Viajes y Memoria

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Si sales de viaje, que tu último día sea el mejor! Cuando salgas de vacaciones, sobre todo, asegúrate que el último día sea maravilloso. Controla gastos los primeros días si es necesario, pero regálate una cena por todo lo alto la noche antes del regreso. Reserva para el final alguna actividad especial, relájate, disfruta de la compañía, e intenta que tus últimas experiencias sean excepcionales. Porque serán las decisivas en tu valoración global del viaje, y conformarán tu recuerdo desfigurado de las vacaciones completas. No lo digo yo; lo explica en esta excelente charla el premio Nobel y fundador de la economía conductual (behavioral economics) Daniel Kahneman. El "yo de la memoria" vs el "yo de la experiencia" La clave para perseguir su planteamiento es asumir dos cosas. La primera: la memoria es una acumulación de distorsiones; infinidad de nuestras experiencias quedan olvidadas para siempre en cuestión de minutos, y del resto, unas pesan mucho más que otras a la hora de construir un retrato desleal del pasado. Y la segunda: para abordar algo tan complejo como la felicidad o el bienestar, debemos diferenciar muy bien la profunda confusión que arrastramos entre experiencia y memoria; entre sentirte feliz durante unos instantes de tu vida, o estar feliz/satisfecho con tu vida en su sentido más amplio. Son dos registros claramente dependientes, y de hecho, Kahneman argumenta que deberíamos contemplarnos a nosotros mismos como dos individuos diferentes; el “yo de la experiencia” (experiencing self) que vive en el presente y puede sentirse mal si le duele la cabeza, y el “yo de la memoria“ (remembering self) que es quien mantiene la historia de tu vida y responde cuando te preguntan cómo estás últimamente o qué tal te lo pasaste durante el viaje. Este último “yo” es un confabulador, pero es a quien permites que guíe tus decisiones. Colonoscopias más o menos molestas ¿Cómo se unen ambos conceptos con el final tus vacaciones? Kahneman explicó un curioso estudio con pacientes que se sometían a colonoscopias dolorosas y bastante molestas. El tratamiento no era uniforme; en unos casos requería ser más largo, en otros terminaba antes, y la distribución de molestias era diferente. Los investigadores hicieron dos grupos y midieron la intensidad del dolor experimentado por los pacientes durante las pruebas. El resultado son el gráfico que tenéis a vuestra izquierda: Los pacientes A sufrían por menos tiempo pero terminaban con un dolor más intenso. Los pacientes B experimentaban los mismos picos de dolor, incluso más prolongado, pero las últimas fases eran más indulgentes. 60 segundos después de cada colonoscopia les pedían que valoraran cuánto dolor habían sentido durante la intervención, ¿y sabéis qué? Los pacientes A decían haber sufrido más dolor en global que los B. Aquí hay una clara disociación entre experiencia y recuerdo, condicionado por la intensidad de dolor en los momentos finales del tratamiento. El “yo de la experiencia” de los individuos que siguieron el tratamiento largo había sufrido en realidad más, pero el “yo de la memoria” les decía lo contrario. Y no era sólo una reacción del momento. Cuando Kahneman analizó pacientes que habían seguido ambos tipos de intervenciones, y les preguntó cuál preferirían repetir en caso de que fuera necesario contestaban que la larga de final más suave. No por el final en sí, sino porque su distorsionado “yo de la memoria” les mentía diciendo que de esa manera sufrirían menos. Valoramos y decidimos según recuerdos falseados que proyectamos hacia el futuro, no en base a experiencias fidedignas. ¿Sirve para algo saber esto? Para mucho! Kahneman consultoría, teambuilding y formación www.gottraining.es

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Cuando salgas de viaje, asegurate de que tu último día sea el bueno...Extraído de:http://lacomunidad.elpais.com/apuntes-cientificos-desdeel-mit/2010/4/7/si-sales-viaje-tu-ultimo-dia-sea-mejor-* El vídeo de la charla puedes encontrarlo en:http://www.ted.com/talks/daniel_kahneman_the_riddle_of_experience_vs_memory.htmlConsultoría, teambuilding y formación www.gottraining.es

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Si sales de viaje, que tu último día

sea el mejor!Cuando salgas de vacaciones, sobre todo, asegúrate que el último día sea maravilloso. Controla gastos los primeros días si es necesario, pero regálate una cena por todo lo alto la noche antes del regreso. Reserva para el final alguna actividad especial, relájate, disfruta de la compañía, e intenta que tus últimas experiencias sean excepcionales. Porque serán las decisivas en tu valoración global del viaje, y conformarán tu recuerdo desfigurado de las vacaciones completas.

No lo digo yo; lo explica en esta excelente charla el premio Nobel y fundador de la economía conductual (behavioral economics) Daniel Kahneman.

El "yo de la memoria" vs el "yo de la experiencia"

La clave para perseguir su planteamiento es asumir dos cosas. La primera: la memoria es una acumulación de distorsiones; infinidad de nuestras experiencias quedan olvidadas para siempre en cuestión de minutos, y del resto, unas pesan mucho más que otras a la hora de construir un retrato desleal del pasado. Y la segunda: para abordar algo tan complejo como la felicidad o el bienestar, debemos diferenciar muy b ien la pro funda confus ión que arrastramos entre experiencia y memoria; entre sentirte feliz durante unos instantes de tu vida, o estar feliz/satisfecho con tu vida en su sentido más amplio.

Son dos registros claramente dependientes, y de hecho, Kahneman argumenta que deberíamos contemplarnos a nosotros mismos como dos individuos diferentes; el “yo de la experiencia” (experiencing self) que vive en el presente y puede sentirse mal si le duele la cabeza, y el “yo de la memoria“ (remembering

self) que es quien mantiene la historia de tu vida y responde cuando te preguntan cómo estás últimamente o qué tal te lo pasaste durante el viaje. Este último “yo” es un confabulador, pero es a quien permites que guíe tus decisiones.

Colonoscopias más o menos molestas

¿Cómo se unen ambos conceptos con el final tus vacaciones? Kahneman explicó un curioso estudio con pacientes que se sometían a colonoscopias dolorosas y bastante molestas. El tratamiento no era uniforme; en unos casos requería ser más largo, en otros terminaba antes, y la distribución de molestias era diferente. Los investigadores hicieron dos grupos y midieron la intensidad del dolor experimentado por los pacientes durante las pruebas. El resultado son el gráfico que tenéis a vuestra izquierda:

Los pacientes A sufrían por menos tiempo pero terminaban con un dolor más intenso. Los pacientes B experimentaban los mismos picos de dolor, incluso más prolongado, pero las últimas fases eran más indulgentes. 60 segundos después de cada colonoscopia les pedían que valoraran cuánto dolor habían sentido durante la intervención, ¿y sabéis qué? Los pacientes A decían haber sufrido más dolor en global que los B.

Aquí hay una clara disociación entre experiencia y recuerdo, condicionado por la intensidad de dolor en los momentos finales del tratamiento. El “yo de la experiencia” de los individuos que siguieron el tratamiento largo había sufrido en realidad más, pero el “yo de la memoria” les decía lo contrario. Y no era sólo una reacción del momento. Cuando Kahneman analizó pacientes que habían seguido ambos tipos de intervenciones, y les preguntó cuál preferirían repetir en caso de que fuera necesario contestaban que la larga de final más suave. No por el final en sí, sino porque su distorsionado “yo de la memoria” les mentía diciendo que de esa manera sufrirían menos.

Valoramos y decidimos según recuerdos falseados que proyectamos hacia el futuro, no en base a experiencias fidedignas. ¿Sirve para algo saber esto? Para mucho! Kahneman

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explica que han hecho pruebas prolongando las colonoscopias de final doloroso con unas etapas innecesarias pero menos molestas, y aunque añadas algo de malestar a tu “yo de la experiencia”, tu “yo de la memoria” hará que valores la sesión como menos traumática. La conclusión es poderosa: El final de una historia es determinante en tu recuerdo sobre ella. Extiende y saca partido del estudio de Kahneman hacia donde tú consideres necesario: Si rompes una relación sentimental de muchos años, esfuérzate en que el final no sea desastroso si no quieres ver cómo distorsiona y arruina el recuerdo de la gran cantidad de buenos momentos que pasasteis juntos. Tu “yo de la memoria” te está mintiendo.

Si acudes a un concierto y tocan tus canciones preferidas al final dirás que todo el repertorio te ha gustado más que si las hubieran tocado de inicio. Si abandonas una ciudad, cambias de trabajo, o te vas de vacaciones, planea un final de fiesta impresionante porque marcará el entusiasmo con que las revivas. Tu “yo de la experiencia” olvida descaradamente la mayoría de altibajos momentáneos que hayas tenido, y tu “yo de la memoria” comprimirá sólo los más significativos en una historia poco fidedigna pero que será la que te hará sentir más o menos feliz. De hecho, incluso el tiempo le resulta bastante indiferente. Al “yo de la memoria” no le importa tanto si estuviste de viaje dos semanas o una, sino el tipo y cantidad de experiencias acumuladas. Especialmente, en los últimos instantes.

El vuelo de los hermanos Wright

¿Por qué hablo hoy de esta historia de Kahneman? La recordé hace un par de días cuando regresaba de una breve escapada por el interior y costas de North Carolina y Virginia. El road-trip fue corto pero intenso, con excelente compañía, diversión, e incluso delfines vistos por sorpresa desde la misma arena de la playa oceánica. Pero conduciendo de regreso por el alargado conjunto de islas de los Outer Banks leí de repente a mi izquierda: “Wright Brother’s memorial”, y obtuve el inesperado regalo de descubrir la explanada donde el 17 de diciembre de 1903 Orville y

Wilbur Wright consiguieron por primera vez en la historia que “una máquina tripulada más pesada que el aire se elevara impulsada sólo por la fuerza de un motor, avanzara sin perder velocidad ni control, y aterrizara en un punto de igual altitud del que partió”.

El Wright Flyer despegó con Orville bajo sus mandos a las 10:35 de la mañana desde el punto exacto donde estoy plantado y aterrizó 12 segundos más tarde a 36 metros de distancia, en la primera piedra blanca que os señalo. Fue el primer vuelo de la aeronáutica moderna.

Wilbur pilotó el segundo vuelo alcanzando los 53 metros marcados por la segunda piedra. Quizás no percibáis bien la tercera, porque se esconde sólo 7 metros detrás de la segunda.

Y el puntito blanco que veis al fondo representa el cuarto y último vuelo de ese día histórico, de 59 segundos y 260 metros de longitud, con el que culminó uno de los grandes hitos de la ciencia y la ingeniería.

Los folletos sobre el tesón de los hermanos Wright, su rechazo a tener pareja que les distrajera, su insistencia técnica en el control por delante de la potencia del motor, los túneles de viento con los que hicieron pruebas para experimentar y poder diseñar mejores y más estables alas, y la discusión sobre si pueden ser considerados revolucionarios o no por una hazaña que tarde o temprano otros habrían logrado, alimentaron las 5 horas de carretera que quedaban hasta Washington DC. Pero además, sin duda hicieron que mi “yo de la memoria” valore en estos momentos como todavía más feliz una corta escapada que –en este caso- ya de por sí había sido maravillosa (creo recordar).

* Extraído de: http://lacomunidad.elpais.com/apuntes-cientificos-desde-el-mit/2010/4/7/si-sales-viaje-tu-ultimo-dia-sea-mejor-* El vídeo de la charla puedes encontrarlo en: http://www.ted.com/talks/daniel_kahneman_the_riddle_of_experience_vs_memory.html

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