Valor de la Laboriosidad

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Valor Laboriosidad La laboriosidad significa hacer con cuidado y esmero las tareas, labores y deberes que son propios de las circunstancias. El estudiante va a la escuela, el obrero a su fábrica, los profesionales dirigen su actividad en la producción o los servicios. Pero laboriosidad no significa únicamente cumplir con el trabajo, también implica el ayudar a otros en el trabajo, la escuela, e incluso durante el tiempo de descanso; los padres velan por el bienestar de toda la familia y el cuidado material de sus bienes; los hijos además del estudio proporcionan ayuda en los quehaceres domésticos. Es el trabajo de cada día es el que educa, al realizarlo con prontitud, cuidado y bien hecho, “que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas”. Él, va forjando este valor de la laboriosidad, educando la voluntad. Y ello, a obtener el autodominio que lleva, evitando el atractivo de lo fácil y cómodo, a superarse, realizando el esfuerzo necesario que precisa el deber bien hecho, el deber cumplido. Poco a poco, se va haciendo el “músculo” mental necesario para que, sin esfuerzo aparente se vaya adquiriendo el valor de la laboriosidad. La escuela como la institución a la que ha sido conferida la alta misión de guiar la formación de las jóvenes generaciones, tiene que dirigir el proceso docente educativo en coordinación con el resto de los agentes sociales para lograr preparar al joven para asumir el reto de la vida laboral. El trabajo construye al mundo tal cual es. El mundo es el territorio donde se desarrolla el ser humano. Un préstamo de la naturaleza que el hombre transforma con su esfuerzo y su inteligencia. El trabajo es la modificación de la tierra en beneficio del ser humano. Para el fortalecimiento del valor laboriosidad se debe poner en un primer plano los objetivos ideológicos de la actividad y sus resultados, así mismo convencernos del honor y la dignidad que tienen los que trabajan y la importancia social del trabajo en concreto que realizan. Juan Pablo II escribió en 1981 en su encíclica “Laborem exercens” (“El trabajo humano”): “El trabajo es un bien del hombre, porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”. Ciertamente, las bestias no “trabajan”; a lo sumo, empujan de un carro y aprovechamos su fuerza física. Sólo el ser humano “trabaja”, porque en cada cosa que hace, aunque sea la más insignificante, deja algo de su ingenio, de su esfuerzo, y de su propia humanidad. El hombre “humaniza” el mundo mediante su trabajo. No se trabaja

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Valor Laboriosidad

La laboriosidad significa hacer con cuidado y esmero las tareas, labores y deberes que son propios de las circunstancias. El estudiante va a la escuela, el obrero a su fábrica, los profesionales dirigen su actividad en la producción o los servicios. Pero laboriosidad no significa únicamente cumplir con el trabajo, también implica el ayudar a otros en el trabajo, la escuela, e incluso durante el tiempo de descanso; los padres velan por el bienestar de toda la familia y el cuidado material de sus bienes; los hijos además del estudio proporcionan ayuda en los quehaceres domésticos.

Es el trabajo de cada día es el que educa, al realizarlo con prontitud, cuidado y bien hecho, “que el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas”. Él, va forjando este valor de la laboriosidad, educando la voluntad. Y ello, a obtener el autodominio que lleva, evitando el atractivo de lo fácil y cómodo, a superarse, realizando el esfuerzo necesario que precisa el deber bien hecho, el deber cumplido. Poco a poco, se va haciendo el “músculo” mental necesario para que, sin esfuerzo aparente se vaya adquiriendo el valor de la laboriosidad. La escuela como la institución a la que ha sido conferida la alta misión de guiar la formación de las jóvenes generaciones, tiene que dirigir el proceso docente educativo en coordinación con el resto de los agentes sociales para lograr preparar al joven para asumir el reto de la vida laboral. El trabajo construye al mundo tal cual es. El mundo es el territorio donde se desarrolla el ser humano. Un préstamo de la naturaleza que el hombre transforma con su esfuerzo y su inteligencia. El trabajo es la modificación de la tierra en beneficio del ser humano.

Para el fortalecimiento del valor laboriosidad se debe poner en un primer plano los objetivos ideológicos de la actividad y sus resultados, así mismo convencernos del honor y la dignidad que tienen los que trabajan y la importancia social del trabajo en concreto que realizan.

Juan Pablo II escribió en 1981 en su encíclica “Laborem exercens” (“El trabajo humano”): “El trabajo es un bien del hombre, porque mediante el trabajo el hombre no sólo transforma la naturaleza adaptándola a las propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo como hombre, es más, en un cierto sentido ‘se hace más hombre’”. Ciertamente, las bestias no “trabajan”; a lo sumo, empujan de un carro y aprovechamos su fuerza física. Sólo el ser humano “trabaja”, porque en cada cosa que hace, aunque sea la más insignificante, deja algo de su ingenio, de su esfuerzo, y de su propia humanidad. El hombre “humaniza” el mundo mediante su trabajo. No se trabaja para “ganar dinero”, sino para realizarse como ser humano. El trabajo humano es la primera forma de ser solidarios, y contribuir al bienestar de la sociedad. Se le devuelve a la comunidad humana lo que ella ha invertido en educación y bienestar. No hay trabajos sin importancia. En una facultad universitaria, en una empresa, en un taller, en una escuela, en un carretón de limpieza, en la casa... Lo que le da al trabajo su valor no es el “sueldo” o el “brillo social” que tiene, sino el ser humano que trabaja y deja en él su propia vida. Por eso el trabajo humano no tiene “precio”, porque la persona humana no tiene “precio”.

Juan Pablo II escribió en 1981 en su encíclica “El trabajo humano”. La laboriosidad es la virtud del que se empeña en un trabajo bien hecho. Exige constancia, imaginación, paciencia. A veces hay que trabajar mucho, a veces años y décadas, antes de ver el “fruto del trabajo”. Una sociedad sana y una nación grande están hechas de hombres y mujeres que viven la laboriosidad.

Cuando alguien se refiere a una persona por “ser muy trabajadora” esta se siente distinguida y halagada, los demás ven en ella la capacidad de estar horas y horas en la escuela, en la casa o en el trabajo haciendo “muchas cosas importantes”. Efectivamente esa puede ser la razón, pero existe la posibilidad de carecer de un sistema de trabajo que la lleve a “trabajar” más tiempo de lo previsto. Esto se identifica con claridad cuando se inician varias tareas y sólo se terminan algunas,

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generalmente las menos importantes (las que más gustan o se facilitan), además de ir acumulando labores que después se convertirán en urgentes. La laboriosidad significa hacer con cuidado y esmero las tareas, labores y deberes que son propios de nuestras circunstancias. El estudiante va a la escuela, los profesionales dirigen su actividad o los servicios que se prestan, el obrero largas horas para hacer su labor. Pero laboriosidad no significa únicamente "cumplir" nuestro trabajo. También implica hacer un uso óptimo de la jornada laboral, buscar soluciones a posibles problemas, ayudar a otros en el trabajo, en la escuela, e incluso durante el tiempo de descanso.

Conclusiones:

El valor de la laboriosidad se expresa en el máximo aprovechamiento de las actividades laborales y sociales que se realizan a partir de la conciencia de que el trabajo es la única fuente de riqueza, un deber social y la vía para la realización de los objetivos sociales y personales.

Es reconocible que el valor de la laboriosidad se ha instaurado y desarrollado durante la formación ética de un trabajador cuando los mismos:

• Muestran plena dedicación a la actividad laboral y social que realizan.

• Poseen capacidad para enfrentar los obstáculos y encontrar soluciones a los problemas presentados en la actividad social que realizan.

• Cumplen con disciplina, eficiencia y calidad las tareas encomendadas.

• Sienten mayor realización personal, en tanto mayor sea su aporte social en la actividad que desempeñan.

• Combaten cualquier manifestación de acomodamiento y vagancia.

• Propician un clima de compromiso, consagración y nivel de respuesta a las tareas asignadas, cumpliendo adecuadamente con todos sus compromisos.

ACTIVIDAD EVALUATIVA

Subrayar 5 frases que hayan llamado la atención del valor laboriosidad En tu rol como estudiante realiza un listado de mínimo 10 cualidades debes tener para

considerar que tienes fortaleza en el valor de la laboriosidad. Escribe un párrafo de mínimo una hoja en el cual expliques el trabajo que realiza tu padre (o

familiar cercano) escribe porque el trabajo que realiza tu padre es importante y como desde él ayuda a la comunidad.

Escribe un listado de 5 profesiones, trabajos u oficios que te gustaría realizar en tu vida adulta y escribe el porqué.