon"nsegún"la~cíiaT'iIaunque e l oro y la plata no son dinero por naturaleza, el dinero es por naturaleza oro y p l a t a " , " muestra la congruencia entre sus propiedades naturales y sus funciones/ 1 Hasta aquí, sin embargo, sólo conocemos una de las mneooñeTa^enr^ro, l a á e_j>ervjrjLe_fii^^ as_rnejr> cañetas o como material en eFcual se expresan socialmente las'mágmn^^ mercauicÍas".~FoTirja adecúa-da de mañifcstación^clcl"valor, o concreción material del trabajo humano abstracto y, p o r "consiguiente, igual, sólo puede serl olTrTa~ítiale r ia " cuy as porciones posean todas la misma calidad uni forme. Por lo demás, siendo puramente cuantitativa la diferencia que existe entie las magnitudes del valor, la mercancía . digeraria ha de poder reflejar diferencias puramente cuantitativas, y""pürTa"ñfo ser dlvisible-

veáantar i/y-pianS^scS^t íb leg de volver a integrarse. E l oro y ia plata poseen por naturaleza esas propiedades.

E1 valor de uso de la mercancía dinerada se desdobla.

A l lado de siTvaior de uso particular en cuanto mercan¬" K. Marx, op. cii>, p. 135. "Lúa metales [san]. . . por natu

raleza dinero" (Gnlíani, Della matteta. p. 137.) " Por más detalles sobre este punto, véise mi obra citada

arriba, sección "Los metales preciosos".

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d a — e l oro, p o j ^ j e m p l o , sirve -para-.-obturar cavidades dentariási" cómo materia pr ima de artículos suntuarios", etcétera—/adquiere un valor de uso formal que^eny^_de sus funcioncTYocialés^

- íuestp" qíie" todas fc_démás_mercancías son tan sólo e q u i v a l entes jgi ar t i c u 1 a re s_ d el rJ ineroy^te^e l^eo^Div a! en te general de.las mismas, aquéllas se comportan como" mercancías, particulares ante el _ dinero como la mercancía general^

Hemos visto que la forma jle dinero no es más que el reflejo~acTHerido a una mercancía, de las rola"cTünes entre todas las demás mercancías. Que eTomeró mercancía^5

- pues, sólo es un descubrimiento para quien parte de su figura consumada con el objeto de analizarla posteriormente. E l proceso de intercambio confiérela la mercancía que el t r a n f o r m a en dinero, no e l valor, sinovia Jorma específica de valor que la caracteriza! La confusión entre

^ánib'aTo'eterminacto imagi-~hario eTva lo r lTe l^ ro y la p la ta . 1 0 Como en ciertas funcio-

1 4 "Ei dinero es la mercancía universal." (Verrí, Meditaziom sulla . . . . p. 160

í n "El oro y Ja piala mismos (a los que podemos dar el nombre general -de^mefiles^reciosos) son. -z inercancías^,_^__cuyj} valor aumenta y disminuye , . . AJos'meiales preciosos se Jesjiuede rcüiíi iutcr u n valür más ¡UU* i_ümiiftj i^un un ¿m^ci m o a p^qü&ao de los" mismos se puede adc¿ií^ "uña mayor cantidád~clel producto o las' manufacturas del país", ele. ([S. Clemeñt,] A Discóiirse oj 7/í¿' General Notions oi Money, Tiade, and Excliauge, as They Stand ¡n Reíaíians fo Ench Oliter. Ry a Merchnnt, l-ondres, Í695, p, 7-) "El oro y la plata, emonedados o no, aunque se los use como medida de todas las demás cosas, son tan mercancías como el vino, aceite, [abaco, paño o géneros." ([J. ChtldJ A Diseaurse Concern¬ing Tradc, and That in Particular of the East - Indies. . ,, Londres, 1689, p- 2.) "El capital y la riqueza del reino, en rigor, no pueden consistir sólo en dinero, ni hay que excluir al oro y la plata de ]a condición de mercancías." ( f in . Papilíon,] The East India Trade <x Most Profitabh Trade, Londres, 1677, p- 4.J

^ "El oro y la plata tienen valor como metales, antes de ser dinero." (Guliani, op. cit.{. p. 72.1) Dice Locke: "El consenso universal de la humanidad hu atribuido a la plata, teniendo en cuenta las cualidades que ]u hacen adecuada para ser dinero, un valor imaginario". [S. Lodo* Same Condderations. -., p. 15J En cambio, Law; "¿Cómo diversas naciones podrían conferir un valor imaginario a una cosa cualquiera... o cómo habría podido man* lenersB ese valor imaginario?1' Pero lo poco que comprendía del asunto lo muestran estas palabras: "La piala se ha cambiado conforme al valor de uso que poseía, es decir según su valor real;

110

nes se puedejremplazar el oro por simples signos, surgió el otro~ërrôra

£ 1 de que c l prq^mjsmç^eria un simple signôT ^ô^obstante, cn_Ggta_gpnce;pcifajsstajrryüfáta "I^P^íuríbré de que^Tà~Îôfma del dinero es exter ior a U cosa misma, por tanto mera forma de manitest£ÁC^n_^&_^^^pi^^hu-marias ocultas detrás^dFella. E n este sentido toda"mercari-

^ c n i s e r í a j m s ^ objetiva^ del trabajo humano empleado_en_^efla^ T Pero cuando se sosRcñe que las -" características sociales que adoptan las cosas, o las características de cosas que asumen las determinaciones sociales del trabajo sobre la base de determinado modo de producción, son meros signos, se af irma a la vez que son producto arbitrario de la reflexión

medíanle su adopción como dinero ha adquirido un valor adicional (une valeur additionnelle)11. (Jean Law, Considérations sur te numéraire et le commerce, ea ïa ed. de Daire de los Économistes financiers da XVlit siècle, pp. 469, 470.)

dinero-es_sii-j/^Jû' (eï de las mercancías). fV. de For-bonrïais, Éléments du commerce, nueva éd., Leiden 1766, t. ir, p. 143.) "Cqmo signo, _ es atraído poi las mercancías.1' {Ibidem, p. 155.) ftE"t dinero es jigno de una cn^yi^rëlTre^glûâ." (Montesquieu, Esprit des bis, enlEiivres, Londres, l?o7*"t.Ti, p. 3.] *T l dinero no es un sÈmp|e_signo, ya que él mismoes ñ^^z^ngyepff^ xenïalas vaiorês, egniyalèli eÉIos?1 (Ee'Trosns^&eTtfjíáréT social, p~PTŒp"Sî~se" ebrisidara el_conC£Dio del valar, llegaremos a la eoaeiusion ce que ta cosa misma sólo es cdns¡deradir~Éámo un sig!W~y~n& cuenta-romo- viln* mismaT^Tia^ciTttO^l^qné'yâ^'' [Hegel,

l*Mosôphie à'es'Rëclïls, p.'T0ï>3 Mucho anfes que lorêconornistas, los juristes habían puesto en boga la idea de eue el dinero era mero signo, y el valor de las metales preciosos afgo puramente imaginario. Prestaban así un servicio propio de sicofantes al poder real, cuyo derecho a falsificar la moneda fundamentaron, a lo largo de (oda la Edad Media, en las tradiciones de] Imperio Romano y en las nociones sobre el dinero expuestas en las Pandectas. H'1 "Nadir puede m debe dudar", dice en un decreto de 1346 su aventajado discípulo, Felipe de Valois, "que sólo a Nos y a Nues-Ira Majestad Real incumbe.. . el ministerio, hechura, condición, suministro y reglamcmación de las monedas; ci fijar tal o cual curso y al precio que nos plazca y nos parezca bueno." Era dogma del derecho romano que quien decretaba el valor del dinero era el emperador. Se había prohibido, expresamente, tratar el dinero como mercancía, "A nadie le está permitido comprar dinero, pues habiendo sido creado para el uso general, ao es lícito que sea mercan cía." Una buena exposición en tomo ¡i este punto se encuentra en G. F. Pagnini, Saggh sopra 11 giitsto pregio delle cose, 1751, coï. Cusíodi ch., parte mudema, fc. u. Priac¡palmenle ea la segunda parte de la obra, Pagnini polemiza contra los señores juristas.

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d a — e l oro, p o j ^ j e m p l o , sirve -para-.-obturar cavidades dentariási" cómo materia pr ima de artículos suntuarios", etcétera—/adquiere un valor de uso formal que^eny^_de sus funcioncTYocialés^

- íuestp" qíie" todas fc_démás_mercancías son tan sólo e q u i v a l entes jgi ar t i c u 1 a re s_ d el rJ ineroy^te^e l^eo^Div a! en te general de.las mismas, aquéllas se comportan como" mercancías, particulares ante el _ dinero como la mercancía general^

Hemos visto que la forma jle dinero no es más que el reflejo~acTHerido a una mercancía, de las rola"cTünes entre todas las demás mercancías. Que eTomeró mercancía^5

- pues, sólo es un descubrimiento para quien parte de su figura consumada con el objeto de analizarla posteriormente. E l proceso de intercambio confiérela la mercancía que el t r a n f o r m a en dinero, no e l valor, sinovia Jorma específica de valor que la caracteriza! La confusión entre

^ánib'aTo'eterminacto imagi-~hario eTva lo r lTe l^ ro y la p la ta . 1 0 Como en ciertas funcio-

1 4 "Ei dinero es la mercancía universal." (Verrí, Meditaziom sulla . . . . p. 160

í n "El oro y Ja piala mismos (a los que podemos dar el nombre general -de^mefiles^reciosos) son. -z inercancías^,_^__cuyj} valor aumenta y disminuye , . . AJos'meiales preciosos se Jesjiuede rcüiíi iutcr u n valür más ¡UU* i_ümiiftj i^un un ¿m^ci m o a p^qü&ao de los" mismos se puede adc¿ií^ "uña mayor cantidád~clel producto o las' manufacturas del país", ele. ([S. Clemeñt,] A Discóiirse oj 7/í¿' General Notions oi Money, Tiade, and Excliauge, as They Stand ¡n Reíaíians fo Ench Oliter. Ry a Merchnnt, l-ondres, Í695, p, 7-) "El oro y la plata, emonedados o no, aunque se los use como medida de todas las demás cosas, son tan mercancías como el vino, aceite, [abaco, paño o géneros." ([J. ChtldJ A Diseaurse Concern¬ing Tradc, and That in Particular of the East - Indies. . ,, Londres, 1689, p- 2.) "El capital y la riqueza del reino, en rigor, no pueden consistir sólo en dinero, ni hay que excluir al oro y la plata de ]a condición de mercancías." ( f in . Papilíon,] The East India Trade <x Most Profitabh Trade, Londres, 1677, p- 4.J

^ "El oro y la plata tienen valor como metales, antes de ser dinero." (Guliani, op. cit.{. p. 72.1) Dice Locke: "El consenso universal de la humanidad hu atribuido a la plata, teniendo en cuenta las cualidades que ]u hacen adecuada para ser dinero, un valor imaginario". [S. Lodo* Same Condderations. -., p. 15J En cambio, Law; "¿Cómo diversas naciones podrían conferir un valor imaginario a una cosa cualquiera... o cómo habría podido man* lenersB ese valor imaginario?1' Pero lo poco que comprendía del asunto lo muestran estas palabras: "La piala se ha cambiado conforme al valor de uso que poseía, es decir según su valor real;

110

nes se puedejremplazar el oro por simples signos, surgió el otro~ërrôra

£ 1 de que c l prq^mjsmç^eria un simple signôT ^ô^obstante, cn_Ggta_gpnce;pcifajsstajrryüfáta "I^P^íuríbré de que^Tà~Îôfma del dinero es exter ior a U cosa misma, por tanto mera forma de manitest£ÁC^n_^&_^^^pi^^hu-marias ocultas detrás^dFella. E n este sentido toda"mercari-

^ c n i s e r í a j m s ^ objetiva^ del trabajo humano empleado_en_^efla^ T Pero cuando se sosRcñe que las -" características sociales que adoptan las cosas, o las características de cosas que asumen las determinaciones sociales del trabajo sobre la base de determinado modo de producción, son meros signos, se af irma a la vez que son producto arbitrario de la reflexión

medíanle su adopción como dinero ha adquirido un valor adicional (une valeur additionnelle)11. (Jean Law, Considérations sur te numéraire et le commerce, ea ïa ed. de Daire de los Économistes financiers da XVlit siècle, pp. 469, 470.)

dinero-es_sii-j/^Jû' (eï de las mercancías). fV. de For-bonrïais, Éléments du commerce, nueva éd., Leiden 1766, t. ir, p. 143.) "Cqmo signo, _ es atraído poi las mercancías.1' {Ibidem, p. 155.) ftE"t dinero es jigno de una cn^yi^rëlTre^glûâ." (Montesquieu, Esprit des bis, enlEiivres, Londres, l?o7*"t.Ti, p. 3.] *T l dinero no es un sÈmp|e_signo, ya que él mismoes ñ^^z^ngyepff^ xenïalas vaiorês, egniyalèli eÉIos?1 (Ee'Trosns^&eTtfjíáréT social, p~PTŒp"Sî~se" ebrisidara el_conC£Dio del valar, llegaremos a la eoaeiusion ce que ta cosa misma sólo es cdns¡deradir~Éámo un sig!W~y~n& cuenta-romo- viln* mismaT^Tia^ciTttO^l^qné'yâ^'' [Hegel,

l*Mosôphie à'es'Rëclïls, p.'T0ï>3 Mucho anfes que lorêconornistas, los juristes habían puesto en boga la idea de eue el dinero era mero signo, y el valor de las metales preciosos afgo puramente imaginario. Prestaban así un servicio propio de sicofantes al poder real, cuyo derecho a falsificar la moneda fundamentaron, a lo largo de (oda la Edad Media, en las tradiciones de] Imperio Romano y en las nociones sobre el dinero expuestas en las Pandectas. H'1 "Nadir puede m debe dudar", dice en un decreto de 1346 su aventajado discípulo, Felipe de Valois, "que sólo a Nos y a Nues-Ira Majestad Real incumbe.. . el ministerio, hechura, condición, suministro y reglamcmación de las monedas; ci fijar tal o cual curso y al precio que nos plazca y nos parezca bueno." Era dogma del derecho romano que quien decretaba el valor del dinero era el emperador. Se había prohibido, expresamente, tratar el dinero como mercancía, "A nadie le está permitido comprar dinero, pues habiendo sido creado para el uso general, ao es lícito que sea mercan cía." Una buena exposición en tomo ¡i este punto se encuentra en G. F. Pagnini, Saggh sopra 11 giitsto pregio delle cose, 1751, coï. Cusíodi ch., parte mudema, fc. u. Priac¡palmenle ea la segunda parte de la obra, Pagnini polemiza contra los señores juristas.

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humana. E r a éste ¡á modo favorito a que se recurría en el siglo x v n i para explicar aquellas formas enigmáticas de las relaciones humanas cuya génesis aún no se podía descifrar, despojándolas, por lo menos transitoriamente, de la apariencia de ajenidad.

Observamos mas arriba que Ja J o l i n a de ^equivalente adoptaHa por una mercancía no impl ica que su magññüd

"de~valór esté cuantitativamente determinada. E l hecho de que sepaíños que el oro es diñero7Ty-PQ r_ "tanto .flirecta-meñts" MeTcambiable por cualquier otra^jnercancía, no sifflifíca que sepániQ^pór^jeniplcs Yüañtó valen 10 libras de oro. A l tgual^ue~~tbdas las mer cañe i as J _d^m¿ro salo_ puede expresar su "propia magnitud de valor relativamente,

~ztL~otrás mercaricíasTSu propio valor lo determina el tiem¬po de ^^0"^^^^^^^, su rn-oducclón yj>e expresa ' erTla" cáñf i d a d j l e S K ^ ^ S K S S K ^ S "soíiciiíicado eVmismo tiempo d¿ trabajo. [ H Esia fijación de su magnitütl "relativa de valor se^yeiíflca zn su fuente de producción, ñor medio del queque directo. N o bien entra ei f ía circulación como dinero, su valor ya está dado, Y si bien ya en los últimos decenios del siglo x v n , superada ampliamente la fase inic ia l en el análisis del dinero, se sabía que este último es mercancía^ no se habían dado más que los primeros pasos. L a di f icultad no estriba en comprender qUL: el d iucru ca me i cencía, aíno en cómo, por qué, por intermedio de qué una mercancía es d i n e r o . "

*s '*S¡ un hombre puede traer a Londres una onza de plata, extraída de las profundidades de la tierra en el Peni, en el mismo tiempo en que puede producir un baritel de ¡rigo, una coaa será enionces el precio natural de la otra; pues bien, si t, causa del laboreo de minas nuevas y más productivas un hombre puede obtener dos .onzas de plaía con Ja misma facilidad con que antes obte-núi una, el trico seril tan bamlo ahora a diez chelines el mm¡i como lo era antes a cinco chelines, cteieris paribus [si las restantes condiciones no varían]." (William Petty. A Treaíise of Taxes and Contribitttens, Londres, 1667, p. 31.)

ifl El señor profesor Roscher, después de ilustrarnos explicándonos que "las falsas definiciones del dinero se pueden dividir en dos grupos principales: las que lo consideran más y las que lo consideran menos que tena mercancía", nos ofrece un abigarrado catalogo de obras sobre la naiuraleza del dinero, con lo cual no manifiesta ni siquiera la más mínima comprensión respecto a la historia real de ln teoría, y por último una moraleja: l lPor lo demás, es innegable oue la mayor parle de ios economistas más recientes no han prestado la debida atención a las peculiaridades

112

Veíamos que ya en la más simple expresión del valor — £ mercancía A = y mercancía B — la cosa en la cual se representa la magnitud del valor de otra cosa parece poseer su forma de equivalente independientemente de esta relación, como propiedad natural de carácter social. Hemos analizado la consolidación de esa falsa apariencia. L a misma llega a su plenitud cuando la forma de equivalente general se identifica con la forma natural de una clase particular de mercancías, cristalizándose así en la forma dinerada. Una mercancía no parece transformarse en dinero porqué^odas las demás_mercanc"ías representen en elJa sus~?alóres, sino que, a la inversa, éstas parecen representar en~ellá~su5 valores porque G¡]^_ps_ dinero. ~ El jiiovi--miento mediador se desvanece en su propio" resultado, no dejando tras sí huella alguna. Las mercancías, sin que intervengan en el proceso, encuentran ya pronta su propia figura de valor como cuerpo de una mercancía existente al margen de ellas y a su lado. Estas cosas, e L q r o y la plata, tal como surgen de las entrañas de la t ierra" son al propio dempo la encarnación directa de todo trabajo h u mano. De abf la magia del dinero. E l comportamiento puramente atomístico de los hombres en su proceso social de producción, y por consiguiente la figura de cosa que revisten sus propias relaciones de producción — f i g u r a que no depende de su control , de sus acciones individuales conscientes—, se manifiesta ante todo en que los productos de su trabajo adoptan en general la forma de mercancías. E l enigma que encierra el fetiche del dinero no es más, pues, que ai enigma, ahora visible y deslumbrante, que encierra el fetiche de la mercancía.

que distinguen al dinero de las otras mercancías" tees,; pues, más o menos que UDQ mercancía?)... "En esa medida, fá reacción semi¬rrt ere a mil uta de Ganilh, ele, no es totalmente Ínfuadada.rt (WilhcLm Roscher, Die Grtmdlagen der Nationclokonomit, 3 ed., IS58, pp. 207-210.) ¡Más.. . menos. . . no la debida ., . en esa medid a . . . no totalmente! ¡Qué determinaciones conceptuales! ¡V es a esos eclécticos devaneos profesoralcR a los que el señor Roscfier, mofles ta mente, bauiizu con el nombre de "método anatomoftsío-lófiico" de lo economía política! Debe acreditarse en su haber, sin embargo, un descubrimiento: el de que el dinero es "una marcan-tía agradable".

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humana. E r a éste ¡á modo favorito a que se recurría en el siglo x v n i para explicar aquellas formas enigmáticas de las relaciones humanas cuya génesis aún no se podía descifrar, despojándolas, por lo menos transitoriamente, de la apariencia de ajenidad.

Observamos mas arriba que Ja J o l i n a de ^equivalente adoptaHa por una mercancía no impl ica que su magññüd

"de~valór esté cuantitativamente determinada. E l hecho de que sepaíños que el oro es diñero7Ty-PQ r_ "tanto .flirecta-meñts" MeTcambiable por cualquier otra^jnercancía, no sifflifíca que sepániQ^pór^jeniplcs Yüañtó valen 10 libras de oro. A l tgual^ue~~tbdas las mer cañe i as J _d^m¿ro salo_ puede expresar su "propia magnitud de valor relativamente,

~ztL~otrás mercaricíasTSu propio valor lo determina el tiem¬po de ^^0"^^^^^^^, su rn-oducclón yj>e expresa ' erTla" cáñf i d a d j l e S K ^ ^ S K S S K ^ S "soíiciiíicado eVmismo tiempo d¿ trabajo. [ H Esia fijación de su magnitütl "relativa de valor se^yeiíflca zn su fuente de producción, ñor medio del queque directo. N o bien entra ei f ía circulación como dinero, su valor ya está dado, Y si bien ya en los últimos decenios del siglo x v n , superada ampliamente la fase inic ia l en el análisis del dinero, se sabía que este último es mercancía^ no se habían dado más que los primeros pasos. L a di f icultad no estriba en comprender qUL: el d iucru ca me i cencía, aíno en cómo, por qué, por intermedio de qué una mercancía es d i n e r o . "

*s '*S¡ un hombre puede traer a Londres una onza de plata, extraída de las profundidades de la tierra en el Peni, en el mismo tiempo en que puede producir un baritel de ¡rigo, una coaa será enionces el precio natural de la otra; pues bien, si t, causa del laboreo de minas nuevas y más productivas un hombre puede obtener dos .onzas de plaía con Ja misma facilidad con que antes obte-núi una, el trico seril tan bamlo ahora a diez chelines el mm¡i como lo era antes a cinco chelines, cteieris paribus [si las restantes condiciones no varían]." (William Petty. A Treaíise of Taxes and Contribitttens, Londres, 1667, p. 31.)

ifl El señor profesor Roscher, después de ilustrarnos explicándonos que "las falsas definiciones del dinero se pueden dividir en dos grupos principales: las que lo consideran más y las que lo consideran menos que tena mercancía", nos ofrece un abigarrado catalogo de obras sobre la naiuraleza del dinero, con lo cual no manifiesta ni siquiera la más mínima comprensión respecto a la historia real de ln teoría, y por último una moraleja: l lPor lo demás, es innegable oue la mayor parle de ios economistas más recientes no han prestado la debida atención a las peculiaridades

112

Veíamos que ya en la más simple expresión del valor — £ mercancía A = y mercancía B — la cosa en la cual se representa la magnitud del valor de otra cosa parece poseer su forma de equivalente independientemente de esta relación, como propiedad natural de carácter social. Hemos analizado la consolidación de esa falsa apariencia. L a misma llega a su plenitud cuando la forma de equivalente general se identifica con la forma natural de una clase particular de mercancías, cristalizándose así en la forma dinerada. Una mercancía no parece transformarse en dinero porqué^odas las demás_mercanc"ías representen en elJa sus~?alóres, sino que, a la inversa, éstas parecen representar en~ellá~su5 valores porque G¡]^_ps_ dinero. ~ El jiiovi--miento mediador se desvanece en su propio" resultado, no dejando tras sí huella alguna. Las mercancías, sin que intervengan en el proceso, encuentran ya pronta su propia figura de valor como cuerpo de una mercancía existente al margen de ellas y a su lado. Estas cosas, e L q r o y la plata, tal como surgen de las entrañas de la t ierra" son al propio dempo la encarnación directa de todo trabajo h u mano. De abf la magia del dinero. E l comportamiento puramente atomístico de los hombres en su proceso social de producción, y por consiguiente la figura de cosa que revisten sus propias relaciones de producción — f i g u r a que no depende de su control , de sus acciones individuales conscientes—, se manifiesta ante todo en que los productos de su trabajo adoptan en general la forma de mercancías. E l enigma que encierra el fetiche del dinero no es más, pues, que ai enigma, ahora visible y deslumbrante, que encierra el fetiche de la mercancía.

que distinguen al dinero de las otras mercancías" tees,; pues, más o menos que UDQ mercancía?)... "En esa medida, fá reacción semi¬rrt ere a mil uta de Ganilh, ele, no es totalmente Ínfuadada.rt (WilhcLm Roscher, Die Grtmdlagen der Nationclokonomit, 3 ed., IS58, pp. 207-210.) ¡Más.. . menos. . . no la debida ., . en esa medid a . . . no totalmente! ¡Qué determinaciones conceptuales! ¡V es a esos eclécticos devaneos profesoralcR a los que el señor Roscfier, mofles ta mente, bauiizu con el nombre de "método anatomoftsío-lófiico" de lo economía política! Debe acreditarse en su haber, sin embargo, un descubrimiento: el de que el dinero es "una marcan-tía agradable".

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CAPÍTULO n i

E L D I N E R O , O L A C I R C U L A C I Ó N D E M E R C A N C I A S

1. Medida de los valores

Con el objeto de simplif icar, en esta .obra _par_to_sjerrjpre supuesto de qi ie_el^;o^s_la^ercancía dinerada. L a primera función del oro consiste en _j jrorjq rejón a r

al mundo de las mercancías e r m a t e r i a l para la expresión tíe^u^valor, ó %&¿k en) -rftpr^^f !-Jfífr- v f l i o T H ^ W F m t i W

^ g n ^ m a g n k u d e s d e j g u a l denominación, cualitativamente iguales y cu ontitativamcnTc"comparables. Funciona así co

" I n o medida general "^ ' la.\>~vataré's\ y sólo "en" "v ir tud de esta —faneién-el-ui^la meTgañcla"equivalenfe específica, deviene

en pr imer lugar^f iFero. Las mercancías rio se vuelven conmensurables por obra

del dinero. A la inversa. Por ser todas las mercancías^en cnanto valores, trabajo líijmanb oBfeiivado^ y por tanto coñrnensurabfes en sí y_para sí^pusden_medir colectiva-

TrienteTsus "va!lores'en la misma mercancía específicajTésia convertirse e n ^ u - m e d i d a cojectiya_de y alqr, esto _es,_en

^'"difltifro/En cuanto rne^fiáa~de vaior, el d i t e r o es la forma de manifestación necesaria de la_me~dida~de\ vlúót'iiima-

' netíte'ñ las -mercancías: 'eP tiempo de t raba jo?* ' - '

fi0 Preguntarse par qué el dinero no representa de numera directa el tiempo mismo de trat>a¡c —de suerte, por ejemplo, que un billete represente y horas de trabajo—, viene a ser lo mismo, simplcmcnlc, que prestínLurst por qué, sobre la base de la producción mercantil, los productos del trabajo tienen que representarse como mcrcancí¡iHH ya que la representación de la mercancía lleva

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CAPÍTULO n i

E L D I N E R O , O L A C I R C U L A C I Ó N D E M E R C A N C I A S

1. Medida de los valores

Con el objeto de simplif icar, en esta .obra _par_to_sjerrjpre supuesto de qi ie_el^;o^s_la^ercancía dinerada. L a primera función del oro consiste en _j jrorjq rejón a r

al mundo de las mercancías e r m a t e r i a l para la expresión tíe^u^valor, ó %&¿k en) -rftpr^^f !-Jfífr- v f l i o T H ^ W F m t i W

^ g n ^ m a g n k u d e s d e j g u a l denominación, cualitativamente iguales y cu ontitativamcnTc"comparables. Funciona así co

" I n o medida general "^ ' la.\>~vataré's\ y sólo "en" "v ir tud de esta —faneién-el-ui^la meTgañcla"equivalenfe específica, deviene

en pr imer lugar^f iFero. Las mercancías rio se vuelven conmensurables por obra

del dinero. A la inversa. Por ser todas las mercancías^en cnanto valores, trabajo líijmanb oBfeiivado^ y por tanto coñrnensurabfes en sí y_para sí^pusden_medir colectiva-

TrienteTsus "va!lores'en la misma mercancía específicajTésia convertirse e n ^ u - m e d i d a cojectiya_de y alqr, esto _es,_en

^'"difltifro/En cuanto rne^fiáa~de vaior, el d i t e r o es la forma de manifestación necesaria de la_me~dida~de\ vlúót'iiima-

' netíte'ñ las -mercancías: 'eP tiempo de t raba jo?* ' - '

fi0 Preguntarse par qué el dinero no representa de numera directa el tiempo mismo de trat>a¡c —de suerte, por ejemplo, que un billete represente y horas de trabajo—, viene a ser lo mismo, simplcmcnlc, que prestínLurst por qué, sobre la base de la producción mercantil, los productos del trabajo tienen que representarse como mcrcancí¡iHH ya que la representación de la mercancía lleva

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L a expresión del valor de una mercancía en oro --^'"mercancía A = v~mércancía d inerar ia—const i tuye su forma de dinero o sil precio. Una ecuación aislarla, como 1 tonelada de hierro = 2 onzas de oro, basta ahora para representar el valor del hierro de una manera dotada de vigencia social. Esta igualdad no necesita ya marchar en formación con las ecuaciones de valor de las demás~mer-cancías, puesto qne la mercancía equivalente, el oro, ahora posee el carácter de dinero. Por ende, la forma relativa general del valor de las mercancías vuelve aquí a revestir la figura de su originaría forma relativa simple o singular de valor. Por otra parte, la expresión relativa desplegada del valor, o la serie-infinita de ejCpfesTonewélativas del valor, se torna en la forma específicamente relativa de valor de la mercancía dineraria. Esa serie, empero, ya está dada socialmente en loa precios de las mercancías. Léanse al revés las cotizaciones de una lista de precios y se encontrará la magnitud de valor del dinero representada en todas las mercancías posibles. E l dinero, en cambio, no tiene precio alguno. Para part ic ipar en esa forma relativa uni¬taria úzl va lor de las demás mercancías, tendría que referirse a sí mismo cumo a su propio equivalente.

E l precio o la Forma dineraria del valor característica de las mercancías es, al igual que su forma de valor en general, una forma ideal o figurado, diferente de su forma corpórea real y palpable. E l valor del hierro, del lienzo, del trigo, etc., aunque invisible, existe en esas cosas mismas; se lo representa mediante su igualdad con el oro, mediante

implícito su desdoblamiento en mercancía y mercancía dineraria. O por qué no se puede tratar a! trabajo privado como si fuera nabajo directamente social, como a su contrario. En círo lado {Zur Kiiiik-.., p. 61 y ss.) he examinado po rmc no rilada mente el ulopisrao insulso que pretende crear un ''dinero laboral11 sobre el fundamento de la preducción de rr.ercancías. Anclemos aquí que el "dinero laboral" de Owcn, por ejemplo, dista tanto de ser dinero como, digamos, ana contraseña de teatro. Owcn presupone el '.ra-ha\o directamente socializado, una Forma de producción contrapuesta diamctralmcntc a la de producción de mercancías. El certificado de trabajo no hace más que verificar la participación individual del productor en el trabajo comítn y su derecho individual sobre la parle del producto común destinada al consumo. Pero a Owen no se le pasa por Jas mientes presuponer la producción de mercancías y, sin embargo, querer eludir sus condiciones necesarias por medio de artilugios dinerarios.

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una relación con e l o ro , la cual, por así decirlo, es sólo como un duende que anduviera en sus cabezas, De ahí que cJ custodio de las mercancías tenga que prestarles su propia lengua, o bien colgarles un rótulo, para comunicar sus precios al mundo e x t e r i o r / ^ q m o la exprcsión de los valores mercantiles en oro es ideaíTel oro qüc~sc—emplea

_en cate operacionesTambién puramente figurado o ideal . Todo guardián de mercancías- sabe ~qUe"cuando confiere a éstas la forma del precio, o forma áurea figurada, está lejos de haberlas bañado en oro, y que para tasar en oro millones de valores mercantiles no necesita una sola pizca de ese metal . E n su función de medida de valor, por consiguiente, el cfiñero sirve como dinero puramente figurado

jo ideal. Esta circunstancia ha dado píe ¿ tas teorías mas desatinadas." Aunque para la función d¿ medir el valor sólo se utiliza dinero figurado, el precio depende estrictamente del material dirierario real. EL valor, es decir, la cantidad de Irabajo humano que contiene, por ejemplo, una tonelada de hierro, se expresa en una cantidad figurada de la mercancía dineraria que contiene la misma cantidad de trabajo. Según sea el oro, la plata o el cobre el que preste servicios como medida del valor, el valor de la tonelada de hierro tendrá expresiones de precio totalmente diferentes, o se representará en cantidades de oro o plata

o cobre por tintero distintas.

3 1 El salvaje o semisalvajc utiliza la lengua de otro modo. El capitán Parry. por ejemplo, observa con résped* u los habitantes de la cosía occideatal de La bahía de Baffin: "En este caso" (en e! intercambio de productos! " . . . I c pasan la lengua" (al Objelo que se Ies ofrece) "dos veces, con lo cual parecen considerar que el negocio ha sido concertado satisfactoriamente". í™l Del mismo mado, entre las esquimales orientales, el adquirentc lame cada artículo cuando lo recibe. Si la lengua hace asi bu veces, en el norte, de órgano de la apropiación, nada de extraño Tiene que en el sur el vientre pase por ser el órgano de la propiedad acumulada v que el cafre eslime la riqueza de un hombre par su barriga. Los cafres son gente astuta, si la hay, pues mientras que el informe sanitario oficial británico de 1H&4 deploraba la carencia que de sustancias Hpógenas experimenta una gran parle oc la clase obrera, cierto doctor Harvey, y no precísame ni e el descubridor de la circulación sanguínea, en el mismo año redondeó una fortuna mediante recelas macarrónicas eon las que prometía desembarazar a la burguesía y aristocracia de su exceso de grasa.

•'- Véase K. Marx, op. cíí., "Teorías acerca de la unidad de medida del dinero1', p. 53 y as.

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L a expresión del valor de una mercancía en oro --^'"mercancía A = v~mércancía d inerar ia—const i tuye su forma de dinero o sil precio. Una ecuación aislarla, como 1 tonelada de hierro = 2 onzas de oro, basta ahora para representar el valor del hierro de una manera dotada de vigencia social. Esta igualdad no necesita ya marchar en formación con las ecuaciones de valor de las demás~mer-cancías, puesto qne la mercancía equivalente, el oro, ahora posee el carácter de dinero. Por ende, la forma relativa general del valor de las mercancías vuelve aquí a revestir la figura de su originaría forma relativa simple o singular de valor. Por otra parte, la expresión relativa desplegada del valor, o la serie-infinita de ejCpfesTonewélativas del valor, se torna en la forma específicamente relativa de valor de la mercancía dineraria. Esa serie, empero, ya está dada socialmente en loa precios de las mercancías. Léanse al revés las cotizaciones de una lista de precios y se encontrará la magnitud de valor del dinero representada en todas las mercancías posibles. E l dinero, en cambio, no tiene precio alguno. Para part ic ipar en esa forma relativa uni¬taria úzl va lor de las demás mercancías, tendría que referirse a sí mismo cumo a su propio equivalente.

E l precio o la Forma dineraria del valor característica de las mercancías es, al igual que su forma de valor en general, una forma ideal o figurado, diferente de su forma corpórea real y palpable. E l valor del hierro, del lienzo, del trigo, etc., aunque invisible, existe en esas cosas mismas; se lo representa mediante su igualdad con el oro, mediante

implícito su desdoblamiento en mercancía y mercancía dineraria. O por qué no se puede tratar a! trabajo privado como si fuera nabajo directamente social, como a su contrario. En círo lado {Zur Kiiiik-.., p. 61 y ss.) he examinado po rmc no rilada mente el ulopisrao insulso que pretende crear un ''dinero laboral11 sobre el fundamento de la preducción de rr.ercancías. Anclemos aquí que el "dinero laboral" de Owcn, por ejemplo, dista tanto de ser dinero como, digamos, ana contraseña de teatro. Owcn presupone el '.ra-ha\o directamente socializado, una Forma de producción contrapuesta diamctralmcntc a la de producción de mercancías. El certificado de trabajo no hace más que verificar la participación individual del productor en el trabajo comítn y su derecho individual sobre la parle del producto común destinada al consumo. Pero a Owen no se le pasa por Jas mientes presuponer la producción de mercancías y, sin embargo, querer eludir sus condiciones necesarias por medio de artilugios dinerarios.

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una relación con e l o ro , la cual, por así decirlo, es sólo como un duende que anduviera en sus cabezas, De ahí que cJ custodio de las mercancías tenga que prestarles su propia lengua, o bien colgarles un rótulo, para comunicar sus precios al mundo e x t e r i o r / ^ q m o la exprcsión de los valores mercantiles en oro es ideaíTel oro qüc~sc—emplea

_en cate operacionesTambién puramente figurado o ideal . Todo guardián de mercancías- sabe ~qUe"cuando confiere a éstas la forma del precio, o forma áurea figurada, está lejos de haberlas bañado en oro, y que para tasar en oro millones de valores mercantiles no necesita una sola pizca de ese metal . E n su función de medida de valor, por consiguiente, el cfiñero sirve como dinero puramente figurado

jo ideal. Esta circunstancia ha dado píe ¿ tas teorías mas desatinadas." Aunque para la función d¿ medir el valor sólo se utiliza dinero figurado, el precio depende estrictamente del material dirierario real. EL valor, es decir, la cantidad de Irabajo humano que contiene, por ejemplo, una tonelada de hierro, se expresa en una cantidad figurada de la mercancía dineraria que contiene la misma cantidad de trabajo. Según sea el oro, la plata o el cobre el que preste servicios como medida del valor, el valor de la tonelada de hierro tendrá expresiones de precio totalmente diferentes, o se representará en cantidades de oro o plata

o cobre por tintero distintas.

3 1 El salvaje o semisalvajc utiliza la lengua de otro modo. El capitán Parry. por ejemplo, observa con résped* u los habitantes de la cosía occideatal de La bahía de Baffin: "En este caso" (en e! intercambio de productos! " . . . I c pasan la lengua" (al Objelo que se Ies ofrece) "dos veces, con lo cual parecen considerar que el negocio ha sido concertado satisfactoriamente". í™l Del mismo mado, entre las esquimales orientales, el adquirentc lame cada artículo cuando lo recibe. Si la lengua hace asi bu veces, en el norte, de órgano de la apropiación, nada de extraño Tiene que en el sur el vientre pase por ser el órgano de la propiedad acumulada v que el cafre eslime la riqueza de un hombre par su barriga. Los cafres son gente astuta, si la hay, pues mientras que el informe sanitario oficial británico de 1H&4 deploraba la carencia que de sustancias Hpógenas experimenta una gran parle oc la clase obrera, cierto doctor Harvey, y no precísame ni e el descubridor de la circulación sanguínea, en el mismo año redondeó una fortuna mediante recelas macarrónicas eon las que prometía desembarazar a la burguesía y aristocracia de su exceso de grasa.

•'- Véase K. Marx, op. cíí., "Teorías acerca de la unidad de medida del dinero1', p. 53 y as.

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Por tanto, si dos_m^rcai idasL^sJintas_—por ejemplo el o ro y la píata^^sirven sjmuItáneamenje como medida de l 'Valor , todas J á s ^ e r c a n r i a ^ dos expresiones

- desprecio diferentes, precios en oro y precios en plata^que coexistirán sin sobresaltos mientras ía relación que existe

^^n t r e~e l " o r o yTa plata se mantenga inalleTatlaTpDL cjern-- pío i : 15.^Fero 1odo^cambio"e'rr^sa~Vé]aciórUde valor per

turbará la proporción entre los~precios áureos y ios precios " ar ge ii teo s_d é""I as" mercan ¿fas\ ylá ernostrar áZasL _de _mgnera efectiva, que La duplicación de la medida del valor contradice Ta función de la misma. n : i

r'3 Nota a la 2^ edición. — ' lAUí donde el oro y la plata coexisten legalmente como dinero, esto es. como medida del valor, siempre se ha intentado, aunque en vano, considerarlos cono si fueran un único material. Sí se supone que el mismo tiempo de trabajo ha de objetivarse invariablemente en la misma proporción de plata y oro. en realidad lo que se supone es que la plata y el oro son el mismo material, y que determinada masa del metal menos valioso, la piara, constituye una fracción iuvariubíe de determinada Mata de oro. Desde el reinado de Eduardo 111 basta la época de Jorge I I , la historia del sistema dinerario inglés transcurre en medio ds una continua sene -de- per turbaciones-provocad as por" Iá—colisión^ de las- normas—legare* que establecían

~Ia~relacion de valor" del "oro Y~la^plafet~"cpn~las osdladones^eaTST' _ _ d e . su_ valor. Unas veces se vaIüá5a"cemas¡ndo el oro; otras, -la

plata. AFmctal tasado por debajo de su y g f o f j g j g retiraba j j c JadrculaciónTlfT re fundían y "cXpofUiTiaiTrTa ley^reaju ñ a bajntgj i-ees I B "relación dervSlor entre ambos metales, pero pronto~J\ nuevo valor nominal entraba en cüíiflieto cotTIa proporción efectiva de

"valor ^taL conir3~tiabIa "ocurrido"^xon el j/ardr" ñotn^ár jinüguó. En nuestra propia ¿poca, Ja baja muy débil y transitoria que experimentó el valor del oro con-respecio a-fa-plata" ^eñ~virtud' "de Tá~'demanda de"éste último metal en la India" y China—jgencró en Francia el mismo fenómeno, en la mayor escala: exportación d'e_la"~pru_ta~ y su uéspluaimientp de la círculjciún por__c_!_ org:

"'Duraiite los años 1855' 1*535 y fií57 el excedente cíe la importación de oro sobre la exportación del mismo metal alcanzó en Francia a 41.580,000 libras esterlinas, mientras que el excedente de expoliación de plata sobre la respectiva importación ascendió a 34.704.000" libras esterlinas. De hecho, en los países \.. -1 donde ambos metales son medida legal del valor y, por consiguiente, Jebe aceptárselos en los pagos pero cualquiera puede pagar a voluntad en oro o en plata, el metal cuyo valor aumenta lleva un recargo y su precio se mide, como el de cualquier otra mercancía en el metal subievuluadu, mientras que este último pasa a ser el tínico que sirve como medida del valor. Toda ta exgerjcn-da histórica en este terrena se reduce, simplernente,_a quc_ allí

• 2*. 3* y 4* ediciones: " l^TrKOtxr .

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Las mercancías con precios determinados se representan todas en la fórmula siguiente: a mercancía A — x oro; b mercancía B = z o ro ; c mercancía C = y oro, etc., donde a, bs c representan determinadas cantidades de las clases de mercancías A , B t C ; xt zt y f determinadas cant i dades de oro. Los vglgre^jie las mercancías, pues, se_

Jransforman en cantida^s^e_^rj¿_J^ magnitud, y por ende, pese al enmarañado abigarramiento de Tos cuerpos de las mercancías, en magnitudes de igual denominación, en rnjgniludes: j e _¿ rg^En cuanto tales, esas cTOCida^es^^sTmÜes^de orp__se_ co r r i ca j an . i r rndc^ desarrollándose ¿Je este modo la necesidad, desde el punto de vista técnico, d e j / ^ u ^ de oro que oficie de unjdqalj[e_ medida. Esta unidad de meríiaXmisma continúa desarrollándose, gracias a su d i v i sión ulter ior en partes alícuotas, hasta llegar a ser un patrón de medida. Con anterioridad a stTíransformación en dinero,

_el oro, l a plata, el co^re_jJOseen ya ta^E_patrones^n_sus pesq^rnetahe^;, dFmodo , por ejemplo, que una l ib ra sirve coma unidad de me^l id^ y mientras "que por una parte se~ Ja subdiviae en "onzas, etc., por la otra se suman libras hasta formai" u n qu inta l , etc.™ On toda circulación metálica, por consiguiente, las denominaciones del patrón de peso, preexistentes, son también los nombres originarios del patrón dinerario o patrón de los precios.

E n cjianto_inedjda_de_ks valores y como patrón de Jos precios, erdinejíL^e^en^eña_dp_s funciones completamente diferentes. Wcdida de los valores es el cinero en cnanto cnc7arna^óñ~"s"5cialjdel trabajo humano; patrón dc_Jos_pre-closTTórrioZpSo.r^ valor, eT^iflero 5irve_para transformar eji_rjrecics l en cantidades

donde, conforme a la ley, dos mercancías dcsempeüan_ la función J!fle^JnejÜLj^3'aíqr, en los hechos eq "siempre t:na sola la que se impone como ja l . " (fhídciiK~pp:~ 52, 53^"

Nota a~Ta 2^ edición. — La extraña circunsiancla de que en Inglaterra la onza de oro, unidad del patrór dinerario, no esté dividida en partes alícuotas, ha sido explicada de la siguiente manera: "En sus comienzos, nuestro sistema monetario se adaptaba únicamente al uso de la plata, y a ello se debe que una onza de este metal pueda dividirse siempre en cierta cantidad adecuada de piezas monetarias; pero como la introducción det oro en un sistema monetario adaptado exclusivamente a h plata ocurrió en un perineo posterior, no se puede acuñar una onza de oro en una cantidad proporcional de piezas". (Maclaren, History oí the Cirr-rtncy, Londres, 1558, p. 16.)

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Por tanto, si dos_m^rcai idasL^sJintas_—por ejemplo el o ro y la píata^^sirven sjmuItáneamenje como medida de l 'Valor , todas J á s ^ e r c a n r i a ^ dos expresiones

- desprecio diferentes, precios en oro y precios en plata^que coexistirán sin sobresaltos mientras ía relación que existe

^^n t r e~e l " o r o yTa plata se mantenga inalleTatlaTpDL cjern-- pío i : 15.^Fero 1odo^cambio"e'rr^sa~Vé]aciórUde valor per

turbará la proporción entre los~precios áureos y ios precios " ar ge ii teo s_d é""I as" mercan ¿fas\ ylá ernostrar áZasL _de _mgnera efectiva, que La duplicación de la medida del valor contradice Ta función de la misma. n : i

r'3 Nota a la 2^ edición. — ' lAUí donde el oro y la plata coexisten legalmente como dinero, esto es. como medida del valor, siempre se ha intentado, aunque en vano, considerarlos cono si fueran un único material. Sí se supone que el mismo tiempo de trabajo ha de objetivarse invariablemente en la misma proporción de plata y oro. en realidad lo que se supone es que la plata y el oro son el mismo material, y que determinada masa del metal menos valioso, la piara, constituye una fracción iuvariubíe de determinada Mata de oro. Desde el reinado de Eduardo 111 basta la época de Jorge I I , la historia del sistema dinerario inglés transcurre en medio ds una continua sene -de- per turbaciones-provocad as por" Iá—colisión^ de las- normas—legare* que establecían

~Ia~relacion de valor" del "oro Y~la^plafet~"cpn~las osdladones^eaTST' _ _ d e . su_ valor. Unas veces se vaIüá5a"cemas¡ndo el oro; otras, -la

plata. AFmctal tasado por debajo de su y g f o f j g j g retiraba j j c JadrculaciónTlfT re fundían y "cXpofUiTiaiTrTa ley^reaju ñ a bajntgj i-ees I B "relación dervSlor entre ambos metales, pero pronto~J\ nuevo valor nominal entraba en cüíiflieto cotTIa proporción efectiva de

"valor ^taL conir3~tiabIa "ocurrido"^xon el j/ardr" ñotn^ár jinüguó. En nuestra propia ¿poca, Ja baja muy débil y transitoria que experimentó el valor del oro con-respecio a-fa-plata" ^eñ~virtud' "de Tá~'demanda de"éste último metal en la India" y China—jgencró en Francia el mismo fenómeno, en la mayor escala: exportación d'e_la"~pru_ta~ y su uéspluaimientp de la círculjciún por__c_!_ org:

"'Duraiite los años 1855' 1*535 y fií57 el excedente cíe la importación de oro sobre la exportación del mismo metal alcanzó en Francia a 41.580,000 libras esterlinas, mientras que el excedente de expoliación de plata sobre la respectiva importación ascendió a 34.704.000" libras esterlinas. De hecho, en los países \.. -1 donde ambos metales son medida legal del valor y, por consiguiente, Jebe aceptárselos en los pagos pero cualquiera puede pagar a voluntad en oro o en plata, el metal cuyo valor aumenta lleva un recargo y su precio se mide, como el de cualquier otra mercancía en el metal subievuluadu, mientras que este último pasa a ser el tínico que sirve como medida del valor. Toda ta exgerjcn-da histórica en este terrena se reduce, simplernente,_a quc_ allí

• 2*. 3* y 4* ediciones: " l^TrKOtxr .

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Las mercancías con precios determinados se representan todas en la fórmula siguiente: a mercancía A — x oro; b mercancía B = z o ro ; c mercancía C = y oro, etc., donde a, bs c representan determinadas cantidades de las clases de mercancías A , B t C ; xt zt y f determinadas cant i dades de oro. Los vglgre^jie las mercancías, pues, se_

Jransforman en cantida^s^e_^rj¿_J^ magnitud, y por ende, pese al enmarañado abigarramiento de Tos cuerpos de las mercancías, en magnitudes de igual denominación, en rnjgniludes: j e _¿ rg^En cuanto tales, esas cTOCida^es^^sTmÜes^de orp__se_ co r r i ca j an . i r rndc^ desarrollándose ¿Je este modo la necesidad, desde el punto de vista técnico, d e j / ^ u ^ de oro que oficie de unjdqalj[e_ medida. Esta unidad de meríiaXmisma continúa desarrollándose, gracias a su d i v i sión ulter ior en partes alícuotas, hasta llegar a ser un patrón de medida. Con anterioridad a stTíransformación en dinero,

_el oro, l a plata, el co^re_jJOseen ya ta^E_patrones^n_sus pesq^rnetahe^;, dFmodo , por ejemplo, que una l ib ra sirve coma unidad de me^l id^ y mientras "que por una parte se~ Ja subdiviae en "onzas, etc., por la otra se suman libras hasta formai" u n qu inta l , etc.™ On toda circulación metálica, por consiguiente, las denominaciones del patrón de peso, preexistentes, son también los nombres originarios del patrón dinerario o patrón de los precios.

E n cjianto_inedjda_de_ks valores y como patrón de Jos precios, erdinejíL^e^en^eña_dp_s funciones completamente diferentes. Wcdida de los valores es el cinero en cnanto cnc7arna^óñ~"s"5cialjdel trabajo humano; patrón dc_Jos_pre-closTTórrioZpSo.r^ valor, eT^iflero 5irve_para transformar eji_rjrecics l en cantidades

donde, conforme a la ley, dos mercancías dcsempeüan_ la función J!fle^JnejÜLj^3'aíqr, en los hechos eq "siempre t:na sola la que se impone como ja l . " (fhídciiK~pp:~ 52, 53^"

Nota a~Ta 2^ edición. — La extraña circunsiancla de que en Inglaterra la onza de oro, unidad del patrór dinerario, no esté dividida en partes alícuotas, ha sido explicada de la siguiente manera: "En sus comienzos, nuestro sistema monetario se adaptaba únicamente al uso de la plata, y a ello se debe que una onza de este metal pueda dividirse siempre en cierta cantidad adecuada de piezas monetarias; pero como la introducción det oro en un sistema monetario adaptado exclusivamente a h plata ocurrió en un perineo posterior, no se puede acuñar una onza de oro en una cantidad proporcional de piezas". (Maclaren, History oí the Cirr-rtncy, Londres, 1558, p. 16.)

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figuradas de oro, lus valores de las variadísimas mercan-' ^ S T e j ^ c u a n t o j T i e d i d a d ; los precios, mide precisamente esas c a n n d a d ^ d e o r o , Con la medida de los" valores se

j n i d e n las mercancías en cuanto valores; el patrón de precios, en c a r n K o i ' m i d ^ c o n áTreglo a~üna cantidad" de orp l a £ ^ ^ ^ a ^ d è ^ i c f i ò " m e t a l y no ervalòr"dè una cantidad d e T n ^ c o n f d r h ^ - ^ 1 ^ la otra. Para el patrón de precios es necesario fijar determinado peso en oro como unidad de medida. Aquí, al igual que en todas las demás determinaciones de medida de magnitudes de iuual denominación, lo decisivo es la fijeza que alcancen las relaciones de medida.^El patrón de los preejoj^^nor ende, desempeñará tanto mejor su función cuanto mas invar iaBle^imie uña y la misma_cant idad de oro oficio comò u m d a d - d e medida. Si el òro puede servir como" medida de Ir^vàlores^ ello se debe únicamente a que él mismo es producto del Irabajo, y por tanto, potencialmente, un valor variable/" 1

Residía claro, por de pronto , que m ^ a j T i b i u j m el valor del oro qn modo, alguno, afecta su función en cuanto ¿airón

. de precios. Por más que varíe el valor del oro, cantidades diversas., deF~metaf se mantienen siempre en la^mjsma relación recíproca _de valor. Aunque el' valor del "oro r

najara en u n 1Q00 %Y 12 onzàs~dc oro valdrían, como siempre, 12 veces más que una onza de esa sustancia, y en W preeioc lo único que interesa es \t\ proporción recíproca entre distintas cantidades de oro. Por_gtra_p^rte a

así como el peso de u n a o n z a d e oro en modo alguno varía con la baja o el alza de su valor, tampoco se modif ica el

. de sus partes alícuotas, y de esta manera el oro, en cuanto palrójljijq de los precios, presta siempre el mismo servicio por más que cambie su .valor.

E l cambio en el vaiar del oro tampoco obsta a su__ función cmna madida ~dcl valor. DichaTvariación 'afecta sirrTùltaneamente a todas las mercancías, dejando p o R a n l o ina l terados cteterrsjáriBus [ s i las restantes condiciones no varían] , j n ^ y a l o L e s _ ^ a u n cuando torios

se expresen ahora en.precios áureos .superiores o inferiores a los de antes.

Nota a ta 2^ edición. — Er las abr.-í* de nuiores ingleses, es indecible la confusión que reina entre medida de los valores imeauire of vaine) y patrón de los precios {standartí o¡ valué). Constantemente se confunden las funciones, y pc-i Umto loa nombres.

120

A l igual que cuando se représenla el valor de una mercancía en el valor de uso de otra cualqUiera,_al_cvaluar

Jas mercancías en oro se parte sólo dzl supuesto dé croe la producción de una cantidad SeierxrTina^ t iempo dado, insume una cantidad dada de_Jrabajo. En

"Tonque respecta al movimiento de los precios mercantiles en general, rigen las leyes de la expresión relativa simple del valor, analizadas mas arriba.

Los precios de las mercancías sólc pueden aumentar de manera generalizada "si se mantiene censtante el valor del dinero y aumentan los_ vaJores_de Us mcrcancias o ^

j i emnincc jenabe del dinero baja. Y a la inversa. Los precios de las mercancías sólo pueden bajar de manern g ene ra l i /ad^ rSo varíael vajor del dinero, y descienden' los 'valores* niercanjtil«ro si éstos se mantienen j:ónstanl^^ y aumenta el valor del dmeto . 'En mti l io alguno se sigue de esto que un mayor valor del dinero traiga consigo una baja proporcional el precio de las mercancías, y un valor menor del dinero un alza proporcional en el precio de las mismas. Esto sólo rige para mercancías de valor ¡nalicrado. Las mercancías, por ejemplo, cuyo valor asciende en la misma medida y af mismo t iempo que el valor del dinero, conservan incambiados sus precios. Si su valor atimenta más lenta o más rápidamente que el del dinero, la baja o el alza de sus precios estará determinada por la diferencia entre d movimiento de su valor y el del dinero, etcétera.

Pero pasemos ahora al examen de laJomuLjíe precio. Las denominaciones dinerarias de los pesos metálicos

se separan gradualmente "de su^¿rtmitivas" denominaciones ponderales. .Obedece ello a diversas jazones, de las cuales las siguientes son las fiistóiicamenlc decisivas; 1)_ I'ttra-ducqión jje dinero extranjero en |p.s_pucb]ps menos desarrol lados; en la antigua Roma, por ejemplo, las moneda^ de plata y oro c ircularon primero come mercancías foráneas. Las denominaciones de este dinero extranjero, di f ic-ren__de_las denominaciones lócales, de los_ pesos. 2 ) A medida que se desarrol!a_la_..r.iqu_eíat el metal menos precioso se ve desplazado por el más r ^ c i p s o d e j a función de .medir el valor. " A l " cobre Ib desaloja lá píata, a la plata el oro. por mucho que esta secuencia entre en contradicción

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figuradas de oro, lus valores de las variadísimas mercan-' ^ S T e j ^ c u a n t o j T i e d i d a d ; los precios, mide precisamente esas c a n n d a d ^ d e o r o , Con la medida de los" valores se

j n i d e n las mercancías en cuanto valores; el patrón de precios, en c a r n K o i ' m i d ^ c o n áTreglo a~üna cantidad" de orp l a £ ^ ^ ^ a ^ d è ^ i c f i ò " m e t a l y no ervalòr"dè una cantidad d e T n ^ c o n f d r h ^ - ^ 1 ^ la otra. Para el patrón de precios es necesario fijar determinado peso en oro como unidad de medida. Aquí, al igual que en todas las demás determinaciones de medida de magnitudes de iuual denominación, lo decisivo es la fijeza que alcancen las relaciones de medida.^El patrón de los preejoj^^nor ende, desempeñará tanto mejor su función cuanto mas invar iaBle^imie uña y la misma_cant idad de oro oficio comò u m d a d - d e medida. Si el òro puede servir como" medida de Ir^vàlores^ ello se debe únicamente a que él mismo es producto del Irabajo, y por tanto, potencialmente, un valor variable/" 1

Residía claro, por de pronto , que m ^ a j T i b i u j m el valor del oro qn modo, alguno, afecta su función en cuanto ¿airón

. de precios. Por más que varíe el valor del oro, cantidades diversas., deF~metaf se mantienen siempre en la^mjsma relación recíproca _de valor. Aunque el' valor del "oro r

najara en u n 1Q00 %Y 12 onzàs~dc oro valdrían, como siempre, 12 veces más que una onza de esa sustancia, y en W preeioc lo único que interesa es \t\ proporción recíproca entre distintas cantidades de oro. Por_gtra_p^rte a

así como el peso de u n a o n z a d e oro en modo alguno varía con la baja o el alza de su valor, tampoco se modif ica el

. de sus partes alícuotas, y de esta manera el oro, en cuanto palrójljijq de los precios, presta siempre el mismo servicio por más que cambie su .valor.

E l cambio en el vaiar del oro tampoco obsta a su__ función cmna madida ~dcl valor. DichaTvariación 'afecta sirrTùltaneamente a todas las mercancías, dejando p o R a n l o ina l terados cteterrsjáriBus [ s i las restantes condiciones no varían] , j n ^ y a l o L e s _ ^ a u n cuando torios

se expresen ahora en.precios áureos .superiores o inferiores a los de antes.

Nota a ta 2^ edición. — Er las abr.-í* de nuiores ingleses, es indecible la confusión que reina entre medida de los valores imeauire of vaine) y patrón de los precios {standartí o¡ valué). Constantemente se confunden las funciones, y pc-i Umto loa nombres.

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A l igual que cuando se représenla el valor de una mercancía en el valor de uso de otra cualqUiera,_al_cvaluar

Jas mercancías en oro se parte sólo dzl supuesto dé croe la producción de una cantidad SeierxrTina^ t iempo dado, insume una cantidad dada de_Jrabajo. En

"Tonque respecta al movimiento de los precios mercantiles en general, rigen las leyes de la expresión relativa simple del valor, analizadas mas arriba.

Los precios de las mercancías sólc pueden aumentar de manera generalizada "si se mantiene censtante el valor del dinero y aumentan los_ vaJores_de Us mcrcancias o ^

j i emnincc jenabe del dinero baja. Y a la inversa. Los precios de las mercancías sólo pueden bajar de manern g ene ra l i /ad^ rSo varíael vajor del dinero, y descienden' los 'valores* niercanjtil«ro si éstos se mantienen j:ónstanl^^ y aumenta el valor del dmeto . 'En mti l io alguno se sigue de esto que un mayor valor del dinero traiga consigo una baja proporcional el precio de las mercancías, y un valor menor del dinero un alza proporcional en el precio de las mismas. Esto sólo rige para mercancías de valor ¡nalicrado. Las mercancías, por ejemplo, cuyo valor asciende en la misma medida y af mismo t iempo que el valor del dinero, conservan incambiados sus precios. Si su valor atimenta más lenta o más rápidamente que el del dinero, la baja o el alza de sus precios estará determinada por la diferencia entre d movimiento de su valor y el del dinero, etcétera.

Pero pasemos ahora al examen de laJomuLjíe precio. Las denominaciones dinerarias de los pesos metálicos

se separan gradualmente "de su^¿rtmitivas" denominaciones ponderales. .Obedece ello a diversas jazones, de las cuales las siguientes son las fiistóiicamenlc decisivas; 1)_ I'ttra-ducqión jje dinero extranjero en |p.s_pucb]ps menos desarrol lados; en la antigua Roma, por ejemplo, las moneda^ de plata y oro c ircularon primero come mercancías foráneas. Las denominaciones de este dinero extranjero, di f ic-ren__de_las denominaciones lócales, de los_ pesos. 2 ) A medida que se desarrol!a_la_..r.iqu_eíat el metal menos precioso se ve desplazado por el más r ^ c i p s o d e j a función de .medir el valor. " A l " cobre Ib desaloja lá píata, a la plata el oro. por mucho que esta secuencia entre en contradicción

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con toda cronología poética.*" M Libra, por ejemplo, era el nombre dinerario de una l ibra efectiva de plata. N o bien el oro desplazó a Ja plata como medida del valor, el mismo nombre quedó adherido a más o menos í/15, etc., de hbra de oro, con arreglo a la relación de valor entre este metal y la plata. Quedan separadas ahora l ibra como n o m bra dinerario y como denominación ponderal corriente del oro.'" 3 ) L a falsificación de dinero por parte de los príncipes^ p?a%ÍffidS ^ ^ r ^ i ^ f e j ^ del peso ongín^rio^é las pfezas monetarias no dejó en_pie, "de hecho, más que" el nombre.™ • 1—

Estos" procesos históricos transforman en costumbre popular ^ j j y o r c i o entre el nombre amerarlo rJe jos pesos metálicos y su denominación ponderal corriente. Como el patrón dinerario por una parte es puramente convencional y por la otra requiere vigencia general, a la postre se lo regula por la vía legal. Oficialmente se divide una porción ponderal del metal precioso, por ejemplo una onza de oro, en parles alícuotas que reciben nombres de pila legales, comu por ejemplo l ibra , tálero, etc. Dicha parte alícuota, que luego oficia de unidad efectiva de medida dineraria, es gubdividida en otras partes atícuotas bautizadas también con nombres legales, como chelín, penique, etc.™ Dejerrninados pesos metálicos, como siempre, s ]Eue j i ^endo__e^^ L o que se na modif icado es la subdivisión y la j i omenc la tura .

Los precios, o las cantidades de o r o ^ ^ ^ se^tranafoíman los valores de las mercancías, se expresan

u , i Tampoco es, por lo demás, de validez hísióricu general. Nota a la 2* edición. — Así, por ejemplo, la libra inglesa

denota menos de un tercio de su peso original; la libre escocesa, untes de la Unión, -'-U apenas 1/36; la libra francesa í/74, d maravedí español menos de 1/1.000 y el real portugués i C 4 l una proporción mucho menor aun.

P B Nota a 3a 2'-' ediuiún. — ' L Ü S monedas que hoy son ideales son en todas las naciones las más anticuas, y toda? fueron en un tiempo reales, y por ser reales eia con ellas que se calculaba." (Galiani, Delta maneta, p. lá&)tP*fctSl

r , B Nota a la ¥± edición. — El señor David Urquhart, en sus Familiar Words, llama la atención sobre lo monstruoso (!J de que hoy día la libra {esterlina, £ ) , unidad del putron dinerario inglés, equivalga aproximadamente a 1£ de onza de oro: "Esto es Falsificar una medida, nc establecer un patrón'; [p, 105]. Urquhart ve en esta "denominación adulterada" del peso del oro, como por doquier, la corruplorn mano de ta civilización.

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ahora en las denominaciones dinerada^ o en las denominaciones ríe menta, legalmente vigentes, del patrón áureo.

En vez de decir, por consiguiente, que un quarter de trigo equivale a una onza de oro, en Inglaterra se dirá que es igual a 3 libras esterlinas, 17 chelines y 10 íé peniques. Unas a otras» las mercancías se dicen así lo que valen, en sus nombres dinerarios, yj^^^^^^^^^^^~^^^J& culfhlcTtocia v e z q u e corresponde fijar uña cosa como

"valor, y por ^ ^ [ ^ ^ ^ ^ ^ ^ S j ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ' 'El" nomSre de l iña cósales por entero exterior a la

naturaleza de la misma. Nada sé de una persona de la que sé que se l lama Jacobus. l 5 f j D g j g u a l suerte, en las denominaciones dmerarias^ l ibra, TaTeToTtranco, ducado, etc., se desvanece toda huella de la relación de valor. L a confusión

" é T l b r n o al sentido secreto de estos signos cabalísticos se vuelve tanto mayor por cuanto las denominaciones dine-rarias expresan el valor de las mercancías y , al propio t iempo, partes alícuotas de un peso metálico* del patrón dinerario. ' 1 1 Por otra parte el valor, a diferencia de les abigarrados cuerpos que pueblan eí mundo de las mercancías, tiene que desarrollarse hasta asumir esa forma que es prop ia de una cosa y ajena al concepto, pero, también, simplemente sociaL"-

M WiM :i b m ¡lición. — "Cuando se ¡iremimó a Anacarsb para que necesitaban el dinero los helenos, respondió: para hacer cuentas." tAthenams, Deiprwsopflistarum, ed. por Se hwc ¡guau ser, IS02, tíb. iv, 49, voL 2[, p. 120].

$ Nota a la 2* edición. — "Como el oro* en cuanto patrón de los precios aparece bajo las mismas denominaciones de cuenta que los precios de las mercancía* —una nnza de oro. por ejemplo, se expresa, al igual que el valor de una tonelada de hierro, en 3 libras esterlinas. 17 chelines, 10 Ví> peniques—, a esta denominación de cuenta suyn se \a ha denominado eí precio de la moneda. Dc allí surgió lu noción fantástica de que K cotizaba el oro (o bien la plata) en su propia material, y que a diferencia de todas las demás mercancías ese metal recibía un precio fijo por obra del estado. Se confundía la fijación de denominaciones de cuenta a determinados pesos de oro, con la fijación del valor de dichos pesos." (K. Marx, op. cit., p. 52.)

i& Cfr_ ¡bídtm, "Teorías acerca de la unidad de medida del dinero", p. 53 y ss. Las fantasías sabré el alza Q la baja de! -precio de la moneda " —que consisten en iransferir, per decisión del eslado, a fracciones ponderales mis grandes O más pequeñas de oro y plata las denominaciones ponderales legales que hoy se

" "Cold"; 2?, $ y 4^ ediciones: "Getu"" fdinero"].

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con toda cronología poética.*" M Libra, por ejemplo, era el nombre dinerario de una l ibra efectiva de plata. N o bien el oro desplazó a Ja plata como medida del valor, el mismo nombre quedó adherido a más o menos í/15, etc., de hbra de oro, con arreglo a la relación de valor entre este metal y la plata. Quedan separadas ahora l ibra como n o m bra dinerario y como denominación ponderal corriente del oro.'" 3 ) L a falsificación de dinero por parte de los príncipes^ p?a%ÍffidS ^ ^ r ^ i ^ f e j ^ del peso ongín^rio^é las pfezas monetarias no dejó en_pie, "de hecho, más que" el nombre.™ • 1—

Estos" procesos históricos transforman en costumbre popular ^ j j y o r c i o entre el nombre amerarlo rJe jos pesos metálicos y su denominación ponderal corriente. Como el patrón dinerario por una parte es puramente convencional y por la otra requiere vigencia general, a la postre se lo regula por la vía legal. Oficialmente se divide una porción ponderal del metal precioso, por ejemplo una onza de oro, en parles alícuotas que reciben nombres de pila legales, comu por ejemplo l ibra , tálero, etc. Dicha parte alícuota, que luego oficia de unidad efectiva de medida dineraria, es gubdividida en otras partes atícuotas bautizadas también con nombres legales, como chelín, penique, etc.™ Dejerrninados pesos metálicos, como siempre, s ]Eue j i ^endo__e^^ L o que se na modif icado es la subdivisión y la j i omenc la tura .

Los precios, o las cantidades de o r o ^ ^ ^ se^tranafoíman los valores de las mercancías, se expresan

u , i Tampoco es, por lo demás, de validez hísióricu general. Nota a la 2* edición. — Así, por ejemplo, la libra inglesa

denota menos de un tercio de su peso original; la libre escocesa, untes de la Unión, -'-U apenas 1/36; la libra francesa í/74, d maravedí español menos de 1/1.000 y el real portugués i C 4 l una proporción mucho menor aun.

P B Nota a 3a 2'-' ediuiún. — ' L Ü S monedas que hoy son ideales son en todas las naciones las más anticuas, y toda? fueron en un tiempo reales, y por ser reales eia con ellas que se calculaba." (Galiani, Delta maneta, p. lá&)tP*fctSl

r , B Nota a la ¥± edición. — El señor David Urquhart, en sus Familiar Words, llama la atención sobre lo monstruoso (!J de que hoy día la libra {esterlina, £ ) , unidad del putron dinerario inglés, equivalga aproximadamente a 1£ de onza de oro: "Esto es Falsificar una medida, nc establecer un patrón'; [p, 105]. Urquhart ve en esta "denominación adulterada" del peso del oro, como por doquier, la corruplorn mano de ta civilización.

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ahora en las denominaciones dinerada^ o en las denominaciones ríe menta, legalmente vigentes, del patrón áureo.

En vez de decir, por consiguiente, que un quarter de trigo equivale a una onza de oro, en Inglaterra se dirá que es igual a 3 libras esterlinas, 17 chelines y 10 íé peniques. Unas a otras» las mercancías se dicen así lo que valen, en sus nombres dinerarios, yj^^^^^^^^^^^~^^^J& culfhlcTtocia v e z q u e corresponde fijar uña cosa como

"valor, y por ^ ^ [ ^ ^ ^ ^ ^ ^ S j ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ' 'El" nomSre de l iña cósales por entero exterior a la

naturaleza de la misma. Nada sé de una persona de la que sé que se l lama Jacobus. l 5 f j D g j g u a l suerte, en las denominaciones dmerarias^ l ibra, TaTeToTtranco, ducado, etc., se desvanece toda huella de la relación de valor. L a confusión

" é T l b r n o al sentido secreto de estos signos cabalísticos se vuelve tanto mayor por cuanto las denominaciones dine-rarias expresan el valor de las mercancías y , al propio t iempo, partes alícuotas de un peso metálico* del patrón dinerario. ' 1 1 Por otra parte el valor, a diferencia de les abigarrados cuerpos que pueblan eí mundo de las mercancías, tiene que desarrollarse hasta asumir esa forma que es prop ia de una cosa y ajena al concepto, pero, también, simplemente sociaL"-

M WiM :i b m ¡lición. — "Cuando se ¡iremimó a Anacarsb para que necesitaban el dinero los helenos, respondió: para hacer cuentas." tAthenams, Deiprwsopflistarum, ed. por Se hwc ¡guau ser, IS02, tíb. iv, 49, voL 2[, p. 120].

$ Nota a la 2* edición. — "Como el oro* en cuanto patrón de los precios aparece bajo las mismas denominaciones de cuenta que los precios de las mercancía* —una nnza de oro. por ejemplo, se expresa, al igual que el valor de una tonelada de hierro, en 3 libras esterlinas. 17 chelines, 10 Ví> peniques—, a esta denominación de cuenta suyn se \a ha denominado eí precio de la moneda. Dc allí surgió lu noción fantástica de que K cotizaba el oro (o bien la plata) en su propia material, y que a diferencia de todas las demás mercancías ese metal recibía un precio fijo por obra del estado. Se confundía la fijación de denominaciones de cuenta a determinados pesos de oro, con la fijación del valor de dichos pesos." (K. Marx, op. cit., p. 52.)

i& Cfr_ ¡bídtm, "Teorías acerca de la unidad de medida del dinero", p. 53 y ss. Las fantasías sabré el alza Q la baja de! -precio de la moneda " —que consisten en iransferir, per decisión del eslado, a fracciones ponderales mis grandes O más pequeñas de oro y plata las denominaciones ponderales legales que hoy se

" "Cold"; 2?, $ y 4^ ediciones: "Getu"" fdinero"].

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E p re ció es la denominación dincrar_ia_óc L j raba j o obj e t ivado en la~mercancía. La equivalencia entre la mercancía . v _ST c3nDtlád.¿e dinen^cuvp_no m hre es e] precio de aquélla,

1 es, por consiguiente, una tautología^ ya que \n_ej:presiójt relativa del ^tüor^áe una mercancía es "siempre y en general expresión dcHa equivalencia entregos mercancías. E C X C L _

. s i el prccio7^ñ^üaa^ expolíente de la i i iapiutuLjjdej.algT de la mercancía, es exponente de la relación de ínter cambio que media en|r_e31Ia ,y_e i jdmej^d¿"^to no se desprende, a h inversa, que el exponente de su relación de intercambio

Xcon eí dinero se?. necesária'menteTxpoilente de su magnitud

^de valor. Suponemos , que en 1 quarter de trígo y en 2 IT __br as estedinas (aproximadamente 1& onza de o ro ) j ¿

représenla una magnitud igual de trabajo sociaSroente nece¬sario. Las £ 2 3oji__ejtgre5Íón diñeraria t l c l a - m a g n i t u d de valor qua presenta el quarter de trigCj_o sea sü~^precib. Ahora bien. síjas ciLcuns rancias permiten cotizarlo a £ 3 u^objigan a tasado ^ ^ ¿ j j tendremos que £ 1 y £ 3 se-

JÁT] expresiones demasiado pequeñas ^ojl.emasiado^rjmrJeT de ¡a magnitud _de_ valor alcanzada por el j n g e ^ p e r o no por ello dejarán de ser precios del mismo, ya que en primer téninno son hus ¡armas de valor, dinero, y en segundo lugar exponente s de su relación de intercambio con el dinero. Caso de mantenerse ÍDalteradas las condiciones de producción, o la fuerza productiva del trabajo, para \t reproducción del quarter de trigo será necesario ahora emplear tanta tiempo de trabajo social como antes. Esta circunstancia no depende de la voluntad de quien produce

aplican a fracciones le&aJmcnLc establecidas de esos metales, y en conüet:uenciü acuñar por ejemplo KJ de onza de oro en 40 chelines en vez de 20—, esas fantasías, ea cnanto no apuntaban a la realización de vidriosos operaciones financieras contri! bs acreedores públicos y privndoa, 5 ¡ I I D que se proponíaa efectuar "curas milagrosas' económicas, las ha tratado Peity de muñera íiin exhaustiva en QitflMiiJitnicnnque Cortcenune Money. To the Lord Marqtñx oj Halifax, 16R2, que ya a sus continuadores inmediaios, sir Dud¬ley North y John Locke. para no decir nada de quienes vinieron después, sólo les quedó trivial izarlo, "Si pudiera decuplicarse por decrcio la riqueza de una nación", dice Pcuy entre otras cosas. "resulL.irín inexplicable que nuestros gobiernos no hubiesen dictado hace tiempo decreto? de esa naturaleza," (Ihhlrtn, p. 36.)

n : i "O bien será necesario admitir que un miilán de dinero vale más que un tutor ¡¿nal en mercancías" JLc Tresne, De lintérct social, p. 919), y por tanto que "un valor vale más que un valor igual".

124

el tr igo n i de los demás poseedores de mercancías. L a magnitud del valor de la mercancía expresa, pues, una relación necesaria e inmanente al proceso de formación de la mercancía con el tiempo necesario de trnbajo, transformarse en precio la magnitud del valor, esta relación necesáría se""pñríe dñ~ma7iTfrestn como reíacjón d ^ i n t e r cambio de u n a l n e r c a ^ í a ^ i r i a mercancía dineraria, existente alTñaíjjeh de ella. Pero en esta relación tanto puede_ expresarse l a "magn i tud ^eT~va3or de la mercancía, como

í U ^ i ^ r i L í í ^ í L - E ? 1 " e i J 3 H c _ e n detcrmjnadas circuns-tanejas^puede enajenarse, j ^ r tanto ea la forma misma , . i (

del precio e^a^imrSícila~la posibilidad de una incongruencia cüalüiJatiyjí, ^ eT^rccicTy la mag-

^mtülídei valor. N o se trata, en modo aT^iñoT^e unlTclccto Á ^de esífforma, sino que al contrario es eso !o que la adecúa ¿ c¿ . -

a un modo de producción en el cual la norma sólo puede h **;(, [ imponerse como ley promedtal que, en medio de la carencia de normas, actúa ciegamente.

L a ¡o^nja^ej_precro^ sin cmbargOj Í K L S Ó I O . . a d m i t e - la . pos ib i f i3ad^jc~una incongruencia cuaniit¿niva_cntTe_ mag-

. . .n i tud del valor y prec ioso sea entre la magnitud del valor a , f\ y su propia expresión dineraria, sín^ o uc ^demás puede 5 , albergar una contradicción cuülitath'ü, de t a f modo que, aunqu^eLdinero_"só 16 sea le forntá_de_ valor que^revisten.

Jas mercancía^ el precio Qejc'de ser en generaría, expresión del vqlvt - Coaaa cjuc en ai y para Gi no son mercancías, como por ejemplo la conciencia, el honor, etc., pueden ser puestas en venta por sus poseedores, adoptando así, merced a su precio, la forma mercantil. Es posible, pues, que una cosa tenga formalmente precio sin ¿eliervflforrLa^ expresiorTTn dinero deviene" aquí imcgmaña, eolito en ciertas magnitudes matemáticas. Por otra parte ,Ja forma imaginaria del p r e c i o — c o m o por ejemplo el precio dé la

/tierra no cultivada, que no tiene valor alguno porque en^ ella no se ha objetivado ningún trabajo numa"ño— puede contener una efectiva relación de valor o l i n a relación derivada de ésta. jn

Á I igual que la forma relativa de valor en g e n e r a l ^ j j r e c i o expresa el valor de una mercancía, digamos el de

una tonelada de hierro, estableciendo que determinada cantidad de cquivajentg^ po\Te j e mp 1 o u r a on?a de o r c^es^ directamelite"Tntercambiábler p o r t e l hierro, _ p e r o _ ^ n j r I S o alguno que, a la inversa^ e l j i i e i r o sea a S J vez dírectarñenfc

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E p re ció es la denominación dincrar_ia_óc L j raba j o obj e t ivado en la~mercancía. La equivalencia entre la mercancía . v _ST c3nDtlád.¿e dinen^cuvp_no m hre es e] precio de aquélla,

1 es, por consiguiente, una tautología^ ya que \n_ej:presiójt relativa del ^tüor^áe una mercancía es "siempre y en general expresión dcHa equivalencia entregos mercancías. E C X C L _

. s i el prccio7^ñ^üaa^ expolíente de la i i iapiutuLjjdej.algT de la mercancía, es exponente de la relación de ínter cambio que media en|r_e31Ia ,y_e i jdmej^d¿"^to no se desprende, a h inversa, que el exponente de su relación de intercambio

Xcon eí dinero se?. necesária'menteTxpoilente de su magnitud

^de valor. Suponemos , que en 1 quarter de trígo y en 2 IT __br as estedinas (aproximadamente 1& onza de o ro ) j ¿

représenla una magnitud igual de trabajo sociaSroente nece¬sario. Las £ 2 3oji__ejtgre5Íón diñeraria t l c l a - m a g n i t u d de valor qua presenta el quarter de trigCj_o sea sü~^precib. Ahora bien. síjas ciLcuns rancias permiten cotizarlo a £ 3 u^objigan a tasado ^ ^ ¿ j j tendremos que £ 1 y £ 3 se-

JÁT] expresiones demasiado pequeñas ^ojl.emasiado^rjmrJeT de ¡a magnitud _de_ valor alcanzada por el j n g e ^ p e r o no por ello dejarán de ser precios del mismo, ya que en primer téninno son hus ¡armas de valor, dinero, y en segundo lugar exponente s de su relación de intercambio con el dinero. Caso de mantenerse ÍDalteradas las condiciones de producción, o la fuerza productiva del trabajo, para \t reproducción del quarter de trigo será necesario ahora emplear tanta tiempo de trabajo social como antes. Esta circunstancia no depende de la voluntad de quien produce

aplican a fracciones le&aJmcnLc establecidas de esos metales, y en conüet:uenciü acuñar por ejemplo KJ de onza de oro en 40 chelines en vez de 20—, esas fantasías, ea cnanto no apuntaban a la realización de vidriosos operaciones financieras contri! bs acreedores públicos y privndoa, 5 ¡ I I D que se proponíaa efectuar "curas milagrosas' económicas, las ha tratado Peity de muñera íiin exhaustiva en QitflMiiJitnicnnque Cortcenune Money. To the Lord Marqtñx oj Halifax, 16R2, que ya a sus continuadores inmediaios, sir Dud¬ley North y John Locke. para no decir nada de quienes vinieron después, sólo les quedó trivial izarlo, "Si pudiera decuplicarse por decrcio la riqueza de una nación", dice Pcuy entre otras cosas. "resulL.irín inexplicable que nuestros gobiernos no hubiesen dictado hace tiempo decreto? de esa naturaleza," (Ihhlrtn, p. 36.)

n : i "O bien será necesario admitir que un miilán de dinero vale más que un tutor ¡¿nal en mercancías" JLc Tresne, De lintérct social, p. 919), y por tanto que "un valor vale más que un valor igual".

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el tr igo n i de los demás poseedores de mercancías. L a magnitud del valor de la mercancía expresa, pues, una relación necesaria e inmanente al proceso de formación de la mercancía con el tiempo necesario de trnbajo, transformarse en precio la magnitud del valor, esta relación necesáría se""pñríe dñ~ma7iTfrestn como reíacjón d ^ i n t e r cambio de u n a l n e r c a ^ í a ^ i r i a mercancía dineraria, existente alTñaíjjeh de ella. Pero en esta relación tanto puede_ expresarse l a "magn i tud ^eT~va3or de la mercancía, como

í U ^ i ^ r i L í í ^ í L - E ? 1 " e i J 3 H c _ e n detcrmjnadas circuns-tanejas^puede enajenarse, j ^ r tanto ea la forma misma , . i (

del precio e^a^imrSícila~la posibilidad de una incongruencia cüalüiJatiyjí, ^ eT^rccicTy la mag-

^mtülídei valor. N o se trata, en modo aT^iñoT^e unlTclccto Á ^de esífforma, sino que al contrario es eso !o que la adecúa ¿ c¿ . -

a un modo de producción en el cual la norma sólo puede h **;(, [ imponerse como ley promedtal que, en medio de la carencia de normas, actúa ciegamente.

L a ¡o^nja^ej_precro^ sin cmbargOj Í K L S Ó I O . . a d m i t e - la . pos ib i f i3ad^jc~una incongruencia cuaniit¿niva_cntTe_ mag-

. . .n i tud del valor y prec ioso sea entre la magnitud del valor a , f\ y su propia expresión dineraria, sín^ o uc ^demás puede 5 , albergar una contradicción cuülitath'ü, de t a f modo que, aunqu^eLdinero_"só 16 sea le forntá_de_ valor que^revisten.

Jas mercancía^ el precio Qejc'de ser en generaría, expresión del vqlvt - Coaaa cjuc en ai y para Gi no son mercancías, como por ejemplo la conciencia, el honor, etc., pueden ser puestas en venta por sus poseedores, adoptando así, merced a su precio, la forma mercantil. Es posible, pues, que una cosa tenga formalmente precio sin ¿eliervflforrLa^ expresiorTTn dinero deviene" aquí imcgmaña, eolito en ciertas magnitudes matemáticas. Por otra parte ,Ja forma imaginaria del p r e c i o — c o m o por ejemplo el precio dé la

/tierra no cultivada, que no tiene valor alguno porque en^ ella no se ha objetivado ningún trabajo numa"ño— puede contener una efectiva relación de valor o l i n a relación derivada de ésta. jn

Á I igual que la forma relativa de valor en g e n e r a l ^ j j r e c i o expresa el valor de una mercancía, digamos el de

una tonelada de hierro, estableciendo que determinada cantidad de cquivajentg^ po\Te j e mp 1 o u r a on?a de o r c^es^ directamelite"Tntercambiábler p o r t e l hierro, _ p e r o _ ^ n j r I S o alguno que, a la inversa^ e l j i i e i r o sea a S J vez dírectarñenfc

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^mcrcambiabìc por el orp. E n consecuer_cia_ para que una mercancf_a_pued a operar de manera efectiva como valar de cam bio, __ha de desprenderse ci e su corporeidad natural ,

j r j n s f o rmarse de oro rmramentejtìg^ado I n oró" real, aun cuando esta iràn's"us"fa"nciación le resulte máT^amarga 1 ' que aJ '"concepto" licgueliano el tránsito de la necesidad a la l ibertad o a una langosta romper su viejo caparazón, o a Jerónimo, Padre de la Iglesia, desembarazarse del viejo Adán."* 5 D | Junto a su figura real, por ejemplo la de hierro, la mercancía puede poseer en el precio una figura ideal de valor o una de oro figurado, mas no puede ser a la vez hierro real y oro también real. Para fijar su precio^ basta con equipararía a oro figurado._Pcrg_es_ jjgcesarjo rempla^ zarta por este metal para que preste a su poseedor el ser vicio de Equivalente generalrS: el poseedor de l "h ierro sT enfrentase, por ejemplo, al de una mercancía de esas que se consumen en el gran mundo y le señalara que el precio del hierro es la forma de dinero, nuestro hombre de mundo le respondería como San Pedro a Dante en el Paraíso, una vez que éste le recitara h fórmula de los artículos de fe:

"Assa i bene è trascorsa D'està moneta già la lega e* 1 peso, M a d immi se tu l 'hai nella tua borsa. "

[ l l L a ley y el peso de esta moneda están muy bien examinarlas, pero dime, ¿la tienes en tu bolso?"] 5 8 1

L a forma del precio lleva implícita la enajenabilirjad d c j j i r j n e r ^ nación. Ppr_otrQ_par_te r_el. oro"sqlaTe^em^nyia~función j e medida ideal del valor» puesto^ que en el proceso de intercambio discurre ya como mercancía dinerária. Oculto en la medida ideal de los valores, acecha pues el dinero contante y sonante.

U 4 Si en sus mocedades íerónimo tuvo que lidiar duramente can la carne material, como lo ilustra su combate del desierto con hermosas imágcnca femenirms, en ln ¡¡snoctud su antagonista fue ta carne espiritual. "Me imaginaba compareciendo en espíritu", dice por ejemplo, 1 ante ei Supremo Juez." "¿Quién cresT, preguntó una vo£. "Un cristiano." "[Mientes!", clamó con voz de trueno el Supremo fueZ. eres más Qut un ticeroniattoP^'ì

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2. Medio de ciixiilfirióri

a] La metamorfosis ríe los mtrcjmciai;

_Virnos ya j i u c el proceso en q u e ^ ¿ntercjmbian las jnercancías^m contradictorias, recíprocamente excluyentes. E l desarrollo de la mercancía no supr ime es as" confrad ice iones, mas engendra la forma en que pueden moverse. Es éste, en general, el método por el cual se resuelven las contradicciones reales. Constituye una contradicción, por cjemplo,_que un cuerpo cajfia_cpn5tan.fi:"

l i P ^ r i l 5 ^ - ^ ^ ^ 0 ^ ^!^^ C 0 I L igual . cpn_tancia^se--fJisUDCÍc ^Mel mfsjno L a elipsis es una de las formas de movimiento en que esta contradicción se realiza y al mismo t iempo se resuelve.

. E n la medida en que e l j^oceso d e j i ^ r c a m b i o transfiere mercancías dejmatósjr i las__Gt¿ales j o n no-vaíóres de ujo, a "maños enTas que son valores, de uso, e ramos , ame \m_metabothmo socialproducto de una modal idad útil de traSajo remplaza al de otra, T a n prorno_como llega al lugar en que sirve como valor de uso, 'pasa ^té^la esfera

""dél^ntercamb-o^ Aquí, es la primera la únieí. qu*j nos interesa. J?or consígu iente__hemgs de examinar el proceso total desde el punto de vista de la

lorim^")__porJáñíb sólo el cambio de forma o \B. meiamor-fpsis de laf^ércancías a lravés del cual es_mediado el rpetabojismo social.

L a concc^iorT^bsoiutamente defectuosa de este cambio formal obedece, dejando a u n lado la poca claridad acerca del concepto mismo del valor, al hecho de que todo cambio formal de una mercancía se opera en el jjBSfc-

jnirríEio entre dos mercancías, u n a j l e j a s cuates es comente y la otra dmerana. M nos atenemos tan sólo a ese aspecto materJaCzXlñTt'fE^bm de mercancía por oro, perderemos de vista precisamente lo que debiéramos observar, esto es, lo que acontece con la forma. Pasaremos por alto que el oro, en cuanto simple mercancía, no es dinero, y que las demás mercancías, en sus precios, se remiten al oro como a su propia figura dinerária.

__En un comienzo las- mercancías entran en el proceso ^ J n t e r c a m b i ^ i n un baño de oro, ni de azúcar, tal como

fueron creadas.

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^mcrcambiabìc por el orp. E n consecuer_cia_ para que una mercancf_a_pued a operar de manera efectiva como valar de cam bio, __ha de desprenderse ci e su corporeidad natural ,

j r j n s f o rmarse de oro rmramentejtìg^ado I n oró" real, aun cuando esta iràn's"us"fa"nciación le resulte máT^amarga 1 ' que aJ '"concepto" licgueliano el tránsito de la necesidad a la l ibertad o a una langosta romper su viejo caparazón, o a Jerónimo, Padre de la Iglesia, desembarazarse del viejo Adán."* 5 D | Junto a su figura real, por ejemplo la de hierro, la mercancía puede poseer en el precio una figura ideal de valor o una de oro figurado, mas no puede ser a la vez hierro real y oro también real. Para fijar su precio^ basta con equipararía a oro figurado._Pcrg_es_ jjgcesarjo rempla^ zarta por este metal para que preste a su poseedor el ser vicio de Equivalente generalrS: el poseedor de l "h ierro sT enfrentase, por ejemplo, al de una mercancía de esas que se consumen en el gran mundo y le señalara que el precio del hierro es la forma de dinero, nuestro hombre de mundo le respondería como San Pedro a Dante en el Paraíso, una vez que éste le recitara h fórmula de los artículos de fe:

"Assa i bene è trascorsa D'està moneta già la lega e* 1 peso, M a d immi se tu l 'hai nella tua borsa. "

[ l l L a ley y el peso de esta moneda están muy bien examinarlas, pero dime, ¿la tienes en tu bolso?"] 5 8 1

L a forma del precio lleva implícita la enajenabilirjad d c j j i r j n e r ^ nación. Ppr_otrQ_par_te r_el. oro"sqlaTe^em^nyia~función j e medida ideal del valor» puesto^ que en el proceso de intercambio discurre ya como mercancía dinerária. Oculto en la medida ideal de los valores, acecha pues el dinero contante y sonante.

U 4 Si en sus mocedades íerónimo tuvo que lidiar duramente can la carne material, como lo ilustra su combate del desierto con hermosas imágcnca femenirms, en ln ¡¡snoctud su antagonista fue ta carne espiritual. "Me imaginaba compareciendo en espíritu", dice por ejemplo, 1 ante ei Supremo Juez." "¿Quién cresT, preguntó una vo£. "Un cristiano." "[Mientes!", clamó con voz de trueno el Supremo fueZ. eres más Qut un ticeroniattoP^'ì

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2. Medio de ciixiilfirióri

a] La metamorfosis ríe los mtrcjmciai;

_Virnos ya j i u c el proceso en q u e ^ ¿ntercjmbian las jnercancías^m contradictorias, recíprocamente excluyentes. E l desarrollo de la mercancía no supr ime es as" confrad ice iones, mas engendra la forma en que pueden moverse. Es éste, en general, el método por el cual se resuelven las contradicciones reales. Constituye una contradicción, por cjemplo,_que un cuerpo cajfia_cpn5tan.fi:"

l i P ^ r i l 5 ^ - ^ ^ ^ 0 ^ ^!^^ C 0 I L igual . cpn_tancia^se--fJisUDCÍc ^Mel mfsjno L a elipsis es una de las formas de movimiento en que esta contradicción se realiza y al mismo t iempo se resuelve.

. E n la medida en que e l j^oceso d e j i ^ r c a m b i o transfiere mercancías dejmatósjr i las__Gt¿ales j o n no-vaíóres de ujo, a "maños enTas que son valores, de uso, e ramos , ame \m_metabothmo socialproducto de una modal idad útil de traSajo remplaza al de otra, T a n prorno_como llega al lugar en que sirve como valor de uso, 'pasa ^té^la esfera

""dél^ntercamb-o^ Aquí, es la primera la únieí. qu*j nos interesa. J?or consígu iente__hemgs de examinar el proceso total desde el punto de vista de la

lorim^")__porJáñíb sólo el cambio de forma o \B. meiamor-fpsis de laf^ércancías a lravés del cual es_mediado el rpetabojismo social.

L a concc^iorT^bsoiutamente defectuosa de este cambio formal obedece, dejando a u n lado la poca claridad acerca del concepto mismo del valor, al hecho de que todo cambio formal de una mercancía se opera en el jjBSfc-

jnirríEio entre dos mercancías, u n a j l e j a s cuates es comente y la otra dmerana. M nos atenemos tan sólo a ese aspecto materJaCzXlñTt'fE^bm de mercancía por oro, perderemos de vista precisamente lo que debiéramos observar, esto es, lo que acontece con la forma. Pasaremos por alto que el oro, en cuanto simple mercancía, no es dinero, y que las demás mercancías, en sus precios, se remiten al oro como a su propia figura dinerária.

__En un comienzo las- mercancías entran en el proceso ^ J n t e r c a m b i ^ i n un baño de oro, ni de azúcar, tal como

fueron creadas.

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_P|cho proceso suscita un desdoblamiento de la mer-cancía^n_jns^nc1a_y dinero, una an tí tes i s externa en la que aquella representa su antítesis inmanente de" valor de uso y valor. Enj^a_antítesis las mercancías se contraponen como valores de uso al dinero córtib~valgr de cambio. P o r otra~~partc í ambos"'términos son mercancías, y por imiQ wudades de valor de uso y valor. Pero esa

J j n id a d d e _ c 1 eme n tos _d i_fc re n tes se representa inversamente en cada uno de los dos polos ____rcfleja .aTíTyez, por ende/Ia relacic^"Tecíproca que media eritre_ambos? l / * nqejEaSck ^j-ealnimr¿ _valor decuso; su .carácte_¿HQgir vajor j e pone de manifiesto sólo de manera ideal en el precio, que la refiere al "término opuesto, al oro, como a su figura rea! de valor. E l material aureo l a la inversa, sólo cuente Cqmc

concreción material del^valor, cgmojiinero. JQc^áhí que realmente sea valor Tie cambio. Su vafor de uso se pone, de manifiesto únicamente de manera ufea/_cn la serie de Jas expreaiones.rdativai de valor, en la cual"sc refiere a las mercancías que se le contraponen, como a i ámbito de sus figuras de uso reales. Estas formas antitéticas de j a s , mercancías son las fornws'efectiyas en que se mueve eí proceso de^su intercambio.

Acompañemos" ahora a cualquier propietario de mercancías, por ejemplo a nuestro viejo conocido, el tejedor de lienzo, al escenario en que tiene lugar el proceso de ¡ti teñan i ib iu , al mercado. 5u mercancía, Z O varas de lienzo, tiene un precio determinado'. 2 libras esterlinas. Intercambia la tela por £ 2 y, hombre chapado a la antigua, cambia éstas a su vez por una biblia en folio, de igual precio. Enajena el lienzo — q u e para él no es más que mercancía, portadora del valor—- por oro, 1E figura de valor de aquélla, y vuelve a enajenar esa figura por otra mercancía, la bibl ia, que como objeto para el uso irá a parar a la casa del tejedor y satisfará allí devotas necesidades. E l j j roceso de intercambio de la mercancía, pu j s , se lleva a cabo a través de dos metamorfosis contrapuestas Qüj^a lq vez j¡e_complementan eñire^'slT^Frliiltfoli^ la mercancía en dinero y su reconversión de dinero 'en 'mercancía.** Las fases en la melamorfósis^de las mercan-

S f i "Todas Lis cosas se cambian en fuego y el fuego en todas las cDsflí~3ij'o Re ríe lito, asi como lü__jncrennc[as poi__pro y el oro por merca¡rtt í 'M (F. LassalfeT~D?e PhilosapHitTfíeTa£'etihs~¿tes

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cías son, a la vez, transacciones dei poseedor de éstas: venta, o intercambio de la mercancía por dinero; compra^ intercambio de dinero por mercancía, y unidad de ambos actos: vender para comprar.

Ahora bien, si el tejedor sopesa el resultado final de la transacción, verá que tiene en sus manos, en vez de lienzo, una b ib l ia : en lugar de su mercancía orig inaria, otra del mismo valor, pero de diversa uti l idad. Es de esa misma manera como él se apropia de sus demás medios de vida y de producción, Desde ju.punto devisJaj todo el proceso no hace sino mediar el intercambio entre el prddücto_de

^u^trabaTc^'gl l^róducto del trabajo ajeno, eno t e r camb io . . de productos.

_ ET proceso jie^ intercambio se lleva a cabo, pues, a través, d e l siguiente cambiaLde~form1ír

mercancía - dinero - mercancía

M - P - M

En lo que concierne a su contenido mater ia l , e l mov i miento M - M es un intercambio de mercancía por mercancía, metabolismo del trabajo social, en cuyo resultado se extingue el proceso mismo.

M-_j>. Primera metamorfosis de la mercancía, j) venta. Como lo he indicado en^ótró""10garti™i"eTsálÉrj~quc el valor mercanti l da desde el cuerpo de la mercancía al del oto, es el salto moríale de la mercancía. Sí fracasa, la que se verá chasqueada no será precisamente la mercancía sino su poseedor. La división social del trabajo hace que, c ] _ t o b a j o - - d e _ d i L r j Q ^ t a n unilateral como .multilaterales son sus necesidades "Es por eso que s u r j r j d u c t o no le sirve más qucJc_omo valor dé~c~amóib.

T*ero ocurre que sólo como dinero puede adoptar la forma de equivalente general socialmcntc vigente, y el dinero se encuentra en el bolsi l lo ajeno. Para extraerlo de allí, es nj;cesario..riu£ja__mercancia sea ante tedo valor j t e uso para el poseedor de dinero^ y por lanío que el trabajo "

, ¡patedo 5j eÜa lo haya sido^crTForma socialmeiíte u f i l To sea acreditlindóse como_eslabón de ja , diyisión_wd^del

Diwkelu, Berlín, IB5B, l . i . fj. 222.) En U nota correspondiente a este pasaje, p. 224, n. 3, Lassallc concibe erróneamente al oro como mero signo del valor.

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_P|cho proceso suscita un desdoblamiento de la mer-cancía^n_jns^nc1a_y dinero, una an tí tes i s externa en la que aquella representa su antítesis inmanente de" valor de uso y valor. Enj^a_antítesis las mercancías se contraponen como valores de uso al dinero córtib~valgr de cambio. P o r otra~~partc í ambos"'términos son mercancías, y por imiQ wudades de valor de uso y valor. Pero esa

J j n id a d d e _ c 1 eme n tos _d i_fc re n tes se representa inversamente en cada uno de los dos polos ____rcfleja .aTíTyez, por ende/Ia relacic^"Tecíproca que media eritre_ambos? l / * nqejEaSck ^j-ealnimr¿ _valor decuso; su .carácte_¿HQgir vajor j e pone de manifiesto sólo de manera ideal en el precio, que la refiere al "término opuesto, al oro, como a su figura rea! de valor. E l material aureo l a la inversa, sólo cuente Cqmc

concreción material del^valor, cgmojiinero. JQc^áhí que realmente sea valor Tie cambio. Su vafor de uso se pone, de manifiesto únicamente de manera ufea/_cn la serie de Jas expreaiones.rdativai de valor, en la cual"sc refiere a las mercancías que se le contraponen, como a i ámbito de sus figuras de uso reales. Estas formas antitéticas de j a s , mercancías son las fornws'efectiyas en que se mueve eí proceso de^su intercambio.

Acompañemos" ahora a cualquier propietario de mercancías, por ejemplo a nuestro viejo conocido, el tejedor de lienzo, al escenario en que tiene lugar el proceso de ¡ti teñan i ib iu , al mercado. 5u mercancía, Z O varas de lienzo, tiene un precio determinado'. 2 libras esterlinas. Intercambia la tela por £ 2 y, hombre chapado a la antigua, cambia éstas a su vez por una biblia en folio, de igual precio. Enajena el lienzo — q u e para él no es más que mercancía, portadora del valor—- por oro, 1E figura de valor de aquélla, y vuelve a enajenar esa figura por otra mercancía, la bibl ia, que como objeto para el uso irá a parar a la casa del tejedor y satisfará allí devotas necesidades. E l j j roceso de intercambio de la mercancía, pu j s , se lleva a cabo a través de dos metamorfosis contrapuestas Qüj^a lq vez j¡e_complementan eñire^'slT^Frliiltfoli^ la mercancía en dinero y su reconversión de dinero 'en 'mercancía.** Las fases en la melamorfósis^de las mercan-

S f i "Todas Lis cosas se cambian en fuego y el fuego en todas las cDsflí~3ij'o Re ríe lito, asi como lü__jncrennc[as poi__pro y el oro por merca¡rtt í 'M (F. LassalfeT~D?e PhilosapHitTfíeTa£'etihs~¿tes

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cías son, a la vez, transacciones dei poseedor de éstas: venta, o intercambio de la mercancía por dinero; compra^ intercambio de dinero por mercancía, y unidad de ambos actos: vender para comprar.

Ahora bien, si el tejedor sopesa el resultado final de la transacción, verá que tiene en sus manos, en vez de lienzo, una b ib l ia : en lugar de su mercancía orig inaria, otra del mismo valor, pero de diversa uti l idad. Es de esa misma manera como él se apropia de sus demás medios de vida y de producción, Desde ju.punto devisJaj todo el proceso no hace sino mediar el intercambio entre el prddücto_de

^u^trabaTc^'gl l^róducto del trabajo ajeno, eno t e r camb io . . de productos.

_ ET proceso jie^ intercambio se lleva a cabo, pues, a través, d e l siguiente cambiaLde~form1ír

mercancía - dinero - mercancía

M - P - M

En lo que concierne a su contenido mater ia l , e l mov i miento M - M es un intercambio de mercancía por mercancía, metabolismo del trabajo social, en cuyo resultado se extingue el proceso mismo.

M-_j>. Primera metamorfosis de la mercancía, j) venta. Como lo he indicado en^ótró""10garti™i"eTsálÉrj~quc el valor mercanti l da desde el cuerpo de la mercancía al del oto, es el salto moríale de la mercancía. Sí fracasa, la que se verá chasqueada no será precisamente la mercancía sino su poseedor. La división social del trabajo hace que, c ] _ t o b a j o - - d e _ d i L r j Q ^ t a n unilateral como .multilaterales son sus necesidades "Es por eso que s u r j r j d u c t o no le sirve más qucJc_omo valor dé~c~amóib.

T*ero ocurre que sólo como dinero puede adoptar la forma de equivalente general socialmcntc vigente, y el dinero se encuentra en el bolsi l lo ajeno. Para extraerlo de allí, es nj;cesario..riu£ja__mercancia sea ante tedo valor j t e uso para el poseedor de dinero^ y por lanío que el trabajo "

, ¡patedo 5j eÜa lo haya sido^crTForma socialmeiíte u f i l To sea acreditlindóse como_eslabón de ja , diyisión_wd^del

Diwkelu, Berlín, IB5B, l . i . fj. 222.) En U nota correspondiente a este pasaje, p. 224, n. 3, Lassallc concibe erróneamente al oro como mero signo del valor.

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^tr&h&ip. L a división del trabajo, empero, es un organismo natural de producción? cuyos bílos se han urdido y siguen urdiéndose a espaldas de los productores de mercancías. L a mercancía es, quizás, el producto de una nueva modal idad de trabajo, la cual pretende satisfacer una necesidad recién surgida o crear, por propia iniciat iva, una nueva. Bien puede suceder que una actividad laboral particular, que ayer sólo era una función entre las muchas ejercidas por un mismo productor de mercancías, se desprenda de esa interconexión, se independice y, por eso mismo, envíe independientemente su producto parcial, en calidad de mercancía autónoma, al mercado. Las circunstancias bien pueden estar maduras, o no, para ese proceso de escisión. Hoy el producto satisface una necesidad social. Talvez mañana lo desplace, total o parcialmente, un t ipo similar de producto. Aunque el trabajo es también, como el de nuestro tejedor, eslabón patentado de la división social del trabajo, ello en modo alguno basta todavía para garantizar el valor de uso precisamente de sus 20 varas de lienzo. Si los tejedores que compiten con él ya han saturado la necesidad social de lienzo — q u e , como rodo lo demás, tiene su med ida—, el producto de nuestro amigo se volverá excesivo, superfino y por tanto inútil, A caballo regalado no se le miran los dientes, pero él no concurre al mercado para hacer obsequios. Supongamos, sin embargo, que el valor de uso de su producto satisface las exigencias y que, por consiguiente, la mercancía atrae dinero. Pero, nos preguntamos ahora, ¿cuánto dinero? L a respuesta está ya anticipada en el precio de la mercancía, en el exponente de su magnitud de valor. Dejamos a un lado cualesquiera errores de cálcuío puramente subjetivos que haya cometido el poseedor de mercancías, los cuales se corrigen de inmediato, objetivamente, en el mercado. E l poseedor tiene que haber empleado en su producto nada mas que e! tiempo medio de trabajo sociaimente necesario. H_ j j r e c i o de la mercancía, pues, es sólo la denominación dme7a7ía^3e la canticTad~"dc t rab l í jo^sHml^

autorización dé ñúé^ las condiciones de producción tradicionales de la actividad text i l entran en efervescencia. L o que ayer era. sin duda alguna, el tiempo de trabajo sociaimente necesario para la producción de una vara de lienzo, deja hoy de serlo, como io comprueba con :oda diligencia el poseedor del dinero al

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ver los precios fijados por diversos competidores de nuestro amigo. Para in fortunio de éste, existen muchos tejedores en el mundo. Supongamos, por última, que cada pieza de lienzo disponible en el mercado sólo contiene t iempo de trabajo sociaimente necesario. Puede ocurr ir , sin embargo, que la suma total de esas piezas contenga t iempo de t ra bajo gastado de manera superflua. jSí_ejestómago del

jpsrcado.no...puede.absorber la cantidad total de Üenzojal pj;ecio_normal de_2 cheünes por y a r l ^ e l ^ ^ se consumió, bajo la forma de la fp&icaclón__de^Jienzoí

una parte^excesiyamerite_^grande_Q¿Ljiejrnp_Q.jf e_, Jrj ibajo "soc ia l en su conjunto. ELresultadp es^Lmismr^ue_sLcada

u n o T e Fos tejedores hubiera empleado en su_ producto ~ ind i v id gal ~m as~tiérngo^rjgTrabájo j[uie "eTsocíáimente nece-saTíd. Aquí se aplica lo de que pagan justos por "pecadores. "Todo el lienzo puesto en el mercado cuenta como un artículo único; cada pieza, aólo como una parte alícuota. Y , en realidad, el valer de cada vara individual de lienzo no es más que la concreción material de la misma cantidad, sociaimente determinada, de trabajo humano homogéneo.*

Como se. ve, la mercancía ama al dinero, pero " the course of truc love never does run s inooth" [nunca es manso y sereno el curso del verdadero amor] , l " ' 3 La estructuración cuantitaiiva del organismo social de producción — q u e presenta sus membra disiecta [miembros dispersos] ^ ] en el sistema de la división del t r aba j o— es tan naturalmente fortui ta como la cualitativa, ^ftte&rgs jPffifofircéS ^é^iñeg- 1 \ cancía_s_dgscubren7 pues, ^ u ^ a ^ m i s m a djyjsjón_del trabajo j quecos convierte_cn_j}roduclores gr^rfo^íWe^nrf/fintó.v,

J i a c e j u e elj)roces^..de._prQducSQJL.yJas relaciones suyas \ dentro de ése proceso sean independientes de ellos misinos* j ¿_que la i m i e p e n d ^ las pe rsonarse /

complefijente coñ un. sistema de dependenclá multilátera^ y propio de cosas.

" En una cana del 2B de jiovicnibie de 1B7B a Nikoiái Frún-7evich Daniekon, el traductor ruso de Et capital Marx modificó de esla suerte la última frase; "Y. en rigor, e! valor de cada vara individual no es más que la concreción material de una parte de la cantidad de trab:i]o social gasindo en lá cantidad total de varas'1. Aunque no de puño y letra del autor, la misma enmienda se encuentra en un ejemplar de El capital {segunda edición alemana primer tomo) perteneciente a Marx. [Noln tomada de We¡kc.\

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^tr&h&ip. L a división del trabajo, empero, es un organismo natural de producción? cuyos bílos se han urdido y siguen urdiéndose a espaldas de los productores de mercancías. L a mercancía es, quizás, el producto de una nueva modal idad de trabajo, la cual pretende satisfacer una necesidad recién surgida o crear, por propia iniciat iva, una nueva. Bien puede suceder que una actividad laboral particular, que ayer sólo era una función entre las muchas ejercidas por un mismo productor de mercancías, se desprenda de esa interconexión, se independice y, por eso mismo, envíe independientemente su producto parcial, en calidad de mercancía autónoma, al mercado. Las circunstancias bien pueden estar maduras, o no, para ese proceso de escisión. Hoy el producto satisface una necesidad social. Talvez mañana lo desplace, total o parcialmente, un t ipo similar de producto. Aunque el trabajo es también, como el de nuestro tejedor, eslabón patentado de la división social del trabajo, ello en modo alguno basta todavía para garantizar el valor de uso precisamente de sus 20 varas de lienzo. Si los tejedores que compiten con él ya han saturado la necesidad social de lienzo — q u e , como rodo lo demás, tiene su med ida—, el producto de nuestro amigo se volverá excesivo, superfino y por tanto inútil, A caballo regalado no se le miran los dientes, pero él no concurre al mercado para hacer obsequios. Supongamos, sin embargo, que el valor de uso de su producto satisface las exigencias y que, por consiguiente, la mercancía atrae dinero. Pero, nos preguntamos ahora, ¿cuánto dinero? L a respuesta está ya anticipada en el precio de la mercancía, en el exponente de su magnitud de valor. Dejamos a un lado cualesquiera errores de cálcuío puramente subjetivos que haya cometido el poseedor de mercancías, los cuales se corrigen de inmediato, objetivamente, en el mercado. E l poseedor tiene que haber empleado en su producto nada mas que e! tiempo medio de trabajo sociaimente necesario. H_ j j r e c i o de la mercancía, pues, es sólo la denominación dme7a7ía^3e la canticTad~"dc t rab l í jo^sHml^

autorización dé ñúé^ las condiciones de producción tradicionales de la actividad text i l entran en efervescencia. L o que ayer era. sin duda alguna, el tiempo de trabajo sociaimente necesario para la producción de una vara de lienzo, deja hoy de serlo, como io comprueba con :oda diligencia el poseedor del dinero al

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ver los precios fijados por diversos competidores de nuestro amigo. Para in fortunio de éste, existen muchos tejedores en el mundo. Supongamos, por última, que cada pieza de lienzo disponible en el mercado sólo contiene t iempo de trabajo sociaimente necesario. Puede ocurr ir , sin embargo, que la suma total de esas piezas contenga t iempo de t ra bajo gastado de manera superflua. jSí_ejestómago del

jpsrcado.no...puede.absorber la cantidad total de Üenzojal pj;ecio_normal de_2 cheünes por y a r l ^ e l ^ ^ se consumió, bajo la forma de la fp&icaclón__de^Jienzoí

una parte^excesiyamerite_^grande_Q¿Ljiejrnp_Q.jf e_, Jrj ibajo "soc ia l en su conjunto. ELresultadp es^Lmismr^ue_sLcada

u n o T e Fos tejedores hubiera empleado en su_ producto ~ ind i v id gal ~m as~tiérngo^rjgTrabájo j[uie "eTsocíáimente nece-saTíd. Aquí se aplica lo de que pagan justos por "pecadores. "Todo el lienzo puesto en el mercado cuenta como un artículo único; cada pieza, aólo como una parte alícuota. Y , en realidad, el valer de cada vara individual de lienzo no es más que la concreción material de la misma cantidad, sociaimente determinada, de trabajo humano homogéneo.*

Como se. ve, la mercancía ama al dinero, pero " the course of truc love never does run s inooth" [nunca es manso y sereno el curso del verdadero amor] , l " ' 3 La estructuración cuantitaiiva del organismo social de producción — q u e presenta sus membra disiecta [miembros dispersos] ^ ] en el sistema de la división del t r aba j o— es tan naturalmente fortui ta como la cualitativa, ^ftte&rgs jPffifofircéS ^é^iñeg- 1 \ cancía_s_dgscubren7 pues, ^ u ^ a ^ m i s m a djyjsjón_del trabajo j quecos convierte_cn_j}roduclores gr^rfo^íWe^nrf/fintó.v,

J i a c e j u e elj)roces^..de._prQducSQJL.yJas relaciones suyas \ dentro de ése proceso sean independientes de ellos misinos* j ¿_que la i m i e p e n d ^ las pe rsonarse /

complefijente coñ un. sistema de dependenclá multilátera^ y propio de cosas.

" En una cana del 2B de jiovicnibie de 1B7B a Nikoiái Frún-7evich Daniekon, el traductor ruso de Et capital Marx modificó de esla suerte la última frase; "Y. en rigor, e! valor de cada vara individual no es más que la concreción material de una parte de la cantidad de trab:i]o social gasindo en lá cantidad total de varas'1. Aunque no de puño y letra del autor, la misma enmienda se encuentra en un ejemplar de El capital {segunda edición alemana primer tomo) perteneciente a Marx. [Noln tomada de We¡kc.\

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L a división del trabajo convierte en mercancía el producto del trabajo", y con ello torna en necesaruTTa" transformación del mismo en dinero. A la vez, hace que sea fortuito eí que se logre o no esatransustanciación. Aquí, no obstante, hemos de analizar el fenómeno en estado puro, presuponiendo por ende su transcurso normal. Por lo demás, si dicho fenómeno tiene lugar, pura y simplemente, si la mercancía no es invendible, pues, se opera siempre el cambio da forma de la misma, por más que, apartándose de la norma, en ese cambio formal pueda haberse perdido o agregado sustancia, esto es, magnitud de valor.

_ j i _ j m _pjKcrfpr__de. jnercancías^el.^ro le remplaza su mercancía y a l o_tro la_mercancía le remplaza su oro. E l _

Jenómcno sensible es el cambio de manos, o de ubicación, de. la mercancía y el oro, de 20 varas de lienzo y 2 l ibras esterlinas, esto es, su intercambio. ¿Pero por qué eosa-se cambia !a mercancía? Se intercambia por su p rop i a .figura

"general de._yajpr. ¿V por qué cosa cambia el_ oro? Por una fisura particufarde. su valor de uso. ¿Por qué el oro se en f renta - como ' dinero a l lieñzoTT'orque el precio o denominación dineraria del lienzo, £, 2, ya lo refiere al oro en cuanto dinero. La enajenación de la forma mercanti l or ig inaria ss cumple mediante l a Vg;i/¿de la mercancía, os decir, en. el i i i umc i i l y cu uuc yalgi "aq atrae realmente al o r o ^ q u e en su precio sólo tenía una existencia figurada. Por tanto, la realización Sel^préc\q1^o de la forma" de valor sóloTdeaj dé la mercancía, es a Ja vez, y ^ J ^ f f l X ^ ^ J ^ y ? ? ? * ? 0 - ^ v a ^ o r ¿fe uso soIS^jjjgai dej

IrEnerp: la transformación de la mercancía en dinero es, a la vez, la transformación simultánea del dinero en mercancía. Este proceso único es un proceso que tiene dos aspectos: cesSe el polo del poseedor de mercancía^~vefiia^~ñe^S'c~el polo opuesto, ocupado por el poseedor de 'dmcro, compxa. O en otras palabras, k¡__ venia, es compra', M_-_D_e_sL^4^ vez D.r_M¿*

Hasta aquí no conocemos ninguna relación económica entre los hombres a excepción de la que existe entre los

^ l lToda venta es compra1' (Dr. Quesnay, Dialogues sur le commerce et íes travaiix des artisens, en Pfiysiccrmes, ed. por Dat-rc5 París, 1846, parle £ p. 170), o bien, como afirma Quesnay en sus Máximes ¡*éuéraíer. "Vender es comprar*'.!"]

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poseedores de mercancías, una relación en la que éstos sólo pueden apropiarse del producto del trabajo ajeno al enajenar los del suyo propio. Por ende, si un poseedor de mercancías puede contraponerse a otro exclusivamente en cuanto poseedor de dinero, ello se debe, una de dos: a que el producto de su trabajo posee por naturaleza la forma dineraria, siendo por tanto material dinerario, oro, etcétera, o a que su propia mercancía ya ha mudado de pie l , desembarazándose de su uriginaria forma de uso. Para que el ore funciona en cuanto dinero, tiene que ingresar, naturalmente, por algún punto cualquiera en el mercado. Ese punto está en su fuente de producción, donde, como producto directo del trabajo, se intercambia por otro pro¬ducto laboral de valor idéntico. Pero a partir de ese momento representa ya, y siempre, precios mercantiles realizados."'' Dejando a un lado el intercambio por mercancía en la fuente de producción del oro, es esle, en manos de todo poseedor de mercancías, la figura enajenada de su mercancía vendida, producto de la venta o de Ea primera metamorfosis mercantil: M - D T Si el oro se transformó en dinero ideal o medida del valor, elio obedeció a que todas las mercancías midieron en oro sus valores, convir-líéndolo así en contraparte figurada de [a figura de uso de ellas, en Ja ñgura que reviste el valor de las mismas.

E l oro dovienu íliíier& real port|u<? las mercancíae, a tríivéc de su enajenación generalizada, lo convierten en la figura de uso efectivamente enajenada o transformada de ellas mismas, y por tanto en su figura efectiva de valor. E n su figura de valor, la mercancía hace desaparecer todas Jas huellas de su valor de uso natural y del trabajo útil part icular aí que debe su origen, para devenir esa crisálida que es sólo concreción material social uniforme de trabajo humano indifcrenciado. El aspecto exterior del dinero, pues, no da margen para descubrir de qué t ipo era !a mercancía convertida en él. En su forma dineraria, la una tiene exactamente la misma apariencia que la otra. Por consiguiente, bien puede ser que el dinero sea una basura

"*EI precio de unn mercancía no puede pagarse si no es con el precio de oirá mercancía." (Mercicr de la Ríviere, L'ordre natu-re\ et evenir el de.s socréíé.\ pofiriquex, en Phydocrates. ed. c i t , pane I I , p, 554,)

"Pitra tener ese dinero, es necesario haber ;entlítio.'' [tbUtem. página 543,)

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L a división del trabajo convierte en mercancía el producto del trabajo", y con ello torna en necesaruTTa" transformación del mismo en dinero. A la vez, hace que sea fortuito eí que se logre o no esatransustanciación. Aquí, no obstante, hemos de analizar el fenómeno en estado puro, presuponiendo por ende su transcurso normal. Por lo demás, si dicho fenómeno tiene lugar, pura y simplemente, si la mercancía no es invendible, pues, se opera siempre el cambio da forma de la misma, por más que, apartándose de la norma, en ese cambio formal pueda haberse perdido o agregado sustancia, esto es, magnitud de valor.

_ j i _ j m _pjKcrfpr__de. jnercancías^el.^ro le remplaza su mercancía y a l o_tro la_mercancía le remplaza su oro. E l _

Jenómcno sensible es el cambio de manos, o de ubicación, de. la mercancía y el oro, de 20 varas de lienzo y 2 l ibras esterlinas, esto es, su intercambio. ¿Pero por qué eosa-se cambia !a mercancía? Se intercambia por su p rop i a .figura

"general de._yajpr. ¿V por qué cosa cambia el_ oro? Por una fisura particufarde. su valor de uso. ¿Por qué el oro se en f renta - como ' dinero a l lieñzoTT'orque el precio o denominación dineraria del lienzo, £, 2, ya lo refiere al oro en cuanto dinero. La enajenación de la forma mercanti l or ig inaria ss cumple mediante l a Vg;i/¿de la mercancía, os decir, en. el i i i umc i i l y cu uuc yalgi "aq atrae realmente al o r o ^ q u e en su precio sólo tenía una existencia figurada. Por tanto, la realización Sel^préc\q1^o de la forma" de valor sóloTdeaj dé la mercancía, es a Ja vez, y ^ J ^ f f l X ^ ^ J ^ y ? ? ? * ? 0 - ^ v a ^ o r ¿fe uso soIS^jjjgai dej

IrEnerp: la transformación de la mercancía en dinero es, a la vez, la transformación simultánea del dinero en mercancía. Este proceso único es un proceso que tiene dos aspectos: cesSe el polo del poseedor de mercancía^~vefiia^~ñe^S'c~el polo opuesto, ocupado por el poseedor de 'dmcro, compxa. O en otras palabras, k¡__ venia, es compra', M_-_D_e_sL^4^ vez D.r_M¿*

Hasta aquí no conocemos ninguna relación económica entre los hombres a excepción de la que existe entre los

^ l lToda venta es compra1' (Dr. Quesnay, Dialogues sur le commerce et íes travaiix des artisens, en Pfiysiccrmes, ed. por Dat-rc5 París, 1846, parle £ p. 170), o bien, como afirma Quesnay en sus Máximes ¡*éuéraíer. "Vender es comprar*'.!"]

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poseedores de mercancías, una relación en la que éstos sólo pueden apropiarse del producto del trabajo ajeno al enajenar los del suyo propio. Por ende, si un poseedor de mercancías puede contraponerse a otro exclusivamente en cuanto poseedor de dinero, ello se debe, una de dos: a que el producto de su trabajo posee por naturaleza la forma dineraria, siendo por tanto material dinerario, oro, etcétera, o a que su propia mercancía ya ha mudado de pie l , desembarazándose de su uriginaria forma de uso. Para que el ore funciona en cuanto dinero, tiene que ingresar, naturalmente, por algún punto cualquiera en el mercado. Ese punto está en su fuente de producción, donde, como producto directo del trabajo, se intercambia por otro pro¬ducto laboral de valor idéntico. Pero a partir de ese momento representa ya, y siempre, precios mercantiles realizados."'' Dejando a un lado el intercambio por mercancía en la fuente de producción del oro, es esle, en manos de todo poseedor de mercancías, la figura enajenada de su mercancía vendida, producto de la venta o de Ea primera metamorfosis mercantil: M - D T Si el oro se transformó en dinero ideal o medida del valor, elio obedeció a que todas las mercancías midieron en oro sus valores, convir-líéndolo así en contraparte figurada de [a figura de uso de ellas, en Ja ñgura que reviste el valor de las mismas.

E l oro dovienu íliíier& real port|u<? las mercancíae, a tríivéc de su enajenación generalizada, lo convierten en la figura de uso efectivamente enajenada o transformada de ellas mismas, y por tanto en su figura efectiva de valor. E n su figura de valor, la mercancía hace desaparecer todas Jas huellas de su valor de uso natural y del trabajo útil part icular aí que debe su origen, para devenir esa crisálida que es sólo concreción material social uniforme de trabajo humano indifcrenciado. El aspecto exterior del dinero, pues, no da margen para descubrir de qué t ipo era !a mercancía convertida en él. En su forma dineraria, la una tiene exactamente la misma apariencia que la otra. Por consiguiente, bien puede ser que el dinero sea una basura

"*EI precio de unn mercancía no puede pagarse si no es con el precio de oirá mercancía." (Mercicr de la Ríviere, L'ordre natu-re\ et evenir el de.s socréíé.\ pofiriquex, en Phydocrates. ed. c i t , pane I I , p, 554,)

"Pitra tener ese dinero, es necesario haber ;entlítio.'' [tbUtem. página 543,)

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pero la basura uo es dinero. Queremos suponer que las dos piezas de oro por las que nuestro Tejedor enajenó su mercancía, sean la f igura transmutada de u n quarier de trigo. L a venta del l i enzo , _M^P^ ej_ajj3ropÍQ tiempo su compra,

—LL^ IV l Pero en cuanto venta del lienzo^ este proceso inicia un movimiento qur'désémrSoca en su c o n t r a r i o , en la

_jmmpra de la biblia; "¿nemnto compra del flgjggT3g f in "a ^u^_jnovímjeñró"que comenzó con su - con t ra r i o , con la

¿entadel trigoTM-'D ( l i enzo -d ine ro ) ' , esa primera" fa§e _ de M - P - M ( l i e n z o - dinero - b i b l i a ) , e s c a l a vez D - M

( d i n e r o - l i e n z o ) , IfcjUüma fase de otro movimiento jvT-D - M (tr igo - dinero - l ienzo) . L a primera jnétamorfosis de una mercancía, su transformación en dinero a part i r de Já forma mercant i l , es siempre, a j a vez, una secunda Étmúrrforiosis. contraDutsi'a'~3e oirá mprewieM. su transformación inversa en mercancía n p a r t i r l e In forma dineraria." 1

^ D - M . Metamorfosis segunda, o final, de lajiterran-^q^com^ra. Por senaHlgüra enajenada de todas las demás

mercancías o el producto de su enajenación gcneral^ed. dinero es la mercancía absoiutan\ente_enafsnablü. Leg &1 revés todos losprec ios , y de ese modo se reíleirTen todos los cuerpos de las mercancías, que son así el material que se sacrifica para que el dinero llegue a ser mercancía. A l propio fÍPrapo, loe prerfofi, los riyrvz rr»n In*: que Ins mercancías le lanzan tiernas miradas de amor, le indican al dinero los límites de su capacidad de transformación, o sea su propia cantidad. Como la mercancía desaparece al llegar a ser dinero, es imposible distinguir En éste la manera en que ha llegado a manos de su poseedor, o qué mercancía se ha transformado en él. Non olet [no tiene o lo r ] . I " 1 ' sea cual fuere su origen. Si por una parte representa una mercancía vendida, por la otra mercancías adquiribles. 7 "

D - M , la compra es, a la vez, venta. M - D : ^ m e tamorfosis final de una mercancía, por consiguiente» es a

•D La excepción, como ya habíamos observado, la constituye el productor Je oro, o «I de piara, que intercambia su producto sin haberlo vendida previamente.

7" "Si el dinero representa en nuestras manos las cusas que [alver. desearnos comprar, representa asimismo las cosas que hemos vendido a cambio de [-. .] ese dinero." (Mercier de la Riviere, op~ cii., p. .SB6.1

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_ l a vez lo primera_rnetamorfgsis de otra mercancía. Paja nuestro tejedor la carrera vital de su mereancía ccmjfuyc corría'biblia en La qüTTha recom?SÉ¡rJo sus ¿L 2. Pero el VimfJedorde biblias permuta por aguardiente las .£ 2 obtenidas del tejedor. D - M , la fase f inal de M - _ D ^ M _ ( l i enzo - dinero - bibl ia J~"es~ aLmisjnci^Ícmpo-U^J? 3Ja^primcra

__ÍHE_í!í—M.^^E^^f^ílTiblia - dinero - aguardiente) Como ~+ e\ j r o r f u c t o r de mercancjasjüministra Jan_s¿lo^un_pxgjuctp unilateral , suele venderlo en grandes^anüdades,_m¡entras

"que sus~ñece5?dades müjtiiateraleTJo fuerzan a_rj2partir j ^ ñ n j l í n ^ ^obtenida, en numerosas compras. Como vernos, una

venta dcse_mboca en muchas^cdmjjras_óo^i^^ J^n^aTTLa^ iñe^^ mercancía consti- . joyé, pucs^una^^/iitifL £e_ primeras metamorfosis de otras mercancías.

AHrjra bien, si examinamos la metamorfosis global de una mercancía, por ejemplo del lienzo, comprobaremos ante todo que se compone ce dos movimientos contrapuestos y que se complementan recíprocamente, r>4 - D y_ P - M . Estas dos mutaciones contrapuest&s^de la me rea n-

"cía se llcva"h"a~cabo en dos~^roces^s7sbcíales antitéticos a, cj^cTTcIcr poseedor de_ mercancías, y se reflejan en dos, pgpríg^ec^nórnicoj asumidos por el mismo, jambién con-

"irapuestqs. En cuanto sujeto activo de la venta se convierte va_Í£ndeaor\ en cuanto agente ^^yu^x^j^™\tpra-dot\ £e¿cuasí como en toda mutación de la mercancía

"'coexisten sus dos formas — l a de mercancía y la de d i nero—, sólo que en polos opuestos, c j j n i smo poseedor de mercancías se enfrenta Cjjmoj^end^dor a otro comprador

^ y ^ o m O 'cmnpTaílor "a otro vendedor. A S Í come la misma 'nffinxancía' discurre succsrvameñfe por las dos mutaciones

inversas -—de mercancía a dinero y de dinero a mercancía—, el mismo poseedor de mercancías desempeña alternativamente los papeles de vendedor y comprador. No se trata pues de papeles fijos, sino que, en el marco de la circulación de mercancías, los mismos constantemente cambian de personas.

J _ a metamorfosis total o ^ j i n a ^ c r c a ^ ritos, en su forma m j ^ m p j e , ctiatro extremos y fre-.r personé dfámaüs I p c r s r^a^ac iuan t c s ] . j m ^ p j j m e r j u g a n . j 3 -

j g ere a neja se enfrenta j i l dinero como n ju i figura j e yajor, figura" que de la parte He más alíaT en el bolsillo ajeno, es

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pero la basura uo es dinero. Queremos suponer que las dos piezas de oro por las que nuestro Tejedor enajenó su mercancía, sean la f igura transmutada de u n quarier de trigo. L a venta del l i enzo , _M^P^ ej_ajj3ropÍQ tiempo su compra,

—LL^ IV l Pero en cuanto venta del lienzo^ este proceso inicia un movimiento qur'désémrSoca en su c o n t r a r i o , en la

_jmmpra de la biblia; "¿nemnto compra del flgjggT3g f in "a ^u^_jnovímjeñró"que comenzó con su - con t ra r i o , con la

¿entadel trigoTM-'D ( l i enzo -d ine ro ) ' , esa primera" fa§e _ de M - P - M ( l i e n z o - dinero - b i b l i a ) , e s c a l a vez D - M

( d i n e r o - l i e n z o ) , IfcjUüma fase de otro movimiento jvT-D - M (tr igo - dinero - l ienzo) . L a primera jnétamorfosis de una mercancía, su transformación en dinero a part i r de Já forma mercant i l , es siempre, a j a vez, una secunda Étmúrrforiosis. contraDutsi'a'~3e oirá mprewieM. su transformación inversa en mercancía n p a r t i r l e In forma dineraria." 1

^ D - M . Metamorfosis segunda, o final, de lajiterran-^q^com^ra. Por senaHlgüra enajenada de todas las demás

mercancías o el producto de su enajenación gcneral^ed. dinero es la mercancía absoiutan\ente_enafsnablü. Leg &1 revés todos losprec ios , y de ese modo se reíleirTen todos los cuerpos de las mercancías, que son así el material que se sacrifica para que el dinero llegue a ser mercancía. A l propio fÍPrapo, loe prerfofi, los riyrvz rr»n In*: que Ins mercancías le lanzan tiernas miradas de amor, le indican al dinero los límites de su capacidad de transformación, o sea su propia cantidad. Como la mercancía desaparece al llegar a ser dinero, es imposible distinguir En éste la manera en que ha llegado a manos de su poseedor, o qué mercancía se ha transformado en él. Non olet [no tiene o lo r ] . I " 1 ' sea cual fuere su origen. Si por una parte representa una mercancía vendida, por la otra mercancías adquiribles. 7 "

D - M , la compra es, a la vez, venta. M - D : ^ m e tamorfosis final de una mercancía, por consiguiente» es a

•D La excepción, como ya habíamos observado, la constituye el productor Je oro, o «I de piara, que intercambia su producto sin haberlo vendida previamente.

7" "Si el dinero representa en nuestras manos las cusas que [alver. desearnos comprar, representa asimismo las cosas que hemos vendido a cambio de [-. .] ese dinero." (Mercier de la Riviere, op~ cii., p. .SB6.1

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_ l a vez lo primera_rnetamorfgsis de otra mercancía. Paja nuestro tejedor la carrera vital de su mereancía ccmjfuyc corría'biblia en La qüTTha recom?SÉ¡rJo sus ¿L 2. Pero el VimfJedorde biblias permuta por aguardiente las .£ 2 obtenidas del tejedor. D - M , la fase f inal de M - _ D ^ M _ ( l i enzo - dinero - bibl ia J~"es~ aLmisjnci^Ícmpo-U^J? 3Ja^primcra

__ÍHE_í!í—M.^^E^^f^ílTiblia - dinero - aguardiente) Como ~+ e\ j r o r f u c t o r de mercancjasjüministra Jan_s¿lo^un_pxgjuctp unilateral , suele venderlo en grandes^anüdades,_m¡entras

"que sus~ñece5?dades müjtiiateraleTJo fuerzan a_rj2partir j ^ ñ n j l í n ^ ^obtenida, en numerosas compras. Como vernos, una

venta dcse_mboca en muchas^cdmjjras_óo^i^^ J^n^aTTLa^ iñe^^ mercancía consti- . joyé, pucs^una^^/iitifL £e_ primeras metamorfosis de otras mercancías.

AHrjra bien, si examinamos la metamorfosis global de una mercancía, por ejemplo del lienzo, comprobaremos ante todo que se compone ce dos movimientos contrapuestos y que se complementan recíprocamente, r>4 - D y_ P - M . Estas dos mutaciones contrapuest&s^de la me rea n-

"cía se llcva"h"a~cabo en dos~^roces^s7sbcíales antitéticos a, cj^cTTcIcr poseedor de_ mercancías, y se reflejan en dos, pgpríg^ec^nórnicoj asumidos por el mismo, jambién con-

"irapuestqs. En cuanto sujeto activo de la venta se convierte va_Í£ndeaor\ en cuanto agente ^^yu^x^j^™\tpra-dot\ £e¿cuasí como en toda mutación de la mercancía

"'coexisten sus dos formas — l a de mercancía y la de d i nero—, sólo que en polos opuestos, c j j n i smo poseedor de mercancías se enfrenta Cjjmoj^end^dor a otro comprador

^ y ^ o m O 'cmnpTaílor "a otro vendedor. A S Í come la misma 'nffinxancía' discurre succsrvameñfe por las dos mutaciones

inversas -—de mercancía a dinero y de dinero a mercancía—, el mismo poseedor de mercancías desempeña alternativamente los papeles de vendedor y comprador. No se trata pues de papeles fijos, sino que, en el marco de la circulación de mercancías, los mismos constantemente cambian de personas.

J _ a metamorfosis total o ^ j i n a ^ c r c a ^ ritos, en su forma m j ^ m p j e , ctiatro extremos y fre-.r personé dfámaüs I p c r s r^a^ac iuan t c s ] . j m ^ p j j m e r j u g a n . j 3 -

j g ere a neja se enfrenta j i l dinero como n ju i figura j e yajor, figura" que de la parte He más alíaT en el bolsillo ajeno, es

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una cosa dotada de una contundente realidad, A l poseedor de m e j ^ e j a s ^ u e s , se le enfrenta un poseedorge^SeTo. 5 0_íí eÍÍ l s mercañe^se transforma en dinero, é5te~pasa • su forma transitoria de equivalente, cuyo valor de uso o contenido existe de la parte de'Tcá, en otros cuerpos de mercancías. Como térmmode la primera transformación

' a_m c r canc1a7^1"fi 'ncro es a la V C E punto ü"e~partida de l a segúrala. De esta' suerré,'ei vendedor de¡ "primer acto ..deviene comprador en el segundó, enfrentándosele" aquí un tercer poseedor de mercancías en cuanto vendedor/ 1

^ s dos fases de movimiento inversas de la meta-^moTfMiriñercajitn un ciclo: forma "de ~mer-

caricia -; el espoja miento de la forma mercanti l , retorno a la misma. Sin duda, la mercancía misma está aquí anlitéiica-mente determinada. En ei punto de partida_.es no-valor de

JJS_o_.Para_ su poseedor- en el de llegada, va íorde uso "para aquél. De manera análoga, el dinero se presenta pr imero como cristalización inalterable del valor, en la que se convierte Ta mercancía, para disolverse luego como mera forma de equjvájente de la misma.

Las ttas metamorfosis que conf igurá is .c ic lo de una mercancía constituyen a la vez las metamorfosis parciales e Inversas de oirás dos mercancías. La misma mercancía ( l ienzo) inaugura la serie de sus propias metamorfosis y clausura la metamorfosis total de otra mercancía (del t r i go ) . ¡Jurante su primera transmutación, o sea la venta, desempeña esos dos papeles en persona. Por ei contrarío, en cuanto crisálida de oro, es decir, en el estado en que ella misma sigue el camino de toda carne, ! f l í l 1 pone termino a la vez a la primera metamorfosis de una tercera mercancía. E l ciclo que describe la serie de metamorfosis experimentadas por toda mercancía, pues, se enreda de manera inextricable con los ciclos de otras mercancías. E l proceso en su conjunto se presenta como circulación mercairtiL

La circulación mercanti l difiere no sólo formal, sino esencialmente, del intercambio directo de productos. Echemos una simple mirada retrospectiva sobre lo ocurr ido. E l tejedor, no cabe duda, ha cambiado ei lienzo por la bibl ia, !a mercancía propia por la ajena. Pero este fenómeno sólo es real para éJ. E l difusor de biblias, más aficionado al

7 1 "Hay, pues [¡ ..] cuatro términos y [res contratantes, uno de los cuntas inícr^lene dos veces." (Le Tresne, ap. cit.. p. "JlVÍ.)

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calor que al frío, no pensó en que t r t caba su bib l ia por lienzo, ta l como el tejedor nada sospecha de que trocó su lienzo por tr igo. L a mercancía de B sustituye a la mercancía de A , pero A y B no intercambian recíprocamente sus mercancías. Puede ocurr ir , en realidad, que A compre mercancías a B y B a A , pero esa relación especial en modo alguno está condicionada por las relaciones generales de la circulación mercanti l . Por un lado ^e advierte •£3^ l&Ég g I intercambio de mercancías arrasadlas im^ 'rreras individuales y^Tocales • ^ F m l e r c ^ ^ "de "productos y hace que se^desanolíc el rnct\boli_smo del tra¬" bajo^humaño. Por otra par tease desejiyjieJye,AQda_.trna

serie de vinculaciones sociales dé^moole_naju ra], no su¬? l e l a s ^aLcontrol de las personas actuantes^ E l tejedor puede

vender lienzo sólo porque"^ ! agricultor ha vendido tr igo; si H o t s p u r [ l i a ] puede vender biblias es porque el tejedor vendió el l ienzo; el destilador puede vender aguardiente, porque e l otro ya fia vendido el agua de la vida eterna, etcétera.

_De_ ahí que el proceso de circulacjóri no se agote, como ocurría "con "eTIntercálTiolo" directo de productos, en éj

" cambio de ubicación, o de rnanos,_a_qiie est^ñ^üjetqsZLqL " valores _.de,uso. EL dmero no desaparece, por mas que

fínaÍmente..Lquede marginado fie la serie a^_rne^tamoTfos^ ^p .e : im_entada por una mercancía, jnvanñblementc sc__tje-

purúia cu lúa puntos de Ta" circulación 3^J^P_mcrcíu}cifl5 dejan líbres. Tomemos como ejemplo la metamorfosis global del lienzo (lienzo - dinero - biblic) : pr imero sale de la circulación el lienzo, lo sustituye el dinero; luego sale la b ib l ia , la sustituye el dinero. J U j ^ m g l ^ cancía por otra deja s i e m p r e ^ a ^ m e r c a n ^ en rñános de uñ terceróT™ La circulación constantemente exuda T Í U T C T Ó T

Nada puede ser más desatinado que el do^ma según el cual la circulación de mercancías implica un equi l ibr io necesario entre las compras y las ventas, puesto que toda venta es una compra, y viceversa. Si con esto se quiere decir que el número de las ventas efectivamente llevadas a término es igual al de las compras, estamos ante una i n -

H Nota a la A edición. —Por evidente que sea este fenómeno, los economistas, y en especial el Nbrecjimb^a vuifiaris. las mas ¡le las veces lo pasan por alio.

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una cosa dotada de una contundente realidad, A l poseedor de m e j ^ e j a s ^ u e s , se le enfrenta un poseedorge^SeTo. 5 0_íí eÍÍ l s mercañe^se transforma en dinero, é5te~pasa • su forma transitoria de equivalente, cuyo valor de uso o contenido existe de la parte de'Tcá, en otros cuerpos de mercancías. Como térmmode la primera transformación

' a_m c r canc1a7^1"fi 'ncro es a la V C E punto ü"e~partida de l a segúrala. De esta' suerré,'ei vendedor de¡ "primer acto ..deviene comprador en el segundó, enfrentándosele" aquí un tercer poseedor de mercancías en cuanto vendedor/ 1

^ s dos fases de movimiento inversas de la meta-^moTfMiriñercajitn un ciclo: forma "de ~mer-

caricia -; el espoja miento de la forma mercanti l , retorno a la misma. Sin duda, la mercancía misma está aquí anlitéiica-mente determinada. En ei punto de partida_.es no-valor de

JJS_o_.Para_ su poseedor- en el de llegada, va íorde uso "para aquél. De manera análoga, el dinero se presenta pr imero como cristalización inalterable del valor, en la que se convierte Ta mercancía, para disolverse luego como mera forma de equjvájente de la misma.

Las ttas metamorfosis que conf igurá is .c ic lo de una mercancía constituyen a la vez las metamorfosis parciales e Inversas de oirás dos mercancías. La misma mercancía ( l ienzo) inaugura la serie de sus propias metamorfosis y clausura la metamorfosis total de otra mercancía (del t r i go ) . ¡Jurante su primera transmutación, o sea la venta, desempeña esos dos papeles en persona. Por ei contrarío, en cuanto crisálida de oro, es decir, en el estado en que ella misma sigue el camino de toda carne, ! f l í l 1 pone termino a la vez a la primera metamorfosis de una tercera mercancía. E l ciclo que describe la serie de metamorfosis experimentadas por toda mercancía, pues, se enreda de manera inextricable con los ciclos de otras mercancías. E l proceso en su conjunto se presenta como circulación mercairtiL

La circulación mercanti l difiere no sólo formal, sino esencialmente, del intercambio directo de productos. Echemos una simple mirada retrospectiva sobre lo ocurr ido. E l tejedor, no cabe duda, ha cambiado ei lienzo por la bibl ia, !a mercancía propia por la ajena. Pero este fenómeno sólo es real para éJ. E l difusor de biblias, más aficionado al

7 1 "Hay, pues [¡ ..] cuatro términos y [res contratantes, uno de los cuntas inícr^lene dos veces." (Le Tresne, ap. cit.. p. "JlVÍ.)

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calor que al frío, no pensó en que t r t caba su bib l ia por lienzo, ta l como el tejedor nada sospecha de que trocó su lienzo por tr igo. L a mercancía de B sustituye a la mercancía de A , pero A y B no intercambian recíprocamente sus mercancías. Puede ocurr ir , en realidad, que A compre mercancías a B y B a A , pero esa relación especial en modo alguno está condicionada por las relaciones generales de la circulación mercanti l . Por un lado ^e advierte •£3^ l&Ég g I intercambio de mercancías arrasadlas im^ 'rreras individuales y^Tocales • ^ F m l e r c ^ ^ "de "productos y hace que se^desanolíc el rnct\boli_smo del tra¬" bajo^humaño. Por otra par tease desejiyjieJye,AQda_.trna

serie de vinculaciones sociales dé^moole_naju ra], no su¬? l e l a s ^aLcontrol de las personas actuantes^ E l tejedor puede

vender lienzo sólo porque"^ ! agricultor ha vendido tr igo; si H o t s p u r [ l i a ] puede vender biblias es porque el tejedor vendió el l ienzo; el destilador puede vender aguardiente, porque e l otro ya fia vendido el agua de la vida eterna, etcétera.

_De_ ahí que el proceso de circulacjóri no se agote, como ocurría "con "eTIntercálTiolo" directo de productos, en éj

" cambio de ubicación, o de rnanos,_a_qiie est^ñ^üjetqsZLqL " valores _.de,uso. EL dmero no desaparece, por mas que

fínaÍmente..Lquede marginado fie la serie a^_rne^tamoTfos^ ^p .e : im_entada por una mercancía, jnvanñblementc sc__tje-

purúia cu lúa puntos de Ta" circulación 3^J^P_mcrcíu}cifl5 dejan líbres. Tomemos como ejemplo la metamorfosis global del lienzo (lienzo - dinero - biblic) : pr imero sale de la circulación el lienzo, lo sustituye el dinero; luego sale la b ib l ia , la sustituye el dinero. J U j ^ m g l ^ cancía por otra deja s i e m p r e ^ a ^ m e r c a n ^ en rñános de uñ terceróT™ La circulación constantemente exuda T Í U T C T Ó T

Nada puede ser más desatinado que el do^ma según el cual la circulación de mercancías implica un equi l ibr io necesario entre las compras y las ventas, puesto que toda venta es una compra, y viceversa. Si con esto se quiere decir que el número de las ventas efectivamente llevadas a término es igual al de las compras, estamos ante una i n -

H Nota a la A edición. —Por evidente que sea este fenómeno, los economistas, y en especial el Nbrecjimb^a vuifiaris. las mas ¡le las veces lo pasan por alio.

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vial tautología. Pero lo que se pretende demostrar es que el vendedor Ueva al mercado a su propio comprador. L a venta y la compra son un acto idéntico en cuanto relación recíproca entre dos personas polarmente contrapuestas: el poseedor de mercancías y el de dinero. Conf iguran dos actos contrapuestos de manera polar, en cuanto acciones de la misma persona. La identidad de venta y compra lleva implícito, por consiguiente, que la mercancía devenga inservible cuando, arrojada en la retorta alquímica de la circulación, no surge de la misma convertida en dinero, no la vende el poseedor de mercancías, y por ende no la compra el poseedor de dinero. Esa identidad impl ica, por lo demás, que si el proceso culmina debidamente, constituya un punto ds reposo, un período en la vida de la mercancía, período que puede prolongarse más t iempo o menos. Como la primera metamorfosis de la mercancía es a la vez venta y compra, este proceso parcial es al mismo t iempo un proceso autónomo. £1 comprador tiene la mercancía, el vendedor el dinero, esto es, una mercancía que conserva una forma adecuada para la circulación, ya se presente temprano o tarde en el mercado. Nadie puede vender sin que o t ro compre. Pero nadie necesita comprar inmediatamente por el solo hecho de haber vendido^J-a. c irculacion derriba, las barreras temporales, locales e ind i -"v^omues opuestas al i n t e r e j n ^ ^ y l o h a c e "

^ec isamerJ ie "^orque escinde, ^nj^ani^si\_ú^^u^j~ compra, la ' i^el^la^^ire^a^xiíittntc aquí entre gjjajenar el" prc3uc.to_del _^abajo_p_rop¡o y adquir ir el producto^def ü-abajo^ajejio. E l hecho de q u e ^ c s ^ j ^ o r ^ ^

j r _ A P P N E N autónomamente, configuren una unidaA tatema, significa asimismo^quejm_um cHó~S^lmtítesis externas. Si la autonomización exterínille aspectos"qué~cn"Ió interno no son autónomos, y no lo son porque se complementan uno a otro , se prolonga hasta cierto punto, la unidad interna se abre paso violentamente, se impone por medio de una crisis. L a antítesis inmaneme a la mercancía —-valor de uso y valor, trabajo privado que a la vez tiene que presentarse como trabajo directamente social, trabajo específico y concreto que al mismo t iempo cuenta únicamente como general y abstracto, personificación de la cosa y ^osificación de Jas personas—, esa contradicción inmanente, adopta sus formas más evolucionadas de movimiento en las antítesis de ía metarnor-

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fosis mercant i l Estas formas entrañan la posibi l idad, pero únicamente la posibi l idad, de las crisis. Para que dicha posibilidad se desarrolle, convirtiéndose en realidad, se requiere todo un conjunto de condiciones que aún no existen, en modo alguno, en el plano de la circulación simple de mercancías.7 1

Como mediador en la_circulación mercantil , el dinero asumidla función de medio 3e cFrcidaciaii.

h)^l^i jrso_deJ dinero

E l cambio de forma en el que se opera el intercambio de sustancias entre los productos del t raba jo , _Mj^_D^M,_ determina que un mismo valor configure en cuanto mercancía el punto de part ida del proceso, y retorne como mercancía al mismo punió. Por ende, este movimiento dg_ las mercancías ca un ciclo. EQr_oíra_parteT esa misma forma excluye el ciclo del dinero. Su j'gsuXEajo es el constante alejamiento dd dinero co lTrespectoa su punjo de partida, no su retorno al mismo. Mientras eT vendedor retiene la f igura transmutada de su mercancía, c sea el dinero, la mercancía se encuentra en la fase de su primera metamorfosis, o sólo ha dejado a sus espaldas la primera mitad de au circulación. C u a n d o ^ e ^ o n i E l ^ o ^ L ^

^£r_para.-CQmpra¿_z\ m'nero_de_nuevo se. ha escapado_ de

7 3 Cfr. mis observaciones en temo a James Mi l i , en Zur Kii-tik..., pp. 74-76. Dos puntos caracterizan, en este aspecto, el método de la apologética económica. Bu prfoicr término* identificar La circulación de mercancía con el intercambio directo de pro» duelos, mediante el simple recurso de hacer abstracción de sas diferencias. En wgaridu lugar, el interno de negar, de desechar las contradicciones del proersa capitalista de producción, para lo cual las relaciones que mediar entre sus agentes de producción son reducidas a los simples vínculos que surgen de la circulación de mercancías. Pero ¡a producción <ie mercancías y la circulación de las mismas son fenómenos inherentes a los modos de producción más diversos, aunqae en diferente volumen y con desigual alcance. Nada sabemos, pues, acerca de la Jifiereutic sptr.ificii entre esos modos de producción, ni podemos por consiguiente enjuiciarlos, ú nuestro conocimiento se reduce a las categorías abstractas, comunes a todos ellos, de ln circulación de mercancías. En ninguna ciencia, fuera de I;i economía política, prevalece tan desorbitada pelulanciü en el manejo de los lugares comunes mas elementales. Síty, por ejemplo, rumiándose en que sabe que la mereancíu es producto, se arroga el derecho de dictaminar .sobre las cri.six.

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vial tautología. Pero lo que se pretende demostrar es que el vendedor Ueva al mercado a su propio comprador. L a venta y la compra son un acto idéntico en cuanto relación recíproca entre dos personas polarmente contrapuestas: el poseedor de mercancías y el de dinero. Conf iguran dos actos contrapuestos de manera polar, en cuanto acciones de la misma persona. La identidad de venta y compra lleva implícito, por consiguiente, que la mercancía devenga inservible cuando, arrojada en la retorta alquímica de la circulación, no surge de la misma convertida en dinero, no la vende el poseedor de mercancías, y por ende no la compra el poseedor de dinero. Esa identidad impl ica, por lo demás, que si el proceso culmina debidamente, constituya un punto ds reposo, un período en la vida de la mercancía, período que puede prolongarse más t iempo o menos. Como la primera metamorfosis de la mercancía es a la vez venta y compra, este proceso parcial es al mismo t iempo un proceso autónomo. £1 comprador tiene la mercancía, el vendedor el dinero, esto es, una mercancía que conserva una forma adecuada para la circulación, ya se presente temprano o tarde en el mercado. Nadie puede vender sin que o t ro compre. Pero nadie necesita comprar inmediatamente por el solo hecho de haber vendido^J-a. c irculacion derriba, las barreras temporales, locales e ind i -"v^omues opuestas al i n t e r e j n ^ ^ y l o h a c e "

^ec isamerJ ie "^orque escinde, ^nj^ani^si\_ú^^u^j~ compra, la ' i^el^la^^ire^a^xiíittntc aquí entre gjjajenar el" prc3uc.to_del _^abajo_p_rop¡o y adquir ir el producto^def ü-abajo^ajejio. E l hecho de q u e ^ c s ^ j ^ o r ^ ^

j r _ A P P N E N autónomamente, configuren una unidaA tatema, significa asimismo^quejm_um cHó~S^lmtítesis externas. Si la autonomización exterínille aspectos"qué~cn"Ió interno no son autónomos, y no lo son porque se complementan uno a otro , se prolonga hasta cierto punto, la unidad interna se abre paso violentamente, se impone por medio de una crisis. L a antítesis inmaneme a la mercancía —-valor de uso y valor, trabajo privado que a la vez tiene que presentarse como trabajo directamente social, trabajo específico y concreto que al mismo t iempo cuenta únicamente como general y abstracto, personificación de la cosa y ^osificación de Jas personas—, esa contradicción inmanente, adopta sus formas más evolucionadas de movimiento en las antítesis de ía metarnor-

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fosis mercant i l Estas formas entrañan la posibi l idad, pero únicamente la posibi l idad, de las crisis. Para que dicha posibilidad se desarrolle, convirtiéndose en realidad, se requiere todo un conjunto de condiciones que aún no existen, en modo alguno, en el plano de la circulación simple de mercancías.7 1

Como mediador en la_circulación mercantil , el dinero asumidla función de medio 3e cFrcidaciaii.

h)^l^i jrso_deJ dinero

E l cambio de forma en el que se opera el intercambio de sustancias entre los productos del t raba jo , _Mj^_D^M,_ determina que un mismo valor configure en cuanto mercancía el punto de part ida del proceso, y retorne como mercancía al mismo punió. Por ende, este movimiento dg_ las mercancías ca un ciclo. EQr_oíra_parteT esa misma forma excluye el ciclo del dinero. Su j'gsuXEajo es el constante alejamiento dd dinero co lTrespectoa su punjo de partida, no su retorno al mismo. Mientras eT vendedor retiene la f igura transmutada de su mercancía, c sea el dinero, la mercancía se encuentra en la fase de su primera metamorfosis, o sólo ha dejado a sus espaldas la primera mitad de au circulación. C u a n d o ^ e ^ o n i E l ^ o ^ L ^

^£r_para.-CQmpra¿_z\ m'nero_de_nuevo se. ha escapado_ de

7 3 Cfr. mis observaciones en temo a James Mi l i , en Zur Kii-tik..., pp. 74-76. Dos puntos caracterizan, en este aspecto, el método de la apologética económica. Bu prfoicr término* identificar La circulación de mercancía con el intercambio directo de pro» duelos, mediante el simple recurso de hacer abstracción de sas diferencias. En wgaridu lugar, el interno de negar, de desechar las contradicciones del proersa capitalista de producción, para lo cual las relaciones que mediar entre sus agentes de producción son reducidas a los simples vínculos que surgen de la circulación de mercancías. Pero ¡a producción <ie mercancías y la circulación de las mismas son fenómenos inherentes a los modos de producción más diversos, aunqae en diferente volumen y con desigual alcance. Nada sabemos, pues, acerca de la Jifiereutic sptr.ificii entre esos modos de producción, ni podemos por consiguiente enjuiciarlos, ú nuestro conocimiento se reduce a las categorías abstractas, comunes a todos ellos, de ln circulación de mercancías. En ninguna ciencia, fuera de I;i economía política, prevalece tan desorbitada pelulanciü en el manejo de los lugares comunes mas elementales. Síty, por ejemplo, rumiándose en que sabe que la mereancíu es producto, se arroga el derecho de dictaminar .sobre las cri.six.

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l a s j r i anosde su poseedor priginjujo. Seguramente, si después de comprar la biSBa el tejedor Vende lienzo una vez más, el dinero volverá a sus manos. Pero no retorna a trayés de la circulación de las primeras 20 varas de lienzo, que, antes bien, lo hicieron pasar de manos del tejedor a las del vendedor de biblias. Sí regresa es a causa única¬mente de que el mismo proceso de circulación se renueva o reitera para c'aora~mieva mercancía, y finaliza _e_n jesig_

j^asp,.como en.Jos anteriores, con el mismo resultado. La forma impartida directamente al dinero por la circulación mercanti l , pues, consiste en su constante alejamiento del punto de part ida, su pasaje de manos de un poseedor de mercancías a las de otro, o su curso {atrreney, conrs de ¡a tnonnaie).

El curso del dinero muestra una repetición constanlc y monótona del mismo proceso. La mercancía siempre está al Jado del vendedor, el dinero siempre al lado del adquirenic, como medio de compra. Oficia de medio de compra al realizar el precio de la mercancía. Y al realizarlo, transfiere la mercancía de manos del vendedor a las del comprador, mientras él mismo se aleja, a la vez, de las manos del comprador y pasa a las del venuedur, p m u repetir luego el mismo proceso con otra mercancía. E l hecho de que esta forma unilateral do movimiento dul di— ñero nazca del movimiento formal hifacético de la mercancía, queda encubierto. La naturaleza misma de la circulación mercanti l ocasiona la apariencia contraria. La primera metamorfosis de la mercancía no sólo es visible en cuanto movimiento del dinero, sino como movimiento de la mercancía misma: por el contrario, 5U segunda metamorfosis solamente es visible como movimiento del dinero. En la primera mitad de su circulación, la mercancía cam-biaha de lugares con el dinero. De este modo, y a la vez, su figura de uso quedaba marginada de la circulación, pasaba al ámbito del consumo. 7 1 La sustituía su figura de valor, o larva del dinero. L a segunda mitad de la circulación ya no la recorre envuelta en su piel propia y natural ,

" Incluso cuando se vende ana y otra vez la misma mer-eunciu —fenómeno que por el momento no existe para nosotros—. la venta liliíma y definitiva la hace pasar de la esfera de h circulación [i I L del consumo, para servir en ésta como medio de subsistencia t> de producción.

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sino en la del oro. Con ello, la continuidad del mov imiento recae enteramente en el dinero, y el mismo movimiento que supone dos procesos contrapuestos para la mercancía, implica siempre, como movimiento propio del dinero, el mismo proceso, esto es. su cambio de lugar-con otra mercancía siempre cambiante. JEI resultado de la circulación

_de_ mercancías —:ia_sjsthuriori7fc una mercancía por o t r a — sc_presenta mediado, pues, no por el" propio cambio de forma experimentado pur aquéllas, sino p la función del dinero como medio de circulación\ ésteJiücc-C4r-Cular_. Tas

~IneíCañcías7en si y para si carentes de movimiento, trans-fíri éndol as, sjejn presen jcnt idq_con_trario al dc_sü propio curso, de manos de aquel para quien son ncty_a]ore_s de

_us_o, ajnajios^de tunen Ja^considera valores de uso. Constantemente aleja del ámbito de la circulación las mercancías, al ocupar una y otra vez ios lugares que éstas dejan libre en aquélla, con lo cual el mismo se alejo de su punto de partida. Por consiguiente, aunque el movimiento del dinero no sea más que una expresión de la circulación de mercancías, ésta se presenta, a la inversa, como mero resultado del movimiento dinerario. 7""

Por otra parte, si al dinero 1c cabe la función_de_mc.dio de circulación, <| j0~se j^^ vueltoráulohorno. ~5c las mercancías. fet-íimtc.l_su_jnovj-míonto en cuanto medio de circulación nojJE, on r^nlidnf 1. más que el movimiento formal^de aquéllas. De ahí que este "u l t imo movimiento"~Tcnga que reflejarse, incluso de manera sensible, en el curso del dinero. El doble cambio de forma de la mercancía se refleja en el cambio de u b i cación, también doble, de la misma pieza dineraria. siempre que consideremos la metamorfosis global de una mercancía en la reiterada repetición de su cambio de lugar: siempre que consideremos en su interconexión el entrelazamiento de las innumerables metamorfosis, Las_ mismas piezas dincrarias llegan como figura enajenada de la mercancía a rmmósTdel vendedor ylásTaWndonan comojtgüra absolutamente enajenable de la misma. Ambas veces el olíicTo^peía de la misma manera, como medio de compra primero de una, luego de la otra mercancía. Poro para la misma mercancía, la conexión interna de ambos procesos

» "No nene" [el dinero! "otro movimienio que el que le imprimen los producios." (Le Tresne, op. c¡i., p. HH5.)

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l a s j r i anosde su poseedor priginjujo. Seguramente, si después de comprar la biSBa el tejedor Vende lienzo una vez más, el dinero volverá a sus manos. Pero no retorna a trayés de la circulación de las primeras 20 varas de lienzo, que, antes bien, lo hicieron pasar de manos del tejedor a las del vendedor de biblias. Sí regresa es a causa única¬mente de que el mismo proceso de circulación se renueva o reitera para c'aora~mieva mercancía, y finaliza _e_n jesig_

j^asp,.como en.Jos anteriores, con el mismo resultado. La forma impartida directamente al dinero por la circulación mercanti l , pues, consiste en su constante alejamiento del punto de part ida, su pasaje de manos de un poseedor de mercancías a las de otro, o su curso {atrreney, conrs de ¡a tnonnaie).

El curso del dinero muestra una repetición constanlc y monótona del mismo proceso. La mercancía siempre está al Jado del vendedor, el dinero siempre al lado del adquirenic, como medio de compra. Oficia de medio de compra al realizar el precio de la mercancía. Y al realizarlo, transfiere la mercancía de manos del vendedor a las del comprador, mientras él mismo se aleja, a la vez, de las manos del comprador y pasa a las del venuedur, p m u repetir luego el mismo proceso con otra mercancía. E l hecho de que esta forma unilateral do movimiento dul di— ñero nazca del movimiento formal hifacético de la mercancía, queda encubierto. La naturaleza misma de la circulación mercanti l ocasiona la apariencia contraria. La primera metamorfosis de la mercancía no sólo es visible en cuanto movimiento del dinero, sino como movimiento de la mercancía misma: por el contrario, 5U segunda metamorfosis solamente es visible como movimiento del dinero. En la primera mitad de su circulación, la mercancía cam-biaha de lugares con el dinero. De este modo, y a la vez, su figura de uso quedaba marginada de la circulación, pasaba al ámbito del consumo. 7 1 La sustituía su figura de valor, o larva del dinero. L a segunda mitad de la circulación ya no la recorre envuelta en su piel propia y natural ,

" Incluso cuando se vende ana y otra vez la misma mer-eunciu —fenómeno que por el momento no existe para nosotros—. la venta liliíma y definitiva la hace pasar de la esfera de h circulación [i I L del consumo, para servir en ésta como medio de subsistencia t> de producción.

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sino en la del oro. Con ello, la continuidad del mov imiento recae enteramente en el dinero, y el mismo movimiento que supone dos procesos contrapuestos para la mercancía, implica siempre, como movimiento propio del dinero, el mismo proceso, esto es. su cambio de lugar-con otra mercancía siempre cambiante. JEI resultado de la circulación

_de_ mercancías —:ia_sjsthuriori7fc una mercancía por o t r a — sc_presenta mediado, pues, no por el" propio cambio de forma experimentado pur aquéllas, sino p la función del dinero como medio de circulación\ ésteJiücc-C4r-Cular_. Tas

~IneíCañcías7en si y para si carentes de movimiento, trans-fíri éndol as, sjejn presen jcnt idq_con_trario al dc_sü propio curso, de manos de aquel para quien son ncty_a]ore_s de

_us_o, ajnajios^de tunen Ja^considera valores de uso. Constantemente aleja del ámbito de la circulación las mercancías, al ocupar una y otra vez ios lugares que éstas dejan libre en aquélla, con lo cual el mismo se alejo de su punto de partida. Por consiguiente, aunque el movimiento del dinero no sea más que una expresión de la circulación de mercancías, ésta se presenta, a la inversa, como mero resultado del movimiento dinerario. 7""

Por otra parte, si al dinero 1c cabe la función_de_mc.dio de circulación, <| j0~se j^^ vueltoráulohorno. ~5c las mercancías. fet-íimtc.l_su_jnovj-míonto en cuanto medio de circulación nojJE, on r^nlidnf 1. más que el movimiento formal^de aquéllas. De ahí que este "u l t imo movimiento"~Tcnga que reflejarse, incluso de manera sensible, en el curso del dinero. El doble cambio de forma de la mercancía se refleja en el cambio de u b i cación, también doble, de la misma pieza dineraria. siempre que consideremos la metamorfosis global de una mercancía en la reiterada repetición de su cambio de lugar: siempre que consideremos en su interconexión el entrelazamiento de las innumerables metamorfosis, Las_ mismas piezas dincrarias llegan como figura enajenada de la mercancía a rmmósTdel vendedor ylásTaWndonan comojtgüra absolutamente enajenable de la misma. Ambas veces el olíicTo^peía de la misma manera, como medio de compra primero de una, luego de la otra mercancía. Poro para la misma mercancía, la conexión interna de ambos procesos

» "No nene" [el dinero! "otro movimienio que el que le imprimen los producios." (Le Tresne, op. c¡i., p. HH5.)

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se pune efe manifiesto en el movimiento doble y antitético impreso a las mismas piezas dineradas. Las mismas ¿£ 2 que en la compra del lienzo pasaban del bolsillo del cult ivador de trigo a! del tejedor de lienzo, emigran de este último bolsi l lo cuando se efectúa la compra de la bibl ia. Se trata de un cambio doble de ubicación y, si considerarnos el lienzo o sus representantes como el centro, de un cambio en sentido contrar io : positivo en el caso del ingreso de dinero, negativo en el de su egreso, 3 Cuando, por el contrario, sólo se operan metamorfosis unilaterales de mercancías —meras ventas o simples compras, como se quier a — , el mismo dinero cambia únicamente una vez de lugar. Su segund-Q^cambio _dc_.ubicacióji .expresa siempre la

^ s e ^ d a _ m e j a m o r f o s i s ^ J & M ^ ^ ^ ^ S reconversión^de éRta-en-dinerQ^

Por lo demás, se comprende de suyo que todo esto sólo se aplica a la forma que consideramos, la de la circulación mercanti l simple.

A l dar su primer paso en la circulación, al cambiar por pr imera vez de forma» toda mercancía queda margi nada de aquélla, en la cual entran constantemente nuevas mercancías. En cuanta medio de circulación, por el contrario, el dinero está instalado permanentemente en la esfera de la circulación y traj ina en ella sin pausa. Se plantea

• En la 4^ edición, el pasaje que va desde "El doble cambio tic farmu" hiista "Lel de su egreso", dice ÜSÍ : "Asi, por ejemplo, el lienza transforma primero ^u forma mercantil en su forma dincraria. El lármína final de su primera metamorfosis, M-D, la forma díneraria, se vuelve luego el primer rérmino de su última metamorfosis D-M r de su reconversión en la biblia. Perú cada uno de esos dos cambias de forma se opera a través de un intercambio entre mercancía y cimero, que cambian reciprocamente de ribicació/i. Las mismas piezas dmerarias llegan como figure enajenada de ia mercancía á manos deí vendedor, y !ns abandonan :omo figura absolutamente enajenable de la m/r-ma. Cnmbinn dos veces de ubicación. La primcrii metamorfosis del lienzo pone esas piezas en cE bolsillo úc\ tejedor: la segunda las extrae de allí. Los dos cambios formales opuestos de la misma mercancía, pues, se re Dejan en el doble cambio de lugar, en sentido conírnrioh del dinero".

B En la 4^ edición se agregó esta oración: "En el frecuente cambio de ubicación de las mismas piezas dinerarias se refleja no sólo la serie de metamorfosis de una mercancía única, sino también el entrelazamiento de las innumerables metamorfosis que se operan en el mundo de las mercancías en gEneral".

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entonces e! interrogante de cuánto dinero absorbe constantemente dicha esfera.

E n un país se efectúan todos les días, simultáneamente y por tanto yuxtapuestas en el espacio, numerosas metamorfosis unilaterales de mercancías, o en otras palabras, meras ventas por una parte, i por otra simples compras. En sus precios, las mercancías ya están equiparadas a determinadas cantidades figuradas de dinero. Ahora bien, como la forma de circulación directa, aquí considerada^ hace_quj_s7e^ñpre se enTren ten "entre ~si y de manera tangihle ía mercancía y el dinero -—la una en el polo tic 1 a venta, el otro en el poío opuesto, el de la comp r a — , ja maja_de^iedÍQS_de_circulación requer ida^ara_el proceso de circulación del mundo mercantil es taba dctgr-

* minada^por la suma dejbs_j)ijxh$.3 que se intercambian Fas m e r can cía s~. En rigor, el dinerjj__rLQ^ hace más que rc-presenlar de un modo re¿TTa~_suma de oro ya expresada idealmente^érT^TjT^suma de los JuecBs_ alcanzados por aqüellas~De ariT que demos por sobrentendida "la igual*-

"^TiEÍti de esas sumas. Sabemos, no obstante, que a valores constantes de las mercancías, sus precios varían juntamente con el valor del oro (del material d inc rar i o ) : suben propoicionalmentc a la baja de este último, y bajan cuando el mismo sube. Si la suma de los precios a l canzados por las mercancías mímenla ñ jlT^míñíTye, ljü" masa ~deT dinero circulante habrá de^acrecentarse o redu-

"~inffnr~e"rr~i gUSj'^fo^ul^roñ". Es verdad qiié~lg^yajrar^n que se opera en la masa_de_los medios de ciixulación^reconoce / su origen en d dinero mismo L_rjero~ no en su papel de

Tncdio de circulación^ sino en su ¡unción de medir el valor, Primero, ¿rpréciodc las mercancías vana en razón inversa al valor del dinero^ y luego ía masa de medios de c ircu

l a c i ó n s¿~rno3ííica en própwaójrjli^^

IrTcrcancíás. 'ÜnTcnómeno idéntico se produciría s i , por — " e j e m p l o " en vez de disminuir el precio del oro, la plata lo

sustituyera como medida del valor, o si en lugar de aumentar el valor de la plata, el oro h desplazara de la función de medir el valor. En el primer caso tendría que circular más plata que antes oro; en el segundo, menos oro que antes plata. En ambos casos se habría modificado el valor del material dinerario, esto es, de la mercancía que funciona como medida de los valores, y por tanto la expresión correspondiente a los precios de ios valores mer-

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se pune efe manifiesto en el movimiento doble y antitético impreso a las mismas piezas dineradas. Las mismas ¿£ 2 que en la compra del lienzo pasaban del bolsillo del cult ivador de trigo a! del tejedor de lienzo, emigran de este último bolsi l lo cuando se efectúa la compra de la bibl ia. Se trata de un cambio doble de ubicación y, si considerarnos el lienzo o sus representantes como el centro, de un cambio en sentido contrar io : positivo en el caso del ingreso de dinero, negativo en el de su egreso, 3 Cuando, por el contrario, sólo se operan metamorfosis unilaterales de mercancías —meras ventas o simples compras, como se quier a — , el mismo dinero cambia únicamente una vez de lugar. Su segund-Q^cambio _dc_.ubicacióji .expresa siempre la

^ s e ^ d a _ m e j a m o r f o s i s ^ J & M ^ ^ ^ ^ S reconversión^de éRta-en-dinerQ^

Por lo demás, se comprende de suyo que todo esto sólo se aplica a la forma que consideramos, la de la circulación mercanti l simple.

A l dar su primer paso en la circulación, al cambiar por pr imera vez de forma» toda mercancía queda margi nada de aquélla, en la cual entran constantemente nuevas mercancías. En cuanta medio de circulación, por el contrario, el dinero está instalado permanentemente en la esfera de la circulación y traj ina en ella sin pausa. Se plantea

• En la 4^ edición, el pasaje que va desde "El doble cambio tic farmu" hiista "Lel de su egreso", dice ÜSÍ : "Asi, por ejemplo, el lienza transforma primero ^u forma mercantil en su forma dincraria. El lármína final de su primera metamorfosis, M-D, la forma díneraria, se vuelve luego el primer rérmino de su última metamorfosis D-M r de su reconversión en la biblia. Perú cada uno de esos dos cambias de forma se opera a través de un intercambio entre mercancía y cimero, que cambian reciprocamente de ribicació/i. Las mismas piezas dmerarias llegan como figure enajenada de ia mercancía á manos deí vendedor, y !ns abandonan :omo figura absolutamente enajenable de la m/r-ma. Cnmbinn dos veces de ubicación. La primcrii metamorfosis del lienzo pone esas piezas en cE bolsillo úc\ tejedor: la segunda las extrae de allí. Los dos cambios formales opuestos de la misma mercancía, pues, se re Dejan en el doble cambio de lugar, en sentido conírnrioh del dinero".

B En la 4^ edición se agregó esta oración: "En el frecuente cambio de ubicación de las mismas piezas dinerarias se refleja no sólo la serie de metamorfosis de una mercancía única, sino también el entrelazamiento de las innumerables metamorfosis que se operan en el mundo de las mercancías en gEneral".

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entonces e! interrogante de cuánto dinero absorbe constantemente dicha esfera.

E n un país se efectúan todos les días, simultáneamente y por tanto yuxtapuestas en el espacio, numerosas metamorfosis unilaterales de mercancías, o en otras palabras, meras ventas por una parte, i por otra simples compras. En sus precios, las mercancías ya están equiparadas a determinadas cantidades figuradas de dinero. Ahora bien, como la forma de circulación directa, aquí considerada^ hace_quj_s7e^ñpre se enTren ten "entre ~si y de manera tangihle ía mercancía y el dinero -—la una en el polo tic 1 a venta, el otro en el poío opuesto, el de la comp r a — , ja maja_de^iedÍQS_de_circulación requer ida^ara_el proceso de circulación del mundo mercantil es taba dctgr-

* minada^por la suma dejbs_j)ijxh$.3 que se intercambian Fas m e r can cía s~. En rigor, el dinerjj__rLQ^ hace más que rc-presenlar de un modo re¿TTa~_suma de oro ya expresada idealmente^érT^TjT^suma de los JuecBs_ alcanzados por aqüellas~De ariT que demos por sobrentendida "la igual*-

"^TiEÍti de esas sumas. Sabemos, no obstante, que a valores constantes de las mercancías, sus precios varían juntamente con el valor del oro (del material d inc rar i o ) : suben propoicionalmentc a la baja de este último, y bajan cuando el mismo sube. Si la suma de los precios a l canzados por las mercancías mímenla ñ jlT^míñíTye, ljü" masa ~deT dinero circulante habrá de^acrecentarse o redu-

"~inffnr~e"rr~i gUSj'^fo^ul^roñ". Es verdad qiié~lg^yajrar^n que se opera en la masa_de_los medios de ciixulación^reconoce / su origen en d dinero mismo L_rjero~ no en su papel de

Tncdio de circulación^ sino en su ¡unción de medir el valor, Primero, ¿rpréciodc las mercancías vana en razón inversa al valor del dinero^ y luego ía masa de medios de c ircu

l a c i ó n s¿~rno3ííica en própwaójrjli^^

IrTcrcancíás. 'ÜnTcnómeno idéntico se produciría s i , por — " e j e m p l o " en vez de disminuir el precio del oro, la plata lo

sustituyera como medida del valor, o si en lugar de aumentar el valor de la plata, el oro h desplazara de la función de medir el valor. En el primer caso tendría que circular más plata que antes oro; en el segundo, menos oro que antes plata. En ambos casos se habría modificado el valor del material dinerario, esto es, de la mercancía que funciona como medida de los valores, y por tanto la expresión correspondiente a los precios de ios valores mer-

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cantiles, y por ende la masa del dinero circulante que sirve para la realización de esos precios. Vimos que la esfera de la circulación mercanti l presenta un ori f ic io por el cual penetra el oro (o la plata, en una palabra, el material del d inero ) como mercancía de un valor dado. Dicho valor está presupuesto en la función que el dinero desempeña corno medida de valor, y por ende en ia fijación de precios. Ahora bien, si baja el valor de la medida de los valores, esto se manifestará ante todo en que variarán los precios de las mercancías que se intercambian directamente por los metales preciosos en cuanto mercancías, en los lugares de producción de los mismos. Particularmente en los estadios menos desarrollados de la sociedad burguesa, du rante mucho t iempo una gran parte de las demás mercancías seguirá tasándose conforme al valor anticuada, ahora i lusorio, de la medida del valor. No obstante, a través de la relación de valor que media entre ambas, una mercancía contamina a la otra, los precios áureos o argénteos de las mercancías se nivelan paulatinamente cor arreglo a las proporciones determinadas por sus propias valores, hasta que, en conclusión, se estiman todos los valores mercantiles conforme al nuevo valor del metal d ine ra rm Este proceso de nivelación se ve acompañado por e l incremento incesante de los metales preciosos, que aQujrcjj cu ¿aüphLcu Je Ida uiciLaiicías i iUcLCiuiibit id^ d i rectamente por ellos. E n la_ rnjsma_medida, pues, en que se generaliza el reajuste^Je precios de las mercancías^o^ye se ]^tj f f lan_ sus^j¿aíores^e^cücrdo-cnn el valor nuevo del metal —más ha|o_y^as ia_c ier to punto, aun. e n . d i s m i m i ^ "

V; "ctón—, ya se dispone^ambién^i

ciorial g u r ^ T T c q u i e r e para realizar dichos yatoresTT3 ""análisis unilateral de los hechos que siguieran al descubri¬

miento de los nuevos yacimientos auríferos y argentíferos, indujo en el siglo x v i i , y sobre todo en el x v m , a la conclusión errónea de que ios precios habían aumentado porque era mayor la cantidad de oro y plata que funcionaba como medio de circulación. En lo sucesivo se parte del supuesto de que el valor del oro está dado, como de hecho lo está en el momento de establecerse los precios.

Bajo este supuesto, pues, la masa 3er jos tnetnos de circulación queda determinada porjajsumajíe^

j i re"aI¡zaf~3gTtgr^mercátáiax^STlmpnn^ adernás,._que 3 prÍPjo_3e":ada clase j i é "mercancía ya está dado/ es

144

obvio que la mnmjf¿ los precios alcanzados p o r j a s mercancías dependerá <^_io_masujh^ ¿Mas uue se cncuerirre eh — l a ^ c i r cu l aaon . No es necesario devanarse lus sesos

" pa ra comprender que si I umtrter de trigo cuesta -C 2. KHÍ quarters costuran £ 200, 200 yuaner* i " 4UO, etc.. \ que, por t u n t j h u la p;ir de la masa de trigo tendrá que uumcnlar la masa de dinaro que, en la venta, cambia de lugar con el cereal.

Si suponemos que la masa de las menam-ia*\ esta dada, la ^dcTdmjjro circulante crecLTiTo" decrecerá con arreglo_u

Itt'oscilaciones que experimenten los precio^ de las jmv-~~ carTcTál 7~Aü rife ñ t n o LI i sini i r i uyT p o rqu e l a _sv i ma -¿Lulos^jae -

' ~~¿ió\ de las mcrc:iiieías subc_u baja ^^onsecjjcT^da de_ IjTjs "cambios que se operan en sus precio^ Para que ello ocurra

j n ~ m o d d " a l p n u hace falla que simultáneamente se incrc-mcnlen o reduzcan los precios de todas tas mercancías. £1 alza en los piccios de cierto numero de arícalos decisivos es suficiente en un caso, o lu baja de sus precio?, en el otro, paru que aumenie o disminuya la MOHU de lo* precita — q u e hay que rea l i zar— de lodus las mercancías en circulación, y por lanío para lanzar más o menos dinero a la circulación. Sea que el cambio en los precios de las mercancías refluje un cambio real de su valor o simples oscilaciones de los precios cu el mercado, el c i e n o sobre la masa ue los medios ue elrculu^úri sarai el umi iks .

Supongamos ahora cierto número de ventas o metamorfosis pare taTeV rare ñus de relación entre sí. simultáneas y~por raTñTryTi^apiicMn* enJel_espaeioh por ejemplo la Je Ì tnnlrleTU^rtñc^i) varas de lienzo, 1 bibl ia. 4 galones de aguardiente. J t _ d Jireck) i je cada articulo fuera de y por tanto la suma ce jos precios a realizar igual a L . t j ,

^endr]a~^üe^riuar a la nrculución una masa dincraria Je i Por el contrario, si las niìsnnuirncrcancias fueran esEH r^o^es^nrii» serie Iíe~rtictalhoTfosjS que ya conocemos^ 1

"^¡íflrrer de i r i g o " ài 1 - 20 varas de lienzo - C 2 - 1 biblia -£ 2 - 4 galones de aguardiente - J - 2. leñemos ouc £ 2 hacen circular por t u m o las rncTeuncíasLrealizando sucesivamente sus precios y por tanto también ia a p i a d e

" éstos ( £~8"r^garíh r p p ^ c y p u p ú l t i ^ ^ _ destilador. Las ii 2. uucs.j 'cdlizun cuatro jet orruhs. Este

reiterado cambio de ubicación por parte de Tal mismas piezas dinerarias representa el doble cambio formal du la mercancía, su movimiento a través de la* dos fases eun-

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cantiles, y por ende la masa del dinero circulante que sirve para la realización de esos precios. Vimos que la esfera de la circulación mercanti l presenta un ori f ic io por el cual penetra el oro (o la plata, en una palabra, el material del d inero ) como mercancía de un valor dado. Dicho valor está presupuesto en la función que el dinero desempeña corno medida de valor, y por ende en ia fijación de precios. Ahora bien, si baja el valor de la medida de los valores, esto se manifestará ante todo en que variarán los precios de las mercancías que se intercambian directamente por los metales preciosos en cuanto mercancías, en los lugares de producción de los mismos. Particularmente en los estadios menos desarrollados de la sociedad burguesa, du rante mucho t iempo una gran parte de las demás mercancías seguirá tasándose conforme al valor anticuada, ahora i lusorio, de la medida del valor. No obstante, a través de la relación de valor que media entre ambas, una mercancía contamina a la otra, los precios áureos o argénteos de las mercancías se nivelan paulatinamente cor arreglo a las proporciones determinadas por sus propias valores, hasta que, en conclusión, se estiman todos los valores mercantiles conforme al nuevo valor del metal d ine ra rm Este proceso de nivelación se ve acompañado por e l incremento incesante de los metales preciosos, que aQujrcjj cu ¿aüphLcu Je Ida uiciLaiicías i iUcLCiuiibit id^ d i rectamente por ellos. E n la_ rnjsma_medida, pues, en que se generaliza el reajuste^Je precios de las mercancías^o^ye se ]^tj f f lan_ sus^j¿aíores^e^cücrdo-cnn el valor nuevo del metal —más ha|o_y^as ia_c ier to punto, aun. e n . d i s m i m i ^ "

V; "ctón—, ya se dispone^ambién^i

ciorial g u r ^ T T c q u i e r e para realizar dichos yatoresTT3 ""análisis unilateral de los hechos que siguieran al descubri¬

miento de los nuevos yacimientos auríferos y argentíferos, indujo en el siglo x v i i , y sobre todo en el x v m , a la conclusión errónea de que ios precios habían aumentado porque era mayor la cantidad de oro y plata que funcionaba como medio de circulación. En lo sucesivo se parte del supuesto de que el valor del oro está dado, como de hecho lo está en el momento de establecerse los precios.

Bajo este supuesto, pues, la masa 3er jos tnetnos de circulación queda determinada porjajsumajíe^

j i re"aI¡zaf~3gTtgr^mercátáiax^STlmpnn^ adernás,._que 3 prÍPjo_3e":ada clase j i é "mercancía ya está dado/ es

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obvio que la mnmjf¿ los precios alcanzados p o r j a s mercancías dependerá <^_io_masujh^ ¿Mas uue se cncuerirre eh — l a ^ c i r cu l aaon . No es necesario devanarse lus sesos

" pa ra comprender que si I umtrter de trigo cuesta -C 2. KHÍ quarters costuran £ 200, 200 yuaner* i " 4UO, etc.. \ que, por t u n t j h u la p;ir de la masa de trigo tendrá que uumcnlar la masa de dinaro que, en la venta, cambia de lugar con el cereal.

Si suponemos que la masa de las menam-ia*\ esta dada, la ^dcTdmjjro circulante crecLTiTo" decrecerá con arreglo_u

Itt'oscilaciones que experimenten los precio^ de las jmv-~~ carTcTál 7~Aü rife ñ t n o LI i sini i r i uyT p o rqu e l a _sv i ma -¿Lulos^jae -

' ~~¿ió\ de las mcrc:iiieías subc_u baja ^^onsecjjcT^da de_ IjTjs "cambios que se operan en sus precio^ Para que ello ocurra

j n ~ m o d d " a l p n u hace falla que simultáneamente se incrc-mcnlen o reduzcan los precios de todas tas mercancías. £1 alza en los piccios de cierto numero de arícalos decisivos es suficiente en un caso, o lu baja de sus precio?, en el otro, paru que aumenie o disminuya la MOHU de lo* precita — q u e hay que rea l i zar— de lodus las mercancías en circulación, y por lanío para lanzar más o menos dinero a la circulación. Sea que el cambio en los precios de las mercancías refluje un cambio real de su valor o simples oscilaciones de los precios cu el mercado, el c i e n o sobre la masa ue los medios ue elrculu^úri sarai el umi iks .

Supongamos ahora cierto número de ventas o metamorfosis pare taTeV rare ñus de relación entre sí. simultáneas y~por raTñTryTi^apiicMn* enJel_espaeioh por ejemplo la Je Ì tnnlrleTU^rtñc^i) varas de lienzo, 1 bibl ia. 4 galones de aguardiente. J t _ d Jireck) i je cada articulo fuera de y por tanto la suma ce jos precios a realizar igual a L . t j ,

^endr]a~^üe^riuar a la nrculución una masa dincraria Je i Por el contrario, si las niìsnnuirncrcancias fueran esEH r^o^es^nrii» serie Iíe~rtictalhoTfosjS que ya conocemos^ 1

"^¡íflrrer de i r i g o " ài 1 - 20 varas de lienzo - C 2 - 1 biblia -£ 2 - 4 galones de aguardiente - J - 2. leñemos ouc £ 2 hacen circular por t u m o las rncTeuncíasLrealizando sucesivamente sus precios y por tanto también ia a p i a d e

" éstos ( £~8"r^garíh r p p ^ c y p u p ú l t i ^ ^ _ destilador. Las ii 2. uucs.j 'cdlizun cuatro jet orruhs. Este

reiterado cambio de ubicación por parte de Tal mismas piezas dinerarias representa el doble cambio formal du la mercancía, su movimiento a través de la* dos fases eun-

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impuestas ae Ja circulación y el entrelazamiento de las metamorfosis experimentadas por diversas mercancías. : r i

Las fases entre s í L a_frayés de Tas "cuales" discurre ese proceso, no pueden estar e a g ^ ^ j -

^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ g unas a otras_en el tiempo. X a s fracciones de tiempo constituyen l a mecíida que se aplica a la duración del proceso, o, en otras palabras, ej número de los recamólos de Jas mismas piezas dineradas en mi i ietiaflOáMCj mjde la velocidad^eTcurso

Jlliñerário. Digamos que el proceso de mmlacmi aV aepig« llas cuatro mercancías dura, por ejemplo, un dia. Tendremos entonces que la suma de precios que hay que realizar será de £. S; la cantidad de recorridos de las mismas piezas dínerarias a lo largo del día, 4, y la masa de dinero circulante, £ 2, o sea que para una fracción determinada del tiempo que dura el proceso de circulación, la relación será la siguiente:

Suma de Tos precios de Ins mercancías - -•- . = masa del dinero que

Número de recorridas de fas piezas - — — dinerarias de Ja misma denominación

_Jtínaom_cpnm_m£^ÍQ de circulación. La vigencia de esta ley es general. Sin duda, ej_j3ror^so_de_circulación de un país^en un período dado, abarca por una parte numerosas

"ventas (compras ) d i s p r ^ a ^ j k "mulríneas y espaaalmenie yuxtapuestas, en ias_que^Tas_

" m i s m a s piezas dinerarias sólo cambian una vez de ubicar o n y ño^efectuán más que un recorrido~y" poFotra parte

J ^ ^ ^ ^ T ^ ^ f e ^ g ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ t ^ g l l ^ ^ ^ ^ ñiayor^ o menor de eslabones, de las que algunas se desenvuelven paralelamente y otras se entrelazan con las vecinas, y en las cuales las mismas piezas dinerarias ejecutan recorridos más o menos numerosos, j j o obstante, el numero total de los recorridos efectuados por todas las piezas Cinerarias

Wt$ SS encxñTñíran circulando y tieñérTlá misñía denominación, permite oblener 'eT'itúmero medio_d^ los_ recorridos c^ce jcxüía^^ la velocjdarí media del

Z^cürsp~dej 7 3 í n ¿ r t a rhása diñeraria que," por ejemplo, se

r" "Son los productos los que lo ponen en movimiento" {al dinero) "'y \o hacen c i rcular . . . La celeridad de su movimiento" íesio es. del dinero) 'suple a su cantidad. Cuando hay necesidad de ello, se desliza de mano en mano sin detenerse un instante." (Le Trosnc. op. tiu pp. 515, 9Í6.)

146

lanza al comienzo del proceso diario de circulación, está naturalmente determinada por la suma dt los precios de las mercancías que circulan al mismo tiempo y yuxtapuestas en ti espacio. Pero dentro del proceso, por así decirlo, a una pieza dinerada s"e~TaTiace^fespons^ble de la otra. Si una aceleTa~la~^eT^ curso, 5e_amtnora la dé l a otra, o incluso ésta se j iparta por~cT)mpleto~de^la esferjfde la cjfcülacióV. ^ya que diefia esfera sólo puédiT absorber una masa de oro q u e ^ j ^ l t i p n el njrnero medio

~3z~recorridos ^ee^uadoT^ol^suTeleTrñeñio indiv idual , equi¬" y^E^^^^^^^^li^^^^1^^ s e r realizarláTPbr^

consiguientej^si aujnenta erñumero de "süs r c c ^ i ü o ^ d e -creccra sujrnasa circulante. Si-d* ts^runuye~ei_ ñumero"c1e~1os

,mismcs^ .au jne j i tu r i _ su_m^a . Como, dada una velocidad media, está dada la masa del dinero que puede funcionar como medio de circulación, basta con lanzar a la circulación, por ejemplo, una cantidad determinada de billetes de una l ibra para retirar de aquélla otros tantcs soberanos, un juego de manos que todos los bancos conocen a la perfección.

Así como en el curso del dinero, en general, únicamente j e manifiesta el proceso de circulación de las mercancías —va le decir, el cíelo de éstas a través de metamorfosis contrapuestas—, en Ja velocidad del curso del dinero se manifiesta la velocidad de su cambio de forma, la concatenación incesante de las senes metamorficas, la premura dei metabolismo, la velocidad con que las mercancías desaparecen de la esfera circulatoria y su sustitución, igualmente rápida, por otras mercancías. jyi^la_-Vfilocidad dcj_curso dincrario, pues, j íLmanjf ies laJ de las fases contrapuestas y complementarias^ transfor

mac ión Je la figura de usdelTfígura de v d o i ' y reconversión i íe^sla^n_jo^níl la, o unidad de los dos procesos de la compra y la venta. A j g jnversa . en ia r c d u r c i ^ d e j a yelo-_ cidad del curso_dmcnirio_se pone de manifiesto e n i e c h o fjg jcjñe esos" procesos - se disocmnt se vuelven autóno

mos y antagónicos, el hecho del estancamiento del cambio de formas, y, por consiguiente, del metabolismo. L a circulación misma, desde luego, no nos explica cuáles son las causas que mot ivan ese estancamiento. Se l imita a mostrarnos ei fenómeno., El público en general, al ver que cuando aminora la velocidad del curso del dinero éste aparece y desaparece con menos frecuencia en rodos los

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impuestas ae Ja circulación y el entrelazamiento de las metamorfosis experimentadas por diversas mercancías. : r i

Las fases entre s í L a_frayés de Tas "cuales" discurre ese proceso, no pueden estar e a g ^ ^ j -

^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ g unas a otras_en el tiempo. X a s fracciones de tiempo constituyen l a mecíida que se aplica a la duración del proceso, o, en otras palabras, ej número de los recamólos de Jas mismas piezas dineradas en mi i ietiaflOáMCj mjde la velocidad^eTcurso

Jlliñerário. Digamos que el proceso de mmlacmi aV aepig« llas cuatro mercancías dura, por ejemplo, un dia. Tendremos entonces que la suma de precios que hay que realizar será de £. S; la cantidad de recorridos de las mismas piezas dínerarias a lo largo del día, 4, y la masa de dinero circulante, £ 2, o sea que para una fracción determinada del tiempo que dura el proceso de circulación, la relación será la siguiente:

Suma de Tos precios de Ins mercancías - -•- . = masa del dinero que

Número de recorridas de fas piezas - — — dinerarias de Ja misma denominación

_Jtínaom_cpnm_m£^ÍQ de circulación. La vigencia de esta ley es general. Sin duda, ej_j3ror^so_de_circulación de un país^en un período dado, abarca por una parte numerosas

"ventas (compras ) d i s p r ^ a ^ j k "mulríneas y espaaalmenie yuxtapuestas, en ias_que^Tas_

" m i s m a s piezas dinerarias sólo cambian una vez de ubicar o n y ño^efectuán más que un recorrido~y" poFotra parte

J ^ ^ ^ ^ T ^ ^ f e ^ g ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ t ^ g l l ^ ^ ^ ^ ñiayor^ o menor de eslabones, de las que algunas se desenvuelven paralelamente y otras se entrelazan con las vecinas, y en las cuales las mismas piezas dinerarias ejecutan recorridos más o menos numerosos, j j o obstante, el numero total de los recorridos efectuados por todas las piezas Cinerarias

Wt$ SS encxñTñíran circulando y tieñérTlá misñía denominación, permite oblener 'eT'itúmero medio_d^ los_ recorridos c^ce jcxüía^^ la velocjdarí media del

Z^cürsp~dej 7 3 í n ¿ r t a rhása diñeraria que," por ejemplo, se

r" "Son los productos los que lo ponen en movimiento" {al dinero) "'y \o hacen c i rcular . . . La celeridad de su movimiento" íesio es. del dinero) 'suple a su cantidad. Cuando hay necesidad de ello, se desliza de mano en mano sin detenerse un instante." (Le Trosnc. op. tiu pp. 515, 9Í6.)

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lanza al comienzo del proceso diario de circulación, está naturalmente determinada por la suma dt los precios de las mercancías que circulan al mismo tiempo y yuxtapuestas en ti espacio. Pero dentro del proceso, por así decirlo, a una pieza dinerada s"e~TaTiace^fespons^ble de la otra. Si una aceleTa~la~^eT^ curso, 5e_amtnora la dé l a otra, o incluso ésta se j iparta por~cT)mpleto~de^la esferjfde la cjfcülacióV. ^ya que diefia esfera sólo puédiT absorber una masa de oro q u e ^ j ^ l t i p n el njrnero medio

~3z~recorridos ^ee^uadoT^ol^suTeleTrñeñio indiv idual , equi¬" y^E^^^^^^^^li^^^^1^^ s e r realizarláTPbr^

consiguientej^si aujnenta erñumero de "süs r c c ^ i ü o ^ d e -creccra sujrnasa circulante. Si-d* ts^runuye~ei_ ñumero"c1e~1os

,mismcs^ .au jne j i tu r i _ su_m^a . Como, dada una velocidad media, está dada la masa del dinero que puede funcionar como medio de circulación, basta con lanzar a la circulación, por ejemplo, una cantidad determinada de billetes de una l ibra para retirar de aquélla otros tantcs soberanos, un juego de manos que todos los bancos conocen a la perfección.

Así como en el curso del dinero, en general, únicamente j e manifiesta el proceso de circulación de las mercancías —va le decir, el cíelo de éstas a través de metamorfosis contrapuestas—, en Ja velocidad del curso del dinero se manifiesta la velocidad de su cambio de forma, la concatenación incesante de las senes metamorficas, la premura dei metabolismo, la velocidad con que las mercancías desaparecen de la esfera circulatoria y su sustitución, igualmente rápida, por otras mercancías. jyi^la_-Vfilocidad dcj_curso dincrario, pues, j íLmanjf ies laJ de las fases contrapuestas y complementarias^ transfor

mac ión Je la figura de usdelTfígura de v d o i ' y reconversión i íe^sla^n_jo^níl la, o unidad de los dos procesos de la compra y la venta. A j g jnversa . en ia r c d u r c i ^ d e j a yelo-_ cidad del curso_dmcnirio_se pone de manifiesto e n i e c h o fjg jcjñe esos" procesos - se disocmnt se vuelven autóno

mos y antagónicos, el hecho del estancamiento del cambio de formas, y, por consiguiente, del metabolismo. L a circulación misma, desde luego, no nos explica cuáles son las causas que mot ivan ese estancamiento. Se l imita a mostrarnos ei fenómeno., El público en general, al ver que cuando aminora la velocidad del curso del dinero éste aparece y desaparece con menos frecuencia en rodos los

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puntos periféricos de la circulación, tiende a explicar ese fenómeno por la cantidad insuficiente de medios de circulación.17

^ por^.cQnsjguierjte, la caj i t idajJ. lotaLdi jL dinero que en cada espacio"de t iempo actúa como medio de circulacjón, queda determinada^de una i^¿? f _RP r la suma de Jos-prscias

"cfeT conjuntó de las^marajicías circuJajUcsi de otra parle, "^ór^nTlIüencia" "más lenta_o jnás rápida de_5us procesos

antitéticos -de d7cülácton, de ¡o cual . dep_ende ]a_ parte j p r g ^ r c i o n a l "de'ésá Tsuma_de~^rjeios que puede_ser_rea!i-" ¿a3a por las mismas piezas dinerarias. Perojs\_simta de íos

n "Como el dinero . , , es la medida común de [a compra y la venia, todo el que tiene algo para vender y no puede conseguir compradores puru sus ¡míenlos, tiende enseguida a pensar que la causa de que aquéllos no tengan salida es la escasez 4$ úinevo en el reino, o en e! país; y así, el clamor general es que escasea el dinero; lo cual es un gran error . - . ¿Que pretenden los que claman que haya más dinero? . . . El agricultor se queja . .. Piensa que si hubiera más dinero en el país, podría obtener un buen precio por sus producios , . , Parece entonces que lo que necesite no es dinero, sino un precio para sus granos y su ganado* a los que desearía vender, pero no puede... ¿Por qué no puede obtener un buen precio'.' . . . D o porque hay muchos granos y ganado en el país, con lo eu:ií la mayor parte de tos que acuden al mercado tienen necesidad de vender, como él, y pocos la de comprar, o 2) porque se reduce la salítin usual, mediante ¡a exportación, hacia t i cnitnnjcro . . . O hísn, 3) el consumo decie. comn ptir ejemplo ocurre cuando la gente, debido a su pobreza, no gasta tanto como antes en mantener sus hogares; de donde se desprende que de ningún modo sería el incremento del dinero, específicamente, ío que harta que aumentaran de precio los artículos del agricultor, sino la remoción de una de esas tres causas, que son las que realmente deprimen el mercada. . . De la misma manera, al mercader y al tendero les hace falla el dinero, esto es: cama el mercado decae, necesitan que les bienes con los que trafican encuentren salida ,. . Nunca una nación prospera mejor que cuando las riquezas pfláió rápidamente de unas manos a otras/' (Sir Dudley Noríh, Discnnr-ses upon Trude, Londres, 1691, pp. 11-15 y pássim.l Todas las falacias de Herrcaschwand desembocan en que es posible superar grades al incremento de los medios de circulación, las contradicciones que emanan de lü naturaleza de ln mercancía y que, por consiguiente, se maníficslan en la circulación mercantil. Por lo demás, de que sea una ilusión popular atribuir a una escasez de medios de circulación los estancamienics que experimentan ios procesos de producción y circulación, en modo alguno se sigue, a ía inversa, que una escasez real de medios de circulación —por ejemplo a consecuencia de las chapucerías oficiales con la "regula¬tion of curreney'1 [regulación del circulantel— no pueda producir paralizaciones, por su parle.

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precios de las mercancías-depende -tanro_de la masa come delQT~^^Q¿^e_cada-cIase de mercancías. No obstante, los tres factores — e l j n o v i m i e n t o de ios precios, ía masa de mercancías circulantes y por^Üü^ lu^veTocídad del ctírso~iJÉl d i n e r o — pueden variar en senüdo^iferente y eñ distintas proporciones, y de ahí que la suma Serios precios a realizar, y po^ende la masade medios de circtf ¡ación, que depende de esa suma, puedan pasar por numero sísimáin¿omltt^ referiremos aquí a las que han sido las más importantes en la historia de los precios mercantiles.

Marnteniéndose constantes los precios ¿fe las merepn* c/¡3¿-"la masa de lps_ j ged lo jL .de_^ puede incre-mentaise: ya porque aumente la masa "de las mercancías circulantes,_ya_ porque se reJuzca^Ia^vjiDcidad del curso del diñcrc\ o bien por el concurso de aroba^^causaj,"jga masa de los medios_ de circujacjón j_a_ la inversa, puede decrecer si disminuye"la 'masa'de las mercancías o aumenta La velocidad de la circulación.

_S i se da \in_allüseiierai en los precios de las mercancía^ la masa de los medios cíe circLdación juedéTTañfe -rjerse constante siempre q u e j a masa dc_jas .mercancías circulantes decrezca en la ^ i rmrna proporción en que aumenta su precio, ~ó si la velocidad deí curso'"del p i n e r o —manteniéndose constante ¡a masa de mercancías c i rculantes—- aumenta tan rápidamente, como ei aumento de preces. L a masa de los medios de circulación puede decrecer, siempre que la masa de las mercancías decrezca con mayor rapidez que los precios, o que la velocidad del curso se incremente más rápidamente que éstos.

Si se opera una baja general en tos precios de las mercancías, la masa de los medios de circulación puede mantenerse constante si la masa de las mercancías se acre-cienia en la misma proporción en que se reduce su precio, o si la velocidad del curso del dinero decrece en la misma proporción en que disminuyen los precios. Puede aumentar, si la masa de las mercancías se acrecienta rnás rápidamente, o si la velocidad de la circulación se reduce con mayor rapidez que la disminución de precios de las mercancías.

Las variaciones de los diversos Factores pueden compensarse recíprocamente, de tal suerte que, pese a la permanente inestabilidad de aquéllos, se mantenga constante la suma total de los precios mercantiles que hay que realizar T

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puntos periféricos de la circulación, tiende a explicar ese fenómeno por la cantidad insuficiente de medios de circulación.17

^ por^.cQnsjguierjte, la caj i t idajJ. lotaLdi jL dinero que en cada espacio"de t iempo actúa como medio de circulacjón, queda determinada^de una i^¿? f _RP r la suma de Jos-prscias

"cfeT conjuntó de las^marajicías circuJajUcsi de otra parle, "^ór^nTlIüencia" "más lenta_o jnás rápida de_5us procesos

antitéticos -de d7cülácton, de ¡o cual . dep_ende ]a_ parte j p r g ^ r c i o n a l "de'ésá Tsuma_de~^rjeios que puede_ser_rea!i-" ¿a3a por las mismas piezas dinerarias. Perojs\_simta de íos

n "Como el dinero . , , es la medida común de [a compra y la venia, todo el que tiene algo para vender y no puede conseguir compradores puru sus ¡míenlos, tiende enseguida a pensar que la causa de que aquéllos no tengan salida es la escasez 4$ úinevo en el reino, o en e! país; y así, el clamor general es que escasea el dinero; lo cual es un gran error . - . ¿Que pretenden los que claman que haya más dinero? . . . El agricultor se queja . .. Piensa que si hubiera más dinero en el país, podría obtener un buen precio por sus producios , . , Parece entonces que lo que necesite no es dinero, sino un precio para sus granos y su ganado* a los que desearía vender, pero no puede... ¿Por qué no puede obtener un buen precio'.' . . . D o porque hay muchos granos y ganado en el país, con lo eu:ií la mayor parte de tos que acuden al mercado tienen necesidad de vender, como él, y pocos la de comprar, o 2) porque se reduce la salítin usual, mediante ¡a exportación, hacia t i cnitnnjcro . . . O hísn, 3) el consumo decie. comn ptir ejemplo ocurre cuando la gente, debido a su pobreza, no gasta tanto como antes en mantener sus hogares; de donde se desprende que de ningún modo sería el incremento del dinero, específicamente, ío que harta que aumentaran de precio los artículos del agricultor, sino la remoción de una de esas tres causas, que son las que realmente deprimen el mercada. . . De la misma manera, al mercader y al tendero les hace falla el dinero, esto es: cama el mercado decae, necesitan que les bienes con los que trafican encuentren salida ,. . Nunca una nación prospera mejor que cuando las riquezas pfláió rápidamente de unas manos a otras/' (Sir Dudley Noríh, Discnnr-ses upon Trude, Londres, 1691, pp. 11-15 y pássim.l Todas las falacias de Herrcaschwand desembocan en que es posible superar grades al incremento de los medios de circulación, las contradicciones que emanan de lü naturaleza de ln mercancía y que, por consiguiente, se maníficslan en la circulación mercantil. Por lo demás, de que sea una ilusión popular atribuir a una escasez de medios de circulación los estancamienics que experimentan ios procesos de producción y circulación, en modo alguno se sigue, a ía inversa, que una escasez real de medios de circulación —por ejemplo a consecuencia de las chapucerías oficiales con la "regula¬tion of curreney'1 [regulación del circulantel— no pueda producir paralizaciones, por su parle.

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precios de las mercancías-depende -tanro_de la masa come delQT~^^Q¿^e_cada-cIase de mercancías. No obstante, los tres factores — e l j n o v i m i e n t o de ios precios, ía masa de mercancías circulantes y por^Üü^ lu^veTocídad del ctírso~iJÉl d i n e r o — pueden variar en senüdo^iferente y eñ distintas proporciones, y de ahí que la suma Serios precios a realizar, y po^ende la masade medios de circtf ¡ación, que depende de esa suma, puedan pasar por numero sísimáin¿omltt^ referiremos aquí a las que han sido las más importantes en la historia de los precios mercantiles.

Marnteniéndose constantes los precios ¿fe las merepn* c/¡3¿-"la masa de lps_ j ged lo jL .de_^ puede incre-mentaise: ya porque aumente la masa "de las mercancías circulantes,_ya_ porque se reJuzca^Ia^vjiDcidad del curso del diñcrc\ o bien por el concurso de aroba^^causaj,"jga masa de los medios_ de circujacjón j_a_ la inversa, puede decrecer si disminuye"la 'masa'de las mercancías o aumenta La velocidad de la circulación.

_S i se da \in_allüseiierai en los precios de las mercancía^ la masa de los medios cíe circLdación juedéTTañfe -rjerse constante siempre q u e j a masa dc_jas .mercancías circulantes decrezca en la ^ i rmrna proporción en que aumenta su precio, ~ó si la velocidad deí curso'"del p i n e r o —manteniéndose constante ¡a masa de mercancías c i rculantes—- aumenta tan rápidamente, como ei aumento de preces. L a masa de los medios de circulación puede decrecer, siempre que la masa de las mercancías decrezca con mayor rapidez que los precios, o que la velocidad del curso se incremente más rápidamente que éstos.

Si se opera una baja general en tos precios de las mercancías, la masa de los medios de circulación puede mantenerse constante si la masa de las mercancías se acre-cienia en la misma proporción en que se reduce su precio, o si la velocidad del curso del dinero decrece en la misma proporción en que disminuyen los precios. Puede aumentar, si la masa de las mercancías se acrecienta rnás rápidamente, o si la velocidad de la circulación se reduce con mayor rapidez que la disminución de precios de las mercancías.

Las variaciones de los diversos Factores pueden compensarse recíprocamente, de tal suerte que, pese a la permanente inestabilidad de aquéllos, se mantenga constante la suma total de los precios mercantiles que hay que realizar T

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y asimismo, par tanto, La masa dineraria circuíanle. Por eso, y principalmente cuando se examinan períodos algo más prolongados, se descubre que el nivel medio de la masa dineraria circulante en cada país es mucho más constante y que — s i se exceptúan las intensas perturbaciones periódícarnenic derivadas de las crisis en la producción y el comercio, y más raramente áz un cambio en el valor mismo del d i n e r o — las desviaciones con respecto a ese nivel medio son mucho más exiguas de lo que a primera vista pudiera suponerse.

La ley según la cual la cantidad de los medios de circulación está determinada por la suma de los precios de las mercancías circulantes y por la velocidad tnedia del curso dinerarfcv* también puede formularse diciendo que,

™ "Hay cierta medida y proporciones de dinero- necesarias para mantener eci movimiento el comercio de una nación: éste se vería perjudicado si se agrega o quila a aqucllaü. Es lu mismo que Ü C U Í T C en el comercio al por menor, en el que se ncccsiia cierta proporción de fartíUnes [CUartOa de pcniqucsj para cambiar las monedas de plata y efeciuar los ajustes que ni siquieni pueden realizarse con la menor de éstas. , , Ahom bien: así como la cantidad proporcional de fartiritigs requeridos er el comercio ¡d menudeo guardo relación con el número de gente. La frecuencia de SILS intercambios y también, y principalmante, con el valor de las piezas de plata más pequeñas, la proporción de dinero (monedas üc o r o y j j j i t i u } i c q u c r i d a p a r a n u i o i r o c o m i r c i a habrá qn«* d p r i -v;irla. análogamente, de la frecuencia de fas transacciones y e\ volumen ele hs pagos" (W. Pelty, A Treatiw., . . p. 17,J J.a icaria de Hume la defendió Arlhar Young, contra James StcLan y otros, en su Poiitient Arithmettc. , ., Londres, 1774, obra en la que se dedicu al tema un capítulo especial: "Prices depend on quaniíty of money" |Los precios dependen de la cantidad de dínerol. p. 122 y ss. En Zar Kri;ik . . . . p. 149, -moto a este respecto: "A l concebir el dinero, de manera lotalmente equivocada, como simple mercancía, [Adam Smiíh] soslaya, implícitamente, la cuestión tocante a La cantidad de moneda en circulación". Esto sólo se aplica en la medida en que Smith considera el dinero ex offício [expresamente|. Ocasionalmente, sin embargo, por ejemplo en la criticji cíe tos anteriores sistemas de economía política, capone la lesis eorrecin: "Lo que en todos los países regula la cantidad de moneda es el valor de las mercancías que deben circular por intermedio de aquélla... El vulur de* los artículos comprada-, y vendidos ciula año en un país requiere \\\ circulación de cierta caiilidad de dinero, a fin de que aquellos circulen y SÍ distribuyan entre sus verdade-deros consumidores, y no puede dar empleo a una enruidad mayor. El cena! de la circuición airae, necesariamente, una suma suficiente para llenar su cauce, y nunca admite más de esa suma". (rVealth af Natians, [voL \\u\ lib. iv. cap. i| , pp. 87. B9|J De

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dada la suma de valor de las mercancías y dada la velocidad media de sus metamorfosis, la cantidad de dinero en curso o de material dinerario depende de su propio valor. Que, a la inversa, los precius de las mercancías catán determinados por la masa de los medios de circulación, y a su vez dicha masa por la del material dinerario disponible en un país,711 es una ilusión que deriva, en sus exposilores originarios. 62 la hipótesis disparatada según la cual al proceso de circulación entran mercancías sin precio y dinero sin valor, intercambiándose allí una pane alícuota del conglomerado mercanti l por una parte alícuota del amontonamiento metálico.H l >

manera similar, Adum Smhh Ü J comienzo ¡< su obra, ex officio. con una apoteosis de In división del trabajo. Mas adelante, en el úllimo libro, el dedicado a las fuentes de los ingresos fiscales, reproduce ocasionalmente opiniones de Adán Ferguson. su maestro, hostiles a la división del trabajo.

T" "Los precios de las cosas aumentarán, sin duda, en todo país donde Ja gente disponga Je más oro y plaun >, por ende, cuando la cantidad de oro y plata disminuye en cualquier país, les precies de indas las cosas habrán de reducirse proporcionalmeme a esa disminución deJ dinero.1" [Jacob VaadcrJinL. Money Amwerx Alt Ihings* Londres. 1754. p. S.) Tras un cotejo más detenido entre el trabajo de Vanderlim y los Lssays de Hume, no me queda la menor duda de que este último coñuda y utilizó aquella ob™ que por lo demás tiene su importancia. Puede encontrarse en Barben, V aun en escritores mucha mus amigaos, el punto de vis:u conforme al cual la musa de medios ee cireitacTón UCLCI-juiim precios. 'Un comercio sin ¡mitas no puede srr el origen ce inconveniente alguno, sino de grandísimas ventajas", escribe Vanderlim, "ya que si a causa de él disminuye Ja cantidad del numerario, que es lo que se trata de impedir con las prohibiciones, tus naciones que hayan obtenido ese numerario encongarán, con seguridad, que lodas las cosas aumcnlan de precio en la medida en que aumenta en esos países la eaníidad de numerario. V . . . nuestras manufacturas y tndo otru tipo de articula pronto se abaratarán tanto que se inclinará a nuestro favor La balanza de comercio, con lo cual el dinero refluirá hacia noso:roa." 'ihídem, pp. 43. 4d.í

B a Que cada clase singular de mercancía; constituye, debido a su precio, un elcmeriLo en la suma de los precios tic todas las mercancías en circulación, se comprende de ?,uyo. Pero lo que es completamente incomprensible es cóm^ valores de uso inconmensurables entre sí habrían de intercambiarse iit masse por la masa de oro o de plata existente en un país. Si se redujera el mundo de las mercancías a ana únitti meramctú ^í^bai, de la cuál cada mercancía no seria más que una parte alícuota, obtendríamos c\ hermoso ejemplo matemático siguiente: mercancía global — ¡r quintales de oro. Mcrcaacíu A = parle alícuota du la mercancía total = la misrrui purte alicuoín de t quintales de oro. Monlcs-

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y asimismo, par tanto, La masa dineraria circuíanle. Por eso, y principalmente cuando se examinan períodos algo más prolongados, se descubre que el nivel medio de la masa dineraria circulante en cada país es mucho más constante y que — s i se exceptúan las intensas perturbaciones periódícarnenic derivadas de las crisis en la producción y el comercio, y más raramente áz un cambio en el valor mismo del d i n e r o — las desviaciones con respecto a ese nivel medio son mucho más exiguas de lo que a primera vista pudiera suponerse.

La ley según la cual la cantidad de los medios de circulación está determinada por la suma de los precios de las mercancías circulantes y por la velocidad tnedia del curso dinerarfcv* también puede formularse diciendo que,

™ "Hay cierta medida y proporciones de dinero- necesarias para mantener eci movimiento el comercio de una nación: éste se vería perjudicado si se agrega o quila a aqucllaü. Es lu mismo que Ü C U Í T C en el comercio al por menor, en el que se ncccsiia cierta proporción de fartíUnes [CUartOa de pcniqucsj para cambiar las monedas de plata y efeciuar los ajustes que ni siquieni pueden realizarse con la menor de éstas. , , Ahom bien: así como la cantidad proporcional de fartiritigs requeridos er el comercio ¡d menudeo guardo relación con el número de gente. La frecuencia de SILS intercambios y también, y principalmante, con el valor de las piezas de plata más pequeñas, la proporción de dinero (monedas üc o r o y j j j i t i u } i c q u c r i d a p a r a n u i o i r o c o m i r c i a habrá qn«* d p r i -v;irla. análogamente, de la frecuencia de fas transacciones y e\ volumen ele hs pagos" (W. Pelty, A Treatiw., . . p. 17,J J.a icaria de Hume la defendió Arlhar Young, contra James StcLan y otros, en su Poiitient Arithmettc. , ., Londres, 1774, obra en la que se dedicu al tema un capítulo especial: "Prices depend on quaniíty of money" |Los precios dependen de la cantidad de dínerol. p. 122 y ss. En Zar Kri;ik . . . . p. 149, -moto a este respecto: "A l concebir el dinero, de manera lotalmente equivocada, como simple mercancía, [Adam Smiíh] soslaya, implícitamente, la cuestión tocante a La cantidad de moneda en circulación". Esto sólo se aplica en la medida en que Smith considera el dinero ex offício [expresamente|. Ocasionalmente, sin embargo, por ejemplo en la criticji cíe tos anteriores sistemas de economía política, capone la lesis eorrecin: "Lo que en todos los países regula la cantidad de moneda es el valor de las mercancías que deben circular por intermedio de aquélla... El vulur de* los artículos comprada-, y vendidos ciula año en un país requiere \\\ circulación de cierta caiilidad de dinero, a fin de que aquellos circulen y SÍ distribuyan entre sus verdade-deros consumidores, y no puede dar empleo a una enruidad mayor. El cena! de la circuición airae, necesariamente, una suma suficiente para llenar su cauce, y nunca admite más de esa suma". (rVealth af Natians, [voL \\u\ lib. iv. cap. i| , pp. 87. B9|J De

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dada la suma de valor de las mercancías y dada la velocidad media de sus metamorfosis, la cantidad de dinero en curso o de material dinerario depende de su propio valor. Que, a la inversa, los precius de las mercancías catán determinados por la masa de los medios de circulación, y a su vez dicha masa por la del material dinerario disponible en un país,711 es una ilusión que deriva, en sus exposilores originarios. 62 la hipótesis disparatada según la cual al proceso de circulación entran mercancías sin precio y dinero sin valor, intercambiándose allí una pane alícuota del conglomerado mercanti l por una parte alícuota del amontonamiento metálico.H l >

manera similar, Adum Smhh Ü J comienzo ¡< su obra, ex officio. con una apoteosis de In división del trabajo. Mas adelante, en el úllimo libro, el dedicado a las fuentes de los ingresos fiscales, reproduce ocasionalmente opiniones de Adán Ferguson. su maestro, hostiles a la división del trabajo.

T" "Los precios de las cosas aumentarán, sin duda, en todo país donde Ja gente disponga Je más oro y plaun >, por ende, cuando la cantidad de oro y plata disminuye en cualquier país, les precies de indas las cosas habrán de reducirse proporcionalmeme a esa disminución deJ dinero.1" [Jacob VaadcrJinL. Money Amwerx Alt Ihings* Londres. 1754. p. S.) Tras un cotejo más detenido entre el trabajo de Vanderlim y los Lssays de Hume, no me queda la menor duda de que este último coñuda y utilizó aquella ob™ que por lo demás tiene su importancia. Puede encontrarse en Barben, V aun en escritores mucha mus amigaos, el punto de vis:u conforme al cual la musa de medios ee cireitacTón UCLCI-juiim precios. 'Un comercio sin ¡mitas no puede srr el origen ce inconveniente alguno, sino de grandísimas ventajas", escribe Vanderlim, "ya que si a causa de él disminuye Ja cantidad del numerario, que es lo que se trata de impedir con las prohibiciones, tus naciones que hayan obtenido ese numerario encongarán, con seguridad, que lodas las cosas aumcnlan de precio en la medida en que aumenta en esos países la eaníidad de numerario. V . . . nuestras manufacturas y tndo otru tipo de articula pronto se abaratarán tanto que se inclinará a nuestro favor La balanza de comercio, con lo cual el dinero refluirá hacia noso:roa." 'ihídem, pp. 43. 4d.í

B a Que cada clase singular de mercancía; constituye, debido a su precio, un elcmeriLo en la suma de los precios tic todas las mercancías en circulación, se comprende de ?,uyo. Pero lo que es completamente incomprensible es cóm^ valores de uso inconmensurables entre sí habrían de intercambiarse iit masse por la masa de oro o de plata existente en un país. Si se redujera el mundo de las mercancías a ana únitti meramctú ^í^bai, de la cuál cada mercancía no seria más que una parte alícuota, obtendríamos c\ hermoso ejemplo matemático siguiente: mercancía global — ¡r quintales de oro. Mcrcaacíu A = parle alícuota du la mercancía total = la misrrui purte alicuoín de t quintales de oro. Monlcs-

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Cj^ta monedn. El signo de vatm

De la función deJ dinero corno medio de circulación surge su figura monetaria. La fracción ponderal de oro figurada en el pr rc io o nombre tíincrano de las mercancías, debe enfrentarse a éstas, en Ea circulación, como pieza áurea o monería de igual denominación. A l igual que fijar el patrón de los precios, acuñar es asunto que concierne al estado. En ¡os diversos uniformes nacionales que el oro y la plata revisten en calidad de monedas, pero de los que se despojan cuando entran al mercado mundia l , se pone de manifiesto la escisión entre las esferas internas o nacionales de la circulación mercanti l y su esfera universal, la del mercado mundial .

quien lo expone canrioro sumen re: "Si se compara la masa de oro y plata que hay en el mundo con la masa de mercancías existentes en él, es indudable que se podrá comparar cada articulo o mercancía, en particular, con cierta porción f.. .] de la O l m . Supongamos que en el mundo sólo existo ana mercancía, o que sólo haya una que se compre, y que la misma sea tan divisible como eí diruro: lat parle de esa mercancía corresponderá a cual parte de la masa d; l dinero; la mitad del total de la una a la mitad del total de la otra, eíc La fijación del precio de las cosas depende siempre, en lo fundiimcntíd, de la proporción que existe entre el total de las cosas y el lotal de los sinnn*;". ífttnnj#»í nÍMi F.vprit des fot\ i, tu, pp. 12, 13.) Acerca det desarrollo ulterior de esta teoría por Riturdo. Mil discípulos James Mil], lord Over¬stone y otros, véase Znr Kritik .. . . pp. UD-146, y p r 150 y ss. El señor John Sliiari Mi l i , con la lógica ecléctica que le es usual, se I E S ingenia para defender la tesis de su padre, James Mil i , y al mismo tiempo la caniraria. Cuando se confronta el leato de su compendio. Principies of Foiitkal Economy, con el prólogo (primera edición!, en el cual se anuncia a sí mismo como el Adam Smílh de la época actual, no se sabe que admirar más, si la ingenuidad de ese hombre o fa de su público, que con roda buena fe lo loma por un Adam Sniith, con el cual guarda, aproximadamente, ta misma relación que et general Williams Kars of Kars con el duque de Wellington.!'1 7! Las investigaciones origínale* — n i nmpKas ni sustanciosas— emprendidas por el señar John Sttum Mili en los dominios de Ja economía política, marchaban ya todas en formación en su obritu de 1S44. Some Uaterded Quesrions of PoUtieal Eeoaamy. Locke enuncia categórica memela relación entre la ca-rcrtda_áe_ vnfor rirl_ürxL^Lja_ piafa y la deternujxaaon 'de su valor 1

Jjar fa cantidad. ^Habiendo líegaüo ja humnñTdad' al acuerdo de conferir unvalor imLRirmrio al oro y_ia Élala^ ... el v^oj^Trínle^ cq que se atribuye a esos^melaíes" no es más que su amtidaST^ iSnmr ConsitU-iatinu* . . . . p~. 1371" " ' —

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La muneda de oro y el oro en lingotes, pues, sólo se distinguen, sn esencia, por el grabada, y el oro puede pasar en cualquier momento de una forma a la o t ra . 6 1 Pero el camino que sale de la casa de la moneda es, al mismo t iempo, el derrotero que conduce al crisol. Sucede que en su curso se desgastan las monedas de uro, unas más. otras menos. JZUíLujo dej^oro y_la sustancia del mismo, e l conté-nido nomina! y el real, iniejan su proceso dé'disoclari^

"Monedas homónimas de oro llegan a tener valor desigual, porque desigual es su peso. E l oro en cuanto mcdio_rje circulación diverge del oro cri cuanto patrón de los precios.

con ello cesa" "de~ser_ej_ecu7^a]^nté" ve7r3a^ej^_aen^ mercancías cuyos p r e c i owea l i z a . La historia ~Hc estas

"complicaciones ^forma la "Historia monetaria de la Edad M t d i a y de la t p o c a Moderna hasta cnttado el siglo x v i l l . La tendencia espontánea del proceso circulatorio a convert ir el ser áureo de la moneda en apariencia áurea, o a la moneda en un símbolo de su contenida metálico of icial , es reconocida incluso por las leyes mas nodernas relativas al grado de pérdida metálica que incapacita a una monedo para la circulación o la desmonetiza.

E l huclio de que el propio curso del dinero disocie del eonTénid^r^^

~exi j tehcta m^tálic^sun;xistenc implica ía~posi-_ bihrlnrl h i e n i r "sustituir el dinero metálico, en su función

monetaria, por_ Tarjas de otro material , o símbolos. Los^

* i Queda compleiamente fuera de mi obclivo. naturalmente, el entrar en detalles cerno el mnnedaje y otros por el estilo. No ansíame, upong¿jmos al s ico fame romántico Adam Müiler. que se hace lenguas cte ' la grandiosa liberalidad" con que el "Gobierno ingles ucaña vratoitcmenfe la moneda"^ el s guíenle juicio de sir Uudley North: "La piala y eí oro, al igual q«c oirás mercancías, tienen sus ntzas y bajas. Cuando Ilejan remesas de España . . . se las lleva a la Torre y con ellas se íicunL. moneda. No pasa mucho licmpo sin que surja una demanda de metal en lingotes, para la exportación. Si no se dispone del mismo, y i que todo eí metal está amonedado, ¿qué acurre entonces? .Se fundan las monedas; no hay pérdida en ella, pues la acuñación no le cuesta nada al propietario. Se ha perjudicado a Ta nnctán, habiéndole pafiar para trenzar La paja que al final se c o m e el burro. Sí el mercader" (el propio Nortli era uno de los comerciales mus acaudalados de la épuca de Cmlos UJ "tuviera que pagar el precio de la acuñación, reflexionaría antes de enviar la plata a la Torre, y el dinero acunado tendría siempr; uu valor superior al de la plata sin amonedar'. iNorth, op. e/!., p. 18.1

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Cj^ta monedn. El signo de vatm

De la función deJ dinero corno medio de circulación surge su figura monetaria. La fracción ponderal de oro figurada en el pr rc io o nombre tíincrano de las mercancías, debe enfrentarse a éstas, en Ea circulación, como pieza áurea o monería de igual denominación. A l igual que fijar el patrón de los precios, acuñar es asunto que concierne al estado. En ¡os diversos uniformes nacionales que el oro y la plata revisten en calidad de monedas, pero de los que se despojan cuando entran al mercado mundia l , se pone de manifiesto la escisión entre las esferas internas o nacionales de la circulación mercanti l y su esfera universal, la del mercado mundial .

quien lo expone canrioro sumen re: "Si se compara la masa de oro y plata que hay en el mundo con la masa de mercancías existentes en él, es indudable que se podrá comparar cada articulo o mercancía, en particular, con cierta porción f.. .] de la O l m . Supongamos que en el mundo sólo existo ana mercancía, o que sólo haya una que se compre, y que la misma sea tan divisible como eí diruro: lat parle de esa mercancía corresponderá a cual parte de la masa d; l dinero; la mitad del total de la una a la mitad del total de la otra, eíc La fijación del precio de las cosas depende siempre, en lo fundiimcntíd, de la proporción que existe entre el total de las cosas y el lotal de los sinnn*;". ífttnnj#»í nÍMi F.vprit des fot\ i, tu, pp. 12, 13.) Acerca det desarrollo ulterior de esta teoría por Riturdo. Mil discípulos James Mil], lord Over¬stone y otros, véase Znr Kritik .. . . pp. UD-146, y p r 150 y ss. El señor John Sliiari Mi l i , con la lógica ecléctica que le es usual, se I E S ingenia para defender la tesis de su padre, James Mil i , y al mismo tiempo la caniraria. Cuando se confronta el leato de su compendio. Principies of Foiitkal Economy, con el prólogo (primera edición!, en el cual se anuncia a sí mismo como el Adam Smílh de la época actual, no se sabe que admirar más, si la ingenuidad de ese hombre o fa de su público, que con roda buena fe lo loma por un Adam Sniith, con el cual guarda, aproximadamente, ta misma relación que et general Williams Kars of Kars con el duque de Wellington.!'1 7! Las investigaciones origínale* — n i nmpKas ni sustanciosas— emprendidas por el señar John Sttum Mili en los dominios de Ja economía política, marchaban ya todas en formación en su obritu de 1S44. Some Uaterded Quesrions of PoUtieal Eeoaamy. Locke enuncia categórica memela relación entre la ca-rcrtda_áe_ vnfor rirl_ürxL^Lja_ piafa y la deternujxaaon 'de su valor 1

Jjar fa cantidad. ^Habiendo líegaüo ja humnñTdad' al acuerdo de conferir unvalor imLRirmrio al oro y_ia Élala^ ... el v^oj^Trínle^ cq que se atribuye a esos^melaíes" no es más que su amtidaST^ iSnmr ConsitU-iatinu* . . . . p~. 1371" " ' —

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La muneda de oro y el oro en lingotes, pues, sólo se distinguen, sn esencia, por el grabada, y el oro puede pasar en cualquier momento de una forma a la o t ra . 6 1 Pero el camino que sale de la casa de la moneda es, al mismo t iempo, el derrotero que conduce al crisol. Sucede que en su curso se desgastan las monedas de uro, unas más. otras menos. JZUíLujo dej^oro y_la sustancia del mismo, e l conté-nido nomina! y el real, iniejan su proceso dé'disoclari^

"Monedas homónimas de oro llegan a tener valor desigual, porque desigual es su peso. E l oro en cuanto mcdio_rje circulación diverge del oro cri cuanto patrón de los precios.

con ello cesa" "de~ser_ej_ecu7^a]^nté" ve7r3a^ej^_aen^ mercancías cuyos p r e c i owea l i z a . La historia ~Hc estas

"complicaciones ^forma la "Historia monetaria de la Edad M t d i a y de la t p o c a Moderna hasta cnttado el siglo x v i l l . La tendencia espontánea del proceso circulatorio a convert ir el ser áureo de la moneda en apariencia áurea, o a la moneda en un símbolo de su contenida metálico of icial , es reconocida incluso por las leyes mas nodernas relativas al grado de pérdida metálica que incapacita a una monedo para la circulación o la desmonetiza.

E l huclio de que el propio curso del dinero disocie del eonTénid^r^^

~exi j tehcta m^tálic^sun;xistenc implica ía~posi-_ bihrlnrl h i e n i r "sustituir el dinero metálico, en su función

monetaria, por_ Tarjas de otro material , o símbolos. Los^

* i Queda compleiamente fuera de mi obclivo. naturalmente, el entrar en detalles cerno el mnnedaje y otros por el estilo. No ansíame, upong¿jmos al s ico fame romántico Adam Müiler. que se hace lenguas cte ' la grandiosa liberalidad" con que el "Gobierno ingles ucaña vratoitcmenfe la moneda"^ el s guíenle juicio de sir Uudley North: "La piala y eí oro, al igual q«c oirás mercancías, tienen sus ntzas y bajas. Cuando Ilejan remesas de España . . . se las lleva a la Torre y con ellas se íicunL. moneda. No pasa mucho licmpo sin que surja una demanda de metal en lingotes, para la exportación. Si no se dispone del mismo, y i que todo eí metal está amonedado, ¿qué acurre entonces? .Se fundan las monedas; no hay pérdida en ella, pues la acuñación no le cuesta nada al propietario. Se ha perjudicado a Ta nnctán, habiéndole pafiar para trenzar La paja que al final se c o m e el burro. Sí el mercader" (el propio Nortli era uno de los comerciales mus acaudalados de la épuca de Cmlos UJ "tuviera que pagar el precio de la acuñación, reflexionaría antes de enviar la plata a la Torre, y el dinero acunado tendría siempr; uu valor superior al de la plata sin amonedar'. iNorth, op. e/!., p. 18.1

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impedimentos técnicos que presenta la acuñación de fracciones ponderales pequeñísimas del oro o de la plata, y la circunstancia de que originariamente se emplearan ccmu medida del valor y por tanto circularan como dinero metales más viles en vez de los más preciosos — l a plata en lugar del oro, el cobre en vez de la p fa ta— hasta E1 momento en que el metal más precioso los destronó, todos esos hechos explican históricamente d papel de las tarjas de plata y cobre como sustitutos de las monedas de ero. Dichas tarjas remplazan el oro en los puntos de la c i rculación mercanti l donde la moneda circula más rápidamente y por ende se desgasta con mayor rapidez, esto es, donde las compras y ventas se reiteran sin cesar y en Ja escala más reducida, peca impedir que esos satélites desplacen al oro de su sit ial , se determinan por ley las reducidísimas proporciones en que es obl igatorio aceptarlos como pago en vez del oro. Por supuesto, las trayectorias que siguen las diversas clases de moneda se entrecruzan. La moneda fraccionaria comparece junto al oro para pagar fracciones de la moneda de oro más pequeña; el oro penetra constantemente en la circulación al por menor, pero, a su vez, constantemente se lo expulsa de ella mediante su cambio pur monedas fraccionarían.az

L a ley determina arbitrariamente el contenido metálico de \SE tarjae do plata o cobre. K n su curco, las mismas se desgastan aun más rápidamente que las monedas de oro. Por consiguiente, en [a práctica su función monetaria se vuelve enteramente independiente de su peso, esto es. de todo valor. La Bgigtéf^^ totalmente _de s Q u s t a n c i a de valor. Objetos_que i . e r M e ^ -

*'A "Si la plata no excede nunca de la suma requerida para los pagos menores, no se la podrá reunir en cantidades suficiente:» para los de mayar vo lumen. . . El uso del oro en los pagos principales implica también, necesaria mente, su uso en el comercio a1 per menor; quienes disponen de monedas de oro las utilizan en las compras pequeñas y, además de Ea mercancía, reciban un vuelto en plata; de esta manera es removido el excedente de plata, que en caso cunirario estorbaría al comerciante minorista, y se dispersa en la circulación general. Pero si hay tanta plata que los pagos menores pueden ajustarse sin necesidad del oro, el comerciante al por menor tendrá eniDncss que recibir piala para los pagos pequeños y ese metal, neceser i amen le. se acumulará en sus manos." (David Buchanan. itquky into the Ttixation tmd Coinmircial Poli¬cy rtf Grcuí Britain, Edimburgo, 1844. pp. 248, 249.)

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mino5_r_e I a l ¡vos, ca recen de valor, hil t0jg de ¿a p _q[ucüpji pues en "condiciones cic funcionar sustituyendo ~al~ oro, j m _

—caltfjüO de moneda^ En las tarjâs~aTnerarias metálicas el carácter puramente simbólico se halla aún, en cierta medida, encubierto. En el papel moneda hace su aparición sin tapujos. Como se ve, ce nest que le premier pas qw coûte [sólo el primer paso es el que cuesta]. M

JSólo consideramos aquí el papel rroneda estatal de

curso forzoso. E l _ m ^ ^ ^ ^ r ^ v ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ i = ^ ^ c i rcu-n a ^ i o r T rn^talTcá. É3 dinero crediticio, por cí contrario,

supone condiciones que, desde el punto de vístad.eJla,cjrcu-laciój^mercantii simple, aún nos son completamente desconocidas. Observemos de pasada, empero, que as^_conio el papel moneda propiamèirtO ftoc^ón

_asumida por el dinero como medio de circulacÍónLG\ dinero .smUtíGim ferie su raíz natural en la fundón del dinero en cuanto inedio de pago.™

_ B 1 estado lanza al proceso de circulación, desde afuera, billetes de papel que llevan impresas j u s denominaciones

J l ^B^^s i -^É iMS"$or e ^ p l r T T T í f f i ^ csterlma;" 5~ Jlbras-esteriirras, etc. E n la medida en que esos tthcte^cjrculan efectivamente en lugar iJ^cantidades jIc__pro homónimas, se l imi tan a reflejar erTsu movirn.Íe.ntp_L^ leyes del curso

m El mandarín de las finanzas, Wnn Mao-in, se atrevió a someter al l-lüo del Cielo un proyecto cuyo objetivo encubierto era iransformar los asignados imperiales chinos en billetes convertibles. En el infamie de IÍL Comisión de Asignados fechado en abril de IK54. se le pasa h debida reprimenda. Nada se nos dice de si, por añadidura, le propinaron lu infaltabîc tanda de azotes de bambú. "La comisión", observa al final del informe, " h a sopesado cjïdado&ameiife su proyecto y llegado a la conclusión de que en él lodo favorece a los comercian les, v aada a Ja carona/' [Aihciten áer Kaxserlich Russischca Gcxu.iiscfitifi zti Pekin^ íihci Chinu, trad. del ruso deï doctor K. Abel y F. A. Vlecklenburg, Berlín, 1853, t. i , p. 54.) Acerca de la coniinun de ¿metalización de las monedas de oro, a causa Ce su curso, dice un govemor" lue-renie J del Banco de Inglaterra, deponiendo cerno testigo anle la "Housc of Lords' Commhtcc" [Comisión de la Cámara de los Lores] [de "hbank acts" [leyes bancariasl): "Todos los años una nueva parííáa de soberanos" íno en un sentido político, aclaremos: soberano es el nombre de la fibra esierlinaí "se vuelve demasiado liviana. La partida que duranle un uño pasa por tener su peso compleio, pierde por desgaste !• suficiente para que al año siguien-le la balanza se pronuncie en contra de ella", fHouse oí Lords' Comniitlce, n. 42<í.|

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impedimentos técnicos que presenta la acuñación de fracciones ponderales pequeñísimas del oro o de la plata, y la circunstancia de que originariamente se emplearan ccmu medida del valor y por tanto circularan como dinero metales más viles en vez de los más preciosos — l a plata en lugar del oro, el cobre en vez de la p fa ta— hasta E1 momento en que el metal más precioso los destronó, todos esos hechos explican históricamente d papel de las tarjas de plata y cobre como sustitutos de las monedas de ero. Dichas tarjas remplazan el oro en los puntos de la c i rculación mercanti l donde la moneda circula más rápidamente y por ende se desgasta con mayor rapidez, esto es, donde las compras y ventas se reiteran sin cesar y en Ja escala más reducida, peca impedir que esos satélites desplacen al oro de su sit ial , se determinan por ley las reducidísimas proporciones en que es obl igatorio aceptarlos como pago en vez del oro. Por supuesto, las trayectorias que siguen las diversas clases de moneda se entrecruzan. La moneda fraccionaria comparece junto al oro para pagar fracciones de la moneda de oro más pequeña; el oro penetra constantemente en la circulación al por menor, pero, a su vez, constantemente se lo expulsa de ella mediante su cambio pur monedas fraccionarían.az

L a ley determina arbitrariamente el contenido metálico de \SE tarjae do plata o cobre. K n su curco, las mismas se desgastan aun más rápidamente que las monedas de oro. Por consiguiente, en [a práctica su función monetaria se vuelve enteramente independiente de su peso, esto es. de todo valor. La Bgigtéf^^ totalmente _de s Q u s t a n c i a de valor. Objetos_que i . e r M e ^ -

*'A "Si la plata no excede nunca de la suma requerida para los pagos menores, no se la podrá reunir en cantidades suficiente:» para los de mayar vo lumen. . . El uso del oro en los pagos principales implica también, necesaria mente, su uso en el comercio a1 per menor; quienes disponen de monedas de oro las utilizan en las compras pequeñas y, además de Ea mercancía, reciban un vuelto en plata; de esta manera es removido el excedente de plata, que en caso cunirario estorbaría al comerciante minorista, y se dispersa en la circulación general. Pero si hay tanta plata que los pagos menores pueden ajustarse sin necesidad del oro, el comerciante al por menor tendrá eniDncss que recibir piala para los pagos pequeños y ese metal, neceser i amen le. se acumulará en sus manos." (David Buchanan. itquky into the Ttixation tmd Coinmircial Poli¬cy rtf Grcuí Britain, Edimburgo, 1844. pp. 248, 249.)

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mino5_r_e I a l ¡vos, ca recen de valor, hil t0jg de ¿a p _q[ucüpji pues en "condiciones cic funcionar sustituyendo ~al~ oro, j m _

—caltfjüO de moneda^ En las tarjâs~aTnerarias metálicas el carácter puramente simbólico se halla aún, en cierta medida, encubierto. En el papel moneda hace su aparición sin tapujos. Como se ve, ce nest que le premier pas qw coûte [sólo el primer paso es el que cuesta]. M

JSólo consideramos aquí el papel rroneda estatal de

curso forzoso. E l _ m ^ ^ ^ ^ r ^ v ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ i = ^ ^ c i rcu-n a ^ i o r T rn^talTcá. É3 dinero crediticio, por cí contrario,

supone condiciones que, desde el punto de vístad.eJla,cjrcu-laciój^mercantii simple, aún nos son completamente desconocidas. Observemos de pasada, empero, que as^_conio el papel moneda propiamèirtO ftoc^ón

_asumida por el dinero como medio de circulacÍónLG\ dinero .smUtíGim ferie su raíz natural en la fundón del dinero en cuanto inedio de pago.™

_ B 1 estado lanza al proceso de circulación, desde afuera, billetes de papel que llevan impresas j u s denominaciones

J l ^B^^s i -^É iMS"$or e ^ p l r T T T í f f i ^ csterlma;" 5~ Jlbras-esteriirras, etc. E n la medida en que esos tthcte^cjrculan efectivamente en lugar iJ^cantidades jIc__pro homónimas, se l imi tan a reflejar erTsu movirn.Íe.ntp_L^ leyes del curso

m El mandarín de las finanzas, Wnn Mao-in, se atrevió a someter al l-lüo del Cielo un proyecto cuyo objetivo encubierto era iransformar los asignados imperiales chinos en billetes convertibles. En el infamie de IÍL Comisión de Asignados fechado en abril de IK54. se le pasa h debida reprimenda. Nada se nos dice de si, por añadidura, le propinaron lu infaltabîc tanda de azotes de bambú. "La comisión", observa al final del informe, " h a sopesado cjïdado&ameiife su proyecto y llegado a la conclusión de que en él lodo favorece a los comercian les, v aada a Ja carona/' [Aihciten áer Kaxserlich Russischca Gcxu.iiscfitifi zti Pekin^ íihci Chinu, trad. del ruso deï doctor K. Abel y F. A. Vlecklenburg, Berlín, 1853, t. i , p. 54.) Acerca de la coniinun de ¿metalización de las monedas de oro, a causa Ce su curso, dice un govemor" lue-renie J del Banco de Inglaterra, deponiendo cerno testigo anle la "Housc of Lords' Commhtcc" [Comisión de la Cámara de los Lores] [de "hbank acts" [leyes bancariasl): "Todos los años una nueva parííáa de soberanos" íno en un sentido político, aclaremos: soberano es el nombre de la fibra esierlinaí "se vuelve demasiado liviana. La partida que duranle un uño pasa por tener su peso compleio, pierde por desgaste !• suficiente para que al año siguien-le la balanza se pronuncie en contra de ella", fHouse oí Lords' Comniitlce, n. 42<í.|

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d i n c r a r i o . U n a ícy específica rie }p r i m i h ^ j n n rirr Jz j j j i/ l i^ n o p u e d e s u r g i r s i n o d e J a proporc ión e n q u e éstos_rerjre-s en tan e l o r o . Y esa l ey es. s i m p l e m e n t e , la d e que l a emisión " o ^ p a p e l m o n e d a h a ^ c ^ m ^ ^ e ^

_e j i^u^tenr^ ía~que c i r c u l a T e l o r o ^ ( o l a p i a t a ) r e p r c s e i U a 3 b s i m b ó l i c á r ^ e m é j p ^ C i e r t o es qtJená^ñTicJa^

^o*e~drá que l a es fera de ia circulación p u e d e a b s o r b e r f l u c túa c o n s t a n t e m e n t e p o r e n c i m a o p o r deba j o de c i e r t o n i v e l m e d i o . C o n l o d o , ia masa d e l m e d i o c i r c u l a n t e no puede estar n u n c a , en u n país d e t e r m i n a d o , p o r deba j o Óa c i e r t o mínima f i j a d o p o r la e x p e r i e n c i a . E l he cho de que esa m a s a mínima c a m b i e c o n t i n u a m e n t e de e l e m e n t o s , esto es. se c o m p o n g a de o t r a s p iezas de o r o , en n a d a m o d i f i c a su v o l u m e n n i su cons tan t e a j e t reo en l a esfera de la c i r c u l a c ión, n a t u r a l m e n t e . D e ahí que se la p u e d a r e m p l a z a r p o r símbolos d e p a p e l . S i , e n c a m b i o , h o y se l l enan c o n p a p e l m o n e d a t odos l os cana les de Ja circulación, hasta e l últ imo g r a d o de su c a p a c i d a d de absorción d i n e r a d a , puede o c u r r i r que mañana se d e s b o r d e n a causa de las osc i l ac iones en la circulación m e r c a n t i l . Se p i e r d e t o d a m e d i d a . Pe ro si e l p a p e l ^ c e d e ^ d e su m e d i d a , esto es, s u p e r a , l a . c a n t i d a d de m o n e d a s ííurens d e s i g u a l denominación r j u e p o d r i í m d r íu l a r , a pesa r de t o d o habrá de r ep resen ta r d e n t r o ~ d e l m u n d o de las mercancías — d e j a n d o a un l ado el riesgo de descrédito g e n e r a l — sólo l a c a n t i d a d ce o r o d e t e r m i n a d a p o r las leyes i n m a n e n t e s de esc m u n d o , y p o r t a n t o l a única qne p u e d e ser r ep r e s en tada . P o r e j e m p l o , s i la masa de b i l l e t e s r e p r e s e n t a r a dos onzas de o r o p o r cada onza , l o que ocurri i íu d e h e c h o es q u t J l i b i a e s t e r l ina se c o n v e r tiría e n e l n o m b r e d i n c r a r i o de Va de onza , d i g a m o s , en vez d e l de M ce onza . E l r e s u l t a d o sería H m i s m o que s i e l o r o h u b i e r a s u f r i d o m o d i f i c a c i o n e s e n su función de medida de los pr?cias. L o s m i s m o s va l o r e s , pues , que antes se r e p r e s e n t a b a n e n e l p r e c i o de 1 l i b r a e s t e r l i na se e x p r e san a h o r a en e l p r e c i o de 2 es te r l inas .

E l p a p e l m o n e d a es signo áureo o s igno d i n c r a r i o . Su relación c o n l os valores m e r c a n t i l e s se reduce a q u e éstos se h a l l a n expresados de m a n e r a i dea l en las m i s m a s c a n t i dades de o r o q u e e l p a p e l r e p r e s e n t a simbólica y sensor ia l¬m e n t e . E l p a p e l m o n e d a es signo_det_valor sólo en c u a n t o r ep r esen ta cahl¡dáá*e"s"rJc o r o T í a s cua l eK^ó r r i o ( o d a r i a s

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demáscan t idades de mercancías, son también c a n t i d a d e s de v a l o r é " — — -

Z~Se p l a n t e a l a p r e g u n t a , f i n a l m e n t e , de a qué se debe _ q u £ j g j ü ^ a l s ^ u % i f • c l o r o por^lmples^sÍ£nos_de sí m i s -

m o ^ des o x a v i s l o s ^ d e l v a l o r . P e r o , c o m o h e m o s v i s t o , e l o r o ^soTocs^sus t i t u i b le ^ n j a ^ n ^

' au tónomo c^ñ~s^furjcicn de m o n e d a o j j K d i o de circulación. ~~Ah~orá~~6¡en~ esa fímcióñ no se auíonorniza en e l caso de

c ^ a ^ n a ~ d e ~ l a s m o n e d a s fle~ofo7 p o r más que l a a u t o n o m l -z a c i o n se M a n i f i e s t e en e l h e d i ó d e que s igan c i r c u l a n d o piezas de o r o desgastadas . L a s piezas de o r o s o n meras m o n e d a s , o m e d i o s d e circulación, sólo m i e n t r a s se e n c u e n t r a n e f e c t i v a m e n t e e n e l cu r so . P e r o lo que n o r i ge p a r a c ada u n a de las m o n e d a s de o r o , r i ge p¿ra l n masa mínima de o r o s u s t i t u i b l e p o r p a p e l m o n e d a , Ésta res ide c o n s t a n t e m e n t e en la es fera de la circulación, f u n c i o n a s in cesar c o m o m e d i o de circulación y , p o r l o t a r t o , ex is te de m o d o e x c l u s i v o c o m o p o r t a d o r de esa función. Su m o v i m i e n t o , pues , r ep r e sen ta únicamente l a alternación c o n t i n u a de los procesos c o n t r a p u e s t o s de l a m e t a m o r f o s i s m e r c a n t i l M -D - M , en la c u a l l a f i g u r a de v a l o r d e La mercancía sólo se e n f r e n t a a esta p a r a desaparece r ensegu ida n u e v a m e n t e . X t r presentación autónoma del valoróte cambio de la mer-canda no es, acmí.jTTás que u n a aparición fue í t i v a^De^

" m m c d i a L o 7 ~ o l r a mercancía s u s t i t u y e a la p r i m e r a . Dq-átuT d u c P c T T T l H j p r o c e s o _ g u e c o n s t a n t e m e n t e lo_ hace _ca_mbiar

" desunas m a n o s a~6fras,~1jaste c o n laTe^xjsjcncia_ m e j ^ m e n t e s imbol íra ex i s t enc i a f u n c i o n a l p o r así d V

_ c i r i o , aTsoTTjcTu ex i s t enc i a m a t e r i a l . Re f l e j o evanescente^

Nota a In Z5* edición.-—Kl siguienic pasaje de F-ullürion muesira la nula claridad con que, incluso los mejores escritores sobre lemas dinerurios, conciben las diversas ¡unciones del diaero: , HQue un lo concerniente a nuestras intercambios internos todas las funciones mondar ias que usuaímente desempeñan las monedas de oro y plata podrían ser realizadas con la misma eficacia por una circulación de billetes ínconvertibles, sin mas valor que ei vnlar fícricín y convencional |. ..1 que les atribuye la ley. es un hecho que, a m i juic io, no admite negativa alguna. Puede hacerse que un valor de esie upu se ujusle :i todo? les usos del Milor ¡mrínsÉCO e incluso que haga innecesaria la existencia de un patrón de valor, siempre que la cantidad |.. .J emitida se mantenga dentro de los l imites debidos". tFtiI larior,, Ri'guhitfou \jf Cjirrencicj. 2? cd„ Londres, IB45, p. 21.1 jAsí que como 1» mtrenneía dineraria es susiituible en lu circulación por simples signos de valor, es superfina como medida de los valores y patrón de lo* precios:

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d i n c r a r i o . U n a ícy específica rie }p r i m i h ^ j n n rirr Jz j j j i/ l i^ n o p u e d e s u r g i r s i n o d e J a proporc ión e n q u e éstos_rerjre-s en tan e l o r o . Y esa l ey es. s i m p l e m e n t e , la d e que l a emisión " o ^ p a p e l m o n e d a h a ^ c ^ m ^ ^ e ^

_e j i^u^tenr^ ía~que c i r c u l a T e l o r o ^ ( o l a p i a t a ) r e p r c s e i U a 3 b s i m b ó l i c á r ^ e m é j p ^ C i e r t o es qtJená^ñTicJa^

^o*e~drá que l a es fera de ia circulación p u e d e a b s o r b e r f l u c túa c o n s t a n t e m e n t e p o r e n c i m a o p o r deba j o de c i e r t o n i v e l m e d i o . C o n l o d o , ia masa d e l m e d i o c i r c u l a n t e no puede estar n u n c a , en u n país d e t e r m i n a d o , p o r deba j o Óa c i e r t o mínima f i j a d o p o r la e x p e r i e n c i a . E l he cho de que esa m a s a mínima c a m b i e c o n t i n u a m e n t e de e l e m e n t o s , esto es. se c o m p o n g a de o t r a s p iezas de o r o , en n a d a m o d i f i c a su v o l u m e n n i su cons tan t e a j e t reo en l a esfera de la c i r c u l a c ión, n a t u r a l m e n t e . D e ahí que se la p u e d a r e m p l a z a r p o r símbolos d e p a p e l . S i , e n c a m b i o , h o y se l l enan c o n p a p e l m o n e d a t odos l os cana les de Ja circulación, hasta e l últ imo g r a d o de su c a p a c i d a d de absorción d i n e r a d a , puede o c u r r i r que mañana se d e s b o r d e n a causa de las osc i l ac iones en la circulación m e r c a n t i l . Se p i e r d e t o d a m e d i d a . Pe ro si e l p a p e l ^ c e d e ^ d e su m e d i d a , esto es, s u p e r a , l a . c a n t i d a d de m o n e d a s ííurens d e s i g u a l denominación r j u e p o d r i í m d r íu l a r , a pesa r de t o d o habrá de r ep resen ta r d e n t r o ~ d e l m u n d o de las mercancías — d e j a n d o a un l ado el riesgo de descrédito g e n e r a l — sólo l a c a n t i d a d ce o r o d e t e r m i n a d a p o r las leyes i n m a n e n t e s de esc m u n d o , y p o r t a n t o l a única qne p u e d e ser r ep r e s en tada . P o r e j e m p l o , s i la masa de b i l l e t e s r e p r e s e n t a r a dos onzas de o r o p o r cada onza , l o que ocurri i íu d e h e c h o es q u t J l i b i a e s t e r l ina se c o n v e r tiría e n e l n o m b r e d i n c r a r i o de Va de onza , d i g a m o s , en vez d e l de M ce onza . E l r e s u l t a d o sería H m i s m o que s i e l o r o h u b i e r a s u f r i d o m o d i f i c a c i o n e s e n su función de medida de los pr?cias. L o s m i s m o s va l o r e s , pues , que antes se r e p r e s e n t a b a n e n e l p r e c i o de 1 l i b r a e s t e r l i na se e x p r e san a h o r a en e l p r e c i o de 2 es te r l inas .

E l p a p e l m o n e d a es signo áureo o s igno d i n c r a r i o . Su relación c o n l os valores m e r c a n t i l e s se reduce a q u e éstos se h a l l a n expresados de m a n e r a i dea l en las m i s m a s c a n t i dades de o r o q u e e l p a p e l r e p r e s e n t a simbólica y sensor ia l¬m e n t e . E l p a p e l m o n e d a es signo_det_valor sólo en c u a n t o r ep r esen ta cahl¡dáá*e"s"rJc o r o T í a s cua l eK^ó r r i o ( o d a r i a s

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demáscan t idades de mercancías, son también c a n t i d a d e s de v a l o r é " — — -

Z~Se p l a n t e a l a p r e g u n t a , f i n a l m e n t e , de a qué se debe _ q u £ j g j ü ^ a l s ^ u % i f • c l o r o por^lmples^sÍ£nos_de sí m i s -

m o ^ des o x a v i s l o s ^ d e l v a l o r . P e r o , c o m o h e m o s v i s t o , e l o r o ^soTocs^sus t i t u i b le ^ n j a ^ n ^

' au tónomo c^ñ~s^furjcicn de m o n e d a o j j K d i o de circulación. ~~Ah~orá~~6¡en~ esa fímcióñ no se auíonorniza en e l caso de

c ^ a ^ n a ~ d e ~ l a s m o n e d a s fle~ofo7 p o r más que l a a u t o n o m l -z a c i o n se M a n i f i e s t e en e l h e d i ó d e que s igan c i r c u l a n d o piezas de o r o desgastadas . L a s piezas de o r o s o n meras m o n e d a s , o m e d i o s d e circulación, sólo m i e n t r a s se e n c u e n t r a n e f e c t i v a m e n t e e n e l cu r so . P e r o lo que n o r i ge p a r a c ada u n a de las m o n e d a s de o r o , r i ge p¿ra l n masa mínima de o r o s u s t i t u i b l e p o r p a p e l m o n e d a , Ésta res ide c o n s t a n t e m e n t e en la es fera de la circulación, f u n c i o n a s in cesar c o m o m e d i o de circulación y , p o r l o t a r t o , ex is te de m o d o e x c l u s i v o c o m o p o r t a d o r de esa función. Su m o v i m i e n t o , pues , r ep r e sen ta únicamente l a alternación c o n t i n u a de los procesos c o n t r a p u e s t o s de l a m e t a m o r f o s i s m e r c a n t i l M -D - M , en la c u a l l a f i g u r a de v a l o r d e La mercancía sólo se e n f r e n t a a esta p a r a desaparece r ensegu ida n u e v a m e n t e . X t r presentación autónoma del valoróte cambio de la mer-canda no es, acmí.jTTás que u n a aparición fue í t i v a^De^

" m m c d i a L o 7 ~ o l r a mercancía s u s t i t u y e a la p r i m e r a . Dq-átuT d u c P c T T T l H j p r o c e s o _ g u e c o n s t a n t e m e n t e lo_ hace _ca_mbiar

" desunas m a n o s a~6fras,~1jaste c o n laTe^xjsjcncia_ m e j ^ m e n t e s imbol íra ex i s t enc i a f u n c i o n a l p o r así d V

_ c i r i o , aTsoTTjcTu ex i s t enc i a m a t e r i a l . Re f l e j o evanescente^

Nota a In Z5* edición.-—Kl siguienic pasaje de F-ullürion muesira la nula claridad con que, incluso los mejores escritores sobre lemas dinerurios, conciben las diversas ¡unciones del diaero: , HQue un lo concerniente a nuestras intercambios internos todas las funciones mondar ias que usuaímente desempeñan las monedas de oro y plata podrían ser realizadas con la misma eficacia por una circulación de billetes ínconvertibles, sin mas valor que ei vnlar fícricín y convencional |. ..1 que les atribuye la ley. es un hecho que, a m i juic io, no admite negativa alguna. Puede hacerse que un valor de esie upu se ujusle :i todo? les usos del Milor ¡mrínsÉCO e incluso que haga innecesaria la existencia de un patrón de valor, siempre que la cantidad |.. .J emitida se mantenga dentro de los l imites debidos". tFtiI larior,, Ri'guhitfou \jf Cjirrencicj. 2? cd„ Londres, IB45, p. 21.1 jAsí que como 1» mtrenneía dineraria es susiituible en lu circulación por simples signos de valor, es superfina como medida de los valores y patrón de lo* precios:

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mente objetivado de los precios mercantiles, el dinero sólo funciona COmp Signq de rfmkmn y | ppr " tant^Tkf l i f r jg f l

_ pnede aer sust i tuido po r s ignos. " E l signo__deI dinero no j^equiere manque j u p r o p ^ y e l ^ á ^ ' m o n e d á ^ U e n e ¿sá vigencia medíame el curso

"Torzoso. Este curso forzoso estatal sólo rige dentro de Ja BSéta"rJe circulación interna, o sea de la circunscrita por Jas fronteras de una comunidad, pero es sólo en esa esfera, también, donde t i dinero ejerce de manera plena su función como medio de circulación o moneda, y por tanto donde puede alcanzar» en el papel moneda, un merlo de existencia puramente funcional y exteriormente desligada de su sustancia metálica.

3. E l dinero

La mercancía que funciona como medida del valer, y por consiguiente, sea en persona o por medio de un representante también como medio de circulación, es el dinero. El oro (o bien La plata) es, por ende, dinero. Funciona coino_dinerom por una paTteTIHITtiondc tielr£"que^^escn-tarse en su corporeidad áurea~To~afgénteáJ7y_ por_ tanto cómo mercando dineraria; o sea ni de modo puramente ideal, comtT~cn la mediúa de valor, n i siendo pasible de representación, como en el medio de circulación» j * o r otra parte, función a también como di ñero allí don d e j u fu nejó n la desemrjcñe^en persona o j i tray_cs_de__uri representante, lo

Jija enmo JigitfQ Únicaj^ valor o única exhtendaqdecitada dtl yüJor de cambio* f r a i l e a todas las demás mcrcancía> en cuanto simples valares de uso.

b > Del nechu Je que el uro y la píala, en euunie moreda o en la función exclusiva de medios de circulación, se convienen en simios de- si mismos, deduce Nicholas Barbón el derecho de los yubiernos "lo raise money" [a aumentar el [valor del) dinero], «sm es. a conferir a una cantidad (fe piula, denominada jrro-serten". por ejemplo, el nombre de una cantidad de plata mayor, como tálero, devolviendo asi a los acreedores "groschen" en vex ck tálero,. "E| dinero se desasta y aligera por lo* frecuentes pagos.. Lo que !¿i ¿ente tiene en cuenta en IfiS transacciones es ia deaominaeiótt y el corso üeJ dinero, no la cantidad de piala . Es Ta autoridad pública sobre el melal lo que convierte ;\ é^e en diaero." (N, üíirbcn, A Díscourse ati • - . . pr>. 29, 30, 25. t

158

ai A tes aro miento

E l cielo continuo de las dos metamorfosis mercantiles contrapuestas, o la íluida rotación de compra y venta, .ve manifiesta en el curso incesante del dinero o en su función de perpettuitn nwhik' de la circulación. No bien la serie de metamorfosis se in ten un i pt\uo_bic i i_la~vTn ta j o s c corfj-plelÍK%ntü~L:triTlir7JÍJÍñ d i rero se inmov i l izado como dice Boisguillebert. se Transforma de menb'l't etrfmmeiihle [de mueble en i nmueb l e l J * " h i , i | de moneda en dinero.

Yn con el d_esarrollo inicial de la circulación mercante se desarrolla también la necesidad y el deseo apasionado de poner a buen recaudo el producto de la pr imera metamorfosis, la figura transmutada de la mercancía o su crisálida úurea.k" No_se venden mercancías, para adquirir mercancías, sirio para sustituir la__fot;ma jr>"rcnntíl por la

23Krrcnina7~Dc "simple faseniTícr medí adora ¿el intercambio de sustancias, ese cambio formal se convierte en f in en sí mismo. La figura enajenada de la mercancía se ve impe¬dida de fülicioña^conio su figura absolutamente enajena-

~ble, o c o m o ^ J j ^ a - j m i e i a d ü meramente cvancsccñTc. IZl dinero se PC lrifi c a e n tesoro * y el vendedor de mercancías se convierte en atesar ador.

En IOS llllClOS de Id Uiculución mercanti l , pi-L-cisamAnlíV sólo se convierte en dinero el excedente de valores de uso. De esta suerte, el oro y la plata se transforman óc suyo en expresiones sociales de lo superfluo o de la riqueza. Esta forma ingenua del atesoramiento se perpetúa en pueblos en los cuales a un modo de producción tradicional y orientado a la propia subsistencia, corresponde un conjunto de necesidades firmemente delimitado. Ta l es el caso de los asiáticos, y particularmente en la India. Van-der l in l , quien se figura que los precios mercantiles están determinados por la masa de oro y pinta l i s í en le en un país dado, se pregunta por qué las mercancías indias son tan baratas. Respuesta: porque los indíns entierran el dinero. De 102 n 1734, observa Vandcri int . enterraron

M "Lna rii|iicZ3 ca dinero no es más QUÉ . riqueza en pro-(tactos, tv/ti trtitiox rn f/iWrn/^lMcrcier de La Rívierc, L'ordre lutfit-rí '/,.., p. 573,1 "Un valor en producto* no lia hecho mñs qtiL-caindhr tlt< fvrffltí" itUhhm. p- -WO

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mente objetivado de los precios mercantiles, el dinero sólo funciona COmp Signq de rfmkmn y | ppr " tant^Tkf l i f r jg f l

_ pnede aer sust i tuido po r s ignos. " E l signo__deI dinero no j^equiere manque j u p r o p ^ y e l ^ á ^ ' m o n e d á ^ U e n e ¿sá vigencia medíame el curso

"Torzoso. Este curso forzoso estatal sólo rige dentro de Ja BSéta"rJe circulación interna, o sea de la circunscrita por Jas fronteras de una comunidad, pero es sólo en esa esfera, también, donde t i dinero ejerce de manera plena su función como medio de circulación o moneda, y por tanto donde puede alcanzar» en el papel moneda, un merlo de existencia puramente funcional y exteriormente desligada de su sustancia metálica.

3. E l dinero

La mercancía que funciona como medida del valer, y por consiguiente, sea en persona o por medio de un representante también como medio de circulación, es el dinero. El oro (o bien La plata) es, por ende, dinero. Funciona coino_dinerom por una paTteTIHITtiondc tielr£"que^^escn-tarse en su corporeidad áurea~To~afgénteáJ7y_ por_ tanto cómo mercando dineraria; o sea ni de modo puramente ideal, comtT~cn la mediúa de valor, n i siendo pasible de representación, como en el medio de circulación» j * o r otra parte, función a también como di ñero allí don d e j u fu nejó n la desemrjcñe^en persona o j i tray_cs_de__uri representante, lo

Jija enmo JigitfQ Únicaj^ valor o única exhtendaqdecitada dtl yüJor de cambio* f r a i l e a todas las demás mcrcancía> en cuanto simples valares de uso.

b > Del nechu Je que el uro y la píala, en euunie moreda o en la función exclusiva de medios de circulación, se convienen en simios de- si mismos, deduce Nicholas Barbón el derecho de los yubiernos "lo raise money" [a aumentar el [valor del) dinero], «sm es. a conferir a una cantidad (fe piula, denominada jrro-serten". por ejemplo, el nombre de una cantidad de plata mayor, como tálero, devolviendo asi a los acreedores "groschen" en vex ck tálero,. "E| dinero se desasta y aligera por lo* frecuentes pagos.. Lo que !¿i ¿ente tiene en cuenta en IfiS transacciones es ia deaominaeiótt y el corso üeJ dinero, no la cantidad de piala . Es Ta autoridad pública sobre el melal lo que convierte ;\ é^e en diaero." (N, üíirbcn, A Díscourse ati • - . . pr>. 29, 30, 25. t

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ai A tes aro miento

E l cielo continuo de las dos metamorfosis mercantiles contrapuestas, o la íluida rotación de compra y venta, .ve manifiesta en el curso incesante del dinero o en su función de perpettuitn nwhik' de la circulación. No bien la serie de metamorfosis se in ten un i pt\uo_bic i i_la~vTn ta j o s c corfj-plelÍK%ntü~L:triTlir7JÍJÍñ d i rero se inmov i l izado como dice Boisguillebert. se Transforma de menb'l't etrfmmeiihle [de mueble en i nmueb l e l J * " h i , i | de moneda en dinero.

Yn con el d_esarrollo inicial de la circulación mercante se desarrolla también la necesidad y el deseo apasionado de poner a buen recaudo el producto de la pr imera metamorfosis, la figura transmutada de la mercancía o su crisálida úurea.k" No_se venden mercancías, para adquirir mercancías, sirio para sustituir la__fot;ma jr>"rcnntíl por la

23Krrcnina7~Dc "simple faseniTícr medí adora ¿el intercambio de sustancias, ese cambio formal se convierte en f in en sí mismo. La figura enajenada de la mercancía se ve impe¬dida de fülicioña^conio su figura absolutamente enajena-

~ble, o c o m o ^ J j ^ a - j m i e i a d ü meramente cvancsccñTc. IZl dinero se PC lrifi c a e n tesoro * y el vendedor de mercancías se convierte en atesar ador.

En IOS llllClOS de Id Uiculución mercanti l , pi-L-cisamAnlíV sólo se convierte en dinero el excedente de valores de uso. De esta suerte, el oro y la plata se transforman óc suyo en expresiones sociales de lo superfluo o de la riqueza. Esta forma ingenua del atesoramiento se perpetúa en pueblos en los cuales a un modo de producción tradicional y orientado a la propia subsistencia, corresponde un conjunto de necesidades firmemente delimitado. Ta l es el caso de los asiáticos, y particularmente en la India. Van-der l in l , quien se figura que los precios mercantiles están determinados por la masa de oro y pinta l i s í en le en un país dado, se pregunta por qué las mercancías indias son tan baratas. Respuesta: porque los indíns entierran el dinero. De 102 n 1734, observa Vandcri int . enterraron

M "Lna rii|iicZ3 ca dinero no es más QUÉ . riqueza en pro-(tactos, tv/ti trtitiox rn f/iWrn/^lMcrcier de La Rívierc, L'ordre lutfit-rí '/,.., p. 573,1 "Un valor en producto* no lia hecho mñs qtiL-caindhr tlt< fvrffltí" itUhhm. p- -WO

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J50 millones cíe l ibras esíerlirms en plata, que originariamente habían pasado de América a Europa , 6 7 E n 1856¬1866, o sea en 10 años, Inglaterra exportó a India y China (gran parte ¿el metal expedido a este último país se abre camino hasta la Ind ia ) £, 120 millones en plata, obtenidas previamente a cambio de oro australiano.

Con e ^ e j a n o l k u u l t e r i o r de la producción mercanti l , ^ o ^ o n r ^ u c ü x d ^ el nervus re-

r w ^ ^ y y j P _ J ^ _ .las cusas], fTD' tener en su mano la "prenda s o c i a l " ^ Sus necesidades se amplíarTsuí"cesar y dernándai]

• imperiosamente una compra continua de mercancías extranjeras, mientras que la producción y venta de su propia mercancía insumen tiempo y están sujetas a contingencias.

-PgLa--£.Qjflprar sin vender, nuestro productor tiene_quc ha ber vendido antes sin comprar. Esta operación, practicada

—a escala general, parece ser contradictoria consigo misma. E n sus fuentes de producción, sin embargo, los metales preciosos se intercambian directamente por otras mercancías. Se opera aquí una venta (por parle del poseedor de mercancías) sin compra (desde el punto de vista del propietario de oro y p l a t a Y ventas ulteriores, sin compras subsiguientes, se reducen a servir de medio para la d i s t r i bución posterior de ios metales preciosos entre todos los poseedores de mercancías. Surgen de esta manera» en todos loa puntos del tráfico, tcsoioa d t o i u y pítiLu diveiaub G i l

volumen. Con la posibi l idad de retener la mercancía como _ya lor de cambio o e l vaTof~c7e cambio como mercancía, se" j ie j^iertaja_a_vidcz__dc j ^ . _ A m e d i d a que se exjjan_deTa~

circulación mercanti l se acrecieñía^el"poder del dinero, " l a forma siempre pronta, absolutamente social d ? ~ l a

riqueza. oro es excelentísimo; [.. .] quien lo tiene hace cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas a l paraíso." (Colón, en carta desde Jamaica, 1503. )

0 7 "Es tí'acUts u esta practic?. como mantienen a precios tan bajas todos Muí ariículas y munufacturas." (Vímderlint. op. c/r., pp, 95, 96.)

flH ' El dinero es una prenda." (John Bellers, Es-snys Abouí ¡he Foor, Mauiifacrnres, Tiade, Ptaiuations, and Immoraiity, Londres. 1699, p. 13.J

Ln comp. ii, en el sentido caiegáHco del término, supone ya, en realidad, al oro y la piala como figura transmutada de la mercancía, o como producto de Ja venia.

160

Como el dinero no deja traslucir qué es lo que se lia convertido en él, todo, mercancía o no mercancía, se convierte en dinero. Todo se vuelve venal j ^ u l r r n i r i l i l g . L a circulación se transforma en la gran retorta social a la que iodo se arroja para que salga de allí convertido en cristal de dinero. No resisten a esta alquimia n i siquiera los huesos de los santos y res sacrosancia, extra cumirtctctum borní-num Acusas sacrosantas, excluidas del comercio humano] , mucho menos toscas/'" Así como en el cinero se ha ext inguido toda diferencia cualitativa de las mercancías, él a su ve?, en su condición de nivelador radical , ' 1 * : extingue todas las diferencias." 1 ^ej^jd-dmero^ismrxj:s-mcjcaacía r-una cosa j ^ t e r i c j ^ a s i W ^

de cualr^Tér^Erpoder social se convierte a s f j e j j j j odc r pr ivado, ^r lenec len lc^üñ parnctiltrTrtTráTíTque la sacie¬dad antigua lo denuncie como la moneda fracchnaria de su orden económico y moral/'- L a sociedad moderna, que ya en los años de su infancia saca por kis pelos a Piutón

Enrique I I I , rey cristianísimo de Francia, arrebató sus reliquias J los conventos, etc., para convenirlas en dinero can 5-tanto y sonunic. Es conocido el papel que, en ln historia grisga, desempeñó el saqueo de los lewrca del icmpío deifico por lo? focünscs. Como es sabido, en la Antigüedad los lemplos servían de morada al dios de las mercancías. Eran "bancos sagrados". Entre los fenicios, pueblo comercial par vxceUi'uce, se jente al dta&u por fifiiiru cnajenadu de todas las cosas. Era perfectamente normal pues que las doncellas que se cnlicgubar. a los forasteros en las festividades cié la diosa del amor, ofrendaran a ésia !a moneda recibida como paga.

"¿Oro?, ¿oro cobrizo, brillante, precioso? . . . En profusión, habrá de lornar blanco al negro, hermoso al Feo. lo falso, verdadero: noble ni ruin; mozo al viejo, y al cobirde, valeroso. ;Oh. dioiesí ¿Por qué, qué es esto? Porqte ¿1 ipariuró de vuestro lado sacerdotes y servidores; retirará la almohada de debajo de la cabezu de los liombres mas robustos: este amarillo esclavo va a unir religiones y escindidas, enaltecer a los malditos, hacer que se adore a ln lepra blanquecina, sentar n los ladrones en los escaños del senado y otorgarles títulos, genuflexiones J beneplácitos; él es el que procura nuevas nupcias a la viuda achacosa . . . Vamos, tú, cieno maldito, puta común del genero liumano." (Shakespeare, Tiiru'm de Aicíií¡s.)\'nb^

*• "No ha habido emrc los hombres inunción más Funesta que la del dinero: ella devasia las ciudades, ella suca a Lo¿ hombres de su casa, ella los industria y pervierte sus buenos sentimientos, disponiéndolos para lodo hscho punible: ella enseñó a los

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J50 millones cíe l ibras esíerlirms en plata, que originariamente habían pasado de América a Europa , 6 7 E n 1856¬1866, o sea en 10 años, Inglaterra exportó a India y China (gran parte ¿el metal expedido a este último país se abre camino hasta la Ind ia ) £, 120 millones en plata, obtenidas previamente a cambio de oro australiano.

Con e ^ e j a n o l k u u l t e r i o r de la producción mercanti l , ^ o ^ o n r ^ u c ü x d ^ el nervus re-

r w ^ ^ y y j P _ J ^ _ .las cusas], fTD' tener en su mano la "prenda s o c i a l " ^ Sus necesidades se amplíarTsuí"cesar y dernándai]

• imperiosamente una compra continua de mercancías extranjeras, mientras que la producción y venta de su propia mercancía insumen tiempo y están sujetas a contingencias.

-PgLa--£.Qjflprar sin vender, nuestro productor tiene_quc ha ber vendido antes sin comprar. Esta operación, practicada

—a escala general, parece ser contradictoria consigo misma. E n sus fuentes de producción, sin embargo, los metales preciosos se intercambian directamente por otras mercancías. Se opera aquí una venta (por parle del poseedor de mercancías) sin compra (desde el punto de vista del propietario de oro y p l a t a Y ventas ulteriores, sin compras subsiguientes, se reducen a servir de medio para la d i s t r i bución posterior de ios metales preciosos entre todos los poseedores de mercancías. Surgen de esta manera» en todos loa puntos del tráfico, tcsoioa d t o i u y pítiLu diveiaub G i l

volumen. Con la posibi l idad de retener la mercancía como _ya lor de cambio o e l vaTof~c7e cambio como mercancía, se" j ie j^iertaja_a_vidcz__dc j ^ . _ A m e d i d a que se exjjan_deTa~

circulación mercanti l se acrecieñía^el"poder del dinero, " l a forma siempre pronta, absolutamente social d ? ~ l a

riqueza. oro es excelentísimo; [.. .] quien lo tiene hace cuanto quiere en el mundo, y llega a que echa las ánimas a l paraíso." (Colón, en carta desde Jamaica, 1503. )

0 7 "Es tí'acUts u esta practic?. como mantienen a precios tan bajas todos Muí ariículas y munufacturas." (Vímderlint. op. c/r., pp, 95, 96.)

flH ' El dinero es una prenda." (John Bellers, Es-snys Abouí ¡he Foor, Mauiifacrnres, Tiade, Ptaiuations, and Immoraiity, Londres. 1699, p. 13.J

Ln comp. ii, en el sentido caiegáHco del término, supone ya, en realidad, al oro y la piala como figura transmutada de la mercancía, o como producto de Ja venia.

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Como el dinero no deja traslucir qué es lo que se lia convertido en él, todo, mercancía o no mercancía, se convierte en dinero. Todo se vuelve venal j ^ u l r r n i r i l i l g . L a circulación se transforma en la gran retorta social a la que iodo se arroja para que salga de allí convertido en cristal de dinero. No resisten a esta alquimia n i siquiera los huesos de los santos y res sacrosancia, extra cumirtctctum borní-num Acusas sacrosantas, excluidas del comercio humano] , mucho menos toscas/'" Así como en el cinero se ha ext inguido toda diferencia cualitativa de las mercancías, él a su ve?, en su condición de nivelador radical , ' 1 * : extingue todas las diferencias." 1 ^ej^jd-dmero^ismrxj:s-mcjcaacía r-una cosa j ^ t e r i c j ^ a s i W ^

de cualr^Tér^Erpoder social se convierte a s f j e j j j j odc r pr ivado, ^r lenec len lc^üñ parnctiltrTrtTráTíTque la sacie¬dad antigua lo denuncie como la moneda fracchnaria de su orden económico y moral/'- L a sociedad moderna, que ya en los años de su infancia saca por kis pelos a Piutón

Enrique I I I , rey cristianísimo de Francia, arrebató sus reliquias J los conventos, etc., para convenirlas en dinero can 5-tanto y sonunic. Es conocido el papel que, en ln historia grisga, desempeñó el saqueo de los lewrca del icmpío deifico por lo? focünscs. Como es sabido, en la Antigüedad los lemplos servían de morada al dios de las mercancías. Eran "bancos sagrados". Entre los fenicios, pueblo comercial par vxceUi'uce, se jente al dta&u por fifiiiru cnajenadu de todas las cosas. Era perfectamente normal pues que las doncellas que se cnlicgubar. a los forasteros en las festividades cié la diosa del amor, ofrendaran a ésia !a moneda recibida como paga.

"¿Oro?, ¿oro cobrizo, brillante, precioso? . . . En profusión, habrá de lornar blanco al negro, hermoso al Feo. lo falso, verdadero: noble ni ruin; mozo al viejo, y al cobirde, valeroso. ;Oh. dioiesí ¿Por qué, qué es esto? Porqte ¿1 ipariuró de vuestro lado sacerdotes y servidores; retirará la almohada de debajo de la cabezu de los liombres mas robustos: este amarillo esclavo va a unir religiones y escindidas, enaltecer a los malditos, hacer que se adore a ln lepra blanquecina, sentar n los ladrones en los escaños del senado y otorgarles títulos, genuflexiones J beneplácitos; él es el que procura nuevas nupcias a la viuda achacosa . . . Vamos, tú, cieno maldito, puta común del genero liumano." (Shakespeare, Tiiru'm de Aicíií¡s.)\'nb^

*• "No ha habido emrc los hombres inunción más Funesta que la del dinero: ella devasia las ciudades, ella suca a Lo¿ hombres de su casa, ella los industria y pervierte sus buenos sentimientos, disponiéndolos para lodo hscho punible: ella enseñó a los

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d e j a s entrañas de ]a tierra,™ saluda en el áureo Santo Gr ia l la ruti lante encarnación de su propio pr incipio vital .

E n cuanto valor de__uso t..ja mercancía satisface^ una necesidad part icular y constituye un _cle_rn_ento particular de la riqueza material. Pero_el valor de la mercancTa^mid e j ^ r a d ^ e . s i j ^ ^ .sobre todos los elementos de la riqueza material , y por tanto la riqueza .social de su poseedor. Á juic io del poseedor "de m^Fca i^ mente simple, e incluso de un campesino de Europa Occi dental, el va lor es inseparable de la forma de valor, y por tanto el acrecentamiento del caudal de oro y plata equivale a un acrecentamiento de! valor. Sin duda, el valar del dinero varía, sea a consecuencia de su propio cambio de valor, sea porque se altera el valor de las mercancías. Pero ello no impide, por una parte, que como siempre 200 onzas de oro contengan más valor nue 100, 3£J0 más que 200, etcétera, ni que por otra parte la forma metálica natural de esa cosa siga siendo la forma que es el equivalente general de todas las mercancías, la encarnación directamente social de todo trabajo humano. EI j fún de atesoramiento es i i imi¬tado por naturaleza. Cualitativamente, o p p r j Q o r n i a , el

"Bmcro "calece" ^dc~Tfmites, vale d e c i r T ^ s e i represenlanTe general de la riqueza social porque se Jo^pLUtde_co_nvertir

^"de _mariefa directa en_cualgujer mercancía- Pero, a la vez, tóda~sümal^aj.~de dinero está l imitada _awntitgíI\!Gnienie. y por consiguiente no es más que un medio de comrjra_de

- eficaxíaiimitad^ los límites cuan-

Guatívos y la condición cualitativamente i l imitada del d i nero, incita una y otra vez al atesorado" a reemprender ese trabajo de Sísifc que es la acumulación. Le ocurre como al conquistador del mundo, que con cada nuevo país no hace más que conquistar una nueva frontera.

^ a r a conservar e j j r o . como dinero y por ende como e lementó le la tesaurizacióru debe impedírsele que circule

hombres a valerse de Lodos los medios y ¿i iiigsniui se pura cometer toda clase de impiedad."1 1

* z El avaro confía en arrancar al propio Pluíón de las entra-mis de la tierra." lAthen[aíus], Deipnas[ophist[tntm.. .|.)

p Versión careliana según Tragedias tfe Sófoefes, trad, de Jose Alemarty Bolufcr, en Esquilo y Sófocles, Ohm.t rompieras1. Buenos Aires, ¡957. p. 63Z.

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o que, como medio de compra, se djsuelya en medios de disfrute. De ahí que el atesorador sacrifique al íetícliu del oro sus apetitos carnales. Apl ica con toda seriedad el evangelio de la abstinencia. F o r j a r a parte, sólo puede retirar de la circulación, ba jo ja forma de dinerc T lo que le entrega a ella bajo la rorma^e_ jn^r^^ ía . ^ u a n t ^ j n a s prockee, tanjo mas puede vender. Labor ios idad, ahorro y aY?TJH^-

"sbn por consiguiente sus virtudes cardinales; vender mucho, comprar poco, la suma de su economía polit ica»-^

Junto a la forma directa de! tesoro, discurre su formi , estética, la posesión de mercancías de oro y plata, que crece a la par de la riqueza de la sociedad burguesa. l 'So-yons riclics ou paraissons r iches" [seamos ricos o parezcamos ricos] ( D i d e r o t ) . [ 7 " Se forma de esta suerte, por una parte, un mercado — e n constante~expansion-^¿gr_a_el oro y la plata,~"Índependientemente de sus func|ones dine-rarias. y por la otra parte una^juentc latente de oferta~3e.

"dinero, que fluye ante todo en períodos de convulsiones sociales.

_ E I .atesoramiento desempeña diversas funejones en la economía de la" circulación metálica. L a función siguientej dimana de las condiciones en que deben recorrer su curso Í a T m o n e f l ^ d e ] ^ visto, las constantes oscitaciones de la circulación mercantil en lu i p e se refiere a volumen, precios y velocidad, determinan que la masa del dinero en curso refluya y afluya incesante-meiue. Esa masa, por consiguiente, debe estar en condiciones de contraerse y expandirse. Ora es necesario atraer dinero bajo la forma de moneda, ora repeler moneda bajo la forma de dinero. Para que la masa de dinero realmente en curso corresponda siempre al grado de saturación que caracteriza a la esfera de la circulación, la cantidad de oro o plata disponible en un país ha de ser mayor que la empeñada en la función monetaria. Mediante la forma tesáurica del dinero se satisface esta condición. Los depó-

"Acrecentar ID mas posible el numero de los vendedores de toda mercancía, disminuir lo más pasible el número de sus compradores; he aquí los fundamentos sobre los que se mueven (odas las operaciones de la economia política " iVerri, Meditazioni salta . . . . pp. 52, 5 3 . )

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d e j a s entrañas de ]a tierra,™ saluda en el áureo Santo Gr ia l la ruti lante encarnación de su propio pr incipio vital .

E n cuanto valor de__uso t..ja mercancía satisface^ una necesidad part icular y constituye un _cle_rn_ento particular de la riqueza material. Pero_el valor de la mercancTa^mid e j ^ r a d ^ e . s i j ^ ^ .sobre todos los elementos de la riqueza material , y por tanto la riqueza .social de su poseedor. Á juic io del poseedor "de m^Fca i^ mente simple, e incluso de un campesino de Europa Occi dental, el va lor es inseparable de la forma de valor, y por tanto el acrecentamiento del caudal de oro y plata equivale a un acrecentamiento de! valor. Sin duda, el valar del dinero varía, sea a consecuencia de su propio cambio de valor, sea porque se altera el valor de las mercancías. Pero ello no impide, por una parte, que como siempre 200 onzas de oro contengan más valor nue 100, 3£J0 más que 200, etcétera, ni que por otra parte la forma metálica natural de esa cosa siga siendo la forma que es el equivalente general de todas las mercancías, la encarnación directamente social de todo trabajo humano. EI j fún de atesoramiento es i i imi¬tado por naturaleza. Cualitativamente, o p p r j Q o r n i a , el

"Bmcro "calece" ^dc~Tfmites, vale d e c i r T ^ s e i represenlanTe general de la riqueza social porque se Jo^pLUtde_co_nvertir

^"de _mariefa directa en_cualgujer mercancía- Pero, a la vez, tóda~sümal^aj.~de dinero está l imitada _awntitgíI\!Gnienie. y por consiguiente no es más que un medio de comrjra_de

- eficaxíaiimitad^ los límites cuan-

Guatívos y la condición cualitativamente i l imitada del d i nero, incita una y otra vez al atesorado" a reemprender ese trabajo de Sísifc que es la acumulación. Le ocurre como al conquistador del mundo, que con cada nuevo país no hace más que conquistar una nueva frontera.

^ a r a conservar e j j r o . como dinero y por ende como e lementó le la tesaurizacióru debe impedírsele que circule

hombres a valerse de Lodos los medios y ¿i iiigsniui se pura cometer toda clase de impiedad."1 1

* z El avaro confía en arrancar al propio Pluíón de las entra-mis de la tierra." lAthen[aíus], Deipnas[ophist[tntm.. .|.)

p Versión careliana según Tragedias tfe Sófoefes, trad, de Jose Alemarty Bolufcr, en Esquilo y Sófocles, Ohm.t rompieras1. Buenos Aires, ¡957. p. 63Z.

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o que, como medio de compra, se djsuelya en medios de disfrute. De ahí que el atesorador sacrifique al íetícliu del oro sus apetitos carnales. Apl ica con toda seriedad el evangelio de la abstinencia. F o r j a r a parte, sólo puede retirar de la circulación, ba jo ja forma de dinerc T lo que le entrega a ella bajo la rorma^e_ jn^r^^ ía . ^ u a n t ^ j n a s prockee, tanjo mas puede vender. Labor ios idad, ahorro y aY?TJH^-

"sbn por consiguiente sus virtudes cardinales; vender mucho, comprar poco, la suma de su economía polit ica»-^

Junto a la forma directa de! tesoro, discurre su formi , estética, la posesión de mercancías de oro y plata, que crece a la par de la riqueza de la sociedad burguesa. l 'So-yons riclics ou paraissons r iches" [seamos ricos o parezcamos ricos] ( D i d e r o t ) . [ 7 " Se forma de esta suerte, por una parte, un mercado — e n constante~expansion-^¿gr_a_el oro y la plata,~"Índependientemente de sus func|ones dine-rarias. y por la otra parte una^juentc latente de oferta~3e.

"dinero, que fluye ante todo en períodos de convulsiones sociales.

_ E I .atesoramiento desempeña diversas funejones en la economía de la" circulación metálica. L a función siguientej dimana de las condiciones en que deben recorrer su curso Í a T m o n e f l ^ d e ] ^ visto, las constantes oscitaciones de la circulación mercantil en lu i p e se refiere a volumen, precios y velocidad, determinan que la masa del dinero en curso refluya y afluya incesante-meiue. Esa masa, por consiguiente, debe estar en condiciones de contraerse y expandirse. Ora es necesario atraer dinero bajo la forma de moneda, ora repeler moneda bajo la forma de dinero. Para que la masa de dinero realmente en curso corresponda siempre al grado de saturación que caracteriza a la esfera de la circulación, la cantidad de oro o plata disponible en un país ha de ser mayor que la empeñada en la función monetaria. Mediante la forma tesáurica del dinero se satisface esta condición. Los depó-

"Acrecentar ID mas posible el numero de los vendedores de toda mercancía, disminuir lo más pasible el número de sus compradores; he aquí los fundamentos sobre los que se mueven (odas las operaciones de la economia política " iVerri, Meditazioni salta . . . . pp. 52, 5 3 . )

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silos que guardan los tesoros sirven a la vez como desaguaderos y acequias del dinero circulante que de este modo nunca inunda los canales por los que discurre, 0*

b) Medio de pago

^ En la forma directa de la circulación rncrcanti l , É©ri* sidéra^ánr¡a^"a~^f4uí¡ lá^misma magnitud de valor se presenta siempre de manera_doHe :_^qm^ pojo, como_díneíó^n el po l o opuesto J . q r _ t a n t o , los posee-, "dores de"mercancías"sólo"e"ntran en'contacto como representantes de" "c q u i va lentes"" re c i p roe arrTc n i e~Jdi s p ojñ61e i u l A L desarrollarse la circulación de mercancías, empero, se des¬envuelven circunstancias que" dütumunao una separación cfónolpg7c^~^Tr^ia venta de la m e re a n c_í a_y l a r c a 1 ización

. BtTsu.precip- Basta indicar aquí las más simples de esas c i r cunstancias. U n tipo de mercancías requiere más t iempo para su producción, otro ¡ipo menos. La producción de algunas mercancías está ligada a las diversas estaciones del año. Una mercancía es producida en el emplazamiento mismo de su mercado, otra tiene que realizar un largo viaje hasta dar con el suyo. De ahí que un poseedor de mercancías pueda asumir el papel de vendedor antes que otro el de comprador. A l repetirse consíantemente las mismas

"" Tara que sea posible practicar et comercio ue ta nación, se requiere una suma determinada de dinero metálico, tfl cual varía, y en ocasiones es más, y en ocasiones menos, según lo requieran las circunstancias en las que nos encontramos... Estos flujos y reflujos del dinero se efectúan y regulan sin intervención alguna de los políticos... Los baldes funcionan alternativamente: cuando cí dinero escasea, se acuña metal precioso; cuando escasea el metal, SP funden las monedas." (Sir D. Norfh, O/J . n'f.l, PostcriplJ, p. 3.) John Stuart Mili, durante largos años funcionario de Ir, Compañía de las Indias Orientales,E:"J confirma que en la India ios ornamentos de plata siguen desempeñando directamente las funciones de lesera. "Cuando rige una tasa alia del interés, se sacan a luz los ornamentos de plata y se los amoneda; el proceso inverso ocurre cuando baja la tasa del interés." (Testimonio de J- Si. MÍ», en Repon ou iSank Acls, 1857, n. 2G84T

2 i 0 1 J Según un documento parlamentario de Í864 en torno a la importación y exportación de oro y plata en la India,t í , l l en 1363 la importación de esos metales superó a la exportación en 19.367.754 fibras esterlinas. En los 8 años inmediatamente anteriores de 1864 el exceso de la importación sobre la exportación de los metales preciosos ascendió a E19.G52.!? 17 esterlinas. Durante el presente siglo se acunaron en l;i ladra mucho más de 200.0(10 000 de esterlinas.

154

transacciones entre ha mismas personas, las condiciones de venta de las mercancías pasan a regirse por sus condiciones de producción. Por otra parte, se vendí también el uso rJe ciertos tipos de mercancías, por ejemplo de una casa, durante un lapso determinado. Sólo una vez que haya transcurrido el plazo convenido, el comprador habrá obtenido efectivamente el valor de uso de la mercancía. Compra, pues, antes de pagar. U n poseedor de mercancías vende una mercancía ya existente; el otro compra como mero representante del dinero, o corno representante de un dinero futuro. E l vendedor deviene acreedoras} compra¬dor, deudor. L omo "áqui se rnodihca ia metamorfosis ~de

J a mercancía ^ el desarro l ló le su forma de valor, el ^ú^cTQ^asumc^fá^^ medio

de pago'M '

El carácter de acreedor o deudor surge aquí de la c i rcuIa^óT^ la"forma-dTesta^cTejii esa nueva impronta en el vendedor y el comprador. En un primer momento, pues, se trata de papeles tan evanescentes y recíprocamente cambiantes como los de vendedor y comprador, y a cargo de los mismos agentes de La circulación. No obstante, la antítesis presenta ahora, de suyo, un aspeclo mucho menos placentero y es susceptible de una mayor cristalización.'^ Pero los mismos caracteres pueden aparecer a! mareen de la circulación mercantil . La lucha de clases en ef mundo antiguo, por ejemplo, se desenvuelve principalmente bajo la forma de una lucha enlre acreedores y deudores, y termina en Roma con la decadencia del deudor plebeyo, al que sustituyen los esclavos.

En la Edad Media la lucha finaliza con la decadencia del deudor feudal, que con su base económica pierde

'"* Lulero distingue enlre d dinero como media de compra y como medio de pago. "Maches! mir einen Zwrlling aus dem Schndc-wacht. da* ích hie nichi beznfen nnd dore nidrt kauffen tann." ¡Con este señor Don S?gyrpM^»l me haces un gemelo, que aquí no puedo pagar y allá no puedo comprar.] (Martin Lutfter, An die PU'rriienn, wider dea Wrtciter zu predicen. Wiltenberg. J54Ü.I

ü í Acerca de la situación de los deudores y los acreedores entre los mercaderes ingleses a principios del siglo xvnu véase \> siguiente: "Hcinu enlre los comerciantes mi espíritu de crueldad, aquí en Inglalerm, que no seríu posible encontrarlo en ninguna oirá sociedad humana, ni ea ningún otro reino del mundo". {An Exuiy rin Cri'dit and (fie Bsitikrupt I4CÍ , Londres. 1707. p. 7.)

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silos que guardan los tesoros sirven a la vez como desaguaderos y acequias del dinero circulante que de este modo nunca inunda los canales por los que discurre, 0*

b) Medio de pago

^ En la forma directa de la circulación rncrcanti l , É©ri* sidéra^ánr¡a^"a~^f4uí¡ lá^misma magnitud de valor se presenta siempre de manera_doHe :_^qm^ pojo, como_díneíó^n el po l o opuesto J . q r _ t a n t o , los posee-, "dores de"mercancías"sólo"e"ntran en'contacto como representantes de" "c q u i va lentes"" re c i p roe arrTc n i e~Jdi s p ojñ61e i u l A L desarrollarse la circulación de mercancías, empero, se des¬envuelven circunstancias que" dütumunao una separación cfónolpg7c^~^Tr^ia venta de la m e re a n c_í a_y l a r c a 1 ización

. BtTsu.precip- Basta indicar aquí las más simples de esas c i r cunstancias. U n tipo de mercancías requiere más t iempo para su producción, otro ¡ipo menos. La producción de algunas mercancías está ligada a las diversas estaciones del año. Una mercancía es producida en el emplazamiento mismo de su mercado, otra tiene que realizar un largo viaje hasta dar con el suyo. De ahí que un poseedor de mercancías pueda asumir el papel de vendedor antes que otro el de comprador. A l repetirse consíantemente las mismas

"" Tara que sea posible practicar et comercio ue ta nación, se requiere una suma determinada de dinero metálico, tfl cual varía, y en ocasiones es más, y en ocasiones menos, según lo requieran las circunstancias en las que nos encontramos... Estos flujos y reflujos del dinero se efectúan y regulan sin intervención alguna de los políticos... Los baldes funcionan alternativamente: cuando cí dinero escasea, se acuña metal precioso; cuando escasea el metal, SP funden las monedas." (Sir D. Norfh, O/J . n'f.l, PostcriplJ, p. 3.) John Stuart Mili, durante largos años funcionario de Ir, Compañía de las Indias Orientales,E:"J confirma que en la India ios ornamentos de plata siguen desempeñando directamente las funciones de lesera. "Cuando rige una tasa alia del interés, se sacan a luz los ornamentos de plata y se los amoneda; el proceso inverso ocurre cuando baja la tasa del interés." (Testimonio de J- Si. MÍ», en Repon ou iSank Acls, 1857, n. 2G84T

2 i 0 1 J Según un documento parlamentario de Í864 en torno a la importación y exportación de oro y plata en la India,t í , l l en 1363 la importación de esos metales superó a la exportación en 19.367.754 fibras esterlinas. En los 8 años inmediatamente anteriores de 1864 el exceso de la importación sobre la exportación de los metales preciosos ascendió a E19.G52.!? 17 esterlinas. Durante el presente siglo se acunaron en l;i ladra mucho más de 200.0(10 000 de esterlinas.

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transacciones entre ha mismas personas, las condiciones de venta de las mercancías pasan a regirse por sus condiciones de producción. Por otra parte, se vendí también el uso rJe ciertos tipos de mercancías, por ejemplo de una casa, durante un lapso determinado. Sólo una vez que haya transcurrido el plazo convenido, el comprador habrá obtenido efectivamente el valor de uso de la mercancía. Compra, pues, antes de pagar. U n poseedor de mercancías vende una mercancía ya existente; el otro compra como mero representante del dinero, o corno representante de un dinero futuro. E l vendedor deviene acreedoras} compra¬dor, deudor. L omo "áqui se rnodihca ia metamorfosis ~de

J a mercancía ^ el desarro l ló le su forma de valor, el ^ú^cTQ^asumc^fá^^ medio

de pago'M '

El carácter de acreedor o deudor surge aquí de la c i rcuIa^óT^ la"forma-dTesta^cTejii esa nueva impronta en el vendedor y el comprador. En un primer momento, pues, se trata de papeles tan evanescentes y recíprocamente cambiantes como los de vendedor y comprador, y a cargo de los mismos agentes de La circulación. No obstante, la antítesis presenta ahora, de suyo, un aspeclo mucho menos placentero y es susceptible de una mayor cristalización.'^ Pero los mismos caracteres pueden aparecer a! mareen de la circulación mercantil . La lucha de clases en ef mundo antiguo, por ejemplo, se desenvuelve principalmente bajo la forma de una lucha enlre acreedores y deudores, y termina en Roma con la decadencia del deudor plebeyo, al que sustituyen los esclavos.

En la Edad Media la lucha finaliza con la decadencia del deudor feudal, que con su base económica pierde

'"* Lulero distingue enlre d dinero como media de compra y como medio de pago. "Maches! mir einen Zwrlling aus dem Schndc-wacht. da* ích hie nichi beznfen nnd dore nidrt kauffen tann." ¡Con este señor Don S?gyrpM^»l me haces un gemelo, que aquí no puedo pagar y allá no puedo comprar.] (Martin Lutfter, An die PU'rriienn, wider dea Wrtciter zu predicen. Wiltenberg. J54Ü.I

ü í Acerca de la situación de los deudores y los acreedores entre los mercaderes ingleses a principios del siglo xvnu véase \> siguiente: "Hcinu enlre los comerciantes mi espíritu de crueldad, aquí en Inglalerm, que no seríu posible encontrarlo en ninguna oirá sociedad humana, ni ea ningún otro reino del mundo". {An Exuiy rin Cri'dit and (fie Bsitikrupt I4CÍ , Londres. 1707. p. 7.)

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también su poder político. Atrn así, Ja forma drnernria — y Ja relación entre el acreedor y el deudor reviste la forma de una relación d i n e r a r i a — en estos casos no hace máa que reflejar el antagonismo entre condiciones económicas de vida ubicadas en estratos mas profundos.

Retornemos a ía esfera de la circulación mercantil . Y a no se produce la aparición simultánea de los equivalentes, mercancía y dinero, en los dos polos del proceso de la venta. Ahora , el dinero funciona primero como me-dieta^ del vgfar77aT^elé7minar^j^ precio de la IncTcancré V g j j g f f i Ese precio, Fijado cqntractualmcntcrníidc' la obl igación del comprador, esto es, la suma"dc~diñ"^ el mismo debe p a g a r a n , el ¿J^^_cslir^ijaiJo. F u n c i o n a r e n segundo lugar, como medio ideal de compra. Aunque sólu existe en la promesa dineraria del comprador, hace que la mercancía cumbie de manos. S ^ o ^ _ v e n c e r _ e l ^ plazo,

^o^rvejudo^e^ de pago e n ^ ^ c j ^ r j v a r n e n l c en la

circulación, es decir,_r^saJjl£jüs__m del comprador a. {as de] vencedor. E l_medio de circulación se transformó en tesoro porque el proceso de circulación se mtcjrumpjó _cñ__Iü_primera fase, o, dicho _de otra mancT?, porque_s,c sustrajo n la "circulación la figura transmutada" "ríe la mercancía. SL jneñ_ el medio dt pugv ingresa aTa circulación, ello ocurre después que lárñVrcancíajen^-reJjradoZ3e-la .ñfl|&mQ. E l dinoro yá' no ce ol mediador rJH prnrpgn Le pbne~punto final, de manera autónoma, como cxísTcncnT abfiqluta aeJ valor de cambio o mercancía general. E l vendedor_convicrtc la mercancía en d inero^r^a^at j sTscJr ' "

^on__este una necesidad^ PÍ_aiC57)ra^orr"~para conservar J a mercancía bajo, forma dÍncrana:^i^mprador^miej jdado, para poder pagar. Si no lo hace, se efectúa ía venta jud i cial de sus bienes. La figura de valor^caracteristica dg^la

. mercancía, el cimero, se convierte ahora, ^beHéaendo a una necesidad social derivada de Iñs^círcuns'ancias del proceso mismo ce circuiación^en fin último deja venta.

El comprador, antes de haber transformado la mercancía en dinero, vuelve a convertir el dinero en mercancía, o sea, lleva a cabo la segunda metamorfosis mercanti l antes que la primera. Pero la mercancía del vendedor circula» realiza su precio, sólo baju la forma de un título jurídico privado que lo habilita para reclamar el dinero. Se transforma en valor de uso antes de haberse convertido

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en dinero. Su primera metamorfosis sólo se lleva a cabo posteriormente.-" 1

En todo lapso determinado del proceso de circulación, las obligaciones vencidas representan la suma de las precios de las mercancías cuya venta las hizo surgir. L a masa de dinero necesaria para la realización de esa suma de precios depende, en primer término, de la velocidad con que recorren SU curso los medios de pego. Ésta depende de dos circunstancias: la concatenación de las relaciones entre acreedores y deudores, de tal modo que A , que iccibe dinero de su deudor B, se lo paga a su acreedor C. etcétera, y el lapso que medía entre las diversos plazos de pago. La cadena consecutiva de pagos, o de primeras metamorfosis efectuadas a posterior!, se distingue esencialmente del entrelazamiento, antes considerado, de las series de metamorfosis. La conexión entre vendedores y compradores no sólo se expresa en el curso del medio de circulación: la conexión misma surge en el curso del dinero y con él. En cambio, el movimiento del medio de pagn expresa una conexión social preexistente.

La simultaneidad y yuxtaposición de las ventas l imitan el remplazo de la masa de moneda resultante de la velocidad de su curso. Constituyen, por el contrario, una nueva palanca en la economía de los medios de pago. Con la concentración de los pagos en el mismo lugar se desarro l lan, de manera espontánea, institutos y métodos para compensarlos. Es el caso de los virenients, por ejemplo, en el L yon medieval. Basta confrontar los créditos de A contra B, de B contra C, de C contra A, etc., para cancelarlos, hasta cieno importe, como magritudcs positivas y

Nota a la 2[? edición.— Del siguiente pasaje, lomado de la obn que publiqué era lt*59, se desprende el motivo de que en el texto haga caso omiso de Utúl forma contrapuesta: "Por el contrario, en el proceso D ^ M puede enajenarse el dinero como medio de compra cfeciivo. realzándose así el precio de fí) mer-cUncíu antes de que se realice el valor de aso del dinero 0 se enajene la mercancía. Sucedí esto a diario, por ejemplo, en 1n forma del pago por adelantaeu. O en la forma en que el gobierno ¡iifclc-i compra el opio a los raimes... en fe IndiaJ 7 4 ! De este modo, sin embalo, el dinero no hace mits que operar en la forma ya conocida de medio de compra . . . También « ¿ídclanto capital na lumimenic, bajo lu forma de dinero . . . Pera este punto de vista no está comprendido en los límites de la circulación simple". K/Air Kníik .. . . pp. \\% 120,1

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también su poder político. Atrn así, Ja forma drnernria — y Ja relación entre el acreedor y el deudor reviste la forma de una relación d i n e r a r i a — en estos casos no hace máa que reflejar el antagonismo entre condiciones económicas de vida ubicadas en estratos mas profundos.

Retornemos a ía esfera de la circulación mercantil . Y a no se produce la aparición simultánea de los equivalentes, mercancía y dinero, en los dos polos del proceso de la venta. Ahora , el dinero funciona primero como me-dieta^ del vgfar77aT^elé7minar^j^ precio de la IncTcancré V g j j g f f i Ese precio, Fijado cqntractualmcntcrníidc' la obl igación del comprador, esto es, la suma"dc~diñ"^ el mismo debe p a g a r a n , el ¿J^^_cslir^ijaiJo. F u n c i o n a r e n segundo lugar, como medio ideal de compra. Aunque sólu existe en la promesa dineraria del comprador, hace que la mercancía cumbie de manos. S ^ o ^ _ v e n c e r _ e l ^ plazo,

^o^rvejudo^e^ de pago e n ^ ^ c j ^ r j v a r n e n l c en la

circulación, es decir,_r^saJjl£jüs__m del comprador a. {as de] vencedor. E l_medio de circulación se transformó en tesoro porque el proceso de circulación se mtcjrumpjó _cñ__Iü_primera fase, o, dicho _de otra mancT?, porque_s,c sustrajo n la "circulación la figura transmutada" "ríe la mercancía. SL jneñ_ el medio dt pugv ingresa aTa circulación, ello ocurre después que lárñVrcancíajen^-reJjradoZ3e-la .ñfl|&mQ. E l dinoro yá' no ce ol mediador rJH prnrpgn Le pbne~punto final, de manera autónoma, como cxísTcncnT abfiqluta aeJ valor de cambio o mercancía general. E l vendedor_convicrtc la mercancía en d inero^r^a^at j sTscJr ' "

^on__este una necesidad^ PÍ_aiC57)ra^orr"~para conservar J a mercancía bajo, forma dÍncrana:^i^mprador^miej jdado, para poder pagar. Si no lo hace, se efectúa ía venta jud i cial de sus bienes. La figura de valor^caracteristica dg^la

. mercancía, el cimero, se convierte ahora, ^beHéaendo a una necesidad social derivada de Iñs^círcuns'ancias del proceso mismo ce circuiación^en fin último deja venta.

El comprador, antes de haber transformado la mercancía en dinero, vuelve a convertir el dinero en mercancía, o sea, lleva a cabo la segunda metamorfosis mercanti l antes que la primera. Pero la mercancía del vendedor circula» realiza su precio, sólo baju la forma de un título jurídico privado que lo habilita para reclamar el dinero. Se transforma en valor de uso antes de haberse convertido

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en dinero. Su primera metamorfosis sólo se lleva a cabo posteriormente.-" 1

En todo lapso determinado del proceso de circulación, las obligaciones vencidas representan la suma de las precios de las mercancías cuya venta las hizo surgir. L a masa de dinero necesaria para la realización de esa suma de precios depende, en primer término, de la velocidad con que recorren SU curso los medios de pego. Ésta depende de dos circunstancias: la concatenación de las relaciones entre acreedores y deudores, de tal modo que A , que iccibe dinero de su deudor B, se lo paga a su acreedor C. etcétera, y el lapso que medía entre las diversos plazos de pago. La cadena consecutiva de pagos, o de primeras metamorfosis efectuadas a posterior!, se distingue esencialmente del entrelazamiento, antes considerado, de las series de metamorfosis. La conexión entre vendedores y compradores no sólo se expresa en el curso del medio de circulación: la conexión misma surge en el curso del dinero y con él. En cambio, el movimiento del medio de pagn expresa una conexión social preexistente.

La simultaneidad y yuxtaposición de las ventas l imitan el remplazo de la masa de moneda resultante de la velocidad de su curso. Constituyen, por el contrario, una nueva palanca en la economía de los medios de pago. Con la concentración de los pagos en el mismo lugar se desarro l lan, de manera espontánea, institutos y métodos para compensarlos. Es el caso de los virenients, por ejemplo, en el L yon medieval. Basta confrontar los créditos de A contra B, de B contra C, de C contra A, etc., para cancelarlos, hasta cieno importe, como magritudcs positivas y

Nota a la 2[? edición.— Del siguiente pasaje, lomado de la obn que publiqué era lt*59, se desprende el motivo de que en el texto haga caso omiso de Utúl forma contrapuesta: "Por el contrario, en el proceso D ^ M puede enajenarse el dinero como medio de compra cfeciivo. realzándose así el precio de fí) mer-cUncíu antes de que se realice el valor de aso del dinero 0 se enajene la mercancía. Sucedí esto a diario, por ejemplo, en 1n forma del pago por adelantaeu. O en la forma en que el gobierno ¡iifclc-i compra el opio a los raimes... en fe IndiaJ 7 4 ! De este modo, sin embalo, el dinero no hace mits que operar en la forma ya conocida de medio de compra . . . También « ¿ídclanto capital na lumimenic, bajo lu forma de dinero . . . Pera este punto de vista no está comprendido en los límites de la circulación simple". K/Air Kníik .. . . pp. \\% 120,1

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negativas. Sólo resta para l iquidar, así, un último saldo. Cuanto mayor seo el volumen alcanzado por la concentración de los pagos, tamo menor será, relativamente, el saldo final, y por tanto la masa de los medios de pago circulantes.

_ La^qnciónJcLdinero..coniCL_mcdio_dc._pagc. trac con¬sigo una contradicción no mediada. En la medida en que

..s^jJnTjjensan los pagos, el dinero funcióriajíólnjtímtmiñy' te como dinero de cuenta "o medídá -deJos valores. E n Ta me^tóa-i^i qüé los pa^o^je^ectúan reaTn^TucT el dinero ya no e~ninT~cn'escena como medío^^r^ 'anación, como f m n a j ^ a r ^

sino como ~Ia^ cncai nae j on^^d i v idual ^ e l t m r j a j Q social, como la existencia^ autónoma del valor de camjgto, como mercancía absoluta. n ^ ^ a e q ñ ^ ^ csaJaTe_ de las_cr_isjs de^producción^cnn^rciales que se denomina crisis dinerafít\2,i\l¿\ misma sólo se produce allí d b n i k J a _ cadena C M S C C U J ^ tjp compensación han alcanzado su pleno desarrollo. ALsus-eiiarse perLuibcciurtes más generales "de" ese Tñecanismo, procedan de donde procedan, jd_dinero_pasa, de manera súbita y no mediada, de la figura puraiTienlt: ideal del dinero de cuenta a la del dinero contante y—sdimrlte7~ Las mercancías^profanas y n _ n o pueden sustit_uírÍp.^EI v a l e r -

de uso de Ja mercancía pierde su valor y su valor se desva-

M ' La crisis dinerada lal cual se define en el texto, coma fase üe ¡oda crisis, debe distinguirse biea de 1J clase particular dv crisis a la que "ambicn se llama crisis dErjcrana, pero que puede constituir un fenómeno enteramente autónomo y que por tanto sóln por reacción ejerce un Ínílu¡o sobre la industria y el comercio, Tráuise^de _c r i si S J M I y o mo v i mjento sg centra e n el capital djnj^rjirio .y ciiyr,-osferIL.directa.¿s r^rj^£ja_ejfejn .c!é Jas accionea iíoimn-licus cfel_cap[tül__dinerario; ía_ banca.Ja bolsa, las finanzas.

* En Ja 3 a y 4? ediciones esta nota se presentó así, según apuntes marginales de Marx en su ejemplar persoial de la 211 edición; "La crisis dineraría lal cual se la define en el leseo, como fatt' particular de toda crisis general de h producción y el comer-tio, debe Jislinguiisc bien del tipo especia! de crisis a la que también se llama crists dincraria, pero que puede hacer su aparición de manerc autónoma y que por tanto sólo per reacción ejerce un influjo sobre la industria y el comercio. Trátase de crisis cuyo movimiento &c ccnzra en el capital dinernrio. reduciéndose pot tanto su esfera directa de acción a h banca, h bolsa, las finanzas. (Nota de Mar* n la Jfl edición.)"

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nece ante su propia forma de valor. Hacía apenas un instante que ci burgués, ebrio de prosperidad, había proclamado con sabihonda jactancia que el dinero era una i lu sión huera. Sólo la mercancía es dinero. ¡Sólo el dinero es mercancía!, es el clamor que ahora resuena en el mercado mundia l . Como c\ ciervo brama por agua clara, i i 4 b i í ' el alma del burgués brama por dinero, lí única riqueza.'"" En la crisis, la antítesis entre la mercancía y su figura de valor, o sea el dinero, se exacerba convirtiéndose en contradicción absoluta. L a forma en que se manifieste el dinero también es aquí, por lo tanto, indiferente. La hambruna de dinero se conserva incambiada, ya se deba pagar en oro o en dinero de crédito, como los billetes de b a n c o . m l

_5j_c_o_ns id eramos af io j^Ja suinn total de dinero cn_ curso er j_un_Japso determinado, tenemos que, estando dada una v c l o c i d a j j a r a el curso Uc~Ios mecios^bTc circulación 'y 'de p 0 l = o j dicha sumn^seTTx^igualerta suma de los precios m ercmínirV^^

vencidos, mejiqs_los_£aj^ me¬nos, por u l t imo, el número de r e c o r r i d o s ^ n j o s cualesTti misma pieza d i n e n m ¡ O S ^ ónTTorrro rne3io_cic cncuTactán, ora como medío^de 'p jgoTEl cañTpe-

IIHI "Estu transmutación repentina del sistema crediticia er. sistema dinerario añade el terror teórico al pánico práclico, y los agentes de la circulación se aiernm ante «1 misterio insondable üc sus propias relaciones.1, <K. Marx, op. ci/., p- f26.) ^Los pobres estr¡n parador porque los rices ro tienen dinero para darles ocupación, aunque tienen la misma tierra y los mismos brazos que antes para suministrarles víveres y ropa; ta cua l es la v e r d a d e r a riqueza de una nación, y no el dinero," fJohn Bellers. Propasáis for Rtiisttig a Coiicdge of Indastry, Londres, 1696, p p . 3, 4.1

, U I Véase torno apruvecban c s u i circunstancias los "amis d u e o m m e r e e " lumieus del comercio]: "En cierta ocasión" (1839), "un viejo banquero avariento" fde la City) "levunin la lnpn del escritorio ame el que se sentaba, en su despacho privada, y le mostró a u n amigo f j i jns de b i l l e t e s d e banco, dirréndole con profundo gozo que allí hi-bia 600,000 libras esterlinas a ias que se había retenido para q¡i? et dinero escaseara, y que se pondrían rodas en circulación despLÉs de las tres de la tarde de esc mismo diü". <|H. Royl The Tlieorv of the Exchanges. The Umk Charter Act of ¡844* Londres, 1864, "p. Kl.) Tiic Obseder, órgano oficioso, advierte el 24 de abril de ) B64: "Circulan rumores m u y eMrnños acerca de los medios a los que se ha recurrido pura ireer una escasez dr billetes de banco... La suposición de que se riayu efectuado algurm titiaiobru de tsa iudole podrá pa r e ce r discutible, pero Un informaciones sobre el punió se han difundido lanío que realmenie son Llignas de mención",

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negativas. Sólo resta para l iquidar, así, un último saldo. Cuanto mayor seo el volumen alcanzado por la concentración de los pagos, tamo menor será, relativamente, el saldo final, y por tanto la masa de los medios de pago circulantes.

_ La^qnciónJcLdinero..coniCL_mcdio_dc._pagc. trac con¬sigo una contradicción no mediada. En la medida en que

..s^jJnTjjensan los pagos, el dinero funcióriajíólnjtímtmiñy' te como dinero de cuenta "o medídá -deJos valores. E n Ta me^tóa-i^i qüé los pa^o^je^ectúan reaTn^TucT el dinero ya no e~ninT~cn'escena como medío^^r^ 'anación, como f m n a j ^ a r ^

sino como ~Ia^ cncai nae j on^^d i v idual ^ e l t m r j a j Q social, como la existencia^ autónoma del valor de camjgto, como mercancía absoluta. n ^ ^ a e q ñ ^ ^ csaJaTe_ de las_cr_isjs de^producción^cnn^rciales que se denomina crisis dinerafít\2,i\l¿\ misma sólo se produce allí d b n i k J a _ cadena C M S C C U J ^ tjp compensación han alcanzado su pleno desarrollo. ALsus-eiiarse perLuibcciurtes más generales "de" ese Tñecanismo, procedan de donde procedan, jd_dinero_pasa, de manera súbita y no mediada, de la figura puraiTienlt: ideal del dinero de cuenta a la del dinero contante y—sdimrlte7~ Las mercancías^profanas y n _ n o pueden sustit_uírÍp.^EI v a l e r -

de uso de Ja mercancía pierde su valor y su valor se desva-

M ' La crisis dinerada lal cual se define en el texto, coma fase üe ¡oda crisis, debe distinguirse biea de 1J clase particular dv crisis a la que "ambicn se llama crisis dErjcrana, pero que puede constituir un fenómeno enteramente autónomo y que por tanto sóln por reacción ejerce un Ínílu¡o sobre la industria y el comercio, Tráuise^de _c r i si S J M I y o mo v i mjento sg centra e n el capital djnj^rjirio .y ciiyr,-osferIL.directa.¿s r^rj^£ja_ejfejn .c!é Jas accionea iíoimn-licus cfel_cap[tül__dinerario; ía_ banca.Ja bolsa, las finanzas.

* En Ja 3 a y 4? ediciones esta nota se presentó así, según apuntes marginales de Marx en su ejemplar persoial de la 211 edición; "La crisis dineraría lal cual se la define en el leseo, como fatt' particular de toda crisis general de h producción y el comer-tio, debe Jislinguiisc bien del tipo especia! de crisis a la que también se llama crists dincraria, pero que puede hacer su aparición de manerc autónoma y que por tanto sólo per reacción ejerce un influjo sobre la industria y el comercio. Trátase de crisis cuyo movimiento &c ccnzra en el capital dinernrio. reduciéndose pot tanto su esfera directa de acción a h banca, h bolsa, las finanzas. (Nota de Mar* n la Jfl edición.)"

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nece ante su propia forma de valor. Hacía apenas un instante que ci burgués, ebrio de prosperidad, había proclamado con sabihonda jactancia que el dinero era una i lu sión huera. Sólo la mercancía es dinero. ¡Sólo el dinero es mercancía!, es el clamor que ahora resuena en el mercado mundia l . Como c\ ciervo brama por agua clara, i i 4 b i í ' el alma del burgués brama por dinero, lí única riqueza.'"" En la crisis, la antítesis entre la mercancía y su figura de valor, o sea el dinero, se exacerba convirtiéndose en contradicción absoluta. L a forma en que se manifieste el dinero también es aquí, por lo tanto, indiferente. La hambruna de dinero se conserva incambiada, ya se deba pagar en oro o en dinero de crédito, como los billetes de b a n c o . m l

_5j_c_o_ns id eramos af io j^Ja suinn total de dinero cn_ curso er j_un_Japso determinado, tenemos que, estando dada una v c l o c i d a j j a r a el curso Uc~Ios mecios^bTc circulación 'y 'de p 0 l = o j dicha sumn^seTTx^igualerta suma de los precios m ercmínirV^^

vencidos, mejiqs_los_£aj^ me¬nos, por u l t imo, el número de r e c o r r i d o s ^ n j o s cualesTti misma pieza d i n e n m ¡ O S ^ ónTTorrro rne3io_cic cncuTactán, ora como medío^de 'p jgoTEl cañTpe-

IIHI "Estu transmutación repentina del sistema crediticia er. sistema dinerario añade el terror teórico al pánico práclico, y los agentes de la circulación se aiernm ante «1 misterio insondable üc sus propias relaciones.1, <K. Marx, op. ci/., p- f26.) ^Los pobres estr¡n parador porque los rices ro tienen dinero para darles ocupación, aunque tienen la misma tierra y los mismos brazos que antes para suministrarles víveres y ropa; ta cua l es la v e r d a d e r a riqueza de una nación, y no el dinero," fJohn Bellers. Propasáis for Rtiisttig a Coiicdge of Indastry, Londres, 1696, p p . 3, 4.1

, U I Véase torno apruvecban c s u i circunstancias los "amis d u e o m m e r e e " lumieus del comercio]: "En cierta ocasión" (1839), "un viejo banquero avariento" fde la City) "levunin la lnpn del escritorio ame el que se sentaba, en su despacho privada, y le mostró a u n amigo f j i jns de b i l l e t e s d e banco, dirréndole con profundo gozo que allí hi-bia 600,000 libras esterlinas a ias que se había retenido para q¡i? et dinero escaseara, y que se pondrían rodas en circulación despLÉs de las tres de la tarde de esc mismo diü". <|H. Royl The Tlieorv of the Exchanges. The Umk Charter Act of ¡844* Londres, 1864, "p. Kl.) Tiic Obseder, órgano oficioso, advierte el 24 de abril de ) B64: "Circulan rumores m u y eMrnños acerca de los medios a los que se ha recurrido pura ireer una escasez dr billetes de banco... La suposición de que se riayu efectuado algurm titiaiobru de tsa iudole podrá pa r e ce r discutible, pero Un informaciones sobre el punió se han difundido lanío que realmenie son Llignas de mención",

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sino, per ejemplo, vende su Trigo p o r £, 2, que sirven por tanto como medio de circulación. E n ia fecha de vencimiento, paga con ellas ei lienzo que le ha suministrado e l tejedor. Las mismas £. 2 funcionan actualmente como medio d e pago. El tejedor compra ahora una b i b l i a ; " funcionan de nuevo como medios de circuiación, etc. Por consiguiente, a m i g 3 e _ e ^ e ^ ^ y e l c ^ í r j ^ dej curso dmeranó~y la economía de ios pagos, yn^rnD_ coinciden Ta^masa de dinero en curso y lá~mas"a

"de mercancías que clrcüla~^ura^_e^¿rqrto perwdo^ p o r cjemploViin día. Está^n cuFso dinero que representa mercancías sustraídaTdesde h a c e t iempo a la circulación. C i r culan mercancías cuyo equivalente en rimero no aparecerá sirio crTef fütüTo,'Pó"r "otra p a r t e ó l a s c a d a día y^las^qüe vencen ese mismo cita, constituyen magnitudes LdLalmen te ~ih^nmeñsürabies.1 n-

E l dinero_ cre£ÍSiciQ._iuv^''ámct^m^}Xt^ de la función rfeí~dinero c o m o medio de pago, yu que los propios cértífí-cados~^e-3eüoTás correspondfentes !TTas^Dn:aTTCÍVerirffiías circuIarV a f i n " de transferir a otros esos créditos. Vpi~otza parte, al expandirse ei sistema crediticio sr^exfíciide_tam-bién la función" del dinero corno medio de pago. E n cuanto ta l , el dinero asume formas propias de existencia, revistiéndolas, se esíablece en la esfera de las grandes transtte-ríonf^ rornerriatee, mipntraí que loe monedat de ore. y

r D - "El monto de L is venias1' o contratos celebrados en el curso de cualquier día determinado, na jfecLarú la cantidad de dinero en curso ese mismo dfa, sino que, en la gran mayoría de Ies cnsos, aquellos se resolveren en múltiples letras de cambio sobre la cantidad de dinero que e?Tc en curso en fechas siguienies, más o meaos distantes,.. Las letras libradas o los créditos concedidos hoy no tienen por qué tener semejanza alguna, ni en su cantidad, ni en su monto o en su duración, con las letras libradas o los créditos otorgados para mañana o pasado mañana; no sólo eso, sino que muchas de las letras y crédlios de boy coincidirán a su vencimiento con una masa de obligaciones cuyos orígenes se remontan a ana serie de fechas anteriores absolutamente indefinidas: a menudo se suman tetras a 12, o, 3 meses o 1 mesT englobándose con L i s obligaciones comunes que veneen el mismo día - - .'T

[The CniiL'jiL-y Thcory Revie»t'd; a Letter lo ¡he Scoich Ptople, By a Ranker in Enghind, Edimburgo, 1645, pp. 29, 30 y pássim,)

" En ta 3*- y 45 ediciones, en vez de "biblia*': "biblia, en efectivo'*.

l ' "Sales"; en el original: 11 pu rehuses*1 ["compras"].

170

plata quedan relegadas principalmente al ámbito del comercio en pequeña escala. J f l r t

(pjttffldb ía: pf^qcgiáfo r r f f i f f i f i f f i '.fcfc ^ a f f i a f f e cierto nivel y volumen, la funcióndel dinero c o m o _ m e d i o ^ e pago"reoasa Fa'csfera de la circulación mercantil . JE], dinero se convierte e ñ l á 'mercancía ^fn^r3e^ígr--CÓji^_atos, , Í Í I

X a s 'rentas; - los inipuei[üs7^tc77tlejan" de scrn^ontribLiclíjnes en especie para convertirse en pagos dinerarios. Hasta qué punto esta transformación está condicionada por la configuración global del proceso productivo, lo demuestra, por ejemplo, el que por dos veces fracasara el intente del Imper io Romano de recaudar todos los impuestos en dinero. La terrible miseria del campesinado francés durante el reinado de Luis X I V , tan elocuentemente denunciada por Boisguiilebert, el mariscal Vauban, etc , no se debía sola¬

in•'• Como ejemplo de euán p o c o dinero real participa en las operaciones comerciales verdaderas, ofrecemos a c o ni i n nación el balance de una de las mayores casas comerciales inglesas" sobre sus ingresos y egresos ¡límales en dinero, deducimos nqoí a ia escala de un millón de libras esterlinas sus transacciones comerciales de! año IB56, que comprenden en realidad muchos millones de libros.

Liliviu ata t tinas ai titillai

Lui m s ile banquetas y LiM¿5 pj¿ii ifcr.is en "Amerei an tes, pn.jrn- fecha fïjit 302.674 derns en IPetiti fija

Oici iues de banquprnç. Cln;CjU(.ks sobru bancrociera, pa^ncletûs a queros «Je L D cidres En ïistîi

QilluEc^ ile bancos d t 9.627

Billetcs del fianco de SÍHfeíei drl Banco Inalatemi 6S.5Í4 Inpl aïerra U.W

Oro ÜfU 9.417 Piala y cnbrc Ï.4B6 Pina, y cobre 1.484 Post Office Ordcrs

laïroy paataïufii

TQIBJ 1.MÜ.ÜDD Tntal i.ourj.uoo

Îfïefwit iimii the Sciai Co'nitittt<c on the Bank Art-, ]¡dy, Ì&SÌt, p. L X X I . }

t u |gy m o ( i o , el curso del comercio se ba transformado: en lugar de intercambiar articules por articules, o de entregar y recibir, ahora je i-ende V se paga; todas I n i trnn succiónéS... se establecen ahora sobre la base de u n precio en dinero." f[D. Dc-foe,J An Essay apon Pitblick Credit, 3" ed., Londres. !7IOh ¡i. 3.)

,h E n la 4^ c d k i ó n su ugicgé i iquí: " ( M o n i s o n , Dí l lon &. Co.)'.

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sino, per ejemplo, vende su Trigo p o r £, 2, que sirven por tanto como medio de circulación. E n ia fecha de vencimiento, paga con ellas ei lienzo que le ha suministrado e l tejedor. Las mismas £. 2 funcionan actualmente como medio d e pago. El tejedor compra ahora una b i b l i a ; " funcionan de nuevo como medios de circuiación, etc. Por consiguiente, a m i g 3 e _ e ^ e ^ ^ y e l c ^ í r j ^ dej curso dmeranó~y la economía de ios pagos, yn^rnD_ coinciden Ta^masa de dinero en curso y lá~mas"a

"de mercancías que clrcüla~^ura^_e^¿rqrto perwdo^ p o r cjemploViin día. Está^n cuFso dinero que representa mercancías sustraídaTdesde h a c e t iempo a la circulación. C i r culan mercancías cuyo equivalente en rimero no aparecerá sirio crTef fütüTo,'Pó"r "otra p a r t e ó l a s c a d a día y^las^qüe vencen ese mismo cita, constituyen magnitudes LdLalmen te ~ih^nmeñsürabies.1 n-

E l dinero_ cre£ÍSiciQ._iuv^''ámct^m^}Xt^ de la función rfeí~dinero c o m o medio de pago, yu que los propios cértífí-cados~^e-3eüoTás correspondfentes !TTas^Dn:aTTCÍVerirffiías circuIarV a f i n " de transferir a otros esos créditos. Vpi~otza parte, al expandirse ei sistema crediticio sr^exfíciide_tam-bién la función" del dinero corno medio de pago. E n cuanto ta l , el dinero asume formas propias de existencia, revistiéndolas, se esíablece en la esfera de las grandes transtte-ríonf^ rornerriatee, mipntraí que loe monedat de ore. y

r D - "El monto de L is venias1' o contratos celebrados en el curso de cualquier día determinado, na jfecLarú la cantidad de dinero en curso ese mismo dfa, sino que, en la gran mayoría de Ies cnsos, aquellos se resolveren en múltiples letras de cambio sobre la cantidad de dinero que e?Tc en curso en fechas siguienies, más o meaos distantes,.. Las letras libradas o los créditos concedidos hoy no tienen por qué tener semejanza alguna, ni en su cantidad, ni en su monto o en su duración, con las letras libradas o los créditos otorgados para mañana o pasado mañana; no sólo eso, sino que muchas de las letras y crédlios de boy coincidirán a su vencimiento con una masa de obligaciones cuyos orígenes se remontan a ana serie de fechas anteriores absolutamente indefinidas: a menudo se suman tetras a 12, o, 3 meses o 1 mesT englobándose con L i s obligaciones comunes que veneen el mismo día - - .'T

[The CniiL'jiL-y Thcory Revie»t'd; a Letter lo ¡he Scoich Ptople, By a Ranker in Enghind, Edimburgo, 1645, pp. 29, 30 y pássim,)

" En ta 3*- y 45 ediciones, en vez de "biblia*': "biblia, en efectivo'*.

l ' "Sales"; en el original: 11 pu rehuses*1 ["compras"].

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plata quedan relegadas principalmente al ámbito del comercio en pequeña escala. J f l r t

(pjttffldb ía: pf^qcgiáfo r r f f i f f i f i f f i '.fcfc ^ a f f i a f f e cierto nivel y volumen, la funcióndel dinero c o m o _ m e d i o ^ e pago"reoasa Fa'csfera de la circulación mercantil . JE], dinero se convierte e ñ l á 'mercancía ^fn^r3e^ígr--CÓji^_atos, , Í Í I

X a s 'rentas; - los inipuei[üs7^tc77tlejan" de scrn^ontribLiclíjnes en especie para convertirse en pagos dinerarios. Hasta qué punto esta transformación está condicionada por la configuración global del proceso productivo, lo demuestra, por ejemplo, el que por dos veces fracasara el intente del Imper io Romano de recaudar todos los impuestos en dinero. La terrible miseria del campesinado francés durante el reinado de Luis X I V , tan elocuentemente denunciada por Boisguiilebert, el mariscal Vauban, etc , no se debía sola¬

in•'• Como ejemplo de euán p o c o dinero real participa en las operaciones comerciales verdaderas, ofrecemos a c o ni i n nación el balance de una de las mayores casas comerciales inglesas" sobre sus ingresos y egresos ¡límales en dinero, deducimos nqoí a ia escala de un millón de libras esterlinas sus transacciones comerciales de! año IB56, que comprenden en realidad muchos millones de libros.

Liliviu ata t tinas ai titillai

Lui m s ile banquetas y LiM¿5 pj¿ii ifcr.is en "Amerei an tes, pn.jrn- fecha fïjit 302.674 derns en IPetiti fija

Oici iues de banquprnç. Cln;CjU(.ks sobru bancrociera, pa^ncletûs a queros «Je L D cidres En ïistîi

QilluEc^ ile bancos d t 9.627

Billetcs del fianco de SÍHfeíei drl Banco Inalatemi 6S.5Í4 Inpl aïerra U.W

Oro ÜfU 9.417 Piala y cnbrc Ï.4B6 Pina, y cobre 1.484 Post Office Ordcrs

laïroy paataïufii

TQIBJ 1.MÜ.ÜDD Tntal i.ourj.uoo

Îfïefwit iimii the Sciai Co'nitittt<c on the Bank Art-, ]¡dy, Ì&SÌt, p. L X X I . }

t u |gy m o ( i o , el curso del comercio se ba transformado: en lugar de intercambiar articules por articules, o de entregar y recibir, ahora je i-ende V se paga; todas I n i trnn succiónéS... se establecen ahora sobre la base de u n precio en dinero." f[D. Dc-foe,J An Essay apon Pitblick Credit, 3" ed., Londres. !7IOh ¡i. 3.)

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mente al monto de los impuestos, sino también a que las contribuciones en especie se habían convertido en impuestos en d ine ro . 1 0 5 Por oirá parte, si en Asia la renta de la tierra pagada en especie, que es al mismo t iempo eí elemento fundamental de los impuestos gubernamentales, se funda en condiciones de producción que se reproducen con ía inalterabil idad de las condiciones naturales, esa forma de pago ejerce a su vez un influjo conservador sobre la vieja forma de producción. Constituye ano de los secretos que explican la conservación del Imperio Otomano. Si el comercio exterior, impuesto por Europa, hace que en el Japón las rentas en especie dejen su lugar a las rentas en dinero, 3 ello significará el f in de la ejemplar agricultura de ese país. Las estrechas condiciones económicas de existencia que la hacían posible se habrían disueito.

E n todos ios países se fijan determinadas ¡echas de pago, de validez general. Esas fechas obedecen en parle, dejando a u n lado otros movimientos circulares de la reproducción, a condiciones naturales de la producción ligadas al cambio de las estaciones. Regulan asimismo los pagos que no derivan directamente de la circulación mercanti l , como los impuestos, las rentas, etc. La masa de dinero requerida en cienos días del año para atender esos pagos, dispersos por toda la superficie de la sociedad, suscita perturbaciones petiódicíiE, aunque completamente cuperficialcs, en k i economía de los medios de pago, [ í l í l_De_Ía ley relativa a

8$ "El dineio [ . . . I se ha convertido en el verdugo de todas ÍIÍS cosas,11 El ¡irte de las finanzas es el "alambique que ha hecho evaporar una cantidad aterradora de artículos y mercancías para confeccionar ese fatal extracto" ' El dinero 1.. -1 declara la guerra [.. .] a todo el género humano." (Boisguillebert, Dissevtaüon sur la aaturc des richesses, de targent et des tribuís, ed. por Daíre. Éc/rtroitiistn- finti'iciers, París, 1R43, 1. i , pp. 4)3. 419, 4í7l, 4181,)

t < y a ,LE1 lunes de Pentecostés de 1824", narra el señor Craig ante la comisión investigadora parlamentaria de 1326, "hubo en Edimburgo una demanda tan inmensa de billetes en los bancos que a las once no les quedaba un solo billete. Los banqueros procuraron conseguirlos prestados en [odos Ins demás bancos, pero no pudieron obtenerlos, y muchas transacciones se concertaran en simples vlips aj paper [tiras rie papel]; sin embargo, ¡a eso de las tres de la tarde iodos los billetes estaban de vuelta en los bancos de donde salieron! Simplemente se los tiabía transferido de unas

" "Geldrente"; en 3 D y 4JL ediciones: l'Gohlrente" |"reni:i en oro'1].

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la ve I ociejad del_ciu so de jgSJg ed tos d e pago se desprende que para iodos ios- pam^&enóílicns, sea cuaQucre su íüejv fe'jQ-ílMsp.[jiecesaria^ ^'_íí/ef/£¿Ji.^_j)^o ¿^or^ ^ razoti directaa a la duración de los plazcujlt j}ago.in;

XTdesarjol lo^dcT dinero como medio de pago requiere la acumulación de dinero para los vencimientos de J a F sumas adeudadas. Mientras"que_el atesoramTehto com'o for-ma autónoma gara enriqueeersi: desaparece con*^Pávari ce dé~la sodedad burguesaTcrejg con é5"m^ o" 1 a forma de fondo de reserva constiíuido por medios'de pago.

c) Dinero mundial]

Cuando sale de la esfera de la circulación Jruernaj^el oro se ¿espoja de jas_fprmas. locales surgjdas ejajesa órbita —patrón de precios, moneda, moneda fraccionaria y signo de v a l o r — y recae en la forma originana de los metales

manos a otras." Aunque la circulación efectiva media de billetes de biinco no alcanza en Escocia a los 3 millones de libras esterlinas, sin embargo, en determinadas fechas de paau anuales, es puesto en movimiento iodo billete en poder de los banqueros, en total 7 millones de esterlinas. En estas ocasiones las billetes deben cumplir una función única y específica, y, no bien La han desem-poñíicfrt. ref luyen a tos huncos resppriivrn; "Di mr f ^nl i^ron í.fníi i Fullarton, Regulation of Carrencies. 2"? ecf.5 Londres, 1345, p. Kfj, ñola.) Para comprender lo precédeme, agreguemos que en Escocia, por Ta fecha en que s™ publicó la obra de Fullarlon, se emitían billetes, y no cheques, por los depósitos.

^ • ^ A la pregunta de lst, en caso de haber necesidad de reunir 40 millones por año, bastaría con los mismos 6 millones" (en orol "para las revoluciones y circulaciones de rigor requeridas por el comercio"', Petty contesta con su habitual maestría: "Respondo que sí: para una suma de 40 millones, si las revoluciones tuviesen órbitas corlas, semanales, por ejemplo, como ocurre entre los artesanos y obreros pobres, que cobran y pngi.n lodos los sábados. 40/52 de 1 millón satisfaiiait usas exigencias; pero si esas revuln-ciones fueran trimestrales, conforme a nues;ra costumbre en el pago de rentas y la recaudación de impuestos, entonces se requerirían 10 millones. Por consiguiente, si suponemos que los pagos en general describen una órbita intermedia, enire I semana y 13. agregaremos 10 millones a tas 40/52. la mitad de lo cual sera 5 ISi de modo que si disponemos de 5 l A millones, tendremos lo suficiente". (Willtam Petty. Pofilical Aatiíaniv of frelnnd, Ifi72, Londres, 1691, pp. 13,

a 4^ ediciones: "inversa" en ves de "directa".

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mente al monto de los impuestos, sino también a que las contribuciones en especie se habían convertido en impuestos en d ine ro . 1 0 5 Por oirá parte, si en Asia la renta de la tierra pagada en especie, que es al mismo t iempo eí elemento fundamental de los impuestos gubernamentales, se funda en condiciones de producción que se reproducen con ía inalterabil idad de las condiciones naturales, esa forma de pago ejerce a su vez un influjo conservador sobre la vieja forma de producción. Constituye ano de los secretos que explican la conservación del Imperio Otomano. Si el comercio exterior, impuesto por Europa, hace que en el Japón las rentas en especie dejen su lugar a las rentas en dinero, 3 ello significará el f in de la ejemplar agricultura de ese país. Las estrechas condiciones económicas de existencia que la hacían posible se habrían disueito.

E n todos ios países se fijan determinadas ¡echas de pago, de validez general. Esas fechas obedecen en parle, dejando a u n lado otros movimientos circulares de la reproducción, a condiciones naturales de la producción ligadas al cambio de las estaciones. Regulan asimismo los pagos que no derivan directamente de la circulación mercanti l , como los impuestos, las rentas, etc. La masa de dinero requerida en cienos días del año para atender esos pagos, dispersos por toda la superficie de la sociedad, suscita perturbaciones petiódicíiE, aunque completamente cuperficialcs, en k i economía de los medios de pago, [ í l í l_De_Ía ley relativa a

8$ "El dineio [ . . . I se ha convertido en el verdugo de todas ÍIÍS cosas,11 El ¡irte de las finanzas es el "alambique que ha hecho evaporar una cantidad aterradora de artículos y mercancías para confeccionar ese fatal extracto" ' El dinero 1.. -1 declara la guerra [.. .] a todo el género humano." (Boisguillebert, Dissevtaüon sur la aaturc des richesses, de targent et des tribuís, ed. por Daíre. Éc/rtroitiistn- finti'iciers, París, 1R43, 1. i , pp. 4)3. 419, 4í7l, 4181,)

t < y a ,LE1 lunes de Pentecostés de 1824", narra el señor Craig ante la comisión investigadora parlamentaria de 1326, "hubo en Edimburgo una demanda tan inmensa de billetes en los bancos que a las once no les quedaba un solo billete. Los banqueros procuraron conseguirlos prestados en [odos Ins demás bancos, pero no pudieron obtenerlos, y muchas transacciones se concertaran en simples vlips aj paper [tiras rie papel]; sin embargo, ¡a eso de las tres de la tarde iodos los billetes estaban de vuelta en los bancos de donde salieron! Simplemente se los tiabía transferido de unas

" "Geldrente"; en 3 D y 4JL ediciones: l'Gohlrente" |"reni:i en oro'1].

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la ve I ociejad del_ciu so de jgSJg ed tos d e pago se desprende que para iodos ios- pam^&enóílicns, sea cuaQucre su íüejv fe'jQ-ílMsp.[jiecesaria^ ^'_íí/ef/£¿Ji.^_j)^o ¿^or^ ^ razoti directaa a la duración de los plazcujlt j}ago.in;

XTdesarjol lo^dcT dinero como medio de pago requiere la acumulación de dinero para los vencimientos de J a F sumas adeudadas. Mientras"que_el atesoramTehto com'o for-ma autónoma gara enriqueeersi: desaparece con*^Pávari ce dé~la sodedad burguesaTcrejg con é5"m^ o" 1 a forma de fondo de reserva constiíuido por medios'de pago.

c) Dinero mundial]

Cuando sale de la esfera de la circulación Jruernaj^el oro se ¿espoja de jas_fprmas. locales surgjdas ejajesa órbita —patrón de precios, moneda, moneda fraccionaria y signo de v a l o r — y recae en la forma originana de los metales

manos a otras." Aunque la circulación efectiva media de billetes de biinco no alcanza en Escocia a los 3 millones de libras esterlinas, sin embargo, en determinadas fechas de paau anuales, es puesto en movimiento iodo billete en poder de los banqueros, en total 7 millones de esterlinas. En estas ocasiones las billetes deben cumplir una función única y específica, y, no bien La han desem-poñíicfrt. ref luyen a tos huncos resppriivrn; "Di mr f ^nl i^ron í.fníi i Fullarton, Regulation of Carrencies. 2"? ecf.5 Londres, 1345, p. Kfj, ñola.) Para comprender lo precédeme, agreguemos que en Escocia, por Ta fecha en que s™ publicó la obra de Fullarlon, se emitían billetes, y no cheques, por los depósitos.

^ • ^ A la pregunta de lst, en caso de haber necesidad de reunir 40 millones por año, bastaría con los mismos 6 millones" (en orol "para las revoluciones y circulaciones de rigor requeridas por el comercio"', Petty contesta con su habitual maestría: "Respondo que sí: para una suma de 40 millones, si las revoluciones tuviesen órbitas corlas, semanales, por ejemplo, como ocurre entre los artesanos y obreros pobres, que cobran y pngi.n lodos los sábados. 40/52 de 1 millón satisfaiiait usas exigencias; pero si esas revuln-ciones fueran trimestrales, conforme a nues;ra costumbre en el pago de rentas y la recaudación de impuestos, entonces se requerirían 10 millones. Por consiguiente, si suponemos que los pagos en general describen una órbita intermedia, enire I semana y 13. agregaremos 10 millones a tas 40/52. la mitad de lo cual sera 5 ISi de modo que si disponemos de 5 l A millones, tendremos lo suficiente". (Willtam Petty. Pofilical Aatiíaniv of frelnnd, Ifi72, Londres, 1691, pp. 13,

a 4^ ediciones: "inversa" en ves de "directa".

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preciosos, la forma derogó les . En el comercio mundia l Jas mercancías despliegan su valor de modo universal. De ahí que-su¡""figura autónoma de valor se íes Contraponga, en este terreno, como dinero mundial. jó lo_en el mercado mundia l e!_ dinero funciona_ de manera plena corno la mercancía c u y a j o r m a natural es, a la vez, forma de nfcc-livizacion^directamentc social del trabajo humano in qbsr tracto,. Su modo de existencia se adecúa a su concepto^

En la esfera de la^circulaclón interna sólo una mer-canela pucde^ej^^comD^rcerfníii del valor, y_por-Janto como dinero. En el mercado mundiarse 7 aplica una medida doble del valor-/cV oro y l aZ^ñ ' t i Jy? "

1 M t De ahí el absurdo de esa teeislacíór que prescribe a los bancos nacionales atesorar únicamente el meta! precioso que en el Interior del país funciona como dinero. Son conocidos, por ejemplo, lo i "banifinnii obstáculos" que se interpone a sí mismo el Banco de Inglaterra. En torno a las grandes épocas históricas del cambio relativo de valor entre el oro y Ja piala, véase K. Mam. Zur Kridk..., p. 136 'y ss.— Agregado de tn 7? edicián: Sir Robert Pcel procuró remediar el inconveniente por medio de una ley bancada de i844y la cual autorizaba al Banco de Inglaterra a emi'.ir billetes sobre la plata en lingotes, siempre que las reservas de este metal, sin embargo, no excedieran en un cuarto de Las de oro. Par?, ello, se estima el valor de la plata según la cotización (en oro) que alcance en el mercado de Londres. (F. E. —Agregado n In 4^ ediciñn. — Nos encontramos de nuevo en una ¿poca en que el valor relativo del oro y lo olaía ha cambiado considerablemente. Hace unos 25 anos la relación de valor entre uno y otro metal era = 1 5 W : 1: ta actual es aproximadamente = 22 : I , y el valor de la plata sigue declinando, de manera constante» con respecto al del oro. Ello se debe, en lo esencial, a una revolución operada en el modo de producción de ambos metales. Antes se obtenía el oro. casi exclusivamente, por el lavado de capas aluviales auríferas, productos de la erosión sufrida por rocas que contenían el metal. Hoy en día ese procedimiento ya no es suficiente. Lo ha refrendo u segundo plano un método que ames se aplicaba secundariamente, aunque era bien conocido por los antiguos [Diodoro, I I I , 12-14): el laboreo directo de los filones de cuarzo aurífero. Por otra parte, no sólo acaban de descubrirse al oeste de las Montañas Rocosas enormes yacimientos de plata, sino que éstos y las minas argentíferas mexicanas han sido abiertos al tráfico mediante vías férrea?. To cual hace posible La introducción de maquinaria moderna y de combustibles y, con ello, ín extracción del metal en gran escala y a menores costos. Pero existe una gran diferencia en el modo en que uno y otro metal aparecer en los filones. El oro por lo general se encuentra en estado puro, pera en cambio, está desperdigado en el cuarzo en porciones ínfimas; es necesario, por ende, triturar toda la mena y extraer el oro mediante hivndo o amalan nía. De LQOO.OOn de gramos de cuarzo suele obtenerse, apenas, entre

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El dinet o mundia l Funciona comg^medio.. general de aagOj medio sejiefcúde compra y concreción material, ah-

'xohitümentesorjai J e . la riqueza en general {universal weallh). Prepondera la función de medio de p&gOj, para la compensación de balances,internacionales. De ahí la consigna del mercanti l ismo: ¡Balanza comercial! , 0 I , . .E!_ oro y

E y 3 gramos de oro, muy ranimcmc de 30 a fiü. La plata, si bien raras veces se presenta en estado puro, aparece en cambio en minerales compncros, relativamente fáciles de reparar de la £UI£ft< y que contienen por lo general entre un 40 y un *J0 % de neti.l precioso; o bien aparece en cantidades menores, pero contenida en minerales de cubre, plomo, e t c . , de explotación remunenlivu de ptsc sí. Ya de esto se desprende que mientras que el trabajo necesario para la producción del oro más bien aumenta, el que exige ia producción de plata se ha reducido ds cid id a mente, to cual explica de manera totalmente natural lu reducción operada en el valor del último metal. Si no se recurriera, aun ahora, a medidas artificiales para mantener elevado el precio ác la plata, esa bujn de valor se uaeucina en unn baja de precio lodavja mayor. Sólo se ha iniciado, sin ernaargo. la explotación de una pequeña parte de los veneros de plata americanos, por Jo cual lodo indica que el valor de GStB metal seguirá en baja durante mucho tiempo. Agregúese n esto la reducción relativa que ha experimentado la demanda de plata para artículos útiles y suntuarios su sustitución por mercancías cnchapudns. aluminio, etc. Todo eslo permite calibrar el monismo de la idea bimetalista según la cual un curso forzoso írucrnacionul habría de elevar nuevamente la plata a la vieja rclü.LÍüii e*J v.iíui d t I . 15 V'¿. M¿3 b i o n . l o praUnhío s t quo liimliiín en el mercado internacional vaya perdiendo cada ves unís su calidad de diaere.)

" , u Los impugnadores del mcrcuniitísmo —para el cual el ajuste, efectuado con oro y plata, de una balanza comercial favorable era el ahietivo del comercio mundial— desconocían absolutamente, por su pane, la función del dinero mundial. En el caso de Kícnrdo, he demostrado detenidamente \Zttv Krilik .. . , p. 150 y ss.) cómo la falsa concepción acerca de bes leyes que rigen ki masa de lo* medios de circulación se refleja en 1n concepción, igualmente f;dsü. sobre el movimiento internacional de los metales preciosos. El falso dogma ricardümo; 4,Una_ balanza comercial desfa\orablcrnjnfíreTsurfie por otra c J ^ Q o r úir excesp~de 1

-circuíanle ."7. U i ' c K n a r U \ ^ ó n _ J e _ r ^ rigsüece n su baratura, i y-no eiTel efecíoT smcTTa^causa^e -ina palanm comercial Bés:avO-

JraeieTi r C l se encuentra ya en Barbón: "La balanza ctTmerciütT^t -ftf qüt existe, no es la cansa de que se envíe at exterior tt dinero de ana mirit'ui; ese fenómeno obedece a fas diferencian de valor de hs lingotes de metales preciosos en tos diverso* países". \N. Barbón, A Discywse ot¡...t p. 5?.J En Tkk LiteraJare o¡ Poli/iad Ecanomy: o Classified Catalogue* Londres, 11145. MacCulloch elegía a Barbón por esa anticipación, pero se cuida discretamente hasta de mencionar las fon**?? íngenun» que toduvlu

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preciosos, la forma derogó les . En el comercio mundia l Jas mercancías despliegan su valor de modo universal. De ahí que-su¡""figura autónoma de valor se íes Contraponga, en este terreno, como dinero mundial. jó lo_en el mercado mundia l e!_ dinero funciona_ de manera plena corno la mercancía c u y a j o r m a natural es, a la vez, forma de nfcc-livizacion^directamentc social del trabajo humano in qbsr tracto,. Su modo de existencia se adecúa a su concepto^

En la esfera de la^circulaclón interna sólo una mer-canela pucde^ej^^comD^rcerfníii del valor, y_por-Janto como dinero. En el mercado mundiarse 7 aplica una medida doble del valor-/cV oro y l aZ^ñ ' t i Jy? "

1 M t De ahí el absurdo de esa teeislacíór que prescribe a los bancos nacionales atesorar únicamente el meta! precioso que en el Interior del país funciona como dinero. Son conocidos, por ejemplo, lo i "banifinnii obstáculos" que se interpone a sí mismo el Banco de Inglaterra. En torno a las grandes épocas históricas del cambio relativo de valor entre el oro y Ja piala, véase K. Mam. Zur Kridk..., p. 136 'y ss.— Agregado de tn 7? edicián: Sir Robert Pcel procuró remediar el inconveniente por medio de una ley bancada de i844y la cual autorizaba al Banco de Inglaterra a emi'.ir billetes sobre la plata en lingotes, siempre que las reservas de este metal, sin embargo, no excedieran en un cuarto de Las de oro. Par?, ello, se estima el valor de la plata según la cotización (en oro) que alcance en el mercado de Londres. (F. E. —Agregado n In 4^ ediciñn. — Nos encontramos de nuevo en una ¿poca en que el valor relativo del oro y lo olaía ha cambiado considerablemente. Hace unos 25 anos la relación de valor entre uno y otro metal era = 1 5 W : 1: ta actual es aproximadamente = 22 : I , y el valor de la plata sigue declinando, de manera constante» con respecto al del oro. Ello se debe, en lo esencial, a una revolución operada en el modo de producción de ambos metales. Antes se obtenía el oro. casi exclusivamente, por el lavado de capas aluviales auríferas, productos de la erosión sufrida por rocas que contenían el metal. Hoy en día ese procedimiento ya no es suficiente. Lo ha refrendo u segundo plano un método que ames se aplicaba secundariamente, aunque era bien conocido por los antiguos [Diodoro, I I I , 12-14): el laboreo directo de los filones de cuarzo aurífero. Por otra parte, no sólo acaban de descubrirse al oeste de las Montañas Rocosas enormes yacimientos de plata, sino que éstos y las minas argentíferas mexicanas han sido abiertos al tráfico mediante vías férrea?. To cual hace posible La introducción de maquinaria moderna y de combustibles y, con ello, ín extracción del metal en gran escala y a menores costos. Pero existe una gran diferencia en el modo en que uno y otro metal aparecer en los filones. El oro por lo general se encuentra en estado puro, pera en cambio, está desperdigado en el cuarzo en porciones ínfimas; es necesario, por ende, triturar toda la mena y extraer el oro mediante hivndo o amalan nía. De LQOO.OOn de gramos de cuarzo suele obtenerse, apenas, entre

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El dinet o mundia l Funciona comg^medio.. general de aagOj medio sejiefcúde compra y concreción material, ah-

'xohitümentesorjai J e . la riqueza en general {universal weallh). Prepondera la función de medio de p&gOj, para la compensación de balances,internacionales. De ahí la consigna del mercanti l ismo: ¡Balanza comercial! , 0 I , . .E!_ oro y

E y 3 gramos de oro, muy ranimcmc de 30 a fiü. La plata, si bien raras veces se presenta en estado puro, aparece en cambio en minerales compncros, relativamente fáciles de reparar de la £UI£ft< y que contienen por lo general entre un 40 y un *J0 % de neti.l precioso; o bien aparece en cantidades menores, pero contenida en minerales de cubre, plomo, e t c . , de explotación remunenlivu de ptsc sí. Ya de esto se desprende que mientras que el trabajo necesario para la producción del oro más bien aumenta, el que exige ia producción de plata se ha reducido ds cid id a mente, to cual explica de manera totalmente natural lu reducción operada en el valor del último metal. Si no se recurriera, aun ahora, a medidas artificiales para mantener elevado el precio ác la plata, esa bujn de valor se uaeucina en unn baja de precio lodavja mayor. Sólo se ha iniciado, sin ernaargo. la explotación de una pequeña parte de los veneros de plata americanos, por Jo cual lodo indica que el valor de GStB metal seguirá en baja durante mucho tiempo. Agregúese n esto la reducción relativa que ha experimentado la demanda de plata para artículos útiles y suntuarios su sustitución por mercancías cnchapudns. aluminio, etc. Todo eslo permite calibrar el monismo de la idea bimetalista según la cual un curso forzoso írucrnacionul habría de elevar nuevamente la plata a la vieja rclü.LÍüii e*J v.iíui d t I . 15 V'¿. M¿3 b i o n . l o praUnhío s t quo liimliiín en el mercado internacional vaya perdiendo cada ves unís su calidad de diaere.)

" , u Los impugnadores del mcrcuniitísmo —para el cual el ajuste, efectuado con oro y plata, de una balanza comercial favorable era el ahietivo del comercio mundial— desconocían absolutamente, por su pane, la función del dinero mundial. En el caso de Kícnrdo, he demostrado detenidamente \Zttv Krilik .. . , p. 150 y ss.) cómo la falsa concepción acerca de bes leyes que rigen ki masa de lo* medios de circulación se refleja en 1n concepción, igualmente f;dsü. sobre el movimiento internacional de los metales preciosos. El falso dogma ricardümo; 4,Una_ balanza comercial desfa\orablcrnjnfíreTsurfie por otra c J ^ Q o r úir excesp~de 1

-circuíanle ."7. U i ' c K n a r U \ ^ ó n _ J e _ r ^ rigsüece n su baratura, i y-no eiTel efecíoT smcTTa^causa^e -ina palanm comercial Bés:avO-

JraeieTi r C l se encuentra ya en Barbón: "La balanza ctTmerciütT^t -ftf qüt existe, no es la cansa de que se envíe at exterior tt dinero de ana mirit'ui; ese fenómeno obedece a fas diferencian de valor de hs lingotes de metales preciosos en tos diverso* países". \N. Barbón, A Discywse ot¡...t p. 5?.J En Tkk LiteraJare o¡ Poli/iad Ecanomy: o Classified Catalogue* Londres, 11145. MacCulloch elegía a Barbón por esa anticipación, pero se cuida discretamente hasta de mencionar las fon**?? íngenun» que toduvlu

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—fulídalnental, no bien se perturba j e j ^ n t j n a m e j i t c i ^ L ^ librio_j_radiciojiaJ_de_l jnlereambio-.eatte_.di5tintas naciones. FínalmenteTTünciQriaii mrjjQ_mricr^ión_materiaÍ, absojula-mente social, de la j j queza . cuando no se trataj ie^compras

~ni~ de pagosrsírfó' de"transferencias de riqueza de tin_paú¡ n ' Otro," y~a~ITí donde esa transferencia no puede efectuarse

bajo la forma de itietxani'tas, ya sea porque lo impide la coyuntura de! mercado o el propio objetivo que se persigue. 1 1 0

^ j A d j i ^ l que.parala^ necesitan^disponer de_un_ ÍOTdo de racn^ajjará !a c i rcu-

"lacióri ea gl mercaffp m u n d i a l Las funciones de" los atesoramientos, pues, derivan en parte de la función de! dinero como medio interno de circulación y de pago, en parle de su función como dinero m u n d i a l . " " b i s En este último papel siempre se requiere la mercancía dineraria real, oro y plata corpóreos, y es por eso que James Slcuart caraetc-

revisten en Barbón los absurdos supuestos del "curreney principie'' [principio de! circuíame}.l"¡ La falla de espíritu critico y hasta de honestidad de esc catálogo llega a su apogeo en las sesiones dedicadas a historiar la icoria del dinero, pues es alli donde MacCultocfi menea adula dora me me el rabo como buen sicofante de lord Overstone (el evbanker |cx banquero! boye"), al que llama "raLÉfc j.njnLt|)í iii gi¿iiL<Li i u r u m " |tl primero, sin discusión, entre ios banqueros].

Por ejemplo, en el caso de subsidios, empréstitos de guerra o pare la reanudación de los pagos al contado por parte de bancos, etcétera, puede requerirse que el valor esté disponible precísameriíE bajo la forma de dinero.

""bis r J 0 [ D a i a 2 * edición.— "No podría, por cierto, desear una prueba más convincente de la eficacia con que, en los países que pagan en meiálico. el mecanismo de las reservas desempeña todas las funciones de ajuste internacional sin ninguna ayuda significativa de la circulación general, que la facilidad con que Francia, precisamente mientras comenzaba a recobrarse de los trastornos producidos por una destruciiva invasión extranjera, completó en el lapso de 27 meses el pago a las potencias aliadas de una contribución forzada de casi 2i) millones —y una considerable proporción de esa suma era en metálico—, sin restricción ni desorden perceptibles de su cursa dincrario interno y sin que se produjera siquiera un¡t fluctuación alarmante en su cotización cambiaría." (J. Fullarton, op. cñ\, p. 141.) (F. E. — Agregado a la 4^ edición.— Un ejemplo aun mus contundente Eo tenemos en la facilidad con que la misma Francia pudo pagar en 30 meses (1871-1873) una indemnización Je guerra más de diez veces mayor, que lamnién en tiran parle se abonó en metálico.)

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riza de manera expresa al oro y la plata, a diferencia de sus representantes puramente locales, como money of í/ie world [dinero mundia l ] .

El movimiento de )a corriente de oro y ptaia es doble. P o r ^ T i T ^ i a l T c T ^ se^vie?te~jT ^ r t ^ d e _ s u s

""fuentes, po¡^odc7~el mercado rnuñdjai, donde la absorben ^TdisTmfa~mcdida"" las diversas esferas nacionales de c ircu

lación, iggresando así a los canales internos por los que discurre susti lu^emld las^TnonedaK de oro y plata_ desgastadas, proporcionando el material de los objetos suntuarios

' y 'peinficándose bajo la forma de tesoros," 1 Ese^pnmer movimiento se media a través del jntercarnbio directo erífre

' l o s trabajos na^ioñSles realizados elHas"lííerc^íuTía y j d Trabajo tic los paise^ productores de o r o j r plata, realizado

~~l^TÓ5~metales preciosos._PoT~otra parte, el oro y 1¿ ;^a^a fluyen y refluyen constantemente entre hs diversas esferas

"~ñacTonalr^rte~circnla^jón,'. üri móvini teriEo^ue~oEe7de"ce a ^Laj^ incesantes oscilaciones de. la cotízacióii^ambíaria. 1 n

Los pa íses^r producción burguesa desarrollada recrucen los Tesoros concentrados masivamente en las reservas bancadas, al mínimo que requieren sus funciones específicas. Con alguna excepción, una repleción extraordinar ia de esas reservas por encima de su nivel medio, es índice de estancamiento de la circulación mercanti l o de que he ha interrumpido la fluencia de las metamorfosis experimentadas por las mercancías." 1

M l "El dinero se distribuye entre I J S naciones sc ún I J necesidad que del mismo tienen . . . ya qtifi siempre b atraen los productos" {Le Tresne, De thttirU social, p. 916.) "Las minas, que continuamente suministran oro y plata, producen io suficiente para proporcionar a toda nución ese equilibrio necesario.'1 tVandcrIiní. Moaey Auswers. . , , p. 40.)

"Las cotizaciones de! cambio ascienden y declinan todas tía semanas, y en ciertas epocaa del año '¿c elevan en contra de una nación, y en otras épocas ascienden en igual medida a favor suyo." {N. Barbón, op. tVí.. p. 39.)

1 , 1 Cabe la posibilidad de que entre isas Funciones, no bien se añude a ellns ta de fondo de conversión para billetes de banco, surja un peligrosa conflicto.

"El dinero que c*ccde de lo estrictamente necesario fflM el comercio interior, es capital muerto, y no rinde ningún beneficio al pais que lo posee, salvo que se lo exporte medíante el comercio, o bien se lo importe." (J, Bellers. Essayx Abunt .. . 13.) "¿Que ocurre ai leñemos demasiada'moneda? Podemos fundir ln de mayor peso y convertirla en espléndida vajilla, vasos o utensilios de oro y plata, o enviarla como mercancía adonde se la necesite o desee;

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—fulídalnental, no bien se perturba j e j ^ n t j n a m e j i t c i ^ L ^ librio_j_radiciojiaJ_de_l jnlereambio-.eatte_.di5tintas naciones. FínalmenteTTünciQriaii mrjjQ_mricr^ión_materiaÍ, absojula-mente social, de la j j queza . cuando no se trataj ie^compras

~ni~ de pagosrsírfó' de"transferencias de riqueza de tin_paú¡ n ' Otro," y~a~ITí donde esa transferencia no puede efectuarse

bajo la forma de itietxani'tas, ya sea porque lo impide la coyuntura de! mercado o el propio objetivo que se persigue. 1 1 0

^ j A d j i ^ l que.parala^ necesitan^disponer de_un_ ÍOTdo de racn^ajjará !a c i rcu-

"lacióri ea gl mercaffp m u n d i a l Las funciones de" los atesoramientos, pues, derivan en parte de la función de! dinero como medio interno de circulación y de pago, en parle de su función como dinero m u n d i a l . " " b i s En este último papel siempre se requiere la mercancía dineraria real, oro y plata corpóreos, y es por eso que James Slcuart caraetc-

revisten en Barbón los absurdos supuestos del "curreney principie'' [principio de! circuíame}.l"¡ La falla de espíritu critico y hasta de honestidad de esc catálogo llega a su apogeo en las sesiones dedicadas a historiar la icoria del dinero, pues es alli donde MacCultocfi menea adula dora me me el rabo como buen sicofante de lord Overstone (el evbanker |cx banquero! boye"), al que llama "raLÉfc j.njnLt|)í iii gi¿iiL<Li i u r u m " |tl primero, sin discusión, entre ios banqueros].

Por ejemplo, en el caso de subsidios, empréstitos de guerra o pare la reanudación de los pagos al contado por parte de bancos, etcétera, puede requerirse que el valor esté disponible precísameriíE bajo la forma de dinero.

""bis r J 0 [ D a i a 2 * edición.— "No podría, por cierto, desear una prueba más convincente de la eficacia con que, en los países que pagan en meiálico. el mecanismo de las reservas desempeña todas las funciones de ajuste internacional sin ninguna ayuda significativa de la circulación general, que la facilidad con que Francia, precisamente mientras comenzaba a recobrarse de los trastornos producidos por una destruciiva invasión extranjera, completó en el lapso de 27 meses el pago a las potencias aliadas de una contribución forzada de casi 2i) millones —y una considerable proporción de esa suma era en metálico—, sin restricción ni desorden perceptibles de su cursa dincrario interno y sin que se produjera siquiera un¡t fluctuación alarmante en su cotización cambiaría." (J. Fullarton, op. cñ\, p. 141.) (F. E. — Agregado a la 4^ edición.— Un ejemplo aun mus contundente Eo tenemos en la facilidad con que la misma Francia pudo pagar en 30 meses (1871-1873) una indemnización Je guerra más de diez veces mayor, que lamnién en tiran parle se abonó en metálico.)

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riza de manera expresa al oro y la plata, a diferencia de sus representantes puramente locales, como money of í/ie world [dinero mundia l ] .

El movimiento de )a corriente de oro y ptaia es doble. P o r ^ T i T ^ i a l T c T ^ se^vie?te~jT ^ r t ^ d e _ s u s

""fuentes, po¡^odc7~el mercado rnuñdjai, donde la absorben ^TdisTmfa~mcdida"" las diversas esferas nacionales de c ircu

lación, iggresando así a los canales internos por los que discurre susti lu^emld las^TnonedaK de oro y plata_ desgastadas, proporcionando el material de los objetos suntuarios

' y 'peinficándose bajo la forma de tesoros," 1 Ese^pnmer movimiento se media a través del jntercarnbio directo erífre

' l o s trabajos na^ioñSles realizados elHas"lííerc^íuTía y j d Trabajo tic los paise^ productores de o r o j r plata, realizado

~~l^TÓ5~metales preciosos._PoT~otra parte, el oro y 1¿ ;^a^a fluyen y refluyen constantemente entre hs diversas esferas

"~ñacTonalr^rte~circnla^jón,'. üri móvini teriEo^ue~oEe7de"ce a ^Laj^ incesantes oscilaciones de. la cotízacióii^ambíaria. 1 n

Los pa íses^r producción burguesa desarrollada recrucen los Tesoros concentrados masivamente en las reservas bancadas, al mínimo que requieren sus funciones específicas. Con alguna excepción, una repleción extraordinar ia de esas reservas por encima de su nivel medio, es índice de estancamiento de la circulación mercanti l o de que he ha interrumpido la fluencia de las metamorfosis experimentadas por las mercancías." 1

M l "El dinero se distribuye entre I J S naciones sc ún I J necesidad que del mismo tienen . . . ya qtifi siempre b atraen los productos" {Le Tresne, De thttirU social, p. 916.) "Las minas, que continuamente suministran oro y plata, producen io suficiente para proporcionar a toda nución ese equilibrio necesario.'1 tVandcrIiní. Moaey Auswers. . , , p. 40.)

"Las cotizaciones de! cambio ascienden y declinan todas tía semanas, y en ciertas epocaa del año '¿c elevan en contra de una nación, y en otras épocas ascienden en igual medida a favor suyo." {N. Barbón, op. tVí.. p. 39.)

1 , 1 Cabe la posibilidad de que entre isas Funciones, no bien se añude a ellns ta de fondo de conversión para billetes de banco, surja un peligrosa conflicto.

"El dinero que c*ccde de lo estrictamente necesario fflM el comercio interior, es capital muerto, y no rinde ningún beneficio al pais que lo posee, salvo que se lo exporte medíante el comercio, o bien se lo importe." (J, Bellers. Essayx Abunt .. . 13.) "¿Que ocurre ai leñemos demasiada'moneda? Podemos fundir ln de mayor peso y convertirla en espléndida vajilla, vasos o utensilios de oro y plata, o enviarla como mercancía adonde se la necesite o desee;

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o colocarla a interés alli donde éste sea elevado." fW. Petty, Quanhilumcunquc Cancerttiag • . . , p. 39,) "El dinero no es sino la grasa del cuerpo político; cuando abunda, como suele ocurrir, se reduce la agilidad de ese cuerpo, y cuando hny demasiado poco, aqoél se enferma . . * Así como h grasa lubrica el movimiento de los músculos, los nutre cuando íaiUin los víveres, llena las cavidades irregulares y embellece el cuerpo, el dinero aviva los movimientos del estado, lo nutre desde el extranjero en tiempos en que predomina la escasez deniro del país... y embellece el conjunto, aunque", concluye con iionía, "'más especialmente a los particulares que lo poseen en abundancia.11 fW. PeUy, Paliticaí Anatomy..., pp. 14, 15.)

1 7 8

SECCIÓN SEGUNDA

L A TRANSFORMACIÓN D E D I N E R O E N C A P I T A L

CAPÍTULO IV

T R A N S F O R M A C I Ó N D E D I N E R O E N C A P I T A L

1, L a formula general de! capital.

L a circulación de mercancías es eLpu.iUQjde-partida del ca p itaíT L a . produccjón^jejrier^ancías, la_circulacíón j n e r -XannT a y una circulación mercajiüi^esaOTiladareVcofíier-C Í D , constituyen Jos supuestos históricos bajo los_cuales_s,ur-gr¿arju_él.~BeTa créaclárrTtel^ el mercado mundia l modernos data la biografía moderna del cap i ta l . b

Sí haccmos_caso omiso de! contenido material de Ja cír cTiTác j óñ^ m ere a ¿til r s r^pre scind i mos "d él^liiteTc: árfi Sio d e

—hTs~"diversos valores de uso, limitándor^os^^ formas econá3Íca_5_qiie _e^e_rgoceso genera, encontraremos _qu_e_su_prpducto último es el d inero : - Ese_prr iductp último,Jeja cir^üIanóiTd^ primera forma

¿fe manifestocion dercapítai_ "Históricamente, el capital» en su enfrentamicnto con la

propiedad de la tierra, se presenta en un comienzo y en todas partes bajo la forma de dinero, como patrimonio dinerario, capital comercial y capital usurario. 1 Sin embargo, no nace falta echar una ojeada retrospectiva a la proto-

1 La antíiesis entre el poder dí la propiedad de la tierra, fundado en relaciones de servidumbre y dominación personales, y el

a En la 3£-' y 4'- ediciones se suprime "ta circulación mercantil". u En la 3^ y 4^ ediciones esta frase dice así: "El comercio

y el mercado mundiales inauguran en el siglo avr ta biografía moderna del capiial".

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o colocarla a interés alli donde éste sea elevado." fW. Petty, Quanhilumcunquc Cancerttiag • . . , p. 39,) "El dinero no es sino la grasa del cuerpo político; cuando abunda, como suele ocurrir, se reduce la agilidad de ese cuerpo, y cuando hny demasiado poco, aqoél se enferma . . * Así como h grasa lubrica el movimiento de los músculos, los nutre cuando íaiUin los víveres, llena las cavidades irregulares y embellece el cuerpo, el dinero aviva los movimientos del estado, lo nutre desde el extranjero en tiempos en que predomina la escasez deniro del país... y embellece el conjunto, aunque", concluye con iionía, "'más especialmente a los particulares que lo poseen en abundancia.11 fW. PeUy, Paliticaí Anatomy..., pp. 14, 15.)

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SECCIÓN SEGUNDA

L A TRANSFORMACIÓN D E D I N E R O E N C A P I T A L

CAPÍTULO IV

T R A N S F O R M A C I Ó N D E D I N E R O E N C A P I T A L

1, L a formula general de! capital.

L a circulación de mercancías es eLpu.iUQjde-partida del ca p itaíT L a . produccjón^jejrier^ancías, la_circulacíón j n e r -XannT a y una circulación mercajiüi^esaOTiladareVcofíier-C Í D , constituyen Jos supuestos históricos bajo los_cuales_s,ur-gr¿arju_él.~BeTa créaclárrTtel^ el mercado mundia l modernos data la biografía moderna del cap i ta l . b

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—hTs~"diversos valores de uso, limitándor^os^^ formas econá3Íca_5_qiie _e^e_rgoceso genera, encontraremos _qu_e_su_prpducto último es el d inero : - Ese_prr iductp último,Jeja cir^üIanóiTd^ primera forma

¿fe manifestocion dercapítai_ "Históricamente, el capital» en su enfrentamicnto con la

propiedad de la tierra, se presenta en un comienzo y en todas partes bajo la forma de dinero, como patrimonio dinerario, capital comercial y capital usurario. 1 Sin embargo, no nace falta echar una ojeada retrospectiva a la proto-

1 La antíiesis entre el poder dí la propiedad de la tierra, fundado en relaciones de servidumbre y dominación personales, y el

a En la 3£-' y 4'- ediciones se suprime "ta circulación mercantil". u En la 3^ y 4^ ediciones esta frase dice así: "El comercio

y el mercado mundiales inauguran en el siglo avr ta biografía moderna del capiial".

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