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Temuco, veintitrés de marzo de dos mil dieciséis VISTO: Que se ha iniciado esta causa rol 45.344 del ingreso criminal del Juzgado de Letras de Lautaro para investigar los delitos de HOMICIDIO CALIFICADO en la persona de Segundo Osvaldo Moreira Bustos y de APREMIOS ILEGÍTIMOS en la persona de Juana de Dios Rojas Viveros, y determinar la responsabilidad que en tales hechos le ha cabido a ENRIQUE ARTURO ZEPEDA RAMÍREZ, (actualmente fallecido, según consta a fs. 865 y sobreseimiento definitivo parcial de fs. 915) chileno, R.U.N. 5.378.173 k, natural de Antofagasta, 67 años, divorciado, Coronel (r) de Carabineros de Chile, domiciliado en Pasaje 5 Norte n° 3054, Villa Lomas de San José, comuna de Talca, fono 071 682298 y 0 96792858, nunca antes condenado al momento de la ejecución de los hechos materia de esta investigación; CARLOS DEL TRÁNSITO PARRA RODRÍGUEZ, chileno, R.U.N. 6.528.385 9, natural de Perquenco, 61 años, casado, Sargento 1° (r) de Carabineros de Chile, domiciliado en el sector Tres Esquinas s/n, Comuna de Lautaro, nunca antes condenado al momento de la ejecución de los hechos materia de esta investigación; FELIDOR DEL CARMEN MORALES FLORES, chileno, R.U.N. 5.290.534 6, natural de Lautaro, 66 años, viudo, Suboficial Mayor (r) de Carabineros de Chile, domiciliado en calle Mac Iver n° 612, Comuna de Lautaro, nunca antes condenado al momento de la ejecución de los hechos materia de esta investigación; GONZALO BALDEMAR SOTO SANDOVAL, chileno, R.U.N. 4.932.327 1, natural de Lanco, 67 años, viudo, Suboficial Mayor (r) de Carabineros de Chile, domiciliado en calle Luis de Toledo n° 114, Villa San Pedro, comuna de San Pedro de la Paz, nunca antes condenado al momento de la ejecución de los hechos materia de esta investigación; LUIS ALBERTO ARANEDA GUTIÉRREZ, chileno, R.U.N. 5.253.813 0, natural de Temuco, 64 años, casado, Cabo 1° (r) de Carabineros de Chile, domiciliado en calle Boris Bravo Justiniano n.° 9298, Villa Rojas Magallanes, comuna de La Florida, nunca antes condenado al momento de la ejecución de los hechos materia de esta investigación; LUIS GERARDO IBACACHE SALAMANCA, chileno, R.U.N. 7.035.398 9, natural de Pucón, 58 años, casado, Sargento 1° (r) de Carabineros de Chile, domiciliado en calle San Marcos n° 02071, Villa Santa Elena de Maipo, comuna de Temuco, nunca antes condenado al momento de la ejecución de los hechos materia de esta investigación; y MANUEL GUSTAVO SANDOVAL

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Temuco, veintitrés de marzo de dos mil dieciséis

VISTO:

Que se ha iniciado esta causa rol 45.344 del ingreso criminal del Juzgado de

Letras de Lautaro para investigar los delitos de HOMICIDIO CALIFICADO en la persona

de Segundo Osvaldo Moreira Bustos y de APREMIOS ILEGÍTIMOS en la persona

de Juana de Dios Rojas Viveros, y determinar la responsabilidad que en tales hechos

le ha cabido a ENRIQUE ARTURO ZEPEDA RAMÍREZ, (actualmente fallecido, según

consta a fs. 865 y sobreseimiento definitivo parcial de fs. 915) chileno, R.U.N.

5.378.173 – k, natural de Antofagasta, 67 años, divorciado, Coronel (r) de Carabineros

de Chile, domiciliado en Pasaje 5 Norte n° 3054, Villa Lomas de San José, comuna de

Talca, fono 071 – 682298 y 0 – 96792858, nunca antes condenado al momento de la

ejecución de los hechos materia de esta investigación; CARLOS DEL TRÁNSITO

PARRA RODRÍGUEZ, chileno, R.U.N. 6.528.385 – 9, natural de Perquenco, 61 años,

casado, Sargento 1° (r) de Carabineros de Chile, domiciliado en el sector Tres Esquinas

s/n, Comuna de Lautaro, nunca antes condenado al momento de la ejecución de los

hechos materia de esta investigación; FELIDOR DEL CARMEN MORALES FLORES,

chileno, R.U.N. 5.290.534 – 6, natural de Lautaro, 66 años, viudo, Suboficial Mayor (r) de

Carabineros de Chile, domiciliado en calle Mac Iver n° 612, Comuna de Lautaro, nunca

antes condenado al momento de la ejecución de los hechos materia de esta

investigación; GONZALO BALDEMAR SOTO SANDOVAL, chileno, R.U.N. 4.932.327 –

1, natural de Lanco, 67 años, viudo, Suboficial Mayor (r) de Carabineros de Chile,

domiciliado en calle Luis de Toledo n° 114, Villa San Pedro, comuna de San Pedro de la

Paz, nunca antes condenado al momento de la ejecución de los hechos materia de

esta investigación; LUIS ALBERTO ARANEDA GUTIÉRREZ, chileno, R.U.N.

5.253.813 – 0, natural de Temuco, 64 años, casado, Cabo 1° (r) de Carabineros de

Chile, domiciliado en calle Boris Bravo Justiniano n.° 9298, Villa Rojas Magallanes,

comuna de La Florida, nunca antes condenado al momento de la ejecución de los

hechos materia de esta investigación; LUIS GERARDO IBACACHE SALAMANCA,

chileno, R.U.N. 7.035.398 – 9, natural de Pucón, 58 años, casado, Sargento 1° (r) de

Carabineros de Chile, domiciliado en calle San Marcos n° 02071, Villa Santa Elena de

Maipo, comuna de Temuco, nunca antes condenado al momento de la ejecución de

los hechos materia de esta investigación; y MANUEL GUSTAVO SANDOVAL

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CIFUENTES, chileno, R.U.N. 5.442.313 – 6, natural de Lautaro, 64 años, casado,

Sargento 2° (r) de Carabineros de Chile, domiciliado en calle Los Pinos n° 38, Población

Santa Guadalupe, Comuna de Lautaro, nunca antes condenado al momento de la

ejecución de los hechos materia de esta investigación.

Se inició la causa mediante el requerimiento presentado por la Fiscalía Judicial de

la Ilma. Corte de Apelaciones de Santiago, a fs. 1 y siguiente por el delito de homicidio

simple o calificado, según las circunstancias.

A fs. 17 y siguientes interpuso querella criminal la abogada Alicia Lira Matus, en

representación de la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, AFEP, en contra

de quienes resulten responsables por los delitos de homicidio y asociación ilícita.

A fs. 215 y siguientes interpuso querella criminal don Juan Espinoza Viguera en

representación de doña Juana de Dios Rojas Viveros, Marianela del Carmen Moreira

Rojas y Palmenia del Pilar Moreira Rojas en contra de quienes resulten responsables por

los delitos de detención ilegal y aplicación de tormentos en la persona de Juana de Dios

Rojas Viveros; y por homicidio calificado y asociación ilícita, respecto de Segundo

Osvaldo Moreira Bustos.

A fs. 281 y siguientes se sometió a proceso a Enrique Arturo Zepeda Ramírez,

Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes y Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, como

autores del delito de homicidio calificado; y a Felidor Del Carmen Morales Flores,

Carlos Del Tránsito Parra Rodríguez y Luis Gerardo Ibacache Salamanca como

encubridores del mismo ilícito en la persona de Segundo Moreira Bustos.

A fs. 485 y siguientes se sometió a proceso a Luis Alberto Araneda Gutiérrez

como encubridor del delito de homicidio calificado en la persona de Segundo Moreira

Bustos.

A fs. 528 y siguientes interpuso querella criminal don Rodrigo Ubilla Mackenney,

Subsecretario del Interior, en contra de quienes resulten responsables por el delito de

homicidio calificado.

A fs. 762 y siguientes se sometió a proceso a Enrique Arturo Zepeda Ramírez,

Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes, Felidor Del Carmen Morales Flores y a Carlos

Del Tránsito Parra Rodríguez como autores del delito de apremios ilegítimos; y a

Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, Luis Gerardo Ibacache Salamanca y Luis

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Alberto Araneda Gutiérrez como cómplices del mismo ilícito en la persona de Juana

de Dios Rojas Viveros.

A fs. 894 se declaró cerrado el sumario.

A fs. 915, de dicto sobreseimiento definitivo parcial respecto del procesado

Enrique Arturo Zepeda Ramírez.

A fs. 916 y siguientes se dictó auto acusatorio en contra de Manuel Gustavo

Sandoval Cifuentes y Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, como autores del delito de

homicidio calificado; y en contra Felidor Del Carmen Morales Flores, Carlos Del

Tránsito Parra Rodríguez y Luis Gerardo Ibacache Salamanca como encubridores

del mismo ilícito en la persona de Segundo Moreira Bustos. Asimismo, se acusó a

Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes, Felidor Del Carmen Morales Flores y a Carlos

Del Tránsito Parra Rodríguez como autores del delito de apremios ilegítimos; y a

Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, Luis Gerardo Ibacache Salamanca y Luis

Alberto Araneda Gutiérrez como cómplices del mismo ilícito en la persona de Juana de

Dios Rojas Viveros.

A fs. 927 el abogado Ricardo Lavín Salazar en representación del Ministerio del

Interior, querellante de autos, se adhirió a la acusación fiscal.

A fs. 936 y siguientes, el abogado David Morales Troncoso, por los querellantes

particulares, se adhirió a la acusación judicial e interpuso demanda civil en contra del

Fisco de Chile.

A fs. 956, la querellante AFEP se adhirió a la acusación fiscal.

A fs. 976, la defensa del acusado Luis Alberto Araneda Gutiérrez, contestó la

acusación judicial y las adhesiones de los querellantes particulares.

A fs. 987, la defensa del acusado Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, opuso

excepciones de previo y especial pronunciamiento, las que fueron resueltas a fs. 1.156 y

siguiente. En subsidio, contestó la acusación judicial y las adhesiones de los querellantes

particulares.

A fs. 1.001 y siguientes el Consejo de Defensa del Estado contestó la demanda

civil interpuesta por la querellante particular.

A fs. 1.080 y siguientes, la defensa del acusado Felidor del Carmen Morales

Flores contestó la acusación judicial y las adhesiones de los querellantes particulares.

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A fs. 1.128 la defensa de los acusados Manuel Sandoval Cifuentes, Carlos del

Tránsito Parra Rodríguez y Luis Gerardo Ibacache Salamanca opuso excepciones

de previo y especial pronunciamiento, las que fueron resueltas a fs. 1.156 y siguiente. En

subsidio, contestó la acusación judicial y las adhesiones de los querellantes particulares.

A fs.1. 364 se recibió la causa a prueba.

A fs. 1.437 se certificó que el término probatorio estaba vencido.

A fs. 1.442 se trajeron los autos para efectos del artículo 499 del Código de

Procedimiento Penal.

A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación

ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215.

A fs. 1.444 de decretaron medidas para mejor resolver.

A fs. 1.344 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito Detención

ilegal, presentado a fs. 215.

A fs. 1.448 se trajeron los autos para fallo.

EN CUANTO A LA ACCIÓN PENAL

CONSIDERANDO:

PRIMERO: Que a fs. 916 y siguientes se dictó auto acusatorio en contra de Manuel

Gustavo Sandoval Cifuentes y Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, como autores del

delito de homicidio calificado; y en contra Felidor Del Carmen Morales Flores, Carlos

Del Tránsito Parra Rodríguez y Luis Gerardo Ibacache Salamanca como

encubridores del mismo ilícito en la persona de Segundo Moreira Bustos. Asimismo, se

acusó a Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes, Felidor Del Carmen Morales Flores y

a Carlos Del Tránsito Parra Rodríguez como autores del delito de apremios ilegítimos;

y a Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, Luis Gerardo Ibacache Salamanca y Luis

Alberto Araneda Gutiérrez como cómplices del mismo ilícito en la persona de Juana

de Dios Rojas Viveros.

SEGUNDO: Que con el objeto de establecer en autos la existencia de los señalados

ilícitos penales, se han reunido durante el curso de la investigación los siguientes

elementos de convicción, que a continuación se analizan:

1) Aseveraciones de Nelly del Carmen Moreira Bustos, de fs. 69, fs. 264 y de fs. 265 a

fs. 266, hermana de la víctima de autos, quien indicó que su hermano tenía 19 años al

momento de su muerte y era agricultor. Agregó que el día 3 de octubre de 1973 su

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hermano debió ir a caballo a un campo de la familia ubicado en el sector Aillinco de

Galvarino, con el objeto de alimentar los animales. Durante el trayecto se cruzó con

una patrulla de militares y carabineros, situación que lo habría puesto nervioso por lo

que apuró la marcha siendo ultimado por siete disparos por la espalda efectuados por

la patrulla antes indicada. Posteriormente, don Andrés Melinao, conductor de una

ambulancia que pasó por el lugar se percató de la existencia de un cuerpo tirado en la

vía pública por lo que dio cuenta de este hecho en el hospital de Galvarino. En las

últimas horas del día Carabineros autorizó el levantamiento del cadáver de su

hermano el cual fue llevado en un coloso hasta el domicilio familiar donde fue velado,

para posteriormente ser sepultado al día siguiente sin que jamás se efectuara alguna

denuncia por lo ocurrido. Agregó que el cuerpo de su hermano presentaba las

vísceras expuestas por lo que tuvieron que rodear su cintura con una sábana; tenía

fracturada su mandíbula, por lo que debieron amarrar un pañuelo para poder

sostenerla y además le faltaba un dedo de la mano derecha.

2) Atestados de Andrés del Carmen Melinao Vives, Chofer de ambulancia del Hospital

de Galvarino en 1973, de fs. 80 a fs. 81, quien respecto de los hechos materia de esta

investigación indicó que recibió la orden de ir por el camino a Aillinco para recoger a

una persona herida. Cuando llegó al lugar vio el cuerpo de Moreira Bustos, quien

presentaba una herida en un costado del abdomen de la cual manaba espuma

sangrentosa. Luego de revisar sus signos vitales se dio cuenta que esta persona

estaba muerta. Entonces, regresó al hospital para dar cuenta de lo ocurrido. Agregó

que no tenia autorización para levantar un cadáver por lo que tuvo que dejarlo donde

estaba. Seguramente, más tarde el Teniente del carabineros o alguna otra autoridad

debió haber dado la orden en ese sentido.

3) Declaraciones de Juana de Dios Rojas Viveros, de fs. 125 a fs. 127, de fs. 151 a fs.

153, de fs. 154 a fs. 156 y de fs. 261 a fs. 263, cónyuge de la víctima de autos, quien

dijo que vivía junto a su esposo y una pequeña hija en una hijuela cerca de Galvarino

en 1973. El día en que este falleció vinieron al pueblo parta atender a su hija en el

hospital. Concurrieron al centro asistencial para sacar hora y posteriormente se fueron

a la casa de los padres de la víctima para esperar la hora de atención. Después de

las 14:00 horas Moreira Bustos fue a caballo hasta la hijuela donde vivían porque

aparentemente una ventana de la casa habría quedado abierta. Más tarde la

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declarante fue con su hija al hospital para que esta fuera atendida. En un momento

determinado sintió disparos a lo lejos, pero no lo asoció con su esposo. Sin embargo

en un después llegó don Andrés Melinao, chofer de la ambulancia del hospital quien

le dijo al médico que atendía a su hija que habían matado al cuñado de Rubén

Ferreira, esto es, a su esposo. Melinao Vives le dijo que una patrulla de carabineros y

militares había dado muerte a Moreira Bustos en el camino a Aillinco. Entonces la

declarante se dirigió inmediatamente hacia la casa de sus suegros para ver si su

esposo estaba allí, pero no lo encontró. Posteriormente fue hasta el lugar donde

supuestamente había ocurrido el homicidio, encontrando el cuerpo sin vida a un

costado del camino, tapado con ramas de pino. Pudo apreciar que tenía una enorme

perforación en el abdomen y que sus vísceras se habían salido. Además, observó que

le faltaba la falange del dedo pulgar de la mano derecha. En un momento

determinado sintió disparos y el ruido de un vehículo, por lo que se tapó con las

mismas ramas con que estaba cubierto su esposo y se escondió junto a su cuerpo.

En esos momentos apareció un jeep militar transitando lentamente. Una vez que el

vehículo se alejó se levantó y salió por el camino hacia el pueblo, encontrándose con

su cuñado Rubén Ferreira, quien venía desde la casa de la declarante. Juntos se

dirigieron a la Tenencia de Galvarino para pedir explicaciones sobre lo ocurrido. En

ese lugar había gran contingente de militares y de carabineros. Uno de los militares,

quien era muy alto y de voz profunda, le dijo que el cuerpo de su esposo iba a ser

quemado. Ante sus súplicas accedieron a entregarle el cadáver, pero le dieron 20

minutos para levantar el cuerpo y enterrarlo. Además se negaron a autorizar autopsia

del cuerpo. Junto con su cuñado Rubén fueron al lugar y trasladaron el cuerpo de su

marido en un coloso hasta la casa de sus suegros. Lo velaron una noche y

posteriormente lo enterraron en el cementerio local. Agregó que su esposo participaba

en política, siendo simpatizante del Partido Comunista. También indicó la declarante

que después de la muerte de su marido, Carabineros de Galvarino en cuatro

oportunidades concurrió hasta su domicilio en horas de la noche y que en una de esta

ocasiones la sacaron descalza de la casa y la llevaron hasta el lugar donde su esposo

fue asesinado, dejándola abandonada allí. Uno de ellos le dijo “sálvate si puedes”. En

otra oportunidad fue detenida y trasladada junto con su hija hasta la Tenencia donde

estuvo encerrada dos días. Allí el Sargento Jara en presencia del Carabinero Parra,

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la golpeó duramente en la cara provocándole lesiones que hasta hoy le acarrean

consecuencias, además de golpearla en el estómago al punto que casi vomitó, para

caer finalmente sobre su pequeña hija. Le preguntaban por el resto de los integrantes

del Partido Comunista, personas a quienes jamás conoció. Recuerda que en el

calabozo donde estaba había otros detenidos, quizás diez personas, pudiendo

recordar los nombres de Daniel Llanos Jorquera y Armando Llanos Jorquera,

hermanos que también tenían militancia política Comunista. Durante su reclusión

pudo ver contingente militar en la Tenencia. Agregó que en los días siguientes a su

liberación su domicilio fue allanado en varias oportunidades por Carabineros de

Galvarino, pudiendo reconocer a Carlos del tránsito Parra Rodríguez y a Manuel

Gustavo Sandoval Cifuentes entre ellos. Aseguró que en algunas oportunidades fue

interrogada fuera de su casa y en otras, trasladada hasta lugares apartados donde fue

dejada abandonada. Tiempo después se fue a vivir al pueblo a la casa de sus padres

y tras haber sido intimidada por Carabineros en ese domicilio, decidió irse del pueblo

hacia Santiago.

4) Deposiciones de Susana Patricia Morales Moreira, de fs. 128 a fs. 129 y de fs. 269

a fs. 270; sobrina de Segundo Osvaldo Moreira Bustos, quien respecto de los hechos

materia de esta investigación señaló que para el 3 de octubre de 1973 tenía 8 años de

edad y vivía en la casa de su abuela materna. El día de los hechos su abuelo y su

padre se encontraban en Lautaro, pues habían ido a la feria, encontrándose en la

casa solo las mujeres y su tío “Pito”. Este fue a la hijuela que tenía en el sector de

Aillinco a ver los animales y a hacer una ramada con el objeto de celebrar San

Francisco al día siguiente. En ese intertanto su abuela, doña Celmira Bustos, fue al

hospital junto a sus hijas Flordelia y Nelly Moreira, quedando su tía Juana Rojas,

Celmira Moreira y la declarante en la casa. Más tarde llegó su tía Flordelia

preguntando si había llegado el tío “Pito”. Acto seguido ella indicó que a Moreira

Bustos le habían disparado los militares y al parecer estaba muerto. Más tarde llegó el

caballo de Moreira, solo y muy sudado. Entonces, junto a su tía Juana se dirigieron al

lugar donde habían asesinado a la víctima de autos, pero se toparon con dos militares

que les negaron el acceso. Ante las súplicas, su tía pudo pasar, regresando la

declarante a la casa con su prima Marianela Moreira, quien en aquella época tenía un

año y medio. Enterado su abuelo de lo ocurrido por los comentarios de la gente se

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dirigió a la tenencia para hablar con el Teniente de Carabineros de Galvarino de

aquella época, Enrique Zepeda, quien le negó la posibilidad de entregar el cuerpo de

Moreira, pues iban a quemarlo. Ante las súplicas y el llanto de su abuelo, finalmente

accedió a dar orden para levantar el cadáver y que pudiera ser sepultado. Cuando

llegó el cuerpo de su tío a la casa para ser velado, pudo ver que presentaba una

herida grande en su abdomen y que sus vísceras se salían. Además tenía sus

muñecas quebradas y le faltaban los dedos pulgares de ambas manos.

5) Dichos de Celmira del Carmen Moreira Bustos, de fs. 130 y de fs. 267 a fs. 268,

hermana de la víctima de autos, quien indicó que tenía 20 años en 1973 y vivía junto

a sus padres en Galvarino. Aseguró que su hermano Segundo tenía 22 años y que

también vivía en la casa familiar. Respecto de los hechos materia de esta

investigación señaló que el 3 de octubre de 1973 su padre envió a su hermano

Segundo a darle de comer a los animales que mantenían en un predio distante a 3

kilómetros de Galvarino en el sector Aillinco. Este salió a caballo alrededor de las

14:00 h, cruzándose en el camino con una patrulla de Carabineros y militares quienes

por razones desconocidas le dieron muerte. Su madre, doña Celmira Bustos, se

enteró de lo ocurrido mientras esperaba atención médica en el hospital de Galvarino.

Allí escuchó la conversación sostenida por un médico y el chofer de ambulancia

Andrés Melinao, este último testigo aparentemente del hecho. Más tarde, cuando

llegó su padre pudieron conseguir autorización de parte del Teniente de Carabineros

para levantar el cadáver de la víctima de autos, quien en un principio amenazó con

quemar el cuerpo, y proceder al velorio y funerales. Agregó que pudo constatar que el

cuerpo de su hermano presentaba dos impactos de bala en el abdomen además de

tener ambas muñecas quebradas, que le faltaban los dedos pulgares de las manos y

que tenía la mandíbula fracturada.

6) Expresiones de José Armando Llanos Jorquera, de fs. 134 a fs. 136 y fs. 276, 20

años en 1973 y trabajador del Molino de don Enrique Flores de Galvarino, quien dijo

que dos días antes del golpe llegó un pequeño grupo de militares y después de este

hecho llegó un gran contingente de uniformados, tanto militares como carabineros.

Recuerda que el 18 de octubre de 1973 mientras estaba durmiendo junto con su

hermano Segundo Daniel Llanos, fueron detenidos por una patrulla de militares y

carabineros, siendo llevados a la Tenencia. En ese lugar estuvieron tres días período

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durante el cual fueron sometidos a apremios físicos tales como golpes de pies y

puños, golpes de culata en la espalda, en el estómago, en la cabeza o donde

cayeran. Incluso recuerda que el Teniente de carabineros les hacía patear una piedra

que estaba pintada como una pelota, señalando que él era arquero y quería que le

metieran un gol. Por este motivo lo comenzaron a apodar “loco Caszely”. Durante su

cautiverio fueron interrogados en varias oportunidades, tanto por militares como por

carabineros, acerca del paradero de algunas personas de Galvarino proclives al

gobierno de la Unidad Popular. En total estuvieron detenidos con su hermano en

cuatro oportunidades en la Tenencia de Galvarino, siendo golpeados e interrogados

en las primeras dos oportunidades. Respecto de los hechos materia de esta

investigación indicó que se enteró de la muerte de Segundo Moreira Bustos por

intermedio de su viuda, doña Juana Rojas, quien le pidió a él y a su hermano que le

ayudaran a levantar el cadáver, el que se encontraba tirado en el camino a Aillinco.

Fueron ese lugar junto con Rubén Ferreira, cuñado de doña Juana, y don Arturo

Sanhueza, actualmente fallecido, quien condujo un tractor con coloso para cargar el

cuerpo de Moreira Bustos, el que estaba tapado con ramas y presentaba una herida

en el abdomen. El que llevaron hasta el hospital. Por comentarios propagados en el

pueblo supo que una patrulla de militares le disparó. Agregó que mientras estuvo

detenido en la Tenencia de Galvarino vio llegar en esa calidad a doña Juana de Dios

Rojas Viveros, viuda de la víctima de autos. Esto ocurrió en la noche durante la

primera estadía en ese lugar del testigo. A ella la maltrataron bastante los

carabineros, siendo golpeada cuando la hicieron entrar a la unidad policial. Recuerda

que ella estaba embarazada y además traía a una niña pequeña, que era su hija

mayor, con quienes compartieron calabozo. Dijo que Rojas Viveros fue sacada para

ser interrogada, regresando en malas condiciones al calabozo luego del interrogatorio.

Finalizó indicando doña Juana Rojas estuvo a lo menos un día y una noche detenida.

7) Manifestaciones de Segundo Daniel Llanos Jorquera, de fs. 137 a fs. 138 y fs. 277,

quien para septiembre de 1973 se desempeñaba en el Molino de don Enrique Flores

de Galvarino y tenía 18 años aproximadamente. Asegurò haber sido detenido por

militares y Carabineros en cuatro oportunidades, siendo al primera de ellas la noche

del 18 de octubre de 1973 mientras estaba durmiendo junto con su hemano José

Armando Llanos, a quienes llevaron a la Tenencia donde estuvieron detenidos tres

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días, período durante el cual fueron sometidos a apremios físicos tales como golpes

de pies y puños, golpes de culata en la espalda, en el estómago, en la cabeza, etc.

Incluso recuerda que el Teniente de carabineros hacía que patearan una piedra que

estaba pintada como una pelota, señalando que él era arquero y quería que le

metieran un gol. Por este motivo comenzamos a apodarlo “loco Caszely”. Durante su

cautiverio fue interrogado en varias oportunidades, tanto por militares como por

carabineros, acerca del paradero personas de Galvarino proclives al gobierno de la

Unidad Popular. Respecto de los hechos materia de esta investigación dio haberse

enterado de la muerte de Segundo Moreira Bustos por intermedio de su viuda, doña

Juana Rojas, quien le pidió a él y a su hermano ayuda para levantar el cadáver, el que

se encontraba tirado en el camino a Aillinco. Fueron a ese lugar junto con Rubén

Ferreira, cuñado de doña Juana, y don Arturo Sanhueza, actualmente fallecido, quien

condujo un tractor con coloso para cargar el cuerpo de Moreira Bustos. En el lugar

vieron que el cuerpo de Moreira estaba tapado con ramas y presentaba una herida en

el abdomen, pero al parecer los disparos habían entrado por la espalda. Llevaron el

cadáver al hospital dejándolo en ese lugar. Agregó que vio llegar a la Tenencia de

Galvarino a doña Juana Rojas, quien venía en calidad de detenida. Esto ocurrió en la

noche durante la primera detenciòn del declarante. Ella fue golpeada por los

carabineros. Recuerda que ella estaba embarazada y además venía con una niñita de

un año y cuatro meses que era su hija mayor. Ella compartió el calabozo con el

declarante y su hermano y también fue sacada para ser interrogada, regresando en

malas condiciones al calabozo luego del interrogatorio.

8) Relatos de Edgardo Castro Tapia, de fs. 173 a fs. 174 y de fs. 250 a fs. 251,

Carabinero de la 1ª Comisaría de Lautaro en 1973. Dijo haber trabajado en tres

oportunidades en la Tenencia de Galvarino, siendo la última en 1972. Recuerda al

Teniente de la época, Enrique Zepeda, como un oficial muy abusador, a quien le

gustaba golpear a los Mapuche detenidos por ebriedad, vanagloriándose de estas

acciones. En una oportunidad alguien le regaló una bola de hierro y él la pintó de color

plata del modo que pareciera un balón de fútbol. Para divertirse desafiaba a los

campesinos que estaban detenidos para que patearan la “pelota” y trataran de hacerle

un gol. Para realizar esto se ubicaba en un lugar determinado del antejardín de la

Tenencia. Quienes pateaban la bola de hierro resultaban muy adoloridos. Estas

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prácticas le valieron el apodo de “Caszely”. Finalizó indicando que en una oportunidad

se encontró con el Teniente Zepeda en la Comisaría de Lautaro, ya después de

septiembre de 1973, y este oficial le dijo a modo de saludo: “Y, castro, ¿cuántos

muertos tienes?”.

9) Testimonio de Erasmo Alberto Fuentes Sepúlveda, de fs. 175 a fs. 176, Cabo 2º del

Regimiento “La Concepción” de Lautaro en 1973, quien recuerda haber concurrido a

Galvarino en enero de 1974 para reforzar la Tenencia de Carabineros de esa ciudad, al

mando de 10 soldados conscriptos. En ese lugar estuvo una semana, alojado en la

unidad policial antes indicada. Las tareas que realizó allí fueron de resguardo de la

Tenencia. Solo en una oportunidad le correspondió acompañar a Carabineros en una

patrulla que se realizó hacia el sector denominado “La Serena” de Galvarino.

10) Relato de don Enrique Arturo Zepeda Ramírez, de fs. 218 a fs. 222, de fs. 241 a fs.

242, de fs. 244 a fs. 245, de fs. 246 a fs. 247, de fs. 248 a fs. 249, de fs. 250 a fs. 251, fs.

252, de fs. 261 a fs. 263, de fs. 265 a fs. 266, de fs. 267 a fs. 268, de fs. 269 a fs. 270, fs.

271, fs. 275, fs. 276 y fs. 277, (Sobreseído definitivamente por haber fallecido) Teniente

de carabineros en septiembre de 1973 y jefe de la Tenencia de Galvarino, dijo haber

llegado en febrero o marzo de 1972, permaneciendo hasta septiembre u octubre de

1974, fecha en que fue destinado a la 2° Comisaría de Santa Cruz. Los integrantes de la

Tenencia que recuerda eran el Sargento Lizama, Cabo Quezada, Cabo 1° Felidor

Morales, Cabo 2° Luis Morales, Suboficial Dagoberto Jara Altamirano, Sargento 2°

Eliseo Cofré, Carabinero Luis Araneda Gutiérrez, Cabo José Paillán Llevilao, Emeterio

Pozas Pavez, Manuel Sandoval Cifuentes, Luis Ibacache Salamanca, Carabinero

Pailahueque y Carabinero Parra. En total eran 9 a 10 carabineros. Reconoció que hubo

detenidos en tránsito por motivos políticos en la Tenencia de Galvarino, que en general

era gente del pueblo que fueron denunciados por los mismos habitantes de esa comuna.

No recuerda a personas del sector rural como detenidos en la Tenencia. Agregó que

dependía del Comisario de Lautaro que en 1973 era el Mayor Jorge Schweizer Gómez.

También dijo que los militares se constituyeron en la Tenencia de Galvarino desde antes

del 11 de septiembre de 1973. Luego de producido el golpe militar se incrementaron

estas visitas, pudiendo recordar que pasaban militares del regimiento Tucapel de

Temuco, del Regimiento La Concepción de Lautaro y del regimiento Miraflores de

Traiguén. Estos militares pasaban por la Tenencia sin quedarse. Sin embargo, en dos

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oportunidades vinieron patrullas militares del regimiento La Concepción a quedarse en la

Tenencia. Estos militares se desplazaban en camiones Unimog, estaban al mando de un

Suboficial y pernoctaban en el interior de la Tenencia. Se quedaron por espacio de uno o

dos meses. Los militares salían a patrullar sin ayuda de los carabineros. Recuerda que

salían en la mañana y regresaban en la noche o a veces no regresaban. No recuerda

que los militares trajeran detenidos a la Tenencia. También aseguró que hubo

interrogatorios a los detenidos políticos en la Tenencia de Galvarino, pero en ningún

caso se les apremió físicamente. Dijo no conocer a doña Juana de Dios Rojas Viveros ni

recuerda que haya habido una mujer detenida con un menor de edad en la Tenencia.

Nunca vio que en la Tenencia bajo su mando se haya torturado a persona alguna. Sobre

la muerte de Segundo Osvaldo Moreira Bustos indicó en un principio haber participado

de la patrulla que le dio muerte, pero después rectificó sus dichos en el sentido de

señalar que tomó conocimiento del hecho de manera posterior, indicando que recuerda

que en una oportunidad, al parecer en horas de la tarde, una patrulla integrada por

Carabineros y militares se dirigía hacia el sector de Aillinco en un jeep militar. Entre los

carabineros estaban Sandoval y Araneda. Durante el trayecto vieron una persona que

venía en sentido contrario a caballo, quien al darse cuenta de la presencia policial se dio

vuelta y galopó huyendo de la patrulla. Entonces uno de los militares que los

acompañaban hizo un disparo en contra de esta persona, cayendo del caballo a un

costado del camino. Se acercaron al cuerpo de esta persona y uno de los carabineros lo

reconoció señalando que se trataba de Moreira Bustos, a quien el declarante no conocía.

Entonces la patrulla regresó a la Tenencia donde una vez que dieron cuenta del hecho el

declarante ordenó que se tomara el procedimiento respectivo. Inmediatamente dio

cuenta al Mayor Schweizer de lo sucedido, no recordando nada más. Negó que un

ciudadano le haya pedido autorización para levantar el cadáver de Moreira Bustos, pues

no tenía facultades para darla. Tampoco es efectivo que hubiese amenazando con

quemar el cadáver. También dijo que jamás recibió en la Tenencia a ningún familiar de

Moreira Bustos, por lo que no es efectivo que haya conversado con su viuda. Respecto

del autor del disparo, en primera instancia dijo que fue un soldado conscripto, pero en

declaraciones posteriores recordó que fue informado que el Carabinero Manuel Gustavo

Sandoval Cifuentes habría sido quien dio muerte a Moreira Bustos.

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11) Atestados de Marcial Edmundo Vera Ríos, de fs. 230 a fs. 231, Capitán de

Carabineros de Lautaro en 1973. Reconoció que hubo detenidos por motivos políticos

en Lautaro, los que estaban supeditados a las órdenes emanadas desde el

Regimiento la Concepción. Recuerda al Capitán de Ejército Jorge Del Río quien

constantemente acudía a la Comisaría de Lautaro a buscar y a dejar detenidos, quien

siempre se hacía acompañar de sargentos y cabos militares. Respecto de la muerte

de Segundo Osvaldo Moreira Bustos, aseguró no haber tenido conocimiento.

Tampoco recuerda que el Teniente Zepeda, quien estaba al mando de la Tenencia de

Galvarino, haya dado cuenta de esta situación al Comisario de Lautaro. De haberlo

hecho se habría enterado, puesto que se trataría de un hecho excepcional y grave

que ameritaba una investigación.

12) Declaración de José Ernesto Millalén Otárola, de fs. 272 a fs. 274 y fs. 275, quien

para el año 1973 era concejero comunal de Galvarino. Dijo que la segunda quincena

de octubre se presentó en la Tenencia de Carabineros de Galvarino debido a una

denuncia en su contra por robo de animales, quedando detenido junto con los dos

testigos que llevaba. Allí estuvo 15 días privado de libertad y posteriormente fue

derivado al Juzgado de Letras de Lautaro. Aseguró haber sido torturado mientras

estuvo detenido en Galvarino y quien dirigió las torturas fue el Cabo Felidor Morales

ayudado por dos carabineros y dos conscriptos del regimiento La Concepción de

Lautaro, uno de estos últimos de apellido Jara. Recordó que los calabozos estaban

llenos de detenidos en esa época, entre ellos pudo reconocer a una mujer que tenía

una guagua en brazos. Recuerda que esta persona fue golpeada por un carabinero

delante de todos los detenidos. Continuó diciendo que lo sacaban a torturas en las

pesebreras de los caballos. En ese lugar había otros detenidos, la mayoría de origen

mapuche, a quienes les habían cortado el pelo y los obligaban a comerse su pelo,

como si estuvisen pastando. Además todos los días pasaba algún carabinero o un

militar por el calabozo y les decía que esa noche los iban a matar. Finalizó indicando

que en ese tiempo la Tenencia estaba llena de detenidos y que los Carbineros se

emborrachaban casi a diario con el alcohol que los civiles adeptos al nuevo régimen

les llevaban.

13) Deposición de Nelson Evangelista Angulo Peterman, de fs. 409 a fs. 411,

ayudante de compras en la Empresa de Comercio Agrícola de Galvarino, para

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septiembre de 1973. Dijo que día 13 de septiembre de 1973 personal de Carabineros

de Galvarino junto con militares allanaron su domicilio y fue trasladado hasta la

Tenencia de esa comuna, donde lo sometieron a interrogatorios y torturas en las

caballadas de la unidad policial, consistentes en vendarlo, golpearlo con las culatas

de sus fusiles, además de golpes de pies y puños en diferentes partes del cuerpo.

Después, fue sentado en una caja donde se guardaban los útiles de aseo de las

caballadas y el Teniente de apellido Zepeda, le dijo que lo iban a fusilar y que pidiera

su último deseo. Entonces dio orden para que los uniformados se formaran e hizo

todo el simulacro de fusilamiento. Recuerda que entre los torturadores se encontraban

el Teniente Zepeda; el Sargento Cofré y un Cabo Morales, mismos que lo detuvieron

previamente.

14) Manifestaciones de Eleodoro Hernán Jara Valdebenito, de fs. 581 a fs. 584,

Conscripto del regimiento “La Concepción” de Lautaro en 1973, quien dijo haber

concurrido a la Tenencia de Galvarino junto al Cabo 2° Erasmo Alberto Fuentes

Sepúlveda con una patrulla de doce efectivos que permanecieron allí por 15 días.

Recuerda que había varios detenidos en Galvarino, los que fueron sometidos a tortura,

pudiendo presenciar en una oportunidad a Ernesto Millalén Otárola sentado sobre un

anafre, quien gritaba de dolor porque se estaba quemando. En esta sesión de torturas

había carabineros y también estaba presente el Cabo Fuentes. Sus tareas en Galvarino

eran hacer guardia exterior de la Tenencia, no recordando que haya visto a personas

concurrir a la Tenencia para preguntar por detenidos o por alguien que haya sido

ejecutado. Nunca salió a patrullar hacia el campo. Respecto de los hechos materia de

esta investigación señaló que no participó en ninguna ejecución y que sobre la muerte

de un civil de nombre Segundo Moreira Bustos, no tuvo conocimiento.

15) Relato de Helmuth Martínez Vargas, de fs. 587 a fs. 588, Cabo 1° del Ejército del

regimiento “La Concepción” de Lautaro en 1973, quien sin reconocer participación en

detenciones y tortura de detenidos dijo haber estado en Galvarino en 1974 y que una

oportunidad vio que una mañana los carabineros estaban tirando al río a unos Mapuche

y posteriormente los golpeaban con un palo.

16) Testimonio de Jorge Enrique Schweizer Gómez, de fs. 628 a fs. 629, Mayor de

Carabineros y Comisario de Lautaro en septiembre 1973, quien dijo haber estado al

tanto y haber participado en patrullajes conjuntos de carabineros y militares de Lautaro

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con el objeto de desalojar fundos en toma. Agregó que no supo de la muerte de alguna

persona en Galvarino y que no fue informado de esta situación por el Teniente Jorge

Zepeda, a cargo de esa unidad policial.

17) Aseveraciones de Jorge Carol Contreras Villagra, de fs. 706, Subdelegado en

Galvarino y militante de las Juventudes Comunistas para septiembre de 1973. Dijo

haber sido detenido por Carabineros de Lautaro y conducido hacia los calabozos donde

fue sentado en una silla en la que le aplicaron electricidad en diferentes partes del

cuerpo, al tiempo que le preguntaban por armas y por el nombre de los integrantes de

un supuesto grupo de combatientes. Al día siguiente llegó el Teniente Zepeda, quien

vino desde Galvarino quien lo sacó al patio, lo desnudó y golpeó con una especie de

látigo o rebenque. También sumergió su cabeza en un abrevadero que había en el

lugar. Tras varios días detenido y luego de haber sido llevado a la cárcel de Temuco fue

liberado. Regresó a Galvarino donde fue nuevamente detenido y torturado por los

carabineros. Algunas veces lo detenían y lo llevaban a las caballerizas donde lo

golpeaban con palos en las plantas de los pies o le hacían tragar agua metiéndole una

manguera por la boca. En otras dos oportunidades, lo llevaron hasta el río que pasa

frente a la Tenencia y lo sometieron a simulacros de fusilamiento, disparando sus armas

al aire. Todo esto fue dirigido por el Teniente Zepeda y un carabinero que era de pelo

claro y ojos de color cuyo apellido al parecer es Ibacache o Morales.

18) Declaración de Albina del Carmen Rojas Viveros, de fs. 750, hermana de Juana de

Dios Rojas Viveros, quien dijo que supo de la muerte de Segundo Moreira Burgos

porque su hermana fue a buscarla el día en que este fue ejecutado, señalándole que a

su marido lo había matado una patrulla. Juntas fueron a recoger el cadáver de la víctima

de autos, pudiendo constatar que se encontraba tapado con ramas y que tenía una

herida en el abdomen de tal magnitud que los alimentos que había ingerido ese día

estaban diseminados alrededor del cuerpo. Dijo que trasladaron el cadáver en un coloso

tirado por un tractor. Además recuerda que su hermana estuvo detenida en la Tenencia

de Carabineros de Galvarino poco tiempo después de la muerte de Moreira Bustos.

19) Informes del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea de Chile y del Ejército de

Chile, de fs. 38 y fs. 106.

20) Informe del Servicio Médico Legal de fs. 56.

21) Informes del Servicio de Registro Civil de fs. 66 a fs. 67 y de fs. 740 a fs. 746.

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22) Informe del Hospital de Galvarino, de fs. 78.

23) Relación del personal de la Tenencia de Galvarino correspondiente al año 1973, a

fs. 96

24) Certificado de Defunción de Segundo Osvaldo Moreira Bustos, a fs. 120.

25) Actas de diligencia de exhumación realizadas por el Tribunal y por el Servicio

Médico Legal en el Cementerio Municipal de Galvarino, de fs. 131 a fs. 132 y de fs.

634 a fs. 646.

26) Acta de inspección ocular practicada por el Tribunal en la Tenencia de Galvarino,

de fs. 208 a fs. 209.

27) Órdenes de investigar debidamente diligenciadas por la Brigada Investigadora de

Delitos contra los Derechos Humanos de Policía de Investigaciones de Chile, de fs. 25

a fs. 31, de fs. 44 a fs. 50; de fs. 86 a fs. 92, de fs. 110 a fs. 113 y de fs. 428 a fs. 448.

28) Informes periciales Planimétricos y Fotográficos evacuados por la Brigada de

Criminalística de la Policía de Investigaciones de Temuco, de fs. 165 a fs. 169, de fs.

181 a fs. 183 y de fs. 200 a fs. 206.

29) Informes periciales Médico Forense, de Evidencias Asociadas, Antropológico y

Odontológico evacuados por el Servicio Médico Legal de fs. 650 a fs. 692.

30) Informe de la Vicaría de la Solidaridad, de fs. 720 a fs. 724.

31) Informe del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, de fs. 731 a fs. 738.

32) Informe del XV Censo Nacional de Población y IV de Vivienda de 1982, de fs.

1.356 a fs. 1.359.

TERCERO: Artículo 488 del Código de Procedimiento Penal. Que los elementos

de convicción antes reseñados constituyen presunciones judiciales que, por reunir las

exigencias del artículo 488 del Código de Procedimiento Penal, permiten por tener

legalmente acreditado lo siguiente:

1° Homicidio Calificado de Segundo Osvaldo Moreira Bustos

a) Que con posterioridad al 11 de septiembre de 1973 la Tenencia de Carabineros de

Galvarino, que a la época tenía una dotación de a lo menos dieciséis efectivos, fue

reforzada por contingente militar del Regimiento La Concepción del Lautaro,

realizando patrullajes conjuntos por la zona rural dependiente de la unidad policial

antes indicada. Como resultado de estos patrullajes resultaron varias personas

detenidas que fueron trasladadas hasta la Tenencia de Carabineros de Galvarino,

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donde fueron encerradas en los calabozos de la unidad y en las caballerizas ubicadas

detrás del edificio principal.

b) Que a principios del mes de octubre de 1973 una patrulla compuesta por cuatro

Carabineros de la Tenencia de Galvarino entre los que se encontraba Gonzalo

Baldemar Soto Sandoval y Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes, y a los menos tres

soldados conscriptos del Regimiento “La Concepción” de Lautaro, se movilizaban en

horas de la tarde por el camino hacia el lugar Aillinco de la citada comuna en un jeep

requisado a una repartición pública. En un momento determinado se cruzaron con

Segundo Osvaldo Moreira Bustos, que se trasladaba por el camino montado sobre su

caballo, quien cuando vio la patrulla acercarse dio media vuelta y comenzó a galopar

alejándose del vehículo. Entonces, el carabinero Sandoval, al mando de la patrulla,

ordenó al chofer del móvil detener la marcha del vehículo, efectuar las maniobras para

regresar por el camino y salir en persecución del mencionado Moreira Bustos. En un

momento determinado y mientras iban tras la víctima de autos, la patrulla abrió fuego

en contra de Moreira Bustos, impactándolo por la espalda, quien cayó de inmediato

abatido. Acto seguido, la patrulla se acercó a la víctima y procedió a propinarle una

golpiza que terminó por apurar su deceso. Inmediatamente después, los integrantes

de este grupo de uniformados procedieron a tapar su cuerpo con ramas dejándolo

tirado a un costado del camino.

c) Una vez que los familiares de Moreira Bustos se impusieron del hecho concurrieron

en diferentes momentos tanto al lugar donde estaba el cuerpo de la víctima como a la

Tenencia de Galvarino para solicitar antecedentes acerca de lo ocurrido y pedir

autorización para levantar el cuerpo. Tras varias horas de rogativas ante el oficial al

mando, Teniente Enrique Arturo Zepeda Ramírez (Q.E.P.D. según fs. 865) quien en

un primer momento negó la posibilidad de entregar el cuerpo e incluso amenazó con

quemar sus restos, los familiares consiguieron que este accediera a sus peticiones

por lo que el cadáver fue levantado con la ayuda de vecinos de Galvarino y fue

llevado de inmediato a la casa de sus padres. En ese lugar, la familia pudo comprobar

que la víctima tenía fracturada su mandíbula inferior y ambas muñecas, que su cara

se encontraba completamente amoratada y le faltaban los dos dedos pulgares. Esa

noche fue velado y al día siguiente inhumado en el cementerio local.

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d) No existen antecedentes que permitan asegurar que se le practicó la autopsia legal

de rigor al cadáver. Tampoco existe registro que se hubiese informado sobre lo

ocurrido a la superioridad militar o de Carabineros respectiva ni que se hubiese

iniciado una investigación acerca de lo ocurrido.

2° Apremios ilegítimos de Juana de Dios Rojas Viveros (torturas)

a) Que con posterioridad al 11 de septiembre de 1973 la Tenencia de Carabineros de

Galvarino, que a la época tenía una dotación de a lo menos dieciséis efectivos, fue

reforzada por contingente militar del Regimiento La Concepción del Lautaro,

realizando patrullajes conjuntos por la zona rural dependiente de la unidad policial

antes indicada. Como resultado de estos patrullajes resultaron varias personas

detenidas que fueron trasladadas hasta la Tenencia de Carabineros de Galvarino,

donde fueron encerradas en los calabozos de la unidad y en las caballerizas ubicadas

detrás del edificio principal.

b) Que según los relatos recogidos en este proceso de personas que estuvieron

privadas de libertad en Galvarino y de algunos soldados conscriptos del Regimiento

“La Concepción” de Lautaro que reforzaron la dotación de la Tenencia de esa ciudad,

Carabineros de Galvarino procedió a torturar sistemáticamente a los detenidos que se

encontraban al interior de esa unidad policial, destacándose en tales actividades el

Teniente Enrique Zepeda Ramírez (Q.E.P.D), a cargo de la unidad, algunos cabos

como Felidor Morales Flores, Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes y Carlos del

Tránsito Parra Rodriguez; además de otros carabineros como Gonzalo Baldemar Soto

Sandoval, Luis Gerardo Ibacache Salamanca y Luis Alberto Araneda Gutiérrez.

c) Que Carabineros de Galvarino durante octubre de 1973 en cuatro oportunidades

concurrió en horas de la noche hasta el domicilio de doña Juana de Dios Rojas

Viveros, luego de que el cónyuge de esta fue ejecutado en la vía pública por una

patrulla de militares y carabineros de esa comuna. En una de esos allanamientos

doña Juana de Dios Rojas Viveros fue sacada descalza de la casa y llevada hasta el

lugar donde su esposo fue asesinado, dejándola abandonada en ese lugar. Uno de

los integrantes de la patrulla antes de irse del lugar le dijo “sálvate si puedes”. En otra

oportunidad fue detenida y trasladada junto con su hija de meses de edad hasta la

Tenencia donde permaneció encerrada dos días en los calabozos pudiendo notar que

había más detenidos. Durante su permanencia en la Tenencia de Carabineros de

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Galvarino fue sacada en dos oportunidades hacia otra habitación en la que fue

sometida a tormentos tales como golpes de pie y puño y amenazas con arma de

fuego. Del mismo modo, los torturadores la interrogaron acerca del resto de los

integrantes del partido Comunista de Galvarino.

d) Finalmente, la víctima fue liberada sin que se le formularan cargos ni se le diera

alguna explicación respecto del proceder de Carabineros.

CUARTO: Calificación. Que los hechos antes reseñados en esta etapa procesal, en

el numeral uno, constituyen los delitos de homicidio calificado de Segundo Osvaldo

Moreira Bustos, previsto y sancionado en el artículo 391 n° 1, circunstancias Primera

y Quinta, del Código Penal. También fluye de los hechos antes reseñados, en el

numeral dos, en esta etapa procesal, la configuración del delito de apremios

ilegítimos en la persona de Juana de Dios Rojas Viveros, previsto y sancionado en el

artículo 150 n° 1, del Código Penal.

QUINTO: Calificación. Que los ilícitos antes reseñados son, además, delitos de lesa

humanidad. En efecto, tal como ya se ha expresado en la causa rol 27.525 del

Juzgado de Letras de Carahue, caso Segundo Cayul Tranamil, considerando Quinto

de la sentencia de 26 de diciembre de 2014 (fallada por la Excma. Corte Suprema

con fecha 22 de septiembre en curso); causa rol 27.526 del mismo tribunal, caso

Palma Arévalo y Saravia Fritz, considerando Octavo del fallo de 18 de diciembre de

2014 (fallo ejecutoriado), causa rol 45.345, caso Juan Tralcal Huenchumán, del

Juzgado de Letras de Lautaro, considerandos Quinto y Sexto del fallo de 11 de

diciembre de 2014 (fallo condenatorio y ejecutoriado); causa rol 113.990, caso

Manuel Burgos Muñoz, del Primer Juzgado del Crimen de Temuco (fallo condenatorio

y ejecutoriado); y causa rol 18.780 , caso Jorge San Martín Lizama , del Juzgado de

Letras de Curacautín (fallo condenatorio y ejecutoriado), este tribunal considera que

el término crímenes de lesa humanidad ya fue usado en un sentido no técnico en la

Declaración de 28 de mayo de 1915 de los gobiernos de Francia, Gran Bretaña y

Rusia en la que denunciaron las masacres a los armenios por parte del Imperio

Otomano como crímenes de lesa humanidad. Hay que precisar que el crimen contra

la humanidad excede con mucho en su conducta el contenido ilícito de cualquier otro

delito. Asimismo, el Derecho Penal no está legitimado para exigir la prescripción de

las acciones emergentes de estos delitos y si lo hiciere sufriría un grave desmedro

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ético: no hay argumento jurídico ni ético que le permita invocar la prescripción

(profesor Eugenio Raúl Zaffaroni). Del mismo modo, el crimen de lesa humanidad es

aquel injusto que no solo contraviene los bienes jurídicos comúnmente garantizados

por las leyes penales, sino que al mismo tiempo suponen una negación de la

personalidad moral del hombre, esto es, se mira al individuo como cosa. La

característica principal es la forma cruel y bestial con que diversos hechos criminales

son perpetrados. Sin perjuicio de otros elementos que también lo constituyen como

son la indefensión, la impunidad, que serán analizados con posterioridad. Es un

ultraje a la dignidad humana y representan una violación grave y manifiesta de los

derechos y libertades proclamados en la Declaración Universal de los Derechos

Humanos y otros instrumentos internacionales pertinentes.

Declaraciones indagatorias del homicidio calificado. Autores.

SEXTO: Prestando declaración indagatoria don Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes,

de fs. 100 a fs. 101, fs. 239, fs. 248 a fs. 249, fs. 256 y fs. 280, dijo que para septiembre

de 1973 se desempeñaba como Cabo 1° en la Tenencia de Galvarino que dependía

de la Primera Comisaría de Lautaro. A ese lugar llegó en 1972 permaneciendo hasta

1974, fecha en la que fue trasladado a distintos destacamentos de Lautaro, como

Perquenco y Tres Esquinas. Pasó a retiro el 16 de noviembre de 1986. El jefe de la

Tenencia de Galvarino en septiembre de 1973 era el Teniente Enrique Zepeda Ramírez,

recordando al resto de los integrantes como el Sargento 1° Dagoberto Jara, Eliseo Cofré

Cantero, Luis Araneda Gutiérrez, Arturo Lizama Pulgar, Felidor Morales Flores, Carlos

Parra, Gonzalo Soto, Luis Ibacache, Luis Arturo Morales y Luis Urra Lavín. Aseguró que

no hubo detenidos por motivos políticos en la Tenencia de Galvarino ni hubo personas

que fueran a firmar periódicamente a ese lugar luego del golpe militar. Dijo que militares

pasaban de vez en cuando a la Tenencia, sin embargo nunca vio que se quedaran en la

unidad puesto que no tenían contacto con ellos. Interrogado sobre los hechos dijo no

saber que haya habido ejecutados durante el período septiembre – diciembre de 1973

en Galvarino. No recuerda a Segundo Osvaldo Moreira Bustos ni las circunstancias en

que esta persona murió. Aseguró que esta era la primera noticia que tenía al respecto,

pues al parecer en aquella época estaba con vacaciones. Posteriormente rectificó sus

dichos reconociendo que conoció a Osvaldo Moreira Bustos y que supo de su muerte

cuando esta sucedió, la que habría sido a manos de militares. También reconoció la

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existencia de detenidos por motivos político en la Tenencia. Asimismo, en una

declaración posterior reconoció haber sido integrante de la patrulla que dio muerte de la

víctima de autos y que dio la orden a un conscripto para que disparara sobre esta.

SÉPTIMO: Que sin perjuicio de la exposición expresada por el imputado Sandoval

Cifuentes en cuanto se exime de responsabilidad en la muerte y sus circunstancias de

Osvaldo Moreira Bustos, existen en su contra los siguientes antecedentes: a) Que sin

perjuicio de la declaración indagatoria del encausado en que si bien se ubica en el sitio

del suceso y manifiesta que integraba la patrulla y dio la orden a un conscripto para que

disparara a Osvaldo Moreira Bustos, le agrega antecedentes para eludir su

responsabilidad como es el hecho que supone que la persona huyó porque tenía

antecedentes y que además dio la orden para que se disparara, no para que se matara

al señor Moreira. b) Asertos de Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, de fs. 225 y

siguientes, que en lo pertinente señala que integró la patrulla que dio alcance a Osvaldo

Moreira Bustos, pues el Sargento Cofré le dio la orden para que lo persiguiera en el

vehículo. En ese trayecto sintió un disparo efectuado en la parte trasera del jeep y vio

que el jinete caía al suelo. En ese momento no supo quién efectuó el disparo, pero luego

en la Tenencia le parece que fue el mismo Carabinero Sandoval quien dijo haberle

disparado a Moreira. Al llegar al cuerpo de esta persona pudo constatar que estaba

muerto. A fs. 241 reitera que fue el carabinero Sandoval quien efectuó el disparo sin que

recibiera orden para hacerlo. A fs. 256 Soto Sandoval ratifica que la persona con quien

se le carea es el Carabinero Sandoval, autor del disparo que dio muerte a Osvaldo

Moreira Bustos. c) Dichos de Enrique Arturo Zepeda Ramírez, de fs. 241, quien asevera

que luego de la muerte de Osvaldo Moreira Bustos e informado de lo sucedido realizó

una rápida indagatoria en que se mencionó al carabinero Sandoval como autor del

disparo. A fs. 248, ratifica que después de la indagatoria que realizó surgió el nombre del

carabinero Sandoval como posible autor del disparo que dio muerte a Moreira. d)

Expresiones de Juana de Dios Rojas Viveros, de fs. 125 y siguientes que en lo

pertinente asevera que al llegar al lugar donde estaba el cuerpo de su esposo este

estaba a un costado del camino, tapado con ramas de pino y observó que tenía una

enorme perforación en el abdomen y que su vísceras se habían salido. Además, le

faltaba la falange del dedo pulgar de la mano derecha. En el careo de fs. 261 y

siguientes ratifica lo ya expresado. Lo anterior, además, corroborado por doña Albina

Page 22: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

Rojas Viveros a fojas 750. e) Manifestaciones de Celmira del Carmen Moreira Bustos,

de fs. 48, que en lo pertinente dice que vio el cuerpo de su hermano, quien tenía dos

impactos de bala en el abdomen, sus dos muñecas quebradas y la falta de ambos dedos

pulgares. f) Relatos de José Armando Llanos Jorquera, de fs. 134 y siguientes, quien en

lo sustantivo indica que la viuda de Segundo Moreira Bustos, Juana Rojas, le pidió a él y

a su hermano que le ayudaran a levantar el cadáver que se encontraba tirado en el

camino de Aillinco. Hasta allí concurrieron junto a Rubén Ferreira y Arturo Sanhueza,

este último condujo un tractor para cargar el cuerpo de Moreira Bustos. Al llegar al lugar

pudieron ver que el cuerpo de Moreira estaba tapado con ramas y presentaba una

herida en el abdomen, pero al parecer los disparos habrían entrado por la espalda,

llevando el cadáver al hospital. g) Dichos de Segundo Daniel Llanos Jorquera, de fs.

137, quien en lo sustantivo aseguró que la viuda de Segundo Moreira Bustos, Juana

Rojas, le pidió a él y a su hermano que le ayudaran a levantar el cadáver de su esposo

el que estaba tirado en el camino de Aillinco. Fueron al lugar en compañía de Rubén

Ferreira y Arturo Sanhueza, quien llevó un tractor para cargar el cuerpo de Moreira

Bustos. Al llegar al lugar se percataron que el cuerpo de Moreira estaba tapado con

ramas y presentaba una herida en el abdomen, pero al parecer los disparos habrían

entrado por la espalda, llevando el cadáver al hospital. h) Aseveraciones de Nelly del

Carmen Moreira Bustos, de fs. 69 quien expone que el día de los hechos su hermano

iba a caballo y durante el trayecto se cruzó con una patrulla de militares y carabineros,

situación que lo asustó por lo que comenzó a cabalgar más rápido, recibiendo siete

impactos de bala por la espalda quedando tirado en el camino. A fs. 265 expresa que al

velar el cuerpo de su hermano notaron que le faltaba el pulgar de su mano derecha,

tenía la mandíbula fracturada, por lo que debieron amarrar un pañuelo para poder

sostenerla. Asimismo agrega que tuvieron que rodearle la cintura con una sábana

puesto que sus vísceras se salían debido al gran orificio que presentaba el cuerpo en el

abdomen. i) Declaración de Andrés Melinao Vives, de fs. 80, quien precisa que recibió la

orden de ir por el camino a Aillinco para recoger a una persona herida. Al llegar al lugar

vio el cuerpo de Moreira Bustos, quien presentaba una herida en un costado del

abdomen, del cual manaba espuma sangrentosa. Al revisar sus signos vitales se dio

cuenta que esta persona estaba muerta. j) Cabe precisar que respecto de la

participación de Carabineros como un antecedente de los múltiples que existen, a fs. 743

Page 23: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

consta la orden del teniente de la época, Enrique Zepeda Ramírez al Oficial Civil de la

comuna de Galvarino, de 4 de octubre de 1973, donde en lo pertinente señala “Se

autoriza a esa oficina para que extienda el certificado de defunción correspondiente para

dar sepultura al ciudadano Segundo Osvaldo Moreira Bustos, agricultor, cédula de

identidad 46710 de Lautaro, quien falleció el día de ayer a consecuencias de un impacto

a bala, al prestar resistencia a la patrulla militar y de carabineros quien le instó la

detención./ Se hace presente que Moreira Bustos debe ser sepultado el día de hoy en

horas de la tarde”. k) Relación del personal de la Tenencia de Carabineros de Galvarino

de septiembre a diciembre de 1973, a fs. 96, donde se mencionan todos los acusados

en este causa (según fs. 916) y en este caso Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes. l)

Informe del XV Censo Nacional de Población y IV de Vivienda del año 1982, de fs. 1.356

a fs. 1.359, donde consta que en aquella época existía una población de 10.785

personas en la comuna de Galvarino.

OCTAVO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un conjunto de elementos

probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a la convicción de la

participación del acusado Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes como autor en el

homicidio calificado de Osvaldo Moreira Bustos. Ello por cuanto están las declaraciones

de otro integrante de la patrulla, Baldemar Soto, del teniente Enrique Zepeda, de los

testigos que vieron el cuerpo inmediatamente después de los hechos, como la víctima

Juana Rojas, Celmira Moreira, Nelly Moreira, Andrés Melinao Vives, José y Armando

Llanos Jorquera lo que hace posible y verosímil tanto la existencia del hecho punible

como la participación del acusado. Esto se ve, además, refrendado por el personal que

se encontraba a la época de los hechos en la Tenencia de Galvarino como consta en la

dotación acompañada a fojas 96, en donde aparece Manuel Sandoval Cifuentes. Lo

anterior también es corroborado en relación a la dinámica de los hechos por la orden de

inscribir la defunción de fs. 743, donde el propio Teniente señala que iba una patrulla

militar y de Carabineros y que el occiso Moreira Bustos falleció a consecuencia de un

impacto a bala. Además, como consta en el informe del censo de 1982, era un grupo

territorial de pocos habitantes.

NOVENO: Prestando declaración indagatoria don Gonzalo Baldemar Soto Sandoval,

de fs. 225 a fs. 226, de fs. 241 a fs. 242, fs. 255 y fs. 279, Carabinero de la Tenencia de

Galvarino en 1973, dijo haber ingresado a Carabineros de Chile el 1 de febrero de

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1969, siendo su primera destinación el Retén de Pillanlelbún. En agosto de 1970 fue

destinado a la Tenencia de Galvarino que al igual que Pillanlelbún dependía de la

Primera Comisaría de Lautaro. Permaneció allí hasta junio o julio de 1974, fecha en la

que fue a Santiago a hacer un curso de fronteras y límites. Pasó a retiro el 1 de

febrero de 1999. El jefe de la Tenencia de Galvarino en septiembre de 1973 era el

Teniente Enrique Zepeda Ramírez. El resto de los integrantes que recuerda eran el

Sargento 1° Dagoberto Jara Altamirano, Cabo Luis Araneda Gutiérrez, Sargento Arturo

Lizama Pulgar, Emeterio Pozas, Carlos Parra, Luis Arturo Morales, Felidor Morales,

Sargento Cofré, Manuel Sandoval y Luis Ibacache. Aseguró que una patrulla militar llegó

a la Tenencia de Galvarino comandada por un oficial, cuyo nombre nunca supo. Este

oficial seguramente conversó con el Teniente Zepeda cuando se presentó en la

Tenencia. Los militares se quedaron alojando en la unidad y se dedicaron a efectuar

servicios de patrullaje preventivo, no recordando cuánto tiempo permanecieron en ese

lugar. Reconoció la existencia de detenidos por motivos políticos en la Tenencia de

Galvarino y que se realizaron patrullajes conjuntos entre carabineros y militares. Esto era

un procedimiento común y se efectuaba en los vehículos militares que estaban

disponibles, específicamente un camión alto y corto, al parecer Unimog. También salían

en un jeep que Conaf o alguna otra repartición pública había facilitado para los

carabineros. Este vehículo era pequeño y de color amarillo. Dice que es posible que

haya habido interrogatorios al interior de la Tenencia de Galvarino, pero él no los

recuerda. Cualquier carabinero o militar pudo haber interrogado, y sin descartar que

hayan sido golpeados en estas situaciones él no participó en esos hechos. No recuerda

que haya habido alguna mujer detenida con un menor de edad en la Tenencia.

Respecto de la muerte de Segundo Osvaldo Moreira Bustos dijo que en una

oportunidad, al parecer en horas de la tarde, iba conduciendo el jeep de la Tenencia y se

dirigía hacia el sector de Aillinco en un patrullaje habitual. En esa oportunidad iba al

mando el Sargento Cofré pudiendo recordar que también lo acompañaban el Carabinero

Sandoval y dos o tres más eran militares. Durante el trayecto vieron a una persona a

caballo que iba en el mismo sentido. Alguien lo reconoció como el “Pito” Moreira, quien

era una persona de malos hábitos, pues decían que era cuatrero, aunque a él no le

constaba ese hecho. Alguien le gritó para que se detuviera y este al darse cuenta de la

presencia de carabineros se dio vuelta y galopó huyendo. Entonces, el Sargento Cofré, a

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cargo de la patrulla, dio la orden para perseguirlo. En ese momento esta persona ya les

había sacado una cuadra de ventaja. Entonces sintió un disparo efectuado desde la

parte trasera del jeep y pudo ver que el jinete caía al suelo. En ese momento no supo

quién había efectuado el disparo, pero después en la Tenencia fue el mismo Carabinero

Sandoval quien dijo haberle disparo a Moreira. Se acercaron al cuerpo de esta persona

pudiendo constatar que estaba muerto. Regresaron a la Tenencia y el Sargento Cofré

dio cuenta al Teniente sobre lo sucedido, desconociendo si este oficial le dio cuenta a su

superioridad o no.

DÉCIMO: Que sin perjuicio de la exposición expresada por el imputado Soto Sandoval

en cuanto se exime de responsabilidad en la muerte y sus circunstancias de Osvaldo

Moreira Bustos, existen en su contra los siguientes antecedentes: a) Que si bien se

ubica en el sitio del suceso y manifiesta que integraba la patrulla en su calidad de chofer

descansa la responsabilidad en la persona que disparó o en sus superiores. Agrega

antecedentes para eludir su responsabilidad como es el hecho que supone que la

persona huyó porque tenía malos antecedentes. b) Dichos de Enrique Arturo Zepeda

Ramírez, de fs. 241, quien asevera que él no formaba parte de la patrulla y que luego de

la muerte de Osvaldo Moreira Bustos e informado de lo sucedido se constituyó en el

lugar y que en ese momento realizó una indagatoria para enterarse de lo ocurrido. c)

Expresiones de Juana de Dios Rojas Viveros, de fs. 125 y siguientes que en lo

pertinente asevera que al llegar al lugar donde estaba el cuerpo de su esposo este

estaba un costado del camino, tapado con ramas de pino y observó que tenía una

enorme perforación en el abdomen y que su vísceras se habían salido. Además, le

faltaba la falange del dedo pulgar de la mano derecha. En el careo de fs. 261 y

siguientes ratifica lo ya expresado. Lo anterior, además, corroborado por dichos de doña

Albina Rojas Viveros, a fojas 750. d) Manifestaciones de Celmira del Carmen Moreira

Bustos, de fs. 47 y siguientes y 130 y siguientes, que en lo pertinente dice que vio el

cuerpo de su hermano, quien tenía dos impactos de bala en el abdomen, sus dos

muñecas quebradas y la falta de ambos dedos pulgares. e) Relatos de José Armando

Llanos Jorquera, de fs. 134 y siguientes, quien en lo sustantivo indica que la viuda de

Segundo Moreira Bustos, Juana Rojas, le pidió a él y a su hermano que le ayudaran a

levantar el cadáver que se encontraba tirado en el camino de Aillinco. Hasta allí

concurrieron junto a Rubén Ferreira y Arturo Sanhueza, este último condujo un tractor

Page 26: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

para cargar el cuerpo de Moreira Bustos. Al llegar al lugar pudieron ver que el cuerpo de

Moreira estaba tapado con ramas y presentaba una herida en el abdomen, pero al

parecer los disparos habrían entrado por la espalda, llevando el cadáver al hospital. f)

Dichos de Segundo Daniel Llanos Jorquera, de fs. 137, quien en lo sustantivo aseguró

que la viuda de Segundo Moreira Bustos, Juana Rojas, le pidió a él y a su hermano que

le ayudaran a levantar el cadáver de su esposo el que estaba tirado en el camino de

Aillinco. Fueron al lugar en compañía de Rubén Ferreira y Arturo Sanhueza, quien llevó

un tractor para cargar el cuerpo de Moreira Bustos. Al llegar al lugar se percataron que el

cuerpo de Moreira estaba tapado con ramas y presentaba una herida en el abdomen,

pero al parecer los disparos habrían entrado por la espalda, llevando el cadáver al

hospital. g) Aseveraciones de Nelly del Carmen Moreira Bustos, de fs. 69 quien expone

que el día de los hechos su hermano iba a caballo y durante el trayecto se cruzó con

una patrulla de militares y carabineros, situación que lo asustó por lo que comenzó a

cabalgar más rápido, recibiendo siete impactos de bala por la espalda quedando tirado

en el camino. A fs. 265 expresa que al velar el cuerpo de su hermano notaron que le

faltaba el pulgar de su mano derecha, tenía la mandíbula fracturada, por lo que debieron

amarrar un pañuelo para poder sostenerla. Asimismo agrega que tuvieron que rodearle

la cintura con una sábana puesto que sus vísceras se salían debido al gran orificio que

presentaba el cuerpo en el abdomen. h) Declaración de Andrés Melinao Vives, de fs. 80,

quien precisa que recibió la orden de ir por el camino a Aillinco para recoger a una

persona herida. Al llegar al lugar vio el cuerpo de Moreira Bustos, quien presentaba una

herida en un costado del abdomen, del cual manaba espuma sangrentosa. Al revisar sus

signos vitales se dio cuenta que esta persona estaba muerta. i) Cabe precisar que

respecto de la participación de Carabineros como un antecedente de los múltiples que

existen, a fs. 743 consta la orden del teniente de la época, Enrique Zepeda Ramírez al

oficial Civil de la comuna de Galvarino, de 4 de octubre de 1973, donde en lo pertinente

señala “Se autoriza a esa oficina para que extienda el certificado de defunción

correspondiente para dar sepultura al ciudadano Segundo Osvaldo Moreira Bustos,

agricultor, cédula de identidad 46710 de Lautaro, quien falleció el día de ayer a

consecuencias de un impacto a bala, al prestar resistencia a la patrulla militar y de

carabineros quien le instó la detención./ Se hace presente que Moreira Bustos debe ser

sepultado el día de hoy en horas de la tarde”. j) Relación del personal de la Tenencia de

Page 27: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

Carabineros de Galvarino de septiembre a diciembre de 1973, a fs. 96, donde se

mencionan todos los acusados en este causa (según fs. 916) y en este caso Soto

Sandoval. k) Informe del XV Censo Nacional de Población y IV de Vivienda, de fs. 1.356

a fs. 1.359, donde consta que en aquella época existía una población de 10.785

personas en la comuna de Galvarino.

UNDÉCIMO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un conjunto de elementos

probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a la convicción de la

participación del acusado Gonzalo Baldemar Soto Sandoval como autor en el

homicidio calificado de Osvaldo Moreira Bustos. Ello por cuanto están las

declaraciones del Teniente Enrique Zepeda, de los testigos que vieron el cuerpo

inmediatamente después de los hechos, como la víctima Juana Rojas, Celmira Moreira,

Nelly Moreira, Andrés Melinao Vives, José y Armando Llanos Jorquera lo que hace

posible y verosímil tanto la existencia del hecho punible como la participación del

acusado. Esto se ve, además, refrendado por el personal que se encontraba a la época

de los hechos en la Tenencia de Galvarino como consta en la dotación acompañada a

fs. 96, en donde aparece Gonzalo Soto Sandoval. Lo anterior también es corroborado en

relación a la dinámica de los hechos por la orden de inscribir la defunción de fs. 743,

donde el propio Teniente señala que iba una patrulla militar y de Carabineros y que el

occiso Moreira Bustos falleció a consecuencia de un impacto a bala. Cabe, además,

hacer presente que el cuerpo del delito estaba legalmente comprobado por otros

medios, toda vez que los familiares y testigos antes nombrados ubicaron el cuerpo de la

víctima, se dieron cuenta de las huellas que habían dejado los proyectiles y las lesiones

que tenía en las manos y en la mandíbula. Lo anterior es ratificado por el certificado

antes mencionado de fs. 743. Además, como consta en el informe del censo de 1982,

era un grupo territorial de pocos habitantes.

Declaraciones indagatorias del homicidio calificado. Encubridores

DÉCIMO SEGUNDO: Prestando declaración indagatoria don Felidor del Carmen

Morales Flores, de fs. 102 a fs. 103, fs. 159, fs. 161, fs. 240, de fs. 244 a fs. 245 y fs.

254, dijo haberse desempeñado en 1973 como Cabo 1° en la Tenencia de Galvarino

que dependía de la Primera Comisaría de Lautaro. A ese lugar llegó en 1971,

permaneciendo hasta enero de 1974, fecha en la que fue trasladado a la Escuela de

Suboficiales de Santiago, permaneciendo en ese lugar por un período de dos años.

Page 28: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

Pasó a retiro el 16 de agosto de 1996. El jefe de la Tenencia de Galvarino en

septiembre de 1973 era el Teniente Enrique Zepeda. El resto de los integrantes que

recuerda eran el Sargento 1° Dagoberto Jara Altamirano, Luis Araneda Gutiérrez, Arturo

Lizama, Emeterio Pozas, un Carabinero de apellido Parra y Luis Arturo Morales. Dijo no

recordar que haya habido detenidos por motivos políticos en la Tenencia de Galvarino ni

que hubiese personas que fueran a firmar periódicamente a ese lugar luego del golpe

militar. Tampoco supo que haya habido ejecutados durante el período septiembre –

diciembre de 1973 en Galvarino. Sí recuerda que vehículos militares pasaban de vez en

cuando a la Tenencia y que estuvieron recorriendo la zona. Sin embargo, nunca los vio

pasar a la Tenencia. Sobre los hechos materia de esta investigación aseguró no

recordar a Segundo Osvaldo Moreira Bustos ni las circunstancias en que esta persona

murió, pues es la primera noticia que tiene al respecto. Tampoco recuerda a Juana de

Dios Rojas Viveros ni que esta haya estado detenida y hubiese sido torturada en la

Tenencia de Galvarino.

DÉCIMO TERCERO: Que sin perjuicio de la exposición expresada por el enjuiciado

Morales Flores en cuanto no tuvo conocimiento de la muerte y sus circunstancias de

Osvaldo Moreira Bustos, existen en su contra los siguientes antecedentes: a) Dichos de

Enrique Arturo Zepeda Ramírez a fs. 221, quien respecto de la muerte de Osvaldo

Moreira Bustos expone: “…que este hecho fue público y notorio en el pueblo y en

especial entre los funcionarios de la Tenencia bajo mi mando. A fs. 241 el mismo Zepeda

Ramírez expresa que se constituyó en el sitio del suceso casi de inmediato una vez que

fue informado de lo sucedido y agregó que recuerda haber efectuado una indagatoria

rápida una vez que se enteró de lo ocurrido. A fs. 244 acota que le resulta difícil de creer

que no se hayan enterado en la Tenencia de la muerte de Moreira Bustos porque eran

12 carabineros y un hecho de esa naturaleza no era habitual y reitera que hubo

detenidos políticos en la unidad de Galvarino y que además estuvieron los militares

apostados y alojando en la Tenencia entre uno y dos meses. b) Declaración de Gonzalo

Baldemar Soto Sandoval, de fs. 254, quien dice que la muerte de Segundo Osvaldo

Moreira Bustos fue un hecho público y notorio y todo el mundo se enteró de lo sucedido.

Supone que todos los carabineros también se enteraron. Acota que fue habitual en

patrullajes conjunto con carabineros y militares. Agrega que desconoce si hubo alguna

investigación respecto a estos hechos y que también desconoce si el Teniente de la

Page 29: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

época dio cuenta a su superioridad. c) Expresiones de Marcial Edmundo Vera Ríos, de

fs. 230, quien indica que no tuvo conocimiento de la muerte de Osvaldo Segundo

Moreira Bustos. Tampoco recuerda que el Teniente Zepeda, que estaba al mando de la

Tenencia de Galvarino, haya dado cuenta de esta situación al Comisario de Lautaro, ya

que si lo hubiera hecho se habría enterado, puesto que tal como s ele ha dado a conocer

se trataría de un hecho excepcional y grave que ameritaba una investigación. d)

Testimonio de Jorge Enrique Schweizer Gómez, de fs. 628 a fs. 629, quien relata que

respecto al caso de Segundo Osvaldo Moreira Bustos no sabe nada al respecto y es

primera vez que escucha los hechos ni que el teniente Zepeda le hubiera dado cuenta

de los hechos que relata de fs. 218 a fs. 222. e) Declaración de Juana de Dios Rojas

Viveros a fs. 125 y siguientes, quien declaró que junto a su cuñado Rubén Ferreira se

dirigieron a la Tenencia de Galvarino para pedir explicaciones sobre lo ocurrido. En ese

lugar le expresaron que su esposo iba a ser quemado. Al suplicar a un militar que se lo

entregaran le dieron 20 minutos para levantar el cadáver y enterrarlo. Precisa, además,

que después de la muerte de su marido, carabineros de Galvarino en cuatro

oportunidades concurrió a su domicilio en horas de la noche. En una de esas ocasiones

la sacaron descalza y la llevaron hasta el lugar donde su esposo fue asesinado. Uno de

los carabineros le dijo “sálvate si puedes”. Afirmación que reitera a fs. 151. A fs. 261

reitera que el teniente de Galvarino de la época, Enrique Zepeda Ramírez se encontraba

en la unidad policial cuando concurrió a preguntar por su marido y en esa oportunidad la

acompañó Rubén Ferreira Candia. f) Relatos de José Armando Llanos Jorquera, de fs.

134 y siguientes, quien en lo sustantivo indica que la viuda de Segundo Moreira Bustos,

Juana Rojas, le pidió a él y a su hermano que le ayudaran a levantar el cadáver que se

encontraba tirado en el camino de Aillinco. Hasta allí concurrieron junto a Rubén

Ferreira y Arturo Sanhueza, este último condujo un tractor para cargar el cuerpo de

Moreira Bustos. Al llegar al lugar pudieron ver que el cuerpo de Moreira estaba tapado

con ramas y presentaba una herida en el abdomen, pero al parecer los disparos habrían

entrado por la espalda, llevando el cadáver al hospital. g) Dichos de Segundo Daniel

Llanos Jorquera, de fs. 137, quien en lo sustantivo aseguró que la viuda de Segundo

Moreira Bustos, Juana Rojas, le pidió a él y a su hermano que le ayudaran a levantar el

cadáver de su esposo el que estaba tirado en el camino de Aillinco. Fueron al lugar en

compañía de Rubén Ferreira y Arturo Sanhueza, quien llevó un tractor para cargar el

Page 30: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

cuerpo de Moreira Bustos. Al llegar al lugar se percataron que el cuerpo de Moreira

estaba tapado con ramas y presentaba una herida en el abdomen, pero al parecer los

disparos habrían entrado por la espalda, llevando el cadáver al hospital. h)

Aseveraciones de Nelly del Carmen Moreira Bustos, de fs. 69 quien expone que el día

de los hechos su hermano iba a caballo y durante el trayecto se cruzó con una patrulla

de militares y carabineros, situación que lo asustó por lo que comenzó a cabalgar más

rápido, recibiendo siete impactos de bala por la espalda quedando tirado en el camino. A

fs. 265 expresa que al velar el cuerpo de su hermano notaron que le faltaba el pulgar de

su mano derecha, tenía la mandíbula fracturada, por lo que debieron amarrar un pañuelo

para poder sostenerla. Asimismo agrega que tuvieron que rodearle la cintura con una

sábana puesto que sus vísceras se salían debido al gran orificio que presentaba el

cuerpo en el abdomen. i) Declaración de Andrés Melinao Vives, de fs. 80, quien precisa

que recibió la orden de ir por el camino a Aillinco para recoger a una persona herida. Al

llegar al lugar vio el cuerpo de Moreira Bustos, quien presentaba una herida en un

costado del abdomen, del cual manaba espuma sangrentosa. Al revisar sus signos

vitales se dio cuenta que esta persona estaba muerta. j) Cabe precisar que respecto de

la participación de Carabineros como un antecedente de los múltiples que existen, a fs.

743 consta la orden del teniente de la época, Enrique Zepeda Ramírez al oficial Civil de

la comuna de Galvarino, de 4 de octubre de 1973, donde en lo pertinente señala “Se

autoriza a esa oficina para que extienda el certificado de defunción correspondiente para

dar sepultura al ciudadano Segundo Osvaldo Moreira Bustos, agricultor, cédula de

identidad 46710 de Lautaro, quien falleció el día de ayer a consecuencias de un impacto

a bala, al prestar resistencia a la patrulla militar y de carabineros quien le instó la

detención./ Se hace presente que Moreira Bustos debe ser sepultado el día de hoy en

horas de la tarde”. k) Relación del personal de la Tenencia de Carabineros de Galvarino

de septiembre a diciembre de 1973, a fs. 96, donde se mencionan todos los acusados

en este causa (según fs. 916) y en este caso Morales Flores. l) Informe del XV Censo

Nacional de Población y IV de Vivienda, de fs. 1.356 a fs. 1.359, donde consta que en

aquella época existía una población de 10.785 personas en la comuna de Galvarino.

DÉCIMO CUARTO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un conjunto de

elementos probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a la

convicción de la participación del acusado Felidor del Carmen Morales Flores como

Page 31: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

encubridor en el homicidio calificado de Osvaldo Moreira Bustos. Ello por cuanto

están las declaraciones del Teniente Enrique Zepeda, de Baldemar Soto Sandoval en

cuanto la muerte de Osvaldo Moreira Bustos fue un hecho público y notorio y no aparece

verosímil que no hubieran tomado conocimiento de tal hecho la pequeña dotación que

se encontraban en la Tenencia para la época de los hechos, como consta en el

documento de fs. 96; de los testigos que supieron del hecho y que vieron el cuerpo,

como son Juana Rojas, Celmira Moreira, Nelly Moreira, Andrés Melinao Vives, José y

Armando Llanos Jorquera lo que hace posible y verosímil tanto la existencia del hecho

punible como la participación del acusado. Asimismo, durante el proceso no fue posible

determinar o acompañar por parte del acusado algún elemento probatorio que indicara

que en su calidad de funcionario público realizó la denuncia del ilícito ni que tampoco dio

conocimiento a sus superiores, como son los oficiales de la época Marcial Vera Ríos y

Jorge Schweizer Gómez. Luego, y como se explicará además durante el análisis de las

defensas, no cabe la menor duda que estamos ante un encubrimiento, tal como se dijo

en el numeral 1, letra D, del acusación de fs. 916. Esto, además, de ve refrendado por el

personal que se encontraba a la época de los hechos en la Tenencia de Galvarino como

consta en la dotación acompañada a fs. 96, en donde aparece Felidor Morales Flores.

Lo anterior también es corroborado en relación a la dinámica de los hechos por la orden

de inscribir la defunción de fs. 743, donde el propio Teniente señala que iba una patrulla

militar y de Carabineros y que el occiso Moreira Bustos falleció a consecuencia de un

impacto a bala. Cabe, además, hacer presente que el cuerpo del delito estaba

legalmente comprobado por otros medios, toda vez que los familiares y testigos antes

nombrados ubicaron el cuerpo de la víctima, se dieron cuenta de las huellas que habían

dejado los proyectiles y las lesiones que tenía en las manos y en la mandíbula. Lo

anterior es ratificado por el certificado antes mencionado de fs. 743. Además, como

consta en el informe del Censo de 1982, era un grupo territorial de pocos habitantes.

DÉCIMO QUINTO: Prestando declaración indagatoria don Carlos del Tránsito Parra

Rodríguez, de fs. 104 a fs. 105, de fs. 157 a fs. 158, fs. 161, de fs. 246 a fs. 247 y fs.

255, Carabinero en la Tenencia de Galvarino en septiembre de 1973, dijo haber

llegado a ese lugar en diciembre de 1972, permaneciendo hasta enero de 1974, fecha

en la que fue trasladado al retén Dollinco. Posteriormente se fue a la Comisaría de

Lautaro. Pasó a retiro el 1 de agosto de 1999. El jefe de la Tenencia de Galvarino en

Page 32: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

septiembre de 1973 era el Teniente Enrique Zepeda Ramírez. Integrando esa unidad el

Sargento 1° Dagoberto Jara Altamirano, Sargento Arturo Lizama, Cabo Paillán, Nibaldo

Pérez Liñe, Cabo Luis Morales Morales y Cabo Felidor Morales. Dijo no recordar la

existencia de detenidos por motivos políticos en la Tenencia de Galvarino, pero sí hubo

personas que fueron a firmar periódicamente a ese lugar luego del golpe militar.

Después del 11 de septiembre de 1973 llegaron militares a la Tenencia en un grupo no

superior a seis o siete, los que se quedaron a dormir en un pasillo de la unidad. El

Teniente Zepeda les prohibió relacionarse con ellos. Agregó que nunca salieron junto

con ellos en ningún patrullaje. No supo que haya habido ejecutados durante el período

septiembre – diciembre de 1973 en Galvarino. Respecto de los hechos materia de esta

investigación no recuerda a Segundo Osvaldo Moreira Bustos ni las circunstancias en

que esta persona murió. Esta es la primera noticia que tiene al respecto. Sobre lo

sucedido con doña Juan de Dios Rojas Viveros aseguró no conocer a esta persona y

jamás haberla detenido, torturado o abusado sexualmente.

DÉCIMO SEXTO: Que sin perjuicio de la exposición expresada por el encartado Parra

Rodríguez en cuanto no tuvo conocimiento de la muerte y sus circunstancias de

Osvaldo Moreira Bustos, existen en su contra los siguientes antecedentes: a) Dichos de

Enrique Arturo Zepeda Ramírez a fs. 221, quien respecto de la muerte de Osvaldo

Moreira Bustos expone: “…que este hecho fue público y notorio en el pueblo y en

especial entre los funcionarios de la Tenencia bajo mi mando”. A fs. 241 el mismo

Zepeda Ramírez expresa que se constituyó en el sitio del suceso casi de inmediato una

vez que fue informado de lo sucedido y agregó que recuerda haber efectuado una

indagatoria rápida una vez que se enteró de lo ocurrido. A fs. 244 acota que le resulta

difícil de creer que no se hayan enterado en la Tenencia de la muerte de Moreira Bustos

porque eran 12 carabineros y un hecho de esa naturaleza no era habitual y reitera que

hubo detenidos políticos en la unidad de Galvarino y que además estuvieron los militares

apostados y alojando en al Tenencia entre uno y dos meses. A fs. 246, en cuanto reitera

que la muerte de Osvaldo Moreira Bustos le fue informada por el personal que integraba

la patrulla y que este hecho fue público y notorio y todo el mundo se enteró de lo

sucedido. Puntualiza que él no recuerda la ausencia de Parra durante el período que él

señala. b) Declaración de Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, de fs. 255, quien dice que

la muerte de Segundo Osvaldo Moreira Bustos fue un hecho público y notorio y todo el

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mundo se enteró de lo sucedido. Supone que todos los carabineros también se

enteraron. Acota que fue habitual en patrullajes conjunto con carabineros y militares.

Agrega que desconoce si hubo alguna investigación respecto a estos hechos y que

también desconoce si el Teniente de la época dio cuenta a su superioridad. c)

Expresiones de Marcial Edmundo Vera Ríos, de fs. 230, quien indica que no tuvo

conocimiento de la muerte de Osvaldo Segundo Moreira Bustos. Tampoco recuerda que

el Teniente Zepeda, que estaba al mando de la Tenencia de Galvarino, haya dado

cuenta de esta situación al Comisario de Lautaro, ya que si lo hubiera hecho se habría

enterado, puesto que tal como se le ha dado a conocer se trataría de un hecho

excepcional y grave que ameritaba una investigación. d) Testimonio de Jorge Enrique

Schweizer Gómez de fs. 628 a fs. 629, quien relata que respecto al caso de Segundo

Osvaldo Moreira Bustos no sabe nada al respecto y es primera vez que escucha los

hechos ni que el teniente Zepeda le hubiera dado cuenta de los hechos que relata de fs.

218 a fs. 222. e) Declaración de Juana de Dios Rojas Viveros a fs. 125 y siguientes,

quien declaró que junto a su cuñado Rubén Ferreira se dirigieron a la Tenencia de

Galvarino para pedir explicaciones sobre lo ocurrido. En ese lugar le expresaron que su

esposo iba a ser quemado. Al suplicar a un militar que se lo entregaran le dieron 20

minutos para levantar el cadáver y enterrarlo. Precisa, además, que después de la

muerte de su marido, carabineros de Galvarino en cuatro oportunidades concurrió a su

domicilio en horas de la noche. En una de esas ocasiones la sacaron descalza y la

llevaron hasta el lugar donde su esposo fue asesinado. Uno de los carabineros le dijo

“sálvate si puedes”. Afirmación que reitera a fs. 151. A fs. 261 reitera que el teniente de

Galvarino de la época, Enrique Zepeda Ramírez se encontraba en la unidad policial

cuando concurrió a preguntar por su marido y en esa oportunidad la acompañó Rubén

Ferreira Candia. f) Relatos de José Armando Llanos Jorquera, de fs. 134 y siguientes,

quien en lo sustantivo indica que la viuda de Segundo Moreira Bustos, Juana Rojas, le

pidió a él y a su hermano que le ayudaran a levantar el cadáver que se encontraba tirado

en el camino de Aillinco. Hasta allí concurrieron junto a Rubén Ferreira y Arturo

Sanhueza, este último condujo un tractor para cargar el cuerpo de Moreira Bustos. Al

llegar al lugar pudieron ver que el cuerpo de Moreira estaba tapado con ramas y

presentaba una herida en el abdomen, pero al parecer los disparos habrían entrado por

la espalda, llevando el cadáver al hospital. g) Dichos de Segundo Daniel Llanos

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Jorquera, de fs. 137, quien en lo sustantivo aseguró que la viuda de Segundo Moreira

Bustos, Juana Rojas, le pidió a él y a su hermano que le ayudaran a levantar el cadáver

de su esposo el que estaba tirado en el camino de Aillinco. Fueron al lugar en compañía

de Rubén Ferreira y Arturo Sanhueza, quien llevó un tractor para cargar el cuerpo de

Moreira Bustos. Al llegar al lugar se percataron que el cuerpo de Moreira estaba tapado

con ramas y presentaba una herida en el abdomen, pero al parecer los disparos habrían

entrado por la espalda, llevando el cadáver al hospital. h) Aseveraciones de Nelly del

Carmen Moreira Bustos, de fs. 69 quien expone que el día de los hechos su hermano

iba a caballo y durante el trayecto se cruzó con una patrulla de militares y carabineros,

situación que lo asustó por lo que comenzó a cabalgar más rápido, recibiendo siete

impactos de bala por la espalda quedando tirado en el camino. A fs. 265 expresa que al

velar el cuerpo de su hermano notaron que le faltaba el pulgar de su mano derecha,

tenía la mandíbula fracturada, por lo que debieron amarrar un pañuelo para poder

sostenerla. Asimismo agrega que tuvieron que rodearle la cintura con una sábana

puesto que sus vísceras se salían debido al gran orificio que presentaba el cuerpo en el

abdomen. i) Declaración de Andrés Melinao Vives, de fs. 80, quien precisa que recibió la

orden de ir por el camino a Aillinco para recoger a una persona herida. Al llegar al lugar

vio el cuerpo de Moreira Bustos, quien presentaba una herida en un costado del

abdomen, del cual manaba espuma sangrentosa. Al revisar sus signos vitales se dio

cuenta que esta persona estaba muerta. j) Cabe precisar que respecto de la

participación de Carabineros como un antecedente de los múltiples que existen, a fs. 743

consta la orden del teniente de la época, Enrique Zepeda Ramírez al oficial Civil de la

comuna de Galvarino, de 4 de octubre de 1973, donde en lo pertinente señala “Se

autoriza a esa oficina para que extienda el certificado de defunción correspondiente para

dar sepultura al ciudadano Segundo Osvaldo Moreira Bustos, agricultor, cédula de

identidad 46710 de Lautaro, quien falleció el día de ayer a consecuencias de un impacto

a bala, al prestar resistencia a la patrulla militar y de carabineros quien le instó la

detención./ Se hace presente que Moreira Bustos debe ser sepultado el día de hoy en

horas de la tarde”. k) Relación del personal de la Tenencia de Carabineros de Galvarino

de septiembre a diciembre de 1973, a fs. 96, donde se mencionan todos los acusados

en esta causa (según fs. 916) y en este caso Parra Rodríguez. l) Informe del XV Censo

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Nacional de Población y IV de Vivienda, de fs. 1.356 a fs. 1.359, donde consta que en

aquella época existía una población de 10.785 personas en la comuna de Galvarino.

DÉCIMO SÉPTIMO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un conjunto de

elementos probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a la

convicción de la participación del acusado Carlos del Tránsito Parra Rodríguez como

encubridor en el homicidio calificado de Osvaldo Moreira Bustos. Ello por cuanto

están las declaraciones del Teniente Enrique Zepeda, de los testigos que vieron el

cuerpo inmediatamente después de los hechos, como la víctima Juana Rojas, Celmira

Moreira, Nelly Moreira, Andrés Melinao Vives, José y Armando Llanos Jorquera lo que

hace posible y verosímil tanto la existencia del hecho punible como la participación del

acusado. Esto se ve, además, refrendado por el personal que se encontraba a la época

de los hechos en la Tenencia de Galvarino como consta en la dotación acompañada a

fs. 96, en donde aparece Carlos Parra Rodríguez. Lo anterior también es corroborado en

relación a la dinámica de los hechos por la orden de inscribir la defunción de fs. 743,

donde el propio Teniente señala que iba una patrulla militar y de Carabineros y que el

occiso Moreira Bustos falleció a consecuencia de un impacto a bala. Cabe, además,

hacer presente que el cuerpo del delito estaba legalmente comprobado por otros

medios, toda vez que los familiares y testigos antes nombrados ubicaron el cuerpo de la

víctima, se dieron cuenta de las huellas que habían dejado los proyectiles y las lesiones

que tenía en las manos y en la mandíbula. Lo anterior es ratificado por el certificado

antes mencionado de fs. 743. Además, como consta en el informe del Censo de 1982,

era un grupo territorial de pocos habitantes.

DÉCIMO OCTAVO: Prestando declaración indagatoria don Luis Gerardo Ibacache

Salamanca, de fs. 185 a fs. 188, fs. 271, fs. 279 y fs. 280 dijo que para septiembre de

1973 se desempeñaba como Carabinero en la Tenencia de Galvarino que dependía

de la Primera Comisaría de Lautaro. A ese lugar llegó el 24 de agosto de 1973 y

permaneció allí hasta 1980. Luego, fue trasladado a diferentes destacamentos,

acogiéndose a retiro en Villarrica durante el año 2000. El jefe de la Tenencia de

Galvarino en septiembre de 1973 era el Teniente Enrique Zepeda Ramírez. El resto de

los integrantes que recuerda eran el Sargento 1° Dagoberto Jara, Eliseo Cofré Cantero,

Luis Araneda Gutiérrez, Arturo Lizama Pulgar, Felidor Morales Flores, José Paillán,

Emeterio Pozas, Carlos Parra, Gonzalo Soto Sandoval, Manuel Sandoval, Luis Arturo

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Morales y Luis Urra Lavín. Señaló que no hubo detenidos por motivos políticos en la

Tenencia de Galvarino ni hubo personas que fueran a firmar periódicamente a ese lugar

luego del golpe militar. Tampoco hubo detenidos en tránsito. No recuerda la presencia

de militares en Galvarino, con excepción de una oportunidad en que pasó un oficial cuyo

nombre ignora y se entrevistó con el Teniente Zepeda. Aseveró que no le correspondió

practicar detenciones por motivos políticos. Tampoco supo de la muerte de personas

hacia el sector rural de Galvarino ni hacia otro sector. Dijo no recordar el haber visto a

una mujer con su hija pequeña detenidas en la Tenencia de Galvarino. Tampoco es

efectivo que se haya practicado apremios ilegítimos a alguna persona en ese lugar.

Respecto de los hechos materia de esta investigación dijo que no conoció a Segundo

Osvaldo Moreira Bustos ni recuerda absolutamente nada de lo que ocurrió con él.

Posteriormente reconoció que hubo militares alojando en los pasillos de la Tenencia y

que se enteró de la muerte de Segundo Moreira Bustos cuando esta ocurrió, pero que

ignora más antecedentes.

DÉCIMO NOVENO: Que sin perjuicio de la exposición expresada por el imputado

Ibacache Salamanca en cuanto no tuvo conocimiento de la muerte y sus circunstancias

de Osvaldo Moreira Bustos, existen en su contra los siguientes antecedentes: a) Dichos

de Enrique Arturo Zepeda Ramírez a fs. 221, quien respecto de la muerte de Osvaldo

Moreira Bustos expone: “…que este hecho fue público y notorio en el pueblo y en

especial entre los funcionarios de la Tenencia bajo mi mando. A fs. 241 el mismo Zepeda

Ramírez expresa que se constituyó en el sitio del suceso casi de inmediato una vez que

fue informado de lo sucedido y agregó que recuerda haber efectuado una indagatoria

rápida una vez que se enteró de lo ocurrido. A fs. 244 acota que le resulta difícil de creer

que no se hayan enterado en la Tenencia de la muerte de Moreira Bustos porque eran

12 carabineros y un hecho de esa naturaleza no era habitual y reitera que hubo

detenidos políticos en la unidad de Galvarino y que además estuvieron los militares

apostados y alojando en al Tenencia entre uno y dos meses. b) Declaración de Gonzalo

Baldemar Soto Sandoval, de fs. 254, quien dice que la muerte de Segundo Osvaldo

Moreira Bustos fue un hecho público y notorio y todo el mundo se enteró de lo sucedido.

Supone que todos los carabineros también se enteraron. Acota que fue habitual en

patrullajes conjunto con carabineros y militares. Agrega que desconoce si hubo alguna

investigación respecto a estos hechos y que también desconoce si el Teniente de la

Page 37: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

época dio cuenta a su superioridad. c) Expresiones de Marcial Edmundo Vera Ríos, de

fs. 230, quien indica que no tuvo conocimiento de la muerte de Osvaldo Segundo

Moreira Bustos. Tampoco recuerda que el Teniente Zepeda, que estaba al mando de la

Tenencia de Galvarino, haya dado cuenta de esta situación al Comisario de Lautaro, ya

que si lo hubiera hecho se habría enterado, puesto que tal como se le ha dado a conocer

se trataría de un hecho excepcional y grave que ameritaba una investigación. d)

Testimonio de Jorge Enrique Schweizer Gómez, de fojas 628 a fs. 629, quien relata que

respecto al caso de Segundo Osvaldo Moreira Bustos no sabe nada al respecto y es

primera vez que escucha los hechos ni que el teniente Zepeda le hubiera dado cuenta

de los hechos que relata de fs. 218 a fs. 222. e) Declaración de Juana de Dios Rojas

Viveros a fs. 125 y siguientes, quien declaró que junto a su cuñado Rubén Ferreira se

dirigieron a la Tenencia de Galvarino para pedir explicaciones sobre lo ocurrido. En ese

lugar le expresaron que su esposo iba a ser quemado. Al suplicar a un militar que se lo

entregaran le dieron 20 minutos para levantar el cadáver y enterrarlo. Precisa, además,

que después de la muerte de su marido, carabineros de Galvarino en cuatro

oportunidades concurrió a su domicilio en horas de la noche. En una de esas ocasiones

la sacaron descalza y la llevaron hasta el lugar donde su esposo fue asesinado. Uno de

los carabineros le dijo “sálvate si puedes”. Afirmación que reitera a fs. 151. A fs. 261

reitera que el teniente de Galvarino de la época, Enrique Zepeda Ramírez se encontraba

en la unidad policial cuando concurrió a preguntar por su marido y en esa oportunidad la

acompaño Rubén Ferreira Candia. f) Además, a fs. 279, donde el propio acusado

recuerda haber tomado conocimiento de la muerte de Moreira Bustos como una semana

después de ocurrido este hecho. Si bien no recuerda quien se lo dijo supone que fue

algún habitante del pueblo ya que “se decía que los carabineros le habrían disparado”.

g) Relatos de José Armando Llanos Jorquera, de fs. 134 y siguientes, quien en lo

sustantivo indica que la viuda de Segundo Moreira Bustos, Juana Rojas, le pidió a él y a

su hermano que le ayudaran a levantar el cadáver que se encontraba tirado en el

camino de Aillinco. Hasta allí concurrieron junto a Rubén Ferreira y Arturo Sanhueza,

este último condujo un tractor para cargar el cuerpo de Moreira Bustos. Al llegar al lugar

pudieron ver que el cuerpo de Moreira estaba tapado con ramas y presentaba una

herida en el abdomen, pero al parecer los disparos habrían entrado por la espalda,

llevando el cadáver al hospital. h) Dichos de Segundo Daniel Llanos Jorquera, de fs.

Page 38: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

137, quien en lo sustantivo aseguró que la viuda de Segundo Moreira Bustos, Juana

Rojas, le pidió a él y a su hermano que le ayudaran a levantar el cadáver de su esposo

el que estaba tirado en el camino de Aillinco. Fueron al lugar en compañía de Rubén

Ferreira y Arturo Sanhueza, quien llevó un tractor para cargar el cuerpo de Moreira

Bustos. Al llegar al lugar se percataron que el cuerpo de Moreira estaba tapado con

ramas y presentaba una herida en el abdomen, pero al parecer los disparos habrían

entrado por la espalda, llevando el cadáver al hospital. i) Aseveraciones de Nelly del

Carmen Moreira Bustos, de fs. 69 quien expone que el día de los hechos su hermano

iba a caballo y durante el trayecto se cruzó con una patrulla de militares y carabineros,

situación que lo asustó por lo que comenzó a cabalgar más rápido, recibiendo siete

impactos de bala por la espalda quedando tirado en el camino. A fs. 265 expresa que al

velar el cuerpo de su hermano notaron que le faltaba el pulgar de su mano derecha,

tenía la mandíbula fracturada, por lo que debieron amarrar un pañuelo para poder

sostenerla. Asimismo agrega que tuvieron que rodearle la cintura con una sábana

puesto que sus vísceras se salían debido al gran orificio que presentaba el cuerpo en el

abdomen. j) Declaración de Andrés Melinao Vives, de fs. 80, quien precisa que recibió la

orden de ir por el camino a Aillinco para recoger a una persona herida. Al llegar al lugar

vio el cuerpo de Moreira Bustos, quien presentaba una herida en un costado del

abdomen, del cual manaba espuma sangrentosa. Al revisar sus signos vitales se dio

cuenta que esta persona estaba muerta. k) Cabe precisar que respecto de la

participación de Carabineros como un antecedente de los múltiples que existen, a fs. 743

consta la orden del teniente de la época, Enrique Zepeda Ramírez al oficial Civil de la

comuna de Galvarino, de 4 de octubre de 1973, donde en lo pertinente señala “Se

autoriza a esa oficina para que extienda el certificado de defunción correspondiente para

dar sepultura al ciudadano Segundo Osvaldo Moreira Bustos, agricultor, cédula de

identidad 46710 de Lautaro, quien falleció el día de ayer a consecuencias de un impacto

a bala, al prestar resistencia a la patrulla militar y de carabineros quien le instó la

detención./ Se hace presente que Moreira Bustos debe ser sepultado el día de hoy en

horas de la tarde”. l) Relación del personal de la Tenencia de Carabineros de Galvarino

de septiembre a diciembre de 1973, a fs. 96, donde se mencionan todos los acusados

en este causa (según fs. 916) y en este caso Luis Ibacache Salamanca. m) Informe del

XV Censo Nacional de Población y IV de Vivienda, de fs. 1.356 a fs. 1.359, donde consta

Page 39: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

que en aquella época existía una población de 10.785 personas en la comuna de

Galvarino.

VIGÉSIMO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un conjunto de elementos

probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a la convicción de la

participación del acusado Luis Gerardo Ibacache Salamanca como encubridor en el

homicidio calificado de Osvaldo Moreira Bustos. Ello por cuanto están las

declaraciones del Teniente Enrique Zepeda, de los testigos que vieron el cuerpo

inmediatamente después de los hechos, como la víctima Juana Rojas, Celmira Moreira,

Nelly Moreira, Andrés Melinao Vives, José y Armando Llanos Jorquera lo que hace

posible y verosímil tanto la existencia del hecho punible como la participación del

acusado. Esto se ve, además, refrendado por el personal que se encontraba a la época

de los hechos en la Tenencia de Galvarino como consta en la dotación acompañada a

fojas 96, en donde aparece Luis Gerardo Ibacache Salamanca. Lo anterior también es

corroborado en relación a la dinámica de los hechos por la orden de inscribir la defunción

de fs. 743, donde el propio Teniente señala que iba una patrulla militar y de Carabineros

y que el occiso Moreira Bustos falleció a consecuencia de un impacto a bala. Cabe,

además, hacer presente que el cuerpo del delito estaba legalmente comprobado por

otros medios, toda vez que los familiares y testigos antes nombrados ubicaron el cuerpo

de la víctima, se dieron cuenta de las huellas que habían dejado los proyectiles y las

lesiones que tenía en las manos y en la mandíbula. Lo anterior es ratificado por el

certificado antes mencionado de fs. 743. Además, como consta en el informe del censo

de 1982, era un grupo territorial de pocos habitantes.

VIGÉSIMO PRIMERO: Prestando declaración indagatoria don Luis Alberto Araneda

Gutiérrez, de fs. 477, Carabinero de la Tenencia de Galvarino en 1973, dijo haber

ingresado a Carabineros de Chile el año 1967, siendo su primera destinación la 1°

Comisaría de Lautaro. En 1968 fue destinado a la Tenencia de Galvarino que

dependía de la Primera Comisaría de Lautaro. Permaneció allí hasta después de

1973. Fue dado de baja en 1982 En San Miguel. El jefe de la Tenencia de Galvarino en

septiembre de 1973 era el Teniente Zepeda, recordando al Sargento Lizama y al Cabo

Morales como integrantes de esa unidad. Aseguró que patrullas militares llegaron a la

Tenencia de Galvarino comandados por un oficial o un clase. Los militares se dedicaron

a efectuar servicios de patrullajes conjunto con carabineros tanto en la ciudad como en

Page 40: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

el sector rural, no recordando cuánto tiempo permanecieron en ese lugar. Aseguró que

no hubo detenidos por motivos políticos en la Tenencia de Galvarino. Respecto de la

muerte de Segundo Osvaldo Moreira Bustos dijo ignoraba todo tipo de antecedentes y

que nunca conoció a la víctima.

VIGÉSIMO SEGUNDO: Que sin perjuicio de la exposición expresada por el enjuiciado

Araneda Gutiérrez en cuanto no tuvo conocimiento de la muerte y sus circunstancias de

Osvaldo Moreira Bustos, existen en su contra los siguientes antecedentes: a) Dichos de

Enrique Arturo Zepeda Ramírez a fs. 221, quien respecto de la muerte de Osvaldo

Moreira Bustos expone: “…que este hecho fue público y notorio en el pueblo y en

especial entre los funcionarios de la Tenencia bajo mi mando”. A fs. 241 el mismo

Zepeda Ramírez expresa que se constituyó en el sitio del suceso casi de inmediato una

vez que fue informado de lo sucedido y agregó que recuerda haber efectuado una

indagatoria rápida una vez que se enteró de lo ocurrido. A fs. 244 acota que le resulta

difícil de creer que no se hayan enterado en la Tenencia de la muerte de Moreira Bustos

porque eran 12 carabineros y un hecho de esa naturaleza no era habitual. b)

Declaración de Gonzalo Soto Sandoval de fojas 254, quien expone que el hecho fue

público y notorio y todo el mundo se enteró de lo sucedido y se imagina que todos los

carabineros también se enteraron. c) Expresiones de Marcial Edmundo Vera Ríos, de fs.

230, quien indica que no tuvo conocimiento de la muerte de Osvaldo Segundo Moreira

Bustos. Tampoco recuerda que el Teniente Zepeda, que estaba al mando de la

Tenencia de Galvarino, haya dado cuenta de esta situación al Comisario de Lautaro, ya

que si lo hubiera hecho se habría enterado, puesto que tal como se le ha dado a conocer

se trataría de un hecho excepcional y grave que ameritaba una investigación. d)

Testimonio de Jorge Enrique Schweizer Gómez, de fs. 628 a fs. 629, quien relata que

respecto al caso de Segundo Osvaldo Moreira Bustos no sabe nada al respecto y es

primera vez que escucha los hechos ni que el teniente Zepeda le hubiera dado cuenta

de los hechos que relata de fs. 218 a fs. 222. e) Declaración de Juana de Dios Rojas

Viveros a fs. 125 y siguientes, quien declaró que junto a su cuñado Rubén Ferreira se

dirigieron a la Tenencia de Galvarino para pedir explicaciones sobre lo ocurrido. En ese

lugar le expresaron que su esposo iba a ser quemado. Al suplicar a un militar que se lo

entregaran le dieron 20 minutos para levantar el cadáver y enterrarlo. Precisa, además,

que después dela muerte de su marido, carabineros de Galvarino en cuatro

Page 41: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

oportunidades concurrió a su domicilio en horas de la noche. En una de esas ocasiones

la sacaron descalza y la llevaron hasta el lugar donde su esposo fue asesinado. Uno de

los carabineros le dijo “sálvate si puedes”. Afirmación que reitera a fs. 151. A fs. 261

reitera que el teniente de Galvarino de la época, Enrique Zepeda Ramírez se encontraba

en la unidad policial cuando concurrió a preguntar por su marido y en esa oportunidad la

acompañó Rubén Ferreira Candia. f) Relatos de José Armando Llanos Jorquera, de fs.

134 y siguientes, quien en lo sustantivo indica que la viuda de Segundo Moreira Bustos,

Juana Rojas, le pidió a él y a su hermano que le ayudaran a levantar el cadáver que se

encontraba tirado en el camino de Aillinco. Hasta allí concurrieron junto a Rubén

Ferreira y Arturo Sanhueza, este último condujo un tractor para cargar el cuerpo de

Moreira Bustos. Al llegar al lugar pudieron ver que el cuerpo de Moreira estaba tapado

con ramas y presentaba una herida en el abdomen, pero al parecer los disparos habrían

entrado por la espalda, llevando el cadáver al hospital. g) Dichos de Segundo Daniel

Llanos Jorquera, de fs. 137, quien en lo sustantivo aseguró que la viuda de Segundo

Moreira Bustos, Juana Rojas, le pidió a él y a su hermano que le ayudaran a levantar el

cadáver de su esposo el que estaba tirado en el camino de Aillinco. Fueron al lugar en

compañía de Rubén Ferreira y Arturo Sanhueza, quien llevó un tractor para cargar el

cuerpo de Moreira Bustos. Al llegar al lugar se percataron que el cuerpo de Moreira

estaba tapado con ramas y presentaba una herida en el abdomen, pero al parecer los

disparos habrían entrado por la espalda, llevando el cadáver al hospital. h)

Aseveraciones de Nelly del Carmen Moreira Bustos, de fs. 69 quien expone que el día

de los hechos su hermano iba a caballo y durante el trayecto se cruzó con una patrulla

de militares y carabineros, situación que lo asustó por lo que comenzó a cabalgar más

rápido, recibiendo siete impactos de bala por la espalda quedando tirado en el camino. A

fs. 265 expresa que al velar el cuerpo de su hermano notaron que le faltaba el pulgar de

su mano derecha, tenía la mandíbula fracturada, por lo que debieron amarrar un pañuelo

para poder sostenerla. Asimismo agrega que tuvieron que rodearle la cintura con una

sábana puesto que sus vísceras se salían debido al gran orificio que presentaba el

cuerpo en el abdomen. i) Declaración de Andrés Melinao Vives, de fs. 80, quien precisa

que recibió la orden de ir por el camino a Aillinco para recoger a una persona herida. Al

llegar al lugar vio el cuerpo de Moreira Bustos, quien presentaba una herida en un

costado del abdomen, del cual manaba espuma sangrentosa. Al revisar sus signos

Page 42: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

vitales se dio cuenta que esta persona estaba muerta. j) Cabe precisar que respecto de

la participación de Carabineros como un antecedente de los múltiples que existen, a fs.

743 consta la orden del teniente de la época, Enrique Zepeda Ramírez al oficial Civil de

la comuna de Galvarino, de 4 de octubre de 1973, donde en lo pertinente señala “Se

autoriza a esa oficina para que extienda el certificado de defunción correspondiente para

dar sepultura al ciudadano Segundo Osvaldo Moreira Bustos, agricultor, cédula de

identidad 46710 de Lautaro, quien falleció el día de ayer a consecuencias de un impacto

a bala, al prestar resistencia a la patrulla militar y de carabineros quien le instó la

detención./ Se hace presente que Moreira Bustos debe ser sepultado el día de hoy en

horas de la tarde”. k) Relación del personal de la Tenencia de Carabineros de Galvarino

de septiembre a diciembre de 1973, a fs. 96, donde se mencionan todos los acusados

en este causa (según fs. 916) y en este caso Luis Araneda Gutiérrez. l) Informe del XV

Censo Nacional de Población y IV de Vivienda, de fs. 1.356 a fs. 1.359, donde consta

que en aquella época existía una población de 10.785 personas en la comuna de

Galvarino.

VIGÉSIMO TERCERO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un conjunto de

elementos probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a la

convicción de la participación del acusado Luis Alberto Araneda Gutiérrez como

encubridor en el homicidio calificado de Osvaldo Moreira Bustos. Ello por cuanto

están las declaraciones del Teniente Enrique Zepeda, de los testigos que vieron el

cuerpo inmediatamente después de los hechos, como la víctima Juana Rojas, Celmira

Moreira, Nelly Moreira, Andrés Melinao Vives, José y Armando Llanos Jorquera lo que

hace posible y verosímil tanto la existencia del hecho punible como la participación del

acusado. Esto se ve, además, refrendado por el personal que se encontraba a la época

de los hechos en la Tenencia de Galvarino como consta en la dotación acompañada a

fs. 96, en donde aparece Luis Alberto Araneda Gutiérrez. Lo anterior también es

corroborado en relación a la dinámica de los hechos por la orden de inscribir la defunción

de fs. 743, donde el propio Teniente señala que iba una patrulla militar y de Carabineros

y que el occiso Moreira Bustos falleció a consecuencia de un impacto a bala. Cabe,

además, hacer presente que el cuerpo del delito estaba legalmente comprobado por

otros medios, toda vez que los familiares y testigos antes nombrados ubicaron el cuerpo

de la víctima, se dieron cuenta de las huellas que habían dejado los proyectiles y las

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lesiones que tenía en las manos y en la mandíbula. Lo anterior es ratificado por el

certificado antes mencionado de fs. 743. Además, como consta en el informe del censo

de 1982, era un grupo territorial de pocos habitantes.

Declaraciones indagatorias del delito de apremios ilegítimos (torturas).

VIGÉSIMO CUARTO: Prestando declaración indagatoria don Manuel Gustavo

Sandoval Cifuentes, de fs. 100 a fs. 101, fs. 239, fs. 248 a fs. 249, fs. 256 y fs. 280, dijo

que para septiembre de 1973 se desempeñaba como Cabo 1° en la Tenencia de

Galvarino que dependía de la Primera Comisaría de Lautaro. A ese lugar llegó en

1972 permaneciendo hasta 1974, fecha en la que fue trasladado a distintos

destacamentos de Lautaro, como Perquenco y Tres Esquinas. Pasó a retiro el 16 de

noviembre de 1986. El jefe de la Tenencia de Galvarino en septiembre de 1973 era el

Teniente Enrique Zepeda Ramírez, recordando al resto de los integrantes como el

Sargento 1° Dagoberto Jara, Eliseo Cofré Cantero, Luis Araneda Gutiérrez, Arturo

Lizama Pulgar, Felidor Morales Flores, Carlos Parra, Gonzalo Soto, Luis Ibacache, Luis

Arturo Morales y Luis Urra Lavín. Aseguró que no hubo detenidos por motivos políticos

en la Tenencia de Galvarino ni hubo personas que fueran a firmar periódicamente a ese

lugar luego del golpe militar. Dijo que militares pasaban de vez en cuando a la Tenencia,

sin embargo nunca vio que se quedaran en la unidad puesto que no tenían contacto con

ellos.

VIGÉSIMO QUINTO: Que del estudio de los antecedentes, en especial de las

declaraciones de Juana de Dios Rojas Viveros, de fs. 125 y siguientes que en lo

pertinente asevera que en la sesión de torturas reconoció al Carabinero Parra e

indirectamente en otros días su casa fue allanada, pudiendo reconocer a Carlos Parra y

Manuel Sandoval Cifuentes. De las otras declaraciones incriminatorias de José Armando

Llanos Jorquera, de fs. 134 y siguientes, y de Segundo Daniel Llanos Jorquera, de fs.

137 y siguientes, quienes en lo sustantivo aseguraron que Juana de Dios Rojas Viveros

fue objeto de apremios ilegítimos, pero ninguno de ellos identifica como autor a Manuel

Gustavo Sandoval Cifuentes. En consecuencia, la acusación, de fs. 916 y siguientes,

dirigida en contra de Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes como autor de apremios

ilegítimos en contra de Juana de Dios Rojas Viveros deberá ser recalificada como se

dirá a continuación, a partir de los mismos hechos, en su calidad de cómplice.

Ello por varios antecedentes. a) Lo que expone la víctima Juana de Dios Rojas Viveros a

Page 44: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

fs. 125 y siguientes en cuanto su casa fue allanada en varias oportunidades por

Carabineros de Galvarino, pudiendo reconocer a Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes,

siendo además trasladada hasta lugares aparatados donde fue dejada abandonada. b)

Dichos de José Armando Llanos Jorquera de fs. 134 y siguientes, que relata que estuvo

detenido junto a su hermano en cuatro oportunidades en la Tenencia de Galvarino,

donde fueron golpeados e interrogados. En el caso de Juana de Dios Rojas Viveros, la

vio en la Tenencia donde pudo observar que la maltrataron siendo golpeada cuando

entró a la unidad policial. Ella estaba embarazada y además traía una niña pequeña, con

quienes compartió calabozo. Recuerda que ella regresó en malas condiciones al

calabozo luego del interrogatorio. c) Expresiones de Segundo Daniel Llanos Jorquera,

de fs. 137 y siguientes, que relata que estuvo detenido junto a su hermano en cuatro

oportunidades en la Tenencia de Galvarino, donde fueron golpeados e interrogados. En

el caso de Juana de Dios Rojas Viveros, la vio en la Tenencia donde pudo observar que

la maltrataron siendo golpeada cuando entró a la unidad policial. Ella estaba

embarazada y además traía una niña pequeña, con quienes compartió calabozo.

Recuerda que ella regresó en malas condiciones al calabozo luego del interrogatorio. d)

Deposición de José Ernesto Millalén Otárola, de fs. 272 a fs. 273 y fs. 275, quien

aseguró haber sido torturado mientras estuvo detenido en Galvarino y quien dirigió las

torturas fue el Cabo Felidor Morales ayudado por dos carabineros y dos conscriptos del

regimiento. Recordó que los calabozos estaban llenos de detenidos en esa época, entre

ellos pudo reconocer a una mujer que tenía una guagua en brazos. Recuerda que esta

persona fue golpeada por un carabinero delante de todos los detenidos. Continuó

diciendo que lo sacaban a torturas en las pesebreras de los caballos. En ese lugar había

otros detenidos, la mayoría de origen mapuche, a quienes les habían cortado el pelo y

los obligaban a comerse su pelo, como si estuvisen pastando. Además todos los días

pasaba algún carabinero o un militar por el calabozo y les decía que esa noche los iban

a matar. e) Relatos de Edgardo Castro Tapia, de fs. 173 a fs. 174 y de fs. 250 a fs. 251,

quien dijo que el Teniente Enrique Zepeda era un oficial muy abusador, a quien le

gustaba golpear a los Mapuche detenidos por ebriedad, vanagloriándose de estas

acciones. En una oportunidad alguien le regaló una bola de hierro y él la pintó de color

plata del modo que pareciera un balón de fútbol. Para divertirse desafiaba a los

campesinos que estaban detenidos para que patearan la “pelota” y trataran de hacerle

Page 45: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

un gol. Para realizar esto se ubicaba en un lugar determinado del antejardín de la

Tenencia. Quienes pateaban la bola de hierro resultaban muy adoloridos. Estas

prácticas le valieron el apodo de “Caszely”. f) Declaraciones de Enrique Arturo Zepeda

Ramírez, de fs. 218, y de Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, de fs. 225, quienes

nombran a la dotación de la Tenencia de Carabineros de Galvarino del año 1973,

incluyendo a Manuel Sandoval Cifuentes. g) Relación del personal de la Tenencia de

Carabineros de Galvarino de septiembre a diciembre de 1973, a fs. 96, donde se

mencionan todos los acusados en este causa (según fs. 916) y en este caso Manuel

Gustavo Sandoval Cifuentes. H) Informe del XV Censo Nacional de Población y IV de

Vivienda de 1982, de fs. 1.356 a fs. 1.359. i) Informes periciales Planimétricos y

Fotográficos evacuados por el Laboratorio de Criminalística de la Policía de

Investigaciones de Temuco, de fs. 200 a fs. 206, que dan cuenta de la distribución

espacial de la Tenencia de Galvarino. j) Acta de inspección personal practicada por el

Tribunal a la Tenencia de Galvarino, de fs. 208 a fs. 209, donde la víctima reconoce el

lugar en que fue objeto de apremios.

VIGÉSIMO SEXTO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un conjunto de

elementos probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a la

convicción de la participación del acusado Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes como

cómplice en los apremios ilegítimos ocasionados a Juana de Dios Rojas Viveros,

porque con los elementos probatorios descritos hay presunciones fundadas para estimar

que sin duda cooperó a la ejecución del hecho por actos anteriores y simultáneos.

VIGÉSIMO SÉPTIMO: Prestando declaración indagatoria don Felidor del Carmen

Morales Flores, de fs. 102 a fs. 103, fs. 159, fs. 161, fs. 240, de fs. 244 a fs. 245 y fs.

254, dijo haberse desempeñado en 1973 como Cabo 1° en la Tenencia de Galvarino

que dependía de la Primera Comisaría de Lautaro. A ese lugar llegó en 1971,

permaneciendo hasta enero de 1974, fecha en la que fue trasladado a la Escuela de

Suboficiales de Santiago, permaneciendo en ese lugar por un período de dos años.

Pasó a retiro el 16 de agosto de 1996. El jefe de la Tenencia de Galvarino en

septiembre de 1973 era el Teniente Enrique Zepeda. El resto de los integrantes que

recuerda eran el Sargento 1° Dagoberto Jara Altamirano, Luis Araneda Gutiérrez, Arturo

Lizama, Emeterio Pozas, un Carabinero de apellido Parra y Luis Arturo Morales. Dijo no

recordar que haya habido detenidos por motivos políticos en la Tenencia de Galvarino ni

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que hubiese personas que fueran a firmar periódicamente a ese lugar luego del golpe

militar. Tampoco recuerda a Juana de Dios Rojas Viveros ni que esta haya estado

detenida y hubiese sido torturada en la Tenencia de Galvarino.

VIGÉSIMO OCTAVO: Que del estudio de los antecedentes, en especial las

declaraciones de Juana de Dios Rojas Viveros, de fs. 125 y siguientes, a fojas 151, a

fojas 154 y a fojas 261 y siguientes, que en lo pertinente asevera que en la sesión de

torturas reconoció al Carabinero Parra e indirectamente en otros días su casa fue

allanada, pudiendo reconocer a Carlos Parra y Manuel Sandoval Cifuentes. De las otras

declaraciones incriminatorias de José Armando Llanos Jorquera, de fs. 134 y siguientes,

y de Segundo Daniel Llanos Jorquera, de fs. 137 y siguientes, quienes en lo sustantivo

aseguraron que Juana de Dios Rojas Viveros fue objeto de apremios ilegítimos, pero

ninguno de ellos identifica como autor a Felidor del Carmen Morales Flores. En

consecuencia, la acusación dirigida en contra de Felidor del Carmen Morales Flores

como autor de apremios ilegítimos en contra de Juana de Dios Rojas Viveros deberá ser

desestimada. No obstante lo anterior, el Tribunal procede a recalificar a partir de los

mismos hechos y antecedentes probatorios su calidad de partícipe en condición

de cómplice. Ello por varios antecedentes. a) Lo que expone la víctima Juana de Dios

Rojas Viveros a fs. 125 y siguientes , a fojas 151, a fojas 154 y a fojas 261 y siguientes,

en cuanto a que en cuatro oportunidades Carabineros de Galvarino concurrió hasta su

domicilio, siendo allanado, además durante las sesiones de tortura a las que fue

sometida en la Tenencia, le preguntaban por el resto de la gente del Partido Comunista.

b) Dichos de José Armando Llanos Jorquera de fs. 134 y siguientes, que relata que

estuvo detenido junto a su hermano en cuatro oportunidades en la Tenencia de

Galvarino, donde fueron golpeados e interrogados. En el caso de Juana de Dios Rojas

Viveros, la vio en la Tenencia donde pudo observar que la maltrataron siendo golpeada

cuando entró a la unidad policial. Ella estaba embarazada y además traía una niña

pequeña, con quienes compartió calabozo. Recuerda que ella regresó en malas

condiciones al calabozo luego del interrogatorio. c) Expresiones de Segundo Daniel

Llanos Jorquera, de fs. 137 y siguientes, que relata que estuvo detenido junto a su

hermano en cuatro oportunidades en la Tenencia de Galvarino, donde fueron golpeados

e interrogados. En el caso de Juana de Dios Rojas Viveros, la vio en la Tenencia donde

pudo observar que la maltrataron siendo golpeada cuando entró a la unidad policial. Ella

Page 47: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

estaba embarazada y además traía una niña pequeña, con quienes compartió calabozo.

Recuerda que ella regresó en malas condiciones al calabozo luego del interrogatorio. d)

Deposición de José Ernesto Millalén Otárola, de fs. 272 a fs. 274 y fs. 275, quien

aseguró haber sido torturado mientras estuvo detenido en Galvarino y quien dirigió las

torturas fue el Cabo Felidor Morales ayudado por dos carabineros y dos conscriptos del

regimiento La Concepción de Lautaro.. Recordó que los calabozos estaban llenos de

detenidos en esa época, entre ellos pudo reconocer a una mujer que tenía una guagua

en brazos. Recuerda que esta persona fue golpeada por un carabinero delante de todos

los detenidos. Continuó diciendo que lo sacaban a torturas en las pesebreras de los

caballos. En ese lugar había otros detenidos, la mayoría de origen mapuche, a quienes

les habían cortado el pelo y los obligaban a comerse su pelo, como si estuvisen

pastando. Además todos los días pasaba algún carabinero o un militar por el calabozo y

les decía que esa noche los iban a matar. e) Relatos de Edgardo Castro Tapia, de fs.

173 a fs. 174 y de fs. 250 a fs. 251, quien dijo que el Teniente Enrique Zepeda era un

oficial muy abusador, a quien le gustaba golpear a los Mapuche detenidos por ebriedad,

vanagloriándose de estas acciones. En una oportunidad alguien le regaló una bola de

hierro y él la pintó de color plata del modo que pareciera un balón de fútbol. Para

divertirse desafiaba a los campesinos que estaban detenidos para que patearan la

“pelota” y trataran de hacerle un gol. Para realizar esto se ubicaba en un lugar

determinado del antejardín de la Tenencia. Quienes pateaban la bola de hierro

resultaban muy adoloridos. Estas prácticas le valieron el apodo de “Caszely”. f)

Declaraciones de Enrique Arturo Zepeda Ramírez, de fs. 218, y de Gonzalo Baldemar

Soto Sandoval, de fs. 225, quienes nombran a la dotación de la Tenencia de

Carabineros de Galvarino del año 1973, incluyendo a Felidor del Carmen Morales

Flores. g) Relación del personal de la Tenencia de Carabineros de Galvarino de

septiembre a diciembre de 1973, a fs. 96, donde se mencionan todos los acusados en

este causa (según fs. 916) y en este caso Felidor Morales Flores. h) Informe del XV

Censo Nacional de Población y IV de Vivienda, de fs. 1.356 a fs. 1.359. i) Informes

periciales Planimétricos y Fotográficos evacuados por el Laboratorio de Criminalística de

la Policía de Investigaciones de Temuco, de fs. 200 a fs. 206, que dan cuenta de la

distribución espacial de la Tenencia de Galvarino. j) Acta de inspección personal

Page 48: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

practicada por el Tribunal a la Tenencia de Galvarino, de fs. 208 a fs. 209, donde la

víctima reconoce el lugar en que fue objeto de apremios.

VIGÉSIMO NOVENO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un conjunto de

elementos probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a la

convicción de la participación del acusado Felidor del Carmen Morales Flores como

cómplice en los apremios ilegítimos ocasionados a Juana de Dios Rojas Viveros,

porque con los elementos probatorios descritos hay presunciones fundadas para estimar

que sin duda cooperó a la ejecución del hecho por actos anteriores y simultáneos.

TRIGÉSIMO: Prestando declaración indagatoria don Carlos del Tránsito Parra

Rodríguez, de fs. 104 a fs. 105, de fs. 157 a fs. 158, fs. 161, de fs. 246 a fs. 247 y fs.

255, Carabinero en la Tenencia de Galvarino en septiembre de 1973, dijo haber

llegado a ese lugar en diciembre de 1972, permaneciendo hasta enero de 1974, fecha

en la que fue trasladado al retén Dollinco. Posteriormente se fue a la Comisaría de

Lautaro. Pasó a retiro el 1 de agosto de 1999. El jefe de la Tenencia de Galvarino en

septiembre de 1973 era el Teniente Enrique Zepeda Ramírez. Integrando esa unidad el

Sargento 1° Dagoberto Jara Altamirano, Sargento Arturo Lizama, Cabo Paillán, Nibaldo

Pérez Liñe, Cabo Luis Morales Morales y Cabo Felidor Morales. Dijo no recordar la

existencia de detenidos por motivos políticos en la Tenencia de Galvarino, pero sí hubo

personas que fueron a firmar periódicamente a ese lugar luego del golpe militar.

Después del 11 de septiembre de 1973 llegaron militares a la Tenencia en un grupo no

superior a seis o siete, los que se quedaron a dormir en un pasillo de la unidad. El

Teniente Zepeda les prohibió relacionarse con ellos. Agregó que nunca salieron junto

con ellos en ningún patrullaje. Respecto de los hechos materia de esta investigación en

lo referente a lo sucedido con doña Juana de Dios Rojas Viveros aseguró no conocer a

esta persona y jamás haberla detenido, torturado o abusado sexualmente.

TRIGÉSIMO PRIMERO: Que sin perjuicio de la exposición expresada por el encartado

Parra Rodríguez en cuanto no tuvo participación en los apremios sufridos por doña

Juana de Dios Rojas Viveros, obran en su contra los siguientes elementos de convicción:

a) Declaraciones de Juana de Dios Rojas Viveros de fs. 125 y siguientes, a fojas 151, a

fojas 154 y a fojas 261 y siguientes, donde expresa que después de la muerte de su

marido, Carabineros en cuatro oportunidades concurrió hasta su domicilio en horas de

la noche, en ocasiones la sacaron descalza de la casa y en otras fue detenida y llevada

Page 49: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

junto a su hija hasta la Tenencia donde fue encerrada dos días. A fas. 262, la señora

Rojas señala que los tormentos que sufrió durante su cautiverio en la Tenencia

consistieron en golpes de puños en la cara y en el estómago, al punto que vomitó

producto de los golpes y cayó sobre su hija de un año y cuatro meses. Recuerda haber

visto al carabinero Parra presenciando los apremios. b) Dichos de José Armando Llanos

Jorquera de fs. 134 y siguientes, que relata que estuvo detenido junto a su hermano en

cuatro oportunidades en la Tenencia de Galvarino, donde fueron golpeados e

interrogados. En el caso de Juana de Dios Rojas Viveros, la vio en la Tenencia donde

pudo observar que la maltrataron siendo golpeada cuando entró a la unidad policial. Ella

estaba embarazada y además traía una niña pequeña, con quienes compartió calabozo.

Recuerda que ella regresó en malas condiciones al calabozo luego del interrogatorio. c)

Expresiones de Segundo Daniel Llanos Jorquera, de fs. 137 y siguientes, que relata que

estuvo detenido junto a su hermano en cuatro oportunidades en la Tenencia de

Galvarino, donde fueron golpeados e interrogados. En el caso de Juana de Dios Rojas

Viveros, la vio en la Tenencia donde pudo observar que la maltrataron siendo golpeada

cuando entró a la unidad policial. Ella estaba embarazada y además traía una niña

pequeña, con quienes compartió calabozo. Recuerda que ella regresó en malas

condiciones al calabozo luego del interrogatorio. d) Deposición de José Ernesto Millalén

Otárola, de fs. 272 a fs. 274 y fs. 275, quien aseguró haber sido torturado mientras

estuvo detenido en Galvarino. Respecto al caso, recordó que los calabozos estaban

llenos de detenidos en esa época, entre ellos pudo reconocer a una mujer que tenía una

guagua en brazos. Recuerda que esta persona fue golpeada por un carabinero delante

de todos los detenidos. Continuó diciendo que lo sacaban a torturas en las pesebreras

de los caballos. En ese lugar había otros detenidos, la mayoría de origen mapuche, a

quienes les habían cortado el pelo y los obligaban a comerse su pelo, como si estuvisen

pastando. Además todos los días pasaba algún carabinero o un militar por el calabozo y

les decía que esa noche los iban a matar. e) Relatos de Edgardo Castro Tapia, de fs.

173 a fs. 174 y de fs. 250 a fs. 251, quien dijo que el Teniente Enrique Zepeda era un

oficial muy abusador, a quien le gustaba golpear a los Mapuche detenidos por ebriedad,

vanagloriándose de estas acciones. En una oportunidad alguien le regaló una bola de

hierro y él la pintó de color plata del modo que pareciera un balón de fútbol. Para

divertirse desafiaba a los campesinos que estaban detenidos para que patearan la

Page 50: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

“pelota” y trataran de hacerle un gol. Para realizar esto se ubicaba en un lugar

determinado del antejardín de la Tenencia. Quienes pateaban la bola de hierro

resultaban muy adoloridos. Estas prácticas le valieron el apodo de “Caszely”. f)

Declaraciones de Enrique Arturo Zepeda Ramírez, de fs. 218, y de Gonzalo Baldemar

Soto Sandoval, de fs. 225, quienes nombran a la dotación de la Tenencia de

Carabineros de Galvarino del año 1973, incluyendo a Carlos Parra Rodríguez. g)

Relación del personal de la Tenencia de Carabineros de Galvarino de septiembre a

diciembre de 1973, a fs. 96, donde se mencionan todos los acusados en este causa

(según fs. 916) y en este caso Carlos Parra Rodríguez. h) Informe del XV Censo

Nacional de Población y IV de Vivienda, de fs. 1.356 a fs. 1.359. i) Informes periciales

Planimétricos y Fotográficos evacuados por el Laboratorio de Criminalística de la Policía

de Investigaciones de Temuco, de fs. 200 a fs. 206, que dan cuenta de la distribución

espacial de la Tenencia de Galvarino. j) Acta de inspección personal practicada por el

Tribunal a la Tenencia de Galvarino, de fs. 208 a fs. 209, donde la víctima reconoce el

lugar en que fue objeto de apremios.

TRIGÉSIMO SEGUNDO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un conjunto

de elementos probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a la

convicción de la participación del acusado Carlos del Tránsito Parra Rodríguez como

autor en los apremios ilegítimos ocasionados a Juana de Dios Rojas Viveros,

porque con los elementos probatorios descritos hay presunciones fundadas para estimar

que sin duda tomó parte en la ejecución del hecho, en los términos del artículo 15 del

Código Penal.

TRIGÉSIMO TERCERO: Prestando declaración indagatoria don Gonzalo Baldemar

Soto Sandoval, de fs. 225 a fs. 226, de fs. 241 a fs. 242, fs. 255 y fs. 279, Carabinero de

la Tenencia de Galvarino en 1973, dijo haber ingresado a Carabineros de Chile el 1 de

febrero de 1969, siendo su primera destinación el Retén de Pillanlelbún. En agosto de

1970 fue destinado a la Tenencia de Galvarino que al igual que Pillanlelbún dependía

de la Primera Comisaría de Lautaro. Permaneció allí hasta junio o julio de 1974, fecha

en la que fue a Santiago a hacer un curso de fronteras y límites. Pasó a retiro el 1 de

febrero de 1999. El jefe de la Tenencia de Galvarino en septiembre de 1973 era el

Teniente Enrique Zepeda Ramírez. El resto de los integrantes que recuerda eran el

Sargento 1° Dagoberto Jara Altamirano, Cabo Luis Araneda Gutiérrez, Sargento Arturo

Page 51: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

Lizama Pulgar, Emeterio Pozas, Carlos Parra, Luis Arturo Morales, Felidor Morales,

Sargento Cofré, Manuel Sandoval y Luis Ibacache. Aseguró que una patrulla militar llegó

a la Tenencia de Galvarino comandada por un oficial, cuyo nombre nunca supo. Este

oficial seguramente conversó con el Teniente Zepeda cuando se presentó en la

Tenencia. Los militares se quedaron alojando en la unidad y se dedicaron a efectuar

servicios de patrullaje preventivo, no recordando cuánto tiempo permanecieron en ese

lugar. Reconoció la existencia de detenidos por motivos políticos en la Tenencia de

Galvarino y que se realizaron patrullajes conjuntos entre carabineros y militares. Esto era

un procedimiento común y se efectuaba en los vehículos militares que estaban

disponibles, específicamente un camión alto y corto, al parecer Unimog. También salían

en un jeep que Conaf o alguna otra repartición pública había facilitado para los

carabineros. Este vehículo era pequeño y de color amarillo. Dice que es posible que

haya habido interrogatorios al interior de la Tenencia de Galvarino, pero él no los

recuerda. Cualquier carabinero o militar pudo haber interrogado, y sin descartar que

hayan sido golpeados en estas situaciones él no participó en esos hechos. No recuerda

que haya habido alguna mujer detenida con un menor de edad en la Tenencia.

TRIGÉSIMO CUARTO: Que sin perjuicio de la exposición expresada por el imputado

Soto Sandoval en cuanto se exime de responsabilidad en las torturas sufridas por

doña Juana de Dios Rojas Viveros, existen en su contra los siguientes antecedentes:

a) Declaraciones de Juana de Dios Rojas Viveros de fs. 125 y siguientes, a fojas 151,

a fojas 154 y a fojas 261 y siguientes, donde expresa que después del muerte de su

marido, Carabineros en cuatro oportunidades concurrió hasta su domicilio en horas

de la noche, en ocasiones la sacaron descalza de la casa y en otras fue detenida y

llevada detenida junto a su hija hasta la Tenencia donde fue encerrada dos días. A fs.

262, la señora Rojas señala que los tormentos que sufrió durante su cautiverio en la

Tenencia consistieron en golpes de puños en la cara y en el estómago, al punto que

vomitó producto de los golpes y cayó sobre su hija de un año y cuatro meses.

Recuerda haber visto al carabinero Parra. b) Dichos de José Armando Llanos

Jorquera de fs. 134 y siguientes, que relata que estuvo detenido junto a su hermano

en cuatro oportunidades en la Tenencia de Galvarino, donde fueron golpeados e

interrogados. En el caso de Juana de Dios Rojas Viveros, la vio en la Tenencia donde

pudo observar que la maltrataron siendo golpeada cuando entró a la unidad policial.

Page 52: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

Ella estaba embarazada y además traía una niña pequeña, con quienes compartió

calabozo. Recuerda que ella regresó en malas condiciones al calabozo luego del

interrogatorio. c) Expresiones de Segundo Daniel Llanos Jorquera, de fs. 137 y

siguientes, que relata que estuvo detenido junto a su hermano en cuatro

oportunidades en la Tenencia de Galvarino, donde fueron golpeados e interrogados.

En el caso de Juana de Dios Rojas Viveros, la vio en la Tenencia donde pudo

observar que la maltrataron siendo golpeada cuando entró a la unidad policial. Ella

estaba embarazada y además traía una niña pequeña, con quienes compartió

calabozo. Recuerda que ella regresó en malas condiciones al calabozo luego del

interrogatorio. d) Deposición de José Ernesto Millalén Otárola, de fs. 272 a fs. 274 y

fs. 275, quien aseguró haber sido torturado mientras estuvo detenido en Galvarino.

Respecto al caso, recordó que los calabozos estaban llenos de detenidos en esa

época, entre ellos pudo reconocer a una mujer que tenía una guagua en brazos.

Recuerda que esta persona fue golpeada por un carabinero delante de todos los

detenidos. Continuó diciendo que lo sacaban a torturas en las pesebreras de los

caballos. En ese lugar había otros detenidos, la mayoría de origen mapuche, a

quienes les habían cortado el pelo y los obligaban a comerse su pelo, como si

estuvisen pastando. Además todos los días pasaba algún carabinero o un militar por

el calabozo y les decía que esa noche los iban a matar. e) Relatos de Edgardo Castro

Tapia, de fs. 173 a fs. 174 y de fs. 250 a fs. 251, quien dijo que el Teniente Enrique

Zepeda era un oficial muy abusador, a quien le gustaba golpear a los Mapuche

detenidos por ebriedad, vanagloriándose de estas acciones. En una oportunidad

alguien le regaló una bola de hierro y él la pintó de color plata del modo que pareciera

un balón de fútbol. Para divertirse desafiaba a los campesinos que estaban detenidos

para que patearan la “pelota” y trataran de hacerle un gol. Para realizar esto se

ubicaba en un lugar determinado del antejardín de la Tenencia. Quienes pateaban la

bola de hierro resultaban muy adoloridos. Estas prácticas le valieron el apodo de

“Caszely”. f) Relación del personal de la Tenencia de Carabineros de Galvarino de

septiembre a diciembre de 1973, a fs. 96, donde se mencionan todos los acusados

en este causa (según fs. 916) y en este caso Gonzalo Soto Sandoval. g) Informe del

XV Censo Nacional de Población y IV de Vivienda, de fs. 1.356 a fs. 1.359. h)

Informes periciales Planimétricos y Fotográficos evacuados por el Laboratorio de

Page 53: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

Criminalística de la Policía de Investigaciones de Temuco, de fs. 200 a fs. 206, que

dan cuenta de la distribución espacial de la Tenencia de Galvarino. i) Acta de

inspección personal practicada por el Tribunal a la Tenencia de Galvarino, de fs. 208

a fs. 209, donde la víctima reconoce el lugar en que fue objeto de apremios.

TRIGÉSIMO QUINTO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un conjunto de

elementos probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a la

convicción de la participación del acusado Gonzalo Baldemar Soto Sandoval como

cómplice en los apremios ilegítimos ocasionados a Juana de Dios Rojas Viveros,

porque con los elementos probatorios descritos hay presunciones fundadas para estimar

que sin duda cooperó a la ejecución del hecho por actos anteriores y simultáneos, en los

términos señalados en el artículo 16 del Código Penal.

TRIGÉSIMO SEXTO: Prestando declaración indagatoria don Luis Gerardo Ibacache

Salamanca, de fs. 185 y siguientes, fs. 271, fs. 279 y fs. 280 dijo que para septiembre

de 1973 se desempeñaba como Carabinero en la Tenencia de Galvarino que

dependía de la Primera Comisaría de Lautaro. A ese lugar llegó el 24 de agosto de

1973 y permaneció allí hasta 1980. Luego, fue trasladado a diferentes destacamentos,

acogiéndose a retiro en Villarrica durante el año 2000. El jefe de la Tenencia de

Galvarino en septiembre de 1973 era el Teniente Enrique Zepeda Ramírez. El resto

de los integrantes que recuerda eran el Sargento 1° Dagoberto Jara, Eliseo Cofré

Cantero, Luis Araneda Gutiérrez, Arturo Lizama Pulgar, Felidor Morales Flores, José

Paillán, Emeterio Pozas, Carlos Parra, Gonzalo Soto Sandoval, Manuel Sandoval,

Luis Arturo Morales y Luis Urra Lavín. Señaló que no hubo detenidos por motivos

políticos en la Tenencia de Galvarino ni hubo personas que fueran a firmar

periódicamente a ese lugar luego del golpe militar. Tampoco hubo detenidos en

tránsito. No recuerda la presencia de militares en Galvarino, con excepción de una

oportunidad en que pasó un oficial cuyo nombre ignora y se entrevistó con el Teniente

Zepeda. Aseveró que no le correspondió practicar detenciones por motivos políticos.

Dijo no recordar el haber visto a una mujer con su hija pequeña detenidas en la

Tenencia de Galvarino. Tampoco es efectivo que se haya practicado apremios

ilegítimos a alguna persona en ese lugar.

TRIGÉSIMO SÉPTIMO: Que sin perjuicio de la exposición expresada por el imputado

Ibacache Salamanca en cuanto no tuvo conocimiento ni participación en los apremios

Page 54: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

ilegítimos de Juana de Dios Rojas Viveros, existen en su contra los siguientes

antecedentes: a) Declaraciones de Juana de Dios Rojas Viveros de fs. 125 y

siguientes donde expresa que después de la muerte de su marido, Carabineros en

cuatro oportunidades concurrió hasta su domicilio en horas de la noche, en ocasiones

la sacaron descalza de la casa y en otras fue detenida y llevada junto a su hija hasta

la Tenencia donde fue encerrada dos días. A fs. 262, la señora Rojas señala que los

tormentos que sufrió durante su cautiverio en la Tenencia consistieron en golpes de

puños en la cara y en el estómago, al punto que vomitó producto de los golpes y cayó

sobre su hija de un año y cuatro meses. Recuerda haber visto al carabinero Parra. b)

Dichos de José Armando Llanos Jorquera de fs. 134 y siguientes, que relata que

estuvo detenido junto a su hermano en cuatro oportunidades en la Tenencia de

Galvarino, donde fueron golpeados e interrogados. En el caso de Juana de Dios

Rojas Viveros, la vio en la Tenencia donde pudo observar que la maltrataron siendo

golpeada cuando entró a la unidad policial. Ella estaba embarazada y además traía

una niña pequeña, con quienes compartió calabozo. Recuerda que ella regresó en

malas condiciones al calabozo luego del interrogatorio. c) Expresiones de Segundo

Daniel Llanos Jorquera, de fs. 137 y siguientes, que relata que estuvo detenido junto a

su hermano en cuatro oportunidades en la Tenencia de Galvarino, donde fueron

golpeados e interrogados. En el caso de Juana de Dios Rojas Viveros, la vio en la

Tenencia donde pudo observar que la maltrataron siendo golpeada cuando entró a la

unidad policial. Ella estaba embarazada y además traía una niña pequeña, con

quienes compartió calabozo. Recuerda que ella regresó en malas condiciones al

calabozo luego del interrogatorio. d) Deposición de José Ernesto Millalén Otárola, de

fs. 272 a fs. 274 y fs. 275, quien aseguró haber sido torturado mientras estuvo

detenido en Galvarino. Recordó que los calabozos estaban llenos de detenidos en

esa época, entre ellos pudo reconocer a una mujer que tenía una guagua en brazos.

Recuerda que esta persona fue golpeada por un carabinero delante de todos los

detenidos. Continuó diciendo que lo sacaban a torturas en las pesebreras de los

caballos. En ese lugar había otros detenidos, la mayoría de origen mapuche, a

quienes les habían cortado el pelo y los obligaban a comerse su pelo, como si

estuvisen pastando. Además todos los días pasaba algún carabinero o un militar por

el calabozo y les decía que esa noche los iban a matar. e) Relatos de Edgardo Castro

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Tapia, de fs. 173 a fs. 174 y de fs. 250 a fs. 251, quien dijo que el Teniente Enrique

Zepeda era un oficial muy abusador, a quien le gustaba golpear a los Mapuche

detenidos por ebriedad, vanagloriándose de estas acciones. En una oportunidad

alguien le regaló una bola de hierro y él la pintó de color plata del modo que pareciera

un balón de fútbol. Para divertirse desafiaba a los campesinos que estaban detenidos

para que patearan la “pelota” y trataran de hacerle un gol. Para realizar esto se

ubicaba en un lugar determinado del antejardín de la Tenencia. Quienes pateaban la

bola de hierro resultaban muy adoloridos. Estas prácticas le valieron el apodo de

“Caszely”. f) Declaraciones de Enrique Arturo Zepeda Ramírez, de fs. 218, y de

Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, de fs. 225, quienes nombran a la dotación de la

Tenencia de Carabineros de Galvarino del año 1973, incluyendo a Luis Ibacache

Salamanca. g) Relación del personal de la Tenencia de Carabineros de Galvarino de

septiembre a diciembre de 1973, a fs. 96, donde se mencionan todos los acusados

en este causa (según fs. 916) y en este caso Luis Ibacache Salamanca. h) Informe

del XV Censo Nacional de Población y IV de Vivienda, de fs. 1.356 a fs. 1.359. i)

Informes periciales Planimétricos y Fotográficos evacuados por el Laboratorio de

Criminalística de la Policía de Investigaciones de Temuco, de fs. 200 a fs. 206, que

dan cuenta de la distribución espacial de la Tenencia de Galvarino. j) Acta de

inspección personal practicada por el Tribunal a la Tenencia de Galvarino, de fs. 208

a fs. 209, donde la víctima reconoce el lugar en que fue objeto de apremios.

TRIGÉSIMO OCTAVO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un conjunto de

elementos probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a la

convicción de la participación del acusado Luis Gerardo Ibacache Salamanca como

cómplice en los apremios ilegítimos ocasionados a Juana de Dios Rojas Viveros,

porque con los elementos probatorios descritos hay presunciones fundadas para estimar

que sin duda cooperó a la ejecución del hecho por actos anteriores y simultáneos, en los

términos del artículo 16 del Código Penal.

TRIGÉSIMO NOVENO Prestando declaración indagatoria don Luis Alberto Araneda

Gutiérrez, de fs. 477, Carabinero de la Tenencia de Galvarino en 1973, dijo haber

ingresado a Carabineros de Chile el año 1967, siendo su primera destinación la 1°

Comisaría de Lautaro. En 1968 fue destinado a la Tenencia de Galvarino que

dependía de la Primera Comisaría de Lautaro. Permaneció allí hasta después de

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1973. Fue dado de baja en 1982 En San Miguel. El jefe de la Tenencia de Galvarino

en septiembre de 1973 era el Teniente Zepeda, recordando al Sargento Lizama y al

Cabo Morales como integrantes de esa unidad. Aseguró que patrullas militares

llegaron a la Tenencia de Galvarino comandados por un oficial o un clase. Los

militares se dedicaron a efectuar servicios de patrullajes conjunto con carabineros

tanto en la ciudad como en el sector rural, no recordando cuánto tiempo

permanecieron en ese lugar. Aseguró que no hubo detenidos por motivos políticos en

la Tenencia de Galvarino.

CUADRAGÉSIMO: Que sin perjuicio de la exposición expresada por el enjuiciado

Araneda Gutiérrez en cuanto no tuvo conocimiento ni participación en los apremios

ilegítimos de Juan de Dios Rojas Viveros, existen en su contra los siguientes

antecedentes: a) Declaraciones de Juana de Dios rojas Viveros de fs. 125 y siguientes

donde expresa que después de la muerte de su marido, Carabineros en cuatro

oportunidades concurrió hasta su domicilio en horas de la noche, en ocasiones la

sacaron descalza de la casa y en otras fue detenida y llevada junto a su hija hasta la

Tenencia donde fue encerrada dos días. A fs. 262, la señora Rojas señala que los

tormentos que sufrió durante su cautiverio en la Tenencia consistieron en golpes de

puños en la cara y en el estómago, al punto que vomitó producto de los golpes y cayó

sobre su hija de un año y cuatro meses. Recuerda haber visto al carabinero Parra. b)

Dichos de José Armando Llanos Jorquera de fs. 134 y siguientes, que relata que estuvo

detenido junto a su hermano en cuatro oportunidades en la Tenencia de Galvarino,

donde fueron golpeados e interrogados. En el caso de Juana de Dios Rojas Viveros, la

vio en la Tenencia donde pudo observar que la maltrataron siendo golpeada cuando

entró a la unidad policial. Ella estaba embarazada y además traía una niña pequeña, con

quienes compartió calabozo. Recuerda que ella regresó en malas condiciones al

calabozo luego del interrogatorio. c) Expresiones de Segundo Daniel Llanos Jorquera,

de fs. 137 y siguientes, que relata que estuvo detenido junto a su hermano en cuatro

oportunidades en la Tenencia de Galvarino, donde fueron golpeados e interrogados. En

el caso de Juana de Dios Rojas Viveros, la vio en la Tenencia donde pudo observar que

la maltrataron siendo golpeada cuando entró a la unidad policial. Ella estaba

embarazada y además traía una niña pequeña, con quienes compartió calabozo.

Recuerda que ella regresó en malas condiciones al calabozo luego del interrogatorio. d)

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Deposición de José Ernesto Millalén Otárola, de fs. 272 a fs. 274 y fs. 275, quien

aseguró haber sido torturado mientras estuvo detenido en Galvarino. Recordó que los

calabozos estaban llenos de detenidos en esa época, entre ellos pudo reconocer a una

mujer que tenía una guagua en brazos. Recuerda que esta persona fue golpeada por un

carabinero delante de todos los detenidos. Continuó diciendo que lo sacaban a torturas

en las pesebreras de los caballos. En ese lugar había otros detenidos, la mayoría de

origen mapuche, a quienes les habían cortado el pelo y los obligaban a comerse su pelo,

como si estuvisen pastando. Además todos los días pasaba algún carabinero o un

militar por el calabozo y les decía que esa noche los iban a matar. e) Relatos de Edgardo

Castro Tapia, de fs. 173 a fs. 174 y de fs. 250 a fs. 251, quien dijo que el Teniente

Enrique Zepeda era un oficial muy abusador, a quien le gustaba golpear a los Mapuche

detenidos por ebriedad, vanagloriándose de estas acciones. En una oportunidad alguien

le regaló una bola de hierro y él la pintó de color plata del modo que pareciera un balón

de fútbol. Para divertirse desafiaba a los campesinos que estaban detenidos para que

patearan la “pelota” y trataran de hacerle un gol. Para realizar esto se ubicaba en un

lugar determinado del antejardín de la Tenencia. Quienes pateaban la bola de hierro

resultaban muy adoloridos. Estas prácticas le valieron el apodo de “Caszely”. f)

Declaraciones de Enrique Arturo Zepeda Ramírez, de fs. 218, y de Gonzalo Baldemar

Soto Sandoval, de fs. 225, quienes nombran a la dotación de la Tenencia de

Carabineros de Galvarino del año 1973, incluyendo a Luis Araneda Gutiérrez. g)

Relación del personal de la Tenencia de Carabineros de Galvarino de septiembre a

diciembre de 1973, a fs. 96, donde se mencionan todos los acusados en este causa

(según fs. 916) y en este caso Luis Araneda Gutiérrez. h) Informe del XV Censo

Nacional de Población y IV de Vivienda, de fs. 1.356 a fs. 1.359. i) Informes periciales

Planimétricos y Fotográficos evacuados por el Laboratorio de Criminalística de la Policía

de Investigaciones de Temuco, de fs. 200 a fs. 206, que dan cuenta de la distribución

espacial de la Tenencia de Galvarino. j) Acta de inspección personal practicada por el

Tribunal a la Tenencia de Galvarino, de fs. 208 a fs. 209, donde la víctima reconoce el

lugar en que fue objeto de apremios.

CUADRAGÉSIMO PRIMERO: Que como corolario de todo lo expuesto existen un

conjunto de elementos probatorios como se ha indicado que permiten al Tribunal llegar a

la convicción de la participación del acusado Luis Alberto Araneda Gutiérrez como

Page 58: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

cómplice en los apremios ilegítimos ocasionados a Juana de Dios Rojas Viveros,

porque con los elementos probatorios descritos hay presunciones fundadas para estimar

que sin duda cooperó a la ejecución del hecho por actos anteriores y simultáneos, en los

términos del artículo 16 del Código Penal.

EN CUANTO A LAS DEFENSAS. Argumentos comunes

CUADRAGÉSIMO SEGUNDO: Que antes de comenzar los razonamientos para

hacerse cargo de las defensas este Tribunal recuerda a todos los abogados

defensores el artículo 522 del Código Orgánico de Tribunales, el cual señala que al

momento del juramento el postulante lo hace para desempeñar su profesión en forma

leal y honradamente. Se menciona esto porque de los escritos de contestación de la

acusación advierte este Ministro que se ha utilizado en varios pasajes un lenguaje

inadecuado y no decoroso en la forma de referirse el Tribunal. Luego, los exhorta a

utilizar un lenguaje jurídico y no extrajurídico o fuera de contexto. Un argumento brilla

y se sostiene solo por sí mismo, no necesita ni un ápice de lenguaje inadecuado o

extrajurídico. Siendo todos letrados jóvenes aún tiene el tiempo de mejorar lo que

prometieron en su juramento. Dicho lo anterior y como corresponde a la litigación hay

que hacerse e cargo de lo jurídico, esto es, de los hechos y el Derecho.

CUADRAGÉSIMO TERCERO. Torturas: Que tanto los abogados Dionisio Ulloa

Berrocal, por el acusado Luis Araneda Gutiérrez; Rodrigo Moretti Oyarzún, por

Gonzalo Baldemar Soto Sandoval; Valentín Vergara Schneider, por Manuel Sandoval

Cifuentes, Carlos Parra Rodriguez y Luis Ibacache Salamanca; y Christian Salgado

Contreras, por el acusado Felidor del Carmen Morales Flores, la alegación que

sustentan estos letrados se refiere en síntesis y en lo sustancial y pertinente, respecto

de los apremios ilegítimos y para ello manifiestan: a) El artículo 150 N° 1 del Código

Penal a la fecha de los hechos mantenía una redacción radicalmente diferente a la

actual, modificado por la Ley 19.806 del año 2002. A la fecha de los hechos el

referido artículo tenía la siguiente redacción: “Los que decretaren o prolongaren

indebidamente la incomunicación de un reo, le aplicaren tormentos o usaren con él un

rigor innecesario”. b) En esta causa expresan las defensas que no es posible aplicar

dicha norma a los hechos, puesto que el sujeto pasivo del delito era un reo y no una

persona privada de libertad, como se lee en la actualidad. En el proceso – señalan –

no existe ningún antecedente que dé cuenta que doña Juana Rojas hubiere tenido la

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calidad de reo en dicha fecha. Por tal razón estiman que se estaría violentando el

principio de irretroactividad de la ley penal contenido en el artículo 18 del Código

Penal y 19 n.° 3 de la Constitución Política de la República.

CUADRAGÉSIMO CUARTO: Que sobre la materia, esto es, sobre la figura típica de

los apremios ilegítimos (torturas) del artículo 150 n.° 1 del Código Penal, tanto la Ilma.

Corte de Apelaciones de Temuco como la Excma. Corte Suprema en causas roles

113.051 y 113.075 del Primer Juzgado del Crimen de Temuco, han dado ya su

veredicto. En efecto, en el numeral 4 del fallo recaído en causa rol 120 – 2009 de la

Ilma. Corte de Apelaciones de Temuco (rol 113.051) se indica que de la lectura del

Código Penal, en el párrafo 4° del libro 2°, Título 3°, artículos 148 a 161 denominado

“De los agravios inferidos por funcionarios públicos a los derechos garantidos por la

Constitución”, se desprende que la voz reo debe entenderse unívocamente como

procesado u otra calidad procesal, más aún, si el propio artículo 150 n°1 inciso 2°

señala la voz paciente. En consecuencia, una cosa es el Derecho Penal sustantivo

que en materia de crímenes de lesa humanidad es inmodificable y otra cosa es el

Derecho Penal adjetivo o procesal. Del mismo modo, si se acepta la tesis de los

abogados defensores quiere decir que no obstante existir el delito de apremios

ilegítimos (tortura) se está permitiendo al Estado efectuar vejámenes a libre paciencia

de la comunidad y el ordenamiento jurídico, cosa que la comunidad jurídica nacional e

internacional no puede aceptar. La Excma. Corte Suprema en las mismas causas

antes indicadas ratificó el razonamiento en cuanto a aplicar la figura típica del artículo

150 n.° 1 del Código Penal a hechos sucedidos desde 1973 en adelante. Por lo que

esta es una materia ya zanjada en forma robusta y uniforme por la jurisprudencia de

la Excma. Corte Suprema. Asimismo, es ilustrativo citar el fallo de veinticuatro de

noviembre de dos mil quince, dictado por el ministro de Fuero Jorge Zepeda

Arancibia, Rol 2.182 – 98, episodio José Tohá, causa sobre aplicación de tormentos,

en que se condenó a varias personas por aplicación de tormentos reiterados en la

persona de José Tohá González, que en el considerando Quinto, luego de describir

los hechos, expresa que los tormentos aplicados a José Tohá Gonzalez corresponden

a la fecha de los hechos al artículo 150 del Código Penal, actual artículo 150 letra A

del mismo Código, por traslación del tipo.

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CUADRAGÉSIMO QUINTO: Que siguiendo la misma línea anterior, en cuanto es

correcta la aplicación del artículo 150 n° 1 del Código Penal a los hechos

investigados, en causa rol 27.177-2014, de la Excma. Corte Suprema, de 20 de abril

de 2015, en su considerando Noveno, sobre torturas de Sergio Aguiló, manifestó que

respecto de tales sucesos, la sentencia reconoce la primacía del derecho

internacional sobre el derecho interno, de lo que deriva la inadmisibilidad de institutos

como la prescripción, que pretenden excluyentes de responsabilidad para impedir la

investigación y sanción de los responsables de graves violaciones a los Derechos

Humanos, como es el caso de la tortura, acciones prohibidas por contravenir el

Derecho Internacional de los Derechos Humanos.

CUADRAGÉSIMO SEXTO: Encubrimiento. Como expone la doctrina, uno de los

rasgos peculiares de la legislación chilena es considerar el encubrimiento como una

forma de participación en el delito. La generalidad de las legislaciones considera que

no puede hablarse de participación una vez que el delito ha terminado, lo que desde

la teoría causalista es correcto. Por ejemplo, el encubrimiento de un homicidio no

atenta contra la vida puesto que la víctima es cadáver, sino contra la administración

de justicia. Ello sin perjuicio de los matices que requiere analizar el encubrimiento en

forma específica (Alfredo Etcheverry, Derecho Penal, Tomo II, 2004, pág. 101). Por su

lado como forma de participación corresponde a una tradición muy antigua que viene

del derecho germánico y subsistió hasta 1995 en el código español. Es esa

perspectiva lo que debe destacarse en las formas de encubrimiento – favorecimiento

real y personal – es el bien jurídico lesionado por la conducta del sujeto que no es el

quebrantado por el hecho encubierto, sino el interés en una recta y expedita

administración de justicia (Enrique Cury, Derecho Penal, parte general, 2011, pág.

631). Siguiendo a los autores citados (pág. 101 y siguientes y 630 y siguientes de las

obras citadas) y también a Sergio Politoff y Luis Ortiz Quiroga en la obra Texto y

Comentario del Código Penal Chileno (tomo I, Editorial Jurídica de Chile, Santiago

2002, pág. 248 y siguientes) las características comunes a todas las formas de

encubrimiento según lo señala el artículo 17 del Código Penal son: 1) intervención

posterior a la ejecución del crimen o simple delito; 2) subsidiariedad; 3) conocimiento

de la perpetración del hecho o de los actos ejecutados para llevarlo a cabo; y 4)

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actuación en alguna de las formas determinadas que señala la disposición (en este

caso vigente a la época de los hechos si ello fuera pertinente).

1) intervención posterior. La característica del encubridor es que despliega su

actividad con posterioridad a la ejecución del crimen o simple delito, esto es, la

intervención necesariamente debe producirse después que el (los) autor (es) ha(n)

ejecutado la conducta típica. Puede decirse que la acción del encubridor no influye

sobre el curso causal desencadenado por el(los) autor(es) salvo que exista un

concierto previo, caso en el cual como se ha razonado la calificación jurídica sería

distinta.

2) Subsidiariedad. El encubrimiento es subsidiario tanto de la autoría como de la

complicidad. Ello pues el propio artículo 17 del texto citado contiene una cláusula de

subsidiariedad en cuanto el encubridor solo puede ser considerado si no ha tenido

participación en el crimen o simple delito ni como autor (o instigador) ni como

cómplice.

3) Conocimiento de la perpetración del hecho. En esta materia el encubridor debe

obrar con conocimiento de la perpetración o simple delito o de los actos ejecutados

para llevarla a cabo. Para Cury la exigencia solo es válida para las formas de

encubrimiento contempladas en los tres primeros numerandos del artículo 17, pues en

el cuarto la ley prescinde expresamente de ella y se contenta en que el sujeto sepa

que está protegiendo o auxiliando a malhechores. Como ha indicado unánimemente

la doctrina se excluye la punibilidad de quien encubre una falta. Se estima tanto por

Etcheverry como por Cury que la representación del encubridor tiene que abarcar

todas las circunstancias que son relevantes para la tipicidad del hecho. Basta, en todo

caso, con un dolo eventual. El conocimiento tiene que referirse a la ejecución de la

conducta típica. El momento en que debe existir el conocimiento de la perpetración

del crimen o simple delito debe ser en el momento en que se realiza la conducta

descrita como encubrimiento por la ley.

4) Actuación en alguna de las formas previstas. Las formas de encubrimiento se

clasifican en: aprovechamiento (artículo 17 n.° 1) y favorecimiento, que se subdivide

en real (artículo 17 n.° 3) y personal; que también se subdivide en ocasional (17 n°

3) y habitual (17 n.° 4). En términos simples, el aprovechamiento consiste en

aprovecharse por sí mismo o facilitar a los delincuentes medios para que se

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aprovechen de los efectos del crimen o simple delito. Aprovechar es obtener una

ganancia de naturaleza económica. De lo que se aprovecha son los efectos del

crimen o simple delito; su objeto material y los anexos de este. Por delincuentes se

entiende a los autores, instigadores y cómplices.

Favorecimiento real (17 n° 2 Código Penal). En este caso se refiere a aquellos

sujetos que ocultan o inutilizan el cuerpo, los efectos o instrumentos del crimen o

simple delito ¿para qué?, para impedir su descubrimiento. Es decir, se habla de

favorecimiento real porque la actividad del sujeto se endereza a ocultar el hecho

delictivo y no la persona de quienes concurrieron a ejecutarlo. Por cuerpo del

delito se entiende el objeto material del mismo o cosa sobre la que recae la actividad

típica y su resultado. Por efecto, se refiere a las consecuencias del delito que puedan

conducir a su descubrimiento o bien cosas que estén vinculadas con la realización del

hecho y sean aptas para llevar a su descubrimiento (pueden ser conservación de

rastros o huellas, la pala con que se enterró el cadáver, el mueble donde quedó la

huella dactilar, ropa que se manchó con sangre). Por instrumento del delito debe ser

entendido en sentido amplio que no se identifica con los puros recurso materiales.

Ahora bien, inutilizar es destruir o alterar de manera que la cosa no sirva para los

efectos a que esté destinada o no pueda ser reconocida. Ocultar requiere una

conducta activa del encubridor, pero también es posible por omisión si el sujeto se

encontraba jurídicamente obligado al descubrimiento (artículo 84 del Código de

Procedimiento Penal de 1906 y actual 175 del Código Procesal Penal del año 2000).

Ahora bien, el objeto del ocultamiento o inutilización son el cuerpo del delito, sus

efectos o los instrumentos que han servido para ejecutarlo. Desde el punto de vista

subjetivo la conducta del favorecedor real debe encontrarse enderezada a impedir el

descubrimiento del hecho.

Favorecimiento personal (17 n° 3 Código Penal). Tiene dos formas: a) ocasional, a

que se refiere el artículo 17. ° 3, es decir, aquel que alberga, oculta o proporciona la

fuga al culpable (hasta antes de la dictación de la Ley 19.077 esta forma de

favorecimiento penal solo era excepcionalmente punible cuando el encubridor era

empelado público que abusaba de sus funciones y cuando el encubierto había

cometido ciertos delitos muy graves, estando ello en conocimiento del encubridor o

aquel era conocido como delincuente habitual, que es el texto vigente a la época de

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los hechos). El actual texto hizo punible de manera general esta forma de

encubrimiento. Hay que hacer notar que la comisión redactora fue insistente en que

en esta forma de encubrimiento el encubridor tuviera efectivo conocimiento de las

circunstancias del delito cometido. Se le dice ocasional para distinguirlo del habitual

que es tratado en el apartado siguiente. Cury plantea que las conductas descritas en

la disposición se pueden cometer tanto por acción como mediante omisión, pero en

este último caso solo cuando existe para el encubridor una obligación jurídica de

obrar, (esto es artículo 84 del Código de Procedimiento Penal de 1906 y 175 del

Código Procesal Penal del año 2000). Se debe precisar que albergar significa

hospedar al hechor, pero no es necesario que lo reciba en la morada propia; también

puede alojárselo en una habitación alquilada con ese objeto o en el lugar en el que se

trabaja, etc. Ocultar es una expresión que se emplea en un sentido lato; no solo

implica esconder, sino también otras conductas conducentes a impedir la

identificación del hechor. No siendo atingente al caso, no es necesario analizar el

encubrimiento del artículo 17 n.° 4, esto es, favorecimiento habitual.

Precisando respecto del favorecimiento analizado, como lo expresa Waldo del Villar

(Manual del Derecho Penal, Edeval 1985, pág. 235) el abuso de funciones públicas

debe entenderse como un desempeño voluntario y consciente de manera totalmente

contraria a la correspondiente a las funciones propias del cargo. Hay que hacer notar

que en caso del favorecimiento personal lo que se debe probar e imputar

objetivamente al favorecedor es el hecho de impedir o frustrar, aunque sea

temporalmente, la acción de la justicia. Asimismo, en la obra El Derecho Penal en la

Jurisprudencia, Sentencias 1.875 - 1.966, Tomo II, de Alfredo Etcheverry B., página

57, citando una sentencia de la Excma. Corte Suprema contra Jorge Pereira y otros,

el hecho consistió en que un funcionario policial omitió anotar en el libro de

novedades la comisión de un delito del que tenía conocimiento y que induce a un

subordinado a que no dé noticias del caso a un superior que lo interroga en general

sobre las novedades del día. Comete dos hechos de importancia subalterna que no

podían impedir – como en realidad no impidieron – que se descubriera el delito

cometido y, por lo tanto, no sería encubridor según el artículo 17 n.° 2 del Código

Penal. Siguiendo este Ministro la línea tanto de Etcheverry como de Eduardo Novoa,

quienes critican esta sentencia, puesto que no va al fondo de la institución del

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encubrimiento ya que la ley no exige que efectivamente el delito no llegue a

descubrirse, precisamente si se puede sancionar al encubridor es porque a pesar

de su intervención el delito se llega a descubrir. El solo hecho de que en la ley

se prevea una sanción supone que el delito se haya descubierto. Por otra parte,

sobre esta materia en causas sobre Derechos Humanos la Excma. Corte Suprema en

sentencia de remplazo rol 5.219 – 2010, de veintidós de julio de dos mil once,

condenó como encubridor a Sergio Mendoza Rojas por el delito consumado de

homicidio calificado perpetrado en la persona de Óscar Farías Urzúa el 20 de

septiembre de 1973, toda vez que tanto Mendoza Rojas como otras personas que

trabajaban en el recinto militar no podían ignorar que había personas en calidad de

prisioneros a los cuales se les interrogaba y torturaba habida consideración de los

acontecimientos desencadenados a contar del 11 de septiembre de 1973 y por ello el

Excmo. Tribunal tiene por acreditada la participación en calidad de encubridor por el

artículo 17 n.° 2 del Código Penal al enjuiciado Sergio Mendoza en el delito de

homicidio calificado, toda vez que su actividad estuvo dirigida a ocultar el hecho delito

y las consecuencias del mismo que pudieran conducir a su descubrimiento. Siguiendo

con lo anterior, en causa rol 21.408 – 2014 de la Excma. Corte Suprema, de ocho de

septiembre de dos mil catorce, en su considerando cuarenta y nueve expresa ”Que

aunque la sentencia no explicita expresamente cuál de los supuestos de

encubrimiento de los cuatro que indica el artículo 17 del Código Penal toda vez que

indica infringida toda la norma, es evidente que por el relato dado en el fundamento

que se explicitó en el considerando anterior es la hipótesis n.° 3 de dicha

disposición...”. Asimismo, en causa rol 31.945-2014 de la Excma. Corte Suprema, de

15 de diciembre de 2015, sobre la sentencia recaída en la persona de Robert De La

Mahotiere González, piloto del Ejército de Chile, quien trasladó hasta la ciudad de

Antofagasta a superiores de esa institución, lugar donde se perpetraron determinados

ilícitos. En síntesis su defensa alega que él se limitó a cumplir una orden de traslado

de personal y no puede ser juzgado por encubridor porque no tiene ninguna

responsabilidad penal en los hechos y porque, además, el artículo 17 n° 3 del Código

Penal tenía una redacción distinta a la época de los hechos. A este respecto la

Excma. Corte Suprema sostiene que el recurso interpuesto sólo discute la

participación, sin razonar de manera explícita el modo en que se habría producido la

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infracción al artículo 17 N° 3 del Código Penal, que corresponde a la figura de

encubrimiento aplicada por el fallo, de manera que las impugnaciones no llegaron a

plantear, en los términos que exige el artículo 772 del Código de Procedimiento Civil,

la infracción que causaría la nulidad solicitada.

CUADRAGÉSIMO SEPTIMO: Que manteniendo la ilación anterior y haciendo un

análisis tanto en los autos de procesamiento de fs. 281 y siguientes, numeral 1° letra

D; y 485 y siguientes, numeral 1° letra D; y del auto acusatorio de fs. 916 y

siguientes, numeral 1° letra D, la hipótesis claramente delimitada por el Tribunal

respecto al encubrimiento apunta a la del artículo 17 n.° 3 en relación, como lo han

expresado los autores citados, a la obligación de denunciar según texto vigente a la

época de los hechos, contemplado en el artículo 84 N° 2 y N° 3 del Código de

Procedimiento Penal, en cuanto dicha norma establece la obligación de denunciar a

los empleados de policía y a los empleados públicos de los delitos y de los crímenes o

simples delitos de que presencien, lleguen a su noticia o tomen conocimiento en el

ejercicio de sus funciones. Al momento de analizar cada defensa respecto del

encubrimiento, se expondrá con detalle los fundamentos de la hipótesis del

encubrimiento.

CUADRAGÉSIMO OCTAVO: Análisis de las calificantes del delito objeto de la

acusación.

a) Premeditación: Que sin perjuicio de lo que este Tribunal señaló a propósito de la

calificación del hecho en los motivos Cuarto a Quinto de este fallo donde se determinó

que los hechos acreditados constituían el delito de homicidio calificado con las

circunstancia 1° y 5°, se debe señalar que la circunstancia 5°, esto es premeditación

conocida, del artículo 391 del Código Penal, y haciéndonos cargo de las defensas,

efectivamente no concurriría en la especie. Seguimos en este caso al autor Mario

Garrido Montt (en su obra El Homicidio y sus Figuras Penales. Editorial Duchi Ltda.,

Santiago 1976, pág. 145 y siguientes) en cuanto a que la esencia de esta calificante

es pensar reflexivamente una cosa antes de ejecutarla. La idea es que más que un

ánimo tranquilo y frío el partícipe tiene una resolución concreta y categórica de

provocar la muerte. Estando decidido a matar madura la idea esperando ya la

oportunidad preconcebida o bien escogiendo los medios con que llevará a cabo su

propósito o simplemente manteniendo “su agrado de decidir en qué instante pondrá

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término a la vida de la víctima escogida”. Expuesto este marco teórico y según mérito

de autos, entonces, no concurre la premeditación conocida.

b) Alevosía: Sobre esta materia el Tribunal ya se ha pronunciado acogiendo la

alevosía (causas roles 27.525, caso Cayul Tranamil, rol 27.526, caso Palma Arévalo y

Saravia Fritz y rol 45.345, caso Tralcal) en fallos que se encuentran ejecutoriados. A

diferencia de la letra anterior y como se dijo en los motivos Cuarto y Quinto de este

fallo, sí concurre la calificante Primera del Artículo 391 del Código Penal, esto es, la

alevosía. En efecto, según el profesor Mario Garrido Montt (Ibídem. Página 154 y

siguientes) es claro que actuar a traición corresponde a la maquinación tendiente a

engañar o aparentar ante la víctima una situación diversa a la verdadera, pues la

cautela importa reserva, astucia o maña para engañar (no es el caso de autos).

Asimismo, importa aprovecharse de la confianza o lealtad que la víctima ha

depositado en el victimario. Es decir, corresponde a simulación, doblez. Por otro lado

obrar sobre seguro, que es la figura que concurre en esta causa, significa crear o

aprovechar condiciones fácticas que permiten al agente evitar todo riesgo de su

persona, como en cuanto a la realización del acto al momento de la comisión del

hecho. Ahora bien, es preciso indicar que en el actuar sobre seguro, puede ser que la

situación de seguridad sea absolutamente indiferente para el hechor o deberse a

mera casualidad, sin que las condiciones en que obre el hechor – haya o no sido

provocadas por él – sean determinantes de la perpetración del homicidio, de modo

que si no hubieran concurrido, el autor a su vez se hubiera abstenido de obrar. En

este caso, a diferencia de lo que exponen las defensas y como está probado con el

mérito del proceso, iba una patrulla conjunta de militares y carabineros de por lo

menos cinco personas armadas en un vehículo, en tanto que la víctima iba a caballo y

él o los disparos se producen por la espalda haciendo notar, además, las condiciones

físicas en que fue encontrado el cadáver, esto es, mandíbula quebrada y falta de

dedos en las manos. En consecuencia, si no se hubieran reunido estas condiciones

que es obrar sobre seguro y atendido además el contexto de la época, claramente no

se le hubiera disparado a Segundo Osvaldo Moreira Bustos. Por este motivo, en los

hechos de esta causa finalmente se determina como homicidio calificado con

alevosía en la persona de Segundo Osvaldo Moreira Bustos.

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CUADRAGÉSIMO NOVENO: Comunicabilidad

Que haciéndonos cargo de las defensas, a propósito del encubrimiento y siguiendo al

mismo autor Mario Garrido Montt (pág. 153 y siguientes) y en análisis más acucioso

de la comunicabilidad y mérito del proceso, comparte el tribunal su postura en cuanto

en este caso a los encubridores no le son comunicables las calificación de

premeditación conocida y alevosía. Ello, porque la premeditación no es comunicable

por ser una circunstancia en su esencia de índole interna de carácter personal. Del

mismo modo, la alevosía que si bien como señala Garrido Montt no hay un consenso

tan claro como en la premeditación, sí es posible sostener que la alevosía requiere

tanto de una posición subjetiva alevosa por parte del delincuente como también de

circunstancias fácticas que den seguridad a la acción. Luego, tampoco es

comunicable. En consecuencia, para los encubridores en este caso, lo serían de

un homicidio simple.

QUINCUAGÉSIMO: Prescripción

Haciéndonos cargo de las defensas respecto a sus alusiones a la prescripción de la

acción penal en este caso este Tribunal se remitirá a los razonamientos dados

respecto a la imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad en las causas rol

27.525 del Juzgado de Letras de Carahue, caso Segundo Cayul Tranamil, causa rol

27.526 del mismo tribunal, caso Palma Arévalo y Saravia Fritz; causa rol 45.345 del

Juzgado de Letras de Lautaro, caso Tralcal; causa rol 113.990 Primer Juzgado del

Crimen de Temuco, caso Manuel Burgos Muñoz ; causa rol 18.780 Juzgado de Letras

de Curacautín, caso Jorge San Martín Lizama (fallos condenatorios y ejecutoriados) y

causa rol 45.342 del Juzgado de Letras de Lautaro, caso Gumercindo Gutiérrez (fallo

apelado actualmente) en que se indicó: a) Que siendo los delitos de autos,

catalogados como de lesa humanidad, este Tribunal se estará a lo ya razonado en las

causas antes indicadas, puesto que con anterioridad ya ha sido resuelto por la Corte

Interamericana de Derechos Humanos, en el caso “Almonacid Arellano y otros versus

Chile”, de fecha 26 de septiembre de 2006; que reitera, a propósito de las leyes de

amnistía, entre otros aspectos la doctrina centrada en la sentencia caso “Barrios Altos

versus Perú” de 14 de marzo de 2001, en cuanto la incompatibilidad de las leyes de

amnistía con la Convención Americana de Derechos Humanos. En lo pertinente, el

fallo “Almonacid Arellano y otros versus Chile”, ya reseñado, en el capítulo VII afirma

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como hechos probados en el párrafo 82.3, que el 11 de septiembre 1973 advino en

Chile un régimen militar que derrocó al gobierno del Presidente Salvador Allende; que

asumieron una suma de poderes jamás vista en Chile. Mediante el decreto Ley n° 5,

de 22 de septiembre de 1973, “se declaró que el estado de sitio por conmoción

interna que regía al país, debía entenderse como estado o tiempo de guerra”. En el

párrafo 82.4 acota que la represión generalizada dirigida a personas consideradas

como opositoras como política de Estado, operó desde ese mismo día hasta el fin del

gobierno militar, el 10 de marzo de 1990 “aunque con grado de intensidad variables y

con distintos niveles de selectividad a la hora de señalar a sus víctimas” Esta

represión estuvo caracterizada por una práctica masiva y sistemática de

fusilamientos, ejecuciones sumarias, torturas (incluida la violación sexual,

principalmente de mujeres) privaciones arbitrarias de la libertad en recinto al margen

del escrutinio de la ley, desapariciones forzadas y demás violaciones a los Derechos

Humanos cometidas por agentes del Estado, asistido a veces por civiles. La

represión se aplicó en casi todas las regiones del país. Asimismo, en el párrafo 82.6

adosa que las victimas de todas estas violaciones fueron de todo tipo: funcionarios

destacados del régimen depuesto, militantes comunes, dirigentes de todo tipo,

indígenas, “muchas veces las relaciones políticas se deducían de la conducta

conflictiva de la víctima, tomas de terreno, predios, manifestaciones callejeras, etc.”.

La ejecución de estas personas es en el marco de hacer una limpieza de elementos

juzgados perniciosos por sus doctrinas y actuaciones. No obstante, existió un amplio

margen de arbitrariedad a la hora de seleccionar a las víctimas. En el párrafo 82.7

agrega que las ejecuciones extrajudiciales, por lo general, las muertes fueron de

personas detenidas y se practicaban en lugares apartados y de noche, algunos de los

fusilamientos fueron hechos al margen de todo proceso. En las regiones del sur del

país la persona sometida ya al control de sus captores era ejecutada en presencia de

su familia. Siguiendo con la misma sentencia, y sin perjuicio de lo ya dicho del delito

de lesa humanidad, en el capítulo VII de incumplimiento de los deberes generales, de

los artículos 1.1 y 2 de la Convención Americana de Derechos Humanos, párrafo 99,

señala que existe evidencia para concluir que en 1973 la comisión de crímenes de

lesa humanidad, incluido el asesinato ejecutado en un contexto de ataque

generalizado o sistemático contra sectores de la población civil era violatoria de una

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norma imperativa del derecho internacional. Dicha prohibición de cometer crimines de

lesa humanidad es una norma de Ius Cogens y la penalización de estos crimines es

obligatoria conforme al derecho internacional general. Incluso más, en el párrafo 100,

a propósito del caso “Kolk y Kislyiy versus Estonia”, la Corte Europea indicó que

aun cuando los actos ocurridos por esas personas pudieron haber sido legales por la

ley domestica que imperaba en ese entonces, las Cortes de Estonia consideraron que

constituían crímenes de lesa humanidad bajo el Derecho Internacional al momento

de su comisión y que no encontraba motivo alguno para llegar a una conclusión

diferente. Luego, este Tribunal a quo llega a la convicción, siguiendo la jurisprudencia

de la Corte Interamericana, que el delito investigado en autos es de lesa humanidad,

haciendo presente que dicha Corte, en el párrafo 111, ha señalado que los crímenes

de lesa humanidad producen la violación una serie de derechos inderogables,

reconocidos en la convención americana que no pueden quedar impunes. En

reiteradas oportunidades el Tribunal ha señalado que el Estado tiene el deber de

evitar y combatir la impunidad que la Corte ha definido “como la falta en su

conjunto de investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los

responsables de las violaciones de los derechos protegidos por la convención

americana”. b) Asimismo, la Corte citada, en el párrafo 119, aquilata que las leyes de

amnistía, como la chilena, conducen a la indefensión de las víctimas y a la

perpetuación de la impunidad de los crimines de lesa humanidad, por lo que son

manifiestamente incompatibles con la letra y el espíritu de la Convención Americana

y afectan los derechos consagrados en ella, ello constituye per se una violación de

la convención y genera responsabilidad general del Estado, agregando que el

Decreto ley 2191, carece de efectos jurídicos y no puede seguir representando un

obstáculo para la investigaciones de los hechos, ni para la identificación y el castigo

de los responsables ni puede tener igual o similar impacto respecto de otros

casos de violación de los derechos consagrados en la Convención Americana

acontecidos en Chile. c) Que también es relevante para esta causa, lo que señala

dicha Corte en relación a la jurisdicción militar, párrafo 131, en cuanto en un Estado

democrático la jurisdicción penal militar ha de tener un alcance restrictivo y

excepcional y debe estar encaminada a la protección de intereses jurídicos

especiales, vinculados con las funciones que la ley asigna a las fuerzas militares.

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Puntualiza dicho Tribunal, que cuando la justicia militar asume competencia sobre un

asunto que debe conocer la justicia ordinaria, se ve afectado el derecho al Juez

natural y a fortiori el debido proceso, el cual a su vez se encuentra íntimamente ligado

al propio derecho de acceso a la justicia.

Asimismo, la Excma. Corte Suprema, en fallo rol 25.657-14, de 11 de mayo de

2015, sobre esta misma materia ha expresado respecto a la muerte de un civil en

horario de toque de queda por agentes del Estado. Sobre esta materia la Excma.

Corte Suprema ha profundizado que el delito de lesa humanidad también lo constituye

un ataque indiscriminado, que no exige “que la víctima haya tenido una militancia

política u opción política definida, o que el delito se haya cometido a causa de tal

militancia u opción política de la víctima”, lo cual supone que la propuesta de nulidad

deriva de la consideración que el régimen imperante a la época de la muerte del

ofendido, en que regía el estado de sitio y toque de queda, correspondió con una

política estatal de control del orden público que autorizó a los agentes del Estado para

detener, e incluso privar de la vida a los ciudadanos que circulasen sin autorización

por la vía pública en el horario previamente fijado por la autoridad. En la misma

sentencia, el máximo Tribunal expresa que en este contexto, los hechos que causaron

la muerte de Hilario Varas a causa de los disparos que hicieran los funcionarios

policiales deben ser calificados como delito de lesa humanidad, pues es

incuestionable, no solo en atención a los hechos del proceso sino, además, por lo que

ha sido demostrado por diferentes informes, que en la época se implementó una

política estatal que consultaba la represión de posiciones ideológicas contrarias al

régimen, la seguridad al margen de toda consideración por la persona humana -

precisamente el “toque de queda” que autorizaba el empleo de las armas de fuego-, el

amedrentamiento a los civiles y, sobretodo, la garantía de impunidad que el mismo

régimen generó ante las responsabilidades penales y de todo orden, entre otras

actuaciones. Hay que hacer presente que en este caso, como se razonó

precedentemente, no hubo siquiera denuncia en la justicia ordinaria ni en la justicia

militar, lo que agrava más aún la política de impunidad. Agregando este sentenciador,

que en el caso de autos se dan todos los elementos que ha descrito la Excma. Corte

Suprema, esto es, una represión generalizada del régimen de la época, una híper

seguridad al margen de toda condición de la persona humana, una conformidad con

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la impunidad de los actos cometidos por los agentes estatales. En ese contexto

entonces, aparece de la máxima gravedad que no se hayan investigado los hechos

conforme al debido proceso y transcurrieran más de cuarenta años para hacerlo, por

cuanto esos actos lo que hacen es reafirmar la política de represión de híper

seguridad sin consideración a la persona humana, y tratar a la víctima como cosa. d)

Este Tribunal recalca, sin perjuicio de todo lo expuesto, que el aporte latinoamericano

al concepto de lesa humanidad se basa en la indefensión y en la impunidad; es decir,

dadas las condiciones antes descritas, esto es, un régimen militar que potencia dar

máxima seguridad sin consideración a la persona humana, obviamente que los

gobernados ante esa situación quedan en un marco de indefensión infinito, porque

hay complacencia de las autoridades a que se realicen todo tipo de actos al margen

del derecho. Lo grave de la indefensión es que ya no pasa de ser un hecho delictual

común, sino que entra al grado de lesa humanidad, porque es el estado quien crea,

replica y favorece la indefensión, como en este caso y en especial tratándose de

hechos ocurridos en recintos militares (apremios), respecto a civiles, aprovechándose

de la institucionalidad militar no para encontrar la verdad, sino para ocultarla y

favorecer a los responsables. Del mismo modo, el otro concepto, impunidad, marca

otra característica fundamental del delito de lesa humanidad. Los propios agentes del

estado definen, dan una seña de una política frente a hechos que se deben investigar,

de impunidad, lo que claramente repugna al Derecho y la Justicia. En un estado

democrático de derecho es impresentable que no se investigue un hecho ni menos de

la magnitud como el que se ha señalado. Por ello, los delitos de homicidio calificado y

de apremios ilegítimos investigados en estos autos jamás pueden ser considerados

delitos comunes, por las características antes señaladas y el Derecho, como se ha

indicado precedentemente, no tiene razón ética para dar una respuesta a la familia

de la víctima de por qué este hecho no debe ser investigado en conformidad al debido

proceso y por qué debiera ser calificado de delito común. Un homicidio y las torturas

en estas condiciones son ilícitos de lesa humanidad y, por ello, imprescriptibles.

QUINCUAGÉSIMO PRIMERO: Prescripción gradual.

Que haciéndose cargo de las defensas, habiéndose calificado el ilícito de homicidio

de lesa humanidad en el considerando Quinto, este sentenciador estará a lo ya

razonado en las causas roles 27.525, 27.526 y 45.345 del Juzgado de Letras de

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Carahue y Lautaro respectivamente; 113.990 del Primer Juzgado del Crimen de

Temuco y 18.780 del Juzgado de Letras de Curacautín (todas con fallo condenatorio

y ejecutoriado), respectivamente, que en síntesis podemos expresar que sobre esta

materia este Tribunal se remitirá a los razonamientos dados respecto a la

imprescriptibilidad de los delitos de lesa humanidad. Luego, siendo el delito de autos

catalogado como de lesa humanidad, no es posible aplicar en todo su espectro algún

instituto de prescripción como los alegados por las defensas. De no ser así, resulta

muy difícil sostener la categoría de lesa humanidad. Si los hechos han sido calificados

de esa forma debe sostenerse dicha afirmación tanto en la calificación del delito como

en la determinación de la pena. Finalmente, en relación a esta materia, el autor Óscar

López (Derecho Internacional y Crímenes contra la Humanidad, Editorial Fundación

de Cultura Universitaria. Uruguay, 2008. Pág. 235 y siguientes) menciona el caso de

la Corte Interamericana de Derechos Humanos, “Cantoral Huamaní y García Santa

Cruz versus Perú” de 10 de julio de 2007, que en su párrafo 190, señala que la Corte

recuerda que el Estado no podrá aplicar leyes de amnistía ni disposiciones de

prescripción ni otras excluyentes de responsabilidad que impidan investigar y

sancionar a los responsables. En consecuencia se desecha la aplicación de la

prescripción gradual del artículo 103 del Código Penal.

Análisis de las defensas particulares

QUINCUAGÉSIMO SEGUNDO: Que el abogado Dionisio Ulloa Berrocal, por su

representado Luis Alberto Araneda Gutiérrez, a fs. 976 y siguientes contesta la

acusación fiscal y en lo sustancial y pertinente en resumen expone: Que a su

representado se le debe absolver de los delitos por los cuales es acusado en la

acusación de fs. 916 y siguientes y para ello da los argumentos que se dirán a

continuación. Previo a analizar la defensa, cabe hacer presente que no interpuso ni

en carácter de previo ni de fondo, ninguna excepción. : a) Falta de participación.

Agrega que no existe en el proceso ningún antecedente serio e idóneo para

considerar a su representado ya sea encubridor del delito de homicidio calificado de

Segundo Moreira Bustos, ni cómplice de apremios ilegítimos respecto de Juana Rojas

Viveros. Para ello hace una relación circunstanciada de los antecedentes que se

describen en la acusación, tanto informes policiales, informes periciales,

declaraciones de diferentes testigos y víctimas, en especial la declaración de Enrique

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Zepeda Ramírez, para concluir en este primer argumento que de los antecedentes

estudiados no existe ninguno que vincule a Luis Araneda Gutiérrez como encubridor

en el homicidio calificado de Moreira Bustos. De todas formas, la única declaración,

confusa en todo caso, es la de Enrique Zepeda de fs. 218, pero sucede que el propio

Zepeda con posterioridad cambia sus declaraciones y señala que no estaba su

representado en el lugar de los hechos. Lo mismo puede decirse de su participación

en calidad de cómplice en los apremios ilegítimos. b) Falta de análisis de

diligencias que constan en el proceso. Expresa no existe en la acusación como

referencia la declaración prestada por Gonzalo Soto Sandoval a fs. 225 que no

vincula a su representado en los hechos. Lo anterior es ratificado en el careo de fs.

241. Del mismo modo, la víctima a fs. 261 no señala como autor de los apremios

ilegítimos a su representado, sino que nombra a Parra y Jara. Luego, no hay

antecedentes que permitan dilucidar la participación dolosa ya como cómplice o

encubridor de su representado. c) Falta de reconocimiento. En parte alguna del

proceso existe reconocimiento explícito de parte de alguna víctima o testigo que

vincule a su representado con los hechos objeto de la acusación. d) Falta de

descripción de una conducta típica y condenada por la ley a su representado.

En la acusación, si bien se señalan los hechos ilícitos, en parte alguna se individualiza

a sus partícipes ni menos las acciones que se imputan a cada uno de ellos. Solo se

realizan imputaciones genéricas, que detalla. Del mismo modo la acusación no señala

cuál de todas las conductas de encubrimiento se imputa a su representado. Luego, no

hay una conducta típica antijurídica y culpable que se impute en forma precisa a su

representado, por lo que debe ser absuelto. e) Principio de inocencia. Expresa que

del estudio de la causa no existe medio de prueba capaz de destruir el principio de

inocencia que ampara a su representado. f) En cuanto a los apremios ilegítimos ya

fue analizado precedentemente en los argumentos comunes para las defensas y este

Ministro estará a lo razonado para desechar esta petición. Ahora bien, respecto de la

petición subsidiaria, la defensa pide que en el caso eventual que su representado sea

condenado como encubridor del homicidio, no puede considerársele encubridor del

homicidio calificado, toda vez que las circunstancias 1° y 5° del Código Penal, por ser

personales, no se comunican a los partícipes (artículo 64 del Código Penal). Luego, si

fuere condenado lo debiera ser por homicidio simple del artículo 391 n.° 2 del Código

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Penal. Agrega, por otro lado que en relación a las atenuantes deben acogerse la del

artículo 11 n.° 6 del código citado puesto que a la fecha de los hechos no mantenía

anotación penal pretérita en su Extracto de Filiación y Antecedentes. En cuanto a las

agravantes pide que no se aplique las del artículo 12 n.° 8 y 12 n.° 11 del Código

Penal. La primera, por estar prohibida por el artículo 63 del Código Penal; y la

segunda, pues rige solo para los autores del delito.

QUINCUAGÉSIMO TERCERO: Que haciéndonos cargo de los argumentos dados por

la defensa de Luis Alberto Araneda Gutiérrez, se pasa a razonar lo siguiente: a) Se

debe hacer presente que según la acusación de fs. 916 y siguientes Araneda

Gutiérrez es acusado como encubridor del delito de homicidio calificado de Segundo

Osvaldo Moreira Bustos y como cómplice del delito de apremios ilegítimos (tormentos,

torturas) en perjuicio de Juana de Dios Rojas Viveros. En cuanto al primer argumento

en que no hay en el proceso “ningún antecedente serio e idóneo” para considerar a su

representado como partícipe de los antes señalado, al contrario de lo que señala la

defensa sí hay a la luz del artículo 456 bis del Código de Procedimiento Penal mérito,

según antecedentes del proceso, para llegar a la convicción de que hay participación

culpable y penada por la ley del acusado Araneda Gutiérrez. Sobre lo anterior en

relación a la calidad de encubridor del delito de homicidio calificado, este Tribunal

estará a lo ya cavilado en este fallo en los motivos precedentes al hacerse cargo de

las declaraciones indagatorias de este acusado, en los que se detalla con precisión la

forma en que concurre la participación del acusado. Asimismo, respecto de los

apremios ilegítimos y su calidad de cómplice, también este Tribunal estará a lo ya

razonado al hacerse cargo de las declaraciones indagatorias de este acusado que en

forma detallada explican a partir de la acusación de fs. 916 por qué es cómplice

Araneda Gutiérrez en los apremios ilegítimos. No arredra lo razonado, los

razonamientos dados por la defensa los que claramente más allá del mérito del

proceso apuntan solo a su interés. b) Sobre falta de análisis de diligencias cabe

hacer presente que como ya se señaló Luis Alberto Araneda Gutiérrez en el homicidio

calificado está en calidad de encubridor y por lo cual hay que estarse entonces a lo

que significa esta institución según lo razonado en los motivos precedentes para los

argumentos comunes para las defensas. Respecto de los apremios ilegítimos, a

diferencia de lo que expone la defensa, en los motivos de argumentos comunes para

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las defensas se analiza con detalle por qué tendría la calidad de cómplice Araneda

Gutiérrez. Se reitera una vez más que una cosa es mirar el proceso desde un punto

de vista particular y otra, según el mérito integral del proceso a partir de la acusación

y las medidas para mejor resolver. c) Falta de reconocimiento. A diferencia de lo

que expone la defensa si hay un estándar mínimo que permite a este Ministro

establecer la participación de encubridor en el homicidio calificado y cómplice en los

apremios ilegítimos (tormentos, torturas) de Araneda Gutiérrez y basta para ello

situarnos en lo ya razonado en los motivos precedentes a propósito de las

declaraciones indagatorias del acusado y los motivos de argumentos comunes de las

defensas para el encubrimiento y los apremios ilegítimos, todo a partir del mérito del

proceso. d) Falta de descripción de una conducta típica y penada por la ley

imputable a su representado. Sobre lo anterior, a diferencia de lo que expone la

defensa, la acusación es clara y precisa. Tanto es así que describe el contexto de los

hechos, cómo eran detenidas las personas, cómo sucedió el homicidio, las

actividades que hicieron los familiares y cómo encontraron el cuerpo, lo que no

hicieron los funcionarios públicos parte de la dotación al tomar conocimiento de un

delito y que en la Tenencia de Galvarino se torturaba sistemáticamente a los

detenidos para luego de describir aquello, concretar en los numerales posteriores la

participación de cada funcionario público que haciendo una simple concordancia entre

el mérito del proceso señalado en el numeral 1° es posible sin mayor dificultad

entender por qué en este caso a Araneda Gutiérrez se le acusa como encubridor del

delito de homicidio calificado y cómplice de las torturas. Más aún, como ya se

describió al analizar la institución del encubrimiento, la acusación si optó por una

forma de encubrimiento y lo señala explícitamente en la letra D) del numeral 1° de la

acusación de fs. 916. En consecuencia, todas las alegaciones de esta defensa desde

un punto de vista de teoría argumentativa se basan más bien en simples

descripciones y alegatos generales sin que ellas tengan ninguna justificación externa,

todas además marcadas por un asunto de interés particular basado en su estrategia

de defensa, pero que no se ciñen en forma holística al mérito de los elementos

probatorios incorporados al proceso. e) Principio de inocencia. Sobre lo anterior,

este Tribunal se remite a todo lo razonado sobre la materia en los considerandos

anteriores y en especial sobre este punto a lo que señala el artículo 456 Bis del

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Código de Procedimiento Penal vigente para conocer de esto delitos, esto es, “nadie

puede ser condenado por delito sino cuando el tribunal que lo juzgue haya adquirido

por los medios de prueba legales la convicción que realmente se ha cometido un

hecho punible y que en él ha correspondido al procesado una participación culpable y

penada por la ley”. En este caso, como se ha señalado, el Tribunal adquirió la

convicción por lo medios de prueba legales de que se cometieron los hechos punibles

señalados en la acusación de fs. 916 y en ellos le correspondió al acusado una

participación de encubridor del delito de homicidio simple (según se ha razonado al

reflexionar sobre la comunicabilidad) y cómplice en el delito de apremios ilegítimos

(tormentos, torturas). f) Respecto a la calidad de encubridor del homicidio calificado

circunstancias 1 y 5 del artículo 391 del Código Penal en cuanto la defensa sostiene

que lo en el caso eventual que fuera condenado deben serlo por homicidio simple ya

que las circunstancias 1 y 5 del artículo 391 del Código Penal son personales y no se

comunican a los partícipes. Principio además, que se desprende del artículo 64 del

texto citado. Sobre esta materia se acogerá a lo peticionado por la defensa, según

lo razonado en los motivos precedentes sobre argumentos comunas para la defensa

en relación a la comunicabilidad, quedando entonces como encubridor de

homicidio simple. g) Que también se acogerá lo peticionado por la defensa en

cuanto no acoger las agravantes invocada por los querellantes del artículo 12 N° 8 y

N° 11 del Código Penal, toda vez que en conformidad al artículo 63 del Código Penal

se impute el carácter de encubridor al acusado por su calidad de Carabinero. Y en

relación a la agravante del numeral 11 del texto citado, tampoco es posible acogerla

toda vez que en la descripción de los hechos de la acusación y considerando la

calificante de alevosía del artículo 391, no es posible considerar nuevamente

elementos ya tomados en cuenta por el Tribunal. Estando en lo demás a lo razonado

precedentemente a su calidad de cómplice en los apremios ilegítimos.

QUINCUAGÉSIMO CUARTO: Que el abogado Rodrigo Andrés Moretti Oyarzún, a fs.

987 en representación de Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, en lo sustancial y

pertinente en síntesis, expuso: a) Opuso la excepción de previo y especial

pronunciamiento del artículo 433 n.° 7 del Código de Procedimiento Penal, esto es,

prescripción en relación con el artículo 93 n.° 6 del Código Penal, excepción que no

reitera al contestar la acusación derechamente, tal como además se aprecia en

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las peticiones concretas. Que sobre esta materia este Tribunal ya se pronunció a

fs.1.362 y siguiente, la que fue rechazada. b) contestando derechamente la acusación

y las adhesiones respectivas, pide al tribunal que se absuelva a su defendido en

consideración a lo que dispone la eximente de responsabilidad del artículo 10 n.° 10

del Código Penal. Agrega que su defendido en la patrulla que iba ese día era la

persona que ostentaba el menor grado castrense y que la orden de disparar no

emanó de él. Acota que la doctrina mayoritaria se inclina en favor de la teoría del

dominio del hecho, esto es, es autor quien tanto objetiva como subjetivamente

conserva en sus manos las riendas de la conducta. Afirma que su representado, en

las circunstancias del caso, se encontraba en una situación de inexigibilidad de otra

conducta. En Derecho Penal los delitos sometidos en el cumplimiento de una orden

impartida por un superior jerárquico, el subordinado participante indirecto de los

hechos se beneficia de esta eximente, dejando subsistente la sanción penal de su

superior. En el caso de autos expresa que todo ocurrió en fracción de segundos, por

lo que la acción ocurrida no pudo ser representada ni impedida por su cliente. Más

aun, podía haber corrido la misma suerte por desertor o traidor. c) En cuanto a los

argumentos respecto del delito de apremios ilegítimos, reitera los mismos argumentos

dados respecto de las demás defensas, lo que se analizará más adelante. d) En

subsidio de todas las argumentaciones anteriores para el caso eventual que su

defendido sea condenado, pide se le acoja la atenuante del artículo 11 n.° 6 del

Código Penal y la atenuación gradual de la pena del artículo 103 del mismo código,

por lo que haciendo los cálculos respectivos le corresponde la pena de tres años y un

día de presidio menor en su grado máximo.

QUINCUAGÉSIMO QUINTO: Haciéndonos cargo de la defensa de Gonzalo Baldemar

Soto Sandoval hay que tener presente que según la acusación judicial de fs. 916 el

encartado está como autor del delito de homicidio calificado y como cómplice del

delito de apremios ilegítimos. Ahora bien, haciéndonos cargo del primer fundamento

de la defensa, no es posible acoger la eximente del artículo 10 n.° 10 del Código

Penal. Ello porque según se desprende de lo analizado ut supra no hay forma de

entender según los elementos probatorios, cuál es el cumplimiento del deber o el

ejercicio legítimo que alega la defensa. Por lo demás, basta citar el artículo 15 del

Código Penal, que la defensa menciona, para comprender que Soto Sandoval queda

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comprendido en la calidad de autor. Cabe hacer presente que además la defensa cita

el artículo 214 del Código de Justicia Militar que tampoco concurre, puesto que la

norma, según la misma defensa lo menciona, deber tratarse de una orden del servicio

o de una actividad castrense, lo que claramente no concurre en la especie. Hay que

hacer notar que como carabineros no permitió la autopsia, según consta en el

proceso, el cadáver de Osvaldo Moreira Bustos presentaba además de los efectos del

proyectil, la mandíbula quebrada y la falta de dedos en las manos lo que claramente

entonces desvirtúa toda alegación sobre la eximente. Finalmente, no existe en

ninguna parte del proceso algún antecedente siquiera que mencione que a Baldemar

Soto Sandoval se le hubiere amenazado o apremiado por tal o cual conducta. b) Con

respecto al delito de apremios ilegítimos y su calidad de cómplice como ya se ha

reiterado, se estará a lo razonado en los argumentos comunes dados para todas las

defensas, precedentemente, en los cuales se concluye que sí es aplicable en la

especie para los hechos el artículo 150 n.° 1 del Código Penal, vigente a la época del

ilícito cometido. En lo demás se estará a lo expuesto y razonado ut supra respecto a

la calidad de autor en el homicidio calificado de Segundo Moreira Bustos y como

cómplice en los apremios ilegítimos de Juan de Dios Rojas Viveros.

QUINCUAGÉSIMO SEXTO: Que a fojas 1.080 y siguientes, el abogado Christián

Rodrigo Salgado Contreras, por su representado Felidor del Carmen Morales Flores,

quien pide que se dicte sentencia absolutoria en cuanto se le acusa como encubridor

del delito de homicidio calificado de Segundo Osvaldo Moreira Bustos y como autor

del delito de apremios ilegítimos en contra de Juana de Dios Rojas Viveros en base a

las siguientes razones que en lo sustancial en lo pertinente y en síntesis expone.

Previo a analizar la defensa cabe hacer presente que no interpuso ex excepciones de

previo y especial pronunciamiento ni tampoco de fondo. a) En cuanto a la categoría

de encubridor. En lo sustancial sostiene que en el proceso no existe ningún

antecedente serio y suficiente que permita dar por acreditado que su defendido tiene

la calidad de partícipe como encubridor en el delito antes señalado. Luego de analizar

los antecedentes del proceso, tanto informes policiales de la Policía de

Investigaciones de Chile, informes periciales, declaraciones de varios testigos, insiste

en que no hay antecedentes, toda vez que en ninguno de ellos es posible advertir

alguna vinculación de Felidor Morales Flores como encubridor del homicidio calificado

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de Segundo Moreira Bustos. b) Su representado en el proceso no ha sido reconocido

por ninguno de los declarantes. Afirma que revisado el proceso, no hay

reconocimiento explícito de parte de alguna víctima o testigo que vincule a su

defendido con los hechos objeto de la acusación. Agrega que esto constituye una

infracción a los estándares mínimos de materia probatoria. c) En la acusación no

existe una descripción de una conducta típica y penada por la ley imputable a su

representado. Lo que hace la acusación es señalar los hechos ilícitos penalmente

reprochables, pero no se individualiza a sus partícipes ni sus acciones, hay que

ceñirse a este respecto al artículo 424 del Código de Procedimiento Penal. Acota que

de no ser así se viola la garantía del debido proceso. d) Presunción de inocencia.

Su defendido está amparado por esta presunción, toda vez que no hay medio de

prueba en el proceso que sea capaz de destruir el principio de inocencia. e) Respecto

a la acusación como autor del delito de apremios ilegítimos. Sobre esta materia el

Tribunal ya estará a lo razonado latamente en los argumentos comunes para todas

las defensas respecto a los apremios ilegítimos precedentemente, en los cuales se

concluye que sí es aplicable en la especie para los hechos el artículo 150 n.° 1 del

Código Penal, vigente a la época del ilícito cometido. f) En el caso eventual que sea

condenado solicita se recalifique la calidad de encubridor de homicidio calificado a

homicidio simple, toda vez que las calificantes n° 1 y 5 del artículo 391 del Código

Penal, por ser personales no se comunican a los partícipes (artículo 64 del Código

Penal). Lo anterior es ratificado puesto que no existen en el proceso antecedentes

que indiquen que él conocía esas calificantes y las hubiere aceptado. En la misma

línea anterior pide que le sea acogida la atenuante del artículo 11 n° 6 del Código

Penal y la prescripción gradual del artículo 103 del mismo Código.

QUINCUAGÉSIMO SÉPTIMO: Se debe hacer presente que según la acusación de fs.

916 y siguientes Morales Flores es acusado como encubridor del delito de homicidio

calificado de Segundo Osvaldo Moreira Bustos y como autor del delito de apremios

ilegítimos (tormentos, torturas) en perjuicio de Juana de Dios Rojas Viveros. Que

haciéndonos cargo de los argumentos dados por la defensa de Felidor del Carmen

Morales Flores, se pasa a razonar lo siguiente: a) En cuanto al primer argumento en

que habría falta de mérito toda vez que su representado no ha tenido participación

en los hechos acusados pues no hay en el proceso ningún antecedente “serio y

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suficiente” para considerar a su representado como partícipe de los antes señalados,

al contrario de lo que señala la defensa, sí hay a la luz del artículo 456 bis del Código

de Procedimiento Penal mérito, según antecedentes del proceso para llegar a la

convicción de que hay participación culpable y penada por la ley, del acusado

Morales Flores. Sobre lo anterior, en relación a la calidad de encubridor del delito de

homicidio calificado, este Tribunal estará a lo ya cavilado a propósito del análisis de

las declaraciones indagatorias de Felidor Morales Flores en las que se desprende que

en conformidad al mérito del proceso y de la ley existen elementos probatorios y por

lo tanto presunciones judiciales que permiten establecer suficientemente la

participación culpable y penada por la ley como encubridor en el delito de homicidio

de Segundo Osvaldo Moreira Bustos. Ahora bien, hay que hacer presente y en eso

concordamos con la defensa que su participación como encubridor lo es en el delito

de homicidio simple, tal como se analizó en los argumentos para las defensas

comunes realizado precedentemente. Respecto de los apremios ilegítimos y su

calidad de autor, también este Tribunal estará a lo ya razonado en los fundamentos

anteriores de las defensas comunes, que en forma detallada explican a partir de la

acusación de fs. 916 por qué es posible establecer el delito de apremios ilegítimos del

artículo 150 n.° 1 del Código Penal vigente a la época de los hechos. Ahora bien, si

bien es cierto, como se señaló en la acusación, que se le había sindicado como autor

del delito de apremios ilegítimos, el Tribunal llegó a la convicción por los medios de

prueba legales, que su calidad corresponde a la de cómplice, y para ello se estará a lo

razonado en el análisis de las declaraciones indagatorias respecto de Felidor Morales

Flores. No mengua lo cavilado, los razonamientos dados por la defensa los que

claramente más allá del mérito del proceso apuntan solo a su interés. b) Falta de

reconocimiento. A diferencia de lo que expone la defensa si hay un estándar mínimo

que permite a este Ministro establecer la participación de encubridor en el homicidio

simple y cómplice en los apremios ilegítimos (tormentos, torturas) de Morales Flores

y basta para ello situarnos en lo ya razonado tanto en las declaraciones indagatorias

de este acusado como en lo expuesto precedentemente para los argumentos

comunes dados para las defensas, tanto para el encubrimiento como para los

apremios ilegítimos, todo a partir del mérito del proceso. c) Falta de descripción de

una conducta típica y penada por la ley imputable a su representado. Como

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introducción sobre este tema es ilustrativo indicar que si se analizan los últimos

cincuenta años de aplicación del Código de Procedimiento Penal y la forma de

redactar un auto de procesamiento y una acusación por un lado, y por otro, si se

revisan solo en materia de causas de Derechos Humanos , la forma de redactar los

autos de procesamiento y las acusaciones, se puede comprobar fácilmente que no

distan mucho de lo que se ha hecho en las causas sobre derechos Humanos en esta

jurisdicción de Temuco. Es decir, formalmente hay una manera de elaborar los autos

de procesamiento (que siempre son provisionales) y las acusaciones , lo que no

tiene nada de extraño, porque haciendo las coordinaciones y cotejos respectivos, con

el mérito del proceso dichos autos de procesamiento y la acusación se concuerdan

con lo actuado en la causa y se entienden perfectamente. Tanto es así, que cada

defensa pudo en detalle y con profundidad analizar la acusación y exponer sus

argumentos. Asimismo, al contrario de lo que expone la defensa y como ya se ha

razonado suficientemente en forma precedente, la acusación es clara y precisa. Tanto

es así que describe el contexto de los hechos, cómo eran detenidas las personas,

cómo sucedió el homicidio, las actividades que hicieron los familiares y cómo

encontraron el cuerpo, lo que no hicieron los funcionarios públicos parte de la

dotación al tomar conocimiento de un delito y que en la Tenencia de Galvarino se

torturaba sistemáticamente a los detenidos para luego de describir aquello concretar

en los numerales posteriores la participación de cada funcionario público que

haciendo una simple concordancia entre el mérito del proceso señalado en el numeral

1° es posible sin mayor dificultad entender por qué en este caso a Felidor del Carmen

Morales Flores se le acusa como encubridor del delito de homicidio simple y

cómplice de las torturas. Más aún, como ya se describió al analizar la institución del

encubrimiento, la acusación si optó por una forma de encubrimiento y los señala

explícitamente en la letra D) del numeral 1° de la acusación de fs. 916. En

consecuencia, todas las alegaciones de esta defensa desde un punto de vista de

teoría argumentativa se basan más bien en simples descripciones y alegatos

generales sin que ellas tengan ninguna justificación externa, todas además marcadas

por un asunto de interés particular basado en su estrategia de defensa, pero que no

se ciñen en forma holística al mérito de los elementos probatorios incorporados al

proceso. e) Principio de inocencia. Sobre lo anterior, este Tribunal se remite a todo

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lo razonado sobre la materia en los considerandos anteriores y, en especial sobre

este punto, a los que señala el artículo 456 Bis del Código de Procedimiento Penal

vigente para conocer de estos delitos, esto es, “nadie puede ser condenado por delito

sino cuando el tribunal que lo juzgue haya adquirido por los medios de prueba legales

la convicción que realmente se ha cometido un hecho punible y que en él ha

correspondido al procesado una participación culpable y penada por la ley”. En este

caso, como se ha señalado el Tribunal adquirió la convicción por lo medios de prueba

legales de que se cometieron los hechos punibles señalados en la acusación de fs.

916 y en ellos le correspondió al acusado una participación de encubridor del delito

de homicidio simple y cómplice en el delito de apremios ilegítimos (tormentos,

torturas). f) En cuanto a la acusación como autor del delito de apremios

ilegítimos, en la persona de Juana de Dios Rojas Viveros, el Tribunal estará a lo

razonado precedentemente en los argumentos comunes dados para todas las

defensas. Haciendo presente, eso sí, como se explicó en el análisis de la declaración

indagatoria de Felidor Morales, respecto a los apremios ilegítimos, que él queda en

calidad de cómplice de los apremios ilegítimos indicados. g) En relación a la

prescripción gradual del artículo 103 del Código Penal, se estará a lo razonado

precedentemente en los argumentos comunes dados para las defensas.

QUINCUAGÉSIMO OCTAVO: Que el abogado Valentín Vergara Schneider, a fojas

1.128 y siguientes, por sus representados Manuel Sandoval Cifuentes, Carlos Parra

Rodríguez y Luis Ibacache Salamanca, opuso en primer lugar la excepción de previo

y especial pronunciamiento del artículo 433 del Código de Procedimiento Penal,

concretamente la prescripción de la acción penal. Si bien su presentación es confusa,

este Tribunal entendió que por un lado es de previo y especial pronunciamiento y por

otro de fondo. Sobre esta materia este Ministro se pronunció a fs. 1.156 en virtud del

cual dicha excepción de previo y especial pronunciamiento fue rechazada. En relación

al fondo, no se desprenden otros elementos de este proceso en esta etapa procesal

que permitan al Tribunal, según lo latamente razonado en los fundamentos anteriores,

acceder a dicha excepción, por lo que previamente se ha cavilado. Contestando la

acusación, en lo sustancial y pertinente en síntesis, expone: a) En cuanto a la

acusación de Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes, agrega que los hechos que lo

incriminan son insuficientes para ejercer un reproche penal contra su defendido.

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Luego de analizar los informes policiales de la Policía de Investigaciones de Chile,

declaraciones de testigos, en especial la de Enrique Zepeda, cita una declaración de

Sandoval donde señala que la orden que dio al conscripto fue para disparar, no para

matar al señor Moreira. Acota que no existió el tipo de homicidio calificado, ya que no

hay premeditación, según la dinámica de los hechos. Del mismo modo, no hay

alevosía, ya que no hubo ocultamiento moral o ánimo hostil. Reitera que según

declaraciones que detalla de Enrique Zepeda y de Soto, los propios policías no tienen

claro quien efectuó el disparo. Asimismo en la declaración de Manuel Sandoval que

cita, a fojas 248, el disparo lo habrían efectuado los militares y a fojas 256,

nuevamente insiste que no disparó a esa persona sino que dio la orden para que un

conscripto lo hiciera. Por otro lado, a su defendido le es aplicable el artículo 214 en

relación al 335 del Código de Justicia Militar que establece la causal de exculpación

de responsabilidad penal para el subordinado. En relación al delito de apremios

ilegítimos contra Juana de Dios Rojas, reitera que no hay antecedentes para siquiera

presumir la participación de su defendido en los hechos. b) En cuanto a la

participación de Luis Gerardo Ibacache Salamanca. Reitera lo anterior, que no existe

prueba y la única que existe es su propia declaración de fojas 185. Cita el careo

efectuado con Enrique Zepeda, donde indica que la muerte de Moreira Bustos le fue

informada por los integrantes de la patrulla. Puntualiza que en relación al

encubrimiento es el jefe superior jerárquico quien debe instruir las investigaciones

ante posibles delitos donde estén involucrados sus subalternos y no al revés. Insiste

en que no se señala en qué hipótesis sería la del encubrimiento. Respecto al delito de

apremios ilegítimos contra Juana de Dios Rojas Viveros, no hay ningún antecedente

que haga siquiera presumir la participación de su defendido. c) En cuanto a la

acusación de Carlos Parra Rodríguez. Señala que no es posible condenarlo como

encubridor toda vez que la acusación se basa en sus propias declaraciones de fs. 104

y fs. 105. Cita los careos efectuados con Felidor Morales y con Enrique Zepeda, y no

obstante que Zepeda dice que la muerte de Moreira Bustos fue un hecho público y

notorio, Parra señala que estuvo agregado a la Tenencia de Perquenco. Los

antecedentes de la acusación son insuficientes. Respecto de los apremios ilegítimos

contra Juana de Dios Rojas, de los elementos probatorios que cita, no hay nada que

vincule a su defendido en dichos apremios.

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QUINCUAGÉSIMO NOVENO: I. En cuanto a Manuel Sandoval Cifuentes se debe

precisar que según acusación de fs. 916 él está en calidad de autor en los delitos de

homicidio calificado y de apremios ilegítimos. A diferencia de lo que expone la

defensa y según mérito del proceso y en virtud de lo que dispone el artículo 456 bis

del Código de Procedimiento Penal, el Tribunal ha llegado a la convicción, a través

de los medios legales, de que se han cometido los hechos punibles y le ha

correspondido la participación culpable y penada por la ley al acusado Sandoval

Cifuentes en los hechos e ilícitos referidos, según se ha razonado latamente. a)

Disintiendo de la defensa hay mérito más que suficiente en el proceso para establecer

la participación culpable y penada por la Ley de Sandoval Cifuentes. Para lo anterior,

el Tribunal se estará a lo razonado precedentemente en el análisis de las

declaraciones indagatorias de Sandoval y en los argumentos comunes dados para las

defensas donde el Tribunal concluye en forma detallada por qué le cabe participación

en ambos ilícitos a Sandoval Cifuentes. Cabe precisar que respecto de la

participación de Carabineros como un antecedente de los múltiples que existen, a fs.

743 consta la orden del Teniente de la época, Enrique Zepeda Ramírez al oficial Civil

de la comuna de Galvarino, de 4 de octubre de 1973, donde en lo pertinente señala

“Se autoriza a esa oficina para que extienda el certificado de defunción

correspondiente para dar sepultura al ciudadano Segundo Osvaldo Moreira Bustos,

agricultor, cédula de identidad 46710 de Lautaro, quien falleció el día de ayer a

consecuencias de un impacto a bala, al prestar resistencia a la patrulla militar y de

carabineros quien le instó la detención./ Se hace presente que Moreira Bustos debe

ser sepultado el día de hoy en horas de la tarde”. b) que en cuanto a que no existió el

tipo penal de homicidio calificado porque no concurren las circunstancias 1 y 5 del

Código Penal. Este tribunal concuerda con la defensa en cuanto que en un análisis

más decantado y minucioso de la dinámica de los hechos es posible concluir como se

razonó precedentemente que no concurre la calificante de agravante del n.° 5 del

artículo citado (premeditación). En todo caso, a diferencia de lo que expresa la

defensa, sí concurre la alevosía, tal como se razonó en los argumentos comunes

dados para las defensas. Del mismo modo, en relación a las supuestas

contradicciones que alega la defensa y donde expresa “que habría cero valor

probatorio” hay que señalar que esa forma de expresión no la contempla el Código de

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Procedimiento Penal, recordando para estos efectos lo que dispone el artículo 457 n.°

6 de dicho Código en cuanto establece como medio de prueba las presunciones o

indicios. Y en relación a los testigos el mismo código establece en el artículo 464 que

los jueces apreciarán la fuerza probatoria de las declaraciones de testigos que no

reúnan los requisitos establecidos por el artículo 459. Esas declaraciones pueden

constituir presunciones judiciales. Más aún, las de testigos de oídas. En

consecuencia, existen los instrumentos legales como se ha señalado para establecer

tanto la existencia del delito como la participación de los acusados. No observa el

Tribunal cuál es el ánimo ganancial de Baldemar Soto Sandoval toda vez que este

encartado se ubica en el sitio del suceso y no existe elemento para poder discernir

que una persona que también está determinada en los hechos en calidad de autor

(Soto Sandoval) pueda tener ánimo ganancial. c) No es posible acoger la alegación

del artículo 214 del Código de Justicia Militar en relación al artículo 335 del mismo

cuerpo legal, obediencia debida, ello por no explicar adecuadamente la defensa su

posición, no reunirse los requisitos que señalan dichas normas y que además deber

tratarse de una orden del servicio o de una actividad castrense, lo que claramente no

concurre en la especie, porque aquí se trata de un acto ilícito. Además, no consta en

el proceso que el acusado haya representado o suspendido la orden al superior

respectivo. Hay que hacer notar que como carabineros no permitió la autopsia, según

consta en el proceso, el cadáver de Osvaldo Moreira Bustos presentaba además de

los efectos del proyectil, la mandíbula quebrada y la falta de dedos en las manos lo

que claramente entonces desvirtúa toda alegación sobre la eximente. d) Respecto de

los apremios ilegítimos y su calidad de autor, también este Tribunal estará a lo ya

razonado precedentemente en el análisis de su declaración indagatoria y en los

argumentos comunes dados para las defensas que en forma detallada explican a

partir de la acusación de fs. 916 por qué es posible establecer el delito de apremios

ilegítimos del artículo 150 n.° 1 del Código Penal vigente. Ahora bien, si bien es cierto,

como se señaló en la acusación que se le había sindicado como autor del delito de

apremios ilegítimos el Tribunal llegó a la convicción, por los medios de prueba legales,

que su calidad corresponde a la de cómplice, y para ello se estará a lo razonado

en el análisis de las declaraciones indagatorias. No obsta a lo razonado, los

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argumentos dados por la defensa los que claramente más allá del mérito del proceso

apuntan solo a su interés.

II. En cuanto al acusado Luis Gerardo Ibacache Salamanca se debe precisar que

aparece acusado en calidad de encubridor en el delito de homicidio calificado y como

cómplice en el delito de apremios ilegítimos. a) en cuanto a la calidad de encubridor, a

diferencia de lo que expone la defensa sí existen antecedentes sobre su participación

en el proceso. Sobre lo anterior el Tribunal estará a lo razonado en primer lugar sobre

el encubrimiento en el análisis de su declaración indagatoria y en los argumentos

comunes dados para las defensas. Y en segundo lugar, en que los elementos

analizados permiten determinar su participación. Hay que hacer notar, al contrario de

lo que sostiene la defensa, de una lectura meditada y tranquila de la acusación, sí

existe una hipótesis sobre el encubrimiento como se aprecia por cualquier persona al

leer el numeral n.° 1 letra D). b) En cuanto a los apremios ilegítimos en contra de

Juana de Dios Rojas Viveros, también se estará a lo ya razonado en el análisis de su

declaración indagatoria y en los argumentos comunes dados para las defensas,

precisando que la misma defensa no logra coordinar su discurso argumentativo en

cuanto por un lado dice que no hay ningún antecedente y por otro señala que no hay

antecedentes suficientes; pero más allá de ese discurso general no desarrolla su

argumentación tanto en su justificación interna como en su justificación externa. c)

Respecto a la calidad de encubridor del homicidio calificado circunstancias 1 y 5 del

artículo 391 del Código Penal, debemos tener presente como, ya se indicó en el

análisis de las declaraciones indagatorias, que corresponde que la calidad de

encubridor sea de homicidio simple, por la no comunicabilidad de las calificantes al

encubridor en este caso, quedando entonces como encubridor de homicidio

simple, según lo ya razonado en los argumentos comunes dados para las defensas.

III. En cuanto al acusado Carlos del Tránsito Parra Rodríguez se debe precisar que

esta persona fue acusada como encubridora en el delito de homicidio calificado y

como autora del delito de apremios ilegítimos. a) Disintiendo de lo que expone la

defensa, sí existen antecedentes para determinar la participación de encubridor de

Carlos Parra Rodríguez. No demostró en el proceso la defensa su caso alternativo en

cuanto esta persona se hubiere encontrado en Perquenco. Se debe recalcar que no

solo es Enrique Zepeda quien señala que esto fue un hecho público y notorio, sino

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que también entre otras pruebas es Gonzalo Baldemar Soto Sandoval. Sobre lo

anterior se debe recordar que tal como señala el artículo 481 del Código de

Procedimiento Penal, que la confesión del procesado podrá comprobar la

participación en el delito cuando reúna determinadas condiciones. En este caso, se

prestó ante un juez de la causa, libre y conscientemente, el hecho confesado es sin

duda posible y verosímil y finalmente, el cuerpo del delito está legalmente

comprobado por otros medios. En consecuencia, hay elementos probatorios más que

suficientes para determinar tanto el hecho punible como la calidad de encubridor de

Carlos Parra. Del mismo modo se estará a lo cavilado precedentemente el análisis de

la declaración indagatoria y los argumentos comunes dados para las defensas

haciendo presente que la calidad de encubridor del homicidio calificado circunstancias

1 y 5 del artículo 391 del Código Penal, como ya se indicó en el análisis de las

declaraciones indagatorias, corresponde que la calidad de encubridor sea de

homicidio simple, por la no comunicabilidad de las calificantes al encubridor en este

caso, quedando entonces como encubridor de homicidio simple. c) A diferencia de

lo que expone la defensa y tal como se razonó en el análisis de la declaración

indagatoria y los argumentos comunes dados para las defensas, existen elementos

probatorios y por lo tanto presunciones que permiten establecer tanto el hecho punible

como la participación culpable y penada por la Ley de Carlos Parra, como autor del

delito de apremios ilegítimos en la persona de Juana de Dios Rojas Viveros.

SEXAGÉSIMO: Que respecto a la declaración durante el plenario de los testigos

Lautaro Guajardo Garcés, de fs. 1.367; de Oscar Garrido Castro de fs. 1.432; de Luis

Castillo Farías, de fs. 1.433; y Víctor Hugo Vielma Vargas de fs. 1.433; en nada

alteran lo razonado precedentemente por este Tribunal, puesto que dichos testigos

apuntan más bien a los procesos de diligencias de investigación realizados durante el

proceso.

Circunstancias modificatorias de responsabilidad Penal.

SEXAGÉSIMO PRIMERO: Minorante del artículo 11 n. 6 del Código Penal Que tal

como consta de los Extractos de Filiación y Antecedentes de Manuel Gustavo

Sandoval Cifuentes, de fs. 567 a fs. 568; de Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, de fs.

494 a fs. 495; Felidor del Carmen Morales Flores, de fs. 405 a fs. 406; de Carlos del

Tránsito Parra Rodríguez, de fs. 402 a fs. 403; de Luis Gerardo Ibacache Salamanca,

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de fs. 454 a fs. 455; Luis Alberto Araneda Gutiérrez, de fs. 908 a fs. 910, a la época

de los hechos no tenían anotaciones penales pretéritas, por lo que para todos se

acogerá esta minorante en su calidad de simple.

SEXAGÉSIMO SEGUNDO: Agravantes. Que analizada la causa, el mérito del

proceso, la acusación y la defensa, no existen agravantes que considerar y tal como

se expuso al analizar la defensa del abogado Dionisio Ulloa Berrocal de fs. 976, no es

posible acoger las agravantes invocadas por los querellantes del artículo 12 N° 8 y N°

11 del Código Penal, toda vez que en conformidad al artículo 63 del Código Penal se

imputa a los acusados el carácter de funcionario público, esto es, Carabinero. Dicha

circunstancia ya ha sido considerada por el Tribunal en los hechos, considerando que

estos son de lesa humanidad (agentes del estado). Y en relación a la agravante del

numeral 11 del texto citado, tampoco es posible acogerla toda vez que en la

descripción de los hechos de la acusación y considerando la calificante de alevosía

del artículo 391, no es posible considerar nuevamente elementos ya tomados en

cuenta por el Tribunal, en este caso, el actuar sobre seguro.

SEXAGÉSIMO TERCERO: Adhesiones. Que el Programa Continuación de la Ley

19.123 del Ministerio del Interior y Seguridad Pública, a fs. 927 se adhirió a la

acusación y pide se considere la agravante del artículo 12 N° 8 y N.° 11 del Código

Penal. Sobre la materia se estará a lo razonado en el considerando anterior, donde se

analiza que no es posible acoger estas agravantes. Por su lado, el querellante

particular David Morales Troncoso, en representación de Juana de Dios Rojas

Viveros, a fs. 936, no pidió ninguna agravante y el Tribunal estará a lo razonado ut

supra. Por último, a fs. 956 el abogado David Osorio Barrios, también se adhirió a la

acusación de oficio y solicitó que se consideren como agravantes las de los

numerales 8 y 11 del artículo N° 12 del Código Penal, agravantes que no pueden ser

acogidas y se estará a lo razonado en el considerando anterior.

SEXAGÉSIMO CUARTO: Determinación de la pena. Que conforme a la calificación

jurídica de los motivos Cuarto y Quinto de este fallo y sus razonamientos posteriores,

los hechos materia de la causa corresponden a las figuras típicas de los delitos de

homicidio calificado, descrito en el artículo 391, circunstancia N° 1 del Código Penal,

para los autores y que corresponde a la pena de presidio mayor en su grado medio a

presidio perpetuo; de homicidio simple, descrito en el artículo 391 n.° 2, para los

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encubridores, cuya pena es presido mayor en su grado mínimo a medio; y para los

apremios ilegítimos (torturas) descritos en el artículo 150 n.° 1 del mismo cuerpo legal

citado, que tiene la pena de presidio o reclusión menores y suspensión en cualquiera

de sus grados.

SEXAGÉSIMO QUINTO: Que conforme lo anterior y por ser más beneficioso para los

acusados, corresponde que se aplique la norma del artículo 74 del Código Penal,

toda vez que de aplicarse la norma del artículo 509 del Código de Procedimiento

Penal le resulta más gravosa a los acusados, puesto que siendo delitos de distinta

naturaleza, no pudiendo estimarse como un solo delito, el tribunal debiera aumentar

la pena que considerada aisladamente, según las circunstancia del caso, tenga

asignada pena mayor, aumentándola en una, dos o tres grados, según sea el número

de los delitos.

SEXAGÉSIMO SEXTO: Que como se ha razonado precedentemente, a todos los

acusados les favorece la atenuante de irreprochable conducta anterior del artículo 11

N° 6 del Código Penal, sin que exista agravante en contra de ellos. Por lo que en

consecuencia, a todos les favores sólo y únicamente, una minorante de

responsabilidad penal, sin que existan agravantes. En conformidad a lo anterior, y

como se ha descrito precedentemente, tanto las penas para los delios de homicidio

calificado y simple, como para los apremios, corresponden en la determinación a lo

que señala el artículo 68 del Código Penal, pues constan de dos o más grados o

tienen uno o más grados de otra divisible o diversos grados de penas divisibles. Bajo

este respecto, concurriendo una atenuante, sin que concurran agravantes, no se

puede aplicar la pena en el grado máximo.

SEXAGÉSIMO SÉPTIMO: Que en conformidad a la determinación de las penas de

los artículos 50 y siguientes del Código Penal, a los encubridores de crimen o simple

delito consumado , les corresponde la pena inferior en dos grados a la que señale la

ley para el crimen o simple delito. En el caso de los cómplices, les corresponde la

pena inmediatamente inferior en grado a la señalada por la Ley para el crimen o

simple delito. Del mismo modo, el articulo 61 N° 2 del Código Penal, señala que

cuando corresponde rebajar la pena se refiere a la inmediatamente inferior en grado

al mínimo de los designados por la ley.

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SEXAGÉSIMO OCTAVO: De acuerdo a lo razonado ut supra: a) A Manuel Gustavo

Sandoval Cifuentes y Gonzalo Baldemar Soto Sandoval les corresponde como

autores del delito de homicidio calificado la pena de diez años y un día de presidio

mayor en su grado medio, más las accesorias legales que se dirán en lo resolutivo.

Como cómplices del delito de apremios ilegítimos, a la pena de sesenta días de

prisión en su grado máximo, más la accesoria legal que se dirá en lo resolutivo. b) A

Felidor del Carmen Morales Flores, Luis Gerardo Ibacache Salamanca y Luis Alberto

Araneda Gutiérrez les corresponde como encubridores del delito de homicidio

simple la pena quinientos cuarenta y un días de presidio menor en su grado medio,

más las accesorias legales que se dirán en lo resolutivo. Como cómplices del delito

de apremios ilegítimos, la pena de sesenta días de prisión en su grado máximo, más

las accesorias legales que se dirán en lo resolutivo. c) A Carlos del Tránsito Parra

Rodriguez le corresponde como encubridor del delito de homicidio simple la pena

quinientos cuarenta y un días de presidio menor en su grado medio, más las

accesorias legales que se dirán en lo resolutivo. Como Autor del delito de apremios

ilegítimos, la pena de trescientos días de presidio menor en su grado mínimo, más la

accesoria legal que se dirá en lo resolutivo.

SEXAGÉSIMO NOVENO: Beneficios de la Ley 18.216 y sus modificaciones

posteriores. . a) A Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes y a Gonzalo Baldemar Soto

Sandoval por la extensión de la pena que se les impondrá no corresponde otorgar

ningún beneficio de los pedidos por la defensa en esta causa. b) A Felidor del

Carmen Morales Flores, Luis Gerardo Ibacache Salamanca, Luis Alberto Araneda

Gutiérrez y Carlos del Tránsito Parra Rodríguez por reunirse los requisitos del artículo

4 de la Ley 18.216 se les concede el beneficio de la remisión condicional de la pena,

según se dirá en lo resolutivo. Todo lo anterior, teniendo presente los informes

presentenciales de los acusados, que rolan a fojas 1.221, a fojas 1275, fs. 1.278, fs.

1.304, fs. 1.294 y 1.335.

EN CUANTO A LA ACCIÓN CIVIL

SEPTUAGÉSIMO: Que a fs. 936 y siguientes el abogado David Alberto Morales

Troncoso por Juana de Dios Rojas Viveros, Marianela del Carmen Moreira Rojas y

Palmenia del Pilar Moreira Rojas deduce demanda de indemnización de perjuicios en

contra del Fisco de Chile, representado para estos efectos por el Consejo de Defensa

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del Estado, este último a su vez representado por su abogado procurador Fiscal de la

IX región de la Araucanía, Óscar Exss Krugmann , domiciliado en calle Prat n.° 847,

oficina 202 de la ciudad de Temuco. Agrega el demandante en lo sustantivo, esencial

y pertinente que la demanda se fundamenta en lo siguiente: a) En que el 11 de

septiembre de 1973 las Fuerzas Armadas asumieron el mando del país. Producto de

esto se produjo a nivel nacional una serie de violaciones a los Derechos Humanos

realizados por agentes del Estado. En el caso específico, el cónyuge de la actora y

padre de Marianela y de Palmenia, Segundo Osvaldo Moreira Bustos, fue asesinado

por agentes del estado – funcionarios de Carabineros de Chile - . Este hecho fue

reconocido por el propio Estado de Chile como conducta de violación de los Derechos

Humanos y, por consiguiente, delito de lesa humanidad, según consta en el informe

de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, tomo I ,página 384, que rola de

fs. 8 a fs. 9 de autos. Y además, doña Juana de Dios Rojas Viveros fue sometida a

tormentos y apremios ilegítimos junto a una de sus hijas por los ya señalados agentes

del Estado de Chile. b) Delito de homicidio calificado. El demandante da cuenta de

los hechos sucedidos el 3 de octubre de 1973 en que una patrulla compuesta por

cuatro carabineros de la Tenencia de Galvarino, entre ellos Manuel Gustavo Sandoval

Cifuentes y Gonzalo Baldemar Soto Sandoval, y a lo menos tres soldados conscriptos

del Regimiento “La Concepción” de Lautaro se movilizaban por el camino hacia el

lugar Allinco de la citada comuna en un jeep requisado a una repartición pública

cuando se cruzaron con Segundo Osvaldo Moreira Bustos, que se trasladaba

montado sobre su caballo. Este al ver la patrulla dio media vuelta y comenzó a

galopar alejándose. Entonces, el carabinero al mando de la patrulla ordenó al chofer

del móvil detener la marcha del vehículo y regresar en persecución del mencionado

Moreira Bustos. En un momento determinado la patrulla abrió fuego en contra de la

víctima impactándolo por la espalda, quien cayó de inmediato abatido. Posteriormente

los hechores se acercaron a la víctima y procedieron a propinarle una golpiza que

terminó por apurar su deceso. Inmediatamente después, los integrantes de este grupo

de uniformados procedieron a tapar su cuerpo con ramas dejándolo tirado a un

costado del camino. Impuestos del hecho los familiares de Moreira Bustos

concurrieron en diferentes momentos tanto al lugar donde estaba el cuerpo de la

víctima como a la Tenencia de Galvarino para solicitar antecedentes acerca de lo

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ocurrido y pedir autorización para levantar el cuerpo. Tras varias horas de rogativas

ante el oficial al mando de la Tenencia, quien en un primer momento negó la

posibilidad de entregar el cuerpo e incluso amenazó con quemar sus restos,

finalmente consiguieron que este accediera a sus peticiones, por lo que el cadáver fue

levantado con la ayuda de vecinos de Galvarino y fue llevado de inmediato a la casa

de sus familiares. En ese lugar, la familia pudo comprobar que la víctima tenía

fracturada su mandíbula inferior y ambas muñecas, que su cara se encontraba

completamente amoratada y le faltaban los dos dedos pulgares. Esa noche fue velado

y al día siguiente inhumado en el cementerio local. Finaliza señalando que este hecho

constituye el delito de lesa humanidad de homicidio calificado en la persona de

Segundo Osvaldo Moreira Bustos, delito cometido por funcionarios del Estado de

Chile y cuyos responsables se encuentran individualizados en autos. c) Delito de

apremios ilegítimos. Que a este respecto señala el demandante que Carabineros de

Galvarino durante octubre de 1973 en cuatro oportunidades concurrió en horas de la

noche hasta el domicilio de doña Juana de Dios Rojas Viveros, luego de que el

cónyuge de esta fue ejecutado en la vía pública. En una de esos allanamientos doña

Juana de Dios Rojas Viveros fue sacada descalza de la casa y llevada hasta el lugar

donde su esposo fue asesinado, dejándola abandonada en ese lugar. En otra

oportunidad fue detenida y trasladada junto con su hija de meses de edad hasta la

Tenencia donde permaneció encerrada dos días en los calabozos pudiendo notar que

había más detenidos. Durante su permanencia en la Tenencia de Carabineros de

Galvarino fue sacada en dos oportunidades hacia otra habitación en la que fue

sometida a tormentos tales como golpes de pie y puño y amenazas con arma de

fuego. Del mismo modo, los torturadores la interrogaron acerca del resto de los

intergrantes del partido Comunista de Galvarino. Por último, fue liberada sin que se le

formularan cargos de ningun tipo. Finaliza señalando que este hecho constituye el

delito de lesa humanidad de detención ilegal, tormentos y apremios ilegítimos en la

persona de Juana de Dios Rojas Viveros, delito cometido por funcionarios del Estado

de Chile y cuyos responsables se encuentran individualizados en autos a fs. 916 y

siguientes. d) En cuanto a las fuentes de responsabilidad cita los artículos 5 y 38 de la

Constitución Política de la República, Ley 18.575, artículo 2.329 del Código Civil y

artículo 63 de la Convención Americana de Derechos Humanos. d) En cuanto a la

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competencia del Tribunal cita el artículo 10 del Código de procedimiento Penal y

Jurisprudencia del Excma. Corte Suprema. E) Respecto de la Imprescriptibilidad de la

acción civil, indica que en este caso por ser delito de lesa humanidad no se aplica la

ley civil interna y para ellos cita también jurisprudencia de la Corte Interamericana de

Derechos Humanos y de la Excma. Corte Suprema. F) Respecto a la compatibilidad

de la indemnización reclamada con otros beneficios otorgados, explica que no es

incompatible con la acción civil deducida en autos y para ello también cita

jurisprudencia de la Excma. Corte Suprema. G) en cuanto al daño provocado y al

monto de la indemnización, después de hacer un relato de los hechos y del daño

emocional provocado estima que en el caso de Juana Rojas Viveros debe ser fijado

en la suma de ciento cincuenta millones de pesos ($150.000.000.-); y en el caso de

las hijas, cien millones para cada una de ellas ($100.000.000-). H) Respecto del

delito de detención ilegal, luego de hacer una relación de los hechos y del daño

emocional sufrido, estima que el daño moral debe ascender a la suma de cien

millones de pesos ($100.000.000.-) En definitiva pide que el Fisco de Chile ya

individualizado sea condenado a pagar a sus representados por concepto de

reparación del daño moral sufrido la suma total de cuatrocientos cincuenta millones de

pesos,($450.000.000.-) o la suma que determine la justicia, más reajustes e intereses

legales y costas.

SEPTUAGÉSIMO PRIMERO: A fs. 1.001 y siguientes contesta la demanda civil el

abogado Procurador Fiscal, Oscar Exss Krugmann solicitando acoger las excepciones

o defensa opuestas y negar lugar a dicha demanda en todas sus partes y en el

evento improbable que se acogiere, rebajar sustancialmente el monto de las sumas

demandadas por concepto de indemnización de perjuicios. El demandado, en

síntesis, en lo sustancial y pertinente interpuso: a) Excepción de pago; b) Excepción

extintiva y c) En subsidio de las defensas y excepciones precedentes, alega sobre la

naturaleza de las indemnizaciones solicitadas y los montos pretendidos, con sus

reajustes e intereses. A) Excepción de pago. De inicio funda la improcedencia

partiendo del concepto de “justicia transicional”. Expresa que la idea reparatoria se

resumió en la ley 19.123 y otras normas jurídicas conexas, habiéndose realizado la

reparación a las víctimas de violación de Derechos Humanos, principalmente a través

de tres tipos de compensaciones como a) transferencias directas de dinero, b)

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reparaciones mediante asignación de derechos sobre prestaciones estatales

específicas y c) reparaciones simbólicas. Estos tres tipos de reparaciones buscan la

precisa reparación moral y patrimonial de las víctimas. Así, continua, se estableció

una pensión vitalicia para las víctimas; percibiendo los beneficiarios una pensión

mensual, que por ser vitalicia tienen un impacto indemnizatorio bastante alto;

además se les entregó una bonificación compensatoria y un bono de reparación -

el Fisco, a diciembre de 2011, ha desembolsado la suma total de $428.826.494.000-

así como otros derechos, tales como derechos a recibir prestaciones médicas

gratuitas y derecho al pago de matrículas y aranceles mensuales en la educación

superior. En relación a los costos generales de estos derechos, al año 2003, el Fisco

había gastado la suma de $12.205.837.923. Finalmente, se han efectuado

reparaciones simbólicas a través de actos positivos de reconocimiento y recuerdo de

los hechos que dieron lugar a dichas violaciones, tratando de entregar una

satisfacción a esas víctimas, que en parte logre reparar el dolor y tristeza actual y con

ello reducir el daño moral. En ese sentido se destaca la ejecución de diversas obras

de reparación simbólica: a) construcción de memorial en el Cementerio General de

Santiago, realizado en 1993; b) Establecimiento por Decreto n° 121 del Ministerio

Secretaria General de la Presidencia, del año 2006, del Día Nacional del Detenido

Desaparecido; c) Construcción del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos,

inaugurada el 11 de enero de 2010; d) El establecimiento por ley n° 20.405 del

Premio Nacional de los Derechos Humanos; e) La construcción de diversos

memoriales y obras a lo largo de todo el país. Todo ello unido a un sin número de

obras menores, como monolitos, nombres de calles, placas recordatorias, pinturas,

etc. De esta forma, asevera el demandado, que las indemnizaciones que se solicitan

en la causa, como el cúmulo de reparaciones hasta ahora indicadas, pretenden

compensar los mismos daños ocasionados por los mismos hechos. De esta forma, los

ya referidos mecanismos de reparación, han compensado precisamente aquellos

daños, no pudiendo por ello ser exigidos nuevamente. El demandando cita

jurisprudencia nacional e internacional en ese sentido, además de textos

internacionales sobre la materia, concluyendo en esta excepción que los

demandantes ya han sido indemnizados económicamente en dinero efectivo por las

leyes 19.123 y 19.980, además, obtuvieron todos los restantes beneficios de las

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órdenes precedentemente señaladas, por lo que procede acoger la excepción de

pago. B) Excepción de prescripción extintiva. Sostiene que al caso de autos es

aplicable la normativa de derecho privado establecida sobre la materia,

debiendo aplicarse la norma del artículo 2.332 y 2.497 del Código Civil, por

cuanto la acción de indemnización de perjuicios emanada de los hechos que

se habrían producido durante el mes de octubre de 1973, acciones prescritas, siendo

notificada la demanda el 31 de julio de 2014. Agrega que aun estimando que ese

plazo estuvo suspendido durante el régimen del Gobierno Militar por la imposibilidad

de las víctimas de ejercer sus acciones ante los tribunales de justicia, y que sólo

puede computarse desde la restauración de la democracia. En subsidio, opone

la excepción de prescripción extintiva de cinco años contemplada en el Art. 2.515,

en relación con el Art. 2.514 del Código Civil. Luego de realizar algunas reflexiones

sobre la institución de la prescripción, en apoyo de su posición, cita la sentencia

del Pleno de la Corte Suprema de 21 de enero de 2013, así como otros fallos

del mismo tribunal sobre la materia. También hace presente que la acción

indemnizatoria es de carácter patrimonial y se le aplican las normas sobre

prescripción extintiva; y que los tratados internacionales sobre crímenes de lesa

humanidad se refieren a la imprescriptibilidad de la acción penal, y ninguno a la

imprescriptibilidad de la acción civil, citando, al efecto, jurisprudencia de la Excma.

Corte Suprema. Asimismo y luego de un análisis pormenorizado de la Excma. Corte

Suprema, recalca que no hay norma expresa de Derecho Internacional de Derechos

Humanos debidamente incorporada a nuestro ordenamiento jurídico interno que

disponga la obligación estatal de indemnizar, no pudiendo aplicarse por analogía la

imprescriptibilidad penal en materia civil. Por ellos el Tribunal no pude apartarse de

las normas contenidas en los artículos 2.332 y 2.497 del Código Civil. C) En subsidio,

alega que la indemnización por daño moral no es compensatoria, sino únicamente

es dar una ayuda que permita atenuar el daño, por lo que al regular su monto no

puede ser una fuente de lucro ni debe invocarse la capacidad económica del

demandante o del demandado, por lo que las sumas demandadas en autos resultan

excesivas y deben fijarse con mucha prudencia. D) Subsidiariamente respecto de las

excepciones de pago y de prescripción, alega que en la regulación del daño moral

debe considerarse los pagos ya recibidos del Estado y guardar armonía con los

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montos establecidos por los tribunales, en virtud de las leyes 19.123 y 19.880,

así como los beneficios extra patrimoniales que estas contemplan. Agrega que de

no accederse a esta petición implicaría un doble pago por un mismo hecho. Pide se

acojan las excepciones y defensas opuestas, rechazando íntegramente las

acciones indemnizatorias señaladas. Finalmente, alega la improcedencia del pago de

reajustes e intereses, señalando que en el hipotético caso que se resolviera acoger

las excepciones de autos y se condene a su representado al pago de una

indemnización de perjuicios, tales reajustes e intereses sólo podrán devengarse

desde que la sentencia condenatoria se encuentra firme o ejecutoriada y su

representado incurra en mora. Al efecto, cita jurisprudencia.

SEPTUAGÉSIMO SEGUNDO: Que con respecto a las alegaciones del Fisco de

Chile, se estará a lo ya razonado en causa rol 45.345 del Juzgado de Letras de

Lautaro, caso Tralcal Huenchumán, de fecha 11 de diciembre de 2014 y en causa rol

27.525 del Juzgado de Letras de Carahue, caso Segundo Cayul Tranamil, de fecha

26 de diciembre de 2014 (ambos fallos dictados por la Excma. Corte Suprema,

condenatorios y ejecutoriados), en los cuales se acogió la acción civil de los

querellantes por hechos ocurridos durante el régimen militar, que en lo atingente

para esta causa señalan:

A) En relación a la Excepción de pago, esta debe ser rechazada. En este punto se

seguirá la línea jurisprudencial desarrollada en fallos recientes por la Excma. Corte

Suprema, en especial el fallo de 1 de abril de 2014, rol 1424-2013, sentencia de

remplazo, considerando 13°, motivo que también cita fallos en el mismo sentido, roles

2918-13, 3841-12 y 5436-10. La improcedencia alegada por el Fisco de Chile, de la

indemnización, no es efectiva. En efecto, tal como lo manifestó el máximo Tribunal,

en síntesis y en lo pertinente expresó que la incompatibilidad de la indemnización

reclamada, con los beneficios obtenidos por los demandantes en los términos de la

Ley 19.123 y leyes posteriores, como la ley 19.980 y otros textos legales, ello por

cuanto el objeto de toda acción civil es la obtención de la compensación íntegra de los

daños ocasionados por el actuar de los agentes del Estado de Chile, ya que así lo

demanda la aplicación de buena fe de los tratados internacionales suscritos por

nuestro país, así como la interpretación de las disposiciones de derecho internacional

consideradas ius cogens por la comunidad jurídica internacional. Dichas reglas deben

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tener aplicación preferente en nuestro régimen jurídico, al tenor del artículo 5° de la

Constitución Política de la República, por sobre aquella normativa de orden jurídico

nacional que posibilitaría eludir las responsabilidades en que ha incurrido el Estado

chileno. El hecho que los demandantes hayan sido favorecidos con beneficios

económicos del Estado por la Ley N° 19.123, es una forma de reparación colectiva

complementada con la reparación material del daño moral individual sufrido por las

víctimas como consecuencia de la comisión de un delito cuya certeza se obtiene,

independientemente de la época de ocurrencia de los hechos, recién con este

proceso. Para ello, basta con atender al espíritu de la Ley N° 19.123, en cuanto

establece que los beneficios allí contemplados dicen relación con los compromisos

adquiridos por la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, creada por

Decreto Supremo N° 355, de veinticinco de abril de mil novecientos noventa, con el

propósito de coordinar, ejecutar y promover las acciones que fueran necesarias para

el cumplimiento de las recomendaciones contenidas en su Informe. Circunstancias

estas que en ningún caso pueden confundirse con aquellas que emanan del derecho

internacional que impone la obligación de reparación íntegra. El derecho ejercido por

los actores, tanto para requerir la bonificación y las pensiones mensuales antes

referidas como el que los habilitó para demandar en estos autos, proceden de fuentes

diversas. Asimismo, la ley citada no establece de modo alguno la incompatibilidad que

ahora reclama el representante del Fisco y que su pago haya sido asumido por el

Estado voluntariamente, no importa la renuncia de una de las partes o la prohibición

para que el sistema jurisdiccional declare su procedencia, por los medios que autoriza

la ley. Al efecto, el propio artículo 4° de la ley N° 19.123, refiriéndose, en parte, a la

naturaleza y objetivos de la misma, expresa que "En caso alguno la Corporación

podrá asumir funciones jurisdiccionales de los Tribunales de Justicia ni interferir en

procesos pendientes ante ellos. No podrá, en consecuencia, pronunciarse sobre la

responsabilidad que, con arreglo a las leyes, pudiere caber a personas individuales. Si

en el cumplimiento de sus funciones la Corporación tuviere conocimiento de hechos

que revistan caracteres de delito, deberá ponerlos, sin más trámite, en conocimiento

de los Tribunales de Justicia". En consecuencia, los beneficios establecidos en aquel

cuerpo legal, no resultan incompatibles con la reparación material del daño moral

sufrido por las víctimas.

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B) Que en cuanto a la excepción de prescripción extintiva de los artículos 2.332

en relación al artículo 2.497 y artículo 2.515 en relación con el artículo 2.514, todos

del Código Civil, también será rechazada. Este Tribunal, en igual sentido, también

estará a lo ya resuelto por la Excma. Corte Suprema en el fallo de remplazo rol 1424-

2013 de 1 de abril de 2011, considerando 11, el cual en síntesis y en lo pertinente,

señala que tratándose de un delito de lesa humanidad cuya acción penal

persecutoria es imprescriptible, no resulta coherente entender que la acción civil

indemnizatoria esté sujeta a las normas sobre prescripción establecidas en la ley civil

interna, ya que ello contraría la voluntad expresa manifestada por la normativa

internacional sobre Derechos Humanos, integrante del ordenamiento jurídico nacional

por disposición del inciso segundo del artículo 5º de la Carta Fundamental, que

consagra el derecho de las víctimas y otros legítimos titulares a obtener la debida

reparación de todos los perjuicios sufridos a consecuencia del acto ilícito, e incluso

por el propio Derecho Interno, que en virtud de la Ley N° 19.123 y su posterior

modificación contenida en la Ley N° 19.980, reconoció de manera explícita la

innegable existencia de los daños y concedió también a los familiares de las víctimas

calificadas como detenidos desaparecidos y ejecutados políticos, por violación a los

derechos humanos en el período 1973-1990, reconocidos por los informes de la

Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación y la Corporación Nacional de

Reparación y Reconciliación, beneficios de carácter económico o pecuniario.

Por consiguiente, agrega la Excma. Corte Suprema, cualquier diferenciación

efectuada por el juez, en orden a dividir ambas acciones y otorgarles un tratamiento

diferenciado, es discriminatoria y no permite al ordenamiento jurídico guardar la

coherencia y unidad que se le reclama.

Cabe, además, acotar que las prescripciones del Derecho Privado, por regular

una institución jurídica extintiva de responsabilidad, no es posible aplicarlas por

analogía a la Administración, la que se rige por el Derecho Administrativo, integrante

del Derecho Público. En este sentido debería justificarse por la demandada la

existencia de alguna norma que establezca la prescriptibilidad genérica de las

acciones encaminadas a obtener el reconocimiento de la responsabilidad del Estado o

de sus órganos institucionales, puesto que, precisamente, en ausencia de ellas, no

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corresponde aplicar normas del Código Civil a la Administración considerándolo como

derecho común supletorio a todo el ordenamiento jurídico.

Pretender aplicar las normas del Código Civil a la responsabilidad internacional

del Estado derivada de crímenes de lesa humanidad posibles de cometer con la

activa colaboración del Estado, como derecho común supletorio a todo el

ordenamiento jurídico, resulta hoy desproporcionado, por cuanto no obstante la

innegable importancia del legendario Código Civil, la evolución de las ciencias

jurídicas ha permitido establecer principios y normas propias para determinadas

materias, lo cual el citado Código reconoce, al estipular en el artículo 4° que las

disposiciones especiales se aplicarán con preferencia a las de este Código. “De esta

forma, el Código Civil es supletorio y orientador de todo el Derecho Privado y si bien

el fenómeno de la codificación se plantea para los fines que don Andrés Bello

explicara en su época tomando como fuente el derecho extranjero particularmente el

Código Civil francés para construir un sistema integral, estructurado y coordinado de

la legislación” (Alejandro Guzmán, “Andrés Bello Codificador. Historia de la fijación y

Codificación del Derecho Civil en Chile”. Ediciones de la Universidad de Chile) sin

embargo, la descodificación se ha transformado en la manera empleada por el

legislador para adoptar, de manera más dinámica, la forma en que adecua a las

nuevas realidades situaciones emergentes que no se encuentran en el sistema

existente, atendidas sus finalidades y valores propios y sí en el renovado sistema de

protección de los derechos humanos y en el Derecho Público en general y el

Administrativo en particular, en los que han surgido principios y normas especiales a

modo de descodificación material con postulados diversos y a veces en pugna con los

del derecho privado regulador de las relaciones en un plano de igualdad y de

autonomía de las personas para obligarse. Esta rama emergente, definida y

representativa de la supremacía de la finalidad centrada en la dignidad de la persona

a quien se debe servir, se aparta de aquellos postulados.

SEPTUAGÉSIMO TERCERO: Que continúa razonando el máximo Tribunal, en orden

a reconocer que existe ausencia de normativa que regule la prescripción extintiva de

las acciones en el Derecho Administrativo, se reconocen igualmente sus

particularidades. Esta ausencia de regulación jurídica para determinadas situaciones

impone al juez interpretar, o mejor dicho, integrar la normativa existente, que en el

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evento de estar sustentados en iguales directrices podrá aplicar la analogía. Al no

responder a iguales paradigmas, debe integrarse la normativa con los principios

generales del derecho respectivo, en este caso, del Derecho Administrativo y no del

Derecho Civil. Así se colige del artículo 170 N° 5 del Código de Procedimiento Civil y,

en este mismo sentido, el artículo 38, letra c) del Estatuto de la Corte Internacional de

Justicia, dispone: “La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional

las controversias que le sean sometidas, deberá aplicar: c. los principios generales de

derecho reconocidos por las naciones civilizadas”. Principios generales del derecho

que reconocen la imprescriptibilidad de las acciones reparatorias derivadas de

violaciones a los derechos humanos.

Por otra parte, la referencia que se efectúa a la normativa internacional se

relaciona con la consagración de la reparación integral del daño, aspecto que no se

discute en el ámbito internacional, el que no se limita a la reparación a Estados o

grupos poblacionales, sino que a personas individualmente consideradas; reparación

que se impone a los autores de los crímenes, pero también a instituciones y al mismo

Estado. También esta normativa internacional no ha creado un sistema de

responsabilidad, lo ha reconocido, pues, sin duda, siempre ha existido, evolucionando

las herramientas destinadas a hacer más expedita, simple y eficaz su declaración, en

atención a la naturaleza de la violación y del derecho quebrantado.

C) En cuanto a la responsabilidad civil del Estado. Que antes de entrar en detalle

a analizar la responsabilidad civil del estado y los montos alegados por los actores,

es necesario reflexionar lo siguiente: 1) Que en un examen somero de las siguientes

Constituciones Chilenas la expresión para referirse a los tribunales, es “Tribunales de

Justicia”. De esta forma , lo hacían los siguientes textos: de 1822, capítulo I , artículo

158, donde a los Tribunales se les denomina “Tribunales de Justicia”; de 1823, título

XIII, artículo 143, “Suprema Corte de Justicia”; de 1833, capítulo VIII, “De la

administración de justicia”; de 1925, artículos 23 y 39, aluden a la expresión

“Tribunales de Justicia”; de 1980, artículos 45, 52 n° 2 letra c) y 76 se refieren a la

expresión “Tribunales de Justicia”. En consecuencia, la tradición constitucional,

constata que el nombre para referirse a los tribunales para que ejerzan su función no

es de tribunales de ley, tribunales de derecho, tribunales de jurisprudencia, tribunales

de administración, sino que es Tribunales De Justicia, lo que significa que tienen

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una conexión directa con este valor e ideal Constitucional. Por lo tanto, frente a casos

extraordinarios, únicos, irrepetibles que puedan suceder en una República, los

Tribunales deben considerar la colisión que pueda producirse entre el Derecho

positivo y la Justicia, debiendo considerarse, además, que la Corte de Apelaciones de

Temuco ya recogió esta tradición constitucional de principios y valores en el fallo rol

45 – 2008 de 1 de septiembre de 2008, recaído en la causa rol 113.959 del Primer

Juzgado del Crimen de Temuco, caso “Curiñir Lincoqueo”. Sólo a modo de ejemplo,

ya que hay muchos sobre la materia, la Corte Constitucional Federal de la Republica

Bonn, en una decisión ya en 1953, citando a Radbruch, declaró que en interés de la

seguridad jurídica, un conflicto entre una prescripción de Derecho positivo y la justicia

de fondo se resuelve normalmente en favor de la primera; sin embargo, cuando la

discrepancia entre una ley positiva y la justicia llega a un grado intolerable, la

ley por ser derecho injusto, debe ceder ante la justicia (Antonio Pedrals: Atisbos

de Supralegalidad en el ordenamiento positivo. Universidad de Valparaíso, 1982, pág.

584). Que en este caso, es aplicable, a propósito de las indemnizaciones reclamadas.

2) Que asimismo, podemos decir que la naturaleza humana es de tal condición que

adquiere un deseo de actuar justamente cuando hemos vivido en un marco de

Instituciones justas y nos hemos beneficiado de ellas. (John Rawls. Una Teoría de la

Justicia. Fondo de Cultura Económica, año 2006, página 412) 3) Que en la misma

línea, el mismo autor citado en su obra Liberalismo Político, misma editorial , año 2013,

página 224 y 225, donde expresa que los Tribunales cuando deban decidir los casos

deben recurrir a los valores políticos que en su opinión pertenecen a la comprensión más

razonable del concepto público de la justicia y a sus valores políticos de justicia y de

razón pública (esto no tiene que ver con su propia moral personal) pues, los valores

anotados son los valores que la ciudadanía y en general todos creen de buena fe, como

les exige el deber de civilidad y que se espera que suscriban todos los ciudadanos en

tanto personas razonables y racionales. Agrega este Tribunal que el valor justicia

consagrado en nuestras Constituciones por lo menos desde 1822, es un acervo que

cualquier ciudadano de una república independiente y soberana, como la chilena,

adhiere. 4) Yendo más al fondo en esta introducción, si uno analiza, incluso, el desarrollo

del Derecho Civil y su interpretación, como lo hizo Alejandro Guzmán Brito en su artículo

La historia Dogmática de las Normas sobre Interpretación recibidas por el Código Civil

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de Chile, (Interpretación, Integración y razonamientos Jurídicos Editorial Jurídica de

Chile, año 1992, página 77) en cuanto a que toda la evolución del derecho civil

desarrollado por los jurisconsultos romanos y sus sucesores puede entenderse al

Derecho como equidad constituida, lo mismo podemos decir con la Convención

Americana de Derechos Humanos y la jurisprudencia de la Corte Interamericana en

materia de Derechos Humanos, en especial en materia de reparación integral a las

víctimas. Aquí el Derecho es equidad constituida. 5) Del mismo modo, en materia de

reparaciones, el autor chileno Claudio Nash Rojas, que ha hecho un estudio sistemático

y completo hasta ahora en su libro “Las Reparaciones ante la Corte Interamericana de

Derechos Humanos, 1988 - 2007” (editorial Facultad de Derecho Universidad de Chile,

Centro de Derechos Humanos) y también en su libro “Responsabilidad Internacional Del

Estado En La Jurisprudencia Internacional y La Experiencia Chilena” (Editorial Legal

Publishing) donde manifiesta en forma clara, en páginas 67 y siguientes del primero,

que la Corte Interamericana ha señalado que en aquellos casos en que se han

producido violaciones de los derechos y libertades convencionales, el Estado tiene el

deber de actuar en el ámbito interno de forma tal que se determine la verdad de los

hechos violatorios de la Convención, se juzgue y sancione a los responsables y se

repare a las víctimas. Todo ello en el entendido que las situaciones de impunidad

pueden inducir a futuras violaciones de Derechos Humanos. Agrega, además, este

Tribunal, que lo anterior se ve refrendado por el artículo 63 de la Convención

Americana de Derechos Humanos. Lo mismo en el segundo libro del autor mencionado,

página 183, donde luego de hacer una análisis exhaustivo de la jurisprudencia chilena,

concluye que la reparación siempre debe ser integral porque se debe prestar atención a

la persona de la víctima y no el Estado victimario y, además, en el ámbito interno, el

Estado tiene la obligación de evitar cualquiera interpretación que impida en pleno

cumplimiento que signifique la reparación integral de la víctima. 6) Que finalmente, hay

que considerar el artículo de Alejandro Vergara Blanco , publicado en el Diario El

Mercurio, el 30 de mayo de 2013, titulado “Ley Natural, Reglas o Principios Jurídicos:

¿Dónde está el Derecho? “, donde el autor acota que el derecho es aquel que sufre o

goza cada sociedad en su tiempo, no aquel ideal de cada filósofo del derecho y añade, a

propósito de un fallo de la Corte Suprema, de los consumidores de las empresas del

comercio detallista, y se pregunta ¿Cuál era el Derecho? ¿El que provenía de una

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antigua ley supuestamente obedecida? ¿El de alguna Ley Natural? O ¿El que dijo la

sentencia de la Corte Suprema? Y añade que la respuesta social fue esta última, pues

todos los actores adquirieron la convicción de que sólo después de tal sentencia, habían

cambiado las reglas. Continua, ¿La Corte suprema aplicó las reglas, la ley natural o un

principio jurídico? Y se responde indicando que la respuesta es esta última, aplicó un

principio jurídico y expresó que eso no es ni positivismo, ni ius naturalismo, es Derecho.

En el caso en estudio, dictado por la Corte Suprema, sentencia rol 1424-2013, de 1 de

abril de 2014, la Corte Suprema, lo que hizo, como en muchos otros casos, aplicó un

principio jurídico ya establecido en la comunidad jurídica internacional, específicamente

en la Convención Americana, artículo 63, el artículo 38 de la Corte Internacional de

Justicia, como también lo ha manifestado en la jurisprudencia de la Corte Interamericana

de Derechos Humanos, esto es, realizado un daño por el Estado y acreditado este, la

víctima debe ser reparada íntegramente. Finalmente, el mismo Estatuto de la Corte

Internacional de Justicia, establece el principio ex aequo et bono (De acuerdo con lo

correcto y lo bueno).

SEPTUAGÉSIMO CUARTO: Que siguiendo la misma línea de la sentencia citada, en

cuanto al daño e indemnizaciones reclamadas, sobre esta materia este Tribunal

comparte lo expuesto por la demandada en cuanto la cifra pretendida por los actores,

como compensación del daño moral, resulta excesiva. En ese sentido, aparece más

congruente seguir una línea que aprecie en general los promedios fijados por los

Tribunales superiores de justicia en el último tiempo, sobre los mismos capítulos.

Recordando que tal como lo expone a fojas 1.054 el Fisco de Chile, que el daño moral

consiste en la lesión o detrimento que experimenta una persona, en general, en sus

atributos o cualidades morales. Luego, los llamados daños no patrimoniales, recaen

en elementos de difícil o imposible estimación pecuniaria. Que razonado lo anterior,

este sentenciador, sobre las indemnizaciones reclamadas, estará a lo que ha

manifestado la Excma. Corte Suprema, en causa rol 1424-2013 de 1 de abril de 2014.

SEPTUAGÉSIMO QUINTO: Que respecto a la responsabilidad civil del Estado, este

Tribunal se ceñirá a la sentencia de la Sala Penal de la Excma. Corte Suprema, de

fecha 1 de abril de 2014, rol N° 1424-13, en su considerando décimo que señala: “…la

responsabilidad del Estado que se pretende hacer efectiva deriva, por un lado, de la

comisión de hechos ilícitos por parte de sus agentes y, por el otro, de normas

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constitucionales precisas y de leyes de igual rango, que han sido incorporadas al

Ordenamiento Jurídico Nacional, como lo son las obligaciones contempladas por

los instrumentos internacionales que recogen los principios generales del

Derecho Humanitario, entre los cuales se encuentra aquel relativo a la obligación de

indemnizar los daños producidos por la violación de los derechos humanos. Al efecto,

valga recordar que la Constitución Política de la República de Chile dispone en

su artículo 6° que “Los órganos del Estado deben someter su acción a la

Constitución y a las normas dictadas conforme a ella. Los preceptos de esta

Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos órganos como a

toda persona, institución o grupo. La infracción de esta norma generará las

responsabilidades y sanciones que determine la ley”. En sentido convergente la ley N°

18.575., Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del

Estado, dispone en su artículo 3° que la Administración del Estado está al servicio

de la persona humana, que su finalidad es promover el bien común, y que uno de

los principios a que debe sujetar su acción es el de responsabilidad; y,

consecuentemente con ello, en su artículo 4° dispone que “el Estado será

responsable por los daños que causen los órganos de la Administración en el

ejercicio de sus funciones, sin perjuicio de las responsabilidades que pudieren afectar

al funcionario que los hubiere ocasionado”. Cabe observar que este mismo principio

se encuentra incorporado en la ley común, según se confirma con lo que dispone el

artículo 2.320 del Código Civil. Así, en conformidad con los referidos hitos y normas

de derecho sobre responsabilidad del Estado, no cabe sino concluir que el daño moral

causado por la conducta ilícita de los funcionarios o agentes del Estado, autores en

este caso, de los delitos de homicidio calificado y apremios ilegítimos, deben ser

indemnizados por el Estado.”

SEPTUAGÉSIMO SEXTO: Que con el fin de probar el daño moral sufrido por los

demandantes civiles, desde esa fecha hasta la actualidad, como consecuencias del

homicidio calificado de Osvaldo Segundo Moreira Bustos y del delito de apremios

ilegítimos, se presentaron los siguientes antecedentes:

1.- Certificado de nacimiento, de fs. 933 y fs. 1.395 de Marianela del Carmen

Moreira Rojas y Palmenia del Pilar Moreira Rojas, ambas hijas de la víctima de autos

Segundo Osvaldo Moreira Bustos.

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2.- Certificado de Matrimonio de fs. 935, en que consta que doña Juana de Dios

Rojas Viveros es la cónyuge de la víctima de autos Segundo Osvaldo Moreira Bustos

3.- Testimonios de José Armando Llanos Jorquera, a fs. 3.385, quien expresa

en síntesis que supo de la muerte del marido de Juana Rojas Viveros, señor Osvaldo

Segundo Moreira Bustos de la misma forma que le consta los apremios ilegítimos

sufridos por doña Juana de Dios Rojas Viveros. Que por miedo esta última tuvo que

irse a Santiago a fin de que no la tomaran detenida y no la torturaran nuevamente. La

ha visto en el último tiempo donde se nota muy mal anímicamente por lo ocurrido a

ella como a su marido.

4.- Testimonios José Ernesto Millalén Otárola de fs. 3.383 y de Francisco Paillal

Llevul, de fs. 3.384, quienes en síntesis expresan que conocieron a Juana Roja

Viveros el año 1973 mientras estuvo detenida en la Comisaría de Galvarino, pues

ellos también estuvieron en esa calidad. Según entienden ella estaba detenida porque

antes habían matado a su marido. Saben que ella se fue después de la detención a

Santiago porque ella estaba muy asustada, ya que cualquier momento podían volver

a detenerla. Saben que en el último tiempo han tenido contacto con ella quien estaba

mal anímicamente por lo sucedido con su marido y también por lo que a ella le

ocurrió.

SEPTUAGÉSIMO SEPTIMO: Que en consecuencia, de tales testimonios, y teniendo

además presente que de acuerdo a lo expuesto latamente en esta sentencia, el daño

moral que reclaman los actores, por la muerte de su cónyuge y padre,

respectivamente, además por los daños sufrido por las torturas a manos de agentes

del Estado, está plenamente acreditado. Han perdido a su padre y esposo y han

realizado desde el año 1973 un largo peregrinar para obtener justicia. Que así las

cosas, en la especie se ha establecido la concurrencia de todos los requisitos que

hacen procedente la indemnización que se demanda, esto es, la perpetración

de un delito por agentes del Estado; la existencia de un daño sufrido por los

demandantes; y la concurrencia del nexo causal entre este y aquel. Respecto del

quantum de la indemnización, si bien tal daño, por su carácter inmaterial, es

difícil de cuantificar, no es menos cierto que debe ser considerada la prolongación del

dolor sufrido por los actores y considerando la restitución integral , aparece adecuado,

congruente y lógico, fijar la suma total de $75.000.000 ( setenta y cinco millones de

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pesos) para doña Juana de Dios Rojas Viveros, correspondiéndole $ 65.000.000

(sesenta y cinco millones de pesos ) por el homicidio de su marido Osvaldo Moreira

Bustos y $10.000.000 (diez millones de pesos) por los apremios ilegítimos (torturas)

sufridas por ella; y de $50.000.000 (cincuenta millones de pesos para cada uno de los

hijos demandantes, como se dirá en lo resolutivo.

SEPTUAGÉSIMO OCTAVO: Que en nada arredra los razonamientos anteriores los

documentos acompañados a fojas 1.074 y a fs. 1.1174, todo ello según el mérito de

lo razonado precedentemente respecto a la reparación integral que deben ser objeto

las víctimas de violaciones de Derechos Humanos.

SEPTUAGÉSIMO NOVENO: Que las sumas anteriores citadas deberán ser

reajustada en la misma proporción en que varíe el Índice de Precios al Consumidor

entre el mes anterior quede ejecutoriada y el mes anterior al de su pago;

devengando intereses corrientes por el mismo período, más costas.

Aspectos resolutivos

Por estas consideraciones y visto, además, lo dispuesto en los artículos 1, 2,

10 n° 10, 11 nº 6; 12 n.° 8 y n°: 11; 14 a 17, 24 a 26, 28 a 31, 49, 50 a 70, 74, 150 n.°

1 y 391 n° 1 y n.° 2 del Código Penal; artículos 10, 50, 108 a 114, 121 a 137, 184 a

188, 450 bis, 456 bis, 457, 459, 460 a 464, 474 a 480, 481 a 484 bis a), 488, 488 bis,

499, 500 y siguientes y 533 del Código de Procedimiento Penal; artículo 5 y 38 de la

Constitución Política de la República; y artículo 2.314 y siguientes del Código Civil,

y Leyes n° 18.216 y 19.970; se declara:

EN CUANTO A LA ACCIÓN PENAL

I.- Que se rechaza la excepción de fondo interpuesta por el abogado Valentín

Vergara Schneider a fojas 1.128.

II.- Que se condena al acusado MANUEL GUSTAVO SANDOVAL

CIFUENTES, R.U.N. 5.442.313-6 , ya individualizado: a) como autor del delito de

homicidio Calificado en la persona de Segundo Osvaldo Moreira Bustos, perpetrado

en la comuna de Galvarino en octubre de 1973, a la pena de DIEZ AÑOS Y UN DÍA

de presidio mayor en su grado medio; a las accesorias de inhabilitación absoluta

perpetua para cargos y oficios públicos y derechos políticos, y la de inhabilitación

absoluta para profesiones titulares mientras dure la condena; b) como cómplice del

delito de apremios ilegítimos en la persona de Juana de Dios Rojas Viveros,

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perpetrado en la comuna de Galvarino en octubre de 1973, a la pena de SESENTA

DÍAS de prisión en su grado máximo; y a la accesoria de suspensión de cargo u oficio

público durante el tiempo de la condena.

III.- Que se condena al acusado GONZALO BALDEMAR SOTO SANDOVAL,

R.U.N. 4.932.327-1 , ya individualizado: a) como autor del delito de homicidio

Calificado en la persona de Segundo Osvaldo Moreira Bustos, perpetrado en la

comuna de Galvarino en octubre de 1973, a la pena de DIEZ AÑOS Y UN DÍA de

presidio mayor en su grado medio; a las accesorias de inhabilitación absoluta

perpetua para cargos y oficios públicos y derechos políticos, y la de inhabilitación

absoluta para profesiones titulares mientras dure la condena; b) como cómplice del

delito de apremios ilegítimos en la persona de Juana de Dios Rojas Viveros,

perpetrado en la comuna de Galvarino en octubre de 1973, a la pena de SESENTA

DÍAS de prisión en su grado máximo; a la accesoria de suspensión de cargo u oficio

público durante el tiempo de la condena.

IV.- Que se condena al acusado FELIDOR DEL CARMEN MORALES

FLORES , R.U.N. 5.290.534-6, ya individualizado: a) como encubridor del delito de

homicidio simple en la persona de Segundo Osvaldo Moreira Bustos, perpetrado en

la comuna de Galvarino en octubre de 1973, a la pena de QUINIENTOS CUARENTA

Y UN DÍAS de presidio menor en su grado medio; y a las accesorias se suspensión

de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena; b) como cómplice del

delito de apremios ilegítimos en la persona de Juana de Dios Rojas Viveros,

perpetrado en la comuna de Galvarino en octubre de 1973, a la pena de SESENTA

DÍAS de prisión en su grado máximo; y a la accesoria de suspensión de cargo u oficio

público durante el tiempo de la condena.

V.- Que se condena al acusado LUIS GERARDO IBACACHE SALAMANCA ,

R.U.N. 7.035.398-9, ya individualizado: a) como encubridor del delito de homicidio

simple en la persona de Segundo Osvaldo Moreira Bustos, perpetrado en la comuna

de Galvarino en octubre de 1973, a la pena de QUINIENTOS CUARENTA Y UN DÍAS

de presidio menor en su grado medio; y a las accesorias se suspensión de cargo u

oficio público durante el tiempo de la condena; b) como cómplice del delito de

apremios ilegítimos en la persona de Juana de Dios Rojas Viveros, perpetrado en la

comuna de Galvarino en octubre de 1973, a la pena de SESENTA DÍAS de prisión

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en su grado máximo; y a la accesoria de suspensión de cargo u oficio público durante

el tiempo de la condena.

VI.- Que se condena al acusado LUIS ALBERTO ARANEDA GUTIÉRREZ ,

R.U.N. 5.253.813-0 , ya individualizado: a) como encubridor del delito de homicidio

simple en la persona de Segundo Osvaldo Moreira Bustos, perpetrado en la comuna

de Galvarino en octubre de 1973, a la pena de QUINIENTOS CUARENTA Y UN DÍAS

de presidio menor en su grado medio; y a las accesorias se suspensión de cargo u

oficio público durante el tiempo de la condena; b) como cómplice del delito de

apremios ilegítimos en la persona de Juana de Dios Rojas Viveros, perpetrado en la

comuna de Galvarino en octubre de 1973, a la pena de SESENTA DÍAS de prisión

en su grado máximo; y a la accesoria de suspensión de cargo u oficio público durante

el tiempo de la condena.

VII.- Que se condena al acusado CARLOS DEL TRÁNSITO PARRA

RODRÍGUEZ , R.U.N. 6.528.385-9 , ya individualizado: a) como encubridor del

delito de homicidio simple en la persona de Segundo Osvaldo Moreira Bustos,

perpetrado en la comuna de Galvarino en octubre de 1973, a la pena de

QUINIENTOS CUARENTA Y UN DÍAS de presidio menor en su grado medio; a las

accesorias se suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena;

b) como autor del delito de apremios ilegítimos en la persona de Juana de Dios

Rojas Viveros, perpetrado en la comuna de Galvarino en octubre de 1973, a la pena

de TRESCIENTOS DÍAS de presidio menor en su grado mínimo; y a la accesoria de

suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena.

VIII.- Atendida la extensión de las penas impuestas a MANUEL GUSTAVO

SANDOVAL CIFUENTES y GONZALO BALDEMAR SOTO SANDOVAL, no se les

concede ningún beneficio de la ley N° 18.216 solicitados por sus defensas.

En consecuencia, deberán cumplir la pena privativa de libertad en forma efectiva,

sirviéndoles de abono todos los días que han estado privados de libertad con motivo

de este proceso: a) En el caso de Manuel Gustavo Sandoval Cifuentes, cumpliendo

la medida cautelar de prisión preventiva, desde el día 29 de junio de 2012 hasta el

día 03 de agosto de 2012, como consta a fs. 290 y fs. 476; luego, desde el día 08 de

enero de 2014 hasta el 09 de enero de 2014, cumpliendo la medida cautelar de

prisión preventiva, según fojas 814 y fs. 823. b) Respecto de Gonzalo Baldemar

Page 109: VISTO: HOMICIDIO CALIFICADO APREMIOS …...A fs. 1.195 se sobreseyó parcial y temporalmente la causa por el delito asociación ilícita, presentado a fs. 1, fs. 17 y fs. 215. A fs.

Soto Sandoval, cumpliendo la medida cautelar de prisión preventiva, desde el día

29 de junio de 2012 hasta el día 20 de julio de 2012, como consta a fs. 291 y fs. 425;

luego, desde el día 07 de enero de 2014 hasta el 09 de enero de 2014, cumpliendo la

medida cautelar de prisión preventiva, según fojas 783 y fs. 827. Todo lo anterior por

aplicación del artículo 503 del Código de Procedimiento Penal.

IX.- En el caso de los condenados FELIDOR DEL CARMEN MORALES

FLORES, CARLOS DEL TRANSITO PARRA RODRIGUEZ, LUIS GERARDO

IBACACHE SALAMANCA Y LUIS ALBERTO ARANEDA GUTIÉRREZ, atendida la

extensión de las penas impuestas, se les concede a cada uno el beneficio de la

remisión condicional de la pena, toda vez que se cumplen los requisitos del artículo

4 y siguientes de la Ley 18.216. El plazo de observación será igual al de la pena

impuesta, esto es, seiscientos un días (601) para Morales Flores, Ibacache

Salamanca y Araneda Gutiérrez. En el caso de Parra Rodríguez, ochocientos

cuarenta y un días (841), debiendo cumplir los sentenciados con los demás requisitos

del artículo 5 de la ley citada. Si los beneficiados quebrantaren el beneficio otorgado

y así lo dispusiere el Tribunal posteriormente, y debieran cumplir pena efectiva, les

servirá de abono los días que han permanecido privado de libertad. En el caso de a)

Felidor Del Carmen Morales Flores cumpliendo la medida cautelar de prisión

preventiva, desde el día 29 de junio de 2012 hasta el día 03 de julio de 2012, como

consta a fs. 288 y fs. 304; luego, desde el día 07 de enero de 2014 hasta el 09 de

enero de 2014, cumpliendo la medida cautelar de prisión preventiva, según fojas 798

y fs. 826. b) Carlos del Tránsito Parra Rodríguez cumpliendo la medida cautelar de

prisión preventiva, desde el día 29 de junio de 2012 hasta el día 03 de julo de 2012,

como consta a fs. 287 y fs. 305; luego, desde el día 07 de enero de 2014 hasta el 09

de enero de 2014, cumpliendo la medida cautelar de prisión preventiva, según fojas

799 y fs. 825; c) Luis Gerardo Ibacache Salamanca, cumpliendo la medida cautelar

de prisión preventiva, desde el día 29 de junio de 2012 hasta el día 06 de julio de

2012, como consta a fs. 289 y fs. 363; luego, desde el día 08 de enero de 2014 hasta

el 09 de enero de 2014, cumpliendo la medida cautelar de prisión preventiva, según

fojas 807 y fs. 824. d) Luis Alberto Araneda Gutiérrez cumpliendo la medida

cautelar de prisión preventiva, desde el día 08 de agosto de 2012 hasta el día 16 de

agosto de 2012, como consta a fs. 490 y fs. 557; luego, desde el día 07 de enero de

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2014 hasta el 09 de enero de 2014, cumpliendo la medida cautelar de prisión

preventiva, según fojas 782 y fs. 822.

X.- Cada uno de los sentenciados pagará las costas del juicio de manera

proporcional.

XI.- Las penas impuestas a los condenados comenzaran a regir desde

que se presenten o sean habidos en la presente causa.

XII.- Atendido lo dispuesto en el artículo 17 de la Ley 19.970 y su

reglamento, procédase a incluir la huella genética de los condenados en el Registro

de Condenados, tomándose, en su oportunidad, las muestras biológicas y la

determinación y registro de huellas genéticas que sean necesarias para los objetos

del registro.

XIII.- Que una vez ejecutoriada la sentencia, deberán dejarse sin efecto las

medidas cautelares personales impuestas a los acusados.

EN CUANTO A LA ACCIÓN CIVIL:

XIV.- Que NO HA LUGAR a las excepciones de pago y de prescripción

extintivas opuestas por el Consejo de Defensa del Estado, interpuestas a fojas 1.001

y siguientes. Sin perjuicio de lo razonado en los párrafos precedentes, respecto del

monto de las indemnizaciones y sobre la fecha de los reajustes e intereses.

XV.- Que HA LUGAR, con costas, a la demanda interpuesta por el

abogado David Morales Troncoso en representación de Juana de Dios Rojas Viveros,

Marianela del Carmen Moreira Rojas y Palmenia del Pilar Moreira Rojas, a fojas 936

y siguientes en contra del FISCO DE CHILE, condenándose a la parte demandada a

pagar a los actores como indemnización de perjuicios, por concepto de daño

moral, ascendente a la suma total de $75.000.000 ( setenta y cinco millones de

pesos) para doña Juana de Dios Rojas Viveros, correspondiéndole $ 65.000.000

(sesenta y cinco millones de pesos ) por el homicidio de su marido Osvaldo Moreira

Bustos y $10.000.000 (diez millones de pesos) por los apremios ilegítimos (torturas)

sufridas por ella; y de $50.000.000 (cincuenta millones de pesos) para cada una de

las hijas demandantes por el homicidio de su padre Osvaldo Moreira Bustos, lo que

hace un total de $175.000.000 (ciento sesenta y cinco millones de pesos) .

XVI.- La suma anterior deberá ser reajustada en la misma proporción en que

varíe el Índice de Precios al Consumidor entre el mes anterior a que la sentencia

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quede ejecutoriada y el mes anterior al de su pago; devengando intereses

corrientes por el mismo período, más costas.

Cítese a los sentenciados a primera audiencia a efectos de notificarles

personalmente el presente fallo.

Notifíquese a los abogados querellantes y al Fisco de Chile representado por

el abogado Oscar Exss Krugmann, a través del Receptor de turno del presente mes.

Regístrese, cúmplase, en su oportunidad, con lo que ordena el artículo 509

bis del Código de Procedimiento Penal, comuníquese a los diferentes tribunales

en que se tramitaren procesos en contra de los sentenciados para informarles sobre

las decisiones del presente fallo y, en su oportunidad, archívense.

Consúltese si no se apelare.

Rol 45.344.-

Dictada por don Álvaro Mesa Latorre, Ministro en Visita Extraordinaria.

Autoriza don Wilfred Ziehlmann Zamorano, Secretario titular.

En Temuco, a veintitrés de marzo de dos mil dieciséis, notifiqué por el estado diario la

resolución precedente.