Unidos a Cristo en La Muerte y en La Vida 2

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Unidos a Cristo en la Muerte y en la Vida 2 Romanos 6:1-7 Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.5Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Contenido [ocultar ] 1 El Bautismo y la Cena del Señor 2 El Bautismo Como Práctica Universal en la Iglesia Primitiva 3 El Bautismo Era Por Inmersión 4 El Bautismo Representa Nuestra Muerte con Cristo. 5 El Bautismo, Medio o Símbolo 6 Justificados Unicamente Por la Fe El Bautismo y la Cena del Señor Aprovechando la oportunidad de haber celebrado en el día de hoy la Cena del Señor, me ha parecido oportuno hablarles acerca de otra ordenanza que el Señor Jesús nos dejó: el bautismo, tal y como lo trata Rom. 6:3-4. Como todos sabemos, existen dos ordenanzas que practicamos los cristianos y que Jesús nos enseñó. Una es la Cena del Señor (“Haced esto en

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Unidos a Cristo en La Muerte y en La Vida

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Unidos a Cristo en la Muerte y en la Vida 2

Romanos 6:1-7

Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.5Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.

Contenido

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1 El Bautismo y la Cena del Señor 2 El Bautismo Como Práctica Universal en la Iglesia Primitiva 3 El Bautismo Era Por Inmersión 4 El Bautismo Representa Nuestra Muerte con Cristo. 5 El Bautismo, Medio o Símbolo 6 Justificados Unicamente Por la Fe

El Bautismo y la Cena del Señor

Aprovechando la oportunidad de haber celebrado en el día de hoy la Cena del Señor, me ha parecido oportuno hablarles acerca de otra ordenanza que el Señor Jesús nos dejó: el bautismo, tal y como lo trata Rom. 6:3-4. Como todos sabemos, existen dos ordenanzas que practicamos los cristianos y que Jesús nos enseñó. Una es la Cena del Señor (“Haced esto en memoria de mí,” Lucas 22:19), y la otra es el bautismo (“Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles…” Mateo 28:19).

El bautismo es realizado solo una vez en la vida del cristiano y significa que hemos muerto y resucitado con Cristo por la fe. La Cena se celebra una y otra vez para decir que somos continuamente nutridos y vivimos por el alimento que viene de la muerte de Jesús por nuestros pecados. Es muy interesante notar que ambas ordenanzas tienen en su núcleo la muerte de Jesús. Y no es que pretenda minimizar la importancia de la resurrección del Señor, pero note el enorme peso que se le da a la muerte del Señor en estas dos prácticas de la iglesia. Somos un pueblo cuya total existencia ante Dios se fundamenta en el sacrificio de Nuestro Señor y Salvador Jesús.

¿Por qué nos enseña entonces Pablo acerca del bautismo en Rom. 6:3-4?

El apóstol trae a colación el bautismo porque está muy relacionado con la idea esencial de este pasaje: nosotros, que hemos muerto al pecado, no podemos vivir en él. Veamos: v. 1b, “¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? (2) “En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”; y aquí introduce el bautismo (v. 3) “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?”; (v. 4) “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”

El Bautismo Como Práctica Universal en la Iglesia Primitiva

1. Lo primero que sabemos acerca del bautismo es que era practicado de manera universal por la iglesia primitiva, y Pablo lo asumió como tal.

Aquí les está escribiendo a los cristianos de Roma, ciudad donde nunca había estado, sin embargo, notemos cómo él da por hecho todos los creyentes a quienes escribe, eran bautizados. El no podía siquiera concebir la idea de que no fueran cristianos bautizados.

Esto se refleja de dos maneras en el versículo 3.

Primero, al explicar sencillamente porqué los cristianos no deben vivir en el pecado, diciendo que el significado mismo del bautismo lo contradice. “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?”. El bautismo no es más que la muerte con Cristo, y todos los que han muerto al pecado no pueden vivir en él. Nótese que se refiere a todos los cristianos.

La segunda manera en que Pablo demuestra conocimiento de esta verdad, la encontramos también en el versículo 3: “¿O no sabéis…” En otras palabras, ¡estoy seguro que ustedes saben esto! ¿Por qué? Porque es básico, elemental. Esta es una de las enseñanzas fundamentales de la Iglesia. Todos los creyentes se bautizan y esto tiene el mismo significado en todas las partes del mundo.

Por tanto, lo primero que aprendemos aquí es que todos los primeros cristianos eran bautizados, lo cual era perfectamente asumido por ellos. Pablo se habría asombrado de que los cristianos romanos no supieran esta verdad. “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?”. ¡Por supuesto que lo sabéis! Y estoy seguro de que todos los que estamos aquí también sabemos lo que significa.

El Bautismo Era Por Inmersión

2. Lo segundo que aprendemos acerca del bautismo es que era realizado por inmersión y no por aspersión o rociamiento.

Es ese el significado de la palabra “baptizo” en griego. Ninguna de las circunstancias en que se realizó el bautismo en el NT. describe otra forma de hacerlo sino por inmersión y sin ella muchas de estas circunstancias no tendrían sentido. Por ejemplo, en Juan 3:23 dice:

“Juan bautizaba también en Enón, junto a Salim, porque había allí muchas aguas”. En Hechos 8:38, tras testificar Felipe de Cristo al eunuco etíope, este le pregunta si podía ser bautizado, a lo que el evangelista respondió que afirmativamente: “Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.”

Además de 1) el significado de la palabra baptizo y 2) el hecho de que se necesitaba mucha agua para bautizar y la gente tenía que descender a ella, existe 3) el poderoso argumento del simbolismo de Rom. 6:4: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” Ninguna otra forma de bautismo nos brinda la imagen de la muerte y la resurrección en Cristo como lo hace la inmersión. [1]

Si sabemos que el método de bautismo del NT. era la inmersión, entonces no hay razón para pensar de otra manera. En mi opinión, Dios en su misericordia perdonará a aquellos que hayan practicado otro método de bautismo como la aspersión o el rociamiento, pero eso no quiere decir que sean métodos que él quiera que practiquemos como si no tuviera ninguna importancia, especialmente cuando todo el significado de ese simbolismo en el texto está relacionado con la muerte y la resurrección.

El Bautismo Representa Nuestra Muerte con Cristo.

3. En tercer lugar, aprendemos que el bautismo significa que hemos muerto con Cristo, esto tuvo lugar de una vez y para siempre en el Calvario y lo experimentamos por primera vez cuando nos unimos a Cristo por la fe.

Notemos los tres eventos representados en esta afirmación en orden cronológico esta vez. En primer lugar está el evento histórico de la muerte de Cristo en el Calvario, cuando Dios nos vio muriendo junto a su Hijo. Este fue el cumplimiento de nuestra muerte con Cristo. En segundo lugar, confiamos en Cristo y fuimos, siendo así unidos a El en una experiencia única y haciendo de nuestra muerte en El un hecho totalmente personal. Esta fue la aplicación de lo que Dios ganó por nosotros en el Calvario a través la fe. Tercero, fuimos bautizados en el nombre de Cristo. Este era el significado de nuestra muerte con El.

Por tanto, he aquí no solo el cumplimiento histórico de nuestra muerte con Cristo en el Calvario, sino también la aplicación de nuestra muerte con Cristo por la fe y la significación simbólica de nuestra muerte en Cristo por el bautismo. Cumplimiento en la historia, aplicación por la fe y significado por el bautismo.

Ahora bien, esto es muy controversial. Permítanme aclararles a qué me refiero cuando digo que esto es controversial. No crean que me place entrar en controversia solo porque me gusta. Dios sabe que prefiero exaltar la verdad de Jesucristo y no atraer la atención sobre puntos en los que otros pudieran discrepar. Pero lo hago porque es inevitable en este mundo real y diverso donde vivimos. Sé que hay miles de cristianos que no concuerdan conmigo en este punto.

La controversia está en mi afirmación de que el bautismo en Rom. 6:3-4 “representa” nuestra muerte con Cristo. Creo que a esto muchos responderían diciendo: “No, lo que el

texto explica NO es que el bautismo es nuestra muerte con Cristo, sino que este causa o produce nuestra muerte con Cristo.” Quizás hasta pudieran señalar las últimas palabras del versículo 3, “(…) hemos sido bautizados en su muerte?” La limitación que veo en este punto de vista es que no tiene en cuenta lo que ocurre en nosotros por la fe, sino ese mismo evento como un producto del acto del bautismo. Creo que les encantaría señalar con énfasis el versículo 4: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo”. Dirían que el bautismo no es el símbolo de nuestra muerte con Cristo, sino el medio para nuestra muerte con El. “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo” Según estas personas, el bautismo es el cómo y el cuándo morimos con Cristo, y antes de este ni estábamos unidos a Cristo, ni estábamos justificados, ni éramos salvos.

Uno de los defensores de esta teoría nos dice: “Aquellos que piensan (como yo) que nuestra unión con Cristo en su muerte, y por tanto, nuestra propia muerte al pecado, ocurrió antes del bautismo, sencillamente no están interpretando correctamente este texto.” [2] Puedo sentir el peso de estas palabras. “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo”, estas palabras pudieran parecernos definitorias para confirmar que el bautismo es un medio para nuestra muerte al pecado, más que la fe o junto a esta.

El Bautismo, Medio o Símbolo

¿Por qué entonces creen ustedes que insisto en pensar que el bautismo representa nuestra muerte con Cristo, la cual fue consumada en el Calvario y experimentada por primera vez cuando nos unimos a Cristo por la fe?

Tres Razones

1) La extraordinaria verdad que nos ensena esta carta y el resto del NT. de que hemos sido justificados solamente por la fe y en nuestra unión con Cristo a través de esta. [3] Romanos 5:1 dice: “Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. (Note que no dice “Justificados por la fe y por el bautismo”) también Rom. 8:1 dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” En otras palabras, la justificación (o libertad de la condenación) viene del hecho de estar en Cristo Jesús y a través de la fe. Por tanto, la fe es nuestra razón de estar en Cristo y nuestro único medio para la justificación. ¿Qué lugar tendrá entonces el bautismo en todo esto? Justamente tras la fe [4], el bautismo representa esa maravillosa unión con Cristo, especialmente en su muerte y resurrección. Pero la unión interna y espiritual con Crsito viene solo a través de una acto de fe interno y espiritual, no a través de un acto físico y externo como es el bautismo.

2) Cuando Pablo de manera explícita establece una relación entre la fe y el bautismo, lo hace de manera tal que es evidente el hecho que la fe es el medio que nos une a Cristo y no el bautismo físico. Veamos el ejemplo de Gálatas 3:26-27: “pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; 27porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.” El “porque” al principio al principio del versículo 27 muestra que el “bautismo en Cristo” es, o bien una expresión externa de la fe, o una prueba de esta. Pero es “a través de la fe” que llegamos a ser hijos de Dios.

En Colosenses 2:21 Pablo dice: “…sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios” He aquí que una vez más la fe como instrumento o medio de nuestra muerte y resurrección. El acto del bautismo aparece la expresión exterior de esta experiencia interna y espiritual de unión con Cristo por la fe. La fe es el instrumento que nos une a Cristo y que por tanto no justifica.

3) Pero, ¿muestran estas palabras de Rom. 6:3-4 verdaderamente este significado? No creo que estas palabras vayan más allá de la intención de decir que Rom. 6:3-4 describe el símbolo de morir con Cristo más que el medio para morir con Cristo. Pablo dice: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?” Ahora, he aquí una analogía que me atrevo a sugerir para mostrar que este lenguaje puede ser el lenguaje del símbolo, no del medio: “Todos los que en algún momento hemos llevado un anillo de matrimonio, reconocemos, ponerlo en nuestro dedo, que nos debemos a una sola mujer y dejamos atrás todas las experiencias amorosas pasadas. A través del anillo reconozco que estoy unido solo a mi mujer y muerto a las demás.”

Usted pudiera decir: “Aha, fue el acto de ponerte el anillo lo que hizo que te unieras a tu mujer y decidieras olvidar a todas las demás. Tú así lo dijiste: Con este anillo…, me uno solo a mi mujer. Nada pudiera ser más sencillo. La clave está en el anillo.”

Pero a todas luces, no fue eso lo que quise decir con mi analogía. El hecho de ponerme el anillo es un signo de fidelidad a mi mujer y de abandono de las otras. El acto decisivo d dejar y tomar se encuentra en la promesa, el pacto, los votos: “Te tomo por esposa” o “Te prometo fidelidad”. Solo después viene el anillo, el símbolo.

En esa analogía, los votos representan la fe en Cristo y el anillo, el bautismo. El punto aquí es que con mucha frecuencia hablamos de esta manera, realzando el anillo como si fuera lo que solo representa.

Justificados Únicamente Por la Fe

Entonces, he aquí la idea más importante: Rom. 6:3-4 no contradice las enseñanzas de los 5 primeros capítulos de esta carta donde se dice que estamos unidos a Cristo por la fe y por ende justificados solo por ella.

Por el contrario, enseña que el bautismo simboliza (representa, recuerda) nuestra muerte con Cristo, la cual fue consumada por nosotros históricamente en el Calvario y aplicada en nuestra experiencia de fe.

Esto nos deja una aplicación para nuestras vidas. ¿Ya usted confió en Cristo y fue bautizado? Pablo asume que él puede construir el resto de este capítulo (y el resto de la vida cristiana) en la certeza de usted tiene de que su bautismo no fue sino el símbolo de haber sido sepultado con Cristo en su muerte y resurrección a una nueva vida.

Por tanto, creamos y seamos bautizados, reconociéndonos muertos al pecado y vivos para con Dios. Y reunámonos nuevamente la próxima semana para medir la importancia de este reconocimiento.

1. ↑ El argumento de John Murria no despoja al bautismo de su alusión a nuestra sepultura con Cristo en Rom. 6:4, sino que dice que hay más referencias al bautismo como el acto de haber sido “plantados con él” (v. 5), “crucificados con él” (v. 6) o “revestidos de él” en Gálatas 3:27 (Romanos, Vol.1, p. 215). Sin embargo, Pablo de manera explícita relaciona la sepultura con el acto del bautismo de manera más directa, y el simbolismo encaja tan perfectamente (a diferencia de otras imágenes de nuestra unión espiritual con Cristo) que me cuesta pensar que no exista ninguna conexión simbólica con nuestra inmersión en el agua como un símbolo de muerte y sepultura.

2. ↑ Jack Cottrell, Un estudio bíblico sobre el bautismo (Joplin, MO: College Press Publishing Co., 1989), p. 84. El Doctor Cotrell es profesor del Seminario Teológico de Cincinnati y representa el punto de vista denominacional de las “Iglesias de Cristo” y las “Iglesias Cristianas”. El dice: “Todo cristiano ha sido cautivado por la enorme potencia de la muerte de Cristo que destruye el pecado, hemos sucumbido ante su poder letal. ¿Cuándo sucedió esto? Al ser bautizados. No existe ninguna indicación de que esta unión con Cristo en su muerte haya ocurrido cuando creímos o nos arrepentimos. El versículo 3 no dice que “hemos creído en su muerte” o que no hemos “arrepentido en su muerte”, sino que hemos sido “plantados en su muerte”. (p. 84)

3. ↑ Nótese cómo la función salvadora de la fe se enfatiza en muchos textos donde el bautismo no es mencionado en lo absoluto, lo cual sería extraño si el bautismo fuera el medio necesario de unión con Cristo, sin el cual no hubiera unión ni salvación. Hechos 4:4, 32; 10:43; 11:21; 13:39, 48; 14:1; 15:5, 9; 16:31, 34; 20:21; Romanos 1:17; 3:22, 25, 26, 28, 30; 4:5, 9, 11, 13; 5:2; 9:30; 10:6, 9-17; 13:11; 1 Corintios 1:17-21; 15:2; Gálatas 2:16; 3:2, 5, 7-9, 14, 22, 24-27; 5:6; Efesios 1:13; 2:8; Filipenses 3:9; 2 Timoteo 3:15; etc.

4. ↑ En el Libro de los Hechos, todos los bautismos que conocemos coincidieron en tiempo y espacio con el primer acto de fe de sus participantes. Hechos 2:41 (como tres mil), 8:36-38 (un Etíope eunuco); 9:18 (Pablo); 16:33 (El carcelero de Filipos). Quizás nosotros mismos hemos creado alguna confusión en la relación existente entre nuestra unión de fe con Cristo y su significación en el bautismo al haberlos separado hasta ahora.

Unidos a Cristo en la Muerte y en la Vida

Romanos 6:1-7¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? 2En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados

en su muerte? 4Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.5Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección; 6sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado. 7Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado.

La semana pasada estuvimos estudiando los versículos 3-4 de Rom. 6, y en especial analizábamos el significado del bautismo. Esta semana nos centraremos en el versículo 5. Estas palabras de Pablo tienen muchísimo que ver con cada cosa que hacemos si las pensamos desde varias perspectivas.

Contenido

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1 Importancia Para Toda Nuestra Vida 2 Vida Nueva 3 Unidos a Cristo 4 La Importancia de Esta Unión 5 La Clave para Entender Nuestra Justificación y Santificación 6 Creamos en Dios de Acuerdo a Quien El Es y Quienes Somos en Cristo

Importancia Para Toda Nuestra Vida

Por favor, lea el final del versículo 4. Bautismo quiere decir, según Pablo, que en nuestra vida ha sucedido algo tan profundo, que ahora podemos andar en “vida nueva”. La “vida nueva” es el todo en nuestro ser, no una parte. Es toda la vida. De esta manera el versículo 5 nos trae la explicación de Pablo de cómo esta “vida nueva” tiene lugar. ¿Cuál es su origen? Este pasaje trata de cómo nos transformamos en una nueva clase de personas en todas las áreas de nuestra vida.

Leamos el final del versículo 6: “…, a fin de que no sirvamos más al pecado.” Ese es el propósito de estos versículos, libertad de pecado en toda nuestra vida. Es por eso que me refiero a este texto como particularmente relevante e importante para todas las áreas de nuestra vida. No se trata de algo religioso que tiene que ver con una esquina pequeñita de su vida. Esto abarca toda su vida. Esto tiene que con todo. La manera en que usted vota y su posición política; el empleo de su tiempo y la televisión; su vida profesional; su vocación; la forma en que se viste, come y gasta su dinero; sobre cómo trata a su pareja, hijos, amigos, vecinos y compañeros de trabajo; su compromiso con la obra misionera.

A través estos versículos Pablo nos quiere fortalecer en nuestra lucha contra el pecado y por eso nos exhorta a no continuar viviendo en él. De seguro usted recordará los versículos 1 y 2, “¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera.” La

intención de Pablo es que Dios tome el contenido de esta carta y lo haga un instrumento de triunfo sobre el pecado en nuestras vidas o, dicho de una manera más positiva, para que podamos andar en nueva vida. El quiere que seamos una nueva clase de personas.

Pablo comienza por mostrarnos que el significado del bautismo es que este señala nuestra muerte con Cristo y nuestra resurrección a una nueva vida. Es como una representación dramática de verdades tan profundas como nuestra sepultura y resurrección con él por la obra de Dios en nuestras vidas. Esto lo vemos en el versículo 4: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”

Vida Nueva

Pero ahora el versículo 5 no lleva un paso más allá, explicando cómo podemos vernos como “sepultados con Cristo” y como la resurrección de Cristo garantiza que podamos caminar en vida nueva. Pablo en el versículo 5 resalta el valor de nuestra unión con Cristo al hablar de nuestra muerte y resurrección con El: “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección.”

Usted pudiera pensar a primera vista que “la semejanza de su muerte” se refiere al bautismo.[1] Que el hecho de zambullirnos en el agua es “como” si fuéramos sepultados. Sin embargo, esta idea no se aplica a la segunda parte del versículo que se refiere a “la semejanza de su resurrección.” Eso debería referirse también al bautismo, porque salimos del agua, pero note el tiempo futuro utilizado en el versículo 5. Esto no ha sucedido todavía. “Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección.” Esta es una clara referencia a una resurrección futura que ha sido asegurada en nuestra unión con Cristo. Por tanto, no puede ser esta una referencia al bautismo, que es un evento pasado. Es muy probable incluso que la primera parte del versículo tampoco sea una referencia al bautismo, “fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte.”

Pablo nos está diciendo que nuestra muerte con Cristo y nuestra futura resurrección con él no serán idénticas a las de El pero sí muy parecidas. Cristo murió como un sacrificio santo y sin pecado por nosotros, y al resucitar, venció la muerte, abriendo las puertas a una enorme cosecha de almas. Nuestra experiencia al morir y resucitar con él fue similar, pero diferente. Nuestra muerte y resurrección son como las suyas, pero no son idénticas (comparar el uso de la palabra “semejanza” en Rom. 8:3).

Pero la idea principal de Pablo en este versículo y en todo el capítulo es que nuestra muerte y resurrección con Cristo se deben al hecho de estar unidos a El. Esto es de suma importancia. Si esto no forma parte de la manera en que usted piensa de sí y de su relación con Cristo, comience por añadir esto a su concepción metal. Pablo usa esta pequeña frase “en Cristo” en setenta y tres ocasiones.[2] Estar unidos a Cristo o estar “en Cristo” es una realidad tremendamente importante.

Unidos a Cristo

Esto es tan importante, que le he dado toda mi atención en esta mañana. Es mi deseo que podamos entender y disfrutar esta gran verdad acerca de nuestra vida y de nuestra relación con Cristo. Si podemos tomar conciencia de todo lo que encierra esta unión con Cristo, seremos personas felices y santas.

No pase por alto la importancia de las palabras en el versículo 5: “Porque fuimos plantados juntamente con él” ¡Plantados con El! Esta es la gran doctrina de nuestra unión con Cristo. O mejor aun: la gran realidad de nuestra unión con Cristo. Detengámonos aquí y empapemos nuestras mentes de esta realidad durante el tiempo que nos queda en esta mañana.

Existen otros textos de Pablo que muestran la suma importancia del lugar que ocupa nuestra unión con Cristo. Por ejemplo, en 1Cor. 1:30, Pablo dice: “Mas por él (Dios) estáis vosotros en Cristo Jesús (unidos a Cristo), el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención”. Es Dios quien crea esa unión. “Mas por él (Dios) estáis vosotros en Cristo Jesús”. El crea esta unión por su gracia. A nosotros nos toca recibirla y experimentarla por la fe (Gál. 2:20).

La Importancia de Esta Unión

¡Notemos cuán importante es esta unión con Cristo!

Si usted está en Cristo por la gracia de Dios, Cristo llega a ser su “sabiduría de Dios, y también su justicia, santificación y redención.” Todo lo que Jesús representa para usted lo es porque usted está “en él”; porque usted está unido a él, en esa unión de la que habla Pablo en Rom. 6:5.

1. En esta unión Cristo se convierte en nuestra sabiduría, venciendo ciega y decadente ignorancia.

2. En esta unión Cristo llega a ser nuestra sabiduría, venciendo nuestra culpa y condenación.

3. También es nuestra santificación al vencer nuestra corrupción y contaminación. 4. En esta unión Cristo es nuestra redención, venciendo al final todas las miserias, el

dolor y la futilidad que nos dejan el pecado y la culpa, como la muerte y la enfermedad. (comparar con “redención” en Rom. 8:23)[3]

¿Usted quiere ser libre de los efectos cegadores de la ignorancia espiritual? ¿Usted quiere que la justicia de Cristo sea transferida a su cuenta y sentirse perdonado y justificado por Dios? ¿Usted anhela el poder santificador de Jesús en su vida de manera que pueda vencer el pecado ya cancelado? ¿Desea usted ser librado al final de la miseria y de la muerte? Si es así, y esa es mi oración, entonces mime y cuide su relación con Cristo. Ame el hecho de estar unido a él. Crezca en su conocimiento de estas cosas. Viva en ellas. Saboréelas. Llévelas consigo durante el día. Haga de ellas su meditación de día y de noche. Piense siempre en lo que significa estar unido a Cristo, en lo que significan las palabras: “Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús”.

¡Cuántos muchos otros textos exaltan esta gran realidad de nuestra unión con Cristo! Vayamos a 2Cor. 5:21 “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” La relevancia de esa pequeña frase al final del versículo: “en él”. “…para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” Esto quiere decir que es por la virtud de nuestra unión con Cristo, por el hecho de estar “en él”, que nos hacemos justo de la misma manera que él se hizo pecado por nosotros. Jesús no tenía pecado, sin embargo, Dios puso nuestros pecados sobre él. Nosotros éramos pecadores y Dios transfirió la justicia de Cristo a nuestra cuenta. Y lo hizo porque estamos “en él”.

El versículo de 2Cor. 5:21 enfatiza la gran verdad que ya hemos visto en Rom. 3-5, o sea, que nuestra justificación, el hecho de haber sido declarados justos por Dios, se debe a nuestra unión a Cristo por la fe. A Pablo le encanta atribuir esta condición de justos ante Dios a nuestra unión con Cristo. En Gál. 2:17 dice que “buscamos ser justificados en Cristo”. En Rom. 8:1 dice: “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús.” ¡Esto es justificados en Cristo! ¡No hay ninguna condenación en Cristo! No hay nada tan precioso y gratificante como escuchar a Dios decir estas palabras: no hay condenación. U oírle decir que ya somos justificados. Si usted verdaderamente ama este veredicto y esta condición delante de Dios, entonces ame también su unión con Cristo. Hágala parte de aquello que usted más valora en este mundo.

La Clave para Entender Nuestra Justificación y Santificación

Sin embargo, en Rom. 6 nos movemos de la justificación a la santificación en Cristo (aunque la próxima semana veremos que en el versículo 7 existe una profunda conexión entre ambas). En otras palabras, nuestra unión con Cristo no es solo la clave para entender la justificación o el hecho de llegar a ser justos ante Dios solo por la fe. La unión con Cristo también es la clave para entender la santificación o el hecho de convertirnos en gente renovada, que no vive en el pecado, que ya no es esclava del pecado, sino que anda en nueva vida.

La próxima semana nos detendremos un poco mas a analizar cuál es el rol de nuestra unión con Cristo en este proceso de transformación. Hoy solo quiero que vean cuán imprescindible es esta realidad para ser justificados y santificados delante de Dios.

Otro lugar en el que podemos observar esta realidad es en Efesios 2:10: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras”. Esto no es justificación. Esto es transformación moral. En nuestra unión con Cristo, Dios ha hecho de nosotros un nuevo pueblo. Esta es otra manera de referirse a nuestra muerte y resurrección con Cristo al caminar en nueva vida. En Cristo somos nuevas criaturas, obra de Dios. Y el propósito de esta realidad en Cristo son las buenas obras, “creados en Cristo Jesús para buenas obras”. Esto es, para santificación.

Pablo incluso lo dice de otra manera en 2Cor. 5:17: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Note que no hay duda ninguna acerca de esto. Si usted está en Cristo, ES una nueva criatura. Dios ha hecho de usted una nueva criatura en su unión con Cristo Jesús. Eso, claro está, si usted ya

ha creído en El. Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas. O lo que es lo mismo: “…nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él…a fin de que no sirvamos más al pecado” (sino que andemos en vida nueva) “Las cosas viejas pasaron” es lo mismo que decir que “el viejo hombre fue crucificado.” “He aquí todas son hechas nuevas”= “para que andemos en nueva vida”.

Esta es nuestra identidad en Cristo. Somos muertos al pecado en nuestra unión con El. Nosotros “fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte” (Rom. 6:5) Nuestro viejo hombre ha muerto. Hemos resucitado espiritualmente para andar en nueva vida, y un día seremos plantados con Elen la semejanza de su resurrección. Las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas. Y la vocación de toda nuestra vida, no solo de una parte de ella, es andar en nueva vida. Es reconocernos muertos al pecado y vivos para con Dios. Es experimentar lo que realmente somos en Cristo.

Creamos en Dios de Acuerdo a Quien El Es y Quienes Somos en Cristo

Lo que significa simplemente en otras palabras: creamos en Dios y en lo que El dice que nos ha sucedido, y lo que somos, y lo que El es para nosotros en Cristo. Crea en El. Confíe en El. Cuando El dice a través de Pablo: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:19) Crea en El cuando dice que: “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38-39).

Llegar a ser quienes somos en Cristo es creer estas cosas. Crea que porque usted está en Cristo todas sus necesidades serán satisfechas. Créalo, porque usted está en Cristo y nunca será separado del amor de Dios, un amor que no falla.

Creer estas cosas es estar satisfecho con todo lo que Dios es para usted en Cristo, y llegar a ser todo lo que usted es en El.

Crea en El.

Sepultados y Resucitados en el Bautismo a Través de la Fe

Colosenses 2:8-15 8 Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo. 9Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en El, 10y habéis sido hechos completos en El, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad; 11en El también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo; 12habiendo sido sepultados con El en el bautismo, en el cual también habéis resucitado con El por la fe en la acción del poder de Dios, que le resucitó de entre los muertos. 13Y cuando estabais muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con El, habiéndonos perdonado todos los delitos, 14habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. 15Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de El.

¿Es el Bautismo Cristiano Paralelo a la Circuncisión del Antiguo Testamento?

Ésta es la segunda de una serie de cuatro partes sobre el bautismo cristiano. Déjame decirte un poco sobre cómo estoy escogiendo los textos que voy a predicar. En mis días de seminario y escuela de graduados descubrí que mis viejas maneras de defender el bautismo de creyentes no eran convincentes. Solía pasar tiempo señalando que todos los bautismos descritos en el Nuevo Testamento son bautismos de creyentes y que todos los mandatos de ser bautizado eran dados a los creyentes. Solía señalar que el bautismo de infantes simplemente no se menciona en la Biblia y que es cuestionable edificar una práctica crucial de la iglesia sobre una inferencia teológica, sin una enseñanza Bíblica explícita cuando todos los ejemplos van en la dirección opuesta.

Pero descubrí que aquellos que bautizan infantes (“paidobautistas”) no se tambaleaban por estas observaciones, dado que señalaban que, por supuesto, solamente vemos bautismo de creyentes en el Nuevo Testamento debido a que en todos estos escenarios estamos tratando con evangelismo de primera generación, no con la crianza de los hijos de segunda generación. Todos están de acuerdo en que los únicos adultos que deben ser bautizados son adultos creyentes. La cuestión es, ¿qué sucede cuando estos adultos Cristianos bautizados tienen hijos?

Así que ellos señalaban que todas mis estadísticas son irrelevantes y la cuestión se reduce a una de inferencia teológica. Específicamente, ¿es paralelo el bautismo Cristiano con la circuncisión del Antiguo Testamento como la señal de aquellos que se unen al pueblo del pacto de Dios, y si es así, no deberían los hijos de Cristianos recibir el bautismo de la manera en que los hijos de Israel recibían la circuncisión?

Por ejemplo, el Catecismo de Heidelberg fue escrito en 1562 como una expresión de la fe Reformada. Algunos dicen que tiene la intimidad de Martín Lutero y la caridad de Philip Melanchthon y el fuego de Juan Calvino: tres grandes Reformadores en el siglo 16. Al final

de la sección sobre el bautismo, la pregunta #74 es: “Se ha de bautizar también a los niños”. La respuesta va así: Naturalmente, porque están comprendidos, como los adultos, en el pacto, y pertenecen a la iglesia de Dios. Tanto a éstos como a los adultos se les promete por la sangre de Cristo, la remisión de los pecados y el Espíritu Santo, obrador de la fe; por esto, y como señal de este pacto, deben ser incorporados a la Iglesia de Dios y diferenciados de los hijos de los infieles, así como se hacía en el pacto del Antiguo Testamento por la circuncisión, cuyo sustituto es el Bautismo en el nuevo pacto.

Esta ha sido la típica forma de entender el bautismo entre Presbiterianos y Congregacionalistas y Metodistas y muchos otros por cientos de años. Luteranos y Católicos defienden la práctica del bautismo de infantes de manera diferente, poniendo más énfasis que lo que estas otras iglesias tienen sobre el mismo efecto regenerativo del acto.

¿Se Revelan Nuevas Verdades en el Nuevo Pacto?

Así que una de las preguntas más cruciales que usted debe enfrentar mientras considera el mandato del Nuevo Testamento a ser bautizado es si piensa o no que este paralelo con la circuncisión resuelve el problema. Es decir, ¿es la voluntad de Dios revelada en el Nuevo Testamento que el Bautismo y la circuncisión se correspondan tan cercanamente que lo que la circuncisión significó, el bautismo significa? ¿O hay nuevas verdades sobre la creación y naturaleza del pueblo de Dios en el Nuevo Pacto que apuntan hacia una discontinuidad así como también continuidad entre la circuncisión y el bautismo?

Bueno, en mis luchas con este asunto a lo largo de los años, especialmente los años en la escuela de graduados cuando estudiaba principalmente con paidobautistas, tres o cuatro textos, más que cualquier otro, me mantuvieron de abrazar el argumento de la circuncisión. Uno es Colosenses 2:11-12. Otro es 1 Pedro 3:21. Otro es Romanos 9:8. Y otro es Gálatas 3:26-27. El día de hoy tomaré el texto de Colosenses y edificaré sobre los otros en las próximas semanas.

Pero primero asegurémonos de no perder el bosque por los árboles. Este texto (Colosenses 2:10-15) es un bosque tropical con madera fuerte de evangelio. Haga una mirada a vuelo de pájaro de él conmigo. Todo es sobre lo que Dios ha hecho por nosotros (en la historia, objetivamente a través de Cristo), y lo que él ha hecho en nosotros de manera que en verdad heredaremos lo que él ha comprado.

Lo que Dios ha Hecho por Nosotros

Considere primero la obra objetiva, histórica, externa de Dios en los versículos 14-15. En esencia, lo que estos dos versículos nos dicen es que nuestros dos mas grandes enemigos fueron derrotados en la muerte de Cristo. Nada más poderoso que la muerte de Cristo ha ocurrido alguna vez.

El primer enemigo derrotado fue el “documento de deuda” archivado en contra nuestra en la corte del cielo. En otras palabras, debido a nuestro pecado y rebelión, las leyes de Dios se han vuelto testigos mortales contra nosotros y estábamos en tan profunda deuda a Dios que no había forma de escapar. El versículo 14 dice que Cristo canceló completamente la deuda

al pagarla toda en la cruz. “habiendo [Él] cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz”. Así que el gran enemigo de nuestro pecado y culpa y deuda, lo derrotó Cristo. Eso ocurrió en la historia, de manera objetiva, fuera de nosotros.

El segundo enemigo derrotado fue la horda de seres espirituales malignos: el diablo y sus fuerzas: Versículo 15: “Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de El”. Es verdad que aún debemos luchar “contra principados, contra potestades” (Efesios 6:12), pero si luchamos en el poder de Cristo y su sangre derramada, están completamente derrotados, porque el golpe que Él asestó fue letal. Apocalipsis 12:11 dice que los creyentes “lo vencieron [al diablo] por medio de la sangre del Cordero y por la palabra del testimonio de ellos, y no amaron sus vidas, llegando hasta sufrir la muerte”. Debemos pelear. Pero la batalla pertenece al Señor y el golpe decisivo ha sido asestado en el Calvario. Satanás no puede destruirnos.

Lo que Dios ha Hecho en Nosotros

Ahora aparte de estos dos grandes, externos, históricos triunfos sobre nuestros peores enemigos (la deuda de pecado delante de Dios y las huestes del diablo sobre la tierra), este bosque también describe lo que Dios ha hecho en nosotros: no sólo por nosotros y fuera de nosotros pero en nosotros por lo que nos beneficiamos de lo que fue hecho fuera de nosotros. Él utiliza dos imágenes: una es la circuncisión y la otra es la resurrección. El versículo 13 se enfoca principalmente en nuestra resurrección: “Y cuando estabais muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con El, habiéndonos perdonado todos los delitos”. Así que puede ver lo que Él hace en nosotros: nosotros estábamos muertos espiritualmente, y el nos hizo vivir. Este es el milagro del nuevo nacimiento. Fueron salvos debido a que Dios habló una palabra dadora de vida, resucitante dentro de su corazón (2 Corintios 4:6).

La otra imagen de lo que Dios hace en nosotros es la imagen de la circuncisión: Versículo 11: “en El también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo”. Ahora, esto es más difícil de entender porque las ideas son más ajenas a nosotros. Pablo compara la obra salvadora de Dios en nosotros con la práctica de la circuncisión. Dice que es semejante, solamente que esta es una circuncisión “no hecha por manos”: está habalando de una cosa espiritual, no una física. Y él dice que lo que es quitado no es el prepucio masculino, sino “el cuerpo de carne”. En el lenguaje de Pablo probablemente eso es una referencia a un uso del cuerpo dominado por el pecado y por el ego. Lo que es quitado en esta circuncisión espiritual “no hecha por manos” es el yo incrédulo, ciego, rebelde y su uso del cuerpo para pecar. Y de esa manera, dice Pablo, Dios hace de su propiedad a una persona.

Así que hemos visto dos imágenes de lo que Dios hace por nosotros, objetivamente, históricamente, fuera de nosotros mismos para salvarnos: Él derrota al enemigo del pecado y al enemigo de Satanás. Y hemos visto dos imágenes de lo que Dios hace en nosotros para hacernos parte de esa salvación: Él nos resucita de entre los espiritualmente muertos y Él circuncida nuestros corazones y nos desviste del viejo yo rebelde y nos hace nuevos.

Bautismo y Circuncisión

Ahora, en ese bosque de gloriosas buenas nuevas, aquí está la pregunta acerca del árbol del bautismo: ¿es el bautismo en agua la contraparte Cristiana de la circuncisión del Antiguo Testamento? ¿La continuidad es tal que, así como la circuncisión fue dada a los hijos del pueblo del pacto de Dios, también el bautismo ahora debe ser dado a los hijos del pueblo del pacto de Dios?

Los versículos clave son los versículos 11-12. Note el enlace de las dos ideas de circuncisión y bautismo: “en El [Cristo] también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo; habiendo sido sepultados con El en el bautismo, en el cual también habéis resucitado con El por la fe en la acción del poder de Dios, que le resucitó de entre los muertos”.

Está claro que hay un enlace entre el bautismo y la circuncisión. Pero no es, pienso yo, lo que muchos bautistas de infantes piensan que es. Note que clase de circuncisión es de la que se habla en el versículo 11: es precisamente una circuncisión “sin manos”. Eso quiere decir que Pablo está hablando acerca de una contraparte espiritual del ritual físico del Antiguo Testamento. Luego el bautismo es enlazado en el versículo 12 a esa contraparte espiritual de la circuncisión del Antiguo Testamento. Esto es extremadamente importante. Trata de entenderlo.

¿Cuál es la contraparte o paralelo del Nuevo Testamente al ritual de la circuncisión del Antiguo Testamento? Respuesta: no es el ritual del bautismo del Nuevo Testamento; más bien es el evento espiritual del Nuevo Testamento de la circuncisión de Cristo quitando “el [viejo y pecaminoso] cuerpo de la carne”. Luego, el bautismo es presentado como la expresión externa de esa realidad espiritual. Eso es precisamente lo que el eslabón entre los versículos 11 y 12 dice. Cristo hace una circuncisión sin manos: ese es el cumplimiento espiritual del Nuevo Testamento de la circuncisión del Antiguo Testamento. Luego el versículo 12 bosqueja el paralelo entre ese cumplimiento espiritual y el ritual externo del bautismo.

Note lo que el versículo 11 resalta sobre la nueva obra de Cristo en circuncidar: es una circuncisión “no hecha por manos”. Pero el bautismo en agua es enfáticamente un ritual hecho “con manos”. Si simplemente decimos que esta ordenanza del bautismo del Nuevo Testamento hecho con manos corresponde al ritual de la circuncisión del Antiguo Testamento hecho con manos, entonces perdemos la verdad más importante: algo nuevo está sucediendo en la creación del pueblo de Dios llamado la iglesia de Cristo. Ellos están siendo creados con una “ circuncisión no hecha por manos” por Dios. Están siendo levantados de entre los muertos por Dios. Y el bautismo es una señal de ello, no una repitición de la señal del Antiguo Testamento. Hay una nueva señal del pacto porque el pueblo del pacto está siendo constituido en una nueva manera: por nacimiento espiritual, no nacimiento físico.

“A través de la fe”

Y una de las evidencias más claras para esto es la pequeña frase “por la fe” en el versículo 12. Observa esto cuidadosamente. Esto es lo que me apartó del paidobautismo a través de años de lucha, hasta que vi más y más razones para no unirme. El versículo 12 enlace la circuncisión espiritual “no hecha por manos” del Nuevo Testamento del versículo 11 con el bautismo, y luego enlaza el bautismo con la fe: “habiendo sido sepultados con El en el bautismo, en el cual también habéis resucitado con El por la fe en la acción del poder de Dios, que le resucitó de entre los muertos”.

Si el bautismo fuera meramente un paralelo al ritual del Antiguo Testamento de la circuncisión no tendría que pasar “por la fe” dado que los infantes no tomaron la circuncisión “por la fe”. La razón por la que la ordenanza del bautismo del Nuevo Testamento debe ser “por la fe” es que no representa el ritual externo del Antiguo Testamento, sino la experiencia interna, espiritual de la circuncisión “no hecha por manos” del Nuevo Testamento.

Aquellas tres palabras “por la fe” en el versículo 12 son la explicación decisiva y definitiva de cómo fuimos sepultados con Cristo en el bautismo y cómo fuimos resucitados con Él en el bautismo: fue “por la fe”. Y esto no es algo que los infantes experimenten. Fe es una experiencia consciente del corazón dando paso a la obra de Dios. Los infantes no son capaces de esto, y por lo tanto los infantes no son sujetos apropiados del bautismo, que es “por la fe”.

Así que insto a aquelos de ustedes que aún no han venido a la fe en Cristo a considerar el bosque de buenas nuevas en estos versículos: que Cristo murió y se levantó de nuevo para cancelar nuestra deuda con Dios y para triunfar sobre Satanás; y que el resucita de la tumba gente muerta espiritualmente y circuncida corazones pecaminosos: Él hace todo esto a través de la fe. El nos trae a que confiémos en Él, mostrándonos lo verdadero y hermoso que Él es. Mira a Él y cree.

Y entonces Él nos empuja a expresar esa fe en el bautismo. Si quieres prepararte para este paso de obediencia, puedes subir después del servicio, o lo puedes marcar en la hoja de la carpeta de adoración, o puedes venir a la clase de preparación bautismal que comienza el próximo domingo por dos semanas.

Que el Señor traiga a muchos de ustedes al disfrute de esta completa obediencia “por la fe”.

Lo que Representa el Bautismo

Romanos 5:20-6:4

Y la ley se introdujo para que abundara la transgresión, pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia, 21 para que así como el pecado reinó en la muerte, así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor.

6:1 ¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? 2 ¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Por tanto, hemos sido sepultados con Él por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida. Este es el último mensaje de esta pequeña serie sobre el bautismo. Sé que hay mucho más que decir. Lamento mucho si he dejado sin respuesta algunas de sus preguntas. Pero tendremos más oportunidades en varios encuentros preparados para discutir estas cosas. Recuerde que uno de nuestros motivos principales para añadir esta serie, aquí, al comienzo del verano es que creemos que el Nuevo Testamento llama a las personas a venir a Cristo abierta y valerosamente. Queremos ver a las personas que han sido creyentes llegar al punto de testificar públicamente y queremos ver a las personas convertirse en creyentes a través del testimonio de ustedes y a través del ministerio de la Palabra durante toda la temporada de verano.

Contenido

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1 ¿Por Qué Jesús Ordenó El Bautismo? 2 ¿Inmersión o Aspersión? 3 Lo Que El Bautismo Representa 4 El Bautismo Representa Lo Que Nos Sucedió Cuando Nos Volvimos Cristianos 5 Notas

¿Por Qué Jesús Ordenó El Bautismo?

As veces deberíamos preguntarnos ¿por qué Jesús ordenó el acto de bautismo? ¿Por qué existe el bautismo? Si la salvación es por gracia a través de la fe, ¿para qué instituir un ritual obligatorio o un símbolo para expresar esa fe? Esa es una pregunta que la Biblia no responde. Pero la experiencia enseña algunas cosas interesantes.

Por ejemplo, después de mi primer mensaje (hace tres semanas) una antigua misionera a las Filipinas se me acercó y expresó su apreciación por la serie de mensajes y dijo por qué. Dijo que en las Filipinas, donde hay bastante sincretismo católico, las conversiones eran toleradas y escasamente notadas por las familias –hasta que llegaba el momento del bautismo. Entonces se hacían realidad las predicciones bíblicas acerca de la hostilidad y la separación. Hay algo en este ritual público que trae consigo la expresión de una nueva fe encontrada, y deja en claro dónde está una persona y qué está haciendo. En otras palabras,

en muchas culturas la situación actual es muy parecida a la situación con Juan Bautista. Él venía predicando un bautismo de arrepentimiento, y aquellos que pensaban que tenían todo lo que necesitaban muy a menudo se enfurecían.

Esa misma semana llegó este períodico de misiones (Reporte de un Amanecer, [The Dawn Report] 30 de mayo). En la página 7 hay una imagen de un hombre bautizando junto a un establecimiento misionero en un río, bajo la imagen está este título: “Los servicios fuera de la iglesia y los bautismos en el río son, algunas veces, los instrumentos más eficaces para el crecimiento”. Realmente no conocemos la inmensa constelación de razones que Dios tenía en su sabiduría pra preescribir el bautismo como una forma normativa de expresar la fe en Cristo, y de ser identificados con él y su pueblo. Podemos pensar en muchas razones por la que es una buena decisión, pero probablemente no podemos acercarnos a pensar en todos los buenos efectos que Dios tuvo en mente. A fin de cuentas este es un acto de confianza en nuestro Padre quien conoce lo que hace, y estamos felices por obedecer sus mandamientos.

¿Inmersión o Aspersión?

Pero hoy trataré de mostrar a partir de Romanos 5:20-6:4 un poco más sobre significado de este acto. Esto también nos llevará a la pregunta que algunos de ustedes han estado haciendo con referencia al modo de bautizar –es decir, inmersión en lugar de aspersión. De hecho, permítanme comenzar con una Palabra general acerca de cómo el sistema de inmersión que se opone al de aspersión. Existen al menos tres tipos de evidencias para creer que el Nuevo Testamento se refería a la práctica del bautismo por inmersión:

1. El significado de la palabra baptizo en griego es esencialmente “hundir” o “sumergir”, no “rociar.”

2. Las descripciones de bautismo en el Nuevo Testamento sugieren que las personas descendieron hasta donde había agua para ser sumergidos, y no que se les haya llevado agua en una vasija para que les fuera derramada o rociada encima (Mateo 3:6: “en el río Jordán”; 3:16: “salió del agua”; Juan 3:23: “allí había mucha agua”; Hechos 8:38: “descendieron al agua”).

3. La Inmersión encaja con el simbolismo de ser enterrados con Cristo (Romanos 6:1-4; Colosenses 2:12).

No nos demoraremos mucho en este punto, pero permítanme decir una palabra acerca de cómo debiéramos mirar el hecho de que nuestra iglesia y nuestra denominación hacen del bautismo por inmersión una parte que define la membresía de la comunidad local aceptada (pero no del cuerpo universal de Cristo). No creemos que el modo en que se bautiza sea un acto esencial para la salvación, por eso no cuestionamos el cristianismo de las personas sobre la única base del modo en que fueron bautizados., Pudiéramos preguntarnos entonces: ¿no deberíamos entonces admitir en nuestra membresía a quellos que realmente han nacido de nuevo pero fueron bautizados, como creyentes, por aspersión? Hay dos formas de explicar por qué no lo hacemos.

1) ¿Debiéramos llamar “bautismo” a un método humano de bautismo, si creemos que hay buena evidencia de que se aleja de la forma en que Cristo lo instituyó? ¿No correríamos el riesgo de minimizar el significado que Cristo mismo le dio a la ordenanza?

2) Las comunidades cristianas locales, llamadas iglesias, son edificadas sobre las convicciones bíblicas aceptadas por todos, algunas son esenciales para la salvación y otras no lo son. Nosotros no definimos nuestro convenio de vida juntos solo por el conjunto más estrecho de creencias establecidas que una persona debe tener para ser salva. Más bien, creemos que la importancia de la verdad y la autoridad de Las Escrituras son más honradas cuando las comunidades de fe cristiana se definen a sí mismas por conjuntos de convicciones bíblicas y permanecen firmes por ellas, en lugar de redefinir el significado de la membresía cada vez que una de sus convicciones es confrontada. Cuando las diferentes comunidades cristianas actúan así a medida que expresan amor y afección fraternal por otros creyentes, tanto la verdad como el amor son honrados. Por ejemplo, el hecho de que muchos de los predicadores que invitamos a la Conferencia de Pastores de Bethlehem, no podrían ser miembros de nuestra iglesia, demuestra que tomamos con seriedad la unidad y el amor, y que también tomamos con seriedad la verdad.

Las verdades no esenciales que serán incluidas de generación en generación al definir a varias comunidades dependerán mucho de las circunstancias variables y las variadas valoraciones que se hagan sobre las verdades que necesitan ser enfatizadas.

Lo Que El Bautismo Representa

Con este trasfondo, miremos Romanos 5:20-6:4 para ver lo que el bautismo representa, y solo en segundo lugar, cuáles son las implicaciones que esto tiene sobre el modo en que se bautiza. Mi interés es ayudarles a ver la gloriosa realidad que el bautismo señala; para que en primer lugar, ésta misma realidad les aprisione, y, en segundo lugar, la belleza e importancia de este acto se realcen en sus mentes y corazones. Romanos 5:20-6:4:

Y la ley se introdujo para que abundara la transgresión , pero donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia , 21 para que así como el pecado reinó en la muerte , así también la gracia reine por medio de la justicia para vida eterna, mediante Jesucristo nuestro Señor.

¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? 2 ¡De ningún modo ! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él? 3 ¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús , hemos sido bautizados en su muerte? 4 Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre , así también nosotros andemos en novedad de vida.

Uno de los factores que indica la grandeza de este texto es que éste demuestra que si usted comprende lo que el bautismo representa, comprenderá lo que realmente le sucedió cuando se convirtió en cristiano. Muchos vinimos a la fe y fuimos bautizados en un momento en que no teníamos mucho conocimiento. Eso es bueno, se espera que el bautismo suceda bien pronto en la senda del cristiano, cuando todavía no sabe mucho. Por eso también se espera después que el cristiano aprenda más y más acerca del significado el bautismo.

No piense: «Oh, debo volver atrás y ser bautizado nuevamente. Yo no sabía que el bautismo tenía ese significado». No, no, eso significaría que usted sería re-bautizado después de cada nuevo curso de teología bíblica. Más bien, regocíjese porque expresó su fe

sencilla en obediencia a Jesús y ahora está aprendiendo más y más sobre lo que esto significa. Eso es lo que Pablo está haciendo aquí: él tiene la esperanza de que sus lectores sepan lo que su bautismo significaba, pero de todas formas sigue adelante y les enseña, por si no lo saben o lo habían olvidado. Aprenda de estos versos lo que usted una vez representó ante los ojos de Dios, y lo que realmente le sucedió cuando se convirtió en cristiano.

Lidiaré solamente con dos significados del bautismo, según estos versos.

1. El Bautismo Representa Nuestra Muerte En La Muerte De Cristo

Los versos 3-4a: “¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús , hemos sido bautizados en su muerte? 4 Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte.” Aquí hay una gran verdad sobre nosotros los cristianos. Hemos muerto. Cuando Cristo murió, murió nuestra muerte. Esto significa dos cosas al menos:

A) Una es que no somos las mismas personas que antes éramos; nuestro viejo hombre ha muerto. No somos los mismos.

B) La otra es que nuestra futura muerte física no tendrá el mismo significado para nosotros que el que tuviera si Cristo no hubiera muerto nuestra muerte. Como hemos muerto en Cristo, y él murió nuestra muerte por nosotros, nuestra muerte no será esa horrible experiencia que hubiera sido: “¿Donde está, oh muerte, tu victoria? ¿Donde, oh sepulcro, tu aguijón ?” (1ra a los Corintios 15:55). La respuesta es que el aguijón y la victoria de la muerte fueron devorados por Cristo. Recuerde lo que hablábamos la semana pasada: él bebió el tanque. Note la repetición de la palabra “en” en los versos 3 y 4. Bautizados “en Cristo Jesús”, y bautizados “en su muerte” (verso 3), y “por el bautismo fuimos sepultados juntamente con él en la muerte” (4a, RVA [1]). Esto nos dice que el bautismo representa nuestra unión con Cristo, es decir, estamos espiritualmente unidos a él, de manera que su muerte se convierte en nuestra muerte y su vida se convierte en nuestra vida ¿Cómo lo experimentamos? ¿Cómo saber si esto nos ha sucedido? La respuesta es que lo experimentamos por fe. Puede verlo en los versículos paralelos. Gálatas 2:20 enlaza la experiencia con la fe: “Con Cristo he sido crucificado , y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí ; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios...”. En otras palabras, el “yo” que murió era el “yo” incrédulo, rebelde, y el “yo” que vive ahora es el “yo” de fe- “la vida que ahora vivo [...], la vivo por fe en el Hijo de Dios”. Y el fundamento de todo esto es la unión con Cristo: “Cristo vive en mí”. Y yo vivo en él, en una unión espiritual con él. Su muerte es mi muerte, y su vida es vivida en mi vida.

Otra ilutración pudiera ser Colosenses 2:6-7a: “Por tanto, de la manera que recibisteis a Cristo Jesús el Señor, así andad en El ; 7 firmemente arraigados y edificados en El y confirmados en vuestra fe”. Aquí vemos de nuevo que la fe en Cristo es el camino por el que usted experimenta la unión con Cristo. Usted le recibe como Señor y Salvador y en esa fe es unido a él y anda “en él” y es edificado “en él.”

Así que cuando Romanos 6:3-4a dice que somos bautizados en Cristo y en su muerte, comprendo que eso significa que el bautismo expresa la fe en que experimentamos la unión

con Cristo. Esta es la razón presumible por la que Dios diseñó el bautismo: para representar un entierro. El bautismo representa la muerte que experimentamos cuando estamos unidos a Cristo. Es por eso que somos sumergidos: es un entierro simbólico.

Comprenda por tanto, creyente, que usted ha muerto. El “yo” viejo, incrédulo, rebelde ha sido crucificado con Cristo. Esto lo que significó y significa su bautismo.

2. El Bautismo Representa Novedad de Vida En Cristo

Verso 4: “hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre , así también nosotros andemos en novedad de vida”. Nadie permanece bajo el agua del bautismo. Salimos del agua. Después de la muerte viene la novedad de vida. El viejo “yo” de la incredulidad y la rebelión murió cuando fui unido a Cristo a través de la fe. Pero en el instante en que el viejo “yo” murió, se le dio vida a un nuevo “yo”, una nueva persona espiritual existió, como si hubiera sido levantada de entre los muertos.

El comentario más crucial sobre esta verdad es Colosenses 2:12. Pablo dice: “habiendo sido sepultados con El en el bautismo, en el cual también habéis resucitado con El por la fe en la acción del poder de Dios, que le resucitó de entre los muertos”. Fíjese, somos resucitados con Cristo, así mismo Romanos 6:4 dice que caminamos en novedad de vida. Y allí está la obra de Dios quien levantó a Cristo de entre los muertos, de igual manera Romanos 6:4 dice que Cristo resucitó por medio de la gloria del Padre. Y esto sucede por medio de la fe en la acción de Dios quien levantó a Jesús de entre los muertos.

Así que Colosenses 2:12 explica lo que Romanos 6:4 deja implícito, que el bautismo expresa nuestra fe en la acción de Dios quien resucitó a Jesús de entre los muertos. Creemos que Cristo vive y reina hoy a la diestra del Padre en los cielos de donde vendrá otra vez en poder y gloria. Y esa fe en la acción de Dios –la gloria de Dios como Pablo le llama- es la forma en que compartimos la novedad de vida que Cristo tiene en sí mismo.

De hecho, la novedad de vida es la vida de fe en la gloria y la acción de Dios. “Con Cristo he sido crucificado , y ya no soy yo el que vive [...] y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por fe en el Hijo de Dios”. La novedad de vida es la vida donde se confía diariamente en la acción de Dios, en la gloria de Dios.

El Bautismo Representa Lo Que Nos Sucedió Cuando Nos Volvimos Cristianos

Entonces, vamos a resumir y llegar a una conclusión. El bautismo representa lo que nos sucedió cuando nos volvimos cristianos. Esto es lo que nos sucedió: fuimos unidos a Cristo. Su muerte se volvió nuestra muerte. Morimos con él, y, en ese mismo instante, su vida se volvió la nuestra. Ahora estamos viviendo la vida de Cristo en nosotros. Y todo esto lo experimentamos a través de la fe.

Esto es lo que significa ser cristiano, vivir en la realidad de lo que representa el bautismo: diariamente miramos a Dios, más allá de nosotros, y decimos: «Gracias a Cristo, tu Hijo,

vengo a ti. En él te pertenezco, contigo estoy en casa. Él es mi única esperanza de ser aceptado ante ti. Recibo cada día esta aceptación renovada. Esta esperanza está basada en su muerte por mí y en mi muerte en él. Mi vida en él es una vida de fe en ti, Padre. Por él confío en tu acción en mí y para mí. El mismo poder y gloria que usaste para levantarle de entre los muertos lo usarás para ayudarme. Creo en esa promesa de gracia venidera, y en ella tengo mi esperanza. Eso es lo que hace que mi vida sea nueva. ¡Oh Cristo, cuánto me glorío en lo que el bautismo representa! Gracias por morir mi muerte en mi lugar y por darme nueva vida. Amén».

¿Qué Es el Bautismo y Cuán Importante Es?

Colosenses 2:8-15

Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo. 9 Porque toda la plenitud de la Deidad reside corporalmente en El, 10 y habéis sido hechos completos en El, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad; 11 en El también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo; 12 habiendo sido sepultados con El en el bautismo, en el cual también habéis resucitado con El por la fe en la acción del poder de Dios, que le resucitó de entre los muertos. 13 Y cuando estabais muertos en vuestros delitos y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con El, habiéndonos perdonado todos los delitos, 14 habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. 15 Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de El.

En nuestra serie de mensajes en tres partes sobre el bautismo y la membresía de la iglesia, la semana pasada nos enfocamos en el significado e importancia de la membresía eclesiástica. Y hoy nos enfocamos en el significado e importancia del bautismo. La nota que inmediatamente quiero enfatizar, el tono y verdad que quiero establecer en el primer y más importante lugar, es que el bautismo obtiene su significado e importancia de la muerte de Jesucristo, el Hijo de Dios, en nuestro lugar por nuestros pecados, y de este triunfo sobre la muerte en la resurrección que garantiza nuestra nueva y eterna vida. El bautismo tiene significado e importancia solo porque la muerte y resurrección de Jesús son infinitamente importantes para nosotros por nuestro rescate de la ira de Dios y nuestro gozo eterno en su gloriosa presencia. Esa es la nota que primeramente debemos enfatizar.

No estamos hablando fundamentalmente acerca de un ritual religioso. No estamos hablando fundamentalmente acerca de la tradición eclesiástica. Estamos hablando fundamentalmente acerca de Jesucristo y su magnífica obra de salvación al morir por nuestros pecados y resucitar para nuestra justificación. Hablar acerca del bautismo significa hablar acerca de cómo Jesús nos enseñó a expresar nuestra fe en él y su gran salvación. Así que no tengo pequeños pensamientos mientras comenzamos. Tengo grandes pensamientos. Grandes pensamientos acerca de una gran realidad: Jesucristo, el Hijo de Dios, crucificado para llevar los pecados de millones y resucitado para darles vida eterna en los cielos nuevos y la nueva tierra.

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1 Lo que Creemos Acerca del Bautismo 2 1) El Bautismo es una Ordenanza del Señor 3 2) El Bautismo Expresa Unión con Cristo 4 3) El Bautismo es Inmersión en Agua

5 4) El Bautismo está en el Nombre Trinitario 6 5) El Bautismo solo es para Creyentes 7 El Argumento para el Bautismo de Infantes 8 ¿Por qué no Funciona? 9 ¡Por la Fe! 10 La Membresía del Nuevo Pacto es Mediante el Nacimiento Espiritual 11 La Membresía en la Iglesia Local 12 Que Dios nos dé Sabiduría

Lo que Creemos Acerca del Bautismo

Para responder a la pregunta: ¿Qué es el Bautismo y cuán Importante es?, leamos nuevamente lo que afirman gozosamente los ancianos de Bethlehem en La Declaración de Fe de los Ancianos de la Iglesia Bautista Bethlehem [Bethlehem Baptist Church Elder Affirmation of Faith (Sección 12.3, PDF)], y luego miremos algunos de sus fundamentos bíblicos:

Creemos que el bautismo es una ordenanza del Señor por la cuál aquellos que se han arrepentido y vienen a la fe, expresan su unión con Cristo en su muerte y resurrección, al ser sumergidos en agua en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Es una señal de pertenencia al nuevo pueblo de Dios, el verdadero Israel, y un emblema de sepultura y lavamiento, representando la muerte a la vieja vida de incredulidad, y la purificación de la contaminación del pecado.

Tomemos cinco partes de esta afirmación y veamos sus fundamentos bíblicos.

1) El Bautismo es una Ordenanza del Señor

Primero: “Creemos que el bautismo es una ordenanza del Señor…”, lo que queremos decir es que el Señor Jesús la ordenó, de forma que se convirtiera en una práctica continua de la iglesia. Lo encontramos más explícitamente en Mateo 28:19-20: “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20 enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”.

El verbo principal es “haced discípulos”: habiendo ido, “haced discípulos de todas las naciones”. Los participios que definen aquí son “bautizándolos” y “enseñándoles”. Así que a la iglesia se le ordena hacer esto por todos los discípulos. Hacer discípulos a todas las naciones incluye bautizarlos.

Y el período de tiempo es definido por la promesa de ayuda por parte de Cristo en el versículo 20: “y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. La promesa durará tanto como el mundo. Así que la ordenanza que nos va ayudar a obedecer durará tanto como el mundo. Por tanto, el bautismo es un mandamiento, y una ordenanza del Señor Jesús, a realizarse haciendo discípulos hasta que Cristo regrese en el fin del mundo.

2) El Bautismo Expresa Unión con Cristo

Segundo, en el bautismo “expresan su unión con Cristo en su muerte y resurrección”. La enseñanza más clara en este aspecto está en Romanos 6:3-4:

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? 4 Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida.

En un contexto más amplio de Romanos, creo que sería un error decir que el bautismo en agua es el medio por el cual somos unidos a Cristo. En Romanos, la fe es el medio por el cual somos unidos a Cristo, y justificados. Pero mostramos esta fe, decimos esta fe y representamos esta fe y simbolizamos esta fe, con el acto del bautismo. La fe une a Cristo, el bautismo simboliza la unión.

Una analogía sería decir: “con este anillo los desposo”. Cuando decimos que no queremos decir que el anillo o el uso del anillo en el dedo es lo que nos hace estar casados. No, muestra el pacto, y simboliza el pacto, pero los votos que hacen el pacto, son los que construyen el matrimonio. Así sucede con la fe y el bautismo.

Así, de la misma forma, Pablo está diciendo: «Con este bautismo ustedes están unidos a Cristo”. Y el aspecto en que nos enfocamos aquí es que somos unidos a él en su muerte, sepultura, y resurrección. “hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida”. Así que el bautismo representa la muerte, sepultura, y resurrección. Cristo fue sepultado y resucitado para novedad de vida.

En el bautismo, por fe, somos unidos a Cristo en su muerte, sepultura, y resurrección. El bautismo representa, dramáticamente, lo que sucedió espiritualmente cuando usted recibió a Cristo. Su viejo hombre o incredulidad y rebelión e idolatría murieron, y surgieron un nuevo hombre y una nueva fe y una nueva sumisión y comenzó a atesorar a Cristo. Eso es lo que usted confiesa al mundo y a los cielos cuando es bautizado.

3) El Bautismo es Inmersión en Agua

Tercero, creemos que esta expresión de unión con Cristo en su muerte y resurrección sucede “al ser sumergidos en agua”. La evidencia más clara de esta afirmación está en las palabras de Romanos 6:3-4 que describen el acto del bautismo como una sepultura y resurrección de entre los muertos. Esto se entiende más naturalmente como que significa que usted es sepultado bajo agua y entonces sale del agua representando la resurrección de la tumba.

La palabra bautismo en griego significa sumergir. Y la mayoría de los estudiosos están de acuerdo en que esta es la forma en que la iglesia primitiva practicaba el bautismo. Solo

mucho después aparece la práctica de la aspersión o derramamiento, según podemos decir a partir de la evidencia.

Hay otras pocas señalizaciones a la inmersión además del significado de la palabra y la representación de muerte y sepultura. En Hechos 8:37-38, el eunuco etíope viene a la fe mientras montaba su carruaje con Felipe y dice: “Mira, agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado? 37 Y Felipe dijo: Si crees con todo tu corazón, puedes. Respondió él y dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38 Y mandó parar el carruaje; ambos descendieron al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó”.

Que ellos hayan descendido “al agua” tiene más sentido si ellos hubieran descendido a sumergirle, no a rociarle. De la misma forma dice en Juan 3:23: “Juan también bautizaba en Enón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua”. Usted no necesita mucha agua si está rociando. Solo necesita un jarro.

Así que realmente hay muy poca controversia en cuanto a si esta era la forma en que la iglesia primitiva bautizaba. Ellos lo hacían sumergiendo al nuevo creyente en agua para representar su muerte y resurrección con Jesús.

4) El Bautismo está en el Nombre Trinitario

Cuatro, el bautismo significa sumergir en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Eso es lo que Jesús dijo en Mateo 28:19: “Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Hay una recomendación santa a Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo para que estén presentes en este acto y lo hagan verdadero y real en lo que dice acerca de su obra de redención. No hay salvación sin el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Cuando invocamos sus nombres, dependemos de ellos y les honramos y decimos que este acto es a causa de ellos, y mediante ellos, y por ellos.

5) El Bautismo solo es para Creyentes

Quinto, el bautismo es una expresión de fe, y por tanto, es solo para creyentes. La afirmación clave en la Declaración de Fe de los Ancianos de Bethlehem dice: “Creemos que el bautismo es una ordenanza del Señor por la cuál aquellos que se han arrepentido y vienen a la fe, expresan su unión con Cristo en su muerte y resurrección”. Así que nuestra interpretación del Nuevo Testamento es que el significado de bautismo incluye el hecho de que es una expresión de fe del que es bautizado. No es algo que un incrédulo puede hacer. No es algo que un niño puede hacer. Es por eso que no bautizamos niños.

Hay muchos pasajes que han tenido la mayor influencia en mí con el transcurso de los años para persuadirme del punto de vista de los Bautistas. Uno de los más importantes es Colosenses 2:11-12:

en El también [en Cristo] fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos, al quitar el cuerpo de la carne mediante la circuncisión de Cristo [así que Pablo habla en términos de una

circuncisión “no hecha por manos”, la circuncisión hoy tiene significado para los cristianos, no como un acto físico, sino como un acto espiritual de Cristo en que quita el viejo cuerpo pecaminoso y nos hace nuevo, es prácticamente sinónimo del nuevo nacimiento, luego habla del bautismo]; 12 habiendo sido sepultados con El en el bautismo, en el cual también habéis resucitado con El por la fe en la acción del poder de Dios, que le resucitó de entre los muertos.

Así que la imagen de la circuncisión está muy relacionada con la imagen del bautismo: “[…] fuisteis circuncidados […] habiendo sido sepultados con El en el bautismo”. El viejo “cuerpo de carne” fue quitado en la conversión, usted murió y resucitó de nuevo, en un bautismo.

El Argumento para el Bautismo de Infantes

Es probablemente cierto, por tanto, decir que el bautismo ha reemplazado la circuncisión como la marca del pueblo de Dios. En el Antiguo Testamento los hombres eran circuncidados para expresar membresía al pueblo de Dios del Antiguo Pacto, y en el Nuevo Testamento, los hombres y mujeres son bautizados para expresar membresía al pueblo de Dios del Nuevo Pacto.

Esto ha llevado a muchos cristianos a asumir que, como la circuncisión era dada a los niños varones del pueblo del Viejo Pacto, entonces el bautismo debiera ser dado a los niños y niñas del pueblo del Nuevo Pacto. Esa es la esencia de su argumento.

¿Por qué no Funciona?

Pero textualmente y pactualmente, no funciona. Mire cuidadosamente en Colosenses 2:12: “[…] habiendo sido sepultados con El en el bautismo, en el cual también habéis resucitado con El por la fe […]”. Las palabras “por la fe” son importantísimas en este asunto. Pablo dice que cuando usted sale del agua representando su resurrección con Cristo está actuando “por la fe”. Versículo 12: “[…] en el cual también habéis resucitado con El por la fe”.

El bautismo como representación de la muerte y resurrección con Cristo obtiene su significado en la fe que expresa. En el bautismo usted ha “resucitado con El por la fe”.

¡Por la Fe!

Pablo muestra el mismo modo de pensamiento acerca del bautismo y la fe en Gálatas 3:26-27: “pues todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús. 27 Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido”. Nos volvemos hijos de Dios mediante la fe, y no de otra manera. Entonces dice “porque”, relacionando esta forma de volvernos hijos de Dios con el bautismo: “Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido”.

Esa explicación con la palabra “porque” solo tiene sentido si el bautismo se entiende como una expresión de fe: “todos sois hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús. 27 Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo, de Cristo os habéis revestido”. O cambiándole el

sentido: como ustedes fueron bautizados en Cristo, entonces sabemos que en Cristo todos son hijos de Dios mediante la fe ¿Por qué? Porque esto es lo que significa el bautismo: ustedes fueron bautizados en Cristo mediante la fe. El bautismo sin fe era inconcebible para Pablo.

La Membresía del Nuevo Pacto es Mediante el Nacimiento Espiritual

Así que cuando ocurrió el cambio en la historia redentora del antiguo al nuevo pacto, y de la circuncisión al bautismo, hubo un cambio desde el enfoque étnico de Israel donde solo los hombres tenían la marca de la membresía en el pueblo, hacia el enfoque espiritual en la iglesia de todas las naciones donde tanto hombres como mujeres pueden llevar la marca de membresía en el pueblo, es decir, el bautismo.

La membresía en el pueblo de Dios en el nuevo pacto no es por nacimiento natural, sino físico. Ese nuevo nacimiento ocurre por la Palabra de Dios, el evangelio (1ra de Pedro 1:23-25). Por tanto la iglesia debería estar compuesta solo por los creyentes, no por los creyentes y sus hijos. Y la marca de membresía en el pueblo del nuevo pacto no es una señal para niños, sino una señal para creyentes.

La Membresía en la Iglesia Local

Así que ahora podemos ver cómo el significado del bautismo está entrelazado con la membresía al pueblo de Dios. Y como la iglesia local es una expresión de ese pueblo, el bautismo está muy relacionado con la membresía en la iglesia local. En el Nuevo Testamento, ser cristiano, ser bautizado, pertenecer al pueblo del nuevo pacto, y ser miembro de una iglesia local, son aspectos que están relacionados entre sí. Si usted tratara de quitar uno de estos aspectos (no ser cristiano, o no estar bautizados, o no pertenecer al pueblo del nuevo pacto, o no ser un miembro de una iglesia local), no tendría sentido. Ellos se pertenecen mutuamente.

Así que el bautismo es importante:

Fue firmemente ordenado por el Señor Jesús. Fue universalmente ministrado a cristianos que entraban en la iglesia primitiva. Estuvo relacionado de forma única a la conversión como una expresión irrepetible de la fe

salvadora.

Que Dios nos dé Sabiduría

Así que ahora, después de dos sermones, tenemos dos verdades que son importantes. El bautismo es importante. Y la naturaleza de la iglesia local como una expresión sagrada del cuerpo universal de Cristo es importante.

No ser bautizado es grave. Excluir a los creyentes sinceros de la iglesia local es grave.

Hay seguidores de Cristo piadosos, que creen en la Biblia, exaltan a Cristo, y que están centrados en Dios quienes yerran al no ver cuán horrible es no ser bautizados como

creyentes. Y hay seguidores de Jesús piadosos, que creen en la Biblia, exaltan a Cristo, que están centrados en Dios que yerran al no ver cuán horrible es excluir a tales personas de la membresía de la iglesia.

La pregunta que debiéramos hacer no solo es difícil de responder, también es difícil de formular. Quizás el Señor, en su misericordia nos mostrará cómo lograrlo de forma que deshaga este nudo para su gloria. Quiera el Señor darnos una sabiduría como la de Salomón, o incluso mejor, una sabiduría como la de Aquel que es mayor que Salomón.

Amén.

Cristo no me Envió a Bautizar

1 Corintios 1:10-17

Me sorprende el que Pablo haya dicho, "Cristo no me envió a bautizar," cuando en realidad una de las últimas cosas que Jesús dijo a sus discípulos fue, "Vayan y hagan discípulos en todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo." Para poder comprender lo que Pablo quiso decir al negar que haya sido enviado a bautizar, tenemos que responder cuatro preguntas:

1. ¿Pablo se oponía al bautismo o trataba de desanimar a los conversos de ser bautizados? 2. ¿Por qué Pablo no hizo una costumbre de bautizar a todos los nuevos conversos? 3. ¿Cuál era el objetivo de la misión de Pablo? 4. ¿Qué supone todo esto sobre nuestra visión del bautismo?

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1 ¿Pablo se Oponía al Bautismo o Trataba de Desanimar a los Conversos de ser Bautizados?

2 ¿Por qué Pablo no Bautizaba a Sus Propios Conversos? 3 ¿Cuál Era el Objetivo de la Misión de Pablo? 4 ¿Cuál Debería Ser Nuestra Visión del Bautismo?

¿Pablo se Oponía al Bautismo o Trataba de Desanimar a los Conversos de ser Bautizados?

1) En primer lugar, ¿se oponía Pablo al bautismo o trataba de desanimar a los conversos de ser bautizados? En las otras cartas de Pablo y por lo que podemos ver en el libro de los Hechos, la respuesta es No. Al contrario, Pablo asumía que todos los creyentes a los que escribía eran bautizados, y una gran parte de sus enseñanzas se basaban en esta experiencia común para todos los creyentes. Por ejemplo, en Romanos 6:3 Pablo dice, "¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Por tanto, hemos sido sepultados con El por medio del bautismo para muerte, a fin de que como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en novedad de vida." Aquí Pablo asume que todos los creyentes han experimentado el bautismo y que se les ha enseñado su significado. Otro ejemplo es la carta de Pablo a los Colosenses, capítulo 2, verso 12, cuando dice a todos los cristianos, "Fuisteis sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos." Aquí de nuevo Pablo no habla del bautismo como una opción que algunos creyentes toman y otros no. El asume que éste es el acto por el cual la gente expresaba su fe y se salvaba. (Debo mencionar que la oración "mediante la fe" en Colosenses 2:12 es una de las principales razones por las que practico el bautismo de los creyentes y no de los niños.) Sin embargo parecería, por las cartas de Pablo

que no se oponía, sino que más bien aprobaba el bautismo y basaba parte de sus enseñanzas en él.

Lo mismo vemos en el libro de los Hechos, que registra el trabajo misionero de Pablo. En primer lugar, el mismo Pablo fue bautizado luego de su conversión. Hechos 9:18 dice: "Pablo recobró la vista; y se levantó y fue bautizado. Tomó alimentos y cobró fuerzas." Los varios incidentes sucedidos en las jornadas misioneras de Pablo demuestran que Pablo no desanimaba a sus conversos de ser bautizados, al contrario, los animaba a hacerlo. En Hechos 16 Pablo predica en Filipo y los versos 14 y 15 describen lo que le sucedió a una mujer llamada Lidia: "y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviera atenta a lo que Pablo decía. Y fue bautizada ella y su familia." El mismo capítulo registra cómo Pablo poco después fue puesto en prisión en Filipo y hubo un terremoto que abrió las puertas y les dio la oportunidad a Pablo y Silas de llevar al carcelero a creer en Cristo justo ahí en medio de la noche. Veamos cómo sucedió esto (versos 30–33): "Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? (dijo el carcelero) Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos." Este hecho demuestra que Pablo realmente quería ver a sus conversos bautizados—y pronto.

Pero podría ser que la iglesia que Pablo comenzó en Corinto era diferente, y por eso Pablo les escribió diciéndoles "¿acaso he bautizado a alguno de ustedes"? En Hechos 18:11 vemos que Pablo trabajó en Corintio alrededor de un año y medio, y el verso 8 dice, "y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados." De manera que Corinto no era diferente de todos los otros lugares a los que Pablo fue: sus conversos siempre fueron bautizados.

Pero lo interesante en Hechos es que nunca leemos que Pablo era quien bautizaba. Esto concuerda con lo que nos dice en 1 Corintios 1:14, es decir, que bautizó solo a un pequeño grupo de sus muchos conversos. El está agradecido de no haber acostumbrado bautizar a sus conversos.

¿Por qué Pablo no Bautizaba a Sus Propios Conversos?

2) Esto nos lleva a nuestra segunda pregunta: ¿Por qué Pablo no hizo una costumbre el bautizar a todos sus nuevos conversos? ¿Por qué evidentemente dejó que Timoteo o Silas, o Lucas realizaran la inmersión en agua? La respuesta que Pablo nos da en 1 Corintios 1:15 es esta: Evito hacer lo bautiza, por que ninguno de mis convertidos será la tentación de decir que fueron bautizados en mi nombre. ¿Que es la base de esta preocupación?

Pablo tenía tremenda autoridad en la iglesia naciente. Había visto a Cristo resucitado y había sido comisionado por él para enseñar a las iglesias. Había un riesgo, entonces, de que él fuera idolatrado y que la gente se jactara orgullosa de haber sido bautizada por Pablo. Aparentemente este orgullo equivocado había comenzado a crecer en la iglesia de Corinto, y se estaban dividiendo diciendo "Yo soy de Pablo, o yo soy de Apolo o yo soy de Cefas." El cuerpo de Cristo en Corinto estaba siendo dividido por el alardeo de diferentes facciones en relación a su maestro favorito.

Pablo quiere detener este alardeo y las divisiones que estaba causando. De manera que en 3:5 dice, "Quién, pues, es Pablo, y quién es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento." Luego en 3:21 hace una deducción. "Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios." En otras palabras, como él dice en 1:31, "Pero EL QUE SE GLORIA, QUE SE GLORIE EN EL SEÑOR."

Pablo trataba de no hacer nada que distrajera la atención del Señor Jesucristo y del poder de su cruz (1:17). Podría ser que al comenzar su ministerio descubrió que cuando él bautizaba a sus propios conversos, ellos se sentían tentados a jactarse de ello. De manera que dejó que sus asociados realizaran casi todos los bautizos, para desviar la atención de si mismo hacia Cristo.

¿Cuál Era el Objetivo de la Misión de Pablo?

3) Esto nos lleva a nuestra tercera pregunta: ¿Cuál era el objetivo de la misión de Pablo? Él dijo, "Cristo no me envió a bautizar sino a predicar el evangelio, y no con sabiduría de palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo." Pablo podía delegar a otros para que bauticen, pero no podía delegar que prediquen el evangelio. El evangelio es el poder de Dios para la salvación de todos aquellos que creen; el bautismo es una expresión simbólica de esta fe. El evangelio es la buena nueva de que todo el que recibe a Cristo como su Salvador y Señor será salvo. El Bautismo es un pedido a Dios para obtener esta salvación. Entonces, la predicación del evangelio es lo más importante, y el trabajo de Cristo en la cruz es mucho más importante que el trabajo de cualquier hombre en el bautismo. Lo que importa no es quién te bautiza sino en quién eres bautizado.

La misión de Pablo era enaltecer a Cristo y salvar a los hombres predicando el evangelio. Estaba dispuesto a dejar cualquier cosa que se interpusiera en su misión.

¿Cuál Debería Ser Nuestra Visión del Bautismo?

4) En conclusión ¿qué implica todo esto sobre nuestra visión del bautismo? El bautismo es un acto de obediencia al mandamiento de Jesús (Mateo 28:19, 20). Por esa razón nunca debe desviar nuestra atención de Cristo hacia un hombre. Debe expresar nuestro deseo de confiar únicamente en Cristo para ser salvos y gloriarse solo en él. El centro de nuestra atención en este acto no debe ser el método, o el lugar, o la persona que nos está bautizando, sino Jesucristo, su muerte por nosotros y su gloriosa resurrección. Que éste sea nuestro enfoque hoy para su honor y gloria. "Aquel que se gloríe, que se gloríe en el Señor."

La Regeneración Bautismal

"Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado." -- Marcos 16: 15, 16.

En el versículo precedente nuestro Señor Jesucristo nos descubre un poco el carácter natural de los apóstoles que Él había seleccionado para que fueran los primeros ministros de la Palabra. Evidentemente ellos eran hombres con pasiones semejantes a las nuestras y necesitaban ser reprendidos al igual que nosotros. En la ocasión en que el Señor envió a los once para que predicaran el Evangelio a toda criatura, Él "se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado;" de lo cual podemos deducir con seguridad que para la predicación del Evangelio, le agradó al Señor elegir hombres imperfectos; hombres, igualmente, que por sí solos eran muy débiles en la gracia de la fe en la que era de suma importancia que alcanzaran la excelencia.

La fe es la gracia conquistadora, y sobre todas las cosas es el principal requisito para un predicador de la Palabra; y sin embargo, los hombres que habían sido elegidos y honrados para que fueran los líderes de la cruzada divina, necesitaban una reprensión en relación a su incredulidad. ¿Por qué fue esto así? Pues, mis hermanos, fue porque el Señor ha ordenado siempre que nosotros tengamos este tesoro en vasijas de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros.

Si ustedes encontraran un ministro perfecto, entonces la alabanza y la honra de su utilidad podrían ser atribuidos al hombre; pero a Dios le agrada seleccionar con frecuencia, para una utilidad eminente, a hombres visiblemente honestos y sinceros, pero que poseen una manifiesta debilidad a causa de la cual toda la gloria es suprimida para ellos y otorgada a Él mismo, y únicamente a Él. Nunca debe suponerse que nosotros que somos ministros de Dios, excusamos nuestras faltas o pretendemos poseer la perfección. Nos esforzamos por caminar en santidad, pero no podemos argumentar que somos todo lo que deseamos ser. Nosotros no basamos las demandas de la verdad de Dios sobre nuestros caracteres sin mancha, sino sobre el hecho que vienen de Él. Ustedes han creído a pesar de nuestras debilidades y no a causa de nuestras virtudes; si, en verdad, ustedes hubieran creído nuestra palabra debido a nuestra supuesta perfección, su fe se basaría en la excelencia del hombre y no en el poder de Dios.

A menudo venimos a ustedes con mucho temblor, afligidos por nuestras insensateces y debilidades, pero les presentamos la Palabra de Dios como la Palabra de Dios, y les suplicamos que la reciban no como viniendo de nosotros, pobres y simples mortales, sino como procedente del Eterno y Tres Veces Santo Dios; y si la reciben como tal, y son conmovidos por su propia fuerza vital y son sacudidos hacia Dios y Sus caminos, entonces la obra de la Palabra es una obra segura, y no sería ni podría serlo, si descansara de alguna manera en el hombre.

Habiéndonos dado el Señor de esta manera un vislumbre del carácter de las personas a quienes Él había escogido para que proclamaran Su verdad, prosigue luego a entregar a los campeones elegidos, su comisión para la Guerra Santa. Les ruego que analicen las palabras

con un cuidado solemne. Él resume en unas pocas palabras todo su trabajo, y al mismo tiempo les anuncia anticipadamente el resultado del mismo, diciéndoles que, sin duda, algunos creerían y serían salvos, y otros no iban a creer y por lo tanto, con absoluta certeza, serían condenados, esto es, condenados para siempre al castigo de la ira de Dios.

Las líneas que contienen la comisión de nuestro Señor ascendido, son ciertamente de suma importancia, y demandan una devota atención y una obediencia implícita, no solamente de quienes aspiran a la obra del ministerio, sino también de todos los que oyen el mensaje de misericordia. Un claro entendimiento de estas palabras es absolutamente necesario para nuestro éxito en la obra de nuestro Señor, pues si no entendemos la comisión, no es probable que la desempeñemos correctamente. Alterar estas palabras sería algo más que impertinencia; implicaría el crimen de traición en contra de la autoridad de Cristo y de los mejores intereses de las almas de los hombres. Oh, necesitamos gracia para que seamos muy celosos en relación a ésto.

Dondequiera que iban los apóstoles, se encontraban con obstáculos que se oponían a la predicación del Evangelio, y entre más abierta y eficaz era la puerta para la predicación, más numerosos eran los adversarios. Estos hombres valerosos blandían de tal manera la espada del Espíritu, que ponían en fuga a todos sus enemigos; y no lo hacían por habilidad o astucia, sino cortando de manera directa el error que les obstruía el paso. Nunca soñaron ni por un momento en adaptar el Evangelio a los gustos profanos o a los prejuicios de la gente, sino que de inmediato hacían caer con ambas manos la poderosa espada del Espíritu, con arrojo y de manera directa sobre la cabeza del error que se les oponía.

Hoy, en el nombre del Señor de los Ejércitos, mi Ayuda y mi Defensa, voy a intentar hacer lo mismo; y si provoco alguna hostilidad, si por hablar lo que creo que es verdad pierdo la amistad de algunos y provoco la enemistad de más, no me importa. La carga del Señor está sobre mí, y debo liberar mi alma. He sentido renuencia a asumir el trabajo, pero me veo forzado a hacerlo por un terrible y sobrecogedor sentido de un solemne deber. Puesto que pronto me deberé presentar ante el tribunal de mi Señor, voy a dar mi testimonio por la verdad el día de hoy, si voy a hacerlo alguna vez en mi vida, y voy a asumir todos los riesgos. Estaría contento si soy echado fuera como alguien malo, si ese fuera el caso, pero no puedo ni me atrevo a guardar silencio. El Señor sabe que no albergo nada en mi corazón, excepto el más puro amor hacia las almas de quienes siento imperativamente que deben ser llamados a una dura reprensión en el nombre del Señor. Entre mis lectores, un número considerable me va a censurar si es que no me va a condenar, pero no me importa. Si pierdo su amor por causa de la verdad, lo lamento por ustedes, pero ni puedo ni debo hacer otra cosa. Es tanto como el valor de mi alma guardar silencio por más tiempo y ya sea que lo aprueben o no, yo debo hablar.

¿He buscado alguna vez su aprobación? Es dulce que lo aplaudan a uno; pero si por causa de los consuelos de la respetabilidad y de las sonrisas de los hombres, un ministro cristiano no presenta una parte de su testimonio, al final su Señor lo requerirá de sus manos. Hoy, estando en la inmediata presencia de Dios, voy a decir honestamente lo que siento, según la capacidad que me dé el Espíritu Santo; y yo dejaré este asunto para que ustedes lo juzguen, pues ustedes responderán por ese juicio en el último gran día.

Me parece que el gran error con el que tenemos que luchar en toda Inglaterra (y está creciendo cada vez más) es uno que está en oposición directa a mi texto, muy conocido por ustedes como la doctrina de la regeneración bautismal. Vamos a confrontar este dogma con la afirmación que EL BAUTISMO SIN FE NO SALVA A NADIE. "El que creyere y fuere bautizado, será salvo;" pero independientemente que un hombre sea bautizado o no, afirma "mas el que no creyere, será condenado:" de tal forma que el bautismo no salva al incrédulo, es más, no lo libra de ninguna manera de la condenación común de todos los impíos. Puede haber sido bautizado, o puede no haber sido bautizado, pero si no cree, será invariablemente condenado con absoluta certeza. Ya sea que sea bautizado por inmersión o por aspersión, en su infancia o en su edad adulta, si no es conducido a poner su fe en Jesucristo; si él sigue siendo incrédulo, entonces esta terrible condenación es pronunciada sobre él: "Mas el que no creyere, será condenado."

Yo no conozco a ninguna iglesia protestante de Inglaterra que enseñe la doctrina de la regeneración bautismal, excepto una, y sucede que esa es la corporación que no con demasiada humildad se llama a sí misma la Iglesia de Inglaterra. Esta denominación que es muy poderosa, no enseña esta doctrina simplemente a través de una sección de sus ministros, que caritativamente podrían ser considerados como los pámpanos malos de la vid, sino que abiertamente, audazmente, y claramente declara esta doctrina en su propio estándar establecido, el Libro de la Oración Común, y lo hace con palabras tan expresas, que mientras el lenguaje es un canal para transmitir un sentido inteligible, ningún proceso que no sea una lucha violenta con su sentido claro podría hacerlas decir jamás algo diferente.

Aquí tenemos sus palabras: y estamos citando el Catecismo que tiene por objetivo la instrucción de los jóvenes, y es naturalmente muy sencillo y muy claro, pues sería una insensatez confundir a los jóvenes con refinamientos metafísicos. Se le pregunta al niño su nombre, y luego se le interroga, "¿Quién te dio este nombre?" "Mis padrinos y mis madrinas en mi bautismo; en el cual fui hecho un miembro de Cristo, un hijo de Dios y un heredero del Reino de los Cielos." ¿Acaso no está lo suficientemente definido y claro? Yo valoro estas palabras por su candor; no podrían ser más claras. En tres ocasiones se repite lo mismo, para que no haya ninguna duda al respecto. Puede forzarse la palabra regeneración,para que por alguna suerte de malabarismo, signifique otra cosa, pero en este caso no puede existir ningún malentendido. El niño es convertido no solamente en "un miembro de Cristo" (la unión con Cristo no es un don espiritual insignificante) sino que es también hecho en el bautismo "un hijo de Dios;" y puesto que la regla es, "si hijos, entonces herederos," él es también hecho "un heredero del reino de los cielos." Nada puede ser más claro. Me atrevo a decir que mientras la honestidad permanezca sobre la tierra, el significado de estas palabras no admitirá disputa alguna. Es tan claro como la luz del mediodía que, como dice la Rúbrica, "Padres, madres, señores y señoras, han de hacer que sus hijos, sirvientes y aprendices," independientemente de cuán perezosos, inconstantes o malvados puedan ser, aprendan el Catecismo, y digan que en el bautismo fueron hechos miembros de Cristo e hijos de Dios.

La forma para la administración de este bautismo es escasamente menos clara y franca, y se puede ver que se le dan expresamente gracias al Dios Todopoderoso porque la persona bautizada es regenerada. "Entonces el sacerdote dirá, 'Viendo ahora, amadísimos

hermanos, que este niño es regenerado e injertado en el cuerpo de la Iglesia de Cristo, demos gracias al Dios Todopoderoso por estos beneficios; y unánimemente elevemos nuestras oraciones a Él, para que este niño viva el resto de su vida de acuerdo a este comienzo.'" Y ésto no es todo, pues para que no haya margen de error, tenemos las palabras prescritas de acción de gracias, "Entonces el sacerdote dirá, 'te damos gracias de todo corazón, Padre misericordiosísimo, porque te ha agradado regenerar a este infante con Tu Espíritu Santo, para recibirlo como tu propio hijo en adopción, y para incorporarlo en Tu santa Iglesia.'"

Esta es, entonces, la enseñanza clara y evidente de una iglesia que se llama a sí misma "protestante." No estoy tratando de ningún modo ahora con el tema del bautismo infantil en sí: no tengo nada que decir acerca de eso el día de hoy. Ahora estoy considerando el asunto de la regeneración bautismal, ya sea en adultos o en infantes, o ya sea atribuida a la aspersión, derramamiento o inmersión. ¡He aquí una iglesia que enseña cada día domingo en la escuela dominical, y debería hacerlo abiertamente a toda la congregación, de acuerdo con la Rúbrica, que fueron hechos miembros de Cristo, hijos de Dios y herederos del reino de los cielos, cuando fueron bautizados! He aquí una iglesia que profesa ser protestante, en la cual, cada vez que su ministro va a la pila bautismal, declara que cada persona que recibe el bautismo allí, es en ese lugar y en ese momento "regenerada e injertada en el cuerpo de la Iglesia de Cristo."

"Pero," me parece que escucho a muchas buenas personas que exclaman, "hay muy buenos clérigos en la iglesia que no creen en la regeneración bautismal." Para ésto tengo una rápida respuesta. Entonces, ¿por qué pertenecen a una iglesia que enseña esa doctrina en los términos más claros? Se me dice que muchas personas en la Iglesia de Inglaterra predican contra esa enseñanza. Yo sé que lo hacen, y me gozo por el entendimiento que poseen, pero yo me cuestiono, seriamente me cuestiono acerca de su moralidad. Si yo juro que yo asiento y consiento sinceramente en una doctrina en la que no creo, parecería a mi conciencia que eso es algo muy parecido al perjurio, si es que no es un perjurio categórico y absoluto; pero los que hacen eso van a ser juzgados por su propio Señor.

Para mí, aceptar dinero para defender aquello en lo que no creo; para mí, aceptar el dinero de una iglesia y luego predicar en contra de lo que de manera sumamente evidente son sus doctrinas; yo digo, para mí, hacer esto (yo juzgo a otros como quisiera que me juzgaran a mí), para mí, o para cualquier otro hombre honesto y sincero, hacer eso sería una atrocidad tan grande, que si yo hubiera perpetrado ese acto, me consideraría fuera del límite de la veracidad, de la honestidad y de la moralidad común.

Señores, cuando yo acepté el oficio de ministro de esta congregación, investigué para saber cuáles eran sus artículos de fe; si no hubiera creído en ellos, no habría aceptado la invitación, y cuando cambie de opinión pueden tener la seguridad que, como un hombre honesto voy a renunciar a mi oficio, pues ¿cómo podría profesar algo que está contenido en su declaración de fe, y en mi propia predicación proclamar algo totalmente diferente? ¿Acaso aceptaría yo su pago para luego pararme en el púlpito cada día domingo y hablar en contra de las doctrinas de su declaración de fe?

Que los clérigos juren o afirmen que dan su solemne asentimiento y consentimiento a aquello en lo que no creen, es una de las más groseras piezas de inmoralidad perpetradas en Inglaterra, y es sumamente pestilencial en su influencia, puesto que directamente enseña a los hombres a mentir en aquellas circunstancias en que se considere necesario para ganarse la vida o para aumentar su supuesta utilidad: de hecho es un abierto testimonio salido de labios sacerdotales, que al menos en los asuntos eclesiásticos, la falsedad puede expresar la verdad, y la verdad en sí es un simple ente sin importancia que en realidad no existe.

No conozco nada más calculado para corromper la mente pública que la falta de sinceridad en los ministros; y cuando los hombres mundanos escuchan a los ministros denunciar las mismas cosas que su propio Libro de la Oración enseña, entonces se imaginan que las palabras no tienen significado en el mundo eclesiástico, y que las diferencias vitales en la religión son meramente trivialidades, y que no importa mucho lo que crea verdaderamente un hombre, en tanto que sea caritativo con los demás. Si el bautismo efectivamente regenera a la gente, entonces ese hecho debe predicarse con voz de trompeta, y que nadie se avergüence de creer en eso. Si este es realmente su credo, entonces deben tener entera libertad para su propagación.

Hermanos míos, en este asunto se comportan con honradez aquellos clérigos que, suscribiéndose al Libro de la Oración, creen en la regeneración bautismal y la predican claramente. Dios no permita que censuremos a quienes creen que el bautismo salva el alma, porque son miembros de una iglesia que enseña esa misma doctrina. Hasta aquí son hombres honestos; y en Inglaterra, como en cualquier otro lado, que nunca les falte una plena tolerancia. Opongámonos a su enseñanza utilizando todos los medios Escriturales y de la inteligencia, pero respetemos su valor al proporcionarnos sus puntos de vista. Yo odio su doctrina pero amo su honestidad; y en la medida que hablen lo que consideran que es la verdad, dejemos que hablen, y entre más claro, mejor. Adelante, señores, dígannos, sea lo que sea, lo que quieran decir. En cuanto a mí concierne, me gusta estar frente a frente a un adversario honesto. Los corazones sinceros no presentan ninguna objeción a una guerra abierta y valiente, excepto en cuanto al terreno de la disputa; es a la enemistad encubierta a la que tenemos mucha razón de temer y la mejor de las razones para aborrecer. La astuta amabilidad que me seduce para que sacrifique los principios es la serpiente en la hierba; resulta mortal para el incauto caminante.

Donde la unión y la amistad no están cimentadas sobre la verdad, se convierten en una confederación impía. Es hora de poner fin a los flirteos de hombres honestos con quienes creen de una manera y juran de otra. Si los hombres creen que el bautismo obra la regeneración, que lo digan; pero si no lo creen en lo íntimo de sus corazones, y sin embargo lo suscriben, y lo que es peor, se ganan la vida al suscribir las palabras que lo afirman, que se busquen socios de la misma calaña entre hombres que pueden usar frases ambiguas y cambiar de opinión, pues los hombres honestos ni les pedirán ni aceptarán su amistad.

Nosotros no tenemos ninguna duda en relación a este punto. Declaramos que las personas no se salvan por ser bautizadas. Con una audiencia como ésta, casi me da vergüenza tocar este asunto, pues ustedes saben lo suficiente como para no ser engañados. Sin embargo, por el bien de otros lo abordaremos.

Nosotros sostenemos que las personas no son salvadas por el bautismo, pues pensamos, primero que nada, que parece inapropiado en relación a la religión espiritual que vino a enseñar Cristo, que hiciera depender la salvación de una simple ceremonia. Posiblemente el judaísmo podría incorporar esta ceremonia, como un tipo, a sus ordenanzas esenciales para la vida eterna; pues era una religión de tipos y sombras. Las religiones falsas de los paganos podrían inculcar la salvación por un proceso físico, pero Jesucristo pide fe en Él, que es puramente espiritual, y ¿cómo podría Él asociar la regeneración con una peculiar aplicación de agua? No puedo ver cómo podría ser un Evangelio espiritual, pero puedo ver cuán mecánico sería, si fuera enviado para enseñar que derramar tantas gotas sobre la frente, o aun sumergir a una persona en el agua, puede salvar el alma.

Esta me parece que es la religión más mecánica existente ahora y que está a la par de los molinos de viento que oran en el Tíbet, o del subir y bajar la escalinata de Pilatos como lo hizo Lutero en sus días de oscuridad. La operación del bautismo de agua no parece tocar el punto involucrado en la regeneración del alma, ni siquiera a mi fe. ¿Cuál es el vínculo necesario entre el agua y la victoria sobre el pecado? Yo no veo que pueda existir ninguna conexión entre la aspersión, o la inmersión, y la regeneración, de tal forma que una esté necesariamente vinculada a la otra, en ausencia de la fe. Usadas por fe, si Dios lo hubiera mandado, podrían hacer milagros; pero sin fe o aun sin conciencia, como sucede con los bebés, ¿cómo pueden estar conectados necesariamente los beneficios espirituales con el derramamiento de agua?

Si tu enseñanza es que la regeneración se da con el bautismo, yo digo que parece la enseñanza de una iglesia que no es auténtica, que astutamente ha inventado una salvación mecánica para engañar a mentes ignorantes, sensuales y rastreras, en vez de ser la enseñanza del más profundamente espiritual de todos los maestros, que censuró a los escribas y fariseos por considerar los ritos externos como más importantes que la gracia interior.

Pero me parece que un argumento que tiene mayor fuerza es que el dogma no se apoya en los hechos. ¿Acaso todas las personas que son bautizadas son hijos de Dios? Bien, echemos una mirada a la familia divina. ¡Observemos su semejanza con su glorioso Padre! ¿Tengo razón si digo que miles de los que han sido bautizados en su infancia se encuentran ahora en las cárceles? Pueden verificar el hecho si ustedes quieren, solicitándolo a las autoridades de la prisión. ¿Creen ustedes que estos hombres, muchos de los cuales han vivido en el saqueo, en el crimen, en el robo, o en la falsificación, son regenerados? Si así fuera, que el Señor nos libre de tal regeneración. ¿Acaso son estos villanos miembros de Cristo? Si es así, Cristo ha cambiado tristemente desde el día en que era santo, inocente, sin mancha y separado de los pecadores. ¿Realmente ha aceptado Él como miembros de Su cuerpo a borrachos y a prostitutas? ¿No se rebelan ustedes ante tal suposición? Es un hecho bien conocido que personas bautizadas han ido a la horca. ¡Ciertamente no puede ser justo que cuelguen a los herederos del reino de los cielos! ¡Nuestros alguaciles tienen mucho que responder por oficiar en la ejecución de los hijos de Dios, y por colgar de la horca a los miembros de Cristo!

Qué farsa tan detestable es la que se lleva a cabo en el sepulcro abierto, cuando "un querido hermano" que ha muerto borracho es enterrado en una "segura y cierta esperanza de la

resurrección para la vida eterna," y con la oración que "cuando partamos de esta vida podemos descansar en Cristo, así como nuestra esperanza es que este nuestro hermano lo haga." Aquí tenemos a un hermano regenerado, que habiendo contaminado al pueblo con una constante impureza y una borrachera bestial, murió sin ninguna señal de arrepentimiento, y sin embargo, el profeso ministro de Dios le concede ritos funerales que son negados a los inocentes que no han sido bautizados, y deposita al réprobo en la tierra en "segura y cierta esperanza de la resurrección para la vida eterna." Si la vieja Roma en sus peores días perpetró jamás una pieza de impostura más descarada que ésta, no estoy entendiendo las cosas correctamente; si no se requiere un Lutero para lamentar esta hipocresía semejante a la que han llevado a cabo los Papas, entonces ni siquiera sé que dos más dos suman cuatro.

¿Creemos nosotros (nosotros que bautizamos sobre la base de una profesión de fe, y bautizamos por inmersión de la manera que es reconocida como correcta, aunque algunos no concedan que el método sea absolutamente necesario para su validez), nosotros que bautizamos en el nombre de la sagrada Trinidad como lo hacen otros, acaso creemos que el bautismo regenera? No lo creemos. Ni en el justo ni en el impío encontramos regeneración obrada por el bautismo. Nunca hemos conocido a ningún creyente, independientemente de cuán instruido sea en las cosas divinas, que pudiera atribuir su regeneración a su bautismo; y por otro lado, debemos confesar con tristeza, pero sin embargo sin ninguna sorpresa, que hemos visto a personas a las que nosotros mismos hemos bautizado de conformidad al precedente apostólico, regresar al mundo y cometer los pecados más inmundos, y su bautismo escasamente ha sido un freno para ellos, porque no han creído en el Señor Jesucristo.

Todos los hechos ilustran que cualquier bien que pudiera haber en el bautismo, ciertamente no convierte al hombre en "un miembro de Cristo, un hijo de Dios y un heredero del reino de los cielos," o de lo contrario muchos ladrones, frecuentadores de prostitutas, borrachos, fornicarios y asesinos, son miembros de Cristo, hijos de Dios y herederos del reino de los cielos.

Los hechos, hermanos, están firmemente en contra de esta doctrina de los Papas; y los hechos son cosas innegables.

Aún más, yo estoy persuadido que la representación llamada bautismo, por el Libro de la Oración, no tiene ninguna posibilidad de regenerar y salvar. ¿Cómo se lleva a cabo ésto? Uno tiene mucha curiosidad por saber, cuando oye de una operación que convierte a los hombres en miembros de Cristo, hijos de Dios y herederos del reino de los cielos, cómo se lleva a cabo ésto. En sí misma debe ser una cosa santa, veraz en todos sus detalles, y edificante en cada porción.

Ahora, vamos a suponer que tenemos a un grupo reunido alrededor del agua, ya sea poca o mucha, y el proceso de regeneración está a punto de llevarse a cabo. Vamos a suponer que todas las personas congregadas son personas piadosas. El clérigo que oficia es un profundo creyente en el Señor Jesús, y el padre y la madre son cristianos ejemplares, y los padrinos y las madrinas son todos personas llenas de la gracia. Vamos a suponer esto: es una suposición elaborada con caridad, pero puede ser correcta. ¿Qué se supone que deben decir

estas personas piadosas? Veamos el Libro de Oración. El clérigo debe decirles a estas personas, "Ustedes han oído que nuestro Señor Jesucristo ha prometido en Su Evangelio conceder todas estas cosas por las que ustedes han orado: promesa que Él, por Su parte, guardará y cumplirá con toda certeza. Por lo tanto, de conformidad a esta promesa hecha por Cristo, este infante por su parte debe prometer también fielmente por medio de ustedes que son sus garantías (hasta que llegue a su mayoría de edad y lo asuma por sí mismo) que renunciará al diablo y a todas sus obras, y que creerá constantemente la santa Palabra de Dios, y que guardará obedientemente sus mandamientos." Este bebé debe prometer hacer esto, o más correctamente, otros deben asumir la responsabilidad de prometer, y aun hacer un voto de que así lo hará. Pero no debemos interrumpir la cita, así que regresemos al Libro. "Yo pregunto, por tanto, ¿renuncias tú, en nombre de este niño, al diablo y a sus obras, a la pompa vana y a la gloria del mundo, con todos los deseos ambiciosos del mismo, y a los mundanos deseos de la carne, de tal forma que no los seguirás ni serás dominado por ellos?" La respuesta es: "Renuncio a todo eso." Es decir, a nombre y representación de este tierno bebé que está a punto de ser bautizado, estas personas piadosas, estos individuos cristianos inteligentes, y quién sabe qué cosas más, que no son incautos, que saben en todo momento que están prometiendo cosas imposibles; renuncian a nombre de este niño a lo que ellos mismos encuentran muy difícil de renunciar: "a todos los deseos ambiciosos del mundo y a los mundanos deseos de la carne, de tal forma que no los seguirán ni serán dominados por ellos."

¿Cómo pueden endurecer sus rostros para hacer una promesa tan falsa y pronunciar la renuncia como una burla ante la presencia del Padre Todopoderoso? ¿Acaso no podrían llorar los ángeles al oír esta tremenda promesa? Luego, en la presencia del alto cielo, ellos profesan a nombre de este niño, que cree firmemente en el credo, cuando saben bien o podrían juzgar hábilmente que la pequeña criatura no es todavía un firme creyente en nada, mucho menos en que Cristo descendió al infierno.

Observen bien, no dicen simplemente que el bebé creerá en el credo, sino que afirman que sí cree, pues responden a nombre del niño, "Yo creo firmemente en todo ésto." No dicen nosotros creemos firmemente, sino que dicen yo, el bebé que está allí, inconsciente de todas sus profesiones y confesiones de fe. En respuesta a la pregunta, "¿Quieres ser bautizado en esta fe?" ellos replican por el niño: "Ese es mi deseo." Ciertamente el infante no tiene ningún deseo en el asunto, o por lo menos, nadie ha sido autorizado a declarar ningún deseo a nombre suyo. Pero esto no es todo, porque a continuación estas personas piadosas e inteligentes, prometen a nombre del infante que "él guardará obedientemente la santa voluntad y los mandamientos de Dios, y caminará de conformidad a los mismos todos los días de su vida."

Ahora, yo les pregunto, queridos amigos, ustedes que saben lo que significa la verdadera religión, ¿pueden ustedes caminar de conformidad a todos los santos mandamientos de Dios? ¿Se atreverían a hacer un voto hoy por ustedes mismos, diciendo que quieren renunciar al diablo y a todas sus obras, a las pompas y a las vanidades de este mundo malvado, y a todos los deseos pecaminosos de la carne? ¿Se atreverían, ante Dios, a hacer una promesa como ésa? Ustedes desean la santidad, ustedes se esfuerzan con toda sinceridad por alcanzarla, pero la buscan en la promesa de Dios, y no es su propia capacidad.

Si ustedes se atreven a comprometerse con unos votos así, yo dudo del conocimiento que tienen de sus propios corazones y de la espiritualidad de la ley de Dios. Pero aun si pudieran hacer esto por ustedes, ¿se atreverían a hacer una promesa así por cualquier otra persona? ¿Por el mejor niño nacido en la tierra? Vamos, hermanos, ¿qué dicen? ¿Acaso su respuesta no es inmediata y clara? No hay espacio para dos opiniones entre hombres con la determinación de observar la verdad en todos sus caminos y palabras.

Yo puedo entender que un simple rústico ignorante, que nunca aprendió a leer, haga todo esto cuando se lo ordena un sacerdote o cuando está bajo la mirada del dueño de la hacienda. Yo inclusive puedo entender que algunas personas hicieran esto cuando la Reforma estaba en sus comienzos, y los hombres se acababan de arrastrar fuera de las tinieblas del Papado; pero no puedo entender que gente cristiana y piadosa se pare junto a la pila bautismal para insultar al Padre lleno de gracia, con votos y promesas enmarcados en una ficción, y envueltos en una falsedad práctica. ¿Cómo se atreven inteligentes creyentes en Cristo a expresar palabras que ellos saben en lo íntimo de sus conciencias que están perversamente fuera de la verdad?

Cuando sea capaz de entender el proceso por el cual hombres piadosos pueden acomodar sus conciencias de tal manera, aun entonces tendré una convicción plena que el Dios de la verdad nunca confirmó ni confirmará una bendición espiritual del orden más elevado en conexión con el pronunciamiento de tales falsas verdades y votos insinceros. Hermanos míos, ¿no les parece que esas declaraciones tan ficticias, con toda seguridad no están vinculadas al nuevo nacimiento obrado por el Espíritu de la verdad?

Aun no he terminado con este punto, debo tomar otro caso, y suponer que los padrinos y los otros son impíos, y esa no es una suposición descabellada, porque nosotros sabemos que en muchos casos los padrinos y los padres no tienen un más alto concepto de la religión que la piedra hueca idolátrica alrededor de la cual se reúnen. Cuando estos pecadores han tomado sus lugares, ¿qué es lo que están a punto de decir? Pues bien, ¡están a punto de hacer los solemnes votos que les acabo de comentar! Ellos están totalmente sin religión, y sin embargo prometen a nombre del bebé aquello que nunca hicieron, y que nunca pensaron hacer para ellos; ellos prometen a nombre de este niño: "que renunciará al diablo y a todas sus obras, y que constantemente creerá la santa Palabra de Dios, y guardará obedientemente Sus mandamientos."

Hermanos míos, no piensen que estoy hablando con severidad. Realmente pienso que hay algo aquí que se presta para que los demonios se burlen. Que cada hombre honesto se lamente que la Iglesia de Dios haya tolerado algo como esto, y que también lamente que hayan personas bondadosas que se sientan agraviadas porque yo, con toda amabilidad de corazón, censure esta atrocidad. ¡Pecadores sin regenerar que promenten por un pobre bebé que guardará todos los santos mandamientos de Dios que ellos mismos quebrantan sin freno cada día!

¿Quién puede soportar ésto sino la longanimidad de Dios? ¡Qué! ¿No hablar en contra de eso? ¡Las mismas piedras de las calles podrían gritar contra la infamia de hombres y mujeres perversos que prometen que otro renunciará al diablo y a todas sus obras, mientras ellos mismos sirven al diablo y realizan sus obras con voracidad! Y como culminación de

todo esto, se me pide que crea que Dios acepta esa promesa perversa, y como resultado de ello, regenera a ese niño. No pueden creer en la regeneración por esta operación, ya sea que sean santos o pecadores quienes la llevan a cabo. Supongamos que son piadosos. En ese caso están equivocados por hacer lo que su conciencia debe condenar; si los vemos como impíos, entonces están equivocados al prometer lo que ellos saben que no pueden hacer; y en ningún caso Dios puede aceptar tal adoración, y mucho menos hacer depender la regeneración de un bautismo tal como es éste.

Pero ustedes se preguntarán: "¿Por qué das gritos tú contra el bautismo? Yo clamo contra él porque yo creo que el bautismo no salva el alma y que su predicación tiene una influencia negativa y mala sobre los hombres. Nos encontramos con personas que, cuando les decimos que tienen que nacer de nuevo, nos aseguran que nacieron de nuevo cuando fueron bautizadas. El número de estas personas va en aumento, creciendo pavorosamente, al punto que todas las clases sociales serán engañadas por esta creencia.

¿Cómo puede algún hombre pararse en su púlpito y decir a su congregación: "Ustedes tienen que nacer de nuevo" cuando ya les ha asegurado, por su propio "genuino asentimiento y consentimiento" a ello, que los miembros de la congregación, cada uno de ellos, han nacido de nuevo en el bautismo? ¿Qué hará con ellos? Vamos, mis queridos amigos, entonces el Evangelio no tiene ninguna voz; se han atorado con esta ceremonia en mitad de su garganta y no pueden hablar para censurarla.

El hombre que ha sido bautizado o rociado dice: "Yo soy salvo, yo soy un miembro de Cristo, un hijo de Dios, y un heredero del reino de los cielos. ¿Quién eres tú, para que me censures a mí? ¿Llamarme a mí al arrepentimiento? ¿Llamarme a mí a una nueva vida? ¿Qué mejor vida puedo tener? Pues yo soy un miembro de Cristo; una parte del cuerpo de Cristo. ¡Cómo! ¿Censurarme a mí? Yo soy un hijo de Dios. ¿Acaso no puedes verlo en mi cara? Independientemente de cuál sea mi camino y mi conversación, yo soy un hijo de Dios. Más aún, yo soy un heredero del reino de los cielos. Es verdad, yo bebo y maldigo y todo eso, pero tú sabes que soy un heredero del reino de los cielos, pues cuando muera, aunque viva en constante pecado, me pondrás en la tumba, y le dirás a todo el mundo que yo morí "en la segura y cierta esperanza de la resurrección para vida eterna."

Ahora, ¿cuál puede ser la influencia de una predicación así sobre nuestra amada Inglaterra? ¿Sobre mi amado y bendito país? Cuál sino el peor de los males. Si no la amara, sino que me amara básicamente a mí mismo, podría guardar silencio aquí, pero, amando a Inglaterra, no puedo hacerlo ni me atrevo a hacerlo; y teniendo que dar pronto cuentas a Dios, cuyo siervo espero ser, debo liberarme de este mal así como de cualquier otro, pues de lo contrario sobre mi cabeza puede estar la condenación de las almas.

Permítanme introducir otro punto aquí. Es un hecho muy temible que en ninguna época desde la Reforma, el Papado ha logrado tan terribles avances en Inglaterra como durante últimos años. Yo había creído confortablemente que el Papado se estaba alimentando únicamente con suscripciones extranjeras, de unos nobles pervertidos y de monjes y monjas importados. Yo soñaba que su progreso no era real. De hecho, a menudo he sonreído ante la alarma de muchos de mis hermanos frente al progreso del Papado. Pero, queridos amigos míos, hemos estado equivocados, penosamente equivocados. Si leyeran un valioso artículo

de una revista llamada "La Obra Cristiana," quienes no lo han leído estarán perfectamente sorprendidos con sus revelaciones. Esta gran ciudad está cubierta ahora por una red de monjes, y sacerdotes, y hermanas de la caridad, y las conversiones que han logrado no se cuentan en unidades o pares, sino en cantidades importantes, al punto que Inglaterra está siendo considerada como el punto más esperanzador para la empresa misionera de Roma en todo el mundo; y al presente no hay una misión que esté teniendo de ninguna manera el éxito que la misión inglesa está teniendo. No ambiciono su dinero, desprecio sus argucias, pero me maravilla la manera en la que obtienen sus fondos para la erección de sus edificios eclesiásticos.

Realmente es un tema alarmante ver que tantos de nuestros conciudadanos se adhieren a esa superstición que una vez rechazamos como nación, y que se suponía que no íbamos a recibir otra vez. El Papado está avanzando de una manera difícil de creer, aunque haya testigos que lo confirmen. Cerca de las propias puertas de ustedes, tal vez aún en sus propias casas, pueden tener muy pronto una evidencia del progreso que está alcanzando la iglesia romana. ¿Y a qué debemos atribuir eso? Yo digo, con toda base de probabilidad, que no debe sorprendernos el crecimiento del Papado, cuando tenemos dos cosas que lo hacen crecer: primero que nada, la falsedad de quienes profesan una fe en la que no creen, que es totalmente contraria a la honestidad de los católicos, que guardan su fe independientemente de la reputación de su iglesia, sea buena o mala; y luego tenemos, en segundo lugar, esta forma de error conocido como la regeneración bautismal, llamado comúnmente Puseyismo, que no solamente es Puseyismo, sino Anglicanismo, puesto que está en el Libro de la Oración, tan claramente como las palabras pueden expresarlo; tienen ustedes esta regeneración bautismal preparando los escalones para facilitar a los hombres su camino a Roma. Sólo tengo que abrir mis ojos un poquito para ver anticipadamente un catolicismo desenfrenado por todas partes en el futuro, puesto que sus embriones se están esparciendo por todas partes en el presente. En una de nuestras asambleas legislativas la semana pasada, el presidente de la sala mostró su superstición, cuando habló de "¡el riesgo de la calamidad de niños que mueren sin ser bautizados!"

Entre los disidentes, ustedes ven una veneración por las estructuras, una creencia modificada en la santidad de los lugares, que es pura idolatría; pues creer en la santidad de cualquier cosa que no sea la santidad de Dios y de Su propia Palabra, es idolatrar, ya sea que se trate de creer en la santidad de los hombres, de los sacerdotes, o en la santidad de los ladrillos y la mezcla, o del lino fino, o cualquier otra cosa que puedan usar en la adoración a Dios. Yo veo que esto surge por todas partes: una creencia en la ceremonia, una confianza en la ceremonia, una veneración de los altares, de las pilas bautismales, y de la iglesias; una veneración tan profunda que no debemos aventurarnos a hacer algún comentario, o de inmediato nos convertiremos en el peor de los pecadores. Aquí encontramos la esencia y el alma del Papado, espiando bajo el ropaje de un respeto decente por las cosas sagradas.

Es imposible que la Iglesia de Roma deje de crecer, mientras nosotros que somos los perros guardianes del rebaño estemos callados, y otros estén suave y blandamente rondando el camino, haciéndolo tan suave y plano como sea posible, para que los convertidos puedan descender a lo más profundo del infierno del Papado. Necesitamos que vuelva John Knox. No me hablen de hombres blandos y gentiles, de suaves maneras y palabras dulces; necesitamos al fogoso Knox y aun cuando su vehemencia "le dé porrazos a nuestros

púlpitos hasta maltratarlos," sería muy bueno que despertara nuestros corazones a la acción. Necesitamos a Lutero para que le diga a los hombres la verdad inequívocamente, con frases sencillas. El terciopelo se ha introducido en la boca de nuestros ministros últimamente, pero nosotros debemos desnudarnos del ropaje suave, y decir la verdad, y sólo la verdad; pues de todas las mentiras que han arrastrado a millones al infierno, yo considero a ésta como una de las más atroces; que en una iglesia protestante se encuentren personas que juran que el bautismo salva al alma.

Llamar a un hombre bautista, o presbiteriano, o disidente, o anglicano, eso no significa nada para mí; si afirma que el bautismo salva al alma, fuera con él, fuera con él, él dice algo que Dios nunca enseñó, que la Biblia nunca estableció, y que no debe ser sostenido por hombres que profesen que la Biblia, y toda la Biblia, es la religión de los protestantes.

He hablado todo esto y habrán algunos que dirán: has hablado todo esto amargamente. Muy bien, que así sea. La medicina es a menudo amarga, pero será efectiva, y el médico no es amargo porque su medicina lo sea; o si es considerado así, no importa, en tanto que el paciente sea curado; de todas maneras, no debe importarle al paciente si el médico es amargo o no, su preocupación debe estar centrada en la salud de su propia alma.

Allí está la verdad, y yo se las he presentado; y si hay alguien entre ustedes, o si llega haber alguien entre los lectores de este sermón cuando sea impreso, que está descansando en el bautismo, o descansando en ceremonias de algún tipo, yo les suplico, sacudan esta fe venenosa arrojándola al fuego como lo hizo Pablo con la víbora que se le prendió en la mano. Les ruego que no confíen en el bautismo.

"Ninguna forma externa podrá limpiarte,Pues la lepra yace profunda dentro de ti."

Yo les suplico que recuerden que deben tener un nuevo corazón y un espíritu recto, y el bautismo no puede darles estas cosas. Deben arrepentirse de sus pecados y seguir a Cristo; deben tener una fe que vuelva santas sus vidas y devota su conversación, pues de lo contrario no poseen la fe de los elegidos de Dios, y nunca entrarán al reino de Dios. Yo les pido que no se apoyen sobre este cimiento perverso y podrido, esta engañosa invención del anticristo. Oh, que Dios los salve de eso, y los conduzca a buscar la verdadera roca de refugio para las almas cansadas.

En segundo lugar, llego con mucha brevedad, y espero que con mucha sinceridad, a decir que LA FE ES EL REQUISITO INDISPENSABLE PARA LA SALVACIÓN. "El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado." La fe es el único requisito indispensable para la salvación. Esta fe es el don de Dios. Es la obra del Espíritu Santo. Algunas personas no creen en Jesús; no creen porque no son las ovejas de Cristo, como Él mismo se los dijo; pero Sus ovejas oyen Su voz: Él las conoce y ellas lo siguen: Él les da vida eterna, y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de Su mano. ¿En qué consiste la fe? Creer consta de dos cosas; primero es una aceptación del testimonio de Dios relativo a Su Hijo. Dios te dice que Su Hijo vino al mundo y se hizo carne, que vivió en la tierra por los hombres, que después de haber pasado Su vida en santidad fue ofrecido como propiciación por el pecado, que sobre la cruz Él hizo la expiación, allí y en ese

momento, de tal modo hizo la expiación por los pecados del mundo que "todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." Si quieres ser salvado, debes aceptar este testimonio que Dios nos da concerniente a Su propio Hijo.

Habiendo recibido este testimonio, la siguiente cosa es confiar en él. Ciertamente aquí está, pienso yo, la esencia de la fe salvadora, que confíes para tu eterna salvación en la expiación y la justicia de Jesucristo, y que te deshagas de una vez por todas de toda confianza en sentimientos o en obras, y confíes en Jesucristo y en lo que Él hizo por tu salvación.

Esto es la fe, recibir la verdad de Cristo: primero sabiendo que es verdad, y luego actuando de acuerdo a esa creencia. Una fe como esta, una fe real como esta, hace que el hombre odie el pecado a partir de ese momento. ¿Cómo puede amar aquello que hizo que el Salvador sangrara? Hace que viva en santidad. ¿Qué otra cosa puede hacer sino buscar honrar a ese Dios que lo ha amado tanto como para dar a Su Hijo para que muriera por él? Esta fe es espiritual en su naturaleza y en sus efectos; opera sobre todo el hombre; cambia su corazón, ilumina su juicio, y somete su voluntad; lo sujeta a la supremacía de Dios, y lo conduce a recibir la Palabra de Dios como un niño, deseoso de recibir la verdad sobre la base delipse dixit (el maestro dijo), esto dijo el Maestro Divino; santifica su intelecto, y lo vuelve deseoso de recibir la Palabra de Dios; limpia por dentro; limpia el interior de la copa y del plato, y embellece por fuera; limpia la conducta exterior y el motivo más íntimo, de tal forma que el hombre, si su fe es real y verdadera, se convierte a partir de ese momento en algo que no había sido nunca.

Ahora, que una fe como ésta salve el alma, es razonable según mi criterio; sí, es más, es cierto, pues hemos visto hombres salvados por ella en esta misma casa de oración. Hemos visto a la prostituta sacada de la zanja estigia (infernal) de su pecado y convertida en una mujer honesta; hemos visto al ladrón reformado; hemos sabido del borracho, en cientos de casos, que se ha vuelto sobrio; hemos observado que la fe obra tales cambios, que todos los vecinos que lo han visto lo han contemplado y admirado, aunque lo odiaran; hemos visto a la fe librar a los hombres en la hora de la tentación, y ayudarlos a consagrarse a Dios, tanto ellos como sus posesiones; hemos visto, y esperamos ver todavía más ampliamente, hechos de consagración heroica a Dios y despliegues de testimonios en contra de la corriente de los tiempos, que nos han demostrado que la fe en efecto afecta al hombre, en efecto salva el alma.

Mis querido lectores, si quieren ser salvos, deben creer en el Señor Jesucristo. Permítanme que los exhorte con todo mi corazón a no mirar a ninguna otra parte sino únicamente a Cristo crucificado para su salvación. ¡Oh!, si ustedes descansan sobre cualquier ceremonia, aunque no sea el bautismo; si descansan sobre alguien más que no sea Jesucristo, deben perecer, tan ciertamente como este Libro es verdadero. Les ruego que no crean en cualquier espíritu, mas si aun yo, o un ángel del cielo, anuncia cualquiera otra doctrina que no sea ésta, sea maldito, pues ésta y únicamente ésta, es la verdad que salva al alma, que regenera al mundo: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo." ¡Fuera con todo ese desorden, veladoras, y mantillas del Puseyismo! ¡Fuera con toda la pompa esplendorosa de Roma! ¡Fuera con las pilas bautismales de la Iglesia de Inglaterra! Les pedimos que vuelvan sus ojos a esa cruz desnuda, donde cuelga un hombre sangrante, el Hijo de Dios.

"Nadie sino Jesús, nadie sino Jesús,Puede hacer bien a los pecadores desvalidos."

Hay vida en una mirada al Crucificado; hay vida en este instante para ti. Cualquiera de ustedes que crea en el grandioso amor de Dios por el hombre en Cristo Jesús, será salvo. Si tú puedes creer que nuestro grandioso Padre desea que nosotros vengamos a Él, que nos anhela, que nos llama cada día con la poderosa voz de las heridas de Su Hijo; si puedes creer ahora que en Cristo hay perdón por las transgresiones pasadas, y limpieza en años por venir; si puedes confiar en Él para que te salve, ya tienes señales de regeneración. La obra de salvación ha comenzado en ti, en lo que concierne a la obra del Espíritu: en lo que concierne a la obra de Cristo, esa obra está terminada.

Oh, yo quisiera suplicarles: aférrense a Jesucristo. Este es el cimiento: construyan sobre él. Esta es la roca de refugio: vuelen a ella. Yo les pido que vuelen a ella ahora. La vida es corta: el tiempo vuela con alas de águila. Ligero como una paloma perseguida por un halcón, vuela, vuela pobre pecador, hacia el amado Hijo de Dios; toca ahora el borde de Su manto; mira ahora en ese amado rostro, una vez desfigurado con aflicciones por ti; mira en esos ojos, que una vez derramaron lágrimas por ti. Confía en Él, y si lo encuentras falso, entonces debes perecer; pero jamás lo encontrarás falso mientras esta palabra sea verdadera: "El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado." Dios nos da esta fe vital y esencial, sin la cual no hay salvación.

Bautizados, rebautizados, circuncidados, confirmados, alimentados con los sacramentos y enterrados en tierra consagrada: ustedes perecerán, excepto que crean en Él. La palabra es expresa y clara: el que no cree puede argumentar su bautismo, puede argumentar lo que quiera: "Mas el que no creyere, será condenado;" para él no hay nada sino la ira de Dios, las llamas del infierno, la perdición eterna. Así lo declara Cristo, y así debe ser.

Pero ahora, para terminar, hay quienes dicen: "¡Ah!, pero el bautismo se encuentra en el texto; ¿dónde pones eso?" Ese será otro punto, y habremos terminado.

EL BAUTISMO EN EL TEXTO ESTÁ EVIDENTEMENTE VINCULADO CON LA FE. "El que creyere y fuere bautizado, será salvo." Me parece, y no hay ninguna suposición aquí, que nadie que no creyera, debería ser bautizado; o si existiera esa suposición, está claramente establecido que su bautismo no le serviría de nada, pues sería condenado, bautizado o no, a menos que creyera.

El bautismo del texto, me parece a mí (hermanos míos, si ustedes difieren de lo que digo, lo siento, pero debo sostener mi opinión, y es ésta), me parece a mí que el bautismo está conectado con, o más bien, sigue directamente a la fe. No quiero insistir mucho sobre el orden de las palabras, pero por otras razones, pienso que el bautismo debe seguir a la fe. De todas maneras evita eficazmente el error que hemos estado combatiendo. El hombre que sabe que es salvo por creer en Cristo no eleva su bautismo para convertirlo en una ordenanza salvadora, cuando es bautizado. De hecho, él es el principal opositor a ese error, porque sostiene que no tiene el derecho de ser bautizado hasta que sea salvo. Él da testimonio en contra de la regeneración bautismal, ya que es bautizado cuando profesa ser una persona regenerada.

Hermanos, el bautismo involucrado en esto es un bautismo vinculado con la fe, y a este bautismo, yo lo admito, se le atribuye mucho en la Escritura. No voy a referirme a ese tema ahora; pero ciertamente encuentro algunos pasajes muy notables en los que el bautismo es mencionado con mucha fuerza. Encuentro este: "Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre." Y encuentro muchos otros pasajes parecidos; yo sé que el bautismo del creyente en sí mismo no lava el pecado; sin embargo es la señal externa y el emblema de que así es para el creyente, que la cosa visible puede ser descrita como la cosa significada. Tal como lo dijo nuestro Salvador: "Esto es mi cuerpo," cuando no era Su cuerpo, sino pan; sin embargo, en la medida que representaba Su cuerpo, era válido y correcto, de acuerdo al uso del lenguaje, decir: "Tomad, comed; esto es mi cuerpo."

Y así, en la medida que el bautismo representa para el creyente la limpieza del pecado (puede ser llamado el lavamiento del pecado) no que lo sea, pero para las almas que son salvas, es el símbolo externo de lo que es llevado a cabo por el poder del Espíritu Santo, en el hombre que cree en Cristo.

¿Qué vínculo tiene este bautismo con la fe? Creo que tiene precisamente éste: el bautismo es una profesión de fe; el hombre era soldado de Cristo, pero ahora en el bautismo se ha puesto el uniforme. El hombre creía en Cristo, pero la fe permanecía entre Dios y su propia alma. En el bautismo le dice a quien lo bautiza: "yo creo en Jesucristo;" le dice a la Iglesia, "yo me uno a ustedes como un creyente de las verdades comunes del cristianismo;" le dice a los espectadores, "No importa lo que ustedes hagan, en cuanto a mí, yo serviré al Señor." Es la profesión de su fe.

A continuación, nosotros pensamos que el bautismo es también para el creyente un testimonio de su fe; en el bautismo efectivamente le dice al mundo lo que cree. "Estoy a punto," dice, "de ser enterrado en agua. Yo creo que el Hijo de Dios fue metafóricamente bautizado en sufrimiento: creo que literalmente fue muerto y enterrado." Salir otra vez fuera del agua proclama a todos los hombres que él cree en la resurrección de Cristo. En la Cena del Señor se muestra la muerte de Cristo, y en el bautismo se muestra el entierro y la resurrección de Cristo. Es un tipo, un signo, un símbolo, un espejo para todo el mundo: un espejo en el cual la religión está reflejada. Decimos al espectador, cuando pregunta cuál es el significado de esta ordenanza: "Queremos manifestar nuestra fe de que Cristo fue enterrado, y que se levantó de los muertos, y proclamamos que esta muerte y resurrección son el fundamento de nuestra confianza."

Asimismo, el bautismo es también la Fe que toma el lugar que le corresponde. Es, o debe ser, uno de sus primeros actos de obediencia. La razón mira al bautismo, y dice: "Tal vez no hay nada en él; no me puede hacer ningún bien." "Es cierto," dice la Fe, "y por lo mismo voy a observarlo. Si me aportara algún bien, mi egoísmo me llevaría a bautizarme, pero en tanto que para mis sentidos no hay ningún bien en él, puesto que mi Señor me ordena que lo haga para cumplir toda justicia, es mi primera declaración pública que una cosa que parece irrazonable y que no es productiva, siendo ordenada por mi Señor, es ley para mí. Si mi Señor me hubiera ordenado que levantara seis piedras y las acomodara en fila, yo lo haría sin preguntarle: '¿qué bien hará eso?'¿Cui bono? (¿Cuál bien?) no es una pregunta adecuada para los soldados de Jesús. La pura simplicidad y la aparente inutilidad de la

ordenanza debería conducir al creyente a decir: 'Por tanto, lo hago porque se convierte en la mejor prueba para mí de mi obediencia a mi Señor.'"

Cuando le dices a tu sirviente que haga algo, y no puede entenderlo, si se voltea y dice: "Por favor, señor, ¿para qué?, te queda muy claro que difícilmente entiende la relación entre superior y subordinado. Así, cuando Dios me dice que haga algo, si yo pregunto: "¿Para qué?" no he podido tomar el lugar que la Fe debe ocupar, que es el de simple obediencia a cualquier cosa que el Señor haya dicho. El bautismo es una orden, y la Fe obedece porque es una orden, y así ocupa el lugar que le corresponde.

Además, el bautismo es un refrigerio para la Fe. Ya que nosotros estamos compuestos de cuerpo y alma, necesitaremos algunos medios a través de los cuales el cuerpo sea a veces sacudido para trabajar conjuntamente con el alma. En la Cena del Señor, mi fe es ayudada por el signo externo y visible. Yo no veo un misterio supersticioso en el pan y en el vino, no veo nada excepto pan y vino, pero en ese pan y en ese vino ciertamente veo un ayudante para mi fe. Por medio del signo, mi fe ve la cosa significada. Así en el bautismo no hay una eficacia misteriosa en el baptisterio o en el agua. No le otorgamos ninguna reverencia ni a una cosa ni a la otra, pero ciertamente vemos en el agua y en el bautismo mucha ayuda pues hace entender a nuestra fe que somos enterrados con Cristo, y que somos levantados otra vez en novedad de vida con Él.

Expliquen así el bautismo, queridos amigos, y no habrá temor de que el Papado se apoye en él. Explíquenlo así, y no podemos suponer que algún alma será conducida a confiar en él; sino que así toma el lugar que le corresponde en medio de las ordenanzas de la casa de Dios. Elevarlo de otra manera y afirmar que los hombres son salvos por él, ¡ah!, amigos míos, cuánto daño ha causado esa falsedad, y cuánto daño puede causar, sólo la eternidad lo revelará.

Quiera Dios que se levante un nuevo George Fox con toda su singular simplicidad y ruda honestidad para censurar la adoración de los ídolos de esta época; para destruir sus ladrillos y su mezcla, sus santos atriles, sus santos altares, sus santas sobrepellices, sus muy reverendos padres, y no sé cuántas cosas más. Estas cosas no son santas. Dios es santo; Su verdad es santa; la santidad no pertenece a lo carnal ni a lo material, sino a lo espiritual.

Oh, que el sonido de una trompeta clamara contra la superstición de la época. Yo no puedo renunciar, como lo hizo George Fox, al bautismo o a la Cena del Señor, pero preferiría hacerlo, considerándolo el menor de los males, que perpetrar y ayudar a perpetrar la elevación del bautismo y de la Cena del Señor para colocarlos en un lugar que no les corresponde.

Oh, queridos amigos míos, camaradas de mis luchas y de mis testimonios, aférrense a la salvación por fe, y aborrezcan la salvación de los sacerdotes. Si no estoy equivocado, el día vendrá cuando tengamos que luchar por una sencilla religión espiritual, mucho más de lo que lo hacemos ahora. Hemos estado cultivando una amistad con quienes tienen un credo que no es fiel a las Escrituras o con quienes son deshonestos, que creen en la regeneración bautismal o profesan que creen en eso, y juran ante Dios que creen cuando en realidad no creen. El tiempo ha llegado en que no debe haber más tregua o diálogo entre los siervos de

Dios y los siervos del tiempo. El tiempo ha llegado en que los seguidores de Dios deben seguir a Dios, y quienes se adornan y se visten por sí mismos y encuentran una vía que es agradable a la carne y condescendiente con sus deseos carnales, deben irse por su lado. Un gran tiempo de aventamiento viene para los santos de Dios, y estaremos más libres de lo que estamos ahora, de la unión con esos que sostienen al Papado, bajo la pretensión de enseñar el Protestantismo. Digo que estaremos libres de quienes enseñan la salvación por el bautismo, en vez de la salvación por la sangre de nuestro bendito Señor Jesucristo.

Oh, que el Señor ciña los lomos de ustedes. Créanme, no se trata de algo sin importancia. Puede ser que sobre este terreno se combata Armagedón. Aquí vendrá la gran batalla entre Cristo y Sus santos por un lado, y el mundo, y las formas, y las ceremonias, por el otro. Si somos dominados en ésto, pueden venir años de sangre y persecución, y sacudimientos para acá y para allá entre las tinieblas y la luz; pero si somos valientes y osados, y no titubeamos en esto, sino que permanecemos firmes en la verdad de Dios, el futuro de Inglaterra puede ser brillante y glorioso. ¡Oh, pidamos por una Iglesia verdaderamente reformada en Inglaterra y una raza piadosa que la mantenga! El futuro del mundo depende de ello, bajo el cuidado de Dios, pues en la proporción en que la verdad sea desfigurada en casa, la verdad será mutilada afuera. De cualquier sistema que enseñe la salvación por medio del bautismo surgirá la infidelidad, una infidelidad que la falsa Iglesia parece ya deseosa de alimentar y nutrir bajo sus alas.

Dios libre a esta tierra favorecida, de las crías de su propia religión establecida. Hermanos, manténganse firmes en la libertad con la que Cristo los ha hecho libres, y no tengan miedo de ningún temor súbito o calamidad cuando vengan, pues quien confía en el Señor será cubierto por la misericordia, y quien es fiel a Dios y a Cristo, escuchará que se le dice al fin, "Bien, buen siervo y fiel, entra en el gozo de tu señor." Que el Señor bendiga esta palabra, por Cristo nuestro Señor.

El Bautismo: Una Sepultura

"¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva." - Romanos 6:3,4.

No me voy a involucrar en controversias surgidas de este texto, pues en relación a él algunas personas han debatido sobre el bautismo infantil o el bautismo de los creyentes, inmersión o aspersión. Si hay algunos que puedan ofrecer una interpretación de este texto que sea constructiva y consistente, desde una perspectiva diferente de la que entiende que la inmersión de los creyentes constituye el bautismo cristiano, me gustaría ver cómo lo hacen. Yo soy absolutamente incapaz de realizar tal hazaña, y ni siquiera me puedo imaginar cómo lograrlo. Me basta con aceptar el punto de vista que el bautismo simboliza la sepultura de los creyentes en el agua en el nombre del Señor, y desde esa perspectiva voy a interpretar el texto.

Si otros tienen otra perspectiva, al menos puede interesarles saber lo que nosotros entendemos que es el significado del rito del bautismo, y espero que no dejen de reflexionar sobre el sentido espiritual simplemente porque difieren de nosotros en cuanto al signo externo. Después de todo, el emblema visible no es la materia más destacada del texto. Que el Espíritu Santo nos ayude a discernir la enseñanza esencial.

No creo que Pablo diga que si personas indignas tales como los incrédulos y los hipócritas y los engañadores, son bautizados, en la muerte de nuestro Señor son bautizados. Pablo dice: "todos los que hemos sido," contándose él mismo con el resto de los hijos de Dios. Él se refiere a los que están calificados para el bautismo, y se acercan a él con sus corazones cambiados. Pablo dice de ellos: "¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?" Pablo ni siquiera pretende decir que quienes han sido bautizados adecuadamente, han percibido la totalidad de su significado espiritual; pues si así fuera, no hubiera sido necesaria la pregunta: "¿O no sabéis?" Parecería que algunos habían sido bautizados sin entender claramente el significado de su propio bautismo. Tenían fe, y un poco del suficiente conocimiento para calificarlos para el bautismo, pero no habían sido instruidos adecuadamente en la enseñanza del bautismo; tal vez ellos sólo veían en el bautismo el aspecto del lavamiento, pero no habían discernido todavía el aspecto de la sepultura.

Voy a ir más allá, y decir que me pregunto si alguien de nosotros ya conoce la totalidad del significado de cualquiera de las ordenanzas que Cristo ha instituido. En relación a las cosas espirituales todavía somos como niños que juegan en la playa mientras el océano se despliega ante nosotros. En el mejor de los casos nos adentramos hasta los tobillos como nuestros niños lo hacen en las playas. Muy pocos de nosotros estamos aprendiendo a nadar; pero únicamente lo hacemos donde podemos tocar el fondo sin problemas. ¿Quién de nosotros se ha alejado hasta perder de vista la playa, nadando en el Atlántico del amor divino, donde una verdad insondable se extiende abajo, y el infinito lo rodea todo?

Oh, que Dios nos enseñe cada día más acerca de lo que ya conocemos en parte, y que la verdad que hasta ahora hemos percibido vagamente venga a nosotros de una manera más clara y más brillante, hasta que veamos todo a la limpia luz del sol. Esto sólo se puede dar conforme nuestro carácter se vuelva más claro y puro; pues vemos según lo que somos; y como es el ojo así es lo que ve. Sólo el puro de corazón puede ver a un Dios puro y santo. Seremos semejantes a Jesús cuando lo veamos como es, y ciertamente nunca lo veremos como es, hasta que no seamos semejantes a Él. En relación a las cosas celestiales vemos en la medida de lo que tenemos dentro de nosotros. Quien ha comido espiritualmente la carne y la sangre de Cristo es quien puede ver esto en la sagrada Cena, y quien ha sido bautizado en Cristo ve a Cristo en el bautismo. Al que tiene se le dará, y tendrá en abundancia.

El bautismo declara la muerte, la sepultura, y la resurrección de Cristo, y nuestra participación con Él. Hay dos aspectos en su enseñanza. Primero, piensen en nuestra unión representativa con Cristo, de tal forma que cuando murió y fue sepultado fue a nombre nuestro, y así fuimos sepultados con Él. Esto les dará la enseñanza del bautismo en la medida que declara un credo. Declaramos por medio del bautismo que creemos en la muerte de Jesús, y deseamos participar de todo su mérito.

Pero hay otro asunto igualmente importante, y es nuestra unión realizada con Cristo, que es declarada por medio del bautismo, no tanto como una doctrina de nuestro credo sino más bien como materia de nuestra experiencia. Hay una manera de morir, de ser sepultado, de resucitar, y de vivir en Cristo que debe mostrarse en cada uno de nosotros si en verdad somos miembros del cuerpo de Cristo.

I. Entonces, en primer lugar quiero que piensen en NUESTRA UNIÓN REPRESENTATIVA CON CRISTO que es presentada en el bautismo como una verdad que debemos creer. Nuestro Señor Jesús es el Sustituto de su pueblo, y cuando murió lo hizo a nombre de Su pueblo y en lugar suyo. La grandiosa doctrina de nuestra justificación tiene su sustento en esto, que Cristo llevó nuestros pecados, tomó el lugar que nos correspondía, y como nuestra garantía sufrió, y sangró, y murió, presentando de esta manera a nombre nuestro un sacrificio por el pecado. Debemos verlo, no como una persona privada, sino como nuestro representante. En el bautismo somos sepultados con Él en la muerte para mostrar que Su muerte y Su sepultura son por nosotros.

El bautismo como una sepultura con Cristo significa en primer lugar, aceptar que la muerte y la sepultura de Cristo son por nosotros. Hagamos eso en este mismo momento de todo corazón. ¿Qué otra esperanza tenemos? Cuando nuestro divino Señor descendió de las alturas de la gloria y se hizo hombre, se hizo uno contigo y conmigo; y siendo encontrado a semejanza del hombre, complació al Padre poner el pecado sobre Él, tus pecados y los míos. ¿No aceptas esa verdad, estando de acuerdo que el Señor Jesús debe ser quien lleve tu culpa, y debe ser quien te represente ante Dios? Cada uno de ustedes diga: "¡Amén! ¡Amén!"

Él fue colocado en el madero cargado con toda esta culpa, y allí Él sufrió en lugar nuestro lo que nosotros debimos haber sufrido. Complació al Padre, en vez de castigarnos a nosotros, castigarlo a Él. Lo llenó de aflicción, convirtiendo a su alma en una ofrenda por el pecado. ¿No aceptamos gustosamente a Jesús como nuestro sustituto? Queridos hermanos,

ya sea que hayan sido bautizados en agua o no, yo les hago esta pregunta: "¿Aceptan al Señor Jesús como su garantía y sustituto?" Pues si no lo aceptan, ustedes cargarán con su propia culpa y llevarán su propia pena, y estarán en el lugar que les corresponde, bajo la mirada de la airada justicia de Dios. Muchos de nosotros decimos desde lo profundo de nuestro corazón en este instante:

"Mi alma mira atrás para verTodas las cargas que Tú llevaste,Cuando pendías del maldito madero,Con la esperanza que su culpa estuvo allí."

Entonces, al ser sepultados con Cristo en el bautismo, ponemos nuestro sello al hecho que la muerte de Cristo fue a favor nuestro, y que nosotros estábamos en Él, y morimos en Él, y en señal de nuestra fe, damos nuestro consentimiento a la tumba líquida, y nos entregamos para ser sepultados de conformidad a Su mandato. Este es un asunto de fe fundamental: Cristo muerto y sepultado por nosotros; en otras palabras, sustitución, garantía, sacrificio vicario. Su muerte es la base de nuestra confianza; no somos bautizados en Su ejemplo, o en Su vida, sino en Su muerte. Aquí confesamos que toda nuestra salvación descansa en la muerte de Jesús, y aceptamos que esa muerte tuvo lugar en sustitución nuestra.

Pero esto no es todo; porque si debo ser sepultado, no es porque yo acepto la muerte sustitutiva de alguien más a favor mío, sino porque yo mismo estoy muerto. El bautismo es un reconocimiento de nuestra propia muerte en Cristo. ¿Por qué debe ser enterrado un hombre que está vivo? Es más ¿por qué debe ser enterrado porque otro haya muerto por él? Mi sepultura con Cristo quiere decir no sólo que Él murió por mí, sino que morí en Él, así que mi muerte con Él necesita una sepultura con Él. Jesús murió por nosotros porque Él es uno con nosotros. El Señor Jesucristo no llevó los pecados de Su pueblo debido a una elección arbitraria de Dios; pero era lo más natural y adecuado y propio que llevara los pecados de Su pueblo, pues ellos son Su pueblo, y Él es la cabeza de todos ellos.

Le incumbía a Cristo sufrir por esta razón: que Él era el representante de su pueblo en el pacto. Él es la Cabeza del cuerpo, la Iglesia; y si los miembros pecaron, era necesario que la Cabeza, aunque no hubiera pecado, sufriera la consecuencia de los actos del cuerpo. Así como hay una relación natural entre Adán y los que están en Adán, así hay una relación entre el segundo Adán y quienes están en Él. Yo acepto que lo que hizo el primer Adán es también mi pecado. Algunos de ustedes pueden tener problemas con eso, y con toda la dispensación del pacto; pero puesto que Dios así lo quiso, y yo siento su efecto, no veo ningún caso en oponerme. Así como acepto el pecado del padre Adán, y siento que he pecado en él, así también acepto con intenso gozo la muerte y el sacrificio de expiación de mi segundo Adán, y me da júbilo que en Él he muerto y he resucitado. Viví, morí, guardé la ley, y la justicia quedó satisfecha en mi Cabeza del pacto. Permítanme ser sepultado en el bautismo para poder mostrar a quienes me rodean que creo haber sido uno con mi Señor en Su muerte y en Su sepultura por el pecado.

Mira esto, oh hijo de Dios, y no tengas ningún miedo. Estas son grandiosas verdades, pero son ciertas y consoladoras. Te estás adentrando ahora en medio de las grandes olas del océano Atlántico, pero no tengas miedo. Date cuenta del efecto santificante de esta verdad.

Suponte que un hombre hubiera sido condenado a muerte a causa de un gran crimen; supón también, que ya ha muerto por ese crimen, y ahora, por una maravillosa obra de Dios, después de haber muerto ha recibido una nueva vida. Regresa nuevamente de los muertos para convivir en medio de los hombres, y ¿cuál debería ser el estado de su mente en relación a su ofensa? ¿Cometería ese crimen otra vez? ¿Un crimen por el que ha muerto? Digo enfáticamente: Dios no lo quiera. Más bien diría: "He probado la amargura de este pecado, y he sido milagrosamente levantado de la muerte que trajo sobre mi, y he recibido una nueva vida: ahora voy a odiar la cosa que me dio muerte, y la voy a aborrecer con toda mi alma."

Quien ha recibido la paga del pecado debería aprender a evitarlo en el futuro. Pero tú respondes: "Nunca morimos así; nunca tuvimos que sufrir la debida recompensa por nuestros pecados." Concedido. Pero eso que Cristo hizo por ti equivale a lo mismo, y el Señor lo mira de la misma manera. Estás tan unido a Jesús, que debes considerar Su muerte como tu muerte, Sus sufrimientos como el castigo de tu paz. Tú has muerto en la muerte de Jesús, y ahora por una gracia extraña y misteriosa eres levantado de nuevo del foso de corrupción a una nueva vida. ¿Acaso puedes, acaso quieres regresar al pecado? Has visto lo que Dios piensa del pecado: percibes que Él lo aborrece completamente; pues cuando fue colocado sobre Su querido Hijo, no lo perdonó, sino que lo afligió y lo hirió de muerte. ¿Puedes tú, después de todo esto, regresar a la cosa maldita que Dios aborrece? Ciertamente, el efecto de la gran aflicción del Salvador debe ser santificante sobre tu espíritu. ¿Cómo es posible que nosotros que estamos muertos al pecado podamos vivir más en él? ¿Cómo es posible que nosotros que hemos pasado bajo su maldición, y hemos soportado su terrible castigo, toleremos de nuevo su poder? ¿Acaso queremos regresar a este mal villano, asesino, virulento y abominable? No puede ser. Dios no lo quiera.

Esta doctrina no concluye todo el asunto. El texto nos describe como sepultados para resucitar. "Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo," ¿para qué? "a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva." ¡Ser sepultados juntamente con Cristo! ¿Para qué? ¿Para morir para siempre? No, sino para que por medio de llegar donde Cristo está, ustedes puedan ir donde Cristo va. Mírenlo entonces: primero va al sepulcro, pero después sale del sepulcro; pues cuando vino la mañana del tercer día Él se levantó. Si ustedes son uno con Cristo, deben ser uno con Él en todo; deben ser uno con Él en Su muerte, y uno con Él en Su sepultura. Entonces serán uno con Él en Su resurrección.

¿Soy un hombre muerto ahora? No, bendito sea Su nombre, está escrito: "Porque yo vivo, vosotros también viviréis." Cierto, yo estoy muerto en un sentido: "Porque habéis muerto"; pero sin embargo no estoy muerto en otro sentido: "Vuestra vida está escondida con Cristo en Dios"; ¿y quién puede estar absolutamente muerto si tiene una vida escondida? No; puesto que soy uno con Cristo yo soy lo que Cristo es: como Él es un Cristo vivo, yo soy un espíritu vivo. Cuán glorioso es haber sido levantado de los muertos porque Cristo nos ha dado la vida. Nuestra vieja vida legal nos ha sido quitada por la sentencia de la ley, y la ley nos considera muertos; pero ahora hemos recibido una nueva vida, una vida después de la muerte, vida de resurrección en Cristo Jesús. La vida del cristiano es la vida de Cristo. La nuestra no es la vida de la primera creación, sino de la nueva creación después de haber muerto. Ahora vivimos una nueva vida, vivos para ser santos, y justos y tener gozo en el

Espíritu de Dios. La vida de la carne es un estorbo para nosotros; nuestra energía está en Su Espíritu. En el sentido más elevado y mejor, nuestra vida es espiritual y celestial. Esta es también una doctrina que debemos sostener firmemente.

Quiero que vean la fuerza de esto; pues quiero alcanzar resultados prácticos esta mañana. Si Dios nos ha dado enteramente a ustedes y a mí una nueva vida en Cristo, ¿cómo puede gastarse esa nueva vida a la manera de la vieja vida? ¿Vivirá el hombre espiritual como vive el carnal? ¿Cómo es posible que ustedes que fueron los siervos del pecado, pero que han recibido la libertad por medio de la sangre preciosa, regresen a su vieja esclavitud? Cuando estaban en la vida del viejo Adán, vivían en el pecado y lo amaban; pero han estado muertos y sepultados, y han salido para nueva vida; ¿acaso puede suceder que regresen a los elementos miserables de los cuales el Señor los ha rescatado? Si viven en pecado, entonces su profesión es falsa, pues ustedes profesan estar vivos para Dios. Si caminan en la lascivia, estarán pisoteando las benditas doctrinas de la Palabra de Dios, pues estas conducen a la santidad y a la pureza. Hacen que el cristianismo se convierta en objeto de burla y proverbio, si, después de todo, ustedes que han sido revividos de su muerte espiritual, exhiben una conducta que no es mejor que la vida de los hombres ordinarios, y apenas un poco mejor de lo que antes era su vida.

Todos lo que se han bautizado han declarado al mundo: Hemos muerto al mundo y hemos venido a una nueva vida. Nuestros deseos carnales a partir de este momento deben considerarse como muertos pues ahora vivimos de conformidad a un orden nuevo de cosas. El Espíritu Santo ha formado en nosotros una nueva naturaleza, y aunque estamos en el mundo, no pertenecemos a él, pues somos hombres renovados: "creados en Cristo Jesús." Esta es la doctrina que nosotros declaramos a toda la humanidad, que Cristo murió y se levantó de nuevo, y que su pueblo murió y se levantó de nuevo en Él. De esta doctrina surge la muerte al pecado y la vida para Dios, y en cada acción y en todo momento deseamos que nuestras vidas sean una enseñanza para todos los que nos ven.

Hasta aquí en cuanto a la doctrina: ¿acaso no es preciosa? Oh, si ustedes fueran ciertamente uno con Cristo, ¿los podría encontrar el mundo contaminándose a ustedes mismos? ¿Podrán ser los miembros de una generosa Cabeza llena de gracia, ambiciosos e insaciables? ¿Podrán ser los miembros de una gloriosa, pura y perfecta Cabeza, contaminados de la lujuria de la carne y de las necedades de una vida vana? Si los creyentes están verdaderamente tan identificados con Cristo que ellos son su totalidad, ¿no deberían ellos ser la santidad misma? Si vivimos en virtud de nuestra unión con Su cuerpo, ¿cómo podemos vivir como los demás gentiles? ¿Cómo es que tantas personas que profesan la fe exhiben una vida completamente mundana, trabajando para los negocios y para los placeres, pero no para Dios, en Dios, o con Dios? Rocían un poco de religión sobre una vida mundana, y así esperan hacerla cristiana. Pero eso no puede funcionar. Estoy obligado a vivir como Cristo hubiera vivido bajo mis circunstancias; en mi recámara privada o en mi púlpito público estoy obligado a ser lo que Cristo hubiera sido en un caso semejante. Estoy obligado a demostrar a los hombres que la unión con Cristo no es una ficción, o un sentimiento fanático; sino más bien que estamos influenciados por los mismos principios y guiados por los mismos motivos.

El bautismo es así un credo que tiene forma y pueden leer esto en estas palabras: "sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos."

II. En segundo lugar, UNA UNIÓN REALIZADA CON CRISTO es también declarada en el bautismo, y esto es más bien un asunto de experiencia más que de doctrina.

1. Primero, hay muerte, como un asunto de experiencia real en el verdadero creyente. "¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?" Es contrario a toda ley sepultar a quienes todavía están vivos. Hasta que no mueran, los hombres no pueden tener ningún derecho a ser sepultados. Muy bien, entonces, el cristiano está muerto: muerto, en primer lugar, al dominio del pecado. Antes, siempre que el pecado lo llamaba él respondía: "Heme aquí, pues me has llamado." El pecado gobernaba sus miembros, y si el pecado decía: "haz esto," él lo hacía, como los soldados obedientes a su centurión; pues el pecado gobernaba sobre todas las partes de su naturaleza, y ejercía una suprema tiranía sobre él.

La gracia ha cambiado todo eso. Cuando somos convertidos morimos al dominio del pecado. Si el pecado nos llama ahora, rehusamos responder a ese llamado, pues estamos muertos. Si el pecado nos da órdenes no le obedecemos, pues hemos muerto a su autoridad. El pecado viene a nosotros ahora (oh, que no viniera del todo) y encuentra en nosotros la vieja corrupción que está crucificada, pero que todavía no ha muerto; pero no tiene dominio sobre nuestra verdadera vida. Bendito sea Dios, el pecado no puede reinar sobre nosotros, aunque puede asaltarnos y hacernos daño. "Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia." Pecamos, pero presentando batalla.¡Con cuánta aflicción miramos nuestras trasgresiones pasadas! ¡Con cuánta sinceridad tratamos de evitarlas! El pecado intenta mantener sobre nosotros el poder que ha usurpado; pero nosotros no lo reconocemos como nuestro soberano. El mal entra en nosotros ahora como un intruso y como un extraño, y genera una triste desolación, pero no se queda sentado en el trono; es un forastero, y ahora es despreciado, y ya no recibe ningún honor ni produce deleite. Estamos muertos al poder soberano del pecado.

El creyente está muerto al deseo de tal poder, si ha sido sepultado espiritualmente con Cristo. "¡Cómo!" dices tú, "¿acaso los hombres piadosos no tienen deseos pecaminosos?" Ay, sí los tienen. La vieja naturaleza que hay en ellos suspira por el pecado; pero el hombre verdadero, el ego real, desea ser purgado de toda mancha o rastro de mal. La ley que rige los miembros finge la necesidad de pecar, pero la vida del corazón obliga a la santidad. Puedo decir con honestidad en lo que a mí respecta, que el más profundo deseo de mi alma es vivir una vida perfecta. Si pudiera alcanzar mi mayor deseo, nunca volvería a pecar; y aunque, ay, es cierto que consiento al pecado de tal forma que soy responsable cuando transgredí, sin embargo mi yo más interno aborrece la iniquidad. El pecado es mi servidumbre, no mi placer; mi miseria, no mi gozo; Ante el simple pensamiento de pecado yo exclamo: "¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" En lo más profundo de nuestros corazones nuestro espíritu se aferra firmemente a lo que es bueno, y verdadero y celestial, de tal forma que el hombre real se goza en la ley de Dios, y busca con firmeza la bondad. La corriente principal y la verdadera inclinación del deseo y de la

voluntad de nuestras almas no es hacia el pecado, y el apóstol no nos enseñó meras ilusiones cuando dijo: "Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado."

Más aún, a continuación estamos muertos en términos de los objetivos y de las metas de la vida de pecado y de la vida de impiedad. Queridos hermanos, hay algunos de ustedes que profesan ser siervos de Dios que están viviendo para ustedes mismos? Entonces ustedes no son siervos de Dios; pues el que realmente ha nacido de nuevo vive para Dios: el objetivo de su vida es la gloria de Dios y el bien de sus prójimos. Este es el premio que es colocado ante el hombre nacido de nuevo, y hacia él se lanza.

"Yo no corro en esa dirección," dice uno. Muy bien, entonces no vas a llegar al fin deseado. Vas corriendo tras los placeres del mundo o sus riquezas y puedes ganar el premio que buscas, pero no puedes ganar "el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús." Espero que muchos de nosotros podamos decir con honestidad que estamos muertos a cualquier otro objeto en la vida excepto la gloria de Dios en Cristo Jesús. Estamos en el mundo y tenemos que vivir como lo hacen otros hombres desarrollando nuestras actividades ordinarias; pero todo esto es subordinado y controlado como con freno y brida; nuestras metas están más allá de esa luna cambiante. El vuelo de nuestra alma como el del águila es por encima de estas nubes: aunque ese pájaro del sol se posa sobre la roca, y aún desciende a la llanura, su gozo es habitar arriba, ganándole las alturas a los rayos, subiendo por encima de la negra tempestad, y mirando hacia abajo a todas las cosas terrenales. A partir de ese momento nuestra vida dada por gracia se desplaza hacia arriba y adelante; no somos del mundo y los compromisos del mundo no son aquellos en los que gastamos nuestros poderes más nobles.

Nuevamente, estamos muertos en este sentido, que estamos muertos a la gobierno del pecado. Los deseos de la carne llevan a un hombre hacia acá o hacia allá. Conduce su curso respondiendo a la pregunta: "¿Qué es lo más placentero? ¿Qué es lo que me gratificará más en este momento?" El camino de los impíos está trazado por la mano del deseo egoísta: pero ustedes que son verdaderos cristianos tienen otra guía, ustedes son llevados por el Espíritu por el camino correcto. Ustedes se preguntan: "¿Qué es bueno y qué es aceptable a los ojos del Altísimo?" Su oración diaria es: "Señor, dame a conocer lo que quieres que haga." Ustedes están atentos a las enseñanzas del Espíritu, que los guiará a toda la verdad; pero ustedes están sordos, sí, muertos a los dogmas de la sabiduría de la carne, las objeciones de la filosofía, los errores de la orgullosa sabiduría humana. Guías ciegos que caen con sus víctimas al hoyo son evitados por ustedes, pues han escogido el camino del Señor. ¡Qué bendita condición del corazón es esta! ¡Espero, queridos hermanos, que hemos alcanzado esa condición! Conocemos la voz del Pastor, y no vamos a seguir a ningún extraño. Uno es nuestro Maestro, y sometemos nuestros entendimientos a su enseñanza infalible.

Nuestro texto debe haber tenido un significado poderoso entre los romanos del tiempo de Pablo, pues ellos estaban hundidos en todo tipo de odiosos vicios. Tomen a un romano promedio de ese período, y encontrarán en él a un hombre acostumbrado a pasar una buena parte de su tiempo en el anfiteatro, endurecido por las escenas brutales de los espectáculos sangrientos, en los que los gladiadores se mataban entre sí para divertir a las muchedumbres que se divertían. Educado en tal escuela, el romano era refinadamente cruel,

y al mismo tiempo feroz al entregarse a sus pasiones. Un hombre depravado no era considerado una degradación; no solamente los nobles y los emperadores eran monstruos del vicio, sino que también los maestros públicos eran impuros. Cuando quienes eran considerados como personas honestas eran corruptos, pueden imaginarse el grado de inmoralidad. "Pásenla bien; busquen los placeres de la carne," era la regla de esa época.

El cristianismo conllevó la introducción de un nuevo elemento. ¡Vean allí a un convertido romano por la gracia de Dios! ¡Qué cambio vemos en él! Sus vecinos dicen: "No te vimos en el anfiteatro esta mañana. ¿Cómo pudiste perderte el espectáculo de los cien germanos que se desgarraron las entrañas? "No," responde, "no fui; no podría soportar estar allí. Estoy completamente muerto para eso. Aún si me forzaras a estar allí, tendría que cerrar mis ojos, pues no podría contemplar el asesinato cometido para divertir a los demás!" El cristiano no asistía a los lugares de libertinaje; ellos estaban muertos a toda esa inmundicia. Las modas y las costumbres de esa época eran de tal naturaleza que los cristianos no podían estar de acuerdo con ellas, así que se murieron a la sociedad. Los cristianos no solamente se limitaban a no pecar en público, sino que hablaban de él con horror, y sus vidas lo reprobaban. Las cosas que la multitud consideraba agradables y a las que se refería con mucha motivación, no daban ningún consuelo al seguidor de Jesús, pues estaba muerto a esos males. Esta es nuestra solemne profesión cuando pasamos al frente para ser bautizados. Decimos con hechos que son más explícitos que las palabras que estamos muertos a todas esas cosas que son el deleite de los pecadores, y que queremos darlo a conocer.

2. El siguiente pensamiento en el bautismo es la sepultura. La muerte llega primero y luego sigue la sepultura. Ahora, hermanos, ¿qué es la sepultura? La sepultura es, antes que nada, el sello de la muerte; es el certificado de defunción "¿Fulano de Tal, ya murió?" pregunta alguien. Otro responde: "querido amigo, fue sepultado hace un año." Ya no preguntas más acerca de un muerto cuando sabes que ha sido sepultado. Ha habido muchos casos de personas que han enterradas vivas, y me temo que esto también ocurre con triste frecuencia en el bautismo, pero esa no es la norma ni es lo natural. Me temo que muchos han sido enterrados vivos en el bautismo, y por lo tanto se han levantado y han salido del sepulcro tal como eran antes. Pero si la sepultura es verdadera, es un certificado de muerte. Si puedo decir en verdad: "Fui sepultado con Cristo hace treinta años," seguramente que estoy muerto.

Ciertamente el mundo pensaba así, pues no mucho tiempo después de haber sido sepultado con Jesús comencé a predicar Su nombre, y para entonces el mundo me consideraba enajenado, y decían: "Apesta." Comenzaron a hablar mal del predicador en todos sentidos; pero mientras más apestaba en sus narices yo me sentía mejor, pues de esa manera estaba completamente seguro que yo estaba realmente muerto para el mundo. Es bueno que el cristiano resulte ofensivo para el hombre impío. Miren cómo nuestro Señor apestaba en la estima de los impíos cuando exclamaban: "¡Fuera, fuera, crucifícale!" Aunque ninguna corrupción podía ni siquiera acercarse a su cuerpo bendito, sin embargo Su carácter perfecto no fue saboreado por esa perversa generación. Por tanto, debe haber en nosotros muerte al mundo, conjuntamente con algunos de los efectos de la muerte, o de lo contrario nuestro bautismo es nulo. Así como la sepultura es el certificado de muerte, así la sepultura con Cristo es el sello de nuestra mortificación al mundo.

Seguidamente, la sepultura es la manifestación de la muerte. Cuando el hombre está dentro de una habitación, los que pasan no saben que está muerto; pero cuando se llevan a cabo los funerales, y lo llevan a través de las calles, todo el mundo sabe que está muerto. Eso es lo que el bautismo debe ser. La muerte del creyente al pecado es al principio un secreto, pero por medio de una confesión abierta, él invita a todos los hombres para que sepan que está muerto con Cristo. El bautismo es el rito funeral por medio del cual la muerte al pecado es declarada abiertamente ante todos los hombres.

A continuación, la sepultura esla separación de la muerte. El muerto ya no se queda en la casa, sino que es colocado aparte como alguien que deja de ser contado entre los vivos. Un cadáver no es una compañía bienvenida. Aún el objeto más amado después de un poco ya no puede ser tolerado cuando la muerte ha hecho su trabajo en él. Aún Abraham, que había estado por tanto tiempo unido a Sara, dice: "sepultaré mi muerta de delante de mí." Así es el creyente cuando su muerte al mundo es plenamente conocida: es una pobre compañía para los mundanos, y ellos lo evitan como un aguafiestas de sus orgías. El verdadero santo es puesto en una categoría separada con Cristo, de conformidad a Su palabra: "Si a mi me han perseguido, también a vosotros os perseguirán." El santo es depositado en la misma tumba que su Señor; pues como Él estuvo, así estamos nosotros en este mundo. Está encerrado por el mundo en el único cementerio de los fieles, si puedo llamarlo así, donde todos los que están en Cristo están completamente muertos al mundo, con un epitafio para todos ellos: "Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios."

Y la tumba es el lugar (no encuentro la palabra apropiada) de la fijeza de la muerte; pues cuando un hombre muere y es enterrado no esperas verlo regresar a casa nunca: en lo que respecta a este mundo, la muerte y la sepultura son irrevocables. Dicen por ahí que los espíritus caminan por la tierra, y todos hemos leído en los periódicos "La Verdad acerca de los Fantasmas," pero yo tengo mis dudas al respecto. En los asuntos espirituales, sin embargo, me temo que algunos no están muy sepultados con Cristo sino que caminan en medio de las tumbas. Me entristece profundamente que así sea. El hombre en Cristo no puede caminar como un fantasma, porque está vivo en otro lugar; ha recibido un nuevo ser, y por tanto no puede andar murmurando ni espiando en medio de los hipócritas que están muertos a su alrededor. Vean lo que nuestro capítulo dice acerca de nuestro Señor: "Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; mas en cuanto vive, para Dios vive. Si hemos sido levantados una vez de las obras muertas nunca regresaremos a ellas otra vez. Puedo pecar, pero el pecado no puede nunca tener dominio sobre mí; puedo ser un trasgresor y alejarme mucho de mi Dios, pero nunca voy a regresar otra vez a la vieja muerte. Cuando la gracia de mi Señor me tomó y me sepultó, Él obró en mi alma la convicción que a partir de ese momento y para siempre yo estaba muerto al mundo.

Estoy muy contento que no hice ningún compromiso sino que salí completamente. He desenvainado la espada y me despojé de la funda. Díganle al mundo que no intente recobrarnos, pues ya no le somos útiles y es como si estuviéramos muertos. Todo lo que podría recuperar sería nuestros esqueletos. Díganle al mundo que no pretenda tentarnos más, pues nuestros corazones han sido cambiados. El pecado puede hechizar al viejo hombre que cuelga allí sobre la cruz, y puede mirar de reojo en esa dirección pero no puede

dar seguimiento a su mirada, pues no puede bajarse de la cruz: el Señor ha tenido cuidado de usar muy bien su martillo y ha clavado sus manos y sus pies de manera muy firme, de tal forma que la carne crucificada debe permanecer en el lugar de la perdición y de la muerte. Sin embargo, la vida verdadera y genuina en nosotros no puede morir, pues es nacida de Dios; tampoco puede habitar en las tumbas, pues su llamado es a la pureza y al gozo y a la libertad; y a ese llamado se entrega.

3. Hemos avanzado hasta la muerte y a la sepultura; pero el bautismo, de acuerdo al texto, representa también la resurrección: "A fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva." Ahora, observen que el hombre que está muerto en Cristo, y sepultado en Cristo, también es resucitado en Cristo, y esta es una obra especial en él. No todos los muertos son resucitados, pero nuestro Señor mismo "primicias de los que durmieron es hecho." Él es el Primogénito que ha resucitado. La resurrección fue una obra especial en el cuerpo de Cristo por medio de la cual fue levantado, y esa obra, comenzada sobre la Cabeza, continuará hasta que todos los miembros participen de ella, pues:

"Aunque nuestros propios pecados requierenQue nuestra carne bese el polvo;Sin embargo como el Señor nuestro Salvador resucitóAsí todos sus seguidores lo seguirán."

En cuanto a nuestra alma y a nuestro espíritu, la resurrección ha dado comienzo en nosotros. No ha venido a nuestros cuerpos todavía, pero será dada en el día designado. Por el momento una obra especial ha sido realizada en nosotros por la cual hemos sido levantados de entre los muertos. ¡Hermanos, si hubieran muerto y hubieran sido sepultados y estuvieran descansando una noche, digamos, en el cementerio de Woking, y si una voz divina los hubiera llamado para salir de la tumba, cuando las estrellas silenciosas estuviesen brillando en el firmamento; si, digo, ustedes se hubieran levantado del verde montículo de tierra, cuán solitarios estarían en el vasto cementerio en medio de la tranquila noche! ¡Cómo te sentarías junto a la tumba y esperarías a que amaneciera! Eso se parece a tu condición en relación al mundo actual lleno de mal. Tú eras en un tiempo igual al resto de los pecadores que te rodean, muerto en el pecado, y durmiendo en la tumba de malas costumbres. El Señor por su poder te ha llamado a salir de tu tumba, y ahora estás vivo en medio de la muerte. No puede haber compañerismo aquí para ti; ¿pues qué comunión tienen los vivos con los muertos? El hombre allí en el cementerio que ha recibido nueva vida no encontraría a nadie entre todos los muertos a su alrededor con quien poder conversar, y ustedes no pueden encontrar a ningún compañero en este mundo. Allí está una calavera, pero no puede ver por las cuencas de sus ojos; tampoco puede hablar su boca siniestra. Veo una masa de huesos amontonados en aquella esquina: el que está vivo les dirige la mirada, pero ellos no pueden ni oír ni hablar. Imagínate que estás allí. Todo lo que podrías hacer sería preguntarles a los huesos: "¿Vivirán estos huesos?" Serías un extraño en esa casa de corrupción y te apresurarías para huir de allí. Esa es tu condición en el mundo: Dios te ha levantado de entre los muertos, te ha sacado de la compañía con quienes antes conversabas.

Ahora, te ruego, no vayas a escarbar la tierra, para abrir las tumbas y encontrar a un amigo allí. ¿Quién abriría un ataúd y exclamaría: "¡Ven, tienes que beber conmigo! Tienes que ir al teatro conmigo"? No, nos aterra la idea de asociarnos con la muerte, y tiemblo cuando veo a un hombre que profesa la fe tratando de tener comunión con los hombres del mundo. "Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo." Tú sabes lo que pasaría si fueras levantado así, y fueras obligado a sentarte muy cerca de un cadáver recientemente sacado de la tumba. Gritarías: "No puedo soportarlo, no puedo aguantarlo"; te pondrías del lado del viento ante ese horrible cadáver. Así sucede con el hombre que vive realmente para Dios: no puede tolerar actos de injusticia, opresión, o de falta de castidad; pues la vida aborrece la corrupción.

Observen que, conforme somos levantados de entre los muertos por una obra especial, ese acto de levantar es obra de un poder divino. Cristo es traído de nuevo: "resucitó de los muertos por la gloria del Padre." ¿Qué significa eso? ¿Por qué no dice: "por el poder del Padre"? Ah, mis queridos hermanos, gloria es una palabra más grandiosa; pues todos los atributos de Dios son desplegados en toda su solemne pompa en la resurrección de Cristo de los muertos. Estaba allí la fidelidad del Señor; pues ¿no había declarado que su alma no descansaría en el infierno, y que Su Santo no vería corrupción? ¿Acaso no se vio allí el amor del Padre? Estoy seguro que fue un deleite para el corazón de Dios, devolver la vida al cuerpo de Su querido Hijo. Y así, cuando tú y yo seamos levantados de nuestra muerte en pecado, no es simplemente el poder de Dios, no es meramente la sabiduría de Dios los atributos que pueden verse, es la "gloria del Padre."

Oh, pensar que cada hijo de Dios que ha recibido nueva vida, la ha recibido por la "gloria del Padre." No sólo se ha requerido del Espíritu Santo y de la obra de Jesús y del trabajo del Padre, sino de la mismísima "gloria del Padre." ¡Si la más pequeña chispa de vida espiritual debe ser creada por la "gloria del Padre," cuál no será la gloria de esa vida cuando la perfección sea plena, y seamos semejantes a Cristo, y podamos verlo como es! Ah mis queridos hermanos, valoren altamente la nueva vida que Dios les ha dado. Piensen que son más ricos que si tuvieran un mar de perlas, más grandes que si fueran descendientes de los príncipes de más noble alcurnia. Hay en ti eso que requirió de todos los atributos de Dios para ser creado. Él pudo crear un mundo con Su poder, pero tú tienes que ser levantado de entre los muertos por "la gloria del Padre."

Observen a continuación, que esta vidaes enteramente nueva. Se dice de nosotros: "así también nosotros andemos en vida nueva." La vida de un cristiano es enteramente diferente de la vida de otros hombres, enteramente diferente de su propia vida antes de su conversión, y cuando la gente trata de falsificarla, no puede cumplir su tarea.

Una persona te escribe una carta tratando de convencerte que es un creyente, pero al cabo de media docena de frases salta una línea que delata su impostura. El hipócrita ha copiado muy de cerca nuestras expresiones, pero no lo suficiente. Hay una masonería entre nosotros, y el mundo exterior nos observa un poco, y pronto adoptan ciertos de nuestros rasgos; pero hay un signo privado que no pueden imitar nunca, y por lo tanto en un determinado momento se quiebran. Un ateo puede orar tanto como un cristiano, puede leer tanto la Biblia como un cristiano, e inclusive puede superarnos en los aspectos externos; pero hay un secreto que él no conoce y no puede falsificar. La vida divina es tan

completamente nueva que el inconverso no tiene un modelo que copiar. En cada cristiano esa vida es tan nueva que es como si fuera el primer cristiano. Aunque en cada uno de ellos es la imagen y la calca de Cristo, hay un borde trabajado de manera especial o algo relacionado con la plata verdadera, que estas falsificaciones no pueden copiar. Es una cosa nueva, novedosa, fresca y divina.

Y finalmente, esta vida es una cosa activa. A menudo he deseado que Pablo no fuese tan rápido cuando lo estoy leyendo. Su estilo viaja usando botas de siete leguas. No escribe como un hombre ordinario. Quisiera decirle que si hubiera escrito este texto de conformidad al orden propio, diría: "Así como Cristo fue levantado de entre los muertos por la gloria del Padre, así nosotros seremos levantados de entre los muertos." Pero vean, Pablo ha cubierto tanto territorio mientras estamos hablando. Él ya llegó a: "caminar." El caminar incluye el vivir, del cual es el signo, y Pablo piensa tan rápido cuando el Espíritu de Dios está en él que ha pasado más allá de la causa al efecto. Apenas hemos recibido la nueva vida cuando ya estamos activos: no nos sentamos y decimos: "He recibido una nueva vida: cuán agradecido debo estar. Voy a gozarme en medio de la quietud." Oh querido amigo, no. Tenemos que hacer algo de inmediato ya que estamos vivos y empezamos a caminar, y así el Señor nos mantiene a Su servicio; no nos permite que nos sentemos contentos porque vivimos, ni nos permite que nos pasemos toda la vida examinando si estamos vivos o no; pero nos da una batalla que debemos pelear, y luego otra; nos da su casa para que la construyamos, su hacienda para que la cultivemos, sus hijos para que los cuidemos, sus ovejas para que las alimentemos.

Hay momentos en los que experimentamos feroces luchas con nuestro propio espíritu, y también experimentamos temores de que Satanás y el pecado puedan prevalecer, hasta llegar al punto de que nuestra vida es escasamente discernida por ella misma, pero siempre es discernida por sus actos. La vida que se les da a aquellos que estaban muertos con Cristo es una vida llena de energía y de fuerza, que está para siempre ocupada para Cristo, y si pudiera movería cielo y tierra para someter a todas las cosas a Él quien es la Cabeza.

Pablo nos dice que esta vida no tiene fin. Una vez que la recibes nunca te abandonará. "sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere."

Seguidamente, es una vida que no está bajo la ley o bajo el pecado. Cristo vino bajo la ley cuando estuvo aquí, y cargó con nuestros pecados, y por tanto murió; pero después que se levantó ya no tenía esa carga de pecados. En Su resurrección tanto el pecador como la Garantía son libres. ¿Qué tenía que hacer Cristo después de Su resurrección? ¿Cargar con más pecados? No, solamente vivir para Dios. Allí es donde estamos tú y yo. No tenemos pecados que llevar ahora; todos los llevó Cristo. ¿Qué debemos hacer? Cada vez que tenemos un dolor de cabeza, o nos sentimos enfermos, ¿acaso debemos exclamar: "este es un castigo por mi pecado"? Nada de eso. Nuestro castigo ya se ha cumplido, hemos sufrido la pena capital y estamos muertos: nuestra nueva vida deber ser para Dios.

"Todo lo que me queda por hacerEs amar y cantar,Y esperar hasta que vengan los ángelesPara llevarme donde está el Rey."

Ahora debo servirle y deleitarme en Él, y usar el poder que me da para llamar a otros de entre los muertos, diciendo: "Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo." No iré de regreso a la tumba de la muerte espiritual ni me vestiré con el sudario del pecado; pero por la gracia divina voy a creer en Jesús, y voy a ir de fuerza en fuerza, no bajo la ley, ni temiendo el infierno, ni esperando acumular méritos para el cielo, sino como una nueva criatura, amando porque soy amado, viviendo para Cristo porque Cristo vive en mí, gozándome en la gloriosa esperanza de lo que está por ser revelado en virtud de mi unidad con Cristo.

Pobre pecador, tú no sabes nada acerca de esta muerte y esta sepultura, y nunca lo sabrás hasta que no tengas el poder de convertirte en hijo de Dios, y que Él da a todos los que creen en Su nombre. Cree en Su nombre y es todo tuyo. Amén y Amén.

Fortalecidos para Sufrir: Cristo, Noé y el Bautismo

1 Pedro 3:18-22 (LBLA)

Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, quienes en otro tiempo fueron desobedientes cuando la paciencia de Dios esperaba en los días de Noé, durante la construcción del arca, en la cual unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvadas por medio del agua. Y correspondiendo a esto, el bautismo ahora os salva (no quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una buena conciencia) mediante la resurrección de Jesucristo, quien está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo después de que le habían sido sometidos ángeles, autoridades y potestades.

La Conexión con lo que Precede y con lo que Continúa

Para comprender todo lo que refiere este párrafo, tenemos que entender cómo se relaciona con lo que lo precede y con lo que le sigue. Justo antes, en el versículo 17, Pedro llama a los cristianos a sufrir si esa es la voluntad de Dios: “Es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal”. A veces, es la voluntad de Dios que suframos por hacer el bien. No es fácil de entender. Necesitamos ayuda con esto. Necesitamos entendimiento, estímulo y esperanza, si es la voluntad de Dios que suframos por hacer el bien.

Por eso, en el versículo 18, Pedro comienza este párrafo diciendo: “Porque también Cristo murió [padeció] por los pecados una sola vez . . . ” La palabra “porque” nos muestra que Pedro está empezando a explicar porque a veces es la voluntad de Dios que suframos por hacer el bien. Por lo cual, el párrafo comienza como una explicación o una razón del llamado a sufrir como cristianos por hacer el bien.

Fíjense en la conexión entre el párrafo y lo que sigue en 4:1. La parte siguiente continúa así: “Por tanto, puesto que Cristo ha padecido en la carne, armaos también vosotros con el mismo propósito” - es decir, el propósito de sufrir por hacer el bien, como lo hizo Cristo. Por consiguiente, justo antes (en 3:17) y justo después del texto (en 4:1), el punto es: estén preparados para sufrir por hacer el bien, en caso de que sea la voluntad de Dios. Prepárense para ese propósito.

Pedro nos está Preparando para Sufrir

Entre estos dos llamados a sufrir, está nuestro texto, versículos 18-22. Por lo tanto, el tema principal de estos versículos es ayudarnos a que estemos preparados para sufrir con Jesús por hacer el bien, no por hacer lo que está mal. Aunque en este versículo haya cosas enigmáticas, no debemos olvidar el punto principal – en este texto, la intención de Pedro es ayudarnos a armarnos en la fe para sufrir por el bien de Cristo y su reino.

Lo Normal en la Mayor Parte de la Historia

Si esto les parece irrelevante, puede ser porque ustedes, como la mayoría de los norteamericanos, están separados del gran mundo más allá de nuestro pequeño país (que supone cerca del 5% del total) y más allá de nuestra pequeña era americana (que supone cerca del 5% de los últimos 6.000 años). Para la mayor parte del mundo y de la historia, ser cristiano no ha sido seguro. Stephen Neil dice, en su Historia de las Misiones Cristianas (p.43), que en los primeros tres siglos, cuando la iglesia se expandía como un fuego incontrolable: “Cada cristiano sabía, que tarde o temprano, tendría que dar testimonio de su fe a riesgo de costarle la vida”.

¡Piensen en eso! Imaginen evangelizar en un marco donde no podían prometerle a la gente que las cosas mejorarían para ellos en la tierra, pero que si ellos creían en lo que les ofrecían, podrían poner en riesgo sus vidas. ¿No nos dice Esto algo sobre nuestros mensajes y métodos evangélicos? Esto era normal en el contexto de esta carta, y en la mayor parte del mundo la mayoría de las veces, incluso en la actualidad.

Pero, hemos inventado nombres para los lugares en donde es peligroso ser cristiano. Los llamamos países “cerrados”. Lo cual es realmente extraño. Nuestra falsa suposición, de que tener seguridad es algo normal, la usamos para determinar dónde puede avanzar la misión de la iglesia. Toda esta idea habría resultado incomprensible para Pedro y Pablo.

Lo Normal en la Mayor Parte del Mundo

En la actualidad, es normal sufrir por ser cristianos en la mayoría de los lugares. Estar seguros y ser respetados es la excepción, no la regla. Solo un ejemplo. Los misioneros evangelistas llegaron a Camboya en la década de los 1920. Cuando fueron expulsados, en 1965, había cerca de 600 creyentes. Entre 1965 y 1975, durante la guerra civil, la población cristiana subió a 90.000, aproximadamente. Fue una extraordinaria obra de Dios. Pero, cuando la organización guerrillera Khmer Rouge (los Jemeres Rojos) asumió el poder, y Pol Pot (su líder) desató su furia sobre la nación, la mayoría de estos cristianos murieron o huyeron del país.

Esta historia puede ser repetida cientos de veces, una y otra vez, en todo el mundo y a lo largo de los siglos. Es normal, no anormal, que los cristianos sean odiados. Jesús dijo algo contundente en Mateo 24:9: “seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre”. En esto hay una advertencia para nosotros en Estados Unidos. Tengo la impresión de que tenemos un humor implacable y reaccionario en Estados Unidos. La atmósfera parece ser de aspereza, rencor y perversa animosidad en la plaza pública – como si las élites liberales, humanísticas, seculares, culturales relativistas nos hubieran quitado nuestro mundo cristiano.

Creo que es el tiempo correcto para una dosis intensa de las enseñanzas de 1 Pedro – como en 4:12: “No os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo”. Pedro desarrolla detalladamente esta carta para decirnos que somos extranjeros y expatriados acá y que NO es sorprendente ni anormal cuando los poderes culturales agravian al Cristianismo. “Si al dueño de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su casa!” (Mateo 10:25).

En este texto de hoy – y en toda la carta – Pedro está poniendo énfasis en ayudarnos a estar preparados para sufrir, si esa fuera la voluntad de Dios. Con ese objetivo fueron escritos los versículos 18-22.

Cinco Maneras en las que Pedro nos Prepara para Sufrir

Veamos cinco maneras en las que Pedro nos fortalece para esa posibilidad.

1. Recuerden que Cristo sufrió

Primero, él insiste que no olvidemos que Cristo, nuestro gran Rey y Salvador, sufrió.

Versículos 17-18: “Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal. PORQIUE también Cristo murió”. A lo largo del Nuevo Testamento, la actitud del Cristianismo es: Nuestro Señor sufrió, nosotros vamos a imitarlo.

Tenemos a Pablo que dice: “Y conocerle a Él y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como Él en su muerte” (Filipenses 3:10). A Hebreos que dice: “Padeció fuera de la puerta. Así pues, salgamos con Él fuera del campamento, llevando su oprobio” (13:12-13). A Jesús que dice: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame” (Marcos 8:34). Yo cargo la cruz; ustedes cargarán la cruz.

El primer gran estímulo, para prepararnos para sufrir por hacer el bien, es que eso es lo que le pasó a Jesús, el hombre santo más grande, amoroso, bondadoso y sincero que jamás haya existido.

2. Cristo Triunfó y nos Llevó salvos a Dios

Pedro nos fortalece para sufrir al decirnos que Cristo ha triunfado sobre nuestro más grande enemigo y nos llevó salvos a Dios.

Alguien podría preguntar: “¿Por qué las personas se convertirían en cristianas, si lo que se les podía ofrecer era que las cosas en este mundo probablemente empeorarían para ellas y sus vidas estarían en riesgo?” La respuesta es que las mayores necesidades humanas no son vivir más o estar cómodo en la tierra. Las necesidades humanas más grandes son cómo hacer para que se nos perdonen los pecados y vencer nuestra separación de Dios, para vivir eternamente con felicidad en su presencia, en vez de vivir miserablemente en el infierno para siempre. Eso es diez mil veces más importante que vivir largo tiempo en la tierra y sentirse cómodos por un porcentaje ínfimo de nuestra existencia.

Esto es lo que logra la muerte de Cristo. Versículo 18: “Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”. Presten atención a cuatro cosas.

1. Cristo murió “por los pecados”. Esto es lo que me separa de Dios. Esta es mi mayor necesidad. Estos son mis más grandes enemigos – no Satanás. Isaías 59:2: “Vuestras

iniquidades han hecho separación entre vosotros y vuestro Dios”. Esto es muchísimo más aterrador que sufrir en bien de la rectitud – sufrir la ira de Dios porque mis pecados no han sido perdonados. Pero, Jesús murió “por los pecados”. Esto es lo más grandioso del mundo. No tengo que morir con mis pecados. Hay perdón. Esta es la razón por la que la gente creería en Jesús, aún si les costara la vida.

2. Cristo murió, “el justo por los injustos”. Su muerte fue una sustitución. Él tomó mi lugar. Él soportó la ira y el castigo que yo merecía y lo hizo por mí. Su muerte fue totalmente inocente. Todo fue por los pecados de otros, no por los suyos.

3. Cristo murió “una sola vez” – es decir, su muerte fue definitiva y lo satisfizo todo para llevar a cabo el perdón de todos los que creen en Él. Nunca tendrá que ofrecer otro sacrificio. Fue consumado. Fue todo lo que era necesario para quitar la culpa de mis pecados. La deuda se pagó por completo.

4. Todo esto me lleva a Dios. “Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios”.

Este es el gran bienestar de los mártires y los cristianos que sufren. Nuestro peor enemigo – el pecado – ha sido derrotado. Y Jesús se aseguró que estuviéramos en casa a salvo con Dios. Nos llevó a Dios. Se eliminó la separación. Dios está cerca de nosotros y es para nosotros. Nuestras vidas están protegidas en Él.

¿Cómo nos ayuda esto a sufrir? Porque una de las terribles tentaciones del diablo, en el sufrimiento, es hacernos pensar que Dios nos ha abandonado. Lo que está diciendo aquí es: ¡El sufrimiento no es una señal de que Dios nos ha abandonado y se ha vuelto contra nosotros! Cristo ha cargado con nuestros pecados, padeció la ira de Dios y nos llevó salvos a Dios.

3. Recuerden los Tiempos de Noé

La tercera manera en la que Pedro nos fortalece para el sufrimiento es con la situación en los tiempos de Noé.

Después de referirse a Jesús vivificado en el espíritu (v.18), los versículos 19 y 20 dicen:

En el cual (es decir, en el espíritu), (Jesús) también fue y predicó a los espíritus encarcelados, 20 quienes en otro tiempo fueron desobedientes cuando la paciencia de Dios esperaba en los días de Noé, durante la construcción del arca, en la cual unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvadas por medio del agua.

Existe mucha controversia con respecto a qué se refiere esto. Les voy a decir lo que creo yo y cómo se relaciona con el punto principal. Creo que se refiere al tiempo en que la gente era desobediente en los días de Noé, burlándose de él porque era un hombre honrado, que obedecía a Dios (como en la situación de las vidas de los lectores de Pedro), y que Jesús, en el espíritu, fue enviado por Dios en esos días, para predicar a aquellas personas a través de Noé.

Así como en 1:11, el Espíritu de Jesús estaba en los profetas del Antiguo Testamento, que predicaban su venida, el Espíritu de Jesús estaba en Noé cuando predicaba a las personas

desobedientes de su tiempo. AHORA, ellos están en prisión – es decir, en un lugar de tormento esperando el juicio final (Lucas 16:24). No entiendo que este versículo se refiera a la ida de Jesús al lugar de los muertos, para predicar a los espíritus allí – aunque mucha gente buena y sabia lo interpretan así. Una razón primordial es esta: si el argumento de Pedro es que Jesús fue a predicar a todos los muertos, ¿por qué diría que una vez fueron desobedientes en los días de Noé? Había miles de millones de espíritus allí que no habían vivido en los tiempos de Noé.

Por eso, creo que significa que Jesús fue a predicar en los días de Noé a quienes están AHORA prisioneros, esperando el juicio final, porque rechazaron esa predicación.

Hay tres maneras en las que esto nos fortalece para sufrir.

1. Una es que nos garantiza la grandeza de Cristo. Él no está limitado en espacio y tiempo. Estaba allí predicando hace miles de años y está aquí predicando hoy. Estará con ustedes, como dijo, hasta el fin del mundo – en China, Guinea, Congo, Bangkok, Kazakstán, Uzbekistán, Japón, Papúa Nueva Guinea, Siberia, Filipinas, Costa de Marfil, Austria, Chipre, Alemania y Minneapolis – donde sea que puedan sufrir, ahora y siempre.

2. Segundo, es mejor obedecerlo y sufrir, que desobedecer y ser arrojados a la prisión del versículo 19. Eso es lo que pasó a los espíritus en los tiempos de Noé. Ellos pensaron que era absurdo hacer caso al llamado de Dios, como lo hizo Noé. Por lo tanto, permanecieron cómodos y moderadamente bien hasta que empezó a llover. Nuevamente, esta es la razón por la que se puede convertir a la gente con un mensaje que convoca al sufrimiento – es un sufrimiento que va mantenerlos fuera de la prisión eterna.

3. Tercero, no es una desventaja para ustedes ser una pequeña minoría rechazada. Ese es el punto del versículo 20, donde dice que en el arca “unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvadas a través del agua”. Debe haber parecido insignificante pertenecer a esa minoría tan pequeña. Pero, lo esencial es: si ustedes son una minoría con Dios, se salvarán y se revertirá la situación. Por eso, cuando llegue el momento del sufrimiento, no desperdicien su confianza, porque tiene una gran recompensa.

4. Conocer el Significado del Bautismo

La cuarta manera, en la que Pedro nos fortalece para el sufrimiento, es describiendo el significado del Bautismo.

Las inundaciones, que llevaron al juicio del mundo en los días de Noé, le hacen recordar a Pedro el bautismo cristiano. Versículo 21: “Y correspondiendo a esto [la inundación], el bautismo ahora os salva - no quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una buena conciencia - mediante la resurrección de Jesucristo”.

El versículo 18 decía que Cristo murió por los pecados y nos llevó a Dios. En otras palabras Cristo nos salvó. Pero, la pregunta es ¿Quiénes son esos? ¿A quién salvó realmente la muerte de Cristo? Eso es lo que el versículo 21 responde: aquellos que están bautizados. Pero, Pedro sabe que esto se va a malentender si no lo califica. Por eso, cuando dice: “el Bautismo os salva”, agrega: “No quitando la suciedad de la carne, sino como una petición a Dios de una buena conciencia”. Virtualmente, esta es una definición del bautismo. El

bautismo es una expresión exterior de una apelación a Dios, interior y espiritual, para la purificación. En otras palabras, el bautismo es una manera de decirle a Dios: “Confío en Ti, para que, para mí, la muerte de Jesús sea relevante por mis pecados, y para que me lleves, a través de la muerte y el juicio, a la vida nueva y eterna mediante la resurrección de Jesús”.

El bautismo podía limpiar el cuerpo porque era por inmersión. Pero, no es por esto que él dice que salva. Salva por una razón: es una expresión de fe. Es una petición de fe. En Romanos 10:13, Pablo dice que todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo. El bautismo es todo un llamado. Es una petición al Señor.

¿Cómo nos fortalece esto para sufrir con Cristo? Así: Cuando pasamos por el agua del bautismo, pasamos por la muerte y el juicio. Hemos sido enterrados con Cristo y hemos resucitado con él. Hemos pasado de la muerte a la vida. El juicio terminó. El sufrimiento que experimentamos no puede ser la condenación de Dios. Cristo ya lo ha experimentado por nosotros. Lo recibimos a través de la fe y expresamos nuestra fe por el bautismo. Este representa un recordatorio constante que se evitó el peor sufrimiento. Cristo lo sufrió por nosotros. Nunca tendremos que ir a juicio. Ahora no existe la condenación. Ya hemos pasado esa muerte en Cristo y resucitado en Él. Por consiguiente, nuestro sufrimiento actual no se debe a la ira de Dios, sino a la amorosa disciplina de nuestro Padre y la preparación para la gloria.

5. Recurran a Cristo, Quien está a la Diestra de Dios, Reinando sobre Todo

Una última manera en la que Pedro nos fortalece para el sufrimiento: nos muestra que Cristo está a la diestra de Dios, reinando sobre los ángeles, las autoridades y las potestades.

Versículo 22: “Quien está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo después de que le habían sido sometidos ángeles, autoridades y potestades”.

Tengan presente este pensamiento en preparación para el sufrimiento. Ningún demonio que acose, oprima, engañe y acuse es libre de hacer lo que quiere. Todos los ángeles, autoridades, poderes, demonios y Satanás mismo están sometidos a Jesucristo.

Cuando al final de su carta (5:8-9), Pedro dice que el diablo anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar y que resistamos firmes en la fe. ESTA es la fe a la que se refiere. La fe en la que los ángeles, autoridades, poderes están sometidos a Jesús. Esto es con lo que reprendemos y resistimos al diablo: estamos sometidos a Jesús. Jesús reina a la diestra de Dios y ustedes están subordinados a Él. No pueden hacer nada sin su permiso. Son como un gato con cadena. No me pueden tocar a menos que Él lo permita. Y solo lo permitirá hasta el punto en que ese contacto sea para mi bien y para su gloria.

Manténganse firmes como creyentes. Manténganse firmes en esta gran fe y ármense con el propósito de Cristo. El Hijo de Hombre no vino para que lo sirvan, sino para servir y dar su vida por muchos como rescate. Sigámoslo.