VIA CRUCIS - WordPress.com · 2017-03-02 · Lucas 23,1-2, 5-6 Meditación: Dios que renuncia a su...
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VIA CRUCIS
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Primera estación: Jesús es condenado a muerte
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
El Consejo en pleno se levantó y llevaron a Jesús ante Pilato. Allí
empezaron con sus acusaciones: «Hemos comprobado que este
hombre es un agitador. Se opone a que se paguen los impuestos
al César y pretende ser el rey enviado por Dios.» Pero ellos
insistieron: «Está enseñando por todo el país de los judíos y
sublevando al pueblo. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta
aquí.» Al oír esto, Pilato preguntó si aquel hombre era galileo.
Lucas 23,1-2, 5-6
Meditación:
Dios que renuncia a su categoría, de Dios, deja la felicidad de su
cielo y se viene a hacer hombre, hombre que no anda
mencionando sus prerrogativas de Dios, hombre cualquiera dice
la Biblia hoy, un hombre cualquiera; un hombre cualquiera que
es amarrado por la autoridad de su tiempo, llevado a los
tribunales, ajusticiado. Se me ocurre pensar cuando San Pablo
dice: "un hombre cualquiera", esas figuras que ya estamos
acostumbrados a ir viviendo en nuestros periódicos: el campesino
esposado, el campesino torturado, el obrero a quien no se le
reconocen sus derechos, un hombre cualquiera, así se quiso
hacer Cristo...
Homilía de Mons. Romero, marzo 19, 1978
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Oración:
Señor, has sido condenado a muerte porque el miedo al «qué
dirán» ha sofocado la voz de la conciencia. Sucede siempre así a
lo largo de la historia; los inocentes son maltratados, condenados
y asesinados. Cuántas veces hemos preferido también nosotros el
éxito a la verdad, nuestra reputación a la justicia. Da fuerza en
nuestra vida a la sutil voz de la conciencia, a tu voz. Mírame como
lo hiciste con Pedro después de la negación. Que tu mirada
penetre en nuestras almas y nos indique el camino en nuestra
vida. El día de Pentecostés has conmovido en corazón e infundido
el don de la conversión a los que el Viernes Santo gritaron contra
ti. De este modo nos has dado esperanza a todos. Danos también
a nosotros de nuevo la gracia de la conversión.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Segunda estación: Jesús carga su cruz
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura
Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucifiquen, y ellos se lo
llevaron. Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para
dirigirse al lugar llamado «del Cráneo», en hebreo «Gólgota».
Juan 19,16-17
Meditación:
Sentimos en el Cristo de la Semana Santa con su cruz a cuestas,
que es el pueblo que va cargando también su cruz. Sentimos en
el Cristo de los brazos abiertos y crucificados, al pueblo
crucificado pero que desde Cristo, un pueblo que crucificado y
humillado, encuentra su esperanza…
Homilía de Mons. Romero, marzo 19, 1978
Oración
Señor, te has dejado escarnecer y ultrajar. Ayúdanos a no unirnos
a los que se burlan de quienes sufren o son débiles. Ayúdanos a
reconocer tu rostro en los humillados y marginados. Ayúdanos a
no desanimarnos ante las burlas del mundo cuando se ridiculiza
la obediencia a tu voluntad. Tú has llevado la cruz y nos has
invitado a seguirte por ese camino. Danos fuerza para aceptar la
cruz, sin rechazarla; para no lamentarnos ni dejar que nuestros
corazones se abatan ante las dificultades de la vida. Anímanos a
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recorrer el camino del amor y, aceptando sus exigencias, alcanzar
la verdadera alegría.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Tercera estación: Jesús cae por primera vez
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
Luego Jesús llamó a sus discípulos y a toda la gente y les dijo: “El
que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me
siga.
Marcos 8,34
Meditación:
Cristo no es un ser insensible. Cristo es un hombre de carne y
hueso, de nervios y músculos como nosotros. Un hombre que
siente lo que siente alguien cuando lo lleva la Guardia Nacional y
lo lleva a ese lugar de tortura...
Homilía de Mons. Romero, abril 1, 1979.
Oración:
Señor Jesús, el peso de la cruz te ha hecho caer. El peso de
nuestra falta de amor al prójimo, el peso de nuestra soberbia y de
nuestro orgullo, te derriba. Pero tu caída no es signo de un
destino adverso, no es la pura y simple debilidad de quien es
despreciado. Has querido venir a socorrernos porque a causa de
nuestra soberbia yacemos en tierra. La soberbia de pensar que
podemos forjarnos a nosotros mismos lleva a transformar al
hombre en una especie de mercancía, que puede ser comprada y
vendida, una reserva de material para nuestros experimentos,
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con los cuales esperamos superar por nosotros mismos la muerte,
mientras que, en realidad, no hacemos más que mancillar cada
vez más profundamente la dignidad humana. Señor, ayúdanos
porque hemos caído. Ayúdanos a renunciar a nuestra soberbia
destructiva y, aprendiendo de tu humildad, a levantarnos de
nuevo.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Cuarta estación: Jesús encuentra a su madre
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su
madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la
madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo:
«Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes
a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su
casa.
Juan 19,25-27
Meditación:
La liberación de Cristo, hermanos, es ternura, es amor, es la
presencia de una madre bondadosa: María. Y María es el modelo
de quienes colaboran con Cristo para la liberación de la tierra y
la adquisición del cielo. María en su cántico de acción de gracias
proclama las grandezas de Dios y también proclama que Dios
desecha el orgullo de los poderosos y enaltece a los humildes…
Homilía de Mons. Romero, marzo 24, 1978
Oración:
Señor Jesús, tu madre María, permaneció fiel cuando los
discípulos huyeron. Al igual que creyó cuando el ángel le anunció
lo que parecía increíble –que sería la madre del Altísimo– también
creyó en el momento de tu mayor humillación. Te rogamos que
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nos enseñes a creer como María y nos ayudes para que la fe nos
impulse a servir y dar muestras de un amor que socorre y sabe
compartir el sufrimiento.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Quinta estación: Simón el Cirineo ayuda a Jesús a cargar la
cruz
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
Cuando lo llevaban, encontraron a un tal Simón de Cirene, que
volvía del campo, y le cargaron con la cruz para que la llevara
detrás de Jesús.
Lucas 23,26
Meditación:
Lamentablemente, queridos hermanos, somos el producto de una
educación espiritualista, individualista. Donde se nos enseñaba:
procura salvar tu alma y no te importe lo demás. Como decíamos
al que sufría: "Paciencia, que ya vendrá el cielo, aguanta". ¡No!,
no puede ser eso, eso no es salvar, no es la salvación que Cristo
trajo. La salvación que Cristo trae es la salvación de todas las
esclavitudes que oprimen al hombre. Es necesario que el hombre
que vive bajo de tantas opresiones y esclavitudes rompa las
cadenas-el miedo que esclaviza los corazones; la enfermedad que
oprime los cuerpos, la tristeza, la preocupación, el terror que
oprime nuestra libertad y nuestra vida…
Homilía de Mons. Romero, septiembre 9, 1979
Oración:
Señor, a Simón de Cirene le has abierto los ojos y el corazón,
dándole, al compartir la cruz, la gracia de la fe. Ayúdanos a
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socorrer a nuestro prójimo que sufre, aunque esto contraste con
nuestros proyectos y nuestras simpatías. Danos la gracia de
reconocer como un don el poder compartir la cruz de los otros y
experimentar que así caminamos contigo. Danos la gracia de
reconocer con gozo que, precisamente compartiendo tu
sufrimiento y los sufrimientos de este mundo, nos hacemos
servidores de la salvación, y que así podemos ayudar a construir
tu cuerpo, la Iglesia.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Sexta estación: una mujer limpia el rostro de Jesús
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
Éste ha crecido ante Dios como un retoño, como raíz en tierra
seca. No tenía brillo ni belleza para que nos fijáramos en él, y su
apariencia no era como para cautivarnos. Despreciado por los
hombres y marginado, hombre de dolores y familiarizado con el
sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara,
no contaba para nada y no hemos hecho caso de él.
Isaías 53,2-3
Meditación:
Si viéramos que es Cristo el hombre necesitado, el hombre
torturado, el hombre prisionero, el asesinado; y en cada figura de
hombre, botadas tan indignamente por nuestros caminos,
descubriéramos a ese Cristo botado, medalla de oro que
recogeríamos con ternura y la besaríamos y no nos
avergonzaríamos de él…
Homilía de Mons. Romero, marzo 16, 1980
Oración:
Danos, Señor, la inquietud del corazón que busca tu rostro.
Protégenos de la oscuridad del corazón que ve solamente la
superficie de las cosas. Danos la sencillez y la pureza que nos
permiten ver tu presencia en el mundo. Cuando no seamos
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capaces de cumplir grandes cosas, danos la fuerza de una bondad
humilde. Graba tu rostro en nuestros corazones, para que así
podamos encontrarte y mostrar al mundo tu imagen.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Séptima estación: Jesús cae por segunda vez
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
Os aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere,
queda solo; pero si muere, da mucho fruto.
Juan 12,24
Meditación:
Aquí donde Cristo es carne que sufre, aquí donde Cristo es cosa,
donde Cristo es persecución, donde Cristo es hombres que
duermen en el campo porque no pueden dormir en su casa, donde
Cristo es enfermedad que sufre por consecuencia de tantas
intemperies y de tantos sufrimientos; aquí es Cristo con su cruz
a cuestas, no meditado en una capilla junto al vía-crucis, sino
vivido en el pueblo; es Cristo con su cruz camino del Calvario…
Homilía de Mons. Romero, marzo 5, 1978
Oración:
Señor Jesucristo, has llevado nuestro peso y continúas
llevándolo. Es nuestra carga la que te hace caer. Pero levántanos
tú, porque solos no podemos reincorporarnos. En lugar de un
corazón de piedra danos de nuevo un corazón de carne, un
corazón capaz de ver. No permitas que el muro del materialismo
llegue a ser insuperable. Haz que te reconozcamos de nuevo.
Haznos sobrios y vigilantes para poder resistir a las fuerzas del
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mal y ayúdanos a reconocer las necesidades interiores y
exteriores de los demás, a socorrerlos. Levántanos para poder
levantar a los demás. Danos esperanza en medio de toda esta
oscuridad, para que seamos portadores de esperanza para el
mundo.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Octava estación: Jesús habla a las mujeres de Jerusalén
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se
golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Jesús, volviéndose
hacia ellas, les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí. Llorad
más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos.
Lucas 23,27-28
Meditación:
El que convive con el pobre, con el miserable, con el campesino y
lo defiende y quiere como Cristo nuestro Señor predicar la
liberación a los pobres, a los oprimidos, a los prisioneros, a los
que sufren. Este es Cristo que está en medio de nosotros…
Homilía de Mons. Romero, marzo 23, 1978
Oración:
Haz Señor que caminemos junto a ti sin limitarnos a ofrecerte
sólo palabras de compasión. Conviértenos y danos una vida
nueva; no permitas que, al final, nos quedemos como el leño seco,
sino que lleguemos a ser sarmientos vivos en ti, la vid verdadera,
y que produzcamos frutos para la vida eterna.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Novena estación: Jesús cae por tercera vez
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
Después dijo a sus discípulos: «Es inevitable que haya
escándalos, pero ¡ay de aquel que los ocasiona! Más le valdría que
le ataran al cuello una piedra de moler y lo precipitaran al mar,
antes que escandalizar a uno de estos pequeños.
Lucas 17,1-2
Meditación:
¡No está vencido nadie aunque lo pongan bajo la bota de la
opresión y de la represión, el que cree en Cristo, sabe que es un
vencedor y que la victoria definitiva será de la verdad y de la
justicia...! ¡Qué bien se identifica Cristo con el sufrimiento de
nuestro pueblo! Así parecen clamar muchas cosas, muchos
tugurios, muchos en las cárceles y en el sufrimiento, muchos
hambrientos de justicia y de paz. "¿Dios mío, Dios mío, por qué
me has abandonado?" No nos ha abandonado. Es la hora en que
el Hijo de Dios va pasando con toda su carga de pecado por la
obediencia que Dios le pide para poder perdonar esos pecados de
la humanidad de donde derivan todas las injusticias, todos los
egoísmos...
Homilía de Mons. Romero, abril 8, 1979
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Oración:
Señor, frecuentemente tu Iglesia nos parece una barca a punto
de hundirse, que hace aguas por todas partes. Y también en tu
campo vemos más cizaña que trigo. Nos abruman su atuendo y
su rostro tan sucios. Pero los empañamos nosotros mismos.
Nosotros quienes te traicionamos, no obstante los gestos
ampulosos y las palabras altisonantes. Ten piedad de tu Iglesia:
también en ella el ser humano cae una y otra vez. Al caer,
quedamos en tierra y el Maligno se alegra, porque espera que ya
nunca podremos levantarnos; espera que tú, siendo arrastrado
en la caída de tu Iglesia, quedes abatido para siempre. Pero tú te
levantarás. Tú te has reincorporado, has resucitado y puedes
levantarnos. Salva y santifica a tu Iglesia. Sálvanos y santifícanos
a todos.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Décima estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus
vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno.
Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque
estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, se dijeron entre
sí: «No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca.»
Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis
vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los
soldados.
Juan 19,23-24
Meditación:
Este es el compromiso de ser cristiano: seguir a Cristo en su
encarnación y si Cristo es Dios majestuoso que se hace hombre
humilde hasta la muerte de los esclavos en una cruz y vive con
los pobres, así debe ser nuestra fe cristiana. El cristiano que no
quiere vivir este compromiso de solidaridad con el pobre, no es
digno de llamarse cristiano...Cristo nos invita a no tenerle miedo
a la persecución porque, créanlo hermanos, el que se compromete
con los pobres tiene que correr el mismo destino de los pobres:
ser desaparecido, ser torturados, ser capturados, aparecer
cadáveres...
Homilía de Mons. Romero, febrero 17, 1980
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Oración:
Señor Jesús, has sido despojado de tus vestiduras, expuesto a la
deshonra, expulsado de la sociedad. Te has cargado con los
sufrimientos y necesidades de los pobres, aquellos que están
excluidos del mundo. Pero es exactamente así como cumples la
palabra de los profetas. Es así como das significado a lo que
aparece privado de significado. Es así como nos haces reconocer
que tu Padre te tiene en sus manos, a ti, a nosotros y al mundo.
Concédenos un profundo respeto hacia el hombre en todas las
fases de su existencia y en todas las situaciones en las cuales lo
encontramos. Danos el traje de la luz de tu gracia.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Decimoprimera estación: Jesús es clavado a la cruz
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
Lo llevaron al lugar llamado Gólgota, o Calvario, palabra que
significa «calavera». Después de ofrecerle vino mezclado con
mirra, que él no quiso tomar, lo crucificaron y se repartieron sus
ropas, sorteándolas entre ellos. Eran como las nueve de la
mañana cuando lo crucificaron.
Marcos 15,22-25
Meditación:
Roma crucificaba pero no a sus romanos, Roma crucificaba a los
pueblos que dependían de su imperio; y como Palestina dependía
de Roma -Pilatos era el representante de Roma en aquel pueblo
oprimido- Cristo tiene que ser humillado como un ser que no
merece ni siquiera ciudadanía…
Homilía de Mons. Romero, marzo 19, 1978
Oración:
Señor Jesucristo, te has dejado clavar en la cruz, aceptando la
terrible crueldad de este dolor, la destrucción de tu cuerpo y de
tu dignidad. Te has dejado clavar, has sufrido sin evasivas ni
compromisos. Ayúdanos a no desertar ante lo que debemos
hacer. A unirnos estrechamente a ti. A desenmascarar la falsa
libertad que nos quiere alejar de ti. Ayúdanos a aceptar tu libertad
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«comprometida» y a encontrar en la estrecha unión contigo la
verdadera libertad.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Decimosegunda estación: Jesús muere en la cruz
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
Hacia el mediodía se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas
hasta las tres de la tarde. En ese momento la cortina del Templo
se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy fuerte: «Padre, en tus
manos encomiendo mi espíritu». Y dichas estas palabras, expiró.
Lucas 23,44-46
Meditación:
Mientras miramos a Cristo clavado en la cruz nos invita la
Sagrada Palabra a descifrar un misterio de actualidad. Si Cristo
es el representante de todo el pueblo en sus dolores, en su
humillación, en sus miembros acribillados con unos clavos en
una cruz, tenemos que descubrir el sufrimiento de nuestro
pueblo. Es nuestro pueblo torturado, es nuestro pueblo
crucificado, escupido, humillado al que representa Jesucristo
Nuestro Señor para darle a nuestra situación tan difícil un
sentido de redención…
Homilía de Mons. Romero, marzo 24, 1978
Oración:
Señor Jesucristo, en la hora de tu muerte se oscureció el sol.
Constantemente estás siendo clavado en la cruz. En este
momento histórico vivimos en la oscuridad de Dios. Por el gran
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sufrimiento, y por la maldad de los hombres, el rostro de Dios, tu
rostro, aparece difuminado, irreconocible. Pero en la cruz te has
hecho reconocer. Porque eres el que sufre y el que ama, eres el
que ha sido ensalzado. Precisamente desde allí has triunfado. En
esta hora de oscuridad y turbación, ayúdanos a reconocer tu
rostro. A creer en ti y a seguirte en el momento de la necesidad y
de las tinieblas. Muéstrate de nuevo al mundo en esta hora. Haz
que se manifieste tu salvación.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Decimotercera estación: Jesús es bajado de la cruz
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
José de Arimatea, miembro respetable del Consejo supremo, era
de los que esperaban el Reino de Dios, y fue directamente donde
Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que
Jesús hubiera muerto tan pronto y llamó al centurión para saber
si realmente era así. Después de escuchar al centurión, Pilato
entregó a José el cuerpo de Jesús. José lo bajó de la cruz y lo
envolvió en una sábana que había comprado, lo colocó en un
sepulcro excavado en la roca e hizo rodar una piedra grande
contra la entrada de la tumba.
Marcos 15,43-46
Meditación:
María es la expresión de la necesidad del pueblo. María es la
expresión de la angustia de quienes están en prisión. María es la
tristeza de las madres quienes han perdido a sus hijos y nadie les
dirá dónde están. María es la ternura que busca con angustia una
solución…
Homilía de Mons. Romero, diciembre 24, 1978
Oración:
Señor, has bajado hasta la oscuridad de la muerte. Pero tu cuerpo
es recibido por manos piadosas y envuelto en una sábana limpia.
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La fe no ha muerto del todo, el sol no se ha puesto totalmente.
Cuántas veces parece que estés durmiendo. Qué fácil es que
nosotros nos alejemos y nos digamos a nosotros mismos: Dios ha
muerto. Haz que en la hora de la oscuridad reconozcamos que tú
estás presente. No nos dejes solos cuando nos aceche el
desánimo. Y ayúdanos a no dejarte solo. Danos una fidelidad que
resista en el extravío y un amor que te acoja en el momento de tu
necesidad más extrema, como tu madre, que te arropa de nuevo
en su seno. Ayúdanos, ayuda a los pobres y a los ricos, a los
sencillos y a los sabios, para poder ver por encima de los miedos
y prejuicios, y te ofrezcamos nuestros talentos, nuestro corazón,
nuestro tiempo, preparando así el jardín en el cual puede tener
lugar la resurrección.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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Decimocuarta estación: Jesús es colocado en el sepulcro
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P: Te adoramos Cristo y te bendecimos,
R: porque por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura:
Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas,
agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de
sepultar que tienen los judíos. En el lugar donde lo crucificaron
había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía
nadie había sido sepultado. Como era para los judíos el día de la
Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.
Juan 19,41-42
Meditación:
Porque no pensemos, hermanos, que nuestros muertos se han
apartado de nosotros, su cielo, su recompensa eterna, los
perfecciona en el amor, siguen amando las mismas causas por
las cuales murieron, lo cual quiere decir que en El Salvador esta
fuerza liberadora no sólo cuenta con los que van quedando vivos,
sino que cuenta con todos aquellos que las han querido matar y
que están más presentes que antes en este proceso del pueblo…
Homilía de Mons. Romero, marzo 2, 1980
Oración:
Señor Jesucristo, al ser puesto en el sepulcro has hecho tuya la
muerte del grano de trigo, te has hecho el grano de trigo que
muere y produce fruto con el paso del tiempo hasta la eternidad.
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Desde el sepulcro iluminas para siempre la promesa del grano de
trigo del que procede el verdadero maná, el pan de vida en el cual
te ofreces a ti mismo. La Palabra eterna, a través de la
encarnación y la muerte, se ha hecho Palabra cercana; te pones
en nuestras manos y entras en nuestros corazones para que tu
Palabra crezca en nosotros y produzca fruto. Te das a ti mismo a
través de la muerte del grano de trigo, para que también nosotros
tengamos el valor de perder nuestra vida para encontrarla; a fin
de que también nosotros confiemos en la promesa del grano de
trigo. Auxílianos para que seamos tu perfume y hagamos visible
la huella de tu vida en este mundo. Como el grano de trigo crece
de la tierra como retoño y espiga, tampoco tú podías permanecer
en el sepulcro: el sepulcro está vacío porque tú no has conocido
la corrupción. Has resucitado y has abierto el corazón de Dios a
la carne transformada. Haz que podamos alegrarnos de esta
esperanza y llevarla gozosamente al mundo, para ser de este
modo testigos de tu resurrección.
P: Cristo fue obediente hasta la muerte
R: Y una muerte de cruz por salvarnos
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