Victoriano Garza Almanza. Qué, Cómo, Cuándo y Para Qué Del Abstract

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Victoriano Garza Almanza. Qué, cómo, cuándo y para qué del abstract jun 4, 2015 http://publicaoperece.com/que-como-cuando-y-para-que-del-abstract/ ¿Podrías resumir una historia que tú hubieras escrito, por larga que fuera, a 400, 200 o 100 palabras? Pero el asunto es ¿para qué? ¿Cuál sería la necesidad e importancia de condensar un relato cuando ya lo tienes escrito? ¿Es doble trabajo? La literatura académica y científica tiene numerosos modelos escriturales para comunicar su quehacer, sus propuestas y sus hallazgos. El más clásico y conocido en el ambiente universitario y de la investigación es el llamado ‘artículo científico’; de ahí en adelante, puedes encontrar toda clase de modelos, que van desde el abstract hasta la tesis de investigación (por ejemplo, en el libro “Cómo se escribe en la academia y la ciencia” http://amzn.to/1IOdlAl explico más de 100 diferentes modelos escriturales que se utilizan en universidades, centros de investigación e instituciones de desarrollo tecnológico). Sin embargo, en la comunicación científica existe la costumbre de anteponer un resumen del contenido al cuerpo del artículo. ¿Para qué y cómo surgió esto? De acuerdo a Gross, Harmon y Reidy (“Communicating science: The scientific article from the 17th century to the present. Oxford Univ. Press, 2002), G.C. Fulcher, editor de la revista “Astrophysical Journal”, instruyó a los investigadores colaboradores, en el año 1920, que “todos los artículos, independientemente del tamaño, tienen que ser precedidos por un abstract preparado por el autor y remitido a la revista junto con el manuscrito”. Posteriormente, dicen Gross et al., en un artículo en la revista “Science” Fulcher exhortó a los directores de otras revistas a seguir el ejemplo, porque, según él, los abstracts “ahorran mucho tiempo no sólo a los lectores sino también a los investigadores”. ¿En qué sentido ahorran tiempo al lector? En que con unas pocas palabras se da cuenta de (1) cuál es el contenido del trabajo, (2) de los hallazgos de los autores, y (3) de si vale la pena dedicarle tiempo a la lectura completa o de plano rechazarlo. Para este propósito, tiempo después surgieron revistas especializadas en alguna disciplina que publicaban los ‘abstracts’ de la semana, y así ayudaban a que los investigadores economizaran su tiempo.

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Nota periodística.

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Victoriano Garza Almanza. Qué, cómo, cuándo y para qué del abstractjun 4, 2015

http://publicaoperece.com/que-como-cuando-y-para-que-del-abstract/

¿Podrías resumir una historia que tú hubieras escrito, por larga que fuera, a 400, 200 o 100 palabras?

Pero el asunto es ¿para qué? ¿Cuál sería la necesidad e importancia de condensar un relato cuando

ya lo tienes escrito? ¿Es doble trabajo?

La literatura académica y científica tiene numerosos modelos escriturales para comunicar su

quehacer, sus propuestas y sus hallazgos. El más clásico y conocido en el ambiente universitario y de

la investigación es el llamado ‘artículo científico’; de ahí en adelante, puedes encontrar toda clase de

modelos, que van desde el abstract hasta la tesis de investigación (por ejemplo, en el libro “Cómo se

escribe en la academia y la ciencia” http://amzn.to/1IOdlAl explico más de 100 diferentes modelos

escriturales que se utilizan en universidades, centros de investigación e instituciones de desarrollo

tecnológico).

Sin embargo, en la comunicación científica existe la costumbre de anteponer un resumen del

contenido al cuerpo del artículo. ¿Para qué y cómo surgió esto?

De acuerdo a Gross, Harmon y Reidy (“Communicating science: The scientific article from the 17th

century to the present. Oxford Univ. Press, 2002), G.C. Fulcher, editor de la revista “Astrophysical

Journal”, instruyó a los investigadores colaboradores, en el año 1920, que “todos los artículos,

independientemente del tamaño, tienen que ser precedidos por un abstract preparado por el autor y

remitido a la revista junto con el manuscrito”. Posteriormente, dicen Gross et al., en un artículo en la

revista “Science” Fulcher exhortó a los directores de otras revistas a seguir el ejemplo, porque,

según él, los abstracts “ahorran mucho tiempo no sólo a los lectores sino también a los

investigadores”.

¿En qué sentido ahorran tiempo al lector? En que con unas pocas palabras se da cuenta de (1) cuál

es el contenido del trabajo, (2) de los hallazgos de los autores, y (3) de si vale la pena dedicarle

tiempo a la lectura completa o de plano rechazarlo. Para este propósito, tiempo después surgieron

revistas especializadas en alguna disciplina que publicaban los ‘abstracts’ de la semana, y así

ayudaban a que los investigadores economizaran su tiempo.

Por este motivo los resúmenes o ‘abstracts’ fueron apareciendo poco a poco en las revistas, como

una parte integral y distintiva de los artículos científicos. En tal sentido, la preparación de ‘abstracts’

aumentó el quehacer del investigador pero no para que hiciera un doble trabajo, sino para resaltarlo

más.

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Ahora bien, el ‘artículo científico’, que a primera vista nos puede parecer que consiste en un

documento único o total, en realidad no lo es. Tiene, como una pequeña gema montada sobre su

cuerpo, otro mini documento, que es el ‘resumen’ o ‘abstract’, sobre el cual hemos estado hablando

(ver imagen).

El ‘abstract’, a diferencia del resto de los componentes del artículo, puede manejarse de manera

independiente. Se publica en revistas especializadas de ‘abstracts’, en memorias de conferencias, en

libros de resúmenes de tesis y disertaciones, etc.

Ahora los ‘abstracts’ se escriben para múltiples propósitos, a saber:

• Cuando se solicita un subsidio económico o ‘grant’ a una fundación

• Cuando se escribe una propuesta de libro a un editor

• Cuando se prepara un capítulo de libro

• Cuando se inscribe una presentación en una conferencia o congreso

En estos casos, el ‘abstract’ es evaluado y, si describe con exactitud, veracidad y calidad informativa

lo que se solicita, lo que se pide puede pasar a un siguiente nivel. Por ejemplo, la fundación puede

solicitar la propuesta completa para ver si es viable concederle un grant; el editor puede considerar

la publicación del libro; o el comité evaluador del congreso puede aceptar el trabajo para su

presentación.

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También se escriben ‘abstracts’ para las tesis de maestría o doctorado, que se integran a bases de

datos y sirven para localizar temas y contenidos.

Pero, ¿de qué tamaño deben ser los ‘abstracts’? Eso depende de la revista, de la fundación, del

evento o de las normas de tesis. En una época las revistas exigían un máximo de 100 o 120 palabras.

Esto ha venido en aumento. Por ejemplo, para inscribir un trabajo en una conferencia mundial

actualmente exigen ‘abstracts’ de 400 palabras. En lo personal, pienso que esto es demasiado, es

casi el tamaño de un editorial del The New York Times, que obliga 500 palabras. Este es ya un

artículo pequeño. Además, hace perezoso al autor, pues se le facilita decir con muchas palabras –de

las cuales más de la mitad seguramente serán descartables– lo que se puede contar con pocas.

Pero he visto mal llamados abstracts, en algunas tesis doctorales o en propuestas de investigación,

de más de 2500 palabras, que en la práctica es un ensayo mal elaborado.

Escribir ‘abstracts’ tiene su arte, ya que de ellos dependen muchas decisiones que afectan al trabajo

del académico, del investigador, o del estudiante de posgrado. Por esto mismo, en algunos países se

estila ofrecer ‘talleres de escritura de abstracts’, así de necesaria e imprescindible se considera la

comunicación abreviada.

En otros posts veremos qué clases de ‘abstracts’ existen en el medio académico y científico, y cómo

se escriben.

Victoriano Garza Almanza

Frontera MEXUS

Junio 3, 2015