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DIRECTORIO

LIC. MIGUEL ÁNGEL CORREA JASSODirector General

LIC. JAIME A. VALVERDE ARCINIEGASecretario General

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LIC. RICARDO HERNÁNDEZ RAMÍREZSecretario Técnico

LIC. FRANCISCO GUTIÉRREZ VELÁZQUEZSecretario Ejecutivo de la Comisión de Operación

y Fomento de Actividades Académicas

ING. MANUEL QUINTERO QUINTEROSecretario Ejecutivo del Patronato

de Obras e Instalaciones

DR. ADOLFO MARTÍNEZ PALOMODirector General del Centro de Investigación

y Estudios Avanzados

ING. JULIO DI BELLA ROLDÁNDirector de XE-IPN-TV Canal 11

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VALENTÍN GÓMEZ FARÍAS

Padre de la Reforma y Padre de la República

14 de febrero de 1781 - 5 de julio de 1858

JOSÉ SANTOS VALDÉS

INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL

— México —

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Valentín Gómez Farías

Primera edición: 1981Segunda edición: 2002

D.R. © 2002 INSTITUTO POLITÉCNICO NACIONAL

Dirección de PublicacionesTresguerras 27, 06040 México DF

ISBN 970-18-8066-8

Impreso en México/Printed in Mexico

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INTRODUCCIÓN

L 14 de febrero de 1981, se cumplió el segundo centenariodel nacimiento del ilustre doctor Valentín Gómez Farías,

patriota sin mancha, político militante del liberalismo, conside-rado como el Padre de la Reforma por su valiente desempeño enla tarea de encauzar la vida de la nación por los senderos del pro-greso y de la justicia social que, gracias a un claro y firme propó-sito, legisló para hacer de la educación una actividad científica,liberándola de las trabas de la mentira y de la superstición.

Hombre consagrado a servir a la patria y fundamentalmentea los pobres, caracterizó su vida privada con una honradez sinmácula y una completa entrega de su vida y de sus bienes, enfavor de la libertad y la felicidad de los mexicanos.

Odiado, calumniado y perseguido hasta después de muerto,por su amor a la verdad y a la justicia, se mantuvo invariable-mente fiel a la causa liberal, pronunciando, al jurar la Consti-tución de 1857, estas palabras que estremecieron a quienespresenciaron tan solemne acto: “Éste es mi Testamento”.

Además de enfermo, nueve días después cumpliría 76 años, suedad y estado de salud, no evitaron su presencia en el acto en quese juró la constitución, que fue el más trascendente de su vida.

El Instituto Politécnico Nacional, rinde homenaje al pa-tricio y contribuye con modestia, a mantener viva la memoriade uno de los más grandes mexicanos constructores del Méxicomoderno.

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El conocimiento de su vida y de su obra acendrará nuestroamor a la patria y fortalecerá nuestra voluntad en el cumpli-miento de las tareas cotidianas para hacer de ella, una patriagrande y fuerte que nos dé el disfrute del pan, de la paz, del tra-bajo, de la libertad y de la cultura.

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ORIGEN

on Valentín Gómez Farías nació el 14 de febrero de 1781,en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, en el seno de una

familia que disfrutaba de holgura económica. Su padre de ori-gen español fue don José Lugardo Gómez de la Vara, comercian-te en granos. Su madre doña María Josefa Martínez y Farías,hija de padre español y de madre mexicana, que vio la luz pri-mera en nuestro país. El hogar de los Gómez Farías fue regidopor las normas de la religión católica cumplidas fielmente, puesel señor Gómez era estricto en el desempeño de sus deberes decreyente, y con mayor razón dada su condición de mujer, doñaJosefa fue devota y cabal católica, por lo que a sus deberes reli-giosos y hogareños hace. Conviene precisar que don ValentínGómez Farías nació y creció dentro de las más estrictas normasdel catolicismo, pues —a mayor abundamiento— uno de suspadrinos fue el clérigo presbítero don Domingo Gutiérrez.

Educado dentro de la fe católica, el niño, el joven y el hom-bre que fue don Valentín, profesó toda la vida dicha fe, cum-pliendo con el culto que la misma obliga a sus creyentes. Esmentira, por lo mismo, que fuera ateo y practicante de ritos ex-traños y contrarios los que le inculcaron sus padres; nunca rene-gó de su religión ni abandonó las costumbres de ella derivadas,incluso siendo vicepresidente de la República asistió a comulgara la catedral.

El odio cerril que despertó su acción de liberal y de reforma-dor, llevó a sus enemigos a inventarle no sólo su ateísmo sino aexpresar que fue hijo de un vendedor de pulque y además quellevaba en sus venas sangre judía por parte de su madre. Con

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esta mentira los fanáticos justificaban la falsa acusación quede judaizante le hacían. Conviene precisar que nuestro persona-je —justamente porque fue fiel creyente, cristiano y católico,obediente, desde luego a los diez mandamientos y porque suhumanismo no entraba en conflicto con ellos— nunca fuementiroso, ni desleal y mucho menos ladrón y asesino. Parecerápueril que haga estas consideraciones; las creo obligadas dadoque los enemigos de don Valentín no se distinguieron ni por suamor a la verdad ni por el ejercicio de eso que todavía se llamacaballerosidad.

VIRTUDES Y FORMACIÓN

El ambiente hogareño en el que vivió de niño y de joven nues-tro reformador, facilitó extraordinariamente la adquisición delas virtudes básicas que formaron el cimiento de la conducta delhombre. La formación humana —buena o mala— depende enmucho del ambiente hogareño. El amor a la verdad, el respetopara los semejantes, el espíritu de equidad y de justicia, el apegoa los dictados de la higiene y la formación de buenos hábitosrelativos a la vida humana en todos sus aspectos, sólo se adquie-ren por la vía del diario vivir; por la vía de eso que se llama elejemplo que es el supremo complemento de lo que se reco-mienda o aconseja. El vivir entero hace posible la solidaridadfamiliar, la transmisión empírica de los valores, la adquisiciónprofunda de eso sin lo cual no vale la pena vivir: la dignidad hu-mana.

El hogar de los Gómez Farías le dio al niño y al joven la basede lo que después constituyeron las virtudes del hombre: bon-dad, firmeza, amor a la verdad, amor a los semejantes y a su

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país, reciedumbre en las convicciones, honradez sin tacha y—repito— una clara conciencia de lo que es la dignidad huma-na, que sólo puede vivirse si la alimentan de la verdad, la libertady el respeto al derecho de los demás, que generan la solidaridadpara con los semejantes.

El hogar fue factor decisivo para que don Valentín realizaracon éxito los estudios que lo llevaron a la universidad en la queobtuvo título de médico. Estudios que logró con las dificulta-des y tropiezos propios de la época y entre los que figura el que—tal vez como correspondientes a la preparatoria de hoy—tuvo que cubrir los cursos de filosofía en el Seminario Conciliarde Guadalajara, en el cual tuvo a dos maestros —curas liberalesambos— que fueron don Francisco Severo Maldonado y donJosé de Jesús Huerta, los que, aunque con limitaciones, expusie-ron las nuevas corrientes del saber científico que sacudían aEuropa y habían provocado las tremendas luchas del siglo XVIII,sobre todo en sus últimos 50 años y con ellas la RevoluciónFrancesa.

Como si estos nuevos aires no hubieran sacudido su pensa-miento, Gómez Farías deja el Seminario —en el que predomi-naban la teología y la escolástica, enemigas del saber científico,alimentadas por la superstición— e ingresa a la Escuela de Me-dicina de la Universidad en Guadalajara. Escuela en la que pesea su categoría universitaria, las cosas andaban peor por lo quehace a material de estudio y métodos de enseñanza. Los cate-dráticos rehuían la observación y la experimentación. La anato-mía se enseñaba en carteles y láminas. La ciencia universitariade la medicina tenía más de hechiceros, curanderos, astrólogoso de brujería, que de práctica y saber científico.

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Gómez Farías quería aprender y para ello, así como había leí-do libros prohibidos a escondidas, estudió textos científicos lle-gados de Europa, adquiriendo conocimientos que se dicesorprendieron a quienes lo examinaban. Don José R. Benítez ensu biografía de don Valentín Gómez Farías —citado por donVicente Fuentes Díaz— dice que gracias a esas lecturas, nuestropersonaje amplió su saber científico. Fue entonces (leyendo alas escondidas) cuando Andrés Vesalo, célebre cirujano de Car-los IV y Felipe II, le vino a decir con sus escritos que las doctrinasde Galeno no se referían al hombre, sino al mono, y que el hue-so incorruptible e imponderable que reconstruiría a los morta-les el día del juicio final, no obstante el parecer y opiniones delos teólogos, no existía; fue entonces cuando Paracelso, el erran-te reformador de la farmacopea y fundador de la clínica médica,le enseñó que son las sustancias químicas y no las oraciones a lossantos y las reliquias las que devuelven la salud al cuerpo; fueentonces cuando Servet, el médico que pagara con la hoguera elodio de Calvino, le mostró su descubrimiento de la pequeñacirculación de la sangre entre el corazón y el pulmón; fue enton-ces cuando supo por los libros de Juan Gesner, el fundador de laclase de física médica y del Jardín Botánico de Zurich, que elhombre, como ejemplar zoológico, no tenía una mayor impor-tancia que el organismo de una rana, al mismo tiempo que sedeleitaba con las descripciones que Raudeleta hacía de los anfi-teatros anatómicos, conocidos en Guadalajara hasta 1834, ycon las primeras disertaciones heterodoxas sobre ictiología.

Por último también leía en aquellos viejos infolios, que ha-bían estado esperando la oportunidad para llegar a la NuevaEspaña, cómo Ambrosio Paré, utilizaba en las amputaciones,“la ligadura de las arterias, en vez de la cauterización”.

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Tan larga cita tiene por propósito poner de manifiesto el afánde saber científico de don Valentín Gómez Farías —por unaparte y por la otra— el tremendo atraso en materia de conoci-mientos médicos, que había en nuestra educación universitaria.Calcúlese ese atraso sabiendo que Paracelso vivió de 1496 a1541; Vesalio de 1514 a 1564; Servet de 1511 a 1553 y Paré de1509 a 1594. Atraso de siglos que se explica simplemente por-que la iglesia determinaba qué se debía enseñar y qué autoresconsultar.

EJERCICIO DE LA PROFESIÓN

Parálisis rota por la llegada de la vacuna antivariolosa a Méxicoy que tardó casi un año en llegar a Guadalajara. Fue en agostode 1805 cuando los estudiantes de medicina, entre ellos Va-lentín Gómez, por orden de la Universidad principiaron a apli-carla. Hecho que empezó a socavar la superstición en las mentesde pobres y ricos; un recurso médico creado por el hombre,vencía a una enfermedad considerada como castigo divino. En1808, Gómez Farías presentó examen profesional. Se dice quecerca estuvo de la reprobación por haber utilizado textos france-ses en su preparación para dicho acto. Alrededor de su examenprofesional hay versiones no comprobadas que aluden a sucapacidad profesional. Lo comprobable es que sea porque elambiente no le era propicio o porque deseaba mejorar profe-sionalmente, abandonó la ciudad de Guadalajara y se trasladó ala de México, a la que llegó tal vez ya cumplidos los 29 años omuy cerca de alcanzar dicha edad. Buscó el hospital más presti-giado —el de San Andrés— pensando encontrar la superaciónprofesional que buscaba. Encontró el mismo ambiente de ig-norancia, de superstición, de atraso y falsa ciencia que lo hizohuir de Guadalajara. Pensó que en la provincia encontraría más

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oportunidades de ejercer y una poca de libertad para experi-mentar y decidió irse a vivir a Aguascalientes, en la que se inicióel cambio que para bien de México se operó en la conciencia delque después sería Padre de la Reforma.

Fue a mediados de 1810 cuando ocurrió su segundo despla-zamiento. El Grito de Dolores le sorprende allí en calidad derecién llegado. Los sucesos de la hacienda de Pabellón —tal veza diez leguas de la ciudad— los intentos de Rayón después delo ocurrido en Acatita de Baján y la era de terror que sobre laciudad y la región desató el sanguinario Felipe Terán, no lograndespertar en el médico tapatío actitud política alguna que lo des-viara de su única actividad: el ejercicio de su profesión. A ellaestaba entregado en cuerpo y alma. Profundamente católico,habiendo crecido, estudiado y alcanzado un título que lo auto-rizaba a ejercer la medicina —que por otra parte era su sueño ypor lo pronto su razón de vivir— lo que había conseguido estu-diar en un ambiente de espeso misticismo del que parecía ha-berse liberado al ejercer con cierta independencia. Al parecernada le preocupaba fuera de atender a los enfermos, ensayar susideas sobre enfermedades, enfermos y curaciones y de cumplircon sus deberes de creyente.

Las lecciones de don Severo Maldonado y de don José de Je-sús Huerta, que le abrían los caminos de las nuevas ideas filosó-ficas y que podían motivarle inquietudes políticas, parecía quede nada habían servido; las acciones de su vida diaria nada te-nían que ver con la lucha insurgente ni con la represión virrei-nal para acabar con ella. Su prestigio profesional era mayor cadadía y su bonhomía para con los pobres le habían ganado el res-peto de la población. Su desprendimiento para con los desvali-dos era conocido y de lejos llegaban los pacientes. Regresa a la

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metrópoli en busca de salud y preocupado siempre por mejorarsu capacidad profesional, se queda a vivir cuatro meses en laciudad de San Luis Potosí. Vuelve a Aguascalientes, donde con-trae matrimonio con la joven Isabel López de Nava y Padilla,“de belleza singular y porte distinguido, de esa prestancia que en laprovincia adquiere perfiles de sugestiva autoridad”, dice el licen-ciado Fuentes Díaz. Matrimonio que procreó cinco hijos, de losque sólo Valentín que fue el último murió de corta edad. Losdemás alcanzaron la mayoría de edad y fueron Fermín, Ignacio,Benito y Casimiro. Conviene señalar que don Valentín no fueperseguido por el sanguinario Terán y que mereció dispensa delobispo de Guadalajara en gracia a su públicamente reconocidocatolicismo y a que nunca se supo de él que mostrara simpatíapor la causa de los insurgentes.

EL POLÍTICO

Se había casado el 4 de octubre de 1817, a los 36 años de edady se mantenía firme en su posición de hombre al que sólo pre-ocupaban la ciencia médica, los enfermos y claro su familia.Pero —como dice la frase consagrada— el mundo seguía sumarcha. España para 1820 había sufrido lo que puede llamarseuna revolución liberal. Aquí parecía que el virreinato no teníapor qué temer a la insurgencia casi reducida a los contingentesde don Vicente Guerrero. Por otra parte, el virrey había facilita-do —por medio de una política tolerante— que se comentaranlos hechos que en favor de la libertad ocurrían en Europa y enEstados Unidos y aunque no abiertamente ni de manera popu-lar, circulaban entre cada vez más numerosos grupos, las nuevasideas en favor de la libertad, de la soberanía popular, de la igual-dad de derechos y de sistemas representativos de gobierno.

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Regidor

En tal ambiente propicio al cambio que la insurgencia procla-maba como necesario para la transformación social, y habidacuenta de la nueva tolerante política del virrey de Apodaca, afines de ese año —1820— don Valentín Gómez Farías es seña-lado para ocupar el cargo de regidor en la ciudad de Aguas-calientes. No se había interesado y mucho menos participadoen la vida pública de la ciudad. En cambio, gozaba de estima-ción por sus cualidades de médico y por su ya unánimementereconocido desprendimiento y espíritu humanitario. No habíaservido ni participado con las autoridades ni tampoco con lainsurgencia. Políticamente era un hombre blanco, nuevo en elquehacer de gobernar a la ciudad. No guardaba semejanza al-guna con quienes prestaban o habían prestado servicios en elmunicipio. Circunstancias tales lo convertían en el hombreideal para servir a la comunidad de acuerdo con las nuevas co-rrientes de opinión y por lo mismo con el cambio social que—desde 1810— estaba en gestión.

En esas condiciones Gómez Farías participó durante un añoturnándose la Presidencia del ayuntamiento con otros dos ciu-dadanos y obrando de acuerdo con su elevada moral personalde hombre honesto, acostumbrado a vivir con rectitud y lim-pieza y a la vez por su condición de filántropo al servicio cons-tante de la comunidad especialmente para beneficio de lospobres. En los empeños de servir a la ciudad y a sus habitantes,lo sorprendió el Plan de Iguala a mediados de marzo de 1821.Tuvo conocimiento de que el clero y el ejército se habían apre-surado a declarar la independencia, desconociendo la autoridadde Apodaca, y cortando toda liga con el gobierno español. Demomento don Valentín Gómez y los otros miembros del Ayun-

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tamiento no tomaron partido ni a favor ni en contra del Plan deIguala. Pero pronto se dieron cuenta de que el anhelo de inde-pendizar al país era unánime aunque —como ocurre en casossemejantes— no todos aspiraban a la autodeterminación políti-ca persiguiendo los mismos fines como lo demostró después elcurso de los acontecimientos. Don Valentín estaba de turnocomo presidente del Ayuntamiento y, como tal, el 6 de enero de1821, convocó a una reunión pública frente al edificio munici-pal previa aprobación del clero y de las personas más importan-tes de la ciudad. El futuro reformador sosteniendo la banderade Iguala —la de las Tres Garantías— apareció en el balcóncentral de la casa municipal y ondeando la nueva enseña, pro-clamó y juró la independencia mexicana ante al desbordado en-tusiasmo del pueblo allí reunido.

El clero, como era de rigor, organizó un solemne Te deumpara consagrar proclamación y juramento. El entusiasmo popu-lar convirtió su liberación en manifestaciones multitudinariasde alegría y regocijo que duraron tres días, los que prácticamen-te, se iniciaron el día seis cuando la masa popular derribó elbusto del monarca español Fernando VII que se alzaba sobre unpedestal en el centro de la plaza pública. El gobierno municipal—no olvidar que Aguascalientes pertenecía al estado de Zaca-tecas— consideró necesario participarar en auxilio de la luchaque se libraba para alcanzar la total independencia y organizarun batallón para cumplir tal propósito. Voluntarios sobraronpero faltaba dinero. Esta circunstancia permite que don Valen-tín actúe como un convencido patriota y como político capazde apoyar con todo lo que personalmente pueda hacerlo y defi-ne al nuevo hombre que es; un político militante entregado a lalucha para hacer posible el cabal cumplimiento de sus ideas ypropósitos políticos cimentados en el amor a la libertad, al pro-

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greso y a la justicia. Durante once años de ejercicio profesionalhabía formado su personal fondo de ahorro, lo puso a disposi-ción del ayuntamiento para organizar equipos y sostener el ba-tallón. Sus compañeros, activos y entusiastas trabajaban deacuerdo con la nueva situación.

Para don Valentín Gómez Farías es justamente eso, una nue-va situación. Ha dejado de ser solamente médico y filántropo.Ahora es además, político. Ha desaparecido el hombre tranqui-lo, respetuoso de los demás e incapaz de causarles perjuicio.Ahora está inmerso en la gran lucha por la independencia delpaís. Para alcanzar tan decisiva meta para el progreso y la felici-dad de su patria, se dispone a llevar a cabo lo necesario y lo ne-cesario es ahora —12 de julio de 1821— barrer con losobstáculos que a la independencia se opongan. Para tal fin re-produce por medio de Bando Solemne la proclama lanzada enGuadalajara, la cual, entre otras cosas, califica como “el mayorde los delitos es conspirar contra la independencia”, advirtiendo alos habitantes de la ciudad y de la provincia que:

...quien de hoy en adelante maquinare o intentare subvertir el or-den establecido, o conspirare contra el sistema de la independen-cia con hechos, con palabras o discursos educativos o de cualquierotro modo, de cualquier estado, clase, condición o procedenciaque fuera, será castigado severamente, previa la competente justi-ficación del delito, con las graves penas que las leyes tienen esta-blecidas contra los sediciosos y perturbadores de la tranquilidad,orden y seguridad pública...

Más adelante la proclama establece que para la enormidad detal crimen “no puede caber indulgencia con peligro de la patria”.Documento firmado por don José Antonio Andrade y don An-

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tonio J. Valdés, el 28 de junio de 1821 y a la que ValentínGómez —como regidor— manda publicar por Bando, agrega:

...que se procederá contra los contraventores que seducieren con-tra el partido de la independencia formándoles su sumaria, ha-ciéndose lo mismo con aquellas personas que sepan las dichasseducciones y no las delataren.

El tolerante, el humanitario, el buen hombre, está conscientede la hora que vive y de los intereses que en la lucha se juegan yno vacila en apretar la mano amistosa para convertirla en puñoque golpeará —si así se necesita— a los opositores.

Por sus servicios a la causa de la independencia y por la orga-nización del Batallón de Aguascalientes, el Ejército Trigarante—cuyo jefe es Agustín de Iturbide— le otorgó el grado de coro-nel, que el médico rechaza “por su honda e indeclinable aversión ala carrera de las armas”.

Triunfó el Plan de Iguala. Don Juan O’Donojú fue el últimovirrey. Se firmaron los Tratados de Córdoba, se estableció laRegencia del Imperio jefaturada por Iturbide y ésta convocó el17 de noviembre de 1821, a la Asamblea Constituyente que seencargaría de precisar la estructura jurídica del recién liberadopaís de la tutela de España. Aguascalientes era parte de la Inten-dencia de Zacatecas y el 21 de diciembre eligió primero, a suselectores y éstos a su vez a los diputados a la Constituyente, deacuerdo con la división de sectores, como ahora se dice, el ecle-siástico, el militar y el letrado. Don Valentín Gómez en limpioacto democrático fue designado como elector y después comodiputado representante del sector militar. El nada amigo delmilitarismo fue su representante y en compañía de don Francis-

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co García —el legendario Tata Pachito— que no representabaningún sector, del clérigo Iriarte y del licenciado José MaríaBocanegra, que representaba a los letrados, hizo viaje a la ciu-dad de México.

Su inexperiencia —según el historiador González— en fun-ciones tan nuevas para él, formuló a los ayuntamientos de laIntendencia las siguientes cuestiones: 1°. ¿Qué clase de go-bierno querían ellos y los pueblos que se establecieran? 2°. ¿Encaso de querer la monarquía cuál príncipe debería ocupar el tro-no de México? El Ayuntamiento de Aguascalientes y los deAsientos Calvillo y otros, no quisieron resolver estas cuestiones.En realidad no hubo tal inexperiencia y sí respeto para la opi-nión de sus representados, es decir, procedimiento democráti-co. En la ciudad de México encontraron aguda inquietudpolítica provocada por el trabajo clandestino de los partidariosde la Colonia y por los que —aunque no lo confesaban— eranpartidarios del sistema republicano.

Al instalarse el Congreso Constituyente el 24 de febrero de1822, dos bandas principales estaban frente a frente: republica-nos y monarquistas. Estos últimos se dividían en dos grupos:los partidarios de un monarca mexicano —Iturbide— y los queanhelaban un monarca europeo y de la casa de los Borbones,calificados por ello como borbonistas. Con algunas dificultadessuperadas o hechas a un lado, se instaló la Asamblea y los dipu-tados al requerimiento de su presidente, juraron con la manopuesta sobre los evangelios defender la religión católica, la inde-pendencia mexicana y elaborar la Constitución del Imperioacatando los Tratados de Córdoba y el Plan de Iguala. El nom-bre de Valentín Gómez Farías no se oye en la iglesia de San Pe-dro y San Pablo, recinto del Congreso.

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Tarda en hacer su primera proposición escrita: el 22 de abril,ante el temor de un intento de España para reconquistarnos,pide se prepare el país para una guerra defensiva, formar unfondo para sostener al ejército y que se evite la salida de la mo-neda de plata y el oro por los puertos del país. Ya antes habíadefendido los bienes del clero; siempre fue sincero católico y to-davía creía en su bondad, pero su intervención más sorprenden-te tiene lugar con motivo del incidente grotesco de Pío Marchay de los iturbidistas, que invaden el recinto exigiendo se declareemperador de México a don Agustín. En medio del desorden yla gritería del populacho alcoholizado, surge Gómez Farías conel documento que —en compañía de otros diputados— acabade redactar, que firmaron 46 de ellos y en resumen proponía re-conocer a Iturbide como emperador. Exigían que mediante ju-ramento se comprometiera a acatar la Constitución y las leyes yórdenes emanadas del Congreso. Después de largo y desordena-do debate, la propuesta se aprobó por escasa mayoría. El licen-ciado Fuentes Díaz hace una serie de consideraciones acerca dela decisiva intervención de Gómez Farías en favor de Iturbide ycita a don Justo Sierra que la explica y justifica.

Nuestro médico y diputado zacatecano destaca su persona-lidad y a partir de ese día —19 de mayo— queda convertidoen importante político, designándosele después miembro dela Comisión de Colonización, desde la que plantea se acepte laproposición de llevar 15 mil colonos —entre irlandeses y cana-rios— a la vasta llanura tejana. Justifica plenamente su apoyo atal proyecto y cuando los iturbidistas, determinan se declare di-nastía imperial hereditaria a la familia de Iturbide logra que seaplace el debate. Vuelve a hablar el 11 de julio para pedir se co-loque la imagen de la Virgen de Guadalupe en el salón de se-siones del Congreso cuando sus colegas lo que esperan es que

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hable de las maniobras del emperador Agustín I, en contra delCongreso: el ministro de Relaciones del Imperio había ordena-do la aprehensión de varios diputados.

Don Valentín a fuerza de experiencia está precisando su líneapolítica futura, la que seguirá todo el resto de su vida. La oca-sión la da la agresividad iturbidista: exige en un tono de singularenergía que se pida a don Andrés Quintana Roo —el venerableinsurgente y ministro de Relaciones— proporcione informes alCongreso sobre la aprehensión de los diputados.

El ministro considera legal dicha aprehensión. Cunde el te-mor entre los diputados que recuerdan al Iturbide de 1814, quese portó como salteador y asesino en la región del Bajío. El pro-blema se embrolla: el emperador se aferra a la legalidad de suacción y en el Congreso —sobresaliendo don Valentín GómezFarías— siguen condenándola y negando autoridad al gobiernopara juzgar a los miembros del Congreso. Don Valentín propo-ne se declaren traidores a la patria a quienes atenten contra la re-presentación nacional y es el más apasionado defensor de lainmunidad del Congreso. Propone disolverlo a correr el riesgode que acabe sometido al gobierno, actitud de la que debe darsecuenta al país.

Por su parte, Agustín I promete respetar al Congreso “hastadonde lo permita el bien del imperio”. La expresión es suficien-temente clara por descarada: establecerá la dictadura. Algunosdiputados se inclinan por una transacción conciliatoria, puntode vista que se rechaza gracias a Gómez Farías, que en su votoparticular —que se produjo en último lugar— se expresó “co-mo el más ardiente de los anti-iturbidistas”.

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El ingenuo legislador que apoyó a Iturbide era ya un celosodefensor de la soberanía del Congreso, duro y decidido opositordel emperador. La situación se mantuvo tensa, se rechazó laproposición de disolver el Congreso y el 31 de octubre de 1822,el brigadier Luis Cortazar “rabioso iturbidista”, pidió a los di-putados desalojar el edificio y el gobierno se consolidó comodictadura condenada a morir en breve aunque, el 7 de noviem-bre, se instaló una caricatura de Congreso que fue simple ins-trumento para los caprichos imperiales. El descontento recorrióel país: Santa Anna se sublevó en Veracruz, proclamando la Re-pública. Igual hicieron don Guadalupe Victoria, Guerrero yNicolás Bravo. El plan de Casa Mata con nuevos elementos po-pulares favoreció la insurrección. Iturbide se vio obligado atransar con el llamado ejército restaurador y aceptó reinstalar alCongreso, lo que se cumplió el 7 de marzo de 1823. Don Valen-tín Gómez Farías reapareció en su seno en la sesión del 28 demarzo, que se ocupó de discutir la abdicación del emperador queen Tulancingo, custodiado por Bravo, esperaba las resolucionesdel Congreso que había disuelto en octubre del año anterior.Don Valentín fue nombrado por su sobresaliente anti-iturbi-dismo, miembro de la comisión dictaminadora del caso delexmonarca. La comisión propuso que tres personas se encarga-ran “del mando ejecutivo” en lugar del abdicante, quien deberíadejar el trono y salir del país. Propuestas que fueron justificadaspor los ponentes Agustín Iriarte, Gómez Farías y Bocanegra.

Diputado

Las fuerzas democráticas habían alcanzado una victoria. GómezFarías sin enrolarse con ninguno de los grupos —entre ellos losmasones divididos en escoceses y yorkinos— sigue luchando

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porque se convoque a nuevo congreso constituyente y participaactivamente en algunos problemas con la doble mira de conser-var la unidad del país y mantener la paz. Se opone al préstamoque de 20 millones de pesos gestiona el ministro Alamán. Alaprobarse la convocatoria para el nuevo constituyente, el médi-co filántropo y ahora activo y revolucionario político, es nue-vamente reelecto diputado por Zacatecas, junto con donFrancisco García Salinas —Tata Pachito— y el moderado señorSantos Vélez. El nuevo Congreso se instala el 5 de noviembre de1823 y don Valentín vuelve a destacar entre las primeras figurasdel mismo, pero ahora desde el principio. El 16 de diciembrelos republicanos obtienen el triunfo de sus aspiraciones: seaprueba el artículo 5° del Acta Constitutiva, que deja estableci-da como forma de gobierno, la República Federal representa-tiva, aprobación que despierta gran entusiasmo y que se da aconocer desde luego al país. En su actividad parlamentariaValentín Gómez no tiene reposo, ni pide ni da cuartel. El 15 deenero de 1824 rechaza un proyecto de artículo para la nuevaconstitución, en el que se pretende legitimar el derecho a teneresclavos en México siempre que, en su país de origen, hayansido eso: esclavos.

El 9 de marzo se supo que Iturbide pretendía regresar al país.Una ley lo declara traidor junto con los que de alguna maneratraten de ayudarle a conseguir sus propósitos y, un decreto pos-terior, lo condena al cadalso si se empeñaba en volver al país, loque autorizó al general De la Garza para fusilarlo en el ahorainundado pueblo de Padilla, Tamaulipas.

Es electo presidente de la República don Guadalupe Victoriael 1°. de octubre. Tal parecía que México gozaría de paz y tran-quilidad. La nueva Constitución fue promulgada el 4 de octu-

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bre de 1824. El 5 de noviembre fue designado don ValentínGómez Farías presidente del Congreso, lo que evita que partici-pe en las discusiones. Sin embargo presenta iniciativa que no esvalorada debidamente en sus patrióticos y avanzados propósi-tos. Pide la creación “de un Banco Nacional para impulsar laagricultura, la industria, la minería, las artes y el comercio; parala apertura de caminos y canales y para la extinción de la deudapública”. La iniciativa no fue aprobada y el 6 de diciembre dejala presidencia del Congreso en las manos de su viejo maestro defilosofía, don José de Jesús Huerta.

Senador

En 1825 es electo senador por Zacatecas, junto con don Fran-cisco García Salinas, con el que lo ligaba entrañable amistad. Suactividad legislativa lo convierte en el más importante miembrodel Congreso. Ese año ambos sufren su primer revés cuandopretenden que se enjuicie al general Manuel Mier y Terán, porhaber despojado de su artillería al ejército de Zacatecas. DonValentín más tarde rompe con Zavala: sostiene que nada máslos mexicanos tienen derecho a comprar terrenos y no los ex-tranjeros. Después se empeña en conseguir que el Vaticanoreconozca el Derecho de Patronato para que el gobierno me-xicano —al igual que los monarcas españoles— pudiera inter-venir en ciertos trámites administrativos del clero “como lafijación del número de prelados y su nombramiento para las si-llas vacantes”. Derecho que fue negado al gobierno mexicano apartir de 1821. Desde luego que el clero mexicano se opuso a lavigencia de tal derecho, pero seguía disfrutando de las ventajasque le proporcionaba. Valentín Gómez luchó casi dos años para

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que Roma reconociera a favor de México ese Derecho de Patro-nato, sin conseguirlo.

No asistió a la sesión en la que —basándose en hechos ocu-rridos desde 1821 y que seguían aconteciendo— se propuso yaprobó la ley que expulsó a los españoles del país, pues fue ene-migo de tal medida, la que reprobó con argumentos humanita-rios que lo colocaron entre el grupo de los liberales moderados.

Como todo mundo sabe, Poinsett, embajador norteamerica-no por esos días, fue y sigue siendo acusado de haber interveni-do, por medio de uno de los ritos masónicos mexicanos, parainterferir en la política del país a favor del expansionismo yan-qui, por lo que la masonería sufrió una época de decadencia.Para contrarrestarla, masones “escoceses” fundaron el grupo delos “Novenarios”, exigieron la remoción del gabinete del gene-ral Victoria, especialmente del ministro Gómez Pedraza y hastamanifestaron sus deseos nada sinceros de que desapareciera lamasonería. Los “Novenarios” —en realidad masones del rito es-cocés— obtuvieron dividendos en forma de reclutamiento nu-meroso de nuevos miembros y de recuperación de prestigio.Los yorkinos no se quedaron a la zaga: formaron los grupos“Guadalupanos” simulando separarse de la masonería.

Don Valentín Gómez Farías permaneció al margen de estasluchas entre liberales pero, como en Zacatecas apareció un nue-vo grupo que pedía la unidad liberal, con el nombre de los “Im-parciales”, y en ese grupo estaban sus amigos, don FranciscoGarcía Salinas, entre ellos, Gómez Farías se convirtió en Méxi-co en el principal propagandista de dicho grupo, que inclusopublicó su propio periódico con el nombre de “El Imparcial”,que se dijo sostenedor de los principios liberales “en toda su pu-

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reza”, pero enemigo de reuniones secretas y desde luegomasónicas y de sus implicaciones políticas. Pronto los “Impar-ciales” encontraron numerosos adeptos y también cerrada opo-sición. La división se ahonda con la campaña para designar alnuevo presidente de la República: imparciales, escoceses y hastauna fracción iturbidista apoyan a Gómez Pedraza, y losyorkinos a don Vicente Guerrero. De todos los grupos “el másavanzado políticamente era el de don Valentín”: proponía conmayor vigor, a diferencia de los otros, el sostenimiento inflexi-ble del sistema federalista. Gómez Farías por esos años combi-naba su acción política con el ejercicio de su profesión y sustareas periodísticas, pues dirigió “El Águila”, que combatía a losyorkinos. La votación se decidió a favor de Gómez Pedraza alque después los yorkinos desconocieron y provocaron el asalto ysaqueo del Parián, motín popular de proporciones extraordina-rias que movió al Congreso para desconocer a Gómez Pedraza ynombrar en su lugar a don Vicente Guerrero.

Los anteriores hechos políticos propiciaron la desbandada delos grupos antagónicos a los yorkinos. Gómez Farías dejó deasistir al Senado pero volvió al darse cuenta de que no habíapresión alguna en su contra.

Por otra parte, se abstuvo de implicarse en los problemas po-líticos salvo cuando de manera expresa se le pidieran opinioneso intervención como en el caso de las entidades que encabezabaJalisco, que intentaron de hecho actuar al margen del gobiernode don Vicente Guerrero, que bien intencionado y honestocomo era, pudo fortalecer su gobierno que, al fin, cayó en ma-nos de Anastasio Bustamante, el vicepresidente. Don Valentínse dio cuenta de que Bustamante encabezaba nuevamente unrégimen decididamente reaccionario y dejó de asistir al Senado

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por más de cinco meses. Vuelve en junio —1830— pero salvouna intervención mal recibida por los serviles de Bustamante,no vuelve ese año a hacer uso de la palabra. La represión guber-namental aumentó y don Valentín tuvo que refugiarse con sugran amigo don Francisco García Salinas en Zacatecas, lamen-tando que la premura del viaje obligara el abandono de ochocajones de libros.

Secretario General de Gobierno

Regresaba a la provincia con una gran experiencia política ymás acendrado su humanismo. Convencido de que no se podíaproducir el cambio social que el liberalismo pretendía, mientrasno aplicaran para conseguirlo medidas radicales. Sólo con ellasse liquidaría el enorme rezago de la Colonia y sería posible es-tructurar la vida políticosocial de México de acuerdo con ladoctrina liberal. En este sentido su conciencia política se habíafortalecido. Se ligó con un grupo de liberales puros entre losque se encontraba el doctor José María Luis Mora. Tata Pachito,gobernador de Zacatecas —estado convertido en baluarte delfederalismo— lo nombró Secretario General de Gobierno yentre ambos lograron un régimen de honradez completa: hizoprogresar la educación pública, atendió todos los aspectos de lavida del estado con medidas administrativas y promulgó leyesbasadas en la doctrina liberal. Don Jesús Silva Herzog, en suamplia obra sobre la historia del pensamiento económico deMéxico, con fundamento en la información que proporciona,destaca el gobierno de Tata Pachito como régimen sencillamen-te ejemplar.

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El asesinato de don Vicente Guerrero agudizó el malestar dezozobra y disgusto que provocó Bustamante, al que apoyaban elclero y el ejército. Teniendo como consejero —poder tras el tro-no— a don Lucas Alamán. Desasosiego que no evita queGómez Farías surja como el reformador con la convocatoriaque el Congreso de Zacatecas lanzó invitando a participar conel envío de trabajos que ofrecieran ideas “acerca del arreglo delos bienes del clero”, justa literaria en la que se premiaría al me-jor de ellos. Bulnes, el furibundo antiliberal, rinde homenaje adon Valentín Gómez Farías, señalando los cuatro puntos quehabrían de servir de norma a los participantes, pues, al respecto,había muchas ideas confusas y dispersas. Es de imaginarse el es-cándalo que entre las fuerzas conservadoras provocó primero elanuncio y, después, la convocatoria misma contenida en el de-creto del 20 de junio de 1831. El jurado que calificó los trabajoslo integraron cinco prominentes liberales: Andrés QuintanaRoo, Juan N. Quintero, Francisco Molinos, Pedro Vélez y Joséde Jesús Huerta. El premio lo obtuvo el trabajo del doctor Moray consistió en medalla de oro y cinco mil pesos en efectivo.

Secretario de Hacienda

Gómez Farías estaba ya en el camino —y al frente de los quepor él transitaban— de la lucha política a favor de la reforma yno regateó su participación en ella. Llegaron los días en que losdesaciertos de Bustamante forzaron la lucha de los liberales ensu contra. Hubo brotes de inconformidad y de franca suble-vación que, al grupo liberal de los progresistas —también lla-mados puros— encabezados por don Valentín Gómez Farías yGarcía Salinas, hacen triunfar su línea política: Gómez Pedrazaregresó a hacerse cargo de la Presidencia y a terminar el cuatrie-

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nio para el que fue elegido. Designó a don Valentín como secre-tario de Hacienda, quien trabajó intensa y honestamente parareorganizar la economía del gobierno. La actividad de los gru-pos políticos entró en efervescencia pues en breve terminaríasu gestión Gómez Pedraza. Santa Anna, desde Manga de Clavo—su hacienda— seguía maniobrando, y así el 29 de marzo de1833, fue electo presidente de la República, llevando en la vi-cepresidencia a Valentín Gómez. Pero el astuto veracruzano—como lo había anticipado en su carta del 16 de marzo, en laque lo anunciaba— no se presentó. Gómez Farías tomó lasriendas del Estado y se abrió un nuevo capítulo en la vida de lahistoria nacional.

Vicepresidente

El 1° de abril de —1833— “que cayó” como dice el pueblo, enlunes de semana santa, en desusado ambiente democrático y defiesta, don Valentín en su calidad de vicepresidente, asumió lajefatura del gobierno y como era costumbre, asistió ese mismodía al solemne Te deum celebrado en su honor en la catedral. Sucorto mensaje al Congreso no anunciaba las tormentas que des-ataría, pero sí las palabras de don Juan Rodríguez Puebla, presi-dente de la Cámara, dichas al final del obligado discurso:

...el humilde y honrado artesano no sufrirá las vejaciones de unaexecrable y ridícula aristocracia... La República será purgada delos que tuercen la vara de la justicia, y quedarán para siempre es-carmentados los que aspiran a hacerse de esta tiranía que sacrificóilustres mexicanos, que hacinó cadáveres sobre cadáveres y empa-pó nuestro suelo con sangre...

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La fracción más avanzada del liberalismo tomaba el poder yademás de la declaración de guerra de Rodríguez Puebla, el doc-tor Mora resumió en ocho puntos, los propósitos políticos delnuevo gobierno:

1°. Libertad absoluta de opiniones y supresión de las leyes represi-vas de la prensa. 2°. Abolición de los privilegios del clero y la mi-licia. 3°. Supresión de las instituciones monásticas y de todas lasleyes que atribuyen al clero el conocimiento de negocios civilescomo el contrato del matrimonio. 4°. Reconocimiento, clasifica-ción y consolidación de la deuda pública, designación de fondospara pagar desde luego su renta, y de hipotecas para amortizarlamás adelante. 5°. Medidas para hacer cesar y reparar la bancarrotade la propiedad territorial, para aumentar el número de propieta-rios territoriales, fomentar la circulación de este ramo de la rique-za pública, y facilitar los medios para subsistir y adelantar a lasclases indigentes, sin ofender ni tocar en nada los derechos de losparticulares. 6°. Mejora moral de los planes populares para la di-fusión de los medios de aprender y la inculcación de los deberessociales, para la formación de museos, conservatorios de artes y bi-bliotecas públicas y la creación de establecimientos de enseñanzapara la literatura clásica, de las ciencias y la moral. 7°. Aboliciónde la pena capital para todos los delitos políticos, y aquellos queno tuvieran el carácter de un asesinato de hecho pensado. 8°. Ga-rantía de la integridad del territorio por la creación de coloniasque no tuvieran usos y costumbres mexicanas.

La reflexión de esta cita y de la anterior ayuda a clarificar elrico contenido social del liberalismo, contenido que no son po-cos los que —todavía— lo niegan. Además, explica la tremendaalarma que provocó la llegada de don Valentín Gómez Farías algobierno y por qué se le considera el Padre de la Reforma, pues,

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como más adelante se verá, él fue su valeroso iniciador. Recor-dando que Don Valentín era sincero y convencido creyente, eljueves santo, se presentó —como era su costumbre en las gran-des solemnidades religiosas— a comulgar, mereciendo durascríticas de sus enemigos, católicos cerriles que no le perdonabanque tratara de invalidar los privilegios del clero, la milicia y de lanobleza de pergamino y del dinero, en favor del pueblo trabaja-dor y pobre. El Congreso hacía lo suyo: el 2 de abril su primerdecreto proclamó la libertad de imprenta; anuló un decreto queconcedía “espada de honor” al general Nicolás Bravo, aliadoentonces a la reacción; promovió la consignación y proceso delos asesinos intelectuales del general Vicente Guerrero, cuyosculpables corrieron a un convento a esconderse, mientras elmismo Congreso se preocupaba por trasladar los restos del gue-rrerense a la capital del país.

El vicepresidente en funciones de presidente, no duda ni va-cila y una tras otra va dando forma y vida a las reformas legalesque rompen la vieja estructura políticosocial de tres siglos de vi-gencia, cumpliendo con los propósitos de anular los privilegiosdel clero y la milicia; sanear la hacienda pública con medidasdefinitivas buscando acabar con el embrollo de la deuda públi-ca, sobre la base de la ocupación de los bienes de la iglesia y re-matando con la creación de un sistema educativo controladopor el Estado, que inició con la supresión de la Real y PontificiaUniversidad de México. Desde la Colonia hasta estos días, todala vida social y económica de los mexicanos estaba en manos dela iglesia. Sobre el particular hay información histórica abun-dante que, además, comprueba que a ella se debió el atraso eco-nómico, social y político del país. Las medidas tomadas por elreformador la situaron en su único y debido lugar: el de ocupar-se sólo de los asuntos espirituales de los mexicanos. Por otra

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parte, para hacer justicia al bajo clero, oprimido por los dig-natarios —altos y bajos— y casi siempre españoles, don Valen-tín Gómez Farías, quiso aumentar su número, aumentar supresupuesto, lo que beneficiaba doblemente a sus miembrosarraigándolos en su parroquia y ligándolos más con el pueblotrabajador, al liberarlo de las cargas económicas de la iglesia.

Siete de las medidas aplicadas por el régimen del vicepresi-dente y médico en su empeño fundador fueron:

a) Separar la iglesia del estado. b) Derecho del gobierno al asignara las iglesias los gastos de su culto. c) Reconocimiento, a favor delEstado, del Derecho de Patronato ejercido por los monarcas espa-ñoles hasta la consumación de la Independencia, y que consistíaen la potestad del poder civil sobre el eclesiástico en algunos as-pectos administrativos de la vida del clero. d) Abolición de la obli-gación civil para el pago de diezmos y establecimiento de unsistema de libre arbitrio en la contribución económica de los cre-yentes. e) Libertad absoluta para que los frailes y las monjas pudie-ran abandonar sus congregaciones cuando lo desearan, sin sufrirpor ello ninguna represalia de carácter civil. f ) Provisión de loscuratos por el gobierno (Esta medida fue la que colmó el furor delos conservadores y del clero). g) Reintegración a la autoridad civilde las funciones que le habían sido arrebatadas por la iglesia...

Igualmente se recogen las informaciones sobre el arreglode la deuda pública “mediante la confiscación de los bienes delclero”, que dio lugar a enojosa situación: mientras el doctorMora y el vicepresidente preferían dejar a los ocupantes de losinmuebles en posesión de ellos para que, cumpliendo con lasdisposiciones del gobierno, pudieran a la larga, adquirirlos enpropiedad legítima, don Lorenzo de Zavala —que se había

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puesto de acuerdo con los agiotistas y que hacía dinero “por ca-minos sucios y odiosos”— propuso a la Cámara la ocupacióninmediata “de los bienes del clero y su subasta pública”, el 7 denoviembre de 1833. La situación era tensa porque, además de lamancha que caería sobre el gobierno y especialmente sobre Va-lentín Gómez, las fuerzas reaccionarias se mantenían activas bus-cando subvertir el orden público. El vicepresidente apeló a laDirección de Instrucción Pública —que él había creado— paraque examinara en todos sus aspectos, el problema y dictaminasesobre el particular. El dictamen sostuvo en lo fundamental, laopinión del gobierno y del doctor Mora, encontrándose venta-jas políticas a favor del liberalismo. Se frustraron las ambicionesde Zavala y de los agiotistas. La honestidad del régimen liberalno sufrió mengua, pero Santa Anna, el presidente, se encargaríade convertir esta victoria en derrota al echar abajo las reformasde Gómez Farías.

La educación, controlada por el clero, se encontraba en situa-ción del más lamentable atraso pedagógico y académico. Loscastigos físicos y agresiones morales estaban a la orden del día:golpes —la letra con sangre entra— tirones de orejas, planto-nes con cosas pesadas en las manos, “orejas de burro”, públicaexhibición de los castigados, etc., eran los recursos para con-seguir que los alumnos aprendieran. ¿Qué aprenderían? Nadaválido —salvo la lectura y la escritura, cuyo aprendizaje era tor-turante—; desde el punto de vista del saber científico, muypoco se enseñaba. Lo que importaba era mantener el dominiomedieval de las conciencias. La misma Real y Pontificia Uni-versidad había cerrado herméticamente sus puertas a los avan-ces de las ciencias naturales, al saber matemático, a los nuevosdescubrimientos de la física y la geografía; reinaban en sus aulaslas verdades puramente religiosas de la teología y el derecho ca-

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nónico. La escolástica seguía imperando como si el tiempo nopasara. Nada de experimentación, de observación de la natura-leza y de sus fenómenos y mucho menos de observación y deanálisis del mundo circundante. Magister dixit era la supremaley. Por el contrario, en las nuevas escuelas creadas al desapare-cer la Universidad por decreto de Gómez Farías, se abrieronpuertas y ventanas para que por ellas entrara el aire nuevo de losprogresos de la ciencia ya sancionados y aceptados en los paísesavanzados.

El hacer educativo quedó bajo la supervisión de la Direcciónde Instrucción Pública, encargada de introducir en la enseñan-za de todos los niveles, las nuevas normas pedagógicas y acadé-micas y acabar con las humillaciones y las represiones contrariasa la dignidad humana de las que hacían víctimas a los estudian-tes. La reforma educativa que más escándalo suscitó entre “lagente decente, católica y de sociedad”, fue la que don Valentín—médico al fin— introdujo en la Escuela de Medicina, al po-ner en práctica programas y métodos científicos de enseñanza,que estableció la observación y práctica directa de los estudian-tes y maestros como norma. “Refugio profano”, le llamaron a laEscuela de Medicina, los sacerdotes, los asiduos a sacristías,confesionarios y los miembros de las congregaciones religiosastan abundantes entonces. Todo porque, por primera vez, la ana-tomía la aprenderían los estudiantes “en vivo con los muertos”,en el gabinete de “disección de cadáveres humanos”. Enseñanzaexperimental con la participación personal de cada alumno,viva y activa, en lugar de aburridas disquisiciones sobre lo que,muchas veces, los mismos catedráticos no entendían.

Con ese espíritu renovador surgieron escuelas del gobiernopara niños y adultos, también, por primera vez, aparecieron es-

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cuelas rigurosamente oficiales dinamizadas por la nueva filoso-fía fundada en la ciencia y en la defensa y protección de la per-sona humana. El aliento verificador de la Reforma, rendíafrutos: se llevaba el alfabeto a niños y adultos; “se transformó laAcademia de San Carlos en Escuela de Bellas Artes; se creó elMuseo Nacional y se organizó la Biblioteca Nacional”. Las re-formas fueron tan profundas y tan necesarias que Alamán, suenemigo del siglo XIX y José Vasconcelos que lo colmó de dia-tribas e insultos carretoneros en este siglo, tuvieron que apro-barlas al grado de que, el primero, pretendió hacerse pasar—según el doctor Mora— como autor de las bases de dichasreformas y el segundo históricamente las justificó, lamentandoque fueran obra de “un agente extranjero”.

Surgieron las fuerzas cívicas para neutralizar lo oneroso yprovocador de trastornos que era el ejército sin principios, quea pesar de considerarse profesional era mercenario. En materiade finanzas, Valentín Gómez, demostró lo que cuentan los idea-les políticos estrechamente enlazados con la honestidad y lasencillez republicana: mientras el déficit del gobierno en el pe-riodo 1833-34 fue de casi 10 millones de pesos, bajó a 2.6 mi-llones en el de 1834-35. Abatimiento deficitario de más de sietemillones de pesos, ningún otro gobierno lo pudo exhibir desde1821 hasta 1857. Además, su patriótica visión y propósito inva-riable de proteger y defender al país, lo probó al no recibir aEsteban Austin, que pretendía la autorización para crear nuevascolonias en el norte de la República.

El gobierno liberal encabezado por don Valentín GómezFarías, fue lo suficientemente enérgico y decidido para votar yechar a andar las primeras reformas políticosociales que el paísurgía para salir de su estado de pobreza, desunión y atraso cul-

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tural y científico. Había probado su desempeño la eficacia de lasvirtudes proclamadas por el liberalismo: honestidad completa,clara y refulgente y lo que todavía hoy suele dar tema para dis-cursos; sencillez republicana. Sin embargo, como justificada-mente opina el doctor José María Luis Mora, le faltó decisión—porque fuerza la tenía— para aplastar al jugador de gallos,político sin más convicciones que los de servicios y egolatría delsoldado de fortuna, que fue Antonio López de Santa Anna.

Movido por los escrúpulos morales muy personales, donValentín facilitó la alianza —que pudo evitar— de Santa Annacon el clero y con los jefes más corruptos del ejército, para que,como suma de fallidos intentos subversivos anteriores, al fin seconstituyeran en la fuerza que arrojó al Padre de la Reforma nosólo del poder; también fuera del país. Pudo el gobierno de losliberales puros, deshacer pequeñas intrigas, hacer abortar suble-vaciones locales abanderadas por la exigencia de “Religión yFueros”, pero de hecho se negó a proceder en contra de SantaAnna y no pudo resistir que —como producto de la ignorancia,superstición y credulidad de una masa de población fanati-zada— la iglesia hiciera creer que el cólera morbus —mortal en-fermedad que abatió a la población de modo tal que solo el 17de agosto de 1833 se inhumaron mil 219 cadáveres— era “cas-tigo divino” que México sufría por tolerar las “leyes impías” delgobierno liberal, y como ocurría en casos así, el único culpablede que hubiera cólera morbus, fue don Valentín Gómez Farías.

El Padre de la Reforma resistió las condenaciones, un intentode soborno le ofreció un cura “amigo” —medio millón de pe-sos— y el escándalo atizado por los satanistas y el clero, queprovocó la “Ley del Caso” que con toda mala fe se le achacócuando el verdadero autor fue el chantre Ramos Arizpe. El

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santanismo, apoyado francamente por el clero y parte del ejérci-to cuyos privilegios veían amenazados seriamente, seguía traba-jando; el 25 de mayo de 1834, en el Plan de Cuernavaca no sólodesconoció “la administración reformista” sino que proclamó aSanta Anna “protector de la santa religión, del ejército y delpaís”. Como se ve, iglesia y ejército unidos en sucio maridaje, sealzaron abierta y francamente contra el gobierno y facilitaron elregreso del “salvador de la patria” Antonio López de SantaAnna, quien para resarcirse de las situaciones ridículas que vivióa consecuencia de la entereza y honestidad de don Valentín, lollamó para que se encargara del Ministerio de Justicia. Así fuecomo un obispo, gozando de todo el apoyo del inverecundoSanta Anna, acabó con la Reforma en su primera y aleccio-nadora etapa. Como puede apreciarse, Santa Anna se alzó en ar-mas en contra de su propio gobierno.

El exilio

Odiado y perseguido por la iglesia, difamado e insultado por losfanáticos y el militarismo mercenario, sin base social que le sir-viera de apoyo en la capital en la que Santa Anna su nuevo ypoderoso enemigo era amo y señor, volvió los ojos hacia el úni-co lugar en el que tenía amigos leales y con ellos —de paso parael país del norte— por poco tiempo se refugió en Zacatecas.Dejaba detrás el régimen liberal hecho pedazos y asomando sucara gozosa de vencedor al centralismo. De nada sirvieron lasreacciones aisladas de algunas entidades a favor del federalismo,hasta Zacatecas llegó el poder santanista. Antes de que llegara elveracruzano el Padre de la Reforma, después de haber vendidosu biblioteca y su vajilla de plata adquirida con su trabajo demédico, desaparece con toda su familia. Hasta el año siguiente

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—1835— se le localiza en Monclova, protegido por su amigo elgobernador Agustín Viesca. Los temores del santanismo agiliza-ron la marcha del fugitivo hacia Estados Unidos, legalizándola ydándole “facilidades” para realizarla. Mediaron varios inciden-tes hasta el día en que se embarca en el puerto de Matamoros,en que los políticos de la curia, el gobierno y el ejército centra-lista respiraron libres de la preocupación que no les permitíadormir tranquilos: la presencia del médico y político liberal enMéxico.

Como de costumbre, sus enemigos le cuelgan el “sanbenito”de que conspiraba a favor de los tejanos cuando lo que ocurríaera todo lo contrario. Por más que sus detractores se han afana-do en mezclarlo en el sucio conflicto méxico-tejano, no lo hanconseguido. La conducta inmaculada del exiliado, reconocidapor algunos de ellos, lo deja a salvo de tal mentira. Esto, a pesarde que el obstinado padre Cuevas —al que parece le quitaba elsueño el recuerdo del Padre de la Reforma— trató de probar sinconseguirlo, que don Valentín Gómez Farías firmó largo y mi-nucioso plan para recobrar el poder en beneficio del liberalis-mo, con el apoyo de masones, tejanos y, desde luego, con alegreaprobación del gobierno de Estados Unidos, que aunque lostexanos hablaban de crear un Estado libre y soberano, salían ga-nando a futuro, como se dice por allí. Vulgar calumnia que sóloel padre Cuevas y sus discípulos tomaron en serio y que otrosenemigos de Gómez Farías despreciaron. Las pruebas abundanen contra del pacto al grado que nuestro médico y político libe-ral al regresar al país en 1838, cuando gobernaba el conservadorAnastacio Bustamante que por tal delito y por su fobia anti-liberal, bien pudo aprehenderlo y sujetarlo a juicio, no lo hizo.

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Sin embargo, el problema no termina y el licenciado FuentesDíaz alude a un documento hológrafo —de puño y letra de donValentín— justificando la actitud separatista de los texanos queexigían ser considerados como Estado federal, claro rechazo delcentralismo santanista, documento que no favorece el separatis-mo texano. Éste se había consumado ya que fue escrito entre1844 y 1845 y con sus certeras reflexiones el documento poneal desnudo el proceder ambicioso de Santa Anna.

Regreso a la patria

Con suma pobreza vivió el desterrado en Nueva Orleans, peroen comunicación con sus amigos de la ciudad de México que leenviaban cartas y periódicos. Las cartas encontradas en la bi-blioteca de la Universidad de Texas, prueban que en la ciudadde México se mantenían activos los liberales trabajando paraque el exiliado regresara a su patria, lo cual logra el 19 de febrerode 1838 por la garita de San Lázaro, donde sus amigos y unabulliciosa multitud lo reciben con entusiasmo. Cuando des-ciende del carruaje se escucha una exclamación única: ¡Viva elseñor vicepresidente de la República!, grito que la multitud si-gue repitiendo hasta dejar al liberal más destacado de la hora enla casa amiga que le dará alojamiento.

Don Valentín había regresado acogiéndose a la amnistía de-cretada por el presidente Bustamante, quien —para calmar laalarma y los rezos en las iglesias, pidiendo la intervención divinapara que amparara a los fieles de los males que provocaría la pre-sencia del liberal tocado por el demonio, provocador de inquie-tudes y males— en presencia de sus ministros charló varias

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veces con don Valentín, siendo la primera plática de intercam-bio de cortesías y sobre cuestiones baladíes.

Las logias masónicas habían activado su trabajo desde antesdel movimiento federalista y lo sabía Bustamante. La inquietudpopular crecía con el regreso del reformista y las charlas en pala-cio dejaron de ser intrascendentes. El gobierno se vio constreñi-do a ejercer vigilancia diaria sobre el hombre cuya presencia eraseguro indicador de que el jalisciense no volvía sólo a disfrutarel goce profundo de vivir nuevamente en su país. Los partida-rios de la Reforma se dividían en moderados —encabezadospor Gómez Pedraza— y los liberales llamados puros o radicales(querían “una constitución sin cola y pura federación”) y seagrupaban en las glorias masónicas del Rito Mexicano; los mo-derados se agrupaban en el Rito de los Anfictiones. Por lo quehace a oposiciones personales Gómez Pedraza y Gómez Farías,viejos amigos excombatientes en la misma trinchera ahora,como dice el pueblo, ya no se podían ver: sus ideologías abríanun abismo entre los dos.

A tres meses de su regreso muere el pequeño Valentín. Porcoincidencia un poco antes había muerto el pequeño hijo dedon Manuel Crescencio Rejón, viejo amigo de don Valentín ygloria en la historia del derecho mexicano. Sobreviene la prime-ra guerra con Francia. La amenaza bélica y el luto por la pérdidade los menores hizo amainar la actividad conspirativa, peropronto aumentó su ímpetu y a la vez los temores del gobierno.Éste no aguantó, el 7 de septiembre de 1838, fueron aprehendi-dos y conducidos a pie al que fuera Tribunal de la Inquisición,ante el justificado asombro del pueblo que los veía con profun-da simpatía a pesar de que iban presos. Eran los liberales donFrancisco M. de Olaguíbel, don Ignacio Basadre, don Juan Zel-

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ceta, don Joaquín Cardoso, don Vicente Manero Envides, elpadre Alpuche y don Valentín Gómez Farías. Guillermo Prietodejó constancia sobre el tránsito y quién era cada uno de losaprehendidos. Los cargos según el poeta eran: conspirar pararestablecer el federalismo, ser masones “de los que no oían misani usaban rosario ni se confesaban”. Así Bustamante halagaba ala “gente de orden” que no le perdonaba el regreso de GómezFarías, pero instruido el proceso sólo éste y el padre Alpuchequedaron en prisión. Se unió a esa desgracia la pobreza de suhogar pero la entereza de su esposa y la ayuda de sus hijos mayo-res lograron sostenerlo.

Bustamante vio alzarse ante él sublevaciones militares en di-versas regiones del país y la fiebre conspirativa empujó haciaarriba la temperatura de la inconformidad. Acabado el conflictocon Francia ¿recuerda la ridícula “guerra de los pasteles”?, Bus-tamante conservando la vigencia de la Constitución centralistadel 36 integró un ministerio federalista con consecuencias po-líticas contrarias a lo que esperaba; alentado el pueblo por elcambio y sin que soldados y sacerdotes pudieran contenerlo,excarceló a don Valentín y al padre Alpuche al grito de ¡“VivaGómez Farías! ¡Viva el señor vicepresidente de la República!” Elgobierno apechugó: ambos quedaron en libertad.

Los liberales luchaban a favor de la nueva vigencia de laConstitución de 1824. Con breve mensaje —fácil de entenderpor el pueblo— que recogía el compromiso liberal, apuntaronlas siguientes cuestiones:

1°. La religión católica, apostólica y romana, será protegida porleyes sabias y prudentes. 2°. El sistema de gobierno será popular,federal y representativo. 3°. Se establecerá la división de poderes.

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4°. Habrá libertad política y de prensa, esta última sin previa cen-sura de los artículos publicados. 5°. Se reorganizará la fuerza mili-tar naval de la República.

Cinco cuestiones que fácilmente ganarían la conciencia po-pular de manejarse con inteligencia y buen sentido. A propósitodel ateísmo de Gómez Farías, en la primera de las muchas cartasescritas a Fermín, su hijo, que estudiaba medicina en Filadelfia,se encuentran estos dos párrafos:

Tu Dios que es el Dios de tus padres y de tus hermanos, te protejaen tu viaje y dirija tus acciones, para que cuanto hagas sea en ho-nor y gloria suya y para tu provecho. Yo espero de su bondad queel sentimiento que nos causa tu separación será reemplazado conel placer de volverte a ver tan adornado de conocimientos útilescomo apreciable por tu probidad.

En otra del 7 de diciembre de 1839, le dice:

No olvides mis consejos, hijo mío, aprovecha el tiempo, procuraser un buen ciudadano, un hombre útil a ti, a tu país y a tu fami-lia, y para conseguirlo pide a tu Dios, al Dios de tus padres y detus hermanos, que te inspire buenos sentimientos.

Cartas de una gran fuerza formativa: detrás de ellas estaba elpoder educador de su propia vida. Padre, esposo, creyente y ciu-dadano ejemplar fue en rigor, un paradigma.

Retomando en que el plan liberal para la reconquista del po-der era bueno, pero la impaciencia y los métodos aplicados,como el haber mantenido en la ignorancia a don Valentín de loque Urrea y seguidores perseguían, al pretender con un golpe de

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mano derribar a don Anastacio, hizo fracasar de tal manera elintento liberal por recuperar el poder, que pese a todos los es-fuerzos, don Valentín con su familia, fracasada la intentona del15 de julio de 1840, tuvo que salir de la ciudad de México pararefugiarse en Yucatán, donde el gobierno lo recibió con todaclase de consideraciones y en reconocimiento de sus méritos deciudadano, le otorgó modesta —pero muy útil— pensión. Subrevísimo paso por el poder ni su proverbial pobreza pudieronhacer que su probidad se quebrantara: no tocó un centavo delgobierno y el propio arzobispo certificó que ni Gómez Farías nisus hombres tocaron los fondos del clero. Pero con todo, el 2 deseptiembre de 1840, dejó la ciudad de México con destino aVeracruz y de allí a Yucatán.

Allí recibe el llamado de don Manuel Crescencio Rejón paraque se le una en Tabasco y la negativa de éste a sus súplicas paraque se reconcilie con don Santiago Méndez, gobernador deYucatán, así como noticias de que la lucha de los liberales purosse mantiene viva.

Segundo exilio

Mientras tanto, en México arrecia el descontento: Bustamante—obligado a ello— proclama los principios federalistas pero enbeneficio del grupo militar que encabeza Santa Anna. Éste, enmedio de sus desaciertos, envió soldados a Yucatán para some-ter a sus órdenes al gobernador, circunstancia que obliga aGómez Farías a expatriarse por segunda vez y —como en la pri-mera— se va a Nueva Orleans, desde donde sigue comunicán-dose con sus amigos y recurriendo a una clave muy personal,hace posible que escriba y reciba cartas de la ciudad de México,

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por más que el gobierno está pendiente para evitarlo. La pruebade que pensaba siempre en un México libre está en estos renglo-nes de una carta al doctor Mora que estaba en Londres: “...perono, no nos mandará la raza anglosajona y antes perecemos to-dos los mexicanos que vernos dominados por ella”... DonValentín seguía indoblegable, preparando la caída de SantaAnna y al recordar el fracaso de 1840, dice a Mora: “...en la re-volución que yo preparo no sucederá lo que en la de julio...”Los diarios abusos y atropellos de Santa Anna provocan unmotín popular: derriban su estatua, la escupen, desentierran supierna, que antes había sido objeto de veneración y la arrastranpor las calles. Toma el poder en sus manos don José Joaquín deHerrera de filiación política no definida y Santa Anna se refugiaen La Habana. Tímido, vacilante, indeciso, Herrera provocauna situación política del todo inestable.

Segundo regreso

En estas circunstancias don Valentín Gómez Farías regresa a lametrópoli y empieza por precisar que la Constitución de 1824debe regir al país, pretensión que le echa encima al gobierno, alos centralistas y a los monarquistas que seguían soñando conuna monarquía extranjera y desde luego al clero. La nueva dan-za reaccionaria llena de optimismo a don Valentín, máxime quees conocida la intervención de los ministros inglés y francéspara que Herrera reconozca la independencia de Texas. Todo fa-vorece los planes del liberalismo radical y fortalece la acción dedon Valentín y sus amigos; Rejón en La Habana trata de ganary lo consigue, el apoyo de Santa Anna para los liberales puros yaunque Gómez Farías ya sabe la peligrosidad del engreído, co-mediante y ambicioso veracruzano, forzado por las circunstan-

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cias, lo acepta. Los impacientes monarquistas acaudillados porParedes Arrillaga, general de ingrata memoria, echan del podera Herrera y la situación tan crítica no tiene para nuestro perso-naje más salida que la revolución, lo que motiva carta para Re-jón con estas palabras de profundo contenido histórico:

Los peligros crecen día a día, los males aumentan extraordinaria-mente, y ya no se encuentra otro recurso para salvar al país que elde la revolución; es éste un mal, pero un mal necesario, un malque nos libertará de otros mayores y evitará la ruina de la nación...Dios nos dé un hombre que nos gobierne con un espíritu de ver-dad, de justicia y de beneficencia, un hombre que no sea insensi-ble a la miseria pública, que no llame voluntad al silencio forzadode los pueblos, que no se complazca en engañarlos y envilecerlos,que no haga su negocio a expensas de sus compatriotas. Por des-gracia aspiran a ser regeneradores algunos de los que necesitan serregenerados. Si la nación cayera en sus manos sería todavía unadesgracia mayor. Yo trabajo con actividad para que no seamos pre-sa de estos hombres. Ellos han pretendido atraerme ofreciéndomeparte en el poder, y yo he rehusado unirme con ellos; han queridoque me lance en la revolución con el objeto probablemente de co-operar a mi ruina y a quedarse después combatiendo con el go-bierno, ayudados acaso de los restos del partido federalista quedetestan y que conjeturan contra la presente administración, perocomo yo no he querido precipitar las cosas...

La carta quedó incompleta pero revela cómo había cambiadoel político ingenuo e inexperto que ingresó a la política del paíscomo regidor del Municipio de Aguascalientes. La milicia y lareflexión sobre el por qué de los primeros descalabros, le habíafortalecido la conciencia y ahora sin prisas pero sin dejar ni de

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trabajar ni de meditar detenidamente sobre cada uno de suspasos, preparaba su revolución.

Paredes no perdía tiempo: apoyado por el clero y los monar-quistas —civiles y militares— no desaprovechaba todo cuantofavoreciera la entrega del poder a un príncipe, a un noble ex-tranjero, tarea en la que contaba con Alamán, eminencia gris delos monárquicos. Don Valentín Gómez Farías tampoco lo per-día. Conspiraba de día y de noche, escribiendo y hablando paraconvencer y ganar adeptos. La vigilancia —persecución es lapalabra— lo hace ocultarse y después fugarse a Jalisco. Con supresencia en el estado, crece la insurgencia y la rebelión se iniciay es apoyada en varios lugares del país. El 4 de agosto de 1846,el comandante militar de la ciudad de México, general MarianoSalas y el de igual grado Juan Morales, secundan la sublevaciónque encabezaba don Valentín, que después de tan rápida victo-ria pudo decir que dos días habían bastado para conseguirla.Santa Anna deja La Habana, desembarca en Veracruz en cami-no a México, animado de buenas intenciones a favor de la luchaliberal de los puros. Se restablece la Constitución de 1824 y sedecreta la creación de la Guardia Nacional: los norteamericanosya han declarado la guerra a México. El 14 de septiembre de1846, llega a la capital el futuro dictador, se organiza el gobiernocon la participación de los liberales puros, de los liberales mo-derados —por insistencia de Santa Anna— santanistas, conser-vadores y hasta un obispo figuró en él. Desde luego que el motorideológico y político sería el grupo liberal de los puros que —co-mo innovación que hasta ahora subsiste— introdujeron los“meetings” —los llamamos en nuestros días mítines— modali-dad de reuniones públicas tomada de los norteamericanos.

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Como la opinión de los asistentes a tales reuniones era la deapoyar la política de los liberales puros pidiendo medidas —en-tre otras cosas— moderadoras de los abusos del clero, prontocundió la alarma y dentro del gobierno —mientras Santa Annamarchaba a enfrentarse a los norteamericanos— se formó unacoalición para enfrentar al general Mariano Salas —que jefa-turaba el gobierno— con Gómez Farías, intriga producto delviejo antagonismo entre moderados y puros.

Se intentó un entendimiento entre ellos pero Gómez Pedra-za, líder de los primeros, lo rechazó tajantemente. No aceptabanmoderados, santanistas y conservadores, la unidad temporal niporque los norteamericanos en el norte avanzaban victoriosa-mente y su marina de guerra amenazaba desembarcar en Vera-cruz. Nuevamente don Valentín era vitoreado y llevado enhombros a palacio, exigiendo la aplicación de la política radicalde los puros. El pueblo la demandaba porque sentía era la justarespuesta a la situación del momento. El gobierno —el generalSalas— que había destituido a Rejón, sacó también como jefedel consejo de ministros a don Valentín Gómez. Con todo, el 6de diciembre del 46, un nuevo Congreso Constituyente eligió adon Valentín como vicepresidente y a Santa Anna como presi-dente de la República. Otra vez con el veracruzano encabezan-do la guerra patria. Nuestro Padre de la Reforma hubo de hacerfrente a los problemas políticos en la capital del país.

Este periodo de la vida nacional es uno de los más negros denuestra vida nacional independiente. Desde la escuela primaria,en cuarto grado (1918-1919) se grabaron profundamente enmi conciencia los hechos más importantes ocurridos desde elinicio de la invasión yanqui hasta los tratados de GuadalupeHidalgo; los que nos sacudieron con mayor intensidad fueron

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los sucesos que engloban las siempre fracasadas gestiones deValentín Gómez para obtener dinero del clero —que era el úni-co que lo tenía— para aumentar y fortalecer la Guardia Nacio-nal —se había suprimido la odiosa leva— fracaso al que se unióalgo que no tiene nombre: la sublevación de los llamados“polkos”. Tiene razón don Vicente Fuentes Díaz y cuantos alrespecto piensan como él; México no era todavía una patriapara todos los mexicanos, no había conciencia patriótica, se ca-recía de patriotismo. “Los patriotas” hicieron cuanto pudieronpara envenenar las relaciones del presidente en campaña y delvicepresidente que desde la ciudad de México hacía lo que po-día para enviar recursos al ejército.

El problema espinoso era disponer de los bienes del clero yen ello estaba de acuerdo el general Santa Anna y presidentede la República; Gómez Farías viendo que todas sus gestiones—pese al derecho del Estado para hacerlo, derecho heredadodel gobierno español— no daban el resultado favorable, al prin-cipiar enero del fatídico año de 1847, envió al Congreso unproyecto de ley que —de aprobarse— autorizaría al gobiernopara “hipotecar o vender en subasta pública” las propiedades dela iglesia, que nuestra historia conoce como bienes de manosmuertas. La Cámara presionada por los enemigos de los libera-les puros y a pesar de las componendas de los moderados conreaccionarios y clericales, aprobó el proyecto de ley. Hubo nue-vas maniobras para evitar la publicación de la ley, que al fin sehizo y dio a conocer don Juan José Baz. La iglesia acudió al re-curso de cerrar los templos, lo que incendió el fanatismo y éste,sumado a la ignorancia y a la falta de patriotismo volvió a mo-ver el rebaño callejero al grito de; “viva la Religión” ¡“MueraGómez Farías”!

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Éste no usó la fuerza en contra del motín. El ministro de Jus-ticia —un eclesiástico— Andrés López de Nava, se encargó deponer al clero mexicano en un nivel inferior al de la Edad Me-dia y desde luego, caracterizó su acción como lo que en realidadfue: traición a la patria. Valentín Gómez, hombre de una solapieza y de honradez inmaculada, no se doblega a pesar de que lapobreza familiar, es tal que para hacer frente envía su reloj deoro al montepío.

La lucha para obtener el crédito de 15 millones continúa.Santa Anna, sigue presionando para que le envíen recursos por-que además de necesitarlos mucho la presión era parte de nuevaintriga que ya instrumentaba. No había renunciado a ejercer elpoder absoluto, a convertirse en emperador, idea fija que loatormentaba, según quedó probado y por ello se quejaba de queGómez Farías no sólo lo olvidaba sino que el viejo y honesto li-beral, quería sacrificarlo.

En este ambiente de dramáticos lamentos llegó la derrota dela Angostura y el llamado levantamiento de los “polkos” —unaparte de la Guardia Nacional compuesta por “niños bien” quesólo sabían lucir el uniforme— se pronunció en contra del go-bierno pretextando que se les quería enviar para evitar el desem-barco de Scott en Veracruz; en realidad se pronunciaron paraque la hipoteca de los bienes del clero no se realizara. Se empe-ñó lucha enconada entre polkos y soldados del gobierno. Mas,al conocer los sublevados el plan completo que para ellos notenía más objetivo que despojar a don Valentín Gómez Faríasde la jefatura del gobierno y de llevar a ella al general Peña, que-dó completamente claro que en realidad estaban evitando quese tocaran los bienes del clero. Hay muchos testimonios de loanterior, entre ellos, dos de mucha valía: el de Guillermo Prieto,

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sublevado y secretario del general Peña y el de un duranguenseconservador, católico que —como ya lo había hecho antes—defendió a don Valentín, calificándolo como sigue: “...no eradecoroso que Gómez Farías dejara el poder, diré más, no debíadejarlo... Él conoció en esta parte su misión y la desempeñó contal dignidad y valentía, que se ha hecho admirar de sus mismosenemigos, adquiriéndose con ello, no pocos amigos...” De pasoconviene decir que los moderados, ocultándose, se comporta-ron como villanos, al dejar completamente solo en tan tremen-do trance para todo el Partido Liberal, a don Valentín.

Este momento de nuestra historia mexicana tuvo el esperadofinal: a pesar de su carta —de Santa Anna a Gómez Farías—anunciando que regresaba para fortalecer al gobierno y sometera los revoltosos, llegó a la capital entre flores y aplausos para los“heroicos polkos” y desdén para los soldados del pueblo peroeso sí, recibido entre entusiastas manifestaciones de alegría y ge-nuflexiones, para —en su loco sueño de poder absoluto— darun paso más. Depuso a Gómez Farías de la vicepresidencia,abolió la ley del 11 de enero que legalizaba la hipoteca de losbienes del clero y dejaba caer sobre el ánimo del Padre de la Re-forma el peso de otro fracaso que —haciendo juego con su reu-matismo— lo hace caer en cama: “El temple de su ánimo cedíaesta vez al peso de sus achaques”.

Uno tras otro llegaron los desastres y la gesta heroica de losniños héroes de Chapultepec y la respuesta del general Anaya algeneral Twiggs que pregunta: “¿dónde está el parque?”, y elmexicano —con palabras para la historia— contesta: “Si hubie-ra parque no estuviera usted aquí”. No fue falta de valor sino defusiles, granadas, cañones y parque, más los egoísmos, fana-tismos, la avaricia clerical y los malentendidos, lo que hizo ver la

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posibilidad de lo que Rejón había escrito desde La Habana:“...que nuestros nopales pueden convertirse en estrellas...”.

Hasta los veinte del siglo XX, los que pasaban por la primaria,sabían del heroísmo del pueblo —los léperos, decían las fami-lias distinguidas— que no perdían la oportunidad de dar acuanto norteamericano les era posible, pasaporte para el otromundo. Sabían del pillaje, corrupción social y de los abusostraídos por los invasores después del armisticio —calificado detorpe— que Santa Anna concertó con los intrusos. Éstos que-rían la cesión de Texas, Nuevo México, Alta California, Sonora,Chihuahua y parte de Tamaulipas entre otras concesiones.Nuestro gobierno consintió en “vender las provincias de Texas yNuevo México”. Los moderados “usufructuarios” del poderquerían la paz. Para deliberar en territorio no ocupado, el go-bierno y el Congreso se trasladaron a Querétaro donde donFrancisco Zarco Mateos desempeñó rudo y agotante —perosiempre patriótico— trabajo en la Secretaría de Relaciones ycomo secretario de la Junta de Gobernadores y desde allí —el13 de octubre— el presidente Peña y Peña se colocó en posicióntotalmente pacifista a la que respondió positivamente Mr. Trist,renovando su actitud pacifista de agosto y haciendo posible elposterior arreglo no pacífico —por tener encima la presión delinvasor— que al final legalizó la pérdida de más de la mitaddel territorio nacional.

Don Valentín Gómez Farías dejó su casa en Mixcoac y —co-mo miembro del Congreso— marchó a Querétaro, ciudad enla que de nueva cuenta se proyectaron frente a frente las dostendencias del liberalismo: los moderados querían la paz sobrela base de ceder territorio al invasor; los puros, encabezados porGómez Farías, se manifestaron desde el primer momento, en

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contra —totalmente en contra— de la posición moderada.Conviene reproducir íntegro el documento encontrado pordon Vicente Fuente Díaz entre los papeles de sus descendientesy que sintetiza los fundamentos de la actitud política de los libe-rales puros:

Nuestra tierra está desierta; nuestras haciendas, pueblos yciudades quemados; los extranjeros devoran nuestro país delan-te de nosotros y ya una gran parte de él está desolado por nues-tros enemigos.

En nuestra aflicción ocurrimos al Señor, creyendo que apla-caremos su ira y que nos salvará con procesiones, repiques, co-hetes y salvas de artillería. Demasiado frecuentes son estasmanifestaciones interiores, que son diversiones y paseos entrenosotros más bien que actos religiosos. Dios no está irritadoporque somos negligentes en procurarnos su ayuda con talessacrificios; estos holocaustos desagradan al Señor, en vano se losofrecéis. Al país lo salvaremos con nuestro valor, nuestra digni-dad, nuestro trabajo y nuestro patriotismo.

Reproducción que bien meditada puede convencernos deque —mutatis mutandis— cambiando lo que haya que cambiar,es válida para estos días la maravillosa lección dictada por donValentín Gómez Farías.

Eran líderes de los moderados, Gómez Pedraza, Peña y Peña,De la Rosa, Couto y Herrera. Frente a su pretensión de firmar lapaz bajo las condiciones dichas —aceptando “la venta” de partedel territorio nacional— los puros estaban por la continuaciónde la guerra convirtiéndola —por parte de México— en guerrade guerrillas. Esperaban —los puros— llevar a la Presidencia a

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don Juan N. Cumplido. Los moderados obtuvieron la mayoríay el Congreso designó a don José Joaquín de Herrera, con loque tomaron el control del gobierno gracias a las chicanas de losmoderados. Muchos indignados liberales puros, amenazaron aGómez Farías con abandonar el partido si volvía a transigir conlos moderados. Cuando —últimos de noviembre— el gobiernodecide reiniciar las conferencias de paz, los puros presentaronun escrito calificado de excepcional y en el cual —con la máscompleta claridad, “definida y categórica”— aparece la posiciónde don Valentín ante el problema y que el señor Fuentes Díaz,desglosa en los siguientes diez puntos:

1. El gobierno no podrá admitir proposiciones de paz en virtudde las cuales se enajene el territorio que poseía sin cuestiónantes de la guerra.

2. Bien conocido nuestro modo de pensar en la cuestión portodos los señores diputados, nos pareció excusado entrarpor entonces en explicaciones sobre el estudio del voto queemitimos; pero puesta en duda nuestra intención por la prensade la capital, nos hemos resuelto a exponerla, no queriendoque ni por un momento se crea que pertenecemos al bando delos que buscan una paz ignominosa, por concesiones más omenos considerables del territorio de la República. Más cla-ro, no estando nosotros por ninguna enajenación de esta cla-se, mucho menos hemos podido estar ni estaremos porque secedan a los Estados Unidos, no ya los territorios de la provin-cia de Texas, sino los inmensos que tenemos al norte del RíoBravo...

3. Además: los pueblos, cantones o provincias que se unen encuerpo de nación para trabajar de acuerdo con el bien y con-

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servación común, ocurren al establecimiento del poder socialy reconocen su autoridad para participar en los beneficios de launión como miembros de ella, jamás para ser absolutamenteexcluidos de sus ventajas, segregándoseles de la comunión paraunirlos a otra, ni menos para que se les venda como una mana-da de ovejas o una partida de esclavos a una potencia extranjera.

4. Puede, es verdad, una nación abandonar en caso de extremanecesidad una provincia o ciudad que le disputa el vecino, oun enemigo poderoso; pero antes debe defenderlos como a susestados más queridos, y hecho esto, sin haber podido lograr suintento, o el objeto de sus deberes, limitarse a anunciar a laprovincia o ciudad disputada al no serle ya posible mantener-los en la unión...

5. Mas el cargo contra los Poderes de la Unión subiría de punto sila circunstancia de transigir en la cuestión pendiente con Es-tados Unidos, enajenándoles una parte más o menos consi-derable de nuestro territorio, se agregase la de estipular unaindemnización de algunos millones de pesos... ¿no los acusa-rían entonces de haberse propuesto especular con ellos, sinhaber cumplido con el sagrado deber de defenderlos?”

6. En fin, tanta debilidad sin haber dado hasta ahora a nuestroimplacable enemigo prueba alguna de vitalidad de nuestraparte... nos presentaría a la faz del mundo como un puebloindigno de figurar en la gran familia de las naciones, y alenta-ría a nuestro conquistador para volver dentro de pocos años,ya no por otra fracción de nuestros terrenos fronterizos, sinopor lo demás de nuestro territorio, tratándonos en lo sucesivo,como a las tribus bárbaras que han logrado exterminar.

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7. Porque no disputamos sólo nuestras provincias septentriona-les; la cuestión es más alta, de infinita trascendencia: disputa-mos por todos, por nuestra nacionalidad, por nuestra raza yantes de ceder una sola de nuestras poblaciones, un palmo denuestro territorio, hundámonos juntos o salvémonos todos,dando pruebas de lo que vale un pueblo resuelto a defendersu honor, su independencia y su dignidad.

8. Negada a los Poderes de la Unión toda facultad para enajenara una potencia extranjera ni una pulgada del territorio nacio-nal, no puede ni ha podido el Congreso autorizar la enajena-ción de la provincia de Texas, ni menos la de cuantiososterrenos que tenemos a la orilla izquierda del Río Bravo.

9. Por otra parte, el abandono que se hiciese en esas circuns-tancias de cualquiera de nuestras provincias, poblaciones oterrenos, sólo sería para robustecer al enemigo, provocarfunestas escisiones entre nosotros y aplazar para dentro depocos años la pérdida absoluta de la nacionalidad, de la Re-pública y el exterminio de la raza. Por lo expuesto, pues, y sinembargo de que nos afecta profundamente la efusión de san-gre y las demás calamidades que producen las contiendas delos pueblos, proclamamos solemnemente la continuaciónde la guerra, porque es el único arbitrio que nos queda.

10. Amamos a todos los hombres y hemos querido atraerlos anuestro suelo para hacerlos participar, bajo la influencia deuna legión humanitarista y generosa, de los bienes que he-mos heredado de nuestros padres, pero no podemos con-sentir en que se quiera humillar a nuestra Patria, en que sedesmembre su territorio para borrarla dentro de poco del ca-

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tálogo de las naciones, ni menos en que se extermine a nues-tra raza, cubriéndola antes de baldón y de ignominia…

Documento firmado por don Valentín y los diputados delpartido Liberal Puro en número de 26.

Todavía el 17 de abril de 1848, ya firmados los tratados conlos que perdimos más de la mitad de nuestro territorio, donManuel Crescencio Rejón, “segunda figura del grupo de lospuros y brazo derecho de Gómez Farías desde 1841”, presentóante el Congreso este alegato, que el señor Fuentes Díaz califi-cara de profético:

Al contemplar esta inmensa pérdida, este espantoso sacrificio, esaenorme, esa infinita preponderancia que vamos a dar a un puebloeminentemente invasor para arrollarnos, para arrojar al continen-te con sus islas, y hacer temblar a Europa, no puedo menos quesorprenderme y preguntarme, qué especie de demencia se ha apo-derado de nosotros, y aun del mundo, que observa tranquilo elgran trastorno que lo amenaza.

A pesar de todo el esfuerzo de los puros en contra, la paz y lapérdida de medio país, se firmó en Guadalupe Hidalgo, el 2 defebrero de 1848. Pueden hacerse muchas consideraciones en re-lación con las posibilidades o imposibilidades de realización dela política de no firmar la paz condicionada por la cesión del te-rritorio perdido, pero lo que nadie puede poner en duda es quela posición de los puros —derrotada por los moderados— enúltimo trance, deja constancia de que por esos días en Méxicono todo era entreguismo.

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Después del desastre, don Valentín Gómez Farías en carta aldoctor Mora, le da cuenta de la situación que guarda el país,cuya síntesis es la que sigue:

a) El país sigue en mal estado. El Congreso en más de unaño no ha legislado para mejorar la situación.

b) Tres partidos, intrigan y maniobran peleando por ejercerel mando: 1. Santanistas y monarquistas. 2. Una mezclade puros y moderados que ofrecen reformas radicales confines de proselitismo y 3. El partido del gobierno quepuede considerarse republicano y federal.

c) El clero en su mayoría pertenece al primero; Pedraza yAlmonte al segundo y el tercero cuenta con el apoyo delpresidente.

d) Señala que en los tres grupos hay hombres de buenasideas; que lo han buscado para que dirija alguno de ellospero que se ha rehusado. Lo menos malo es apoyar al go-bierno y procurar la integración de un buen gabinete. Enla Cámara lo han postulado para senador y desea que estono se consiga.

e) Se refiere a Makintosh, cónsul de Inglaterra al que calificade agiotista funesto, quien quiere atraerse a Santa Anna,seguro de que lo podrá manejar.

La carta revela que el desaliento se había adueñado de él, talvez por el peso enorme de la última derrota sufrida por su par-tido, del cual era el líder. La abulia lo dominaba, como si eltorrente que su vida política había sido, hubiera entrado en re-

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poso. Además, se había quedado solo. Nuevos hombres estabansurgiendo en el campo de las luchas políticas: “Era la genera-ción de la Reforma”. De la Reforma por la que había luchadocon todas sus fuerzas y que materializó en sus decretos de 1833y 1834. La juventud liberal que venía empujando fuerte, lo lla-mó para que se incorporara en sus filas y las fortaleciera con elgran prestigio de su nombre.

Aceptó. Había soportado los gobiernos de Herrera y de Aris-ta y lo peor, la dictadura de su “Alteza Serenísima”, que llevó alpaís al caos políticosocial, creando impuestos tan absurdoscomo los que gravaban la propiedad de los perros y el númerode puertas y ventanas que las casas tenían. Desbarajuste quecoronó con la venta de La Mesilla. La muerte de Alamán habíasalvado al país —transitoriamente— de la presencia de un“príncipe extranjero”. Ayudó a la Revolución de Ayutla desde laPresidencia de la Junta Patriótica de la ciudad de México, queluchaba contra Santa Anna. Después en la Dirección de Co-rreos y, “por algunos días ocupó la Presidencia efectiva del Con-greso Constituyente de 1856-57”. Por enfermedad pero comopresidente nominal del Congreso, tuvo que retirarse a su casadonde esperó que se terminara la Ley Fundamental de la Repú-blica. A sus 75 años cumplidos, próximo a los 76, la mala saludy después de padecer tantos sinsabores en el azaroso hacer de lapolítica, tan sólo le quedaba por su quebrantada condición físi-ca esperar. Tuvo voluntad para hacerlo: le asistían en esa esperasu esposa y sus cuatro hijos que recibían las diarias interrogacio-nes del venerable —y venerable es la palabra justa— ancianosobre la marcha de las labores del Constituyente.

Llegó el 5 de febrero de 1857 y con ese día de gloria para lanación mexicana, la hora en la que, don Valentín Gómez Farías,

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ve consumados sus sueños al jurarse la nueva Constituciónpolítica del país, acto que —en parte— Guillermo Prieto, des-cribe así:

La Cámara se abrió a las doce del día. Las galerías formaban unamasa compacta de rostros humanos llenos de agitación.

Parece que estoy asistiendo al acto solemne.Las gentes buscaban los lugares en que se sentaban Zarco, con

sus narices largas, su melena y su figura volteriana; Ocampo, conel cabello echado hacia atrás, su ancho rostro y sus ojos atrevidos;Arriaga, el apóstol, con sus pequeños ojos, su boca recogida, dulcey discreta, y su gran corazón iluminado con su semblante.

Bajo el dosel León Guzmán, ardiente, susceptible, de palabraafiligranada, delgado y en su acción y sus modales, dulcísimos.

Repentinamente y sin preparación, en medio del general bulli-cio, se abrió la puertecilla de la izquierda del dosel y apareció, des-tacándose como una visión, el señor don Valentín Gómez Farías,presidente de la Cámara, entre sus hijos Fermín y Benito.

Aquella aparición produjo un efecto extraordinario; medio si-glo de sacrificios y de gloria resucitaron en aquel anciano para dartestimonio del triunfo del pueblo.

Los diputados se pusieron de pie, las galerías estallaron enaplausos, el anciano, que acababa de abandonar el lecho del dolor,pasó como una sombra, suspendido en los brazos de sus hijos y secolocó en el dosel.

Se abrió la sesión, leyóse el acta y presentóse la Constitución ylas copias, suprimiéndose en ellas, sin notarse, un artículo (el 102)y la palabra ‘individuales’ en el artículo 29.

José Antonio Gamboa atendía una, Cortés Esparza la otra.En esos momentos descendió el consecuente Basilio Pérez Ga-

llardo de su asiento, quitó las plumas del tintero, dejando so-

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lamente dos, para que quedasen como recuerdo. Una de esas plu-mas la debe conservar Gamboa, la otra la posee Pérez Gallardo.

Se preguntó si se aprobaban las minutas y aprobadas se proce-dió a firmar.

León Guzmán ocupó la silla presidencial, que tanto supo hon-rar cuando el golpe de Estado, y el señor Farías con su trabajosopaso, por el peso de sus 76 años (los cumpliría el día 14 de ese mesy año, José Santos Valdés) y el peso de sus enfermedades, firmócon mano incierta y viendo a los que estábamos a su lado, dijo, ra-diante de satisfacción:

“Éste es mi testamento”Corrió un estremecimiento eléctrico en toda la Asamblea.

Al terminar los discursos, las salvas de artillería, los repiques a vue-lo de las campanas y las músicas militares, anunciaron al mundoque la patria de Hidalgo poseía el Código más liberal de la Tierra.

Con el propósito de esclarecer la falsa acusación hecha a loslegisladores y a la Constitución de 1857, de ser obra de ateosque pretendían quitar su religión al pueblo mexicano, recojo laspalabras pronunciadas por León Guzmán, vicepresidente delCongreso y de Ignacio Comonfort, en el acto de jurarla y quetomo de la edición facsimilar de la misma, publicada por elFondo de Cultura Económica y que son las apropiadas para talpropósito. Dijo don Ignacio Comonfort, presidente de la Re-pública:

Reconociendo esta causa, los pueblos han buscado el remedio desus males en una nueva carta fundamental, que les asegurase elgoce de sus derechos sacrosantos, eternos e imprescriptibles conque los dotó la mano bienhechora del creador.

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Quiera el Ser Supremo, árbitro de los destinos de los hombres y delas naciones, que la discordia desaparezca para siempre de entrenosotros: que unificados caminemos...

Don León Guzmán precisó en su discurso:

Párrafo 2: “Para Valentín Gómez, el Congreso es la palabra de ho-nor que el hombre santifica invocando la presencia de Dios”.

Párrafo 4: “La Providencia Divina, en sus altos designios, movióvuestro corazón patriota . . . Esa misma Providencia Santa os des-tinaba también para dar cima a tan heroica empresa. ¡Cumplid losdestinos de la Providencia!”.

Párrafo 7, al final: “Reconocen que al haber llegado al término dela obra principal que se les encomendara, es debido a un favor es-pecial de la Providencia Divina, y por tan fausto acontecimiento,bendicen en lo íntimo de su alma el santo nombre de Dios”.

En el manifiesto que el Congreso envió a la nación, redacta-do por Francisco Zarco Mateos y aprobado sin discusión, figu-ran estas expresiones:

Página 10: “Bendiciendo la Providencia Divina los generosos es-fuerzos que se hacen en favor de la libertad, ha permitido que elCongreso dé fin a su obra...”

Página 11: “...y en tal situación, para no desesperar del porvenir,los ha alentado su fe en Dios, en Dios que no protege la iniquidadni la injusticia...”

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Página 12: “Persuadido el Congreso de que la sociedad para serjusta, sin lo que no puede ser duradera, debe respetar los derechosconcedidos al hombre por su Creador...

Página 13: “Os quedan, pues, libres, espeditas, todas las facultadesque del Ser Supremo recibistéis para el desarrollo de vuestra inte-ligencia, para el logro de vuestro bienestar”.

Página 22: “¡Plegue al Supremo Regulador de las sociedades, ha-cer aceptable al pueblo mexicano la nueva constitución, y acce-diendo a los humildes ruegos de esta asamblea, poner término alos infortunios de la República, y dispensarle con mano pródigalos beneficios de la paz, de la justicia, de la libertad!”

El manifiesto, a nombre del Congreso, lo firmaron LeónGuzmán como vicepresidente y como secretarios Isidoro Ol-vera y José Antonio Gamboa.

El señor Fuentes Díaz que guió la elaboración de estas notas,pasa revista a la serie de intentos fracasados, hechos por donValentín para hacer triunfar sus empeños de político reforma-dor. Se pregunta: “¿Qué fatalidad persigue a Gómez Farías?¿Qué oculto poder, si lo hubo, desbarata su obra en cada mo-mento?” Y se contestaba después de extensas y certeras conside-raciones, haciendo estas afirmaciones:

a) Gómez Farías representó la edad infantil de un procesopolítico que chocó con la tradición, los intereses creados yel atraso político.

b) Los intentos reformistas ignoraron los tres siglos de tradi-ción y dominio de un Estado teocrático y monárquico, lo

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que los convirtió en un sectarismo que fuera de la realidaddeterminó su fracaso.

c) No se podía de un solo golpe hacer pedazos la estructurapolíticosocial de la época.

d) Toda revolución para tener éxito necesita armonizar losfactores objetivos y subjetivos. Objetivamente las condi-ciones para la revolución estaban dadas, pero no sub-jetivamente; la mayoría por ignorancia, fanatismo ytemor, no quería el cambio; la minoría privilegiada lo re-chazaba.

e) Nadie niega el gran fondo de justicia social que había enlos intentos revolucionarios, pero no había en la sociedadmexicana un clima favorable al cambio.

f ) Consecuencia: Gómez Farías fracasa en 1833, 1840 y1847 al intentar acabar con los privilegios del clero y delos diversos poderes que los defendían.

g) La Reforma en el 57 se impone. Barre con todos los obs-táculos; hay una nueva mentalidad popular y nuevos polí-ticos entrenados por la experiencia.

h) No se puede culpar a Gómez Farías de sus frustrados en-sayos; representaba la niñez, el principio balbuceante,desorientado, confuso y de ahí el sectarismo.

i) Gómez Farías cumplió una tarea histórica que él encarnó:sin el cumplimiento de esa tarea no hubiera sido posiblela Reforma del 57: por eso se le considera el padre de ella.

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Don Valentín Gómez Farías fue ferozmente perseguido hastadespués de muerto. El 5 de julio de 1858 dejó de existir a los 77años de edad en la ciudad de México. Zuloaga —el traidor—confabulado con el clero, se opuso a que fuera enterrado en laciudad de México. En Mixcoac, su hija Ignacia, cuidó del mo-desto sepulcro, pero al ella morir, “mano aviesa borró la señal dela tumba e incluso hubo descendientes del patricio” que hicie-ron desaparecer —ocultándolos— todo vestigio de los restosdel indomeñable liberal. Al gobierno federal le fue posible loca-lizarlos en el templo de San Juan en Mixcoac, y el 21 de juniode 1933, con motivo de cumplirse un siglo de sus intentosreformadores, los exhumó llevándolos a la rotonda de los Hom-bres Ilustres, mediante solemne ceremonia, el 4 de julio, que seinició en la Cámara de Diputados donde en presencia del presi-dente de la República, hablaron Narciso Bassols un grande deMéxico en representación del Poder Ejecutivo y el diputadoEnrique Pérez Arce, en nombre del Congreso de la Unión. Dela Cámara a la Rotonda, los restos del patricio fueron llevadosen un armón de artillería custodiado por cadetes del ColegioMilitar, en medio de una valla popular y antes de reinhumarselos restos, otro grande de México, el doctor Ignacio Chávez,Director de la Facultad de Medicina, la única institución quesobrevivió a las reformas, pronunció una oración que cerró conlas siguientes palabras:

Tú, que supiste de todas las heridas de la ingratitud en carne viva,aquí está tu vieja Escuela de Medicina, que tú fundaste y que alcumplir cien años se ha vuelto hacia ti, para pagarte en reverenciala vida que le diste; aquí está tu México nuevo con el que tú soñas-te. Por tus obras, en otro tiempo, te declararon objeto individualdel odio público. Hoy, por tus obras, la Patria te llama Beneméri-to, y la sepultura que negaron viene hoy México entero a cavarla

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amorosamente para ti, en el lugar en que coloca a sus mártires, asus apóstoles, a sus héroes; la revolución que tú quisiste aquí está,señor, para decirte que tus principios ya triunfaron y que tus idea-les siguen siendo bandera y símbolo: la Patria, por la que tú vivistey moriste, aquí está, señor; es ella la que toma tus restos venerados,la pobre cal de tus huesos, y al recibirlos en su seno te dice amoro-samente: ¡Descansa en mí!

Al terminar la oración, tres representantes del Congreso to-maron en sus manos la urna y la depositaron en la fosa. A lo le-jos, en aquella mañana hermosa, 21 cañonazos atronaron elespacio.

Dice Fuentes Díaz: “Fueron solemnes sin duda aquellos fu-nerales, pero ¡qué tarde se había acordado la República de suprogenitor!”

Es verdad la afirmación, pues el Padre de la Reforma lo es dela República. Al reconocer tan prolongado olvido, conviene,dada la extraordinaria lección que con su vida don Valentín dioa la República y al mundo entero, pedir que desde 1982, añocon año, se le honre en todas las escuelas mexicanas de todos losniveles y especialidades y que, cuando menos, un pequeño bus-to del patricio se levante en las ciudades de la República Mexi-cana; su tesón en defensa de la patria, convierte en justo estehomenaje.

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CONTENIDO

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Origen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Virtudes y formación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 10

Ejercicio de la profesión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

El político . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15

Regidor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16

Diputado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

Senador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25

Secretario General de Gobierno . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28

Secretario de Hacienda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

Vicepresidente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30

El exilio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38

Regreso a la patria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40

Segundo exilio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44

Segundo regreso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45

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Impreso en los Talleres Gráficos de laDirección de Publicaciones delInstituto Politécnico Nacional

Tresguerras 27, Centro Histórico, México, DFMarzo de 2002. Edición: 1 000 ejemplares

DISEÑO DE PORTADA: Gerardo López PadillaFORMACIÓN: Inés Mendoza HernándezSUPERVISIÓN: Manuel Toral Azuela

Delfino Rivera BelmanPRODUCCIÓN: Alicia Lepre Larrosa

DIVISIÓN EDITORIAL: Jesús Espinosa MoralesDIRECTOR: Arturo Salcido Beltrán